Los Signos del Zodiaco y el amor - TAURO

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TAURO 1

Los signos del Zodiaco y el amor ...por qué se escribió Como descubriréis en este libro, los signos solares con los que tenemos potencial para una fácil compatibilidad, simpatía y comprensión son mucho más numerosos que aque llos con los que es posible que descubramos una cierta dosis de tensión, antipatía o falta de comunicación... y en la armonía de nuestro sistema solar hay más oportunidades para el amor y la compasión que para el odio y el recelo. Sin embargo, hombres y mujeres inquietos de todos los órdenes de la vida, desde geólogos y ecólogos hasta profetas y astrólogos, pronostican tenazmente la posibilidad de que se aproximen cataclismos, tanto de factura humana como naturales, que traerán consigo el peligro de la aniquilación antes de que haya transcurrido la próxima década crítica en este planeta menguante, que pierde tan rápidamente su luminosidad. Nos lo han advertido, pero son pocos los que han respondido. Es evidente que se necesita un milagro para que la Tierra vuelva a prosperar. Si aprendemos a utilizar la sabiduría de los planetas, la clave de la Verdad Universal de nuestros Co-Creadores, cada uno de nosotros podrá crear un fragmento del mensaje que abarca todo el espectro del arco iris, a saber, Paz sobre la Tierra a los hombres... y mujeres... de buena voluntad, mensaje que entonaron los cuerpos celestes sobre Belén hace dos mil años para inaugurar la era de Piscis del dulce Nazareno, que sólo nos pidió que nos «amáramos los unos a los otros», y que nos prometió que lo que él hacía, nosotros también podríamos hacerlo. No es demasiado tarde, pues el jubiloso mensaje de las huestes angélicas (aún no identificadas) sigue haciendo reverberar su clarinada... inaugurando ahora la era de Acuario... anunciando la esperanza para aquellos que observan los cielos y están atentos a la música. Creo que para un milagro tan necesario, que quizá se aproxima antes d e lo previsto, no podría existir un preludio más formidable que el de emplear el arte de los sabios de antaño con el fin de allanar el terreno para su retorno con una nueva Búsqueda Estelar del amor... del amor del hombre por la mujer... y de ambos juntos por todas las plantas y criaturas vivientes. Porque sólo el amor tiene la facultad de traer la paz a los terráqueos de buena voluntad en la hora crepuscular de la historia.

En el Año de Nuestro Señor 1978

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A todos mis lectores Los signos del Zodiaco y el amor contiene una serie de conceptos polémicos de naturaleza moral, filosófica e intelectual, en las áreas de la ciencia y la religión. A algunos de vosotros, estos conceptos os parecerán estimulantes, a otros os parecerán extraños y sorprendentes, y a otros más os podrían producir una profunda ofuscación. Aquí los presento como veraces, y así los interpretaréis muchos de vosotros... en tanto que es posible que otros les den una interpretación distinta. He compartido con vosotros mis descubrimientos personales respecto de la verdad porque creo que cualquier tipo de investigación implica el deber de intercambiar con los demás lo que se ha elucidado, para apresurar la génesis de la armonía en la Tierra, la paz definitiva. Sin embargo, no os pido —ni tampoco espero— que interpretéis mis conceptos como vuestra verdad, a menos que concuerden con vuestro esclarecimiento personal y vuestras convicciones particulares. La verdad parcial —la simiente de la sabiduría— se encuentra en muchos lugares. La verdad parcial se puede hallar en el instinto primordial... en el derecho terrenal, en la costumbre social, en la investigación científica, en la filosofía y en la doctrina religiosa. Las semillas de la sabiduría están implantadas en todo lo que se ha escrito a lo largo del tiempo... especialmente en el arte, en la música y en la poesía... y, sobre todo, en la Naturaleza. Pero la auténtica Verdad sólo se puede encontrar en un lugar, en la comunión de cada hombre y de cada mujer con una Fuente eterna de Conocimiento oculto que lleva dentro, y que cada individuo debe buscar y hallar por sí mismo. Podemos mostrar la senda a los demás, pero cada uno debe marchar solo por esta senda: hasta que cada «extraviado» haya realizado el viaje íntegro y hasta que todos hayamos alcanzado finalmente la Luz de la Sabiduría cabalmente formada que está en el final del Camino... de donde partimos en un Tiempo ha mucho olvidado.

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Prefacio Como la sombra de Peter Pan, la curiosidad acerca de la compatibilidad astral sigue al astrólogo «por el segundo lugar de la derecha y sin parar hasta la mañana». Es inevitable que en cada reunión alguien le formule una pregunta de esta índole: «¿Cómo se lleva Sagitario con Piscis?». Típicamente, en los programas de radio y televisión, y en las entrevistas periodísticas, el profesional de la astrología tropieza invariablemente con: «Mi marido es Leo y yo soy Acuario. ¿Por eso reñimos tanto?», o: «¿Con qué signo le conviene casarse a un Géminis?». Todos desean conocer las reglas básicas del juego de la combinación y el apareamiento de los signos solares. Incluso me he encontrado inerme en el sillón del dentista, en plena extracción de una muela, mientras el profesional me decía: «No se trata de que yo crea en la astrología, ¿pero qué posibilidades tengo con una mujer Capricornio?». Ahora bien, aquellos de vosotros que fuisteis jóvenes (y que, según espero, lo seguís siendo), sabéis lo que Campanilla de Bronce le advirtió a Peter Pan: «Cada vez que un niño dice que no cree en las hadas, un hada cae muerta en alguna parte». Asimismo, cada vez que alguien comenta que no cree en las estrellas, una relación humana cae muerta en alguna parte, pues le falta la comprensión que podría haber extraído del conocimiento básico de la astrología... y esto no es una fantasía. Es un hecho. El arte y ciencia más antiguo del mundo no tiene nada de misterioso, a menos que optéis por considerar «misteriosos» los milagros de amor y tolerancia que emanan de su empleo. Dejando de lado la semántica, da resultados, cualquiera que sea el calificativo que le apliquéis. En cuanto a esos conocidos personajes del País de Nunca Jamás, Peter Pan y Wendy, si bien he utilizado algunos de sus comentarios, a lo largo de este libro, para simbolizar, en diversas circunstancias, ciertas características de los doce signos astrológicos, el Sol natal personal de Peter Pan se hallaba en el elemento Aire mutable de Géminis cuando él fue creado. ¡Oh, sí! Peter era un signo solar Géminis... a pesar de que utilizo citas específicas suyas para simbolizar otros signos del libro. Era un signo solar Géminis que deseaba no crecer nunca, que buscaba algo que nunca podía terminar de hallar, que estaba eternamente destinado a sentirse seguro sólo de su propia sombra y nunca de otro ser humano... hasta que, confiemos en ello, aprendiera por fin la lección del amor mediante el esclarecimiento eventual. Wendy era evidentemente una Cáncer: maternal, posesiva, afable e imaginativa, y ensayaba sus alas en un vuelo de fantasía bajo la Luna llena, como a menudo lo hacen las doncellas lunares. Como veis, no estaban asociados por una sólida armonía de signos solares, de manera que reñían de cuando en cuando, y cada uno de ellos oía una melodía distinta. Wendy terminó en el último capítulo como terminan casi todos los Cáncer: a salvo y segura. Aunque su corazón anhelara ansiosamente volver a volar, optó por el hogar, el matrimonio y los hijos, como sueños finales, en tanto que Peter, como casi todos los Géminis, continuaba su búsqueda eterna de un arco iris más refulgente, allá lejos... aún obsesionado por dos deseos gemelos: el de sentar la cabeza junto a Wendy, y el no menos vehemente de seguir siendo libre... y fiel a sí mismo. Pero cuando Wendy nació, la Luna seguramente estaba en Acuario, en aspecto trígono (armonioso) con el Sol Géminis de Peter, y ésta fue la razón por la cual, al principio, voló con él... y prometió volver a limpiarle la casa todas las primaveras. Vale la pena invertir tiempo y esfuerzos en comparar dos horóscopos en busca de compatibilidad, porque cuando encontráis una relación en trígono, en sextil o en conjunción entre los respectivos signos solar y lunar (los signos transitados por el Sol y la Luna a la hora de ambos nacimientos), más un intercambio positivo de los signos situados en los ascendentes con las luminarias, el amor asume una dimensión más profunda. Todo amor es capaz de trasmutar los deseos en realidad, pero el amor entre dos seres cuyas auras personales se han amalgamado armónicamente, de esta manera, genera las vibraciones a las que se refieren los poetas, y puede manifestar una magia maravillosa. Entre los millones de parejas de la Tierra que procuran alcanzar (o han alcanzado) juntas una dicha y una

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realización satisfactorias, y entre aquellas que aún se debaten en medio de una difícil prueba sexual kármica, transitan aquellas otras, muy raras, que reciben la designación esotérica de «compañeros del alma» o «almas gemelas». A veces ocurre que un hombre y una mujer se encuentran, y reconocen instantáneamente a la otra mitad de su propio ser tras los ojos del otro. Los ojos han sido correctamente designados con el nombre de «ventanas del alma». Incluso sus voces les resultan recíprocamente conocidas, como un acorde musical recordado. Éstos son dos seres que captan enseguida el hecho inalterable de que han sido, son y deberán ser siempre uno, aunque hayan luchado contra su hado durante siglos y se hayan esforzado en vano por evadirse de su destino común. Casi desde el primer momento en que se encuentran y se miran el uno al otro, sus espíritus confluyen jubilosamente, reconociéndose, desdeñando todas las convenciones y costumbres, todas las reglas sociales de comportamiento, impulsados por un conocimiento interior que no pueden negar, pues es demasiado arrollador. Inexplicablemente, a menudo sin pronunciar una palabra, saben que sólo podrán alcanzar la integridad el uno mediante el otro... y que sólo podrán ser completos en todos los sentidos cuando estén juntos. De alguna manera se sienten inmortales, y lo son... porque este nivel de amor puede conferir el conocimiento inicial de la conquista de la longevidad multisecular en el mismo cuerpo carnal, en el plano de la Tierra, así como la materialización del cambio de cuerpos carnales (los templos del alma) en un estado plenamente consciente, sin el «coma» denominado muerte. La solución del problema de «superpoblación» que se planteará en el caso de que todos los habitantes de la Tierra logren este objetivo, será analizada con más detenimiento en un futuro libro. Tampoco intentaré describir aquí detalladamente el origen y el destino final de las almas gemelas, porque lo he hecho en otro libro, titulado Gooobers, que se publicará en el futuro próximo. Pero el tema de los compañeros del alma o almas gemelas despierta una curiosidad tan acuciante, que merece una explicación, aunque incompleta, en este mismo contexto. El hombre y la mujer que son compañeros del alma casi no necesitan pronunciar las palabras «Te amo», pues están seguros de que deberán ser el uno para el otro en la encarnación (ciclo vital) presente, o (como consecuencia de complicaciones kármicas) al cabo de muchos siglos. La fórmula de la ceremonia matrimonial —«que ningún hombre separe lo que Dios ha unido»— se refiere a estas personas. Sin embargo esta advertencia es innecesaria, y sólo se trata de un ritual simbólico, porque ningún hombre puede romper el vínculo entre las almas gemelas. Ni siquiera ellas mismas. Ni ninguna energía del Universo. La fuerza que las creó es todopoderosa e indestructible. Es posible que el lazo se debilite, que la unión y la consumación finales se aplacen, pero nada podrá separarlas definitivamente. Es infinita la dicha que podrán reivindicar —cuando lo deseen— según una tabla cronológica dictada por el libre albedrío de los ángeles superiores de sus propias personas. (La superconciencia o supraconciencia de cada uno.) A este tipo de atracción magnética instantánea se lo denomina a menudo «amor a primera vista», el cual no es un azar del destino, sino algo muy real. Es algo más que una curiosa coincidencia que las almas gemelas confluyan en el momento apropiado, en medio de la inmensidad del mundo. El entrecruzamiento de sus caminos ha sido predestinado en un nivel superior de conciencia. Es tan cierto que determinadas energías espirituales actúan para producir estos encuentros, como que la migración de las aves y el retorno de los cometas están gobernados por una ley universal análoga. Su confluencia es controlada por las operaciones del Karma, que no es más que la suma total de las causas movilizadas en el pasado... y éstas determinan infaliblemente las condiciones del presente. Cuando llega la hora de que las almas gemelas se encarnen, éstas son enviadas a la Tierra y revestidas de carne (una vez más, los cuerpos son los templos del alma) por la acción de determinadas fuerzas de tiempo-energía, en el momento de la Cronología Terráquea en que ciertas configuraciones planetarias generan las condiciones propicias. Estas fuerzas de tiempo-energía son de naturaleza electromagnética, pero más complejas de lo que esta palabra da a entender. Ninguno de nosotros puede controlar los resultados finales de las causas que iniciamos o pusimos en acción en nuestras vidas pasadas, aunque sí podemos controlar nuestras reacciones a los resultados que estas causas pasadas producen en nuestra vida actual. La personalidad superior posee el «libre albedrío» para modificar estos acontecimientos kármicos, y nosotros podemos adquirir este poder si aprendemos a sintonizamos o comunicarnos con la personalidad superior (supraconciencia). Pero en el nivel consciente el «libre albedrío» sólo puede realizarse en el futuro, porque, en esa corriente siempre fluida que llamamos presente, ponemos en marcha, mediante acciones que iniciamos ahora y mediante reacciones a causas pasadas, las condiciones futuras con las que tropezaremos inevitablemente.

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En cuanto a las influencias planetarias específicas de las natividades (horóscopos o cartas natales) de dos personas, influencias éstas que le revelan al astrólogo que se trata de almas gemelas, lo cierto es que son demasiado complejas para explicarlas exhaustivamente en este libro, en toda su magnitud, y deberemos dejarlas para otro volumen programado, que se ocupará de este tema y otros afines. Pero suponiendo que dichas influencias planetarias estén presentes en las cartas respectivas de los enamorados, se revela un destino en el cual los dos se encontrarán involuntariamente y en el cual será imposible separarlos, incluso mediante la experiencia de la muerte, excepto durante intervalos de tiempo terráqueo, destinados a la verificación kármica de las almas. Durante estos períodos de separación, ya sean breves o prolongados, las dos personas se sienten solas, vacías e incompletas. Sin embargo, incluso durante estas interrupciones temporales de su convivencia, existe entre ellas una comunicación astral constante, pulsante, porque aun entonces se hallan unidas por un cordón que las conecta a través de la distancia. Recientemente una mujer que conozco se hallaba sumida en un estado de ansiedad emocional, y experimentaba una necesidad desesperada de conectarse con el hombre que amaba (un alma gemela), el cual se hallaba fuera del país. No tenían cómo comunicarse por teléfono o por carta. Una noche estaba postrada en la cama, en la oscuridad, e intuía marcadamente su presencia pero se sentía frustrada porque no podía verlo ni oírlo ni tocarlo, y de pronto exclamó en voz alta, involuntariamente: «¿Oh, por qué no me oyes cuando te llamo?». La lámpara colocada sobre el escritorio, en el otro extremo de la habitación, se encendió súbitamente. Al mismo tiempo, una gran margarita de papel que él le había regalado meses atrás, cayó al suelo. La mujer se sentó en el lecho, atónita, miró la lámpara y la margarita caída, y volvió a hablar en voz alta. «Si has sido verdaderamente tú quien encendiste la luz, ¿puedes darme una señal de que tu cuerpo astral está realmente aquí, apagándola ahora mismo?» Enseguida el interruptor de la lámpara chasqueó audiblemente y dejó la habitación a oscuras... e inmediatamente volvió a chasquear poblándola de luz. Antes del episodio la lámpara había estado apagada durante varias horas, de modo que no se trató de un corte de energía. Lo que sucedió no tenía absolutamente ninguna explicación científica. Ni la bombilla ni el interruptor estaban flojos, y tampoco había ninguna avería en la conexión o el enchufe. Todo fue minuciosamente comprobado. En cuanto a la margarita, había pasado muchos meses firmemente implantada en su lugar, adherida a un cuadro que colgaba de la pared, hasta ese momento imprevisto. Las leyes de la metafísica explican fácilmente semejantes «milagros». El alma gemela de la mujer había captado la necesidad de ésta, y había respondido, guiada astralmente por sus respectivas personalidades superiores, a través del cordón azul plateado que las conectaba: un hilo de luz capaz de impresionar materialmente la visión física de un parapsicólogo o un sensitivo experto. Más tarde la mujer se enteró de que exactamente a la misma hora él realizaba esfuerzos ansiosos para comunicarse con ella. Quienes aman lealmente, y quienes saben utilizar el cordón de energía eléctrica que los une, no necesitan de la Western Union, ni del correo, ni de la telefónica, para comunicarse. Siempre están en contacto mediante su «telégrafo» astral. Ha habido incontables casos análogos entre dos personas asociadas por todo tipo de relaciones de amor: padres e hijos, amigos íntimos, maridos y esposas... y amantes. Aún oímos los clamores de la ciencia: «¡Dadnos hechos, hechos, hechos!». La astronomía y la ciencia, son incapaces ambas de ver el gran bosque metafísico del conocimiento a través de los árboles de la baja matemática y la baja física, sin el prefijo «meta», en tanto que la metafísica podría explicar tantos misterios. «Meta» es una palabra griega que significa, sencillamente, «más allá». ¿La verdad reside más allá de la ficción del hecho? Einstein tenía conciencia de ello. Sí, el abstracto Albert lo sabía. Algún día muy próximo, en esta naciente era de Acuario, el descubrimiento de instrumentos suficientemente sensibles para medir la tremenda energía del campo magnético del amor demostrará cómo sus impulsos eléctricos pueden dejar en suspenso las leyes de la Naturaleza (pero no perjudicialmente), invertir la gravedad (y también el proceso de envejecimiento, mediante la regeneración celular), aumentar la comunión telepática y producir muchas otras manifestaciones milagrosas, incluida la evocación consciente de encarnaciones anteriores, lo cual por fin convencerá a la ciencia escéptica. Sí, el amor puede lograr todo esto, si el deseo es suficientemente vehemente y si la motivación no es egoísta... cuando se movilizan suficiente fe y suficiente voluntad. Ocurre todos los días. Testigos fidedignos han observado frecuentemente cómo una mujer de cuarenta y cinco kilos puede levantar las ruedas de un camión de dos toneladas si su hijo está atrapado debajo de ellas: una inversión total de las leyes físicas que concuerda empero perfectamente con las leyes de la meta-física. El amor es mucho

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más que una emoción o un sentimiento. El amor es un impulso eléctrico positivo. La ciencia aún no ha perfeccionado instrumentos suficientemente delicados o refinados para detectar estos impulsos, que, sin embargo, existen. Los «científicos» tampoco creyeron en las ondas electrónicas de la radio hasta que pudieron medirlas.-.. y sin embargo ahí estaban, siempre. Como escribió H. T. Buckle en su History of Civilization in England: «... habitualmente pasan unas pocas generaciones y entonces comienza un período en el cual estas mismas verdades son interpretadas como hechos comunes: y un poco después comienza otro período en el cual son declaradas necesarias, e incluso la mente más obtusa se pregunta cómo fue posible que alguna vez las negaran». Durante la trabajosa búsqueda del alma gemela habrá muchas desviaciones, muchas relaciones que al principio parecerán genuinas y después se diluirán en la indiferencia y el hastío. Incluso cuando por fin se descubre el alma gemela, a menudo se producen muchas complicaciones y verificaciones que causan sufrimientos temporales. Sólo la práctica continua y consecuente de la tolerancia y la clemencia puede aliviar el dolor. El intercambio de dolor por dolor sólo genera la certidumbre futura de una reacción análo ga, de más dolor, por obra de la causa y el efecto kármicos. A veces, parece que los problemas de dos personas que se aman son insolubles, que el muro que los separa es tan alto que no podrán salvarlo. Pero sus problemas se disiparían, desaparecerían sencillamente, si sólo pusieran en contacto sus manos, o sus corazones, o sus mentes, o incluso sus narices, y susurraran una sola palabra: «¡magia!». Porque el amor es magia, el poder secreto que todos los que aman poseen sin saberlo. Aunque el trauma sea enorme, aunque las palabras sean crueles, el amor lo borrará todo, como si nunca hubiera existido. Pero no si quien ha infligido el dolor no lo desea y no se esfuerza... no si quien ha sido profundamente herido carece de la capacidad de perdonar. El deseo, el esfuerzo y el perdón, combinados, son necesarios para liberar la fuerza y el poder del amor. La legendaria búsqueda del Santo Grial implica una búsqueda doble. En el nivel material o terrenal, gira en torno de la copa concreta de la cual el Nazareno bebió en la Última Cena, y que según los antiguos fue enterrada cerca del lugar donde los sacerdotes druidas (descendientes de los esenios) celebraban sus ritos místicos... copa cuyo descubrimiento es inminente en la era del Aguador. En un plano más sublime, místico, cada ser humano concluye con éxito la búsqueda del Santo Grial cuando se reúne con el alma gemela. Porque sólo cuando todas las almas gemelas solitarias y separadas se reúnan por fin jubilosamente, las piezas del rompecabezas de la vida se ensamblarán para formar una imagen íntegra y completa dentro del Universo. La leyenda susurra que será durante el despuntar de la era de Acuario cuando los catorce fragmentos del alma de Osiris —que se esparcieron cuando su cuerpo fue dividido en catorce partes por su hermano Set (lo cual provocó la primera Puesta de Sol de la Tierra)— se reúnan en un solo hombre, «con todas sus partes dispersas completas». Un hombre, que se reencontrará con su propia alma gemela, Isis, después de millones de años trabajosos de búsqueda y de incontables encarnaciones que compartieron en el pasado sin comprender la verdad. Al mismo tiempo, las almas gemelas de Set y su Nepente, separadas hace mucho tiempo, se reunirán, para cumplir su destino de descubrir juntas el Grial del Nazareno, mediante el amalgama de sus auras. Entonces, dice la leyenda a través del milagro de la absolución recíproca por aquel crimen lejano. Set y su hermano, Osiris, junto con Isis y su hermana, Nepente, encontrarán de alguna manera, juntos, los anales perdidos de la Atlántida... así como el sepulcro de Osiris, que contiene las crónicas de la construcción de la Gran Pirámide de Gizeh, levantada por Osiris (y no por Keops, como se ha creído erróneamente durante siglos). Cuando estos hechos portentosos y sacrosantos se concreten, después de que estos cuatro (y uno más) reconozcan la verdadera identidad de sus personalidades superiores, otras muchas almas gemelas se reconocerán súbitamente las unas a las otras. Entonces por lo menos empezaremos a materializar nuestro sagrado derecho, tal como lo suplicamos en esos versículos del padrenuestro: «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra, (como arriba, así también abajo), cambiando el esquema de la trinidad de energías solar, estelar y lunar en el cosmos. Quienes aman profundamente, y quienes están auténticamente apareados con la otra mitad de sí mismos, no experimentan deseos de desencadenar guerras ni de dominar a los demás. Así como la devoción de Romeo y Julieta, aun en la muerte, tuvo el poder de disipar la enemistad y de conciliar las diferencias entre los belicosos Montescos y Capuletos, así también la amalgama extática de todas las almas gemelas enamoradas

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tiene la misma facultad de unir a la humanidad, a todos los terráqueos para la Paz y el Bien permanentes. Pax et Bonum. No es una coincidencia (nada lo es) que el hombre que por lo menos dio un paso inicial hacia la paz en el Oriente Medio, Anwar el Sadat, sea auténticamente dichoso en su matrimonio y esté casado con una mujer que refleja los objetivos de su personalidad superior... y que lo mismo ocurra con Menajem Beguin, de Israel, quien por lo menos al principio aceptó aquel gesto con el mismo espíritu de buena voluntad y sinceridad. Tampoco es una coincidencia que Hitler fuera un hombre solitario, huérfano de amor. ¿Jesús... el carpintero de Nazaret? No estaba solo. No le faltaba el amor de una mujer. Aunque sólo se trate de un comienzo, el excelente y minuciosamente documentado libro The Sexuality of Jesus (Harper & Row, 1973), que Harper & Row reeditó en 1979 con el título de Did Jesus Love?, escrito por el reverendo William Phipps, un Escorpión, arroja la necesaria luz sobre el misterio largamente oculto de Jesús y su propia alma gemela. Porque él era sólo un hombre, aunque muy evolucionado... y ella, sólo una mujer. Como tú. La doctrina de la divinidad, como la del patriotismo, implica una vibración negativa, que sitúa a un hombre, una mujer, una nación, por encima de los demás. ¿Jesús, el Cristo? Sí, él era más que humano, un ente distinto, pero no diferente, no más sobrehumano o divino de lo que puede llegar a ser cada hombre y mujer durante esos períodos demasiado raros y breves de sintonización con la supraconciencia individual. Anwar, el Cristo... Menajem, el Cristo... Ruth, el Cristo... Robert, el Cristo... Thelma, el Cristo... Michel, el Cristo... Susan, el Cristo... Arthur, el Cristo, y así sucesivamente, incluyendo tu propio nombre. Cristo no es más que otro nombre para designar al Espíritu Santo, que puede introducirse en cualquiera. Todos somos hijos e hijas de Dios... y de Su Compañera, Su propia alma gemela. ¿Cómo habría sido posible que nuestro Creador no tuviera Su contraparte? La bipolaridad positivo-negativo, masculino-femenino, existe en todas las dimensiones, en todos los niveles de conciencia, dentro de las galaxias del Cielo... y en el Infierno de la Tierra (tal como se manifiesta actualmente). El mismo Jesús nunca pretendió ser divino. «Lo que yo he hecho, también podéis hacerlo vosotros, y más... id y haced lo mismo... te será hecho según tu fe... ». Éstas no son reivindicaciones de singularidad espiritual, sino sólo recordatorios de que las que se estaban exhibiendo eran manifestaciones de lo «divino» que hay dentro de cada uno de nosotros, milagros que todos podríamos ejecutar... aunque no sin sacrificios, no sin ciertas disciplinas necesarias para controlar la mente, el cuerpo y las emociones. Es extraño que la palabra «disciplina» abarque a la palabra «discípulo». O quizá no es extraño en absoluto. Los cataclismos pronosticados, si llegaran a producirse, si no pudiéramos evitarlos, habrán sido generados por muchas fuerzas de las tinieblas... por la experimentación subterránea de inmensas energías destructivas... por las vibraciones negativas de las olas actuales de promiscuidad sexual y lascivia que invaden las revistas y el cine, y que ultrajan y degradan el sexo a su nivel más bajo... por la feroz ambición de lucro... por la negativa egoísta a compartir nuestro dinero, nuestros alimentos o nuestro amor con nuestros semejantes. «Si todos comieran sencillamente, todos comerían.» La necesidad de sexo, como la necesidad de alimentos, es un apetito devorador que se extiende por todo el mundo. Pero compartir nuestro amor no implica compartir nuestros cuerpos en una sensual experiencia sexual de grupo. La glotonería no es la respuesta a ninguno de los dos tipos de apetito. El sexo no es un pecado; sólo el empleo incorrecto de su energía es un pecado contra el ángel superior de la propia personalidad. La unión sexual es el éxtasis de lo «profundo» descubierto por quienes aman, y simboliza la amalgama del hombre y la mujer con el Universo y con la totalidad de la Naturaleza, en la unidad. Es una simple cuestión de prioridades. Primeramente os enamoráis... con los ojos. Después con la mente, y después con el corazón (las emociones). Para entonces vuestra alma se ha sumado a la experiencia —os deis cuenta o no de ello, os habéis «enamorado» espiritualmente— y es hora de enamorarse con el cuerpo. Cuando invertís el orden de este proceso, fracasáis. Porque sólo los ojos saben cómo introduciros en la mente de la persona que mira. Sólo la mente sabe cómo introduciros en el corazón de la persona con la que habéis descubierto una afinidad mental. Sólo el corazón sabe cómo introduciros en la unión con el alma del ser amado. Y el alma sabe muy bien... ¡oh!, sabe muy bien, creedme... cómo introduciros, entonces, en el éxtasis de la unidad denominada acoplamiento sexual, que os convierte en «una sola carne». Pero si empezáis por el cuerpo... el cuerpo no sabe a dónde conduciros, como no sea hacia más y más sensaciones de la carne, que por sí solas carecen de poder para materializar el anhelo de amor o alimentar el

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ansia de amor más profunda, sensaciones que en razón de ciertas leyes fisiológicas, deben determinar eventualmente que el cuerpo se inmunice a la sensación, y necesite cada vez más estímulos, hasta que finalmente, como en el caso de las drogas, se llega al nivel de tolerancia incluso para esto, y se prefiere toda sensación. Utilizar el cuerpo como un instrumento exclusivamente reservado a la sexualidad sin amor, es como escuchar una sinfonía con un equipo estereofónico pero utilizando un solo altavoz. Sí, es hora de que llegue un Mesías. Un Guía que nos recuerde una vez más las lecciones básicas de amor que nos impartió antes y que olvidamos tan rápidamente. Porque no importa hasta qué punto un individuo o una nación ha caído en el error; el amor generará una renovada consagración a la humanidad. Así como no importa cuánto nos hemos alejado, porque el amor producirá el retorno. Como lo señaló el poeta Emmet Fox, no hay distancia que el amor no pueda salvar cuando se lo proyecta con suficiente intensidad; no hay enfermedad —moral, mental, emocional o espiritual— que el amor no pueda curar. No hay victoria que el amor no pueda alcanzar. El amor es energía cinética concentrada, la fuerza más portentosa de la Naturaleza... y de más allá de ésta. Si sólo pudierais amar con suficiente profundidad y sustentar el amor durante suficiente tiempo, podríais convertiros en la fuente de vuestros propios milagros, y seríais tan poderosos como los «dioses y diosas» de la antigüedad. No habría ningún sueño que no pudierais materializar, ninguna ley que no pudierais cambiar, ninguna situación que no pudierais invertir... si sólo amarais suficientemente. No es fácil amar suficientemente. Amar suficientemente no implica amar sólo a aquellos que os aman a vosotros, a aquellos que son buenos y considerados y generosos. Amar suficientemente implica también amar a quienes «lanzan toda clase de vituperios contra vosotros», a quienes os odian y demuestran activamente ese odio, a quienes aparentemente carecen de toda compasión y sensibilidad. Cualquiera puede retribuir el amor de quienes lo aman... o la aman. Este tipo de amor no entraña mucha gloria ni poder. Estamos encarnados en estos cuerpos carnales, en la Tierra, para aprender la lección más profunda y difícil del amor, que consiste en amar a lo que no inspira amor. En esta hazaña reside toda la fuerza y la energía de la verdadera pasión. En la mayoría de los casos se trata de un esfuerzo penoso, pero cuando lo conseguimos las recompensas son... inimaginables. No os preocupéis por la innecesaria «canonización» religiosa —vosotros también podéis convertiros en «santos»— si conseguís amar suficientemente. En términos astrológicos, casi no se necesita esfuerzo para que un León y un Carnero se amen, para que un Toro y una Cabra se amen. Pero para que un Carnero armonice con un Cangrejo, para que el León armonice con el Escorpión, el Toro con el Aguador... deben desplegar un amor sublime. Los signos del Zodiaco y el amor, es un libro que procurará guiar a quienes tienen la fortuna de estar unidos por sus propios signos solares compatibles... y que también procurará marcar el camino de la tolerancia y la armonía a aquellas personas a las cuales su destino kármico actual les ha impuesto la prueba espiritual de entablar relaciones con personas de signos solares antagónicos. Incluso cuando se trata de dos individuos cuyos signos solares y lunares armonizan, siempre hay en sus respectivas natividades algunos planetas que chocan y que generan fricciones y tensiones periódicas. Superar esto implica sintonizarse con la frecuencia pulsátil de la personalidad superior, iniciar el ascenso por el sendero que conduce al esclarecimiento... y marchar en una atmósfera mágica, bajo una lluvia de milagros. Como una copa sin fondo, el Santo Grial de quienes aman nunca está vacío. En las matemáticas de la metafísica, que son las matemáticas del País de Nunca Jamás, veréis... que cuantos más milagros regalamos a los demás, tantos más quedan para vosotros y para mí. ¿Quién entre nosotros no es, a ratos, indigno de ser amado? ¿Y no son precisamente ésos los momentos en que secretamente anhelamos y necesitamos que más nos amen? ¡Oh!, la magia de que alguien a quien hemos maltratado nos retribuya con un trato amable; el milagro de oír, cuando hemos dicho: «Siento haber pronunciado esas palabras crueles», la respuesta: «¿Qué palabras crueles? Yo no las he oído». Entonces el corazón estalla de júbilo y la copa se desborda. Porque este secreto antiquísimo de la alquimia es un secreto muy sencillo.

Si fue negativo, no sucedió... excepto en el mundo de la quimera.

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Y así, ojalá la fuerza... del amor... os acompañe. Ojalá ella evite los cataclismos naturales pronosticados, así como los cataclismos personales de la separación y el divorcio, mediante sus prismas de luz. ...y en su seno llevará los corderos... ISAÍAS 40:11

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Los doce misterios del Amor

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El amor es la necesidad más profunda del hombre y la mujer. Lo que abruma al espíritu humano no es la amenaza de enfermedad o pobreza, sino el temor de que no haya nadie que se interese sinceramente por nosotros, nadie que nos comprenda realmente. Todos corremos desesperadamente en pos del amor, aunque seamos muy sanos, ricos o sabios, porque la otra alternativa es la soledad. Y así es como se busca el amor en el cielo y en el infierno, y lo buscan los santos y los pecadores, sin que importe a dónde los lleva la búsqueda, que en la era de Acuario los conduce a algunos extraños lugares, por el laberinto de la revolución sexual. Oye, ¿qué significa este trauma del sexo? toda esta gente que va a ver películas porno y la que no las va a ver... Los aficionados al intercambio de parejas y los idealistas, los puritanos y las prostitutas, las frígidas y las promiscuas, los machistas y las militantes feministas, ya lean a Browning o Playboy, ya vean películas de Walt Disney o las últimas producciones eróticas de Suecia, buscan lo mismo. Cualquiera que sea el camino por el que transitan en pos de la felicidad, la necesidad interior que los impulsa a seguir adelante es el amor. Y no se trata de darlo. Ni de recibirlo. Sino de compartirlo. Amar y ser amado en cambio. ¿Por qué el amor perdurable, mutuo, es tan esquivo? Para lograr una unión completa y permanente con la otra mitas (el alma gemela) el hombre y la mujer deben aprender la lección de los doce signos solar( s. Deben asimilar la sabiduría de estos doce misterios del amor antes de poder alcanzar una armonía definitiva, perfecta, entre sus naturalezas mental, física, emocional y espiritual. A medida que giramos en torno de la rueda astrológica o kármica de la vida, a través del renacimiento bajo la influencia de los diversos signos solares, a veces progresando deprisa, a veces retrasándonos, volviendo a menudo a la experiencia de determinado signo solar para repasar viejas lecciones... evolucionamos, cada cual a su propio ritmo. Nuestras propias personalidades superconscientes nos obligan a perfeccionar gradualmente las cualidades positivas de los doce signos y a purgar nuestra naturaleza de sus condiciones negativas, para que cada uno de nosotros se transforme eventualmente en el oro refinado de un ente totalmente evolucionado, digno de unirse a la otra mitad: la personalidad gemela. En nuestro anhelo de amor —por nuestra alma gemela o compañero del alma— reside nuestra sabiduría metafísica latente. El secreto de la vida misma. La verdad esotérica. Cada signo solar contiene una fuerza que puede revertirse en debilidad, y cada signo solar contiene una debilidad que puede revertirse en fuerza, merced a la ley de la bipolaridad positivo-negativo. ¿Qué es la obstinación de Tauro sino su paciencia invertida? ¿Qué es la naturaleza impulsiva de Aries sino el aspecto negativo del coraje positivo de Marte, típico del Carnero? ¿Leo optará por ejercitar el gran orgullo y la gran nobleza que le corresponden por derecho leonino-solar con el fin positivo de proteger a los indefensos, o con el fin negativo de convertirse en un tirano arrogante que oprimirá a los inermes? ¿La cautela de Cáncer se transformará en temores y fobias lunares? ¿La compasión y humildad de Piscis se trocarán en los aspectos negativos de Neptuno: la impostura, la introversión y la evasión? La elección de las bipolaridades de nuestro signo solar siempre corre por nuestra cuenta. Y si nos equivocamos al optar, deberemos revivir de nuevo la experiencia de ese signo solar, hasta asumir el control de su fuerza positiva.

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Las doce iniciaciones del amor En cada una de las experiencias siguientes, el hombre o la mujer es absolutamente capaz de conferir y enseñar a los demás la primera cualidad, pero para que la personalidad aprenda la segunda cualidad hay que hacer un gran esfuerzo. Cuando el individuo comprende esta segunda cualidad tan bien como la primera, ello implica que ha adquirido el dominio de un determinado signo solar. El alma debe pasar más de una vez por las seis primeras iniciaciones del amor como :

ARIES

el recién nacido

«yo soy»

para enseñar que el amor es inocencia y aprender que el amor es confianza para enseñar que el amor es paciencia y aprender que el amor es la capacidad de perdonar

TAURO

el bebé

«yo tengo»

GÉMINIS

el niño

«yo pienso»

CÁNCER

el púber

«yo siento»

LEO

el adolescente

«yo haré»

VIRGO

el adulto

para enseñar que el amor es perspicacia y aprender que el amor es sensación para enseñar que el amor es devoción y aprender que el amor es libertad para enseñar que el amor es éxtasis y aprender que el amor es humildad

para enseñar que el amor es «yo analizo» puro y aprender que el amor es !a realización

Después de alcanzar la madurez emocional en estas primeras seis etapas de desarrollo, el hombre y la mujer deben pasar por las seis últimas iniciaciones del amor (más de una vez) para descubrir su sentido espiritual más profundo en: «yo sopeso»

para enseñar que el amor es belleza y aprender que el amor es armonía ,

LIBRA

matrimonio

ESCORPIÓN

sexo

SAGITARIO

conocimiento

CAPRICORNIO

experiencia

ACUARIO

idealismo

«yo sé»

para enseñar que el amor es tolerancia y aprender que el amor es unidad

PISCIS

sumisión

«yo creo»

para enseñar que el amor es compasión y aprender que el amor es TODO

para enseñar que el amor «yo deseo» es pasión y aprender que el amor es entrega «yo veo»

para enseñar que el amor es honestidad y aprender que el amor es lealtad

para enseñar que el amor «yo utilizo» es sabiduría y aprender que el amor es desinterés

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y para comprender así finalmente que …

El amor es eterno Existe una razón profunda y significativa por la cual la meditación sobre los doce misterios del amor que figuran aquí es importante para ti y para el ser que amas. La clave es el número doce. Existen 12 sales minerales básicas que se emplean en homeopatía (la más útil de las ramas de la medicina). Estas 12 sales tienen un gran poder para fomentar un estado positivo de la salud humana en cada uno de sus doce signos solares correspondientes, hecho éste que sólo comprenden los homeópatas profesionales y no los médicos ortodoxos (exceptuando unos pocos casos raros entre estos últimos). Los minerales de la Tierra se ajustan al número 12, lo mismo que los sistemas métrico y duodecimal. Los diamantes, por ejemplo, tienen 12 caras o ejes, a lo largo de los cuales es indispensable cortarlos para que tengan brillo. Hubo 12 gobernadores en el sistema maniqueo, 12 divisiones del Templo de Salomón, 12 trabajos de Hércules, 12 altares de San Jacobo, 12 dioses griegos y así sucesivamente. Mucho antes de que los 12 hijos de Jacob fundaran las 12 Tribus de Israel, el número trece (13) tenía un importante significado místico. Por ejemplo, había 12 Caballeros de la Mesa Redonda, y el Rey Arturo era el decimotercero. El Rey-dios Osiris del antiguo Egipto estaba asociado a 12 reyes de menor jerarquía, y Osiris era el decimotercero. Igualmente el Rey-dios azteca Quetzacoatl tenía 12 seguidores, y él era el decimotercer miembro del grupo. En la Cristiandad, el Budismo Gautama y el Islamismo Shiita, también hay 12 seguidores (apóstoles o discípulos) y un Maestro. Los 12 discípulos representan las doce etapas de conocimiento de los signos solares, y el «Maestro» simboliza el número trece (13), o la pureza de la amalgama perfecta de los otros doce en un todo completo. Por ejemplo, los astrólogos esotéricos pueden identificar a cada uno de los 12 apóstoles de la Biblia cristiana con la cualidad del signo solar que se corporiza en la actitud particular de ese individuo respecto de las enseñanzas de Jesús. Esta verdad religiosa entrelazada, judeo-cristiano-islámica, se manifiesta en la armonía matemática y el bello sincronismo de la rueda del horóscopo. La ignorancia espiritual, o la ceguera, genera el miedo supersticioso al temido número «13». Los pisos de los hoteles saltan del «12» al «14», y pocas anfitrionas invitarán a trece comensales a una cena. Sin embargo, el verdadero significado de este número santo es la sabiduría. Si se lo utiliza para el mal puede provocar una gran destrucción. Pero si se lo utiliza para el bien puede provocar una gran regeneración. En sentido negativo, simboliza al «Maestro», que es la amalgama de las doce lecciones de los signos solares, transformado en un «ángel caído», como Lucifer. En sentido positivo, significa exactamente lo contrario: un «ángel» que se mantiene incólume, que ejerce el poder y la sabiduría eternos, atemperados por la justicia y la misericordia y, sobre todo, por el amor. La numerología es un componente inevitable de la astrología. El tema es demasiado vasto y complejo para abordarlo a fondo en Los signos del Zodiaco y el amor, y lo analizaremos minuciosamente en un próximo libro. Sin embargo, en el ínterin, es necesario hacer una breve referencia a los números planetarios para poder entender cabalmente los doce misterios del amor. Cada signo solar armoniza con un planeta o luminaria (Sol o Luna) determinado, y es regido por él. Y asimismo cada planeta armoniza con un determinado número y es gobernado por él. Por ejemplo: El Sol (que rige a Leo) vibra al son del número diez o uno (10=1), al que equivale cuando se lo suma siguiendo el procedimiento matemático normal. La Luna (que rige a Cáncer) vibra al son del número dos (2). Júpiter (que rige a Sagitario) vibra al son del número tres (3). Urano (que rige a Acuario) vibra al son del número cuatro (4). Mercurio (que rige a Géminis y temporalmente a Virgo, hasta que se descubre e identifi ca al planeta

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que rige auténticamente a Virgo. o sea Vulcano: véase el capítulo Virgo -Virgo) vibra al son del número cinco (5). Venus (que rige a Libra y temporalmente a Tauro, hasta que se descubre que el que rige auténticamente a Tauro es Pan-Horus: véase el capítulo Tauro-Tauro) vibra al son del número seis (6). Neptuno (que rige a Piscis) vibra al son del número siete (7). Saturno (que rige a Capricornio) vibra al son del número ocho (8). Marte (que rige a Aries) vibra al son del número nueve (9). Cada planeta y luminaria también vibra al son de lo que se denomina un número de «octava más alta», pero dejaremos la explicación de esto para el próximo libro ya mencionado. Quizás hayáis notado que en esta lista falta el número con el que vibra Plutón (que rige a Escorpión). Muchos astrólogos y estudiosos de la numerología os dirán que Plutón vibra al son del número nueve (9), y que comparte este número con Marte (que gobierna a Aries). No es cierto. Plutón, como todos los otros planetas, vibra al son de su propio «número» particular —cabal e individualmente suyo— y no lo comparte con ningún otro planeta o luminaria. Como ya hemos agotado los números desde uno (1) hasta nueve (9), y diez (10), como vibración del Sol que gobierna a Leo, volviendo así al uno (1) y completando el círculo, tal vez os preguntaréis cómo es posible que Plutón tenga su propio número. Ya lo veréis. En primer término, es importante comprender que la vibración nueve (9) de Marte es la vibración masculina del Universo, que representa y simboliza el principio MASCULINO último de toda la vida y el amor. La vibración seis (6) de Venus es la vibración femenina del Universo, que representa y simboliza el principio FEMENINO último de toda la vida y el amor. El seis y el nueve. El 6 y el 9. Los números vibratorios femenino y masculino, o el 9 y el 6. Macho y hembra. Positivo-negativo. Oscuridad-luz. (Bipolaridad.) Observad que cuando el número femenino de Venus, el seis (6), se coloca cabeza abajo (invirtiendo su polaridad) se transforma en un nueve (9). Asimismo, cuando el número masculino de Marte, el nueve (9), se coloca cabeza abajo (invirtiendo su polaridad), se transforma en un seis (6). El hombre y la mujer son, pues, inseparables. Cada uno es una parte igual del otro. Los principios masculino-femenino son totalmente intercambiables. Sin embargo, uno de ellos siempre apunta en dirección opuesta al otro. En la numerología hay muchos más niveles fascinantes y reveladores de estudio del seis y el nueve, pero aquí sólo nos ocupamos sucintamente de este tema, que analizaremos a fondo en un libro futuro. Observad que cuando se les quita la «cola», el seis (6) y el nueve (9) se transforman en un círculo. El círculo es el secreto de la fusión de las almas gemelas... el misterio más insondable del signo solar de Escorpión, y del planeta que gobierna a Escorpión, el portentoso y poderoso Plutón. Porque el número a cuyo son vibra Plutón es... el CERO. El círculo. El círculo (0) representa la eternidad, porque simboliza la serpiente que se devora su propia cola. De la cabeza masculina (positiva) de la serpiente fluye la energía masculinopositiva... hacia la cola femenina (negativa) de la serpiente. Simultáneamente, de la cola femenina (negativa) de la serpiente fluye la energía femenino-negativa hacia la cabeza masculina (positiva) de la serpiente. Éste es el secreto de Escorpión, el signo solar del «sexo»... y ésta es la energía que alimenta el enorme poder del planeta que gobierna a Escorpión: Plutón. El cero. El círculo. El O. La serpiente que devora su propia cola. El símbolo de la eternidad. Porque el auténtico poder sólo puede existir cuando todas las bipolaridades —macho y hembra, joven y anciano, oscuridad y luz, noche y día— se transmiten energía simultáneamente las unas a las otras, y fusionan sus energías en lugar de seguir oponiéndose entre sí. El cero vibratorio de Plutón también contiene el misterio secreto de la Santísima Trinidad de la Cristiandad. «El Padre-el Hijo-y-el Espíritu Santo». El «hijo» (humanos, de ambos sexos) es la energía masculina. El «Espíritu Santo» (el espíritu de Cristo) es la energía femenina. Cuando cada una fluye simultáneamente en la otra (en lugar de mantenerse en oposición) se genera una tercera energía, que es las dos, y sin embargo ninguna —neutral y TODOPODEROSA-, o sea: «El Padre» (Dios). Esta tercera energía, compuesta por la masculina y femenina combinadas, que fluyen la una en la otra, en lugar de oponerse, genera muchos milagros: El gran poder de la Divinidad. La concepción de un hijo. La concepción de una idea (que se transforma en ideal si se le agrega la «1» de love, la palabra inglesa que significa amor). La energía que mueve a las naves espaciales de otros sistemas solares.

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Kekule, que hizo el monumental descubrimiento de la estructura anular del benceno, descubrimiento éste que a su vez allanó el camino para el aspecto teórico de la química orgánica, no dijo por casualidad que antes de que se le ocurriera este concepto había soñado repetidamente con «una serpiente que se devoraba la cola». Por tanto, todo el misterioso «poder» de Plutón-Escorpión proviene de un conocimiento inconsciente de este principio del cero en virtud del cual la fusión perfecta entre lo masculino y lo femenino crea una tercera fuerza de energía, que es lo uno y lo otro, y sin embargo no es ninguno de los dos —neutra y TODOPODEROSA- porque no se opone, sino que hace que las bipolaridades se fusionen y fluyan simultáneamente la una en la otra. Otro testimonio, otro «secreto» del círculo CERO de Plutón, es el siguiente: ¿qué sucede cuando se agrega el CERO (0) a cualquier otro número? Cualquier banquero o estudiante de matemáticas os dirá que «aumenta» el poder del número. Evidentemente, el monto de un dólar crece (tiene más «poder») a medida que «se agregan ceros». Así, 1,00 dólar se convierte en 10,00 dólares o 100,00 dólares o 10.000,00 dólares y así sucesivamente. El CERO, pues, equivale al PODER. Esta noticia complacerá a todos los Escorpión... siempre que no olviden dónde reside el origen del poder. En la serpiente que se devora la cola... el secreto de la eternidad. Un factor importante para comprender los doce misterios del amor, relacionados con el secreto del círculo, es el siguiente. En el texto de este libro encontraréis a menudo el término «Co-Creadores». A los escépticos, a los que les resulta difícil imaginar al «Dios del Antiguo Testamento» con su propia consorte, les suministro esta información erudita, aunque los creyentes y las personas espiritualmente espabiladas no necesitan más pruebas que el conocimiento instintivo que procede de dentro, respecto de este o cualquier otro concepto sobre la veracidad de la creación. La cita siguiente proviene de una escrupulosa traducción de la Septuaginta, la versión más antigua (circa 250 a.J.C.) que se conoce del Antiguo Testamento (los manuscritos hebreos clásicos se remontan apenas al Renacimiento). La traducción fue publicada en 1960 por la Falcon's Wing Press, bajo la supervisión del doctor C. Musés. Extractos de Proverbios 8:3-31: Pues a las puertas de la Grandiosa, Ella ha tomado asiento, y en la entrada entona su canción: «En el principio, antes de que el Señor creara la Tierra cuando Él afirmaba los Cielos, yo estaba con Él, y cuando Él distinguió su trono sobre los vientos cuando Él puso límites al mar, y las aguas no trasponían el verbo de su boca yo armonizaba con Él. Yo era aquella en quien Él se regocijaba, y diariamente me alegraba su presencia en todas las ocasiones».

La Cristiandad eclesiástica, en la que el Antiguo Testamento hebreo sembró la deformación de la verdad mediante la imagen «patriarcal», ha enseñado durante demasiado tiempo la falacia de que la Santísima Trinidad es totalmente masculina. Esta superchería nos ha privado de una verdad sublime y enaltecedora. Pero el desarrollo de la era de Acuario, pronosticado por los profetas de todas las religiones, traerá la luz de la restauración consciente del equilibrio áureo entre las energías femenina y masculina sobre la Tierra. Este equilibrio áureo es la fusión eventual de todas las almas gemelas. El concepto está a punto de florecer dentro de todos los corazones anhelantes e indagadores. Le aplican muchos nombres, pero él auténtico es la REAL PERSONALIDAD, tal como se experimenta mediante la unión con la propia alma gemela. Y empieza con la admisión de la verdad masculino-femenina oculta en la Santísima Trinidad y el símbolo de la Eternidad, la serpiente que se devora la cola, el «conocimiento» secreto' que la serpiente le transmitió a Eva, quien se lo retransmitió a Adán. El hecho de que al acto de comer el «fruto prohibido» del «Árbol del conocimiento» lo llamaran más tarde «Pecado Original», revela la desesperación de las fuerzas oscuras por ocultar la Luz de la Verdad mediante una deformación bipolar, encauzada a través de los antiguos patriarcas que temían perder el pi incipio de la superioridad masculina en razón de la igualdad sexual. Pero las hijas de eva de la Era de Acuario le harán comprender por fin al mundo que el término «pecado original» es el Padre de todas las

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supercherías mayúsculas del dogma religioso. Y los hijos de Adán de la era de Acuario se dejarán esclarecer esta vez por la sabiduría de Eva. Ni siquiera los «padres» de la Iglesia pueden parar el rayo del despertar espiritual uraniano, predestinado y pronosticado, de la nueva era del equilibrio áúreo. Quizás Adán no pudo acomodarse a la verdad. Pero los Acuario de hoy sí pueden... y así lo harán. Bajo las poderosas vibraciones de Urano y el microscopio de Acuario, quedará al descubierto la verdadera naturaleza hipócrita de la patraña. Y a esto se lo denominará «Inocencia Original»... el comienzo de la Sabiduría. Cuando las gentes de todo el mundo empiecen a cooperar con estos principios divinos del equilibrio áureo de lo masculino y lo femenino, la nueva era de Acuario se manifestará finalmente en todo su esplendor y magnificencia a la Atlántida renacida y más sabia. Ni siquiera la suma de todos los locos chovinistas y atómicos y nucleares podrá detener la marea uraniana de la Verdad. A medida que el hombre y la mujer evolucionan alrededor del círculo kármico astrológico, asimilando en su propia individualidad las cualidades de otros signos solares, enseñando algunas, aprendiendo otras, cada uno de ellos tiene la obligación espiritual de conservar la integridad positiva de su propio signo solar en esta encarnación y también de respetar este derecho en los demás. El León debe tener su dignidad, así como el Cangrejo debe aferrarse a la seguridad. La Cabra debe honrar la tradición, y los Gemelos deben reclamar su libertad. Cada cual debe obedecer el adagio de la era de Acuario que exhorta a «vivir y dejar vivir», a ser uno mismo, y a comprender que los demás también deben ser como son. El primer paso que debemos dar para comprender el significado último del amor, para que finalmente nos permitan disfrutar de su realización absoluta, consiste en aprender a tolerar en lugar de condenar las cualidades de los signos solares que difieren de las nuestras. Al explorar las relaciones recíprocas de los doce signos solares, a través de sus rasgos armoniosos y antagónicos en la medida en que los unos y los otros se asocian con los nuestros, siempre debemos tratar de recordar que el objetivo final de cada alma consiste en dar las lecciones de cada signo solar a las otras personas con las que nos cruzamos en el camino, y recibir recíprocamente sus enseñanzas. Este viaje es una especie de desarrollo del espíritu, que empieza en la infancia del alma y continúa en la edad adulta del alma, en su edad mediana, su «vejez» y su muerte, y después en el renacimiento. El alma sólo podrá liberarse de este círculo interminable de nacimiento y .nuerte cuando aprenda a liberar también el cuerpo físico o denso de !a muerte, milagro que me atrevo a predecir que se producirá mucho antes de lo que actualmente creemos. El «problema» que crearía esta longevidad, respecto de la población general del mundo (nuevos nacimientos, junto con la derrota de la muerte —durante siglos— etcétera) tiene varias soluciones. Pero éste no es el lugar adecuado para tratar de concebir tales posibilidades. La discusión a fondo de lo que será este futuro en la «nueva era» que se aproxima deberá quedar aplazada hasta mi próximo libro. El viaje simbólico del alma a través de los doce signos solares se puede comprender imaginando a un hombre y una mujer que realizan un viaje análogo, con sus mentes y sus cuerpos. Al principio, el alma ingresa en la fase inicial, parecida al nacimiento terrenal, y después progresa a lo largo de varias etapas posteriores similares a la vida terrenal, y en cada una de ellas asimila experiencia espiritual, así como nosotros asimilamos experiencia mental y física durante un viaje análogo de nuestros cuerpos densos. El alma "nace" en el signo de Aries, el recién nacido simbólico, tal como se refleja a través de la alquimia magnética del Sol.

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El misterio de amor de Aries El alma, simbólicamente recién nacida en Aries (aunque no necesariamente en su primera estancia terrenal), se relaciona con la aurora, el amanecer, la primavera y la Pascua... o con la resurrección de su «muerte» en el signo anterior de Piscis. En esta primera incursión en el elemento Fuego —esta experiencia como primera de los tres signos cardinales— el alma simbólicamente «recién nacida» proyecta la vibración positiva, masculina, de las fuerzas diurnas a través de la vitalidad explosiva del regente planetario de Aries: Marte. Como un recién nacido humano totalmente absorto en sí mismo, el alma de Aries descubre con deleite sus propios dedos de los pies y de las manos, su propia esencia física. Para satisfacer todas las necesidades le basta un grito potente, que los mayores oyen y contestan inmediatamente. El auténtico recién nacido no desconfía, ni teme a nada ni a nadie, sencillamente porque nunca ha experimentado lo que es una negativa. Asimismo, el alma «recién nacida» de Aries deposita una confianza natural y una fe conmovedora en la fuerza invisible del bien que le concederá milagrosamente la satisfacción de todos sus deseos. En el plano terrenal esta fuerza benéfica está representada por los padres; en el sentido místico, por nuestros Co-Creadores. Y así éstos velan tiernamente sobre el alma «recién nacida» de Aries, así como los padres velan tiernamente sobre su criatura, protegiéndola cariñosamente de su propia ingenuidad, rechazando prudentemente algunas de las exigencias que formula mediante la excitada conciencia de que el alma es: él ha nacido y está aquí. El alma de Aries intuye: «YO SOY» o «Yo existo». Y como el recién nacido simbólico, los hombres y mujeres de Aries permanecen ajenos a las posibilidades de tropezar con accidentes, dolor o crueldad en el camino de la vida. Él o ella aprende estas experiencias negativas sólo de quienes han avanzado más, de quienes han acumulado rigor, recelo e instinto de supervivencia durante el proceso de crecimiento. Un adagio religioso postula que todos los recién nacidos, puesto que mueren en estado de pureza, se transforman inmediatamente en ángeles. ¡Por supuesto! Aún no han tropezado con el demonio de la tentación. Pero si el «recién nacido» Aries sobrevive, él o ella debe sufrir una y otra vez, como la auténtica criatura, el cruel desencanto de la confianza depositada en quien no correspondía. Víctima de la maldad, de la falta de compasión o del abandono, el recién nacido se siente sacudido, asustado, solo... y entonces grita con más fuerza aún para atraer la atención. De la misma manera (y por las mismas razones) el alma del hombre o mujer Aries, traumatizada y desilusionada, necesita y «busca aceptación, y sin embargo corteja el rechazo»... con una reacción emocional violenta ante el abandono. Las cualidades positivas de Aries son una inocencia y un asombro conmovedores, una fe ciega y un coraje descarnado. Expresadas en forma negativa pueden transformarse en egocentrismo egoísta, desconsideración, agresividad y acción impulsiva que se desentiende de las consecuencias. Para el alma de Aries, el amor es una necesidad vital, que da por supuesta, porque para su conciencia en pañales el amor es sinónimo de la existencia misma. Por tanto espera instintivamente y acepta gozosamente la devoción, pero no sabe muy bien cómo retribuirla. Aries exige amor, porque sin amor muere, como el recién nacido. Cuando el abandono emocional puede implicar (simbólicamente) la muerte, incluso la insinuación del mismo puede producir un pánico desmedido y un terror inexplicable, que sólo se sosiegan con reiterados esfuerzos por apaciguarlo. Aries necesita que le recuerden siempre que «si llega el invierno»... el milagro de la primavera no puede estar lejos.

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El misterio, de amor de Tauro La conciencia espiritual en vías de desarrollo del hombre o la mujer entra a continuación en el elemento Tierra. A nivel de Tauro, el alma del recién nacido simbólico se ha convertido, alegóricamente, en un bebé sano, rollizo, y ahora se relaciona con las fuerzas nocturnas reflexivas femeninas y ha aprendido a dormirse a la hora apropiada, y a despertarse luego en un clima de comodidad prevista. Ya no grita sin razón, intimidado por el miedo o la soledad... ni vocifera para que satisfagan todas sus necesidades, como en la etapa ariana. Ha descubierto que los padres complacerán todos sus deseos. En la etapa de Tauro, el alma, como el bebé humano, se conforma con permanecer tranquila y pacientemente sentada en su sillita, aguardando el pan cotidiano con silenciosa, confiada y segura expectación. El Toro también ha aprendido a valerse del buen comportamiento para cosechar más placeres, más favores de los «padres» y otros adultos. Las sonrisas y la obediencia son recompensadas, y Tauro no olvida lo que ha aprendido, aunque el aprendizaje haya sido doloroso y lento. Todavía esencialmente ajeno a todo lo que está fuera del entorno inmediato, el hombre o .la mujer Tauro (como el bebé Tauro simbólico) encuentra la felicidad en el círculo de la familia y en lo tangible... en lo que conoce como familiar más que en-el mundo exterior extraño y bullicioso. A través de la experiencia de Tauro, el alma bebé descubre el deleite de emplear los sentidos del gusto, el olfato, la vista, la audición y el tacto. Huele y mastica simbólicamente, y escucha todos los juguetes, así como los toca en esta primera experiencia del alma como signo fijo del organizador. Como los bienes personales producen felicidad, este hombre o mujer se aferra a ellos, los acaricia y se complace en llamarlos propios. Tauro dice: «YO TENGO». Ésta es la etapa del osito o la manta reconfortante (que volverá a aflorar, fugazmente, en la vibración de Cáncer). En la etapa de desarrollo de Tauro, el «alma bebé» depende inmensamente del contacto físico con los seres queridos, que la alzan, la miman, la besan y la abrazan. Y el Tauro gobernado por Venus (guiado por Pan-Horus) responde con gorgoteos y risitas de éxtasis, y entiende el afecto sólo mediante la sensación de que lo tiene cerca. El bebé concreto es ferozmente posesivo cuando se trata de sus juguetes y de la atención de sus padres, se derrumba cuando cree haber perdido a los unos o los otros, se resiste tenazmente a compartirlos, y así es como el hombre o la mujer Tauro se comporta respecto de su cuenta bancaria y su consorte. Las cualidades positivas de Tauro son la tenacidad, la paciencia, la perseverancia y la convicción. Expresadas en su forma negativa se transforman en la obstinación, el prejuicio ciego y la sinrazón. Para el bebé jocundo, dogmático, que simboliza al alma de Tauro, el amor es el afecto físico, que se da y se recibe sin cuestionamiento. Como el bebé asocia el amor con todo el placer y la dicha, se regodea en él con una satisfacción desprovista de complicaciones, animal. Por tanto, Tauro acepta y retribuye el amor con los sentidos... pero aún no ha aprendido a analizar su auténtico mérito y valor.

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El misterio de amor de Géminis En la experiencia del alma de Géminis, el «bebé» simbólico de Tauro entra en el mundo del niño que hace sus primeros pinitos, y vuelve a experimentar, como en el nivel de infancia de Aries, las fuerzas diurnas positivas, masculinas. Por primera vez, el alma llega a la etapa del comunicador mutable, toma conciencia de su propia mentalidad, se da cuenta de que no está sola en el Universo. El alma niño de Géminis aprende a comunicar sus necesidades mediante el lenguaje, aprende a formar palabras y a hilvanarlas, en tanto los padres y las demás personas escuchan atentamente, disfrutando de cada nuevo sonido. Hablar le resulta divertido porque toda la atención se centra en él (o ella). Tiene una nueva aptitud para gatear o hacer pinitos hasta el bote de las galletas, sin gritar como Aries ni esperar como Tauro, y esta independencia que acaba de descubrir es embriagante. A los Géminis los emociona el conocimiento que ahora tienen a su alcance, y por eso le gritan « ¡YO PIENSO!» a todo el mundo, muy excitados. El nivel de conciencia del niño simbólico le enseña al alma de Géminis que el carácter tiene dos caras, una dualidad o bipolaridad que es necesario armonizar para poder entablar una relación afortunada con los demás. Experimenta el primer ramalazo de desdicha cuando choca violentamente con la disciplina, mientras intenta fusionar las personalidades gemelas dormida y despierta. Puesto que Géminis anhela súbitamente ciertos placeres que residen fuera del hogar y la familia, el alma niño es castigada a menudo porque intenta enfrentar simbólicamente ciertos peligros cuya existencia aún no sospecha. Asimismo, los hombres y mujeres Géminis sienten que el mundo los invita a emprender su exploración, ¡y quién sabe qué encontrarán en él! Dotado de la flamante capacidad mental de razonar y deducir —de relacionarse— el Géminis empieza a desear cosas que están más allá de las que ya ha visto, y a soñar con ellas. La mitad del alma de Géminis sigue siendo un bebé inseguro, que necesita el entorno familiar. La otra mitad es un niño anhelante, cuya curiosidad se encauza hacia las múltiples maravillas ignotas que están fuera del alcance tangible. El alma de Géminis ya ha experimentado el Fuego y la Tierra y aprende a lidiar por primera vez con el elemento Aire. Y así es como esta personalidad gemela experimenta las cosas, con ojos resplandecientes y el corazón desbordante de esperanza. Cada nueva jornada activa la mente de Géminis con su magia oculta, ahora más cautivante que los juguetes desechados y el cálido círculo del afecto parental. Lo que el hombre o la mujer Géminis ve por la ventana es un edén prohibido donde todos los anhelos yacen envueltos en el misterio, mientras el planeta regente Mercurio (el mago) muestra el camino seductor que se extiende más allá. Las cualidades positivas de Géminis son la versatilidad, la perspicacia mental, la rapidez de percepción, el razonamiento deductivo y la flexibilidad. Expresadas en su forma negativa se convierten en la impaciencia, la charlatanería, la superficialidad, la ambigüedad, la falta de fiabilidad y el autoengaño. Para el «niño» Géminis, el amor ha perdido parte de su primitiva naturaleza prodigiosa. En esta etapa sigue siendo necesario, más de lo que se piensa, pero ahora hay que buscar algo más emocionante que el amor. ¿Es el amor el que os retiene, el que os tironea y os impide salir disparados en dirección a la vida? Entonces el amor es placentero, pero también restrictivo. Los hombres y mujeres Géminis no han cesado de necesitarlo o desearlo, pero cuando el amor se convierte en una barrera para su libertad lo desechan apresuradamente, olvidan su tibieza y la seguridad que brinda... y no piensan que podrían extraviarse y no encontrar el camino de regreso al hogar.

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El misterio de amor de Cáncer El niño es ahora un púber, y el alma ha evolucionado hasta la etapa de Cáncer: flota entre la infancia y la madurez, anhela ser adulto y sin embargo vacila en pasar al otro lado. Cáncer vuelve a avivar la conciencia de las fuerzas nocturnas negativas, femeninas y reflexivas. Pero esta segunda experiencia de la noche está fusionada con una sensación nueva, más rica e incluso más sensual (que era sólo una inspiración poética, y todavía no una realidad auténtica, en el nivel anterior de Tauro), porque se ha producido un cambio de estación. El despertar de la primavera se ha ahondado en un sueño de una noche de verano con toda su belleza madura y fragante para estos hombres y mujeres, estos Oberón y Titania, de Cáncer. Ahora la melancólica y sensible alma «púber» vacila entre la dependencia infantil y el mundo enloquecedoramente seductor y tentador de los adultos (¿qué significa ser hombre o mujer?). Esto se expresa deliciosamente en los experimentos entre los mundos humano y feérico del famoso clásico del Tauro Shakespeare. Puck, el simbólico púber Cáncer, observa a los adultos (humanos) en el entorno, y es prodigiosamente sensible a todo lo que ve y oye. Pero este mundo adulto, material, que él espía con tanta vehemencia, exhibe vislumbres de frecuentes desilusiones. Y por ello los sueños de Cáncer están llenos de sobresaltos, hacen que el Cangrejo clame en la noche, y que a veces saque del armario el viejo y simbólico osito de Tauro y lo abra& fuertemente cuando nadie lo ve. Tal como les sucede a los hombres y mujeres de Cáncer, los estados de ánimo cambiantes de los púberes cabales los intrigan a éstos tanto como a sus familias. Pero estos terrores son muy concretos para los Cáncer, quienes temen que la madurez implique la pérdida de la seguridad de la que disfrutan junto a sus padres y sobre todo junto a la madre. ¿Los futuros extraños se preocuparán tanto por los Cáncer y los amarán tan incondicionalmente como la madre? Cáncer sospecha que no. Incapaces de explicar sus aprensiones, los Cangrejos se tornan reservados, sueñan a solas... o se esconden y se enfurruñan, imaginando que nadie los entiende. En el nivel de Cáncer, la posible pérdida de la protección parental obsesiona al inconsciente. Cáncer ya ha aprendido lo que es la pérdida. Quizá los amigos de la infancia se han mudado, la familia ha cambiado de residencia, el viejo barrio con el que estaba compenetrado ha desaparecido. El mundo ya no es tan emocionante ahora que el Cangrejo intuye sus trampas ocultas. Los hombres y mujeres Cáncer «púberes» saben que la maduración les producirá infaliblemente aflicciones inesperadas, y por ello se aferran a aquello en lo que saben que pueden confiar: el ayer. Como las nuevas sensaciones son muy agudas, Cáncer ve una combinación de tragedia y comedia en la Vida a medida que ésta se expande en su conciencia a lo largo de su primera incursión por el sensible elemento Agua. Igualmente a pesar de su timidez innata, el alma de Cáncer no se dejará relegar a segundo plano, porque ésta es la segunda experiencia como líder cardinal, que puede trocar el miedo ilógico en cautela sensata. Los Cangrejos desean tanto la Luna llena como la nueva, sólo tienen una conciencia parcial de lo que anhelan... y son renuentes a averiguarlo. ¿Qué reserva el mañana? El sentimiento empuja el alma Cáncer púber a las lágrimas. Impulsados por la necesidad de ocultar sus verdaderas emociones, los Cangrejos dicen: «yo SIENTO», y después para que nadie sospeche que sienten tan vehementemente, bromean, creyendo engañar a los demás. Si al hombre o mujer Cáncer no se lo trata con ternura en esta etapa crucial de la evolución del alma, desarrolla un caparazón permanente duro y protector para defenderse del mundo cruel. Las cualidades positivas de Cáncer son la imaginación, la tenacidad, la ternura, la sensibilidad. la solicitud y la cautela. Expresadas en su forma negativa se transforman en mezquindad, irritabilidad, melancolía, avaricia y cobardía, comportamiento posesivo y ánimo taciturno. Para el Cáncer, así como para el verdadero púber inseguro y sentimental, el amor ha vuelto a asumir importancia, por encima de todo. Pero ahora es sinónimo del hogar, que representa la seguridad emocional... y la necesidad de amor es tan grande que debe encubrirse tras las lágrimas afligidas y la risa lunar.

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El misterio de amor de Leo El alma púber de Cáncer se transforma con brillo súbito en un adolescente simbólico que la vibración de Leo transporta a la primera expresión de confianza en sí mismo y de orgullo por su individualidad. Ahora el alma sabe (o cree saber) quién es a medida que Leo siente la atracción de las fuerzas diurnas masculinas y positivas y del Fuego, con más intensidad aún que en el nivel de Aries. El mundo pertenece al León --o a la Leona— y por tanto el o la «adolescente» Leo contempla su imagen en el espejo, admira lo que ve y formula el noble juramento: «YO HARÉ». El verano ha hecho eclosión en un florecimiento de furiosa belleza, con tardes perezosas y sol radiante, a medida que Leo se desplaza hacia la conciencia de Si desde el significado bipolar de la afectación de Cáncer. El idealismo de la 'juventud excita el corazón del León e inflama su sangre con el naciente conocimiento de la sexualidad. Éstas son dos ansias poderosas que despiertan dudas íntimas y personales acerca del propio valor, dudas que a su vez se ocultan tras una fachada de vanidad. El alma de Leo sabe qué hacer con esta segunda experiencia en su condición de organizador fijo. y la utiliza con aparente confianza para aleccionar a los demás, para asumir el control de su propia vida y para gobernar a aquellos que necesitan la protección de Leo. Sin embargo, el hombre o mujer Leo, como el adolescente de carne y hueso, sigue buscando que lo tranquilicen con halagos, sigue encogiéndose de miedo cuando lo ridiculizan, porque aún no es un hombre cabal —una mujer cabal— a pesar de su aplomo exterior. El alma ya ha pasado por las dolorosas experiencias de la primera y la segunda infancia, de la niñez y la pubertad, así que Leo asume el mando con compasiva consideración para ayudar a los más vulnerables. En su configuración de Leo, el alma no desea realmente oprimir a los indefensos. Las lágrimas derramadas en los niveles de Aries, Tauro, Géminis y Cáncer han grabado en la memoria de Leo la generosidad de espíritu. Sin embargo, aunque los Leo han aprendido a tolerar y perdonar a los enemigos, aún no han aprendido a respetar la sabiduría de los mayores. El Leo, como el verdadero adolescente, cree saberlo todo, y no soporta a quienes ponen en tela de juicio su nuevo conocimiento mundano. El alma de Leo venera al Sol, porque el Sol es el que gobierna a Leo, es la fuente de toda la vida... y de su fuerza de León. Leo admira y es admirado, ama y es amado. Cuando comienza la vida social, brotan los pimpollos del romance... que finalmente florecen. El primer amor es cálido y refulgente, y le produce al «adolescente» Leo una mezcla de euforia y desencanto. El poderío vertiginoso de su virilidad (o feminidad) le produce a Leo una sensación de dignidad e importancia personales... a través del sexo opuesto. Los Leones y Leonas ya no deben vivir reprimidos por la sofocante autoridad de la orientación parental. Han atravesado el puente que une la infancia con la edad adulta. Intuyen las responsabilidades de la madurez, pero éstas aún no se han convertido en una carga. La vida es toda fulgor solar, el pasado tenebroso ha quedado atrás, el milagro del futuro continúa pendiente... y el presente es un momento ideal para la diversión y la distensión. Leo resuelve arrogantemente que el mundo necesita de su recién descubierta sabiduría, y está más que dispuesto a suministrarla. Sólo mediante el ejercicio de una autoridad indiscutida sobre los niños menores (las almas más débiles y aún no liberadas) el hombre o la mujer Leo puede conservar durante esta experiencia la imagen necesaria de superioridad y amor propio. Las cualidades positivas de Leo son el calor humano, la generosidad, la nobleza, la fuerza, la lealtad, el liderazgo y una mansa y sosegante ternura: el carisma protector del hermano o la hermana mayor. Expresadas en su forma negativa se convierten en la arrogancia, el falso orgullo, la vanidad, el despotismo, la soberbia... y la promiscuidad romántica. Para el Leo que se encuentra en la etapa simbólica de desarrollo adolescente, el amor es el romance radiante, el cantar de los cantares, la materialización de todos los ideales y de la belleza. Leo está «enamorado del amor» y de sí mismo... o de sí misma. Los Leones y Leonas dispensan afecto generosamente sólo porque experimentan un gran placer al ser tan soberanamente magnánimos, y exigen gratitud y respeto de los amados y se indignan si el amor los obliga a' comportarse a su vez con humildad... pues todavía no comprenden su profundidad, ni la belleza implícita en el sacrificio del «yo».

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El misterio de amor de Virgo El alma juvenil de Leo no tarda en intuir que el verano llega a su fin... y por primera vez toma conciencia, compungido, de la proximidad de la cosecha, todo ello cuando se expresa en su alma ese veranillo de San Martín que es Virgo, las fuerzas nocturnas, negativas y femeninas, vuelven una vez más, y le recuerdan a él o la Virgen (cuya personalidad más profunda ha sobrevivido intacta a los efímeros romances de la juventud) que la madurez trae consigo el deber austero y la responsabilidad. «YO ANALIZO», dice Virgo a la defensiva, mientras se esmera por alcanzar la perfección. Ahora el alma en desarrollo se ha convertido, por primera vez, en un adulto, que se siente frustrado porque lo obligan a ceñirse a las reglas y restricciones de la sociedad, pero que se somete mansamente, con innata cortesía. Estos hombres y mujeres han descubierto que para recibir lo que necesitan deben servir de alguna manera a los demás. La vibración de Virgo enseña que el individuo debe trabajar y ganar dinero, debe ser útil, para poder distraerse libremente. En esta segunda experiencia con el elemento Tierra, que también lo es con un comunicador mutable, los relojes y horarios asumen una gran importancia. El primer empleo es decepcionante. Las exigencias del trabajo o el estudio obligan a archivar las ideas y los ideales. Ahora no hay tiempo para soñar. El Virgo consagra todos sus esfuerzos a descollar en los estudios, a salir a flote en la feroz competencia del mundo empresario. El aprendizaje y la competencia son imperativos: la supervivencia se ha convertido casi en una obsesión. Las almas de Virgo, como los jóvenes adultos de carne y hueso que ellas simbolizan. ven muchas cosas criticables en torno, odian secretamente la pérdida de la inocencia infantil y no tienen ideas claras acerca de lo que les aguarda. ¿Acaso sólo es más trabajo, más estudio y más responsabilidad? De ser así, la vida es en verdad algo serio, que habrá que enfrentar lo antes posible con espíritu realista. Se hace tarde. En este nivel de Virgo, los defectos e imperfecciones humanos asumen una importancia exagerada. Porque, si Virgo no recoge una cosecha fructífera, ni ellos ni los demás podrán seguir viviendo. Estamos a fines del verano, a comienzos del otoño, y el frío invierno acecha a la vuelta de la esquina. ¿Por qué toda esa otra gente sigue riendo y jugando allí fuera? Virgo se inquieta y se preocupa, y se pregunta cómo podrá advertir a los irresponsables que la estación del placer se acerca a su fin. El corazón sigue siendo puro y está poblado de silenciosa esperanza, pero ahora la mente empuña las riendas. Los anteriores entusiasmos de Leo han sido sustituidos por la resignación y los ensueños silenciosos. El miedo a la dependencia genera en Virgo la obstinada determinación de no perder tiempo ni eludir deberes, con la conciencia siempre alerta y a la expectativa, con anhelos de progresar. Aunque regida nuevamente por Mercurio, el alma ya ha aprendido a no desperdigar las fuerzas vitales como lo hacía en el nivel de Géminis. Como la Virgen simbólica, Virgo se balancea sobre el filo de la conciencia, y pronto contestará a la estentórea llamada del auténtico regente de Virgo, Vulcano, que aún no ha sido «descubierto» por los astrónomos, pero que está suficientemente próximo al descubrimiento como para haber comenzado ya a irradiar débilmente su influencia pulsátil sobre todas las almas Virgo-Virgen. Las cualidades positivas de Virgo son la lucidez, el discernimiento, la cortesía, el comportamiento servicial, el espíritu práctico y la honestidad consigo mismo. Expresadas en su forma negativa se convierten en maledicencia, testarudez, timidez, pesimismo, complejo de inferioridad y bizantinismo. El alma Virgen ha llegado a su aspecto narcisista: recuerda a medias los fuegos candentes de la juventud, pero como aún no ha despertado sólo intuye vagamente la pasión que le aguarda, y que pronto le será revelada por Vulcano. Para los Virgo, el amor implica la entrega de la personalidad, un misterio que prefieren no resolver. Por tanto encauzan su energía hacia la preeminencia en el trabajo... y aunque estos seres brindan una mansa devoción, el auténtico significado del amor sigue latente en el corazón del Virgen.

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El misterio de amor de Libra

El alma en vías de desarrollo se aparta del sendero solitario de la autodisciplina de Virgo y se proyecta nuevamente hacia las fuerzas diurnas positivas, cuando la vibración de Libra la invita seductoramente a aceptar, por tercera vez, el desafío del liderazgo cardinal. En la conciencia de Libra, el alma ya ha madurado totalmente, y conoce el sol y la sombra. Mientras luchaba por alcanzar la madurez —lucha ésta que culminó en Virgo—aprendió que en el mundo (y en los seres humanos) existen la noche y el día, el bien y el mal, la oscuridad y la luz. Más allá de esto, a Libra lo consume la bipolaridad enigmática del macho y la hembra. La experiencia les ha enseñado a los hombres y mujeres Libra a juzgar equitativamente a sus semejantes. Hasta el nivel de Libra, el alma se preocupaba primordialmente por sí misma. Ahora su interés se expande para abarcar, por primera vez, la conciencia de que necesita relacionarse con otros seres humanos. Ahora el alma está pertrechada con las lecciones de cinco niveles anteriores, y se halla en condiciones de guiar con espíritu lógico y con fuerza. Libra se comporta con una amalgama de sabiduría compuesta por los conocimientos que adquirió al realizar una incursión por el AGUA y al experimentar dos veces el FUEGO, la TIERRA y el AIRE. «YO SOPESO», dice Libra, que se enorgullece de ver ambas versiones. Como la conciencia de Libra no soporta la injusticia, sus decisiones son difíciles y arduas. Nace un sentimiento de justicia social, y frente al prejuicio o la intolerancia, Libra entabla a menudo interminables discusiones, en las que emplea la fría lógica que aprendió en Géminis y aguzó en Virgo. Pero esta actitud es mitigada por una flamante conciencia del valor de la persuasión. Libra ha adquirido la cualidad de la simpatía, que según ha descubierto es un recurso seguro para triunfar, de modo que emplea sagazmente una voz melosa y una sonrisa deslumbrante para halagar a los demás y salirse con la suya. Libra tiene cada vez más conciencia de la belleza de la armonía... en la música, en el arte y en el romance. Como los Libra recuerdan inconscientemente su soledad de Virgo, experimentan el despertar de un profundo y primigenio anhelo de encontrar pareja. El alma de Libra, sentimental pero práctica, comprende instintivamente que necesita llevar a alguien a su lado, en el amor y los negocios, para equilibrar la vida y satisfacer el deseo de armonía del regente de Libra, que es Venus. Sin embargo, en el elemento Aire de Libra no es fácil encontrar pareja para el amor. Cuando se pesan y equilibran los vicios y virtudes de los posibles consortes en los platillos de la Balanza de Libra, a menudo se descubren carencias que generan la angustia de la indecisión emocional. Pero mientras tanto el hombre o la mujer continúa la búsqueda incansable de un ser con el cual compartir las alegrías y las penas. Algún día se disipará la estación tan amada del otoño, la primavera recordada con tanto cariño ha quedado muy atrás, y hay algo que Libra sabe: no deberá estar solo o sola, cuando llegue el invierno. Y así los Libra reaccionan ante la belleza del crepúsculo, tristemente, con la sensación simultánea de que, no obstante su magnificencia escarlata y dorada, anuncia la proximidad de otra noche del alma. Las cualidades positivas de Libra son la justicia, la inteligencia, la simpatía, la dulzura y el equilibrio emocional. Expresadas en su forma negativa se convierten en pereza, morosidad, indecisión, espíritu polémico, hedonismo y comportamiento temperamental. Para Libra, el amor es una unión de las mentes y los corazones, ni demasiado apasionada ni demasiado desapegada: un feliz término medio que se debe compartir equitativamente. Pero estas almas se hallan tan cautivadas por la belleza superficial del amor que no pueden sondear cabalmente sus implicaciones más profundas. Sólo comprenden que aman. Aún no se les ha ocurrido preguntarse por qué.

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El misterio de amor de Escorpión Al entrar en su segunda experiencia en el elemento Agua, el alma ahora madura recibe con beneplácito la oportunidad de meditar mediante un retorno de las fuerzas nocturnas negativas y femeninas de la conciencia de Escorpión. A nivel público, Escorpión es inmensamente capaz de cumplir con sus deberes ahora harto conocidos, en su condición de organizador fijo. A nivel personal, a Escorpión le inquieta descubrir que enfrenta por primera vez el portentoso misterio de su propia existencia. ¿De dónde ha venido? ¿A dónde va? ¿Por qué está aquí? Escorpión debe desgarrar el velo de la vida, a cualquier precio, para apaciguar su espíritu desasosegado, súbitamente emancipado de su anterior preocupación exclusiva por las necesidades terrenales, en tanto clama: «YO DESEO!». El alma de Escorpión sabe mucho... pero es más aún lo que intuye y todavía no puede definir. La vibración de Escorpión genera una necesidad tan apremiante de explorar lo desconocido que hay que sepultarla bajo profundas capas de manso raciocinio, pues de lo contrario consumiría la mente y devoraría el alma. Las lecciones muy presentes de la placidez y el juicio imparcial de Libra han determinado que Escorpión se cuide mucho de expresar opiniones a quienes podrían descalabrarlas. El fuerte instinto de supervivencia de Escorpión procede de un arraigado temor a que lo destruyan si no se pertrecha de antemano. Cada derrota que sufre Escorpión no hace más que reforzar la íntima convicción de que ante todo debe ser leal a su propia integridad personal. Porque Escorpión intuye que si pierde su personalidad, lo pierde todo. En el nivel de conciencia de Escorpión, el alma descubre por primera vez la relación que existe entre el nacimiento, la muerte, el sexo y la verdad religiosa. Escorpión sabe que, de alguna manera mística, todos estos elementos se hallan entrelazados. Por tanto, el sexo se convierte en algo íntimamente explorado con una pasión que no conocen quienes se encuentran detrás o delante de la etapa de desarrollo de Escorpión. Aunque Escorpión sólo confía en el amor después de que éste ha demostrado ser digno de semejante confianza, cuando se consagra a otra persona su lealtad es inamovible y eterna. Escorpión siente la necesidad vehemente de protegerse a sí mismo y de proteger a quienes ama de todo daño, y por ello se siente obligado a reclamar «ojo por ojo y diente por diente» como garantía de que no volverán a maltratarlos. Mediante la sutil influencia del planeta regente Plutón, el alma de Escorpión asimila la experiencia de la muerte a medida que desaparecen amigos y parientes, y esto acrecienta la necesidad de buscar aún más a fondo el conocimiento sepultado en el inconsciente silencioso. En tanto que el espíritu de Escorpión se remonta por las alturas como el águila, desafiando la gravedad, los deseos y las pasiones mundanas se intensifican y lo obligan a poner en tela de juicio su propia dignidad. Ultrasensible, pero ya capaz de disfrazar totalmente esta sensibilidad, Escorpión descubre ahora el poder asombroso de su propia mente, la voluntad silenciosa, y la emplea secretamente, para que los demás no aprendan a ejercitar el mismo poder sobre él... o ella. La conciencia de Escorpión es el período de prueba del alma. Las cualidades positivas de Escorpión son la lealtad, la fuerza de voluntad, el magnetismo, la amabilidad, la clarividencia y un autocontrol prodigioso. Expresadas en su forma negativa se convierten en crueldad, fanatismo, venganza, sadismo, recelo y autoaborrecimiento. Para los hombres y mujeres Escorpión el amor es una llama devoradora, digna de cualquier sacrificio... y deben triunfar sobre su desafío. Sexualmente desinhibidos, pero con temores emocionales y recelos mentales, se esfuerzan desesperadamente por fusionar las vibraciones físicas y espirituales del amor, con una extraña mezcla de erotismo y pureza. Sin embargo, la satisfacción del deseo no hace más que dejar al alma de Escorpión con la apetencia de algo más trascendente.

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El misterio de amor de Sagitario El alma en vías de desarrollo sale de la larga noche de la meditación de Escorpión y se vuelve nuevamente esperanzada hacia las fuerzas diurnas positivas y masculinas, en tanto une el otoño con el invierno mediante la conciencia de Sagitario. Ahora experimenta por tercera vez las vibraciones del comunicador mutable, y responde por última vez al elemento impulsivo del Fuego. En Sagitario, el hombre o la mujer se ha convertido en un filósofo escéptico, en un profeta renuente, que aún no conoce con certeza las respuestas definitivas al enigma de la vida. De modo que el Arquero indaga más a fondo, con lógica penetrante y candor embarazoso, para convalidar el aserto de Júpiter: «YO VEO». Ya es hora de que el alma tome conciencia una vez más de su propia dualidad. Sagitario experimenta el deseo compulsivo de explorar su propia mente y de tratar de desentrañar los secretos del comportamiento humano en la etapa filosófica del estudio avanzado. Sin embargo, una parte de esta alma aborrece los implacables requisitos de una educación cada vez más compleja y anhela hacer novillos y evadirse de la exigente escuela kármica de la vida. Él —o ella— se zambulle desde las alturas del supremo optimismo y de la fe ciega hasta los abismos del cinismo sarcástico. Primeramente frívolo y alegre, después serio y solemne, Sagitario es el Centauro, mitad hombre y mitad caballo, que enfila las aguzadas flechas de la curiosidad directamente hacia la diana del conocimiento buscado. La búsqueda sagitaria de la verdad transporta a esta alma por el laberinto del concepto religioso, virando del ateísmo descarnado al fanatismo espiritual, hasta desnudar el baluarte del dogma eclesiástico... que acepta o rechaza, parcial o totalmente. A veces Sagitario retoza como un payaso torpe, con una despreocupación irresponsable por el futuro. 'A veces medita seriamente, muy por encima de sus pares, y más allá de éstos. En la etapa sagitaria, el alma ha llegado al trance simbólico del retiro. Movidos por su planeta regente, Júpiter, los Arqueros ansían viajar, calentarse bajo soles extraños, ver y aprender de otros países, pueblos e ideas. Aunque se someten a regañadientes a las obligaciones del trabajo, el deber y la responsabilidad, esta restricción fastidiosa a la materialización de sus sueños los pone muy impacientes. Para encubrir su constante inquietud espiritual, los Sagitarios adoptan una pose histriónica, teatral, que les permite distraer a los demás con una mezcla de farsas divertidas y trágicas, mientras permanecen en condiciones de seguir aplicando su método de indagación socrática respecto de sus propias almas, detrás de sus máscaras. En este nivel queda poco tiempo para proceder con tacto, mientras Sagitario arremete para descubrir las verdades antes de que termine la «Vida». El otoño toca a su fin, soplan los primeros vientos invernales... y el clima estimulante invita al Arquero a tentar al destino, para demostrar que el hombre es más fuerte que la Naturaleza. Aún no se ha impuesto la reclusión propia de la estación invernal. Y por ello Sagitario disfruta de cada copo de nieve, mientras se interroga sobre su intención y su origen... y después los comprime en una bola que arroja sin aviso previo para derribar la solemnidad de las almas más circunspectas. Aunque intuye que le aguarda la «vejez», con sus prometidas recompensas de sabiduría y paz, el alma recuerda con demasiada nostalgia los tiempos despreocupados de la juventud perdida... la primavera y el verano... y no puede resignarse de buen grado a su madurez inevitable. Las cualidades positivas de Sagitario son el optimismo, el candor. la alegría, la lógica, la honestidad, la audacia y el entusiasmo. Expresadas en su forma negativa se transforman en la temeridad, la confusión emocional, la negligencia, la falta de tacto, la grosería y la inconstancia. Sagitario, que ha llegado a la edad intermedia simbólica del alma, debe descubrir el amor ahora... o lo perderá para siempre. Cuando los Arqueros buscan una pareja para todos los tiempos, se dejan cegar por el idealismo y el desafío del amor, y por tanto los hiere la realidad de éste, pues su indagación ansiosa aún no los ha llevado a buscar el amor donde en verdad se encuentra: dentro de sus propios corazones.

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El misterio de amor de Capricornio Ahora las ráfagas heladas del invierno se hacen más insistentes, y obligan al alma harta de experiencias a replegarse simbólicamente en el refugio del círculo familiar, y a someterse de nuevo a las fuerzas nocturnas meditativas, negativas y femeninas. En el nivel de conciencia de Capricornio, el alma siente por cuarta y última vez las poderosas vibraciones del liderazgo cardinal. Pero esta vez dicho liderazgo la conduce a través del elemento Tierra estable, desde una posición de fuerza en el interior del hogar, junto al fuego de la chimenea. ¿Por qué la Cabra habría de exponerse a las gélidas temperaturas exteriores, sólo para hacerse ver y oír... aplaudir y alabar? Las almas de Capricornio, que ahora están seguras de su capacidad y su derecho para asumir el mando, ya no sienten la necesidad de exhibir u ostentar agresivamente su poderío... para conquistar la adulación pública o la seguridad interior. En esta etapa, el alma ha aprendido que la auténtica paz emana de adentro. El título de líder implica una responsabilidad que hay que manejar con la mayor cautela posible, sin que la ejecución de lo que es obviamente el propio deber merezca un reconocimiento especial. Ahora los parientes (y sobre todo los padres) del Capricornio asumen una marcada importancia, para bien o para mal, porque ha llegado la «vejez» simbólica del alma... y junto con ella la conciencia de las prioridades de la vida, entre las cuales sobresale la seguridad de pertenecer al grupo. Las emociones del romance y las libertades de la juventud ya no son ni remotamente tan tentadoras para la Cabra como la comodidad y la satisfacción que uno encuentra junto con aquellos en cuyos cuidados puede confiar. Capricornio está preparado para comunicar la sabiduría de Saturno, trabajosamente acumulada, y también está bien predispuesto para ello, pero sólo cuando se lo pidan. Como las Cabras saben que es un desatino obligar a la gente a madurar prematuramente, sonríen con la benévola indulgencia de un abuelo cariñoso (cualquiera que sea su edad cronológica) ante las travesuras de quienes aún son jóvenes de corazón. Secretamente, el alma de Capricornio anhela renunciar al deber, pero ya está resignada a la certidumbre de que el idealismo puro no es práctico... y de que el entusiasmo espontáneo nunca puede sustituir a la experiencia. Muy consciente de los peligros de la acción impulsiva, el alma se ha hecho más conservadora... y la negativa de la Cabra a diseminar sus esfuerzos o a incurrir en sentimentalismos determina que quienes nacieron en los elementos de Fuego y Aire la acusen de frialdad emocional. Los Capricornio respetan la autoridad porque interpretan que la ley es necesaria para proteger los derechos y la seguridad humanos. Veneran tímidamente a los famosos y los triunfadores porque el regente de Capricornio, Saturno, les enseña a reverenciar el éxito, cuyo precio conocen muy bien. Aunque las almas más liberales puedan pensar que Capricornio es austero e inflexible, la vida también les ha enseñado a las Cabras su lado humorístico, y sus bromas sutiles están teñidas por la ironía de la existencia. Como los nuevos deberes saturnales que les impone su condición de consejeros de los necios descansan pesadamente sobre sus hombros, a veces intentan beber la última dosis de los raros placeres de la Vida, que aceptan serenamente, sin falsa vergüenza ni inhibiciones superfluas. Sólo después, cuando vuelve a imperar la influencia atemperante de la madurez, el Capricornio experimenta una vaga sensación de remordimiento y melancolía por haber sucumbido a la tentación de pasiones prohibidas. En la vibración de esta alma existe la compulsión de reconocer la necesidad de ser prácticos, como lo confiesa Capricornio: «YO UTILIZO». Pero la benevolencia espiritual atenúa la severidad de la adustez superficial que impone Saturno, porque la conciencia del Capricornio trae consigo la comprensión de los errores humanos, nacida de la sabiduría que asimiló durante diez etapas de los misterios de la vida... y del amor. Las cualidades positivas de Capricornio son la tenacidad, la estabilidad, la prudencia, la fiabilidad, la seguridad y la tranquilidad. Expresadas en su forma negativa se convierten en egoísmo, intolerancia, ambición despiadada, rigidez, esnobismo, depresión y soledad. Para Capricornio, el amor es un intercambio apacible y noble de satisfacciones personales. Las Cabras han aprendido cabalmente la valiosa lección de que el amor no se mide por el exceso de emociones. Pero como lo equiparan sólo con las exigencias de la necesidad y el deseo mutuos, aún no han experimentado la liberación de sus anhelos interiores.

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El misterio de amor de Acuario Al llegar a la iniciación de Acuario, el alma en vías de desarrollo siente que debe devolver a la vida mucho de lo que cosechó en el camino. Y así comienza una «segunda infancia» a nivel del Aguador, que vierte su conocimiento, resuelto a compartirlo, y ansioso por compartirlo, antes de abandonar este planeta para explorar el excitante mundo de lo desconocido en el más allá. Acuario siente por última vez como organizador fijo las conmociones de las fuerzas diurnas masculinas y positivas, en la experiencia final del desapegado e imprevisible elemento Aire. El hombre o mujer Acuario, que es un enigma para sus amigos y parientes, retoza de manera peculiar con los jóvenes de corazón, y decimos peculiar porque su sabiduría y experiencia entran en contraste directo con esta conducta liberal y excéntrica. En el pasado dejó relegados muchos misterios porque no tuvo tiempo para investigarlos. Ahora los Acuario deben saborearlos a todos, deben examinar todos los matices por arriba y abajo, a izquierda y derecha, de buena o mala gana. Les encanta dejar pasmados a quienes los rodean, y súbitamente toman conciencia de una inexplicable capacidad para atisbar en el futuro. Asombrosamente intuitiva y erizada de imprevistas vislumbres de imágenes telepáticas, el alma de Acuario examina a las personas y las ideas sin sentimentalismo, y descubre la verdad sin una lógica visible ni un esfuerzo identificable. En este nivel, el alma tiende a menospreciar la ley y la autoridad porque el espíritu vive realmente en el mundo del futuro. El Acuario sabe que tarde o temprano habrá que modificar y adaptar las normas rígidas de la sociedad actual. Por tanto él (o ella) no ve ninguna razón sensata para respetar lo que seguramente se transformará mañana en algo nuevo y diferente. Si es necesario sublevarse violentamente para implantar la tolerancia, la fraternidad y la comprensión, el Acuario piensa que el resultado será digno de semejante conflicto. Sin embargo, si bien los Aguadores postulan cambios para el mundo (y para sus amigos y familiares), ellos siguen fijos en sus opiniones personales, códigos privados y formas de vida, lo cual refleja la naturaleza contradictoria de su planeta regente, Urano. Ahora el alma ha adquirido un auténtico enfoque humanitario. Para el desprejuiciado Acuario todo ser humano es un amigo, cualesquiera que sean los valores personales de dichos individuos, porque el Aguador ha aprendido que él —o ella— está integrado dentro de la totalidad del género humano... y de la Naturaleza. Sin embargo puede descuidar las relaciones personales, porque estos hombres y mujeres corren en pos de un idealismo que está relacionado con el bienestar de la sociedad en general. Al igual que la era de Acuario, de la que ella es un reflejo, el alma imagina en esta etapa un futuro radiante y glorioso que sólo se podrá alcanzar si se demuelen las viejas costumbres y las ideas anacrónicas para abrir paso a la conciencia espiritual, mediante la embestida de la masa acelerada del Karma. Cuando la conducta de Urano ofende a los más conservadores, el Acuario individualista desecha su desaprobación con una carcajada. Los Acuario se sienten seguros merced a su conciencia intuitiva del futuro, responden «YO SÉ» a todas las preguntas, y después se niegan maliciosamente a explicar cómo lo saben... excepto a los niños, que entienden merced a su propia inocencia el estado inocente de sencillez al que el alma retorna en la vibración uraniana de la «segunda infancia». Las cualidades positivas de Acuario son la visión, la individualidad, la tolerancia, la cordialidad, el espíritu inventivo, la originalidad y el genio. Expresadas en su forma negativa se convierten en excentricidad, neurosis, desapego, distracción y negativa a cooperar. Para Acuario, el amor es una emoción autónoma y desprovista de egoísmo, que hay que explorar y disfrutar. El Aguador entiende la envergadura del amor e investiga todas sus dimensiones, pero lo derrocha negligentemente confundiéndolo con la amistad. La satisfacción física deja al Acuario emocionalmente vacío y aún anhelante, pues no comprende el misterio de la unidad con la pareja, la verdad última del amor. Ésta espera silenciosamente, en las sombras, que la descubran. Es el secreto custodiado por Neptuno, más allá de la comprensión de Urano.

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El misterio de amor de Piscis Así como el alma «nace» simbólicamente en la inocente irreflexión de Aries, así también «muere» simbólicamente —o deja el doloroso plano terrenal— para ingresar en la compasiva humildad y la sensibilidad mística de Piscis. En la etapa del signo solar Piscis, el hombre y la mujer en vías de desarrollo empiezan a comprender vagamente el secreto del tiempo como un eterno AHORA, capaz de ver (en distinta medida) el pasado, el presente y el futuro como una sola cosa. Esta es la tercera y última incursión del alma en el elemento Agua sensible —su cuarta y última vibración como comunicador mutable— y la última experiencia bajo las fuerzas nocturnas negativas y femeninas. En términos ideales, cuando el alma ha llegado a la etapa de Piscis, ha alcanzado el esclarecimiento espiritual en el largo viaje a través de los misterios del amor que ha experimentado en los once signos solares precedentes. Si no ha sido así, debe volver a las experiencias vibratorias de determinado signo solar del círculo astrológico, para aprender las lecciones que no asimiló en razón de haberlas pasado por encima con demasiada prisa en las anteriores etapas de encarnación. Pero cada uno de estos retornos comunica una nueva vulnerabilidad a la lección de ese signo solar... una nueva avidez interior por aprender su esencia positiva y desechar la negativa. Desde luego, algunas almas superiores o avanzadas resuelven volver a la Tierra, por su propia voluntad, después de haber llegado a la etapa de Piscis, para rescatar a quienes aún permanecen en las tinieblas. Sin embargo, aquí nos ocupamos de la obligación y la configuración del Piscis medio. En el nivel de Piscis, el hombre y la mujer han pasado al menos una vez por las doce etapas de iniciación, y muchos han tenido que remontarse atrás y volver sobre sus pasos centenares de veces en el curso de esta experiencia, porque Piscis es el más difícil de comprender y conocer a fondo, entre los doce signos solares. Generalmente esta hazaña no se logra la primera vez que se recorre la rueda de la vida, excepto cuando se hace un vehemente despliegue de deseo y voluntad, lo cual tampoco significa que la proeza sea impracticable. Pero éste es un camino que, hasta ahora, sólo han elegido unos poquísimos individuos. Por ello la astrología enseña que Piscis es un «alma vieja»... y ésta también es la razón por la cual no todo hombre o mujer Piscis es el paradigma de la gracia espiritual, y por la cual algunos nadan por aguas peligrosamente próximas a las llamas del Infierno de Dante. El Pez vive en dos mundos, y experimenta simultáneamente el cielo y el infierno. Merced a la sabiduría secreta de su planeta rector, Neptuno, los Piscis saben que la aflicción y la fealdad no forman parte del plan divino. Han vislumbrado la belleza de la verdad, y el fulgor de esta visión mística genera el anhelo de apartarse de las vibraciones negativas del plano terrenal. Por tanto Piscis elude a menudo la confrontación y la tensión y se evade por la ruta de las drogas, el alcohol, los ensueños diurnos, la creación artística, la elaboración de teorías filosóficas, la meditación o el retiro religioso. Los Piscis pueden convertirse en maestros, monjes, monjas, místicos, artistas, músicos, compositores, matemáticos abstractos y matemáticos muy intuitivos... o pueden optar por zambullirse en las aguas cenagosas del alcoholismo y la drogadicción, e incluso de la locura. Se trata de una vibración difícil y complicada para el alma, porque la experiencia de este signo solar está preñada de tentaciones para el hombre o la mujer Piscis. Como los Peces han «pasado por todo» en el nivel inconsciente, sienten una compasión natural por los problemas de quienes los rodean. El alma de Neptuno está íntimamente familiarizada con las vicisitudes de la vida, comprende las debilidades de la naturaleza humana, y por consiguiente tiende a apiadarse de las flaquezas del hombre y la mujer, en lugar de condenarlas. Ello explica por qué estas «viejas almas» se convierten tan a menudo en las receptoras de los secretos, tribulaciones, preocupaciones y aprensiones de todos los demás. Sin embargo, su instinto inicial consiste en volver la espalda a las complicaciones engorrosas, en todas sus formas. Sólo cuando el Pez encuentra el coraje necesario para enfrentar sus propios problemas con la misma sabiduría espiritual que suministra a los demás, se pueden sondear los misterios de Neptuno. Mediante esta «iniciación por la muerte» (muerte del yo humano) el alma se hace más condescendiente, más benévola, y adquiere la capacidad de entender mejor su auténtica relación con los Co-Creadores... a medida que Piscis afirma: «YO CREO». Para materializar la gloria y la verdad cabales del amor, el Pez puede recurrir, si así lo desea, a la inocencia de Aries, a la paciencia de Tauro, a la perspicacia de Géminis, a la percepción de Cáncer, a la nobleza de Leo, al discernimiento de Virgo, al criterio de Libra, a la agudeza de

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Escorpión. a. la honestidad de Sagitario, a la sabiduría de Capricornio... y al humanitarismo de Acuario. Pero a veces estos múltiples fragmentos de conocimientos y talentos secretos sólo sirven para confundir a Piscis, y lo impulsan a seguir el camino más fácil de la no resistencia pasiva. Las cualidades positivas de Piscis son la humildad, la compasión, la sensibilidad, la agudeza espiritual, la comprensión psíquica, la clarividencia filosófica y el potencial terapéutico. Expresadas en su forma negativa se convierten en timidez, aprensión, masoquismo, ociosidad, proclividad al embuste y falta de voluntad. Para Piscis, el amor implica una sumisión generosa del yo a los deseos de la persona necesaria para alcanzar la Totalidad. El Pez experimenta más placer cuando da que cuando recibe, se siente más feliz cuando sirve que cuando es servido. Sin embargo el enigmático Neptuno pone a prueba el alma de Piscis con la tentación de múltiples experiencias sexuales y románticas... flotando de un amorío a otro.

El receloso Pez se vale de este comportamiento promiscuo se convierte en un recluso romántico— para rehuir al peligro de que lo «pesquen» mediante un compromiso emocional profundo o permanente. Pero el hombre o la mujer Piscis que se resiste a la tentación de buscar sólo el placer del amor para evitar su dolor, recibe una valiosa recompensa cuando desentraña el misterio último del amor. Entonces él o ella vislumbra por primera vez, en el curso del cansador peregrinaje del alma, la auténtica pasión de fusionar en una trinidad la mente, el corazón y el espíritu, de lo cual resulta un raro éxtasis físico: la lejana promesa primaveral de un milagro, que el amor formuló en Aries, se cumple por fin en Piscis.

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Los planetas hemos librado una guerra prolongada y cruel mi alma gemela y yo perdidas y solitarias, ángeles caídos, desterradas de una brumosa, semiolvidada galaxia de estrellas atrozmente heridas por la dolorosa arremetida de Marte atrapadas en la red enmarañada de Neptuno conmocionadas y desgarradas por la súbita, tremenda violencia de Urano torturadas por los inteligentes embustes de Mercurio trituradas bajo el peso helado del severo, inflexible Saturno que prolongó cada hora transformándola en día .cada día transformándolo en año cada año transformándolo en eternidades de espera chamuscadas y casi cegadas por los estallidos de arrogancia y orgullo del Sol como Eva y Adán, inmovilizadas e inermes, en lo más hondo llorábamos... igualmente luchábamos con implacable furia trocando golpe por golpe... impulsadas por el redoble de las gigantescas, palpitantes pasiones de Júpiter tropezamos en el precipicio de la tentadora demencia de la Luna para caer, al fin, trémulas de miedo ante la amenaza del ominoso silencio sepulcral de Plutón consumidas por la pena inconsolable, y la desolación de la angustia ostentamos. . las heridas y cicatrices de la furiosa batalla yo y mi alma gemela pero ahora marchamos en sosegada paz con todos nuestros fragmentos dispersos íntegramente fusionados, cogidas de la mano... completando el círculo de la serpiente de vuelta en el arco iris piramidal del más radiante edén del mañana coronadas por la dulce Venus con la Victoria del Amor que no murió sino que sobrevivió a la noche de la búsqueda egoísta para aguardar el tierno perdón de la mañana y el amanecer de la comprensión*

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Su signo solar El término «signo solar» significa que si usted es, por ejemplo, Géminis, cuando usted nació el Sol ejercía su poderosa influencia a través de la ZONA DEL ZODIACO (no la constelación) llamada Géminis... desde el 21 de mayo hasta el 21 de junio inclusive (en todas las zonas horarias de los Estados Unidos durante las últimas décadas; con un día de diferencia, por ejemplo, en Greenwich, Inglaterra). Usted notará que las fechas que abarcan los períodos de los doce signos solares varían en función del libro de astrología que lee, lo cual puede confundir al profano. Esta variación se debe a que la mayoría de los astrólogos no quieren desconcertarlo con la información de que el Sol «cambia de signo» por la mañana, la tarde o la noche de un día determinado. Y entonces le «roban» ese día de cambio a un signo solar consecutivo y se lo pasan a otro... para emparejar las cosas. Esto no hace más que aumentar la confusión. Es muy agradable y fácil fingir que el período de cada nuevo signo solar comienza exactamente a medianoche. Pero no es cierto. Por ejemplo, si se exceptúan las variaciones de los años bisiestos, el Sol (tanto durante las últimas décadas como actualmente) DEJA Aries y ENTRA en Tauro en algún momento del 20 de abril, en todas las zonas horarias de los Estados Unidos (pero el 21 de abril en Greenwich, Inglaterra). Es importante que usted sepa que el 20 de abril contiene AMBOS signos. De lo contrario usted podría pasar toda su vida pensando que es un Toro, cuando en realidad es un Carnero. De modo que recuerde siempre que si nació en el PRIMER o el ÚLTIMO día de cualquiera de los períodos de los signos solares que enumero en este libro, deberá averiguar la HORA exacta de su nacimiento, más la longitud y latitud del lugar donde nació, para determinar si el Sol había «cambiado de signo» o no a esa hora y en ese lugar. El término «signo lunar» se refiere a la zona del zodíaco (no la constelación) por donde «pasaba» y ejercía su influencia cuando usted nació. El término «ascendente» (a veces llamado «signo naciente») identifica al signo del zodiaco que «ascendía» sobre el horizonte oriental en el momento exacto de su nacimiento. El ascendente depende del lugar de la Tierra donde usted nació (longitud/latitud de su lugar natal). Quienes deseen saber algo más acerca de estas cuestiones podrán consultar la lista de materiales bibliográficos que figura al final del libro. Una acotación acerca de los «nacimientos registrados en la fecha de una cúspide»: A menudo, quienes han nacido en una «cúspide» astrológica (aquel día durante el cual el Sol cambia de signo) dicen (y creen) que sus personalidades contienen las cualidades de ambos signos solares. E imaginan que esto se debe a que nacieron en una «cúspide». Por ejemplo, una persona nacida el 20 de enero puede pensar que a veces se comporta como capricorniana, y a veces como acuaria. Lo mismo vale para todas las «personas cúspides». Algunos astrólogos os dirán que ello se debe a que el «nacimiento en cúspide» determina que la persona así nacida exhiba los rasgos de ambos signos. En mi larga y variada experiencia personal como astrólogo profesional, me he convencido de que esto sencillamente no es cierto. En todos los casos, sin ninguna excepción, la persona que cree que su comportamiento refleja una combinación de ambos «signos solares cúspides», se comporta así porque su Luna o ascendente está en el «segundo» signo. Por ejemplo, la persona arriba citada que nació el 20 de enero por la mañana es un signo solar Capricornio. Si este capricorniano se comporta a veces como una Cabra... y en otras ocasiones como un Aguador de Acuario, ello siempre se debe a que la Luna o el ascendente del capricorniano estaba en Acuario a la hora del nacimiento... Y NO PORQUE HAYA NACIDO EN UNA «CÚSPIDE». Si una persona nacida el 19 de enero se comporta siempre esencialmente como una Cabra —y nunca como un Acuario— la Luna o el ascendente NO estaba en el «signo cúspide» de Acuario a la hora del nacimiento. Usted pertenece a un signo solar u otro. Su personalidad no puede compartir y no comparte los dos signos solares porque usted haya nacido en una «cúspide». Es cierto que cada uno de los tres «decanatos» de todo signo solar (cada signo astrológico tiene una envergadura de 30 grados y a cada «decanato» le corresponden 10 grados) confiere su propia variación a la cualidad del signo solar específico. Pero ésta es una cuestión

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aparte. Si usted es Capricornio, es Capricornio. No es un signo solar Acuario «parcial» por el hecho de haber nacido en una «cúspide». Si de vez en cuando siente que se comporta como un Acuario, puede estar seguro de que ello se debe a que la Luna o el ascendente estaba en Acuario a la hora de su nacimiento (o también es posible que sólo se imagine sus características acuarias porque lo ha impresionado exageradamente el error que repiten tan a menudo los astrólogos equivocados). Es posible que esta imagen le aclare más las cosas. El Sol que ejercía su poderosa influencia a través de la zona del zodiaco llamada Capricornio (por ejemplo), grabó las características de Capricornio en su personalidad cuando usted respiró por primera vez (al programar los miles de millones de células eléctricas de su cerebro más o menos en la forma en que se programa una computadora). Este proceso (que crea su signo solar personal) es una fuerza tiempo-energía. A falta de un vocabulario más preciso, el proceso es relativamente electromagnético. Entonces, para ayudarse a forjar una imagen, usted puede preguntarse si es posible que en determinado momento una luz eléctrica esté mitad encendida y mitad apagada. Por supuesto que no. Una luz eléctrica está ENCENDIDA o está APAGADA. No puede estar encendida y apagada al mismo tiempo. Tampoco el Sol puede ejercer (por razones análogas) su poderosa influencia a través de DOS SIGNOS simultáneamente. Cuando el Sol hace vibrar su fuerza a través de Capricornio, la hace vibrar a través de Capricornio. En el momento cósmico exquisitamente cronometrado (que en realidad se puede cronometrar en la Tierra en un lapso de minutos, utilizando los actuales medios astronómico-matemáticos), en ese momento en que el Sol «entra» en el signo de Acuario, pasa a irradiar sus poderosas vibraciones a través de Acuario, y ya no a través del signo de Capricornio. Y punto final. La luz no puede estar encendida y apagada al mismo tiempo. El Sol no puede estar imprimiendo al mismo tiempo las características de Capricornio y Acuario. Esto es imposible, tanto desde el punto de vista cósmico como desde el astrológico. La racionalización de la «órbita de influencia» utilizada por los astrólogos que hacen hincapié en los rasgos «combinados del día cúspide» no se aplica en relación con el signo solar. Sí se aplica en relación con muchas otras fases y facetas de la astrología (incluyendo la actual «órbita de influencia» de la era de Acuario) tales como los aspectos, etcétera, etcétera. Pero NO en el caso de un signo solar. En cuanto a la «Astrología 13», la humorada del astrónomo contra la santidad y validez de la astrología, no hagáis caso de ella. Por razones que no puedo detallar aquí por falta de espacio, este concepto de los «trece signos solares», con todas sus connotaciones, es completamente falaz. Os ofrezco la prueba última de ello, mitad en serio y mitad en broma. La Astrología 13 convertiría a la autora de este libro en un signo solar Piscis en lugar de un Aries. Todos mis amigos y parientes Os dirán que la hipótesis en virtud de la cual yo sería Piscis es tan falaz que termina por ser hilarante. Tampoco Nelson Rockefeller es un Géminis (en lo cual lo convertiría la Astrología 13) sino un Cangrejo de Cáncer hasta sus últimas consecuencias. Tampoco Billy Graham es un Libra (en lo cual lo convertiría la Astrología 13) sino un Águila de Escorpión hasta sus últimas consecuencias. Y esto es ESTO, queridos amigos y estudiosos de la astrología. ¡Lo dice un Carnero testarudo (y no un Piscis discreto y afable)! Amén. Os exhorto a no permitir que esta deliberada semilla de confusión, plantada por los astrónomos que desean enlodar la cuestión astrológica, crezca hasta convertirse en uno de los inmensos baobabs de tinieblas y falsedad negativa de los que nos habla el Principito.

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Períodos natales de los signos solares ARIES TAURO GÉMINIS CÁNCER LEO VIRGO LIBRA ESCORPIÓN SAGITARIO CAPRICORNIO ACUARIO PISCIS

20 de marzo al 20 de abril 20 de abril al 21 de mayo 21 de mayo al 21 de junio 21 de junio al 22 de julio 22 de julio al 23 de agosto 23 de agosto al 23 de septiembre 23 de septiembre al 23 de octubre 23 de octubre al 22 de noviembre 22 de noviembre al 21 de diciembre 21 de diciembre al 20 de enero 22 de noviembre al 21 de diciembre 21 de diciembre al 20 de enero 20 de enero al 19 de febrero 19 de febrero al 20 de marzo

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Combinaciones de los signos del amor

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ARIES

TAURO

Fuego - Cardinal - Positivo

Tierra - Fijo Negativo Regido por Venus (también por el planeta Pan-Horus) Símbolo: el Toro Fuerzas nocturnas Femenino

Regido por Marte Símbolo: el Carnero Fuerzas diurnas Masculino -

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La relación ARIES-TAURO Arriba, donde todo había estado tan sereno, los alaridos y el choque de aceros desgarraban el aire. Abajo, reinaba el silencio sepulcral. Como los Carneros y los Toros tienen cuernos resistentes, la determinación de Aries y la obstinación de Tauro pueden parecer rasgos idénticos. No lo son, y entre ambos se producirán muchos conflictos que pondrán en claro la diferencia. Por ejemplo, un padre Aries quiere que su hijo Tauro coma, y se lo hace saber con una orden marciana como ésta: «Traga hasta el último bocado de esos copos de trigo y levanta tu cuchara ahora mismo, ¿me oyes?». Esto es determinación. El niño Tauro se queda quieto en su silla, sin mover un músculo, devuelve fijamente la mirada y contesta: «No». Esto es obstinación. Un jefe Aries quiere que un empleado o empleada Tauro trabaje en su día de descanso y dice enérgicamente: «Lo necesito el sábado, y es posible que deba quedarse todo el día, así que cancele cualquier otro programa que tenga». Esto es determinación. El empleado Tauro responde tranquilamente: «El sábado estoy ocupado. Recurra a otro». Esto es obstinación. Después de unos pocos choques, la diferencia entre los dos rasgos saltará a la vista. La determinación inicia. La obstinación reacciona. La primera es una acción positiva. La segunda es una reacción negativa. Por tanto, cuando se produce un encontronazo entre Aries y Tauro, el Carnero lo inicia y el Toro lo termina. Es importante recordarlo. Tauro no lo olvidará. Tauro no olvida nada. Aunque a los Aries los acusan de andar por el mundo quemando los puentes a sus espaldas, y lanzando chispas con temerario desenfreno, también tienen sus momentos apacibles, A los Tauro los acusan de andar siempre enfurruñados y melancólicos como opacos mazacotes de tierra, listos para sofocar con su silencio negativo el entusiasmo de los arianos. Pero los Toros también tienen sus arranques de imaginación, cuando les conviene, y detrás de esa fachada pragmática poseen una sabiduría reflexiva y un sentido del humor maravillosamente cálido. Igualmente, hay que abordar las diferencias esenciales entre estos dos signos solares, Los Carneros suelen ser agresivos, impulsivos, autoritarios, dispendiosos, locuaces y optimistas. Buscan la emoción y los resultados rápidos… y necesitan una pizca de magia para hacer interesante la vida. Los Toros suelen ser reservados, prácticos, generalmente lacónicos y arrogantes, aunque un poco pesimistas, Buscan la estabilidad, la soledad y las cosas seguras.., y necesitan mucho descanso y tranquilidad para que la vida se les haga soportable, Salta a la vista que estas personas no son gemelas, Sus motivaciones íntimas, para no hablar de sus actos

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ostensibles, tienden a encauzarse en direcciones distintas, Pero a veces te conviene andar a la greña con alguien que posee las cualidades que te faltan. Ya que ésta es una configuración de signos solares 2-12, el Tauro es más propenso a ser tolerante y comprensivo con el Carnero, y el Aries procurará imitar la plácida estabilidad del Toro. Al fin y al cabo, la plácida estabilidad es casi sinónimo de fuerza, y los Aries harán cualquier cosa —aunque vaya contra su naturaleza— para acumular más fuerza. La debilidad es una palabra obscena tanto para el Carnero como para el Toro, Aunque los Toros son igualmente aficionados a la fuerza, los rige temporalmente (hasta que «descubran» y le pongan nombre a su auténtico regente, PAN-HORUS*) Venus, que mitiga un poco la atmósfera para que no sean tan vehementes como el ariano regido por Marte a la hora de probarla u ostentarla. Los Tauro comprenden la compulsión que se oculta detrás del coraje y la independencia llamativa de Aries, porque todo signo solar lleva consigo las semillas o la memoria kármica de las cualidades del signo que lo precede inmediatamente en el Zodiaco, tal como sucede en toda configuración 2-12, Pero como el Toro ya ha estado allí, inconscientemente, también conoce los riesgos que corre quien arroja la cautela a los cuatro vientos, Sin embargo, la meta taurina de la seguridad financiera se puede alcanzar, a menudo, mediante la cooperación con el ímpetu y la energía incansables del marciano, y los Tauro lo saben instintivamente, Ésta es una de las razones por las cuales se sienten totalmente atraídos por Aries, *El doctor C. Musés anunció oficialmente en 1965, en la publicación La ricerca scientifica (pág. 200), que edita en Roma el Consejo Nacional de Investigaciones de Italia, la ubicación aproximada de un planeta extra plutoniano (Pan), Se calcula que Pan estará el 1.° de enero de 1979 en los 355 grados de -longitud celeste (o sea, 25 grados de Piscis), con aproximadamente nueve grados de declinación sur, y que entrará en Aries en 1984, Musés señala que durante la primera mitad de este siglo el astrónomo W. H. Pickering había computado previamente, en su observatorio de Jamaica, a partir de abundantes datos sobre las perturbaciones de los cometas, la existencia de un planeta con un período de 333 años. Los cálculos de Musés suministran una distancia de 48,4 unidades astronómicas respecto del Sol, lo cual coincide con el período de Pickering por la tercera ley de Kepler. Astrológicamente, las dos connotaciones de este planeta son expresadas por Pan, regente de las fuerzas ctónicas de la Tierra, y por Horus, restaurador del cuerpo inmortal en la tradición egipcia. En este contexto, el doctor Musés me hizo notar las asombrosas ilustraciones de los papiros de Pa-diAmon'Jonsu-Renap. Ta-Shed-Jonsu y Amon-m-Set, del Museo de El Cairo, y también del sarcófago de Hent-Taui, del Metropolitan Museum de la ciudad de Nueva York.

En cuanto al Carnero, éste envidia secretamente la circunspección y la sensatez de Tauro, y podría sacar inmensos beneficios del contacto con el enfoque realista que el Toro tiene de la vida, Todo signo solar intuye inconscientemente que puede aprender mucho del signo que lo sigue o lo precede inmediatamente en el Zodiaco, en una vibración 2-12. En razón de ello Aries se siente atraído por la fiabilidad de Tauro, fiabilidad que interpreta como algo tangible en lo cual puede encontrar apoyo cuando la impetuosidad marciana atrae sobre su cabeza una avalancha de problemas. Si se pudiera generar una corriente libre de intercambio entre el Toro y el Carnero, sus idiosincrasias podrían fusionarse en condiciones que les permitiría obtener juntos, mediante su asociación, lo que les resultaría difícil lograr por separado. La mezcla de las auras de Marte y Venus lleva implícito el peligro de que, ocasionalmente, el Carnero exaspere al Toro y le haga perder su colosal paciencia, hasta el punto en que después de largas deliberaciones el Tauro finalmente cambiará sus muy tercas ideas y resolverá que no vale la puna seguir sacrificándose. A la inversa, siempre existe la posibilidad de que el Toro se niegue tantas veces a dejarse contagiar por las múltiples ideas inflamadas del Carnero, y por sus chispas de ideales y ensueños, que al fin el Aries se irá desesperado, para ahorrarse la depresión... que ningún hombre, mujer o niño regido por Marte puede tolerar durante lapsos prolongados sin buscar alivio. Es posible que el Carnero se sienta desconcertado, y a menudo frustrado, por los accesos periódicos de melancolía e introversión del Toro, aunque se reconforte con una multitud de diversiones y risitas y aunque de cuando en cuando pueda arrastrarlo a fiestas y actividades sociales, que, siempre que no se exagere, ayudarán a compensar la «misantropía» instintiva del Tauro... rasgo éste que no conviene estimular. El Aries puede utilizar varios recursos para alentar al Tauro a sumirse en un mayor clima de placidez y de paz... ya sea alentando al Toro de cualquier sexo o edad a expresar su amor innato por la forma y el color en la música o el arte, o sugiriéndole medios para retirarse al campo, los bosques y las montañas (todos los Toros experimentan un amor vehemente, aunque encubierto, por la Naturaleza). El peor error que comete la mayoría de los arianos con un amigo, pariente, socio, amante o consorte Tauro, consiste en urgirlo a tomar una decisión. Esto nunca surtirá efecto. Nunca. El Toro debe proceder parsimoniosamente. Las exigencias, las presiones y la porfía (la típica estrategia marciana, cuando los deseos de Aries chocan con una barrera), sólo servirán para reforzar la negativa del Tauro a moverse, y a menudo lo sumirán en una incomunicación total. Si el Tauro piensa que una sugerencia es válida y sensata, la estudiará, y

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finalmente dará su aprobación. Hasta entonces —y en otras condiciones— no habrá ningún poder en la Tierra capaz de forzar la situación prematuramente. Así son las cosas y nadie, ni siquiera un Carnero fogoso, logrará cambiarlas. Si el Toro consigue aprender, como dicen en el Oeste norteamericano, a cabalgar «suelto sobre la silla», con el Carnero, y a no pretender que el Aries se comporte con espíritu práctico, la relación también será más apacible. Hay que permitir que los Carneros se expresen ciñéndose a su propia configuración marciana, que debe contener una cierta dosis de altibajos violentos, pues así aprenderán finalmente que en la mayoría de los casos uno termina arrepintiéndose de haber sido impulsivo y temerario. Ciertamente al Aries lo beneficiará la proximidad de un Tauro más estable en el que podrá buscar apoyo cuando las cosas le salgan mal... y él (o ella) aceptará con sorprendente docilidad los consejos del Toro, siempre que estén atemperados por la ternura y que no se formulen con tanta frecuencia o dogmatismo como para que el Carnero se sienta «acorralado». A los Aries de todas las dimensiones, formas, edades y sexos se les debe permitir que sigan su rumbo sin restricciones indebidas, o sin demasiadas críticas negativas. En verdad, la crítica tácita perturba aún más que la explícita el espíritu brillante y optimista de Aries. Por alguna razón le parece más ominosa y amenazadora... y sencillamente «alarmante», al comunicativo Carnero. Recordad que Aries es el recién nacido simbólico, así como Tauro es el bebé simbólico. (Ved «Los doce misterios del amor», al comienzo de este libro.) Si los entusiasmos espontáneos del Carnero quedan sepultados a cada rato bajo una tonelada de prohibiciones terrenales del Tauro, es posible que él o ella se convierta en una oveja frustrada, en un Carnero cuyo ego ha sido cruelmente mutilado a la hora de florecer. El ariano necesita que lo exhorten de vez en cuando a no dejarse arrastrar por su entusiasmo desbordante, pero hay que exhortarlo delicadamente, con mucha dulzura. Aries descubre la nueva comarca, ya sea ésta geográfica, o un continente mental. Dada la forma en que Marte penetra directamente hasta la médula de cualquier situación, el Carnero se coloca a la cabeza y se convierte en un pionero tanto del territorio... como de las ideas innovadoras. Entonces el Toro puede emprender su propia actividad que consiste en construir, en transformar en una comunidad próspera... o en un concepto práctico y útil, el territorio o las ideas que Aries ha descubierto y promovido. Todas las relaciones humanas —la vida misma— deben tener, para Tauro, una intención clara y una función definida. En ausencia de una meta útil concreta, y en medio de ideas dispersas y de actividades desprovistas de objetivo, el Toro se siente confundido y finalmente se repliega. Él (o ella) sólo aprende a través de los sentidos y de la experiencia, y este signo solar fijo sólo puede ser fiel a sí mismo, o a sí misma, cuando ejerce una fijeza de intención. Para Tauro, todas las cosas, y todas las personas, tienen un lugar apropiado y deben estar allí, al servicio de su fin, y sin fingir nunca que son lo que no son. Aries se comporta y sueña linealmente y siempre marcha adelante, ajeno al hecho de que ambos extremos de esa línea recta están totalmente abiertos a los vientos del destino, en tanto que Tauro se comporta y sueña en un círculo, que abarca lecciones del pasado y planes minuciosos para el futuro, sin ningún hueco por el que puedan colarse fracasos debidos a la acción irresponsable. El Carnero puede ayudar al Toro a romper ese círculo para que entren la luz del optimismo y las nuevas ideas... y el Toro puede ayudar al Carnero a curvar la línea recta marciana de actividad y sentimiento para transformarla por lo menos en un semicírculo, que cerrará el paso a algunos de los desengaños inevitables repartidos a lo largo de la existencia de Aries, llena de acontecimientos y de altibajos. Es extraño y bello que la música, en cualquiera de sus formas, sirva casi siempre para tender un puente de comprensión entre Aries y Tauro, y para cicatrizar algunas de las lesiones causadas por sus respectivas diferencias de personalidad, que pueden ser enormes. Puesto que en Aries se glorifica el Sol, estas personas piensan a menudo que la victoria ha sido conquistada aún antes de la batalla. Todo Carnero se siente identificado con el nacimiento, la primavera y el éxtasis de la Pascua... la resurrección. Ésta es la razón por la que existe ese alma, el milagro que él (o ella) posee para ofrecérselo inocentemente a otros signos solares, que es como los Aries sirven a la humanidad y a su auténtica personalidad interior. Aries cree en el triunfo de la vida sobre la muerte, de la fe sobre la duda. Sin embargo, detrás de su bravata, acecha la peculiar inseguridad emocional del Carnero (las semillas de memoria kármica de Piscis, situado inmediatamente detrás de Aries, en el círculo astrológico), y los esfuerzos de un signo terrenal por retenerlo (o retenerla) de cualquier manera sólo producen un aumento de esta vulnerabilidad oculta. De modo que el Aries romperá súbita y violentamente todos los lazos que lo unen al Tauro sofocante... o se someterá y se sumirá en una triste neurosis, totalmente anómala para la fuerza vital de Marte. Como la combinación de la determinación marciana con la obstinación taurina genera una fuerza pura de inmensa magnitud, los antiguos astrólogos advertían que la fusión de las cualidades de Aries y Tauro puede desembocar en una gran crueldad, si no se las equilibra

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cuidadosamente. El Sol Tauro y el ascendente Aries tremendamente «mal aspectados» de Adolfo Hitler (sumados a otros aspectos negativos) son un ejemplo clásico de lo que ocurre cuando se hace caso omiso de esta advertencia. La combinación puede producirse en la carta natal del individuo, o manifestarse mediante la asociación entre un Carnero y un Toro, pero siempre depende de las posiciones planetarias de ambos a la hora del nacimiento. Por supuesto, es posible superar esta tendencia, mediante el esclarecimiento, y muchos Carneros y Toros generan, al asociarse, una alquimia igualmente poderosa de bondad y benevolencia. Pero infortunadamente hay, por ejemplo, algunos Aries y Tauro que encauzan estos aspectos negativos convirtiéndose en «cazadores deportivos». Estas personas expresan el lado tenebroso del coraje de Aries y de la fuerza de Tauro de una manera cruel, y ojalá comprendieran que así se convierten en cobardes de la peor especie. Matar a sangre fría a un animal silvestre —incluidos ciervos, conejos, natos. faisanes v todos nuestros amigos con plumas que surcan el cielo— para luego transportar el cadáver silencioso a través de la ciudad, como trofeo machista, es una forma patética de cobardía en su forma más vil, y no una demostración de «virilidad» o «feminidad» como algunos creen.

Si en las cartas natales del Carnero y el Toro, el Sol y la Luna tienen aspectos no armoniosos, en su mutua relación luminaria, hay que precaverse con mucho cuidado de la crueldad. Sin embargo, cuando el Sol natal del Carnero tiene un aspecto favorable respecto de la Luna natal del Toro (o viceversa), y si sus ascendentes mutuos también son armoniosos, Tauro podrá ayudar a Aries a remontarse hasta las cumbres de la dicha y la espontaneidad, para lo cual sustentará los vuelos aerostáticos emocionales de su fantasía con una cálida y benévola paciencia (y también le suministrará una parcela reconfortante y blanda de Tierra para que caiga en ella cuando se corte la cuerda). Y el Carnero podrá guiar a Tauro hasta las laderas más altas de la imaginación, allí arriba donde el panorama huracanado del futuro es tan colosal y grandioso como los mismos sueños porfiados del Toro.

Mujer ARIES Hombre TAURO —Coge tus cosas, Peter —gritó ella, temblando. —No —respondió él—. No iré contigo. —Sí, Peter. —No. Ciertamente la relación romántica con un hombre Tauro será una experiencia educativa para la mujer Aries. Ésta piensa que los objetos inamovibles (él) no son más que cosas que se apartan a puntapiés, que se sortean de un salto o que se derriten con la fuerza irresistible del calor marciano (el de ella). No en este caso. Ella empuja... él se queda sentado. Ella presiona... él se enfurruña. Ella exige... él se empecina. Entonces, cuidado. El próximo paso podría ser: ella solloza... él se va. Parte, esto es... definitivamente. Pero los Toros y los Carneros pueden hacer otras cosas juntos. Por ejemplo, si ella sonríe... él se ablandará. Si ella lo halaga... él se pondrá mimoso. Si ella lo abraza con fuerza... él sonreirá. Observaréis que es ella quien toma la iniciativa... en todo. Es posible que discutan por cuestiones de dinero (la prodigalidad de ella... la frugalidad de él), o que entrechoquen sus cuernos porque Aries necesita emociones y Tauro necesita paz y tranquilidad. Pero si hacen un esfuerzo para adaptarse a sus respectivos metabolismos e idiosincrasias, este hombre y esta mujer podrán disfrutar juntos de una rara y muy plácida satisfacción. Como ella reclama, y necesita (lo uno y lo otro), una dosis anormal de libertad, es afortunado que el Toro no sea exageradamente celoso. No es celoso, pero sí es muy posesivo. La diferencia entre estas dos cualidades se puede encontrar en el diccionario... o se puede descubrir mediante la vida en común. Ella es celosa. Él es posesivo. Deberán estudiar cuidadosamente el diccionario, y partir de allí. Sí, el hombre Tauro es obstinado. No se puede negar esta verdad astrológica. Es posible suscitar desagradablemente su tozudez a veces ciega, irracional, si una chica Aries le pide que recoja margaritas con

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ella cuando él quiere dormir, si ella lo somete a la compañía de sus amigos cuando él quiere leer apaciblemente (en otras oportunidades se complacerá en distraerlos con su maravilloso sentido del humor), o si ella insiste en gastar más de lo que él gana, en menos tiempo que el que él necesita para ganarlo. Sin embargo, un Toro bienamado soportará con sereno aplomo una plétora de «sonido y furia, que no significan nada» excepto ruido y necedad. Normalmente, el Toro reaccionará con impasible bonhomía cuando ella tenga una gresca con el jefe o los parientes de él, cuando aúlle porque le duele una muela, cuando pierda la sortija de bodas dentro del puré de patatas del restaurante y no se dé cuenta de ello hasta después de haberse ido, o sea a la hora en que el local estará cerrado y el camión recolector de basuras ya habrá triturado todas las sobras. Un hombre Tauro satisfecho aguantará pacientemente los proyectiles de entusiasmo peor teledirigidos que lance Aries, a menos que lo hostiguen con demasiada intensidad y frecuencia. En este último caso, es posible que dé rienda suelta a la esporádica pero siempre latente e incandescente cólera taurina. Los Carneros que nunca se han enfrentado con la ira del Toro deberán precaverse para el futuro. Y ésta es una advertencia astrológica muy seria, sin una pizca de humorismo. Si lo tratan afablemente, con una cuota decorosa de consideración, este hombre será solidario con la chica Carnero que ama en medio de las tormentas más tenebrosas, firme como una roca de sólido amor, y tenderá un manto cálido y protector de franca devoción sobre las desgracias que ella padecerá como consecuencia de sus propios errores. La sensación que produce el Tauro es parecida a la que experimentas cuando regresas al hogar, invulnerable y seguro, después de haber realizado un largo viaje por una pesadilla terrorífica de rechazo, en la cual nadie se preocupa realmente por ti ni te entiende. Él se preocupa, aunque no pueda terminar de entender los traumas emocionales pasajeros de ella. Y generalmente respaldará tesoneramente su solicitud con una cuenta bancaria fiable, y con un techo impermeable desplegado sobre la cabeza de ella (para no hablar de una nevera bien provista), mientras edifica lenta e infaliblemente un futuro más seguro, incluso opulento. En la relación amorosa o conyugal media entre el Toro y la mujer Aries, ella aporta las ideas y la energía en tanto que él aporta la estabilidad y la seguridad. Esto vale tanto para los aspectos financieros como para los sexuales de su operación conjunta. Aunque los hombres Tauro son tan prácticos respecto del amor como de todo lo demás, también son profundamente afectuosos, apaciblemente románticos y muy sentimentales. La mujer Aries que se ha formado la idea equivocada de que su amante o marido Tauro, generalmente poco demostrativo, no la ama de veras, nunca dejará de experimentar una sorpresa periódica al recibir una costosa tarjeta, en algún día festivo inesperado, tarjeta ésta en la cual él le expresará tierna y elocuentemente, en verso, sus tímidos sentimientos taurinos. Igualmente, la forma física de compartir el amor podría plantear algunos problemas, después de que la primera atracción magnética de la bipolaridad masculino-positivo y femenino-negativo pierda su condición novedosa. Para la mujer Aries el sexo es una forma de desahogo: mental, emocional, físico y espiritual. Es la manifestación visible de la fe y la fuerza marcianas combinadas, en un poderoso anhelo de autoexpresión. Para ella, la actividad sexual se justifica a sí misma como una fantasía emocionante, que podría materializar, en una forma milagrosa que sólo ella conoce, todos los sueños que soñó en su vida. Para el hombre Tauro, el sexo es una función normal y natural, cuyo fin consiste en lograr dos resultados muy tangibles y sensatos: satisfacer las necesidades sensuales y eróticas de la carne, y engendrar hijos. Constituir una familia. Ella siente la compulsión de desahogar la energía sexual marciana, aunque ello no produzca casi nada, excepto frustración... y la elaboración imaginativa del ideal romántico es esencial para la mujer Aries. A él no le parece razonable descargar ningún tipo de energía si no es con el fin de producir algo práctico y útil... y el Tauro típico no considera que soñar despierto sea esencial o productivo. Por consiguiente, es posible que la chica Carnero se harte gradual y finalmente del deseo de su Toro de hacer el amor en un clima francamente sensual y relativamente poco imaginativo... y es posible que a él lo deje sinceramente perplejo (a un ritmo relativamente más lento) el viaje a las estrellas que ella interpreta como sinónimo de la pasión, en privado. A él le gustaría poder transportarla allí, pero intuye que podrían extraviarse porque no conoce bien la ruta... y al fin y al cabo no hay un mapa que lo guíe. Una relación armoniosa entre sus soles, lunas y ascendentes recíprocos disipará por milagro estas diferencias de sus naturalezas, y les permitirá alcanzar a ambos un goce fecundo a través de la unión sexual, así como en todas las otras facetas de su vida en común. Sin embargo, con un aspecto tenso entre sus luminarias y/o ascendentes natales, es posible que a la mujer Aries le resulte difícil conservar al Toro en su prado, a menos que haga un esfuerzo constante y consciente

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para complacerlo, y éste es un impulso generoso que al ariano típico no le nace espontáneamente. Se necesitan cúmulos de agravio y resentimiento para inducir al hombre Tauro a dejar a la mujer que amó alguna vez (o para inducirlo a permitir que ella se zafe de su posesivo dominio) pero cuando se va, se va. Definitivamente. Un poco de ternura en el día de hoy puede evitar que mañana derramen muchas lágrimas. No obstante las múltiples discusiones que estos dos se hallan casi destinados a entablar en el terreno de las finanzas comunes e individuales, la mujer Aries no tardará en aprender una verdad conmovedora acerca de la actitud de su hombre Tauro respecto del dinero, que es tan diferente de la de ella (suponiendo que ambos sean ejemplares típicos de sus signos solares, y que sus cartas natales no confundan las cosas con una diversidad de posiciones planetarias, pues éstas crean las excepciones que confirman las reglas astrológicas). Al principio ella pensará que él es un verdadero tacaño, y él pensará que ella es todo lo imprevisora y descuidada que puede ser una mujer con el dinero (él cree que a todas las han hecho, más o menos, con el mismo molde de derroche). Sin embargo, gradualmente, su gran corazón de Toro se sentirá conmovido a medida que comprenda poco a poco que la negligencia de ella con el dinero es casi siempre producto de la generosidad impulsiva. Notará que, si bien ella gasta mucho dinero en sí misma (Aries representa la primera casa astrológica y, por tanto, todos los Carneros están excepcionalmente preocupados por su aspecto físico), gasta aún más dinero en los demás, repartiéndolo casi como una niña, deleitándose al complacer a la gente y al recibir como retribución sus sonrisas felices. Es probable que entonces él aplaque un poco su actitud inicial de desaprobación respecto de ese derroche desorbitado y desaprensivo. En verdad, después de que la relación haya tenido tiempo de consolidarse en una estructura definitiva, es posible que la generosidad espontánea de ella le inspire aún más amor. Al mismo tiempo que él aprende a adaptarse al despilfarro de ella, incluso afectuosamente, ella irá descubriendo que él no es un avaro, como pensó al principio. Comprenderá que su cautela nace de la necesidad incontrolable de estar convencido de su seguridad futura, del arraigado temor a verse súbitamente arrojado a la calle y obligado a depender de la caridad..de los demás o del Gobierno, lo chal ,mataría su orgulloso espíritu de autarquía. Y comprenderá que, una vez que su Toro testarudo pero bondadoso, constante y leal, toma conciencia de que su futuro está razonablemente asegurado (no excesivamente, como en el caso del Cangrejo o la Cabra típico), es sinceramente generoso. A menos que haya una Luna o un ascendente «mal aspectado» en los elementos Tierra o Agua, él se complacerá tanto como ella en hacer regalos a sus amigos y parientes, y les prestará dinero a quienes lo necesitan, sin reclamarles imperiosamente el pago... mientras su reserva básica para el mañana permanezca intacta, reserva cuyo monto varía, lógicamente, de un Toro a otro. Pero el varón Tauro típico no correrá grandes riesgos con su seguridad. Si su mujer Aries intenta convencerlo de que deben mudarse a un apartamento o una casa mejor, y confiar en la promesa que alguien les hizo respecto de emolumentos, comisiones o sobresueldos futuros, para compensar la diferencia en el alquiler o las cuotas hipotecarias, sus esfuerzos serán infructuosos. El Toro no se moverá un ápice mientras no esté seguro de que puede afrontar la erogación adicional. Desde que el mundo es mundo, para el Toro no hay ninguna promesa que no sea pura cháchara inconsistente... material que no es de fiar a la hora de construir algo concreto y perdurable. Sin embargo, cuando la presión se transforma en tracción (excelente metáfora en el caso de Tauro), este hombre compartirá la mitad de todo lo que tenga con cualquiera de cuya auténtica necesidad haya tomado conciencia, sobre todo si se trata de su familia, sus amigos... y la mujer que ama. Posiblemente habrá trances en que la chica Aries interpretará la obstinación del Toro como la forma más fría de crueldad. Por ejemplo, es posible que le diga algo grosero en público, si ella ha retozado demasiado para su gusto y si ha exhibido un comportamiento en general histriónico, y esto la agraviará hasta la médula. Ella tratará de obligarlo a disculparse abiertamente, o por lo menos a confesar que no lo pensaba en serio (y ella sabe que no lo pensaba), mientras él se niega hoscamente a concederle el consuelo verbal que le pide (o, más exactamente, le exige). A medida que ella siga ordenándole primero, y suplicándole luego, que se retracte, él se mostrará aún más taciturno y retraído, como un bloque de mármol, ciego, sordo, insensible... aparentemente. Entonces ella echará a correr impulsivamente, con un llanto colérico, y se perderá en la noche. Él es el hombre más frío, más cruel, que ha conocido en su vida, y todo ha terminado entre ambos. No puede hacerle eso. Unas manzanas calle abajo (tal vez veinte o más, según la dosis de adrenalina que segregó cuando salió del lugar donde lo dejó), ve un café y entra en él, se sienta sola, llora sobre sus rosquillas, y lo odia ferozmente... hasta que llega a sus oídos, desde los altavoces del techo, la canción favorita de ambos, y ésta le recuerda lo que ha perdido al abandonarlo. De modo que paga la cuenta, sale deprisa, y termina sola y

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desamparada en una esquina, buscando un taxi para volver a casa —arrepentida, por fin— y ahora realmente asustada. Es tarde, no hay taxis a la vista, y debe volver a pie. lo cual le da tiempo para reflexionar sobre muchas cosas mientras marcha apresuradamente por unas calles que parecen inusitadamente silenciosas y solitarias. Pero... ¿quién es el que está allí entre las sombras, plácidamente recostado contra el edificio de enfrente, esperándola pacientemente? Es él. Aún está allí. Ella experimenta una eclosión de alegría mientras atraviesa corriendo la calle para arrojarse entre sus brazos protectores. Al fin y al cabo él no se fue y la dejó. Todo está nuevamente en orden. No, no se fue... esta vez. Probablemente aún estará allí, esperándola pacientemente, también después de su próxima escena fogosa y emocional de despedida. Pero algún día... Si ella es prudente, hará el balance de su dicha antes de que sea demasiado tarde.

Hombre ARIES Mujer TAURO ...si no llevo esta corbata alrededor del cuello no saldremos a cenar esta noche, y si no salimos a cenar esta noche nunca volveré a la oficina, y si nunca vuelvo a la oficina tú y yo nos moriremos de hambre... Incluso entonces la señora Darling conservó su placidez. Déjame intentarlo, cariño —dijo... y con sus bellas manos frescas le anudó la corbata. —

En un romance o un matrimonio Aries-Tauro, cuando la mujer es Tauro y el hombre es Aries su relación tiene unas pocas probabilidades más de prosperar que cuando se invierte la situación. Ésta no es una garantía en un sentido u otro, por supuesto, sino sólo lo que acabo de decir: existen unas pocas probabilidades más. Las cualidades de pasividad, constancia y mansa receptividad (Tauro) son más naturales cuando se ejercen a través de la mujer. Las cualidades de agresividad, independencia y acción violenta (Aries) son más naturales cuando se ejercen a través del hombre... mal que le pese al feminismo, que es justo y correcto y oportuno y necesario, y todo lo demás, aunque la aprobación de la Ley de Igualdad de Derechos nunca podrá alterar por la fuerza (ni de ninguna otra manera) los principios básicos de la Madre Naturaleza. Por lo menos, cuando ella es Tauro y él es Aries, en esta vibración 2-12, es posible que así se reduzca un poco el número de conflictos. Aun así, lo que perjudica cualquier relación es la intensidad de los conflictos, no la cantidad, de modo que estos dos no deberán dejarse embriagar por el optimismo. Todo depende. Sobre todo de las posiciones de la Luna y los ascendentes de cada uno de ellos. A menos que la cuarta Casa de su horóscopo esté muy «mal aspectada» la mujer Tauro es un ama de casa nata. (¡Suerte que alguien disfruta de este trabajo!) Aunque en su horóscopo haya aspectos adversos que tiendan a inducirla a vivir unos pocos años como si fuera una mujer casquivana (caso muy poco frecuente), su deseo básico consistirá, igualmente, en montar un hogar confortable, lleno de buenos muebles, buenos alimentos, niños y música... con las camas correctamente tendidas, los rincones limpios, la ropa blanca doblada y guardada, y las cuentas pagadas. Agregad un jardín florido y un cuarto de baño adicional, bien equipado con la bañera llena de burbujas. No es irracionalmente celosa, sin causa justa, es paciente y pocas veces rezonga. Normalmente es una anfitriona afectuosa y simpática cuando su marido trae a casa a las personas con quienes tiene relaciones de negocios... y sabe escuchar. Ahora bien, dado que el hombre Aries necesita una caja de resonancia constante y fiable mientras discute su tema favorito —él mismo—, y dado que invita frecuentemente a gente a casa para venderle un nuevo proyecto o idea que ha soñado, y dado también que es un poco negligente con el presupuesto porque en la escuela primaria nunca ha aprendido a deletrear la palabra «ahorro»... salta a la vista de qué manera la mujer Tauro puede suministrarle una base de operaciones perfecta. Normalmente, a los hombres Aries les gustan los deportes, y la mujer Tauro típica ama la naturaleza. De modo que si el deporte que él prefiere consiste en acampar al aire libre, o en marchar por los bosques, se suma otro tanto a favor de las probabilidades de éxito

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de la relación. De lo contrario, el sábado por la tarde y el fútbol pueden generar algunas tensiones. La desavenencia nace en áreas a las que posiblemente no se les ocurrió prestar atención mientras se cortejaban. Tal vez ella prefiera residir en el campo o en las afueras, en tanto que los hombres Aries no pueden sobrevivir mucho tiempo sin la emoción y la acción de la ciudad. Quizás algunos sí pueden, pero son pocos y están dispersos, e incluso a ellos les gusta lucirse entre las luces rutilantes en los fines de semana. Exceptuando el camping y las caminatas, el Aries no tiene alma de campesino. Si tiene un signo lunar o un ascendente Tauro, es posible que plante unas patatas o que ordeñe algunas vacas pero, esencialmente, la tierra nunca lo atraerá más que la idea de coger un taxi para correr en pos de un milagro. También es posible que salten chispas en el ámbito de sus fondos comunes, porque sus actitudes respecto del dinero no son necesariamente comunes. Él anhela un coche nuevo; ella desea un nuevo frigorífico. Cosas por el estilo. El empleado favorito de él, en el banco, es el que atiende el Departamento de Préstamos. El empleado favorito de ella, en el banco, es el que atiende la Sección de Ahorros. Vosotros sabéis que a los banqueros les encanta llevar agua a su propio molino, de manera que estos dos intrusos no les hacen ningún favor cuando tironean del Toro y el Carnero, para ofrecerles sus respectivos servicios. Sin embargo, cuando él gasta dinero en joyas para ella, o en muebles para la casa, es posible que la mujer sea más tolerante. Generalmente las mujeres Tauro aprecian las buenas joyas y la decoración lujosa del hogar, pero pretenden que estos elementos sean prácticos, y que hayan sido diseñados de manera tal que duren unos cientos de años antes de que haga falta reemplazarlos. Aunque ella sea muy serena, es posible que pierda los estribos si él le quema el sofá nuevo o le derrama zumo de uva sobre la alfombra (antes del matrimonio, se pueden sustituir el sofá y la alfombra por su falda nueva o por el bolso que ella estruja precavidamente). A él le resulta difícil entender por qué incidentes tan minúsculos la ofuscan tanto. Para Aries, llorar sobre la leche derramada (o el zumo de uva derramado) es una tremenda pérdida de tiempo. Si algo se pierde, se rompe o se deteriora, siempre se lo puede reemplazar. Tauro alimenta algunas dudas al respecto. Afortunadamente, la mayoría de estas desavenencias se pueden zanjar a la hora de acostarse, porque la relación física entre los dos suele ser placentera y satisfactoria. Ciertamente al hombre Aries no le disgusta el potencial de la mujer Tauro para el sentimiento sensual erótico, pero es posible que lo frustre un poco el hecho de que a ella le falte creatividad mística cuando se trata de hacer el amor. Ella aprueba el sexo como una actividad práctica y agradable que genera una satisfacción total de los sentidos y, por añadidura, produce unos críos robustos. Por tanto, es posible que no entienda por qué el sexo ha de parecerse a un ensueño delirante que transporta a dos almas a la cumbre de una montaña del Tíbet, a un corneta que surca el firmamento nocturno, o a un milagro asociado con el lanzamiento de tres monedas a la Fuente de Trevi, en Roma. Para ella, el sexo es el sexo. El amor es el amor. ¿Qué relación tiene esto con el hecho de arrojar unos pocos centavos al fondo de unas aguas verdes y sucias... o con los cometas, al fin y al cabo? Esta mujer toma el sexo en solfa, porque el humor de Tauro no se restringe a una sola faceta de la vida. Lo abarca todo. Si el hombre Aries pisara por casualidad una tachuela al correr apasionadamente en dirección a la cama durante su luna de miel, ella se desternillaría de risa. ¿Y cómo reaccionaría él? Posiblemente aplazaría la luna de miel durante unos días —o noches— hasta que se recuperara su ego masculino marciano. Igualmente, aunque es posible que la mujer siga desconcertada por el idealismo romántico de Aries durante toda su vida en común, no por ello ha de producirse necesariamente una absoluta incompatibilidad sexual. Dentro de ella se ocultan profundos remansos emocionales, y es posible que su respuesta ultrafemenina a las enérgicas y directas apelaciones amorosas del Carnero, sumadas al obvio placer con que reacciona ante su carisma masculino, lo induzcan a preguntarse, finalmente, por qué pensó, después de todo, que debía escalar montañas para ir en busca de la felicidad. Es posible. No seguro, pero sí posible. (Aries es remiso a aceptar sucedáneos de los milagros.) Una palabra de advertencia: no se debe interpretar que la chica Tauro no es sentimental o romántica sólo porque no capta todos los matices de la sexualidad ariana. Lo es. ¡Oh, vaya si lo es! Si no se ocupan de ella el día de San Valentín, patrono de los enamorados, o si él omite recordar el día en que se conocieron (el día en que hicieron el amor por primera vez, el día en que resolvieron casarse, el día en que se casaron, o cualquier otro día, en el orden que sea), el Carnero desconsiderado y atolondrado que no tuvo la delicadeza de celebrar estas fechas históricas se cansará de oírla. Esta mujer tiene una memoria de elefante para recordar las lesiones personales y los agravios emocionales.

Algunas descripciones astrológicas de la mujer Tauro la presentan como una vaca satisfecha en un prado, y esto es muy ofensivo. ¿Qué importa si no es francamente deslumbrante y si no se convierte en el centro de atracción en todas las reuniones? Su plácida belleza se parece a la de un estanque manso, poblado de lirios

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fragantes, en medio de un bosque de pinos. El magnetismo de Tauro actúa intensamente sobre el corazón del hombre, porque augura paz y fecundas aventuras, sobre todo cuando se trata del corazón inquieto del Carnero. El hombre Aries no tarda en descubrir que esta criatura femenina, tan apacible y compuesta (como secretamente le gustaría ser a él), puede llenar su espíritu de flores frescas y puede llenar su casa con la música del amor y el compañerismo, sin contar que es una sobresaliente cocinera. Además, puede llenarle el corazón con una multitud de risas, y con una devoción leal y eterna. Ella también sabe acumular y ahorrar dinero. Ninguna vaca podría reunir tantas virtudes. Esta chica puede darse el lujo de dejarles las pestañas falsas (que parecen patas de arañas) a otras menos femeninas que ella. Es una mujer cálida de pies a cabeza, y no necesita el disfraz de la belleza artificial para demostrarlo. Sin embargo, lo que tal vez necesite será salirse de cuando en cuando de su rutina terrenal. Cuando la dama Tauro ha tomado una decisión y ha cerrado la puerta a toda discusión ulterior, puede parecerle muy fría y cruel al hombre Aries, cordial, franco y extrovertido. Si en esas oportunidades él le grita que es obstinada, obtendrá el mismo resultado que obtendrá ella si le dice, enérgicamente que es egoísta y malcriado. En una palabra: ninguno. ¿Quién, ella... obstinada? ¿Quién, él... egoísta y malcriado? Ninguno de los dos sería muy sensato si contuviera el aliento hasta que el otro confesase tener semejantes defectos. Un cúmulo de afecto, mucha ambición, honestidad y la garantía de seguridad económica son los cuatro caminos que llevan al corazón de ella. El hombre Aries puede satisfacer las tres primeras condiciones sin ningún problema, pero es posible que deba introducir algunas correcciones en su estilo general de vida para estar a la altura de las expectativas en el cuarto ítem. Los ingresos de Aries suelen fluctuar a menudo, y esto puede poner muy nerviosa a la dama. Normalmente, por supuesto, no está nerviosa: Sólo lo está cuando siente .amenazada su seguridad emocional o económica. En otros momentos, irradia casi siempre una placidez mística que puede ser deliciosamente relajante, sobre todo para el Carnero. También puede contribuir sustancialmente a recargar las baterías de las energías dinámicas marcianas de este hombre, cuando lo han agotado sus diversos excesos mentales, emocionales o físicos. (El Aries practicará jogging hasta caer rendido.) Es cierto que cuando ella tiene una de sus muy raras rabietas, su placidez mística puede trocarse en una cólera de magnitud volcánica, sin mucha advertencia previa. Pero estos fenómenos son tan esporádicos que es muy poco probable que perturben la relación de la pareja... a menos que el Carnero cometa la tontería de empeñarse en salir victorioso de estos raros pero peligrosos encontronazos. Nunca lo conseguirá. La estrategia más aconsejable es la retirada. Tanto daría lidiar con un terremoto.

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TAURO

TAURO

Tierra - Fijo - Negativo Regido por Venus (también por el planeta Pan-Horus) Símbolo: el Toro Fuerzas nocturnas Femenino -

La relación TAURO-TAURO Observad cómo pasan sobre las ramitas caídas sin producir el menor ruido. Lo único que se oye es su respiración un poco agitada.

Quién sabe cómo, ha circulado el rumor de que los Tauro tienden a excederse en el peso. No es cierto. Sí, algunos son más bien rollizos, pero la mayoría, no. Les encanta cocinar y les encanta comer, pero normalmente la espléndida contextura del Toro transforma cualquier exceso de calorías en músculo sólido. A las mujeres Tauro, la buena comida sólo parece conferirles un aspecto de robusta coordinación, y una gracia lerda, sensual. (¿Acaso la actriz Tauro Audrey Hepburn es gorda?) Por supuesto, siempre hay excepciones inevitables, pero la verdad es que los signos solares Cáncer y Libra son más propensos que Tauro a la gordura y las curvas superfluas. (He dicho propensos, eso es todo, propensos) Se me ocurrió mencionarlo, para dejar satisfechos a los Tauro que lean esta sección. Ésta es siempre la forma más segura de mantener a las Vacas y los Toros satisfechos. Otra falacia acerca de estas personas consiste en que son perezosas. Los Tauro no son perezosos. Sencillamente sustentan la teoría de que derrochar energía es un pecado, y por eso es raro que los sorprendáis moviéndose deprisa. (Excepto cuando se trata de los escasos Toros que, como Fred Astaire, tienen fuertes influencias de Géminis en su carta natal.) Los Tauro tienen tanta fuerza porque los Toros típicos la conservan, así como conservan su dinero. Cuando juntáis a dos Toros, es difícil conseguir que inicien cualquier tipo de acción instantáneamente (a menos que estén encolerizados, pero ya hablaremos de eso más adelante). En verdad, movilizar a dos Toros es dos veces más difícil que movilizar a un Toro (he aquí un ejemplo de la lógica tipo Tauro, sencilla y sensata). Imaginad un par de montículos de tierra suculenta, inmóviles, el uno junto al otro. ¿No es una escena idílica? Ninguno de ellos desea profanar la apacible quietud con una cháchara innecesaria. Cuando se encuentran por primera vez, se estudian recíprocamente más o menos en silencio. Nunca un Toro está demasiado ansioso para precipitarse impulsivamente a una asociación con otro Toro (ni con cualquier otro tipo de animal astrológico) antes de haber juzgado cuidadosamente y sopesado seriamente todas las múltiples posibilidades. Esto nos trae al tercer rumor astrológico injusto y falaz: que los Tauro son tercos. No lo son. Sencillamente son resueltos y firmes en el contexto de sus convicciones, y no son tarambanas nerviosos que continuamente cambian de idea y pierden la cabeza. Los Toros cambian rara vez de idea, y pierden la cabeza con menos frecuencia aun. Veréis, después de tanta reflexión cuidadosa y tanta consideración seria, es harto razonable ceñirse a lo que uno sabe que es correcto. Cuando dos Tauro (cualquiera que sea su sexo) que sustentan ideas distintas entran en estrecho contacto, ambos se muestran aún más razonables en su relación recíproca que en su relación con otras personas de opiniones antagónicas. Uno de los productores de una importante cadena de televisión donde yo trabajé en otra época como autora, es Tauro. Recuerdo la época en que la cadena le confió la misión de montar un programa espectacular, para una hora clave, en torno de un cantante popular. Una mañana serena y apacible, el astro Tauro llegó al despacho

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del productor Tauro para discutir las características del espectáculo, y los dos Toros pasaron casi seis horas encerrados, sin hacer siquiera una pausa para el café. Cada uno de ellos tenía sus propias ideas acerca del programa, las estrellas invitadas, las canciones, la música de fondo, los decorados, los efectos luminosos, etcétera. Cuando por fin se fue el Tauro famoso, la secretaria y los colaboradores del productor Tauro se congregaron en torno de él para preguntarle: «¿Cómo es?». El exhausto Toro analizó cuidadosamente la pregunta, como de costumbre, y por fin confesó que el astro era un individuo simpático, cordial, inteligente y creativo. Después hizo una pausa y añadió: «Pero fijaos cuánto tardó en aprobar un simple montaje de TV. Se empecinó en proponer, una y otra vez, unas ideas ridículas que se le habían ocurrido, hasta que se dio cuenta de que yo siempre había tenido razón. Perdimos mucho tiempo valioso. Nunca conocí a alguien tan testarudo». Todos prorrumpieron en carcajadas. Tardaron varios minutos en calmarse, mientras el productor Tauro preguntaba reiteradamente: «¿Qué es lo que encontráis tan gracioso en lo que he dicho?». El último capítulo de esta historia se escribió al día siguiente cuando el agente del cantante Tauro telefoneó para transmitir las disculpas del astro. Había resuelto no montar el programa que había discutido, y había firmado contrato con otra cadena. Punto. Fin del relato. Probablemente habéis oído muchos rumores injustos, según los cuales es difícil trabajar con la estrella y cantante norteamericana Barbra Streisand, en razón de su tozudez, ¿verdad? Barbra es Tauro. Obviamente, dichos rumores son falsos. Como he señalado, los Tauro son inmensamente razonables. Remito nuevamente al lector al cuarto párrafo de este capítulo, donde encontrará una descripción detallada de la actitud razonable de estos Tauro injustamente difamados. Por lo menos nunca nadie los acusa de no tener oído musical. Todo Tauro nacido en este mundo anta maravillosamente, como aficionado o como profesional, en la ducha o en la bañera o mientras se afeita... o en todo caso adora escuchar música y sueña con cantar: Una asociación entre dos Toros, desarrollada bajo el doble peso de una influencia de signos solares 1-1, puede ser plácida, estable y mutuamente reconfortante. Estos seres son normalmente dulces y pacientes como ositos de juguete, respetuosos de los derechos del prójimo, silenciosamente fieles e incuestionablemente leales. Sin embargo, la vida puede resultarles un poco estancada y monótona, a menos que la carta natal de uno de ellos, o de ambos, contenga planetas de signo Aire o Fuego. Los Tauro desconfían del cambio, porque el Toro es conservador, y este no es un falso rumor. Si conocéis a un Toro que realmente disfruta con el cambio, y sobre todo con el cambio brusco, fue adoptado o su Luna y/o ascendente estaba en un signo como Aries, Géminis o Acuario a la hora de nacer. Quizás en Sagitario. Los Tauro típicos están precavidos contra las reformas rápidas o las modificaciones súbitas del statu quo, y en este contexto se parecen mucho a las Cabras. Piensan que, en general, las cosas han marchado muy bien, pausadamente, a lo largo de los siglos, así que, ¿por qué perturbarlas, cambiando las reglas y normas de la vida? Para el Tauro medio (admitiendo siempre las raras excepciones que confirman la regla) cualquier tipo de interferencia radical en el hábito fijo (Tauro es un signo fijo, como sabéis), es insensata. El tiempo siempre ha probado el mérito de los hábitos fijos, y una idea nueva, no verificada, podría no ser más que un plan descabellado, que a su vez podría ser la cuña peligrosa causante del desastre. Cuando un Toro cambia de idea —cosa que ocasionalmente ocurre— podéis estar totalmente seguros de que dicho cambio ha sido metódicamente planificado y responde a todas las condiciones necesarias de la aplicación práctica. Por supuesto, hubo bastantes parejas de Toros que participaron en la «revolución juvenil» de los años sesenta, pero una encuesta veraz demostraría que sólo un porcentaje muy bajo de ellos quemaron sus tarjetas de reclutamiento y huyeron a Canadá. o a otros países, por ser objetores de conciencia. Tauro puede «objetar por conciencia» muchas cosas, pero entre ellas no se cuenta el hecho de enfrentar el peligro físico. En astrología, el signo solar Tauro rige el patriotismo (al igual que Cáncer). El personaje de la televisión norteamericana Archie Bunker, prototipo del conservadurismo, es un Toro^. (No el actor que lo representa, Carroll O'Connor. Archie Bunker. Sólo los maricas eluden el deber patriótico.) Todos aquellos Toros que obedecieron a su conciencia en este contexto, sufrieron después remordimientos interiores. Incluso ahora hay Toros dispuestos a participar en demostraciones en favor de nuevas causas como la ecología, la energía solar, la paz verde, los derechos de la mujer, y así sucesivamente, así como algunos de ellos participaron en demostraciones en favor de los derechos civiles de los negros. Al fin y al cabo, ésta es la era de Acuario, y ni siquiera los Toros pueden evitar que los arrastre la ola de cambios violentos. Pero debieron de tardar bastante en decidirse a intervenir en las protestas, y debieron de hacerlo sólo después de reflexionar cautelosamente. Los Toros habitualmente regidos por Venus que posiblemente conocéis y que marcharon de dos en dos en los desfiles pacifistas de ayer, olfateando ramilletes de flores, creían espontáneamente en la «Paz» por sí misma. Sin embargo, sólo un puñado de aquellos que llamaban «cerdos» a los policías, que arrojaban basura en los jardines de la Casa Blanca, que provocaban incendios y que desafiaban de alguna otra manera la ley y el orden, o que corrían desnudos por ciudades y aldeas para proclamar su inocencia, sólo un puñado de ellos, repito, eran Tauro. (En este último caso, se puede apostar sin riesgo, empero, que los Toros contemplaban con interés y regocijo a quienes corrían desnudos. El aspecto bufonesco del streaking estimulaba su fantasía.) Pero, en general, los manifestantes «revolucionarios» Tauro se limitaban a mirar en silencio, aferrando un

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símbolo pacifista, sus velas, flores, barras de incienso o lo que fuere... y es muy posible que algunos de ellos todavía estén plantados allí. La defensa de las costumbres consagradas y el respeto por la autoridad (cuando la autoridad es sensata) son a menudo los elementos que hacen confluir inicialmente a dos Toros... y son el cemento que los mantiene cohesionados. Tauro piensa que, cuando es necesario el cambio, la única forma razonable (¡otra vez esta palabra!) de promoverlo es dentro del sistema. En realidad, los demás deberíamos agradecer como corresponde la presencia de estas almas básicamente bondadosas, fiables, que están tan consagradas al imperio de la razón impasible. Para implantar una paz cuerda y perdurable en la Tierra necesitamos los enfoques variados de los doce signos solares. Pero cuando una pareja de Toros duplica sus rasgos psíquicos innatos, puede solidificarse en un molde con ligeros toques de fanatismo. Ambos están honda y sinceramente preocupados por resguardar sus inversiones, sus bienes, sus familias, sus seres queridos y su país de los extremistas desorbitados. Por supuesto, debéis comprender que Tauro puede definir como «extremistas desorbitados» a una pareja afectuosa que se abraza en la calle y que luce en su Levi's unos adhesivos gemelos con la leyenda: «Haga el amor, no la guerra». ¿Prefieren besar antes que defender a su patria? Para el Toro típico, este género de filosofía roza el anarquismo. El aspecto potencialmente más deletéreo de una asociación Tauro-Tauro consiste en la gran renuencia de uno de los Toros a arrepentirse cuando ha agraviado seriamente al otro. Incluso cuando un Tauro está íntimamente convencido de que él (o ella) se ha equivocado, tiende a defender tercamente lo que ha dicho o hecho imprudentemente, porque confesar un error se aproxima peligrosamente a la debilidad, y la sola palabra «debilidad» hace que el Toro vea rojo. De cuando en cuando un Toro puede halagar al otro hacerlo aflojar y decir «Lo siento», o hasta hacerlo reconciliarse, pero esto no sucede con frecuencia. A veces es útil hacerles cosquillas. Se ríen, se sonrojan y finalmente murmuran: «Oh, bueno, no lo hice adrede». A los Tauro siempre les resulta más fácil retractarse cuando la ignominia de haberse equivocado está abrigada por el manto del humor. Éste amortigua la caída. Cuando el Toro comprende finalmente que la paciencia de Tauro es una virtud bella y deseable, pero que puesta patas arriba se transforma en simple y empedernida testarudez, le resulta más fácil perdonarle a la otra mitad de la pareja taurina sus propios accesos de esa misma «virtud». Dos Toros pueden trabajar o jugar juntos, y comportarse maravillosamente. Serán recíprocamente dóciles, fiables y dulcemente complacientes... siempre que uno de ellos no empuje demasiado lejos, o con demasiada fuerza, al otro. Casi todos los Tauro tienen un fantástico sentido del humor, y si aprenden a reírse de sí mismos, todos sus problemas de adaptación habrán terminado: No hay nada como un buen chiste para estimular al Toro y ponerlo en movimiento, o para cambiar una posición fija. El humor es una de las cualidades más valiosas que puede poseer un ser humano. Mezclado en dosis generosas con la prodigiosa fiabilidad taurina, puede ayudar a hacer más razonables, y un poco más flexibles, a estos hombres y mujeres tan dignos de amor y ternura. Una idea que se me ha ocurrido a último momento para cualesquiera dos Toros que hayan perdido de vista sus respectivas cualidades básicas de dulzura y ternura: el Tauro Tom Snyder, tan famoso y familiar en la televisión norteamericana, tiene su propio osito de juguete (no es chiste) mimosamente acurrucado detrás de las cámaras, durante su programa, de manera que a ratos está claramente a la vista, y a ratos juega al escondite con los espectadores. ¿Qué os parece? Todo Toro, masculino o femenino, abraza a un osito simbólico para salvaguardar su seguridad emocional. Así que ya veis, vosotros dos sois seres realmente muy dignos de ser amados, no tan implacables y tercos como parece indicarlo vuestro comportamiento ocasional. Y podéis estar también seguros de que todo Tauro esconde un espíritu bromista tras la fachada silenciosa. Cuando cada uno de ellos permite que el otro vislumbre ese espíritu, el humor fecundo que estos dos comparten en su asociación de signos solares 1-1 se desencadenará como una fresca lluvia de felicidad, para lavar a fondo los tenaces recuerdos del dolor que se infligieron mutuamente... y para permitir que las flores del perdón crezcan en sus corazones.

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Mujer TAURO Hombre TAURO Él era uno de esos sagaces que entienden de valores y acciones. Por supuesto nadie entiende realmente, pero él sí que parecía entender, y decía a menudo que los valores subían y las acciones bajaban en un tono que le habría ganado el respeto de cualquier mujer. El hombre Tauro marcha enérgicamente, en línea recta, rumbo a su meta, paso a paso, y no a saltos. Se conforma con recoger la cosecha de sus bien ganadas recompensas en la estación oportuna, y el infortunio o la mala suerte rara vez perturba su sosiego. Puede llevar sobre sus espaldas una pesada carga de responsabilidades y de deberes fatigosos, que acepta valerosamente, y su gran corazón puede estar abrumado casi hasta el límite de resistencia por el doloroso recuerdo de una miríada de desencantos pasados, pero el Toro robusto sigue marchando, como si nunca hubiera sucedido nada. La mayoría de las veces, el dulce éxito corona finalmente sus afanes sistemáticos y pacientes. Uno evoca al Toro de la Naturaleza, igualmente bravo y patético. Se planta allí, perplejo pero firme... enloquecido por el dolor y el hambre, enfrentando a los toreros sádicos... desdeñando cualquier manifestación de debilidad, negándose a caer aunque docenas de aguzadas banderillas le perforen el cuerpo... arremetiendo una y otra y otra vez contra la capa roja desafiante, con atónita confusión... enfurecido y al mismo tiempo aterrorizado por los gritos de la multitud... hasta que lo ejecutan misericordiosamente al final de la macabra ceremonia de falso machismo conocida por el nombre de Corrida, el «deporte» indescriptiblemente cruel que Papá Hemingway adoraba tanto, en el cual unos seres humanos cobardes, despreciables, que se creen héroes, torturan, azuzan, atormentan... y finalmente asesinan a un magnífico animal... en tanto que unos brutos de ambos sexos, espiritualmente retardados, contemplan y aclaman su agonía mortal desde las gradas, imitando tétricamente a las multitudes ávidas de sangre, rugientes y enloquecidas que poblaban el Coliseo, poco antes de que Roma cayera en las tinieblas del olvido —por última vez— merced al coup-de-gráce justo y final del Karma. Si la atronadora verdad precedente ofendiera, por casualidad, a algún lector de la edición castellana de este libro, paciencia. No pido disculpas, ni las pide la astrología, a esos españoles y mexicanos. «El que sacrifica buey es como si matase a un hombre» (Isaías, 66:3). Hay muchos millones de excelentes españoles y españolas, de excelentes mexicanos y mexicanas, que residen tanto en los Estados Unidos como más allá de la frontera, y que buscan sus emociones, placeres y excitaciones por otras vías, sin necesidad de asistir a la tortura y el asesinato público de bestias indefensas... y este libro ha sido escrito para que lo compartan esos Portadores de Luz, que no se colocan a la sombra de la vergüenza que oscurece su antigua herencia de remoto esplendor. Los otros pueden acompañarnos en el viaje, si quieren, pero les advierto y les informo que si les disgusta el análisis franco que hago de sus corridas de toros, su posible enfado deja a este Carnero recalcitrante totalmente impávido e impertérrito. Hoy Marte en tránsito pasa sobre mi Sol natal de Aries mientras escribo, y el efecto de su influencia durará bastante, como siempre. En estos trances, ciertas cosas nunca dejan de caer en los casilleros que les corresponde, en mi vida. Algo así como la limpieza hogareña de primavera, (,entendéis? El típico Toro varón posee la misma fuerza de voluntad serena y silenciosa que su símbolo astrológico, si se trata de un Tauro espiritualmente evolucionado. Aunque sea un Tauro mutante, como Adolfo Hitler, la poderosa tenacidad se sigue manifestando. Sobre el hombre Tauro medio influyen visiblemente el coraje y la voluntad de hierro de su símbolo taurino, y él los aprovecha admirablemente. Este hombre sabe lo que quiere, y está dispuesto a sacrificar todo lo que sea necesario, sin gemir ni quejarse, con tal de alcanzar las verdes praderas que busca. Nada podría inspirarle más cariño a la mujer Tauro. Ésta se siente impresionada. No importa que las otras chicas se estremezcan en un rapto de éxtasis romántico ante los profetas descalzos que pasan todo el día tumbados en la hierba, dejando pasar ocasionalmente las horas, hilvanando cuentas de amor, y rasgueando sus guitarras. A ella dadle un Toro práctico, que calza zapatos. Cuando él le cuelgue del cuello un rosario de

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cuentas de amor, éstas no consistirán en granos secos de café. Procederán de una auténtica joyería, y estarán totalmente pagadas. Si él rasguea una guitarra, será para ganarse el pan como músico, y no sólo para aullarle a la Luna en una noche estival en el Central Park... o en los Kensington's Gardens de Londres (los hombres Tauro siempre nos hacen evocar a John Bull, el Juan Toro que simboliza a Inglaterra). Estos dos tienen mucho en común. Por ejemplo, ella no suelta su monedero, y él se aferra a su billetera con ambas manos. Como ambos son amantes de la Naturaleza, les enloquece plantar cosas verdes y ver cómo se multiplican... sobre todo si se trata de billetes de banco. Éste es otro elemento que tienen en común. Ambos saben que Santa Claus es un impostor. No vive en el Polo Norte, ni vivió nunca allí. Es el presidente de su banco, se llama Christopher G. Kringle, y no conduce un trineo tirado por renos sino un excelente y sólido sedán Buick. Si se han portado bien durante todo el año, y han ingresado dinero regularmente en sus cuentas, él les llena las medias de dividendos e intereses, que algún día les servirán para comprarse una casa en la plácida campiña, cerca de un manso arroyo, lejos de los claxons de los taxis, del smog, de los adolescentes bulliciosos y de los clubes nocturnos de la ciudad, tan saturados de humo. Es fácil caer en las celadas de los Toros, así que no os dejéis engatusar. Por ejemplo, respecto de los clubes nocturnos. Tal vez creáis que los Toros fascinantes que veis frecuentar lugares crepitantes, ruidosos, tumultuosos y belicosos como Hollywood, California —tan obviamente incompatibles con la imagen de los grillos que rechinan alegremente en el crepúsculo bucólico— son la negación viviente de sus signos solares terrenales No saquéis conclusiones apresuradas. Tauro nunca lo hace. Tomad al actor de cine norteamericano Glenn Ford, un Toro. En la primavera de 1978. una revista popular reprodujo estas palabras suyas: «Muy pronto les daré una sorpresa a todos los que me conocen, cuando se enteren de las hectáreas y hectáreas de tierra que estoy comprando en Australia, el país donde me propongo vivir». Detrás del fulgor superficial de la ocupación o carrera (incluida la política) el Toro sigue su camino a la granja y oculta el sueño latente, cada vez más acuciante, de huir de la ciudad hacinada rumbo a la paz y la frescura bienaventuradas de la campiña aromática: heno, caballos, estiércol y todo los demás. El sueño puede aflorar en cualquier tramo de la vida del Tauro, pero lo que es seguro es que aflorará... aunque se aplace hasta lo que las compañías de seguros nos hacen creer engañosamente que es el último tercio del «presunto» ciclo vital. Si el hombre Tauro tarda un poco más de lo previsto en edificar las bases del futuro compartido, en la música, en el arte, en los negocios, en la banca, en la política o en lo que sea, la mujer Tauro será tan paciente como él. Probablemente a esta mujer no la fastidiará trabajar unos pocos años para mantener a su Toro, siempre que él esté fuera del hogar apilando simbólicamente el heno y esforzándose realmente por reverdecer la hierba de su evasión conjunta. Ella esperará, en general, sin quejarse. Todo lo cual suena muy bien, ¿no es cierto? Se trata de una pareja bien avenida... e indestructible. En un abrir y cerrar de ojos, están muy enamorados. Y antes de que tengáis tiempo de reponeros de la sorpresa, ya están plantados frente a un cura, pastor, rabino o juez del Registro Civil, mirándose plácidamente a sus ojos serenos y murmurando: Sí, quiero. Inmediatamente a continuación, la luna de miel ha terminado y ambos han empezado a decir: No quiero. En diversos contextos. Ella desea tener hijos, pero él piensa que es más prudente aplazar la ampliación de la familia hasta que su cuenta bancaria sea más abultada... así que ella engendra un bebé o dos, igualmente, sólo para demostrar que él no puede manejarla a ella. Ella quiere comprar un costoso órgano electrónico porque le gusta tocar y cantar, y él dice: «No. Sencillamente no podemos darnos ese lujo». Si ella lo halaga o se pone marrullera, él dira: ¡NO!, en voz un poco más alta. Entonces, ella abre una cuenta de crédito (después de calcular cuidadosamente la forma de acomodar las cuotas mensuales en el presupuesto familiar) y se hace enviar el órgano, a pesar de todo. Al día siguiente él lo manda de vuelta a la tienda, sólo para demostrar que ella no puede manejarlo a él. (A veces se trata de un costoso estéreo, con altavoces. Tanto da.) Quizás ella desea ver determinada película. Entonces le planta unos besos en la mejilla y le susurra unas zalamerías íntimas en sus orejas de Toro, pegadas al cráneo, aunque las tenga realmente gachas y aplastadas por la cólera. «Oye, mi dulce-encanto-mimoso-demamá, ¿vamos esta noche al cine? Te lo pido por favor, cuchi-cuchi-gatito-mío.» (No todos los amantes Tauro, pero sí la mayoría, tienden a utilizar un lenguaje infantil, como los amantes Libra. Esto es producto de la influencia de Venus sobre ambos signos.) ÉL: No. ELLA: ¿Por qué no, mi bichito adorado? ÉL: Porque no quiero.

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Esto pone punto final a la discusión, durante el resto de la tarde. Más tarde, después de que se han arrebujado en la cama y apagado las luces, él exclama: «¡Eh! Has olvidado darme el beso de las buenas noches. Me siento muy romántico, gatita mía. Bésame, y verás lo que pasa». (La mayoría de los Toros no se valen de eufemismos para hablar de asuntos sexuales... en privado, claro está.) ELLA: (dulce, melodiosamente) No. ÉL: ¿Por qué no, conejita? ELLA: Porque no quiero. (unos minutos de abrumador silencio... y entonces) ÉL: Me voy a un hotel. ELLA: (súbitamente alarmada) ¿Por qué? ÉL: Porque quiero. Y se cierra otro capítulo. A veces por esa noche, cuando él se aleja coléricamente y pisando fuerte, envuelto en su manta favorita, no más allá de la sala de estar. A veces durante varias semanas o varios meses, si se instala realmente en un hotel, como amenazó hacerlo (¡y es posible que lo haga!). Todo depende. Conozco a una pareja enamorada que viven en Los Angeles (y ésta, doy mi palabra de druida, es una historia absolutamente veraz, en la que sólo introduje un par de cambios secundarios para proteger a los inocentes... o a los culpables). Ambos son Tauro. Él es compositor de piezas musicales, de canciones y de partituras para Hollywood. Ella nació en Alemania y trabajó como reportera en Berlín, hasta que abandonó su carrera. Cuando «convivían», el Toro se negó reiteradamente a casarse con ella. Pensaba que antes de dar un paso tan drástico debían poner a prueba la estabilidad de su amor durante un lapso «razonable» (que se prolongó durante varios años). Su dama Tauro lloraba, suplicaba, rogaba, se encolerizaba... y procuraba razonar con él. Él no cedía. «¿No piensas en mí?». Sí. Pensaba en ella, apasionadamente. Pero el Toro sencillamente no estaba preparado para asumir un compromiso matrimonial, y punto. Ahora (al escribir estas líneas) han transcurrido más de diez años. Siguen muy enamorados y tienen cuatro hijos: dos varones y una pareja de mellizas. Aún no se han casado legalmente. É/ ha llorado, suplicado, rogado, se ha encolerizado... y ha procurado razonar con ella. Ella no ha cedido ni un ápice. Él incluso le ha pedido a su «suegra» que parlamente con ella, que razone con ella y que trate de vencer el empecinamiento de la actual madre de sus hijos... lo cual para un Toro implica una concesión gigantesca. El hombre Tauro es tan renuente a permitir que sus parientes se inmiscuyan en sus asuntos privados como la General Motors lo es a permitir que Ralph Nader se inmiscuya en sus negocios. Pero la «suegra» tampoco logró nada. ELLA: Los chicos utilizan legalmente tu apellido, tienen dos padres cariñosos, figuran en tu testamento y en tu póliza de seguros, nosotros tenemos un hermoso hogar y ésta es una familia cariñosa, unida y feliz. No necesitamos un trozo de papel para legalizarla. ÉL: ¿Me amas, cariño? ELLA: Claro que te amo. Muchísimo. ÉL: Pero querida, si tú me amas y yo te amo a ti, si somos tan felices juntos, y si tú sabes que esto es definitivo, y si tenemos cuatro hijos que necesitan la seguridad emocional que sólo pueden darles unos padres casados, ¿por qué no te casas conmigo? ELLA: Porque no quiero. Por supuesto, no todas las parejas Tauro llegan a semejantes extremos, pero la posibili dad siempre existe porque, como os he dicho, la situación que acabo de describir ha sido copiada de la vida real. El hombre y la mujer Tauro comunes exigirán habitualmente un respaldo legal antes de asociarse en una empresa conjunta, ya sea comercial o matrimonial, y la mayoría de los Toros ven una franca similitud entre la una y la otra. En una relación amorosa entre Tauro y Tauro, habrá muchas oportunidades en que su obstinación recíproca y la negativa a contemplar la versión de la otra parte los encauzará por los callejones cerrados del prejuicio mental y emocional, y les resultará difícil comunicarse. Igualmente, una de las cualidades

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maravillosas de los Toros consiste en que tienen la aptitud de despreocuparse de la frustración y aprender de la experiencia. Lo que Tauro aprende finalmente, no lo olvida nunca. Nunca. Jamás. Si estos dos se, esmeran por aprender a perdonar (lo que nunca es fácil para los Toros) podrán cogerse fuertemente de la mano el uno al otro (los Toros lo hacen todo fuertemente) y encontrarán la forma de escabullirse de esos oscuros callejones sin salida. Conozco a una mujer Tauro cuya filosofía favorita es: «Toda experiencia es una buena experiencia». Ésta es una actitud admirable, pero he observado que tiene algunas dificultades para olvidar las malas. Aprende de ellas, es cierto, pero a veces la lección que aprende consiste simplemente en volverle la espalda a la persona o la situación, sin repetir nunca más la tentativa, y semejantes lecciones no le enseñan nada al corazón. El sexo, desde luego, no es más que otra experiencia humana, pero inmensamente importante para los amantes o consortes Tauro. Casi siempre su atracción inicial es fuertemente física, y la fusión mental y emocional viene después, como la capa de miel cristalizada sobre una tarta de zanahoria. Normalmente, éste no es el orden, ideal de prioridades para abordar el amor total, pero cuando se trata de una pareja de Toros, el resultado es sorprendentemente bueno. O quizá no tan sorprendentemente. Como para la persona Tauro media o típica el sexo es un ejercicio de sensualidad total, la expresión física del amor entre este hombre y esta mujer puede transformarse gradualmente en un experimento casi psicodélico... aunque la mayoría de los Toros (no todos, pero sí la mayoría) ponen mala cara apenas oyen mencionar las drogas. Para Tauro, si fumas hierba eres necio y débil, y si tomas ácido eres sin duda un desequilibrado mental... y si andas liado en cuestiones de estimulantes, cocaína, heroína, polvo de ángeles o cosas por el estilo, te has metido en una autopista delirante que te lleva rectamente al suicidio espiritual, tan veloz y ciertamente como al suicidio material. Calcula los porcentajes. La mayoría de los Tauro han asimilado muy bien la enseñanza metafísica de que las drogas son los falsos profetas contra los que alerta el Libro de Revelaciones del Nuevo Testamento... los cuales, si no se los identifica como lo que son, podrán desencadenar prematuramente el Gótterdámmerung. En la práctica, los Toros dogmáticos están más cerca de la verdad de lo que ellos mismos sospechan. Tal vez, en el concepto cósmico, ha sido necesario que eclosionara la conciencia estimulada por las drogas: nuevos paisajes espirituales para la era de Oro de Acuario. Pero este experimento galáctico-cósmico de los Maestros, este paso previo al despertar espiritual de la Tierra, ha dado sus frutos (y ello no sólo ha servido para .esclarecer, sino que también ha generado grandes padecimientos humanos). Ahora ha llegado el momento de detenerse, de echarse atrás y de reflexionar acerca de la clarividencia así obtenida. A cada signo solar le ha sido encomendada una misión especial y particular, y a los Toros dé Tauro (y a las Cabras de Capricornio) les corresponde la de mantener los pies de todos nosotros sobre la tierra en relación con estos asuntos. Curiosamente (y realmente) los coherentes y realistas Tauro que conozco personalmente han sido los primeros en comprender que todo el revuelo en torno de las escuchas y el espionaje electrónicos no ha sido más que un ensayo a nivel material para la hora que se aproxima velozmente en que todo hombre y mujer estará en condiciones de «leer» las auras humanas de los demás, y por consiguiente logrará captar muchos más «secretos» que los que se pueden recoger mediante la grabación de conversaciones, la interferencia de teléfonos, u otros métodos análogos. ¿Usted río imaginó que el signo de Tierra Capricornio Richard Nixon desempeñó un papel preparatorio galáctico vital y gigantesco en beneficio de todos nosotros, verdad? (Tampoco lo imaginó él.) De igual manera, las drogas han sido el ensayo a nivel material para la apertura, que se aproxima velozmente, del Tercer Ojo de todo hombre y mujer, que permitirá ver e interpretar el aura humana, y recordar encarnaciones pasadas. Todos los niños nacen con el Tercer Ojo abierto (ved el último párrafo del capítulo sobre Escorpión-Escorpión). En términos médicos, nacen con una glándula pineal blanda. Pero ésta se torna cada vez menos blanda a medida que los niños se someten a las restricciones con que sus mayores les sofocan la imaginación, hasta que finalmente se pone dura como una piedra, y entonces ellos, corno todos los adultos, se hacen «cabezas duras» (y entre paréntesis, así fue, literalmente, como nació esta expresión en el inconsciente). Muchos auténticos místicos y «sensitivos» (incluido el «vidente» Tauro Peter Hurkos), han recibido un golpe en la cabeza, cerca del Tercer Ojo (la glándula pineal), que determinó que volviera a ablandarse, como en la infancia, permitiéndoles captar el mundo real y el Ahora Eterno del Pasado, el Presente y el Futuro. Los monjes tibetanos han logrado esto mismo mediante ejercicios de manipulación física, la meditación... e incluso la cirugía (en casos raros). Pero el Amor (muy seria y técnicamente) lo consigue con más rapidez. Los así llamados «santos» (y el mismo Jesús) sólo se valieron del amor como sistema para abrir el Tercer Ojo o

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glándula pineal. Esto es mucho más seguro, y mucho más agradable, que caer de una escalera o choca: con una puerta... y también es considerablemente más placentero que recurrir a los monótonos y aburridos ritos de meditación orientales. Además, estos últimos pueden liberar prematuramente el poder de la serpiente Kundalini, que provoca todo tipo de dolores corporales y tormentos emocionales. En otras palabras, no os contempléis el ombligo, aunque os lo aconseje algún Gurú Tantra ataviado con flores, si antes no habéis aprendido a amaros los unos a los otros pura y generosamente, como exhortó el Nazareno, y si no habéis aprendido a perdonar a vuestros enemigos y a hacer a los demás lo que os gustaría que os hagan a vosotros... pues de lo contrario podríais tener motivos para desear que vuestro Tercer Ojo se endurezca nuevamente. A los sabios, basta con decirles una palabra. Pero la palabra que se dice a los necios, como lo saben todos los Toros, es una palabra desperdiciada. En 1975, entablé una discusión con tres Toros esclarecidos (dos varones, una mujer) a los cuales fue fácil convencerlos, no obstante la típica terquedad taurina, de que es hora de que los terráqueos pasen a la sesión siguiente de práctica, pasada la etapa inicial de las visiones, sobre todo falsas, que generan las drogas. La etapa siguiente de desarrollo espiritual consiste en comprender que uno sólo puede «ver a Dios» o «saber la Verdad>, con seguridad mediante el control de la mente consciente; mediante el control de lo que Francisco de Asís llamaba el Hermano Cuerpo a través de una alimentación apropiada, los ejercicios y el cuidado en no abusar de la energía sexual; y en tercer lugar (lo más vital) mediante la práctica cotidiana, a toda hora, de un intercambio de amor, bondad y clemencia. Incluida la bondad de no seguir torturando a nuestros hermanos y hermanas animales, tal como se hace al sacrificarlos, al asesinarlos, al cazarlos por «deporte», al disecarlos... y al comer su carne, lo cual nos retrotrae directamente (se cierra el círculo de la serpiente que se muerde la cola) a la limpieza y purificación necesarias del Hermano Cuerpo (y la Hermana Cuerpo). De alguna manera, tengo la sensación clara y casi tangible de que los Toros que están leyendo este capítulo acerca de sí mismos y de sus actitudes respecto de todas estas cuestiones apremiantes, se encuentran resollando fuertemente detrás de mi hombro v me piden que les informe cómo podrán impedir la exhibición descarnada, mental y emocional, de sus auras personales, que pronto estarán -a la vista de cualquiera que les dé los «buenos días». (Ya sabéis que a los Tauro los obsesiona la intimidad.) No os preocupéis, queridos Toros. Podréis protegeros perfectamente de la intromisión en vuestros pensamientos más íntimos, tal como éstos se revelan en vuestra aura. Pero debéis ser pacientes, y sé que me entenderéis cuando os diga que debéis esperar un próximo libro mío, si queréis que discuta con vosotros los detalles de esta protección, paso a paso. Creedme, hay tiempo. Ahora, ¿podemos volver de nuevo a la actitud de los Tauro respecto de las drogas? Para el hombre y mujer Tauro, si se trata de Toros típicos, el uso de drogas es como un «Dios instantáneo», una rápida vislumbre de la Verdad profunda... tan profunda que puede hacer estallar literalmente la mente de una persona aún no suficientemente evolucionada, para no hablar de su alma. Desde un punto de vista esotérico y cósmico, según la sabiduría de los antiguos, los Toros de Tauro han dado en el clavo de la Verdad, en este contexto, como en casi todos los casos. Es posible que los Tauro sean un poco cargosos cuando se refieren al peligro de fumar «hierba», pero aun suponiendo que la hierba (marihuana) sea relativamente inofensiva (sobre todo cuando se la compara con el envenenamiento destructivo que produce la adicción al alcohol, la nicotina y el azúcar blanca), no es demasiado sensato acostumbrarse a depender de una muleta emocional o espiritual, por muy ligera que ésta sea. Si se os ocurriera realizar un experimento, y usar una muleta sin necesitarla, al cabo de un lapso sorprendentemente breve os chocaría ver cómo vuestra pierna de carne y hueso se encoge... y finalmente quedaría atrofiada, definitivamente paralizada, por la sencilla razón de la falta de uso. Preguntádselo a vuestro médico. Si reemplazamos la muleta por el estimulante o el sedante más suave o más potente, desde la hierba y la cocaína hasta la heroína o el polvo de ángeles... y si reemplazamos vuestra pierna de carne y hueso por el Tercer Ojo (glándula pineal) donde residen todo el poder parapsicológico, la sensibilidad y la sabiduría espiritual, se produce el mismo fenómeno: el encogimiento y la eventual atrofia permanente del Tercer Ojo por falta de uso. Los hombres y mujeres Tauro saben por instinto que es una perfecta tontería paralizar algo deliberadamente, ya se trate de un brazo, una pierna, el Tercer Ojo o cualquier otra parte del organismo. Todo

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Toro posee este sentido común innato (a menos que haya muy malos aspectos en su natividad). En el contexto de esta intuición, Tauro vuelve a dar en el clavo. Quizá parezca extraño que Tauro —normalmente, desde un punto de vista superficial, el menos esotérico de los doce signos solares— esté tan próximo a la verdad espiritual respecto de las drogas. Sin embargo, esto no es en realidad nada raro para un astrólogo. Veréis, todos sienten intensamente, en un nivel inconsciente, la atracción magnética (la tracción polar) del signo solar opuesto en la rueda kármica de la vida, o rueda del zodíaco. El signo opuesto a Tauro es el profundamente espiritual y clarividente, sensible y perceptivo Escorpión... regido por el poderoso planeta Plutón, el cual tiene a su cargo todas las cuestiones (en estrecha asociación con Neptuno, regente de Piscis). El regente de Escorpión, Plutón, también está íntimamente alineado con Pan-Horus, el auténtico regente de Tauro. Cuando por fin identifiquen y bauticen (de nuevo) a Pan-Horus, y éste asuma el gobierno del tiempo y la energía de todos los Toros, permitiendo que los Tauro devuelvan su regente adoptivo, Venus, a Libra, donde le corresponde estar, los Tauro serán tan «entendidos» como los Escorpión en cuestiones espirituales, y simultáneamente conservarán la tenue influencia de Venus... desde lejos, en un sentido esotérico. En consecuencia, la frase «Sed tan sabios como la serpiente, pero tan inofensivos como la paloma», se aplica a los Tauro esclarecidos. Los estudiantes de astrología del signo solar Tauro que lean esto tal vez querrán tener una prueba rápida y sencilla del vínculo ineludible con el signo solar diametralmente opuesto al propio (en el caso de Tauro: Escorpión). Astrológicamente, Tauro rige la garganta y las cuerdas vocales. El signo opuesto, Escorpión, rige, entre otras cosas, los órganos sexuales. Cuando el varón llega a la pubertad, que es un cambio sexual, se produce un cambio simultáneo de voz. Esta prueba de polaridad se puede suministrar de muchas maneras fascinantes, alrededor de toda la rueda del horóscopo... pero dejaremos su análisis minucioso para el próximo libro al que ya me he referido. Escorpión. ¡Ah, si! Esto nos trae de nuevo, limpiamente, al sexo... circunstancia que estoy segura que complacerá a los pacientes Toros, todos los cuales han esperado mansa y silenciosamente que volviéramos a un tema que les interesa mucho. Nadie que emplee una droga destinada a estimular la expansión mental, con el fin de aumentar sus sensaciones, se aproximará ni remotamente al apogeo de la expresión y la experiencia sensual que alcanzan dos Tauro que son almas gemelas (no todos lo son) al hacer el amor. Una persona drogada puede instalarse sobre una seta (de grandes dimensiones, por supuesto) y sumirse en un éxtasis profundo, contemplando el aroma de una pastilla de jabón, las intrincadas nervaduras de un pétalo de margarita, el sabor exquisito de una gota de agua, así como su explosiva fuerza vital... la textura de una astilla o la sinfonía sonora del tic tac de un reloj. Pero esta dama o este caballero alucinado no puede competir con dos amantes Tauro. Un Toro de uno u otro sexo puede pasar horas y horas infinitas tumbado sobre la Tierra fecunda y fragante, debajo de la misma seta (lo cual es mucho más cómodo, con abundante espacio para estirarse), contemplando extáticamente el aroma de la piel del ser amado; el intrincado, delicado, mágico mapa sideral aracnoideo de las líneas de la mano del ser amado; el tacto cantante del cabello suave; el sabor delicioso del lóbulo de la oreja... o el atronador crescendo del corazón palpitante del ser amado. Los Tauro no suelen ponerse a recitar poesías (aunque frecuentemente rompen a cantar) mientras hacen el amor, y no son desmedidamente sensibles a las connotaciones emocionales más delicadas del sexo, pero ciertamente son receptivos a sus posibilidades sensuales. El Toro no experimenta la carencia de un sexto sentido tanto como la mayoría de las otras personas, porque es muy consciente a los otros cinco y está muy concentrado en ellos. Entre dos Toros bien avenidos pocas veces se producen discrepancias serias en el contexto de la unión sexual, excepto quizá cuando uno de ellos se niega a hacer el amor porque está enfurruñado (o enfurruñada) por algún motivo. Es entonces cuando le vendría bien el sexto sentido. Éste ayudaría a uno de los Toros a desarrollar una mayor sensibilidad telepática acerca de la razón por la cual el otro se muestra tan testarudo, utilizando su percepción extrasensorial para identificar lo que desea realmente el temporalmente frígido... algo que yo puedo decirles que no se debe descuidar, cualesquiera sean las apariencias. (Probablemente sólo se trata de un deseo secreto de hacerse rogar.) En otras áreas de su relación, el hombre y la mujer Tauro tienen el potencial necesario para acumular una cantidad apreciable de dinero y bienes materiales... que, creedme, se las ingeniarán para conservar. Ambos son sentimentales, cálidos y cariñosos, y su comportamiento emocional es guiado apaciblemente por su regente

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adoptivo, Venus, que influye sobre su naturaleza con mucha ternura y mansedumbre, aunque ocasionalmente también los tienta y los induce a todo tipo de exceso, incluso en la alimentación, en la bebida, en la avidez de dinero, en el sexo y en cualquier otro contexto que podáis imaginar (con la ya citada excepción de las drogas, de las que sólo muy raros Toros se sienten tentados a abusar). Estos dos son igualmente fuertes, pacientes y emocionalmente estables... excepto durante aquellos muy esporádicos accesos de furia ciega, que normalmente sólo se producen más o menos cada década, accesos en los cuales los Toros se excitan realmente... ¡y entonces mucho cuidado! Como dije en un párrafo anterior de este capí tulo, el hombre y la mujer Tauro forman una pareja perfecta. En cuanto a los problemas de comunicación que puedan producirse de cuando en cuando entre ellos, el Toro sabe perfectamente cómo decir «Lo siento» y «Te necesito» mediante el lenguaje de signos taurinos... y su mujer Tauro sabe exactamente cómo interpretarlo. Tratándose de estos dos, un contacto de manos en la oscuridad basta para eliminar la necesidad de pronunciar una sola palabra. ¿Los dejamos ya? Quizás habéis notado que durante la lectura de las últimas páginas todo se ha sumido en un gran silencio v un gran sosiego. Esto significa que el Toro y su pareja se están comunicando... y no quieren que los molesten. Ahora no seáis groseros e indiscretos, y no intentéis leer sus auras. Dejad en paz a estos enamorados. No fastidiéis al Toro, y el Toro no os fastidiará a vosotros. En otras palabras, ocupémonos de nuestros asuntos. Así como los Tauro siempre se ocupan de los suyos.

TAURO

GÉMINIS

Tierra - Fijo Negativo Regido por Venus (también por el planeta Pan-Horus) Símbolo: el Toro Fuerzas nocturnas Femenino

Aire - Mutable - Positivo

-

-

Regido por Mercurio Símbolo: los Gemelos Fuerzas diurnas Masculino -

La relación TAURO-GÉMINIS Sin pensar ni un momento en lo que podía sentir un semejante privado tan bruscamente de su compañero más íntimo, Peter se preguntó inmediatamente cómo podría sacar provecho de la catástrofe... Los hombres y mujeres Tauro son individuos callados, estables, prácticos, que procuran ocuparse de sus propios asuntos. De cuando en cuando pueden ser feroces, pero durante la mayor parte del tiempo conservan una calma admirable. Un Toro puede mirar de frente el ojo de un huracán, si es necesario, sin conmoverse ni pestañear. Sin embargo, su fuerza maravillosa y tenaz obstinación apenas pueden competir con la deslumbrante agilidad de una pareja de Gemelos, capaces de revolverse y esquivar inteligentemente cualquier amenaza terrenal... Los Gemelos son, por supuesto, dos personas distintas disfrazadas de una sola, que se autodenominan Géminis. Compadeced a los pobres Toros que se enfrentan con estas dos personas veloces, de pies ágiles, de mente aguzada, que zigzaguean y los confunden, haciéndoles creer todo el tiempo que enfrentan a un solo torero. Es difícil entender cómo alguien puede divertirse atormentando cruelmente a una colosal y noble bestia cuyo único deseo consiste en que la dejen sola, en paz. Uno casi desea que el Toro dé en el blanco, con una súbita y furiosa embestida de sus cuernos. A veces, esto es lo que sucede. Y ésta es una

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advertencia justa para el Géminis descarriado, que no sospecha cuán desagradable es sentirse inesperadamente acometido desde atrás, cuando estás sonriendo y haciendo reverencias y pavoneándote gallardamente... sin mirar a tus espaldas. Tengo un vecino Tauro, cuya hija, también Tauro, se enamoró de un seductor Géminis. Cuando transcurrieron seis meses sin que ella lo hubiera traído a casa para presentarlo a la familia, al Tauro se le despertó la curiosidad y finalmente empezó a preocuparse. «¿Qué significa este misterio? ¿Te avergüenzas de él? ¿Acaso este tipo tiene dos cabezas o algo así?». (Esto último lo preguntó sin imaginar que estaba muy cerca de la verdad.) Una tarde, se encontró con su hija y el amigo Géminis de ésta en la calle, y los tres ( ,los cuatro?) se fueron a comer juntos y pudieron conocerse. El Toro descubrió, regocijado, que su futuro yerno era un hombre espabilado, apuesto, cortés y versátil. (i Vaya si era versátil!). Hablaba seis idiomas, pilotaba su propio avión, se había graduado en dos universidades y tocaba el saxofón. Mientras comía el soufflé de queso, el Géminis habló brillantemente de su carrera (era asesor de relaciones públicas), de sus ideas políticas y de sus creencias religiosas. Cuando el hipnotizado padre Tauro admiró la enorme sortija de diamante que refulgía en una de las manos expresivas y artísticas del Géminis, éste le informó: «Es un legado de familia que perteneció a mi bisabuelo, y está asegurado en siete mil dólares». Sin duda ese hombre disfrutaba de una estabilidad económica que lo colocaba a la altura de su hija. Por fin, el Géminis comentó que debía correr a entrevistarse con su agente de Bolsa, hizo un ademán de despedida, sonriendo, y desapareció. Olvidó pagar la cuenta, pero ése había sido obviamente un descuido. Al fin y al cabo tenía muchas preocupaciones: sus clientes, sus inversiones en Wall Street... y su romance. A la semana siguiente, un capricho del destino quiso que el Tauro se hiciera cortar el cabello por un peluquero que resultó ser cuñado del Géminis, y así se descubrió la ver dad. El Géminis no era asesor de relaciones públicas, sino asistente de un veterinario. Tenía dos esposas y cinco hijos que había omitido mencionar. Sus títulos académicos consistían en un diploma de equivalencias del bachillerato. El avión era un modelo monomotor que hacía volar en el parque los domingos. Y el «diamante» era uno de esos circones falsos que vendía por correo, para redondear la tarifa de sus lecciones de saxofón, instrumento que casualmente tocaba bastante bien. «Yo lo definiría como un joven Hymie Shertzer, pero con un sentido realmente pop del jazz, si es que me entiende», musitó el cuñado barbero. Linda música para los oídos, sí señor. ¿Cómo reaccionó el padre Tauro frente a esta grosera traición, que afectaba a su hija adorada y a su propia perspicacia para juzgar a los demás? Con la furia ciega y la cólera violenta de un Toro al que le han mostrado el trapo rojo más veces de las tolerables. Afortunadamente, cuando llegó al apartamento del Géminis, los «Gemelos» acababan de partir rumbo a México, para incorporarse a un conjunto de rock que iba a hacer una gira por Sudamérica. Sin embargo, el Géminis volvió dos años más tarde, experimentó la necesidad sentimental de visitar la escena del crimen romántico, y le hizo una visita a su antigua amiga Tauro. Al principio ésta se negó tenazmente a aceptar sus disculpas, pero al cabo de media hora lo había perdonado (el encanto de Géminis) y se había derretido en sus brazos. Otro capricho del destino quiso que en ese preciso instante el Toro padre entrara por la puerta. (Quiero decir que en verdad casi entró a través de la puerta.) Os ahorraré los detalles macabros. Más tarde, cuando les quitaron las puntadas, los Gemelos partieron nuevamente a México, esta vez para radicarse definitivamente allí. Fue una medida sensata. El hombre, la mujer o el niño Tauro tarda mucho en aprender, pero nunca olvida la lección aprendida. Nunca. El elefante es un animal olvidadizo, cuando se compara su memoria con la del Tauro al que lo han herido una vez. Naturalmente, no todos los (o las) Géminis mantienen a sus personalidades gemelas tan separadas como el saxofonista viajero. La mayoría de ellos (o ellas) se las ingenian para fusionar sus dos personalidades distintas en un ser humano espabilado, inteligente interesante, razonablemente honesto y reconfortantemente adaptable. De todos modos, la capacidad de Géminis para saltar de un punto de vista a otro, cuando ello le parece necesario para su supervivencia, puede producirle al Tauro la sensación desagradable de que sucede algo que él (o ella) no puede captar muy bien... o en lo que no puede confiar.

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Ésta es una configuración de signos solares 2-12, lo cual significa que Tauro es el signo situado inmediatamente por detrás de Géminis en la rueda kármica. En consecuencia, Géminis guarda en el alma el recuerdo de las oportunidades que se pueden perder, por un exceso de cautela taurina. Por ello los Géminis de ambos sexos, y de. todas las edades, se cuidan mucho de evitar las rutinas mentales, o cualquier otro tipo de estancamiento, en esta encarnación. Sin embargo, los Gemelos comprenden la renuencia de Tauro a cambiar la seguridad por lo desconocido, y lo comprenden mejor que la mayoría de los otros signos solares porque, en un sentido inconsciente, ellos «han pasado por esa experiencia». En cuanto a los Toros, como Géminis sigue a Tauro en el círculo astrológico, todos los hombres y mujeres Tauro intuyen vagamente que tienen algo que aprender de estos individuos espabilados y listos. Pero a Tauro le resulta difícil entender aquello que Géminis quiere enseñar. A los Toros les gustaría poder tomar la vida con más informalidad, pensar expeditivamente, desprenderse del pasado sin remordimientos y emprender alegremente una nueva aventura cada día. Él —o ella— anhela ansiosamente la libertad espiritual, chispeante y tentadora, que Géminis, situado unos pasos más adelante, agita constantemente en las narices del Tauro más lerdo. Pero... ¿y si alguien irrumpiera en la casa y robara los bienes preciosos del Toro mientras él (o ella) está fuera, cazando luciérnagas con los Gemelos? ¿Y si por casualidad tropezara, y se rompiera el dedo gordo del pie, mientras practica aerobismo a la par de los Gemelos? ¿Y si el aire nocturno le produjera anginas al Tauro? ¿Quién estará esperándolo en casa para atenderlo y cuidarlo? Siempre es más fácil venderle un seguro de vida o de salud a un Tauro que a un Géminis. Una situación astrológica típica es aquella en que un vendedor o vendedora Géminis, que trabaja para la agencia de seguros de un Escorpión, engatusa a un cliente Tauro y le hace firmar una pila de pólizas y títulos diversos. Generalmente los Toros andan con tiento para no dejarse embaucar por los camelos de Mercurio, excepto cuando se trata de comprar seguridad y protección invulnerables para sus familias y sus bienes, y más aún para sus ingresos futuros. Entonces, los Toros se convierten en dóciles instrumentos en manos del Géminis astuto y seductor. A menudo el Géminis más liberal y razonable interpretará como un terco prejuicio el empecinamiento dogmático del Toro en atenerse a los hechos probados y verificados. A la inversa, el Toro típico piensa que siempre es posible que un aserto aparentemente correcto de la brillante lógica geminiana encubra una falacia o un engañó detrás de la volubilidad exterior. Lo que inspira a los Tauros su desconfianza inicial frente a los Géminis es la asombrosa locuacidad de los Gemelos. Cualquier individuo capaz de ejecutar semejantes malabarismos con las palabras, y de urdir con ellas relatos tan hipnóticos y llenos de ingenio y emoción, despierta las sospechas de los Toros más lacónicos, que tienden a medir cada palabra de sus raros discursos. El hombre o la mujer Géminis casi siempre es excepcionalmente elocuente, aparentemente lógico y claro, en sus exhibiciones verbales. Sólo un Libra puede competir con los poderes de persuasión del Géminis. Pero a Tauro no lo persuaden con tanta rapidez. No todos los Géminis emplean métodos dialécticos absolutamente honestos. Algunos de ellos se evaden del tema, caen en circunloquios, e incitan al Tauro a gritar, coléricamente: «¿Quieres ir al grano? ¡Basta de racionalizar!». Géminis también tiende a utilizar formas de expresión difusas y repetitivas, en razón de lo cual a veces sus amigos, parientes, socios, amantes o consortes Tauro adoptan el hábito fijo de desconectarse, sencillamente, después de la tercera o cuarta reiteración. La astróloga Evangeline Adams (nieta de John Quincy Adams, bisnieta de John Adams, ambos presidentes de los Estados Unidos), destacó en una oportunidad la típica destreza verbal de Géminis, y puso como ejemplo la Epístola de San Pablo a los Romanos, del Nuevo Testamento. Los versículos 25 a 29, del segundo capítulo, y los versículos 1 a 11, del tercer capítulo, son una obra maestra de locuacidad y simpatía geminianas, en cuya confección intervino la ambigüedad de Mercurio. San Pablo, que seguramente era un Géminis, estaba obligado a decir a los gentiles romanos que la circuncisión no era un requisito imprescindible para la salvación. Al mismo tiempo, tenía un compromiso con los judíos, a los que les había dicho anteriormente que sí lo era. Sus esfuerzos por resolver con éxito esta contradicción son realmente un ejemplo clásico de lo que puede lograr la mente geminiana en sus momentos más agudos y felices, al confundir sagazmente a cada una de las partes mientras corteja irresistiblemente la aprobación de ambas. Es fácil entender por qué los Géminis sobresalen en política. Saben fusionar opiniones antagónicas y colgarlas de un hilo de veracidad, edulcoradas con simpatía y lógica, hasta crear un aura de paz e idealismo por todas partes. No en vano a Géminis lo llaman el «comunicador». El presidente John F. Kennedy fue un Géminis muy típico, en todo sentido.

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El desapego vivaz de Géminis puede ofender y ofuscar a Tauro, por turno, porque los Toros interpretan el desapego como un testimonio de que los ignoran groseramente o de que los tratan con arrogante condescendencia, y ninguna de las dos alternativas les resulta particularmente placentera. Algunos Toros llevan durante muchos años las cicatrices del rechazo real o imaginario de un signo de Aire. Esto es lo que genera a menudo esos accesos de terco empecinamiento. Los Géminis no consiguen entender, aunque en ello les vaya la vida, cómo alguien puede incurrir en la porfía de hacer oídos sordos a toda lógica y razón. Sin embargo, una o dos palabras afectuosas, un brazo pasado por encima del hombro, o un cálido y cordial apretón de manos (cualquier forma de contacto), derretirá el tierno corazón de Tauro, regido por Venus, como si fuera mantequilla colocada al Sol. A pesar de ser muy sagaces, frecuentemente los Géminis no atinan a comprender esta fórmula mágica para ablandar la fija y firme posición mental o emocional de Tauro. La frialdad que proyecta ocasionalmente el signo mental de los Gemelos no hará más que congelar al Toro, transformándolo en un bloque más sólido de tierra obstinada. (El suelo congelado es más difícil de excavar, como sabéis, que la tierra blanda y fecunda, despertada por el beso del Sol estival.) Los Géminis siempre buscan atajos. Muy bien, Gemelos, aquí tenéis un atajo para vuestra compatibilidad con los Toros. La causa más común de tensión entre vosotros es el hábito taurino de sentir, cuando lo que él (o ella) debería hacer es pensar... y vuestro propio hábito de pensar, cuando lo que deberíais hacer es sentir. No tratéis de encandilar a los Toros con vuestro brillo... desconcertadlos con fuertes abrazos.

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Mujer TAURO Hombre GÉMINIS A Wendy también le dolió descubrir que el año pasado no era más que un ayer para Peter; a ella le había parecido un año de espera muy largo. Pero él estaba exactamente tan fascinante como siempre... Mientras la mujer Tauro está sentada bajo el rosal, bordando cuidadosamente una tela con las palabras «Hogar, dulce Hogar», el hombre Géminis hace tamborilear sus dedos inquietos sobre el alféizar de la ventana, y tararea su propia variación de la melodía y la letra de la «Canción del camino abierto». Cualquiera que sea el punto de la carretera de la vida donde se han encontrado estos dos (estos tres, si contamos a la invisible personalidad gemela de él), finalmente llegarán a una bifurcación que los obligará a arrojar una moneda al aire para resolver cuál de los dos ramales habrán de seguir: el que conduce a un matrimonio cómodo y convencional, o el que conduce a una relación informal, sin compromisos del corazón. Corrijo: Él arrojará la moneda. Ella consultará a su sentido común, para verificar si ha equivocado el rumbo. Una vez que la chica Tauro esté absolutamente segura de que ama a un hombre Géminis, empezará por hacer todo lo que esté al alcance de su considerable poder para engatusarlo e inducirlo a concertar un contrato definitivo, con ratificación social y legal. Y esta chica posee más armas para la seducción que las que vosotros podéis imaginar: sensualidad erótica, afecto tierno, humor fecundo, unos fantásticos bizcochos horneados en casa, paciencia y fortaleza. Si ninguno de estos poderosos recursos femeninos diera resultado, suspirará suavemente, inhalará profundamente, y asumirá plácidamente el papel de amante, sin dejar de utilizar en secreto esas mismas armas, pero resignada a esperar hasta que él vea la luz. Su filosofía es: «Con paciencia se gana el cielo». La mujer Tauro suele proceder inicialmente con cautela para no enredarse en las matas venenosas del romanticismo. Es posible que tarde en dejarse echar una zancadilla por la luz de la luna y las rosas, y por las promesas frágiles, al principio. Sin embargo, cuando esta dama ha caído, caída está, y se necesita una grúa de acero, o un camión Mack, para levantarla. A veces su sentido común, equipado con tracción en las cuatro ruedas, viene a rescatarla. A veces no. Los Géminis son tan cautos como los Tauro para no dejarse atrapar al comienzo, pero incluso después de capitular al amor, el Pájaro de Mercurio conserva un pie ligero en la alcoba y el otro posado en el umbral de entrada para levantar vuelo inmediatamente, si hace falta. Él le entregará tiernamente uno de sus corazones gemelos para que lo haga suyo y lo retenga, pero conservará el otro para el caso de que el que cedió se ensucie o se rompa, o sufra cualquier otro menoscabo. ¿Para qué le serviría a él un corazón fracturado? Nunca podría venderlo como nuevo. Pensad en la desvalorización. Ésta es una especie de póliza de seguro de Géminis contra la desilusión. En esto es en lo que difieren. (Quiero decir, ésta es una de las cosas en que difieren.) La mujer Tauro, que habitualmente respeta tanto todos los tipos de seguro, no tiene un seguro emocional contra el sufrimiento, una vez que ha entregado su lealtad a otro ser humano. A menos que su Marte o Venus (o Sol) natal esté muy «mal aspectado», esta dama lo soportará todo, desde otra mujer hasta la pobreza. Se desentenderá serenamente de todas las extravagancias e inconstancias de su hombre regido por Mercurio, afligido de fobia al altar, y no siempre, pero sí casi siempre, triunfará. Si en una carta natal existen determinadas cuadraturas u oposiciones planetarias, es posible que sea ella quien le destroce el corazón a él al correr en pos de las quimeras del placer sólo para atormentar a su hombre Géminis, cuyo amor es delicado e igualmente frágil. Pero ésta es la excepción a la regla, y la Tauro media se quedará plácidamente sentada frente a la chimenea, tostándose los dedos de los pies y contando tranquilamente los días que transcurren entre las visitas de su amante. Los amigos de esta mujer sentimental intentarán hacerle ver que posiblemente está desperdiciando su vida, pero no los escuchará. Insistirá tercamente en que las demoras que aplazan su matrimonio son válidas, y que mañana, la semana próxima, el mes próximo, el año próximo... todo se arreglará. Ellos se aman, y el amor puede lograrlo todo, ¿no es cierto? Sí, es cierto. Pero no cuando el amor ciego,

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como a veces lo es el de Tauro. A una mujer Tauro que está convencida de que tiene razón es difícil hacerle entender la verdad... verdad que consiste en que tal vez no esté todo perdido, si ella se da cuenta del peligro que entraña un callejón sin salida. con tiempo suficiente para revitalizar un poco el romance. Pero quizás ella no quiera confesar que el panorama no es tan alentador como podría serlo. Aunque es muy sensata respecto de todo lo demás, puede ser increíblemente necia cuando se trata de su propia seguridad emocional. Si él tiene la Luna en un signo de Tierra o de Agua, o si ella tiene la Luna en un signo de Fuego o de Aire, cuentan con más posibilidades de mantenerse unidos, supliendo recíprocamente sus carencias. Y éste puede ser un arreglo muy satisfactorio. El hombre Géminis se aburre rápidamente de una misma mujer, pero esto no implica necesariamente que le sea infiel. Lo que sucede es que le gusta examinar las diversas caras de la chica que ama, verificar los matices de sus facetas emocionales... algo así como mirarla a través de espejos deformantes, para encontrar distintos estados de ánimo. Pero la mujer Tauro sólo tiene tres estados de ánimo: el de dulce y afectuosa satisfacción, el de melancolía taciturna... y el de cólera furiosa. Es posible que el hombre de Mercurio desee secretamente que ella los alterne con algunos caprichos impulsivos, alguna excitación descuidada o algún juego del escondite en el ámbito emocional, de vez en cuando. Quizás ella aborrezca el cambio, pero la mujer enamorada de un par de Gemelos geminianos deberá aprender a adaptarse a nuevas pautas. Si ella intentara hacer algo nuevo y delirante cada semana, quizá le tomaría el gusto. No tiene por qué ser algo tan extravagante como emprender viajes astrales o reunirse para fumar opio. A lo mejor bastará con que se peine con la raya del otro lado, para variar (cuando una chica Tauro procede así, la señal está clara para el hombre que sabe leerla), o con que cambie la marca de su aceite de baño, o con que mezcle algunas setas con la berenjena. Tal vez incluso podría tratar de pedir excusas cuando se equivoca, en lugar de enfurruñarse. La mujer Tauro tiene una manera especial de tomar partido, y de mantenerse en sus trece, negándose incluso a escuchar disculpas, y más aún a concertar una transacción. Esta chica no se da cuenta de lo cruel y fría que parece, una vez que ha tomado una decisión y ha cerrado la puerta a todo debate ulterior. Desde el punto de vista sexual, es posible que se infiltren en su relación los mismos problemas de antagonismo entre el cambio y la terquedad. Ella quiere que la amen como corresponde, y a su juicio, la expresión física de dicho amor debe ser una experiencia rica y total. Espera de su amante una satisfacción sensual y completa, y la retribuye en igual medida. La mujer Tauro piensa que el sexo es estupendo porque engendra criaturas dulces y mimosas y porque al mismo tiempo genera paz emocional y satisfacción física: una triple bendición. Cuando hace el amor, éste no tiene nada de vaporoso. Ella quiere sentir que su hombre está allí, a su lado, íntegramente allí, todo él y no sólo las partes de su ser que no utiliza mientras sueña despierto. Como es posible que la mente Mercurial de él ande vagando con el viento, también es posible que a ella la disguste lo que interpreta como su falta de pasión terrenal, su actitud informal. Y es posible que a él le disguste lo que interpreta como la intromisión de ella en el ámbito privado de sus emociones, que el Géminis considerará sagrado aun en sus momentos de mayor intimidad. Quizás ella deba persuadirse a sí misma de que le conviene ensayar varias técnicas distintas para bajarlo de la nube en la que está posado y devolverlo a sus brazos. De lo contrario, es posible que él se harte de aletear contra un muro de piedra, y que se torne más desapegado. Sin embargo, quizás él será más feliz de lo que sospecha si permite que ella le muestre el camino que conduce a un afecto más profundo, para lo cual deberá confiar en sus vibraciones venusinas más instintivas, y en su naturaleza mundana, en lugar de andar flotando a la deriva, fuera de contacto, cuando ella lo necesita tanto. Todos los signos de Aire tienden a desconfiar, vagamente, del sexo, a menos que éste haya sido tamizado antes por la imaginación, lo cual lo despoja a veces de su misma esencia. El hombre Géminis quiere diluir su experiencia sexual en dosis variables de ficción y fantasía. Conozco a una mujer Tauro que es inusitadamente clarividente, dada la condición normalmente no esotérica de su signo solar. (Sabed que esto sucede, incluso, con las Cabras y Vírgenes de sexo masculino y femenino. El famoso clarividente Peter Hurkos es un Toro... con Neptuno en poderoso trígono, claro está.) Esta dama Tauro específica estuvo profunda y sinceramente enamorada de un Géminis peripatético de California, durante más años de los que podría olvidar, y quizás aún lo está, con su testarudez típica. Entre sus respectivas cartas natales había varios trígonos de Neptuno y éstos creaban una rara telepatía emocional que ellos utilizaban para comunicarse sin necesidad de recurrir al teléfono o el correo. A veces, su extraña percepción

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extrasensorial los unía cuando estaban a muchos kilómetros de distancia, y no sólo mental y emocional y espiritualmente. También generaba entre ellos una unidad física. Una vez me comentó que le había dicho a él que creía estar casi en condiciones de... concebir un hijo mediante su poderosa proyección mutua, y que no se sentía preparada para ello, porque no estaban casados. (El humor realista de Tauro.) Ésta es una unión poderosa. Poderosa, en verdad. Pero los deseos gemelos y geminianos de él nunca se fusionaron en un solo sueño en el que ella pudiera confiar. Finalmente, le leyó el pensamiento (invirtiendo su truco mercuriano), no vio allí nada más que promesas efímeras, y cortó el cordón telepático que los unía con las frías y afiladas tijeras de la decisión taurina. Ahora él ya no puede alcanzarla, ni astralmente ni por otra vía. Ella se niega a atender su teléfono —o su corazón—cuando suenan. Sabe cuándo es el Géminis quién la llama. Pero no se conmueve. Esta mujer Tauro clarividente sigue siendo un Toro. El talento metafísico no hace mella en su voluntad de hierro... una vez que ha tomado una decisión firme. O sea que el hombre Géminis no siempre es inocente cuando su relación con un chica Tauro se embrolla tercamente. Él puede atarse a su propia rutina. Podría detenerse, durante una de las revoluciones del tiovivo de luces y sonidos cambiantes, y preguntarse si aún sigue oyendo la misma música del organillo que oía cuando montó en él para dar la primera vuelta. Una melodía sin palabras... una historia sin fin... una rotación alrededor de un círculo que no lleva a ninguna parte sino de nuevo al principio. ¿Cuántas anillas de bronce debes coger para que tintineen en tu bolsillo... donde se enmohecen y se empañan... hasta manotear la de oro macizo?

Hombre TAURO Mujer GÉMINIS Él amaba las flores (según me han contado) y la dulce música (él mismo no era un mal intérprete de clavicordio); y, seamos francos, la naturaleza idílica de la escena lo conmovió profundamente. Dominado por lo mejor de su personalidad habría vuelto renuentemente al árbol... Alguien escribió-alguna vez un poema acerca de un hombre al que nada podía detener: «ni la lluvia, ni la tormenta, ni las tinieblas de la noche podían disuadirlo de recorrer el trayecto estipulado». La cita ha sido aplicada a un cartero. Pero ciertamente debía de tratarse de un cartero Tauro, que probablemente iba a entregar una misiva romántica. La pasión lenta, devoradora, del Toro, no se estimula fácil ni rápidamente. Crece en él, podría decirse, casi insidiosamente, infiltrándose poco a poco, y acumulando una gran fuerza a medida que prosigue su desarrollo furtivo. Una vez que los sentidos de este hombre han sido cautivados, o que se ha conmovido su corazón gobernado por Venus, raramente, o nunca, se retractará de su elección (a menos que su Luna o ascendente esté en Géminis, Sagitario o Piscis). Su actitud instintiva respecto del compromiso es de consagración total, y perseverará hasta el amargo (o dulce) final, afrontando la lluvia, la cellisca, la nieve... e incluso, a menudo, los inesperados huracanes de cólera o los tornados de emoción de la chica Géminis. El hombre Tauro funciona, por sí solo, como los antiguos servidos de diligencias. Nada ni nadie, ni los reparos por su reputación (que normalmente es lo que más le preocupa), ni las opiniones negativas de parientes o amigos, detendrán o harán vacilar aunque sólo sea ligeramente a este hombre, en general sensato, cuando se ha enamorado. Apenas un Tauro normalmente práctico cae en una red romántica, su sentido común queda sepultado bajo el nuevo sentido que acaba de descubrir, el sentido de tocar, oír, oler y ver a la chica de sus mansos pero no por ello menos profundos ensueños. Es capaz de formular promesas de fidelidad eterna, y de cumplirlas: fiel, estable y leal casi hasta lo inverosímil. Una vez enamorado en serio, Tauro lo está para siempre. Si la relación no se encamina hacia un final feliz, es posible que el Toro languidezca con el corazón destrozado, o que se ahogue en otras experiencias sensuales, como la de convertirse en un alcohólico melancólico (uno de los errores más espantosos que puede cometer un Tauro), o en un gourmet glotón, condición igualmente antinatural para un Tauro, puesto que los ins tintos más refinados del Toro lo inducen a evitar los excesos de cualquier tipo. Esto suena como la materialización del ensueño romántico imaginario de toda chica. Menos de la chica

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Géminis, cuyos ensueños de amor no son tan omnímodos ni tan mundanos. Géminis es etérea. Géminis vuela libremente, como una corneta, zarandeada a veces por el viento, cayendo, para volver a levantarse luego merced al capricho de una brisa pasajera... pero remontándose siempre maravillosamente, captando el sol que se filtra entre las nubes y devolviendo su reflejo. Una vez el comediante Orson Bean describió con mucha precisión a una chica Géminis que conocía. Le preguntó: «¿Cuándo cae el cumpleaños de tu marido?». Y ella exclamó inmediatamente: «¡Cielo santo! No tengo marido». «Lo dices como si no te gustaran los hombres», comentó él entonces, sorprendido. «¡Adoro a los hombres! A los que no soporto es a los maridos.» Bean insistió: «¿Pero por qué? ¿Qué tienen de malo los maridos?». Géminis reflexionó durante sólo un segundo, antes de responder: «Bueno, son tan condenadamente posesivos. Por ejemplo, pretenden saber con quién estás citada, y...». Su voz se apagó progresivamente. Ahora bien, a la persona media que lea esto, y seguramente a los Toros que lo lean, la respuesta de la chica Géminis les parecerá el testimonio de una atroz promiscuidad sexual. No así al astrólogo. Yo analizo su contestación desde otra perspectiva, porque entiendo las ambigüedades de Mercurio. Veréis, ella era leal a su personalidad gemela, nada más. Para Géminis, una «cita» puede implicar una sesión inocente con la peluquera, una entrevista con el maquillador, una visita al dentista para hacerse colocar una corona, una consulta con el psiquiatra o un encuentro con su cuñado. Esta mujer siempre está concertando citas para entrevistarse con los demás, y después llega tarde o las olvida por completo. No se trata que busque un amorío o un enredo sexual fortuito, sino sólo el encuentro con alguien cuya compañía sea amena, y con quien sea interesante conversar. Con alguien que estimule su imaginación. Por lo menos, así es como empieza, y generalmente no pasa de allí, si la entienden bien. Recordad que, a veces, ella se desdobla, ¿y cómo es posible que un hombre tenga conformes a dos chicas a toda hora del día y la noche? Veréis, después de un tiempo esto se convierte en una especie de problema matemático. (Tal vez Tauro no lo vea.) No es inevitable que su necesidad de ir de un lado a otro, y de alternar en compañía de personas de ambos sexos, destruya una relación. Géminis puede estar profundamente entregada a un hombre, aunque necesite, de cuando en cuando, la compañía de varias docenas de ellos. Pero no pretendáis hacerle entender esta necesidad a un Toro posesivo. Quiero decir que ella podrá intentarlo, pero correrá un riesgo. Será mejor que le explique todo esto antes de casarse, cuando lo único que él podrá hacer será consumirse a fuego lento y alejarse enfurecido. Si lo deja para más tarde, o sea hasta que él piense que ella le pertenece para toda la vida, exclusivamente, en todo sentido... y sólo entonces le informa que sencillamente necesita salir de casa y brincar con los acróbatas y dar vueltas en la noria gigante de vez en cuando porque se aburre a menudo, y porque de lo contrario perderá la chaveta... es posible que la reacción de él sea la misma, pero que su cólera no sea tan controlada. El hombre Tauro típico no tomará de buen talante el descubrimiento de que su mujer quiere correr más o menos cada quince días al parque de atracciones. Dadlo por seguro. Por supuesto, si su Luna ascendente está casualmente en Géminis, Libra, Acuario, Leo o Aries —o si su Marte o Venus natal está en Géminis, en conjunción con el Sol de ella— es posible que todo salga a pedir de boca. Él tendrá la estabilidad y la sosegada influencia apaciguadora de su signo solar Tauro para bajarle afectuosamente los humos a ella cuando lo necesite, pero también el «aire» suficiente para avivarle los entusiasmos, o el «fuego» justo para captar él mismo la chispa de la libertad de ella. En cuanto a ella, si su Luna o ascendente está en Tauro, Virgo, Capricornio, Piscis o Cáncer (ayudará que su Marte o Venus esté en Tauro), se conformará con pasar gran parte del tiempo (no todo) mimosamente sentada a sus pies, dejando que él le rasque la cabeza mientras ronronea como una gatita o muge para imitar su lenguaje de apareamiento. De lo contrario, a él le resultará difícil comunicarse con ella, y a ella le resultará difícil lidiar con él. Por ejemplo, en el área económica. A ella le encanta gastar el dinero, y él es francamente partidario de ahorrarlo. En el área de los alimentos. A él lo obsesiona la idea de consumirlos (aunque generalmente no en exceso, lo cual depende de las circunstancias), y ella probablemente aborrece cocinarlos. Las ensaladas las puede preparar con una mano atada detrás de la espalda. Cualquier plato más complejo preferiría dejarlo por cuenta del chef de su restaurante francés favorito. A él le resultará muy difícil entender los cambios de humor mercuriales de ella, v esta chica puede cambiar de humor como algunos cambian de camisa en una zona tropical. Todo empezó cuando era niña. Primero quiso ser monja. Después quiso ser cura. Cosas por el estilo. Ahora pasa fulminantemente de la alegría a la depresión, de la generosidad a la avaricia. Primeramente anhela

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ser actriz, después desea graduarse de antropólogo. Es comprensible que el Toro se ponga nervioso cuando ella practica uno de sus rápidos cambios. Una tarde él llega a casa, le da un fuerte y afectuoso abrazo de oso, y ella lo sobresalta cuando casi se le desmaya en los brazos. TAURO: ¿Qué te sucede, cariño? Estás blanca como una sábana. GÉMINIS: Oh, me siento tan débil, querido. Por favor, ayúdame a llegar hasta el sofá. TAURO: ¿Pero qué te pasa, nena? GÉMINIS: Veo manchas de colores delante de los ojos y la habitación da vueltas. Estoy tan mareada. Y siento un dolor agudo en la cabeza. Tengo los dedos y los brazos entumecidos. Mira... no puedo moverlos. TAURO: ¡Dios mío! Llamaré inmediatamente al médico. Ahora quédate acostada y quieta. No te muevas. GÉMINIS: ¿Puedo apoyar la cabeza sobre tu hombro? TAURO: Por supuesto. (Pasan cinco segundos. de reloj.) TAURO: ¿Cómo te sientes, tesoro? (Levanta el auricular y se dispone a marcar el número del médico.) GÉMINIS: ¡Estupendamente! ;Vamos a nadar! ;Hagamos una carrera hasta la piscina!

Oh, no sé. Supongo que quizá, después de todo, un Tauro está en mejores condiciones que la mayoría de los otros hombres para lidiar con este comportamiento. Hay que reconocer que se necesitan nervios de acero para enfrentar una escena como ésta, varias veces por día. Y la mayoría de los Toros tienen nervios de acero.

Su relación sexual puede ser igualmente cambiante. Una noche ella se acurrucará contra él, inmediatamente después de cenar, y le susurrará: «Rudolph, esta noche quiero que nos acostemos temprano y que simulemos que estamos en nuestra luna de miel, en aquella cabañita de las montañas de Suiza>. Bueno, ciertamente después de semejante insinuación no hay que darle al Toro un mazazo en la cabeza. TAURO: (con pasión palpitante). Espera que apague las luces, cariño. Enseguida estaré contigo. GÉMINIS: (ya en la alcoba). ¡Date prisa, querido, date prisa! ¡Oh, pero mira la Luna! Es tan hermosa, y las estrellas están tan brillantes. Creo que le haré llegar un deseo a una de ellas... TAURO: (que ya está arrebujado bajo sus mantas favoritas). Tesoro, ¿quieres hacer el favor de apartarte de esa ventana y de venir aquí, cerca de mí? GÉMINIS: Está bien ¿pero sabes dónde está el metro? Quiero medir algo inmediatamente. TAURO: ¿Qué es lo que quieres hacer? GÉMINIS: Quiero medir esta pared, para comprobar si hay espacio suficiente para hacer instalar aquí una chimenea, como la que teníamos en la cabaña de nuestra luna de miel. ¿No sería romántico? Alcánzame el teléfono, ¿quieres, Rudy? Sé bueno. Voy a llamar a los carpinteros ahora mismo, antes de que cierren el taller. Enciende la luz. No puedo encontrar la guía telefónica en la oscuridad, por amor de Dios. Sí, hay que tener nervios de acero. Los Tauro son amantes sensuales, con proclividades eróticas y muy apasionados. Géminis aborda el sexo como si sólo fuera otra aventura excitante que transporta al mágico mundo de hadas de la imaginación. Todos los Toros tienen un sentido del humor bastante elemental (a veces un poco grosero) respecto del sexo, pero es posible que él no le encuentre nada de gracioso al hecho de que ella se evada a cada rato de sus intimidades compartidas para sumirse en su propio mundo privado de fantasía. Este hombre desea estrujar a una mujer de carne y hueso, no a un hada vaporosa ni a un cuerpo astral. La mente de ella es su propio campo de juegos, poblado de imágenes fascinantes, pero estas cosas son demasiado intangibles para un Toro, que tiene los pies firmemente plantados en la realidad. Deberán ponerse de

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acuerdo. Lo que más confundirá al hombre Tauro en la relación con su amada Géminis puede resumirse en una pregunta sencillísima: ¿Quién es ella? ¿Es realmente la mujer que le pertenece, la que durante muchísimo tiempo ha esperado poseer... o es sólo el producto de sus quimeras? Él desea realmente remontarse con ella, volar hasta las nubes, pero no está seguro de saber cómo hacerlo, y estos versos describen su anhelante desconcierto: ¿Eres Tú? O acaso sólo se trata de que te he revestido con esas túnicas de amor que atesoro desde aquellos tiempos en que mis castillos de arena eran tan vastos que se podía pasear por su interior... y tan sólidos que resistían las mareas no recuerdo quién fue el primero que dijo «ojos que no ven corazón que no siente» pero fuera quien fuere se equivocó suponiendo que trepe hasta la copa del árbol y descubra entonces... que no eres realmente Tú ¿cómo volveré a bajar por mis propios medios? siempre he temido a las alturas*

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TAURO Tierra - Fijo - Negativo Regido por Venus (también por el planeta Pan-Horus) Símbolo: el Toro Fuerzas nocturnas Femenino

CÁNCER Agua - Cardinal Negativo Regido por la Luna Símbolo: el Cangrejo Fuerzas nocturnas Femenino -

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La relación TAURO-CÁNCER Te diré dónde están... ya están en casa bajo tierra, una morada realmente deliciosa...

Los Cangrejos de Cáncer aman a sus madres, sus hogares, el dinero, los bebés y la comida. Los Toros de Tauro aman el dinero, sus hogares y sus madres, la comida y los bebés. Ya veis que estos dos signos solares son inusitadamente parecidos, si se exceptúan unos pocos cambios menores en el orden de prioridades. Lo que queda en claro inmediatamente respecto de los Cangrejos y los Toros, si estudiáis astrología, es que ambos desean que la gente sea amable con ellos. En verdad necesitan desesperadamente que la gente sea amable con ellos (aunque es posible que no os deis cuenta de ello, a juzgar por la forma en que estos dos se comportan, a veces). Lo más amable que un Cáncer puede hacer por un Tauro consiste en guisarle una cena opípara (que ambos disfrutarán), y en sentarse luego en su compañía para conversar acerca de la forma de ganar dinero (que también disfrutarán ambos). Lo más amable que un Tauro puede hacer por un Cáncer consiste en comprarse un almanaque para seguir la pista de las fases de la Luna, y abordar sus cambios de humor en consecuencia. Los Cáncer son regidos por la Luna, de modo que los afecta su influencia voluble y fluctuante. Como los Toros, que son gente práctica, tienen demasiado sentido común para dejarse manipular por la Luna, esto los induce a apiadarse automáticamente de Cáncer. lo cual complacerá inmensamente a los Cangrejos. No se trata de que éstos busquen conscientemente la compasión, sino de que les gusta saber que la gente comprende sus problemas y no los acusa siempre de exagerar las tragedias cotidianas de la vida. ¿Cómo se podría exagerar una tragedia, por amor de Dios? Una tragedia es una tragedia. así como una rosa es una rosa. Y los Cáncer se toman sus tragedias en serio. No sólo son serios durante casi todo el tiempo, sino que también son cautelosos. Tan serios y tan cautelosos como los Cangrejos John D. Rockefeller, Nelson Rockefeller, v otras «rockas» diversas. Tienen períodos depresivos de negra melancolía que espantarían de la repisa de la chimenea al propio Cuervo de Edgar Allan Poe. Después tienen un arrebato de «comicidad», y su delirante humor lunar hace reír a todo el mundo. ¿Pensáis que un comediante de facciones tristes, adustas, es un contrasentido? Imaginad al difunto actor de cine Arthur Treacher. (Ya sabéis, el que siempre representaba el papel de mayordomo.) ¿Decís que una esposa y madre compulsiva, llena de temores e inseguridades, siempre preocupada por su prole. cuya carrera consiste en hacer reír a la gente, es un contrasentido? Imaginad a la comediante norteamericana Phyllis Diller. Dos Cangrejos. Además, los dos consiguieron colmar sus nidos de huevos verdes con sus excentricidades de pájaros locos, como buenos Cangrejos. (Verde es el color de los billetes.) A veces, las personas lunares son silenciosas y tímidas, y otras veces te aturden con su cháchara. Como he dicho, cambian de humor. A pesar de lo mucho que tienen en común, al Tauro le resulta difícil entender los estados de ánimo del Cangrejo. Los Toros piensan que llorar y gemir frente a una situación implica malgastar el 'tiempo y el

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sentido común. Los Tauro raramente lloran o gimen (aunque a veces mugen) y casi nunca están taciturnos. Sin embargo, cuando los hombres, mujeres o niños Tauro plantan cara y tienen un acceso de melancolía, por muy esporádico que éste sea, no es broma. Están abatidos en serio. Cuando a un Toro se le antoja sumirse en una depresión, convenceos de que ésta será auténtica y profunda, y de que durará meses... incluso años. Y no la interrumpirán ridículos ataques de risa. Los estados de ánimo de Cáncer, en cambio (¿hay algún Libra presente?), generalmente no duran más que unas pocas horas, unos pocos días, en el peor de los casos... y abarcan una vasta gama de emociones, desde el humorismo tierno hasta la crítica mordaz, desde la conversación inteligente y vivaz hasta la trémula timidez. Saltan de la risa a las lágrimas, de la fe al cinismo, de la amargura al regocijo... y después te espetan: «¿Por qué dices que yo soy voluble? Es contigo con quien resulta imposible entenderse». Como los Cáncer son muy sensibles, captan el talante íntimo de las personas, y por tanto son generalmente comprensivos. Sin embargo, su comprensión desaparece con la misma rapidez con que aflora, sobre todo cuando ellos mismos la andan buscando, cosa que ocurre con frecuencia... y sobre todo si la comprensión implica un préstamo de dinero. Entonces es mucho más posible que su comprensión se extinga, en lugar de desarrollarse. Los Cangrejos se lo piensan dos veces antes de sacar el talonario de cheques. Éste es otro ámbito en el que los Tauro y los Cáncer tienen mucho en común. Los Toros no sólo se lo piensan dos veces antes de sacar el talonario de cheques, sino que se detienen, hacen una pausa, y piensan una vez más, para mayor seguridad. Sin embargo, ambos signos solares son auténticamente generosos con los ancianos y niños. Sólo son un poco mezquinos con todos los que se encuentran entre estos dos extremos. Si se trata de llenar el estómago de un crío con un plato caliente, o de ayudar a un familiar o a un amigo leal a pagar la hipoteca de su casa, el Cáncer y el Toro desecharán sus preocupaciones financieras... y lo mismo ocurrirá si se han enamorado. El romance enternece sus corazones y abre sus carteras milagrosamente. Estos dos no son renuentes a gastar su dinero por avaricia. Lo que ocurre es que piensan en el futuro. Siempre hay que economizar para cuando llegue la época de las vacas flacas, ¿verdad? (Imagino a los Cangrejos y Toros que leen estas líneas, que asienten con un movimiento de cabeza, y que preguntan silenciosa, casi desesperadamente: «¿Acaso no es así?».) Bueno, sí, astrológicamente es cierto. Siempre existe una época de vacas flacas para la cual conviene ahorrar. Llegará inexorablemente, si se la anhela tanto. Aún no he conocido a un Tauro o un Cáncer que no haya visto llegar, puntualmente, la época de las vacas flacas para la que economizó. Hay un antiguo axioma metafísico que advierte: Reflexiona bien antes de desear (o imaginar) algo, porque lo obtendrás. No cabe duda de ello. Absolutamente ninguna duda. Si te consagras a economizar para la época de las vacas flacas, tarde o temprano éstas llegarán en tropel. ¿Por qué no pensar, en cambio, en el amor y la dicha y la seguridad? La misma Ley Universal determinará que estos. «deseos» y pensamientos se materialicen con idéntica certeza. Ahora, respecto de la angustia secreta que alimentan todos los Cáncer y Tauro, o sea, la angustia de terminar un día en el asilo de pobres si no cuidan su patrimonio... tengo una noticia fabulosa para ellos. ¿Todos los Cangrejos y Toros que leéis este capítulo estáis prestando mucha atención? Estupendo. Héla aquí: ¡Ya no hay asilos de pobres! De veras. Dejaron de construirlos hace años. ¿No es una noticia formidable? Así que podéis salir a comprar los artículos de lujo que siempre habéis anhelado: pianos, sellos para vuestros álbumes de filatelia, antigüedades, viejas monedas, caviar, marcos de oro para las fotos de vuestros hijos, cámaras y... ¿qué es eso? ¿Ahora os preocupáis por todos los indigentes, y por las familias de los barrios pobres que no tienen un asilo adonde ir? Válgame el cielo. Supongo, para ser justa, que nosotros, los signos de Aire y de Fuego, deberíamos abordar con más tolerancia el hecho de que el acuoso Cáncer y el terrenal Toro: sean tan propensos a preocuparse. Si no fuera por los Cáncer, nunca habría habido instituciones consagradas a repartir paquetes entre los necesitados, ni orfanatos, ni inclusas, ni sistemas de préstamo y arriendo (¿sabéis que Estados Unidos es un país Cáncer?). Si no fuera por Tauro, nunca habría habido grandes imperios, ni industrias gigantescas que emplean a miles de personas, como el complejo periodístico Hearst (William Randolph Hearst era Toro), ni compañías de propiedades inmobiliarias (casi todas Tauro), ni bancos (casi todos Tauro o Cáncer), ni granjas (casi todas Tauro). Hay que confesar que los rasgos de solicitud, cautela, preocupación y conservadurismo, comunes a Cáncer y Tauro, nos mantienen a todos sanos y salvos. Cuando pensamos en todos los Capricornio y Virgo (y algunos Escorpión) que tienen como colaboradores, sentimos ganas de ir a la catedral de St. Patrick y de prender una vela como testimonio de gratitud por la forma en que ellos nos protegen a todos los demás de nuestras locuras temerarias y de nuestro egoísmo. (O a la iglesia de vuestra elección, por supuesto. ¿Acaso no sabéis que todas las casas de culto utilizan la cera de abeja para sus ofrendas rituales?) Ya que estamos allí, podríamos aprovechar para prender otra vela en homenaje al humor de Cáncer y Tauro. El humor, como la

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pulcritud, está ciertamente a la par de la divinidad. El humor de un lado, la pulcritud del otro, con la divinidad en el centro... como si fuera un emparedado espiritual. (Aunque los Cangrejos y los Toros prefieren los suyos con un agregado de lechuga.) El auténtico humor emana de la tragedia, y por eso los circunspectos Cangrejos y Toros son a menudo tan hilarantes, sobre todo cuando forman pareja en los negocios, en el amor, en la amistad... o dentro del círculo familiar. Durante los entreactos de sus comedias, a veces los Toros se ponen tercos, pero generalmente los Cáncer tienen mucha paciencia con los enfurruñamientos de Tauro. Veréis, es que los Cangrejos también son muy propensos a esos arrebatos. A estos dos dignos solares les gusta comer, y a ambos les encanta guisar. así que tal vez les resulte un poco difícil controlar sus dietas cuando pasen mucho tiempo juntos. Si conocéis a una pareja Tauro-Cáncer, lo mejor que podéis regalarle en Navidad es un libro de dietética. Como Back to Eden. O un vale para comer en un restaurante dietético, con vigencia por no menos de un año. En cuanto a la afición a las bebidas fermentadas, Cáncer es considerablemente más proclive que Tauro a disfrutar de cuando en cuando de un sorbo de vino o de algo más fuerte. El Cangrejo también está mejor pertrechado (en su condición de signo de Agua) para resistir los sorbos. Si el Cáncer induce al Tauro a probar la uva con demasiada frecuencia, tendrán problemas. El Toro aborrece los excesos, y casi nunca incurre en ellos, sean de la naturaleza que fueren, pero cuando comete un desliz, lo comete tal como lo hace todo: en gran escala. Tauro prefiere la leche, porque él (o ella) tiene lo que podríamos llamar empatía por la buena y vieja vaca. Tauro y Cáncer casi siempre se llevan bien. Incluso cuando no se entienden 'o arman grandes alborotos, y pocas veces entablan discusiones acaloradas. Normalmente, cuando los lastiman o los agravian, la reacción de ambos consiste en replegarse para cavilar a solas. Esto no hace más soportables los malentendidos, pero contribuye a mantener un relativo sosiego. Por supuesto, no siempre reinará un silencio total durante sus desacuerdos. De cuando en cuando se oirán algunos murmullos, cuando el Toro se deje caer en un rincón, como una mole de resentimiento, mascullando entre dientes, mientras el Cangrejo está acurrucado en el armario de las escobas, empapando en llanto varios kleenex y emitiendo sollozos ahogados. Igualmente, el suave rumor de los rezongos coléricos (Tauro) y de los lloriqueos afligidos (Cáncer) es más apacible que los alaridos que cabe esperar de los signos solares más explosivos. (Sin contar los casos raros y aterradores que se producen más o menos cada diez años, cuando los Toros creen que están en un bazar de porcelanas y que alguien agita un trapo rojo.) El encuentro del Toro y el Cangrejo está a menudo predestinado y tiene un elemento de compulsión por ambas partes, dado que se trata de una configuración de signos solares 3-11, con fuertes connotaciones kármicas. Su interés recíproco no es meramente informal, y los beneficios o las desgracias que emanan de la asociación tienen generalmente efectos perdurables sobre las vidas de ambos, si continúan viéndose durante algo más que unos pocos meses. Tauro y Cáncer forman un excelente equipo para cualquier tipo de empresas comerciales o industriales, agencias de bolsa, bancos, jardines, guarderías, granjas, actividades políticas o firmas inmobiliarias. El Toro echará los cimientos cuidadosamente, organizará la empresa sensatamente, y el Cáncer la administrará con cauta eficiencia, asegurándose de que sus respectivos esfuerzos obtienen la máxima publicidad. (Es posible que los Cáncer no sean extravertidos, pero se las apañan sorprendentemente bien para conseguir espacio periodístico y para lograr que sus fotos aparezcan en la primera plana o en la pantalla de TV.) Hay excelentes probabilidades de que cualquier sociedad empresarial Cáncer-Tauro prospere y dé siempre utilidades. Si en sus libros de contabilidad aparecen columnas en rojo, probablemente serán el producto de la sangre (mezclada con sudor y lágrimas) que estos dos verterán en cualquier proyecto que estén fanáticamente resueltos a consolidar y a llevar a buen término. Si el Toro tiene la Luna o el ascendente en un signo de Agua o de Tierra (exceptuando Capricornio) y si el Cangrejo tiene la Luna o el ascendente en un signo de Agua o de Tierra (exceptuando Escorpión) —y a veces ni siquiera las posiciones planetarias colocadas entre paréntesis perjudicarán su compatibilidad mutua para el éxito— ambos podrán terminar en el Quién es Quién, y también es probable que descubran que su relación personal es armoniosa y está relativamente despojada de tensiones. Sin esta ayuda de sus cartas natales, empero, podrían producirse algunos enfurruñamientos, rezongos, mugidos y lloriqueos, de cuando en cuando. Igualmente, por lo general a ellos les resultará más fácil llegar a una transacción que a la mayoría de las otras combinaciones de signos solares. Ambos disfrutan de una cierta dosis de placidez que a menudo genera una armonía fundada, simplemente, sobre la necesidad y el deseo interiores de paz y sosiego.

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Como Tauro es Tierra y Cáncer es Agua, es más probable que el Cangrejo aprenda lenta y gradualmente a imitar los hábitos fijos del Toro y no que suceda lo contrario... a pesar de que Tauro está detrás de Cáncer en la rueda kármica de la vida. ¿Por qué? El Agua es flexible y no se resiste, y en ello reside su sabiduría. Asume la forma del recipiente donde la vierten. Cuando el recipiente es un Tauro, la forma es generalmente simétrica y agradable. Dada la sensibilidad de Tauro por la forma, y la de Cáncer por el color, también pueden pintar algunas bellas figuras sobre la superficie del cántaro. Después le colgarán una etiqueta con el precio, lo llevarán al mercado, y volverán juntos a casa con una cuantiosa ganancia.

Mujer TAURO Hombre CÁNCER y Wendy lo abrazó con fuerza. El hombre Cáncer desea secretamente que su mujer lo mime como a un bebé: A la mujer Tauro le encanta malcriar a su hombre. Sumad estos dos datos astrológicos y, ¿cuál es el resultado? ¿Un amor a primera vista? No, no del todo. El Cangrejo no se compromete atropelladamente en nada, ni siquiera en el romance. Las arremetidas no sólo van contra la naturaleza de Cáncer, sino que el Cangrejo no puede avanzar en línea recta. Todos los Cangrejos tienen ese gracioso andar de soslayo. ¿Alguna vez observasteis a uno de ellos? Primeramente, vira a la derecha, después de lo cual gira a la izquierda. Finalmente, parece retroceder... hasta que aquello que le apetece intenta evadirse, circunstancia ésta en la cual se abalanza, lo coge y lo retiene... hasta que pierde una pinza. Pero aunque la pierda le crecerá otra, razón por la cual a los Cáncer los llaman «tenaces», y ésta es a menudo una palabra demasiado suave para designarlos. Tampoco la chica Tauro es de las que se arrojan por la borda para zambullirse en un mar de pasión, gorjeando cantos extáticos de amor eterno. Esta mujer desea que la enamoren, y quiero decir que la enamoren realmente. Antes de entregarse, pretenderá que su admirador le dé una montaña de pruebas. Así que ya veis que el «amor a primera vista» no es precisamente lo que se genera cuando un signo de Tierra como Tauro se encuentra con un signo de Agua como Cáncer. Hace falta tiempo: generalmente meses o años, pocas veces, días o semanas. Sin embargo, una vez entregada, la mujer Tauro sabe cómo mantener dulcemente satisfecho a su hombre. Y una vez que el hombre Cáncer se ha decidido a abalanzarse, se transforma en un amante como no hay otro, sobre todo desde el punto de vista de su persistencia. Las versiones que existen acerca de la discreción que el Cangrejo guarda en torno de sus sentimientos e intenciones durante el período de galanteo, no son exageradas. En la primavera de 1973, recibí por correo un ejemplar encuadernado en tapas duras de mi primer libro, Sun Signs (Los signos del Zodiaco y su carácter). Me lo enviaba desde Londres un hombre Cáncer, que había agregado al volumen la siguiente nota: «Estimada señorita Goodman: Estoy enamorado de una maravillosa chica Tauro. Ésta es todo lo que usted dice en el capítulo sobre 'La mujer Tauro' y me voy a casar con ella. Le agradeceré mucho que le dedique y autografíe este ejemplar de su libro A Maggie, una encantadora Tauro, y que me lo devuelva a la dirección que figura al pie. La saludo muy atentamente, etc...». Esta nota tenía una posdata: «Por favor, no escriba nada en el libro sobre los Cangrejos. Ella no sabe que hago esto, y le pediré a un amigo que se lo lleve al aeropuerto Heathrow, donde trabaja, para que no sospeche que se lo he enviado yo. No quiero que adivine lo que siento por ella. Nos conocimos hace apenas unos pocos meses. Gracias». Yo estaba un poco preocupada por Maggie, pero resistí la tentación de alertarla. Como sabía que era una Tauro, imaginé que tendría la paciencia necesaria para esperar hasta que él se resolviera a declararle francamente su amor. Como esto ocurrió hace varios años, dudo que ella haya podido evadirse de la tenacidad del Cangrejo. Probablemente ya están casados, y son los padres orgullosos de unos Toritos o Vaquitas o Cangrejitos. Si es así, ¡aprovecho esta oportunidad para felicitarlos! La relación entre Cáncer y Tauro puede parecer casi perfecta, y es indudablemente mejor que la combinación romántica media. Pero esto no significa que estará totalmente despojada de defectos. Por ejemplo, tomemos el complejo filial de Cáncer. Es posible que él sea uno de los afortunados que consiguieron superar la adolescencia y graduarse de adultos, adaptándose a la idea de que la madre sólo es una persona Esa noche tuvo uno de sus sueños, y lloró dormido durante un largo rato,

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más... una persona maravillosa, desde luego, pero sin dejar de ser por ello sólo otra persona asociada a su vida. En este caso, la chica Tauro será afortunada, porque la admiración y el respeto vehementes de él por su madre sencillamente aumentarán su devoción por todas las mujeres, incluida ella. Pero también es posible que él sea uno de esos Cangrejos que nunca terminaron de resolver su trauma filial. Este tipo de hombre Cáncer (y recordad que el signo de Cáncer simboliza la maternidad, y que la parte del cuerpo que representa es la de los pechos) alimenta un feroz resentimiento inconsciente porque lo destetaron. Así que resuelve secretamente su dilema secreto ya sea rechazando fríamente a su madre... o manteniéndose totalmente atado a ella. Ninguna de estas dos actitudes genera un clima emocional sano, y la mujer con la que se case experimentará seguramente algunas repercusiones ocasionales. Si él no ha optado por el rechazo sino por la dependencia, es posible que esto cree algunos problemas, que pueden poner a prueba la paciencia de la mujer promedio. Afortunadamente, la chica Tauro no es una mujer promedio, y la paciencia es uno de sus puntos fuertes. (También lo es su fuerza de carácter cuando se le agota la paciencia y resuelve plantar cara enérgicamente, reacción ésta que casi siempre pone al Cangrejo en su lugar y deja las cosas muy claras, con una elocuente insinuación de que no aguantará más.) CÁNCER: Pimpollito mío, disculpa que me haya retrasado, pero pasé por la casa de mamá, y nos pusimos a evocar el pasado y... mira, mamá te envía esta enorme cesta de fresas frescas de su jardín. ¿No te parecen apetitosas? TAURO: Las fresas me producen urticaria. Os he dicho a ti y a tu madre por lo menos una docena de veces que las fresas me producen urticaria. (Pausa cargada de tensión.) Como no estabas aquí, debí colocar sola las persianas enrollables. ¿Qué te parecen? CÁNCER: Bueno, son bonitas, palomita mía, pero. .. TAURO: ¿Pero qué? CÁNCER: Es que mamá dice que las persianas enrollables traen más problemas que soluciones. Las tablillas se rompen a cada rato, son difíciles de limpiar... y como ella dice, las cortinas son mucho más hermosas, y más alegres, y todo lo demás. ¿No te parece? T AURO: No, no me parece. No tengo cerebro. Soy una estúpida. Un robot. CÁNCER: No te pongas nerviosa, corazoncito. Estás agotada de tanto trabajar. Te mereces un premio. Esta noche cenaremos fuera, y después iremos al cine. TAURO: Prefiero quedarme en casa y presenciar el reparto de premio s de la Academia, por TV. Podemos encargar una pizza. CÁNCER: Mamá dice que puede dejarte ciego y que causa síntomas de paranoia. T AURO : ¿Comer pizza? CÁNCER: Pasar tanto tiempo mirando la televisión en colores. TAURO: Esta noche tengo ganas de comer pizza, y de presenciar el reparto de los Oscar, así que no sigamos discutiendo. CÁNCER: Está bien, pero mamá dice que puede obstruirte las arterias. TAURO: ¿Cómo cree tu madre que la televisión en colores puede perjudicarte las arterias? Me fascinan sus conocimientos médicos. CÁNCER: La pizza. Mamá dice que la masa saturada de almidones y las especias calientes son un veneno, y últimamente hemos comido demasiado de lo uno y de lo otro. Se me ocurre una idea. Esta noche iremos a cenar con mamá. Está sola, y. está preparando empanadillas de pollo y... TAURO: ¿Las empanadillas de pollo no contienen almidón, verdad? CÁNCER: No, como las prepara mamá. Ella... ¿eh, qué haces? TAURO: ¿Hablo con el Palacio de la Pizza? Habla Gertrude Glassberg. Envíeme una pizza pequeña, por favor. No, esta vez no la necesito grande. Mi marido y yo hemos resuelto separarnos a prueba. CÁNCER: ¿Qué has dicho? Tesorito, sinceramente creo que... TAURO (hoscamente): Prepara tus maletas. Y date prisa. Las empanadillas de mamá se van a enfriar. La paciencia de Tauro tiene límites. Naturalmente, no todos los Cangrejos están tan fuertemente atados como éste a las faldas de su madre, pero puede ser escabroso tener que competir con la imagen de la feminidad perfecta. Igualmente, la chica Tauro también sabe preparar empanadillas, a menudo confecciona sus propias ropas, es ahorradora, huele bien (las chicas Toro adoran el jabón perfumado, y todos los accesorios) y es inusitadamente sensual. Así que ya veis, tiene unas cuantas virtudes que mamá no puede superar. La relación física entre ellos será ideal... o tan ideal como quieran que sea y como la ayuden a ser. Ciertamente cuentan con los recursos potenciales para lograr la armonía. La naturaleza sexual de ella es

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profundamente afectuosa, tierna y desprovista de complicaciones. Él también es profundamente afectuoso y tierno... aunque quizás un poco más complicado. La satisfacción tangible de los sentidos y la realidad terrenal de la pasión son importantes para la mujer Tauro, en tanto que el desahogo emocional de la anión sexual lo es para el hombre Cáncer, pero no es forzoso que estas necesidades ligeramente distintas choquen entre sí. En la expresión taurina del amor sexual hay un elemento cálidamente protector que parece responder al clamor silencioso mediante el cual Cáncer pide que lo envuelvan en nubes de ternura, y que alguien enjuague sus lágrimas... y aleje todos sus temores a quedarse solo, indeseado. Cuando una mujer Tauro expresa su devoción a través del acto amoroso, no hay juegos, ni fantasías, ni falsa modestia: sólo una cómoda sensación de entrega. Aunque el hombre Cáncer tiene un concepto más imaginativo del acto amoroso, ésta es precisamente la seguridad sexual que anhela secretamente, en el fondo del alma. Dos personas que se aman no pueden evitar lastimarse la una a la otra, de cuando en cuando, pero en el caso del Toro y el Cangrejo la lesión puede durar más que en el de otros signos solares. Los dos deberán comprender que se trata de un derroche de tiempo y de una tensión emocional innecesarios, porque el menoscabo no fue intencionado. Es posible que en lugar de debatir el problema, como Géminis o Libra, de desahogarse mediante un estallido de cólera pasajera, como Aries o Leo o Sagitario, o de remontarse por encima de él, como Acuario y Piscis, este hombre y esta mujer permitan que la herida eche raíces profundas y se transmute en una frialdad que puede ser más peligrosa para la relación que e' malentendido inicial. Cuando una mujer Tauro está ofuscada tiende a enfurruñarse, y después se trueca en una imponente roca de terquedad. Cuando el Cangrejo ha sido herido, se repliega dentro de su caparazón, para llorar y compadecerse a solas, y teme tomar una iniciativa, aunque ésta implique disculpar y disculparse, no sea que le cause más dolores. Ya veis. Una Tauro testaruda, que se niega a decir «Lo siento», cuando lo siente sinceramente, y que incluso se toma su tiempo para aceptar una tímida propuesta de paz de su pareja... y el Cangrejo quebrantado, que espía medrosamente desde debajo de su duro caparazón, trémulo de dolor por dentro, y que a veces hace chasquear coléricamente sus pinzas para disimular el dolor que le produce el desamor, aunque éste sólo sea temporal. Esta no es precisamente una atmósfera propicia a la reconciliación. Quizá sería mejor que lo enfocaran desde otro punto de vista. Enfurruñarse en silencio es poco práctico. (Ambos aborrecen ser poco prácticos.) No conduce a ninguna parte, como no sea al túnel oscuro de una mayor soledad. (Ambos odian los túneles oscuros.) Lo que ella debe hacer es utilizar su hermosa paciencia inspirada por Venus (Venus es su planeta regente, ya sabéis, hasta que descubran y bauticen a Pan-Horus, y hasta que Tauro devuelva a Libra, o sea a donde corresponde, la influencia que le ha prestado Venus.) Si ella espera el próximo cambio de la Luna (regente de él) le bastará sonreír y susurrar: «Te amo»... y él saltará de debajo de su caparazón y se le arrojará a los brazos. Lo que él debe hacer es utilizar su hermosa percepción propia de Cáncer, inspirada por sus vibraciones lunares, para entender cuánto más susceptible es esta mujer al afecto físico que a la elocuencia verbal, y en lugar de firmarle tímidamente sus notas «Adivina quién» y de meterlas en la caja de detergente con la esperanza de que ella las encuentre mientras prepara la colada... debe limitarse a tomarla fuertemente entre sus brazos, como sólo puede hacerlo un. Cangrejo, y estamparle un beso rotundo. Entonces ella se acurrucará junto a su corazón, que es donde debe estar. Y dejad que mamá use al gato para rellenar sus empanadillas.

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Hombre TAURO Mujer CÁNCER «Ella pretende que quite los barrotes a la ventana —pensó Peter—, pero no lo haré, yo, no. » Volvió a espiar, y las lágrimas no habían desaparecido, o habían sido sustituidas por otras dos. Imagine que usted es un peñasco inmenso, plantado en la cima de una montaña. Nada lo asusta, ni lo mueve. Es tan sólido que las tempestades de miles de años-ni siquiera han arañado su superficie, a pesar de que han desgastado rocas más pequeñas hasta transformarlas en guijarros inermes. Entonces, un día gélido, una gota de agua aparentemente inofensiva lo salpica refulgentemente, y se desliza en una profunda grieta de su parte central, que está allí desde que usted ha nacido, pero que las lluvias y los vientos han pasado por alto hasta ahora. ¿Qué hará usted? No hará nada. Usted, que ha resistido durante siglos a torrentes y tornados, no tiene nada que temer de una gotita de agua. Al día siguiente, la temperatura baja a cero, y la gota de agua se hiela en su centro. La congelación la dilata, y la dilatación lo hace sufrir. Puesto que antes nunca nada ha conseguido debilitar su fortaleza, ¿cómo reacciona ante una gota de agua que se está expandiendo dentro de usted y que amenaza con partirlo en dos? Una sosegada y exigua meditación como la precedente arrojará mucha luz sobre lo que siente un hombre Tauro, terrenal e invulnerable, cuando se enamora de una líquida, mansa y a veces lunática doncella lunar. Ésta puede sacudirlo hasta sus cimientos. Pero ya es demasiado tarde. Ella ya ha penetrado en el lugar secreto al que nunca nadie había conseguido llegar cabalmente hasta entonces: su corazón. Puesto que el corazón del Toro es tan fuerte como su voluntad y su cerviz, probablemente no se partirá en dos. Pero nunca volverá a ser el mismo, una vez que esta chica lo haya tentado a correr por la playa bajo el cielo de medianoche, siguiendo la trayectoria zigzagueante del Cangrejo, llorando y riendo... y sintiendo. Tauro lo sabe todo acerca del tacto, pero sentir es una palabra ligeramente distinta. Ella le enseñará todas sus acepciones y sinónimos. De cuando en cuando una chica Cáncer aducirá que no es típica de su signo solar porque: «No me gusta guisar, no quiero tener hijos y aborrezco quedarme en casa». No deje que lo engañe como se está engañando a sí misma. Si revolotea con los desplazamientos laterales propios del Cangrejo, ello se debe a que no ha encontrado al hombre que anhela secretamente, al que la protegerá y la envolverá en espesos mantos de devoción. Es posible que interiormente le encanten los niños y la cocina y las faenas domésticas, pero no se plantará frente a un horno caliente ni mecerá una cuna por cualquier hombre. Hasta que él se materialice, surgiendo de sus ensueños bañados por la luz de la Luna, encubrirá sus tiernos sentimientos maternales y su feminidad romántica tras una fachada de ambición: ambición de seguridad económica, de prosperidad profesional y de imagen pública, repartiendo bromas por todas partes, con accesos intermitentes de risitas de Pájaro Loco que dicen (o pretenden decir): «¡A mí qué me importa!». Pero si escucháis las vibraciones ocultas, su risa lunar susurra un mensaje anhelante: «Estoy sola y asustada y triste... ¿acaso los sueños nunca se convierten en realidad?».

Sí, se convierten. Si creéis en ellos. Se convierten en realidad, enfática e irrevocablemente. La fórmula es tan engañosamente simple que sólo unas poquísimas personas descubren su veracidad. El Galileo lo expresó en estos términos: «Pedid todo lo que queréis como si ya lo hubierais recibido, y os será hecho». Realmente es así de sencillo. Si verdaderamente lo deseáis, «ya no es un sueño». Lo que imagináis se materializará sin un ápice de duda, y el elemento tiempo dependerá únicamente de la intensidad de la imagen. Sin embargo, la chica Cáncer suele pedir las cosas, no «como si ya las hubiera recibido», sino como si el destino no tuviera la menor intención de concedérselas nunca. Por tanto, el destino no se las concede. Se trata sencillamente de trocar en positivas las vibraciones negativas que ella irradia. El hombre Tauro no se apresura a iniciar el romance. Aunque tiene una desmesurada capacidad de amar, ésta no se expresa de la noche a la mañana en un compromiso verbal o físico. Sin embargo, una vez que florece, florece maravillosamente y, casi siempre, definitivamente. La estabilidad es algo que la doncella lunar necesita, no obstante su caprichoso y emocional espíritu errabundo. Al igual que ella, este hombre no se entregará totalmente hasta que aparezca en escena la mujer apropiada. Se tomará su tiempo para decidirse, pero su capitulación, cuando se produce, es a menudo instantánea, y su fidelidad es eterna... si el comportamiento incorregible de su pareja no le agota la paciencia.

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La mayoría de los hombres Tauro (no todos, pero sí la mayoría) no experimentan el amor en su total plenitud sexual y emocional hasta después de pasada la adolescencia (o aun hasta más tarde), cuando ya hace mucho que sus camaradas han contabilizado decenas de «conquistas», convivencias y algunos matrimonios. Pero no olvidéis nunca que el Toro es harto capaz de compensar el tiempo perdido, y vale la pena esperar la profundidad e intensidad de su amor. Ella puede consolarse pensando que, si bien él no se somete fácilmente, tampoco querrá separarse rápidamente. Este rasgo ciertamente cautivará a la chica Cangrejo, que es lenta para coger las cosas... y aun más lenta para soltarlas. Esto vale para los chales raídos, los paraguas rotos, los espejos astillados, las bolsas usadas de comida para el perro, los tubos vacíos de lápiz de labios, la cinta rosada de su antiguo gorro de bebé, las botellas y los botes sin tapa, las tapas sin botella y sin bote, las medias barras de las cortinas, los periódicos a los que se les han recortado todos los recortes, los resguardos con la fecha vencida, los lápices totalmente gastados a los que sólo les queda una goma de borrar mocha, y los antiguos amantes (a menos que tenga un ascendente o signo lunar Acuario o Géminis, en cuyo caso es posible que arroje a la basura objetos realmente valiosos, y después que quede perpleja porque no los encuentra varias semanas más tarde). El Toro es posesivo (lo cual no significa estrictamente lo mismo que celoso) y su forma de amar suele ser consistente, sensata y práctica, casi nunca emocionalmente inestable, caprichosa o indebidamente entusiasta... ¡pero sí íntima! Aunque los dos tienen muchos puntos en común, en esto no se parecen. La doncella lunar puede dejar que los celos infundados la torturen y la suman en una profunda depresión... o peor aún, en una actitud recelosa, angustiada y monopolizadora que puede enfurecer al Toro. (No le molesta demasiado que lo monopolicen, pero de lo que puede prescindir es de la desconfianza.) A veces la imaginación activa de ella la induce a alimentar temores que, si bien se fundan más sobre la fantasía que sobre la realidad, pueden generar torrentes de lágrimas y una pizca de histeria. Éste parece ser un caso perdido, pero en realidad no lo es. En verdad, pocas combinaciones de signos solares encierran tantas promesas de éxito como la de Tauro y Cáncer, una vez que ambos toman conciencia de quiénes son y a dónde van. Tauro ya sabe casi todo lo que le concierne. Regido temporalmente (hasta que descubran e identifiquen a Pan-Horus) por el armonioso y pacífico planeta Venus, es más propenso que ella a mantener una actitud equilibrada respecto de sus diferencias. A ella la rige la Luna, que es una reflectora de luz. De modo que la mujer Cáncer refleja instintivamente los estados de ánimo que la rodean, y en verdad, cada cambio que se produce en su entorno inmediato se refleja, comó si de un espejo se tratara, en su corazón y su cerebro. A veces tantos reflejos eclipsan su auténtica personalidad. A la doncella lunar no le resulta fácil saber quién es ella misma y a dónde va, aunque disfruta de una extraña sensibilidad para captar los sentimientos e intenciones ajenos. Muchísimas personas le confían sus secretos, y reciben como compensación por ello una tierna comprensión y sabios consejos. Sin embargo, es casi imposible arrancarle sus propios secretos. Es posible que el Toro le diga: «No te comprendo. Juras que me amas, pero pasas todo el tiempo corriendo de un lado a otro, procreando ideas e hijos, comprando ropas, llevando paquetes de las sociedades filantrópicas a tus amigas, trabajando para la asociación de padres y maestros y para organizaciones ecologistas y para el club de jardinería, escuchando música, pintando cuadros, ingresando dinero en el banco, estudiando francés, visitando el planetario, y mirando la Luna a solas, en el patio del fondo. No me necesitas. Aquí no soy más que un estorbo». Ahora bien, es posible que después de escuchar semejante arenga ella comprenda en qué consiste el problema. El está dolorido porque no le prestan la atención que necesita, ni le dan las palmaditas en la espalda y los abrazos afectuosos y los besos que anhela para sentirse seguro de que lo aman. Sin embargo, como él carece de la sensibilidad lunar de ella, tal vez no entienda hasta qué punto su compañera necesita todas esas actividades y trajines, así como su mundo de ensueños, para poder devolverle a la vida el reflejo de todo lo que absorbe al vivirla. Salta a la vista, entonces, quién ha de tomar la iniciativa de agitar la ramita de olivo. El que mejor percibe lo que le sucede al otro. O sea, desde luego, ella. Igualmente, los esfuerzos de la dama lunar para reconciliarse con él pueden parecer un poco vagos y tortuosos al Toro llano y desprovisto de complicaciones. Primeramente, ella se refugia en el llanto, y después se arrastra de soslayo hacia él. Esto lo confunde. ¿Cómo ha de interpretar el mensaje cuando ella le mete una manzana asada bajo la almohada o deja un poema sentimental bajo su pastilla húmeda de jabón, en la ducha? El jabón se ha pegado al papel, borroneando las palabras, y él no sabe si ésa es o no una carta de despedida. Ella debería abordarlo directamente y decirle: «Te necesito y no puedo vivir sin ti, y el motivo por el cual revoloteo constantemente es...», etcétera, etcétera. Después debería demostrárselo físicamente... en el único lenguaje que entiende el Tauro. Un lenguaje sencillo. Claro. Veraz. Concreto. Y sensual. A él no le gusta que lo provoquen. A ningún Toro le gusta que lo provoquen.

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A menos que existan graves discordancias entre sus planetas natales en sus respectivas cartas de nacimiento, su compatibilidad sexual es generalmente excelente. Es posible que de cuando en cuando ella desee que él sea un poco menos torpe cuando hace chistes románticos y un poco más delicado cuando expresa su pasión verbalmente. Pero en general, el tacto de Tauro es todo lo refinado y delicado que se puede pedir. Su virilidad masculina puede estimular a esta chica insegura hasta hacerla salir de su caparazón, prometiéndole las satisfacciones que la mayoría de las mujeres sólo conocen a través de la lectura de novelas. El Toro le producirá a la doncella lunar la sensación de que la aman tiernamente, de que la desean tórridamente... y sí, de que la dominan sexualmente (que es lo que en realidad desea, en el fondo del corazón). No frunzáis el ceño, defensores de la igualdad de derechos. Algunas mujeres, aunque no todas, disfrutan al ser «conquistadas» por los machos, por lo menos físicamente. Claro que la auténtica igualdad implica que ninguno de los dos sexos es superior, y que por tanto ninguno debería someterse al otro, o dominarlo. Pero la relación sexual entre un hombre y una mujer es totalmente distinta de su intercambio intelectual, o de la magnitud de su éxito. Se trata de un tipo de química emocional muy personal e individual... no siempre previsible. El hombre Tauro le dispensará a la mujer Cáncer tanto afecto que disipará los temores que ella acumuló desde su infancia, o sea, los temores de que nadie la desea o la necesita realmente porque la mayoría de las personas son más capaces que ella, en todos los contextos. Él, sí. Él la desea, y la necesita. Y si ella se lo permite, se lo demostrará de manera inequívoca. A esta dama le resulta difícil resistirse al auténtico amor cuando se lo ofrecen con la sinceridad con que se ofrece el amor de Tauro. A cambio, ella lo adorará locamente (con énfasis en la locura, durante la Luna llena) y probablemente no lo abandonará nunca... a menos que él la ponga de por medio en un altercado con la familia de ella, u insulte a la madre de ella (un pecado cardinal para el signo cardinal de Cáncer, si se trata de un Cangrejo típico). Entonces es posible que la pierda por un tiempo. Esta chica es vehementemente leal a su madre, casi siempre, y a veces a su padre la sigue muy de cerca en el orden de prioridades. Pero volverá al Toro cuando cambie la Luna (suponiendo que él se disculpe, claro está). Puesto que él es muy testarudo, es posible que la reconciliación no se produzca nunca si ella no lo entiende y no lo disculpa antes de que él pida perdón. Él no suplicará nada. Ella es tan voluble... ¿o acaso es inconstante? Él es tan paciente... ¿o acaso es obstinado? ¿Lo uno o lo otro? La auténtica respuesta depende del criterio con que se lo mire. Mientras él usa sus anteojeras taurinas, no puede ver ninguna verdad, y por eso parece testarudo. Mientras ella mira su espejo lunar, la verdad queda a veces deformada, y por eso sus emociones parecen fluctuar de manera poco fiable. Pero cuando la atmósfera esté turbia, ellos siempre podrán reencontrarse, en medio de la niebla, si meditan acerca de este antiguo probervio: Buscad la verdad, y la verdad os hará libres. ¿Cuál es la auténtica verdad? El amor. El amor generoso, el amor que sabe disculpar. El amor genuino.

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TAURO

LEO

Tierra - Fijo Negativo Regido por Venus (también por el planeta Pan-Horus) Símbolo: el Toro Fuerzas nocturnas Femenino

Fuego - Fijo Positivo

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Regido el Sol Símbolo: el León y el Gatito Tímido Fuerzas diurnas -Masculino

La relación TAURO- LEO «Ninguno de nosotros ha sido arrebujado jamás por la noche.

Los Toros necesitan mucha lealtad y mucho afecto para estar seguros de que los aman y aprecian. Los Leo necesitan mucha veneración y muchos halagos para estar seguros de que los aman y admiran. Ni los unos ni los otros reciben suficientes pruebas de que los adoran, ni siquiera de las personas compatibles que nacieron en sus propios elementos (Tauro es Tierra, Leo es Fuego), y cuando los unos les reclaman a los otros, a cada rato, que los «arrebujen» emocionalmente, pueden terminar verdaderamente frustrados. Estos dos signos solares están en cuadratura, lo que significa que no armonizan muy bien, a menos que el Sol y la Luna de sus respectivas cartas estén en signos mutuamente bien avenidos. Como sucede en todas las configuraciones de signos solares 4-10, el aspecto en cuadratura (Tauro está a 90 grados de distancia de Leo) es un generador de tensiones. Sin embargo, la vibración 4-10 suministra colosales recompensas de paz y armonía cuando las dos personas implicadas han demostrado la paciencia y el desinterés necesarios para superar esta prueba kármica de almas en una relación de amor humano. La tensión entre Tauro y Leo empieza así: Leo es demasiado egocéntrico para brindar a los fuertes y silenciosos Toros la devoción y la obediencia absolutas que éstos reclaman durante la mayor parte del tiempo. Tauro es demasiado testarudo para brindar a los vanidosos y altivos Leo la veneración incondicional que éstos reclaman constantemente. Ambos son signos fijos, de manera que los dos son buenos organizadores, y tanto el uno como el otro disfrutan de una dosis inusitada de fiabilidad emocional. Pero también son capaces de ser... bueno, fijos. En inglés, «fijo» (fixed) es sinónimo de «terco». (Para que conste, los otros dos signos fijos son Acuario y Escorpión.) A veces, el fogoso Leo recurrirá al Tauro más sereno y estable para enfrentar una situación desagradable, y después le quitará todo el mérito de la hazaña al Toro. Sin embargo, esto no fastidiará a Tauro tanto como fastidiaría a un signo más egoísta. Lo que menos les interesa a los Toros es la gloria personal. No le volverán sus anchas espaldas, si se la ofrecen, pero pueden vivir sin ella. A Tauro le interesa más la recompensa monetaria y el sosiego emocional. Conozco a un hombre Leo que estuvo tiernamente consagrado durante muchos años a su esposa Tauro inválida. Ésta sobrevivió a la mayoría de los médicos que pronosticaban su muerte más o menos cada seis meses, y siguió administrando su hogar desde el lecho durante un período que triplicó su expectativa de vida. Fue al León a quien le atribuyeron el mérito de la formidable resistencia de su esposa. Al fin y al cabo, ¿no era él quien le suministraba los mejores cuidados posibles, cuidados tiernos, cariñosos y expertos, en condiciones que habrían abrumado a un hombre más débil, o le habrían provocado un colapso mental? Sí, era él. Pero la voluntad de hierro taurina también fue al menos parcialmente responsable del milagro médico.

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Curiosamente, aunque reñían y discutían constantemente por muchas otras cuestiones, ella aceptaba en silencio y sin un asomo de resentimiento que los méritos de su coraje los acaparara él. Sabía muy bien cuánto le debía a él, y también sabía cuántos esfuerzos le habían costado a ella, a lo largo de los años, su vigor y su vivacidad. Pero Tauro casi nunca protesta ni polemiza cuando lo eclipsa el ego de Leo. Ella le permitía monopolizar los aplausos, incluso lo alentaba a monopolizarlos, y sonreía para sus adentros. Sin embargo, se negaba a rendirle pleitesía, lo cual lo convertía en un monarca muy desdichado, que quizá nunca le perdonó esa reticencia. Pero los aplausos se los cedía. En una oportunidad conocí a un hombre Tauro que trabajaba como archivero y asistente del presidente de una Escuela de Peluquería de New Jersey. El presidente (el superior del Toro, desde luego) era un Leo afectuoso, brillante, magnánimo, típicamente orgulloso y arrogante... un doctor que se llamaba Andrew Julian. En verdad, se sigue llamando así. ¿Por qué habría de cambiar su nombre, cuando está escrito en oro, grabado, bordado o estampado como monograma en todos sus gemelos, camisas, maletines, prendas interiores (presuntamente), toallas y vajilla de plata? Mi amigo Tauro y el doctor Julian disfrutan de un armonioso aspecto Sol-Luna entre sus cartas natales, de modo que continúan admirándose y respetándose cordialmente el uno al otro, a pesar de que ya no trabajan juntos. Sin embargo, su trato laboral estuvo erizado de testimonios cotidianos de la relación 4-10 Leo-Tauro, con sus ayudas recíprocas... y sus peligros latentes. En una oportunidad el doctor Julian tuvo una entrevista privada con un inversor que deseaba asociarse a la Escuela de Peluquería. El inversor era un millonario inusitadamente pródigo y generoso con su fortuna. Estaba dispuesto a invertir cualquier suma, con tal de poder convertirse en el director visible de la operación... y con tal que la escuela ostentara su nombre (a pesar de que no tenía experiencia en peluquería). Por supuesto, el León rugió estentóreamente ante esta amenaza a su autoridad y esta afrenta a su prestigio. Durante varias horas, las voces coléricas continuaron subiendo y bajando detrás de la puerta cerrada de la lujosa madriguera del León... única frase capaz de describir el despacho de cualquier Leo: una madriguera lujosa. Finalmente, la puerta se abrió y el doctor Julian ordenó imperiosamente: «¡David! ¡Ven aquí inmediatamente!». (Los Leo casi nunca piden, sino que ordenan, como cuadra a la realeza.) Cuando el cauteloso Toro se introdujo lentamente en el frente de batalla, el León hizo un ademán desdeñoso en dirección al enfurecido inversor y volvió a ordenar: «¡Háblale tú, David!». Después., el Leo se desplaió sobre su costoso sillón giratorio, con una mueca de dignidad herida, y miró por el ventanal de su madriguera... como si los otros dos hombres no estuvieran. (El Rey no se dignó prestar atención a los plebeyos.) Después de un breve y sosegado interrogatorio, el Toro descubrió dónde residía el problema básico. El inversor potencial era un Aries. Un Carnero. Se trataba de su dinero. y por Dios, él iba a ser el mandamás, y la escuela llevaría su nombre. Nadie le daría órdenes a él. El Tauro explicó pacientemente que al doctor Julian lo querían mucho sus maestros y alumnos (realmente lo adoraban, a pesar de su orgullo, su arrogancia, y todo lo demás), y que asimismo era muy respetado por todas las compañías que mantenían relaciones comerciales con la escuela, compañías con las cuales había llegado a un armonioso entendimiento a lo largo de los años (también esto era cierto). Por supuesto, estos rotundos halagos no pasaron inadvertidos al Leo. Llovieron como rosas fragantes sobre la cabeza del León, que continuaba vuelto hacia la ventana. Entonces la secretaria oyó la fuerte voz taurina del Toro, profunda y reconfortante, que salía flotando por el montante, a medida que aquel le hablaba parsimoniosamente al inversor ariano. «¿No cree que será más sensato que el nombre del doctor Julian siga figurando en la fachada del edificio, en toda la publicidad, y en el membrete de la escuela? Puesto que tiene más de cuarenta años de experiencia como director de una Escuela de Peluquería, ¿no será mejor que continúe en su cargo? Sin embargo, será más lógico, y más práctico para usted, señor, que sea usted quien firme todos los cheques, para que el personal del banco sepa que usted es el sostén y asesor financiero de la operación. ¿Por qué habría de pasar usted doce horas diarias aquí, como el doctor Julian, cuando tiene cosas más importantes que hacer? Su tiempo es demasiado valioso para que usted se quede atado a un escritorio, como él, casi desde el amanecer hasta la medianoche, siete días por semana.» Después de esta manipulación magistral, el inversor ariano sonrió jubilosamente, como un niño al que le han dado un caramelo y le han dicho al mismo tiempo que puede hacer novillos. Le encantó que lo llamaran

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«sostén y asesor financiero», y lo regocijó enterarse de que sería respetado por el banco y los banqueros (por una extraña razón, los banqueros casi nunca respetan de veras a los Carneros, aunque éstos tengan un gran capital) y de que no tendría que pasar doce horas por día, y siete días por semana, trabajando. (No había pensado en eso: Aries nunca piensa en eso.) Entonces el León volvió a girar sobre su mullido trono y repartió sendos cigarros para celebrar el cierre del trato. Después de que se hubo ido su nuevo socio ariano, el doctor Julian, que ya había recuperado totalmente su compostura, se acercó al escritorio del atareado Toro y comentó, con su enorme cabeza leonina tan enhiesta como su orgullo: «Le di una buena lección y le hice -saber quién maneja la escuela. Creo que manejé bastante bien la situación, ¿no te parece?». El Toro le contestó, paciente y respetuosamente, que sí. Un área de acuerdo potencial entre Tauro y Leo es la de la promoción y la construcción. Leo se complace en promover planes grandiosos e ideas descomunales, y a todos los Toros les encanta contemplar los beneficios económicos de las que podrían ser las simientes del imperio taurino que siempre están edificando en sus mentes. La marcha de Tauro es estable, perseverante, implacable. Los obstáculos no turban ni ofuscan a los Toros como a Leo, porque los Tauro aceptan que la limitación y la demora forman parte del precio que deben pagar por el éxito final. Uno de los lemas favoritos de los Toros es: Si hay algo que merece ser hecho, merece que lo hagamos bien... y también merece la espera que hay que consagrarle. Los Leo, que son amantes fanáticos de la libertad, se niegan a aceptar, o incluso a reconocer, las limitaciones. Su actitud es siempre optimista y resuelta. Ni siquiera se les ocurre pensar que no pueden ganar todas las fichas con un majestuoso y glorioso tiro de dados, ya sea que el León o la Leona esté jugando a los negocios, la amistad, el romance, el matrimonio... o a un juego de azar. Los grandes felinos casi siempre correrán un albur, y para decirlo con las palabras de Kipling: «Juntarán todas sus ganancias, y las arriesgarán a cara o cruz / y perderán, y volverán a empezar desde el principio / sin soltar jamás una palabra que delate su pérdida». Los Leo nunca sueltan una palabra que delate su pérdida porque se convencen a sí mismos de que no han perdido. Todo es un espejismo. Tauro, para decirlo con circunspección, no es ni remotamente tan propenso a correr un riesgo, ya sea que esté en juego su dinero o su corazón. Y cuando pierde, el recuerdo de la perdida lo acompaña durante mucho, mucho tiempo... el suficiente para que el Tauro le saque provecho a la experiencia. Sin embargo, si la suerte no los acompaña, el Toro y el León o la Leona dan muestras análogas de desdén por su infortunio. Ninguno de ellos suele hacer mucha alharaca, aunque es posible que ambos derramen en privado algunas lágrimas de angustia. A Leo y a Tauro les disgusta por igual llorar en público o confesar francamente sus fracasos. A la larga, el Toro opina que el sistema más seguro para doblar el dinero consiste en hacerle un pliegue y volver a guardarlo en el bolsillo. Esta actitud sintetiza bastante bien la filosofía taurina sobre los juegos de azar, ya sea en el plano romántico o en el monetario. Cuando los Toros son jóvenes, piensan que lo más importante y vital de la existencia es la seguridad de tener fondos en el banco, asociados con el amor leal de una persona del sexo opuesto. Cuando maduran, están convencidos de ello. De lo único que están convencidos los Leo es de su propia capacidad para materializar este fenómeno. No es extraño que cuando la ternura y la nobleza espiritual de los Leo se fusionan con la fe de éstos en sí mismos, atraigan a los demás, incluida la diosa Fortuna, que a menudo los cubre con una plétora de amor y oro. Todos los Leo son grandes felinos, dotados de enormes corazones y de una fuerza prodigiosa, que a veces se ven a sí mismos como gatitos abandonados cuando los demás no les devuelven constantemente el reflejo de las imágenes de sus propios egos, y cuando no los alimentan con halagos desmedidos. (Pero los halagos deben ser sinceros: excepto cuando tiene un Sol natal «mal aspectado», Leo desenmascara las falsas lisonjas con tanta perspicacia como cualquier monarca al que pretenden embaucarlo con zalamerías.) Aunque Leo quiera mandar, y aunque a veces los Leones o Leonas pongan involuntariamente a prueba la paciencia de los Toros, a estas personas orgullosas también les complace proteger a los seres amados, y cubrirlos de obsequios y de afecto. ¿No es ésta la actitud de todos los buenos reyes y reinas respecto de sus súbditos? A Tauro lo (o la) complacerán secreta y profundamente este talante protector y este afecto y preocupación demostrativos por su bienestar. Aunque lo nieguen empecinadamente, nadie necesita ni aprecia

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la bondad y el afecto más que los hombres, mujeres y niños Tauro. Sus corazones leales, fiables, están ávidos de la una y el otro. Ésta es otra hermosa similitud entre los dos. Los corazones de Leo y de Tauro son igualmente leales. A menudo, la cálida cordialidad y el interés que demuestra Leo harán que Tauro se sienta abrigado y seguro. Por ello ambos gravitan hacia el mismo círculo de empatía. El conflicto sólo se desencadena cuando Leo comienza a dar esas órdenes majestuosas que Tauro interpreta como un manoseo. Después de un tiempo, el Fuego refulgente de Leo puede chamuscar la resistencia del Toro, hasta que el Tauro sepulta al León o la Leona bajo una tonelada de terquedad terrena y de reacciones negativas. Pero Leo es gobernado por el Sol, que simboliza el calor y la luz, la gran fuerza vivificante del Universo. Los Tauro son mansamente gobernados (hasta que aparezca Pan-Horus para reivindicarlos e influirlos) por Venus, que simboliza la paz, el amor y la armonía musical de las Esferas. Estos dos cuerpos celestes hacen girar el mundo, entre ambos. Los demás sólo prestan una función de apoyo. El Sol es vida. Venus es amor. ¿Hay algo más?

Mujer TAURO Hombre LEO Ella le había creído en aquella época, pero ahora que estaba casada y rebosante de sentido común, dudaba mucho que existiera semejante persona.

Toda mujer Tauro tiene afinidad con la música. Su voz es sonora, musical, ya sea que esté cantando Carmen en la Metropolitan Opera House o que esté diciéndole al lechero, sencillamente: «Hoy me llevaré un litro más de leche». Algunos Tauro componen música, la dirigen o la cantan... y todos disfrutan de ello. Escuchar sus acordes sedantes apacigua a los Toros. ¿Cómo es posible, entonces, que se produzca una fricción cuando un hombre Leo, casado con una mujer Tauro, desea tocar una pieza musical? Pues sí, es posible. Y a esto se refiere la astrología cuando afirma que sus Soles natales están en cuadratura. Ésta es la difícil y tensa configuración de signos solares 4-10, que puede implicar un desafío, pero que es más rica en recompensas que todas las otras si uno enfrenta los desafíos con coraje y los vence. Episodios que nunca podrían asumir un cariz desagradable entre otras dos personas cualesquiera, fundados sobre situaciones que deberían ser armónicas por naturaleza, pueden entrar en erupción volcánica cuando se trata de un Leo y un Tauro, a menos que exista entre ellos un aspecto Sol-Luna inusitadamente favorable. Hace un par de años, estaba visitando el hogar de una pareja radicada en Carmel, California, que había sido excepcionalmente leal y cariñosa durante muchos años. Ella es Tauro. El es Leo. Ella es profesora de karate. El es poeta y se dedica a la venta de obras de arte orientales. Aquella noche, después de disfrutar de una cena deliciosa que había guisado la esposa Tauro, los tres entablamos una discusión sobre temas musicales, y el León y yo descubrimos que a ambos nos encantaba una versión particular del «Ave María». Cuando él colocó en el estéreo un long-play con la grabación del clásico, yo me arrellané en mi sillón, dispuesta a gozar de la música que retumbaba entre las vigas desde los múltiples altavoces que el León había fabricado e instalado personalmente por toda la casa. Pero cuando los acordes' iniciales llenaron el recinto, observé que la esposa Tauro había desaparecido. Súbitamente, oí un portazo... violento. El marido, ligeramente avergonzado, explicó: «Louise no soporta el estéreo, así que supongo que se ha ido a la cama». Esto me chocó tanto que no pude concentrarme en la música. ¿Que una Tauro normalmente cortés y hospitalaria fuera grosera con una invitada? ¿Que una mujer regida por Venus odiara la música? Astrológicamente imposible. A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, la encontré tan cautivante y aplomada como de costumbre, y cuando le pregunté por qué aborrecía la música, respondió plácidamente: —Oh, si no la aborrezco. Adoro la música. Siempre la he adorado, desde que era niña.

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—¿Entonces por qué...? —empecé a preguntar. —Te refieres a lo que sucedió anoche —resolló friamente—. Sencillamente no soporto estar presente cuando Larry hace funcionar el estéreo. Insiste en levantar tanto el volumen que ahoga todos los otros tonos, y me lastima los oídos. Creo que levantar tanto el volumen es realmente prostituir la música, pero es imposible razonar con él, así que ahí termina la discusión. —La resignación de Tauro a lo inevitable—. Dime —añadió--, puesto que eres astróloga... ¿su horóscopo indica que es sordo? (El humor taurino, nunca sutil.) No, él no es sordo. Sólo expresaba su anhelo leonino de hacerlo todo en gran escala, a pesar de que este León específico pertenece a la categoría del Gatito tímido. Cualquiera que sea su tipo, el hombre Leo no soporta hacer las cosas a medias, y esta compulsión está totalmente desvinculada de su idiosincrasia (si es un Leo con una personalidad exterior más plácida, menos extravagante). Si se trata de una casa, ha de ser vasta y lujosa, con una madriguera privada para él (la sala del trono, por así decir). Si se trata de una mujer, ha de ser simultáneamente bella e inteligente. Si se trata de una sortija debe ser deslumbrante, para que la vean desde el otro extremo de la habitación. Cuando el León llora, derrama torrentes copiosos de lágrimas. Cuando ríe, prorrumpe en largas y sonoras carcajadas. Cuando escucha música, necesita que ésta retumbe portentosamente, hasta llenar su corazón y su alma y sus oídos. Y cuando está herido, ruge dramáticamente, o se ruboriza furiosamente en un arrebato de humillada frustración... como Larry, mi anfitrión Leo, lo hizo con bastante frecuencia mientras los visitaba a él y a su esposa Toro, Louise. Normalmente, una mujer Tauro nunca se opondrá a que su marido la haga escuchar música, cualquiera que sea el volumen. Sin embargo, conozco a otra mujer Tauro que suspiraba extasiada cuando su León la cortejaba con un ukelele, en West Viginia, mientras eran novios y concurrían a la universidad... hasta que empezó a aburrirse cada vez que él tocaba y cantaba para ella después de que se casaron. Veréis, lo que exhibían estas dos mujeres Toro no era una hostilidad taurina a la música. En ambos casos, la música era sencillamente la vía de desahogo para la cuadratura de tensión que existía entre ellas y sus consortes Leo. Tanto cuando el Leo individual posee el aplomo emocional necesario para merecer su comparación astrológica con un rey, como cuando no lo posee, ésta es igualmente su ambición íntima: gobernar a quienes lo rodean, incluyendo categóricamente a la consorte del León. La chica Tauro desea instintivamente someterse a su hombre, acompañarlo fiel y lealmente contra viento y marea. Pero ser gobernada le suena sospechosamente a ser apremiada, y ningún Toro tolera que lo apremien. Aunque las mujeres Tauro son capaces de manifestar una devoción profunda y perdurable y un tierno amor, no reparten cumplidos infundados, son totalmente reacias a lisonjear, y piensan que la veneración es algo en lo que sólo incurren los débiles mentales. Como todos los Leones necesitan y reclaman cumplidos, lisonjas y veneración, está claro qué es lo que le falta a menudo a la relación entre ambos. Los Leo son seres vehementemente orgullosos, fogosos, que blanden sus propias batutas y se niegan a ser segundones de los demás. Incluso el Leo que pertenece a la categoría de los Gatitos tímidos se siente consumido por el rencor cuando le niegan el lugar que le corresponde al Sol, preferentemente unos kilómetros por delante y por encima de cualquier otro que pueda estar absorbiendo sus rayos. Al fin y al cabo, el Sol es su regente, y por ello es tan noble y generoso, a pesar de que de cuando en cuando se muestra arrogante y exhibe una actitud chocante de superioridad. Para él, el Sol no es el centro del Universo, alrededor del cual giran todos los otros planetas. Leo es el centro del Universo, alrededor del cual giran su familia (y, ojalá, sus amigos)... o será mejor que giren, si no quieren que los petrifiquen y los ignoren por haber cometido el pecado de no tributar el debido respeto a la corte. Aunque el talante de este hombre es innegablemente imperioso, y por tanto a veces un poco despótico, después de una reyerta es un amante dulce y magnánimo. Su nobleza de espíritu leonina determina que le parezca natural querer besar y reconciliarse. No sabe enunciar elegantemente las disculpas verbales. Éstas destruyen su vanidad. Pero demostrará que está sinceramente compungido mediante diversas proposiciones románticas. He aquí la razón por la cual estos dos captan a menudo más empatía y armonía mutua en su relación sexual que cuando intentan tocar juntos el banjo.

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A veces la única forma de poner fin a una discusión con una chica Tauro consiste en darle una muestra física y tangible de afecto. Ella se mantendrá impasible e inmune a las palabras floridas y los argumentos persuasivos. Las largas conversaciones la aburren, porque sólo siente a través de los sentidos. Tauro quiere acción, no palabras. Así que ella responderá estupendamente a sus actos apasionados de amor, y todo saldrá a las mil maravillas. A menudo se reconciliarán después de una pendencia sin que el orgulloso León deba perder su dignidad. Hacer el amor no está nunca por debajo de su dignidad, y poco importa que la riña con su amada haya sido muy violenta... o muy reciente. Él necesita una mujer capaz de aceptar y de abarcar el afecto y la pasión profundos que él está en condiciones de brindar, y ésta llena dicho requisito. Los talentos sensuales de ella para el erotismo ciertamente tampoco le desagradarán. Lo harán «sentir como un rey», expresión que muchos Leo emplean para describir su goce sexual con la mujer apropiada. Sin embargo, el laconismo de ella no es igualmente sedante para el León, fuera de la alcoba. Es posible que ella se muestre menos que estática cuando él se excite emocionalmente y necesite un público atento, aprobatorio. Es posible que ella incluso bostece en medio de sus arengas dramáticas, y nada puede destruir tan cruelmente el ego sensible de este hombre como el hecho de que un súbdito rebelde le dé una muestra evidente de aburrimiento... sobre todo cuando dicho súbdito es la mujer amada. Si ella realmente desea conservar a este hombre por siempre jamás (y toda mujer Tauro busca la certidumbre de la estabilidad romántica) le aconsejamos que beba jarras de café negro, y que tenga la precaución de mantenerse bien despierta mientras su León está en escena. La queja más común del León contra la chica Tauro consiste en que ésta carece de entusiasmo. A menudo él siente ganas de sacudirla para que reaccione, y de gritarle: «¡Di algo! ¡Haz algo! Haz cualquier cosa. Pero no te quedes ahí sentada». La queja más común de ella contra él se puede resumir en cinco palabras shakespearianas de uso doméstico: «Mucho ruido y pocas nueces». A él le encantarán la forma en que ella puede transformar una tienda llena de filtraciones en un castillo confortable, su talento para estirar un dólar como si fuera masilla, y su humor fecundo... aunque no apreciará los chistes que pongan en ridículo su majestuosidad leonina o que socaven su ego. Ella se enternecerá con los abrazos de oso de su León, y admirará vehementemente la capacidad de él para organizar sus propios sueños en una realidad de mármol y alabastro. Por supuesto, a ella no la hará nada feliz su propensión al despilfarro, ni su necesidad de salir a pasar revista a las tropas cada vez que experimente deseos de sentirse aplaudido por la multitud. Siempre tendrán crisis periódicas de tensión. Al fin y al cabo, ambos son signos fijos. Sin embargo, el respeto secreto que sienten el uno por el otro despliega a veces una alfombra inesperadamente mullida, apaciguadora, bajo sus diferencias de opinión. Esta dama no se da el lujo de exhibir a menudo una cólera visible. Es paciente, alegre, y está dispuesta a soportar una fuerte dosis de necedad, junto con las aflicciones de la vida. sin demostrar un exceso de emoción. Pero cuando se encoleriza de veras, sin medias tintas, es mejor no cruzarse en su camino. Conviene irse, por ejemplo, al otro extremo de la ciudad. O quizás incluso a otra ciudad o Estado, hasta que se sosiegue y se calme... cosa que nunca dejará de ocurrir, finalmente. La mujer Tauro siempre se avergüenza tremendamente de su propia debilidad, después de haberse dejado arrastrar por una pataleta emocional (durante la cual su voz de Venus, «cremosa y suave», se asemejará más a la de un sargento instructor que cuando era joven tomó clases para convertirse en cantante de ópera: potente y enérgica), y por ello es posible que más tarde se comporte como una amante excepcionalmente tímida y afectuosa, con el fin de compensar su berrinche. Pero el León no deberá dejarse engañar por la dulzura que seguirá a la reyerta. Ella recuerda qué fue lo que él hizo para exacerbar su cólera taurina, y seguirá recordándoselo durante años... y años... y años. Los Tauro sólo tienen accesos muy esporádicos de ira desenfrenada y furibunda... a veces no más de una o dos veces en toda la vida. Pero lo que importa no es la cantidad sino la calidad. Volcánica. La dama Toro saca a relucir su temperamento más a menudo de lo previsto sólo cuando se siente constante y continuamente azuzada por los modales autoritarios de un Leo que la sermonea y regaña periódicamente, y que después, cuando ella no acata todos sus caprichos, le vuelve la espalda y está enfurruñado durante largas temporadas. Semejante conducta puede producirle una furiosa frustración a cualquier signo de Tierra, si se prolonga durante mucho tiempo.

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Esta mujer tiene algo más que su temperamento y su obstinación taurinas. Sus otros componentes son la entereza, el coraje, la ternura, la devoción inconmovible, la placidez, la serenidad y unas emociones profundas, muy profundas. Es inmensamente afectuosa y generosa, y su aptitud natural para reírse de sí misma es una de sus cualidades más cautivantes (a menos que tenga un signo lunar o ascendente Leo, Escorpión o Capricornio... en cuyo caso le resultará difícil forzar una risita cuando ella sea el blanco del chiste). Ésta es una mujer a la que hay que tomar en serio. Es sensata, práctica y nunca finge ser lo que no es. Es auténtica, genuina, veraz y de fiar... y vale la pena conservarla. En cuanto a él, tiene algo más que su orgullo, su vanidad y su egocentrismo. Sus otros componentes son el brillo del Sol, la esperanza y la confianza. Su sabiduría y su benevolencia no tienen par, cuando siente que lo necesitan de veras. El León enfrentará valerosamente a un ejército para defender lo que en el fondo del alma considera justo y verídico... así como luchará contra cualquier fuerza que amenace a la mujer que ama, aunque la batalla parezca desigual y aunque él no parezca tener ninguna probabilidad de triunfo. Cualquiera que sea el dolor que ella experimente —físico o emocional— dicho dolor es el enemigo jurado del Leo, algo que debe derrotar para demostarle a su dama lo que él vale. Más o menos como los caballeros que combatían a las órdenes del Rey Arturo. Con la diferencia de que el Leo es al mismo tiempo caballero y rey. En su imaginación, vive en la Época de la Caballería Andante, en la Era del Romance. Pertenece a otro siglo, a otro tiempo... en que aún quedaban mundos por conquistar, visiones en pos de las cuales marchar, y sueños para soñar. Se esfuerza por acomodarse de la mejor manera posible al hecho de haberse extraviado en algún tramo de la secuencia cronológica, en un país extraño donde no necesitan su liderazgo y donde no aclaman sus ideales. Incluso su blanco corcel ha desaparecido. Y el Santo Grial es sólo un recuerdo muy lejano. Leo, el Corazón de León, está por tanto más herido y más espiritualmente solo de lo que podrían sospechar quienes sólo ven su armadura superficial de arrogancia.

Aunque este hombre y esta mujer enfrenten muchos obstáculos para alcanzar la armonía emocional en su convivencia, se ayudarán el uno al otro, contra todo el mundo si ello es necesario. Cuando el destino les depare aflicciones o tragedias, ninguno de los dos fallará la prueba de lealtad. Y ésta puede ser la canción más perdurable de la vida... con o sin música de fondo.

Hombre TAURO Mujer LEO Ay, él no quería escuchar. Estaba resuelto a mostrar quién era el amo en aquella casa.

¿Un Toro puede aspirar a tener una reina? La mayoría de los Toros están más cómodos en un bazar de porcelanas que en presencia de la realeza, y ya sabéis lo ofuscados que se sienten en el bazar. No los asustan el boato y la ostentación, pero las reverencias y los pies que se arrastran y las idas y venidas de carrozas doradas, y las coronaciones que duran días, mientras todos se achispan y dejan de trabajar. implican sencillamente «demasiado ajetreo y pompa» para el sensato Tauro. No menosprecia la belleza. La mayoría de los Tauro poseen un talento latente (o manifiesto) por la forma artística, que se manifiesta en la pintura, la danza, la escultura o la música. Pero su mayor talento consiste en mirar el mundo a través del cristal del espíritu práctico. Guarda su dinero y sus emociones para una buena causa, y derrochar el uno o las otras en alfombras rojas y coronas no es, desde su punto de vista, una buena causa. La chica Leo busca a un hombre que la vea como una reina, y que (además de venerarla adorarla) pueda suministrarle el tipo de vida que ella sabe que merece. Anhela un amante o consorte que le permita vivir en las condiciones a las que ella le gustaría acostumbrarse, rodeada de lujo y de amigos cultos... lo cual implica una existencia desbordante de ropas elegantes, fiestas y conversaciones sustanciosas, con sortijas en los dedos de sus manos, cascabeles en los dedos de sus pies, y quizás un ocasional safari fotográfico al África... o

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veraneos en la Riviera. «Julio y agosto son tan desagradables en Manhattan (o en Los Ángeles), ¿no os parece? Con todos esos turistas:» (Traducción: plebeyos.) Es comprensible, entonces, que se sienta un poco tensa e inquieta si el hombre Tauro que ama pretende que ella permanezca en un pequeño apartamento, sirviéndole cerveza y rosquillas saladas, mientras él mira la televisión y lee el Wall Street Journal con los calcetines a la vista. Qué mundano y vulgar. Así que una noche ella le da una sorpresa. Le trae una jarra de agua Perrier helada, con una rodaja de lima, y un plato de delicada porcelana lleno de galletitas untadas con caviar, y le alcanza la revista New York, abierta en las últimas páginas que corresponden a las listas de casas en venta (a partir de unos 200.000 dólares), y le calza amorosamente un par de abrigadas, confortables y modernas pantuflas de Saks. Él reacciona con un suave murmullo de gratitud y le sonríe afectuosamente. A la noche siguiente, cuando ella llega tarde de la peluquería (porque el Tauro no le dio dinero para el taxi, y el metro estaba abarrotado), él continúa sentado allí, gruñendo porque se ha retrasado, con su cerveza y sus rosquillas saladas, mirando el telediario de tac seis con los calcetines d la vista. Las pantuflas eran demasiado ajustadas, y además piensa que los hombres que usan pantuflas en casa son afeminados. ¿La revista New York? ¿Qué revista? ¿Las listas de casas? ¿Qué listas de casas? Más tarde, ella encuentra la revista pulcramente desplegada bajo el recipiente donde el gato hace sus necesidades, en la despensa. Evidentemente alguien tiene que ceder. Y no será el Toro. Los Toros no se repliegan. Se mantienen en sus trece... o arremeten. Será mejor que ella se resigne a que su amante o consorte taurino se mantenga en sus trece y que no lo provoque hasta hacerlo arremeter. Creedme. Igualmente, si ella está dispuesta a esperar, y no lo acosa, es posible que algún día le suministre todo lo que anhela, incluidas las sortijas en los dedos de las manos y los cascabeles en los dedos de los pies... y quizá hasta una hermosa casa en los suburbios, o un granero en el campo, deliciosamente cálido y maravillosamente remodelado, equipado con chimeneas y vigas, por cuyas ventanas se filtrará cada mañana el dulce aroma del heno recién segado. Es posible que él no alcance su meta de seguridad de la noche a la mañana, pero ella nunca encontrará un hombre con más probabilidades de poner algún día a sus pies (siempre que cuente con la impagable ayuda de ella) un reino de su exclusiva propiedad para que lo gobierne. Sólo hay que darle tiempo y no regañarlo. En 1971, cuando visité el «castillo» Hearst de California, propiedad del difunto William Randolph Hearst (un signo solar Tauro), la imagen del Toro estaba en todas partes. Un hombre Tauro resuelto, que había construido lenta pero perseverantemente un imperio periodístico, acumulando millones, y que luego había creado, inspirándose en un ensueño secreto de amor que anidaba en su corazón incurablemente romántico, un castillo de cuento de hadas, sólido, tangible, y en modo alguno imaginario. Los muebles de los varios centenares de habitaciones son descomunales. Todo lo que hay dentro y encima de la propiedad es más grande que en la vida real, más grande de lo necesario, y refleja fielmente la admiración taurina por la desmesura pura y simple. Para el Toro, cuanto más espectacular, mejor. Hacia donde mirara, me encontraba con la afición de Venus por los «lujos necesarios» de la vida, como los artefactos de baño de oro, los empapelados de seda pura, las espesas alfombras persas, y las ornamentadas y costosas estatuas de mármol (enormes, por supuesto). Todo Toro varón debería visitar el castillo Hearst para verificar qué aspecto asumen los sueños de Tauro cuando por fin se materializan. Si está enamorado de una Leona, ciertamente deberá llevarla consigo. Ella quedará hechizada, y ronroneará como una gatita en todo el trayecto de regreso a casa. Quizás entonces comprenderá que los pies de él, aunque sólo estén enfundados en los calcetines, lo llevan en la misma dirección, y que llegará a la meta si ella lo ayuda en su marcha parsimoniosa, en lugar de ponerle obstáculos. Éste podría ser precisamente el hombre que tal vez un día le regalará a la Leona su propio yate, para celebrar su cumpleaños. (Quizá será mejor que ella imagine que se lo regalará en su aniversario de bodas. Es probable que él se muestre mucho más sentimental respecto de la segunda fecha que respecto de la primera.) Cuando el Toro haya cumplido finalmente la misión que tiene reservada en la vida —un hogar confortable, una abundante colección de Washingtons, Lincolns y Jeffersons (no cuadros sino dólares) — la Leona lo circundará con sus propios toques de riqueza. Cuidará que él esté cómodo y abrigado, que se pasee en calcetines sobre alfombras mullidas, bajo luces tenues, al son de violines estereofónicos, sofocado por atenciones constantes y sumido en una existencia plácida y serena. Nada podría hacerlo más feliz.

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Pero mientras él aún esté asentando los cimientos y excavando el hoyo para la piedra angular, no querrá distraerse en ceremonias palaciegas. Le disgustará que pretendan que asista a fiestas, que haga malabarismos políticos con las amigas de ella, y que se someta a los caprichos de su reina y que le pase el plumero al trono. La extravagancia de halagar constantemente su orgullo y de adular su ego le parecerá una bochornosa pérdida de tiempo, y a los Toros no les agrada derrochar el tiempo, así como no les agrada derrochar el dinero (no les agrada nada, como ya sabéis). Aunque estos dos signos solares están en cuadratura, y por tanto son capaces de chocar violentamente en razón de sus discrepancias, su relación será estupenda si tienen la paciencia necesaria para esperar que en las nubes aparezcan los ribetes plateados. Disfrutarán mucho haciéndose compañía el uno al otro mientras se pasean por los aposentos de las torres, les echan comida a los cisnes del lago, comparten cenas románticas a la luz de las velas, alzan el puente levadizo que atraviesa el foso, y tiran de los cordones de terciopelo para llamar a los criados que vendrán a descorrer las sábanas de raso de sus camas de dosel importadas. Sí, he dicho camas... en plural. Probablemente tendrán alcobas separadas, porque la Leona querrá disponer de su propio tocador. Al fin y al cabo, necesita un lugar donde guardar sus cremas, lociones, perfumes. aceites de baño y melenas (pelucas). Si son pacientes... bueno, Tauro es paciente, así que por lo menos la mitad del problema está resuelto. Sin embargo, ella es un signo de Fuego, y los signos de Fuego son un poco escasos de paciencia. Como consecuencia de ello, el período preliminar de edificación del castillo está un poco recargado de sobresaltos y de tensiones traicioneras, cuyas dimensiones oscilan entre las de pequeños hormigueros y las de montañas colosales. En el ínterin, mientras sueñan con sus dos monogramas entrelazados dentro de un corazón grabado en su platería y bordado en sus sábanas y estampado en sus porcelanas, podrán distraer las pocas horas de ocio de las que disponga el Toro, haciéndose el amor. Ésta podría ser una de las pocas circunstancias en que armonizarían totalmente. Por otro lado, podría no serlo. Depende mucho de la relación Luna-Sol entre sus horóscopos. En el lado positivo de la armonía luminaria de sus natividades, encontramos la compatibilidad física que pueden alcanzar juntos. La mujer Leo es orgullosa y altiva, incluso distante, con los desconocidos. Pero cuando la rodean los brazos del hombre que ama realmente, se convierte en una Leona apasionada, que en verdad rezuma afecto y sexualidad. El Toro no reñirá con ella cuando la Leona le pase sus manos delicadas por el cabello, le sobe la piel, le masajee la espalda, le bese la oreja y le acaricie la mano. El hombre Tauro es casi desoladoramente vulnerable al tacto, la voz y el aroma de esta mujer, y puesto que casi todas las mujeres Leo adoran el perfume, él lo inhalará satisfecho, como el pacífico Toro Ferdinando de Disney, en su estado de éxtasis más dichoso. La fuerza de este hombre es portentosa, pero siempre corre peligro de convertirse en un Sansón entre las zarpas de una Dalila sensual y leonina. Está regido por Venus, y nada le produce tanto sosiego mental y espiritual como el hecho de colmar sus profundos y terrenales deseos románticos con una Leona apasionada... excepto el hecho de contar un fajo de flamantes billetes verdes, o de olfatear un pastel de manzana casero, recién salido del horno. Por el lado negativo, si el intercambio de energías del Sol y la Luna de sus respectivas cartas natales está en cuadratura o en oposición, su armonía sexual necesitará grandes ajustes. Es posible que él se canse lenta y gradualmente, pero muy definitivamente, de hacer esfuerzos por satisfacerla y por alimentar su ego insaciable, si ella lo obliga a dormir frecuentemente solo —o a encontrarse con su espalda aburrida en el lecho—porque él no la ha hecho sentir suficientemente venerada durante el día como para que ella piense que se ha ganado el privilegio de disfrutar de sus favores regios durante la noche. O quizá será ella quien se cansará lenta y gradualmente, pero muy definitivamente, de desear secretamente que él ponga más empeño en satisfacer sus necesidades físicas haciéndola sentirse adorada y vehementemente deseada, en el aspecto sexual. Es posible que la técnica que emplea el Toro para hacer el amor, sensual, práctica y a veces poco imaginativa, la deje despierta a su lado, durante horas y horas, soñando con el Príncipe que nunca viene a conquistar su corazón anhelante... derramando lágrimas silenciosas que no le deja ver, por orgullo, y de las que tampoco le habla, por la misma razón. Y es posible que después de un tiempo la Leona cordial, entusiasta y afectuosa, se convierta en un ser totalmente frígido. La frigidez es un peligro que siempre acecha a la mujer Leo instintivamente apasionada. Si la descuidan continuamente, abandonará los ensueños y deseos fogosos de su juventud y se congelará hasta asumir el frío desapego de la idiosincrasia leonina, que es un mecanismo de defensa contra natura, siempre muy triste. Desapego porque... ¿qué reina dejará adivinar que no le rinden total pleitesía? Ni siquiera el príncipe consorte que la ha defraudado tan trágicamente tendrá derecho a vislumbrar su corazón destrozado, ni a descubrir que

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ella está tremendamente vacía y sola. El falso orgullo es el Waterloo de todo Leo. Es la combinación entre la terquedad de él y el falso orgullo de ella lo que los mantiene a ambos inquietos (o resignados) e insatisfechos. De alguna manera, no existe una comunicación sincera entre ambos. Así que nunca discuten los desencantos individuales que sufren a la hora de la posesión mutua, hasta que el amor se esclerosa transformándose en una especie de cómoda familiaridad y compañerismo... o se destroza y conduce al divorcio. A veces uno de estos dos amantes o consortes se evadirá mediante el alcohol. las drogas o las aventuras fortuitas. Pero en general, no. Ambos son básicamente demasiado honrados para ser desleales, demasiado conscientes de sus reputaciones para hacer papelones en público... y al mismo tiempo demasiado terco (él) y demasiado orgullosa (ella) para buscar una solución, tierna y afablemente... juntos. Sin embargo, nunca es demasiado tarde para que la confesión y la humildad recíproca forjen un milagro inesperado. Ambos deben empezar por recordar cómo eran sus relaciones cuando se enamoraron por primera vez. La evocación los enternecerá... y podrán avanzar a partir de allí. A este hombre no lo complacerá que su mujer le sirva comidas refinadas ni que lo obligue a comportarse remilgadamente en casa o en público. Ella lo descubrirá la primera vez que él le grite, durante la cena: «¿Dónde está el frasco de ketchup?».