Navarro, Roberto - El Abismo

A mis hijos, Nicolás y Florencia, que trabajan junto a mí todos los días, luchando por un país más justo. CAPÍTULO 1 P

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A mis hijos, Nicolás y Florencia, que trabajan junto a mí todos los días, luchando por un país más justo.

CAPÍTULO 1 POR QUÉ ME ECHARON

—Me echaron, Cristina. Me acaba de llamar por teléfono el gerente de Recursos Humanos del canal para notificármelo. Se acabó Economía Política, El Destape TV y El Destape Radio: me quedé sin laburo. —No puede ser, hablé esta mañana con Fabián y me dijo que estaba todo bien. Ya lo llamo. Cristina llamó a su secretario para que le trajera el teléfono. Yo pedí el mío también. Habíamos dejado los aparatos fuera de la oficina, como se hace en cualquier reunión importante desde que asumió Macri. Ellos escuchan todo. —¿Por qué lo echaste a Navarro, Fabián? —le preguntó Cristina al dueño del canal. —No lo eché, le enviamos una carta documento pidiéndole que rectifique lo que dijo por twitter sobre la censura. Disculpá, Cristina, me están allanando otra vez en este momento, no me dan paz —escuché que contestó mi ex jefe. Mientras Cristina hablaba recibí el mail con la carta documento del canal. No lo podía leer en el celular. —Acá llegó, pero la letra es muy chica. ¿Vos lo podés leer? —pregunté. Cristina tomó mi celular y comenzó a leer con dificultad. —No. Esperá… Mariano —llamó de nuevo a su secretario—. ¿Qué dice acá? Mariano leyó finalmente la noticia que, en definitiva, significaba una declaración de guerra al periodismo crítico. —Te echaron Roberto. Acá dice “rescindimos sus contratos de Economía Política y El Destape desde el día de la fecha”.

Yo lo veía venir hacía unos días; Cristina estaba sorprendida y enojada. —Acá hay algo que no sabemos; lo deben tener muy apretado para que te eche. ¿Por qué me mintió? Es el dueño. Acá pasa algo raro: peor de lo que pensábamos. Los dueños del canal y la radio, Fabián de Sousa y Cristóbal López, venían siendo acosados por la justicia macrista desde que asumió Cambiemos. Ellos dos y el director, Mariano Frutos, cargaban con diecisiete causas penales que los ponían al borde de la cárcel. Un destino que pronto llegaría. El día anterior a mi visita a Cristina había sido el mismo Frutos, mi interlocutor más asiduo en el mes anterior a mi despido, quien me dejó claro lo sombrío de la situación. Me reuní con él el lunes 19 de setiembre para hablar de la creciente censura a la que estaba siendo sometido. El domingo 18 nos habían levantado una denuncia que revelaba que el gobierno estaba usando en redes el sistema Watson, declarado ilegal en Estados Unidos por ser una herramienta creada especialmente para la manipulación pública. Pero el director del canal sabía de la censura y la justificaba. No era esa la razón de la reunión, sino notificarme una suspensión por 48 horas. Entendí que la idea era sacarme del aire ya, como prolegómeno al despido. Los canales no te dejan despedirte de tu público. —No me podés dejar sin trabajo —me quejé. —Vos no me podés pedir que yo vaya preso por salvar tu trabajo, tengo una beba de seis meses —fue su respuesta. Yo sabía que las causas que acosaban al grupo de medios habían sido armadas por los jueces que respondían a Macri y no dudaba de que podían terminar presos. Pero mi preocupación era mantener mis programas y mi equipo de trabajo al aire. Esa noche hablé con políticos, sindicalistas y colegas. En el país sólo

quedaba nuestro canal narrando el arrasador proyecto político, económico y cultural del régimen conservador de Cambiemos. Y Economía Política y El Destape eran los dos programas que investigaban y denunciaban. De nuestro trabajo apareció material para que los pocos jueces independientes que quedaban imputaran a veintiún funcionarios. Desde la primera denuncia sobre la estafa con dólar futuro de Iván Schargrodsky hasta la última de Horacio Verbitsky, que reveló que el hermano del presidente había blanqueado 662 millones de pesos, mostramos que Macri había llegado a la presidencia a cambiar la distribución del ingreso a favor de los más ricos y a hacer negocios personales.

“SE TERMINÓ, ROBERTO” De mis llamados de apoyo surgieron varias reuniones. Una de ellas fue con Cristina. Faltaban 33 días para las elecciones legislativas y Macri no me quería más en el aire. Fueron varios los políticos que llamaron al dueño del canal para que recapacite. No iba a salvarse de la cárcel por echarme y su canal perdería poder. También mi compañero Víctor Hugo Morales intentó comunicarse para evitar el final de programas que él consideraba fundamentales para romper el cerco informativo imperante. No hubo caso. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, me lo había advertido pocos días después de las PASO en las que Cambiemos se declaró ganador, a pesar de que perdió por 20 mil votos a manos de Cristina. Conozco a Frigerio desde que comencé a trabajar en Página 12 en 1998. —Se terminó, Roberto. Te van a echar. Marcos Peña le exigió a De Sousa

que entregue el canal —me anotició el ministro en su casa de Belgrano. —Por un tiempo seguirá siendo crítico de 18 a 22. Pero se acabaron las denuncias. Además, se van a incorporar periodistas oficialistas. Empiezan con María Julia Oliván —me contó Frigerio sin ponerse colorado. Días después Olivan llegó al canal de la mano de Carlos Infante, antiguo vocero de Cristóbal López, a reunirse con el gerente del canal, Federico Maya. Aunque finalmente Oliván no fue contratada, su presencia en el canal comenzaba a confirmar la versión de Frigerio. Macri me odiaba como odia a todo el que se le opone. Pero fueron, fundamentalmente, las investigaciones de mi equipo de trabajo las que lo impulsaron a pedir mi cabeza. Su asesor Durán Barba había llamado la atención sobre el daño a la imagen del Gobierno que había generado la denuncia sobre la privatización del satélite Arsat, que reveló Darío Ganio en Economía Política. Los argentinos están orgullosos del Arsat y le tienen tirria a la palabra privatización y su aroma noventista. “Primera privatización de la era Macri: Arsat pasa a manos privadas”, fue el título de la nota de Darío que marcó agenda durante semanas. —El Arsat, emblema de la soberanía satelital, será explotado por una compañía norteamericana desde el próximo lanzamiento —le explicó Darío al público el 16 de julio, dos meses antes de nuestro despido. Las derivaciones económicas de la denuncia son gigantescas y afectan a varias generaciones por venir.

ROMPER EL CERCO Otro hecho que les mostró que, de vez en cuando, lográbamos romper el cerco informativo fue la transmisión del 13 de agosto, cuando se realizaron

las PASO, en las que buscaron convencer al público de que Cristina había perdido. Operaron todo el día con bocas de urna truchas para convencernos de que habían ganado la provincia de Buenos Aires. Poco después del cierre del comicio, María Eugenia Vidal salió a dar un discurso triunfal. Una hora después, el propio Macri salió a festejar con globos y baile. Los primeros datos oficiales daban a Cristina perdiendo por ocho puntos. Habían organizado la carga de los votos de manera tal que en el horario central de la televisión, a las 21 horas, los argentinos recibieran la información de un rotundo triunfo de Cambiemos. Cuando fueron pasando las horas, tuvieron que empezar a computar más votos de Cristina: la diferencia se achicaba. A las 12 de la noche finalizó el segmento horario que me correspondía conducir y Cristina se había acercado a tres puntos de diferencia. Salí del aire, pero me quedé en el canal. A las dos de la mañana la diferencia se había achicado a 0,1 por ciento. Faltaba computar el 6 por ciento de los votos y detuvieron la carga. Cargué en una planilla de Excel los resultados de los principales distritos y el porcentaje que faltaba cargar. Con esos datos hice una proyección. El resultado era claro: Cristina había ganado. A las tres de la mañana volví al aire y lo conté. Me quedé hasta las cinco dando datos y explicando la maniobra macrista. Sólo en nuestro canal los argentinos podían enterarse de que Cristina había ganado. Durante la transmisión hicimos picos de rating de 11 puntos. Habíamos roto el cerco informativo. Fabián de Sousa, uno de los dueños del C5N, se quedó hasta el final. El triunfo ajustado de Cristina en la provincia y la gran cantidad de votos que sacó Cambiemos en todo el país eran una pésima noticia para él. —Cagamos, Roberto, estos nos pasan por arriba, arrasan con todo.

—Tranqui, Fabián, hay que esperar. —¿Me vas a venir a visitar a Ezeiza? —me preguntó con una media sonrisa y mirándome a los ojos, en un chiste con más temor que humor. Sabía que iría preso. Pocos días después el canal comenzó a cercenar la libertad con la que había trabajado siempre. La advertencia de Frigerio seguía confirmándose. Juan Amorín, quien ya había denunciado la compra secreta de armas que derivó en la imputación del ministro de Defensa, Julio Martínez, y el adelanto de la renuncia del embajador en los Estados Unidos Martín Lousteau, consiguió capturas de whatsapp de la candidata número dos de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, Gladys González, pidiendo coimas. Además, tenía grabado a un arrepentido que contó todo. La acusación fue hecha por el concejal de Avellaneda, Daniel García, quien dejó la presidencia del bloque del PRO en junio de este año. Allí, señaló que González les pidió retornos del 10 por ciento a las personas que iban a formar parte de su equipo, en caso de que ganara la intendencia de Avellaneda, en 2015. El canal no nos permitió poner el informe al aire. Días después conseguí documentos que acreditaban que la empresa energética Amarilla Gas financiaba a Elisa Carrió y que había conseguido excelentes negocios gracias al gobierno. Ese informe también fue levantado. Así, en el único canal de televisión con mirada crítica sobre el gobierno, a un mes de las elecciones, no se podían realizar denuncias sobre los principales candidatos oficialistas. Por esos días comenzó un proceso de censura previa y acoso permanente que, luego entendí, buscaba mi renuncia, una forma de cumplir con la exigencia del gobierno sin pagar el costo del despido. La situación llegó al ridículo de censurar a El Cadete, el personaje de Pedro Rosemblat. Días después de las PASO, iba a presentar uno de sus famosos whatsapp en el que aparecían los nombres de varios funcionarios. El

acoso había llegado al colmo de tener que presentar sus sketches al mediodía para que pasaran por la censura del gerente, Federico Maya. En esa oportunidad la propuesta había sido aceptada, pero en el momento de comenzar el programa el mismo Maya avisó que no iba, porque se mencionaba a la vicepresidenta, Gabriela Michetti. Yo no llegué a enterarme, así que en medio del programa lo llamé al aire. —Vení, Cadete —grité, como siempre. El productor me avisó por la cucaracha lo que estaba sucediendo. —No está, se fue a la casa, nos bajaron su whatsapp. Las órdenes comenzaron a llegar a un ritmo vertiginoso. —No se investiga a Rodríguez Larreta ni a María Eugenia Vidal —avisó Maya. Resumiendo: a un mes de las elecciones legislativas más importantes desde la vuelta a la democracia, en el único canal crítico no se podía hacer denuncias del jefe de Gobierno de la Ciudad, Rodríguez Larreta, ni de la candidata en su distrito, Elisa Carrió, ni de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, ni de la segunda candidata a senadora por su distrito, Gladys González. Ah, tampoco de la vicepresidenta, Gabriela Michetti. Sabía que buscaban mi renuncia y que no podría evitar mi salida, pero me propuse aguantar o, en todo caso, que el canal y el gobierno se hicieran cargo de mi despido.

¿DÓNDE ESTÁ SANTIAGO MALDONADO? Pero la libertad de expresión no era la única libertad cercenada. Por esos días fuimos a la Plaza de Mayo, una vez más, a exigir la aparición con vida de un argentino. Fue el viernes 1º de setiembre. La policía de la Ciudad, al mando

de Rodríguez Larreta, reprimió ferozmente a los manifestantes y se llevó presos a treinta y un pibes que no habían hecho nada. Estuve en esa plaza. Cuando llegué a casa y prendí la tele el canal titulaba “Incidentes en Plaza de Mayo” y trataba el tema con periodistas de policiales. Durante todo el fin de semana, mientras los pibes eran maltratados en la cárcel, mantuvieron el título “incidentes”, sin sumar información adicional. Para el domingo el equipo de Economía Política había conseguido 14 videos y decenas de fotos que demostraban que los disturbios los habían comenzado policías de Larreta de civil, infiltrados en la manifestación, y que los pibes apresados habían sido víctimas inocentes de una cacería policial. Uno de los videos revelaba a un grupo de encapuchados que volteaba las vallas puestas frente a la Casa Rosada al grito de “uno, uno, uno”. Eran infiltrados, pertenecían a la policía de la Ciudad. El grito era su manera de identificarse con sus colegas uniformados para no ser reprimidos. Nos resistimos a dar información para censura previa antes del domingo. Llegamos con los tapes y dejamos claro que el graph iba a ser “Feroz represión policial”. —Si ponen la palabra “incidentes”, denuncio al aire la censura. Poner “incidentes” es una canallada —le aseguré a la productora que el gerente había puesto para vigilarnos. Ese día fue el último que pudimos romper el cerco informativo. Se venía el final. Durante las semanas siguientes, los temas sobre los que podíamos hacer revelaciones se iban reduciendo. Mi intención era aguantar hasta las elecciones. Juan Amorín tenía dos investigaciones sobre corrupción muy fuertes. La idea era meterlas de sorpresa en el último programa de Economía Política anterior a la elección. No pudo ser. El domingo 19 el canal nos vació el programa. Tuvimos que hacer una hora repitiendo un discurso que Cristina había realizado esa misma tarde y que el canal ya había transmitido.

Esa noche escribí tres tuits comentando la actitud del gerente. Sólo quería ganar tiempo para llegar a las elecciones y presionarlo para que abriera un poco el grifo. El canal aprovechó esos tuits para inventar un despido con causa. Así terminó Economía Política, un programa que ganó su franja horaria durante tres años consecutivos, domingo tras domingo, superando en rating a los canales de aire de mayor audiencia. Terminó El Destape TV, que logró ganarle por paliza a A Dos Voces, el programa líder en audiencia en señales de noticias durante quince años. En ellos denunciamos ochenta y dos hechos de corrupción del gobierno de Cambiemos. Entrevistamos a los presidentes Lula da Silva, de Brasil; Rafael Correa, de Ecuador, y Cristina Fernández. Recibimos a las madres, las abuelas y a actores, músicos e intelectuales la noche de la manifestación contra el 2x1. Llevamos a los primeros 50 despedidos del Estado. A los discapacitados que perdieron su pensión. Denunciamos el acoso a los inmigrantes. En definitiva y para sintetizar, hicimos nuestro trabajo y estuvimos del lado que teníamos que estar. El día del despido, aunque sabía que era fruto de haber hecho mi trabajo y que había sido inevitable, sentía que me habían pegado un hachazo. Cómo dijo el Diego, me cortaron las piernas: me sacaron lo que más me gusta hacer, me dejaron sin salario y cambiaron de manera drástica mi cotidianeidad. El resultado electoral de las PASO del 13 de agosto envalentonó a Macri. A la vez, el ajuste que se preparaba necesitaba imperiosamente de una fuerte restricción de las libertades individuales. Nuestra salida del canal se dio al tiempo que el gobierno encubría la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Fue contemporánea con la primera represión a una manifestación de los organismos de derechos humanos en democracia. Y convivió con la revocación de la prisión domiciliaria exigida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

(CIDH) de Milagro Sala. La derecha nunca fue democrática en la Argentina. Tampoco con Macri. El pueblo no acepta mansamente la transferencia de recursos de los trabajadores hacia los más ricos ni los negocios de los funcionarios a su costa. Para hacerlo es necesario el silencio de la prensa.

CAPÍTULO 2 LA FORTUNA DEL PRESIDENTE

La denuncia de Horacio Verbitsky sobre el blanqueo de 662 millones de pesos por parte del hermano del Presidente fue uno de los detonantes de nuestro despido. Era el dato que todo periodista de investigación estaba buscando. Horacio la tituló “Gianfrancamante hablando”, por Gianfranco, el nombre del hermano del Presidente. —Un hermano de Macri, un primo de Peña Braun, el hermano de la vida, Nicky Caputo, el alegado comprador de la empresa familiar, Marcelo Mindlin, y un cuñado de Pablo Clusellas, secretario Legal y Técnico, blanquearon 132 millones de dólares —contó Verbitsky. La nota había sido publicada ese día por Página 12. Cuando lo contó en Economía Política fue como si una bomba hubiera caído en el centro del círculo rojo de poder, que temió que la denuncia afectara fuertemente las elecciones. —Gianfranco Macri blanqueó cinco veces más de lo que declaró su hermano Mauricio. El fiscal investiga la omisión maliciosa en la declaración jurada presidencial —seguía Horacio. La denuncia tenía todos los condimentos políticos, institucionales y mediáticos. Revelaba que el hermano de Macri tenía plata negra, dejaba claro que el Presidente, socio de su hermano, debía tener al menos una cantidad similar que no declaró y demostraba que la ley de blanqueo se había impulsado para uso familiar. Quedaba claro que la incorporación de Verbitsky, que venía a sumarse a un grupo de periodistas de investigación menores de 30 años que ya había

generado veintiún imputados en el gobierno, era un peligro para Cambiemos. Había encontrado a Horacio tres meses antes en el escenario montado por los organismos de derechos humanos en la multitudinaria manifestación contra el fallo de la Corte Suprema conocido como “2x1”, que permitía que más de cien genocidas quedaran en libertad. —Horacio, tenés que estar en nuestro programa. Es imprescindible que tus investigaciones logren la mayor difusión posible —le pedí aun antes de saludarlo. —¿Cuándo empiezo? —contestó, sin siquiera preguntar cuánto iba a ganar. El blanqueo de capitales fue la respuesta oficial a la publicación de los Panama Papers, que revelaron la existencia de empresas del Presidente en guaridas fiscales, que no habían sido declaradas bajo juramento a las autoridades tributarias. La lucha contra los paraísos fiscales fue declarada prioritaria por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Tenían que blanquear porque comenzaba un cruce internacional de datos que los dejaría al descubierto. El proyecto de blanqueo fue camuflado dentro de una ley ómnibus que incluía presuntas mejoras para jubilados y ninguna restricción para que pudieran aspirar a ese perdón familiares de funcionarios. Para que el proyecto de ley fuera aprobado por parte de la oposición, el oficialismo aceptó incluir la restricción explícita al blanqueo de familiares de funcionarios. El escándalo comenzó cuando, días después, el Ejecutivo dictó un decreto que eliminó los impedimentos para que los familiares de miembros del gobierno pudieran blanquear su dinero negro. A partir de ese decreto comenzó la búsqueda periodística para saber qué familiares aprovecharon el jubileo. Verbitsky consiguió averiguarlo.

ESCONDITES DEL DINERO PRESIDENCIAL Durante la semana, en radio y en televisión, trabajé sobre las conclusiones que podían sacarse de la investigación. Gianfranco es un socio menor del holding Socma, de los Macri. Si él tenía al menos 662 millones de pesos, ¿cómo podíamos creer en la declaración jurada del Presidente que sumaba sólo 120 millones? ¿Cuánto dinero tiene el Presidente? ¿Dónde lo tiene escondido? Luego de la denuncia internacional denominada Panamá Papers, que incluía una offshore de Macri, el periodista Ezequiel Orlando reveló en El Destape TV que, en realidad, había diecinueve sociedades escondidas de la familia Macri. Y que seis de ellas tenían movimientos en la actualidad. Es decir, Macri movía su dinero negro en el exterior sin problemas, evadiendo impuestos aun siendo presidente. Le pedí a Ezequiel Orlando que buscara los datos exactos de las sociedades escondidas de Macri. Los dimos a conocer en El Destape TV y Economía Política. Empresas integradas por el Presidente: 1. Fleg Trading Limited: la sociedad bahameña fue la primera revelada en abril por los Panamá Papers. La preside Francisco “Franco” Macri, el vicepresidente es Mauricio y los acompaña en el directorio Mariano Macri. Fue creada en 1998 y disuelta en 2007. 2. Kagemusha SA: la más antigua de las empresas fantasma del Presidente. Lleva a Francisco, Mauricio y Gianfranco Macri como directores. Fue fundada en 1981 y hasta hoy se mantiene activa. 3. Opalsen: la offshore uruguaya fue utilizada junto a otras empresas de la familia para el contrabando de autos y evasión impositiva. Mauricio y

Francisco Macri fueron procesados en una causa judicial, pero absueltos por la Corte Suprema menemista. Sociedades panameñas con empleados de confianza de Sevel Uruguay: 4. Macri Group Panamá SA (cambió su nombre a Metro Consulting PTY): los directores son Domenico Cappelli, gerente general, y Fernando Planes, gerente de finanzas. Se fundó el 25 de mayo de 2010. 5. Cap Loren Panamá SA: la dirigieron Domenico Cappelli, gerente general, Fernando Planes, gerente de finanzas, y Armando Amasanti, presidente. Se creó en 1999 y se disolvió luego. 6. Orion Alliance Corporation: la integran Gustavo Gorini, hijo del presidente de la empresa, y Fernando Planes, gerente de finanzas. Fue abierta en 2013 y sigue en funciones. 7. Atoll Services Group Inc: en el directorio están Juan Carlos Gorini presidente, su hijo Gustavo Gorini, y Miguel Del Castillo, presidente de Iveco Uruguay, subsidiaria de Sevel. Funciona desde 2007. 8. Pymore Ventures Holding SA: la gerencian Fernando Planes, gerente de finanzas, y Alejandro Cappelli, hijo del gerente general. Fue creada en 2010 y se mantiene operativa. 9. Danae Alliance Company SA: figuran Domenico Cappelli, gerente general, y Fernando Planes, gerente de finanzas. Se abrió el año pasado y está activa hasta hoy. 10. 1Aspent Portfolio SA: tiene el mismo directorio que la anterior. Está vigente desde 2015. 11. Rockford Holding Group SA: aparecen Domenico Cappelli, gerente general, su padre Carlo Luigi Cappelli, Juan Carlos Gorini, presidente, y su hijo Gustavo Gorini. Funciona desde 2011.

Offshores panameñas del hermano del Presidente: 12. Joy B28 Corporation: Gianfranco Macri la preside, es su secretario y también director. Fue creada el 12 de diciembre de 2007, dos días después de que Mauricio desembarcara en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 13. Le Mare A18 Corporation: Gianfranco Macri ocupa casi todos los cargos relevantes. Fundada el 12 de diciembre de 2007. 14. Serenity C44 Corporation: también Gianfranco Macri ocupa casi todos los cargos relevantes. Fundada el 12 de diciembre de 2007. 15. Yoo H45 Corporation: Nuevamente Gianfranco Macri ocupa casi todos los cargos relevantes. Fundada el 12 de diciembre de 2007. 16. Office One G11 Corporation: Gianfranco Macri es presidente y secretario. Fundada el 12 de diciembre de 2007. 17. Inmobiliaria de Negocios Corporation: Gianfranco Macri se desempeña como presidente, director y secretario. Se activó el 24 de agosto de 2010. 18. XG Patagonia Corporation: ocupa el directorio y la tesorería. Surgió el 3 de septiembre de 2015. Descubrimientos de los Bahamas Leaks: 19. Galicia Advent Socma Private Equity Fund: fondo de inversión de Islas Caimán integrado por el Grupo Macri, a través de Socma, y el Banco de Galicia. Con él compraron acciones en la bahameña ViajeYa.com, una compañía de turismo por internet.

NO SOY TU PROBLEMA

Revelamos esa información el 16 de octubre de 2016. Una semana después, desayuné en el departamento que Rogelio Frigerio nieto heredó de su abuelo, el desarrollista amigo del fundador de Clarín, Roberto Noble. Es un piso de techos altísimos con un living más grande que mi departamento. Sólo el parquet de roble de Eslavonia ya revela el enorme valor de la propiedad. Frigerio, de impecable traje italiano, sonriente y afeitado para siempre, hacía de policía bueno: —El Presidente tomó tu investigación como una persecución —se lanzó, antes de servirme el café—. Aflojá, Roberto, tenés que mejorar tu relación con el gobierno. —Tienen todos los medios a favor, ¿tanto les duele un par de programas que los critiquen? —El dato del blanqueo era secreto. No se podía contar. —Es un problema de la AFIP, nosotros no tenemos obligación de guardar ningún secreto. Frigerio se levantó y caminó hacia la ventana. De espaldas me dijo: —Este gobierno se va a quedar mucho tiempo. —Ojalá que no. Y si así ocurre, siempre voy a estar en contra. —No soy yo tu problema: es Macri, es Marcos Peña. —Que pase lo que tenga que pasar, yo seguiré diciendo lo que pienso. Habían llegado al poder a hacer negocios y a autoperdonarse sus deudas y no querían que se difundiera. Éramos pocos los que lo contábamos y nosotros, los que teníamos mayor poder de difusión. Economía Política le ganaba a TN por cinco puntos a uno regularmente y hacía picos de hasta ocho puntos con frecuencia. Una audiencia que revelaba que el público buscaba cómo enterarse de lo que ocurría en medio de un cerco informativo armado por el gobierno a fuerza de aprietes y negocios. Los domingos, mientras hacía mi editorial, miraba los televisores que están

detrás de cámara para ver los otros canales. En el 13 estaba Lanata haciendo notas sobre el kirchnerismo, que se había ido del Gobierno hacía casi dos años. En Telefé, Susana, pegándole a Cristina con su imitadora, Fátima Flórez. En América, Luis Novaresio, haciendo mesas de debate con cinco invitados antikirchneristas. Por último, TN puso a los Leuco, que sólo hablaba de la “Corrupción K”. Nadie mencionaba al gobierno.

EL HERMANO DE LA VIDA El despido postinvestigación del blanqueo tuvo raíces similares a una suspensión que sufrí a poco de asumir Macri. En el listado del blanqueo que contó Verbitsky también figuraba Nicky Caputo, el socio del Presidente. El 20 de marzo de 2016 iba a emitir un informe sobre Caputo. A último momento, el canal levantó el programa. Así lo contó el diario Perfil ese día. “C5N suspendió un informe de Roberto Navarro sobre el socio de Mauricio Macri. El canal anuló un reporte sobre Nicolás Caputo. El periodista no conducirá el programa de esta noche y denunció acoso a la señal”. Para quienes han investigado la historia de Mauricio Macri, es imposible separar los bienes de Caputo de los de su amigo presidente. Son socios desde los 21 años y se conocen desde los seis. Para investigar la fortuna del Presidente hay que investigar la fortuna de Nicky también. En el informe sobre el blanqueo Verbitsky contó que “el hermano de la vida”, como lo define Macri, tenía 465 millones de pesos en negro. La fortuna de Caputo, que comenzó con una pyme que fabricaba aires acondicionados con su socio Mauricio, creció como contratista de obras públicas de la ciudad de Buenos Aires durante el gobierno de Macri. En el informe censurado en 2016, contábamos los negocios de la obra

pública que hacían Macri y Caputo. Era tan escandalosa la situación que Caputo, proveedor de la Ciudad, formaba parte a la vez —según declaraciones públicas de Gabriela Michetti al programa Tres Poderes— de la mesa chica del gobierno porteño. Con Macri como jefe de Gobierno porteño, Caputo pasó de tener contratos con el gobierno de la Ciudad por 120 millones de pesos a superar los 1.200 millones. La constructora de Caputo ganaba las licitaciones y luego, por redeterminación de precios, cobraba hasta diez veces más de lo presupuestado y llegó a cobrar obras que jamás realizó, como el denominado “Hospital fantasma de Lugano”. La promiscuidad en la relación económica entre Caputo y el Presidente llegó a punto tal que en su declaración jurada de 2014 informó un préstamo a su amigo de 18 millones de pesos. ¿Por qué razón Caputo, el hombre que hace obras por miles de millones de pesos, necesitaría un préstamo de su amigo? El 20 de marzo de 2016 el canal levantó ese informe después de pasar la promoción de la denuncia durante toda la semana. Todo estaba listo para hacer la primera denuncia de corrupción contra Cambiemos: incluía las primeras obras que Caputo recibió con Macri ya presidente.

LA FORTUNA DE LA QUE NO SE PUEDE HABLAR El viernes a las 18 horas, cuando el equipo de producción de Economía Política terminaba de editar el informe, me llamó Fabián de Sousa. —Necesito hablar con vos urgente, venite para mi oficina —me dijo. —Estoy en Martínez, Fabián. ¿Qué pasa? —¿Puedo ir yo a tu casa? —me pidió

El hecho de que se viniera desde Puerto Madero un viernes a la tarde, cruzando toda la Ciudad en hora pico, mostraba su urgencia y la importancia que le daba al tema. —Necesito que levantes el informe de Caputo, está todo mal, Roberto. Nos están apretando con denuncias falsas y con la pauta. —Yo no lo voy a levantar, decidí vos. Ese domingo levantaron el programa. Quedó claro que de la fortuna del Presidente, sus socios y su familia no se podía hablar. Por lo menos sin pagar las consecuencias. El Presidente declaró que tenía 120 millones de pesos de patrimonio en 2015, a poco de asumir. Con un dólar a 15 pesos, Macri estaba afirmando que su capital ascendía a solo ocho millones de dólares. Una cifra irrisoria comparada con el valor de mercado de la empresa familiar Socma: 1500 millones de dólares. Otra de las notas que presentó Verbitsky en Economía Política reveló que entre su capital no declarado se encontraba un terreno que cuesta mucho más que el total de su declaración. —La fortuna del Presidente es, al menos, diez veces lo que declaró bajo juramento y supera con holgura la de todos sus ministros y funcionarios — reveló Verbitsky el 20 de agosto—. Entre sus posesiones en negro, es propietario de 32,5 hectáreas en la zona de barrios cerrados del norte del conurbano bonaerense —agregó—. Su valuación fiscal es de 122 millones de pesos, su valor al acto de 477 millones de pesos y el de mercado no baja de mil millones, de acuerdo con los precios que piden inmobiliarias de la zona. Economía Política otra vez se metía con la fortuna del Presidente. Horacio mostraba que sólo con ese terreno no declarado Macri tenía casi diez veces más de lo que afirmó en su declaración jurada. Mariano Mogni, el productor general de todos nuestros ciclos, había preparado una producción magnífica para el tema. El terreno podía verse con

imágenes satelitales y cada dato estaba explicitado en placas que se posaban sobre el rostro del Presidente. Pasamos el informe una semana después de las elecciones del 13 de agosto y tres días más tarde de la reunión en la que Frigerio me advirtió de mi despido y los cambios que se venían en el canal. Al otro día, C5N omitió seguir con el tema, como solía hacer con nuestras investigaciones. El miércoles nos avisaron que íbamos a tener una productora muy cercana a la gerencia que iba a requerir ver nuestros informes antes de salir al aire. Nos habían puesto un comisario editorial. Macri estaba furioso porque hablábamos de su fortuna y embestía contra el dueño del canal. Dos semanas después de mi despido, el periodista Carlos Pagni publicó en La Nación “Cristóbal López y Fabián de Sousa no saben ya qué hacer para demostrar que abandonaron a Cristina Kirchner. Ofrecen todo con tal de no ir presos”. Aun periodistas como Ernesto Tenembaum y María O’Donnell, que apoyaron a Macri, se preguntaban en sus editoriales si íbamos camino a terminar con la libertad de prensa en la era Cambiemos.

CAPÍTULO 3 HUÉRFANOS MEDIÁTICOS

—¿Qué hubiera pasado si en plena campaña 2015 a Lanata le levantaban el programa? ¿Alguien se imagina ese escenario? —preguntó Eduardo Aliverti en su primera editorial luego de mi salida del canal. Estaba claro de que no se trataba sólo de un tema personal, era un problema institucional. Se habían cargado de un plumazo a los dos programas periodísticos de mayor audiencia en señales de noticias y al segundo programa de radio más escuchado. Martín Becerra escribió por esos días un ensayo que se refería a “la orfandad del 65 por ciento”. Martín hablaba de los dos tercios de argentinos que no habían votado a Macri y que se iban quedando sin voces que los representaran en los medios. Al otro día que me echaron viajé a Salta por cuarenta y ocho horas. Caminando por la capital me crucé con un negocio que vende artículos regionales y algunos comestibles. En la vidriera se veía un frasco de liebre en escabeche. Entré para comprarle uno a mi viejo. Fue un segundo: recordé que había fallecido hacía diez años. Tomé el teléfono para contarle a mi vieja lo que me había ocurrido y me di cuenta de que también ella me faltaba desde julio de 2015, en medio de la campaña electoral. Nunca había parado. Tenía terror de que ganara la derecha. Tuve que quedarme sin trabajo para hacer el duelo y tomar plena conciencia de que era huérfano.

LOS SALVADOS Y LOS HUNDIDOS

En la campaña había explicado de todas las maneras que pude que Macri venía a transferir recursos de los trabajadores a los más ricos. Recuerdo que muchos me decían que gritaba demasiado al aire: era la desesperación de saber que iban a volver la pobreza y el hambre al país. En la primera semana de gobierno Macri llevó el precio del dólar de 9,50 a 15 pesos. También eliminó las retenciones a las exportaciones de trigo, maíz y girasol y bajó las de la soja. Esas medidas resultaron en un aumento del precio de los alimentos del 65 por ciento durante 2016. La venta de pan cayó un 40 por ciento. La venta de leche cayó un 25 por ciento. En pocos meses se triplicó la cantidad de comedores y merenderos. Fue Juan Carr quien dijo en una entrevista con El Destape que con “la fuerte suba de los alimentos volvió el hambre a la Argentina”. Luego de 12 años de caída en los porcentajes de desnutrición y mortalidad infantil, los índices volvieron a subir. Según la medición del ente de CABA, gobernado por Cambiemos, la mortalidad infantil aumentó de 6 a 7,2 cada mil nacidos vivos durante el primer año de gestión macrista. En la ciudad de Buenos Aires, en 2016, fallecieron 36 bebes más que el año anterior. Hay gobiernos que salvan vidas y gobiernos que aumentan la mortalidad. Desde principios de 2015 se sabía que la posibilidad de que ganara Macri iba en aumento. En febrero me reuní dos veces con Axel Kicillof. —Axel, si no crece fuerte el consumo gana Macri —le dije un martes a la tarde en su despacho del Ministerio de Economía. El 2014 había sido un mal año y la gente se quejaba. —Le estoy echando toda la nafta que tengo. Luego de las paritarias espero que mejore. Axel tomaba mate en una mesa de reuniones redonda apostada sobre la ventana que da a Hipólito Yrigoyen.

Se lo veía cansado. Venía de un viaje en el que intentaba conseguir una fuerte quita para arreglar con los fondos buitres. Su despacho estaba igual que el día que llegó: no gastó un mango en cambiar nada. Es austero y sencillo como se lo ve en televisión. Los muebles sofisticados que había comprado el ministro anterior se los llevó al irse. Al entrar sólo te encontrabas con su escritorio, tapado de carpetas y con una foto familiar. A un costado, dos sillones y la mesa de reuniones. En su austeridad, ni siquiera aceptó que le cambiaran su antiguo celular. Me quedé pensando en lo que hablamos. Esa noche lo llamé a eso de las nueve. —Estoy bañando a los chicos —me avisó ni bien atendió. Se oía a los pibes gritar. —Tenés que bajar fuerte el impuesto a las ganancias —le propuse. —Lo estoy charlando con Cristina —me contestó—. Sabés que es un tema complejo, pero algo vamos a hacer. Todos los actores jugaban en contra: el campo, la industria, los bancos, la banca extranjera, los medios. La economía creció 2,7 por ciento finalmente. Un aumento módico, neutro en términos electorales e insuficiente para seducir a muchos que escuchando Radio Mitre se convencían de que estaban mal, aunque sus vidas hubieran mejorado en los últimos años. Axel, que no tenía una gran relación con Scioli, hizo lo que pudo por ayudar a ganar. No alcanzó. Y el costo social de la derrota fue alto. Un informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz publicado en 2017 mostró que, en el primer año del gobierno de Macri la población bajo línea de pobreza se incrementó en 5 puntos porcentuales entre el segundo semestre de 2015 y el segundo semestre de 2016. Es decir,

aproximadamente 2.157.000 habitantes pasaron a ser pobres. En el mismo período la población bajo línea de indigencia se incrementó en 1,5 puntos porcentuales, es decir, aproximadamente 670.000 habitantes pasaron a ser indigentes. Macri escondió estas cifras desde el primer día. Durante los primeros nueve meses de su gobierno hubo un apagón informativo oficial. Con la excusa de una presunta reforma en el Indec, que venía golpeado por los oscuros manejos de Guillermo Moreno en el índice de inflación, el ente cerró el grifo de datos por nueve meses. El sociólogo Brián Covaro fue despedido de la Superintendencia de Trabajo, en la que se desempeñó por 17 años, días después de publicar lo que ocurría. En declaraciones a Página 12 contó: “Es un hecho inédito. Si querés descargar el segundo semestre de 2015 y el primero de 2016 de la Encuesta Permanente de Hogares, no están. Lo que estaba explicando era que no sólo no los publicaron: desaparecieron”. El principal argumento para la eliminación de retenciones agropecuarias que resultó en un fuerte aumento del precio de los alimentos fue que así subirían las exportaciones. Pero las ventas externas de granos cayeron un 6,6 por ciento entre 2016 y 2017. Los grandes productores agropecuarios retenían sus granos para forzar nuevas devaluaciones. Así el dólar seguía subiendo y con él, el precio de los alimentos. Sólo con la quita de retenciones los consumidores argentinos le transfirieron al sector agropecuario 110 mil millones de pesos en la cosecha 2016/2017. Y sólo con esa medida había 670 mil personas más con dificultades para alimentarse.

GANADORES CON NOMBRE Y APELLIDO Los ganadores tenían nombre y apellido. Uno de ellos era Mauricio Macri. En 2015 compró uno de los campos más grandes de Salta. Según consta en la célula parcelaria del Registro General de Inmuebles de esa provincia, el Presidente y otros inversores compraron el lote ubicado en el departamento de Rivadavia, que tiene una extensión de más de 10 mil hectáreas. Macri tiene el 18,6 por ciento de la propiedad, lo que equivale a casi dos mil hectáreas. El Registro General revela, además, quiénes comparten el emprendimiento con el Presidente: el ex miembro de la SIDE y operador judicial del PRO, José María Torello, el diputado de Cambiemos Pablo Torello, hermano de José, y el hermano de la vida del Presidente, Nicolás Caputo, entre otros. Así, Macri, a dos días de asumir como presidente, al eliminar las retenciones, aumentó la indigencia, la desnutrición, la mortalidad infantil y su fortuna. Macri es un hombre ambicioso e insensible. Pero, además, es un hombre con fuertes lazos con los Estados Unidos. El plan de los norteamericanos para romper la hegemonía progresista regional lo tuvo como protagonista. A principios de 2016 fui a San Pablo a entrevistar a Luiz Inácio Lula da Silva. Frente a las cámaras contó lo que se venía para su país y el nuestro, con tal detalle que hoy lo pienso y me sorprende cuán inteligente se puede ser para ver las jugadas que hará tu adversario con tanta anticipación. Fue una entrevista difícil. Lula habla un portuñol no recomendable para un reportaje internacional. Por otra parte, yo tenía plena conciencia de que estaba sentado frente a un personaje histórico, que llegó de tornero a presidente, que sacó a 50 millones de personas de la pobreza y que lideró un movimiento regional inédito en Latinoamérica. Luego del reportaje almorzamos ahí mismo, en el Instituto Lula. El lugar

es sencillo, sin lujos ni sofisticaciones. Nada llamaría la atención si no estuvieran en sus paredes las fotos que le sacó durante los últimos 30 años su fotógrafo, Ricardo Stuckert. Es Lula y su pueblo. Es Lula y los humildes. Es Lula y hombres y mujeres negros, niños y ancianos. Hay una foto gigante de Lula con un hombre que parece tener 200 años: jamás vi un rostro tan arrugado. —Es el sol del nordeste que los arruga —me dijo al verme frente a la fotografía. En otra foto se ve una multitud de manos rodeando la enorme carota del gran líder. Su rostro está tapado, no se ve. Pero a quién más tocarían así. Es un hombre apasionado las 24 horas del día. Grita y se enoja y al minuto se ríe y al rato se emociona. —Sabemos de tu trabajo, Roberto, de la pelea que estás dando. Cuidate — me aconsejó. —Le prometí a mí mujer que dejaría la política para pasar nuestros últimos años juntos y no cumplí —me dijo. En ese momento no sabía que un año después Marisa moriría de un derrame cerebral, que Lula adjudicó a la tensión por la persecución mediática y judicial. Pero el momento más tenso del almuerzo llegó cuando habló de la Argentina. —Cristina no tenía derecho a perder —lanzó, con su vozarrón ronco, mirándome a los ojos—. Volverá el hambre a tu país: será peor que la dictadura y que los 90. Esta derecha es feroz —sentenció. Otra vez no se equivocaba. Pocos meses después fui al barrio Moderno, en Rosario, a hacer una nota en un comedor. Me llevó Verónica Reynoso, una amiga abogada, militante del Movimiento Evita. —Hasta hace diez años esto era una villa —me contó al llegar. —Pero son todas casas de material. Sin terminar, pero de material —las

señalé. —Sí, las hicieron en los últimos años, con Cristina. Hay muchos albañiles, otros hacían changas, las mujeres trabajaban. Pero se quedaron sin trabajo. No sólo no pudieron terminar sus casas, muchos no tienen para comer. Zulma, la mami, como le dicen en el barrio, me contó que no le alcanzaba la comida para atender las necesidades del barrio. Zulma es un cuadro militante de esos que nos salvan, que nos humanizan. —Necesitamos más comida, Roberto. Empezaron trayendo a los chicos y ahora vienen las familias enteras a comer. Y yo no puedo decirles que ya no tengo nada para darles. Hicimos varios reportajes a madres que iban con sus chicos a comer. Para no molestar, los grabamos en un patio en el fondo. Una mamá con dos pibes hizo un relato de esos que te entristecen al tiempo que te revelan. —Mi marido ya no tiene trabajo. Él sabe hacer de todo: albañilería, plomería, electricidad; pero nadie lo llama —comenzó. —Yo limpio casas, nunca me faltó trabajo, ahora apenas consigo dos o tres horas por semana. Y no tengo para comer. Vengo de la mami a buscar algo para los chicos, pero ya hace dos días que mi marido y yo estamos a mate. El mayor, que tiene nueve años, le deja parte de su comida al más chico. Ella lloraba y el pibe más bajo, de unos seis años, se iba haciendo un ovillo en la silla. La mirada del pibe, clavada en el piso de tierra, escuchando a su mamá, era de angustia y desesperación. Terminamos la entrevista, la familia y los camarógrafos se fueron afuera y yo me eche a llorar sobre los hombros de mi amiga Verónica. Cuando volvimos a Buenos Aires y llevamos el material filmado a la productora, el editor nos llamó para que viéramos algo. Al editar, adelantó a mayor velocidad la filmación. Mientras la madre hablaba, el pibe más chico, que comenzó erguido, fue bajando su cuerpo hasta meter la cabeza entre las piernas. La charla había durado 20 minutos. Al

pasarla a alta velocidad podía verse al pibe que escuchaba a su madre desplomarse entre sus piernas volteado de angustia. El hambre avanzaba en el Gran Rosario. Y también en el conurbano bonaerense y en los suburbios de Córdoba, por citar algunos sitios que supieron estar mejor años antes.

EL FIN DEL SILENCIO Cristina se había propuesto mantener silencio durante el primer año de gobierno. Pero el avance de la pobreza y del hambre la impulsó a dar su primer reportaje a siete meses de dejar el poder. Yo le venía pidiendo una entrevista desde el primer día, como lo hicieron muchos periodistas que ansiaban esa primera nota de Cristina en el llano. Le insistí varias veces. Fue ella la que un día tomó la decisión de hablar. —No puede ser que no se hable de lo que pasa, volvió el hambre, Roberto. Ese día en una charla telefónica Cristina mostraba su tristeza y estupor por la rapidez del deterioro social. Sabía que le iban a pegar cuando saliera, pero también que ninguna voz iba a sonar más fuerte que la suya cuando alertara sobre la situación. —Vení al canal —le propuse. —No, hagámosla por teléfono, algo corto. —Necesito preguntarte muchas cosas, tenés que dar explicaciones sobre las acusaciones de corrupción. —Está bien, pero igual hagámosla por teléfono. La entrevista duró una hora y Cristina fue la primera en alertar sobre la gravedad de la situación social y sobre lo que se venía. El rating llegó a ocho puntos, superior a los canales de aire a esa hora. Era obvio que la querían escuchar.

Tres semanas después volvimos a hablar. La inflación iba camino a superar el 40 por ciento anual y el precio de muchos alimentos de la canasta básica ya se había duplicado. Se notaba un clima tenso en la sociedad. Aparecían carnicerías que vendían carne en cuotas. El presidente de la Sociedad Rural aseguró en un reportaje que los cortes caros eran para los europeos, “a los argentinos les gusta la carne grasosa”. El segundo reportaje lo hicimos en el Instituto Patria. Miles de personas rodeaban la manzana. Querían estar cerca. La ex presidenta saludó uno por uno a productores, técnicos, maquilladoras, peluqueros y colados. Y se sentó en su lugar a esperar que comenzara la entrevista. No llevaba papeles para recordar lo que quería decir ni apuntes ni datos. Lucía confiada y seria. Cristina respondió a las preguntas y comenzó a esbozar un plan para salir de la angustiante situación en la que estaban millones de argentinos. —¿Por qué creció la pobreza tan rápido? —le pregunté. —Todos los presidentes que he conocido ponen como prioridad el empleo y el consumo, aunque sea por interés político; Macri no, no le interesa. Sus prioridades son otras: trabaja para quedar bien con el poder económico. Aunque no tenía apuntes, recordó que ya habían cerrado más de 4.500 pymes y 18 mil comercios, que la leche había duplicado su valor y que las tarifas subían diez veces más que los salarios. —El Presidente tiene que alinear los ingresos de los argentinos con los precios. Si quiere hacer cambios está bien, pero que esos cambios no generen las colas de hambre de los comedores porque eso es cruel y es peligroso. Un mes después le hice un tercer reportaje en Radio 10. El hambre crecía y Cristina comenzaba a pensar en ser candidata a senadora.

CAPÍTULO 4 SE LARGA LA PERSECUCIÓN

La misma semana que me echaron, el gobierno comenzó una persecución mediática y judicial contra Víctor Santa María, el secretario general del gremio de los encargados de edificios y propietario del Grupo Octubre, al que pertenecen Página 12 y la radio AM 750. Todos los días salían notas contra él en La Nación y Clarín. Alejandro Fantino llegó a decir que era el próximo en ir preso. Santa María no estaba imputado en una sola causa judicial. La razón que tenía Macri para presionarlo era Horacio Verbitsky, que había dado a conocer el blanqueo de la plata negra familiar. Cambiemos se preparaba para una segunda parte de su gobierno en la que pensaba seguir transfiriendo recursos de la población a los grupos concentrados y haciendo negocios con los amigos. No quería medios ni periodistas husmeando y estaba dispuesto a barrer con cualquiera que los investigara. Así como Macri no quiso que estuviera al aire antes de las elecciones, muchos políticos y periodistas querían que volviera de inmediato. Los primeros días de octubre un político de primera línea me invitó a almorzar. En este caso no voy a dar su nombre porque fue una reunión en off y no me autorizó a publicarla. —Hablé con el dueño de un canal sobre tu posible incorporación. Está interesadísimo, dice que si vas los domingos a la noche te llevas todo el rating, pero tiene miedo de sufrir represalias. Ya lo apretaron —¿Qué le dijeron? —Ni bien corrió el rumor de que empezabas con ellos les llegó una

inspección de la AFIP. Además, les quieren levantar una moratoria impositiva. Y el secretario de Medios ya les advirtió que si te toman les saca la pauta. Esto es grave, Roberto. Otras veces, cuando fue el despido de Longobardi, por ejemplo, a los dos días estaba trabajando en otro lado. Vos directamente estás prohibido. La situación empeoraba y yo comenzaba a convencerme de que no iba a volver a la televisión para contarlo.

TARIFAZOS Una de las grandes transferencias de recursos que empobrecieron a la sociedad y enriquecieron a los amigos del Presidente fue el tarifazo. En un año la tarifa de agua aumentó un 375 por ciento, la de gas un 600 por ciento y la tarifa eléctrica un 1.000 por ciento. Así, los que hasta ese momento eran clase media comenzaron a recibir facturas de gas de 4.000 pesos; de electricidad, de 3.000 pesos y de agua, de 1.000 pesos. Esa fuerte suba del gasto en servicios cambió la composición del gasto familiar. Entre alimentos y servicios se consumía el salario y no se podía comprar una canasta básica total. Ya no quedaba dinero para indumentaria, artículos escolares, cuota del club y salidas. Así, parte de la clase media se convirtió en pobre. La caída en las ventas de los productos que se dejaron de consumir resultó en el cierre de miles de empresas y comercios que dejaron en la calle a cientos de miles de trabajadores. A la vez, la suba de las tarifas pegó fuerte en los costos de las empresas que tenían que subir sus precios para afrontarlos. La transferencia de recursos de la sociedad hacia unas pocas empresas energéticas derivó en un círculo

vicioso de inflación, menor dinero disponible de las familias, caída de la producción, cierre de empresas y desempleo. El primero de agosto de 2017 la multinacional Pepsico cerró la planta de Vicente López en la que producía papas fritas. El argumento de la empresa fue que el fuerte incremento de las tarifas derivó en una suba de costos que hacía inviable el negocio. Comenzaron a importar las papas de Chile. Esa noche los trabajadores tomaron la fábrica. Fue una jornada tensa que terminó con represión y detenidos. Antes del desalojo, varios trabajadores subieron a los techos. —Tenemos que impedir el cierre de la planta. Hace cincuenta años que están ganando plata. No pueden dejarnos en la calle —gritó a las cámaras un trabajador. Minutos después la Gendarmería se lo llevó preso, a las patadas y empujones, frente a las cámaras de televisión. Así la suba de las tarifas se convertía en inflación, pero también en despidos y represión. Los argumentos del gobierno para semejante transferencia de recursos fueron dos: que el Estado gastaba mucho en subsidios y que la gente consumía demasiada energía porque era barata. Ambos eran falsos. —Hay que empezar a estar en casa con un saco y una bufanda —pidió Macri por televisión. Por esos días los medios oficialistas comenzaron una campaña para convencer a la gente de que había que ahorrar energía. “Las cinco claves para ahorrar electricidad”, publicó La Nación: No planche toda la ropa, sólo la que va a usar. Saque todo de la heladera de una vez, no la abra a cada rato. Ponga el aire acondicionado en 24 grados. Use lámparas de bajo consumo.

Apague el televisor cuando no lo usa. La idea era convencer a la población de que era responsable de un supuesto derroche inducido por la gestión anterior. Y también de que la suba respondía a una baja de subsidios para racionalizar los gastos del Estado. No era cierto.

UN FANTASMA LLAMADO SUBSIDIO Los subsidios a las compañías no sólo no bajaron: aumentaron. A las empresas de agua, un 105 por ciento durante el 2016; a las empresas eléctricas, un 11 por ciento y a las gasíferas, un 5 por ciento. Es decir, la fenomenal suba de las tarifas no redundó en un ahorro del Estado: fue dinero que pasó del bolsillo del consumidor a la caja de las empresas. De todas maneras, el argumento de que los subsidios eran un invento populista kirchnerista también era falso. Según el Observatorio de Energía, Tecnología e Infraestructura (OETEC), más de 100 países subsidian los servicios públicos. En 2015 la Argentina gastaba 413 dólares por persona anuales en subsidios; en Brasil, 713 dólares por persona; en Australia, 1.210; en Japón, 1.440; en Inglaterra, 1.800; en EE.UU., 2.180. Un informe del FMI indicó que en 2016 los 210 países que lo componen gastaron 5,3 billones en subsidiar energía. Tampoco es cierto que las tarifas “bajas” resultaron en un consumo excesivo que generaba gastos al país. En principio, el consumo residencial es sólo el 27 por ciento del total. Influye poco en el gasto total de energía. Por otra parte, tampoco es cierto que en los últimos años hubiera habido un derroche de energía de parte de la sociedad. Un estudio de Pedro Chévez, Carlos Discoli e Irene Martini, realizado con

soporte técnico del Conicet, señala que en 1993 el consumo por persona era de 1.242 metros cúbicos anuales de gas y en 2014 llegó a los 1.312 metros. Creció poco más de un 5 por ciento en 21 años. Otra falacia del tarifazo fue que los mayores ingresos de las empresas redundarían en una mayor inversión. En las declaraciones juradas presentadas ante el Ministerio de Energía y Minería, las petroleras declararon que en 2016 invirtieron 6.500 millones de dólares, un 11 por ciento menos que en 2015. Para fines de 2016, el 50 por ciento de los trabajadores ganaban menos de 9.000 pesos, dinero que destinaban a alimentos, transporte, electricidad, gas, agua y poco más. Buena parte de la clase media volvía a caer en la pobreza. En el primer año del gobierno de Cambiemos la inflación fue del 41 por ciento y el precio de los alimentos subió un 65 por ciento. En 2017 la inflación seguía siendo más alta que en los últimos meses del gobierno de Cristina. Era una inflación distinta de la del gobierno kirchnerista. En ese caso se trataba de transferencia de recursos del bolsillo de los trabajadores a unas pocas empresas. Además, la nueva inflación superaba a la evolución salarial. Así, la mayor parte de los trabajadores perdía poder adquisitivo. A eso se sumaba la suba del desempleo. Con el apagón del Indec era imposible hacer comparaciones nacionales. Pero utilizando el índice de CABA, el desempleo había subido del 6,5 por ciento a finales de 2015 al 10,5 por ciento en el último trimestre de 2016. La pobreza de unos era la riqueza de otros. En la cosecha 2016/2017, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, los grandes productores agropecuarios incrementaron sus ganancias en un 474 por ciento promedio. Las acciones de las compañías energéticas subieron hasta un 1.000 por ciento. Las acciones de la empresa de Nicky Caputo, el socio del Presidente,

subieron un 2.180 por ciento. La transferencia de recursos se transformó pronto en un dramático aumento de la desigualdad. Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

EL PRECIO DEL LUJO Mientras caía la venta de carne, verduras y lácteos y se triplicaban los comedores escolares, los artículos de lujo batían récords de venta mes a mes. Las ventas top de 2016: Aumentó un 442 por ciento la venta de vehículos BMW. Subió un 584 por ciento la venta de motos Ducati. Se incrementó un 608 por ciento la venta de camionetas cuatro por cuatro Land Rover. Subió un 847 por ciento la venta de lapiceras Montblanc. Se disparó un 1.048 por ciento la venta de perfume Montblanc. Los dueños del campo, los banqueros, los que se desempeñaban en empresas energéticas y algunos sectores relacionados ganaron cifras fabulosas. Los trabajadores ganaban menos, los comerciantes ganaban menos, los dueños de las pymes ganaban menos. Caían los de abajo. El derrape del consumo de la clase media derivó en el desempleo de los que eran sus proveedores habituales. El que corta el pasto, el que lava el auto, el fumigador, el que lava el perro. Un enorme mundo de changas que forma parte de la composición del empleo, desaparecía. Alfredo Leiva es mi amigo desde hace treinta años. En 2002 puso un local

para lavar y cortar el pelo a los perros. También da servicio de guardería. Hasta 2005 era un extra a su trabajo habitual. Le entraban unos pesos. A partir de ahí comenzó a tener más trabajo. Se compró una furgoneta para ir a buscar y llevar los perros, amplió y mejoró el local. Con eso vivía y hasta se daba algún gustito, como ir de vacaciones o a comer afuera. A principios de 2017 le pregunté: —¿Cuántos perros te dejaron en la guardería en enero? —Uno —me contestó. —¿Antes cuántos te dejaban? —En 2015 llegué a tener doce. Lo mismo le ocurría con el lavado. De lavar cinco perros por día pasó a atender cinco por mes. Alfredo ya no pudo vivir de su negocio. La concentración del ingreso fue diezmando la clase media: dejaban la prepaga, los colegios privados, la ropa de marca, las salidas al teatro, el cine y la cancha. La primera semana de octubre de 2017 hubo una promoción especial con descuentos de hasta el 70 por ciento en las entradas de cine. Las ventas fueron las más altas desde 2015. El apetito por el cine estaba, lo que no había era plata. La brecha de desigualdad que generó Macri vino a desandar doce años de inclusión. La política económica del gobierno kirchnerista tuvo luces y sombras, aciertos y errores, pero siempre mantuvo el rumbo hacia una distribución del ingreso más justa. En un editorial de Economía Política emitido durante 2015 conté algunos avances en la vida de los trabajadores surgidos de datos privados, encuestas de la Facultad de Sociales de la UBA y el censo que realiza el Indec cada diez años: Medio millón de pibes cuyas familias jamás habían pisado una

universidad estaban cursando carreras de grado. Cinco millones de argentinos mayores de cuarenta años habían comprado por primera vez un auto cero kilómetro. Cuatro millones habían comprado por primera vez un aire acondicionado. Diez millones de argentinos habían ido de vacaciones por primera vez. Las vacaciones de invierno de 2015 fueron récord histórico de turismo interno. Los hoteles estaban desbordados en Mar del Plata, Córdoba y Mendoza. Muchos se alojaban en casas de familia. La Secretaría de Turismo de Misiones pidió a las agencias que dejaran de vender pasajes ya que el paseo por las Cataratas se había vuelto peligroso dada la multitud que las visitaban. Una amiga que viajó a las Cataratas en julio me contó una anécdota que vivió al subir al avión. —Estaba tratando de meter mi valija arriba y no podía, viste que yo soy petiza. Un hombre que estaba pasando por el pasillo se ofreció a ayudarme. Cuando agarró mi valija vi sus manos enormes y ásperas —describió—. En ese momento recordé lo que decís a diario en la tele: la igualdad. Eran las manos callosas de un obrero recogiendo mi bolso de Gucci. Los dos estábamos en el mismo avión e íbamos a disfrutar del mismo paisaje. —¿Hablaste con él? —Sí, le pregunté si conocía Cataratas. Me miró sonriente y me dijo que no, que tenía cuarenta años y que nunca se habían ido de vacaciones ni él ni su mujer. Que lo habían pagado con la tarjeta en 12 cuotas. En las vacaciones de invierno de 2016, a sólo seis meses de asumir Macri, el turismo interno cayó un 45 por ciento. Otra vez las vacaciones quedaban como privilegio de unos y carencia de otros. No es fácil quitarle a la población lo que considera suyo, arrancarle en

poco tiempo los derechos adquiridos por años. Pero el gobierno lo estaba haciendo. Apañado por los medios de comunicación que prácticamente eran parte de la administración y con un aparato represivo que días antes de la elección mostraba su peor cara.

HACKEO Hoy es 22 de octubre de 2017, hoy finalmente llegaron las elecciones de medio término más importantes desde la vuelta a la democracia en 1983. Esta es la segunda vez que escribo este capítulo. Ayer, 21 de octubre, pude dedicarle ocho horas al libro y había logrado escribir un capítulo completo. Pero ayer no fue un día común: al mediodía nos enteramos de que el cuerpo hallado en el Río Chubut es el de Santiago Maldonado, desaparecido hace 78 días luego de una feroz represión de la Gendarmería en la ruta 40, en Esquel. Escribí unas pocas líneas que publiqué en El Destape un rato después, con el dolor ahogándome el pecho. La desaparición seguida de muerte de Santiago tenía todas las características de las ocurridas en la última dictadura militar. La nota fue leída por seiscientas mil personas en pocas horas. Poco más tarde volví al libro. Mientras escribía vi como las letras iban desapareciendo frente a mí. Me habían hackeado la computadora.

CAPÍTULO 5 SIN AIRE

La noche del 22 de octubre, el día de las elecciones, fue la primera en muchos años en la que no estuve en el aire narrando el proceso electoral. A eso de las 20 me fui a Sarandí, al búnker de Unidad Ciudadana, sabiendo que Cambiemos ganaría en la provincia de Buenos Aires y en el total de votos del país. Cristina perdió. Pero sacó 300 mil votos más que en las PASO y medio millón de votos más que en 2015. Es difícil imaginarse que otro político pueda soportar semejante persecución mediática y judicial y sostenerse en escena. Ella estaba tranquila. Su resultado era el esperado, pero el del resto de los referentes importantes del peronismo era desastroso. Sergio Massa, Florencio Randazzo, Juan Manuel Urtubey: todos habían sufrido derrotas aplastantes. —Estamos bien, Roberto. Si en su mejor momento, en la cresta de la ola y aún con la posibilidad de echarle la culpa al gobierno anterior, nos ganan por solo cuatro puntos, en 2019 se la peleamos —me dijo Cristina ni bien la salude. —Están ganando la Ciudad, la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, Cristina. Están arrasando —contesté. —Sí, pero ahora empieza el ajuste en serio. Van a duplicar las tarifas de gas y luz otra vez, van a duplicar el boleto de tren y colectivo y van a bajar sueldos y jubilaciones. Lo tienen que hacer porque sus jefes empresarios se lo exigen. Y cuando pasen cuatro años de gobierno ya nadie les va a aceptar que le echen la culpa a otro. No era optimismo, era análisis político. No sé si tenía razón, pero la noche

de su primera derrota electoral estaba tranquila y tranquilizaba al resto. Estaba sentada a una mesa redonda acompañada por Jorge Taiana y Leopoldo Moreau, mirando la televisión. Máximo y Daniel Scioli iban y venían con los datos que se iban cargando. Kicillof también. Moreau se había ganado un lugar en esa mesa chica el último año y esa noche me di cuenta de que Cristina lo escuchaba. Scioli quería que Cristina reconociera el triunfo de Cambiemos temprano para que Vidal y Macri no ganaran todo el protagonismo con sus acostumbrados festejos. Era un buen consejo. —Yo creo que deberías salir, Cristina —le dijo el ex gobernador—. Hay que hablar del valor de los votos que sacaste y que esto es un principio. Que Unidad Ciudadana llegó para quedarse y con ambición de poder. Cristina lo miró y asintió con la cabeza, pero no contestó. Moreau estaba sentado a la izquierda de Cristina charlando con Taiana, pero escuchó el comentario de Scioli. —Es temprano, esperemos un poco más. —Sí, que se achique la diferencia —sumó Taiana. Finalmente, Cristina decidió que saldría después de Vidal y antes de Macri. No se apuró, pero tampoco esperó hasta último momento. Yo me quedé un rato y luego fui a ver los cómputos con Kicillof. Mientras estuve con ellos, me dediqué a lo que había ido a hacer: mirar, escuchar e intentar recordar para luego narrar una noche difícil en la vida de una figura seguramente histórica como Cristina. Es decir, a trabajar de periodista. Cristina es una ex presidenta con dos mandatos cumplidos que se fue del poder con 700 mil personas que fueron a despedirla a la plaza. Además, sigue siendo una candidata para 2019. El armado alrededor de ella es el de una persona de poder: cuando llegué al búnker pasé a un salón grande, de unos 20 metros de largo y 10 de ancho, en el que había sindicalistas, diputados, candidatos y algunos artistas. Sillones

grandes dispuestos en varios grupos, varios televisores, una mesa de comida y mozos sirviendo la bebida. Era el lugar de espera del resultado para los allegados y simpatizantes famosos. Luego pasé a una sala más chica en la que estaban los políticos más cercanos, los que la prensa llama ultra K. Ahí había una computadora para seguir los resultados. Algunos hacían proyecciones sobre los datos que iban surgiendo. Casi todos iban a subir al escenario con Cristina un rato más tarde. Y de ahí recién ingresé a charlar un rato en ese último cuarto en el que estaba Cristina con Máximo, Scioli, Taiana y Moreau. Luego llegaron Fernando Espinoza y Verónica Magario, ex intendente uno e intendenta en funciones de La Matanza, la otra. La foto de esa mesa mostraba de quiénes se rodearía Cristina en su camino hacia 2019.

LAS CONSECUENCIAS DE RECLAMAR Antes y después de las elecciones el tema de agenda era la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Muchos lo leímos como un acto disciplinador. El que corte una ruta para reclamar puede terminar muerto. La semana anterior había aparecido un cuerpo en el Río Chubut a setenta metros de dónde se había visto a Santiago por última vez; el sitio en el que más de setenta gendarmes reprimieron a ocho mapuches corriéndolos a tiros. La comunidad mapuche venía cortando la ruta de manera intermitente desde hacía dos meses. En noviembre vencía la prórroga de la ley que protegía las tierras indígenas. Los grandes terratenientes del lugar, algunos cercanos a Macri, como Luciano Benetton y Joe Lewis, presionaban para echarlos de sus tierras. El jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Noceti, dio la orden de reprimir sin orden judicial. Meses después, se supo

que los gendarmes no se conformaron con despejar la ruta: persiguieron a los mapuches a tiros hasta obligarlos a tirarse al río. Al otro día, la familia de Santiago denunció su desaparición. La reacción del gobierno fue negar todo y sembrar pistas falsas. En pocos días el gobierno y los medios oficialistas inventaron historias con el fin de encubrir la desaparición y salvar a la Gendarmería y a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Había un desaparecido, se lo vio por última vez en medio de una represión de Gendarmería y el gobierno encubría el hecho: algo inédito desde la vuelta a la democracia, que comenzaba a convertir a Cambiemos en un gobierno totalitario y violento. El Destape publicó: “Las 10 pistas falsas que sembró el Ministerio de Seguridad”: 1. Dio el nombre de un testigo protegido Patricia Bullrich puso en riesgo la vida de un testigo protegido. El 16 de agosto, la ministra fue al Senado a explicar los pasos de la investigación y dio el nombre y domicilio de Ariel Garzi, violando la protección que le correspondía. Garzi era amigo de Santiago Maldonado. Se comunicó 24 horas después del hecho al celular de Santiago y alguien atendió la llamada, que duró 22 segundos. 2. “Noceti saludó y siguió, no dio órdenes” En su exposición en el Congreso, Bullrich aseguró: “El doctor Noceti pasó por el lugar, se bajó del auto porque iba a Esquel, saludó a la Gendarmería y siguió”. Remarcó que Noceti “no participó, no dio órdenes, no tuvo nada que ver con la parte operativa” del procedimiento. Sin embargo, tras abrirse el secreto de sumario, documentos de

Gendarmería confirmaron que Noceti, jefe de Gabinete de Bullrich, ordenó, diseñó y armó el operativo represivo de esa fuerza de seguridad cuando desapareció Maldonado. 3. Se cruzó con organismos de DD.HH. y abandonó la reunión Bullrich se reunió junto al ministro de Justicia, Germán Garavano, con los organismos de derechos humanos el 22 de agosto. La ministra se enojó cuando los referentes sociales le dijeron que el gobierno sabía de la situación de Maldonado. “No voy a permitir eso. Es ideológico”, dijo Bullrich según el audio que se filtró. Se paró y se fue. 4. Instaló la teoría del puestero Bullrich fue quien lanzó la hipótesis del puestero, que señalaba que un cuidador de las tierras de Benetton había acuchillado a un militante mapuche, y así ensució la investigación con una pista falsa. Desde el Congreso, cuando fue a informar sobre el caso, la ministra relató la teoría que manejaba el gobierno sobre el acuchillamiento. Periodistas afines del gobierno, militantes de Cambiemos, diputados PRO y los trolls macristas a través de cadenas en las redes sociales intentaron darle fuerza a esta hipótesis. Pero finalmente el lunes se confirmó que el ADN de la sangre del cuchillo del puestero no coincidía con el de Maldonado, por lo que se cayó la principal coartada del gobierno y de Bullrich. 5. Intentó desligar siempre a la Gendarmería “La gente de la zona quiere a Gendarmería. Yo no voy a tirar un gendarme por la ventana”. Fue la afirmación que sostuvo la ministra de Seguridad en su exposición en el Congreso y en los primeros treinta y cinco días de la investigación. Recién en los días 36 y 37, tanto el gobierno como su nuevo vocero en la

causa, el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, corrieron el eje y apuntaron contra Gendarmería como principal hipótesis. Justamente la teoría del puestero corrió el eje de la investigación hacia la fuerza de seguridad. Además, la ministra no separó a ningún gendarme para ponerlo a disposición de la Justicia ni pidió realizar una investigación interna contra la fuerza, que está bajo su órbita. 6. Ataque a los mapuches Bullrich eligió poner el foco desde el comienzo en la causa mapuche y atacó en el Congreso a la comunidad. Además, desde los medios afines al macrismo se intentó instalar una campaña de desprestigio sobre las personas que reclaman por sus tierras en manos del magnate Luciano Benetton. En su informe, Bullrich dijo una desafortunada frase: “De ninguna manera vamos a permitir una república mapuche en medio de la Argentina”. E intentó diferenciar a los argentinos de los mapuches: “Es un problema que tenemos los argentinos y tenemos que solucionar. Los argentinos y los mapuches”. 7. “Los que quieren encontrar a Maldonado y los que no queremos encontrar a Maldonado” En medio de los cuestionamientos por la inacción de su ministerio, Bullrich le dio el 24 de agosto una entrevista a TN donde realizó uno de sus dichos más polémicos: “Se quieren plantear bandos. El bando de los que quieren encontrar a Maldonado y el bando de los que no queremos encontrar a Maldonado”, afirmó la funcionaria en un notable fallido. 8. Defensa a los genocidas de la dictadura En el programa de Mirtha Legrand del 26 de agosto, salió con una férrea defensa de los genocidas de la última dictadura militar.

Bullrich lo hizo con una polémica frase y en medio de la desaparición forzada de un militante. Allí, la ministra no sólo defendió la teoría de los dos demonios durante el Proceso sino que además se despachó con una frase con la que intentó lavar la imagen de quienes llevaron adelante un plan sistemático de tortura, desaparición y robo de bebés: “Los demonios no eran tan demonios”. 9. Extraños agradecimientos A la ministra le llovieron comentarios en las redes para preguntarle por el paradero de Santiago Maldonado. A todos ellos los obvió. Pero apoyó en twitter a los trolls que atacaban a la familia de Maldonado y tuvo tiempo para responder comentarios con elogios y con extrañas teorías y ataques a los mapuches. Así fue que agradeció y celebró comentarios polémicos como: “Que a Maldonado lo busquen los mapuches”, que mereció un “Me Gusta” de la ministra y un “Gracias, saludos!”. 10. Apoyo a la falsa teoría de los periodistas detenidos en la marcha A Patricia Bullrich le gustó el tuit de la ex 678 María Julia Oliván. La periodista difundió una falsa información sobre los periodistas detenidos en la marcha del viernes 1º de septiembre en Plaza de Mayo por Santiago Maldonado. Fue María Julia Oliván, quien finalmente se retractó y pidió disculpas. Había difundido que no eran periodistas las tres personas detenidas entre las treinta y una que se llevó la Policía de la Ciudad por supuestos desmanes. La ministra le dio apoyo a esa teoría con un “Me Gusta” en las redes. El hecho fue descubierto y generó revuelo. Los esfuerzos del gobierno y los medios hegemónicos por encubrir el hecho eran el mejor indicio para creer en su responsabilidad.

Cuando faltando dos días para las elecciones las encuestas decían que el Cambiemos tenía responsabilidad en el caso Maldonado, el gobierno y los medios jugaron su última carta. El viernes 20 de octubre el juez de instrucción salió de la autopsia y declaró que Santiago había muerto ahogado sin signos de violencia. Nunca se explicó por qué el magistrado daba el resultado de un estudio que suele tardar semanas y que depende del trabajo de decenas de peritos. Las tapas de La Nación y Clarín del sábado decían que Santiago había muerto ahogado. Santiago no sabía nadar y el río estaba congelado. Era obvio que no se iba a tirar. Aun si la razón de la muerte fuera esa, había sido hundido por alguien u obligado a tirarse al río. Pero la versión de los medios hegemónicos, otra vez, convenció a muchos.

COMIENZO DE UNA ETAPA OSCURA La muerte de Santiago y su encubrimiento daban cuenta de que se entraba en una etapa oscura. Pocos días después de las elecciones se confirmarían los peores temores. El miércoles 25 de octubre el Congreso le quitó los fueron al diputado opositor Julio de Vido e inmediatamente fue apresado por una causa en la que no tenía siquiera una sentencia de primera instancia. La semana anterior había sido encarcelado su principal colaborador, Roberto Baratta. Una semana después metieron preso al ex vicepresidente, Amado Boudou. En ningún caso había una sentencia. Los ex funcionarios fueron sacados de sus domicilios con chalecos antibala y cascos, rodeados de cientos de gendarmes. A Boudou lo filmaron en su living descalzo y con el pelo revuelto, que mostraba que estaba durmiendo al llegar la Gendarmería. A los cinco minutos esas imágenes estaban en los

medios. El encarcelamiento de Milagro Sala sin haber sido siquiera procesada había sido un experimento: Jujuy fue el laboratorio elegido. Ahora la experiencia llegaba a la capital. Era el fin del principio de inocencia y un camino abierto hacia el fin del estado de derecho. Sin abrir un juicio de valor sobre el total de lo actuado por Boudou y De Vido, es claro que no había causa para detenerlos y que los casos sobre los que se basaron las detenciones eran absurdos. El primer detenido de la serie, Roberto Baratta, fue imputado por la contratación de la Universidad Tecnológica Nacional para que realizara un estudio sobre Yacimientos Carboníferos Fiscales Río Turbio. Sin embargo, la universidad hizo su trabajo y no se presentó una sola pericia en la que se mencionen sobreprecios. Es decir, no había delito. La detención de De Vido fue por la compra de gas natural licuado, basada únicamente en una pericia que todos los especialistas coincidieron en que era descabellada. Semanas después, el perito utilizado para la acusación que derivó en el desafuero y encarcelamiento de De Vido, David Cohen, fue imputado por falso testimonio por ese caso. Pero el ex ministro siguió preso. A Amado Boudou lo encarcelaron por supuesto enriquecimiento ilícito. Le cuestionaban un desfase de 80 mil dólares en sus declaraciones juradas. Se trata de una declaración de 2001, en la que un peso costaba un dólar y Boudou no era ni siquiera funcionario. Días después me reuní en Comodoro Py con un fiscal con décadas de experiencia en justicia y política. —Olvidate, Roberto. No te preocupes por conocer los casos detalladamente: hay que meter presos a los opositores y se los mete. El juez que no lo hace se queda sin laburo. Y si te descuidás, lo meten preso a él también. Aunque sabía exactamente de que hablaba, escucharlo tan

descarnadamente era repulsivo. Mi fuente no era un corrupto; tampoco un cínico. Hablaba así con resignación. Su traje debería tener no menos de diez años de uso. Despeinado y con los ojos rojos de cansancio, estaba a kilómetros de la imagen de los fiscales ricos y en joggineta de viernes que pueblan la mayor parte del edificio. Su oficina debe medir dos metros de largo y no más de dos y medio de ancho. Las paredes, descascaradas; el ambiente, espeso, mezcla de humo de cigarrillo y humedad. Una computadora vieja, con un mouse más viejo aún, dos biromes Bic y un cuaderno escolar eran sus herramientas de trabajo. Luego de su primer comentario me ofreció mate y fue él mismo a prepararlo. Me quedé solo en su despacho. Sobre el escritorio, entre decenas de expedientes, había una foto, suelta, sin marco, de dos pibes de aproximadamente diez años. —¿Quiénes son? —le pregunté cuando volvió. —Mis nietos. Hace días que miro su foto. ¿Debería renunciar, Roberto? Soy cómplice de este derrape de la democracia quedándome. ¿Por qué me da vergüenza mirar a los pibes si yo no hice nada? —Al contrario, es importante ocupar los espacios, no irse —contesté. —Es difícil, me la hacen difícil: los jueces hacen lo que quieren, están desbocados, algunos; otros, asustados. Los medios te destrozan si no acusás a los que ellos ya juzgaron. Incluso la sociedad cree que si Clarín lo dice debe ser culpable. Todo esto es una farsa. Miedo, culpa, ambición. Eran varias las emociones puestas en juego ante la presión del gobierno y de los medios. Los jueces y fiscales que no seguían la orden de acosar a la oposición terminaban siendo perseguidos. Para colmo, los encarcelados habían sido demonizados antes: la sociedad creía que estaban bien presos, aun antes de ser juzgados. Si los jueces los metían presos eran héroes; si se resistían, eran mártires.

Desde 2009, cuando Amado Boudou estatizó las jubilaciones y le quitó de las manos al poder financiero el negocio más grande que jamás tuvieron, y el momento en que lo encarcelaron, sólo Clarín le dedicó 357 tapas tratándolo de corrupto. Por esos días se podía entender que no eran actos de justicia, había que arrasar con cualquier tipo de oposición. Algunos hechos ocurridos en octubre de 2017 que apoyan esta tesis: Milagro Sala se lastimó a propósito en la cárcel, desesperada por el maltrato. Mirta Guerrero, su compañera, quiso ahorcarse con una toalla, porque no soportaba las condiciones de su detención. Sergio Maldonado, hermano de Santiago, pasó la noche junto al cadáver de su hermano, porque dijo “no confiaba en nadie”. La televisión pasaba 24 horas al día las imágenes de Boudou y De Vido esposados en medio de la calle, expuestos al escarnio público. Todas las escenas tenían un rasgo en común: la demolición de la persona como fin, el ataque, la persecución incesante, la humillación y la difamación. El adversario se desintegra en una tortura que ya no se practica en una pieza oscura, sino a la luz del día, incitando a la complicidad pública, buscando el aplauso. La impunidad ante ese acto publicitado lleva implícita la demanda, desde el poder hacia la sociedad, de asumir esa acción como propia o resignarse a la impotencia.

CAPÍTULO 6 LA GUERRA DE LOS TROLLS

El planteo nodular del gobierno para que el pueblo soportara el ajuste y la transferencia de recursos de los trabajadores al poder económico era: “Tenemos que hacerlo porque Cristina se robó todo”. Ese latiguillo era seguido por los periodistas oficialistas, los cientos de empleados que manejan las redes sociales para el gobierno y finalmente era repetido en la calle. Sin embargo, lo que hubo durante el gobierno kirchnerista fueron algunos casos de corrupción que, al repetirse miles de veces en los medios, convencían a la población de que habían sido doce años de robo ininterrumpido. El economista Aldo Ferrer definió durante el menemismo la diferencia entre ese tipo de gobierno y los de derecha: “Hay gobiernos con casos de corrupción y gobiernos estructuralmente corruptos, que arman su plan económico en base a su plan de negocios”. El segundo caso definía muy bien al macrismo. El 3 de setiembre, en unos de los últimos programas de Economía Política, Horacio Verbitsky realizó un resumen de los hechos de corrupción macrista que resultaban una clara prueba de que Cambiemos había llegado al poder para hacer negocios: Odebrecht y Macri: El primer viaje de Macri fuera del país al asumir fue a Brasil, donde gestionó un crédito del BNDS para el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, a cargo de la empresa familiar de los Macri, IECSA, la italiana Ghella (en la que Franco Macri sostiene que también hay participación de Mauricio y Gianfranco Macri) y Odebrecht.

La primera visita internacional que recibió fue la del primer ministro italiano, a quien llevó a ver esa obra. Como los brasileños no concedieron lo solicitado, Macri otorgó por decreto 45 mil millones de pesos al consorcio, cuando la concesión original decía que el contratista debía aportar el financiamiento. Durante las investigaciones del Lava Jato, Odebrecht admitió haber pagado sobornos por esa obra. Estos datos revelan que desde el primer día Macri priorizó los negocios familiares y abona la teoría de que siempre tuvo en mente un plan de negocios, no un plan económico para el país. Así seguía Verbitsky detallando la corrupción macrista esa noche en Economía Política: Correo Argentino: En 2003, el dirigente radical Gerardo Morales denunció a las empresas del Grupo Macri por el vaciamiento del Correo Argentino. Según Morales, los Macri incumplieron el contrato de concesión y el pliego de bases y condiciones, no realizaron las inversiones comprometidas y causaron daño patrimonial al Estado al no pagar el canon. Sumando todos los rubros determinaron una deuda de 610 millones de pesos/dólares y solicitaron que esos montos se reintegraran al Estado y se revocara la concesión. Pero cuando Morales llegó a la gobernación de Jujuy, pagó con su silencio la pasividad del gobierno nacional ante la persecución a Milagro Sala. La fiscal general Gabriela Boquín denunció la condonación de esa deuda. El 26 de junio de 2016 el Correo Argentino ofreció pagarla con una quita del 99,1 por ciento, que el Estado rechazó. Luego de un cuarto intermedio, el Correo propuso una quita del 98,8 por ciento y el Estado aceptó.

TELARAÑA DE NEGOCIOS El autoperdón de la deuda del Correo enlazaba con la nueva forma de ir llenando los casilleros de puestos gubernamentales con gente de la empresa presidencial. Verbitsky contó también eso: Los dos lados del mostrador: “Por no plegarse a la estrategia del Correo Argentino, el procurador del Tesoro Carlos Balbín fue despedido y en su lugar el Poder Ejecutivo designó a Bernardo Saravia Frías, quien fue abogado de empresas del Grupo Macri. Esto pasa por alto las restricciones de la ley de ética pública”. Cuando Horacio explicó la historia del Correo y el autoperdón de Macri, ambos concluimos que, además de hacer negocios, el Presidente había venido a limpiar su pasado, a desmalezar uno por uno los territorios por los que había transitado su familia a partir de su fuerte crecimiento en la dictadura para dejar el camino abierto para nuevos negocios. A los pocos días, Macri anunció un blanqueo que perdonaba todas sus deudas impositivas. Así lo contó Horacio: Blanqueo de capitales: “La ley de blanqueo de capitales permitió una participación restringida a familiares de funcionarios. Macri la amplió por decreto, contradiciendo su texto. Entre los principales beneficiarios estuvieron el hermano presidencial, Gianfranco Macri; la suegra y dos cuñadas del presidente; el primo segundo del jefe de Gabinete de ministros, Alejandro Jaime Braun Peña; el socio y amigo del Presidente, Nicolás Caputo; el emprendedor Marcelo Mindlin, íntimo amigo de Gianfranco, con una suma homóloga a la que trascendió que habría pagado

por la constructora de la familia Macri; Manuel Lucio Torino Ortiz, cuñado del secretario Legal y Técnico de la presidencia, Pablo Clusellas Zorraquín, entre otros”. La nota de Horacio dejaba claro que el blanqueo se hizo a medida del gobierno. Y lo fuerte fue que el beneficio para el país era casi cero. Más del 90 por ciento del dinero blanqueado quedó depositado en cuentas en el exterior: no fue repatriado. Además, el impuesto que debían empezar a pagar por el blanqueo, el de Bienes Personales, bajó su tasa del 1,5 al 0,25 por ciento. Ese día en Economía Política Verbitsky se refirió a un hombre fuerte del gobierno: Mario Quintana. Los hermanos sean unidos: “Norberto Eladio Quintana, del estudio de abogados de Nueva York, Holland & Knight, cobró las comisiones por los bonos de Buenos Aires, Salta, Mendoza y Chubut provinciales por más de 2.200 millones de dólares. Su hermano Mario es el vicejefe de Gabinete y coordina el endeudamiento de las provincias”. Y seguían los negocios: Aerolíneas low cost: “El gobierno autorizó el ingreso al espacio aéreo argentino de compañías de bajo costo, en perjuicio de la línea de bandera, Aerolíneas Argentinas. Una de ellas es la colombiana Avianca, que adquirió la línea aérea de la familia Macri, MacAir, rebautizada Avian. Pese a la venta, los directivos siguen siendo los mismos. Otra de las líneas autorizadas es Flybondi, entre cuyos accionistas está el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana”.

Gas para Shell: “El ministro de Energía, Juan José Aranguren, firmó un acuerdo de importación de gas desde Chile, provisto por una subsidiaria de Shell, la empresa cuya filial argentina presidió Aranguren hasta junio de 2015 y de la que conservaba acciones. Los precios casi triplican los que se pagaban por la importación desde Bolivia. Aranguren explicó que Bolivia no podía abastecer toda la demanda argentina, pero su ministro de Hidrocarburos replicó que Aranguren no le pidió incrementar los envíos antes de acudir al gas natural licuado (GNL) chileno”. Autopistas del Sol: “El holding familiar de los Macri poseía las Autopistas del Sol. El gobierno autorizó una fuerte suba de los peajes y luego la familia presidencial vendió sus acciones por un precio cuatro veces mayor al que tenían el año anterior”. La energía de Caputo: “Pese a que Macri dijo que le había pedido que no participara en licitaciones durante su gobierno, Nicolás Caputo ganó la licitación para que la empresa Central Puerto de la que es accionista construya dos centrales de generación eléctrica en Mendoza y Santa Fe. Además posee un cuarto del paquete accionario de la segunda generadora del país, Sociedad Argentina de Energía SA (Sadesa). En total genera el 16 por ciento de la energía del país. Sus utilidades se duplicaron en un año”. Sin remedio: “El director de PAMI, Carlos Regazzoni, renunció luego de oponerse en vano al aumento de precios de los medicamentos, que impulsó el vicejefe de Gabinete Mario Quintana, fundador y directivo de la cadena Farmacity, que tiene un juicio multimillonario contra el Estado, en el cual lo representaba el estudio del ahora juez de la Corte Suprema Carlos Fernando Rosenkrantz”.

Un ajuste productivo: “El otro vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, fue CEO de la línea área LAN, que absorbió buena parte de los vuelos al exterior de Aerolíneas Argentinas, discontinuados por el plan de ajuste que él mismo diseñó. Por oponerse debió dejar el cargo la presidente de Aerolíneas, Isela Costantini”. Gente de Consulta: “Tanto Quintana cuanto Lopetegui fueron directivos de la consultora estadounidense McKinsey, que asesora en forma reservada al gobierno en la elaboración de un nuevo marco regulatorio para el desarrollo y la innovación en TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Aunque sus honorarios son de 400 mil dólares por mes más un 18 por ciento de gastos para ejecutar el proyecto, en este caso decidió bajarlos a la mitad para ‘acompañar al gobierno argentino en este momento de transición histórico’. El gobierno porteño le adjudicó una licitación privada por 14 millones de pesos para ‘optimizar el mantenimiento de las veredas’. El pliego fue económico (en palabras): sólo decía que ‘deberá realizar un diagnóstico preciso y detallado del estado de las veredas de la Ciudad’. Sólo se presentó McKinsey. Macri celebró con los adjudicatarios en la fiesta privada en el Salón Dorado del Teatro Colón con la que la consultora estadounidense celebró sus 25 años en el país”.

VH No hacía dos años que estaban gobernando y ya estaban metidos en los principales negocios del país: armaron una telaraña de sociedades que se fue quedando con algunas de las fuentes de ingresos más importantes del momento: la deuda y la energía. Mientras la corrupción era el hilo conductor por el que fluía la política

económica, los chanchullos se tapaban hablando de la corrupción K. Pero el tiempo iba pasando y el plan de echarle la culpa al anterior perdía fuerza. Así el gobierno se decide a apretar aún más el torniquete informativo. El viernes 17 de noviembre, mientras termino de describir el Plan de Negocios del Gobierno que contó Verbitsky en Economía Política, recibo un llamado de Víctor Hugo Morales. —Me echaron, Roberto. Acabo de salir de C5N. Me dijeron que mi línea editorial es incompatible con el nuevo dueño. —Venite para la productora, Víctor. Minutos después Víctor Hugo era recibido con un aplauso por todos los periodistas que estaban trabajando conmigo en ese momento. Había batallado hasta el último momento. Las semanas posteriores a la elección se contaban entre las peores desde la salida de la dictadura en 1983 en materia de pérdida de libertades individuales y Víctor Hugo las había narrado casi en soledad. —¿Cómo estás, querido Víctor? —Lo esperaba, pero igual duele, Roberto. Vos lo sabés bien. La tristeza y la bronca se imponían en su rostro, arrasando con su reconocida templanza. Entramos en mi oficina, se dejó caer en la silla contigua a la mía y pidió unos mates. Estaba con el traje que se había puesto esa tarde para hacer el noticiero. Ese noticiero que no le dejaron conducir. Lo habían notificado hacía apenas unas horas. Estuvo callado un rato, tomaba mate en silencio. Yo compartía el mate y el silencio hasta que se fue recuperando. Es un hombre fuerte. Yo estuve un par de días aturdido después de mi despido. Él, al rato de llegar, ya nos daba ánimo a los demás. Nos contó con detalle lo que había ocurrido, reflexionó al respecto y cuando terminó de hablar ya era el Víctor Hugo de siempre.

—Me llamó Frutos —comenzó a contar. Hablaba del mismo gerente que me notificó la suspensión anterior al despido y se justificó con su temor a ir preso. —Me dijo que para los nuevos dueños mi línea editorial es incompatible con los intereses del canal. Le pedí que me dejara hacer el último programa, despedirme del público, de los trabajadores y me dijo que no. Lo sentí como un momento histórico: el legendario Víctor Hugo Morales, el hombre que embelleció aún más si era posible el gol de Maradona a los ingleses, el periodista de mejor verba del país, había sido censurado. En la mesa de reuniones estaban Mariano Mogni, Nicolás y Florencia, mis hijos, los tres jóvenes que manejan el portal y la productora. —Yo hice todo lo que pude, ustedes saben, por mantener a la gente informada. Muchos me decían “aflojá que te van a echar”, pero mi deber era seguir, no callarme —seguía contando Víctor. —Venite a trabajar a El Destape, con nosotros. El público nos va a seguir. —Acepto gustoso, Roberto. Yo necesito un lugar desde donde decir lo mío y El Destape es donde hay que estar en esta hora. Mientras hablábamos, su teléfono no dejaba de sonar. Uno de los que lo llamó fue Adrián Paenza. Desde Estados Unidos, la voz de Adrián revelaba la angustia de vivirlo desde lejos. —¿Qué puedo hacer desde acá? —le preguntó. —Nada, Adrián. Estoy bien. Estoy donde tengo que estar. Con un gobierno de derecha totalitario, lo lógico es que esté censurado. Tal como había advertido tras mi despido, la orden de Marcos Peña había sido echarme para entregar el canal a nuevos dueños. Pensaron, ingenuamente, que Víctor Hugo iba a amainar sus críticas tras mi salida. Compró el canal un grupo inversor manejado por Jorge Rosner, que había sido compañero de colegio de Macri en el Cardenal Newman. Rosner fue director de la empresa de Macri, Sideco, durante diez años y pasó veinte años

trabajando en el Grupo Clarín, codo a codo con Héctor Magneto. Es decir, C5N ya era de Clarín. Cuando Víctor Hugo vio que no podía despedirse de su público vino de inmediato a verme y le hice un reportaje en nuestro pequeño estudio de televisión, que salió al aire a las 18, la hora en que se encontraba con su público diariamente. Varios colegas se solidarizaron en las redes sociales, pero en la televisión, la mayoría atacó a Víctor Hugo y justificó el despido. La responsabilidad por la tarea de encubrimiento del desastre macrista no fue sólo de los dueños de los medios, también de muchísimos periodistas que, por conveniencia o por miedo, justificaron lo peor. No les alcanzaba con omitir el avance del gobierno sobre los derechos de trabajadores, jubilados y ciudadanos en general, también ejercían el cobarde rol de atacar a los pocos periodistas que cumplían con informar. En los días que echaron a Víctor Hugo, Macri pactó con los gobernadores un nuevo acuerdo fiscal que incluía un dramático recorte a las jubilaciones. Los periodistas acompañaron la vergonzosa medida. La última voz poderosa que quedaba defendiendo a los más débiles acababa de ser acallada. El proceso político neoliberal actual es distinto de lo que habíamos visto. No es una dictadura: de hecho fue avalado en las urnas en la elección de medio término. Tampoco es como el menemismo: un partido cooptado por algunos grupos empresarios. Es el poder económico sentado en el sillón de Rivadavia. Esa suma del poder político y económico genera temor en muchos, no sólo por su capacidad de daño, sino también por la idea de que será difícil que se vayan en mucho tiempo. Ese miedo se traduce en complicidad. Así Macri avanzaba en su plan de negocios con el apoyo de medios y periodistas. Los que no acompañamos, fuimos despedidos.

CAPÍTULO 7 ACRIBILLADO POR LA ESPALDA

El 25 de noviembre, mientras la familia Maldonado al fin velaba a Santiago, luego de finalizada la autopsia, un integrante de la comunidad mapuche fue baleado por la espalada por fuerzas de seguridad federales dependientes del Ministerio de Seguridad Nacional a cargo de Patricia Bullrich, en un predio junto al lago Mascardi, en la Patagonia. El joven Rafael Nahuel, de 21 años, murió mientras era trasladado el Hospital Ramón Carrillo. Otros dos jóvenes indígenas fueron heridos también por la espalda. La muerte de Nahuel sucedió en el contexto de un intento de las fuerzas de seguridad de desalojar un predio tomado por un grupo de mapuches que lo reclamaban como propio. En la Argentina y Chile la etnia mapuche mantiene la lucha en reclamo por sus tierras y el reconocimiento de sus derechos ancestrales por parte de ambos gobiernos. Las sociedades mapuche de Araucanía, en Chile, y la Patagonia, en la Argentina, se mantuvieron independientes hasta la ocupación de la región chilena, entre 1860 y 1880, y la Conquista del Desierto en la Argentina, en la década de 1870. Desde ese entonces, los mapuches se volvieron ciudadanos de los respectivos estados. El líder mapuche Facundo Jones Huala, quien se encuentra detenido desde el 27 de mayo en la cárcel de Esquel, provincia de Chubut, a través de una entrevista reseñada por diversos diarios argentinos, dijo que el núcleo del conflicto es el “no reconocimiento por parte del Estado argentino de la posesión ancestral de las tierras y del principio internacional de la

autodeterminación de los pueblos”. En la Argentina las protestas y en algunos casos tomas de tierra se incrementaron en 1992 con la venta de grandes extensiones de tierra, entre ellas las compradas por Luciano Benetton. El intento de desalojo se realizó dos días después de que el Congreso Nacional promulgara la ley 26.160 que suspendió los desalojos de pueblos originarios por cuatro años. El gobierno de Macri volvía a ser responsable de la muerte de un joven en medio de una represión. En esta oportunidad, todo era más claro que en el caso Maldonado: a Nahuel le dispararon por la espalda. Como en el caso Maldonado, el gobierno salió a bancar a sus fuerzas de seguridad. Es más, afirmó que fueron los mapuches los que atacaron a la Prefectura y que esta sólo se defendió. El comunicado oficial sostuvo que los prefectos fueron atacados con “boleadoras, lanzas y armas de grueso calibre”. Y sostenía que se podía probar que los mapuches tenían armas porque habían destrozado una rama de un árbol de un disparo. Al otro día de la muerte de Nahuel, llamé por teléfono a un funcionario del Ministerio de Seguridad. —Sé que te costará creerlo, Roberto, pero el RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) está muy fuerte en la Argentina, no nos reconoce como nación, son peligrosos —me dijo. —Lo que me decís es muy grave —contesté—. Están creando un enemigo interno y esas cosas ya sabemos cómo terminan. —Te dije que no me ibas a creer —me contestó, supongo que burlándose. En el comunicado oficial alertaron sobre el retorno de la “violencia armada”. Ese mismo día el obispo de Bariloche, Juan José Chaparro, señaló a Radio La Red: “No conozco la existencia de la RAM. Me parece que se está

armando un enemigo interno”.

TRAS EL “ENEMIGO INTERNO” El gobierno ya hablaba como la última dictadura. Usaba términos como “enemigo interno” y “violencia armada”. Al igual que en la última dictadura, se apoyaba en el diario Clarín. Este fue el título de tapa de la noticia en 26 de noviembre: “Un mapuche murió baleado tras un enfrentamiento con la Prefectura en Villa Mascardi”. La palabra enfrentamiento remitía a los peores días de nuestra historia moderna. Así encubría Clarín los asesinatos y desapariciones de argentinos a manos de las fuerzas armadas entre 1976 y 1983. La nota comenzaba: “Un muerto y al menos dos heridos fue el resultado de un duro enfrentamiento armado entre un grupo de mapuches radicalizados y miembros del Grupo Albatros. El intercambio de disparos habría sido prolongado”. Estábamos, otra vez, como en los setenta, ante un gobierno de derecha que le sacaba a los pobres para darle a los ricos, endeudaba al país condicionando nuestra soberanía y reprimía y asesinaba en nombre de un supuesto enemigo interno, del que no mostraba ninguna prueba. El gobierno salió a bancar a la Prefectura. La vicepresidenta Gabriela Michetti aseguró en el programa de Mirtha Legrand que no se debía dudar de la Prefectura: “El beneficio de la duda lo tiene que tener siempre la fuerza de seguridad”, aseguró. Sentaba así una doctrina peligrosa. Las fuerzas de seguridad tienen las armas e impunidad para utilizarlas. El comentario no fue casual. El 26 de noviembre, en conferencia de prensa, Patricia Bullrich aseguró: “No tenemos que probar lo que hacen nuestras fuerzas de seguridad”.

El 9 de diciembre el diario La Nación tituló en tapa: “No hay rastros de un tiroteo con los mapuches”. El juez a cargo de la causa, Gustavo Villanueva, había dado a conocer el resultado del rastrillaje del predio en el que murió Nahuel. “Se recogieron 31 vainas servidas calibre 9 milímetros, un cartucho completo y 13 vainas servidas de escopeta calibre 12/70 con munición antitumulto”, comenzaba la nota de La Nación. Estaban hablando de municiones que utiliza la Prefectura. “Del resultado de las pericias no se pudieron observar impactos de bala en el terreno, con lo que no pudo acreditarse que los mapuches enfrentaran a la Prefectura con armas”. Como en el caso Maldonado, el gobierno le había mentido a la sociedad. ¿Por qué lo hacían si luego se conocía la verdad? Porque sabían que buena parte de los argentinos se quedaba con la primera versión. Cada día más personajes públicos se pronunciaban contra el aparato represivo que iba montando Macri. “Rafael Nahuel no era terrorista, no tenía 27 años ni usaba armas. Tenía 22, era carpintero y participaba del Colectivo Al Margen (CTEP Bariloche). Ayer lo mataron por la espalda. ¡Exigimos Justicia y diálogo urgente!”, tuiteó Juan Grabois, líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, un dirigente social cercano al Papa Francisco, el día posterior a la muerte de Nahuel. “Un hecho concreto: la comunidad mapuche en la Argentina nunca disparó un tiro. Nunca. Cuando los allanaron no encontraron ni un arma. Así que esto huele a asesinato puro y duro. Veremos las pruebas. Bronca y tristeza”, también tuiteó el periodista Raúl Kollmann el mismo día. Una maestra de Nahuel de la escuela Don Bosco escribió una carta en su muro de Facebook que tomó estado público: “El joven asesinado ayer por la policía en el desalojo de un predio contiguo a lago Mascardi, que la comunidad mapuche reclama como propio, había cumplido 22 años el 15 de

agosto último. Los medios hablan de una edad de 27 años porque es más fácil construir la imagen de un enfrentamiento armado con alguien más cercano a los 30 que con un pibe que tira piedras a los 21. Tampoco era un delincuente o un mapuche violento. A Rafita lo conocí hace más de cinco años cuando se largó la experiencia Alto Construcciones, en la que los pibes desescolarizados de los barrios se integraron a una escuela en Frutillar para aprender un oficio y hacer una práctica laboral. Flaquito, chiquito, siempre vestido de Boca, tratando de sobreponerse a una realidad familiar muy difícil y a un barrio que se come a los pibes”, completó la docente.

LETRA DE LA CONSTITUCIÓN Luego de las muertes de Maldonado y Nahuel los medios afines al gobierno hicieron un enorme trabajo para naturalizar lo ocurrido. El relato era que formaban parte de un grupo violento que reclamaba tierras ilegítimamente. “Si la tierra fuera del primero que la habitó, pueden venir los dinosaurios a reclamarla”, escribió, socarrón, Jorge Lanata en Clarín. El periodista subestimaba a sus lectores. La Constitución Argentina manda “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, garantizar el respeto a su identidad, reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan, y regula la entrega de otras tierras aptas y suficientes para el desarrollo humano”. En Estados Unidos, las reservas indígenas ocupan 80.000 kilómetros cuadrados, el 1,3 por ciento de la superficie del país y 400 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires. En Canadá, unas 2.300 reservas ocupan 28.000 kilómetros cuadrados. Australia otorga a los pueblos indígenas más de la mitad de los territorios del norte del país y son los nativos quienes negocian

con las empresas mineras los permisos para que operen en sus tierras. A los argentinos les estaban contando que eran unos usurpadores violentos y que por eso estaba bien matarlos. Parte de la sociedad les creyó.

VOTOS SON AUMENTOS El gobierno parecía salir ileso de todas sus medidas y acciones. En octubre había sacado un asombroso 41 por ciento de los votos nacionales, mucho más de lo que podía esperarse de un partido que hasta dos años antes sólo gobernaba la ciudad de Buenos Aires y que desde que había asumido sólo beneficiaba a unos pocos. El segundo año de gobierno terminaba con una inflación del 24 por ciento, que se sumaba al 41 por ciento de 2016. El primero de diciembre aumentó la electricidad y el gas nuevamente y anunció otros incrementos para febrero. Así. La electricidad acumulaba una suba del 1.770 por ciento y el gas, del 770 por ciento. Además, presentó en el Congreso un proyecto de ley que resultaría en una fuerte rebaja de las jubilaciones. Los medios de comunicación que lo acompañaban y los jueces que perseguían opositores eran una fórmula ideal que permitía focalizar la energía de la sociedad en odiar a Cristina en vez de juzgar las acciones de gobierno. Pero el tiempo pasaba y como a todo gobierno le surgían conflictos inesperados.

LA TRAGEDIA DE “LOS 44” El 17 de noviembre los medios comenzaron a hablar de la desaparición de un submarino. Se trataba de la nave de la Armada ARA San Juan, de fabricación alemana, que navegaba en la Argentina desde 1985, concebido para ataques

contra fuerzas de superficie, cuya última comunicación había sido transmitida en la zona del golfo San Jorge, cerca de Puerto Madryn, en Chubut. El 19 de noviembre la Armada comunicó que habían “detectado siete llamadas satelitales que se hicieron desde el ARA San Juan y no llegaron a enlazar con bases de la Armada”. El Ministerio de Defensa comunicó ese día que “estas señales indicarían que la tripulación intenta restablecer contacto, por lo que se trabaja para determinar su localización precisa”. Defensa aclaraba que en el submarino navegaban 44 tripulantes. Desde ese día se comenzó a hablar de “los 44”. Oficiales y suboficiales, hombres y mujeres que venían de doce provincias distintas y se arriesgaban en una profesión exigente, pero imprescindible para el país. Sería largo enumerar las decenas de notas escritas y otros tantos comentarios radiales y televisivos que comenzaron a culpar a Cristina. La estrategia era sentar la idea de que se habían desfinanciado a las fuerzas armadas y que por esa razón el ARA San Juan estaba en peligro. Se divulgó un discurso de Cristina en el que aseguraba que el submarino había recibido la reparación llamada de media vida, una especie de mantenimiento integral, y que estaba en condiciones de navegar treinta años más. Pocos días después en El Destape revelamos un video en el que Marcos Peña declaraba lo mismo. Confirmaba la versión de Cristina. Incluso, en julio de 2016, a través de un informe que envió por escrito al Congreso, en la pregunta 132, donde lo interrogaron sobre cuántas personas trabajaban en la reparación y mantenimiento de este tipo de naves, el jefe de Gabinete respondió: “El submarino ARA San Juan extendió en treinta años más su vida útil, después de su reparación de media vida”. De todas maneras, luego de dos años de gobierno y con el mando para decidir si sumergir o no el submarino, culpar a la gestión anterior era una versión difícil de sostener.

Los días pasaban con la angustia de los familiares que comenzaban a hacer reportajes y ya se hacían cuentas de cuánto podían aguantar los tripulantes sumergidos mientras los buscaban. El 20 de noviembre Macri fue a Mar del Plata a visitar a los familiares de los tripulantes y varios lo increparon: “¿Por qué en vez de bajar en otras cuestiones bajaron gastos en algo verdaderamente importante que es la vida de todos nuestros familiares reparando un submarino? Es prácticamente un suicidio mandarlos en algo que es viejísimo”, le dijo la mujer de uno de los 44 tripulantes. El video fue difundido por Telefé Noticias. Y agregó: “¿Tiene que morir alguien para cambiar? ¿No podían haber invertido algo antes? En pésimas condiciones los mandan. No son ustedes los que pierden a su familia. ¿Por qué no se ponen ellos, los altos jefes de la Armada, en un submarino así? Desde ahí es muy fácil hablar pero son ellos los que están adentro”. El 23 de noviembre el vocero de la Armada, Enrique Balbi, comunicó que el submarino había sufrido una explosión el mismo 15 de noviembre, día en el que se perdió contacto con la nave. “Hubo un evento anómalo singular, violento y no nuclear. Una explosión”, fue la explicación oficial. La confirmación echaba por tierra los comunicados anteriores de la Armada que hablaban de intentos de contacto del ARA San Juan. Buena parte de los familiares mostraron su enojo en los medios de comunicación. El ministro de Defensa, Oscar Aguad, no hizo ni una declaración pública. Macri tampoco. La primera en decir lo ocurrido con todas las letras fue Elisa Carrió: “Los 44 están todos muertos”. Recién dos días después, el ministro Aguad confirmaba oficialmente que no había sobrevivientes. “La razón de la explosión —explicó Aguad— fue un desperfecto en el snorkel de la nave que derivó en una filtración de agua, que al tomar contacto con las baterías generó la explosión”.

Días después se sabría que, según un informe de la Marina, el snorkel de ese submarino ya había fallado en un viaje anterior, porque por el uso de ese instrumento se filtró agua hacia el interior del buque aunque sin alcanzar las delicadas baterías. Hacer responsable a Mauricio Macri por la explosión del submarino no es razonable. Pero el gobierno, acostumbrado a mentir y ser cubierto por los medios, cometió todos los errores que pudo durante esos días. Así se ganó la bronca de los familiares, que terminaron hablando con todos los medios. Habían muerto 44 marinos en un accidente y esta vez el gobierno sintió el golpe. Como en otras ocasiones, buscó cambiar la tapa de los diarios con otro tema y ahí dio un paso que comenzó a convencer de a poco, aun a muchos de sus seguidores, de que se avanzaba hacia un gobierno totalitario.

TRAICIONES Y TRAIDORES El jueves 7 de diciembre el juez Claudio Bonadio, el magistrado de mejor sintonía con el gobierno, le dictó el desafuero y la prisión preventiva a Cristina Fernández de Kirchner, que había sido elegida senadora semanas antes. La acusación: traición a la patria, un clásico en las persecuciones políticas de la historia nacional, que sufrieron San Martín, Rosas y Perón. Con el mismo fallo detuvo al ex secretario Legal y Técnico y ex candidato de vicepresidente, Carlos Zannini; al dirigente social Luis D’Elía, al ex líder de Quebracho Fernando Esteche y le dictó prisión domiciliaria al ex canciller Héctor Timerman. Esa noche llamé a Cristina. —¿Cómo estás? —le pregunté.

—Bien. Sabés que estoy preparada hace rato para esto. Y si tengo que ir presa porque esta derecha retrógrada quiere vengarse de mí por haber distribuido riqueza, iré. Se la notaba tranquila. No había angustia en su voz. Tampoco se la notaba nerviosa. Sí preocupada. —Me preocupan mis compañeros que están presos. Héctor (Timerman), que está enfermo. Aun con domiciliaria, van a hacerle daño con el ataque. —¿Pensás que el Senado va a quitarte los fueros? —Sería un escándalo internacional. Lo veo difícil. Además, por lo menos por ahora, creo que a ellos les conviene seguir persiguiéndome, no van a dar el paso de encarcelarme. Por ahora al menos. Era la misma Cristina que cuando estaba en el poder o analizaba las elecciones. Tomaba distancia del tema. Como si hablara de otra persona. La acusación de Bonadio apeló a la figura legal de traición a la patria, que establece penas severísimas que pueden llegar a la reclusión perpetua. Como el Código Penal contempla este delito para aquellos ciudadanos que se unan o ayuden a los “enemigos” de la nación, lo que supone un contexto bélico, el juez interpretó que el atentado contra la AMIA y el anterior contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 fueron actos de guerra. Algo absurdo ya que ambos países ni siquiera rompieron relaciones diplomáticas. Según Bonadio, la supuesta traición a la patria sucedió en el marco del Memorándum con Irán que denunció el fiscal Alberto Nisman días antes de morir. El Memorándum fue una acción de gobierno, acto que variada jurisprudencia sienta que no es judiciable. Pero, además, en este caso tuvo aprobación del Congreso. Por lo que muchos se preguntaban por qué Bonadio no se proponía procesar a todos los legisladores que la votaron. La respuesta del juez fue que “habían sido engañados por el Ejecutivo”. El Memorándum decía que el juez de la causa debía ir a Irán a interrogar a

los sospechosos en su país y los iraníes debían cooperar para que se cumpliera. El gobierno de Irán lo negoció pensando en mejorar su imagen internacional, pero finalmente no tuvo el consenso necesario y no lo aprobó. Por lo que el supuesto acto delictivo jamás sucedió. Nisman había sostenido en su acusación que el trasfondo del acuerdo era que la Argentina pediría a Interpol que levantara las Alertas Rojas, que son pedidos de detención internacional, a cambio de comprar más granos y carne. Esto nuca sucedió. De hecho, inmediatamente que Nisman lo cuenta en televisión, Ronald Noble, el jefe de la Interpol entre 2002 y 2014, salió a aclarar que la Argentina jamás pidió levantar las Alertas Rojas. Es más, relató una conversación en la que Timerman lo llamó para despejar toda duda: “No pedimos ni pediremos nunca que se levanten las alertas”. Por otra parte, varios constitucionalistas salieron aclarar que sólo la justicia puede realizar ese pedido. La acusación de Nisman ya había sido desestimada en primera instancia por el juez federal Daniel Rafecas, por la Cámara Federal y por Casación. Siete jueces dijeron que no había delito que investigar. Pero Bonadio igual encarceló a cinco personas y pidió el desafuero y la detención de Cristina. El gobierno de Cambiemos, legítimamente elegido y refrendado en las urnas en elecciones de medio término, se iba convirtiendo en un gobierno totalitario y violento, que perseguía a la oposición hasta el punto de encarcelar a varios ministros y al ex vicepresidente del gobierno anterior y querer apresar a la ex presidenta, al tiempo que reprimía en las calles en algunos casos llegando al asesinato. Cambiemos formaba parte de una alianza con el poder económico concentrado, con el Grupo Clarín al frente, y parte del poder judicial. Esa masa sólida de poder había desatado una auténtica cacería contra todo el que se le cruzara enfrente y se mostraba dispuesta a seguir avanzando en su objetivo de desandar el camino de distribución de la riqueza instalado por la

administración anterior y dejar un mensaje claro a la sociedad: nunca más permitiremos que se instale un gobierno popular.

CAPÍTULO 8 TODO EL PODER AL PODER ECONÓMICO

Cambiemos transitaba su tercer año de gobierno y los medios hegemónicos seguían hablando de la administración anterior. En Canal 13, TN, América, Radio Mitre, Radio La Red y otras señales todos los días se escuchaban editoriales incendiarios contra Cristina y sus ex funcionarios. Título del editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre, 15 de diciembre de 2016: “Cristina conspira”. Título del editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre, 22 de diciembre: “Navidad pese al caos”, acusando a Cristina de promover saqueos. Título del editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre, 26 de diciembre: “El peor año de Cristina”. Título del editorial de Luis Majul en La Cornisa, 9 de abril de 2017: “Cristina en libertad condicional”. Título del editorial de Luis Majul en La Cornisa, 25 de junio de 2017: “Una propuesta para Cristina”, en el que le propuso que confiese sus robos y actos de corrupción. Título del editorial de Luis Majul en La Cornisa, 17 de setiembre: “Cristina en el barro y desesperada”. Título del editorial de Jorge Lanata en Lanata Sin Filtro, por Radio Mitre, 16 de octubre: “Cristina es una pobre vieja enferma”. Editorial de Lanata en Radio Mitre, 23 de octubre: “Cristina sólo puede competir como presidenta de un consorcio”. Nota en Clarín de Lanata, 18 de noviembre: “Cristina no tiene amigos, eso habla mucho de una persona”. El ruido y la furia de los medios corrían la atención de parte de la

población de la acción del gobierno, que administraba el Estado y dirigía el país de la mano de los sectores económicos concentrados: el campo, los bancos y, fundamentalmente, las empresas energéticas. Macri le dio el Ministerio de Agricultura a la Sociedad Rural al nombrar a Luis Etchevehere al frente de la cartera. El último que se animó a entregar la política agropecuaria a la oligarquía rural había sido el dictador Rafael Videla. En ese caso, fue Jorge Zorreguieta, el padre de la reina Máxima de Holanda, quien estuvo al frente de la cartera agropecuaria entre 1976 y 1979. El nuevo ministro liberó a los exportadores de la obligación de liquidar las divisas, así le dio el manejo del tipo de cambio a la Sociedad Rural: si ellos decidieran no liquidar las divisas, faltarían dólares y subiría el precio de la moneda norteamericana, beneficiándolos. A los bancos les dio el negocio de la deuda externa y de las Lebac, los bonos que emitía el Banco Central con una tasa de interés que en 2016 llegó al 38 por ciento. A las energéticas les otorgó el aumento de la electricidad del 1.770 por ciento, entre enero de 2016 y enero de 2017, y el incremento del 770 por ciento del gas. Todo el poder económico fue beneficiado: eliminó las retenciones a las exportaciones agropecuarias y a la minería, liberó el precio de las naftas, subió las tarifas, desreguló el sistema financiero, bajó el impuesto a la riqueza. El resultado fue que desfinanció al Estado y aumento el déficit fiscal. El argumento era que en esos sectores iba a haber una lluvia de inversiones, pronostico que jamás se verificó. La producción agropecuaria, que se había duplicado durante el kirchnerismo, disminuyó su nivel de crecimiento al 2 por ciento anual y perdió 20 mil empleos entre 2015 y 2017. La minería bajó su producción un 7 por ciento y despidió a 4.000 personas. La producción de petróleo cayó al mínimo en cuarenta años. Contra todas sus promesas de campaña, Cambiemos decidió ir a buscar recursos fiscales al sistema previsional. Presentó un proyecto de ley que

cambiaba la fórmula de actualización de jubilaciones, pensiones y Asignación Universal por hijo, que resultaba en una baja del ingreso real de los beneficiarios. El Senado, con la ayuda del bloque del peronista Miguel Ángel Pichetto, aprobó la propuesta y el proyecto pasó a Diputados.

A LA CAZA DE LAS JUBILACIONES La inminencia de una baja de las jubilaciones unió a gran parte de la oposición y generó un clima de tensión que puso en jaque a Cambiemos. La propuesta era tratar la ley el 19 y 20 de diciembre, pero la fecha era la misma en que cayó el gobierno de Fernando de la Rúa, tras el asesinato de treinta y nueve personas en manos de las fuerzas de seguridad. Se decidió tratar el proyecto de urgencia el 14 de diciembre, otro día que quedará en la historia por el impacto del choque cultural que se vio en el Congreso y en las calles. Fue una batalla entre dos contendientes que querían un país distinto, casi antagónico. El tratamiento de la ley estaba programado para las 14 horas. A las 11 de la mañana más de 500 mil personas protestaban alrededor del Congreso. Las dos CTA, sectores de la CGT, el Movimiento Evita, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, la CTEP, la izquierda, militantes kirchneristas, estudiantes, jubilados. El gobierno había sitiado el Congreso con 1.500 efectivos de distintas fuerzas de seguridad. Algunos diputados tuvieron dificultades para entrar en el recinto. A las 14, la hora que debía tratarse el proyecto, la tensión creció. Las fuerzas de seguridad, con los uniformes tipo Robocop que les compró la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, contaban con carros hidrantes, escopetas lanza gases, armas cortas y largas y hasta perros. Los manifestantes

estaban cara a cara con gendarmes, prefectos y policías. Las imágenes de la televisión revelaban la tensión del momento. A las 14.15 la Gendarmería atacó a la primera fila de manifestantes salvajemente: un fotógrafo que trabajó veinte años en Página 12 recibió doce balas de goma en su pecho y abdomen, la diputada Mayra Mendoza, que salió del recinto con un grupo de diputados para intentar evitar la represión, fue rodeada por cinco gendarmes. Uno de ellos le echó gas pimienta en la cara durante varios segundos. Un reportero gráfico registró la escena. El diputado Matías Rodríguez perdió el conocimiento por un golpe en la cabeza por parte de un policía de la Federal. El diputado Horacio Pietragalla recibió varios golpes en la cabeza. Ambos terminaron en la enfermería. La represión tuvo como resultado decenas de heridos, cientos de afectados por los gases que lanzaban las fuerzas federales y 44 detenidos. Ariel Serrano, un estudiante que fue a manifestarse ese día, recibió una granada de gas en la cabeza que le fracturó el cráneo y tuvo que ser operado. La batalla fuera del Congreso tuvo efecto en el recinto. Cambiemos no consiguió el quórum y ese día la ley no salió. La lucha en las calles salvó a los jubilados de un recorte en sus ingresos, al menos por ese día. Cambiemos no era invencible, la unión de la oposición, aunque sea en la acción, lo venció. Pero el dato del día era la represión salvaje de las fuerzas de seguridad, aun delante de las cámaras de televisión. Los uniformados lograron dispersar las columnas de los manifestantes y luego salieron tras ellos en una cacería que no se veía desde 2001. Las fotos de las redes sociales mostraban a policías y gendarmes golpeando a mansalva a jóvenes, mujeres y personas mayores, muchas de ellas jubilados que habían ido a defender su pan. Desafiando la realidad que había mostrado la televisión, dentro del recinto la diputada oficialista Elisa Carrió acusó a los diputados heridos de atacar a las fuerzas de seguridad. Horas después fue más allá y acusó a sus colegas

heridos ante la justicia. Los mismos medios que exhibieron la represión del mediodía, por la noche editorializaban sobre la violencia de los manifestantes. La tapa de Clarín del otro día mostraba a jóvenes tirando piedras en fotos en las que no aparecía un solo uniformado, como si no hubieran estado en el lugar. Otros medios reflejaban el accionar de las fuerzas de seguridad y las historias de las víctimas. Irina Hauser escribió algunas de ellas en Página 12: Elizabeth Joahanna Rodríguez tenía que rendir anteayer su último examen para recibirse de profesora de Geografía. Tiene un hijo de siete años, vive amuchada con su familia, hermanas incluidas, y suele hacer suplencias como docente. Lo que menos imaginó cuando iba para la manifestación contra la reforma previsional era que terminaría en un calabozo. En la tarde del jueves, mientras buscaba entre la multitud la columna del Centro de Estudiantes del Instituto Superior de Formación Docente 103 de Lomas de Zamora, quedó con otros dos compañeros bajo una nube de gases lacrimógenos y entre empujones de una hilera de policías. Se refugiaron en el local de bijouterie Clandestine, pero los agentes entraron y se los llevaron sin más. La causa cayó en manos del juez Bonadio, que comenzó la segunda parte de la cacería que habían ejecutado las fuerzas de seguridad. A gran parte de los indagados les preguntó: “¿Milita en alguna organización o partido político?”. Entre los cuarenta y cuatro detenidos había al menos cuatro hombres en situación de calle que vivían en la vereda cerca del Congreso. El listado incluía docentes, músicos, estudiantes, bibliotecarios y laburantes de distintos rubros. La acusación del juez fue la misma para todos: intimidación pública, el delito preferido de Cambiemos para los que reclamaban en las calles.

El Destape contó la historia de Néstor Villanueva, de 45 años, un taxista que pasaba por el lugar y se detuvo a sacar fotos de lo que ocurría. “Estaba parado, tomando imágenes, cuando un grupo de policías en moto comenzó a rodearme: me pegaron, me gasearon y me detuvieron”. Al día siguiente Bonadio mandó realizar ocho allanamientos a domicilios de los detenidos buscando elementos que probaran su pertenencia a alguna organización política o social. Bonadio tomó en cuenta a qué organización pertenecían para decidir a quiénes liberaba y a quiénes acusaba. El Destape publicó otra historia que sumaba persecución política y armado de causas: Esteban, de 19 años, que aspira a seguir la carrera militar, vive en Morón y una vez al mes viaja a Capital para comer y pasear por el Obelisco. El jueves tomó el subte A y se equivocó de estación. Bajó en Sáenz Peña y se encontró en medio de gases lacrimógenos y disparos. Al ver que un agente de Gendarmería agredía a una mujer mayor quiso frenarlo y se ganó una imputación con arresto: “Vos tiraste botellazos”, le adjudicaron. Terminó en el edificio Centinela y al llegar le devolvieron su mochila. Dentro de ella aparecieron piedras y panfletos de distintas agrupaciones, sucios y pisoteados, con consignas políticas. Le aseguró al juez que se los plantó Gendarmería, pero rechazó excarcelarlo.

LA MENTIRA DEL AHORRO JUBILATORIO El proyecto para bajar las jubilaciones tenía el fin de ahorrarle al Estado 100 mil millones de pesos sólo en el primer año. Esa cifra salía en los diarios. El gobierno decía que sin ese ahorro la economía podía explotar. La mentira se desarmaba fácilmente: el Presupuesto Nacional 2018 contemplaba que en ese

mismo año se reducía nuevamente la tasa del impuesto a la riqueza y se bajaban otro 6 por ciento las retenciones a la exportación de soja. Otra vez la idea era sacarle a los más vulnerables para darles a los que más tienen. Por otra parte, la propuesta era que las jubilaciones iban a actualizarse de acuerdo con el índice de inflación del Indec. El día que se trataba en Diputados renunció la directora del ente a cargo de medir la inflación, según dijo a la prensa, por “presiones del Ejecutivo para dibujar la inflación”. El ajuste, la represión en las calles y el clima siempre espeso de los diciembres argentinos generó lo inesperado: la unión de la oposición. Al caerse la sesión por falta de quórum, Axel Kicillof se abrazó con Facundo Moyano; Agustín Rossi con Ignacio de Mendiguren; Felipe Solá festejaba con Nicolás del Caño. Esas imágenes mostraban que el mapa político había cambiado. Había nacido, quizá, la verdadera oposición a Cambiemos. En ese momento era una hipótesis con sustento en los hechos, pero había que esperar. Por lo pronto se había roto el maleficio de la mancha venenosa: ese que decía que la peor estrategia posible era acercarse al kirchnerismo, porque condenaba al que lo hacía a la cacería mediática y el acoso judicial. Para muchos ese día era mejor estar cerca de los seguidores de Cristina que votar contra los jubilados. Así, la judicialización de la política, la represión y el ajuste a los jubilados unieron a los kirchneristas, a los massistas, a Victoria Donda y otros miembros de Libres del Sur, a Alberto Fernández y el Movimiento Evita, que habían ido a las elecciones de octubre con Florencio Randazzo y a algunos diputados provinciales. Esa noche hablé por teléfono con Sergio Massa. —¿Qué, amigo, estás con el kirchnerismo? —lo cargué. —Nunca fuimos enemigos. Sólo creo que ya fue, que los argentinos no van a volver a confiar en ellos y que los peronistas tenemos que volver al poder.

Tener un candidato competitivo en 2019. —Pero algo cambió. El año pasado no andaban abrazados. —¡Paramos la baja de jubilaciones! —Antes le votabas todo. —Nooo. No le votaba todo. Pero permitía votar. Los peronistas tenemos fama de no dejar gobernar. Ahora no pueden quejarse. —Pero ¿qué cambió ahora? —Que no vamos a dejar que bajen las jubilaciones ni que precaricen el laburo. Además, es claro que la gente quiere que nos opongamos. —¿Vas a laburar junto al kirchnerismo, entonces? —Vamos a votar juntos muy seguido, seguramente. La clave de lo que me dijo Massa ese día fue “la gente quiere que nos opongamos”. Esa lectura unía a la oposición. Durante el fin de semana distintos miembros del gobierno fustigaron a los gobernadores con llamados a toda hora para apretarlos y que manden a sus diputados a apoyar el proyecto. El lunes hubo una nueva sesión. Para asegurarse el quórum Marcos y Peña y Frigerio llevaron a gobernadores de varias provincias al Congreso y se sacaron una vergonzosa foto en la que los mandatarios provinciales daban gobernabilidad para bajar jubilaciones. Nuevamente la sesión se programó para las 14 horas y otra vez había medio millón de personas manifestándose en el Congreso. Pero Cambiemos aprende rápido de sus errores. A las 13.30 aproximadamente cuarenta desconocidos comenzaron a tirarle piedras a la policía de la Ciudad, que esta vez estaba a cargo del operativo. La maniobra del gobierno se había armado con la complicidad de los medios. Todos mostraban como si fuera en cadena nacional la misma imagen: los piedrazos. Todos los móviles, de “casualidad”, estaban apostados en el mismo lugar, incluso C5N que ya estaba pegando el salto hacia el

oficialismo. La policía se dejó apedrear delante de las cámaras durante 45 minutos. Desde El Destape hablamos con todas las organizaciones que fueron a la protesta y nadie conocía a los 40 que tiraban piedras. Todo estaba armado. Pocas horas después, el trabajo de los reporteros gráficos mostraba a varios de los tirapiedras realizando arrestos, como policías de civil. Una vez que los televidentes vieron un largo rato que la manifestación era agresiva, ya que las cámaras no mostraban a las 500 mil personas que protestaban en paz más atrás, comenzó la represión. Al rato, jóvenes de algunos sindicatos y de la izquierda respondieron al ataque policial. Ahí comenzó una batalla entre 1.500 policías y 300 manifestantes que duró varias horas. La policía golpeó a jubilados, hirió a un muchacho que estuvo a punto de desangrase, golpeó a periodistas, detuvo a periodistas: hizo lo que quiso. Era el Estado reprimiendo al pueblo mientras bajaba jubilaciones.

RUIDO DE CACEROLAS A las 20 horas, Cambiemos logró el quórum y comenzó a tratar su proyecto. Las calles ya estaban liberadas. Pero a esa hora llegó la sorpresa: comenzó un cacerolazo en varios barrios de la capital, que se fue extendiendo en el conurbano y luego en cientos de pueblos de todo el país. El barrio en el que más gente salió a protestar fue Caballito, en el que Cambiemos había sacado un 72 por ciento de los votos dos meses atrás. Fue un hecho inesperado para todos. Cambiemos había hecho enojar a sus votantes. Los medios habían intentado que la noticia del día fueran sus infiltrados tirando piedras, pero el tema seguía siendo el saqueo previsional y la noticia del día, los cacerolazos.

La gente rodeo la Quinta de Olivos, la Plaza de Mayo y hasta se animó a ir al Congreso en el que aún estaban apostadas las fuerzas policiales. A pesar del cacerolazo, los diputados aprobaron la baja en las jubilaciones. Macri pensó que ya todo había terminado: dio un discurso diciéndoles a los que habían salido a las calles, muchos de sus votantes, que no habían entendido el proyecto, que los jubilados iban a ganar más. A la noche comenzó sus vacaciones en Villa La Angostura. Esa noche el pueblo le dijo que no le creía y hubo otro cacerolazo contra la reforma previsional. El gobierno había gastado buena parte de su capital político ganado en las elecciones en sólo sesenta días. Ya no era el intocable al que nada lo mancha. Ni siquiera la maniobra organizada con los medios para escamotearle la realidad pudo frenar la protesta que otra vez llegó hasta la quinta presidencial. Al otro día, el fiscal Germán Moldes, uno de los más afines al gobierno, emitió un dictamen pidiendo que los detenidos en marchas de protesta no sean excarcelables. Moldes lo sostuvo en un dictamen en el que apeló los sobreseimientos de cuatro personas que fueron detenidas en la marcha a un mes de la desaparición de Santiago Maldonado. Además, Moldes pidió que se dicten nuevas leyes que impidan la excarcelación de personas detenidas durante incidentes en manifestaciones públicas como las ocurridas en el Congreso Nacional durante el debate de la reforma previsional. El gobierno se iba radicalizando al ritmo en que iba perdiendo el apoyo de la sociedad. Los diputados que dieron el quórum volvieron a sus provincias y comenzaron a dar explicaciones sobre por qué lo habían hecho. Fueron extorsionados explícitamente. El procedimiento del gobierno fue relatado por la diputada nacional

chubutense Rosa Muñoz, que evidenció, que pocas horas después de la votación, el gobernador Mariano Arcioni le mostró mensajes que un funcionario nacional le había enviado antes de lograr el quórum en los que había una foto en que se veía su banca vacía y el mensaje: “Tu diputada todavía no se sienta”. Todo era tensión: el día después de los cacerolazos comenzaron los saqueos. En Lujan, en Tucumán, en Rosario. El clima del país había cambiado. La gente perdía el miedo a pesar de la represión. La salida del gobierno y sus socios en la justicia fue la de costumbre. Esa semana el juez Julián Ercolini dictó la prisión preventiva y detuvo a Cristóbal López y Fabián de Sousa, los propietarios de C5N. El argumento era que habían hecho retención indebida de impuestos y aportes patronales. Pero el grupo hacía un año que trataba de vender activos para pagar esa deuda y no se lo permitían. Por otra parte, estaban en la misma situación que la mayoría de los dueños de los medios. De Sousa me lo había anunciado el 13 de agosto, día en que Cristina ganó por muy poco las PASO a las cinco de la mañana luego de que salí del aire. —Cagamos, Roberto, estos nos pasan por arriba, arrasan con todo. —Tranqui, Fabián, hay que esperar. —¿Me vas a venir a visitar a Ezeiza? —me preguntó con una media sonrisa y mirándome a los ojos, en un chiste con más temor que humor. Sabía que iría preso. Tres meses antes había inaugurado el estudio más grande de la Argentina. Esa noche organizó un comicio aparte para que Unidad Ciudadana pudiera controlar la elección. Así como Clarín y otros jugaron abiertamente con Macri, el grupo lo hizo con Cristina. De Sousa odia el neoliberalismo. Además, sabía que Macri no es democrático, no permite el disenso. De Sousa se portó mal conmigo, pero respeto que haya peleado por sus convicciones, aun a riesgo de su libertad. Una vez que perdió, trató de

salvarse. Por eso me echó: aceptó el pedido del gobierno de sacarme del aire pensando que eso iba a darle aire para seguir negociando. Un juez alineado con el gobierno había encarcelado a los dueños del único canal crítico: al decir de Cambiemos, éramos Venezuela. Para que quedara bien claro cómo pensaba transitar los dos años de poder que le quedaban, esa misma semana, Macri aprobó la fusión de Clarín con Telecom. Así se creaba un gigante de las comunicaciones único en el mundo: tenía la mayor parte del mercado de telefonía básica, telefonía móvil, servicio de cable e internet. Clarín era el poder en la Argentina.

CAPÍTULO 9 LOS OPOSITORES SEAN UNIDOS

Cambiemos mantenía un apoyo sin fisuras de los medios de comunicación. El periodismo oficialista trabajaba sobre un público que recibía un mensaje antikirchnerista desde el levantamiento del campo en 2008. Eso les posibilitaba culpar al sector de Cristina de cualquier evento del presente. Por esos días, los medios les exigían a sus espectadores y lectores un esfuerzo mayor para seguirlos en su relato. Los mismos periodistas que semanas antes aseguraban que la economía crecía esta vez de manera consistente, ahora le decían que si no se bajaban las jubilaciones el país explotaba. Luego de la represión en el Congreso los periodistas oficialistas armaron un relato fantástico que daba vuelta los hechos: “Fue un intento de golpe de Estado”, escribió Joaquín Morales Solá en La Nación. Una pelea que comenzó con treinta infiltrados y terminó con una represión feroz de la policía se convertía en pocos días en un “acto de sedición”, según la prensa hegemónica. El gobierno y sus medios amigos convertían a los victimarios en víctimas. Por supuesto, el culpable era el kirchnerismo. Por esos días fue furor una cadena de whatsapp que refería a una supuesta reunión de políticos cercanos a Cristina en un campo de Santa Fe, lugar en el que supuestamente se había organizado el golpe. Todo era descabellado. No era sólo una mentira, era una ficción de baja categoría vendida sin pudor. Se hablaba de la vuelta de la violencia setentista y otras ideas delirantes. Parte de la sociedad las creía. Era la respuesta de la derecha a la incipiente unión de la oposición.

EL ESPEJO DE BRASIL Cambiemos se miraba en el espejo de Brasil y no le gustaba lo que veía. Lula era víctima de una persecución similar a la de Cristina y se estaba recuperando. El líder de la izquierda brasileña se fue del poder con un apoyo del 83 por ciento de la sociedad. Luego de seis años de acoso mediáticojudicial cayó al 33 por ciento de imagen positiva, pero en los últimos meses había rebotado hasta el 43 por ciento y se perfilaba para ganar las elecciones de 2018 en primera vuelta. La incipiente recomposición de la oposición en base a la posición más dura del kirchnerismo era una advertencia. Luego del fallo de Bonadio que le dictó prisión preventiva a Cristina y del proyecto para bajar jubilaciones, cada vez más voces de la oposición se alzaban contra Cambiemos. El gobierno confiaba en que los medios volverían a encauzar el rumbo político. Dos semanas antes había logrado la salida de Horacio Verbitsky de Página 12. Las presiones sobre Víctor Santa María, líder del sindicato de encargados de edificios, gremio que había comprado Página 12 dos años antes, eran crecientes. Comenzaron cuando se publicó el listado de personas que entraron en el blanqueo que incluía al hermano presidencial, Gianfranco Macri y a su amigo, Nicky Caputo. La persecución era judicial, pero también financiera: el gobierno le había retirado la pauta oficial al diario. Verbitsky dijo en un reportaje con La Garganta Poderosa que si era un obstáculo para que sus compañeros mantuvieran su trabajo se iría. Ese domingo dejó de escribir. Cuatro semanas después anunció que “no escribiría en Página 12 durante 2018”.

LA PRIMERA PRESA POLÍTICA

Con los medios y con los jueces, Cambiemos intentaba mantener la iniciativa. La Corte Interamericana de Derechos Humanos había reclamado que Milagro Sala debía dejar el penal de Alto Comedero en Jujuy de inmediato. El juez de la causa, Pablo Pullen Llermanos, la hizo trasladar nuevamente a un domicilio alejado, rodeada de gendarmes, vigilada por veinte cámaras de seguridad y con visitas controladas. Milagro Sala era el espejo en el que Cambiemos quería que se miraran todos los que tenían una posición crítica sobre el gobierno. No sólo estaba presa, la estaban humillando y presionando hasta llevarla a un límite que pusiera en peligro su integridad física y mental. Los editorialistas de La Nación y Clarín advertían que muchos podían terminar como Milagro. Su caso era una amenaza a la clase política. Conocí a Milagro Sala en 2013 cuando fui a hacerle un reportaje. También conocí su obra: las viviendas, las escuelas, los centros de salud, los clubes, la gigantesca pileta de natación en la que los pibes de las barriadas humildes se refrescaban en el bochorno del verano jujeño. Milagro era en 2013 una mujer avasallante, apasionada, hiperactiva. Estuve con ella dos días en un extenso reportaje que intentó mostrar un perfil de esa mujer que luchó contra los dueños de su provincia y les dio dignidad y trabajo a los más humildes. Volví a ver a Milagro en el penal de Alto Comedero en mayo de 2017: había envejecido veinte años. Llegamos a las doce del mediodía con Noelia, mi pareja, militante peronista y abogada penal. Por su profesión había visitado personas en la cárcel cientos de veces. Igual le impactó ver a Milagro. Hacía frío, corría un viento helado y amenazaba llover. Luego de pasar por la guardia en la que nos revisaron sin molestarnos más que lo necesario, caminamos los 300 metros que separan la entrada del pabellón de Milagro. Atravesamos varias puertas enrejadas de arriba abajo hasta llegar.

Milagro nos esperaba parada contra la puerta del pabellón. —Hola, mi querido Roberto. Gracias, gracias, muchas gracias por venir a verme —me dijo en voz bien alta, mientras se apoyaba en mi pecho y me abrazaba. Al lado de ella esperaban sus compañeras Gladys Díaz, Mirta Aizama, Mirta Rosa Guerrero y Graciela López. Caminamos juntos entre presentaciones y abrazos hasta el comedor. Me sentaron en la punta de una larga mesa. Milagro se sentó a mi lado. En el lugar había otras mesas con familias que habían venido a visitar a otras mujeres presas. —Te vemos todos los días con las compañeras. Gracias por hablar de nosotras —me dijo mientras me tomaba del hombro. Estaba flaca, muy flaca. Sus ojos habían perdido el brillo de antes. Miraba para abajo a cada rato, estaba retraída. Hablaba bajo. —Me corté acá —me mostró, señalándose el costado derecho del abdomen. Sabíamos que Milagro se había querido lastimar días atrás, desesperada por el maltrato, las torturas físicas y psicológicas. Pensé que lo estaban logrando: que estaban acabando con la mujer que había conocido, que la habían quebrado, que ya no iba a ser la misma. Me equivoqué. Tiempo después, en una audiencia judicial, Milagro demostró que era una mujer de siempre, que a personas como ella no se las acaba de una vez, que son capaces de renacer y seguir luchando. Ese día en la audiencia, el juez Pullen Llermanos le dijo que se sentara. —¿Por qué me da órdenes así, si yo no soy su hija? ¿Por qué tiene que darme órdenes? Respéteme —le contestó a los gritos Milagro—. Yo soy diputada del Parlasur. Respéteme como diputada del Parlasur. En el corto plazo en el que Sala estuvo en la audiencia, acusó al juez de inventarle causas. “Cararrota. Seguí inventándome causas. No sos patrón de

estancia, no sos patrón de estancia. Simplemente sos un juez”. Pero el día que la fui a ver era otra. Me contó que sufrían requisas violentas, que eran atacadas por otras presas que, suponía, recibían dinero para enfrentarlas. Me puso al tanto de su situación y la de sus compañeras. Cuando terminamos de almorzar, Milagro sugirió salir del comedor. Afuera había un pequeño quincho, una mesa y algunas sillas. Primero no entendí por qué quería salir al frío de la tarde. Al rato de estar sentados, me agarró del brazo y me llevó a caminar hacia el alambrado. —Mirá para afuera. En un minuto va a aparecer una moto con un compañero. Nos saca una foto y se va. Así podemos mostrar tu visita. Terminó de decirlo y apareció la moto, un pibe joven nos sacó varias fotos en pocos segundos y se fue. Milagro fue la primera presa política de Cambiemos. La sociedad lo toleró y hasta lo festejó. Luego vinieron los otros.

LAWFARE La persecución mediática y judicial fue la forma que tomó la nueva política de derecha en la región: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Paraguay. La historia se repetía con tantas similitudes que era difícil pensar que no tenía un origen común. Pronto se volvió un tema de estudio: a la persecución judicial la llamaron Lawfare. Varios medios latinoamericanos han confesado expresamente que desarrollan una guerra mediática, una guerra informativa en contra de sus adversarios políticos. Se comportan como partidos políticos, frente a la debilidad de los partidos políticos de derecha.

En la Argentina el editor de Política de Clarín, Julio Blanck, en charla para “Diálogos sobre la transición argentina”, señaló: “Durante el kirchnerismo hicimos periodismo de guerra y eso no es periodismo”. Al mismo tiempo, se desarrolla, por parte de la derecha del continente, una guerra jurídica en contra de los liderazgos y de los partidos de izquierda. Lawfare es el uso indebido de recursos jurídicos para fines de persecución política. La ley es utilizada como una especie de arma de guerra, lo cual permite el uso político de un instrumento jurídico, buscando resultados políticos. Depende de reiterados usos de notas destacadas en los medios para mostrar a un líder político popular como el gran enemigo del país. Un rasgo del lawfare es el uso de acusaciones livianas, sin pruebas, sin fundamentos. Pero los medios se comportan como si estuvieran respaldados por gran cantidad de pruebas. Se utiliza —y se abusa de su uso— el derecho como sustituto de armas de guerra, de los tradicionales métodos militares, para obtener éxito en un conflicto, intentando aniquilar la imagen de un líder popular. Se trata de dar una apariencia de legalidad a un abuso. Para intentar deslegitimar a alguien, se manipula el sistema legal, con abuso, sin defensa, para buscar influir en la opinión pública. Por eso, en esa guerra jurídica es fundamental la alianza estrecha entre el poder judicial y los medios. Las personas son expuestas, execradas y condenadas en la opinión pública antes de ser juzgadas con todas las formalidades y el respeto al derecho a la defensa. Cuando se llega al juicio, la condena ya fue ejercida por los medios. El uso del lawfare es más fácil que una disputa democrática en las elecciones, porque quien lo ejerce cuenta con poderosas fuerzas, como los medios y el poder judicial, actuando de forma brutal y unilateral. Es el opuesto a la búsqueda de justicia, dado que procura, por medio de instrumentos livianos y del mal uso de procesos legales, intimidar a sus adversarios políticos. Los jueces, así como la policía y los medios, actúan de

forma arbitraria, violando derechos individuales, buscando imponer una culpabilidad sin pruebas. Gana el lawfare quien tiene más poder, político y económico. Se van acumulando sospechas, aun sin pruebas, que buscan destruir reputaciones y el prestigio de aquellos políticos que lo han construido con sus iniciativas de carácter popular. Se trata entonces de buscar el debilitamiento de la confianza del pueblo en esos líderes por la acumulación de simples sospechas. El lawfare es un acto de guerra, por eso la expresión está vinculada con warfare. En las condiciones políticas actuales, se da por medios jurídicos y de manipulación de la opinión pública. Se trata de una guerra asimétrica, en la que las armas son las leyes, manipuladas de forma unilateral y arbitraria, con fines políticos. Emir Sader, periodista y asesor de Lula, resumió los rasgos de ese nuevo tipo de guerra: Manipulación del sistema legal, con apariencia de legalidad, para fines políticos. Instauración de procesos judiciales sin ninguna base legal, con cualquier pretexto. Abuso del derecho, con el objetivo de perjudicar la reputación de un adversario. Promoción de acciones judiciales para desacreditar al oponente. Intento de influir en la opinión pública usando la ley para difundir publicidad negativa. Judicialización de la política, valiéndose de la ley para buscar medios y fines políticos. Promoción del desconcierto y de la desilusión en sectores del pueblo. Crítica de los que se valen del derecho internacional y de los procesos judiciales para emprender acciones en contra del Estado.

Uso del derecho como forma de combatir al adversario político. Bloqueo y retaliación de los intentos de los adversarios de hacer uso de procedimientos y normas legales disponibles para defender sus derechos. Descripción de las acciones de los enemigos como inmorales e ilegales, con el fin de frustrar sus objetivos. En síntesis, es una forma contemporánea de perversión de la democracia, en la que se usa lo que debiera garantizar el estado de derecho como arma de guerra para aniquilar el enemigo, cuando no se lo puede destruir políticamente, en condiciones de disputa equitativa. Así estaban siendo perseguidos Lula y Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Nicolás Maduro en Venezuela. El hilo común que une a estos líderes es que formaron o forman parte de gobiernos progresistas, que distribuyeron la riqueza en países históricamente injustos. Con sus virtudes y defectos, con las aristas que distinguen a cada uno, todos intentaron gobernar para los pobres. Ahora todos son perseguidos.

LIBERTAD, LIBERTAD, ¿LIBERTAD? Para fines de diciembre se comenzó a escuchar cada vez más seguido de parte de políticos opositores, sindicalistas, organizaciones sociales y el mundo intelectual la frase “el gobierno no es una dictadura, pero…”. Cada uno completaba de distinta manera esa oración, pero con un tema común: el debilitamiento de las libertades individuales. La persecución a opositores, los encarcelamientos sin condena, el apriete a los medios, el despido y la censura a periodistas críticos, el ataque a los sindicalistas, la represión creciente, las muertes de Maldonado y Nahuel. Los

espacios de libertad eran cada vez más escasos y esa falta de libertad se iba naturalizando con el trabajo de los medios. El 16 de enero La Nación publicó: “El gobierno presiona a los sindicalistas con denuncias de corrupción para lograr la reforma laboral”. Estaba naturalizando la persecución. El manejo de la justicia era otro punto en común con los gobiernos que habían ostentado la suma del poder público. En poco tiempo el gobierno había logrado cargarse a la jefa de los fiscales, Alejandra Gils Carbó, al juez de cámara Eduardo Freiler, que se había negado a avanzar en la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra Cristina. Apretó con suerte al juez Ariel Lijo, que terminó encarcelando a Amado Boudou, y sin suerte al juez Daniel Rafecas, el primero en rechazar la denuncia de Nisman. También se le pidió juicio político a la jueza federal de San Martín, Martina Isabel Forns, que aceptó un amparo para frenar el tarifazo de gas. A principios de 2018, la persecución tuvo visos de tragedia, cuando el gobierno de Estados Unidos le negó la visa al ex canciller Héctor Timerman para ir a tratarse un cáncer avanzado a ese país a raíz de su situación penal fruto de la decisión del juez Bonadio de procesarlo y dictarle prisión domiciliaria por la denuncia de Nisman. Finalmente, el juez Sergio Torres levantó su prisión para que pueda tramitar la visa. Terminado su segundo año de gestión, la inflación de 2017 fue del 24,8 por ciento y la de los dos años del 74 por ciento; la deuda había crecido en 200 mil millones de dólares; el déficit comercial era el más alto de la historia, 7.635 millones de dólares; el déficit fiscal había subido del 4 por ciento del PBI en 2015 al 7 por ciento en 2017 y el PBI había caído un 0,3 por ciento en dos años. Según una encuesta de la consultora Synopsis, de buena relación con el gobierno, la imagen positiva de Mauricio Macri había caído al 38 por ciento, el registro más bajo desde que asumió. A pesar de que los medios lo cuidaban, el Presidente comenzaba a convertirse en una figura antipática para muchos que lo habían votado.

CAPÍTULO 10 EL AJUSTE

A pesar del golpe en términos de imagen que significó la reforma previsional para el gobierno, en enero volvió a arriesgar capital político con un ajuste fenomenal que impactó fuerte en la economía de los asalariados. Aumentó un 65 por ciento promedio el transporte, incluyendo colectivos y trenes; un 70 por ciento la electricidad; un 58 por ciento el gas; un 25 por ciento el agua; entre un 5 y un 7 por ciento las naftas; un 25 por ciento las cuotas del monotributo; un 4 por ciento las prepagas; un 25 por ciento promedio los peajes; un 30 por ciento los taxis y un 36 por ciento los parquímetros de la Ciudad; un 25 por ciento el ABL; un 75 por ciento el valor de las propiedades en provincia de Buenos Aires para el cálculo del pago de Rentas y un 10 por ciento la telefonía celular. La inflación de diciembre fue del 3,1 por ciento, el doble que la inflación del último mes de Cristina según las consultoras. Para 2018 se estima que superará el 25 por ciento. Frente a esos aumentos y ese panorama, el gobierno salió a exigir un incremento máximo en paritarias del 15 por ciento. Ese ajuste de salarios frente a la inflación explicaba el apriete a los sindicalistas de los últimos meses de 2017: los estaban amansando para negociar salarios a la baja. Según datos del Observatorio de Políticas Públicas, en los primeros dos años del gobierno de Macri la electricidad aumentó un 1.490 por cierto; el gas, un 1.297 por ciento; el agua, un 664 por ciento; los peajes, un 623 por ciento; el colectivo, un 105 por ciento y las prepagas, un 88 por ciento. El poder adquisitivo de gran parte de la población se derrumbaba y el gobierno seguía ajustando.

Macri pensaba que mientras tuviera a quién echarle la culpa podía seguir su plan de transferencia de recursos de los trabajadores y jubilados hacia el poder económico. Su imagen caía, pero el descontento aún no era capitalizado por otro partido. A mitad de enero almorcé con uno de los grandes empresarios del país. Su compañía se mantiene entre las primeras hace cuarenta años. Es uno de los dueños de la Argentina. O así se ve él. Me recibió en su oficina, en un piso 23 con vista al Río de la Plata. El empresario trabaja en un escritorio de roble de Eslavonia de unos dos metros y medio por un metro, sentado en un sillón de cuero marrón con respaldo alto. Sobre el escritorio están las fotos de su padre, su esposa y sus hijos. A su derecha hay un juego de living con un sillón de tres cuerpos, tres de un cuerpo y una mesa ratona gigantesca. Contra el costado que da al pasillo, una mesa de reuniones para ocho personas. —¡¿Cómo andás, Roberto?! ¿Cómo va ese laburo? ¿Siempre exitoso? —Me echaron… —Sí, una macana. No estoy de acuerdo con eso. Vos tenés que estar en los medios. —Decíselo a tu amigo el Presidente. —Lo haré, no lo dudes. ¿Tenés hambre? ¿Pasamos a almorzar? Sobre un costado, detrás del living, una puerta daba al comedor. Tiene dos mesas: una para almuerzos como el nuestro, de poca gente, y otro para unas doce personas. Vino Catena Zapata Cabernet de quince años, agua francesa Perrier, langosta. Un almuerzo en su oficina, un día de semana, con un costo no menor de diez mil pesos. —¿Cómo ves al gobierno? —le pregunté. —No es un gran gobierno, vos lo sabés. Mauricio necesita rodearse de sus amigos de siempre y no todos son buenos en la función pública. Pero van bien.

—Inflación, deuda, déficit comercial y fiscal. ¿Cuál es la parte buena? —Que se terminó el populismo, que tenemos una economía normal, que no regalamos la electricidad ni el gas ni el transporte, que los empresarios tenemos libertad. —¿Y por qué no invierten si todo va tan bien? Por primera vez el empresario se salió de su pose de “está todo bien”. —Vos sabés: puede volver Cristina y se pudre todo. —A vos te fue fantástico con Cristina. Ganaste guita a lo pavote. —Yo sé que vos lo ves así y te respeto, Roberto, pero yo no: mis ganancias no dependen de la gracia de un político. Acá y en todo el mundo capitalista los países los hacen los empresarios, los grandes empresarios. Yo soy uno de ellos. Yo gano lo que me merezco, no lo que Cristina me regala. —¿Sos el dueño de la Argentina? —Uno de ellos. Lo miré serio. Podía charlar con él, como hablo con todos los factores de poder del país. Pero en ese momento sentí que hablaba con mi enemigo. Se levantó y fue hasta el escritorio. Tomó la foto de su padre y la de sus hijos y volvió a la mesa. —Trabajo catorce horas por día. Lo aprendí de él —me dijo, señalando la foto de su padre—. Y mi hijo también trabaja catorce horas por día. Tenemos mucho dinero, no necesitamos más, lo hacemos por el país. —¿Y qué es el país para vos? —Mi tierra, mis antepasados, mis hijos, mis nietos. —¿Y el pueblo? —Yo quiero que al pueblo le vaya bien. —Pero no lo incluiste en tu descripción del país. Sólo nombraste a tu familia. —No seas jodido. —¿Estás de acuerdo con todo lo que hace el gobierno? ¿Lo apoyás

incondicionalmente? —Roberto, vos lo dijiste muy bien en tu programa: nosotros somos el gobierno. El poder económico, como vos lo llamás. —Entonces no es el gobierno del pueblo, sino el gobierno de las empresas. —Acá gobierna la elite, como en todo el mundo. ¿Sabés, Roberto? Yo siempre te defiendo, sos un tipo valioso, pero el tema es que ponés las cosas en términos de amigo o enemigo. Que yo gobierne no significa que esté contra el pueblo. Me gusta que al pueblo le vaya bien, me gusta ver los restaurantes llenos, las playas llenas. No te equivoques. —O sea que el pueblo tiene que esperar que el gobierno de los empresarios se ocupe de su bienestar. Es una delegación de poder al poder económico. —Ponele, como dice mi nieto. —Vos no aceptás que Cristina te haga ganar plata, pero querés que el pueblo acepte que seas vos el que se ocupe. —Ojo, ganamos las elecciones. —Las ganaron manipulando la opinión pública, persiguiendo a Cristina, inventando que Aníbal Fernández mató a tres tipos, inventando el caso Nisman. —La política es así. —Tu discurso es anterior a la Revolución francesa, es insostenible. —Tan mal no nos va. —¿Seguro? —Mirá, Roberto, si de algo estoy seguro y es un pensamiento que comparto con mis principales colegas es que esta vez los que decimos nunca más somos nosotros. No nos van a volver a correr a un costado, no va a volver la clase política, no van a volver los sindicatos, no va a volver el populismo. Acordate de eso: nunca más. Más tarde hizo venir al nieto. Quería que me conociera, que le diera la mano a su adversario o a su enemigo, según se viera. El nieto lo sorprendió:

me pidió sacarse una foto conmigo. Esa posición de sostener que son los dueños del país, que no es la primera vez que escucho, es la que los lleva a gobernar así. Quieren concentrar la riqueza, pagar pocos impuestos, que haya un Estado chico que no los controle, importar los productos que necesitan, tomar deuda que ya pagarán o no las próximas generaciones. Y ojo: dicen nunca más. ¿Qué es capaz de hacer un gobierno o un sector que se piensa quedar para siempre? Luego de esa charla pensé que quizá fuera esa la razón por la que muchos actuaban como si fueran a quedarse para siempre: jueces como Bonadio, Martín Irurzun, Julián Ercolini. Fiscales como Gerardo Pollicita, Germán Moldes, Guillermo Marijuan y tantos otros emitían fallos descabellados, sin sustento jurídico, sin despeinarse. ¿Tan seguros estaban?

PERIODISTAS EN EL BARRO Lo mismo ocurría con el periodismo. Más allá de la falta de escrúpulos, ¿no temían quedarse sin trabajo? Programas como Los Leuco, que habían llegado a medir 5 puntos, ahora habían caído debajo de los dos puntos. Lanata, en el aire, cerró diciembre midiendo 9 puntos. Hombres como Alejandro Fantino, Santiago del Moro, Marcelo Bonelli sostenían posiciones insostenibles al aire, como la acusación a Cristina de traición a la patria o sus argumentos a favor del tarifazo, sin preocuparse por el mañana. ¿Pensaban que se quedaban para siempre? ¿Tan cómodos estaban? En agosto de 2016 me llamó Hebe de Bonafini: “Te quiero cocinar un puchero, Roberto. Venite”. Comimos en la Casa de las Madres. La mesa estaba puesta para más de quince personas. Luego supe que venían muchachos del sindicato de prensa y de curtidores. A Hebe le gusta estar con los jóvenes. Al llegar la vi frente a la

cacerola, revolviendo y dando indicaciones a una chica de no más de 18 años que la ayudaba. Una olla enorme llena de carne y papas y zapallos y choclos. Me recibió el olorcito al puchero. —Te quise cocinar yo para que sepas que valoro lo que estás haciendo. No sólo lo periodístico, que es muy importante, porque hay pocas voces. Lo que me parece imprescindible es que sigas peleando con ellos sin miedo. O por ahí tenés miedo y te la bancás, que es mejor aun. —¿Por qué te importa eso? —Porque están muy cómodos. Nadie los enfrenta. O muy pocos. Les tienen miedo. Y así ellos se agrandan y piensan que no se van más y se ponen más agresivos y tienen tanto odio que son peligrosos. Es necesario que ellos tengan miedo. A vos te deben tener miedo. —¿Miedo de qué me van a tener? —Miedo de que no les tengas miedo.

UNA INFECCIÓN DE ODIO Ese odio del que hablaba Hebe se iba volviendo peligroso. En la protesta frente al Congreso de diciembre, el día del tratamiento de la reforma previsional, la policía había herido a jubilados, pibes y hasta indigentes que vivían en el lugar. El día que nos enteramos de que Timerman, enfermo de cáncer, no podía viajar a tratarse en Estados Unidos, la frase “Viva el cáncer”, de las épocas de Evita, volvió sobre el tapete. El diputado de Cambiemos Fernando Iglesias se burló por twitter: “Continúa la campaña internacional del criptosionismoamericanoMacriGatoSabiosdeSiónñañañá”, escribió. El escritor Federico Andahazi lo siguió: “A Timerman le revocaron la visa de USA y lo bajaron del avión. Todo no se puede. O tenés propiedades en

NY y te querés ir a tratar allá, o sos pro iraní y chavista. Que pruebe con la medicina venezolana o iraní”. También el periodista macrista Eduardo Feinmann: “Muy bien, el único lugar que le cabe es la cárcel”, tuiteó. Timerman estaba muy grave, el tratamiento que buscaba era una última oportunidad con pocas chances de éxito y los macristas se burlaban y justificaban el accionar de la justicia. No eran los únicos. Esto podía leerse en algunas redes: “Pedazo de h de p!!! Deberías morirte como un perro. Traidor a la Patria!! Si no te gusta que te atiendan los médicos argentinos, reventá, es lo menos que merecés. Lakra inmunda!!”. Otro: “Esas caras de moishes que están en la foto, dan asco!!!!!!!!!! cuánta razón tienen cuando les llaman raza inferior…”. Otro cuelga en su Facebook el himno de las SS hitlerianas y, cuando un amigo le pregunta a qué se dedica, responde: “Mato terroristas villeros”. Las dos primeras circularon por Facebook y fueron leídas en los comentarios de la nota que publicó Clarín esa semana sobre la prohibición a Héctor Timerman cuando debía viajar a Estados Unidos para continuar su tratamiento contra el cáncer. El de las SS era un posteo de Martín Luna, el policía de la Ciudad que arrojó gas pimienta a un jubilado que caminaba solo en las cercanías de la marcha del 18 de diciembre. Y el que dice en un tuit que “mata terroristas villeros” efectivamente es el policía de la Federal Dante Barisone que, ese mismo día, arrolló alevosamente con su moto a un cartonero que yacía en el suelo. Eran más que locos sueltos. Eran más que expresiones aisladas. Eran el síntoma, la fiebre, el pus de un proceso de infección que ya afectaba a todo el cuerpo social. Era más que la disputa entre dos fuerzas políticas como el macrismo y el kirchnerismo, era y es más que parte de una campaña política. Los textos permitidos por el diario de mayor circulación en su portal, los escritos compartidos públicamente por dos integrantes de las fuerzas de

seguridad que fueron sorprendidos en agresiones cobardes, desbordados por el odio, inflamados por un sentimiento de poder e impunidad sobre el débil, esos escritos y esos textos estaban hablando de procesos subterráneos que buscan hacer raíz y convertirse en pilar de un nuevo porvenir. Las expresiones de Eduardo Feinmann, Fernando Iglesias y Federico Andahazi fueron más conocidas. Pero son personas que trabajan para provocar, es su capacidad, con eso obtienen la repercusión que buscan y que no logran como periodista, legislador ni escritor. Son expresiones que denigran al que las emite. Igual de denigrantes, pero aún más inquietantes, son las que se reprodujeron en las redes, a las que el diario más influyente del país les da entidad cuando las admite, y las expresiones públicas, abiertamente intolerantes y racistas, de agentes policiales. Se pueden publicar, se pueden difundir, lo que da cuenta de una razón que ya es aceptada como parte sana de un sentido común que busca ser el que ordene a esta sociedad. La charla con el gran empresario y la charla con Hebe, sumadas a estas expresiones de odio, sirven para trazar un diagnóstico, aunque sea provisorio: hay un clima de revanchismo contra las expresiones que representan al pueblo, se trabaja en la creación de odio contra el de abajo y los factores de poder están decididos a quedarse por largo tiempo y hacen lo que sea necesario para lograrlo.

REPRESORES, A SUS CASAS La Argentina se había convertido en otro país, un país con políticos presos y genocidas en sus casas y no era casual: era un símbolo del clima de época. El 27 de diciembre de 2017 el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 6 le concedió la prisión domiciliaria al represor Miguel Etchecolatz. El ex jefe de

la Brigada de Investigaciones de la Bonaerense fue condenado en seis oportunidades por crímenes de lesa humanidad: en 1986, a 23 años de prisión en la denominada causa “Camps”; en 2004, a 7 años de prisión, reducida luego a 4, por la apropiación de una hija de desaparecidos; en 2006, a reclusión perpetua en la conocida como “causa Etchecolatz”; en 2012, a prisión perpetua por el “Circuito Camps”; en 2014, a perpetua por un doble homicidio en el marco de la causa “La Cacha”, y en 2016, a 25 años de prisión por el secuestro y las torturas a una pareja desaparecida. Etchecolatz no fue el único; desde que asumió Macri sesenta y dos represores consiguieron irse a su casa. “Estoy de acuerdo con que las personas mayores de 75 años tengan prisión domiciliaria. No creo que responda al derecho humanitario que gente de 80 años esté detenida en cárceles comunes y no tengan prisión domiciliaria. No me parece que eso sea humanista. Creo que hay que resolver ese tema”, le dijo Elisa Carrió a Radio Mitre el 12 de mayo de 2017. Así, el gobierno de Macri cumplía con otro mandato histórico de la derecha: apoyar a los uniformados que le habían puesto el cuerpo a los golpes cívico-militares.

CAPÍTULO 11 EL ESPÍRITU DE LOS AÑOS 90

Macri pasó las fiestas en Villa La Angostura. Se tomó 21 días de vacaciones. En total, en los primeros dos años de gestión, vacacionó durante 91 días, todo un récord nacional. El Presidente estaba preocupado por el desenlace que tuvo la reforma previsional, fundamentalmente por la incipiente unión de la oposición. Con apenas un 38 por ciento de imagen positiva, un peronismo unido amenazaba su afán de ser reelegido en 2019. Ahí cometió su primer error político importante: en vez de ir a buscar a los que se alejaban, los enfrentó. No buscó consenso, se cerró sobre los más fieles y comenzó a gobernar por decreto. En enero emitió un megadecreto que derogó diecinueve leyes y modificó otras ciento cuarenta. Se modificaron importantes leyes de política sanitaria, sociedades comerciales, registros públicos, fomento a la pequeña y mediana empresa, actividades portuarias, aviación civil, tránsito y seguridad vial, sistema métrico legal, marcas y patentes, energía, obras de arte, promoción del trabajo, contrataciones del Estado, industria, seguros, Unidad de Información Financiera y actividad financiera. Algunas de las modificaciones eran graves: 1. Se permitió que se puedan embargar cuentas sueldos. Es un pedido histórico de los bancos para cobrarles créditos a trabajadores morosos. 2. La eliminación de 250 licencias no automáticas para importación, que abrió la puerta a miles de productos extranjeros. 3. La posibilidad de que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la

Anses invierta el ahorro previsional en el extranjero. 4. Modifica la ley 23.940 sobre el Registro Único de Empleadores con Sanciones Laborales (REPSAL). Cuando una empresa era sancionada pasaba a figurar en el registro por entre 90 y 120 días. Eso actuaba como mecanismo de presión para que estas corrijan las violaciones al derecho laboral. Ese plazo se reduce a 30 días. El espíritu del decretazo era la desregulación y apertura de la economía: un símil de los 90. De hecho, pronto se descubrió que se había utilizado un párrafo de un decreto menemista. Decreto 2.284/91 - 30/12/1991 “Que habiendo iniciado la Nación una nueva fase de su historia política y económica, caracterizada por el afianzamiento de los principios constitucionales en todos los planos y la instauración de una economía popular de mercado, la permanencia de normas dictadas en otro contexto constituye un factor de atraso y entorpecimiento del desarrollo nacional.” Art. 122. – Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese. – MENEM. – Domingo F. Cavallo.

DNU 27/18 - 11/01/18 “Habiendo iniciado la Nación una nueva fase de su historia política y económica, caracterizada por el afianzamiento de los principios constitucionales en todos los planos y la instauración de una economía pujante, competitiva y transparente, la permanencia de normas dictadas en otros contextos constituye un factor de atraso y de entorpecimiento del desarrollo nacional”.

Art. 192.- Comuníquese, publíquese, dése a la OFICIAL y archívese. – MACRI. – Marcos Peña.

DIRECCIÓN NACIONAL DEL REGISTRO

Si bien muchos habíamos advertido que el macrismo iba a ser una fase superadora del menemismo, nunca se había puesto negro sobre blanco que eran tan similares como para copiar un decreto de tal magnitud, que modificaba el destino del ahorro previsional, abría una puerta para que la banca se apropiara de la renta de los trabajadores y abría la economía de par en par a las importaciones.

A ESPALDAS DEL CONGRESO En la misma semana que salió el decreto, el gobierno anunció que no llamaría a sesiones extraordinarias al Congreso. Era una señal de que se había decidido a gobernar de espaldas al poder legislativo. Así, con un poder judicial presionado por la amenaza de juicio político y un legislativo cerrado, Macri intentaba acercarse al ideal autoritario de la suma del poder público. Por si quedaba alguna duda sobre la intención de gobernar sin el Congreso, el 18 de enero el Presidente firmó un decreto que derogó la paritaria nacional docente y modificó el régimen de discusión con los gremios de la actividad que se venía desarrollando desde la sanción de la Ley Nacional de Educación, el 14 de diciembre de 2006. El punto más polémico fue la modificación del artículo 7 del decreto 457/2007, que reglamentaba la Ley de Financiamiento Educativo. Hasta el decreto, ese artículo establecía que gremios y Estado debían sentarse a discutir distintos aspectos de la labor educativa, entre ellos “retribución mínima de los trabajadores docentes”. Ese punto se eliminó. El gobierno había ganado las elecciones con un 41 por ciento de los votos

totales a nivel país. Para eso tuvo que ser votado por la clase media y parte de la clase baja, dos años después de haber comenzado un formidable proceso de transferencia de recursos de los de abajo hacia los de arriba. Lo que hizo después del triunfo fue apretar el acelerador. Todas las medidas eran contra los trabajadores y la clase pasiva. Aquí va un resumen de treinta días de transferencia feroz: Reforma previsional con baja en el ingreso real de jubilados y pensionados. Reforma tributaria con rebaja de cargas patronales. Rebaja de las retenciones a la exportación de soja del 0,5 por ciento mensual. Tarifazos en servicios y transporte. Posibilidad de los bancos de embargar salarios. Apertura de importaciones. Fin de la paritaria docente. Presión a los gremios para negociar paritarias a la baja. Rebaja de la tasa del impuesto a la riqueza.

LA LLAMADA DEL MINISTRO El 17 de enero nos enviaron a El Destape un audio del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, en el que se lo escuchaba despedir a su empleada doméstica con insultos. “Sandra, no vengas, eh. No vengas porque te voy a mandar a la concha de tu madre. ¡Sos una pelotuda!”. Sandra Heredia trabajaba para la familia Triaca desde hacía quince años. La llamamos y nos contó que cobraba la mitad de su sueldo en negro y que

hacía un año que el ministro la había sumado al Sindicato de Obreros Marítimos Unidos, intervenido por el Estado nacional. Es decir que trabajaba para el ministro y cobraba su sueldo del sindicato. El día que llegó el audio le envié un mensaje a Triaca para verificar la autenticidad del mensaje. La confirmó y ensayó una tibia defensa. Al otro día las redes no hablaban de otra cosa. Al mediodía me llamó él. —Hola, Roberto, ¡¿cómo estás?! No me pegues más, no soy tu enemigo. Vos sabés que yo soy hijo de gremialista, como vos. Dentro de Cambiemos, no tengas dudas de que soy el mejor ministro de Trabajo posible. —Yo creo que un ministro de Trabajo que tiene su empleada en negro y la insulta debe renunciar. —Lo importante no es mi vida personal, es mi tarea como ministro. Yo te puedo hacer hablar con varios sindicalistas que te van a contar cómo los estoy bancando. —Jorge, vos me llamaste, no yo. Si querés que hablemos, yo voy a publicar lo que me digas; si no, no hablemos. —Si lo publicás, me van a matar. —Lo voy a sumar a un libro. —Ok, eso sí. —¿Para qué me llamás? ¿Qué querés lograr? Se quedó callado unos segundos. Desde que lo publicamos las redes no hablaban de otra cosa. Muchos exigían su renuncia. —¿Te puedo llamar en diez minutos, Roberto? Atendeme, por favor. Triaca volvió a llamar a los cinco minutos. —Roberto, yo sé que el gobierno no te trató bien. Yo estoy dispuesto a trabajar para que la relación mejore. —No me dijiste qué querés. —Que no sigas con el tema. —A mí no me interesa mejorar mi relación con el gobierno. Y aunque me

interesara, no cambiaría mi línea editorial para lograrlo. —Lo sé. No te pido eso, sólo que aflojes con esto. Ya publicaron cinco notas. ¿No es suficiente? —¿Te dijeron que te van a echar? En ese momento se escuchó una voz cercana al ministro. —No le digas. Pedile cinco y lo llamás. —Roberto —dijo Triaca—, te pido un favor nomás. Dame cinco minutos y te vuelvo a llamar. No te jodo más. No fue normal la actitud de Triaca. En mi vida profesional vi funcionarios en problemas muchas veces. Jamás se mostraron tan débiles. —Hola, Roberto. La tercera es la vencida. Sí, está complicada la cosa acá. Vos sabés que la imagen del gobierno cayó. La Nación y Clarín nos están cuidando con este tema, pero mañana van a tener que publicarlo. Si vos aflojás por ahí los convenzo de que lo dejen pasar. Yo te podría hacer hablar con el secretario de Medios. Sé que no tenés pauta. Es injusto. —¿No se les ocurre cambiar el tema tomando alguna medida a favor de los trabajadores? —Ahí discrepo con vos, Roberto. Yo creo que los trabajadores, en general, están bien, que ganan más que el resto de los latinoamericanos y que con estos salarios es complicado crecer. Si no crecemos van a perder sus empleos. Eso es lo que no quiero. —¿O sea que tenemos que esperar que sigan bajando salarios reales? —Ves, ahí es donde es mejor que yo me quede. El Presidente quiere retrotraer los salarios a los 90: el mínimo era de 200 dólares, ¿te acordás? 3.800 pesos de hoy. Un 50 por ciento menos. Yo no estoy de acuerdo. —Es muy fuerte lo que me contás. —En confianza. No lo publiques, al menos por ahora. —Jorge, yo nunca pedí la renuncia de un funcionario de Macri. Sí pedí la de Sergio Berni, durante el gobierno de Cristina, por reprimir. Pero creo que

no debés seguir al frente del ministerio. —Está bien, Roberto. Respeto tu opinión. Había varias capas para analizar en esa charla que recién ahora publico, cumpliendo el acuerdo con mi fuente. El último dato, sobre un salario reducido a la mitad, es una definición de lo que piensan hacer en los próximos años que no tiene parangón hasta hoy sobre las intenciones de Cambiemos. ¿Cómo piensan hacerlo? Deberían terminar con los sindicatos. ¿Están dispuestos a seguir metiendo sindicalistas presos? ¿A cuáles? ¿A cuántos? ¿Cómo piensan ganar las elecciones bajando salarios reales?

ASALTO A LOS SALARIOS En el país los salarios más altos los paga la industria y el comercio. La industria había caído un 4,6 por ciento en 2016 y había tenido un tibio rebote del 1,9 por ciento en 2017, pero concentrado en pocos sectores. Los de mano de obra intensiva, como textiles, indumentaria, calzado, marroquinería y metalúrgica seguían cayendo. En dos años de gobierno de Macri el sector industrial perdió 69 mil empleos. No sólo se habían perdido puestos, los que quedaban ganaban menos. El comercio caía fruto del derrape del consumo, que cayó un 4,7 por ciento en 2016 y otro uno por ciento en 2017. Así comenzaron los cierres de bocas de supermercados y de pequeños comercios. Según CAME se perdieron 25 mil comercios en dos años. El poco crecimiento económico del modelo Cambiemos se concentró en el campo, el sector financiero y el inmobiliario. El desempleo creció fuerte en 2016 y siguió creciendo en 2017. Esa era la respuesta. Macri pensaba conseguir una fuerte rebaja del salario real en base

a un mayor desempleo. Con más gente sin trabajo y sindicalistas asustados por miedo a la cárcel, el gobierno podía lograr su propósito. Otra herramienta de disciplinamiento era el deterioro de las condiciones laborales. En 2003, al asumir Néstor Kirchner, el trabajo en negro había subido al 53 por ciento del total. En 2015, había caído al 33 por ciento. En dos años de macrismo ya escalaba al 35,5 por ciento. Por otro lado, el desempleo total, que el Indec mensuraba en 8,5 por ciento escondía un fenómeno que ya había sucedido durante el menemismo: cientos de miles de despedidos invertían su indemnización en algún emprendimiento que los hacía aparecer como ocupados, con ingresos mínimos y un futuro incierto. A fines de 2017 la AFIP registraba 1,7 millón de monotributistas, 450 mil más que en 2015. La cifra esconde 2,5 puntos de desempleo. Así, si no se tomara en cuenta el rubro, como en muchos países, el desempleo llegaría al 11 por ciento. En 2015 era del 6 por ciento, según el índice de CABA que manejaba Macri.

ENCUENTRO EN UN TAXI En diciembre de 2017, pocos días antes de las fiestas, tomé un taxi para ir al microcentro. Al subir el chofer se dio vuelta y me dijo: “¿Cómo estás, Roberto, tanto tiempo?”. Era un compañero de la universidad. Hice la secundaria en el industrial de San Fernando, me recibí de técnico y mi primera opción fue empezar ingeniería en la Universidad Tecnológica de Pacheco. Fui un año y ahí conocí a Fernando Soler, que se recibió de ingeniero y ahora, cumpliendo con el estereotipo noventista, manejaba un taxi.

—Te extrañará verme manejar un taxi. Zafé en los 90, pero esta vez no. —Supe que te había ido bien —le dije. —Sí, nunca gané mucho, pero llegué a director de una pyme de cincuenta empleados. Siempre trabajé de ingeniero industrial, lo que me gusta. Me realicé, si querés. En los 90 gané poco, pero mantuve mi trabajo. La fábrica se achicó y aguantó. Esta vez cerró. —¿Cuándo? —En marzo, hace unos meses. —¿Y por qué les pegó más que en los 90? —El cambio a una economía abierta a las importaciones fue más rápido, no nos dio tiempo a acomodarnos, y el tarifazo fue mortal. Si vendés poco y te suben tanto los gastos, te caés. —¿Qué fabricaban? —Hacíamos matrices para dos autopartistas. Ambas comenzaron a importar fuerte. Fernando parecía mayor. Quizá por la pelada, quizá por el mal momento. Manejaba con mucho cuidado. En Libertador y Salguero, un motoquero lo pasó por la derecha, él se movió un poco y casi lo lleva por delante. El pibe miró para atrás y lo puteó. Fernando se disculpó. Es un tipo muy educado, ya en la facultad hablaba muy bien inglés y francés. Me contó que aprendió alemán por el trabajo. —Nos quedamos sin trabajo los dos: mi mujer y yo, en un año. Silvia es diseñadora de ropa, le fue bastante bien también. Nosotros tenemos una linda casa, siempre fuimos de vacaciones, dos veces a Europa, bastante Latinoamérica. Ahora soy pesimista con nuestro futuro. Estamos grandes. —¿Qué hace ella ahora? —Puso un salón de fiestas infantiles, con una socia. No le va bien. Bah… le va mal. Te tira mucho esta situación, te sentís frustrado, amargado, impotente. Vos sabés, laburamos toda la vida y ahora no sólo vivimos mal,

nos estamos comiendo los ahorros. Yo ayudo a mis viejos todos los meses. A ellos tampoco les alcanza. —¿Y el taxi cómo anda? —Mirá, gano muy poco, pero me doy cuenta de que más allá de la malaria, no es lo mío. El taxista sabe de esto, yo no. Yo soy ingeniero. Lo mismo le pasa a Silvia. Nos metimos porque a esta edad nadie nos va a tomar, pero no sé cuánto vamos a seguir. Supongo que hasta que el auto ande mal y lo tenga que cambiar. —No pierdas la esperanza, sos muy capaz. —Mi esperanza es que se vaya Macri. ¿Podés creer que lo votamos los dos, mi esposa y yo? La intención de Macri de bajar salario real era compatible con el fracaso de Fernando. Su pena es un símbolo del sufrimiento de una sociedad cuando es sometida a un cambio radical de política económica con resultados sociales contundentes. La suba del desempleo, el reemplazo de puestos formales por changas o pequeños emprendimientos, la caída del salario, la pérdida de derechos, la obligación de volver a ocuparse de las necesidades económicas de los padres jubilados, la suba de las tarifas de los servicios básicos a precios del primer mundo con salarios del mucho menores, iban cambiando la vida de buena parte de una sociedad que se había acostumbrado a ir mejorando con los años. El caso de Triaca pegó en la sociedad mucho más que otros escándalos de ministros, como el del ministro de Finanzas, Luis Caputo, que compró los bonos que él mismo emitió. Triaca insultó a una empleada que tenía en negro y que cuando le pidió aumento le consiguió un segundo trabajo en un sindicato intervenido por el Estado por corrupción. Muchos que la estaban pasando mal, que habían perdido su trabajo, que estaban en negro y en muchos casos maltratados por sus patrones se veían

identificados en la empleada de Triaca y en la actitud del ministro. El negro y el negreado, el maltratador y el maltratado, el estafador y el estafado. ¿Por qué un hombre con la fortuna de Triaca tiene a su empleada en negro? No es un tema económico, es un profundo desprecio por el otro, por el que ven más abajo, por el que coyuntural o estructuralmente está a sus órdenes. Triaca y Fernando, mi amigo ingeniero que votó a Macri y maneja un taxi, son un símbolo de época.

CAPÍTULO XII LA FARSA

La prestigiosa escritora canadiense Naomi Klein la denomina “doctrina del Shock”. Consiste en aprovechar crisis, reales o percibidas, para lograr cambios profundos en las políticas económicas existentes y que esas nuevas alternativas permanezcan vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable. Antes de la llegada de Macri al gobierno, era políticamente imposible multiplicar el valor de las tarifas por diez, bajar los haberes jubilatorios, generar mediante una devaluación y eliminación de retenciones una suba del precio del pan y la leche del 100 por ciento, subir el desempleo al 10 por ciento, abrir de par en par las puertas a la importación, tomar 300 mil millones de nueva deuda. Pero se hizo. Porque se convenció a parte de la sociedad de que era inevitable, por culpa de la herencia recibida. Son muchas las cosas que puede hacer un gobierno en tanto tenga la posibilidad de echarle la culpa a otro. Para lograrlo, el establishment económico trabajó durante diez años. Desde fines de 2007, al asumir Cristina, los medios comenzaron a atacarla y encontraron en el conflicto del campo la excusa para un intento destituyente que se mantuvo hasta el final de su mandato. La acusaron de ladrona, de traición a la patria y de estar relacionada con el supuesto asesinato de Alberto Nisman. La llegada de Cambiemos al poder mejoró la performance del ataque mediático con el uso de las redes. Desde ahí surgió la frase “se robaron todo” y se repitió hasta el cansancio que “se robaron un PBI”, una cifra que supera los 500 mil millones de dólares, unos 10 billones de pesos. En la

investigación internacional denominada Panama Papers, que sacó a la luz sociedades y cuentas en el país centroamericano de prominentes líderes mundiales e incluyó a Macri y varios de sus funcionarios, no figuraba Cristina. Tampoco en la posterior llamada Paradise Papers. Comprobado que la ex presidenta no tenía dinero escondido en el mundo, el fiscal Guillermo Marijuan emprendió una búsqueda por el sur argentino mediante enormes excavadoras que dejó muchas horas de espectáculo en la televisión, pero ni un peso escondido. ¿Dónde está el fruto de semejante robo? ¿Y las pruebas? Cristina tenía en alquiler cinco departamentos y dos hoteles. Los cobraba a precio de mercado. No ganaba nada extra. Además, entregaba factura y recibo y cobraba en cheques. ¿Una coima en blanco sin ninguna ganancia? ¿Qué significa “se robaron todo”? ¿Qué es necesario robarse para que un país quede tan mal como dice el gobierno que lo recibió? La economía son sus activos. Las fábricas están, el campo está, los depósitos bancarios están. De hecho, según datos de la Unión Industrial, la industria duplicó su tamaño en los doce años kirchneristas. El campo duplicó su cosecha en el mismo periodo, pasando de 60 a 118 millones de toneladas. Los bancos, que habían caído en 2001, estaban sólidos. La idea fue trabajar en el inconsciente colectivo para generar la idea de que un país tiene cierto dinero guardado que en este caso fue robado. En realidad es poco lo que se guarda: en todo caso, las reservas del Banco Central y las del Anses. En el caso del Banco Central, en mayo de 2003, al asumir Néstor Kirchner, había 14.119 millones de dólares. Cristina dejó 28.234 millones de dólares, luego de pagar 69.700 millones de dólares de deuda externa. El Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Anses nació al estatizarse el sistema; era el dinero que acumulaban las AFJP. En 2009 sumaba 25 mil

millones de dólares y en 2015, 55 mil millones de dólares. El crecimiento en términos reales fue del 120 por ciento. No falta dinero, al contrario. Pero lo importante es que convencieron a buena parte de la sociedad de que el país estaba en ruinas.

LA CREACIÓN DE UN CULPABLE La estrategia de comunicación no es argumentativa: se basa en la repetición. Diez años, 3.652 días de poner en tapa que los K son ladrones. Es difícil evitar creerles. Así crearon un culpable. Todo el dolor que resulta del gobierno de Macri es responsabilidad de Cristina. En muchos casos se lee en las redes sociales que “si los principales periodistas piensan que Cristina se robó todo y hay que aguantar hasta recuperarnos, debe ser cierto”. Es un punto interesante. ¿Quiénes son esos principales periodistas? Fueron buscados y reclutados entre una generación de periodistas y puestos en lugares relevantes para sostener la farsa. Pero son personajes de nula formación y escaso prestigio. Santiago del Moro, al frente de Intratables, era un periodista dedicado a la música, que fue metiéndose en el espectáculo y, cuando comenzó a criticar fuerte a Cristina, se le ofreció conducir el ciclo de América. Alejandro Fantino era un periodista de deportes que comenzó a pegarle a Cristina mientras relataba fútbol. Así fue reclutado para conducir un programa de deportes con reportajes políticos, que finalmente se transformó en el actual Animales Sueltos, un ciclo que se nutre de información de los servicios de inteligencia. Alfredo Leuco estaba en la decadencia de su carrera, su único trabajo era ser columnista de Fernando Bravo en un programa en Radio Continental a las dos de la tarde. Comenzó con un discurso agresivo y con un nivel de odio

como no se había escuchado en muchos años. Se lo llevó el Grupo Clarín. Aparecieron en televisión personajes como Ceferino Reato, el periodista que le hizo un largo reportaje al dictador Jorge Rafael Videla, sin esbozar crítica alguna. También Silvia Fernández Barrios, conductora del noticiero 60 minutos durante la última dictadura. Se fue armando una selección de periodistas capaces de bancar un proyecto como el de Macri. La idea es convencer a la sociedad de que su sufrimiento es inevitable y culpa del gobierno anterior, a la vez que se esconden los negocios del gobierno actual y su verdadera intención de generar un modelo basado en la especulación financiera en detrimento de la industria, que nos devuelve a un periodo de reprimarización, como en todos los periodos gobernados por la derecha, fundamentalmente la última dictadura y el menemismo. Muchos argentinos comenzaron a dudar de periodistas como Leuco o Lanata, que perdieron gran parte de su audiencia. Pero si bien reconocen que encubren al gobierno, les cuesta más pensar que son los mismos periodistas que le dijeron que el gobierno anterior fue el peor de la historia. Así el culpable se mantiene. La farsa está montada de tal manera que es difícil darse cuenta de que los medios muestran una idea de la realidad que no se condice con el deterioro cotidiano de las condiciones de vida de la mayoría. Es normal escuchar a gente que piensa que a él le va mal, pero al país le va bien y le va a ir mejor. Muchos de ellos durante el gobierno anterior pensaban que a ellos les iba bien, pero al país mal. Es la forma en que se explican la asimetría entre su vida y lo que les cuentan los medios. Si durante una semana los medios narraran la realidad sería muy difícil para Cambiemos sostener su plan de gobierno. Si explicaran que el tarifazo en los servicios beneficia a miembros del gobierno y que ahora se paga la electricidad más cara de Latinoamérica o que los bancos de inversión del mundo le dicen a sus clientes importantes que la Argentina va camino a otro

default o que la rebaja previsional fue para asegurarle ese dinero a María Eugenia Vidal para su reelección, entonces Cambiemos no duraría dos días. Pero no lo dicen. Mienten, encubren, arman un relato ficticio y venden una realidad paralela en un extenso guión que dice y se desdice para mantener un hilo narrativo más o menos coherente y mínimamente creíble.

DEMONIOS Para sostener la farsa muchas veces los medios hegemónicos deben lidiar con el obstáculo de que algunos argentinos respetados mundialmente le dicen a la población de manera más o menos directa que el gobierno de Macri es el que está haciéndole daño. Cuando esto ocurre los medios se ocupan de demonizar a quien lo diga. Sea quien sea. Eugenio Raúl Zaffaroni es idolatrado en claustros universitarios y círculos del derecho penal de Alemania, Austria, Inglaterra, Francia y otros países respetados por los argentinos. Recibió el título de Doctor Honoris Causa en treinta y dos universidades del mundo. Recibió el premio Estocolmo de criminología en la capital sueca y la Orden del Mérito del gobierno alemán. Está considerado entre los penalistas más sólidos y avanzados del mundo. Es puesto como ejemplo de la lucha por las libertades individuales en trabajos realizados por universidades como la de Bologna, en Italia, y la Sorbona, en Francia. Desde que comenzó a opinar de manera positiva sobre el gobierno de Cristina fue atacado por Clarín y La Nación de manera sistemática. Incluso hasta llegaron a vincularlo con la trata de mujeres. Estela de Carlotto es admirada en los cinco continentes. Su lucha por los

derechos humanos y su inquebrantable búsqueda de los nietos secuestrados durante la dictadura la catapultó entre las grandes personalidades universales de la época. El New York Times realizó un documental sobre su vida en el que la presentó como “un ejemplo de lucha por la libertad”. Le Monde, de Francia, escribió el día que recuperó a su nieto: “Estela de Carlotto es la prueba viviente de que la lucha contra la injusticia puede triunfar. Salud, Estela”. El Corriere della Sera, de Italia, publicó en la misma ocasión: “Estela de Carlotto es un ejemplo mundial de perseverancia puesta al servicio de una causa justa”. Hasta que comenzó el ataque de los medios argentinos a Cristina jamás se había leído una sola línea en contra de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Estela no es kirchnerista, pero reconoce lo que hizo Cristina por los derechos humanos en el país, la causa de su vida. Así comenzó a recibir ataques. El 31 de mayo de 2017 el periodista Alberto Amato publicó en Clarín una nota titulada “El totalitario y penoso desliz de Carlotto”. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo había dicho: “Si pudimos con Videla, vamos a poder con Macri”. El periodista exageró: “Carlotto expresó uno de los costados más dañosos y trágicos de la historia argentina”. El 5 de noviembre de 2017 el editorial principal de La Nación llevaba como título: “El relato que corrompe los derechos humanos”. La nota comenzaba diciendo: “La trayectoria de Enriqueta Estela Barnes de Carlotto es la de una docente jubilada, ama de casa, quien, como presidenta de una institución que transita sus cuarenta años de vida como Abuelas de Plaza de Mayo, no ha podido evitar las contradicciones y las polémicas a partir de que el dinero, la ambición y el personalismo militante fueron distorsionando y erosionando el prestigio y la finalidad de muchas

organizaciones defensoras de los derechos humanos”. Pero si Zaffaroni y Carlotto parecían el límite al que podían llegar los medios hegemónicos, ese límite se corrió cuando el Papa Francisco comenzó a realizar gestos que mostraron su descontento con el gobierno de Mauricio Macri. Clarín y La Nación se animaron a hablarles mal del Papa a los argentinos. El 15 de mayo de 2016 Alfredo Leuco leyó en Radio Mitre una carta abierta al Papa. “Debo decir una vez más que me cuesta entender, me duele y me desilusiona profundamente el rol que Bergoglio está cumpliendo en la Argentina”, decía sobre Francisco. Los medios hegemónicos no sólo atacan a la oposición para tener un culpable de las consecuencias del neoliberalismo, también atacan a cualquiera que opine en contrario y pueda romper ese discurso único que intenta hacer del macrismo una cultura hegemónica que se instale en el país durante décadas. Otra característica del papel de los medios como guardianes de una farsa que mantenga a los argentinos lo más lejos posible de la verdad es lo que Clarín mismo llamó en su momento periodismo militante, refiriéndose a los periodistas que desbarataban campañas mediáticas contra el kirchnerismo.

PRORIODISMO El primero en interpretar el rol de periodista militante PRO fue Luis Majul, quien el 1° de diciembre de 2015 dijo: “Macri está en su eje, seguro, tranquilo. Tiene algo de Mandela”. “Ojo, algo”, agregó. El domingo 13 de agosto de 2017 a las 12 de la noche, mientras la mayoría de los medios afirmaba que Cambiemos había ganado las PASO en la provincia de Buenos Aires, Jorge Lanata entrevistó a María Eugenia Vidal.

En la charla el periodista alabó a la gobernadora de una forma inédita en el periodismo político nacional hasta ese momento. “Cuando sos enteramente vos, aun enojada, sos increíble. Conectate con vos y sé vos”, le dijo, sin ponerse colorado. Además del famoso “se robaron todo”, el otro latiguillo repetido hasta el cansancio es “se acabó el populismo”. Y ese eslogan es el más peligroso, porque con él se ha logrado que en muchos países del mundo los pueblos voten a esta versión perversa del capitalismo que es el neoliberalismo, que ha llevado a que el uno por ciento de los habitantes del planeta tengan el mismo capital que el otro 99 por ciento, según datos de la ONG internacional Oxfam. La idea es decir que el esfuerzo asegura el éxito y que el Estado no debe socorrer al vulnerable. Esto sin explicitar que la elite del país parte de enormes ventajas en cuanto a las oportunidades que abre nacer en una familia acomodada, estudiar en buenos colegios e universidades y contar con contactos adecuados. Para afirmar esa idea se señala que el gobierno anterior multiplicó los planes asistenciales y generó vagos. Lo cierto es que el kirchnerismo encontró un desempleo del 25 por ciento y se fue con un 6 por ciento. Es decir que si los desocupados fueran vagos el kirchnerismo los hizo trabajadores. Por otro lado, hasta 2003 existía un megaplan llamado Jefes y Jefas de Hogar, que se entregaba a dos millones de familias, a través de punteros políticos. Ese plan se eliminó y simplemente se universalizó la Asignación Familiar con la Asignación Universal por Hijo, que otorga el beneficio a hijos de trabajadores en negro y desocupados. Pero estas explicaciones son superadas por la repetición diaria de la palabra populismo y el desafío a la población de que compita libremente en un supuesto libre mercado. Este es un punto crucial, porque si esa idea se transforma en una cultura hegemónica, aun si perdiera Macri en 2019, la

población elegiría a otro neoliberal. La otra preocupación para el futuro es saber qué pasa si Cambiemos pierde el apoyo popular, pero los medios de comunicación persiguen a cualquier candidato que proponga un modelo distinto del actual y destruyen su imagen, mientras le venden a la sociedad un nuevo candidato neoliberal que tome la posta.

PUNTO DE INFLEXIÓN El 24 de enero, un tribunal de segunda instancia de Brasil ratificó un fallo condenatorio contra Lula y elevó la pena a doce años y medio. Fue acusado por “corrupción y lavado de dinero”, según consta en la causa. Supuestamente recibió como coima un departamento en San Pablo. Se trata de una propiedad que no está a su nombre y el ex presidente jamás pisó. Toda la acusación se basa en la confesión de uno de los acusados en la megacausa denominada Lava Jato. Así el líder del partido de los trabajadores, que lidera las encuestas para las elecciones del 7 de octubre, quedó a un paso de la proscripción. Queda claro que los regímenes de derecha que se instalaron en la región están dispuestos a gobernar por las buenas o por las malas. Y que la derecha, como me dijo el empresario, decidió no irse nunca más. Por la magnitud del hecho y por el lugar estratégico y geopolítico del país en el que tuvo lugar, se trató de un episodio de gravedad histórica, un punto de inflexión en la historia política latinoamericana, que pone en un cono de sombras el futuro del proceso de redemocratización abierto en 1983. La persecución a Lula, Dilma Rousseff, Rafael Correa, Evo Morales y Cristina deja claro que se trata de un plan continental. El ex presidente Rafael Correa lo llama Plan Cóndor 2. No está probada la relación con el gobierno

de Estados Unidos, pero es difícil pensar en otro actor de la envergadura suficiente para organizar un plan que termine con los movimientos progresistas e instale gobiernos que vuelvan a poner a Sudamérica en su lugar de proveedor de materias primas y deudor crónico. Por lo pronto, en la Argentina, la democracia va perdiendo intensidad. Un punto en común con los periodos oscuros del país es que son los argentinos que viven en otros países los que comienzan a llamar la atención sobre la falta de libertades individuales. En el viaje que realizó a Francia en enero, Macri encontró resistencia en los residentes argentinos. No sólo hubo una manifestación en su contra, también la Asamblea de Ciudadanos Argentinos en Francia le envió una carta al presidente francés, Emmanuel Macron, para alertarlo sobre “la deriva represiva y la degradación del estado de derecho que se registra en la Argentina desde la asunción de Mauricio Macri en 2015”. Se mencionan los despidos de Víctor Hugo y mío, la criminalización de los movimientos sociales, la persecución a la oposición y los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Mientras los periódicos franceses daban cuenta de la carta firmada por 450 argentinos como el tema central de la visita de Macri, los medios argentinos difundieron como noticia principal los distintos atuendos que usó la primera dama Juliana Awada: los medios sostuvieron la farsa. Echándole la culpa al gobierno anterior, trabajando sobre la idea del populismo y en un nuevo clima regional, Macri cambió el mapa económico y social en dos años con una formidable transferencia de recursos de la sociedad hacia el poder económico en general y hacia los propios miembros del gabinete en particular. Con su plan, que más que un plan económico es un plan de negocios, el país muestra registros peligrosos. Caída del consumo, alta inflación, déficit comercial, déficit fiscal, endeudamiento creciente y aumento del desempleo y la pobreza. Queda por ver hasta dónde es capaz de llegar el gobierno para reducir los

salarios a la mitad y así alcanzar los 200 dólares de haber mínimo que regían en los 90, como me contó Triaca. ¿Bastará con la farsa montada por los medios o recrudecerá la violencia para mantener a los trabajadores en sus casas, lejos de las manifestaciones multitudinarias que los movimientos políticos y sociales son capaces de promover y que pueden poner en peligro la estabilidad de Cambiemos en el poder?

COMO JOÃO Es un momento crítico, decisivo para el futuro de las próximas generaciones. La derecha, que obstaculizó el desarrollo del país con interrupciones institucionales desde 1930 hasta 1983, que hundió a la sociedad en la tragedia de la tortura y la muerte, volvió como farsa, pero con la intención firme de implantar un régimen conservador que privilegia a unos pocos y empobrece al resto. Lo que está en juego es si la Argentina y la región, con sus enormes riquezas naturales, serán tierra de oportunidades como se intentó a principios de siglo o seguirán siendo el patio trasero del país del norte en el que un grupo de familias sostiene sus privilegios y entrega las riquezas al primer mundo. En su campaña electoral en 2002, un joven del Partido de los Trabajadores que acompañó a Lula se presentó sobre el escenario en un acto en San Pablo y habló sobre las oportunidades: Yo pude entrar en la facultad; no fue fácil. Pero lo logré y ahora tengo oportunidades. Nunca nada fue fácil para mí, estudié en la escuela pública, fui criado por mi madre, no tuve padre, no tuve nada. Mi madre no sabe leer, pero confía en Dios y en mí. Yo voy a realizar sus sueños cueste lo

que cueste. Pero cuántos iguales a mí, mejores que yo, más inteligentes que yo, nunca tuvieron oportunidad, están en la calle, droga, crimen. Nadie nace malo ni delincuente. Es solo una cuestión de oportunidades. Oportunidades. El joven de la villa también quiere zapatillas y camisa nueva y el derecho a soñar como todo el mundo. Ese es el país de todos, de todos. Mi nombre es João, soy brasileño, amo mi país. Viva Brasil, viva San Pablo, viva el Cristo Redentor, viva la Amazonia, viva Luiz Inácio Lula da Silva. Escuché este discurso de Joao a principios de 2015. Me recordó mis primeras luchas políticas, pero fundamentalmente mis orígenes. Me inspiró a dar pelea en el debate público contra el nuevo régimen conservador. Nací en la villa La Paloma de Talar, en el partido de Tigre, fui a colegios públicos, trabajé desde chico como lavaauto, chapista, pintor, carnicero y camionero para mantenerme y pagar mis estudios. Y logré tener una profesión y mantener a mi familia. Pero mis amigos quedaron en la villa, algunos terminaron presos por robo, otros viven muy mal. Yo también quiero un país para todos. Como João.