Neo, Matrix

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#sixsixsix versus #theone o Tyler Durden, el Anticristo analógico vs Neo, el Mesías digital

Sé que están afuera, ya los siento. Sé que tienen miedo, tienen miedo de nosotros, tienen miedo del cambio. No sé qué depara el futuro. No vine a decirles cómo va acabar esto, vine a decirles cómo va a empezar. Voy a colgar este teléfono y le voy a mostrar a esta gente lo que ustedes no quieren que vean. Les voy a enseñar un mundo sin ustedes, un mundo sin reglas ni controles, sin fronteras ni límites, un mundo donde todo es posible. ¿A donde vamos después?... depende de ustedes Neo, Matrix

La cartelera de cine de la década de los 90 del siglo pasado quedó marcada por una notoria preocupación por el fin del milenio, diferentes visiones pesimistas cimbraron las pantallas y las miradas de los espectadores. Así, un villano como Keyser Sose cínicamente afirmaba “el mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe”, al tiempo que corregía su andar y escapaba de la policía (Sospechosos comunes, Brian Singer, 1995); de igual manera se salieron con la suya al final: William Munny, asesino de mujeres y niños, (Los imperdonables, Clint Eastwood, 1992), el caníbal Hannibal Lecter (El silencio de los inocentes, Jonathan Demme, 1991), los gángsters come hamburguesas de Tiempos Violentos (Quentin Tarantino, 1994) y el serial killer perfecto John Doe (Se7en, los siete pecados capitales, David Fincher, 1995).

Tal vez reflejo del estado de ánimo de una sociedad que estaba a la espera de un apocalipsis de cualquier tipo, las historias de las películas producidas en este periodo nos dejan ver que en las historias de amor entre ricos y pobres tienen como únicos sobrevivientes a los segundos (Titanic, James Cameron, 1997), la posible revolución en el primer mundo la

puede apagar cualquier traficante de video-fantasías dispuesto a hacer lo correcto (Días extraños, Kathryn Bigelow, 1995) o que en la actualidad la segregación racial está promovida por los afroamericanos en Estados Unidos (Fiebre de selva, Spike Lee, 1991).

Además de los meteoritos, desastres naturales, dinosaurios y extraterrestres dispuestos a destruir a la humanidad, es posible encontrar entre los grandes temas de la filmografía del periodo, el de la crisis existencial. Trabajos disímbolos como El Rey León, (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994), Crash/Extraños placeres (David Cronenberg, 1996), El extraño mundo de Jack (Henry Selick, 1993), Ciudad en tinieblas (Alex Proyas, 1998), El Show de Truman (Peter Weir, 1998), El Club de la Pelea (David Fincher, 1999) y Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999), entre otras, presentan a personajes que se cuestionan a sí mismos y los contextos que los acogen: ¿quién soy? ¿es la conciencia lo que determina al ser o el ser el que determina la conciencia? ¿ser o no ser?

Los trabajos que ocuparán a este texto son los dos últimos mencionados, protagonizados por Tyler Durden/Narrador y Neo/Thomas A. Anderson, quienes rondan los 30 años. Estrenadas en el mismo año, 1999, con presupuestos idénticos (63 mdd, según la Imdb1) pero con diferentes resultados en taquilla, ambas películas colocaron a estos personajes como parte del imaginario de la cultura pop, lo cual puede constatarse al googlear sus nombres: 19,200,000 resultados en 0.30 segundos para Neo the matrix y 9,690,000 (0,18 segundos) para Tyler Durden2. Para el escritor Chuck Palahniuk, la película basada en su primera novela, El club de la pelea, lo colocó en el mapa de referencias, y para David Fincher fue el cierre de una década de producciones exitosas (Alien 3, 1992; Se7en, 1995; El juego, 1997). Mientras que para los hermanos Wachowsky, quienes realizaban su segunda película con Matrix, los convirtió en celebridades que harían de este hit de taquilla una trilogía. http://youtu.be/1CC08s6KbCE

Más allá de la edad compartida (que sí es un elemento significativo para la generación a la que están haciendo referencia estás dos historias y el público a quien pretendían dirigir su discurso), otras semejanzas entre las figuras centrales interpretadas por Keanu Reeves

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(Matrix) y Edward Norton (El club de la pelea) es que los dos son yuppies con insomnio, quienes trabajan en puestos de mediana importancia de grandes empresas (software y automotriz), burócratas kafkiano-orwelianos que visten de saco y corbata, desprecian su cotidianidad y están a la espera de un cambio; su inconformidad existencial los lleva a convertirse en rebeldes. Es en esta rebeldía que lo virtual surge. Mr. Anderson se descubre como ser de una virtualidad que disfraza la realidad en que las máquinas gobiernan el mundo y los humanos no son más que una serie de pilas que dan la energía para que los robots funcionen. En un sentido contrario, el narrador personificado por Norton, inventa para sí mismo y para el espectador un amigo imaginario, virtual, que forma un grupo de auto-ayuda para varones frustrados -un club de peleas clandestinas- que transforma en células de un grupo terrorista. Al parecer de quien esto escribe, la virtualización descrita en estos casos quiere hacer referencia a lo que ocurría por esos mismos años en la sociedad occidental: su paso y conversión de lo analógico a lo digital, de la imperativa llegada del hardware/software no lineal, vía la supercarretera de la información, que desplaza lo manual/lineal, estas películas son posturas contrarias entre sí.

Antes de continuar quisiéramos puntualizar lo que entendemos por virtualización. Seguiremos a Pierre Lévy, quien señala que la virtualización puede definirse como el movimiento inverso a la actualización (invención de una solución exigida por una problemática compleja). Consiste en el paso de lo actual a lo virtual, en una „elevación a la potencia‟ de la entidad considerada. La virtualización no es una desrealización (la transformación de la realidad en un conjunto de posibles), sino una mutación de identidad, un desplazamiento del centro de gravedad ontológico del objeto considerado: en lugar de definirse principalmente por su actualidad (una “solución”), la entidad encuentra así su consistencia esencial en un campo problemático. Virtualizar una entidad cualquiera consiste en descubrir la cuestión general a la que se refiere, en mular la entidad en dirección a este interrogante y en redefinir la actualidad de partida como respuesta a una cuestión particular.3

Larry y Andy Wachowsky , también guionistas de Matrix, plantean a los espectadores que la realidad en que ha crecido engañado el protagonista Neo/Anderson no es otro que la Matrix, “…un mundo soñado, generado por computadora, construido para mantenernos bajo control con el fin de convertir el ser humano en esto (una batería)”, le dice Morpheus al recién llegado. Donde el mundo tangible (real), el que se puede percibir con los sentidos, es únicamente una interpretación del cerebro de impulsos eléctricos. La mutación de 3

cambio de identidad a la que alude Lévy, ocurre en sentido contrario: Thomas Anderson/Neo, se descubre como ser virtual que es desvirtualizado al conocer „la verdad‟ y tomar la pastilla adecuada. Posteriormente llevará a cabo la virtualización a voluntad, conectándose al asiento/conexión que lo „transporta‟ al sueño/software que era su realidad pero potencializado, poseedor de un conocimiento (Matrix=a realidad=sueño) y logrando progresivamente su transformación en personaje de videojuego, que debido a su destreza se convierte en un ganador.

Contrario a Thomas A. Anderson, el personaje principal de El club de la pelea, sí tiene poderosas razones para estar cuestionando su realidad y estar enojado con ella. Hasta donde nos deja ver la historia, Mr. Anderson, puede estar molesto por que su jefe lo regaña por llegar tarde, aburrido de una cotidianidad sosa donde su espíritu de hacker aventurerovirtual, parece no caber. Tyler Durden es producto de la imaginación de un yuppie que siente confort y culpa por el trabajo que desempeña: por una parte gana lo suficiente para tener un condómino amueblado impecablemente, además de un guardarropa a la moda. Pero el dinero que permite esta comodidad viene de una actividad laboral falta de ética, donde se dedica a calcular el precio de las vidas de personas que mueren en accidentes de vehículos mal diseñados, y las que en el futuro perecerán por no arreglar esas fallas. La culpa, el insomnio/narcolepsia y la falta de agallas, son los síntomas del personaje actuado por Edward Norton, previos a la aparición en su vida de Tyler Durden (Brad Pitt), quien representa todo aquello que desea ser pero no se atreve: dueño de su propio negocio (fabrica jabón caro con la grasa proveniente de liposucciones), mesero que orina la comida de los ricos, proyeccionista que inserta porno en las películas para niños, líder del club de la pelea y un grupo anarquista, asimismo un amante excepcional. El descubrimiento de la virtualización en el relato, ocurre casi al final (faltando 30 minutos), tanto el narrador como el espectador conocen la verdadera identidad de Tyler; sin embargo, lo anterior no implica su desaparición, continúa interactuando con el Narrador, incluso pelea con él; ocurre lo que Lévy apunta: “La virtualización es uno de los principales vectores de la creación de la realidad”4. El amigo imaginario es tan real como cualquier otro.

http://youtu.be/J0ixUtP8Ghs

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Como se mencionaba párrafos arriba, los filmes aquí revisados son acontecimientos que marcan un tiempo muy específico: el boom de las computadoras e Internet, la conversión de formas analógicas a digitales; y, a juicio nuestro, cada una de ellas toma una posición respecto al tema. El club de la pelea a favor de lo analógico y en contra lo digital y Matrix viceversa.

Otl Archer afirma Puede que la técnica dependa de la extrema precisión, pero el ser humano precisa del ojo del buen cubero. Su existencia, su subjetividad y su persona se construyen sobre valoraciones. No es ya el ser natural adaptado, sino un ser cultural con determinación para la alternativa crítica: en la comparación –con las tradiciones, con otros sistemas, con otros seres humanos-, toma él su posición. Es un ser analógico, no digital.5

Esta descripción parece ajustarse a Tyler Durden, quien no sólo es producto de la autovaloración del narrador, sino que tiene como cualidad la de ser una voz crítica, antisistema, anticonsumismo, quien ubica a las grandes corporaciones como el enemigo de la sociedad, quien se niega a ver como estadísticas a las personas muertas por los accidentes de los autos de la empresa automotriz en que trabaja, quien da como tareas a los miembros del Fight Club la de atentar contra locales que venden autos, computadoras, exhiben arte corporativo, franquicias de venta de café, etc. Esta es la razón por la que lo consideramos aquí como un anticristo para el capitalismo, quien quiere que el Apocalipsis llegue a destruir el sistema económico, y cibernético que lo sostiene; así lo vemos cuando a manera de sátira suma los nombres de Microsoft e IBM al de otras tantas compañías que en el futuro bautizaran con sus marcas los nombres de las nuevas galaxias descubiertas; también cuando manda poemas haiku a todos sus contactos de correo electrónico, como acto de rebeldía (distribuyendo arte por el correo de la empresa) o cuando le gesticula y le enseña sus dientes ensangrentados al vendedor de software en una demostración.

http://youtu.be/cuJ2fnRFcpo Mientras que Neo es El Elegido, The One, el Mesías, que salvará al mundo „real‟ de la máquinas malévolas que esclavizan al hombre, volviéndolo una pila triple DDD y en

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alimento para las mismísimas baterías humanas. No, no es el sistema económico el explotador del trabajador, no son las grandes empresas, no son los bancos, no es la OCDE, ni el Banco Mundial, tampoco el FMI, mucho menos los países ricos. Quien subyuga a los hombres y mujeres en el futuro son los descendientes de los juguetes „inteligentes‟ 2XL (FOTO) y el Fabuloso Fred (FOTO), idea que si bien no es innovadora (antes lo habían planteado Metropolis, 2001: Odisea en el espacio, Blade Runner, Terminator, la saga de Alien, entre otros) sí impacto a toda una generación de devotos a los efectos especiales digitales espectaculares; el mito del redentor se hizo de nuevo presente (John Connor de Terminator es otro) y vendió tickets al por mayor. Pero también Neo, funcionó como un excelente embajador de la transición entre lo analógico a lo digital, precisamente en un momento en que bajaban costos del hardware, la Internet aumentaba su velocidad y el uso del software se multiplicaba en el mundo. Acciones que hicieron posible la conformación de una cibercultura, teniendo a un Mr. Anderson que cerraba la película con estas líneas:

http://youtu.be/DiA3XlcKjHQ.

Las cuales pueden leerse como un “ven, súmate a lo digital, la nueva realidad. ¡Libérate!”.

Sin embargo, unos años antes (1994) del estreno en cines de Matrix, Arthur Kroker no veía con tan buenos ojos esta invitación a escapar por el freeway de información:

El siglo XX termina con un crecimiento del ciberautoritarismo, un movimiento estridente pro tecno-utopía, sobre todo en los medios de comunicación, que se caracteriza por una obsesión, cercana a la histeria, por las tecnologías emergentes y un intento constante y deliberado de acallar, silenciar y excluir toda perspectiva crítica de la tecno-utopía. No una cultura conectada por cable sino una cultura virtual amordazada con él: obsesionada por la tecnología digital como fuente de salvación de la realidad de una cultura solitaria y socialmente muy inconexa, y resuelta a excluir del debate público cualquier perspectiva que no dé muestras de entusiasmo por el advenimiento de la sociedad completamente tecnológica. La clase virtual está repleta de aspirantes a astronautas que nunca han tenido oportunidad de ir a la Luna y que no suelen aceptar las críticas de este nuevo proyecto Apolo para la telemática del cuerpo.6

Junto con la propuesta de los Wachowski, se sumaron, intencionalmente o no, a esta frenética idea de mostrar a la tecnología cibernética como posibilitadora de una 6

emancipación cuasi orgásmica, películas como: Tienes un e-mail (Nora Ephron, 1998), Piratas de Silicon Valley (Martyn Burke, 1999), La red (Irwin Winkler, 1995), Hackers (Iain, Sofley, 1995), Piso 13 (Josef Rusnak, 1999), Minority Report (Steven Spielberg), entre otras. Entrado el siglo XXI, la animosidad perdura, ligada al consumo indiscriminado de tecnologías touch capaces de adentrarnos a mundos virtuales, siendo las redes sociales su más reciente invención popular. En los siguientes cuadros, uno hecho en España y el otro en Estados Unidos, muestran el crecimiento y expansión de la Internet 2.0, donde el contacto físico entre las personas ha desaparecido, para generar un imaginario donde el capitalismo virtual parece haber ganado la batalla por este nuevo mercado.

El Anticristo Tyler, decía en algún momento “En el mundo que veo cazarás ciervos en la floresta del Gran Cañón, alrededor del Rockefeller Center. Vestirás ropa de cuero que te durará toda la vida. Escalarás las viñas de kudzu que envuelven la Torre Sears. Y cuando 7

mires hacia abajo verás diminutas figuras moliendo maíz, poniendo tiritas de venado en los carriles de una carrera abandonada”.

La secuencia final de El Club de la pelea, que también en parte es el inicio de la historia, nos muestra el suicidio/asesinato del Tyler Durden, es decir el amigo virtual es desechado al asumir el Narrador que él es Tyler, con todas sus consecuencias. Se reúne con la mujer que ama, Marla Singer, al desaparecer el triangulo amoroso imaginario y autoimpuesto. También explotan y vemos caer los edificios de las grandes corporaciones crediticias y que guardan en sus computadoras la información de los cuentahabientes, el nuevo Tyler/Norton y Marla morirán en unos segundos (los explosivos fueron reconectados por el Tyler/Brad Pitt), pero el director David Fincher no nos deja verlo. Por lo que, mientras Los Pixies cantan Were in my mind, los rascacielos del fondo caen iluminados por fuegos que los destruyen, él le dice a ella “Me conociste en un momento muy extraño de mi vida”, y un insert de, diría Tyler, “nice, big cock”, antes del fade out y los créditos.

http://youtu.be/x9Huy-JP1xo

Dos años después, una mañana de septiembre veríamos en los televisores del mundo entero, imágenes en vivo de algo que parecía ser una secuela de Fight Club, dos de los edificios más altos de Nueva York caían igual que en la película, en un hecho que marcó la historia mundial, nada fue igual después de ese día. Esos Tyler Durden (Al qaeda o no) gritaron en todo lo alto que los nuevos tiempos habían llegado y que hay quienes osan resistirse al cambio de lo analógico a lo digital por las consecuencias que conlleva.

No dudo que haya fans de Matrix y Neo, que orgullosamente afirmen que lo digital se impuso, junto con el hardware, software, tablets, iPhones, pantallas gigantes, sistemas touch, videojuegos y la Internet. Ya puedo imaginarlos diciendo “haiga sido como haiga sido”, al tiempo que hacen la „roque-señal‟, espero se estén viendo al espejo.

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Internet Movie Data base

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Domingo 7 de abril del 2013, 13:30 hrs (IMAGEN) 3 Lévy, Pierre. ¿Qué es lo virtual?. Paidós, 1999, Barcelona. 4 Ibid 5 Aicher, Otl. Analógico y digital. Gustavo Gili, 2001, Barcelona. 6 Aronowitz, Stanley; Martinsons, Barbara y Menser, Michael (compiladores). Tecnociencia y cibercultura. Paidós, 1998, Barcelona.

El mesias el anti

Analógico_digital,

Kafkiano orweliano

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Niegan su realidad y virtualizan

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