Louis Stevens - Una Vida Mejor

Andrew Martin ha estado solo desde el día en que nació. Cuando su corto tiempo con su madre de crianza llega a un abrupt

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Andrew Martin ha estado solo desde el día en que nació. Cuando su corto tiempo con su madre de crianza llega a un abrupto final, Andrew pierde la única familia que ha conocido en su vida. Mudarse a una nueva ciudad en busca de una vida mejor parecía la cosa obvia a hacer, pero pronto Andy descubre que no existen rosas sin espinas

«¿En qué me he metido?» —dijo Andy en voz alta

a nadie en particular. Estaba de pie frente a su nuevo piso. Su piso. Sonaba tan diferente a él. Nunca había tenido un lugar al que pudiera llamar hogar, a excepción de los últimos cuatro años pasados con Alice, o la Señora A, como todavía le gustaba pensar en ella. Cuando la trabajadora social lo había dejado en la puerta de Alice, en tutela temporal, había mirado al muchacho dolorosamente incómodo tratando de actuar indiferente a todo lo que ocurría a su alrededor y se enamoró a primera vista. Tenía que estar con ella dos semanas mientras que el Consejo le organizaba una cama en una casa cercana. Terminaron siendo los cuatro años más felices de su vida. La señora había sido algo más que su tutora legal, había sido la mejor madre y amiga que jamás había tenido, y él había sido el hijo que había perdido veintisiete años antes. Ahora ella se había ido y él estaba, una vez más, solo. Pero Andy se sorprendió porque no se sentía tan mal al estar solo otra vez. Había experimentado más amor y aceptación en esos cuatro años que en toda su vida. Siempre amaría a Alice Anderson y honraría su memoria viviendo su vida al máximo y encontraría a alguien con quien compartirla. Compartir todo el amor que ella le había dado. Pero primero tenía que pasar a su nuevo piso, su nueva vida. Abriendo la puerta, entró en su nuevo hogar. —Maldita sea, —suspiró Andy. La chica de la agencia dijo que era suficiente para un soltero, pero era alrededor de una pulgada más grande que un agujero en la pared. No importaba. Le pertenecía a él. Y probablemente no habría más personas de todos modos. Una nueva capa de pintura

de color crema lo haría parecer más amplio de lo que parecía ahora. Caminando por el hall de entrada y salón, entró en la pequeña cocina. Era algo bueno que fuera un recluso. Allí no sería posible dar grandes cenas para los amigos. Sin embargo, estaba bien. Desde que podía recordar, solo había estado él. Nunca había tenido ningún amigo verdadero. Había estado entrando y saliendo de las escuelas tan a menudo como para no poder hacer amigos y tener que dejarlos al trasladarse a la siguiente escuela u orfanato, después de un tiempo decidió estar solo. Pero la señora A cambió todo eso. Había sido todo para él, y él para ella. Tardó mucho tiempo en confiar en ella lo suficiente para abrirse y hablar con ella sobre la posible decepción de perderla. Ella le mostró que su corazón era lo suficientemente grande para admitir a alguien, y que era realmente alguien digno para ser amado por alguien a cambio. Andy suspiró. Todos estos pensamientos comenzaron a derribarlo, como si la vista del cuarto de baño no fuese lo suficiente para tirarlo de culo. Vómito verde cubría los azulejos y las baldosas del suelo y le daban ganas de correr gritando. La bañera y el inodoro estaban en condiciones razonables, pero el lavabo estaba en las últimas, tenía una costra de óxido alrededor del desagüe, donde había un charco formado por el constante goteo del grifo. Andy sabía que este piso no sería su hogar permanentemente, solo hasta que se levantara sobre sus pies y se acomodara, pero él haría todo lo que fuera necesario para convertirlo en un espacio en el que pudiera ser confortable vivir cualquier periodo de tiempo. Lo primero quitar los azulejos y el grifo que goteaba. A continuación le gustaría comprar un poco de pintura y ordenar el salón. Después de eso. —¡Oh no! —Andy lanzó un gruñido. Aún tenía que ver el dormitorio. Se dirigió a la única puerta que quedaba en el

‘pasillo’ y se preparó para lo peor, papel amarillo y alfombra marrón probablemente. Se detuvo en seco. Las cortinas estaban abiertas y se enfrentó a la vista más impresionante que jamás había visto. Su habitación daba a la antigua iglesia que estaba en el camino y apenas había visto antes. Ver la imagen completa, con el jardín que rodeaba el viejo edificio como protegiéndolo de un fuego, trajo la calma a su afligido corazón y las lágrimas a los ojos de Andy, esas vistas justificaban el apartamento un centenar de veces. Andy miró por la ventana y de pronto supo que sería muy, muy feliz allí. Desde el día que la señora Anderson tuvo su descanso final, Andy esbozó una amenaza de sonrisa verdadera, sincera.

Más tarde esa noche, Andy hojeó el directorio de inquilinos en el vestíbulo buscando un repartidor de pizzas que entregara por la zona. Pensaba sobre sí mismo, una vez más, cómo un joven adulto de diecinueve años de edad. Lo entristecía, como le había pasado a la señora Anderson, el que hubiera tenido que crecer tan rápidamente. Se rió ante el recuerdo de la insistencia, por enésima vez, en que la llamara Alice. Siempre respondía, por supuesto señora Anderson. El respeto a sus mayores estaba arraigado, como el lavar su pelo negro todas las noches y no dejar de hacerlo nunca. Sabía que en sus ojos marrón oscuro había una mirada de un niño que había crecido demasiado rápido. Eso junto con su timidez natural y su personalidad introvertida, le hicieron un cínico chico solitario y gay. Había empezado a descubrir todo lo que era ser gay. La señora A había sido buena, pero era algo antigua. Le dijo a toda máquina que le importaba ‘un culo de pato’ para que equipo bateara, siempre

y cuando no hiciera ninguna de ‘esas cosas’ a los niños que tenía, ‘cada vez más y más jóvenes’, bajo su techo, entonces no tendría ningún problema. Andy estuvo de acuerdo. Demonios, ni siquiera había tenido un novio de ningún tipo. Nunca había besado a nadie. No lo molestó mientras estaba con la señora A. Era toda la compañía que había necesitado. Pero después de lo que había pasado, Andy pensó mucho en ello y tener a alguien a quien amar tal vez no sería tan malo. —¿Qué haces amigo? Andy se giró sobre sus talones. —Uh sí lo siento. Aquí tienes lo que necesito. —Andy echó un vistazo al bronceado y guapo desconocido, antes de que se moviera, arrancó una hoja de papel con el número de la pizzería y se dirigió al ascensor. A continuación la misma voz le pregunto de nuevo. —¿Eres nuevo en el edificio? —Sí, me trasladé hoy. Número 182. ¿Cuál es el tuyo? —balbuceó Andy. Lo sabía siempre lo hacía, balbucear, cuando estaba nervioso. —No me quedo aquí. Bueno, no oficialmente, de todos modos. Estoy en casa de unos amigos, pasando el rato. A veces siento como si viviera aquí, sin embargo, de todo el tiempo que paso aquí. Ya sabes cómo va. Claro, pensó Andy sombríamente. Llegó el ascensor y Andy entró. —Bueno, no dejes que te entretenga. Y bienvenido al edificio. Soy Alan, por cierto. —Dijo mirando a Andy. —Andrew. Que tengas una buena noche —¿Qué tengas una buena noche? ¿Era todo lo que se le ocurría? —Lo mismo digo, pequeño —dijo Alan cuando se cerraron las puertas del ascensor. Andy pensó que la mirada de Alan se había demorado un segundo más de la cuenta, pero no pensaba en eso

ahora. —Mierda, mierda, mierda. —Se repetía a sí mismo. El primer chico medio decente que conocía y ‘qué tengas una buena noche’ es todo lo que dijo, mierda, mierda, mierda. Treinta minutos más tarde, cuando la pizza había llegado, todavía se estaba golpeando. Cuando Andy se terminó el último trozo de su Hawaiana Paradise Pizza, recordó la mirada que Alan le dio, junto con las palabras de despedida. ‘Pequeño’. Le entraron ganas de reír por esa declaración. ¿Lo dijo en broma o era de otra manera? Esa mirada duró algunos segundos más de lo normal, para un transeúnte sin interés. Se echó a reír.

«Andrew lo que necesitas es follar» —Cerró la

caja de pizza con un triste suspiro—. Entonces tal vez no volverías a ver coqueterías donde no hay ninguna. Pensó en las palabras de Alan. Andy podía parecer pequeño. Media un poco menos de uno sesenta y ocho y era delgado. Sin embargo, estaba algo definido, gracias a Alicia. Arrastrando en su espalda la podadora por el jardín todos los sábados desde hacía cuatro años le puso músculos en sus brazos, sus hombros y la cintura. Sus sesiones nocturnas de bicicleta hicieron que sus piernas se vieran bien definidas. Sin embargo su cuerpo se mantuvo compacto, como había señalado más de una vez la señora A. Ni demasiado masculino, ni femenino. Andy siempre había tratado de ocultar todos los rasgos femeninos que tenía. No porque para él fuera un problema. Pero en el mundo que tuvo que vivir, si alguien se encontraba a alguien mínimamente débil, la gente se abalanzaba sobre ellos y no los dejaba ir. Junto con su estructura pequeña, Andy se dio cuenta a temprana edad que tendría que presentar alguna fachada, si quería tener alguna oportunidad de llegar a su decimoctavo cumpleaños. La fachada de duro que había desarrollado había llegado a ser una segunda naturaleza para él.

‘Pequeño’. Andrew sonrió al pensar de nuevo en su encuentro en el vestíbulo, se metió en su cama nueva. Mientras estaba quedándose dormido, se preguntó si volvería a ver a Alan de nuevo.

Si él supiera.

A la mañana siguiente Andy durmió mucho. Se justificó diciendo que no lo haría mucho cuando comenzara a buscar trabajo y a trabajar, por lo que encontró algo de beneficio. A las nueve y media se levantó por fin, se dio un baño relajante, y se dirigió a la puerta a las diez y diez. Antes de irse, buscó en el directorio, un médico de cabecera, oficina de correos y la biblioteca. En su camino a la biblioteca, Andy encontró una pequeña tienda de delicatessen donde vendían rosquillas deliciosas. Decidió en el acto que se había convertido en su mejor nuevo cliente. En el momento en que dejó la biblioteca, había abierto una cuenta y buscó su sección gay y política, debidamente impresionado por la selección. El médico era el siguiente en su lista. Andy involuntariamente se congeló. Tuvo que registrarse con su médico de cabecera, pero seguía pensando en la vieja, perra chupa sangre, que tenían en el hogar. Ella iba todos los sábados haciendo la ronda por la casa.

«¡Ya basta, Andy! Sabes que era la excepción y no la regla», —pero incluso mientras lo decía, no dejó de estar nervioso. Cuando entró en la oficina, Andy consideró seriamente la profesión médica. De pared a pared, alfombras de felpa cubrían la zona de recepción.

Sillas con estilo y cómodas estaban colocadas con astucia en la sala de espera, y el rico papel de color crema añadía el toque final para dar el efecto general de clase, y sin embargo accesible. A esto se le añadía una recepcionista acogedora y tenías un infierno de primera impresión. Le llevó a Andy un momento darse cuenta de que le estaba hablando. —Te dije, ¿en qué puedo ayudarte amor?

—Lo siento. Me gustaría inscribirme en la lista médica y pedir una cita para un chequeo. Lo antes posible si es conveniente, me parecería bien. —¿Por qué? Pareces un muchacho sano. Toma asiento, y voy a buscar los papeles, amor, y veo donde puedo encajarte. —Gracias. —Es un placer, amor. —Ella le entregó los formularios. Actuó tan bien como parecía. Andy se acercó, a las sillas no solamente cómodas a la vista, y se dejó caer, terminó el papeleo. Cuando le devolvió los formularios, ella miró a través de ellos. —Bueno, esto está completo. ¿Cuándo dices que quieres una cita para la revisión? —En cualquier momento, madame. Mis días los tengo bastante abiertos de momento. —Bueno, entonces tienes suerte muchacho, porque esta mañana hemos tenido una cancelación. Si te parece bien, puedes ver al médico ahora mismo. —Uh, está bien. Mejor tomarlo, ¿eh? —Cuanto antes mejor digo yo. Voy a dejar que el doctor sepa que estás esperando. Será un momento. —Ella no mentía. Apenas diez segundos después volvió a aparecer—. Vamos, cariño, pasa. El doctor te verá ahora. Dios mío, solo tienes piel sobre los huesos. ¿Quién te ha alimentado últimamente? Los muchachos jóvenes como tú necesitan fuerza para crecer fuertes y saludables, ya sabes. Como mi nana solía decir. —Vale Nora. ¿No irás a asustar a nuestro nuevo paciente y conseguir que se vaya con una de tus muchas historias ahora, verdad? —Dijo una voz divertida detrás de ella. Nora sopló al médico, sin ser consciente de la vergüenza de Andy.

—Médicos, ¿qué saben ellos, eh? Hay algo más que estudios para sobrevivir en el mundo real, como mi nana decía. El médico se aclaró la garganta. —Gracias, Nora. Creo que estoy oyendo el teléfono. —Negrero, es lo que eres. —Dijo en un tono burlón—. Bueno, os dejo entonces. —Y se fue. Tenía tal presencia a su alrededor, que la habitación se sentía vacía sin ella. —No le hagas caso a Nora, ha estado aquí tanto tiempo, que es prácticamente una institución. Andy sonrió nerviosamente al hermoso hombre que tenía delante.

devastadoramente

—Por favor. Toma asiento. Soy el Dr. Crowe. Esta es mi consulta, soy el único medico aquí. Ah, —dijo mirando los papeles—. Eres Andrew Martin, ¿es correcto? Andy de quedó mirando, no podía evitarlo. La visión del hombre lo dejó sin aliento. Una línea suave en la mandíbula, combinada con los altos pómulos, definían su masculina y viril cara, y sus ojos azul claro bailaban con travesura. Andy se sacudió mentalmente. —Sí, pero llámame Andy, por favor. —Solo si me llamas Jake. ¿Por qué elegiste mi modesta clínica para tus necesidades médicas? Andy vaciló. —¿La verdad? Jake asintió con la cabeza. —Está a poca distancia de mi casa, y soy nuevo en la ciudad, y no tengo coche, no he descubierto las rutas de autobuses, me figuro que solo he venido a la más cercana. —Bueno, él quería honestidad, pensó Andy. Jake sonrió. —Muy bien, ¿entonces cuándo fue tu última revisión?

—Hace dieciocho meses. Normalmente me hago uno cada doce meses o así, pero los últimos meses han sido muy movidos. Jake asintió con la cabeza. Una blanca sombra de blanco que Andy no había visto, se agitaba perezosamente en el aire con el movimiento. Jake levantó la vista de la documentación y miró a Andy con ojos amistosos. Los lados de los ojos se arrugaron cuando su rostro esbozó una sonrisa. —Si puedes ponerte en esa mesa de allí, —indicó hacia una incómoda mesa de examen—, tardaremos poco tiempo. —Ok. El examen no fue tan malo como Andy se había temido, algunas preguntas personales, algún pinchazo o un golpe aquí y allá, y terminó en unos quince minutos. —Bienvenido a la clínica. —Jake lo tomó la mano, y Andy la sacudió como la señora A le había enseñado que hacía un hombre, duro y con emoción. —Buen agarre el que tienes, —Jake debió haber visto el rubor de Andy. Su permanente sonrisa se convirtió en una carcajada. Después se calmó un poco—. Has dicho que eres nuevo en la ciudad, ¿cuánto tiempo llevas aquí? —Solo un par de días. Llegué ayer. —Veo que estás pensando en quedarte. —Hizo que fuera una afirmación más que una pregunta. —Puede ser. Está bien. Sin embargo voy a ver qué tal el trabajo. Jake alzó las cejas. —Buscas trabajo, ¿eh? Bueno te deseo suerte. Estoy seguro de qué conseguirás algo bueno. —Gracias, señor. —Jake. Puedes llamarme Jake, como te he dicho.

—Lo siento, se… quiero decir, Jake. —No te preocupes, fue un placer conocerte Andy. Le tendió la mano otra vez y Andy notó la gruesa banda de oro en su dedo anular. Por supuesto. Una pieza como Jake estaba tomada. Suspiró internamente y dijo: —Lo mismo digo, — estrechó la mano de Jake de corazón. Había llegado a la puerta cuando Jake se volvió y le dijo a Nora. —Nora ¿podrías darle a Andy mi tarjeta de visita y el folleto de nuestro horario y detalles de emergencia? —Por supuesto querido. —Gracias. —Se volvió de nuevo a Andy—. Ya nos veremos, —y añadió en el último momento—. Buena suerte con la búsqueda de empleo. —Gracias señor, —le dijo Andy, dándose cuenta de su error un segundo más tarde. Jake sonrió y moviendo la cabeza, entró en su despacho. —Ahora toma esa piruleta y terminamos. Dios sabe que necesitas toda la nutrición que puedas conseguir. — Nora le entregó el dulce como si fuera la respuesta a todas las preguntas de la vida. —Nora, deja irse al niño. —El simulacro de una voz aburrida de Jake salió de su oficina. Nora le hizo burlas con la cara, cuando Andy tomó la piruleta y le dio las gracias volviéndose para salir. Entró en la bulliciosa acera y se dio cuenta que iba sonriendo.

Después del almuerzo, Andy se fue a explorar. Miró los lugares cerca de su apartamento y fue a los locales de

interés. Cuando empezó a oscurecer, se dio cuenta que sentía hambre, pero no quería pizza de nuevo. Decidió visitar la hamburguesería que había descubierto cerca. Cuando entró, su nariz se vio desbordada por las patatas con grasa y el olor de las hamburguesas. Andy inhaló agradecido y se acercó a un colegial aburrido que estaba detrás del mostrador. —¿Qué será amigo? —¿Qué está bueno? —preguntó Andy. —Depende de lo hambriento que estés. —Estoy rugiendo. —Bueno, en ese caso podías tomar un Big Foot Especial, viene con patatas fritas y refresco, —su tono de aburrimiento sonaba como si estuviera leyendo el menú. —Suena bien. —Genial, —dijo él—. Un Big Foot, —gritó a un chico igual de aburrido en la cocina. —¿Para comer o llevar? —Para comer aquí. —Siéntate. Te lo llevaré cuando esté hecho. Andy tuvo que esperar unos minutos para conseguir un sitio, el lugar estaba bastante lleno. En el momento en que finalmente encontró un asiento le llegó la comida. —Gracias, —dijo Andy cuando el chico dejó la bandeja sobre la mesa. —Sin problema, —dijo sobre su hombro andando. —Hey Andrew, ¿estás solo? —Andy miró a Alan y a un alto hombre negro frente a su mesa. —Sí, solo yo. ¿Cómo te va? —Igual que siempre. Este es Brad Lee

Andy asintió con la cabeza y Brad Lee le dijo: —¿Qué pasa? —Así que, ¿volando en solitario esta noche? — preguntó Alan. —Uh, sí, algo así. —Un silencio incómodo siguió a continuación y Andy dijo para llenar el aire: —Vosotros podéis sentaros aquí, sois bienvenidos si lo deseáis. —Los ojos de Alan mirándole unos segundos más de lo normal. —Pase por lluvia1. Hemos venido por unas hamburguesas para algunos amigos y para nosotros. Te dejamos para que sigas comiendo. Nos vemos. —Si ya nos veremos, —Andy no podía pensar en nada más que decir. Brad Lee hizo un gesto superficial antes de irse. Dios, Andy, ¿por qué te pones tan nervioso cada vez que alguien te habla? Alan era un tipo magnífico, sin duda, y algo desconcertante, con miradas intensas, pero magnífico de todos modos. Y Brad Lee, con su oscura piel color café y los ojos negros… Probablemente pensarían que era algún idiota antisocial, lo sacaron de sus pensamientos cuando oyó que lo llamaban. —Oye, Andy, ha sido agradable volver a verte, —dijo Alan. Andy solo pudo asentir antes de que salieran por la puerta.

«Imbécil», —se reprochó. Pensó en Alan todo el

camino a casa, y decidió sacarlo de su mente para el resto de la noche, por supuesto no lo consiguió. Aún podía oír la sedosa suavidad de su voz. Podía imaginar campos de viento en su mente cuando Alan hablaba. Y aún podía ver su amplia musculatura, sus hombros, sus firmes nalgas, cuando se alejó de él. Andy lanzó un suspiro profundo, 1

Creo que a estas alturas ya no hace falta que explique esta frase, pero por si acaso, quiere decir que lo dejan para otro momento.

sabiendo que era totalmente inútil tratar de olvidarse de Alan. Al no tener televisor Andy se fue a su habitación y encendió la radio de su despertador. Se acomodó en una silla frente a la ventana mirando las vistas y tarareando a Elvis Presley que cantaba ‘Can`t help falling in Love’. Se dio cuenta de la ironía de las palabras, cuando se quedó dormido.

A la mañana siguiente, Andy se irguió en la silla con una mueca cuando el dolor le atravesó el cuello y la espalda. Joder, había pasado la noche en la silla. Cuando llegó al baño se estremeció de nuevo cuando intentó enderezar la espalda. Maldita sea. Jodida puta silla barata. Hizo nota mental de usarla como leña, cuando se metió en la bañera con agua caliente. Esperaba que al sumergirse en agua caliente se relajaran los nudos de su espalda. Andy no podía perder ni un día más sin buscar empleo. No quería utilizar la herencia que había recibido de la señora A. Y eso es exactamente lo que pasaría si no conseguía empleo pronto. Una hora y media más tarde, Andy sorbió el café, todavía le dolía mucho la espalda. Le dolía más de lo normal. Juró por las dos horas de tiempo que perdería al ir a ver a Jake, se quejó pero marcó el número de su consulta. Confirmó su cita a las doce, en realidad esperaba ver a Jake otra vez. Y sí, a Nora también. Después de parar para coger su desayuno en su nuevo lugar, Andy decidió pasar la siguiente hora y media que tenía buscando empleo. Pensó que podía aspirar el dolor por un tiempo al menos. En el momento que entró en Movie Go Round Video, había visitado dos tiendas al por menor y un restaurante, todo ello sin perspectivas. Desanimado por su mala suerte, su espalda empezó a actuar, decidió que el video club sería el último antes de dirigirse a Jake.

Parecía que estaban teniendo una mañana tranquila. La mañana de uno de los primeros días de la semana probablemente no era su momento más activo. Se acercó al mostrador y una pelirroja se acercó a él. —Hola, ¿te puedo ayudar en algo? —Sin hacer ninguna pausa para dejarlo responder— ¿quieres abrir una cuenta?, —se inclinó hacia abajo y metió la mano bajo el mostrador para coger los formularios y dejarlos en el mostrador. —Uh, no. No ahora, de todos modos. ¿Está el director? Ella levantó la vista y lo miró un momento. —Depende, cariño, ¿quieres quejarte o algo así?, — preguntó con una sonrisa jugando en sus labios. Andy le devolvió la sonrisa. —No, no. Solo quería saber las ofertas de trabajo que podíais tener. —Oh, en ese caso, ahora viene ella, espera un segundo. —Gracias, —le dijo a su espalda. Andy miró alrededor de la tienda. Era enorme con videos, DVDs y juegos de ordenador, apilados de pared a pared. Incluso había una mesa de billar en una esquina con una máquina expendedora de refrescos y demás. Cuando regresó la chica con el gerente, Andy ya había decidido que no le importaría trabajar allí. —Buenos días. Soy Julie, la dueña de la tienda. Jo Ann dice que estás buscando trabajo, ¿verdad? —Sí, señora, —dijo Andy —Bueno, puedes que tenga suerte entonces, estaba a punto de pedir a Jo Ann que pusiera un anuncio en nuestra ventana. Julie suspiró dramáticamente antes de continuar.

—¿Estás solo verdad? Ayudas a alguien y entonces se compromete y se muda con su novio, ella de repente está por encima del trabajo de una tienda de video. Jo Ann la miró sin entusiasmo. —Ahí va otra vez. Desde el día que me entregó mi cuenta, ha estado jugando a la empresa agraviada. Probablemente no oiré el final. —Hey, —protestó Julie en broma—. Solo porque seas mi hermana no quiere decir que no te patearé el culo. Aunque puedo ver por qué te gusta jugar al ama de casa con Mark, es magnífico. —Y todo mío, —advirtió Jo Ann animosamente. Se tomaron el pelo entre ellas hasta que Julie pareció acordarse de Andy, lo miró tímidamente y dijo: —Oh. Lo siento. Tal vez ahora que se va mi joven hermana, trabajaremos un poco. ¿Cómo dijiste qué te llamabas? —No lo había dicho. Andrew Martín, encantado de conocerte. —Me gusta Jules. Y no se ve nada mal tampoco, — susurró a su hermana. Andy se sonrojó y Julie se aclaró la garganta. —Gracias Jo. No estás en tu hora, y hay un cliente esperando. —El autoritarismo en la voz burlona de Julie le dieron ganas de reír a Andy y lo relajó—. Si tienes algo de tiempo podría hacerte una entrevista ahora. El empleo es para lo antes posible, Jo se va en un par de semanas y quiero que estés capacitado para manejar esto. —Julie lo miró expectante—. ¿Y bien? Andy miró su reloj, las once y veinticinco. Sonrió y dijo: —Tengo unos minutos. —Muy bien, vamos a la oficina. La entrevista duró quince minutos. Andy iba a ir a las seis para el turno de tarde, así Julie podía observarlo en la línea de fuego. A menos que asaltará a un cliente, tenía el trabajo. Andy estaba en éxtasis. La paga no era fantástica, pero le prometió un montón de horas si las quería. El

trabajo era ideal para Andy le gustaba ver películas y tenía diez gratis al mes. «Son solo uno de los beneficios», — le dijo ella. Descubrió que quería descubrir el resto. Pero primero tenía que arreglarse la maldita espalda. La idea de ver a Jake y a Nora lo hizo aún más feliz, si eso fuera posible. Las cosas finalmente comenzaban a mejorar. Andy entró por las puertas de la clínica con una sonrisa permanente en su rostro. Nora lo notó de inmediato. —Hola muchacho. ¿Estamos contentos? Pensé que tenías la espalda torcida esta mañana, ¿qué te hizo tan feliz entonces? Andy se preguntó si Nora se había dado cuenta de que le había hecho tres preguntas en dos segundos. —No, mi espalda todavía me duele. Estoy feliz hoy, eso es todo. —Bueno, te aseguro que no te ves como un cachorro enfermo, amor. Ve a sentarte voy a ver en qué punto está la consulta. —Desapareció por el marco de la puerta del despacho de Jake y volvió a aparecer después de unos momentos—. El doctor Crowe está terminando con un paciente, estará en un momento. —Ella lo miró sospechosamente—. ¿Qué cenaste anoche? Y no mientas a una anciana. —Su voz tenía una ligera advertencia. Andy miró a la alfombra de felpa y le contestó tímidamente. —Una hamburguesa con patatas fritas, señora. Nora chasqueó la lengua molesta pero sus ojos sonrieron con empatía. —¿No tienes a nadie que te haga una buena comida? ¿Una carne asada o frita?, —preguntó.

—No señora, nadie. No tengo hábito de comer comida basura. Solo es que realmente no tenía ordenada la cocina ni la nevera todavía, solo era conveniente. Abrió la boca para decir algo más, pero Jake apareció por la puerta principal de la consulta donde había estado viendo a su paciente, y golpeó la puerta. —No pienses que tienes que explicarle a Nora, Andy. En todo caso debía ser yo, tú médico, el que se quejase de tus hábitos alimenticios, ¿no crees Nora? Estoy seguro que aprecia tu preocupación Nora, pero ¿no estoy oyendo el teléfono? —Nora protestó, algo indistinguible, pero regresó a su escritorio, sonriente cuando contestó al teléfono. Jake y él estallaron a reír. —La misma vieja Nora de siempre, —dijo Jake caminando a su oficina—. Entonces, ¿qué es eso que he oído de una silla, toda la noche de fiesta y una espalda torcida?, —preguntó Jake alzando divertido las cejas. Andy sonrió, Nora le añadió algún relato a la historia. —Nada de fiesta, por desgracia, pero la parte de la espalda torcida es cierto. Jake asintió con la cabeza y Andy continuó. —Me quedé dormido en una incómoda silla frente a una ventana abierta. Creo que la extraña posición y el frío se combinaron para llamar a mi culo. Apenas me puedo doblar. Pensé que un buen baño caliente me podía ayudar, solo lo hizo un poco, y por poco tiempo. Jake asintió reflexionando. —Ya veo, probablemente solo sea un espasmo muscular. Colócate boca abajo en la camilla y voy a ver dónde está el error. Andy desterró las indecentes imágenes que las palabras de Jake llevaron a su mente. Cuando trató de subirse a la camilla, todos los pensamientos se fueron de su cabeza con una mueca de dolor que se disparó a su lado.

—¿Te duele demasiado para acostarte?, —la voz de Jake sonaba preocupada. —No, está bien. —Logró mentir Andy. —Hombre valiente, —se echó a reír Jake. Andy sonrío a su pesar. Un par de fuertes pero increíblemente suaves manos, presionaron hacia abajo sobre la espalda. Andy casi saltó hasta el techo del dolor que lo azotó por su baja espalda. Andy solo podía gruñir después de un momento dijo—: Lo siento. Supongo que no soy tan valiente después de todo, ¿eh? —Yo no diría eso. —Jake miró a Andy a la cara con una sonrisa brillante antes de volver a su escritorio—. Te voy a recetar algunos relajantes musculares, que harán que mejores. Solo hay unos pocos músculos que necesitan relajarse y deshacer los nudos ellos mismos. Pero si todavía estás incómodo, ven a verme pronto, ¿de acuerdo? —Claro que sí doctor, ¿eh? Quiero decir Jake. Jake se echó a reír. —Ahora que hemos arreglado esto, ¿qué tal? ¿te estás estableciendo bien? ¿Cómo va la búsqueda de trabajo? Andy creyó oír un interés genuino en la voz de Jake. —Las cosas van bien. Genial en realidad. Justo antes de llegar conseguí trabajo en el video club Go Round, aún estoy a prueba, pero confío en que el trabajo sea mío. —Ah, sí. Julie es buena. Su hermana en realidad está prometida con el hermano de mi marido, un buen chico también. ¿Marido? Andy pensó que había oído mal. Sus ojos fueron de forma automática al dedo anular de Jake. —¿Quieres decir que estáis casados legalmente?, — dijo Andy asombrado.

—Bueno, no realmente por la iglesia, pero tuvimos una ceremonia con todos nuestros amigos y familia, así que, sí estamos legalmente casados, —sus ojos mirando a lo lejos—, por lo menos en todo lo que cuenta. —La mano de Jake se trasladó a su dedo anular, y lo giró absorto en sus pensamientos. Se aclaró la garganta y después de un momento dijo—: ese soy yo. Un romántico empedernido. Lo siento. —No, no te disculpes. Tienes suerte de tener a otra persona. Estoy empezando a pensar que nunca voy a encontrar novio, menos un marido. —Andy no podía creer lo que le dijo a Jake. Jake estudió durante un tiempo a Andy y le dijo—: todavía eres joven, tienes diecinueve. Algún día encontrarás a alguien que será capaz de romper esas barreras del pasado que has puesto a tu alrededor. Entonces saldrás de tu timidez y encontrarás la verdadera felicidad, donde menos te lo esperas. Andy estaba atónito. Jake era perceptivo. —¿Cómo lo sabes? —Por qué mírame. Tenemos mucho en común Andy. Andy dudó un poco. En ese momento Nora metió su cabeza y dijo que su cita de las doce y treinta había llegado. Jake le dio las gracias, escribió algo en su libreta de recetas y se lo dio a Andy, le dijo que se tomara una antes de dormir, pero no con el estómago vacío, también le prescribió analgésicos suaves para ayudarlo el resto de la tarde, antes de que se tomase los relajantes. Andy se lo agradeció y Jake lo acompañó a la puerta. —Buena suerte con tu nuevo trabajo. No te estreses, Jules tiene algo más que corteza si la muerdes. Andy le dio las gracias otra vez y se despidió de Jake y Nora. Ella le pasó otra piruleta cuando pasaba por su lado y le guiñó un ojo. Andy oyó decir a Jake saliendo por la puerta.

—Vi eso. Demasiado lejos de la puerta, no puedo distinguir la negación de la indignada Nora. Andy se rió entre dientes y se apresuró hasta la farmacia.

La primera noche de Andy en el trabajo podría haber sido mejor. Una multitud se materializó de la nada, y Andy se dio cuenta de que Go Round era muy popular, tanto entre las familias como entre adolescentes. Julie le había dado una vuelta después de que empezó su hora, y vio que tenían una sala de juegos. A las nueve, los pies de Andy estaban muertos. Pero le gustaba el trabajo. Los clientes eran agradables y había un montón de ‘ojos dulces’. Sin embargo era un trabajo duro, tenía que mantenerse al tanto de todo y asegurarse que todo el mundo estuviera contento. Cuando Andy se fue a casa, se dio cuenta que estaba deseando volver a trabajar por la mañana. Las siguientes dos semanas pasaron como un día. Fue como una solución agitada dentro de la nueva rutina, pero Andy amaba su vida. Había comenzado una relación con sus clientes habituales y pasó sus dos días de descanso arreglando su piso. Había comprado algunos muebles que combinaban para dar a su apartamento un aire acogedor. A Andy le encantaba su trabajo y amaba a su jefa mucho más. Julie era grande. A partir de esta semana, manejaría la tienda por su cuenta, Jo Ann había terminado su último turno el día anterior. Esperaba para ir a trabajar, y luego estaba decepcionado cuando terminaba su turno y era la hora de ir a casa. Se estaba asentando bien, y daba gracias a Dios todos los días. Durante su turno del domingo por la tarde, Jake y su esposo entraron en la tienda. Andy no conocía todavía al

marido de Jake, pero era, si fuera posible, aún más atractivo. Jake se acercó al mostrador. —Hola Andy, ¿cómo te van las cosas? —Hey Jake, muy bien gracias. Jake le hizo una seña al hombre que estaba a su lado. —Este es mi esposo, Bill. Bill se trata de Andy Martin. Hace poco se ha trasladado a la ciudad. —Encantado de conocerte, —dijo Andy. —Lo mismo digo. Entonces, ¿qué opinas de nuestro pequeño trozo de cielo? —Está genial. Es una ciudad hermosa, me encanta estar aquí. —Entonces, ¿mantienes la cabeza fuera del agua? Julie no está siendo tirana, ¿verdad? —preguntó Jake. Julie pasó hablando con el teléfono inalámbrico y gritó. —¡Lo he oído! ¡Descarado! —Ella volvió a su conversación. Todos rompieron a reír y Andy dijo: —No, es un gran trabajo, y no podía haber pedido un jefe mejor tampoco. Julie es la mejor. Hablaron un rato más y Andy se cogió una depresión al ver que todos los hombres masculinos y hermosos estaban fuera del mercado, y fuera de su alcance. Un niño de unos ocho años le pidió cuarenta fichas para la sala de juegos. Andy las entregó y se volvió hacia Jake y Bill. —Entonces, ¿qué película me recomiendas? — preguntó Bill—. Si dejo a mi hombre que elija nos vamos a casa con El Mago de Oz edición especial aniversario de nuevo. Jake exclamó indignado y golpeó el brazo de Bill por la burla.

—No lo creas Andy, está lleno de mierda. Él es un friki del Mago, y no lo alquilaríamos de todos modos desde que compró la edición especial para él mismo en nuestro tercer aniversario. —No, no, Dorothy. —Dijo Bill, deslizando su brazo por la cintura de Jake—. No importa, todos sabemos la verdad de todos modos. —Antes de que Jake pudiera decir algo más, Bill acercó sus labios y besó a Jake. Andy se dio la vuelta y se sonrojó, cuando Julie salió de la oficina. Al ver a Jake y Bill, dijo en una dramática voz exasperada. —Ya ves, te dejo en paz dos minutos con el niño y lo corrompen. —Jake y Bill rompieron el beso y se sonrojaron. —Está bien Julie. No me importa. Julie miró a los ojos de Andy, con conocimiento, poniendo sus ojos verdes aburridos en él. —Apuesto a que no lo hace, a juzgar por la cola que se ha formado en la caja señor. Andy se acercó a la cola, se mantuvo ocupado atendiendo a todo el mundo. Cuando Jake y Bill regresaron a la caja, le entregaron ‘Lo que el viento se llevó’. Andy los miró. —¿Qué puedo decir? Somos románticos, —dijo Bill. Andy se volvió y les llevó su película. Andy le dio a Bill el DVD y Jake le dijo.—Hey Andy, ahora que has tenido tiempo de asentarte y las cosas parecen estar un poco más tranquilas, nos encantaría que vinieras a cenar para poder llegar a conocerte mejor. ¿Qué te parece? Andy se quedó mudo por un momento. Dos hombres hermosos, obviamente exitosos y malditamente bellos ¡querían conocerlo mejor! —Sí claro. Sería genial. —¿Cuándo tienes libre?

—Miércoles. —Resuelto. Iré a buscarte a las cinco y media y luego te traeremos de vuelta. —Espera, no sabes mi dirección, —dijo Andy. —Lo conseguiré de Nora, la tiene en sus archivos. — Alguien se aclaró la garganta ruidosamente detrás de Bill y Jake. Se despidieron sonriendo, y salieron. Andy sonreía de oreja a oreja mientras atendía a sus clientes. Los siguientes dos días pasaron lentamente para Andy, que deseaba que pasaran rápido. El miércoles llegó, y a las tres Andy era una bola de nervios, tenía que decirse a sí mismo que no iba ni a una cita ni nada, solo una cena con los que esperaba fueran sus nuevos amigos. Después de tomar un baño, Andy se cambió de ropa dos veces y se enjuagó el gel que se había aplicado a su pelo, prefiriendo un aspecto natural. Llevándolo desaliñado le daba el aspecto de un niño, pensó Andy, y eso era lo último que quería que pensaran y vieran. Finalmente se decidió por unos jeans, una camiseta negra y una chaqueta de cuero. Andy entró en el vestíbulo a esperar a Jake y alguien le golpeó. Se disculpó por costumbre a pesar de no ser culpa suya. —Nada hombre, lo siento. —Dijo una voz familiar. Andy miró a los ojos de acero negro—. Oye Andy, hace tiempo que no nos vemos. —Dijo Alan. —Con tu nuevo trabajo en la tienda de video, ¿verdad? —Alan debió haber visto la pregunta en los ojos de Andy—. Brad mencionó que te había visto allí cuando fue con su novia a elegir un video. Andy se relajó, pero pensó en ello. No recordaba haber visto a Brad Lee allí, pero dos semanas era mucho tiempo. —¿Vas a salir amigo?, —Alan miró su ropa. —A cenar con algunos amigos. —¿Por qué preguntaba Alan? No importaba.

—Me alegra ver que estás haciendo amigos. —Sí, bueno… —En ese momento Andy se dio cuenta que Alan no estaba solo. Otros dos chicos se acercaron a ellos. —Al, tío tenemos que salir pitando, —dijo uno de los hombres con nerviosismo. Un destello de irritación brilló en la cara de Alan, pero pasó rápido. —Que tengas una buena noche, Andrew. —Le dijo con una sonrisa jugando en sus labios. Antes de que Andy pudiera decir alguna otra palabra, fueron a las escaleras, y Jake entró caminando por el vestíbulo. A Andy le pareció extraño que no esperaran al ascensor, pero todos sus pensamientos se fueron cuando vio los ojos y la cálida sonrisa de mil vatios centrarse en él.

—Bienvenido a nuestra humilde morada. —dijo Jake. Andy solo podía ver la parte delantera de la casa, cuando ellos entraron por el camino de la entrada, pero le causó una gran impresión. El patio era enorme, con una cerca pequeña. El sendero estaba cubierto por rosales a media altura y cuando llegaron a la puerta de entrada Andy notó un cartel colgando: ’Bill y Jake Crowe te dan la bienvenida’. Viendo la divertida mirada de Andy, Jake dijo: —Cursi, ya lo sé. Mi suegra nos lo regaló cuando nos compramos la casa. Lamentablemente todavía se mantiene. Solo Dios sabe por qué su nombre está el primero. Entraron al vestíbulo y Bill salió al pasillo, acercó a Jake y dijo: —Ay, cariño. Es porque llevo los pantalones en casa. —Sabes, tienes suerte de que te quiera tanto, de lo contrario te patearía el culo hasta que pidieras piedad.

Bill se rió y se inclinó a darle un beso. —Promesas, promesas. —Jake dio un suave gemido antes de alejarse. —Hola Andy, que bien verte de nuevo, —le dijo Bill sinceramente. —A ti también, —le dijo Andy. —¿Qué tal una copa de blanco? —Bill abrió el camino a la sala de estar, Andy y Jake expresaron su aprobación y Bill desapareció en la cocina, regresando con tres copas de vino blanco. —La cena estará en una media hora, —Bill le dio una copa a Andy. Cuando en el último momento agregó sonriendo— es legal, ¿no Andy? —Tengo diecinueve, —dijo indignado Andy. Ellos se echaron a reír, después de haberse calmado Jake dijo: —¿Qué hay para cenar, cariño? —Pollo al Peri-Peri2 y pan de ajo. —Dijo Bill. —Uff. Pan de ajo. Andy y yo tenemos que trabajar mañana, ¿cómo se supone que vamos a estar enfrente de nadie entonces? —Bueno, los podrías mandar al infierno, y entonces nadie se dará cuenta de su aliento hediondo, ¿verdad? —Y tú tienes respuesta para todo, ¿no es así? Bill pretendía considerarlo un momento. —Mucho más. —Besó a Jake de nuevo. Andy encontró sus románticas bromas dulces, y se sorprendió al encontrarse un poco celoso. Jake debió leerlo porque cuando Bill se fue otra vez a la cocina dijo: —Ya encontrarás a alguien propio algún día Andy. Y será un chico con suerte. Andy sonrió a medias, pero quería cambiar de tema. 2

Pollo a la Africana, picante. Ñam… ñam… por si no fueran ellos suficiente picante. NdT.

—Entonces, ¿qué es lo que haces Bill? —le preguntó Andy cuando Bill volvió a entrar en la habitación. —Fui policía doce años, pero lo dejé después de conocer a Jake. Ahora soy el orgulloso propietario de una tienda abajo en la Quinta y Séptima. No estoy involucrado en el día a día de las cosas, pero tengo la intención de cambiarlo. —Conozco el lugar. Tiene las mejores rosquillas que he probado Bill. —Dijo Andy con entusiasmo. —Bueno gracias, Andy. Dejaré saber a Rosetta que aprecias sus esfuerzos, —Bill se echó a reír. —¿Por qué dejaste la fuerza?, —preguntó Andy con curiosidad. Bill se quedó pensativo, cuando Jake le respondió a Andy. —El día que Bill y yo nos casamos, formamos una familia. La idea de que algo le ocurriera a cualquiera de nosotros partiendo nuestra familia…, bueno… Después de un momento Andy le preguntó: —¿Has lamentado dejar la fuerza Bill? Bill miró a Jake y dijo: —Ni por un día. —Oh bebé. Eres mi bebé, ¿me oyes? —dijo Jake dulcemente. —Y tú el mío, —dijo Bill. Suspiró teatralmente—. Es muy protector conmigo, a pesar que de nosotros dos, yo soy el que saldrá probablemente en pie de una pelea. —¿Quién lo dice? —Jake preguntó— Yo fui dos veces campeón Junior de boxeo cuando era más joven, pateando a los homófobos ignorantes en su culo virgen. —Me encanta cuando hablas sucio, —susurró Bill. Andy se echó a reír, cuando se arrullaron una vez más.

—Creo que la cena está casi hecha, —dijo Bill mientras salía disparado del sofá, dejando a Jake gimiendo. Mientras Bill servía la comida, Jake volvió a llenar las copas de vino, pero él solo se puso la mitad de su copa. — Voy a conducir esta noche, ¿recuerdas?, —respondió Jake a la pregunta no formulada de Andy. Después de sentarse y dar las gracias, Jake le preguntó a Andy que había planeado para el futuro. —Bueno, no creo que el niño quiera hacer una carrera de trabajar en una tienda de video, —comentó Bill. —¿Quién lo dice?—le preguntó Andy. Lo dejó sudando unos segundos, antes de estallar riéndose. Vieron la broma y se rieron. —No hay postre para el gracioso. —Dijo Bill fingiéndose ofendido. Andy rápidamente fingió arrepentimiento y todos se rieron de nuevo. —Ya en serio, de momento estoy muy contento donde estoy con mi vida. Estoy tan contento, me gusta donde estoy y tener un trabajo divertido. —Andy hizo una pausa y tomó un sorbo de vino—. Pero creo que podría inscribirme en un curso paralegal3 a tiempo parcial en otoño. Siempre he estado interesado por la ley. —Bien, es bueno saberlo. Por lo menos tienes un plan en marcha. ¿Tienes hermanos o hermanas? —le preguntó Bill. —No tengo hermanos. Que yo sepa, de todos modos. Mirad, era huérfano cuando era pequeño, e iba de casa en casa, hasta hace unos cuatro años, cuando la señora Anderson me encontró. Fue el fin de lo temporal, nosotros nos gustamos desde el principio. Los cuatro mejores años de mi vida. —El tono nostálgico en la voz de Andy no pasó desapercibido para ninguno.

3

Ayudante de abogado.

—¿Dónde está la señora Anderson? —preguntó Jake suavemente. —Junto a su marido, —respondió Andy—. Murió hace unos tres meses de un ataque al corazón. Solo tenía setenta y uno, —los ojos de Andy se empañaron— no tenía mucho, pero me lo dejó todo a mí. Solo algún ahorro en el banco, y su casa, pero es el regalo más grande que nadie me ha dado nunca. Jake se acercó y estrechó la mano de Andy. —Oh no espera, mentí. El segundo más grande, su amor y aceptación fue el más grande. —Aclaró Andy—. De todos modos, vendí la casa, y me quedé con unos cuantos efectos. No podía vivir allí, ¿veis? Jake y Bill asintieron y Andy continuó. —Con el dinero de la venta, querría comprarme un piso o algo así, con el tiempo. —Chico listo, —dijo Bill, y Andy sonrió. —Dijiste que estaba con su marido, ¿no tuvieron hijos? Andy miró a Jake. —Lo intentaron durante años, ella se quedó embarazada de gemelos. Tres meses más tarde su marido resbaló y se cayó de una escalera donde estaba poniendo la luz del porche, se rompió el cráneo en el cemento. Estuvo allí dos horas antes de que ella tropezara con él. —Andy tragó—. Dos días más tarde tuvo un aborto involuntario. Nunca volvió a casarse. Después de unos años, abrió su casa como alojamiento para niños que necesitaban refugio temporal mientras eran trasladados o esperaban las decisiones judiciales. Me sacaron de mi casa de acogida, porque el hombre que se suponía nos cuidaba, tomó un especial interés en las chicas, si entendéis lo que quiero decir. —Bill tragó saliva y Jake asintió. Andy continuó con su historia—. No tenían ninguna cama libre en el orfanato, por lo que me llevaron con la señora Anderson. Fue amor a primera vista, como ella diría.

—Así que ella encontró un hijo, y tú una madre. Andy asintió con la cabeza a Bill. —Pero ahora estoy otra vez solo, sin familia, sin amigos. —Hey, —interrumpió Jake—, ¿qué somos entonces? Andy se echó a reír. —Mi error. Pero la señora A, me dio suficiente amor en esos cuatro años que durante el resto de mi vida anterior de todos modos. Todo lo demás, es un bono. —Hablas como un hombre sabio, —comentó Bill. Se veían tan tristes que Andy comenzó a sentirse culpable. —Oye lo siento chicos. No tenía intención de poner freno a esta noche. No me hagáis caso, ¿eh? —Está bien, Andy. Estamos aquí para escuchar en cualquier momento, y podemos, ya sabes, ¿verdad?, — preguntó Jake. Andy asintió con la cabeza y les agradeció todo. El postre fue un pastel de merengue de limón con crema batida. Después que terminaron, tanto Jake como Andy felicitaron al chef, Bill lo descartó y dijo que la cocina era la parte divertida, y la limpieza era la perra. Puesto que él era el esposo y Jake la esposa, la limpieza era trabajo de Jake de todas formas. —Si no estuviera tan lleno en este momento, me gustaría hacer frente a esa observación, ‘marido’, —dijo Jake con un tono amenazante de voz. —Yo también, —dijo Andy, y se rieron. Jake dijo que iba a lavar los platos, pero solo significaba que tendrían menos tiempo juntos esta noche y Bill se levantó dirigiéndose a la cocina, dio las gracias a su abuela por el lavavajillas de regalo de bodas. Andy y Jake siguieron a Bill a la cocina y Andy dio las buenas noches a Bill, dándole de nuevo las gracias por la

cena. Jake y Andy entraron en el coche. La vuelta fue rápida para Andy, la noche parecía que había pasado demasiado pronto cuando Jake caminó con Andy a la puerta del edificio. Se abrazaron y despidieron, prometieron reunirse pronto.

El viernes por la tarde Alan y sus dos amigos entraron en la tienda. Sus sólidos ojos negros buscaron a Andy, cuando hicieron contacto Andy sintió un algo extraño deslizarse sobre él, no es que Alan fuera espeluznante, se dijo Andy. Era que siempre se ponía nervioso cuando Alan estaba cerca. —¿Qué pasa calurosamente.

pequeño?

—lo

saludó

Alan

—El cielo, —sonrió Andy y se sacudió mentalmente a sí mismo. No, Alan era genial. Los dos amigos de Alan se echaron a reír y Alan sonrió. —¡Una broma!, estaba empezando a pensar que no te gustaba. Supongo que me equivoqué. Andy todavía no podía mirarlo a los ojos. —Oh Al, apuesto a que es tímido, eso es todo. —Dijo el segundo chico de la derecha. —Nos vas a presentar Al, ¿o estás esperando que nosotros hagamos los honores? —Andy, este de mi izquierda es Brewster, y este tipo es Brian. Son dos de mis amigos. Andy le estrechó la mano de Brewster y se volvió hacia Brian. ¡Woah!. Los ojos de Andy podían mirarlo toda la noche. Brian no tenía los ojos particularmente hermosos, pero ellos contaban algo. Sus ojos tenían calidez y sinceridad, algo que Andy no vio en Alan o Brewster, o tal

vez estaba imaginando cosas. Pero de cualquier manera, Andy descubrió que le gustaba Brian. El resto de él no estaba nada mal. Al mar de sus ojos azules, le complementaba su pelo rubio oscuro perfecto y su cuerpo de nadador, era natural que lo mirara de forma caliente. —Eh amigo, ¿estás ahí? Andy parpadeó. —Has estado totalmente perdido durante un segundo, —dijo Alan. Dios, ¿había estado mirando? —Uh, lo siento chicos, yo solo creo… —¿Puedo ayudarte con los chicos?, —la voz de Julie había sido un gran alivio de no haber sido por la nota borde que detectó. Alan era todo sonrisas cuando dijo: —No señora. Estábamos aquí, hablando con Andy. Andy escuchó el mismo tono en la voz de Alan. —Bueno, si no vais a comprar ni alquilar nada, os pido que dejéis mi tienda, por favor. Alan miró a Julie cuando dijo: —Vamos chicos, — entonces miró directamente a Andy y sonrió— Más tarde, pequeño. Los otros chicos saludaron a Andy y dijeron, —Más tarde. —Andy les dirigió una mirada de disculpa, él raramente sacaba su temperamento, en ese momento Andy se esforzó para mantenerlo bajo control, con poco éxito. Miro a Julie y dijo: —Jules, ¿qué fue eso? Julie tenía una cara de piedra, con la boca apretada sombríamente. Andy empujó aún más.

—Quiero decir, sé que estoy trabajando, pero estaba hablando. Nunca te había molestado antes, que charlara con los clientes, así que ¿qué paso? —Si bueno, la cosa es, que no eran clientes, ¿o sí? — Ella vio la confusión en los ojos de Andy y su rostro se suavizó—. Mira lo siento, ¿de acuerdo? Solo no quiero a los de su tipo en mi tienda. Y si tuvieras algo de sentido común, también desearías mantener la distancia. —¿Qué quieres decir con su tipo?, —preguntó Andy, con voz borde. La cara de Julie se endureció de nuevo. —Mira sigo siendo la que manda aquí, ¿no? Y lo que digo se hace. No los quiero aquí de nuevo. Es un negocio familiar. Punto final. Los clientes están esperando. Andy se dio cuenta que eso era lo último que diría, y lo sabía, mejor para él, porque no confiaba en decir otra palabra, a menos que quisiera decir adiós a su trabajo. Le llevó a Andy un tiempo, pero finalmente se calmó lo suficiente para sentir que podía ser civilizado con Julie de nuevo. No sabía cómo estaban las aguas de calmadas, por lo que se acercó a la oficina con cuidado. Ya habían cerrado por la noche, Andy tosió nerviosamente en la puerta. —Escúpelo, —dijo Julie sin levantar la vista del dinero que estaba preparando para guardarlo—. Sácalo y sigue adelante. —Yo… solo quería decir que lo siento. Julie lo miró entonces con curiosidad. —Quiero decir, tienes razón. Este es tu negocio, y tienes derecho a decir a quién permites y a quién no. —Ya lo había dicho. Esperaba oír sus disculpas por lo poco razonable que había sido. En cambio dijo: —Oye chico, se que parece que estaba siendo mala, y sé que estás desesperado por hacer nuevos amigos. Pero

escucha lo que te voy a decir. No vale la pena que pierdas el tiempo. No son un buen grupo. Confía en mí en esto. No era lo que esperaba, pero Andy había tenido un roce con Julie y no quería otro. Esperó que terminara para poder cerrar, y como todas las noches, declinó su oferta para llevarlo a casa. Le gustaba pasear, así conseguía dormir. Aún no podía entender la reacción de Julie a Alan y sus amigos mientras estaba en la cama esa noche. Sabía que tenía que haber una buena razón para ello, pero no sabía el qué. Andy se acordó de los ojos como el océano de Brian, mientras su mente iba a la deriva.

Los siguientes días pasaron sin incidentes y Andy deseaba que llegara su día de descanso. Era martes por la mañana y hasta el jueves no era su día de descanso, por lo que le quedaba un tiempo. Andy había convertido en un ritual parar en Deli y comenzar su día con una rosquilla y un té. Andy acababa de salir de la tienda cuando casi chocó con Bill. —¿Te lo tomas por el camino por qué vas con prisa?, —preguntó Bill. Andy dijo que no y aceptó la invitación de Bill para unirse con él a desayunar. —¿Qué estás haciendo en esta parte de la ciudad tan temprano por la mañana?, —preguntó Andy conversando. —Te lo dije la otra noche, voy a tomar un enfoque más práctico con el Deli. Quería desayunar y conocer a nuestros clientes habituales. —Bill terminó con una sonrisa. Andy y Bill hablaron de todo tipo de temas hasta que fue hora de que Andy se fuera. Cuando Andy se fue le dijo a Bill que saludara a Jake y que debían hacer algo pronto. Bill dijo que le trasmitiría el mensaje a su mujer, Andy se rió. No podía imaginar ni a Bill ni a Jake en el papel de

‘esposa’. Probablemente por la masculinidad que emanaba de ambos. Se preguntaba quien daba y recibía entre Bill y Jake, se ruborizó hasta la raíz de imaginarse a los hombres en ese momento. Más tarde, cuando Andy regresó del trabajo se dio cuenta de que el ascensor estaba en el cuarto piso. Pensó que era más rápido subir las escaleras que esperar. Estaba a punto de subir de dos en dos las escaleras, cuando vio un destello de pelo negro en la esquina. Era Alan… y Brad Lee. Por Dios, Andy se preguntaba si el hombre nunca iba solo a ninguna parte. Estaban tan enfrascados en la conversación que parecían no darse cuenta de él. Andy se movió hacia ellos y se aclaró nerviosamente la garganta. Ambos se miraron y experimentó la normal sensación nerviosa cuando Alan le sonrió. —¿Me acechas Andrew? —le preguntó con buen humor. —¡Tenemos que dejar de vernos así! —sonrió Andy. Sin perder el ritmo, Alan añadió: —O la gente empezará a hablar. Se rieron, Alan, aparentemente, inconsciente del nerviosismo de Andy. —Acerca de la otra noche, —comenzó Andy con inquietud. —Sí, hay gente dura con el público. —No sé por qué estaba actuando así. Julie por lo general es agradable. No lo puedo entender. —Yo lo sé, Andrew. De hecho, no le eches la culpa a ella. Andy estaba confundido. —¿Sabes por qué fue una perra con vosotros? Alan asintió con la cabeza. —¿Me lo dices? —le preguntó Andy.

—Su hermana y yo tuvimos algo. No funcionó, y me culpa. Simple de verdad. No es un gran drama. —Es un poco difícil para ella sin embargo. Es algo que sucedió hace tiempo. Alan parecía aburrido. —Solo como una hermana. —Alan cambió Algunos chicos vamos a reunirnos importante, solo gente alrededor de Estaría bien si pudieras venir.

está comportándose de tema y dijo: — esta semana. Nada una pizza y cerveza.

Andy lo miró. La natural piel bronceada de Alan contrastaba con la camiseta roja con cuello en V y el pantalón negro. Andy había olvidado casi que Brad Lee estaba allí. Estaba en el fondo como si estuviera… ¿vigilando? Brad Lee miró a Andy y dijo: —Sí hombre, estaría bien que estuvieras. —Mmm, ¿cuándo es? —La noche del jueves, —dijo Alan. Andy no sabía lo que le hizo decidir no ir. Tal vez la conversación con Julie, o tal vez la forma en que había cogido a Brad Lee mirando alrededor. —Lo siento chicos, hice un cambio a última hora a Julie el jueves, —Andy se preguntó si la cara de Alan caería— El cambio se lo hice hace dos semanas y no puedo dejarlo ahora. —Ahora la cara de Alan si cayó— Pase por lluvia. —Dijo Andy para sentirse mejor por la mentira, más que cualquier otra cosa. —Por supuesto, —dijo Alan. Se quedó un rato más antes de que finalmente Andy dijera: —Así que ya os veré chicos. —Sí, ya nos veremos. —dijo Brad Lee. —Hasta luego. —Dijo Alan.

Andy subió de dos en dos. No se dio cuenta de la depredadora mirada de Alan cuando subía las escaleras.

El miércoles por la tarde, cuando Andy se comió su comida Julie le preguntó que había planeado para el día siguiente. —No lo sé. En realidad no he explorado todavía, y no he entrado en la escena de los clubs. Creo que me voy a tumbar y ver una película o algo así. —Andy pensó un momento y dijo: —Probablemente lave la ropa también. —Dios, y yo que pensé que tenía una vida triste, —se rió Julie. Andy le pellizcó el brazo. —Ay, lo que quiero decir es, ¿por qué no haces algo interesante? Vive un poco. Ten una vida. Antes de lo que te esperas tendrás veintinueve y tus fines de semana se habrán pasado entre romper las peleas de los niños por la máquina de Pac-Man y el tratar con clientes cabreados por las multas. Créeme, no es algo que quieras que suceda. Se rieron y hablaron un poco más antes de empezar a correr como escolares. A la mañana siguiente Andy durmió hasta las once, y ni siquiera se sintió mal por ello. Tomó un largo baño y lanzó toda su ropa en una bolsa negra de basura para dirigirse a la lavandería. Después de cargar toda la ropa y marcar los ciclos, Andy fue a tomar un almuerzo al Deli. A la hora que regresó a su apartamento ya eran las tres. Se sentó frente a la televisión y vio un DVD que había llevado del trabajo. Cuando la película terminó, Andy se preparó para su noche de fiesta. Había oído hablar de un centro comercial cercano que tenía varias tiendas de interés gay que eran

frecuentadas por mucha gente. Iría en autobús y pasaría por allí la noche. Andy se bajó entusiasmado del autobús, se sentía bien con sus pantalones vaqueros nuevos y su camisa favorita. Tal vez tendría suerte esta noche pensó y se rió. Andy sabía que no estaba listo para una relación puramente física todavía. Quería que su primera vez fuera perfecta y fuera con alguien que realmente se preocupara por él. Dios ya había fantaseado suficiente. Era realista y sabía que la vida no estaba nunca a la altura de las fantasías. Pero no tenía que dejar de soñar. No era vanidoso, pero sabía que tenía buen aspecto, o por lo menos estaba por encima de la media. Su cuerpo era más bien pequeño, y daba la impresión de que necesitaba ser protegido, cuando llegara el momento, se figuraba que sería probablemente un sumiso. Era probable que no pudiera ser el agresor y no era lo adecuado para él. Le gustó la idea de someterse a un hombre. Mirando por sí mismo durante tanto tiempo, sería agradable tener a alguien más que se ocupase de él. Andy aceptó que su tipo de cuerpo no era del tipo para estar ‘encima’ de muchos hombres gay. Estaba de acuerdo con ello, aunque lo encendía. Él y su pareja tomarían mutuamente la decisión, sin embargo estaba totalmente cómodo con la situación. Se imaginó que sería así, de todos modos. Entrando en el stand del cine Andy dijo: —Uno solo para el pase de las siete, por favor. —¿Un billete?, —dijo con un fuerte acento francés tras el cristal gritando a través del intercomunicador, lo suficientemente fuerte para que las personas cercanas se volvieran y miraran. —Eso he dicho, —se quejó Andy en voz baja. Ahora todo el mundo sabía lo triste y patético que era. Pagó su billete y fue a buscar un restaurante. Divisó una pareja de lesbianas a través de la ventana de un agradable restaurante chino y se decidió.

El resto de la noche no fue tan mal. La comida era excelente, y la película no había estado nada mal tampoco. Alrededor de las nueve y media, después de ver algunas tiendas y comprar algunas cosas, Andy estaba listo para irse a casa. Al salir del edificio fue en dirección de la parada del autobús, un movimiento en la esquina de sus ojos captó la atención de Andy. Al volver la cabeza vio a Alan y sus amigos salir de un rincón oscuro. Fingió como si no los hubiese notado y continuó caminando. Andy sintió la presencia detrás de él antes de la presión en su hombro. Se dio la vuelta y fingió sorpresa al ver a Alan y sus amigos. Un sentimiento triste se asentó en la boca del estómago de Andy cuando miraba a Alan a los ojos. Parecían más helados esa noche. Hasta ese momento Andy se había convencido de que lo había imaginado, pero no lo creería más. —Hey Alan, ¿qué estás haciendo aquí? Pensé que estabas con tus amigos esta noche. —Andy esperó no sonar tan nervioso como se sentía. La helada mirada de Alan permaneció unos segundos en él antes de decir con calma—. Queríamos unos helados, así que decidimos salir. —Oh, genial. —Andy no podía pensar otra cosa que decir—. Pensé que trabajarías esta noche, —dijo Alan sin emoción. —Eso suponía, —mintió Andy—, pero Julie se equivocó, ¿ves?, nos puso a mí y a otras dos chicas en el mismo turno, así que yo salí. No teníamos que estar todos alrededor. Además, creo que las chicas necesitan más las horas que yo de todos modos. Mierda, —balbuceó. Alguien debería pegarle un tiro y sacarlo de su miseria. Andy se dio cuenta de que tenía toda una audiencia. Vio a Brewster, Brad Lee, Brian, y otro chico que le resultaba familiar pero no se acordaba. Volvió su atención a Alan y los chicos que comenzaron a extenderse alrededor de ellos—. Así que de todos modos, como no sabía dónde estabas, y ya te había rechazado, pensé ¿por qué voy a pasar esta tarde perfecta en casa pudiendo ir al cine?, —balbuceó una vez más. ¿Eran imaginaciones suyas o los chicos se están moviendo

sobre ellos? Andy miró a Alan de nuevo, todo el mundo lo estaba mirando. —Así que ¿disfrutaste de la película?, —preguntó Alan finalmente. —Uh, sí. No era mala. Escuchar chicos, tengo que tomar el autobús… —Te podemos llevar, —ofreció Brewster. —Sí, si no lo hiciésemos por un escolar que llega tarde por la noche, en una noche de escuela, que menos, ¿por quién lo haríamos?, —preguntó retóricamente el tío conocido. Todos se rieron suavemente con su ocurrencia. Andy, estaba demasiado nervioso para sentirse ofendido dijo: —Eso está bien chicos. No quiero que os molestéis. Y tengo que aprender las rutas de autobús, tarde o temprano. Bien podía ser ahora, ¿eh? Alan se inclinó ligeramente hacia adelante, antes de decir casi susurrando: —¿Sabes qué Andy? Creo que nos estás tomando el pelo. Era la primera vez que Alan lo llamaba por su apodo. Se puso muy nervioso. —Uh, ¿qué quieres decir? —Alcanzó a decir Andy. Alan dio un paso atrás y sonrió levemente, miró con sus ojos muertos a Andy y dijo mucho más fuerte. —Ya sabes Andy, me gustaría que reconsideraras como volver a casa. Está en nuestro camino de todos modos. Deja la exploración para otro momento. Andy se dio cuenta de que los chicos estaban realmente en su espacio. Incluso podía sentir la respiración de Brewster en el cuello. Todos comenzaron a caminar y Andy quedó atrapado en la marea. —Gracias de nuevo Alan, pero en realidad estaba yendo hacia la parada de autobús, —dijo tragando Andy—. Tal vez en otro momento, ¿eh?

Alan no dijo nada, solo aumentó el ritmo. Cuando Andy vio la camioneta negra con los vidrios polarizados su nerviosismo se convirtió en miedo. Trató de abrirse paso a través del grupo, pero sintió una mano fuerte en el brazo. Se dio la vuelta para ver quién lo había agarrado y estaba a punto de gritar pidiendo ayuda cuando el brazo de alguien se deslizó alrededor de su garganta y lo apretó asfixiándolo.

Le tomó un momento a Andy trabajar a través de su sorpresa cuando su menté registró lo que sucedía. Oyó abrir una puerta, y las voces, pero estaba demasiado en shock para recordar cualquiera de las palabras que hablaron. Quería pisar el pie de la persona que lo tenía apretando la garganta, pero alguien lo tenía cogido por las rodillas. Andy pateó hacia el exterior, pero le estaban apretando demasiado el cuello y no podía respirar, mucho menos gritar. Andy comenzó a sentirse débil por la falta de oxígeno, y sintió que lo levantaban en el aire y lo dejaban caer en el asiento. Aflojaron un poco el apretón, solo lo suficiente para que no perdiera el conocimiento. La camioneta se estaba moviendo y Andy escuchó voces y risas ocasionales. Todo el mundo parecía muy a gusto. Andy lucho por respirar. La cabina de la camioneta estaba cerrada sobre él y el pánico amenazaba con apoderarse de él. Se las arregló para pronunciar una palabra apenas audible. —Por favor. La cara de Alan apareció en su vista, una imagen de lujuria y amenaza. Tenía algo en su mano. No podía ver el objeto, pero sintió del frío en su piel. Alan levantó su mano y le mostró un destello de metal. Andy dejó de luchar, el miedo lo dejó inmóvil. —Por favor, —susurró de nuevo. Andy no quería sentir el corte de la cuchilla. —Cállate Andy. —Alan habló en voz baja, pero a Andy le dio más miedo que si le hubiera gritado alto—. Si guardas silencio no voy a tener que usar esto, ¿entiendes? —preguntó Alan. Andy asintió con la cabeza.

—Está bien. Brewster te va a soltar ahora. No vas a gritar, ¿verdad? Andy negó con la cabeza, moviendo la cabeza tanto como podía. —Muy bien, Brew. Suéltalo. Brewster soltó la garganta de Andy que jadeó para respirar, llorando en silencio. Los ojos de Andy se ajustaron finalmente a la oscuridad, y entre sus lágrimas pudo distinguir algo de lo que sucedía a su alrededor. En la parte de delante, Brad Lee conducía y Brian tenía una escopeta. En la siguiente fila Alan estaba sentado frente a Andy en un lado del pasillo, otro estaba frente el asiento de Alan, había otros tres hombres sentados tras Andy, donde Brewster lo sentó. Alan se levantó y fue al lado de Andy. Brewster empujó bruscamente contra la ventana a Andy y Alan se deslizó en el asiento haciéndole un gesto a Andy para que se apoyase contra él. Andy dudó pero vio la mirada dura en los ojos de Alan y se inclinó. Alan acurrucó a Andy como un amante y le susurró en su frente. —Shhh, bebé. Todo está bien, todo está bien. —Alan apretó los hombros de Andy acercándolo, a continuación dijo—: No necesitas llorar, —besó a Andy en la sien—. Venga deja las lágrimas, —su tono de voz suave hizo que Andy llorara más fuerte—. ¡Te he dicho que lo dejes, ahora! —Sacudió a Andy de los hombros con voz enérgica. Le tomó hasta la última gota de voluntad de Andy dejar de llorar. Enseguida puso sus manos limpiándose los mocos una y otra vez, incluso si el miedo era peor. —Eso está mejor, ¿ves? No tienes necesidad de tener miedo, somos amigos, ¿no? Y los amigos no se hacen daño unos a otros, —dijo Alan—. Para cualquier otro, sonaría completamente racional, pero Andy había visto ambos lados de la moneda y no sabía cómo reaccionar. No respondió, y Alan le dio un codazo en las costillas antes de añadir: —¿Verdad?

Andy asintió obedientemente, su mente iba a mil por minuto. —Bien. Ahora relájate, vamos a llegar allí en un momento, —los labios de Alan rozaron de nuevo la sien de Andy y dijo: —Oye Brad, enciende la radio. Todo el mundo se quedó en silencio en la camioneta. Los ojos de Andy escanearon la camioneta buscando el cuchillo. Estaba en el asiento de enfrente al lado de la cara del que conocía pero no podía recordar. El maldito estaba fuera de su alcance en un buen día, pero este ciertamente no lo era para Andy. Andy decidió seguir un camino diferente. Su voz ronca todavía por las lágrimas preguntó: —¿Quién es?, —salió apenas como un susurro. Las vibraciones de su pecho debieron alertar a Alan. Gritó para que apagaran la radio. —¿Qué pasa bebé? —Dios este chico está enfermo. No hay manera que yo sea su ‘bebé’. —Le dije—: ¿Quién es?, —Andy hizo un gesto con la cabeza hacia el hombre que estaba sentado frente a ellos. Alan se rió entre dientes. La espalda de Andy comenzó a dolerle por su posición. —¿Dónde está nuestra educación? Este de aquí, — asintió con la cabeza al hombre—, es Jason. Al resto ya los conoces. Así que eran cinco, Andy se dio cuenta. Cinco contra uno. Se aclaró la garganta y le dijo a Jason, —Te ves familiar, ¿por qué? —Lo he mandado entrar a la tienda un par de veces, ha mirado el lugar y ha encontrado algunas cosas. —Dijo Alan. Así que era de donde Andy lo conocía. Lo había visto mucho por la tienda.

—¿Qué cosas Alan? —le preguntó Andy con voz temblorosa. —Ah, nada importante. Ya sabes, intentar y conseguir el horario, ver cuando trabajabas y cuanto. No es gran cosa. Un escalofrío subió por la columna de Andy. —Así que no solo te dejaste ‘caer’ esta noche en el centro comercial, ¿verdad? Sabías que yo libraba hoy cuando me pediste que te acompañara con los chicos. Me seguiste hasta el centro comercial. —Andy vio la luz. Alan lo había estado siguiendo todo el tiempo. —No lo hagas parecer tan mezquino, Andy. —Y todos los momentos, no eran solo coincidencia, ¿no es así? —No cariño, no lo eran. Pero los necesitaba para ganarme tu confianza, ¿no? Y seamos sinceros, Andy no la das con facilidad. Desilusionado Andy permaneció en silencio un rato antes de aclararse de nuevo la garganta y preguntar. — ¿Por qué todos los hombres? Alan no lo podía oír. —Habla, nene. —¿Por qué toda la fuerza?, —la voz de Andy salió más fuerte de lo que pretendía y sintió tensarse a su lado a Alan. —¿Qué quieres decir?, —su voz vacía de emoción. —¿Por qué todos estos chicos para agarrarme? Tú podrías fácilmente por ti mismo si quisieras. ¿Por qué la banda? Brewster respondió a Andy con una frialdad que le heló la sangre. —¿Cuándo has visto que los lobos viajen solos? Siempre lo hacen en grupo.

Entonces Andy entendió. Eran un grupo de depredadores, atacando a su presa con fuerte agarre. Jason se sentó mirando a Andy, parpadeando ocasionalmente. —Dile que deje de mirarme, —dijo Andy a Alan. La cabeza de Alan se disparó. Miró a Jason distraídamente. —¿Oh él? No te preocupes, tu cabeza tiene más que la de Jase. Es inofensivo, ¿no es así Bri? Brian se dio la vuelta y le dio una sonrisa triste pero no dijo nada. Andy se dio cuenta que todos los hombres que estaban en la camioneta eran lo que se podían considerar guapos. En el aspecto psicológico tendía a amortiguar su opinión, pero aún así se daba cuenta de su atractivo. Alan tenía un tono de piel aceituna que hablaba de su linaje europeo. Brad Lee, con su clara negra piel, lucía una robusta musculatura. Brewster tenía el increíble físico de un jugador de fútbol. Luego estaba Jason con su apariencia de American Pshyco, su casual lenguaje corporal y ojos calculadores, y Brian con su mirada de muchacho de al lado, y su cuerpo tonificado y juvenil. Todos ellos un jodido grupo de guapos, pensó Andy. Y eran hombres. Echando una mirada, no había ninguno menor de veintitrés años, con Brad Lee como más mayor con unos veinticinco o veintiséis años. Todos estos pensamientos estaban confusos en torno a su cabeza cuando empezó a formar un plan. Habían estado conduciendo durante un tiempo, y a su pesar no podía ver por las ventanas tintadas, sabía que estaban en camino abierto. Para su idea Andy tendría que hacer un movimiento muy pronto. Tenía que conseguir que todos hablaran y se distrajeran para que cuando él golpeara no se dieran cuenta. Se irguió en su posición apoyándose en Alan. El dolor de su espalda le indicó que sería difícil respirar. Alan puso mala cara, pero Andy no le hizo caso. — ¿Cómo os conocisteis?

—Cuanto menos sepas, mejor para ti, —le contestó alguien de delante. Andy levantó la vista y miró a los tristes ojos azules en los que podía perderse. Apartó la vista de inmediato. No, Brian era como el resto, no era diferente, no era mejor. —¿Qué importa, si al final me vais a matar? Casi todo el mundo se echó a reír, por el tono utilizado por Andy. Brad Lee dijo algo sobre porque matar a alguien que era en vida más divertido, pero Andy no le prestó mucha atención. Estaba ocupado planeando. La camioneta se detuvo, probablemente en un semáforo. Andy sabía que era su oportunidad para poner en marcha su plan. Salió corriendo de Alan tan rápido, que se sorprendió a sí mismo, tiró de la manija de la puerta y trato de tirar de ella. En algún lugar de la parte delantera de la camioneta, Andy oyó: —Jesucristo. —Y los neumáticos chirriaron. Una ráfaga de aire masivo entró en la furgoneta y la mano de alguien le devolvió el golpe presionándole en su asiento. Los dedos se engancharon entre su cinturón y los pantalones vaqueros y alguien lo cogió de los pies. Andy pegó patadas y dio un codazo a alguien en la espalda y casi estaba libre cuando alguien gritó—: ¡Frena joder! La fuerza del freno les impulsó a todos para adelante y la puerta se cerró con fuerza. Andy se quedó boca abajo en el suelo de la camioneta con Alan sobre él. Y por el sonido Brewster aterrizó sobre Alan. —Hijo de puta, —la voz de Brewster sonaba apagada. Andy estaba sofocado por todo el peso, la presión en sus pulmones era demasiado. Se debió desmayar porque cuando volvió en sí, se encontró amordazado y atado por las muñecas y los pies en el asiento. Lo tomó unos segundos aclarar su vista.

—Está despierto, —exclamó Jason con sarcasmo. ¿Qué? Andy miró y se acordó de lo que había pasado. Vio el labio roto de Alan, y una expresión molesta en su rostro. También se dio cuenta de que Brewster parecía molido por la cara y las manos, y por un momento tuvo una pequeña sensación de victoria, no duró mucho tiempo, cuando Andy vio la molesta expresión de Brewster. —¿En qué estabas pensando? —Le preguntó Alan—, Podrías haber muerto. Andy quería decir algo, pero la cinta que tenía en la boca se lo impidió. —No estaba pensando, —gritó Brewster—. El hijo de puta nos quería matar a todos con ese truco. Andy parpadeó y miró sus manos con miseria. ¿Cómo iba a salir de esto ahora? La voz de Alan era calmada. —Bueno te puedo decir que estoy seguro como el infierno, vas a pagar esta pequeña interpretación. Andy tragó la bilis que amenazaba con levantarse y estrangularlo. Nadie dijo nada durante el resto del paseo. No sabía cuánto tiempo habían estado conduciendo, pero le parecieron años. Jason lo miró fijamente, pero Andy no le hizo caso. Su pánico del principio se había convertido en puro miedo. Las preguntas que estaban al fondo de su mente, que se había negado a considerar, se abrieron paso hacia el frente. ¿Qué iba a pasar con él? ¿Qué le iban a hacer? Andy no era ningún experto, pero el estado de ánimo de Alan y los cambios de comportamiento, eran un signo seguro de enfermedad mental. Por no hablar del psicópata sentado frente a él, mirándolo como carne de primera. Alan miró su reloj. —No falta mucho tiempo ahora cariño. —Alan le dio una sonrisa tan dulce que Andy casi vomita.

Unos pocos minutos más tarde, la camioneta se desvió hacia la izquierda y llegó a un punto muerto. Jason abrió la puerta y saltó, seguido por Brewster. Alan se inclinó sobre Andy y jugueteó con las llaves de las esposas cuando Brewster asomó su cabeza, mirando hacia el bate de beisbol tumbado bajo el asiento de Jason. Sus ojos advirtiendo a Andy. —¿Necesitas ayuda Al? —Nah. —Alan miró al cuchillo que estaba a su lado en el asiento. Levantó la mirada y dijo: —Puedo manejarlo. Andy oyó un chasquido de metal y los brazos de Alan fueron a su espalda y por debajo de sus rodillas, levantándolo como si fuera un niño herido. Casi de inmediato los brazos y las rodillas de Andy sufrieron calambres por el flujo de sangre que regresaba a sus miembros. Brewster estaba en modo luchador, todo su cuerpo cargado y listo para cargar contra Andy en un segundo. —Shhh, bebé. Todo está bien, —susurró Alan. Llevó a Andy por un sendero que conducía hacia la puerta de una cabaña de madera. El crujido de la grava traspasó la conciencia de Andy cuando Alan lo mantuvo apretado. Andy notó una tenue luz brillando a través de las ventanas y una puerta pesada con una aldaba a medida que se acercaba. Atravesaron la puerta hacía una sala de estar/dormitorio. Había un gran sofá y una alfombra a juego delante de una chimenea. En la otra esquina de la habitación, junto a las ventanas, y cerca de la puerta, había una gran cama de matrimonio, con el cabecero entre dos mesillas de noche. Un edredón azul marino y una montaña de almohadas cubriendo la cama. En el otro extremo de la habitación había dos puertas. Una luz brillaba a través de la cerradura. Alan se acercó a la cama y puso a Andy suavemente en los cojines del sillón. Los cojines se sentían como si se lo tragasen cuando su cuerpo se hundió en ellos. Alan se sentó en el suelo junto a Andy. Frotó vigorosamente los codos y las muñecas de Andy, repitió lo mismo en el otro brazo mirándolo profundamente a los

ojos. Brad Lee jugueteó con algo en la chimenea y Brian se acercó con un vaso de agua. Alan se encorvó sobre Andy y le arrancó la cinta de su boca, haciendo una mueca con el sonido de succión. Andy estaba lejos de dejar pasar el terror que estaba sintiendo a cada momento. Tenía la esperanza de sobrevivir. ¿Y estos psicópatas estaban fingiendo que todo estaba normal? —Lo siento, —dijo Alan, y tomó el agua de Brian. Hizo un gesto para que Andy se sentara y le acercó el vaso a los labios. Andy se quejó cuando el agua tibia se derramó por sus labios secos y golpeó la parte de atrás de su garganta. Tragó saliva y luego tosió cuando algo del agua fue por el canal equivocado. Alan apoyó el vaso y se inclinó sobre Andy para frotar su espalda suavemente murmurando: —Tranquilo, —llevó la espalda de Andy contra el sofá. El calor del fuego que había encendido Brad Lee, se comenzó a filtrar a través de su piel fría y calentó su cuerpo frío. Se abrió una puerta y Jason dijo: —El baño está abierto. Alan acercó su rostro a Andy. —¿Necesitas usar el baño? Andy lo consideró un momento y luego asintió, con cautela comenzó a enderezarse. Alan lo ayudó a ponerse en pie y Andy se desplomó a medida que los dolores le tiraron de las piernas y los muslos. Alan cogió a Andy antes de que cayese al suelo y esperó a que los calambres desaparecieran antes de ayudarlo a ir al cuarto de baño. Cuando llegaron, Brad Lee gritó desde el otro lado de la habitación. —¿Necesitas ayuda allí, princesa? —Su ocurrencia le valió una sonrisa de Jason y Brewster. Andy le lanzó una mirada de desdén cuando él entró en el cuarto de baño y cerró la puerta con un ruido sordo.

—Estaré aquí, —dijo Alan desde el otro lado de la puerta. Con un tono entre el afecto y la advertencia. El tipo definitivamente lo repugnaba. Andy se inclinó contra la puerta cerrada con ojos abatidos. Cuando los abrió escudriñó las ventanas de la sala, encontrando solo una pequeña abertura con rejas de metal cubriendo el exterior. Se sentó en la tapa del inodoro, mirando a su alrededor con cuidado. Una bañera de color blanco, con óxido en su interior tenía un cabezal que sobresalía. También había un pequeño lavabo y el inodoro en el que estaba sentado. Aparte de algunas toallas y artículos de aseo, el baño estaba desnudo. Se levantó y se echó un poco de agua sobre sus mejillas. Le sorprendió la palidez de sus mejillas en su reflejo del pequeño espejo sobre el lavabo. Antes de que la situación lo golpease, Andy se tiró al lavabo justo a tiempo para derramar sus tripas, vomitó hasta que sintió que no le quedaba nada. Se enjuagó la boca un par de veces antes de oír un golpe en la puerta. —¿Qué estás haciendo amigo? —La voz apagada de Alan llegó desde el otro lado. Sin ninguna esperanza de escapar del cuarto de baño, Andy se había estancado durante tanto tiempo como le fue posible. Sabía que no podía demorar el volver a la habitación por más tiempo. Cuando poco a poco abrió la puerta, Alan se puso delante de él, con sus grandes ojos ansiosos. Miró a Andy de arriba abajo —¿Estás bien Andy? ¡Como si le importara! sus juegos enfermizos. continuación lo amordazan y tipo de cosas horribles y preguntarlo?

Pensó Andy, harto de Alan y Primero lo secuestran, a lo amenazan con hacerle todo ¿luego tenía el descaro de

—¿Qué piensas? —Escupió Andy con sarcasmo. Si estaba irritado por la respuesta de Andy no lo demostró. —Hemos hecho chocolate caliente. Con dos de azúcar, justo como te gusta, bebé.

«¿Pero qué?» —Andy pensó— «¿Cómo diablos Alan…» —¿Cómo demonios sabes cómo me gusta? —Le preguntó Andy cuando Alan lo llevó al sofá. —Te conozco Andy. Todos lo hacemos. Andy miró a su alrededor. Brad Lee, Jason y Brian se sentaron en el suelo alrededor del fuego, Brewster estaba en el sofá. Alan dejó a Andy junto a Brewster y luego se dejó caer junto a él. Su aspecto relajado lo tenía más nervioso, que si hubiera estado dando vueltas por la habitación con fumadores encadenados haciendo malabarismos con cuchillas, cuando le entregó la copa, Andy finalmente tuvo el valor de preguntar mientras mantenía baja la mirada. —¿Qué quieres de mí? Alan ahuecó el mentón de Andy en la mano y tiró de la cara de Andy hacia él, cerró los ojos antes de que dijera. —Estar contigo. Andy se estremeció con la respuesta, mientras levantaba los ojos para ver los ojos sonrientes de Alan.

Andy se metió en la cama acurrucado mirando a la pared. Alan había ido al baño y no estaba seguro de lo que estaban haciendo los demás chicos. Sintió una presencia detrás de él, y cansadamente levantó la mirada para ver a un tímido Brian de pie sobre él con un vaso de agua. Le mostró el vaso y se lo acercó a la boca. Bebió con avidez, tanto como le fue posible. Después de terminar el agua, Andy se puso en posición fetal, de espaldas a Brian, avergonzado. Brian puso una mano tentativamente, luego le susurró:

sobre

su

hombro,

—¿Estás bien? —La culpa pesaba en sus palabras, pero a Andy no le importaba. Andy lo ignoró y cerró los ojos, tratando de olvidar el dolor en el culo. Brian le dio un codazo suave, con insistencia, le dijo con su voz apenas en un susurro. —Solo déjame en paz. Brian lanzó un profundo suspiro y se levantó de la cama, volviendo con los demás. Andy se preguntó que más le iba a pasar cuando se abrió la puerta del baño. —¿Qué estáis esperando? ¿No veis a la puta esperar? —Preguntó Alan rotundamente.

Andy estaba exhausto. —Es un modelo natural, como nunca he visto. Estas cintas son sin duda para guardar. —Sonrió Alan mientras expulsaba la cinta. Tomando la fuerza que le quedaba, tendría a Alan cubierto. Andy trató de enderezarse y se sentó, pero se dobló ante el dolor que sintió partiendo de su columna hacia el cuello. Se dio la vuelta hacia un lado y se tumbó sobre su estómago. —Yo voy al baño primero, —dijo Jasón saliendo disparado de la cama. —Puta, tú siempre vas al baño el primero, —le acusó Brewster rápidamente. Brad Lee estaba sentado al lado de Andy, frente a su espalda. Alan jugueteó con la cámara que había usado para grabar la violación de Andy. Brian se sentó en el borde de la cama con los ojos bajos. La puerta del baño se cerró y Brewster se sentó contra el poste de la cama al lado de Brad Lee. —Ayúdame a guardar las cámaras y a limpiar el lugar, —le dijo Alan a Brian. —En un minuto, —Brian se levantó de la cama y se arrodilló al lado de Andy. Lo estudió un momento antes de dirigirse a la cocina. Trajo un vaso de agua, y Andy, olvidándose de su orgullo, tragó hasta la última gota ruidosamente, lavándose el sabor de la noche anterior. Brian tomó el vaso de Andy y susurro: —Lo siento.

—Vete a la mierda, —sentía la garganta seca y áspera. —Tío, Bri, ¿le estás pidiendo el número o qué? Te he dicho que me eches una mano con este lío. Dando un suspiro ligeramente exagerado, Brian se levantó y se acercó a donde estaba Alan. Andy siguió en la cama, dándoles la espalda a Brad Lee y Brewster. Inmóvil. Brewster y Brad Lee fueron al baño, salieron totalmente vestidos y viéndose como mantequilla sin derretir. Aparte de la ocasional mirada de cualquiera de ellos, como si fueran a pegarle un tiro, para asegurarse que no estaba haciendo nada, el grupo lo ignoraba. Andy lo prefería de ese modo. No podía ser capaz de escapar, incluso si quisiera, pensó, Estaba completamente destrozado, física y emocionalmente. Andy no sabía cuánto tiempo llevaban allí, pero los chicos terminaron lo que estaban haciendo. Un momento después, Brewster le gritó: —Levántate. Andy no podía moverse. Brewster se agachó y le tiró del pelo. Andy apenas sintió nada después de lo que le había pasado. Le dio la vuelta y sujetó sus brazos detrás de la espalda, el resto de chicos formaron un semicírculo alrededor de él y Brewster. Todos excepto Alan. Lo buscó rápidamente, lo encontró sujetando algo sobre el fuego. Tomó lo que parecían ser una tenazas para atizar el fuego, solo que estas tenían una forma extraña en la punta, de color rojo brillante por el fuego. Alan se acercó y Andy sintió el calor que emanaba de ellas. —Solo es una pequeña cosa para que lleves, como muestra de agradecimiento por tus... servicios.

Jasón abrió la puerta de la camioneta y dio un paso atrás. Brewster y Brand Lee lo levantaron y lo dejaron en mitad del suelo entre los asientos. Andy cayó con un ruido sordo, apenas consciente, pero feliz de estar fuera de la cabina. Tal vez eso había terminado. Si no lo mataban. Sin perder el tiempo, el resto se metió en la furgoneta y cerró a puerta. Brian conducía con Jasón llevando una escopeta. Brewster habló primero. —¿Está consciente? —Preguntó mirando con ojos entrecerrados a un desnudo Andy en el suelo. Tengo un nombre, idiota, pensó Andy. Brad Lee se inclinó hacia delante y pateó las costillas de Andy. —Sí, está despierto. —Respondió cuando gimió. —Jesús, —dijo Alan sonriendo—, estás jodidamente loco, ¿verdad? —Nunca he oído que te quejes. Alan sonrió y negó con la cabeza como si fuera una reprimenda. Regresó a sus bromas con los chicos después de su ‘noche fuera’. Andy caía dentro y fuera de la consciencia. Cada vez que podía enfocar su mente, oía reír a Brewster y a Brad Lee animados contando alguna historia, o hablando a Alan de los ‘novatos’ o ‘frescos’, discutiendo con detalle, la mayoría de sus características y virtudes. El disgusto y la degradación se profundizaron más en Andy con lo que decían.

Cuando la furgoneta se paró, a Andy le tiraron ropas arrancadas a su lado. —Vamos, puta. Despierta, Brewster parecía aburrido.

ya

casi

llegamos,



Andy se quedó inmóvil, demasiado cansado para hacer cualquier esfuerzo. El pie dándole en el mismo lugar, esta vez considerablemente más duro. Andy lanzó un gruñido y se esforzó por levantar la cabeza. Miró a través de sus ojos inyectados en sangre y trató de tragar con su garganta seca. Una mano lo agarró del pelo y tiró de su cabeza hacia atrás. La cara de Alan estaba a pulgadas de la de Andy. —Escucha y escucha bien. ¿Recuerdas maravillosas cintas que hemos grabado en la cabina? Andy no movió ningún reconocieron su amenaza.

músculo,

esas

pero sus ojos

—Bien. Veamos, si le dices a nadie lo que ha pasado esta noche...—Alan hizo una pausa y pasó su mano sobre la carne hinchada de su pecho rojo, acariciando ligeramente, la carne quemada. Andy hizo una mueca ante el toque y Alan continuó— si se lo dices a alguien, conocemos a gente que pagaría un montón de dinero por poder ver una desfloración en sus sitios web, ¿sabes lo que quiero decir? La cara de Andy palideció. Avergonzado, el mero hecho de pensar que todo el mundo miraría su humillación lo hizo, literalmente, querer morir de vergüenza. —Además, —continuó Alan—, no es como si pudieras conseguir una prueba. Las caras se pueden borrar fácilmente en la película, y nosotros usamos condones, ¿no es así chicos? Un colectivo coro de voces, estando de acuerdo, resonó a través de la furgoneta. —Por lo tanto, solo dañaríamos más, si tú decides sobre ello, tu agujero, ¿no es así?

Abrumado Andy, asintió con la cabeza. —Bien, —la cara de Alan estalló con una sonrisa—. Bri, para la furgoneta. —Pero si todavía no hemos llegado, Al. —Para de una jodida vez y deja de actuar como si tuvieras cerebro, —dijo Alan irritado. Antes de que la furgoneta llegara a pararse completamente, Brewster abrió la puerta y Alan tomó a Andy por el pelo, tirándole fuera con ella en marcha. Cuando Andy golpeó la carretera, oyó a Brewster gritar, —¡Largo, bolsa de semen! Los neumáticos chirriaron y se fueron. Andy rodó y se paró, registrando el hecho que estaba en medio de la nada, desnudo y con sangre. Estuvo tirado un momento, dudando entre levantarse o quedarse y dejar que un autobús le pasase por encima y lo sacara de su miseria. Decidió tratar de llegar a la acera. Llegó a la acera y se obligó a continuar hasta que sintió que estaba oculto completamente por las sombras de un callejón cercano, no era poco, teniendo en cuenta su estado. A través del dolor que nublaba su mente, Andy miró a su alrededor para ver si sabía dónde estaba. Una enorme sensación de alivio le inundó por todos los poros cuando reconoció el entorno. El gran restaurante chino, la tienda de al lado, le recordó la noche que cenó con Bill y Jake, parecía que había pasado dos vidas. Su casa solo estaba a unos cientos de metros más allá del final de la carretera. Encontrar a Bill y Jake era su única esperanza de sobrevivir. Se apoyó contra la pared y se puso dolorosamente de pie. Asombrado, porque apenas se mantenía en pie, comenzó a andar, estaba más que aliviado por lo avanzado de la hora las calles estaban en su mayor parte vacías. Esperaba que si permanecía en las sombras, podría evitar la atención de que se acercase cualquier extraño.

Andy se encontró a sí mismo en el camino para llegar a Bill y Jake antes de sucumbir y perder el conocimiento. El dolor, la pura humillación, y el shock de toda la noche amenazaban con superarlo. Pero Andy se forzó a seguir en posición vertical manteniéndose en pie. Si se rompía ahora, no tendría ninguna posibilidad de llegar a Bill y a Jake. Andy estuvo a punto de desmayarse de alivio cuando se acercó por fin a la parte de arriba de la calle de Bill y Jake. La sensación se intensificó cuando vio el coche de Jake en la calzada. Medio arrastró su cuerpo a la puerta principal antes de colapsar en el porche. Dio tan fuerte como pudo en la parte inferior de la puerta con su brazo. Se encendió la luz en el hall de la entrada. La puerta principal se abrió y alguien asomó la cabeza mirando a su alrededor. —Demonios de niños, —murmuró Jake antes de girarse hacia adentro e ir a cerrar la puerta. Justo antes de cerrar la puerta, Andy logró gemir. Oyéndolo Jake casi tropieza con él cuando salió a investigar. Andy reconoció el rostro iluminado de Jake cuando medio habló medio gruñó: —Jake. —¿Andy?, —Jake se puso de rodillas, tratando de desenredar los brazos y las piernas de Andy. —Ayuda... me... p... por favor, Jake, —Andy se estremeció tan violentamente que apenas podía pronunciar las palabras. —¡¿Jesús!, hijo ¿qué te ha pasado? La obvia preocupación en la voz de Jake fue lo que desató a Andy. Todo su cuerpo se estremeció y se ahogó en sollozos. Después de un momento aulló con los calambres de su intestino. —Vamos a entrar, hijo. —Levantó cuidadosamente a Andy en sus brazos y lo llevo a la sala. Jake lo puso en el sofá y Andy se enroscó en una posición fetal, tratando de

cubrir su desnudez. Jake desapareció de la sala y regresó un instante después con algunas mantas. Andy estaba llorando histérico ahora. Cuando Jake se acercó a Andy y le ofreció las mantas tuvo que repetirlo tres veces antes de que lo entendiera. —Andy, escúchame. Cálmate, ¿de acuerdo? Ahora estás a salvo y no dejaré que nadie te haga daño. ¡Andy! Escúchame y cálmate, ¿vale? —La voz de Jake comenzó a atravesar la miseria de Andy. Sentir el calor de las mantas, obligó a que sus lágrimas se pararan y abrió los ojos para mirar a su amigo. Jake le hizo una seña con un vaso de agua se estiró a lo largo de las mantas y miró con avidez. —Ven, siéntate y bebe esto. Andy intentó levantarse, pero una mueca de dolor le salía cada pocos segundos, por varias partes de su cuerpo. Andy dejó el agua, y sintió los ojos de Jake en él. Después de un momento lo oyó decir. —¿Qué paso Andy? Al recordarlo las lágrimas volvieron y lo sacudieron intensamente. Se quejaba y gemía en voz baja, como un animal. —Oh Andy, ven aquí, amigo. —Andy sintió que Jake lo envolvía en sus brazos y lo acunaba mientras sacaba el resto. Después de haberse calmado, Andy escuchó a Jake decir algo sobre llamar a Bill y que diera la vuelta. Andy asintió en silenció, pero echó de menos la presencia tranquilizadora de Jake al segundo en que se levantó del sofá. A su regreso, Andy se acurrucó bajo las mantas con la mirada perdida en el espacio. —Bill dice que estará aquí tan pronto como pueda. Está a unos veinte minutos. Andy no dio señal de entendimiento.

—Hey Andy, hemos hablado antes y lo que realmente necesito es hacerte una revisión. Andy movió la cabeza con tensión y pánico. —Solo algo rápido como la otra vez, ¿recuerdas?, —el interés y la preocupación en la voz de Jake relajó a Andy y no se resistió cuando Jake tiró de las mantas—. Está bien, Andy, realmente estás a salvo. Andy se soltó y se quedó mirando al suelo, cuando las mantas estaban juntas a su alrededor. Jake se quedó sin aliento mientras examinaba a Andy de cerca —Oh Dios, Andrew ¿Quién te hizo esto? —Yo… no lo sé. —La vacilación de su voz era inconfundible, incluso para Andy, pero afortunadamente Jake no preguntó. —Creo que debería llevarte al hospital. Llamaré a Bill y le diré que nos encontraremos allí. Andy apreció la manera en la que Jake se hizo cargo. Él no parecía ser capaz de tomar una decisión en ese momento. Jake volvió a entrar en la habitación con una chaqueta de botones y unos pantalones demasiado grandes. —Ven, deja que te ayude con esto. Tenemos que darnos prisa. Puedes tener lesiones internas que no puedo ver. Bill se reunirá con nosotros en el hospital. Llamó por teléfono a uno de sus amigos de la estación de policía. Va a reunirse con nosotros allí. La cabeza de Andy se levantó de golpe. —No. No quiero involucrar a la policía. Por favor, Jake. No lo hagas, —la voz de Andy se fue cortando cuando las lágrimas pudieron con él una vez más. —Shhh, Andy. Está bien. Ahora escucha. Has sido asaltado y quien sabe que más. Tenemos que dejar que la

policía lo sepa. Vamos a encontrar a los malditos bastardos que te hicieron esto, amigo. —No, —logró pronunciar Andy. —Shhh, no te preocupes por nada. Vamos a conseguir que te cuiden. El viaje al hospital pasó en una nube de alumbrado público y semáforos en rojo. Cuando llegaron al estéril servicio de urgencias, dos enfermeras los esperaban en la entrada con una camilla. Los fuertes brazos de Jake levantaron a Andy y lo pusieron en la camilla. Jake fue junto a Andy hasta la sala del examen y no pudo ir más lejos. Andy estiró el brazo hacia Jake y este le dijo que estaría bien, que lo esperaría allí. Mientras el médico de turno se encargó de Andy, Bill y el detective, Sargento Christopher Moyles, habían llegado. Después de recibir un reconfortante abrazo de su marido, Jake lo informó de lo sucedido, incluyendo las piezas que pudo juntar. Sospechaba que lo habían violado y asaltado, pero no podía decir más. El detective lo miró perplejo. —Cuando lo examinaste en casa, ¿viste alguna marca de quemadura en su pecho o abdomen? —¿Una quemadura? ¿Qué quieres decir? —¿Has visto alguna quemadura en su cuerpo, Jake? Esto es muy importante. Jake lo pensó un momento y luego se le iluminaron los ojos. —Vi una marca horrible en el lado izquierdo de su pecho, pero estaba tan sucia y manchada que pensé que solo era un moretón. Supongo que podía ser una quemadura. ¿Por qué preguntas, Cris? Jake respiró profundamente cuando Bill le pasó el brazo por encima de su tenso hombro.

—Dios, no. No crees que sean ellos de nuevo, ¿verdad? ¡Jesús!, han pasado más de seis meses desde el último ataque. —Solo porque no hayamos oído hablar de otros ataques. Esto no significa que no haya habido ninguno, Jake —dijo Chris. —Esto es una mierda, —exclamó Bill—. Sabemos quiénes son y sabemos quién es el líder. ¿Por qué no podemos ir y detener a los jodidos enfermos?, —se puso a gritar Bill. Chris parecía cansado cuando respondió: —Bill, sabes tan bien como cualquiera, que hay una diferencia entre saber algo y ser capaz de demostrarlo. Yo personalmente quiero matar a los cabrones en cuanto los vea, pero también sabemos lo que tenemos aquí. Bill abrazó a Jake más fuerte y Chris continuó. —Sabes que el viejo Haynes los hace intocables. Dios sabe lo que dicen o con que amenazan a las víctimas, pero todo el mundo que sabemos, guarda silencio como una tumba cuando se trata de la identidad de sus atacantes. —Sabemos todo esto, Chris. —Jake parecía indignado. —¿Cuántas vidas de hombres jóvenes hay que arruinar antes de que la política se eche a un lado y se reparta algo de justicia? ¿Cuántos niños tienen que ser violados y desechados antes de que alguien haga algo contra Alan Haynes y su enferma familia?, —se sacudió Jake en los brazos de Bill. —Créeme Jake, sé cómo te sientes. Pero Alan Haynes padre, tiene a la gente adecuada en el bolsillo, hay incluso un rumor de que es pareja de tenis del alcalde, cada vez que nos acercamos, los perros de arriba nos dicen que lo dejemos. Gente con una escala más alta que tú y yo, incluso más arriba de mi jefe, —Chris sonaba derrotado—. Realmente no hay nada que podamos hacer, a menos que su chico se decida a hablar. E incluso entonces, será su

palabra contra la de ellos. Y conociendo a Alan Haynes hijo, y sus compinches, tendrán una lista, tan larga como mi brazo, de personas dispuestas a jurar alto y bajo que estaban con ellos toda la noche. Bill quiso decir algo, pero fue interrumpido cuando Jake salió corriendo de entre sus brazos y se dirigió hasta el médico que se acercaba. —Díganos que está bien doctor. Por favor. El doctor Reilly parecía simpático, y empezó a hablar. —No voy a mentirles. Está realmente mal, pero no habrá daño permanente. Tiene una conmoción cerebral leve, un esguince en la muñeca, y algunos desgarros anales, uno peor en particular. Tiene una desagradable quemadura en su pectoral izquierdo, que está en alto grado de infección. Alguien lo golpeó la cara duramente. Se le curará mal, pero al menos su mandíbula no está rota. —Su cara blanca hizo dudar al médico—. Tal vez sea mejor que hable solo con el doctor Crowe un momento, y que él se lo cuente más adelante. —Está bien doctor, por favor, continúe, —Bill sonaba nervioso. El médico suspiró, pero continuó. —Parece que ha sido penetrado varias veces, posiblemente con objetos extraños. El desgarro es indicativo de una doble penetración en algún momento. Luchó duramente. —El doctor Reilly hizo una pausa y miró a Chris—. A pesar de que le di unos sedantes, sigue diciendo que no quiere involucrar a la policía. Era bastante incoherente, pero insistió mucho. Chris parecía derrotado. Digirió la información y Jake preguntó: utilizado un kit de violación? ¿Hay algo para usar?

—¿Has

El médico negó con la cabeza. —No hay nada. Mucha sangre y moco, pero todo de la víctima. Ni siquiera hay un vello púbico extraño. Al igual que las otras veces, y este chico tiene suerte.

La cara de Jake palideció y al verlo Bill dijo irritado:— Gracias doctor. ¿Cuándo le dará de alta? —Me gustaría tenerlo una semana para vigilar su progreso, y vigilar la posible infección. Solo entonces me sentiré cómodo. Sus heridas físicas se curaran, pero… —el mar de rostros que lo miró hizo que el médico se aclarase la garganta—. Podéis verlo ahora si queréis. Ahora está durmiendo, y probablemente lo hará durante un buen tiempo. ¿Hay alguien a quien pueda llamar por teléfono, familia o algo así? —No tiene a nadie. Nadie. —La voz de Jake era hueca. —Tiene sentido si nos fijamos en los perfiles de las otras víctimas… —Bill miró al médico, y el hombre decidió irse. Jake se volvió hacia Chris. —Escucha, lo siento si nosotros lo pagamos contigo. Sé que estás tan frustrado como nosotros estamos… —No digas nada más. Lo entiendo. Os dejo para que lo vayáis a ver. Yo llegaré por la mañana, cuando esté consciente, para ver lo que tiene que decir. —Mirando hacia abajo a su reloj dijo: —O mejor dicho vendré más tarde. El sol está saliendo. Os veré más tarde chicos. Chris fue a abrazar primero a Bill y luego a Jake, cuando se volvió para irse Bill dijo: —Saluda a Elize y a las niñas. —Lo haré, —dijo Chris sobre su hombro y se fue. Bill deslizó su brazo por la cintura de Jake y entraron juntos en la sala. Al ver a Andy tumbado allí, la blancura de la sábana contrastando dramáticamente contra la piel de su rostro magullado era impactante. Jake le dio un buen vistazo a las lesiones de Andy. Su rostro estaba hinchado y magullado, la mejilla tenía un corte abierto por el impacto de los puños de los bastardos. Con su cuerpo maltratado, se veía tan pequeño, como si perteneciera a la escuela primaria, el mundo no merecía piedad. Bill se separó de Jake y fue al lado opuesto de la cama. Tomó la mano

derecha de Andy y la apretó con fuerza. Las quemaduras de cuerda en la muñeca de Andy le hicieron hervir la sangre, pensar que había estado atado como un animal. Jake retiró un mechón empapado en sudor de la cara de Andy y gotas húmedas cayeron en su brazo. Las lágrimas eran suyas. Bill se acercó y tomó la mano de Jake. Jake le devolvió el apretón como si fuera un salvavidas. —Está bien, nene. No voy a dejar que esos pervertidos se acerquen a él. Te lo prometo. Todo va a estar bien, ya lo verás. Jake se quedó mirando el cuerpo roto de Andy y Bill se preguntó a quien estaba tratando de convencer.

Andy no se movió hasta después del mediodía. La enfermera sacó a Bill y a Jake fuera de la habitación a las ocho de la mañana, y les dijo que fueran a casa y durmieran un poco. Jake se negó, se acomodó frente a la puerta de Andy sentado al lado del uniformado oficial que Chris mandó para que lo vigilasen. Bill se fue a casa a dormir un poco, pero llegaría en una hora para llevar una muda de ropa a Jake e ir a verlos. La enfermera salió y llamó al doctor. Jake supo que algo había pasado y entró. Vio a Andy tratando de sentarse en la cama y fue a ayudarle. —Oye amigo, ¿cómo te va? La cabeza de Andy se disparó y se sorprendió. Se relajó visiblemente cuando vio a Jake mirarlo. Sin responder a su pregunta Andy le susurró. —Agua. Antes de un suspiro Jake estaba a su lado con un vaso de plástico lleno de agua tibia, se la acercó, para que tomara agua con cautela, Andy dio un trago y se atragantó con el agua. Jake le retiró el vaso y lo ayudó a incorporarse hacia delante. Cuando Andy pudo hablar de nuevo, dijo: —¿Dónde estoy? —En el hospital. ¿Recuerdas por qué te traje aquí? Andy sacudió la cabeza. —Fuiste a mi casa, ¿recuerdas? Lo llevó un momento juntar las piezas. Jake noto cuando lo hizo porque sintió tensarse el cuerpo de Andy.

El médico entró en la habitación y lo hizo saltar por el sonido del portazo. Era un médico diferente. Si se dio cuenta del terror de Andy a su entrada, no lo demostró. No saludó a Jake, sino que fue directamente al paciente. El doctor examinó las pupilas de Andy y los signos vitales. Y preguntó: —¿Es usted familiar del paciente? —No pero soy lo más cercano a su familia. —Si no es de la familia no puede estar aquí, —se volvió al monitor y llamó a la enfermera. —El doctor Reilly dijo que estaba bien si me quedaba a verlo, yo lo traje. —¿Ve usted al doctor Reilly en cualquier sitio señor? No está aquí, y este es mi turno, y yo le digo, si no es de su sangre tiene que irse. —¿Cuál es el problema aquí? —preguntó Jake por la falta de decoro y educación del médico. El doctor estudió a Jake un momento antes de volver sus ojos a Andy. —Estoy harto de perder mi tiempo y recursos, estoy harto de que gente como él venga aquí llorando, y no de los nombres de los autores. Me pregunto si es una víctima o simplemente estaba jugando a ser una. Jake lo miró fijamente boquiabierto. En algún momento durante el arrebato, la puerta se abrió, y Chris se quedó muerto por sus palabras. Jake miró hacia abajo a la silenciosa cara de Andy. Una solitaria lágrima bajaba por su mejilla mojando su cabello. En un segundo, Chris fue a por el médico sacándole de la sala. —¿Qué? ¿Quién es usted? ¡Déjeme! —se podían oír las protestas del médico en un radio de cincuenta metros. Chris lanzó al médico a las sillas de la sala de espera y vio con satisfacción como se dio un batacazo. Las sillas se movieron y el médico dio con el culo en el suelo. Se levantó y gritó en la cara del detective.

—¿Quién diablos crees que eres?, —se dio cuenta del hombre uniformado que estaba en la puerta—, ¡Arréstelo! Me agredió, ¡deténgalo ahora! —¡Cállate! ¡Ignorante! —la vehemencia de la voz del Chris hizo al médico volverse con cautela—. ¿Cómo cojones puedes decir esas cosas allí? ¿Y delante de tu paciente? — Chris bajó la voz y continuó—, ¿te das cuenta de que lo han violado hace menos de doce horas? ¿Qué pasa si hubiese sido una chica? Ella sería la víctima, pero si es un chico, ¿es algo menos? —Chris subió la voz nuevamente—, ¿cómo te atreves a decir algo así? —Chris fue a golpear con un dedo al médico, pero sintió una mano en su brazo. —Déjalo, Chris. El idiota no vale la pena, —Jake parecía furioso, sin embargo habló con calma. Jake le devolvió todo el veneno y la agresión al médico enfrentándose a él—. ¿Te das cuenta que tenías encendido el intercomunicador cuando hiciste el pequeño discurso? Todas las enfermeras te han oído hablar mal al paciente, ¡a la cara! —La voz de Jake se levantó— ¿Y sabes que tu jefe y su pareja van a cenar a mi casa dos veces al mes? —A Jake le dio un perverso placer mirar la cara del médico—, Vete limpiando tu mesa para esta tarde. —Jake se giró y se dirigió a la sala donde Andy gritó dejándose el corazón.

Chris se tomó un momento para reponerse. En el momento en que entró en la habitación, Jake tenía a Andy sujeto por sus temblorosos hombros, susurrándole palabras cariñosas. Chris odiaba interrumpirlos. Se aclaró la garganta. —Jake, ¿puedo hablar contigo? Jake dudó en dejar a Andy, pero Chris con un movimiento hacia la puerta le comunicó la urgencia.

A regañadientes, Jake dejó su sitio junto a Andy, pero le prometió no tardar. Siguió a Chris tras la puerta. —¿Qué es tan importante que no puede esperar Chris? ¿Y cómo has sabido que Andy estaba despierto? —Antes de salir, le dije la enfermera jefe que me llamara cuando Andy estuviera consciente, esto me lleva a la razón por la que estoy aquí de todos modos. Impaciente por volver con Andy, Chris respondió rápidamente a la pregunta de los ojos de Jake. —Tengo que hablar con él Jake. Ver lo que sabe, lo que puede recordar. Jake dejó escapar un largo suspiro. —Jesús, Chris ¿no puedes esperar? Sabes que quiero a esos jodidos enfermos presos tanto como tú, pero él está realmente mal. —Me doy cuenta de eso, y no estaría empujando si no creyera que es fundamental hablar con él pronto. Tengo que hablar con él, mientras los acontecimientos están frescos en su mente, antes de que comience a suprimir algunos detalles y se olvide de algo importante. Jake consideró eso un momento y dijo: —¿Puedo estar presente? —Por supuesto. Chris vio a Jake bajar su espalda y regresar dentro de la habitación. Chris se preguntaba a veces por qué decidió hacerse policía. Esperó unos segundos antes de seguir a Jake de nuevo a la habitación. Jake estaba sentado en la cama, al lado de Andy, justo donde había estado antes de que Chris lo llamara. —.... Y está aquí para ayudarte. Solo quiere hacerte algunas preguntas, pero tú no tienes que hablar de nada de lo que no quieras, ¿de acuerdo?

Andy parecía vacilante y dijo: —Estoy cansado, solo quiero dormir. —Lo sé, lo harás, pronto, ¿no? ¿Lo intentarás al menos? ¿Por mí?

Jake le sonaba tan diferente a Andy, casi paternal. Se sentía bien. Andy asintió con la cabeza somnolienta y miró a Chris por encima. Intentó sonreír, pero imaginó que saldría una mueca. —Hola, —chilló Andy. —¿Cómo te va Andrew? La voz de Chris sonaba suave. Contradiciendo lo grande que era, y la forma en que Andy lo había visto antes cuando arrastró al médico fuera de la habitación por decirle nada más que la verdad. Pero mirando dentro de sus suaves ojos grises, Andy decidió que le gustaba. Encogió a medias los hombros y Andy miró hacia abajo a su mano que estaba en su regazo. Chris arrastró una silla más cerca y se acomodó al otro lado de la cama, frente a Jake. —Soy el Sargento de detectives Christopher Moyles, pero todos mis amigos me llaman Chris. —Chris se detuvo, tratando de hacer contacto visual con Andy, al no hacerlo continuó—. Como soy amigo de Bill y Jake eso nos hace amigos por asociación, ¿no? —Chris sabía que sonaba cojo, pero estaba esforzándose por establecer una conexión con Andy. Decidió ir directamente al tema—. ¿Quieres hablar de lo que pasó anoche? Podía ayudar algo. Andy levantó la mirada, sorprendido por sus palabras.

—¿Quién dice que debo sentirme mejor? Acabo de recibir lo que merecía, lo que estaba buscando todo el tiempo. Jake reflejó la sorpresa que tenía el rostro de Chris. —¡Andy no! ¡No creas eso nunca! ¡No es la verdad! Nadie podía haber pedido que lo trataran como lo hicieron contigo. ¡No creas eso! ¡Nunca! Andy miró su mano otra vez, y cuando le miró a los ojos, estos estaban muertos. —No importa de todos modos. Yo sé lo que soy, en lo que me he convertido. —La voz de Andy sonó tan muerta como la mirada de sus ojos—. Estoy muy cansado, quiero dormir. ¿Podemos hacer esto más tarde? —declaró Andy. No levantó los ojos. Chris dio un suspiro de resignación y se levantó de su silla. Jake dijo: —Claro. Descansa un poco. Todo parecerá más claro una vez que hayas dormido. Andy volvió la cabeza hacia el lado contrario de Jake, demasiado cansado para decir que la experiencia de la otra noche no le dejaría una noche de paz en su vida.

—Es igual que el resto. Estaban tan llenos de odio y culpa a sí mismos por lo ocurrido. Todos terminaron por proteger la identidad de sus violadores, —Chris parecía frustrado. Paseaba arriba y abajo por la sala frente a la habitación de Andy, mientras Jake estaba desplomado en una silla mirando cansado. —Jodidos animales del maldito infierno. Cada uno de ellos. —Jake parecía cansado, sin embargo la voz era clara—. Hey Chris, ¿qué podemos hacer para demostrar a

Andy que no fue culpa suya? ¿Para que deje de culparse a sí mismo? —la voz de Jake sonó desesperada. —Solo apoyarlo y estar ahí para él. Llevarlo a un buen psiquiatra, lo antes posible. ¡Dios!, —dijo Chris disgustado—, no sé que les dicen a estos niños para que las cosas cambien en su cabeza y se crean que en realidad merecían todo ese tipo de mierda. Unos pasos familiares resonaron en la sala, eso ahorró a Jake tener que responder. Estaba aliviado, mucho más allá de las palabras, al ver a su marido caminar hacia ellos, Jake se levantó de la silla. Bill se acercó, bien afeitado, pero con ojeras alrededor de los ojos, y se dirigió directamente a Jake, envolviéndolo en sus brazos. —Hey Chris, ¿cómo va? ¿Qué haces aquí? Bill sintió a Jake hablar contra su pecho y lo retiró lo suficiente para que pudiese entender lo que hablaba. —Andy se despertó. Hablamos con él y se culpa a sí mismo, Bill. Por todo, dice que lo tenía merecido. —¡Eso es ridículo! —Eso es lo que él dice. —Chris hizo un gesto a Jake. —Pero el niño está en muy mal estado, no solo a nivel físico. Probablemente sería mejor hacerlo hablar con alguien que pueda ayudarlo a enfrentarse a ello. Un profesional. Bill asintió con la cabeza. —Con el tiempo. En este momento necesita conocer lo que está a su alrededor. Personas de su confianza. Jake asintió con la cabeza. —Tienes razón. Vamos a conseguirle toda la ayuda que necesite, pero ahora somos todo lo que puede manejar. —Voy a intentar hablar con él de nuevo. —Chris parecía decidido.

Jake y Bill asintieron con la cabeza. Un médico diferente salió de la habitación de Andy y se acercó a ellos. El cuerpo de Jake se tensó y Bill lo abrazó tranquilizándole. El médico comenzó a hablar. —Hola, soy el doctor James Sweeny. Nuestro paciente se encuentra mucho mejor físicamente, las heridas superficiales se están curando bien. Aunque tendrá dolores anales mientras sana completamente. Por suerte no hay nada permanente. Excepto, —el médico miró a Chris— detective, la quemadura en el pecho izquierdo del señor Martín, la limpiamos y cubrimos ayer por la noche, ahora le he echado un vistazo, tiene una marca como... —¿Un círculo con las letras PAH en el medio? El doctor lo miró sorprendido, pero asintió con la cabeza. —Sí, exactamente. ¿Sabe qué significa? Chris suspiró. —Todas las víctimas tenían la misma marca. Como un tipo de marca. No estamos exactamente seguros pero pudiera ser que PAH signifique Propiedad de Alan Haynes. Bill se aferró a Jake cuando un ataque de arcadas secas convulsiono su cuerpo. La cara del médico perdió su fachada profesional y una expresión de disgusto nubló su rostro. Después de un momento el doctor Sweeny dijo: —Me gustaría tenerlo aquí un poco más, para evitar cualquier infección. Por el momento puedo conseguir a alguien que lo asesore y venga a hablar con el señor Martin. Tendrá que ver a un terapeuta mucho tiempo. Puedo recomendarles a un conocido que tiene años de experiencia con violaciones masculinas si lo desean. —Gracias doctor, —Jake parecía no tener aliento—, sería de gran ayuda. Si fuera posible, nos gustaría tener a Andy de vuelta en nuestra casa tan pronto como sea

posible, para ayudarlo a recuperarse totalmente. ¿Cuándo puede darle de alta? El doctor miró tímidamente a los hombres que tenía delante. —Creo que una semana más o menos. —Doctor, puedo cuidar de él en nuestra casa, tan bien como aquí. Incluso dejaré de trabajar hasta que Andy este lo suficientemente bien. —Seguramente, no se puede hacer nada más aquí que en nuestra casa, ¿verdad doctor? —dijo Bill. El médico consideró lo que dijeron. —Entonces muy bien. Es un hombre afortunado de tener personas que se preocupan tanto por él. —Nosotros lo amamos, doctor. Vamos a hacer todo lo que esté en nuestro poder para protegerlo y cuidarlo. El doctor Sweeny asintió y sonrió. La expresión de su rostro se volvió seria. —Ya le he pedido disculpas al señor Martin cuando se despertó mientras lo estaba mirando, pero no creo que me entendiese. Me gustaría disculparme por el ataque de mi colega antes. Es absolutamente inaceptable que traiga sus convicciones personales a su trabajo. —¡Maldito recto!, —dijo Chris con vehemencia. —Os aseguro que tomaremos las acciones apropiadas contra el doctor Pryce. —Gracias, doctor Sweeny. Se lo agradecemos, —dijo Jake. —Me gustaría realizarle algunas pruebas más antes de dar de alta al señor Martin, y luego preparo el papeleo. No pasará mucho tiempo. —Está bien, doctor. Gracias por todo. El doctor Sweeny miró a Bill y asintió con la cabeza.

—De nada. Bill echó un vistazo a la puerta de la habitación de Andy y luego preguntó: —¿Podemos verlo un momento? —Por supuesto, —dijo el doctor. Jake se quedó fuera, hablando de los aspectos médicos de la atención a Andy con el doctor por un momento, antes de unirse a Bill y a Chris en la habitación. Cuando entró, la escena hizo que se enamorara otra vez de su marido. Andy dormía a ratos, cuando Bill y Chris entraron en la habitación. Sintió su presencia y se agitó aturdido. —¿Jake?, —dijo Andy con voz ronca. —Está fuera amigo. Está bien, yo estoy aquí. —La suave voz de Bill se deslizó en la conciencia de Andy y se relajó hundiendo sus hombros. —Me duele. —Lo sé, cariño, pero mejorará, lo prometo. —¿Estoy a salvo? —Le preguntó Andy cuando Jake entró en la habitación. —Ahora estás a salvo, amor. Duerme bien. —Bill dejó de mirar a Andy y miró a Jake, el amor en los ojos de su cónyuge le robó el aliento.

Jake y Bill empujaron a un atontado Andy por el pasillo hasta el ascensor en su camino hacia afuera. Cuando estaban llegando a la puerta del ascensor el doctor los interceptó.

—Doctor Sweeny, —Bill sonó complacido de ver al doctor—. Todo está bien, ¿verdad? —Tan bien como podíamos esperar. Estoy feliz con los resultados de los test y las pruebas que le hemos realizado. —Eso es genial doctor, —dijo Jake. Andy estaba sentado con su cara de piedra en la silla, todavía drogado. —Imagino que usted asume el cargo de su médico, ¿verdad doctor Crowe? —Así es doctor. Contactaré con usted, si requiero de su presencia o de su opinión en cualquier momento. —Bien. Cuida de él, y mantenme en contacto. —Lo haremos Doc. —dijo Bill cuando entraron al ascensor.

De vuelta en casa, Bill llevó a Andy escaleras arriba hacia la habitación de invitados, mientras Jake corría a encender la ducha de agua caliente. Jake pensó que sería más cómodo para Andy que un baño en ese momento. Después de ayudar a Andy a tomar una ducha rápida, Bill ayudó a Andy a vestirse con una sudadera grande y unos pantalones de deporte. Andy estaba como una vela cuando Bill lo dejó en el centro de la cama de matrimonio. Jake dijo una oración silenciosa por Andy cuando miró hacia atrás antes de cerrar la puerta.

Bill y Jake se despertaron tres veces esa noche con Andy gritando por sus pesadillas, después de la tercera vez, Jake improvisó una cama en el suelo junto a Andy y dejó encendida la lámpara de la mesilla. A la mañana siguiente Jake vio cuando Bill se fue a trabajar y fue a mirar otra vez a Andy. Durmió hasta mediodía, antes de agitarse. Se sintió aturdido y confundido, pensó por un momento que estaba en la cabina y sintió la presencia de Alan tan fuerte como si estuviera allí. Un grito que le heló la sangre mando a Jake escaleras arriba y lo hizo entrar como un loco en la habitación para encontrar a Andy sollozando enredado en las sábanas. —No, por favor. —Shhh Andy. Shhh mírame, Andrew ¡Enfócate! La orden en la voz de Jake lo atravesó, y Andy se concentró en los ojos de Jake. —¿Dónde estoy? —Estás en mi casa, a salvo. Te dieron de alta en el hospital ayer por la noche y Bill y yo te hemos traído para cuidar de ti. Andy digirió la información antes de que las lágrimas brillaran en sus ojos. —Jake tienes que creerme. Yo no quería, no creas lo que dicen. Nunca lo quise, por favor, di que me crees. —Al borde de la histeria Andy sollozaba incontrolablemente. Jake lo acunó en sus brazos y lo susurró palabras calmantes y cariñosas. —Lo sé Andy. Todos lo sabemos. No has hecho nada malo. Después de que Andy se calmara un poco, Jake lo ayudó a llegar al baño de invitados. Cuando se volvió para salir de la habitación para preparar el almuerzo, se detuvo por los suaves gemidos procedentes de detrás de la puerta. Jake llamó suavemente y le preguntó si estaba todo bien. —Me duele mucho, Jake.

—Lo sé, cariño, pero va a mejorar pronto, ya verás. Después que Andy terminara, Jake lo llevó abajo y lo acomodó en una silla en el jardín mientras preparaba una sopa de nueces para el almuerzo. Dejó los tazones en la mesa del patio y se alegró al ver un poco de color en las mejillas de Andy. —Bill llegará pronto a casa. He pensado que podemos ver un DVD o algo así, tenemos sonido surround, ¿sabes? —Mmm, suena bien. Para Jake era difícil iniciar una conversación con Andy. Pudo ver que se encontraba a mil millas de distancia. Jake trató de sonar tan suave como pudo antes de decir. —¿Quieres hablar de ello Andy? La cabeza de Andy se levantó de su plato, la cuchara se detuvo a medio camino a su boca, diferentes emociones cruzaron la cara de Andy, vergüenza, culpa, una profunda tristeza. Andy hizo un gesto muy pequeño, casi se lo pierde Jake. —Alan fue muy amable conmigo, —dijo Andy de repente. Jake asintió pero permaneció en silencio. —Antes y durante, quiero decir. Pero una vez que lo hizo conmigo fue como si me repeliera. —Suena como el libro de texto de Alan, —dijo Jake con desprecio. —Siguió hablando sobre la forma que me amaba. Como me necesitaba, estar conmigo. No sabía que esperar. Lo tomé segundo a segundo. Pero nunca pensé que dejaría al resto de ellos sueltos en mí. —Andy, todos ellos son personas perturbadas, — subrayó Jake—. No puedes mirar sus acciones con razón, porque no hay ninguna.

Andy agitó la sopa con una profunda reflexión. —No lo sé. Había un chico, —dijo sobre todo a sí mismo. Andy miró a Jake y luego desvió la mirada—. Parecía diferente al resto. Triste, casi. Jake miró el cuerpo encorvado de Andy y sacudió la cabeza con tristeza. —Andy tienes que considerar todo lo que dijeran o hicieran como parte de tu violación. Todo ello lo hicieron con la específica intención de confundirte, de hacerte creer que era tu culpa y que no estaban haciendo nada malo. No lo puedes permitir. —Sé que tienes razón, Jake. Quiero decir, tu sabes... —dijo Andy mientras jugaba con su cuchara—, pero este chico, no lo sé. Parecía que no quería estar tampoco allí. Trató de ayudarme. No parecía formar parte del grupo. —¿Quién es ese chico? ¿Tiene nombre? —Preguntó Jake. Andy se paró antes de decir el nombre de Brian. No quería enfrentarse a ninguno de ellos. Y no quería que Jake o nadie lo obligara. Jake suspiró cuando vio levantarse las defensas de Andy y nublar los ojos con auto-protección. —¿Te está gustando la sopa?, —añadió tras un momento. Andy asintió con la cabeza y lo ofreció una pequeña sonrisa. Jake sabía que llevaría un tiempo, pero el Andy que conocía volvería a ellos algún día. Tenía que creerlo con cada fibra de su ser.

Esa noche, después de la cena y la película, los tres estaban sentados en la sala de estar bebiendo una humeante taza de té. Andy había salido de su caparazón un poco más, y esbozó una sonrisa genuina, cuando Bill se levantó y lo dio un juguetón manotazo a Jake en el culo para burlarse de su elección de película. Terminaron acunados en los brazos del otro. Bill bebiendo de la taza de Jake, ya que había terminado la suya. —Estaba muy asustado. Nunca he estado tan asustado en mí vida. Ni siquiera después de que muriera la señora Anderson y me quede solo otra vez. —Exclamó Andy en un tono de conversación. Pero Jake podía ver la tristeza subyacente en los ojos de Andy. Asintió alentándole. Devolvió el apretón en el brazo a Bill en respuesta al que estaba recibiendo alrededor de su cintura. —Estuve pensando si me iban a matar más tarde, si, si… —Andy tragó el nudo de la garganta y tomó un sorbo de té. —Sabemos quién te ha hecho esto Andy, —dijo Bill. Andy parecía muerto, el pánico en su cuerpo era evidente para Jake y Bill. —Cómo, —graznó Andy. —No eres la primera de sus víctimas, amor. Ha habido otros antes, —dijo Jake —Me lo imagino, —dijo Andy con tristeza. —Tenemos que evitar que eso le suceda a otra persona, Andrew, —dijo Bill en serio. —Si quieres Bill y yo nos pondríamos de acuerdo contigo cuando vas a hablar con Chris, y le puedes decir con tus propias palabras lo que pasó y asegurarnos que esto no vuelva a suceder nunca.

Andy parecía abatido cuando dijo: —No quiero hablar con él. No tengo nada que decir a la policía. —Andy por favor, —declaró Jake. —¡No! Por favor, chicos. No soy un héroe, ¿de acuerdo? No puedo luchar esta causa por mí mismo, por favor, no me hagáis hacerlo. —Andy, no estarás solo, no lo harás solo, ahora nos tienes a nosotros. Las lágrimas brillaron en los ojos de Andy, mientras miraba abajo en la taza sin mirarlos a los ojos, susurró suplicante. —Yo… Por favor, no me obliguéis a hacerlo, no puedo. —Está bien, amor, no te preocupes de nada de eso ahora. Lo mejor es concentrarte en la curación y en recuperar tu vida de nuevo, —dijo Bill. Unos momentos más tarde, la cabeza de Andy se disparó y arrugó la frente. —¿Mi trabajo? ¿Julie? No quiero perder… —No te preocupes Andy. Se lo he explicado a Julie sin dar demasiados detalles de lo sucedido, dijo que tu trabajo te estará esperando para cuando estés totalmente recuperado y apto para volver, —sonrió Jake tranquilizador. Andy suspiró aliviado, pero luego se tensó de nuevo. —No le dijiste… —No, —dijo Jake—, no lo haría. Pero ella sabe lo suficiente, por lo que no te preocupes por tu trabajo. Está esperando hasta que te mejores. —Chicos, —dijo Andy tímidamente—, realmente aprecio todo lo que estáis haciendo por mí. Es más de lo que cualquiera hubiera pedido.

Jake y Bill se levantaron y fueron hacia Andy, Jake poniendo sus palmas contra sus mejillas haciendo una bocina con su cara, Bill lo miró a los ojos antes de decir. —Eres de la familia Andy, y te amamos. La familia mira uno por el otro, ¿no? Jake asintió y dijo: —Tú nos tienes ahora, tanto si nos quieres o no, cariño. Andy soltó una carcajada profunda que pareció música a los oídos de Jake y Bill. Se quedaron mirando un tiempo hasta que los ojos de Andy comenzaron a cerrarse. Bill recogió el pequeño cuerpo de Andy del sofá y lo depositó amorosamente en la enorme cama. Andy lamentó la pérdida de los fuertes brazos de Bill por todo su cuerpo, pero suspiró cuando Jake y Bill se inclinaron para depositar un beso tierno en la sien. Estaba durmiéndose.

Alan siguió como de costumbre, pero una sensación molesta estaba en sus entrañas. Su grupo estaba explorando nuevos objetivos cada día y haciendo una lista con las posibilidades. Alan siguió todos los movimientos, pero en el fondo, su pensamiento volvía a una persona, y estaba empezando a preocuparse.

En el siguiente par de semanas, Andy se hizo más fuerte físicamente, y después de una acalorada discusión con unos implacables Bill y Jake, Andy accedió a ver al psiquiatra que el doctor Sweeny les había recomendado. En la tercera sesión con la doctora Manning, una cómoda regordeta y cálida mujer de cuarenta y cinco años, hicieron un pequeño avance.

—Por lo tanto Andy, ¿cómo han ido las cosas? —Mejor, madame. Hice lo que sugirió y comencé un diario. Cada vez que experimento un cambio de ánimo y me siento negativo, voy a un lugar tranquilo y escribo, y realmente me calma. La doctora Manning asintió alentadoramente. —Eso es bueno, Andy. Y ¿cómo te sientes físicamente? —El doctor Crowe ha estado cuidando muy bien de mí, madame. Finalmente me convenció para volver al trabajo esta semana. Y él y Bill solamente me vigilan dos veces al día ahora, así que es una mejoría. La doctora Manning se rió con gusto. —A mí me suena como que eres feliz con el doctor Crowe y su pareja. —Lo soy, mucho. —Dijo Andy con entusiasmo—. Los quiero. —Suenas muy feliz, también. Pero ¿por qué me da la sensación que hay algo de teatro aquí? Andy perdió su falsa sonrisa y su cara tomó una expresión neutra. —Mire doctora Manning, Bill y Jake realmente quieren que venga a estas sesiones, y yo voy a hacer todo lo que los haga felices. Sin embargo, ninguno sabe nada de lo que pasa aquí, y de las cicatrices físicas de mi cuerpo. —Andy tomó una respiración profunda—. Estoy marcado de por vida. Tanto que si puedo pasar un día de vez en cuando sin pensar en lo que ha pasado, ni sentir a los cuatro sobre mí, dentro de mí, cada segundo con la cinta, no pediré nada más. —La supresión no va a hacer que se vaya, Andy. —Tampoco hablar de ello. La doctora Manning miró a Andy durante un momento.

—Bueno, Andy, entonces que hacemos aquí. Porque si no quieres hablar, no te puedo ayudar, y quiero hacerlo, mucho, de todas formas. —¿Pero qué pasa con Bill y Jake? Ellos quieren que continúe con las sesiones. —Entonces, haz un esfuerzo honesto. Podemos sentarnos aquí sesión tras sesión, hasta que te sientas listo para hablar, pero tienes que estar aquí. Andy suspiró abatido. —Muy bien, doctora Manning. Voy a darle una oportunidad. —Bien. Me alegra oírlo. —Sonrió tranquilizadoramente a Andy.

—Vamos Al. Estoy jodidamente caliente. Tengo que arruinar un culo apretado y muy pronto. ¿A qué esperamos? —Brewster sonaba exasperado y tenía a Alan de los nervios. Le espetó irritado. —¡Qué te jodan! ¡Fuera de mi vista! Eso va para todos vosotros, maricones. Siempre y cuando yo reciba los cheques de mi padre a final de mes, no preguntéis nada. — Alan miró hacia abajo a Brewster y Jasón—. ¿Está claro? Brewster se tragó su comentario y asintió con la cabeza junto a Jasón. Alan no tenía ningún deseo de encontrar un nuevo objetivo. Al principio, pensaba que Andy no era más que otro virgen, tomar su inocencia, corromperlo y saquearlo. Pero después de una gran lucha consigo mismo había llegado a darse cuenta que Andy se había convertido para él en algo más que solo una jodida. Amaba a Andy, y lo necesitaba, lo necesitaba como el aire que respiraba. El

hecho de que Andy fuera agredido con artículos ni siquiera molestó a Alan. Solo necesitaba estar dentro de Andy y su mundo estaría completo. Andy estaba destinado a ser suyo. —Reunión de estrategia en una hora. En mi casa, dilo a los demás. No llegues tarde, —advirtió Alan amenazadoramente.

—Cariño, estoy en casa. Andy sonrió cuando la voz de Bill llegó a través de la puerta de la entrada. —Ya era hora. Pensé que te habías ido y habías elegido otra mujer en tu camino a casa, y te habías olvidado de mí. —Andy entró en el vestíbulo desde la cocina. Bill olfateó el olor de la cocina y se agarró el estómago. —No sería capaz de encontrar a otra persona que hiciera un guiso de tomate como tú, cariño. —Mientras sepa que soy apreciado. Se echó a reír, y Jake entró por la puerta detrás de Bill. —¿De qué os reís... ¡Oh Dios Mío!, ¿qué es eso?, — Jake inhaló profundamente mientras iba a la cocina, haciendo caso omiso, a propósito de Bill. Bill lo agarró el brazo y más o menos lo giró, lo acarició cerca de la oreja. —No pensarías que puedes pasar por delante de mí, ¿verdad? ¿Voy a tener que enseñarte una lección esta noche señor?

Jake se rió con deleite, el aliento cálido de su cuello hizo que se le pusiera la carne de gallina. Apartándose de Bill, Jake lo advirtió en broma. —Cariño, no delante de los niños. Todos se rieron y Andy se inclinó hacia delante echándoles los brazos alrededor de ambos. —Bienvenidos a casa, chicos, ¿qué tal el trabajo? —Oh, la nueva receta de rosquillas fue un gran éxito. Rosetta apenas daba abasto. Creo que voy a tener que contratar otro ayudante, —dijo Bill. Hablaron de los acontecimientos del día, disfrutaron del guiso de tomate de Andy, y la conversación derivó a las sesiones de Andy con la doctora. —Ella es vagamente.

realmente

muy buena,

—declaró Andy

—¿Te ayuda?, —preguntó Bill suavemente. Andy consideró cuidadosamente sus palabras antes de contestar. —Sí, —decidió ser totalmente honesto—. Todavía tengo un largo camino delante de mí, pero paso a paso. — La alegría de sus palabras satisfizo a Bill y a Jake más allá de las palabras. Pensó que era tiempo para que apareciera lo que había estado guardando en su corazón un tiempo. —Escuchad chicos, he estado pensando. Realmente aprecio todo lo que habéis hecho por mí. Dios sabe cómo me habéis hecho enfrentar estas últimas semanas. —Andy hizo una pausa—. Pero ya estoy un poco mejor, quizás debería volver a mi propio apartamento. —Los miró sin pestañear y bajó los ojos—. Ya me he inmiscuido en su vida el tiempo suficiente. Jake suspiró y cuando Andy miró hacia arriba, caminó hacia él.

Acomodándose junto a Andy, Jake lo tomó de sus mejillas mirándolo a los ojos. —Oye Andy, estamos muy contentos de haber estado allí cuando nos necesitaste. Sin embargo, solo porque estés recuperado, no significa que no te queramos en nuestra casa y en nuestra vida nunca más. —Así es Andy. Te amamos, y de verdad queremos que te quedes a vivir con nosotros. De forma permanente, es decir. —Aclaró Bill. —Hay espacio más que suficiente, —añadió Jake. Los ojos de Andy brillaban con lágrimas que amenazaban con derramarse por sus mejillas. Cuando abrió la boca para responder, perdió la batalla y las lágrimas cayeron libremente. —Yo también os quiero. Voy a estar feliz de vivir aquí permanentemente, —dijo Andy ahogado por los sollozos. Llorando, Jake y Bill lo envolvieron en sus brazos fuertemente entre sus cuerpos. Andy sabía que había encontrado un hogar.

—¿Qué quieres decir que vamos a ir de nuevo a por Martin?, —Brad Lee bramó confundido—. Lo hemos clavado, y ahora nos olvidamos de él. Así es como funciona. Alan suspiró condescendientemente a la gente que estaba sentada en su sala de estar. —Pareces estar olvidando que estáis aquí porque os tolero. Estáis aquí para ofrecerme un servicio, no para preguntarme. Quiero a Andrew Martin y lo voy a tener, maldita sea. Jason rompió el silencio.

—Personalmente no me importa, a decir verdad. Me gustaría sumergirme de nuevo en la apretada garganta del nene en cualquier momento, —dijo riendo Jason, tirando fuerte de Brewster contra él. Alan se abalanzó sobre él en un segundo. —¡Las manos fuera! ¡En este momento es todo mío! ¿Entiendes? No quiero ver a ninguno de vosotros maricones intentar nada con él, ni follar su culo, ¿eh?, —gritó Alan. Jason asintió son la cabeza frenéticamente. —Sí, Al te escuchamos. Es tuyo. Solo tuyo. Cuando Alan sonrió y se relajó junto a Jason en el sofá dijo en voz baja: —No falta mucho, mi amor. Estaremos juntos muy pronto. Alan no era consciente de cómo lo miraron sus amigos, ni de la cara pálida de un herido Brian.

Brewster acorraló a Alan cuando volvía del servicio. Se acercó al inestable hombre con cautela. —Al, tengo que hablar contigo un segundo. Alan estaba de buenos humos, lo que no ayudaba a los nervios de Brewster. Sabía que la personalidad de Alan cambiaba como un rayo, era impredecible. A menudo Brewster se preguntaba si Alan estaba cuerdo. Alan estaba feliz porque pronto se reuniría con su amor. Miró a Brewster y en broma lo golpeó el hombro. —Habla. —¿Qué pasa Alan? ¿Qué hace diferente a Martin de todos los demás? ¿Por qué arriesgarlo todo por él?

Alan miró a su amigo, con la cara en blanco. —Lo amo, Brew. Es muy sencillo. No me di cuenta al principio, pero se me ha metido bajo la piel en algún momento. —Alan rompió en una sonrisa—. ¿Quién lo hubiera sabido? Y él de entre toda la gente, ¿eh? Que Alan estuviera tan feliz irritaba a Brewster. —¿Quieres dejar de pensar con la polla y usar la cabeza un minuto? Demasiadas personas sospechan ya Alan. Saben que estamos detrás de su desaparición y vendrán detrás. ¿Realmente es necesario perderlo todo por Martin? —Todo saldrá bien, Brew. Vamos a hacer que parezca que fue por su propia voluntad, lo tengo todo planeado. Confía en mí. —Respondió Alan en voz baja, lo que le dijo a Brewster lo dejo al borde. —¿Y qué te hace pensar que Andy va a ir de buena gana? No es que nos vaya a recibir con los brazos abiertos, Al. —Se dará cuenta de cuánto lo siento. Le explicaré cuanto lo amo. Se dará cuenta de que me ama también. ¿Ves? Brewster miró a Alan con horror apenas disimulado en su rostro. ¿Se había perdido Alan finalmente? Brewster pensó duramente que en lo que se refería a su amigo llevaba demasiado tiempo finalmente en el borde. Alan era ajeno a las reflexiones de Brewster cuando silbaba de regreso alegremente hacia la sala de estar. Todo iba a estar bien en su propia realidad, Alan dio una palmada con las manos y dijo en voz alta. —Bien chicos, hablemos de la estrategia.

—¡Oh Dios mío! No puedo creeros. ¿En serio? Jake y Bill miraron el pelo rizado por el sueño de Andy y sus ojos hinchados a la luz de la mañana. Se rieron felices por la emoción de que no se lo creyese y asintieron con sus cabezas. Parecía un niño en la mañana de Navidad, sosteniendo el sobre con su itinerario y sus billetes de avión en las manos. —Créelo amigo. Nosotros tres, dos semanas en París, Francia. Nos vamos mañana por la tarde. Pensamos que merecías un descanso adecuado y un día de fiesta. —La emoción brilló en los ojos de Andy, extasiado, hacía mucho tiempo que Jake no lo había visto reaccionar tan fuertemente por cualquier cosa. —Dependiendo de cómo te sientas, y si el médico nos lo permite. —Bromeó Bill con buen humos, lanzando una mirada hacia Jake—, Incluso podríamos ir a Disneyland también. Jake parecía confundido cuando Andy dejó todos los papeles en la cama. La característica desilusión nubló la cara de Andy. —¿Qué pasa Andy? —¿No te gustaría ver Disneyland París? —Preguntó Bill. La mirada de tristeza de los ojos de Andy rompió el interior de Jake. —No puedo aceptar esto, chicos. Habéis hecho tanto por mí. No puedo tomar esto de vosotros. —Andy sonaba desgraciado por tener que declinar su generosa oferta. —Andy, mírame. —Le ordenó Bill—. Queremos hacer esto por ti. Somos una familia y las familias se van de vacaciones juntas. —Así que por favor, di que vendrás. Ya había comenzado a alterarme, no puedes dejarme ahora. —Jake puso cara suplicante.

Andy se rió de la cara de cachorrito de Jake y se tiró a los brazos de los dos hombres más importantes de su vida. —¡Disneyland! —gritó Andy. Y se desplomó en la cama con un ataque de risa.

Más tarde esa mañana, mientras Andy estaba desayunando, sonó el teléfono. Al cogerlo Andy dijo ‘Hola’ un par de veces solo para recibir silencio. Sin pensar en ello, Andy colgó y continuó con su desayuno.

A mediodía, Andy se dio una ducha y mientras sus manos pasaban por cada cicatriz su mente recordaba cómo le hicieron cada una de ellas. Todavía podía recordar cada sensación, cada olor, cada sonido. Podía sentir el pene duro, implacable, rasgarlo, podía sentir el sabor salado de la polla de Jason cuando se vio obligado a tragarla por la garganta... Andy respiró hondo y aclaró sus pensamientos desagradables de la mente. En su lugar, pasó la espuma por su cuerpo y pensó en su inminente viaje a París. Andy no había sanado por completo, pero deseaba desesperadamente que Jake le dijera que iba a estar bien para ir a todos los paseos de Disneyland cuando llegaran. Andy enjuagó su cuerpo bajo los chorros de agua caliente y creyó oír un sonido. Lo ignoró y continuó enjabonándose el cabello, pasando tranquilamente sus dedos por la maraña y masajeando el cuero cabelludo. Cuando se terminó de enjuagar, salió de la ducha en una manta de vapor de agua y se secó. Se acercó al espejo y pasó la mano por él. Al mirarse a la cara, se volvió a lamentar de que apenas tenía vello para pasar una navaja de afeitar. Andy se volvió para

salir y sus ojos vieron la marca en la parte izquierda de su cuerpo. Su mano fue automáticamente a cubrir su marca, y Andy suspiró. Jake le había dicho que un cirujano plástico podía eliminarlo, pero seguía siendo una marca, no obstante. Andy dudó en eliminar la marca, pero no sabía por qué. Bill y Jake parecieron entenderlo, le llevaría un tiempo el no hacerse preguntas sobre sus dudas de conseguir que la marca estuviera quitada. Andy suspiró y se dirigió a su habitación. Abrió la puerta y un grito silencioso murió en su garganta cuando se encontró cara a cara con la tímida mirada de Alan. Andy apenas sintió la mano deslizarse sobre su boca cuando perdió la conciencia y cayó al suelo.

Las voces se abrieron paso en la conciencia de Andy y se sintió más o menos siendo colocado en su cama. —¡Con cuidado!—Le gritó una voz familiar. Andy abrió los ojos y él pánico y miedo que anteriormente había experimentado lo hizo derrumbarse. Un sentimiento enfermizo se estableció en la boca de su estómago, Andy se lo aplastó violentamente con sus brazos y sus piernas. Fuertes manos se envolvieron alrededor de sus miembros y lo depositaron con firmeza en la cama. Lágrimas de terror rodaban por las mejillas de Andy cuando una voz conocida le susurró. —Shhh Andy. Cálmate, ¿eh? No voy a hacerte daño, amor. Las palabras renovaron la lucha de Andy y gritó, mientras estaba tratando de liberarse del agarre de Brewster y Brad Lee. —¿Qué? ¿Cómo la otra vez Alan? ¡Estás enfermo, jodidamente enfermo! ¿Qué quieres de mí? ¿No te hartaste la última vez? Soy un producto en mal estado, ¿recuerdas? —La vehemencia en su propia voz, sorprendió al mismo Andy. Todos los poros de su cuerpo estaban cargados con una fuerza animal que ni siquiera sabía que tenía. Brad Lee había subestimado la fuerza de Andy y aumentó su control sobre los muslos y las piernas del pequeño cuerpo manteniéndolo en su lugar. —¡Abajo tigre!, —Le gritó Brad Lee. Alan suspiró y se dejó caer al lado del Andy, espero hasta que Andy lo mirase para hablar.

—Cariño, si les digo que te suelten te calmarás ¿verdad? Andy consideró el peso de los dos hombres en la parte superior de su cuerpo y pensó que Jason y Brian estaban probablemente esperando en la planta baja, por si trataba de escaparse y dejó de luchar. Relajando su cuerpo visiblemente Andy asintió con la cabeza sin decir nada. Alan señaló a Brewster y Brad Lee y ellos se bajaron de mala gana. Mirando amenazante a Andy a los ojos, Brewster le advirtió. —Estaremos justo afuera, Al. Alan cabeceó asintiendo a medias cuando Brewster y Brad Lee salieron de la habitación, cerrando la puerta. Los ojos de Alan se fijaron en la cara de Andy. Lágrimas silenciosas caían por las mejillas de Andy cuando se giró a mirar a Alan. —Sé qué debes odiarme, Andy, y haces bien, —dijo Alan suavemente. Andy no respondió, se quedó mirando el aspecto de pesar en el rostro de Alan a través de sus lágrimas. Después de un momento, Alan continuó. —Te quiero, Andy. No sé por qué o cómo, pero Dios lo sabe, te quiero tanto, demasiado. Las lágrimas silenciosas que corrían por la cara de Andy se convirtieron en sollozos. Alan limpió las mejillas de Andy, mientras abogaba porque dejara de llorar. Andy se vulnerable.

sintió

pequeño

y

devastadoramente

—Alan, no estás bien. Me dijiste que me amabas la última vez que me viste, pero luego dejaste que me hicieran daño. Me heristeis. Alan apartó la mirada de Andy.

—Si bueno. Lo siento, Andy. No voy a dejar que ninguno se te acerque otra vez, ¡lo juro! —No importa Alan. El daño ya está hecho. —dijo Andy rápidamente y se señaló su parte izquierda para que Alan la viera—. Mírame, Alan. Mira lo que me hiciste. Como dijiste.

«Ahora cada persona que me vea sabrá la barata puta que soy» ¿No fue lo qué dijiste después de dejar tu marca en mi cuerpo? Alan saltó sobre Andy, aplastándolo con su peso. Agarrando a Andy alrededor de los hombros lo sacudió violentamente. —Te dije que lo sentía mucho, ¿no? Te dije que lo sentía, ¿qué más quieres? —Para ti y para tus perras, que caigáis muertos. — Gritó a través de un mar de lágrimas. Un fuerte golpe resonó en la habitación cuando Brewster y Brad Lee irrumpieron en la habitación, los ojos hinchados, las lágrimas humedeciendo sus mejillas, cuando Alan se inclinó sobre él, listo para atacarlo en cualquier momento. —Te quiero Andy, más de lo que puedas imaginar. Pero yo no te hablé de esa manera. —Alan trató de ser dominante, su cuerpo elevándose sobre Andy—. Con el tiempo Andy te darás cuenta que tu también te preocupas por mí. Y verás que soy bueno para ti, que nos pertenecemos. —Estas jodido, Alan —dijo Andy sin aliento. Los ojos de Alan se endurecieron y lo miró de pie junto a la cama. —Vístete Andrew. Y haz las maletas. No te olvides de nada, ya que no vas a volver aquí de nuevo. El pecho de Andy se cerró cuando cayó en la cuenta de lo que iba a hacer. Alan y su grupo se le iban a llevar lejos de Jake y Bill, de Julie, de su trabajo, de Nora y del hogar

que había encontrado aquí con ellos. Andy se sentía como si el mundo se derrumbara a su alrededor y le suplicó a Alan. —Alan por favor. No me hagas esto. Te lo juro no le diré a nadie lo que pasó. Ni siquiera le diré a nadie lo de hoy. ¡Oh Dios¡ por favor, no me separes de mi familia. Te lo ruego con todo mí ser, Alan por favor. —gritó Andy con lágrimas de miedo y desesperación cuando Alan volvió a sentarse en la cama. Alan envolvió los hombros de Andy que estaba sollozando y le frotó la espalda suavemente. Andy se sentó allí, sin ofrecer resistencia, con un sentimiento de desesperanza. Alan retrocedió y tomó la cara de Andy en la palma de su mano, mirándole a los ojos. —Soy todo lo que necesitas, Andy. Vamos a ser la familia del otro a partir de ahora. No necesitarás nunca nada en tu vida, y tendrás todo el amor que puedas manejar. Vamos a comenzar nuestra propia familia algún día, y seremos felices juntos. Te lo prometo, mi amor. Andy sollozó abatido por las palabras de Alan. Alan se levantó de la cama y le dijo con tono autoritario: —Vamos, tienes que vestirte y haz las maletas, discutiremos los detalles más adelante. No tenemos mucho tiempo antes de que los entrometidos maricas vuelvan, así que date prisa, Andy. —No hables así de mi familia, —sollozó Andy. —Yo soy tu familia ahora, Andy. Andy negó con la cabeza. —Estás enfermo. Ellos sabrán que ha pasado algo. Nunca creerán que salí y me fui, vendrán a buscarme y no pararán hasta que me encuentren. —Pensé en eso mi amor. También sabía que necesitarías un cierto estímulo para que te dieras cuenta de

tus sentimientos hacia mí, y que vieras que esto era lo mejor para ti. Vas a escribir una carta al buen doctor y su perra, dándoles las gracias por su hospitalidad y su atención, pero que necesitas buscar tu propio camino en este mundo. Y vas a hacerlo creíble también. Andy negó resueltamente. —No haré eso. —Andy, lo harás si te preocupas tanto por Jake y Bill cómo dices. Si no escribes esa carta quemaremos la casa, y haremos que parezca que te has quemado vivo junto a ella. Personalmente me gusta más la primera opción, es menos dramática, ¿no? —preguntó Alan retóricamente. Las lágrimas rodaban por la cara de Andy otra vez. Pensó que Jake y Bill perderían su casa y a él le pasaría lo mismo. Suspirando con resignación a través de las lágrimas Andy se levantó de la cama, agarrando la toalla alrededor de su cintura como si fuera un escudo. Al volver la cabeza a Alan le hizo una seña con la cabeza señalándole a Brewster y Brad Lee que estaban parados en la puerta. —¿Te importa decirles a tus matones que se larguen y me den un poco de privacidad? —En realidad no importa princesa. No hay nada que no hayamos visto, —dijo Brewster. —O probado, —añadió Brad Lee, provocando una risa en Brewster. La cara de Andy se enrojeció con humillación y miró hacia abajo en la alfombra. Alan giró sobre ellos y los empujó hacia la puerta cerrándola, se volvió a Andy con una mirada de disculpa en su cara. —¿Entiendes por qué no puedes estar completamente solo en este momento no? Ellos no importan demasiado. — Alan le indicó la puerta cerrada—. Ellos saben cuál es su

lugar. Tan pronto como te des cuenta Andy que tu lugar está a mi lado, podemos zanjar y empezar nuestra vida juntos. Pero por ahora, —Alan caminó hasta Andy, lo suficientemente cerca para que Andy sintiera su aliento en su cuello desnudo—. Necesito seguridad adicional. Se quedó frente a él unos segundos más, Andy sintió las manos de Alan rodear su cintura. Los pulgares de Alan se engancharon en la toalla y Andy se puso tenso. —¿Q… Qué estás haciendo, Alan? —tartamudeó Andy. Alan miró a los nerviosos ojos de Andy y lo sonrió tranquilizador. Desenganchó la toalla, y detuvo los esfuerzos de Andy para alcanzar la toalla que estaba cayendo. Se agachó para acariciar el cuello de Andy y le susurró con voz suave. —No te preocupes amor. Habrá mucho tiempo para eso más adelante. —La erección de Alan presionaba contra el muslo desnudo de Andy—. Pero por ahora te tienes que vestir y hacer las maletas, para irnos. Todavía tenemos que resolver lo de la carta también. Andy se alejó en silencio y se acercó al aparador. Gemidos suaves de desesperación lo acompañaban en sus acciones cuando se vestía. —Oye Al, ¿cuánto tiempo queda hombre? Se está haciendo tarde, —dijo Jason. Alan escuchó el pánico en la voz de su amigo y dijo: — Simplemente seguid vigilando. Tenemos que hacer la carta que hará que los dos maricones crean que Andy se fue por voluntad propia. No podemos apresurarnos, así que ¡dejad de molestarnos! —Alan cerró la puerta en la cara de Jason. Volviendo a la habitación, sus ojos se posaron en Andy, arrugado en un rincón de la cama. Las maletas estaban hechas y listas para ser cargadas en la furgoneta. Todos los efectos de Andy habían sido retirados de la sala. Alan le tendió una pequeña libreta y un bolígrafo a Andy. Cuando Andy no hizo ningún movimiento para tomar los

artículos, Alan suspiró y los dejó caer sobre la cama delante de él. Colocando la libreta y el bolígrafo en el regazo de Andy, dijo: —Es hora Andy. Andy no levantó la vista. —Por favor, Alan. Por favor. No es demasiado tarde. Te juro que no le diré a nadie si te vas ahora. No me obligues a hacer esto. Bill y Jake me aman, y yo los amo a ellos. Soy feliz aquí. Muy feliz. No me separes de mi familia, Alan, por favor. Alan suspiró, lo miró condescendientemente. —Bebé, hemos pasado por esto. Yo soy tu familia. Te amo. Y tú me amarás también. Lo sé. Ahora deja ya el tema de Jake y Bill. ¡Escribe! —Le ordenó Alan. Nuevas lágrimas cayeron por sus ojos de nuevo, Andy tomó la libreta y el bolígrafo, pero dudó, sin saber por dónde empezar. —¿Qué debo decir? —le preguntó Andy con voz temblorosa. Satisfecho de sí mismo Alan sonrío por el tono sumiso que mostraba claramente que todo estaría bien.

—Este tiene que ser el secuestro más triste en el que he participado toda mi vida. —Dijo Jason a un Brian con cara de piedra. —Dímelo a mí, —intervino Brad Lee—. Está tratando a Martin como si fuera de la realeza cuando en realidad es una puta bolsa de semen.

Brewster recogió una de las maletas y se fue de la puerta de la habitación, Jason, Brad Lee y Brian lo siguieron. —Solo será un tiempo, muchachos. Al se cansará de Martin cuando se descargue. Quién sabe, —dijo Brewster con complicidad al entrar al pasillo, bajando la voz cuando se dio cuenta que Alan y Andy estaban en la parte alta de las escaleras— incluso podría dejarnos sus sobras de nuevo. Todos en el grupo se rieron excepto Brian, antes de que llegaran Andy y Alan. Alan deslizó un brazo posesivo alrededor de la cintura de Andy mientras descendían por las escaleras. Tomando la carta del agarre sudoroso de Andy, la colocó sobre la mesa en un lugar destacado del hall, antes de liderar el camino hacia la furgoneta. Nadie se dio cuenta del trozo de papel arrugado en la izquierda de la cama de Andy. Alan se puso al lado de Andy en la furgoneta. Andy miró a su alrededor separándose. Los recuerdos de su anterior paseo amenazaron con apoderarse de su mente. Cerró los ojos y trató de imaginarse a sí mismo en cualquier otro lugar que en el que estaba. Alan empujó a Andy contra él, sosteniendo su cabeza en el hueco de su cuello. Andy abrió los ojos y la pura lujuria que vio en los ojos de Jason estuvo a punto de estrangularlo. Cuando se dirigían a su guarida, Andy solo esperaba que Alan cumpliera su promesa de mantenerlos alejados de él. Su mente no dudaba que ellos lo rasgarían en pedazos a la mínima oportunidad. Jason y Brewster estaban sentados frente a ellos y Andy apreció la protección de estar encajado entre Alan y la ventana. Brian llevaba una escopeta, y Brad Lee estaba detrás de la rueda. Jason lo sorprendió mirando a su alrededor.

—Es inútil que pienses en ello, Martin. Hemos puesto el seguro en este momento. Esa puerta solo se abre desde el exterior. Así que ni siquiera intentes cualquier cosa. Andy miró el rostro engreído de Jason. —Así es princesa. Vinimos preparados para ti esta vez, —añadió Brewster, rodando un bate de béisbol entre un talón y el suelo amenazadoramente. Andy cerró los ojos y atendió a sus voces. Los ignoraría a menos que fuera obligado a interactuar con ellos de alguna manera. Dirigió sus pensamientos a lo devastados que estarían Bill y Jake cuando ellos descubrieran la carta que Alan le había obligado a escribir. La había leído y releído un millón de veces, intentando encontrar alguna pista en alguna parte, había sido imposible. Andy solo esperaba que no lo odiaran, que siguieran amándolo y nunca lo olvidaran. El agotamiento y el estrés de la mañana cayeron duramente sobre el todavía débil sistema de Andy, que agotado se quedó dormido en un sueño intranquilo. Cuando Andy se agitó unos momentos más tarde, todavía estaban conduciendo. —Hola dormilón, —cantó Alan, plantando un beso en la sien de Andy. Andy se dio cuenta que estaba acurrucado entre los brazos de Alan, pero Alan lo sujetó fuertemente de los hombros, manteniéndole inmóvil. —Dios estás tan hermoso cuando duermes, Andy. Como un verdadero ángel. Andy tragó la bilis que le llegó a la garganta al pensar que cualquiera de ellos lo había visto en tal estado de vulnerabilidad. Andy decidió hacer caso omiso de la declaración de Alan y preguntó: —¿Adónde vamos? —A la cabaña, a pasar la noche. —Alan medió susurró, entonces continuó—, nos vamos al aeropuerto mañana, donde el avión de mi padre nos está esperando.

—¿Dónde me llevas Alan? —preguntó Andy con un borde de pánico en la voz. Alan parecía estar ajeno a ello. —Ah, cariño. Es una sorpresa, ya ves. Vas a tener que esperar y verlo. Pero te prometo esto. Una vez que subas a ese avión, nosotros dejaremos de existir. Nadie será capaz de hacernos bajar y encontrarnos, no donde vamos. Andy no había pensado mucho en lo que pasaría con él a largo plazo, pero la ansiedad descendió sobre él, ante la idea de desaparecer en el mundo con Alan. —Duerme, amor, y no te preocupes más. Estamos cerca de allí. No falta mucho, —dijo Alan presionando la cabeza de Andy hacia atrás contra su hombro. Andy cerró los ojos y trató de calmar su respiración. Ya era el atardecer cuando Brad Lee detuvo la furgoneta delante de la cabaña. —Vamos, semental. Ya estamos aquí. —Bromeó Alan y tiró de Andy suavemente de su forzada posición al cobertizo. Andy se enderezó y miró por la ventana Brewster y Jason saltaron de la furgoneta, tomando todas las bolsas de noche. Cuando Alan ayudó a Andy a bajar de la furgoneta, Brad Lee y Jason galoparon alrededor, y Brewster les dio un codazo. Andy sintió una especie de excitación en el aire. Actuaban como si se fueran de vacaciones por la mañana. Entraron en la cabaña, el brazo posesivo de Alan se situó en torno Andy, la vista de la cabaña trajo todos sus recuerdos. Imágenes de esa noche empezaron a llegarle de nuevo, Andy sentía como si una tonelada de plomo lo presionara el pecho. Lo apretaba más y más, dejándolo sin aliento y respiración. Lo último que recordó fueron los brazos fuertes de Alan que lo levantaron antes de que la oscuridad lo alcanzase. Andy se despertó rodeado de almohadas blandas y ropa cómoda de cama. Se puso tenso cuando sintió el

movimiento a su lado. Andy volvió la cabeza, esperando ver a Alan a los pies de la cama. En su lugar, se encontró con los ojos cálidos y sinceros, de un sonriente Brian. Andy tragó audiblemente y miró a lo lejos. —¿Cómo te sientes Andrew? —susurró Brian. Negándose a hacer contacto con los ojos, Andy se encogió de hombros indiferente. —Andrew, no lo hagas. Una puerta se abrió y la cabeza de Brian se dio la vuelta. La voz de alfa de Alan se acercó y Andy se dio cuenta de la tensión en los hombros de Brian. —¿Está despierto? ¿Por qué no me dijiste nada? —Solo se agita, Alan. —¡Muévete! —Exigió Alan con impaciencia. Brian le dio a Andy una mirada de disculpa y luego se alejó. —Andy cariño. Nos asustaste. ¿Estás bien? Andy suspiró ante la preocupación en la voz de Alan y en lugar de responder, dijo en un tono formal. —¿Me das un poco de agua? Alan miró a Andy por un momento. —Por supuesto amor. Cualquier cosa. —Alan se volvió rápidamente regresando con botellas de agua, destapándola y manteniéndola en la boca de Andy, dejando que diera pequeños sorbos. Colocó la botella en la mesilla de noche, Alan se acomodó junto a Andy y le deslizó los brazos detrás de los hombros estrechándolo. Alan le susurró caricias, constantemente pasándole la mano hacia arriba y hacia abajo en un lado de su cuerpo. Gestos íntimos que enfermaban a Andy, pero trató de no concentrarse en el cuerpo intimidante que dominaba el suyo, mientras yacían en la cama, acurrucados como estarían dos amantes.

Brian se sentó delante del fuego, tratando de mantener su rostro indiferente mientras bebía chocolate caliente, escuchando como Brad Lee les decía exactamente lo que le iba a hacer a Andy en el momento que tuviera la más mínima oportunidad. El más gráfico Brad Lee convirtió a su audiencia en la más sensible, salvo Brian, quien tomó un sorbo de la bebida y mantuvo su expresión neutra.

—Cariño. ¡Estamos en casa! —Jake y Bill gritaron al unísono, dando un paso a través de la puerta principal. Los recibió el silencio. —¿Andy? ¿Dónde estás? —preguntó Jake—. Tenemos una sorpresa para ti. Sin tener respuesta todavía. Bill le dijo a Jake. —Estará en el piso de arriba acostado. Voy a echar un vistazo. Jake asintió con la cabeza dejando las compras, se acercó a la mesa de la entrada para echar un vistazo al correo. Cogió un sobre con las palabras Bill y Jake escrito de puño y letra de Andy. Jake tuvo que acordarse de respirar cuando se sentó y rompió el sobre. Cuando sacó una sola hoja de papel, el corazón de Jake se detuvo, y dejó de latir un momento, cuando empezó a leer.

«Queridos Bill y Jake, mi familia. ¿Cómo empezar? No es fácil para mí, pero me imagino que será mucho más difícil para vosotros cuando lo leáis más tarde». Jake se tragó el llanto que amenazaba con derramarse de un momento a otro.

«Han pasado tantas cosas desde que llegué a vivir a esta ciudad. He crecido de una forma que nunca imaginé, y he conocido a alguna gente maravillosa en mi tiempo aquí. Pero he llegado a una triste comprensión, estoy solo en este mundo. Tal vez era lo que tenía para mí esta vida. De cualquier manera, sé que no puedo seguir viviendo aquí, con vosotros. Demasiada agua bajo el puente y todo, como se suele decir. Pero, por favor, que sepáis que os amo a los dos, mucho...» Las lágrimas de Jake fluían ahora libremente

«… y tal vez pueda volver algún día para daros ratos felices. Pero por ahora me despido. Me gustaría que fuerais felices, y espero que siempre os acordéis de mí. Dios sabe que nunca os olvidaré. Adiós, mi familia. Vuestro siempre, Andy». Jake lloraba en silencio y Bill entró con pánico y la voz confundida de nuevo al pasillo.

—Bebé, todas las cosas de Andy no están. Toda la ropa y los libros y… —Bill se detuvo en seco cuando vio el estado de Jake cuando entró al vestíbulo. Bill estuvo al lado de su compañero en una fracción de segundo, acunándolo con suavidad calmando su agitación. Tomando la carta de un lloroso Jake, los ojos de Bill se llenaron de lágrimas al leer la carta. Bill dejó caer la carta al suelo y su cuerpo se apretó contra Jake sollozando ambos.

Los leves y cariñosos gestos de Alan poco a poco se habían convertido en intensas y persistentes caricias. Alan acarició el lóbulo de la oreja de Andy y viajó hacia su pecho debajo de las sábanas, justo por encima de su cintura. Andy se concentró en mantener su nivel de respiración y contener las lágrimas que amenazaban con extenderse en cualquier momento. —Te quiero Andy. Te necesito. —Se quejó con voz ronca Alan.

Jason obsequió a los chicos con su última aventura, pero el cerebro de Brian estaba a miles de kilómetros de distancia. No quería oír hablar a Jason tomando al hermano de su prometida mientras esta se vestía, o los gruñidos de admiración y aprobación de Brewster y Brad Lee. Un fuerte y penetrante ¡NO!, llegó de la cama de la esquina y todo el mundo se disparó poniéndose listo en un segundo. Viendo a Alan manteniendo una lucha con Andy mientras lo sujetaba fuerte en la cama los relajó de nuevo.

Brewster gritó. —Dale Al. —Sí, dale duro Al, —cortó Jason. —¡Qué Alan.

os

jodan!,

—respondió

entrecortadamente

Brewster, Jason y Brad Lee se echaron a reír y se colocaron otra vez junto al fuego. Brian estaba de pie a un lado del sofá, con una expresión de preocupación, inadvertida por los demás, nublando sus rasgos. El llanto apagado de Andy y la inútil lucha para patear a Alan y empujarlo de su cuerpo, atormentaban a Brian. La gran mano de Alan cubrió ambas muñecas por encima de la cabeza de Andy y gritó un desgarrador ¡STOP! , otra vez. Su petición se vio interrumpida por Alan cuando soldó sus labios a Andy, amortiguando su resistencia. Una depredadora resolución le entró a Brian y voló por la habitación, arrancando el sudoroso y agitado cuerpo de Alan fuera de Andy. Brian lanzó a Alan contra la pared con tanta fuerza que su cuerpo conectó con un crack. Un aturdido y sorprendido Alan se hundió en el suelo, dejando escapar un gemido gutural bajo. —Ha dicho que no, hijo de puta. ¿Qué te pasa? —La voz usualmente tranquila y sumisa de Brian se había convertido en un rugido primario. Brian se acercó a Andy, su mente registró ligeramente una conmoción detrás de él de pies arrastrándose. A diferencia de la forma animal, en la que había manejado a Alan antes, meció suavemente la cabeza de Andy en su regazo, sus ojos recorrieron las lesiones frescas del cuerpo de Andy. Brian se inclinó abajo a susurrarle algo al oído de Andy. Brewster se abalanzó sobre él. Un ruido sordo resonó por la habitación cuando el puño de Brewster conectó con la cabeza de Brian, el impactó mando su cabeza hacia atrás y se dio con el cabecero. Un muy molesto Brewster se llevó a Brian por la sala sujeto de sus muñecas. Brian intentó inútilmente arrancar sus brazos, pero un tirón violento de Brewster le hizo detenerse de seguir luchando.

Registró tenuemente a Jason examinar la cabeza de Alan. La mirada aturdida en la cara de Alan le dio a Brian un momento de placer. Brad Lee tomó a un Andy histérico. Entonces una misericordiosa oscuridad envolvió a Brian. Quiero estar cerca de Andy, Jake había ido a sentarse al cuarto de Andy, para recordar al chico que había robado sus corazones. Se encontró acostado en la cama de Andy, su rostro empujando contra la almohada tratando de guardar el olor del niño en su memoria. Bill entró en la habitación con dos tazas de té humeante. Colocó las tazas en la mesilla de noche y frotó suavemente la palma de la mano por la espalda de Jake. Bill no se sorprendió cuando su amor levantó los ojos y le dejó ver que había estado llorando. —¿Por qué Bill? ¿Por qué tuvo que dejar a las personas que se preocupaban de él y afrontaban su vida como propia? —No tiene ningún sentido lo sé. —Pensaba que era feliz aquí, pensaba que estaba empezando a mejorar. Parecía tan entusiasmado con el viaje esta mañana… —dijo Jake en voz baja—. ¿Por qué estaría de acuerdo con vivir con nosotros permanentemente si tuviera esta idea en el fondo de su mente? Bill suspiró sin respuesta y Jake alzó las caderas para quitar algo que le había estado molestando en un costado. Agarró un pedazo de papel arrugado, Jake lo estudió como si tuviera las respuestas que estaba buscando. —Mmm. —dijo Jake mientras examinaba el trozo de papel de la mano. Bill tomó un sorbo de té y preguntó. —¿Qué es eso? La cara de Jake se puso seria.

—No sé. Lo encontré tirado aquí en la cama, en mitad de la cama. —Puede ser el primer borrador de la carta de Andrew, —concluyó tristemente Bill. Jake miró a los ojos de su amante y desenrolló el pedazo de papel. Bill miró con horror el rostro pálido de su compañero. —Jake, ¿qué pasa? ¡Háblame! —Gritó Bill presa del pánico. El sonido de la voz de Bill rompió el ensueño de Jake y comenzó a temblar. —¡Oh Dios! Bill, —Jake no pudo decir nada más y le dio la nota a Bill. Bill tomó la nota y la llevó a sus ojos leyendo en voz alta. «Secuestrado. Cabaña 22, Lago del Dragón.

Dense prisa. Salen para África mañana». —¡Jesús!

—Oh Dios mío Bill. Lo tienen. Andy no salió de aquí por propia voluntad. —Debemos llamar encontraremos allí.

a

Chris

por

teléfono.

Nos

—Ya hemos perdido demasiado tiempo, —Jake sonaba histérico—. Lago del Dragón está por lo menos a una hora de distancia en coche, si nos damos prisa. Querido Dios, Bill, ¿qué si ya es demasiado tarde? —¡No!—gritó Bill—. Dios ni siquiera lo pienses Jake. Pon el coche en marcha, voy a llamar a Chris por teléfono y contarle lo que ha pasado. Jake ya estaba bajando por las escaleras cuando Bill terminaba de hablar.

Gruñendo, Brian se despertó más tarde con un nada gentil toque en su mejilla. —Está despierto. —gritó una voz como si viniera de un túnel. Brian estaba entonces de pie frente a un humeante Alan y un mucho más calmado Andy que estaba en la cama. Alan miró a Brian durante un largo momento. Con intención de ponerlo nervioso, le molestaba más que si lo hubieran pateado hacia afuera y lo molieran a palos. Brian estaba plenamente consciente de las manos alrededor de sus brazos de Brewster y Brad Lee. Se retorció bajo la intensa mirada de Alan. Aparentemente satisfecho Alan habló con voz vacía de emoción. —Me decepcionas, Brian. Brian dudó un segundo, luego bajó sus ojos a los pies de Alan. —No quería que Andy sufriera ningún daño, es todo. —¿Qué es para ti? —preguntó Alan. Brian soltó su respuesta. —Nada. Quiero decir, es solo qué… ¿Cuándo terminarás Al? No puedes tomar lo que no te dan libremente. No está bien. Alan miró a Brian con desprecio un momento, luego rápidamente utilizó sus puños estrellándolos en una tormenta contra la cabeza de Brian. Nadie movió un dedo para ayudar a Brian. Cuando Alan lo dejó, se acercó donde Andy estaba acostado, con los ojos abiertos y aterrorizados.

Por encima del hombro Alan dijo: —Haced que me sienta orgulloso, chicos. —Esta noche se ve mejor y mejor, —dijo Jason emocionado cuando él, Brewster y Brad Lee rodearon el cuerpo de Brian. Agachándose, Brewster levantó del pelo a Brian más o menos, acercó su cara y le susurró maliciosamente. —Tú más que nadie, sabes que no debes negarle a Alan lo que es suyo, —Brewster le apretó la mandíbula a Brian duramente hasta que sus labios se separaron y formaron una silenciosa ‘O’. Acercó su rostro, Brewster le dio un húmedo y lodoso beso, persistió unos momentos hasta que la resistencia de Brian se desvaneció y permitió la entrada de la lengua de Brewster a su boca. Sacudiendo la cabeza de Brian, Brewster le miró a los ojos diciendo. —Voy a disfrutar realmente de esto. Una sádica risa llenó el aire y una lágrima solitaria recorrió la mejilla de Brian.

La risa estalló en la chimenea cuando Alan se subió a la cama donde un tranquilo Andy lo esperaba. En cuanto a la procedencia de la risa, Alan sonrió al no ver ninguno de los cuerpos de sus amigos por encima del sofá. Sabía lo que iba a pasar entre este y la chimenea. Una pequeña sonrisa jugueteó en los labios de Alan, sabiendo que pronto Brian sería violado por sus tres amigos. Hacía mucho tiempo que alguien tenía que recordarle a Brian su lugar. Se alejó de los sonidos de risas y desgarros de ropa y se acercó a su amor. Todos los demás pensamientos se desvanecieron en el olvido. Pronto estaría enterrado en su amante, disparando su semilla profundamente en su príncipe, convirtiéndose en uno, en cuerpo y espíritu.

No tenía ninguna preocupación de que su compañero estuviera renuente a permitirle el acceso. Andy se daría cuenta pronto de que eran el uno para el otro, que estaban destinados a estar juntos, y entonces abrazaría a su amante y aceptaría su acoplamiento. Alan nunca había estado más seguro de nada en su vida. Alan le tendió una mano y la pasó suavemente como una pluma por la mandíbula hinchada de Andy. Sus dedos se quedaron en el corte donde impactó el puño de Brad Lee. Suspirando suavemente, Alan envolvió a Andy en un abrazo íntimo. —Ah, mi bebé, —cantó Alan—. ¿Brad te hizo daño? Andy no respondió, pero sollozaba contra el hombro de Alan. —Shhh No, no, amor. Todo está bien. Debes saber que no tienes que agravar la tensa situación, ¿eh? Andy se dio cuenta que Alan esperaba una respuesta y asintió un poco con la cabeza. —Sin embargo, hablaré con Brad más tarde. No tenía ninguna necesidad de marcar lo que es mío. —Aumentó la presión alrededor de los hombros de Andy y atrajo su desnudo cuerpo más cerca. Los brutales sonidos de la violación y la resistencia procedente de Brian le hicieron levantar la cabeza para mirar a Brian a los ojos. —Por favor, haz que se detengan Alan. No estaba más que ayudándome. La cara de Alan se endureció. —El niño se había olvidado de su lugar. Hacía mucho tiempo que alguien no le recordaba exactamente donde está él en la cadena alimenticia. —¿Qué quieres decir?, —preguntó un agotado Andy. Los ojos de Alan estaban planos.

—No nos importan amor. Continuemos donde lo dejamos, ¿no?

Brian dejó escapar un gemido bajo, torturado, mientras trataba de sentarse. El dolor le atravesó todos los rincones posibles de su cuerpo. Brewster, Brad Lee y Jason lo habían violado sistemáticamente y lo torturaron a él hasta que ellos pasaron. Finalmente lo hicieron frente al fuego, dejando una muy sangrienta mancha. Brian no podía pensar en sí mismo ahora, sin embargo. Tenía que alejar a Andy de esos psicópatas y regresar con su familia, donde pertenecía. Brian se puso lentamente sus calzoncillos pasando por sus sangrientos muslos y su culo sangrando. Hizo una mueca cuando el material se aferró a las partes destruidas de su cuerpo. El cuerpo de Brian se duplicó cuando el dolor se disparó desde su culo a su columna vertebral y le paralizó todo el cuerpo. Tomó una respiración profunda, se sentó en la esquina de la cama.

El cuerpo quebrado de Brian se acercó a Andy lentamente. Este estaba inmóvil bajo el peso de Alan, con miedo a que el menor movimiento pudiera despertarlo. Cuando Brian se acercó, la respiración de Andy quedó atrapada en su garganta al verlo. Los ojos de Andy fueron derechos a la hinchazón y los cortes que tenía Brian en la cara, con sangre seca alrededor de ellos. Los labios hinchados también con prominentes laceraciones sobresaliendo. Brian tenía un chaleco blanco demasiado grande para él, probablemente era de Brewster. La sangre se había filtrado a través del chaleco por varios lugares, revelando el verdadero alcance de las lesiones de Brian.

Andy no se perdió la sangre que corría por los muslos de Brian. Cuando Brian estaba cerca de Andy le susurró. —Andrew, ¿estás despierto? —Sí. —Respondió Andy en voz baja. —¿Puedes levantarte? —Alan está sobre mi pecho. Me temo que si me muevo lo despertaré. —Quédate ahí, ya voy. —Sopló Brian. Cuando Brian llegó a la cama, ayudó a Andy a deslizarse por debajo de Alan y puso una almohada donde Andy tenía su cuerpo reemplazándole. Andy y Brian congelaron sus respiraciones cuando Alan dio un leve gemido, pero acarició la almohada y mantuvo su respiración constante. Brian le pasó a Andy sus ropas y se movió alrededor de la cama, mirando en la bolsa de lona hasta que encontró lo que buscaba. Cuando regresó con Andy, Brian lo ayudó con el último de los botones de su camisa. Luego se inclinó junto a él, deslizando los brazos por debajo de él sacando su cuerpo en un rápido movimiento. Andy protestó débilmente y dijo que podía caminar, pero Brian le dio una pequeña sonrisa, débil y se dirigió hacia la puerta. Cuando pasaron por el sofá, las llaves de la furgoneta se deslizaron de la mano de Brian estrepitosamente al suelo. Brian y Andy escucharon con atención, esperando que el sonido no despertase a nadie. Brian se inclinó para recoger las llaves y escuchó un somnoliento murmullo de Brewster. —¿Qué coño estás haciendo Bri? Brian reaccionó rápidamente, colocando en el suelo a Andy antes de gritar.

—¡Corre Andy! —Se volvió enfrentándose a la carga de Brewster. Andy dudó un momento antes de ir hacia la puerta, apenas registró las voces confundidas y enojadas de los otros hombres al despertar. La supervivencia y el instinto de conservación golpeándole, y Andy corrió al bosque sin mirar a su espalda.

Brewster llevó a un sangriento Brian a la pared. Brian trató de defenderse contra los puños iracundos de Brewster cuando los otros hombres del cuarto, finalmente comenzaron a reaccionar con lo que estaba pasando. —¿Dónde diablos está Andy? —gritó Alan. —Salió corriendo por la puerta, —gritó Brewster hacia atrás, girando la cabeza lejos de Brian por un segundo. —Maldita sea, —gritó Alan y saltó de la cama. Brian utilizó la distracción de Brewster a su favor, y cuando Brewster volvió de nuevo no estaba preparado para el cabezazo que recibió de Brian. Brewster lo soltó momentáneamente y Brian salió de su agarre. Fue corriendo a la puerta, y alguien le agarró el pie y Brian cayó pesadamente al suelo, sin aliento. Ajeno a las luchas de la habitación, Alan se vistió rápidamente y fue detrás de Andy. Brad Lee le siguió a la oscuridad de la noche. Jason mantuvo un firme control en el tobillo de Brian, tirándose al suelo y retorciéndose más cerca. Brian le dio una patada al lado de su cara. Un grito fuerte salió de él y Brian tenía el pie suelto arrastrándose lejos. El cuerpo de Brewster se elevó por encima de él y el gigante enojado se inclinó tomándolo por su cintura y arrojándolo a través de la habitación.

Andy no sabía a dónde se dirigía. Tenía furtivamente la sospecha que no hacía más que dar vueltas en círculos una y otra vez, y sabía que no había hecho ningún progreso. Una pesada culpa cayó en el interior de Andy por dejar a Brian solo ante la turba. Solo esperaba que pudiera encontrar a Brian más tarde, y que estuviera bien, y Andy pudiera disculparse con él por abandonarlo. Andy escuchó voces que se acercaban por algún lugar cercano. Parado trató de evaluar la distancia. Reconoció la voz de Alan y la de Brad Lee. Ahogando un sollozo aterrorizado, Andy comenzó a correr otra vez. —No puedes escapar de nosotros, Andy. No conoces la zona en absoluto, y probablemente solo vas en círculos de todos modos. ¿Por qué no te das por vencido, eh? —Alan decía de manera engatusadora—. Prometo no enfadarme contigo. —Dijo Alan. Andy escuchó sus pasos cada vez más cerca y luego silencio, cuando se detuvo para recobrar el aliento. Se volvió y echó a correr otra vez, pero un grito fuerte escapó de su boca cuando unos brazos fuertes le rodearon su cintura, sujetando su espalda contra el pecho de su atacante.

Brian aterrizó delante de la chimenea sin aliento. Trató de no levantarse mientras estaba tratando de recuperar el aliento. Alguien se acercó a él y le pateó un lado, enviando una descarga como un rayo a través de todo su cuerpo. Las siguientes patadas fueron tan violentas que cada golpe,

literalmente, levantaban su cuerpo desde el suelo. Una voz gritando puntuaba cada golpe violento y finalmente registró mentalmente a Jason. El calor de las llamas lamía a lo largo del dorso de Brian cuando las patadas de Jason le enviaban hacia el rugiente fuego de la chimenea. El calor se intensificó, y la mente de Brian pensó vagamente que la alfombra en la que había aterrizado se incendiaría. La fuerza inconfundible de Brewster recogió a Brian como un muñeco de trapo, y lo sostuvo mientras Jason golpeaba a puñetazos el intestino. Uso un todopoderoso esfuerzo nacido del miedo y la desesperación por Andy y Brian aplastó su pie en Brewster y le dio un codazo en su intestino. Brian tenía un brazo libre, y con su puño golpeó a Jason en un lado de su cabeza con toda la fuerza que pudo reunir. Jason cayó al suelo, aturdido. Brewster se recuperó rápidamente de la sorpresa del ataque de Brian y fue frente a él. Alzó el brazo para dar un golpe de gracia a la cabeza de Brian, pero Brian respondió empujándole con fuerza animal contra su pecho. Perdió el equilibrio, tropezó y cayó en las llamas, envolviéndole en un infierno en cuestión de segundos. Cuando Brewster gemía y gritaba que alguien le ayudase, Brian se quedó mirando el cuerpo quemado de su violador, congelado en estado de shock. Jason gritó un angustiado ¡NO!, pasando a Brian, tratando de salvar a su amigo de las llamas. El fuego se había extendido por la mayor parte de la cabaña cuando Brian cojeando por la sala, salió dejando a Brewster y a Jason detrás. Andy luchó violentamente, pero no pudo librarse del agarre de su captor. Alan se puso delante de Andy y su lucha se calmó. —Qué bello eres, amor mío. Realmente eres hermoso, Andy. Andy escuchó el temor en la voz de Alan y echó su cabeza ligeramente hacia atrás y luego le escupió en la

cara. Alan esperó un momento y luego rápidamente levantó su mano y golpeó salvajemente varias veces la cabeza de Andy con la mano abierta, hasta que se hizo daño. Alan se calmó y comenzó a girar de vuelta a la cabaña, pero Andy se escapó de Brad Lee y dio un rodillazo en la ingle a Alan antes de salir corriendo de nuevo. Le sujetó otra vez, porque la sorpresa que le dio a Brad Lee le duró solo un momento. Extendió la mano y agarró la muñeca de Andy, girando a su alrededor. Andy giró en redondo haciendo frente a Brad Lee y le golpeó en el pecho repetidamente con su mano libre. Brad Lee se inclinó ligeramente hacia abajó y cogió una piedra golpeando la cabeza de Andy contra ella, y sonrió sin hacer ningún intentó de recoger su cuerpo cuando toco el suelo. Cuando Alan se recuperó lo suficiente, se inclinó junto a Andy y lo miró otra vez. Le dijo a Brad Lee que lo recogiera suavemente y lo llevara de vuelta a la cabaña. Brad Lee levantó a Andy por encima de su hombro, como un saco de patatas, mientras se abrían camino de regreso a la cabaña. Volvieron a un infierno en llamas, sin rastro de Brewster, Jason o Brian. Brad Lee se sacudió. —¿Qué jodidos...? Alan miró atónito al respirar. —¡Oh Dios! —¿Qué jodidos diablos crees que ha sucedido Al? — Preguntó Brad Lee. —¿Cómo coño voy a saberlo? —contestó irritado—. No podemos perder más tiempo. El cuerpo de bomberos probablemente esté en camino. ¡Tenemos que irnos ahora! —¿Pero qué pasa con Brew y Jase? No podemos abandonarlos Al. —Mira Brad, ahora no es momento para darme en los labios, ¿no? Estoy seguro que están bien. Voy a enviar que les lleven tan pronto como lleguemos a nuestro destino de

manera segura. Te lo prometo ¿me oyes? Haz lo que te digo ahora, y todo saldrá bien, ¿no? Brad Lee asintió lentamente y siguió de nuevo a Alan a la furgoneta. Alan abrió la puerta y se sentó, luego le hizo señas a Brad Lee para que pusiese a Andy en su regazo. Cuando Alan había situado a Andy vio salir a Brad Lee, abrir la cerradura de la puerta y deslizarla. Luego esperó a que Brad Lee entrara al asiento del conductor. Pasó un buen rato antes de que Alan le gritara. —Oye Brad, date prisa. ¿Qué te está tomando tanto tiempo? Al no obtener respuesta Alan suspiró y levantó suavemente la cabeza de Andy de su regazo, cautelosamente la puso en el asiento. Alan abrió la puerta otra vez, asomando la cabeza. Suspiró de nuevo saliendo de la camioneta. —Juro por Dios, Brad. Si has vuelto a mirar a Brew y Jase… Alan cortó la frase al ver a un Brad Lee inconsciente en el suelo por un golpe en el estómago de un muy débil Brian. Alan se recuperó y cargo contra el cuerpo de Brian. Los dos lucharon y trataron de tomar ventaja siempre que podían pero pronto se hizo evidente que la lucha la iba a ganar Alan. Después de varios momentos de extrema lucha, Brian se desplomó de rodillas, totalmente exhausto, a los pies de Alan. Alan se inclinó y enganchó los dedos en el pelo de Brian, tirando de su cabeza hacia atrás violentamente. Mirando a Brian a los ojos Alan gruño. —Vas a morir ahora, hijo de puta. Puso su otra mano sobre la cabeza de Brian, listo para apretar su cuello y terminar con su vida. De repente, Alan aflojó el agarre y cayó al suelo como un jarro de agua fría.

Brian miró hacia arriba para ver a un aterrorizado Andy respirando fuertemente, de pie sobre el cuerpo de Alan con el bate de béisbol de Brewster en sus manos. Los ojos de Andy rodaron y su cuerpo cayó al suelo. Utilizando la poca fuerza que tenía, Brian se acercó a Andy rápidamente tratando de amortiguar su caída para que no se lastimase más. Acunando la cabeza de un inconsciente Andy en su regazo, lágrimas silenciosas de alivio cayeron por la cara de Brian cuando oyó las sirenas de la policía en la distancia. El último pensamiento que Brian fue capaz de recordar fue un agradecimiento intenso de corazón. Sus oraciones habían sido escuchadas. Andy estaba finalmente a salvo.

Bill, Jake y Chris encontraron un mar inconsciente de cuerpos cuando llegaron pocos minutos después a la cabaña. También encontraron a Andy, inconsciente, tendido en el regazo de un hombre apoyado en una furgoneta. El otro hombre acunaba protector, la cabeza de Andy en su regazo. Andy necesitaba un hospital. Jake iba con Andy en la ambulancia, mientras que Bill seguía en el Mercedes todos los movimientos. Todos los demás fueron llevados al hospital, bajo vigilancia policial, hasta que todo el lío fuera ordenado. Bill esperaba, mientras seguía a la ambulancia, que finalmente hubiera suficientes clavos para amarrar a Haynes para siempre. Uno de sus lamentos fue que de los restos carbonizados que los bomberos sacaron de la cabaña, no eran de Haynes. Solo Dios sabía lo qué Bill le haría si pudiera al enfermo hijo de puta si alguna vez le ponía las manos encima. Una intensa sensación de alivio se extendió por Bill mientras miraba a la ambulancia que iba delante de él.

Estaba tan agradecido de haber llegado a Andy. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde.

Andy se despertó en una cama extraña, en una habitación extraña, rodeado de sonidos extraños. Trató de enfocar su mirada y los tubos salían de él. El pánico se arrastró por su columna vertebral y Andy levantó el brazo, lo sentía pesado, y tiró de los tubos de plástico, confuso durante un momento en cuanto a donde estaba. No se dio cuenta de la persona que estaba sentada junto a la cama, pero su movimiento frenético lo puso en movimiento, intentó desconectarse del equipo y lo pararon, comenzó a luchar contra él. Un destello familiar de suave y pelo blanco, y fuertes hombros le hicieron calmarse de inmediato. Los sollozos de alivio se acumularon en su cuerpo cuando una de las personas que más amaba en el mundo lo abrazó. Andy se negó a dejar que Jake lo soltara para llamar a una enfermera. Jake mantenía sujeto a Andy susurrándole suavemente cariñosamente. Jake esperó hasta que Andy dejara de tartamudear e hipara suspirando antes de soltar el fuerte agarre que tenía sobre sus hombros. Se distanció un poco para poder echarle un vistazo. —Oye amiguito. Bienvenido al mundo de los vivos. Has estado fuera de combate durante casi diez horas. ¿Cómo te sientes?, —Jake tenía lágrimas en los ojos. —Bien, —sollozó Andy. Jake presionó el botón de llamada y se aferró a Andy. Poco después un Bill desgastado, entró en la habitación, con un café en la mano, y sonrió mientras veía la escena. A Bill le siguieron la enfermera y el doctor Sweeny.

Observando la escena el doctor Sweeny utilizó un tono alegre, pero su voz tembló cuando le preguntó. —¿Cómo está nuestro paciente entonces? —Bien. —Andy y Jake respondieron al unísono a través de nuevas lágrimas, realmente creyendo que era posiblemente la verdad. —¡Qué mal!, —dijo Bill tomando a Andy de la mano. Se sentó en el lado opuesto de Jake en la cama del hospital—. Cada vez que he salido fuera, Andy ha decidido despertar. Me siento como el peor padre del mundo ahora. —Agregó Bill en tono de broma, aunque estaba claro para Andy que algo estaba pasando entre los dos. Aún aturdido por despertar, Andy sintió un violento tirón de sueño. Pero tenía que resolver esto antes de que el dulce sueño del olvido le reclamase. —Mirar chicos.... —Lo siento Andy, —le interrumpió Bill—. Estoy tan, tan triste. No pude protegerte. —Bill, no. —Andy te prometí que nadie te haría daño de nuevo, y que te protegería. —Las lágrimas se juntaron alrededor de los ojos de Bill. —Los dos lo hicimos, Andy. Yo también estoy muy, muy triste por fallarte amigo. Dios, Andy nunca sabrás cuánto. —Basta chicos. ¿Dónde estaría yo si no fuera por vosotros? A medio camino de Dios sabe dónde, os digo. Nadie sabía que Alan vendría otra vez por mí, nadie pudo haberlo sabido. Pero lo importante es que vosotros me salvasteis, y yo estoy aquí, con vosotros, y estamos juntos. —Andy comenzó a llorar de nuevo, uniéndose Bill y Jake con lágrimas silenciosas. Después de un momento Bill dijo: —Sí, bueno. Nosotros no te habríamos encontrado si no fuera por esto.

—Se metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una fotocopia de una nota escrita frenéticamente. —¿Qué es esto?, —preguntó Andy, tomando el papel de Bill con un suspiro de agotamiento. —Es una copia de la nota que encontramos arrugada en la cama. —Dijo Jake. Andy al leer la nota a través de sus pesados párpados, arrugó las cejas consternado y la cara de Andy se iluminó con pánico. —¡Oh Dios! ¡Oh Dios Brian! ¿Qué le ha pasado?, — gritó Andy. Bill le sujetó de sus hombros, mientras Jake trataba de calmarlo. —Un momento Andy, tranquilo, cálmate. —Declaró Jake. —Tengo que saber si está bien. —Andy no tienes sentido. Calma, y te prometo que voy a averiguar qué pasó con este Brian, ¿está bien? El que Bill fuera a ver a Brian parecía funcionar. Andy se calmó lo suficiente para responder a sus preguntas sobre el otro hombre y lo que había hecho para merecer la preocupación de Andy. Les explicó todo lo que había hecho, protegerlo, dejándole escapar, mientras que él se quedaba para enfrentarse a todos por su cuenta, entonces la lucha contra Alan, y otra vez trató de salvarlo. Cuando terminó balbuceando una nublada expresión iluminó a Bill y miró a Jake. —Eso explica la nota y todo. Brian debió escribirla y dejarla para que nosotros te encontráramos más adelante. —Negó asombrado Jake con la cabeza. —Es por eso que hemos encontrado a un muchacho acunando a un Andy inconsciente, —agregó Bill.

Fuertes emociones le sacudieron el corazón, pensando en que Brian estaba tratando de protegerlo a pesar de estar tan gravemente herido. Pero Andy las empujó a un lado, solo preocupándose de lo que le había sucedido a Brian. —Por favor, chicos. Tengo que saber lo que le ha pasado. La súplica en la voz de Andy puso a Bill en acción. —Voy a ver de lo que puedo enterarme. —Bill se levantó y apretó la mano de Andy, besándole ligeramente en la frente y besando a Jake en los labios—. No tardaré mucho tiempo. —Prometió Bill por encima del hombro mientras iba hacia la puerta. En el momento en que Bill regresó Andy estaba como una vela. Encontró a un contento Jake acariciando las manos de un durmiente Andy. Bill sonrió levemente mientras se deslizaba detrás de Jake dándole un apretón en el hombro. Jake levantó la mano y la puso sobre Bill, devolviéndole la presión. —Pobre niño, —dijo Jake tras contemplarlo un momento en silencio—. Estaba tan preocupado por Brian, pero no pudo ganar la batalla. Estaba agotado. Debieron ser los sedantes. —Añadió Jake como una tardía ocurrencia. Bill se acercó de nuevo a su antiguo lugar al lado de Andy y se acomodó de nuevo. —Me hizo prometer que lo despertaría una vez que volvieras con noticias de Brian, —Jake miró a Bill—, pero creo que por ahora deberíamos dejarlo dormir. —Estoy de acuerdo, —dijo Bill. —Su nombre es Brian Ash. El chico está en coma. Está muy mal. —Dijo Bill tristemente, y suspiró antes de continuar—. Tiene veintidós años, dos padres y un hermano mayor. Su padre es arquitecto y su madre es maestra de primaria. —Bill sonaba deprimido—. Al parecer Brian ha sido violado repetidas veces y golpeado muy duramente,

sus padres estaban sorprendidos al descubrir con quien estaba mezclado su hijo. Jake negó con la cabeza con desesperación. —¿Qué hace un chico con una casa decente mezclándose con una mierda como Haynes? ¿Qué?, — preguntó Bill enojado. Jake sabía que Bill no esperaba una respuesta, lo que estaba bien, ya que no tenía ninguna. —¿Qué te dijo Chris?, —preguntó Jake tras una pausa. —El chico que salió ardiendo era Brewster Holden. Al parecer era el segundo de Haynes. Por supuesto nadie habla, pero eso es lo que han reunido hasta el momento. Un chico está todavía en el quirófano. Al parecer trató de ayudar a Brewster y se quemó bastante en el proceso. Haynes y el otro solo tienen un golpe en la cabeza. Nada demasiado serio, por supuesto, —Añadió Bill con amargura. —¿Qué piensa Chris, podemos agarrar a Haynes está vez? —Cristo, tiene mucha mierda encima, ni siquiera su papa podrá permitirse la de mano de obra que necesita para sacarlo de esta. Palabras de Chris, no mías. —Sonrió Bill. —Bien. —Jake parecía aliviado. Miró fijamente la hinchazón en la mejilla de Andy—. Tal vez la vida pueda volver a ser de la manera que se supone para los chicos en esta ciudad, —agregó pensativo. Bill estuvo de acuerdo y suspiró. —¿Qué piensas sobre la preocupación de Andy por este chico, Brian? —Preguntó Jake. —No lo sé. No lo tengo claro. Por lo que pude reunir, Ash estaba en el primer secuestro también. Parece como si tuviera un ataque de conciencia en el último minuto, no podría decirlo.

—Sea lo que sea, le debemos mucho. Tenemos a Andy, arriesgó su vida para sacarlo de la cabaña. —Nos mantendremos a distancia hasta que sepamos exactamente que pasó, ¿no? —Dijo Bill. —Estoy de acuerdo, —asintió con la cabeza y sonrió uniendo sus manos a Bill.

Andy se despertó cinco horas más tarde, encontrando a Bill y Jake desplomados en las sillas, durmiendo en lados opuestos de la cama. Sonrió con expresión pacífica y los miró a la cara. Odiaba tener que despertarlos, pero necesitaba saber de Brian. Andy los llamó un par de veces antes de que empezaran a moverse. Una vez que se despertaron tenía su plena atención. Andy preguntó por Brian y se preparó a sí mismo para la respuesta. Por la expresión de sus caras la noticia no sería buena. Bill tenía la agridulce noticia de que Andy supiese que Brian había salido del coma, pero que había sido acusado por su participación en otros casos. Había estado involucrado. —¡Pero no! ¿No le dijisteis al sargento Moyles lo que os conté de Brian? ¿Cómo trató de ayudarme y fue violado por la pandilla por defenderme? Me ayudó. ¡Maldita sea! Sabiendo que no tenía ninguna oportunidad contra ellos, todavía luchó por mí. —Lo sabemos Andy, créeme, —dijo Jake—, nadie puede estar más agradecido a Brian que nosotros por lo que hizo por ti. Pero tiene que tomar la responsabilidad de sus acciones, igual que el resto de los otros. —El resto... ¿qué quieres decir con el resto Jake? Jake suspiró deslizándose contra el hombre cansado.

—Lo siento Andy. No queríamos que ahora... —Por favor, —las lágrimas de frustración se agolpaban en los ojos de Andy—. Dime, por favor. —Uno de los secuestradores, Brewster Holden, murió en el incendio de la cabaña. No sabemos exactamente que pasó. Andy se quedó en silencio por un momento y dijo: — Brewster, ¿está… muerto? Jake asintió con la cabeza. —Hijo de puta. ¿Cómo se atreve a salir tan a la ligera? —Gritó Andy y luego sollozó. Su sollozo se volvió incontrolable y las últimas cuarenta y ocho horas le cayeron encima. Una enfermera llegó para administrarle un sedante antes de que se calmara finalmente y se durmiera por el medicamento. Andy se despertó en un cuarto vacío, pero escuchó voces familiares al otro lado de la puerta, cerró los ojos tratando de evadirse, los abrió de nuevo cuando la puerta se abrió y entró la mitad de su familia a su cuarto, seguido por un Chris Moyles muy cansado. —Hey amiguito, ¿cuánto tiempo llevas despierto?, —le preguntó Bill con grata sorpresa. Andy trató de hablar, pero en su lugar se encogió de hombros, tenía la garganta totalmente seca. Tomo un vaso medio vacío de la mesilla de noche. Estaba fuera de su alcance y Chris lo tomó y se lo llevó a sus labios. —Entonces, ¿cómo te sientes Andrew?, —le preguntó Chris. —Bien, supongo. —Graznó Andy después de saborear las últimas gotas de agua. —Oye Andy, —comentó Bill, pero se detuvo cuando Jake entró en la habitación con tres sándwich de la cafetería—. Sabemos que has pasado muchas cosas, pero necesitamos realmente que seas fuerte por nosotros.

Andy miró las tres caras. Sabía lo que le pedían, y odiaba lo que tenía que decir. —Sé lo que queréis, y podéis olvidaros de ello. No voy a ayudar a que Brian vaya a la cárcel. Es un héroe. Se enfrentó a esos animales, sabiendo que no tenía ninguna posibilidad. No se merece ir a la cárcel. ¡No os ayudaré a enviarlo a la cárcel! —gritó Andy y Jake dejó los sándwich en la cama. —Andy calma, cariño. No te estamos pidiendo que incrimines a Brian. Simplemente quiero que le digas exactamente a Chris lo que pasó desde el momento que viste a Alan hasta que te desmayaste en brazos de Brian. —Jake hizo una pausa para tomar aliento y dijo en un tono más bajo— Chris nos ha dicho que ha hablado con el fiscal, y en función de lo que diga Brian está dispuesto a hacer un trato, ¿ves? —Sí, así es —contestó Chris. Andy lo pensó y asintió con la cabeza. Chris sacó una grabadora y le pidió permiso a Andy para registrar su declaración. Andy accedió con la condición de que Bill y Jake se quedaran con él todo el tiempo. Chris lo aprobó y Andy contó todo lo que podía recordar, desde el momento en que entró en su habitación para encontrar que Alan lo estaba esperando, hasta que encontró el bate de béisbol debajo del asiento, mientras que buscaba un arma para usar contra Alan cuando estaba luchando con Brian. Pasó rozando los detalles de las violaciones a Brian. Cuando terminó, estuvo llorando junto con Bill y Jake durante la mayor parte de la historia, Andy estaba agotado. Pero tenía que ver a Brian. Había pasado demasiado tiempo. Solo esperaba que su familia no volviera a tratar de detenerlo. —¿Puedo... puedo ver a Brian ahora? —Andy pidió permiso a Bill y a Jake mientras Chris recogía sus cosas. Jake y Bill intercambiaron una mirada antes de mirar a Andy de nuevo. —El tema está, Andy, en que Brian no está muy bien, —dijo Jake.

—Tal vez deberías esperar un poco más. Darte más tiempo para pensar, —agregó Bill. Andy suspiró desesperado. —Pero tengo que verlo, —odiaba el ruego en su voz, pero estaba así de desesperado. —Muy bien, amor. —Dijo Jake—, pero prepárate. Puedes no reconocerlo cuando lo veas. Andy asintió con la cabeza respondiendo a Jake, no podía confiar en hablar. Jake empujó a Andy por un pasillo largo, con sillas negras delante de las puertas cerradas y abiertas. Llegaron a una habitación y se pararon enfrente, había una atractiva mujer de mediana edad sentada en una de las sillas frente a la habitación, parecía como si fuera a llorar en cualquier momento. Se levantó cuando Jake puso el freno en la silla de ruedas de Andy. Jake se dirigió a la mujer. —Señora Ash, este es Andrew Martin. Andy, esta es la señora Ash, la madre de Brian. —Encantado de conocerla, —dijo Andy nerviosamente. La señora Ash se inclinó y lo abrazó fuertemente durante varios minutos antes de soltarlo. —Que niño más hermoso. Otra de las víctimas de Alan Haynes. —Las lágrimas rodaron por su cara entonces, y ella las limpió con un húmedo tisú. Una versión más mayor que Brian salió de detrás de la puerta. —¿Mamá? ¿Está todo bien? —El hombre parecido a Brian miró con recelo al hombre que estaba de pie al lado de Andy. —Sí, querido. Este es Andrew Martin y el doctor Jake Crowe. ¿Recuerdas qué te hablé de ellos?

—Los ojos del hombre se suavizaron de inmediato al mirar a Andy y Jake. —Oh sí. Por supuesto. —Se agachó hacia abajo, el hombre miró a los ojos de Andy—. Soy Jamie, hermano de Brian. Es bueno conocerte por fin, Andy. Brian nos habló mucho de ti. Siento como si ya te conociese. Las palabras de Jamie le pusieron en éxtasis, y todo el mundo se relajó. Jamie se levantó y se presentó estrechando las manos con Jake. Jake le preguntó. —¿Está tu hermano despierto? —Sí pero solo se permite una persona a la vez. Sigue estando bastante confuso de todos los sedantes y analgésicos que le están poniendo, pero sé que estaría en la luna si viera a este hombre en especial. El corazón de Andy se hinchó al ver el cariño con el que Jamie le describía. La mano de Jake apretó ligeramente el hombro mientras se inclinaba para decirle. —Estaré acuerdo?

aquí

esperándote

cuando

termines,

¿de

Andy asintió con la cabeza y contuvo el aliento cuando Jamie le abrió la puerta para que Jake lo empujara hacia la habitación. Jake le dio otro apretón tranquilizador a sus hombros se dio la vuelta y se fue. Andy apenas se fijó en su salida mientras miraba el cuerpo tumbado en la cama frente a él. Sorprendido por las lágrimas que mojaban sus mejillas, Andy susurró el nombre de Brian suavemente. Los párpados hinchados revolotearon abriéndose, y Andy se encogió ante la mirada de dolor que tenía Brian. —Andy, ¿eres tú? —Sí. —Andy se puso de inmediato en alerta cuando el pecho de Brian comenzó a temblar, pensó que Brian tendría

cualquier tipo de ataque, pero la humedad se agrupó en torno a sus ojos mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. —Dios Andy, por favor, di que me perdonas, —suplicó Brian entre lágrimas. —Oh Brian, por favor, deja de llorar, —exclamó Andy. Tenían que superar demasiadas emociones, quería poner en la mente de Brian que él realmente había sido el valiente y los había salvado a los dos. —Te quiero Andy. Quiero que lo sepas. Incluso si me odias. —¡Yo no te odio Brian! Me has salvado la vida, —dijo Andy. —¿Qué has dicho? —Le preguntó Brian tratando de calmarse. Andy intentó ponerse de pie, y apoyó su peso sobre la cama. —Dije que no te odio. Brian empezó a llorar otra vez y Andy tomó con fuerza la mano, sin estar seguro en qué otro lugar era seguro tocarle. —¡Oh Andy!, lo siento mucho. Que Dios me ayude. Lo siento. Sé que no lo merezco, pero por favor, di que me perdonas. —Está bien, Brian. Te perdono. Por favor, deja de llorar o me vas a hacer llorar de nuevo, —sonrió Andy a través de sus húmedos ojos y volvió a sentarse en su silla. —¿Estás bien?, —preguntó preocupado Brian. —Mírate Brian, eres el que peor está y me preguntas si estoy bien. —Cuando te desmayaste en la parte de atrás de la camioneta, no he estado más asustado en toda mi vida.

Andy miró a Brian. —Ni siquiera cuando estaban… —Ni siquiera entonces. No me importaba lo que a mí me hicieran, Andy, siempre y cuando tú estuvieras a salvo. Supongo que falle en eso, ¿eh?, —las lágrimas brillaban en los ojos de Brian de nuevo—. Alan todavía está enfermo, de todos modos. —Sí pero tú me salvaste, Brian. Dejaste esa nota para Bill y Jake y luchaste contra Brad Lee y Alan. Eres mi héroe. —Susurró Andy. Brian lo miró y sonrió. Andy hizo una mueca cada vez que veía la gravedad de la cara magullada de Brian. —Sin embargo Brian, no lo entiendo. No eres como ellos. No eres como Alan y Brad Lee o cualquiera de ellos. Y seguro que no lo haces por dinero. ¿Por qué te uniste a ellos? Brian rompió el contacto visual y bajó la mirada, estuvo un momento en silencio. Poco a poco, levantó los brazos y se desabrochó la bata del hospital. La abrió, y vaciló levemente antes de exponer su lado izquierdo a Andy. Andy respiró fuertemente cuando Brian se cubrió de nuevo. Mirando a Andy dijo. —Yo fui una de las primeras víctimas de Alan, acababa de cumplir dieciocho años y todavía estaba explorando mi sexualidad, ¿sabes? —preguntó Brian. Andy asintió con la cabeza y Brian continuó. —No había hecho nada con un hombre, sin embargo, jugué con un par de chicas, nada fuerte. —Brian tomó una profunda respiración—. Ese verano, este magnífico hombre con un convertible rojo comenzó a llegar hasta mi trabajo. Trabajé en una tienda de repuestos, ¿sabes? Andy asintió de nuevo y Brian continuó.

—Siempre necesitaba algo para su coche, o lo que fuese, ya sabes. Hablamos un par de veces, hizo unos cuantos chistes y así sucesivamente. Entonces un día me quedé mirando su coche. Se acercó y dijo: —’Podría recogerte a la salida y darte un paseo, mostrarte lo que puede hacer y luego dejarte en casa’, yo le dije que sí, quiero decir, como no, ¿verdad?, —se rió Brian negando con la cabeza. Andy le tomó la mano y se la apretó de nuevo, animándole a que siguiera adelante. —Así que estaba allí justo antes del cierre, solo que esta vez iba con un par de amigos. Sentí en mis entrañas que algo estaba mal en su mirada, y la forma en que sus amigos se me quedaron mirando. Pero no quise ser grosero y tenía muchas ganas de sentir el viento en mi pelo y todo. Andy estaba seguro que la cara de Brian estaba ruborizada. —Así que le dije donde vivía, pero dijo que por una vez que sus amigos estaban fuera de casa, debería disfrutar del paseo. El resto ya lo sabes. Andy asintió con la cabeza y cerró los ojos horrorizado al darse cuenta de que Alan había robado la inocencia de otro chico. Esperó hasta confiar en su voz para preguntarle. —¿Pero por qué te quedaste con ellos? Quiero decir, ¿por qué no te distanciaste?, —preguntó confuso Andy. —Yo estaba completamente destrozado, Andy. Tanto física como mentalmente. Me dejaron tirado en una parte mala de la ciudad, completamente desnudo, tal como hicieron contigo. Afortunadamente, conocía un camino corto hacia la casa de la novia de mi hermano. Ella no me hizo preguntas ni nada. Me ayudó. Me baño y curó mis lesiones lo mejor que pudo. Su padre era médico y ella era estudiante de medicina. Así que tenía todo lo que necesitaba. Me quedé con ella durante un par de días antes de ir a mi casa. Había llamado por teléfono así que mis padres no estaban preocupados. Luego fui a mi habitación y no salí durante una semana.

Brian sonrió tristemente. —Poco después de volver a trabajar, Alan vino y dijo todo tipo de tonterías. Me manipuló y jugó con mis sentimientos. Me dijo que era ‘maduro para el desplume’ y que le rogué para que me tomara. —Dijo Brian suspirando—. Acortando la historia, me hizo unirme a su banda, hizo que dejara mi trabajo y dejara de salir con mis amigos. No se me permitían novios o novias, y me daba ‘una asignación mensual’ como él la llamaba. Mis padres no se preocupaban por lo del trabajo porque tenía un salario todos los meses. Brian parecía mirar más a Andy, esperando ver el odio en sus ojos. —¿Me odias ahora Andy?, —le preguntó Brian. —¡No!, —respondió Andy al instante—. Eres una víctima de Alan, como cualquiera de nosotros Brian, ¿cómo podía odiarte por eso? —Nunca me gustó Andy. Odiaba verle dañar a la gente, pero tenía miedo de lo que me podía pasar, a mí quiero decir, si hacia algo para detenerlos. Pero entonces contigo... Dios no sé, eras diferente. Te amé. Los ojos de Andy brillaban con las lágrimas. —Te enfrentaste a tu miedo y a ellos por mí, Brian. Gracias. —Gracias por darme lo que necesitaba para hacer lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. —Estaba allí todo el tiempo. Solo necesitabas algo para darte cuenta y actuar en consecuencia. Brian se quedó mirando en silencio antes de volver a hablar. —¿Supongo que has oído lo de Brewster, verdad? — Brian parecía perdido. Andy asintió con la cabeza.

—No puedo decir que lo siento, sin embargo. ¿Qué pasó? —Preguntó con suavidad. Nuevas lágrimas cayeron por los ojos de Brian. —No tenía intención de matarlo Andy. Solo pensaba en llegar hasta ti antes de que lo hiciera Alan. Nada más me importaba. Brewster se puso en medio para bloquearme, y solo lo empujé, el fuego ya se había iniciado. No podía pensar. Me quedé allí, mirando como Jasón trataba de salvarlo. —Sollozó Brian. Le palmeó y le frotó el brazo con suavidad, Andy esperó un momento antes de decirle. —Fue un accidente Brian. —Brewster no se lo pensó dos veces cuando fue a matarte. Hiciste lo que tenías que hacer. —No quise decir que… —Lo sé, lo sé. —Andy miró al hombre roto que estaba delante. Un hombre extrañamente atractivo, incluso en su magullado y maltratado estado seguía siendo evidente. Andy pensó que los ojos de Brian siempre le habían parecido increíblemente tristes. Sus maneras duras, sus masculinas maneras, que lo hacían lucir tan duro, como un escudo protector para el mundo, cuando en realidad era solo un niño asustado. Un ligero ronquido de Brian atrapó a Andy con la guardia baja. —Te quiero, también. —susurró Andy a un dormido Brian.

Habían pasado dos semanas desde el secuestro de Andy, y todavía estaba en su cama. Atendido por unos Jake y Bill delirantemente felices. Andy todavía no podía

entender quién era más feliz por su regreso a casa, él o ellos. Sabía que debía estar con la gente que más le quería y cuidaba. Andy tenía otro motivo para estar feliz ese día. Brian recibiría el alta hospitalaria y Andy no podía esperar para verlo. Andy les había transmitido entera la trágica historia de Brian a Bill y Jake, y ambos coincidieron que era tan víctima como el resto. También les dijo que amaba a Brian, y que Brian sentía lo mismo por él. Ellos estaban un poco preocupados cuando mencionó la intención de contarle a Brian como se sentía, pero dejaron la decisión en sus manos. Nada podía deprimirlo, pensó cuando Bill siguió a Jake a la habitación, llevando una bandeja de desayuno para todos.

Andy esperó a Brian en el coche de su padre, cuando su padre lo empujaba a través de las puertas del hospital. Corriendo hacia ellos, Andy rodeó suavemente con sus brazos los hombros de Brian, desconfiando aún de las contusiones desagradables por todas partes de su rostro y su cuello. —Es bueno verte, —le susurró Brian en el hueco del cuello a Andy mientras se movía lentamente para devolverle el abrazo. —Estoy tan contento de que estés fuera de este lugar, —dijo Andy desenredándose de los brazos de Brian. —No tanto como nosotros, si me permites, —dijo el padre de Brian. Andy levantó la mirada y sonrió al señor Ash. Andy, junto con Jake y Bill, habían llegado a conocer a la familia de Brian muy bien durante el último par de semanas. Habían estado en la casa de los Ash cenando y ellos los

habían invitado varias veces, Andy estaba complacido de lo bien que se llevaban todos. —Lo imagino, señor Ash, —dijo Andy. —¿Cuántas veces Andy? , —preguntó el señor Ash con exasperación fingida—. Es Robert y Sarah, no señor y señora Ash. No hay ceremonia entre familia. Andy le dio otra gran sonrisa y ayudó a Jamie a meter a Brian en el coche, mientras Robert doblaba la silla de ruedas. Tuvieron que pasar otros dos días antes de que Andy y Brian pudieran tener algo de tiempo a solas, lejos de la familia, amigos, entrometidos, vecinos y simpatizantes. Sentado en un sofá en el cuarto de Brian, Andy puso suavemente su cabeza en el regazo de Brian, mirando a los ojos a quien debía su vida. Sonriendo por la expresión de la cara de Brian, Andy pregunto. —¿En qué piensas? —Oh, solo que tengo la cabeza del chico más hermoso del mundo apoyada en mi regazo, eso es todo. La cara de Andy se encendió y se sentó dándole la espalda a Brian. Brian hizo una mueca antes de decir. —Lo siento Andy. Estaba bromeando. Volviéndose a mirar a Brian, Andy preguntó. —¿Realmente querías decir lo que dijiste antes…? lo que sientes por mí, quiero decir. —Dios se sentía como un idiota. Sin perder tiempo Brian respondió. —Sí Andy. Sentía cada palabra, —Brian parecía tan sincero. —Bien. Yo también te amo.

Los ojos de Brian se llenaron de lágrimas y le abrió los brazos para envolver amorosamente a Andy. —He soñado con escuchar esas palabras viniendo de ti tantas veces, que no sé realmente si me las has dicho o no. —Es cierto Brian. Te amo. De una manera que nunca he querido a nadie. Brian acercó a Andy. —Andy, —dijo Brian en voz baja—. ¿Quieres….? Quiero decir, ¿te importaría…? Si, ¿te importaría si te beso? — suspiró una vez que sacó las palabas. Andy se enderezó, mirando a los ojos a Brian por un momento. —Brian por lo que a mí respecta, este será mi primer beso, —dijo Andy. Al ver la confusión en los ojos de Brian Andy continuó: —Lo que Alan me hizo no cuenta. Para ti, es como si nunca hubiera sido besado antes… —Andy se sonrojó furiosamente. Brian sonrió y luego dijo: —Bueno señor Martin, ¿me hace el honor de darme el primer beso entonces? Andy se echó a reír, y se echó contra Brian, besándose torpemente. Se acurrucó en el sofá, acoplándose perfectamente a los rincones del cuerpo de Brian.

Andy se despertó temprano, tomó una ducha y bajó a la planta baja. Esperó hasta que Bill terminara antes de irse a los Juzgados. Jake, Brian y su familia se reunirían con ellos un poco más tarde. Pero Andy tenía que hacer algo antes que comenzase la audiencia para la sentencia de Alan, Brad Lee y Jasón. Más de nueve meses de terapia lo habían convencido que podía cerrar ese capítulo de su vida. La doctora Manning estaba de acuerdo con él, y lo animó a que Brian y Andy tuvieran sesiones conjuntas así como individuales. Una cosa que había aceptado, sin embargo, era que no sería capaz de avanzar si no se enfrentaba a lo que le había sucedido. Su resolución se derrumbó mientras estaba sentado esperando a que el guardia lo llevara donde se reuniría con Alan. El pánico se arrastró por su columna vertebral, pero el miedo y la aprehensión huyeron cuando la mano fuerte de Bill apretó tranquilizadoramente en su brazo. —Estaré aquí fuera esperando ¿me oyes? Andy asintió con gratitud y afecto al hombre sentado a su lado. Se levantó cuando el guardia se acercó. Bill le dio un medio abrazo suave antes de dejarle seguir al guardia por el pasillo.

Andy entró en la habitación vacía y se sentó en la mesa de madera, escuchando las instrucciones del guardia

en relación con el intercambio personal de contacto o cualquier otro elemento. Asintiendo con comprensión Andy contuvo el aliento cuando el guardia desapareció en busca de Alan. Dejando salir el aliento cuando se abrió la puerta, Andy se quedó sentado cuando vio a un Alan de aspecto hosco con esposas alrededor de sus muñecas y tobillos. Andy hizo contacto visual, pero apartó la mirada primero. Alan se acomodó frente a Andy, mirándole. —Te ves bien Andy. Andy finalmente se obligó a mirar a Alan de nuevo, señalando varios cambios para peor. Andy tragó y dijo: —Has perdido peso, Alan. —Si bueno, es lo que te hace la dieta de prisión. Andy suspiró con irritación, y pesar al ver que esa visita no saldría como esperaba. —Tenía que estar loco para pensar que esto era una buena idea. —No estoy bien Andy, —lo interrumpió Alan—. Me he dado cuenta mientras estoy en la cárcel. Andy lo miró con incredulidad, al hombre que le había metido tanto miedo, que había arruinado a tanta gente. —Te lo dije Alan, ¿te acuerdas? Cuando estabas tumbado a mi lado en la cama, y me obligaste a escuchar tus locas divagaciones. —Gritó intentando, sin éxito, mantenerse calmado. —Sé que te hice daño, lo sé Andy. —No solo a mí Al, —Andy escupió su apodo como veneno. Alan asintió con la cabeza. —Me di cuenta de eso también Andy. Pasaré el resto de mi vida pensando en eso, cada día para siempre. Por lo

menos estoy recibiendo la ayuda que nunca supe que necesitaba desesperadamente. —¿Qué te paso Alan? —Andy se encontró de repente queriendo saber— Seguro que no te despertaste un día y decidiste ser un violador hijo de puta. ¿Qué te hizo ser como eres? —La voz de Andy sonaba muy tranquila, interesado escuchar la respuesta de su torturador. También busco los ojos muertos de Alan, ya no se encogía con su intensa mirada. Alan rompió el contacto visual primero, bajando la mirada. —Yo.... es muy difícil. —Tomó una profunda respiración antes de continuar— He sabido que me gustaban los chicos durante tanto tiempo como puedo recordad, fue natural para mí, ya sabes. Pensé ‘esa es la manera en la que debería de ser’ porque era lo que sentía bien, ¿ves? Andy dio una ligera inclinación de cabeza y Alan continuó, —me di cuenta que era diferente a los demás cuando entré en la escuela. Todo el mundo actuaba y pensaba de manera diferente a la mía. Y luego también mi padre, me hablaba de los deportes en los que quería que participara, me hacía bromas acerca de las novias que llevaría pronto a casa y así sucesivamente. Cuando llegué a segundo grado, me di cuenta que era algo malo, algo que tenía que ocultar, algo de lo que avergonzarse —miró a sus manos, lágrimas silenciosas goteaban por sus ojos, continuó sin levantar la vista—. En séptimo grado, me di cuenta de lo que era. Quiero decir, yo siempre he sabido que era diferente, pero palabras como maricón y homo aparecieron en mi mente antes. Pero cuando vi a los niños pequeños, flacos recibiendo palizas todos los días, llamándolos raros y todo eso, me dije que no quería que nada por el estilo me sucediese. —La voz de Alan volvió a un tono que Andy reconoció. —De manera que en vez de víctima me convertí en el matón. Solo que yo no pude luchar contra mis impulsos después de un tiempo. Empecé a obligar a los chicos a que

me lo hicieran y los amenacé con hacerles daño a ellos y a sus familias si se negaban o decían algo. Eso fue suficiente por un tiempo. Pero creo que necesitaba más. —Alan se retorció incómodo en su asiento. Se miró las manos encadenadas y arrastró los pies con las cadenas. —Cuando me gradué mi padre quiso que fuera a la universidad, pero yo no veía la necesidad, de verdad. Tenía el suficiente dinero para no tener que trabajar en mi vida, así que solo esperé a que el interés de mi padre desapareciera para poder hacer lo que quisiera con mi vida. —¿Qué pasa con tu madre?, —Le preguntó Andy, que se había dado cuenta que no había dicho una sola palabra desde que Alan comenzó su historia. La sinceridad repentina en la voz de Alan y su comportamiento hizo que Andy pensara, aunque inconscientemente, que Alan no había perdido su encanto. Alan hizo un ruido grosero con su garganta. —Esa perra se llevó a mis dos hermanas y se fue a follar a Europa hace mucho tiempo, me abandonó con mi padre y no miró atrás. —Alan sonaba enojado y perdido—. De todos modos, supongo que pensé que si tenía lo que quería, sin preguntar, me haría mejor que si lo tomaba, o algo así. Realmente necesitaba que alguien me dijera que estaba bien, que estaba bien. Alan sollozó abiertamente y a pesar de sí mismo, Andy sentía lástima. Las lágrimas se formaron en sus ojos y Andy le dijo en voz baja. —Alan, no hay nada malo por ser gay. No es como si nos despertáramos un día y decidiéramos que ahora nos gustan los chicos, ¿verdad? Alan negó con la cabeza, y dijo con voz entrecortada. —Yo necesitaba escucharlo de mi padre. Creo que siempre lo supo. Hacía comentarios acerca de los maricones y los dejaba en el aire.

—Tú y yo sabemos que hemos nacido de esta manera, y las personas que digan lo contrario, no pueden saber de lo que están hablando, ya que obviamente, no son gay, — dijo Alan roto por completo. Andy esperó a que se calmara algo antes de decir. —Siento que tu vida fuera de esta manera, Alan. ¿Qué paso con los videos?, —preguntó inexpresivo. —Se quemaron junto a la cabaña. Ahí estaba todo. — Susurró Alan avergonzado a través de las lágrimas—. Lo siento, Andy. Lo sabes, ¿no? Andy se mantuvo callado un momento. —No puedo decir que voy a ser siempre tu amigo, Alan. Pero me doy cuenta que realmente estás arrepentido. Alan miró con admiración y dolor en sus ojos. —Dios Andy, nunca sabrás lo mucho... —No es necesario que digas nada más, —después de esta reunión y ver lo que realmente era Alan, Andy sintió que el poder que tenía sobre él se disiparía. Se puso en pie de su silla y se dio la vuelta para salir. —¿Andy? Andy miró hacia atrás. —¿Qué Alan? —A pesar de lo otro, tú eras... Yo te quise Andrew. Realmente lo hice. Andy miró a los ojos muertos de Alan. —Adiós Alan. —Se giró y salió de la habitación. Andy mantuvo su barbilla a una altura normal por el pasillo, pero cuando se acercó a Bill se rompió y corrió a sus brazos. Se había enfrentado a Alan y salía de pie. El fantasma de Alan fue roto finalmente y la liberación emocional que experimentó lo abrumó. Se dio cuenta que

el camino fue largo, pero también sabía a ciencia cierta que finalmente había luz al final del túnel.

Andy y Bill se reunieron con Jake y la familia de Brian, se sentaron en la primera fila de la sala llena. Directamente detrás del Fiscal. Brian miró muy incómodo sentado junto a su abogado de oficio, pero Andy le dio una tranquilizadora sonrisa mientras se miraban a los ojos. El personal de los juzgados tomó su lugar y la multitud se sentó, Andy parecía sentir la tensión de la temperatura ambiente en la sala. Alan, seguido por Brad Lee y un muy vendado Jason entraron en la sala y las conversaciones cesaron. El ordenanza del tribunal anunció la entrada del juez y todo el mundo se puso en pie. —Siéntense, —la voz del juez tenía autoridad—. Antes de escuchar la sentencia ¿quieren hablar las partes? Un solo abogado defensor habló en nombre de Alan, Jason y Brad Lee. —No señor Juez. —Al parecer, el padre de Alan se había ofrecido a pagar la factura de los amigos de Alan y ellos no lo rechazaron. El fiscal respondió lo mismo. Andy miró a la prensa frente al círculo, y vio a los hombres de diferentes edades, fuera del sitio. Ellas eran víctimas anteriores de Alan, que llegaron después de que la historia saliese en los medios de comunicación. Andy miró a Alan que estaba llorando en la mesa junto a un Brad Lee con cara de piedra y Jason. La gente permaneció de pie mientras el juez continuaba. —¿No hay nada más? Los abogados negaron.

—Está bien entonces. Alan Haynes, Junior, a través de las pruebas presentadas y el testimonio de los expertos estoy convencido que no estabas en plenas facultades mentales en el momento que cometiste esos crímenes, y has expresado tu sincero arrepentimiento y remordimiento por tus crímenes. Además en mi opinión, te beneficiarás más en una institución profesional que en el sistema penal. Por lo tanto te condeno al hospital psiquiátrico Hope de Betania para criminales dementes hasta el momento que las personas apropiadas te encuentren en condiciones para reintegrarte a la sociedad. —Brian Ash, teniendo en cuenta el testimonio suministrado por la fiscalía, y los detalles de la conexión del pasado con los acusados. Te condeno a cinco años en libertad condicional, y mil horas de servicio a la comunidad. El juez se aclaró la voz antes de continuar. —Brad Knowles Lee y Jason Michael Wepener, a través de las pruebas presentadas ante mí y el testimonio de los expertos, está claro que no han expresado ningún arrepentimiento o remordimiento por los crímenes de los que fueron declarados culpables, y que estaban en pleno uso de sus facultades en el momento de cometer esos crímenes. Por lo tanto los condeno a cadena perpetua, recomendando por lo menos veinticinco años. —El Juez golpeó la maza, concluyendo el procedimiento y disolviendo la sala. Jason se levantó de su silla con ruedas y casi se cae por el esfuerzo. —¿Por qué nos castigan? ¡Él es el asesino! ¡Ese maricón de ahí mismo!, —gritó Jason, con el rostro desfigurado maliciosamente por las contusiones, mientras señalaba a Brian. El ordenanza del tribunal detuvo a los prisioneros y los escoltó de vuelta por la puerta que habían entrado. La sala estalló en una conversación emocionada, curiosos, periodistas, ansiosos, y familias rotas saliendo.

Andy se dirigió a Brian y le envolvió en los brazos, otros brazos los rodeaban y Andy levantó la vista para ver que tanto su familia como la de Brian los habían envuelto en un enorme abrazo. Andy abrazó de nuevo a Brian. Podían cerrar la puerta del capítulo de su terrible experiencia. Andy finalmente había encontrado Una vida mejor.

—¡No lo entiendo! —medio se quejó, medio gimió con la cabeza asomando por debajo de la mesa y Jake bajando las escaleras—. Brian y su familia han comido aquí muchas veces, ¿por qué tanto revuelo ahora? —Debido a que es una noche especial, Andy, — respondió Jake con paciencia. —¿Por qué? ¿Qué hace tan especial está noche? — exigió saber Andy. —Estoy haciendo filetes marinados y ensalada de patatas, que siempre merece un especial tratamiento. — dijo Bill—. Ahora a callar y ayuda a mamá a poner la mesa, —bromeó Bill dándole un latigazo con el paño de cocina en el culo. Se rieron cuando Andy y Jake negociaban poner la mesa en el comedor, consiguiendo estar de acuerdo con el ojo crítico de Jake. —Debes hacerlo, amor. Ahora sube arriba y vete a ducharte para la cena, nuestros invitados llegaran pronto, —dijo Jake. —Sí, madame. —Dijo Andy, pretendiendo arrastraba sus pies por su camino en las escaleras.

que

Después de ducharse, Andy entró a vestirse a su cuarto. Brian había terminado el servicio a la comunidad y ambos habían hecho amigos maravillosos con los otros

voluntarios del refugio de jóvenes ‘en riesgo’. Había sido testigo de los efectos que el refugio había tenido en Brian, y estaba agradecido por sus beneficios terapéuticos. La doctora Manning había sugerido que Andy pasara unas horas a la semana como voluntario allí y nunca se arrepintió de convivir con los niños de allí. Examinando la ropa formal que Jake había sacado para él, un tux4, una pajarita, y todo lo demás, Andy suspiró y luego sonrío mientras se vestía. Si hacía a Jake feliz, Andy usaba con gusto un traje de conejo para la cena. Cuando Andy bajaba las escaleras, oyó una explosión de voces, muchas más que las seis que esperaba. Caminando por el comedor vio a un mar de rostros saludarlo. Julie, Jo Ann y su esposo, Nora, los padres de Brian, el hermano de Brian y su mujer, Brian, Bill y Jake estaban esperándole cuando entró en la habitación. —Hola chicos, —dijo Andy en voz alta, todas las personas estaban vestidas formalmente, los hombres de etiqueta—. ¿Qué está pasando aquí realmente? —Preguntó Andy sospechosamente. —No mucho, —dijo un apuesto Brian cuando paso entre la multitud y lo abrazó posesivamente por la cintura, reclamando sus labios delante de todo el mundo. Andy casi se olvida de donde estaba, cuando él mismo se perdió en el beso, pero se rompió su fantasía cuando el padre de Brian se aclaró la garganta furiosamente. —Ahora, ahora hijo, habrá adelante, —dijo Robert sonriendo.

mucho

tiempo

más

Andy se sonrojó cuando se separaron, pero a Brian se le quedó una sonrisa tonta en la cara, negándose a dejar la

4

Tuxedo: traje de etiqueta, tipo esmoquin.

cintura de Andy cuando todo el mundo se acercó alrededor queriendo hablar con los chicos de oro. Cuando todos se sentaron a cenar, Andy se dio cuenta que la vajilla era de porcelana y los cubiertos de plata, las sospechas empezaron a crecer en su mente. Cuando ya estaban instalados todos, él con Brian y Julie en el otro lado, Andy miró alrededor de la mesa grande a toda la gente que lo había tomado como suyo. Andy se dio cuenta entonces, que desde ese día, nunca conocería un día más solo en su vida. Andy bebió un trago de agua, tratando de calmarse antes de romper a llorar. La sensación de Brian cerca de él, Andy lo miró interrogante antes de que Brian tomara su copa de champán en la mano y dijera sobre las conversaciones. —Perdón, perdón a todos. —Las conversaciones murieron y continuó—. Gracias a todos por venir esta noche, realmente lo aprecio. Como todos sabéis, bueno, la mayoría de vosotros de todos modos, —dijo mirando a la cara a su compañero—, esta noche es muy especial. Pero antes de llegar a eso, quería darles las gracias otra vez por todo el apoyo que Andy y yo hemos recibido en estos tiempos difíciles de nuestras vidas. Brian hizo una pausa y miró a Andy con tristeza. Negando un poco con la cabeza, continuó. —Pero el pasado es el pasado. Volvamos a por qué estamos aquí juntos esta noche. Brian echó hacia atrás su silla y para asombro de Andy puso una rodilla en el suelo y tomó una mano de Andy entre las suyas. Metiendo la mano en su bolsillo, Brian sacó una pequeña caja negra y la abrió con el pulgar. Sujetándolo para Andy dijo: —Andrew Martin, nada en este mundo me haría el hombre más feliz si estuvieras de acuerdo en casarte conmigo.

Un silencio se apoderó de la sala cuando Andy se quedó con la boca abierta mirando a su amor. Le tomó unos segundos y una expresión de ansiedad cruzando la cara de Brian para que el cerebro de Andy funcionara de nuevo y saltó y gritó de alegría diciendo: —Sí Brian. Mil veces, sí. Un suspiro colectivo de alivio llegó de la mesa y Brian rodeó la cintura de Andy con sus brazos, levantándolo y besándolo con avidez. Rompiendo el beso, Brian tomó el anillo de la caja y lo colocó en el dedo de Andy, que sacudiéndolo luego fue a darle otro, recibieron aplausos y vítores del fondo de la mesa. Oyendo a la audiencia y los gemidos de las sillas deslizándose por debajo de la mesa, los dos amantes rompieron su beso y se deleitaron con la presencia de sus amigos y familia. Andy se dio cuenta que Nora y Sarah permanecían en sus asientos, llorando suavemente y cuchicheando entre sí y Robert abrazó a Brian en un abrazo varonil, mientras que Jamie, Bill y el novio de Jo Ann, Mark lo felicitaron a él. Jake, Julie y Jo Ann circulaban en torno a un delirante y sonriente Andy, repartiendo abrazos y besitos en las mejillas al tiempo que hacían un gran alboroto sobre el anillo, Julie y Jo ya estaban discutiendo sobre quién iba a ser la dama de honor de Andy. Andy miró a los ojos de Brian entre la multitud y le dio una tímida sonrisa, soplándole un beso en la habitación. Brian pretendió coger el beso y lo puso en el bolsillo del pecho, enviando uno de los suyos a Andy. Andy lo capturó y lo apretó contra su corazón, pronunciando las palabras ‘Te amo’ al hombre que poseía su corazón.

Andy se despertó viendo a Brian mirando hacia abajo medio dormido. Le devolvió la sonrisa a su novio y se fundió en un abrazo. Había pasado una semana desde que Brian se lo había propuesto y Andy aún no había bajado de las nubes. —Buenos cariñosamente.

días,

dormilón,

—lo

saludó

Brian

—Hola. —Bostezo Andy. —Es casi mediodía, ya sabes. Andy gruñó un poco, hundiendo su rostro en un lado de Brian. —No me lo recuerdes, empiezo a trabajar mañana, ¿recuerdas? Hoy es mi último día antes de empezar la rutina de nuevo. —Y yo te echo de menos cada segundo que paso lejos de tu lado, —susurró Brian. Andy se volvió a mirar los ojos de Brian, con una sonrisa en su cara. Amaba a este hombre tanto que le dolía. —Y pronto empezaras a trabajar en el Deli y todo. Tienes suerte de tener a Bill como jefe, —dijo Andy. —Sí claro. Intenta tener a tu futuro suegro como jefe, veremos lo mucho que te gusta. Brian sonaba dramático, pero Andy sabía que estaba emocionado de empezar a trabajar en el Deli. —Yo no sé por qué nosotros empezamos a trabajar, — continuó Brian—, nos vamos a ir de luna de miel en un par de semanas de todos modos.

—Hablando de eso, —dijo Andy intentando conversar. —Olvídalo muchacho, mis labios están sellados. — Brian hizo una cremallera imaginaria cerrando sus labios, pero sonrió a su pesar. —Sí, pero dame una pista, como voy a saber que ropa voy a llevar. —Si fuera por mí, señor Martin, no necesitarías ninguna ropa. Brian levantó las cejas sugestivamente a Andy. Andy se ruborizó y escondió la cara tras Brian. Brian se rió suavemente, enviando desde su pecho escalofríos por la espalda de Andy. —Eres tan lindo cuando te ruborizas, ¿lo sabías? Andy gruñó un poco y luego dijo: —Eso me han contado, —y se hundió un poco más en su amante. Andy mentiría si dijera que no estaba nervioso esperando el momento, pero se recordaba a sí mismo el hecho de que su corazón, alma y cuerpo ya pertenecían a Brian, y el hecho de que Brian no lo había presionado solo lo hizo amarlo y desearlo más. —Supongo que deberíamos enseñar nuestra cara abajo, —dijo Brian bostezando. Apretó a Andy y lo levantó la cara para plantarle un beso en sus labios antes de dejarlo ir. Andy se sentó y dijo mientras miraba los bóxers llenos y los deliciosos muslos peludos. —Bill hará asado el domingo, —sonrió al apreciar el gemido proveniente de la garganta de Brian. —¿Por qué el asado del domingo solo lo hace el domingo? —Quería saber Brian. Andy pretendió examinar la pregunta antes de decir:

—Probablemente domingo.

porque

se

trata

del

asado

del

—Oh, ¿sí? Ven aquí Señor-Lo-Se-Todo. —Brian se abalanzó sobre Andy, cubriéndolo con su peso, sembrando de besos toda la piel expuesta, Andy se reía y jadeaba a partes iguales. Finalmente bajaron las escaleras para almorzar con Bill y Jake media hora más tarde, existiendo solo en su pequeño mundo. A la mañana siguiente Brian estaba mirando al espacio cuando Bill entró en el Deli pasando inadvertido para él. —Podría robarte y no te enterarías. La cabeza tímidamente.

de

Brian

se

disparó

y

miró

a

Bill

—Lo siento Bill, no sé dónde está mi cabeza. —Yo sí. —Dijo Bill, sonriendo rastrero. Brian se ruborizó un poco y apartó la mirada de Bill. —¿Soy tan obvio?, —preguntó un Brian impactado. —Estás enamorado, —dijo Bill—. Es completamente natural para ti no vivir en el mismo planeta que el resto de nosotros. —Pues tú no eres diferente, —bromeó Brian—. Se te nota cuando estás cerca de Jake. Te conviertes en una bola de arcilla. —Eso es porque sé exactamente donde está justo ahora, —dijo Bill. Brian sonrió también pero Bill pudo ver que algo le estaba pesando en el pecho. —Hey chico, sabes que puedes hablar conmigo en cualquier momento. Brian miró a Bill.

—Por supuesto Bill, lo sé. —¿Algo te molesta Brian? —le preguntó Bill en serio. Brian suspiró. —Bueno no sé si te puedo hablar de ello… Bill miró a Brian un momento y luego dijo. —¿Tiene que ver con tu relación con Andy? Brian asintió con la cabeza un poco, sin hacer contacto visual. Bill se acercó a él y le puso una mano en el hombro antes de decirle. —Puedo escucharte Brian, nada más. Brian miró a los ojos cálidos de Bill y suspiró otra vez. —He hablado con la doctora Manning sobre esto, pero, bueno…—tartamudeó nerviosamente, y luego se obligó a seguir—. No sé donde se encuentra Andy sobre, bueno, tú ya sabes… —¿Sexo?, —le preguntó Bill sin rodeos. Brian sintió que se le encendía la cara y sabía que su rubor era incontrolable. —Sí, —chilló él. —¿Habéis hablado el uno con el otro? —Bueno, yo le dije que me gustaría esperar hasta que estuviésemos casados, no por el lado tradicional de las cosas, solo porque quería que nuestra primera vez fuera más que una conexión especial con él, ¿entiendes? Bill asintió alentador con la cabeza esperando que Brian continuara. —La cosa es que Bill, tengo miedo. Nuestras primeras veces no han sido agradables, y Andy no ha estado con nadie más, yo no quiero que piense en Alan y me temo que lo hará.

Bill asintió con simpatía y luego dijo: —te oigo amigo. Es un gran paso para los dos, y no debéis precipitaros. Una pregunta que deberías considerar es donde estás tú en esto también, ya que sois igualmente responsables en la relación. Brian pensó en lo que Bill le había dicho durante todo el día, y al final del día había llegado a la conclusión de que estaba muy contento que este fuera un compromiso corto y que pronto él y Andy estarían unidos en matrimonio y en cuerpo.

Pasaron tres semanas y el gran día se acercó. Andy se mantuvo ocupado con los planes de boda, y entre el trabajo y pasar todo el tiempo libre con Jake, Julie y su futura suegra, había tenido muy poco tiempo para estar con su pareja. Las tensiones y el estrés del cercano día llegaron tanto a Brian como a Andy, pero trataron de dar a cada uno su espacio mientras mantenían su relación y una fuerte conexión, enamorados del otro cada día un poco más.

El hermano de Brian le organizó una fiesta de despedida, para el viernes por la noche antes de la boda, después de alquilar el club para su fiesta privada. El padre de Brian, tío, sobrinos, Bill y otros amigos estaban esperando en el Sweet Teazers Club como Jamie arrastraba a un resistente Brian por las puertas. Saludando a todos los que estaban allí, una cerveza fue puesta en su mano a través de todas las palmaditas y buenos deseos.

Después de pasar unos cuarenta minutos conversando y escuchando las bromas habituales de la boda y las cadenas, las luces se atenuaron de repente en el club y la oscuridad descendió sobre ellos. Entonces una luz se encendió y brillo en el pequeño escenario del centro, la música fuerte explotó de los altavoces. Los aplausos estallaron por todas las partes del club cuando se iluminó de nuevo, mostrando a un hombre vestido con un uniforme de policía de tres tallas menos. La cara de Brian quemaba de vergüenza cuando el stripper se puso a bailar al ritmo de la canción. Después de haberse despojado de su camisa y las botas se desabrochó el pantalón corto, y el stripper fue hacia él. La sensación de que su rostro estaba literalmente en llamas de vergüenza cuando el stripper se subió a su regazo y comenzó a mover las caderas, Brian lo tomó todo con buen ánimo, los aplausos y silbidos de su familia y amigos. Además, el hombre era caliente, pensó. Brian sintió que algo se apretaba en su tripa, y miró la gran arma que luchaba por salir libre de los pantalones extendidos. Una sonrisa falsa se propagó en el rostro de Brian cuando el stripper se separó para deshacerse de su pantalón y bailó en su regazo con un tanga de falsa piel de tigre. Se obligó a relajarse, pensando en las técnicas de afrontamiento que él y la doctora Manning habían estado trabajando. Todo el mundo estaba teniendo un gran momento, y Brian apreciaba a su familia y amigos por hacer esto, sabiendo que a algunos todavía les podía parecer extraño ver a dos hombres comprometiéndose de la forma que él y Andy lo iban a hacer, comenzando una vida juntos. Cuando el stripper volvió al regazo de Jamie, todo el mundo se reía cuando se retorcía pero como un macho, trató de actuar indiferente sobre el hombre medio desnudo que se frotaba arriba y abajo en el muslo. Cuando Brian miró alrededor de la habitación a la gente que significaba tanto para él, disfrutando y apoyándolo. Se dio cuenta, pensando en su hermoso Andy, que este lo esperaba cuando llegase a casa, que realmente amaba su vida.

—¡Chicos!, —Andy gritó escandalizado—. No puedo creer… Oh Dios mío, —Andy se quedó sin habla al ver al tío en ropa interior provocativa en su regazo. Una curiosa Nora miró a su pareja. Andy vio con los ojos muy abiertos mirando hacia Julie y Jo Ann, las hermanas echaron un vistazo antes de echarse a reír. Andy se sonrojó y envió una mirada de disculpa a Sarah, pero su futura suegra, parecía estar divirtiéndose tanto como todos los demás. La despedida de Andy fue un poco una especie diferente. Claro hubo alcohol, música, y aperitivos, pero era la gente que estaba lo que realmente le importaba a Andy. Jake atrapó los ojos de Andy y los dos compartieron una sonrisa privada. Andy esperaba comunicarle la inmensa alegría que estaba experimentando. No escatimó un pensamiento para su pobre Brian, que estaba abrumado por todos los hombres llenos de testosterona. No podía imaginar lo que habían llegado a hacer a su novio pero se aseguraría de escuchar los detalles más tarde. Esta noche no, sin embargo, pensó Andy mientras miraba a sus familiares y amigos. Después de todo, ¿no daba mala suerte ver al novio antes de la boda? Andy sonrió y su rostro tuvo la sensación que se iba a romper por la intensidad.

—¿Estás listo Andy? —preguntó Jake con calma. —¿Cómo puedes estar tan sereno, Jake? —le preguntó Andy haciendo hincapié en el sonido. —Solo estoy algo relajado, Andy, —dijo Jake con gusto—. Recuerda que ya has conseguido al hombre esto solo es para hacerlo oficial. Andy respiró con dificultad.

—Eso suena bien, Jake. ¿Pero estabas tranquilo y relajado minutos antes de casarte con Bill? —Le preguntó Andy con ansiedad. Jake sonrió y dijo: —por supuesto que no, cariño. Era una bola atascada de nervios, tenía la sensación de que iba a explotar en cualquier momento. —Exactamente, —concluyó Andy. —Pero tenía al hombre más maravilloso esperándome, y nada más me importaba en ese momento. —Jake parecía estar soñando y Andy hizo sonar sus dedos delante de la cara de Jake para llamar su atención—. Lo siento, Andy. Las bodas me ponen sentimental. —Pasando la crisis, —dijo Andy con nerviosismo. Jake sonrió a Andy entonces y dijo: —¿Te ha dicho alguien que pareces un niño de diez años cuando estás nervioso? Como un niño dulce. —¡Enfócate, Jake! —dijo Andy demasiado tenso como para acordarse de respirar. —¿Estamos listos aquí?, —preguntó Bill, asomando la cabeza por la puerta. Mirando la situación, Bill miró a su amante interrogante. —Ya está casi hecho, cariño. Danos dos segundos, ¿quieres? Bill sonrió agradecido por haber sido salvado, retiró la cabeza y cerró la puerta. Jake se acercó a Andy y lo tomó la cabeza entre las manos, lo que lo obligó a detenerse y mirarlo a los ojos. Jake espero un momento antes de decir. —Mira Andy este es tu día y el de Brian. Será perfecto, nada va a salir mal. Y piensa en esto mientras te estás preparando para caminar por el pasillo. Brian te ama, te ha elegido, y está esperándote. No pienses en nada más. Tienes que pensar en Brian, y en la vida que vais a empezar hoy.

Andy respiró profundamente y se relajó. —Gracias Jake. —Dijo con un susurro tembloroso. Jake lo envolvió con un abrazo y Andy sintió que las lágrimas amenazaban los ojos de Jake mientras decía con una sospechosa respiración. —Para eso están los padres, —dijo—, ahora vete a buscar a tu hombre. Andy lo abrazó más fuerte antes de soltarse y sonrió cálidamente al hombre que tanto amaba antes de ir a la puerta y tomar el brazo de Bill, listo para iniciar el resto de su vida. Brian estaba nervioso. Estaba de pie en la cubierta, mirando a todas las personas que esperaban con expectación. ¿Y si sus votos estaban mal? ¿Y si olvidaba el nombre de Andy? Todo tipo de pensamientos estaban jugando en su mente mientras estaba allí, su hermano a su lado como su padrino. De repente, el violinista comenzó suavemente la marcha nupcial cuando Andy y Bill hicieron su recorrido hacia Brian, toda la preocupación y el estrés se le fue mientras miraba la belleza de su compañero. Sentía una contracción en la garganta y apenas registró el apretón en el hombro de su hermano cuando Andy se dirigía allí. Cuando Andy llegó a la cubierta, Brian no podía dejar de reflejar la sonrisa de pura felicidad absoluta que tenía Andy. Andy murmuró ‘te amo’ a Brian.

—Si quiero, —Andy logró decir tras sus labios resecos. —Yo os declaro, marido y esposo, —proclamó el oficiante con alegría. En cuanto a Brian le dijo—, ahora puedes besar a tu esposo. No se lo tuvieron que repetir dos veces, envolvió a Andy en sus brazos, tirando de él como una trituradora

besándolo. Todos los presentes se levantaron de un salto y los animaron en voz alta. Antes de que Brian y Andy salieran del jardín, Robert que estaba en la parte superior de las escaleras que conducían al parque dijo con orgullo. —Les presento al señor y señor Brian y Andrew Ash. Más aplausos estallaron cuando Andy y Brian hicieron su camino por el sendero, siendo atacados por los granos de alpiste y las sonrisas y buenos deseos de sus huéspedes. Brian y Andy dieron una nueva vuelta con el grupo antes de entrar en el descapotable que los llevaría a la recepción. Se miraron y Brian dijo: —Te amo señor Ash. —También te amo, señor Ash. —Se hizo eco Andy, y se inclinó para un beso antes de instalarse en su asiento como el hombre más feliz. Y eso era exactamente lo que Andy era.

La recepción pasó sin ningún problema. Los discursos fueron hermosos, todo el mundo disfrutó de la tarta y Brian estaba totalmente en la luna. Pero quería irse y llevarse a Andy. Había esperado el tiempo suficiente para esta noche y no podía esperar más. Caminando detrás de su esposo, Brian pasó el brazo por la cintura de Andy y tirando de él le acarició la oreja. Andy se relajó inmediatamente en el abrazo de Brian, reconociendo su toque al instante. Suspiró con placer cuando el caliente aliento de Brian rozó su cuello. —¿Quieres irte de aquí? —Dios sí, —sopló Andy.

Agradeció a todos el esfuerzo que había supuesto el hacer de ese día especial, y toda su contribución, pero quería, tenía que estar con su marido a solas, y pronto. —Voy a decirles que nos vamos, y luego tú y yo bebé. —Brian sonaba tan sexy a Andy le sonaba a entusiasmo juvenil. Un escalofrío de anticipación le recorría su columna vertebral mientras observaba al completo a Brian, su alegre culo en sus pantalones, cuando se dio la vuelta alejándose de él. Sintiendo que se ruborizaba un poco por los pensamientos de lo que quería que Brian le hiciera más tarde por la noche, Andy se volvió a la conversación que estaba teniendo antes de ser interrumpido. Diez minutos más tarde, Brian y Andy estaban en su coche, saludando a todos sus padres y prometiendo que los llamarían por teléfono cuando llegaran a su destino de luna de miel. Brian puso una mano sobre el muslo de Andy y se inclinó a por un beso. Echándose hacia atrás dijo en voz ronca llena de amor y deseo. —Eso es cariño, solo tú y yo. —Para siempre, Brian. —Te quiero Andrew Ash. —Y yo a ti, Brian Ash. Brian salió a la carretera, conduciendo hacia el hotel donde iban a pasar la noche antes de volar a las islas Seychelles para sus dos semanas de luna de miel. Una sonrisa lenta se apoderó de su rostro al pensar en lo que le iba a hacer a su bello amante tan pronto como estuvieran tras las puertas. Andy notó la sonrisa sexy en los labios de Brian y no podía esperar para ver lo que la vida les había deparado a su marido y a él mismo.

Louis se crió en un pueblecito de Sudáfrica, y pasó los primeros 17 años de su vida tratando de superar la pequeña mentalidad de la gente con la que estaba feliz de crecer. Siempre ha disfrutado de la escritura y refleja con cariño sus días de escuela cuando los compañeros lo sobornaban o intimidaban para que escribiera sus ensayos o discursos de inglés.

Le encanta la crítica y la adulación de igual manera y puedes contactar con él en: [email protected].

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