Liturgia Al Alcance de Todos

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L I T U R G I A al alcance de todos

Pbro. Marco Antonio Montero Suárez Director del Departamento de Liturgia Conferencia Episcopal de Colombia

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Pbro. Marco Antonio Montero Suárez Director del Departamento de Liturgia Conferencia Episcopal de Colombia ©2004 Pbro. Marco Antonio Montero Suárez ISBN: 958-33-5864-9 Bogotá, D.C. Colombia Primera edición: Febrero 2004 Segunda edición: Octubre 2004 Tercera edición: Marzo 2005 Editor Carlos Saúl González Pe/ayo

Concepto gráfico y diagramación

Silvaysilva Publicidad

sagonpe@hotmail. com

Impresión Opciones Gráficas Editores Ltda. Impreso en Colombia - Printed in Colombia

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Presentación Al visitar las librerías del país se comprueba que, en los últimos años del siglo anterior, fueron varios los Manuales publicados con atención primordial sobre el tema de la LITURGIA. Es verdad, hubo una época (años setenta e Incluso ochenta) en que resultaba difícil encontrar material para el estudio consecutivo y progresivo de la misma, que se pudiera recomendar, por ejemplo, a alumnos de los Seminarios y Casas de Formación de Vida Consagrada; recientemente, sin embargo, fueron publicados cuatro volúmenes por el CELAM, pensados más para estudiantes de Filosofía y Teología en los Seminarios y Universidades, que para laicos deseosos de capacitarse en lo elemental y fundamental. Con el correr de los años, y teniendo en cuenta la realidad descrita arriba, surgió la idea de adelantar por parte de/ Autor de este Manual de «LITURGIA AL ALCANCE DE TODOS» un pequeño tratado sobre la base de su experiencia. Ese sueño de años atrás se hace realidad ahora, y con seguridad se convertirá en la respuesta más acertada a una necesidad sentida por muchos Obispos, presbíteros, diáconos, lectores y acólitos instituidos, seminaristas y fieles laicos en general tan ávidos de actualizarse y formarse continuamente en esta área y tan deseosos de preparación para desempeñar eficientemente un oficio o un ministerio en las celebraciones litúrgicas. Aparece este texto en una época en que los Laicos de nuestras Diócesis y Parroquias, se promueven, buscan formación, se manifiestan Inquietos, aprecian y valoran cuanto se Íes brinda en Institutos o en talleres y cursos sobre Animadores de la Música y el Canto, Proclamadores de la Palabra de Dios, Salmistas, Encargados de sacristía, Comités parroquiales o Equipos encargados de preparar las celebraciones dominicales y festivas que acontecen durante el año cristiano, Monitores, o sobre cuestiones básicas de Liturgia en general, etc. 3

Es, sin duda, un trabajo anhelado por muchos y deseado por otros. Su contenido doctrinal va, desde luego, en consonancia con todo aquello expuesto y enseñado por la Iglesia Católica a través de su Magisterio. Está hecho no desde un escritorio simplemente, sino de cara a la realidad y con datos recopilados a través de los 28 años de vida sacerdotal, rica y variada, del Padre Marco Antonio Montero Suárez, de i a Diócesis de Zipaquirá y actual Director del Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia, a quien conozco por espacio de más de siete años consecutivos. Confío esta sencilla y gustosa obra a la persona de Jesucristo Vivo, celebrado con fe y en forma festiva en toda acción litúrgica, del cual contemplamos su rostro y caminamos desde él en este tercer año del Nuevo Milenio. Por Cristo, al Padre Dios, con la fuerza de su Espíritu Santo y bajo el cuidado maternal de María, «Mujer Eucarística» (La Iglesia vive de la Eucaristía, 53).

+ Fabio Betancur Tirado Arzobispo de Manizales Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia

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Prólogo Uno de los expositores en el Encuentro Nacional de Liturgia, acontecido en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia, en septiembre de 2003, nos decía: El mejor homenaje con ocasión de los cuarenta años de la Constitución sobre Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, no podrá quedarse en el hecho de compartir una torta, acompañado de un brindis y unas palabras alusivas al acontecimiento, ni podrá reducirse a una reunión más o menos grande de expertos en la materia litúrgica para evaluar y programar de nuevo. Una buena celebración ha de consistir en abrir espacios hacia el futuro para una actualización y formación continua de todo el pueblo de Dios en la materia que nos atañe, a través de este siglo XXI. Fue ahí donde encontré el momento para intervenir y anunciar públicamente, dentro de! auditorio, que tenía en mente y estaba muy adelantado el trabajo de un Manual de Liturgia para Laicos, cuyo título vine a cambiar posteriormente. Esta sencilla obra pretende ser una relectura de la mencionada Constitución en su cuadragésimo aniversario de haber sido aprobada en ei aula Conciliar, en aquella fecha inolvidable del 4 de diciembre de 1963. Siempre en las clases de Iniciación a la vida litúrgica, en primero de Filosofía (hoy llamado Propedéutico), compartidas con varios de mis alumnos en el Seminario Mayor de Zipaquirá, hoy ya ordenados algunos de ellos presbíteros, mencioné y cité con números aprendidos de 5

memoria la tan apreciada y valorada Sacrosanctum Concilium. Ha sido mi punto de referencia y mi texto exquisito, y frecuentemente consultado. En su honor, y «para que Dios sea glorificado y todos nosotros santificados» (S. C. 7), he escrito estas páginas, que pongo a la consideración, estudio, reflexión y práctica de cuantos amen también la Liturgia en cada Comunidad Eclesial. A quienes se han convertido en los forjadores del futuro de mi vida, comenzando por mis padres y hermanos, siguiendo por mis formadores en el Seminario Mayor Arquidiocesano de Bogotá, y continuando por mis hermanos y hermanas que he encontrado en el trayecto de mi sacerdocio, compartido en diferentes lugares hasta llegar a la Conferencia Episcopal de Colombia, dedico con un amor muy grande y con inmensa gratitud y gozo en el Señor Jesús todo el contenido de estas páginas. Quiera Dios sea del agrado y aceptación de todos, y principalmente de la mayor utilidad y provecho de cuantos se interesen por leerlo, estudiarlo y aplicarlo. Marco Antonio Montero Suárez, Presbítero Autor.

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CAPÍTULO PRIMERO NOCIONES BÁSICAS SOBRE LITÚRGIA

7

I. La liturgia según el espíritu renovador del Concilio Vaticano II El Concilio Vaticano II se celebró del 11 de octubre de 1962 al 8 de diciembre de 1965. Dio como resultado 16 documentos, distribuidos en cuatro Constituciones, nueve Decretos y tres Declaraciones. Una de las Constituciones es la «Sacrosanctum Concilium», promulgada el 4 de diciembre de 1963. En el año 2003 cumplió sus 40 años. Entró en vigencia el 16 de febrero de 1964. Es el primer documento aprobado, primera hija del Concilio y la de frutos más inmediatos, visibles y gratos al sentido del pueblo cristiano. A partir de entonces contamos con cinco Instrucciones para la aplicación de dicha Constitución conciliar: en su orden han sido publicadas las de 1964 - 1967 - 1970 - 1994 (Liturgia e inculturación) 2001 (Uso de las lenguas vernáculas en la edición de los libros de la Liturgia Romana). «Los pastores fomenten con diligencia y paciencia la educación litúrgica y la participación activa de los fíeles, interna y externa, conforme a su edad, condición, género de vida y grado de cultura religiosa, cumpliendo así una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de Dios, y en este punto guíen a su rebaño no sólo de palabra, sino también con el ejemplo» (S.C. 19). Durante el período de la aplicación de la Constitución conciliar hemos asistido a tres etapas bien marcadas:

Primera Etapa: REFORMA propiamente, y se refiere a todo aquello que tiene que ver con cambios externos (paso del latín al castellano; 8

publicación de Leccionarios, Rituales, Liturgia de las Horas y nuevas ediciones del Misal Romano, etc.) Segunda Etapa: RENOVACIÓN, que tiene que ver con la participación interna y espiritual que pide toda celebración litúrgica. A los signos contenidos en un rito hay que aprender a identificar cuál es su contenido teológico, para llegar a celebrar como Dios es V se lo merece, es decir, «según el Espíritu y la verdad» (Jn 4,23- 24). En esta etapa el principio orientador es: «Participa más, no quien actúa y se mueve más, sino quien ora más».

Tercera Etapa: ADAPTACIÓN Y CREATIVIDAD Adaptar es conocer las inquietudes y necesidades propias de cada asamblea o comunidad, para responder en forma actualizada y aterrizada. Crear no es inventar, experimentar, improvisar, innovar. Crear es pasar de la rúbrica (letra en rojo) a la celebración vital y dinámica. Es darle vida a la letra contenida en los libros litúrgicos. Crear es prestarle un servicio a la comunidad que desea su crecimiento espiritual y su madurez en la fe. En esta etapa se inserta la espiritualidad litúrgica.

En la actualidad se vislumbra una cuarta etapa: LA INCULTURACIÓN El magisterio de la Iglesia viene utilizando el término «Inculturación», que ha de ser entendido como «profundizar mejor el mensaje de Cristo y expresarlo más perfectamente en la celebración litúrgica y en la vida de la multiforme comunidad de fieles» (G.S. 58). Es celebrar cada vez mejor a Jesucristo con ardor, métodos y expresiones nuevas teniendo en cuenta la idiosincrasia o el carácter propio de cada pueblo. 9

Con todas estas etapas se ha puesto de manifiesto la importancia que tiene la liturgia en la vida de la Iglesia. Por una parte, tiene como función guiar al pueblo de Dios en su peregrinación terrena y, por otra parte, expresar el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia. De ahí que la Liturgia sea la «Epifanía de la Iglesia» (S.C. 2). Con la Liturgia yo no puedo proceder a mi antojo o según mis gustos personales, porque no soy de ninguna manera dueño de ella; toda ella depende de la Iglesia y ella es la única dueña.

II. Principios orientadores de la Renovación litúrgica A. Nociones

¿Qué es Liturgia? Para entendernos desde un comienzo, la palabra Liturgia etimológicamente significa: Obra (érgon) a favor del pueblo(leit), o acción de toda la comunidad.

La liturgia hoy no puede ni debe ser:

Ritualismo: Conjunto de ritos

que componen una ceremonia.

Rubricismo: Suma de normas o leyes compuestas para el buen desempeño del culto. En cambio, la liturgia tiene que ser: Fuente de la vida cristiana y ministerial. Oración oficial de la Iglesia que tiene su origen en Dios. Este es el enfoque Teológico- Pastoral.

10

Este es el espíritu renovador de la liturgia que se deja entrever en cada uno de estos documentos: - Sacrosanctum Concilium: Allí es descrita la liturgia en estos términos: Ejercicio de la obra de nuestra redención. Acción de Cristo y de la Iglesia. Presencia de Cristo. Ejercicio del sacerdocio de Cristo. Fuente y cumbre de la vida eclesial. Glorificación de Dios y redención humana. Pregustación y participación del culto celestial. Participación activa en los misterios de Dios. Escuela de vida cristiana. Acción sagrada por excelencia. - Puebla (1979): Celebración gozosa de la Pascua del Señor. Momento privilegiado de comunión y participación. Encuentro con Dios y los hermanos. Banquete y sacrificio realizado en la eucaristía. Fuerza en el peregrinar. Compromiso de vida cristiana. Lugar privilegiado para rehabilitar los signos y su teología. - Vicesimus quintus annus (1988) (con ocasión de los veinticinco años de la Constitución): Actualización del Misterio pascual de Cristo. Epifanía de la Iglesia. Iglesia en oración. Palabra de Dios hecha celebración. Lugar privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con su enviado Jesucristo. Gran escuela de oración de la Iglesia. La Liturgia es «como la fuente del pueblo a la que cada generación va a sacar el agua siempre fresca y vivificante» (Juan XXIII, citado en la conclusión del documento anterior).

11

B. Distinción entre las acciones litúrgicas propiamente y los ejercicios de piedad o prácticas de religiosidad popular.

Las acciones litúrgicas hacen presente (actualizan) la salvación de Dios en Jesucristo. Expresan cómo es la Iglesia (pueblo de Dios ordenado jerárquicamente). Son de carácter comunitario (no hay nada privado). Propiamente son éstas: Los Sacramentos (sobresale la Eucaristía). La Liturgia de las Horas u Oficio Divino. La celebración de exequias. Las celebraciones dominicales de la Palabra en ausencia del Presbítero o en espera del mismo. Los distintos ciclos o períodos del año litúrgico (Triduo Pascual, Tiempo Pascual, Cuaresma, Navidad, Epifanía, Adviento, Tiempo Ordinario o durante el año, Fiestas de Santos, fiestas del Señor, de María, el Domingo). Las celebraciones penitenciales sacramentales o no (con confesión o sin ella). El culto eucarístico fuera de Misa (Exposición y bendición del Santísimo, visita y comunión a enfermos, viático, Congresos eucarísticos). Rito de admisión como candidatos a órdenes sagrados, ministerios y Profesión Religiosa. Los Sacramentales

(Bendiciones

en

general,

imposición

de

ceniza,

dedicación de iglesias y de altares). Las procesiones del Domingo de Ramos y en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Los ejercicios piadosos o prácticas de Piedad Popular son celebraciones religiosas (ayudan a ponerse en relación con Dios), que contribuyen a acrecentar la vida cristiana, pero que no reúnen las características

propias

y

enunciadas

anteriormente

sobre

las

celebraciones o acciones litúrgicas. Estos ejercicios son válidos y se 12

recomiendan «con tal que estén subordinados a las acciones litúrgicas, deriven de ellas y conduzcan a ellas» (S.C. 12 y 13). Son éstos: El Rosario, las letanías, el ángelus y las salves. El Vía crucis. El Trisagio. La visita al Santísimo. Las visitas al cementerio. Los responsos. Las novenas en honor de un santo o de la Virgen María. Los primeros viernes de cada mes. Las paraliturgias (una fogata con lecturas bíblicas, cantos y oraciones). Las procesiones en general (las de Semana Santa). Los novenarios con ocasión del fallecimiento de alguien. El sermón de las siete palabras. Las peregrinaciones a santuarios. Las manifestaciones de religiosidad popular o la piedad popular, en general (rogativas, devoción a imágenes de santos, etc.).

C. El sentido de la participación tiene que ser bien entendido.

Participación quiere decir «tomar parte» y es sinónimo de intervención, adhesión, colaboración, asistencia, etc. De hecho, participación viene a ser relación, comunicación, identificación, unión, comunión, sintonía. Y el Concilio insiste frecuentemente en que tiene que ser «activa, consciente y provechosa», o, como dice el Sínodo de 1985, «viva, interior y fructuosa». La liturgia no tiene carácter adormecedor o de «doping» del pueblo, menos aún es alienante. La participación es el principio orientador de toda la reforma litúrgica del Vaticano II, término que ya había sido citado por Pío XII en la Mediator Dei (1947). El sentido de la participación queda muy bien iluminado por el número 28 de S.C.: «En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple 13

fiel, al desempeñar su oficio hará todo (corresponsabilidad) y sólo aquello que le corresponde (subsidiarídad)».

¿Por qué participamos? Razones: -

Por nuestro bautismo que nos asoció plenamente al misterio

pascual de Cristo. -

Por la fe recibida, y el termómetro de la fe lo da la oración (en la

oración reflejamos nuestro grado de fe): Lex orandi, Lex credendi. El término participación impregna el documento conciliar y alrededor de 28 veces aparece en esta Constitución.

Formas de participación: El número 30 las enuncia así: aclamaciones, respuestas, salmodia, antífonas, cantos, acciones o gestos, posturas corporales, silencio, etc.

D. Diferencia entre Ministerios y Oficios. Distinguir no es separar:  Un Ministerio es un servicio que se le presta al pueblo de Dios y consiste principalmente en representar (hacer presente) al Señor.  Un Oficio es el desempeño o ejercicio de un ministerio.  Son

Ministerios

ordenados

el

Episcopado,

Presbiterado

y

Diaconado.  Ministerios instituidos, el lectorado y acolitado.  Ministerios no instituidos: Aquellos que son confiados de forma estable u ocasional a miembros del pueblo de Dios para el servicio de la asamblea, de la Palabra, del altar o de los ministros ordenados. 14

Entre otros ministerios no instituidos encontramos: El animador del canto, schola, cono, organista, director del canto, monitor, turiferario, ceroferario, portainsignias, acomodador, recepcionista, encargado de sacristía, campanero, encargado de decoración (arreglos florales, carteleras, letreros, etc.) y limpieza (aseadores y lavado de ropa de sacristía), recolectores, monaguillos, guía de celebración, servicio de guardería, encargado del equipo de sonido, comité de liturgia, responsables de la procesión de ofrendas, encargado de las preces de la oración de fieles, responsable del misal romano, etc.

E. Conclusión -

La Liturgia constituye y edifica a la Iglesia: Si la Iglesia es

madre y maestra, la liturgia lo es también. Por los sacramentos celebrados en la liturgia, la Iglesia engendra hijos para la fe, los alimenta y fortalece en esta vida hasta que lleguen a la madurez perfecta de Cristo (Ef 4, 13). Toda la liturgia tiene un carácter pedagógico. La educación ordenada y progresiva de la fe, iniciada en la Evangelización y continuada desde la Catequesis, tiene su máxima expresión en la liturgia. -

La liturgia expresa y manifiesta a la Iglesia

Como misterio, porque ella es humana y divina, y la liturgia está dotada de elementos visibles e invisibles (S.C. 2). Como pueblo organizado o jerárquico y carismàtico: Todo ministerio es un carisma para la común utilidad de todos los fieles. Cuando entran en acción todos los ministerios nos encontramos frente a una celebración ideal (S.C. 27), de manera especial la liturgia de la catedral (S.C. 41). 15

-

La liturgia es la vida íntima de la Iglesia: Es la acción más

sagrada de la Iglesia por ser obra de Cristo sacerdote (S.C. 7). Es la máxima oración, la plegaria por excelencia en donde tienen cabida y expresión las devociones particulares, es decir, la espiritualidad individual. -

La renovación litúrgica es el esfuerzo de inserción progresiva

de la vida del cristiano en el misterio pascual de Cristo, y viceversa. Esto se ha conocido con el nombre de Mistagogía o mistagogia y desde este ángulo o punto de vista funciona en la actualidad la liturgia.

III. Lugares e implementos litúrgicos

A. Lugares

-

El Presbiterio: Lugar que rodea el Altar o sitio donde actúan los

Presbíteros. -

El Altar: Mesa del Señor, centro de la acción litúrgica eucarística.

-

El Ambón: Lugar propio para la proclamación de la Palabra de

Dios. -

La Sede: Silla o lugar de quien preside la Celebración Litúrgica.

-

El Sagrario o Tabernáculo: Lugar de la Reserva Eucarística.

-

La Pila Bautismal: Fuente de agua para la celebración del rito

esencial del Sacramento del Bautismo. -

La Capilla Penitencial: Lugar apropiado para el Sacramento de la

Reconciliación. -

La Credencia: Mesa auxiliar para la celebración. 16

-

La sacristía o «secretarium»: Lugar en donde se ha de favorecer

el silencio, como preparación espiritual, en orden a la celebración

B. Vestiduras -

EI Alba: Túnica blanca. Es el traje litúrgico básico.

-

El Cíngulo: Cordón que sirve para ceñirse el alba.

-

La Estola: La lleva el Obispo o el Presbítero alrededor del cuello y

pendiente ante el pecho. El Diácono la lleva cruzada. Signo del poder que confiere la Ordenación. -

La Casulla: Ornamento propio del Obispo y del Presbítero que se

coloca sobre el alba y la estola. -

La Dalmática: Ornamento propio del Diácono que va sobre el alba

y la estola. -

La Capa Pluvial: La lleva el Obispo o el Presbítero en las

procesiones y en algunas otras acciones sagradas (Liturgia de las Horas). -

El Humeral: Paño de hombros que se utiliza para coger la

Custodia en las procesiones con el Santísimo o en la bendición con él. -

La Mitra: Gorro alto y con puntas que usa el Obispo. Significa el

esfuerzo continuo por alcanzar la santidad de vida. -

EI Solideo: Gorro redondo que usa de ordinario el Obispo.

Significa: solamente ante Dios se descubre. -

El Palio: Especie de estola que utiliza el Arzobispo sobre la

casulla, signo de la comunión con el Papa.

C. Libros 17

-

El Misal Romano: Libro del altar que incluye las oraciones de la

celebración. -

Los Leccionarios: Libros que contienen las lecturas de la Palabra

de Dios, para los días de feria o entre semana y para los domingos y fiestas. -

EI Evangeliario: Libro que incluye todos los Evangelios que han

de proclamarse en domingo, solemnidades y fiestas. -

El

Pontifical

Romano:

Libro

que

utiliza

el

Obispo

en

Confirmaciones, Sacramento del Orden, Ministerios, Profesión Religiosa, Dedicación de iglesias y de altares. -

El Ritual de los Sacramentos: Libro que contiene la celebración

del Bautismo, Confirmación, Penitencia, Unción de Enfermos, Matrimonio y Exequias. -

El Ordo: Agenda que señala la celebración de cada día, el color

litúrgico, la Misa que ha de celebrarse, el Oficio Divino respectivo. -

La Oración de Fieles: Libro que incluye formularios para la

Oración Universal o de los fieles u oración común.

D. Vasos -

El Cáliz: Vaso exclusivo para consagrar el vino.

-

La Patena o patena-copón: Platillo que contiene el pan que será

consagrado. -

El Copón: Copa grande que contiene el pan para la comunión de

los fieles y se conserva en el Sagrario. -

La Custodia u Ostensorio: en ella se hace la exposición del

Santísimo. 18

-

El Viril o La Píxide: Vidrio que cubre, o luneta que sostiene la

reserva eucarística en la exposición del Santísimo. -

El Portaviático: Cofre que sirve para llevar la comunión a los

enfermos.

E. Utensilios -

Las Vinajeras: Recipientes que contienen el agua y el vino para la

celebración. -

El Platillo y la jarra para el lavabo: Utensilios para bañarse las

manos quien preside la celebración. -

El Manutergio: Paño o toalla que emplea el sacerdote para

secarse las manos una vez se ha bañado. -

El Purificador: Paño con el cual se seca el cáliz o se recogen las

partículas de otros vasos sagrados. -

El Corporal: Paño grande, en forma de pañuelo; se emplea para

disponer sobre él todos los vasos sagrados que contienen el Cuerpo y la Sangre de Cristo. -

La Palia: Pieza cuadrada que según la necesidad se puede

colocar sobre el cáliz. -

La Patena para la comunión de los fíeles: Platillo que recoge las

partículas del pan consagrado. -

La Caldereta o el Acetre: Recipiente que contiene el agua

bendita. -

El Hisopo: Escobilla con mango de metal que se emplea para

rociar el agua bendita. -

La Naveta: Recipiente en donde se lleva el incienso. 19

-

El Incensario o Turíbulo: Brasero con cadenas que contiene

carbones encendidos para que arda el incienso. -

La Lámpara del Santísimo: Velón encendido ante el Sagrario que

indica o es señal de presencia y de honor al Señor. -

La Caja de la llave del Santísimo: Cofre con la llave del Sagrario.

-

El Conopeo: Cortina que cubre el Sagrario e indica la presencia de

la Reserva Eucarística. -

El Mantel del Altar: Lienzo que cubre la mesa del Señor o la mesa

de la comida familiar cristiana. -

El Cirio Pascual: Cirio grande propio del tiempo pascual.

-

La Cruz alta y los Ciriales: Cruz y Candeleros altos que

encabezan toda procesión. -

El Atril o el Facistol: Mueble de madera o metal que sirve para

sostener los libros. -

Las Crismeras: Recipientes propios para los Santos Óleos. Los

hay de tres clases: O S = Óleo santo para el Bautismo u óleo de los catecúmenos. O I= Óleo de los enfermos. S C = Santo Crisma. -

El Palio: Toldillo portátil con varas que se emplea en procesiones

con el Santísimo. -

El Báculo: Bastón que emplea el Señor Obispo en las

celebraciones. -

EI Pectoral: Cruz que lleva colgada al pecho todo Obispo.

«Las cosas destinadas al culto sagrado han de ser en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales». Constitución sobre Sagrada Liturgia, n. 122 20

CAPÍTULO SEGUNDO ELEMENTOS

QUE

CONSTITUYEN

UNA

CELEBRACIÓN LITÚRGICA LA LITURGIA ES.... ... la acción de todo el pueblo de Dios que celebra

Qué. .?

el Misterio pascual de Cristo,

Dónde...?

en el lugar sagrado,

Cuándo...?

a lo largo del año,

Cómo...?

mediante signos,

Quiénes...?

con todos aquellos que se reúnen (asamblea + presidente),

Por qué...?

convocados por la Palabra de Dios que despierta y acrecienta la fe,

Para qué…?

para glorificar a Dios y salvar a la humanidad.

21

I. LA ASAMBLEA Y LA PRESIDENCIA LITÚRGICAS

¿Quiénes celebran?

A. La Asamblea

1. Generalidades Genéricamente, el término asamblea es un grupo cualquier de personas reunidas

con

un

fin

determinado.

Ejemplo:

La

Asamblea

de

parlamentarios. Litúrgicamente, es la «comunidad de fieles, jerárquicamente constituida, legítimamente congregada en un determinado lugar para una acción litúrgica, y altamente cualificada por una presencia salvífica particular de Cristo». Es una realidad simbólica que expresa y construye la Iglesia como pueblo de Dios, mediante la escucha de la Palabra, la respuesta a ella y el sello de este diálogo impreso por el sacramento que contiene carácter empenativo, o sea, de compromiso. Es una realidad que se ubica en un movimiento de convocación, que parte del Sinaí hasta alcanzar las dimensiones de la Jerusalén celestial (Éx 19; Ap 19-21). Quien convoca, reúne y celebra con la asamblea es el Señor resucitado, el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13,8). Esto se hace legítimo a través de la jerarquía que convoca y preside en el nombre del Señor. La asamblea litúrgica es signo de la Iglesia local o particular, que ha sido convocada, y se reúne en comunión con toda la Iglesia Universal. 22

Esa convocación nos coloca en actitud de escucha y de aprendizaje. En asamblea somos, por tanto, educados por Dios. Escuchar y aprender constituyen la Ekklesía. Ekklesía proviene del verbo ek-kaleo, y significa llamar desde, invitar, convocar. Ekklesía es, entonces, la reunión, asamblea, comunidad de los convocados o congregados. Qahal Yahvé (en hebreo) es la asamblea del Señor, que se traduce en griego por: Ekklesía tou Theoú, en latín por Ecclesia y en español por Iglesia. Está comprobado que la belleza (buen gusto), la comodidad y la limpieza (aseo) del lugar sagrado son la mejor acogida y bienvenida para todos. Además, el recinto donde se congrega la Asamblea es el fiel reflejo del responsable de una comunidad parroquial. Podríamos parodiar también aquello de: «dime como es tu iglesia y te diré cómo es el párroco». Los mismos que se disponen a participar de la celebración litúrgica deben

prestar

el

servicio

u

oficio

de

ACOMODADORES

O

RECEPCIONISTAS para acoger (como lo hacen nuestros hermanos separados) y acompañar a sus lugares o puestos a quienes van llegando. Esto permitirá llenar espacios vacíos que van quedando si no hay quien cumpla con este encargo. Al incorporarnos a la Asamblea debemos sentirnos acogidos por los demás: como en casa, como en familia, como hermanos y no como extraños. ¡Qué falta tan grande la que hace entre nosotros, pues siempre damos la impresión de convivir con los otros en un marcado anonimato! El saludo ha llegado a cobrar un precio tan alto que resulta difícil merecerlo. 23

Para constituir Asamblea litúrgica hay que agruparse y no dispersarse. Agrupados significamos la comunidad que se reúne, la Iglesia, los hermanos convocados (con una misma vocación); dispersos damos la impresión de «una sala de enfermos de contagio». Pareciera que algunos hubiesen asegurado «su puesto» de una vez por todas, para siempre y con derecho a pensión. Tenemos que dejar a un lado nuestra terquedad y capricho personal para pensar en que ha de prevalecer lo comunitario. La Asamblea no debería acostumbrarse ni al llanto o grito de los niños, ni a la charla burlona de los participantes, ni a quienes amena y distraídamente mascan su goma o chicle, ni a las carreras o juegos congraciantes de los pequeños, ni mucho menos a la presencia de los perros que llaman la atención o distraen con espectáculos nada interesantes. Algunos miembros de la comunidad deberían prestar el servicio de «guardería», en un salón anexo a la iglesia parroquial, mientras acontece la celebración eucarística. Tanto el que preside como la Asamblea deben distinguirse por la puntualidad para comenzar a la hora exacta. La Eucaristía es supremamente santa. En esto la Asamblea deberá ser muy seria y quien preside muy profesional. «La postura uniforme, seguida por todos los que toman parte en la celebración, es un signo de comunidad y unidad de la Asamblea, ya que expresa y fomenta al mismo tiempo la unanimidad de todos los participantes» (Instrucción General del Misal Romano, 42). «Para conseguir esta uniformidad en gestos y posturas, obedezcan los fieles a las moniciones que el diácono o el sacerdote u otro ministro hagan durante la celebración» (IGMR, 43). 24

Si las hojas que se distribuyen desde un comienzo no contribuyen a la distracción, sino a una mayor participación, (ej. letra de cantos, respuestas y aclamaciones que han de emplearse), se han de considerar válidas y necesarias; de lo contrario, es mejor repartirlas a la salida. La comunidad cristiana de cada lugar debe contar con los ministros necesarios que han de servir a la Asamblea (animadores del canto, monitores, recepcionistas, acomodadores, encargados de la colecta), a la Palabra (lectores, salmistas, responsable de las preces en la oración de fieles) y al Altar (diácono, acólitos, monaguillos, etc). La Asamblea eucarística no es una «reunión informal»; nuestro encuentro con Jesucristo vivo no puede llevarse a cabo en un nivel de «descomplicación» (como dicen hoy, para no decir «deportivo»). Mi porte interior que se refleja al exterior, mi actitud y mi vestido deben estar de acuerdo con la fiesta que celebramos. No acudimos a un gimnasio ni a un coliseo para presentarnos de cualquier manera. A quien preside o a otro ministro le compete dar la bienvenida a los RECIÉN LLEGADOS, a los TURISTAS o a los recientemente incorporados a la comunidad. Bastará con hacerlo en forma muy sincera y espontánea al comienzo mismo, en el momento de enunciar por quien o quienes vamos a orar hoy. Las

COMUNIDADES

RELIGIOSAS

se

harán

un

gran

bien

y

enriquecerán la vida de la Asamblea participando con la comunidad parroquial de la eucaristía dominical (Carta Apostólica «O/es Domini» sobre el día del Señor, 36b). Lo mismo ha de decirse de grupos, movimientos apostólicos y asociaciones. No olvidemos que en Domingo es mucho mejor no favorecer celebraciones para pequeños grupos, dado el valor sacramental de la Asamblea. 25

Toda comunidad parroquial debe contar dentro de su programación o plan pastoral con un comité de liturgia, encargado, entre otras cosas, de preparar con anticipación un excelente servicio a sus hermanos que han de congregarse en Asamblea. Podrían los «fieles» dialogar con quien va a presidir para ofrecer su colaboración y dar sugerencias con el fin de propiciar celebraciones más ordenadas (menos improvisadas), más dinámicas (menos monótonas), más orantes (menos teatrales) y más familiares (menos ceremoniosas y acartonadas). La promesa de Jesús: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20), le confiere a la Asamblea una garantía tal que hay que reconocer, respetar y valorar. El grupo de bautizados reunidos en nombre de Cristo es el primer signo de la presencia del Resucitado y también el primer paso de nuestra incorporación a la Iglesia.

2. Aspectos de arquitectura

El lugar de la Asamblea es el sitio reservado a los fieles; por consiguiente, hay que intentar obtener un lugar adecuado a la naturaleza de la asamblea cristiana. El mismo edificio del culto cristiano recibe precisamente su nombre - iglesia- de la asamblea que lo habita. «Iglesia», en efecto, significa «convocación», «reunión». El pueblo cristiano, por tanto, en la iglesia, debe sentirse reunido. No es suficiente que se sienta en actitud orante, ni menos aún como simple espectador. 26

De lo anterior se desprende que, el lugar de la celebración cristiana no sólo recibe su nombre -«iglesia»- de la asamblea que lo habita, sino que también tiene en ella su última razón de ser. «No tenemos templo», decían con cierto orgullo los primeros cristianos, como si proclamaran una de las prerrogativas más diferenciantes de su ser. Si el templo fue en las religiones paganas, o incluso en la antigua alianza, el signo de la proximidad de Dios en la nueva alianza este signo ha sido sublimado, y ahora la presencia de Dios se significa a través de la reunión de éste con su pueblo. Que se diferencie lo más posible de cuanto pudiera influir en que la asamblea se asemejara a un público que contempla; es imprescindible que la disposición del pueblo refleje la imagen de asamblea que actúa. Téngase especial cuidado en disponer el lugar de los fieles de modo que puedan ver las celebraciones sagradas y participar debidamente de ellas con su espíritu. Se procurará, además, que los fieles no sólo puedan ver al que preside y demás ministros, sino también escucharlos cómodamente, utilizándose para ello los medios técnicos modernos. De la noción y hondo significado que se tenga del signo básico «Asamblea» (comunidad o Iglesia reunida) dependerá, en parte, la construcción del edificio sagrado, pues la iglesia está destinada al servicio de la asamblea. El lugar celebrativo no es, por tanto, en sí mismo un templo, sino un edificio para que la asamblea y los que lo componen se conviertan ellos mismos en templo o lugar donde se hará presente el Señor. Cristo no necesita de casas, sino que se hace presente donde está reunido su cuerpo. Que sea en verdad lugar de oración y para esto ha de gozar de: 27

- comunicación, pues allí le encontramos sentido, rumbo y capacidad a la vida. No puede ser un lugar en donde se favorece la «piedad de refugio», huyendo del mundo y evadiendo responsabilidades. -Apertura, pues ha de ser lugar de descanso, sosiego, acogida, paz, silencio y protección. -Liberación, pues debe disponer de luz, buena ambientación (no ha de ser asfixiante), simplicidad (sencillez) y austeridad (no exuberancia, ni demasiado lujo).

Que todo esté pensado y se articule o converja hacia la mesa santa de la comida familiar cristiana (altar), «centro de toda la acción de gracias» (IGMR, 296). La distribución de las bancas, una detrás de otra, para permitir la ubicación de los fieles, tiene el significado de la Iglesia peregrina. En cambio, la asamblea que se sitúa alrededor del altar expresa mejor el simbolismo de la Iglesia congregada. «Los edificios sagrados y ios objetos que pertenecen ai cuito divino sean, en verdad, dignos y bellos, signos y símbolos de las realidades celestiales " (IGMR, 288)

B. La Presidencia

1. Generalidades

El término «Presidente» procede del griego «Proistamenos», el prestante, el primero entre todos, el sobresaliente; y proviene del latín «pre-sedere»: sentarse delante de. Presidir una Asamblea sacramental 28

es signo del Señor que se coloca a la cabeza de su pueblo (ejerce el puesto de capitalidad de Cristo) y es quien lo guía hacia el Padre. Es todo un arte, un carisma. Presidir es tomar la responsabilidad global de una celebración en comunión con la Asamblea. Por eso, quien preside debe actuar como parte del pueblo, sintiendo junto con el cuerpo. Es preciso celebrar con y desde el pueblo y no para, ni ante él. La actitud general del Presidente hacia la Asamblea debe ser de simpatía, acogida, bondad, fraternidad, paciencia y alegría. El comportamiento agresivo, iracundo y malgeniado hace que el signo se empobrezca y que muchos fieles se retiren de nuestras Asambleas. Debe ser modelo

y ejemplo en su forma de celebrar. Su

comportamiento es básico, pues re-presenta a Cristo; por su modo de obrar y de hablar debe sugerir a los fieles que se trata de una presencia viva. Es más, ha de «servir a Dios y al pueblo con dignidad y humildad» (IGMR, 93). Los fieles tienen una frase clave que lo resume todo: «celebra con unción». Es muy importante que el Presidente de la Asamblea revise con anticipación el presbiterio para asegurarse que todo esté en su lugar y que haya lo necesario para la celebración. En este mismo sentido ha de registrar los libros que se han de emplear: misal, leccionario, oración de los fieles. Igualmente se ha de cerciorar del buen funcionamiento del equipo de sonido. La improvisación se capta con facilidad. Sería ideal, y de hecho ya se hace en algunas partes, que el Presidente vaya a la entrada de la iglesia, para saludar de mano a quienes van llegando. Esto demuestra ya un primer momento de lo que ha de ser la liturgia: comunicación. Al mismo tiempo evita que quien preside aparezca «de golpe y en forma sorprendente» ante la comunidad reunida. 29

Cuando el ministro ordenado esté presidiendo debe cultivar la naturalidad y la espontaneidad. Actuará con sentimiento y sin teatralidad; sin emoción no hay celebración. Ha de hacer de las fórmulas y oraciones del misal algo vivo, sentido, dirigido realmente al Padre, por Cristo, en su Espíritu. Pero recuerde: «es celebración, y no teatro». No cambie demasiado el tono de su voz; hable duro y claro, con buena vocalización y dicción El Presidente debe ser el «gran servidor» de sus hermanos en la Asamblea. Con justa razón alguien afirmaba: «es el mesero de la Casa del Señor». Como tal ha de esforzarse por atender y servir bien, con mucha pulcritud en su porte, en sus vestiduras y en su presentación personal. Sería muy triste que «los comensales del Banquete» sintieran escrúpulo o asco. La comunicación humana en la celebración litúrgica depende en primer lugar de aquel que preside, y la comunicación empieza por la mirada dirigida hacia los oyentes; lo contrario da la impresión de una aparente timidez. Un Presidente puede bloquear la participación de la Asamblea y, a su vez, una Asamblea puede entorpecer la actuación tranquila y afable del Presidente. Cuanto más cercanos nos mostremos en la celebración con el pueblo, mejor comunicaremos. El Presidente debe ser creativo, esto es, conocer bien la comunidad que anima (santa y pecadora) para impulsarla y llevarla a un compromiso vital y de liberación del pecado. La preside las 24 horas del día y lo significa en cada acción litúrgica. Igualmente debe estar en capacidad de adaptar cada celebración al nivel de la fe y de la cultura del pueblo reunido. 30

Finalmente, el Presidente es el punto de unión de toda la comunidad, el coordinador de los demás ministerios y oficios. Es el director de la oración y como tal se ha de preparar desde la misma para presidir bien. Recordemos que «de la cama al altar, salto mortal». No es, por consiguiente, el hombre orquesta que lo hace y acapara todo, sino que ha de dejarse ayudar del «equipo» o comité de servidores de la Asamblea.

2. Aspectos de arquitectura

La sede presidencial ha de ser única: porque uno solo es nuestro Padre, uno nuestro maestro, uno solo el sacerdocio y una sola la Iglesia. No caben en la iglesia, por tanto, varias sillas destacadas, ni que la silla del que preside sea parecida a la de los demás ministros. Debe aparecer muy distinta y única en su género a todas las demás. No pueden ni deben ser tres sobre una tarima; esto sería una réplica del pasado, en donde había sacerdote celebrante, diácono y subdiácono. Ahora uno solo es quien preside, como una sola es la cabeza. Ha de estar elevada: para que el presidente sea fácilmente visible a todo el conjunto de los reunidos. No ha de quedar separada de la asamblea: no es aconsejable colocarla detrás del altar. Mejor a un lado del altar. Evitar la presencia de rejas; no colocar ante la sede un facistol para el Misal del presidente (impide la visibilidad, disminuye la dignidad de la cátedra y puede dar la impresión de ser otro lugar de la Palabra) y no situarla de modo que quede a espaldas del que proclama la Palabra. Puede haber un mueble funcional (mesita auxiliar) en donde se coloque discretamente el Misal. 31

La sede debería adornarse en fiestas principales (un cojín del color litúrgico, un paño del color del tiempo). Puede ser también fija, confeccionada en un material sólido (piedra o mármol) como el altar y el ambón, y en su estructura ojalá conserve el estilo de los otros dos. En los tres habrá que buscar la proporción al lugar mismo, sin llegar a caer en la exageración.

II. EL MISTERIO PASCUAL: La Liturgia es celebración de la vida pascual

¿Qué celebra?

A. Significado de la expresión

Toda acción litúrgica es una celebración pascual, esto quiere decir, el corazón, su eje central y contenido es el Misterio pascual (S.C. 5 y 6). Y el Misterio pascual tiene su origen en la Encarnación misma del Hijo de Dios, pasando por su vida oculta, ministerio público, hasta llegar a su cima o cumbre con la pasión, muerte, sepultura, resurrección, ascensión, donación-efusión de su Espíritu Santo. En una palabra, el Misterio pascual abarca toda la vida, obra y enseñanza de Jesús de Nazaret. Es una celebración: con este término se designa al mismo tiempo una rememoración (pasado), actualización (presente) - profecía (futuro). O sea, celebramos al Señor Jesús que habiéndose manifestado y actuado en el pasado, se manifiesta y actúa ahora y se manifestará plenamente en el Reino (1 Co 11, 26). 32

Ceremonia se refiere más a cumplimiento, al desenvolvimiento de un rito, a la letra, a lo externo. Es una celebración pascual, o sea, vivimos el acontecimiento del Señor que pasa y nos hace pasar. Es una realidad siempre actual; la liturgia «perpetúa la obra de nuestra redención» (cf. Oración sobre las ofrendas durante la pascua). En ella todo es un hoy permanente. En consecuencia, el propósito u objetivo central de ia liturgia es doble: - La liturgia celebra el Misterio pascual de Cristo cuya resonancia es muy clara en nuestra vida. - La liturgia celebra nuestra vida en donde se manifiesta el Misterio pascual. Esto hace que superemos toda visión ritualista y alienante de la liturgia.

B. Contenido de la expresión

La liturgia celebra: -

La iniciativa del Señor que se ha manifestado en el Éxodo y sobre

todo en Cristo. -

Celebra una situación de muerte porque es realista y nos hace

tomar conciencia de los elementos de muerte que con el Señor hemos superado y seguiremos superando. -

Celebra el paso de la muerte para llegar a la vida: la pascua es

entrega, pérdida de la vida para recuperarla. -

Celebra la vida nueva: la pascua es una vida que brota de la

muerte. 33

C. Orientaciones Pastorales

Para que la liturgia sea celebración actual del Misterio pascual que asuma la vida, hay que cuidar: -

Que sea una comunidad viva, solidaria con los gozos y

esperanzas, tristezas y angustias de todos (solidaria con la historia). -

Que no falte la primordial motivación: Toda celebración tiene como

núcleo central el Misterio pascual. -

Que se dé el discernimiento: Llegar a descubrir a la luz del

Evangelio cuál es el querer de Dios, cuál es su paso en todo acontecimiento que se celebra. -

Que haya aplicación concreta de la Palabra de Dios a la vida de los

participantes. No se trata de buscar las lecturas que más nos gustan, sino de dejar a Dios mismo nos hable. -

Que sea una celebración viva, sin artificios ni formalismos que

frenen la comunicación interpersonal y la espontaneidad de la participación. Para que la liturgia transforme nuestra vida, es necesario fijarnos en: -

Que ayude a crecer la fe por la acción del Espíritu Santo; esto

implica disponibilidad a su acción, esto es, probreza espiritual -

Que la Palabra de Dios enjuicie nuestra vida: Siempre a la luz de

ella nos veremos necesitados de conversión. -

Que quede un compromiso claro de cada celebración, compromiso

que sea evaluable posteriormente. -

Que la eficacia del Evangelio sea la eficacia del amor, que busca

primeramente cambiar corazones. 34

Conclusión: La Liturgia debe designar no el marco que se ha montado en torno al acontecimiento, sino el acontecimiento mismo con su marco.

III. LA PALABRA DE DIOS es una celebración litúrgica

¿Por qué celebra?

A. Sugerencias prácticas

1. «En las lecturas se dispone la mesa de la Palabra de Dios a los fieles, y se les abren los tesoros bíblicos. Como, según la tradición, la lectura de estos textos no es un oficio presidencial, sino ministerial, conviene que habitualmente lea el Evangelio el diácono o faltando éste, otro sacerdote. El lector hará las otras lecturas. Cuando falte el diácono u otro sacerdote, leerá el Evangelio el mismo sacerdote celebrante» (IGMR, 57 y 59). 2. El misterio de la Palabra igualmente se traduce en que es signo de la presencia real y viva de Cristo en medio de su pueblo (Constitución sobre sagrada liturgia, 7). Como tal exige de todos, Presidente y Asamblea, el máximo interés, atención, respet9, veneración y amor, pues cuando Dios habla se revela como Él es. 3. Para que sea acogida y traducida en la vida de los oyentes, la Palabra de Dios pide una fe viva. Esa fe busca despertarla la liturgia por medio de: -

La progresión en las lecturas: antes del Concilio Vaticano II

había dos lecturas (Epístola y gradual o tracto; o lectura del Nuevo Testamento y gradual). Hoy tenemos Antiguo Testamento (profeta) 35

-

Nuevo Testamento (apóstol) y Evangelio. Lectura semicontinua.

Por lo general, en el caso de los domingos, la primera lectura ha sido pensada en relación con el Evangelio. El salmo, aun cuando es parte integrante de la Liturgia de la Palabra, no es lectura, sino una de las mayores aclamaciones que se contienen en la celebración eucarística. El sistema dominical ha sido estructurado en tres ciclos A, B y C. El sistema ferial comprende años pares e impares. -

Por el contexto de solemnidad que rodea la proclamación,

especialmente del Evangelio: Aleluya (aclamación victoriosa que muestra la acogida de fe con que la comunidad quiere escuchar la palabra de Cristo), preparación previa (oración en secreto o bendición que se pide), procesión, retomar el Evangeliario (o Leccionario puesto sobre el altar), empleo de cirios, lugar debidamente dispuesto, signación (tocar el libro y tocarse a sí mismo en la frente, boca y pecho =signo de apropiación para conocer, anunciar y vivir mejor esa Palabra de Cristo), incensación (para destacar el signo), proclamación cantada, beso (veneración y fe), libro en alto y aclamación (referencia y adhesión más directa a Cristo que nos habla), respeto debido al signo (Leccionario) y no a las hojas sueltas, y el cuidado con los libros (dignos, decorosos y bellos). -

Por la homilía (conversación familiar), que busca actualizar la

salvación a la comunidad reunida (S.C. 24, 35b, 52; IGMR, 65 y 66; Puebla 930). La homilía es parte integrante de la liturgia de la Palabra. No pueden faltar en ella los aspectos bíblico (conocimiento, estudio, oración y vivencia profunda de la Escritura), litúrgico (conexión o relación con algún momento de la celebración) y vital (con un lenguaje al alcance de todos, para una comunidad concreta). La homilía no es catequesis, ni conferencia, ni sermón, ni filípica (censura violenta), ni 36

exposición moralista, ni el momento para hacer la «Lectio divina». Es la comunicación de la propia experiencia del amor de Dios Padre, a la luz del Misterio pascual (toda la vida y obra de Jesús) para una asamblea con necesidades y problemas, y bajo la acción del Espíritu Santo. -

Por las moniciones: ayudan a despertar la atención acerca de

aquello que viene en seguida y mantienen en sintonía a la Asamblea con el mensaje que llega hasta nosotros hoy, aquí y ahora. 4. Formas de comunicación de la Palabra de Dios: es urgente pasar ya de la simple lectura bíblica (a veces mal hecha) a la auténtica proclamación.

Proclamar

es

anunciar

solemnemente,

declamar

públicamente, tener actitud empática para llegar de verdad al corazón del otro. En el último capítulo de este Manual podemos encontrar una lista larga con recomendaciones sumamente prácticas a los lectores litúrgicos - instituidos o no-. 5. Es indispensable conocer el género literario de cada lectura para proclamar mejor: si se trata de un relato histórico, de una exhortación moral (consejos familiares), exposición dogmática (himnos cristológicos), proclamación profética, si es un himno, una doxología o un texto poético (lírico), para darle el tono de voz correspondiente. 6. Es necesario descubrir qué gestos o palabras se convierten en respuesta a la Palabra de Dios: -

La oración, con especialidad la de los fieles o universal.

-

El canto: es una buena nueva y además signo de alegría, fiesta y

euforia del corazón. -

Las actitudes: con todo nuestro ser comunicamos algo y es una

forma de respuesta a la Palabra de Dios. -

Las posturas: signo de unidad y comunidad. 37

-

Las aclamaciones: gritos de respuesta o respuestas para ser

gritadas.

B. Recomendaciones de arquitectura

1. El ambón debe ser un lugar destacado: no puede reducirse a un simple mueble que se retira al final de la celebración. Altar y ambón subrayan el doble quicio de la liturgia cristiana: la palabra y el sacramento. 2. Debe estar separado de la sede presidencial: el Señor está presente en el ministro (cabeza de la comunidad), pero también lo está, de otra forma distinta, en la voz del que proclama su palabra. 3. No debe estar demasiado cerca del altar: la proclamación de la Palabra es una acción distinta de lo que es la celebración eucarística. 4. Debe ser fijo: un mueble nunca expresará suficientemente la prestancia de la palabra. 5. Debe ser visible: durante la liturgia de la palabra la asamblea no sólo debe oír bien al lector, sino también verlo con facilidad. 6. Debe ser único: no pocas iglesias presentan aún dos lugares, uno para la palabra, y otro para las moniciones y cantos; pero, por su naturaleza no debe haber sino uno solo. 7. Debe estar adornado: por su función simbólica hay que hacer de este lugar un sitio estéticamente bello. El mejor adorno será su estructura, su equilibrada elevación, su debida iluminación, cubrirlo con un velo vistoso. El mejor y más expresivo adorno lo constituye el candelabro del cirio pascual. 38

8. Como signo que es en sí el lugar de la palabra, no necesita de identificación, esto es, de un letrero que diga «Palabra de Dios». Lo mismo tendríamos que hacer con el altar y la sede. Por consiguiente sobra toda palabra o frase, pues desde el ambón se proclama la Palabra por excelencia y con eso basta. El signo habla por sí solo.

IV. UNA FIESTA QUE ACONTECE A TRAVES DE SIGNOS Y SÍMBOLOS

¿Cómo celebra?

A. Introducción

El carácter de fiesta no está muy claro y presente en el espíritu del documento conciliar. Hay sólo un lugar donde el Concilio habla en términos de fiesta, aun cuando no en forma explícita sino implícitamente (S.C. 8). En cambio el documento de Puebla acentúa constantemente este aspecto. Así, por ejemplo: 894 y 918: Fiesta de comunión eclesial. 920: A través de signos y símbolos. 926: Signos vivos, dignos y con catequesis. 940: Revalorizar la fuerza de los signos y su teología. 943: Presidentes que hagan de la liturgia una comunicación viva. 954: Fomentar desde el seminario y casas de formación religiosa maestros y profesionales de Liturgia. 39

El sentido festivo de la liturgia responde al carácter festivo del Evangelio.

Lc 15,10: "Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta". Lc 10,20: "Alégrense porque sus nombres están inscritos en el cielo". Lc 19,6: " Lo recibió con alegría". Lc 24,41: "Los discípulos se alegraron al ver al Señor". Las fiestas en lo común y corriente de nuestra vida social se desenvuelven a través de signos, y la suma de esos signos da como resultado un RITO. Nuestras reuniones familiares (bodas de plata, de oro, aniversarios, cumpleaños), las fiestas patrias, las sesiones solemnes, ceremonias de grados, actos culturales, despedidas de solteros, etc., conllevan un ritual particular.

SEMEION (en hebreo) - Mysterion (en griego) - SACRAMENTUM (en latín): se traducen por SIGNO (en castellano). SEMIOLOGÍA: Es el estudio de los procesos de comunicación. SEMIÓTICA: Ciencia que estudia las diferentes clases de signos.

En la civilización actual se hace urgente el conocimiento y la valorización de los signos, porque el hombre es un ser eminentemente sacramental, es decir, está inmerso en un mundo lleno de signos y su comunicación se lleva a cabo por medio de signos: Escudos, uniformes, distintivos, anillos, argollas, dijes, cruces, talismanes, cachivaches, baratijas, chucherías, logotipos, amuletos, grafitos, etc. 40

La Liturgia se convierte así en el lugar privilegiado que rehabilita y revitaliza los signos, y por la acción salvífica de Cristo y su Cuerpo (la Iglesia) los hace sagrados. Los signos profanos, de este modo, se hacen cristianos. Todo en la liturgia se expresa con signos y símbolos que hacen alusión a realidades celestiales. (S.C. 21, 33, 59, 60 y 122).

B. Nociones

1. SIGNO: es una realidad visible (gestos, utensilios), audible (palabra, canto), tangible, detrás de la cual descubro una realidad invisible, espiritual. , Es también una realidad sensible que me remite a otra realidad ausente o no presente de la misma manera; ej: La señal de tráfico que indica la dirección prohibida. La bandera roja que indica expendio de carne. Los apodos o sobrenombres. Los mismos apellidos. El dibujo esquemático de una mujer que señala que ahí se encuentra un baño para damas. El primer signo de lo creado es el hombre por ser "imagen y semejanza de Dios" (Gn 1,26). Cristo es "imagen y signo de Dios" (Jn 14,9; Col 1,15; Hb 1,3). El signo precede a la experiencia.

2. SÍMBOLO: es la realidad experimentada. Es fruto de la experiencia. Etimológicamente

procede

del

verbo

griego

"Simbalein",

lanzar

juntamente. Es lo que unifica, en contraposición a "diabolo", lo que divide. De acuerdo con usos jurídicos antiguos dos partes de un anillo, de un bastón o de una moneda servían al juntarlas como signo de 41

reconocimiento y legitimación de un forastero que invocara un pacto de hospitalidad. Ejemplos:

La balanza

símbolo de...

La justicia

Nubes grises

La lluvia

Bandera, Escudo, Himno Nacional

La Patria

La paloma

La paz

El perro

La fidelidad

Cáliz + pan

Eucaristía

Pavo real

Inmortalidad

Delfín + ancla

Esperanza

Pescado - (ICTUS)

Cristo

JHS

Jesús, Hombre, Salvador

Cordero sobre el libro abierto

Cristo

(Ap. 5,9) Crismón

Cristo

Credo

La fe

3. Elementos del SIGNO 1.

La realidad sensible del signo.

2.

El significado o contenido espiritual.

3.

La relación entre el signo y el significado.

4.

Que coincidan el elemento sensible con la realidad espiritual.

5.

El significante: la intervención de la persona que hace posible que

algo signifique.

42

4. Clases de SIGNOS a.

Naturales: dependen de la naturaleza misma de las cosas, como

el efecto en relación con su causa. Ejs: El movimiento es señal (signo) de vida. El humo, signo de fuego. b.

Convencionales o artificiales: han sido el resultado de un

acuerdo expreso o tácito entre las personas para fines prácticos. Ejs: Las señales de tránsito, los uniformes dentro de determinada profesión u oficio. Las claves empleadas en radioteléfono (base para R1 - 9 - 2, adelante, cambio y fuera, me voy a la de dos metros y quedamos QAP). c.

Impersonales: según su finalidad no están destinados a alguien

en particular, sino a quien interese. Ejs: Las señales de tránsito, escudos, insignias, letreros, logotipos, revistas, libros. d.

Nocionales: destinados a condensar un conocimiento, una idea.

Ejs.: una definición sobre algo, las fórmulas químicas o matemáticas. e.

Según el contenido humano: de acuerdo con aquello que quieren

revelar para establecer comunicación o amistad con alguien, pueden ser: *

Personales: si despiertan una respuesta, mantienen sintonía

espiritual, crean y fortalecen un diálogo. *

Interpersonales: aquellos que no dicen propiamente algo, sino

que a través de ellos alguien se dice a sí mismo o dicen algo de sí. Ejs.: La palabra oral o escrita, el rostro, los ojos (la mirada), las manos, las cosas, el silencio (sin palabras muchas veces expresamos infinidad de sentimientos), un regalo, un ramo de flores. f.

Signo radical: el Cuerpo. Sin él no es posible emitir signos

humanos. Cuando nos presentamos ante los demás comunicamos con 43

todo nuestro sen La danza (el baile) es la expresión más perfecta del cuerpo. g.

El símbolo: es el más rico y noble de todos los signos.

C. Signos Bíblicos *

La mayoría de los signos litúrgicos son bíblicos.

*

Sacerdote: Gn 14,17; Ap 5,10.

*

Altar: Gn 13,18; Hb 13,10.

*

Sacrificio: Mal 1,11; Mt 12,33.

*

Ofrendas: Gn 4,3; Mt 5,23.

*

Templo: 1 Rey 6,1s.s.; 1Cor 6,19.

*

Aceite: Ex 28,18; 1Jn 2,20.

*

Monte: Ex 3,1; Mt 14,23.

*

Maná: Dt 8,3; Jn 6,31.

*

Paloma: Cant 5,2.8; Mt 3,16.

*

Serpiente: Gn 3,13; Le 10,19.

*

Peregrinación: Is 2,3; Hch 2,lss.

*

Luz: Gn 1,3; Jn 8,12

*

Fuego: Ex 19,18; Hch 2,3.

*

Agua: Núm 20,10; Jn 4,14.

*

Viento: Gn 2,7; Jn 20,22

*

Nube: Ex 24,15; Mt 17,5

*

Sal: 2 Rey 2,19-22; Mc 9,50.

*

Ángel: Ex 12,23; Jn 1,51.

*

Arca de la Alianza: Ex 25,10.

*

Incienso: Salmo 141,2; Ap 8,3-5. 44

*

Cuerno (símbolo de fuerza): Ex. 27,2.

*

Desierto: Os 2,16; Mt 4,1.

*

Imposición de manos: Hch 6,6.

*

Pan (don de Dios): Gn 3,19; Mt 6,11.

*

Cruz: Núm 21,4-9 (signo de salvación); Jn 8,28.

*

Vino: Salmo 104,15.

*

El número 7: perfección, serie completa; Mt 18,21.

*

El número 3: énfasis, insistencia; 1 Rey 17,21

*

El número 12: Universalidad (doce tribus, doce apóstoles, doce

estrellas); Ap 12,1. *

El número 40: Tiempo de gracia, oportunidad que da Dios.

*

El número 50: Plenitud, perfección, eternidad

D. Signos Litúrgicos -

Son básicos:

La Asamblea: Signo de la presencia de Cristo entre su pueblo (Mt 18,20). Manifestación clara de la Iglesia que es pueblo de Dios convocado y reunido. La Palabra: Presencia viva y real de Cristo. Dios habla y Cristo sigue anunciando el Evangelio. El Ministro (Presidente): Signo del Señor que se coloca delante de la comunidad para dirigir la oración. -

Palabras: 45

Canto: Signo de euforia del corazón, alegría, unidad, sentido festivo. Aclamaciones: Vivas emotivos, aplausos solemnes, gritos de respuesta a la Palabra de Dios. Silencio: Interiorización, escucha, asimilación de la Palabra de Dios, plena resonancia del Espíritu en los corazones. -

Gestos:

Golpe de pecho: Reconocimiento de la propia culpa. Signación (señal de la cruz): Distintivo del cristiano; memoria del Misterio Pascual de Cristo. Unciones: Consagración de las personas, curación, penetración del Espíritu y sus dones, fortaleza, gracia de Dios, suavidad espiritual. Imposición de manos: Comunicación del poder del Espíritu Santo, encargo de una misión, bendición. Beso: Veneración, respeto, afecto por otro signo, gesto de fe. Abrazo: Expresión de fraternidad o hermandad. De pie: Alegría, prontitud para la acción, resurrección. De rodillas: Actitud penitencial, adoración, súplica. Sentados:

Disponibilidad

para

escuchar

la

Palabra

de

Dios,

contemplación. Inclinaciones (cabeza, y profunda): Actitud del que ora con humildad. Postración: Reverencia, humildad o penitencia en su máxima expresión. Total disponibilidad y preparación para recibir la gracia del Espíritu. Procesiones: Marcha del pueblo hacia su perfección. Actitud de búsqueda, conquistas, esperanzas. Expresión pública de fe. Manos alzadas: Súplica confiada, ruego del hijo ante su padre. 46

Manos juntas: Recogimiento. Brazos extendidos: Actitud orante, identificación con el crucificado. Genuflexión: Adoración, reconocimiento de la grandeza de Cristo, postura de humildad y penitencia.

- Utensilios:

Aceite: Fortaleza, alegría; impregna, cura, mantiene el buen olor. Agua: Señal de muerte y de vida; regenera, purifica. Altar: Mesa de la comida familiar cristiana. Ambón: Cátedra desde donde nos habla Dios. Lugar elevado y sitio reservado para el anuncio de la Buena Nueva. Aspersión: Recuerdo de nuestro bautismo. Campanas: Medio de convocación de la comunidad. Ceniza: Nos recuerda nuestra condición débil, caduca y pecadora. Ayuno: Significa expresivamente que los valores materiales no son absolutos. Colores: Expresan lo característico de los misterios de la fe que se celebran y exteriorizan con más eficacia el sentido progresivo de la vida cristiana. Vestiduras: Distintivos de quien preside con humildad y dignidad en total identidad con Cristo. Contribuyen al decoro de la acción sagrada. Flores: Señal de fiesta, alegría, amor, dedicación de un homenaje interior. Fuego: Símbolo de la presencia divina, particularmente del Espíritu Santo. 47

Incienso: Con él se expresa cómo asciende la oración y la oblación de la Iglesia. Sirve para destacar otros signos (altar, ofrendas, Palabra, ministro, asamblea, cirio pascual, pregón etc.). Lámpara ante el Santísimo: Destaca la presencia real de Cristo en la Reserva Eucarística y a la vez es señal de honor. Lavatorio de los pies: Gesto de la entrega de Cristo hecha servicio. Luz: Nos habla de Cristo, es vida, cercanía, fe, verdad, fiesta y amor. Mezcla de vino y agua: Simbolismo de la unión de nuestra naturaleza humana a la naturaleza divina de Cristo. Sede presidencial: Lugar de aquel que reúne a la asamblea, dirige la oración y aplica la salvación al momento presente de la asamblea. Cirios: Expresión de veneración o de celebración festiva. Vino: Bebida festiva por excelencia y dice alegría y vitalidad. Pan: Símbolo de todo otro alimento cultural o espiritual. Vigilia Pascual: Noche sacramental por excelencia (cargada de signos) durante la cual no duerme la Iglesia porque aguarda a su Señor glorioso. Granos de incienso en el cirio pascual: representan las cinco Hagas de Cristo. Año grabado en el Cirio: actualización continua de la salvación obrada por Cristo con su muerte y resurrección. Alfa y Omega: Primera y última letras del alfabeto griego; simbolizan lo que es Cristo para nosotros; él lo inicia y lo acaba todo.

- Símbolos o diseños litúrgicos

Cáliz y Pan: Simbolizan la eucaristía. Pavo real: Inmortalidad. 48

Delfín y ancla: Simbolizan la esperanza. Cruz y pescado: Cristo (ICTUS) Jesús - Cristo - Dios - Hijo - Salvador. J H S: Jesús - Hombre - Salvador. El Crismón: Distintivo de los primeros cristianos.

E. Consecuencias Pastorales Io. La Liturgia es comunicación que se hace a través de signos. Ella debe significar, esto es, debe permitir a quien celebra realizar el contacto con el acontecimiento al cual se refiere. De no ser así, la liturgia habrá perdido su objetivo y su identidad. Es cuando se cae en la rutina y monotonía; todo se hace sin sentido. 2o. Los signos deben expresar con claridad las cosas santas que significan (S.C. 21). 3o. Toda celebración deber ser sencilla y fraternal. Afortunadamente hemos salido del triunfalismo (misas pontificales) para llegar a una liturgia sencilla. La Liturgia, más que grandiosidad, debe manifestar fraternidad.

V. A LO LARGO DEL AÑO SANTIFICA EL TIEMPO

¿Cuándo celebra?

A. El tiempo y la liturgia El tiempo constituye para la liturgia una categoría fundamental porque el misterio de salvación se cumplió en el tiempo. El acontecimiento mayor del tiempo es la pascua. Es el Kairós por excelencia. 49

Todo lo anterior es profecía (anuncio de realidades futuras) y lo posterior a la pascua es memoria. El tiempo es medio y signo de nuestra inserción progresiva en el misterio de Cristo. El tiempo se hace sagrado en la liturgia en cuanto que es signo portador de salvación, nos pone en contacto con una realidad trascendente: el misterio de Cristo. El tiempo es sacramento eficaz de salvación. El tiempo en liturgia es el marco de la presencia actual de la salvación en el aquí y ahora de la vida de los hombres y las mujeres. El año natural o civil que gravita sobre el sol se convierte en año litúrgico cuando su centro es Cristo en su pascua. El día, la noche, las horas, la vigilia, la semana, las estaciones, el domingo, las fiestas, el jubileo del ser humano deben ser los tiempos en los cuales acontece la salvación en la historia.

B. El año litúrgico hebreo

En principio el ciclo litúrgico hebreo tenía una base naturalística. De ahí que en el año judío, tres eran las grandes fiestas que se celebraban: -

La primavera o fiesta de los ázimos (el nacimiento del cordero, el

nacimiento de las espigas). -

La fiesta del tercer mes o de la siega del trigo.

-

La fiesta del séptimo mes, la de la recolección o de

lostabernáculos o tiendas (acción de gracias por todos los beneficios). Con el correr del tiempo las tres fiestas cambian su contenido. -

La de los ázimos conmemora la pascua.

50

-

La fiesta de la cosecha se convierte en la fiesta de las semanas.

Es el Pentecostés, la conclusión definitiva de la alianza. Pentecostés es el último día de fiesta, colofón de la pascua. -

La de la recolección se relaciona con la permanencia de Israel en

el desierto. Lv 23, 1-19; Éx 23, 14-19; Dt 16, 1-17 El sábado es memoria de la alianza entre Dios y su pueblo.

C. El año litúrgico cristiano

Todas las anteriores fiestas judías tenían un sentido soteriológico: son celebraciones de las intervenciones de Dios en la historia. El Misterio Pascual de Cristo y su celebración dieron origen al año litúrgico, a la semana cristiana y al día del Señor. El tiempo ordinario se estructura en tres ritmos: 

Diario: Santificado por la Liturgia de las Horas y la Eucaristía.



Anual: Triduo Pascual.



Semanal: Domingo.

Los judíos conmemoraban hechos pasados: hacían representación sicológica. Los cristianos hacemos memorial de los misterios de la historia sagrada: cada fiel se coloca en contacto con el misterio. Mediator Dei: es el primer documento del Magisterio que por primera vez habla del Misterio del año litúrgico (cf. Cap. II-3a parte - Oficio Divino). Sacrosanctum Concilium se refiere a esto en los nn. 102-104. «La sagrada liturgia al traer a la memoria los misterios de Cristo, pretende que todos los fieles participen de ellos... el año litúrgico no es, 51

por eso, un volver a los tiempos pasados, sino Cristo que persevera en su Iglesia»

CICLO DE LA PASCUA CICLO DE LA MANIFESTACIÓN DEL SEÑOR

D. El domingo

El n° 106 de la Constitución Conciliar sobre liturgia recoge una serie de elementos muy valiosos sobre la Teología del Domingo.  Tradición apostólica: es todo un legado, herencia o patrimonio espiritual cristiano.  Día de la resurrección de Cristo.  Celebración del misterio pascual.  Pascua hebdomadaria (semanal).  Día del Señor, día señorial (Kyriaké).  Día de la reunión (sinaxis) de la asamblea cristiana.  Día catecumenal (escucha de la Palabra de Dios).  Día de la Eucaristía. € Día del memorial. € Día de acción de gracias.  Día del Bautismo.  Día de fiesta (fiesta primordial).  Día de alegría.  Día de la liberación del trabajo.  Fundamento y núcleo de todo el año litúrgico. Descansamos en domingo, porque Cristo nos ha liberado de toda obra servil, de toda esclavitud, especialmente del pecado. 52

A. La estructura del año litúrgico

Pablo VI en las NUALC (Normas universales sobre el año litúrgico y calendario) presenta en forma cíclica y renovada el año litúrgico así: -

TRIDUO PASCUAL: punto culminante de todo el año cristiano.

Comienza con la Misa vespertina de la Cena del Señor, tiene su centro en la Vigilia Pascual y concluye con las Segundas Vísperas del Domingo de Pascua en la Resurrección del Señor. -

Tiempo PASCUAL: la cincuentena ha de ser celebrada con

alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día de fiesta, o mejor como un gran Domingo. Comprende siete domingos denominados de Pascua (y no después de pascua). Tiene Octava. -

Tiempo de Cuaresma: está ordenado a peregrinar hacia la

Pascua. Es el tiempo del camino recorrido con Cristo (mistagogía) asumiendo la propia cruz. Va desde el miércoles de ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor exclusive. Comprende seis domingos incluido el de Ramos. El 4o Domingo se denomina «Laetare» (Alégrate). -

Tiempo de NAVIDAD - Epifanía: ciclo de la manifestación del

Señor en nuestra carne mortal: a los pastores, a los pueblos paganos y al pueblo de Israel. Va desde las primeras Vísperas de la Natividad del Señor hasta la fiesta del Bautismo del Señor. Tiene su Octava acompañada de algunas fiestas. -

Tiempo de Adviento: con una doble índole; a la vez, prepara para

conmemorar la venida histórica de Cristo y también mantiene en expectativa por la venida transhistórica o parusía del Señor. 53

Comienza con las primeras Vísperas del primer domingo de Adviento y concluye antes de las primeras Vísperas de Navidad. Incluye cuatro domingos. El tercero es conocido con el nombre de «Gaudete» (Gózate). Del 17 al 24 de diciembre es feria privilegiada en la liturgia. -

Tiempo Ordinario: en él no se celebra ningún aspecto peculiar del

misterio de Cristo, sino que se hace memoria de dicho misterio en toda su plenitud, especialmente los Domingos. Comprende 33 o 34 Domingos. Tiene dos partes: Ia. Comienza el día siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor y se extiende hasta el martes antes de cuaresma inclusive. 2a. Continúa el lunes después del domingo de Pentecostés y termina antes de las primeras Vísperas del primer domingo de Adviento.

F. Santoral

Las celebraciones de María (ciclo mariano) y las de los Santos (ciclo santoral) son la mejor asociación al Misterio Pascual de Cristo cumplido en cada uno de ellos, que de alguna manera perfeccionaron en la propia vida una virtud de Cristo. Estas celebraciones se denominan: solemnidades, fiestas, memorias obligatorias, memorias libres o conmemoraciones.  Solemnidad: es la máxima categoría litúrgica. Días de mayor importancia

que

tienen

incluso

celebraciones. 54

precedencia

sobre

otras

 Fiesta: es una forma de celebrar con más esplendor la memoria de un Santo. Días que se celebran con un relieve especial.  Memoria: es la forma habitual (ordinaria) de venerar a los Santos. Puede ser memoria obligatoria o memoria libre.  Conmemoración: viene a ser como una memoria simplificada. Las conmemoraciones son propias exclusivamente de la última semana de Adviento y de las ferias de Cuaresma.

VI. EN EL LUGAR SAGRADO: iglesia Parroquial o Catedral ¿Dónde celebra?

A. Casa de Oración

La iglesia es un espacio temporal que posibilita al hombre desde un aquí y ahora encontrarse con Dios, dialogar. Es cierto que se puede encontrar a Dios en todas partes, porque todo es iglesia (recinto sagrado). Pero también es verdad que los lugares de culto de la Iglesia son el símbolo de todo el mundo, de toda la creación y desde allí el hombre descubre mejor el mundo como lugar donde Dios habita. Para que la iglesia sea el ambiente y lugar propicio de oración debe tener

entre

otras

estas

características:

comunicación,

apertura,

liberación.  Comunicación: no es el lugar que aisla, encierra, aparta, esclaviza y oculta. Es el lugar a donde vamos a encontrarle sentido, rumbo y capacidad a la vida para poder entender todos los caminos del mundo. 55

Allá no vamos a huir del mundo y de la vida, a evadir responsabilidades, a refugiarnos ante las dificultades del momento.  Apertura: Han de ser lugares de descanso, sosiego, acogida y protección para los creyentes, pero a la vez han de manifestar una preocupación por el mundo y sus complejas realidades. El hombre, en definitiva, ora para dar respuesta a la situación propia que vive. Por eso los edificios construidos y dedicados por la Iglesia han de ser lugares que favorezcan e inviten al diálogo con Dios.  Liberación: Han de gozar de luz (claridad), simplicidad y austeridad. En algunos de ellos es casi imposible orar, pues el peso de tanto arte, de tanta escultura, de tanto color, hace que el espíritu se sienta ahogado y la mente caiga con facilidad en la distracción. La sobriedad y el ambiente recogido se imponen. Ya no se pueden construir iglesias para demostrar la riqueza, el gusto y el poder de unos pocos, desafiando a la miseria y a la pobreza de la mayoría.

B. Casa de la Asamblea

Descubrir la iglesia como recinto de la comunidad de creyentes, que se reúnen en el nombre del Señor, es valorar el espacio sagrado como marco adecuado de la integración comunitaria. Solamente se logrará dicha integración a través de la oración personal, que prepara en forma óptima el diálogo comunitario con la asamblea. A veces son tan estériles las acciones comunitarias dentro de la iglesia porque no han sido preparadas ni potenciadas desde la espiritualidad individual. 56

Es difícil crear la convivencia e intercomunicación personal de un grupo masivo, que a veces se refugia en la pasividad del amontonamiento e indiferencia. La iglesia propiamente no es el lugar de la presencia de Dios (Jn 4, 23), sino el lugar que acoge y reúne a la asamblea en la que precisamente se hace presente Dios.

C. Orientaciones pedagógico-pastorales 1a Es necesario que en la construcción del edificio de la iglesia todo se articule y oriente hacia el altar, término de la acción litúrgica. La asamblea eucarística debe ser el signo de la reunión y de la misión. La ubicación de los miembros de la asamblea uno detrás del otro es signo de la Iglesia, pueblo de Dios peregrino. Los miembros de la asamblea situados alrededor del altar simbolizan la iglesia congregada. 2a La estructura arquitectónica y artística de la iglesia debe ser la manifestación material del aspecto comunitario, el espacio físico que se construye para los templos vivos de Dios. 3a Según el concepto que se tenga de asamblea litúrgica cristiana, se determinará la realización del edificio de la Iglesia. Luego a un arquitecto habrá que proporcionarle elementos básicos sobre la simbología sacramental de la asamblea. 4a La tendencia arquitectónica actual exige plantear la construcción de una nueva iglesia con la finalidad de favorecer que el pueblo de Dios se reúna el domingo para celebrar la cena del Señor.

57

5a. La división del edificio común en compartimientos restringidos para grupos selectos, va contra la noción misma de Iglesia y traiciona el sentido de la asamblea. 6a Toda acción litúrgica reclama como lugar propio el espacio mayor reservado para la asamblea general. 7a. Por ser la iglesia la casa del pueblo de Dios ordenado jerárquicamente, en su estructura sólo cabe distinguir dos grupos de personas: Jerarquía y fieles. A esta estructura debe corresponder la arquitectura de las iglesias distinguiéndose marcadamente en ellas la parte correspondiente a los fieles (nave) y la de los ministros (presbiterio).

D. Conclusión -

Existe mutua correspondencia entre la Iglesia viva y la iglesia

material, que se traduce en la expresión simbólica de la forma y adaptación del espacio interno y externo. -

La nueva iglesia es el cuerpo resucitado de Cristo. El templo de

Cristo es su cuerpo y el cuerpo de Cristo somos nosotros. Luego primero hay que reconstruir la Iglesia, comunidad. En adelante Dios está presente en Cristo y Cristo está presente donde esté su comunidad reunida. -

Si antiguamente se tenía como criterio construir las iglesias

mirando hacia oriente, para que el ábside (parte semicircular en la fachada posterior) recibiera por la mañana los primeros rayos solares, y la fachada, el atardecer, los postreros, sería oportuno pensar si las 58

iglesias cristianas actualmente son «casas de oración Y de la asamblea».

VII. LA LITURGIA ES GLORIFICACIÓN DE DIOS Y SANTIFICACIÓN DE LA HUMANIDAD

¿Para qué celebra?

A. Como glorificación de Dios: es culto.

¿Qué es culto? Para un israelita era la celebración de la propia historia hecha rito mediante un sacrificio ofrecido a Dios. La virtud de «religión» (religare) - relacionarse con el Ser Supremo entra en actividad aquí. Culto viene de collo-lere-lui-cultum: cultivar las relaciones con Dios. Es la manera como el hombre se relaciona con Dios. El hombre se relaciona con Dios mediante actitudes internas de adoración, acción de gracias, petición, expiación y con expresiones externas: oraciones, cantos, gestos, elementos materiales (agua, vino, pan, aceite). Esa relación se hace comunitariamente (nuestros hermanos separados hablan de culto o reunión). Ese culto oficializado o reglamentado se hace público. Y el culto público de la Iglesia es la Liturgia. El culto litúrgico - cristiano se caracteriza por: 1o Está basado en la revelación: Jn 1, 18. Dios se dio a conocer por medio de su Hijo. La relación con Dios en adelante será a través de Jesús. «En Espíritu y en verdad» ha de ser adorado ahora (Jn 4, 22-24). 59

En Espíritu: como Él es. En verdad: como Él se lo merece. 2o Es un diálogo entre Dios y su pueblo: Cristo es la manifestación del amor de Dios y por él establecemos íntima comunión con Dios. SC. 33: La liturgia es el «feed-back» de la Iglesia. Dios habla y el pueblo responde con cantos y oraciones. 3o Está garantizado por la obra cumbre de Cristo, su Misterio pascual. Este es el hecho cultual principal, único e irrepetible.

B. Como santificación de la humanidad

La vida cristiana encuentra su fuente principal y necesaria en la liturgia porque en ella la salvación de Cristo siempre está presente (SC.14) En toda celebración litúrgica se confiere la gracia divina, esto es, la vida nueva del Señor muerto y resucitado. Esta gracia santifica, es decir, perfecciona individualmente en el amor a los hermanos, hace perfectos en la caridad y capacita para integrarse más como miembro de la Iglesia. La intensidad de la santificación que se recibe varía según la acción litúrgica y de acuerdo con el grado de disposición y participación de las personas. Todo el contenido salvífico de la liturgia sólo puede aprovecharse por la fe. Luego toda acción litúrgica supone la fe y un cierto nivel de vida cristiana para agradar a Dios. Por tanto, la liturgia no tiene carácter mágico como se suele pensar (Is 1, 10-15; Mt 5, 23-24; 15, 7-9; SC. 11, 90; GS 43; St 2, 17-26). 60

La liturgia como acción de la Iglesia que celebra la salvación obrada por Cristo no tiene carácter privado; todos los que participan en ella son responsables de la perfección interna y externa de la acción litúrgica. A quien más se le da, mucho más se le exigirá. La Liturgia despierta compromiso de vida cristiana. Ella nos impulsa a imitar el amor de Cristo. Debemos realizar en la vida aquello que hemos celebrado en la liturgia. La liturgia irradia el resto de actividad del cristiano en el mundo: el progreso cultural, la vida económica, política, familiar, la promoción de la paz y el fomento del desarrollo de los pueblos (G.S. 47-93).

61

CAPÍTULO TERCERO ACCIONES LITÚRGICAS MÁS CONSTANTES EN LA COMUNIDAD PARROQUIAL

62

I. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

Padres de Familia ¿Para qué piden el bautismo de sus hijos?

Ésta suele ser la pregunta clave que se hace siempre, no en un curso prebautismal, sino en la Catequesis previa de inserción al sacramento del Bautismo. Nuevamente nos encontramos con el carácter mistagógico ya subrayado anteriormente. Conviene, entonces, recoger las diversas respuestas que frecuentemente se dan. Unos dicen: "Para que no se queden judíos toda la vida". Y otros afirman: "Para poder sacar u obtener el Registro civil de nacimiento que se va a necesitar en otros casos", "para seguir la tradición o costumbre en nuestra familia que es profundamente católica", "para hacer lo mismo que otros hacen", "para tener la posibilidad de una reunión familiar y no quedarnos atrás de los vecinos o amigos, pues ahora contamos con una plática y hay formas de organizar una fiesta", "para que no hablen mal de nosotros y así evitar el qué dirán si nos demoramos en mandarlos bautizar o nos descuidamos dejando que crezcan y esperando a que ellos resuelvan cuando sean grandes", "para que recuperen la salud física, porque últimamente se han visto muy enfermos", "para cumplir fielmente con uno de los mandatos de Dios", etc. Sería interminable la lista de respuestas, pero de alguna manera esto nos da ya una clara visión del grado de madurez en la fe y vivencia cristiana de muchos hermanos nuestros que dicen pertenecer a la Iglesia Católica. Cada vez más nos urge evangelizar concienzudamente. Otros más comprometidos con algún grupo o movimiento apostólico de la Comunidad parroquial, o más convencidos de su condición de 63

bautizados lo hacen para que sus hijos participen del gran don que Dios les ha dado: Su misma Vida de inmortalidad. Hay en esto todo un sentido de entrega de lo mejor de sí mismos por puro amor. Quieren que sus hijos sean hijos de Dios, profesen la misma fe de ellos, pertenezcan seriamente a la Iglesia, sean auténticos discípulos de Cristo y no se avergüencen de llevar el nombre de cristianos. Esto obligará a los papás a revisar continuamente sus compromisos bautismales, actualizar su conversión y tomar conciencia de la necesidad de una pertenencia activa a la Iglesia y de vivir la fe en Comunidad. Sólo así podrán ser los "primeros educadores de la fe de sus hijos" (Concilio Vaticano II) en comunión con los padrinos a quienes corresponde colaborar en esta tarea. En definitiva, qué interesante fuera escuchar respuestas que no se improvisan, sino que son fruto de una experiencia de vida cristiana profunda y convincente: "Quiero que mi hijo sea bautizado para que circule por sus venas la misma Vida de Dios; se incorpore plenamente a Cristo; viva, piense, sienta y actúe como él y su fe crezca en el seno de una Comunidad que lo acoge y se convierte en su propia familia". Y Usted, apreciado lector, se ha hecho la misma pregunta: "Para qué fui bautizado un día?"

A. Desarrollo Histórico

En Efesios 1,13 encontramos las etapas bautismales: llamada + respuesta y convocación + confirmación. La primera carta del apóstol San Pedro es toda una catequesis bautismal. 64

En la Didaché (Escrito cristiano post-apostólico del año 60 o Resumen de la doctrina del Señor que los apóstoles solían proponer a los fieles) se encuentra del capítulo I - IV la catequesis bautismal; y el capítulo VII se refiere al Rito del bautismo. Allí se dice "En cuanto al Bautismo, este es el modo de bautizar: Habiendo previamente dicho todo esto, bauticen en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en agua viva. Si no tienen agua viva, bautiza en otra agua. Si no puedes en fría, en caliente. Antes del Bautismo, el que bautiza y el que ha de ser bautizado, ayunen y así mismo otros que puedan hacerlo, mandas ayunar al bautizando uno o dos días antes". En el año 150: Se da el bautismo a quienes están convencidos y tienen fe en las enseñanzas impartidas; más aún, a quienes viven conforme a lo que Cristo enseñó. Se indaga sobre la capacidad de escuchar la palabra, se investiga sobre sus trabajos y profesiones. Los catecúmenos escucharán la palabra durante tres años; sin embargo, si alguno es diligente y aplicado, no se juzgará por el tiempo sino sólo será juzgada la conducta. Cuando el doctor (el que enseña) ha terminado de hacer la catequesis, los catecúmenos orarán aparte, separados de los fieles, las mujeres orarán en un lugar aparte de la Iglesia, se trate de fieles o de catecúmenas; cuando hayan terminado la oración no se darán la paz, pues su beso aún no es santo. Cuando el doctor, después de la oración, ha impuesto la mano sobre los catecúmenos, orará y los despedirá; siempre hará así el que enseña, sea clérigo o laico. Para elegir a quienes van a recibir el Bautismo, se examina

su

vida:

¿Han

vivido 65

honestamente

mientras

eran

catecúmenos? ¿Han honrado a las viudas? ¿Han visitado a los enfermos? ¿Han hecho obras buenas? Desde el momento en que son separados se les impondrá cada día las manos para exorcizarlos. Al aproximarse el día del Bautismo, el Obispo exorcizará a cada uno de ellos, para saber si es puro. Adviértase a quienes deben recibir el Bautismo que se bañen y laven el jueves. Los bautizados ayunarán el viernes. Llegado el momento establecido para el Bautismo, el Obispo dará gracias sobre el óleo (aceite) que pondrá en un vaso: Se le llama óleo de acción de gracias. Tomará otro óleo y lo exorcizará: Se llama óleo de exorcismo. El Presbítero ordenará a cada bautizando que renuncie. Después de la renuncia el presbítero lo unge con el óleo del exorcismo, diciendo: "Aléjate de ti todo espíritu maligno". Así se lo entregará desnudo al Obispo o al presbítero que se encuentre próximo al agua para bautizarlo. El Diácono lo acompaña. El que bautiza le impone las manos y le dice: ¿Crees en Dios Padre todopoderoso? Responderá: creo, e inmediatamente manteniendo las manos sobre la cabeza, lo bautizará (inmergirá o sumergirá) una vez. Al preguntársele de nuevo: ¿Crees en Jesucristo?; etc. Y cuando diga: Creo, será bautizado (inmerso o sumergido) por segunda vez. De nuevo dirá: ¿Crees en el Espíritu Santo? Y será bautizado (sumergido) por tercera vez. Al salir del agua, el presbítero lo ungirá con el óleo de acción de gracias y cada uno después de secarse, se revestirá y entrará en la Iglesia. El Obispo,

imponiéndoles

las

manos, 66

pronunciará

la

oración

de

consagración. Después de haberle signado en la frente, le dará el beso y le dirá: "El Señor esté contigo". Los Diáconos ofrecerán la oblación al Obispo para la Eucaristía y tres cálices: uno con vino, otro con leche y miel (plenitud de la promesa) y otro con agua (como ofrenda hecha a los padres para indicar la ablución o purificación). Los que comulgan gustarán las tres cosas. Cuando se hubiere concluido, apresúrese cada uno a hacer buenas obras, agradara Dios, portarse bien, dedicarse a la Iglesia, haciendo lo que ha aprendido y progresando en la piedad. Los días especiales para el Bautismo fueron las vigilias de pascua y Pentecostés. Para dar más solemnidad al acto y como señal simbólica de la regeneración obrada, los neófitos (recién bautizados) vestían de blanco durante toda la octava después del bautismo hasta el domingo siguiente a la pascua. Por eso este domingo se conoce en la liturgia con el nombre de "In albis depositis" o de las vestiduras blancas ya dejadas. En un principio se confería el Bautismo por una triple inmersión en el agua, para lo cual se utilizaban ríos y estanques, y más tarde se construyeron baptisterios especiales. Como fórmula se empleaba simplemente: "Ego te baptizo in nomine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti". La Didaché, sin embargo, ya conmemora el bautismo por infusión (echar agua sobre la cabeza del bautizando) que fue sustituyendo poco a poco al de inmersión (baño o sumergirse en el agua). A los enfermos que debían ser bautizados se les confería el bautismo de aspersión. * Aunque en un principio los bautizandos eran personas adultas, ya en el S. II se propuso la cuestión del bautismo de niños y en efecto se les comenzó a conferir. San Ireneo y Orígenes suponían que esta práctica 67

era de origen apostólico; otros, en cambio, se oponían a ella, como Tertuliano. Este fue el primero en usar la expresión "catecúmenos", es decir, oyentes. *

Ya en el año 200 se tiene el uso de los padrinos y desde mediados

del S. III se impuso el nombre bautismal. *

En el s. V. se había generalizado el bautismo de los niños.

*

El Catecumenado siguió en uso en una forma parecida a los siglos

precedentes. Quienes ya estaban decididos y poseían la primera instrucción, acababan de prepararse durante la cuaresma. En oriente se conocían con el nombre de "illuminati o baptizandi" y en occidente, "competentes o electi". Los baptisterios eran los lugares especiales, construidos cerca de las iglesias, donde se celebraba generalmente el Bautismo. Se siguió la costumbre de la triple inmersión, aunque en algunas regiones sólo se hacía una. Es digno de notarse que ya entonces se reconocía como suficiente en caso de necesidad el llamado bautismo de deseo, como también el bautismo de sangre (martirio). Desde el S. VIII se convirtió en norma general la costumbre de bautizar a los niños. *

En el segundo período de la Edad Media (s. XI - XIV) se fue

introduciendo el sistema de la infusión en lugar de la inmersión. Santo Tomás designa todavía la inmersión como la forma generalmente en uso. Ya no se observaban las fechas de pascua y Pentecostés. Más aún, en el S. XIV se prescribe el bautismo de los niños inmediatamente después de nacidos. *

En el s. XVI quedó en uso exclusivamente el sistema de infusión.

68

*

En 1523 se incluye un doble rito: el de los infantes y el de los

adultos, que puede considerarse como un ensayo del futuro Ritual Romano. *

En 1614 tenemos el Ritual Romano de Pablo V.

*

El 4 de diciembre de 1963, el Concilio Vaticano II propone en los

números 64 - 70 de la constitución sobre Sagrada Liturgia la reforma y adaptación del ritual y del rito del Bautismo. *

El 15 de mayo de 1969 aparece un nuevo rito de Bautismo de

niños. *

Y el 29 de agosto de 1973 tenemos la segunda edición del mismo

ritual con algunos cambios y adiciones.

B. Catequesis litúrgica sobre el rito del Bautismo de niños

Teniendo en cuenta que es un grupo de personas de clase media, suponemos que esta Catequesis hace parte del conjunto de un encuentro presbautismal. Nuestro interés o propósito será dar a conocer todo el Rito o los distintos pasos que daremos durante la Celebración de modo que quede fácil comprender desde ahora el significado de cada uno de los momentos. 1. La reunión de todos a la entrada de la iglesia en la puerta se hace porque el que va a ser bautizado no pertenece todavía a la Iglesia. Como el Bautismo es la puerta de ingreso a la Iglesia, hay que pasar primero por él. Este ingreso quiere significar también nuestra entrada desde ya en el Reino de Dios que empieza en este mundo y culmina en la eternidad. En este momento son los padres y padrinos quienes traen al 69

niño que ha nacido en el seno de la comunidad familiar para incorporarlo en la comunidad eclesial. ¿Cómo han expresado los vecinos, amigos y familiares el gozo inmenso al enterarse de este nacimiento? (Aquí dialogarán entre ellos). Por medio de regalos, tarjetas, presentes o con una visita a sus casas. Así como todos ellos se regocijaron, así se encontrarán en la misma puerta de la Iglesia con las personas allí reunidas, miembros de la Iglesia, que también se alegrarán con Uds. Toda esa alegría se hará externa por la forma como van a vestir a los niños, por el vestido que cada uno llevará ese día, por los preparativos que harán y por la reunión familiar que tendrán después de la Celebración. De antemano han escogido un nombre, seguramente pensado desde antes de nacer, motivado por algún gusto o interés; pues Dios también pensó en ese nombre. ¿Cómo nos llaman los demás cuando se dirigen a nosotros? Oto, Stella, Marco. Con ese nombre somos identificados fácilmente; es único, aun cuando haya otros que sean llamados lo mismo y nos capacita para disponer de las cosas. El nombre expresa una misión, es parte esencial de la persona y por eso si Dios cambia el nombre es porque a esa persona le encomienda una nueva tarea. Tenemos el caso de Abraham que antes se llamaba Abram, Pedro que antes se llamaba Cefas. Es aquí cuando llega el ministro de la Iglesia y saluda a los presentes alegrándose por esos nuevos hijos; dialogará primero con los padres acerca del nombre que han escogido y de lo que piden para esos niños. Esa petición significa un compromiso: educar en la fe. Después hablará con los padrinos y ellos se comprometerán a colaborar con esa educación. 70

Inmediatamente después para entender que esos niños pertenecerán a Dios y no a ningún otro señor, el sacerdote, los padres y padrinos les harán la señal de la cruz en la frente quedando así marcados y sellados como cristianos. Como todos nos alegramos por esa pertenencia a Dios entraremos a la iglesia entonando un canto. 2. Una vez que estemos en el lugar oportuno, nos dispondremos a escuchar a Dios que nos hablará a través de su Palabra. Si no conocemos esa Palabra será imposible cumplir con el compromiso de educar en la fe. ¿Qué hacemos de ordinario para comunicarnos entre nosotros? (Aquí expresarán sus ideas). Muchos son los medios para hacernos entender, pero el primero y principal es la palabra, nuestro lenguaje. De la misma manera hace Dios con nosotros. Si Dios habla, ¿cómo sabremos que habla? (Participación de los asistentes). Y si lo hemos escuchado, ¿que habrá que hacer para responderle? Causa mucha emoción cuando un niño pronuncia sus primeras palabras. Si le hemos hablado de Dios es seguro que su oído se irá educando para hablar un día de Él, pero si hemos callado permanecerá mudo, sin poder hablar de Dios. Esto nos aterraría. La Homilía o explicación de la Palabra hará que todos entendamos lo que Dios nos dice, aplicando su mensaje a nuestra propia vida. Como esa Palabra pide nuestra respuesta tendremos enseguida la Oración de los fieles, es decir, de los que tenemos fe, para demostrar que estamos necesitados de Dios y por eso ponemos toda nuestra , confianza en Él. Invocaremos luego a los Santos que fueron personas como nosotros que supieron vivir como buenos bautizados, como hijos de Dios ejemplares, 71

convirtiéndose así para nosotros en estímulos e intercesores. De esta manera nosotros como Iglesia peregrina sobre esta tierra nos unimos a quienes están más cerca de Dios. Esto es lo que llamamos "comunión de los Santos". Con esto queremos decir que hay ayuda mutua y ésta se entiende cuando estamos entrenados cada día para colaborarnos entre sí, cuando dejamos de pensar en nosotros, en nuestros propios intereses y somos más solidarios. Aquí entendemos muy bien el papel que cumplen los padrinos en adelante: no han sido escogidos por ser los mejores amigos o porque ha habido un interés de por medio: dinero, regalos, préstamos, invitaciones posteriores etc., sino porque su vida cristiana garantiza una buena educación en la fe. Esta segunda parte concluirá con la unción prebautismal con el óleo santo. En la oración que el ministro pronuncia está todo el significado de ella: Cristo es la fortaleza que capacitará a los niños para enfrentarse durante su vida al mal que se les presentará. 3. La liturgia sacramental propiamente dicha empezará luego con la oración sobre el agua y descubriremos que es signo de muerte y nueva vida (es el caso del diluvio universal); en el anuncio de los profetas es fuente de vida, lava y destruye la corrupción: Jesucristo mismo la propone a Nicodemo como medio para nacer de nuevo: "Jesús le contestó: Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de espíritu, no puede entrar al Reino de Dios" (Jn. 3, 1-6). Todos nosotros sabemos como el agua se convierte en un elemento indispensable. Tal vez soportamos que se vaya la luz en nuestra casa, pero nos desesperamos cuando falta el agua: resulta imposible o difícil preparar los alimentos y sentimos fastidio al no poder bañar nuestro cuerpo. 72

Las renuncias y la profesión de fe que se harán a continuación se convierten en un verdadero compromiso que incluye varios aspectos: al ser consagrados por el Bautismo para el servicio de Dios, al convertirnos en templos vivos donde empieza a habitar Dios mismo y al hacernos uno con Cristo y su Iglesia debemos estar dispuestos a renunciar a todo aquello que impida cumplir con esta seria tarea. Renunciar significará entonces pensar en nuestras propias ataduras, en nuestras esclavitudes, en los dioses falsos que nos vamos creando sin darnos cuenta para arrancar de nuestro corazón todo eso que es el pecado y así amar, permanecer y creer más en Dios. Creer es aceptar, y yo no acepto nada sin antes darme cuenta; por eso la profesión de fe que haremos juntos es un sí consciente a todos los compromisos de este Bautismo. Llegará el momento del BAUTISMO que se hará en el nombre de la Trinidad, indicándonos que no es aisladamente, sino en comunión con las personas divinas como podemos desde entonces llevar vida verdadera de cristianos. En un hogar donde hay comprensión, alegría, perdón, paz y amor la vida se hace llevadera, se puede vivir en comunidad; en cambio, la falta del hogar hará imposible que se lleve vida comunitaria. Todos tendremos que convencernos que el modelo perfecto de comunidad lo encontramos en la Trinidad y que estamos llamados a reflejar en nuestros hogares y familias las relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La unción con el Santo Crisma que tiene una relación muy directa con Cristo ungido por el Espíritu Santo significará la continuación de la obra realizada por Cristo Sacerdote (hizo de toda su vida un culto, una ofrenda, un sacrificio agradable al Padre), Profeta (anunció la Palabra de 73

Dios y denunció el pecado de la humanidad) y Rey (no buscó ser servido, sino servir a su pueblo). La imposición de la vestidura blanca nos recordará la nueva condición de estos niños que ya son hijos de Dios. Esa nueva vida es como una vestidura o traje blanco que hay que llevar siempre con mucho cuidado para conservar sin mancha con la ayuda de los consejos y ejemplos de todos Ustedes, padres y padrinos. Al entregar el cirio encendido, señal de Cristo resucitado, el cristiano que se ha hecho uno con él, está llamado a iluminar con esa Luz su vida y la de los demás. No podemos ser luz de la casa y oscuridad de la calle o al contrario. La doble personalidad de algunos: amables en la casa y descorteses fuera de ella, choca a menudo. La Oración que nos caracteriza a todos los hijos de Dios es el Padre Nuestro; por eso, con sentimientos de alegría y de fraternidad lo entonaremos como una sola familia que celebra gozosa el aumento de sus miembros. Para finalizar esta Celebración bautismal vamos a bendecir a las madres, a los papás y a todos los que han participado para que como miembros vivos del pueblo de Dios la paz siempre reine entre todos.

C. Moniciones para la celebración del Bautismo de niños

Saludo del ministro Padres y padrinos: Por amor quisieron que estos hijos nacieran en sus hogares. Su nacimiento ha causado gran alegría en Uds., en sus vecinos y amigos y en toda la familia. Con el mismo amor y alegría los traen hoy 74

hasta esta puerta y los presentan ante mí como ministro de la Iglesia, para que entren a formar parte de la familia de los hijos de Dios. Toda esta comunidad aquí

reunida también

se alegra.

Sean todos

bienvenidos. En el momento de dar el nombre Alguna razón de amor los ha llevado a Uds. a escoger el nombre de estos niños; ese nombre los identificará siempre como personas en todas partes. Para la señal de la Cruz Al trazar en la frente de estos niños la señal de la cruz indicaremos su pertenencia total a Dios desde este día. Antes del canto de entrada a la iglesia Nuestra alegría se expresa ahora con este canto que entonaremos juntos. Así entendemos mejor nuestra entrada procesional. Liturgia de la Palabra Dios nos habla ahora; solamente si estamos atentos a su Palabra sabremos cumplir nuestros compromisos bautismales. Invocación a los Santos Los Santos son para nosotros modelos e intercesores; entre ellos y nosotros hay mutua ayuda, por eso los invocamos ahora. Unción prebautismal Los niños van a ser ahora ungidos con el óleo o aceite consagrado; de esta manera son fortalecidos por Cristo. Oración sobre el agua El agua es indispensable para la vida. Al invocar la bendición de Dios sobre ella comprendemos que es fuente de donde brota la nueva vida. Renuncias y profesión de fe 75

La principal tarea o compromiso de los padres y padrinos será seguir educando en la fe a estos niños. Esto pide rechazar el pecado y creer más en Dios. Rito sacramental propiamente En el nombre de la comunidad Trinitaria (Padre, Hijo y Espíritu Santo) serán bautizados ahora; empiezan así a vivir en comunidad y no aisladamente. Unción con el santo crisma Estos niños al ser ungidos con el santo crisma se consagran desde hoy totalmente a Dios, esto es, se destinan a su servicio. Vestidura blanca El vestido nuevo es señal de fiesta; por eso hoy el vestido de todos es especial. Estos niños son ahora revestidos de Cristo. Entrega del cirio La vida de todo hombre debe ser luz para los demás como Cristo es para nosotros. Bendición solemne Dios bendice a los padres y a todos los presentes, para que también puedan bendecir siempre a sus hermanos los hombres.

II. LA CONFIRMACIÓN

A. Dimensión histórica -

Año 1 - 313. Una vez terminada la celebración del bautismo, se

colocaban

los

neófitos

las

vestiduras

blancas

y

se

dirigían

procesionalmente ante el Obispo. Entonces éste les imponía las manos 76

con la invocación del Espíritu Santo y a continuación los ungía con el óleo santo. Tal era el rito de la confirmación, llamado también imposición de manos y santo crisma, con el cual quedaba el neófito marcado como soldado de Cristo. Por lo general esto acontecía inmediatamente después del bautismo (Hch 19, 1-7). -

Del 313-681 (segundo período de la edad antigua): lo más digno

de destacarse es el hecho cada vez más frecuente de separar la confirmación del bautismo. El santo crisma era consagrado por el obispo el jueves santo. -

En la edad media (681-1073), siguiendo la costumbre ya

establecida, en occidente confirmaba únicamente el obispo; mientras que en oriente también le estaba permitido al presbítero. En el sacramentario gelasiano del s.VII (colecciones ordenadas de bendiciones litúrgicas y oraciones para la Misa en la liturgia romana) encontramos la fórmula o las palabras que pronuncia el obispo al imponer las manos y al signarlos en la frente con el crisma: "Signum Christi in vitam aeternam". R/. Amén. "Pax tecum" R/. Et cum spiritu tuo. -

Gregorio II (Papa del 731-734) dice que es necesario que los fieles

sean confirmados por la imposición de la mano y la unción del sagrado crisma. -

En un Ordo Romano antiguo encontramos lo siguiente: (Los niños

acaban de ser bautizados). El Obispo va de la fuente bautismal a la sacristía o a la iglesia, según quiera, tendrá allí preparada una sede, se sentará y cuando se hayan vestido los niños, confírmelos. Los niños son llevados ante él y les da a cada uno una túnica blanca, diciendo: "Recibe la vestidura blanca, santa e inmaculada, llévala hasta el tribunal de Cristo en la vida eterna". "La paz sea contigo". Amén (y así 77

son vestidos). Ya vestidos, ordénense tal como han sido inscritos, en círculo; los pequeños sean tenidos en brazos, los mayores pongan un pie sobre el pie derecho de su padrino. El pontífice viene hacia los niños, eleva e impone la mano sobre la cabeza de todos. Diga la oración sobre ellos con la invocación de la septiforme gracia del Espíritu Santo. Terminada la oración, les pregunta a los diáconos el nombre de cada uno. El pontífice mojando su pulgar en el crisma haga una cruz en la frente a cada uno, diciendo: "Te confirmo y te marco en el nombre del Padre...etc." Luego recita unos versículos. Al final dirá: "La paz sea con ustedes". Y con tu espíritu. En seguida pronuncia una oración. Dice el diácono: "Inclínense para la bendición". Responden: Gracias a Dios. -

En otro documento se dice: "En seguida el Obispo da un golpe al

confirmando en el rostro. En primer lugar, para que guarde mejor en la memoria que ha recibido el sacramento. En segundo lugar, porque este sacramento es dado al bautizado para fortificar su fe, como ha sido dicho, es decir, que sea bastante fuerte en la fe recibida en el bautismo para no avergonzarse en seguida de confesar el nombre de Cristo ante quien sea. En tercer lugar, el golpe representa la imposición de manos, porque los apóstoles confirmaban por la imposición de manos. En cuarto lugar, el Obispo golpea al confirmando para infundir miedo al mal espíritu para que huya y no vuelva. El Obispo hace pues dos cosas: primero unge la frente, luego golpea el rostro. La unción significa el perfume de la gracia para los actos y las empresas audaces en lo que concierne a la fe; el golpe se da para que en adelante no se avergüence y no tema confesar el nombre de 78

Cristo; como si el Obispo dijera al confirmando: sé fuerte de tal manera que sea quien sea el que te golpee, no te cause confusión porque confiesas la fe de Cristo, y tú no te avergüences de ello." -

En 1595 con el Papa Clemente VIII tenemos el "Pontifical

Romano" con un esquema propio para la celebración de la confirmación: Diálogo con la asamblea, extiende las manos hacia los confirmandos y pronuncia una oración invocando los siete dones del Espíritu Santo. Moja el pulgar de la mano derecha en el crisma y dice: "N., yo te marco con el signo de la cruz y te confirmo con el crisma de salvación. En el nombre del Padre...etc. Amén. Da un golpecito en la mejilla, diciendo: "La paz sea contigo" - Antífona. Oración y bendición. -

Con el Papa Pablo V (1614), en el Ritual Romano aparece el

mismo rito que en el Pontifical, pero para presbíteros que por indulto o delegación apostólica puedan conferirla. -

A partir del Concilio Vaticano II (1965) entran algunos elementos

de renovación de este sacramento de la confirmación. Bastaría confrontar con Lumen gentium 11 y 26; Ad gentes 11 y 36; Apostolicam actuositatem 3; Presbyterorum ordinis 5 y Sacrosanctum concilium 71. -

El 15 de agosto de 1971, el Papa Pablo VI publica la Constitución

Apostólica sobre el sacramento de la confirmación: "Divinae consortium naturae" (la participación de la naturaleza divina), que mira hacia la renovación del sacramento. El 22 de agosto de 1971 se promulga el nuevo Ordo de la Confirmación que sustituye al que se encuentra vigente hasta el presente en el Pontifical y en el Ritual Romanos. 79

B. Elementos para una catequesis litúrgica sobre la Confirmación 1.

¿Qué es un Sacramento?

SIGNO SAGRADO a través del cual Jesucristo sigue salvando hoy (dando vida - uniendo a los hombres entre sí, con sus hermanos, con la naturaleza y en definitiva con Dios). 2.

¿Qué vamos a celebrar?

El sacramento de la CONFIRMACIÓN. Vamos a confirmar, a garantizar, a sellar, a asegurar la fe recibida en el BAUTISMO que nos comprometió a: -

Creer en Dios (Sí, creo)

-

Renunciar al pecado, al mal, a Satanás a sus obras y seducciones

(Sí, renuncio)

La Confirmación es un signo sagrado en donde el Espíritu Santo cumple su acción de hacernos crecer en la fe recibida en el Bautismo.

Por eso, es el sacramento de la adultez cristiana. Estamos en capacidad de dar razón de nuestra vida cristiana, de presentarnos como testigos valientes que sabemos confesar con la propia vida el nombre de Jesús. 3.

¿Dónde lo celebramos?

En el lugar donde suele reunirse la Iglesia (que significa el pueblo de los convocados por Dios). La iglesia parroquial es el lugar que acoge a la 80

Comunidad de los bautizados. Con mis hermanos bautizados y en nombre de ellos soy confirmado. Los Sacramentos se celebran con la Comunidad y por la fe de la Comunidad (Iglesia). 4.

¿Cuándo lo celebramos?

-

Cuando somos más conscientes del sacramento que se va a

celebrar. -

A la edad de 12 años: Edad de la discreción.

-

Después de una intensa y seria catequesis que nos va llevando al

centro mismo del acontecimiento que celebramos (mistagogía). La catequesis nos va insertando en la Confirmación en forma progresiva. -

Habiéndonos confesado previamente, porque se trata de un

sacramento que nos pide estar en gracia de Dios (en amistad plena con Él). Es un sacramento de vivos. -

Cuando por nuestra propia cuenta hemos sabido y hemos podido

escoger una persona que nos va a respaldar y ayudar a crecer en la fe: Un Padrino o Madrina. Él o ella me colocarán su mano sobre mi hombro y así estarán diciendo que me apoyan y se comprometen a no dejarme solo en el camino de la vida cristiana. El padrino o madrina han debido celebrar ya los sacramentos de la iniciación cristiana; deben ser católicos, creyentes y practicantes, mayores de 16 años y que saben dar buen ejemplo de vida cristiana y moral. 5.

¿Quiénes lo celebran?

El Ministro: Es el señor Obispo (o el párroco delegado para ciertos casos por el Obispo). El Obispo es la persona que vigila o 81

inspecciona el crecimiento de la fe de la Comunidad que le fue confiada.  El Interesado o Interesada: Que goza de plena libertad y conciencia para celebrar este Sacramento; nadie lo obliga. 6.

¿Cómo se celebra?

Por medio de signos muy claros, visibles y audibles, tales como:  La Palabra de Dios que se proclama y da sentido al Sacramento.  LA Asamblea que da su asentimiento y se hace testigo del hecho.  EL Ministro.  EL Diálogo con el párroco o con el Catequista.  LA Renovación de los compromisos bautismales.  LA Imposición de manos (Comunicación del don del Espíritu Santo)

Dones: Sabiduría, entendimiento, consejo, piedad, ciencia, fortaleza y temor de Dios. El número 7 es signo de la perfección. Esta Imposición es doble: En forma general (sobre todos los confirmandos) y particular (sobre cada uno en el momento de la crismación).  EL Nombre de cada uno: Signo que lo identifica como persona y más aún como bautizado.  LA Señal de la cruz: Distintivo del cristiano y signo del Misterio Pascual de Cristo; este Sacramento lo celebramos gracias a la muerte y resurrección de Cristo. El Santo Crisma: Aceite consagrado y que me consagra, me destina de manera especial para el servicio de Dios; ya no me pertenezco, sino que soy de Dios y para Dios. 82

 LAS Palabras que en ese momento son pronunciadas junto con la imposición de manos sobre la cabeza de cada confirmando constituyen el gesto esencial, constitutivo o principal del rito sacramental: "N.N., RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO."

El confirmando responde: Amén. (Estoy plenamente de acuerdo, me hallo convencido de esto; doy mi sí). Amén significa: válido, firme, seguro, estable. "La paz sea contigo": Es el saludo del Pastor que lo reconoce a uno como parte integrante de su rebaño y miembro activo de su Diócesis, de la porción del pueblo de Dios que le fue confiada al Obispo. El confirmando, a su vez, reconoce a su Pastor diciéndole: "Y con tu espíritu" (Con el Espíritu que lo hizo a él Presbítero y luego Obispo).

7. ¿Por qué se celebra? Animados por la Fe. No hay otra razón válida. No es por tradición o costumbre. Porque siempre se ha hecho así en la familia. Porque la persona ya está muy grande. Porque se requiere para celebrar el matrimonio. Porque los papás lo decidieron. No. Solamente por motivos de fe.

8. ¿Para qué lo celebramos? -

Para adquirir la talla del Hombre Perfecto (Ef 4, 13), para

alcanzar la madurez de Cristo. -

Para seguir creciendo en la fe por la acción del Espíritu Santo. 83

-

Para poder dar testimonio de la misma fe con valentía y fuerza

como lo han hecho tantos hombres y mujeres que con la propia sangre han confesado el nombre de Jesucristo. El mártir es un testigo y servidor de la Palabra. -

Para trabajar por la Iglesia y como Iglesia en adelante.

-

Para integrarme a algún grupo o movimiento de Iglesia y

experimentar la vida de una Parroquia: Comunidad de Comunidades de fe, culto y caridad.

C. Moniciones y fórmulas de oración universal para emplear en la celebración de este sacramento.

Esquema I

Moniciones Entrada Esta comunidad parroquial se alegra hoy en el Señor por la presencia y visita del Pastor y Obispo de esta Diócesis; él viene a confirmar el crecimiento en la fe de esta parroquia y a marcar con el sello del Espíritu Santo a este grupo de hermanos que han deseado la llegada de este día. Celebremos con fe y entusiasmo.

Liturgia de la Palabra El Espíritu Santo impulsa y dinamiza la tarea de la Nueva Evangelización en la Iglesia. Que al escuchar esta Palabra nos llenemos de la fuerza de Dios para ser testigos valientes de Jesucristo. 84

Liturgia del sacramento Por el bautismo se nace a la vida de hijos de Dios; por la confirmación el mismo Espíritu Santo hace que el cristiano crezca y se desarrolle en su fe. En oración sincera, acompañemos a quienes hoy, por la celebración de este sacramento, se comprometerán a trabajar más por la Iglesia.

Ofrendas Sobre la mesa del Señor coloquemos hoy la vida de los confirmandos, la de sus padres y padrinos, el gozo de esta comunidad que ve crecer su fe y las alegrías y esperanzas de quienes estamos aquí reunidos. Hagamos de todo esto una sola ofrenda.

Comunión Al comer el alimento eucarístico nos unimos más plenamente a Cristo y nos comprometemos más con él. Comulguemos animados por nuestra fe. De este modo, y gracias a la acción del Espíritu Santo, podremos producir frutos de caridad.

ORACIÓN UNIVERSAL

Hermanos y hermanas: La efusión del Espíritu Santo es perenne juventud para la Iglesia y motivo de alabanza a Dios para cada discípulo de Jesucristo. Mientras damos gracias al Padre, fuente de todo don, elevemos a Él nuestra súplica. Oremos juntos y digamos:

R/. Renuévanos, Padre, y escúchanos. 85

-

Para que la comunidad cristiana se deje guiar por la acción del

Espíritu de Dios, acogiendo sus inspiraciones a la santidad de vida, oremos: -

Para que los Obispos sean signos vivientes de comunión en las

comunidades a ellos confiadas por el Espíritu, prolongando visiblemente el servicio de Cristo en medio de su pueblo, oremos: -

Para que cuantos hoy han celebrado el sacramento de la

Confirmación construyan su existencia en la obediencia al evangelio, en el servicio al prójimo y en el testimonio misionero, oremos: -

Para que los padres y los catequistas, con la ayuda del Espíritu,

cumplan responsablemente su misión de educadores en la fe, oremos: -

Para que la presencia maternal de María eduque a los discípulos

del Señor a amar el silencio y la oración, buscando con pureza de corazón parecerse cada vez más a Cristo en la vida cotidiana, oremos: -

Para que los dones del Espíritu Santo ensanchen nuestra mirada

de amor para responder a las llamadas a la caridad que nos hace la humanidad que sufre, oremos: -

Para que todos nosotros con la efusión plena del Espíritu Santo,

sepamos proclamar con sencillez y en la entrega diaria las grandezas del amor divino, derramado en nuestros corazones, oremos:

Oh Padre, que con el don del Espíritu Santo renuevas la comunidad de los redimidos, escucha estas plegarias y abre nuestro corazón a! misterio de Cristof para que crezcamos en la comunión fraterna y lleguemos a ser profetas creíbles de tu Reino. Por Cristof nuestro Señor. 86

Esquema II

MONICIONES Entrada La Palabra de Dios, que tiene un poder grande, nos ha convocado hoy alrededor de Jesucristo, y presididos por nuestro Obispo, para celebrar el sacramento de la Confirmación de estos hermanos que han asumido con seriedad su catequesis. Que el Espíritu Santo haga viva nuestra participación.

Liturgia de la Palabra En la comunidad eclesial siempre está presente el Espíritu Santo quien ejerce su acción concreta en cada sacramento. Seamos dóciles a su voz al escuchar este mensaje.

Liturgia del sacramento Todo sacramento que celebramos tiene como finalidad alcanzar la madurez de Cristo. Dispongámonos con mucha fe y alegrémonos con todos aquellos que van a ser presentados, que renovarán sus compromisos bautismales y que serán confirmados; así se asemejan más a Cristo.

Ofrendas Todo cuanto somos y tenemos, la vida de quienes han sido confirmados, nuestros esfuerzos y fatigas, alegrías y tristezas se hacen ofrenda agradable a Dios en estrecha unión con el pan y el vino que son traídos procesionalmente (o presentados ahora). 87

Comunión Para tener los mismos sentimientos de Cristo, él mismo nos ofrece su Cuerpo y su Sangre. Acerquémonos gozosos a decir con nuestro Amén que estamos dispuestos a dar testimonio de la fe recibida en el bautismo con valentía y entusiasmo.

ORACIÓN UNIVERSAL

Hermanos y hermanas: Con la alegría que sentimos por el don del Espíritu Santo que actúa en el sacramento de la Confirmación, elevemos a Dios Padre nuestra súplica, invocando su ayuda para corresponder dignamente a los dones recibidos. Oremos juntos y digamos:

R/. Escucha, Padre, nuestra súplica. -

Para que los Pastores de la Iglesia, con el ejemplo y la predicación,

ayuden a los fieles a responder generosamente a los dones recibidos del Espíritu Santo, oremos: -

Para que el ejemplo de la Virgen María, discípula atenta de la

palabra divina, suscite en cuantos han celebrado el sacramento de la Confirmación la alegría de seguir las enseñanzas de Cristo, oremos: -

Para que la vocación de la Iglesia de anunciar el Evangelio hasta

los confines de la tierra llene de entusiasmo a cuantos hoy han sido confirmados

y

los

estimule

a

redescubrir

evangelización, oremos: 88

la

urgencia

de

la

-

Para que el fuego del Espíritu Santo infunda ánimos a los cristianos

perseguidos, a fin de que resplandezca en ellos el poder de la cruz de Cristo, oremos: -

Para que las opciones por la caridad y el martirio de la vida

cotidiana refuercen nuestra fe y nos hagan crecer en esperanza, con la mirada puesta en la plenitud de la gloria, oremos: -

Para que cada uno de nosotros se enriquezca espiritualmente por

el sacrificio de Cristo que celebramos en la Eucaristía, para ofrecer a Dios un culto en espíritu y verdad, oremos:

Oh Padre, escucha nuestras plegarias y, en el amor de tu Espíritu Santo, acompaña a la Iglesia, peregrina en el mundo, para que el progreso espiritual de cada discípulo de Cristo sea rico en frutos para toda la comunidad humana. Por Cristo nuestro Señor.

III. LA RECONCILIACIÓN Y PENITENCIA

A. Desarrollo histórico

* En el mensaje cristiano primitivo encontramos la predicación de Juan Bautista que insiste sobre la conversión ante la cercanía del Reino de los cielos (Mt 3, 2). La predicación inicial de Jesús acentúa el mismo aspecto (Mc 1, 14-15) y la última recomendación que él hace a sus apóstoles es predicar la conversión (Lc 24, 47). La primera predicación apostólica es un llamado a convertirse para obtener la remisión de los pecados (Hch 2, 38). A lo largo de Hechos de los Apóstoles la predicación constante versa sobre la misma conversión 89

para que sean borrados los pecados (Hch 3, 19; 5, 31; 8, 22; 11,18; 17,30 etc.). Consta, en primer lugar, que ya los apóstoles hicieron uso del poder de perdonar los pecados. Así aparece, por ejemplo, en San Pablo contra los herejes (2 Ts 2,6.14; 1Tm 1,20) y contra los pecados carnales (1Co 5, 1). Sin embargo, se advierte en la práctica de los primeros siglos una marcada tendencia a hacer poco uso de este poder. La Iglesia debía mantenerse pura y los cristianos, una vez regenerados por el bautismo, debían conservarse inmaculados. Este principio trajo consigo ya en el siglo II una práctica que se fue generalizando cada vez más, consistente en excluir de la comunidad cristiana a los que cometían los llamados pecados capitales: idolatría, adulterio y homicidio. * Todo esto dio origen a la práctica de la penitencia pública. En efecto, los pecadores que habían cometido algunos pecados más graves, hecha su confesión, antes de recibir la absolución, pasaban un período más o menos largo de penitencia, en el que estaban excluidos de la comunión con el resto de los cristianos y hacían diversas modificaciones, como ayunos, vigilias, etc. Después, en el siglo III, se pasó a un período de mayor suavidad en lo relativo al perdón de los pecados más graves después de la debida penitencia (año 250). Se prometió el perdón a los apóstatas en las persecuciones, a la hora de la muerte. Algunos rigoristas se opusieron a esa suavidad y ratificaron el rigor vigente. Poco a poco se fue introduciendo la práctica romana, que eliminaba el rigor exagerado. En la práctica de la confesión y penitencia pública la dirección la llevaba el Obispo quien imponía la penitencia pública y una vez terminada, recibía oficialmente a los penitentes en la comunión cristiana. Ante todo 90

debía hacerse la confesión de los pecados que debía extenderse a todos los

graves.

Por

la

importancia

que

tenía

esta

confesión

o

exomologesis, ambas palabras se tomaron muy frecuentemente como sinónimas del sacramento de la Penitencia. *

La confesión o manifestación de los pecados era, por regla

general, secreta y ciertamente era siempre secreta si se trataba de pecados secretos. Lo más que se puede admitir es que a veces, para mayor humillación, ya espontáneamente, ya por consejo del confesor, el penitente hacía confesión pública de pecados secretos. Por lo que se refiere a pecados públicos, la norma general era que la confesión fuera también secreta y sólo en determinados casos pública. *

En cambio, la satisfacción o penitencia, así como también la

absolución, eran generalmente públicas. A pecados públicos respondía una penitencia pública. Terminada ésta, tenía lugar la absolución que era también pública. Ésta, en cambio, era secreta si la confesión había sido también secreta. *

La penitencia pública siguió en su apogeo en toda la Iglesia

durante el siglo IV. En el 395 San León Magno prohibió las confesiones públicas, dando por razón que la privada era suficiente. *

Por otra parte, se generalizó la práctica de perdonar todos los

pecados sin excepción alguna; pero sólo se concedía una vez la Penitencia o absolución pública. Además al extenderse en la Edad Antigua (313-681) notablemente la vida monacal, los monjes se fueron convirtiendo en los confesores ordinarios y al mismo tiempo se hizo más frecuente la confesión privada. 91

En la Edad Media va entrando gradualmente la penitencia privada. A los tres pecados capitales antiguos se añadieron ahora: el rapto de una doncella, la usura, el perjurio (jurar en falso), la magia, el incendio y otros. Aparece la llamada redención (rescate) que consistía en cambiar las penitencias impuestas por otras más ligeras: oraciones especiales, sustituyéndose por otra persona, limosnas destinadas a los pobres. Se abusó bien pronto del sistema de la limosna convirtiéndose en verdadera compra de la absolución. *

Además se empleaba el sistema de la conmutación de una

penitencia por otra, como el ayuno por ciertas oraciones, la disciplina por la visita de iglesias. Se empleaban también las indulgencias (aparecen en el siglo IX) y representan el paso más significativo en la mitigación de la penitencia. Estas indulgencias que se concedían con la visita a una iglesia, confesión o recitación de ciertas preces, acompañadas de alguna limosna libraban de todas las penitencias impuestas por toda clase de pecados. Relacionado con la penitencia está el sistema penal empleado por la Iglesia. Las dos penas mayores que imponía la Iglesia eran el entredicho y la excomunión. En el primer caso no podían celebrarse oficios divinos públicos en una población, no se celebraban los sacramentos y sólo se permitía la Misa privada y a puerta cerrada. En el caso de la excomunión se le prohibía a la persona entrar en las iglesias y tratar con los demás cristianos. *

Ya en el segundo período de la Edad Media (1073-1303) el

sacramento de la Penitencia comprendía tres partes: contrición, confesión y satisfacción. Se defendió, sin embargo, que bastaba la contrición perfecta si las otras dos resultaban imposibles. En el Concilio 92

IV de Letrán de 1215 se prescribió la confesión anual que debía hacerse durante el tiempo de Pascua acompañada de la comunión (Denzinger 437-438). *

En el Concilio de Trento se proclamó todo lo referente a la

Penitencia (Denzinger 893a - 906). *

Con Pablo VI en 1614 tenemos una exposición doctrinal sobre este

sacramento, inspirada en la doctrina de Trento: vestiduras sacerdotales, el confesionario con rejilla, interrogatorio ("¿cuánto hace?" "¿cumplió la penitencia?"), posible catequesis, confesión; monición, satisfacción. También estableció la forma común dé absolución, el modo de absolver de excomunión fuera de la confesión sacramental, el rito para absolver a un excomulgado ya muerto, el rito de absolución general y de bendición papal. *

Llegamos así al Concilio Ecuménico Vaticano II que le imprimé un

nuevo espíritu a este sacramento: -Conversión reconciliación juntas. Acento puesto en el carácter comunitaria (el pecado de cada miembro afecta a la totalidad del cuerpo, luego la confesión tiene que llevar necesariamente a la reconciliación con los hermanos). -Prolongación y preparación de este sacramento mediante obras de piedad o misericordia.

(Lumen

Gentium

11b;

Sacrosanctum

Concilium

9,105,109,110; Ad Gentes 36c, 40b; Presbyterorum Ordinis 5, 6f; Optatam Totius 2d). *

La Sagrada Congregación de Ritos publicó, el 25 de mayo de

1967, la Instrucción "Eucharístícum Mysterium" (sobre el Misterio de la Eucaristía) y en el número 35 hace referencia muy clara a este sacramento y a la comunión. 93

*

La Constitución Apostólica sobre la Penitencial "Paenitemini", de

Pablo VI (febrero 17 de 1966) está dedicada por completo a la Penitencia y por ella se reforma la disciplina eclesiástica de la misma. *

El 16 de junio de 1972, la Sagrada Congregación para la Doctrina

de la fe dio unas normas pastorales para dar la absolución sacramental general. *

El 2 de diciembre de 1973, aparece el Ordo de la Penitencia que

sirve de introducción a dicho ritual. *

Después del Sínodo de los Obispos de 1983, tenemos la

Exhortación Apostólica de S.S. Juan Pablo II "Reconciliatio et Paenitentia" (Reconciliación y Penitencia), del 2 de diciembre de 1984. Documento valiosísimo de rico y profundo contenido en relación con nuestro tema de interés.

B. Recomendaciones pastorales en orden a una mejor celebración del sacramento de la Reconciliación y Penitencia

1. El nombre de este sacramento

Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador. Se

le

denomina

sacramento

de

conversión

porque

realiza

sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (Mc 1, 15), la vuelta al Padre (Lc 15, 18) del que el hombre se había alejado por el pecado". (Catecismo de la Iglesia Católica, 1423). 94

Es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una 'confesión', reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador. Se le llama sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente el 'perdón y la paz' (fórmula de la absolución). Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: 'Déjense reconciliar con Dios' (2Co 5, 20). El que vive del amor misericordioso de Dios está„ pronto a responder a la llamada del Señor: 'Ve primero a reconciliarte con tu hermano' (Mt 5, 24)" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1424).

2. ¿Qué es?

El sacramento de la Penitencia o Confesión o Reconciliación es un signo sagrado que celebra la misericordia de Dios Padre, revelada en Jesucristo, muerto y resucitado, por el poder del Espíritu Santo/ y actualizada hoy en la Iglesia a través del encuentro personal entre el ministro (confesor) y penitente. Tratándose de un encuentro personal y no de una simple comunicación o diálogo, este sacramento no se puede ni se debe celebrar por teléfono, ni a través de otro medio.

3. ¿Cómo se prepara? 95

Digamos de entrada que toda celebración litúrgica nunca acontece sin la debida y suficiente disposición. Desde el momento mismo en que pasa por mi mente el deseo de "confesarme", ahí empieza la preparación que desembocará en la absolución y se prolongará luego en lo común y corriente de la vida, que sigue siendo penitente, difícil. La mejor ayuda es, sin duda, la Palabra de Dios que enjuicia cada uno de los actos y actitudes de nuestra vida. Con la Sagrada Escritura en mano, tomamos conciencia de la presencia de Dios Padre, rico en misericordia y amor, y al mismo tiempo reconocemos con humildad y arrepentimiento nuestra poca o escasa correspondencia a ese mismo amor. Para que esto sea así, entra en juego, entonces, la oración. Desde la oración hemos de preparar cada vez mejor la confesión de nuestros pecados y para que sea más eficaz y efectivo este sacramento de la Penitencia hemos de confesarnos en oración. "Orar es tratar de amistad a solas con Aquél que sabemos nos ama" (Santa Teresa de Jesús). Es eso: entrar en el propio cuarto (recomienda Jesús en el evangelio, Mt 6, 6) y en el silencio y secreto de la conciencia permitir que resuene con intensidad la voz del Padre Dios que nos conoce y nos ayuda a enderezar la vida. Él nos recibe en su casa olvidando todo lo pasado. Algunos medios que enriquecen este momento son de suma utilidad: los mandamientos de Dios (Decálogo), mandamientos de la Iglesia, obras de misericordia, pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza). 96

Otros prefieren recurrir a esquemas de examen de conciencia ya elaborados: el que presenta al final el Ritual de la Penitencia, el de algunos manuales o devocionarios populares, etc. En mi caso personal me sitúo o ayudo al penitente a situarse frente a cinco puntos: -Relaciones con Dios (oración, sacramentos, trato dado a sus ministros). -Relaciones con el prójimo (vecinos, compañeros de trabajo o estudio, personas que a diario encuentro en mi camino, enfermos, ancianos, pobres, etc.). -Relaciones con la familia (padres, hermanos, comportamiento mutuo). -Las propias obligaciones (los deberes del propio estado, las ocupaciones de cada uno y su grado de responsabilidad). -Los pensamientos, palabras y obras de cada uno. En definitiva, se trata de reconocer (volver a la mente) y de recordar (volver al corazón) nuestras actitudes negativas frente al amor misericordioso de un Dios y Padre sumamente bueno. Si coinciden mente y corazón vendrá luego la confesión de nuestros pecados hecha con arrepentimiento y propósito o resolución sincera de no volver a pecar. Fijémonos, entonces, que aquí se tiene que dar la coherencia entre mente, corazón y labios. En la oración, nos dirá San Benito, tiene que haber concordancia entre la mente y la voz (“mens concordet voci").

4. ¿Cómo se celebra?

"El lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio" (Código de Derecho Canónico, c. 964). Razón: el rito de la reconciliación no es "una acción privada, sino una celebración comunitaria de la misma Iglesia, al igual que el resto de los sacramentos (canon 837). Por tanto el lugar apropiado para su administración es un lugar sagrado. 97

En cuanto a la sede, el mismo canon 964 establece que en todas las iglesias exista uno o varios confesionarios, provistos con rejillas entre el penitente y el confesor. La razón de esta disposición es muy sabia, ya que, por una parte, se pretende salvaguardar el anonimato del penitente, y, por la otra, proteger una conveniente discreción. Por su parte, la Conferencia Episcopal, además de los confesionarios tradicionales, puede autorizar otros locutorios, que permitan el diálogo y la relación más personal entre el penitente y el confesor. En la actualidad hay preocupación por organizar la capilla penitencial en un sitio aledaño a la iglesia. Procúrese encarecidamente que los fieles se acostumbren a acudir al sacramento de la penitencia fuera de la celebración de la Misa sobre todo en las horas señaladas, de tal manera que su administración se haga con tranquilidad y con verdadera utilidad de los mismos y no sean estorbados en la participación activa de la Misa. Los que acostumbran a comulgar cada día o frecuentemente, sean instruidos para que en tiempos adecuados, según las posibilidades de cada uno, se acerquen al sacramentó de la penitencia. (Instrucción "Eucharisticum Mysterium", 35c). Sin embargo, en la Carta Apostólica «La Misericordia de Dios, de su Santidad Juan Pablo II (7 de abril de 2002) se dice en el número 2: «En particular, se recomienda la presencia visible de los confesores en los lugares de culto durante los horarios previstos... y la especial disponibilidad para confesar antes de las Misas y también, para atender a las necesidades de los fíeles, durante la celebración de la Santa Misa, si hay otros sacerdotes disponibles». Según el párrafo tercero del mismo canon ("No se deben oír confesiones fuera del confesionario, si no es por justa causa"), el ideal es que toda 98

confesión se oiga precisamente en el confesionario, pero si existe una justa causa puede oírse en otra parte, como, por ejemplo, en la sacristía, en el despacho parroquial, en la casa del enfermo, al aire libre (en caso de grandes concentraciones), en colegios, etc. Causa justa no quiere decir causa grave y excepcional, sino cualquier razón de peso que así lo aconseje. En cuanto a las vestiduras litúrgicas para la celebración de la penitencia, han de observarse las normas dadas por los Ordinarios locales. Tratándose de un rato prolongado (celebración penitencial sacramental o no) lo más aconsejable y recomendable es el uso del alba con la estola de color morado. Esto hace que nuestra representación de Cristo sea digna y fácil de identificar. Evitemos en lo posible presentarnos de cualquier manera (en pantaloneta o sudadera) y, a través de nuestro porte estaremos educando también a los fieles para no acudir a la celebración de este sacramento en traje informal. La actitud de acogida por parte del confesor marca un momento de vital importancia. El ministro (Obispo, Presbítero) en total identidad con Cristo ("In persona Christi") recibe de "buena manera" y no "a regañadientes" a quien se ha preparado y se dispone ahora a experimentar el perdón de Dios Padre. Acompaña este momento la signación que hace tanto el sacerdote como el penitente. El signo de la cruz es distintivo claro del bautizado que, a la vez, es santo y pecador, necesitado de conversión y reconciliación. Inmediatamente después hace parte de esta acogida el saludo o motivación que hace el confesor. Por ejemplo, "El Señor esté en tu corazón para que, arrepentido (a), confieses tus pecados". O podría ser también: "Confía en Dios Padre y confiesa tus pecados: con sinceridad, 99

confianza, humildad y arrepentimiento". Aquí cabe la creatividad del ministro para despertar confianza en el penitente "Que esta sea la mejor confesión de tu vida. Sin temor alguno, y, en oración, reconoce tus pecados delante del Señor". El penitente, habiéndose preparado convenientemente, entra en materia. ¡Qué bueno e interesante fuera superar las fórmulas de toda una vida: Acusóme, padre, que... me acuso y me vuelvo a acusar! A cambio mejor sería confesar los pecados en oración. Por ejemplo: "Señor, ten piedad de mí que soy un pecador, porque...hice esto o dejé de hacer aquello". "Padre misericordioso vuelvo a ti arrepentido y estos son mis pecados"...."Reconozco mi culpa y mi pecado, te ofendí y ofendí a toda la Iglesia. Con humildad me arrepiento de los siguientes pecados: ..."Esto también depende del grado de fe y oración en que se encuentre el penitente. Para unos es más fácil esta nueva forma de confesión, para otros resulta complicado, pero el trabajo es empezar. En este punto conviene educar desde la catequesis o la preparación para evitar "historias prolongadas", "cuentos inútiles", "habladurías inoficiosas" "disculpas o excusas", incluso "chismes," "comentario de los pecados de otro o de otros" y preguntas como "¿Y usted que haría, padre?" Recordemos que una es la dirección espiritual, otra la confesión y otra la consejería pastoral. Terminada la confesión de los pecados y de acuerdo con el número de penitentes vendría el momento de unas breves exhortaciones o consejos y la invitación a mejorar en tal o cual aspecto de la vida cristiana, para descender luego a la satisfacción o penitencia. Ésta no ha de ser entendida como un castigo, sino; como el primer paso hacia una vida nueva; ha de ser reparación en nosotros, en nuestros hermanos 100

y hermanas, en la comunidad eclesial, del daño que el pecado ha causado. Así entendida la satisfacción es obra propia de la caridad recuperada. El penitente recita el "acto de contrición" ("Jesús, mi Señor y Redentor..." u otra de las fórmulas que presenta el ritual), y dé rodillas mientras se hace la imposición de manos sobre la cabeza de quien se ha confesado, se pronuncia la fórmula de la absolución en voz alta y clara para ser bien escuchada. La imposición de manos significa la comunicación del perdón de Dios por la acción del Espíritu Santo. La fórmula de la absolución, de rico contenido trinitario, expresa cómo la obra de las Tres Personas Divinas se cumple "aquí y ahora" en aquel que se ha confesado pecador, y esto gracias al servicio (ministerio) de la Iglesia. Al final, el penitente volviéndose a signar dá su respuesta o asentimiento con la aclamación Amén. Al ser despedido con las palabras: "Puedes irte en paz" o "Dios te ha perdonado, vete en paz» o “levántate y da gracias a Dios porque es bueno", podrá responder: "Gracias sean dadas a Dios" o "Gracias, padre".

5. ¿Cómo se prolonga?

La vida de todo cristiano católico, a ejemplo de la vida de Cristo, no es fácil. Por consiguiente, es aquí donde entendemos que el sacramento de la Penitencia no termina con el perdón de los pecados, sino que se continúa o proyecta a lo largo de la vida, porque tocfe ella no está exenta de penitencia. 101

Esta prolongación se significa, por un lado, en la acción de gracias que se ha de recomendar a aquel que se ha confesado, con un momento de oración personal ante el Santísimo en la Reserva Eucarística. Acontece a veces que lo importante es confesarse y salir corriendo; ha hecho falta nuestra advertencia para actuar siempre con gratitud frente al amor misericordioso del Padre Dios. Por otro lado, prolongar el sacramento de la reconciliación es acordarse siempre de haberlo celebrado, y para esto la satisfacción o penitencia cumple su función. Entonces, habrá que procurar que se trate de acciones que de verdad "signifiquen" que el pecador quiere cambiar de vida y desea seguir una conducta contraria a la que acaba de manifestar en su confesión. Como "penitencia", pues, se ha de buscar algo que exprese el cambio de vida y fortalezca al pecador en su camino de conversión. A través de unas obras opuestas a su pecado el penitente simboliza o manifiesta que quiere emprender un camino nuevo y distinto del que anduvo hasta aquí con su vida de pecado. "Olvidando lo que queda atrás y lanzándose a lo que está delante" (Flp 3,13), el pecador se proyecta hacia un futuro más bueno, más santo. Este es el significado propio de la obra penitencial que, por su simbolismo, forma parte también del mismo sacramento y, a su vez, lo prolonga.

IV. LA EUCARISTÍA: Fuente, centro y cumbre de la vida cristiana y parroquial.

A. Terminología o expresiones para designarla. 102

Apoyándonos en el testimonio de la Sagrada Escritura, encontramos en Me 14, 22-25, en Mt 26, 26-29, Le 22, 15-20 y en 1 Cor 11, 23-26 los relatos claves para referirnos a la institución de la Eucaristía. Es un dato universalmente conocido y aceptado que nuestra eucaristía tiene su origen y deriva sus líneas esenciales del gesto que Jesús cumplió en la última cena con sus discípulos y del cual nos han llegado cuatro narraciones diferentes ordenadas en dos líneas paralelas: Marcos-Mateo y Pablo-Lucas. Otros ven en Juan 6,5.11 un símbolo de la eucaristía y a la vez la institución de la misma. Esencialmente, Jesús instituyó la eucaristía durante el banquete pascual; inaugurando de esta forma la nueva alianza, la celebraba antes de vivirla. La comida judía y de manera especial el banquete pascuala empezaba siempre por una acción de gracias, por una bendición sobre el pan y el vino: "Dando gracias, te bendijo", dicen algunas de nuestras plegarias eucarísticas. Estos dos verbos son realmente sinónimos y designan aquello que los judíos llamaban la berakah y aquello que el Nuevo Testamento designa como eucaristía. Su significado es mucho más que una simple acción de gracias. Es un intercambio entre Dios y los hombres: se alaba a Dios contemplándolo, se recuerdan (anámnesis) todas las

maravillas

que

ha

hecho,

expresando nuestra admiración por ellas. En griego, eucharistein (eu= bueno, bien; charis= gracia, favor), quiere decir algo así como "qué hermoso, qué bueno es el regalo que me haces". 103

De esta forma, lo mismo que la liturgia de la Palabra hunde sus raíces en la liturgia de las sinagogas, la "cena del Señor" se arraiga en el banquete pascual. Los relatos de la institución presentan con cierta sequedad esquemática una sucesión de acciones distintas. Y como la liturgia no es nunca representación teatral, las comunidades eclesiales, a lo largo de los siglos, han repetido las acciones del Señor Jesús desplegándolas en la duración y a través de las formas propias de su genio cultural y espiritual. De este modo podemos traducir en acciones litúrgicas actuales cada uno de los gestos del Señor, así:  Tomó pan, el cáliz

= preparación de los dones.

 dio gracias, lo bendijo

= oración eucarística.

 lo partió

= fracción.

 y se lo dio

= comunión.

En principio, el nombre más común para designar nuestra celebración eucarística fue "Cena del Señor" (1 Cor 11, 20-33), junto con "fracción del pan" (Hch 2,42-46; Lc 24,30). Posteriormente se habló de eucaristía, que ha sido traducido como acción de gracias (Lc 24,30; 1Cor 11,24; Hch 27,35), término que ya se usaba en el ritual judío. En el S. II, eucaristía designa claramente el sacramento del pan y el vino. También se habla de sacrificio (santo sacrificio o sacrificio de la Misa S.C. 7) y de ofrenda (oblación). En griego, ofrenda se dice anáfora (llevar hacia arriba); por eso los orientales llaman a la oración eucarística, anáfora. También hablan de Synaxis (asamblea, reunión, 104

sacramental o no), de liturgia (culto público), y a veces de kyriale (la "dominical") para designar la celebración del Domingo. La realidad designada es siempre "la asamblea que da gracias en la ofrenda de Cristo".

*

El término "Misa" (del latín "missus": enviado o envío), designaba antes, según algunos autores, el comienzo de la liturgia eucarística, de la cual se despedía a los catecúmenos antes de la oración de fíeles. De ahí la palabra misa, que se refería al comienzo de la celebración propiamente y más tarde al final de la misma (Ite missa est), y acabó significándolo todo. Lástima que haya sido así porque las expresiones del N.T. sugieren más. El término "misa" es ambiguo.

B. Una Celebración Eucarística, paso a paso

"La Celebración de la Misa, como acción de Cristo y del Pueblo de Dios ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, tanto universal como local, y para cada uno de los fieles" (Instrucción General del Misal Romano - I.G.M.R., 16). Los tres signos básicos de toda celebración litúrgica son: AsambleaPalabra-Presidencia. La Asamblea es signo de la comunidad local que representa a la Iglesia; la Iglesia es el grupo de los convocados por la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es signo visible de la presencia viva y real de Dios en medio de su pueblo. El Presidente o El Ministro es signo y sacramento de Cristo, lo representa (lo hace presente de nuevo); y la Sede simboliza expuesto que 105

ocupa Cristo: Desde ahí él congrega al pueblo, dirige la oración y actualiza o aplica la salvación.

1. Ritos iniciales

Se proponen constituir la asamblea. -

La celebración empieza desde la Sacristía o «secretarium», en

donde hay que crear y favorecer un clima o ambiente de oración, de silencio, de recogimiento. -

Procesión de entrada: signo de marcha hacia el encuentro con

Cristo y con los hermanos, de peregrinación, de búsqueda, de esperanza. Hay varias procesiones durante la celebración: De entrada, al evangelio, de ofrendas, para el momento de la comunión y a la salida. -

Canto de entrada: expresa la alegría del encuentro, despierta el

sentido comunitario que tiene la reunión y concluye cuando el presidente ha llegado a la sede. No es necesario cantar todas las estrofas, sino calcular y concluir cuando el que preside está en la sede. El canto es señal de euforia y hace más expresiva la plegaria u oración. -

Saludo al Altar: el Altar es la mesa de la familia cristiana donde

celebra la Cena del Señor. El altar es Cristo mismo, centro de la acción de gracias. Se saluda con el beso. -

El beso es signo de veneración, de respeto, de fe en Cristo. Sirve

para destacar otro signo (el altar, la Palabra, la cruz, etc.). -

Con la incensación al altar y al crucifijo, y más adelante al ministro

y a la asamblea se busca destacar cada uno de esos signos respectivos y, a la vez, hacer ver cómo asciende la oración de la Iglesia. 106

-

La signación o la señal de la cruz: es el signo que distingue a los

bautizados que se han reunido. El pueblo no pronuncia en alta voz las palabras, sino que acompaña haciendo el gesto de la señal de la cruz y da su asentimiento o respuesta diciendo: Amén. -

Saludo al pueblo congregado: El saludo bíblico despierta el

sentido eclesial de la reunión (La gracia de nuestro Señor Jesucristo, ' el amor del Padre...). Una es la cabeza (el presidente) y otra los miembros del cuerpo (la asamblea). El Misal contempla varios saludos, inclusive para los tiempos litúrgicos especiales (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, etc.) - La Monición de introducción o entrada sitúa a los fieles en la Misa del día. Una monición es un llamado de atención o una amonestación para mantener viva la atención de los participantes. -

El Acto Penitencial destaca por encima de la confesión de los pecados

la misericordia de Dios. Contiene 4 fórmulas: La Confesión general de los pecados: Yo confieso, ante Dios todopoderoso... El responso dialogado: Señor, ten misericordia de nosotros... La fórmula litánica o a modo de letanía: Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos, Señor, ten piedad... La bendición y aspersión con el agua, principalmente para los domingos y durante el tiempo pascual. -

El Gloria a Dios en el Cielo es un himno antiquísimo del siglo II que nos

pone en contacto con toda la Iglesia del pasado. Además, es una doxología ampliada. -

Oración colecta: se llama así porque recoge, sintetiza los sentimientos

de esta asamblea que ora en nombre de toda la Iglesia y en comunión con ella. Va precedida del silencio que se guarda al decir «oremos», para permitir que la comunidad exprese por qué o por quiénes va a orar. 107

El silencio es signo de interiorización, asimilación de la Palabra, resonancia de la voz del Espíritu Santo en el corazón de los oyentes. Hay unos silencios más importantes que otros: en el acto penitencial, al decir oremos, después de la homilía y después de la comunión.

2. Liturgia de la Palabra -

«En efecto, en la Liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el

Evangelio: Y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración» (S.C. 33). Todo en la celebración litúrgica es un auténtico diálogo: Dios habla y su pueblo le responde en oración y con cantos. -

La Palabra proclamada es un signo muy claro de la presencia viva

de Dios en medio de su pueblo. De ahí el respeto y la exigencia de una auténtica proclamación. El lector le presta a Dios su mente, su corazón, su voz, sus labios, todo su cuerpo, para que Dios hable en ese momento y por eso no dice al terminar la lectura esto es Palabra de Dios, sino con seguridad y con toda su fuerza: «Palabra de Dios». El oficio de proclamar la Palabra no es una función presidencial, sino el de otros ministros: Lectores, Diáconos. -

No es conveniente llamar de improviso a posibles lectores

voluntarios. Hoy se requiere que sean proclamadores y no simples lectores. Proclamadores que tengan una formación bíblica, espirituallitúrgica (se preparen en oración y descubran cuáles son los signos que acompañan la Palabra) y técnica (que sepan utilizar; el micrófono y se hayan entrenado en vocalización o dicción). Para ayudar a descubrir la presencia de Dios en el Sacramento de su Palabra, es necesario cuidar la forma externa del Leccionario. Por consiguiente, utilizar hojas o 108

folletos para su proclamación o presentarse con cualquier traje, es faltar al respeto debido a la Palabra. -

No es aconsejable que se use el ambón o lugar de la Palabra para

otras funciones distintas como el canto o las moniciones o las palabras de ocasión o discursos alusivos a un acontecimiento» especial. Inclusive la oración de fieles es mejor hacerla desde otro lugar y no aquí. -

El Salmo responsorial o salmo de respuesta es una de las mayores

aclamaciones que contiene la liturgia; hace eco a la Palabra proclamada y debería ser cantado, por lo menos el estribillo. Una aclamación es un grito, un aplauso solemne, una viva emotiva. La aclamación más antigua que se contiene en la liturgia es el Amén (Nehemías 8,6). Amén quiere decir: válido, seguro, estable, firmen totalmente de acuerdo, plenamente convencido, así es. Unas son las aclamaciones y otras son las respuestas. -

El Aleluya, junto con su versículo correspondiente, es un cánticos

de victoria, que se ha de entonar estando todos de pie, y sirve a la vez de preparación para la proclamación del Evangelio. -

Conviene realizar la proclamación del Evangelio con cirios o

incienso. Como signo o señal de apropiación, quien proclama el evangelio traza una cruz sobre el evangeliario, luego lo hace con toda la asamblea en la frente, para conocer y entender mejor la palabra, en los labios, para anunciarla de viva voz, para amarla, y en el pecho, para llevarla a la práctica o a las obras de cada día, para vivirla. Sobra aquí una doble signación en la frente, pecho, hombro izquierdo y derecho. -

Sólo para el final de la proclamación del Evangelio se dice: Palabra

del Señor, y el pueblo se adhiere a las mismísimas palabras de Cristo, diciendo: Gloria a ti, Señor Jesús. 109

-

La Homilía ha de ser una conversación familiar que busca ante

todo explicar la Palabra y aplicar la salvación a la asamblea reunida. Debe incluir tres elementos: Exegético (bíblico), Vital (situacional) y Litúrgico (ritual). -

El Credo en sus dos fórmulas (Nicenoconstantinopolitano y

apostólico) es una respuesta a la Palabra de Dios y expresa la unidad de la Iglesia en la misma fe. -

Con la Oración de los fieles u Oración Universal u Oración común

la asamblea ejerce su sacerdocio bautismal. El orden de las intenciones generalmente es este: Iglesia, gobernantes, mundo, comunidad local. En su elaboración hay que buscar que las preces se dirijan a Dios y no a la asamblea.

3. Liturgia Eucarística

«Las dos partes de que consta la Misa, a saber: la liturgia de la Palabra y la Eucarística, están tan íntimamente unidas, que constituyen un solo acto de culto» (S. C. 56). La misma Palabra que ha sido proclamada y actualizada ahora va a ser celebrada sobre la mesa del Señor. -.La presentación de ofrendas incluye no sólo el pan y el vino, sino también la vida de los participantes y la colecta u ofrenda (ya no se llama limosna), signo de la comunión de bienes entre las personas. El canto de este momento se justifica cuando se hace la procesión con los dones y en su contenido no debe repetir la acción o gesto que se realiza ahí. Recomendable un canto que haga alusión al mensaje del día o un canto de alabanza. 110

-

El rito del lavatorio o lavabo de las manos expresa el deseo de

estar totalmente purificado interiormente quien preside, antes de su gran intervención en la Oración o Plegaria Eucarística, en donde vuelve a ser reconocido como cabeza del cuerpo de la Iglesia con poder de consagración. -

El «Oren, hermanos y hermanas...» es una monición presidencial

que dispone para aquello que viene en seguida. Cuando se pronuncia se pone de pie la asamblea. -

La PLEGARIA EUCARÌSTICA: signo de la oración por excelencia

de acción de gracias, de alabanza y de santificación. Es típicamente presidencial y no debe ser interrumpida ni con oraciones, ni con cantos, menos con acompañamiento musical. Actualmente contamos con 13 Plegarias Eucarísticas aprobadas para Colombia e incluidas en el Misal Romano. Para

que

sepamos

identificarlas,

así

comienzan

las

Plegarias

Eucarísticas:  Plegaria I o Canon Romano: Padre misericordioso, te pedimos humildemente...  Plegaria II: Santo eres en verdad, Señor...  Plegaria III: Santo eres en verdad, Padre, y con razón te ataban todas tus criaturas...  Plegaria IV: Te alabamos, Padre santo....  Plegaria V/a, b, c, d: Te glorificamos, Padre santo, porque estás siempre con nosotros.  Reconciliación I: Oh Dios, que desde el principio del mundo...  Reconciliación II: A ti, pues, Padre, que gobiernas el universo… 111



Para Misas con Niños I, II y III (dan posibilidad de mayores aclamaciones).

Los elementos que constituyen una Plegaria son los siguientes: -

Prefacio-Santo (En verdad es justo y necesario...).

-

Transición o paso a la Epíclesis (Santo eres en verdad, Señor,

fuente de toda santidad). -

Epíclesis consecratoria: invocación del Espíritu Santo sobre las

ofrendas o dones (Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu...). -

Narración de la Institución eucarística (El cual, cuando iba a ser

entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:...). -

Anámnesis del Misterio Pascual (Así, pues, Padre, al celebrar el

memorial...) y Ofrecimiento u oblación (Te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación...). -

Segunda Epíclesis o invocación: sobre la comunidad (Te

pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad...). -

Conmemoración de los Santos (... y así, con María, la Virgen

Madre de Dios, los apóstoles...). -

Preces de intercesión por los vivos y los difuntos (Acuérdate,

Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra...). (Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron con la esperanza de la resurrección...). -

Doxología de alabanza (Por Cristo, con él y en él...). El AMÉN de

la asamblea debería tener el fragor de un trueno (S. Jerónimo). Las 112

palabras de la Doxología no las debe pronunciar la asamblea, sino limitarse a orar con ellas y al final dar su respuesta viva y fuerte. La Asamblea debe participar durante la recitación solemne de la Plegaria Eucarística asumiendo entre otras estas formas concretas: las aclamaciones, principalmente el Amén final; el silencio sagrado; las posturas corporales, etc.

4. Ritos de la Comunión

En estos ritos siguientes hay una unidad que conviene captar; la unidad está dada por el carácter de Cena Pascual y fraternidad.  El Padre nuestro, junto con el Embolismo (añadidura o ampliación de la última petición: Líbranos de todos los males, Señor…) constituye la plegaria eucarística de la asamblea. Esta oración dominical o del Señor es signo de nuestra condición de hijos de Dios, signo de filiación.  El saludo de paz es signo de fraternidad o de hermandad. Antes de comulgar

con

Cristo,

comulgamos

con

el

hermano.

Puede

acompañarse de un cántico que hable de paz.  La fracción del pan es signo de la solidaridad cristiana, del amorcaridad que debe existir entre todos. El canto o recitación del «Cordero de Dios» destaca este gesto y lo acompaña.  La inmixtión o conmixtión (mezcla o juntura) simboliza la unidad o comunión de esta Iglesia con toda la Iglesia del mundo.  La comunión de los fieles es el signo más claro de nuestra incorporación a Cristo y a la Iglesia (Cuerpo místico de Cristo). 113

Durante esta distribución, la postura más indicada debería ser la de estar de pie; así acompañamos a quienes van marchando en procesión.  Valórese y foméntese el silencio después de la comunión como signo de convivencia con Cristo, hospedaje de Cristo en el comulgante.  Estos ritos de comunión terminan con la Oración presidencial u oración después de la comunión, precedida de la invitación: 'Oremos'.

- Aquí tienen cabida los avisos que haya que dar a la comunidad-

5. Ritos de clausura o de despedida  Saludo: es un deseo eficaz. «El Señor esté con ustedes» y no «El Señor está...»  Bendición: cuando hay oración sobre el pueblo se inclina la cabeza en actitud de oración humilde.  Despedida: es todo un signo de misión, de compromiso. La celebración no termina, se prolonga en la vida diaria.  Canto final: el compromiso adquirido se expresa con la alegría del canto. Este canto no hace parte de la Liturgia. Puede ser un canto Mariano.

V. LA CUARESMA

114

A. Peregrinación hacia la Pascua

En la vida de la Iglesia el tiempo cuaresmal ha sido un período considerado de capital importancia para la espiritualidad cristiana y así tiene que serlo en el nuevo milenio y nuevo siglo que inauguramos. Nuestra actual cuaresma es fruto de tres etapas anteriores:

-

La preparación inmediata de los catecúmenos (oyentes de la Palabra) a la celebración del bautismo.

-

La penitencia pública.

-

La preparación a la pascua.

El mayor progreso se logró a partir de la Reforma de la Vigilia Pascual (en 1951) y de toda la Semana Santa (en 1955), bajo efe Pontificado de Pío XII, a tal punto que contribuyó a descubrir mejor la dimensión pascual de todo el período cuaresmal. En el número 109 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia encontramos algunos elementos que nos recuerdan cómo ha de ser asumido este tiempo del año litúrgico. Es época para oír con más intensidad la Palabra de Dios, para orar con más asiduidad, de modo que celebremos el Misterio pascual mediante la preparación del bautismo y la penitencia. Tiene, por tanto, un doble carácter (bautismal y penitencial) que ha de explicitarse en toda celebración litúrgica y en la catequesis de estos días. La estructura de nuestra cuaresma actual adquiere un estilo más unitario, habiendo sido suprimido el tiempo de pasión que llenaba las dos 115

últimas semanas y ha facilitado la inserción del catecumenado en los Domingos III, IV y V. El resultado ha sido el de construir un período más definido apoyado sobre la base de los seis domingos, incluyendo el de Ramos, y con una riqueza mayor de textos, sobre todo bíblicos y patrísticos. Habiendo desaparecido aquel tiempo de pre-cuaresma conformado por los domingos de septuagésima, sexagésima y quintuagésima, la cuaresma comienza el miércoles de ceniza y va hasta el jueves santo en la mañana, para desembocar directamente en el Triduo Pascual y constituir así un todo con la celebración de estos días santos siguientes, junto con la cincuentena pascual que viene a continuación. Lo novedoso viene a ser que se trata de un solo ciclo litúrgico que ha de ser comprendido y vivido desde el miércoles de ceniza hasta Pentecostés. De esta manera no es erróneo ni equívoco llegar a afirmar: Cuaresma ya es Pascua y Pascua ya es Pentecostés. Ese único ciclo es el de Pascua, cuyo vértice es la Vigilia Pascual. Cuarenta días, que son símbolo de esta vida de tentación y de prueba antecedentes del Triduo Pascual, al que siguen cincuenta días, símbolo de la plenitud o eternidad y por tanto con un valor simbólico superior. Eje de todo el tiempo pre y postpascual es el día santo en que Cristo salió victorioso del sepulcro, el domingo de los domingos.

B. Los datos de la historia

La cuaresma no es tan antigua como el período pascual de la cincuentena. No es anterior al S. IV y en la mayoría de las Iglesias es posterior a esta época. Sin embargo, la Pascua se contaba con una 116

preparación; iba precedida de un ayuno de dos o tres días. La eucaristía sólo se celebraba los domingos. Muy pronto el ayuno se extendió a toda la semana y más tarde a la cuarentena. En el siglo IV se pasa a un ayuno de tres semanas. Las celebraciones catecumenales, los escrutinios (etapa de los elegidos), llenaban todo este tiempo. También entra en juego la práctica de la penitencia pública con la reconciliación solemne de los penitentes en la mañana del jueves santo. El orden de los penitentes estaba formado por personas que habían cometido ciertos delitos o que voluntariamente se sometían a la penitencia pública, ésta duraba años y la reconciliación sólo se daba una vez en la vida. Se institucionalizó un rito de imposición de la penitencia (el comienzo del itinerario penitencial) y otro de reconciliación (al final de este período cuaresmal). Entre uno y otro día transcurrían cuarenta, sin duda por influjo del ayuno del Señor en el desierto y del ayuno de Moisés y Elías. A finales del siglo IV Roma había adoptado ya esta cuarentena en la que participaban penitentes, catecúmenos y toda la comunidad. La cuaresma actual se basa en su esencia más clásica, la de Quadragésima, pero sin incluir en los cuarenta días el miércoles de ceniza ni los tres días siguientes; éstos se llaman en realidad ferias después de ceniza y se justifican dada la fuerza popular que tuvo la feria IV in capite Quadragesimae (al comienzo de la cuarentena o cuaresma). En el siglo VIII la cuaresma ya queda con su estructura propia desapareció el catecumenado de niños y la penitencia pública se hizo menos común. El Concilio Vaticano II devolvió a la cuaresma sus más genuinas motivaciones que no eran las ascéticas del ayuno, sino la preparación 117

para la Pascua mediante el recuerdo del Bautismo, la escucha de la Palabra de Dios, la oración comunitaria, la penitencia y la estación de la Iglesia local (el Obispo de Roma con su presbiterio celebraba cada día en una iglesia y allí se reunía el pueblo, esto es, hacía estación). Esta liturgia estacional es muy interesante como expresión de una Iglesia local que se hace interesante a través de las distintas sedes de otras comunidades. Actualmente hay iglesias estacionales en Roma y hay fieles que las recorren.

C. Significado teológico y litúrgico

En el domingo I de Cuaresma se pide en la oración colecta: «poder penetrar profundamente en el misterio de Cristo» por medio de las celebraciones anuales del sacramento cuaresmal. Esta expresión «sacramento cuaresmal» es válida, dado que el período de los cuarenta días tiene un valor simbólico muy especial en la Sagrada Escritura, en la patrística y en la liturgia antigua. Este número hace referencia a determinados bíblicos en los que se ha puesto de manifiesto la salvación de Dios. Por eso este tiempo es en verdad «tiempo de gracia» (Prefacio de Cuaresma 2) y estos son días de salvación. La cuaresma es tiempo de prueba como lo fueron los cuarenta años de Israel en el desierto (Dt 2, 7) o los cuarenta días de las tentaciones de Jesús (Mt 4, 1-11). Es también tiempo de penitencia y conversión, como el día de Nínive en tiempos de Jonás (Jon 3„4).

118

1. El miércoles de Ceniza

Esta feria (día ordinario) estaba originariamente destinada a imponer la penitencia a los pecadores públicos. La ceniza sobre la cabeza de los fieles es un rito recibido de la tradición judía y bíblica como señal de luto y dolor. Se empezó a imponer a todos los fieles en la época en que comenzó a decaer la práctica de la penitencia pública (S. IX). La Reforma litúrgica ha reinterpretado este rito como signo de un deseo sincero de conversión interior (metanoia) y de reconciliación pascual. Y se ha situado inmediatamente después de la homilía de forma que quede claro que la conversión del corazón y la penitencia exterior son el resultado claro de la interpelación de la Palabra de Dios. No tiene, por consiguiente, sentido alguno imponer la ceniza en cualquier momento o a cualquier hora del día, sin una iluminación bíblica y una aplicación conveniente a la vida de quienes son hoy simples transeúntes. Como un medio de penitencia se ha recomendado desde tiempo atrás la «abstinencia de carne»; ésta ha sido una apelación de la comunidad eclesial a una tradición antigua judía que pretendía el no acercamiento a animales de sangre caliente, sino de sangre fría, como el pescado, y todo asumido como un signo de perfección interior o de santificación personal. No ha de ser visto desde el punto de vista económico, pues en el pasado el pescado era menos costoso y la carne de res se compartía con los más necesitados. De este modo, se pone de manifiesto que nuestras penitencias voluntarias en el tiempo cuaresmal han de convertirse en imitación de la generosidad de Jesús y, por tanto, en beneficio de los menos favorecidos de nuestra comunidad (Prefacio de cuaresma 3). 119

2. Celebración de la Palabra de Dios para el Miércoles de Ceniza

-Moderada por un Laico>

Canto de entrada

«Estoy pensando en Dios» «Hoy, perdóname» «Sí, me levantaré» >

Signación y saludo

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.

Hermanos y hermanas: Bendigamos al Dios de la gracia, de la misericordia y la paz que nos invita a la mesa de su Palabra; que Cristo Jesús, Señor nuestro, sea luz y fuerza en este comienzo de la Cuaresma. Todos responden: Bendito sea Dios, Padre de infinita misericordia. >

Monición

El tiempo de Cuaresma se inicia hoy con la celebración de este miércoles de ceniza, situado en este año. Dispongámonos a vivir con fe y humildad este encuentro con Dios y nuestros hermanos. 120

> Oración colecta

Dios Padre, rico en misericordia, que te apiadas de quienes se humillan y encuentras agrado en quienes se arrepienten de sus pecados, escucha con bondad nuestras súplicas y derrama la grada de tu bendición sobreestos hermanos nuestros que van a para que, fieles a las prácticas cuaresmales lleguen a celebrar con corazón puro la Pascua de tu Hijo, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

> Liturgia de la Palabra

El mayor reclamo que Jesús nos hace a través de sus enseñanzas es la sinceridad en todo. Acojamos este mensaje y descubramos qué se requiere para vivir sin hipocresía esta cuaresma.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6,1-6. 16-18

Al final se dice: Palabra del Señor.

> Reflexión a la luz de la Palabra

Han pasado varios o muchos años y el gesto de la imposición de ceniza se puede volver rutinario o lo seguimos viviendo con carácter mágico o quizás supersticioso. Tratándose de una celebración que se realiza cada año, es necesario darle novedad y mejor sentido. Para ello se ha 121

proclamado una parte de las enseñanzas de Jesús en su Evangelio. Veamos, entonces, su significado: -

La ceniza es un símbolo nada más de nuestra condición mortal;

ninguno de nosotros es eterno. Volveremos a la tierra de donde hemos salido. -

Esto nos está pidiendo vivir de cara a Dios y no dándole la espalda,

o sea, olvidándonos de Él. A eso se le llama CONVERSIÓN. Convertirnos quiere decir dar razón cada día, con nuestras obras y palabras, de lo que somos: bautizados, discípulos de Jesús, miembros de la Iglesia. Convertirnos significa contemplar el rostro doliente de Cristo para no seguirlo ofendiendo

con

nuestros

pecados.

Es

la

invitación que nos hace el Papa en su última carta «Al comienzo del Nuevo Milenio». -

Como

fruto

de

la

conversión

vendrá

necesariamente

la

RECONCILIACIÓN. Si nuestros pecados nos quitan la alegría verdadera, una vez que estemos en paz con Dios y con los hermanos recuperaremos el gozo interior y podremos así reflejar el rostro del Resucitado. -

Los medios para lograr lo anterior aparecen muy claros en la

Palabra del Señor que fue proclamada: ejercitarnos en el arte de la oración, en la práctica de la penitencia y en nuestro mayor grado de solidaridad con todos en estos días siguientes de cuaresma. Continuemos celebrando con fe y más convicción.

> Oración Universal

122

Hermanos y hermanas: Desde este miércoles de ceniza nos ponemos en camino con la cruz de Cristo, para celebrar la gloria de su resurrección. Con verdadero arrepentimiento, oremos juntos diciendo (o cantando):

R. Señor, ten piedad de nosotros. -

Roguemos por la Iglesia que peregrina en Colombia y en todo el

mundo; que sienta más hambre de la Palabra de Dios durante este nuevo tiempo de Cuaresma. -

Pidamos por la conversión de nuestros gobernantes y legisladores;

que en la voz de su conciencia resuene más intensamente el mensaje de Dios durante estos días. -

Oremos por cuantos son esclavos de sus errores, vicios y pecados;

que puedan encontrarse con Jesucristo vivo, único camino para la conversión, reconciliación, comunión y solidaridad. -

Supliquemos para nosotros la sinceridad que viene de Dios; que

estemos dispuestos a orar mejor, a desprendernos de nuestros bienes y a sacrificarnos más en bien de tantos necesitados.

(Roguemos también por nuestras necesidades particulares, en silencio).

Oración conclusiva

Perdona, Señor Dios, a tu pueblo que está deseoso de encontrarse con tu Hijo Jesucristo en este tiempo; haz que a la generosidad en 123

sus obras corresponda la sinceridad de su corazón. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén.

> Imposición de la Ceniza

Puede emplearse cualquiera de estas fórmulas: «Conviértete y cree en el Evangelio». «Arrepiéntete y mejora tu vida». «Que esta ceniza exprese tu conversión». «Recuerda que eres polvo y al polvo volverás».

3. Los domingos de Cuaresma del ciclo A

Ciclo tópico que ha concentrado las principales líneas de aquellos que han querido ser la renovación de este tiempo en la Reforma litúrgica. En el Domingo I de Cuaresma de este ciclo se lee el texto de las tentaciones de Jesús. En el Domingo II leemos el texto de la transfiguración. El Bautismo de Jesús situado al comienzo del tiempo ordinario es el inicio de su misión, y las tentaciones son los obstáculos que encontrará a lo largo de la misma .En Jerusalén realizará esa misión, es confirmado por el poder del Espíritu y en su itinerario siempre estará presente la cruz; ésta no aparece sólo al final. La transfiguración será el momento de su glorificación; la lección que se deduce de ella no puede ser otra que la necesidad de padecer primero para luego entrar en la gloria (Lc 24, 26; Jn 12,23-24). Los domingos siguientes nos ofrecen los temas bautismales y penitenciales de la samaritana, el ciego de nacimiento y la resurrección 124

de Lázaro. Entre uno y otro domingo no hay ruptura; son pasos en el itinerario de la iniciación cuaresmal para llegar a la montaña alta o cima de la Pascua. Contemplamos en ellos los momentos trascendentales de la vida de Cristo, para ver después cómo estos misterios tienen su pleno cumplimiento en el bautismo en el cual somos asimilados a él. Las primeras lecturas de estos domingos van recorriendo etapas de la Historia de la Salvación en estrecha dependencia con las otras lecturas.

4. Los domingos de Cuaresma de los ciclos B y C

Existe una unidad temática dentro de cada domingo que va siguiendo una línea progresiva de la Historia de la Salvación. El Ciclo B se centra en aspectos de la glorificación de Jesús (evangelio de san Juan): templo destruido, serpiente en alto y grano de trigo. El Ciclo C gira en torno a la conversión y a la misericordia divina (evangelio de san Lucas): hijo pródigo, higuera estéril y la mujer adúltera. El domingo IV es conocido con la denominación «Laetare» (alégrate), por su antífona a la celebración pascual. El desvanecimiento del color morado (sentido del uso de la vestidura rosada en este día) va dando campo abierto al color blanco de la gran fiesta que se vislumbra.

5. La Semana Santa

a. Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

Este es el último domingo de la cuaresma, que da paso a los días de la semana santa. Quienes se encargaron de la reforma litúrgica 125

encontraron una solución de equilibrio entre el ideal litúrgico y la popularidad de este día; el mismo título nos lo está diciendo. La bendición y procesión de Ramos cumplen con la función de preparar y abrir la liturgia eucarística. Este rito se introdujo en» Jerusalén en el siglo IV y se extendió a partir del siglo VIII. El domingo de Ramos es ni más ni menos que la entrada en el umbral de la Pascua. ; La lectura de la Pasión en este día, además de favorecer la contemplación de la entrega de Cristo a la muerte, prepara la proclamación de la Pasión según san Juan que se hará el viernes Santo, relato con más colorido pascual e inspirador de los sentimientos con los cuales hemos de entrar a celebrar en oración! y a vivir en forma mistagógica estos días.

b. Lunes, martes y miércoles santos

Prolongan de alguna manera el ambiente prepascual del domingo de Ramos: inminencia de la Pascua. El lunes santo contemplamos a Cristo como el «elegido por Dios», lleno del Espíritu Santo y. enviado. El martes santo centramos nuestra atención en la misión de Cristo que se resume en hablar de Dios (predicar) y reunir cuanto está disperso (salvar); todo está encaminado hacia el cumplimiento definitivo de su obra en el mundo. El miércoles santo condensa los sentimientos de Jesús ante la «hora» ya cercana: negación de sí mismo, no desfallecer en el propósito de poner toda su confianza en el Padre del cielo y firme decisión de cumplir con su Pascua, su paso de este mundo al Padre. 126

c. La Misa crismal

Puede celebrarse en la mañana del Jueves santo o puede anticiparse, pero no postergarse; en todo caso ha de estar todavía dentro del contexto de la cuaresma y ha de ser ubicada en la antesala del Triduo Pascual. Los textos de esta celebración hablan de la unción mesiánica de Cristo, unción transmitida al pueblo sacerdotal y dentro de él a los ministros elegidos para la misión de santificar. El prefacio de esta celebración eucarística ha polarizado los aspectos doctrinales en cuanto al tema del sacerdocio.

Conclusión -

La Cuaresma se constituye todavía en un período fuerte e intenso

que marca profundamente la espiritualidad y la pastoral de estos días, pero no debe ser considerada como un tiempo cerrado en sí mismo, sino como una parte dependiente y previa al Triduo Pascual y a la cincuentena. De ninguna manera hemos de recargar el énfasis a la preparación para llegar a la fiesta y empezar a bajar la tonalidad como suele suceder. Los noventa días que conforma todo este conjunto de cuaresma-pascua han de ser vividos manteniendo la intensidad y el dinamismo cristianos. Ojalá en la práctica sea así. -

La Reforma litúrgica, habiendo respetado aspectos muy marcados

por la tradición eclesial, ha querido acentuar la evocación y el recuerdo del bautismo. 127

-

Haciendo jerarquía de valores, en la liturgia el primer puesto lo

ocupa el Misterio Pascual; éste ilumina y da sentido a todo el camino cuaresmal, primer momento o primer paso de nuestra peregrinación hacia la Pascua.

6. Esquemas de las celebraciones del Triduo Pascual

a. INTRODUCCIÓN AL TRIDUO - Jueves Santo

"Misa de la Cena del Señor"

Observaciones -

El sagrario ubicado en el lugar de la Reserva debe estar abierto y

vacío. -

Prever la consagración de pan suficiente para la comunión de los

fieles en dos días. -

La comunión a enfermos se puede llevar a cualquier hora del día.

-

De antemano escoger el grupo de personas que representará los

apóstoles. -

Elementos: Ornamento blanco, velo humeral, lo habitual para la

Misa, copones, cirios para la procesión, palio y encargados de portarlo, turíbulo o incensario y naveta, campanilla para el canto del Gloria, jarra con agua, palangana, toalla y jabón.

Celebración. (No tiene carácter festivo). 128

> Ritos Iniciales -

Canto (que despierte el sentido de asamblea reunida).

-

Incensación

-

Saludo presidencial

-

MONICIÓN introductoria

-

Acto penitencial

-

Gloria cantado (repique de campanas).

-

Oración colecta.

> Liturgia de la Palabra -

MONICION

-

Lecturas: Ex 12/1-8.11-14 Salmo 115 1Cor 11/23-26 Versículo Juan 13/1-15.

-

Homilía

-

MONICIÓN (actualización de la entrega de Jesús por un gesto de

amor) -

Lavatorio de los pies (sin casulla). (Cantos que acentúen el aspecto

de entrega o antífonas proclamadas líricamente). -

No hay Credo (porque es el inicio progresivo de una solemnidad

que tendrá su máxima expresión en la Vigilia Pascual donde renovaremos los compromisos bautismales). -

Oración de fieles. 129

> Liturgia de la Eucaristía -

MONICIÓN.

-

Procesión de ofrendas (con especialidad la colecta se ha de pensar

en función de los pobres) -

Canto de acompañamiento.

-

Oración sobre las ofrendas.

-

Prefacio I de la Santísima Eucaristía.

-

Plegaria Eucarística I, II o III.

-

MONICIÓN antes de la distribución de la comunión.

-

Cantos.

> Traslado al lugar de la Reserva Eucarística -

Oración después de la comunión ante el copón puesto sobre el

altar. -

Incensación.

-

MONICIÓN antes de la procesión.

-

Procesión al lugar de la Reserva destacado hoy solemnemente.

-

Cantos de acompañamiento.

-

En el lugar de la Reserva: Incensación y oración.

> Desnudación del Altar en forma discreta (se quita el mantel del altar sin decir nada. El signo habla por sí solo). 130

b. PRIMER DÍA DEL TRIDUO - Viernes Santo "Celebración de la Pasión del Señor"

Observaciones



Comunión a enfermos a cualquier hora del día.



El altar totalmente desnudo: Sin cruz, ni mantel, ni cirios.



Ornamentos rojos (signo del martirio): para la Liturgia de las Horas,

Viacrucis y celebración de la tarde. ♦

Un cojín, si se hace necesario, para la postración.



En la credencia: Un mantel sencillo y pequeño para cubrir < el altar

en su momento, corporal, purificador, Misal Romano, tres leccionarios para la lectura de la Pasión, paños para limpiar crucifijos. ♦

En la sacristía: Crucifijo cubierto con un velo blanco o morado.



En el lugar de la Reserva: Dos cirios encendidos y el velo humeral.

Celebración



MONICIÓN introductoria (antes de salir los ministros).



Silencio (signo de contemplación).



MONICION antes de la postración.



Postración de los ministros ordenados (los demás se arrodillan).



Oración (sin decir "oremos"; hay posibilidad de escoger una de las

2 fórmulas).

> Liturgia de La Palabra 131



MONICIÓN



Lecturas: Isaías 52/13-53/12 Salmo 30/2.6, 12-13, 15-16 Hebreos 4/14-16; 5/7-9 Versículo antes de la Pasión Juan 18/1-19/42



Homilía (breve)



Silencio de interiorización



Oración Universal (De carácter presidencial. Se puede agregar

alguna intención especial).

> Adoración de la Cruz

MONICIÓN Dos formas de adoración: Se va descubriendo la cruz ante el altar y después se hace la adoración individual o se hace procesionalmente con la adoración de toda la asamblea. ♦

Cantos durante la adoración o lectura de los improperios que

propone el Misal acompañada de antífonas cantadas.

> Rito de comunión



MONICION



Se cubre el altar con el pequeño mantel y se dispone el corporal

y purificador. Misal Romano. ♦

Se trae del lugar de la Reserva el pan consagrado.



Monición al Padre nuestro. 132



Embolismo y aclamación correspondiente.



Oración en secreto que hace el presidente; muestra el consagrado

y comulga. ♦

MONICIÓN



Distribución de la Comunión.



Cantos.



Se desnuda el altar nuevamente.



Oración después de la Comunión.



Oración sobre el pueblo (sin bendición).



Salida en silencio (puede haber una MONICIÓN que le dé sentido

a este silencio).

C. SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO - Sábado Santo

"Vigilia Pascual"

Observaciones



En la sacristía: ornamentos blancos (los más festivos que haya).



El altar se dispone con manteles festivos, sin candeleras ni flores.



En la credencia: lo necesario para la Misa y campanilla para el

canto del Gloria. ♦

En el ambón: Texto del "Pregón Pascual", base para el cirio

pascual, Leccionario. ♦

En una mesa auxiliar a un lado del altar: Recipiente con agua,

caldereta, hisopo, óleo de los catecúmenos y crisma, Ritual del Bautismo, toalla y algodón. 133



En el lugar de la bendición del fuego: Brasero, mecha para prender

el cirio, cirio pascual nuevo, cirios para los ministros, incensario, naveta, granos de incienso, megáfono, linterna, punzón y Misal Romano. ♦

Solamente en caso de "Viático" se puede llevar la comunión a los

enfermos.

Celebración

> Liturgia de la luz 1)

Bendición del fuego. (Con las luces apagadas)



MONICIÓN INICIAL (si se quiere, bastaría con la presidencial)



Saludo y exhortación presidencial



Bendición del fuego

2)

Preparación del Cirio.



MONICIÓN



Señal de la cruz sobre el cirio nuevo con el punzón, letras griegas y

números del año. ♦

Incrustación de los granos de incienso.



Se enciende el Cirio con la luz extraída del fuego nuevo.

3)

Procesión con el Cirio.



MONICIÓN



El Diácono o el Presbítero, por el centro de la iglesia, canta

deteniéndose en tres sitios, "Luz de Cristo". ♦

Después de la segunda aclamación, todos encienden sus cirios. 134



Después de la tercera vez, se encienden las luces de la iglesia,

mas no los cirios del altar. 4)

Pregón Pascual.



MONICIÓN



El presidente va a la sede.



El Cirio Pascual se coloca en su base.



Incensación del Cirio y del Pregón.



Proclamación del Pregón Pascual (el ideal es la forma cantada).



Concluido el Pregón, se apagan los cirios y se sientan.

> Liturgia de la Palabra



MONICIÓN general que hace el presidente a todas las lecturas.



Lecturas: Siquiera cinco (Tres del A.T. y dos del N.T.). Nunca se

omita la del Éxodo 14 y al final de ésta no se dice "Palabra de Dios," porque el salmo es auténtico eco a la lectura proclamada. ♦

Orden que se sigue: Lectura, salmo, de pie, invitación a orar en

silencio y colecta. ♦

Después de la última lectura con su salmo y oración, sé encienden

los cirios del altar, se entona el "Gloria", se tocan las campanas, se colocan las flores y alfombras. ♦

Oración colecta



Lectura del Apóstol: Romanos 6/3-14.



Salmo con su aleluya cantado.



Evangelio: No se llevan cirios (con ello se pretende destacar mejor

el simbolismo del Cirio Pascual). Incensación del Cirio y del Evangeliario. 135



Homilía.

> Liturgia Bautismal (Sí no hay bautismos se pasa a la bendición del agua).



Bendición del agua bautismal sumergiendo el Cirio tres veces en el

agua (como se hacía con los neófitos). ♦

Canto de aclamación (se sugiere "Un solo Señor").



Celebración del Bautismo a partir de las renuncias y profesión de

fe. ♦

Confirmación.



RENOVACIÓN DE LOS COMPROMISOS BAUTISMALES con

toda la Asamblea que enciende sus cirios: Exhortación presidencial, renuncias, profesión de fe, aspersión con el agua y canto bautismal. ♦

No hay Credo (quedó incluido en el rito anterior).



Oración de fieles (participan los neófitos adultos si los hubo).

> Liturgia de Ia Eucaristía



MONICIÓN



Procesión de ofrendas (los neófitos se encargan de hacerla).



Oración sobre las ofrendas.



Prefacio I de Pascua. Si se escoge el Canon Romano contiene

partes propias. ♦

MONICIÓN antes de la comunión.



Oración después de la comunión.



Rito de conclusión: 136

+ Bendición solemne. + Despedida con doble aleluya.

d. TERCER DÍA DEL TRIDUO - Domingo de Pascua en la Resurrección del Señor.

Celebración

El Misal contempla dos formas: *

La primera no tiene nada de particular.

*

La segunda se recomienda para aquellas personas que no

participaron de la Vigilia Pascual.

Segunda Forma o posibilidad: Luces de la iglesia apagadas hasta el final de la procesión con el Cirio. + Canto inicial. + Saludo presidencial en la puerta de la iglesia. + Se suprime el acto penitencial, pues habrá asperción. + Procesión con el Cirio Pascual: + El presidente canta en tres sitios distintos "Luz de Cristo". A la tercera vez se encienden las luces de la iglesia. + Cirio en su base y va a la sede. + Incensación al Cirio (no al altar). + Gloria cantado. + Oración colecta. + Liturgia de la Palabra (al iniciarla se encienden los cirios del altar). + Liturgia bautismal. 137

+ Renovación de los compromisos bautismales: Renuncias, Profesión de fe y aspersión con el agua. + Oración de fieles. + Liturgia Eucarística.

VI. LA LITURGIA DE LAS

A. Nociones Generales 1. ¿Qué es el Oficio Divino? -

Es un himno de alabanza que se canta perpetuamente en las moradas

celestiales, que Cristo nos participó y que la Iglesia ha continuado fiel y constantemente. - Es

la voz de la misma esposa que habla al esposo.

- Es

la oración de Cristo, con su cuerpo, al Padre (S.C. 84).

-

Es oración pública y oficial de la Iglesia, fuente de piedad y alimento

de la oración personal (S.C. 90). 2. ¿Por qué la Liturgia de las Horas? -

(Razones o motivaciones)

Porque Cristo nos dejó muchos modelos de oración; supo compaginar

ministerio y oración (claros testimonios los encontramos en el evangelio). - Porque

la Iglesia, fiel al mandato de Jesús, "oren sin desfallecer,

continúa la oración de Cristo y participa de ella. - Porque

la Iglesia es comunidad orante: los primeros cristianos oraban

privadamente (al levantarse, a la hora de tercia, a la de sexta, a la de 138

nona, al acostarse, a medianoche para santificar la creación durmiente, al canto del gallo para celebrar la resurrección diaria de la creación) y comunitariamente (se reunían en el templo para la enseñanza de los apóstoles, para la oración y para la fracción del pan): Hch 2/46; 3/1; 5/42; 22/17.

3. ¿Para qué la celebración de esta liturgia? (Finalidad) -

Para consagrar el tiempo, es decir, las distintas horas del día y de

la noche. El tiempo en liturgia es salvación. -

Para santificar la actividad humana.

-

Para preparar y proyectar la riqueza de la celebración eucarística.

-

Para poder ejercer el sacerdocio de Cristo que es glorificación de

Dios y santificación de los hombres. -

Para gustar desde ahora el canto de la liturgia celeste.

-

Para que también sea fuente y cumbre de la actividad pastoral.

-

Para que la Iglesia sea fecunda y se propague el pueblo de Dios.

-

Para que la mente esté de acuerdo con la voz ("mens concordet

voci" - San Benito); coherencia entre lo que pensamos y decimos, entre lo que pronuncian nuestros labios y nuestra vida.

4. ¿Quiénes lo celebran? -

Pertenece a todo el pueblo de Dios: es celebración común, es

acción de todo el pueblo, es verdadera Liturgia. -

A los grupos parroquiales o movimientos apostólicos.

-

A las comunidades de canónigos, monjes, religiosos.

-

A los ministros ordenados o clérigos.

-

A los laicos (con especialidad la Familia). 139

B. Brevísima Historia

Sus raíces se hunden primordialmente y primeramente en el testimonio de la Sagrada Escritura: oración del Antiguo y Nuevo Testamento. En el S. IV se rezaba por partes esta oración cristiana que fue adquiriendo carácter litúrgico. En el S. VI aparece el oficio romano no bien reglamentado. A través de los siglos ha recibido diversas denominaciones o nombres. Así, entonces, se le ha conocido como: Oficio (que significa favor, servicio, deber, obligación). Oficio de la Iglesia, rezo del Breviario (resumen, inventario, sumario de oraciones). Rezo eclesiástico. Divina salmodia. Sacrificio de alabanza. Divinas laudes. Opus Dei (San Benito, muerto en el 547). Acción divina. Deber servicial. Liturgia de las Horas, desde el Concilio Vaticano II y ya no breviario, ¿Por qué? No caprichosamente es cambio de terminología, sino que expresa mejor el fin específico del Oficio divino para el cual fue establecido y organizado: la santificación del día. El mismo nombre designa el contenido del libro. Las horas del día que el Señor nos regala son hechas oración por la celebración litúrgica.

C. Conformación o constitución

¿Qué partes lo integran? 140

1. Oficio de Lectura Equivale a las Vigilias o los antiguos Maitines (matutinos). En él se conjuga la alabanza con la lectura bíblica, patrística (texto de un Padre o de un autor eclesiástico que trata directamente del santo) o hagiográfica (un fragmento de sus escritos o la narración de su vida) y la oración meditativa.

Finalidad: es tiempo para que el hombre escuche lo que Dios hace por nosotros. Es una celebración de la Palabra extensa; Pretende favorecer una meditación más rica de la Palabra de Dios y de escritores de vida espiritual. Esquema: himno, salmodia, versículo, lectura bíblica, responsorio, lectura patrística o hagiográfica, responsorio, Te Deum (los domingos, menos los de cuaresma), oración conclusiva y "Bendigamos al Señor". En vigilias especiales tiene una modalidad al final: se añaden tres cánticos, lectura evangélica, homilía, Te Deum y oración conclusiva.

2. Laudes

Son la alabanza por el nuevo día que se ha de convertir en nueva creación.

Finalidad: La santificación de la mañana. Evocar la resurrección del Señor. Crear disponibilidad para el trabajo. Crear apertura a la acción de Dios. 141

Esquema: himno, salmodia (dos salmos y un cántico del A.T.), lectura breve (en tiempo ordinario se puede escoger otra; no se puede ni se debe leer el evangelio), responsorio breve, antífona y cántico evangélico, preces o invocaciones en donde no hay preocupación alguna por intereses personales, Padre nuestro, oración conclusiva, bendición y despedida.

3. Horas Menores o Intermedias

Han sido una tradición heredada de los primeros cristianos que fue adquiriendo con el tiempo su configuración litúrgica. Conmemoran algunos sucesos de la pasión del Señor y el inicio de la propagación del Evangelio.

Finalidad: santificar el trabajo entre las 9 y las 15 horas del día. a.

Tercia

Se celebra hacia las 9 a.m.; en esta oración se pide el recto uso de la lengua y demás sentidos. b. Sexta

Corresponde a la oración de las 12 m. y propicia la concordia y el apaciguamiento en la actividad ardiente del mediodía. c.

Nona

Hacia las 3 p.m.; pretende acordarse de aquellos que van acercándose al atardecer de la vida.

142

Esquema: himno, salmodia, lectura breve, versículo, oración y "Bendigamos al Señor".

4. Vísperas

Son la experiencia de la muerte de Cristo y de la muerte del hombre a lo largo del día.

Finalidad: dar gracias a Dios por lo recibido durante el día o por el bien que hemos podido hacer. Hacemos memoria de nuestra redención y hacemos alusión al sacrificio de Cristo. Esquema: himno, salmodia (dos salmos y un cántico del Nuevo Testamento), lectura breve (del N. T., porque viene a continuación del cántico también del N.T.), responsorio antífona y cántico evangélico, preces (intercesiones al estilo de las de la oración universal: siguen el mismo orden; Iglesia, gobernantes, mundo, necesidades locales), oración del Señor, oración conclusiva y bendición.

5. Completas

Son la última oración del día; son la oración para consagrar el descanso nocturno. Se escogieron salmos que estimulan la confianza en el Señor. Se celebra aun pasada la medianoche y antes de ellas se puede celebrar el Oficio de lectura del día siguiente.

Finalidad: entregar y consagrar el descanso. 143

Esquema: invocación, examen de conciencia, himno, salmodia (uno o dos salmos), lectura breve, cántico evangélico, oración, bendición o signación personal y antífona final de la Santísima Virgen.

D. Elementos que ayudan a la oración de los salmos

1. Títulos Dan el sentido e importancia del salmo para la vida del creyente y fomentan la oración a la luz de la revelación. 2. Las Sentencias Que son bíblicas (N.T.) o patrísticas (de los Padres de la Iglesia) para invitarnos a orar en sentido cristológico. En el tiempo ordinario se pueden usar en vez de las antífonas. 3. Oraciones y Moniciones sálmicas o salmódicas Están destinadas a ayudar a interpretar los salmos en sentido cristiano. Aterrizan el salmo a nuestra situación actual. 4. Las Antífonas Ilustran el género literario del salmo y hacen de él una oración personal, resaltan algo importante de él y le confieren un matiz especial. Cuando se unen las partes de un salmo se emplea la primera antífona.

E. Modo de salmodiar 1.

Salmos cantados o rezados (recitados).

2.

Al unísono (una sola voz, al tiempo todos, en un solo coro, todos a la vez).

3.

Cada uno, una estrofa (cuando es grupo pequeño). 144

4.

Alternando a dos coros o partes de la asamblea: Ministros y asamblea, solista y asamblea, por secciones de bancas.

5.

En forma responsorial (al estilo de la celebración eucarística).

6.

Proclamado por uno o varios solistas o salmistas.

7.

Se recita el salmo y después de un silencio se destacan frases más dicientes en voz alta por algunos de la asamblea.

8.

En forma litánica: respondiendo con una primera parte o con la segunda del cántico o del salmo.

N.B. No se contempla la posibilidad de recitar los salmos cada uno en silencio durante algún tiempo considerable (con esto estaríamos favoreciendo el aspecto individual que no tiene la liturgia; ella es toda comunitaria).

F. Recomendaciones de orden práctico

1. Respetar las distintas horas para estar de acuerdo con el espíritu del Oficio Divino. De lo contrario: "Prima de noche y maitines de día, no agradan a Dios ni a Santa María". 2. "Dios mío, ven en mi auxilio" y no en nuestro auxilio. Con su respuesta: "Señor, date prisa en socorrerme" y no en socorrernos. Porque se trata de una invocación personal que nos dispone a entraren una acción comunitaria. 3. El himno no puede ser un salmo porque la estructura ya está dada en forma progresiva y el número de los tres es simbólico: es el número del énfasis, de la insistencia. 145

4. El Gloria al Padre...etc., nunca se suprime al final del salmo o cántico, mientras no se diga lo contrario. 5. En laudes la lectura breve es del A.T. o del N.T.; en vísperas siempre tiene que ser del N.T. 6. El evangelio está reservado a la celebración eucarística. Sólo se emplea en el Oficio de Lectura cuando es una vigilia especial., 7. El cántico evangélico en laudes, vísperas y completas (en comunidad) se entona estando de pie, se hace con signación por dignidad y solemnidad (son las mismísimas palabras de Cristo y porque este cántico se convierte aquí en la cima y culmen de la liturgia de las horas). 8. Las preces contemplan tres posibilidades para su respuesta: -

La que aparece insinuada como frase de respuesta si el que

preside la enuncia. -

La segunda parte de cada una de las preces.

-

Se puede hacer una pausa de silencio después de cada una de

las preces. 9. En laudes se pueden agregar preces de invocación que conserven el estilo que se trae y en vísperas preces de intercesión: no desentonemos fácilmente, diciendo por ejemplo: Yo te pido por... para que... etc. 10. No se dice "oremos" en donde está escrito "oración", porque la invitación a orar ya se dio al comienzo en el encabezamiento de las preces. Sólo se dice "oremos" en oficio de lectura, horas intermedias y completas. La conclusión es larga en Laudes, Vísperas y Oficio de lectura; breve en Horas intermedias y completas. Basta con entrenarse en la forma de concluir y memorizar: cuando se dirige al Hijo o al Padre. 11. El año I que corresponde a años impares se comienza a utilizar tan pronto como se inicia el año litúrgico. 146

12. El Aleluya se suprime en cuaresma, mas no en Adviento ni en tiempo ordinario. 13. La nota biográfica que aparece antes de la lectura patrística o hagiográfica de un santo es sólo para información y en la celebración no se ha de leer. 14. ¿Qué clase de himnos se han de emplear? Los que convengan estrictamente al sentido de la hora, del tiempo o fiesta. Que no sean canciones populares sin valor artístico. Conformes a la dignidad de la liturgia. 15. En la celebración individual es de suponerse que, en la lectura breve, sobra el enunciado del comienzo (título del libro y autor) y lo mismo decir: "Palabra de Dios" al final. En cambio, cuando se dispone de un buen número de participantes, la proclamación ha de ser la que acontece en toda acción litúrgica. 16. El himno del "Te Deum" no se recita en ninguno de los domingos de Cuaresma.

VII. La Devoción a María Santísima y el culto a los Santos y Santas

A. La Virgen María en la Liturgia

Después del Dios, Uno y Trino, nada hay tan grande y tan digno de veneración y de amor como la Santísima Virgen María. El Concilio Vaticano II dedicó un capítulo entero a hablar de ella. Su culto litúrgico debe ser conservado en todo su esplendor y siempre debe ser viva y filial la devoción Mariana popular, exenta de toda superstición y 147

sentimentalismo. El número 67 de la Constitución Conciliar sobre la Iglesia, Lumen Gentium, es clave en ese sentido. La Santísima Virgen María recibe con razón en la Iglesia el culto llamado de hiperdulía, que comprende tres actos principales: -

La invocación, veneración y honra a María, a causa de su dignidad

de Madre de Dios y de su santidad. -

La confianza, basada en la misericordiosa mediación ante Cristo.

-

El amor filial y la imitación que ella se merece como Madre

espiritual nuestra y por estar adornada de todas las virtudes.

En la liturgia actual cabe distinguir una triple manifestación del culto debido a María: Diario, en sábado y anual. -

Diario: Todos los días recibe María de la Iglesia algún homenaje

en las celebraciones litúrgicas. Así, por ejemplo, se la menciona en el acto penitencial (fórmula de la confesión general o Yo confieso...etc.), en las Plegarias eucarísticas y en la celebración del oficio de Completas al final. -

En sábado: La costumbre de dedicar el sábado de cada semana a

la Virgen María y de distinguirlo con una Misa en su honor y oficio litúrgico propio (Memoria de Sancta María «in sabbato»), fue prácticamente corriente desde el siglo XIII. -

Anual: EI calendario señala cuatro solemnidades, tres fiestas, cinco

memorias obligatorias y tres memorias libres, fuera de otras que se agregaron recientemente en el Misal Romano en su tercer edición típica.

148

B. El culto a los Santos y Santas

Celebrar a los Santos u honrarlos o venerarlos es reconocerá presencia de Dios en la historia de la humanidad.

¿Por qué lo hacemos en la liturgia? Por varias razones: >  Llevaron a plenitud sus compromisos bautismales.  Se perfeccionaron, en medio de sus limitaciones y fragilidades en la virtud por excelencia de la caridad. En las virtudes de los Santos resplandece la virtud misma de Cristo: en unos el celo apostólico, en otros la fortaleza y entereza hasta el final (mártires) en otros la constante vigilancia, la pureza virginal o la humildad cristiana. Son los héroes del cristianismo y los mejores frutos de la Redención.  Son signos vivientes de Cristo, es decir, «sacramentos» suyos a lo largo de los siglos.  Son estímulos y modelos de vida cristiana para todos nosotros.  Alcanzaron la salvación eterna, alaban a Dios en el interceden por nosotros, proclaman el Misterio pascual cumplido en ellos a plenitud por su vida y su muerte, proponen sus ejemplos y virtudes a nuestra imitación y nos llevan al Padre, siguiendo a Cristo, como ellos.

149

CAPÍTULO CUARTO TALLERES PARA ASIMILAR EL CONTENIDO DOCTRINAL DE ESTE CURSO

150

I. Manejo y registro del MISAL ROMANO

A. Partes que lo conforman

1. Propio del tiempo - Adviento. - Navidad. - Cuaresma. - Semana Santa. - Triduo Pascual. - Tiempo Ordinario.

2. Ordinario de la Misa - Ritos iniciales - Liturgia de la Palabra - Liturgia eucarística - Prefacios - Plegarias Eucarísticas I, II, III y IV - Ritos de comunión - Ritos de conclusión - Bendiciones solemnes

3. Propio de los santos o santoral

4. Misas comunes - Dedicación de una iglesia - Común de Santa María, de mártires, pastores, etc. 151

5. Misas rituales - Sacramentos de la Iniciación cristiana, Orden Sagrado, Matrimonio, Profesión religiosa, etc.

6. Misas por diversas necesidades - Iglesia, necesidades públicas, circunstancias públicas, necesidades particulares.

7. Misas votivas (de devoción) - Santísima Trinidad, Sagrado Corazón, Santísima Virgen María, Santos, etc.

8. Misas de difuntos - En Exequias, aniversarios, diversas conmemoraciones, diversas oraciones por los difuntos, en exequias de niños.

9. Apéndices - Plegarías Eucarísticas: V/a, b, c, d; Reconciliación I y II; Misas con niños I, II y III. - Rito de la bendición y aspersión del agua en los domingos. - Formularios para la oración universal. - Rito para designar un ministro ocasional para la distribución de la sagrada eucaristía. - Bendición de cáliz, patena, vestiduras, manteles y otros.

152

II.

Recomendaciones

prácticas

a

los

LECTORES

o

PROCLAMADORES DE LA PALABRA DE DIOS

A. El Lector -

Un LECTOR es un ministro Laico que proclama la Palabra de Dios

durante la celebración. -

La PROCLAMACIÓN es un anuncio solemne, una declaración»

hecha delante de personas. -

Es deseable que este ministerio le sea conferido a los lectores con

el rito litúrgico correspondiente. -

«La Asamblea, sin embargo, necesita de Lectores, aunque no

estén instituidos para esta misión. Hay que procurar que haya algunos laicos, los más idóneos, que estén preparados para ejercer este ministerio. Si se dispone de varios Lectores y hay que proclamar varias lecturas, conviene distribuir entre ellos». -

La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores una cierta

percepción del sentido y de la estructura de la Liturgia de la Palabra y las razones de la conexión entre ésta y la Liturgia Eucarística. -

No se trata, por tanto, sólo de una función material de lectura; el

Lector debe asumir su función sacramental, ya que a través de su servicio «es Dios mismo el que habla». -

El Lector, aunque sea laico, tiene un Ministerio propio en la

celebración eucarística, ministerio que debe ejercer él, «aunque haya otro ministro de grado superior». -

El Lector debe saber leer bien y entender lo que lee; en este caso

litúrgico no lee, sino proclama. 153

-

Proclamar es llegar de viva voz al corazón del oyente. Interesa

mucho la actitud empática (entrar dentro del otro). -

Prepárese espiritualmente (orando con la Palabra de Dios en las

manos), litúrgicamente (conociendo y dando razón teológica de cada uno de los signos que giran en torno a la Palabra de Dios: el libro mismo, su cuidado y el trato que se le da, etc.) y técnicamente (adiestrándose en el uso del micrófono y en las reglas de vocalización y dicción). -

No se presente vestido de cualquier manera (traje informal): ni

ruana, ni chal, ni sudadera (menos pantaloneta), ni tenis. ¿Por qué? Por el respeto tan grande que se merece el ser transmisores de la voz misma de Dios. -

Si tiene que avanzar desde su puesto hasta el lugar de la

proclamación hágalo en forma discreta, evitando ruidos o siendo motivo de distracción. -

Permita que quien Preside la celebración, y la Asamblea, se

acomoden en su puesto, se sienten, y cuando haya silencio empiece a proclamar. -

El secreto de un buen lector está en leer despacio, claro y con

buen volumen de voz. Considere que nadie lo está apresurando, quizás sean los nervios, nada más, que hay que aprender a controlar. -

La frase del título hágala mirando a la Asamblea (se supone que

previamente, al preparar, la ha memorizado). No olvide mirar de vez en cuando al pueblo reunido, pues al proclamar está comunicando el Mensaje de Dios. -

Evite "tics", posturas incorrectas, balanceos o movimientos que

distraigan, muletillas y dejos. 154

-

No lea aquello que aparece en rojo. Así, por ejemplo, no diga:

"Primera Lectura", ni segunda, ni mencione las citas bíblicas, ni empiece diciendo: "Salmo Responsorial". -

No es necesario estar pasando la cinta de una hoja a otra; lo mejor

es dejarla en su puesto. -

Al terminar la lectura haga una pausa de tres segundos antes de

decir: "Palabra de Dios". Nada de 'esto es Palabra de Dios' o 'es Palabra de Dios' o algo semejante, porque el Lector se identifica tanto con aquello que anuncia, que él mismo se hace Palabra de Dios. Tenga cuidado para no colocarle interrogante al final, o mejor, para no hacerla como si tuviera signo de interrogación. -

Deje un espacio de silencio entre la lectura y el salmo responsorial

para que resuene en el corazón de los oyentes el mensaje anunciado. -

El Salmista ha de ser una persona distinta de aquella que proclamó

la lectura. Así el salmo resulta cumpliendo con su función de ser "eco" o resonancia que se le hace a la Palabra de Dios. -

No conviene decir, y además es incorrecto decir: 'al salmo

respondemos' o 'nos unimos al salmo, diciendo', o 'repitan todos'. Lo más indicado para una Asamblea poco promovida es invitarla a responder diciendo: "Hacemos eco a la Palabra proclamada, repitiendo..." Esto se comprende mejor si tenemos en cuenta que el Salmo Responsorial es una de las principales Aclamaciones que se contiene en la Liturgia Eucarística. -

Si el versículo de respuesta del Salmo es demasiado largo,

conviene abreviarlo, pero eso sí, observando que la frase tenga sentido; de lo contrario no lo haga. 155

-

Permita que sea la Asamblea quien aclame con el versículo de

respuesta para no estar repitiendo con ella. Si acaso olvida debe recordarle. -

EL SALMO RESPONSORIAL se ha de recitar en forma poética o lírica;

una buena práctica al respecto va dando la pauta. El ideal es: cantar versículo y estrofas. Lo menos indicado es: cantar las estrofas y recitar el versículo. Hay que aspirar siquiera a cantar el versículo y proclamar las estrofas. -

Si hay dos lectores para tres lecturas, el mismo que proclamó la

primera hará la segunda y el otro proclamará el salmo. - Al

Salmista (cuando no hay más que una sola lectura) o a quien ha

proclamado la segunda lectura (cuando son dos lecturas) le corresponde leer el versículo anterior al Evangelio después de haber sido entonado el "Aleluya"; en el Leccionario aparece este versículo o allí se le indica la página donde se encuentra. Como norma, nunca lea el término Aleluya; deje que se cante. - No

acapare. Considere que hay otros que también quisieran la

experiencia en este Ministerio. - Mantenga

el Leccionario en buen estado y jamás utilice hojas sueltas o

folletos o Misales populares para proclamar. TODO OBEDECE AL RESPETO PROFUNDO DEBIDO A LA PALABRA DE DIOS. En atención a ello esfuércese por ejercer cada vez mejor este Ministerio, instituido o no.

III. Recomendaciones al SALMISTA

156

1. El salmista tiene como ministerio declamar el salmo Interleccional que es una meditación o respuesta a la Palabra proclamada, y ayudar a los fieles a que participen en él mediante el canto o recitación de una antífona o estribillo invariable. 2. Entre las aclamaciones más importantes que se contienen en la Liturgia está el Salmo responsorial o salmo de respuesta. 3. La Aclamación, en el uso litúrgico, es la expresión vocal inmediata, concisa e intensa de la aprobación y unanimidad de la asamblea. Equivale al aplauso solemne y es siempre respuesta de todo el pueblo. 4. En la aclamación, el aspecto más importante no es el contenido nocional, «lo que se dice», sino el modo como se dice. Por ejemplo, la palabra «Viva» no tiene en sí gran valor ni un significado muy preciso; lo que realmente tiene valor es el gritarla, el cantarla, el repetirla colectivamente. Una aclamación, para que comprendamos bien, es un «viva emotivo», una respuesta gritada, una aprobación convincente. Es más acción que palabra. 5. El Salmo responsorial, parte integral de la Liturgia de la Palabra, debería ser cantado o proclamado en tono lírico (poético); no se trata de una lectura más que se proclama. Es mucho más exigente y, por consiguiente, requiere de práctica constante. 6. La «instrucción general del Misal Romano» desea que el Salmista sea «dueño del arte del canto, tenga dotes para emitir bien pronunciar con claridad». Mejor confiárselo a alguien versado en esta tarea del canto y de la música. 9. Por ser este salmo «meditación», el salmista lo debe proclamar de tal modo que permita una asimilación y contemplación del texto. 157

IV. Prácticas de SERVICIO AL ALTAR: Monaguillos y Ministros Extraordinarios de la Comunión.

A. ¿Quiénes son?

1. El Acólito

La palabra «acólito» viene del griego «akoluthein», acompañar, seguir (de «keleuthos», camino). Ya desde los primeros siglos tenemos testimonios de que entren los varios ministerios litúrgicos existía el del acólito. Luego se convirtió en una de las cuatro «órdenes menores» (junto con la de ostiario, exorcista y lector). Pablo VI, en su Motu propio de 1972, «Ministeria Quaedam», suprimió las cuatro órdenes menores y dejó como «ministerios instituidos» el del Lector y el del Acólito, el primero relacionado con el servicio en torno a la Palabra, y el segundo en torno al altar y los sacramentos. Al acólito se le puede llamar, allí donde parezca conveniente, «subdiácono». Se editó también, como parte del Ritual de Órdenes, el rito para instituir Acólitos, que consta de una monición, una oración y la entrega simbólica de la patena con pan y el cáliz con vino. El documento de Pablo VI, el Misal Romano (IGMR 98,187-193) y el Ceremonial de los Obispos (n. 29) explican los diversos ministerios del acólito; atender al servicio del altar, ayudar al sacerdote y al diácono, prestar su servicio en las diversas procesiones, por ejemplo con la cruz, el incienso o el libro, preparar el altar y purificar al final los vasos sagrados, atender en la presentación de ofrendas a la recogida de los 158

dones, distribuir la Eucaristía como ministro extraordinario, exponer y reservar el Santísimo, aunque sin dar la bendición, instruir a otros ayudantes y monaguillos... Su actitud espiritual, como ministro instituido, apunta a la Eucaristía, al amor de los sacramentos, al culto eucarístico, fa ofrenda de sí mismo y el cuidado de los demás, sobre todo Ios más necesitados y enfermos. También se llama «acólitos» a los que, sin estar «instituidos» en este ministerio de manera estable y oficial, colaboran con su servicio en torno al altar. En este sentido se llaman también «monaguillos». Estos niños o jóvenes realizan los mismos servicios (excepto la distribución de la comunión o su exposición para el culto). Así como el ministerio instituido está reservado a varones, este otro servicio más o menos eventual no consta en el Derecho que esté excluido a las mujeres: como también se les puede encomendar la distribución de la comunión, como ministro extraordinario. Y en efecto, en marzo de 1994 la Congregación para el Culto Divino ha interpretado ampliamente la normativa al respecto, dejando al juicio de cada obispo la admisión o no de las mujeres al ministerio del servicio al altar.

2. El Monaguillo

«Monaguillo» viene de «monacillo», diminuto de «monago» «monje», del latín «monachus». Y se aplica a aquellos niños o jóvenes que ayudan en el servicio del altar en la celebración. En italiano se llaman «chierichetti», cleriguitos, o bien «piccolo clero». En catalán «escolans», escolanos, niños de la «schola» porque también el 159

del canto se ha considerado un servicio litúrgico importante al alcance de los niños. En Alemania se les llama «Ministranten», que es la palabra latina que reciben en los documentos latinos: «ministrantes». Los monaguillos son «acólitos de hecho», que sin haber sido instituidos en el ministerio de acólitos lo ejercen más o menos establemente en las celebraciones comunitarias. Últimamente se ha introducido en varios lugares la costumbre de las «moguillas», sobre todo en América del Norte y Alemania con el permiso más o menos explícito de los respectivos Episcopados. También entre nosotros se nota claramente la tendencia, con resultados positivos en conjunto. La naturalidad que hoy en día se da en la educación mixta y en la vida social ha ido favoreciendo que también en este servicio al altar se cambiara la costumbre y la legislación contraria anterior. Es la misma igualdad que ya se da en el ministerio de la lectura y el de la distribución la Eucaristía, dentro o fuera de la Misa, que no distinguen entre hombre y mujer en su ejercicio. Finalmente, en marzo de 1994 la Congregación para el Culto Divino, interpretando al canon 230 & 2 del Código de Derecho Canónico sobre las funciones realizadas en las acciones litúrgicas por laicos, ha respondido que la enumeración de ese canon (lectores, monitores, cantores) también se puede extender al servicio del altar, tanto para hombres como para mujeres. Y lo deja a juicio de cada obispo, oído el parecer de la propia Conferencia Episcopal. Eso sí, tanto si son niños como niñas, muchachos o muchachas, los monaguillos deberían ocupar en el espacio del presbiterio un lugar discreto, no sentándose al lado del presidente (a modo del diácono y subdiácono de antes) ni estando a su lado en el altar, cara al pueblo, 160

sino en un lugar lateral, desde el que puedan ejercitar su servicio de ayuda y celebrar en todo momento ellos también, sin necesidad de «compartir la presidencia» con el sacerdote. Los niños y adolescentes, en principio, no reciben misiones de «animación» en la comunidad mayor (monitores, directores de oración, lectores). Pero sí esta clase de servicios que son más bien de ayuda al sacerdote (procesiones, preparación del altar, traer y retirar los objetos sagrados, sostener el libro, etc.). Y a la vez son un poco como la imagen representativa de una comunidad cristiana que está formada también por niños y jóvenes. Su presencia y su ayuda en la celebración, en el espacio del presbiterio, es buena imagen de la comunidad y motivo de gozo para todos.

3. El ministro extraordinario de la Comunión

Recomendaciones prácticas para un mejor ejercicio de este "ministerio extraordinario".

Ninguno de los ministros extraordinarios de la comunión (y no de la Eucaristía) debe considerarse sacerdote o

clérigo de cuarto grado u

orden. No se trata de una consagración o de institución, sino de delegación, designación o nombramiento para el momento o acto o por un determinado tiempo.

161

 Consideren seriamente que esta condición de "ministros" no es un "privilegio", sino un "servicio" para bien de los demás. Esto les exige dignidad y ante todo humildad al desempeñar su función u oficio, pues siguen siendo laicos. Desde la oración, particularmente con la Liturgia de las Horas, han de potenciar este ministerio.  Aparezcan siempre como laicos sin necesidad de asimilarse al clero; permanezcan laicos a la vista de la comunidad. El vestido, por consiguiente, ha de ser digno y adecuado; han de tener cuidado con la limpieza de sus manos y uñas. No usen vestiduras sagradas propias del ministro ordenado (ejemplo: dalmática).  Si son encargados o se les encomienda una celebración de la Palabra con distribución de la Comunión, en ausencia del Presbítero; no se arroguen o atribuyan el derecho de presidir, sino considérense animadores, guías o moderadores de la asamblea reunida. Ocupen un lugar distinto a la sede.  La razón válida que justifica la existencia de los ministros extraordinarios de la Comunión no es la carencia de ministros ordenados, sino que así estamos dando otra imagen de Iglesia (con conciencia ministerial), ajustada a las necesidades del mundo y de igual modo se pone de manifiesto la dignidad del laico: "Dime cómo es tu liturgia y te diré cómo es tu parroquia".  Al exterior reflejamos aquello que va por dentro. Por eso, importa mucho la actitud espiritual interior:

162

o Respeto y aprecio a la Eucaristía, o sea, tener sentido de lo sagrado. Esto se manifiesta en el modo de actuar (con naturalidad y no en forma postiza), en la postura externa (pierna cruzada durante la celebración), en los gestos (genuflexión distraída o apresurada) y en la rutina o monotonía (cansancio). o Respeto y amor a la comunidad a la cual sirven (que jamás se les suba el ministerio o resulten mandando más que el párroco: "hoy no confesamos"). Su tarea consiste en ayudar a sus hermanos a que se incorporen más plenamente en el “Cuerpo de Cristo” por la recepción de la Eucaristía, y facilitar el encuentro de fe a quienes no pueden acudir a la celebración comunitaria por enfermedad o impedimento.  Este ministerio debe ir unido a una actitud de disponibilidad generosa y permanente. De ninguna manera puede aparecer como "afición" o "fiebre" u "obsesión", menos como "enfermedad”. Dios nos libre de ministros extraordinarios que quieren estar en todo, en toda celebración y pretenden acapararlo todo. No olvidemos que "la prudencia hace verdaderos sabios" y que "la virtud está en el medio". "Ni tanto ni tinto".  No busquen reverencias ni recompensas. No hay derecho a remuneración de ninguna clase; es un servicio sin ánimo de lucro que se presta con desinterés, alegría y con mucha fe.

163

 Como en todo, cada vez se hace más necesaria la formación permanente. Por lo tanto, este ministerio requiere preparación (estudio continuo, lectura asidua), sana doctrina y ejemplar conducta de vida (coherencia entre lo que decimos y hacemos). Los retiros espirituales, los cursos, las convivencias, los encuentros, etc. se enmarcan dentro de este punto. Por ignorancia cometemos abusos y está comprobado en liturgia que, "entre menos sabemos más cosas raras hacemos".  Valoren frecuentemente el sacramento de la penitencia y consideren que "a mayor confesión de los pecados, mayor aumento de la gracia bautismal" (Ritual del sacramento de la Penitencia). Recordemos que "la celebración en pecado mortal es la condenación eterna".  No en toda celebración actúan como ministros extraordinarios; precisamente la misma terminología lo dice "sólo para casos extraordinarios": cuando se prevé que será excesivo el número de comulgantes« por razones pastorales.  Desde la sacristía misma hay que propiciar y favorecer un clima espiritual y un ambiente de oración que se logra con el silencio y la disciplina dentro de este lugar, siquiera 10 minutos antes de la celebración.  Nunca utilicen el ambón o lugar de la Palabra para hacer las moniciones, entonar los cantos, dar avisos, pronunciar palabras de agradecimiento u ocasión, etc. Este lugar es exclusivo de la Palabra de Dios.  La homilía no se puede confiar al ministro extraordinario de la Comunión; se contempla la posibilidad de una monición explicativa a la Palabra o testimonio dado en su momento, que no llegue de ninguna manera a confundirse con la homilía, o también en grupos particulares es posible el diálogo sin llegar a dar la impresión de no haber preparado. 164

 La postura de rodillas durante la narración de la institución consagración ha de observarse mientras no se diga lo contrario y las circunstancias del lugar lo permitan. "Nada más grande que cuando se está de rodillas en la presencia de Dios" (Marco Fidel Suárez).  La Doxología ("Por Cristo, con él y en él..."etc.) es eminentemente presidencial. Sigamos haciendo una campaña para que así sea no incurramos en el error de muchos que resultan haciéndola tiempo todos.  Rescaten el valor y significado del saludo de paz; debe ser signo de fraternidad (antes de comulgar con Cristo entramos en comunión con los hermanos) y apenas ha de darse a quienes están a nuestro lado. No devaluemos este gesto convirtiéndolo en “recreo litúrgico”.  Llegado el momento de la distribución de la Eucaristía, si es necesaria la intervención del ministro extraordinario, que no sea nunca para reemplazar a quien preside para que éste se siente o entone los cantos de acompañamiento a la comunión.  Enseñen desde la catequesis a sus hermanos en la fe a comulgar como es debido: manos puestas o brazos cruzados, pero no admitan al comulgante con las manos en los bolsillos o brazos sueltos. Igualmente enseñen a responder con claridad el "Amén” al momento de comulgar. Amén quiere decir: firme, seguro, estable, válido, etc. Todo expresa el respeto y la fe a tan gran sacramento.  Han de emplear una sola fórmula, de acuerdo con la última edición del Ordinario de la Misa para los países de habla hispánica. La fórmula es "El Cuerpo de Cristo", dando espera a la respuesta del comulgante. Ninguna otra fórmula cabe acá.

165

 Al comulgar como ministros extraordinarios no lo hagan a la manera de un concelebrante, esto es, por intinción (mojando la hostia). El criterio es este: En liturgia no se contempla el autoservicio. La comunión se da y se recibe del hermano. No está bien tomarla por su propia cuenta.  Tengan especial atención con quienes reciben el Cuerpo de Cristo en la mano. Se escuchan comentarios sobre los gravísimos abusos que se dan: bajo ese pretexto se están valiendo para llevar pan consagrado (Cuerpo de Cristo) a culto satánico. Otros no saben comulgar en la mano: manos sucias, en una sola mano (la otra ocupada) y otros hacen la señal de la cruz con la hostia. Pongamos más atención y no seamos ingenuos.  La purificación de los vasos sagrados, de acuerdo con la tercera edición típica del Misal Romano, no les está permitido hacerla.  En la visita a los enfermos, al llegar a la pieza hay que prever que se disponga de una mesa con un mantel sencillo, un cirio ó velón, un florero y un vaso con agua. Si uno encuentra personas que cuidan del enfermo y quieren comulgar, se les puede dar también la comunión.  El ayuno eucarístico

recomendado

a los enfermos o impedidos para salir de

casa, es de un cuarto de hora; sin embargo, en algunos casos habría que esperar un momento nada más (si acabó de comer) para no privarlo de la comunión.  ¿Cómo consumir? Si se dificulta o se hace dispendioso volver al lugar sagrado para

depositar

el pan consagrado sobrante, el ministro

extraordinario puede consumir tan pronto como haya terminado las visitas programadas a enfermos. No olvide purificar ahí mismo sobre un vaso con agua. Esta agua debe tomarse o depositarse en tierra (nunca debe correr por el caño). 166

 Si se llegara a presentar el caso de la "devolución" de la hostia por parte del enfermo, bastaría con retomarla con los dedos o recibirla en un vaso con agua y luego colocar todo bajo tierra.  La reserva eucarística siempre va con nosotros y no la podemos dejar olvidada en cualquier lugar; mucho menos nos permitimos la entrada con ella a todo establecimiento.  Los monaguillos o monaguillas no son ministros extraordinarios; luego no podemos dejar que actúen como tales, trasladando los vasos sagrados (durante la comunión) del altar a la credencia» pues contienen todavía lo sagrado.  Debe haber un marcado esmero por participar cada vez mejor ("participa más quien ora más") y por ser ejemplo de comportamiento para la asamblea. Estar entrando y saliendo de| lugar sagrado distrae y es falta de respeto a quien preside y a la comunidad reunida.  Especial cuidado se ha de tener con todos aquellos signos que rodean la celebración eucarística: manteles, purificadores (en cada Misa se han de cambiar), corporales, lugar de la reserva (polvo, tierra alrededor, puerta manchada con los dedos), llave del sagrario (olvidada en cualquier sitio, cuando no refundida), vasos sagrados (requieren mantenimiento permanente limpieza, pero no con pomadas o líquidos fuertes), vinajeras sucias, credencia desmantelada o descuidada, floreros de mucho tiempo en exhibición, reserva eucarística de muchos días en el sagrario, corporales de varios meses dentro del sagrario, etc.  Otras recomendaciones:

167

-

Cuando moderen una celebración de la Palabra no saluden como

el ministro ordenado. Responder "Y con tu espíritu" significa decir: y con el espíritu de tu ordenación que te capacitó para presidir esta asamblea. Hay que buscar otras fórmulas. -

No se pueden asociar a la renovación de las promesas

sacerdotales en la Misa crismal. -

Tratándose del sacramento del Bautismo, no pueden ser ministros

extraordinarios del mismo. Salvo en caso de necesidad (en peligro de muerte) o si faltara el ministro ordinario o estuviera impedido. -

En relación con el sacramento del Matrimonio: Ningún ministro

ordenado puede delegar a un fiel no ordenado para asistencia a un matrimonio. Para casos excepcionales el Obispo puede delegar a fieles para asistir los matrimonios donde faltan presbíteros o diáconos, previo permiso del Obispo, voto favorable de la Conferencia Episcopal y licencia de la Santa Sede. -

En la celebración del sacramento de la Unción de enfermos, los

ministros extraordinarios no pueden ungir, ni con óleo bendecido ni no bendecido. El ministro ordinario es el Presbítero porque esté sacramento está en íntima dependencia con el sacramento de la Penitencia y la Eucaristía. -

La celebración de Exequias pueden animarla en caso de

verdadera falta de un ministro ordenado y observando las normas litúrgicas para el caso. Se requiere preparación doctrinal y litúrgica.

B. Finalidad de estos Ministerios

1. Prestan un servicio desinteresado 168

La palabra "ministerio" (en latín, ministerium), significa servicio y "ministro" (de minister, en latín), servidor. Sin embargo, cabe distinguir entre:  Ministerios

ordenados:

el

diaconado,

el

presbiterado

y

el

episcopado, por lo que una persona es configurada por medio de un sacramento especial, el del Orden, a Cristo como pastor y maestro. En la celebración litúrgica su ministerio, sobre todo presidencial, es el más importante.  Ministerios instituidos: el del lector y el del acólito, para ayudar a la comunidad cristiana en torno a la Palabra (lector) y en torno a los sacramentos (acólitos). Estos ministerios son propios de laicos: el que es instituido en ellos no pasa al estado clerical, sino que recibe este encargo oficial desde su identidad laica. Hay la posibilidad de que las Conferencias Episcopales, si lo juzgan conveniente para sus regiones, pidan la institución de otros ministerios (catequistas, animadores del canto, encargados de sacristía, exorcistas, salmistas, distribuidores de la comunión, etc.).  Ministerios no instituidos estable y oficialmente, pero de alguna manera reconocidos. Tal es el caso de los que nombrados por un período de tiempo ministros extraordinarios la distribución de la Eucaristía, dentro y fuera de la Misa.  Pero los más numerosos de los laicos que ejercen ministerios en la liturgia son los que de hecho ejercen la proclamación de Ias lecturas, la animación del canto, el servicio en torno al altar, las moniciones, etc. En el caso de estos ministros "de hecho" o los "reconocidos", no hay distinción entre hombre y mujer. Mientras que los ministerios "instituidos" y "ordenados" sólo se pueden encomendar a varones. 169

Tanto unos como otros, todos han de tener presente que su función es un servicio y como tal no da derecho a remuneraciones de ninguna clase. Es más, la motivación primera gira alrededor del servidor por excelencia, Cristo Jesús, quien "vino no a ser servido sino a servir" (Mt 20,28). Cuando un servicio se presta con gusto, alegría y desinterés auténtico. Cuando sólo se busca sacar provecho o se es| recompensa de alguna clase o hay malas intenciones, quien procede así es un vividor nada más. Acólitos y monaguillos han de esforzarse por ejercer su ministerio con mucha dignidad y humildad a ejemplo de Jesucristo, servidor del Padre.

2. Han de formarse en la responsabilidad

El primer entusiasmo en el desempeño de este ministerio ha de conservarse siempre; y para ello, la revisión de vida y la evaluación frecuente son necesarias. No basta con la "fiebre de principiante" que con el tiempo decae en el descuido, la pereza y la monotonía en el cumplimiento del deber. La puntualidad siempre será el termómetro de nuestra responsabilidad y es además, principio y base de la misma. De esto debemos estar convencidos para no dejarnos llevar hoy con facilidad de la descomplicación y mediocridad de nuestro mundo, porque lo que importa es estar a la moda. Formarse en la responsabilidad significa también ir adquiriendo el hábito de la limpieza personal. Cómo es de agradable sentarse a la mesa de un restaurante y contar con alguien que nos sirve decente y pulcramente. 170

Lo mismo ha de esperarse de quienes sirven a iá mesa de la comida familiar cristiana (el altar). Esto se traduce presentación esmerada que empieza por el aseo diario, manos y uñas limpias, porque en definitiva somos los meseros de la casa del Señor y de la Asamblea. Esta recomendación es todavía más válida y exigente para quienes tienen el encargo de distribuir la Eucaristía. He ahí un punto de evaluación: simple, pero de cuidado. Igualmente, ser responsable quiere decir preocuparse por las cosas que no son de uno y tratarlas mejor que si fuera de uno. Lo sagrado ha de recibir el mejor de los tratos, evitando el grave peligro de llegarnos a familiarizar y en este caso con el lugar sagrado y con la Sagrada Eucaristía. Esto requerirá siempre atención y no distracción, respeto por las personas en el trato que les damos y en las relaciones con ellas, buen comportamiento dentro y fuera del presbiterio, veracidad y sinceridad en todo aquello que digamos y hagamos para no caer en las redes de la falsedad, la mentira y el engaño, tan comunes hoy entre nosotros.

3. Deben dar testimonio de vida cristiana

Los discípulos de Jesús dieron razón de cuanto habían visto y oído esto hizo que se convirtieran en testigos calificados. Convencían y entusiasmaban en muchos casos porque eran los primeros en estar convencidos de aquello que predicaban y enseñaban. El libro de los Hechos de los Apóstoles es una muestra muy clara del fehaciente testimonio. 171

Un servidor de la mesa del Señor ha de valor la celebración eucarística diaria o siquiera la celebración dominical y trazarse como consigna, la misma de los primeros cristianos: "Nunca un domingo sin Eucaristía". En una sociedad que deja de lado a Dios para dedicarse a otras ocupaciones que lo opacan (secularismo), necesitamos ir en contravía para hacer ver que "hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 4,19). La Palabra de Dios, escuchada y traducida en oración, ha de ser la norma que orienta y da sentido al quehacer diario. Sin ella nos fabricamos una vida cristiana a nuestro antojo. Leer, meditar, orar y contemplar, proceso claro y seguro de la "Lectio Divina", podrá servir de ayuda a Acólitos y Monaguillos cuando quieran tener la experiencia de una auténtica lectura bíblica. Todo esto, traducido en una vida ejemplar transparente, dondequiera que se encuentren. No pueden ser "luz de la calle y oscuridad de la casa" o viceversa, sino "luz en todas partes". Este ministerio tiene que brillar por una caridad sincera y solícita, particularmente para con los enfermos, los pobres y necesitados, los más humildes, los reclusos, etc. No sobra mencionar; por último, la piedad, el fervor y la participación activa, consciente y fructuosa han de ser los distintivos de quienes desempeñan este noble oficio.

C. Requisitos Básicos

Dos, ante todo: -

Conocer, aprender el nombre e identificar los lugares, libros,

vestiduras sagradas, vasos sagrados y utensilios litúrgicos en general. 172

-

Saber bien las respuestas de la Misa

Para unirse más plenamente a la celebración no basta con "estar ahí presente". Por eso, una hoja o un plegable que incluya las respuestas y aclamaciones empleadas en toda la celebración eucarística, podrá ser útil para este aprendizaje. A continuación se transcriben del "ORDINARIO DE LA MISA" las actuales respuestas.

Ritos Iniciales

P (Presidente) A (Asamblea - aquí se incluye el acólito y el monaguillo)

Terminado el canto de entrada, el que preside dice solo: En el nombre del Padre…

La asamblea responde: Amén.

Respuestas al saludo del presidente: 1.

Y con tu espíritu.

2.

Bendito seas por siempre Señor.

3.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

A continuación se hace el Acto penitencial:

173

1. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Golpeándose el pecho, dice:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa

Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

2. El presidente: Señor, ten misericordia de nosotros.

La asamblea responde: Porque hemos pecado contra ti.

El presidente: Muéstranos, Señor, ti misericordia.

La asamblea responde: Y danos tu salvación.

El presidente concluye: Dios todopoderoso...

La asamblea responde: Amén.

3. El presidente: Tú que has sido enviado a sanar...Señor, ten piedad. 174

La asamblea responde: Señor, ten piedad.

El presidente: Tú que has venido a llamar...Cristo, ten piedad.

La asamblea responde: Cristo, ten piedad.

El presidente: Tú que estás sentado...Señor, ten piedad.

La asamblea responde: Señor, ten piedad.

El presidente concluye: Dios todopoderoso...

El pueblo responde: Amén.

Siguen las invocaciones

V. Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

V. Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

A continuación si la liturgia del día lo prescribe, se canta o se dice el himno Gloria...

175

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque solo tú eres Santo, solo tú Señor, solo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

Al final de la oración colecta la asamblea aclama: Amén.

Liturgia de la Palabra

Todos escuchan sentados la lectura primera, el salmo y segunda lectura, si la hay. El lector termina la lectura diciendo: Palabra de Dios.

Todos adaman: Te alabamos, Señor. Los fieles se ponen de pie para el Aleluya y permanecen así para escuchar el evangelio.

El presidente dice: El Señor esté con ustedes.

La asamblea responde: Y con tu espíritu. 176

El presidente: Lectura del santo Evangelio según… La asamblea responde: Gloria a ti, Señor.

Acabado el evangelio el presidente dice: Palabra del Señor.

Todos aclaman: Gloria a ti, Señor Jesús.

Acabada la homilía, los domingos y las solemnidades se hace la profesión de fe.

Credo Nicenoconstantinopolitano

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,

Todos se inclinan, hasta "se hizo hombre". 177

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre: y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén. 178

Símbolo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

En las siguientes palabras, hasta "María Virgen", todos inclinan la cabeza.

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Pondo Pilato, fue crucifícado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, 179

la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Plegaria Universal: (Se llama de los fieles porque los no bautizados no debiten participar en ella). -

El presidente invita a los fieles a orar, por medio de una breve

monición. -

Las intenciones son propuestas por un diácono o, en su defecto,

por un lector. -

La asamblea manifiesta su participación con una invocación u

orando en silencio. -

El presidente termina la Plegaria Universal con una oración

conclusiva.

Liturgia eucarística Los fieles permanecen sentados.

Presentación de las ofrendas. Puede ejecutarse un canto adecuado.

Si no se canta, el presidente puede decir en voz alta: Bendito seas, Señor, Dios del universo...

La asamblea responde: Bendito seas por siempre, Señor. 180

El presidente invita a orar mientras los fieles permanecen sentados. Oren, hermanos… (u otras semejantes).

La asamblea responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración sobre las ofrendas

Después de la oración la asamblea aclama: Amén.

Plegaria eucarística

Antes del Prefacio el presidente dice: El Señor esté con ustedes.

La asamblea responde: Y con tu espíritu.

El presidente: Levantemos el corazón.

La asamblea responde: Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El presidente: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

El pueblo responde: Es justo y necesario. 181

Después del Prefacio el presidente y la asamblea cantan o dicen:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria, Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

Los fieles escuchan en silencio, permaneciendo de pie y uniéndose interiormente, la Plegaria eucarística que dice sólo el sacerdote en nombre de todos. Al llegar a la consagración, en el momento en que el presidente extiende las manos sobre el pan y el vino, si no hay algún impedimento, se arrodillan.

Después de la consagración de pie en actitud sacerdotal.

Aclamaciones después de la consagración 1.

El presidente: Éste es el Sacramento de nuestra fe. O bien: Éste es

el Misterio de la fe. La asamblea aclama: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! 2.

El presidente: Aclamen el Misterio de la Redención. 182

La asamblea adama: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas. 3.

El presidente: Cristo se entregó por nosotros.

La asamblea adama: Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor.

Al final de la Plegaria eucarística, el presidente solo, dice: Por Cristo, con él y en él,...

La asamblea adama al final, con voz fuerte, diciendo: Amén.

Rito de la Comunión

Los fíeles permanecen de pie.

El sacerdote hace la introducción a la oración del Padre nuestro: Toda la asamblea:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 183

El presidente prosigue: Líbranos de todos los males... La asamblea concluye la oración, adamando:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Sólo el presidente, dice: Señor Jesucristo...

La asamblea responde: Amén.

El presidente: La paz del Señor esté siempre con ustedes.

La asamblea responde: Y con tu espíritu.

Si se juzga oportuno, el diácono o el sacerdote invitan a darse paz: Dense fraternalmente la paz.

Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.

Mientras la fracción del pan se dice: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. 184

Si la fracción se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última vez se dice: danos la paz.

Comunión

El presidente: Éste es el Cordero de Dios. Y, juntamente con la asamblea, añade: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Al comulgar: El presidente: El Cuerpo de Cristo. El que va a comulgar responde: Amén. Y comulga.

Si lo hace en la mano, cosa que es de libre elección por parte del comulgante, debe colocar su mano derecha bajo la izquierda y levantarlas un poco, a modo de trono, para que el sacerdote coloque en su mano izquierda el pan consagrado. Inclina su cabeza mientras responde el Amén, y haciéndose a un lado de la fila, con todo respeto, toma el pan con su mano derecha y comulga.

Al final de la Oración después de la comunión, el pueblo de pie, aclama: Amén. 185

Despedida

El presidente: El Señor esté con ustedes. La asamblea responde: Y con tu espíritu.

El presidente bendice al pueblo diciendo: La bendición de Dios todopoderoso... La asamblea responde: Amén. El presidente: Pueden ir en paz. La asamblea responde: Demos gracias a Dios.

D. Normas prácticas para el ejercicio de estos Ministerios

1. Llegar, por lo menos, diez minutos antes de cada celebración y observar el debido silencio en la sacristía, de tal modo que se favorezca desde ya un verdadero clima de oración. 2. De acuerdo con lo establecido en cada lugar, usarán o no el traje litúrgico en todas las celebraciones; pero eso sí, tendrán cuidado con la presentación personal. 3. Antes de cada celebración, en la sacristía, ayudarán a revestir a quien va a presidir. Además, han de prever que no haga falta nada de cuanto se necesita para la Misa: Cáliz, patena (con el pan suficiente para ser consagrado), corporal, purificador, vinajeras, platillo y jarra para el lavabo, manutergio, campana, llave del sagrario, Misal Romano, Leccionario, libro de oración de los fieles, etc. 186

Esto han de coordinarlo con el encargado de sacristía, quien tiene sus funciones propias. 4. Durante la celebración:  Ocuparán todo el tiempo su puesto a un lado del presbiterio y junto a sus asientos. Nunca a lado y lado del presidente.  Han de conservar una actitud piadosa y llena de recogimiento; sin distraerse, ni reírse, ni estar conversando, han de ser modelo de participación para el resto de la asamblea. Conservarán estas posturas:  DE PIE, en lo posible siempre.  SENTADOS, mientras se proclama la Palabra de Dios, en la Homilía y durante el silencio que ha de observarse después de la comunión.  DE RODILLAS, únicamente durante la consagración, a partir de la extensión de las manos sobre las ofrendas (por parte de quien preside) hasta después de la elevación del cáliz. 5. Participarán en las celebraciones: respondiendo en voz alta y con claridad, cantando con entonación, y comulgando. Ahora está permitido comulgar dos veces en un mismo día. 6. El toque de campana dentro de la celebración puede hacerse libremente, como un indicativo o señal, para que se arrodille la asamblea. Podría hacerse así: un solo toque para el momento en que se extienden las manos sobre las ofrendas (epíclesis). Y dos toques en el momento de la elevación tanto del Pan consagrado como del cáliz.

187

7. Para la distribución de la sagrada eucaristía, utilizarán la patena para la comunión de los fieles y tendrán bastante cuidado y atención para que las partículas caigan sobre ella. Al final colocarán la patena en el altar, sobre el corporal, o en la credencia si allí se hace la purificación de los vasos sagrados. 8. La genuflexión deberá hacerse en forma correcta, doblando la rodilla derecha hasta tocar el suelo. "Para que el corazón se incline ante Dios con profunda reverencia, la genuflexión no sea ni apresurada ni distraída" (Inaestimabile Donum, 26).

HIMNO DE LOS MONAGUILLOS ADOLESCENTES Y NIÑOS AL SERVICIO DEL ALTAR, FORMAMOS ENTRE TODOS ESTE GRUPO PARROQUIAL.

No somos como antes: Unos 'pillos monaguillos' que daban mucha función; pues ya no somos chiquillos, sino adolescentes y niños que buscan más formación.

Alegres cantando, respondiendo y comulgando en cada Celebración; de simples espectadores 188

alcanzamos a ser actores en la actual renovación.

Servimos sin pago, no buscamos recompensa, sino agradarle al Señor; con rectitud y buen juicio, con constancia y sacrificio cumpliremos la labor.

Seremos testigos y a la vez buenos amigos del sacerdote y pastor; lo trataremos de cerca y valientes desafiaremos toda crítica y rencor. Música: Pbro. Juan José Briceño, s.j. Letra: Pbro. Marco Antonio Montero S

ORACIÓN DEL MONAGUILLO Señor Jesús: tú me escogiste para este sencillo oficio, y yo respondí con prontitud y alegría. Puedes contar conmigo hoy y siempre. Quiero servir dignamente a tu altar cuantas veces sea necesario. Enséñame a permanecer siempre atento 189

y a no actuar con ligereza; de este modo, daré testimonio de cuanto se celebra y de aquel que presida nuestra Celebración. Amén.

IV. LA MUSICA Y EL CANTO EN LA LITURGIA EUCARISTICA A.

Aspectos Doctrinales

1. La Música y el Canto como signos litúrgicos

La Liturgia es el lugar privilegiado para rehabilitar los signos. Uno de esos signos que tanto tiene que ver con el hombre de toda época y particularmente con el de estos últimos tiempos modernos es la MÚSICA y el CANTO. La Música, decía alguien, es la radiografía del hombre contemporáneo; el Canto es la expresión de los sentimientos propios del hombre. De simple medio de comunicación social, adquiere por la fuerza propia de la Liturgia, un valor simbólico - sacramental. Nos interesa, como en todo cuanto tiene que ver con las acciones litúrgicas, descubrir el por qué cantamos en toda celebración sagrada y muy especialmente en la Eucarística, para qué cantamos cuándo hemos de cantar y cuáles son los criterios orientadores en este trabajo nada fácil. Sea este trabajo de recopilación, respuesta aproximativa a cada uno de estos interrogantes. 190

2. ¿Por qué y para qué cantamos en la Acción Litúrgica?

Los

Documentos

(Sacrosanctum

Concilium

112-121;

Instrucción

"Musicam Sacram" y la Instrucción General del Misal Romano en los números 39-41; 103-104) al invitar a reconocer el valor preponderante del canto en la Liturgia, van motivándolo con diversas consideraciones:

a. El canto expresa y realiza nuestras actitudes interiores "Cantar es propio del enamorado" (S. Agustín). "El que canta, ora» dos veces" (antiguo proverbio). Si en lo ordinario de la vida apelamos al canto y a la música para medir el termómetro de nuestros sentimientos, en la Liturgia contribuyen ambos a hacer más viva y expresiva nuestra plegaria en relación con Dios. Ellos hacen más entusiasta y dinámico nuestro diálogo cristiano. No es algo que meramente adorna o acompaña a la expresión, sino ambos, junto con la palabra o con enmudecimiento de la voz, encarnan la actitud interior sentimiento, haciéndolos vivos y humanos. Tiene, por consiguiente, una función clara: expresa nuestra postura ante Dios (alabanza, petición) y nuestra sintonía con la comunidad y con el misterio que celebramos. El canto no sólo dice lo que sentimos, sino que alimenta nuestra actitud interior, nos mueve a nosotros mismos.

b. El Canto hace comunidad Mediante la unión de las voces se llega a una más profunda unión de corazones. El canto pone de manifiesto de un modo pleno y perfecto la índole comunitaria del culto cristiano. 191

Es justamente cuanto ocurre en los niveles humanos y sociológico cantar en común une. Cantar crea una atmósfera de sintonía, un signo de solidaridad y comunión (ej. El himno nacional). Cantar en común ayuda a salir de sí, a superar perspectivas meramente personales para incorporarse a las comunitarias. En la celebración cristiana nuestra fe no es solamente asunto personal: somos comunidad y el canto es uno de los mejores signos y factores de nuestro común sentir. Todo en Liturgia es comunitario no hay nada privado (S.C. 26), así expresamos mejor el misterio de la Liturgia que es el de ser "Epifanía de la Iglesia" (S.C. 2)

c. El canto hace fiesta Un valor del canto es también el de crear un clima más festivo y alegre, al igual que solemne (S.C. 112). La belleza externa de nuestras celebraciones temporales ha de ser anticipación de la Liturgia santa de la nueva Jerusalén. La celebración comunitaria, y cantada, ésa es la fiesta: Con ello estamos dando nuestro asentimiento a la vida que es iluminada y orientada mejor por el Misterio pascual que siempre actualizamos. Nuestra Liturgia hoy tiene necesidad de mejorar su talante festivo. ¿Por qué será, me he preguntado siempre, que nuestros cantos de celebración cristiana, tienen "fama" de ser tristes y aburridores? Una melodía lenta o pausada puede ser entonada en forma entusiasta con todo nuestro corazón. Necesitamos celebraciones más oxigenadas y variadas. La oración oxigena el espíritu y el canto a su vez oxigena la oración, la hace vital, auténtica comunicación. 192

¿Por qué en nuestras celebraciones se cierran los labios o se frunce el ceño ante una aclamación más viva o un ritmo más movido, cosa que no sucede en el estadio, en la calle o en la reunión familiar? Hemos olvidado el carácter festivo. Somos un pueblo en fiesta que no celebra cualquier acontecimiento de la historia pasada, sino una perenne acción gozosa que colma de alegría nuestras aspiraciones. La alegría en la relación humana y en el encuentro comunitario litúrgico facilita la comunicación; la seriedad divide a las personas. "El canto es señal de euforia del corazón" (Musicam sacram, 5). Es prototipo del gozo pleno en la asamblea definitiva del cielo, en donde la Liturgia será vivida en plenitud; en donde no habrá necesidad de signos porque lo contemplaremos y lo veremos tal cual es (lJn 3,2).

d. El canto es una función ministerial (S.C. 112) La razón de ser del canto en la celebración no le viene tanto de su propia naturaleza musical o de la tradición o de su valor pedagógico, sino de la celebración misma y de la comunidad celebrante. A El canto tiene la misión de hacer posible este acontecimiento siempre nuevo que consiste en que esta comunidad concreta llegue a celebrar con plena sintonía. "La música será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica" (S.C. 112). Este criterio básico: Un canto es sagrado o no, si sirve o no a tal celebración litúrgica de la comunidad cristiana. En eso radica su ministerialidad. Cada canto y cada género de música deben respetar la razón de ser de los diversos momentos y ritos de una celebración. Por eso dice Musicam Sacram en el número 6: "Que se observen bien el sentido y la naturaleza propia de cada parte y de cada canto". 193

Esto quiere decir que el canto dentro de la celebración no es independiente, sino que "sirve", ministerialmente, al rito celebrado por la comunidad. No está la Liturgia al servicio del canto, sino viceversa. Así por ejemplo: Una aclamación está pensada como una especie de grito cantado, breve, entusiasta, mientras que el canto después de comunión, en un clima de posesión llena de alabanza. Cada canto debe "funcionar" suscitando la actitud adecuada en el momento preciso de la Eucaristía. Esto requiere un esfuerzo del compositor por captar cuál es la razón de ser de un canto.

e. El canto, "sacramento" Esta función ministerial del canto se puede ver todavía desde otra perspectiva más profunda: Dentro de la celebración, el canto y la música se convierten en un signo eficaz del acontecimiento interior; claro está, conviene precisar, que no con la misma eficacia de un Sacramento en sí. El canto es encarnación de un misterio que sucede a niveles más profundos. Un Dios que habla y

y que ofrece su don, y una comunidad

que responde con fe y con actitudes de alabanza y súplica, se encuentran en una comunión interior. Esto acontece a través de gestos, palabras, movimientos. Y uno de los signos más humanos y eficaces de este encuentro interior es el canto, un verdadero "sacramento", que no sólo expresa exteriormente los sentimientos íntimos, sino que los realiza, los hace acontecimiento.

194

Además, el canto, no sólo es el signo eficaz de un misterio que se celebra, sino también del misterio mismo de la Iglesia; el canto es también signo expresivo y eficaz de la alabanza de toda la humanidad y del cosmos: Todos, "junto con los ángeles y por nuestra voz las demás creaturas, aclamamos tu nombre cantando" (Plegaria Euc. IV). El canto es "sacramento" también, en cuanto anticipo y pregustación de la alabanza del cielo. Cuando el Concilio enumera las presencias reales de Cristo en la celebración, no sólo nombra los signos eficaces de la comunidad1 (Palabra, Pan, Vino, etc.) sino también el canto: "está presente cuando la Iglesia suplica y canta salmos" (S. C. 7). El canto es signo de la presencia de Cristo y del protagonismo de un Espíritu, que es el que mueve a los cristianos a la oración y a la alabanza gozosa en presencia de Dios. Todo esto demuestra que el canto en una celebración no es cuestión meramente de estética o de pedagogía pastoral, sino que tiene raíces teológicas. Es la "voz de la Esposa" que se une a la "voz del Esposo" que se asocia al himno de alabanza que se entona (canta) desde toda eternidad en las moradas celestiales (Laudis Canticum). Una comunidad que canta revela vitalidad, salud en la vida de la fe, cohesión, creatividad; entendida esta última como el saber darle espíritu a la letra litúrgica.

B. ¿ En qué momentos principales de la Celebración Eucarística hemos de cantar?

195

Musicam sacram señaló líneas claras e insinuó actitudes válidas: Para la celebración de la Eucaristía con el pueblo, sobre todo los Domingos y Fiestas, se ha de preferir la forma de Misa cantada (N° 27), o sea, Misa en la que cada rito se realiza según su estructura y función en la celebración comunitaria festiva o ferial. El número 29 de la Instrucción determina que debe haber unos grados de participación que van a señalar la forma pedagógica de iniciar a la asamblea en la celebración litúrgica. Dichos esquemas de grados de participación allí contenidos son meramente indicativos y en la práctica transformaciones. Conviene, nos dirá la Instrucción, que la asamblea de los fieles participe en los cantos del propio, especialmente, por su importancia, en el salmo responsorial (N° 33). El número 34 advierte que el pueblo no debe quedar totalmente excluido de la participación en los llamados cantos del ordinario de la Misa. El número 8 indica que se conserve la distinción entre Misa solemne; misa cantada y Misa leída o rezada (sin cantos). El número 36 insinúa: Nada impide que en las Misas leídas se cante alguna parte del propio o del ordinario. Teniendo en cuenta estos aspectos contenidos en la mencionada Instrucción y su correspondiente evolución en documentos posteriores, como la instrucción general del Misal Romano, se puede sugerir una JERARQUIZACIÓN de cantos de la Misa, en esta forma: - El canto más importante es el PREFACIO, con el diálogo introductorio y la aclamación subsiguiente, es decir, el Santo; le siguen en importancia la

ACLAMACIÓN

DOXOLOGIA

final

del de

pueblo la

después

Plegarla

de

la

Eucarística

consagración, con

correspondiente. Después el SALMO RESPONSORIAL. 196

su

la

AMÉN

-

Tienen menos importancia: El Señor, ten piedad, el Gloria y el

CORDERO de Dios. -

El Credo, desde el punto de vista musical, no tiene apenas interés:

No es un himno, sino una profesión de fe.

Hay dos cantos fundamentales: El salmo responsorial en la Liturgia de la Palabra y el Santo en la liturgia eucarística. Por su relación con los anteriores son importantes la aclamación del Aleluya en la liturgia dominical y el Amén conclusivo de la Plegaria Eucarística. Desde el punto de vista de la exuberancia festiva y comunitaria, hay que destacar enseguida el canto procesional de entrada y el canto de comunión. En la Liturgia Dominical y más especialmente en los Domingos de Pascua, el Gloria a Dios deberá resonar como el gran himno de la Liturgia festiva dominical y debería ser cantado siempre que conste en el formulario litúrgico del día. Al pensar en la programación de cantos para una Celebración Eucarística convendrá fijarnos en esto: -

La experiencia de la fiesta debe tener intensidades repartidas; de

ahí la distinción entre liturgia ferial o de semana y liturgia festiva o dominical. -

En la celebración eucarística acontece lo mismo que en una

partitura musical: No todo transcurre de la misma manera de principio a fin; en ella hay signos que regulan la intensidad de cada una de las partes, hay crescendos y decrescendos. 197

-

Toda celebración debe comportar una revaloración del silencio

como signo que es de la interiorización, de la asimilación, de la resonancia de la voz del Espíritu en el corazón de los participantes. -

Nuestras celebraciones no pueden convertirse en un concurso de

cantos, ni en un carnaval de canciones en donde siempre se da el último grito o el canto de "moda". Debe haber equilibrio y más cuando sólo canta un "grupito" con ánimo de lucirse. Se decía con justa razón al final de una celebración: Hubo tanto canto y tanta intervención coral que no quedó tiempo para orar. -

Al escoger los cantos, el nivel no debe ser el más popular.

Convendrá elegir la música que se ha escrito con arte, con gusto, con criterio y aproximación a la revelación bíblica y cuyas formas: manifiesten mejor la responsabilidad, competencia y autenticidad? de los autores. En una palabra, la FIDELIDAD al ministerio de la Liturgia.

C. Aspectos Pastorales

1. Una buena ayuda para los TALLERES en este campo de la animación del canto, la encontramos en los siguientes criterios para la selección de cantos en la liturgia Eucarística:

1. Canto de entrada (IGMR, 47)

a. Finalidad  Constituir la asamblea.  Abrir la celebración y expresar la alegría del encuentro. 198

 Fomentar la unidad.  Despertar la contemplación del Misterio.  Acompañar la procesión de ministros. b. Recomendación  Un himno estrófico con estribillo: coro y asamblea.  Himno estrófico únicamente.  Tropario (gran antífona): respuesta y estrofas en consonancia con el propio del tiempo.  Un salmo: Antífona-respuesta y versículos.  Concluye cuando el sacerdote presidente ha llegado

a la

sede.

2. Señor, ten piedad (IGMR, 52)

a. Finalidad  Aclamar al Señor y confesar su misericordia.  Grito de alabanza y súplica. b. Recomendación  La forma musical debe limitarse a revestir esa fórmula, sin agregados de ninguna dase.  Las preces litánicas mejor recitarlas.  No es presidencial, sino canto de la asamblea.  No puede reemplazarse por un «himno» cualquiera que incluya elementos penitenciales.  Tomarán parte en él, pueblo y coro.  Si no se canta, se recita. 199

 Se puede suprimir cuando se integra el Oficio Divino en la Celebración Eucarística.

3. Gloria a Dios... (IGMR, 53)

a. Finalidad  Auténtica y amplia doxología.  Por tratarse de un himno antiquísimo, (del siglo II), nos pone en comunión con toda la Iglesia del pasado. b. Recomendación  Lo entona el presidente o un coro o un solista.  Se puede alternar (rezado o cantado).  Se entona en solemnidades y fiestas.  No es presidencial, sino canto de la asamblea.

4. Salmo Responsorial (IGMR, 61)

a. Finalidad  Parte integrante de la liturgia de la palabra.  Hace eco a la lectura proclamada.  Es una de las mayores aclamaciones que se contiene en la celebración litúrgica.  Como toda aclamación es un grito de respuesta a la palabra o un aplauso solemne o un viva emotivo.  Es una proclamación (pide tono poético o lírico) y no una lectura. 200

b. Recomendación  Normalmente debe ser cantado: modo responsorial o modo directo.  Forma ideal: texto cantado y respuesta cantada.  Forma válida: texto proclamado y respuesta cantada.  Forma negativa: texto cantado y respuesta hablada.  Debe ser proclamado por otro distinto del primer lector.

5. Aleluya (IGMR, 62)

a. Finalidad  Aclamación de carácter festivo y jubiloso.  Alabanza gozosa a Dios por la resurrección de Jesucristo.  Preparación de la proclamación del Evangelio. b. Recomendación  Tiene un tono jubiloso y triunfal (cuando se entona se está de pie).  Si no se canta se omite.  No conviene convertirlo en un canto de estructura similar al del salmo responsorial: con varias estrofas (sería un duplicado).  Incluye el versículo (si es posible cantarlo, mejor).

6. Canto de presentación de ofrendas (IGMR, 74)

201

,

(No hay que llamarlo canto de ofertorio, pues éste se encuentra en la Plegaria eucarística, en la anámnesis cuando se dice: Te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación).

a. Finalidad  Acompaña la procesión.  Destaca el momento en que presentamos no sólo pan y vino, sino también y principalmente la vida de todas las personas implicadas en la acción litúrgica, junto con la colecta u ofrenda. b. Recomendación  Conviene suprimirlo cuando no hay procesión.  Debe ser un canto de alabanza al Creador o una prolongación del mensaje de la Palabra.  Deben

eliminarse

todos

los

cantos

que

hablan

de

ofrecimiento, es decir, que repiten con palabras la misma acción que acontece. Ejemplo: «Recibe esta oblación». «Te presentamos el vino y el pan».  Menos aceptable el canto que pretende ser un doblaje de la oración de fieles (Ej. «Te ofrecemos, Señor, este santo sacrificio»; «Recibe, oh Padre santo, esta oblación»).  Mejor favorecer el silencio o permitir la intervención de instrumentos o emplear música grabada.  El sacerdote presidente, durante el los gestos discretamente y recita las oraciones voz baja, sin dialogar con la asamblea.

202

7. Plegaría eucarística (IGMR, 78)

a. Finalidad  Oración de acción de gracias y santificación.  Toda la congregación de los fieles se une con Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y e la ofrenda del sacrificio. b. Recomendación  Ojalá el Prefacio siempre cantado.  El Santo es una aclamación y un himno. Junto con el prefacio constituye el primer canto en Celebración Eucarística. Participa de la solemnidad e importancia de Oración Eucarística. Debiera cantarse siempre, aclamación solemne de toda la asamblea. Constituye una parte de la Plegaria eucarística. Debe encadenar normalmente con el prefacio (no hay que favorecer ni la pausa, ni la introducción demasiado larga). Puede haber un diálogo con un solista o con coro. No es litúrgico cambiar su texto por otro himno que haga alusión al tres veces santo. Su estructura literaria (Is 6,3; Ap 4,8) debe ser respetada y no adulterada (Ej. «Santo es el Señor, mi Dios...»; «Santo...dicen los querubines»; «Santo...En unión del coro de tus ángeles...»; «Santo...Y hoy alzamos nuestras manos...»; éstos y otros estilos semejantes no son nada litúrgicos, ni aceptables para ser cantados en este momento importantísimo). La estructura del Santo está dada; basta con someterse a la letra. 203



El núcleo de la Plegaria (Narración de la Institución, aclamación, anámnesis y oblación) es recomendable que sea cantado en celebraciones más solemnes.

 La Doxología final junto con el Amén, se deben cantar siempre (Inaestimabile Donum, 4).  Por su valor, importancia y trascendencia de la Plegaria Eucarística, nada ni nadie debe interrumpir su proclamación y escucha. Sobre el canto o el acompañamiento musical durante este momento tan sagrado (IGMR, 78).

8. El Padre nuestro (IGMR, 81)

a. Finalidad  Es un signo de la filiación divina.  Es una oración, no un canto. b. Recomendación  Podrá utilizarse alguna armonización sencilla.  Aconsejable el gregoriano en asambleas más promovidas.  Fuera de serie los plagios (Ej. Con la melodía “los sonidos del silencio”).  Mejor respetar el texto y no acomodarle estribillos (Ej. 'Padre nuestro...gloria a ti, Señor').

9. El saludo de paz (IGMR, 82)

a. Finalidad 204

 Expresión mutua de la caridad.  Signo de fraternidad. b. Recomendación  No convertirlo en el "rato de descanso" o "recreo” que tenemos en cada celebración.  Si acaso se prolonga, podría destacarse con un canto que se refiera a la paz o a la hermandad.  No entonar el canto del Cordero de Dios en este momento.

10. Cordero de Dios (IGMR, 83)

a. Finalidad  Canto de acompañamiento.  Sirve para destacar la fracción del pan, signo de la común unión, de la solidaridad, de la unidad. b. Recomendación  Puede ser recitado o cantado tantas veces (más de tres) cuanto dure la fracción.  No lo suple un canto que hable de la paz.  Ordinariamente se debe cantar o recitar tres veces, no menos.

11. Canto de Comunión (IGMR, 86)

a. Finalidad

205

 Debe expresar la unión espiritual de quienes están comulgando, la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de quienes van avanzando a recibir el Cuerpo de Cristo.  Es canto procesional.  Signo de la incorporación al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia. a. Recomendación  No hay necesidad de cantar durante todo el tiempo de la distribución de la Eucaristía.  El canto comienza cuando comulga el sacerdote presidente y se prolonga mientras comulgan los fieles.  Lo entonan los cantores solos o alternando con el pueblo.  Puede ser un himno estrófico popular o una antífona evangélica relacionada con el texto escriturístico proclamado ese día, alternando con estrofas.  Preferible un canto eucarístico.

12. Himno de alabanza después de la distribución de la Eucaristía (IGMR, 88)

a. Finalidad  Expresa la unidad de la asamblea en el Señor Eucarístico.  Quien ha tomado posesión de los participantes invita a una convivencia más íntima en silenció y oración.

206

b. Recomendación  Si se prefiere, puede también cantar toda la asamblea un himno, un salmo o algún otro canto de alabanza.

13. Canto de salida  Nunca ha sido una parte oficial del rito.  Este cántico llamado de despedida, parece que no tiene tanto sentido después del «Pueden ir en paz» que disuelve la asamblea.  Aconsejable un himno instrumental o coral.  Se puede entonar un canto Mariano.

D. Consejos prácticos a los responsables de la Música y el Canto litúrgicos *

Convencerse de estar ejerciendo un ministerio eclesial y como tal

prestar un servicio desinteresado que, aun cuando dé derecho a un estipendio,

jamás

se

debe

dar

a

entender

que

se

cumple

preferencialmente o se hace por recibir un pago o un sueldo mensual. *

La discreción, la humildad y la prudencia han de acompañar

este ministerio para evitar el afán de lucirse o mostrarse en público o estar compitiendo para ganar prestigio y conseguir nuevos «contratos».

207

*

Quien desempeñe este ministerio litúrgico ha de saber que la

participación en toda celebración requiere un mínimo de fe, dado por el hecho de ser bautizado y por ser parte Integrante de la Iglesia. El termómetro de la fe lo da la vida de oración, y en actitud orante se ha de realizar este oficio. *

Se ha de evitar por cualquier motivo la distracción personal o el ser

motivo de distracción para otros, tal como el nerviosismo, lecturas de otra índole durante las celebraciones (periódicos, revistas, etc.), permanecer seleccionando partituras o buscando cantos en los folletos. Por eso conviene y es aconsejable preparar con anticipación una lista con los cantos que se han de emplear, para estar atentos y concentrados durante la acción litúrgica. *

El principio contemplado por la Constitución sobre sagrada liturgia,

Sacrosanctum Concilium, et) el N° 28, se ha de tener siempre en cuenta: «En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas». De este modo, quien ejerce el ministerio de la música y el canto no puede ocuparse a la vez de otras responsabilidades, como por ejemplo, lector, acólito, monitor, acomodador o encargado de la colecta, etc. *

Adherirse plenamente a una celebración implica permanecer todo

el tiempo en el lugar sagrado por respeto debido a la Palabra de Dios que se proclama, a quien preside y a la asamblea. Estar saliendo continuamente y entrando sólo en el momento oportuno o cuando se requiere, denota todo lo contrario y da a entender poca valoración o sentido de la acción sagrada. 208

*

Hoy más que nunca se exige de todo cristiano integración a

comunidad parroquial, convencimiento pleno de lo que se es y autenticidad en el compromiso de su bautismo. Al ejercer este ministerio de la música y el canto el interesado ha de acordarse siempre de esto para encajar con el espíritu de renovación propiciado por la Iglesia. *

El testimonio de vida y el ejemplo son básicos para respaldar la fe

que celebramos en la liturgia. Fe y vida siempre han de ir juntas; si esto no es así estamos haciendo de nuestras celebraciones una farsa y una continua mentira. Al comprometerse con la tarea ser animador del canto conviene hacer revisión periódica de vida y permanente examen de conciencia para no ser motivo de escándalo ante la comunidad. *

Los criterios expuestos anteriormente, acerca de la selección de

cantos en la liturgia eucarística, se han de tener siempre a la mano para cumplirlos y llevarlos a la práctica. No olvidemos que no son el gusto o capricho personales, sino el fruto de la reflexión hecha por la Iglesia en sus documentos para ejercer su función de «Madre y Maestra» en la formación y crecimiento de la fe de sus hijos. *

No todos en la reunión litúrgica son tenores, barítonos o bajos,

sopranos, mezzo sopranos o contraltos; de ahí que es necesario buscar o escoger el tono que más se adapte al común de todos los participantes. «La virtud siempre está en el medio».

209

*

Conviene recordar que hoy no se habla tanto del cantor u organista

o del coro, sino del animador del canto litúrgico y para ello ha de haber un gran esfuerzo por favorecer la participación de la asamblea, evitando repetir actitudes del pasado que hacían del «corista» un acaparador de esta función. Para cumplir con esta realidad de ser «animador» hay que motivar, de vez en cuando con breves moniciones o frases entusiastas antes de entonar un canto. Ensayar nuevos cantos cuando se encuentre el momento oportuno para hacerlo (nunca dentro de la celebración). Repetir en varias celebraciones, especialmente de domingo, un misttlS canto hasta aprenderlo bien. No entonar canciones que ninguno sabe. No dirigir ni animar cantos desde el lugar de la Palabra que está reservado exclusivamente a la proclamación de la misma. Ser creativos e ingeniosos buscando la manera de tener la letra de los cantos a la mano o a la vista de todos. Llenarse de paciencia que, en verdad, es la ciencia de la paz y no darse nunca por vencido. *

Por ningún motivo se han interpretar en el recinto sagrado, y

menos durante la acción celebrativa, melodías de canciones profanas o de moda.

V. EL ENCARGADO DE SACRISTÍA Y SUS FUNCIONES

1. Como cristiano que es, por el Bautismo, debe dar testimonio de su fe, tanto de palabra como con los hechos de la propia vida, buscando, ante todo, hacer de este oficio un auténtico SERVICIO a Dios y a la Iglesia.

210

2. Se ha de esmerar por ser el primero en dar ejemplo de piedad, respeto y atención en el lugar sagrado, como es la iglesia parroquial. Por eso, su comportamiento y actitudes serán el signo que refleje al exterior su fe y amor por el Señor Jesús realmente presente en si Sacramento por excelencia de la Eucaristía.

3. Velar atentamente por el cuidado, orden, mantenimiento y limpieza del lugar sagrado y de todos los utensilios litúrgicos.

4. Es el responsable inmediato de todo aquello que pueda acontecer en el mismo lugar. De ahí que no podrá delegar responsabilidades en otros y menos fiarse de la ayuda de menores de edad.

5. Participar, como laico comprometido y colaborador inmediato del Párroco, de una celebración eucarística en Domingo y si es necesario proclamar una de las lecturas asignadas; esto lo hará de común acuerdo con otros lectores. Ha de ser el primer oyente de la Palabra de Dios. Durante la semana, libremente y a voluntad propia podrá participar de la celebración eucarística en el centro o en las veredas, según horario de salidas.

6. Para las celebraciones eucarísticas de ordinario, deberá prever lo siguiente: -

Alfombras del presbiterio bien barridas.

-

Cambiar el conopeo del sagrario de acuerdo con el color que

indique el Ordo. 211

-

Sobre el altar no se debe disponer absolutamente nada, fuera del

mantel. -

En el lugar de la Palabra: el paño que lo cubre debe estar limpio.

Colocar el Leccionario correspondiente y el micrófono bien instalado., -

En la sede presidencial: libro de la sede o Misal Romano, lista con

las intenciones de la semana y micrófono bien instalado. . -

En la credencia: cáliz, patena-copón, pan suficiente para la

comunión de los fieles (si se requiere) y pan para el sacerdotepresidente, vinajeras con agua y vino suficientes, corporal y purificador, platillo y jarra para el lavabo (agua suficiente), manutergio, patena para la comunión de los fieles, caja con la llave del Sagrario, y libro de la oración universal o de los fieles. A un lado la campanilla. -

En la sacristía: disponer bien la casulla y estola de acuerdo con el

color litúrgico del día (según el Ordo), cíngulo y alba. No puede olvidarse de limpiar el polvo de la mesa antes de colocar estas vestiduras litúrgicas. Igual cuidado debe tener con los muebles de sacristía y presbiterio. -

Antes de dar comienzo a la celebración: abrirá las puertas de la

iglesia, tocará las campanas (media hora antes, al cuarto de hora y a la hora exacta), encenderá luces y cirios, prenderá el equipo de sonido y se cerciorará de su buen funcionamiento. -

Al final de cada celebración: dejar todo en su puesto, apagar luces

y cirios, cerrar las puertas de la iglesia y sacristía, fijarse que, no se quede nadie dentro y apagar el equipo de sonido.

7. Para las celebraciones eucarísticas dominicales: Además de todo lo anterior, 212

-

Estará pendiente, muy cerca del lugar de la celebración, para

responder a necesidades que se presenten. No se ausentará. Mejor que siempre esté presente durante toda la celebración. -

Colocará las canastillas, frente al presbiterio, para la colecta. Lo

mismo hará para las celebraciones del sábado en la tarde. -

Al final, recogerá la colecta en una sola canastilla y la entregará al

Párroco. En esto, y en todo, debe distinguirse por su honestidad y honradez. Cualquier falla en este sentido es motivo, más que suficiente, para expulsión inmediata sin apelación de ninguna clase. -

Si se requiere del incensario o aspersión del agua, o mesa para la

procesión de ofrendas u otras iniciativas litúrgicas, responderá por ello como es debido.

8. Para la celebración de los primeros viernes de cada mes y para la Adoración Nocturna (si existe en la parroquia): Todo lo necesario para Una celebración eucarística de ordinario (Cf. numeral 6). Además, -

Alistar la custodia con su viril y el pan que ha de ser consagrado

para la exposición. Colocar pan suficiente para la comunión de los fieles. -

Disponer cuatro cirios o más (6) al frente del altar una vez empiece

la exposición con el Santísimo. -

Ante el Santísimo, sea que esté expuesto sobre el altar o que esté

en el sagrario, se hará genuflexión sencilla para manifestar que adoramos con todo nuestro ser a Aquél en quien creemos; aquí se pone a prueba nuestra fe.

213

-

Durante el tiempo de la exposición habrá que estar pendiente de la

custodia que contiene el Santísimo y de los cirios. No podemos olvidar que hay demasiada inseguridad. -

Para el momento de la bendición con el Santísimo se necesita

humeral, caja con la llave del Sagrario y micrófono.

9. Para la celebración de los SACRAMENTOS:

Bautismo Cada vez que se celebre este sacramento, se tendrá en cuenta esto: -

Equipo de sonido encendido.

-

Sobre una mesa auxiliar, frente al altar, se colocará una jarra con

agua que se ha debido calentar previamente, palangana, toalla, vestidura blanca, óleo santo, santo crisma, algodón. En la sede: el Ritual del Bautismo, lista con los nombres de los bautizandos. -

Cerca del ambón: el cirio pascual en su base y encendido.

-

Al final, se guardará todo; la jarra y la palangana se llevarán a su

puesto; el algodón usado se quemará.

Confirmación Cuando se dé el caso, habrá que preparar: santo crisma, algodón, Ritual de la Confirmación y recoger la boleta o boletas de los confirmandos.

Penitencia y Reconciliación Cuando se lleve a cabo la celebración penitencial comunitaria con confesión individual, hay que prever: -

Toque de campana media hora antes. 214

-

Equipo de sonido prendido.

Otra silla y reclinatorio para el momento de la confesión. -

-

Cirios encendidos.

Ritual de la Penitencia.

Grabadora y cassettes (si se acostumbra a colocar música durante las confesiones). -

Alba, cíngulo y estola de color morado.

Matrimonio Cada vez que este sacramento se vaya a celebrar, habrá que preparar, además de lo necesario para la celebración eucarística, esto: -

Alfombra en el lugar de ubicación de los novios; no en el centro de la nave, sino a un lado. -

Sillas (para los novios y para los testigos) sobre la alfombra. -

-

Dos reclinatorios para la pareja de novios.

Extender la alfombra que sirve de camino desde la entrada a la iglesia, hasta las gradas del presbiterio.

-

Dejar abiertas las puertas del cancel. Una vez entren los novios cerrar, y al final volver a abrir. -

-

Ritual del Matrimonio.

Caldereta e hisopo con agua bendita.

Expediente matrimonial para las firmas correspondientes al final de la celebración.

Ritos exequiales Requisitos: 215

-

Abrir las puertas del cancel. Una vez haya entrado la asamblea, cerrarlas, y al final, volverlas a abrir.

-

Una mesa sobre la cual se colocará el féretro; no en el centro de la nave sino a un lado. -

-

El cirio pascual en su base y encendido, a un lado de la mesa. Casulla y estola de color morado (mientras las normas litúrgicas no digan lo contrario), alba y cíngulo. -

Todo lo necesario para la celebración eucarística. -

-

Ritual de Exequias.

Caldereta e hisopo con agua bendita.

El megáfono con pilas (si se requiere para la acogida en la puerta de la iglesia y para la despedida al final). -

Folleto de canto.

Visitas al cementerio Una vez finalizada la celebración eucarística, se ha de prever en la sacristía lo siguiente (cuando haya visita al cementerio): alba, cíngulo, estola, caldereta con el agua bendita y Ritual de exequias. Si es necesario se llevará la lista con las intenciones de Misas.

10. Otras obligaciones: -

Responderá periódicamente por el aseo del baño de la sacristía.

No todos harán uso del mismo; la llave se guardará en lugar secreto. -

Estará pendiente de la lámpara del Santísimo para cambiar el velón cuando se acabe.

-

Colocará cerillas permanentemente en todos los lampararios y se preocupará por el mantenimiento y limpieza de los mismos. 216

-

Mensualmente desocupará las alcancías de los lampararios para contar la moneda a su debido tiempo. -

Mantendrá cajones y armarios bien ordenados y pulcros. Los vasos sagrados habrá que limpiarlos de vez en cuando de

modo que resplandezcan y no aparezcan manchados. No conviene emplear líquidos fuertes que deterioran o manchan. -

Cuando sea necesario quitar floreros, renovarlos o rociarlos, se ha

de estar dispuesto, por iniciativa propia o con ayuda de otras personas, a hacerlo. -

Aun cuando el aseo de la iglesia, del presbiterio y de la sacristía

corren por cuenta de la empleada contratada para tal oficio, sin embargo, estará atento a prestar este servicio si se ve necesidad. -

Semanalmente (sábado en la noche) cambiará manteles altar y

credencia, manutergio y, junto con los purificadores corporales usados, entregará a la persone encargada par» ser lavados. Las albas y cíngulos usados deben mandarse a la lavandería semanalmente. -

Estará atento del funcionamiento del reloj de la torre, si existe, para mantenerlo al día.

-

Para las salidas programadas a cada una de las veredas durante el mes, hay que preparar lo necesario en la maleta, de modo que no falte nada: corporal, purificador, pan para la comunión de los fieles y del

sacerdote-presidente, vino y agua en los frascos, crucifijo, alba, cíngulo, casulla, estola (color litúrgico del día), cáliz, patena, misal, leccionario, cirios, mantel y folletos de canto.

217

11. Debe preocuparse por adquirir una mínima formación litúrgica para saber identificar cada lugar, libro, vaso sagrado, vestidura y utensilios, con nombre propio (Cf. Capítulo I, de este libro). Con el tiempo podrá capacitarse más asistiendo a encuentros o cursos que lo instruyan más, como persona humana que es.

12. Nunca debe abrir ni cerrar el sagrario; mucho menos, cerciorarse por su cuenta de la cantidad de reserva eucarística contenida en el copón (o copones) que están dentro del sagrario; tampoco debe ni puede purificar los vasos sagrados al final de una celebración.

13. Cuando sea necesaria la música ambiental, que suena a través de los bafles o altoparlantes, no permitirse la difusión de cualquier clase de música (estridente, profana) que no se acomoda al lugar sagrado ni a la ocasión. En esto debe haber criterio y asesoría del Párroco o de un experto.

14. Conservando su puesto, sin igualarse en cuanto a trato, confianza y camaradería, será el asesor de los monaguillos y monaguillas, si no se dispone de otra persona encargada de los mismos.

218

15. A todo lo anterior habrá que agregar otras virtudes que han de acompañar el buen desempeño de este oficio de un encargado de sacristía: obediencia a su jefe inmediato, docilidad, disponibilidad y prontitud para servir siempre con alegría, presentación personal digna y pulcra, celoso en el cumplimiento de sus deberes, respetuoso con lo sagrado y, desde luego, con el sacerdote representante de Cristo, decente en el trato con todos aquellos que tengan que ver con él, puntual, responsable y cada vez más servicial, creyente y practicante, persona que ama su trabajo y lo traduce en permanente oración que glorifica a Dios Padre y lo santifica más a él.

Oración del encargado de Sacristía

Al comenzar la jornada, quiero con fe saludar: al Padre Eterno Creador y a Jesucristo, su Hijo, con su Espíritu de amor.

Encargado de sacristía, ¡qué honroso ministerio! para ejercer con empeño y vivir con alegría nuestra común vocación.

Dispondré lo necesario para glorificar a Dios 219

y alcanzar la salvación, participando con gozo de toda celebración.

Seré oyente asiduo de tu Palabra, Señor; y así en tan discreto oficio me sentiré más Iglesia sirviendo con sacrificio.

A ti, Virgen María, me consagro en este día y acudo a tu protección, implorando de lo alto una especial bendición.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

VI. Otros Ministerios u oficios en las celebraciones litúrgicas: ENCARGADOS

DE

LA

COLECTA,

RECEPCIONISTAS,

ACOMODADORES, ETC.

A. Los recepcionistas, acomodadores y recolectores 220

1. Existe también, en algunos lugares, el encargado de recibir a los fieles a la puerta de la iglesia, acomodarlos en los puestos que les corresponden, y ordenar al mismo tiempo las procesiones. 2. Además, están también contemplados los que hacen la colecta u ofrenda en las iglesias. Mejor estas dos expresiones, colecta u ofrenda, que limosna. Acostumbrémonos a esta terminología más significativa hoy en la liturgia. 3. Ambos oficios son un servicio que se le presta a la asamblea. 4. Como servicios que son, se han de prestar en forma disponible, alegre y desinteresada. Aquí cabe un buen curso de relaciones humanas para saber tratar como personas a nuestros hermanos. 5. Los Recepcionistas hacen posible la comunicación humana desde el comienzo de la celebración. La bienvenida, el saludo y la cortesía no han de ser fingidos ni aparentes, sino sinceros y espontáneos. 6. Los acomodadores no han de olvidar el número 32 de la Constitución sobre Sagrada Liturgia: «Fuera de la distinción que deriva de la función litúrgica y del orden sagrado y exceptuados los honores debidos a las autoridades civiles a tenor de las leyes litúrgicas, no se hará acepción (distinción) alguna de personas o de clases sociales ni en las celebraciones ni en el ornato externo». 7. Recepcionistas y Acomodadores tendrán cuidado del comportamiento de energúmenos (enfermos mentales) y vigilarán para evitar el acceso de animales.

221

8. Los Recolectores o encargados de hacer la colecta, una vez concluida la oración de fieles se acercarán a recibir o tomar por su cuenta las canastas o platillos y comenzarán a actuar; no han de hacerlo durante la homilía. Interrumpirán mientras se esté en la narración de la Institución o palabras de la consagración. Evitarán ruidos inoficiosos que distraigan a la asamblea y tendrán especial preocupación por colocar a los pies del altar lo recolectado; nunca lo harán dejándolo sobre el altar. Si el encargado de sacristía no lo hace estarán atentos para recoger y entregar al final de la celebración a quien corresponda, y no dejar expuesta la colecta a la pérdida o robo de la misma.

VII. COMITE PARROQUIAL DE LITURGIA

¿Cómo llegar a conformar un COMITÉ LITÚRGICO en una Parroquia?

1. Las personas más indicadas para integrar este Comité han de ser: - los servidores de la Asamblea (recepcionista, acogedor, monitor, animador del canto, recolector o encargado de la colecta u ofrenda). - Los servidores de la Palabra (lector, salmista, diácono, responsable de las preces de la oración de fieles). - Los servidores del Altar (encargado de sacristía, monaguillo, ministro extraordinario

de

la

Comunión).

El

director

de

este

Comité

necesariamente ha de ser el párroco o uno de los sacerdote presidentes de las celebraciones eucarísticas de la Parroquia.

222

2. Este comité se ha de convertir en un verdadero «equipo de apoyo litúrgico» para su párroco; jamás ha de ser una carga y menos un estorbo o un óbice para el buen desempeño de cada oficio en las celebraciones litúrgicas de una parroquia. En esto siempre la voz autorizada lleva la delantera y su autoridad será, ante todo, servicio a la comunidad que de «buena gana» preside, y «no a la fuerza, ni por sórdida ganancia, sino con generosidad y como modelos del rebaño» (1Pe 5, 2-3). Su papel primordial consiste en ser «director de la oración» y como tal ha de poseer una riqueza espiritual cada vez mayor. En ese sentido su participación frecuente en este Comité es de gran valor, y de una riqueza inigualable, pues los laicos nos enseñan también.

3. Una reunión semanal, en el salón parroquial o en otro lugar que favorezca este encuentro, podría contemplar, entre otros, estos momentos: - Estudio de un tema acordado con anticipación sobre liturgia. Por ejemplo, los diversos aspectos contenidos en cada uno de los Boletines de «Actualidad Litúrgica». Estos Boletines se consiguen en la librería de la Conferencia Episcopal de Colombia (Carrera 47 N° 84-85). - Con Leccionario Dominical en mano, y según el ciclo del año litúrgico, se hace la proclamación de cada una de las lecturas de la celebración eucarística del domingo siguiente. Ojalá cada integrante lleve: Biblia, con el fin de tener oportunidad de adquirir agilidad en el manejo, poder seguir el texto, aun cuando literalmente no coincidan y luego tratar de hacer «lectio divina», así:

223

1° qué dice el texto (¿qué se leyó?). 2° qué me dice la Palabra leída (¿qué aplicación tiene a la propia vida?). 3° qué le digo a Dios desde esta Palabra (¿qué palabras en actitud orante me sugiere?). 4o a qué me compromete esta lectura (¿qué debo hacer en adelante de acuerdo con lo escuchado?)

- Talleres o prácticas de celebración, tal como distinción, conocimiento y estudio de lugares, vestiduras, vasos sagrados, libros y utensilios litúrgicos (Boletín N° 25), respuestas y aclamaciones durante la celebración (Ibidem), signos y símbolos en la liturgia (Boletín N° 22), sacramento del Bautismo (Boletín N° 24), acólitos y monaguillos (N° 25), sacramento de la Confirmación (N° 26), Liturgia de las Horas (N° 27), Ministros extraordinarios de la comunión (N° 28), el domingo y la celebración eucarística explicada paso a paso (N° 29), la Semana Santa y los esquemas de celebración del Triduo Pascual (N° 30), el sacramento de la Reconciliación y Penitencia (N° 31), el encargado de sacristía, el Misal Romano y algunas recomendaciones para Diáconos al ejercer su ministerio (N° 32) Asamblea, Palabra, Presidencia y algunas recomendaciones de arquitectura litúrgica (N° 33), talleres sobre moniciones, oración universal, proclamación de la Palabra, salmista, animación del canto, recepcionistas, acomodadores y recolectores (N° 34), el Manual de liturgia del CELAM (N° 34) y el tema de estudio en la LXIX Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado de Colombia: «La Liturgia en la Nueva Evangelización».

224

4. Una reunión de este estilo puede tener una duración de una hora y media a dos, máximo. Podrá acompañarse del aprendizaje de un canto litúrgico nuevo, de alguna dinámica, de un compartir, de comentarios a novedades en liturgia y de algún compromiso social que redunde en bien de personas de las comunidad. En el tercer punto de la «lectio divina» quedó incluida la oración que no puede ni debe faltar.

5. En orden a la eucaristía dominical habrá que prever la distribución de lectores, salmistas, encargados de moniciones y preces de la oración universal, procesión de ofrendas, cantos que se ajusten al mensaje de la Palabra y al momento mismo celebrativo, signos o símbolos que han de resaltarse, fórmula que han de escogerse para el acto penitencial, plegaria eucarística, aclamación después de la consagración, etc. Todo esto según el criterio y el parecer de quien va a presidir la celebración en domingo.

6. La evaluación periódica resulta ser de gran utilidad para el equipo mismo, pero siempre sobre la base de un buen objetivo trazado desde el comienzo por este Comité.

7. El medio más propicio para preparar los puntos claves de una buena homilía, sin lugar a dudas, lo encontraremos en esta reunión semanal; y no sólo la homilía, sino todo el conjunto de la celebración para precisar el mensaje (nunca el tema, pues en liturgia no hay «misas temáticas») de cada domingo o fiesta.

225

VIII. MONICIONES O ADMONICIONES litúrgicas: ¿Cómo se preparan y cuándo se hacen?

A. Moniciones Litúrgicas

1. Definición La palabra Monición o Admonición proviene del verbo «admóneo-ere» que quiere decir: advertir, avisar, recordar algo. Son entonces las moniciones, advertencias, estímulos o exhortaciones que se ofrecen a la Asamblea para que se disponga adecuadamente a un momento de la acción litúrgica. Son un elemento que ayuda a los participantes a introducirse el misterio para

alcanzar

los

objetivos

de

la

celebración:

celebrar

los

acontecimientos diarios de la vida a la luz del Misterio Pascual de Cristo. No son observaciones, ni explicaciones, ni mucho menos narraciones acerca de cómo transcurre o se desarrolla una 'ceremonia'; esta sería la función de unos comentarios que hace un locutor cuando ve seguir paso a paso el desenlace de un hecho, y las moniciones no se pueden confundir con los comentarios. O sea, no son ilustraciones de la celebración misma.

2. Finalidad Tienen como objetivo mover la atención de la Asamblea, despertar interés en los participantes para ir entrando progresivamente en actitud interna y espiritual, en actitud orante. El destinatario siempre es la Asamblea; por consiguiente las moniciones se han de pensar y hacer en función de ella. 226

3. Características -

Su género o estilo es, ante todo, parenético o exhortativo; algo

así como cuando se dice: ¡Alerta! ¡Increíble! ¡Urgente! -

Preferentemente mistagógicas: que se traduzcan en verdadera

inserción dentro del Misterio pascual que se actualiza. -

Fieles al mensaje de la Palabra de Dios y en consonancia con

ella. El monitor ha debido leer anticipadamente los textos bíblicos de la celebración del día para conocer mejor el mensaje. -

Fieles a la doctrina eclesial: no es mi pensamiento el que se

transmite, sino el querer y el pensar teológico. De lo contrario se puede incurrir en la herejía. -

No han de repetir la acción que va a suceder: Ej: Ahora viene la

procesión con las ofrendas. -

Principalmente son función del Presbítero-presidente o del

Diácono: ellos son los encargados de mantener el ritmo de la celebración. Pueden intervenir antes de la celebración, después del saludo bíblico para situar la celebración, antes de las lecturas, antes del prefacio, antes del Padre nuestro, para el saludo de paz, para concluir la celebración. -

Las puede hacer otra persona distinta del presidente: recibe el

nombre de Monitor o tradicionalmente comentador o comentarista. Ejerce un ministerio dentro de la celebración. -

Han de ser preparadas, con una sobriedad que las haga

asimilables. -

Deben ser breves y han de evitar la erudición histórica, el discurso

o el carácter poético. Que sean concisas. 227

-

Se han de llevar escritas o al menos mentalmente preparadas si se

dispone de cierta naturalidad, libertad y agilidad. -

La comunicación debe ser espontánea: hay que evitar que se

conviertan en la lectura de ideas prestadas o que se han leído anteriormente, o que se dé la impresión de ser algo postizo. -

Pronunciarlas de tal forma que adquieran vitalidad y calor.

-

No han de convertirse en instrucción catequética.

-

Se han de decir desde un lugar conveniente ante los fieles, pero

nunca desde el lugar de la Palabra (Instrucción General del Misal; Romano, N° 105b).

4. Clases de Moniciones

a. Ambientales o introductorias, bien sea a la celebración misma o a las lecturas. Aquí se incluyen las de entrada, lecturas, presentación de ofrendas y comunión. Las que se hacen antes de las lecturas no pretenden repetir contenido de las mismas, ni el autor, ni el título del libro. Ej. San Pablo en su carta a los Efesios nos dirá que... b. Mistagógica: la que se hace al comienzo de la Plegaría Eucarística, antes del diálogo del prefacio, cuya intención es conducir más vivamente al misterio.

228

«Por esto, el Sacerdote que preside la Eucaristía tiene la facultad de introducir la oración eucarística con breves palabras, mediante las cuales propone a los fieles las razones de la misma acción de gracias, de forma apropiada a la asamblea en aquel momento, de suerte que la comunidad pueda sentir su propia vida íntimamente enmarcada en la historia de la salvación y pueda cosechar mayores frutos de la celebración de la Eucaristía». (Carta circular sobre la Plegaria Eucarística, Abr. 27/1973).

«Para fomentar la participación, algunas veces será útil emplear algunas adiciones; por ejemplo, exponer motivos de acción de gracias antes que el sacerdote dé comienzo al diálogo del Prefacio». (Directorio para las Misas con niños, N° 22b).

c. Conclusiva: no porque ponga fin al momento de la celebración sino porque va en continuidad o prolongación de la misma. Es el caso de la monición de salida.

5. Ejemplos concretos de Moniciones

Entrada Convocados por la Palabra del Señor, formamos asamblea santa, y nos disponemos a celebrar una misma y única Eucaristía. Que este encuentro lo vivamos con fe y con la alegría propia de hermanos en Cristo. O bien:

229

Cristo nos reúne en este primer domingo de Cuaresma para recorrer, con él, el mismo camino que nos llevará a la pascua de su muerte y resurrección. En ambiente de penitencia, y con fe, celebremos hoy.

Liturgia de la Palabra Dios toma la iniciativa y nos dirige hoy su mensaje. ¿Qué se contiene en él? Escuchemos. O bien: Nuestra misión en este mundo no está exenta de todo obstáculo, de toda tentación, pero en Cristo hemos sido salvados y fortalecidos para enfrentarnos a la lucha contra el mal. Acojamos este mensaje.

Ofrendas Unimos a la ofrenda de este domingo las continuas pruebas de la vida a las cuales estamos expuestos, con la seguridad de ser transformados en fuerza de salvación para los demás. O bien: Toda nuestra vida, lo que somos y tenemos, se hace ofrecimiento hoy. Que este sacrificio agrade al Señor.

Comunión Comulgar quiere decir comprometernos a trabajar más con el Cuerpo de Cristo que es su Iglesia. Que nuestro «Amén» selle este compromiso. O bien:

230

El Espíritu de Jesús, que se nos comunica al hacernos partícipes de su Cuerpo y de su Sangre, es nuestra garantía para no desfallecer en el esfuerzo de hacerle frente a toda tentación. Alimentémonos con el Pan que fortalece.

Salida Hemos comulgado con Cristo; salgamos a comulgar con nuestro hermano que vive en la misma casa o fuera de ella. O bien: En el desierto de nuestra vida no estamos solos. El Señor viene siempre en ayuda de nuestra debilidad. Si él está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?

6. Moniciones presidenciales

Antes de la signación Nos unimos en esta celebración eucarística a la Familia N. que quiere ofrecerla por el eterno descanso de N.N.

Acto penitencial En silencio, confesemos que la misericordia de Dios supera nuestros pecados y nos transforma si, de veras, estamos arrepentido.

Antes del Prefacio Llegado el momento central de la celebración, alabemos y bendigamos a Dios que nos ha llamado a ser santos como Él lo es. 231

Al Padre nuestro Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios. Por eso, con plena confianza, podemos decir:

Al saludo de paz Si somos hijos, somos también hermanos. Expresémoslo con este gesto. Dense, pues, el saludo de paz.

7. Taller -

Estas preguntas son una pista y una ayuda clave para el trabajo

que sigue (téngalas en cuenta al momento de hacer moniciones):

Entrada: ¿Qué vamos a celebrar hoy? Liturgia de la Palabra: ¿Qué nos quiere decir hoy, Dios? Ofrendas: ¿Qué vamos a ofrecer ahora? Comunión: ¿Paca qué comulgamos? Salida: ¿A qué nos comprometemos desde esta celebración? -

Sobre la base de las Lecturas correspondientes al 28° Domingo del

Tiempo Ordinario - Ciclo B, entrénese elaborando las moniciones para la celebración de este día. -

Después de su trabajo personal o en grupo compare lo realizado

con Las moniciones que siguen (desentiéndase de ellas, no las lea, ni siquiera por curiosidad, pues usted sale perdiendo y nunca aprenderá).

Entrada 232

La Palabra de Dios, que es viva y eficaz, nos ha convocado hoy para tener la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, el Maestro bueno y la sabiduría de Dios, lo único necesario para poseer la vida eterna. Celebremos.

Liturgia de la Palabra La sabiduría de Dios es el arte de vivir como a él le agrada. Mientras se proclama esta Palabra pidámosla para alcanzar desde ya el mayor tesoro.

Ofrendas Todos nosotros valemos por lo que somos. Nuestra vida es un tesoro que llevamos en vasijas de barro. Entreguémosle a Dios lo mejor de nuestras palabras y obras en este momento.

Prefacio (Dominical 6) Porque poseemos ya en prenda la vida futura, demos gracias al Dios Uno y Trino.

Comunión Nos hacemos partícipes de la sabiduría divina y tendremos un tesoro en el cielo si nuestra vida entra en plena comunión con Cristo en la Eucaristía. Acerquémonos con alegría.

Salida

233

Y a nosotros que hemos celebrado este sacramento eucarístico ¿qué nos hará falta para poseer la vida eterna? Buena pregunta para responder a largo de esta semana.

IX. ORACIÓN UNIVERSAL, COMÚN O DE LOS FIELES

A. Historia de esta oración común

La oración común, que hoy en día está en vigor en casi todos los ritos, y que parece que antiguamente se encontraba en todos ellos es muy fácil que tenga un origen apostólico, o quizás judaico. Sin embargo, la primera declaración definida de esta oración común, como parte de la Liturgia que sigue a la homilía o al rito del bautismo, antes del beso de paz del Sacrificio Eucarístico, se encuentra en el año 150, en la Primera Apología del mártir San Justino, quien escribe: «El domingo, después de la primera lectura de la Eucaristía o de la homilía de quien preside, todos permanecemos de pie y oramos juntamente». Y cuando trata del bautismo dice: «Al neófito lo llevamos a la asamblea de los hermanos, quienes oran en común por nosotros, por el que acaba de ser iluminado, y por todos los hombres de la tierra, para que seamos dignos de conocer la verdad, de vivir santamente y observar los preceptos, para conseguir la vida eterna». Estas 'oraciones comunes' que hace toda la asamblea, las distingue perfectamente San Justino de la 'Oración Eucarística', que hace el que preside sobre el pan y el vino ofrecidos después del beso de paz. Al final de la cual el pueblo aclama con el Amén. 234

San Hipólito romano, a principios del siglo III, en su «Tradición apostólica» prescribe con palabras semejantes, que inmediatamente después de recibir el bautismo, los neófitos 'oren ya a una con todo el pueblo, pero no antes de haberlo recibido'. Sigue el beso de paz y la oblación del pan y del vino. El Concilio Vaticano II con su propósito de volver a las fuentes, ha logrado uno de los mayores rescates al restablecer en la práctica de la celebración eucarística la oración común o universal o de los fieles como se conoce actualmente.

B. Naturaleza de esta Oración

Se llama Oración común o de los Fieles la súplica e intercesión que, después de la monición introductoria pronunciada por el ministro competente, dirige el pueblo a Dios por las diversas necesidades de la Iglesia, sobre todo de la Iglesia universal, y da I todo el mundo. Al decir «Común» nos estamos refiriendo a «universal» porque en la Liturgia nada es privado o particular como en los ejercicios de piedad. De esta manera entra en función la 'catolicidad' de la Iglesia, cuyo programa de vida y misión es abarcar a todo el mundo sin distinción de ninguna clase. Es oración universal porque en ella están incluidas las necesidades de todos los hombres y mujeres, vivos y difuntos, creyentes o no, etc. La comunidad reunida se siente en estrecha unión con toda la Iglesia y ora con los sentimientos propios de ella para que todos se salven.

235

Decimos «oración de fieles» porque es de todos los que profesan una misma fe, incluidos los ministros ordenados. Por lo tanto no se puede afirmar que es la oración de los laicos y sobre esta base sostener que las intenciones las debe decir necesariamente un grupo de fieles, pues es su oración; ello puede ser oportuno, pero la explicación no es exacta. Una cosa, en efecto, es hacer oración, orar al Padre, papel de toda la comunidad, y otra muy distinto servir, administrar, ayudar a dirigir esta oración. Esto no es papel del pueblo, sino de quien sirve al pueblo presentando la lista de oraciones, sea éste un diácono (el servidor por antonomasia) u otro miembro. Completando esta segunda terminología, dalos fieles, y volviendo a las fuentes de la Iglesia primitiva, sólo participaban en dicha oración quienes habían sido bautizados, en contraposición a infieles (sin fe) o no bautizados. Inclusive los catecúmenos (oyentes la Palabra) que venían adentrándose en los sacramentos de Iniciación Cristiana, cuando llegaba el momento de hacer esta oración en la liturgia eucarística, tenían que abandonar el lugar porque no poseían el don de la fe conferido en el Bautismo.

C. Sugerencias pastorales -

Por ser oración universal ha de ser según las dimensione del

mundo y no según los intereses exclusivos de la comunidad celebrante. -

Para que lo anterior se cumpla, la «Instrucción general del Misal

Romano» señala claramente cuál debe ser el orden de las intenciones (N° 70). 236

*

Por las necesidades de la Iglesia.

*

Por los gobernantes y por la salvación del mundo.

*

Por los oprimidos bajo determinadas dificultades (enfermos,

pobres, reclusos, necesitados, etc.). *

Por la comunidad local.

-

Conviene que esta oración se haga normalmente en las

celebraciones a las que asiste, o mejor, participa el pueblo; incluso en la celebración eucarística sin pueblo se puede hacer también esta oración de fieles, aun cuando esté solo el sacerdote-celebrante» -

La oración universal es una súplica que se hace a Dios y no una

oración de alabanza o acción de gracias, ni el panegírico a un Santo o un compendio de enseñanzas. -

Esta oración es signo del ejercicio del sacerdocio bautismal y

además una de las tantas formas de respuesta al diálogo que Dios entabla con su pueblo en toda acción litúrgica. -

Tratándose de un diálogo, hay que intentar salir del esquema:

Por… para que. Una oración dirigida a Dios así, se convierte en proponerle las soluciones para que Él actúe y no lo dejamos actuar por su cuenta. Ej. «Por todas las madres que esperan un hijo, para que su parto sea sin dolor». -

Muchas veces hemos convertido esta oración común en noticiero.

Ej.: «Nuestro Obispo ha viajado a Roma a visitar al Santo Padre; oremos por él, para que...»

237

-

En ocasiones nos hemos valido de ella para mandarle razones o

recordarle compromisos a miembros de la Asamblea. Ej. «Por las enfermeras que atienden en las clínicas, para que traten con más delicadeza a los enfermos». «Por los conductores, para que respeten las leyes del tránsito». «Por los estudiantes, para que aprovechen más el tiempo y así rindan mejor». -

Se puede utilizar algún texto de la Palabra de Dios y sobre él hacer

la petición; ej.: «Nuestros hermanos de Nicaragua sufren: acuérdate de ellos con misericordia». Dice el Señor: «Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro». Que esta asamblea de bautizados vibre con su condición de ser profetas que nunca traicionan a su maestro. -

Es posible también guardar silencio después de cada petición y al

final se dirá: 'Por todas estas intenciones, roguemos al Señor; diciendo: 'Escucha a tu pueblo, Dios de bondad', por ejemplo. -

Se contempla la posibilidad de la respuesta cantada: «Oh Señor,

escucha y ten piedad». «Te rogamos, óyenos», u otras. En cuanto sea posible hay que favorecer esta forma que hace más expresiva la participación del pueblo. -

El sacerdote presidente puede dirigir esta oración desde la sede o

desde el ambón (mejor desde la sede), por ser respuesta nuestra a la Palabra de Dios.

238

-

Las partes que la constituyen son: Monición introductoria (debe

ser breve, siempre dirigida al pueblo -nunca a Dios o a los Santos-, su contenido puede inspirarse en el tiempo litúrgico o en la fiesta que se celebra),

intenciones

o

peticiones

(según

el

orden

indicado

anteriormente) y oración conclusiva (pertenece al presidente, no debe ser una doxología, o sea, no debe concluir simplemente con: Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive reina... etc.).

D. Modelos para su elaboración

(Solemnidad de! Santísimo Cuerpo v Sanare de Cristo)

Hermanos y hermanas: La Eucaristía es el centro de toda la vida cristiana personal y comunitaria. Oremos al Dios y Padre de Jesucristo, en el Espíritu Santo, diciendo o cantando:

R./ A ti, Señor, lo pedimos con fe. -

Tu nuevo pueblo reconoce siempre que la Eucaristía es el alimento

seguro en su viaje hacia la Pascua eterna. Socórrela siempre. -

Tus gobernantes en todas las naciones se preocupan por el pan

material que satisface temporalmente. Ayúdalos a preocuparse por el alimento que perdura. -

Tus hijos e hijas necesitados del pan de tu doctrina, de tu Palabra y

de tu amor, acuden con fe a ti. Ayúdalos con tu gracia.

239

-

Tus invitados a este Banquete Eucarístico te rinden adoración en

este día de fiesta y quieren seguir reuniéndose alrededor de esta mesa. Consérvalos en su propósito.

(En silencio y en oración, presentemos nuestras propias necesidades).

Oración conclusiva Oh Dios, escucha nuestras súplicas en este día consagrada a ti, y por la participación en los santos misterios da a la Iglesia, extendida por toda la tierra, el gozo de sentirse un solo cuerpo en Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. R./ Amén

(Vigesimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario)

Hermanos y hermanas: Para obtener algo hay que pedir. Oremos con toda nuestra fe al único y eterno Dios, seguros de alcanzar aquello que pedimos. Digamos (o cantemos):

R./ Te rogamos, óyenos. -

Pidamos por el Papa y por los ministros de la Iglesia en este año

tan especial. Que no haya temor alguno de entregar la vida para servir a todos. -

Supliquemos por los responsables de la buena marcha de los

pueblos. Que su trabajo se traduzca en búsqueda verdadera del progreso y desarrollo. 240

-

Roguemos en este día por los reclusos de nuestro país y del

mundo entero. Que encuentren diariamente la ocasión propicia de conversión y perdón de sus culpas. -

Pidamos por todos nosotros que celebramos con fe esta Eucaristía.

Que nuestro compromiso se traduzca en obras de servicio a los demás. (En el día mundial del turismo tengamos una particular oración en silencio).

Oración conclusiva Oh Dios, que enriqueces la vida de tus fieles con la abundancia de los dones de tu Espíritu, escucha favorablemente nuestras súplicas; concédenos crecer espiritualmente, para vivir en tu paz y contemplar la creación con una mirada de amor. Por Cristo nuestro Señor.

R./ Amén.

E. Taller

1. Para esta práctica necesitamos situarnos frente a la Palabra de Dios, conociendo y leyendo los textos previamente. En el silencio interior asumimos el mensaje: ¿Qué me quiere decir hoy a mí? Y después, ¿A qué nos estará invitando a todos reunidos en asamblea litúrgica? 2. La oración resulta ser muy provechosa antes de escribir. 3. Luego aplique el proceso visto (partes que la constituyen): -

Monición introductoria.

-

Intenciones o peticiones.

-

Oración conclusiva. 241

4. Deténgase en las lecturas del trigesimotercer domingo del Tiempo Ordinario y empiece a elaborar la oración universal para la celebración de este día. 5. Sin mirar el modelo que sigue, haga primero su trabajo y después compare para comprobar los resultados.

(Trigesimotercer domingo de! tiempo ordinario)

Hermanos y hermanas: Como pueblo de Dios que peregrina hacia la casa del Padre y celebra cada domingo el regreso de Jesús, oremos llenos de confianza diciendo: R. Escúchanos, Señor. -

Oremos por la Iglesia y por todos sus ministros. Que guiados por el

Espíritu Santo prediquen con palabras llenas de esperanza en estos tiempos difíciles. -

Oremos por todas las naciones de la tierra y por quienes la dirigen.

Que puedan encontrar soluciones concretas a los grandes problemas del momento. -

Oremos por los padres de familia y por quienes tienen la

responsabilidad de la educación. Que con sus enseñanzas y consejos sean portadores de optimismo. -

Oremos por nosotros, reunidos hoy en asamblea, y por quienes

piden oraciones. Que seamos constructores desde ahora del cielo nuevo que anhelamos.

(Permanecemos en silencio orando por otras necesidades nuestras). 242

Oración conclusiva Oh Dios, Padre providente, suba hasta tu presencia las peticiones de esta familia -reunida en nombre de Cristo el Señor en el día memorial de su resurrección: concédenos vivir en este mundo como hijos de la luz para participar un día en la gloria de los redimidos, en comunión con la Virgen María y todos los Santos. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén.

X. PRÁCTICAS DE INCENSACIÓN

El rito de incensación expresa reverencia y oración, como se da a entender en el salmo 140, 2 y en el Apocalipsis 8, 3. La materia que se coloca en el incensario, debe ser o sólo y puro incienso de olor agradable, o si se le agrega algo, procúrese que la cantidad de incienso sea mucho mayor.

En la Misa estacional del Obispo se usa el incienso: a)

durante la procesión de entrada;

b)

al comienzo de la Misa, para incensar el altar;

c)

para la procesión y proclamación del Evangelio;

d)

en la preparación de los dones, para incensar las ofrendas, el

altar, la cruz, al Obispo, a los concelebrantes y al pueblo; e)

en el momento de mostrar la hostia y el cáliz, después de la

consagración.

En otras Misas se puede emplear incienso, cuando se juzgue oportuno. 243

También se usa incienso, como se describe en los libros litúrgicos: a)

en la dedicación de una iglesia y de un altar;

b)

en la consagración del sagrado crisma, cuando se llevan los óleos

benditos; c)

en la exposición del Santísimo Sacramento con la custodia;

d)

en las exequias de los difuntos.

Además el incienso se emplea de ordinario, en las procesiones de la Presentación del Señor, del Domingo de Ramos, de la Misa en la Cena del Señor, de la Vigilia pascual, en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; en la solemne traslación de las reliquias; y en general en las procesiones que se hacen con solemnidad. En Laudes y Vísperas solemnes, se puede incensar el altar, al Obispo y al pueblo mientras se canta el cántico evangélico. El Obispo, si está en la cátedra, o en otra sede, se sienta para poner incienso en el incensario, de no ser así, pone el incienso estando de pie; el diácono le presenta la naveta y el Obispo bendice el incienso con el signo de la cruz, sin decir nada. Después el diácono recibe el incensario de manos del acólito y lo entrega al Obispo. Antes y después de incensar, se hace inclinación profunda a la persona u objeto que se inciensa; se exceptúan al altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa.

244

Con tres movimientos dobles se inciensa: el Santísimo Sacramento, la reliquia de la Santa Cruz y las imágenes del Señor expuestas solemnemente, también las ofrendas, la cruz del altar, el libro de los Evangelios, el cirio pascual, el Obispo o el presbítero celebrante, la autoridad civil que por oficio está presente en la sagrada celebración, el coro y el pueblo, el cuerpo del difunto. Con dos movimientos dobles se inciensan las reliquias e imágenes de los santos expuestos para pública veneración.

El altar se inciensa con movimientos sencillos de la siguiente manera:  Si el altar está separado de la pared, el Obispo lo inciensa pasando alrededor del mismo.  Si el altar está unido a la pared, el Obispo, mientras va pasando, inciensa primero la parte derecha, luego la parte izquierda del aItar.  Si la cruz está sobre el altar o cerca de él, se inciensa antes que el mismo altar, de no ser así, el Obispo la inciensa cuando pase ante ella.  Las ofrendas se inciensan antes de la incensación del altar y de la cruz.  EI Santísimo Sacramento se inciensa de rodillas.  Las reliquias y las imágenes sagradas expuestas a la veneración pública se inciensan después de la incensación del altar. En la Misa, sin embargo, únicamente al inicio de la celebración.  EI Obispo, tanto en el altar como en la cátedra, recibe la incensación estando de pie, sin mitra, a no ser que ya la tenga. 245

 EI diácono inciensa a todos los concelebrantes al mismo tiempo.  Por último, el diácono inciensa al pueblo desde el sitio más conveniente.  Los canónigos que acaso no concelebran, o reunidos en coro, son incensados todos al mismo tiempo con el pueblo, a no ser que la disposición de los lugares aconseje otra cosa.  Lo anterior vale también para los Obispos que acaso estén presentes.  El Obispo que preside, sin que celebre la Misa, es incensado después del celebrante o de los concelebrantes.  EI que preside la Nación, y que viene por oficio a la sagrada celebración, donde existe la costumbre, es incensado después del Obispo.  Las moniciones o las oraciones que han de ser oídas por todos, no las diga el Obispo antes que termine la incensación. (Ceremonial de los Obispos, nn. 84 – 98).

246

CONTENIDO Presentación Prólogo

Capítulo primero Nociones básicas sobre liturgia I.

La liturgia según el espíritu renovador del Concilio Vaticano II

II.

Principios orientadores de la Renovación litúrgica

III.

Lugares e implementos litúrgicos

Capítulo segundo Elementos que constituyen una celebración litúrgica I.

LA ASAMBLEA Y LA PRESIDENCIA LITÚRGICAS

II.

EL MISTERIO PASCUAL

III.

LA PALABRA DE DIOS es una celebración litúrgica

IV.

FIESTA QUE ACONTECE A TRAVÉS DE SIGNOS Y SÍMBOLOS

V.

A LO LARGO DEL AÑO SANTIFICA EL TIEMPO

VI.

EN EL LUGAR SAGRADO: iglesia Parroquial o Catedral

VII.

LA LITURGIA ES GLORIFICACIÓN DE DIOS Y SANTIFICACIÓN

DE LA HUMANIDAD

Capítulo tercero Acciones Litúrgicas más constantes en la comunidad parroquial I.

EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

II.

LA CONFIRMACIÓN

III.

LA RECONCILIACIÓN Y PENITENCIA 247

IV.

LA EUCARISTÍA: Fuente, centro y cumbre de la vida cristiana y

parroquial V.

LA CUARESMA

A.

Peregrinación hacia la Pascua

B.

Los datos de la historia

C.

Significado teológico y litúrgico

1. El miércoles de Ceniza 2. Celebración de la Palabra de Dios para Miércoles de Ceniza por un Laico 3. Los domingos de Cuaresma del ciclo A 4. Los domingos de Cuaresma de los ciclos B y C 5. La Semana Santa 6. Esquemas de las celebraciones del Triduo Pascual a.

INTRODUCCIÓN AL TRIDUO - Jueves Santo

b.

PRIMER DÍA DEL TRIDUO - Viernes Santo

c.

SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO - Sábado Santo

d.

TERCER DÍA DEL TRIDUO - Domingo de Pascua

en la Resurrección del Señor. VI.

LA LITURGIA DE LAS HORAS

VII.

La Devoción a María Santísima y el culto a los Santos y Santas

Capítulo cuarto Talleres para asimilar el contenido doctrinal de este curso I.

Manejo y registro del MISAL ROMANO

II.

Recomendaciones

prácticas

a

los

PROCLAMADORES DE LA PALABRA DE DIOS III.

Recomendaciones al SALMISTA 248

LECTORES

o

IV.

Prácticas de SERVICIO AL ALTAR: Monaguillos y Ministros

Extraordinarios de la Comunión HIMNO DE LOS MONAGUILLOS V.

LA MÚSICA Y EL CANTO EN LA LITURGIA EUCARÌSTICA

VI.

EL ENCARGADO DE SACRISTÍA Y SUS FUNCIONES Oración

del encargado de Sacristía VII.

Otros Ministerios u oficios en las celebraciones litúrgicas:

ENCARGADOS DE LA COLECTA, RECEPCIONISTAS, ETC. VII.

COMITÉ PARROQUIAL DE LITURGIA

VIII.

MONICIONES O ADMONICIONES litúrgicas

IX.

ORACIÓN UNIVERSAL, COMÚN O DE LOS FIELES

X.

PRÁCTICAS DE INCENSACIÓN

249