Morfologia de Una Rana

Morfologia de una rana: anfibio que vive cerca de los lagos y las albuferas, tiene extremidades posteriores fuertes adap

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Morfologia de una rana: anfibio que vive cerca de los lagos y las albuferas, tiene extremidades posteriores fuertes adaptadas al salto. Se traslada nadando y saltando. Cabeza: parte superior de la rana. Tronco: parte central de la rana a la que unen los miembros a la cabeza. Vientre: parte inferior del tronco. Pata posterior: miembro posterior de la rana. Dedo palmado: uno de los ápendices articulado que une juntos por una piel fina. Membrana interdigital de los palmipedos: piel fina que une los dedos juntos. Pata anterior: miembro anterior de la rana. Dedo: ápendice articulado de la pata anterior. Tímpano: órgano del oído de la rana. Nariz: orificio del sistema respiratorio de la rana. Ojo: órgano de la vista de la rana. Rana es un género de anfibios anuros de la familia Ranidae, que habita en la Eurasia templada hasta Indochina y el oeste de Norteamérica.1 Las especies de este género se caracterizan por sus cinturas delgadas y la piel rugosa, muchas poseen finas estrías que recorren la espalda aunque sin las verrugas típicas de los sapos. Son excelentes saltadoras debido a sus largas y esbeltas ancas. La membrana interdigital típica de sus patas posteriores les permite una natación fácil. Suelen ser de color verde o marrón con manchas negras y amarillentas por el dorso y más pálidas por el vientre. Muchas de las ranas de este género crían a principio de la primavera, aunque las especies tropicales y subtropicales lo hacen durante todo el año. Los machos de la mayoría de las especies croan pero se cree que los de unas pocas son mudos. Las hembras desovan formando grandes masas o agregados globulares, alcanzando puestas de hasta 20000 huevos. El nombre común para designar las especies de este género es ranas verdaderas, en inglés «true frogs», o ranas pardas, en inglés «brown frogs».

Caza ilegal de lagartos amenaza a la especie en Beni - La alta vulnerabilidad del lagarto ha obligado al Gobierno a trabajar en una nueva norma para reorientar el aprovechamiento sostenible de esa especie. - Unos 50 mil cueros de lagartos son exportados legalmente, pero se calcula que otros 100 mil animales son cazados para su comercio ilegal y el consumo de carne en poblaciones indígenas pobres. En la cálida llanura beniana, en los recodos de los ríos y los bosques húmedos de cedro, palomaría y roble de hoja seca, los saurios, desde el imponente Caimán Negro hasta la humilde cría yacaré, se arrojan al agua o tratan de huir entre los árboles cuando sienten la presencia del más tenaz de sus depredadores: el hombre. De poco les vale apelar al mimetismo de su coloración para ocultarse entre la vegetación. Los saurios, de día y de noche, de enero a diciembre, son cazados con disparos de armas de fuego o con barras largas en cuyo extremo está sujeta una punta aguda y cortante. Con éste tipo de lanza, los cazadores solo atraviesan la piel del animal para arrastrarlo hasta la superficie donde lo matan a garrote. Después, proceden a desollar a la presa para vender la carne y el cuero. Por la vía legal o clandestina, el cuero de lagarto y su carne tienen un gran mercado asegurado. Los compradores fijos, la mayoría del Brasil, ofrecen una demanda sostenida y buenos precios, mientras los cazadores en el Beni arriesgan apenas una inversión mínima, la indispensable para extraer el producto que provee la selva tropical. El panorama es el mismo en las diez provincias del departamento del Beni, donde organizaciones no gubernamentales ambientalistas calculan que anualmente unos 100 mil saurios son cazados de forma ilegal en esa zona del país. Esa cifra se menciona con insistencia desde los estudios que sucesivamente emprendieron los titulares del despacho de Desarrollo Sostenible durante los gobiernos de Jorge Quiroga y Carlos Mesa. Vaca Diez, sin defensa de la especie Con el “lagarto”, como llaman por esta región al Caimán Negro o al Yacaré, “sucede algo curioso”, según el periodista Juan Carlos Soto, de Radio San Miguel de Riberalta. Como el lagarto no es “bonito” – dice Soto - toda la corriente de defensa de especies animales no puso tanto hincapié en la defensa de este “reptil poco agradable”. Y es que en la provincia Vaca Díez, cuya capital es Riberalta, la de mayor población en todo el departamento del Beni, ha desparecido el Caimán Negro y el Yacaré. Para Héctor Cortés, máximo ejecutivo de la Federación de Campesinos de la provincia Vaca Díez, "cuando la exportación aumenta, se ven menos lagartos en el campo al año siguiente”. “Y a simple vista, navegando por los ríos, se nota la merma de animales debido a la presión de su caza furtiva. En Vaca Díez ya no existen saurios en la vida silvestre salvaje”. La situación ha obligado a la comuna local a elaborar un reglamento para evitar e impedir la caza indiscriminada, que durante la última década se incrementó “dramáticamente”.

Guayaramerín, Villa Bella y Cachuela Esperanza, poblaciones fronterizas con el Brasil, son las rutas del contrabando, según el dirigente campesino, y por ellas mensualmente salen “miles de cueros clandestinamente”. “No hay quién controle esta situación y la Prefectura del Beni, encargada por ley para velar por la vida silvestre, no hace nada”, advierte Cortés. Tinta sobre papel mojado Actualmente rige un Reglamento para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible del Lagarto (caimán yacaré), que contempla la exportación anual de 50 mil cueros del saurio. El Reglamento, amparado en la Resolución Ministerial 147/02, tiene por objetivo promover la conservación y regular el uso sostenible del lagarto, en el marco de lo establecido en la Ley del Medio Ambiente y el Decreto Supremo 25458, del 21 de julio de 1999, que ratifica la veda general e indefinida de caza de la especie. Esa norma, sin embargo, permite el uso sostenible de ese animal en el marco de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES), que protege y conserva la vida en su estado salvaje. De acuerdo con el Reglamento, son las prefecturas, a través de sus direcciones departamentales de Recursos Naturales y Medio Ambiente, las autoridades administrativas que deben hacer cumplir la ley y ejecutar, en el ámbito de su jurisdicción, el aprovechamiento sostenible del lagarto de Bolivia. "Digamos que la reglamentación existe pero, como muchas cosas en Bolivia, es deficiente, mal instrumentada y con poca presión”, asegura el ecologista Grover Britto, asentado en la población de Reyes. Cuando se decidió reglamentar la caza del lagarto, dice Britto, se consideró que se podrían exportar 50 mil cueros anualmente. "A ciencia cierta, los que trabajamos con este animal nunca supimos de dónde salió esta cifra". También se estableció que los cueros y la carne de exportación deben ser monitoreados para establecer su origen. Si los cueros son pequeños, quiere decir que se están cazando animales muy chicos y, por ende, hay una presión sobre la especie. Si los cueros son grandes quiere decir que la especie se está manteniendo en su supervivencia, según el especialista. “Pero la realidad no dice lo mismo que la letra de las reglamentaciones. No se han monitoreado ni el 10% de los cueros y entonces no se sabe qué está pasando con la especie”. Desde 2002, en pleno auge de las exportaciones, se planteó la producción del lagarto en criadero. De la media docena de “establos” que llegaron a funcionar, actualmente sólo uno, en Santa Cruz, está actualmente en operaciones, señalan informes oficiales recientes del Viceministerio de Biodiversidad y Medio Ambiente.

Se instalaron criaderos con veinte o treinta animales pero, en realidad, los cueros que se vendían provenían de animales de la naturaleza que se los hacía pasar por el criadero. Se trataba de un blanqueo de cueros. Hasta hoy, la situación sigue igual. “Los criaderos, por más eficientes que sean, no pueden competir con el que le da un palo al lagarto y lo mete a la bolsa”, comenta Héctor Cortés, quien asegura que las comunidades indígenas quieren incentivar la labor del criadero pero con fomento al valor agregado del cuero A los cazadores furtivos, la presa “le sale barata” porque no monta una infraestructura, no gasta en alimentación, luz ni personal y, lo que es peor, en las poblaciones fronterizas del Brasil el cuero silvestre o el de criadero se paga por igual. "Es preocupante que estemos enfrentando esta crisis", dice el biólogo Fernando Cisneros, responsable del Proyecto Lagarto del Viceministerio de Biodiversidad. En la amazonía boliviana, dice el biólogo, los lagartos son importantes porque juegan un papel fundamental en los ecosistemas y ofrecen beneficios importantes para el ser humano. “Si pierdes una especie, lo más seguro es que se esté en peligro de perder muchas otras”.