Lucha de Clases en Springfield

Lucha de clases en Springfield: Los Simpson y la Industria Cultural. Introducción: “Lucha de clases en Springfield” es

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Lucha de clases en Springfield: Los Simpson y la Industria Cultural.

Introducción: “Lucha de clases en Springfield” es el título de un capítulo de la séptima temporada. El título en sí es un chiste: No vemos un ápice de lucha de clases en todo el episodio. Lo que sí vemos son los amplios esfuerzos de la familia (Impulsados por Marge, la típica ama de casa estadounidense) por pertenecer a un estrato social más alto. La promesa es vivir mejor al adquirir mayor status. En el fondo las carencias agobian a la familia: No tiene el nivel de consumo requerido para pertenecer al estrato al que desea pertenecer. Son otras víctimas de la industria cultural, planificadora, que nos enseña a anhelar pertenecer a la “alta sociedad”, aunque nunca en términos reales lograríamos entrar en ella. En un contexto así, la lucha de clases está descartada y eclipsada por las ansias de ascenso social. Durante al menos la mitad de los casi treinta años que ha durado la serie en la televisión, se ha dedicado a mandar “intertextos” o mensajes ocultos en sus gags que dejan claro que los guionistas originales de esta serie eran asiduos seguidores de muchas teorías Frankfurtianas. Podemos ver a Bart, por ejemplo, profundamente desilusionado al ver que su filosofía y modo de vida fueron asimilados por la industria cultural (en la forma de un vendedor de libros de autoayuda) que insta a todo el pueblo a seguir la “filosofía bartiana”. Dicho y hecho, pero con el consumo en masa esta ideología pierde sustento y sentido. El anárquico “has lo que quieras siempre que lo quieras” es mal comprendido y traducido en un absurdo caos urbano en un día de consumismo al estilo estadounidense. Ante la distopía, la población entera culpa a Bart de su fracaso. De la misma manera la industria cultural asimila a productos como los Simpson, para vender “rebelión” a las masas, no obstante del sentido original de la obra.

Justificación: Pertenezco a una generación que creció viendo Los Simpson. Si bien no comprendía en su momento la complejidad de sus referencias y la profundidad de su crítica, quiero creer que tanto a mí como muchos más influyó para llevarnos a una visión un poco más crítica de la sociedad. Los Simpson fueron en su momento una de las mayores

rebeliones al imperio de las serias televisivas adoctrinantes y estandarizadas tan típicas de la industria cultural. Su éxito estuvo en disfrazarse como otra seria más de la industria, una caricatura de la típica familia estadounidense. Pero en cada estandarización, en cada chiste clasista estaba el verdadero chiste de fondo, el que se burlaba de las expectativas de una sociedad clase-mediera ignorante y mediocre, e invitaba al espectador más suspicaz a reírse amargamente con la serie de su propia desgracia: pero no era una risa violenta con el espectador como lo son Tom y Daly: era una risa que invitaba a la reflexión y a la autocrítica. Esta forma tan cifrada de criticar con acidez la hizo aceptable para la industria: acompañada del enorme éxito comercial que tuvo y aún tiene este concepto.

Objetivos: Emprender un análisis de los personajes y lugares de la ficticia Springfield para comprender hasta qué punto se hace referencia con ellas a la visión de la Escula de Frankfurt sobre la industria cultural. A través de ejemplos, mostrar clásicas situaciones Simpson que aluden burlonamente a una sociedad cuya única ideología verdadera es el consumo y la expectativa de un azar milagroso que pueda llevarlos a un acenso en la escalada social. Es la burla a la clase media amante de su idea del American Dream pero que resultó aplicable a cualquier sociedad urbana en la era de la globalización. Evidenciar, a través de lo último, cómo el sistema de dominio cultural es global, ajeno a cualquier sistema de gobierno, religioso o ideológico. Es por esto que los Simpson pueden ser un éxito tanto en Estados Unidos cómo en América Latina, Rusia y hasta Arabia Saudita, todos ellos países con valores, en apariencia, muy distintos entre sí. Demostrar el valor cultural de los Simpson. Aquí me planteo mi gran pregunta, que no creo dar por resuelta ¿Hasta qué punto fueron los Simpson un estímulo a la formación crítica y conformación ideológica de sus espectadores? Hipótesis: Los Simpson, con todo y su constante sátira social, son otro (refinado) producto de la industria cultural cuyo verdadero fin termina siendo menos revolucionario de lo que aparenta. Se me ocurre pensar, para poner un ejemplo, en el episodio “La Tierra

de Tom y Daly”. Los niños Simpson, al principio del episodio, disfrutan como siempre de la violencia sin sentido de los dibujos animados. No imaginan que serán ellos el blanco de esa misma violencia cuando visiten la Tierra de Tom y Daly. Al final, esto ni siquiera les molestará. Después de ser casi asesinados por numerosos robots, concluyen que han sido sus mejores vacaciones. Han asimilado tanto la violencia que les vende la industria cultural que no les sorprende ser violentados, ni siquiera les molesta haber pagado por ello. De manera similar somos violentados los espectadores. Pero no es la típica violencia explícita, estilo “Tom y Daly” que en la serie se satiriza. Los Simpson nos acostumbran a otro tipo de violencia sistémica, a reírnos ante el absurdo de la existencia y la falta de esperanza en un futuro mejor. Al caricaturizar grandes problemas, como el consumismo y la pérdida de la subjetividad, nos obligan a reírnos de la desgracia. Como diría Marge Simpson: “En momentos así, solo queda reír”. Pero reír es estar de acuerdo. Es acostumbrarse a la desdicha y darse por vencido al querer un cambio. Al fin y al cabo, las cosas siempre volverán a la “normalidad” como sucede en la serie (y siguiendo el modelo de muchas comedias hollywoodense en las que un episodio sigue a otro sin traer un cambio significativo en la vida de sus personajes) y todo se restablecerá según los lineamientos dictados por el mercado. Homero podrá ser despedido las veces que quiera: volverá siempre a su empleo, a su cómoda rutina de salir de trabajar para sentarse en el sofá (O en un rincón de la taberna de Moe) a consumir. Los niños Simpson podrán tener las aventuras que quieran, podrán incluso vislumbrar su siempre cambiante futuro. En realidad nunca envejecerán. Marge podrá pasar por muchas decepciones de la vida conyugal: nunca abandonará su estado de mujer sometida a una cultura aún machista que la relega al papel de ama de casa. En este sentido la serie nos prepara para asumir mejor el escaso margen de posibilidades que tenemos como individuos, y a hacerlo riendo porque no nos queda mayor opción. Marco Teórico: Utilizaré conceptos e ideas de Horkheimer y Adorno para analizar a Los Simpson como una obra de la industria cultural. Muchos de estos conceptos son la esencia de gags y chistes recurrentes en la serie. Por ejemplo:

-El azar y la planificación. Con frecuencia, señalan Adorno y Horkheimer, la industria cultural vende al azar como la nueva vía para el éxito. Por esta razón, no se le insta al consumidor a ser distinto de lo que es: la fortuna podrá (o no) sonreírle independientemente de sus logros o carencias como individuo. El chiste es recurrente en Los Simpson: desde el mismo Homero que por casualidad se convierte en héroe al impedir una catástrofe nuclear presionando un botón al azar, hasta Lisa que, de milagro, nació superdotada en medio de una familia mediocre. Los pocos privilegios que ha conquistado la familia (bienes de consumo en su mayoría), en su mayoría los ganó en premios y/o concursos. El espectador se ríe ante esta sosa fantasía, sin darse cuenta que así se valida la planificación. Esta se lleva a cabo no obstante se ridiculice el espejismo bajo el que se escuda: No hay azar que nos vaya a sonreír algún día, eso lo sabemos y hacemos chistes al respecto. De todas formas se sigue validando la dominación. -La violencia contra el espectador. Horkheimer y Adorno señalan que “Si los dibujos animados tienen otro efecto fuera del de acostumbrar los sentidos al nuevo ritmo, es el de martillar en todos los cerebros la antigua verdad de que el maltrato continuo, el quebrantamiento de toda resistencia individual es la condición de vida en esta sociedad. El pato Donald en los dibujos animados como los desdichados en la realidad reciben sus puntapiés a fin de que los espectadores se habitúen a los suyos.”1 Los Simpson, a diferencia del pato Donald, nos acostumbran a algo mucho más doloroso que un puntapié: Nos acostumbran al dominio total del mercado. -La estandarización y el vaciamiento de sentido. De pronto no nos parece extraño ver un cine Azteca en Springfield ¿Qué puede tener de azteca un cine? ¿o es sólo un nombre atractivo para vender entradas? En realidad lo único de azteca en el cine es la decoración, el detalle. No sólo los lugares, también los personajes están estandarizados. Todos representan el ideal (fallido) del American Dream: Aún los extranjeros que, como Apú, anhelan formar parte de esta sociedad de consumo de valores meramente materiales. Aunque para ello tengan que renunciar a al menos una parte de sus valores tradicionales.

1

Horkheimer, M. and Adorno, T. (n.d.). El iluminismo como mistificación de masas. 1st ed. p.12.

La ciudad misma de Springfield representa la estandarización de la metrópoli moderna. En realidad el nombre “Springfield” es un chiste: Los creadores del programa lo eligieron porque es el nombre más común entre las ciudades estadounidenses. La idea era crear un pueblo cualquiera, común y corriente. Springfields hay en todo el mundo. La típica ciudad con sus centros comerciales, sus minisupers, sus “cines aztecas”. Despojada de sentido junto a sus habitantes cuya existencia gira en torno al consumo. Metodología Se examinarán todos los episodios de Los Simpson de la primera a la décima temporada. Delimité de esta forma porque normalmente se consideran estas temporadas la “época dorada” del programa, también son las temporadas de sátira más cínica y mordaz. En análisis, sin embargo, podría extenderse con facilidad a las demás temporadas: Es sólo que se vuelven repetitivos y rebuscados los temas que con más claridad se aprecian en los capítulos que analizaremos. Para alcanzar mis conclusiones y para realizar el análisis propuesto, no cuento más que con los conceptos ya expuestos en el marco teórico, y con mi propia subjetividad. Sería necesario ver detenidamente cada episodio, sin embargo se priorizarán aquellos con una temática más propicia para los temas que desarrollo. Estado del Arte: No encontré mucha bibliografía útil. Existe, sin embargo, un libro sobre los Simpson que aborda diversos temas filosóficos Irwin, W., Conard, M. and Skoble, A. (2001). Simpsons and Philosophy : The D'oh! of Homer. 1st ed. Open Court Publishing Company.

Bibliografía: Horkheimer, M. and Adorno, T. (n.d.). El iluminismo como mistificación de masas. 1st ed. p.12.