Muy Interesante Historia - Julio 2019

Epopeya del viejo oeste en el cine D O C U M E N T O Los pieles rojas De señores de las grandes praderas a propietarios

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Epopeya del viejo oeste en el cine D O C U M E N T O

Los pieles rojas De señores de las grandes praderas a propietarios de casinos

Fieros supervivientes La vida cotidiana de los iroqueses El Imperio comanche Crónica de un genocidio Las guerras colonizadoras Naturaleza y religión

TRIBUS

NORTEAMERICANAS

sumario 44

Pieles

04 Un intenso relato

de supervivencia

Aparecieron los españoles por el sur y los ingleses por el norte. Los nativos americanos se vieron en problemas.

08 El lejano oeste español Ni el cine ni la crónica histórica predominante se han ocupado de la colonización llevada a cabo por los españoles en una inmensa parte de lo que hoy es Estados Unidos. He aquí su historia.

rojas Desde su vida original, tan apegada a la naturaleza, hasta formar parte de una comunidad marginada o dedicada a ciertos negocios, los nativos lucharon y perdieron frente a la arrolladora fuerza del rodillo de origen europeo. Por Fernando Cohnen

I. Los primeros norteamericanos II. Estados Unidos se impone III. La guerra incesante IV. Siglos XX y XXI

pág. 52

pág. 58

pág. 64

26 Genocidio silenciado

14 Amos

En Estados Unidos no se habla de genocidio cuando se trata la cuestión indígena, pero tal concepto resuena ante la evidencia: los nativos norteamericanos fueron sistemáticamente sometidos, recluidos o masacrados.

y señores de las llanuras

Entre 1750 y 1850, este poderoso y aguerrido pueblo aterrorizó a los apaches y otras etnias indígenas, dominó un vasto territorio y tuvo en jaque tanto a los colonos ingleses como españoles.

pág. 46

20 Nosotros,

los iroqueses

Un jefe nativo nos describe la existencia diaria de esta tribu, una de las más fascinantes del noroeste americano que destacaba por el elevado estatus social de la mujer.

muyinteresante.com.mx

1

sumario 32 Al más

puro estilo de los nativos Tras siglos de forzada colonización parecía que todo iba a desvanecerse, pero no: los supervivientes mantuvieron sus rasgos culturales que hoy persisten.

40 Curiosidades La resurrección nativa del New Age; comunitarios y comunistas; Susan, la pionera del Oeste; herencia lingüística en el español; la versión indígeno-americana de Coca-Cola; tortitas apaches de bellota y muchos datos más.

Editorial Relaciones públicas Gerardo Sifuentes Marín Director Editorial Sarai J. Rangel Coordinadora Editorial Luis A. Torres Liho Corrector de Estilo

Fabián Amione Gerente

Audiencias print Jorge Morett Director

Arte Finanzas y administración

78 El mundo y

sus espíritus

Armonía universal, sabios chamanes, el Manitú... el entramado construido por muchas tribus en torno al animismo sorprendió a los invasores europeos.

Manuel Arrubarrena Luna Coordinador de Arte Carlos E. Balan Lara Diseñador

Rosario Sánchez Directora

Ventas Joaquín Colino Sánchez Ventura

Colaboradores externos Director Comercial y Desarrollo de Negocios José Antonio Díaz de León Fotoarte de portada Adriana Palma Salinas Diseño Adriana Cataño Vergara Fact checker España Mohar Editora Web Eduardo Castro Bermúdez Practicante

Licencia Zinetmedia Global, S. L. S. EN C.

a o par fónic ciones: e l e t rip ero Núm s de susc2-2000 a 00-22 t n e v 01-8 ores: cript s u s a ción VISTA Aten 01 800 RE38-47-82)

84 Una de apaches La manipulación histórica y la confusión de etnias y costumbres han sido fallos frecuentes al representar a los indígenas en el celuloide. Estas inexactitudes parecen estar corrigiéndose.

(7

EDITORIAL TELEVISA

Rodolfo Vargas Pérez Director General LA REVISTA MENSUAL PARA SABER MÁS DE TODO Suscripciones: 01-800-222-2000 Atención a suscriptores: 01 800 REVISTA (738-47-82)

© MUY INTERESANTE. Marca Registrada. Fecha de publicación: 18-07-2019. Edición especial de la revista mensual, editada y publicada por EDITORIAL ZINET TELEVISA, S.A. DE C.V., Av. Vasco de Quiroga N° 2000, Col. Santa Fe, Alcaldía Álvaro Obregón, C.P. 01210, Ciudad de México, Tel. 5261-2000, mediante convenio con GRUPO TELEVISA, S.A. Contenido licenciado por ZINETMEDIA GLOBAL, S.L.S. EN C. bajo los derechos exclusivos de EDITORIAL ZINET TELEVISA, S.A. DE C.V. Editor responsable: Jorge Morett López. Número de Certificado de Reserva de derechos al uso exclusivo del Título MUY INTERESANTE: 04-2001-090516461000102 de fecha 06 de febrero de 2019, ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud y Contenido en No. 16611 de fecha 25 de noviembre de 2016 ambos con expediente No. CCPRI/3/TC/15/20545 ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas. Distribuidor exclusivo en México: Distribuidora Intermex S.A. de C.V., Lucio Blanco N° 435, Alcaldía Azcapotzalco, C.P. 02400, CDMX. Tel. 5230-9500. Distribución en zona metropolitana: Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México A.C., Barcelona N° 25, Col. Juárez, México D.F. Tel. 5591-1400. ATENCIÓN A CLIENTES: a toda la República Mexicana Tel. 01 800 REVISTA (7384782).

70 Murieron con las botas

puestas (y los mocasines)

Más de tres siglos se alargaron las llamadas Guerras Indias, un lento gotear de acosos y derribos donde los indígenas defendieron lo suyo hasta el final. He aquí los nombres más destacados.

92 Guía de lugares En tierra de sobrevivientes.

96 Días clave Una imagen resulta a la vez terrible y contundente para reflejar la dimensión real de la cruel colonización europea.

Impresa por: Reproducciones Fotomecánicas, S.A. de C.V. Durazno Nº 1 Esquina Ejido, Col. Las Peritas, Tepepan, Alcaldía Xochimilco, CDMX. C.P. 16010. Tel 5334-1750 EDITORIAL GyJ TELEVISA S.A. DE C.V. investiga sobre la seriedad de sus anunciantes, pero no se responsabiliza con las ofertas relacionadas por los mismos. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial del contenido e imágenes de la publicación sin previa autorización de Editorial Televisa, S.A. de C.V. IMPRESA EN MÉXICO - PRINTED IN MEXICO. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. ALL RIGHTS RESERVED. © Copyright 2019

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Guardándose las espaldas. Celebración de los indios hurones en Quebec. Cada ornamento proyecta, según donde se coloque, una distinta simbología.

Nativos de Norteamérica

Un intenso relato de

supervivencia De repente aparecieron los españoles por el sur y luego los ingleses por el norte. Y, con ellos, los nativos norteamericanos comprendieron que también llegaba el fin del mundo tal como lo habían conocido hasta entonces. Por Borja Cardelús 4

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L

a penetración española en el territorio de los Estados Unidos se vio sumamente dificultada debido a la atomización de las tribus indígenas. En México los aztecas y en Perú los incas habían facilitado el trabajo a los españoles al haber incorporado por la fuerza a sus respectivos imperios a las dispersas naciones existentes. Gracias a ello, Cortés y Pizarro lograron apoderarse de una sola vez de vastos territorios. Ello no fue posible al norte de México, ya que salvo embriones de hegemonía como el de los apalaches en el Misisipi o el de los timucuas en Florida, las tribus se hallaban muy fragmentadas, y la ocupación fue empeño penoso, tribu a tribu, para exasperación de los De Soto, Vázquez de Coronado o Menéndez de Avilés.

FOTO: GROSBY GROUP

Mejor o peor recibidos Además, los indios norteamericanos presentaron un grado muy diverso ante la invasión española. Las tribus más primitivas, las que aún se hallaban en la etapa evolutiva cazadora-recolectora y carecían de asentamientos fijos, fueron las más renuentes a la conquista española, a diferencia de las que habían alcanzado el nivel superior de la agricultura y el poblado estable, como los timucuas y apalaches en el este, los pueblo en el suroeste o los chumash en California. Y así, mientras que los menos tecnificados rechazaron con gran violencia a los misioneros, la integración de los segundos en el esquema de la misión fue más fácil. Por ejemplo: los pueblo, agricultores y constructores de poblados, no sólo aceptaron el sistema, sino que se convirtieron en fieles aliados españoles frente a las tribus nómadas guerreras, como los sioux o los navajos en el suroeste, los apaches en Texas o los tequestas del sur de Florida, tribus belicosas en las cuales los esfuerzos misioneros se saldaron con una elevada nómina de “mártires”. Sobre este cuadro de naciones indígenas dispersas y de diferente estadio de organización se desarrolló la colonización española, en la que hay destacar por encima de todo su originalidad. Es difícil encontrar en la Historia de las civilizaciones un modelo relativamente humanístico que el abordado por España en Norteamérica. Y es que había nacido ya, atizada por franceses e ingleses, la leyenda negra de las crueldades españolas en el Nuevo Mundo, y además las entradas de De Soto o Vázquez de Coronado habían demostrado la esterilidad de la conquista militar sobre una población indígena tan fragmentada y en principio hostil. De modo que Felipe II aprobó un nuevo patrón colonizador: no serían militares

los que penetraran en el territorio norteamericano, sino misioneros. El modelo de la misión, novedoso, fue el elegido por España para la colonización del territorio, y desde luego estaba inspirado no por la rapacidad española, sino por el deseo ferviente de incorporar a los indios a la religión y a la cultura españolas. El modelo está considerado por los investigadores como una colonización ‘espiritual’ con cierto grado de racionalidad por parte de la corona española, esto para integrar a los indígenas y no exterminarlos ni desplazarlos, a diferencia de las brutalidades que cometieron los anglosajones en sus áreas de influencia.

Misiones a pleno rendimiento El modelo operaba de la siguiente forma: los misioneros, escoltados por un pequeño retén armado para disuadir agresiones de las tribus más belicosas, penetraban en tierras inéditas hasta llegar a un punto que juzgaban conveniente por sus condiciones físicas y por la existencia de poblaciones indias en los contornos. Predicaban el Evangelio y construían una misión, invitando a los nativos a acogerse a ella en calidad de discípulos, y los soldados a su vez construían un presidio cercano para inhibir posibles ataques por parte de tribus renuentes a la presencia española. Cientos de misiones fueron erigidas en los Estados Unidos, todas diseñadas para la integración completa de los indígenas en la cultura occidental. El adoctrinamiento religioso ocupaba una pequeña parte de las enseñanzas impartidas, siendo la capacitación la más importante. Se enseñaba a los indios el cultivo agrícola con nuevas plantas traídas de España; se les adiestró en el manejo ganadero, desconocido en el territorio; había talleres para el aprendizaje de los oficios vigentes: carpintería, herrería, talabartería, tejeduría, albañilería, cerería...; se instruía a los neófitos en la música, el teatro o el baile; se les enseñaba el idioma español y los números elementales; había campos de cultivo, corrales y potreros para el ganado, pastizales, bosques... De tal modo que una misión podía llegar a ocupar decenas de miles de hectáreas. Y todo ello llevado por dos misioneros, previamente capacitados por sus respectivas órdenes religiosas. El modelo encontró variantes, según fuera el territorio colonizado. En Florida, la acción misionera fue emprendida inicialmente por los jesuitas, pero descorazonados al sembrar misiones y no cosechar sino mártires, se retiraron del área, tomando el relevo los franciscanos, quienes con tenacidad extraordinaria superaron la barrera de la resistencia ofrecida en general por las tribus más primitivas (las sureñas) hasta que dieron con los timucuas y los apalaches, que por ser más avanzados fueron más receptivos a las enseñanmuyinteresante.com.mx

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Tanana

Antna

Tutchone

Kupfen-inuit

Lago del Oso

Berg

Cuchillo Amarillo Tagish

Dogrib

Tlingit

Caribú-inuit

Kaska

Tlingit

TIERRAS ÁRTICAS

Thaltan Slavey

Tsetsaut

Chipewyan

an hk s i in Ts

Castor

Sekani

TIERRAS SUBÁRTICAS

Carrier Haisla Bella Goola

Bella Bella

Cree de los bosques

Sarsi

CREE

Chilcotin

COSTA NOROESTE NOOTKA

2

(Nuu-cha-nuulti)

3

Sikslka

Cree de la Llanura

Blod Kutenal

MESETA

Tufutni

Modoc Achomawi

Gros Ventre (Atsina) Otawa

ti as Sh

Yurok Wiyot Chimariko Achomawi Atapaska Wintu Atsugewi Yani Yuki Wintun Pomo Maidu Wappo

Nissensu Miwok

Miwok de la costa Coastanoan Esselen Salinan

HIDATSA Crow (absaroke)

Soshone Lemhi Paiuthe del Norte

Cheyenne Soshone Bannock

PAIUTE

Soshone Gosiute

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Arikara

Sauk

SIOUX

GRANDES PRADERAS Pawnee

Illinois

UTE

Shawne

Kiowa Chikasaw

KiowaApache

Comanche Wichita

Apache Lipan To bo so

Concho

LLANURAS DEL SURESTE

Osage

SURESTE Tarahumara

BAJA CALIFORNIA

Miami

LLANURAS DEL NORESTE

Oto Missouri

ANASAZI

Pima Sur

Neutr

Iowa

Kansa

Jova

Potawatomi

Winnebago Kichapoo

Arapahoe

Paiuthe del Sur

Cochimi

Tiono

Zorro

Santee Dakota

Omaha

CALIFORNIA

de que el mapa norteamericano fuera homogeneizado cultural y cromáticamente, estas tierras tuvieron tantos nombres como tribus, con el único nexo regional y apenas vinculante de los lazos étnicos y lingüísticos.

Teton Lakota

Ponca

(restos prehistóricos) Serrano Navasupai Chumash Walapai Hopi NAVAJO Apache Gabrielino 1 3 (Dime) Mohave Luiseño PUEBLO Jicarilla Cahulla Halchid- Yavapai Zuñi 1 4 Ipal Oma Piro Kamia (Tipal) Quechan Maricopa Apaches Yuma occidentales APACHE Papago Paipai (Akwa’la) Cocopa (Tohono Apache Ap. Chiricaua Kilwa O’odham) Mescalero Nakipa Jocome y Jano Pima Norte Jumano Suma Opata

El crisol uniformado. Antes

Yanktonai Nakota

Mineconjou

GRAN CUENCA

Mono Occ. Yokuts Tubatulaba

Menomini

MANDAN

Soshone del Río del Viento

SHOSHONE Mono

Ojibwa de las Praderas

Assiniboin

Kalapuya

el lisp Ka

bia lum Co

Chetco, Toiowa, Karok

9 Klamath Takelma

OJIGBWA (Anishinaabe, Chipewa)

PIES NEGROS

Makah um hak Quileuete Plegan Che Quinault Nasquali Sanpoli Chehails Chinook Pend Spokane d’Oreille Ciatsop 5 4 6 Cour d’Alene Tlilamook 7 Yakima Palouse 8 Siletz Salish (caras Alsea Cayuse Tenino Nez Percé planas) Mglala Umatlita Slusiaw Coos

Cree del Oeste de Maine

Shuswap

on Thomps Nicola Oka nag an Seh ijex tee

Kwaklutt Comox Chloect 1 Secher

d d

Tonkawa

Chakchiuma Alabama Tunica Ofo aw oct h C Natchez Houroa Mobile Biloxi

sad Koa

CADDO

Atakapa

C (MUS

Hitc Yama Tama Chatot

Apalach

Chitimacha Pensacola

Karankawa

Yuchl

Ch ero

Haida

Labrad

GRÁFICO: JOSÉ A. PEÑAS. FOTO: GETTY IMAGES

Eyak

TRIBUS NATIVAS NORTEAMERICANAS

dor-Inuit

Perviven más indígenas en las áreas de EUA colonizadas por España. Armas en alto. Tomahawk típico de los nativos de las Grandes Llanuras. La palabra procede de las tribus algonquinas de Virginia.

Naskapi de las Montañas Beothuk

Cree del Este de Maine Micmac

Atikamek

Maliseet Passamaquoddy Abenaki

Algonquín

UÉS IROQo Naciones)

Hurón

ales

inc (Las C

awk Moh ida One daga n O no g o Cayu ca Sene

ontati

Pennacook

Erie

4

Montauk

Suskehanna

Delaware

Choptank 6

Assateague Accomak Chesapeake

ok ee

Makahoao Saponi 7 Monacan 8 Weapemeoc 9 Meherrin 10 11 Roanoke (Hatteras) Tutelo Eno Pamilco 12 Sugeree 13 Woccon Catawba Indios del Congaree Cabo del Miedo Pedee CREEK

SKOGEE)

chiti asee athil

Cusabo Guale (Yamasee)

Culturas de la Costa Noroeste 1 Pocumtuck 2 Mohegan y Pequot 3 Sequin 4 Wappinger

ee 5

A resguardo de los depredadores

Massachussett 1 Nipmue Nauset Wampanoag 2 Nagarransett, Niantic

3

5 Conoy 6 Nanticoke 7 Nansemond 8 Norraway 9 Chowan 10 Moratuc 11 Secotan 12 Neusiok 13 Coree

Culturas de la Costa Este 1 Pentlatch 2 Sqamish 3 Cowichan 4 Kwalhiloqua 5 Clatskane 6 Cowiitz 7 Kilkitat 8 Wishram

Timucua

hee

9 Upper Umpqua

Semínola Guacata, Jeaga Calusa Keys

Tekesta

zas españolas. Los franciscanos llegaron a fundar más de 100 misiones, aunque existió, tanto en Florida como en el entorno del Misisipi, un problema insuperable a la larga: la presencia inglesa. Instalados en la costa atlántica, los ingleses fueron progresando en número y, a la vez que demandaban tierras y las arrebataban a los indios, vieron en las misiones españolas una suculenta cantera de esclavos para sus plantaciones. Fueron sucesivamente asaltadas por bandas de raptores descolgados desde el norte anglosajón, con el remate depredador de las incursiones de los gobernadores Moore y Oglethorpe, que literalmente barrieron del territorio floridano las misiones, matando a los indios o capturándolos y recluyéndolos en el entorno de San Agustín. De no ser por ello, los indios floridanos hubieran subsistido como etnia en Estados Unidos.

Indios Pueblo 1 Keres 2 Towa 3 Tewa 4 Tiwa

Y subsistieron donde no hubo presión inglesa: en el suroeste. Allí, con la colaboración de indios pacíficos como los pimas o los pueblo, los monjes establecieron una gigantesca red de misiones en Texas, Arizona, Nuevo México y Colorado. Pero el proceso no estuvo exento de dificultades; al contrario. Porque en el área menudeaban tribus nómadas y depredadoras, como sioux, apaches, navajos o comanches, cuyas continuas incursiones sobre los ranchos hicieron peligrar la propia presencia española en la región, ya que las familias de colonos se resistían a instalarse en tierras tan inseguras. El riesgo de abandono general del área era real y fue el genio político-militar de Juan Bautista de Anza, fundador de San Francisco y gobernador de Nuevo México, quien logró lo que nadie antes: pacificar el territorio y consolidar la presencia española. Para ello fijó su atención en el jefe comanche Cuerno Verde, de indiscutible liderazgo en toda la región. Con tropas presidiales bien adiestradas logró sorprenderlo en su propia guarida y vencerlo, tras lo cual, además de los comanches, los navajos buscaron la alianza con los españoles. Con todos ellos, más los tradicionales aliados pueblo, Anza se lanzó contra los apaches, que pidieron la paz. Fue la Pax Anza, que duró hasta el fin de la época española. La colonización de California fue la más tardía y operó en favor de la integración la larga experiencia misionera española, la naturaleza poco hostil de los indios de la costa pacífica y el genio organizador del franciscano Junípero Serra, creador del rosario de misiones californianas, enlazadas todas ellas por el Camino Real. Varios siglos después de la llegada de españoles e ingleses, el cuadro vigente de la Norteamérica nativa es el siguiente: al este del río Misisipi, en la zona de influencia o presión inglesas, no quedan poblaciones indígenas o apenas retazos de ellas. Al oeste, en el área española, las tribus indias han sobrevivido pese a todo, y mantienen sus costumbres y sus tradiciones. muyinteresante.com.mx

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Encuentros en la primera fase. Ponce de León y sus

Conquistadores al norte del Río Bravo

hombres frente a un grupo de indígenas en medio de una de las selvas de Florida, según una pintura del siglo XIX del Museo Cummer de Jacksonville.

El lejano oeste español Ni el cine ni la crónica histórica predominante se han ocupado de las aventuras y colonización llevadas a cabo por los españoles en una inmensa parte de lo que hoy es Estados Unidos. He aquí sus peripecias. Por Fernando Martínez Laínez

PERSONAJE

Junípero Serra.

Nacido en 1713 en Mallorca, este fraile franciscano fundó las célebres misiones de California. Moriría en la de San Carlos Borromeo, en 1784.

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P

ensar que la expansión española en América terminó en los actuales límites de México es un error histórico. El impulso explorador y conquistador no se detuvo en el Río Bravo, sino que continuó mucho más al norte, con una tenacidad asombrosa, hasta alcanzar para la segunda mitad del siglo XVIII las heladas extensiones de Alaska. La labor colonizadora a lo largo de más de tres siglos dejó en Norteamérica una honda huella que subsiste en sitios como Nuevo México, Arizona, California, Colorado, Florida, Montana, Texas o Nevada. Todos ellos fueron territorios que pertenecieron a España hasta hace apenas dos siglos. Esta presencia continuada ha dejado además un profundo surco lingüístico y cultural que distingue con claridad a la América anglosajona de esa otra que se expresa en español, con una herencia común de raíz hispánica. El esfuerzo colonizador anglosajón que, partiendo del este de Estados Unidos siguió hacia el

oeste hasta alcanzar California, aniquilando de paso a las etnias indias que tuvieron la desgracia de cruzarse en el camino, no recorría tierras inexploradas por los europeos.

Ciudades de renombre Mucho antes de que el cine de Hollywood, con su habitual frivolidad histórica, diera al mundo su adulterada versión de la conquista del Lejano Oeste, los hispanos ya estaban allí, habían entrado en contacto con las tribus originarias que poblaban las praderas y sierras norteamericanas y fundado un rosario de ciudades como Santa Fe, Albuquerque, Durango, El Paso, San Antonio, San Agustín, Los Ángeles o San Francisco. Españoles fueron los primeros europeos que descubrieron el Misisipi y el cañón del Colorado, los primeros que vieron búfalos y establecieron puestos defensivos a lo largo de más de 5,000 kilómetros de frontera; los primeros que se internaron en los pantanos de Florida y en los desiertos de Arizona, Nuevo México y Nevada; los primeros que crearon ciudades al norte del Río

FOTO: THE CUMMER MUSEUM OF ART AND GARDENS, JACKSONVILLE, FLORIDA

Bravo y exploraron California, y los primeros que abrieron vías terrestres, como el Camino Real de Tierra Adentro, que unía Ciudad de México con Santa Fe, o el Viejo Sendero Español (Old Spanish Trail) que iba desde el norte de Nueva España hasta la Alta California. También fueron los primeros que pactaron, negociaron o combatieron con las tribus de sioux, navajos, comanches, pueblo, cherokees, apaches o semínolas mucho antes de que fueran confinadas en reservas en condiciones miserables. Y todo eso sin grandes ejércitos, con apenas unos pocos centenares de soldados que, muchas veces con sus familias, defendieron durante siglos la inmensidad de una frontera constantemente amenazada no sólo por las incursiones indígenas, sino también por otras potencias europeas, como Gran Bretaña y Francia. El enorme territorio se defendía con pequeñas guarniciones (presidios) y unidades de caballería ligera (dragones de cuera) que protegían a la población asentada. En este esquema defensivo colaboraban las milicias, formadas por personal civil que empuñaba las armas en caso de necesidad o contribuía con su aportación económica al esfuerzo defensivo de los recién llegados.

flecha, falleció después en La Habana. Sus restos están enterrados en la catedral de Puerto Rico. Después, La Florida tuvo que ser defendida tenazmente durante todo el siglo XVIII de los intereses británicos. Una tarea militar en la que se distinguió Bernardo de Gálvez, sobrino del ministro de Indias, José de Gálvez, que recuperó la costa del golfo de México y una parte de Florida ocupada por los ingleses, a los que derrotó en Baton Rouge y Pensacola en 1781. Con sus acciones contribuyó decisivamente a la causa independentista de Estados Unidos, donde hay estatuas en Washington y Nueva Orleáns dedicadas a su memoria y una ciudad que lleva el nombre de Galveston. Poco después de la muerte de Ponce, y tras haber explorado las costas de las actuales Virginia y las dos Carolinas, el toledano Lucas Vázquez de Ayllón, con cinco barcos en los que iban colonos con mujeres más unos cuantos frailes dominicos, fundó el asentamiento de San Miguel de Guadalupe en 1526, el primero en la costa solitaria de Georgia, casi un siglo antes de que los peregrinos del Mayflower pisaran tierra americana. Sin poder consolidar la colonia debido al frío y las muchas desavenencias entre los colonos, Vázquez de Ayllón murió de fiebres antes de lograr regresar a Santo Domingo.

Ponce llegó a Florida

En busca de pasos y límites

La penetración de España en el sur de Estados Unidos se inició con Juan Ponce de León, primer gobernador de Puerto Rico, que en 1513 puso el nombre de La Florida a un territorio del que se desconocía si era una isla o una península. Nacido en Santervás de Campos (Valladolid) en 1460, Ponce de León había sido paje de Fernando el Católico y combatido en la guerra de Granada. Después de someter con dureza la isla de Borinquén, hoy Puerto Rico, se obsesionó con la leyenda (dicen que para curar su propia impotencia) de una tierra situada al norte en la que había manantiales que “tornaban mozos a los viejos” y otorgaban la eterna juventud. A pesar de que ya era un hombre rico y tenía más de 50 años, Ponce de León arriesgó toda su fortuna en una expedición que en marzo de 1513, en Pascua Florida (de donde viene el nombre que dio al lugar), desembarcó cerca de Cabo Cañaveral. En ese primer intento costeó la nueva tierra y el piloto de la expedición, Antón de Alaminos, descubrió la Corriente del Golfo, que alteraría en definitiva el camino de la navegación atlántica entre Europa y América. Tras ser nombrado adelantado –alto cargo de mando– de La Florida, Ponce de León organizó en 1521 un nuevo viaje con intención de establecer una colonia en aquel territorio, que no prosperó por la feroz resistencia de los indígenas. Los españoles se retiraron y el conquistador, herido por una

Ya por esa temprana época, los cartógrafos españoles se enfrentaron a un doble problema: primero, delimitar con exactitud la costa atlántica desde Florida a las codiciadas pesquerías de Terranova; y segundo, encontrar un paso que llevara al Pacífico y las islas de las Especias desde el océano Atlántico, lo que se conocía como Paso del Noroeste. De la tarea se encargó Esteban Gómez, un navegante portugués al servicio de España que llegó a Nueva Escocia en 1525, y desde allí bordeó hacia el sur, a lo largo de la costa de Nueva Inglaterra, y descubrió lo que hoy es el puerto de Nueva York y Manhattan. Luego recorrió las costas de Nueva Jersey y Pensilvania hasta alcanzar La Florida, desde donde volvió a España. Sus datos dieron en la práctica a la administración española el monopolio de la navegación en todo el litoral norteamericano durante más de medio siglo. Por otra parte, los grandes recorridos por el interior de Norteamérica se centran en tres nombres: Hernando de Soto, Vázquez de Coronado y Cabeza de Vaca, aunque no fueron los únicos. Soto nació en Jerez de los Caballeros hacia 1498 y es el prototipo del conquistador hidalgo y pobre que forja su propio destino con la espada. Cuentan que tuvo que pedir dinero prestado para viajar al Nuevo Mundo, donde lo protegió Pedrarias Dávila, gobernador de Darién (en Panamá). Después de combatir en las selvas centroamericanas se unió como

LIBRO La Florida española, Borja Cardelús y A.F. Toraño. Polifemo, 2013. Sólo el tesón y el empeño de los pioneros españoles hizo posible la colonización de este difícil y hasta peligroso territorio.

8 estados con

nombre español en EUA: Colorado, Florida, Montana, Nevada, Nuevo México, Texas, Arizona y California (impuesto por Diego de Becerra en 1533).

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MUY INTERESANTE

HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Puente a San Francisco

Arriba en el recuadro. Uno de los letreros que señalan el curso del Sendero de Anza.

niana, la expedición alcanzó San Francisco en marzo de 1776, donde estableció un presidio al que se le añadió una misión que sería el germen de la gran ciudad actual. Nombrado gobernador de Nuevo México y comandante de las tropas de Sonora, Anza se enfrentó a los comanches para mantener abierta las comunicaciones entre Santa Fe y la Alta California. Siendo comandante del presidio de Tucson, en Arizona, murió en 1788 y fue enterrado en una iglesia de la ciudad de Arizpe. Su nombre se recuerda en Estados Unidos vinculado al Anza Historic Trail (Sendero de Anza), que une Arizona y California.

capitán de caballería de Francisco Pizarro a la conquista del imperio de los incas, donde tuvo un papel destacado. En 1536, tras recibir su parte en el botín obtenido en Perú, regresó a España como un hombre muy rico y se instaló en Sevilla, pero “no contento con lo ya trabajado y ganado”–como dijo el Inca Garcilaso–, deseó emular la fama y hazañas de Hernán Cortés y Pizarro. A base de mover influencias y dinero consiguió que el emperador Carlos V le autorizara una expedición a Florida y algunas tierras más al norte. Partió en mayo de 1539 desde La Habana con nueve barcos que transportaban 650 hombres y 223 caballos.

Camino de desventuras

WEB hiddenhispanicheritage.com Página en inglés y español que recorre los sitios y tradiciones que conforman la herencia española de Estados Unidos.

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En cuanto desembarcaron en la península norteamericana, la expedición se convirtió en una marcha infernal por el calor sofocante, los pantanos, los mosquitos, las serpientes y la resistencia bravía de los indígenas. Sin cejar en su avance hacia el norte, pensando en encontrar oro, Soto y sus hombres alcanzaron los montes Apalaches, y por tierras de Georgia y Carolina del Sur se adentraron en el país de los cherokees. Luego giraron al suroeste y arribaron al valle del Tennessee y la actual Mobile, donde tuvo lugar una gran batalla con los indios de la tribu choctaw. Con los supervivientes de la expedición a punto de amotinarse, Soto prosiguió su marcha hasta las tierras altas del Misisipi sin dejar de pelear con los indios, y alcanzó las orillas del gran río al sur de San Luis en abril de 1541.

Llamada de atención. Una campana de las que marcan el Camino Real californiano indica también la presencia de la misión de San Diego. Aspecto del lugar en 1940.

Desesperados por hallar el ansiado oro, los expedicionarios cruzaron el Misisipi y Arkansas, y avanzaron por el oeste hasta las laderas de las montañas Rocallosas, caminando en pos de una riqueza que parecía estar siempre más allá a medida que aumentaban las penalidades. Descorazonado y exhausto, Soto, probablemente enfermo de malaria, falleció a orillas del río Misisipi en junio de 1542 y, para que los indios no pudieran verlo muerto, los españoles colocaron su cadáver en el hueco de un gran árbol y lo hundieron en el mencionado afluente. Francisco Vázquez de Coronado, segundón de una familia hidalga de Salamanca, era gobernador en 1538 del territorio de Nueva Galicia, al norte de Nueva España, y desde allí emprendió una exploración en 1540 en busca de la mítica ciudad de Cíbola, un reino de fantasía febril repleto de riquezas. La expedición –en la que iban varias mujeres y frailes franciscanos– se internó en Arizona, y los españoles, tras varias jornadas de duro caminar, llegaron al río Rojo, donde hicieron contacto con los indios zuñi, y desde allí mandaron grupos exploradores en varias direcciones. Uno de ellos, al mando del sargento García López de Cárdenas y guiado por indios hopis, descubrió el célebre cañón del Colorado. En 1541, habiendo oído hablar de otro mito áureo, la ciudad de Quivira, Coronado cruzó el norte de Texas, donde avistó enormes manadas de “vacas salvajes” (búfalos) y, luego de pasar por Nuevo México, entró en Oklahoma y Kansas para retornar a Texas. Tras un sangriento combate con

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ntre los años 1775 y 1776 se produjo la expedición de Juan Bautista de Anza, que recorrió casi 2,000 km de territorio desértico entre Nueva España y la Alta California. Anza había nacido en 1736 en Sonora (Nueva España), hijo de un soldado de frontera que pereció en lucha contra los apaches. Motu proprio. Era capitán en el presidio de Tubac, Arizona, cuando solicitó dirigir una expedición colonizadora a la Alta California con el doble objetivo de fijar una ruta terrestre desde México y defender la bahía de San Francisco, donde los rusos pretendían establecer una colonia desde Alaska. Siguiendo el curso del río Gila por el territorio de los indios yuma, y bordeando la costa califor-

los indios tiguex en diciembre de 1540, Coronado, enfermo y muy decepcionado por no hallar las riquezas que esperaba, decidió regresar a la Ciudad de México sin esperar el permiso del virrey, lo que le costó ser juzgado y encarcelado, acusado además de crueldad con los indios, y terminar oscuramente sus días. Su expedición recorrió más de 6,000 kilómetros de territorio norteamericano que ningún “hombre blanco” había pisado antes, y abrió la puerta a la colonización hispana de la zona oeste de Estados Unidos.

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Aventuras en la inmensidad Álvar Núñez Cabeza de Vaca, también de familia hidalga, nació en Jerez de la Frontera en 1507 y fue tesorero y alguacil en una desgraciada expedición que emprendió Pánfilo de Narváez en la costa del golfo de México, de la que sólo quedaron unos cuantos náufragos. Obligado a sobrevivir entre indios muy pobres, Cabeza de Vaca realizó largas marchas sin rumbo fijo y recorrió miles de kilómetros en condiciones infrahumanas por regiones desconocidas de Texas, Arizona y el norte de México, hasta llegar en mayo de 1536 a Culiacán junto con otros tres españoles que encontró en el camino, y desde allí a Ciudad de México, donde su peregrinaje se hizo famoso. Siguiendo instrucciones del virrey de Nueva España, y tras haber sido nombrado adelantado y gobernador de Nuevo México, Juan de Oñate, con una expedición de 83 carretas tiradas por bueyes y 7,000 cabezas de ganado, se lanzó en 1597 a colonizar Nuevo México, y en agosto de 1598 fundó la primera población hispana en dicho territorio, bautizada como San Gabriel. Tras mantener a raya a los temibles apaches y en busca de mejores tierras para los colonos, Oñate fue encontrando tribus indias a las que llamó “pueblo” y luego hizo contacto con otras como los

navajos, los queres y los comanches, que habitaban los estados de Arizona, Nuevo México, Utah y Colorado. La expedición de Oñate logró la sumisión de una serie de tribus indias y alcanzó la ciudad de Acoma, construida en una meseta prácticamente inaccesible por los indios queres, que fue conquistada por el sargento Vicente Zaldívar en uno de los combates más feroces de la Historia de América. La ruta que abrió Oñate es hoy una de las principales vías históricas de Estados Unidos, que se conoce como Camino Real de Tierra Adentro y une Ciudad de México con Santa Fe, la capital de Nuevo México. Durante siglos fue el eje de casi todas las comunicaciones entre El Paso y las poblaciones situadas al norte del Río Bravo. Oñate llegó a la Alta California por desiertos y montañas siguiendo el curso de los ríos Gila y Colorado, y por fin, cuando regresaba a la Ciudad de México tras haber sido destituido del cargo de adelantado, fue atacado por los apaches, que mataron a su hijo. Procesado por supuesta brutalidad con los indios y falsedad de cuentas, Oñate volvió a España, donde fue rehabilitado en 1621 y nombrado inspector de las Reales Minas. Descontentos por la rudeza con que algunos misioneros les obligaban a cambiar de religión, y aprovechando que la mayor parte de las tropas del gobernador estaban combatiendo a los apaches, los indios pueblo organizaron un alzamiento armado simultáneo en agosto de 1680 que arrasó toda la región al norte del Río Bravo. Los españoles supervivientes se refugiaron con sus familias en la ciudad de Santa Fe y allí resistieron varios ataques indios hasta que pudieron retirarse a El Paso. A partir de ahí, las fuerzas virreinales reaccionaron y en julio de 1692 pasaron a reconquistar Nuevo México. Al comenzar el siglo XVIII, el territorio ya estaba otra vez controlado por España en su totalidad, pero no se reinstauró el sistema de encomiendas y se reconoció formalmente una serie de derechos de la nación pueblo que se mantienen hasta ahora.

Un lugar para morir y otro para revivir. Arriba: el cadáver de Hernando de Soto es arrojado de noche a las aguas del Misisipi para no ser descubierto por los indios. Izquierda: una partida de Ponce de León revisa a fondo un manantial de Florida para comprobar si es la anhelada Fuente de la Eterna Juventud.

PERSONAJE José de Gálvez.

Este aristócrata (17201787) reforzó la frontera norte de México y organizó expediciones con el fin de iniciar la colonización de California.

España exploró y colonizó una enorme parte de los actuales Estados Unidos apenas con ejército. muyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Con dirección norte

El lago Wonder,

Más indios se levantan

(arriba derecha) en el parque nacional de Denali, en Alaska, durante los meses de invierno.

Otra rebelión de nativos importante fue la de los indios pimas y papagos, en lo que se conocía como la Pimería Alta, capitaneada por Luis Oacpicaigua, que servía en el ejército español. Tras incendiar las misiones y matar a más de 100 colonos, las fuerzas españolas se recuperaron y los pimas se rindieron. Las tribus rebeldes fueron perdonadas y se crearon nuevos presidios en la frontera que reforzaron la hispanización del territorio, donde a partir de entonces indios y españoles convivieron sin problemas graves. El impacto de la colonización española en los indios norteamericanos tuvo efectos profundos pero desiguales. Los más nómadas y belicosos, como apaches, comanches, navajos o semínolas, fueron muy renuentes a la influencia de las misiones, que sin embargo prosperaron en otros sitios, como California y Nuevo México, donde los indios aceptaron de buen agrado los cambios culturales impuestos. En cuanto hubo consolidado su dominio en los territorios del demolido imperio mexica, Hernán Cortés proyectó una serie de expediciones hacia el noroeste por la costa del Pacífico en busca, sobre todo, del imaginado estrecho de Anian, que –se creía– atravesaba el continente americano y unía los océanos Atlántico y Pacífico. Así se descubrie-

Un mundo sin fin. Cabeza de Vaca mira el horizonte junto a sus compañeros de aventuras: Andrés Dorantes, el esclavo Estebanico y Alonso del Castillo.

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de latitud norte, pero fue Juan Francisco de la Bodega y Quadra, nacido en Lima, el primer navegante español que llegó pocos años después a la altura de Alaska, entró en el estrecho de Sitka, hizo contacto con nativos y plantó la bandera en varias islas y cabos. Otra expedición al mando de Gonzalo López de Haro informó a las autoridades españolas de las intenciones inglesas de ocupar la isla y puerto de Nutka, pegados a la isla de Vancouver. Dos barcos al mando de Esteban José Martínez se adelantaron a tomar tan estratégico enclave. El incidente provocó un grave conflic-

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to diplomático que estuvo a punto de iniciar una guerra entre España y Gran Bretaña, pero al final se saldó con la retirada de la guarnición española. Bandera arriada. San Diego, primera ciudad de la Alta California, fue el último punto de lo que hoy son Estados Unidos en el cual se arrió la bandera española el 14 de abril de 1822. Poco antes, Iturbide se había declarado emperador de México y California pasó a la nueva autoridad mexicana.

La expedición de Coronado recorrió 6,000 kilómetros nunca antes pisados por el hombre blanco. ron la península de Baja California, antes considerada una isla, y las bahías de San Diego y Monterrey.

El sueño de California Pero la exploración se detuvo hasta el reinado de Carlos III, que la reanudó para bloquear la ambición de otras potencias europeas por establecerse en territorio californiano. El personaje encargado de dirigir esta tarea fue José de Gálvez, nombrado visitador general del virreinato de Nueva España en 1765. Gálvez estableció una línea de presidios a lo largo de toda la frontera septentrional y puso en el puerto de San Blas, en la costa occidental de México, la base para la expansión colonizadora hacia el norte de California. En contacto con el franciscano fray Junípero Serra, que dirigía las misiones de la Baja California, Gálvez organizó una gran expedición terrestre y marítima para fijar la presencia de España en la Alta California, desde San Diego hasta la bahía de San Francisco. El jefe designado fue el catalán Gaspar de Portolá, que en 1770 estableció el presidio de San Carlos Borromeo, donde Junípero Serra fundó una misión que se unió a otras que todavía perduran (San Diego, San Gabriel, San Luis Obispo, San Antonio, Santa Clara, San Francisco y San Buenaventura) a lo largo de toda California. La protección del Camino Real quedó a cargo de la Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña, que más adelante tendría una destacada actuación en Nutka (Vancouver), uno de los últimos bastiones españoles en América.

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a actividad creciente de ingleses, franceses, rusos y norteamericanos deseosos de establecerse en la costa del Pacífico hizo que desde España se dieran órdenes de organizar una serie de expediciones marítimas que terminaron por superar el límite del Círculo Polar Ártico y tomar posesión de Alaska en junio de 1790. Una acción que llevó a cabo Salvador Hidalgo en solemne ceremonia con el buque San Carlos y soldados de la Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña. Una expedición naval exploratoria, al mando de Juan Pérez, partió de San Blas en 1772 hasta alcanzar casi los 60º

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

El imperio comanche

Amos y señores

de las llanuras Entre 1750 y 1850, este poderoso y aguerrido pueblo aterrorizó a los apaches y otras etnias indígenas, dominó un vasto territorio y tuvo en jaque a los colonos ingleses y españoles. Por Guillermo Soto 14

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n los albores del siglo XVIII, los comanches eran cazadores recolectores que vivían en los escarpados desfiladeros de la frontera septentrional del reino español de Nuevo México. En un proceso bastante rápido, se expandieron por el suroeste de los actuales Estados Unidos y crearon un imperio que controlaba una enorme red comercial cuyos límites iban de Canadá a Ciudad de México. Influyeron a sus vecinos, aterrorizaron a los belicosos apaches e impusieron sus reglas de juego a los colonos españoles y angloamericanos. Lejos de la imagen occidental de indígenas primitivos, los comanches fueron un pueblo poderoso que tuvo en jaque a las potencias europeas que se atrevieron a enfrentarse a ellos. Al menos, así es como los retrata el finlandés Pekka Hämäläinen, profesor de la Universidad de California (Santa Bárbara) y autor de El imperio comanche, un libro que narra la fascinante historia de esta tribu. Durante un siglo, el transcurrido aproximadamente entre 1750 y 1850, los comanches fueron el pueblo dominante en aquel vasto territorio, donde difundieron su lengua y su cultura. “Sus habilidades, tanto en el terreno político como en el militar y comercial, les facilitaron la tarea de controlar y explotar a los destacamentos coloniales ubicados en Nuevo México, Texas, Luisiana y el norte de México”, explica Hämäläinen.

XVIII en los documentos españoles con el nombre de comanches. En 1706, los habitantes del pueblo de Taos, situado en el rincón septentrional de Nuevo México, enviaron noticias al gobernador español de Santa Fe respecto a que la aldea esperaba un ataque inminente de los indios utes y de sus nuevos aliados, los comanches.

En busca de caballos Aquel documento fue la primera aparición de esta tribu en la Historia escrita. Dos décadas después, cuando sus guerreros atacaron con violencia los territorios fronterizos del norte de Nuevo México, las autoridades españolas buscaron información sobre ellos. Uno de esos altos cargos fue el brigadier Pedro de Rivera, que en 1726 trató de reunir información coherente de un pueblo “tan bárbaro como belicoso, cuyo origen se ignora”. Hämäläinen cree que el motivo de la migración de los shoshones al sur pudo ser su deseo de acceder a los caballos, que acababan de empezar a propagarse en gran número hacia el norte desde el territorio español de Nuevo México. La revuelta de los indios pueblo en 1680 expulsó a los conquistadores españoles durante unos años. En aquel lapso de tiempo, esta tribu se hizo de muchos caballos y vendió parte de ellos a los indios vecinos de las praderas y las montañas. Los comanches (shoshones) empezaron a adquirirlos en torno a 1690, y en pocos años prosperaron gracias a su repentina capacidad para desplazarse, cazar y pelear.

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Una división de los shoshones Extrajeron recursos y mano de obra de sus vecinos apaches y euroamericanos mediante el robo, el secuestro de personas y los impuestos. De forma vertiginosa, los comanches pasaron a ser los «señores de las llanuras meridionales». Mientras lograban gran influencia política y económica, las colonias españolas y otras tribus agrícolas padecían los inconvenientes de vivir en la periferia de un imperio que se dirigía desde Europa. Después de la independencia de México (1821), aquel inmenso territorio pasó a ser parte del nuevo país. Pero lejos de desaparecer, el control comanche continuó con mayor fiereza, si cabe decirse. A diferencia de las potencias imperiales euroamericanas, los comanches no pretendían establecer asentamientos coloniales a gran escala: para alcanzar sus objetivos, aprovecharon el potencial económico de sus rivales. Pero ¿de dónde provenía aquella poderosa tribu de guerreros? Sus orígenes hay que buscarlos en la tribu de los shoshones, que se asentaba en las montañas de Utah. A finales del siglo XVII se separaron en dos facciones: una se dirigió hacia el sur y desapareció varios años de los registros arqueológicos, hasta que reapareció a principios del siglo

Aliados de los ute En aquel tiempo, los comanches formaron una alianza política y militar con la tribu ute que reportó ventajas estratégicas a ambos grupos. Los ute estaban en guerra contra los navajos por los privilegios comerciales y de saqueo en el norte de Nuevo México, y ansiaban obtener ayuda militar para contenerlos. En contrapartida, los ute proporcionaron información a los comanches para que se adaptaran a la cultura del caballo, lo que éstos hicieron con una asombrosa rapidez y enorme facilidad. Aquel animal podía acarrear 100 kilos de carga en el lomo y arrastrar en un travois hasta 150, cuatro veces más que un perro grande. El travois era un sistema de transporte que iba amarrado a perros y caballos y que fue Sofisticados y belicosos. Así fueron los comanches, muy distintos a la imagen transmitida en westerns. Izquierda: representación moderna de una danza tradicional comanche. Derecha: un jefe ute, sus aliados.

LIBRO El imperio comanche, Pekka Hämäläinen. Península, 2011. Su historia, cultura y tradiciones, sus leyendas, guerras y hazañas en un libro sorprendente sobre la edad de oro de este pueblo.

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las ambigüedades del sistema legal y colonial que imponía Madrid. Las leyes españolas prohibían expresamente la compra, venta y tenencia de esclavos indios, pero los colonos de Nuevo México encubrían aquel comercio ilegal con el pretexto de salvar indígenas, cuyas almas estaban prisioneras de los “feroces y paganos” comanches.

Una imagen aterradora

40,000 personas llegó a ser

la población de los vastos territorios de Nuevo México y Texas que comprendía la Comanchería a finales de la década de 1870.

El travois, otro gran invento. Con este sistema de transporte amarrado a perros o caballos (foto de 1908), los indios acarreaban hasta 150 kg de carga.

ampliamente utilizado por las tribus indígenas en las llanuras. Además, los equinos españoles eran capaces de recorrer el doble de distancia diaria que un perro. Gracias a los caballos, los comanches pudieron transportar más pieles, carne y utensilios domésticos, así como buscar caza y recursos en territorios más distantes. El comercio mejoró y las tácticas de caza y guerreras incrementaron el poder de las rancherías comanches. En la década de 1710, tan sólo una generación después de haber conseguido los primeros ejemplares, los comanches iniciaron incursiones a caballo en el norte de Nuevo México. Los ute llevaban comerciando en este territorio desde la década de 1680 y habían acumulado suficientes armas y utensilios de metal de origen español para entregar algunos a sus aliados. Aquel regalo de los ute hizo que los comanches pasaran de la Edad de Piedra a la del Hierro en un abrir y cerrar de ojos. Los cuchillos, punzones y pucheros de hierro eran más eficaces que sus equivalentes de piedra, hueso y madera, lo que aceleraba las tareas cotidianas de cazar, cocinar, coser y luchar. Con la ayuda de los ute, los comanches se incorporaron al comercio de esclavos, una práctica consolidada en Nuevo México y estimulada por

Nace la Comanchería Cuando los españoles empezaron a tomar conciencia de lo peligrosa que era la situación en la frontera, los ute y sus feroces aliados decidieron desplazarse a las vastas praderas que se abrían al este. En menos de una generación, los comanches añadieron a su territorio las llanuras surorientales mientras continuaban presionando en la frontera septentrional del imperio español, desde el norte de Nuevo México hasta la zona central de Texas. La conquista de la cuenca alta de Arkansas en la década de 1720 marcó el final de la primera fase de expansión comanche. Aquel ámbito territorial, que ocupaba de norte a sur el espacio comprendido entre el valle de Arkansas y el río Cimarrón, era rico en pasto y búfalos. La zona más apreciada era la denominada Big Timbers (Grandes Árboles) de Arkansas, un bosque denso de chopo americano regado por vías pluviales que fue el núcleo sobre el cual se extendió la Comanchería.

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Guerreros a caballo. Este imponente aspecto de un shoshone con plumas de águila y su montura pintada con símbolos de guerra aterraba a sus enemigos en el siglo XVIII.

Antes de entrar en batalla, los “señores de las llanuras” pintaban sus caballos con franjas rojas, negras y blancas, y teñían sus propios cuerpos de rojo para mostrar al enemigo una imagen aterradora. “Los jefes de las partidas de guerra utilizaban tocados o penachos de plumas de águila y algunos de los guerreros más intrépidos se cubrían la cabeza con un gorro hecho con un escalpe de búfalo, que iba adornado también con plumas e incluía los cuernos del animal”, escribe el historiador mexicano Cuauhtémoc Velasco Ávila en su libro La frontera étnica en el noreste mexicano: los comanches entre 1800 y 1841. A principios del siglo XVIII, la coalición de indios ute y comanches dominaba los territorios fronterizos septentrionales de Nuevo México. Los aliados aprovecharon los asentamientos españoles como almacenes de recursos. “A veces vendían y realizaban incursiones en el norte de Nuevo México, otras intercambiaban esclavos y pieles por caballos, maíz y utensilios de metal, y otras veces huían con ganado y víveres robados”, recuerda Hämäläinen. El frágil control del imperio español de sus fronteras septentrionales no lograba mantener unidas a las aldeas, y la región empezó a desintegrarse política y socialmente.

La vida ecuestre y el dominio del caballo fue la principal clave del poderío comanche.

Comerciando con los rostros pálidos. Los comanches y los ute vendían pieles a los europeos a cambio de caballos, maíz, herramientas metálicas, etc., como puede verse en este grabado coloreado.

Mientras España fortificaba sus fronteras coloniales, los comanches trazaron el mapa de sus territorios. A finales de la década de 1770, Nuevo México y Texas se convirtieron en la periferia de un nuevo orden que giraba en torno a la Comanchería, cuya población superaba las 40,000 personas. En el momento de mayor poderío, a principios del siglo XIX, el imperio comanche se componía de unas 100 rancherías que se dispersaban a lo largo y ancho de la Comanchería. Esta era la unidad básica que agrupaba a una red de familias aliadas.

Superpotencia en expansión Antes de que concluyera la década de 1730, los comanches habían acumulado caballos suficientes para proporcionar monturas a todos sus guerreros. Realizaron migraciones estacionales en función de la disponibilidad de búfalos, pasto para los caballos, madera y agua. En la década de 1740, los comanches y los ute libraron una brutal guerra en Nuevo México, provocando la desola-

ción al norte de Albuquerque. Las autoridades españolas contraatacaron con expediciones de castigo esporádicas. Tras sufrir algunas derrotas, los comanches instauraron con rapidez una red de alianzas que estabilizó sus fronteras oriental y septentrional, y consolidó su dominio sobre las praderas del este de Nuevo México. Cuando firmaron el tratado de 1762, los comanches ya habían iniciado una nueva expansión. En menos de una década, su imperio abarcaba la totalidad de las llanuras de Texas, una vasta extensión de territorio que se extendía desde el río Pecos, en el oeste, al Cross Timbers, en el este, y la inmensa región que iba desde el río Rojo, en el norte, hasta la Escarpadura de Balcones, en el sur. Aquella expansión convirtió a los comanches en una superpotencia que ocupaba un territorio de más de 400,000 kilómetros cuadrados. La necesidad de ensanchar su economía de caballos y búfalos los había llevado a las praderas en torno a 1700. Setenta años después, en 1770, esa misma necesidad los envió a las llanuras de Texas. Todo su mundo giraba en torno a su capacidad para sustentar el aumento de sus ya abultadas manadas de caballos, y fue este imperativo el que los atrajo hacia la Texas española.

PERSONAJE Juan Bautista de Anza

(1736-1788), nacido en Sonora de ascendencia vasca y gobernador de Nuevo México, quien acabó con los comanches de Cuerno Verde.

Guerra permanente Aquel territorio estaba salpicado de misiones, presidios (asentamientos) y ranchos civiles mal defendidos, lo que lo convertía en un objetivo para los guerreros comanches. La primera línea de frontera del imperio español en Texas era San

La vida en las rancherías

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os comanches vivían en rancherías que estaban compuestas en torno a unas 200 tiendas llamadas tipis, cuya población podía ser de unos 600 habitantes y albergar cerca de 2,000 caballos, su bien más preciado. Pero tantos animales acababan rápidamente con los pastos, razón por la cual las rancherías se trasladaban de un lugar a otro cada 10 o 15 días, aproximadamente. La familia, compuesta por un guerrero, esposa e hijos, vivía en una tienda hecha de piel de bisonte. Cada ranchería tenía dos jefes, uno de paz para dirimir cuestiones tribales y otro que trataba los asuntos bélicos. Vestían con pantalones y taparrabos de piel curtida y se armaban con lanzas, flechas y rifles. Ritos y ceremonias. El chimal (escudo) era elaborado con cuero muy grueso y en el centro llevaba un amuleto que los protegía de heridas y otros males. Los guerreros eran aquellos hombres capaces de asistir al combate, y entre ellos sobresalía

el grupo de los Lobos, cuyos integrantes habían jurado no huir nunca ante el enemigo. Durante interminables horas alrededor de una gran fogata, los comanches practicaban danzas o mitotes (tal y como los llamaban los españoles). También celebraban una ceremonia de paz en la que sacrificaban un caballo, que era depositado en un hoyo junto a algunas armas de los bandos enfrentados. Se tomaban muy en serio los tratados de paz, razón por la cual las autoridades coloniales los trataban como un bloque social y cultural.

Foto de 1873, una familia comanche junto a su tipi en una ranchería.

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Búfalos, su fuente de vida. De los búfalos (bisontes americanos), los comanches aprovechaban todo: carne, piel, vísceras, sebo y huesos (cuadro anónimo).

Asaltos a las misiones. Eran un objetivo fácil para los comanches por estar desprotegidas. Arriba, cuadro anónimo del siglo XVIII sobre la destrucción de la misión de San Sabá (Texas).

WEB bit.ly/1nYmOQ2 Sección de la web Pueblos originarios en la que se aborda la cultura shoshone, indios de Utah de quienes se separaron los comanches.

Antonio, uno de tantos pueblos fundados por los misioneros franciscanos cuando las vastas regiones de Coahuila, Texas y California pertenecían a la Corona española. En 1779, el gobernador de Nuevo México, el español Juan Bautista de Anza, reunió un ejército que incluía indígenas para enfrentarse al jefe comanche Cuerno Verde, cuyos guerreros atacaban los asentamientos coloniales. De Anza planeó una incursión en territorio enemigo, donde tendió una trampa a Cuerno Verde. En septiembre, el jefe comanche y una treintena de guerreros fueron abatidos por los 600 hombres de De Anza. Aquella pírrica victoria fue apenas una escaramuza más en la permanente guerra que enfrentaba a la Corona española y a los comanches; una lucha larvada que heredó México cuando se independizó. Los comanches lograron explotar más a fondo que otras tribus las inmensas reservas bioenergéticas almacenadas en las manadas de búfalos. Al reinventarse a sí mismos como cazadores a caballo, dependieron totalmente de una única fuente de alimento, el búfalo, que les propor-

cionó una acelerada ingesta de calorías, lo que facilitó el crecimiento demográfico rápido y sostenido de su pueblo.

Las claves de su éxito Pero si el modo de vida ecuestre ofrecía tantas ventajas económicas, demográficas y militares, ¿por qué no lo adoptaron otras tribus, como los apaches? La respuesta hay que buscarla en la diferente trayectoria evolutiva de ambos grupos, así como en las diferencias de actitud hacia las innovaciones y el cambio cultural. Cuando estallaron las guerras entre comanches y apaches a principios del siglo XVIII, estos últimos atravesaban un largo proceso de transformación en pueblo agrícola. Las labores de cosecha y sus relaciones sociales y creencias hicieron casi imposible que los apaches regresaran al nomadismo y la caza. Por el contrario, para los comanches el paso a una vida ecuestre apenas supuso esfuerzo. Su abrumadora fuerza militar les habría permitido destruir muchos asentamientos de Nuevo México y Texas y expulsar a la mayor parte de los colo-

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llas se encargaban de las tareas domésticas y de cuidar a los niños, una labor en la que también colaboraban los ancianos de la ranchería. Cuando moría algún guerrero todos lloraban la pérdida, pero eran las mujeres quienes se hacían cortes a lo largo de los brazos con sus dagas. Ellas eran las Una joven encargadas de cuidar comanche, los caballos, el bien fotografiada hacia 1872.

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más valioso de los comanches, y las que tenían que ensillarlos y desensillarlos. También curtían las pieles, preparaban la carne de venado y búfalo y transportaban los enseres más valiosos. Gracias a los equinos, los guerreros adquirían esposas y libraban batallas. Machismo ecológico. Cuando cazaban búfalos ellas eran las que llevaban los rifles y cualquier utensilio que necesitaran los guerreros que iban a caballo. Tras la muerte del animal, las mujeres lo desollaban, cortaban la carne en trozos y transportaban todo al campamento. Para

el hombre era indigno poner su mano sobre el búfalo caído. De los búfalos aprovechaban todo: carne, piel, vísceras, sebo y huesos. Sólo cazaban cuando era estrictamente necesario, pero nunca lo hacían por diversión. Tampoco abatían animales preñados, ya que eran conscientes de la importancia que tenía la preservación de especies. Era una sociedad que hoy en día podríamos considerar machista y ecologista. Los comanches tomaban los recursos que les brindaba la naturaleza, pero sólo utilizaban los que realmente necesitaban.

FOTOS: MUSEO NACIONAL DE ARTE; GETTY IMAGES; CORCORAN GALLERY OF ART

Las mujeres comanches

FOTO: GETTY IMAGES

Este pueblo llegaría a ser una superpotencia que ocupaba un territorio de más de 400,000 km2.

nos al otro lado de sus fronteras, pero prefirieron comerciar con los asentamientos coloniales, ya que les servían de vías de acceso a los inmensos recursos del imperio español. Al contrario que los estadounidenses, el objetivo de los comanches no era conquistar y colonizar, sino coexistir, controlar y explotar el entorno. Nuevo México y Texas lindaron con las diversas rancherías durante toda la era colonial. Aunque a menudo sufrieron la presión de aquellos belicosos guerreros, las colonias resistieron la embestida indígena, lo que permitió a España afirmar que su dominio imperial en aquellos vastos territorios era arrollador. “Sin embargo, aquel dominio era una ilusión que sólo existió en los mapas europeos, pues los comanches controlaban una parte muy extensa de todos los bienes materiales que se podían utilizar en Nuevo México y Texas”, señala Hämäläinen. El final de su imperio comenzó el mismo día que Estados Unidos derrotó a México. En 1848 ambos países firmaron el tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que México debió ceder a Washington los territorios de California, Nevada, Nuevo México, Utah y Texas, y partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Por aquellos años, el Adornos para la guerra. En esta imagen de 1992, un nativo americano ataviado con el gorro de piel de lobo, los penachos y la pintura roja de los guerreros comanches.

presidente estadounidense James Monroe esbozó la política expansionista de su país y los planes de exclusión de las tribus nativas. Una de las razones por la que los comanches tomaban cautivos era para incrementar su población. En general eran varones de entre 4 y 10 años, lo que facilitaba su integración en las rancherías. En el caso de las mujeres, su captura respondía a la necesidad de la tribu de nuevas féminas para llevar a cabo las tareas domésticas y el cuidado de los caballos. Destaca el caso de la estadounidense Cynthia Ann Parker, que siendo niña fue secuestrada por los comanches. Se casó con el jefe Peta Nocona y tuvo tres hijos. Años después fue liberada, pero ella se sentía una más de la nación comanche. Tras la muerte de su hija, dejó de comer y murió.

Declive y ocaso Uno de sus hijos, el guerrero Quanah Parker, se convirtió en una pesadilla para la caballería estadounidense en las batallas que se sucedieron en la frontera de Texas. En aquellos años, cuando Washington decidió eliminar el problema indígena en dicho territorio, los comanches ya habían iniciado su declive. Se sentían furiosos con los cazadores blancos, que estaban masacrando las manadas de búfalos. Sabían que el exterminio de su animal sagrado sería el ocaso de su pueblo. En junio de 1874, los comanches que encabezaba Quanah Parker se aliaron con indios kiowas, cheyenes y arapahoes para asaltar Adobe Walls, un antiguo puesto comercial ubicado al norte de Texas en donde vivían algunos soldados y una cincuentena de cazadores. Aunque apenas infligieron bajas a los blancos, el ataque de los 600 indios fue una sacudida que puso en pie de guerra a los nativos de las praderas. Desde Texas a Colorado, las tribus se levantaron en armas. El gobernador los amenazó con la persecución hasta la muerte si no se avenían a presentarse en las reservas. Algunos se rindieron, pero Quanah y sus hombres continuaron combatiendo contra la caballería durante el durísimo invierno de 1874. Tras múltiples escaramuzas con los soldados, Quanah comprendió que seguir luchando era el suicidio para su pueblo. Se entregó en Fort Sill el 2 de junio de 1875. Él y sus guerreros fueron los últimos comanches que vivieron en libertad en las praderas meridionales de Texas. El auge asombroso que habían experimentado los “señores de las llanuras” en el último siglo quedó desde entonces en el olvido. Su derrota fue el símbolo del triste final de las tribus indígenas en Estados Unidos.

PERSONAJE Quanah Parker

(1845-1911), el hijo de Cynthia Ann Parker, lideró la última gran revuelta comanche. Tras rendirse, se hizo ranchero y falleció de una pulmonía.

PELÍCULA Comanche! George Sherman (1956). Este modesto western protagonizado por Dana Andrews es curioso por abordar la figura histórica de Quanah Parker, interpretado por Kent Smith.

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Vida cotidiana

Nosotros, los

iroqueses Un jefe indio nos describe la existencia diaria de esta tribu, una de las más fascinantes del noroeste americano, que destacaba por el elevado estatus social de la mujer y por su participativo sistema político. Por José Angel Martos

Cada uno a su tarea. Mientras mujeres y niños se ocupaban de la cosecha, los hombres salían a cazar a los grandes animales.

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oy Nieve Bella ha abandonado a Dos Ríos Fluyendo. Se han divorciado. Kahn-Tineta, que así se llama ella en nuestra lengua, nunca estuvo contenta del todo con Deganawidah. Él era pendenciero y, sobre todo, bastante vago. Cuando íbamos de pequeños juntos a cazar, a él le gustaba más recorrer los caminos que el propio acto de cazar los animales. Me parece que le daba algo de miedo si la bestia era un poco grande. Siempre ha sido muy bueno para orientarse, es un gran caminante, y conoce todos los ríos, arroyos y cascadas en muchos kilómetros: su nombre no podría ser más exacto, pero sólo con eso es insuficiente para traer comida a casa. Y Nieve Bella estaba harta de tener siempre menos comida y pieles que el resto de familias del clan. Su matrimonio había sido acordado entre sus respectivas madres cuando los dos eran unos niños. Así se hace siempre en nuestra tribu y las madres suelen acertar, pero no siempre... y tampoco son responsables de aquello en lo que se transforman sus hijos con la edad.

GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO PEÑAS

Ellas mandan en sus vidas Cuando Dos Ríos Fluyendo vino a verme para intentar que yo, como jefe de la tribu, obligara a Nieve Bella a volver a aceptarlo, le dije que me gustaría más asaltar por mi cuenta una fortificación llena de ingleses o franceses que convencerla: seguro sería menos peligroso. Yo puedo ser el jefe para la guerra y para la política, pero las mujeres mandan dentro del clan, y ya se sabe que en nuestra tribu una mujer es libre de dejar a su marido cuando le plazca. Esa ha sido la costumbre inmemorial entre nosotros, los mohawk. Pero fue duro tener que negarme. Dos Ríos Fluyendo y yo, Thayendanegea, que significa Dos Palos Unidos, nos conocemos desde muy jóvenes, cuando íbamos juntos en compañía de otro mohawk de nuestra edad a la escuela de los blancos en Lebanon (Connecticut), el pueblo de los grandes cedros, para aprender su lengua. Las horas de camino y escuela nos unieron mucho, aunque ya teníamos un vínculo más profundo: somos lobos los dos. Nuestras madres eran lobas. Y cualquier nacido de una madre loba es parte de mi familia. A los ingleses les cuesta entenderlo cuando se los explico. Nuestra confederación de los haudenosaunee —o iroqueses, como nos llamaron los franceses— está formada por seis tribus distintas pero conectadas a través de los clanes que hay en cada una. Yo pertenezco a la tribu de los mohawks y todos estamos integrados en uno de los tres clanes en que nos agrupamos: osos, tortugas y lobos; cada clan está representado por uno de estos animales. El clan es nuestra gran familia. Sus miembros tienen un vínculo profundo que va más allá de la tribu. Todos los lobos iroqueses, de cualquiera de las seis tribus, pertenecen a la misma familia: todos son mis hermanos. La pertenencia a un clan depende de tu sangre materna. Cualquier nacido de una madre loba será también un lobo. El padre pertenece siempre a otro clan, porque los matrimonios entre dos mohawks del mismo clan están prohibidos. En cualquier caso, el clan del padre no importa para asignar la pertenencia de los hijos. Es la sangre materna la que marca nuestra adhesión a un clan.

Confortablemente juntos Todos los miembros del clan vivimos en una casa comunal. Los ingleses y los franceses, que tantas veces nos han llamado salvajes desde que llegaron, observan con sus bocas abiertas cómo las construimos y lo eficaces que son para soportar con muyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Animales muy humanos

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l hecho de afiliarse en torno a animales se debe a la gran consideración que los pueblos nativos americanos otorgaban a estos seres vivos, al contrario de la cultura judeocristiana, donde ocupan un eslabón inferior al ser humano. En particular, los iroqueses observaban con admiración y amor a ciertos animales. Sus leyendas les atribuían la posesión de poderes que podían transmitirse de forma beneficiosa a los hombres. La tortuga es un ejemplo central de ello. Sus mitos fundacionales relatan que, en el principio del mundo, éste se hallaba cubierto de agua y fue una tortuga la que El lobo era todo un trajo el suelo en su espalda. Así modelo por América quedó sostenida por la sus grandes habilidades tortuga (una idea que todavía como cazador. tiene algunos adeptos). Los osos, por su parte, eran los animales más antropomórficos para los nativos, por su capacidad de sostenerse sobre las patas traseras y por sus hábitos y conocimientos. La observación de la vida del oso contribuyó a aumentar esta admiración: su capacidad de pasar el periodo de letargo y luego salir de él era considerada algo así como una resurrección. A ello se unían otras historias, como la de que cuidaban de los niños perdidos y que se preocupaban por otros seres vivos y podían tener poderes curativos. Los lobos, finalmente, tenían una cualidad importantísima para ellos: eran un modelo de éxito como cazadores. Para ser un buen cazador, un iroqués tenía que imitar las cualidades del lobo, poseedor de atributos como la perseverancia o el coraje.

CURIOSIDAD

Matices del maíz. A los europeos les sorprendió el maíz multicolor cultivado por los iroqueses. A ellos se debe la variedad Papoon, todavía usada.

comodidad las penalidades del invierno. Ellos, a pesar de creerse más avanzados, apenas y logran aguantar el frío y la lluvia en esos campamentos en que van instalando. Saben mucho de fortificaciones militares, pero dentro de ellas malviven en cobertizos y cabañas construidos a toda prisa, sucios y mal resguardados donde el frío les cala hasta los huesos y terminan contrayendo todo tipo de enfermedades. Las casas comunales, en cambio, tienen una arquitectura muy sólida. Su base son varios postes verticales clavados en el suelo sobre los que sos-

“Mientras los blancos malviven en chozas, nosotros disfrutamos de nuestras cómodas casas comunales”.

Aquí estamos, aquí seguimos. Una tribu de iroqueses al completo posa para una foto delante de su campamento en el invierno de 1914. 22

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tenemos una estructura de techo y paredes elaboradas con varillas de madera más finas. Todo esto se recubre con placas formadas por corteza de árbol. Este armazón y la cobertura pueden ser tremendamente resistentes a los elementos. He visto que los ingleses hacen los techos de sus casas puntiagudos; nosotros, sin embargo, preferimos que sean redondeados. En una de nuestras casas comunales pueden vivir hasta 20 familias pertenecientes a un mismo clan. La longitud es variable, pero la altura casi siempre es la misma: unos seis metros; y la anchura suele ser idéntica: otros seis metros. Entramos y salimos a través de dos puertas, una en cada límite de la casa. Alrededor de estos extremos es donde dejamos nuestros objetos almacenados. Las dos mitades longitudinales de la casa son simétricas. En la parte exterior de las puertas ponemos un porche de techo plano. El interior de la casa está dividido en departamentos, y cada uno de ellos alcanza alrededor de seis metros de longitud. En cada apartamento viven dos familias, una a cada lado de un pasillo que corre por el centro y que tiene unos tres metros de amplitud. Las dos familias podemos usarlo. En el centro exacto del departamento encendemos un fuego que nos da calor y luz y que también nos permite cocinar. A los ingleses les impresiona que no haya un incendio, pero nosotros lo tenemos todo muy bien estudiado: el humo se escapa por un agujero en el techo situado encima. Cuando llueve, tapamos el agujero con una lámina de corteza de árbol. Como nuestros techos son tan altos, el humo se queda en la parte superior, muy por encima de nuestras cabezas, y podemos estar así bastante tiempo sin que nos moleste. Mi esposa Peggie está hablando con otras mujeres que se han agrupado alrededor de nuestro fuego. Veo que junto a ellas está Nieve Bella. Sin duda están tratando el asunto del divorcio: es la noticia del día y durante muchas lunas entretendrá a todos los habitantes de la tribu. Seguro Nieve Bella les está explicando sus planes para el futuro. Una de las consecuencias de lo que ha ocurrido es que Dos Ríos Fluyendo tendrá que abandonar el hogar. Tras el matrimonio se ha-

FOTOS: LATIN STOCK / CORBIS; AGE

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HISTORIA

Con vistas al interior. La vivienda

bían ido a vivir a la casa comunal de los osos, el clan de ella, ya que la costumbre es que la nueva pareja se instale en la casa del clan de la esposa. No creo que Dos Ríos Fluyendo tarde mucho en aparecer por aquí. Espero que no lo haga ahora mismo, mientras ella todavía está.

FOTOS: GETTY IMAGES; LATIN STOCK / CORBIS; GRÁFICOS: JOSÉ ANTONIO PEÑAS

Una blanca en la familia Me fijo en que Peggie es la que lleva la voz cantante en la conversación. Resulta sorprendente con qué facilidad parece hoy una más de los nuestros, a pesar de su piel blanca. Porque ella es una cara pálida, nacida entre los ingleses. Fue capturada por los indios occidentales cuando era una niña muy pequeña y nadie conoce con exactitud su origen, ni siquiera ella, aunque siempre se ha dicho que era hija de un caballero de Virginia. Durante muchos años, Peggie fue esclava de aquellos indios occidentales, pero luego fue traída a nuestras tierras y aquí la conocí. Ella asimiló perfectamente nuestra lengua y cultura y ahora es una más de los mohawks. En la vida ha recorrido el camino inverso al mío. Ahora ambos somos las primeras piedras del puente que estamos construyendo para unir nuestras culturas. Nuestros padres y abuelos tomaban cautivos para garantizar la supervivencia en las épocas de enfermedades y epidemias. Estoy seguro de que estos matrimonios mixtos harán a nuestros dos pueblos más fuertes, y no me refiero sólo a la salud: facilitarán la convivencia, evitando las guerras.

Es divertida la vida dentro de las casas comunales: nunca tienes ocasión de estar aburrido y siempre hay alguien con quien hablar. Sobre todo es un gran momento para narrar historias acerca de las hazañas de nuestros antepasados. A mí, la que más me piden que cuente es la de los cuatro reyes mohawk que viajaron a través del gran lago salado hasta la patria de los ingleses. Uno de los cuatro que lo hizo era mi abuelo, Humo Viejo. Otro de ellos no era mohawk sino mohicano, nuestros vecinos, que no tienen nada que ver étnicamente con nosotros, aunque los ingleses nos confundan; sobre todo los que nunca han visitado nuestros territorios pero hablan sobre nosotros. En el año de 1710, los cuatro reyes viajaron varias semanas en una enorme embarcación. Durante todo el viaje no vieron en ningún momento ni un pedazo de tierra, sólo agua por todos lados. Uno de los jefes enfermó en el barco durante el viaje de ida a Londres y, como en la nave no pueden crecer plantas medicinales, no logró recuperarse y falleció. Estos viajes son muy arriesgados y nuestros reyes tendrían que haber tomado precauciones, porque ni siquiera los propios hombres blancos saben cómo enfrentarse a estas enfermedades: hubo varios de ellos que también fallecieron en el trayecto. Una vez en Londres, Humo Viejo visitó un castillo al que llaman Torre de Londres y una enorme iglesia construida en piedra y que puede verse desde toda la ciudad, a la que llaman catedral y que está dedicada a un hombre santo de los blancos llamado Pablo. Se celebraron peleas de osos en honor de los reyes, algo que no gustó mucho a mi abuelo, porque él pertenecía al clan de los osos. Las familias nobles de Londres compitieron por recibir en sus casas a nuestros jefes y prodigarles grandes atenciones.

Ante la reina Ana

habitual iroquesa era una construcción alargada en la que residían hasta 20 familias (maqueta, arriba), aunque también había chozas (izquierda) erigidas para estancias temporales en época de caza y otras actividades.

Desde su sólido rol. Además de participar en la caza y guerra, las mujeres iroquesas decidían y organizaban todo lo referente al clan y a sus posesiones. Podían divorciarse de sus esposos en cualquier momento.

Llegó el día en que Humo Viejo conoció a la gran jefa blanca, la reina de los ingleses, llamada Ana. Ella acababa de enviudar de su esposo, un príncimuyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

No fue el último mohicano

L

a novela El último mohicano, de James Fenimore Cooper, dio popularidad a esta tribu del noroeste de EUA. La cercanía fonética de su nombre con el de los mohawks ha creado confusión, respaldada por las alianzas que hubo entre ambos pueblos. Vivían en áreas muy próximas en torno al río Hudson, Mahicannituck para los nativos, de donde deriva el nombre de mohicanos (que significa “habitantes del gran río”). Los mohawks vivían en el territorio del principal afluente de ese río (que hoy se conoce oficialmente con el nombre de esta tribu). Se ve la gran importancia que tenían los ríos para estos pueblos... y por los ríos sería por donde les llegarían los problemas. Los mohicanos fueron los primeros en comerciar en 1609 con el explorador inglés Henry Hudson, quien se llevó a Holanda (país para cuya compañía de comercio trabajaba) gran cantidad de pieles intercambiadas con ellos. Pronto le seguirían multitud de comerciantes holandeses que desestabilizaron la región. Los mohawks quisieron hacerse con el monopolio de un comercio de pieles que se demostró muy lucrativo y no dudaron en enfrentarse a los Guerreros mohicanos en canoa hacia 1900, según una ilustración del mohicanos por ello. artista norteamericano Newell C. Wyeth. Enemigo común. La rivalidad siguió durante todo el siglo XVII, aunque en el XVIII pasaron a tener una mejor relación y el enemigo común fueron las tribus aliadas con los conquistadores franceses, entre ellas los hurones, quienes son los malos de El último mohicano por su intento de saquear a los ingleses derrotados en un episodio de la guerra franco-india (1754-1763). Al contrario de lo que dice el título de la obra, los mohicanos no desaparecieron del todo, aunque en la época en que Fenimore Cooper la escribió apenas había entre 300 y 600 mohicanos, según algunas estimaciones. Hoy la población de los stockbridge, sus descendientes, supera los 1,500 miembros.

Desgraciadamente, falleció poco después de su emocionado regreso, pero aquel viaje acabó de cristalizar nuestra alianza con los ingleses. En la guerra entre franceses y británicos nosotros hemos apoyado a estos, e incluso Doble Vida, uno de los reyes que fue al viaje y que llevaba este nombre porque era un mohicano adoptado por los mohawks, envió un gran contingente de guerreros, más de 300, y él mismo murió en plena batalla. Esta noche, en la casa comunal también hemos hablado sobre nuestras actividades habituales. El verano está acabando y es una época de mucho trabajo para las mujeres y los niños. Ambos son los encargados de ocuparse de la recolección: recogen nueces, frutas, verduras, setas y también los huevos que ponen los pájaros y tortugas. Todo ello es una parte importante de nuestra alimentación. Algo que sorprende mucho a los ingleses es cómo sacamos aceite de los girasoles. Lo utilizamos para freír los alimentos: no comemos nada crudo. Las cosechas agrícolas este año no han sido tan buenas como otros. La escasez de lluvias estropeó el maíz, que tanto gusta a todos los europeos, porque por lo visto es una planta que no existe en sus tierras. Las plantas del maíz están muy expuestas al aire, así que requieren mucha hidratación. Tampoco ha sido un gran año para los frijoles y las calabazas, nuestros otros cultivos principales. Las tres son una parte esencial de nuestra comida diaria, tanto que las llamamos “las tres hermanas”. Con maíz, frijoles y calabazas creamos uno de nuestros platos preferidos, el succotash.

Sereno perfil de rebeldía. Uno de los jefes de la reserva Seis Naciones Iroquesas que se enfrentaron al gobierno canadiense debido a desacuerdos organizativos.

pe llamado Jorge. Aun así, la reina fue muy cortés recibiéndolos y quedó muy impresionada al comprobar que muchos de nuestros reyes se habían convertido al cristianismo. Mi propio abuelo había abrazado el catolicismo. Su ejemplo animó a la reina a impulsar nuevas obras: ordenó la construcción de un fuerte junto al río Mohawk, en el que deseaba que se levantara también una capilla. Es el actual Fort Hunter. Y envió a muchos misioneros, que crearían un sistema escrito para que los mohawks pudiésemos leer su literatura religiosa. Ayudaron mucho para que se diera un auténtico intercambio cultural entre nosotros. Yo mismo he colaborado con ellos y me convertí a la religión anglicana. Mi abuelo volvió del viaje y nos contó, con muchos detalles, estas historias sucedidas al otro lado del gran lago salado y muchas más.

Esta escasez de los campos hace que los hombres esperemos todavía con más ansiedad de la habitual la inminente llegada del otoño. Es la estación de la caza, y durante muchas lunas nos marcharemos de nuestros poblados para capturar a los grandes animales que nos servirán de alimento cuando llegue el largo invierno. Cazaremos búfalos, osos, ciervos, lobos y también pavos, patos y conejos. Todas las piezas que logremos serán compartidas por la tribu en igualdad. No hay botines individuales, por muy buen cazador que seas. Al volver de la temporada de caza entregaremos los animales a las mujeres, que son las propietarias de todo en la tribu y las organizadoras, para que ellas decidan cómo repartirlo. Aunque usamos el arco y las flechas para cazar búfalos y ciervos, con la mayoría de especies nuestro método preferido es tenderles trampas, en cuya preparación somos expertos. Con los animales más ligeros utilizamos las propias ramas de los árboles: doblamos una de ellas hasta atarla a una raíz, formando un bucle que, al ser tocado por las patas del animal, se cierra sobre sus tobillos

FOTOS: GETTY IMAGES

Tiempo de caza

Al amparo de los invasores. Izquierda: dos hermanas iroquesas en

FOTOS: GETTY IMAGES

la sala de un edificio gubernamental en 1925. Arriba: el Fuerte Carillon, cerca de Nueva York, protegió a indios aliados en el conflicto franco-inglés.

creando un nudo y, al salir disparada la rama, el animal se queda colgando en el aire sujeto a ella. Para los osos preparamos una gran trampa en forma de caja fabricada a base de troncos de madera. Ponemos dentro de dicha caja varios pedazos de carne y el oso que está buscando comida acaba acudiendo, seducido por su olor. El suelo debajo de la trampa ha sido previamente excavado y luego recubierto y disimulado cuidadosamente. Cuando el oso entra, su enorme peso hace que caiga en el agujero. Mostramos un gran respeto hacia los animales que cazamos, y en particular hacia el oso. Una de nuestras leyendas cuenta que varios hermanos partieron a cazar el Gran Oso. Uno de ellos era muy vago –un poco como Dos Ríos Fluyendo–, pero finalmente fue él quien acabó cazando al enorme oso gracias a la energía espiritual que fue absorbiendo de sus hermanos. Al comer la carne del oso todos los hermanos se elevaron al cielo, donde permanecen formando la constelación de El Carro. Cada otoño la sangre del Gran Oso cae de nuevo sobre nosotros y es por ella que las hojas se tiñen de naranja y ocre. Quizá, si Nieve Bella hubiera pensado más en esta leyenda, hubiera esperado a que llegara el momento en que su marido demostrase de lo que es capaz. Cuando pase el invierno y retorne la primavera tendremos que ver si la guerra entre los blancos continúa. Yo ya he participado en varias acciones bélicas, incluida aquélla en la que falleció Doble Vida, que fue el asalto frustrado a Fort Carillon. La causa de esta guerra tan larga (siete años ya) entre ingleses y franceses se nos escapa un poco, porque en realidad no tiene que ver con estas tierras sino con la rivalidad que ellos mantienen en sus territorios de origen, al otro lado del gran lago salado.

“Entregamos los animales cazados a las mujeres, que son dueñas de todo en la tribu”. Reunión del Gran Consejo Recuerdo que para tomar la decisión de ponernos del lado inglés nos reunimos en el Gran Consejo, formado por los 50 sachems –jefes supremos– de la Liga de la Paz y el Poder, una institución que los europeos llaman la Confederación Iroquesa. Quizá con el tiempo seamos conocidos así por todos los pueblos que lean sus crónicas. La Liga estaba originalmente formada a principios del siglo XVIII por cinco de nuestras naciones (mohawk, oneida, onondaga, seneca y cayuga). En 1722 se unieron también los tuscaroras. Tomamos las decisiones de una forma participativa y todos intervienen en igualdad de condiciones en los debates. La oratoria es muy importante en estas reuniones: la capacidad de expresar nuestras ideas y convencer al resto de los participantes resulta decisiva para poder llevar cualquier proyecto a cabo. Y, antes de que se apruebe cualquier nueva ley, los jefes estamos obligados a reflexionar sobre los tres efectos que tendrá: sobre la paz, sobre la naturaleza y sobre las siguientes siete generaciones venideras. Uno de los misioneros con los que más suelo hablar me dice que en Europa no existe una libertad tal en ninguna nación y que nuestra forma colectiva de tomar decisiones le recuerda a una antigua civilización sobre la que ha leído en sus viejos libros. Parece que este pueblo se reunía también para tomar decisiones en asambleas soberanas y acuñó una palabra para ello, aunque en Europa se utiliza ya muy poco. La palabra, me dijo el misionero, es “democracia”.

LIBROS

Cuentos de los indios iroqueses, Tehanetorens. Miraguano, 1988. El autor recopiló todos estos relatos y leyendas iroqueses escuchando cómo los contaban ancianos de diferentes clanes.

PERSONAJE

Benjamin Franklin.

El político e inventor (1706-1790) tuvo contacto con los iroqueses y fue de los primeros en alabar su democrática organización.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Acoso, exclusión, exterminio...

Genocidio sile En Estados Unidos no se habla de genocidio cuando se trata la cuestión india, pero tal concepto resuena ante la evidencia: los nativos norteamericanos fueron sistemáticamente sometidos, recluidos o masacrados. Por Roberto Piorno

C

uatro efigies colosales talladas en una gigantesca mole de granito en el monte Rushmore. Uno de los monumentos más visitados de los Estados Unidos, donde miles de norteamericanos rinden tributo y homenaje cada año a la memoria de los arquitectos de la democracia más longeva del mundo. Tallados en 1941, los rostros de los cuatro hombres clave de los primeros 150 años de historia de los Estados Unidos divisan en el horizonte los límites de la reserva india de Pine Ridge, habitada por sioux de la tribu oglala, descendientes de Nube Roja y de la primera generación de desplazados, que en la década de los 70 del siglo XIX claudicó a la presión del gobierno estadounidense abandonando sus tierras ancestrales. Pero los oglala de Nube Roja no sólo se vieron empujados a una migración indeseable, privados de su tierra y de su dignidad como pueblo. También tuvieron que

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asistir estupefactos al sacrilegio perpetrado por los insaciables buscadores de oro en las Black Hills (Colinas negras), tierra sagrada de los sioux, los cheyennes y demás tribus nativas del noroeste. Los colosos del monte Rushmore se yerguen, en efecto, majestuosos en una pared de estas colinas donde late el corazón, roto en mil pedazos, de su cultura, de su trágica historia y de su magullado legado espiritual. Enésima afrenta del gobierno estadounidense a las tribus nativas americanas.

Cruda realidad Pero más allá de esta afrenta, los problemas de Pine Ridge, como los de las otras reservas, son los altos índices de pobreza, tasas de desempleo que oscilan entre el 80 y 90%, violencia endémica, alcoholismo generalizado, cifras de suicidios que doblan la media nacional del país, agua de pésima calidad, mala atención sanitaria... Un pedazo de Tercer Mundo, una isla de miseria en el seno de la primera economía

Ofensiva recurrente. Custer y su Séptimo de Caballería atacan un campamento cheyenne en la batalla de Washita.

FOTO: AGE

nciado

del planeta. Un panorama desolador que pone de relieve un hecho incontestable: el estrepitoso fracaso del sistema de reservas como vehículo de respuesta al llamado “problema indio”. Si bien la institucionalización del modelo data de la década de los 60 del siglo XIX, el asunto viene de más lejos. La colonización del este norteamericano se forjó durante el siglo XVII, en buena medida a costa de las Cinco Tribus Civilizadas (cherokees, chickasaws, choctaws, creeks y semínolas), así llamadas en virtud de su permeabilidad frente a las costumbres importadas de Europa por los colonos. El debate político, jurídico y filosófico durante los primeros años de vida de la nación estadounidense se polarizaba en dos posturas antagónicas: por un lado, las tendencias centrífugas de los estados y, por otro, el ímpetu centralizador del gobierno federal. George Washington y su secretario y mano derecha, Henry Knox, propugnaron que las tribus indígenas debían ser consideradas como naciones soberanas. Washington, veterano de

la guerra franco-india, siempre reconoció los derechos inalienables de los indios sobre sus tierras y manifestaba un escrupuloso respeto a la ley natural.

La hora de la verdad Jefferson sentó las bases de las políticas que iban a caracterizar las “soluciones” al problema indio en las décadas sucesivas. Renegó de los postulados conciliadores de Washington, rechazando la soberanía de las tribus indias y convirtiendo en papel muerto las leyes que restringían el desplazamiento de los colonos por tierras de los indios. Jefferson, con todo, era un político de altura, un caballero según los cánones de la vieja Europa. Nada que ver con Andrew Jackson, séptimo presidente, un aventurero de frontera, un tipo de gatillo fácil, un buscavidas con pocos escrúpulos que detestaba visceralmente a los indios. Soñaba con una nación “limpia” de nativos y había llegado la hora de resolver el problema de una vez por todas, muyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

1891

LIBRO Okla Hannali, sobre el exterminio de las naciones indias, R.A. Lafferty. Valdemar, 1992. La figura mítica de Okla Hannali, un jefe choctaw, conduce la narración del proceso de eliminación de los indios.

Por el camino triste. Ilustración sobre el llamado Sendero de las Lágrimas, movilización forzosa de 17, 7 000 cherokees hacia el oeste en 1838.

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Viaje a ninguna parte. Un campamento de la reserva de Pine Ridge a finales del siglo XIX. Situada en Dakota del Sur, fue creada en 1889 para recluir a los lakotas dentro de otra gran reserva sioux.

de expulsar a los salvajes de los márgenes de la civilización. En 1830 se aprobó la Ley de Traslado Forzoso de los Indios, que contemplaba la negociación de su traslado “voluntario” al oeste. Naturalmente, este flagrante expolio de tierras no tenía nada de voluntario. Fue entonces cuando se proyectó la llamada Frontera India Permanente, que fijaba el límite entre el este y el oeste en el río Misisipi. Las deportaciones masivas en la década de los 30 del siglo XIX dieron rienda suelta y sin contratiempos a políticas sistemáticas de expropiación, acoso, represión y exterminio. Y el primer episodio sería el tristemente célebre Sendero de las Lágrimas. La gota que derramó el vaso fue el descubrimiento de oro en los Apalaches, que se tradujo en la inmediata evacuación hacia el este de los cherokees, distribuyéndolos en campos de concentración para, luego, iniciar viaje hacia el Territorio Indio, en la actual Oklahoma, en una ruta de desolación y muerte, en muchos casos a pie, a lo largo de 1,300 kilómetros. Fueron casi 20,000 cherokees los que emprendieron este trágico viaje sin retorno, diezmados por el frío del invierno, el hambre y las epidemias. Se estima que uno de cada cuatro perdió la vida en la ruta. Los que llegaron a Oklahoma se encontraron con un horizonte hostil de tierras no aptas para el cultivo y con el arisco recibimiento de las tribus autóctonas.

Muy pronto, la Frontera India Permanente dejó de ser permanente. El este se había quedado pequeño: la apertura de la Ruta de Oregón, el descubrimiento de minas de oro en California en 1848 y la primera gran avalancha de colonos hacia el oeste dejaron obsoleta la promesa de Jackson. Pero si las leyes y los tratados eran letra muerta antes de que se secara la tinta de las firmas, se hacía necesaria una coartada ideológica que justificara lo injustificable. Si no había rincón seguro para el indio ni siquiera al oeste del Misisipi, había que encontrar un pretexto para saltarse las normas. Así nació el Destino Manifiesto, concepto urdido por los políticos de Washington que abrazaba un espíritu medieval de cruzada, providencialista, xenófobo y absolutamente ilegal. El discurso era tan ambiguo como efectivo: los descendientes de los europeos tenían un destino de pueblo elegido: domar y conquistar América desde la costa Atlántica a la del Pacífico y someter a los salvajes nativos, civilizándolos... o exterminándolos. Se había levantado en definitiva la veda. Primero fueron exploradores, aventureros, cazadores y buscadores de fortuna los que se internaban en el oeste violando la soberanía de los indios de las llanuras. Después llegaron las caravanas de colonos, vanguardia del imparable ímpetu colonizador de los caras pálidas. Por último llegó el ejército, que lejos de cumplir con su cometido de garantizar el cumplimiento de los tratados firmados con los indios, se convirtió en el brazo armado de los invasores blancos. El 17 de septiembre de 1851 se dio cita en Fort Laramie (Wyoming) una nutrida representación de jefes de los sioux, cheyennes, arapahoes, crows y otras tribus. El flujo de inmigrantes hacia el oeste comenzaba a inquietar seriamente a los indios de las llanuras, y en esa tesitura accedieron a entenderse civilizadamente con los blancos. El resultado del encuentro con representantes del gobierno de Estados Unidos fue la firma de un tratado en virtud del cual los indios del oeste se comprometían a permitir el tránsito de colonos por sus tierras a través de la Ruta de Oregón, y consentían la construcción de fuertes militares y vías de comunicación. Fue una de las últimas ocasiones en que los pieles rojas confiaron en la palabra del hombre blanco, en la vía del pacto. Los indios cumplieron con las obligaciones contraídas, pero los estadounidenses no tardaron en olvidar las suyas. Hasta comienzos de la década de los 70 del siglo XIX se ratificaron más de 370 tratados con los indios. La violación sistemática de los acuerdos por parte del gobierno exigía la renovación continua de los pactos para incluir nuevas expropiaciones a medida que se descubrían nuevas minas de oro,

FOTO: CORBIS; AGE

Vía abierta a la invasión

El presidente Andrew Jackson odiaba a los indios y soñaba con una gran nación “limpia”.

Hogar, amargo hogar. Casas familiares, que evidencian la pobreza y la vida ajena a la realidad de Estados Unidos, en la reserva de Pine Ridge más de un siglo después.

1995

se trazaban nuevas rutas para el ferrocarril o se pretendía dar protección a los inmigrantes ilegales que invadían masivamente las llanuras.

Manuelito resistió Pronto las políticas de expropiación, engaños y exterminio se trasladaron al oeste, y los primeros en padecer sus consecuencias fueron los navajos de Manuelito, en el territorio de Arizona. La riqueza de los valles de Río Grande y el descubrimiento de oro en sus tierras sellaron su trágico destino. Manuelito luchó hasta que no le quedaron fuerzas para evitar su traslado y el de los suyos a la reserva de Bosque Redondo, en Nuevo México. Allí los navajos vivían como animales en galerías subterráneas, bebiendo

agua insalubre, sin víveres, sin mantas ni ropas apropiadas para el invierno. El valle del Pecos no era un territorio apto para la agricultura, principal fuente de sustento de los navajos. Manuelito y algunos otros jefes vivieron como fugitivos exhaustos y famélicos en las montañas hasta que se agotaron sus fuerzas. No les quedó otro remedio que entregarse y unirse a la Larga Marcha de los Navajos en 1864, una ruta de 500 kilómetros hasta Bosque Redondo en la que los nativos, semidesnudos, se enfrentaban al hambre, la disentería y el secuestro de sus niños a manos de mercenarios mexicanos. No les fue mejor a los habitantes del valle del Platte. Los cheyennes estaban convencidos de que los blancos que llegaron en 1858 a sus tierras en la fiebre del oro de Pike’s Peak acabarían volviendo por donde habían venido una vez que hubieran hecho acopio del preciado metal. Se equivocaban. La presencia de los colonos hacía cada vez más difícil la caza del búfalo, crucial para la subsistencia de las tribus de las llanuras. Cheyennes, arapahoes y sioux vivían del búfalo, de su carne para alimentarse, de sus pieles para construir

W FOTOS: GETTY IMAGES; CORDON

los indios

George Washington El primer presidente de EUA ya veía a los indios como algo llamado a desaparecer. Tras contar con su ayuda en la lucha por la independencia, quiso favorecerlos, pero nunca lo haría.

Henry Knox Secretario de Guerra del presidente Washington; implementó el sistema de tratados para adquirir las tierras de los indios, pero después no dudó en usar la fuerza militar para ganar terrenos.

Delitos tipificados ounded Knee fue el epílogo del trágico destino de los pieles rojas de Norteamérica. Para entonces, millones de nativos habían muerto, y los que sobrevivían lo hacían recluidos en reservas en condiciones infrahumanas. La causa principal de mortalidad entre los indígenas fueron las enfermedades importadas a América por los colonos europeos, pero la controversia sobre si la colonización de América se cimentó o no sobre un genocidio sigue abierta. Deportaciones masivas, masacres, sometimiento... son actos reconocidos por el Tribunal Penal Internacional como constitutivos de delito de genocidio. En 1887 el gobierno se propuso, según las tesis de Richard Henry Pratt, “americanizar” a los indios de una vez por todas, civilizarlos. Su lema era muy simple: “Matar al indio, salvar al hombre”. Y en torno a él nacieron las escuelas internados, en las que se reeducaba a los niños nativos separándolos de sus familias, prohibiéndoles su lengua y su religión. Más desarraigo. Muchos indios cedieron a las presiones del gobierno, otros se resistieron, aunque acabaron arrebatándoles a sus hijos por la fuerza. Aun así, la iniciativa fue un fracaso. Apenas un 7% de sus alumnos lograron graduarse posteriormente. Abundaban los suicidios, depresiones y abusos sexuales. Si para algo sirvió el experimento de Pratt, un acto de genocidio tipificado, fue para intensificar el desarraigo.

En la lucha contra

Niños indios antes y después de su paso por Carlisle School, en Pensilvania.

Thomas Jefferson Este presidente se empeñó en la “civilización” forzosa de los nativos y se dice que en sus escritos estableció las premisas más agresivas y racistas que después activaría Andrew Jackson.

TRIBUS NORTEAMERICANAS

En la lucha contra

los indios

Andrew Jackson Fue el presidente que firmó la Ley de Traslado Foroso, por la cual los nativos del este del río Misisipi fueron obligados a alejarse hacia el oeste. Todo parece indicar que este mandatario odiaba a los indios.

Philip Sheridan Encargado de pacificar las Grandes Llanuras, este general masacró a cheyennes, kiowas y comanches. Detestaba a los nativos y apoyó el exterminio de búfalos como forma de presión.

John Chivington De pastor metodista pasó a coronel de voluntarios. El autor de la masacre de Sand Creek exaltaba su misión de matar indios y, a pesar de ser juzgado, nunca mostró arrepentimiento.

“Reservas” para judíos

N

o son pocos los siniestros puntos de encuentro entre el sometimiento estadounidense de la población nativa y el Holocausto judío. Más allá de parecidos razonables, historiadores como John Tolland se han Hitler podría haberse inspirado en hecho eco de la influencia del primer proceso sobre el exterminio indio para proyectar el Holocausto. En la foto, Auschwitz. el segundo. Hitler, muy aficionado a las historias del Salvaje Oeste (en alguna ocasión llegó a referirse a los soviéticos como “pieles rojas”), estudió a fondo las brutales deportaciones de navajos hacia la reserva de Bosque Redondo (ver texto principal), que fue fuente de inspiración para diseñar los campos de concentración nazis. Hitler admiraba la eficiencia de los estadounidenses en lo que él mismo entendía como una política sistemática de exterminio contra los nativos. Y muy especialmente la manera en la que el hambre y las epidemias habían incidido en la debacle poblacional de la mayoría de las tribus de indios americanos. Matanza meditada. A su juicio, estos factores, junto con el confinamiento de los nativos en reservas en territorios no aptos para el cultivo, eran fruto de una política muy meditada y organizada de exterminio masivo del que tomó muchas notas. Al parecer, el Führer consideró la posibilidad de deportar a todos los judíos desde los campos de concentración a una gran “reserva” en Lubin, Polonia, donde, como en las reservas americanas, el hambre y las enfermedades le ayudarían en su propósito de concluir su “limpieza étnica”.

sus tipis y tejer sus ropas, de sus tendones para sus arcos. Los cazadores blancos los mataban para arrancarles la piel, dejando que sus carnes se pudrieran al sol. En unos pocos años, la conquista del oeste dejó las praderas desiertas de búfalos. Un exterminio que caminó en paralelo al de los propios pieles rojas. Philip Sheridan, uno de los oficiales más sanguinarios del ejército en las Guerras Indias, llegó a alentar la matanza de búfalos como medio para, indirectamente, matar de hambre a los indios de las praderas.

Sand Creek con la firme intención de hacer acopio de cabelleras de indios muertos (el escalpamiento era una práctica ampliamente extendida entre las filas del ejército estadounidense). Los guerreros cheyennes estaban ausentes, cazando búfalos, pero a Chivington no le tembló la voz a la hora de dar la orden. El jefe indio y los suyos trataron en vano de poner a salvo a mujeres y niños, pero les fue imposible. Los soldados abrieron fuego indiscriminadamente contra todo lo que se movía, masacrando a 600 cheyennes pacíficos e indefensos.

Una victoria efímera Sangrienta paz Los cheyennes del sur nunca buscaron la guerra con el hombre blanco. Sólo ansiaban, como los sioux y sus vecinos, los cheyennes del norte, vivir en paz cazando búfalos. Pero la paz era una utopía. La política de Estados Unidos contemplaba sólo dos opciones: sometimiento incondicional, renuncia a sus tierras y confinamiento en las reservas... o exterminio. Y los cheyennes iban a aprender la lección a base de sangre. Tetera Negra, uno de los jefes más respetados de la tribu, quería negociar una paz razonable para las dos partes, pero el gobernador John Evans estaba orgulloso del Tercer Regimiento de Colorado que acababa de reclutar con la única misión de matar indios. Así, el 24 de noviembre de 1864, Evans soltó a su jauría al mando del coronel John Chivington, que se precipitó sobre el campamento de invierno de los cheyennes de Tetera Negra en

En pocos minutos, Sand Creek era una fosa común de cuerpos mutilados y cabezas escalpadas. Los soldados se cuidaban de arrancarles los genitales a las mujeres muertas para, posteriormente, exhibirlos como trofeo. Fue el día más triste en la historia de los cheyennes. Más al norte, Nube Roja, después de años de durísima resistencia,

Los rostros de la desolación. La familia del jefe de Manuelito (su esposa en el centro) tras la derrota y el castigo sufridos por los navajos que en 1859 se rebelaron en Arizona.

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HISTORIA

La derrota de Little Bighorn fue al fin la excusa que justificó el acoso definitivo a las tribus indias. llevaba a los sioux oglala a una extraordinaria victoria, obligando al ejército a replegarse, a destruir sus fuertes y a abandonar las praderas anexas al río Powder. Nube Roja firmó un nuevo tratado en Fort Laramie en 1868 que reconocía a los sioux el dominio del Powder y de las sagradas Black Hills. Fue una victoria efímera. Cheyennes, sioux y arapahoes en el norte, y comanches y apaches en el sur, eran desplazados continuamente de una reserva a otra a medida que nuevas minas de oro iban saliendo a la luz en las praderas. En las reservas, las condiciones de vida eran infrahumanas. Los encargados de su gestión y del reparto de víveres eran corruptos, y cuando el alimento llegaba (si es que llegaba), era de pésima calidad. Muchos indios estaban dispuestos a sedentarizarse y dedicarse a la agricultura, pero el gobierno los confinaba en las peores tierras, privándolos del instrumental necesario para subsistir como campesinos de verdad. Uno a uno, los grandes jefes de las tribus de las praderas fueron cayendo, unos abatidos a tiros, otros apresados después de haberse rendido víctimas de la desesperación, el frío y el hambre. Los búfalos desaparecían sin cesar, y los que quedaban pastaban en tierras lejos de las reservas. Algunos, como Nube Roja, se adaptaron a la vida en la cautividad de la reserva; otros fueron encarcelados, como Satanta, jefe de los kiowas, que fue condenado de por vida hasta que, pasados tres años y hundido en la depresión, se arrojó por la ventana, quitándose la vida.

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Por encima de lo sagrado La ambición de los blancos no conocía límite ni respetaba siquiera los símbolos más sagrados de los nativos. Así, en 1876, los sioux se levantaron por última vez para evitar un sacrilegio. La localización de oro en las Black Hills, territorio sagrado para las tribus de las praderas, aceleró las

Rumbo hacia otras vidas. Una caravana de colonos atraviesa las Black Hills. La vía más famosa de estos traslados al oeste se llamó Ruta de Oregón.

gestiones del gobierno para arrebatar a los indios su posesión más preciada. Una vez más, Washington incumplió sus compromisos. Los mineros invadiendo el suelo sagrado de los indios era más de lo que los guerreros sioux podían soportar. Nube Roja se había pasado al bando de los contemporizadores: la guerra era la antesala de la extinción. Esta vez la indignación de los sioux la canalizaron dos jóvenes guerreros, Caballo Loco y Toro Sentado, hartos de promesas incumplidas y dispuestos a resistir hasta el final. El clímax de la guerra de las Black Hills se presentó en junio de ese mismo año. Little Bighorn fue, sin duda, una de las grandes victorias de los pieles rojas en las Guerras Indias. Caballo Loco y los suyos acorralaron al Séptimo de Caballería y su arrogante teniente coronel Custer, que allí encontró la muerte demostrando un afán de protagonismo suicida. Las grandes victorias de Custer fueron matanzas de mujeres y niños, y su épica derrota en Little Bighorn resultó ser la evidencia de que el mando del Séptimo de Caballería le venía grande. Little Bighorn fue una victoria india en respuesta a un ataque estadounidense, pero era la coartada que el gobierno, el ejército y la opinión pública necesitaban para justificar el sometimiento o exterminio de los indios sin condiciones. Los jefes sioux fueron cayendo en las redes de los “chaquetas azules”. Caballo Loco vendió muy cara su piel, pero murió acribillado por soldados en su cautiverio mientras intentaba escapar. El oeste estaba perdido para los nativos, la cultura del caballo de las Grandes Llanuras se había extinguido casi por completo. En 1890 se cerró la frontera sin remisión. Los indios habían sido literalmente barridos del mapa. Ese mismo año, Pie Grande, jefe de los sioux mininconjou se fugó con los suyos de su reserva con destino a Pine Ridge, donde esperaba encontrarse con Nube Roja. Nunca llegó al destino: los soldados le dieron caza y los indios montaron su último campamento en Wounded Knee. Algunos sioux se mostraron reacios a entregar sus armas, y los soldados no dudaron en abrir fuego. El ejército de Estados Unidos se cubrió de gloria por última vez asesinando a 300 indios, muchos de los cuales agonizaron y murieron de frío en la oscuridad de la noche.

A la luz de muchos recuerdos. Ubicado en el estado de Wyoming, Fort Laramie fue sitio de célebres tratados y refugio de colonos y nativos.

VIDEO

bit.ly/1rnghir American Holocaust of Native Indians, documental en inglés donde el genocidio se fija en 19 millones de indios norteamericanos fallecidos en total.

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Ropas, armas y utensilios

Al más puro

estilo

piel roja Tras siglos de forzada colonización blanca parecía que todo se iba a desvanecer, pero no: los indígenas supervivientes mantuvieron sus rasgos culturales y también ese gusto tan especial para confeccionar y ornamentar ropas y objetos. Una inspiración que todavía hoy persiste. Por Miguel Mañueco

A la altura de las circunstancias

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n nativo kutenai se dispone a pescar con una típica cesta de mimbre en el lago Flathead de Montana. Esta tribu habitó siempre las orillas del río homónimo en los territorios de Idaho, Montana y Columbia Británica, y la pesca del salmón conformaba la base de su subsistencia. Solían vivir de forma sedentaria en poblados compuestos por tipis en los que acostumbraban levantar tótems. Se negaron a firmar tratados a finales del siglo XIX y en 1960 reclamaron las tierras que les habían sido robadas: lo único que consiguieron entonces fue una indemnización de 425,000 dólares. Las tierras que ocupa la reserva donde hoy en día están confinados, ubicada dentro de los límites de Idaho, las obtuvieron tras declarar simbólicamente la guerra al gobierno estadounidense en 1974. Pero los dineros habrían de llegar con todo y todo: desde 1984, la tribu es dueña del Kootenai River Inn Casino & Spa, además de restaurantes, tiendas de regalos, fábricas de madera y criaderos de esturiones.

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Un gesto vacío en la cara de los dioses

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os trazos y el diseño adquieren un estilo naïf cuando se trata de representar a los espíritus y fuerzas superiores. ¿Por qué? Acaso la simpleza y singularidad de lo divino llevaban a los artistas de las diferentes tribus a representar a sus dioses a través de máscaras casi infantiles. En esta página, nativo disfrazado de Haschogan, el dios del hogar de los navajos, en una foto realizada en 1904 por Edward S. Curtis, uno de los primeros fotógrafos en captar la cultura y la estética de los indígenas norteamericanos. En el mismo año, dicho fotógrafo tomó la imagen de la página siguiente, a la derecha, que corresponde a Tobadzischini, el dios navajo de la guerra. La foto del centro, arriba, es de una máscara hopi usada para la danza ceremonial en honor a los kachinas, o espíritus animistas de los elementos fundamentales que rigen la existencia de todas las cosas. El principal de tales espíritus, el Sol, que otorga la luz y la vida, es representado por la máscara también hopi que se muestra bajo la anterior.

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Vestidos para la guerra

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etrás de la parafernalia guerrera que las tradicionales –y no siempre acertadas– “películas de indios” h a n mo st ra do, hay todo un mundo de señales estéticas y motivaciones ornamentales. Cuando un hombre medicina navajo, como en la imagen de la extrema izquierda, fumaba la famosa pipa, lo hacía ataviado de símbolos y colores y podía ser el humo de la paz, de la guerra, de la amistad o de la curación. La cuestión era fumar hierbas, a veces alucinógenas, y prepararse para enarbolar todo el orgullo tribal ante el enemigo. Entonces, se ponía una casaca (como esta sioux que aparece a la izquierda, arriba), plena del lenguaje cromático que describen los adornos de pelo y abalorios. El jefe conduciría toda esa fuerza desatada. Sólo hacía falta estar pendiente de su tocado, realizado con plumas de águila, como el de la foto de abajo, que pertenece a un líder arapahoe. Por delante, las flechas que, como se muestran al centro, se elaboraban con distintos tipos de pluma, madera y puntas de hueso o metal, según el simbolismo deseado.

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Marcar una tendencia en todos los detalles

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os vestidos y, en general, toda la ornamentación de los nativos de Estados Unidos y Canadá, tienen siempre estilo propio y resultan inconfundibles. Se distinguen incluso en medio de la colorida amalgama étnica de las dos Américas. La forma de vestir de las mujeres, imitada en tiempo de los hippies y todavía revivida en algunas prendas, se trasladó a los juguetes infantiles, como las dos muñecas cheyennes de principios del siglo XX mostradas en esta página. En la siguiente (arriba, izquierda), aparece un vestido femenino de alrededor de 1870 junto a un cinturón adornado con cuentas de metal. Estos atavíos de mujer eran más propios de las tribus norteñas y de climas fríos, pues solían estar hechos con piel de ciervo. El cuero de este animal u otros se empleaba también para elaborar los famosos y todavía vigentes mocasines y botas (centro, abajo). Los huesos de los mismos animales servían también para confeccionar un collar como el modelo sioux que aparece a la derecha.

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TENDENCIAS

La resurrección

nativa de la

New Age

CURIOSIDADES

PERSONALIDAD

Comunitarios y comunistas El concepto de “propiedad privada” era algo nunca concebido por las tribus norteamericanas antes de la llegada de los blancos. En su veneración y respeto a campos, ríos o animales, ningún indio consideraría que estos elementos tan naturales pudieran pertenecer a algún humano concreto. Para los iroqueses no sólo eran comunales las tierras, sino también los poblados y sus infraestructuras.

El grupo Enigma fue uno de los más destacados en la utilización de cantos nativos norteamericanos para sus melodías New Age.

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os dones de la Madre Tierra estaban ahí para ser usados por un grupo regido por un jefe. Por ejemplo, los iroqueses establecían la posesión comunal, aunque su uso temporal era distribuido por el jefe y el Consejo de Madres entre los diferentes clanes. Las mujeres eran quienes regían el sistema, reservando siempre una parte de los terrenos para un cultivo extra de alimentos que eran usados en situación

de necesidad o en las fiestas. En el caso de los hurones, se distribuía la tenencia y cultivo de las tierras, pero luego los productos eran compartidos por todos en las casas comunales. Así pues, es de imaginar el impacto que supusieron para los nativos las ínfulas posesivas de los blancos. Y aún más cuando algún prócer, como el congresista Henry Dawes, consideró que la propiedad privada los “civilizaría”.

Susan, la pionera

N Susan La Flesche fue la primera médica nativa.

acida en 1865, Susan La Flesche Picotte fue la primera india en convertirse en médica, grado que logró en 1889. Pertenecía a la tribu omaha, aunque también tenía sangre iowa, ponca, francesa e inglesa. Creció en la reserva omaha de Nebraska y alcanzaría el título de doctora en Filadelfia. Regresó a Nebraska y se dedicó sobre todo a su gente, fundando un hospital en su reserva de origen. Cuando murió (1915), dicho hospital fue rebautizado con su nombre.

FOTOS: GETTY IMAGES; ALBUM

E

n su afán por pacificar los espíritus ajetreados por la depredadora civilización occidental, el movimiento denominado New Age (nueva era) echó mano, entre tantos otros elementos, de ciertos aspectos de la religión, cánticos y subsecuente filosofía de las tribus de Norteamérica. En la vuelta a lo natural y al valor de los elementos básicos, aquella espiritualidad de lo sencillo y el animismo como creencia y armonía les vinieron muy bien para cantos, decoraciones, rituales, chamanes… Y ya se sabe: cualquier éxito en esta sociedad es carnaza para el consumismo. Y el consumo comercializó y adulteró tanto todos los ingredientes que hasta hubo tribus, como los lakotas, que denunciaron la expropiación y destrozo de su herencia ceremonial.

POR MIGUEL MAÑUECO

TRADICIÓN

VOCABULARIO

Un ritual para

Herencia lingüística en el español

la mujer L creadora La orgullosa tribu apache siempre enfatizó su fuerte carisma, del cual el rito de la madurez femenina es una muy clara muestra.

as palabras de las lenguas nativas norteamericanas asimiladas por el idioma español son siete nada más. Todas ellas se adhirieron a nuestro vocabulario en épocas relativamente recientes y lo hicieron a través del inglés o el francés. De las lenguas algonquinas, que abarcan un gran territorio desde el este hasta Alberta y México, y en las que se engloban el cheyenne o el mohicano, tenemos cinco términos: caribú (a través del francés caribou), mocasín (concretamente del idioma powhatan), tobogán (en su origen inuit, un tipo de trineo), tomahawk (procedente de tribus de Virginia) y tótem (que significa símbolo). De las lenguas esquimo-aleutianas, habladas en Alaska, Canadá y Groenlandia, son tres: anorak (a través del francés), iglú (que significa casa, no necesariamente de hielo) y kayak (en su origen, canoa de pesca).

Adolescente apache tras la Ceremonia del Amanecer en Whiteriver (Arizona).

FOTOS: GETTY IMAGES

S

e trata de una de las celebraciones más características de esta tribu: la llamada Ceremonia del Amanecer festeja el momento en que una niña se convierte en mujer, algo muy especial en una cultura que da tanta importancia a los “seres creadores” (las féminas). Comienza poco después de la primera menstruación con cuatro días de preparación. Rodeada de regalos, comidas especiales y cuatro tambores, la adolescente, ataviada con un traje ceremonial y cubierta de polen (fertilidad), harina de maíz (nutrición) y arcilla (protección) ejecutará la danza que da inicio a su madurez. Desde que en los años 70 cesó la prohibición federal de celebrar los rituales indígenas, se vuelve a organizar esta ceremonia en las reservas, aunque no dura tantos días y se efectúa con varias niñas a la vez.

El término tótem en algonquino era nin totem. Al español llegó a través del inglés.

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CURIOSIDADES

GASTROHISTORIA

Los indios y la Coca-Cola Mucho antes del famoso refresco, los nativos americanos ya mascaban un fruto que les producía efectos muy parecidos.

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n su encuentro con los indígenas de América, a los europeos les llamó la atención la costumbre que tenían numerosas tribus de mascar nuez de cola, lo que explicaba la boca ennegrecida de muchos. Se trataba del fruto de este árbol, que crece sobre todo en zonas cálidas y que tiene un alto contenido de cafeína, lo que obviamente les proporcionaba energía, agilidad mental e incluso fuerza. La costumbre sería erradicada por los blancos sin sospechar que, tiempo después, se convertiría en la base de un famosísimo refresco. Fruto de la nuez de cola, árbol que también crece en África.

Uno de los platos indígenas más conocidos en EUA: Ingredientes: • 1 taza de harina de bellotas • 1 taza de harina de maíz • Agua • ¼ taza de miel • Un toque de sal • Mantequilla derretida Preparación: Mezclar los ingredientes hasta conseguir una masa densa pero no pegajosa. Dividirla en 12 bolas que, con las manos húmedas, se habrán de convertir en 12 tortillas. Freírlas en una sartén sin aceite, una a una y por los dos lados, hasta que los bordes se empiecen a tostar. Servir caliente. Un postre que se acompaña de miel o mermelada.

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Tortitas apaches de bellota

DATOS 1 Demografía actual La población nativa de EUA es de casi tres millones, incluyendo Alaska y sin contar a los considerados mestizos, que son más de dos millones. El estado con más presencia indígena es Alaska, seguido por Nuevo México.

2 Tribus mayores Los cherokees son la tribu de más presencia, con más de 700,000 individuos. Le siguen los navajos con casi 300,000, los sioux con más de 150,000 y los chippewas con 149,000. En todas las cifras se incluyen los mestizos.

3 Sobre las reservas Son un total de 310 reservas, de las que la más grande es Navajo Nation, que abarca tierras de Arizona, Utah y Nuevo México. En los últimos años se han ido quedando vacías y en la actualidad más de 78 por ciento de los indígenas vive fuera de ellas.

4 Muchos idiomas Las lenguas nativas que se conservan son 175. La más hablada es la de los navajos (178,000 hablantes). A pesar de ser los más numerosos, los cherokees no hablan su idioma, aunque su recuperación está en marcha.

5 Gobiernos propios Hay un total de 562 gobiernos autónomos de distintas tribus reconocidos federalmente. Impulsados a principios del siglo XX, su estatus sigue siendo problemático, pues los límites de su autonomía no están bien definidos.

6 Vocación urbana

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Cada vez son más los indios que viven en grandes ciudades, donde conforman guetos generalmente muy alienados. Esto ocurre en Minneapolis, Denver, Phoenix, Tucson, Chicago, Oklahoma City, Houston o Nueva York.

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Pieles

roja Desde su primigenia vida, tan apegada a la naturaleza, hasta formar parte de una comunidad marginada o dedicada a ciertos negocios, los indígenas lucharon y perdieron frente a la arrolladora fuerza del rodillo de origen europeo. Por Fernando Cohnen

I. Los primeros norteamericanos II. Estados Unidos se impone III. La guerra incesante VI. Siglos XX y XXI

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No necesita corona para expresar dignidad. La historia

FOTO: GROSBY GROUP

s

de Toro Sentado (en la imagen), un astuto y valeroso jefe sioux hunkpapa, refleja con claridad la capacidad de adaptación y paciencia que esgrimieron los primeros habitantes del territorio norteamericano para sobrevivir al hombre blanco.

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DOCUMENTO PIELES ROJAS

Del origen a los primeros europeos

¿Quién vive aquí?

Los nativos norteamericanos llegaron desde Asia y su vida se organizó en armonía con la naturaleza. Pero un día aparecieron en las costas hombres de piel blanca y ya nada sería lo mismo.

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urante mucho tiempo se pensó que los primeros humanos llegaron a Norteamérica en una única oleada migratoria hace unos 12,000 años, pero recientes hallazgos de asentamientos más antiguos no encajan con ese calendario. Otros expertos aseguran que el poblamiento del Nuevo Mundo ocurrió hace unos 40,000 años, cuando sucesivas oleadas de grupos humanos cruzaron el estrecho de Bering, cuyas aguas se congelaron en las últimas glaciaciones del Pleistoceno. El estrecho de Bering es un brazo de mar de 82 kilómetros de ancho entre el cabo Dezhneva (Rusia), el punto más oriental del continente asiático, y el cabo Príncipe de Gales (Alaska), el punto más occidental de Norteamérica.

Unidos y revueltos. Ilustración que describe aspectos raciales y vestimentas típicas de las principales tribus norteamericanas: comanches, cheyennes, apaches, sioux, arapahoes, semínolas, navajos, pueblos, cherokees, creek...

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Uno de los yacimientos más antiguos es el de los indios clovis (hace unos 12,000 años), descendientes de los primeros grupos humanos que llegaron a América. Aquellas bandas de nómadas fabricaron armas afiladas coronadas con punta de piedra para cazar grandes mamuts y búfalos. Estaban dirigidas por un líder cuyos conocimientos o habilidades para la caza le habían hecho sobresalir como esencial en el grupo. Los arqueólogos han encontrado restos de la cultura clovis en el noroeste de México, en el yacimiento de Naco (al sur de Arizona), en el sur de California y en el oeste de Texas. Se cree que hacia el 500 a.C. algunos pueblos cultivaban maíz, calabaza y frijol, y producían objetos artesanales entre los que estarían los de cestería y cerámica. Los indios del suroeste, ancestros de los apaches, comanches o mohaves, se asentaron en los actuales México, Arizona, Nuevo México y Colorado, un inmenso territorio árido y apenas con precipitaciones que dificultaba el desarrollo de grandes civilizaciones. Los nativos tenían que cavar zanjas para recoger la escasa agua que caía del cielo, razón por la que veneraban a los dioses de la lluvia. En Arizona prosperó el pueblo hohokam, que habitaba en viviendas construidas con adobe. Sus descendientes, los anasazi, también prosperaron en Arizona, pero ampliaron sus actividades en otros territorios, como los actuales estados de

FOTO: ASC

Ancestros de los apaches

Los primeros americanos

Utah, Colorado y Nuevo México. Los denominados indios del sureste se distribuyeron por los actuales Arkansas, Luisiana, Florida y Virginia, donde aprovecharon una mayor suavidad de la climatología para cosechar verduras y frutas. Los sioux, pies negros, cheyennes, kiowas, comanches y apaches deambularon por las Grandes Llanuras, un gigantesco territorio que iba del centro de Canadá a Texas y de las montañas Rocallosas al río Misisipi.

La moda en cuero Los indios cayugas, hurones e iroqueses habitaron el cinturón costero que va de Alaska al norte de California y el territorio fronterizo entre Estados Unidos y Canadá. Unos 30,000 hurones ocupaban extensos territorios canadienses cuando los primeros europeos llegaron a la costa este de Norteamérica. Su economía se basaba en la pesca, la agricultura y la caza. Gracias a esta última actividad, los indios eran capaces de confeccionar pantalones, mocasines, faldas de cuero y pieles de grueso pelaje para lograr protegerse de las bajas temperaturas de esas regiones. Los hurones, que vivían en el actual estado de Nueva York, en el valle de San Lorenzo y en la región de los Grandes Lagos, tenían vínculos culturales y lingüísticos con los iroqueses, lo que no impidió los continuos enfrentamientos entre ambas tribus. En el área que va del sureste de Alaska a la Columbia Británica canadiense vivían los indios yonkallas, kusas, haidas y nootkas. Eran tribus sedentarias que construían monumentos permanentes (tótems) y viviendas de madera a gran escala. Finalmente, en Idaho y Oregón se asentaron los indios nez percé, que intercambiaban sus productos (sobre todo pieles y pescado) por la carne de

búfalo que cazaban los indios de las Grandes Llanuras. Pese a la gran variedad de culturas, las tribus norteamericanas coincidían en el sistema de organización social, que radicaba en el parentesco y en las ceremonias rituales que marcaban por igual la religión y la vida cotidiana. Todos estos nativos confiaban en la existencia de espíritus, a los que acudían para disfrutar de una abundante cosecha o de una buena cacería, para lo cual debían congraciarse con ellos a través de danzas rituales, ceremoniales o regalos. La cohesión social en el grupo dependía del culto a los muertos, a los que había que mantener cómodos y seguros. Si los hurones e iroqueses creían en un gran dios, Manitú, creador de todas las cosas, otras tribus eran más animistas. En sus danzas rituales siempre destacaba la figura del chamán, el dueño del conocimiento y el que atesoraba las plantas medicinales de la región que habitaba la tribu.

Entre pipas y ancianos La danza del sol tenía variantes entre los indios del noreste y los de las Grandes Llanuras. Estos últimos llevaban a cabo rituales de valor que requerían durísimas pruebas de resistencia y en algunos casos automutilaciones. El calumet era la pipa sagrada utilizada en rituales de paz y guerra, aunque también se usaba en actos de bienvenida. Además del poder prominente del chamán, las tribus se organizaban a través de un consejo de ancianos cuyos integrantes se reunían en asamblea y discutían con el jefe de la tribu cuestiones importantes para la supervivencia del grupo. Algunos animales prestaban sus poderes a la gente, como el oso, el búfalo, el águila o la serpiente. Sus funciones de sanar, profetizar o proteger contra peligros eran similares entre los distintos

CRONOLOGÍA 1001 Los vikingos desembarcan en la costa este de Norteamérica.

1492 Cristóbal Colón descubre América. Los Reyes Católicos conquistan Granada y ordenan la expulsión de los judíos de España.

1513 Juan Ponce de León conquista La Florida. Es el primer encuentro documentado de españoles con nativos norteamericanos.

1516

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Algo que llevarse a casa. Arriba: indios clovis, la tribu de los yacimientos arqueológicos más antiguos, usan sus primitivas armas para cazar un gran mamut. Derecha: desde tiempos prehistóricos, nativos de Colorado erigieron poblados con construcciones de adobe, como las que se conservan en Mesa Verde.

Carlos I es nombrado rey de Castilla y Aragón. Tres años después se convertirá en el emperador Carlos V.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

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Guerreros muy valerosos

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as luchas entre tribus eran frecuentes y tenían un componente ritual de tintes místicos y religiosos. En las Grandes Llanuras, en las tierras del sureste y las del noreste, la guerra era una parte fundamental de la cultura y vida cotidiana de los indígenas. Los conflictos se producían por pillaje, venganza o por meras cuestiones de honor y territoriales. Pero la lucha, tanto a pie como a caballo, no solía implicar a tribus enteras, ni tampoco se buscaba la destrucción del adversario. Primaba el valor del guerrero en combate. Los más fuertes en la guerra y en las partidas de caza eran considerados los líderes del grupo. En las Grandes Llanuras, los combates cuerpo a cuerpo eran valorados como una práctica deportiva que otorgaba a los vencedores gran prestigio entre su gente. Cada golpe que el guerrero asestaba a su contrincante le permitía incorporar una pluma más a su penacho ornamental. Cuando

se dirimían cuestiones muy graves, las guerras entre tribus conllevaban derramamiento de sangre y la captura de prisioneros, que podían ser vendidos como esclavos.

El prototipo más conocido

Armonía con la naturaleza y furia humana. Las hostilidades entre indios fueron siempre habituales.

Magias del cielo y de la tierra. Aqui: tótems de la tribu haida conservados en Stanley Park, célebre zona verde urbana de Vancouver (Canadá). La fuerza de los símbolos servía para invocar la memoria de destacados seres desaparecidos y también para atraer los poderes escondidos, como en el caso de los hombres-medicina. Derecha: uno de estos chamanes cargado de todo tipo de objetos milagrosos: cabeza de oso, serpiente, lagarto...

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grupos tribales. El principal estudioso indígena estadounidense, Vine Deloria Jr., recuerda aspectos del universo de espíritus indios: “Nuestros ancestros invocaron la ayuda de entidades espirituales superiores para resolver problemas prácticos apremiantes, como encontrar animales para cazar, predecir el futuro, aprender sobre medicinas, participar en curaciones, hablar con otras criaturas, encontrar objetos perdidos y cambiar el curso de los eventos físicos por medio de una relación con los espíritus que controlaban los vientos, las nubes, las montañas, los truenos y otros fenómenos del mundo natural”. Casi todas las tribus de las llanuras, y también de otras regiones, utilizaban las tiendas denominadas tipis, en las que habitaban los grupos familiares. Eran de forma cónica y estaban sostenidas por un armazón de palos cubiertos de piel de búfalo. Más singulares eran las viviendas de madera, ramas y hierbas, como las que erigían los wichitas, o las arcaicas casas de adobe que construyeron los anasazi que vivían en Nuevo México y Colorado mucho antes de la llegada de los europeos.

La forma de vida en las Grandes Llanuras (que se extienden de norte a sur, desde el centro de Canadá hasta la frontera de México) era principalmente la caza del búfalo. En esa inmensa región, el aspecto y los rasgos culturales de los nativos eran los

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Los primeros americanos

FOTOS: MUSEUM FÜR VÖLKERKUNDE; GETTY IMAGES

Los ancianos, siempre respetados, se encargaban de la formación moral de los jóvenes y transmitían los mitos y la esencia espiritual. mismos que predominan en la imagen más típica que en la actualidad tenemos del prototipo de indio norteamericano: los llamados pieles rojas, con sus vistosos tocados de plumas en la cabeza, que visten con trajes de cuero, ejecutan danzas rituales y viven en poblados formados por tipis. Las tribus basaban su economía en las plantas domesticadas (girasol, maíz, frijoles y calabazas) y en la caza, una práctica reservada sólo a los varones. Las mujeres, que eran veneradas por traer la vida al mundo, se encargaban de la preparación de los alimentos, la confección de ropa y el cuidado de los niños. En esta última tarea también colaboraban los ancianos, cuya sabiduría y experiencia despertaban el respeto del grupo tribal. Además de ser una de las figuras clave en la cultura india, los hombres de edad avanzada eran los encargados de la formación moral y quienes transmitían los mitos y la esencia espiritual del grupo. La poligamia se practicaba siempre que lo permitiera la economía, y el matrimonio podía disolverse con facilidad por ambas partes. Entre los indios de las Grandes Llanuras, el joven que pretendía crear una familia debía ofrecer regalos a la de la mujer elegida, lo que fortalecía el vínculo entre las dos parentelas. En realidad, el matrimonio era un asunto meramente social que se solía concretar entre las dos familias. El rito de iniciación de las jóvenes lo marcaba la primera menstruación, tras la cual solían ser recluidas unos días en aislamiento. Los indios pensaban que la sangre menstrual era maligna y que podía desencadenar enfermedades, aunque también la consideraban un proceso ritual de purificación para las mujeres. Cuando cumplían 14 años, los varones solían pasar por ritos de iniciación que servían para definir su virilidad. Entre los sioux, los chicos eran iniciados mediante una ceremonia que incluía sueños inducidos: el chamán invocaba a los espíritus para que vinieran en ayuda del muchacho, que permanecía solo durante tres o cuatro días sin poder comer hasta que le llegaba la visión de su espíritu guardián, que podía ser un animal o incluso un fenómeno natural. En el arranque del siglo XI, los integrantes de algunas tribus de la costa este de Norteamérica debieron sorprenderse muchísimo cuando se toparon con unos hombres de tez blanca y cabello rubio que llegaban a las playas a bordo de un extraño navío. Eran los primeros europeos que veían en sus tierras. Aquel desembarco debió ocurrir en torno al año 1001 y su protagonista principal fue el explorador vikingo Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo. En la década de los 60 del pasado siglo se lo-

calizó un asentamiento en Leifbundir (L’Anse aux Meadows), en Terranova, que podría corresponder al campamento que construyó el vikingo. Algunos arqueólogos e historiadores creen que ese asentamiento de mil años de antigüedad era la tierra llamada Vinland, que Eriksson describió una vez que regresó a su propia nación.

Así en la paz como en la guerra. Calumet o pipa sagrada de la tribu omaha. Se usaba en reuniones y su humo simbolizaba la confraternización de los participantes.

Vikingos en la niebla Otros investigadores sugieren que Vinland no estaba situada en Terranova, sino más al sur, en Massachusetts o Rhode Island. Sin embargo, no existen pruebas arqueológicas que respalden esa idea, como tampoco las hay que demuestren el supuesto origen vikingo de la torre de Newport, que según el danés Rafn fue erigida por Erikson. De hecho, un equipo de arqueólogos demostró a mediados del siglo XX que la torre era más bien un puesto defensivo construido por el gobernador Benedict Arnold en el año 1765. Lo que sí parece demostrado es que hace mil años Erikson llegó a Terranova y, probablemente, a otros puntos de la costa noreste de Norteamérica; pero este hecho no implica que fueran los vikingos quienes descubrieron América. Al menos, no la descubrieron para el resto de los europeos, ya que nunca comunicaron su hallazgo. Sin lugar a dudas, desembarcaron en las costas de Norteamérica y permanecieron un tiempo en algunos asentamientos, pero cuando comprendieron que aquellas tierras no les iban a reportar grandes beneficios las abandonaron. De hecho, nunca tuvieron la intención de colonizar el Nuevo Mundo. En los impresionantes paisajes de los Grandes Lagos, en las Grandes Llanuras del Medio Oeste, en las regiones montañosas de Canadá y en los territorios agrestes de Nuevo México, Arizona y Nevada, los indios norteamericanos siguieron viviendo en perfecta comunión con la naturaleza durante muchos años, sin preocuparse de nuevos actores externos. Sin embargo, a finales del siglo XV, un factor inesperado iba a trastornar irremisiblemente el equilibrio vital que mantenían los indígenas con su entorno natural. A miles de kilómetros de distancia, los reinos europeos todavía se lamían las heridas que les habían causado la entrada triunfal de los

Un grito amplió el mundo. Estatua de Rodrigo de Triana, quien avistó primero la costa americana (ubicada en Sevilla).

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y dos conatos de motín. Horas después de producirse el último, la noche del 11 al 12 de octubre, el marinero Rodrigo de Triana, que iba en la Pinta, dio el grito que todos esperaban con ansiedad: “¡Tierra!”. Al mediodía del 12 de octubre, Colón tomó posesión del territorio con que se toparon en nombre de los Reyes Católicos e hizo que la solemne declaración de sus derechos sobre la isla fuera registrada por el notario. A partir de aquel momento, la colonización se basó en la dominación de gentes, algo que implicaba la toma de posesión de enormes territorios.

Primero los españoles

Entre el sol y el suelo. Arriba, campamento indio pintado en 1837. El tipi fue usado sobre todo por los nativos que habitaron las Grandes Llanuras.

turcos en Constantinopla, un verdadero desastre que bloqueó la siempre deseada Ruta de la Seda, a través de la cual llegaron las especias al Viejo Continente durante siglos. Los europeos buscaron afanosamente la manera de encontrar una vía alternativa para conseguir aquellos preciados productos que sólo se producían en Oriente y que tanta riqueza proporcionaban a muchos. Un marino llamado Cristóbal Colón propuso a los Reyes Católicos alcanzar las Indias navegando en sentido opuesto; es decir, a través del océano Atlántico. Pero ¿era factible el viaje a través de este agitado mar? Aunque lo veía improbable, la reina Isabel convenció a su marido, Fernando de Aragón, para que apoyara la idea de Colón. El 3 de agosto de 1492, el marino partió de Palos de la Frontera al mando de tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María. Tras llegar a Canarias y abastecerse, los tres navíos zarparon de La Gomera el 6 de septiembre. Gracias a los vientos alisios, la pequeña flota navegó sin contratiempos hasta el mar de Sargazos. Pero los días pasaban y las naves no divisaban indicios de tierra, lo que provocó la inquietud a bordo

En su búsqueda de tierras para conquistar, los españoles fueron los primeros europeos que avistaron las llanuras de Kansas, los desiertos de Nevada, las tierras de California, el Gran Cañón del Colorado y el caudaloso Misisipi. Antes de que Estados Unidos existiera, España había conquistado gran parte del lejano oeste, un enorme territorio poblado de apaches, comanches y otras tribus. A principios del siglo XVI aquellos lugares ya estaban habitados por unos 10 millones de indios norteamericanos. En 1513, durante la expedición de Juan Ponce de León a la región que él mismo bautizó como Pascua Florida (actual Florida), se produjo el primer encuentro documentado de españoles con indígenas norteamericanos. Once años después, el navegante italiano Giovanni de Verrazano desembarcó en Carolina del Norte e inició la exploración de todo el territorio hasta la actual Nueva Escocia, a la que llamaría Francesca en honor al rey Francisco I de Francia, que había sufragado su viaje. Fue el primer europeo que avistó el terreno donde hoy se erige Nueva York, una ciudad que ha homenajeado al navegante florentino bautizando con su nombre uno de los puentes que unen a Manhattan con Brooklyn.

La auténtica Pocahontas

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varias dudas sobre la verosimilitud de la historia. Lo que sí parece cierto es que los indios, y la propia Pocahontas, ofrecieron alimentos a los colonos para

que pudieran sobrevivir. Cuando estos supieron que era hija de un jefe indio, la secuestraron para que su padre liberara a prisioneros ingleses. Wahunsonacook no accedió al canje y la joven india permaneció en la colonia, donde aprendió inglés y se casó con el viudo John Rolfe. En 1616, los colonos dePocahoncidieron enviar a Pocahontas al Reino tas salva Unido para demostrar la docilidad la vida del colono de los nativos y conseguir capital de John Smith, nuevos inversionistas. La joven india secuestrado por su tribu murió un año después. powhatan.

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ació en 1595 y fue la hija mayor de Wahunsonacook, jefe de la tribu powhatan, cuyos poblados se ubicaban en los territorios del actual estado de Virginia. Al poco de llegar los blancos a sus tierras, un grupo de indios secuestró a uno de los colonos, llamado John Smith, a quien iban a ejecutar. Sin embargo, Pocahontas lo protegió con su cuerpo y consiguió que lo liberaran. Al menos, eso fue lo que contó Smith, aunque hay

Los primeros americanos Carrera por ganar terreno La expedición del español Pánfilo de Narváez llegó a la bahía de Tampa (Florida) en 1528. Desde allí emprendió camino hacia la bahía de Apalache, una odisea en la que murieron más de la mitad de los hombres. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, hasta entonces tesorero de la expedición, asumió el mando del diezmado grupo de exploradores. En 1530, los españoles llegaron a la actual Texas, donde fueron capturados por indígenas. Tras cinco años de cautiverio, Cabeza de Vaca y otros tres supervivientes huyeron a través del suroeste de Estados Unidos, logrando llegar a un asentamiento español en el río Sinaloa (México) en 1536. En aquellos años, el navegante francés Jacques Cartier ascendió por el río San Lorenzo hasta llegar a un poblado indígena que estaba situado en el mismo punto donde hoy se encuentra la ciudad de Quebec. Francia aprovecharía los viajes de Cartier por aquel inmenso territorio para reclamar sus derechos sobre Canadá. Por su parte, el español Francisco Vázquez Coronado encabezó una expedición en 1540 con la que cruzó el Río Bravo y las llanuras del norte de Texas. Fueron los primeros europeos que contemplaron las grandes manadas de búfalos americanos. Dicen que los caballos que perdió la expedición de Coronado fueron los primeros que obtuvieron los indios. Gracias a ellos y a otros que fueron capturando tiempo después, las tribus de las Grandes Llanuras se convirtieron en grandes jinetes. Entre 1539 y 1542, Hernando de Soto capitaneó otra expedición española que viajó a través de los actuales estados de Florida, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Alabama, Oklahoma y el norte de Texas. Después de acometer todo tipo de vicisitudes y combates con las tribus que se fueron encontrando, los expedicionarios que todavía seguían con vida no encontraron el ansiado oro que buscaban. Tan sólo un puñado de hombres consiguió volver a los asentamientos españoles del golfo de México. Atrás quedó De Soto, que murió a causa de unas fiebres.

FOTOS: GROSBY BROUP

Hitos californianos En 1542 el emperador Carlos V ordenó enviar una expedición naval al mando del portugués Joao Rodrigues Cabrilho para explorar la costa norteamericana del Pacífico. Cabrilho y sus hombres divisaron la bahía natural de San Diego y la de Monterrey. Es también muy probable que alcanzaran la frontera de los actuales estados de California y Oregón. Casi 20 años después, un grupo de hugonotes franceses llegó a Florida y se asentó en la colonia Fort Caroline, que sería destruida por los españoles años después. Cerca de sus ruinas, el adelantado Pedro Menéndez de Avilés fundó la

Una corona falsa. Ilustración del jefe powhatan que fue coronado rey por los ingleses en una farsa que sólo pretendía obtener víveres y apoyo de estos indígenas de la costa este norteamericana.

Colón definiría el modo de colonización basado en la toma de posesión oficial de grandes territorios y sus habitantes. ciudad de San Agustín, que sería el primer asentamiento español permanente en Estados Unidos. Poco a poco, los europeos iban aumentando el perímetro de sus exploraciones y dominio. Antes de que llegaran los blancos a Virginia, los indios powhatans habían oído rumores sobre la presencia y actividades de los españoles en Florida, pero todavía no sospechaban en qué medida les podía influir la presencia de extraños en su territorio. Cuando los ingleses desembarcaron en las playas atlánticas, los powhatans reaccionaron con curiosidad. Aquellos hombres de tez blanca se mostraron muy amistosos con ellos e incluso coronaron a uno de sus jefes, Wahunsonacook, a quien llamaron rey Powhatan, convenciéndolo para que su gente suministrara alimentos a los nuevos colonos.

El principio del fin Aquel encuentro fue el inicio de una dolorosa experiencia que llevaría a todas las tribus nativas a perder sus tierras, cultura y dignidad. Los indios vivían en armonía con la naturaleza y prosperaban sin necesidad de alterar el equilibrio medioambiental. Todo lo contrario que los europeos de la época, que arrasaban sin contemplaciones los recursos naturales que tenían a su alcance. Así iba a ser el choque de los indios contra el hombre blanco, cuyos valores y comportamiento estaban tan alejados de los suyos. Unos dos siglos después, el Jefe Joseph, de la tribu nez-percé, describiría con agudeza y sentimiento la tragedia de los pueblos nativos de Norteamérica: “Las llanuras y los campos fueron creados sin límites ni demarcaciones, y no debe ser el hombre quien se los ponga […]. Veo cómo los hombres blancos ganan riqueza por doquier y veo también su deseo de darnos las tierras que carecen de valor […]. Dígannos, si es que pueden, que fueron enviados por el Poder Creador para hablarnos”.

WEB bit.ly/1pDUnAP Dentro de la historia de EUA, esta web se titula Los albores de Norteamérica y abunda en las características del periodo abarcado por el presente artículo.

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Estados Unidos se impone

Nace una nación, mueren otras

La enorme colonia británica se convierte en un gran país que no deja de usurpar territorios a los indios. Éstos ya no tienen sitio en su propio mundo.

Los invitados a la fiesta. Un cuadro de principios del siglo XVII describe la primera celebración del Día de Acción de Gracias de unos colonos junto a sus vecinos indios.

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alvo contadas escaramuzas, durante los primeros años de colonización los británicos y franceses mantuvieron buenas relaciones con los indios norteamericanos (los powhatans colaboraron con los ingleses que se asentaron en el territorio que ahora ocupa Virginia), pero la llegada masiva de angloamericanos y las tensiones entre las diversas tribus fueron exacerbando los ánimos. El choque cultural fue menor en Canadá, donde los

franceses comerciaban con pieles y trataban a los indios como iguales, aceptando los matrimonios mixtos. Todo lo contrario que los británicos, que tendían a levantar muros infranqueables entre ellos y los indios, lo que finalmente desembocó en fuertes conflictos que se agravaron según iban llegando más colonos de Gran Bretaña. Entre 1604 y 1609 estalló la primera guerra entre indios y británicos: los powhatans capturaron y mataron a John Ratcliffe, el líder de la colonia. Poco después, el nuevo gobernador de esta misma colonia, Thomas West (Lord Delawere), organizó una brutal campaña contra los indios, atacando y quemando sus poblados. La paz se selló con el matrimonio de Pocahontas, la hija de Wahunsonacock, jefe de los powhatans, con el colono John Rolfe, uno de los pocos enlaces mixtos que se produjeron durante las colonias británicas. “Wahunsonacock vaciló un tiempo entre la lealtad que debía a sus súbditos y el acatamiento a las consignas de los ingleses, pero cuando su hija Pocahontas se casó con John Rolfe parece que decidió que era inglés antes que indio”, escribe Dee Brown en su famoso libro Enterrad mi corazón en Wounded Knee (Turner Noema).

FOTO: GETTY IMAGES

Un piloso trofeo de batalla. Un grupo de guerreros realiza una danza para celebrar una victoria en torno a un montón de cabelleras arrancadas.

Las guerras coloniales

En un trono sencillo. El jefe powhatan Wahunsonacook, padre de la famosa Pocahontas, rodeado por sus cortesanos.

que sus súbditos fueron empujados hacia el interior por los colonos. Su hijo Metacom encabezó en 1675 una confederación india que arremetió contra decenas de asentamientos ingleses. Tras meses de duros enfrentamientos, los británicos acabaron con la revuelta y mataron a Metacom, cuya cabeza fue expuesta públicamente en Plymouth durante 20 años. Su mujer e hijos fueron vendidos como esclavos en las Antillas. Cuarenta años antes de la matanza de indios wampanoags, la guerra entre los indios pequots y los mohicanos causó la muerte de varios colonos, lo que provocó la respuesta del gobernador de Massachusetts, John Endecott, que envió tres barcos con la orden de bombardear a las tribus enemigas. Los pequots respondieron con un asalto a la colonia de Wethersfield, lo que desató una nueva y feroz represalia de los colonos que concluyó con el asesinato de más de 500 indios, incluyendo a mujeres, ancianos y niños. Fue la primera masacre a gran escala protagonizada por el hombre blanco y desató las primeras protestas por la brutalidad de las tropas coloniales que la perpetraron.

CRONOLOGÍA 1664 Las colonias holandesas caen en manos del Imperio británico, que inicia la compra de territorios a los indios.

1763 Finaliza la Guerra de los Siete Años, de la que sale victorioso el Reino Unido. Se firma el Tratado de París. Francia pierde la mayor parte de sus posesiones en América. España pierde Florida y gana Luisiana.

Y también los holandeses Cuando murió Wahunsonacock, su pueblo se levantó para tratar de devolver a los ingleses al mar, pero los colonos, armados con potentes armas de fuego, acabaron con ellos.

FOTOS: ALBUM

Inconscientes del peligro Apenas sobrevivieron mil powhatans de los 8,000 que habitaban la región antes de la llegada del hombre blanco. Los nativos no parecían darse cuenta del peligro que corría su cultura. Nunca comprendieron que aquellas primeras escaramuzas eran el preludio de un proceso que culminaría varios años después con la práctica desaparición de su forma de vida. El descalabro que sufrieron los powhatans en Virginia se repitió en Massachusetts, donde pemaquids y wampanoags recibieron al hombre blanco amistosamente. La actual fiesta de Acción de Gracias recuerda la ayuda que ofrecieron los wampanoags a los tripulantes del barco Mayflower. Los indios compartieron el grano con los colonos y les enseñaron a pescar para que superaran su primer invierno en el Nuevo Mundo. En otoño de 1621 los ingleses recolectaron las primeras cosechas de cebada, frijoles y calabazas. Como muestra de agradecimiento, organizaron un festín al que invitaron a los indios, que llevaron carne de pavo y otros alimentos. Durante varios años la convivencia siguió siendo pacífica, pero la continua llegada de barcos con nuevos colonos, ávidos de tierra y alimentos, provocó la inquietud de los nativos. En 1661 murió Massasoit, jefe de los wampanoags, momento en

Entre 1640 y 1664, los holandeses asentados en el territorio de los actuales estados de Nueva York y Nueva Jersey reprimieron con dureza a las tribus locales. La muerte de cuatro mohicanos desató una espiral de violencia que desembocó en el asesinato de algunos colonos y el brutal ataque de los holandeses a los poblados indígenas. En septiembre de 1664, las colonias de Holanda cayeron en poder del Imperio británico, cuyas autoridades compraron territorios a los indios. Nueva Ámsterdam pasó a manos inglesas el 24 de diciembre de ese año. Desde entonces se llamó Nueva York, en honor del duque de York, hermano del rey Carlos II de Inglaterra. Los ingleses continuaron comprando territorios nativos, pero la llegada de nuevos colonos y su rápida expansión hacia el interior del continente hicieron reaccionar a las distintas tribus, poco dispuestas a que el hombre blanco agotara sus recursos naturales.

Comienza el exterminio Al mismo tiempo que la corona británica estudiaba cómo hacerse de nuevos territorios, su ejército fue expulsando a las tribus que impedían los nuevos asentamientos de colonos. Las tribus narragansett, podunk, nipmuck y otras fueron prácticamente exterminadas. Mientras los británicos se hacían cada vez más fuertes en el interior, el explorador francés René-Robert Cavelier recorrió el río Misisipi hasta el golfo de México y reclamó aquel vasto territorio, actual estado de Luisiana, para Luis XIV, rey de Francia. A partir de

1775 Comienza la Guerra de Independencia norteamericana. Concluye ocho años después: nace EUA.

1804 Coronación de Napoleón como emperador de Francia.

1821 México se independiza de España.

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En la Guerra de Independencia, norteamericanos e ingleses buscaron el apoyo de los indios, lo que provocó una guerra civil entre las tribus. que ganó Luisiana y aseguró su soberanía sobre los territorios conquistados al oeste del Misisipi.

El Imperio contraataca

El general B. Arnold, célebre por pasarse de las filas americanas a las inglesas en la Guerra de Independencia, cae herido en batalla (arriba).

1,000 powhatans fueron los únicos que sobrevivieron a la llegada de los blancos, concretamente los británicos, de los 8,000 que vivían en el actual territorio de Virginia.

aquel momento, el auge comercial de los franceses en la zona entró en colisión con los intereses de las colonias británicas. En 1733 los ingleses se habían asentado en 13 colonias en la costa atlántica: Massachusetts, Nueva Hampshire, Rhode Island, Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Pensilvania, Delaware, Maryland, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Georgia y Virginia. Entre 1754 y 1763, los ingleses y franceses, con sus respectivos aliados indios, libraron cuatro guerras por el dominio del territorio a lo largo de la costa este de Estados Unidos y Canadá. El conflicto habría de concluir con el Tratado de París de 1763, que puso fin al control francés de Canadá, los Grandes Lagos y los territorios que tenía la corona francesa al este del Misisipi. La corona británica obtuvo tal cantidad de terreno que se vio obligada a enviar más soldados y administradores al Nuevo Mundo. El incremento del aparato burocrático imperial despertó el recelo de los colonos, que finalmente decidieron levantarse contra los ingleses. Por su parte, España perdió Florida, aun-

Desde que los europeos arribaron a sus tierras, las tribus buscaron la alianza con Francia y España para defenderse de los británicos, cuyas colonias amenazaban su territorio. Pontiac, el jefe de los ottawas, reunió el Consejo de las 18 Naciones para enfrentarse al Imperio británico. Aunque las primeras victorias correspondieron a los nativos, que asaltaron varias fortificaciones y doblegaron en campo abierto a las fuerzas ocupantes, los ingleses contraatacaron y derrotaron a los ottawas. En 1765 Pontiac firmó un tratado de paz en el que declaró su sumisión a la corona británica. La paz abrió las puertas del valle de Ohio a los colonos, que irrumpieron en los territorios indígenas. Entre 1775 y 1783, las 13 colonias angloamericanas se alzaron contra el Imperio británico, dando comienzo la Guerra de Independencia estadounidense. Los independentistas y los británicos no dejaron de esforzarse en convencer a las distintas tribus para que combatieran a su lado, lo que desembocó en una auténtica guerra civil entre los indios. Los integrantes de la Confederación Iroquesa y los cherokees también se dividieron en dos facciones que lucharon a favor y en contra de los colonos. Los ingleses dominaron los combates en los primeros años de la contienda, pero la batalla de Saratoga (1777) cambió las cartas. A partir de entonces, los colonos tomaron la iniciativa con la ayuda de Francia y España. La guerra finalizó con el Tratado de París de 1783, que dio lugar al nacimiento de Estados Unidos. La victoria de las colonias también supuso el comienzo del fin de las tribus nativas norteamericanas. Durante el

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ste jefe y guerrero mohawk, nacido en 1743, fue un importante socio de los ingleses durante la Guerra Civil americana. Conoció a los personajes más importantes de la época, como a George Washington y al rey Jorge III de Inglaterra. Joseph Brant prosperó gracias a su educación, ya que asistió a la escuela india de Connecticut, donde aprendió a hablar inglés. Su capacidad para la negociación y sus conexiones con los oficiales ingleses marcaron su trayectoria como líder de los mohawks. Su hermana Molly se casó con William Johnson,

superintendente británico, con el que estuvo trabajando mucho tiempo como intérprete. Viaje a Londres. En 1775 viajó a Inglaterra para informar sobre la situación en las colonias, y a su regreso colaboró estrechamente con el Imperio británico durante la guerra. Brant pensaba que si los colonos salían victoriosos, los indios perderían sus tierras. Posteriormente colaboró con las autoridades estadounidenses en los tratados de paz con los indios miamis y otras tribus. Acabaría falleciendo en el año 1807, en la reserva de Ontario.

Al apoyar a los ingleses, Joseph Brant rompió la Confederación Iroquesa.

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El amigo de los británicos

Las guerras coloniales

Juego de bandos. Arriba: el jefe Pontiac y otros líderes aliados de los británicos se presentan ante el oficial al mando.

conflicto, Francia recuperó Canadá y ocupó Luisiana. Por su parte, España pudo recuperar Florida y siguió dominando los enormes territorios del suroeste y de California.

Ambición insaciable La nueva nación se enfrentó de inmediato a las tribus, muchas de las cuales la habían apoyado en su lucha independentista. Aunque algunas tribus siguieron colaborando con los estadounidenses, otras se enfrentaron a ellos para tratar de frenar su insaciable apetito de nuevas tierras. Fue el caso del jefe mohawk Joseph Brant, que se opuso a la expansión territorial que imponían las autoridades de Washington. El nuevo Congreso estadounidense aprobó en 1787 una ordenanza para la creación del Territorio del Noroeste, una inmensa región habitada por unos 45,000 nativos que incluía territorios de los actuales estados de Ohio, Indiana, Michigan, Illinois, el noreste de Minnesota y Wisconsin. Esta Lucha fratricida. El 28 de agosto

TRATADO París, 1783. Se firmó entre EU e Inglaterra, reconociendo la independencia de los primeros y dando fin a una guerra que había durado ocho años.

1832 El presidente Jackson

toma su primera medida al llegar a la Casa Blanca: el traslado forzoso de los cherokees a una reserva lejana.

LIBRO Los Estados Unidos desde 1816 hasta el final de la Guerra Civil, Isaac Asimov. Alianza, 2012. El famoso novelista y científico, en su esmerada faceta de historiador de su país de adopción.

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de 1833, miles de assiniboines y creeks masacraron a un grupo de pies negros frente a Fort McKenzie (Montana).

ordenanza, que marcó la posterior política de expansión de Estados Unidos, obligaba a los colonos a mostrar la máxima buena fe respecto a los indios. “Su territorio y sus propiedades nunca les serán arrebatadas sin su consentimiento y, dentro de los límites de su propiedad, sus derechos y su libertad nunca serán invadidos o molestados”. La Historia demostró el cinismo de aquellas buenas palabras. Con el Tratado de Greenville (1795) comenzó el traslado forzoso de las tribus miami y shawnee de Ohio a Indiana. En 1803, cuando Estados Unidos compró Luisiana a los franceses, los shawnees al mando de Tecumseh se rebelaron, aunque fueron derrotados en 1813. Meses después, estos nativos firmaron un tratado en el que se les reconocería como nación si se comprometían a ayudar a Estados Unidos frente a los intentos de Gran Bretaña de inmiscuirse en la zona... pero Washington incumplió tal acuerdo. Con el objetivo de desestabilizar el poder de la nueva nación, los españoles habían estado ayudando a las tribus semínolas y creeks y a los esclavos negros a instalar poblados al otro lado de la frontera de Florida, lo que inquietó a las autoridades estadounidenses. En 1812, Andrew Jackson, al mando de la milicia de Tennessee, fue enviado al sur de Alabama para reprimir una insurrección de indios creeks, que finalmente tuvieron que ceder dos terceras partes de sus tierras a Estados Unidos. La batalla final de Horseshoe Bend (1814) desencadenó otro de los grandes traslados forzosos de indios. La guerra terminó en 1819 con la venta de la Florida española a Estados Unidos, cuyo gobierno se comprometió a respetar los derechos de los indios, una promesa que fue incumplida sistemáticamente. La carrera militar de Jackson concluyó brillantemente al ser elegido presidente de Esta-

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MUY INTERESANTE

HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

DOCUMENTO PIELES ROJAS aprender los usos y costumbres de la nueva nación. En 1830, el Congreso estadounidense aprobó la Ley de Traslado Forzoso con respecto a los indios, y los primeros afectados serían los cerca de 100,000 semínolas, creeks y cherokees que fueron enviados a la fuerza al oeste.

En un gueto natural

dos Unidos. Deseosos de ascender con rapidez en el escalafón militar, algunos compañeros de Jackson trataron de emular sus salvajes tácticas contra las tribus indias. Tras la independencia de México, consumada en 1821, la presión de Estados Unidos culminó con el arrebatamiento de Texas a los mexicanos y el posterior tratado de Guadalupe Hidalgo, por el cual México cedió Nuevo México y Colorado más los territorios de Arizona, Utah, Nevada y California. Por aquellos años, el presidente estadounidense James Monroe esbozó la política expansionista de su país y los planes de exclusión de las tribus nativas. Según Monroe, la sumisión de los nativos significaba la pérdida de sus derechos políticos, ya que pasaban a ser un pueblo asimilado que debía

La expresión “destino manifiesto de Estados Unidos” aludía a la libre expansión del país bajo el auspicio de la divina providencia. Imponente paisaje de retiro. Escenario de multitud de westerns, Monument Valley, entre Utah y Arizona, es parte de una de las reservas de los navajos.

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Parias de la nueva nación “En el norte, los restos de supervivientes de los shonis, miamis, ottawas, hurones, delawares y de muchas otras tribus, otrora poderosas, recorrían cansinos el camino que los llevaba mucho más allá del Misisipi, a pie, a caballo o en carromato, con sus desvencijados bienes, aperos enmohecidos y sacos casi desfondados, donde se perdían unas miserables semillas de maíz”, escribe Dee Brown. Aquellas multitudes de indios de aspecto famélico pasaron a ser los parias de Estados Unidos. Algunos nativos habían rechazado el traslado forzoso, como los semínolas, que se refugiaron en los bosques y terrenos pantanosos de Florida, donde también vivían los llamados cimarrones, esclavos fugitivos que se habían mezclado con tribus locales. Osceola, jefe de los semínolas, lanzó ataques sorpresa contra el ejército estadounidense, consiguiendo mantenerlo a raya durante varios años (1835-1838), pero sus esfuerzos fueron en vano. En 1837, este jefe fue capturado durante una tregua y unos meses después falleció entre rejas, en

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La ruta del dolor. El llamado Sendero de las Lágrimas (arriba) según un cuadro de Robert O. Lindneux. Así se llamó el éxodo de los cherokees, aunque se dio el mismo nombre al destino obligado de otras tribus, como les pasó a los choctaws.

Por aquel entonces surgió el concepto del Territorio Indio, una región indeterminada que sirviera de gueto natural para los indios desplazados. Finalmente, aquella gran reserva se situó en el actual estado de Oklahoma. La primera medida que tomó Jackson al llegar a la Casa Blanca en 1832 fue contra los intereses de los cherokees, en cuyas tierras se descubrió oro. El gobierno ofreció 4.5 millones de dólares a los indios para que aceptaran el traslado, una propuesta que fue rechazada por el consejo de la nación cherokee. En la primavera de 1838, el ejército comenzó a acosar a las tribus asentadas en Georgia, Carolina del Norte y Alabama. Al llegar el otoño, los soldados del general Winfield Scott concentraron a miles de indios en campos de internamiento y desde allí los trasladaron al oeste del denominado Territorio Indio. Los nativos tuvieron que recorrer más de 1,200 kilómetros, la mayoría a pie. Uno de cada cuatro cherokees murió de frío, hambre o enfermedad durante aquel éxodo invernal, que pasó a ser conocido entre ellos como la Senda de las Lágrimas. Pero no fueron los únicos que sufrieron el ansia de territorios del gobierno estadounidense: los creeks, semínolas, choctaws y chickasaws también se vieron forzados a abandonar sus tierras.

Halcón Negro y su rebelión

N

ació en 1767 en Saukenuk, una villa situada al lado de la actual Rock Island (Illinois). Su tribu, la sauk, utilizaba ese asentamiento para sembrar maíz y como cementerio, pero sus integrantes pasaban gran parte de su vida cazando en los campos que riega el río Misisipi. En 1804, los indios sauks y los

fox cedieron a Estados Unidos algunas tierras a cambio de una renta anual de unos mil dólares, pero Halcón Negro rechazó el acuerdo y acusó a los estadounidenses de haber convencido a las otras tribus emborrachando a sus jefes. En 1823, los sauks se establecieron al oeste del Misisipi, donde sufrieron todo tipo de calamidades. Diez años

la prisión de Fort Moultrie (Carolina del Sur). Su recuerdo inspiró a otros jefes tribales que se negaban a abandonar Florida, por lo que continuaron la guerra contra los rostros pálidos. Su heroica resistencia fue quebrada en 1842 con la victoria aplastante del ejército estadounidense. Poco a poco, Washington impuso su política de encerrar en las reservas a los nativos sometidos y a los supervivientes de las continuas guerras que se producían en diferentes territorios del país. La mayoría de los políticos norteamericanos veía al indio como un molesto estorbo para la expansión del país hacia el Pacífico. A nadie parecía preocuparle la situación límite de las tribus nativas, que habían perdido su libertad de movimiento y malvivían en reservas ubicadas en territorios áridos que dificultaban el cultivo y la caza.

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Cada vez más caras pálidas El periodista estadounidense John L. O’Sullivan acuñó en 1844 la expresión “destino manifiesto de Estados Unidos”, que no era otro que la libre extensión de su país por el continente bajo el auspicio de la divina providencia. Entre 1810 y 1850, el crecimiento de la población estadounidense fue enorme, pasando de 7 a 23 millones de habitantes. Fue un momento de expansión vertiginosa en el que se produjeron las migraciones masivas de buscadores de oro hacia Montana, Nevada, Kansas, Nebraska y California. La tierra disponible para los colonos creció en una superficie casi similar a la de toda la Europa occidental, pero quedaba mucho terreno virgen en el interior y el gobierno no estaba dispuesto a dejarlo en manos de unos nativos que los burócratas consideraban bárbaros y primitivos. Los colonos penetraron en miles de caravanas en los territorios indios de Oregón, lo que generó otra espiral de violencia que concluyó con el destierro de más tribus a reservas situadas en terrenos donde no había bisontes, el producto básico para la subsistencia de los nativos. Ellos, que eran los verdaderos propietarios de las tierras, fueron

después intentaron regresar a sus tierras, lo que desató una nueva guerra librada en Wisconsin e Illinois y en la que los nativos sufrieron una dura derrota. Tras rendirse, Halcón Negro fue llevado a distintas ciudades para que se convenciera de las bondades de la cultura blanca. Murió en 1838, poco después de publicar su autobiografía.

Halcón Negro heredó de su padre el oficio de chamán, pero prefirió ser un guerrero.

despojados de su patrimonio en un proceso rápido que tiñó de sangre territorios gigantescos. En las vastas regiones de los actuales estados del sur, que habían pertenecido a la corona española y que en 1821 pasaron a México, los apaches, comanches y navajos también habrían de toparse con la intensa presión colonizadora de los estadounidenses. Los navajos habían adoptado algunas costumbres de los colonos españoles, como la cría de ovejas y cabras y el cultivo de grano y frutas. Algunos de ellos prosperaron y se hicieron de algunas propiedades. En 1859, una banda de navajos vagabundos atacó a varios colonos y el ejército estadounidense organizó una partida de represalia que arremetió contra los corrales y el ganado del jefe navajo Manuelito, que no había participado en los disturbios. Cuatro años más tarde, Manuelito y algunos otros guerreros navajos se enzarzaron en una guerra particular contra los blancos en el norte de Nuevo México y Arizona. La reacción violenta de los navajos era consecuencia directa de las injusticias que habían estado sufriendo a manos de los militares estadounidenses.

El ferrocarril fue la puntilla Otros casos similares exacerbaron los ánimos de las tribus nativas. Sus intentos de frenar el robo de sus tierras de caza fracasaron una y otra vez. La odiada caballería estadounidense acabó con la resistencia indígena en una violenta guerra que habría de alargarse hasta finales del siglo XIX. El desarrollo del ferrocarril fue la puntilla para las tribus indias de las Grandes Llanuras, ya que supuso la aniquilación de las grandes manadas de bisontes, su recurso más preciado. La parte central del país, la que supuestamente ofrecía menos atractivos, quedó comunicada con ambas costas gracias al ferrocarril. El penoso viaje en carromato desde el Atlántico al Pacífico, que duraba meses de peligroso desplazamiento, se redujo a sólo unos seis días. Ya nada iba a frenar la expansión territorial de la flamante nueva nación.

23 millones

de habitantes poblaban Estados Unidos en 1850 cuando, de todo el territorio oeste, sólo se había incorporado el actual estado de California.

PERSONAJE Osceola

Su verdadero nombre era Billy Powell, debido a su ascendencia irlandesa y escocesa, pero fue criado por su madre creek y, ya de adulto, llegó a ser el líder de la rebelión semínola en Florida.

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MUY INTERESANTE

HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

DOCUMENTO PIELES ROJAS

En el lejano oeste

La guerra incesante ¿Merecía la pena resistir ante el arrollador avance de los blancos hacia el Pacífico? Algunos valientes jefes indios así lo creyeron y se la pusieron muy difícil al ejército estadounidense.

M

ientras los políticos y empresarios de la costa este hacían planes para colonizar el resto del país, los indios se defendieron como pudieron con un puñado de guerreros. En realidad, las tribus nativas no imaginaron que su mundo iba a desintegrarse tan deprisa. A finales de 1849 se produjo la fiebre del oro en California, que atrajo a más de 40,000 personas que entraron en tropel en los territorios indios. La población de California pasó de 14,000 personas (en 1849) a 200,000 (en 1852). Fue el inicio de otra espiral de violencia que provocó, dos décadas después, las llamadas Guerras Indias.

Riadas imparables

Deslumbrados por el horizonte. Los

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caminos hacia la costa del Pacífico se mostraban llenos de oportunidades: oro, campos, ríos... todo un mundo por reinventar.

La fiebre del oro presionó a las tribus locales, que tuvieron que abandonar sus tierras. Un puñado de guerreros tuvieron que enfrentarse a las miriadas de mineros, colonos y soldados que violaban sus territorios. Pero sus esfuerzos fueron inútiles: las enfermedades que les contagiaron los hombres blancos, la violencia a la que fueron sometidos y la hambruna mermaron la población indígena, que pasó a unos 35,000 individuos que malvivían dispersos por todo el estado.

En 1855, el Tratado de Stevens, impulsado por el gobernador de Oregón, intentó definir las fronteras del territorio de los indios nez-percé (unos 4,000 individuos), que de esta manera renunciaban a una parte de su territorio para mantener la paz. Cinco años después, un minero encontró oro en la zona y el gobierno convenció a varios grupos de la misma tribu nez-percé para que aceptaran un nuevo tratado que reducía todavía más su territorio, aunque algunos líderes se negaron a firmar; entre ellos, el jefe Joseph, quien tomó la decisión de enfrentarse a los estadounidenses. A los que firmaron el nuevo tratado, el gobierno les prometió amplios terrenos en sus asentamientos ancestrales (en los actuales estados de Idaho, Oregón y Washington), pero en 1863 la reserva había mermado en 2.4 millones de hectáreas, quedando en una décima parte de su tamaño original. El jefe Joseph infligió severas derrotas a la caballería estadounidense, pero finalmente daría con sus huesos en una mísera reserva. Y nunca volvería a su amado Wallowa Valley, en Oregón. La continua marea de colonos que violaban sus tierras hizo que los sioux también se levantaran en armas en las Grandes Llanuras. Las tribus pelearon contra los blancos cuando éstos empezaron a

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El lejano oeste

CRONOLOGÍA 1853-1855 Guerra de Crimea, que enfrenta al Imperio ruso con la alianza del Reino Unido, Francia y el Imperio otomano.

trasladarse hacia Kansas y Colorado y hacia las llanuras que iban de Oklahoma a Montana. Conducidos por sus grandes líderes militares, Toro Sentado, Nube Roja y Caballo Loco, los jinetes sioux fueron un temible enemigo para la propia caballería estadounidense.

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Irrumpe el telégrafo En 1851, arapahoes, cheyennes, crows, sioux y otras tribus se reunieron en Fort Laramie (Wyoming) con representantes de Estados Unidos y acordaron conceder permiso a los estadounidenses para el establecimiento de puestos militares y vías de comunicación en sus territorios (ubicados en los actuales estados de Nebraska, Colorado y Wyoming). Poco tiempo después, los colonos irrumpieron en territorio indio a través del río Platte. Primero se alzaron algunos fuertes, luego llegaron las caravanas de carros con miles de colonos y, finalmente, apareció el telégrafo. La fiebre del oro de Pike’s Peak de 1858 (oeste de Kansas y suroeste de Nebraska) atrajo a unos 100,000 buscadores que protagonizaron otra de las grandes corrientes migratorias provocadas por el preciado metal. Los participantes en aquella locura colectiva fueron llamados los Fifty-Niners (los del 59). Tras los primeros poblados de madera, los mineros pusieron en pie la ciudad de Denver (Colorado). El valle del río Platte sufrió también la llegada masiva de colonos, que dividieron el terreno en miles de parcelas donde construyeron sus casas y barracones. Diez años después del Tratado de Fort Laramie, el gobierno estadounidense creó el territorio de Colorado. Pese a la tremenda presión que sufrieron los cheyennes y arapahoes, sus jefes mantuvieron la paz tranquilizando a los guerreros más impulsivos. Por su parte, el gobierno los convocó para la firma de

Invasores e invadidos. Arriba izquierda: caravana de colonos de camino a California. Arriba derecha: Joseph (de pie y con sombrero) y otros jefes nez-percé. Izquierda: la muerte de Joseph en un periódico francés de la época. Este líder encabezó la rebelión tras el hallazgo de oro en California y la consecuente invasión de mineros y colonos.

un nuevo tratado que les prometía conservar los derechos sobre sus tierras y su libertad de movimiento para la caza de búfalos. Pero, como en otras ocasiones, los estadounidenses incumplieron sus promesas. Luego estalló la Guerra Civil norteamericana, lo que dificultó los movimientos de los indios en sus propias tierras. Por el contrario, la presencia y arrogancia de los soldados era cada vez mayor. En la primavera de 1864, los jefes cheyennes Tetera Negra, Antílope Blanco y Oso Esbelto mantuvieron a sus hombres al sur del río Platte (Nebraska), lejos de los establecimientos de comercio para evitar a los soldados y a los cazadores blancos de búfalos. Semanas después, Tetera Negra oyó que los militares habían atacado a los cheyennes junto al río South Platte, por lo que levantó su campamento y se trasladó más al norte. Sin embargo, los soldados dieron con ellos. Oso Esbelto y otros guerreros se acercaron a estos en son de paz, pero fueron acribillados a tiros.

1861 El presidente Lincoln llama a las armas. Comienza la Guerra Civil norteamericana.

1865 Abolición de la esclavitud en EUA. Se publican Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, y Guerra y paz, de León Tolstói.

Plenos de rabia Enfurecidos por la muerte de su jefe, los guerreros cheyennes cargaron contra los militares matando a muchos de ellos. Los que no cayeron huyeron en desbandada. A finales de junio, el gobernador del territorio de Colorado, John Evans, publicó una circular en la que comunicaba que algunas tribus habían iniciado la guerra, pero no dijo nada de los ataques injustificados de la caballería contra los cheyennes.

1869 Inauguración del Canal de Suez, obra realizada por el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps.

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MUY INTERESANTE

HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

8,000 indios acamparon en los territorios del río Powder, en Montana, tras la matanza de Sand Creek. Se cernía la venganza de las tribus cheyennes.

LIBRO Los grandes jefes indios, Russell Freddman. Longuez, 2005. Los jefes nativos norteamericanos se presentan a sí mismos y narran su historia.

DOCUMENTO PIELES ROJAS

El pueblo sioux también sufrió las expediciones punitivas del ejército, lo que provocó ataques brutales de sus guerreros a los colonos que se habían establecido a orillas del río Platte. Los cheyennes del sur y también los arapahoes fueron castigados injustamente por estas acciones. Tetera Negra hizo todo lo posible por apaciguar a sus hombres y alcanzar la paz con el hombre blanco, pero la espiral de violencia ya se había hecho imparable. Meses después, los soldados perpetraron la horrorosa matanza de Sand Creek (Colorado). Los cheyennes pensaban que no corrían ningún peligro y no dieron importancia a la fluida llegada de tropas a las inmediaciones de su campamento. Pronto iba a desatarse la locura. Los niños gritaban horrorizados y corrían en todas direcciones.

Aquellos asesinos ebrios En total eran unos 600 indios, de los cuales sólo unos 30 podían ser considerados guerreros. Los soldados dispararon contra las mujeres, niños y ancianos, muchos de los cuales fueron mutilados y escalpados. Algunos testigos blancos aseguraron que muchos soldados habían estado bebiendo la noche anterior y que algunos no se sostenían en pie en el momento de la matanza. La borrachera propició aquella salvajada, aunque facilitó la huida de algunos cheyennes. Tetera Negra salvó la vida, pero perdió el apoyo de los guerreros, que nombraron a un nuevo jefe. En enero de 1865, los arapahoes, sioux y cheyennes volvieron a atacar a los colonos asentados en la ruta del río Platte. Los guerreros cayeron sobre caravanas, pequeños puestos militares y estaciones de postas. La ciudad de Julesburg fue incendiada y sus habitantes asesinados. Sus cadáveres fueron escalpados en venganza por las víctimas de Sand Creek.

Al fin, sólo un sainete. Dos actores interpretan al general George A. Custer y al jefe sioux Caballo Loco en un montaje turístico en Montana, dentro del parque temático que actualmente se ha convertido en escenario de la sangrienta batalla de Little Bighorn.

Posteriormente, los jefes de las tribus decidieron abandonar la zona del Platte y encaminarse al norte para reunirse con sus parientes en los territorios del río Powder, donde creían que no llegarían los soldados. Allí se encontraron a unos 8,000 indios reunidos en un mismo campamento. Nunca habían visto tantos acampando en un mismo lugar. En la primavera de 1865, unos 3,000 guerreros atacaron al ejército, matando a los integrantes de una columna de caballería. Los indios volvieron a su territorio del Powder pensando que el terror que habían sembrado obligaría a los blancos a respetar los tratados de Fort Laramie. En 1866, el Congreso de Estados Unidos aprobó una Ley de Derechos Civiles que garantizaba la igualdad ante la ley a todas las personas nacidas en el país, salvo a los indios. El gobierno decidió que debían integrarse en la sociedad moderna. Sin embargo, les negaron los derechos civiles. A esa humillación se añadieron otras. Uno tras otro, los tratados que firmó el gobierno con las tribus indias fueron incumplidos.

Después de la reconciliación. El jefe sioux Nube Roja (sentado en medio), otros cuatro jefes indios y un intérprete posan tras la firma del Tratado de Fort Laramie en 1868, según el cual se les garantizaba a las tribus en litigio la propiedad de las sagradas Black Hills y de sus territorios de Montana, Wyoming y Dakota del Sur. 60

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Meses después de aprobarse la Ley de Derechos Civiles, la caballería estadounidense volvió a invadir los territorios del Powder, pero fue aniquilada por los 3,000 guerreros que comandaba el jefe sioux Nube Roja. La batalla, que fue llamada por la prensa “la matanza Fetterman”, supuso la peor derrota jamás sufrida por el ejército a manos de los indios y la segunda en la historia bélica de Estados Unidos que no dejaba ningún superviviente. El gobierno tuvo que enviar refuerzos al territorio del Powder y una comisión de paz a Fort Laramie. Los sioux no querían parlamentar hasta que el ejército no abandonara sus tierras. Finalmente, un grupo de ellos aceptó entrevistarse con el coronel George Armstrong Custer. Le dijeron que el “padre blanco” (el presidente de Estados Unidos) tenía que retirar de sus praderas el “caballo de hierro”

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La peor derrota

El lejano oeste

En 1866, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Derechos Civiles, en la que no se incluía a los indios. El hacha de guerra al aire

El general en su esencia. Fotografía de George A. Custer vestido con su uniforme de general.

que lanzaba humo y corría encima de rieles porque espantaba a las manadas de búfalos. En aquel entonces (1867) se estaban tendiendo las vías férreas de la línea Union Pacific a través de Nebraska occidental. Algunos funcionarios de Washington comenzaron a pensar que la solución más sensata era ceder el territorio de los Powder a los indios a cambio de una paz duradera.

FOTOS: CORDON

Dulce victoria aparente Tras vacilar durante varios meses, el Departamento de Guerra impartió la orden de abandonar aquellos territorios en julio de 1868. Los sioux vieron con tremenda satisfacción la salida de los soldados de los puestos militares. El 6 de noviembre, Nube Roja firmó el nuevo tratado de paz en Fort Laramie y dos años después recibió una invitación para visitar Washington y entrevistarse con el presidente. El 26 de mayó embarcó en un vagón especial de la línea Union Pacific que le llevó en cinco días a Washington. En la Casa Blanca, el jefe sioux se sintió más impresionado por las luces y lámparas que por la presencia del presidente y sus ministros. Allí habló de paz, rechazó el plan del gobierno de llevar a su tribu a una mísera reserva en Missouri y consiguió que el gobierno concediera a su pueblo el privilegio de cazar libremente. Sin embargo, tras unos años de tranquilidad, las promesas de los blancos cayeron en saco roto y volvió la violencia. El texto del nuevo tratado de Fort Laramie de 1868 hacía hincapié en que los blancos respetarían las Black Hills de Dakota del Sur, que los sioux consideraban tierra sagrada. Pero pocos años después comenzaron los rumores de que contenían yacimientos de oro. En 1874, el gobierno envió al Séptimo de Caballería al mando del general Custer para que verificara aquellos rumores. Aunque no encontró rastro del preciado metal, el militar estadounidense envió informes a Washington corroborando su existencia, lo que provocó otra fiebre del oro. El ambicioso Custer no quería abandonar una misión que le podía reportar fama y un rápido ascenso en el escalafón militar.

En 1876, Toro Sentado y Caballo Loco desenterraron el hacha de guerra cuando los burócratas de Washington les conminaron a irse de las Black Hills para vivir en la reserva que les habían asignado en otra zona mucho más pobre ubicada en Dakota del Sur. Por su parte, Nube Roja y otros jefes sioux decidieron que ya habían peleado bastante con los soldados y vendieron sus tierras. Tropas estadounidenses apoyadas por rastreadores indios al mando del general George Crook se lanzaron a la caza y captura de los sioux rebeldes. En mayo de ese año, Crook dividió a su ejército en tres columnas. La primera (970 soldados) se dirigió hacia el río Powder, la segunda (401 soldados) al río Yellowstone y la tercera (968 soldados, el Séptimo de Caballería y unos 40 exploradores indios) también se dirigió hacia el río Powder.

1868 Tratado de

Fort Laramie Su firma, que suponía la recuperación de amplios territorios, fue una de las principales victorias en la lucha india en contra de la invasión blanca.

Gerónimo, el apache temido

V

ino al mundo en Arizpe (Sonora), en cuya parroquia fue bautizado en junio de 1821. Años después, las tropas del gobernador del estado asesinaron a su mujer, a sus tres hijos y a su madre. Gerónimo juró vengarse y se asoció con Cochise, el jefe de los apaches chiricahuas, con el que atacó poblados de colonos y de mexicanos. Después de la muerte de Cochise, los apaches fueron desalojados de su reserva y trasladados a otra situada en White Mountain. Un grupo de guerreros huyó a México encabezado por

Gerónimo, que desde entonces se convirtió en una pesadilla para los colonos y soldados estadounidenses, hasta que fue apresado en la Sierra Madre Occidental. Luego de tres años en prisión fue trasladado a una reservación en Oklahoma, donde llevó una vida ejemplar, participando en la Exposición Universal de San Luis y en otros actos oficiales. Murió en 1909. La leyenda cuenta que su calavera fue robada de su sepultura por los miembros de una sociedad secreta de la Universidad de Yale llamada Skull and Bones (calavera y huesos).

Gerónimo (en el centro) y otros apaches fotografiados en la Exposición Universal de San Luis de 1904, donde participó en su última faceta de “indio ejemplar”.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Lejos de los campos de batalla. Derecha: el jefe comanche Quanah Parker junto a una de sus cinco esposas en el porche de su casa en Oklahoma. Arriba: el jefe apache Gerónimo (tercero por la izquierda) y jefes de otras tribus en una actuación durante un desfile.

DOCUMENTO PIELES ROJAS

El jefe sioux Caballo Loco escuchó con agrado la visión que había tenido Toro Sentado, que en una noche de trance vio caer a los soldados enemigos convertidos en saltamontes. Fue la señal que esperaba para dirigir a sus guerreros contra los odiados “casacas azules” de la primera columna, la que dirigía Crook. El ataque, que casi acabó con los soldados, frenó en seco el avance de Crook. Por su parte, Custer alcanzó el flanco oriental del campamento indio en la orilla occidental del río Little Bighorn. En lugar de esperar refuerzos, Custer atacó a los hombres de Caballo Loco, que en pocos minutos mataron a todos los integrantes del contingente estadounidense. La terrible derrota, hito popular en la historia, se produjo el 25 de junio de 1876.

Inmediata fue la venganza Los políticos, los empresarios y toda la nación clamaron venganza. A partir de aquel momento, los sioux fueron perseguidos por el ejército a través del estado de Montana. Tras múltiples escaramuzas, Caballo Loco se rindió en la primavera de 1877 y en septiembre fue acribillado a balazos en la reserva. Toro Sentado y sus irreductibles se refugiaron en Canadá, donde permanecieron cuatro años. Por fin, el jefe sioux regresó a Estados Unidos, donde permaneció preso durante dos años hasta que logró irse a vivir a la reserva de Standing Rock, localizada en Dakota del Sur. En aquel tiempo, las grandes manadas de búfalos habían desaparecido prácticamente de las llanuras. De aquel imponente animal los indios aprovechaban casi todo: su carne para alimentarse y el cuero para fabricar la lona de los tipis, canoas, ropa, calzado y otros productos. En pocos años, los cazadores blancos aniquilaron a los búfalos, dejando a los nativos sin su principal fuente de abas-

El exterminio de los búfalos tendría también razones políticas: su desaparición determinaba la de los nativos. 62

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tecimiento. Es probable que en aquel exterminio hubiera razones políticas. Los jefes blancos debieron de pensar que, sin su primordial fuente de subsistencia, los indios se verían obligados a aceptar el traslado forzoso a las remotas reservas, en las cuales supuestamente serían alimentados por el gobierno para siempre. Si los militares estadounidenses tuvieron problemas en las Grandes Llanuras, también encontraron gran resistencia en los inmensos territorios del suroeste, donde chocaron con los guerreros apaches y comanches. A principios del siglo XVIII, mucho antes de la llegada del hombre blanco, los comanches forjaron una enorme red comercial que iba desde Ciudad de México a Canadá y desde Nuevo México hasta el Misisipi. Los comanches influyeron en sus vecinos y fueron los únicos que lograron doblegar a los belicosos apaches.

Una sombra aún potente Su gran poder en el valle de Río Grande comenzó a declinar por los efectos combinados de un cambio climático (correspondiente a la Pequeña Edad de Hielo), la cría desenfrenada de caballos y la caza intensiva de búfalos, lo que los abocó a la hambruna y a la casi desaparición. Cuando las autoridades estadounidenses decidieron intervenir para conquistar su territorio, los comanches sólo eran una sombra de lo que fueron. Pese a todo, se enfrentaron con valor a los cazadores de búfalos y a la caballería estadounidense. El guerrero Quanah Parker se convirtió en una pesadilla para los colonos y el ejército en las batallas que se sucedieron en la frontera de Texas. Era hijo de un comanche y de una mujer blanca llamada Cynthia Ann Parker, que siendo niña fue secuestrada por los nativos. Años después fue liberada, pero ella ya sólo se sentía una comanche. Tras la muerte de su hija, dejó de comer y pereció. En junio de 1874, los comanches que encabezaba Quanah Parker se aliaron con indios kiowas, cheyennes y arapahoes para asaltar Adobe Walls. Aunque apenas infligieron bajas a los colonos y

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HISTORIA

El lejano oeste

Nube Roja, el sioux victorioso

N

ació en 1822 en un poblado a orillas del río Platte (Nebraska) y muy joven fue nombrado jefe de los sioux oglala. En 1866, Nube Roja decidió declarar la guerra a Estados Unidos y logró grandes victorias ante la caballería. En 1868, él y otros jefes sioux firmaron el nuevo tratado de paz de Fort Laramie, que pronto fue violado por el gobierno. Dos años después, este valeroso jefe fue invitado a Washington para entrevistarse con el presidente. Allí juraría no alzarse nunca más en armas; fue fiel a su palabra y mantuvo su promesa: no tomó parte en la guerra de 1876, en la que Caballo Loco acabó con el Séptimo de Caballería del coronel Custer. El descubrimiento de oro en las Black Hills provocó la llegada de miles de mineros e incitó a la administración norteamericana a comprar las tierras sagradas de los sioux, lo que era un nuevo incumplimiento de los tratados de paz, pero Nube Roja había peleado mucho con la caballería y pensó que lo mejor era vender sus tierras. El astuto y valiente guerrero murió en 1909. Nube Roja ya se destacó de joven en los combates contra los vecinos sioux.

soldados, fue un cambio a favor que puso en pie de guerra a los nativos de las praderas. Desde Texas a Colorado, todos los indios se levantaron en armas. El gobernador les amenazó con la persecución hasta la muerte si no se avenían a presentarse en las reservas y, tras meses de guerra de guerrillas, las tribus se rindieron. Con el tiempo, Quanah Parker convirtió a su pueblo en una comunidad agrícola y ganadera y viajó con frecuencia a Washington, donde discutía con congresistas y funcionarios aspectos que preocupaban a los comanches. En 1906, el presidente Theodore Roosevelt viajó a Texas y visitó a Quanah Parker, al que consideraba su amigo.

FOTOS: AGE; ALBUM

Hábiles e indómitos apaches En los áridos territorios del suroeste vivían los feroces apaches, una tribu de guerreros indómitos que destacaban como jinetes y por sus habilidades con el arco y la flecha. En 1863, su gran jefe era Cochise, un hombre de gran estatura y espaldas poderosas que mostraba buenas maneras y gran

pulcritud en su aspecto. Hasta 1872, este astuto y escurridizo apache chiricahua mantuvo en jaque a los ejércitos mexicano y estadounidense con un puñado de bravos guerreros. La caballería norteamericana le persiguió a través de los estados de Arizona y Nuevo México, pero Cochise y sus hombres conocían a la perfección aquellos inmensos territorios, por lo que burlaron una y otra vez a los soldados que iban tras ellos. En los primeros meses de lucha, los apaches mataron a 150 blancos. Mientras eran perseguidos, los hombres de Cochise combatieron en más de 100 enfrentamientos sangrientos en los que cayeron numerosos soldados y algunos colonos. Cochise se convirtió en un problema tan serio para Estados Unidos que su presidente, Ulysses S. Grant, envió al general George Crook hasta Arizona para así negociar con el jefe apache. Crook y los emisarios de Washington le ofrecieron tierras en la reserva de los montes Mogollón. Cochise se negó y recordó al general que en un tratado anterior el gobierno le había prometido que su pueblo viviría en la tierra de sus antepasados. Tras el fracaso de las negociaciones, Crook puso en pie de guerra a su ejército, al que reforzó con exploradores apaches. Aquel poderoso contingente bélico masacró a gran parte de la tribu de Cochise, aunque él logró escapar y continuar la lucha.

Otra lucha, otro final

Sosiego después de la violencia. El cementerio es una de las atracciones del monumento nacional constituido en torno al campo de batalla de Little Bighorn.

WEB www.indians.org Página oficial de una de las organizaciones indias norteamericanas. Información étnica e histórica de todas las tribus que habitan EUA.

En 1872 el gobierno dio su brazo a torcer y ofreció a los apaches la posibilidad de vivir en su propio territorio. Dos años más tarde, Cochise murió de una grave enfermedad y su hijo Taza no supo controlar a su pueblo. Algunos jóvenes volvieron a dedicarse al pillaje, y un pequeño grupo de guerreros huyó a México bajo el liderazgo de Gerónimo, un astuto guerrero apache que fue el más temido por los blancos y el más vilipendiado por la prensa estadounidense. Tras numerosas batallas con la caballería norteamericana y con el ejército mexicano, Gerónimo fue detenido en la Sierra Madre Occidental el 4 de septiembre de 1886. muyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

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Símbolos sincréticos al aire. La bandera estadounidense y los atuendos indios juntos en un desfile conmemorativo. Hasta hace no muchos años, una escena así era inimaginable.

Un lugar en el mundo Segregados y confinados, los nativos no pudieron tener peor entrada en los tiempos actuales. Sin embargo, leyes más generosas y la mina de los casinos parecen iluminar otros caminos.

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n octubre de 1890, un indio llamado Oso Coceador visitó a Toro Sentado en la reserva de Standing Rock (Dakota del Sur) para hablarle de un mesías nativo llamado Wowoka que había fundado la religión de la danza de los espíritus, un credo que prometía la resurrección de los muertos, la derrota del hombre blanco y el regreso de las manadas de búfalos a las Grandes Llanuras. Toro Sentado no creía que fuera posible que los muertos volvieran a la vida, pero dejó hacer a Oso Coceador, lo que alertó a inspectores de la Oficina India, que creye-

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ron que aquellas actividades podían suponer un peligro para la estabilidad de la reserva. Ante la posibilidad de que estallara una revuelta, los funcionarios decidieron abortar el movimiento que se estaba generando en torno a la danza de los espíritus, cuyo cabecilla, según creían los burócratas de Washington, era Toro Sentado. El 15 de diciembre de ese año, miembros de la policía india rodearon su cabaña y trataron de detenerlo, pero junto a la cabaña se habían congregado multitudes de indios que superaban en número a los policías. De repente, se desató un tiroteo y una bala perdida alcanzó a Toro Sentado en la cabeza. Su fallecimiento simbolizó el triste final de las tribus nativas norteamericanas.

Miedo injustificado Aunque la comunidad india expresó rabia y algunos jefes llamaron a la rebelión, no se produjeron graves disturbios en la reserva de Standing Rock. Sorprendentemente, se extendió el injustificado miedo entre muchos indios de que el ejército podía tomar algún tipo de represalia por el tiroteo. Cientos de indios abandonaron la reserva y se dirigieron al campamento del jefe indio Pie Grande, en Cherry Creek. El Departamento de Guerra envió un destacamento para arrestar y encarcelar a los que habían escapado y también a Pie Grande, que les había dado cobijo.

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Realidad reciente y actual

Siglos XX-XXI CRONOLOGÍA

Un pelotón del Séptimo de Caballería al mando de Samuel Whitside capturó a los fugados y los trasladó a un campamento en el arroyo de Wounded Knee. Ya en el campamento, los soldados intentaron que los indios les entregaran sus armas. De repente sonó un disparo y a continuación se produjo un terrible tiroteo. El parte oficial reflejó 300 muertos, de los 350 hombres, mujeres y niños que componían el grupo de nativos. De los soldados habían muerto 25, la mayoría de ellos por fuego amigo. Aquella noche cayó una fuerte tormenta de nieve y muchos de los indios heridos que yacían en el suelo murieron congelados sin que nadie los auxiliara. Lejos de investigar lo ocurrido, el Departamento de Guerra concluyó que no había sido un asesinato deliberado.

El destino se manifestó En 1890, el mismo año que se produjo la matanza de Wounded Knee, culminó la unión terrestre de la costa este y oeste de Estados Unidos, cumpliéndose el Destino Manifiesto que proclamaron las autoridades de Estados Unidos, su decidida intención de convertir su nación en un poderosísimo territorio que abarcara los litorales del Atlántico y el Pacífico. Pero esa vertiginosa expansión propició el expolio patrimonial y la caída en picada de toda la población nativa. Las muchas enfermedades que introdujeron los blancos en el Nuevo Mundo, los constantes traslados forzosos de las tribus a míseras reservas y la caza indiscriminada de búfalos agravaron el problema. En 1880, la gran manada del sur había desaparecido para siempre y unas pocas cabezas de la manada del norte se refugiaron en la zona fronteriza con Canadá. A esta rápida extinción contribuyeron las compañías ferroviarias, que ofrecieron a sus clientes la caza de búfalos desde los vagones

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Eterna mirada fija. Una tumba con sus supuestos huesos y una escultura preservan la memoria de Toro Sentado en Fort Yates, dentro de la reserva de Standing Rock, en Dakota del Norte.

1871 París se rinde al ejército alemán.

1877 La reina Victoria de Inglaterra es proclamada emperatriz de la India.

Muerte entre las nieves. El cadáver de un hombre-medicina entre los de alrededor de 300 hombres, mujeres y niños indios masacrados por el ejército en Wounded Knee en 1890.

del tren como un entretenimiento para aliviar las largas horas de viaje a través de las Grandes Llanuras. La matanza alcanzó su apogeo entre 1870 y 1875, un lustro en el que se exterminaron casi dos millones y medio de animales. El gobierno por fin reaccionó en 1902 poniendo bajo protección una pequeña manada que prosperó en el parque nacional de Yellowstone y de la que provienen los búfalos que hoy viven en Estados Unidos. En su origen, las reservas se implantaron como medidas temporales para que los indios aprendieran aspectos básicos de la cultura occidental (agricultura, manufactura y ganadería), lo que les prepararía para adquirir la ciudadanía. Entre 1887 y 1934, bajo la Ley General de Adjudicación, las reservas se dividieron en parcelas pequeñas y se repartieron entre familias e individuos nativos, pero aquella política no logró sus objetivos. La vida en las reservas produjo un grave impacto en los indios. Los que tiempo atrás fueron unos guerreros orgullosos y libres pasaron a depender de la caridad que les ofrecía el gobierno estadounidense.

Reconversión obligada A partir de 1883, la Oficina de Asuntos Indios tomó una serie de medidas contra la cultura indígena, como prohibir las prácticas religiosas de las tribus nativas y la utilización de sus lenguas. También impusieron el corte de cabello a los hombres y la educación básica a los niños, algunos de los cuales fueron enviados a internados que habitualmente se encontraban a cientos de kilómetros de las reservas. Los niños debían evitar cualquier actividad relacionada con su cultura. Muchos de los que acudieron a esos internados tuvieron problemas de adaptación al regresar a sus reservas. En 1924, el gobierno reconoció por fin los derechos de ciudadanía de los indios, pero las prácticas religiosas indígenas siguieron estando prohibidas hasta finales de la década de 1970, lo que provocó que buena parte del conocimiento tradicional se perdiera. No es de extrañar el interés que tienen ahora muchos indios jóvenes por las tradiciones

1889 Se inaugura la torre Eiffel en París.

1898 Tras el hundimiento del acorazado Maine comienza la guerra entre Estados Unidos y España.

1914 Estalla la I Guerra Mundial. El Imperio otomano se alinea con Alemania y declara la guerra a los aliados.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Muchos compañeros de los indígenas que luchaban en la Guerra de Vietnam sólo los habían visto en las películas.

Preciso punto de unión. La vía de tren que viene del este y la del oeste se encuentran en Utah en 1869. Es el símbolo más palpable de que el sueño de la gran nación de costa a costa se cumplió.

y ceremonias religiosas de sus antepasados. Ese redescubrimiento del pasado les está abriendo los ojos a toda una cultura ancestral cuyos valores conectan con las modernas tendencias de defensa medioambiental y de respeto a la naturaleza.

Impulsados a la autonomía Durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt (1932-1944), el secretario de Interior, Harold Ickes, y el comisionado de la Oficina de Asuntos Indios, John Collier, aprobaron el Nuevo Tratado Indio, que alentó a las tribus a redactar constituciones y a gobernarse por sí mismas. En 1934, el gobierno aprobó la Ley de Reorganización India, que por primera vez apoyó la cultura y la independencia de los indios, que en aquel tiempo tenían sólo el 25% de las tierras que fueron destinadas a reservas en los últimos años del siglo XIX.

En teoría, las tribus eran las propietarias de esas tierras, aunque en régimen de fideicomiso. En realidad, el verdadero propietario era el gobierno federal, que se aseguraba de la correcta administración de las tierras. Durante el gobierno del presidente Dwight Eisenhower (1953-1961), se promulgó una ley que facilitaba a cualquier indio la posibilidad de abandonar su reserva para insertarse en la sociedad estadounidense. El gobierno pagaba transporte y alquiler de un departamento durante algunos meses. Aquella medida sería un completo desastre, ya que dio lugar a guetos en grandes ciudades, como Denver o Los Ángeles. Los que volvieron a sus reservas se sintieron frustrados. En aquel momento comenzó el grave problema de alcoholismo entre los indios varones. La construcción de grandes infraestructuras volvió a afectar a algunas reservas, que fueron trasladadas a otros lugares donde les esperaba mayor aislamiento y un futuro sin oportunidades. La Guerra de Vietnam supuso otro grave conflicto para los indios que fueron reclutados y enviados al sureste asiático. “Sus compañeros, que sólo los habían visto en las películas, les pedían que los guiaran. Los indios, que se sentían respetados por una vez en la vida, aceptaban y, en medio de la selva, esta gente de llanura y espacios abiertos guiaba a sus compañeros. Obviamente, eran los primeros en morir en los ataques y emboscadas”, escribe Gregorio Doval en su libro Breve historia de los indios norteamericanos (Nowtilus).

Esos ciudadanos invisibles En noviembre de 1969 la opinión pública estadounidense se quedó boquiabierta al comprobar que los indios habían ocupado la abandonada prisión federal de Alcatraz en la bahía de San Francisco (California). Se sorprendieron porque se habían olvidado por completo de la existencia de los indios. La prensa no había ayudado mucho a aclarar cuántos nativos había en el país, qué hacían y

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ació en 1831 en el territorio de Grand River, Dakota del Sur. Fue elegido jefe supremo y líder espiritual de los sioux. En 1868 firmó el tratado de paz de Fort Laramie, que garantizaba la propiedad de las Black Hills (Dakota) a los nativos. Cuando se encontró abundante oro en aquellas tierras, Washington incumplió el tratado. Los guerreros de Toro Sentado y Caballo Loco volvieron a desenterrar el hacha de guerra y derrotaron al Séptimo de Caballería en la batalla de Little Bighorn, lo

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que desató la venganza del ejército contra los sioux. Toro Sentado se refugió en Canadá hasta que volvió a Estados Unidos, donde fue recluido en la reserva de Standing Rock. En 1885 obtuvo permiso para acompañar a Buffalo Bill en un show que recreaba las gestas del Lejano Oeste, pero aburrido de aquel circo, Toro Sentado (Tatanka Yotanka) lo abandonó meses después. Los blancos que tuvieron trato con él lo recordaban como un hombre sabio, afable y honrado. Murió de un balazo en la cabeza en un tiroteo en 1890.

Tatanka Yotanka o Toro Sentado en una foto coloreada, tomada en 1876.

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Toro Sentado, jefe supremo y líder espiritual

Siglos XX-XXI

Pasados por el educador. Niñas y niños indios con uniforme de Carlisle Industrial Indian School. Por esta escuela-internado situada en Pensilvania, que funcionó entre 1879 y 1918, pasaron miles de jóvenes nativos estadounidenses en su obligado proceso de “americanización”.

dónde vivían. Por ejemplo, el propietario de las famosas Time y Life, Henry Luce, negaba las páginas de sus revistas a cualquier información relativa a los indios; pero había miles de ellos y empezaban a pedir a gritos la restitución de sus derechos. Los que ocuparon Alcatraz lo hicieron en nombre del Tratado de Fort Laramie de 1868, que puso fin a la guerra que había entablado el jefe Nube Roja contra el ejército estadounidense. El texto del viejo tratado mencionaba el derecho de los nativos a reclamar propiedades federales excedentes. Los indios decidieron que la cárcel de Alcatraz era una propiedad federal desocupada, y por esa razón la retuvieron durante 19 meses.

cirlo por cuarta vez”. Pero, invariablemente, sus peticiones habían caído en saco roto. En 1927, Washington volvió a humillar a los sioux al permitir la construcción de gigantescos bustos de cuatro presidentes de Estados Unidos (George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln) en el monte Rushmore, en el mismo corazón de las Black Hills. La faraónica obra fue inaugurada en 1941, convirtiéndose desde entonces en una de las atracciones turísticas de Dakota del Sur. En un intento de calmar a los sioux, el gobierno federal impulsó hace apenas unos cuantos años la construcción de una gigantesca efigie de Caballo Loco en una montaña cercana.

WEB www.narf.org Página oficial del Native American Rights Fund (Fondo para los Derechos de los Nativos Americanos). Situación legal, iniciativas, noticias, apoyos...

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Wounded Knee revisitado En 1968 se creó en la ciudad de Minneapolis el Movimiento Indio, que buscó protagonismo a través del activismo social y político. Tras ocupar Alcatraz, su segunda acción fue la toma de la población de Wounded Knee en 1973, como protesta por la matanza ocurrida en aquel lugar en 1890 y como reivindicación de sus derechos. Los activistas también exigieron que Washington cumpliera los más de 300 tratados que firmó en el pasado con las tribus indias. El gobierno envió agentes federales y en el altercado se produjo un tiroteo en el que murieron dos indios. Durante 70 días los medios de comunicación cubrieron la toma india ocurrida en Wounded Knee. Tuvieron que pasar 12 años hasta que el Tribunal Supremo tomara una decisión favorable a los intereses indígenas: decretó que el Estado debía pagar 105 millones de dólares a los sioux como compensación por la incautación de sus tierras en las célebres Black Hills (Dakota del Sur), pero los sioux se negaron a aceptar la indemnización. Su deseo era que les devolvieran sus “Colinas negras”. En 1870, en su viaje a Washington, el jefe sioux Nube Roja pidió a los políticos y al presidente de Estados Unidos que respetaran sus tierras sagradas: “Dos son las montañas de mi país, las Black Hills y las Bighorn. No quiero que el gran padre (el presidente de EUA) construya caminos en ellas. Tres veces he repetido estas cosas, he venido ahora para de-

El auge de los casinos En julio de 1970, el presidente Richard Nixon apostó de nuevo por la autodeterminación de las tribus indígenas, que es la política que Washington aplica hoy día. En 1990, el presidente George Bush firmó la Ley de Protección de las Tumbas de los NaGesto de consolación. La cara del jefe Caballo Loco se esculpió en las Black Hills (Dakota del Sur) para contrarrestar el efecto de los cuatro presidentes tallados frente a la reserva india en el cercano monte Rushmore.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Orgullo y prejuicio. Aquí: monumento nacional del monte Rushmore con las caras de Washington, Jefferson, Roosevelt y Lincoln talladas en una antigua roca sagrada de los lakotas. Abajo: cuatro indios cherokees interpretan una danza tribal en el Smithsonian National Museum.

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tivos Americanos y de Repatriación de sus Cuerpos, que obligaba a las distintas administraciones a devolver los restos que tuvieran en su poder. En la década de 1980, el gobierno del presidente Ronald Reagan impulsó una política de privatización que favoreció la puesta en marcha del gran negocio de los juegos de azar en las reservas indias. Gracias a la Ley para la Reglamentación del Juego en las Tierras Indígenas de 1988, las tribus nativas pudieron poner en marcha todo tipo de establecimientos dedicados a los juegos de azar, un negocio redondo ya que, además, las tribus no pagan impuestos por esta actividad económica. En 2006, las distintas tribus tenían en funcionamiento 350 casinos que ingresaban anualmente unos 22,600 millones de dólares, lo que permitió que se incrementara hasta un 27% la renta per cápita de los indios nativos. Con el objetivo de reducir las muy altas tasas de pobreza de la población india, las leyes federales han decretado que al menos un 60% de los beneficios de los casinos debe ser destinado a proyectos

que mejoren las condiciones de vida en las distintas comunidades. Sin embargo, los abogados de los clanes indígenas utilizan muchas argucias para sortear estas leyes. De las 560 tribus indias existentes en Estados Unidos, 224 han puesto en marcha establecimientos que, de un modo u otro, se dedican a los juegos de azar y las apuestas.

Haciéndose cargo de los negocios El mayor casino del país es Foxwoods, en manos de la tribu mashantucket pequot, en Connecticut. Los indios cahuillas poseen el casino Morongo de Palm Springs, en California, que ingresa anualmente unos 11,000 millones de dólares. Por su parte, los indios semínolas compraron en 2006 la cadena de restaurantes Hard Rock Café por unos 725 millones de dólares. La cadena Hard Rock Café, que se caracteriza por incluir en sus establecimientos objetos de artistas del mundo de la música popular, se compone de más de 120 restaurantes en todo el mundo, varios de ellos en Europa y Asia, sin olvidar América. Esta misma tribu, que explota 50 casinos, posee también varios hoteles en Estados Unidos. El negocio del juego es una actividad en auge. Según datos oficiales de la Comisión Nacional del Juego Indio, el volumen de negocio conseguido en 2006 duplicó el de cinco años atrás, en 2001. Algunas voces críticas señalan que la llegada de los casinos a las reservas indígenas ha provocado cambios culturales y la aparición de una nueva élite india capitalista que está propiciando discordia en las tribus más ortodoxas, que defienden las tradiciones más puras. Asimismo, critican todo lo que se mueve en torno a los casinos, como la prostitución, los locales nocturnos, el incremento del alcoholismo, la delincuencia y la aparición de bandas. Otras opiniones reconocen que el negocio que se mueve alrededor del juego está paliando el desempleo de la población nativa, que años atrás llegó a cuotas inaceptables. Además, arguyen, la concesión de licencias para la apertura de casinos es una forma de compensar el expolio de tierras que sufrieron las tribus nativas en el pasado. Por si fuera poco, el juego ha promovido el turismo, lo que ha incrementado el número de hoteles, restaurantes, tiendas y grandes centros comerciales.

Por su parte, los indios onondaga han rechazado la concesión de licencias de casinos, ya que sus costumbres prohíben la venta de alcohol y el juego. En cambio sí reclaman al estado de Nue-

A pesar de las ayudas estatales y el éxito de los casinos, persisten problemas como el alcoholismo o la obesidad. 68

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Reclamación desestimada

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va York las tierras que les fueron expoliadas hace 200 años. Recientemente han apelado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo autónomo de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde han presentado una denuncia por la violación de sus garantías fundamentales. En octubre de 2013, el Tribunal Supremo estadounidense desestimó escuchar su caso. Los integrantes de la tribu proclaman que no buscan el dinero que proviene del juego, sino su derecho a proteger y visitar los lugares sagrados de sus antepasados. Otras tribus indias también tomaron la iniciativa de reivindicar sus patrimonios. Una de ellas, descendiente de los mohicanos y encabezada por el jefe Águila Dorada, reclamó en 1997 ante los tribunales de Albany la propiedad de las famosas islas Liberty y Ellis, situadas frente a la ciudad de Nueva York. Al igual que les está ocurriendo a los indios onondaga con su reclamación al estado de Nueva York, la justicia estadounidense echó atrás el proceso que planteó el jefe Águila Dorada.

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Mezclados y esparcidos Actualmente hay unos cuatro millones de personas que se identifican como indios estadounidenses, aunque 80% de ellos es de sangre mestiza. Esta población está distribuida a lo largo y ancho de todo el país, y cerca del 70% vive fuera de las reservas. En 2008, el presidente Barack Obama apoyó la soberanía nativa, lo que garantiza el derecho de los grupos indígenas a seguir operando y legislando como gobiernos federales. Esto significa que poseen el derecho absoluto de hacer cumplir sus propias leyes (tanto en el terreno civil como en el criminal), a repartir parcelas, cobrar sus propios impuestos y controlar el acceso a sus territorios. Aunque, por ahora, no pueden acuñar moneda, establecer relaciones con naciones extranjeras ni declarar la guerra. Las tribus reciben ayudas federales de forma proporcional al número de sus miembros. Además, Edificio administrativo de la Oficina de Asuntos Indios de la tribu sioux brulé en Dakota del Sur.

cada indígena norteamericano recibe una renta anual. Sin embargo, a pesar de estas ayudas y del reciente progreso económico alcanzado con los juegos de azar y los casinos, muchos indios siguen sufriendo problemas de salud (obesidad y alcoholismo) derivados de la pobreza y de los avatares históricos que han sufrido durante muchos años. Hoy por hoy, una parte importante de la comunidad indígena se ve como un país dentro de otro. Pero no todo es marginación, problemas de salud y falta de oportunidades: algunos nativos han logrado convertirse en personajes de relevancia en la sociedad americana, como el astronauta John Herrington, indio de la tribu chickasaw que viajó en el transbordador espacial en 2002, llevando artefactos indígenas sagrados y la bendición tribal al espacio, o el actor indígena Wes Studi, que se hizo famoso en las cintas El último mohicano y Gerónimo: una leyenda americana.

Vientos de vitalidad

El tambor todavía resuena. Celebración de miembros del Movimiento Indio Americano en el edificio del monumento conmemorativo de Wounded Knee (Dakota del Sur).

DOCUMENTAL bit.ly/1CHlc0b

Documental de tres partes de TVE titulado Reservas indias en EE UU. Vivencias directas de reporteros en la vida cotidiana de ciertas reservas nativas.

En los últimos años, la comunidad india está experimentando una gran vitalidad. Las tribus tienen más presencia en los estados donde están ubicadas. Las comunidades administran servicios, como la gestión de recursos naturales y la lucha contra incendios, que benefician a todos los ciudadanos, sean o no indígenas. Los 560 gobiernos tribales ejercen una serie de derechos soberanos y son creadores de miles de puestos de trabajo, contribuyendo con millones de dólares a las economías de los estados en los que se asientan. Wilma Mankiller, exjefa de la nación cherokee, cree que esos adelantos benefician a todos en la comunidad y no solamente a los pueblos indígenas. “La Historia, la actualidad y el futuro de los gobiernos tribales de Estados Unidos están entrelazados a los de sus vecinos”, afirma Mankiller. muyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Murieron con las botas puestas

(y los mocasines)

Círculo mortal. Los guerreros de siete tribus diferentes, liderados por el jefe sioux Caballo Loco, rodean el atrincheramiento del Séptimo de Caballería del general Custer junto al río Little Bighorn, en Montana.

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FOTO: AGE; ALBUM; GETTY IMAGES GRÁFICOS: J.A. PEÑAS

Más de tres siglos se alargaron las llamadas Guerras Indias, un lento goteo de acosos y derribos en el que los indios defendieron lo suyo hasta el final. He aquí las ocasiones y los nombres destacados en esta larga contienda. Por Juan Antonio Guerrero

Caballo Loco Visionario y comprometido A una de sus visiones, un caballo salvaje, debe su nombre este jefe sioux (1840-1877) que, aliado con Toro Sentado y Nube Roja, venció a Custer y logró varias victorias más.

Little Bighorn

T

uvo lugar el 25 y 26 de junio de 1876 en territorio de Montana, y no fue sino una de las muchas batallas de la Guerra de Black Hills entre soldados del Séptimo Regimiento de Caballería y varias tribus indígenas bajo el mando del gran jefe sioux Tasunka Witko o Caballo Loco. Dicho regimiento estaba dirigido por el teniente coronel George Armstrong Custer, quien estuvo a punto de perderse esta campaña debido a su enfrentamiento con el secretario de defensa en la comisión del Congreso, que investigaba irregularidades en la administración de los puestos militares de la frontera oeste. Custer defendió los derechos de los indios, denunció las duras condiciones de las reservas y acusó al hermano del presidente. Sólo la intervención de los generales Sherman y Sheridan y las presiones de la prensa obligaron al presidente Ulysses S. Grant a devolverle el mando del Séptimo Regimiento de Caballería. Custer, quizá motivado por su deseo de una sonora victoria que facilitara su candidatura a la presidencia de EUA, desoyó a sus exploradores indios y se lanzó, dividiendo además sus tropas para que nadie pudiera arrebatarle el mérito, contra una fuerza muy superior a la que creía que su carga de caballería haría huir. Por si fuera poco, se había negado a dotarse de armas pesadas, entre ellas ametralladoras, y a contar con fuerzas de apoyo, debido a las prisas que sentía por entablar combate y la certeza de que tenía asegurada una victoria aplastante. Sonora derrota. Sin embargo, la agresividad de los indígenas y la habilidad táctica de su jefe convirLile Big tieron el enfrentamiento en una de las mayores Horn derrotas del ejército de los Estados Unidos Montana S. Dakota en las Guerras Indias, que se saldó con la muerte del propio Custer y de sus hombres. Táctico de gran capacidad y destreza en el combate, Caballo Loco infligió a los soldados Wyoming norteamericanos no sólo la derrota de Little Bighorn, sino también las de Fetterman (1866) y Rosebud River (1876). La firma del tratado de paz de Fort Laramie en 1868, por el que se asignaba a lakotas y cheyennes terrenos propios, no fue del agrado de Caballo Loco, que prefirió marchar con su pueblo fuera de la gran reserva sioux fijada por el gobierno. Para someter a estos indígenas y otros establecidos fuera de los límites de las reservas, el ejército emprendió una amplia campaña militar en 1876 donde sufrió un par de derrotas aplastantes. George A. Custer Sin embargo, la presión estadounidense obligó a El héroe abatido Este general (1839-1876), valeroso Caballo Loco a rendirse, siendo después confinado y arribista, “el de los cabellos largos” en Fort Robinson. A las pocas semanas, el 5 de (como le llamaban los indios), fue el protagonista perdedor de la célebre septiembre de 1877, murió asesinado. batalla de Little Bighorn.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS BLACK HILLS

Black Hills

L

a Guerra de las Black Hills (Colinas negras) consistió en una serie de escaramuzas ocurridas en 1876 y 1877 entre los sioux lakotas y sus aliados y el ejército estadounidense. Las Black Hills eran consideradas tierras sagradas y un territorio reclamado por los lakotas desde su victoria sobre los cheyennes en 1776. En 1868, el Tratado de Fort Laramie, que concluyó la Guerra de Nube Roja, incluyó esta zona en la gran reserva sioux en la que estaban excluidos los no indígenas. Los rumores sobre el descubrimiento de oro en estas montañas fueron verificados por la expedición de George Armstrong Custer en 1874, fecha en la que la economía de EUA se enfrentaba a la Gran Depresión de 1873. Invasión de mineros. Pronto un enjambre de buscadores de oro y mineros violó

Ulysses S. Grant Un militar en la cima del poder Presidente norteamericano (18221885) durante gran parte de las Guerras Indias, ganó la popularidad por su carrera militar y la perdió por corrupción de su gobierno y familia.

los tratados repetidamente. En un inicio, el ejército se esforzó por mantener a los mineros fuera de la región. En diciembre de 1874, por ejemplo, un grupo de mineros liderados por John Gordon, de Sioux City (Iowa), logró evadir las patrullas de soldados y llegó hasta Black Hills, pero el ejército los expulsó tres meses después. Estos desalojos, sin embargo, aumentaron la presión política sobre la Administración para que expulsara a los lakotas de esa zona. En respuesta, Yotanka Tatanka (Toro Sentado) y Tasunka Witko (Caballo Loco) declararon la guerra a los intrusos y a los Estados Unidos. Aunque una delegación sioux viajó hasta Washington para tratar de convencer al presidente Grant de que respetara los tratados, la oferta de éste fueron 25,000 dólares y el traslado a una reserva en Oklahoma. Los jefes se negaron, pero no se unieron a la guerra que siguió, en la que los indios lograron mantener a raya a los militares, que fracasaron en la llamada Campaña de Reynolds, Toro Sentado donde se produjo el De guerrero a tramoyista Valiente jefe sioux (1831-1890) que liataque a una aldea deró la rebelión de los suyos contra los que los militares invasores y que, después de entregarse, acabaría formando parte del espectácucreyeron de Caballo lo de Buffalo Bill. Loco. Estos fueron

Montaña de la Zarpa de Oso

E

n 1860 se descubrió oro en el territorio de los nez-percé (nariz agujereada, en francés, debido a su costumbre de llevar aros nasales), y la tribu fue obligada a firmar un tratado por el que se reducía a un tercio la reserva en la que vivían desde 1855, invadida por colonos y mineros. En 1873, el jefe Hinmatówyalahtqit (trueno que rueda por la montaña), conocido como jefe Joseph, rogó al presidente Grant que no les arrebataran el valle de Wallowa pero, dos años después, la prohibición de establecerse allí fue anulada y los nez-percé fueron enviados a una reserva en Idaho y

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S. Dakota

Wyoming

Celebración de los soldados del general Custer durante una expedición a las Black Hills en 1875.

rechazados en la reserva de Rosebud, donde se produjo la más encarnizada batalla contra los sioux y cheyennes de todas las Guerras Indias, que acabó en tablas debido al agotamiento de los indios, porque habían cabalgado toda la noche para llegar al campo de batalla, donde combatieron durante más de seis horas ininterrumpidas. Sin embargo, los más de mil soldados de la expedición de Crook hubieron de permanecer inmovilizados, en espera de refuerzos, durante más de seis meses y rodeados de indios hostiles. Con todo, el mayor fracaso militar estadounidense fue Little Bighorn. Muchos historiadores creen que Grant provocó deliberadamente la guerra en un intento por ayudar a su economía a salir de la Gran Depresión de 1873.

BEAR PAW

se les incautó el ganado. Una huida mortal. El Irritados, los indios mata30 de agosto, acampados ron a 11 colonos y huyeron cerca de Bear Paw (Zarpa Montana a Montana, uniéndose al de Oso), fueron nuevamente rebelde Allilimya Takanin atacados. Tras cinco meses de (Looking Glass o Espejo, por el guerra continua y recorrer 1,200 que llevaba al cuello) con 250 guerrekm, la tribu estaba casi exterminada y el ros, 2,000 caballos y casi medio millar jefe Joseph se rindió, aunque unos pode civiles para huir a Canadá. Tras cos escaparon a Canadá. enfrentarse a los 5,000 soldados del Sherman ignoró los términos de la general Miles, el 22 de agosto llegaron rendición, trasladando a unos a la reseral parque Yellowstone, donde el va en Idaho y a otros a Kansas, mientras famoso general Sherman, fiel partidaque Joseph y unos 150 indios más, tras rio de la guerra total, intentó cercarlos. pasar por un campo de concentración Una vez más lograron escapar, aunque en Oklahoma, fueron a la reserva Colvicon 239 muertos. lle, donde el jefe moriría en 1907.

FOTO: CORBIS

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HISTORIA

Nube Roja (sentado, el segundo por la izquierda) junto a otros jefes y guerreros sioux.

Lodge Trail Ridge

FOTOS: GETTY IMAGES; CORDON

L

a Guerra de Nube Roja tuvo lugar en los territorios de Wyoming y Montana desde 1866 hasta 1868, enfrentando a una alianza de lakotas, hunkpapas, brulés, pies negros, sans arc, yanktonais, cheyennes del norte y arapahoes con Estados Unidos por el control sobre el territorio del río Powder, en el norte central de Wyoming. En 1848 había estallado la Fiebre del Oro en California y los mineros y colonos comenzaron a atravesar con sus carretas y caravanas los territorios de caza de los lakotas y de otras tribus de las praderas. La caza disminuyó enseguida por la presencia de los blancos y por la sobreexplotación. Se produjeron constantes incidentes y el gobierno federal quiso asegurar la llamada Ruta Bozeman mediante el establecimiento de guarniciones. Nube Roja, un prominente jefe sioux irritado por las negociaciones, al fin inició la guerra. El más decisivo de los enfrentamientos tuvo lugar el 21 de diciembre

de 1866 con un nuevo asalto al tren que transportaba madera para la construcción de los fuertes. En su socorro se envió un destacamento de 80 soldados. Dos días antes, el capitán Powell, en idéntica situación, no había querido perseguir a los indios, pero entonces el capitán Fetterman obtuvo el mando. Aunque se le había ordenado no sobrepasar Lodge Trail Ridge, el impetuoso oficial cayó en la tentación de

Nube Roja El líder más exitoso Jefe sioux (1822-1909) que lideró la contienda más victoriosa para los indios, la llamada Guerra de Nube Roja, recuperando el control de territorios de Wyoming y Montana.

perseguir a la partida de señuelo de Caballo Loco, que les insultaba desde las alturas. El desastre esperado. Un millar de guerreros los esperaban ocultos y los militares fueron aniquilados en la llamada batalla de Lodge Trail Ridge. Pasado el invierno de 1867, los lakotas reanudaron sus ataques de hostigamiento a los colonos y militares, produciéndose numerosos combates. En el verano la situación era ya crítica para las guarniciones de los fuertes de la Ruta Bozeman. En agosto, Fort Smith y Fort Kearny apenas resistían las ofensivas cheyennes e, inmovilizadas, las tropas ya no podían proteger LODGE TRAIL a los colonos. En agosto, la ruta fue clausurada, impiRIDGE diendo que gente nueva llegara a los campamentos mineros de Montana. Montana Nube Roja había vencido y, tras el Segundo Tratado de Fort Laramie, obtuvo el control del territorio del río Powder.

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Incesantes guerrillas en Río Bravo

Los últimos del Llano Estacado

U

H

no de los conflictos más persistentes de las Guerras Indias fue el que tuvo lugar con las tribus de apaches y navajos, que incluyó incursiones contra los ranchos y poblados colonos a lo largo del Río Bravo. También se

produjeron varias campañas de los gobiernos de España, México y Estados Unidos, e incluso ataques de civiles irregulares contra la población india, y hasta la participación de misioneros Nuevo México

Arizona

franciscanos como incitadores de algunas de estas acciones. Esta guerra se prolongó desde finales del siglo XVII hasta 1865. En 1846, el ejército estadounidense asumió

Quanah (fragancia) quedó huérfano de toda su familia cuando, en diciembre de 1860, una

Texas

LLANO ESTACADO

columna de 40 rangers y 21 soldados de caballería asaltó un campamento de los noconas, cuyo jefe era su padre. Adolescente aún, Quanah se unió a los kwahadis, una tribu muy guerrera de la región de Llano Estacado. Con el orgullo por delante. En 1867 su grupo se negó a aceptar las condiciones impuestas en el Tratado de Medicine Lodge (Kansas), en el que la mayoría de los jefes comanches y kiowas aceptaron tras-

el control de la zona y, a partir de entonces, se sucedieron ataques de navajos contra los convoyes

ladarse a una reserva en el entonces territorio indio de Oklahoma. No así los orgullosos kwahadis, que jamás habían firmado un tratado con

militares y los establecimientos civiles con las represalias consecuentes.

nadie ni puesto un solo pie en una reserva. La fama de Quanah creció durante esos años luchando al lado de Oso Cornudo, jefe supremo de

Río Grande

La larga derrota. La Guerra de Secesión impidió una mayor

los kwahadis, y pronto se convirtió en líder de su propio grupo y en el

implicación militar, pero entre septiembre de 1863 y enero de 1864, el famoso explorador y agente indígena (representante del

dueño de Llano Estacado mediante una brillante guerra de guerrillas contra la caballería del coronel Ranald S. Mackenzie, un joven sin

gobierno ante los indios) Christopher Kit Carson y sus hombres los persiguieron, mataron y capturaron a muchos, incendiaron

escrúpulos a quien los indios llamaban Tres Dedos y que muy pronto pasó de cazador a presa. Los ataques de Parker se extendieron desde

sus cosechas y sus viviendas e incautaron su ganado. Sin sustento y muchas veces sin refugio para el invierno, y hostigados por los

Texas a Colorado, y en ellos se emplearon cinco columnas de caballería y exploradores tonkawas, miembros de una tribu exterminada por

soldados, muchos grupos y sus líderes se rindieron o fueron forzados a realizar la llamada Larga Marcha de los Navajos, de casi

los comanches. Finalmente, tras dos años de jugar al gato y el ratón, el 2 de junio de 1875 Quanah y sus hombres se rindieron. Fueron los

500 km, hasta la reserva Bosque Redondo en Nuevo México.

últimos indios en hacerlo.

La masacre del río Marías

Acoso a los modoc

L

L

a matanza del Marías tuvo lugar el 23 de enero de1870 contra un grupo de indios pies negros piegan en el territorio de Montana. El hecho que desencadenó la tragedia fue el asesinato, el 17 de agosto de 1869, de Malcolm Clarke, un comerciante y ganadero muy respetado que estaba casado con una pies negros. Los culpables fueron Búho RÍO MARÍAS Niño, primo de la esposa de Clarke, y sus compañeros, después de haber cenado en casa del colono. Fue una venganza por un oscuro incidente de hacía unos Montana años, cuando Búho Niño robó unos caballos a Clarke y éste le dio una paliza, humillándolo en público. Como se trataba de un destacado miembro de la comunidad, la prensa de Montana reclamó insistentemente venganza y, aunque el comandante militar de Fort Shaw pidió calma y defendió a los indios, el general Sheridan ordenó al coronel Baker que atacara los campamentos pies negros. Venganza ciega. La fuerza de Baker se puso en marcha el gélido enero de 1870, encontrando en el río Marías un campamento indio. El guía indio hizo saber que se trataba del grupo de Heavy Runner, un jefe que gozaba de la protección del gobierno, pero Baker ordenó el ataque. Al acabar, casi un centenar y medio de mujeres y niños fueron capturados y, más tarde, liberados para que se enfrentaran al frío, sin alimentos, ropa de abrigo y con sus hogares calcinados. Muchos murieron. El incidente se saldó oficialmente con 173 indios muertos, 148 de ellos mujeres, niños y ancianos. El guía dijo haber contado personalmente 217 cuerpos.

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ijo de la blanca Cinthia Ann Parker, secuestrada a los nueve años por comanches,

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os modoc, o mo-adok ma-klaks (gente del sur), vivían en las orillas del río Perdido, LAGO California TULE entre California y Oregón, de la pesca y la recolección. Habían tenido contactos esporádicos y poco afortunados con los blancos hasta que hacia 1854 sus tierras fueron invadidas. Tras un invierno muy duro, el de 1861-1862, el jefe Old Schonchin trató de firmar un tratado al que se opuso Kintpuash (“el que golpea el agua impetuosamente”), conocido como Captain Jack. En 1863, Old Schonchin pactó por su cuenta, pero un año después se les obligó a ceder sus tierras y en 1865 se creó la reserva Klamath, donde no fueron bien tratados. Kintpuash se escapó y volvió a sus tierras de origen. En diciembre de 1869 participaron en una conferencia en la reserva pero, al no cumplir el gobierno, escaparon de nuevo en abril. La batalla más importante tuvo lugar el 17 de enero de 1873 entre las tropas del teniente coronel Frank Wheaton, un millar de soldados y mercenarios, y los 75 guerreros modoc que ocupaban la fortaleza natural en los lechos de lava a la orilla sur del lago Tule. La horca como destino. Los soldados tuvieron que retirarse debido a la buena posición defensiva de los indios y a sus tácticas, que les causaron 35 muertos y muchos heridos, sin una sola baja modoc. Finalmente capturado Captain Jack tras rendirse, fue ahorcado junto con otros guerreros principales por el asesinato del general Canby y el reverendo Thomas, durante las negociaciones de paz, al asegurar el militar que no tenía autoridad para darles “un hogar en su tierra”.

Guerras apaches

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e conoce así la serie de conflictos (1861-1886) que sostuvieron los apaches contra el ejército en el territorio de Arizona. A pesar de ser muy inferiores en número y armamento, estos indios lograron resistir y superar los enfrentamientos gracias a su excelente conocimiento del terreno. El incidente más grave de estas guerras fue la masacre de Campo Grant en 1871. El jefe Eskiminzin y unos 150 guerreros, que ya no soportaban la persecución de los soldados, se habían puesto bajo custodia del comandante del campo, quien les permitió residir cerca mientras esperaba órdenes superiores. Sin embargo, las incursiones de unos apaches en unas localidades lejanas para robar ganado causaron cuatro muertes y ocasionaron una expedición de represalia. Un duro castigo. Creyéndolos culpables, los voluntarios mexicanos y estadounidenses arrasaron el campamento, matando a 144 indios y violando a algunas mujeres. Otros fueron capturados y enviados a trabajos forzados en México. Más tarde, los culpables de esta masacre serían juzgados, pero fueron declarados no culpables por no haber testigos de los hechos. El jefe más famoso de los apaches sería José Gerónimo, o Goyaalé (el que bosteza), así apodado por su padre debido a que de niño se cansaba con frecuencia. En 1859, las tropas del

Guerreros apaches dirigiéndose a una batalla, según una pintura de 1903.

gobernador militar de Sonora asesinaron a su mujer, a sus tres hijos y a su madre. Gerónimo juró venganza y se unió a Cochise, jefe de los apaches chiricahua, para atacar juntos Sonora y otras ciudades mexicanas. Al morir Cochise, su hijo proclamó a Gerónimo jefe de la tribu. En 1876 fue obligado a residir en una reserva, pero se negó a vivir en ese Gerónimo rincón desértico y escapó a México Rebelde a dos bandas en 1885 con un grupo de guerreros El líder apache (1829-1909) luchó contra estadounidenses y mexicanos. Tras para convertirse en un bandido entregarse, pasó tres años en la prisión que incitaba a su gente a escapar de Fronteras (México), donde hay un museo dedicado a él. y seguirlo. En 1886, después de una fuga más, esta vez junto a una treintena de apaches, se envió en su persecución a 5,000 soldados, aproximadamente la tercera parte de los efectivos estadounidenses, ofreciéndose además por su captura una recompensa de 2,000 dólares. Sería capturado en la Sierra Madre Occidental y encerrado durante tres años en la prisión de Sonora, George Crook mientras que sus gentes El lobo apaciguado La carrera de este militar (1828-1890) eran enviadas a Florida, brilló en las guerras contra los indios, donde muchos murieroquienes le apodaron Lobo Gris. El maltrato de estos es lo que no cesó de na causa de las pésimas denunciar en sus últimos años. condiciones y las enfermedades. Gerónimo pasó sus últimos años de vida en una reserva de Oklahoma como un “indio ejemplar”, que hasta participó en un desfile presidencial y en la Exposición universal de San Luis. Murió a los 79 años de edad.

Contra los semínolas de Florida

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os guerras se conocen con el nombre de guerra de los semínolas: la que sostuvo España contra Estados Unidos y que concluyó con la cesión de Florida, motivada principalmente por el deseo de recapturar a los esclavos negros huidos y allí refugiados; y la segunda o Guerra de Osceola, entre los propios indígenas y los estadounidenses por el control total del territorio y la expulsión de los semínolas. Yahola (1804-1838), u Osceola (bebedor de bebida negra), fue uno de los más destacados jefes de los semínolas. De joven había sido

trasladado desde Georgia y se opuso a desplazarse a Oklahoma. Sintiéndose tratado como un esclavo, encabezó la lucha diciendo: “El hombre blanco no me hará negro. Haré al hombre blanco rojo de sangre y luego lo ennegreceré al sol y la lluvia”. Tras numerosas batallas en las que los semínolas aplicaron la guerrilla con éxito, en 1836 el general Thomas Jesup, en vez de grandes columnas buscando el encuentro decisivo, empleó a más de 9,000 hombres, incluidos infantería de marina y fuerzas fluviales, en destacamentos diseminados que consiguieron menguar a los indios.

Florida Apresado a traición. Al año siguienSAN te, cuando Osceola, AGUSTÍN cansado ya de tan larga y dura guerra, se dirigía a San Agustín bajo bandera de tregua, fue apresado. Moriría en prisión... no se sabe si asesinado o a causa de la malaria. Durante ese conflicto, el coronel William Harney trabajó por la paz con los indios mediante una política de lealtad, esforzándose afanosamente en ofrecerles un trato justo. Tras su muerte, los indios se referirían a él como “el hombre que siempre cuidó su palabra”.

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Wounded Knee

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a famosa batalla de Little Bighorn en 1876 había sido el mayor triunfo de las naciones indias. No obstante, a partir de entonces, el poderío de la Revolución Industrial se impondría definitivamente y los principales jefes indios se vieron obligados a aceptar el internamiento de sus gentes en reservas o huyeron a Canadá. En el decenio de 1890 las Guerras Indias eran ya sólo parte de la memoria colectiva. Sin embargo, en 1890, un jefe sioux lakota llamado Si Tanka (Pie Grande) lideró un movimiento espiritual y guerrero conocido como Danza de los Espíritus, que reivindicaba la grandeza de su nación y exaltaba la rebelión contra los blancos. A finales de ese año, un gran grupo de sus practicantes escapó de las reservas para reunirse en Wounded Knee (rodilla herida), en la reserva india de Pine Ridge, Dakota del Sur, y celebrar un gran acto de enaltecimiento místico y étnico, una especie de “día del orgullo indígena”. Interpretada la acción como un acto de guerra, el ejército envió al Séptimo Regimiento de S. Dakota Caballería, el masacrado en Little Bighorn, para obligarlos a regresar a sus reservas. El 28 de diciembre un destacamento interceptó al WOUNDED grupo de indios lakotas del jefe Si Tanka y lo

KNEE El jefe apache Gerónimo y tres de sus guerreros, fotografiados en 1886.

James W. Forsyth El responsable de los hechos Tras su distinguida intervención en la guerra civil de EUA, este coronel de caballería (1835-1906) estaba al mando de la tropa que llevó a cabo la masacre de Wounded Knee.

Pie Grande Los espíritus renacidos Si Tanka (1824-1890), su nombre en lengua sioux, lideró un movimiento espiritual que llevó a sus seguidores a Wounded Knee (Dakota del Sur), donde aconteció el fatal desenlace.

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escoltó durante ocho kilómetros hasta el arroyo Wounded Knee, donde acamparon. Poco después llegó el resto de soldados, con el coronel James W. Forsyth a la cabeza, y rodeó el campamento, emplazando cuatro cañones ligeros. A la mañana siguiente, los soldados entraron en el campamento para desarmar a los indios. Un incidente confuso provocó el disparo accidental de un arma y, al estampido, todo el regimiento comenzó a tirotear indiscriminadamente, matando a mujeres, niños, ancianos e incluso algún que otro compañero. Los guerreros que todavía no habían entregado sus armas respondieron al fuego, pero enseguida fueron abatidos. Los supervivientes huyeron, pero los militares los persiguieron y remataron a pesar de que muchos iban desarmados. Al menos 150 lakotas fueron asesinados y otros 51 resultaron heridos, aunque es mucho más probable que las cifras reales fueran muy superiores. En 1973, Wounded Knee fue el lugar elegido por unos 200 indios del Movimiento en Defensa de Derechos de los Nativos, que ocuparon la ciudad durante 71 días en protesta por la corrupción y los abusos del presidente tribal. Una serie de tiroteos entre las fuerzas policiales, agentes del FBI y los activistas armados concluyó con dos muertos y 13 heridos indios, una persona desaparecida y dos heridos de sus contrarios.

Wisconsin Heights

Sand Creek

E WISCONSIN HEIGHS

Wisconsin

M

akataimeshekiakiak (Halcón Negro o Black Hawk) era un jefe sauk que se había distinguido en las luchas contra otros clanes y tribus, descontento por el tratado que Estados Unidos había impuesto a los suyos tras la guerra de la independencia, por el que se les expulsaba de su territorio tras la compra de Luisiana a los franceses. La guerra que emprendió en 1832 tomó su nombre, y en ella venció al ejército y la milicia en la batalla de Stillman’s Run. La prensa exageró la derrota, achacando a Halcón Negro una ferocidad sanguinaria y afirmando que habían muerto 2,000 blancos, cuando tan sólo había sido una decena. El ataque de los milicianos. Hubo enfrentamientos menores similares, todos ellos presentados por la prensa como masacres. La batalla decisiva tuvo lugar el 21 de julio de 1832 en Wisconsin Heights, cuando una fuerza de unos 500 a 700 milicianos atacó a los sauk y fox mientras intentaban cruzar el río Wisconsin. Las milicias les causaron unas 70 bajas y capturaron al jefe indio. Aunque su defensa permitió que escaparan las mujeres, ancianos y niños, serían perseguidos y masacrados en las orillas de Bad Axe. Halcón Negro fue exhibido en muchas ciudades para que viera el poderío estadounidense y lo inútil de su lucha. Murió en 1838, de regreso a su tierra, tras una corta enfermedad. Hasta el final, para él, los EUA fueron siempre una sociedad egoísta, codiciosa y deshonesta. Prueba de ello fue que su cuerpo fue desenterrado y hervido, y su esqueleto exhibido. Abraham Lincoln sirvió en esta guerra como capitán.

l poblado de Sand Creek estaba cerca de Fort Lincoln, en Colorado. A sus habitantes, cheyennes y arapahoes, les habían garantizado que podían pasar el invierno en Colorado paz; pero la llegada del mayor Scott Anthony cambiaría tan idílica situación. Tras reiterar la seguridad del SAND CREEK poblado, Anthony pidió refuerzos para enfrentarse a “una banda de indios” instalada en la zona. Tan pronto como llegaron los 600 hombres del coronel John Chivington, comenzaron a preparar el ataque. En el fragor de la matanza. El 29 de noviembre de 1864, más de 700 hombres atacaron el poblado, donde había unos 600 indios, la mayoría mujeres y niños, ya que los guerreros estaban de caza. Sorprendidos, trataron de refugiarse en torno a la tienda del jefe Mo’ohtavetoo’o (Tetera Negra), adornada con una bandera estadounidense y otra blanca. Los soldados, muchos de ellos borrachos, ignoraron dichas banderas. Más de un centenar de mujeres y niños fueron asesinados, junto a una treintena de guerreros desarmados. Los cadáveres fueron mutilados y se les arrancó la cabellera. El caos fue tal que muchos lograron escapar y los nueve muertos y casi 40 heridos norteamericanos los causó su propio fuego. Tetera Negra había liderado la resistencia en Kansas y Colorado, aceptando varios tratados para salvar a su gente. Sobrevivió a la masacre y vivió en la reserva cheyenne hasta que él y su esposa murieron en otra masacre, la del río Washita, en un nuevo ataque a un campamento, esta vez encabezado por George Armstrong Custer.

Tetera Negra Víctima de la traición Caudillo de los cheyennes (1803-1868) que, después de firmar un tratado de paz, sobrevivió a la masacre de Sand Creek pero acabaría muriendo en otra a cargo de Custer.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Creencias religiosas

El mundo y sus

espíritus Armonía universal, sabios chamanes, Manitú... El entramado construido por muchas tribus en torno al animismo sorprendió a los europeos. Por Alberto Porlan

Rezar y protegerse. En la foto grande, un indio hidatsa mandan de la reserva Fort Berthold, en Dakota del Norte, se prepara para orar en el interior de su gran cabaña de tierra. Izquierda: uña de oso usada como amuleto por guerreros de numerosas tribus.

E

l hecho de que América (el nombre italiano que le dio un monje alemán al continente descubierto por los españoles) estuviera poblada por seres humanos supuso una sacudida para la potente y todavía unitaria religión de los europeos del siglo XV. La curiosidad desbordó a los círculos intelectuales, a las universidades, a los monasterios; y las preguntas se amontonaron. ¿Quiénes eran aquellas personas? ¿Eran humanos completos o salvajes incapaces de otra cosa que no fuera comer, dormir y fornicar? ¿Pensaban? ¿Tenían sentimientos, se regían con leyes? Como quiera que fuese, la Biblia garantizaba que también ellos descendían de Adán y Eva, únicos padres del género humano. Entonces, ¿cómo y cuándo había llegado esa gente hasta donde nadie estuviera hasta entonces? Surgió una idea muy perturbadora: quizá fueron los europeos quienes se movieron, pues Colón decía haber descubierto el jardín del Edén en su viaje al oeste. Y si Caín fue expulsado al este del Edén, pudiera ser que los europeos resultaran ser hijos de Caín.

Alegres e inocentes Los primeros informes sobre los taínos del Caribe, redactados por el propio descubridor, los describían como unos salvajes inocentes y generosos que desconocían la malicia y la vergüenza de la desnudez, hermosos de cuerpo, alegres y bondadosos. Buenos salvajes, gente predestinada a recibir la palabra de Jesús. La Iglesia se conmovió con la posibilidad de llevar el Evangelio a esas almas vírgenes: al fin y al cabo, su mandato era predicarlo a todas las naciones. Pero los taínos sólo eran el primero de los miles de pueblos distintos que habitaban el Nuevo Mundo. Más allá había cientos de naciones que estaban destinadas, para su mal, a encontrarse con los recién llegados. Alguien ha dicho que una de las mayores consecuencias del descubrimiento fue que los europeos se dieron de bruces con la tremenda diversidad del género humano, lo cual es muy cierto. Desde los esquimales de Alaska a los aztecas mexicanos, desde los mohicanos a los sioux, América era el reino de la variedad. El jerezano Cabeza de Vaca, que durante ocho años vagó a pie entre la Florida y Culiacán, en el oeste de México, dejó en sus Naufragios una minuciosa descripción de su increíble recorrido: un rosario interminable de tribus distintas y enemistadas que se sucedían unas a otras con costumbres diferentes. Y muchas de ellas no eran vírgenes en el plano espiritual, sino que habían elaborado sus propias creencias, como pronto empezaron a saber los clérigos que pasaron a América. Tenían sus dioses ancestrales y sus conceptos metafísicos y cosmológicos, sus preceptos, sus sacerdotes y sus ritos.

A la sombra del cielo

FOTO: CORBIS

La garra de la fuerza. Talismán hecho de una pata de águila que los guerreros de la tribu crow llevaban para estimular su capacidad de derribar al enemigo.

Como principio general, los nativos norteamericanos situaban a los dioses en el cielo, y en esto no se diferenciaban de los noruegos, asirios, celtas, judíos, griegos o cristianos. Los indios de Illinois, por ejemplo, sacrificaban y comían ritualmente perros porque estaban convencidos de que el Creador muyinteresante.com.mx

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HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

Las tribus de las llanuras aludían a Dios con términos similares a los de Israel o Noruega. los pueblos árabes preislámicos. Ni siquiera los dioses de los democráticos griegos fueron iguales entre sí, pues Zeus era muy superior a los demás.

Manitú, Tirawa, Michabo

Visión parcial. Una ilustración con los lugares comunes que, tras el contacto con los nativos americanos, primaron entre los europeos: desnudez, sexualidad, canibalismo...

VIDEO

bit.ly/Y1aSRa Serie de documentales en inglés titulada Religions of the World dedicada, en esta ocasión, a las religiones de los nativos norteamericanos. Distintos videos que abarcan diferentes aspectos: creencias, rituales, danzas, cosmogonía...

era un enorme perro que estaba en el cielo. Los iroqueses llamaban al dios supremo Garonhia, la misma palabra que empleaban para referirse al firmamento. Entre los pueblos de las praderas, los términos para aludir a Dios (el que está encima, el más alto, el Altísimo) eran sorprendentemente análogos a los que se usaron en Israel para Yaveh, o en Noruega para Thor. Y la idea de base también lo era: el dios supremo era, para todos ellos, el amo o el rey de los cielos. Los pieles rojas de las grandes praderas lo llamaban Gran Manitú, lo cual no es un nombre sino una definición equivalente a Gran Espíritu, porque entendían que entre los espíritus había uno diferente y superior a los demás. Esta idea, una noción que podría llamarse “teología jerárquica”, se encuentra en el origen de numerosas religiones antiguas, entre el monoteísmo y el politeísmo. Hablamos de una estructura teológica cuya índole podría considerarse social y monárquica, en la que un ser superior prevalece rodeado de seres inferiores a él, pero superiores a los hombres. Estos acompañantes de la divinidad que interactúan a veces con los seres humanos equivalen a los ángeles judeocristianos, a los eones de las sectas gnósticas y a las grullas intermediarias de

El Gran Espíritu (Manitú) americano fue invocado bajo muchos nombres y apariencias, pero siempre como la divinidad superior. Los indios pawnees lo llamaban Tirawa y los algonquinos, Michabo. Incluso se le dieron epítetos diferentes sobre ciertas facetas de su esencia. Los iroqueses lo llamaban Saronhiate, “el rey que está en el cielo”, pero también Harakuennentakon, “aquél que sustenta al Sol”, y Taronhiaouagon, “para el que sale el Sol”. Por debajo del Gran Manitú, el cielo y la tierra estaban poblados por una gran multitud de otros manitúes o espíritus inferiores. Las religiones norteamericanas eran animistas, una condición que compartían con las subsaharianas, las asiáticas y las australianas, entre otras. El animismo deriva de la idea de que cuanto nos rodea posee un espíritu propio, incluyendo lo que parece inanimado, como el río, la montaña o el viento. Estos espíritus interactúan a su vez con el espíritu humano, individual o colectivamente, de maneras muy distintas. Pueden ser favorables u hostiles, ayudando o dificultando nuestros propósitos. Así, el mundo se convierte para el animista en un conjunto integral basado en la red infinita de relaciones tejida por los distintos espíritus, entre los que el humano no es sino uno más.

Un guía espiritual Para orientarse en ese ámbito desconocido e invisible es necesaria la ayuda de hombres exper-

Imaginativos hacedores del Universo

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y la Luna comenzó cuando un joven se enamoró perdidamente de su propia hermana, a la que acosaba noche y día hasta que ella, harta de su insistencia, se cortó los pechos y se los tiró a la cabeza. A continuación, tomó una antorcha y salió del iglú perseguida muy de cerca por su hermano. Ambos comenzaron a dar vueltas en torno a su casa de hielo hasta que se levantó un viento irresistible que elevó al cielo a la pareja. Como su antorcha no se había apagado con el ventarrón, la hermana se convirtió en

Día y noche, sol y luna, eran fenómenos para los que cada tribu buscó su propia explicación.

el Sol, mientras que él, cuya luz no era ya sino un ascua incapaz de transmitir calor, se convirtió en la Luna... y ambos continuaron persiguiéndose en el cielo por toda la eternidad.

FOTOS: AGE; GETTY IMAGES

A

menudo, la fantasía con la que los pueblos americanos explicaban el origen y la creación del universo resultaba desbordante. Las naciones inuit o esquimales de Canadá disponían de muchos relatos diferentes sobre el asunto. Decían que la oscuridad de la noche era obra del Gran Zorro, que la había producido para robar; mientras que la luz del día era obra del Gran Cuervo, que la necesitaba para alimentarse. Otras tribus creían que el origen del Sol

Humo redentor. La quema

FOTOS: CORBIS; GETTY IMAGES

ritual de ciertas hierbas es una de las ceremonias religiosas indias que aún se practican.

tos (brujos, chamanes, morabitos...) capaces de interpretar todas esas relaciones por sus señales y orientar al individuo o a la tribu respecto a los designios de dichos espíritus. Consecuencia de esta manera de ver el mundo es el totemismo. El piel roja no se sentía el ser más perfecto de la Creación: sabía muy bien que la lechuza veía mejor que él, que el pez nadaba mejor, que el oso era más fuerte, el búfalo más rápido, la serpiente más sigilosa y el lobo mejor cazador. El espíritu de esos animales era, por tanto, superior al suyo en esas habilidades, de modo que aquellos grupos humanos que destacaban en alguna de ellas quedaban identificados por los demás con el animal respectivo, que se reconocía como un tótem. Esta palabra, de la lengua ojibwa, se utilizaba para dar nombre a ciertas manifestaciones sagradas de los pueblos del noroeste que ocupaban los territorios de Canadá y Estados Unidos: altos postes de madera de cedro tallados y pintados con fantásticas mezclas de animales que tuvieron un elevado sentido místico entre los nativos. Eran sus espíritus favorables, los invisibles amigos de la tribu. Sus protectores. Pero el totemismo no se reducía a unos cuantos símbolos, sino que implicaba además un conjunto muy sofisticado de reglas de conducta, obligaciones imperiosas y prohibiciones absolutas, lo que hoy conocemos como tabúes, un término aportado por los pueblos insulares del Pacífico que también eran animistas. La vulneración de esas reglas por cualquier miembro de la tribu era motivo suficiente para su segregación o, incluso, para su sacrificio. Algunos tabúes pueden entenderse por sentido común, como el que prohibía el incesto en muchas comunidades nativas, pero otros no eran más que fantásticas elucubraciones sobre lo que se suponía que agradaba o disgustaba a los espíritus. Por ejemplo, los adornos de plumas estaban asociados a la capacidad de vuelo de las aves, cualidad que también se suponía propia del espíritu. Una de las fórmulas de saludo de los pieles rojas, bien repetida en los westerns, era aquella de: “Mi espíritu se remonta al verte…”.

El amuleto protector Para granjearse el apoyo de los espíritus, se usaban amuletos que protegían o aportaban suerte a su poseedor. Tampoco esta fórmula religiosa fue originalmente americana. Los europeos llevaban cruces o medallas colgadas al cuello de la misma forma que los nativos llevaban garras de halcón o dientes de oso y, como ellos, se llevaban la mano al fetiche cuando se veían en trance de morir. Fetiche es palabra de origen portugués equivalente al castellano “hechizo”, y viene a ser otra manifestación del animismo o del totemismo, pero esta vez de carácter puramente personal. Puede entenderse como el testigo de una alianza entre su poseedor y el dios en el sentido, por ejemplo, que los egipcios predinásticos y faraónicos le dieron a los escarabeos, las medallas de Hator o el ojo de Ra. Entre los apaches se usaban fetiches elaborados con la madera de un árbol sobre el que había caído un rayo. Los llamaban tzi-daltai y eran posesiones preciadísimas que estaba prohibido vender. Sólo cuando se transmitían voluntaria y noblemente conservaban su potencia benéfica. Para los hurones, toda piedra u objeto extraño que apareciera en las entrañas de un animal era considerado un fetiche de gran valor. Para los pueblos sioux lo eran las testas de búfalo con las que sus jefes se cubrían ceremonialmente la cabeza; y para los hidatsas, una de las tribus en las que se subdividía esta etnia, el gran fetiche consistía en un sombrero hecho con una tira de piel sacada del lomo de un lobo y seguida por su cola, que colgaba entre los hombros del portador. Durante el solsticio de invierno, los indios zuñi de Nuevo México celebraban una especie de gran festival de fetiches en el que reunían todos sus amuletos y los disponían artísticamente de acuerdo con determinadas formas que, probablemente, seguían las de las constelaciones celestes.

Descarnada ofrenda. Calaveras humanas y de búfalos eran dispuestas en determinadas formas sobre el suelo por la tribu mandan para que el dios del cielo las contemplara.

WEB bit.ly/1vzAwcS Página web titulada El chamanismo de los indios pieles rojas, que detalla todos los aspectos de estos sacerdotes de las religiones nativas norteamericanas, con sus rituales y supuestas magias.

Origen y fantasías La mayor parte de las religiones tenían su propia manera de concebir el origen del mundo y algumuyinteresante.com.mx

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La idea de inocencia esencial, de ausencia de culpa, hacía inútil la noción de infierno o de castigo final.

Hermano, el Gran Espíritu nos ha creado a todos, Red Jacket. Olañeta, 2003. Las frases más memorables de los indios respecto a su propia religión y sobre su contacto con los blancos.

En la armonía natural Más allá de estas caprichosas creencias, la espiritualidad de los nativos americanos estaba guiada por la pertenencia del individuo a la naturaleza, entendida esta última como un gran organismo armónico del que el ser humano era sólo una parImplorar a lo oculto. Un hombre-medicina o chamán entona su letanía curativa junto a un enfermo. Abajo: máscara cherokee usada en algunas danzas rituales.

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En alta estima. Un tótem dedicado a un apreciado jefe muerto es elevado en un poblado de los haidas, tribu de las islas Reina Carlota en la Columbia Británica (Canadá).

te más, nunca superior a las otras. De modo que la conducta de la persona no era resultado exclusivo de su voluntad, sino de la interacción de las fuerzas espirituales que la rodeaban, y en consecuencia, el humano era irresponsable de sus actos. Quien era más valiente o más cobarde que los demás, más listo o más tonto, lo era porque las fuerzas exteriores así lo querían, lo que rebajaba el mérito de unos y descargaba de culpa a los otros. Esa noción de inocencia esencial, de ausencia de culpa, hacía inútil el concepto de infierno. Creían que el espíritu sobrevivía al cuerpo convertido en una sombra, la cual vagaba por la tierra de los fantasmas hasta llegar al país de los antepasados: las verdes praderas y los inmensas planicies de caza de Manitú, donde vivían felices para siempre. Pero variaban mucho las vías de llegada. Los iroqueses lo describían como el abismo que había que cruzar por un puente hecho con un árbol joven y delgado, debajo del que esperaba un perro feroz. Los apaches, como un difícil viaje en el que el individuo debía cruzar las Grandes Aguas a bordo de una canoa… de piedra. Cuando los primeros misioneros protestantes de la secta morava preguntaron sobre la muerte a los chamanes de los nativos de Georgia, obtuvieron esta respuesta: “Nosotros no morimos para siempre. Como el grano de maíz, renacemos de la tierra”. Para los navajos, la muerte era un estado en que el espíritu, demasiado débil para seguir animando el cuerpo o para continuar pensando, ponía en marcha una tercera facultad sólo suya, por medio de la cual se alejaba del cadáver en busca de su libertad. Un concepto muy semejante a lo que los egipcios llamaban ka.

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LIBRO

nas de ellas eran francamente pintorescas. En realidad, el conjunto de las creencias de los nativos norteamericanos puede verse como un formidable despliegue de imaginación mística. Los indios zuñi, que llamaban al demiurgo Awonawilona –el Gran Manitú o uno de sus aspectos–, afirmaban que éste fecundó al mar hundiéndose en él, lo que produjo una espuma verdusca de la que nació la Tierra, que tras ser cubierta por el cielo dio paso a la generación de la vida. Los muskhogines, por su parte, decían que al principio sólo había agua, hasta que dos palomas que volaban sin rumbo observaron que de la superficie de las aguas sobresalía una pequeña hoja de hierba. Era el principio de la Tierra, que subía a la superficie y que terminó imponiéndose a las aguas. En cuanto a los sioux, creían que en épocas muy antiguas habían vivido en un recinto subterráneo próximo a un lago y que descubrieron el mundo exterior siguiendo las raíces de una enorme parra, por las que la mitad de ellos lograron alcanzar la superficie antes de que el pie de una mujer monstruosa aplastara la planta. A los que llegaron arriba el nuevo mundo les gustó mucho más que el subsuelo, así que decidieron quedarse, pero cuando morían regresaban al inframundo, en donde seguía viviendo la otra mitad de su pueblo.

Contando bajo la Luna

E

l cómputo del tiempo entre los nativos de Norteamérica era por lo general de base lunar. Algunas tribus daban al año una duración de 12 lunas y otras, de 13. Los kiowas, por su parte, contaban años de 12 meses y medio, computando el otro medio como el primer mes del año siguiente. No conocían la semana. Otra de sus divisiones era la natural de las estaciones del año, que comenzaban en fechas fijas. Celebraban regularmente reuniones y festivales que a menudo estaban relacionados con sus habituales actividades cinegéticas. La fiesta principal de los indios dakotas, por ejemplo, era la que marcaba el comienzo de la época de caza del búfalo. Para los sioux, el año comenzaba con la luna llena siguiente al equinoccio de primavera y anotaban los meses en sus calendarios por medio de nudos en tiras de piel, a la manera en que los peruanos fabricaban sus quipus. Los nombres que daban los sioux a los meses eran los siguientes:

Esa libertad conducía, según otros pueblos, a la reencarnación. Para los animistas todo lo que sucede es fruto de las fuerzas espirituales, y los espíritus no mueren, sino que regresan a la tierra y se encarnan de nuevo en seres mortales. Parece también que muchas otras tribus creían incluso en una auténtica resurrección de la carne. Concebían la muerte como un estado mucho más largo que la vida, un sueño milenario del que se terminaba por despertar y tras el cual el espíritu revestía otra vez de tejidos vivos los huesos del difunto. Por eso era muy importante conservarlos juntos, y a tal fin se construían estructuras que los separaban de la tierra y montículos tumulares semejantes a los que se habían construido en la Europa neolítica muchos siglos antes. Entre estos pueblos, los cementerios eran lugares absolutamente inviolables, de definitiva quietud, donde cualquier acontecimiento podía despertar antes de tiempo a los difuntos y dar al traste con el delicado proceso de resurrección.

FOTO: CORBIS

Multifacéticos chamanes Como es natural, todas estas creencias estaban tuteladas por hombres (y muy escasamente por mujeres) que ejercían el papel de sacerdotes en sus ceremonias, las cuales solían incluir cánticos sagrados y bailes rituales. El animismo y las estrictas reglas totémicas formaban un entramado de creencias que requería de especialistas para interpretar las señales espirituales. Estos chamanes, brujos u hombres-medicina eran una mezcla de filósofos, sacerdotes, médicos y profetas. Parece ser que conocían y practicaban el hipnotismo, y eran especialistas en hierbas y remedios; diferenciaban a las estrellas y podían realizar horóscopos. Por regla general no vivían con el grupo, sino apartados

Enero: Luna Fría Febrero: Luna de Nieve Marzo: Luna del Gusano Abril: Luna de las Plantas Mayo: Luna de las Flores Junio: Luna Caliente

Julio: Luna del Ciervo Agosto: Luna del Esturión Septiembre: Luna del Maíz Octubre: Luna del Viaje Noviembre: Luna del Cazador Diciembre: Luna del Castor Danza ritual del búfalo de los indios mandan, una tribu de lengua sioux de la que actualmente quedan unos mil individuos.

a cierta distancia y llegaban a ser chamanes por herencia de sus padres, por inclinación natural o como resultado de ciertos sueños, un aspecto que siempre fue muy importante para las colectividades animistas. Sin embargo, entre los cherokees existía la costumbre de hacer chamán o ayudante de chamán al séptimo hijo de cada familia. Estos hombres santos hablaban entre sí en una especie de lengua franca secreta en la que mezclaban términos de varios idiomas nativos con otros propios solamente de su jerga profesional. Como curanderos usaban masajes, cánticos y sahumerios. Eran ellos los encargados de preparar las pipas o calumets en las ceremonias de reconciliación. Lo que en ellas fumaban era tabaco, de acuerdo con los cronistas y antropólogos del siglo XIX; pero otro testigo del siglo XVI, el citado Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que convivió muchos años con ellos, parece que apunta a otro tipo de hierbas cuando escribe: “En toda aquella tierra se emborrachan con un humo, y dan cuanto tienen por él”.

1932 Los diálogos con Alce Negro

son publicados por el poeta John Neihardt. El jefe sioux cuenta experiencias místicas, como su encuentro con el caballo de las cuatro direcciones, que lo llevó ante la nube de los seis abuelos.

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Los nativos norteamericanos en el cine

Una de

apaches La manipulación histórica y la confusión de etnias y costumbres han sido errores frecuentes a la hora de representar a los indios en el cine. Esta inexactitud, presente en los retratos despiadados y en los favorables, parece estar siendo corregida en las últimas producciones. Por Vicente Fernández de Bobadilla

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os filmes de indios son tan abundantes que por sí mismos podrían constituir una categoría propia dentro del western. Y sobre todo, ateniéndonos a su veracidad, lo que sí han proliferado son títulos donde aparecen personajes tocados con plumas que fuman la pipa de la paz, cortan cabelleras, no cambian jamás de expresión y parecen incapaces de conjugar un verbo más allá del infinitivo. Un retrato lleno de inexactitudes y racismo más o menos encubierto que muestra que si, como se ha dicho, la historia la escriben los vencedores, en ocasiones también son los encargados de rodarla. Pocos pueblos han recibido un tratamiento cinematográfico más erróneo que los indios norteamericanos. Sus dos presentaciones más habituales son la de salvajes sedientos de sangre y la de guerreros orgullosos y nobles que vivían en armonía con la naturaleza. La verdad está bastante alejada de ambas partes, y además tiene que lidiar con confusión y tergiversación. De hecho, la imagen de los indios en el cine siempre aparece en relación a la visión –negativa o positiva– que el hombre blanco tiene de ellos. Hasta muy recientemente no han comenzado a protagonizar cintas dedicadas únicamente a ellos.

Un lugar común. Las singulares colinas de Monument Valley han sido escenario de muchos westerns que han proyectado una imagen estereotipada y simplista de las distintas tribus.

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TOP 10 Bien sea por su éxito, por su importancia o por su interés u originalidad al retratar a los indios, estas 10 cintas podrían considerarse, cada una en su estilo, las más representativas.

con 1 Murieron las botas puestas (Raoul Walsh, 1941) del 2 Centauros desierto (John. Ford, 1956) (Samuel 3 Yuma Fuller, 1957) gran combate 4 El(John Ford, 1964) gran 5 Pequeño hombre (Arthur Penn, 1970) azul 6 Soldado (Ralph Nelson, 1970) venganza de 7 La Ulzana (Robert Aldrich, 1972)

con lobos 8Danza (Kevin Costner, 1990) una 9 Gerónimo, leyenda (Walter Hill, 1993)

10 Windtalkers (John Woo, 2002)

Errores repetidos Entre los muchos desaciertos del género está el hecho de que casi todos los argumentos transcurren entre 1825 y 1880, periodo muy corto que apenas recoge una pequeña parte de la historia, como señala el escritor y activista proindios Ward Churchill. Todos los pueblos indios que aparecen en las películas son casi idénticos en costumbres, tradiciones y vestuario; tanto los mohawks, originarios del noroeste, como los apaches, que habitaban en el suroeste. “En Monument Valley tengo mi propia tribu personal de navajos, que son grandes jinetes, estupendos actores; podemos trenzar su largo cabello al estilo kiowa, comanche o como queramos”, contaba en una carta John Ford. Aunque este director trató siempre con respeto a sus personajes indios, compartía la despreocupación por la exactitud histórica, llevada al extremo en Un hombre llamado Caballo (Elliot Silverstein, 1970), producción que muestra un pueblo cuyo idioma es lakota, cuyos peinados varían de assiniboine a nez-percé o comanche, cuyos tipis son de diseño crow... La película se refiere a ellos como sioux, pero ¿a qué grupo de esta tribu se supone que pertenecen? El trato dispensado a la imagen de los indios ha sido también objeto de numerosas –y justificadas– críticas. Sin embargo, en los primeros westerns podemos encontrar algunos casos de argumentos más igualitarios. En el corto The Red Man and the Child (1908), uno de los muchos realizados por D.W. Griffith, el protagonista es un guerrero sioux que toma bajo su protección a un niño blanco después de que su abuelo ha sido asesinado por dos ladrones. El sioux (del que nunca se nos dice su nombre) fue interpretado por el actor neoyorquino Charles Inslee, todo un precedente de la costumbre de utilizar a intérpretes blancos en cualquier papel de indio que tuviera un mínimo de consistencia. En 1914, Griffith dirigiría La matanza, sobre la destrucción de una aldea india y la consiguiente venganza de los supervivientes. Unos años después Buster Keaton realizó Paleface (1922), quizá la primera comedia proindia de la historia donde su inexpresivo y solemne personaje ayudaba a los indios a defender sus tierras de la codicia de unos malvados magnates ávidos de petróleo.

Violentos y villanos Pero éstas son excepciones. La trayectoria del western es el retrato de una epopeya: la del hombre blanco llegando a unas tierras ignotas en las que, tras décadas de esfuerzo y penalidades, haría nacer una nación nueva y moderna. En todas las epopeyas hay malvados, rol que aquí recayó en las tribus indias, que representaban el salvajis-

Dos de persecuciones. En La venganza de Ulzana, el explorador que interpreta Burt Lancaster ayuda al ejército a capturar a unos apaches. Abajo, cartel de La matanza (The Massacre), en la que un tren es perseguido por un furibundo grupo de indios.

mo puro y sin escrúpulos frente a la civilización. No es, desde luego, que faltaran los episodios violentos protagonizados por indios, y que tienen muy poco que ver con la bonhomía, igualmente falsa, con la que son retratados en algunas cintas: un ataque de los indios creeks a un emplazamiento blanco en 1813 arrojó la cifra de 553 víctimas entre hombres, mujeres y niños, y los testimonios de los supervivientes relataron que los indios “mataron a los niños tomándolos por las piernas y golpeándoles la cabeza contra la empalizada, arrancaron el cuero cabelludo de las mujeres, y las que estaban embarazadas fueron abiertas, aún vivas, y les arrancaron de la matriz el niño en gestación”, según escribió Albert James Pickett en su Historia de Alabama.

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HISTORIA

Un crow de rubios cabellos. En Un hombre llamado Caballo, un lord de Boston es apresado por los crows y, asimilada y asumida su forma de vida, llega a convertirse en jefe de la tribu.

Pickett aclara también que los agentes británicos ofrecían a los indios cinco dólares por cada cabellera americana, estableciendo esta costumbre como una manera eficaz de contar los muertos inventada por el hombre blanco. Las cabelleras de los indios también se pagaban bien, pero el cine se las ha arreglado para presentar esta bárbara costumbre como originaria y exclusiva de las distintas tribus nativas y no algo hecho también por los blancos. Este tipo de episodios sirvió para crear el estereotipo cinematográfico del fuerte o emplazamiento de colonos sitiado por un número muy superior de indios, del que surgieron películas como La venganza de Ulzana (Robert Aldrich, 1972), en la que el salvajismo de los apaches se muestra en toda su crudeza. Aunque casos así

Una epopeya como la que narran los westerns requería malos, y ésos sólo podían ser los indios. ocurrieron, era más frecuente que fueran los indios los que estuvieran superados en número. Una vez establecido el embrión de lo que serían los Estados Unidos, quedó claro que el sistema de vida de las tribus, basado en el nomadismo y la caza, era incompatible con la agricultura y la ganadería que trajeron consigo los colonos. Algunos historiadores hablan de que se ofreció a los indios la opción de asimilar las costumbres de los recién llegados, pero sobre lo que no hay duda es la cacería implacable a la que se sometió a aquellos que no aceptaron.

Blancos haciendo el indio

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asar por el departamento de maquillaje para intentar pasar como indio (a menudo sin éxito) es algo a lo que muchos actores blancos se han enfrentado. Algunos, al principio de su carrera, como Rock Hudson, uno de los indios más improbables del cine en Winchester 73 (Anthony Mann, 1950). Más llamativo es el caso de películas que han buscado ofrecer una imagen más auténtica, pero no tanto como para confiar el papel protagonista a actores que fueran indios. Burt Lancaster interpretó al guerrero apache Massai en el western reivindicativo Apache (Robert Aldrich, 1954) y, seis años después, en Los que no perdonan (John Huston, 1960), acompañó, esta vez haciendo de blanco, a Audrey Hepburn interpretando a una india de la tribu kiowa. Caballo Loco blanco. En 1955 George Sherman dirigió El gran jefe, donde se contaba la historia de Caballo Loco desde el punto de vista indio, y eligió para el papel protagonista a Victor Mature, de ascendencia suiza e italiana. En tiempos más recientes, el irlandés Pierce Brosnan protagonizó Búho Gris (Richard Attenborough, 1999), aunque en este caso se trataba de una historia real de un trampero canadiense que aseguraba tener sangre india.

Burt Lancaster caracterizado como nativo en una intensa escena del filme Apache.

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Todos eran salvajes

VIDEO

bit.ly/1x5XtDR Serie de documentales que abordan distintos aspectos del western, como historia, formas o técnicas, y también el rol cinematográfico de los indios.

La india manchega. Sara Montiel caracterizada como india sioux para la película Yuma (cartel), en donde la actriz española tuvo que ser doblada en inglés por Angie Dickinson.

Andrew Jackson, posteriormente presidente de Estados Unidos, lideró la guerra contra los creek quemando sus aldeas y destruyendo sus cosechas. El ataque contra la fortaleza principal de la tribu arrojó un saldo de 857 guerreros muertos; los soldados cortaron la nariz de los cadáveres para hacer la cuenta y algunos les arrancaron tiras de piel con las que confeccionar arneses para sus caballos. Este salvajismo por ambas partes fue determinante para que el bando más fuerte acabara imponiendo sus condiciones al perdedor. Sencillamente, los recién llegados necesitaban las tierras de los nativos y no dudaron en aplicar toda la presión necesaria para hacerse con ellas. En su libro Disinherited, el historiador Dale Van Every tomó el tema del pueblo cherokee para ejemplificar el caso sufrido por la mayoría de los indios americanos: “En 1826, la nación cherokee tenía 27,000 cabezas de ganado, 46,000 cerdos, 726 telares y 18 escuelas. Primos de los iroqueses, se contaban entre las más antiguas y poderosas de las tribus indias. Estaban dispuestos a adaptarse al mundo del hombre blanco cuando, a través de decretos gubernamentales, se les obligó a vender sus tierras y establecerse al oeste del Misisipi”. En las décadas siguientes, los indios serían despojados sucesivamente de sus nuevos emplazamientos, y los tratados firmados por ellos incumplidos de forma sistemática por los conquistadores. Finalmente, su última gran batalla tuvo lugar en 1876, cuando

Más de cerca. En Pequeño gran hombre, Dustin Hoffman interpreta a un blanco criado con los indios. Hollywood inicia el acercamiento a la realidad tribal.

varias tribus se agruparon para salir de las reservas y, al mando del jefe sioux Caballo Loco, derrotaron al general Custer en Little Bighorn. Las biografías varían según su autor. Custer es un buen ejemplo de las diferentes maneras en que el cine ha ido tratando la cuestión india a lo largo de los años. Es uno de los personajes del western que más veces ha aparecido en la pantalla: la primera película dedicada a él, Custer’s Last Fight, data de 1912, y cuando Raoul Walsh realizó en 1941 el clásico Murieron con las botas puestas ya había aparecido en al menos una docena más. Algunos de los errores históricos de la cinta de Walsh se justifican en aras del espectáculo (Custer y Caballo Loco nunca se conocieron, pero esto es impensable en una trama del Hollywood clásico), y otros seguían la costumbre de siempre: el jefe Caballo Loco es interpretado por el mexicano Anthony Quinn y entre los indios sólo aparecen 16 sioux auténticos: el resto eran extras filipinos.

Hay que decir a favor de la cinta que explica el levantamiento de los indios como una reacción a la expropiación de sus tierras –algo a lo que en la película también se opone Custer– y los presenta como lo bastante disciplinados e inteligentes como para organizar una brillante operación militar. Libbie, la viuda de Custer, vivió hasta 1933, y fue determinante a la hora de construir la leyenda de su marido. Las cosas habían cambiado mucho en 1970, cuando Arthur Penn rodó Pequeño gran hombre, prácticamente inaugurando el boom de los 88

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Toques de objetividad

Desesperación y huida. El gran combate narra la fuga hacia una vida mejor de 300 cheyennes hartos de promesas incumplidas.

westerns revisionistas en donde los blancos son mostrados como codiciosos, criminales y traicioneros, y Custer como un psicópata engreído ansioso por matar indios. Ese mismo año, Ralph Nelson abrió y cerró con sendas masacres su cinta Soldado azul; la primera la cometía una banda de indios cheyennes y sólo quedaban como supervivientes un soldado de caballería y una mujer blanca que había pasado dos años conviviendo con los indios. La segunda es una recreación de la matanza de Sand Creek, ocurrida en 1864, en la que la caballería mató a 500 apaches y cheyennes, de los que la mitad eran mujeres y niños. La trama no ahorra salvajismo en esas escenas, mostrando violaciones y abundancia de miembros amputados. Las protestas contra la Guerra de Vietnam estaban entonces en su apogeo y es difícil pasar por alto la relación que estas produccciones establecían entre las matanzas que el ejército estadounidense estaba cometiendo en el exterior y las que ya se habían cometido en el pasado. Pequeño gran hombre despertó también la era de las películas que buscaban ofrecer un retrato más cercano de la civilización india mediante la fórmula de introducir a un blanco que se criaba entre ellos, adoptaba sus costumbres y, en alguna ocasión, incluso llegaba a liderar la tribu.

FOTOS: ALBUM

Otro piel roja pálido De nuevo era necesaria la presencia de un occidental para atraer la atención del público, y la fórmula funcionó tanto en esta cinta como

Los tiempos de la corrección política han dado retratos tan edulcorados como Danza con lobos. en títulos posteriores, desde la antes mencionada Un hombre llamado Caballo, en la que un lord inglés interpretado por Richard Harris era adoptado por los indios y se convertía en su jefe militar (¡instruyéndolos en el uso del arco!), hasta Danza con lobos (Kevin Costner, 1990). De acuerdo con los nuevos tiempos de corrección política, el retrato que se ofrecía de los indios en estas historias (sobre todo en la segunda) era excesivamente edulcorado. El mismo tema había sido tratado mucho antes por cineastas como Samuel Fuller en Yuma (1957), en la cual el personaje interpretado por Rod Steiger es adoptado por los sioux y toma una esposa india (Sara Montiel, por cierto), pero no puede comprender ni soportar la crueldad con que tratan a sus prisioneros de guerra, despellejándolos vivos y prolongando su agonía durante días. Al final, abandona la tribu con su esposa y su hijo adoptado, enfrentando un futuro a caballo entre las dos razas, ni blanco ni indio, incapaz de adaptarse a ninguna de ellas.

PERSONAJE Wes Studi.

De origen cherokee, uno de los primeros en hacer papeles protagonistas de indios. Apareció en El último mohicano y en Danza con lobos.

El odio y sus secuelas Paul Newman, en Un hombre (Martin Ritt, 1967), interpretó a un blanco criado entre indios cuya dureza y falta de piedad serán decisivas a la hora de salvar del asedio de unos bandidos mexicanos a los pasajeros de la diligencia en la que viaja. muyinteresante.com.mx

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1903: el primer western

Se tituló Asalto y robo de un tren y fue dirigido por Edwin S. Porter. Impresionó entonces que en una escena el actor disparaba en dirección al público.

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Uno de los westerns más célebres de toda la historia, Más corazón que odio (John Ford, 1956), ofreció también un retrato más complejo, y por tanto más completo, que toma como base una serie de hechos reales: Ethan Edwards, el exmilitar interpretado por John Wayne, siente por los indios un odio tan enfermizo que está a punto de matar a su sobrina al ver que se ha integrado en los comanches que la secuestraron y mataron a toda su familia. El odio de Wayne tiene que ver con las atrocidades que ha visto cometer a los indios; pero el odio de Cicatriz, el jefe responsable del secuestro y la matanza, está fundado a su vez en el asesinato de sus dos hijos a manos de los blancos. Hubo casos auténticos de mujeres blancas secuestradas por los indios, algunas de las cuales terminaron tan integradas en la tribu que se negaron a volver a la civilización. Parte de la grandeza de Más corazón que odio está en el talento con

el que narra la crudeza de unos tiempos salvajes por naturaleza, en los cuales no podían encontrarse héroes puros en ninguno de los bandos. Años después, en El gran combate (1964), Ford quiso convertir el tema indio en el protagonista principal de una película narrando cómo unos cientos de indios cheyennes, diezmados por la enfermedad y confinados por el gobierno en una reserva árida e improductiva, emprenden un peregrinaje de 1,500 millas para regresar a sus territorios de caza originales. Los indios son aquí claramente las víctimas, manteniendo en todo momento una nobleza e integridad de la que carece buena parte de los blancos que aparecen en el libreto. De nuevo encontramos la inexactitud habitual en el cine de Ford de utilizar a los indios navajos con los que trabajó durante toda su vida para interpretar a otra tribu con la que históricamente no tenían nada que ver, y de reservar los papeles

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Actores en otros géneros

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uera del western, la aparición de indios es anecdótica, aparte de cineastas como Chris Eyre, cuya obra es apreciada en los festivales pero no tanto en las taquillas. Guiones variados. En 1969, Abraham Polonsky filmó El valle del fugitivo, basada en hechos reales donde narraba la persecucción de un indio asesino y realzaba la marginación actual de los nativos. En 1992, Corazón Trueno (Michael Apted) situaba una trama policiaca en una reserva oglala con abundancia de actores indios y Val Kilmer (del que se dice que tiene sangre cherokee) como el agente mestizo que lideraba la investigación. Más interesante fue Windtalkers (John Woo, 2002), sobre los indios navajos en la Segunda Guerra Mundial, que enviaban mensajes cifrados en su idioma, uno de los más complicados del mundo. El papel del navajo corrió a cargo del indio canadiense Adam Beach, otro de la nueva generación de actores que interpretan a su raza pero cuya carrera no depende sólo de este tipo de rol.

Nicolas Cage y Adam Beach (de ascendencia saulteaux) en Windtalkers.

indios principales a actores blancos: los mexicanos Ricardo Montalbán y Gilbert Roland, y el neoyorquino de ascendencia italiana Sal Mineo. ¿Y qué ocurre hoy en día? ¿Puede decirse que en el cine de ahora han cambiado las cosas? Relativamente. En los años 60 y 70 comenzaron a aparecer actores indios como el canadiense Chief Dan George o el creek Will Sampson, que interpretaban a personajes indios tanto en westerns tradicionales como en filmes ambientados en la época actual. Cuando en 1993 Walter Hill filmó Gerónimo, dio el papel del legendario jefe indio al actor cherokee Wes Studi, que compartía protagonismo con Gene Hackman y Robert Duvall. Studi, en cierto modo, ha abierto el camino al nuevo rol de los actuales actores indios (ver recuadro), que alternan papeles antiguos y modernos, indios de la vieja época y estadounidenses del siglo XXI cuya sangre india puede tener o no algún peso en la trama de la película. A esto se añade el papel de directores como el cineasta Chris Eyre, de ascendencia navajo-arapahoe, que ha hecho de la historia de los indios americanos el eje central de su filmografía, rodando en reservas reales y contratando actores indios.

FOTOS: ALBUM; WALT DISNEY PICTURES

Interés en declive Sin embargo, como denuncia la profesora americana Angela Aleiss, autora del libro Making the White Man’s Indian: Native Americans and Hollywood Movies, las cintas sobre indios situadas en la época actual no atraen espectadores, ya que su imagen para el público “continúa ligada a los tiempos del oeste”, lo cual “es algo parecido a restringir las películas con afroamericanos a los tiempos de la esclavitud”.

PERSONAJE John Huston

Director (1906-1987) muy destacado, entre otros géneros, en el western, con títulos como Los que no perdonan o El tesoro de Sierra Madre.

¿Maltratados en el pasado e ignorados en el presente? En 2013 se estrenó una nueva versión de El llanero solitario en la que el papel de Toro, el compañero indio del protagonista, estaba interpretado por el blanco Johnny Depp. Para suavizar algunas críticas surgidas a raíz de la elección, el actor ha asegurado que tiene parte de ascendencia cherokee, afirmación que Aleiss y otros investigadores han recogido con escepticismo. La película, que abunda en errores históricos más allá de la figura del comanche que interpreta Depp, resultó un fracaso total en la taquilla. Pero es dudoso que se deba a las inexactitudes que aparecen en ella –una vez más– a la hora de representar a los nativos norteamericanos. muyinteresante.com.mx

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

En tierra de

supervivientes Los nativos de Norteamérica viven hoy una realidad alienada. Haberse convertido en atracción turística evidencia esta situación, aunque también reivindica su historia. Hay abundantes Native American Indian Sites por todo EUA, pero sobre todo en los siguientes estados:

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Nuevo México

La sólida huella de los indios pueblo

Un rincón de Taos Pueblo,

L

os indios pueblo dominan en este significativo estado fronterizo, tierra también de hopi o zuñi. Ningún lugar mejor para apreciar su arquitectura que Taos Pueblo, donde se conserva espléndidamente; eso 92

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sí, con gran despliegue turístico. Y todo en medio de un ardiente desierto, especialmente en lugares como el cañón del Chaco, con sus mágicas esculturas. Un cénit de cultura indígena es la ciudad de Albuquerque, donde a museos, mercados

y otras atracciones se suma la mayor celebración del powwow de todo EU, festival que reúne a distintas tribus entre cantos, danzas y diversas actividades. Hay también mucha presencia india y atracciones en la ciudad de Santa Fe.

FOTO: GETTY IMAGES

recuerdo de una de las culturas indias más avanzadas.

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Oklahoma

Universo de la “gente roja”

G

FOTO: GETTY IMAGES

ente roja es exactamente lo que significa el nombre del estado en lengua choctaw, una de las 39 tribus que residen en su territorio, con uno de los mayores índices de población indígena del país. En reservas de Oklahoma fueron obligados a instalarse los cherokees en 1839, tras

recorrer el llamado Sendero de las Lágrimas; y hoy, en lo que se denomina Cherokee Nation, está Tahlequah, su capital, centro de cultura indígena y, por qué no, de turismo: museos, mercados, festivales… No falta de nada. Y lo mismo en otras ciudades, como Oklahoma City, Tulsa, Muscogee o Shawnee.

Bajo el cielo de Oklahoma City, capital del estado del mismo nombre, subyace un denso sustrato indígena.

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MUY INTERESANTE

HISTORIA

TRIBUS NORTEAMERICANAS

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Colorado

Apaches, cheyennes...

Y

también los comanches, arapahoes o los pueblo y anasazi, a quienes se debe el espectacular poblado de Mesa Verde que, junto a un extenso territorio lleno de impresionantes paisajes y más restos de pueblos (algunos del siglo VI), conforman un parque nacional declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978. En Denver destaca la exposición de arte arapahoe y los 18,000 objetos de distintas tribus del Denver Art Museum. También hay en la ciudad varios mercados y celebraciones como el powwow.A pocos kilómetros están el museo y la tumba del célebre Buffalo Bill, que evocan la figura de este aventurero que se convirtió en un gran amigo de los indios. No muy lejos de Denver también se halla Manitou Cliff, un acantilado con viviendas y lugares de oración excavados en la roca, algunos de los cuales datan de 1200 a.C.

Varios poblados anasazi se conservan en los roquedales del parque nacional de Mesa Verde.

Arizona

4 Entre hitos históricos

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Un bosque de columnas de roca cubre gran parte del Chiricahua National Monument.

FOTOS: ASC

M

uchos son los testimonios en un estado donde habitan todavía 22 tribus. Desde espacios naturales como Chiricahua National Monument hasta ciudades como Phoenix, donde se halla el Heard Museum, una de las exhibiciones indígenas más importantes del país. Como curiosidad singular en esta tierra de navajos, en la ciudad de Kayenta hay la posibilidad de conocer de cerca cómo trabajaron estos indios con su complicado idioma en mensajes secretos de la Segunda Guerra Mundial. Hermosa evocación indígena también entre las bellas colinas de Monument Valley. El Pozo de Montezuma recuerda el trabajo de los nativos con el agua en estas áridas tierras. La vida de los apaches es recreada en el Fort Apache Historic Park, entre antiguas ruinas y modernas construcciones.

5

Montana

La derrota de Custer

E

n Little Bighorn un monumento, tumbas y algunos montajes recuerdan in situ el lugar donde cayó el Séptimo de Caballería. Cerca, cada agosto se celebra la Crow Fair (feria del cuervo) con una gran acampada de tipis y numerosas actividades. Tam-

bién resulta interesante visitar la Garnet GhostTown (ciudad fantasma de Garnet), restos de lo que fue una de las villas mineras a las que tanto se opusieron los indios; y un paseo por Yellowstone recordará la naturaleza pura en la cual vivieron los habitantes originales de la zona.

Un edificio de moderno diseño alberga esta importante colección indígena en Washington.

Museo Nacional de los Indios Americanos

FOTOS: ASC; GETTY IMAGES

E

La tumba de Custer entre las de sus soldados en el cementerio de Little Bighorn, junto al lugar de la batalla.

ste museo, perteneciente a la Smithsonian Institution exhibe la colección más completa de todo el país en lo que a arte y objetos tradicionales indígenas norteamericanos se refiere. Aunque su enfoque es el arte nativo americano en general, y por eso, en su exposición, cuenta con abundantes piezas procedentes de Centroamérica y Sudamérica. Además de su sede central de Washington DC, cuenta con otras dos sucursales: una en Nueva York, el George Gustav Heye Center, y otra en Suitland (Maryland), el Cultural Resources Center. En total se trata de una muestra de 800,000 objetos y 125,000 fotografías. La actividad de los tres centros y asuntos nativos de interés artístico aparecen en la revista que el museo edita, titulada American Indian.

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TRIBUS NORTEAMERICANAS

Días clave

Triste monumento. Una gran montaña de cráneos de búfalo americano, circa 1870.

Paso de la

bestia U

Por Gerardo Sifuentes

n día las tranquilas praderas del territorio de Nebraska se vieron invadidas por cuadrillas de hombres blancos que tendieron rieles de acero a lo largo de aquel territorio virgen. Éste era el camino que recorrerían los enormes ‘caballos de hierro’, tal como bautizaron las tribus sioux a los trenes. Se trataba del Ferrocarril Transcontinental, cuyo propósito principal era unir las costas este y oeste del territorio norteamericano. Pero también detrás de ello había una salvaje estrategia de colonización; dejar a los indígenas sin su fuente de alimento. El paso de estas máquinas era aterrador, vomitaba grandes cantidades de humo y viajaba a una velocidad nunca antes vista. Pero lo peor era que espantaba a las gigantescas manadas de búfalos. A bordo de los carros que remolcaban, docenas de cazadores, profesionales y aficionados, disparaban indiscriminadamente a los animales. Cuando se avistaba una gran 96

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manada, se reducía la velocidad y se repartían rifles entre los pasajeros. Según se estima, a mediados del siglo XIX más de 30 millones de búfalos habitaban norteamérica. Con un promedio de 200,000 ejemplares de búfalo muertos al año, para fines del mismo siglo sólo quedaban alrededor de 300. A diferencia de las tribus nativas, quienes cazaban para el sustento, el hombre blanco lo hacía únicamente por diversión. Organizadas como si se tratara de una atracción turística, las excursiones en tren para practicar el tiro al blanco con búfalos tuvo gran apogeo. Las praderas quedaron tapizadas con grandes animales muertos, cuyos cuerpos abandonados en descomposición ofrecieron un aterrador espectáculo para los indígenas americanos. El genocidio de las tribus originarias de norteamérica en nombre de la ‘civilización’ es un capítulo vergonzoso que suele pasarse por alto en Estados Unidos. Los vagones de ferrocarril con hombres y mujeres armados prestos a sacrificar búfalos es una cruel estampa de la colonización europea. Actualmente, gracias a trabajos de conservación, quedan cerca de 200,000 búfalos en estado salvaje. Pero con la virtual extinción de estos animales, las tribus de norteamérica vieron el fin de su estilo de vida y su historia. La cultura occidental se cobraba una víctima más.

FOTO: BURTON HISTORICAL COLLECTION/ DETROIT PUBLIC LIBRARY

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