Meditaciones I

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DL: MA – 1373 - 02

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A los ancianos, para que sus experiencias de la vida no se desaprovechen y sirvan de luz y camino a las nuevas generaciones.

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PRÓLOGO A lo largo de los años he ido resumiendo de libros, revistas, hojas, frases oídas y todo escrito que ha caído en mis manos una serie de artículos, máximas, pensamientos y sentencias que por su profundidad he considerado conveniente recopilarlas en varios tomos de los que éste es el primero, para que sirvan de bien espiritual a los lectores. Mi tarea, pues, aquí, es la de un simple recopilador: todo para mayor gloria de Dios y la Virgen Santísima, nuestra Madre celestial, y salvación de las almas.

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MEDITACIONES I Vive el día a día. ¡No es bonito acaso, trabajar cada día y después esperar que Dios bendiga desde el Cielo?

Un alma fiel y que se inquieta por el futuro es como quien dice ser amigo tuyo, pero sólo de palabra no de hecho. Tú, trabaja, ora a Dios, y después deja que sea la Providencia de Dios quien te sostenga. Si aprendiésemos a vivir de Providencia más que de un sueldo, mejor nos iría. La voluntad de Dios es que todos actuemos con recta intención con corazón bueno, y luego el mismo Señor se nos manifestará con suficiente claridad. (San Luis Guanella) *

*

*

El hombre que, superándose a si mismo, cura las llagas del hermano desventurado, eleva al Señor la más bella y noble oración, hecha de sacrificios, de amor vivido y concretizado, de entrega absoluta en cuerpo y espíritu. ¡En todo enfermo está sufriendo Cristo! ¡En todo pobre languidece Cristo! ¡En todo enfermo pobre, Cristo sufre y languidece doblemente! Donde no hay obediencia, no hay virtud. Donde no hay virtud, no hay bondad. Donde no hay bondad, no hay amor. Donde no hay amor, no está Dios. Donde no está Dios, no hay Paraíso. El amor propio es hijo de la soberbia y más malicioso que su madre. ¿Has visto alguna vez un campo de trigo ya sazonado? Habrás observado que hay espigas tiesas y lozanas, otras inclinadas. Escoge alguna de las más derechas, de las más vanidosas: están vacías. Elige alguna entre las inclinadas, entre las humildes: están bien granadas. La vanidad es vacuidad absoluta. La humildad es verdad, la verdad es humildad. El amor y el temor tienen que ir juntos. Son inseparables. El temor sin amor degenera en violencia. El amor sin temor, en presunción. El amor sin temor corre como caballo desbocado. No sabe dónde se dirige. (San Pío de Pietrelcina) * * * No son las gracias, las revelaciones, los éxtasis y los dones recibidos los que perfeccionan un alma, sino la unión íntima con Dios. Esos dones no son mas que el adorno de un alma, no forman la sustancia de la perfección, ni de la santidad. Esta consiste, en realidad, en un acuerdo perfecto de la voluntad con la de Dios. Dios no hace jamás violencia a nuestra voluntad, depende de nosotros aceptar su gracia o no, colaborar con ella o derrocharla. ( Santa Faustina Kowalska) *

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*

Si alguna vez el Señor nos deja, es por nuestra poca fe. El término de los grandes sacrificios está cargado de mayor gozo, porque Dios es así: se reserva lo mejor para el final. El dolor y la dificultad son favores extraordinarios que el Señor reserva a los suyos. (M. Petra) 4

*

*

*

La humildad es la base y el fundamento de la Religión, y de toda la piedad cristiana. Esta virtud, dice San Bernardo, es la que nos alcanza todas las otras, la que las conserva después que las hemos recibido, y la que las perfecciona. La humildad alcanza las otras virtudes. ¿Es necesaria la paciencia? La humildad enseña a ejercerla. ¿Se quiere conseguir el perdón de los pecados? Dios lo concede al humilde. En una palabra, sed humildes, y obtendréis de Dios todo lo que le pidiereis. Las lluvias de la gracia corren sobre los humildes como el agua corre por los valles y como la abundancia de las aguas hace fértiles a los valles, asimismo la abundancia de los dones de Dios hace que los humildes fructifiquen todos los días en virtudes y en buenas obras. Como Dios resiste a los soberbios, así da gracia a los humildes. San Agustín estaba tan convencido de que la humildad es la raíz de todas las virtudes, y que la soberbia es el principio de todos los vicios, que escribiendo a un amigo suyo llamado Dióscoro, que le había preguntado cuál era la virtud que le facilitaría la práctica de todas las otras, le respondió que la humildad. A esta virtud, le dijo, deseo mi amado amigo que te apliques de todo corazón. Yo he trabajado mucho para elevarme al conocimiento de la verdad; pero puedo asegurarte que no he hallado otro camino para elevarme a él que el de la humildad, y tampoco tú hallarás otro que éste. El primer camino que se debe tomar para ir al Cielo, que es la mansión de la Verdad, es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad: y cuantas veces me preguntes por el camino que conduce a la gloria, te responderé siempre que la humildad: todo otro camino es falso: y conduce al precipicio. ¿Aspiráis a cosas grandes? Dice San Agustín; comenzad por las menores. ¿Queréis elevar muy alto el edificio de la piedad cristiana? Pensad primero en el fundamento de la humildad. Se profundiza siempre los cimientos de un edificio a proporción de la elevación que se le quiere dar: si queréis, pues, elevar mucho el de la perfección, echad los cimientos de una humildad profunda. Esta es la conducta que tuvieron todos los Santos. Se ha visto a algunos conservar hasta el fin de sus vidas la memoria de sus pecados pasados para precaverse contra la tentación de la soberbia, que es, como dicen los Santos Padres, el último lazo que el demonio nos tiende. Ved a San Pablo, el Apóstol por excelencia, que había sido destinado y escogido de Dios para anunciar el Evangelio a los gentiles, y que había sido elevado hasta el tercer cielo, sin embargo, pese a todos estos privilegios, se mira como un aborto, como el último de los Apóstoles: se juzga indigno de esta clase: se tiene por el primero de los pecadores, que ha sido en otro tiempo un blasfemo y un perseguidor de Jesucristo. ¿De dónde viene esto? Es que este gran Apóstol habiendo de tener tanta elevación en la Iglesia, no se cansaba de humillarse: olvidaba sus virtudes y sólo se acordaba de sus pecados. (San Antonio María Claret) *

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Dijo Dios al profeta Isaías: "Señor, ¿sobre quiénes desciende el Espíritu Santo? ¿Acaso sobre aquellos que gozan de gran reputación en el mundo, o sobre los orgullosos? - No, dijo el Señor, sino sobre aquel que tiene su corazón humilde..." Esta virtud no solamente os hace agradables a Dios, sino también a los hombres. Todo el mundo ama a una persona humilde, todos se deleitan en su compañía. ¿De dónde viene, en efecto que por lo común los niños son amados de todos, sino de que son sencillos y humildes? La persona que es humilde cede, no contraría a nadie, no causa enfado en nadie, conténtase de todo y busca siempre ocultarse a los ojos del mundo. En la misma medida que se aborrece a un orgulloso, se aprecia a un humilde, puesto que éste toma siempre para sí el último lugar, respeta a todo el mundo, y ama también a todos, ésta es la causa de que sea tan buscada la compañía de las personas que están adornadas de tan bellas cualidades. Digo que la humildad es el fundamento de todas las demás virtudes. Quien desea servir a Dios y salvar su alma, debe comenzar por practicar esta virtud en toda su extensión. Sin ella nuestra devoción será como un montón de paja que habremos levantado muy voluminoso, pero al primer embate de los vientos queda derribado y deshecho. El demonio teme muy poco esas devociones que no están fundadas en la humildad, pues sabe muy bien que podrá echarlas al traste cuando le plazca. Lo cual vemos aconteció a aquel solitario que llegó hasta a caminar 5

sobre carbones encendidos sin quemarse; pero, falto de humildad, al poco tiempo cayó en los más deplorables excesos. Si no tenéis humildad, podéis decir que no tenéis nada, a la primera tentación seréis derribados. Refiérese en la vida de San Antonio que Dios le hizo ver el mundo sembrado de lazos que el demonio tenía preparados para hacer caer a los hombres en pecado. Quedó de ellos tan sorprendido que su cuerpo temblaba cual hoja de un árbol, y dirigiéndose a Dios le dijo: "Señor, ¿quién podrá escapar de tantos lazos?". Y oyó una voz que le dijo: " Antonio, el que sea humilde; pues Dios da a los humildes la gracia necesaria para que puedan resistir a las tentaciones; mientras permite que el demonio se divierta con los orgullosos, los cuales caerán en pecado en cuanto sobrevenga la ocasión. Mas a las personas humildes el demonio no se atreve a atacarlas". Cuando nos sintamos tentados, mantengámonos escondidos bajo el velo de la humildad y veremos cuán escasa sea la fuerza que el demonio tiene sobre nosotros. ¡Cuán agradable nos hace a Dios la virtud de la humildad, y cuán poderosa es para ahuyentar al demonio! ¡Pero también cuán rara! Lo cual se puede comprobar con sólo considerar el escaso número de cristianos que resisten al demonio cuando son tentados... Cuánto abundan los que, mientras se les alaba, se les lisonjea, o a lo menos, se les manifiesta estimación, son todo fuego en sus prácticas de piedad, lo darían todo, se despojarían de todo; mas una leve reprensión, un gesto de indiferencia, llena de amargura su corazón, los atormenta, les arranca lágrimas de sus ojos, los pone de malhumor, los induce a mil juicios temerarios, pensando que son tratados injustamente, que no es éste el trato que se da a lo demás. ¡Cuán rara es esta hermosa virtud de la humildad entre los cristianos de nuestros días! ¡Cuántas virtudes tienen sólo la apariencia de tales y a la primera prueba se vienen abajo! (San Juan María Vianney, "Cura de Ars"). *

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Si salvo un alma aseguro mi propia salvación (Santo Domingo Savio) *

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Cuando el alma llega a conocer que todo lo que tiene de bueno en sí misma es exclusivamente don de Dios, cuando el alma ve que todo lo que tiene en sí le ha sido dado gratuitamente y que de sí tiene solamente la miseria, esto la mantiene continuamente humilde delante de la Majestad de Dios, y Dios, viendo tal disposición del alma, la persigue con sus gracias. Cuando el alma se hunde en el abismo de su miseria, Dios hace uso de su omnipotencia para enaltecerla. Si hay en la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma verdaderamente humilde. Al principio el amor propio sufre mucho a causa de eso, pero si el alma se enfrenta valerosamente a repetidos combates, Dios le concede mucha luz, en la que ella ve lo miserable y engañoso que es todo. En su corazón está solamente Dios; un alma humilde no confía en sí mismo sino que pone su confianza en Dios. Dios defiende al alma humilde y Él mismo se introduce en las cosas de ella y entonces el alma permanece en la máxima felicidad de tal manera que nadie la puede comprender. ¡Oh, qué bella es un alma humilde!; de su corazón como de un incensario se elevan toda clase de perfumes particularmente agradables que atraviesan las nubes y alcanzan a Dios mismo y llenan de gozo su santísimo Corazón. A tal alma Dios no niega nada: tal alma es omnipotente, ella influye en el destino del mundo entero; a tal alma Dios la eleva hasta su trono y cuanto más ella se humilla tanto más Dios se inclina hacia ella, la persigue con sus gracias y la acompaña en cada momento con su omnipotencia. Tal alma está unida a Dios del modo más profundo. ¡Oh humildad arráigate profundamente en todo mi ser! ¡Oh Virgen purísima, pero también humildísima, ayúdame a conquistar una profunda humildad!, Ahora comprendo por qué hay tan pocos santos, porque son pocas las almas profundamente humildes. (Santa Faustina Kowalska). *

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Solamente quien ha sufrido mucho llega a tener una verdadera personalidad. 6

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Sólo Dios sabe el gran bien que hace un buen libro. Un libro bueno es la voz del Señor que llega hasta el corazón y lo vuelve mucho mejor. *

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A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen Maria (San Alfonso María de Ligorio). *

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Que te alaben los demás, nunca tus propios labios (Proverbios) *

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Hace mucho el que hace poco, pero hace lo que debe hacer. Y hace poco el que hace mucho, pero no hace lo que debe hacer (Luis Comollo) *

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El que se dedica a hacer apostolado, este mismo trabajo que hace por hacer conocer y amar más a Dios, lo va volviendo santo, casi sin que se dé cuenta de ello. *

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En un libro bueno nos habla directamente Dios; cuando Dios habla, la persona no es capaz de quedarse en sus vicios y pecados, sino que empieza ase mejor. *

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Sólo en el Cielo sabremos el inmenso bien que hicimos propagando los buenos libros. (Santo Domingo Savio). * * * Cuando Dios da una misión, da también las cualidades para hacerla bien. * * * Huid de las malas conversaciones, especialmente contra la pureza. Tened siempre en Mí una confianza ilimitada y mi manto os servirá siempre de refugio.(Palabras de la Virgen) *

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Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la asistencia de la poderosa Madre de Dios. Recomiéndele a todos sus discípulos que le recen mucho a Ella durante toda su vida. (Palabras de Santo Domingo Savio a San Juan Bosco en una aparición, después de muerto) *

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*

La voluntad de Dios sobre ti manifestada de cualquier forma o acontecimiento, es tu mayor bien. Lo que en cada momento te acontezca es lo mejor que podía sucederte. Dios tiene cuidado y providencia de las cosas creadas, especialmente del hombre, y nada ocurre en el mundo sin s beneplácito. *

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*

En el camino de la cruz, sólo el primer paso es costoso. Nuestra mayor cruz es el temor a la cruz. *

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En cualquier camino, el secreto del triunfo no está en no caer, sino en no acobardarse, levantarse, si caes, y seguir adelante. *

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Si quieres reformar el mundo, empieza a reformarte a ti mismo, y habrás dado un gran paso en tu propósito. * * * Todos los hombres caen, sólo los héroes y los santos se levantan y siguen adelante. *

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Nunca somos tan felices ni tan desgraciados como nos parece serlos. *

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La vida más ocupada es la menos infeliz. *

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Cuando las pasiones intenten desbordarte no olvides que tienes cabeza para encauzarlas.

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Al que Dios quiere ayudar no logrará dañar la malicia de alguno. *

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La confianza es la levadura que eleva y mantiene el tono familiar. *

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Gigantescos son los efectos del apostolado pequeño, tales como una hoja impresa, una palabra, un ejemplo, una sonrisa, etc. No lo olvides. *

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Dios no olvida aquello de que no le has pedido perdón: pero no recuerda aquello que una vez te perdonó. * * * La casualidad, la suerte, son "anónimos" de Dios. *

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El vino es de Dios, la embriaguez del diablo. *

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Mientras puedas, ahorra para la vejez y la necesidad, porque el sol de la mañana no dura todo el día. *

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Necios y porfiados hacen ricos a letrados. *

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Las ofensas del necio se pagan con la indiferencia.

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Cuando conseguimos nuestro objetivo, olvidamos lo que luchamos y lo que nos costó. *

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La hipocresía es un homenaje que el vicio hace a la virtud. *

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El hijo de la gata, caza ratones o mata... *

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Para mal oficial no hay herramienta buena. *

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Quien no quiera oír, no diga. *

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Loca es la oveja que al lobo se confiesa. *

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Del maldiciente al malhechor sólo media la ocasión.

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Dios creó el campo, el hombre la ciudad... *

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La personalidad es al hombre lo que el perfume a la flor. *

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La manera de dar vale más que lo que se da. *

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El buen paño en el arca se vende. *

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En el papel más blanco cae una mancha. *

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En todas partes, cada semana tiene un martes. *

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No despreciéis la sensibilidad de nadie. La sensibilidad de cada uno es su personalidad. *

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Estima como la primera de las virtudes refrenar la lengua; el que sabe callar cuando es razón, se acerca a Dios. *

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Por la palabra el hombre se hace superior al animal, por el silencio se hace superior a sí mismo. *

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El que guarda su boca guarda su alma.

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Sean tus palabras mejores que tu silencio, de lo contrario, calla. *

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Más vale un prudente silencio que una verdad poco caritativa. *

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Es un bálsamo la ausencia, que cura males de amor, o lo que es lo mismo, ojos que no ven, corazón que no se quiebra. *

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La avaricia es una fiebre extrema de egoísmo, tanto más insensible cuanto más violenta y ardiente. *

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A los amigos no se les debe pedir nunca nada, es el único medio de conservarlos. El dinero se le pide a los enemigos, es el medio, también, de conservarlos... *

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¿Qué es un hombre más que otro si no hace más que él? *

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Vístete y aséate bien, que un palo compuesto no parece palo. *

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Caza, guerra amores, por un placer mil dolores. *

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Lo cruel de la vida no es que lo niegue todo, es que promete mucho, como las mujeres coquetas y falsas; no es que se haga aborrecer, es que se hace amar y no corresponde nunca a nuestro amor. *

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Falta de talento muestra quien no emplea el suyo en cambiar lo bueno por lo mejor. *

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El talento puede dar prestigio, el valor puede dar soldados, la tiranía puede dar esclavos, sólo la justicia puede dar la fuerza.

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Cuando la lectura de un libro levanta vuestro espíritu y os inspira sentimientos nobles y valerosos, no busquéis otra regla para juzgar su mérito: es bueno y hecho de mano maestra. *

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Las bromas son como la sal deben usarse con precaución.

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A puerta cerrada el diablo se vuelve. *

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Hablar poco, pero mal, es mucho hablar. *

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El mayor sacrificio a que puede obligarnos la amistad no consiste en confesar nuestros defectos a un amigo, sino en hacerle ver los suyos. *

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En las arengas para persuadir a una colectividad se pueden invocar razones, pero antes hay que hacer vibrar lo sentimientos. *

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Los vicios ajenos los tenemos delante de los ojos y los propios a la espalda... *

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La experiencia se adquiere con el trabajo y se perfecciona con el tiempo. *

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La más grande ambición apenas se deja adivinar cuando se halla en la absoluta imposibilidad de llegar a lo que aspira. * * * Lo que quieras que calle otro, cállalo tú. *

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Preferible es que hagan calumnia del silencio a que lo hagan de las palabras. * * * Del árbol del silencio pende el fruto de la seguridad. *

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De lo que hables serás esclavo, de lo que calles serás el amo. *

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Ni tras pared, ni tras seto, digas tu secreto. *

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Hay ciertos secretos que no deben depositarse en corazones llenos de malicia. *

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Los malos que se despiden muestran su mayor perversidad en el momento de partir. *

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Mal camino no conduce a buen lugar. *

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Los murmuradores son como los que soplan en la tierra: se ciegan con el polvo que levantan. *

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¿De qué sirve el amigo que en la ocasión no ayuda? *

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Es trágico que las pasiones instintivas venzan a la razón y la libertad. *

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Guárdate de hombre que no hable y de perro que no ladre. *

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El día en que cada uno fuera un tirano para nosotros mismos, todos los hombres serían igualmente libres, sin revoluciones y aún Leyes, más que las de Dios. *

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Leer hace al hombre claro. Discursar, lo hace rápido, y escribir, exacto. *

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No hay palabra mala si no es mal entendida. *

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¡Cuántos chascos se llevan en la vida los que no miran más que las apariencias! *

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Quien presta, sus barbas mesa. *

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Aunque todo sea de barro, no es lo mismo la tinaja que el jarro. 13

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Si algunas personas no hicieran tantas preguntas otras no mentirían tantas veces. *

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Desdichas y caminos hacen amigos. *

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La audacia sin juicio es peligrosa, el juicio sin audacia, inútil. *

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Haz cien y falla una y se acabó tu buena fortuna. *

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No es caballero el que nace, sino el que sabe serlo. *

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Más vale buen callar, que mal hablar. *

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Dentro de la concha está perla aunque no puedas verla. *

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Lo que no es conocido, mal puede ser querido. *

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Cambiar los nombres sin cambiarlas cosas es lo primero conque se engaña al pueblo en todas las revoluciones. * * * Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero. *

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Quien tiene las hechas tiene las sospechas. *

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Más discurre un hambriento que cien letrados. *

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El que ha de dar, por los suyos ha de empezar. *

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¿Eres bien hablado de los demás y callas cosas malas suyas cuando no hay necesidad de decirlas?... Eres buen amigo y buen cristiano. *

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Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca estériles. *

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Las tentaciones son como el huracán que derriba a los que no están enraizados en un santo ideal y en el temor de Dios. *

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El que se adelanta a confesar sus propios defectos cierra la boca al maldiciente. *

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Desconfía de un amigo que nunca te contradice. *

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Desconfía de ti y confía en Dios. *

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La sociedad no tiene simpatía por el caído: no la tiene aunque le ayude y socorra. *

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¿Si no sembraste en la juventud, cómo cosecharás en la vejez? *

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Los Santos hacen tanto bien a las almas porque no se estiman en más que el polvo de los caminos. *

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La cruz es menos pesada cuando se lleva que cuando se arrastra. *

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Poco sabe, por mucho que sepa, quien no sabe hablar con dignidad y limpieza. *

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El amor propio es más hábil que el más hábil hombre del mundo. 15

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Quien a todos cree, yerra, quien a ninguno, no acierta. *

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De trecho en trecho de nuestra vida Dios ha puesto el dolor: es para indicarnos el camino del Cielo. *

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Los buenos amigos se presentan en la adversidad sin ser llamados. *

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Tu ideal y tus obras dicen lo que vales. Tus ideas son la savia, tus obras el fruto. *

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Siempre adelante. En el camino de la vida quien tropieza y cae, pero se levanta y sigue, no tiene que lamentar tanto su caída. Sólo es vencido el que se tumba desesperado y sin ánimos en los charcos del camino. La vida no admite estancamientos. *

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En tus recriminaciones justas mezcla siempre algo de dulzura. *

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Es asombroso cuánto engrandece a nuestras almas el descubrir lo mejor de los demás. *

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Cuando no se tiene nada que decir se disimula hablando mucho. *

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Elige lo mejor, la costumbre de repetirlo lo hará fácil. *

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La felicidad es un perfume que no podemos verter sobre los demás sin que nos alcancen algunas gotas. *

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Dios sabe muy bien lo que nos exige. Nosotros somos los que no pensamos en lo que nos da. *

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Tanto adelantarás cuanto más te venzas a ti mismo.

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Comprensión y caridad con las miserias ajenas: intransigencia con las propias. *

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El que insulta al pobre insulta a su Hacedor. El que goza del mal ajeno no quedará impune. *

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El dolor no es malo, nos hace mejores. *

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Tendrás paz, si en los acontecimientos no ves un azar estúpido, sino el fruto de la voluntad de Dios. *

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Ser bueno no es lo mismo que ser tonto. *

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El pecado venial priva de las gracias especiales de Dios: alimenta las pasiones y entibia el fervor de la caridad. * * * Bendita sea la mano que sabe acariciar al desgraciado. *

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No debemos quejarnos de que las rosas tengas espinas sino alegrarnos de que las espinas tengan rosas. *

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Si te alegras del bien de los otros eres bueno de verdad y serás feliz. * * * Con tu lengua puedes dar estocadas o sanar muchas heridas. *

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*

Cada suceso de la vida viene de parte de Dios con un mensaje para ti. *

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*

Si amas la justicia tendrás trabajos y persecuciones pero también paz verdadera. *

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*

Es mejor que te domines a ti mismo en vez de luchar por dominar a los demás.

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*

No pretendas que te comprendan. La incomprensión es providencial para que tu sacrificio pase oculto. *

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Las lágrimas más amargas son las que no pueden derramarse. *

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Cuenta con el ángel de la guarda de quien quieras atraer a tu apostolado. Te ayudará en esta santa labor. *

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Haced siempre la santa voluntad de Dios, quered siempre sus santos designios. *

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*

No te resignes con tus defectos: lucha siempre hasta conseguir erradicarlos. La lucha contra el vicio y la corrupción es ya un avance. *

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Las almas del Purgatorio sufren horrorosamente en aquel lugar de purificación. Reza por ellas, tenlas en cuenta con tus oraciones, con tus misas, con tus rosarios, con tus limosnas, con tus trabajos ofrecidos a Dios por ellas. Hoy por ellas, mañana por ti. No olvides que te tratarán cuando tú mueras de la misma manera que trates tú a los difuntos ahora. *

*

*

La imprudencia en el hablar te creará muchos problemas y te robará la paz del alma. Si quieres quitarte este defecto, reza un Padrenuestro a las almas del Purgatorio cada vez que hables mal de otros sin necesidad o con imprudencia: ellas te ayudarán rápidamente a eliminar este vicio. *

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*

Si quieres ser grato a las personas háblales de cuanto les interesa, y no de lo que te interesa a ti. *

*

*

No te pese caminar y caminar, siempre avanzando, si por fin llegas a Dios. *

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Arranca al oprimido del poder de su opresor y no te acobardes al luchar por la justicia. *

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*

Si eres comprensivo con los demás, serás amado de Dios y de los hombres. *

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*

Desconfía de ti mismo y confía en Dios, pues la tentación nunca cesa. *

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*

Sufrir sin consuelo es una suerte. Así trata el Señor a sus amigos íntimos; rehusar esta ventaja sería una verdadera locura. *

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*

Te guardará el consejo y te preservará la inteligencia. *

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*

Jesús proporciona sus dones y favores a la medida de nuestra confianza y de nuestras necesidades. *

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Trabaja en vencer y evitar en ti lo que de ordinario te desagrada en los demás. *

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*

Mientras en el mundo vivimos no podemos estar sin tribulaciones, ni tentaciones, porque ellos nos perfeccionan y nos indican el camino del Cielo. *

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*

No todo está perdido cuando el cielo parece negro y amenazador pues siempre queda la esperanza y la confianza en Dios. *

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*

El agua apaga la ardiente llama y la limosna expía los pecados. *

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*

¿Caminas por la vida triste y solitario con el alma seca y frío el corazón? Entonces es que no has encontrado a María, y caminas sin amor, la Virgen es alegría. *

*

*

La comunión diaria sirve: Para resistir la pasión desordenada. Para obtener el perdón de los pecados veniales. Para recibir aumento de gracia santificante. Para obtener la disminución de la pena temporal debida por los pecados y faltas voluntarias. Para preservarnos de futuros pecados. Para obtener bendiciones para nosotros y para otros. Para ganar indulgencias y ayudar a las almas del Purgatorio. Para asegurar más la vida eterna. 19

*

*

*

No esté tu paz en la boca de los hombres; pues si pensaren de ti bien o mal, no serás por eso otro hombre delante de Dios y tu conciencia. *

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*

Confía en Dios. Él enderezará tus caminos si vas con buena voluntad y sinceridad de corazón. *

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*

Cristo tuvo adversarios y murmuradores: ¿y tú quieres tener a todos por amigos y bienhechores?... *

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*

El tiempo es nuestro mejor amigo y el que mejor que nadie nos enseña la sabiduría del silencio. *

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*

La alegría es la madre de todas las virtudes. Esta alegría se basa en la amistad con Dios y María, nuestra Madre, la Virgen, que conlleva el cumplimiento de los Mandamientos. *

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*

No puedes saciarte con ningún bien temporal porque no has sido creado para gozar de lo caduco. *

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*

Pon tu corazón fijamente en Dios y no temas los juicios humanos cuando la conciencia no te acusa. * * * Cuanto más grande es un corazón, tanto más grandes son sus soledades y desiertos. *

*

*

Llevar una astilla clavada en el corazón y hablar de otra cosa, es hazaña de fuertes. *

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*

Si quieres dar valor a tu vida, lucha valientemente, aunque sepas que luchas sólo, por la justicia y el reino de Dios. * * * No es dueño de sí mismo quien no puede guardar un secreto. *

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*

Lo que siembres en la mañana de tu vida, recogerás en el atardecer de tu muerte.

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Dime lo que desprecias y te diré dónde te despreciaron. *

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*

Si eres devoto de María, la Virgen, te prometo que serás feliz en este mundo y en el otro. *

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*

Sé pronto para oír y lento para responder. *

*

*

El hombre ha de regirse por la razón, por la equidad, por el sentido común, por la caridad, por la justicia, por la verdadera piedad, no por sentimentalismos exagerados que alimentan melancolías negativas, y depresiones profundas (al salirse de la confianza que se debe a la Providencia de Dios, y sus justos caminos: ni la hoja de un árbol se mueve sin que Dios lo disponga (después de haber puesto de tu parte todo lo posible por solucionar el problema que te angustia, o haberle pedido perdón a Dios, si fallaste, y luego confíar en Dios, en su Bondad, en su Providencia, en su Misericordia). *

*

*

No faltes el respeto a los ancianos, que también ellos fueron jóvenes... *

*

*

La precipitación en la oración es la muerte de la devoción. *

*

*

El desaliento de alma no deja aplicar a Dios su misericordia. *

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*

La misma deshonra cabe a las mujeres sin decencia, que a los hombres sin valor. *

*

*

Donde reina el amor, las leyes sobran. *

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*

Si carecemos de algo en la vida espiritual o material es únicamente porque nos falta confianza en Dios o porque no nos conviene, o porque no se lo pedimos a nuestro Padre celestial; Dios siempre proporciona sus dones y favores a la medida de nuestra confianza. *

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*

Dios castigará al que siembra discordias: recogerá tormentas en su interior.

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Nunca estarás recogido y devoto si murmuras innecesariamente del prójimo o si buscas que te alaben. *

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Un gran artista es el que labra y forja su carácter. *

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La Providencia de Dios nunca va a tientas. *

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No hagas crítica negativa, cuando no puedas alabar o reformar, cállate. *

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Si quieres ser perfecto, cuenta con las almas del Purgatorio: cada vez que faltas en algo rézales un Padrenuestro; ellas te ayudarán a corregirte. *

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Prométeme un cuarto de hora de meditación diaria y yo te prometo el Cielo. (Santa Teresa de Jesús) *

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La previsión acorta caminos, evita dificultades, embellece tu ruta. Prevén las futuras situaciones y no pecarás. Hazte un plan de vida diaria y síguelo fielmente. *

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Un desengaño a tiempo es un gran regalo del Cielo. *

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Al que puede ser sabio no le perdona Dos que no lo sea. *

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Cada uno habla de lo que tiene en el corazón. *

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La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito. *

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No es bastante levantar al débil, es necesario aún sostenerlo después. *

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Cada día que pasa es un paso más para alcanzar la resurrección a la vida eterna. *

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No es falta de humildad que conozcas el adelantamiento de tu alma, así lo puedes agradecer a Dios. *

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Escribid sobre la arena las injurias y esculpid los beneficios sobre el mármol. *

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Si no dominas tu genio, aunque sepas muchas cosas, nadie te querrá. *

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Ser cristiano es tener dominio de la voluntad. Ser más cristiano es dominar mejor la voluntad y el corazón. *

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Dios nos envía contratiempos crueles para que despegándonos de la tierra, miremos más al Cielo. *

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La virtud es como el agua, si no avanza, se corrompe. *

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Aprende a sonreír hasta en los peores momentos. La sonrisa es un testimonio del propio dominio. *

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Igual que una cicatriz afea un rostro hermoso, la palabra grosera rebaja al hombre o mujer más inteligente. *

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La salvación del mundo está en la voluntad de las almas que tienen fe. *

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La desesperación nubla la inteligencia. Saber esperar sin desesperar es una ciencia que es indispensable aprender. *

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El deseo y cuidado de la perfección es ya perfección. *

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Comenzar es de todos, perseverar es de Santos. *

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La sonrisa amable para quien te molesta, tu bondadosa conversación con los pesados e inoportunos, el no darte por aludido, un día y otro, cuando te desprecian o se olvidan de ti... Esto sí que es sólida mortificación interior. *

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El momento más indicado para callarse es aquél en que uno sienta que tiene que decir algo o explotar. *

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No creas todo el mal del prójimo que te digan. *

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Dios no nos impone jamás un deber sin darnos posibilidades y tiempo para cumplirlo. *

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Feliz aquél que, cuando piensan en Dios, lo considera como un Padre. *

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Para no faltar al deber cuando éste sea penoso, piensa: Acaso a "eso" que me cuesta ha unido Dios gracias especiales que perderás si no cumplo mi deber... *

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Aborrece el pecado y compadece al pecador. Quizás, en su lugar, tú hubieras sido peor. *

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Confía en Dios, y mañana sabrás la explicación de muchas cosas que hoy no puedes comprender. *

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La vida es lucha. Es de necios tumbarse para no levantarse, y de sabios levantarse y seguir adelante. *

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Más convence el buen ejemplo que la predicación más elocuente. *

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Todos los dolores del mundo son lejanas semblanzas de los que pasó Jesús y su Madre, la Virgen. Dolores como aquéllos no los ha habido, ni habrá jamás. ¡Tenía que ser máximo el Dolor del cual había de salir el remedio de todos los dolores! 24

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Sufre si quieres gozar. Baja si quieres subir. Pierde si quieres ganar. Muere si quieres gozar. *

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Es imposible que un alma se entregue de veras a Dios, sin que más adelante se entregue Dios a muchas almas. *

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Guárdate, niña incauta, del gavilán que acecha escondido en la fronda de ese bello jardín. Pues sólo ven tus ojos los lindos tulipanes, los claveles y rosas y promesas sin fin... Los prados esmaltados de diminutas flores te atraen con su aroma que esparcen por doquier. No seas mariposa de encendidos colores que va zigzagueando en busca de placer. Sé como abeja humilde que libando las flores las transforma en dulzura para el humano bien. *

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*

La característica del hombre inteligente no consiste en no hacer tonterías, sino en enterarse de las que hace y procurar corregirlas. *

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Sumisión no es aceptarlo todo, sin personalidad, como animal que recibe los golpes sin rechistar. Sumisión no es estar debajo de nadie. No significa ser esclavo de otro. Sumisión es aceptar el puesto que ocupas y desempeñarlo como lo exige el conjunto de ese engranaje. Todo hombre necesita sumisión, también los que dirigen necesitan de sumisión: sumisión a las adversas situaciones de la economía, sumisión a los contratiempos del negocio. *

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El que no ha sufrido desconoce las tres cuartas partes del corazón humano. *

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¡Soy un precipitado, te has dicho quejumbroso después de la respuesta desabrida dada a alguien. El remedio es canalizarte, educarte, ahogando toda primera manifestación de tu genio. Esto es saber esperar. Nunca hables cuando estés airado. Espera momentos de bonanza. Así te vencerás a ti mismo. *

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Debes oír tu respuesta, tu crítica, antes de comunicarla a los demás. Así podrás corregir lo que una vez dicho perjudicaría sin remedio a ti y a los demás. *

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Pueblo sin Religión y sin Dios es árbol sin raíces y fuente sin agua. *

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Dime lo que admiras y te diré lo que eres. *

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Lo que no puede el viento, puede a veces la brisa. Hay vidas que se pierden por falta de una sonrisa. *

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Siembra un acto y recogerás una costumbre. Siembra una costumbre y recogerás un carácter. Siembra un carácter y recogerás un destino. *

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Los Santos nos enseñan que la perfección está al alcance de cualquiera. La virtud no es revelación repentina, sino una conquista lenta, dura y difícil. Somos nuestros dueños. Podemos caer en el abismo o evitarlo. Todo puede hacerse, todo puede no hacerse.

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Para apreciar el entendimiento del hombre hacedle hablar y escuchadlo; para apreciar la voluntad del hombre, hacedle obrar y observadl.o. *

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La caridad es paciente con los defectos del prójimo que no se pueden evitar. *

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La pureza es la virtud más hermosa y cristalina, la que más integridad da y la que más confianza infunde. Tanto que así lo reconocen incluso quienes la han perdido. 26

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Sin espíritu reflexivo, no puede darse ni santos, ni sabios, ni gobernantes, ni educadores, ni inventores, ni hombres de valer. *

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Hay que ser condescendientes en la vida, en todo menos en el pecado. Con la bondad no se pierde nunca autoridad, sino que se reafirma. *

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¿Qué ganas discutiendo con un necio? Vencerlo no es gloria, ser vencido es ignominia. *

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Tal es la miserable condición humana, que muchos hombres no te aceptan como hermano más que cuando haces con ellos el "primo"... *

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Si el hombre aguzase su ingenio para agradar y servir a Dios, como lo aguza para agradar y servir al público, se salvarían muchos más. *

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Da un descanso a tu afán incontenido. No seques tu corazón. Guarda un rincón en tu vida para esas cosas que no producen nada pero que son fuente de felicidad, de humanismo, de comprensión, de amor. Bondad y belleza... las poseen sobre todo los niños y los que se hacen como ellos. *

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Los verdaderos intelectuales, sin fe, son los más desgraciados de los hombres. *

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El mérito mayor del hombre consiste en dominar las circunstancias lo más posible, y dejarse dominar por ellas lo menos posible. *

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Las almas que se elevan cuando sufren por ataques injustos, son las almas de verdadera nobleza. *

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Si encuentras en tu corazón temas para meditar, no busques temas en ningún libro. *

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No hay hombre de quien se sienta uno más amigo que aquel que sinceramente sufre por las injusticias que siente a su alrededor. EXPIACIÓN En el lecho del dolor, Tú, me has postrado, Jesús, cumpliendo tu voluntad, yo me abrazo con mi cruz. Aunque el sufrimiento es grande lo considero ligero pensando cuánto sufriste pendiente de aquel madero. ¿Cómo puedo yo quejarme lo que hoy me acontece, cuando mis muchos pecados. mayor castigo merecen? Dame paciencia, Señor, para seguir padeciendo, confórteme tu Pasión, sé que me estás bendiciendo. *

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¡Ay de nosotros, que murmuramos de los malos, porque no nos importa que se condenen, y murmuramos de los buenos, porque nos molesta que sean mejores que nosotros! *

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Canta con frecuencia y verás sus efectos saludables. *

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Quien quiera de veras a sus padres, no puede ser malo de veras.

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La Historia se ocupa siempre de los tiranos y raras veces de sus servidores. A los primeros los fulmina, a los segundos los desprecia. *

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Acaso sientes mucha dificultad en ser buen cristiano, ¿has probado ser devoto de la Virgen María? *

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Si quieres formar juicio completo acerca de una persona, no te olvides de observar quiénes son sus verdaderos amigos.

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Hombre muy desgraciado en la vida es aquél que nunca probó lo que es una desgracia. *

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Quien tiene heridas en el corazón, tiene fuentes de ideas nobles. *

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Si quieres llegar a leer con acierto en los corazones ajenos, lee muchos en el tuyo. *

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No hables de los defectos ajenos por hablar, sino por quitar el error. *

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Dios es la Suma Bondad sabe lo que me conviene. El Señor aquí me tiene cúmplase su voluntad. *

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*

Si piensas en ti cuando estudias a los hombres, no procedes por egoísmo. Procedes así porque eres el hombre que tienes más a mano. * * * No hay aristocracia más respetable que la de ser persona honrada. *

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*

El secreto de los caracteres enérgicos está en la energía de sus convicciones. Cuando los principios no mandan, la voluntad queda a merced del interés. *

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*

Con frecuencia tienes que estar dispuesto a hacer el ridículo, a pasar por raro, a dar la impresión de tonto. Si tú no puedes con ellos para el bien cuida que no puedan ellos contigo para el mal. *

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*

La mentira piadosa no es pecado cuando subjetivamente no constituye engaño ya que es la más empleada en estos casos. Ejemplo: al enfermo que se le dice que su enfermedad es curable o simplemente no mortal estando todos convencidos de lo contrario. *

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La falta de sencillez es lo que cercena la lista de los Santos y ensancha la de los mediocres. ¡Sed vosotros mismos, porque ésa es la voluntad de Dios! *

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Cuántos que habitan en el mundo deberían hacerlo como los que habitan en los monasterios. Es decir, plenamente conscientes de Dios, haciendo de Dios su centro. *

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*

La perfección religiosa sólo se alcanza por un crecimiento gradual. Si nos sometemos a la gracia de dios, creceremos y prosperaremos. Sólo cuando no colaboramos con Dios, estropeamos los planes de Dios sobre nosotros, y estropeamos los planes de Dios sobre nosotros cuando no aceptamos su voluntad. *

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*

Tú puedes ser un Santo, ¡un gran Santo!, viviendo sólo con cambiar tu mente y tus motivos. Vive pendiente de Dios, realiza todas las cosas para honrarlo y glorificarlo, y alcanzarás la cima. *

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*

La imperfección plenamente voluntaria trae consecuencias muy funestas en la vida espiritual y es de suyo suficiente para impedir el vuelo de un alma hacia la santidad. *

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*

El trabajo del cristiano en gracia, aunque sea la ocupación más vil, aunque honrada, tiene un valor divino. *

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Los Santos han sido activos. Quizás no haya habido gente de tanta actividad como ellos. *

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Santo es el que se acerca lo más posible, dentro de sus cualidades, al ideal de la vocación que Dios le ha asignado. *

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*

El amor de Jesús es un amor paciente, que no murmura de las frialdades, de las tibiezas, de las ingratitudes, que está siempre dispuesto a dispensar buena acogida a los que se acogen a él. Es un amor generoso que da sin medida, que se da a Sí mismo, que se abandona enteramente a nosotros. Es un amor indulgente, que perdona y olvida nuestros desvíos, que no quiere acordarse más de ellos. Es un amor vigilante, que tiene los ojos fijos en nuestra alma para acudir en su auxilio al menor peligro. Es un amor suplicante que intercede sin cesar por nosotros y defiende nuestra causa ante el Padre. Es un amor divino, cuya solicitud, benevolencia y ternura se manifiesta de mil maneras. Jesús no se va del corazón de los suyos aunque se ausente su presencia sacramental. Vive en nosotros por la gracia santificante.

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*

La alegría no es la risa, ni tampoco la agudeza, ni menos las réplicas. Es la serenidad habitual. La atmósfera serena siempre permite ver el cielo; es más ligera y parece como que levanta de la tierra los cuerpos a los cuales llena. La tristeza es más perniciosa que todas las emboscadas del diablo. Si vencéis la tristeza nada puede ya contra vosotros. *

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¿Por qué abocarte a beber en las charcas de los consuelos mundanos, si puedes saciar tu sed en aguas que saltan hasta la vida eterna? * * * Santo es el temor de Dios. Temor que es veneración del hijo por su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre Dios no es un tirano. *

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¡Si un hombre hubiera muerto por librarme de la muerte!... Murió Dios, y me quedo tan tranquilo. *

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Te acogota el dolor porque lo recibes con cobardía. Recíbelo valientemente, con espíritu cristiano, y lo estimarás como un tesoro. *

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*

La comunión diaria, la vida de oración continua, aunque no se note, produce en nosotros unos efectos de gracia cuyo valor lo sabremos en la eternidad, no los desechemos, y consideremos que la oración y los sacramentos son los pilares de la vida de fe, de la vida espiritual. *

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¿Sólo? No estás sólo. Asentado en tu alma en gracia, el Espíritu Santo, Dios, contigo va dando tono sobrenatural a todos tus pensamientos, deseos y obras. *

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Ten presencia de Dios y tendrás vida sobrenatural. *

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Nosotros somos piedras, sillares, que se mueven, que sienten, que tienen una libérrima voluntad. Dios mismo es el cantero que nos quita las esquinas, arreglándonos, modificándonos según Él desea, a golpe de martillo y de cincel. No queramos apartarnos, no queramos esquivar su voluntad, porque, de cualquier modo, no podremos evitar los golpes. Sufriremos más e inútilmente, y, en lugar de la piedra pulida y dispuesta para edificar, seremos un montón informe de grava que pisarán las gentes con desprecio. *

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¿Lo quieres, Señor?...¡Yo también lo quiero! *

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*

La alegría y la paz son frutos seguros del abandono en la Providencia de Dios. *

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Dios exalta a quienes cumplen su voluntad en lo mismo en que los humilló. *

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No serás feliz si no pierdes ese miedo al dolor. Porque, mientras caminamos, en el dolor está precisamente la felicidad. *

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Tu mayor enemigo eres tú mismo. *

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Comprensión y transigencia para las miserias ajenas; intransigencia para las propias. *

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Busca penitencias y mortificaciones que no hagan sufrir a los demás. *

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*

El mundo admira sólo los grandes sacrificios, pero ignora los sacrificios escondidos, callados, de cada día: el mundo ignora su gran valor, la gran guirnalda de gloria que los sacrificios humildes de cada día nos reportarán para la eternidad. *

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Que ofendan a Dios los que no lo conocen... ¡Pero que lo ofendan sus amigos, sus apóstoles!... *

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Sé misericordioso con los demás, pero duro contigo mismo. *

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Si no tienes espíritu de sacrificio nunca serás Santo. *

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Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza. Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada. ¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! *

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*

Al cuerpo hay que darle un poco menos de lo justo, si no, hace traición. 32

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¡Cuántos que se dejarían clavar en una cruz, ante la mirada expectante de millares de espectadores, no saben sufrir las pequeñas contrariedades de cada día! Lo segundo tiene más mérito que lo primero, porque lo primero tiene mucho de vanidad, de vanagloria, en cambio, lo segundo, tiene mucho más mérito en humildad, en abnegación, en no saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha, y esa humildad, esa sencillez, ante Dios vale mucho más que lo que se pregona a veces para ser visto y admirado por las gentes, quienes ya le han dado su galardón; Dios en cambio, paga mucho mejor que las gentes... *

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*

Los escrúpulos sin base, inmotivados, son la muerte del alma. Recházalos y sigue adelante, pues Dios te llama a la paz, a la concordia, a la tranquilidad del alma. El diablo siembra esos falsos escrúpulos para arrebatarte la paz, no le hagas caso y acude a Jesús, si Él te ha perdonado ya, olvida lo pasado y sigue adelante, siempre adelante como si hubieras nacido de nuevo; así burlarás al diablo y avanzarás por el camino arduo hacia Dos, arduo, pero con la paz de Cristo en tu alma, en tu espíritu. *

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Tu derrota de hoy es entrenamiento para la victoria de mañana... Aprende y sigue adelante. *

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De hombres es caer, de Santos levantarse y perseverar en el camino del bien. * * * Actúa siempre de acuerdo con tu conciencia. El día de tu muerte serás juzgado por cómo actuaste en cada caso, con sinceridad y buena voluntad en tu conciencia. *

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Actúa como si todo dependiese de ti, pero luego espera tranquilamente el fruto como si todo dependiera de Dios. *

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Ni la noche es inmortal, ni son eternas las sombras. Mañana, del seno de la aurora, y fecundado por el sol, nacerá de nuevo la luz y ella devolverá el encanto del paisaje y la alegría del camino encontrado. Y así es la vida ¡Cuantas veces se pone el sol de la verdad en el alma y viene la noche de las dudas, de las vacilaciones, de la debilidades, de las pasiones desatadas! ¡Todo sombras! ¡Todo tinieblas! Pero entonces enciende Dios una luz que señala de nuevo el camino. Para ti, ahora es de noche. La vida te ha zarandeado como trigo azotado por el vendaval, cayendo al suelo los granos de tus ilusiones y de tu felicidad, y dejándote en los labios el sabor amargo de la paja reseca, reseca de tus desengaños, de tus sufrimientos y de tus fracasos. Pero entonces mira a las alturas. Allí está la luz de la Esperanza encendida. Tiende en esos momentos hacia ella tus alas, tus pensamientos, tus miras, con seguridad y confianza. Seguridad porque Dios jamás abandona a sus hijos, con confianza porque tras la noche viene el día, y tras la tempestad viene la calma, y esa prueba te habrá servido para enraizarte más en la fe, para aumentar tu gloria eterna, para avanzar más seguro por el camino hacia la Tierra Prometida, el Paraíso eterno. *

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*

De vez en cuando echa una mirada hacia atrás en tu vida. Rectifica, haz balance y sigue adelante. Todo buen marino mira a ver si la ruta que lleva es la exacta, todo buen piloto mira su rumbo, para no perderse. Haz examen de conciencia de vez en cuando y sigue adelante. * * * No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Muchos que dejaron las cosas para mañana, no llegaron a hacerlo jamás... Mañana puede ser una excusa de tu propia pereza. En el ejército de Dios la pereza es un grave pecado, no lo olvides. *

*

*

Acuérdate cuando te encuentres en el terreno resbaladizo del éxito de que puedes caer y de lo mudable del carácter humano, que hoy eleva a las nubes a alguien y mañana lo pisotea sin misericordia. Sólo Dios sabe premiar de verdad. *

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Por el ayer no puedes hacer nada, por el futuro tampoco. Lucha, vive y trabaja por el hoy, así harás un buen pasado y un brillante futuro. *

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Es más asequible ser Santo que sabio, pero es más fácil ser sabio que Santo... *

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*

La conversión es cosa de un instante. La santificación es obra de toda la vida. *

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Rectificar. Cada día un poco. Esta es tu labor constante si de veras quieres hacerte Santo. *

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Creían que no los necesitabas, y rezumaban ofrecimientos. La posibilidad de que tuvieran que ayudarte económicamente convirtió la amistad en indiferencia. Confía sólo en Dios. Él nunca te abandona. *

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No seas pesimista. ¿No sabes que todo cuanto sucede o puede suceder, menos el pecado, viene de Dios para tu bien? Tu optimismo será necesaria consecuencia de tu fe. *

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Si Dios y tu conciencia no te acusan. ¿Por qué temer al qué dirán, al ridículo? Sé sincero contigo mismo y actúa siempre con buena voluntad y así podrás reírte del qué dirán sin fundamento de los demás. *

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Para quien hace lo mejor ¿qué importa lo que digan de él? 34

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No hagas mucho caso de lo que el mundo llama victoria o derrota., ¡sale tantas veces derrotado el vencedor!... *

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¿Qué Importa que tengas en contra al mundo entero con todos sus poderes? Tú... ¡adelante!. Si Dios y tu conciencia están contigo, no temas, la victoria será tuya. *

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*

El Vía Crucis es una fuente inagotable de devoción. Acostúmbrate a practicarlo todos los viernes. Te ayudará mucho en tu avance espiritual. *

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Reza el Rosario. No olvides que es la oración preferida de la Virgen y fuente inagotable de fe, de confianza, de amor a Dios, de salvación y de unión de las familias. *

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Dice Santa Teresa de Jesús de San José: "Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por Maestro, y no errará en el camino". *

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Si sabes contar con tu ángel de la guarda, él sabrá contar contigo haciéndote miles de favores diarios. No desprecies su compañía, no lo olvides. Actúa siempre con dignidad sabiendo que tu compañero invisible siempre está a tu lado y que lo entristecen y apartan de tu lado tus obras malas, o menos buenas. *

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*

El escapulario del Carmen es prenda de salvación y de salida del Purgatorio. Impóntelo y procura difundirlo. Es una sólida devoción mariana. * * * Ayuda a las almas del Purgatorio. Ellas pueden mucho ante Dios, pero por sí mismas sólo pueden sufrir para salir cuanto antes de aquel lugar de fuego, purificación y dolor. No las olvides y ayúdales con tus oraciones, misas, sacrificios, rosarios (el Rosario, después de la Misa, es la oración más importante, para sacar almas del Purgatorio), limosnas, etc. Si así lo haces, ellas, las almas del Purgatorio, no te olvidarán jamás y tendrás a tu favor su valedora intercesión para esta vida, y para la otra. *

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Habla con discreción, habla con prudencia, habla con claridad. Sólo así te evitarás el remordimiento después de muchas conversaciones inútiles o escarnecedoras del prójimo, sin motivo que lo justifique. Procura hablar bien de todo el mundo; si no lo puedes hacer, calla. *

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Un remedio infalible para eliminar defectos: rézale un Padrenuestro a las almas del Purgatorio cada vez que falles en algo. Verás como ellas te ayudan a corregirte rápidamente de ese vicio o defecto. *

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La incomprensión de los demás muchas veces es permitida por Dios para que aumente tu humildad y tu sacrificio sea premiado debidamente en el Cielo y no aquí en la tierra, donde la gente, desgraciadamente, no saben premiar nunca como deben, sino que lo hacen de una manera mezquina, raquítica, miserable. *

*

*

No te importe que los demás no te comprendan: si te comprende Dios y actúas de acuerdo con tu conciencia, tu premio es seguro y tu camino correcto. ¡Adelante! *

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*

Cuando veas que la ira te domina, procura dominarte, en esos momentos se dicen cosas que después lamentarás haberlas pronunciado. *

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Nadie será premiado sino el que luche con bravura hasta el último instante de su vida. Lo importante, no es empezar, sino seguir siempre adelante hasta el final. Lo esencial no es no caer, sino que si caes levantarte rápido y seguir adelante: sólo los cobardes permanecen tirados en el camino sin ánimo para levantarse. *

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*

"Sin Mí no podéis hacer nada", dice Jesús. Tenlo en cuenta siempre, pues la humildad consiste en eso: en reconocer que sin Dios no somos ni podemos nada. *

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No andes diciendo a la gente tus obras buenas... Corres el peligro de que sean ellos y no Dios quien te las premie. Y vale la pena de que te las premie Dios, ya que Él siempre paga el ciento por uno. Las gentes en cambio... mejor es no pensar, porque son miserables, raquíticas, tacañas, en los premios, en las alabanzas: premian a quien no se lo merece, y olvidan al merecedor verdadero de los premios. Haz tus cosas para que las vea Dios y no para que las vean la gente. * * * No te apures si te enfadas por esas pequeñas cosa que Dios te pide. Ya llegarás a sonreír... ¿No ves con qué mala gana da el niño sencillo a su padre, que lo prueba, la golosina que tenía en sus manos? Pero, se las da: ha vencido el amor. *

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Te distraes en la oración. Procura evitar las distracciones, pero, no te preocupes, si a pesar de todo, sigues distraído. ¿No ves cómo en la vida natural, hasta los niños más discretos se entretienen y divierten con lo que les rodea, sin atender muchas veces los razonamientos de su padre? Esto no implica falta de amor, ni de respeto, sino la miseria y la pequeñez propia del hijo. Nosotros somos niños ante Dios. 36

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Bien puede suceder que el progreso espiritual no se note, aunque se dé. Desde luego no hay que soñar con que las faltas desaparezcan todas de un golpe. La vida espiritual se desarrolla gradualmente. Además es de notar que el progreso consiste no sólo en suprimir las faltas, sino también en cometerlas cada vez con menos voluntariedad y deliberación. Progreso es también conocer mejor las faltas y sentir más fácil y profundamente el remordimiento de ellas. Progreso es humillarnos por esas faltas. Muchas veces, la humildad que de las faltas se obtiene vale más que la carencia de ellas. Con frecuencia Dios las permite aún en los grande Santos, para fundamentarlos en la humildad. Progreso es proponer la enmienda de las faltas e intentar una vida de más fervor. El día del juicio quedaremos asombrados cuando veamos que la vida de muchos grandes Santos no consistió en otra cosa que en mil pequeños comienzos. Estando en el lecho de muerte, San Francisco de Asís, incorporóse de súbito y les dijo a los circunstantes: "Hermanos, comencemos a hacer el bien"... Este deseo es progreso. *

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El dolor o arrepentimiento para la confesión no consiste precisamente en la repetición de una fórmula, ni siquiera en el sentimiento, el dolor consiste en un acto de la voluntad. El sentimiento no está en nuestra mano el producirlo: el acto firme de la voluntad, con la ayuda de Dios, sí lo está. Con sólo desearlo ya se tiene dolor de arrepentimiento, dice San Francisco de Sales. *

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Ataquemos nuestras faltas una por una. El enemigo dividido más fácilmente sucumbe. Los antiguos decían: "Divide y vencerás". Procuremos destruir nuestras faltas con las virtudes contrarias: la ira con la mansedumbre, el orgullo con la humildad, el egoísmo con la generosidad y bondad. *

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*

Luchar contra el pecado implica luchar contra nosotros mismos. El Espíritu Santo nos ayuda en el combate, con su gracia nos fortalece la voluntad, la auxilia en la lucha, y si es derrotada la invita y ayuda a levantarse. *

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Hay que procurar por todos los medios no meternos en ocasiones en que veamos que por ser bastante peligrosas podemos ofender a Dios. No debemos confiar en nosotros, puesto que hay veces que nuestra integridad queda anulada por el instinto. * * * El dios del placer que el hombre adora, sobre todo en la juventud, siempre tiene hambre. A medida que se le da, más pide, hasta esclavizar la voluntad y entenebrecer el entendimiento. *

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La humildad es saber perdonar a nuestro prójimo y olvidar las ofensas.

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ESCRÚPULOS (FALSOS ESCRÚPULOS) Los escrupulosos (que en muchas cosas ven pecado, sin serlo en realidad, o creen haber pecado, cuando en realidad no es así, estando siempre con el alma sobrecogida por el temor a estar en pecado) deben tranquilizarse. Se engañan y hacen injuria a Dios cuando se figuran que la vida cristiana es un terreno minado donde es uno tragado sin haberse podido dar cuenta, una especie de bosque sembrado de trampas invisibles y de innumerables cepos de lobo. No, no hay lazos divinos, y no se cometen pecados mortales, sino habiéndolo sabido y completamente querido. Tú mismo dices "¡Tengo tanto miedo de cometer un pecado mortal!"...¡Pero no ves que lo que más te debe tranquilizar es precisamente ese miedo! El sólo hecho de temer sumamente una cosa, prueba bien que no se quiere tal cosa. Satanás mira mucho si un alma es poco escrupulosa o temerosa. Y si es temerosa procura de atemorizarla más (que se vuelva más escrupulosa, con falsos escrúpulos) para turbarla más y hacerle mayor daño destruyéndola; por ejemplo, si ve que un alma no consiente en sí pecado mortal, ni venial, ni apariencia alguna de pecado deliberado, entonces el enemigo, cuando no puede hacerla caer en cosa que parezca pecado, procurará hacerle juzgar pecado lo que no es pecado... Si el alma es poco escrupulosa, el enemigo procurará hacerla aún menso escrupulosa; si por ejemplo antes no hacía caso de los pecados veniales, procurará que de los mortales haga también poco caso; y si algún caso hacía antes, que mucho menos o ninguno haga ahora. El alma que desea aprovecharse en la vida espiritual, siempre debe proceder al contrario que el enemigo procede; es a saber, si el enemigo quiere engrosar el alma, es decir, que no vea pecado en nada, procurar de adelgazarla, es decir, ver pecado donde realmente lo haya; asimismo si el enemigo procura atacarla para traerla en angustia, en temor, el alma procure permanecer en el medio, para en todo tranquilizarse. En las personas que van intensamente purificando sus pecados y en el servicio de Dios de bien en mejor subiendo es propio del mal espíritu morder, tristar y poner impedimentos, inquietudes, con falsas razones para que no pase adelante; y propio del bueno es dar ánimo y fuerzas, consolaciones... quietud, facilitando y quitando todos los impedimentos para que en el bien obrar proceda adelante. Propio es de Dios y de sus ángeles en sus inspiraciones dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación que el enemigo induce, del cual es propio combatir contra la tal alegría y consolación espiritual, trayendo razones aparentes, sutilezas y asiduos pensamientos vanos. En los que proceden de bien en mejor el buen ángel toca el alma dulce, leve y suavemente como gota de agua que entra en una esponja; y el malo toca agudamente y con sonido e inquietud, como cuando la gota de agua cae sobe la piedra. Que el alma escrupulosa obedezca ciegamente al confesor. Es a la vez sabiduría humana y humildad cristiana, que mire como un peligro my sutil el escrúpulo que hace de la vida cristiana un peso tan insoportable que se vea uno tentado a deshacerse de él, de suerte que el ver pecado en todo (sin serlo) del escrupuloso venga a parar a veces en el no ver pecado en nada (habiéndolo entonces de verdad). El escrupuloso debe tomar la resolución inquebrantable de no volver jamás sobre los hechos ya acusados en la confesión, fuera del caso (caso metafísico para él, es decir, evidente) en que averiguase que un pecado ciertamente mortal no ha sido confesado. Arroje estas pusilanimidades en la misericordia de Dios, y persuádase que no tiene nada que temer, ya que las culpas, aún las grandes, cuando han sido olvidadas en la confesión y calladas sin mala voluntad quedan perdonados indirectamente, pero realmente. ¿Deberá volver sobre ellas en la confesión siguiente? Sí, si se diera la doble certeza de que acabamos de hablar que en el escrupuloso es muy poco probable. Aunque en un alma escrupulosa pueda darse el pecado mortal, es dificilísimo. Lo mismo debe hace el alma escrupulosa con respecto a dudas, etc. de la vida cotidiana y de Religión: una vez tomada una decisión, tras haberla pensado, continuar en esa acción sin perplejidades y sin volver sobre lo mismo: el diablo desea arrebatar la paz del espíritu y lo mejor para combatirlo, así como a los falsos escrúpulos que suscita es hacer en cada momento lo que se crea mejor, y no volver más sobre el mismo asunto, para nada, y confiar después en la Providencia de Dios y su Misericordia. Hay que actuar con decisión en este asunto pues de lo contrario no agradaremos a Dios y nos haremos mucho daño a nosotros mismos si seguimos estos falsos escrúpulos. *

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Son más meritorios los actos en la sequedad espiritual que cuando todo nos sonríe. 38

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No busquéis alabanzas, pero no omitáis nada de lo debido por temor a ellas. *

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Las virtudes formadas en la prosperidad suelen ser débiles e inconstantes, pero fuertes y duraderas las adquiridas en las aflicciones. *

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Las angustias del espíritu son la pérdida de la devoción, de ahí los grandes ataques para producirla en el alma que lleva a cabo el diablo. En estos casos según Santa Teresa de Jesús, hay que procurar que por la confianza en Dios y la aceptación de la voluntad divina de poner todo de nuestra parte por solucionar el problema que nos angustia, dejemos luego el asunto en manos de Nuestro Señor. Así, el diablo, procurará atacar cada vez menos en este campo cuando vea que siempre sale perdiendo. *

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Obrad siempre con diligencia, pero sin inquietud ni precipitación. *

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Cada mañana debes convertirte en tu propio legislador, y, luego, durante todo el resto del día, permanece prisionero de tu propia legislación: así avanzarás en cualquier campo de la actividad que te propongas, sin perezas ni dilaciones. *

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Tienes que vivir en un mundo esclavo del dinero, donde los hombres íntegros y honestos son mirados con desprecio y conmiseración, como si fueran pobres ineptos. Es preciso anatematizar este apetito insaciable de lucro. Esta es una de las plagas que infectan nuestro mundo; pocas cosas hay tan despreciables como el sacrificarlo todo por el dinero. Algún día te darás cuenta de que uno de los mayores combates que debes sostener consiste en resistir a la opinión general en esta materia. *

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En nuestros tiempos el sentido de solidaridad, de fraternidad, y de caridad brilla por su ausencia. Cada uno se confina en su propio yo y busca ante todo y sobretodo su propia comodidad. Basta ver cómo se atropellan y empujan lo viajeros por subir al autobús, al metro, o a cualquier centro comercial o de ocio los días de aglomeración para quedar convencidos de la verdad de lo que decimos. No hay nada que nos dé una idea más cabal de la lucha por la vida que este espectáculo, grandemente desolador. *

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Aún en el ser más depravado y criminal has de ver a tu hermano, a un hijo de Dios. Porque en él subsiste la criatura inmortal y debes procurar, según tus medios restaurarla en su prístina dignidad. *

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A todo aquél que se relacione con nosotros, aunque no sea más que por un instante, le debemos dar la sensación de que para nosotros es alguien digno de respeto, y no un ser anónimo. Que nadie se aleje de nosotros con la impresión de que le hemos tratado como a cosa y no como a persona. *

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Al enjuiciar y considerar las faltas de los demás las consideramos en abstracto, sin tener en cuenta el estado de conciencia que contribuyó a la caída. Ante nuestro criterio se presenta la falta sin paliativos, en estado puro, privado de sus excusas íntimas y de las circunstancias que atenúan su gravedad. Seamos comprensivos y misericordiosos y lo serán con nosotros, sobre todo Dios. * * * Animando a los demás es como despertamos en nosotros mismos las mejores virtudes. *

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Nada deprime más el ánimo de un hombre que la recriminación de sus superiores. Hay que elogiar las cosas bien hechas y si alguna vez hay que reprender, hacerlo constructivamente sin ofender ni injuriar. *

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Si hubiésemos de apreciar nuestra bondad por la gratitud de los favorecidos con ella, tendríamos que creer que sólo habíamos hecho mal en la vida. *

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Procura dejar tras ti un rastro de buenas obras que compensen, que borren, la señal, la mala impresión, la mala siembra, que dejaron los seguidores de Satanás. *

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Actúa siempre y en todo momento como un buen cristiano pues somos espectáculo ante Dios y ante los hombres. *

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Acostúmbrate a decir que no cuando es justo decirlo. *

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Si los cristianos no nos complicamos la vida por la justicia, por la fe, por las cosas bien hechas, ¿quién será entonces sal de la tierra y luz del mundo? *

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La mortificación en las cosas pequeñas vigorizará tu voluntad para cuando lleguen las grandes tentaciones.

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RESTRICCIÓN MENTAL Tenemos necesidad de pedir a Dios la sabiduría y la inteligencia para conocer en todas las circunstancias, cuándo, a quién y hasta qué punto se debe decir o callar la verdad, porque nunca es lícito mentir y hay circunstancias en que la prudencia obliga a guardar silencio. "Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas". Encontramos casos en los cuales el que pregunta no tiene derecho a hacerlo, y entonces no hay obligación de responder. Mas, para ello, se requiere una presencia de ánimo que conviene pedir a Dios, ejercitándose en ella de antemano. Si se ama y respeta la verdad, con tal de pedir a Dios de todo corazón la merced de poder decirla siempre, nunca falta el valor para manifestarla cuando es necesario ni la prudencia para ocultarla cuando conviene. Los niños deben sin embargo, comprender que aún cuando nadie está obligado a franquearse con todo el mundo hay circunstancias en las que la verdad equivale a un espionaje o a una traición y otras en las que hallándose frente a un mal imposible de prevenir sin revelar la verdad, no es lícito ocultarla o callarla sin incurrir en positiva complicidad con el pecado (entendemos aquí por pecado una infracción de la ley divina, y no una transgresión de los humanos convencionalismos que de ningún modo se apoyan en la Ley de Dios). La Doctrina Cristiana explica también que ciertas expresiones generalmente recogidas y en apariencia contrarias a la verdad, no son, a pesar de todo, mentiras, siendo lícito emplearlas en el trato corriente de sociedad. Así, una persona ocupada en los quehaceres de su casa y familia, o en los asuntos de su personal incumbencia, no puede estar siempre a disposición de las personas que vayan a visitarla. En semejante caso, decir que ha salido significa que no puede recibirla. Respondiendo a quien pide dinero cedido o prestado, es lícito decir que no se cuenta con la cantidad deseada, aún cuando se tuviere en el bolsillo, porque ese dinero está destinado a otro fin por la voluntad de su legítimo dueño. Otro tanto cabe decir de las preguntas a las que no se quiere responder; puede decirse que se ignora la cosa, aún poseyendo abundante información sobre ellas, porque el que pregunta no tiene derecho de hacerlo y el interrogado, de consiguiente, se halla exento de la obligación de instruir a su interlocutor. Hay que explicar esos pormenores a los niños, a fin de que no vean pecado allí donde en realidad no existe. Sin embargo, por amor y respeto a la verdad, conviene enseñarles a no decir, en lo posible, sino lo que es estrictamente verdadero, antes que emplear esas fórmulas convencionales. Así, en vez de mandar decir que no se está en casa, puede pasarse el aviso, de que ocupaciones urgentes o ineludibles impiden recibir a la persona que lo solicita ni a otra alguna. Para desentenderse de una petición importuna, en lugar de manifestar que no se tiene dinero, basta con responder que no se puede disponer de él en su favor. Cuando se desea eludir la contestación a cualquier pregunta, en lugar de contestar con un "no sé" será preferible en muchos casos decir: "nada tengo que ver con ese asunto, no necesito conocerlo ni intervenir para nada en él". En fin, cada uno que actúe como crea conveniente pero es muy necesario saber qué es restricción mental y su utilización, para entender cuándo podemos usarla sin faltar a la verdad. Sin embargo a veces el decir "tengo, pero no..." equivale a que nuestro interlocutor insista y perdamos más tiempo de lo previsto, así que en esos casos conviene decir desde el primer momento que "no se tiene", aquí entra ya la capacidad psicológica de cada uno. Sirvan como ejemplo lo siguientes casos: Cierto santo obispo era perseguido por los romanos. El obispo iba en un barco remontando un río. De pronto otro barco, romano, se cruzó con él río abajo. Preguntado el obispo si había visto al perseguido, o sea él mismo, sin saberlo los romanos, el obispo contestó, señalando con su mano al río: -¡Acaba de pasar por aquí!... Los romanos creyeron que se refería a otro barco y se alejaron rápidamente en busca del fugitivo... En otra ocasión, preguntaron en la España comunista de 1936 a un sacerdote, que, disfrazado de pintor estaba blanqueando la fachada de una casa: -¿Tú eres cura? - No, yo soy presbítero... Los perseguidores pensaron que el "pintor" se burlaba de ellos y se fueron sin más... En otra ocasión un ladrón era perseguido por la Policía, al haber cometido un robo. Huyendo el perseguido por la Justicia, pasó por delante de una iglesia, donde un fraile observaba su precipitada fuga. -¡Padre, escóndame!- le dijo angustiado el ladrón. -¿Vas a devolver lo robado y portarte bien de ahora en adelante?- le preguntó el sacerdote. 41

-¡Lo juro, padre!- le contestó el perseguido. -Pasa- le dijo el fraile, escondiéndolo en el interior del monasterio. Al poco pasó la Policía por delante de la iglesia. -¡Padre! ¿Ha visto pasar a un hombre corriendo por aquí? El sacerdote en aquel momento se frotaba las manos una sobre la otra. Y señalando, como si se frotara las manos por el frío, una mano con la otra, contestó a los agentes: -¡Por aquí no ha pasado!... Ellos entendieron que el ladrón no había pasado por aquella calle, pero el sacerdote se refería a que no había pasado por encima de sus manos... Así pudo librarse el ladronzuelo que cumplió su palabra y desde entonces mejoró su conducta... ; el sacerdote no mintió y salvó a un alma descarriada. *

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El soberbio que quiere aparecer humilde, hace mala comedia; inclinado, tuerce la cabeza, dice palabras de menosprecio propio... Ficción, actitud postiza. Una frase que hiera su amor propio deshace todo el tinglado de cartón... Sin raíces verdaderas no se pueden hallar flores naturales. *

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La lectura espiritual ha hecho muchos Santos. CARIDAD Dios es más Padre tuyo que esas personas de la tierra a quienes llamas padres. Por eso dice Jesús: "Uno sólo es vuestro Padre, que está en los cielos". "No deis a nadie entre vosotros el nombre de padre"... No tenéis más que uno: el Padre celestial". Como hijo de Dios era hermano nuestro. Como Dios verdadero, es también nuestro Padre. Se dirige a los Apóstoles, y en ellos a todos los hombres. Pronuncia unas palabras que saldrán del Cenáculo y resonarán por todas la regiones de la tierra: "Hijo míos amáos los unos a los otros como Yo os he amado". Yo soy vuestro Padre, porque soy Dios. Soy Padre de todos los hombres, por eso os llamo hijos e hijos muy queridos: hijitos. No encuentro palabra más tierna en el lenguaje humano. Todos hijos míos, luego todos hermanos. Amáos como verdaderos hermanos; con amor universal, como Yo os amo a todos; con amor de obras, como es el mío. Yo dejé las riquezas del Cielo y me abracé con las miserias de la tierra para que los hombres, desde las miserias de la tierra, subieran a disfrutar las riquezas del Cielo. Yo doy la sangre y me abrazo con la muerte para devolverles a ellos la vida. En cuanto a la caridad hay que distinguir una parte negativa y otra positiva. En cuanto a la negativa pueden cometerse faltas por omisión, de obra, de palabra. Por omisión pueden ser: frialdad, indiferencia voluntaria, obstinación en no perdonar, rehusar servicios que deberían hacerse. Sin duda que el arte de hurtar el cuerpo, cuando se podría ayudar a uno, de eludir bonitamente una carga para echarla sobre el vecino, no es de suyo y necesariamente un pecado. También es verdad que no hay que ser un tonto que se deje explotar por cualquiera que sea un vividor y que quiera sacar del fuego las castañas con mano ajena .Pero muchas veces, so pretexto de que no es cosa que nos toca a nosotros o que no nos obliga en conciencia, lo que hacemos en realidad es dejarnos llevar de nuestro egoísmo, de esa triste ley de atracción que nos empuja hacia la tierra. Seamos generosos y magnánimos. En nuestra conducta no nos atengamos a la estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá de la obligación comienza el ancho campo de la delicadeza y de las atenciones. Del sacrificio, y de la afabilidad ingeniosa, para agradar a los demás. Hacer esperar al que está aguardando un favor nuestro, es echar a perder el regalo que se hace. Al contrario, el que da pronto, da dos veces. Hay quienes son mártires en sus sueños de perfección y pequeños apóstatas, quizás verdugos, en la realidad. Un fiel cristiano ha meditado por la mañana aquel texto: "hay que dar la vida por sus hermanos"... y ese que hizo el propósito de inmolarse, no se digna de tomarse una pequeña molestia que le exija la caridad. Ha pensado en resoluciones sublimes, pero se ha olvidado de las ocasiones cotidianas y de cada hora. ¡Ese mártir lo era sólo en su imaginación! Las bromas 42

son en sí inocentes. Sostienen la conversación y en el fondo es una muestra de simpatía. Las bromas, por decirlo así, son el cemento de la amistad. Pero se puede abusar de ellas, y resultar inadecuadas, pesadas. Hay que procurar que no llegue uno a ser el blanco de todos los chistes, una especie de hazmerreír. Las mejores bromas, son, en general, las que menos duran. No hay que ser muela de afilador que termina por amolar a la víctima a los presentes. No andemos con chismes. No vayamos a contar, sin grave motivo, a uno lo malo que de él hemos oído a otro. Al contrario, gustemos de referir a los demás las apreciaciones benévolas hechas sobre ellos. Eso es caritativo, y de ordinario provoca el afecto para con aquél cuya estima llegamos a conocer y para el cual hasta entonces tal vez no sentíamos sino indiferencia o aversión. Si has murmurado sin motivo que lo justifique hay que reparar como se pueda; por ejemplo: hacer recaer la conversación sobre la persona perjudicada y hacer el elogio de sus verdaderos méritos diciendo: "Si tiene sus defectos, como todo el mundo, también tiene hermosas cualidades"... O bien hagamos valer las circunstancias atenuantes... Hay que huir de las palabras cáusticas, apodos que hacen fortuna y que quedan pegados a los hombres como los epítetos homéricos, porque de hecho son ingeniosos y caracterizan muy bien, demasiado bien, un defecto. Cuando los alumnos ponen un mote al profesor, como aquel chaval que llamó a su profesor "El azote de Dios" se sonríe uno ante una expresión, más regocijante que maliciosa, de un discípulo que pone en parangón al infortunado profesor con Atila. Pero ¿qué pensar de los que ridiculizan con saña a alguno, o le llaman "un miserable"?... Ciertas burlas, por el momento hacen reír, pero no harán reír en el momento de la muerte al que las lanzó. En nuestro trato tengamos siempre la buena gracia, la cortesía sencilla pero graciosa. Delicadeza muy sincera, delicadeza del corazón. La virtud no debe ser severa más que para sí mismo. La amabilidad nos sugiera las siguientes resoluciones: ser serviciales. ¡Qué agradable es vivir juntos cuando se puede estar seguro de la complacencia de los que nos rodean! Cuántos, por ejemplo, se interesan muchísimo por su propia salud, pero apenas por la del prójimo. Por mero cumplimiento formulan esta vaga pregunta "¿qué tal su dolor de cabeza?" Y enseguida, sin dar tiempo a responder, añaden: "Yo sí que tengo dolor de cabeza..." Felicitaciones por los santos, por los cumpleaños, por los aniversarios. Cartas de pésame nacidas del corazón. Hablemos amablemente... y dejemos hablar a los demás. Interesarse por los demás, con vista de no ser inoportunos. Atenciones con los ancianos. No les demos la dolorosa impresión de que ya para nada cuenta uno con ellos. Aprovechémonos de su experiencia. No olvidemos a los enfermos. Hagámosles compañía. Un poco de tacto nos advertirá que una visita muy larga podrá fatigar a los que sufren. Hagamos la caridad, si se da el caso, de velarlos. Todos saben que no podemos hacerlo de una manera regular. ¿Pero una vez de paso...y con un motivo grave?... hablemos con sinceridad: ¿no nos sucede alguna que otra vez que quedamos hasta muy tarde en una reunión que tiene para nosotros atractivo especial? A ese enfermo que sabe leer, pero que no puede hacerlo, contadle noticias que le interesan. Leámosle el periódico, si muestra deseos de ello, o regalémosle un transistor, de esos económicos que hay, para que escuche las noticias. Démosle también el consuelo, más suave y sereno, de oír algunas páginas piadosas. Siempre caritativos, serviciales, pero sobre todo con los afligidos. Es cuando más se necesita la ayuda de los demás. *

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Cuántos jóvenes que se glorían de su libertad, como los fariseos, son unos pobrecitos esclavos del mundo y del qué dirán. *

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Guardáos de espiar curiosamente o de juzgar temerariamente las acciones del prójimo, aún cuando lo vieseis hacer alguna cosa reprensible aparentemente, sin saber antes con la intención que lo hace. Si el motivo es malo, probar corregir lo que está de tu parte, si no puedes hacer nada, ruega por él, pero no desprecies nunca a nadie. *

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Quiere a tu Padre celestial, porque es eso: tu Padre. 43

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Un acto insignificante de virtud, realizado por Dios con un gran impulso de amor afectivo vale más y es incomparablemente más meritorio ante Dios que cualquier otra obra de celo, pero realizada con poca caridad interior. *

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Cuando un alma tiene gran amor de Dios, este amor levantará llamas en su corazón, y hará de ella un alma apostólica, celosa de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, y, a imitación de los Santos, orará y trabajará cuanto pueda para que todos sirvan a Dios. El que ama de veras a Dios, no sólo siente pena por sus propios pecados, sino que se aflige también por los pecados ajenos, ya que éstos son igualmente ofensas de la Divina Bondad. Del amor doloroso por las ofensas propias y ajenas contra el Señor, nace el amor reparador que desea resarcir y desagraviar a Dios de tales ofensas. El amor reparador se esfuerza por amor honrar a Dio tanto cuanto la Divina Majestad es ofendida por los pecadores. Es como un buen hijo, que al ver que su padre es injuriado, siente acrecentarse en sí los afectos de amor filial, y quisiera suplir con su cariño el desamor y las injurias de que es víctima su padre. Este amor reparador es el. que nos pide el Corazón de Jesús por las ofensas e ingratitudes que recibe de los hombres, particularmente en el sacramento de su Amor: la Eucaristía.

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La caridad nos purifica a los ojos de Dios. Borra todos los pecados y nos hace santos, hijos de Dios herederos de su misma gloria. *

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La caridad es la llave de oro que nos abre de par en par las puertas del Cielo, donde nos aguarda una gloria eterna, para continuar amando a Dios por toda la eternidad. *

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Dios nos ha amado desde la eternidad, sin mérito alguno de nuestra parte. Nos ha creado por amor; nos ha preferido a millones de seres, que deja en la nada. Para nosotros hizo el mundo material con todas sus maravillas. Mandó a su Hijo a la tierra para rescatar a la Humanidad, esclava del diablo. El Hijo se anonadó por amor nuestro tomando la forma de siervo. Murió por nosotros en la Cruz. Nos dejó la Eucaristía. Nos dio por Madre a su misma Madre. Nos ha prometido su misma gloria ¿qué más podemos pedirle? *

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La virtud favorita de Jesucristo era la caridad. Medita atentamente su vida y te convencerás. La caridad, que es amor a Dios y al prójimo por Dios, trajo al Verbo a la tierra y lo hizo nacer en el portal de Belén. Por caridad vivió pobre en Nazaret. Su predicación y sus milagros son obra de caridad. Jesucristo vive amando y muere amando; hasta dar su vida, a fuerza de tormentos, por amor a sus hermanos los hombres. La caridad es la niña de los ojos de Jesucristo: es el alma de su vida. Nada nos recomienda tanto como la caridad: como que la lleva muy en el Corazón. *

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La caridad es el "mandamiento nuevo" de Cristo: es su última voluntad antes de su Pasión: "Amaos los unos a los otros". El amor al prójimo lo han predicado e inculcado los Apóstoles como uno de los artículos fundamentales de la moral cristiana y como un deber imprescindible para la salvación: "Ante todo, mantened la caridad, la cual es el vínculo de la perfección". La caridad cristiana ama a Dios en el prójimo y lo ama por Dios. La caridad es una, pero tiene dos brazos, con uno, abrazamos a Dios, con el otro al prójimo por Dios. La fe nos asegura que Dios es nuestro Padre, de todos los hombres; que Jesucristo es nuestro Redentor, de todos los hijos de Adán; que el Espíritu Santo es nuestro Santificador. De todos y de cada uno de los mortales. *

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Son odiados de Dios los que siembran la discordia. * * * No juzguéis sin oír las dos partes. Muy fácilmente, aún las personas que se tienen por piadosas, se olvidan de esta norma de prudencia elemental. *

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La vana estima por motivos vanos procura la vanidad o vanagloria, apoyándose en realidades que no merecen que nadie se gloríe de ellas. Cuántos presumen porque van en un coche último modelo, por llevar un traje costoso, porque poseen chalets, porque poseen títulos, porque son tal o cual... ¿pero, y quién no ve qué vana es esa gloria? Pues la gloria si hay alguna, sería del coche, del traje, del chalet, del cargo (te vas o te despiden, o pierdes las propiedades y ya no eres nadie, además si conseguiste ese cargo, o esas propiedades, es por la inteligencia u oportunidad que Dios te dio). De la vanagloria se deriva la jactancia preocupada siempre de hablar de sí mismo para llamar la atención y la ajena estimación; la ostentación que procura llamar la atención con sus maneras originales de pensar, de hablar, de vestir, de portarse; la hipocresía, que busca la mera apariencia de la virtud, disimilando muy bien los defectos ocultos. Al orgullo también se atribuyen otras tendencias viciosas: la envidia y la ira. La envidia se entristece con los bienes ajenos y se alegra con sus males; su raíz es el amor desordenado del propio bien y el temor de no ser estimado por los demás. La ira es el deseo desordenado de castigar al prójimo, sea que no merezca castigo o que el castigo sea excesivo. Tiene sus grados, desde la impaciencia y el malhumor hasta el arrebato y la violencia. Asimismo se atribuye el orgulloso todos sus bienes, aún los que ha recibido de Dios, y si reconoce que los ha recibido de Dios, por lo menos lo atribuye a sus propios merecimientos; se vanagloria de cualidades que no posee, se ciega al enjuiciarse y huye al verse tal cual es: un ser necesitado e impotente, si Dios lo deja de su mano; se prefiere con injusticia a los otros y aún llega hasta menospreciarlos y a querer imponerse en todo a ellos. Hijas del orgullo son: la presunción, la ambición, la vanagloria. *

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La humildad de corazón no pretende, no busca, no desea, alabanzas ni honores humanos, se contenta con la voluntad de Dios. *

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Cuando recibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos. *

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La humildad consiste en aceptar los contratiempos, las adversidades, en una palabra, la voluntad de Dios. *

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No es falta de humildad reconocer los avances espirituales que experimentas en tu alma; pero reconoce también que esos avances, ese progreso, se lo debes a Dios que dice: "Sin Mí nada podéis". *

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Tu coraje en defender la fe contra la corrupción reinante no es orgullo ni soberbia, ni fanatismo, como dirán tus enemigos, sino virtud cardinal de fortaleza. *

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Fanático, carroza, paranoico... ¡Qué de cosas note dirán los enemigos de Dios con tal de que dejes la lucha por la justicia y la fe cristiana! No hagas caso, son perros del diablo enviados contra ti para que abandones. No te amedrenten sus injurias, no te apabullen sus cargos... ¡Lucha por la justicia hasta la muerte y Dios peleará por ti! *

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Si guardas la fidelidad a Dios en las pruebas, Él te hará avanzar por el camino de la perfección y serás feliz en esta vida y en la otra. No seas cobarde y sigue por el camino al que Dios te llama: sacerdote, religioso, casado, soltero, célibe, profesional, obra apostólica. Sólo los perezosos, los avariciosos, los comodones o los cobardes, por miedo, no siguen la tarea a la que Dios los llama. *

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La oración debe ser perseverante aunque parezca que es estéril: sólo el que persevera con humildad, con constancia, con aceptación de la voluntad de Dios, obtendrá éxito en sus peticiones. VALOR DE LA GRACIA Hablando en lenguaje de cifras podemos decir que una persona, al ser bautizada, recibe de Dios diez grados de gracia. Desde el momento que puede discernir, con sus obras buenas, va aumentando esa gracia. Primero once, después quince, después suma más y llega a veintisiete. En ese momento, supongamos que comete un pecado mortal. Por lo que de ella depende, pierde toda esa gracia; pero Dios la recoge y en el instante en que recibe la absolución por el arrepentimiento y la confesión pone Dios de nuevo en sus manos la gracia que tenía antes del pecado mortal. No comienza después de la confesión por uno y dos, etc. sino a partir de veintisiete que tenia, que tiró, que Dios guardó y ahora le devuelve. Naturalmente todo esto duplica nuestro interés en "ahorrar" aunque sólo sea céntimos de gracia, ya que lo ahorrado, ahorrado está. Las diversas maneras de "ahorro" son: 1) Toda obra buena hecha mientras se vive en gracia, y eso por vulgar que parezca, aumenta el valor de esta obra y por lo tanto la gracia que se gana con ella, si se la ofrece expresamente a Dios con el ofrecimiento de obras. 2) Se aumenta también con la oración, pidiéndosela a Dios como una limosna o más propiamente como un hijo pide golosinas a su padre.

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3) Se aumenta sobre todo con la recepción de sacramentos. Estos la dan como a grifo abierto, por eso debemos recibirlos con la máxima frecuencia, sobre todo la confesión y la comunión. "Siendo miembros de Cristo, nos dice San Agustín, somos Cristo". Pues pensemos como Cristo, actuemos como Cristo, vivamos pegados a la voluntad del eterno Padre como Cristo ¿Cómo se logra aumentar la gracia?... Por estos tres medios que están al alcance de todos: por la oración fervorosa, por la recepción de los sacramentos y por todas la obras buenas, hechas en estado de gracia y recta intención de cumplir la voluntad de Dios, de agradar al Señor. VALOR DE LA ORACIÓN Si quieres salvar el alma, tienes que hacer oración. Sin gracia no hay salvación, y sin oración no hay gracia. Recuerda que la oración es una elevación, es una conversación del alma, es decir, de la inteligencia, de la voluntad, no de la sensibilidad. La oración no sentida, árida, puede ser buena y perfecta; a menudo, hasta es más grata a Dios y más meritoria, porque exige más esfuerzo y denota menos satisfacción personal. Rezar con atención es rechazar, en cuanto cabe, las distracciones. Si las distracciones son involuntarias, no son pecado, ni quitan a la oración su mérito. Es muy difícil verse libre de distracciones enteramente, sin una gracia especial de Dios, como la tuvieron algunos Santos. Otros Santos no se vieron libres de distracciones. Es inevitable, pues, que vengan distracciones; lo que hemos de procurar hacer es huir de las voluntarias y poner los medios para que no vengan. Podemos considerar en la oración tres efectos. 1) El de merecernos un premio para la vida eterna, para lo cual es menester que la hagamos en gracia de Dios. 2) El solicitar o alcanzar favores del Señor. 3) Cierta refección o alimento, cierto sabor y gusto espiritual que se tiene mientras se reza. Para obtener los dos primeros no se requiere absolutamente que estemos atentos durante todo el tiempo que oramos, sino que basta el acto primero con que nos pusimos a orar. Nótese sin embargo que será tanto más meritoria, cuanto con más atención y fervor la hagamos. El tercero desaparece en el momento en que no se presta atención a lo que se dice. No pienses, pues, que tu oración involuntariamente distraída no te vale. VOLUNTAD Y CARÁCTER Es del todo necesario educar la voluntad. Ella es la reina de todas las facultades. Quien fortalece la voluntad fortalece a todo el hombre. Para ello hay que alejar los obstáculos internos: la irreflexión, el apresuramiento febril, la despreocupación y la irresolución, el temor al fracaso: la falta de confianza. Alejar los peligros externos: los respetos humanos, los malos ejemplos. Entre los medios positivos encontramos que la inteligencia debe ser enriquecida con profundas convicciones, a fin de que sirvan de luz y guía segura y base de la voluntad. Son las convicciones las que impulsan la voluntad a obrar y a seleccionar los medios más adecuados para cumplir con el deber. La voluntad debe obrar con resolución y con firmeza. Una firmeza llana, calma, porque debe y quiere ser duradera. Sin la gracia de Dios no podemos hacer nada. Pedírsela a menudo con humildad y confianza Renovar con frecuencia nuestras convicciones. Ordenación de la vida y poner en práctica un programa de perfección. Hacer sobrenaturales todas las acciones. "Ya comáis, ya bebáis, hacedlo todo en nombre del Señor". Con ello nuestra vida queda dignificada, elevada, divinizada. LA FE La existencia de Dios así como toda la vida sobrenatural no se puede explicar como si fuera una verdad matemática "Dos más dos igual a cuatro", y sacar la conclusión clara y evidente del resultado, es conveniente razonar todos los misterios de nuestra fe, pero la fe es un libro en el que los razonamientos son el prólogo del libro y el resto es la fe; "Bienaventurados los que sin ver creyeren". Hay que razonar, pero 47

teniendo en cuenta que hay veces que hemos de ser niños ante Dios y confiar en Él como un niño lo hace en su padre: "Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos", pues es una prueba que Dios nos pone para la salvación. Las verdades religiosas llevan consigo suficiente luz para que las veamos, pero llevan también algo de oscuridad para que no las veamos tan claramente y tengamos el mérito de creer sin ver. Los principales obstáculos para creer son: ignorancia, indiferencia, orgullo, ambición y vicio. Muchas veces más que de incredulidad hay que hablar de ignorancia. Pero cuesta más decir: "Yo soy ignorante", que decir, "Yo soy incrédulo". Preguntemos: ¿Qué han estudiado de Religión esos incrédulos? ¿Qué han leído? ¿Qué han escuchado? Probablemente poco o nada en serio. Entre éstos ignorantes en Religión los hay verdaderamente cultos, o semicultos, pero no en cuestiones religiosas. Pero ¿y qué? ¿Es que porque uno sea culto en una materia, ya por eso lo es en las demás? El que sea uno un buen escritor, ¿quiere decir que sea un ingeniero consumado? El que sea uno un odontólogo insigne ¿quiere decir que sea un maravilloso actor? Con igual razón podemos concluir: el que sea uno perito en Física y Química, en Medicina, o en otras ramas del saber, ¿es razón para que lo sea en cuestiones religiosas? En esto como en lo demás, sigue rigiendo el dicho antiguo: "Zapatero, a tus zapatos". Piensan algunos que el oír palabras o frases religiosas "Infierno, alma espiritual, Iglesia infalible", es lo mismo que entenderlas. Tal postura es fruto de la ignorancia. Es como si alguno se creyera sabio en cuestión de satélites artificiales, por lo que en los periódicos ha leído de ellos. Una cosa es conocer las palabras y otra muy distinta entenderlas. Incurren en la indiferencia religiosa aquellos hombres despreocupados que les da lo mismo una cosa que otra, lo único que les interesa es lo que entra por los sentidos, lo del "más allá", les trae sin cuidado. Se desentienden de Dios, del alma, de la existencia del Infierno, etc. Hay otra indiferencia en la práctica de la Religión. Tienen fe, pero no acompañan esa fe con obras, creen lo que la Religión les enseña, pero no cumplen lo que la Religión les manda, son creyentes en la cabeza, son incrédulos en la práctica. Absorbidos completamente por las cosas de los sentidos, encerrados en el estrecho círculo de sus placeres y de sus ambiciones, materializados, no tienen tiempo ni humor por las cosas del espíritu. No tienen tiempo ni humor para rezar, para oír Misa, para confesarse y comulgar. Con tal de no robar ni matar, ya se creen cumplidos. La fe que afirman tener es una fe muerta. Les sucede lo mismo que a la lámpara. Cuando a una lámpara no se le echa aceite, poco a poco se apaga. De estos hombres hay muchos en nuestros tiempos. Dicen que son cristianos pero vedlos en la práctica y os parecerán verdaderos paganos. El quizás a veces le gana al pagano en corrupción, será más avaro, más ambicioso, más lujurioso, más sucio en los negocios... Mejor es que no se llamaran cristianos. De estos cristianos se avergüenza Cristo y el mundo toma escándalo, y de hecho, muchos de estos cristianos dejan de serlo despeñándose finalmente en la incredulidad. Hay que tener humildad para aceptar lo que Dios nos dice, y también para aceptar los misterios de nuestra Religión, aunque a veces no los comprendamos. Hemos de tener esa sencilla confianza que tiene el niño en todo lo que le dice su padre. Si falta esa humildad, a la larga faltará también la fe. Otra causa que lleva a la incredulidad es el deseo desenfrenado de los bienes de la tierra. El ambicioso lo da todo por dinero. Como que el diablo se presenta ante él del mismo modo que se presentó ante Jesucristo en el desierto, y le dice: "Todo esto te daré si postrándote me adoras". Y se postra ante él. Si para medrar es necesario enrolarse en algún partido político, enemigo de la Religión, se enrola, si hay que afiliarse a la masonería (enemiga de Dios y la Iglesia) se afilia, si hay que renunciar a la fe y pasarse a una secta, se pasa ¿No vendió Judas Iscariote por treinta monedas a Jesús? Buscará el ambicioso otras razones para excusar su incredulidad y engañarse a sí mismo y engañar a los otros, pero la verdadera razón es la que acabamos de señalar, conseguido con tan malas artes lo que apetecía ¡Qué difícil es que el ambicioso recupere su fe! Su única Religión es el dinero; para él no hay otro Dios que el dinero. Alguien escribió: "El corazón hace perder a muchos la cabeza". Esto es cierto, aún tratándose de la fe, muchos dejaron de admitir el Credo porque antes abandonaron el Decálogo. Mientras fueron morales no dudaron de las verdades de la fe. Lo echaron todo por la borda luego que se entregaron al vicio. Por ello se dice "Quisiera ver un hombre sabio, moderado, equitativo, afirmando que no hay Dios; hablaría por lo menos sin interés". Pero este hombre no se halla en ninguna parte. "Todo el que obra mal aborrece la luz", afirmó Jesús. Así que el que abandona su fe es por vicio. Entre todos los vicios ninguno hay que ciegue tanto como la lujuria. Esta es la más tiránica de todas, no hay freno que la contenga, y no hay cosa, por preciosa que sea, 48

que no inmole sin escrúpulo. ¿La fortuna? El libertino gasta el dinero para satisfacer sus pasiones. ¿La reputación? El libertino la expone cada día al menosprecio y a la irrisión de los demás. ¿El honor? ¡Qué de bajezas y de crímenes no ha producido esta pasión! Pisotea el vínculo conyugal dando los mayores escándalos. Pisotea el amor paterno, derrochando sin pudor en desarreglos el patrimonio de los hijos. Esta ciega pasión logra como ninguna otra que el creyente se haga incrédulo. Ante el triste espectáculo de sus caídas y el temor a un futuro castigo, surge en el corazón del impuro un oculto deseo: "¡Si no hubiera Dios! ¡Si no fuera verdad la Religión! Creciendo el vicio, el deseo se convierte en duda ¿será cierto que existe Dios? ¿Será verdad lo que afirma la Religión? ¿No será todo mentira? En progresión creciente el vicio, el deseo secreto y la duda pasan a ser huida, hastío de las prácticas religiosas; más aún, antipatía, y negación de todo lo religioso. La fe y una conciencia intranquila no duermen en el mismo lecho. Sólo truena contra la Religión aquél a quien ésta no deja sosiego ni tranquilidad: al vicioso, al corrupto, al avaro, al soberbio, al orgulloso, al autosuficiente. *

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¿Qué es el hombre sin ideal? Nada, absolutamente nada: cosa viva entregada a las eventualidades de los seres extraños, y que de todo depende, menos de si mismo; existencia, que, como el vegetal, no puede escoger en la extensión de lo creado el lugar que más le gusta, y ha de vivir donde la casualidad quiso que brotara, sin iniciativa, sin movimiento, sin deseo ni temor de ir a alguna parte; ser ignorante de todos los caminos que llevan a mejor paraje, y para quien son iguales todos los días, y lo mismo el ayer que mañana. El hombre sin ideal es como el mendigo cojo, que, puesto en medio del camino, implora un día y otro la limosna del pasajero. Todos pasan, unos alegres, otros tristes, éstos despacio, aquéllos velozmente, y él, sin aspirar a seguirlos, ocúpase tan sólo de la moneda que le niegan o del desprecio que le dan. Todos van y vienen, cual para arriba, cuál par abajo, y él se queda siempre, pues ni tiene piernas para andar, ni tampoco deseos de ir más lejos. Es, pues la vida un camino por donde mucha y diversa gente transita, y sobre cuyos arrecifes y descansos se encuentran también muchos que no andan; éstos son los que no tienen ideal alguno en la tierra, así como aquellos son los que lo tienen, y van tras él, aprisa o con calma, aunque los más, antes de llegar, suelen hacer alto en la posada de la muerte, donde por lo pronto se acaban los viajes en este camino. *

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En la soledad es donde el deseo de la perfección espiritual se desarrolla mejor. *

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La verdadera perfección del carácter consiste en el sentimiento permanente del deber. *

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No hay hombre tan sabio que no tenga necesidad de consejo ajeno. *

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Si la paz no se mantiene con honor, no puede llamarse paz. *

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Cuando se busca a Dios, se tiene ya lo que se busca. *

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Mientras los mundanos marchan tristes por los caminos alegres, los hombres de Cristo marchan alegres por los caminos tristes. *

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Elegir oficio es una de las cosas más importantes de la vida. *

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No se hace uno viejo por haber vivido cierto número de años, sino por haber abandonado su ideal. *

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Quien elige oficio, elige su vida. *

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Para conseguir realizar una cosa, el primer paso consiste en creerla posible. *

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Un hombre y una mujer son viejos desde el momento en que han cesado de tener audacia, ideales e ilusiones. *

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Toda lucha noble engrandece porque la total satisfacción de los deseos dispersa la personalidad. *

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La tristeza y la desesperación son los acompañantes inseparables de todos aquéllos que no confían en la Divina Providencia. La primera se refleja en los ojos y la cara; la segunda invade los corazones. Desaparecerán con la total aceptación de la voluntad Dios manifestada en nosotros por las circunstancias después de hacer de nuestra parte todo lo posible por remediar lo que nos preocupa y dejar el resto en manos de Jesús y de María, la Virgen, considerándolos a Ellos como verdaderos Amigos que nunca fallan. *

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La excesiva prudencia es el vicio de los pusilánimes y los cobardes. *

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No de dejes dominar por la afectividad. Sobre tu corazón debe imperar la inteligencia. Que no sea tu vida una veleta inquieta a merced de reflujos y apetencias. *

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Cuando se ven los problemas se sienten como ascuas. Sólo los tontos viven en una felicidad opaca, en medio de un mundo torturado. Por suerte sufren más los más inteligentes. *

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Los sufrimientos como las alegrías, están proporción directa de las propias aspiraciones. Por eso los tontos ni gozan ni padecen. *

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Sé sumiso y rebelde. Sumiso para aceptar la vida. Rebelde para transformarla. Corazón grande para sufrir, pero indómito frente al error, la corrupción y la injusticia. No doblegarse ni partirse: morir de pie. *

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Lo que sean tus criterios, será, en definitiva, tu vida. *

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La vida aplasta con férrea ley de selección a los que encuentra sin entusiasmo en su camino. Los arrolla sin miramientos. *

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Le felicidad total en esta vida imperfecta estropea las almas .El dolor nos acerca y humaniza. *

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Sólo los débiles necesitan la alabanza. Al fuerte le basta el testimonio de su conciencia. * * * La verdad vigoriza tu imaginación, educa tu corazón y será el pedestal más recio de tu voluntad. * * * Hay hombres dotados de tan inmensa energía que se estimulan con la contradicción y se enardecen en la lucha. Sus grandes obras se deben más a la oposición de los enemigos que al aliento de los amigos. Estos hombres a base de zancadillas, aprendieron a andar agrandes saltos. *

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Donde hay un genio habrá envidiosos enemigos. *

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Carácter es la constancia de la voluntad al servicio de una concepción recta de la vida. *

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La injusticia, cobarde como todos los vicios, se ceba en los débiles. Necesitamos hombres y mujeres que se jueguen el tipo por defender al oprimido, diciendo siempre, y actuando, en la verdad. *

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Ten fe en tus criterios. No los cambies por autoridad de personas sino por fuerza de razones. Debes pensar que tus criterios son ciertos mientras no veas lo contrario. Dudar sin más de uno mismo es vivir en el vacío. *

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No herir a las almas es algo que debes procurar. ¡Cuida tus palabras, tus ademanes! ¡No seas nunca grosero! *

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El trabajo constante, metódico, es el que produce las grandes obras. Y cabe sospechar con fundamento, si esos ejemplares de excentricidad, extravagantes famosos, no hubieran dado mayores frutos sometidos a un control que es impulso y ayuda. Son las alas que pesan pero elevan. * * * Tal vez hablemos demasiado. El silencio es oro de ley. Todas las almas grandes amaron el silencio porque todo lo tenían dentro. *

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Aunque parezca mentira: hacemos más bien con lo que somos que con lo que parecemos. *

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Independencia de criterios, rasgo típico de grandes hombres. Y es que tienen un corazón demasiado limpio y un talento demasiado brillante para que puedan someterse como doctrinos a la memoria. *

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Olvidamos con frecuencia la fuerza creadora de las ideas y somos propensos a creer que la voluntad lo es todo en el carácter. A los individuos, como a los pueblos, los mueven las ideas. Son ellas la fuente de la acción eficaz de la energía fecunda y operante. *

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Nunca las cruces son como nos las imaginamos ni como nosotros queremos o nos gustaría, entonces... no serían cruces. *

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Todo impío encumbrado es un granuja, al menos incipiente. *

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Cuanto menor es la propia valía más necesarios se hacen los triunfos. El hombre superior permanece inquebrantable en los fracasos porque una fe en sí mismo lo mantiene. *

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La oración, la soledad y el silencio son los confidentes de las almas grandes. 52

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Arder siempre por algo noble y grande es el modo mejor de dignificar la vida. *

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Los cerebros débiles asimilan antes el error que la verdad austera y difícil. *

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Los adversarios son los acicates de los inteligentes. *

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Ten por encima de todo unos criterios de verdad y de nobleza que nadie ni nada puedan quebrantar. *

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El ocio embota, la acción nos libera, pero incontrolada llega a esclavizarnos. *

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Los "buenos", si son cobardes, son nefastos para la sociedad, porque mantienen con su prestigio muchas injusticias. *

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Se triunfa en todo cuando no se retrocede ante nada. En la vida siempre ganan los que no se rinden. *

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Nunca se cree en un jefe indeciso. *

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No hay crisis indiferentes. De toda crisis se sale o depurado o hundido. *

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La vida de los hombres eminentes es una lucha constante por acoplar su vida a sus ideas. Por el contrario los vulgares rebajan sus ideas al nivel de su vida. *

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Habla el rico y todos callan, y ponen por las nubes su discreción. Pero habla el pobre y dicen ¿Quién es éste? Y si se sobrepasa, todos se le echan encima (Eclesiástico 13, 29) *

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El arte es el sentimiento de las cosas humanas unido al presentimiento de las divinas. *

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Arte bello es aquél en que la mano, la cabeza y el corazón marchan juntos. *

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El escritor debe tomar la pluma como instrumento sagrado que Dios puso en sus manos para ennoblecer la vida. *

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El que se levanta de la oración con mejores sentimientos, ya ha obtenido una respuesta a sus súplicas. *

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Los hombres son como el vino: algunos se convierten en vinagre, pero los mejores ganan con el tiempo. *

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Considérate como peregrino sobre la tierra y en breve te harás Santo. *

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El Rosario, después de la Eucaristía, es el tesoro de todas las gracias. *

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Un individuo sin carácter es como una blanda cera que el primer recién llegado moldea a su gusto, mientras que el hombre de carácter imprime su sello personal sobre todo lo que toca. Ya obre o ya sufra, ya actúe, o ya resista sigue siendo lo que quiere ser. *

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El discípulo de Cristo que sufre por la justicia no se limita a doblegarse y a padecer las repercusiones del mal. Combate las injusticias allí donde las encuentra, y procura, sobre todo, prevenirlas; para lograrlo, renuncia a su tranquilidad, y no vacila en comprometerse y en soportar las burlas, las ofensas y las malignidades. Además, se dedica, en cuanto esté en su mano, a reparar el mal cometido por los demás. La función de los hombres de bien es ocupar el lugar de los que se escabullen a la tarea común, corregir las desviaciones debidas a quienes descuidan su deber, volver a levantar lo que los insensatos destruyen. *

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Ser cristiano no es compatible con ser pusilánime, cobarde o perezoso. *

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En algunas circunstancias el mejor modo de quebrantar una ley es cumplirla al pie de la letra y siempre los esclavos de una ley serán sus primeros detractores.

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La puntualidad es un índice de personalidad: es dominar el tiempo y no ser su esclavo. *

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La adoración de los pastores prueba que Dios se complace en las personas sencillas y humildes, que son las que mejor y más se reconcentran y escuchan su voz. *

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Nunca las grandes personalidades han estado libres de enemigos que intentaron zancadillear su escalada. ORACIÓN DE LOS GENEROSOS Señor, quiero ser generoso contigo. Yo sé que necesitas ayuda Para implantar tu Reino. Aquí estoy, Señor, si te sirvo: Para consolar a las almas afligidas, Para animar a los jóvenes en sus luchas, Para predicar tu palabra de vida. Para defender la justicia. Para apoyar la verdad con sangre, si es preciso. Para evangelizar a los pobres. Para elevar y transformar el mundo. Para ser sal de la tierra. Para seguirte donde quiera que vayas. *

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Los que tienen la paz de Cristo no son pusilánimes ni cobardes. Se enfrentan a la mentira, a la injusticia y al odio sin temor. No temen nada porque llevan su tesoro dentro. *

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Nadie podrá quitarme la paz si yo no quiero entregarla desconfiando de Dios. *

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La justicia humana es tan falible como el hombre. Si está cargada de pasión es ciega y se inclina al peso del dinero. No temas los juicios del hombre. Obra con rectitud atendiendo sólo a tu conciencia. Sana independencia de espíritu. Libertad de los hijos de Dios no atados a cadenas. *

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Si nada intentas, seguro que en nada fracasarás, pero las grandes personalidades son los que más veces se sintieron fracasados. *

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Los Santos son terribles. Nuestra vulgaridad no los soporta. *

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Luchar por ser auténtico es peligroso. Requiere mucho caudal de esperanza para que no brote la amargura. Es peligroso, pero lo único grande. *

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Callar, en ocasiones, es cobardía. Los iluminados de la Palabra son responsables del silencio. *

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Precaución: los honores suelen ser cadenas de esclavos. *

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Para los cobardes, las personas sinceras siempre resultan incómodas, porque remueven sus conciencias con sus actos valerosos.

PLAN DE DIOS SOBRE LA TIERRA Los profetas han asegurado a través de las Escrituras que cuando todos los pueblos adoren a Dios, la virtud regirá las relaciones de los hombres. "No se llamará ya noble al loco, ni magnánimo al bellaco". Isaías escribió ese párrafo como confirmación de lo que decimos. La paz, pues, se extenderá sobre la tierra: no habrá ya rivalidades ni guerras entre las naciones; Isaías lo había predicho también: "De sus espadas harán los pueblos rejas de arado y de sus lanzas, hoces. No alzarán la espada gente contra gente, ni se ejercitarán para la guerra". Jesús había de transformar las condiciones terrenales de los hombres. Pues el Reino de Dios, inaugurado por Nuestro Señor, implica una doble perspectiva: el porvenir eterno que Él anunciaba no debía hacer olvidar el porvenir temporal, cuyo escenario iba a ser la tierra. La misión del Salvador se inserta en la Historia de la Humanidad tanto para señalar sus etapas como su término. Su Evangelio iba a poseer una doble eficacia: procuraría el Cielo a los habitantes de la tierra; pero aclimataría ya el Cielo sobre la tierra mediante la transformación de la vida presente de los hombres. Para hablar como San Pablo, debía "revestir a todos del hombre nuevo creado según Dios en justicia y santidad verdaderas". En la época en que el Hijo de Dios ocupó su puesto en nuestra raza, la condición humana ea ya diferente de la que nos presentan las primeras páginas de la Biblia. Se había realizado un gran progreso en los espíritus y en los corazones. Pero Jesús tendrá que volver a la tierra para introducir a todos los hijos de su Reino en la Gloria eterna de Dios. Este regreso de Cristo se realizará "cuando le queden sometidas todas las cosas" lo que implica que la Humanidad habrá de realizar nuevos progresos, a medida que el reinado de Dios se vaya desarrollando sobre la tierra. Creed en la Buena Nueva, decía el Maestro. La sumisión al Evangelio es para cada creyente la certidumbre de su salvación eterna; pero al mismo tiempo, es, para la Humanidad tomada en su conjunto, un principio de regeneración y de progreso. Los discípulos de Cristo no deben inmovilizarse en espera del Cielo, como si nada tuvieran que hacer, no digo ya en la tierra, sino de la tierra. Por voluntad de Jesús, tienen que orientar hacia Dios el avance de la Humanidad. Estos perfeccionamientos terrenos son conformes al plan del Creador. Sólo queda, y eso es lo esencial, que en este avance los hombres eviten las desviaciones por las que se extraviarían fatalmente, si desdeñasen o transgredieran las leyes de Dios. A nosotros, los cristianos, que conocemos el magnífico término de la evolución de la Humanidad, destinada a convertirse en familia divina, nos corresponde evitar tales desviaciones a nuestros semejantes. No sólo debemos creer en el perfeccionamiento terrenal de nuestra especie, asegurado por los progresos científicos; no sólo debemos creer en un porvenir humano terrestre, que una mayor elevación de la cultura y un sentido más agudo de la justicia 56

entre los hombres harán posible e inevitable, sino que nuestro papel es el de dirigir ese progreso humano hacia su verdadero fin, que es Dios. Y eso es lo que, para los cristianos de nuestro tiempo, significa el reinado de Dios sobre la tierra. Hagamos más eco que nunca a la exhortación que Jesús nos hizo; creed en el Evangelio. Su doctrina no es anacronismo. El Evangelio no pertenece a un pasado caduco. Por más que lo pretendan quienes, por no conocerlo bien, lo han repudiado y no lo han superado por haberse apartado de él. Con su alejamiento del Evangelio, comprometen gravemente el progreso humano, que siempre será solidario de nuestra vocación divina. No hace mucho que hemos visto, y todavía vemos ahora, a qué abismos de miseria y a qué envilecimiento del hombre lleva una civilización que cree haber dejado atrás el Cristianismo. El Evangelio nos precede. El Evangelio es el porvenir que sale al encuentro de los hombres de nuestro tiempo. Jamás ha sido todavía plenamente realizado por las sociedades humanas. Por otra parte, cuanto más se acerca un hombre a él, más se percata de que el Evangelio lo llama todavía más lejos, todavía más alto. No se trata, pues, de retroceder, retrogradarnos para volver a Cristo, sino de avanzar y de apresurarnos para alcanzarlo. Cristo nos precede siempre: es la Humanidad la que se atasca o la que retrocede cuando no le sigue. Tomemos en serio la oración que Jesús quiso que dirigiésemos a Dios: ¡Venga a nosotros el tu Reino! Y aunque éste no ha de venir definitivamente sino con el término de la Historia de los hombres, desde ahora hasta entonces, día tras día, supliquemos a Dios que nos ayude a ser los artífices activos de su reinado sobre la tierra. No va en ello tan sólo nuestra propia felicidad, sino la dicha presente y futura, temporal y eterna, de toda la Humanidad. El Salvador no quiso pronunciar su discurso inaugural en el interior de una sinagoga o bajo los soportales del templo. Para hacer oír un mensaje, destinado a todos los hombres de todos los tiempos, le hacía falta el aire libre, la altura, los ilimitados horizontes de la Naturaleza. Jesús, en efecto, iba a convocar a los que consintieran para que intentasen con Él la más grande aventura que jamás se hubiera propuesto a los hombres: implantar sobre la tierra el reinado de Dios. Convenía que su empresa no apareciese como una organización acabada que hubiese de reformara automáticamente al mundo, sino, según diríamos hoy, como un movimiento que ya no cesaría de propagarse y de agrandarse. La corriente que deseaba promover en su país exigía el ministerio itinerante por Él adoptado: aquél día habla así desde la ladera de una colina, para seguir luego hablando a lo largo de los caminos. Pues mientras las raposas, tenían un sitio donde descansar su cabeza, Él no poseía un techo que lo guareciese; había de estar continuamente en marcha. Cuando uno de sus oyentes se decidía a trabajar por el reinado de Dios le respondía: "Sígueme", y se lo llevaba por los caminos. Sus discípulos se consagraban a una acción sin descanso, a un esfuerzo incesante sobre sí mismos, a las conquistas constantes del apostolado: jamás habrían "llegado". El pacífico ejército que Jesús reclutaba para el reino de Dios estaría sin duda provisto de jefes que Él mismo designó y a los que instruiría, pero seria un ejercito regular que carecería de cuarteles: sería una columna en marcha. La verdad es que a los más abnegados de los discípulos de Jesús les costó trabajo comprender la ley primordial del Reino de Dios y su sencillez. Hubieran preferido funciones menos vagabundas, un empleo del tiempo mejor regulado, y por ¿por qué no?, una casa. ¿Estar sentados unos conquistadores? Ellos pensaban en una restauración, cuando Dios les encargaba de una creación. Se hubiesen contentado con reparar, cuando era preciso construir. Cuando volvían sus ojos hacia el pasado, el Maestro les obligaba a mirar hacia adelante, hasta los últimos confines de la tierra. La última consigna que les dejó se resume en una palabra, que es una orden de marcha: ¡Id! El Cristianismo es un movimiento. Claro que una sociedad no dura sino a condición de estar organizada: y por eso la Iglesia se nos presenta como una institución. Pero el Espíritu Santo que la guía le impide anquilosarse en las facilidades del descanso. Cada vez que en el transcurso de su Historia estuvo a punto de afincarse en los cuadros sociales o políticos de una época, aquellos soportes se desplomaron repentinamente, o bien la Iglesia fue perseguida, y se vio obligada en ambos casos a recuperar, con la inseguridad, su ardor misionero. La Iglesia no es un establecimiento, es un movimiento: su función es la de "renovar" la faz de la tierra. Nosotros, los cristianos de este tiempo, no tenemos derecho a detenernos en una tranquilidad engañosa. No existe un Cristianismo confortable. Tenemos que volver a partir siempre y avanzar en pos de Jesús. Nuestro Evangelio es un fuego, el fuego encendido por Jesucristo y progresivamente tiene que abrasar al mundo. 57

El Evangelio inflama, sobre todo, el corazón de los jóvenes, de los que pueden decirse jóvenes porque el egoísmo no los ha marchitado todavía. El Evangelio tiene un gran poder de rejuvenecimiento y comunica una inalterable juventud de espíritu a cuantos le someten su vida. Mantengámonos en guardia contra el envejecimiento de esos estragados que, poco a poco, pierden confianza en el valor del Cristianismo. No depende esto de la edad, sino del corazón. Tanto la rutina como el abandono de la oración llevan a ese estado. "Mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día". Los sumos sacerdotes y los fariseos sólo desprecio sentían por este populacho, a cuyos miembros llamaban "malditos e ignorantes de la ley". Cristo iba a decirles, en cambio, inmediatamente, que eran ellos los benditos, los bienaventurados. El Salvador dejó escapar en dos ocasiones este grito de compasión: "Tengo compasión de la muchedumbre". Se enterneció por la angustia moral de los hijos de su pueblo, porque estaban cansados y maltrechos "como ovejas sin pastor ".El Mesías tenia que anunciarles la Buena Nueva precisamente a ellos. Y con gran escándalo de los satisfechos se inclinó sobre todos aquéllos para quienes la vida había sido dura; acogió a los pecadores, para los cuales había estado llena de peligros; llamó a los decepcionados, a los desalentados, a los desechados: "Venid a Mí todos los que estéis fatigados y cargados, que yo os aliviaré". Yo os reharé una vida digna de vosotros y del Dios que os la ha dado. Por su parte, las clases populares no tardaron en descubrir en el nuevo rabí a alguien que no pretendía servirse de ellas, sino servirlas. Aquella buena gente le otorgó inmediatamente su confianza, y hubiera deseado que permaneciese siempre a su lado. "Las muchedumbres lo buscaban, y viniendo hasta Él lo retenían para que no se partiese de ellos"... Recordemos que la Cristiandad que actualmente se necesita para la salvación del mundo no podrá forjarse de ningún otro modo que conforme a los métodos empleados por Nuestro Señor. Hoy las clases populares se han desviado de Él. Cristo las echa en falta y a ellas les hace falta Cristo. Sí, Cristo las echa en falta. Nuestro Cristianismo sería infiel a sus orígenes si fuese privilegio de una clase acomodada o culta. Nuestra única esperanza de verlo triunfar del ateísmo contemporáneo es que llegue a ser la religión del pueblo. .Cristo le hace falta también al mundo del trabajo, pues el ideal de justicia y de progreso que éste persigue sobre la tierra no lo alcanzará mas que descubriendo al Creador que concibió el destino del hombre, y a Cristo que nos permite alcanzarlo. No nos demos, pues, descanso, hasta que el foso que separa a Cristo y a las masas haya sido colmado. *

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Dice San Bernardo: "Lo que se ha podado, retoña, lo ahuyentado, vuelve, lo extinguido, se enciende; lo adormecido, despierta otra vez. Poco es, pues, podar una vez sola; es necesario podar muchas veces, continuamente, si es posible, porque si bien te examinas, siempre hallarás alguna cosa que podar." *

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Sin fuerzas se queda el espíritu diabólico cuando rechazamos tentaciones con frente serena y corazón intrépido. Pero si advierte que el hombre tiembla y se desespera, entonces no hay fiera más cruel y dañina que aquel enemigo hasta conseguir el fin de su malvada y pertinaz porfía. *

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La humildad es el distintivo de todos los Santos. *

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"Veía cada una de las almas de los penitentes, tales como eran cuando se confesaban. Pero al otorgárseles la absolución sacramental, en aquel momento veía correr místicamente la Sangre de Jesús sobre cada uno de los penitentes, que esta Sangre tanto les limpiaba, que se ponían puras, hermosas y resplandecientes, como no puede creerse"... (Santa María Magdalena de Pazzis). *

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No te contentes con rechazar a Satanás, tira también a dañarlo, lo cual lograrás si con las armas que Dios te presente revuelves la tentación contra el mismo enemigo. *

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Que no te aparten de Dios ni la hermosura de las cosas exteriores, ni el apremio de las diversas circunstancias, ni la interior desolación del alma. *

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Peregrino eres y huésped sobre la tierra, por la cual cruzas como relámpago para llegar a los tuyos en la eternidad. Allí deben reunirse cuantos fueron, y cuantos son, y cuantos serán. *

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No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. *

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El temor es el principio de la sabiduría pero la plenitud se alcanza en el amor. *

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No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. *

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La conciencia es el juez de nuestras virtudes y nuestras faltas.

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El arrepentimiento es aseguración de que vemos por buen camino. Es decir, se trata de ir borrando sobre la marcha las equivocaciones hasta conseguir encontrar de nuevo el verdadero camino. *

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Es propio de Dios y del espíritu bueno comunicar en sus inspiraciones, a cuantos obran o proceden con sinceridad y rectitud, verdadera alegría y gozo espiritual, y quitarles la tristeza y turbación a que el espíritu malo les instiga. Y, por el contrario, es propio del mal espíritu, valiéndose de sofismas, sutilezas y otros engaños, el luchar a brazo partido contra esta alegría y consolación. *

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El espíritu malo observa muy detenidamente si el alma es de delicada o relajada conciencia; si es delicada, esfuérzase en afinarla más hasta traerla a exageración y escrúpulos (falsos escrúpulos), para más fácilmente perturbarla y afligirla. Así, pues, cuando ve que el alma no admite pecado mortal ni venial, ni falta alguna voluntaria, ya que no logra, hacerla caer en culpa, se esfuerza por convencerla de que hay pecado donde no lo hay. Mas como sea el alma ancha de conciencia, procura el mal espíritu relajarla más y hacerla más confiada todavía, de suerte que si antes consideraba indiferentes los pecados veniales, ahora hasta los pecados mortales considere como de poco cuidado y si antes hallaba algún reparo en pecar, ahora repare menos o absolutamente nada. Es propio del mal espíritu transformarse a veces en ángel de luz empezar inspirando pensamientos devotos, para concluir sugiriendo sus perversas y dañadas intenciones. Debe, pues, el alma examinar atentamente la serie de los pensamientos que haya tenido porque si en el principio, medio y fin son buenos y tendieran a buen fin, señal es de que el espíritu bueno los ha inspirado; mas si en la serie declina alguno hacia el mal, o separa del verdadero bien o no es tan bueno como aquél que el alma había con antelación resuelto practicar, o le inquieta y perturba, indicio es clarísimo de que tales pensamientos proceden del mal espíritu. Una vez sorprendido el dañado intento del enemigo, conviene que el alma considere la serie de pensamientos que le sugirió bajo apariencias de bien, y que examine desde el principio los modos que el enemigo tomó para arrebatarle poco a poco la tranquilidad y paz interior, hasta salir triunfante con su depravado intento porque aleccionada con esta experiencia, en lo sucesivo se guardará más fácilmente de los engaños del enemigo. (San Ignacio de Loyola). *

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El que es humilde de corazón, ni desea agradar a nadie, ni a nadie teme. No le arredran los juicios ni le espantan los sarcasmos del mundo, marcha con frente serena y buscando sólo agradar a Dios, manifiesta lo siente con santa libertad. Nada hace con el fin de que se vea, ni nada omite a fin de no ser visto; cuídase muy poco de sí el mundo lo alaba o lo vitupera, de si lo califica de grande o de pequeño. Sólo busca a Dios y el mundo para él es como si no existiese. Quien lleva por guía de sus actos la soberbia y el amor propio es muy natural que se haga esclavo de los respetos humanos. Ninguno, realmente, más enclavijado que aquél a quien dominan los respetos humanos: tienen tantos tiranos cuantos son los hombres que existen. Pero ése nada hará digno de Dios ni de la perfección. Levanta, pues, tu alma, levántala y desprecia los errados juicios y dichos de los hombres, que vuelan por el aire y sólo hacen daño a aquéllos que les hacen caso, y los reciben para martirizarse voluntariamente con ellos. Como una vez aprendas bien a hacerte superior a esos juicios y dichos, apenas te mortificarán en adelante: tú mismo constante y firme siempre, tendrás compasión de la locura del mundo y de la bajeza de los hombres que toleran el ser llevados a la muerte de una manera tan ignominiosa. Una vez llegado al punto de no inquietarte respeto alguna humano, entonces, libre del mayor obstáculo de la salvación y de la perfección, |marcharás, de virtud en virtud, por el camino de la piedad. *

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Cuida de no angustiarte por la intención recta, porque serla con detrimento de la libertad de espíritu y con perjuicio de la paz interior: te dañaría entonces en lugar de aprovecharte. *

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La paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo. *

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Todos ven lo que tú pareces, pocos sienten lo que eres. *

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No acometas obra alguna con la furia de la pasión. Equivale a hacerse a la mar en plena borrasca. *

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Nunca se encuentran solos quienes están acompañados de altos pensamientos. *

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Importa mucho más lo que tú piensas de tí mismo que lo que otros opinan de tí. *

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El que no se equivoca nunca es que nunca hace nada. *

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Basta un instante para forjar un héroe, pero es preciso toda la vida para hacer un hombre de bien. *

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Los malvados se burlan en público de los hombres de bien, pero en secreto los respetan y envidian. *

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Para gobernarse a sí mismos es preciso gobernar antes las ideas. *

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Nuestra vida es un libro. Has escrito muchas páginas de tu libro: tristes, alegres, limpias y claras unas, otras, borrosas y oscuras. Pero aún quedan páginas en blanco: las que has de escribir. Piensa que te faltan por escribir las páginas más bellas. Si todos los días logras escribir en el libro de la vida una victoria sobre tí mismo, un acto de dominio, aquella página no quedará estropeada. Donde hay voluntad siempre queda un camino, todo depende de que quieras. *

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Deja la angustia y los falsos escrúpulos y temores, porque impiden la gracia de Dios y destruyen la devoción del alma. *

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Los caracteres se forjan en la escuela de las privaciones. No se aprecia bien la holgura de la vida sino cuando se ha sentido más o menos el roce de la pobreza. *

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El propio dominio nos contiene de hablar demasiado pronto, de soltar la palabra que hiere al adversario en su punto neurálgico, esa palabra que no debiera de haberse dicho y que nunca será olvidada ya; nos permite esperar el momento propicio para poder hacer una observación más matizada, y, a veces, para callarnos por completo *

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El que depende solo de Dios goza de una libertad que lo pone fuera del alcance de todo poder oreado y de la inconstancia y capricho de los hombres, y de toda contrariedad de tiempo o de lugar, de tal manera, que si él no se entrega, nadie lo puede esclavizar. *

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Pon una diligencia razonable en agradar a Dios y no te acongojes para acertar si de hecho le habrás agradado; déjate de toda sutileza de entendimiento y de toda inquietud de la voluntad, y arrójate con confianza sobre su Corazón. Imposible que Él se ofenda y aún deje de deleitarse con esa libertad de espíritu, inspirada por un puro y generoso amor. Dirigido y protegido por su Providencia divina, manténte exento de toda perturbación y no temas desordenadamente ni al mundo, ni a tí mismo. Porque aunque de tu cosecha eres incapaz de nada, todo lo puedes en Él, en Quien crees, e Quien esperas, a Quien amas. Si alguna vez cayeras en defectos, no te parezcas al vil esclavo que tiembla por el azote y se decide a fugarse o esconderse lleno de miedo; pórtate como hijo que, amante de su padre, se esfuerza al punto por remediar la culpa y recurre a su cariño con tanta mayor libertad cuanto más bondadoso lo conoce. Ni aún aquéllos mismos métodos o procedimientos que se dan para alcanzar la perfección deben atar tu espirita, porque si quitan la santa libertad de espíritu, más son obstáculo que ayuda. *

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Te conviene alimentar y guardar tal libertad de espíritu que nadie, ni inferior, ni igual, ni superior, te la puedan arrebatar. *

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Pedir sobrado para salir con lo mediado. *

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Pasión no quita conocimiento. *

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Lo que los ojos no ven el corazón no desea. *

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Lo que poco cuesta, en menos se estima. *

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El agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras.

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En el andar y en el beber se conoce a la mujer... y al hombre... *

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Quien mucho habla mucho yerra. *

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Quien dice lo suyo, mal callará lo ajeno. *

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Come poco y cena más poco que la salud de todo el cuerpo se fragua en el estómago. *

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Los puestos eminentes son como las cimas de los peñascos: solo pueden llegar a ellos las águilas y los reptiles... *

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En las crisis de fe, haced continuos actos de fe. *

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El Espíritu de Dios, una vez poseído, te recreará amigablemente en la soledad, te conservará recogido en público, te consolará en lo adverso, te refrenará en lo próspero, te defenderá en los peligros, y, siempre provechoso te conducirá a la santidad. *

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En la oración remediarás las necesidades, corregirás los defectos y hallarás medios para adelantar en perfección, y una esperanza segura de perseverancia, y cuanto poseer necesitares. *

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Sin el amor a la soledad se derrama el espíritu por completo a las cosas exteriores según la corrompida naturaleza. Unos, dejando el camino trillado, siguen el amor propio por unas sendas imaginarias de salvación y perfección, en que son engañados y apartados con peligro del espíritu de su vocación o estado; otros, obedeciendo a secreta soberbia, emprenden negocios o desempeñan cargos sin la preparación debida, buscando torcidamente, no lo de Dios sino lo suyo. De aquí que se desvíen del camino verdadero, y como con el estrépito continuo y atención a lo exterior no atienden a las divinas inspiraciones, van resbalando de error en error y envolviéndose de una ilusión en otra hasta hacer infructuosos todos los medios de salvación y perfección. *

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Si te sustrajeras de conversaciones ociosas y vanas murmuraciones del mundo y negocios que en nada te interesan, ya encontrarás a menudo tiempo para tratar en la soledad con Dios. *

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El que a solas permanece con el Hacedor repara lo pasado o se afirma en el bien, y, reflexionando sobre sí y sus actos, adquiere mucha experiencia y sabiduría interna. Porque no es el mucho tiempo ni la diversidad del asunto, sino el ahondar en la oración y meditación lo que hice experto al varón espiritual. El que se recoge del tumulto del mundo recobra la paz perdida, o la fortalece si no la perdió; se goza con la visitación de la gracia y ordena debidamente lo futuro para sacar después de ello fruto y merecimiento. ¿De dónde sale, si no, el que los hombres recogidos permanezcan en circunstancias difíciles tan dueños de sí que causan admiración a muchos, y tan constantes, que lo que una vez determinaron, lleven coa suma intrepidez a cabo?. *

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¡Cuantos defectos evitarás y cuántas virtudes ejercitarás si cultivares la soledad! *

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La humildad huye de la notoriedad y se oculta. *

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Es la soledad la guardadora de la inocencia, la morada de la paz, la mansión de la vida interior, la escuela de la santidad, el lugar de los secretos celestiales y el medio escogido para la divina comunicación. *

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Si quisieras ajustar tu vida a los pareceres de los hombres, deberías seguir tantos caminos distintos como hombres te saliesen al encuentro, pues hay tantos pareceres como cabezas.

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Apenas encontrarás un ejercicio de piedad que encierre tan variados y frecuentes actos de virtudes, como el santo ejercicio de la presencia de Dios. Adquiere la costumbre de vivir siempre en la presencia de Dios, y trabaja en ello con esfuerzo y diligencia. Cuando la hubieres adquirido, te servirá de protección en los peligros, de luz en las tinieblas, de consuelo en el abandono, de guarda entre el tumulto del mundo, de continuo ejercicio de virtudes y de continuo trato con Dios. *

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Si quieres cometer los menos defectos posibles, si aún de los mismos defectos quieres aprovechar, si quieres ejercitarte con adelanto en las virtudes, conserva la paz del corazón, Si quieres resistir 64

provechosamente a las tentaciones del diablo y frustrar los malvados planes del Infierno permanezca en paz tu espíritu. Como el enemigo sabe que mientras el alma se conservare en paz vale poco contra ella, se empeña en perturbarla de mil maneras. A semejante fin, con todo maquina y todo lo remueve; excita la imaginación, provoca las pasiones, sugiere obras contrarias a una u otra virtud; unas veces halaga, otras aterroriza, y de cuando en cuando insiste con demasiada obstinación. Cuando algo de ésto te aconteciere, no te turbes, no pierdas la calma. Mientras permanezcas en paz, todo está seguro; pero si empiezas a turbarte, empiezas también a peligrar; y aunque con la divina gracia no des consentimiento voluntario, el enemigo se contenta por aquella vez con obtener la perturbación que deseaba. Porque no espera él poder derribarte de la primera acometida, sino poco a poco perturbar primero tu corazón, cansarte, luego, debilitarte, después, y a la postre perderte. Cuidado, pues, con no turbarte ante ninguna tentación por grande que sea la insistencia con que te acometa el enemigo. Nada intranquilice tu corazón ni tu espíritu por ninguna cosa del mundo se ha de perder la paz. Sobre todo es necesario la firme e imperturbable paz del espíritu cuando, para mayor gloria de Dios, Él permite que te cubra la desolación interna, con la cual el entendimiento se envuelve en tinieblas y la voluntad tiende al mal, tanto, que a veces te parecerá que te ha abandonado sólo en manos del enemigo. Si en tal estado te entregas a la perturbación, frustras su santo propósito al desolarte y correrás gran peligro, no sólo de privarte del tesoro de merecimientos y grados de santidad que te ofrece, sino también de caer y perecer. Pe»o si con el corazón sosegado e impertérrito vas obediente a donde el Espíritu te condujere y sigues su dirección contra tu propio sentido y parecer, pasarás ileso por las tentaciones y saldrás más aprovechado. Pero aún en lo exterior ocurrirán muchos sucesos que conmoverán y agitarán tu espíritu si no estuviere en la paz bien afianzado. Encontrarás a menudo que aún aquellos mismos hombres que te estaban obligados por agradecimiento, amistad u oficio, te son infieles y aún adversarios. Entonces, si tu sosiego está sólo fundado en la condición y obras de los mortales, verás cómo lo pierdes al momento. No consientas que el corazón se turbe; quédate tranquilo y déjalo todo pasar como dejas pasar las nubes sobre tu cabeza. ¿Qué aprovecharía aquí el desasosiego? ¿No será añadir pesadumbre a pesadumbre y recibir amargura por fruto de tu trabajo? No es malo sentir lo que apena y agita el corazón. Es, en verdad, imposible no sentirlo, aún cuando fueras el más devoto de los hombres. Porque la piedad no destruye ni enmohece las facultades del alma, antes por el contrario las purifica y perfecciona. Es imposible, si, que la parte inferior no se conmueva con las tentaciones. Pero semejante movimiento, si no lo admite y acepta la parte superior, no te puede dañar en manera alguna, antes sirve para consolidar más la paz, pues cuantas más victorias alcanzares de aquella parte del alma, tanto más tranquilizada y sujeta la tendrás en adelante y de tanta mayor seguridad disfrutarás. Con todo, siempre queda en tu poder el conservarte en paz. Porque como gozas de libre albedrío y siempre recibes gracia suficiente, ni la malicia del Infierno, ni la perversidad de los hombres, ni contrariedad alguna vale para perturbar tu corazón, como tú te empeñes en lo contrario. De tí sólo, pues, depende el poseer continuamente ese tesoro de tanto valor, que después de la gracia es el bien más apetecible de la vida. E1 corazón recto que vive en gracia y procura imitar las virtudes evangélicas puede adquirir paz verdadera; porque para los impíos no hay paz. Si no tuvieres corazón recto, resignado con la divina voluntad, haz cuanto quisieres, ve donde te pareciere, pero en ninguna parte, encontraras la paz. Porque cuando el corazón no anda bien dispuesto por dentro, ni el huir de las ocasiones, ni la mudanza de lugares, ni la soledad de vida, ni los libros espirituales, ni consejo alguno humano pueden dar sosiego verdadero. La causa de la perturbación interior no se halla fuera de tí en las cosas que te rodean, sino dentro de tí mismo en el desorden de tu corazón. Si no permites permanecer en tu interior esas causas, las cosas exteriores cesarán de serte ocasiones de turbación. y, en efecto, hay tantas causas para perder la paz como efectos desordenados en el corazón. Constituyen tales causas no solamente los afectos fútiles y depravados, sino también los buenos y santos, cuando van contra el divino beneplácito. Por tanto, al punto en que sintieres en tu interior algo desordenado insiste en la oración, en el examen particular y otros oportunos ejercicios, y arrójalo del corazón con eficacia, sí, pero también con sosiego. Busca la paz con sosiego y en la parte superior del alma, donde gobierna la razón y la fe y obra la gracia, y adquirida una vez, consérvala para siempre. De esta manera, podrás disfrutar constantemente de la paz santa, de aquélla que es privilegio del verdadero discípulo de 65

Cristo, alegría en la prosperidad, consuelo en la adversidad, suma de todos los bienes, y camino necesario de la perfección para aquél que la posee. *

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¡Si supieras cuánto vale la oración para convertir las almas! ¡Cuántas almas recogidas, aún aquéllas que se apartaron por completo del trato con los hombres, arrancaron, con sólo su oración, de la infidelidad y herejía o del pecado a millares de desdichados y los condujeron a la eterna bienaventuranza! Mira, pues, cuánto puedes con la oración. *

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En cuantos infundas tu fe y tu celo apostólico, tantos discípulos y apóstoles habrás enviado para la salvación de las almas. Así conseguirás mucho bien, no sólo para tu propia, persona, pues quien salva un alma salva la suya, sino para los que tú encendiste en celo apostólico, los cuales, a su vez, encendieron a otros y transmitieron tu obra de generación en generación. *

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Maravillosamente eficaz es el buen ejemplo. Él es el que da vida y eficacia a los demás medios exteriores. Suprime e1 buen ejemplo y nada conseguirás; removerás los sentidos, pero jamás el corazón. *

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En todo tiempo y lugar, ten celo apostólico por las almas, para que cualquiera que conversare contigo lleve algún estímulo a la virtud o perfección. *

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Si salvares el alma de un prójimo, has salvado la tuya, porque quien apartare a un pecador del extravío de su camino, salvará la propia alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de sus pecados. *

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El diablo, amigo de la tristeza, sabiendo cuánto puede contra él la alegría espiritual se esfuerza por combatirla de todas maneras y por destruirla con falsedad o disminuirla al menos con sutilezas. Cuida, no te engañe. Si cedes a ese autor de la tristeza no se contentará con privarte de los bienes de la santa alegría, sino que viéndote después según su deseo, te agredirá y tentará cuando estés más en peligro. Sea cualquiera la tentación o suceso que sobreviniere, confía en Dios y convéncete de que jamás abandona É1 a los suyos, ni loa deja en la estacada. Jesús es el Amigo fiel que nunca falla, Jesús, y la Virgen, nuestra Madre celestial. *

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Procura estar siempre dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y aceptar lo que ÉI te mande y gozarás de paz y alegría, pero no confundas su voluntad con pereza o pusilanimidad. Es voluntad de Dios aquéllo que no puedes resolver después de haber puesto todo de tu parte para arreglarlo. 66

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No manifiestes tu corazón a cualquiera. *

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Fortifica de tal modo tu corazón, que ni te turbe la enormidad de las maldades ajenas, ni te escandalicen la perversidad de los malos, ni titubees, finalmente, en permanecer con Dios, sean cuáles sean las maquinaciones del mundo o del Infierno. *

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Ni a tí ni a tus cosas confíes a cualquiera. Acuérdate que a muchos engañaron las apariencias y perecieron por una familiaridad imprudente. *

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Dios defiende con más empeño lo que es más fieramente atacado por el diablo, y fortifica con mayores defensas lo que más se esfuerza en destruir el enemigo. Animo, pues, ¿por qué temes, si Dios te asiste? Emprende las obras nobles y buenas con confianza y avanza con intrepidez.

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Desconfía de tí mismo y confía en la Divina Providencia. ¿Quién confió en Dios alguna vez y fue engañado? ¿Quién vio frustradas las esperanzas que puso en Dios? Abandona, pues, todo temor y desconfianza, y enconiéndate en la vida y en la muerte a su cuidado. *

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Los esfuerzos que generosamente pongas para vencerte y sacrificarte en el avance, es la norma cierta y segura del adelantamiento en las virtudes. *

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Medita en la brevedad de la presente vida y en la eternidad de la futura, en la certeza de la muerte y en la incertidumbre de su hora. Así te animarás a trabajar, luchar y atesorar para la vida que nunca acaba. *

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Las maravillas de tu apostolado están vinculadas no a tu personalidad, ni al sistema equilibrado de organización que has creado, sino a los cimientos de tu unión con Dios. ¡Nunca lo olvides! *

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Sólo cuando perfecta y plenamente esté tu alma poseída por Jesucristo, comenzarás tu vida de apóstol, espléndida.

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La medida del mérito no la dan los años ni los movimientos, sino la unión con Dios. *

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Mirada de Dios, tantas veces pasada por tu alma. Ojos divinos envueltos en claridad celeste, puros y transparentes porque no miran más que la faz del Padre... Ojos del Verbo, resplandor de Dios: el más hermoso de los hijos de los hombres. Desde la penumbra de su copón '¡cuántas veces te habrán mirado sus ojos mortales... eso ojos de imponente majestad y realidad!... Los mismos que quedaron dormidos en la popa de la barca. Las mismas pestañas cargadas de divinidad, que en la noche del Getsemaní se levantaron hacia el Cielo saturadas de tristeza... Si en este instante mismo en que lees esto te mirase Jesús, ¿tendrías que bajar la cabeza ante extraños recuerdos?... ¿Está tu alma apta como para soportar todo el peso de la mirada de Cristo? Esfuérzate para que, al mirarte Jesús, quede contento de ti. Tienen los ojos un algo tan especial, que en su sencillo movimiento conocemos rápidamente lo que se nos quiere decir. Una mirada nos ha contado muchas veces todo un mundo de cosas... Un simple movimiento de ojos nos ha puesto, en ocasiones, al corriente de un gran secreto... Y, en circunstancias, sólo una mirada nos ha reprendido fuertemente y mucho más que la explicación de las palabras nos hubieran podido decir. Ojos dulces, ojos airados, ojos melancólicos, ojos compasivos, ojos benévolos, ojos alegres... ¡Todo un mundo de misterios encerrado en una pequeña mirada! ¡Qué será la mirad de Cristo! ¡Ojos formados por la Virgen, donde se escondían aquellas pupilas que revisaron los luceros y dieron el visto bueno a los mundos! ¡Ojos que me siguieron desde antes de yo nacer, y que seguirán después de yo morir! *

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Sólo cree de verdad el que practica lo que cree (San Gregorio Magno) *

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“Cuando te abandones de verdad en el Señor, aprenderás a contentarte con lo que venga, y a no perder la serenidad, si las tareas –a pesar de haber puesto todo tu empeño- no salen a tu gusto... Porque habrán salido como le conviene a Dios que salgan” (San José María Escrivá de Balaguer) *

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Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos a perdonar.. San Juan Crisóstomo. *

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¿Sabéis cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona que ha comenzado a servir mejor a Dios?. Es el respeto humano. Santo Cura de Ars. 68

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El infierno es no amar más. G. Bernanos. *

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Un Cristianismo del que se pretendiera arrancar la cruz de la mortificación voluntaria y la penitencia, so pretexto de que esas prácticas son residuos oscurantistas, ese Cristianismo desvirtuado lo sería tan sólo de nombre; ni conservaría la doctrina del Evangelio ni serviría para encaminar en pos de Cristo los pasos de los hombres. J. Orlandis. *

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Dios muchas veces nos ayuda no ayudándonos. Sertillanges. *

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Es un hecho cierto que el demonio no puede seducir a nadie, si no es aquel que libremente le presta el consentimiento de su voluntad. Casiano. *

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Pues el bien de la gracia de un solo hombre es mayor que el bien natural del universo entero. Santo Tomás. *

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Cuando uno de nosotros reconoce que está triste, debe pensar: es que no estoy suficientemente cerca de Cristo”. Ma. García Dorronsoro. *

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Un día sin oración es como un cielo sin sol y un jardín sin flores. (San Juan XXIII) *

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El hombre que tiene el corazón endurecido y la conciencia deformada, aunque pueda tener la plenitud de las fuerzas y de las capacidades físicas, es un enfermo espiritual y es preciso hacer cualquier cosa para devolverle la salud del alma. Juan Pablo II. *

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Es tan agradecido Dios, que un alzar de ojos con acordarnos de El no deja sin premio. Santa Teresa. *

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El alma que venza la potencia del demonio no lo podrá conseguir sin oración ni podrá entender sus engaños sin mortificación y sin humildad. San Juan de la Cruz. *

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Dios nunca manda lo imposible, pero nos ordena hacer lo que podemos, y pedir lo que no está en nuestra mano hacer. San Agustín. *

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La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella. Tertuliano. *

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No estropeemos la flor abriéndola con los dedos. La flor se abrirá y el fruto madurará en la estación y en la hora que sólo Dios sabe. A nosotros nos toca sembrar, regar... y esperar. G. Chevrot. *

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La esperanza cristiana ha de ser activa, evitando la presunción; y debe ser firme e invencible, para rechazar el desaliento. R. Garrigou-Lagrange. * * * No descansaré hasta haber logrado un tierno amor hacia mi dulcísima Madre. San Juan Berchmans. *

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Antes de permitir que hable su lengua, el apóstol debería elevar su alma hasta Dios para verter luego lo que ha bebido y dar aquello de lo que está lleno. San Agustín. * * * Los instrumentos de Dios son siempre los humildes. San Juan Crisóstomo. * * * No convendréis conmigo en que, si no alcanzamos lo que pedimos a Dios, es porque no oramos con fe, con el corazón bastante puro, con la confianza bastante grande, o porque no perseveramos en la oración como debiéramos?. Santo Cura de Ars. * * * Lo cantaré siempre, aunque las rosas tengan que cultivarse en medio de espinas. Cuanto más grandes y punzantes sean las espinas, más dulce ha de ser mi canto. Santa Teresita del Niño Jesús. * * * El amor nos hará apresurar los pasos, y el temor nos hará ir mirando adónde ponemos los pies para no caer. Santa Teresa. *

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*

Lo que Eva perdió por desobediencia, María lo salvó con la obediencia. San Ireneo. *

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*

La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios. San Juan Damasceno. * * * Los que han sido llamados a la acción, se equivocarían si pensasen que están dispensados de la vida contemplativa. Santo Tomás. *

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*

Quien tiene la misión de decir cosas grandes, está obligado igualmente a practicarlas. San Gregorio Magno. *

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El Señor sabe quien soy. Esto me basta. San Juan XXIII. *

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El hombre de ingenio sabe que su gloria es más frágil que un sueño; que el brillo que lo rodea es más vano que los fantasmas de la noche. San Basilio. *

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Hablemos siempre de cualquier persona como si ella estuviera presente Chiara Lubich. *

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El mejor libro de moral es nuestra conciencia. Tenemos que consultarlo muy a menudo. Pascal. * * * Es muy posible que en alguna ocasión, a solas con un crucifijo, se te vengan las lágrimas a los ojos. No te domines... Pero procura que ese llanto acabe en un propósito. San José María Escrivá de Balaguer. * * * Cargar con la cruz es algo grande. Quiere decir afrontar la vida con coraje, sin blanduras ni vilezas; quiere decir transformar en energía moral las dificultades que nunca faltarán; quiere decir comprender el dolor humano, y, por último, saber amar verdaderamente. Pablo VI. *

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*

Sólo desde la fe se comprende qué es lo que de verdad nos jugamos con la justicia o la injusticia de nuestros actos: acoger o rechazar a Jesucristo. P. Rodríguez. *

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Dios se halla allá donde el hombre lo deja entrar. *

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El sufrimiento es una especie de sacramento para quien lo recibe sin odio. *

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La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo *

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¿Qué haremos, preguntáis algunas veces, en la presencia de Jesús Sacramentado? Amarlo, alabarlo, agradecerle y pedirle. ¿Qué hace un sediento en vista de una fuente cristalina?. San Alfonso María de Ligorio. *

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El hombre para elevarse tiene que ponerse de rodillas. *

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Las cosas pequeñas son realmente pequeñas, pero el ser fieles en las cosas pequeñas es cosa grande. San Agustín. *

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El demonio es un gran perro encadenado, que acosa, que mete mucho ruido, pero que solamente muerde a quienes se le acercan demasiado. Santo Cura de Ars. *

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No dejes de usar misericordia para que no seas excluido de perdón cuando lo necesites. San Asterio. * * * La comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada lectura. San Gregorio Magno. *

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¿Conocemos nosotros a nuestros pobres? ¿Conocemos nosotros a los pobres de nuestra casa, de nuestra familia? Quizá su hambre no sea de un trozo de pan. Madre Teresa de Calcuta. *

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Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor. San Juan de la Cruz. *

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Los árboles que crecen en lugares sombreados y libres de vientos, mientras que externamente se desarrollan con aspecto próspero se hacen blandos y fangosos; sin embargo, los árboles que viven en las cumbres, agitados por muchos vientos y constantemente expuestos a la intemperie, golpeados por fortísimas tempestades y cubiertos de frecuentes nieves, se hacen más robustos que el hierro. San Juan Crisóstomo.

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La pobreza no condujo a Lázaro al Cielo, sino la humildad, y las riquezas no impidieron al rico entrar en el gran descanso, sino su egoísmo e infidelidad. San Gregorio Magno. *

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El aspecto más siniestramente típico de la época moderna consiste en la absurda tentación de querer construir un orden temporal sólido y fecundo sin Dios, único fundamento en el que puede sostenerse. San Juan XXIII. *

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Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida. San Basilio. *

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El demonio tratará de seducir y apartar el espíritu humano para que viole los preceptos de Dios, oscureciendo poco a poco el corazón de aquellos que tratan de servirle con el propósito de que olviden al verdadero Dios, sirviéndole a él como si fuera el verdadero Dios. San Ireneo. *

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La sangre de los mártires es semilla de cristianos. Tertuliano. * * * Aprended a llamar blanco a lo blanco y negro a lo negro; mal al mal, y bien al bien. Aprended a llamar pecado al pecado. Juan Pablo II. *

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Cuando alguno se ve particularmente dominado por un defecto, debe armarse sólo contra ese enemigo, y tratar de combatirlo antes que a otros, pues mientras no lo hayamos superado echaremos a perder los frutos de la victoria conseguida sobre los demás. San Juan Clímaco. *

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Amor saca amor Santa Teresa. *

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Donde hay amor a la justicia, donde existe respeto a la dignidad de la persona humana, donde no se busca el propio capricho o la propia utilidad, sino el servicio a Dios y a los hombres, allí se encuentra la paz. A del Portillo. *

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Es necesario sufrir con paciencia no sólo el estar enfermos, sino el estarlo de la enfermedad que Dios quiere, entre las personas que quiere y con las incomodidades que quiere, y lo mismo digo de las demás tribulaciones. San Francisco de Sales. 73

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La Humanidad sigue a Cristo con desesperante parsimonia, porque hay demasiados cristianos que sólo siguen a Jesús de lejos, desde muy lejos. *

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Solamente aquello que tiene por fundamento a Jesucristo puede permanecer. Aquello que tiene otro fundamento no puede durar y ser sólido. *

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Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo. San Jerónimo. *

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Hay que ser misericordiosos para saber dar discretamente un consejo saludable a quienes de él tienen necesidad; un consejo provechoso, que lejos de desalentarlos los anime con fuerza y suavidad al mismo tiempo. * * * Dios no te preguntará cuánto tienes ni cuanto sabes sino cuánto has amado. *

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*

Amar la justicia no es sólo sublevarse ante las injusticias ajenas, amar la justicia es, también, sentir dolor y pesar cuando nosotros somos los injustos. *

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Amar la justicia es respetar los derechos de Dios y la Verdad, y los derechos del hombre, de ese hombre concreto a quien tratamos todos los días. *

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Somos injustos cuando no respetamos el derecho de Dios a ser amado. Cuando no vivimos en el orden de la naturaleza creado por Dios. Cuando no respetamos al hombre por su condición humana sino por intereses mezquinos. Cuando usamos a los hombres para satisfacer nuestras ambiciones de poder, honores, dinero o placer. Cuando nada hacemos para evitar y corregir injusticias. Cuando no pedimos perdón a Dios y a los hombres por las injusticias que cometemos. Cuando sofocamos la voz de la conciencia para no oír sus recriminaciones. Cuando en vez de reconocer nuestras injusticias intentamos justificarlas. Cuando defendemos la justicia con injusticias como la mentira y los desafueros. Cuando disfrazamos nuestros deseos de venganza con la máscara d la justicia. Cuando exigimos, aceptamos o insinuamos sobornos.

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Cuando a las faltas de la ley o "reglas de juego" las llamamos picardías si nos benefician y trampas si nos perjudican. Ciando criticamos a los dirigentes que abusan del poder para enriquecerse y beneficiar a parientes, amigos y compinches, y luego recurrimos a ellos para "acomodarnos". Cuando somos indiferentes o autoritarios con los débiles, y serviles y aduladores con los fuertes. *

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En una injusticia es preferible ser víctima a verdugo. *

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Siembra un pensamiento bueno y cosecharás un buen deseo. Siembra un deseo y recogerás una acción. Siembra una acción, y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y obtendrás un carácter. Siembra un carácter y obtendrás tu propia suerte. *

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*

A la unión divina se llega con mayor rapidez cuanto mayor sea el empuje de las olas de las persecuciones, las enfermedades, contradicciones y adversidades. *

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*

Llegará el día en que las pequeñas olas de las pequeñas contradicciones de ahora se levantarán en gruesas montañas y, lentamente, sin tú pretenderlo, ni siquiera verlo, te irán empujando en fuerte avance hacia Él. Las tentaciones se agolparán, quizás. La lucha del espíritu será tanto más fuerte cuanto más prisa se dé Jesús por acercarse a ti. *

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Nunca te parezca larga la travesía. ¿No ves los ramalazos de gloria que se vislumbran allá por el puerto? * La fidelidad a las mil ocasiones crucifixión del cristiano!

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microscópicas del deber de cada día ¡He aquí la verdadera

* * * No hace falta ir en busca de nuevos modelos de cruces. Basta con que abracemos con verdadero primor el molde de nuestra cruz de cada día. Cruz propia, con un molde especial, hecha por las manos mismas del Padre, sólo para mí. *

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*

En el fondo de muchos reveses palpita silencioso un fondo de resurgimiento espiritual. *

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*

La santidad grande está en cumplir lo pequeño del instante. *

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Sigue paso a paso la vida de Cristo, hasta que en tus pisadas se incruste su huella; en tu rostro, los rasgos de su faz, y tu corazón sea como un patrón en pequeño cortado por el suyo. Hasta que se pueda decir de tí "Este es Jesús". *

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*

Transformarse en Jesús no es precisamente que él tenga que rebajarse hasta nuestro modo de sentir y de proceder. Es más bien que nuestro modo de proceder se eleve y suba hasta la misma vida divina suya. *

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*

El alma más libre es la más sumisa a la voluntad de Dios. *

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*

A los limpios de corazón, más en particular que a nadie, se les promete ver a Dios. Y es que Dios es la suma limpieza y la pureza eterna. Limpieza de corazón, en lenguaje bíblico no es más que sencillez... verdad... *

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*

La nitidez de la azucena seguirá siendo incorrupta, y su aroma continuará siendo suavísimo, aunque se vea rodeada de las más repugnantes y amargas hierbas. *

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*

Un corazón limpio es un imán irresistible para todos. *

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*

Las almas limpias crean a su alrededor un ambiente de simpatía irresistible que subyugan los corazones. *

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*

Hay almas que nunca pueden enmascararse; que sienten un total rechazo a las frases de retintín o de doble sentido, y a todo lo que sea recámara y doblez. Cuando pasa una de ellas por nuestro lado, sin ruido de palabra, sentimos interiormente: ahí va un corazón limpio. Van dejando surcos de aroma; ambiente de lirio. Espuma blanca que no se le puede coger... Almas transparentes que merecieron, para sí solas, nada menos que una bienaventuranza arrancada de los labios de Dios * * * Para que en tus ojos aparezcan las miradas de Cristo y en tus modos el detalle de Cristo, que misericordiosamente has de tratar; qué purisímamente has de mirar; cuán extremadamente has de limar las astillas de tu carácter.

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La amabilidad es la flor de la caridad. De todas la partes de la caridad cristiana, lo más atrayente que ella posee es la amabilidad. *

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Más aún que la limosna material es a veces, la dádiva de una pequeña sonrisa. La afabilidad ocupa un papel importantísimo en la vida espiritual. *

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Una sonrisa es capaz de trastornar mil planes; de echar por tierra mil proyectos; de levantar del abismo un corazón lastimado; de transformar un pedernal en una blanda cera. ¡Qué tendrá ese sencillo gesto, que tanto mando tiene sobre las almas! Es un gesto de luz, de sol... *

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*

Se da el caso de persona muy bellas, pero faltas de amabilidad. Aquel rostro, tan lleno de hermosura natural, pierde todo su encanto; el mejor de todos ellos. "¡No gusta!", se oye repetir furtivamente. Porque el atractivo de la faz no es la belleza, sino ese gesto de ternura y comprensión para con las personas. *

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No pierdas nunca de vista que, por un desequilibrio de amores, está tu alma salvada. Porque si Dios hubiera sometido o medido su Esencia y tu pecado, ¡ya ves lo que hubiera pasado: ¡Mejor no pensarlo! Pasa, pasa por el mundo como una sonrisa de Dios. * * * ¡Cuántos males psíquicos y espirituales se remedian con un buen trato, con un solo alargar la mano con benevolencia y sentido común! *

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Hay que querer lo que Dios quiere como Dios lo quiere y porque Dios lo quiere. *

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A veces me sueño mártir, pero con martirios míos, no con los de Dios. A veces quiero mi cruz, Pero no es su cruz... * * * Una sola Misa glorifica más a Dios que le glorificarán en el Cielo, por toda una eternidad, todos los ángeles y santos juntos. El sacrificio de la Misa rinde a Dios una adoración totalmente digna de Él y rigurosamente infinita. El sacrificio de Dios es el centro sobre el cual se mueve toda la vida cristiana. Nada se puede encontrar dentro de la Religión que se aproxime siquiera y mucho menos que le supla. Nunca nos podremos hacer una idea de lo que "ir a Misa" y "venir de Misa" supone. *

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*

El fundamento, la base, la espina dorsal de la Iglesia es la oración. *

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Los grandes apóstoles han sido los que más tiempo han permanecido con sus rodillas dobladas ante un Sagrario. *

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Un apóstol sin oración es una máquina sin motor; un cuerpo sin vida. * * * Apóstol es equivalente a "dador de Cristo" y nadie puede dar a Cristo sin estar primero lleno de Él. ¡Es un absurdo completamente! *

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La mayoría de los fracasos de muchas obras apostólicas se deben a ese raro fenómeno: quiere dar a Dios y están vacíos de Dios. *

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*

Todos los santos, sin excepción, han sido almas de muchísima oración, de intensísima oración, y parte de ellos de limitada acción. Pero no se registra haya habido uno sólo de intensísima acción y limitada oración Los santos todos han orado mucho y bien...El mismo Verbo de Dios, de los treinta y tres años que vivió sobre la tierra, sólo tres dedicó a la acción. ¡La undécima parte de su vida! En cambio le pareció imprescindible dedicar treinta años a la vida oculta. Diez partes a la oración y una a la acción. Y de esa una, aún nos dice el Evangelio que "pasaba las noches en oración". *

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*

La medida de tu adelantamiento espiritual será siempre la medida de tu oración. Nunca lo dudes. Ten mucho cuidado con no alterar el orden de valores. *

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*

Tu acción tiene que ser siempre la exuberancia de tu oración, pero jamás te lances a la acción con afán y preocupación loca, dejando la oración para un rato que buenamente puedas. ¿No ves que así estás punzando, hasta darle muerte, el corazón de tu vida espiritual? *

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*

Hay que decir al mundo, con nuestras obras, que si, que existe Dios... Hay que hacer vivo a Dios... Hay que poner en todo lo que tocamos marcas de Dios... sonidos de Dios... Y hacer del alma un canto de gloria a Dios constante, sin que las contrariedades le hagan jamás enronquecer. *

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*

La tierra está hambrienta de almas divinizadas, que le den a ella el contacto con la Divinidad. *

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*

¡El mundo pide ahora testimonios que lo arrastren a Dios! *

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Para Dios no hay ni existen razones humanas, y ante la voz divina que indica un sendero, el titubeo y la vacilación no están admitidos. *

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*

Si no rompes esa rémora que te impide el ágil surcar de tu barquilla por las azules aguas del llamamiento del Señor, verás con pena, en el crepúsculo de tu vida, las consecuencias que te han traído ese haber dicho que no al Señor. *

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*

Un trabajo cualquiera puede ser tu cátedra de enseñanza para muchos apartado de Dios. * * * No está la santidad en la ejecución de nuestra voluntad, sino en la entrega fidelísima de nuestra voluntad a la voluntad del Señor. *

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*

Las más hermosas flores son las que enraízan más profundamente debajo de la tierra. ¡Mientras más se hunde y se aniquila la raíz, más bella será la floración Servir de sal es deshacerse. Disolverse para dar buen sabor de Cristo... Sal que sazona, pero que se aniquila a la vez... Sal cuyo programa es desmenuzarse para hacerse del gusto de Dios... * * * No es necesario para orar extraer bellos discursos. La oración es "tratar de amistad a solas con Aquél que sabemos nos ama mucho". Esto es mucho más sencillo que todas esas fórmulas y complicados métodos que circulan por el mundo espiritual. ¡Pero si orar es tratar sencillamente con Dios, y mientras más sublime es la oración, más simplificada va quedando ésta! *

*

*

En el camino espiritual no mires hacia atrás sino adelante, no lo que llevas recorrido, sino lo que te queda por recorrer. *

*

*

Se detienen en el camino espiritual aquéllos que con futuras dificultades, que quizás nunca sobrevengan, excitan la imaginación y apocan el espíritu de tal manera que de puro temor y pusilanimidad apenas se atreven a dar un paso. A cada día le basta su trabajo, apresúrate, pues, por el hoy con alegría, que el mañana está todavía por venir y Dios te proveerá de todo para la misión que te ha encomendado: tu salvación y la salvación de los demás, tu santificación y la santificación de los demás. *

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Si abandonas la voluntad decidida de perfeccionarte, nada obrarás en adelante digno de un cristiano que lucha por el reino de Dios, comenzarás a entorpecer, a faltar, a llenarte de miserias y a sentir infelicidad. El grado de virtud que un alma perezosa no puede obtener en muchos años con trabajos, lo alcanza un alma de voluntad generosa con fervor y tesón en pocos mesas. *

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*

Si continuamente llevas decidido empeño de adelantar, tienes motivo para alegrarte, porque esa buena voluntad es indicio manifiesto de amistad de Dios.

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Puedes estar persuadido que en cualquier condición de vida en que te encontrares puedes salir verdaderamente santo con sólo cumplir debidamente lo que el Señor te fuere ofreciendo. Porque si mereces y aprovechas por cada acto de virtud común y ordinario, cuánto mayor será tu ganancia y adelanto con aquellos actos de virtud heroica que de ordinario se ejercitan en las adversidades. *

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Para discernir espíritus, nos señalan los Santos las siguientes reglas: Primera. - Se dice propiamente que uno tiene consolación espiritual cuando el hombre es excitado interiormente por alguna moción que enciende el alma en amor divino, ya directamente, como cuando se inflama en amor por simple merced de la bondad divina, ya indirectamente, como cuando se siente movido a amar a Dios por la consideración de la Pasión de Jesucristo. También existe consolación espiritual en cualquier aumento de fe, esperanza y caridad, en toda alegría interna que levante el alma a cosas sobrenaturales o a procurar su salvación y perfección, con tal que le traiga paz en el Señor. Segunda — Se llama desolación espiritual todo lo contrario de lo anteriormente expuesto, como entorpecimiento, conturbación y tinieblas en el alma, una agitación que mueve a desconfianza y es contraria a la esperanza y caridad, y, por último, cierta propensión a cosas bajas e interior tristeza que inquieta y abate el ánimo. Tercera - Sólo es de Dios dar consolación al alma sin causa precedente. Se entiende "sin causa precedente" cuando se da el consuelo sin previa sensación ni pensamiento sobre objeto alguno que pueda atraer al alma al consuelo por sus propios actos de entendimiento y voluntad. Cuarta.- Cuando precede motivo de consolación pueden consolar al alma tanto eI buen espíritu como el malo, pero con fines contrarios el bueno, para aprovecharla e inclinarla de bien en mejor; el malo, para dar al traste con su virtud y perderla. Quinta — En tiempo de desolación no se ha de obrar ninguna mudanza, sino que se ha de mantener con fortaleza cuanto se propuso en la pasada consolación. Porque así como en la consolación nos mueve más de ordinario el espíritu bueno que el malo, y hasta las facultades naturales se hallan más expeditas, así por el contrario, en la desolación nos incita más comúnmente el malo que el bueno, y entenebrecidas más o menos nuestras facultades, quedamos casi inhábiles para aconsejarnos. Sexta.- Aunque en la desolación no se debe mudar el propósito precedente, conviene cambiar, sin embargo, nuestra manera de obrar, de modo que pugnemos contra la misma desolación insistiendo más en el orar, examinándonos con más cuidado par humillarnos y confiar en la misericordia divina, ejercitándonos discretamente en mayores actos de caridad y penitencia. Séptima. - Quien anduviere en desolación, tenga presente que, a fin de probarlo, el Señor lo deja sólo con sus potestades naturales y la gracia ordinaria (y aún a veces especial, aunque no sensible) para que, resistiendo a las varias instigaciones del enemigo, muestre su fidelidad y amor; porque con la sola gracia ordinaria, que sin sentirla permanece en él, puede resistir enteramente.

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Mas aquél que anduviere en consolación, considere como se portará en la desolación venidera, cobre nuevas fuerzas para soportarla y esfuércese en comprender para qué poco vale cuando el Señor levanta la mano y sensiblemente no le ayuda. Finalmente, tanto uno como otro procuren adquirir virtudes sólidas o afianzar las adquiridas para quedar así santificados. *

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Aún los mayores santos no se vieron del todo libres de miserias; mientras vivieron en la tierra experimentaron la fragilidad de la condición humana. No te turbes, pues, ni acongojes por aquellas faltas en que conocieres no haber la voluntad tenido parte; puede el hombre ser muy perfecto y caer frecuentemente en faltas involuntarias. *

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No hagas caso de tu propensión, ni de los consejos de los hombres, ni de la sugestión del diablo, cuando bajo cualquier pretexto te quieran apartar del camino de la perfección; antes al contrario, con espíritu generoso, sin desesperar nunca, redobla los esfuerzos por alcanzarla.

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Un alma que busca la perfección agrada más a Dios que otras mil, que, aunque buenas, se contentan coa una virtud vulgar, sin ánimo de avanzar en la santidad. *

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Lo que tú eres fueron los santos, lo que ellos fueron puedes ser tu, solo consiste en querer: querer es poder. *

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Mientras vivieres en la tierra no puedes estar libre de tribulaciones y tentaciones. *

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¿Qué es sino aflicción esta vida mortal, donde el hombre entra llorando, donde vive padeciendo y de donde sale gimiendo? *

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Imposible que el hombre que nació sujeto a la muerte lleve la vida sin dolor, pues guarda dentro de sí mismo la fuente de sus dolores. Tu misma condición mortal engendra naturalmente muchas miserias, enfermedades y dolores, que no pueden cesar mientras exista manantial tan abundante. Pero todo eso, a pesar de sus numerosas molestias, parece poco pues del sismo fondo de la corrompida naturaleza se levantan otros males peores, como son las desordenadas y perversas pasiones, que fuerzan al hombre a sentir muy a su pesar lo que no quisiera. Estas son las pasiones engendradoras de tantas pesadumbres, que, adhiriéndose al mismo corazón, perturban la paz de tantas almas, y promueven horrible guerra, y exponen al hombre con sus luchas encontradas a innumerables peligros y amarguras. 81

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Los metales se prueban en el crisol; el fuego endurece el barro y ablanda la cera; el viento postra al arbusto y afianza al árbol arraigado. Así la tribulación prueba al hombre, una misma aflicción endurece a unos y ablanda a otro; una misma persecución a unos abate, a otros vigoriza. A todos conduciría a la bienaventuranza, si todos la recibiesen como es debido. Si alguno caminare por ella a la ruina, de éI es la culpa, pues bien sufrida le abrirla paso para la santidad, y al final, a la felicidad verdadera. Padecer es necesario, no hay remedio, Pero el padecer necia o provechosamente a la manera de los escogidos o de los condenados, para santificación o reprobación tuya, eso depende de tu elección: puedes optar por lo que te pareciere. *

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Vive siempre preparado a sufrir molestia y adversidades que ni cesan ni cesarán nunca de sobrevenir. No te forjes la ilusión de que con tus esfuerzos evitarás toda molestia. Aunque huyeras en soledad al desierto, aunque te retiraras al mar o te escondieras en el último rincón de la tierra, allí te acompañaría la desgracia, y te seguiría como la sombra al cuerpo, pues llevas dentro de tí la causa de los padecimientos. *

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No siempre tienes ante los ojos ni sabes lo que en adelante has de padecer. Obra de Dios es el no dejarte ver las tribulaciones sino cuando ya están encima, para que así, una por una, las soportes más fácilmente. *

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Cuando todo marcha conforme a la inclinación de la naturaleza, y ninguna tribulación acongoja al espíritu, suele el hombre apegarse a las criaturas, y no se cuida de atender a Dios corno es debido, y a duras penas se ocupa de los negocios eternos. Mas cuando el trabajo lo persigue o sobrecoge la aflicción, entonces se recoge a lo interior; considera qué vanas y caducas son las cosas de este mundo, y acude a pedir auxilio a Dios, pues experimenta entonces cómo el Padre es absolutamente necesario. Si se poseyera sosegada e imperturbable felicidad en la tierra, quizás ni se pensaría en ganar merecimientos eternales. *

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Como el fuego consuele el orín, pero purifica el oro, así los dolores mortifican y debilitan las pasiones, pero vuelven más puras y valiosas las virtudes. *

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Por la tribulación bien sufrida redimes los pecados y satisfaces a la Divina Justicia de las penas que le debes; tanto es así que aquí. en la tierra, puedes pasar un leve y consolador Purgatorio, desde el cual en el momento de morir merezcas subir puro a los eternos deleites. *

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En la adversidad corrige el hombre muchos errores y prejuicios y sale enseñado en muchas materias ¡Bienaventurado aquél que en la cátedra de la tribulación probó y aprendió de todo!

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¿Qué sabe quién no padeció ninguna contrariedad ni por fuera ni por dentro? ¿Qué dirección ni consejo podrá darse ni dar al prójimo? Bienaventurado quien en tales sucesos se resigna en la divina voluntad y se esfuerza por conformarse y unirse a ella. Con esta voluntaria resignación no sólo se acrecientan los florecimientos, sino que la tribulación se aligera. *

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Hay algunos que siempre andan en lo pasado o en lo venidero, y nunca atienden a lo presente; se enfrascan en recordar con toda minuciosidad las causas y circunstancias de dolores que ya pasaron, o saludan ya las adversidades que ven a lo lejos en lo porvenir, pero entre tanto declinan las actuales. Fíjate en lo presente, aprovecha toda ocasión, aún insignificante, de virtud, porque lo grande ocurre pocas veces y lo pequeño a menudo, y del mucho tolerar dolores leves se dispone el corazón para las graves aflicciones. *

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Por muy crecida lucha que haya de reñir tu alma, sigue siempre el ejemplo de Cristo: no cedas nunca a la naturaleza recalcitrante, antes contraríala en todo y lo conseguirás si en toda dificultad y angustia recurres sin tardanza a la oración. Por muy cuesta arriba que se te hiciere, esfuérzate, lucha, batalla contigo mismo hasta superar a la naturaleza. *

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No atiendas al diablo ni a sugestión alguna de las pasiones, porque lo que buscan es engañarte y perderte con razones aparentes. *

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No tengas por oración más provechosa aquélla en que sintieres mayor consuelo, porque no siempre lo agradable es útil, ni siempre nocivo lo amargo. *

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No te engrías con los favores ni te abatas con las persecuciones. *

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Vete a habitar a cualquier parte del mundo entre hombres, y allí encontrarás motivo para ejercitar la paciencia. Y aunque sólo moraras entre varones piadosos, aunque vivieras con personas enteramente apartadas del mundo y entregadas en cuerpo y alma al servicio de Dios, ni entre ellas siquiera encontrarías seguridad ni dejarías de sentir contrariedades. *

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Cuantos quieran vivir devotamente padecerán persecución: nunca faltará la lucha al hombre interior que vive del espíritu.

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Ningún mártir eligió su martirio, sino que Dios se lo iba presentando por medio de las circunstancias. *

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Si la enfermedad te atormenta, si los dolores te angustian en el cuerpo, si te agobia algún padecimiento: mártir eres del cuerpo. Si padeces dolores interiores, si las tentaciones te atormentan, si aquellas tribulaciones permitidas por Dios, para purificarte, te desgarran: mártir eres del corazón. Estos martirios de nada te valdrán si no los llevas con resignación, con obediencia a la voluntad de Dios. *

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*

Sucede con frecuencia que quede abandonado el hombre en medio de las tribulaciones, aún de aquellas personas que más falta le hacían y más ligadas les estaban, a fin de que más a Dios se asemejen y crezcan en santidad y muestre la Divinidad su amor, con el cual el hombre débil se fortifica de tal suerte que, sólo entre los furiosos vientos y tempestades que le combaten, se mantenga en pie sin ser derribado. Obra provechosa es este abandono para que el hombre se deshaga por completo de las criaturas y aún a sí mismo, porque cuando, por una parte se ve abandonado de los mortales, con facilidad desprende de ellos su corazón para entregarlo a Dios que no abandona nunca a nadie; y cuando, por otras, se considere sin fuerzas para las dificultades que le amenazan, acude a Dios espontáneamente y se arroja con todo lo suyo en su seno paternal. *

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Manténte siempre en la buena voluntad de hacer lo que pudieres, y sufre con paciencia lo que te pasare. *

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Por mucha congoja interior que sintieres, nunca te perturbes; teniendo por cierto que las turbaciones que acosan al hombre de buena voluntad, exacto cumplidor de la ley, sólo provienen del enemigo de la humana salvación, quien, como no puede traer directamente al varón justo a la ruina del pecado, intenta con turbaciones, congojas y sutilezas y con pretexto de mayor seguridad, llevarlo a donde con tentaciones manifiestas no podría. Rehuye tales lazos y nadie te saque de tu posesión de paz. *

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*

Empléate en la obra de tu salvación con tales fuerzas como si el éxito dependiera de tu trabajo, y recurre a Dios por la oración con tal ahínco como si El sólo pudiera proporcionar el próspero suceso y aun poner en ejecución las mismas obras y, finalmente, fíate de la bondad de Dios en tan alto grado, que creas será escuchada tu oración y coronada con feliz éxito tu obra: así será como consecuencia de tu fe y confianza en Dios. *

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La vida no es tan breve que no quede tiempo siempre para la cortesía. *

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El "yo quisiera" no conduce a nada; el "yo quiero" es lo único eficaz.

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Entre los hombres es un gran defecto querer arreglarlo todo sin arreglarse a sí mismos. *

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Ciertamente en balde se acongoja todo honbre,.porqae Dios no quiere que perezca nadie. ¿Cuál es la única causa de perdición sino el pecado? Guárdate, pues, limpio de culpa y no perecerás jamás. *

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Dios ve tus frecuentes y pesarosos esfuerzos, cuando, deseando servir a Dios sientes en tu derredor furibundos enemigos. Considera como Jesús, quedó, siendo Dios, expuesto a la rabia de los adversarios y abandonado a su angustia, y no te maravillarás ni indignarás cuanto tú, pecador, y muy pecador, quedares expuesto, aún viviendo al servicio de Dios, a las acometidas del tentador y privado de toda consolación sensible. Cabalmente en ese estado se manifiesta para contigo la benignidad de Dios, pues no te quita la guerra, porque sin vencer al enemigo no se afianza la paz; ni aparta las ocasiones de pelear, porque sin pelea no se obtiene el triunfo ni la corona de gloria. Dios te abandona a tu propia fragilidad para que adquieras conciencia de ella y te conserves en humildad, e, impulsado de tu indigencia acudas frecuentemente a El y suspires por su gracia, ¡Para cuántos la causa de su perseverancia y salvación estribó en las tentaciones, pues sin ellas, entibiados y ensoberbecidos poco a poco hubieran concluido por ser réprobos! ¿Por ventura conoces alguno, entre, cuantos se hayan santificado, que vivieran exentos de tentación? Los mayores santos fueron los más acometidos por mayores tentaciones Este es el camino para obtener una pureza de corazón más que ordinaria, para adquirir más subida virtud, para disponer más convenientemente el alma a la unión divina, Error muy frecuente es y peligrosísimo creer que las tentaciones constituyen pecado. De aquí nace la conciencia errónea, las perturbaciones y la pusilanimidad. la dejadez, y falta de fuerzas para resistir generosamente y triunfar. Aunque una determinada tentación durase por toda la vida, no te podría hacer reo de pecado mientras te fuera desagradable y penosa y no consientas en ella. *

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*

No te maravilles si te tienta Satanás, porque no tiene otra ocupación que andar en tu derredor para tentarte y en su atrevimiento acomete a todos y los tantea de mil maneras, y, rechazado, no se avergüenza de reembestir, y aún vencido, no desiste de nueva agresión. No te dejes, pues, perturbar, cuando sintieres tentaciones, porque nacen de la malicia del diablo muchas veces, no sólo de tu propia naturaleza caída por el pecado de nuestros primeros padres. Necio en verdad y sin fundamento sería tu proceder si por una tentación del diablo perdieras la paz del espíritu, eso sería colocar tu sosiego a disposición del enemigo que a buen seguro nunca te permitiría disfrutar de él. Dios conoce tu flaqueza y la malicia del diablo, pero también conoce el poder de la gracia y cuánto puedes pon la cooperación de su auxilio, pues Él, que domina a Satanás hasta el punto de no atreverse a acometer sin su consentimiento a unos inmundos animales, Él, que en tanto aprecia tu salvación, no permitirá que te tiente sobre tus fuerzas; antes cuando la tentación arreciare, Él te aumentará la gracia. *

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Sábete que por tres caminos puede llegar el diablo a tu corazón para tentarte; uno exterior, el de los sentidos; otro interior, el del entendimiento, y otro que participa en cierta manera de ambos, el de la imaginación. En cuanto percibieres por cualquiera de estos tres caminos la tentación, tu primer cuidado sea no inquietarte ni turbarte, sino conservar el sosiego del espíritu poniendo la mira en el Señor.

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No omitas lo que hayas determinado no omitir por desolación espiritual alguna que sintieres; no dejes ninguna de las buenas obras acostumbradas Mientras la desolación espiritual, la sequedad del espíritu, te cubre, bajo ningún pretexto te preocupes de ella con molestas reflexiones, Permanece sosegado y ora. Tu primer cuidado, pues, sea no inquietarte nunca por mucho que arreciare la desolación. Lo que tú padeces lo padecieron aquellos mismos santos que más perfectamente se asemejaron a Jesús; por esos caminos murieron enteramente a sí mismos y únicamente vivieron para Dios con renovación de vida. En esos momentos puedes ejercitar con pureza esas virtudes y de practicar actos heroicos. No te abatas; lo que parece muerte es vida, pero oculta lo que parece perdición resultará luego la renovación de tu espíritu. Pero advierte, como es el diablo Quien te sugiere la duda sobre tu salvación, pues Dios bien claramente dijo que quería la salud de todos los pecadores; como es el diablo quien te instiga a desconfiar de su misericordia, en la cual, los que esperan no son confundidos, y por la cual, cuantos pidan recibirán lo que pidieron; como, finalmente, es el diablo quien te mueve a no sentir bien de la Bondad divina, cuando con amor infinito lo ordenó todo para tu eterna bienaventuranza. Del espíritu diabólico procede todo lo que es de suyo malo, pues con semejantes engaños jamás tienta Dios a nadie. Cuanto el diablo te sugiriere, devuélvese sin disputar ni trabar con él conversación alguna. Resígnate a la voluntad de Dios, y aunque por la magnitud de la desolación interior te parezca no conformarte con el diivino beneplácito, no te turbe ni te inquietes, antes, confía en Él. *

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¡Si advirtieses cuántos bienes puedes adquirir para la presente vida y la venidera con perseverar en la cruz! Mucho más seguro por todos los conceptos es permanecer por amor de Dios en la cruz, que librarte de ella por tu propio deseo. Si conocieras el valor y premio de la tribulación, breve te parecería la presente vida para padecer, y demasiada larga la eternidad para gozar del premio. *

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Si quienes con facilidad perseverar en las aflicciones no pienses en los años, meses o semanas que podrán durar; atiende sólo al día presente, como si fuera el último y como si no te concedieran más tiempo para sufrir y merecer. ¡Bienaventurados cuántos en la tribulación más se cuidan de asemejarse a Jesús en la cruz que de escurrir la carga! Estos son los que junto con el Señor consuman la victoria. *

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Después de mucho ponderar y experimentarlo todo, vendrás a parar a asta conclusión: la vida espiritual e interior se reduce sacrificar constantemente, por amor de Dios, la propensión o aversión natural y a vivir de su espíritu. Esta será tu continua ocupación, mientras te durare la vida; porque como mientras vivieres serás hombre propenso al mal y quebradizo, no podrás sino a fuerza de resistir con ayuda de la gracia desviarte de lo malo e imperfecto para abrazar lo bueno y perfecto. El contrariar a la naturaleza unas voces, y seguir otras la dirección de la gracia de Dios, ése fue siempre el espíritu de los santos. Nunca tus aflicciones igualarán a las de Jesús en su Pasión; si, pues, El perseveró en ellas hasta entregar su vida por ti, fue para que aprendieses a permanecer en las tuyas hasta que el divino beneplácito lo ordenase. *

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Avergüénzate de encontrarte a veces tan insensato que te atreves a pensar en abandonar a Dios sólo en la Cruz. *

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Si amas a Dios, en ningún caso te apartarás de su compañía; mas si lo amas por tu provecho, no es raro que al arreciar la tribulación optes por abandonarlo todo y seguir el camino cómodo del abandono, de la traición, del beso a lo Judas. *

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Cuando la tentación viniere por los sentidos, no les permitas sin suficientes motivos exponerse al peligroso objeto de la tentación, sino que con quietud y firmeza procura abstraerte para que en lo posible ni siquiera percibas los sentidos el mal que se les propone. Cuando te cercare la tentación por el entendimiento, no permitas que el enemigo trabe con él ni un solo razonamiento; por muy razonadas y evidentes que parezcan los argumentos del diablo, en cuanto notares que contrarían a alguna virtud, sin más raciocinio deséchalos y saldrás vencedor. Cuando se abriere camino por la imaginación con ayuda de sensaciones, pasadas o nuevamente compuestas allí por el diablo, no consientas que la imaginación se extasíe en tales fantasmas; apártala al punto con resolución y represéntale en su lugar algunos misterios de la fe, como la muerte o el juicio, el Infierno o la Gloria, y mejor todavia, al Hijo de Dios pendiente de la Cruz mirándote y ofreciéndote su Corazón por asilo. Ten muy por cierto, que basta en cualquier tentación apartar simplemente la atención de su objeto, pues, con frecuencia, es tu deber, tanto en tiempo de paz como de guerra, para que la gracia te sostenga en el combate, te anime y te conduzca a la victoria. Si atribuyes la gloria del vencedor a Jesús que fue el primer vencedor y que a nadie cedió su gloria, entonces te protegerá con su escudo, y él mismo peleará tus batallas como guerrero esforzado e invencible; millares de enemigos caerán a tu lado, y más millares de enemigos todavía delante de tu rostro. Enemigo ninguno prevalecerá contra ti. *

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Si mientras duraba la tentación la sentías con desagrado, tienes en ello una señal segura de no haber consentido. Mas para mayor aclaración debes distinguir en el alma la parte inferior de la superior, a la cual corresponde el pecar o no pecar. La parte inferior no siempre concuerda con la superior, antes, con frecuencia a despecho de la otra, se deleita con la tentación, y aún logra que la superior, muy a su pesar, sienta la delectación. Pero está claro que no es el sentir, sino el consentir lo que implica el pecado. Y si dudares, si te contuviste en el sentir o llegaste al consentimiento, atiende qué diferencia media entre lo uno y lo otro. Sientes la tentación cuando, advertida, no te conformas en tu libre voluntad con ella; consientes cuando, advirtiendo que el objeto de la tentación implica pecado, la aceptas libremente. *

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Permite Dios las sequedades y desolaciones para que íntimamente te convenzas que el adquirir o retener el consuelo es don exclusivo de su mano. Reconoce pues tu incapacidad para procurar la verdadera consolación. De esta consolación, que no acarrea ningún merecimiento suele Dios privar de vez en vez a las almas para que se ejerciten más reciamente en la santidad y se perfeccionen más. Aquí está el mérito, seguir adelante aunque no sientas nada. Dios quiere mejor tu verdadero bien que tu sensible deleite; y es provechosa esa privación, para que al no encontrar apoyo ninguno en las cosas sensibles donde arrimarte y descansar, reposes únicamente Dios, que es el Bien inmutable. *

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No recibistes espíritu servil de mercenario, sino el nobilísimo espíritu filial, para que donde Dios more, allí mores tú. *

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¿De qué te aprovecharía haber sufrido por Dios grandes padecimientos si al final no perseveras? Si hasta la hora presente has seguido a Dios en las tribulaciones, gózate, pero no olvides que la salvación no es para quien comienza, sino para quien persevera. A los principiantes se les promete el premio; a los que perseveran se les entrega. *

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Para estimularte a la perseverancia ten con frecuencia en la memoria aquella remuneración eterna que te aguarda ente los santos, y que supera el exceso que toda tribulación presenta. * * * Ruega con instancia a fin de no dejar el combate ni perder la corona que Dios te tiene preparada. Mientras debidamente orares, aseguras tu perseverancia. *

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Mientras vivieres, en cualquier grado de unión divina que alcances, siempre tendrás que trabajar algo, o para purificar más el corazón o para conservarlo puro; siempre se te ofrecerá alguna virtud que ejercitar, ya en obrar, ya en padecimientos. Nadie se crea que ya para él se acabó el trabajar y el obrar. Y, sobre todo, nadie crea nunca en esta vida que ya no tiene nada que temer y que se puede poner a su arbitrio en cualquier peligro. Por semejante ilusión, aquellos mismos que, esclarecidos con el nombre de la virtud y aún de la gloria del martirio, resplandecían como estrellas en el firmamento, cayeron miserablemente en el abismo. *

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La fortuna se enamora del trabajo, casi siempre se casa con él. *

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No ser útil a nadie equivale a no valer nada. *

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No desprecies al que padece hambre; ni exasperes al hombre angustiado. *

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El bien, él mismo se alaba. Las acciones humanas, cuando son rectas y ajustadas a la ley de Dios, no necesitan elogio; cuando no lo son, sería temerario e inmoral el defenderlas. *

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El trabajo ofrecido a Dios es la mejor oración. *

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Hay una oración tan bella y tan hermosa que cuando Jesús la oyó por primera vez, quedó maravillado. Esta oración no fue inventada por un ángel, ni siquiera por un sacerdote o un doctor. Fue compuesta por un centurión del ejército romano, por un hombre de armas, enérgico y duro. Pero la compuso con el corazón. Y le salió una oración perfecta, conmovedora y breve. Una plegaria tan devota, tan sentida, tan profundamente cristiana, que la Iglesia la ha adoptado para el momento cumbre de la liturgia. Un segundo antes de entregar 88

al cristiano el formidable misterio del Cuerpo y la Sangre del Señor, el sacerdote toma en sus manos la forma y ofreciéndola a las miradas de los fieles, repite aquella plegaria tan hermosa, aquella plegaria que conmovió a Jesús: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi alma quedará sana". *

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Sólo los que se llevaron amargas desilusiones son capaces de abnegación. *

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Parea que un hombre trabaje contento es preciso que crea que lo que hace es útil e importante. *

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Tener miedo es una cosa, la cobardía es otra. Cobarde es el que no es capaz de dominar su miedo, e imponerse a él. *

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Todo en la vida, te ha de parecer escoria, si meditas cada día: ¡Muerte, Juicio, Infierno, Gloria!... *

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La caridad empieza por los que tiene uno a su alrededor. *

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Nada es más útil para nosotros, para vivir en paz, que hablar poco con los demás, y mucho con nosotros mismos. *

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Cuando oramos, hablamos con Dios, mas cuando leemos es Dios Quien habla con nosotros (San Agustín). *

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La gracia de Dios va interviniendo dentro de nosotros mismos por si sola, aún cuando nosotros no nos demos cuenta de ello, y va creciendo, con las buenas obras y los sacramentos. *

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En la paz y no en la guerra es donde se prueban los verdaderos valores. ¡Cuántas veces la guerra es la más loca de todas las concupiscencias, el crimen colectivo menos excusable! *

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Amigos son los que en las prosperidades acuden al ser llamados y en las adversidades sin serlo. 89

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Por la inteligencia rara vez nos ponemos de acuerdo; por el corazón nos entendemos siempre. *

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Sin la piedad, la justicia degenera en crueldad; la piedad sin justicia es debilidad. *

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Sólo aquellos que nada esperan del azar son dueños del destino. *

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Es más fácil resistir el fracaso que el éxito por la experiencia que se adquiere. Ese es el elemento importante que hace que mucha gente se acomode al fracaso con mayor facilidad que al éxito. Cuando una persona sufre un fracaso, la esperanza, el orgullo, y, sobre todo, una actitud fatalista, le ayudan a soportarlo. El éxito, en cambio, la encuentra emocionalmente impreparada para recibirlo y para convivir con su buena fortuna, por muy grata que sea la sorpresa cuando la recibe. *

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Una persona ociosa tienta al diablo para que lo tiente. *

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El arte de conducirse bien en la vida no es ni más ni menos que poner el Evangelio en práctica. *

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Cuando los fundamentos son inseguros, las convicciones, y con ellas la conducta, se tambalean. El remedio no es la huida, sino el esfuerzo por conservar la integridad de los principios de justicia, de caridad, de cooperación al bien común, de entrega al servicio de los hermanos, de la Ley de Dios. *

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El conocimiento es bueno, la presunción del saber es mala. * * * Trata de ser como te pintan los aduladores. *

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Ten cuenta del tiempo y huye del mal. *

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Es amigo mío aquél que me socorre, no el que me compadece. *

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El talento se forma en la quietud, el carácter en el torrente del mundo. *

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Hay un medio fácil de reconocer los genios: todos los idiotas le cierran el camino (Jonathan Swift) * * * En el camino hacia Dios el secreto del triunfo no está en no caer sino en no acobardarse. *

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Los hombres realmente grandes son siempre sencillos y buenos (Madame Curie). *

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Al amor insondable y maravilloso que ¡Dios te tiene no sólo debes corresponder amándolo; si tienes fe en Él debes tener también una confianza sin límites en el Padre infinitamente bueno. Aunque hubieses derrochado tu hacienda y tu vida, y fueses un criminal condenado a muerte, Cristo es el Padre que no aparta su vista del camino, esperando siempre la vuelta del hijo pródigo, dispuesto a echarle inmediatamente los brazos al cuello. Y tú le tienes miedo, y dudas todavia si te perdona, y te parece que ya la santidad no es para ti. ¿Por qué no aprendes la lección del Buen Ladrón? Ya para morir, con toda una vida de malhechor por detrás y sin un día más por delante para hacer penitencia, pero con una confianza tal, que le bastaron unos momentos para su canonización, es de fe, por Cristo mismo, el único que canonizó: "Hoy", no mañana, "Hoy, estarás conmigo en el Paraíso"... ¿Cuándo vas a aprender, hombre de poca fe? Tienes miedo a la santidad, hasta de pedírsela a Dios, te parece que si Dios te hace caso tu vida va a ser insoportable. Y Cristo con acento triste te reprocha: Si un hijo tuyo te pide de comer, no le das una piedra o un escorpión, y eso que vosotros sois malos, pues Dios, que es bueno, ¿qué crees que hará? Dios quiere tu santidad más que tú mismo. A veces te entra el deseo de ser mejor y entonces existe el peligro de creer que tú sólo te puedes hacer santo a ti mismo. Por eso San Pablo decía: "No yo, sino la gracia de Dios conmigo". Es únicamente Dios Quien te puede santificar, tú basta que no pongas obstáculos a su gracia. Para lograr su intento no va a faltarle medios a Dios. Pero Dios respeta tu libertad, sólo te santificará si tú quieres. *

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El problema en la santidad no es sufrir más, el problema está en aceptar el sufrimiento convenido de Dios para tu santificación. Tienes que ejercer tu fe viendo en todo los sufrimientos la voluntad de Dios que lo ordena para tu santificación, como una madre prepara la medicina para su hijo enfermo. Sufrimiento no buscado, por supuesto, y que nosotros no podamos remediar. Tienes también que ejercer tu confianza en Dios en el momento difícil, creyendo que eso tan costoso es una prueba de lo que Dios te quiere. La confianza hasta el dolor es heroica. Estamos tocando lo más alto de la santidad. Hay que entrenarse en descubrir ese valor santificador en todo sufrimiento. Todo sufrimiento es permitido por Dios para ti, para tu santificación. Es sufrimiento querido por Dios: el dolor físico, la enfermedad, los defectos corporales, lo reconocemos fácilmente. También es querido por Dios lo costoso de sus Mandamientos, de vencer la tentación, el cumplir con el deber, el esfuerzo del trabajo cotidiano. Por fin, Dios quiere también, y es lo más difícil de ver, el sufrimiento, las molestias, la irritación que te causan otras personas por su culpa, porque les falta caridad o les sobra egoísmo, porque te envidian, te aborrecen, porque con mala intención o por inconsciencia te hieren, te ponen zancadillas, en cosas grandes o en la cinta sin fin de la vida ordinaria. Todo eso son cabos que Dios te echa para que subas la escala de la perfección cristiana. Si los rechazas sufres en vano, y sufres más, porque lo haces sin la satisfacción de aprovecharlo, sin el ideal de conseguir gracias de Dios o por ese magnífico medio para ti o para otros, sin la intimidad con Dios que te inundaría de la consolación espiritual 91

de que hablan los santos (hombres y mujeres de carne y hueso como tú). Consolación que les convertía en los seres más felices de la tierra en sus mismos sufrimientos. * * * La Redención se hace por el sufrimiento. Primordialmente por el sufrimiento de Cristo, y secundariamente por el nuestro asociado al suyo. Pero este sufrimiento que es redención, que es el que más vale, no son precisamente las penitencias voluntarias que nosotros nos procuramos, sino la cruz que Dios nos envía. No el sufrimiento buscado, sino el aceptado. La prueba no tiene vuelta de hojas: el sufrimiento que más ha valido es la Pasión de Cristo, y no fue un sufrimiento buscado por Él: "Padre, aparta de mí este cáliz", sino aceptado: "Pero no se haga mi voluntad sino la tuya". Está más de acuerdo con el ser de la criatura que Dios vaya delante y nosotros sigamos su plan, no al revés. Por eso, y porque todo en él es de Dios, vale más el sufrimiento aceptado que el buscado. No es, sin embargo, dejar que obre sólo Dios, al estilo fatalista o quietista, sino que hemos de prestar nuestra colaboración aceptando el plan que él nos prepara. Evidentemente, la dificultad no está en aceptar la parte de este plan que coincida con nuestros gustos, sino lo que nos contraría, es decir, lo que tenga de sufrimiento. De ahí que nuestro cuidado ha de centrarse en aceptar la cruz. Y cuando se trata de cruz, la palabra "aceptar" está, muy lejos de todo quietismo: supone una lucha sobrehumana; en Cristo llegó hasta el sudor de sangre, producido por el miedo al dolor futuro, y es por el esfuerzo de su aceptación. En nosotros los miembros de Cristo, aceptar el sufrimiento es asociarse al suyo, y de aquí su valor incomparable. Las mortificaciones buscadas tienen principalmente una finalidad de ejercicio, de preparación, como las maniobras militares. Es importante que un ejército se entrene, pero lo definitivo es que triunfe en el combate. Y en la vida espiritual el combate definitivo y más difícil de vencer es aceptar el sufrimiento con toda elegancia, hasta considerarlo y agradecerlo como un beneficio. Vemos cada día que los fracasos en la vida de la perfección no se deben a falta de mortificación buscada, sino que consiste en que no se cumple un precepto, no se acepta, no se encaja un destino, una enfermedad, un ambiente... esto no quita, como decíamos, que los más ejercitados en la mortificación estén más preparados para aceptar la cruz, pero conocemos personas muy mortificadas que cuando han tenido que enfrentarse con un sufrimiento mandado por Dios han fallado. Dios para santificarnos nos manda la cruz, porque tenerla todos la tienen, pero no todos la aceptan. El problema no es sufrir más. En el mundo hay sufrimientos de sobra para santificarnos todos los hombres. El problema reside en aceptar ese sufrimiento. Aceptar el sufrimiento es también practicar la caridad. Mejor dicho, es la manera más excelente de practicar la caridad. Cristo nos ama, pero el acto más excelso de su amor fue la Pasión. "Nadie ama más que el que da la vida por su amigo". .Al aceptar nosotros el sufrimiento hacemos al Cuerpo Místico el mayor bien, y nos unimos lo más estrechamente con Cristo, asociándonos a su Redención y completándola, es decir, mereciendo que las gracias de Cristo se apliquen para la salvación y santificación de nuestros hermanos. *

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Ser feliz es sacudir las tristezas perjudiciales y las vanas inquietudes; es dominar las pasiones que nos tiranizan. *

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La imperfección plenamente voluntaria trae consecuencias muy funestas en la vida espiritual es de suyo suficiente para impedir el vuelo de un alma hacia la santidad. * * * Si se pudiese ver una sola vez la belleza de un alma, se sacrificaría la vida mil veces, si necesario fuera, por su salvación. Nada existe en el mundo material que pueda compararse con semejante belleza. *

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Bendito el que escribe, por el consuelo que puede proporcionar al que lee (Eva Lavalliére) *

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Mira siempre adelante, si lo haces hacia atrás, puedes caer. *

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El destino es el fantasma de los tontos. La razón iluminada por la fe y la voluntad son las que hacen nuestro destino, teniendo sometidos los instintos y emociones. *

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Donde no hay caridad no puede haber justicia. * * * Cuando todo el mundo te da de lado ¡cómo se agradece una mano amiga! * * * En el terreno espiritual no se estanca, o se avanza o se retrocede. *

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A quien el mundo comprende, el diablo ataca. *

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Los Santos son la conciencia acusadora del vicio de los demás. *

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Nunca impone Dios una obligación sin dar tiempo y medios para cumplirla. *

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La vida es como una novela; no que sea larga, sino que sea bien narrada es lo que importa. * * * Soportar, sí, pero siempre que no haya más remedio y no se pueda solucionar nada. *

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¡Si supieras adivinar la intención de Dios en cada acontecimiento de tu vida!... *

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¡Nunca digas no al SÍ divino y eterno! *

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Sin lo minúsculo nunca lo grande llegaría su cima. Ni el sol alumbraría sin esas millonésimas atómicas de luz. *

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La misericordia es el atributo que más destaca en Dios, a pesar de poseerlos todos en grado infinito. Hablar de su misericordia es, como si dijéramos, hablar de sus características más fundamental. *

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El mejor estudio de la verdadera cortesía y educación está en la caridad. *

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Los Santos estaban muy acostumbrados a decirle al Señor, más que con su palabra con su actitud: "Señor, hágase en mí lo que tu quieras! ¡Lo que quieras Tú... lo que quieras Tú... lo que quieras Tú..." Sin dejar lo grande por difícil o lo pequeño por sencillo. De la fidelidad depende la santidad. Un día reveló el Señor a María Ángela del Niño Jesús, que la correspondencia a un sacrificio determinado era a veces, en sus designios, el punto de partida a un alto grado de unión. Esto le ocurrió a ella. Después de una fiel correspondencia, Dios vinculó tan alta gracia a una pequeña renuncia llevada a cabo el día antes. *

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Cada infidelidad a Dios es una brecha que abres en el muro de tu perfección. Y las iniciales divinas, estampadas era el aliento de Dios el día de tu creación, reciben un arañazo con cada no que das a las exigencias del Amor... Y tu túnica estrenada tan primorosamente, y tan mimosamente puesta por el Espíritu Santo en tu alma, recibe un ganchazo de clavo o de alfiler, no importa, con cada negativa dada al Amor. *

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Sobre cada oscuridad de tu vida, cabalga ocultamente un rayito de sol. *

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Cada prueba es una sorpresa de eternidad que Él te prepara... *

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Las exigencias divinas son misteriosas. *

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Cuando Dios pide que se soporte lo que nos manda con silencio y Providencia, no pide imposibles. *

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abandono en la divina

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Existen luceros encendidos detrás de cada renuncia... Grietas hambrientas de luz, que se van abriendo en las zonas de oscuridad... Ramo nupcial que, en dichoso canjeo, te van a dar por los espinos... Espera, espera un poco que se apunta el alba... 94

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Una desedificación puede echar por tierra un propósito heroico de un alma, formulado quizás después de grandes dificultades y luchas. Y la pérdida de aquel propósito fiel, tendrá repercusión en aquel alma, y en la tuya, y en todas las demás almas, por toda una eternidad. Sí, porque quedará privada eternamente de la gloria que hubiera merecido ejecutando ese propósito que se troncha. Un solo acto de amor de Dios que por tu negligencia haya sido evitado, te lo echará Dios en cara en el momento de tu juicio. *

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No desperdicies, ni porque te parezca pequeña dejes pasar el más insignificante detalle que pueda de algún modo glorificar a Dios. * * * Tú, que tan poco interesante eres para el mundo, todos los días puedes extraer un filón de perlas preciosas sólo conque tus obras lleven esta marca garantizada: gloria de Dios. *

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*

La resurrección es a costa de fuertes piedras de humillación, que purifican y destrozan las estopas de esas vanidades secretas, raíces íntimas que aún quedan porque la azada no ha llegado todavía a ellas ni el fuego las ha depurado. * * * Mientras más santo, más humano; porque mientras más se une a Dios, más amará a sus hermanos. ¿Quién si no, ha podido amar a su enemigo con esa ternura de padre y amigo íntimo sino sólo los santos? *

*

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La santidad es una determinación sin términos ni condiciones de hacer todo lo que Dios quiere y del modo mejor hecho que pueda hacerse dentro de la debilidad humana... *

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*

¿A qué ese crucifijo prendido respetuosamente sobre tu pecho, si luego a los Cristos vivos no los sabes tratar? *

*

*

Ante la aproximación de Dios, a la luz de aquellas lámparas de voltajes divinos y de claridades eternas que alumbrarán tus ojos, comprenderás esos senderos por los que sus designios te llevaron y que hoy no comprendes todavía... Entonces aprenderás a las mil maravillas esas partes difíciles de la gramática "saber perder"; esas conjugaciones oscuras de los caminos del Señor. Y valorarás el secreto de aquel fracaso... de aquella encrucijada que te hicieron dar en tu camino, cuando tú menos lo podías ni desear ni pensar...; de aquel abandono santificador... las rarezas y las equivocaciones de otros te auparán a los altares. Incomparable pudrirse bajo la tierra... ¡Excusas de Dios para hacerte amar más! Y serán para ti secretos descubiertos de santificación íntima para tu "yo", siempre lastimado. *

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*

Que tus trabajos manuales o intelectuales te sirvan de materia para el ofertorio de tu atardecer. Date cuenta que sólo tu vida en Él es tu único fin necesario. * * * Vas viajando en un tren que se llama vida, y olvidas que te aguarda un transbordo eterno. Y ves todos los días peregrinos que se bajan para hacer ese transbordo, y no te acuerdas que también tú bajarás un día cualquiera... Y del tren haces una casa estable, apegándote a lo que va pasando. Debiendo ser tu actitud como lo es la de un viajero que se asoma desde el coche a ver una fuente, una flor o un animal, pero que está convencido que va de largo y no se puede parar a tocar nada... Deshace, rompe, acaba, hasta que sientas y palpes que ya no te queda más que tu Único Fin Necesario: Dios. Del modo que sea. Lo que cueste. Lo que se tenga que hacer... A saltar, sobre todo; porque se trata de poseer a Dios... * * * Los caminos de Dios están llenos, a veces de extrañas encrucijadas, incomprensibles al criterio humano, y la mayoría de las veces reprobadas por las mismas almas piadosas. * * * Hay almas muy grandes, que se arropan entre mantos de exterioridades endebles e insignificantes... ¡Situaciones incomprensibles que hacen al alma ir de tumbo en tumbo, de derrota en derrota, hasta lograr situarse en su verdadera camino, que es Dios. Las derrotas humanas y los cuarenta modos de hacer el ridículo en la vida, son, a veces, nada más que un llamamiento a una mayor intimidad con Él...Piensa siempre que, tras un cortinón de basto tejido, que no admite sedas ni lindezas en su hilatura, se puede encontrar, al levantarlo, una habitación de maravillas sin cuento. *

*

*

Sucede muchas veces que, porque las cosas no salen bien, parece fracasarse en la vida. Porque el negocio no resultó; porque la elección de estado llenó de espinas; porque los mejores días se desvanecen tendido sobre un lecho, se siente el hombre desconcertado y fracasado. ¡El único fracaso de la tierra es no amar a Dios! Un corazón no puede llamarse nunca fracasado mientras esté amando, aunque esté en el rincón más mísero del mundo, cubierto de la más repugnante lepra. Mientras exista amor no existen fracasos en la vida. Fracaso sería un reloj que no diese la hora; pero un reloj que, marchando en su horario maravillosamente, fuese, sin embargo, depositado por su dueño en un rincón olvidado de la casa, ese no sería fracasado. Mientras él cumpla el fin para el que lo hicieron, por más olvidado y despreciado que esté, siempre será objeto útil. Forma, pues, con tu amor un nuevo calendario en tu existencia. Llena de él todas las hojas vacantes de tu almanaque antiguo. *

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*

La sorpresa mayor que me voy a llevar en la eternidad es ver que Dios me amaba tanto... *

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*

Una sola dilación en el servicio de Dios puede retardar una gracia grande. *

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*

Cuando el huracán de las pasiones se cierna sobre ti, mira a la estrella; invoca a María. No se aparte jamás de tus labios. No se aparte nunca de tu corazón. La Virgen ha de ser para ti un ser preciosísimo en tu

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vida. Acostúmbrate a llevarla a todas partes, a hacerla participante de tus más pequeños problemas, a darle en fin la llave de tu corazón como se ponen en manos de la madre las llaves del propio hogar. * * * La mayoría de las veces se habla de la humildad, sin humildad. Expresarse así, cuesta poco trabajo; resignarse a que lo crean los demás, ya no es lo mismo... Si no, observen el caso curioso: la misma alma que habla de su miseria, luego no es capaz de soportar una humillación en silencio....¡Es que somos así! No vemos las cosas a la luz de la verdad, sino a la candileja del amor propio. *

*

*

Hay quienes forman gigantescos torreones de ensueños dulcísimos de heroísmo cristiano, y luego no son capaces de poner un pie en la plataforma santa de la cruz... *

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Dios no puede pedir perfección sin dar primero los medios necesarios para alcanzarla. *

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No entrará Cristo en el corazón si primero no puede meter en él su Cruz. *

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El papel santificador del Espíritu Santo sobre el alma es importantísimo. Él, con toda elocuencia y sencillez va desarrollando al alma allá en lo íntimo, la teología y la revelación, y le da un algo de experiencia divina, de la que no se puede sustraer. Y le hace palpar y vivir de un modo normal y sencillo, esas noticias infusas de Dios, que sin anormalidades ni nimbos externos de luces, le enseña a actuar en la vida diaria, con una visión sobrenatural del universo y de las cosas. Y a su manera, la inteligencia va apoderándose de bellezas nuevas, que luego las dejará caer a su paso y en cada rincón de su vida... Los dones del Espíritu santo no han de aparecer precisamente en cátedras o bajo una forma de blanca paloma. Cualquier alma sencilla, entregada del todo a la acción del amor, los posee en grado eminente, aunque revestidos de la más sencilla forma. El don de la sabiduría enseña al alma a juzgar en todo por las causas divinas, haciendo divinizable lo natural. Una inefable experiencia de Dios la capacita para juzgar de lo divino dentro de lo humano. Connaturalizada con Él, juzga de todo en Dios y por las más altas razones. El don de consejo no rige sólo en la autoridad, sino en cualquier alma, orientando constantemente su vida, según el plan divino, y haciéndole ver, con clara visión, el lado recto de las cosas. Este don se hace más destacado en quienes ejercen autoridad. El don de ciencia da la experiencia de las criaturas a la luz de Dios, tomando variadísimos matices, según la situación y circunstancias de cada alma en particular. El de entendimiento, tiene por objeto adentrarla en las verdades sobrenaturales. A la luz del don de entendimiento, el universo toma un sentido plenamente espiritual. Con finísimo instinto e intuición divina, los santos vislumbran en todo la sustancia de las cosas espirituales bajo los accidentes materiales. Mientras que el don de ciencia eleva al alma de las criaturas a Dios, el de entendimiento, por una mirada de amor, penetra los misterios divinos dentro y fuera del amor. ¡Instinto de lo eterno y de lo divino! ¡Sabiduría cristiforme, que eleva el alma a las más altas regiones de la caridad, dándole a todas las virtudes una pincelada acabadísima de perfección! ¡Laberinto sagrado de dones, que hacen del alma un perfecto don total!... Dones que van despoblando al alma del egoísmo. Y que al partir en misteriosa quiebra su egoísmo, le da la cesión total de Dios... 97

Y es ahora el don de piedad el que impulsa al alma a tratar a Dios con afecto filial y por encima de todo motivo interesado, elevándolo sobre la gracia o el beneficio, situándola en glorificación de Dios por quien Dios es, no por lo que recibe de Él. "Adora a Dios a causa d Él mismo", e imprime en la oración un carácter deiforme. Le hará ver en Dios al Padre, y le infundirá una exquisitez y delicadeza sublime en su servicio. Don de piedad, que hace amar a las almas con sincera ternura, porque ve en ellas trozos de filiación divina, y le hace encontrar un sentido maravillosamente espiritual en todas las cosas. Y luego, el don de temor le inducirá a un desprendimiento total de todo lo creado. Le hará refugiarse en Dios y desconfiar totalmente de sí. Temor filial, que hará que el alma huya hasta de la más leve falta voluntaria, sin tener para nada en cuenta la pena, sino sólo la culpa. Experimentará un sentimiento vivísimo de la majestad de Dios, y, en la noche del espíritu, este don de temor alcanzará un máximum de intensidad verdaderamente purificativo e imponente. Y el don de fortaleza la avasallará, haciéndole soportar con mansedumbre y serenidad todas las exigencias de la vida diaria. En lo santos, el don de fortaleza ha tenido su culminación de momento triunfa. Muchas maravillas se cuentan de Santa Teresa, pero cuando su belleza se hace imponentemente grande es cuando repite: "¡O padecer o morir!". Y San Juan María Vianney, el Cura de Ars, exclamaba: "La mayor cruz es no tener cruz" Y Santa Margarita María de Alacoque llegaba a asegurar: "... No se nutría ni animaba este fuego devorador sino con la madre de la cruz y de toda clase de sufrimientos, humillaciones, desprecios y dolores, sin padecer nunca dolor capaz de igualar a la pena de no sufrir lo bastante"... Este altísimo y raro lenguaje, que se encuentra en todos los santos, es una intervención sublime del don de fortaleza, que lo sitúa referente al dolor en unas crestas muy por encima de todo lo normal. Sería interminable ir citando esa larga procesión de textos esparcidos por las vidas de todos y de cada uno de ellos, por donde se asoma el don de fortaleza en su triunfal carrera y en su hora culminante de consumación. *

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Testimoniar no es hablar, ni predicar, ni dictar. Es hacer vivo a Jesús en el obrar... *

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La prueba testimonial que más convence es la vida vivida. *

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Calcar a Cristo en cada momento y acción. Dibujar su rostro en el lienzo de las obras. *

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Cimientos subterráneos. Hundirse en las profundidades absolutas de la humildad es subir en fuertes ascensos hasta el Infinito. *

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Es necesario rellenar ese bello proyecto de santidad que para cada uno ha trazado Dios en su mente divina. *

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El hombre no tiene más razón de ser ni de existir que por el amor. De fallar el amor en la vida del hombre, ¿qué hace sobre la tierra? Dios no lo creó para el trabajo de una fábrica, el cultivo de un campo o la 98

contabilidad de una oficina. Es Dios demasiado grande para crear sólo por el fin "trabajo". El motivo único que existió en Él, al crear al hombre, fue el amor. Y, una vez creado, la única legislación que estampa en su vida fue el "AMARÁS". Nada más que esto. "Amarás al Señor, Dios tuyo, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas". ¡Hasta qué punto le obliga al amor! ¡Con qué fuerza, con qué insistencia, con qué inflexión de tonos, con qué exigencia: alma, corazón, fuerzas, mente! Nunca Dios se ha mostrado tan largo exigiendo como cuando ha llegado al amor. Nunca tan corto perdonando como en materia de amor. Nuca tan detallado especificando como cuando trata del amor. "Con todo tu corazón". Como si quisiera Él, con estas palabras, señalar y asegurar, uno por uno, todos los latidos del pecho..."Con todas tus fuerzas" .Como si quisiera posesionarse de todas la energías, de todas las fibras de la vida humana. No abrevia; determina: alma, mente, fuerzas, corazón. ¡Toda una creación al servicio del amor!. Y luego pone el adverbio "todo" delante de cada pedido, porque no existe palabra que indique más cantidad que el todo. Y para expresar de algún modo cómo teníamos que amarlo, se amolda a nuestra capacidad y modo de entender humano con el "todo". Con cuánta razón nos dice San Pablo que el amor es la plenitud de la Ley", que es "el vínculo de la perfección" ¡Por eso, en nuestra vida, cada acción ha de ser un trozo del primer mandamiento. Cada una de ellas por insignificante que sea, ha de llevar el sello del Decálogo. Cada pensamiento, cada movimiento, un trozo de código divino. ¡Un pedazo de amor! "Maestro: ¿por qué nos dices siempre lo mismo?" "Hijitos míos, porque es el mandamiento del Señor y el que lo cumple guarda toda la ley... Admirable respuesta la de San Juan, digna de ser colocada en el frontispicio de todos los templos, en el prólogo de todos los libros y en los anuncios fluorescentes de todas las calles del mundo. Es el mandamiento del Señor, La legislación del Señor. El sólo código del Señor. El único carácter del Señor. El supremo sello del Señor: "el que lo cumple, guarda toda la ley". Hace todo lo que tiene que hacer... ¡Qué encumbrados y altos debiéramos sentirnos los hombres con sólo saber que Dios quiere nuestro amor! Porque sucede que, cuando una persona se da cuenta de que otra superior a ella desea su amor, ésta se siente como enaltecida y elevada a otro nivel... ¡Y saber que Dios quiere mi amor, y no morir de alegría!.... Mi amor, a quien todo el mundo vende y traiciona, es deseado por Dios... ¡Dulce precepto! ¿Qué rey ha habido que haya impuesto a los suyos como mandato el amarle? ¡Y que Dios infinito nos exija a nosotros ¡a nosotros! amor!...Que cualquiera que sea la posición en la que Dios nos sitúe en la vida, y cualquiera la dirección en la que nos movamos, proyectemos siempre la misma sombra: amor. Grabemos con caracteres de oro, dentro del corazón, ese AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS.. Y no olvidemos que aquí están contenidos "toda la Ley y los Profetas". *

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Se necesita mucha capacidad y energía para decir "sí" cuando materialmente, en una terrible coincidencia, parece que todas las cosas se han puesto de acuerdo para hacernos la contra... ¡Oh! Para las horas de mayor fidelidad, parece acumula el Señor las horas de mayores desastres, de mayores anulamientos, soledades y fracasos, en las que duele el alma y se sienten mareos de los misterios y divinos enredos de la encrucijadas de la perfección... Horas de cristificación, en las que el alma se cercena por una parte y se aumenta por otra. *

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Cristo no midió nada en su amor volcánico. Un día decía a Santa Catalina de Sena: "Mis padecimientos tuvieron término, pero mi amor no tiene límites"... *

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Un alma fiel es la esclava de los gustos divinos. Ella se da a cada instante, sin más retribuciones que darse más. Y, ante una voluntad Suya de cualquier género que sea, sólo un argumento le basta: ¡Dios lo quiere! Es un absurdo decir ante cualquier acción heroica: "Era un santo; por eso lo hacía". No; se hizo santo, pero nunca nació de otra naturaleza de la que nací yo. 99

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Es más hermoso conquistar la gloria angélica que recibirla por naturaleza (San Pedro Crisólogo) *

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Borra el pasado de tu vida y escribe encima, con fuertes y pronunciados rasgos, una espléndida historia de amor. ¡Cuántas historias escritas encima de amargas borraduras, merecieron el matasellos de una canonización...! * Él.

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Nunca podrás decir que amas a Dios mientras no ames a esas almas que son el amor y la obsesión de *

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La verdadera palanca de resistencia que levanta la tierra, es la que tiene como único punto de apoyo a Dios. *

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Una oración intensa, prolongada, vivida en la calle, en el trabajo, en la mesa y en el lecho, es como un comercio redentor que a fuerza, no de cobre, ni de oro, ni de plata, sino de sangre y de intimidad, levanta y conquista al mundo... *

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La mayoría de las ruidosas conversiones operadas en el mundo, se deben a sacrificios muy ocultos y a almas muy interiores. Claro que las causas habrán sido unos ejercicios o una conversación; pero mil veces escondida y velada tras esa causa segunda, está la palanca de todo aquello: un alma que sufre y que ora. El día del Juicio veremos maravillas... Toda exteriorización no vale sino en cuanto dimana de un algo íntimo y profundo. La Virgen clama desfallecidamente: "Se condenan las almas por no haber quien pida por ellas". Fátima es testigo de sus quejas. Y en otra ocasión: "¿Queréis inmolaros y sufrir por la conversión de los pecadores?...Y en otra: "¡Orad, orad mucho! ¡Ofreced constantemente al Señor oraciones y sacrificios!"... Oración y penitencia. Lo pide insistentemente, tenazmente, constantemente. * * * ¿Crees que obrarías maravillas dándote a los demás sin darte a Dios? ¡Qué aberración! Tus obras y tu vida han de ser como traslados de Dios-... * * * El ambiente poco importa si el alma está establecida en Cristo. *

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Sé el artista de cada momento de tu vida. Aprende a sacar filigranas de él. *

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Los Santos no suben solos las cumbres. Generalmente, arrastran tras de sí una constelación brillante de almas que les acompañan, haciendo más luminosa aún esa ráfaga de inmarcesible luz. *

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Los Santos, esos hombres que más sufrieron sobre el mundo; los aparentemente fracasados, fueron los más felices hombres del Universo. Sobre el mástil de sus barcas ondeaba flotante la bandera de la paz, que se levantaba como un arco iris de bendición y de alegría suave sobre sus vidas, o como un faro de luz celeste en medio de una oscura y lóbrega travesía. A su alrededor podía moverse el mundo entero; ellos no se movían. ¿Cómo se explica que una Santa Teresa, en los innumerables vaivenes de su agitada vida, se mantuviese siempre con el mismo equilibrio? ¿Es que no era de carne? Ved el secreto de la felicidad perfecta en esta sencilla rima de la Santa de Lisieux: Soy feliz, no hago otra cosa que mi voluntad completa; ¿quién su voluntad haciendo no es feliz aquí en la tierra? Amo alegre el sufrimiento; río y lloro en una pieza, y con gratitud acepto espinas y flores bellas. En la voluntad divina, mi paz, siempre se recuesta; vivo alegre en claro día. Como en noche de tormenta. ¿Quién ha podido cantar así nada más que un Santo? Ellos, los de constante noche oscura, vivieron a pleno sol. * * * Cualquier ridículo aceptado sin turbaciones, con naturalidad, es más grato al Señor que un dia de penitencia extrema. *

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Si determinadamente nos examinamos, hallaremos, sin fallar una sola vez, que siempre que nuestra paz se turba, es debido a una de estas dos causas: porque no hacemos algo de lo que Dios quiere o porque no queremos algo de lo que Dios quiere. Es una cuestión matemática, que siempre da el mismo resultado. *

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Las consecuencias de una entrega vivida íntegramente, son un río desbordante de paz. Nada turba, a nada se teme, nada se desea con fuerza. A excepción del perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios. * * * La personalidad no hay derecho a matarla, sino a embellecerla: de acuerdo. Pero no olvides que la personalidad humana llegará a su belleza cumbre cuando sea la fiel imitadora de la Primera Personalidad que hubo en la tierra, Cristo. *

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Reprender al que yerra no basta si no se le enseña el camino recto. *

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Nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta. *

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Toda cosa noble cuanto más cuesta más agradable resulta al final. *

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En las grandes adversidades toda alma noble aprende a conocerse mejor. * * * La cólera del hombre honrado es la más terrible. *

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Procurad que las circunstancias se sometan a ustedes y no ustedes alas circunstancias. *

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Nuestras acciones acaban por semejarse a nuestros pensamientos. Por eso, deberíamos ir mejorando cada día nuestros pensamientos. *

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La bondad es algo que siempre que se regala, la devuelven... *

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Para no recoger poco, sembremos mucho. *

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Ni el que planta ni el que riega es algo, sólo Dios, que es Quien hace crecer. *

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Los idealistas nunca se rinden. Resisten hasta el último momento frente a los fusiles, al pie de la horca, con la cabeza bajo el hacha del verdugo o atados sobre montones de leña seca. A la hora de terminar con un idealista nunca ha faltado una buena masa de entusiastas espectadores. Fue más fácil reunir público para condenar a Jesús que para terminar con Nerón. *

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Hay dos clases de escritores grandes: los que piensan y los que hacen pensar. *

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El fuego es la prueba del oro y la desdicha la de los hombres valientes. *

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Tened cuidado con la ira de un hombre sufrido. *

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La inconstancia acorta los días de nuestra vida. *

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Bueno es estar sin vicios, pero no lo es estar sin tentaciones, porque en las tentaciones se forma el carácter al luchar contra ellas, se aviva la fe al pedir auxilio a Dios, se profundiza nuestra humildad al saber que sin Dios no somos nada y por fin, nos aumenta la gracia. *

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Dignidad sin méritos es hacerse acreedor a cumplidos sin estimación. *

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Dios provee para todo lo que exige. *

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La lectura hace al hombre completo, la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso. *

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El hombre sin Religión siempre será hijo de las circunstancias. *

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El que tiene miedo a la pobreza no es digno de ser rico. *

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Aborrece el pecado y compadece al pecador. Quizás, en su lugar, tú hubieras sido peor. *

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Confía en Dios y mañana sabrás la explicación de muchas cosas que hoy no puedes comprender. *

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Pocas veces discurre la ira, y raras veces acierta la desesperación. *

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Tan gloriosa es una bella retirada como una gallarda acometida. *

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El que se queja menos medita venganza. *

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Una cosa que nos molesta puede considerarse como una broma así sabemos reírnos de ella. En saberse situar por encima de sí mismo es donde se halla la verdadera solución. *

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El que no sabe refrenar su lengua tampoco sabe hablar. *

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Fortaleza es la virtud que nos inclina a obrar, frente las tentaciones, de acuerdo con nuestros principios de rectitud. *

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Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo, que lo que los otros opinan de ti. *

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La paciencia comienza con lágrimas, y al fin, sonríe. *

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Las grandes dichas vienen del Cielo, las pequeñas de los hombres. *

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La amabilidad para todos es el signo cierto de un carácter bien templado. *

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La Divina Providencia lo gobierna todo, y lo que a nosotros nos parece un mal es por el contrario, una medicina. *

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Sólo en la prueba se demuestra lo que se vale; la dicha hace flojos a los hombres. *

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No hay ánimo tan constante a quien la abundancia no traiga algún vicio. *

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No depende de nosotros carecer de pasiones; pero sí depende el reinar sobre ellas. *

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La conformidad con la voluntad de Dios es el todo de la santidad, y el remedio para todos los males. *

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Sólo el sabio retrocede para tomar el verdadero casino. *

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La mejor limosna social es la justicia y la atención. *

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¿Quieres tener gran autoridad? Aprende a mandarte a ti mismo. *

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Cuanto uno tiene fuerza para vencerse a sí mismo, puede creerse de él que nació para algo grande. *

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Hay una manera disimulada de ser héroe, y es vivir cada segundo según las circunstancias de acuerdo con la voluntad de Dios. *

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Las adversidades son los crisoles del valor y de la virtud. *

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No es dueño de su corazón quien no puede guardar un secreto. *

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Sembrar con dolor para recoger con alegría. *

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La cruz es el escudo de los cristianos. * * * Dios te conducirá si tú te dejas conducir. *

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Cuando el tentador se esfuerce en desalentarte, no olvides que se obtiene de Dios cuanto se espera. *

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Saber perdonar es saber vivir porque de continuo nos punzan las impertinencias, groserías y pequeñas traiciones. *

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Cada suceso de la vida, viene de parte de Dios con una misión para ti. *

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Si queréis que la paz reine en vuestros corazones, en vuestras familias y en vuestra patria, rezad todos lo días en el seno del hogar el Santo Rosario. Es la oración más bella, más rica en gracia y la más agradable a la Santísima Virgen María. *

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La oración es el medio poderoso para conseguir de Dios cuanto convenga; es "el poder del hombre y la debilidad de Dios", en decir de San Agustín. Como el niño con sus caricias alcanza cuanto quiere de su padre, así nosotros conseguimos de Dios lo que queramos mediante la plegaria. *

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Los ojos de María son ojos de Madre, y la madre no sólo mira para que su hijo no caiga, sino para levantarlo si cayese. *

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Para nunca faltar al deber cuando éste sea penoso, piensa: Acaso a "eso" que me cuesta ha unido Dios gracias especiales que perderé, si no cumplo mi deber, porque Dios pasa... * * * El hombre no puede formarse sin sufrir; pues es a la vez el mármol y el escultor. *

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La desesperación nubla la inteligencia. Saber esperar sin desesperar es una ciencia que es indispensable aprender. *

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No nos abandonemos nunca a una impresión, ni a una emoción, ni a un sentimiento, por loable que nos parezca, sin formarnos el criterio de una deliberación razonada. Si el dolor moral que nos abate está justificado por un acontecimiento irreparable, acordémonos de que permaneciendo estoicos, en nuestro sitio, reducimos al mínimo los efectos de dicho acontecimiento y evitamos afligir, por añadidura, a los que nos rodean. CANTO A MI MADRE ¡Tengo yo una Madre Santa! ¡Qué Santa es mi Madre! 106

¡Tiene unos ojos de mira tan bellos de mirar tan dulce, de mirar tan tierno que cuando la miro, me veo en la Gloria pues los ojos de mi dulce Madre son ojos benditos de misericordia! Y son sus cabellos cual rayos de sol que orlan su frente, que es toda candor. Tiene unas mejillas mi Madre del Cielo de azucenas y rosas, de rosas encarnadas cuando la miro esbelta y gallarda. Y canta mi alma, que vibra sonora a mi Virgen bendita, mi Madre adorada. Parece una Reina, con su capa blanca. ¡Si es Reina del Cielo, mi Madre tan bella! *

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El amor a nuestra Madre celestial será soplo que encienda en llamas las brasas de virtudes que están ocultas en el rescoldo de tu tibieza. *

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Ama a la Virgen y Ella te obtendrá gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. No servirán de nada al diablo esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo te ha puesto en tu corazón. *

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Por mucho que crezcamos en la santidad, somos siempre niños espiritualmente, y necesitamos de una Madre que nos alimente y nos haga andar, impulsándonos con la gracia y llevándonos de la mano con la gracia cooperante para poder avanzar en la vida del espíritu. Todo ésto lo hace de una manera maternal la Santísima Virgen. *

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¿Cómo es el Corazón de la Virgen? Corazón bueno y dulcísimo de Madre, que ama inmensamente a sus hijos. La Santísima Virgen nos tiene un amor sincero, beneficioso, sacrificado, que es el cuño del amor materno. Corazón compasivo de madre, que no sufre ver una miseria sin remediarla al instante, como se vio en las bodas de Caná y lo sabemos sus hijos por propia experiencia. Corazón sufrido de mucho aguante para con los hijos extraviados, que sabe esperar la vuelta de los hijos pródigos, para perdonarlos y conducirlos al redil del Buen Pastor. Esta Madre buena y clementísma no se cansa de enviar gracias, remordimientos, buenos ejemplos a sus hijos pecadores, para que se reconcilien con Dios. Es la Virgen de Fátima que dice a lo pastorcitos que los hombres no ofendan más a Dios, para que no sean castigados. Corazón de Madre, que vela... Siempre la tenemos a nuestro lado para ayudarnos, para aconsejarnos, para consolarnos en nuestras aflicciones y socorrernos en toda necesidad de alma y de cuerpo. Corazón desinteresado de Madre, que solo busca el bien de sus hijos. Pues Ella se reserva las espinas, para nosotros las rosas. Es la Madre de dulce esperanza, siempre atenta a nuestras plegarias. Corazón poderoso para socorrernos, pues es la omnipotencia suplicante. Corazón de Madre que intuye nuestras necesidades y acierta con el remedio. Corazón amplísimo de Madre, donde todos cabemos holgadamente y para todos tiene ternuras y delicadezas divinas. Ciudad de refugio contra los ataques del enemigo. Pararrayos de la ira divina. Jardín de virtudes. Paraíso de las almas 107

fieles. Horno ardiente de caridad. Morada de Dios. Océano de cariño a lo divino. Corazón que es amor inefable y es bondad inmensa y es sacrificio supremo, y es ternura materna, y es paz inalterable, y es perdón y misericordia... No temas, soy la Madre de misericordia, nos dice, ten confianza ¿Por qué ha de temer de acercarse a María la fragilidad humana? Ella es nuestra bendita Madre del Cielo. Nada hay en Ella austero, nada terrible; todo es suave y amable. Confía en la Virgen, que María nunca ha desoído la oración confiada de sus hijos de la tierra. *

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La intercesión de la Virgen jamás es rechazada por el Señor. ¿Eres pecador?... Confía en la Virgen, que por María se han hecho justos muchos pecadores, y ahora están en el cielo. ¿No ves que María es el refugio de los pecadores? Es la Madre de misericordia, y su misericordia es para limpiar nuestra miseria. ¿Estás tibio en el servicio de Dos? Confía en la Virgen, que es poderosa para alcanzarte de su Hijo el fervor. ¡Cuántos cristianos tibios se han santificado por los ruegos de María! ¿Eres débil, caes con frecuencia?... Confía en la Virgen, llama a la Madre en tu auxilio y vencerás fácilmente al enemigo. Oye qué te dice San Bernardo: "Si no quieres ser envuelto por la tempestad, mira a la Estrella, invoca a María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, en las tentaciones, mira a la Estrella, invoca a María". No se aparte de tus labios, no se aparte de tu corazón ¡Mira a la Estrella, invoca a María!... ¿Te preocupa quizás tu salvación?...Confía en la Virgen y te salvarás. Que la verdadera devoción a María es prenda segura de salvación. Por pecador que uno haya sido, dice San Hilario, si es devoto de María, nunca perecerá. ¡Acude siempre confiado a María y sentirás la eficacia de la maternal protección! ¡Mira a la Estrella, invoca a María! *

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A la Madre de Dios no se le puede querer con tibieza, no con frialdad, hay que quererla mucho, muchísimo... ¡Con locura santa! Y este amor debe llevarnos a trabajar con ilusión por Ella, a sufrir por Ella, a la imitación de sus virtudes, que los buenos hijos tienen siempre un aire de su familia... Que sea también un amor tierno y delicado, como aman los pequeñuelos a sus madres. No la hagas llorar, un buen hijo amante sincero de su madre jamás le da un disgusto. Tú sabes muy bien que a María le disgusta el pecado pequeño, consentido con advertencia. Pues por agradar a la Inmaculada debes aborrecer todo pecado; debes evitar el pecado que tanto disgusta a la Virgen. La Virgen nos manda por la voz del deber que debemos cumplir a la perfección. Hagamos los deberes de cada día por complacer a María y servirle en todo. María nos manda por las inspiraciones de la gracia, como que todas las gracias nos vienen por Ella. A veces te dirá María: sé limpio de mirada y pensamientos, recibe los sacramentos, rézame el Rosario, medita, lee. Mira, que amar es sacrificarse por la persona querida, aquí, por tu Madre del Cielo. ¿Qué obsequios haces a María? ¿Le rezas las Tres Avemaría todos los días? ¡El Rosario diario?...¿Los sábados haces algún sacrificio por ella? ¿Le rezas la Salve? ¿Celebras con particular devoción sus fiestas? ¡Trabajas por hacer conocer a los demás que la Virgen también es Madre suya? ¿Acudes a Nuestra Señora en tus dudas y tentaciones?... ¿Piensas en Ella como en una Madre amorosa que te quiere de verdad? Seamos buenos hijos de María, debemos parecernos a Ella. Es la mejor prueba de amor que podemos dar a Nuestra Madre; imitar sus virtudes. El amor lleva a la imitación. Dicen que el amor verdadero, o encuentra semejantes a los que se aman, o los hace semejantes. Este ha de ser nuestro afán más acuciante, parecernos a María, ser santo como es Santa nuestra Madre. Jamás seréis devotos de la Virgen si no sois sus imitadores. El camino seguro para llegar a Jesús es María, es la imitación de María. *

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Si en la vida he de ofenderte no me dejes más vivir pues antes que disgustarte Prefiero, Madre, morir. 108

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Si la Virgen es mi Madre, como lo es, jamás regateará su ayuda al propio hijo. Maternidad y cálculo, son adjetivos incompatibles. La Virgen es mi Madre. Si el conseguir la santidad dependiera de mi madre ¿dudaría de conseguirlo? Pues depende de mi Madre la Virgen. Y esto vale, ya se hable de santidad, ya de mejor sueldo o un aprobado a tiempo. Ya sé por descontado que lo que pidiese a la Virgen será mío, si me conviene. No hay Madre que quiera a su hijo como la Virgen nos ama; y ahora, a pedir lo que se nos encapriche. Tenemos una Madre que es inmensamente poderosa y sabe curarte enfermedades incurables, de hacer pasar exámenes difíciles, de refrenar tentaciones. Tenemos tal Madre y nos podemos comunicar rápidamente con Ella. Rápidamente y fácilmente, pues basta que susurremos en nuestro interior para que Ella lo oiga... Y no lo hacemos... al menos con la frecuencia e intensidad lógica. *

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María, Ella es la que nos quiere. Ella la que nos puede remediar. Ella la que sólo espera que se lo pidamos a base de verdad, echados hijos en sus brazos con constancia y sencillez. La Madre de Dios es mi Madre. *

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Dios ve por los ojos de María y también bendice con los oídos de María y aconseja por labios de María. Dios lo da todo por medio de Ella. Más aún: goza tanto de oírla, que no escucha nuestras plegarias sino por medio de Ella. Dios escucha mejor cuando nuestra voz le llega amplificada y modulada por María. Dios ama a María. Le gusta su modo de ser, llena de gracia, y por eso goza con que sea Ella la que le presente nuestra petición; y porque la ama, todo lo que llevado de su maternidad, nos había de regalar, nos lo entrega por su medio, porque goza de verdad endulzando nuestro valle de lágrimas con sus obsequios, No hay mejor estuche ni mejor bandeja para presentar los regalos a Dios, que las manos, el corazón, de nuestra Madre. *

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El Decálogo es el mejor camino de libertad que se le ha dado al ser humano. Quien hace el mal a ciencia y conciencia, es esclavo del mal, del pecado, del vicio, de sus pasiones, etc. Quien hace y cumple la voluntad de Dios Padre - claramente expresada en sus Mandamientos - obra como un buen hijo, se siente plenamente libre y sobre todo se asemeja a Dios, que es el ser libre por excelencia. *

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DIOS ES AMOR. Jesús, el Hijo de Dios, nos compendió sus mandamientos, primero en dos preceptos, eminentemente positivos: Amar a Dios con toda la mente, con todas las fuerzas y con todo el corazón y amar al prójimo como a uno mismo. "En esto consiste la Ley entera y los profetas". Más tarde, para que no se dispersasen ni las fuerzas ni la atención de sus seguidores, lo redujo todo a un único mandamiento, su mandamiento, el del AMOR. Quien ama de verdad y está lleno su corazón de amor, se coloca en la órbita divina y se va asemejando con Dios, fuente de todo amor, hasta llegar a identificarse plenamente con El, que es la meta de toda persona. *

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AMA y HAZ LO QUE QUIERAS. Esta frase o lema es de San Agustín, correctamente entendido y practicado, encierra en sí, el meollo de todo el mensaje cristiano. En efecto, nadie que ame de verdad, podrá nunca obrar mal ni respecto a Dios, a quien obedecerá en todo, ni respecto al prójimo a quien respetará profundamente. Lo verdaderamente difícil en este aspecto del amar, es ser sincero con uno mismo y ante Dios, conocedor de los más íntimos secretos de nuestro corazón. Muchas veces al socaire y bajo capa de amor, se pueden esconder intenciones más o menos egoístas de utilizar a los demás para propia satisfacción o de buscar no el bien ajeno, sino el egoísmo camuflado. Desgraciadamente, la palabra más bella de nuestra lengua. ,"amor", se ha adulterado y prostituído infinidad de veces, no sólo en el lenguaje, sino en la práctica y en la vida... Sólo la persona que sabe respetar y buscar el bien ajeno, es el que ha entendido el sentido auténtico del amor. * * * CAMINO DE LIBERTAD. El Decálogo, practicado con amor, es el único y verdadero camino que conduce a la plena libertad de las personas. Los Mandamientos de la Ley de Dios son como las dos vías del tren. Transitando por ellas el convoy siempre llega a su meta. Si se prescindiera de ellas, no iría a ninguna parte. Esto es lo que pasa en aspecto espiritual a los hombres. Quien sigue la vía de los Mandamientos, se realiza y adquiere la meta de la auténtica libertad. Quien los conculca o prescinde de ellos, fracasa en todos los aspectos y no llega a la plena realización, ni como persona y menos como verdadero hijo de Dios. Es decir, no va a ninguna parte. *

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Católico, frente a la oscuridad que te rodea, no te limites a maldecir las tinieblas... ENCIENDE TU CERILLA y habrás colaborado a que todos vean algo más claras las cosa. *

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Frente al diablo con su espíritu de soberbia y rebelión contra la voluntad de Dios; frente a la carne que nos quiere arrastrar al fango, al vicio, a la corrupción; frente al mundo que se opone a Dios y sus Mandamientos: ¡Acude a la Virgen y mantengámonos firmes en el recto camino bajo su manto! * * * Mira la humildad, mira la devoción de la Virgen. Se llama esclava cuando el Cielo la saluda Madre de Dios y es elegida como Reina del Universo. *

*

*

Nada más eficaz para cautivar el corazón de Dios y atraerlo hacia nosotros, que la humildad. Las gracias más ricas y abundantes son patrimonio de las almas humildes. * * * Mi fin sobre la tierra: servir y amar a Dios y así lograr la vida eterna. *

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*

Redunda en honor del Hijo todo lo que se concede y tributa a la Madre, como se convierte en honor del Rey todos los homenajes hechos a la Madre, la Reina. * * * Obrar con María es vivir y obrar en unión con María, como el pequeñuelo con su madre. Teniendo fijos los ojos en Ella, para que nos sirva de modelo, como el artista que está mirando a cada paso el lienzo 110

que trata de copiar. Obrar para María es ofrecer todos nuestros actos para servir a María, y de esta forma servir y amar y glorificar mejor a Jesús, Dios hecho Hombre. *

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*

El hijo de la Virgen, si realmente lo es, ante todo la venera reconociendo su singular excelencia. En segundo lugar, la ama y hace todo lo que le agrada, evitando todo lo que le moleste. Está lleno de gratitud hacia Ella por los grandes favores que le ha concedido. Está lleno de confianza hacia su Reina pues sabe que Ella conoce, puede y quiere socorrerlo en todo lo que necesite. El siervo fiel a su Reina, si lo es de corazón, trata de imitarla, ya que en Ella reconoce a su modelo, a su ideal. ¡SALVE, MADRE! Salve de los cielos Reina incomparable. Salve de los hombres amorosa Madre. Salve, dulce Reina, a quien incesantes agasajos rinden coros celestiales. Desterrados lloran en áspero valle tus hijos, llamando benigna los salves. Vuélvenos propicios los ojos amables, que el Cielo hermosean, que glorias esparcen. Tu bendito fruto muéstranos afable, sus enojos calma sus dones reparte. Alivia las penas, remedia los males, atiende a los ruegos sénos tierna Madre. Bendigan tu nombre todas las edades, el Cielo y la tierra el hombre y el ángel. *

* 111

*

El arte de triunfar se aprende en las derrotas. *

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Cumplir exactamente el propio deber vale más que el heroísmo. *

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*

Cuanto más trabajes por un ideal, tanto más lejos estás de abandonarlo. *

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*

¿No es tu Madre, la Virgen? Entonces, ¿por qué no le hablas y procuras agradarle como un verdadero hijo? *

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Perdona, para que se te perdone; olvida, para que se te olvide. *

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*

¡Triste destino de la gloria humana tan costosa, tan mísera y tan vana! ¡Ayer grandeza, y entusiasmo, y ruido; hoy tributo de lágrimas; mañana hondo silencio, y soledad, y olvido! En la infinita sed que nos aqueja ¿qué es nuestra vida? El sueño de un momento, onda que pasa, sombra que se aleja, ave tímida y muda que no deja ni el rastro de sus alas en el viento (Núñez de Arce) *

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*

Sin Dios todo es tristeza, vacío, desengaños, soledades de espíritu. Con Dios todo se anima, pues aún entre las ruinas de nuestro propio cuerpo lucharemos por el tesoro del Cielo, sabiendo que estas ruinas serán transformadas en cuerpos de gloria y felicidad eterna.

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*

Las tres cosas más difíciles en este mundo son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo. *

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La desesperación nubla la inteligencia. Saber esperar indispensable aprender. *

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*

sin desesperar es una ciencia que es

El corazón del hombre se refleja en el rostro. *

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No queramos sino lo que Dios quiere: he aquí el medio de tener paz. *

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El agua apaga la ardiente llama y la limosna expía los pecados (Eclo 3, 33). *

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No hay felicidad si no se llega a mirar la cruz como a la más amada compañera. *

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Los Santos tuvieron una obsesión: la de santificarse y santificar a los demás. *

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Las pequeñas delicadezas cuestan sólo un poco de atención y valen mucho. *

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Dios no se enamora de la grandeza del hombre sino de su humildad. *

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Dices que el Rosario es largo. Si es largo para ti es porque amas poco a la Virgen. *

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Y como el que atesora, es el que honra a su madre. (Eclo 1, 1) *

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*

Cuanta más luz tengas, mayor será tu pecado; pero es más difícil que peques. *

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No temamos a la Cruz, no olvidemos que por ella nos vienen los verdaderos bienes. *

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El más grande hombre es aquél que en medio de la multitud, en medio de la prueba, en medio de la catástrofe, conserva con perfecta serenidad y gentileza la misma actitud generosa y desinteresada que en la soledad, en el triunfo, en la prosperidad, en la salud. *

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*

Lo que ofende a Jesús, lo que le lastima el corazón, es la falta de confianza (Santa Teresa de Lisieux) 113

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La misma deshonra cabe a las mujeres sin pudor, que a los hombres sin valor. *

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Los Santos por sí mismos no hubieran avanzado en la perfección, pero Dios los empujaba. *

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Todo es sagrado en un enfermo santamente resignado a la voluntad de Dios. *

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La Misa perdona los pecados veniales, remite las penas temporales, satisface por las almas del Purgatorio, sirve para pedir gracias y favores. * * * Autoridad sin amor es educación masculina. Ternura sin disciplina, es educación femenina. Autoridad con amor, es educación completa. *

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A menudo sucede que nos hallamos tranquilos, e incluso fríamente dueños de nosotros mismos, en circunstancias cuya anticipación hubiera sido un delirio de júbilo o turbación. El futuro se divierte desorientándonos así. *

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Bien poco se ha perdido cuando queda la conciencia limpia. *

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Ya queda vengado quien no se venga pudiendo. *

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Cuando Dios nos pide algo es que nos va a dar mucho más. *

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Quien se niega a llevar su carga, hace sufrir al prójimo, que tiene que soportar el doble. *

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*

Somos más afortunados, desde cierto punto de vista, que los habitantes del Cielo: los bienaventurados sólo pueden gozar de sus rentas, mientras nosotros podemos en todo instante aumentar nuestro capital (Santo Cura de Ars) *

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114

*

¿Por qué temer de antemano? ¿Por qué asustarnos de lo que puede suceder y que quizás nunca acontezca? Mucho más hace sufrir el a menudo injustificado temor de las desgracias, que la tolerancia de ellas. Es la imaginación la gran proveedora de dolores ¡Cuánto conviene aquietarla y refrenarla por una fe sobrenatural y una confianza sin límite en la Providencia divina! Haz cuanto puedas y confía en la palabra de Cristo: "Ayúdate, que el Cielo te ayudará" *

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*

Un generoso corazón no quiere vengarse cuando puede. *

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La buena causa no teme el examen. *

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El progreso no consiste en aniquilar el ayer, sino al revés, en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor. *

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*

La compostura del hombre es la fachada del alma. *

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No se fracasa, se va adquiriendo experiencia. *

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*

Dios habla por medio de los acontecimientos. *

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Quien favorece a gente buena labra en buena tierra. * * * El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen. *

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*

La constancia obtiene las cosas más difíciles en poco tiempo. * * * La belleza más amable es la que se desconoce a sí misma como tal belleza. *

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*

En los ambientes difíciles y austeros se forman las recias personalidades. ¿Qué sería el mundo sin sufrimiento? Una inmensa caravana impasible de estúpidos egoístas. El dolor nos acerca y humaniza. La felicidad constante en esta naturaleza caída estropea las almas. Si Adán y Eva no hubieran caído, y nosotros con ellos, la felicidad sería lo ideal, y lo será en el Paraíso, pero actualmente, el dolor sirve para mantenernos 115

en el camino recto, para no corrompernos, para comprender y solidarizarnos con los demás, para purificación y aumento de méritos celestiales. No nos gusta el dolor, la adversidad, los contratiempos, nos gustaría que todo fuera siempre bien, pero, desgraciadamente, no es posible: el dolor, la adversidad, los contratiempos son necesarios en esta vida, no en la otra... * * * Los enemigos sólo estuvieron ausentes de las vidas estériles, Cuando un gran hombre decide emprender una gran obra, irremediablemente nacen en su camino terribles contrincantes. Pero estas almas dotadas de una inmensa energía se estimulan con la contradicción y se enardecen en la lucha, porque lucha más el que vale más. *

*

*

Almas sin virtudes son perlas en un muladar. *

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*

Por muy acosados que nos veamos, jamás debemos desesperarnos. Dios siempre ilumina a los que buscan su luz. *

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*

¡Qué poca valentía tienen los humanos! Si nos calumnian por nuestra acendrada piedad, damos tanta importancia al enemigo que, para impedir que continúe calumniándonos, dejamos de ir a Misa o hacer algún bien. ¿No es acaso esto lo que persiguen los calumniadores? * * * Según con la devoción con que recibas los sacramentos así obtendrás mayor o menor mérito. *

*

*

Lo que sean tus pensamientos serás tú. *

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*

No temas a nadie, excepto al pecado. *

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*

Vive el ahora y lo que venga detrás ya exigirá su propio esfuerzo. * * * Lo más grande de los Santos no son sus milagros, sino su valor en seguir las virtudes y su aceptación de la voluntad de Dios. *

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*

Orar es hablar con Dios y escuchar cuando Él nos habla. *

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116

*

La mejor manera de que Dios escuche tus oraciones y te conceda tus peticiones es hacer lo que Él te pida. *

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*

El trabajo y la sobriedad son las dos columnas de la salud. *

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*

No es quien más ha vivido sino el que más ha observado el que posee una mayor experiencia del mundo. *

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*

Los ricos son como los árboles cargados de frutos: si los dan, valen mucho; si los retienen, se pudren. *

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*

La minoría la forman los que han sabido educarse manteniendo y desarrollando su independencia propia, sus propias convicciones e ideales; que han trabajado siempre en la brecha, para la adquisición de un modo positivo de pensar o de una ciencia entrañablemente aprendida; que, en medio de la postura acomodaticia de los cobardes, de los perezosos, han querido ir tallando su propia personalidad, a golpes constantes de cincel, hasta alcanzar el dominio de sus pasiones y el vigor de su voluntad, el encauzamiento de su temperamento y la paz de sus nervios, la alegría de vivir y el tesón frente al trabajo; la constancia en los propósitos y la perfecta armonía moral, la honradez a toda prueba y la verdad sin reticencias. *

*

*

Mucho pueden desviar de la Religión el mal humor de un sacerdote, la susceptibilidad de una persona piadosa o el mal carácter de un católico practicante. *

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*

Los pecados veniales, supuesto el arrepentimiento de por lo menos uno de ellos, se perdonan con: oír Misa, oír la palabra de Dios, rezar el Acto de Contricción, el Yo pecador, con agua bendita, con la Comunión, etc. * * * Es vano estancarse en los momentos ya idos y entregarse a lamentaciones vanas: he ahí una muy deficiente y peligrosa postura mental. La de esas almas que poseen una especie de calendario de desgracias, cuyas hojas van repasando... hacia atrás. En la pendiente de acá de la vida matan sus energías lamentando los errores o desgracias de la pendiente de allá. Es una postura mental dañosa que alarga infinitamente la sombra de las desgracias sufridas, como si éstas no hubiesen tenido suficiente cuerpo cuando ocurrieron. ¿Por qué empeñarse en que los males se prolonguen? ¿Qué frutos se saca de ello? Jesús nos dice que cada día trae su propio afán. No es postura mental correcta estar viviendo en el día de hoy la carga que fue de ayer. Es minar la preocupación y el dolor, agrandar el amargor de las penas y perder la ocasión de saborear y gozar la vida que Dios nos regala cada dia nuevo con cada nuevo sol. Nada más tonto que lamentar lo pasado, cuando tenemos entre manos nuevas realidades hermosas. Porque la vida comienza en cada instante. El instante siguiente es una sabrosa invitación. El instante pasado... es ya muerto. Una postura mental sana: no malgastar energías lamentando estúpidamente lo que ya no es. Si ha que retocar o corregir, hazlo. Pero actúa, 117

vive el presente. Si las cosas tienen remedio, búscalo. Si no lo tienen... no lo encontrarás a fuerza de lamentarte. *

*

*

Si muchas veces las almas se desequilibran viviendo hacia atrás, también es frecuente la desarmonía por vivir hacia delante. Otra postura mental defectuosa. Porque el futuro es de Dios... y es futuro. Es decir, el futuro es porvenir. No ha venido todavía. No sabemos si vendrá. Y siempre sabemos que cuando llegue, si llega, no nos faltará la gracia de Dios y la energía, el pan de cada día, para el cuerpo y el espíritu, que nos permita vivir dignamente sus exigencias. Es hora, pues, de comenzar cada mañana, cada instante, una vida mejor. Todas las noches traen el día. Cada día trae su alborada y otra vez el sol. Vivamos el sol de cada día, embelleciendo la vida, cantando las hermosuras del buen Dios. *

*

*

Quien camina por la vida con ideas claras y nobles, quien pisa con seguridad terrenos ideológicos que no se quiebran, puede ganar las alturas aunque los caminos parezcan duros y difíciles. Pero quien se lanza a los senderos de la vida rumiando ideas falsas, corruptas o torpes, sentimientos inseguros y vacilantes, caminará corriendo atropelladamente, siempre fatigado, vacío por dentro, y no llegará jamás a la cumbre. *

*

*

El hombre que no es capaz de gozar con una discreta afición personal tiene gravemente enfermo su espíritu. *

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*

Prescindid de lo que los demás piensan. Lo que importa es lo que vosotros penséis y creáis en vuestra conciencia. *

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No tendrás el óleo de la misericordia divina a no ser que lo pongas todo en el vaso de la confianza en Dios y su voluntad. *

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Sólo existe una tristeza: ¡no ser santo! (León Bloy) *

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Si quieres llegar a poseer a Cristo jamás lo busques sin la cruz. *

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Cuanto mayores y más graves son los trabajos tomados por Dos tanto mejor es la suerte del que los padece. *

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Desear entrar en las riquezas y regalos de Dios es de todos, mas desear entrar en los trabajos y dolores por el Hijo de Dios, es de pocos. 118

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Cuando Dios más quiere dar tanto más hace desear, hasta dejarnos vacíos para llenarnos de bienes. *

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Tanto se agrada Dios de la esperanza con que el alma siempre lo está mirando, sin poner en otra cosa los ojos, que es verdad decir que tanto alcanza cuanto espera. *

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En la prosperidad el hombre corre el peligro de olvidarse de Dios y aún ofenderlo. *

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Más vale ante Dios obrar con sinceridad y buena voluntad que mucho obrar. *

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Lo que pretende Dios es hacernos dioses por participación, siéndolo Él por naturaleza, como el fuego convierte todas las cosas en fuego. *

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Al alma que está unida con Dios el diablo la teme como al mismo Dios. *

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El que ama de veras a Dios tiene por ganancia y premio perder todas las cosas y a sí mismo por Dios. *

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Si el alma tuviese una sola aproximación de la hermosura de Dios, no sólo apetecería una muerte por verlo para siempre, sino mil muertes acerbísimas pasaría alegremente por verlo sólo un momento. * * * No te entristezcan los acontecimientos adversos pues éstos, menos el pecado, traen consigo, ordenado en los juicios de Dios, unos bienes incalculables para el gozo sempiterno de los escogidos. *

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*

Aunque todo se hunda y todas las cosas sucedan al revés, vano es el turbarse, pues por esa turbación antes se dañan más que se aprovechan. *

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*

Llevarlo todo con paz no sólo aprovecha al alma para muchos bienes, sino también para que en esas mismas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y ponerles remedio conveniente. *

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*

De las pasiones y apetitos nacen todas las virtudes cuando están dichas pasiones ordenadas y compuestas, y también todos los vicios e imperfecciones que tiene el alma cuando están desenfrenadas. *

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De la manera que ensuciarían los rasgos de tizne a un rostro muy hermoso y perfecto, de esa misma manera afean y ensucian los apetitos desordenados al alma que los tiene, la cual en sí es una hermosísima y perfecta imagen de Dios. *

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*

Nunca habla en vano el Espíritu Santo. Si el alma es dócil a su voz, adelanta a grandes pasos hacia la perfección. *

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*

No queramos sino lo que Dios quiere: he aquí el medio de tener paz. *

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Dios cercó de espinas las flores más bellas y las almas más hermosas para protegerlas de sus admiradores o de la tibieza y la impiedad. *

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*

Las imperfecciones voluntarias y enteramente advertidas, por mínimas que sean, son las que principalmente impiden el avance en el camino de la perfección. *

*

*

En todas nuestras necesidades, trabajos, dificultades, no nos queda otra remedio mejor ni más seguro que la oración y esperanza de que Dios proveerá por los medios que Él quisiere. *

*

*

El camino de padecer es más seguro y aún más provechoso que el gozar y hacer. Lo uno, porque en el padecer se le añaden al alma fuerzas de Dios y en el hacer y gozar ejercita el alma sus flaquezas e imperfecciones. En el padecer se van ejercitando y ganando las virtudes, purificando el alma y haciéndose más sabia y cauta. *

*

*

El alma que no es tentada, ejercitada y probada con tentaciones y trabajos, no puede llegar a la sabiduría, porque, como dice el Eclesiástico: "El que no es tentado ¿qué sabe? *

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El más puro padecer trae y acarrea el más puro entender. *

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*

El alma que no es humilde la engaña el diablo fácilmente haciéndole creer mil mentiras. *

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El que no arriesga no fracasa, pero tampoco hará nada que valga la pena. *

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Para subir al honor de los altares no tendrías que sufrir más de lo que sufres ahora: sólo aceptar los sufrimientos y adversidades, que no se pueden solucionar, como voluntad de Dios, sin rebelarte. *

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*

Todos los hombres sufren, pero sólo el cristiano sabe sufrir con méritos, pues transforma su dolor, su adversidad, aceptados con resignación, en mérito, en tesoro celestial. *

*

*

¡Ay amor! ¡Qué profundas son las tristezas de tus soledades y recuerdos cuando el ama es profunda!... *

*

*

La voluntad se templa en el dolor. * * * Eres continuamente observado por millones de espíritus limpios e inmaculados. ¿Si no te atreves a hacer determinados actos delante de las gentes que ves, que son imperfectas y llenas de pecados, cómo te atreves a hacerlo delante de los santos y ángeles, que de verdad te ven y penetran tus pensamientos? *

*

*

Si hoy sales victorioso en el combate por la pureza ¡Alerta! Que no sabes por qué lado te acometerá mañana. A la edad de 16, 20, 24 años, estás empeñado en una guerra sin cuartel contra tus instintos que se rebelan contra los Mandamientos. Más tarde se calmará algo la tentación contra la pureza pero nunca cesará por completo, y cuando la seriedad reposada de la edad madura calme ya tu sangre hirviente, aún entonces habrás de estar alerta para conservar tu preciado tesoro. Luchar contra nosotros mismos es el más difícil combate, más vencernos a nosotros mismos es también la victoria más gloriosa. *

*

*

El que no se atreve a levantar la voz en defensa de sus convicciones tiene una bondad como la flexible caña, que al ser azotada por el viento, se inclina suspirando, más sin poder detener con su triste gemido al elemento contrario. *

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*

No odies a los hombres por sus vicios o errores, pero tampoco ames los vicios y los errores por causa de los hombres. *

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*

Es un cobarde el que no sabe soportar por amor a sus convicciones algunos contratiempos. *

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*

El sarcasmo, las burlas de los viciosos ante el hombre virtuoso se explican muy bien. Cuando un cerdo se revuelca en el fango, gruñe satisfecho a sus compañeros, para que ellos también se metan en el charco... fino, blando, perfumado... ¡Qué gruñir de desprecio al ver que el hombre no quiere acostarse junto a él en la inmundicia!... *

*

*

A quienes dicen que hay que seguir los instintos les diremos que en tal caso a los enfermos del tifus también habría que darles comida ya que el instinto de alimentación les pide pan... ¿Qué sucede si por conmiseración cedemos a las súplicas del enfermo y le damos lo que pide? Lo exponemos al mayor peligro de su vida. Sus intestinos, cubiertos de llagas apenas cicatrizadas, no resisten el alimento apetecido; las llagas se abren nuevamente, y si uno de estos desgraciados llega a la mesa de operaciones, vemos que es justamente el alimento codiciado lo que lo mató, agujereando sus intestinos... ¿Quién no sintió, instigado por el instinto, ganas de beber un vaso de agua fría, o de bañarse, cuando está sudando, acalorado y jadeando?...Ya sabemos qué consecuencias funestas nos traerían esas acciones. El instinto hay que satisfacerlo según unas normas prudentes, según unos cauces, y esos cauces, esas normas están dadas en los Mandamientos. *

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*

Las bendiciones de una vida casta las experimentan en sí los hombres, especialmente los jóvenes. La memoria es fácil y tensa, el pensamiento vivo y fecundo, la voluntad fuerte, el carácter adquiere temple de acero. Ningún vidrio que descompone la luz muestra ambiente con colores tan celestiales como el prisma de la pureza que proyecta los colores del arco iris sobre todas las cosas del mundo y comunica una felicidad sin nombre. *

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*

La pureza comunica fuerza invicta a la voluntad frente a todas las bajezas, por esto la pureza es el fundamento del carácter firme. *

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¡Qué hermosa es la santa pureza! Pero no es santa, ni agradable, si la separamos de la caridad. La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego, que es la pureza. Sin caridad, la pureza es infecunda y sus aguas estériles convierten las almas en un lodazal, en una charca inmunda, de donde salen vaharadas de soberbia. *

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La gula es la vanguardia de la impureza. *

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Sin la pureza no se puede perseverar en el apostolado. *

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Cuando en las criaturas se considera y contempla la huella y vestigio que todos tienen de Dios no solamente dejan de ser un obstáculo para la santificación del alma, sino que se convierten en poderosos auxiliares e instrumentos para alcanzar la cumbre. *

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La buena lectura es el viento que impulsa nuestros ideales, en cambio la mala es la tormenta incontrolada que los destruye. *

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Cuando las circunstancias sean demasiado peligrosas para guardar la pureza, no tengas la cobardía de ser "valiente" ¡Huye!. *

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Los Santos fueron seres normales, como tú... y vencieron. * * * La fuerza del corazón consiste en la alegría, la fuerza de la cabeza en el conocimiento de la verdad, la fuerza de la lengua en la sinceridad, y la fuerza de los demás miembro en la sumisión. * * * No te preocupes, pase lo que pase, mientras no consientas. Sólo la voluntad puede abrir la puerta del corazón e introducir en él esas execraciones. *

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En el combate por la pureza te ayudarán mucho la devoción a la Virgen, los sacramentos, la meditación, la oración y estar siempre ocupados, sin dar lugar a la ociosidad. *

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Por defender su pureza San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal, San Bernardo se zambulló en un estanque helado... Tú,... ¿qué has hecho?... *

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Las lecturas heroicas, de buenos ejemplos, elevan; lo contrario, las que explican hechos impúdicos, sin nada de formativo, embrutece. Lo mismo podemos decir de las películas, vídeos, revistas y tebeos. *

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"¡Si supieran los jóvenes lo que pierden con la impureza!" (Palabras de un ángel a San Juan Bosco). *

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Psicólogos y psiquiatras coinciden en sostener que la falta de castidad del pensamiento en el caso de la continencia forzada es causa de grandes tentaciones en el orden psíquico los cuales pueden dar lugar a aberraciones de toda clase y muy en particular, como de más fácil realización, a la inversión sexual. 123

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¿Quién no puede reducir a cautividad los sentidos de su cuerpo, no sólo para que no corran tras el mal ni halaguen a la vanidad, sino para que, obedientes, trabajen en el ejercicio de las virtudes.? Pues muy pocos son, en verdad, los que custodian sus sentidos según les pide la razón, y muchos menos los que los mortifican según los principios de la fe. Examina, cómo tratas los sentidos de tu cuerpo. Mira si no les permitas demasiada libertad; considera qué les falta todavía para llegar a la perfección. *

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Todo lo criado y visible debe servirnos como de escala para subir al Creador y amar en ellas sus divinas perfecciones. Como las perfecciones de las criaturas no son más que un reflejo de las perfecciones infinitas de Dios, deben elevarnos a Él. *

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Cuanto más alentare uno para vencer y cuanto más difíciles victorias reportare de sí mismo, tanto más fortalecido saldrá, y tanto más facilitará las victorias venideras, y tanto más fruto sacará de vida eterna. *

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La gloria de las riquezas y de la belleza es mudable y frágil; la virtud es clara y eterna. *

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El sabio, viendo los vicios de los demás, corrige los suyos propios. *

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Vivir bien y felizmente no es otra cosa que vivir honestamente con rectitud. *

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Más que el placer conseguido, vale el placer no logrado por un ideal. *

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En habiendo por medio belleza, es raro el que no tropieza... *

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Evitemos una peligrosa trampa. No nos dejemos arrastrar por la falta de discernimiento que nos hace preferir los frívolos deseos, que apenas nos deleitan un momento, a los nobles deseos que movilizan todas las facultades para el logro de un alto ideal cuya influencia en la vida ha de ser necesariamente feliz. *

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El respeto a sí mismo, es, después de la Religión, el principal freno de los vicios. sobre todo si tenemos en cuenta que nuestro ángel de la guarda está presente a nuestro lado y nos observa, y nos escucha, y sabe nuestros pensamientos... 124

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No hay nadie tan elocuente como uno mismo cuando quiere persuadirse de lo que le conviene estar persuadido. *

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Es trágico que las pasiones instintivas venzan a la razón y a la libertad. *

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Dentro de la concha está la perla aunque no puedas verla. *

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Eres apóstol de la palabra por tus conversaciones, irreprensibles y edificantes, por el dicho agudo soltado con oportunidad. El no faltar nunca a la caridad en las conversaciones son en sí fecundo apostolado de la palabra. Existe otro apostolado más eficaz que la palabra: es el ejemplo, el cual arrastra. Tenemos todos inclinación a imitar lo que vemos hacer; este fenómeno se observa singularmente en los niños; pero desde este aspecto quedamos niños toda la vida. Camina y arrastrarás a los demás. *

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Todo lo que se le da al cuerpo de más lo tiene el espíritu de menos. * * * El Santo no es la persona que no cae, sino la persona que si cae se levanta siempre, la persona que Dios halla siempre de pie. *

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Si te dominas a tí mismo, la victoria en todos los terrenos está lograda. *

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Combatirse a sí mismo es la más difícil guerra. Vencerse a sí mismo es la victoria también más bella. *

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El carácter es la energía sorda y constante de la voluntad. *

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No puedes saciarte con ningún bien temporal, porque no has sido creado para gozar de lo caduco. *

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El grave error de la Humanidad está en buscar su felicidad en lo prohibido por la ley de Dios. Por eso es tan pecaminosa y tan poco feliz. En someter los sentidos del cuerpo y las potencias del alma al gobierno de Dios, en eso consiste toda la sabiduría del hombre y su felicidad en esta vida y en la otra. 125

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El individuo obsesionado por el problema sexual nunca podrá limpiar su mente, si no sustituye los motivos eróticos por otros más elevados: ideales culturales, religiosos, amor e interés en el trabajo. Si nuestro archivo mental está compuesto de ideas elevadas, no importa que desde fuera nos echen pensamientos impuros: los pensamientos que suban al plano de la consciencia serán elevados. Los propios psicólogos freudianos, si bien en la práctica no rompen lanza a favor de la continencia (consideran al ser humano como un esclavo del sexo), en la teoría hablan y con mucha viveza del fenómeno de la "sublimación". Sublimar es purificar, dirigir una tendencia indeseable hacia actividades nobles como la Religión, las ciencias, las bellas artes. Para Freud, todas las actividades culturales y religiosas son producto de la sublimación del conflicto sexual: estos conceptos, se citan, no para defenderlos, sino para ilustrar la idea con argumentos del propio bando contrario... *

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Si nos fijamos en los estímulos sexuales externos que nos asaltan en el medio ambiente, veremos que tales ataques se fundamentan en mucho sobre nuestros hábitos. Nuestro sistema de vida es el que da pie a las tentaciones. Podremos distinguirse tres tipos de hábitos: 1º - Hábito de circunstancias. Son aquellos que adquirimos por influencia del medio que nos rodea. Ejemplo: la manera de hablar de una región determinada se puede "contagiar" al extraño que lleve algún tiempo allí. 2º - Hábitos que se basan en un instinto. Aunque pueden ser iniciados por propia voluntad o por influencia del medio, ellos se arraigan enseguida y se hacen independientes del medio y de la voluntad, pues están respaldados por una gran fuerza interior, que es un instinto. Ejemplo: El hábito de comer algo al mediodía, el hábito de un acto sexual. Estos hábitos son facilísimos de implantar y dificilísimos de desarraigar. 3º - Hábitos voluntariamente inducidos. Son aquellos que no se deben a ninguna fuerza interior ni a influencias del medio, sino que fueron creados por la voluntad del sujeto. Ejemplo: el hábito del estudio, o de hacer cultura física. Estos hábitos son muy difíciles de implantar y facilísimos de desarraigar. Cuando un sujeto, en plena campaña por la continencia, encuentra que tiene que cambiar determinadas normas de vida, porque ellas lo conducen al peligro inminente de los estímulos sexuales, tropieza con el conflicto de tener que luchar contra los hábitos que se ha creado. Estos hábitos suelen ser de los más difíciles de arrancar, ya que están basados en los peores y más poderosos instintos. No obstante, tales hábitos han de ser eliminados si la razón dice que son perniciosos. Aquí también opera eficazmente la ley de la sustitución. Todo hábito pernicioso eliminado debe ser suplantado por otro de mejor calidad. El problema estriba en que el hábito sustituto ha de ser, por fuerza, un hábito inducido, de los que son más difíciles de implantar y los más fáciles de perder. Por eso, al eliminar un hábito que nos resulta muy atractivo, debe sustituirse con otro que también lo sea, buscando el apoyo del medio ambiente de nuestros instintos para reforzar el nuevo hábito aún débil Toda la trama de la continencia está hecha de hábitos. La castidad en sí misma es un hábito. La castidad no es hábito de circunstancias, pues el medio que nos rodea es totalmente adverso. No es hábito que venga sólo, cabalgando sobre un instinto, pues el instinto tira para todo lo contrario. Luego: es hábito que tiene que ser voluntariamente inducido. Conviene saber, sin embargo, que los hábitos inducidos pueden llegar a hacerse muy poderosos. El interés y la práctica constante son las "vitaminas" que fortalecen su hábito. "Llegamos a ser lo que hacemos". La formación de la personalidad es equivalente a la creación de por sí mismo. En otras palabras: los hábitos, a modo de arquitectos, construyen la personalidad. La práctica de hábitos viciosos produce una personalidad desintegrada, desviada, perversa. La práctica de buenos hábitos produce una personalidad sana. *

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La estrategia contra los estímulos sexuales viciados que nos envía el medio ambiente, bien se trata de los estímulos comunes y ordinarios que constituyen las "columnas" de asalto, o "comandos", estriba fundamentalmente en renovar nuestros hábitos. Todo hábito pernicioso debe ser eliminado y sustituído por otro hábito deseable y constructivo. Cuando se trata de acciones bélicas hace falta coraje. En el terreno moral no sólo hace falta coraje sino también motivación, o sea, buscar un motivo, un objetivo ideal para nuestras acciones. Todos los grandes hechos de la Historia están inspirados en un motivo poderoso: Napoleón realizó la conquista de Europa movido por su enorme ambición. Al general San Martín y Washington les inspiró el patriotismo; a la mayor parte de los artistas, el deseo de la gloria. Una campaña tan dura como la de la continencia debe estar inspirada en un motivo poderoso. En todo esto nuestro principal aliado, esa sustitución de hábitos, nos la dará Jesús con su Palabra, sus sacramentos, la Virgen María con su maternal sonrisa, pura y casta, pronta a salvar a sus hijos, la oración, la lectura edificante, etc. *

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Las buenas costumbres pueden vencer nuestras malas inclinaciones y reprimir nuestros deseos y pasiones desviadas. *

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En el hombre pueden establecerse dos planos: el psiquismo superior y el psiquismo inferior. Parte noble del alma y zona inferior de la misma, distinguidas por las diferentes actividades de su simplicísima unidad espiritual. Las dos con actividades propias y posibilidades diversas. Y las dos hermosamente hermanadas y relacionadas con todo el resto del ser humano. La unidad psicológica del hombre, su unidad interior, base de la personalidad, descansa en el poder del psiquismo superior. A él se refieren las actividades de las dos grandes potencias que caracterizan al hombre y lo ennoblecen: la inteligencia y la voluntad. La inteligencia en su camino por descubrir la verdad objetiva y en frío, sin revestimientos ni coloridos que puedan desfigurarla. La verdad es una constante, y llama a las puertas de la inteligencia solicitando de ella un equilibrio y una sinceridad sin disfraces... Tras la verdad, la voluntad se lanza hacia el bien propuesto como verdadero por la inteligencia. Pero pocas veces se encuentran las dos facultades superiores en perfecta claridad y paz... Hay, además, un psiquismo inferior cuyas alteraciones y veleidades sacuden el equilibrio del psiquismo superior. En el psiquismo inferior descansan aquellas facultades que más nos acercan al mundo animal con el que el hombre tiene contacto también: la fantasía, el sentimiento, la pasión, el deseo y el capricho, las leyes imponderables de lo agradable y desagradable, la excitación la pereza o el decaimiento... todo ello influye en los espíritus débiles con peligro de lanzar al desastre a las facultades superiores y destrozar la unidad del hombre. *

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Pocos son los que buscan la personalidad. Casi todas las convicciones están sujetas al espíritu de muchos por los alfileres del egoísmo, conveniencia y agrado. Todo invita a buscar lo colorista, sin preocupación alguna por lo verdadero. Las facultades inferiores son más concretas en sus objetivos, ofrecen un perfil y un color... Y por las puertas de los sentidos se adentran las impresiones en el alma que reacciona y actúa antes de que el psiquismo superior haya podido precisar la verdad y belleza auténticas de aquellas cosas. No se mide la desgracia espiritual que todo esto supone. Puede un joven recibir en un psiquismo superior, inteligencia, el aviso de la ley "¡Sé casto!". Y puede este psiquismo superior, voluntad, moverse con deseos de cumplir el mandamiento. Pero, pronto, el psiquismo inferior se ve incontrolado en un mundo de sensaciones, sentimientos, amoríos, literatura fácil, escenarios exhibicionistas... Todo lo que se proyectó a través del frío psiquismo superior se derrumbará, porque el alboroto emocional del psiquismo inferior, con su colorido y concreción, se adentró rápidamente en el alma arrastrando a la voluntad. Las almas de floja personalidad y carácter se rendirán ante este aluvión de sensaciones e instintos desatados, pero las almas fuertes, entrenadas en el combate, hallarán aquí ocasión para fortalecer su voluntad convirtiéndola en férrea 127

disciplina. Esto es fundamental. No interesan las almas fáciles a la impresión. Hacen falta los hombres de entera personalidad apoyados en las facultades superiores del alma. *

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La jerarquía de valores espirituales descansa en la cabeza y en el corazón. La cabeza, símbolo del pensar. El corazón, símbolo del querer. Precediendo siempre la cabeza por la búsqueda de la verdad para que el corazón se lance sin temores con toda su fuerza de amar la verdad presentada por la inteligencia. El mal y el bienestar en la cabeza, de la inteligencia. Cuando el corazón se malea, es porque la inteligencia se enturbió primero; porque el corazón es ciego y no recibe más luz que la que pueda suministrarle la cabeza. Allí se incuban los pensamientos y los ideales, el arte y el honor, la chispa del genio y el calor de la amistad... El bien y el mal, en suma. Luego, la voluntad, sigue el camino trazado por la inteligencia. Todo alienta en la paz de la unidad del hombre, mientras no se interfieren los fenómenos del psiquismo inferior, suplantando a la verdad o al querer, Entonces, brota a la superficie de la vida la actividad fuerte y alborotada en la región de los instintos y de los apetitos, psiquismo inferior, provocados por las vivas imágenes del bien y del mal. *

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El hombre tiene antes pasiones que virtudes. La cosa es comprensible, puesto que para tener pasiones basta con abandonare a los movimientos espontáneos de la sensibilidad, mientras que la virtud requiere la intervención reflexiva y constante de la voluntad. La virtud tiene, sin lugar a dudas, como fin propio el de moralizar las pasiones y purificarlas. Pero esto mismo ¿no prueba acaso que existe prioridad de las pasiones sobre la virtud? El campo donde germinan las pasiones es el psiquismo inferior, a través de los instintos y movimientos irreflexivos. Y sucede que sólo debe encauzar esos movimientos un psiquismo superior rectamente constituido que, desarrolladas sus dos facultades reinas y alcanzada la personalidad con la ayuda de la gracia sobrenatural, pueda dominar los instintos, encauzar las reacciones, dominar el impresionismo. Esto supone el desarrollo de la racionalidad del hombre. Las pasiones, abandonadas a sus propias fuerzas, han causado desastres en las almas y en los pueblos. Muchos nobles proyectos se vieron destrozados y envilecidos por la fuerza avasalladora de la pasión que, en un momento, destrozó propósitos y apagó ideales. Pareció que el alma era esclava de la pasión. Sin embargo, se ha dicho con verdad que la apatía es peor que todos los vicios. *

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No es verdad que la pasión haga más dura la lucha y abra en la vida caminos de dolor. Simplemente, la pasión supone vida. Y la vida es todo: gozo y dolor, empresa y lucha, victoria y derrota y amor, ensueño y realidad, acción ardiente y quietud fecunda, ideal proyecto, actividad. De las páginas de la Escritura, han saltado a muchos libros el aviso: El que no ama está en la muerte. Y el amor es también pasión. *

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La apatía, la pereza, borra la belleza de la vida. Y la primera tarea que la vida nos ofrece es esa: vivir la vida, sentirla gozarla, encauzarla y hacerla fecunda. Pero, para todo eso, es necesario tener el alma despierta. Llamarán a la puerta innumerables manos, porque la vida nos reclama infinitamente. Y sólo al hombre le ha sido concedido el gran don de sentir esas llamadas de la belleza y del arte, del dolor y de la alegría, de la risa y de las lágrimas, de la empresa y del trabajo, de la dicha de la lucha por descifrar lo escondido, de producir la luz en la oscuridad y escribir con acciones vivas toda la historia de la inteligencia y del corazón, del hombre y la virtud, del mal vencido... No es un mal sentir la vida. Ser hombres es la primera condición de los hombres. No lo olvidemos: "La apatía es peor que todo los vicios". Del hombre pasional, vibrante y encendido, puede esperarse todo: el bien y el mal. Pero nada puede esperarse del apático... si es que existe. Un alma pasional puede convertir a una Magdalena en la primera Santa y a un ladrón en el primer 128

bienaventurado. De un apóstol encendido y ardiente puede hacerse la primera piedra de una Iglesia y de unos pescadores pueden buscarse los peregrinos del mensaje de Cristo para todo el mundo. El mismo fuego que puso la pasión para el vicio puede encender las brasas del amor de Dios en los convertidos, y la pasión que empuja a muchos hacia las criaturas levanta a otros hasta las almas del amor de Dios en la santidad. De almas en pasión pueden brotar las virtudes heroicas que electrizan al mundo y una santa pasión puede espiritualizar un siglo bajo el sayal de Francisco de Así, o en la voz convencida de Agustín, de Ignacio, de Javier... Pasión es la aventura feliz y el descubrimiento, la ciencia y el arte, la cruzada y el libro, la espada la cruz, el altar y el trono. Todo es posible a la pasión. Sólo espera una mano que la guíe y una inteligencia que la ilumine. *

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No maldigas tu suerte, si encuentras que tienes corazón. Pide a Dios un gran corazón para un gran ideal. * * * Hasta que interviene la virtud, todo es instintivo, natural, brote espontáneo de nuestra complicada naturaleza. El hombre está hecho así, Dios le infundió pasiones: es decir, movimientos de apetencia o de defensa, sensaciones y sensibilidad, instintos, que responden espontáneamente a las llamadas de la vida, con amor o con repulsión., Por eso, las pasiones se sentirán siempre. Y el sentirlas no supone menoscabo de personalidad o virtud. Queda siempre el psiquismo superior, ayudado por la gracia, para decidir y consentir en el bien...o rechazarlo. Entonces las pasiones se clasifican por su colorido moral. Es decir, por la orientación que la voluntad les da, sin destruirlas, pero encauzándolas. La pasión, en sí no es mala. Es, simplemente, una fuerza. Y, como toda fuerza, puede emplearse en un sentido u otro. Toda fuerza, incontrolada, resulta, por lo menos, peligrosa. La misma fuerza, encauzada, se hace fecunda y bienhechora. El espíritu busca su vida, como un pajarillo encarcelado que trina sus deseos hacia el cielo perdido. La carne animal reclama sus pretendidos derechos y exige obediencia. Entre estas dos leyes, la voluntad del hombre decide el bien o el mal, la moralidad o la inmoralidad de sus movimientos pasionales. Pero no lo hará sino después de una lucha inacabable entre la tendencia al bien y la tendencia al mal que divide su propio ser humano... Esta es la lucha de la tentación. De un lado, la tendencia al bien, manifestación de la bondad inicial del hombre que, al fin, conoce por ese instinto de bien que está hecho para Dios y no descansará su corazón en paz hasta que llegue a la visión de Dios. Brilla la parte alta, divina y hermosa, del hombre que presiente su destino glorioso y siente en las sienes del alma el peso de su corona de criatura mimada por su Creador. De otro lado, el hombre ha de sufrir las dentelladas de pasiones inconfesables, de vergüenzas bochornosas, que le arrastrarán, o intentan arrastrarlo, a lo más bajo. Instintos misteriosos que se despiertan en él, rebajándolo de su grandeza. Todo ello constituye la misteriosa dualidad del hombre. Dualidad de tendencias e ideales. Dualidad de fuerzas y amores. Y la lucha se extiende por esos dos campos, ofreciendo a la voluntad una ocasión de nobleza o vilipendio. En lo alto, en el gran balconaje de la eternidad, Dios asiste a la lucha que libera el hombre...y se acerca misteriosamente en su ayuda. La tentación es un espectáculo digno de los dioses, decían los antiguos. En ella, el hombre valora su propio ser, se talla a sí mismo y labra su vida y su eternidad... *

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La juventud es la época en que las pasiones se presentan a nosotros en toda su brutalidad y nos atacan con mayor ímpetu. Todo contribuye a favorecerlas, aumentando las dificultades con que hemos de luchar para mantener sujetos a la razón nuestros perversos instintos; la sangre que circula por nuestras venas, nuestra inexperiencia de las cosas, el espectáculo de un mundo entregado a todas las locuras y preocupado tan sólo de multiplicar a cada paso los medios de corrupción. La juventud, grita ese mundo corrompido, es la edad de los placeres. ¡Venid, amigos y embriagáos con el licor de esa copa que muy pronto habréis de apartar de vuestros labios!... "Las plantas jóvenes son destruidas por la oruga con mayor facilidad que las viejas encinas"... 129

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El hombre se encuentra ante dos caminos: el bien y el mal. En muchos, la pasión no encuentra trabas y arrastra al hombre por la vía ancha y florida del instinto caprichoso. El alma se vulgariza y se hace ramplona. Parecerá que quedaba convertida en barro, a fuerza de consentir las exigencias del barro con las pasiones. Brotan las disculpas fáciles que pretenden encubrir cobardías. Llegó la derrota de todo lo noble, cuando aún no se había empezado a luchar... Entonces se dice que las pasiones son malas porque arrastran al mal. Son malas también, así, todas las fuerzas mal empleadas. Pero no culpemos a las fuerzas: tengamos el valor de confesar la cobardía de nuestra voluntad encogida o el egoísmo que nos impulsó a olvidar el bien loable para gozar del placer bastardo. Nunca es el hombre más cobarde, menos hombre, que cuando disculpa sus errores escudándose en la fuerza de sus pasiones... Pero muchos cabalgaron sobre la pasión. Se ha dicho esto: "El cristiano perfecto, y puede decirse también el hombre perfecto, es un ángel, que, cabalgando sobre una fiera domada, debe cuidar siempre que la fiera no recuerde alguna vez los tiempos de su primitivo salvajismo". Domando la pasión, consiguieron muchos hacerla servir a su ideal. *

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El dolor, lejos de destrozar las facultades del hombre, las ennoblece; les da un esplendor raro y nuevo. El hombre, purificado y amasado en el dolor, se valora más alto. Parece otro. Su alma se cotiza a mayor precio. Los valores humanos no se encogen ni se achican con la cruz; al contrario, se dilatan y se ensancha hasta hacerse más grande, mucho más grandes de lo que eran. *

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Los Santos, son los hombres de más dilatado corazón del mundo. Mejor que nadie sabían tender la mano y compadecer. Porque para comprender, hay que aprender primero a llevar la cruz... *

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Vencerse, no es cerrar la puerta de la felicidad; es abrir un arco triunfal a una dicha más pura, más noble y más fuerte todavía. *

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Descombrar el corazón; caer el antiguo edificio de todo lo desordenado y torpe, y alzar en su lugar un templo vivo, iglesia dedicada al Espíritu Santo. ¡Esto es lo que hace la cruz!...¡Ah, si todos los corazones tuvieran fuerzas para llevar a cabo esta demolición! *

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La cruz no deforma: transforma. No oscurece: ilumina. No hace autómatas: crea Santos. *

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Ante los ojos del mundo fiel, no ha habido bandera más digna ni más noble que la Cruz... *

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A la cruz no se le puede amar sensiblemente, ya que a la naturaleza humana repugna todo lo que sea dolor, y si se experimenta gozo en medio de ella, como le ocurre a los Santos, no es por el dolor mismo, que 130

esto es necio, sino por las consecuencias redentoras de ese dolor. "He llegado a no poder sufrir porque me es dulce todo sufrimiento," exclamaba Santa Teresita. Sin embargo, ¿podríamos juzgar por estas palabras, que ella no sintiera los abandonos, las durezas de su Madre Priora, la enfermedad purificadora de su padre, al que amaba con toda su alma y las amarguras de su propia enfermedad?... Hablar de amor a la cruz, es expresar una actitud de perfectísima aceptación y entrega a ella; de disposición y de abertura total cuando Dios la entronca en el árbol de una vida. *

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La naturaleza nunca entenderá de la santa arquitectura de los trazados y planos de Dios, que consiste en edificar destruyendo... Las horas fatigosas de cimientos anchos, y duros, son las horas cruciales que deciden de una vez para siempre las proporciones de altura que ha de llevar ese Castillo Interior y la fortaleza que han de tener sus almenas y pilastras. ¡Se trata nada menos que de la fijación de una vida entera! Jamás se podrá colocar la segunda piedra si no se ha puesto la primera. Ni nunca llegará a la cumbre quien despreció trepar por las laderas. *

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"Cualquiera que me ama, mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada" Aquí tienes, delante de tu vista, todo un misterio de amor. Piensa... Tú eres la habitación de Dios... La casa solariega de la Santísima Trinidad... La Iglesia consagrada al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo... El corporal que en sus dobleces silenciosas contiene la Divinidad... Ante esta realidad, no se admiten simbolismos. No es ésto una lección teórica de más o menos belleza. Aquí no existe más que la certeza absoluta de la palabra de Dios, de esa palabra que no admite fallos en su seno. Se piensa poco en este misterio, tal vez creyendo tenga algo de poesía. Eres el cáliz de Dios. Lo llevas expuesto por las calles y ciudades. A tu paso ligero o despacio, muy lento o muy deprisa, a tu paso mismo va ¡Dios! Tu alma es el manifestador ambulante de la Santísima Trinidad... Y tras tu ropa de criatura va Dios latiendo... Eres un cáliz vivo por las ¡plazas del mundo! Dondequiera que tú entres, alli entra la respiración de Dios. Y por donde quiera que tú pases, por allí pasa toda la gloria de Dios. *

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¿Qué importa que el ave esté atada – dice San Juan de la Cruz - por una cadena o por un hilo si al fin, está atada y no puede volar?... Por muy leve que sea una imperfección, siendo ésta voluntaria es lo suficiente para que sirva de rémora al alma y no pueda alzar libremente el vuelo raudo hacia Dios. Naturalmente que costará más partir con un pecado mortal que con una voluntaria imperfección, símbolo de la cadena o del hilo; pero, al fin, está atada por uno o por otra. Cuando el alma quitare de sí totalmente lo que repugna y no conforma con la voluntad divina, quedará transformada en Dios por amor. *

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Los hábitos de voluntarias imperfecciones que nunca acaban de vencerse, no solamente impiden la divina unión, sino hasta para llegar ala perfección. *

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La santidad no es la penitencia excesiva, ni el camino raro abandonando quizás ese lento y agotador trabajo del deber. La santidad es más bien tener que levantar ladrillo tras ladrillo en la oscuridad de lo vulgar y lo diario, todo un edificio maravilloso e inmenso de santificación, sin que apenas nadie pueda apercibirse de que en¡ cada ladrillo va un jirón de alma o un trechón de vida...

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Dios Todopoderoso, por ser soberanamente bueno, no permitirá jamás que en sus obras exista algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal (San Agustín) *

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Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin (Santa Catalina de Siena) * * * Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por malo que nos parezca, es en realidad lo mejor. (Santo Tomás Moro) *

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Confiarse a Dios mediante la dulzura y la paz de las prosperidades casi todos saben hacerlo, pero entregarse a Él, a su voluntad, en completa confianza, en medio de tormentas y tempestades es propio de sus hijos. (San Francisco de Sales). *

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En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Romanos 8, 28) *

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Hay pasiones nobles. La pasión del hombre que ha conseguido su unidad interior en servicio de convicciones claras, siente vigorosas y ardientes, las corrientes pasionales cruzando todo su ser. Es también el amor y el deseo, la lucha ardiente y el espíritu de combate, la fantasía brillante y el corazón esponjado por el sentimiento, las lágrimas y las risas, el dolor y el placer... Y todo ello, a pleno fuego, encendido todo el ser como el hierro en la fragua. Pero la voluntad, señora de la vida ordenando todo hacia el ideal. Entonces, la verdad se hizo poderosa, porque nunca es más poderosa y convincente una verdad que cuando ha sido calentada por la pasión. Todo el ser se conjuraba, tenso y vigilante, en servicio de la empresa concedida por una inteligencia clara. Y se vencen tentaciones y obstáculos y no había trabas para seguir adelante en el camino emprendido en busca de la mejor virtud. Son también hombres de pasión, con el coraje de todas las pasiones. Como un ejército lanzado a la conquista... Pero siguiendo al mando parco y seguro de un gran caudillo que ordena la marcha, manda avanzar o retroceder, y encuentra la obediencia radiante del ejército entero. Sólo así se consiguen victorias. Sólo así se labra una vida. Cuando la voluntad gobierna a todo el conjunto con el consejo de una inteligencia rica. *

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Hay en el hombre pasiones lo mismo que hay energías en la Naturaleza, y las más temibles de ellas pueden llegar a ser las más preciosas para nosotros. Los caballos de pura sangre, abandonados a sus salvajes instintos, se arrojarían por un precipicio; el rayo y el fuego abandonados a sus caprichos, devorarían el mundo; la inteligencia tendría ideas geniales en servicio del mal; y la voluntad obstinaciones contrarias en un todo a la bondad de Dios. Imprimid, sin embargo, a esas energías una dirección prudente, sometedlas a vuestro yugo, y obtendréis de ellas incomparables servicios. Todos los hombres que son el orgullo de nuestra raza y que dejaron huellas profundas de su paso sobre la tierra fueron seres apasionados, y esa fue precisamente la razón de que se elevaran sobre el ordinario nivel de la grandeza humana. Sin pasiones, se ha dicho con razón, no hay hombres posibles, y sin grandes pasiones no pude haber grandes caracteres, ni 132

producirse acciones de las que viven perdurablemente en la Historia. Para lograr esa realidad hermosa, se exige el gobierno de las pasiones. Y la primera y más valiosa victoria del hombre es ésta: la victoria sobre sus instintos, el señorío de sus pasiones. Y como todas la grandes victorias, la ha de prepararse también esta desde lejos. Es la vida ordinaria, la conducta vulgar del hombre, lo que hay que vigilar primero. Se ha hablado mucho, nunca es bastante, de la selección de ideas, impresiones, sensaciones. En los momentos de calma, cuando la pasión no ha llamado aún en dirección determinada, es cuando el hombre debe trabajar su personalidad, eliminando de su vida todo aquello que facilita la explosión pasional malsana. *

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Las impresiones recibidas, las ideas alimentadas, las lecturas, espectáculos, todo, en fin, que de una manera o de otra llaman a la puerta de los sentidos o de la inteligencia, provocan inmediatamente una reacción. Una respuesta adecuada al calor que tuvo la impresión. Las grandes ciudades, en la guerra, se defienden en los momentos en que la batalla se detuvo en los montes cercanos; defenderse entre calles es provocar una ruina mayor y una espantosa matanza. Hay un cordón de defensa a varios kilómetros de distancia. Allí se asientan las fuerzas y se intentan los heroísmos. Se impone un trabajo de gobierno de los sentidos y de la imaginación, de los recuerdos y de las conversaciones, del esparcimiento y de la vida social, porque todo invita a la rebelión y sólo espera una rendija de descuido para impresionar al alma y reclamarla. Y esta defensa es tanto más urgente cuanto más fuerte sea el excitante o la pasión provocada. Se siembran ideas de venganza y hombría engañosa a base de audacias sin tino y empresas insolentes y se termina teniendo un falso concepto de la propia dignidad, al mismo tiempo que se facilitan las reacciones iracundas que entorpecen la mutua inteligencia de los hombres. Lamentamos más tarde los desórdenes de la sensualidad cuando antes se ha alimentado esa misma sensualidad, por los excitantes de un mundo corrompido que, en televisión, en vídeos, en teatro, en espectáculos, en revistas, en Internet, en el trato turbio social, no hizo sino reclamar con urgencia la respuesta sensual de las pasiones Se estanca la actividad normal del hombre o de la mujer, en perezas ininterrumpidas, y no se previó el daño de una literatura somnolienta y enfadosa de sensiblería que apagaba la normal actividad del corazón, desdibujando el amor y el sentimiento. En otra parte se ponderó el afán de dinero y se dio a entender que en un despotismo inhumano residía el triunfo de la vida. Y se despertó el afán de mandar, mientras quedaban en el olvido las virtudes, pasiones también a veces, del vencimiento propio, de la discreción y templanza, de la humildad y comprensión. Alarman los estallidos de las pasiones. Y se piensa poco que estos estallidos vinieron preparándose en tantas impresiones recibidas por la mente. No se consideraba suficientemente el poder que tiene la idea. Aunque un fenómeno parezca inesperado y repentino, venía elaborándose desde hacía tiempo en el alma Se excitan los sentidos, se despertaron sentimientos, las ideas fueron adquiriendo cuerpo y color determinado, ayudó la fantasía... Y cuando la mente ha abrigado elementos de determinado tono moral, nada tiene de extraño que luego se produzcan los estallidos correspondientes. La crisis alcanza la voluntad. Porque, aunque sean fuertes los latigazos del instinto, queda siempre libre la voluntad para oponerse a la tiranía del instinto. Por mucho que los elementos de rango inferior se alboroten, queda la voluntad en el plano superior, capaz de ordenarlos, acallarlos o replegarlos. Pero la voluntad es la que suele descuidarse en la educación del hombre. Es el eje de toda labor educativa, el secreto de una vigorosa personalidad: la voluntad. *

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El hombre debe saber querer intensamente aquello que hay que querer. Para rechazar la exigencia de la pasión, la voluntad necesita energía y tesón. Para encauzar un instinto y "darle la vuelta", la voluntad requiere entereza y constancia. Nunca puede apagarse el fuego pasional. Querámoslo o no, nuestro ser hierve de poderes encontrados y sin control por sí mismos. Obedece por instinto a leyes que parecen puramente mecánicas, de reflejos imprevistos y espontáneos, antes de que la consciencia tome parte en la acción. Es la voluntad, bien ejercitada, la llamada a triunfar. Sin destruir la pasión, sino educándola. Unas veces, reprimiéndola, otras enderezándola, siempre, dirigiéndola a mejores objetivos. Porque, de lo contrario, sufriría verdaderos desastres quien actuase desconociendo la pasión. 133

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Las malas pasiones, las pasiones mimadas y consentidas, se hacen insaciables. Es una puerilidad creer que la pasión se apaga consintiendo sus caprichos. Cada victoria que logra la pasión, abre brecha en el ser humano. Llega a constituir una segunda naturaleza en el hombre algo así como una enfermedad o tendencia que, repetidos los actos, facilita la siguiente derrota de la personalidad. Es como un desierto ardiente que recibe a raudales el agua de todos los consentimientos, para seguir siendo desierto, sin llegar jamás a pradera ni rendir fecundidad. Más aún; una vez consentida la pasión, a cada exigencia reclamará mayor consentimiento. En repetidos ataques, reclamará mayor botín... El hombre experimentará mil veces la punzada dolorosa de la pasión consentida. ¡Cuántas veces se ve a muchos jóvenes, en plena madurez, curvada la vida por el pesimismo, llorar amargamente su propia impotencia ante la pasión! Comenzaron mimándola en pequeños consentimientos. Pronto, la pasión cobró nuevo cuerpo y se volvió absorbente, arrolladora, destruyendo los mejores intentos de bien, apagando los ideales, destrozando aún la capacidad de amor... Todas las lágrimas que entonces se derramen no serán bastantes a lamentar aquella ruina de los mejores años de la vida. *

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Punza el corazón la tristeza de lo vergonzoso. La vida se ha degradado, se ha corrompido. Porque los instintos, que son suficientes para regir al animal rebajan al hombre a una categoría inferior a la del mismo animal; éste, con sus instintos, está en su camino. El hombre, dejado al instinto, camina fuera de toda sensación segura y al rebajarse, se anula o se debilita, al menos. Sigue manteniendo apariencias de hombre. Pero en el secreto de lo interior, donde se forja el amor y la dicha, el triunfo o la derrota, esas apariencias de hombres no guardan más que ruinas, desconfianzas, amarguras, desaliento y desilusión frente a la vida. Murieron, antes de llegar a la muerte... Para toda empresa de elevación y mejoramiento de la vida, son hombres que no cuentan ya. Perdieron la primera batalla, victoria sobre todo lo bajo, irracional y degradante... *

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Cuando las pasiones están enderezadas al bien, coronan la propia personalidad. Las potencias superiores del alma rigen el conjunto. Todo se mueve bajo su mirada atenta y todo concurre al mayor brillo personal. Entonces la pasión se convierte en una gran fuerza moral. También el bien se facilita cuando está servido por un fuerte poder pasional. El hombre "se acostumbra" también a vencer y halla recreo en su propia superación. Los vencimientos, repetidos, van creando hábitos de bien, costumbres que tejen esa "segunda naturaleza" del hombre que facilita su perfección ulterior. Acaso costaron mucho sus primeras victorias, como parecieron inicuos los triunfos primeros de la pasión. Pero, terminó la pasión avasallando todo y esclavizando al hombre. Bajo el imperio de una voluntad sana, en cambio, termina la pasión por encauzarse y facilitar las victorias sucesivas. Se mueve, entonces, la vida ardiente y lozana, prestando al hombre, con el brillo de sus victorias sobre el instinto, la alegría de una juventud inagotable. Queda, para ello, la voluntad libre. Y se ofrece todos los días al hombre el amplio campo de lucha de donde florece la alegría de vencer. Sin huir el golpe, que la voluntad se apreste a domar los movimientos inferiores sin claudicar de su caudillaje. Hacerse "contra" el hombre a sí mismo será para siempre un principio fundamental. La tarea es enderezar todo lo que la caída original desvío en nosotros. Sujetar nuestro mundo inferior y hacerle servir al alma. Buscar siempre aquella primera virtud entera y señora, que el hombre tuvo y perdió por la culpa primera. No se llegará a aquella armonía original. Estamos caídos y va con nosotros par siempre la herida que el mal dejó abierta. Pero el intento de ascender, el afán por ganar tramos en la escala de la perfección... es ya el más noble intento. Acaso por eso quedó en nosotros la herida que nos hace caedizos. Para que siempre ascendamos, luchando sin cobardía, teniendo como ideal una cima donde brilla, inmaculada, la luz de bondad que invita a seguir... 134

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Poco podría la voluntad sola. Porque, si la tentación es espectáculo digno de los dioses, la voluntad sucumbiría ante la mirada de Dios por su propia debilidad. Pero, porque la tentación es espectáculo digno de los dioses, Dios mismo se acerca al hombre, y le ayuda. La fe enciende nuevas luces en la inteligencia, para que las verdades y el ideal sean más claros y precisos. La gracia enfervoriza la voluntad y le presta vigor. Las pasiones "están ahí". Tuyas son, para bien o para mal. No te acobardes. Remóntate sobre todo lo vulgar e instintivo y hazte señor de todo tu ser. *

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Nosotros fuimos deshechos por la culpa. La creación entera se ofrece, a veces, astillada contra el hombre. El hombre astillado, en pasiones que gritan confusamente. Frente a la hermosura de María, la Virgen, íntegramente hecha en el bien, le queda al hombre la tarea de rehacer constantemente. Todo un programa; rehacer, reponerse, rectificarse. Y esto, todos los días, a cada instante, buscando ahora la perfección que antes no se tuvo, aumentando en lo posible la integridad racional y moral de nuestros actos. Que no llore el hombre sus pasiones, que no lamente estérilmente la división de su ser por las concupiscencias, la dificultad del bien, la vergüenza del mal cometido, su tendencia a la caída... Que el hombre mire a lo alto y, comprendiendo su propia constitución, suspire por el ideal de integridad primera y trabaje por ascender más alto cada día. *

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Vuelve a una actualidad hondísima y personal el principio clásico: "Véncete a ti mismo". La palabra de Dios, atizada con acentos humanos, que sonó un día en Palestina y se propagó en voces ininterrumpidas por todas las partes de la tierra: "No he venido a traer la paz perezosa sino a desenvainar la espada. Porque el Reino de Dios es de los esforzados y de los audaces, los tibios y cobardes no valen para la vida eterna. Niégate a ti mismo. Conoces la herida de tu naturaleza caída y sabes el mal que destila. Renuevas los vendajes de la voluntad y supérate. No descuides tu propia superación, porque no puede descuidarse la herida sin peligro de gangrena, no puede abandonarse el enfermo sin peligro de muerte. Es un principio de autoeducación. No se alcanza la personalidad por el consentimiento de las exigencias del capricho. No se ennoblece el espíritu consintiendo a la carne. Si quieres ser señor de ti mismo, has de superar tus tendencias y concupiscencias. *

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Cada pasión desbocada, no controlada, sigue su camino determinado. Es una tendencia constantemente desviada de nuestro ser, que se abre en abanico multiforme de los bajos instintos. Cada una de ellas presenta, por eso, un campo determinado de lucha. Hacer contra vale para todas ellas. La ocasión, la brindará el objeto propio de cada una. Motivo siempre nuevo para comprender que, en lo humano, el título más noble es el de vencedor de las propias bajezas. Y poco podría el hombre, abandonado a sus propios medios. Naturaleza viciada la suya, poco puede; sus facultades superiores están heridas también. La inteligencia ve con dificultad la verdad; está aquejada de ignorancia y expuesta al error. La voluntad es débil, por la misma caída original. Y es inconstante. Frente a ellas, psiquismo inferior, alimentado de pasiones e instintos, maleado todo el ser por las concupiscencias presenta la tentación atractiva. Lo sensible nos arrastra antes que lo espiritual. La parte alta del hombre está en inferioridad de condiciones frente a la zona baja, sensible, impresionable, rápida en sus reacciones e instintiva. Pocas veces como en ésta, se ve que el hombre necesita de Dios. Sólo con la ayuda de lo sobrenatural, puede el hombre seguir su camino, rehacerse, superarse, rectificarse. La gracia de Dios, gracia, don gratuito espléndido, viene a robustecer la naturaleza débil. Es incalculable el poder que tendría el hombre si creyese de veras en la intervención de lo sobrenatural. 135

Es incalculable la soberanía que el hombre puede alcanzar, confiando seria y humildemente en Dios. Si el hombre se queda en sus solas fuerzas, no conseguirá nada, porque su natural, no está íntegro jamás, está... herido. *

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La juventud no hay que pasarla como aconseja el mundo: siguiendo los instintos y las pasiones. Debe, por el contrario, emplearse en educar, encauzar, guiar, los instintos y las pasiones por los Mandamientos divinos; debe también educar la voluntad, la inteligencia. Y, en este sentido, la juventud no pasará nunca; porque, llegados a la plenitud, los hombres se sentirán siempre jóvenes. Por lo menos su corazón y su espíritu serán jóvenes, que es lo que más se necesita para no envejecer. *

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El carácter es una voluntad firme y continua que va derechamente a ese fin con paciencia y con valor, a despecho de pruebas, peligros, artificios y trastornos. Es la fuerza y la energía puestas únicamente al servicio de la verdad y del bien... Es la posesión de sí mismo en la voluntad de Dios, sin flojedades ni desfallecimientos: antes bien, con vigor, energía, para obrar y para sufrir, para avanzar o para resistir, cualesquiera que sean los obstáculos que encontremos en el camino. *

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El carácter supone indudablemente un modo constante de obrar, sin variabilidad caprichosa, sin reacciones incontroladas, sin arrebatos instintivos y dispersos. En el mundo animal el instinto asegura esta constancia en el obrar. Los animales se mueven por las leyes misteriosas del instinto que va trazando sus vidas, sin saltos bruscos al posible error. Las aves cruzarán los cielos, sorbiendo distancias, guiadas misteriosamente hacia los mejores climas. La golondrina que, en el verano pasado, colgó su nido debajo de mi ventana, volverá infaliblemente, mientras viva, a ocupar todos los años su mismo pequeño hogar. Desde el principio, la sabia ley del instinto ha construido de la misma manera idénticos nidos, ha buscado con el mismo acierto el alimento necesario para las crías, ha determinado unos modos de vida de los que ningún animal se sale. Para el animal, el instinto es el sello o modo habitual de obrar y reaccionar. Pero en el hombre se mezclan diversos elementos. El hombre, por su contacto con el mundo animal, a través de su conformación corporal, posee también el instinto. Pero este instinto, que es suficiente para el animal, es inseguro para el hombre, variable y poco fecundo. Si el hombre pretende dejarse gobernar por el instinto, cae siempre en la abyección con ruina de su personalidad. El hombre es algo más que instinto; porque es algo más que carne. Y lo que tiene de más sobre carne, su parte espiritual, es la que ha de determinar su modo de vida, aprovechando y dirigiendo al ciego instinto. En esta tarea direccional interviene de manera decisiva en el hombre la voluntad. Sin la educación de la voluntad no puede llegarse a un acabado carácter. Pero, como la voluntad sigue a la inteligencia, es necesario que la razón del hombre, como ser racional que es suficientemente iluminado por la verdad, abra el camino a una voluntad decisiva y constante. *

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El carácter no está formado por la fuerza temperamental. Es la voluntad, iluminada por la razón, la que se apodera de las disposiciones temperamentales y las dirige rectamente. Un dato importante es el temperamento, otro la voluntad que junto con la razón da lugar al carácter. El carácter es el dominio de la voluntad sobre las tendencias inferiores y el modo constante de obrar según principios racionales. Así logrado, el carácter no es ya solamente el sello de un hombre determinado, o el modo habitual de obrar de ese hombre. El carácter, bien entendido, es el sello del hombre, de todo hombre, cuando se piensa en él bajo la luz de una perfecta hombría, de una exacta personalidad humana. La actividad total del hombre vendrá regida, sellada, por los principios racionales que iluminan la parte superior de su alma llevados 136

inflexiblemente a la realidad por una voluntad firme e inquebrantable. Y todo ello nacido de algo interior, de un convencimiento de los principios racionales, por seguridad íntima de dichos principios. Como si todo el modo de ser propio de un carácter perfecto viniera asegurado por una gloriosa independencia interior. Por eso, no puede alcanzar el verdadero carácter sino aquel hombre que viva ardientemente la dependencia personal y viva con respecto a Dios, pero se hace después independiente de todo lo demás. Independiente de imposiciones extrañas, exteriores o interiores. Con la alegre libertad del hombre que no entiende de alucinaciones y sometimientos cobardes, porque atiende sólo a la luz de su convencimiento interior rectamente elaborado y ardientemente sostenido. Que no vive, abiertas frívolamente las ventanas de su alma, esperando que le venga de fuera la solución postiza a su pobreza espiritual. Que no bebe ansiosamente los hilillos de ideas y opiniones extrañas, variables y contradictorias, veletas ligeras de situaciones imprevistas e inestables. Libre de toda dependencia extraña, porque el alma está ocupada, airosa y segura, por un tesoro valioso de convencimientos enteros. *

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Hay una esclavitud verdaderamente humillante: la esclavitud interior. Para construir el carácter, hay que desligar al alma del servil movimiento a los elementos bajos y confusos de nuestro ser inferior. No puede gozar de personalidad quien queda sometido a la sensualidad en cualquiera de sus formas y manifestaciones, quien depende del humor con sus ridículos cambios y desafueros, quien vive esclavo de sus nervios o incapaz de enderezar sabiamente un fondo temperamental peligros. Vivir esclavo del ambiente es malo. Vivir esclavo de las pasiones es peor. Porque, en fin de todo, esta esclavitud encanalla al hombre, reduciendo sus reacciones a un límite puramente carnal, sensorial, afectivo, a lo más, e inferior en todo caso. Son nuestras potencias superiores las que nos caracterizan en el rango humano. Cuanto menos las purificamos y enriquecemos, más nos aproximamos al mundo animal, regido por instintos sin unidad. Se ve la vida, trenzados los días sobre reacciones y vivencias de valor dudoso, porque todo lo instintivo y temperamental, todo lo que depende del humor o de la sensualidad, todo lo fabricado por el complejo pasional, tan inestable y saltarían, ofrece solamente un valor pobre, superficial e inestable. Mientras, se rompe la unidad interior y se atomiza la vida, Se ríe o se llora, se trabaja o se abandona la labor, se arde o se hunde el entusiasmo entre cenizas... y todo ello sin saber por qué ni para qué, sin que presida toda la vida una misma ilusión, un ideal fuerte y único, que sirva de soporte interior de toda la actividad de la persona. Porque es urgentemente necesaria la unidad interior. La unidad interior está sostenida por un mundo íntimo de convicciones e ideales que explican toda la vida. No puede ser la vida una página cuadriculada, partida en rayas y cuadros, sin más relación mutua que la mera yuxtaposición de todos esos elementos. Ha de ser la vida un solo cuadro abarcando la plana entera, empapados todos los actos en el mismo ideal que orienta y tonifica. En lo superior del alma, la noble razón preside; que la inteligencia se nos concedió para ver la verdad y asentarla en el centro de nuestro yo. *

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Para que la verdad sea más clara y se enraíce más firmemente, Dios añadió la gracia de la fe que hace más limpias las verdades naturales y da al alma luz nueva para descubrir verdades de más arriba. Lo natural se eleva y lo sobrenatural completa el trabajo de una razón noble, firme y humilde. La ciencia humana se recoge en la mano de Dios que la devuelve al hombre; con su gracia, envuelta en claridades infinitas y encajadas en la recta finalidad de todas las cosas. Y, sobre la ciencia humana, llega la razón, por la gracia de la fe, un manojo de resplandores de la vida divina. La razón humana no alcanza su plena nobleza hasta que se siente ayudada y elevada por la fe. La ciencia y la fe, las dos, son Verdad. Y la razón está hecha para enamorarse de la Verdad y seguirla. Y bajo su inspiración, el hombre trabaja y se mueve, actúa y sufre, tiene vivencias infinitas dentro de la justicia, cada cosa, su valor, y con una constancia incansable. De todos estos elementos ha de desprenderse la completa definición del carácter. *

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Nuestra conformación fisiológica presta una base ineludible cuando se plantea el estudio y el intento de carácter. Nuestro cuerpo, con sus corrientes temperamentales, juega un papel importante en nuestra actividad y en nuestro mundo reaccional. Pero es evidente también que, sobre ese fondo de temperamento y sobre el mundo pasional, el alma dispone de las facultades superiores de las que depende nuestro grado de humanidad. Por eso, alguien ha definido el carácter como triunfo sobre la naturaleza. Triunfo, quiere decir, sobre esas fuerzas instintivas y radicales, determinadas ciegamente con todo el peso de la carne y del sistema nervioso. Fuerzas que no podemos destruir, pero sí orientar y aprovechar. Triunfo que corresponde a la existencia de la parte espiritual del hombre sobre la parte puramente animal, que nos distingue de los animales, elevándonos. Se comprende, entonces, el papel central y decisivo que ocupan, en el trabajo de la personalidad, la inteligencia y la voluntad. Y, siendo las dos facultades reinas tan importantes para un sano y equilibrado humanismo, acaso depende todo primero del desarrollo de la inteligencia en cuanto que la idea precede siempre a toda actividad humana. Un carácter solamente puede edificarse sobre la verdad completa y eterna que viene de lo alto. Sólo sobre esa base, podrá luego la voluntad trabajar con constancia en servicio a la verdad y al ideal. y se logra un armonioso conjunto, sostenido por las dos facultades reinas. *

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Deseado por muchos, el carácter es alcanzado por my pocos. Porque, en su elaboración, ha de tropezar el hombre con muchos estorbos que le impiden la adquisición,. Queremos demasiado pronto las cosas que nos entusiasman, y nos cansa el trabajo lento de desbroce de los caminos del alma. Amamos los resultados, pero nos descorazona el fatigoso batallar de todos los días, de cada instante. Un primer estorbo para la adquisición del carácter lo encontramos en nuestro fondo temperamental, al que se ha venido sumando un caudal de vivencias arrancadas del ambiente o de la educación y que han creado costumbres. El propio temperamento obliga: hay que estudiarlo para conocerlo y, luego hay que aprovecharlo y dirigirlo. Frente a dependencias extrañas, el alma queda indefensa y vacía si no logra una plenitud propia de ideales y convencimientos a los que atrae inquebrantable la voluntad. Las salpicaduras de las pasiones nublan la visión de lo alto, sacuden la entereza de las convicciones y arrastra, si la voluntad no ha sabido domeñarlas para que sirviesen al ideal. Sólo Dios obra de la nada y con el sólo imperio de su voluntad. Es una verdad ya vieja, cuyas aplicaciones conviene realizar. Simplemente, el carácter no nos vendrá de la nada ni como fruto de un simple deseo. El carácter ha de trabajar, ha de elaborarse con estudio y afán. *

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El que se deja llevar siempre, o habitualmente, de sus inclinaciones y apetitos, y según un impresionismo fácil de emociones llora o canta, se goza o sufre, está alegre o triste, sueña o se derrumba... ése es todo lo contrario de un hombre de carácter. No ha de ser la impresión, la emoción ligera o el apetito pasional, el humor o lo exterior. Ha de ser el ideal bien enraizado y aprehendido, madurado por la reflexión a la luz de la fe. Y esto exige un trabajo cuidadoso y el empleo de un tiempo rico en actividad racional. Pero el carácter exige una dirección constante en el modo de obrar. Que si los animales aseguran esta regularidad por el instinto, en el hombre no puede lograrse sino por la sujeción del instinto y de las impresiones inferiores a la voluntad firme y determinada de servir al ideal. De aquí se origina la libertad interior del hombre y su unidad psicológica y espiritual. Sus acciones obedecen a algo constante y firme, no a la variabilidad de las cosas exteriores. Por lo contrario, el hombre de carácter se sobrepone a ellas. Es traducir a la vida la célebre fórmula de Horacio que puede resumir el resultado de la actividad por carácter. *

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No hay que someterse a las cosas, son las cosas las que tienen que someterse a nosotros, por la fuerza constante de nuestro empeño. Si se logra que los sentimientos y el corazón sirvan al ideal, se habrá conseguido una completa personalidad, un espléndido carácter. Porque ya no serán los principios racionales 138

sólo, los que, en frío, lucharán contra el calor pasional del hombre; será también la pasión la que ayude con su fuerza y su plasticidad a que las ideas se abran paso hasta la realidad. Entonces el hombre se convierte en santo, en héroe, en caudillo... Simplemente, en todo caso, el hombre se hace hombre de carácter y se convierte en un triunfador. Teniendo en cuenta todo esto podríamos resumir: Carácter: una voluntad enérgica y constante al servicio de una conciencia delicada. Conciencia delicada para saber lo que hay que hacer. Voluntad enérgica para llevarlo a la práctica. Carácter: hacer lo que te dé la gana... sabiendo qué es lo que tiene que darte la gana. Carácter: en lenguaje cristiano, el único entero y valorable, es la vida de Cristo manifestada en tus miembros. *

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La soledad acompañada del ocio es la peor compañera que puede tener la gente humana, siendo causa y efecto en la inevitable caída de toda suerte de aberraciones y vicios que van contra natura, contra la sociedad, contra el individuo y sobre todo contra el propio practicante. *

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No olvidemos que los actos del hombre crean modos y hábitos, tanto más enclavados en sus entrañas y, por lo mismo, más victoriosos, cuanto más se les deje adentrarse en la vida. Hay un enorme poder creador en todo lo humano. Las ideas crean, son fuerzas insospechadas de producción de estados de ánimo y modos de vida. Cuanto más tiempo se le deje a una determinada idea, cuanto más frecuentemente encuentre ella el camino libre para aparecer y detenerse, cuanto más el espíritu humano se recree con ella, tanto más la idea irá calando y creando modos nuevos de una u otra calificación según el contenido de la idea. Son creadores el gesto y la palabra. Y el hombre piensa poco en este poder creador. Juega con sus pensamientos, y los reitera y mantiene y desarrolla, sin pensar que con ello él mismo va sometiendo su vida interior a influencias misteriosas y tenaces. Prodiga gestos y expresiones, movimientos anímicos y afectivos sin control ninguno, sin pensar que todo ello es creador, se abre paso, como rompiendo un surco profundo en la propia psicología. Con un resultado o con otro, según la cualidad y el sentido de esas ideas, gestos y palabras. Cuando todo ello ha creado la manía, el complejo, la desviación mental, se ganará mucho si se comienza cuanto antes a dar marcha atrás a reeducar esos modos de pensar, de actuar y de expresarse. Cuanto menos terreno se le ceda al complejo tanto mejor será. Hay que romper la cadena, si no se ha podido impedir que se forme. Los complejos hacen cadena, se eslabonan de tal manera, que, con la fortaleza del hierro, encadenado y eslabonado irán produciendo los mismos efectos mientras se permita que sigan unidos los eslabones de la cadena. Hay que romper la cadena. Es decir: hay que llegar a interrumpir valerosamente la serie maniática de actos irrazonables. Y eso... cuanto antes. Mejor hoy que mañana. *

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No es lo mismo un acto que dos, o tres. Es la más peligrosa tentación cuando el complejo tiene desviaciones hacia el campo moral o religioso. No es lo mismo un pecado grave, que dos o tres o más. No es lo mismo, aunque por el primer pecado grave se haya perdido ya la gracia y parezca que no importa perderla por más o menos número de veces. Aún en el campo psicológico, es importante que el mal ocupe el menor espacio posible. Para bien del hombre y para bien del mundo. El mundo anda mal por las irregularidades que se cometen. Si se piensa bien, puede traducirse esto diciendo que el mundo anda mal por los pecados que se cometen. Importa, pues, borrar los pecados de sobre la faz de la tierra. Importa, entonces, por lo menos, no añadir un nuevo mal a los muchos que el mundo tiene y padece. No, no es lo mismo un acto que dos, cuando son malos, cuando no son normales. Hay que romper la cadena. Porque, además de lo anteriormente dicho, cada acto se eslabona con su anterior y llega a formar esa misteriosa cadena tiránica que hace que muchos hombres de hallen, de pronto, realizando determinados actos que ellos no quisieran, que no los quieren, contra los que desean luchar, de los que quieren verse libres; pero no pueden Esos actos que han llegado a hacer cadena esclavizan al hombre, lo llevan y lo atraen y lo arrastran. Y el hombre queda a merced de sus 139

complejos de todo orden. Cuanto antes, rómpase la cadena. Cuanto antes, hágase una profunda higiene mental rectificando modos de pensar, contenidos mentales, puntos de vista. Cuanto antes, cuídese la palabra y el gesto. Cuanto antes, busque el hombre los caminos de la normalidad, prevenga o cure su espíritu hacia una feliz realización de la vida. Cuanto antes, actúe la vieja fórmula, sagrada y magníficamente humana, salida de labios de Cristo y confrontada con las leyes fundamentales del espíritu: "Hágase el hombre como niño. Niéguese a sí mismo". Estas palabras de Jesús son una llamada a la sencillez y a la simplicidad, hecha con toda la autoridad evangélica y perfectamente acorde con las exigencias y normas de la más elemental psicología. No es verdad que el niño sea feliz porque, como suele decirse, no ha tenido aún tiempo para sufrir desengaños y le falta experiencia para calibrarlo. No es esto verdad. El niño tiene sus desengaños y sus sufrimientos que, a la medida de su edad y corta experiencia, son para él tan proporcionados como lo son, para los mayores, los sufrimientos y desengaños de los mayores. Sin embargo, se observa que el niño tiene una mayor capacidad de reacción contra lo doloroso y se repone pronto y vuelve enseguida a respirar esperanza y alegría. Lo que sucede es que el niño es más simple, más sencillo. Efectivamente, su corta edad y su casi nula experiencia, le permiten mantenerse sin caer en las complicaciones y complejidades de la vida. He ahí la escuela que se nos propone a los mayores. Tómese de nuevo la fórmula: "Si no os hiciereis como niños..." El Señor está hablando a personas mayores. Sabe perfectamente que su auditorio de aquel día no está compuesto de niños. Por otra parte, sería una tontería decir a los niños que se hagan como niños. Está hablando a mayores y les está hablando en serio. Los hombres en cambio desprecian esta fórmula de Jesús. La han dejado tal como el evangelista la escribió y parece que todo queda reducido a una bellísima estampa en la cual se ve que Jesús, tomando de entre ellos a un niño y situándolo en medio de todos, dijera cosas hermosas sobre los niños y el escándalo posible de los mayores y terminase por hacer del niño no sólo figura, sino el tipo ideal de una estructura espiritual humana. Y el Señor no quería eso. No merecía la pena. El Señor quiso dejarnos una enseñanza, y una enseñanza profundamente humana. Una enseñanza en la que ponemos en juego nuestra paz interior y la entrada en el Reino de los Cielos con todo lo que el Reino de los Cielos supone de dicha, equilibrio, gozo inmenso... en esta vida también. Sencillez, estilo directo frente a la vida, claridad mental, simplicidad interior y exterior. Un corazón incapaz de hiel, abierto al amor y al bien en todas las direcciones de la voluntad y de la intención. Facilidad para el perdón y para el saludable olvido de las malas jornadas. Gozo incansable de todo. Espíritu ilusionado por las aventuras del vivir y del ver, que se abre, siempre renovado, a cada paso y ante la cosa más insignificante... Haced un día la prueba. Poneos a la distancia del niño, rebajáos aún físicamente para que coincidan vuestras miradas, vuestras palabras. Tratad de interesaros por el niño, de ver cómo habla. Intentad emplear sus mismos modos, sus palabras. Hacéos, durante un rato, un niño más con los niños. Interesaros por las mismas cosas que a ellos les interesan. Procurad adivinar la simplicidad de su espíritu... Y yo os aseguro que, al terminar esa experiencia, sentiréis el alma más aligera y el corazón más humano, elevado y feliz. *

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Es siempre mejor una lucha enconada que una victoria regalada.

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La inteligencia está hecha para la verdad, como los ojos para la luz. La voluntad se lanza hacia el bien, como el sediento se lanza a las aguas puras. Y, en la adquisición de esos bienes, la inteligencia y la voluntad alcanzan su particular perfección y ofrecen profundas y extrañas parcelas de felicidad al espíritu humano. Los bienes espirituales, aún en un plano puramente natural, resultan magníficamente estimables. La adquisición de una verdad y la conquista de un bien, el ejercicio de una virtud o el rasgo rutilante de un golpe de inteligencia o la sencilla bondad que brilla como una estrella blanca y ardiente en cielo oscuro... Todo ello acumula un sin fin de experiencias entrañables que reportan dicha verdadera. *

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Hemos de procurar que los valores del espíritu tengan supremacía sobre todos los demás. Primacía de lo humano sobre lo puramente sensible, y, desde luego, sobre todo egoísmo y pasión torcida. Pero, sobre todo, supremacía de los valores del espíritu sobre todos los demás. Primacía de la idea más amplia y de la mejor virtud, primacía de la verdad y de la belleza y de la bondad legítima sobre todas las demás engañosas apariencias y falsos intereses. Este triunfo del espíritu sobre lo material es la más radiante gloria de la vida humana, porque, al fin, siendo el hombre como un punto de conjunción de los dos mundos: material y espiritual, la naturaleza lo mueve más hacia el espíritu, que es la línea de superación, y no hacia la materia... que es campo apropiado para la vida pobre y estrecha de lo animal. La sana naturaleza ha abierto en el corazón humano esos ventanales, llenos de luz y de espacio, como invitando al hombre a una constante superación de las condiciones de la pura y simple materialidad. El espíritu, y la vida del espíritu, ha hecho crecer al hombre y lo ha movido a avanzar. Cuando parece que la materia sirvió como instrumento fue porque el espíritu se apoderó de ella, y la doblegó pacientemente, y la hizo servir y entregarse a los ideales humanos. *

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Cuando la inteligencia ve claro, y sin embargo, la voluntad se levanta en armas, es porque la voluntad está enturbiada y envenenada por las bocanadas de sentimientos y tendencias irracionales que te suben, de los abismos interiores del cuerpo, de tu corazón y de tu espíritu. *

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Tan pronto debes estar para padecer, como para gozar. *

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Pon tu corazón en Dios y no temas los juicios humanos cuando la conciencia no te acusa. *

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Mientras uno no cambie y se mejore a sí mismo interiormente, es inútil que intente caminar y mejora a los demás. *

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¡Por qué voy a ofender a Dios si Él nunca me ha ofendido? *

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Según Santa Teresa de Jesús: - Para Jesús lo más valioso es la fidelidad a Él y a lo que nos manda, por medio de los Mandamientos y las circunstancias. - El diablo teme a los que se les enfrentan - El tener en cuenta la opinión de los demás cuando no tienen razón es síntoma de espiritualidad infantil. - Dios no abandona nuca a los que se dedican a servirle fielmente. *

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La demasiada confianza en los otros es la ruina de muchas gentes.

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Alegría y amor son las armas para las grandes empresas. *

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El dolor es el alimento esencial del amor; cualquier amor que no se haya nutrido de un poco de dolor puro, muere. *

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Dormido soñó que la vida era bella; despierto soñé que la vida es deber. *

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La verdad, en pensamientos, palabras y obras, es un compendio de todas las virtudes sociales. *

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Algunas virtudes sólo aparecen en la adversidad y otras sólo en la prosperidad. *

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Poco sabe, por mucho que sepa, quien no sabe hablar con dignidad y limpieza. *

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Un buen libro es un legado que hace el autor a la Humanidad. *

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Para que un hombre sea realmente feliz, es menester que esté contento de sí mismo. *

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El que agradece los beneficios a Dios, se prepara otros nuevos, y en el día de la caída hallará apoyo. *

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La felicidad es un perfume que no podemos verter sobre los demás, sin que nos alcancen algunas gotas. *

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Podemos elevarnos por encima de los que nos insultan, perdonándolos. *

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La meditación es la fuente de todos los bienes. *

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Para hacerte agradable a los demás, debes ante todo olvidarte de ti mismo. *

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Vive con tus inferiores de la manera que quisieras que tus superiores vivieran contigo. *

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Agradece al Señor tantas gracias como te da. No seas olvidadizo, ni menos aún desagradecido. *

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Los golpes de la adversidad son siempre amargos, pero nunca estériles. *

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La razón humana es flaca y puede engañarse; mas la fe verdadera no puede engañarse. *

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La oración es la lucha, el silencio la fortaleza y la mortificación la táctica. *

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Dios nos pide cosas simples. Somos nosotros quienes las complicamos. *

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El apostolado es imperativo, no es optativo. *

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Que nadie acuda a ti y se marche vacío. *

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Es fácil decir "Señor, que se haga tu voluntad y no la mía", pero es mucho más difícil hacer su voluntad y no la nuestra. *

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Para hacerse grande, hay que comenzar por hacerse pequeño (San Agustín) *

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Respeto a tus superiores, cortesía con tus iguales y caridad con tus inferiores.

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Sé juez severo de tus propias acciones. *

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Nadie vive solo cuando tiene a Dios en el corazón. Mi amor tiene el poder de suplir todas las necesidades de sus almas. (Palabras de Jesús a Catalina) *

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Conviene que aprendas a quebrantarte en muchas cosas, si quieres tener paz y concordia con otros. *

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Levántate inmediatamente después de caer y mira de nuevo a la luz, para seguir adelante, sin perder un momento: la victoria no está en no caer, sino en levantarte y seguir adelante. *

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No depende de nosotros carecer de pasiones; pero sí depende el reinar sobre ellas. *

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Haced las cosas pequeñas como si fuesen grandes que después haréis las grandes como si fuesen pequeñas. *

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El ocio corrompe el cuerpo humano como se corrompen las aguas si están quietas. *

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Nunca habla en vano el Espíritu Santo. Si el alma es dócil a su voz, adelanta a grandes pasos hacia la perfección. *

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La amabilidad para todos es el signo cierto de un carácter bien templado. *

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Más alcanza en todas las artes una mediana habilidad con aplicación y voluntad, que no un raro talento sin ella. *

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Sólo en la prueba se demuestra lo que se vale; la dicha hace flojos a los hombres.

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La Divina Providencia lo gobierna todo, y lo que a nosotros nos parece un mal es por el contrario, una medicina. *

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Superior que no sabe sufrir no sabe mandar. *

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María es la Estrella que luce en la noche negra de las pasiones, señalando la ruta segura hacia el puerto. *

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El mejor amigo es el que te corrige cuando faltas y te conduce por el buen camino. *

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El carácter es la energía sorda y constante de la voluntad. *

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La mayor parte de nuestros sufrimientos provienen de huir de ellos. *

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La vida más ocupada es la menos infeliz. *

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En rigor, no se empieza a ser apóstol, más que cuando uno se siente, de veras, como si fuese suyo, el dolor ajeno. *

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El arrepentimiento es la aurora de la virtud. *

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Guarda tú mismo los secretos, nunca los des a guardar. *

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No estamos todavía en nuestra patria, y la tentación debe purificarnos como el oro en el crisol (Santa Teresa de Lisieux). *

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Las almas que gustan de la contemplación de la naturaleza jamás son ruines y falsas. 145

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Si es amigo y no te cuenta algo, no se lo preguntes. *

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Los Santos han conseguido ser Santos por haber tenido el valor de empezar a tratar de serlo todos los días. *

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Es gran ilusión creer que se puede seguir totalmente al Señor sin padecer. *

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La verdad, quienquiera que la diga, siempre viene de Dios. *

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Gran parte de la belleza de las cosas reside en el corazón de quien las contempla. *

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Modera tus precipitaciones. Despacio se va más lejos, se hace más y se piensa mejor. *

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El Señor sabe muy bien lo que nos exige. Nosotros somos lso que no pensamos en lo que nos da. *

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Dios nos envía contratiempos crueles para que, despegándonos de la tierra, miremos al Cielo. *

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No llegan los que más corren, sino los que saben a dónde van. Más que ligereza de piernas, es menester cabeza firme. *

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No temamos el padecer pues es la palanca de la santidad. *

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El amor es como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro. *

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Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta (Santa Teresa de Jesús) *

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A los ojos de Dios es mucho más importante cumplir su voluntad que hacer milagros, echar diablos o profetizar. ¿Cómo podremos conocer la voluntad de Dios? Por los Mandamientos y por las circunstancias que te rodean. *

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La falta de sensibilidad es la esencia de toda vulgaridad. *

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Dios puede muy bien concedernos muchas cosas, se las pidamos o no se las pidamos; esto es, independientemente de nuestra oración, y de hecho así lo hace constantemente. Sin embargo, en el plan amoroso de su Providencia entra el darnos ciertas cosas "si se las pedimos", y de ahí la insistencia con que Cristo nos exhorta orar, a pedir para recibir, pues, de otra suerte, muchas cosas que Dios quiere darnos, no nos las dará porque no se las pedimos. *

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Cristo prometió que escucharía nuestras oraciones hechas con fe, pero no se comprometió a darnos lo que más nos conviniera, sino lo que le pedimos, que es cosa distinta. De lo dicho deducimos una cosa bien clara: si al orar no nos ponemos en las manos de Dios, diciéndole: "Hágase tu voluntad", llevamos siempre las de perder, aún en el caso de que nos conceda lo que le pidamos. Pues si no es conveniente... allá nosotros. Y como en las cosas que se relacionan con los bienes temporales nunca sabemos "de cierto" lo que nos conviene, lo único que nos queda, si no queremos exponernos a un cabezazo, es decir a Dios humildemente: "Hágase tu voluntad" y entonces sí nos dará lo más conveniente. Creemos firmemente que Dios sabe lo que nos conviene y que nosotros no sabemos de cierto lo que no nos conviene. Lo lógico es, pues, dejar a Dios que nos dé lo que nos convenga. Pero de ordinario no es así, sino que a veces nos empeñamos en obligar a Dios a que nos dé lo que nosotros estimamos conveniente, y nos quejamos si no nos lo concede. *

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Decimos que tenemos confianza en Dios y andamos inquietos y desazonados. Tememos que no nos conceda lo que le pedimos o que nos dé otras cosas que no sean eso que deseamos. Esto es desconfiar de Dios, por más que aseguremos con la boca que le tenemos muchísima confianza. Si confiamos de veras, después de pedirle una cosa "debemos descansar en Él". La mejor señal de que realmente confiamos en Dios cuando pedimos alguna cosa, es nuestra tranquilidad nacida de saber que estamos en buenas manos. Para adquirir esta confianza no hay medio más apto que "tratar" de conformarnos con su voluntad, cuando pedimos algo. Hay que pedirle y pedirle muchas cosas pero después dejarlo todo a su voluntad. Este ejercicio continuo de pedir y dejarnos en sus manos irá formando en nosotros el verdadero hábito de la oración. Nos acostumbramos a pedir y a depender de Dios en nuestra petición, que es lo que Cristo nos enseñó de palabra y con el ejemplo. Cristo nos enseñó a depender de Dios como de un a Padre, para que le pidamos con entera confianza, para que dependamos de Él como un hijo necesitado depende de su padre, para que, sabiendo que Él es infinitamente próvido (como que es Dios y es nuestro Padre), estemos seguros de que Él dispondrá siempre lo que más nos convenga. *

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Nada hay que mueva tanto a Dios y le obligue a concedernos lo que le pidamos como nuestra ilimitada confianza en Él, y no hay manera mejor de manifestarle nuestra confianza que decirle de veras, de corazón: "Hágase tu voluntad". 147

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Hay muchos desesperados que han perdido la fe en el porvenir, que desconfían de todo y de quienes se puede decir que "en todo dejan una ráfaga de tristeza, de infortunio"... No es el dolor físico lo que más hiere hoy día la sensibilidad humana. Para esta clase de dolor son muchas las medicinas que existen y la ciencia médica ha progresado notablemente. Sin embargo ese sufrimiento, tal vez absurdo o fabricado por nuestra mente y que se llama tristeza del alma, ocasiona más enfermedades que el mismo dolor del cuerpo. Si la ciencia ha logrado atenuar los sufrimientos del cuerpo, el progreso tal vez ha multiplicado los del alma. Y no existen analgésicos para el espíritu, como los hay para el cuerpo. El dolor del cuerpo solamente se siente mientras se padece el mal físico que lo ocasiona, pero la tristeza del alma puede abarcar no sólo un mal presente que nos hace sufrir, sino también un mal pasado cuyo recuerdo nos acongoja, o un mal futuro cuyo temor nos pavoriza. Un mal de muelas se siente mientras el dolor aguijonea al que lo padece pero se saca la muela o se toma un calmante y después ni siquiera se recuerda. Pero la tristeza que nos ocasiona, por ejemplo, la pérdida de un ser querido, nos atormenta en el momento de sufrir su muerte, y, después, durante mucho tiempo el recuerdo se encarga de levantar la postilla de la herida que nos causó su desaparición. La presencia de la tristeza en la vida del hombre actual es un hecho innegable. Incluso se viene diciendo desde hace algún tiempo que la tristeza ocasiona más de una vez la locura. Hay razón suficiente para pensar así. Sobre todo cuando nos encontramos con un caso en el que se trata de un sufrimiento absurdo y fabricado por nuestra mente. La mayoría de las veces que nos hallamos tristes es por un mal pasado o por un mal futuro. Si fijamos nuestra atención veremos que, en realidad, ese mal futuro o pasado sólo existe en la cabeza de la persona que lo padece. Esta persona lo padece exclusivamente en su imaginación o en su inteligencia. Es, pues, un mal de "cabeza" que, si no se cura a tiempo puede dar origen a una verdadera enfermedad mental. La confianza ilimitada en Dios, en su voluntad, es medicina saludable para curar todos estos sufrimientos absurdos, o no absurdos, que nos pasen. De esta confianza en Dios surgirá la paz del alma y con ella el bálsamo para nuestra dolencia psíquica. *

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Muchos se ponen tristes porque juzgan o piensan que son malas aquellas cosas que en realidad no lo son. Saber ver en todo mal, permitido por Dios, su aspecto positivo, es remedio saludable de tristezas y aumento de confianza en Dios y alegría. Hemos de luchar contra toda tristeza ocasionada por una idea falsa, por un juicio inexacto o por una falta de confianza en la voluntad de Dios, si no queremos caer en un desorden psíquico o impedir nuestro desarrollo espiritual, nuestra santidad. Toda tristeza que viene de una inadecuada visión de las cosas no solamente es causa de que perdamos muchas veces el juicio y lleguemos a la locura, sino que esa misma tristeza es la primera prueba de que ya hemos perdido un poco la cabeza, puesto que juzgamos como malo aquello que no lo es, o por lo menos que no lo es tanto como nosotros pensamos. Esto quiere decir que debemos enderezar o arreglar nuestro juicio porque se ha dado en él una desviación. Y la desviación viene cuando no vemos la mano de Dios en todo lo que nos acontece, una vez puesto de nuestra parte todo lo posible por solucionar los problemas, las causas, que nos pueden producir tristezas. Si ponemos a Dios en todo lo que hacemos, lo encontraremos en todo lo que nos ocurra. Un juicio no sano puede producir en nosotros tristeza. La mala voluntad, la mala conciencia, puede producir también en nosotros tristeza. La solución: arrepentimiento, confesión y enderezar nuestras vidas: sólo así recuperaremos la paz del alma. La presencia de la tristeza en la vida ha de servirnos para examinar las razones que tenemos para entristecernos. La causa de que la tristeza ocasione tantos estragos en los espíritus es debido a que se toma frente al problema de la tristeza una actitud poco razonable. Sólo la confianza ilimitada en Dios, la buena conciencia, serán cura saludable para todo tipo de tristeza.

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La persona que se sienta triste ha de tener un conocimiento exacto de su tristeza. Conocer en qué consiste este movimiento de su espíritu que siente y que se llama tristeza le puede proporcionar un alivio en sus penas, desde el momento en que ese problema que le angustia, que le produce tristeza, lo pone en manos de Dios y descansa en su voluntad divina, después de haber hecho todo lo posible por solucionarlo. La persona triste busca el bien, desea la felicidad y si la consigue le llena plenamente, mientras que si no la alcanza lo enloquece. La presencia de la tristeza en el alma del hombre es debida a que el mal se halla presente y lo quiere rechazar. Quien se entristece soporta en su interior una lucha contra el mal. Se esfuerza por conseguir algo mejor de lo que tiene y rechaza un mal que le aqueja. El que se entristece huye del mal y no quiere saber nada con él. En la tristeza juega un papel más importante el bien que echamos de manos que el mismo mal que nos hiere. La persona triste quisiera salir de su situación angustiosa y respirar el aire puro del bien que desea. Pero lo que le ocasiona su tristeza es su convencimiento de que no puede salir de ese estado en que se encuentra. Sin embargo, la tristeza no es un mal irreparable. Sería irreparable si nosotros cerrásemos las ventanas de nuestro interior a la esperanza. En la ausencia de esta esperanza estriba el pesimismo que atormenta a muchas personas cegadas. Y están cegadas porque no ven la Divina Providencia de Dios que cuida de sus criaturas hasta el punto que ni un cabello de sus hijos cae sin el permiso divino. Luego, si Dios lo quiere, ¿por qué temer? Sólo en el pecado, actitud de rechazo a Dios, se puede dar tristeza verdadera, tristeza que se puede erradicar con el arrepentimiento y confesión; lo demás, que no es producido por el pecado, que ocurre pese a nuestra buena voluntad, es permitido por Dios, y si Dios, que es mi Padre, lo permite, es porque me conviene, porque Dios me quiere mucho más de lo que pueda quererme yo mismo, mucho más de lo que nosotros podamos querernos a nosotros mismos, luego ¡cúmplase su voluntad! En esta frase está la solución a nuestras tristezas, a nuestras penas, a nuestras inquietudes. Sería una equivocación considerar cualquier adversidad de las muchas que nos suceden en la vida como una prueba de que el destino juega con nosotros y que estamos lanzados por la naturaleza al sufrimiento y a la desesperación. Dios quiere nuestro bien, Dios no hace nada en vano: Dios escribe derecho en los renglones torcidos de los hombres: hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. No siempre que nos hallamos privados de un bien tenemos razón suficiente para entristecernos de tal forma que caigamos en un estado habitual de tristeza. Sólo cuando se pierde totalmente la esperanza de conseguir lo que deseamos, cuando no vemos resquicio por el que penetre la luz en nuestro interior, es cuando caemos en las redes de la tristeza. Porque mientras tengamos una esperanza de salvar nuestra situación tenderemos a nuestro espíritu un deseo y con él una ilusión... ¿Y qué mejor ilusión que la de saber que Dios no nos deja de la mano, que nos acompaña, que no permitirá que seamos probados por encima de nuestras fuerzas? Cuando conservamos en nuestro interior, en medio de las tristezas, la esperanza de conseguir lo que deseamos, esa tristeza no puede llegar nunca a adueñarse totalmente de nosotros. Más aún. Esa esperanza de conseguir un remedio para nuestro mal produce en nosotros un deleite. Pero si perdemos esa esperanza entonces se origina en nosotros un dolor y una angustia que termina por desembocar en la desesperación. Solamente podemos sentir la angustia del fracaso y de la derrota cuando la desesperación se apodera de nuestro interior. La tristeza que no se sabe de donde viene suele ser de muy poca consistencia en la vida humana y desaparece con la misma facilidad que se presentó. Cuando un estado de tristeza cala hondamente en nuestro espíritu no dejamos de conocer el motivo que nos lo produce. Cada hombre conoce las razones que tiene para entristecerse. Para describir todas las causas que pueden producir tristeza en la vida humana tendríamos que escribir la vida de cada hombre que en este mundo se entristeció alguna vez. Las causas o motivos de la tristeza son tan numerosas como los males que pueden aquejar a la Humanidad. No obstante, en todas esas razones y en cada uno de los casos en que el hombre se entristece se da algo de común que constituye la misma raíz de la tristeza. En todas, también, hay una solución: conciencia limpia de pecado y una confianza ilimitada en Dios, en su voluntad: ahí tenemos el remedio a todos nuestros males, el bálsamo para nuestra tristeza. Es propio de los bienes materiales y de las riquezas mostrar a quienes las poseen su insuficiencia para saciar la sed de felicidad, por eso no es de extrañar que incluso en la misma posesión de estos bienes

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caducos, el hombre se encuentre triste. Como decía San Agustín: Dios nos ha creado para Él, para estar con Él en su felicidad, y sólo en Él, en sus caminos, el hombre alcanzará la felicidad. Los honores, la fama, la gloria, el poder son cosas muy inconsistentes y poco duraderas. En caso de que se prolongasen durante toda la vida no dejarían de producir en el interior del hombre la tristeza, porque son cosas demasiado externas para llenar el interior del hombre. Sólo Dios y su voluntad nos pueden llenar, pues estamos hechos para el Cielo, y sólo en el Cielo alcanzaremos la felicidad absoluta. En la tierra podemos alcanzar la felicidad únicamente siguiendo la voluntad de Dios, si nos apartamos de ella, nos apartamos de nuestra propia felicidad en la tierra... y en el Cielo. Mientras una persona no pierde la confianza en sí misma toda la tragedia de la tristeza se puede vencer, pero cuando se llega a formar de sí misma una idea pesimista, si se deja apoderar de un complejo de inferioridad le llegarán a faltar las fuerzas no sólo para realizar algo de provecho, sino incluso para salir de la misma tristeza. Cuando la tristeza llega a adueñarse de la razón humana, puede tener por fruto la melancolía o la manía. No es raro encontrarse con personas que se convirtieron en melancólicas o maniáticas por un estado de tristeza no vencido. Es, por ejemplo, característico, el estado de manía de una persona celosa que en todas las cosas ve argumentos para probar sus inquietudes. Lo mismo que también es frecuente el pesimismo en que se desenvuelven aquellas personas que sufren de tristeza de una manera continua. La melancolía es una enfermedad de nuestra voluntad que se produce en nosotros cuando perdemos la razón debido a un dolor intenso o a una tristeza agobiante. La melancolía viene a ser como un estado de tristeza en que el sujeto o la persona que se siente triste hubiese hecho las paces con la misma tristeza. La melancolía supone una depresión en el sujeto que la padece. Esta depresión nace del mismo estado de tristeza en que se encuentra. La tristeza es una de esas pasiones de nuestro espíritu que se caracteriza precisamente porque resta fuerzas a la actividad humana. De ahí que sea un remedio aconsejable a toda persona melancólica que quiera salir de su estado de tristeza proponerse fines y objetivos inmediatos que conseguir. Cuando tenemos algo que nos urge, que no nos deja tiempo par descansar, nuestra actividad se aumenta. La persona melancólica necesita una actividad y un movimiento que le haga salir de su estado de pasividad frente al sufrimiento. La actividad, pues, y el total abandono a la voluntad de Dios, después de poner de nuestra parte todo lo posible por eliminar lo que nos hace sufrir, son dos remedios infalibles para acabar con la melancolía, con la depresión, con la tristeza. Hay personas que viven totalmente angustiadas y que no pueden hallar ninguna clase de solución a los problemas que les entristecen. La razón de que hayan caído en ese estado de angustia es porque sus problemas no tienen solución, "a su parecer". Las personas que se angustian piensan que lo más grave de su situación no es el mal que padecen o el problema que les aqueja, sino que lo peor es que ese mal no tiene remedio o que ese problema no puede solucionarse. Estas personas tienen una idea perfecta de lo que es la angustia: la angustia es una tristeza que se considera como insoluble, como imposible de evitar. Por eso, cuando estas personas oyen hablar de dificultades o problemas de otras personas suelen reirse, porque si tienen solución no hay a sus ojos ninguna razón para inquietarse. Lo peor de un problema, o de un dolor es que sea imposible remediarlo, como sucede en la persona angustiada. De hecho, la única razón por la que se entristece no es la dificultad del mal que padecen, sino la imposibilidad de remediar su pena y su dolor. Una confianza ilimitada en Dios y en la Virgen, después de hacer todo lo posible por solucionar esos problemas, esos dolores, esas penas, son un remedio eficaz y decisivo para curar todo tipo de angustias, pues de esa confianza nace la paz del espíritu: como dice Jesús: "La paz os dejo, mi paz os doy" Y esa paz, y esa confianza, únicamente la tendremos después de depositar todos nuestros afanes, dolores y angustias en Jesús y Maria, Amigos que nunca fallan ni nos desampararán jamás, si acudimos a Ellos. Cuando admiramos en exceso lo que otros realizan y nos encandilamos con las dotes que poseen los demás insensiblemente desvaloramos lo que nosotros poseemos. Se apodera de nuestro ánimo un complejo de inferioridad que es la causa de que nuestras fuerzas decaigan y nos sintamos como derrotados. Frente a esto hay que considerar que los talentos no son los mimos para todos y que Dios nos exigirá únicamente de acuerdo con los talentos, con las circunstancias que Él ha puesto a nuestro alrededor y no querer ambicionar, sin motivo, los trabajos de otros. Sencillez, pues, y humildad, para aceptar nuestras limitaciones: únicamente la humildad nos curará este complejo, esta sensación de fracaso: cumplamos lo que Dios nos pide a nosotros 150

y aprendamos a ser felices con lo nuestro, con lo que Dio ha puesto a nuestra disposición y no con fantasías o trabajos de otros, triunfos de otros, para los cuales Dios no nos ha encauzado. Únicamente cuando sepamos ver la mano de Dios en todo lo que nos acontece, después de poner a Dios en todo lo que hacemos, y de luchar con sinceridad, y de trabajar con verdadero empeño en lo que consideremos bueno, justo; únicamente entonces no envidiaremos los bienes de los demás, pues sabremos que ante Dios y nuestra conciencia hemos hecho todo lo posible y de esa confianza surgirá la paz de Dios, la paz de espíritu, la tranquilidad del alma. Considerando a la persona sumida en un estado de decaimiento y examinando su actividad nos encontramos que sólo se mueve para evitar aquello que le produce la tristeza. A una persona triste nada le impresionará en su interior, a no ser que se presente como un remedio de la tristeza que padece. Por eso será conveniente que, si queremos conseguir algo de ella, se lo presentemos como un recurso para hacer desaparecer su tristeza. Y así hemos de hacer que se enfrente con las cosas que ha de realizar como una solución de su problema. De esta forma lograremos que haga algo de provecho.

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La desesperación y la angustia son una forma concreta de autodestrucción. La desesperación y la angustia implican una gran desconfianza en Dios, en su voluntad: no hay nada que más duela a Dios que la desconfianza de sus hijos hacia su voluntad, pues en ésta voluntad divina está todo nuestro bien, para esta vida y para la otra. *

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El fin de la religión cristiana consiste principalmente, en apartar a los hombres de las cosas terrenas y hacerlos tender a las espirituales. De ahí que Jesús, autor y término de la fe, al venir a este mundo predicara a sus fieles con el ejemplo y la palabra, el desprecio de las cosas del siglo. Con el ejemplo, pues como dice San Agustín, el Señor Jesús hecho hombre despreció todos los bienes terrenos para enseñarnos a despreciarlos, y soportó todos los males terrenos que mandaba soportar, para que ni en aquellos se busque la felicidad, ni en éstos se tema la infelicidad. Nació de una madre que, aunque haya concebido sin conocer varón y permaneciendo siempre virgen, estaba desposada con un obrero, borrando así todo título de nobleza según la carne. Nació en Belén, la más pequeña entre las ciudades de Judá, para que nadie se gloriase de la grandeza de la ciudad terrena. Se hizo pobre aquél cuyas son todas las cosas y por quien todas las cosas fueron hechas, para que nadie se enorgullezca de las riquezas terrenas. No quiso ser proclamado rey por los hombres, para mostrarnos el camino de la humildad. Tuvo hambre el que a todos alimenta; tuvo sed el que creó toda bebida; se cansó de caminar quien se hizo por nosotros camino del cielo; fue crucificado quien puso término a nuestros tormentos; murió quien resucitó a los muertos. Todo esto lo enseñó también de palabra, puesto que al comenzar su predicación, no prometió reino terreno alguno, sino el reino de los cielos para los que cumplieran los Mandamientos. Fundó la felicidad primera de sus discípulos en la pobreza de espíritu, a la cual señala como el camino de la perfección al responder a la pregunta del joven: Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; ven, después, y sígueme (Mt 19,21) y éste es el camino que siguieron los discípulos, como si nada poseyesen temporalmente, pero poseyéndolo todo espiritualmente por la virtud. Con tener lo necesario para alimentarse y vestirse, ya estaban contentos. Pero el diablo, el enemigo de la salvación humana, desde tiempos antiguos procura por medio de los hombres carnales, enemigos de la Cruz de Cristo, aficionados a lo terreno, estorbar tan piadosas como saludables aspiraciones. *

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"Cristo está conmigo ¿Qué puedo temer?

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Él me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Éste es mi báculo. Ésta es mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? "Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo" Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña”. (San Juan Crisóstomo cuando marchaba al destierro, ya anciano) *

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El que desprecia la corrección se perjudica a sí mismo, el que escucha los consejos forma su conciencia. *

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La humildad es la virtud sobrenatural que por el perfecto conocimiento que nos da de nosotros mismos nos conduce a la correcta estimación de nuestro ser más profundo. La humildad esta en dirección opuesta a la inclinación natural. Es normal que deseemos que todos piensen lo mejor de nosotros. Buscamos la estimación de nosotros mismos de parte de los demás. La base de la humildad es doble. Por un lado la verdad y por el otro la justicia. Verdad por la cual nos conocemos a nosotros. Quién y qué somos antes de Dios. Para conocerse a sí mismo dirá Santo Tomás que hay que investigar en sí mismos qué es obrado por Dios y qué es de parte de nosotros. Dios es alma – salud, cuerpo – fuerza. Capacidades. Nosotros somos las faltas – pecados, buenas obras – bondades. Gracias que mueven a las obras humanas. Justicia que exige todo honor y toda gloria a los ojos de Dios. Es el rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios y solamente a él le es propio el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Así como Dios es el Autor de todo bien, es un deber de la justicia de rendirle a Él todo honor. El orgulloso que se hace acreedor de honores y glorias los usurpa de Dios y alcanza a sí mismo en vez de a Dios, peca contra la justicia. Dios es el Autor de todo bien y nos obliga a ser humildes: en un museo, en un cuadro famoso o una obra de arte, se admira al pintor y no al lienzo. La humildad tiene también un peligro: ver solamente la propia miseria y maldad, hasta que se llega al punto de menospreciar las cualidades que Dios nos regaló y las grandes obras de la gracia que el ya había obrado en nuestra alma. Tal afectada humildad desemboca en la enfermedad del alma y en los complejos de inferioridad. Sin embargo, la verdadera humildad lleva siempre un contrapeso, una virtud muy poco conocida: la magnanimidad. Esta virtud nos hace reconocer las obras de Dios que Él ya obró en nuestra alma. Nos hace reconocer el valor de las cualidades y capacidades que Dios nos dio y nos hace reconocedores de la nobleza de nuestra alma que nos lleva a la gracia santificante, que hemos recibido en el bautismo. La magnanimidad nos hace conocedores de ser templos del Espíritu Santo. La raíz etimológica de aquella virtud latina magno-animo que significa gran animo. Dirá María: “mi alma engrandece al Señor y exalta de júbilo mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humildad de su sierva por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada. Porque ha hecho en mí maravillas el poderoso cuyo nombre es Santo”. Cristo: “Si no os volvierais como niños no entraréis en el reino de los cielos. Los niños son sinónimos de humildad”. En Proverbios 16,5 “El corazón altanero es abominable para el Señor, tarde o temprano no quedará impune”. La humildad es la cadena, la cuerda que sujeta, que une, que coordina, el rosario de todas las demás virtudes: si falla la humildad, las demás virtudes se deshacen, se sueltan, se pierden. Jesús nos enseña a pensar bien, lo que significa, conocer la verdad o dirigir el entendimiento por el camino de la verdad. La verdad es la esencia, es la realidad de las cosas. Cierto es que cuando conocemos las cosas como son en sí alcanzamos la verdad, lo contrario nos conduce al error. Cuando sabemos que existe Dios conocemos una verdad si deseamos pensar bien debemos por todos los medios intentar conocer la verdad. La verdad no siempre nos llega sin sacrificios, incorpora añadiduras. Cuando alcanzamos el conocimiento verdadero nos encontramos frente a un espejo donde vemos reflejados los objetos tal cual son. El agudo observador procura desentrañar de los objetos todo cuanto hay en él y no más. El entendimiento claro es por consiguiente capaz y exacto: todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios, sin Dios nada somos. Jesús mismo nos dice: "Sin Mí nada 152

podéis hacer", y efectivamente, así es, si Dios nos deja de la mano, nos venimos abajo, nos hundimos. Asi pues reconozcamos los que verdaderamente somos, y de acuerdo con ello actuemos, aceptemos los bienes que Dios nos ha dado, pero no para nuestra loa, sino para alabanza de Dios, para que nuestro Padre del Cielo sea cada vez más conocido, respetado, querido, amado, porque El se lo merece todo. *

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El amor es más fuerte que el odio, igual que el Sol, es más fuerte que los rayos que emanan de él. *

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Algunas veces el odio parece más fuerte que el amor de donde procede Pero esto es debido a dos cosas, primero, porque el odio es algo más sensible que el amor. El odio hiere profundamente a nuestra inclinación natural y a nuestros deseos. Lo mismo que el mal de donde procede, el odio es ajeno a nuestra constitución, está fuera de nosotros mismos, se opone a todo lo que nosotros somos. El odio es un choque de nuestro espíritu, que busca el bien, y se encuentra con el mal. Es un torrente de vida que brota de nuestra alma, convirtiéndose en odio. He aquí por qué el odio nos "presiona" más que el amor y lo sentimos con más fuerza. Aunque de hecho no puede ser más fuerte que el amor, porque el amor es su misma fuerza. *

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Hay personas que sufren físicamente, y sin embargo, no se apodera de ellas la tristeza: son aquéllos que saben sufrir con la sonrisa en los labios; y sufren gozosos porque saben que cada padecimiento de la tierra se les está transformando en mérito, en gozo eterno, en un gozo, en una alegría, que jamás tendá fin. *

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El aburrimiento suele atacar a las personas que no encuentran la alegría en su interior. Por ello tienen necesidad de salir de sí mismas, de buscar en la calle, en el café, en el ruido, esa alegría que no llevan dentro de sí mismos. La persona que no lleva la alegría en su interior no la puede poner en las cosas y por eso la busca fuera de si mismo. Pero las cosas no llenan el corazón del hombre. Las cosas terminan por aburrirnos. El mundo y el hombre en el mundo se agitan para evitar el aburrimiento. Esta agitación le produce al hombre un cansancio fatal. Y después de haber probado todo o mucho el hombre sigue sintiendo ese lastimoso cansancio. Muchas veces el hombre atribuye a cansancio de su cuerpo lo que en verdad es profundidad del alma. Esta profundidad del alma, a la que el hombre se asoma cuando fuera de si no encuentra la alegría ni la felicidad, es la que produce en su espíritu el vértigo del aburrimiento y del hastío. El mejor remedio de este aburrimiento y hastío es el orden y la tranquilidad del alma, y esto sólo lo encontrará la conciencia limpia y la confianza en la voluntad de Dios, en todas las cosas que le sucedan. *

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La Humanidad avanza por el sufrimiento y el trabajo de unos pocos, que son los que con sus ideas, inventos, teorías e ideales arrastran a la inmensa mayoría a cotas más altas de civilización, de cultura, de progreso, de plenitud del espíritu. *

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Los pesimistas, frente al sufrimiento de los demás suelen ser poco compasivos porque no creen que nadie puede sufrir más de lo que ellos sufren o han sufrido. Muchas personas pesimistas toman los sufrimientos y dolores de los demás como si fuesen juegos de niños. Ellos los comparan con la idea

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exorbitada que tienen de sus padecimientos y les parecen pantomimas. La idea exagerada que tienen de sus sufrimientos y el poco aprecio de los demás les hace convertirse en personas poco compasivas. *

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La compasión verdadera y razonable es fruto del corazón y de la cabeza humana, que sabe considerar el mal ajeno como algo digno de lamentarse. El sentimentalismo, como el compadecerse de cosas que en sí no merecen atención por superfluas y carentes de base, es fruto, por el contrario, de una naturaleza débil y poco sometida a la razón. *

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La compasión verdadera no supone debilidad en la persona que la siente, sino más bien exquisito sentimiento humano De ordinario, las personas que carecen de buenos sentimientos suelen achacar la compasión que manifiestan los demás a un sentimentalismo enfermizo. Pero en el fondo no se trata de sentimentalismo de la persona que se compadece, sino más bien de un refinado complejo de superioridad de quienes critican la compasión en los demás. La compasión verdadera es una prueba de que el hombre, además de la cabeza, tiene muy sano su corazón. *

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Sólo Dios comprende nuestros sentimientos y sólo Él puede consolarnos y ayudarnos en nuestros dolores y penas. Pero para ello hace falta acudir con confianza a Él como a nuestro Padre y Él nunca dejará de responder a nuestra llamada. ¿Y qué decir de la Virgen? ¿Cuándo hemos acudido a Ella y no hemos sentido de un modo o de otro su protección? En cambio, ¡cuántas veces hemos acudido y confiado en personas que luego no han podido solucionar nuestros problemas y nos han dejado desamparados! Jamás ocurrirá eso con Dios y la Virgen. No obstante, Dios, en su Providencia, permite esos abandonos, esos desaires, esas traiciones de los hombres para que acudamos a Él. *

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La persona envidiosa se entristece del bien que ve en los demás, porque lo considera como un mal propio. No se puede hablar de envidia mientras no se mira el bien ajeno como un mal propio. Quien se lamenta de no poseer los bienes que ve en los demás, pero no tiene la menor idea de hacer desaparecer la felicidad del prójimo, no es envidioso. Se queja de no tener esa felicidad, pero no le estorba que los demás disfruten de ella: el verdadero envidioso quisiera acabar con el bien del prójimo, ahí está su malicia. La persona envidiosa está convencida de que la gloria o el bien de los demás disminuyen su propia gloria o su propio bien, por eso quiere destruir esa gloria y ese bien. Pero cuando una persona se limita a considerar y admirar el bien de otros, lamentando que no lo posea él, entonces no se da la envidia sino más bien la emulación. La emulación se diferencia de la envidia porque en la emulación no se mira el bien del prójimo como un mal nuestro, sino como algo de lo que carecemos y que nos gustaría tener. Tampoco podemos hablar de envidia cuando sentimos temor del bien ajeno Si por ejemplo vemos que nuestro enemigo crece en fuerza y poder y consideramos que ese bien del enemigo supone un peligro para nosotros, entonces sentimos temor de que nos pueda dañar. Es necesario advertir que para que se dé la envidia es preciso que se dé cierta proporción entre la persona que envidia y aquélla a quien se envidia. Cuando se da mucha distancia entre dos personas es imposible que se dé la envidia. La envidia suele darse sólo entre personas que gozan más o menos de la misma posición. Si entre dos personas media una gran distancia, la menos dotada no siente envidia, sino más bien desánimo de poder igualar a la que es superior. De ordinario, nos dice Santo Tomás, no suele el plebeyo envidiar al rey. Tampoco se puede hablar de envidia, cuando una persona no puede conseguir aquello que sabe que supera totalmente sus fuerzas. Sólo cuando se tiene cierta seguridad de que se puede alcanzar aquello que se desea es cuando se enciende en el ánimo las ganas de luchar. Y si no se 154

consigue viene la tristeza. Pero cuando se trata de algo que supera mucho las posibilidades humanas de la persona entonces no se toma con entusiasmo y termina por olvidarse. Existen ciertas personas que son más propensas a la envidia que otras. Entre ellas hemos de contar, en primer lugar, a los que están deseosos de honores, a los vanidosos. Estos, cuando ven que los demás son más alabados que ellos piensan que la gloria que se tributa a los demás se les roba a ellos mismos. Esto suscita en su corazón el gusano de la envidia y consideran la gloria de los demás como un mal propio. Estas personas suelen manifestar su envidia despreciando las cualidades de los demás. Debido a que ellos no tienen lo que admiran en los demás, la mejor manera que encuentran para desquitarse es precisamente desprestigiar a los otros. Por estas razones distintas de los soberbios y vanidosos, suelen ser también propensos a la envidia los pusilánimes y pesimistas. Estos usan cristales De aumento para mirar los éxitos de los demás. Consideran todo lo que les sucede a los otros como triunfos descomunales y se desaniman en su interior. Cuando vuelven la vista a sí mismos es para convencerse de que la distancia que les separa de aquellos a quienes envidian se agranda cada vez más, se sienten totalmente superados por ellos y suelen tomar una actitud de derrotismo frente a sus mismas empresas. Esta clase de envidia que anida en el interior de las personas pusilánimes y pesimistas es un gran estorbo en el rendimiento del trabajo. Porque siempre se considerarán a sí mismos como incapaces para realizar cualquier cosa de importancia. Nunca se tienen por bien preparados y aunque el esfuerzo en su propia preparación sea supremo, sin embargo, el rendimiento de su labor es casi nulo. Conviene en estos casos levantar el ánimo de esas personas. Haciéndoles comprender que no es tanta la distancia entre un hombre y otro. Y que si bien unos pueden tener infinidad de cualidades y éxitos, también cualquiera que se halle debidamente dispuesto puede disfrutar de un mediano éxito. La razón de que se hallen sumidos en ese pesimismo y exagerada admiración de los demás está en que todavía no han podido disfrutar de un triunfo propio. Moverlos a que realicen algo en su vida puede ser la mejor manera de sacarlos de las tinieblas de su pesimismo.. Es de gran importancia para la persona que se entristece por causa de la envidia que piense si efectivamente pertenece a uno de estos grupos y tendrán ahí la razón de su envidia y por consiguiente, de su tristeza. Sabiendo dónde se encuentra el motivo de nuestra envidia y tristeza nos será mucho más fácil remediarla. Los vanidosos han de ser humildes y sencillos y no hablar mal de nadie. Los pusilánimes han de comprender que cada uno tiene ante Dios unos talentos que debe explotar y que Dios no le pide más de lo que le ha dado, pero lo que tiene ha de explotarlo al máximo con buena voluntad y sin pesimismo. Entre las varias reacciones que podemos hallar en la persona envidiosa está su tendencia a denigrar a la persona envidiada. Para el envidioso, difamar a quien le "quita" la gloria es lo mismo que conseguir su propia honra. La murmuración de la persona envidiosa reviste un carácter destructivo de la fama de los demás. El envidioso no encuentra mejor medio para evitar esa nube que pone la gloria de los demás sobre el cielo de su fama que destruir la gloria de quien, a su parecer, le hace sombra. Esta murmuración no es difícil que se convierta en detracción si la persona envidiosa puede por autoridad o de otra forma, claramente enfrentarse con aquel a quien envidia. Entonces, no contenta la persona envidiosa con minar la fama del otro ante los demás, intenta disminuir y aminorar los ánimos y las fuerzas que cuenta su "enemigo" para levantarse y brillar. Tenemos el caso bastante corriente de aquéllos que, abusando de su autoridad, procuran poner en ridículo a quienes saben que triunfan y sobresalen en sus actividades. Esta actitud de la persona constituida en autoridad y que se deja arrastrar, aunque sea inconscientemente, de la envidia, puede ser muy dañina, sobre todo cuando se trata de la formación. No es difícil encontrarse con personas jóvenes que atribuyen a la envidia de los mayores toda la tormenta de riñas y amonestaciones, que han de sufrir por parte de sus educadores. Si efectivamente una persona se llega a convencer, con razón, de que es envidiada por aquéllos que le educan, se vuelve sumamente reacio a aceptar cualquier clase de consejo u orientaciones de estos educadores. Como consecuencia de la tristeza que sufre la persona envidiosa con la fama y la gloria de su "adversario" se produce en ella una satisfacción baja cuando le sucede al otro una contrariedad. Esa alegría que siente la persona envidiosa con el mal y el fracaso de la persona envidiada encuentra fácilmente su explicación. Se piensa la persona envidiosa que al bajar quien le hace sombra sube ella en fama y honor. Mas si por el contrario, la persona a quien envidia prospera y consigue éxitos, entonces se apodera del envidioso una aflicción de espíritu que llega a desembocar muchas veces en odio a dicha persona. La envidia es una 155

manera muy corriente de entristecerse los hombres. Está vacía de razón y denota pequeñez de espíritu. Pero más de una vez es suficiente para crear una tragedia de difícil solución para el espíritu del hombre. El mejor remedio contra la tristeza por envidia es la caridad.

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Si hemos puesto de nuestra parte todo lo posible para solucionar algo y aquello no se ha solucionado, y aquello no se ha conseguido, no nos desanimemos, es voluntad de Dios que aquello haya ocurrido así; menos el pecado, desobediencia voluntaria a Dios, todo lo demás, no habiendo pereza por medio, es querido por Dios, descansemos, pues, en la voluntad de Dios y seremos felices en esta vida y en la otra. Sólo se acomplejan, sólo se desaniman, sólo se sienten fracasados, los que no confían en Dios, los que se rebelan contra la voluntad de Dios, porque, incluso, si has fracasado por culpa tuya, por pereza, por dejadez, por pecado, incluso, aún puedes rehacerte pidiéndole perdón a Dios y rogándole que te ayude: Él conoce la flaqueza humana y no dejará de ayudarte, aunque hayas tenido la culpa, si le pides perdón con humildad, con confianza, con sencillez, con propósito de enmienda. *

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Muchas amistades son más dañinas incluso que el mal que con ellas se quiere o se busca remediar. *

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Si una persona sólo encuentra su descanso en las cosas materiales tiene que sufrir necesariamente la misma inestabilidad que esas cosas materiales llevan consigo. Este fenómeno no es difícil hallarlo de una manera clara en las personas que sólo buscan distraerse con pasatiempos. Estas personas cambian su manera de pensar continuamente. No tienen asiento para enfrentarse con un problema durante mucho tiempo. Les gusta extremadamente variar, cambiar de ocupación. Incluso mucha de su actividad externa nos la hemos de explicar por ese afán de huir de sí mismas, ya que dentro de ellas mismas está la tormenta. Consecuencia de esta inestabilidad de la mente o inteligencia es la curiosidad que padecen esta clase de personas. Todo lo quieren saber, son curiosas hasta el extremo de no avergonzarse de preguntar todo lo que se les ocurre. Este querer saberlo todo es debido a que no le agradan saber bien una sola cosa. Esta curiosidad se da principalmente en aquellas personas que sufren más por los cambios de tipo fisiológico y se manifiesta exteriormente por medio de una "verbosidad" y ganas de hablar que no deja de llamar poderosamente la atención de cuantos tienen que tratar con ellas. También es consecuencia de todo ello la misma "excesiva movilidad de su cuerpo". Es difícil hacerles permanecer quietas. Han de estar saltando y moviéndose continuamente. Así, con la inestabilidad corporal manifiestan la inestabilidad de su mente. De ahí que sea desacertado el que muchas veces todo ese "nerviosismo" del que suelen padecer se atribuya a causas de tipo físico exclusivamente y no se tenga en cuenta que también el nerviosismo puede proceder de una inquietud psíquica. Esta inestabilidad que padecen estas personas se manifiesta también en la poca garantía de sus propósitos. Prometen mucho porque se creen que con los propósitos adquieren una seguridad que echan de menos en sí mismas. Pero con la misma facilidad que prometen deshacen sus propósitos, entonces no es difícil oír cómo se quejan de su poca fuerza de voluntad. *

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El amor a Dios infunde alegría, limpia las almas y borra toda impureza. *

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El Señor es luz en las tinieblas, es agua en el desierto, abrigo en la intemperie, da de comer al hambriento. *

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La verdadera alegría del cristiano está en vivir en Cristo y por Cristo. *

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Agasajad al Señor. Por humilde que parezca vuestra ofrenda, siempre agrada a Dios. *

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No dejéis que nada se interponga al Señor, siempre debe estar en nuestro pensamiento. *

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No quedarán hambrientos los que confían en el Señor. Él los saciará. Protege al que se pone en sus manos. *

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El Espíritu Santo siempre se hace presente cuando se invoca de corazón al Señor. *

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*

Los hombres están inmaduros en la fe, exigen mucho a Dios y le dan poco. *

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Quien vive de acuerdo con la Ley de Dios no tiene escasez de nada. Él no deja que a sus hijos les falte nada. *

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El hombre propone una cosa y el Señor realiza otra. Lo terrenal nada tiene que ver con lo celestial. Las cosas del Señor son perfectas y puras, las terrenales están contaminadas. *

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*

Nadie puede destruir la obra de Dios, porque sobre Dios no hay poder, nadie puede destruir la Iglesia, ya que Iglesia es el mismo Cristo, y Cristo es la Verdad. *

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*

El mal niega a Dios y está lejos de Él, el mal es la muerte y Dios es verdadera Vida. *

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Cuando viene un tormento sólo el Señor puede disipar las nubes, poned vuestra confianza en el Salvador y os protegerá con su brazo protector. *

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*

Sed constantes en la oración: el Señor jamás abandona a un hijo que ora y pide: perdidos estaréis si no lo hacéis. Nunca os veréis desfallecidos si sois fieles al Señor. *

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Muchos de sus hijos piden al Señor que no lo abandonen: sed vosotros los que no os alejéis del Señor y Él jamás os faltará. *

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*

La verdadera confianza en Dios es dejase llevar por Él, por su voluntad. Bienaventurado aquél que sigue el camino que Dios le va marcando por medio de los Mandamientos y las circunstancias. *

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*

La gran fuerza de Dios rompe todos los proyectos que para destruir su Reino urda el enemigo. El enemigo será pisado y arrasado por la voluntad de Dios. *

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Estar con Dios es no abandonar por ningún motivo su Camino, siguiéndolo y teniendo la seguridad que Él está dentro. *

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*

Sólo Dios conoce los caminos y Él indica la segura senda. *

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*

Dejarse llevar por Dios es tener la seguridad total de conseguir la perfección y con ella la salvación. *

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*

Dios es exigente, per no exige nada imposible y sólo lo hace por nuestro propio bien, ya que somos sus hijos. * * * Bendito el hijo que elige estar con Dios, que desea su presencia y Amor. *

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*

Agradar al Señor es lo que nos debe interesar por sobre todas las cosas y mantenerse fiel a su Palabra. *

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*

Felices los que son atraídos por Dios que es la fuerza universal y felices los que en su corazón dejan lugar solamente para Él. *

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158

*

Nunca se le da bastante al Señor, aprended a ofrecer, manifestad vuestra obediencia y Él estará siempre con vosotros. *

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*

Nada queda sin ser expuesto a los ojos de Dios. *

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*

Dios se detiene en cada hijo, según sus necesidades y el amor que siente ese hijo hacia Él. *

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*

Dios es la libertad. *

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*

El Señor ve todas nuestras obras, las buenas y las malas, nuestras verdades y nuestras mentiras, entonces hemos de comprender que nada se gana viviendo con dobleces, porque al Señor no se le engaña. *

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*

La Virgen es: alimento de los débiles manantial de los sedientos abrigo de los pobres descanso de los fatigados seguridad de los vacilantes consuelo de los lamentos alegría de los corazones arca de todos los pueblos y unión entre los hijos y Dios *

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*

¡Cuánto odio encierran los hombres, cuánta desconfianza y desesperanza! Esto es una consecuencia de la falta de fe y amor porque Dios está ausente de sus corazones. *

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*

Pidiendo a Dios por el prójimo, recibiréis vosotros mismos, ya que el amor fraterno es my apreciado por el Señor. *

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*

Nada suplanta el amor a Dios, nada puede sustituirlo. *

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*

La base de la esperanza es Dios; no es entonces esperanza vana confiar en el Señor.

159

*

*

*

¡Pobres los que se estiman suficientes! En ellos ha entrado la soberbia, tremendo pecado. *

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*

Con amor, Dios creó al hombre, por amor, Cristo entregó su vida, y con amor dio a su Madre como Madre. *

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*

Ponéos bajo el amparo de la Virgen y Ella os responderá. Si os habéis extraviados, Ella os conducirá, si os habéis cegados Ella os alumbrará. Junto a la Madre nadie perecerá. *

*

*

Dios humilla, Dios ensalza, Dios escucha cuando es escuchado. Dios protege a quien lo busca, dejando tras de Sí una bendición. *

*

*

Gloria a Dios eternamente, porque con sus ojos sois contemplados. Gloria a Dios eternamente, porque con sus consejos sois aconsejados. Gloria a Dios, porque en la Santa Comunión con su Cuerpo sois alimentados. Gloria a Dios, porque en su Espíritu vuestro espíritu es consolado. Gloria a Dios porque a la eternidad por Él sois llamados. Gloria a Dios porqué su Pureza cubre toda impureza. *

*

*

No hay ser que pueda vivir sin Dios; hay sí, seres desdichados, seres que sin querer descubrir a Dios, viven en la más completa oscuridad. *

*

*

El Corazón de María, de nuestra Madre celestial, está presente por el poder que Dios le ha concedido, en todas partes, donde hay amor y donde no hay amor, donde hay pobreza y donde hay riqueza. Está también en aquellos que están privados de la libertad, encarcelados, no hay lugar donde no esté y no hay herida que no cure su Corazón, porque donde está María, está Jesús, su Hijo, Dios. *

*

*

De un pueblo en oración no quitará sus ojos el Señor. *

*

*

Hay determinados momentos en la vida del hombre, momentos angustiosos, donde el hambre, la desgracia y la necesidad material se tornan para él desesperantes. Recordad que todo cambia si está Dios en el corazón y que nada es duradero, sólo Dios. *

* 160

*

Dadle un lugar en vuestro corazón a la Virgen, y Ella, como Madre nuestra que es, por el gran Amor que hay en su Corazón, amortiguará cada golpe, cada caída. Cuanto más amor hay en vuestro corazón, más leve será lo que tengáis que soportar. Cerca de Dios no existe el dolor, la amargura y menos aún la derrota. *

*

*

María es una Madre que se apiada de sus hijos, que quiere quitar sus penas y secar su llanto. Ella es la Madre del enfermo, del pobre, del que sufre, acercáos a Ella, y seréis auxiliados. * * * Poned a Cristo en vuestra vida y veréis que si aparece el mal, como vino, desaparecerá. *

*

*

El amor a la Madre nos conducirá al Hijo. *

*

*

Los que ofenden a Dios no conocen su Amor, su Misericordia, su Poder, si lo conocieran, se avergonzarían de sus ofensas. *

*

*

Con la oración y buen comportamiento tendréis paz y prosperidad *

*

*

En todo momento Dios actúa para bien de todos. *

*

*

Rico es el pobre que vive en gracia de Dios; fuerte es el débil que cuenta con a fortaleza del Señor. *

*

*

En humilde se convertirá el soberbio, si encuentra la humildad en la Humildad misma, que es Cristo Jesús. *

*

*

Implorad por vuestras almas al Señor. Al Dios que sana las heridas, por profundas que sean, al Dios que salva al oprimido por fuertes que sea sus cadenas, al Dios que jamás duerme, al Todopoderoso. *

*

*

Bienaventurados los que se compadecen del prójimo, porque de ellos se compadecerá el Señor. *

* 161

*

El amor de Cristo proporciona alegría y paz interior. *

*

*

En la humildad se conoce a Dios, pedid perdón y hallaréis su misericordia; salid del pecado y Dios entrará en vosotros. *

*

*

Nunca en el dolor de un hijo estará ausente el Amor de la Madre: acude a Maria. La Virgen nunca defrauda a sus hijos. *

*

*

Nadie debe espantarse de las pruebas que nos pone el Señor, pues siempre van acompañadas de su Misericordia. *

*

*

Sin conversión a Dios, la Humanidad está perdida. *

*

*

La Luz del Corazón de María irradia esperanza, cuando el alma se abandona a Ella en la oración del Santo Rosario. *

*

*

El pecado ofrece una falsa libertad, pero luego aprisionará con el peso de la culpa. *

*

*

Nada es estéril viniendo del Señor. *

*

*

Orando se aleja al maligno, orando se llega a Dios, orando se salvan las almas. *

*

*

En la confianza en María, los hombres encontrarán y amarán al Señor, porque el Corazón de la Virgen es el que está mas cerca del Corazón del Hijo, y el Hijo es Dios. *

*

*

Desdichado el que se aleja de Dios y bendito el que retorna al Señor.

*

*

162

*

Procurad tener en vuestros espíritus amor y paz, ya que el amor y la paz son indispensables para que el cristiano viva como tal. Pedidlo de corazón al Señor y os lo dará. *

*

*

Sólo a los pequeños se muestra la grandeza del Todopoderoso y no a los que se creen grandes. *

*

*

La Madre es necesaria para los hijos, jamás la rechacéis, donde quiera que os encontréis Ella os ayudará. *

*

*

Poned vuestros corazones cerca del Corazón de María y no os veréis apartados del Señor. *

*

*

Vale más amar que odiar, sufrir que gozar. Mucho vale esto, si se sabe que luego de cada acción aguarda el Señor. *

*

*

En la incredulidad no entra Dios, sino donde hay confianza, esperanza y fe. Reconcíliese el hombre con Dios y no se condenará. *

*

*

En el Santo Rosario está presente Cristo y la Madre de Cristo. Es una oración profunda, de inmediata comunicación con María y el Señor. *

*

*

El odio engendra odio y el amor engendra amor. El diablo sólo destila maldad y el amor de Jesús deja paz. *

*

*

El Señor asiste en las necesidades, jamás deja de hacerlo. En Dios Todopoderoso está la seguridad, la justicia y la protección. *

*

*

Orad para salvar el alma y purificaros. * * * El mundo necesita paz, el mundo necesita amor, Cristo lo ofrece, Cristo lo da. *

*

163

*

Dios no quiere sometimientos, sino consentimiento, confianza, amistad, amor. *

*

*

Uno de los frutos de la oración es la conversión. *

*

*

En días de angustia, de dolor, de flaqueza espiritual, suplicad al Divino Corazón de Jesús y Él os calmará y hallaréis recompensa en Él. * * * El Santo Rosario es el nexo que une a los hijos con la Madre del Cielo. *

*

*

El Señor no nos pide con exceso, sólo aquello que podemos dar. *

*

*

Los bienes de este mundo, nada significan, comparados con los que ofrece el Señor en su Reino. Dejad para entonces las ambiciones por obtener bienes terrenos y buscad los eternos. *

*

*

Dios manda pruebas porque las pruebas fortalecen las debilidades. * * * En Dios siempre hallaréis paz, porque Él es amor, quietud, mansedumbre y paz. *

*

*

El Señor no pide grandes sacrificios para merecer la eternidad, sino vivir cristianamente. *

*

*

Dejad obrar al Señor. En la medida en que lo hagáis, os veréis transformados *

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*

Benditos los que confían en María, porque su confianza se verá recompensada. *

*

*

Nadie que se resiste a Dios es feliz, porque el que lo ignora adquiere para sí la infelicidad. *

*

*

Tened presente al Señor en todas vuestras obras y del Señor obtendréis misericordia.

164

*

*

*

La oración aclara la mente, fortalece el espíritu y abre el corazón. *

*

*

Es necesario rezar el Rosario, ya que las oraciones que lo componen ayudan a meditar. En el Padrenuestro nos ponemos en las manos del Señor pidiendo ayuda. En el Ave María, aprendemos a conocer a nuestra Madre del Cielo, Intercesora de sus hijos ante el Señor. Y en el Gloria glorificamos a la Santísima Trinidad, divina fuente de Gracia. *

*

*

Nunca es estéril el tiempo dedicado a Dios. * * * Demostrad que sois hijos de Dios dejando que Él dirija vuestro camino. *

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*

Benditos aquellos que siembran la palabra de Dios. Los sinceros y abiertos de corazón. Los que se disponen a obedecer la voluntad del Señor. *

*

*

En los corazones mezquinos no se encuentra la piedad, porque nunca hubo piedad, tampoco humildad, porque no conocen la humildad. *

*

*

Honrando a la Madre, honráis al Hijo, pidiendo a la Madre, os concederá el Hijo, amando a la Madre, llegaréis al Hijo. * * * La debilidad del ser humano se agudiza en la medida en que se aleja a Dios. *

*

*

El Santo Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo, es también el refugio de los que buscan alivio a sus pesares y es la puerta para entrar en el Corazón de María, nuestra Madre. *

*

*

En la humildad se aprende a caminar junto a Jesús y amar a Jesús. *

*

*

La vida que propone Dios es la correcta. Los hombres viven de acuerdo a sus caprichos, se desvían, queman sus vidas, pero de las cenizas nada se rescata, sólo cenizas. *

* 165

*

Acercáos a María, su calor de Madre os hará sentir amor, paz y piedad. *

*

*

Dejad entrar a María en vuestros corazones y un gran cambio se producirá en vosotros. La Virgen es incomprendida por muchos, pero eso no hace que la noche domine al día; Ella mantendrá la Luz y su dominio sobre el enemigo, que se verá aplastado por las fuerzas de Jesucristo. *

*

*

La destrucción de los hombres la buscan los hombres, porque se convierten en objetos de perdición, cuando caen en las redes de Satanás. * * * Dios da según las obras de cada uno. *

*

*

Que la oración esté siempre en vosotros y el Señor eterno y misericordioso os bendecirá. *

*

*

En hora de angustias atiende el Señor, en todas las necesidades auxilia el Señor. Hay ingratitudes en algunos hijos que olvidan fácilmente a Dios. ¿Sabéis acaso cuánto os ama Jesús? Nunca lo llegaréis a comprender, pero es necesario que tratéis de retribuir en parte su gran Amor. Reconoced vuestras faltas y amadlos como Él merece ser amado. Esto hizo el Señor, por amor a los hombres. *

*

*

La Virgen es la Madre que, por la misericordia de Dios, infunde vida, esperanza y amor en los corazones. *

*

*

Insensatos los que rechazan la llamada de Dios y siguen otros caminos, porque correrán tras una quimera que nunca saciará su sed. *

*

*

Cuando el hombre quiere cambiar lo que para él dispone el Señor, todo lo tuerce, todo lo anula. Dios edifica para el hombre según su Ley, no viole éste, esa Ley. *

*

*

Quiero tus ojos Madre, y al mundo con ellos mirar. Dame tus manos, María, enséñame a caminar. Muéstrame tu Corazón Encierra tanto dolor 166

Quiero curar esa herida dando mi pobre oración. Óyeme Madre querida hazme amar a mi Señor. Tu Amor que todo lo puede me hará llegar hasta Dios. *

*

*

Obrad de manera que Dios siempre habite en vosotros y no os veréis jamás abandonado s por Él. *

*

*

Las almas necesitan de las almas y todas ellas necesitan de Dios.

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Corazones hermosos son aquellos donde se encuentra la humildad, la generosidad y piedad. Si falta lo primero, lo demás fenece antes de nacer. *

*

*

Amar a Dios es querer al prójimo. Amar a Dios es ofrecerse a Dios. Amar a Dios es dar la vida por Dios.

*

*

*

Con la oración, con la continua oración de los verdaderos cristianos, muchos se lograrán salvar. *

*

*

Los hombres de hoy quieren sostenerse por su propia fuerza; no tienen en cuenta la fuerza de Dios Padre. Pretender vivir de acuerdo a sus métodos por ellos inventados, sin aceptar que Dios Todopoderoso es el Justo, el que dispone, el que se antepone a todo poder humano y a toda voluntad humana. Él la Divina Luz, el máximo poider,y el más grande Amor, por sobre todo lo creado *

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*

Jesucristo actúa en los hombres según los hombres. Si éstos lo aceptan o no, y a que Él quiera ser compañía continua y duradera. La transustanciación de cada uno depende de la entrega de cada uno hacia Dios. *

*

*

Nunca como ahora se hace tan necesaria la protección de la Madre, de la Virgen, de María. *

* 167

*

En los mayores sacrificios y en las durezas de las pruebas se hace presente Cristo. Junto a Cristo el hombre sufre, junto a Cristo el hombre se salva. Redención y salvación vienen de Cristo Jesús. *

*

*

Sin amor a Dios, desaparece el hombre, si hay amor a Dios perdurará el hombre. *

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*

Negar a la Madre es negar al Hijo, y negar al Hijo es negar a Dios Padre, es negar la Vida Eterna que por Él se puede lograr alcanzar. *

*

*

Orad a María, que la oración a esta Madre fructificará grandemente. *

*

*

Todo pesa a los ojos del Señor. Lo hermoso, lo feo, lo grande, lo pequeño, nada escapa a Dios. Su mano sobre cada hijo se extiende para recobrar las almas, librarlas y salvarlas. *

*

*

Que el débil huya del débil y se refugie en Dios. Que el orgullo se desprenda del corazón y entre en ese corazón la humildad, que con ella entrará Dios. Que la caridad se exprese en cada hijo amando al prójimo, ya que en el prójimo también se encuentra Dios. *

*

*

Amar a Cristo significa amar la humildad, amar a Cristo exige vivir en la humildad. Vaya el hombre a Cristo por el camino que pide Cristo. *

*

*

Ponéos bajo el amparo de María y estaréis totalmente protegidos, dejad a vuestra Madre dirigir vuestros pasos y será posible vuestro encuentro eterno con el Señor. *

*

*

Todo lo que se hace por amor a Dios es para gloria de Dios. *

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*

Evadir la voluntad de Dios es evadir el camino hacia la Vida. * * * Lejos de Dios no hay paz. *

* 168

*

En la debilidad de los niños Cristo quiere poner su fuerza. En el amor de los niños Cristo quiere entrar con su pureza. El Señor desea mantenerlo íntegramente sano, que nada lo contamine. María, fiel al Padre, vela por sus pequeños hijos. *

*

*

Por encima de vuestra inseguridad está la seguridad de la Madre, la firmeza de la Madre. Abandonáos serenamente en el Corazón de la Madre y brotará la confianza perdida, esa confianza que el Señor espera de vosotros. *

*

*

Bienaventurado el hijo que busca el refugio en el Corazón de la Madre. Bienaventurado el que quiere avivar el fuego de su corazón, en el Corazón de la Madre. Bienaventurado el que espera ser redimido por medio del Corazón de la Madre. *

*

*

En un corazón fiel, no habrá lugar para la soberbia, tampoco para el odio, porque estará inundado de humildad y de amor. *

*

*

Sed fieles al Señor y no temáis su Justicia. *

*

*

Orad con fe y os sentiréis muy cerca del Señor. *

*

*

El Señor quiere que la Madre auxilie a los hijos, quiere que la Madre convierta a los hijos y sea la fortaleza donde los hijos se refugien del adversario, porque María es: Madre Auxiliadora Madre Misionera Madre de los Pobres Madre del Santo Rosario *

*

*

Nadie que confía en María carecerá de su amor de Madre. *

*

*

El que ama y busca a María, ama y busca a Cristo Jesús. *

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169

*

El amor de María da esperanza; el amor de María abre los corazones, el amor de María protege a los hijos de Dios. *

*

*

Ponéos bajo la tutela de Dios y vuestros espíritus serán de Dios. *

*

*

Feliz el hombre que desea en Jesús ser perdonado. Feliz el que pide en el Nombre del Señor, porque será escuchado. Feliz el que ama al Padre, porque en Él, ama al Hijo y en el Hijo al Espíritu. *

*

*

María es el Arca de la Paz, el Arca de la Salvación, el Arca por donde sus hijos deberán entrar, si desean vivir en el Reino de Dios. No hay obstáculo para María y no lo habrá para sus hijos. *

*

*

La Misericordia de Dios no os abandonará, no os entreguéis entonces al oprobio. *

*

*

Tener fe es sumergirse en el templo del Espíritu Santo, es dejarse llevar por el Espíritu y es, sobre todo, amar al Espíritu. *

*

*

Dios pone en los hombres la fe, deben los hombres pedir a Dios la fe y que Él la deposite en el corazón. *

*

*

Buscad el Corazón maternal de María, en él encontrareis a Cristo, por él llegaréis a Cristo. *

*

*

Jesús desde siempre ama a las almas, tanto, que se dio por ellas y encargó a su Madre para siempre el cuidado de sus queridas almas. *

*

*

En la humildad, en la pobreza, es cuando más se acerca María a sus hijos. En el dolor, en la mansedumbre, es ahí donde Ella se hace presente. *

*

*

En el camino del Calvario acompañad a Jesús y seréis purificados. *

*

170

*

Gloria a Dios Padre de todo lo creado. Gloria al Hijo misericordioso y Salvador de los hombres. Gloria al Espíritu poderoso y Luz eterna y santa, por lo siglos de los siglos. Amén. *

*

*

Mientras haya almas entregadas a la oración habrá bendiciones del Señor. Sed generosos, rezad el Santo Rosario, ofreced la oración, la Madre lo espera. *

*

*

Ningún hijo tiembla ni desespera frente a las pruebas, si en la Madre se confía. Sufre quien está solo, se debilita aquel que no se alimenta de Dios. El Señor abunda en gracias en favor de sus hijos. *

*

*

La felicidad está en la fidelidad a Dios. *

*

*

Solamente viviendo según la voluntad del Señor, se sentirán que son amados y consolados por Él. Alejados de Dios no se puede comprender ni sentir el Amor y el acercamiento de Dios. *

*

*

Quien se entrega a Cristo encuentra a Cristo. El enemigo acecha, mas el Señor abre sus puertas. El que pide paz a Cristo encontrará paz en Cristo. *

*

*

Buscad el Corazón de esta Madre, uníos a Ella y vuestros corazones serán como Jesucristo quiere que sean. *

*

*

La confianza en Dios se demuestra abandonándose totalmente en Él, en su voluntad. *

*

*

El amor de María responderá y sostendrá misericordiosamente a sus hijos. Su Corazón palpita por sus hijos. *

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*

Avanzad por el camino del Altísimo, en Él se encuentra la Verdad y la Luz. Seréis sorprendidos por tempestades, pero no desmayéis, Dios y la Virgen están con vosotros. *

*

*

El Corazón de María no es indiferente al dolor de sus hijos. Cada corazón es amado y comprendido por esta Madre. 171

*

*

*

El que alce los ojos hacia la Madre, se encuentra con la Madre. *

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*

El que quiera llega humildemente a Cristo que siga junto a la Madre. Su Corazón espera anhelante ser depositario del amor de los hombres, de ese amor destinado a Cristo Jesús. *

*

*

Múltiples son los caminos, mas el camino de Dios es uno sólo. *

*

*

No busquéis la Verdad en la mentira. No la hallaréis, porque la Verdad solamente está en el Justo y la mentira se halla en el que corrompe todo, en Satanás. En él sólo hay engaño y falsedad, él arrastra consigo a los que están apartados de la protección celestial. *

*

*

¡Cuánta es la generosidad del Señor! En todo cuanto ofrece se puede apreciar su generosidad. El amor de Dios engrandece el corazón del hombre. *

*

*

Aumentad vuestra confianza en el Señor y descubriréis su poder. *

*

*

Toda culpa perecerá si el arrepentimiento llega a vuestro corazón, porque vuelve el Señor su rostro hacia los arrepentidos. *

*

*

No habrá desilusión en el hijo que se cobije bajo el manto de María. Ella lo asegura. *

*

*

María es la eterna Madre que va delante de los hijos, implorante ante el Señor por ellos. Ella es causa de dicha y no de aflicción. *

*

*

La paz interior aquieta el alma, esta paz viene de Dios, esta paz se encuentra en Dios. *

*

172

*

En el corazón de sus hijos entra María cuando la aceptan. Con ellos está, para que vean la verdad en la Palabra de Dios, María quiere ser el vínculo unificador. *

*

*

La oración os transformará porque es poderosa y efectiva. *

*

*

¡Es tan alta la cima para llegar a Jesucristo, es tan largo el camino y tan corta la vida terrena! De ahí que sea tan costosa la subida y tantos los sufrimientos. Confía en María y Ella te ayudará en la subida. *

*

*

Bendecid al Señor, porque sale al encuentro del corazón del hombre. Bendecid al Señor, porque no tienen crepúsculos sus días. Bendecid al Señor, por el bálsamo de amor que deja en cada cristiano. *

*

*

Pobres aquellos que levantan altiva la cabeza. Pobres los que alojándose en la injusticia, se desheredan de la justicia de Dios. Benditos los hijos que creen en el poder de Dios, ya que el poder de Dios es el que lo salvará. Benditos los que aman la justicia de Dios porque están amando a Cristo glorificado. *

*

*

Dad vuestra docilidad a María, dadle vuestra confianza y Ella retribuirá dándoos la paz y la bendición de Dios. Entonces obtendréis de Él en abundancia. *

*

*

Dulzura de Madre tienen tus ojos. Ternura infinita tu Corazón Tu andar silencioso recorre caminos Pidiendo a los hijos amor y oración. Tocando vas con tu manto Fortaleciendo el corazón Alimentando con la Palabra de Jesucristo el Salvador. * * * No pretendáis todo de Dios, si vosotros nada hacéis por Él. *

*

*

Amad y obedeced a Dios y Él os guardará de la maldad. *

*

*

Cuanto pide el Señor es edificante. Él con su sabiduría, con su amor, ilumina a los hombres. 173

*

*

*

No hay nada más hermoso que la humildad de corazón, ya que es esta la humildad que con insistencia pide el Señor. *

*

*

Pobre el que entrega su alma al maligno, ya que entrega su alma a las tinieblas. *

*

*

No es pobre el que carece de pan sino el que carece de Dios. *

*

*

Los hombres se están destruyendo entre tanta violencia. Buscan sin encontrar, porque buscan en la superficie y alli nada hallarán; se quedarán en la pobreza espiritual. El Señor quiere de los hombres una vida rica espiritualmente; eso se consigue con oración, con entrega y un continuo ofrecimiento a Dios. Solamente así se está en profunda comunicación con el Señor. *

*

*

El Corazón de la Virgen sabe de la necesidad de cada hijo, conoce la pequeñez de cada hijo. Su Corazón siente el calor o la frialdad de cada corazón. Ella los espera para ponerlo ante la misericordia del Señor, ante el amor del Señor. *

*

*

La felicidad interior se consigue solamente cuando se está cerca de Dios. El alma se purifica en Dios, por lo tanto, debe el alma serle fiel. Ser fiel a Dios significa estar en completa unión con Dios. *

*

*

En la medida que se acrecienta la fe se multiplica la Gracia. *

*

*

Comenzad a conocer al Señor y profundizad en tal conocimiento. Adquiridlo junto a María, ya que nadie conoce al Hijo como la Madre, y nadie ama al Hijo, como lo ama la Madre. Tened la seguridad que esta Arca contiene la Sabiduría necesaria, id a Ella. *

*

*

María nos lleva a Cristo. Ella es la señal, es la Madre, la presencia protectora para asegurar a los hombres el acercamiento a Cristo. María es la que rescata a los hijos del pecado, de las sombras. *

*

*

La unión con el Señor hará que las culpas se borren, porque permaneciendo con Él, prevalecerá el amor a Él. 174

*

*

*

Con el amor a Dios no hay tristeza en el corazón. *

*

*

El Corazón de María guarda de los peligros al alma que tan fielmente espera en Dios. Alégrese el alma y no sufrirá por las tribulaciones, pues su Corazón de Madre no se oculta ni vacila, sino que está atenta y vigilante. *

*

*

Temer a Dios es amarlo infinitamente. Amad a Dios que su Misericordia os redimirá. Amadlo y continua será su bendición. *

*

*

La oración es el arma con la que se logran vencer al enemigo satánico. * * * Del Espíritu Santo procede todo don; en el Espíritu Santo se halla la Paz, y por el Espíritu Santo se llega al Amor. *

*

*

Hay una sola posibilidad de salvarse y es que el hombre se sustente de Dios. Hay en el mundo dolor y pecado porque no se espera ni se confía en Dios. El mundo está viviendo en tinieblas porque no quiere asomarse a la Luz. *

*

*

La Madre obra en sus hijos cuando ellos se abandonan a Ella. Esta Madre es Seguridad, Apoyo y Camino de vida. Esta Madre es también Madre de la Fe. *

*

*

El maligno entorpece la mente del hombre, la oscurece y la aleja de Dios. Por eso el Señor quiere permanecer en los corazones y que no haya así extravíos. *

*

*

Es Cristo el Camino y María la guía del Camino. Es Cristo la Vida, y los latidos del Corazón de María quiere ser el impulso hacia esa Vida. María invita a sus hijos, a que se aferren a Ella. Nada será desconocido por el Señor si llega de las manos de María. *

*

*

Los hijos necesitan de su Madre y la Virgen ha querido que cada hijo vuelque su corazón en Ella. *

* 175

*

María mira a sus hijos con ojos de Madre, los ama con amor de Madre. Su Corazón siembra en los corazones desolados el amor a Cristo. *

*

*

Dios jamás desampara, Dios abunda en Misericordia *

*

*

La angustia sólo se sufre si no se confía en el Señor. Bienaventurado el que humildemente se abandona en el Señor. *

*

*

Dejad a María que sea vuestra Madre, que actúe en vosotros. Entregáos a Ella, que por medio de su Corazón llegaréis a Cristo. Nada desviará a los hijos del Corazón de Dios. *

*

*

La caridad proviene del amor y el amor procede de Dios. *

*

*

Sed totalmente de María, eso hará que seáis fieles al Señor, porque Ella los conducirá a Él. *

*

*

Buscad a Dios no en la soberbia, sino en la humildad. Amadlo en el silencio de la oración. *

*

*

El que desprecia a María desprecia a Cristo y se daña a sí mismo. El que ama de verdad a Cristo ama también a su Madre. *

*

*

El que no conoce a Dios, por María lo conocerá; quien ya lo conoce con María no menguará su amor por Él, sino que llegará a amarlo todavía más. *

*

*

Dios no excluye a nadie de su amor. *

*

*

Es necesario que todos comprendan que la Paz sólo viene de Cristo. Solamente donde habita Dios, hay paz. Un buen cristiano vive en paz. Un corazón humilde tiene paz. La paz la encontrará el alma, si el alma se encuentra con Dios.

176

*

*

*

La Crucifixión de Cristo Jesús mostró y sigue mostrando al mundo, el amor de Dios por los hombres, aún por los que no encuentran al Creador de la vida, porque todo es obra del Creador. *

*

*

Nada es irreparable si se piensa en Dios. *

*

*

El Señor ha preparado a cada uno su camino. Una verdad muy grande es que en cada camino, espera una cruz y es esa misma cruz la que se debe llevar con amor y ofrecérsela al Señor. No se llega al Señor si no es por medio del sufrimiento, tampoco se llega a amar a Dios si no se reconoce que por la cruz se alcanzará su Gloria. Será penosa para el alma pero también el Señor premiará maravillosamente al que una sus dolores a su Corazón. Vida verdadera, Amor y Paz se espera junto a Cristo. *

*

*

Confiad vuestro corazón al Corazón de María, y en él veréis lo que ofrece el Hijo. Así obra la Madre desde su Corazón. *

*

*

Quien ame a María, Ella le hará sentir ardorosamente el amor a Jesús *

*

*

En María hay comprensión de Madre y Amor de Madre para toda la Humanidad. *

*

*

Orad por el pobre, por el marginado y hasta por el rico. El pobre sufre por su gran pobreza y no es apoyado por sus hermanos. El marginado, es subestimado y tampoco es aceptado por sus hermanos. Y el rico, cuando harto ya de todo, se encuentra al fin vacío y sólo. Todos tienen necesidad de Dios, todos necesitan el Amor celestial y la Madre compadecida de sus hijos, tiende su protección hacia todos ellos. *

*

*

Recibid a María, y su Corazón purificará el vuestro; lo hará humilde y fiel. Dejad que lo transforme, dejad que vuestro corazón la ame. *

*

*

Ofreced vuestra cruz al Señor y María secará vuestro llanto. *

*

177

*

El pecado, cometido de muy distintas maneras, hace que las gentes se aparten cada vez más de Dios. Sólo si vuelven sus ojos hacia la Madre de Dios, la Madre los hará reencontrarse con Dios. Solo si se introduce en el Corazón de la Madre, podrán escuchar la voz del Señor. María no rehuye a nadie, nadie entonces rehuya a María. *

*

*

En la oración se logra estar cerca de Dios; en la caridad, se ama al prójimo, y viviendo en la humildad, el alma se siente digna de Jesucristo. *

*

*

Donde están las necesidades de los hijos, está la Madre protegiendo a los hijos con su Manto. *

*

*

El Corazón de María encenderá de amor vuestros corazones, de manera que vuestro desprendimiento de lo material sea total, así podréis beber solamente lo espiritual. Ella hará perecer en vosotros lo que del Cielo no viene. *

*

*

Sembrad bondad y recogeréis la Paz de Cristo. Sembrad la fe en Cristo y cosecharéis la Esperanza de Cristo. Sembrad la Palabra de Dios y gozaréis del Amor de Dios. *

*

*

Mostrad vuestros corazones a la Madre, entregadlo y Ella con su Pureza lo purificará y podréis así ser recibidos por el Señor. El Corazón de esta Madre cuida celosamente a sus hijos. *

*

*

Nada logra el hombre por su propia voluntad y todo lo podrá por la voluntad de Dios. *

*

*

Entrego a los pueblos el Amor de mi Madre, para que acudan a Ella. Es el Auxilio, que sacará a sus hijos de las sombras para introducirlos en la Luz. Sea invocado su Nombre, con infinito amor. (Palabras de Jesús). *

*

*

La oración, el rezo del Santo Rosario, puede cambiar el corazón de los hombres. *

*

*

En la docilidad y en el abandono total en Jesucristo y en su Madre, es cuando el alma llega a la comunicación plena con lo Celestial. *

* 178

*

Viviréis exentos de la miseria del mundo, sólo si os abandonáis en Cristo Jesús. *

*

*

El débil se hace fuerte junto al Señor, cuando confía en Él. *

*

*

Llame el hombre a Dios y responderá Dios; no sea rebelde su corazón y tema al Señor. *

*

*

Solamente de un hijo que ora, que es humilde y convertido, tendrá compasión el Señor. No lo abandonéis y no seréis abandonados. *

*

*

Por la fe el cristiano ama en la Madre al Hijo. *

*

*

Tened fe en Cristo y su Espíritu os sobreabundará en Gracia. *

*

*

La soberbia en el hombre hace que se crea poderoso y lo aparte de Dios. *

*

*

Buscad a Dios y comprobaréis su Amor. *

*

*

Que vuestro corazón se vuelva humilde y comprenderéis que el único Poderoso es Dios. *

*

*

En el Padrenuestro le estáis pidiendo a Dios el pan de cada día, dadle vosotros a Dios la oración de cada día y a su Madre junto con la oración dadle vuestro corazón, para que lo presente ante el Señor, mediando así por vosotros. *

*

*

La Fuerza y el Amor que hay en el Corazón de María, arrasará con la fuerza del mal, esa fuerza que sólo lleva a la muerte. Como Madre le ofrece a sus hijos abrigo y la seguridad que el adversario no penetrará en ellos, si ellos antes se introducen en el Corazón de la Madre. *

*

*

No basta vivir, sino vivir para el Señor. 179

*

*

*

El Corazón de María siente el latir de cada corazón y quiere llegar a ellos. El Corazón de María es un Jardín donde puede entrar todo aquel que quiere ser regado por su Amor de Madre. María no es indiferente al dolor de nadie y se compadece por el dolor de todos. *

*

*

La confianza del hijo en la Madre es lo que busca María en sus hijos, porque quien confía en la Madre ama a la Madre. *

*

*

Despojáos de la propia voluntad y desead hacer solamente la voluntad de Dios. *

*

*

La Virgen deseó siempre agradar al Señor, que sus hijos sean seguidores de la Madre, en la paciencia y en la constancia, en la fe y en la esperanza. *

*

*

Las almas encontrarán a Dios por medio del Corazón Inmaculado de María *

*

*

Existe actualmente un gran vacío entre el hombre y Dios; ese vacío lo puede llenar la oración, porque es lo que acerca al hombre a Dios. *

*

*

La oración purifica, mata el pecado y hace que el alma viva en amistad con el Señor: orad y viviréis en la Luz del Padre. *

*

*

Acudid con más frecuencia a la oración y habrá paz en vuestros corazones. *

*

*

Dios es la fortaleza de las almas, deben ellos confiar en Dios. *

*

*

Cuando un alma empieza a orar, ya, en ese momento, está en presencia de Dios y desde ese momento, Dios lo ampara. *

*

*

Muchas veces la oración lleva al arrepentimiento, a la conversión, a la entrega absoluta al Señor. 180

*

*

*

En el recogimiento de la oración, el alma medita, calla y el Señor obra en esa alma. *

*

*

La infidelidad de muchos desaparecerá si acuden a María. Aún los corazones más extraviados pueden encontrarla si acuden a Ella. *

*

*

Dios bendice a quien va a Él por medio de su Madre. *

*

*

El amor de María jamás huirá de sus hijos. *

*

*

La oración consuela, defiende al alma del maligno y no permite que el alma caiga en las tinieblas. *

*

*

La fe se demuestra aceptando con humildad y confianza la voluntad del Señor. *

*

*

En el dolor estad cerca del Señor, no os apartéis de Él, ya que es socorro, paz y esperanza. *

*

*

Abandonáos en María y Ella será vuestra permanente protección. *

*

*

En la oración se encuentra la fuerza; es la oración la que hará que permanezca en la Verdad y es por la oración, que podrá caminar por el camino recto. *

*

*

Los que buscan refugio en María, serán doblemente protegidos. María será para sus hijos, la fortaleza en la cual podrán resguardarse. Lo que sus bocas imploren, su Corazón lo recogerá: sus plegarias serán escuchadas. *

*

*

Id al Señor, que con Él os sentiréis seguros. No miréis aquí o allá, mirad sólo su Camino, recorred sólo su Camino. No temáis a la noche, que por más enemiga que ésta sea, no podrá contra Dios, Él la vencerá, y María Corredentora junto a Él.

181

*

*

*

La humildad es valiosa a los ojos de Dios; la humildad hace que el hombre se sienta pequeño y desee la cercanía de Dios. Siendo humildes se harán hijos de Dios y María, merecedores de la Gloria del Señor. *

*

*

Cuando un corazón se abandona en el Corazón de la Madre, Ella lo moldea y lo guia hacia su Hijo. *

*

*

Por la oración serán los hijos de Dios transformados y sentirán sus corazones junto a Jesús y a María. *

*

*

"Yo os ofrezco mi Amor y mi Corazón, Fuerza Indestructible. He aquí mi poder, mi gran poder, con él os defenderéis de Satanás, resistiréis a Satanás. Abandonáos en mí y vuestras almas gozarán de Vida Eterna" (Palabras de la Virgen). *

*

*

Amar a la Madre significa también amar al Hijo. *

*

*

El alma necesita paz; es necesaria la paz y que el alma busque en Dios esa paz. Sólo Dios la da, sólo Dios colma de paz al alma. *

*

*

Volcáos en el Corazón de María y desde allí viviréis con toda docilidad junto al Señor. Desde su Corazón lo amaréis, desde su Corazón lograréis fidelidad hacia Él; desde su Corazón llegaréis al Sagrado Corazón de Jesús. *

*

*

María es la Madre de Jesús y Madre nuestra, y como tal, sabe de nuestras necesidades. Ella sabe cuánto necesitan sus hijos de su maternal Amor. Unidos a Ella seremos atendidos debidamente. *

*

*

La Misericordia de Jesús quiere llegar al hombre. Por eso el alma debe prepararse para recibirlo, abandonándose en el Corazón de la Madre. En la Cruz de Cristo María se ha convertido en nuestra Madre, y su continua vigilancia hará que logremos alcanzar esa Misericordia. *

*

*

El Corazón de María todo lo puede, pero no puede si el corazón del hombre no quiere. *

*

182

*

La oración produce frutos inimaginables. *

*

*

María puede sacar al alma de la angustia, abriga al alma desolada, ayuda al alma a encontrar a Dios. *

*

*

La Madre no abandona a sus hijos. *

*

*

Es hora ya que los hombres le den a Dios lo que Dios espera de los hombres: amor. *

*

*

Cuanto más poderoso se cree el hombre, más empobrecido, más sólo y más necesitado está de Dios. *

*

*

Animáos en el Señor para no caer en el desaliento. Caminad seguros, confiados, aferrados al Señor. *

*

*

La oración es también luz para el mundo. *

*

*

María ofrece a sus hijos refugio y salvación, la luz divina del Hijo y su propio Corazón. Amor y Resurrección es la Madre de Nuestro Señor. Ella es la puerta del Cielo, la Voz que nos llama al Amor de Dios. *

*

*

Permaneced junto al Corazón de María y no estará desierto vuestro corazón. *

*

*

Orando se nace a la Fe, se crece en la Esperanza y se vive en la Verdad. *

*

*

¡Qué no haría Yo por la Humanidad, si la Humanidad se volcara a Dios y a la oración! (Palabras de Jesús) *

*

*

Con el Corazón de María aprenderéis verdaderamente a vivir la voluntad de Dios. *

*

*

Poned en María vuestra esperanza y no quedaréis defraudados. 183

*

*

*

Alabad al Señor y no careceréis del Señor. Glorificad su Nombre y obtendréis su Recompensa. Amadlo y gozaréis de su Misericordia eterna en su Amor. *

*

*

Sed dóciles al Poder del Espíritu, así como lo fue vuestra Madre, y obrad según la voluntad del Espíritu. *

*

*

Si hay amor, hay confianza; si hay confianza no habrá hambre, porque no retirará el Señor su Pan. *

*

*

Sed devotos de María y Ella os mantendrá perseverantes en la fe y os hará amantes de la caridad. *

*

*

En el amor a la Madre, hallaréis el Amor del Hijo, en la oración a la Madre, estaréis en unión con el Hijo y en la Santa Eucaristía, os encontraréis con el Hijo. *

*

*

Caminad bajo la protección de María y no habrá torrentes, piedras, ni obstáculo alguno que os impida caminar. *

*

*

María es la Madre de los pequeños, de los confiados, de los que se abandonan en su Seno Maternal. *

*

*

Quien vive en María, desde María y para María vive para Cristo Jesús. *

*

*

No dejéis de buscar consuelo en vuestra Madre. Su acción misericordiosa os ayudará a que la Luz llegue claramente hasta vosotros. *

*

*

Un pueblo que ora es un pueblo con fe en Dios. Un pueblo que ora alaba y glorifica a Dios, por sus maravillas. Un pueblo que ora ama a Dios. *

*

*

No quiere el Señor ni esclavos, ni seducidos, quiere almas que tengan fe en la Vida duradera, en Cristo Jesús, Salvador de las almas. 184

*

*

*

La humildad llevada interiormente es agradable a Dios, no la que es expuesta a los ojos de los hombres. El humilde honra a Dios y su corazón es grato a Dios: Sólo en la humildad el cristiano ama verdaderamente a Dios. *

*

*

Orad y os sentiréis protegidos del mal. *

*

*

Toda confianza puesta en Dios, es una perfecta entrega a Dios. *

*

*

Orad y sentid la presencia de Dios y no seréis arrebatados por el enemigo. *

*

*

Un pueblo con amor a Dios es un pueblo de Dios. *

*

*

La inseguridad no es fruto de la esperanza, es la fe la que lleva al cristiano a volcarse en Dios. *

*

*

Que en vuestras intenciones haya amor y no odio; que haya amor y no indiferencia; que haya amor y no soberbia. *

*

*

Quien cuenta con María nunca se sentirá solo ¿Puede la Madre no amar a los hijos? *

*

*

Confiad en María y Ella intervendrá; confiad y os conducirá; confiad y os acercará cada día más a su Hijo. *

*

*

La Palabra de Dios es riqueza de los que lo aman. Es Sabiduría de los que lo respetan. Es Esperanza de los que en Él esperan. Es Vida de los que permanecen en la fe. *

*

185

*

La oración ayuda al cristiano a meditar, para que pueda escuchar a Dios. En la oración, el sediento de Dios, apaga su sed; el débil se fortalece y el orgulloso se vuelve humilde. En la oración el alma se pone en presencia de Dios. Creced en la oración y creceréis en amor de Dios. *

*

*

Bienaventurados los humildes, porque solamente en los corazones humildes puede obrar Dios. *

*

*

Confiad en María y no os sentiréis vacíos, sino que descubriréis en vuestros corazones un gran amor a Cristo Jesús. *

*

*

El alma sin Dios vive en un total desierto, en una total aridez. *

*

*

No hay nada fuera de Dios y todo dentro de Dios. *

*

*

Benditos los hijos que se cobijan en la Madre, porque serán protegidos. Benditos los que imitan a María, porque imitándola no rechazarán a Dios. Benditos los humildes, porque en los humildes encontrarán a Cristo. *

*

*

Pobres los hombres que no descansan en los brazos del Señor. Pobres los hombres que no admiten la presencia del Señor. Pobres los hombres que no habiendo conocido al Señor, no lo quieren descubrir. No os neguéis a Dios. *

*

*

María es la Medianera, la Madre, la que conduce a los que peregrinan hacia su Hijo. *

*

*

Aquel que vive en la pequeñez podrá conocer la Grandeza de Dios. Aquel que se abandona en Dios, podrá refugiarse en su Misericordia. Aquel que ame a Dios, podrá sentir el amor de Dios. *

*

*

El que es compasivo con un niño es compasivo con Dios. El que da amor a los niños, da amor a Dios. El que hace conocer la Palabra de Dios a un niño, es verdaderamente hijo de Dios. *

* 186

*

No hay desamparo para el alma que pone su confianza en María. *

*

*

Con Dios no hay camino torcido, no es corta la vida, con Él rectitud y eternidad. *

*

*

No ignoréis a Dios que Él es vuestra salvación. *

*

*

María es misericordia para los que sufren, es fuerza de los débiles, es refrigerio de un corazón afligido. *

*

*

Hay en los hijos necesidad de la Madre, hay en la Madre necesidad de los hijos. *

*

*

Con la fe tendréis esperanza. Por medio de la caridad hallaréis el amor al prójimo En la humildad encontraréis a Cristo. *

*

*

Seguid a Dios y no habrá tristeza en vuestros corazones. *

*

*

Es tu Corazón María, un Refugio, una Flor. Eres socorro y amparo, eres consuelo y amor. María, Madre de Dios, eres Madre de los pueblos, eres Luz y Perdón. En Tí, confianza plena de tus hijos en el dolor. *

*

*

Nadie ama verdaderamente a Cristo, si no ama a su Madre. Nadie ama verdaderamente a la Madre, si no ama a Cristo. *

*

187

*

Confiad en el Corazón de Jesús ya que por medio de Él seréis salvados. Sea su Camino vuestro camino. *

*

*

Las queridas almas de mi Hijo, mucho deberán sufrir en la tierra, para luego gozar de su gloria. Es muy alta la cima del Camino que conduce al Señor, pero su premio es más alto todavía. (Palabras de la Virgen) *

*

*

Debe crecer la fe del cristiano, ya que la fe robustece el espíritu y acrecienta la esperanza. *

*

*

María es Madre que vela por sus hijos. Ella es la Madre de todos los tiempos, es la Madre de todos los hijos, es la Madre de Cristo. Benditos los que se cobijan bajo su manto. *

*

*

Hay tanta fuerza en el Corazón de María que puede purificarse el mundo entero. Hay en Ella tanto amor que puede barrer todo el odio acumulado en los corazones endurecidos. Hay en Ella tanta Luz que puede iluminar a las almas y al Universo todo. Ella, por la gracia de Dios, es Poder, y sólo espera que acudan a Ella para llevarlos a su Hijo. *

*

*

No se avergüence el pecador del pecado solamente, sino también, y sobre todo, de no haber amado a Dios. *

*

*

En nuestra confianza en María, Ella encuentra el amor de sus hijos. *

*

*

El Señor rescata a los que no se ocultan a Él. No os retiréis del Señor, que no se retira Él de sus criaturas. *

*

*

La Misericordia de María llega abundantemente a los que esperan en Ella. *

*

*

Nada sería hecho si no lo hiciera el Señor. Ciertamente no habría amor en los corazones, si no los alimentara el Señor. No tendría esperanza el cristiano, si no permitiera el Señor tener esa esperanza. Por lo tanto, nadie os engañe, todo se recibe de Dios, todo es obra de Dios. *

*

188

*

La Madre, a los que acuden a Ella hará crecer a sus hijos en humildad, en caridad, en esperanza, en fe, en pureza, en amor a Cristo Jesús. *

*

*

Sólo con la humildad, aquellos llevados de un espíritu soberbio podrán dejar de ser rebeldes a Dios. *

*

*

El Amor de Dios es Socorro y Fortaleza para las almas, buscad amparo y fortalecéos en Él. *

*

*

El dolor redime y es testigo del Dolor mismo. Ame cada uno su cruz y se unirá a Cristo Jesús. *

*

*

Quiero envolver con mi Amor de Madre a todos mis hijos. Es por eso que los quiero interiormente dóciles, para poder así llegar a ellos. Tan sólo dejen las almas actuar a la Llena de Gracia, que ha venido a traer su Amor y su Luz. (Palabras de la Virgen) *

*

*

No fue el mundo creado por el hombre, sino por Dios. No fue el mundo habitado porque el hombre así lo quiso, sino porque así lo dispuso Dios. No fue el mundo redimido por el hombre, sino por el Hijo de Dios. Debe el hombre amar a Dios, debe saber que el único Camino de Salvación es Dios y nadie más que Dios. *

*

*

¡Ay de aquellos que siendo débiles, se escuchan en su propia debilidad! ¡Ay de aquellos que creyéndose sabios, ignoran la Santa Sabiduría! ¡Ay de aquellos que sabiéndose extraviados, no quieren volver al Buen Camino! ¡Ay de aquellos que abren sus ojos a la muerte y los cierran a la Vida! ¡Ay de aquellos que se destruyen con las bondades humanas, dejando de lado las Bondades del Altísimo! Bendecirá el Señor a aquellos que lloran su pena, por haberse alejado de Él y retornen para siempre a su lado. *

*

*

Mi Misericordia aplacará los dolores, las necesidades de aquellos que esperan en Mí y amen profundamente mi Corazón. (Palabras de Jesús) *

*

*

Cristo Jesús, Cordero sin tacha, Corazón Purísimo, Redentor del mundo, que lavó con su Sangre los pecados de los hombres, ¡tanto Amor encierra su Corazón y tanto dolor! Amado sea por todas las almas,

189

porque siendo amado, serán reparados los ultrajes que recibe. Si es amado, su Amor descenderá copiosamente sobre las almas. *

*

*

Por medio de la Madre, encontrarán al Hijo, por medio de la Madre, verán la Verdad del Hijo. Venid a Mí, que mi Maternal Corazón, recoge vuestras necesidades. (Palabreas de la Virgen) *

*

*

No dejéis que vuestra debilidad os anule; llegad junto a la Madre, refugiándose y fortaleciéndose en Ella. *

*

*

Sólo la oración ofrecida con amor suple al sufrimiento. *

*

*

Esta Madre quiere que los hijos vivan con la seguridad de saberse custodiados por su Amor. No os alejéis de Ella, dejad que obre en vosotros y cumplirá así con su Misión de Madre de los desamparados. Quiere Ella que os sintáis todos, sin excepción, su intervención de Madre. *

*

*

La oración malogra las acechanzas del diablo, no permite que actúe en las almas. La oración del humilde es súplica de amor que, renovada, llega como una ofrenda al Señor. No dejéis que esta flor, que es la oración, se marchite, seguidla constantemente. *

*

*

Caridad es perdonar al que ofende, es bendecir al que maldice. El que tiene caridad, ama al prójimo y quien ama al prójimo ama a Dios. *

*

*

Deben saber mis hijos que los llamo a la Consagración, porque estando consagrados a mi Corazón, pertenecen a la Madre y al Hijo. Mi Luz quitará toda oscuridad y ayudará a mis hijos a caminar el Camino que el Señor ha establecido. *

*

*

Fecundos serán los pasos de los que se acerquen a Mí. Muchos serán los frutos, grandes los beneficios. Nadie conoce la magnitud de mi Misericordia como tampoco la de mi Justicia. (Jesús) *

*

*

No puede estar el alma carente de Dios, ya que estaría exenta de vida y el alma está llamada a la Vida. *

* 190

*

Vuestra vida se convertirá en un permanente amanecer, si en ella está el Señor. Os muestro lo valioso que es tener al Señor en el Corazón No os comportéis ante Él como extraños, sino como hijos suyos. *

*

*

Quien sufre, sufre con Cristo y por Cristo. *

*

*

Las tinieblas y todo acto maligno serán vencidos con la oración. Permaneced en oración y seréis auxiliados. *

*

*

La esperanza del alma está en la Esperanza, y esa Esperanza es Cristo. Esta es la seguridad que debe tener todo cristiano y la base donde apoyarse, para la formación del espíritu. *

*

*

Es la cruz, el Amor; es la caridad, el Amor, es la humildad, el Amor. En todo esto está el Amor. *

*

*

En la oración se va de continuo a Dios. En la oración se muestra la pobreza del alma, la necesidad que tiene el alma de Dios. La oración hace que el espíritu presente una plena disponibilidad hacia Cristo. *

*

*

Tened fe y perseverad en la esperanza. Ofrezca el alma sacrificios; alcance el alma el arrepentimiento y destierre la soberbia: obtendrá entonces el alma, la dulzura de las maravillas de Dios. *

*

*

Confiad en la Madre, que os alienta con su Amor. *

*

*

Os nutro con mi Amor, os recubro con la Fortaleza de mi Corazón; extiendo mi Manto hacia todos, especialmente a los alejados de Dios. Estoy a la espera de vuestras necesidades y así poder proveeros. (Palabras de la Virgen). *

*

*

La Luz se perfila para vosotros Radiante, si tenéis presente que el Camino para llegar a mi Hijo, es la Madre. Estaré en medio de las dificultades, seré vuestra defensa. (Palabras de la Virgen) *

*

191

*

Es necesario que mis hijos busquen a Dios con amor, con fe, ya que la falta de fe, los pueden hacer caer en la oscuridad. Las almas están llamadas a la Luz; sed vosotros hijos míos, purificados y redimidos por la Luz del Mundo: Cristo Jesús. . (Palabras de la Virgen). *

*

*

Feliz el hombre que busca en la oración su consuelo, porque por el Señor será escuchado. Feliz el que se apoya en Dios, porque prolongará su vida. Feliz el humilde, porque alcanzará la Gracia de Dios. *

*

*

El arma que constituye mayor influencia sobre el mal, es el rezo del Santo Rosario. Con este rezo se ahonda en la vida espiritual, el espíritu crece en amor a Dios y lo aleja así del pecado. Disipa las sombras del espíritu y hace que éste permanezca fiel a Dios. Con la oración se rechaza la tentación del maligno. *

*

*

Caminad hacia Cristo y no será inútil vuestro andar. Será total vuestra esperanza en Él, ya que todo bien procede de Dios. *

*

*

Si el corazón es humilde, Dios permanece en él. Si se vive en humildad de corazón, se vive agradando al Señor. La vida en humildad se logra solamente cuando el alma se abandona totalmente en Dios. Cristo Jesús, el Humilde, hizo sólo la voluntad del Padre, sed vosotros humildes, siendo dóciles a sus mandatos. *

*

*

En la humildad se aprende a ser hijos de Dios. *

*

*

Que las ofensas, la indiferencia hacia Cristo, sean aplacadas con la oración. *

*

*

No están los hombres abandonados de Dios, sino Dios abandonado de los hombres. *

*

*

Cerca de María podéis adquirir lo que lejos de Ella no podríais: fuerzas, fe, perseverancia. *

*

*

Hay en el mundo muchas almas gravemente enfermas porque les falta humildad y no reconocen que viven lejos de Dios. * * * El Señor espera a sus hijos, espera la oración y el amor de sus hijos.

192

*

*

*

Pobres las almas que no quieren ver la Misericordia del Padre. *

*

*

¿Qué son las almas sin la Luz del Señor? Sólo noche de sombras, horas de espanto, de desierto y aridez. Sólo la Misericordia de Dios puede estar íntimamente ligada a las almas, sólo Dios puede en su Grandeza cultivar a sus amadas almas. * * * Descansando en el Señor, el corazón se vuelve humilde. *

*

*

Dios pide a los hombres oración para reparar las graves ofensas que a Él son inferidas. *

*

*

El Amor de Cristo alcanza a todos los hombres; recibidlo con la oración por Él esperada. Contra el desprecio Él da Amor, contra la blasfemia, Él da Amor, contra la injusticia, Él, da Amor. Combatid también vosotros con Cristo, dando amor a manos llenas. *

*

*

Ábranse los corazones dejando entrar al Señor y no obtendrá Satanás su victoria. Ante la muerte, se halla la Vida. Ante la indiferencia el Amor Misericordioso de Cristo. Ante la falsedad se encuentra la Verdad de Cristo. Ante la confusión obra la acción del Espíritu Santo. *

*

*

Es necesario orar, para que la gran tiniebla se disipe y disminuya así el ateísmo. *

*

*

Los hombres encontrarán el camino si depositan su confianza en María. *

*

*

No huyáis del Señor, id confiadamente a Él. Es verdaderamente tiempo de que lo hagáis, ya que ir hacia Cristo y amarlo es aprender humildemente a abandonarse en el Señor. Mediante el amor, triunfará su Verdad. *

*

*

Muchos corazones están enceguecidos por la soberbia, por la ambición, por la impiedad. *

*

193

*

El Corazón de María bendice a aquellos que todo lo creen y todo lo esperan de su Corazón. *

*

*

Contra la imprudencia está la prudencia que da Cristo. Ante la desconfianza se encuentra la confianza que inspira Cristo. Frente al desasosiego impera la Paz de Cristo. Dad gracias al Señor porque solo Él salvará a los pueblos. *

*

*

María puso toda su fe en Dios, desde siempre y para siempre. Responded vosotros de la misma manera, con una total entrega, basadas en la fe. *

*

*

Creed por la fe, perseverad en la fe; no descanséis en falsos ídolos. Permaneced solamente en la Promesa del Padre que está en los Cielos. *

*

*

Orad y la Paz del Señor habitará en vosotros. Orad y dejad de lado la soberbia, la ira, la intolerancia; despojáos de todo lo que os puede alejar de Dios. *

*

*

A muchos les cuesta obrar cristianamente porque tienen el corazón separados de Dios. *

*

*

Tened amor por el hermano, tened compasión por el hermano. Si esto se recuerda en el corazón, será sepultado el odio, los rencores y habrá sobre todo, paz en el mundo. Donde hay perdón hay amor; donde hay amor no existe el odio y donde no hay odio reina la Paz. *

*

*

Sea humilde el corazón y estará así capacitado para amar al Corazón de Jesús. *

*

*

La ignorancia no es pecado; sí es pecado eludir la Palabra de Cristo. *

*

*

Es breve el tiempo del hombre en la tierra, por eso hay que aprovecharlo en servir a Dios. *

*

*

Las almas confiadas en Dios, no se extraviarán en el Camino y no estarán faltas de Luz. *

* 194

*

No se entristezca vuestro espíritu, edificadlo con la oración. Volcad vuestra esperanza en Cristo, ya que Él corresponde con su Amor siempre, en cada momento. Nada os impida esperar en Él. *

*

*

El enemigo ha sido ya atacado, cerca está su fin y está usando como último recuso la debilidad humana: la soberbia. Pero Dios vencerá. La Madre de Cristo vencerá. *

*

*

Id al Amor de Dios con vuestro ofrecimiento, con vuestro abandono, con vuestra confianza. Dejáos llevar por la Madre que quiere salvar a esta Humanidad tan alejada de Dios. Acercáos y hallaréis Misericordia. *

*

*

Por medio de María la Luz puede ser alcanzada. *

*

*

Creed en la Madre y estaréis cerca de Cristo; conoced a la Madre y no temeréis a la Cruz, ya que junto a la Cruz está Maria. Ella no mendiga amor, Ella quiere hijos confiados y fieles al Corazón de su Hijo. *

*

*

Sed humildes y permaneced humildes; así llegaréis verdaderamente a abandonaros en el Corazón de la Madre. *

*

*

Vivid la oración, perseverad en la oración; hay una gran necesidad de oración, el mundo entero debe orar. *

*

*

La presencia de la Madre os unirá al Hijo, para que Él more en vuestro corazón. *

*

*

El Señor ha marcado para estos tiempos un signo: La Mujer vestida de sol: María. Ella es la esperanza a la que deben aferrarse los hijos. Poned vuestros ojos en María y Ella os conducirá a su Hijo. *

*

*

Si vuestro Corazón es humilde seréis librados de todo mal. *

*

*

Permanecer con María es permanecer en Cristo. Mereced tal cercanía por medio de esta Madre, no cometáis el error de alejaros. María es la perfecta Conductora de sus hijos. Amadla, honradla, obedecedla. 195

*

*

*

El Amor maternal de María aguarda a sus hijos. *

*

*

Si los hombres no se fortalecen en Dios, derribados serán por el maligno. Edificáos en la oración y libres seréis de las ataduras. *

*

*

Bueno es para el alma refugiarse en el Señor. La Esperanza es el hoy y el mañana. *

*

*

Según la disponibilidad que encuentra el Señor en un alma, así halla el alma Gracia de Dios. *

*

*

Orad con amor cristiano y eficaz será la oración. Orad y estaréis acompañando al Corazón Inmaculado de la Madre. Orad y el Dios Altísimo, que os ve, recogerá vuestra oración. Sed humildes, sed generosos, sed perseverantes. *

*

*

Tened un sincero y profundo amor a Cristo; un verdadero abandono confiado en la Madre; sólo así tendréis consuelo y fortaleza frente a las adversidades. *

*

*

No os separéis de la oración y no se extenderá el mal. *

*

*

Fue el Dolor de Jesús frente a la incomprensión humana lo que más le dolió a Jesús en los tristes momentos antes de su Crucifixión. *

*

*

Vivid en la Esperanza, descansad en el Señor, su Misericordia se ha puesto grandemente de manifiesto; el Señor, os ha enviado a su Madre, para que os aclare el Camino hacia Él, para que os refugiéis en su Corazón de Madre. Avanzad entonces sin miedo. *

*

*

Dejad que Dios llegue a vuestro corazón por medio de la Madre, no prescindáis de Él. *

*

196

*

Acudid a María y Ella os asistirá. *

*

*

La acción del Espíritu Santo se pone de manifiesto cuando el corazón se abre de verdad a Dios. Él os da una preciosa ayuda, la Madre Celestial, caminaréis según si a Ella os aferráis. No os cobijéis en el desconsuelo, hacedlo en la oración. En la Madre encontraréis consuelo. *

*

*

María es la Madre que, por caridad, no deja a ningún hijo a la deriva. Ella es la Madre que no desea ser desconocida de sus hijos. Ella quiere defendeos del mal. Ella es la Madre Esperanzadora, la que, con vuestra docilidad, hará posible la Gran Obra de Salvación del Hijo. *

*

*

Que la humildad sea para vosotros muy apreciada y se implante hondamente en vuestro corazón. Que la mansedumbre vaya acompañada de la caridad y que la pureza permanezca constantemente en vosotros. *

*

*

El mundo necesita abastecerse de Dios y María se preocupa de su Rebaño. El que busca a Dios, en María, lo encontrará. Su boca derrama Sabiduría, su Corazón, Amor. *

*

*

Rezad el Rosario, la oración aclara los más oscuros caminos. No reneguéis de la oración, sólo orad. *

*

*

Dios os prueba en la fe; es por eso que debéis perseverar en ella. *

*

*

El que cree, su camino se verá esclarecido por el Señor. Disponed vuestro corazón a permanecer en la fe y no estaréis ocultos a Dios. *

*

*

La oración es el arma por excelencia. No es tiempo de esperar, hay sí, urgencia de oración. *

*

*

El amor de María se reaviva con más fuerza cuando un hijo acude a Ella y se abandona confiadamente en Ella, como su Pequeño Jesús. * * * Estad en completa unión con la Madre y no os afectará ningún mal. *

* 197

*

Del Padre nos viene el consuelo. Del Hijo la Esperanza. De Espíritu la Luz. Nada es obra del hombre, todo es obra de Dios. *

*

*

Permanente es la Mediación de la Madre por los hijos. *

*

*

No hay caminos inciertos junto a María, sólo el Único, el Verdadero, el que lleva hacia Cristo. En la Madre encontraréis Refugio, Consuelo, Esperanza. *

*

*

Buscad a la Madre para no naufragar. *

*

*

La oración conduce a Dios. *

*

*

María ofrece a sus hijos el aliento necesario para llegar a Cristo y permanecer en Él. *

*

*

Sin humildad, no hay sinceridad de corazón, sólo con la oración crece el espíritu *

* * . María es la Madre que desciende hasta los hijos para darle seguridad y amparo. Ella es el Ancla a la que se aferran los humildes, los desvalidos, los extraviados que van en busca de Dios. *

*

*

Mientras oréis el desaliento no os vencerá. *

*

*

No dudéis jamás de Dios. *

*

*

Por el camino de la Cruz se va a Cristo. *

*

198

*

El Sagrado Corazón de Jesús quiere ser consolado, hay mucho amor en Él. *

*

*

María atiende cada llamada, cada necesidad. *

*

*

Cristo Jesús no defrauda. *

*

*

En la oración encontraréis fortaleza para vuestro espíritu, en la oración descubriréis a la Madre, que permanece a la espera de sus hijos. *

*

*

Orad y no os alejaréis de Dios. *

*

*

El Corazón de María allana el Camino que lleva al Hijo. *

*

*

El materialismo solamente llena de ruindad al alma. *

*

*

Un alma que crece espiritualmente tiene Paz. *

*

*

Si sois verdaderamente humildes veréis la Luz de Dios. *

*

*

Bienaventurados los que glorificáis el Nombre de Dios, porque Él, el Todopoderoso y Grande es Misericordia; por lo tanto, debe ser glorificado su Nombre. Bienaventurados los que tenéis avidez de Dios, porque mantendréis en Él puesta vuestra esperanza. Bienaventurados los que creéis, porque vuestra fe os llevará a ser humildes y confiados. Con humildad entregadle vuestro amor. *

*

*

Muchos son los que por no orar se alejan de Dios, muchos son los que por no ser humildes no se acercan ni escuchan a Jesús. Sed dóciles a Dios, no sea que por vuestra rebeldía no veáis la Salvación. *

*

*

No despreciéis el Amor de Dios desconociendo su Palabra, que es la Palabra de Vida. 199

*

*

*

Jesús ha enviado a su Madre para que vele por vuestra salud espiritual. *

*

*

Corazón de Jesús, por toda las ofensas con que ultrajan a tu Doloroso Corazón, ten piedad de las almas.

Corazón de Jesús, por las oraciones que te son negadas, ten piedad de las almas. Corazón de Jesús, por los corazones que se ocultan a Ti, ten piedad de las almas. Corazón de Jesús, por la Sangre que derramaste, ten piedad de las almas. *

*

*

Hay verdadero despego a Dios, cuando un alma vive alejada de Dios. Sed constantes en la oración y desterraréis a la mentira, para dar paso a la Verdad de Cristo. *

*

*

Los dominios de Satanás buscan extenderse, pero nada teman los hijos que se abandonan en María. Debe crecer esa fe, esa seguridad en María. Lo logrará aquel que rece frecuentemente al Santo Rosario. Orad, el Señor escucha. *

*

*

No llenéis vuestro corazón de orgullo, sino de humildad y de amor a la Madre y por Ella a Cristo. *

*

*

Evangelizad, llevad la Palabra de Dios a vuestros hermanos, porque desconociéndola tenéis perdón, pero, ignorándola (culpablemente), sentenciáis vuestra alma. *

*

*

Si os volvéis humildes, oraréis; si os hacéis pequeños, escucharéis la Palabra; si amáis a Cristo, Él, aclarará vuestro espíritu. Sólo el Señor convierte a sus hijos; dejad entonces que llegue a vuestro corazón. *

*

*

En estos momentos el hombre está poniendo toda su confianza en él y no en Dios; esto hiere y ofende grandemente al Señor. Quieran las almas liberarse del desamor a Dios; quieran las almas reparar tan gran ofensa a Dios con la oración. *

*

*

María impedirá que las almas marchen a la deriva, Ella hará que vengan directamente a Dios. *

*

200

*

No os alejéis de Cristo, fortalecéos en la fortaleza que es el Corazón de María. *

*

*

Delante de Dios nada pasa desapercibido; las obras se ven por la perseverancia y la perseverancia tiene ss fruto que es la oración. *

*

*

Nada malo puede entrar en un alma, si el alma se fortalece en Dios. Es por eso que es tan necesario conocer la Palabra de Dios y orar. Benditos los que profundizan en la Palabra y benditos los que oran. *

*

*

Orad y seréis generosamente bendecidos por el Señor. *

*

*

María no llega a la soberbia y sí a la humildad, no a los poderosos, sino a los pobres. * * * Mirad los bienes espirituales ya que solamente con esto agradaréis al Señor. *

*

*

Id por el camino de la humildad y encontraréis a Dios. En la humildad os volveréis pequeños, en la humildad escucharéis la voz de Maria, que clama por vuestro encuentro con el Señor. *

*

*

Descansad en el Corazón de la Madre. Que vuestro andar sea solamente de su mano. Nada intentéis por vuestros propios medios; hacedlo todo por medio de la Madre. Así lo quiere el Hijo. *

*

*

En la confianza en María halla Ella el amor de sus hijos; en la docilidad, plena disponibilidad; en la fidelidad, aceptación de la Voluntad de Dios. La Luz sobrepasará las tinieblas. *

*

*

¡Si todos los hombres se dejaran guiar por la Madre de Jesucristo, Paz habría en su corazón! Los hombres están viviendo en un mundo convulsionado, donde el odio, la violencia y la soberbia lo están dominando. Esto es lo que ofrece el Príncipe de las tinieblas; éste lleva a muchas almas a un total extravío. *

*

*

María es la Madre del Salvador, por tanto es la Única Guía capaz de guiaros a la Salvación. *

*

*

La oración, preferentemente el rezo del Santo Rosario, hace que el alma crezca y vaya hacia Dios. 201

*

*

*

Que todo vuestro obrar sea por Cristo, que murió en la Cruz por todas las criaturas del mundo. Permaneced en Él, para bien de vuestras almas. *

*

*

El desconocimiento de Dios hace que el alma se sumerja en las tinieblas. Es por eso que cada vez deben ser más los hijos que conozcan el Evangelio; que deseen ser salvados por el Salvador: Cristo Jesús. La Salvación debe ser ampliamente predicada, es necesario que así sea. *

*

*

Benditos los pacientes; los que no se dejan abatir; los que suplicantes acuden al Señor. Benditos seréis los que buscáis al Señor porque quedaréis saciados de Él. Toda alma espere en Dios. *

*

*

Confiad en María y nada os debilitará. *

*

*

Clame el alma a Dios, y tendrá Dios Misericordia del alma. *

*

*

Un alma que no ora decrece en amar a Dios. *

*

*

Libre es el alma cuando está atenta a la voz de Dios. *

*

*

María es la Madre que ama y habla a los hijos para que los hijos acudan a depositar su amor al Divino Corazón de Cristo. Desde la Cruz de su Hijo, la misión de María es velar por sus hijos. *

*

*

Conoced el Amor de Cristo desde su Madre; Id a Él, por la Madre. *

*

*

Nada os faltará en vuestra vida si no os falta el Amor a Dios. *

*

*

Los ángeles luchan denodadamente contra el mal, en todas sus formas, ya que son mensajeros de Dios, criaturas de Dios, espíritus puros, celestiales. Defienden al alma de los peligros del demonio; abren al

202

alma una brecha de Luz en medio de las tinieblas, devuelven la salud del cuerpo y prepara al alma a desear con mayor intensidad la salud espiritual. *

*

*

No está desprovista el alma, si no está desprovista de Dios. *

*

*

Confiad en Dios todos los días de vuestra vida. Dios ampara en la humildad y en la fidelidad el corazón del hombre. Sed humildes y dóciles ante el Señor. *

*

*

Hay en la mayoría de las almas un autodeseo de abastecerse a sí mismos, es que el espíritu está lejos del Espíritu. Solamente Dios puede saciar al alma de las profundidades. *

*

*

Buscad a María y hallaréis la Luz del Señor. *

*

*

Un alma pobre no niega a Dios su corazón. Un alma pobre únicamente ama la Riqueza que le regala Dios: su Amor. Un alma pobre tan sólo busca la Recompensa de Dios: la Vida Eterna. Sed agradecidos al Señor teniendo un corazón pobre, ya que en un corazón pobre sólo entra el amor de Dios. *

*

*

Si el alma no destierra la soberbia, para siempre morirá. No es eso lo que quiere Dios para un alma, sino que se edifique desde la humildad, en el amor y por amor a Él. *

*

*

Amad a Dios ya que, como verdaderos hijos de Dios, debéis amarlo. *

*

*

La oración repara, consuela y anima al espíritu. *

*

*

La oración es la coraza contra el maligno. *

*

*

Sólo el obrar de Dios es perfecto. *

*

*

No os resistáis a la Verdad; abrazáos con fe humilde y sensible a la voz de Cristo. 203

*

*

*

Que vuestra debilidad se fortalezca en la fe y la fe se robustezca desde la Palabra. *

*

*

Amad a Dios, ya que por Él sois amados. *

*

*

La soberbia no conoce en profundidad el amor a Dios. Sólo el humilde de corazón, ama verdaderamente al Señor, porque se da por entero a Él. Bienaventurado el humilde porque no oculta su corazón a Dios. Bienaventurado el que lo busca, lo ama y en Él descansa. *

*

*

Muchas son las calamidades en el mundo, porque muchos son los que huyen de Dios. *

*

*

El Señor librará a las almas que arrepentidas vuelven a Él. *

*

*

El Amor de María penetra en los corazones de aquellos que la buscan. Ella es Protectora de los humildes, de los desamparados, de los oprimidos. Con la presencia de esta Madre tiene su hijo nueva Luz, por esta nueva Luz se renueva la fe, la esperanza del cristiano. La Madre de Cristo hará que la alegría de vuestro corazón sea perdurable. *

*

*

Tened fe en Dios, tened confianza en Dios. *

*

*

El que descansa en Dios tiene esperanza en su alma. *

*

*

Aquel que busque ser reconfortado en el Señor, recobrará la fuerza necesaria para su espíritu. *

*

*

El humilde se gloría en Dios, y no en sus propias fuerzas. * * * Si el espíritu se abastece en Dios, obrará de acuerdo con la Voluntad de Dios. *

*

204

*

El odio y la maldad producen infelicidad en los corazones. *

*

*

Dios nos pide amor y humildad. Sin amor no hay apertura de corazón; sin humildad no podrá ver la Luz que quiere guiarlo hacia el camino que lleva a la Vida. *

*

*

Bendecid al Señor, por haberos dado el Corazón de su Madre, para que os cobijéis en Él. Bendecidlo, ya que por medio del Corazón de María llegaréis al Corazón de Jesucristo. *

*

*

El Corazón de Jesús está encendido de Amor, pero hay corazones que están totalmente apagados y no reciben el Amor que nos da. *

*

*

El Señor está derramando Amor, no quedéis fuera de ese Amor. *

*

*

Fortaleced vuestro espíritu con la oración. *

*

*

El Señor os prueba en la constancia. Sed constantes y veréis convertidas vuestras oraciones en un canto de alabanza a Dios. *

*

*

La fe está ciega en los hombres; el espíritu no ve lo que el Señor está mostrando: su Amor. *

*

*

Dios quiere que los corazones de sus hijos sean humildes, dóciles, generosos. Humildes porque en la humildad conocerán y amarán a Cristo. Dóciles, porque la docilidad los hará sumisos ante el Señor. Generosos porque la generosidad los llevará a amar cada dia más a Cristo. *

*

*

María os ayudará a encontrar y a amar al Señor. *

*

*

El Amor de María será fecundo en los que la amen. Mucho Amor guarda su Corazón de Madre. *

*

205

*

La Madre ofrece a sus hijos el aliento necesario para que la oscuridad no la ahogue. *

*

*

Encontraréis a María desde la docilidad, desde la confianza, desde la pequeñez. *

*

*

El Corazón de María siempre está atento al acercamiento de cada hijo. *

*

*

Solamente habrá tinieblas para aquellos que no quieren caminar hacia la Luz. *

*

*

María reconstruye. María trae Alegría a las almas. *

*

*

Por amor deben volver las almas a Dios. *

*

*

Renováos en la fe y obtendréis los frutos que os vienen de la Palabra del Señor. *

*

*

María quiere introducir a sus hijos en el Amor de Dios. No cejará en su empeño porque grande es su Amor por ellos. * a Él.

*

*

María ha recibido de su Hijo una Misión: ser la Guía de las almas que verdaderamente quieren llegar *

*

*

La necesidad de Dios está intacta en los espíritus, sólo que en muchos aún no ha despertado. Pobres los que no sientan esa necesidad de Dios, pobres los que no quieren ver su error. *

*

*

Orad para que el Nombre de Jesús sea conocido y respetado ¡Son tantos los que no lo aman, los que lo ofenden! * * * María tiene un Gran Amor por sus hijos. *

*

206

*

La Fortaleza que necesitan los cristianos la encontrarán en el Corazón de la Madre. *

*

*

La humildad no oscurece el alma, por el contrario la enaltece. *

*

*

La oración no deja al alma en un desierto, sino que mientras ora, el alma tiene la compañía de Cristo y María. *

*

*

Sed humildes y orad, que esto agrada a Dios. *

*

*

Las armas de Satanás son la soberbia, el engaño y la confusión. *

*

*

El Corazón de María lleva al alma a la humildad, a la Verdad, a la Luz del Espíritu. *

*

*

Nada impedirá que crezca la fe en los hijos de María. *

*

*

En estos tiempos de corrupción debe prevalecer la oración. * en Él.

*

*

Nada lograréis lejos de Dios, ¡Ay del que se mantenga distante! Benditos los que buscan la seguridad *

*

*

Nada puede el hombre contra la Voluntad de Dios. Bienaventurados los sumisos porque ellos cumplirán su Voluntad. Bienaventurados los pacientes, porque sabrán sobrellevar las adversidades. Bienaventurados los que van tras la Luz, porque serán iluminados. *

*

*

La humildad acerca al hombre a Dios. *

*

*

El Corazón de Maria no sabe de rencores, no sabe de soberbia, sólo sabe de Amor. Amor hacia los que se rebelan; Amor hacia los corazones aún endurecidos y cerrados. 207

*

*

*

El Corazón de Jesús reclama amor. *

*

*

El Corazón de María es un jardín que recibe a las más perfumadas flores: sus amados hijos, los hijos de Dios. *

*

*

Muchos confían en su propio poder y desprecian el poder de Dios. Muchos viven de acuerdo a la voluntad de ellos mismos y no viven de acuerdo a la Voluntad de Dios, y así les va. *

*

*

Confiad en la Madre de Cristo; sed humildes y seréis llevados hacia la Luz. *

*

*

Por medio de María se salvarán las almas, porque Ella los llevará a Jesús. Quien rechaza a Maria, rechaza a Jesús. *

*

*

Id y evangelizad; no os fijéis donde. En el lugar donde estéis. Evangelizad a vuestros hermanos que nada conocen de la palabra de Dios. *

*

*

No podéis vivir sin el Señor. *

*

*

Vuestra seguridad solamente está en Dios. *

*

*

La Gracia del Señor, sobreabundará en los corazones donde habita la fe. Mantened viva la fe, por medio de la oración sin desfallecer jamás. Perseverad constantemente. *

*

*

Con María está el Amor de Cristo, que quiere ser alcanzado por las almas. Con María está la Paz de Cristo, esa Paz que muchos dejan escapar. No dejéis pasar el Amor que trae esta Madre. *

*

*

Un corazón humilde busca el Amor de Dios. Un corazón humilde se deja conducir por la Madre, hacia su Hijo. Dejad a esta Madre actuar en vuestros corazones. 208

*

*

*

Id por el Camino del Amor, ya que es éste el único Camino que salva a las almas. *

*

*

Aquél que os llama os salvará, sólo si confiáis en Él. *

*

*

No hay sufrimiento que no se pueda sobrellevar con la ayuda del Cielo. *

*

*

No busquéis ídolos, ya que no hay tales ídolos, sí hay un Dios: Cristo Jesús el Salvador. *

*

*

La Vida del Hijo la encontraréis junto a la Madre. *

*

*

Apreciad las cosas del Señor, dad gracias por las cosas del Señor. Haced conocer su Palabra, pocos son los que lo hacen. Descansaréis en el Señor, si así lo hacéis. *

*

*

El Señor quiere a los humildes y rechaza a los soberbios. No os resistáis a ser humildes, seguid el ejemplo de Cristo Jesús. *

*

*

Benditos los hijos que creen en la multitud de los Bienes Divinos Benditos los que acuden al Señor por ayuda. Benditos los que glorifican su Nombre. Bendito cada hijo que cree en Dios y en su Madre. *

*

*

La Gracia del Hijo, Luz del mundo, está manifestada en su Madre. *

*

*

Sed fervorosos y constantes en la oración. Ofrecedle al Señor, con amor, con el corazón, con vuestros sufrimientos. *

*

*

Dios edifica en aquellos que le aman, en aquellos donde toda obra sea buena para el Señor.

209

*

*

*

Sed sensibles al Amor de Dios. *

*

*

Para que jamás haya dudas del Amor del Padre hacia sus hijos: Orad para que cada día sean más los convertidos. Orad, ya que las almas que no oran se alejan de Dios. *

*

*

Benditos los que buscan en la oración un refugio para su alma. Benditos los que reparan las graves ofensas que le son inferidas a Jesús. Benditos los que confían en el Amor de la Madre. Todo aquel que confía en Dios y en María estarán a salvo. *

*

*

Siete cosas son necesarias para la felicidad del hombre, y sólo pueden encontrase éstas en el Cielo: 1ª Una vida a la que no ponga término la muerte. 2ª Una juventud no seguida de vejez. 3ª Una luz que no deje de brillar. 4ª Una alegría jamás alterada por la tristeza. 5ª Una paz no expuesta a turbarse 6ª Una voluntad que no experimente obstáculos. 7ª Un reino que no pueda perderse. (San Beda, el Venerable)

*

*

*

La tierra no es más que una cárcel; sin embargo, esta cárcel es ya bella, agrada; ¿qué no será, pues, la patria, el Cielo? (San Agustín) *

*

*

Después de la resurrección los cuerpos de los elegidos participarán de su gloria. "El cuerpo, dice San Pablo a la manera de una semilla es puesto en la tierra en estado de corrupción, y resucitará incorruptible, es puesto en la tierra todo disforme, resucitará glorioso; es puesto en la tierra privado de movimiento, y resucitará lleno de vigor; es puesto en la tierra como un cuerpo animal, y resucitará con un cuerpo todo espiritual", esto es libre de todas las alteraciones materiales, perfectamente concorde con el espíritu (I Corintios 15, 42 – 44). *

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*

Las dotes del cuerpo glorioso serán: Claridad, agilidad, sutileza e impasibilidad. La claridad que consiste en cierto resplandor y hermosura... La agilidad en la facilidad de trasladarse de un punto a otro, corriendo en breve tiempo las distancias más lejanas... ; la sutileza con la que podrá pasar 210

a través de los cuerpos sin dificultad alguna y penetrar en todos los lugares y la impasibilidad, gran privilegio por el cual, sin carecer de sensaciones propias, no sentirá cosa alguna que la pueda molestar y menos destruir. Será inmortal e incorruptible, y no estará sujeto a las necesidades físicas de sueño, hambre, fatiga, frío, calor, etc. Como dice el apóstol: "se sembrará en la corrupción, y resucitará incorruptible". *

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Levantad los ojos al Cielo, vivid de su recuerdo, como viajero que allí se dirige; sean vuestros actos y vuestros pensamientos dignos del Cielo; sea éste el fin de vuestros esfuerzos, de vuestras miradas y de vuestro deseo. Cuando se presente alguna cosa penosa, cuando la tentación os mortifique, cuando una cruz pesada os agobie, echad una mirada a la ciudad celestial, y decid: Sufriré todas las pruebas y saldré victorioso de ellas por más grandes que puedan ser. Así se va al Cielo. (San Cirilo de Jerusalén) *

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*

Es esencial saber sufrir y no perder el mérito y la recompensa del sufrimiento que es muy grande, pues "si padecemos juntamente con Cristo, con Él seremos glorificados" eternamente (Romanos 8, 17) *

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Las cruces de esta vida, que no nos han de faltar, se hacen llevaderas con el pensamiento del Cielo, pues es hermoso saber que "los sufrimientos de esta vida son insignificantes con relación a la gloria que nos espera" (Romanos 8, 18 – 28) *

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No olvidemos que el pensamiento del Cielo reanima el valor abatido, hace perseverar a los buenos, y lleva el arrepentimiento al corazón del pecador. * * * San Agustín afirma que el rico no puede salvarse sin la limosna. Lo superfluo del rico pertenece al pobre; el que lo guarda, guarda lo que no es suyo. *

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La limosna es el camino real que conduce pronto al Cielo. El que hace limosna pone su fortuna en lugar seguro; por medio de los pobres la coloca en el Cielo. De todas las artes la limosna es la más lucrativa (San Juan Crisóstomo) *

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La limosna nos asegura la posesión del Cielo. El que no puede llevar consigo lo que tiene, no es rico; porque lo que tenemos que dejar aquí en la tierra, no nos pertenece, es de los demás (San Ambrosio) *

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Si tenéis más de lo necesario para comer y vestir, dadlo y sabed que lo superfluo no es vuestro y debéis consagrarlo al sostenimiento de los pobres (San Jerónimo). *

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¿Os inquietan los tesoros? Dadlos a los pobres, y los volveréis a encontrar en el Cielo, en donde están completamente seguros... Ser avaro no es sólo amar el dinero, sino perseguir algo con inmoderado ardor. Cualquiera que desee más de lo que necesita, es avaro. (San Agustín) *

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No se encierre vuestra alma en un vil metal, elévese, al contrario, al Cielo (San Jerónimo). *

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¿Quién es el verdadero rico? El que nada desea. ¿Quién es el verdadero pobre? El avaro... El que quiera ser rico en Dios no amontone dinero. *

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Así como el grano de trigo arrojado en el surco da beneficios al labrador, el pan que se da al menesteroso produce el ciento por uno... El que os ha dado bienes os pide limosna por boca de los pobres; prestadle y os será ventajoso... El pan que retienes es del hambriento; el vestido que guardas en el arca es del desnudo; el calzado que se apolilla y el dinero que encierras, es del necesitado. (San Basilio). *

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Las riquezas de la tierra no son verdaderas riquezas. ¿Qué son estas riquezas que os hacen recelar hasta de vuestro criado, sospechando que os las quite, os asesine y huya? Si fueran verdaderas riquezas, os darían seguridad (San Agustín) *

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Dios reconoce la imagen de su Bondad allí donde encuentra el cuidado de los pobres (San León Magno) *

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No dejéis nunca de caer de vuestras manos la limosna; no la deis una vez, dos veces, tres veces, ni cien veces, sino siempre. He aquí un cambio que puede trocarse en negocio; dad pan, y recibiréis el Paraíso; dad poco, y recibiréis mucho; dad lo que es perecedero, y recibiréis lo eterno (San Juan Crisóstomo) *

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El pobre es, en verdad, quien alarga una mano suplicante; pero Dios es Quien recibe (San Juan Damasceno). *

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Siempre experimento que, lejos de empobrecer, la limosna enriquece; pues cuanto más doy, más medios me envía Dios (San Juan, el Limosnero). *

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La verdadera limosna consiste en dar de modo que sintamos alegría en aquel acto, y nos consideremos más bien como agraciados que como protectores; porque menos favor hacemos a los pobres que a nosotros mismos, si se considera que recibimos de los que damos (San Juan Crisóstomo). *

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Si podéis dar, dad; si no podéis, manfestáos afables. Dios recompensa la bondad de corazón del que nada tiene que dar. Nadie diga, pues, que no tiene; la caridad no necesita bolsa (San Agustín) *

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Jamás ha empobrecido la limosna; por el contrario, siempre ha enriquecido. Todo lo que se da al pobre, vuelve a recobrarlo el donador con usura (San Basilio). *

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Las riquezas afluyen a las manos de los que las distribuyen con largueza (San Clemente de Alejandría). *

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Sin misericordia para los pobres es imposible conseguir misericordia (San Cipriano). *

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Las riquezas no son de sí pecado; pero es un pecado no distribuirlas a los pobres y emplearlas en el mal. (San Juan Crisóstomo). *

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Las riquezas son semejantes a la serpiente, el que las recoge sin mil precauciones, siente pronto que su alma está aprisionada y mordida (San Clemente de Alejandría) *

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Jesucristo quiere que lo alimentéis; quiere que le deis vestidos para vestiros. Despreciad, pues, el dinero para no ser despreciados; para llegar a ser ricos, dad con largueza; para recoger, sembrad a imitación del labrador (San Juan Crisóstomo) *

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El rico no puede salvarse sin la limosna. Lo superfluo del rico pertenece al pobre, el que lo guarda, guarda lo que no es suyo (San Agustín) *

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Da tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Todo cuanto te sobrare dalo de limosnas, y no se te vayan los ojos tras lo que dieres. (Tobías 7, 16)

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No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones los horadan y roban...atesorad tesoros en el Cielo....Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón (Mateo 6, 19 – 21) *

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Mejor es dar limosna que acumular tesoros; pues la limosna libra de la muerte y limpia de todo pecado. (Tobías 12, 4 - 7 ss) *

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Parte tu pan con el hambriento, alberga el pobre sin abrigo, viste al desnudo y no vuelvas tu rostro ante el hermano... Este es el ayuno que yo quiero (Isaías 58, 7 ss) *

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El que da al pobre, no conocerá pobreza; el que da al pobre, presta al Señor, y el Señor centuplicará sus bienes (Proverbios 28, 27). *

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Haced limosna y no apartéis vuestro rostro del pobre, sea quien fuere. Sé tan afable con los pobres como sea posible. Si tuvieres mucho, da con abundancia; si poco, da poco, pero de buena gana (Tobías 4, 7 ss) *

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Hijo mío, no prives de su limosna al pobre, ni separes de él tu mirada. No desprecies al que tiene hambre, y no entristezcas al pobre en su miseria. (Eclesiástico 4, 1 – 2) *

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No olvidéis la hospitalidad (Hebreos 13, 2). *

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No os olvidéis de ser bienhechores, y de dar parte de lo que tengáis a los que nada tienen; con semejante sacrificio nos haremos amigos de Dios (Hebreos 13, 16) *

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Hemos de aliviar al pobre con alegría (Romanos 12, 8) *

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Hijo mío, no mezcles reprimendas con la limosna que des, ni acompañes a tus favores palabras frías y amargas (Eclesiástico 18, 15)

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Dad a los pobres, según podáis (Eclesiástico 14, 13) *

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Los avaros no poseerán el Reino de Dios. (I Corintios 6, 10) *

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Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; desnudo y me vestisteis... Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber?... Y el Rey les dirá: en verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a Mí me lo hicisteis... (Mateo 25, 34 – 46) *

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Desnudo venimos a la luz del día,y desnudo la dejaremos; ¿para qué hemos de sudar en vano, viendo que la muerte no nos dejará nada? *

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¿Quieres ser rico?, pues no te afanes en aumentar bienes, sino en disminuir tu codicia. *

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La avaricia hace odioso al hombre, la liberalidad lo hace amable. *

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Muchos son los parientes del dinero, y no del rico. *

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El que da pronto, da dos veces. *

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Si queréis hacer bien, hacedlo pronto, porque todo retraso malea el beneficio. *

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La raíz de todo mal no es el dinero, sino el amor al dinero. *

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La caridad une a los hombres, el egoísmo los separa. *

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Los avaros obran como si jamás debiesen morir; porque nada dan, y todo lo conservan. Piensa tú, en cambio, que has de morir y acaso muy pronto, y así empezarás a dar a los necesitados y a ser desprendido. *

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¿Cómo podrán los ricos hacer bien y conquistar el Cielo? Esto lo podrán lograr valiéndose de sus riquezas. Jesucristo dice que los ricos es difícil que se salven (Mateo 19, 23), y es por tener el corazón demasiado apegado a las riquezas y vienen a ser incapaces de comprender y apreciar las cosas del Cielo. ¿Sabéis para qué se nos dan las riquezas? San Agustín contesta así: "Buenos son el oro y la plata, no porque nos hacen buenos, sino porque sirven para obrar el bien" Las riquezas como don de Dios son buenas. Lo que es malo es su abuso. El rico Epulón se condenó, no por ser rico, sino por haber usado mal de las riquezas. La Biblia maldice sus abusos y también a los ricos que la tienen y se complacen en ellas, despreocupándose de los demás. Las riquezas no son en sí pecado, pero, como dice San Juan Crisóstomo, "es un pecado no distribuirlas a los pobres y emplearlas en el mal". Viendo que tenemos la necesidad para comer y vivir, debemos ser desprendidos y saber darle cauce a nuestras riquezas. "Cuando están escondidas las riquezas, dice San Juan Crisóstomo, rugen como leones, y todo lo destruyen. Por el contrario, si la sacáis de su escondrijo, y las exponéis a la luz del día, entregándolas a los pobres, se convertirán de fieras en corderos, de escollo en puerto, y en vez de naufragio hallaréis la tranquilidad". San Basilio nos da este consejo: "No seáis, pues, como el avaro. Dad salida a las riquezas, como se da paso al río caudaloso dividiendo en pequeños cauces para que riegue la campiña, haced que vuestras riquezas discurran también por distintos caminos y lleguen a la casa de los pobres. El pozo del que continuamente se saca el agua, la mana siempre cristalina; si se la deja en reposo constante, se corrompe. Esa es la imagen de las riquezas, que atesoradas son inútiles, pero cuando se las mueve y pasan de unos a otros producen la comodidad y el bienestar común. Los hombres te alabarán y, sus alabanzas no serán sino un prólogo de las que ha de tributarte Dios. *

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El rico que creéis dichoso, se queja muchas veces, es desgraciado, suspira, gime y sufre: varios van detrás de él, como las moscas siguen la miel. *

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La gloria de las riquezas no brilla en las mesas espléndidas, sino en los socorros distribuidos a los desgraciados. *

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La limosna está ante la puerta del Infierno y no consiente que baje el que la ha hecho. *

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Rescatad vuestros pecados con la limosna (Daniel 4, 24) *

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La limosna purifica los pecados (Proverbios 15,27) *

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La limosna libra de la muerte, y ella es la que lava los pecados, y hace hallar misericordia y la vida eterna (Tobías 12, 9). 216

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Excelente es la oración unida a la limosna (el angel a Tobías) *

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Muchas son las cruces y sufrimientos que hallamos en nuestro caminar por este mundo; pero son grandes los tesoros y las gracias que nos vienen de la cruz. *

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El remedio contra el sufrimiento no es otro que el mismo Jesucristo, su ejemplo, el verlo puesto en la cruz, al que todo hombre atribulado debe levantar su mirada, y oír que nos dice: "Venid a Mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que Yo os aliviaré. "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". Cristo es el Camino, también en el sufrimiento, porque Él, nos precedió llevando la cruz a cuestas, y nos dice: "Si alguno quiere venir en pos de Mi, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame". *

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¡Qué fácil es rezar un día y otro día: "Hágase tu voluntad"; pero ¡qué difícil es aceptar esa voluntad cuando se manifiesta realmente en forma de cruz! A la luz de la fe, el dolor es una caricia, un regalo de Dios. Es con frecuencia una señal de que Dios nos ama. Hay que ofrecerlo a Dios. El saberlo llevar con alegría y con amor es el camino de los Santos. "Mira a Jesús crucificado, y no te quejarás jamás." *

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La cruz nos recuerda a Jesucristo crucificado en ella y nos enseña ante todo que Él es el precio de nuestra redención, y por lo mismo el libro de la sabiduría y de la ciencia divina. Cristo crucificado es el gran libro abierto a la Humanidad, el libro de los Santos y los sabios.

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La cruz es la cátedra de la bondad divina, del amor más puro e infinito de Dios... Dios ha amado al hombre desde toda la eternidad; pero, para manifestarle este amor sólo tuvo que pronunciar una palabra: "Hagamos", mientras que para rescatarlo tuvo que padecer trabajos indecibles, derramar su sangre y sufrir la muerte. Clavado en la cruz, Jesucristo está suspendido entre el cielo y la tierra como Mediador para reconciliar a los hombres con Dios, recibe las flechas que la cólera de Dios dirige contra los hombres, e impide que lleguen hasta ellos. Él satisface por todos los crímenes. "Mirad, dice San Agustín, las heridas de Jesús clavado en la cruz; reparad en la sangre del que muere, y notad a qué precio paga el que rescata... Tiene la cabeza inclinada para besar a los hombres; el corazón abierto para amarlos; los brazos extendidos para abrazarlos, y todo su cuerpo expuesto para rescatarlos. Apreciad toda la magnitud de estas manifestaciones de amor; pesadlas en vuestro corazón a fin de encerrar enteramente en él al que por nosotros fue clavado en la cruz...". "¡Oh inefable e inmensa bondad de Dios, exclama San Efrén, que, por medio de la cruz, ha proporcionado tantos y tan grandes bienes al género humano!". El Calvario es la gran escuela donde se enseña con un lenguaje sublime el amor de Jesucristo a los hombres.

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La cruz no es árbol silvestre, es el árbol de la vida para los que la abrazan, da frutos, da salvación. *

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La cruz es tan dulce para el que ama a Dios, que deja de ser una cruz y se convierte en camino de la vida y de la felicidad. La dulzura, la felicidad, los consuelos verdaderos están en la cruz. Llevadla con resignación, abrazadla con resignación, abrazadla, y experimentaréis sus felices efectos. De la cruz se pasa al Cielo.

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Ciegos, los mundanos no ven en la cruz más que el peso, asperezas, clavos y sangre; no conocen las dulzuras, los consuelos, la paz, los méritos y la gloria que también da. No ven que Dios ayuda a llevar la cruz, y convierte en miel la hiel que en ella encuentran. Una gota de los placeres del mundo se convierte en un mar de amargura: la amargura de la cruz, que no es más que una gota, se cambia ya en esta vida, y sobre todo durante la eternidad, en un océano de delicias. Así tiene cabal cumplimiento aquella promesa de Jesucristo: "Y cualquiera que dejase casa o herramos o padres o esposa o hijos o heredades a causa de mi nombre, recibirán cien veces más y heredará la vida eterna". ( Mateo 19, 29) Así también se realizan aquellas otras palabras de Jesucristo: "Venid a mí todos los que andéis agobiados con trabajos y cargas, pues Yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el reposo de vuestras almas; porque suave es mi yugo y mi carga ligera (Mateo 11, 29 – 30). Durante la Pasión del Salvador, Simón el Cirineo, le ayudó a llevar su cruz; hoy, el Salvador es quien ayuda al cristiano a llevar la suya. *

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Con la aceptación de las cruces, los fieles se hacen partícipes de la naturaleza divina, como dice el apóstol San Pedro, y se hace, según San Pablo, partícipes también de la gloria de Jesucristo por la eternidad. *

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Dios permite el dolor por muchas razones, entre ellas: a) Para abatir nuestra desobediencia y nuestro orgullo: así derribó a Saulo y lo convirtió. b) Para purificar nuestros pecados y hacérnoslos expiar en esta vida: en la otra es mucho peor. c) Para destruir y sobre todo debilitar en nosotros la concupiscencia de la carne. Lanza contra los lujuriosos flechas, que son enfermedades, contradicciones, decepciones y remordimientos; les obliga de este modo a combatir y vencer su inclinación. d) Para guiar al hombre por el camino de la paciencia, de la santidad y de la perfección. e) Para hacer al hombre semejante a Jesucristo y aumente sus méritos en la otra vida. f) Para aumentar el tesoro de la Iglesia en beneficio de los pecadores, para que se conviertan. *

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Cuando sufrís, Dios está con vosotros. *

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Los pecados deben expiarse con las cruces, y los movimientos de la concupiscencia han de reprimirse con el dolor. *

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Los sufrimientos son útiles, necesarios, para volver a levantar y curar la naturaleza decaída; son nuestro supremo bien. Si fuese la piedra inteligente, ¿no debería alegrarse de los golpes del cincel, que, cortándola, la convierte en elegante estatua? Y si la madera fuese inteligente, ¿no sufriría con paciencia que el cepillo la debastase, la puliese y la transformase en trono? El justo debe, pues, alegrarse de las aflicciones y sufrirlas con alegría; pues las aflicciones son para el fiel lo que el fuego es para el oro, la lima para el hierro, el cincel para la piedra, el cepillo para la madera, el trillo para el trigo, etc. *

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Las cruces son muy ventajosas a los pecadores, para hacerles volver en sí mismo y convertirlos. Dios cierra con espinas los caminos de los pecadores, cuando los detiene y les impide caer en el pecado, enviándoles enfermedades, pesares y exponiéndolos a los odios y decepciones: estas son otras tantas espinas de que Dios se sirve para cerrar la puerta del pecado a los prevaricadores. O bien les quita las ocasiones próximas de caída, lo que es una gran misericordia de Dios, aunque el pecador, devorado por la concupiscencia, puede hallar dura y cruel tal conducta de la Providencia. Volviendo en sí misma, agobiada por los sufrimientos, el alma culpable dice: "Volveré a Dios, a Quien he abandonado". Habla así porque, abatida bajo el peso de la adversidad, desea y busca a Dios como verdadero bien y como único capaz de aliviarla: y ve por fin que no ha encontrado más que decepciones, amarguras y agudas espinas de los pretendidos placeres y ventajas que deseaba y buscaba fuera de Dios. Cuando el alma empieza a ser desgarrada por las espinas, y herida cruelmente por el mundo que acaba, comprende perfectísimamente que era mucho más feliz con Dios, que contra Él, en el vicio. Así vuelve el pecador en sí mismo, cuando de todas partes llueven penas sobre él y lo aniquilan. La adversidad enmienda y corrige a aquellos a quienes una voluntad depravada ha corrompido. *

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El sufrimiento es la red con que Dios pesca a los hombres, los saca del agua envenenada del vicio, y los trae a su corazón. Dios no concede ninguna gracia a los hombres sin hacerla preceder de alguna adversidad. *

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Las aflicciones dan lugar a muy meritorios ejercicios de las virtudes heroicas. Las pruebas que cayeron sobre Job, lo hicieron perfecto; la ceguera formó y santificó a Tobías; la calumnia inmortalizó a José; la persecución purificó a David; los leones dieron a conocer la virtud de Daniel, los hornos ardientes santificaron a los Macabeos... *

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Los sufrimientos nos hacen victoriosos, mientras que las delicias nos abaten. *

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San Agustín pregunta: ¿Cómo sirven los malos a los buenos? Y responde: No es adulándolos ni acariciándolos, sino pesiguiéndolos. Los perseguidores han sido para los mártires lo que lima y el martillo 219

son para el hierro y el oro, los molinos para el trigo. Los malos se consumen para purificar a los buenos: son para éstos lo que la paja es para el oro puesto en un hornillo; la paja se consume y reduce a cenizas, pero el oro queda probado. *

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No son las cruces en sí las que dan la alegría, sino que la alegría procede de que padecemos por Jesucristo. *

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Es preciso alegrarse en las cruces, porque nos libran de los dos grandes males del hombre: el pecado y la concupiscencia. Las cruces son nuestro mayor bien: son una expiación para los pecados cometidos, y un antídoto que nos impide volver a enfermar. Son la sal que preserva de la corrupción... *

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Es preciso regocijarnos en las cruces, porque si os afligís por ellas, las haréis más pesadas, disminuiréis vuestro mérito, y hasta podéis perderlos. Si, por el contrario, las sufrís con resignación y alegría, las aligeraréis y aumentaréis vuestro mérito... *

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Las cruces elevan al hombre: le hacen superior a las cosas de la tierra. Sujeto a la prueba, pone en el Cielo sus afectos y esperanzas. Semejante al águila que cerniéndose en los aires, desprecia las honduras y ve de muy alto los sucesos, se ríe de las olas y de los despojos que arrastran. *

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Nada nos hace más semejantes a Jesús que llevar su cruz. *

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Aprender a sufrir es la más grande y más útil asignatura de la presente vida, y esta asignatura se aprende de un Maestro: de Jesucristo en la cruz. *

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La esperanza es una virtud que sostiene y que también necesita de nuestra defensa, que ha de preservarse, que ha de salvarse. *

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No dejes de efectuar ningún ofrecimiento por las manos virginales de María. Es de mucho agrado a Dios el recibir, en esas bandejas de las palmas benditas de la Virgen Santísima, los obsequios de sus hijos pecadores. Ya con sólo tener en gracia el alma, nuestras obras están implícitamente ofrecidas a Dios; pero aumentamos el agrado producido y, por complemento, el mérito, cada vez que explícitamente los ofrecemos por las manos de la Virgen. * * * ¡Grandiosa dignidad la de trabajo: ser prolongación del de Dios! 220

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Soportar los pequeños sufrimientos es ya señal de gracia de Dios. *

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La altura de un alma se mide por la capacidad que tiene de soledad consigo mismo. *

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Lo importante en la vida no es el dinero, para vivir sólo un mínimo hace falta, lo más importante es la paz del alma. *

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Para Dios, la plenitud de la realización de un ideal radica en la plenitud de los esfuerzos personales, y no en el resultado material. *

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Un ideal, alimentado con ideas adecuadas a las posibilidades, puede producir un hombre extraordinario. *

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Querer hacer apostolado sin oración, es como querer coser sin hilo. *

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Tanto en pobres como en ricos, la ociosidad engendra la degeneración. *

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No es santo quien nace, sino quien, con la gracia de Dios, se hace. *

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No te desalientes ante tus fracasos y derrotas, todo serás capaz de reconstruirlo mientras tengas esperanza en Dios, y María, la Virgen, nuestra Madre del Cielo. *

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Hemos de tener siempre gran confianza en Dios, que a todos nos protege. *

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Domina tus emociones, si no quieres sufrir a cada momento. *

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Es de un valor incalculable para la formación de la voluntad y para el temple mismo de los nervios, la vida profundamente religiosa. Ni la educación, la ciencia, ni el arte proporcionan al alma la robustez y vigor necesarios para vencer todos los obstáculos, como lo da plenamente la Religión sinceramente practicada. La vida cristiana, que significa la lucha ordenada y perseverante del hombre para obtener una nueva manifestación de Dios y una vida feliz en Dios, forma la voluntad orientándola hacia Dios, como centro, cuanto al motivo, al fin y los medios. Llega la fe cristiana a influir sobre la voluntad de tal manera, que se busca en Dios el motivo de todos los actos, y se dirige a Dios el fin de los mismos. Claro está que esto no se logra improvisadamente, sino que ha de ser educada la voluntad con el empleo de los medios más eficaces. *

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La reconciliación del hombre con Dios en el sacramento de la penitencia, confiere a la voluntad nueva fuerza para el progreso moral. La tranquilidad y armonía psíquica es la condición previa indispensable para conseguir nueva actividad moral. La reconciliación sacramental, a la vez que trae los mayores alientos y los más íntimos consuelos, proporciona a la voluntad fuerza para obrar el bien en adelante. Un poderoso complemento, insospechado para quien no lo vive habitualmente, es la Sagrada Comunión; en ella alcanza la voluntad una extraordinaria fuerza sobrenatural y el convencimiento de que podrá todo con Dios a su lado. *

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Para conservar nervios de acero frente a cualquier dificultad, el medio eficaz a plazo breve es el acercamiento al objeto que produce el miedo. Es, sin duda el más antiguo y practicado, y ha librado a muchos totalmente del miedo. Al ejecutar todo aquello que produce miedo, el miedo desaparecerá. Pedro el Grande de Rusia se echó al agua desde lo alto de un puente para quitarse el miedo que sentía ante la idea de atravesar una corriente de agua. Entrar en lugares tenebrosos suele curar el miedo que muchos experimentan. Resulta eficaz el acercamiento positivo al objeto de temor, porque el miedo es una especie de retroceso ante un objeto. De ahí que ese acercamiento positivo sea lo más indicado para extirparlo. Ambas situaciones psicológicas no salen simultáneamente en el individuo, pues en las dos intervienen los mismos músculos y nervios. Una de las dos ha de prevalecer. El acercamiento positivo produce la confianza en sí mismo, y ésta se asienta siempre sobre la agresividad. La confianza y el miedo son incompatibles. El acercamiento positivo puede no ser método recomendable, únicamente cuando hay que abordar un objeto real peligroso, pero en los temores producidos por objetos inofensivos constituye un remedio eficaz. *

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La alegría verdadera es sinónimo de felicidad, pues ella es efecto de dicha y de bienestar. El que es feliz no desea otra cosa que hacer felices a los demás. La bondad tiende a comunicarse. * * * ¡Ojalá que todos comprendiesen la dicha que encierra el ideal de vivir siempre alegre! Propónte tú desde ahora ir sembrando por la vida, a manos llenas, flores de bondad, de caridad, de virtud, y, en una palabra, de amor, y entonces lo comprenderás. *

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No seas egoísta. Pasa por este mundo haciendo todo el bien posible a los que están a tu alrededor. Sé una sonrisa de bondad y de amor. Sé un rayito de luz y de sol que brille entre las sombras de todas las almas y de todos los odios. Haz fecunda tu existencia haciendo alegremente el bien. Que al morir no puedan decir de ti que pasaste por el mundo sin haber hecho nada positivo...

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Se ha dicho que "un santo triste es un triste santo", ¡y qué cierto es!... A veces se cree que para cambiar de vida es necesario arrugar la frente y matar las sonrisas y las alegrías del espíritu, y en eso no está la conversión. En esto está la equivocación... *

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Quien trabaja por elevarse, por ir por la senda de la virtud, no puede estar triste. La tristeza no es flor que nace en los caminos del amor, de la actividad, de la vida honrada y sincera. *

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La alegría envuelve siempre las conciencias de los que viven la vida de la elevación. Es la luz de sus almas. Todo les convida a sonreír. Hasta la florecilla más pequeña les es motivo de satisfacción. Dios llena con la alegría de su gracia y de sus sonrisas todas las cosas de aquellos que siguen sus caminos de buena voluntad, sinceridad, fe y confianza en su Providencia. *

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Sé tú como los cielos diáfanos, azules, e irradia a tu alrededor toda la alegría y el encanto de tu vida. La alegría atrae, engendra simpatía, entusiasmo, despierta ideales. *

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La alegría no está en las bromas continuas ni en los chistes que provocan carcajadas, ni en el ruido, ni en las palmas. La verdadera alegría está en el alma y sólo la encuentran aquellos que ven a Dios en todo lo que les sucede después de hacer todo lo que pueden para agradarle. *

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Esfuérzate un poco cada día por sembrar el bien a tu alrededor, siendo amable y bondadoso con todos, devolviendo bien por mal, orando por los que te persiguen y calumnian, a semejanza de Jesús, cuyo ejemplo y Doctrina admirables hallamos consignados en su Evangelio, y no dudes que de ese modo serás feliz y contribuirás a hacer felices a los demás. *

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Procura molestar lo menos posible, así conseguirás hacerte simpático a los demás, y, sobre todo, a Dios. *

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¿Cuál es el origen de la verdadera alegría? La verdadera alegría, que es la alegría cristiana, nace de la gracia y de la voluntad. La alegría es un don de Dios, que acompaña a nuestra alma al nacer a la vida de la gracia. Supuesto el estado de la gracia en nosotros, la alegría es el resultado del esfuerzo, o sea, de la violencia que nos imponemos por cumplir con nuestro deber ante Dios y nuestra conciencia. *

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Venimos de Dios y vamos a Dios. Dios nos ha dado el ser y la vida y nos ha hecho para Él. Por consiguiente, cuanto más estemos unidos a Dios, que es la fuente de toda alegría y de toda felicidad, más lo poseeremos y mayor alegría experimentaremos. De aquí que la verdadera alegría reine en el interior de nuestra alma en gracia y que la experimentemos, aunque por otra parte nos hallemos desposeídos de los bienes exteriores, como son la salud, las riquezas, la buena reputación, etc. *

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Si cada mañana, merced a una oración sencilla y resignada, abres tu corazón a Dios, como abrimos nuestra ventana al sol y al aire, nos concederá Dios la alegría dulce y tranquila que eleva el alma, que impide por lo menos que experimentemos el peso del dolor y obliga a sentir la necesidad de hacer el bien. *

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*

La alegría que da Dios a los que cumplen su voluntad es una alegría sana que lleva paz al alma, que regocija al corazón y supera todo enrarecimiento; esa paz no la conocen los impíos pues Dios solamente la da a los que le siguen con sinceridad y buena voluntad. *

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*

A la alegría santa se opone la alegría del mundo, alegría falsa que es incapaz de saciar a un alma destinada para Dios. La alegría del mundo está mezclada con dolor y todo sus goces acaban en lágrimas, mientras que la alegría de Dios es algo que nadie, ni aún en medio de suplicios, persecuciones y adversidades, nos pueden arrebatar. *

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La alegría del mundo nunca da paz ni descanso interior; es alegría pasajera y vana. *

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La alegría estable, la que nadie nos puede quitar, ni los acontecimientos adversos de este mundo, es la alegría de Dios, Fuente de toda consolación. *

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La alegría de Dios es una alegría inmutable y tan grande que solamente ella llena el corazón. *

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La verdadera alegría nace de la buena conciencia y de la unión con Dios mediante la vida de la gracia, y de la conformidad en todo con la voluntad divina, por lo que un buen cristiano ve todos los acontecimientos de esta vida, prósperos o adversos, como venidos de las manos de Dios y dispuestos por su Providencia, bien para purificarnos o para probarnos, pero siempre con aumento de méritos, y así santificarnos en este valle de lágrimas. *

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Dios prueba hoy tu paciencia porque quiere más tarde coronarla; Dios, que te castiga porque te ama; Dios que te hace pasar tu purgatorio en este mundo; Dios, que te trata como trataría al mejor de sus amigos, 224

no economizándoles ni humillaciones ni cruces, todo para que te purifiques, para que te santifiques y brilles más que el Sol. ¿No cuidará de ti como hace con los pájaros y lirios del campo? *

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Si pudiéramos ver siempre la santísima voluntad de Dios, aprobarla, adherirnos siempre a ella y cumplirla con amor y fidelidad, esta voluntad divina transformaría muy pronto la faz de la tierra, la santidad florecería por todas partes, reinaría la alegría en los corazones, la caridad y la paz en las familias y en las naciones. *

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Las almas que viven en gracia de Dios, confiadas a su voluntad y Providencia, y que tienen presente el fin para el que fueron creadas: servir a Dios en la tierra y gozar después en el Cielo, procuran en todo momento levantar su mirada de la tierra al Cielo, y estas almas son las que siempre están alegres. *

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La unión con Dios es el principal motivo de la alegría del cristiano. Con Dios a nuestro lado todo se sobrenaturaliza, hasta el llanto y el sufrimiento. *

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Las afrentas, los males, las desgracias, la muerte de los seres queridos, jamás llegarán a abatir al alma que está poseída del deseo del Creador, de cumplir su voluntad, de hacer todo lo que Él mande; esta alma se ha acostumbrado a aceptar siempre su divina voluntad y jamás perderá la alegría, por el contrario, encontrará su mayor dicha en aquello que le sucede, sea bueno o malo, porque sabe que Dios regula todo lo que nos sucede, y si nos cogemos de su mano, todo se nos volverá bueno, aún las peores adversidades, pues fiel es Dios para no probarnos por encima de nuestras fuerzas y hacer que hallemos mérito en todo. *

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Nadie más felices en el mundo que los que conservan la paz del alma en medio de las penas de la vida. Ellos gustan la alegría de los hijos de Dios. Todas las penas son dulces cuando se sufren en unión con Nuestro Señor. Sufrir...¡ qué importa!. No dura más que un momento si lo comparamos con la eternidad. Si pudiéramos pasar ocho días en la Gloria, comprenderíamos el precio de este momento de sufrimiento. No encontraríamos cruz bastante pesada ni pena bastante amarga. (Santo Cura de Ars) *

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"La tribulación produce paciencia, la paciencia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza, y la esperanza no quedará confundida (Romanos 5, 3). Por eso nos dice el mismo San Pablo en otro pasaje que seamos pacientes en las tribulaciones y que nos alegremos con la esperanza. La esperanza, pues, es la que hace que el gozo sea inmutable en el ánimo de la persona buena y virtuosa. * * * El mundo se alegra. Pero su alegría es engañadora e inconstante, porque escrito está que el mundo pasa. Desprecia, pues, la felicidad de los malos, de los que viven en pecado y alejados de Dios, porque su felicidad está muy lejos de la alegría, pura, sencilla y natural. La madre del libertinaje, no es la alegría, sino su carencia.

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La causa de la desaparición de la verdadera alegría es el espíritu irreligioso y anticristiano de esta época. La fe es la única que da contento a los hombres, mientras que la duda engendra tristeza, la incredulidad, desgracia. Sin conciencia pura, no hay alegría. El mundo ofrece descubrir nuevos mundos de alegría dando carta blanca a los apetitos, pero sólo lleva al hastío, al desequilibrio, a la locura. La solución consiste en volver al espíritu de Cristo. *

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Los goces del mundo jamás proporcionarán al alma paz y alegría verdadera. La verdadera felicidad no existe fuera de Dios. La causa de la incredulidad y de la alegría engañosa y falsa nace de corazones corrompidos. *

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La alegría en Dios es la única que no puede arrebatársenos; todas las demás alegrías son variables y pasajeras pero el que se alegra en Dios, se adhiere al mismo principio de todo deleite puro, al manantial de la verdadera alegría. Las demás alegrías no nos alegran de tal manera que puedan ahuyentar la tristeza y el enojo; al contrario,, son causa y origen de pesares. Pero la alegría en Dios es estable, inmutable, y tan grande, que llena el corazón. *

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El verdadero cristiano sólo en Dios halla el descanso y la paz; así, pues, allí están exclusivamente las verdaderas alegrías. Las alegrías del mundo, las alegrías que proporcionan el incumplimiento de los Mandamientos de Dios, ¿dan acaso paz y descanso? Nunca; sólo nos proporcionan disturbios y remordimientos. El que quiera hallar la alegría en sí mismo, añade San Agustín estará triste; pero el que busque en Dios su alegría, estará siempre alegre. Sólo Dios es la verdadera y completa alegría del corazón. *

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La alegría la hallaremos en una vida santa. ¿Queréis, dice San Bernardo, no estar nunca tristes? Vivid santamente. Una vida pura siempre goza de alegría, mientras la conciencia del culpable está siempre sumergida en el pesar. *

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Ten buena conciencia y siempre tendrás alegría. Vive, pues, siempre con el alma limpia de pecado. La raíz de la alegría espiritual es la gracia divina. *

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Para vivir alegre y ser feliz no se necesita ni mucha ciencia ni mucho talento: basta solamente con tener verdadera voluntad de cumplir los Mandamientos de Dios. La felicidad, en la medida que puede existir en este mundo, reside en la paz y en la buena conciencia. Nuestra conciencia está gozosa y pacífica si no se siente remordimientos, y no los sentirá si ponemos gran cuidado de no ofender a Dios. *

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Huir del pecado: he aquí el principio de la felicidad sobre la tierra. Que nuestra conciencia sea pura y nuestra vida será alegre y feliz. No hay hombres más alegres y felices que los Santos, pero tampoco los hay más buenos e inocentes. El gran enemigo de la alegría es el pecado. Todos los Santos son alegres porque viven en gracia de Dios. *

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Ser feliz es sacudir las tristezas perjudiciales y las vanas inquietudes abandonándonos totalmente en la Providencia de Dios. *

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Domina las pasiones que te tiranizan y hallarás la felicidad. *

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Cree en Dios y en su Providencia y tendrás una fuete inagotable de dicha. Con la fe y confianza en Dios nuestra vida es pura, alegre, tranquila, santa y dichosa. El justo vive de la fe y sus consecuencias, pues, es necesaria la fe y la confianza en Dios para ser justo; es necesaria para vivir y para vivir alegremente, pues ella es consuelo de nuestra vida y fundamento de nuestra esperanza bienaventurada. *

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Ser feliz es cumplir los Mandamientos. No hay alegría ni felicidad posible sino para quienes cumplen la voluntad de Dios Si vuestra alma está manchada por el pecado, apresuráos a purificaros con el arrepentimiento y la confesión y encontraréis la felicidad. Si una pasión violenta, o una amistad, o cualquier otra causa altera la pureza de vuestra alma, no dudéis en hacer un generoso sacrifico: romped con ellas prontamente y para siempre. Sólo a este precio encontraréis la paz. *

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El amor jamás supo quedarse estático. Nació para la acción. Si de veras amas a Dios, vivirás siempre atareado en completar su obra. *

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Se dice que un buen amigo es un buen tesoro. Si ese Amigo es Dios... el tesoro será la eternidad dichosa en el Cielo. *

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Reparte tu corazón con caridad. Pon tu corazón y tu gracia santificante en todas las acciones que redunden en bien de tu prójimo y habrás completado tu vida. *

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El amor que no ha sabido afianzarse en la adversidad y en el dolor no es fruto del corazón, sino del egoísmo de los sentidos. *

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Si de veras tienes a Dios en tu alma y si con todo amor vives esta verdad, no habrá nadie que pueda robarte la paz de tu espíritu. *

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No creas que la lucha es enemiga irreconciliable de la paz. Cristo nos dice que no vino a traernos la paz, sino la guerra. Pero después de ésta, podemos ser dueños de aquélla. *

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La alegría fundada en cosas terrenas se desvanece; mas la que brote de Dios es inmutable e inalterable como Él. Apoyados en Dios, ningún acontecimiento adverso nos hace perder está alegría y paz que disfrutamos. Andar siempre en su presencia es comenzar aquí a ser bienaventurado y feliz. El fruto del Espíritu Santo, dice el apóstol, es la alegría espiritual. *

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Dios es luz, que te muestra lo que debes hacer y la manera cómo debes hacerlo. Dios es la paciencia, que enseña siempre a soportar un fracaso, a esperar sin despecho la hora del desquite, a volver a empezar siempre la obra interrumpida. Dios es paz, que mantiene siempre la alegría en el corazón, la esperanza en el alma. Dios es amor, y la certeza de ser amado no deja jamás sin alegría. *

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¿Quieres saber un secreto para estar constantemente alegre? El mejor secreto para conseguir la alegría y conservarla, un secreto verdaderamente infalible, es el santo abandono confiando en la voluntad de Dios: conformarse en todo con la voluntad de Dios, ver a Dios en todas las cosas, después de haberlo puesto en todo lo que haces. *

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El santo abandono confiado en la Divina Providencia no procura tan sólo la preciosa libertad de los hijos de Dios en la inestabilidad de las cosas humanas y los diversos sucesos de la vida, sino que proporciona además una paz profunda y una alegría interior que constituye la base de la verdadera felicidad. *

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Las almas que no son devotas del santo abandono confiando en la Divina Providencia tienen todavía muy poca fe, confianza y amor para gustar la alegría en la tribulación; aquellos, sin embargo, que han llegado a la perfecta conformidad con la voluntad de Dios tienen una fe viva, una esperanza firme, una caridad generosa. *

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El diablo es como un perro rabioso atado, puede ladrar, amenazar, pero no puede morder más que al que lo quiere; puede comprometer, pero no puede derribar ni matar. Y pierde la esperanza hasta de persuadir cuando en la tentación ve que el hombre está constante, generoso, alegre y contento. *

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Los diablos se alegran cuando pueden apagar o estorbar la alegría espiritual. Cada vez que nos alegramos en Dios, golpeamos al diablo. Con este gozo espiritual nos atraemos la gracia y las divinas luces; vemos los peligros y los evitamos, y nuestros enemigos, descubiertos y ya visibles, emprenden la fuga. Esta alegría interior sólo la encontrarás cuando cumplas los Mandamientos de Dios y confíes en su Divina Providencia, después de poner a Dios en todo lo que haces. *

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Dios, dice San Agustín, mezcla las amarguras con las alegrías de la tierra, a fin de llevar al hombre a aquella felicidad, a aquella alegría, cuya dulzura nunca engaña y que sólo se encuentra en Dios. El mundo se regocija en la nada. Las alegrías mundanas están vacías, no tienen saber ni duración. No hay en ellas realidad ni dicha, ni estabilidad, ni riqueza, son una gota de miel que se convierte en un mar de hiel. *

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Dios no hace nada sino por nuestro bien, y ni los hombres ni los diablos, pueden hacernos mal alguno sin su permiso. *

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Todos debemos comunicar nuestra alegría a nuestro prójimo y hacer esta vida más llevadera a cuantos nos rodean por medio de la amabilidad, de la caridad, del buen carácter, de la educación: así haremos simpática la virtud. *

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Amabilidad con el prójimo es interesarnos de verdad por los problemas de los demás, es saludar al triste, al abandonado, al necesitado, es tender una mano al que lo necesite, según nuestras posibilidades. Amabilidad es no criticar sin necesidad de quien no está presente. Amabilidad es procurar excusar siempre los defectos de los demás, aunque siempre que podamos procuraremos hacérselos ver para que se corrija. Amabilidad, en definitiva, es procurar molestar a todos lo menos posible. *

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Amabilidad, trabajo, oración... Todos estos factores combinados son armas secretas para cautivar, atraer y convertir a las almas. *

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Si quieres triunfar siempre en la vida sé de carácter amable y bueno. El buen carácter es necesario a todos, máxime para ejercer el apostolado del bien. *

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Un carácter bueno se hace amar. ¿Quién podría dejar de amar a una persona de carácter siempre igual, dulce y socia, que acoge con bondad, conversa amablemente, que es humilde sin bajeza, digno sin orgullo, activo sin ser brusco ni petulante, siempre dispuesto a prestar un servicio, a olvidar los agravios, a sufrirlo todo de los demás sin hacer sufrir a nadie? *

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El buen carácter es como el resumen de todas las virtudes: es la práctica de la humildad, de la dulzura y de la caridad, de la paciencia y de la abnegación, de la obediencia y del dominio en las palabras y en las obras, en fin, en la perfección. *

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Bajo la inspiración de un buen carácter siempre se obra bien, porque lejos de dejarse uno arrastrar por la ira, obra siempre con calma y reflexión; no tropieza imprudentemente contra los obstáculos, puesto que se toma el tiempo de estudiar los medios para alcanzar el éxito. Un carácter bueno y acogedor, honra la Religión. *

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Vive siempre olvidando las injurias. Estas debes escribirlas en la arena, y los beneficios en mármol. Devuelve bien por mal, véngate de tus enemigos con la caridad y el perdón y ora por los que te odian, y serás feliz. *

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No te enfades. ¿Por qué has de enfadarte, si enfadándote ofendes a Dios, molestas al prójimo, pasas tú mismo un mal rato, y al final te has de desenfadar? (San José María Escrivá) *

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Nuestro oficio de cristianos, con respecto a todos los que nos rodean, es el oficio de sembrador, por eso faltamos a nuestra obligación cuando dejamos pasar por nuestro lado un alma sin infundir en ella un buen pensamiento, una impresión piadosa ¡Cuánto no valen una palabra de piedad, un gesto amable, una sonrisa afectuosa que, a manera de semillas, podemos dejar caer a cada paso semillas que no dejarán de dar su fruto! *

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Una limosna en la cual nadie piensa es la limosna de la dicha, la limosna de hacer felices a otros. ¡Qué dulce es sembrar un poco de felicidad en torno nuestro! ¡Qué ocupación tan amable y fácil la de aplicarse a hacer felices a cuantos nos rodean! *

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La dicha, el bien, es algo que damos a los otros y que siempre trae recompensa. ¿Por ventura no ha prometido Dios hacernos a nosotros mismos todo lo que hagamos a los demás? *

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La moneda del bien es una moneda que posee el más pobre con la cual puede hacer limosna a los demás. Es la complacencia con que recibimos una palabra que nos desagrada, una visita que nos importuna, una contrariedad. Es la sonrisa ante lo que no nos gusta, que, escapada sin esfuerzo de los labios, hace nacer, por simpatía, otra sonrisa en labios ajenos. Es una acción de gracias sincera, es una palabra de aprobación al que ha trabajado junto a nosotros, por nosotros. ¡Es tan poco todo esto! ¡No os neguéis a hacerlo! ¡Dios os lo pagará! *

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¡Nada nos hace tanto bien como hacer el bien! ¿Quieres que sean dulces y apacibles todos los días de tu vida, a pesar de las enfermedades, de los abandonos, de las nubes que oscurezcan la tarde de tu existencia? Sed buenos en todos los aspectos. *

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La bondad en el alma, decía un anciano, es un aroma en una cazoleta de oro; preciso es difundirlo si queréis que embalsame. ¿Sois ricos?. Socorred. ¿Carecéis de fortuna? Consolad. ¿No tenéis influencia? Amad. ¿Vivís solos, aislados? Orad. ¿Formáis parte de una familia humilde, falta de medios, poco apreciada? Estad dispuestos a dispensar los mejores servicios que juzguéis útiles o que os pidan, sin ruido, sin aparato y aún sin que lo adviertan los demás. Así seréis felices en esta vida y en la otra. *

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Sed siempre el ser que da o procura dar. Sea el dar para vuestro corazón lo que es el respirar para vuestros pulmones: una necesidad. Una buena palabra, dicha sencillamente es un don. Un objeto prestado es un don. Una expresión de educación es un don. Una sonrisa, que da las gracias o expresa una buena acogida, es un don. Una molestia evitada es un don. Un dato proporcionado es un don. Retirarse un poco para no molestar es un don. *

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De todos los buenos actos apenas advertidos y apenas acogidos, irradia algo de divino que penetra el alma y la llena de nueva serenidad. Sí, es mucha verdad este dicho: "nada hace tanto bien como hacer el bien". *

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Hacer el bien, y hacerlo no por ostentación o por interés sino por amor de Dios, es un secreto infalible para encontrar la felicidad. ¡y es tan fácil hacer bien a los que nos rodean! No falta una necesidad que socorrer, un ignorante a quien instruir, una persona apenada a quien consolar, una desgracia que disminuir, un consejo que dar, un servicio que hacer. Y mil cosas parecidas que a todas horas se nos ofrecen. Acordáos de la palabra del Salvador: El que diere un vaso de agua fría a alguno de mis pequeñuelos, por ser mi discípulo, en verdad os digo que obtendrá por ello el premio. *

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Uno de los mayores castigos que Dios puede infligir a un alma es privarle de los medios de hacer el bien. *

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Sucede, frecuentemente, que sufrimos molestias y contrariedades y caemos en muchas faltas por carencia de reflexión. Decidimos demasiado pronto un negocio, pronunciamos por ligereza una palabra enojosa, seguimos vivamente el consejo de la pasión o del amor propio, etc. y luego nos entristece y nos pesa. Hubiera sido mejor preguntarnos antes: ¿Lo que voy a hacer es bueno? ¿Es útil? ¿Es permitido? ¿Cuáles serán las consecuencias? ¿No tendré que arrepentirme de haberlo dicho? Un momento de recogimiento y, sobre todo, una mirada interior hacia Dios, bastaría muchas veces para abrirnos los ojos y evitar actos lamentables. Sepamos contener nuestro apresuramiento natural y observemos fielmente esta regla, y nos evitaremos muchas miserias y muchos disgustos. 231

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¿Cómo la inquietud, un mortal enemigo de la felicidad, entrará en nuestra alma si reflexionáramos bien lo que es Dios con relación a nosotros?. Dios, menos el pecado, quiere todo lo que nos sucede; ésta es una verdad absolutamente cierta. Dios nos ama y no quiere sino nuestro bien; esto no es menos verdad. Después de todo, si la enfermedad y la adversidad vienen sobre mí, ¿no debería decir: yo me refugio con ciega confianza en el seno de mi Padre celestial, porque Él ve mi estado y me ama? Si la envidia, la maledicencia, la calumnia, me persiguen, ¿no debería decir: nada de esto debe enojarme, porque Dios oye las palabras injustas proferidas contra mí, y Él me ama? Y así en todas las cruces que nos sobrevengan: si tenemos confianza en Dios, nada podrá hacernos perder la paz del alma. *

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Es imposible que en el curso de todo un día no nos sobrevengan mil pequeños accidentes o contratiempos que nos apenen y mortifiquen. ¿No es un obstáculo perpetuo para la felicidad? Sí lo es, sin duda, para los mundanos que no conocen ningún remedio de las miserias de la vida; pero de ninguna manera para un cristiano. ¿Cómo, pues, conservar la paz y la alegría cuando sobrevienen estas miserias? Primero: previniéndolas. Las adversidades, cuando se les ve venir, son menos de temer que cuando nos hieren de improviso. Poned en el presupuesto de vuestras previsiones para el día cinco o seis contrariedades a las cuales estáis expuestos, cuando os suceda alguna de ellas, apenas os sorprenderá. Segundo: recibiéndolas. Estemos dispuestos a soportar las penas y así aparecerán menos duras. Tercero: mirar al Cielo; esta mirada, en efecto, cambia por completo la naturaleza de las cosas para un alma que tiene fe. Desde este punto de vista la cruz no es cruz, es joya preciosa que es preciso estimar en gran valor. Es una moneda con la que se compran bienes inmensos. *

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Un golpe inesperado nos duele; un revés de fortuna, una enfermedad grave, una adversidad, nos ataca y nosotros nos quejamos amargamente a Dios. Si escuchásemos entonces una voz que se deja oír en el fondo de nuestra lama y nos dice: ¿Y tú, hijo mío, por qué me has olvidado? ¿Por qué estabas adormecido en el bienestar de una vida muelle y placentera? ¿No he dicho Yo que el que quiera seguirme debe llevar su cruz todos los días?. Pero tú no conoces sino los frívolos placeres de la tierra, en donde seguramente habrías fijado para siempre tu morada. Y porque Yo, dice el Señor, amaba tu alma es por lo que le he mandado esta prueba. He querido sacarla de su adormecimiento y hacerla expiar las satisfacciones que al margen de mis Mandamientos se permitía con las criaturas. Y por esto te abruma el dolor. ¡Feliz el cristiano que comprende este lenguaje e inclina la cabeza bajo la mano divina que la hiere para sanarla y para que aumente su tesoro del Cielo! *

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Horas hay en que todo, en este mundo, en medio del cual nos complacemos en vivir, se vuelve contra nosotros. Se desconocen nuestras intenciones, se interpretan mal nuestras palabras, sorprendemos una maligna sonrisa, o una media palabra perversa, que nos permite adivinar un pensamiento hostil, una acogida glacial responde a nuestra solicitud, una seca negativa detiene en nuestros labios ofrecimientos de servicios... ¡Qué duras son esas horas! Y lo son más cuando no vemos la causa de ellas... ¡Paciencia! Es un surco que Dios quiere abrir en tu corazón para sembrar en él sus gracias. En efecto, es raro que esas injusticias pacientemente soportadas no den, más tarde o más temprano, una paz y una alegría extraordinaria. Es la siembra de Dios, que germina y florece. Para guardar la paz del corazón es preciso acostumbrarse a no impacientarse en medio de los de los desórdenes continuos y de las contrariedades de todas las olas que se experimentan en ciertas situaciones. Se hace ruido, se os llama o interrumpe diez, veinte veces, cuando estás 232

entregado a un trabajo serio y fecundo, pareciendo que todos se empeñan en distraeros. ¿Puede haber cosa que más irrite? Pue bien: por amor a Dios permaneced tranquilos, conserváos siempre serenos. La Divina Providencia permite todo esto; recibid con agrado lo que Ella os envía y muy pronto os sorprenderéis de veros felices en medio de esa confusión que hoy es para vosotros un suplicio. Sin duda, con frecuencia sentiréis inquietud y os parecerá que vuestro mal humor va a manifestarse al exterior. ¡Valor, no obstante! Salvad las apariencias, y esto es ya mucho: procurad responder con dulzura a los importunos que os interrumpen; esperad pacientemente la conclusión de una conversación insípida y tened para todos una sonrisa y una palabra amable, que Dios, por su parte, corresponderá con otra sonrisa a vuestros nobles y generosos esfuerzos. *

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Es preciso ser paciente consigo mismo, paciente con los otros, paciente en los males graves, paciente en un dolor de cabeza, paciente en un dolor de muelas, paciente por una pérdida de dinero, paciente por la adversidad que sea, sabiendo que todo es permitido por Dios por nuestro bien, y que no hay mal que nos pase, menos el pecado, que no tenga un bien para nosotros y para nuestro tesoro del Cielo. *

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Es un excelente medio para conservar la paz y proporcionarla a los demás el no tomarse en serio las palabras insultantes que nos dirigen, el modo grosero de portarse con nosotros, la poca consideración hacia nuestras personas, etc. *

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A veces nos vienen muchos disgustos por interpretar erróneamente una palabra, un gesto, una acción del prójimo. Procuremos no pensar mal del prójimo y nos evitaremos muchas molestias. *

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¡Qué fácilmente creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman, que no nos quieren! Basta ver un aire un poco más sombrío que de costumbre en el rostro de alguno para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. O bien uno ha dicho a la ligera una palabra que nos ha disgustado, acaso un imprudente nos recuerda otro dicho en contra nuestra y en lo cual no debiéramos haber vuelto a pensar, de todas estas tonterías se hacen montaña, y de aquí la buena amistad turbada y quizás perdida por algo que no merece la pena haberlo tenido en cuenta. Tengamos, pues, la vista de nuestra alma más sencilla y nos ahorraremos muchas miserias, muchas molestias y muchas faltas. *

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El mejor medio para ser feliz en la tierra y vivir siempre alegres, es ser buen cristiano, es conformarse en todo con el querer divino. ¡Qué bella esta oración!: "Hágase, Señor, tu voluntad, que no la mía". El que no se conforma con esta santa voluntad, de nada está contento, y el que de nada está contento, no contenta a nadie. *

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Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te hayan podido causar; no conserves ningún resentimiento por las palabras inconsideradas o desfavorables que se han dicho contra ti; excusa las torpezas, los descuidos, las ligerezas de las cuales eres víctima; juzga siempre de buena intención a aquellos que te hayan hecho algún agravio, bien sea de palabra o de obra; en fin, sonríe, muestra un semblante amable en 233

todas las ocasiones; ten un fondo inagotable de bondad, de paciencia, de condescendencia. De esta manera estarás en paz con tu prójimo y practicarás de modo excelente la caridad cristiana, que es imposible practicar sin una indulgencia en todos los instantes. *

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Cuando no se puede hacer lo que se quiere hay que hacer lo que se puede. Para que el corazón no sufra con esta contradicción debe querer cristianamente. Preciso es aceptar con resignación, con alegría, lo que no sucede a nuestro gusto, pues es voluntad de Dios, cuando nosotros no podemos hacer nada por arreglarlo. No dejes que la naturaleza o el amor propio te venzan. Antes de hacer ninguna reflexión ponte bajo la mirada del Padre celestial, oirás una voz que te dice: "Si todo cambia en tu torno, Yo no cambio y permanezco en el fondo de tu corazón". ¿Podrás ser desgraciado cuando Dios está contigo? *

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El Espíritu Santo pone siempre en nosotros aquellos deseos buenos que luego Él piensa satisfacer (Santa Teresa de Lisieux). *

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La conciencia es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza... La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo. En lo más profundo de su conciencia, el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, pero a la que debe obedecer; esa voz lo mueve a amar, a hacer el bien y a evitar el mal. Sin embargo, la conciencia debe ser informada y educada, a lo largo de toda la vida, a la luz de la Palabra de Dios, pero también llevando diligente atención a la doctrina sagrada y cierta de la Iglesia. Pues por voluntad de Dios la Iglesia es maestra de la verdad. *

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Tengamos siempre grabado en nuestro espíritu esta promesa de Nuestro Señor: "Con la misma medida que midiereis a los otros, seréis medidos". ¡Qué de saludables reflexiones os inspirará esto! Así, pues, yo debo decirme: si soy brusco y poco educado con los demás, los demás serán bruscos y poco educados conmigo; si yo no les dejo pasar nada, si no les hablo, si les vuelvo la espalda, los demás harán lo mismo conmigo; antes, al contrario, se alejarán de mí; si yo no perdono los agravios reales o imaginarios queme han hecho, Dios tampoco me perdonará... *

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Tengamos un corazón grande, generoso, lleno de bondad bien dispuesto para los demás; todo el bien que hacemos a los otros, indirectamente nos lo hacemos a nosotros mismos. Y haciéndolos felices aseguramos nuestra felicidad. *

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No encuentro nada tan digno de compasión como esas pobres gentes del mundo. Tienen sobre sus espaldas una capa forrada de espinas y no pueden hacer ningún movimiento sin pincharse, mientras que los cristianos que trabajan por salvar el alma y por conservarla en estado de gracia, siempre están contentos y son felices, gozan por anticipado la felicidad del Cielo, y será felices toda la eternidad (Santo Cura de Ars).

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Ama la virtud para poder vivir siempre alegre. Ama la piedad porque es el atractivo que conduce a Dios. Ama al trabajo y la oración, porque son los guardianes de la virtud. Ama la pureza, porque ella hace que sirvamos a Dios con alegría. ¡Bienaventurados los limpios de corazón! *

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Para encontrar la alegría haz en paz y cuidadosamente lo que Dios te manda por las circunstancias, por tu trabajo. Sé paciente para aceptar sin murmuración negativa una contrariedad repentina, una dificultad imprevista, un desorden que molesta, un fracaso que entristece, una humillación inesperada. * * * Tened el espíritu, el corazón, el alma, eminentemente hospitalarios; acoged jovialmente a los que acuden a vosotros. Permitidles que expongan sus ideas y proyectos, escuchadlos, así se mostrarán contentos de vuestra acogida y agradaréis a Dios. *

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*

Vuestra casa, igual que vuestra alma y vuestro corazón, debe ser hospitalario, debe irradiar una atmósfera de dulce paz, hasta el punto de que todos cuantos la visiten puedan decir...¡Qué bien se está aquí! *

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¡Dichoso el que, por la noche, a la hora en que poco a poco se apagan los ruidos de la jornada, se siente como envuelto y penetrado de la paz que da el deber cumplido y de ese algo divino que hace pensar en la sonrisa paternal de Dios! *

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¡Dichoso el que sabe agradecer a Dios los goces que de Él ha recibido: goces del trabajo, goces de la amistad, goces de los sacrificios, goces del bien que ha procurado hacer, goces de los consejos que ha dado y ha puesto por obra! *

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Procuremos hacer la vida más alegre a los demás: así seremos cristianos de verdad y nuestro cristianismo atraerá a muchos hacia Dios. *

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La indiferencia, la frialdad, abrir la boca sólo para reconvenir... ¿Es esto caritativo? ¿Es esto cristiano?... Seamos alegres e irradiemos esa alegría a nuestro alrededor, el Cristianismo es alegría vida, gozo, aún en la adversidad, en los contratiempos, en las pruebas, pues a los que Dios ama, todo se le vuelve bien: todo nos sirve par aumentar nuestros grados de gloria para el Cielo, unos grados de gloria, un tesoro de gracia, que gozaremos toda la eternidad. *

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La economía es loable, la tacañería es detestable, la tacañería apoca el corazón del hombre y lo hace desgraciado. Muchos se han perdido por la tacañería, que los condujo, casi sin darse cuenta, a la avaricia. *

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Seamos económicos cuando se trata de nuestros placeres, de nuestra mesa, de nuestros adornos; mas tengamos un corazón amplio y generoso en lo que se relaciona con nuestros prójimos. * * * El cielo no siempre está sereno, algunas veces se carga de grandes nubes, y después de un sol hermoso viene muchas veces la lluvia y la tempestad. Lo mismo sucede en nuestras vidas. En ciertos momentos parece que todo está sombrío a nuestro alrededor y todos nos ponen mala cara; no recibimos más que reprensiones, ni oímos más que palabras picantes; nuestros buenos servicios son pagados con acogidas frías y hasta con miradas desdeñosas; todo lo que decimos se contradice y cuanto hacemos se encuentra defectuoso; nuestros más inocentes gestos son malinterpretados. Somos atribulados en todas las formas. Sepamos en estos momentos duros tener paciencia, controlemos nuestros impulsos que se sublevan, consideremos que todo pasa, que igual que el cielo sereno da lugar a la tempestad, tras la tempestad viene la calma y todo volverá a serenarse. En estos momentos podemos ganar mucho para nuestro tesoro del Cielo: seamos pacientes y no manifestemos nuestra disconformidad con rabias y pataletas que a nada conducen y sí nos harán luego sentirnos incómodos con nosotros mismos por nuestro poco aguante. *

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Si tuviéramos los ojos de los ángeles para ver a Nuestro Señor Jesucristo presente sobre el altar, y que nos mira, ¡cómo lo amaríamos! Querríamos permanecer siempre a sus pies; éste sería un gozo anticipado del Cielo; todo lo demás se nos haría insípido. Pero nos falta la fe: somos pobres ciegos, Tenemos como una niebla sobre los ojos, que sólo la fe podría disipar. Cuando Jesús ve ir hacia Él con celo a las almas puras, les sonríe Él no quiere más que nuestra felicidad, tiene las manos llenas de gracias, buscando a quién distribuirlas ¡Nadie las quiere! Somos demasiado desgraciados para comprender estas cosas. Un día las comprenderemos, pero demasiado tarde (Santo Cura de Ars) *

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¿Queréis llegar a ser grandes santos? Haced lo siguiente: sacramentos, oración, meditación, devoción a la Virgen, paciencia, trabajo, fe, combate, amor al prójimo como a uno mismo y aceptar humildemente la voluntad de Dios en nosotros manifestada por las circunstancias. *

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¿Cómo se puede alcanzar la santidad? Ejecutando del mejor modo posible cada uno de los actos que debo hacer cada día. Muchos santos no han hecho otra cosa que lo que yo tengo que hacer. Todos los días se parecen... La oración, las ocupaciones materiales, la obligación de dar buen ejemplo y de sacrificarse, siendo bueno, caritativo y confiado en la Divina Providencia, llenando sucesivamente todas las horas que Dios nos da... Si cumplo esos pequeños deberes con celo y rectitud de corazón, Dios vendrá en nuestra ayuda, cuando, fuera de esas ocupaciones cotidianas, se presente un disgusto, un trabajo, una desgracia. *

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Hay que ejecutar cada uno de los actos de nuestra vida como si de su perfección dependiese nuestra salvación... Lo cual es verdad, pues si morimos haciéndolo bien por Dios, ¿cómo no habría de conducirnos

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al Cielo? Hay que ejecutarlo todo como si de su perfección dependiese para la Iglesia para nuestros hermanos o familia una gracia que piden hace ya mucho tiempo y que Dios les concederá a causa de nuestra aplicación. *

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Motivos para ejecutar bien mis actos: Dios espera que lo honre con el acto que voy a ejecutar. Dios ha vinculado una gracia particularísima en cada acto, y espera que lo haya acabado para concedérmela. Dios conocerá que lo amo, si a pesar de que me fastidia, me aplico a este acto. Dios ha de transcribir cada uno de mis actos bien hechos, para que más tarde constituyan mi corona en el Cielo. Dios borra muchas de mi s faltas pasadas, mientras que, para agradarle, me aplico a ejecutar bien este acto. Por él recibe Dios de mí, pobre y débil criatura, una gloria que compensa las blasfemias de los malos y las rebeldías de las almas que no quieren someterse a la voluntad divina. *

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Confiemos en Dios, pues sólo con él todo lo podremos. No yo, decía el apóstol San Pablo, sino la gracia de Dios conmigo. ¡Si supiéramos guardar a Jesús en nuestras almas y obrar de acuerdo con Él, qué grande sería nuestra confianza, cuánto bien podríamos hacer! Teresa y una moneda no son nada, decía Santa Tersa de Jesús, pero Teresa, una moneda y Dios lo son todo. *

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En la vida de familia o de comunidad hay pormenores con los que podemos hacer felices o desgraciados a aquellos que nos rodean. Los olvidos, las faltas de urbanidad o de consideración, las palabras bruscas, agrias o picantes, entristecen a nuestros hermanos y les hace la vida penosa. Por el contrario, con pequeños vencimientos, con algunas atenciones caritativas, les haremos encontrar una especie de Paraíso en su modelo interior. *

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Alma cristiana, que te quejas de los rigores de la Providencia con respecto a ti. ¿Has pensado alguna vez en la gracia tan especial que te ha hecho Dios poniéndote en el camino que conduce al Cielo? ¿Has comparado alguna vez tu situación con la de tantos pobres extraviados que la muerte puede de un momento a otro precipitar en el Infierno? ¿Por qué no te compadeces de su ceguedad y de los riesgos que corre por su salivación eterna? ¿Por qué no eres de ese pequeño número de fieles que se esfuerzan por pasar por la puerta estrecha y de mantenerse bien dispuestos para cuando te llame Dios a su presencia? *

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¿Has hecho alguna cosa para merecer esa fe práctica y los sentimientos cristianos que tienes? No. ¿Dios sólo ha hecho esto! Él es el que ha iluminado tu espíritu con estas vivas luces a las cueles nada resiste. Él es el que ha tocado tu corazón cuando ya habías puesto el pie al borde del abismo! Qué gracia tan grande es ésta! ¡y cómo debe consolarte de todo! *

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Vienen las enfermedades, las humillaciones, la pobreza, las pruebas interiores o exteriores, ¿qué importa, puesto que poseéis el tesoro inestimable con el cual se compra el Cielo? ¿Podría inquietarse un millonario por la pérdida de algunos céntimos? Y un enfermo que acaba de sanar de una enfermedad mortal, ¿se echará a llorar porque se pinchó con un alfiler? Pues tú no cesas de turbarte y de llorar, no obstante que tienes en perspectiva el reino de los cielos, cuando más bien deberías estar perpetuamente alegre, como te dice San Pablo: Regocijáos en el Señor, regocijáos siempre; todavía os los digo otra vez, regocijáos... *

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Ved a Dios, permaneced habitualmente en su santa presencia, tenedlo junto a vosotros, como un amigo del que nunca nos separamos, en el trabajo, en la oración, en el paseo, en el descanso. Dios no es importuno ni incómodo, sino infinitamente bondadoso; Él es Quien lo rige todo, Él Quien mide, según nuestras fuerzas, la prueba que nos envía y que sabemos es necesaria. *

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Escuchad a Dios, estad atentos a sus mandatos y consejos. Dios habla valiéndose de las palabras de la Biblia que nos vienen a la memoria, de los buenos pensamientos que de súbito nos iluminan la inteligencia, de las frases piadosas que encontramos en un libro o en una hoja, o que brotan de los labios de un predicador o de un amigo, y aún en ocasiones, de un desconocido, y hasta de un enemigo... *

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Pensar en Dios implica que debemos ocuparnos en nuestro trabajo, en nuestra obligación, en cumplirla con toda la perfección que podamos; pero baja la mirada de Dios, pensando en que Dios ha dispuesto que nos lo ordena, y que desempeñarlo bien es serle agradable. *

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Un buen pensamiento propagado nos causa alegría y satisfacción al saber que es un ángel que, en nombre y provecho del que lo envía, hace el bien en todas partes donde tienen la misión de penetrar. ¿Por qué no sembrar buenos pensamientos que lleven alegría y paz a nuestros prójimos? Sembremos buenos pensamientos y recogeremos abundantes méritos. Pero no olvidemos que si un buen pensamiento es más precioso que el oro, una palabra afectuosa, una lágrima, una oración, es más preciosa que un buen pensamiento. *

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No deseéis jamás las distinciones, los honores, la gloria humana... Rara vez la felicidad los acompaña. *

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Cuando la razón y la fe no dominan la imaginación, ésta se convierte en nuestro verdugo que distrae nuestro espíritu con mil ridículos sueños; ella desgarra nuestro corazón. Si queremos la paz, vigilemos nuestra imaginación y confiemos y aceptemos la voluntad de Dios sobre nosotros en cualquier momento y en cualquier acontecimiento que nos afecte. *

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El aprovechamiento del tiempo contribuye a que vivamos alegres y seamos felices. En cada uno de nuestros instantes podemos comprar una dicha infinita, una felicidad indecible, ¿pensamos en ello? La moneda necesaria para esta compra está en nuestras manos; no tenemos sino que hacerlas valer, ¿pensamos en ello? ¡Si los pobres condenados tuviesen el tiempo que nosotros perdemos, qué buen uso harían de él! ¡Si tuvieran siquiera media hora, esta media hora despoblaría el Infierno (Santo Cura de Ars) *

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Es preciso no mirar jamás de dónde vienen las cruces; ellas vienen de Dios (Santo Cura de Ars) *

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Nuestros días están llenos de contrariedades; ya nos vienen de las personas poco caritativas, que todo lo enredan y nos atormentan desbaratando nuestros planes y haciendo fracasar nuestras empresas; ya también de accidentes que nos sobrevienen causándonos amargas desdichas. Este mal universal que tiende a arrebatarnos la paz del alma tiene una solución eficacísima: ver a Dios en todo lo que nos sucede, cuando loemos puesto en todo lo que hacemos. Este abandono confiado en la divina Providencia hará que al ver a Dios en todo lo que nos sucede, aceptemos como venido de su mano, todo lo que nos sucede, menos el pecado, y después de haber puesto de nuestra parte todo lo posible por solucionar, impedir o evitar aquello que nos molesta, nos hiere, nos atormenta. *

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Si poseemos un mal carácter, si somos irritables, susceptibles, envidiosos, egoístas o estamos sujetos a otros graves defectos, no podemos dejar de ser desgraciados, porque la mala disposición de nuestra alma será para nosotros un manantial perpetuo de turbaciones y sufrimientos. Por tanto, es necesario trabajar con energía para renovar nuestro carácter y corregir aquel defecto que hace nuestra desgracia y la de nuestro prójimo, si queremos poseer la paz del alma. *

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Hemos de sembrar el bien sin descanso y conformarnos en todo con la voluntad de Dios, y, asimismo, hemos de combatir las causas de la tristeza, que suelen provenir de la falta de mortificación, de las pasiones, del pecado, de la soberbia, del deseo de honra, de no cumplir ni aceptar la voluntad de Dios y de no hacerse lo que se debe, conforme al propio estado o profesión. *

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La alegría que no es otra cosa que la paz del alma, nos es necesaria para el apostolado. Cuando damos impresión de que estamos contentos, de que queremos favorecer a todos cuantos nos rodean, hacemos amables la virtud. ¡Cuánto vale una sonrisa, no como mero ademán humano, sino por motivos sobrenaturales!. *

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Ni el Cielo ni los hombres gustan de caras tristes, ni de ademanes dolientes. Hay que comunicar alegría. Hay que vivir alegres para mover a otros a serlo; alegres en nuestras diversiones, alegres en el cumplimiento de nuestro deber y alegres siempre en el fondo de nuestra conciencia. si nuestros problemas nos hieren y atormentan, guardemos la forma, no exterioricemos nuestro dolor, ni seamos antipáticos, groseros y queramos desahogar nuestro malhumor en los demás: procuremos ser siempre amables con todos.

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La fuerza de la verdadera alegría se apoya en el estado de gracia, la cual no debemos perder jamás, por ser raíz de la gloria eterna que nos espera. *

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El ser humano aspira a ser dichoso, a serlo cada vez más. Esta necesidad no estaría grabada tan profundamente en nuestra naturaleza si no pudiéramos satisfacerla. Dios, al crearnos dotados de inteligencia, de consciencia y de libertad, ha querido que fuésemos con Él los autores de la felicidad a la que tiene destinada a nuestra especie. Con él, y, por consiguiente, sin apartarnos de su plan. Conformémonos a su voluntad y contribuiremos a terminar su creación, daremos su perfección a nuestra naturaleza, su pleno desarrollo a nuestra vida, y a la tierra su belleza: cosas todas ellas que son otros tantos elementos de nuestra felicidad. Por el contrario, si el hombre no respeta el orden establecido por Dios, sino que rompe la armonía de su plan, provoca desórdenes que arrastran tras de sí su propio sufrimiento, detiene su desarrollo, contraría sus progresos e incluso llega a no saber ya donde está su bien. Tal fue la lamentable historia del hombre pecador. Dios, sin embargo, no nos dejó a la deriva. Su Hijo se convirtió en uno de nosotros para reparar nuestros errores. Extraviados por unos inextricables senderos, nosotros habíamos perdido el camino de nuestro destino bienaventurado. Las bienaventuranzas del Evangelio nos harán encontrar, bajo la arena movediza de las alegrías intermitentes y de los placeres engañosos, el camino de nuestra verdadera felicidad. Y, no obstante, nos reservan algunas sorpresas. Todos los reformadores que prometen a los hombres una mejoría de su suerte la hacen depender de subversiones políticas o de transformaciones sociales. Destruirán para mejor reconstruir, tras de lo cual el mundo será más dichoso, dicen... Jesús procede exactamente a la inversa. Sus discípulos no serán dichosos... más tarde: lo son desde ahora mismo. "Bienaventurados sois – dijo – vosotros los pobres, los limpios de corazón, los misericordiosos". Ninguno de ellos tiene que esperar su felicidad del cambio de las instituciones, sino que en la medida en que los hombres se den cuenta de que la felicidad va unida a la práctica de los preceptos evangélicos y se reformen a sí mismos, su conducta moral, al mejorarse, perfeccionará las instituciones. Jesús no es un charlatán, no hace promesas a en el aire. No vacila en disipar las ilusiones de sus contemporáneos, que veían el reino mesiánico bajo los colores de un segundo paraíso terrenal. Sobre la tierra se derramarán lágrimas durante tanto tiempo como siga azotándola el pecado; y el Salvador no teme afirmar: "¡Bienaventurados los que lloráis ahora!" – Entonces – cabe pensar - ¿nada ha cambiado? – No lo creáis; atravesad más bien la corteza de esa primera paradoja y admiraréis la verdad que expresa. El Maestro nos enseña que la felicidad del hombre no depende de lo que posee, de lo que tiene, sino de lo que es. Así como esta dicha no está condicionada por los bienes exteriores accidentales (fortuna, salud y satisfacciones de la existencia), tampoco lo está por la actitud ajena para con nosotros. No está subordinada al curso que toman los acontecimientos, sino a la manera como reaccionamos frente a ellos. La felicidad depende de nosotros; su fuente reside en nosotros. Si vivimos como discípulos de Cristo, poseemos dentro de nosotros mismos los medios de ser dichosos. *

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¿Sobre qué se basa la felicidad del hombre en la tierra? Sobre la certidumbre de que Dios nos ama infinitamente. Nosotros somos los hijos del Padre celestial que nos llama a compartir su eterna felicidad. Los afligidos son ahora felices porque están seguros de ser consolados, y de hecho lo son desde el primer momento si no abandonan a Dios y aceptan y cumplen su voluntad; los hambrientos de justicia son felices porque su hambre será saciada; los corazones rectos, porque verán a Dios. En otros términos, el Evangelio nos asesta esta nueva paradoja: "Buscad la dicha del Cielo y encontaréis la felicidad en la tierra". *

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La esperanza de la felicidad del más allá, lejos de oponerse a la dicha actual del cristiano, se la garantiza con mayor seguridad. *

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Tender a la santidad y condenar la injusticia, la corrupción y el vicio no son cosa fácil. En el combate por el reinado de Dios contra el pecado, los cristianos, los buenos y verdaderos cristianos, tendrán que dar golpes, pero también tendrán que recibirlos. Esa es la "guerra santa" a la cual Dios nos invita y en la cual no resultaremos vencedores más que si soportamos valerosamente el sufrimiento, los ultrajes, las calumnias e incluso la muerte. "Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos". *

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La reforma del mundo seguirá a la reforma personal de cada uno de nosotros. El porvenir terreno de la Humanidad es uno de los aspectos del reinado mesiánico, reinado que se implantará por la lenta impregnación de la doctrina de las Bienaventuranzas en el corazón de los hombres. *

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¿No observáis una coincidencia entre la suma de las desgracias que contristan nuestra época y el indiscutible relajamiento de la moralidad? ¿Y no escasea más la virtud desde que ha disminuido la esperanza del Cielo y el temor del Infierno?... Sin embargo, el desarrollo de la técnica debería aumentar la felicidad sobre la tierra... De su persecución de la conquista del Universo saca el hombre nuevas energías y nuevas riquezas que, gracias al maquinismo, a la informática, al desarrollo técnico, deberán proporcionar a todos los individuos una más amplia holgura y las posibilidades de una cultura intelectual más extendida. Además, la técnica ha abolido prácticamente las distancias entre los continentes y ha facilitado los medios de comunicación entre los habitantes del planeta, los cuales son desde ahora más conscientes de su solidaridad y, por tanto más capaces de establecer entre sí unas relaciones pacíficas. Pero este maravilloso auge de la ciencia actúa hoy en contra del progreso humano. Los hombres están agobiados por sus invenciones; en unos sitios las máquinas acumulan productos que no se consumen; en otros, aumenta el número de los parados que carecen de pan. Los estados dilapidan las riquezas del subsuelo y el genio de los inventores para alimentar unas guerras gigantescas que sumergen en la desnudez a regiones enteras. ¿Acusaremos a la ciencia de tan lamentables resultados? Ciertamente que no. Los descubrimientos del espíritu humano se realizan conforme al plan de Dios. No nos quejemos de que haya demasiados sabios: nuestra desdicha viene de que no hay bastantes santos, de que la conciencia no ha progresado al mismo ritmo que la ciencia. Este es indiferente al bien y al mal, los cuales no son de su dominio. Mediante su prudencia y su virtud, el hombre pone al servicio del bien los inventos científicos; pero si los utiliza para satisfacer sus vicios, esos mismos inventos precipitan su ruina. El progreso moral del hombre debe alcanzar cuanto antes su evolución intelectual y seguir caminando así emparejado con el desarrollo de la técnica. No se puede detener a la ciencia. Sería estéril reclamar el cierre de los laboratorios, como si nuestra salvaguardia dependiese de la Humanidad menos sabia; pero tampoco hay que detener los progresos de la conciencia, minimizando sus exigencias ni el auge de la virtud, deificando nuestros instintos; ni despreciar la fe en Dios cuya autoridad amante ayuda al creyente a cumplir todos sus deberes. Nuestro mundo necesita de santidad, necesita de hombres que tomen de verdad el Evangelio como regla de vida. *

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Dios no cesa de dirigir la marcha de la Humanidad hacia su destino, incluso cuando parece que ella se sustrae a su acción. Hay siglos que no avanza, otros que retroceden. En estos periodos de desorden Dios deja que las personas sean dueñas de sus actos, pero tiene en su mano a las sociedades. No tolera que ellas vayan más allá del punto señalado, y en él las espera para volverlas a llevar, por un penoso y tenebroso desvío, aún más cerca de esa perfección que habían olvidado un tiempo. Sin embargo, para devolverlas al camino del progreso humano, Dios reclama el concurso de verdaderos cristianos, que mezclados con los demás hombres, cumplan a la perfección su tarea terrenal. El mundo puede cambiar si los cristianos cumplen con su deber. Si los cristianos se convierten en hombres de verdad, nuevos, buenos, de buena voluntad, harán posible un mundo nuevo. Y en el Evangelio tenemos todas las luces y todas las fuerzas necesarias para creer, el uno por medio del otro, el hombre nuevo y al mundo nuevo. *

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La pobreza evangélica no es la miseria, ni la desnudez, es la conquista por el trabajo de la vida cotidiana. Así definida, es manifiestamente una cosa santa y sagrada, que todos debemos respetar, estimar y buscar... Es la novia del trabajo y del esfuerzo, la madre de toda virtud. Es la maestra del género humano. *

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Los desgraciados que tienen "alma de rico" son aquellos a quienes el dinero atormenta o no sacia nunca, siempre quieren tener más y más. No miran por dentro, ni más allá, ni por encima de sí mismos: con tal de ganar y de amontonar, ellos ya están satisfechos. Terrible palabra que califica su pecado y anuncia su castigo. Jesús los "deja solos" con "lo que les basta", con las manos llenas pero con el corazón vacío. Creían poseer cuando, en realidad, era su dinero el que los poseía a ellos. El Salvador, pensando en el dominio que la riqueza tiene sobre los hombres, expresa su compasión por el mal que los esclavos del dinero se hacen a sí mismos y del cual quiere Él liberar a sus discípulos. "¡Pobres ricos, ellos mismos se excluyen del reino de Dios! Pero cuando considera la perniciosa influencia que ejercen, tiene que apartarlos del número de sus discípulos, a causa del mal que hacen a los demás y de la afrenta que infringen a Dios cuando se oponen a su reinado. Al hablar de la desdicha de los esclavos de la fortuna. Jesús habla con conocimiento de causa ya que ve más lejos y más alto que nosotros, a decir verdad, conoce mejor que nosotros el corazón de los hombres y lo que puede colmar sus aspiraciones. En la montaña dijo a la muchedumbre que lo oía expectante: "Mirad de guardaros de toda avaricia, porque aunque se tenga mucho, no está la vida en la hacienda". Contó entonces la parábola de aquel rico campesino cuya finca le había producido tanto que ya no sabía dónde guardar sus cosechas, dada la exigüidad de sus graneros, y que la misma noche en que proyectaba construir otros más grandes fue fulminado por la muerte. Todos los bienes que creía poseer pasaron entonces a otras manos; pero su vida, el único bien que a él pertenecía propiamente, ¿para quién será? Es decir: en realidad, ¿qué hizo de su vida? No vivió más que para enriquecerse, siendo así que los bienes de la tierra están destinados a ayudarnos a vivir. El negocio fundamental reside así, para todo hombre, para todos nosotros, en vivir plenamente, en cultivar nuestro espíritu, en aumentar nuestro valor moral, en desarrollar nuestros dones de toda especie, en vivir útilmente, en hacer de nuestra propia vida nuestra obra, nuestra obra maestra. Esa obra fracasa si únicamente nos hemos decidido a acumular riquezas superfluas. Sí, literalmente, ¡pobres ricos los que no han sabido hacer nada de sus propias vidas, los que ni siquiera han tenido tiempo de vivir y de saborear el valor que tiene una vida! ¿Qué elevación moral puede esperarse de un hombre sometido al dinero? El estoico Epicteto estimaba que es difícil al rico adquirir la sabiduría. Sin duda todos llevamos en nuestro interior las mismas pasiones igualmente exigentes, pero ¿no les cuesta mucho mayor esfuerzo resistirlas a aquellos a quienes el dinero permite satisfacer todos sus deseos? Un poder semejante tiene algo aterrador. El oro y la virtud son como dos pesos puestos en una balanza: no puede subir el uno sin que el otro baje. No nos sorprendamos así cuando oigamos que Jesús afirma que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que entre un rico en el reino de los cielos; o que la palabra de Dios queda ahogada en su corazón como la simiente que cae entre cardos. El rico satisfecho, ¿piensa siquiera en Dios? En lo que 242

se refiere a pedirle el pan nuestro de cada día, ¡qué irrisión! ¡Él tiene para dar y vender! Cierto que suele mostrarse favorable a la Iglesia: ¿acaso no protege ésta el derecho de propiedad? Tal vez cotice para sus obras: en cuanto a creer en el Evangelio, ya es otra cosa. San Pablo confiaba a Timoteo que él conocía fieles que se habían extraviado lejos de la fe porque quisieron enriquecerse. Observad el matiz: no solamente la posesión, sino el simple deseo, porque la raíz de todos los males – dice el Apóstol - es la avaricia. Después de todo lo dicho, ¿debemos insistir largamente para justificar la maldición lanzada por el Salvador contra un estado social en el que la opulencia de unos tenga como contrapartida la indigencia de los demás?. El apóstol Santiago fustiga en su Epístola a esos cristianos ricos, que, al ultrajar al pobre, deshonran el hermoso nombre de Cristo por ellos ostentado. Hacia el final de su carta, no puede contener ya su indignación contra los que, a pesar de conocer el Evangelio, siguen aferrados todavía al dinero, defraudan su jornal a los obreros y sigue viviendo, en cambio, entre las delicias de la tierra, dedicados a los placeres y sin hacer otra cosa que engordar como animales para el día de la matanza". ¡Ojalá que este severo lenguaje no pueda condenar a nadie entre nosotros!". *

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El Evangelio rompe con el prejuicio que asocia la felicidad del hombre con la posesión de bienes exteriores y nos enseña a crear por nosotros mismos nuestra felicidad. Todos esos bienes que hemos adquirido podemos perderlos: no nos pertenecen, no forman parte de nosotros. Por el contrario, la ciencia de un hombre, su destreza profesional, su valor moral, su poder creador, más aun, su dignidad humana y su condición de hijo de Dios, forman parte de su mismo ser y nadie podrá quitárselos. Esas calidades interiores, personales, constituyen su verdadera riqueza. Lo que hace rico a un hombre no es lo que tiene, lo que posee, sino lo que es y lo que hace, tanto de sí mismo cuanto en favor de los demás. Sin embargo, el cristiano, igual que cualquier otro, no puede prescindir de los bienes que la tierra le ofrece. Como vive en sociedad tiene que cambiarlos con otros para lo cual ha de recurrir a la moneda y manejar el dinero. Necesita de esos bienes exteriores para su vida individual y familiar, tanto para aumentar su valor como para extender su actividad y mejorar su acción. Y con el fin de mantenerse independiente de las riquezas que le son necesarias, el cristiano puede también apropiárselas y debe servirse de ellas en la medida en que son útiles para su vida, sirven a su perfeccionamiento y le permiten cumplir con su tarea social y con su vocación divina. Por otra parte, cuando Jesús y los Doce recorrían los caminos de Palestina predicando la Buena Nueva de la salvación de la Humanidad, estaban sometidos a la ley general: no se alimentaban milagrosamente. Su bolsa común era alimentada por el dinero de los discípulos, que también les ofrecían su hospitalidad. Como se ve, la doctirna del Evangelio no se mueven en regiones de utopía: cuenta con las realidades diarias, pero garantiza la verdadera riqueza del cristiano, obligándole a subordinar los bienes exteriores a la doble dignidad de su persona y de su vida. *

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Muy lejos de glorificar la indigencia, Jesús condena los regímenes sociales que la engendran. Un desgraciado, carente de recursos, se ve en peligro de enajenar su libertad y así no puede vivir una vida específicamente humana digna: "La pobreza del cuerpo, provoca la del alma"; el indigente desgraciado puede rebajarse hasta el instinto del animal, preocupado por sus necesidades materiales, puede llegar a olvidar su origen divino y su fin eterno y glorioso; puede arrojar al viento esa vida divina cuya semilla tiene dentro de sí mismo y ya no se cuida más que de obligar a la tierra a que le entregue sus bienes sin preocuparse de la eternidad. La indigencia sin Dios materializa a los hombres con mayor seguridad aún que la opulencia. Santo Tomás de Aquino expresa la enseñanza de la tradición cristiana con estas palabras citadas con frecuencia: "Es imposible practicar la virtud si no se posee un mínimo de bienestar". Observad que el gran doctor no reivindica solamente para cada uno lo necesario, sin lo cual no debe hacer más que morir, sino el bienestar indispensable para el florecimiento de la vida,. El desarrollo del espíritu, la educación moral e incluso "las preocupaciones religiosas, son prácticamente negadas al que no está liberado de las necesidades materiales; todos esos bienes excelentes suponen, y la palabra es expresiva, cierta holgura de vida. Que toda una 243

categoría de hombres esté privada de cultura intelectual, científica o artística y que esta exclusividad esté determinada por el lujo o la miseria de las cunas, es una diferenciación que, antes de provocar la cólera de los hombres, desafía a la justicia divina, y que, por tanto, está prohibida en el reino de Dios. *

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Los problemas económicos que las sociedades humanas tendrán que resolver constantemente hallarán con facilidad su solución cuando la avaricia y la codicia no falseen los deseos de los hombres. Habrá bastantes bienes para todos cuando nadie se preocupe de amontonar; nadie carecerá de nada cuando lo mío y lo tuyo no se opongan ya ferozmente entre sí. En el nuevo estado de espíritu que Jesús quiere crear entre los hombres, éstos ya no se disputarán ávidamente las riquezas, pues habrán aprendido a servirse del dinero sin someterse a él. Sólo la independencia frente a las riquezas puede asegurar el ambiente de una sociedad fraternal capaz de proveer a todos y a cada uno de los socios de todos los bienes que las riquezas y los subsidios naturales, la técnica y la constitución social de la economía puedan ofrecer. Esos bienes han de ser tan suficientemente abundantes que satisfagan las necesidades y comodidades honestas y eleven a los hombres a aquélla condición de vida más feliz que, administrada prudentemente, no sólo no impide la virtud, sino que la favorece en gran manera. Unido a Jesucristo, el cristiano no corre tras las riquezas, sino que es él quien enriquece al mundo. *

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El objetivo que hemos de alcanzar es el de decir siempre que sí a lo que Dios nos mande; el medio de lograrlo es el de saber decir que no a todo lo que se opone al cumplimiento de la voluntad divina. *

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No apegarse a lo que uno posee es más digno de admiración que no poseer nada en absoluto.(San Agustín). *

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Los cristianos por su sencillez y la dignidad de sus vidas, deben derribar las murallas ficticias que separan a los hombres. El desinterés ha de ser la base de una sociedad fraterna. *

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Usad sin exceso y sin escrúpulos falsos de los bienes que Dios os confíe para cumplir lo mejor que podáis todas las tareas de vuestra vida. Pero sabed también desasiros de ellos sencillamente para subvenir a las angustias que Dios coloque en vuestros caminos. "No vamos a llevárnoslos con nosotros", se dice alegremente del dinero que se gasta, es verdad; pero, en cambio, os llevaréis con vosotros todo lo que hayáis dado en buenas obras. *

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En el transcurso de sus predicaciones, Jesús bendijo con frecuencia a los humildes. De aquella pobre gente, de todos estos seres ignorados con quienes el mundo no cuenta, decía Él que Dios los conoce y que cuenta con ellos para transformar el mundo. Sin embargo, no basta ser de condición modesta para alinearse entre los humildes del Evangelio: éstos se reconocen por la modestia de su carácter, por su voluntad de oscurecimiento y por su ausencia de orgullo. *

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Por sí sola, la práctica de la humildad no engrandece a un hombre: éste, para llegar a ser grande, tendrá que dar pruebas de otras cualidades de inteligencia, de audacia, de energía. Esas virtudes, sin embargo, le serían inútiles o funestas si no fuese humilde. La humildad, en cambio, abre el camino a todas las virtudes y asegura su progreso, por eso, la humildad es la virtud indispensable para la grandeza del hombre. La razón es sencilla. Nosotros nos extraviamos en cuanto dejamos de ver la realidad tal y como es objetivamente. Pero esta objetividad es naturalmente muy rara, porque tendemos a considerar todas las cosas a través de nuestros gustos o de nuestras repugnancias, de nuestros deseos o de nuestros temores. El efecto que todo ello produce sobre nosotros influye nuestro juicio y, a menudo, llega incluso a hacernos deformar la realidad. El orgullo es uno de los factores más activos de esta deformación. La humildad, por el contrario, nos ayuda a hacer abstracción de nuestro propio ser a juzgar a la gente y a las cosas con independencia de nuestras opiniones y de nuestros sentimientos. Por eso, mantenernos en la verdad constituye un principio de progreso y de grandeza, así como las ilusiones del orgullo son causa de caída. Pero ¿cómo llegar a esta objetividad? "Conócete a ti mismo" este consejo impone una condición, pero no resuelve el problema. ¿Dónde podré adquirir la visión exacta de lo que soy? Me respondéis: consulta a los que están a tu alrededor, conocen mejor que tú los defectos y las cualidades que puedas tener... Pero es que eso sólo es verdad en parte. Los demás nos ven de modo distinto a como nos vemos nosotros mismos, pero sus juicios se resienten tanto como los nuestros de sus ideas personales y de sus simpatías: sus propios sentimientos están también impregnados de subjetivismo. Y aquí es donde triunfa el humilde del Evangelio, pues toma sus normas fuera de sí mismo y de las opiniones ajenas, y trata de conocerse tal como Dios lo ve. Nuestro orgullo se irrita cuando el mensaje de Cristo nos convence de nuestros pecados; protesta contra esa autoridad extraña que pretende coartar el libre arbitrio del hombre y reprocharle el uso que hace de él. La humildad, que nos hace sensibles a la soberanía de Dios, nos hace palpar las dificultades que sentimos para ejecutar sus leyes, y ello no obstante, nos persuade de la ilegitimidad de nuestras transgresiones. Pero como los cristianos humildes tienen el sentido del pecado, del mismo modo que tienen el sentido del misterio, en cuanto se reconocen pecadores, saben también que en Jesucristo han obtenido el perdón de Dios. El poderoso, el rico, el orgulloso, todo eso es uno y lo mismo en el Evangelio, profesa un sentimiento exagerado de su valor; exageración fomentada por el elogio de los aduladores que jamás le faltan, pero como está contento de sí mismo, detiene su crecimiento y se condena a la mediocridad. Persuadido de su importancia y confiando igualmente con los medios exteriores de que dispone para realizar sus deseos, sobrestima sus posibilidades y por otra parte, tampoco tolera la contradicción. Su ambición, hasta entonces satisfecha, le empuja a la temeridad, acabando así por exceder la medida de lo posible y fracasar; pero no sabe deducir las lecciones de su fracaso, y o bien se obstina en sus proyectos y acelera su ruina, o bien sucumbe a la desesperación. "El que se ensalza será humillado". Comparad con esta ceguera del orgulloso la clarividencia del humilde. Este no es juguete de sus sueños, sino que se apoya sobre la realidad. En lugar de sobrevalorarse, calcula exactamente aquello de lo que se estima capaz y se compromete con prudencia. Se toma todo el tiempo preciso y sigue derecho su camino. Los primeros fracasos no le extrañan: se limita a averiguar si sus causas provienen de sí mismo y en tal caso procurar ponerles remedio. No se preocupa del efecto que produce: ni le engríen las felicitaciones, ni le desalientan las críticas. "No eres más santo si te alabaren, ni más vil si te desprecian, lo que eres, eso eres"... ¿Objetaréis que ese hombre, desprovisto de ambición, no irá muy lejos ni muy alto? Será porque confundís la humildad cristiana con la timidez y con la pusilanimidad, que son los frutos de un orgullo reconcentrado. El humilde del Evangelio se ve tal como es: tiene un sentido agudo de sus deficiencias, pero también posee una conciencia igualmente clara de sus cualidades. Y como tiene confianza en que Dios ha de ayudarle a realizar las tareas que le asigne, es capaz de tener toda la osadía que haga falta para llegar a ser lo que deba o para triunfar en lo que tenga que hacer. Cabe hablar así, sin jugar con las palabras, del orgullo de los cristianos más humildes. Sí, están orgullosos de los dones que han recibido de Dios, se enorgullecen de los padres o de los maestros que han desarrollado en ellos tales dones y no dejan extinguirse este patrimonio. Saben también todo el valor de su redención. Por contraposición al orgullo que se cree superior a los demás, y que, cegado por esta preferencia, se aparta de ellos o pretende utilizarlos en su provecho, el humilde es naturalmente fraternal, y siempre actúa así porque se mueve en contemplación de la verdad. Se esfuerza en mirar a sus semejantes tal y como Dios los ve. Sin detenerse en sus defectos, descubre sus cualidades, admira 245

sus talentos y se regocija con sus éxitos. Obrando así se mejora a sí mismo, pues se dedica a imitar sus virtudes y confía en aquellos cuyos méritos alaba. No ignora, sin embargo, las superioridades que pueda tener sobre otros pero se le presentan primero como otras tantas responsabilidades que le obligan a poner su caudal, su saber, y su poder al servicio de sus hermanos. "El que entre vosotros quiera llegar a ser grande decía Jesús – sea vuestro servidor, y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo". El Salvador velará porque esta ley del reino de Dios sea rigurosamente observada. Intencionadamente, en vez de asociar a su obra a los magistrados, a los doctores, a los potentados de Israel, eligió como auxiliares suyos a los pescadores del lago, a lo aldeanos, a los recaudadores del fisco. Sin embargo, temió que el honor de que había investido a estos humildes de la tierra y su misión les hiciera sucumbir a las tentaciones del orgullo. Y cada vez que observaba en ellos un comienzo de ambición, no vaciló en volverlos a la humildad, burlándose de ellos, o en términos más severos. Y para grabar su voluntad en su memoria, la víspera de su muerte se empeñó en cumplir para con ellos un cometido que estaba encomendado a los esclavos. Antes de la última cena que tomó con sus apóstoles, les lavó los pies a todos ellos. Él, Maestro y Señor, cumplió así las funciones de siervo, para que sus discípulos no olvidasen nunca que, conforme a su ejemplo, no estaban hechos para ser servidos, sino para servir. *

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El amor, o los halla iguales o los hace iguales. (San Agustín)

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Mientras no hagas todo cuanto dependa de ti, Dios no hará cuanto dependa de Él. *

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En la mezcla de lo verdadero y lo falso, lo verdadero resalta la falsedad y lo falso impide que creamos en lo verdadero. *

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Los mansos del Evangelio no son los blandos ni los amorfos. La mansedumbre evangélica implica firmeza de carácter. No se trata de un determinado temperamento, de una disposición natural hecha de indiferencia o de apatía, como tampoco de la costumbre de capitular ante los razonamientos o las pretensiones ajenas para evitar incidentes. La mansedumbre es una virtud, y, por tanto, es un acto de fortaleza. No nos equivoquemos sobre su exterioridad tranquilidad y a veces sonriente, pues no se adquiere más que por la severidad para consigo mismo. En un mundo en el que la fuerza tiene la última palabra, el Evangelio no anuncia ingenuamente la supremacía de la debilidad, pero nos enseña en dónde reside la fuerza. La fuerza segura de sí misma no tiene que mostrarse brutal: esa fuerza, intransigente, y serena, que acaba por triunfar sobre todas las violencias es el dominio de sí mismo. Pues así como los pobres, según el Evangelio, son los verdaderos ricos, los mansos son los verdaderos fuertes. Son demasiadas las mentes que pasan junto al Cristianismo sin sospechar que es una escuela de energía. Sin embargo, Jesús que jamás hizo su propio elogio, consideró oportuno decir a aquéllos a quienes invitaba a recibir sus lecciones: "Yo soy manso y humilde". Tal vez hizo esta confidencia porque las virtudes de humildad y de mansedumbre se cotizan poco en la bolsa de los valores humanos. Pero mirad de cerca la mansedumbre de Jesús. Paciente con respecto a la lentitud mental de sus discípulos, acogedor de todas las miserias, no vacila en apalear a los vendedores que profanan la santidad del templo, ni en estigmatizar cara a cara a los potentados que oprimen a los humildes. En las trágicas horas de su Pasión, el beso de Judas no le inspira más que piedad para el crimen del traidor; pero luego le oímos declarar altivamente al gobernador, que con una sola palabra puede condenarlo o arrancarlo de la muerte: "No tendrías ningún poder sobre Mí, si no te hubiera sido dado de lo alto". La 246

mansedumbre y la humildad, que es inseparable, son los indicios menos engañosos de la fortaleza de carácter y de la posesión del propio ser: son la condición de la acción reflexiva, ardiente, perseverante. Bienaventurados los mansos, porque ellos saben dominarse; su dominio de sí mismos les valdrá el dominio del mundo. Apreciaremos mejor la victoria personal que procura la mansedumbre por oposición a las estériles violencias de la cólera, con tal de que concretemos que la cólera no es mala en sí misma. Existe una cólera legítima, que cabría llamar más exactamente indignación, como hay una mansedumbre censurable: la que sirve de pabellón a la cobardía. Cuando está en juego la verdad o somos testigos de una injusticia, el deber no consiente en escabullirse y en guardar silencio: en semejante caso la mansedumbre no es más que una ficción, mientras que la indignación espontánea es una virtud. Constituye, en cambio, una falta, la cólera que estalla sin motivo razonable o cuyas manifestaciones son desmesuradas. Puede presumirse legítima su causa, desde el momento en que nosotros no defendemos nuestros intereses ni nuestras opiniones personales; pero es francamente un mal cuando la promueve el egoísmo y la mantiene el orgullo. Por injusta y excesiva, es precisamente lo contrario de la mansedumbre. Es demasiado evidente que los arrebatos de cólera, lejos de ser una demostración de fuerza, son simplemente signos de debilidad. La rabieta del niño pequeño que no obtiene lo que desea, o las frenéticas impaciencias del viejo que no soporta sus achaques, son otras tantas confesiones de debilidad. Pero un adulto es débil si basta una contradicción, incluso cortés, una reflexión inofensiva, mal interpretada o simplemente un ligero accidente, para hacerle perder el dominio de sí mismo. Los desaguisados de la cólera son incontables. Los accesos de malhumor entre los esposos destruyen su mutua confianza y los condena a vivir constantemente alerta. La irascibilidad no es menos perjudicial para la autoridad de los padres: el niño comprueba muy pronto que sitúa en plano de inferioridad a sus educadores cuando los priva de su sangre fría, a menos que, para evitar los altercados, no se decida a disimular. El cristiano irascible no encuentra refugio en la oración pues en ella no hace más que rumiar sus agravios. Dios no deja que nos acerquemos a Él mientras conservemos dentro de nosotros un sentimiento antifraternal: no volveremos a encontrarlo más que cuando hayamos desautorizado nuestra dureza o perdonado la injuria recibida. La sabiduría de los mansos consiste en empezar por donde se ven obligados a concluir los violentos. Como la humildad, el imperio sobre uno mismo es fácil desde el momento en que nos ponemos en presencia de Dios. Delante de él las contrariedades que íbamos a agrandar recuperan sus ínfimas proporciones; nos tomamos tiempo en lugar de reaccionar bruscamente; nos concedemos el plazo necesario para ver venir la tempestad y a menudo para encontrar también los medios para desviarla. El propio dominio nos contiene de hablar demasiado pronto, de soltar las palabras que hiere al adversario en su punto neurálgico, esa palabra que no debiera de haberse dicho y que nunca será olvidada ya; nos permite esperar el momento propicio para poder hacer una observación más matizada y, a veces, para callarnos por completo. Aunque, etimológicamente, la mansedumbre implica un estado de disponibilidad y cierta ductilidad, la mansedumbre evangélica no obliga a que renunciemos ante un contradictor a las ideas que creamos verdaderas; pero como nos mantiene dueños de nosotros mismos, nos permite servir con más fidelidad a la virtud que tenemos el deber de defender. No la deformamos así con extremismos de lenguaje, sino que la ajustamos a lo que pueda haber de verdadero en las opiniones ajenas, y de este modo las discusiones no degeneren en disputas. Aunque tengamos razón mil veces, la cólera debilita inmediatamente nuestros argumentos más sólidos; por el contrario, la calma, aliada a la bondad, proporciona a nuestras afirmaciones un prejuicio favorable. El dominio de sí mismo es el arma de los fuertes. Por lo demás, los mansos repugnan esas maneras dulzarronas, que no son más que la malicia solapada. Se muestran intratables en cuanto sus convicciones o su conciencia lo exigen; pero tampoco transigen en materia de caridad. Su victoria consiste en dominarse lo suficiente como para defenderse sin vengarse, para no responder al mal con el mal, para triunfar del mal por el bien. ¡Los mansos poseerán la tierra! Las perspectivas del Evangelio no concluyen con el corto paso del hombre por esta vida. La tierra que la segunda bienaventuranza promete a los mansos es seguramente la tierra nueva, anunciada por Isaías y que la segunda Epístola de San Pedro nos hace esperar para después del advenimiento glorioso de Jesucristo, en el final de los tiempos. Los pobres, los humildes, los mansos, tendrán su puesto en ese Universo transfigurado en que tiene su morada la justicia. Sin embargo, antes de ese definitivo vencimiento, todas las bienaventuranzas reciben un principio de realización durante la fase presente del reino de Dios. Desde este punto de vista, esa tierra que ha de ser poseída por los mansos designa a nuestro planeta, sobre el cual recibió Cristo todo poder y que asigna como campo de acción a sus 247

discípulos: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Vosotros daréis testimonio de Mí hasta los confines de la tierra. Tenemos, pues, que conquistar para Él toda la tierra. Ahora bien, para esta conquista espiritual, y frente a la resistencia que han de levantarse contra el Evangelio, Jesús no nos autoriza otras armas que la fe, el amor y el sacrificio de un modo general, aunque muy esporádicamente empleemos la violencia en causa justa y cuando no haya más remedio (Jesús la empleó en el templo al echar a los cambistas) y sólo, repetimos, en un caso de estricta justicia. Por la misma firmeza de nuestras convicciones, no debemos experimentar temor ni desconfianza con respecto a quienes no las comparten. La mansedumbre evangélica, que es, ante todo el dominio de nuestro propio ser, nos hará comprensivos y respetuosos con las posiciones intelectuales que difieran de las nuestras. Dejemos hablar a los que nos preguntan sobre nuestras creencias; cuando expresen sus opiniones, esforcémonos por entrar en su pensamiento. Con bastante frecuencia su error no es más que una verdad incompleta, y más que refutarlos, en determinadas ocasiones, lo que tendremos que hacer es instruirlos. No demos a nuestro interlocutor la sensación de que queremos triunfar de él: lo que defendemos no es nuestra verdad, sino la Doctrina Cristiana. Nosotros no la hemos inventado y ningún mérito tenemos de poseerla. Más que lo que digamos, lo que hará que el Cristianismo sea amado será lo que seamos: protejamos así la irradiación de nuestra caridad, arma muchísimo más eficaz que las más hábiles discusiones. *

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En la escuela de Cristo "los que lloran" ya no se encierran en su dolor, presa de la rebeldía o de la desesperación, pues descubren delante de ellos la salida liberadora por la que, recuperando la esperanza y el valor, descubrirán los goces de una ascensión moral insospechada y de un aumento de caridad. El gozo es una de las condiciones habituales de la virtud, al menos, hace la obra más perfecta, pues se pone una atención más vívida y un cuidado más diligente en las acciones que agradan. Uno de nuestros más antiguos tratados de espiritualidad, pues data del siglo II, dice: "Arranca de ti la tristeza, porque esta es hermana de la duda y de la impaciencia.. Revístete de la alegría, que halla siempre gracia delante de Dios y le es acepta, ten en ella tus delicias. Jamás la súplica del hombre triste tiene virtud para subir al altar de Dios"... Pero aquí se puede objetar que en la alegría no se manda, ni puede ser fruto de un razonamiento, sino que es espontánea o no es. Es razonable, y esto nos lleva a indicar el origen de la naturaleza de la alegría cristiana. Por lo común, un hombre vive contento cuando la realidad, las decisiones ajenas o los acontecimientos concuerdan con sus deseos; el cristiano, por su parte, está alegre con tal de que sus deseos concuerden con la voluntad de Dios. El primero, o sea, el no cristiano, goza así solamente cuando todo va bien, mientras que el buen cristiano halla el medio de ser feliz incluso cuando todo va mal. La alegría del cristiano es real, tiene su fuente en el mismo, en la confianza que pone en la voluntad de Dios, viendo a Dios en todo lo que le acontece; esta alegría que brota de la conformidad con la voluntad de Dios es un don de Dios, es un fruto del Espíritu Santo en nosotros lo que explica su espontaneidad. Nosotros, así, poseemos la alegría, o, hablando con mayor exactitud, la alegría nos posee, al comprobar que tanto si las cosas van bien, como si van mal, todo se le vuelve ganancia, pues si van bien, no hay problema alguno, si van mal, con su paciencia puede purificar sus pecados y aumentar su tesoro del Cielo, del cual gozará eternamente. La alegría no es ciertamente como un poder mágico, sino como un impulso interior, al cual, sin embargo, pide Dios una colaboración activa. En este sentido podemos decir justamente que tenemos que conquistar nuestra alegría, haciendo todo lo que Dios quiere de nosotros. Y aceptando su voluntad siempre. Todo es providencial, lo mismo lo que nos contraía que lo que nos agrada. La mirada de Dios nos sigue a través de todos los acontecimientos, cualquiera que éstos sean, no hay uno sólo de ellos por el cual no podamos realizar sus designios. A quien confía en Dios, hasta los malos días le traen su pequeña alegría. Los hombres se entristecen porque no comprenden o porque no aceptan. Pero el cristiano, el buen cristiano, confía en los planes del Padre que decide y sabe por él, confía en Dios que distribuye los días de sol o de escarcha, confía en el Artista que ha imaginado las espinas para proteger a las rosas. *

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Cristo nos engrandece porque siempre será más grande que nosotros: con un ideal exclusivamente nuestro, nosotros seguiremos siempre siendo enanos. Quien se abandona a la mediocridad, desciende fatalmente más bajo de lo que había previsto, siempre nos quedamos por debajo de lo bueno que habíamos resuelto alcanzar, de ahí que tengamos necesariamente que apuntar más alto. La carencia de santos es debida a la carencia de altos ideales, de altas metas en las vidas de los hombres. La magnanimidad se caracteriza por la generosidad de los sentimientos, pase lo que pase luego con nuestras realizaciones. La magnanimidad reside en la voluntad, la cual no está exenta de fracasos. Por lo demás, antes de que por la calidad de nuestros actos, Dios nos juzga por la intención que los inspira; a sus ojos nuestro amor vale más que nuestros dones. Pero aunque muchas veces nuestros deseos resulten impotentes, Jesucristo sabe también darles satisfacción; y se encarga así de hartar a los que tienen hambre y sed de parecérsele. No nos equivoquemos, esta necesidad de grandeza no viene de nosotros, sino que es Él quien la aviva en nosotros como una condición de lo alto para lo cual nos ha hecho Él nacer. Hojead el Evangelio, Jesús nos recomienda que tomemos el alimento del cual se nutrirá Él mismo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra". Nos suplica que creamos en Él: "Yo soy el Pan de vida: el que viene a Mí no tendrá jamás hambre, el que cree en Mí jamás tendrá sed". Y aquella exhortación."¡Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba", el Salvador no la murmura al oído de algunos privilegiados, sino que la dirige a toda una multitud, lo cual vale también la pena de ser subrayado. Los hombres y mujeres que Jesús llama a la grandeza no son seres excepcionalmente dotados y excluidos de las debilidades de la naturaleza humana. No os alarméis, pues, porque experimentéis ciertas tendencias al mal que todavía no hayáis exigido. Él las extinguirá, si vosotros lo queréis. *

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Los cristianos de las bienaventuranzas no son semidioses caídos del Cielo, pertenecen a la tierra: son pobres pecadores que desean salir de su miseria. Tienen hambre de un mundo mejor, tienen sed de poner en su vida un poco más de belleza y de ver más fraternidad entre los hombres. Esta sed sólo Jesús puede calmarla. "Si alguno tiene sed venga a Mí", lo que pide que hagamos es dar el primer paso y después de eso, Él nos dará a beber las aguas de vida eterna. Que se arrodille cerca de Dios, como el viajero sediento se inclina sobre el agua clara del arroyo que le refresca ¡Que se alimente de su palabra, que se sumerja en su espíritu! El dinero, la ambición, los placeres, las diversiones, no sacian la profunda necesidad de llegar a la grandeza para la cual hemos sido creados. Pero venid a Aquél que espera vuestra visita solitaria junto al pozo, en donde le dijo antaño a una pecadora de Samaria: "El que bebe del agua que Yo le diere no tendrá jamás sed; porque el agua que Yo le dé se hará en él una fuente, que salte hasta la vida eterna". Dios nos ha probado su amor por el hecho de habernos dado a su Hijo. En Jesucristo, Dios se ha unido a toda la Humanidad; por Él la comunidad humana ha vuelto a ser una familia todos cuyos miembros son realmente hermanos. El hecho de la Encarnación ha establecido una relación fundamental entre estos tres términos: Dios, el prójimo y yo; y ya no nos está permitido aislar a uno cualquiera de ellos de los otros. Pretender aproximarnos a Dios haciendo abstracción del prójimo es una ilusión. Entre Dios y yo están todos los hombres, sus otros hijos. La fidelidad que yo le prometo, se la probaré por la adhesión que sienta hacia el prójimo. Y si por acaso llego a violar el derecho ajeno, nuestro Padre común se da por ofendido. "El jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros – escribe Santiago – clama y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor". Más aún, aunque no haya perjudicado positivamente a otro, si, pudiendo haberlo hecho, yo no he remediado una desdicha del último de mis hermanos, en el día del Juicio, Cristo considerará mi indiferencia como una afrenta infligida a Él mismo. Cometeríamos un error no menos grande si quisiéramos apartar a Dios de las relaciones entre el prójimo y yo. Dios en quien nosotros somos hermanos, es el Único que puede imponernos como ley el que salgamos de nuestro egoísmo instinto para llegar a un sendero de altruísmo.

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Los Santos logran amar a todo el mundo más que a sí mismo por el hecho de que aman a Dios más que a todo. *

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Cada vez que causamos un mal voluntario al prójimo renegamos de nuestro nombre de cristianos. La sed de justicia evangélica va más allá del respeto de los derechos ajenos. Es una inquietud que nos hace temer no otorgar a nuestros hermanos todo lo que les debemos: es un tormento que no nos permite descanso en tanto no se hayan suprimido los abusos de los cuales son víctimas y que nos impulsa a repararlos en la medida que podemos. "Acordáos de los que sufren malos tratos como si estuvierais en su cuerpo". Este consejo de la Epístola a los Hebreos debe ser consigna habitual de los cristianos. La pena, la falta de consideraciones, la denegación de justicia infligidas a los demás, debemos sentirlas como si fuésemos nosotros mismos su objeto y sentirlas incluso de nuestra carne. *

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Los más grandes Santos se consideraban como grandes pecadores, y ciertamente que no dudamos de su sinceridad, pero nos sentimos tentados a creer que exageraban. Lo que ocurre es que tenían una idea más elevada que la nuestra de la santidad de Dios. Nuestro error está en no situar el pecado en su verdadero lugar. Lo enjuiciamos con arreglo a nuestras medidas humanas, y nuestras infracciones nos parecen así ligeras, comparadas con las fechorías de los criminales. Llegamos incluso a excusarlas por el hecho de que al ceder a nuestros deseos, no teníamos la intención de atentar contra la majestad de Dios. Ahora bien, la desobediencia a las leyes divinas es esencialmente una negativa de amor: por eso los Santos sienten más vivamente su malicia y por esto tampoco la gravedad de una falta es la misma para todos. El pecado resulta de la intrusión en nuestros juicios del egoísmo que es un falso amor de nosotros mismos ya que desnaturaliza la visión exacta de las cosas. Cuando convertimos nuestro yo en el objeto principal de nuestros pensamientos, de nuestros deseos, de nuestras satisfacciones respiramos en una atmósfera de pecado. Sacrificamos nuestras facultades superiores a una pasión pasajera, desconocemos los derechos de nuestros semejantes, juzgamos del bien y del mal en lugar de Dios. El pecado, tenga o no conciencia de ello, se cree el centro del mundo, y niega prácticamente la soberanía de Dios. Pero las órdenes de Dios no son los caprichos arbitrarios de un déspota, sino las voluntades amantes de un Padre, la expresión de la Sabiduría creadora, las condiciones mismas de la Vida. Si los hombres pudieran, a su arbitrio, mentir, matar y robar, la Humanidad desaparecería de este planeta en poco tiempo. El pecador se destierra en cierto modo de la creación, como el pez que se debate sobre la arena antes de morir, o como un astro que saliera de su órbita para provocar desastres a lo largo de su curso irregular y al fin se aniquilara. El egoísmo, al oponerse a las leyes de la vida, es un agente de muerte. Por eso mismo, el pecador se separa de los demás hombres, deserta de su tarea y debilita el alma colectiva de la Humanidad. El egoísmo, al oponerse a la dicha de los demás, es una causa de sufrimientos. El pecador en cuanto reflexiona, se siente en desacuerdo consigo mismo ya que ha mutilado su personalidad, su plenitud, humana y divina, con el pecado. En cuanto nos reconocemos pecadores, adquirimos conciencia de nuestra nobleza original, y de que, como no estamos hechos para el pecado, podemos salir de él. *

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Para llegar a decir con toda sinceridad y verdad "no puedo", hay que agotar primero todos los medios, y haber echado mano antes, de todos los resortes y posibilidades que estaban a nuestro alcance. De tal modo, que ese "no puedo" reciba una digna justificación de parte de Dios. De otra forma, esos constantes "no puedo" son nulos. *

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Glorificando a Dios en cada momento y en toda la medida que te sea posible, ¿qué más te da ser cabeza o dedo en la Iglesia?... *

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La santidad es cosa tan íntima y tan secreta, que puede una persona ser santa sin que absolutamente nada de anormal y extraordinario aparezca a su exterior... Si estuviésemos convencidos de que la santidad es cosa íntima, no habría en algunas personas ese afán de querer medir por las exterioridades la mayor o menor perfección. *

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No hay derecho a preferir el ensueño del martirio, abandonando despreciativamente la realidad viva del pisotón del momento. *

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¡Cuántas veces han sufrido las almas avería en su vida espiritual por irles las cosas demasiado bien!...Y ha tenido que venir la sacudida del dolor para, en santa reacción, hacerles salir de esa modorra de gozo que hubiera acabado en un fin muy poco santificador. *

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Acostúmbrate a ver en todo lo que te ocurre, sin tu culpa, la voluntad de Dios. Desde la despedida a la tumba de un ser querido hasta la molestia de un apagón de luz en una hora de intenso trabajo. Desde la calumnia que enloda tu reputación, hasta el lápiz que se extravía en un momento de escritura urgente. Ojos que se acostumbran a ver en todo lo que nos ocurre, sin culpa nuestra, la voluntad de Dios, ¡qué paz interior en este mundo y qué alegría en el dia del juicio tras la muerte! *

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No fue la mano humana quien te ensalzó o te causó tal desastre, sino el roce de la túnica del Señor, que suavemente te hirió al pasar, lo mismo que a las flores del campo de Galilea... *

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Educa tu pupila y dale en todo la visión de Dios. Ojos en permanente disposición de mirarlo a Él en todas las cosas. Constante situación de un alma que lo adivina a Él en todo. *

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La gracia de Dios no destruye la naturaleza sino que la contornea y la perfecciona. *

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Dios vinculó a tu creación un cierto número de almas que salvar, y de ese numero tú eres responsable. *

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La santidad no está en hacer actos externos, sino en el amor interno del acto externo.

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Que no es ser apóstol trabajar mucho, sino orar también mucho, apostolado sin oración pronto se extinguirá... *

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Toda desviación de la voluntad del Señor, aunque sea sólo un medio tono, supone una discordancia en la vida espiritual. *

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La santidad no consiste en hacer mucho, sino en amar mucho. *

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Ser santo no es matar la personalidad, sino embellecerla por divinos crisoles, dándole más exuberancia de la que tenía. *

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La santidad no son los casilleros igualitos que han intentado dibujar, embarnizados todos por los mismos méritos, las mismas gracias y los mismos reflejos de luz... Los santos son hombres y mujeres con rostro y espíritus desiguales, que cruzan los claustros, las avenidas y los caminos, y con sus temperamentos tomados de sus manos, subieron las gradas de su cristificación *

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Quien no sigue la voluntad de Dios no llegará nunca a la perfección espiritual. *

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Rectitud de conciencia: Cumplir con el deber a todo trance, aún cuando no vigilen. Saber guardar un secreto. No vender ni traicionar a nadie. Hacer y decir en cada ocasión lo que haya de hacerse y decirse. No importar absolutamente nada las alabanzas o los desprecios de los demás cuando hay que obrar. No doblegarse ante la vileza del respeto humano. Sinceridad, lealtad a toda prueba. Franqueza. Hablar siempre con ojos iluminados por la verdad, odiando cuanto huela a doblez, a fingimiento y, y esto en su mínimo detalle. *

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Voluntad enérgica: Que no existan fuerzas, por grandes que sean, que nos aparten del lado recto de las cosas. Nada que nos desvíe del cumplimiento de un deber. Voluntad decidida, tenaz, firme, que siga imperturbable incluso por el borde mismo del precipicio sin dar un traspié; sin importar lo que otros hagan o dejen de hacer; lo que otros digan o dejen de decir. voluntad de acero... 252

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Bondad del alma: Tacto especial para descubrir las penas ajenas y consolarlas. Disimular las descortesías, olvidos e impertinencias de los demás. Proceder siempre con delicadeza, teniendo gran cuidado de no herir ni lastimar a nadie. Ahorrar a los demás todo trabajo que nos sea posible. Buscar la forma de agradar a tal persona por la que sentimos alguna repugnancia. Buscar el modo de hace felices alas personas que viven a nuestro lado. Ser complacientes. No cansarse de hacer el bien. Respetar el modo de ser de los demás, no sacando sus defectos. No mortificar con respuestas duras, aunque haya de contrariarse. Doblegarse con facilidad al gusto ajeno, sin faltar por ello a nuestros deberes. Acostumbrarse a dejar caer una gota de caridad hasta en lo más desagradable como es una reprensión. *

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El hombre se inclina ante el talento, pero sólo se arrodilla ante la bondad. *

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De entre las virtudes morales está el agradecimiento. Este eleva y ennoblece la vida en sociedad. Contestar a una carta, gratificar un servicio, devolver un favor... El agradecimiento se las ingenia para descubrir formas nuevas de gratitud. Es necesario sentirlo de corazón pero también con gestos, con palabras. La ingratitud hacia los hombres es mal presagio para el alma que quiere progresar: ¿cómo va a estar agradecido a Dios? *

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El cristianismo no es una religión de personas desagradables. Un santo artificialmente jovial es un santo insoportable. Es una maravilla vivir en compañía de una persona sociable y animada de alegría interior. *

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La benignidad, el buen recibimiento a todos, la educación en modales y palabras, ejercen una gran influencia en el corazón de los hombres. *

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Hay que actuar con sentido de justicia y rectitud. Hay que obrar con verdad, con sencillez, hay que saber guardar un secreto. Hay que cumplir una palabra que se dio, y esto aunque exija sacrificios. Hay que respetar a los demás, aunque no vayan por nuestros caminos... *

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Lo que damos a Dios es nada en comparación con lo que Él nos va a retribuir. *

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Yo soy una criatura única en el Universo. Dios utilizó en mí un molde que jamás había utilizado hasta entonces. Y, tras mi creación, rompió ese molde para no volverlo a usar más... Yo soy la primera persona de 253

la Creación que poseo todas esas facciones morales, físicas y espirituales que me hacen ser yo. Borrador de mi vida escrito con mi personalidad, con mis cinco o con mis dos talentos; con mi habilidad o con mi inutilidad; con todo lo que mi ser... Leyenda dorada de cada alma... Cartas de destinos eternos, conservadas en el archivo de la Creación... *

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El Señor no mira la obra, sino el amor con se hace. (Santa Teresa de Jesús) *

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Dios no entiende de años en su servicio. Su paga es conforme al modo. *

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Cristo exige no sólo las obras, sino también las formas, los modos. La forma de orar, la forma de hablar, la forma de sufrir, la forma de trabajar, la forma de callar. *

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Mientras más desbordante es la santidad de un alma, más sencilla y normal será. *

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Si los hombres nos acostumbrásemos a sonreír con más frecuencia y a ser más sencillos, la Humanidad sería más buena y más feliz. *

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Hacen falta ojos que sepan de todos los giros: bajarse hasta la tierra, elevarse hasta el Cielo y mirar frente a frente a los hombres...

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Santidad que no es más que el "hágase" del momento. El comulgar en cada acontecimiento con la voluntad de Dios... Ese "no se haga la mía, sino la Tuya"... *

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Una sorpresa amarga, un desconcierto, ha iniciado en no pocas ocasiones una ruta de santidad maravillosa, y ha servido de maroma invisible para acercar el alma a Dios. *

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Todos los santos han sido hombres y mujeres de circunstancias difíciles. Uno se santificó en medio de su comunidad relajado; otro bajo las piedras de constantes fracasos en su vida de apóstol; aquél entre el oleaje de una corte impura; ese, teniendo que trepar por las peñas de situaciones insostenibles. La mayoría de ellos pasaron así una muy gran parte de su vida. Y no solo no les impidió su plena santificación, sino que todos esos puñados de "dolor difícil", les aceleró la marcha hacia Dios. El alma se va así moldeando bajo el buril del Espíritu Santo, que lo ha sometido a su acción. Se va simplificando; se va elevando, elevando... ; se 254

va tornando blanca y diáfana, con claridades de divinidad. Antes era una casa desportillada, rota, entrastada. Ahora es un Alcázar de vida espiritual, donde no se oyen rumores extraños, sino que se percibe un manso y apacible ambiente de divinización. *

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El pecado conlleva siempre su propio castigo.

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¿No te parece extraño cómo un billete de 100 € "parece" tan grande cuando lo llevas a la Iglesia, pero tan pequeño cuando lo llevas a las tiendas? ¿No te parece extraño cuán larga parece una hora cuando oímos de Dios, pero muy corta cuando un equipo de fútbol juega 90 minutos? ¿No te parece extraño qué largas parece una hora cuando estás en la Iglesia, pero qué cortas son cuando estás viendo una película? ¿No te parece extraño cómo creemos lo que dicen los periódicos, pero cuestionamos lo que dice la Biblia? ¿No te parece extraño cómo podemos enviar miles de chistes por correo electrónico y se esparcen como reguero de pólvora, pero cuando empezamos a enviar mensajes acerca de Dios, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos con otros?

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