Monografia Barras Bravas

“Año de las Cumbres Mundiales en el Perú” “BARRAS BRAVAS” CURSO : CIENCIAS SOCIALES DOCENTE : SAMPEDRANO ALUMNAS GR

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“Año de las Cumbres Mundiales en el Perú”

“BARRAS BRAVAS” CURSO

:

CIENCIAS SOCIALES

DOCENTE : SAMPEDRANO ALUMNAS

GRADO SECCIÓN

LILIANA PUICÓN

: INOÑÁN CERVERA ONELIA CHAPOÑÁN ACOSTA JUANITA MENDOZA CARRILLO ELLY FARROÑÁN MONTALVO ANY LABÁN AMASIFUÉN JESSICA SAMAMÉ IPANAQUÉ ROSA :

4to. :

“E”

LAMBAYEQUE, MAYO, 2008

DEDICATORIA

A Dios, nuestro Creador, quien nos impulsa a seguir en el camino del bien y del estudio.

AGRADECIMIENTO

A nuestros Padres, quienes con su esfuerzo y dedicación hacen de nosotras verdaderos instrumentos del estudio;

LAS BARRAS BRAVAS

El término barra brava se emplea en América Latina para designar a aquellos grupos organizados dentro de una hinchada que se caracterizan por producir diversos incidentes violentos, dentro y fuera del estadio, despliegue pirotécnico y cánticos empleados durante el desarrollo de los partidos. Originalmente denominados

barra

fuerte, por el

vespertino

argentino La Razón en octubre de 1958, a raíz del asesinato

policial del joven Mario Linker en el partido entre Vélez Sársfield y River Plate. El término aparece en Argentina a comienzos de la década de 1960, y luego se fue extendiendo su uso por toda América Latina. En Brasil se los denomina "torcidas organizadas", mientras que en otros continentes son conocidos como hooligans o ultras.

Generalmente las barras bravas, también llamadas el grueso de la hinchada, utilizan banderas (denominadas trapos) y diferentes instrumentos

musicales.

Las

barras

bravas

también

se

caracterizan por ubicarse en las tribunas populares, aquellas que frecuentemente carecen de asientos y donde los espectadores deben ver el partido de pie.

Este fenómeno se ha extendido, en diverso grado, en diferentes países de América. Generalmente tienen su origen en una subcultura juvenil de carácter urbano, donde se busca la pertenencia a un grupo determinado. Si bien existe una amplia variedad de estas barras en América, éstas tienden a presentar ciertos rasgos comunes: exaltación de la fuerza, el nacionalismo, el sentido del honor asociado con la capacidad de pelear y la necesidad de reafirmación. Tradicionalmente, se ha asociado a las barras bravas con la marginalidad urbana, y el consumo de alcohol y drogas. En general, en la mayor parte de América estas barras están conformadas por jóvenes entre los 14 y 25 años, mientras que en Argentina es posible encontrar a personas mayores, pues poseen una tradición más arraigada. En los distintos países de América Latina estas bravas han adquirido notoriedad progresivamente, al menos desde comienzos de la década de 1990.

BREVE HISTORIA DE LAS BARRAS BRAVAS

Las barras nacen de una subcultura juvenil, en donde lo que se busca es la pertenencia a un grupo determinado que compartan los

mismos gustos. Ahora bien, se diferencia de una barra brava porque estas tienen unos rasgos más marcados como lo son: nacionalismo, xenofobia, exaltación de la fuerza física, virilidad agresiva, sentido del honor asociado con la capacidad de pelear y la demostración del más fuerte, haciendo que estos grupos sean de pensamientos radicales.

En la historia de las barras bravas, se han relacionado con el alcohol y las drogas, aunque no siempre es así, ya que si miramos la sociedad actual, en realidad encontramos que la juventud en general se relacionan con esas dos variables.

En nuestro país las barras mal llamadas "bravas" son conformadas por jóvenes entre los 13 y 26 años, ya que son muy recientes. En otros países, en las barras bravas hay personas de 50 y más años, ya que es una tradición más arraigada y el fanatismo es mayor.

Es decir que en Perú todavía podemos encontrar las causas de ese rencor y rabia reprimidos entre estos hinchas, en primer lugar, se presenta una situación social, en donde un núcleo familiar violento genera más violencia, en segundo lugar, un factor económico que hace que el hincha desahogue sus problemas en un estadio de fútbol y en tercer lugar, una carencia de educación en el comportamiento.

Una figura mundial opina al respecto "Estaba pensando en volver a Argentina, pero la violencia es un problema que persiste en el fútbol argentino. Cuando veo las imágenes por televisión, me asustan" dijó Gabriel Omar Batístuta, al interrogársele si quería volver al fútbol argentino. La violencia salpicó el Torneo Apertura con los incidentes en el derby de Avellaneda entre Racing e Independiente y con la muerte de un seguidor de 17 años, que fue asesinado a tiros en un encuentro de la segunda división. Me estoy preparando para retirarme del fútbol, dijo el argentino en una entrevista concedida a un programa de televisión.

Jorge Valdano, exfutbolista, técnico y ahora manager del Real Madrid, responsabiliza a los directivos y los medios de comunicación de la

violencia en el fútbol El director general deportivo del Real Madrid, Jorge Valdano, ha declarado que los directivos y los medios de comunicación tienen la culpa de que se necesite tanta seguridad de los campos de fútbol.

Las Barras Bravas de fútbol aparecen en el escenario social peruano en la década de los 80 con la presencia de grupos de barristas de los diferentes equipos que fueron apropiándose de determinados espacios en los estadios de fútbol. Hacia fines de los 80 se distinguen ya las tribunas pobladas exclusivamente por hinchas de los diferentes clubes. Surgen así La Trinchera Norte apostada en las tribunas norte de los estadios en donde se despliega la barra popular del Club Universitario de Deportes; surge también, como contraparte, el Comando Sur, asociado a la tribuna sur de los estadios desde donde se alienta al club Alianza Lima. Al configurarse y diferenciarse estos dos espacios y manifestarse las hostilidades abiertamente, las proximidades de los recintos deportivos se convierten en el lugar de convergencia y enfrentamiento de estos grupos durante las fechas de los

campeonatos

deportivos.

Esto

configuró

un

escenario

de

enfrentamientos que fueron en aumento y se complejizaron con la presencia de las barras del Club Sport Boys y Sporting Cristal que reclamaron

también

su

hegemonía,

generándose

así

grandes

hostilidades que devinieron en enfrentamientos callejeros masivos entre los “hinchas” de los diferentes equipos. Muchas veces estos conflictos terminaron con algunas muertes que fueron hartamente publicitadas en los medios de comunicación propalando un clima de pánico generalizado.

Sin embargo la identidad en torno a algún equipo de fútbol en el Perú no es nueva. Como en otros países, casi todas los peruanos se declaran seguidores de un club, generalmente de estos 4 grandes clubes del fútbol peruano. Sin embargo, con la presencia de las barras y la importación de modelos llegados desde Inglaterra (holligans) y Argentina (barras bravas), las manifestaciones de fanatismo se exacerbaron y desbordaron. De otra parte la presencia de hinchas procedentes de diferentes barrios provocó que dentro de las

mismas

tribunas

se

congregaran

diferentes

grupos

que

reclamaron un protagonismo específico de acuerdo a su procedencia. Surgen así las barras de barrio. Con este fenómeno, la violencia deja las proximidades de los estadios y se traslada a los diferentes barrios, complejizándose el fenómeno y multiplicándose las identidades pues ya no sólo se enfrentaban los de universitario con los de alianza, sino además los de tal barrio, o tal pandilla con otros adversarios. El ambiente devino en un entramado de identidades y de discrepancias

que usó la calle y los espacios públicos como medio de expresión y exacerbación.

Las manchas escolares, otra expresión del fenómeno de la violencia, han proclamado sus identidades en torno de sus Colegios de origen. Adolescentes entre 13 y 17 años, se disputan también la hegemonía en determinado territorio. Frecuente es ver en las calles principales del centro de la ciudad de Lima, grupos de hasta 200 adolescentes escolares enfrentándose con todo lo que tienen a la mano, completando así el panorama de violencia desatado tanto por las barras como por las pandillas de la capital.

Espectadores, hinchas y barristas La distinción que establece el título, se hace cargo de las diferencias entre las tres categorías de grupos asistentes a los partidos de fútbol profesional, las que se identifican de maneras diferentes, a través de su comportamiento y su «razón de estar» en los estadios. Como asimismo, en su participación activa, pasiva o no participación, en hechos de violencia ligados al fútbol. Los espectadores van a los estadios a disfrutar un partido que, de antemano, promete ser un buen espectáculo deportivo por los antecedentes

de

los

equipos

contendientes.

Ellos

no

son

necesariamente neutros frente a los equipos, pero no se involucran

con los gritos, saltos, sufrimientos o alegrías que el desarrollo del partido produce en las otras dos categorías. Los hinchas, son aquéllos que se declaran partidarios de uno de los equipos. Estos pueden ser, aunque no necesariamente, socios del club al que apoyan con sus gritos. Entre ellos encontramos distintos grados de compromiso con su equipo, desde una «tibia» adhesión

hasta

aquellos

que

se

muestran

fuertemente

involucrados en lo que acontece en la cancha. Son los que saltan gritando: "–¡gooooool!" a todo pulmón. Como también, cuando se produce una jugada del equipo contrario que pone en peligro al suyo, van siguiendo la jugada con el alma en un hilo y, al producirse el gol, se sienten amargados y desilusionados de su club. El «barrista» presenta particularismos culturales que lo hacen distinto a las otras dos categorías, pudiendo constituir una subcultura aparte o, por lo menos, un grupo cultural claramente identificable. Esta diferenciación se irá viendo a lo largo de este documento. En general, la edad de los barristas de los clubes oscila entre los niños de 14 años a los jóvenes de 25 años, aproximadamente. Es el propio barrista el que hace notar su diferencia con respecto al hincha. Por ejemplo, un miembro de La

Trinchera Norte, cuando comentaba la pedrada que había recibido el jugador del Universitario, Roberto Martínez, y que derivó en la expulsión de la «barra» por parte de la institución, hacía una aclaración: "–Pero el de la piedra no fue de la «barra». Pudo ser un hincha." Y, con respecto a la expulsión misma, expresaba con énfasis su rebeldía al hecho de ser separado de su equipo: "–Igual todos vamos a llegar al estadio. Nunca van a impedir que entremos al estadio. Aunque seamos 20 o 30, vamos a alentar al equipo igual."

Barras bravas en Latinoamérica Irrumpen de golpe en el estadio donde una marea humana se abre para dejarles lugar, agitan sus brazos, despliegan sus banderas y con las gargantas redondean todo su fervor de una rutina semanal. Vamos campeón, no falles a tu hinchada/ vamos campeón, tenemos que ganar!", cantan entonces "Los borrachos del tablón", como se le conoce a los barras bravas de River Plate de Argentina, protagonistas

en los últimos tiempos de episodios de violencia dentro y fuera de las canchas, un fenómeno en expansión en América Latina.

Con Argentina a la cabeza, la violencia va en aumento en estadios hasta hace poco tranquilos de Colombia, México, Paraguay y Chile, entre otros países.

"Estamos preocupados por estos hechos en América Latina", dijo a la AP el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol Nicolás Leoz.

"Pero esta violencia no tiene nada que ver con el fútbol genuinamente, ya que se debe a situaciones económico sociales de los países", agregó el dirigente paraguayo.

En Argentina, todos los fines de semana hay algún episodio violento, como ocurrió el 11 de febrero cuando dos grupos antagónicos de la barra brava de River se pelearon dentro del club por negocios y poder, con un saldo de cuatro heridos: uno de bala y tres por armas blancas.

En una rápida reacción, el gobierno clausuró la cancha de River por cinco fechas y días después su presidente José Aguilar, criticado en medios deportivos por supuesta pasividad, expulsó como socios del club a seis hinchas presuntamente involucrados en la pelea.

En el ambiente del fútbol se sabe que ser barra brava tiene sus ventajas: reciben entradas gratis que luego venden, manejan los estacionamientos callejeros y sus viajes para alentar al equipo serían en buena parte financiados por la dirigencia.

Un funcionario de la seguridad del balompié argentino, Javier Castrilli, dijo que los dirigentes apañan a los violentos "porque los amenazan a ellos o a la familia. Pero no pueden transar con esa mugre; hay que perder el miedo".

Horas después de los incidentes en River, una disputa en la barra brava de Godoy Cruz de Mendoza, cuyo equipo juega en la máxima categoría, culminó con la muerte de un adolescente de 15 años y otro de 12 quedó gravemente herido, dijo la policía de esa provincia fronteriza con Chile.

En Argentina han muerto 145 personas en incidente relacionados con el fútbol desde que en 1939 se contabilizaron las dos primeras víctimas fatales.

Aunque no den clase de violencia en forma personal, la influencia de los hinchas violentos de Argentina en Latinoamérica es bien conocida, porque se imitan sus cánticos y también sus actitudes.

"La influencia argentina es muy grande, es un referente", dijo en Cali el hincha Felipe Garcés, miembro de la barra "Varón Rojo" del América.

El líder de los violentos de Boca Juniors Rafael Di Zeo, quien tiene causas abiertas en la justicia argentina, dijo que en los últimos tiempos recibieron hinchas de España, México y Colombia, que vinieron a "perfeccionarse" en lo que sería "un posgrado en barrabrava".

"La 12 (barra brava de Boca) es como Harvard", subrayó Di Zeo, quien en la Argentina se cansa de firmar autógrafos entre los hinchas de Boca, el club más popular del país.

Sin llegar a la gravedad de lo que sucede en Argentina, la violencia viene en alza en estadios latinoamericanos.

En Colombia, las canchas de Bogotá, Cali y Medellín son escenarios de frecuentes choques.

El 15 de febrero la policía intervino para frenar una batahola entre dos barras que se trenzaron con palos y piedras durante una práctica de Millonarios, en un parque público en las afueras de Bogotá.

En México, la federación local dispuso que a partir de la cuarta jornada ninguna porra podrá asistir al estadio cuando su equipo juegue como visitante. También pidió que los equipos dejen de regalar boletos a estas barras para sus juegos como locales.

Esa decisión se adoptó después de incidentes en varias canchas.

En Chile, la violencia en los estadios es reiterada y dos partidos de la Universidad de Chile fueron suspendidos porque las autoridades consideraron que las condiciones de seguridad no eran suficientes.

En Perú, el episodio de violencia más grave ocurrió el 19 de enero en un partido entre Universitario y Sport Boys, en el que unas 10 personas resultaron heridas tras ser agredidas con palos, botellas y armas blancas.

Paraguay era un remanso de la tranquilidad, hasta que hace unos 15 años aparecieron las hinchadas organizadas en barras bravas a la usanza de los argentinos.

Desde entonces, las barras de Cerro Porteño y Olimpia, las más numerosas, cantan los mismos estribillos que las hinchadas de Boca y River.

Incluso, en los primeros años de este fenómeno, los líderes fueron jóvenes paraguayos que vivieron en "villas miserias" (barrios muy humildes) de Buenos Aires y que importaron el modelo "profesional" de alentar a sus equipos porque rige el obsequio de boletos.

La barra más violenta es la de Luqueño, involucrada en la muerte de unas cinco personas en los últimos 15 años a raíz de peleas brutales en las adyacencias del estadio "Feliciano Cáceres" de Luque.

En Brasil y Uruguay menudean los choques entre hinchas y en Bolivia y Ecuador, donde en general el público es tranquilo, en los últimos tiempos hubo algunas trifulcas menores.

La "Garra negra" del Corinthians de Brasil es protagonista a menudo de batallas campales con hinchadas rivales y en Uruguay, fanáticos e Defensor y Peñarol dirimieron el domingo pasado sus diferencias a los golpes, en el choque que finalizó 2-2 por el campeonato local.

Hasta en Venezuela, donde el fútbol no es el deporte número uno como en el resto de Sudamérica, empezaron a aflorar los incidentes.

Además, los barras bravas están adoptando los cánticos de sus pares argentinos. Estas barras han aparecido particularmente entre los aficionados del Deportivo Táchira, uno de los clubes más antiguos del país.

Uno de esos incidentes ocurrió en noviembre en un partido TáchiraCaracas, jugado en la capital venezolana en cancha neutral, debido a que el estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal estaba en remodelación.

"Se desarrolló una trifulca de marcas desproporcionadas, con suficientes heridos entre agentes del orden público y fanáticos", informó la Federación, al dar a conocer la suspensión temporal del estadio Brígido Iriarte, escenario de los incidentes.

En Europa, la violencia también es cosa de cada fin de semana como ocurre en Italia, Alemania y España, entre otros países.

El episodio reciente de más gravedad ocurrió el 2 de febrero en Italia, cuando un agente de la policía murió durante incidentes un partido entre el local Catania y Palermo.

Ante la ola de violencia en las canchas del mundo, el presidente de la FIFA Joseph Blatter dijo que se recurrirá con mayor frecuencia al descuento de puntos, el descenso o la expulsión de clubes de las ligas, como medidas para combatir la violencia.

"Pero

la

FIFA

no

es

una

fuerza

policial

y

no

responsabilizada por la seguridad pública", señaló Blatter.

puede

ser

De los Hooligans a las Barras Bravas "Hincha británico de comportamiento violento y agresivo."

Así define la Real Academia Española el término hooligan, una palabra inglesa que se volvió tristemente conocida en muchos otros idiomas a partir de los años 60.

El fútbol es utilizado por algunos seguidores como una "excusa" para canalizar su agresión.

Al español también llegó: el concepto y su aplicación práctica se hicieron todavía más populares en toda América Latina bajo el término de Barras Bravas. Al analizar el fútbol como herramienta para resolver conflictos sociales, el fenómeno de los hooligans pone precisamente de relieve la versatilidad de este deporte, utilizado por algunos seguidores como "excusa" para canalizar su agresión. El origen La gente cree que el "hooliganismo" es algo relativamente reciente, de las últimas tres o cuatro décadas. Pero como explicó a la BBC la antropóloga Liz Crowley, de la Universidad de Manchester, no se trata de un fenómeno nuevo.

"Siempre ha existido un tipo de violencia relacionada con el deporte, y sobre todo relacionada con el fútbol", apuntó.

Siempre ha existido un tipo de violencia relacionada con el deporte, y sobre todo relacionada con el fútbol

En efecto, el balonpié ha sido asociado a eventos violentos desde sus orígenes en la Inglaterra del siglo XIII, cuando los partidos involucraban a cientos de jugadores y se convertían esencialmente en campos de batalla donde se enfrentaban las juventudes de los pueblos rivales. El origen del término hooligan es incierto, pero se cree que apareció en un infome de la policía de Londres que data del 1898. Otra de las teorías que explican el origen de la palabra argumenta que el nombre viene de un gamberro irlandés que vivía en Londres, apellidado Hooligan.

Presencia temprana Según Crowley, varias investigaciones muestran evidencias bien tempranas de violencia en el fútbol. "Por ejemplo, un partido entre el Liverpool y el Manchester United tuvo que ser suspendido después de media hora de juego debido a la violencia en las gradas. Éso fue en 1912".

Aún siendo un fenómeno harto conocido, fue a partir de los años 60 cuando el "hooliganismo" se convirtió en un problema, y fue en

particular durante la década de los 80 cuando las dimensiones de tal problema se salieron de órbita.

Por aquel entonces los hooligans se convirtieron en el símbolo del fútbol inglés. "Hubo una época en que estuvo de moda ser hooligan, o parecer hooligan", dijo Crowley.

Inglaterra "lideró" sin duda el movimiento, que provocó varias tragedias, como la que tuvo lugar en el estadio de Hillsborough, en Sheffield, Inglaterra, en 1989, donde murieron al menos 93 personas durante una semifinal de la Copa FA, que enfrentaba al Liverpool y al Nottingham Forest. Cuatro años antes, en el estadio belga de Heysel, en Bruselas, murieron 39 personas durante la final de la copa de Campeones de Europa, que enfrentaba a Juventus y Liverpool.

Como ocurrió con tantas otras modas inglesas -de índole más pacífica-, el comportamiento de los hooligans fue también modelo de exportación para los hinchas del fútbol de muchos otros países, convirtiéndose en un ejemplo para otros seguidores.

"El fenómeno empezó un poco antes aquí que en otros países europeos, y por eso dicen que es la enfermedad de los ingleses, que hemos exportado a Europa", explicó Crowley.

En America Latina, el fenómeno de las barras bravas es relativamente reciente: primero llegó a Argentina, y después se extendió por países como Colombia, Chile y Perú. "El modelo estético y el referente más claro que se toma del barrismo aquí en Colombia fueron las barras argentinas. Ése fue el ejemplo a seguir, tanto por la estética como por los cánticos", explicó a BBC Mundo Pipe Garcés, ministro de Desarrollo de la Barra Barón Rojo Sur de Cali.

Sin embargo, el fenómeno de las barras bravas en Colombia no se percibe en los partidos de la selección nacional, concentrándose únicamente en los encuentros de la liga local.

¿Quién es barrista?

En su "Diagnóstico antropológico de las Barras Bravas y de la violencia ligada al fútbol", el profesor Andrés Recasens Salvo, antropólogo Social de la Universidad de Chile, distingue entre espectadores, hinchas y "barristas".

Los primeros son aquellos que "van a los estadios para disfrutar de un partido que, de antemano, promete ser un buen espectáculo deportivo".

Los segundos "son aquellos que se declaran partidarios de uno de los equipos", y tienen "distintos grados de compromiso" con el. Pero el "barrista", según Recasens Salvo, "presenta particularismos culturales que lo hacen distinto a las otras dos categorías, pudiendo constituir (...) un grupo cultural claramente identificable".

El integrante típico de barras bravas, según el antropólogo, es un varón de entre 14 y 25 años, aproximadamente, que encuentra en la organización de hinchas un espacio donde afirmar su identidad.

"Para que la barra pueda afirmar su diferencia, es necesario que sea indivisa, que se haga sentir como monolítica (...) de tal manera que los miembros de la barra pueden enfrentar eficazmente el mundo de los 'enemigos' ", explica Recasens Salvo. "Es el estadio el espacio conquistado por algunos de los jóvenes que se sienten marginados, en una búsqueda por constituirse en pueblo aparte, ya que estiman que no se los deja estar dentro de la sociedad en plenitud", dice el experto.

En defensa del fútbol

A pesar de la universalidad de los casos de violencia relacionada con el fútbol, el deporte en sí no debe considerarse el chivo expiatorio de todos lo males.

Así lo cree el escritor uruguayo Eduardo Galeano, para quien "es injusto atribuir la violencia al fútbol". "Yo siempre digo que el pañuelo no tiene la culpa de las lágrimas. Al pañuelo van a para las lágrimas, pero no vienen del pañuelo. Y con la violencia pasa lo mismo: la violencia no viene del fútbol, va a aparecer al fútbol. Pero el fútbol no es en sí un deporte violento", le dijo Galeano a la BBC. "El fútbol padece las consecuencias de la acumulación de tensiones sociales, que estallan en las canchas de fútbol como estallan en muchos otros lugares", agregó.

"Se puede quizás decir que el fútbol es una metáfora de la guerra. Tiene mucho de guerra danzada, de ceremonia de la guerra, de ritual de la guerra. Pero justamente como todo ritual, como toda ceremonia, es un exorcismo de la realidad".

PERÚ, FUTBOL Y BARRAS BRAVAS

En el Perú, el fútbol es espectáculo, o al menos así lo define la gran mayoría de los aficionados a este deporte, ya sea al verlo por televisión o al asistir al estadio. Las razones para acudir a ver el espectáculo futbolístico son diversas y representan un arco iris que va desde el simple gusto, el deseo de entretenerse con los amigos o con la familia, pasando por querer ayudar al club, divertirse solo o estar cerca de los jugadores.

Sin embargo, el público exige ciertas condiciones para trasladarse al escenario. La primera siendo la disminución de la violencia. En nuestro país como en muchas otras partes del mundo, la violencia es la principal razón por la cual el público se abstiene de asistir al estadio.

Las barras bravas, los riesgos de asalto y otros peligros a los que se expone el aficionado cuando va a ver un partido de fútbol no se justifican y son parte del cáncer social, a la vez que ni siquiera son compensados por la calidad del espectáculo futbolístico o las satisfacciones que dan los equipos a sus respectivas hinchadas.

Según el estudio de APOYO (2001), para el consumidor peruano, el fútbol es un producto que no satisface sus expectativas por la baja calidad y la corrupción que perciben en el mismo, además de la violencia y la falta de competitividad. Estos factores determinan la reducción en la cantidad de espectadores que acude al espectáculo y por ende en la taquilla que no se ha incrementado a pesar de que el precio se ha ido reduciendo.

En promedio, cada partido de primera división congrega 4,400 espectadores y recauda US $ 11, 400. Mientras, en segunda división

la congregación es de apenas 270 espectadores con una recaudación de US $ 450.

Estas cifras resultan insignificantes comparadas con los promedios de asistencia de clubes europeos. En Inglaterra, por ejemplo, un equipo de la 'Premiership' como el Manchester reúne 58,000 espectadores por partido, el Arsenal 38,000 y el Chelsea 34,500. En España, el Real Madrid cuenta en sus gradas aproximadamente 64, 300 personas en cada juego y el FC Barcelona 63, 300. En Italia, la Roma tiene 61,600 espectadores usualmente y la Lazio 36,900.

La única oportunidad en que las cifras peruanas se acercan un poco a las europeas se da en los clásicos que se juegan entre Alianza Lima y Universitario de Deportes, ocasión en la cual la asistencia se eleva a 35,173 espectadores (Apertura 2001) y la recaudación a US $ 141,576.

Está demostrado entonces que el peruano no es tan "futbolero" como podría decirse de nuestros vecinos argentinos. Dos de cada tres peruanos se autodefinen "simpatizantes del fútbol", a un 38% le gusta más o menos el fútbol y a un 36% le gusta mucho o bastante.

En la encuesta de APOYO, 'Autopercepción con respecto al fútbol", tan sólo 7% se considera fanático, un 64% simpatizante, un 17%

indiferente ante el deporte rey, un 8% fastidiado con él y un 4% enemigo. De ello se deriva que los peruanos en general tengan escasa e inadecuada información del ambiente futbolístico y de la situación del campeonato profesional.

El fútbol forma parte del mercado del entretenimiento y por tanto compite con actividades como el cine, paseos, ir a playa, etc. El público puede elegir gastar su dinero en cualquiera de estas actividades teniendo en consideración sus necesidades, beneficios y seguridad. En este campo las encuestan revelan que tanto hombres como mujeres prefieren ir a la playa o salir a pasear antes que ir al fútbol, pero que los hombres escogen este deporte sobre el cine o el teatro contrariamente a la mayoría de mujeres.

Por otra parte, el estudio de APOYO muestra que el hábito de ver fútbol por televisión resulta especialmente relevante en este negocio. El 87% de los encuestados ve deportes por televisión y el fútbol resulta ser el deporte preferido. En ese sentido, el 68% de las personas quienes gustan ver deportes por televisión busca ver partidos de fútbol. Las razones siendo la comodidad, la gratuidad, la repetición de las jugadas y el estar a salvo de la violencia de los estadios.

La ausencia de comprensión clara de los consumidores ha impedido el desarrollo de políticas consistentes para desarrollar el mercado. Para corregir esta realidad será necesario partir de la base de que los consumidores del fútbol son distintos; esto implica que se requerirá un mayor entendimiento de los segmentos para tomar decisiones eficaces de marca, posicionamiento y tácticas de mercadeo.

FUTBOL, BARRAS Y VIOLENCIA

Sea en los países más desarrollados o los que están en camino de crecimiento, la violencia en el fútbol es pan de cada día arrastrando su secuelas de muerte, dolor y destrucción de la propiedad privada.

Los que provocan la violencia en el Perú no son hinchas, son delincuentes que fungen de aficionados para realizar sus fechorías, y en otros casos, hay quienes son asiduos a los estadios pero desatan el terror en las calles para dar paso a enfrentamientos entre bandos contrarios.

El último clásico jugado en Chimbote un hincha de Alianza Lima murió por escapar de la turba formada por hinchas de Universitario. Una muerte inútil que nada tiene que ver con el espectáculo futbolístico.

En Perú tenemos muy malos recuerdos de la violencia en el fútbol, una de las que más se recuerda es la que provocaron hinchas de Universitario y Alianza en el único clásico programado en el Estadio Monumental.

Desde esa vez las autoridades prohibieron que en el coloso de Ate se vuelva a programar un clásico. Es la razón por la que el clásico se jugó en cancha neutral, en el estadio Manuel Rivera de Chimbote.

Las autoridades y las leyes actúan con pies de plomo para castigar a los presuntos culpables de los hechos violentos. En la pretemporada de este año en el Monumental se programó un partido amistoso entre Universitario y Sport Boys.

Se había negado la autorización del partido, el «amistoso» sin embargo fue programado con consecuencias detestables. La barra de «U» en número mayor atacó a la pequeña barra rosada. Fue una masacre permitida por un irresponsable empleado que abrió las puertas para que las barras se encontraran.

Las primeras reacciones fueron de condena por lo sucedido, se habló de sanciones a dirigentes y la identificación de los autores de la violencia en la tribuna. El tiempo ha pasado y nadie se acuerda de que se que hablaba de mano dura contra los responsables. No hay ningún inculpado, todo quedó en nada.

Es muy mala señal porque los barristas al ver que no hay sanción para sus fechorías, se ven facilitados de fomentar el caos con lamentables pérdidas, lesionados y una reflexión lógica de no ir a los estadios por el peligro que amenaza.

CONCLUSIÓN

Un fenómeno como el de las barras bravas puede quizá asimilarse al deseo del hombre y también de algunos animales, de delimitar su espacio, su territorio tal y como ocurre en la naturaleza; se establecen fronteras imaginarias o físicas que no pueden ser transgredidas, ejemplo de ello son los cercados de alambre y últimamente las cercas electrificadas que protegen extensiones de territorio. El espacio que ocupa el hombre guarda una identidad propia manifiesta en todas sus cosas, quiere ser diferente, ser mejor de lo que son sus semejantes. Si no se respetan los límites entonces aparece la violencia.

La vinculación de estudiantes al problema de las barras bravas no puede comprenderse si antes no se tiene un acercamiento a lo juvenil, propio de la edad de los participantes. Acercarse al concepto de joven resulta algo complejo toda vez que sus acepciones son diversas, puede entenderse desde el punto de vista biológico, psicológico, social, cultural o simplemente definirlo como un grupo de edad que presenta unas características específicas que los identifican en el contexto social.

Referencias Bibliográficas

Linkografía: http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/biblioteca/docs/libros/bar ras.pdf http://www.geocities.com/b_bravas/articulos-futbol/index.htm http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_4371000/43711 58.stm

ANEXOS BARRISTAS ENFRENTÁNDOSE A LA POLICÍA

BARRISTAS DE LA TRINCHERA NORTE (UNIVERSITARIO DE DEPORTES)

BARRISTAS DEL COMANDO SUR (ALIANZA LIMA)

BARRA SPORTING CRISTAL “EXTREMO CELESTE”

ESTADIO LLENO DE HINCHAS