Los Heraldos Negros. Comentario

Literatura Latinoamericana Iván Alexis Valencia Álvarez Código: 251312406 02/03/2016 Llaqtanayay o la nostalgia del Inc

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Literatura Latinoamericana Iván Alexis Valencia Álvarez Código: 251312406 02/03/2016

Llaqtanayay o la nostalgia del Inca

Al hablar de Cesar Vallejo la primera imagen que se nos impone es la del poeta que habla de la muerte de Dios a través del relato de su sufrimiento, el poeta que mueve las más íntimas fibras del sentimiento humano. Sobre este aspecto se han dedicado líneas y líneas de opinión crítica y popular. Pero hay un universo de Vallejo que sin ser desconocido llega a ser opacado, este es, la obra de carácter social y reivindicativo. A este respecto la sección Nostalgias Imperiales de Los Heraldos Negros contiene una riqueza abrumadora, sería ingenuo tratar de abarcarla en este corto ensayo, por tal motivo sólo trataré de abarcar dos poemas: Nostalgias imperiales y Huaco. De estos haré un mero ejercicio hermenéutico de los que considero como aspectos centrales. Nostalgias imperiales, como título de la sección y del primer poema, da muchas pistas de la mirada que el poeta tendrá en estas letras sobre la situación en que se halla y por el pasado que añora, lamenta y reivindica. Nostalgia tiene su raíz en el griego nóstos que significa regreso, vuelta o en este mismo sentido, camino. La palabra más parecida que el quechua nos ofrece para esta definición es Llaqtanayay y esta es un sustantivo, es decir, se le otorga

existencia como entidad fija. De esta forma la nostalgia más que un sentimiento es un algo que cubre todo y que puede llegar a apoderarse del poeta, del Inca. Así, la nostalgia imperial puede referirse a ese algo que huele, sabe, se siente y que toca al poeta llamándolo a mirar al pasado, a tomar el camino de regreso a sus raíces; el poeta emprende el viaje espiritual y en el camino va topándose con las atrocidades que la colonia, el cristianismo y el hombre blanco cometieron, pero también va encontrándose con la fuerza del Inca, la pervivencia de la cultura, la lucha por nuestra américa que se siente en Llaqtanayay. El poema Nostalgia imperiales es sin duda un poema que traslada, al leerlo el lector se ubica en un crepúsculo peruano, con las montañas en frente y el sol escurridizo entre ellas, con olor a chicha y la caricia del viento andino. ¨En los paisajes de Mansiche labra imperiales nostalgias el crepúsculo¨ (Vallejo, 1980, p.) se refiere al Dios sol que ha visto perecer a su pueblo y al descender sobre la tierra intenta rescatar lo que de él queda y que el tiempo y otras costumbres a cubierto. Así mismo el poeta con sus letras trata de nombrar lo que queda de su raza. Esta primera parte introduce la subversión de los elementos religiosos al nombrar la chicha como elemento central del rito pero usando conceptos propios del cristianismo como -eucaristía- y -retablo-. Esta primera parte es el revivir del pasado en la memoria, por esto dice que el viento corre y es ¨como si se exhumara un firmamento¨ (Vallejo, 1980, p.), el Dios sol revive. La segunda parte está totalmente compuesta de elementos religiosos, es la nostalgia de los viejos Dioses Incas derrotados frente al absurdo del cristiano. La anciana es descrita con dedos de ¨Mama¨, mama en quechua es efectivamente madre, pero de igual forma es utilizada como prefijo en un sin número de palabras que generalmente tienen ese sentido de origen, matriz, la madre como punto de inicio; mama también hace parte de los nombres de

varias deidades femeninas como Mama Ocllo o Mama Huaco. Esta anciana quieta y meditativa, pareciera entrelazar sus cabellos viejos con sus dedos, mientras observa a ningún lado pues sus blancos ojos ya no ven, sólo ve al pasado, es la imagen de la Diosa cansada, nostálgica. Las últimas palabras de esta parte retratan el llanto de Manco-Cápac, hijo del Dios sol y padre de los Incas, que se lamenta de la suerte de su pueblo. En la tercera parte se ve el sometimiento simbolizado en los bueyes que son como Curacas. El curaca era el jefe de la ayllu que era una unidad familiar, generalmente el jefe era el mayor de los hombres. El buey marcha hacia Trujillo, ciudad colonial, y marcha desde Mansiche que es el lugar donde el crepúsculo labra nostalgias imperiales. El buey es animal sometido, siempre cargado y trabajando, pero vigoroso y digno. Así los curacas sometidos por los invasores resistieron la esclavitud con dignidad y con esa misma dignidad desafiaron al enemigo, siempre guardando sueños de libertad, así como el buey, en su mirada. La huaca designa todo lo que de sagrado tenían los incas, el curaca al ser el mayor posiblemente era el encargado de los ritos religiosos, por tal razón ¨ La aldea, ante su paso, se reviste/de un rudo gris, en que un mugir de vaca/se aceita en sueño y emoción de huaca¨. Esta tercera parte del sometimiento y el exilio se cierra afirmando lo anterior al manifestar el destierro de un corequenque anciano; el corequenque es un ave andina, de este modo se hace referencia a como lo autóctono, la cultura, es desplazada por lo extraño, lo impuesto. La cuarta parte deja enunciado el huaco, que es una pieza de cerámica pre-Inca e Inca destinada solo a rituales religiosos, y que servirá de enlace con el siguiente poema que analizaré. Si el anterior es un poema de nostalgia, recuerdo y conciencia de la humillación, Huaco es el poema reivindicativo que dice ¡Soy Inca, mi cultura, mi raza y mi tierra viven y resisten!

Este poema usa símbolos propios de la cultura inca como contraparte de los símbolos de la cultura occidental. Así los animales sagrados toman centralidad: el corequenque, la llama, el cóndor y el puma. En ellos se retrata el dolor de un pueblo que se ve sometido, que ve pisoteado todo lo que por sagrado tenía, pero el identificarse y decir yo soy más que un acto de solidaridad es un acto de reconocimiento en lo otro y en el otro, este reconocimiento transita por el sentir como propio el dolor y así mismo sentir como propia la obligación de cambio, de dignidad y de respeto. El huaco como elemento sagrado puede ser la contraposición de la cruz, ahí su importancia entre ambos poemas, es una señal de resistencia, de pugna, es generador de identidad. El huaco (y el poeta) son todos los animales sagrados, son la cultura materializada, son hijos del sol que caminan entre las ruinas del imperio, son ¨ Un fermento de Sol; / ¡levadura de sombra y corazón! ¨ (Vallejo, 1980, p.). Estos elementos podrían ponerse en diálogo con los planteamientos que ya en algún lugar se han hecho acerca del indigenismo en Vallejo, sólo en vías de alimentar el debate. Regresando sobre el planteamiento inicial queda claro el carácter reivindicativo de esta parte de la obra de Vallejo y que no sólo estará presente en lo aquí analizado.

Bibliografía: Vallejo, C. (1980). Obra poética completa. Bogotá, Colombia: Oveja negra.