MODERNIDAD LIQUIDA, RESUMEN, BAUMAN.

RESUMEN Modernidad Líquida Zygmunt Bauman Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2004. Bauman (2004), plantea una cr

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RESUMEN Modernidad Líquida Zygmunt Bauman Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2004. Bauman (2004), plantea una crítica a la sociedad moderna tras los criterios de instantaneidad, dominio del tiempo, y particularmente, a las relaciones humanas que se crean (o se evitan) en la vida urbana moderna. Es de esta forma como a través la ciudad que pretende crear Gerorge Hazeldon, el autor hace una analogía con los miedos y riesgos a los que los ciudadanos se ven expuestos, pretendiendo otorgar en la residencia Heritage Park, protección y seguridad a sus habitantes de tal forma que estos puedan monitorear y controlar mediante guardias y cámaras de seguridad, quienes entran, salen, trabajan y merodean en la ciudad, demostrando que la evolución actual de la vida urbana, está institucionalizada por el miedo que provocan merodeadores y vagabundos al espacio público, lo cual hace que las ciudades gasten mayor dinero en otorgar seguridad contratando guardias que custodien la ciudad de personas sospechosas o extraños, reduciendo la libertad de los espacios públicos fomentando una vida aislada, individualista y sin sentido de comunidad que criminaliza a las personas por sus diferencias residuales. En otras palabras, Bauman (2004) quiere establecer las principales causas de la época del descompromiso y la elusividad, ya que esa es la evolución de la vida urbana moderna. En primer lugar, el autor habla acerca de las relaciones sociales que existen en la modernidad, ya que plantea que las interacciones entre las personas ahora sin inexistentes debido a la individualidad de los sujetos en su diario vivir. Es así, como cada individuo pasa a ser un extraño, el cual al encontrarse con otro extraño tienen un encuentro sin pasado, y sin futuro, ya que la única oportunidad de interacción que tienen debe ser consumada en el acto, sin esperanza de tener otro encuentro. Esta es la característica que otorga la civilidad, ya que es una habilidad concebida como actividad en el mundo urbano, “la actividad que protege mutuamente a las personas y que no obstante les permite disfrutar de su mutua compañía” (Bauman, 2004: 103). Esto quiere decir, que el individuo como persona pública comparte el deseo de bien común con la sociedad, y deja toda su individualidad o deseo de soledad oculto tras la máscara del compromiso a descompormeterse con cualquier anhelo individual a favor de la comunidad. Por otra parte, los espacios públicos representan momento de encuentros entre extraños, sea desde el uso del transporte público, el transitar por una plaza cada mañana, o ir de compras (espacio público no civil, dedicado a la acción de consumir, más no a la interacción entre personas). De esta forma aparecen los lugares émicos, los lugares fágicos, los no – lugares, y por último

los espacios vacíos, ya que hacen alusión a los distintos tipos de encuentro que tienen las personas. En primer lugar, los espacios émicos se refieren a la prohibición del contacto físico o el intercambio social, lo cual en la actualidad se asemeja en la instauración de cárceles, el acceso selectivo a espacios y la prohibición selectiva de ocuparlos. En el caso de los lugares fáticos, estos espacios consisten en la desalineación de sustancias extrañas, como el canibalismo o la asimilación forzosa, lo cual produce la aniquilación de los otros, o el despojarlos de sus costumbres y raíces para instaurar nuevos modos de vida que sean seguros para la comunidad. En consiguiente, los espacios interdictorios (transporte público) serían émicos, y los espacios del consumidor (centros comerciales) fágicos, y responden a la misma tarea, encontrarse con extraños. Por otro lado, los espacios públicos no civiles, derivan de la ausencia de hábitos de civilidad, y los no lugares, desalientan cualquier idea de permanencia, imposibilitando la domesticación del espacio y permitiendo presencia meramente física ya que es un “espacio despojado de sus relaciones simbólicas de identidad, las relaciones y la historia” (Bauman, 2004: 112). Finalmente, los espacios vacíos están invisibilizados, son lugares que no se les suscribe sentido alguno, no como lugares prohibidos, sino que son inaccesibles debido a su invisibilidad. Están vacíos de sentido, ya que son lugares en los cuales las personas se sienten vulnerables o perdidas, ante la presencia de otros seres desconocidos, lo cual es una mirada totalmente subjetiva ya que se presenta según las vivencias de cada persona. “El vacío del lugar está en el ojo de quien lo contempla y en las piernas del habitante o en las ruedas de su auto” (Bauman, 2004: 113). Por otra parte, y volviendo a interacciones que produce la modernidad, la esencia de la civilidad es la capacidad de interactuar con extraños sin atacarlos para que dejen de serlo. La incapacidad de enfrentarse a la pluralidad de los seres humanos y a la ambivalencia de todas las decisiones de clasificación es, espontánea y se refuerza así misma; “cuanto más efectivos son el impulso hacia la homogeneidad y los esfuerzos destinados a eliminar las diferencias, tanto más difícil resulta sentirse cómodo frente a los extraños” (Berman, 2004: 114). Esto quiere decir que ya no existe un ideal de destino en común, ya que la decadencia del arte del diálogo y la negociación, ha sido reemplazada por técnicas de escape que protejan a los individuos de tales relaciones que no son capaces de proveer. En la actualidad, son los propios estados los que califican a las otras personas como inmigrantes, ya que no corresponden a la cultura impuesta por tal sociedad, y todo aquel que sea diferente es el otro o el extraño. De este modo, la otredad reúne a la difusa variedad de individuos temerosos y desorientados en algo que recuerda vagamente una comunidad nacional. Por último, no podemos hablar de las relaciones sociales sin hablar de los grandes descubrimientos que la modernidad ha despertado, porque son estos descubrimientos la base y el fundamento que mueve a las personas a trabajar

y ser seres activos el día a día. Es así, como el control del tiempo y el espacio han sido uno de las principales metas en la modernidad, ya que el tiempo se ha convertido en objeto, asignándole un valor a cada actividad, por horas determinadas. “El tiempo se ha convertido en el problema del harware que los humanos eran capaces de inventar, construir, usar y controlar” (Bauman, 2004: 120). Esto quiere decir, que el tiempo se convirtió en oro, una vez que se convirtió en herramienta empleada para superar la resistencia del espacio, y acortar distancias, y este es el principio de la edad moderna, y se refleja a través de la emancipación del tiempo, la aceleración y conquista de tierras con máquinas cada vez más rápidas. De esta forma, la modernidad, el tiempo y el control del espacio eran y son primordiales sobre las interacciones o relaciones sociales, ya que la vida se ha vuelto instantánea, lo cual produce una satisfacción inmediata que ha perdido el interés por relacionarse con los otros, ya que la moral de la modernidad consta en producir material y relaciones humanas.