LITERATURA PERUANA

CAPÍTULO I Literatura Prehispánica Literatura quechua -El idioma -La escritura Literatura oficial y literatura popular G

Views 522 Downloads 13 File size 877KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

CAPÍTULO I Literatura Prehispánica Literatura quechua -El idioma -La escritura Literatura oficial y literatura popular Géneros literarios -La lírica -La épica -El teatro Nuestro país, extenso y misterioso, se ha formado en la lucha titánica entre un apacible mar, fuente de vida, y una rugosa cordillera abriéndose en muchos ramales, de una geografía especial a nuestro suelo. Estos dos elementos originan la formación de zonas totalmente diferentes tanto en el aspecto humano como en el geográfico, climático y mítico. La costa desierta, húmeda y nebulosa se extiende adornada por insinuantes dunas y pequeños valles; la sierra cordillerana posee un paisaje verde espiga. Esta fría región alberga entre sus lomas y quebradas la esencia misma de nuestra cultura milenaria. La selva misteriosa, con grandes ríos, inmensas montañas y soledades de verde profundo, guarda su virginidad ante la mirada extraña, y atesora un secreto que se convierte en leyenda sobre la existencia de un rico santuario denominado “El dorado”. En este mismo suelo aparece el hombre peruano que en titánica lucha emprende la tarea de construir un imperio, aclimatando plantas, domesticando animales, tallando piedras, trabajando metales, hilando el fino algodón y tejiendo mantas que hasta ahora asombran al mundo. Todas estas bondades se ven enriquecidas con la presencia de una unidad idiomática, el Quechua o Runasimi, que junto con la religión son los dos pilares que unifican el imperio incaico. LITERATURA QUECHUA Contra muchas opiniones podemos decir que en el antiguo imperio sí existió literatura, aunque no conocían la letra (según nuestra concepción actual). Eran portadores de una riqueza literaria que era transmitida en forma oral, teniendo sumo cuidado de que los jóvenes la aprendiesen de memoria. En centros especiales (Yachay huasi) los ancianos enseñaban a los jóvenes canciones, leyendas, tradiciones, riqueza cultural de un pueblo que debía conservarse. La poesía inca estaba muy relacionada con la música y su contenido reflejaba la existencia de una civilización organizada y pujante. Expresión importante en el imperio incaico, la poesía llegó a corporizarse en un ritual colectivo de himnos y canciones relacionadas con la religión, el trabajo y la guerra. Lamentablemente la identidad de los creadores literarios se pierde en el anonimato y sólo se conoce al inca Pachacútec, que según versión de Garcilaso fue autor de máximas y textos poéticos. Quienes tenían a su cargo la composición y difusión de la literatura eran los Amautas y Haravicus. Los Amautas fueron los autores de la poesía épica y el teatro. Poetas y funcionarios incorporados a la corte, compusieron los grandes poemas conmemorativos para celebrar y exaltar todo suceso de importancia política y social: victorias, guerras, entronización de los emperadores, cosechas, siembras.

• Era su misión conservar y difundir la tradición. Garcilaso afirma que no les “faltó habilidad a los Amautas, para componer tragedias y comedias, que en días de fiesta representaban delante del Rey”. Asimismo eran instructores, consejeros del buen gobierno del rey, se les atribuye la creación del código moral que regía el imperio. Los Haravicus (Harávecs) eran los poetas creadores de la lírica, con carácter sintético, y de la épica dedicada a contar las hazañas de los incas y señores. Como acompañamiento a sus versos el Haravicu tocaba la quena. Poseían una admirable memoria que les permitió repetir y transmitir grandes poemas épicos y tiernas composiciones líricas; tenían una función didáctica, formaban jóvenes para que educando su memoria y su creatividad reciten sus composiciones. EL IDIOMA La lengua del antiguo imperio fue el Runasimi, conocido ahora como Quechua, o quechua chin chay, es decir el quechua de los chinchas que se había oficializado con el poderío del imperio cusqueño. Este rico y ágil idioma se extendió desde el Cusco hacia el norte llegando al Ecuador y sur de Colombia, por el sur penetró hasta el centro de Chile, y el noroeste de Argentina y la región de Cochabamba, Sucre y Potosí. Este idioma en vías de expansión coexistió con algunas lenguas lugareñas y desplazó a otras, como es el caso del Aimará, en la región del Callao; a su vez el Aimará había desplazado al Puquina, de la antigua cultura Tiahuanaco. Cuando llegaron los españoles se hablaba el Aimará, el Puquina e incluso el Mochica en las zonas de Lambayeque, pero el Quechua se imponía poderosamente. Quedan restos de estas lenguas en literatura oral recogida por los cronistas. Bajo el gobierno de los últimos incas el Runasimi había llegado a un altísimo nivel de desarrollo. El ensanchamiento del imperio, el bienestar económico, el carácter nacional de las fiestas religiosas, la importancia que se le daba a la historia y la poesía, determinaron la prosperidad de esta lengua. Fray Domingo de Santo Tomás, autor de Gramática o arte de la Lengua general de los Indios de los reynos del Perú, la más antigua entre todas las compuestas durante el coloniaje, escribió en el prólogo de su obra: “La abundancia de vocablos, la conveniencia que tiene con las cosas que significan, las maneras diversas y curiosas de hablar, el suave y buen sonido al oído, la facilidad para escribirse con nuestros caracteres y letras hacen del Runasimi un idioma valioso y único. “El conjunto de cualidades que posee el Runasimi le presenta como una admirable interpretación de la naturaleza andina. Cada palabra es una imagen estilizada, en cada frase hay una música esencial y el color se halla dosificado en él como en los valles floridos. Es plástico y vigoroso como las montañas, fluido como los ríos; sonoro como el viento, ancho y suntuoso como el Tawantinsuyo” (*) LA ESCRITURA Constantemente se repite que los incas no tuvieron escritura, pero esto no está muy claro aún, porque se sigue investigando para encontrar la clave que descifre este enigma.

Es un poco difícil aceptar que una cultura capaz de crear un imperio como el Tawantinsuyo no fuese capaz de inventar una técnica para fijar y transmitir su pensamiento. Muchos estudiosos piensan en una posible escritura, tal vez incipiente o evolucionada basándose en: 1. El hallazgo de una pictografía y petrografías, signos y dibujos en piedra, lienzos, cerarnios, paredes, etc., que son muy semejantes a Signos jeroglíficos. 2. La utilización de quipus y quilicas para registrar posiblemente cantidades y fechas. 3. El funcionamiento del consejo de los 12 ancianos, que impartían justicia y utilizaban posiblemente un código o un manual para expedir sus fallos. El historiador Luis E. Valcárcel cree que puede encontrarse indicios de escritura jeroglífica en los vasos ceremoniales de los keros y en los tejidos incaicos. Se basa en múltiples legados antiguos como la tela o manto inca que se encuentra en el museo de la Universidad de Cusco, conteniendo 88 signos diferentes, los que pueden constituir un alfabeto. LITERATURA OFICIAL Y LITERATURA POPULAR Los estudios realizados en la cultura inca nos revelan la existencia de poesía, drama y relato como manifestaciones del espíritu creador de nuestros antepasados. Así podemos afirmar que sí hubo una literatura incaica en la que se aprecia la sensibilidad y el pensamiento del pueblo. El tipo de gobierno teocrático imperial y el colectivismo agrario de la economía se manifestaron claramente en la literatura. Esta se bifurcó en dos corrientes. a) Literatura oficial.- Cortesana con el sello del autoritarismo del Inca, era ejecutada por los Amautas, que tenían a su cargo los cantos épicos, las crónicas imperiales, los himnos de culto, los dramas y comedias, los poemas sociales, el teatro docente, los cuentos moralizadores; a ellos se atribuye la creación del código moral y la dirección filosófica que rigieron la vida social. b) Literatura popular.- Que nació como expresión del pueblo manifestando sentimientos y deseos comunitarios en la siembra y cosecha, en fiestas familiares o en acontecimientos dolorosos. Los creadores de esta literatura fueron los Haravicus, quienes como poetas populares declamaban versos que eran repetidos por el pueblo; ellos crearon una poesía ágil llamada Cashua, otra frenética y alegre como el Aymaray, a veces tierna y pícara. Como el Wayno. En general todas estas composiciones tomaban el nombre de Harawi, las que podían ser cantadas, narradas o representadas teatralmente.

GÉNEROS LITERARIOS a) Poesía lírica.La mayor parte de la poesía lírica conocida está unida a la danza y a la música, de allí su predominante carácter rítmico; no obstante no se debe juzgar la poesía del imperio con las reglas de la preceptiva literaria actual. Aunque utilizaban la métrica, los incas daban más importancia al contenido de la poesía, con el uso frecuente del diálogo, como en el Wawaki, que es una poesía dialogada, cantada por coros juveniles en donde se rinde

culto a la Luna; lo característico es la presencia de un estribillo que se repite después de cada verso. WAWAKI AUKIKUNA Killa p’unchaullani ¡Ari! Wajyapayawanki ¡Ari! Gayllayhamujtiyri ¡Ari! Rit’iman tukunki ¿Ari!

LOS PRINCIPES Sólo a la luz de la Luna ¡Sí! Llamarme simulas ¡Sí! Y cuando me acerco ¡Sí! te truecas en nieve ¡Sí!

NUSTAKUMA Wajyapayajtiyri ¡Mana! Sh’askimuy ¡Mana! Rit’i tukujtiyri ¡Mana! Jich’ay ninaykita ¡Mana!

LAS PRINCESAS Y si llamarte simulo ¡No! presuroso acude ¡No! Si me trueco en nieve ¡No! Échame tu fuego ¡No!

El cultivo de la poesía era de carácter popular, se extendía por todo el imperio; en las grandes fiestas religiosas, agrícolas, sociales, la poesía desempeñaba un papel importante, con una gran variedad de estilos y formas de acuerdo a la ocasión; los Haravicus (poetas) entonaban sus Taki, Jailli, Harazvi y los jóvenes en pandillas bailaban Wayñu y Qashwa. Las composiciones poéticas, de acuerdo a su estructura y según eran practicadas por el pueblo, se clasificaban en versos para ser cantados, versos para ser danzados, versos para ser recitados. Clasificación Versos cantados Jailli Harawi Taki Wawaki Versos con danzas Wayñu Sawak vika Qharuyu Versos recitados

Aranway Wanka El Jailli.- Era un himno destinado al ensalsamiento de dioses y héroes y a la dignificación del trabajo de la tierra. Es muy conocido el jailli sagrado denominado el Himno de Valera. Es un manuscrito del padre Blas Valera, quien declara que los versos le fueron leídos en los Khipus (Quipus) por los Kipukarnayus. Encontramos también otro poema de gran aliento místico que tiene en algunas líneas un tenue acento erótico o malicioso, fue recogido por Blas Valera y traducido por Garcilaso. Es un poema breve en el que se habla sobre la lluvia. La princesa del cielo tiene un hermano que se divierte quebrando el cántaro en que ella acostumbra traer agua de la fuente, la rotura del cántaro origina el fenómeno del rayo, y de las manos de la princesa cae el agua a la tierra en forma de lluvia y a veces como granizo o como nieve; el canto termina reconociendo que todo esto sucede por voluntad del dios Wiracocha. ORACIÓN PRIMERA AL HACEDOR (Jailli Sagrado) Tỹsi Wiraqucha Qaylla Wiraqucha Tukapu ajnupujuy Wiraqucha Kámaj, chúraj “Cari Kachun, Warmi Kachun” Ñispa rúraj, Kamasqayki Churasqayki Qasilla quespilla Kausamuchun

Raíz del ser Viracocha Dios siempre cercano Señor de vestidura Deslumbradora Dios que gobierna y persevera Que crea con sólo decir: “Sea hombre, sea mujer”, El ser que pusiste y criaste Que viva libre Y sin peligro.

¿Maypin kanki? ¿Jawapichu, Ukhupichu, Phuyupichu Llanthupichu?

¿Dónde te encuentro? ¿Fuera del mundo, Dentro del mundo, En medio de las nubes O en medio de las sombras?

Uyariway, Jay ñimúway. Yurajyánay Pacha kama, Ashka p’uncho.u kama Kausacliiway, Marq’aríway Jatarichiway: SayJajtlyri Sh’asklchiway

Escúchame, Respóndeme, Haz que viva Por muchos días, Hasta la edad en que deba Encanecer, Levántame, Tómame en tus brazos Y en mí cansancio Auxíliame,

Mcujpt kaspapas, Wiraqucha.

Doquiera estés, Padre Viracocha

“Oración primera al Hacedor”, es una invocación sencilla de gran profundidad, en donde en pocas palabras se define la esencia y el poder de Dios, el poeta le pregunta dónde se halla, si en el mundo exterior o interior, si en la luz o en la sombra y le pide que le responda.

SUMAJ NUSTA – BELLA PRINCESA (JAILLI SAGRADO) SUMAJ NUSTA Súmaj ñust’a Turallaykin P’uñuykita P’askinqayan

BELLA PRINCESA Bella princesa, Tú propio hermano Es quien destroza Tú cantarillo

Jinamantari Kunuñunun Illapántaj.

Y de este modo Retumban truenos Y caen rayos.

Qanri, ñust’a, Únuykita Paramunki.

Y tú, princesa, Mandas tus aguas En fresca lluvia.

Mayninpiri Chijchimunki, Rit’imunki.

Y algunas veces Granizo envías Y a veces nieve

Pacharúraj. Pachakámaj Wiraqucha Kay jinápaj Churasunki, Karnansunki.

El que nos crea Y nos gobierna, Dios soberano, Este destino Te ha concedido Y así te ordena.

El Harawi.- Es poesía amorosa, el canto del amor, del sentimiento puro, delicado, con sus actitudes de alegría, dolor; en ningún momento admitía el Harawi expresiones fuera de lugar o malintencionadas. De acuerdo al sentimiento que inspiraba tomaba diferentes denominaciones: Jaray Araki era la canción del amor triste; Kusi Harawi, de las alegrías; Sumay Harawi, de la belleza, etc. Taki.- Es el verso cantado que expresa una emoción, un sentimiento o una virtud de la naturaleza; el tema era amplio y se tomaba muchas veces como sinónimo de canción. Wayñu.- Es la expresión artística más completa, pues se expresa a través de la poesía, la música y la danza; capta tanto el sentir humano como la belleza de la naturaleza. La

danza del Wayñu se practicaba en forma colectiva: grupos de hombres y mujeres tomados de la mano danzaban en rondas al compás de la música. Wanka.- Era una fábula poética en donde se lamentaba la desaparición de seres queridos, exaltando sus virtudes. La Qashwa.- Venía a ser el canto y la danza de la alegría. Jóvenes de ambos sexos danzaban en ronda al compás de la quena y la antara. El Aranway.- Era una poesía humorística que a veces se presentaba como fábula pero sin moraleja; era recitada en las cosechas, en la batalla y en las labores diarias. Entre sus personajes aparte del hombre, mencionaban al Zorro, el oso, la vicuña, el mono, etc. El zorro personificaba la ingenuidad, lo absurdo. Cuenta una de sus fábulas que un día el zorro decide comerse al mono, pero éste viendo el peligro grita que detrás viene el tigre; el zorro se asusta y el mono huye, el zorro va en su busca y lo encuentra apoyado en una pared, que según le dice está sujetándola para que no caiga y que mientras él busca una viga se ponga el zorro en su lugar, cuando el zorro se da cuenta del engaño parte nuevamente en su busca y lo encuentra cavando una fosa para enterrarse hasta que pase la lluvia que no tarda en llegar, el zorro atemorizado le pide que lo entierre a él, el mono acepta, lo entierra y se salva definitivamente. b) La épica Forman parte de la épica quechua todos los mitos, leyendas, cantares que expresan las creencias colectivas desde épocas remotas, cuando sólo existían las tinieblas, hasta la aparición de los fundadores de pueblos y dinastías. Estos relatos, al igual que la lírica, existieron en forma oficial y cortesana, dirigida a fijar y perpetuar las epopeyas del imperio y las hazañas de sus emperadores, y eran recitados en ocasiones solemnes, existía también un relato épico popular que expresaba las creencias del pueblo, el origen de sus dioses o el resentimiento de los soldados ante la ley del Inca. Para fijar los relatos se usaban diferentes procedimientos. Los datos sencillos eran registrados en los quipus y los hechos importantes en las quilicas, cuando no podían utilizar quipus ni quilicas el quipucamayoc lo fijaba en su memoria; lo que después era difundido entre el pueblo en extensos poemas, cuentos cortos y fábulas para ser cantadas a los niños y a la gente del pueblo. c) Mitos, cuentos y leyendas La mayoría de los cronistas han utilizado estas fuentes para elaborar la historia, pero los mitos y leyendas son también concepciones literarias; las que han llegado hasta nosotros han sido interpretadas por escritores de distinta cultura y en un idioma ajeno al del pueblo que las creó. A pesar de ello conservan su sabor vernáculo. Por ser el pueblo inca predominantemente agrícola, sus leyendas y cuentos exaltan en primer lugar los triunfos del hombre sobre la tierra, el cultivo y la siembra como fuente de vida. En sus relatos se encuentra, como una constante, algunos personajes que actúan como símbolos: tenemos, por ejemplo, la presencia del dios Wiracocha que encarna la

fecundidad, la vida, la bondad; el árbol de coca que mitiga el hambre y hace olvidar las penas, los cuatro hermanos Ayar, símbolo de la fuerza y el poder, que van en busca de la tierra escogida para fundar un gran imperio; Manco Cápac y Mama Ocho buscando la tierra más fértil simboliza el destino agrario de los incas, y como castigo para el que no obedece las leyes divinas la conversión en piedra, símbolo de la esterilidad. El mito del Kon. Kon personifica a un ser creador incorpóreo que andaba mucho y ligero; acortaba el camino bajando las sierras y alzando los valles con la voluntad y palabra solemne, como que era hijo del Sol. Hinchó la Tierra de hombres y mujeres que creó y les dio todo lo necesario; pero sus hijos no supieron corresponder a la bondad de su creador, provocando el enojo de Kon, quien en castigo convierte esa zona en inmensos arenales en donde nunca llueve y dejó sólo estrechos ríos que volcaban sus aguas al mar. Surge luego Pachacámac, dios tutelar de la costa, hijo del Sol y de la Luna, el que forma nuevos hombres y les enseña el trabajo de regadío para cultivar las sementeras. Este es un mito costeño, que nos muestra la dualidad entre un dios creador ajeno a la realidad y un dios que da vida enseñando. Se encuentra una semejanza con la idea bíblica del pecado original y la expulsión del paraíso. Alrededor de Kon se tejieron muchas otras leyendas, las que lamentablemente no han llegado hasta nosotros. La leyenda de Naymlap. Naymlap, obedeciendo al espíritu migratorio de su pueblo, sale de la región de los mayas, en compañía de su mujer llamada Caterni y un numeroso séquito conformado por tejedores de túnicas, preparadores de cremas de colores para pintarse la piel, músicos, cargadores y gente para su servicio personal. Recorren en balsa las costas de Centro y Sudamérica hasta llegar a Lambayeque, a la desembocadura del río Paquislianga, en donde desembarca; es vestido con plumas de aves tropicales, untado y coloreado según su rango y estirpe y en trono y litera, él y su esposa Caterni son conducidos hasta el lugar escogido por Naymlap para su futura ciudad. Se empezó la construcción del templo al ídolo llamado Llampallec y la población se inicia en las labores agrícolas. Pasaron los años y Naymlap envejeció, cuando sintió cerca su muerte llamó a sus más íntimos y les ordenó que cuando muriese, ocultasen su cuerpo y digan a la población que él mismo se había dado alas y volado al cielo. Sus hijos fueron a poblar la comarca vecina y su sucesor Cium quedó al cuidado del templo de Chot y del ídolo Llampallec. Esta es la leyenda de la migración de las culturas centroamericanas a América del Sur, recuerdo histórico enriquecido por la fantasía que trata de explicar el nacimiento y desarrollo de la cultura Chimú.

Es el poema de la paz, de la fraternidad. El escenario descrito en la leyenda coincide con la del reino del Gran chimú y en la variedad del color y rasgos humanos tiene los perfiles de los Mochicas. EL CICLO MISTICO DE NAYLAMP Dicen los naturales de Lambayeque (y con ellos conforman los demás pueblos a este valle comarcanos) que en tiempos muy antiguos que no saben numerarios vino de la parte suprema de este Piru con gran flota de Balsas un padre de Compañías. Hombres de mucho valor y calidad llamado Naimlap y consigo traía muchas concubinas, mas la mujer principal dicese haberse llamado Ceterni trujo en su compañía muchas gentes que ansi como á capitán y caudillo lo venían siguiendo. Más lo que entre ellos tenía mas valor eran sus oficiales que fueron quarenta. Ansi como Pita Zofi que era su trompetero ó Tañedor de unos grandes caracoles, que entre los Indios estiman en mucho, otro Ñinagintue a culo cargo estaua la veveda de aquel Señor a manera de Botilier. Otro llamado Fonga sigde que tenia cargo de derramar polvo de conchas marinas en la tierra que su señor auia de pisar, otro Occhocalo era su Cocinero, otro tenia cuidado de las unciones, y color con que el Señor adornava su rostro, a este llamauan Xarn muchee tenia cargo de bañar iB Señor Ollopcopoc. Labraba camisetas y ropa de pluma, otro principal y muy estimado de su Príncipe llamado Llapchilull. y con esta gente (y otros Infinitos oficiales y hombres de cuenta) traía adornado, y autorizada su persona y casa. Este señor Naymlap con todo su repuesto vino á aportar y tomar tierra á la boca de un Río (ahora llamado Faquisllanga) y auiendo allí desamparado sus balsas se entraron la tierra adentro deseosos de hacer asiento en ella, y auiendo andado espacio de media legua fabricaron unos Palacios á su modo, a quien llamaron Chot. y en esta casa y palacio contra hecho en el rostro de su mismo caudillo, este era labrado en una piedra verde, a quien llamaron Yampallec (que quiere decir figura y estatua de Naymlap). Auiendo vivido muchos años en paz y quietud esta gente y auiendo su Señor, y caudillo tenido muchos hijos. Le vino el tiempo de su muerte, y porque no entendiesen sus vassalios que tenia la muerte jurisdicción sobre el. Lo sepultaron escondidamente en el mismo aposento donde aula vivido, y publicaron por toda la tierra, que el (por su misma virtud) auia tomado alas, y se aula desparecido. Fue tanto lo que sintieron ausencia aquellos que en su venida lo auian seguido que aunque tenían ya gran copla de hijos. y nietos, y están muy apasionados en la nueva y fértil tierra lo desampararon todo, y despulsados, y sin tiento ni guía salieron a buscarlo por todas partes, y ansi no quedo por entonces en la tierra mas de los nacidos en ella, que no era poca cantidad porque los demás se derrarnaron sin orden en busca de el que crean haber desaparecido. Quedo con el Imperio y mando del muerto Naymlap. Su hijo mayor Ciurn el cual casó con una moza llamada Zolzolofil: y en esta y en otras concubinas tubo doce hijos varones que cada uno fue padre de una copiosa familia, y habiendo vivido y señoreado muchos años este Cium, se metió en una bóveda soterriza. y allí se dejo morir (y todo a fin de que a su posteridad tuviesen por inmortal y divina). Por su fin y muerte de este gobernó Escuñain a este heredero Mascuy. A este sucedió Cuntipallec y tras este gobernó Allascunti, y a este subcedió Nofan nech á este subcedio Mulumuslan tras este tuvo el mando Llamecoil á este subcedio Lanipat-cum. Y tras este señoreo Acunta.

Sucediole en el Señorio Fempellec. este fue el último y mas desdichado de esta generación porque puso su pensamiento en mudar á otra parte aquella Guaca ó Ídolo que dejamos dicho haber puesto Naymlap en el asiento de Choc, y andando probando este intento no pudo salir con el, y a deshora se le apareció el Demonio en forma y figura de una hermosa mujer. Y tanta fue la falacia de el Demonio, y tan poca la continencia de el Femllep. Que durmió con ella según se dice, y que acabado de perpetuar ayuntamiento tan nefando comenzó a llover (cosa que jamás auian visto en estos llanos) y duro este diluvio treinta días a los cuales subcedio un año de mucha esterilidad y hambre; pues como á los Sacerdotes de sus ídolos (y demás principales) les fuese notorio el grave delito cometido por su Señor entendieron ser pena correspondiente á su culpa la que su Pueblo padecía con hambre pluvias. Y necesidad y por tomar de el venganzas (olvidados de la fidelidad de vasallos) emprendieron y atadas las manos, y pies. Lo echaron en el profundo mar. y con el se acabo la línea y descendencia de los Señores, naturales del Valle de Lambayeque ansí llamado por aquella Guaca (o Ídolo) que Naymlap trujo consigo a quien llamumm Yamnpallec. Durante la vida de Cium hijo heredero de Naymlap (y segundo Señor en estos Valles) se apartaron sus hijos (como dicho queda) a ser principios de otras familias y poblaciones y llevaron consigo muchas gentes uno llamado Nor se van al valle de Cinto y Cala, fue á Tucume, y otro á Colllque y otros a otras partes. Un Llapchillulll hombre principal de quien dejamos dicho ha hecho mucho caudal el Señor Nayrnlap tanto por ser valeroso cuanto por ser Maestro de labrar ropas de plumería se aparto con mucha compaña que lo quiso seguir, y hallando asiento a su gusto en valle llamado Jayanca se pobló en el, y allí permaneció SLL generación y prosapia. Ya quedo visto como por la muerte merecida que dieron los suyos á Fempallec quedo el Señorio de Lambayeque (y lo a el anexo) sin patrón al Señor natural en el cual estado estuvo aquella numerosa republica. Muchos días hasta que cierto tirano poderoso llamado Chimo capac vino con invencible exerclto, y se apodero de estos valles. y puso en ellos presidios, y en el de Lambayeque Señor y Cacique de su mano, el cual se llamo Pongmassa natural de Chimo este murió pacifico Señor, y dejó por sucesor á un hijo sulo llamado Pallesmassa, a este sucedió su hijo Oxa. Y fue esto en el tiempo y coyuntura que los Yngas andaban pujantes en las Provincias de Cajamarca porque es ansi que este Oxa fue el primero que entre los de su linaje tuvo noticia de los Señores Yngas desde las temporadas de este comenzaron a vivir con sobresalto de ser despojados de sus Señoríos por mano y armas de los de el Cuzco. A este Oxa sucedió en el Cacicazgo un lujo suyo llamado Llempisan muerto este le vino el señorío á Chullumpisaua a este subcedio un hermano suyo llamado Cipromarca. y tras este señoreo otro hermano menor que se llamo Fallenplsan. Vino después de este a tener el mando Efquuemplsan, muerto este subcedio Secfunpisan en cuyo tiempo entraron en este Piru los Españoles, y dejaremos aquí el hilo cortado para ayudarlo cuando á nuestra tela conviniere, porque para dar fin a este Capitulo quiero decir la causa porque estos Señores que avernos acabado de nombrar duraban muy poco en el Señorio y mando, y tan poco que afirman no haberlo poseído ninguno 12 años, y algunos no ayer durado en el dos cabales era pues la ocasión que como el Demonio tenia tanto mano y poder en sus estragados entendimientos hacialos poner en tan estrechos y ásperos ayunos (luego que tomaban el cargo) que con abstinencias y vigilias, y largos ayunos, se desflaquecian de tal manera que jamás podían arribar a perfecta salud, ya que de los ayunos escapasen. Y otros morían entre las manos de su infructuosa penitencia, y de esta manera iban heredando hermanos a hermanos y a todos el infierno en pago y remuneración de sus pecados. Entre las gentes y naciones que dejamos nombrados de estos Vahes tenia

Chimo capac repartidos presidios, y guarniciones y contrastando la voluntad de todos auian de hacer su viaje los Capitanes de Topa Yngayupanqui para irse a juntar con el á Cajamarca como quedo acordado en Pohechos de lo cual trataremos en el Capitulo siguiente. EL TEATRO Todos los cronistas, estudiosos e investigadores coinciden en sus opiniones sobre la existencia del teatro en la época incaica. Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales explica que los Aman tas componían también comedias y tragedias, las cuales eran representadas en días de fiesta. Cieza de León nos habla de un ambiente para representaciones, que se adornaba con riquísimas mantas. Montesinos se refiere a la coreografía y el acompañamiento de cantos en las narraciones. Luis A. Sánchez explica la existencia del diálogo en las representaciones y cómo no sólo existió el género épico y lírico sino también el género dramático que viene a ser la inserción de elementos épicos dentro de la lírica, igual que el drama griego. No les faltó habilidad para componer comedias y tragedias que en días de fiesta representaban delante del Inca y del pueblo. Los argumentos trataban de victorias militares, hazañas de incas anteriores y escenas familiares o agrícolas. La tradición oral ha conservado el argumento de muchas de estas piezas. Un inicio de teatro fueron los Taquis, que eran bailes colectivos que se realizaban en las plazas en festividades religiosas y agrícolas. Bailarinas con máscaras y disfraces ejecutaban complicados pasos al compás de cánticos e himnos. De acuerdo a la ocasión, al contenido y al objetivo deseado, el teatro se clasificaba en: 1. Teatro religioso.Tenía como personaje central al dios y al sacerdote. El sacerdote interrogaba al dios en nombre del pueblo y transmitía las respuestas al público, esto tenía un fin moralizador pues siempre se daban enseñanzas que venían de sus dioses. 2. Teatro cívico o militar.Utilizado con fines educativos para lograr en el pueblo el orgullo colectivo por la gloria de sus antepasados y el valor de sus gobernantes. Se presentaban escenas guerreras y hazañas de sus gobernantes. Se contaba con la presencia del Inca, el pueblo y las momias de los emperadores muertos. 3. Teatro cómico.También con un sentido educativo la representación festiva utilizó la gracia, la risa, la sátira para corregir algunos vicios como la mentira, el robo, la pereza; en estas representaciones los animales eran humanizados, haciéndolos hablar y actuar con características humanas. TEMAS Y PERSONAJES DEL TEATRO INCA

La religión así como las hazañas en combate y los acontecimientos agrícolas eran fuente de inspiración para el teatro. La siembra era una acción celebrada con canto y danza. Al plantarse el maíz o la papa iban grandes coros entonando canciones de júbilo en donde alababan a la lluvia, al alba, al Sol. Estos cantos eran acompañados con bailes y narraciones para perennizarlos en toda la comunidad. La épica encuentra su motivación en los combates. La llegada del ejército triunfador originaba cantos épicos que repetían sus hazañas con el fin de grabarlas en el pueblo. Otro elemento importante es la celebración de fiestas religiosas en donde hombres y mujeres tomados de la mano cantaban en coro; uno de ellos guiaba y todos respondían su historia. De la conjunción de estos elementos resulta el teatro cortesano, sus escenarios son generalmente las plazas o anfiteatros naturales, donde el Inca asistía acomodado en un sitio especial. ANTECEDENTES DE OLLANTAY Es un drama de autor anónimo, en lengua Quechua, basada en un hecho histórico. La acción de la obra abarca un período aproximado de once años. Guamán Poma de Ayala habla en sus crónicas, de un guerrero Ollantay, hijo del curaca de Huánuco y emparentado con los incas del Cusco. Cieza de León menciona también a un inca rebelde a quien Pachacútec perdonó y dio en matrimonio una colla del Cusco. Santa Cruz Pachacuti tiene datos de un pastor que rapta una doncella muy querida de Sinchi Roca; ambos son capturados y condenados por el pecado. Miramontes y Suazola en su obra “Armas Antárticas” habla sobre el general Calcuchimac y Cousi Coyllur que mantenían un dramático idilio muy semejante con el Apu Ollantay. Cada cronista tiene su registro, obtenido del cantar popular y perennizado por el pueblo. La primera noticia de este drama se conoció en 1837, por el diario cusqueño “Museo Erudito”, de don José Palacios. Allí se hacía mención a un posible autor, el sacerdote Antonio Valdez, cura de Sicuani, pues al morir legó a su sobrino Narciso Cuentas un conjunto de manuscritos con el drama Ollantay (1816). Luego se han hecho otras copias, entre ellas la que se conserva en el convento Santo Domingo, que copiada por el pintor Rugendas sirvió de base para la versión en alemán de Von Tschudi; luego apareció el códice Zegarra que parece ser una modificación del original de Santo Domingo y que sirvió para las versiones en francés y castellano del escritor Gabino Pacheco Zegarra. HIPÓTESIS SOBRE OLLANTAY Sobre el origen de este drama hay varias opiniones, unas destacan su carácter incaico y otros alegan que es un drama colonial, lo que ha dado lugar a tres tesis: a) Tesis incaísta.

Manuel Eduardo Rivero y Juan Diego de Tschudi, en su publicación Antigüedades Peruanas (1851) sostienen que en bibliotecas particulares cusqueñas se encuentran copias de Ollantay en manuscritos del siglo XVII, igualmente José Sebastián Barranca y Horacio Urteaga sostienen que el drama Ollantay es incaico, basándose en datos tomados de la misma obra como son: - No hay en la obra ninguna alusión al cristianismo. - En el texto se encuentran voces quechuas muy antiguas, muchas de las cuales ya no se usan o han cambiado su morfología. - La división del argumento no coincide con el drama español. Clemente Markham opina que el drama fue compuesto sobre los años 1470 y 1490 d.C. y escrito por el padre Valdez en 1780 b) Tesis colonialista.Bartolomé Mitre sostiene que en América, durante la época del descubrimiento y conquista, no existía el género dramático sino sólo manifestaciones coreográficas. El alemán Middendorf sostiene, asimismo, que la leyenda del Ollantay puede ser incaica pero el drama es colonial por el metro empleado, por la alusión a animales occidentales y porque no tiene espíritu incaico. c) Tesis intermedia Defendida por Fernández Nóbel, quien dice que sobre una base quechua antigua, la obra ha sido modificada por influencias coloniales, igualmente José de la Riva Agüero sostiene la existencia de un núcleo dramático incaico, sobre el que posteriormente se hizo el drama que hoy conocemos escrito en época colonial. Estudia el fondo y la forma del poema opinando: “El lenguaje está cargado de imágenes nuevas e insólitas; algunas aluden a la naturaleza con pompa idolátrica; hay expresiones de feroz pasión guerrera, de servilismo inverosímil para el soberano, y no faltan tiernas escenas de amor, con los más bellos trozos de la poesía lírica quechua, así como alusiones a flores, pájaros, emblemas, lugares sagrados, tribus y regiones del Imperio. “En cuanto al aspecto formal, abundan las singularidades métricas en el texto que ignora las sinalefas y alterna a veces las asonantes, como en algunas oraciones de esa época. Inserta versos aislados en metros distintos y series de asonancia pareados o monorrimias, como los cantares de gesta europeos” (*). Esta tesis intermedia es también compartida por Ricardo Palma que dice que el “Texto quechua” mantiene un fondo dramático y representativo incaico que, según él, ha sido substancialmente adulterado por el autor colonial que supone sea de los siglos XVI ó XVII y de ninguna manera el padre Antonio Valdez. ARGUMENTO DEL DRAMA OLLANTAY Ollantay, el general más famoso del Imperio, ama a Cusi-Coyllur, hija de Pachacútec, y es correspondido por ella. El matrimonio es imposible, según las leyes incaicas, porque Ollantay no es noble, aunque sea gobernador de la provincia de los antis y luzca, por sus grandes hazañas, el champi y el casco de oro. La princesa y el guerrero siguen secretamente sus relaciones, no obstante las invocaciones de Willac-Uma, que conoce el secreto, y exhorta a Ollantay a renunciar a su pasión sacrílega. Ollantay no cede y,

arrastrado por su pasión, se presenta al Inca para pedirle en matrimonio a su hija. Pachacútec le dice: “Recuerda que eres un simple vasallo; cada cual debe permanecer en su puesto”, luego ordena la reclusión de Cusi-Coyllur en el Acllahuasi, donde meses después la princesa da a luz una niña, Ima-Sumac. Perdida la esperanza de alcanzar a su amada, y rebelándose contra las inexorables leyes del imperio, Ollantay decide sublevarse contra el emperador y marcha a Ollantaytambo. Las tropas del Inca que van a someterle, al mando de Rumiñahui, son derrotadas por Urco Waranca, lugarteniente de Ollantay. Rumiñahui, entonces, recurre a la astucia. Se presenta a Ollantay como castigado y escarnecido por el Inca a raíz de su derrota, e implora la protección del jefe rebelde. Este accede conmovido a la petición del famoso Rumiñahui. Una vez en la fortaleza, cierta noche convenida Rumiñahui abre las puertas a las huestes del Inca que vencen sin combate a los desprevenidos defensores. Ollantay y los principales jefes son apresados y conducidos al Cusco. Ya no era Pachacútec el soberano. Le había sucedido Túpac Yupanqui. A su presencia son llevados los prisioneros, cuya muerte es segura, conforme a las leyes del imperio. Usando de una magnanimidad sin precedentes, Yupanqui perdona a los rebeldes, restituye honores y privilegios a Ollantay, da libertad a Cusi-Coyllur, su hermana, a ruegos de Ima-Sumac, y la pone en brazos de Ollantay.

OLLANTAY ACTO PRIMERO Cuadro 1 (Ollantay, con manto y con una maza aparece acompañado de Piqui-Chaqui, su siervo. Calle del Cusco). OLLANTAY: Dime. ¿Viste a CusiCoylhir? ¿Entraste a su palacio? PIQU1-Cl-IAQUI: ¡Dios no permita que me acerque allá! La Ira del Inca es implacable y no me arriesgo a provocarla. (Pausa). ¿Cómo es que no la temes tú? OLLANTAY: El amor no teme a nadie ni a nada (Pausa). Nunca dejaré de amar a esa criatura, bien lo sabes. El corazón me lleva hacia ella... PIQUI-CHAQUI: Debes estar poseído por el demonio. Hay muchas mujeres a las que puedes amar sin ningún peligro. ¡Cuántas se sentirán honradas de saber que las has elegido...! OLLANTAY: ¡Sólo me Importa ella! ¡Ella! ¿Entiendes? PIQUI-CHAQUI: Cuando el Inca descubra tu pensamiento, no vacilará en mandarte cortar el cuello o asarte vivo en la hoguera. OLLANTAY: No me estorbes. PiquiChaqui. No me contradigas. Que estoy tan exaltado y que soy capaz de castigarte. PIQUI-CHAQUI: ¿Qué ganarías con eso? Ya no tendrías a quién decirle día y noche que busque a Cusi-Coyllur y le cuente tu pasión. OLLANTAY: Por abrazar a CusiCoyllur combatiría contra una montaña hasta vencerla. PIQUI-CHAQUI: Sólo te falta decir que también derrotarías al demonio. OLLANTAY: Aun a él pondría a mIs plantas.

PIQUI-CHAQUI (riendo): 1-labias así porque no le has visto ni la punta de la nariz. El demonio no es un buen enemigo... OLLANTAY: ¡Calla! (Pausa). Dime ¿No es Cusi-Coyllur la más brillante del Imperio? PIQU1-CHAQUI: ¡Bah!, estás loco por esa mujer. (Pausa). No la he visto, eso es todo... (Pensativo). Aunque pienso que fue una de las vírgenes que salieron ayer. OLLANTAY: Cuenta, cuenta... ¿Cómo era la que viste? PIQUI-CHAQUI: Hermosa como la luna y deslumbrante como una estrella. OLLANTAY: Sin duda era CusíCoyllur. ¿Ves cómo la conoces? PIQUI-CHAQUI: Es una conjetura, nada más. OLLANTAY: ¿Era hermosa, jovial, dulce, frágil, delicada, única entre todas? (Piqui -Chaqui hace un gesto afirmativo) ¿Sí? Era ella. (Ansioso). Anda en este instante y dile cuánto la amo... PIQUI-CHAQUI: No. no me parece prudente ira plena luz con un encargo semejante. OLIANTAY: ¿Prefieres ir de noche? PIQUI-CI-IAQUI: ¿No me has dicho que es una estrella?, pues bien, las estrellas sólo se ven cuando el sol se ha retirado. OLLANTAY: A cualquier hora brilla mi amada. Ella no tiene rival... PIQUI-CHAQUI: (Mirando afuera): Espera, señor. Por ahi viene una vieja o un viejo, no se sabe bien qué. Los viejos son Ideales para esta clase de recados. Soy huérfano, si. Pero no me gustaría ser. Además, mensajero de amores, porque eso tiene un nombre muy feo. (Aparece Huilca-Uma. Lleva una larga túnica negra y un cuchillo en la mano, ingresa en la escena y apenas ha dado unos pasos, se detiene y observa el Sol). HUILCA-UMA: ¡Sol vivo, postrado ante ti adoro tu marcha, para ti he separado cien llamas que sacrificaré el día de tu fiesta. OLLANTAY (A Piqui- Chaqui, en voz baja): Es el brujo Huilca-Uma... Ese viene con malos presagios, no lo dudes. HUILCA-UMA (Continúa su oración, después de haber hecho algunas reverencias): Derramaré la sangre de las cien llamas en tu presencia. Después del ayuno, arderán en el fuego y ascenderán hacia ti... ¡Oh, Sol vivo! OLLANTAY: Aborrezco a este agorero que cuando abre la boca sólo anuncia negros sucesos y vaticina el Infortunio. PIQU1-CHAQUI (Corno temiendo que el brujo oiga a Ollantay: ¡Calla, no hables, no pienses! El sabe mejor que tú lo que sientes hacia él. (Huilca-Uma ve a Ollantay y a l se dirige). Ollantay va a su encuentro. OLLANTAY: Te brindo mi respeto, noble Huilca-Uma, y te ofrezco mi veneración. HUILCA-UMA: A tus pies tienes a los Andes, poderoso Ollantay. y te aseguro que necesitarás de todo tu valor para contenerlos. OLLANTAY: Para ti no hay nada oculto, bien lo sé. Veamos cómo ha de ser eso... HUIILCA-UMA: ¿Me pides una predicción? OLLANTAY: Tiemblo al mirarte y al ver todo lo que llevas contigo: cenizas. Cimiento, adobes, vasos, cestos... ¡Para qué. Si todavía no llegó la fiesta? ¿Está enfermo el Inca? HUILCA-UMA: ¿Qué te propones al interrogarme así? OLLANTAY: Ya te he dicho que estoy temeroso. Mi ánimo es cobarde y necesito de tu consejo. Aunque tus palabras me anuncien la desgracia.

HUILCA-UMA: Bien sabes que te es- timo y que por eso estoy aquí. Dime la razón de tu quebranto. Iré donde tú quieras. Como la paja brava batida por el viento. Hoy mismo te ofreceré la dicha o el veneno para que escojas entre la vida y la muerte. OLLANTAY: Desata pronto esa enredada madeja. Huilca-Uma. Si has adivinado mi congoja. Explícame claramente mi destino. HUILCA-UMA (Calmo. Dueño de si): Helo aquí. Escucha lo que mi ciencia ha descubierto... PIQUI-Cl-IAQU1: Señor,.. OLLANTAY (Irritado con la interrupción): ¡Vete! ¡No necesito de tu ayuda! (PiquiChaqui se retira y se tiende al lado de una peña). Continúa, Huilca-Uma... HUILCA-UMA: Te conozco desde niño. Ollantay. Sé que gobernarás el Antisuyo. Porque el Inca te ama hasta el extremo de compartir contigo su poder. Entre todos te ha elegido. Serás uno de sus generales predilectos porque sabe de tu lealtad y tu valor. Contéstame ahora, aunque se te ahoguen las palabras en la garganta... OLLANTAY: ¿Qué deseas saber? HUILCA-UMA (Pensativo): Respóndeme, Ollantay. sin vacilar. ¿No Intentas seducir a la princesa Cusi-Coyllur? OLLANTAY (Desorientado y con desesperación): ¿Quién te lo ha dicho? ¿Quién te lo ha dicho? Sólo mi madre participaba del secreto y ahora tú también lo conoces... HUILCA-UMA: No lo hagas. Ollantay; domina los impulsos de tu sangre. No cometas un crimen contra el Inca, tu señor. No es hidalgo corresponder a tantos beneficios con tan loca ingratitud. OLLANTAY: La amo, Huilca-Uma, la amo... ¿Qué puedo hacer? HUILCA-UMA: El Inca no comprendería jamás esa pasión. Ama demasiado a Cusi Coyllur, y si sospecha que la pretendes estallará en ira con la violencia de la tempestad (Pausa). ¿Acaso deliras por ser Inca? OLIANTAY: No es la realeza a lo que aspiro (Pausa). Mi conciencia me dice que yo mismo he sido la causa de lo que me acontece. (En tono de súplica) ¿Me abandonarás en este trance? OLLANTAY: En tus manos hay un cuchillo. Bien. Quítame la vida. Aquí estoy, a tus pies. (Se hinca). HUILCA-UMA: No es necesario ese remedio. Abandona tu amorosa inquietud, olvida a esa mujer que te está vedada... OLLANTAY: Más pronto una peña dará agua y la tierra llorará que yo olvide a CusiCoyllur... HUILCA-UMA: Si siembras con simiente un campo, la simiente no tardará en multiplicarse y rebasar los límites. Así tu crimen crecerá hasta devorarte. OLLANTAY: (Poniéndose en pie): Te revelaré todo mi secreto. El lazo en el que estoy atrapado no puede ser roto. Mi propio crimen será mi verdugo. (Pausa). Sí, Cusi-Coyllur es mi esposa. Soy ya de su sangre y de su linaje, y su madre lo sabe... HUILCA-UMA: ¿Qué dices? ¿Has profanado la estirpe del Inca? ¡Pobre de ti! OLLANTAY: (Suplicante): Ayúdame a hablar a Pachacútec. Condúceme ante él e intercede por mí. Que vea mi infancia. Oscura pero recta: que contemple mis armas que han humillado a sus pies a miles de valientes. Me posternaré ante él y le pediré clemencia con todas las fuerzas de mi alma. HUILCA-UMA: Ve solo. Ollantay. Por más que te desesperes, muy poco será lo que tendrás que decir. De todas maneras, dondequiera que esté O podré influir para que salgas con bien de esta prueba.

OLLANTAY: (A sí mismo): No temas, Ollantay. Eres valiente y el miedo no te debe doblegar. ¡Cusi-Coyllur. Tú has de protegerme! (Mirando a todos lados). ¿Dónde está Piqui-Chaqui? HUILCA-UMA: Míralo allí. Dormido junto a aquella piedra. OLLANTAY: ¡Piqui-Chaqui, despierta! PIQUI-CHAQUI: ¡Oh! ¡He tenido una pesadilla! OLLANTAY: ¿Pesadilla? ¿De qué cIase? PIQUI-CHAQUI: Que era una llama y que estaba atado por el cuello. OLLANTAY: ¿Qué más? PIQUI-CIIAQLJI: Alguien tiraba de la cuerda y el cuello se me estiraba. Eso no es nada agradable. OLLANTAY: ¡Déjate de impertinencias! ¡Ahora vamos a ver a Cusi-Coyllur! PIQUI-CI-IAQUI: ¿Pero si es una estrella. Cómo quieres verla de día? OLLANTAY: ¡Vamos! (Salen los dos. Huilca-Uma los ve partir. Luego reanuda su marcha lentamente). CUADRO II (Interior del Palacio del Inca. Cusi-Coyllur llora. Su madre Coya la consuela). COYA: ¿Por qué lloras, hija mía, tú que eres Imagen del mismo Sol? ¿Por qué se ha eclipsado en tu rostro la felicidad? No sabes cuánto me aflige tu infortunio... CUSI-COYLLUR: ¡Ay. Princesa! ¡Ay. Madre mía! COYA: Contesta mis preguntas. ¿Has amado a Ollantay? ¿1 las sido su compañera. Dime, has elegido a ese hombre por esposo? Respóndeme sin temor, hija y no llores. CUSI-COYLLUR: ¡Cómo no he de llorar! Mi amado. Mi protector, aquel que cuidó mi niñez. Me ha olvidado... ¡Ay. Madre mía! ¡Ay. Princesa!... CUSI-COYLLUR: Desde que lo perdí. La Luna se vistió de luto y el Sol se oscureció como si estuviera cubierto de ceniza. Una nube tempestuosa anunció ml pesar y la estrella del amor se fue apagando. Todos los elementos han perdido su belleza. El universo ha muerto... ¡Ay, madre! ¡Ay. Princesa! ¡Ay, amor!... Sale Ima -Sumac y vuelve al instante con CusiCoylhir). (Atada y dando muestra del tormento padecido. Viene con la cabeza baja sobre la cual su larga cabellera cae. Atrás, Pita Salla y MarnaRanra). TÚPAC YUPANQUI: (Adelantándose hacia Cusi-Coyllur): ¿Quién es esta mujer? ¿Quién es esta mujer? ¿Quién es el cruel que la ha mandado maniatar? ¿Es posible que un Inca haya dado así abrigo en su pecho a la víbora del odio? (A MamaRanra) Acércate. ¿Quién es esta mujer? MAMA-RANRA: Tu padre fue quien ordenó que así se la tratara. TÚPAC-YUPANQUI: Aparten a este puma sanguinario de mí vista. (MamaRanra se retira atemorizada. El Inca dirigiéndose a Cusi-Coyllur) ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? CUSI-COYLLUR: Ima-Sumac. ¿Quiénes son estos hombres? ¿Dónde estoy? IMA-SUMAC: No ternas, madre mía. Es el Inca, el generoso Yupanqui. Sal de tu sueño de dolor y háblale. TÚPAC-YUPANQUI: Vuelve en ti. Mujer, y dime al fin quién eres. IMA-SUMAC: Ordena, señor que le quiten las ataduras. HUILCA-UMA: Deja que yo lo haga. (Desata a Cusi-Coyllur). OLLANTAY: (A Ima-Sumac: ¿Cómo se llama tu madre?

IMA-SLJMAC: Es lucero apagado y sin alegría. Se llama Cusi-Coyllur. OLLANTAY (Con un grito: ¡Poderoso Yupanqui. mira en esta mujer a mi esposa!... TÚPAC YUPANQUI (A Ima Sumac: ¿Cusi-Coyllur. dijiste? ¿No es mi hermana desaparecida hace muchos años? IIUILCA-UMA: Elia misma es. CUSI-COYLLUR (A Túpac Yupanqui): ¡Ah, hermano mió, sólo tu compasión podía sacarme de este tormento! OLLANTAY (Amoroso al lado de Cusi Coyllur: ¿Cómo he podido perderte tanto tiempo? Desde hoy volverás a ser mi compañera. Sin ti mi vida se agostaba en la soledad. ¿Qué fue tic tu luz? ¿Qué de tu dulce aliento? ¿Qué tic todo lo que te hizo la más preciada flor del Imperio? CUSI-COYLLUR: Durante quince años. Ollantay mío, compartimos separados la amargura, y ahora estaremos juntos otra vez hasta la muerte. (A Túpac Yupanqui) ¡Yupanqui reemplaza el dolor por la dicha! TÚPAC YUPANQUI: La que te dio la vida moriría si te viera. ¡Cuántas lágrimas han surcado tu rostro que lo han reducido a cenizas! ¡Perdón por el daño que te hemos hecho! HUILCA-UMA (A los servidores): ¡Que traigan nuevas vestiduras para nuestra princesa! TÚPAC YUPANQUI (A Ollantay): Mira Ollantay. a tu mujer, y hónrala como tal, desde hoy. (A Cusi-Coyllur: Que el amor, hermana Cusi Coyllur. devuelva el color a tus mejillas y prolongue por largos años tu existencia. OLLANTAY: Eres nuestro protector. Inca nuestro. Tu mano ha borrado la desgracia y nos ha colmado de beneficios. (A Ima-Sumac, que ha permanecido junto a su madre): ¡Ven a mí estrella gloriosa, esencia de estrellas! (La niña va hacia él y lo abraza. Luego una pausa): ¡En esta nueva era venturosa, la tristeza debe ser desterrada para que reine sólo ci regocijo! (El escenario se enciende de luces. Viene, en creciendo, una música de fiesta. Todo se hace más vivo y alegre corno si la palabra del Inca hubiera despertado un mundo mágico).

GLOSARIO DE VOCES QUECHUAS Aclla: Acllacuna: Acllahuasi: Amauta: Anacu: Ama sua, Ama llulla, Ama quella: Anti: Antisuyo: Apu: Ayllu:

Escogida. Mujeres escogidas para el servicio del Sol. Casa de las mujeres escogidas (Vírgenes del sol). Consejero, filósofo, historiador. Vestido interior de las mujeres (también: asco) Frases que corresponden al saludo diario y significan: no seas mentiroso, no seas perezoso, nos seas ladrón. Poblador de la parte Este del imperio. Región del Este. El Imperio estaba dividido en cuatro regiones o suyos: Antisuyo, Collasuyo, Contisuyo y Chinchasuyo. Gran señor, jefe. Comunidad india unida por lazos de familia que cultivaba la tierra y trabaja en común.

Cápac: Con: Cóndor Cancha: Coricancha: Coya: Champi: Chasqui: Chumbi: Huaylli: Haravicus: Harawi: Huararec: Huarachicoy: Illapa: Inti: Inti – Cancha: Llactaruna: Llautu: Lliclla: Mama: Mamacocha: Mamacona: Mascaipacha: Ñusta: Pacaritambo: Pachacámac: Pachamama: Poquecancha: Purumpancha: Pututo: Quillca: Quipucamayoc: Quipus: Runasimi:

Sinchi: Taclla: Tampa Toco: Taqui: Yachayhuasi: Yachachic: Yunga:

Poderoso, rico, ilustre, rey. Uno de los dioses creadores. Morada del cóndor. Palacio de pachacútec. Templo del Sol. Reina o emperatriz, mujer del rey o emperador. Porra, porra de oro, insignia de mando. Correo, mensajero. Faja, ceñidero, insignia real. Canto de triunfo. Poetas, creadores de la lírica incaica. Nombre genérico para un tipo de poesía y canto. Metro de parte de la poesía quechua. Fiesta en honor de wari, dios de la virilidad. En ella se armaba guerreros y ciudadanos a los jóvenes. rayo. Sol. templo del Sol, después se llamó Coricancha. Ciudadano de una ciudad, provincia o región. Amante nativo en la poesía quechua. Insignia real, faja que cubría la cabeza de los reyes. Cíngulo. Manta de mujeres. Madre o señora. Mar (agua). Matrona, señora de sangre noble. Borla, insignia real. Princesa o mujer de sangre noble. “Posada del amanecer”. Dios progenitor “El que creó al hombre y a la mujer”. Madre tierra. Biblioteca. Tiempo o época desierta y despoblada en la historia. trompeta en forma de caracol. Tablas de madera, hojas de árbol, lienzos para escribir. Descifrador de Quipus. Sistema de contabilidad y estadística. Utilizado a veces para el registro cronológico de algunos hechos. lengua general del hombre (literalmente). Idioma adoptado por todos los pueblos unidos en el Imperio de los incas como lengua general. El nombre quechua fue dado por los lingüistas en el siglo XVI. Animoso, de gran ánimo, arrojado, fuerte. Arado de madera con rejón metálico. Posada de las ventanas. Canto o canción (literalmente derivado del verbo takly). Por extensión se denomina así a los grandes jolgorios colectivos con canto y danza. Escuela “La casa donde enseñaban” (Garcilaso). maestro. Los llanos o valles “Indios naturales de allí”.

CAPÍTULÓ II Literatura de la Conquista Literatura de la Colonia y Literatura de la Emancipación LITERATURA DE LA CONQUISTA RESEÑA HISTÓRICA La conquista española del Perú puso fin a la historia incaica y dio nacimiento a una nueva cultura que poco a poco fue adquiriendo caracteres propios; desde su lenguaje castellano, con matices quechuas, hasta su pensamiento americano en lengua hispana. Así los romances populares españoles se mezclaron con las viejas tonadas de los indios y este mestizaje literario trajo como resultado una poesía nueva y una prosa plebeya en donde se confunden la métrica quechua con el verso hispano. Fueron dos las corrientes literarias que se desarrollaron durante el virreinato. Una literatura clásica, pulida, cortesana, producida en universidades, palacios y conventos con una marcada influencia francesa e italiana; otra anónima, soldadesca y campesina transmisora de relatos, leyendas y cantares populares que hermanadas con la literatura aborigen dieron como resultado la expresión del sentir popular. La literatura popular se manifestó en coplas, refranes, cantares y romances, con los cuales los conquistadores dan a conocer y perennizan los hechos. Las primeras coplas son imitaciones de versos españoles tradicionales; no se advierte en ellos mestizaje, los temas son generalmente acciones de guerra o narraciones de hechos acontecidos durante el proceso de la conquista. Crónicas y cronistas Algunos españoles letrados, testigos de la conquista, escribieron sus crónicas en calidad de información oficial o bien impulsados por un interés personal. Misioneros y sacerdotes, en su afán de propagar la fe de Cristo entre los nativos, compusieron relatos que luego se convirtieron en valiosas crónicas. La crónica es un género literario hermanado con la historia, la leyenda y la novela. En ella encontramos los testimonios del pasado de un pueblo, las descripciones de soldados, catequistas, poetas, juristas y teólogos que llenan sus páginas de imágenes reales y fantasiosas. Las primeras crónicas peruanas relatan hechos de la conquista, más tarde reflejarán la cultura de la zona, tal es el caso de Cieza de León, Guamán Poma de Ayala, Garcilaso y muchos otros cronistas. Raúl Porras, respecto a la crónica, opina que “es por naturaleza, un género vernáculo que brota de la tierra y de la historia. Al transplantarse a América traía ya su esencia propia y una larga tradición” (...) “La crónica implica una cercanía en el lugar y en el

tiempo” (...) “El cronista ha de ser, pues, deliberadamente parcial, ha de escribir por un interés candente, en favor o en contra de algo”. El cronista es el escritor que observa, estudia y analiza los hechos pasados en el mismo terreno donde se produjeron, actuando más como escribano que como escritor, muchos de ellos aprenden los idiomas aborígenes formando vocabularios y gramáticas ordenadas y codificadas. CLASIFICACIÓN DE LOS CRONISTAS Son diferentes las opiniones de los estudiosos e investigadores respecto a la clasificación de los cronistas, y es que resulta bastante difícil separar, a estas alturas, la literatura de la historia, más aun si los documentos que sirven de fuente han llegado muchas veces alterados por la traducción, el tiempo y las fuentes mismas. Luis Alberto Sánchez, en su obra La literatura peruana (1), nos da la siguiente clasificación: a) Cronistas.- Escritores que observan y estudian, en el terreno mismo en que se producen los hechos. b) Doctrineros.- Escritores que con un propósito moral y religioso transforman la cultura autóctona; para ello aprenden las lenguas aborígenes, escriben sermones y codifican gramáticas. c) Juristas.- Escritores puramente políticos, apegados al derecho hispano e indiano cuya finalidad era explicar y justificar la conquista española. Raúl Porras Barrenechea plantea la siguiente división: a) Cronistas pre-toledanos, son los que escriben desde 1550, época del pacificador La Gasca, hasta la llegada del virrey Toledo en 1569. Son en su mayoría funcionarios que muestran antipatía por los primeros conquistadores. Los cronistas más representativos de este período son Juan de Betanzos y Pedro Cieza de León. b) Cronistas toledanos, los que escriben durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo, que llegó al Perú en 1569 y gobernó hasta 1581, este virrey trató en todo momento de consolidar el poder del rey; los cronistas de este período trataron de mostrar una historia anti-indigenista en donde muestran que: - El imperio se formó por la violencia y las armas durante el reinado de Pachacútec y Túpac Yupanqui. - Que los incas fueron gobernantes tiránicos que practicaban sacrificios humanos. - Disminuyen los valores de la cultura incaica y exaltan las virtudes de los españoles. c) Cronistas postoledanos, aparecen a fines del siglo XVI, y defienden al indio explotado en la colonia, algunos de ellos son criollos, corno fray Buenaventura de Salinas y Córdova, otros son indios o mestizos como Garcilaso, Juan Santa Cruz Pachacuti o Felipe Guamán Poma de Ayala. Estos cronistas conocen el quechua y son más fieles a la realidad histórica peruana.

PEDRO CIEZA DE LEÓN Nace en Sevilla hacia el año 1519, viene a América siendo un niño, vivió primero en la Sierra de Popayán, luego pasa a Quito caminando por la Costa, Sierra y ceja de Selva peruana. Toma parte como observador en todos los encuentros bélicos. En 1541 empieza a escribir su Crónica del Perú. La primera parte se imprime en Sevilla en 1553 reuniendo datos geográficos y agrícolas. La segunda se titula “El Señorío de los Incas”, es un relato sobre la organización del imperio, sus gobernantes, artes y letras. Posiblemente el cronista Cieza de León alcanzó a escribir íntegramente su obra, pero sólo se conservan fragmentos de ella, se sabe que fue testigo presencial y partícipe de muchos hechos que nana con mucha objetividad. “Soldado sencillo, sin complicaciones, atento y minucioso, todo pasa bajo su mirada, todo bajo el tamiz de su criterio. Observa y apunta. Observa y recoge... Difícilmente captará la belleza de un arbusto o de una flor, sí las cualidades curativas del tallo, de la hoja, del fruto. Cieza es extenso, no intenso” Engrandece las bondades del imperio y expone la crudeza del conquistador. CRONISTAS Y QUIPUS Fue ordenado por los Incas lo que ya habernos escrito acerca del poner los bultos en sus fiestas y en que se escogiesen algunos de los más sabios delios para que en cantares suplesen la vida de los señores qué tal había sido y cómo se habían habido en el gobierno del reino. para el efecto por mí dicho. Y es también de saber que. Sin esto, fue costumbre delios y ley muy usada y guardada de escoger cada uno. En tiempo de su reinado, tres o cuatro hombres ancianos de los de su nación a los cuales, viendo que para ellos eran hábiles y suficientes, les mandaba que todas las cosas que sucediesen en las provincias durante el tiempo de su reinado, ora fuesen prósperas, ora fuesen adversas, las tuviesen en la memoria y delias hiciesen y ordenasen cantares, para que por aquel sonido se pudiese entender en lo futuro haber así pasado, con tanto que estos cantares no pudiesen ser dichos ni publicados fuera de la presencia del Señor y eran obligados éstos que habían de tener esta razón durante la vida del rey río tratar ni decir cosa alguna de lo que a él tocaba. y luego que era muerto al sucesor en el imperio le decían, casi por estas palabras: “jOh Inca grande y poderoso, el Sol y la Luna, la Tierra, los montes y los árboles, las piedras y tus padres te guarden de infortunio y hagan próspero, dichoso y bienaventurado sobre todos cuantos nacieron! Sábete. Que las cosas que sucedieron a tu antecesor son estas. Y luego, en diciendo esto, los ojos puestos al suelo y bajadas las manos, con gran humildad le daban cuenta y razón de todo lo que ellos sabían; lo cual podrían muy bien hacer, porque entre ellos hay muchos de gran memoria. Sutiles de Ingenio y de vivo juicio y tan abastados de razones como hoy cija somos testigos los que acá estamos e los oímos. Y así, dicho esto, luego que por el rey era entendido mandaba llamar a otros de sus indios viejos, a los cuales mandaba que tuviesen cuidado de saber los cantares que aquellos tenían en la memoria y de ordenar otros de nuevo de lo que pasaba en el tiempo de su reinado, y que las cosas que se gastaban y lo que las provincias contribuían se asentasen en los quipos, para que supIesen lo que daban y contribuían muerto él y reinando su progenitor. Y si no era en un día de gran regocijo o en otro que hubiese lloro o tristeza por muerte de algún hermano o hijo del rey, porque éstos tales cijas se permitía contar su grandeza delios y

su origen y nacimiento, fuera de estos a ninguno era permitido tratar de ello, porque estaba así ordenado por los señores suyos, y si lo hacían eran castigados rigurosamente. Sin lo cual tuvieron otra orden para saber y entender cómo se había de hacer en la contribución, en las provincias, de los mantenimientos, en pasase el rey con el ejército, ora fuese visitando el reino, o que sin hacer nada de esto se entendiese lo que entraba en los depósitos y llegaba a los súbditos, de tal manera que no fuesen agraviados, tan buena y sutil que excede en artificio a los características que usaron los mexicanos para sus cuentas y contratación. Y esto fue los quipos, que son ramales grandes de cuerdas anudadas, y los que de esto eran contadores y entendían el guarismo de estos nudos daban por ellos razón de los gastos que se habían hecho o de otras cosas que hubiesen pasado de muchos años atrás; y en estos nudos contaban de uno hasta diez y de diez hasta ciento y de ciento hasta mil; y en uno de estos ramales está la cuenta de lo uno y en otro lo del otro, de tal manera esto que para nosotros es una cuenta donosa y ciega y para ellos singular. En cada cabeza de provincia había contadores a quien llamaban quiposcamnayos, y por estos nudos tenían la cuenta y razón de lo que habían de tributar los que estaban en aquel distrito, desde la plata, oro, ropa y ganado, hasta la leña y las otras cosas más menudas, y por los mismos quipos se daba a cabo de un año, o de diez o de veinte, razón a quien tenía comisión de tomar la cuenta, tan bien que un par de alpargatas no se podían esconder. Yo estaba incrédulo en esta cuenta y. aunque lo oía afirmar y tratar, tenía lo más de ello por fábula; y estando en la provincia de Xauxa, en lo que llamaban Marivilca, rogué al señor Guacarapora que me hiciese entender la cuenta dicha de tal manera que yo me satisficiese a mí mismo, para cierto que era fiel y verdadera; y luego mandó a sus criados que fuesen por los quipos, y como este señor sea de buen entendimiento y razón para ser indio, con mucho reposo satisfizo a mi demanda y me dijo que para que mejor lo entendiese que notase que todo lo que por su parte había dado a los españoles desde que entró el gobernador don Francisco Pizarro en el valle estaba allí sin faltar nada; y así vi la cuenta del oro, plata, ropa que habían dado, con todo el maíz, ganado y otras cosas, que en verdad yo quedé espantado de ello. Y es de saber otra cosa, que tengo para mi por muy cierto, según han sido las guerras largas y las crueldades, robos y tiranías que los españoles han hecho en estos indios, que si ellos no estuvieran hechos a tan grande orden y concierto totalmente se hubieran todos consumido y acabado; pero ellos, como entendidos y cuerdos y que la orden que han tenido han podido sufrir combates tan grandes que, si Dios fuese servido que del todo hubiesen cesado con el buen tratamiento que en este tiempo reciben y con la buena orden y Justicia que hay, se restaurarían y multiplicarían, para que en alguna manera vuelvan a ser este reino lo que fue, aunque yo creo que será tarde o nunca. Y es verdad que yo he visto pueblos, y pueblos bien grandes, y de una sola vez que cristianos españoles pasen por él quedar tal que no parecía sino que fuego lo había consumido; y como las gentes no eran de tanta razón, ni unos a otros se ayudaban, perdíanse después con hambres y enfermedades, porque hay poca caridad y cada uno es señor de su casa y no quiere más cuenta. Y esta orden del Perú débase a los señores que lo mandaron y supieron ponerla en todas las cosas tan grandes como vemos los que acá estarnos, por esta y otras cosas mayores. Y, con tanto, pasaré adelante. JUAN DE BETANZOS Nace posiblemente en Valladolid, viene al Perú después de la toma de Atahualpa. Según Porras Barrenechea llega por el año 1539, participando en la guerra civil entre conquistadores.

En el Cusco contrae matrimonio con Angélica Yupanqui, quien según narración de Betanzos era hija de Yamque Yupanqui, pariente de Guayna Cápac y prometida de Atahualpa (*), con quien la unía lazos familiares. Betanzos es un reconocido lingüista, escribe una Doctrina cristiana en quechua y dos vocabularios para lograr la conversión de los indios. Por encargo del virrey Antonio de Mendoza escribe sobre los hechos y costumbres de los indios naturales del Perú, declarando en el prólogo de la crónica que los datos allí consignados los obtuvo de fuentes originales logrados por su parentesco con la nobleza cusqueña y su conocimiento del idioma quechua. Su obra Suma y narración de los Incas está dividida en dos partes. La primera consta de 48 capítulos, trata sobre la formación del Cusco, de la organización social del imperio durante el reinado de Pachacútec y de los hechos de Topa Inca Yupanqui y de Guayna Cápac. La segunda parte consta de 34 capítulos, trata sobre la historia de Atahualpa y Huáscar poco antes de la llegada de Pizarro. En toda la obra se transmite una rica información sobre el imperio, sus costumbres, fiestas, vestidos, siembras, cosechas, etc. POR QUÉ Y COMO MANDÓ TUPAC INCA YUPANQUI EDIFICAR CHINCHERO Y después de pasados dos años que edificó la fortaleza (Sacsahuaman) que ya habéis oído, en los cuales estuvo holgándose y festejándose y haciendo grandes fiestas y sacrificios al sol y a las demás guacas. Parecióle que era bien hacer un pueblo, para que la gente del Cuzco que iban aumentando en él poblasen y para que de él hubiese más memoria, y para tener a donde se ir a recrear él y los señores del Cuzco y que se dijese que él había edificado este pueblo, para sí y su recreación y luego mandó que fuesen señores orejones de toda la tierra y maridasen que se juntasen, para cierto mes señalado, los caciques de toda la tierra con el número de gente que a él le pareció en la ciudad del Cuzco, los cuales orejones fueron en el mes que les fue señalado. Fueron juntos en la ciudad del Cuzco con su gente, la cual gente dicen que fueron veinte mil hombres y como allí fuesen, el Inca dio a los señores del Cuzco el trazo del pueblo y saliendo de esta ciudad del Cuzco fuese a un llano dos leguas de esta ciudad en la cual hay una laguna grande y parecióle que era bien edificar este pueblo ya dicho. Luego fue traído allí el trazo según que el Inca lo había hecho y trazado y luego que fue visto por los jumétricos y maestros de los edificios tomaron sus cordeles y midieron el pueblo y siendo ya medido y señaladas las casas y calles de él, mandó Topa Inca Yupanqui que luego sacasen y abriesen los cimientos y esto hecho, mandó a los señores del Cuzco que solicitasen y mandasen hacer aquel pueblo dando a cada uno cargo de lo que así habían de mandar hacer y edificar, el cual pueblo fue hecho de cantería y de muy bien labrados y edificados edificios, según que ellos usaban labrar y hecho este pueblo, repartió y dio las casas del Topa Inca Yupanqui a los señores del Cuzco en las cuales casas y pueblos, tenía el Inca y los demás señores algunas de sus mujeres, con las cuales se Iban a holgar los meses y tiempos que le parecía. En edificar y hacer el pueblo se tardó cinco años y mandó que se llamase este pueblo Chinchero. LA PRIMERA VERSIÓN CASTELLANA DE LOS MANUSCRITOS DE HUAROCHIRÍ El extirpador de idolatrías y acotador de los manuscritos de Huarochirí, Francisco de Ávila, redactó en ocho capítulos, en 1608, un Tratado y relación de los errores, falsos dioses y otras supersticiones y ritos diabólicos en que vivían antiguamente los indios de

las provincias de Huarochirí, Mama y Chacha y hoy también viven engañados con gran perdición de sus almas. El mismo Ávila indica que este Tratado fue redactado a partir de informes obtenidos de: “Personas fidedignas y que con particular diligencia procuraron la verdad de todo y aun antes que dios las alumbrase vivieron en los dichos errores y ejercitaron sus ceremonias”. Los relatos orales transcritos y luego acotados por el cura de San Damián y vicario de Huarochirí don Francisco de Ávila (o Dávila), célebre “extirpador de idolatrías”, entre los siglos XVI y XVII, son a no dudarlo el mejor ejemplo no sólo de esos diversos tipos de discursos narrativos reunidos en un texto de 31 capítulos y dos suplementos, sino que constituyen lo que se conoce como urtext o texto fundador de la cultura peruana. Según José María Arguedas es: “La obra quechua más importante de cuantas existen, un documento excepcional y sin equivalente tanto por su contenido como por la forma...: es el único texto quechua popular conocido de los siglos )(VI y XVII y el único que ofrece un cuadro completo, coherente, de la mitología, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Perú antiguo...; es el mensaje casi incontaminado de la antigüedad transmitida a las generaciones por boca de los hombres comunes que nos hablan de su vida y de su tiempo...,, Allí se relata la vida campesina de la zona central del Perú, vida cotidiana ya remecida por la intromisión de los valores culturales propios de la religión cristiana en la cosmovisión aborigen. Numerosos dichos y locuciones se suman a las oraciones y advocaciones a las divinidades indígenas; las fiestas y danzas son descritas con minuciosidad; el detalle de los ritos religiosos y otras celebraciones como la limpieza de los acueductos, son contados al lado de los relatos sobre el trabajo, los cantos y otras actividades diarias del pueblo. La narrativa de leyenda abarca, por su parte, otro campo de relatos de los mismos manuscritos. Se trata esta vez de los relatos de extirpación de idolatrías, de fundación de localidades, las explicaciones de la irrigación y la agricultura, la razón de ciertos cultos, descripciones de luchas y guerras entre pueblos, la organización social y la distribución del poder en la estratificación de la sociedad andina. Son numerosas las leyendas de acontecimientos allí consignados a partir de las piedras, las huacas, las llamas, los zorros, árboles y arbustos, etc., que en la actualidad perviven entre los campesinos de Yauyos, San Damián y Huarochirí. ¿Quién era, pues, Francisco de Ávila, autor de esta versión? Se sabe que nace en el Cusco en 1573, de padres desconocidos. Estudia en el colegio de los jesuitas, en 1592 se traslada a Lima para seguir estudios universitarios, se ordena presbítero en 1596, recibe luego el grado de bachiller y es nombrado cura de San Damián, en la provincia de Huarochirí, de la arquidiócesis de Lima. En 1598 se le nombra vicario y juez eclesiástico de esa provincia; se gradúa de licenciado en 1600 y de doctor entre 1601 y 1603. Durante esa misma época es acusado ante la justicia eclesiástica por “exacciones contra los indios, de recargo de trabajo de estos, y de algunas otras faltas graves en el ejercicio de su cargo”... Sin embargo, desde su llegada a Huarochirí predica sobre la herejía e idolatría buscando y destruyendo ídolos. En 1609 realiza un auto de fe en Lima, donde se quemó públicamente ídolos y

cadáveres que eran objeto de culto por los indígenas. En 1610 es nombrado juez visitador de idolatrías, logrando destruir en un año de campaña más de cinco mil ídolos de las doctrinas de Huarochirí, San Damián, San Pedro de Mama, San Pedro de Casta, Santa María de Jesús y San Lorenzo de Quinti. LOS MANUSCRITOS DE HUAROCHIRÍ CAPÍTULO 5 Desde este punto de nuestra narración ha de comenzar la historia de la aparición de Pariacaca. Ya, sí, en los cuatro capítulos anteriores hemos contado la vida del mundo antiguo, pero no sabernos cómo apareció en esos tiempos el hombre, en qué sitio apareció, y cómo luego de aparecido en esos tiempos, vivieron odiándose, luchando entre ellos. Sólo reconocían como a curacas a los ricos y a los poderosos. A ellos, a esos antiguos, los llamarnos hombres montaraces, silvestres. En ese tiempo, el denominado Pariacaca nació de cinco huevos en el sitio llamado Condorcito. Un hombre pobre llamado Huatyacuri, de quien se dice era hijo de Pariacaca, fue el primero que supo, que vio el nacimiento. De cómo supo esta noticia y de lo muy misterioso de cuanto hizo vamos a hablar en seguida. En aquel tiempo. el tal llamado Huatyacuri, vivía comiendo miserablemente; se alimentaba sólo de papas asadas en la tierra calentada (“guatía” o “huatía”) y por eso le dieron el nombre (despectivo) de Huatyacuri. En la misma época vivía un muy poderoso, grande y rico jefe: se llamaba Tamtañamca. En ninguna parte había una casa tan grande, ocupaba un espacio que abarcaba toda la vista; estaba techada con alas de pájaros, las llamas que poseía eran amarillas, rojas, azules, toda clase de flamas tenía. Este hombre, viendo que su vida era regalada hizo venir gente de los pueblos de todas partes, los enumeró: y entonces, mostrándose corno si fuera un sabio, engañando con su poco entendimiento a muchísimos hombres, vivió. Así pudo hacerse considerar como un verdadero sabio, corno un dios, este llamado Tamtañamca; así fue, hasta que una horrible enfermedad lo atacó. Y como pasaron muchos años y él seguía enfermo, y se creía que era hombre sabio y grande, la gente hablaba: “tiene un mal grave”. Y tal como los huiracochas (los españoles) hacen llamar a los sabios (Amautas) y a los doctores, también él hizo llamar a los que conocían bien de todo, a los sabios. Pero ninguno pudo descubrir la causa de su enfermedad. Entonces ese Huatyacuri, caminando de Uracocha hacia Cieneguilla, en el cerro por donde solemos bajar en esa ruta se quedó a dormir. Ese cerro se llama ahora Latauzaco. Mientras allí dormía, vino un zorro de la parte alta y vino también otro zorro de la parte baja, arribos se encontraron. El que vino de abajo preguntó al otro: “, Cómo están los de arriba?”. “Lo que debe estar bien, está bien -contestó el zorro- sólo un poderoso, que vive en Anchicocha, y que es también un sacro hombre que sabe de la verdad, que hace como si fuera dios, está muy enfermo. Todos los amautas han ido a descubrir la causa de la enfermedad, pero ninguno ha podido hacerlo. La causa de la enfermedad es ésta: a la parte vergonzosa de la mujer (de Tamtañamca) le entró un grano de maíz mura saltando del tostador. La Mujer sacó el grano, y se lo dio a comer a un hombre. Como el hombre comió el grano se hizo culpable; por eso, desde ese tiempo, a los que pecan de ese modo, se les tiene en cuenta, y es por causa de esa culpa que una serpiente devora las cuerdas de la bellísirna casa en que vive, y un sapo de dos cabezas habita bajo la piedra del batán. Que esto es lo que consume al hombre, nadie lo sospecha”. Así dijo el zorro

de arriba. cr1 seguida preguntó al otro. “Y los hombres de la zona de abajo están igual?”. El contó otra historia: “Una mujer, hija de un sacro y poderoso jefe, casi ha muerto por causa de un aborto”. Pero el relato de cómo esa mujer pudo salvarse es largo y lo escribiremos después; ahora volvamos a continuar lo que íbamos contando]. Luego de oír a los dos zorros. Huatyacuri dijo: “Está sufriendo ese tan grande jefe que simula ser dios porque está enfermo; dicen que ese hombre tenía dos hijas, a la mayor la ha unido con un hombre muy rico”. Y así, ese miserable Huatyacuri, de quien hablamos, llegó hasta donde estaba el hombre enfermo. Ni bien llegó, empezó a preguntar: “,No hay en este pueblo alguien que sufre un mal grave?”. Entonces la menor de las hijas (de Tamtañamca: “Mi padre es quien está enfermo”, dijo. “Júntate conmigo: por ti sanaré a tu padre”, le propuso (Huatyacuri). No sabernos cuál era el nombre de esta mujer, aunque se dice que después la llamaron Chaupiñamca. Ella no esperó y se llevó al desconocido. “Padre mío, aquí hay un pobre miserable que dice que puede sanarle”, dijo. Al oír estas palabras, todos los sabios que estaban sentados protestaron: “No lo hemos podido curar nosotros y va a poder ese pobre miserable”, dijeron. Pero, como el poderoso hombre anhelaba sanar: “Que venga ese hombrecito, cualquiera que sea”, ordenó, e hizo llamarlo. Y como fue llamado, este Huatyacuri, entrando, dijo: “Padre, si deseas sanar, yo te sanaré, en cambio me convertirás en tu hijo”. “Me parece bien”, contestó el jefe. Al oír esta respuesta, el marido de la hija mayor se enfureció. “. Cómo ha de unirla con este pobre miserable, siendo ya nosotros ricos y poderosos?”. Narraremos, luego, las luchas que hubo entre este hombre enfurecido y Huatyacuri, ahora, continuaremos con la historia de la curación del enfermo, por el tal Huatyacuri. Cuando empezaba a curar al enfermo, le dijo: “Tu mujer es adúltera. Y por ser así te ha enfermado; y quienes te hacen padecer son dos serpientes que viven en el techo de tu excelsa casa y un sapo de dos cabezas que habita debajo del batán. Vamos a matarlos y te aliviarás. Una vez que estés sano adorarás a mi padre, prefiriéndolo a quienquiera: mi padre ha de llegar pasado mañana. Tú no tienes verdadero poder, pues. si lo tuvieras no te habrías enfermado gravemente”. Al oír esto, el enfermo se atemorizó mucho y dijo “voy a desatar mi hermosa casa”, y entristeció. “En vano este miserable infeliz habla; yo no soy adúltera”, dijo la mujer. se puso a gritar. Pero como el hombre ansiaba sanar, ordenó que desataran su casa; y así encontraron a las dos serpientes, las sacaron y las mataron. Luego le dijo a su mujer que ella había hecho comer a cierto hombre un grano de maíz que saltó de la tostadora a su parte vergonzosa. La mujer se vio obligada a contar lo que había ocurrido y a levantar el batán. Encontraron debajo de la piedra un sapo de dos cabezas; el sapo voló hasta la laguna Anchi que había en una quebrada. Dicen que hasta ahora vive allí, en un manantial. Y cuando algún hombre llega hasta sus orillas: “¡Ña!” diciendo, enloquece. Después que ocurrieron estos hechos el hombre salió; y cuando ya hubo sanado, el tal Huatyacuri fue, en el turno fijado, hasta Condorcott. Allí estaba el huaca denominado Pariacaca, echado en forma de cinco huevos. Cuando llegó al sitio, el viento empezó a soplar: en los tiempos antiguos no soplaba el viento. Y corno el hombre ya curado le había dado a su hija menor, Huatyacuri la llevó consigo. En el camino pecaron los dos GUAMÁN POMA DE AYALA (1535?-1592?) Reseña biográfica No se sabe con exactitud el lugar y la fecha del nacimiento de Guamán Poma de Ayala, tomando como base datos que él mismo da en una carta fechada en 1615, en donde señala tener ochenta años, se deduce así que habría nacido en 1535.

Sobre el lugar de su nacimiento parece ser que es Huánuco el viejo y que siendo niño es llevado por sus padres a Huamanga, aunque hay otra opinión que sustenta que nace en el pueblo de San Cristóbal de Suntunto (hoy Sondondo) en Ayacucho, según una referencia que da él mismo en su crónica. Pero parece ser una mala interpretación pues San Cristóbal de Suntunto fue fundado en 1572, muchos años después del nacimiento del cronista. En cuanto a sus padres, él explica: ‘Don Felipe Guamán Poma de Ayala hijo legitimo que soy de Capac Apo don Martín Guamán Mallqui de Ayala que fue hijo natural de los grandes de este reino del Perú y dicho mi padre fue casado con doña Juana CosiOcllo Coya bija legítima de Túpac Inca Yupanqui”* Sus hermanos fueron Melchor, Diego, Francisco, Martín, Juan e Isabel de Ayala. Es posible que fueran hijos legítimos del matrimonio Huamán Mallqui - Cori Ocho, a excepción de Martín, cuyo padre habría sido Francisco Dávalos o el capitán Luis de Avalos de Ayala. Martín toma los hábitos de sacerdote llevando una vida ejemplar, fallece posiblemente alrededor de 1592. Su nombre “Ayala” le fue concedido a su padre como una merced graciosa del capitán Avalos de Ayala. Su primer maestro es su hermano Martín, quien le enseña a leer y escribir, no hay indicios que el cronista haya asistido a la escuela, por lo tanto sus conocimientos los adquirió de lecturas de crónicas pasadas. Sus dibujos los destina “para los ciegos” (los que no sabían leer), son todos hechos a pluma de ave, con mano firme y sin borrones, aunque no presentan perfección artística es la mejor fuente gráfica que existe. En muchos capítulos los dibujos son la parte fundamental de la obra y la explicación es complementaria. Guamán Poma tiene 33 años aproximadamente cuando es expulsado de Huamanga, en compañía de su mujer e hijos, por litigios de tierras, denunciándolos en numerosos memoriales o recursos que no prosperan, desechada la vía legal escoge la única que le queda: su nueva crónica. Es posible que haya viajado anónimamente. “haciéndose pasar por pobre” para estudiar y comprender mejor los problemas que afrontan sus comprovincianos, a quienes debía defender y proteger. El cronista se lanza a la aventura de viajar por su cuenta, visita las minas, los campos, las ciudades contando y dibujando todo lo que ve, regresando a su pueblo después de treinta años, viejo, cano y enfermo. Va dándole forma a su crónica. La primera nueva crónica y buen gobierno con la intensión de denunciar a su majestad el rey de España. Las injusticias, maltratos y crímenes que se cometían con los indios. En este largo peregrinaje visita todas las ciudades del Perú a lomo de mula algunas veces, y otras a pie, al final llegan a Lima y termina de escribir su obra. No se sabe cuando fallece, posiblemente en Lima, sin lograra que el rey se entere del mal gobierno de este virreinato. LA NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO En el mes de agosto de 1908, el director de la biblioteca de Cottingen, doctor Richard Pietschmann, hallé en la Biblioteca Real de Copenhague los originales de un libro titulado El Primer Nueva crónica y Buen Gobierno compuesto por don Felipe Guamán Poma de Ayala Señor y Príncipe.

Tal documento constaba de 1,178 páginas, ilustrado con 459 dibujos a pluma a toda plana, el Dr. Pietschmann pensó editarlo, anotando y comentando su texto, pero falleció antes de lograrlo. En 1926 el Dr. Paúl Rivet examina el documento y obtiene una reproducción de manos del director de la Biblioteca Real de Copenhague, señor Paludan. Y dada la importancia del “códice peruano” los profesores Levg Brull, Mauss y Rivet lo editan bajo los auspicios del Instituto de Etnología de la Universidad de París, entregándolo a la circulación en 1936, después de siete años de labor editorial y de 320 años- de haber permanecido inédito. CONTENIDO DE LA NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO Esta crónica consta de dos grandes libros, divididos en capítulos o secciones. Guamán Poma llama a la primera parte “Nueva Crónica” o sea nuevas noticias sobre el Perú desde la era preincaica hasta la colonia; y “Buen Gobierno”, nombrando, así aún proyecto de leyes u ordenanzas para el gobierno de los indios, pues en aquellos tiempos se llamaba “libro del bueno gobierno” a los que contenían las leyes más justas y sabias. En la primera parte, con 14 capítulos y365 páginas, están las cartas del autor al rey de España y al Papa. Luego diferentes capítulos que tratan sobre: la creación y edades del mundo, según la Biblia. Las edades según los indios. Las leyes de los Incas. La distribución de hombres y mujeres por edades para el trabajo. Los años y meses incaicos. Las ceremonias religiosas, ídolos, huacas, sacerdotes y sacerdotisas. Las fiestas religiosas e imperiales. La música y el canto. La segunda parte, con 32 capítulos y 812 páginas, comprende: la conquista y los primeros conquistadores. La captura y muerte de Atahualpa. La rebelión de Manco Inca. La guerra entre conquistadores. Las rebeliones de Almagro el Mozo, Gonzalo Pizarro y Hernández Girón. El gobernante La Gasca. Los con regidores de indios, los corregimientos y sus autoridades. Los encomenderos de indios, los doctrineros y vicarios, los religiosos, frailes y sacerdotes. El cabildo de indios y sus autoridades. Imaginarias pláticas entre el rey de España y el autor en donde el monarca le pregunta sobre el trato a los indios. “El aspecto más notable de esta crónica es el ataque franco y atrevido a la tiranía colonial de la dominación española. El escritor y artista no perdona al sacerdote ni al corregidor. Se ven gentes flageladas, apaleadas y colgadas de los talones. Se ve una mujer que la desnudan arrancándole las ropas, y la azotan porque faltaban dos huevos a su tributo y desfilan ante nuestros ojos el desvergonzado trato a las niñas, el inhumano flagelamiento de los niños, los matrimonios forzados y el juego de curas con corregidores. Diligente recopilador, orgulloso de su estirpe, artista privilegiado. La obra de este escritor es la muestra más notable e interesante del genio indígena, que ha llegado hasta nuestros días.” MAESTROS DE COLO Y ESTRELLAS Los maestros de Coro y Escuelas de este reino, están encargados de la enseñanza de los muchachos: niños, niñas, mozos y doncellas; dando las lecciones a los varones en la Escuela y a las niñas y doncellas en sus casas. Les enseñan a leer y escribir, a fin de que sean buenos cristianos y al morir vayan al cielo.

La enseñanza se llevará a cabo de acuerdo con un convenio establecido por año en cada doctrina, debiendo efectuarse el pago según dicho convenio y con las entradas de la Iglesia o tomando de los bienes que posee ésta. Los maestros serán exceptuados de los servicios personales y del pago de los tributos según tasa; debiendo estar en su condición de maestro independiente del control de los Padres de la doctrina, quienes tienen la costumbre de servirse de ellos y de las muchachas de la Escuela en otros trabajos ajenos a la enseñanza, de manera que estos no aprendan ni siquiera hacer la señal de la cruz. Por los maestros que permiten eso, los padres dicen, “es un buen maestro” porque los tienen contentos a ellos pero con perjuicio de la instrucción de los muchachos: asimismo los caciques también llaman buenos maestros a los que se emborrachan con ellos. El trabajo de los maestros no será considerado como mita. Sino debe ser abonado como salario. Pagándose doce pesos, seis medias de maíz, seis de papas y seis pacos por año; pero si se llega a comprobar que no ha enseñado o no ha aprendido, durante el año ninguno de sus discípulos en la Escuela, no debe pagársele en plata. Como la cantidad que se abona por este concepto es de la doctrina o de los pueblos, es preciso que el contrato no se haga con los Padres ni con los Caciques, sino con el Administrador de la Iglesia o con el Corregidor: Porque aún que el Maestro sea muy bueno, si no quiere servirle, el padre con los muchachos le levantarán falsos testimonios; lo mismo harán también los Caciques principales, porque no se emborrachan con ellos, valiéndose de cualquier pretexto lo echarán del cargo. Si enseña cristianísimamente y no es borracho ni coquero, puede ser Maestro toda la vida y procurará enseñar a los indios niños y niñas la cristiandad y la letra de Dios; por eso en todo pueblo debe protegerse esta clase de Maestros, para que enseñe en la escuela la doctrina cristiana y haya policía y orden en todo el reino; aunque no quieran los Padres, Caciques ni los Corregidores. Es preciso que en todo el reino, tanto en los pueblos chicos como grandes existan escuelas, donde puedan aprender a leer, escribir, contar y sepan tocar el órgano todos los niños y niñas, porque así conviene para el servicio de Dios y de su Majestad, a fin de que haya orden, cristiandad; haciéndose obligatorio si es posible la enseñanza o estudio de los hijos de los principales. Como ya hemos dicho, no deben intervenir los Padres ni los Caciques en los convenios con los Maestros, sino el Corregidor y el Administrador de la Iglesia. Si se llegara a contratar a un Maestro en un pueblo; el Cabildo, Alcalde o Cacique pagará por cada muchacho un patacón, un almud de maíz y otro de papas: si es pobre, cuatro reales y un almud de maíz y si es huérfano no debe pagar, en cambio los domingos y fiestas le traerá un atado de leña, y le ayudará en los trabajos de sementera y todo cuanto servicio sea necesario durante el año; asimismo, las muchachas deben pagar por su enseñanza, pero que no sean ocupadas en traer leña. ni mascar maíz para chicha. Es necesario e indispensable que aprendan a leer y escribir los niños y niñas en el mundo, con mayor razón los de este reino, a fin de que desaparezcan las idolatrías y las ceremonias celebradas en honor del demonio: que hasta la fecha ya deberían haber desaparecido: pero no ha sido así y todo por culpa de los Sacerdotes: quienes por este motivo merecen ser castigados debiendo imponérseles penas a todos ellos en este reino. De maestro estuvo en Santiago de Queros, un indio llamado Damián, indio chanca natural del pueblo de Santiago Uayanay, quien tuvo contrato por un año, para enseñar a

los muchachos a leer, escribir y cantar por ochenta pesos y por la comida. A este, por darle gusto al padre le abonaron sus salarlos adelantados. Durante todo el año no enseñó a los muchachos de la escuela, y ni él mismo sabía la doctrina: pero en cambio todos los días estaba borracho perdido, bellaqueando y ganando el salarlo sólo para satisfacer al Padre, a costa de los indios. Por este motivo el maestro no debe contratar con los indios ni con los Padres, sino con el Corregidor o con el Administrador de la Iglesia: debiéndosele tomar cuenta y examinar a fin de cada año a todos sus discípulos. SI se comprueba que éstos han aprendido bien, recién se le pagará su salario de doce pesos y la comida correspondiente; en ese caso se le puede volver a contratar otra vez: debiendo duraren el cargo, permanentemente en el caso de que el maestro no sea borracho ni coquero. Los maestros están obligados a rezar en las Iglesias con los discípulos que ya saben, todas las mañanas misas cantadas: el salve y vísperas todas las tardes. Debiendo los maestros en todo el reino ocuparse en rogar en coro por vivos y muertos.

EL INCA GARCILASO DE LA VEGA (1539-1616) Reseña biográfica El Inca Garcilaso de la Vega nace en el Cusco, el 12 de abril de 1539, apenas empezada la conquista. Su padre Sebastián Garcilaso de la Vega, un hombre de noble familia, participa junto a Pizarro en la conquista del Perú. Su madre es doña Isabel Chimpu Ocllo, hija de Hualla Túpac Inca, hijo legitimo del Inca Yupanqui y de la colla Mama Ocho, hermana de Huayna Cápac Inca, último rey del imperio. Estos datos los menciona Garcilaso en sus Comentarios, en donde se observa el orgullo por su sangre española, pero más orgullo sentirá por su estirpe de nobles incas. Es educado en las dos culturas. Don Juan de Alcobaza lo educa junto con otros niños mestizos, luego el canónigo Juan de Cuellar le enseña gramática y latín, poniéndolo en contacto con la cultura europea. Al mismo tiempo el ambiente del Cusco incaico y los recuerdos cercanos de grandezas imperiales hacen mella en el espíritu del niño. Es frecuente la visita de los parientes maternos, de los viejos capitanes de Huayna Cápac, Juan Pechuta y Chauca Rimache, y sobre todo de su tío carnal, Francisco Huallpa Túpac, quienes le contaban todas las viejas tradiciones de su raza. Estas conversaciones que empezaban alabando los hechos de los antepasados, terminaban generalmente en forma melancólica con esta frase: ‘trocósenos el reinar en vasallaje”. En el hogar paterno conoce a casi todos los sobrevivientes de la conquista, entre los cuales estaban Gonzalo Pizarro y Francisco Carvajal. Por orden real el capitán Garcilaso, su padre, se casa con una española, doña Luisa Martel de los Ríos, y su madre es casada con don Juan Pedrache. En 1559 muere su padre, para tristeza de su hijo a quien deja en herencia cuatro mil pesos para que vaya a estudiar a España. En 1560 Garcilaso emprende viaje a España, conociendo antes Lima y otras ciudades costeñas.

Su vida en España tiene dos etapas, primero se dedica a la carrera de las armas y sirve al rey obteniendo el titulo de capitán de su majestad, combate en la guerra contra los moros, en las campañas en Italia, en donde aprende la lengua toscana, que le ser- viña luego para traducir a León el Hebreo. En la segunda etapa de su vida se dedica a las letras, iniciándose como escritor; frecuenta amistades literarias y perfecciona sus conocimientos humanísticos. Escribe y traduce ganándose el aprecio y respeto de sus amigos. En Córdoba, el 23 de abril de 1616 muere el Inca Garcilaso de la Vega, y es enterrado en la Capilla de las Animas de la Catedral de Córdoba. OBRA DE INCA GARCILASO DE LA VEGA Se ha señalado a Garcilaso como el primer mestizo espiritual que aparece en el escenario intelectual americano. Pero el mestizaje de Garcilaso no es sólo producto de la unión sanguínea de conquistadores y aborígenes; sino que responde al espíritu sociopolítico de su época, recibiendo la doble influencia cultural de indios y españoles. Su consanguinidad con Túpac Yupanqui lo hacia sentir como indio y ese sentimiento quedará plasmado posteriormente en su obra. Los comentarios reales marcarán su definitiva ubicación como mestizo americano. Garcilaso pertenece, por su generación, a los cronistas postoledanos y al igual que ellos narró historias y leyendas teniendo como base y dominio del idioma quechua. Su producción literaria ocupa un lugar importante en la literatura universal. Su traducción de los diálogos de mayor de león el Hebreo tiene una perfección en la métrica y el lenguaje que en muchas estrofas supera a la escritura original. OBRAS - Traducción de diálogos de amor de león el hebreo, 1590. - Genealogía de Garcí Pérez de Vargas, 1597 - La Florida del Inca, 1605 - Comentarios reales de los incas, 1609. - Historia general del Perú, 1613 (segunda parte de los comentarios, se publicó un año después de su muerte). LA FLORIDA DEL INCA Y LOS COMENTARIOS REALES La obra del Inca Garcilaso de la vega nace de la nostalgia que infunde el destierro. Revive las imágenes de su patria lejana, habitan en su recuerdo las anchas plazas, las fortalezas, los campos, los ríos y así aproximadamente 1586 empieza a preparar sus comentarios reales. En Madrid, en 1606, se publica la Florida del Inca, relato de la expedición de Hernando de Soto a la Península de la Florida a través de las selvas y pantanos en su afán de dominar la tierra de los pieles rojas. Garcilaso nunca había visitado esas tierras, por lo tanto no se propuso escribir una obra histórica; los datos aquí consignados los obtuvo por fuentes orales de testigos presénciales como Gonzalo Silvestre, con quien le unía gran amistad.

La Florida del Inca es la historia de los grandes esfuerzos para conquistar y colonizar la parte de sur América del norte. La figura central es Hernando de Soto y su peregrinaje y sufrimiento desde que dejo las costas del imperio incaico hasta que llego a un grupo de hombres hambrientos y casi desnudos a Río grande, ahora llamado Misisipi. Luego narrará la travesía a través de tierras inhóspitas hasta llegar a México, en donde empiezan a pelear entre ellos y terminar separándose. En 1609 (*) publica la primera parte de sus Comentarios reales, tomando como base sus recuerdos y datos que le proporcionaban amigos indígenas y mestizos a quienes escribía, así como crónicas que ya circulaban por España. Mantenía correspondencia con su tío carnal, el Inca Francisco Hallpa Túpac, el caballero García Sánchez de Figueroa, primo hermano de su padre, y el cura de arobaza, hijo de su buen ayo. Por las cartas de ellos y otros amigos jesuitas, se enteraba que las novedades de lejana patria. Esta primera parte, tal vez la más hermosa y mejor elaborada, trata de la antigua historia del imperio, presenta un cuadro de su civilización bajo el cetro de los incas, mucho más completo que todos los demás cronistas. Su intención, como él mismo lo dice, no era añadir nada nuevo a lo ya conocido sino corregir los errores que habían tenido antiguos cronistas por ignorancia del idioma y desconocimiento de las costumbres del pueblo. En 1616, pocos mese antes de morir, concluyó la segunda parte de su obra que fue publicada en 1617, dedicada a la conquista y a las guerras civiles entre los españoles. Sin embargo, sus Comentarios… han sido muy cuestionados. Se ha atribuido a Garcilaso una tendencia imaginativa o novelesca, pero la crítica de Riva Agüero restablece la fidelidad de Garcilaso y ha quedado establecido que no inventó ni mintió, sino que recogió con exactitud y cariño filial, la tradición cusqueña imperial, naturalmente ponderativa de las hazañas de los incas y defensora de sus actos y costumbres. EL HAILLI EN COLLCAMPATA Dentro de la ciudad el cuzco, a las faldas del cerro donde está la fortaleza, había un andén grande de muchas anegas de tierra, y hoy estará vivo si no lo han cubierto de casas; llámese Colcampata. El barrio donde está tomo el nombre propio del andén, el cual era particular y principal joya del Sol, por que fue la primera que en todo el imperio de los Incas le dedicaron. Este andén labraban y beneficiaban los de la sangre real, y no podrían trabajar otros en él sino los incas y Pallas. Haziase con grandísima fiesta, principalmente el barbechar: Iván los incas con todas sus mayores galas y arreos. Los cantares que decían en loor del Sol y de sus reyes, todos eran compuestos sobre la significación de esta palabra hailli. Que en la lengua general del Perú quiere decir triunfo, como que triunfaban de la tierra, barbechándola y desentrañándola para que diese fruto. En estos cantares entremetían dichos graciosos, de enamorados discretos y soldados valientes, todo a propósito de triunfar de la tierra que labraban; y así el retruécano de todas sus coplas era la palabra hailli, repetida muchas veces, cuantas eran menester para cumplir el compás que los indios traen en un cierto contrapaso que hacen, barbechando la tierra con entradas y salidas que hacen para tomar vuelo y romperla mejor. Traen por arado un palo de una braca en largo; es llano por delante y rollizo por detrás; tiene cuatro dedos de ancho: hacenle una punta para que entre en la tierra; media vara de la punta hacen un estribo de dos palos atados fuertemente al palo principal, donde el indio pone el píe del salto, y con la fuerza inca el arado hasta el estribo. Andan en

cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, más o menos, como es la parentela o camarada y, apalancando todos juntos a una, levantan grandísimos céspedes increíbles a quien no los ha visto. Y es admiración ver que con tan flacos instrumentos hagan obra tan grande, y las hacen con grañidísima facilidad, sin perder el compás del canto. Las mujeres andan contrapuestas a los varones, para ayudar con las manos a levantar los céspedes y volcar las raíces de las hiervas hasta arriba, para que se sequen y mueran y haya menos que escarbar. Ayudan también a escarbar a sus maridos, particularmente con el retruécano hailli. LA DEDUCCIÓN DEL NOMBRE PERÚ Pues hemos de tratar del Perú, será bien pues digamos aquí como se dedujo este nombre, no lo teniendo los indios en su lenguaje; para lo cual es de saber que, habiendo descubierto la mar del Sur Vasco Núñez de Balboa, caballero natural de Jerez de Badajoz, año de 1513, que fue el primer español que la descubrió y vio, y habiéndole dado los reyes católicos título de adelantado de aquella mar con la conquista y gobierno de los reinos que por ella descubriese, en los pocos años que después de esta merced vivió (hasta que su propio suegro, el gobernador Pedro arias de Ávila, en lugar de muchas mercedes que había merecido y se le debían por sus hazañas, le corto la cabeza) tuvo este caballero cuidado de descubrir y saber que tierra era y cómo se llamaba la que corre de Panamá adelante hacia el sur. Para este efecto hizo tres o cuatro navíos, los cuales mientras él aderezaba las cosas necesarias para su descubrimiento y conquista, enviaba a cada uno de por sí en diversos tiempos del año a descubrir aquella costa. Los navíos, habiendo hecho las diligencias que podían, volvían con la relación de muchas tierras que hay por aquella ribera. Un navío de estos subió más que los otros y pasó la línea equinoccial a la parte del sur, y cerca de ella, navegando costa a costa, como se navegaba entonces por aquel viaje, vió un indio que a la boca del río, de muchos que por toda aquella tierra entran en la mar, estaba pescando. Los españoles del navío, con todo el recato posible, echaron en tierra, lejos de donde el indio estaba, cuatro españoles, grandes corredores y nadadores, para que no se les fuese por tierra ni por agua. Hecha esta diligencia, pasaron con el navío por delante del indio, para que pusiese los ojos en él y se descuidase de la celada que le dejaban armada. El indio, viendo en el mar una cosa más extraña, nunca jamás vista en aquella costa, como era navegar un navío a todas velas, se admiró grandemente y quedo pasmado y abobado, imaginado que pudiese ser aquello que en la mar veía delante de sí. Y tanto se embebecio y enajenó en este pensamiento, que primero lo tuvieron abrazado los que le iban a prender que él los sintiese llegar, y así lo llevaron al navío con mucha fiesta y regocijo de todos ellos. Los españoles, habiéndole acariciado porque perdiese el miedo que de verlos con barbas y en diferentes traje que el suyo había cobrado, le preguntaron con señas y por palabras que tierra era aquella y cómo se llamaba. El indio, por los ademanes y meneos que con manos y rostro le hacían (como un mudo) entendía que lo preguntaban, más no entendía lo que le preguntaban, y a lo que entendió qué era el preguntarle, respondió a prisa (antes que le hiciesen algún mal) y nombró su propio nombre, diciendo Berú, y añadió otro y dijo Pelú. Quiso decir: “Si me preguntáis cómo me llamo, yo me digo berú, y si me preguntáis donde estaba, digo que estaba en le río”. Porque es de saber que el, nombre Belú en el lenguaje de aquella provincia es nombre apelativo y significa río en común, como luego veremos en un autor grave. A otra semejante pregunta respondió el indio de nuestra historia de la florida con el nombre de su amo, diciendo Brezos y

bredos (Libro sexto, capitulo quince), donde yo había puesto este paso a propósito del otro; de allí lo quite por ponerlo ahora en su lugar. Los cristianos entendieron conforme a su deseo, imaginando que el indio les había entendido y respondido a propósito, como si él o ellos hubieran hablado en castellano, y desde aquel tiempo, que fue en el año de 1515 o 1516, llamaron Perú a aquel riquísimo y grande imperio, corrompiendo ambos nombres, como corrompen los españoles casi todos los vocablos que toman del lenguaje de los indios de aquella tierra, porque si tomaron el nombre del indio. Berú, trocaron la b por la p, y si el nombre pelú, que significa río, trocaron la l por la r, y de alguna manera o de la otra dijeron Perú. Otros, que presumen de más repulidos y son los más modernos, corrompen dos letras y en sus historias dicen Pirú. Los historiadores más antiguos, como son pedro de Cieza de León el contador Agustín de Zarate y Francisco López de Gomarra y Diego Fernández, natural de Palencia y aun el muy reverendo padre Fray jerónimo Román, con ser de los modernos, todos le llaman Perú y no Pirú. Y como aquel paraje q ue esto sucedió acertase a ser tierra de los reyes Incas tenían por aquella parte conquistada y sujeta a su imperio, llamaron después Perú a todo lo que hay desde allí, que es el paraje de Quitu hasta los Charcas, que fue lo más principal que ellos señorearon, y son más de setecientas lenguas de largo, aunque su imperio pasaba hasta Chile, que son otras quinientas lenguas más adelante, y es otro rico y fertilísimo reino. LOS NOMBRES REALES Y LA SIGNIFICACIÓN DE ELLOS Será bien digamos brevemente la significación de los nombres reales apelativos, así de los varones como de las mujeres, y a quién y como se los daban y como usaban de ellos, para que se vea la curiosidad que los incas tuvieron en poner sus nombres y renombres, que en su tanto no deja de ser cosa notable. Y principiando del nombre inca, es de saber que en la persona real significa rey o Emperador, y en los de su linaje quiere decir hombre de sangre real, que el nombre inca pertenecía a todos ellos con la diferencia dicha, pero habían de ser descendientes por la línea masculina y no por la femenina. Llamaban a sus Reyes Zapa Inca, que es sólo rey, Emperador o solo señor, porque zapa quiere decir solo, y este nombre no lo daban a otro alguno de la parentela, ni aun al príncipe heredero hasta que había heredado, por que siendo rey solo, no podían dar su apellido a otro, que fuera ya hacer muchos reyes. Asimismo les llamaban Huacchacúyac, que es amador y bienhechor de pobres, y este renombre tampoco le daba a ningún otro sino al rey, por el particular cuidado que todos ellos, desde el primero hasta el último, tuvieron que hacer bien a sus vasallos. Ya atrás queda dicho la significación del renombre Cápac, que es rico de magnanimidades y de realezas para con los suyos: dabámselo al rey sólo, y no a otro, por que era el principal bienhechor de ellos. También le llamaban Intip churin, que es hijo del sol, y este apellido se lo daban a todos los varones de la sangre real sangre real, porque, según su fábula, descendían del Sol, y no se lo daban a las hembras. A los hijos del Rey y a todos los de su parentela por línea de varón llamaban Auqui, que es infante, como en España a los hijos segundos de los Reyes. Retenían este apellido hasta que se casaban, y en casándose les llamaban Inca. Estos eran los nombres y renombres que daban al Rey y a los varones de su sangre real, sin otros que adelante se verán, que, siendo nombres propios, se hicieron apellidos en los descendientes. Viniendo a los nombres y apellidos de las mujeres de la sangre real, es así que a la Reina, mujer legítima del Rey, llaman Coya: quiere decir Reina o Emperatriz. También le daban este apellido Maman chic, que quiere decir Nuestra Madre. porque, a imitación de su marido, hacía oficio de madre con todos sus parientes y vasallos. A sus hijas

llamaban Coya por participación de la madre, y no por apellido natural, porque este nombre Coya pertenecía solamente a la Reina. A las concubinas del Rey que eran su parentela, y a todas las demás mujeres de la sangre real, llamaban Palla: quiere decir mujer de sangre real. A las demás concubinas del Rey que eran de las extranjeras y no de su sangre llamaban Mamacona, que bastaría decir matrona, mas en toda su significación quiere decir mujer que tiene obligación de hacer oficio de madre. A las infantas hijas del Rey y a todas las demás hijas de la parentela y sangre real llamaban Ñusta: quiere decir, doncella de sangre real, pero era con esta indiferencia, que a las legítimas en la sangre real decían llanamente Ñusta, dando a entender que eran de las legítimas en sangre; a las no legítimas en sangre llamaban con el nombre de la provincia de donde era natural su madre, como decir Colla Ñusta, Huanca Ñusta. Yunca Ñusta. Qititu Ñusta. y así de las demás provincias, y este nombre Ñusta lo retenían hasta que se casaban. y. casadas, se llamaban Paila. Estos nombres y renombres daban a la descendencia de la sangre real por línea de varón, y en faltando esta línea, aunque la madre fuese parienta del Rey, que muchas veces daban los Reyes paneritas suyas de las bastardas por mujeres a grandes señores; roas sus hijos y hijas no tomaban de los apellidos de la sangre real ni se llamaban Incas ni Palias, sino del apellido de sus padres, porque de la descendencia femenina no hacían caso los Incas, por no bajar su sangre real de la alteza en que se tenía, que aun la descendencia masculina perdía mucho de su ser real por mezclarse con sangre de mujer extranjera y no del mismo linaje, cuanto más la femenina. Cotejando ahora los unos nombres con los otros, veremos que el nombre Coya, que es Reina, corresponde al nombre Zapa Inca, que es Solo Señor. Y el nombre Mamánchie, que es madre nuestra, responde al nombre huacchacúyac, que es amador y bienhechor de pobres, y el nombre Palla, que es mujer de la sangre real, responde al nombre Inca. Estos eran los nombres reales, los cuales yo alcancé y vi llamarse por ellos a los Incas y a las Pallas, porque ml mayor conversación en mis niñeces fue con ellos. No podían los curacas, por grandes señores que fuesen, ni sus mujeres ni hijos, tomar estos nombres, porque solamente pertenecían a los de la sangre real, descendientes de varón en varón. Aunque Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, en la declaración que hace de los vocablos indianos que en sus galanos versos escribe, declarando el nombre Palia dice que significa señora de muchos vasallos y haciendas, díselo porque, cuando este caballero pasó allá, ya estos nombres Inca y Palla en muchas personas andaban impuestos impropiamente. Porque los apellidos ilustres y heroicos son apetecidos de todas las gentes, por bárbaras y bajas que sean, y así, no habiendo quien lo estorbe, luego usurpan los mejores apellidos, como ha acaecido en ml tierra. LITERATURA DE LA COLONIA Durante el virreinato la literatura se tomó demasiado formal, la falta de libertad provocó una tendencia a la retorsión que se manifestó en una literatura cortesana y conventual. El absolutismo de un régimen político ejerció influencia en la manifestación literaria del país y nuestros escritores se vieron obligados a disimular con alegorías hechos que eran de conocimiento público. Las academias americanas de fines del siglo XVIII reúnen a sabios y estudiosos criollos, quienes simulando correspondencias epistorales criticaban el sistema absolutista. Este predominio de la alusión sobre la nominación se traslada a un culto exagerado a la forma.

Las descripciones de sucesos triviales, como la llegada de personajes; muerte de un rey, nacimiento de un noble, etc., son tratadas con recargadas metáforas y marcada inclinación periodística. El culto al formalismo sobrepasa los límites de la literatura y se posa en el arte; la arquitectura y la pintura son manifestaciones de ello. En la arquitectura, la abundancia de oro motiva a dorarlo todo, paredes, cuadros, altares, incluso apellidos. En la pintura la Escuela Cusqueña es una manifestación de este estilo recargado y suntuoso. Por otro lado la raza indígena también aporta su característica y el mensaje de Góngora encuentra eco en El Lunarejo, claro representante del culteranismo criollo. La sociedad durante la colonia se vio invadida de lujo, suntuosidad, los finos modales de la nobleza se manifiestan en el lenguaje pulido de la poesía, llena de alegorías recargadas, culterana, con un fondo conceptista. El 12 de mayo de 1551 se funda la Casa de Estudios de Lima (gemela de la Universidad de Salamanca) dentro de los claustros de Santo Domingo, por acción de fray Domingo de Santo Tomás, teólogo y quechuista, autor de Gramática o Arte de la Lengua General de los Indios y su Lexicón. Este importante acontecimiento abre las puertas a la cultura en el nuevo virreinato. En 1571, Juan Pérez de las Cuentas abre la primera librería en Lima y empiezan a llegar libros de diferentes temas, siendo los preferidos los poemas de Virgilio, Ovidio e itálico, la Retórica de Cicerón, entre otros. En 1584 el italiano Antonio Ricardo empezará a imprimir libros y así saldrá al público Arte y vocabulario de la Lengua General, del padre Domingo de Santo Tomás, y A rauco domado, de Pedro de Oña. Los estudios literarios fueron acrecentándose, la poesía pastoril mitológica y de caballería es aceptada por el lector, la novela de Cervantes y la obra de Virgilio despiertan una legión de seguidores, así nuestros poetas se convierten en traductores y seguidores de poetas latinos y del Renacimiento. La poesía en el Perú del siglo XVI empieza a hacerse sentir y se forman grupos de intelectuales que escriben con maestría y vocación. La literatura de la Colonia ha pasado por tres grandes períodos: PERÍODO CLÁSICO Se caracteriza por la marcada influencia de la literatura renacentista española, las obras de Garcilaso y fray Luis de León llegaban a América, donde encuentran muchos seguidores. A esta etapa pertenecen Diego Dávalos y Figueroa, con un poema épico titulado Miscelánea Austral, el padre Diego de Ojeda con La Cristiada, Pedro de Oña con A rauco domado; Juan de Miramontes y Zuázola con Armas antárticas; Mejía de Fernangil con Parnaso antártico; Amarilis con Epístola a Belardo. PERÍODO CULTERANO Se da aproximadamente al inicio del siglo XVII, caracterizado por el uso exagerado de la forma, se adoptan artificios poéticos siguiendo el estilo de Luis de Góngora y Argote. Socialmente hay un crecimiento en las pretensiones de aristocratismo minoritario en la literatura, la dificultad del estilo sirve para excluir a los posibles lectores que no sean cultos. El poeta quiere asombrar, se trata de crear novedades en un lenguaje difícil donde se apela a la razón. La literatura culterana al igual que la conceptista se da dentro del estilo barroco.

El culteranismo se caracteriza por la intensidad de imágenes y colores al estilo gongorino. Especial mención merece en este período Juan Espinosa Medrano y Luis Antonio de Oviedo. El conceptismo, en cambio, busca choques paradójicos de conceptos abstractos, en un fraseo exagerado de gran ingenio verbal. Juan del Valle y Caviedes adoptó en su poesía algunos rasgos del conceptismo, así como Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides, hombre de gran cultura y amplia bibliografía. PERÍODO AFRANCESADO Aparece desde mediados del siglo XVIII, cuando ya se vislumbra la futura emancipación. La inquietud literaria tiene su momento sobresaliente en esta etapa. Influidos por los enciclopedistas franceses nuestros jóvenes escritores se agrupan en torno a una idea dominante, la emancipación de América. En este período sobresalen Pablo de Olavide y José Joaquín Olmedo. PRESENCIA DE LA MUJER EN LA COLONIA Durante la colonia la presencia de la mujer en la literatura es mínima, dos son exactamente las únicas representantes conocidas: Amarilis y la anónima autora del Discurso en loor de la poesía. En los primeros años del siglo XVII era muy difícil que la mujer alcanzara algún grado cultural, salvo algunas excepciones como es el caso de Sor Juana Inés de la Cruz (mejicana), a quien su educación eclesiástica le permitió leer y adquirir un extraordinario bagaje cultural, pero el común de las mujeres no tenían acceso a las universidades ni a las escuelas superiores. En los inicios del siglo XVIII recién empieza a cambiar la situación de las mujeres que deciden escribir con nombres propios, dejando el anonimato tan usado en la colonia. Aparecerán así doña Manuela Carrillo Andrade y Sotomayor, quien compuso varias piezas de teatro y finos versos de corte lírico. Doña Josefa Bravo de Lagumes y Vilela, abadesa del monasterio de Santa Clara, quien, según se sabe, escribió una colección de poesías místicas; la monja Josefa de Azañe y Llano, de quien se sabe que escribió una pieza para teatro. Todas estas damas están ligadas a los monasterios, pues la educación de aquella época era conventual, lo que corrobora la tesis de que Amarilis e incluso la autora del Discurso en loor de la poesía fuesen monjas o damas de la aristocracia, aunque no escape la posibilidad de que hayan sido varones con seudónimo femenino. La elite intelectual de España se sorprende ante la aparición del Discurso en loor de la poesía y la Epístola a Belardo por su tersa y perfecta manera de rimar el terceto, que en nada tiene que extrañar el estilo de la Península; se abandona al fin el poema épico medio eval. para escribir con donaire y cadencia, en el más suave estilo, propio de una voz femenina a quien emociona la belleza y rinde culto a la poesía en nombre del amor, haciendo gala de conocimiento mitológico. ¿Quiénes son estas traviesas y anónimas poetisas que cantan, encantan y deslumbran a los coterráneos de Cervantes? EL DISCURSO EN LOOR DE LA POESÍA En 1608 se edita en Sevilla El Parnaso antártico, de Diego Mexía de Fernangil, el prólogo incluye un poema de tercetos endecasílabos titulado Discurso en loor de la

poesía. El autor era, según explicación de Diego Mexía, “Una señora principal que residía en Lima y que por respeto no podía dar su nombre”. Sobre el verdadero autor del poema hay algunos que opinan que era un varón y no una dama. Ricardo Palma expresa sus dudas sobre la feminidad de la supuesta poetisa, pero la bautiza con el nombre de “Clarinda”, después Javier Prado la llamaría “Clarisa”. Son muchos los valores que adornan estos versos, que han sido calificados como obra maestra de la literatura de la colonia. La poesía encierra claro conocimiento de historia y preceptiva literaria, nombra con acierto a Aristóteles, Plinio, Virgilio, Horacio, Juvenal, Persio, Séneca y Lucrecio; elogia a Ovidio reverencia a Safo; presenta a los principales poetas españoles de ese tiempo y finalmente deteniéndose en el Perú nombra a Fedro de Oña, fray Diego de Ceda, Cristóbal de Arriaga, Pedro de Carbajal y Miguel Cabello Balboa, para terminar elogiando a Mexía de Fernangil, a quien llama “príncipe del febeo bando”. Diego Mexía Fernangil fue un sevillano amante de las letras, que se radica en Lima alrededor de 1596. Por ajenos motivos radicará en México, donde traduce Las Heroidas de Ovidio. Caracteriza a Mexía una gran fluidez en el verso y brillante concepción en la metáfora, que le dan características especiales tanto en sus traducciones como en las composiciones en sonetos con las que forma El Parnaso antártico. ¿Quién te podrá loar corno mereces? ¿y cómo a proseguir seré bastante, si con tu luz me asombras y enmudeces? Y dime, oh musa, ¿quién de aquí adelante, de la poesía viendo la excelencia, no la amará con un amor constante? ¿Qué lengua habrá que tenga ya licencia para blasfemar, sin que repare, teniéndola, respeto y reverencia? Y tú, Mexía, que eres el febeo bando el príncipe, acepta nuestra ofrenda, de ingenio pobre y rica de deseo. (De Discurso en loor de la poesía) AMARILIS Reseña biográfica En 1621 Lope de Vega publica en España su obra La Filomena, en donde inserta la Epístola de Amarilis a Belardo, carta poética en forma libre dirigida desde el Perú por Amarilis, poetisa que dice ser descendiente de los fundadores de Huánuco. Hasta hoy es un enigma la biografía de Amarilis y se duda sobre si ha sido realmente mujer peruana, una dama española o el propio Lope de Vega, usando el seudónimo y personalidad de Amarilis. Muchos estudiosos han investigado sobre su personalidad, teniendo cada uno diferente opinión; así Asenjo Barbieri, español, sostiene que Amarilis fue el seudónimo que usó doña Martha de Nevares, amiga de Lope de Vega. Menéndez y Pelayo opina que Amarilis fue una dama huanuqueña de esmerada educación, de nombre María de Alvarado.

Luis Alberto Sánchez y Riva Agüero piensan que pudo ser María Tello de Lara y Arévalo Espinosa. Don Ricardo Palma y Ventura García Calderón crearon el desconcierto cuando sostuvieron que Amarilis fue un varón no una dama. Guillermo Lohmann Villena, investigador de la cultura peruana, sostiene la hipótesis que la verdadera identidad de Amarilis sería María de Rojas y Garay, dama huanuqueña que residió en la ciudad de Lima. Lo cierto es que quienquiera que fuera Amarilis es una de las más altas expresiones líricas de nuestra literatura colonial. Reseña literaria La Epístola de Amarilis.., demuestra en sus líneas una sensibilidad muy femenina, gran dominio de los versos clásicos que demuestran erudición, una refinada educación y sublime sentimiento amatorio. El acento que utiliza es propio de un amor más divino que humano. Augusto Tamayo Vargas encuentra una relación entre Clarisa (Discurso en loor de la poesía) y Amarilis, ambas utilizan términos mitológicos renacentistas; la presencia de Ovidio también se encuentra en ambos poemas, luego el tono oculto propio de una clase especial que podría ser alguna religiosa y finalmente ambos poemas centralizan al amado, el poeta, a quien se dirigen con expresiones de un lenguaje sublime, ideal, que va más allá de la vida. Luego de la aparición del Discurso en loor de la poesía (1608) viene una época de silencio, hasta que aparece Amarilis (1621), los dos parecen tener sus raíces en el convento, ya que la cultura que se advierte en sus líneas sólo podía ser de una monja, pues las mujeres en esa época no alcanzaban ese grado de instrucción. La posibilidad que una sola poeta escribiese los dos poemas continúa, así como también se mantiene hasta ahora la duda sobre la identidad de Amarilis. La Epístola está escrita en 19 estrofas llamadas silvas, las primeras dieciocho estrofas están formadas por dieciocho versos heptasílabos y endecasílabos y la última estrofa se compone de once versos. El contenido es autobiográfico, como si quisiera dejar entre líneas su identidad dando señales y nombres de su procedencia. Quiero, pues, comenzar a darte cuenta de mis padres y patria y de mi estado porque sepas quien te ama y quien te escribe. Sus abuelos, posiblemente conquistadores de América, figuran entre los fundadores de Huánuco. Ella vive en Lima desde su infancia con su hermana Belisa, ambas huérfanas, Belisa contraerá matrimonio mientras ella entrará al convento a vivir en limpio celibato. De padres nobles, dos hermanas fuimos, que nos dejaron en temprana muerte, aún no desnudas de pueriles paños. El cielo y una tía, que tuvimos, suplió la soledad de nuestra suerte... El amor platónico que manifiesta por Belardo se ve coronado por la más bella expresión lírica del virreinato que por la delicadeza de la expresión pienso, contrariamente a don Ricardo Palma, sólo pudo ser producto de un alma femenina. EPÍSTOLA DE AMARILIS A BELARDO (FRAGMENTOS) («.) Oí tu voz, Belardo: mas ¿qué digo? no Belardo, milagro han de llamarte éste es tu nombre, el cielo te lo ha dado,

y Amor, que nunca tuvo paz conmigo, te me representó parte por parte, mas no oídos, cuya fortaleza en ti más que en sus fuerzas confiado; mostróse en esta empresa más osado, por ser el artificio peregrino en la traza y el oficio otras puertas del alma quebrantado, no por los ojos míos, que velando están en gran pureza: ha sido y es tan fuerte, que por ellos no entró sombra de muerte, que tales son palabras desmandadas, si vírgenes las oyen. que a Dios han sido y son sacrificadas. (...) Quiero, pues, comenzar a darte cuenta de mis padres y patria y de mi estado porque sepas quién te ama y quién te escribe bien sé que la memoria me atormenta renovando el dolor, que aunque llorado, está presente y en el alma vive; no quiera Dios que en presunción estribe lo que aquí le dijere, ni que fábula alguna compusiere, que suelen causas propias engañarnos, y en referir grandezas halagamos, que la filaucia engaña más que no la verdad nos desengaña, especialmente cuando vamos en honras vanas estribando: de éstas pudiera bien decirte muchas; mas quédense en el silencio, pues atento contemplo que me escuchas. En es te imperio oculto, que el Sur baña, más de Baco piadoso que de Alcides, entre un trópico frío y otro ardiente, adonde fuerzas ínclitas de España con varios casos y continuas lides fama inmortal ganaron a su gente, donde Neptuno engasta su tridente en nácar y oro fino; cuando Pizarro cori su flota vino, fundó ciudades y dejó memorias, que eternas quedarán en las historias; a quien un valle ameno.

de tantos bienes y delicias lleno, que siempre es primavera. merced del dueño de la cuarta esfera. la ciudad de León fue edificada, y con hado dichoso, quedó de héroes fortísimos poblada. Es frontera de bárbaros y ha sido terror de los tiranos que intentaron contra su Rey enarbolar bandera; al que en Jauja por ellos fue rendido, su atrevido estandarte le arrastraron, y volvieron al Reino cuyo era. Bien pudiera. Belardo, si quisiera en gracia de los cielos, decir hazañas de mis dos abuelos que aqueste nuevo mundo conquistaron y que esta ciudad también edificaron. de vasallos tuvieron, y por su Rey su vida y sangre dieron, Mas es discurso largo, que la fama ha tomado ya a su cargo si acaso la desgracia de esta tierra, que corre en este tiempo, tantos ilustres méritos no entierra. De padres nobles dos hermanas fuimos, que nos dejaron con temprana muerte, aún no desnudas de pueriles paños. El cielo y una tía que tuvimos, suplió la soledad de nuestra suerte; con el amparo suyo algunos años huimos siempre de sabrosos daños; y así nos inclinamos a virtudes heroicas, que heredarnos: de la beldad, que el cielo acá reparte nos cupo, según dicen, mucha parte, con otras muchas prendas: no son poco bastante las haciendas al continuo sustento; y estarnos juntas con tan gran contento que una alma a entrambas rige y nos gobierna sin que haya tuyo y mío, sino paz amorosa, dulce y tierna. PEDRO DE OÑA (1570-1643) Nace en Chile. Desde muy pequeño viene a Lima. Estudia en el colegio San Felipe y en la Universidad San Marcos. Por esas circunstancias se le considera vinculado a la

literatura peruana, además porque sus obras fueron editadas en Lima. Lope de Vega lo alaba en su obra El laurel de Apolo al igual que Clarisa lo menciona en su Discurso en loor de la poesía. Dotado de un fino estilo es uno de los mejores representantes de la poesía renacentista y barroca. En 1595 aparece en Lima su obra A rauco Domado. Según él lo que lo que llevó a escribirlo fue el solo deseo de hacer algún servicio a la tierra donde nació. La otra consta de diecinueve cantos en octava real, que hacen un total aproximadamente de dieciséis mil versos. En esta obra Pedro de Oña refleja las costumbres de los indios araucanos y la campaña de don García Hurtado de Mendoza. Una opinión muy centrada es la de Menéndez Pelayo, cuando dice: “Tendrá el autor todos los defectos de gusto y de educación que se quiere, y su libro es sin duda imperfectísimo, pero lo que sobra en él son destellos de poesía”. El Arauco domado refleja un fino estilo épico adornado de gran lirismo descriptivo, con evidente influencia de Virgilio. Ya Lima cori soberbia, fausto y pompa Se hincha, se levanta y se engrandece, Y deshacer su fábrica parece, O que de todo punto se corrompa, Al son de caja, pífano y de trompa El aire, el mar, la tierra se ensordece, Y cuando con sus términos se encierra Es un tumulto y máquinas de guerra.. EL cano y turbio resonante, Que de vejes en una se recuesto. su ronca voz se levanta sobre apuesta Con este son de guerra disonante: Mas aunque se desengañe no es bastante Para ganar eL viejo y Lo que apuesta.. Porque el murmullo y bélico ruido La tiene su murmurio ensordecido. ALONSO DE ERCILLA Y ZÚÑIGA (1533-1594) Reseña biográfica Nace en Madrid en 1533, es educado en la corte del príncipe Felipe II. Habla latín, francés e italiano. Es admirador de Virgilio y Ariosto. Conoce en Londres a Jerónimo de Alderete, nombrado Capitán General de Chile, se entusiasma con la idea de viajar a América y emprende la expedición. Entre 1556 y 1559 toma parte en algunas campañas contra los araucos, viaja a Lima donde radica por cuatro años y regresa a España. En 1569 publica la primera parte de La Araucana, la segunda parte será publicada en 1578 y la tercera en 1589, es decir desde que abandonara Chile en 1559 demora treinta años en componer su obra. Ercilla pasa sus últimos años en soledad, falleciendo en España en 1594. Reseña literaria

La Araucana constituye una crónica épica, que se convierte en la más significante epopeya de la conquista de América. El autor compone la primera parte del poema y algo de la segunda en el propio campo de batalla, en medio del fragor de la contienda. La obra está compuesta de tres partes: se divide en 37 cantos en octava real, ocho versos endecasílabos que riman el primero, tercero y quinto versos; el segundo, cuarto y sexto y el sétimo con el octavo. La primera parte de La Araucana empieza con la descripción de Chile, habitantes, costumbres, y la negada de los españoles. Sigue un canto en donde se muestra a los caciques escogiendo un nuevo jefe; según el consejo del anciano y prudente Colocolo, seria jefe aquel que sostenga sobre sus hombros, por más tiempo, un grueso madero. En esta prueba triunfa Caupolicán, quien estuvo andando sin parar durante dos días y dos noches, con la pesada carga sobre sus hombros. En la segunda parte, el hecho principal es la Campaña del Penco y con la muerte de Tucapel y el martirio de Galvarinos, a quien los españoles cortan las manos. En la tercera parte, el héroe principal es Caupolicán, quien es derrotado y llevado a prisión, donde muere valientemente en el suplicio. El protagonista que sin duda da unidad al poema es el gran Caupolicán. El poema posee pasajes de gran inspiración, de versificación rica y fluida. Ante el lector desfilan escenas y personajes maravillosos y llenos de fuerza. Tucapel, audaz y fanfarrón, dispuesto a llegar a las manos con el primero que lo contraríe, es con el cual más se identifica el lector. Otros personajes son: el anciano Colocolo; Llncaya, el bravo; Cayocupil, el bullicioso; Elicura, el robusto; y, sobre todos, el inmenso Caupolicán, quien estuvo andando dos chas y dos noches con la pesada carga y hasta la luna asombrada parece detenerse para ver la extraña prueba. (....) Salió la clara luna a ver la fiesta del tenebroso albergue húmedo y frío, desocupando el campo y la floresta de un negro velo lóbrego y sombrío; Caupolicán no afloja de su apuesta, antes con nueva fuerza y mayor brío se mueve y se presenta de manera como si peso alguno no trajera. Ercilla está lejos de Chile cuando escribe su poema, pero no puede olvidar que en América ha vivido y sufrido, sus versos entonces aunque escritos en octavas no son del todo renacentistas. Su canto habla de una raza, de una tierra, del valor de indios y españoles de vencidos y vencedores. DESCRIPCIÓN DE CHILE Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar del Sur llamado, tendrá este a oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado, bajo el polo antártico en altura de veinte y siete grados prolongado, hasta do el mar océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno. Y estos dos anchos mares que pretenden pasando de sus términos juntarse, baten las rocas y sus olas tienden; mas esles impedido el allegarse por esta parte al fimi la tierra hiende, y pueden por aquí comunicarse; Magallanes, Señor, fue el primer hombre que, abriendo este camino, le dio nombre. Por falta de pilotos, o encubierta causa, quizá importante y río sabida, esta secreta senda descubierta quedo para nosotros escondida, ora sea yerro de la altura cierta, ora que

alguna isleta removida del tempestuoso mar y viento airado, encallando en la boca, lo ha cerrado. Digo que norte sur corre la tierra, y bañada del oeste la marina; a la banda del este va una sierra que el mismo rumbo mil leguas camina; en medio es donde el punto de la guerra por uso y ejercicio más se ajina; Venus y Amor aquí no alcanzan parte; Sólo domina el iracundo Marte. Pues en este distrito demarcado, por donde su grandeza es manifiesta, está a treinta y seis grados el estado que tanta sangre ajena y propia cuesta: éste es el fiero pueblo no domado que tuvo a Chile en tal estrecho puesta, y aquel que por valor y pura guerra hace en tomo temblar toda la tierra. RETRATO DE LOS ARAUCANOS En fin, el hado y clima de esta tierra, si su estrella y pronóstico se miran, es contienda, furor, discordia, guerra. y a sólo esto los ánimos aspiran, todo su bien y mal aquí se encierra: son hombres que de súbito se aíran, de condición feroces, impacientes, amigos de domar extrañas gentes. Son de gestos robustos, desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros, de nervios bien fornidos ágiles, desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos, duros en el trabajo y sufridores de fríos mortales, hambres y calores. No ha habido rey jamás que sujetase esta soberbia gente libertada, ni extranjera nación que se jactase de haber dado en sus términos pisada. ni comarcana tierra que se osase mover en contra y levantar espada: siempre fue exenta., Indómita, temida, de leyes Ubre y de cerviz erguida. (De La araucana. Alonso de Ercilla) LO BARROCO EN EL PERÚ El movimiento barroco nace en Europa, a finales del siglo XVI. Barroco significaba extravagante, deforme, exagerado, pero luego se manifestó como un estilo en el cual el escritor o el artista se vuelven hacia su interior y se manifiesta de una manera afanosamente exagerada en recursos expresivos. Socialmente, hay un crecimiento en las pretensiones de aristocratismo minoritario en la literatura, la dificultad de estilo sirve para excluir a los posibles lectores que no sean cultos, el recurso más usado por los poetas es asombrar, desconcertar, deslumbrar al lector. La literatura barroca se da sobre todo en los países católicos, especialmente en España, con la poesía. Dentro del barroco hay dos tendencias: el culteranismo, con don Luis de Góngora a la cabeza, y el conceptismo que culmina con Quevedo. Este movimiento llega a América en el siglo XVII, en donde el ambiente peruano era sumamente cortesano, las leyes represivas absolutistas para todo lo americano y nativo, impusieron a las letras su inconfundible marca; y así los escritores se vieron obligados a usar la lisonja y la galantería que al no ser aceptada por la inquisición tornaron la galantería en piropo y el erotismo en alegoría, dando como resultado una literatura barroca y forzada.

Las corrientes literarias predominantes en España influyeron en los escritores peruanos, quienes reaccionaron ante los valores literarios del Renacimiento con un rebuscamiento formal, con un adorno preciosista. La alegría renacentista había conducido para dar paso a una expresión forzada, recargada y muchas veces frívola; la descripción se convierte en un recurso indispensable, se describen festejos, actos oficiales, nacimientos de hijos de autoridades o fallecimientos de algún notable. Es decir, se produce un exceso de motivos ornamentales que reflejan un desborde imaginativo y usado como válvula de escape para los escritores de esa época. JUAN ESPINOSA MEDRANO, “EL LUNAREJO” (16299-1688) Reseña Biográfica Juan Espinosa Medrano nace en el pueblo de Calcauso, provincia de Aimaraes Apurímac. Calcauso es una comunidad campesina situada al sur del distrito Espinosa Medrano, con profundas quebradas y riachuelos que luego formarán el río Mollobamba. Es en este ambiente donde nace y crece el poeta. Sobre la fecha de su nacimiento y el nombre de sus padres hay algunas polémicas. Sus biógrafos indican que habría nacido el 24 de junio de 1629, coincidiendo con las afirmaciones de Clorinda Matto de Turner. Respecto a sus padres no se tienen nombres exactos, según Luis Alberto Sánchez pudieron haberse llamado Agustín Espinosa y Paula Medrano, y su apellido real seria Chancahuaña A la edad de siete años aproximadamente lo tomarla a su cuidado el sacerdote Espinosa Medrano, dándole su apellido. Estos datos son difíciles de verificar por no haber partidas de nacimiento, bautismo u otro documento que lo pruebe. Ingresa al seminario de San Antonio Abad en el Cusco, en donde demuestra brillante inteligencia y aptitud para los Idiomas, en esos tiempos compone versos en latín y castellano así como comedias y actos sacramentales. Espinosa Medrano estudia Artes y Teología en el Seminario de San Antonio, llegando a graduarse en la Universidad de San Ignacio de Loyola. En 1659 pronuncia su primer sermón, y desde entonces demuestra erudición y talento, cuando oficia misa, la gente llena el templo desde el atrio, incluso permanecen de pie en la puerta para oír sus palabras, eso le vale el sobrenombre de “Doctor Sublime”, aunque se le conoce más como E1 Lunarejo” por un gran lunar que tenía en la cara. Orgulloso de ser indio, no oculta su raza ni su ancestro, y es conocida la anécdota cuando su madre, una pequeña mujer indígena intenta abrir- se camino entre la gente que llena la iglesia, para poder llegar a escuchar el sermón de su hijo, y al verla pide al público que dejen pasar a esa pobre india que es su madre. En 1662, enojado por los ataques que contra Luis de Góngora había lanzado el portugués Manuel de Faria y Souza, publica su Apologético en favor de Luis de Góngora, la obra más famosa de su pluma. El 26 de febrero de 1677 es designado cura de la Parroquia San Cristóbal, una de las más antiguas y prestigiosas del Cusco. El 24 de diciembre de 1683 ocupa la Canonjía Magisterial del Cusco, en 1684 ocupa la tesorería del coro de la Catedral, y en 1686 ostenta la dignidad de Chantre. El sábado 15 de noviembre de 1688, muere el doctor Juan Espinosa Medrano, uno de los personajes más ilustres de nuestra literatura, lo que le valió el nombre de Doctor Sublime.

Reseña literaria En 1662 aparece en Lima la primera obra de Juan Espinosa Medrano, bajo el titulo Apologético en favor de D. Luis de Góngora, Príncipe de los Poetas Líricos de España, contra Manuel de Faria y Souza, caballero portugués. Que dedica al Excmo. S. Don Luis Méndez de Haro, Duque Conde de Olivares. Su autor. El Dr. Juan de Espinoza Medrano, Colegial Real en el insigne Seminario de San Antonio de Magno, Catedrático de Arte y Sagrada Teología en él. Cura rector de La Iglesia Catedral de la ciudad de Cusco, cabeza de los reinos del Perú en el nuevo mundo. Año 1662. Al reverso: Con licencia. En Lima en la imprenta de Juan de Quevedo y Zárate. Con este largo título aparece una de las mejores obras de su tiempo, lo que le vale el apelativo de “Fénix Criollo”, “Doctor sublime”, “Arpón Indiano”, etc. Sobrecoge la riqueza de su lenguaje, la multitud de imágenes, las cualidades que caracterizaban al culteranismo y los rasgos que demuestran su valor. El Apolegético en favor de Don Luis de Góngora está formado por una Introducción y doce capítulos o secciones en los que el autor rebate los argumentos y ataques que sustenta Manuel de Faria (escritor portugués) contra Luis de Góngora. Esta obra está escrita en una prosa al estilo culterano, en donde el autor muestra ser un gran conocedor de las culturas clásicas y un experto en el manejo de la gramática para explicar la poesía de Góngora, quien usa de manera reiterada el “hipérbaton”. Espinoza nos dice: “Las palabras son las que divinizan y prestan eficacia a la materia, lo que importa es advertir que esta colocación llamada Hipérbaton es genuina, esta transposición castellana demuestra la hermosura de ellas”. Espinosa Medrano emplea un lenguaje pulido, elegante, sin que la afectación llame al ridículo va señalando las criticas de Farsas y refutándolas en cuanto al uso de la metáfora, del hipérbaton, etc. La defensa es excelente, no sólo en lo que a ella se refiere sino a la expresión misma del autor, que corona con su exposición una de las mejores obras del siglo XVII. Nos dice: “No inventó Góngora las transposiciones castellanas, inventó el buen parecer y la senda de conseguirlas”... “Góngora levantó a toda superioridad la elocuencia castellana y sacándola de los rincones de su hispanismo. Hízola de corte sublime, de balbuciente fecunda, de estéril opulenta y de bárbara culta”. Mario Vargas Llosa, con motivo de recibir el premio Príncipe de Asturias, se refirió a Espinosa Medrano diciendo: “El Lunarejo llegó a ser uno de los intelectuales más cultos y refinados de su tiempo, un escritor cuya prosa robusta y mordaz, de amplia respiración y atrevidas imágenes, multicolor, laberíntico, fundó en América hispana esa tradición del barroco”’ Refiriéndose al Apologético opina: “En el Apologético en favor de Don Luis de Góngora y Argote, el Lunarejo cita o glosa a más de ciento treinta autores, desde Homero y Aristóteles hasta Cervantes, pasando por el Aretino, Erasmo, Tertuliano y Camoens. Las citas cultas eran un ritual de los tiempos como rendir pleitesía al cielo y a los Santos. En su caso son también un ejercicio de magia semipatética, un conjunto para atraer a esas tierras y arraigar en ellas a quienes representaban, entonces, las cimas de la sabiduría y el arte. En el Lunarejo, la inventiva y el brillo verbal son tan fuertes que rompen los moldes estrechos y rastreros del género que escoge para expresarse. Su Apologético es un poema en prosa en el que con el pretexto de reverenciar a Góngora y vituperar a Faria y Souza; juega con los sonidos y el sentido de las palabras, fantasea, canta, Impreca, cita y va coloreando los vocablos y los malabares con un dejo personal”. OBRAS

- Apologético en favor de Don Luis de Góngora, Príncipe de los poetas líricos de España, contra Manuel de Faría y Souza, caballero portugués. - La novena maravilla, - El hijo pródigo. - Amar su propia muerte. El Apologético es editado por primera vez en Lima en 1662, La segunda edición se hace también en Lima en 1694, seis años después de la muerte de su autor, La novena maravilla Se publica en Madrid en 1695, siete años después de la muerte del autor, La realizó el Capellán Real Dr. Agustín Cortés de la Cruz. Es una colección de 30 sermones y panegíricos de El Lunarejo, pronunciados en diversas oportunidades desde los púlpitos de los diferentes templos del Cusco. El nombre de La novena maravilla es escogido por sus discípulos por la excepcional calidad tanto en fondo como en forma de los sermones vertidos, catalogados como una maravilla del arte literario Amar su propia muerte, es una tragicomedia de carácter profano, fue hallado por el padre jesuita Rubén Vargas Ugarte. La fuente de inspiración está en la Biblia en el Libro de los Jueces, Trata sobre la invasión de los ejércitos del rey de Canaan, Jabín, a los territorios de Israel.

APOLOGÉTICO A FAVOR A DON LUIS DE GÓNGORA PRINCIPE DE LOS POETAS LÍRICOS DE ESPAÑA (FRAGMENTO) AL LECTOR En la palestra nos ves (Lector mío, pero en palestra de entendimiento), pelease aquí entre estos limites, sin que pase el decidió a la voluntad. Hombre es de crédito mí antagonistas, que hace glorioso el triunfo la valentía del enemigo. No te pido favorezcas este Apologético, porque no liaba hombre docto, a quien Don Luis de Góngora no le haya merecido, el que mire con atención limpia sus causas. Si eres lego, temo el que me aplaudas Porque no quiero y me excuso el que me lastimes porque no siento. Tarde parece que salgo a esta empresa; pero vivimos muy lejos los Criollos, además que cuando Manuel de Faria pronunció su censura, Góngora era muerto; y yo no había nacido. Si alguien quisiere proseguir la batalla, la pluma me queda sana y volveré sin temor al combate, Ya ves, cuán poco me va en defender a quien aun sus Paisanos desamparan; pero dicen que es linaje de generosidad reñir las pendencias de los buenos. Sección 1 1. pensión de las luces del Ingenio fue siempre, excitar envidias que muerdan; Ignorancias que ladren, iras entrañables delineó Alicato en el natural camino que alorbe luminoso de la luna. En la nocturna carrera de sus resplandores rabiosa embiste, enfurecido ladra, más como ve su figura en el celeste espejo retratada (dice el poeta) parécele, que traba risas con sus semejantes; pero sordo a tan importunas voces prosigue el cándido Planeta el volante lucimiento de sus rayos: Et latrat, sed frustra agitar vax irrita ventis, et peragit cursus surda Diana suos.

Bien puede el ingenio docto brillar elevado en los cuernos de la luna; que al destino de la envidia poco le contenta lo ilustre, cuando le asombra lo soberano. Hay algunos hombres no ignorantes; pero no doctos; sino eruditos a lo sátiro, medio necios, y todo locos, que con arrojo (iba a decir desvergüenza) censuran, muerden y lastiman las venerables letras de ,los varones más insignes; canes llamo a estos Gilberto Cognato, que voceando el argentado carro de la Luna, nos dice que el condenar los aciertos, que no podrán imitar, es ladrido, que amotina contra la doctitud el desvanecimiento: no hay que culpar a los totalmente ignorantes, que esta osadía no la cometen, sino los que Gilberto llama Sabidillos. Solet excitarí a quisbusdam sciolis in viros doctos, quos cum imitari nequeant, is obloqui non verentur, quo sensu accipio illud Alciati: Allatrani: sed frustra agitar vax irrita ventis pergit cursus surda Diana suos. Que bien dijo un discreto, que no temía a los muy doctos, ni al os muy ignorantes en la censura; porque la generosidad de aquellos perdonaba; y la confusión de apuestos no ofendía. Los entreverados son los bachilleres, mordaces y presumidos. Líbreos Dios de quien con su poco de latín leyó cuatro poetas, dos Historiadores, un Cosmógrafo y medio Teólogo, que no le ha de quedar Autor, que no margene: Poeta, que no muerda; Escritor, que no lastime. ¡Oh desventurada de Gramáticos! Que luego se ha de apoderar de ellos la jactancia, y la hinchazón. Tal vez reventaron en errores pestíferos, llórenlo melacton, Erasmo, Vatablo, Escaligero, Laurencio Vala, Luis Vives y tal vez fue menester que el doctor de las España, S. isidro nos dijese: Melkiores ese Grammaticos, quan Heréticos. Que eran mejores que los herejes los Gramáticos. En verdad, que debía de haber alguna confusión entre ellos, pues fue menester toda esa advertencia: mas como unos y otros son hijos de la vanidad, y elación, parecense en la facilidad de condenar, como en la progenie del presumir. Quia ingerunt hominibus perniciosam mentís elationem. Sobre esta cláusula su ilustrador García de Loaisa dio las señas de este linaje de hombres: Grammaticos vocat hie Aristarcos illos, qui sibi de ovni doctrina judicium vendicabant, Censores doctrino. E styl, quorum E inanem turnoreri reprehendit Auguss tinus libro de catecftizandls rudibus. Estos son los Aristarcos, que con vara censoria se arrogan el tribunal de todas las letras. Árbitros de toda doctrina. Censores de todo estilo. Luna fue esplendidísima el insigne y raro Porta Cordobés Don Luis de Góngora (sí es que el ser Sol se quedó sólo a juicio del Mundo para el mismo Apolo) pues heredero de sus luces resplandece en el tenebroso siglo de tanto culto. Planeta Mayorazgo del Sol, que en la plenitud de sus esplendores nunca le advierte corvo; sino quien menguante de seso anduviere con la Luna. 2. No sé que Furia se apoderó de Manuel de Faria y Souza, para que de Comentador de Camoens se pasase a ladrador de Góngora: pudiera ese hidalgo correr su estadio, y proseguir su estudio sin enturbiar con polvo tan ruin el honrado sudor de su fatiga. Vileza es del Ingenio no acertar con los fines del aplauso, sino tropezando en los medios de algún descrédito. Vituperar las Musas de Góngora, no es comentar la Lusiada de Camoens, morder para pulir, beneficio es de lima; morder por sólo roer. Hazaña será de perro. Cuando al libro le haga bueno la erudición propia. Nunca la hace, ni aun razonable, el deslucimiento ajeno. De Don Luis de Góngora nadie dijo mal, sino o quien le envidia, o no le entiende: si esto último es culpa. Pendencia tienen, que reñir con el Sol muchos ciegos. Nunca dijo mayor verdad Manuel de Faria, que cuando escribió estos renglones: Yo me obligo, que no está fácil y la respuesta, para muchos, que quieren fácilmente entender, y juzgar a los grandes hombres, de que resulta que ni los entiendes, ni los veneran como les es debido. Bien dicho, pero cógele de medio a medio: pues si Góngora es varón grande (a pesar suyo) ¿de qué puede nacer no venerarle debidamente, si no le disculpa lo craso de no entenderle? Pero yo mejor siento del

Ingenio de Faria, no faltó conocimiento; sobró sí envidia, que herido de esta peste se confiesa el pobre Caballero, cuando hablando de su Poeta dijo: Verdaderamente me hallo con envidia, de que Don Luis de Góngora se Le haya parecido tanto, en esta gracia, y aventajándose en la copia. Gentil confesión, para que le creamos cuando delira; sentencia que dictó la emulación, ¿qué equidad puede promete?? Muy de Garnacha, y Magistrado llama a juicio a quienes no le temieran crítico, pero le despreciaran aprendiz. ¿Quién le dio a Faria la vara Censoria, para que loco, o desvanecido publique exámenes a su juicio, y hecho Asesor de Apolo. Oráculo de las Musas, Árbitro del Parnaso prorrumpa en esta bobería, diciendo: Hablo habiéndolos examinado a todos para esta sentencia, que yo confió, aprobará el mismo Apolo, porque le al después de haber revuelto todos los textos de las Musas, por no parecerme a los que sin examen se hacen jueces? ¡Qué buenos cascos! Si Don Quijote lograra el Imperio, o Sancho la Ínsula no se topara Presidente más a propósito. Todo el comento de Camoens le hallo sembrado de estas vanidades, alabanzas propias, fanfarronerías tontas, filauclas, desvanecimientos, y vanaglorias; ya es consulto del mismo Apolo, ya es Águila, que registrando el menor rizo a las guedejas del Sol arroja en sus exámenes los adulterinos pollos del nido, ya es universal Maestro, que enseña a entender lo que nadie, sino él llegó, ni pudo pensar, ya enseña, ya corrige, ya castiga; salve tú ¡oh Maestro insigne! por ventura hallado, por felicidad venido; gloríese el Mundo de haber merecido un hombre (como dijo S. Jerónimo contra otro habladorazo) un hombre digo, sin Preceptores perfecto, que supo ventajosamente exceder en la elocuencia a Tullo, en la argucia a Aristóteles, en la prudencia a Platón, en la erudición a Aristarco, en los libros a Calcentero, en las escrituras a Dídimo, vencedor ilustre de todos los Escritores de su edad. Inventus est homo sine Praeceptore perfectur qué eloquentía Tulllum, argumentis A ns totelern, prudentia, Plato nem, erud itione A ns tarchum, multitudine librorum Calcertterum, Didymum Scientla Scnipturarum, omnes que sul temporis vincat tractatores. JUAN DEL VALLE Y CAVIE DES (1652 - 1694) Reseña biográfica Juan del Valle y Caviedes nace en la Villa de Porcuna, Andalucía, España, posiblemente en el año 1652, sus padres don Pedro de Valle, Caviedes y doña María de Caviedes, Siendo niño aún viene al Perú, posiblemente con su padre que se dedicaba al comercio o Con un tío, don Tomás Berjón de Caviedes, que llegó a ser oidor de la Audiencia de Lima, estos datos se extraen de la obra misma de Caviedes. ‘De España pasé al Perú tan pequeño, que la infancia no sabiendo de mis musas ignoraba mi desgracia»... Heme aquí criado entre peñas de minas para mi avaras ¿mas, cuando no se complican venas de ingenio y de plata...

El 15 de marzo de 1671 contrae matrimonio con doña Beatriz Godoy Ponce de León, natural de Moquegua; probablemente en esta época ya escribe versos pero no se conoce publicaciones de esos años. Aproximadamente alrededor de 1683 enviuda, lo que afecta grandemente al poeta que se refugia en los amigos. Pasaba por una situación económica estrecha y su salud decaía, esto ha de manifestarse en unos versos de amarga sátira que escribiera. Se sabe que contrajo matrimonio por segunda vez, pero no tuvo buena relación Con su esposa. Tenía un comercio en Uno de los llamados “Cajones de la Ribera’, o sea una pequeña tienda situada en los bajos del palacio de gobierno, de allí que se le conozca como “el poeta de la ribera”. Se convierte en el poeta popular. El público de entonces conoce su pluma satírica y realista ajena a los salones palaciegos. Sintiéndose enfermo en 1685 hace su testamento, en el cual consigna tener cinco hijos y un gran caudal de deudas. Se cree que muere aproximadamente en 1692, aunque en 1694 aparece un Soneto firmado por él, lo que crea la duda respecto a la fecha de su desaparición OBRAS Juan del Valle y Caviedes es autor de una gran selección de sonetos y romances Entre los sonetos tenemos: - Catorce definiciones del amor. - Definición de la muerte. - Un abogado narigón. - Remedio para ser rico. Entre los romances figuran: - Respuesta a la muerte. - El casamiento de Pedro de Utrilla, - A Machuca, por su nombramiento de Médico de la Inquisición. - A mi muerte próxima. También compuso odas, sobre todo con fondo religioso: - Lamentaciones sobre la vida en pecado. - A Cristo crucificado Reseña literaria La obra principal de caviedes es el diente del Parnaso, circulo mucho en manos de asiduos lectores, amigos del poeta pero nunca fueron impresas durante su vida. En 1852 (160 años después de su muerte) el escritor Juan María Gutiérrez estudia la obra del “Poeta de la Rivera” (*) e intenta implicar algunos poemas, continuando en esa empresa don Ricardo Palma, quien llega a hacer algunas publicaciones del Diente del Parnaso en la revista de Lima. La producción satírica de Caviedes viene a ser completada en los documentos del Coronel Odriozola, en 1873, debido a la colección particular de manuscritos de José Manuel Valdez. Luis Alberto Sánchez encuentra en la obra de Caviedes algunos temas motivadores constantes como son: a) Sus sentimientos b) La calle y la alegría c) Los médicos y el rencor d) El amor y la muerte e) Díos y la melancolía

Estos temas, producto de sus inquietudes, alegrías y tristezas, han quedado plasmados en la producción literaria de Caviedes, quien era un hombre sensitivo, lírico, que expresa su pensamiento y hasta su dolor con un lenguaje picaresco, burlón y a veces mordaz. Los médicos y las mujeres tienen un lugar especial en su producción, unas para el alma y otras para el cuerpo, especialmente los médicos de fines del siglo XVIII, a quienes a descrito con perfiles crueles, parece que Caviedes sufrió alguna dolencia y la medicina erró en curársela, lo que motivo la iracunda protesta del poeta contra los médicos a quienes llama de distintas maneras como “Rayos en calesa”, “Asesinos Graduados”, “Veneno con guante”, etc. Se advierte en la producción de Caviedes la influencia de las lecturas de las obra de Quevedo e incluso de Góngora, con sus sonetos Polifemo y las Soledades. Comentario Todo lo que preocupa a Caviedes está dentro de sí, en sus propios sentimientos y afuera, en la calle, observa y asimila lo que ve, oye y presencia; y todo esto lo traslada al verso, en tono satírico, pero que entre líneas nos presenta una realidad cruda y a veces cruel. Siguen los corderos inocentes al cabrón que los lleva al matadero, de éste fian feliz su paradero y dan con mil verdugos inclementes; así los hombres, brutos incipientes, que teólogos son su derrotero, rinden sus almas, como aquí al carnero con falsas opiniones aparentes. Tres linajes de hombres he notado que guían al suplicio a la criatura que el rastro de su vida va abreviado. el que ha médicos sigue en sepultura y el que su hacienda fía de letrado al matadero va de desventura. Por sus poemas se deduce su poco afecto a los médicos, posiblemente por la muerte de su esposa o por su propia salud, el hecho es que los tomó como blanco de sus burlas y críticas. Había por este tiempo en Lima un médico jorobado, a quien Caviedes lo describe con estas líneas: …¡Tembló la tierra preñada! y al punto que se movieron los montes, luego parieron a liseras con espada. Porque su traza gibada, sin forma ni perfección, como un globo en embrión hecho quirúrgica bola,

así se puso cola quedó físico ratón… Caviedes era un hombre complejo, por tanto absolutamente humano. Aunque se le presenta bajo el aspecto de un escritor picaresco, abunda en su poesía la ternura. En sus versos se aprecia el lirismo, sencillo y doméstico, los temas hogareños los convierte en literatura, llora el dolor de perder a su esposa y hace de este dolor poesía. ¡Mí sol, mí sol ha muerto, Me faltan luces y me faltan rayos! Emplea diversas formas métricas para sus composiciones poéticas: décimas, romances y silvas. También compone sonetos y quintillas. Su poesía está llena de máximas y moralejas, juega con el idioma haciendo “redondillas ortográficas” con los signos de la escritura, haciendo de la poesía malabarismo y artificio. Por otro lado es mística y dolorosa que disimula con un tono sarcástico su concepción filosófica, como las décimas tituladas El coloquio que tuvo con la muerte un médico moribundo: El mundo todo es testigo Muerte de mi corazón, que no has tenido razón de portarte así conmigo repara que soy tu amigo y que tus tiros tuertos en mí tienes los aciertos; excúsame la partida, que por cada mes de vida te daré treinta y un muertos. Caviedes se siente enfermo y tiene una “Entraña hecha jigote” posiblemente el hígado, tal vez por el abuso de la bebida, y escribe “A mi muerte próxima”. Que no moriré de viejo, que no llego a los cuarenta, pronosticado me tiene de físicos de caterva. Que una entraña hecha jigote al otro mundo me lleva, y el día menos pensado tronaré como arpa vieja. DÉCIMAS COLOQUIO QUE TUVO CON LA MUERTE UN MÉDICO MORIBUNDO El mundo es testigo Muerte de mi corazón, que no has tenido razón de portarte así conmigo Repara que soy tu amigo y que de tus tiros tuertos

en mí tienes los aciertos; excúsame la partida, que por cada mes de vida te daré treinta y un muertos. ¡Muerte! Si los labradores dejan siempre que sembrar ¿Cómo quieres agotar la semilla de doctores? Frutos te damos mayores; pues, con purgas y con untuosa, damos a tu hoz asuntos para que llenes los trojes, y pos cada doctor goces diez fanegas de difuntos. No seas desconocida ni contigo uses rigores, Pues la Muerte sin Doctores no es muerte, que es media vida. Pobre, ociosa y desvalida quedarás en esta suerte sin que tu aljaba concierte, siendo en tan grande mancilla una pobre muertecilla o Muerte de mala Muerte. Murete sin médico es llano que será por lo que infiero, mosquete sin mosquetero espada o puñal sin mano. Este concepto no es vano; porque aunque la muerte sea tal, que todo cuanto vea se lo lleve por delante, que a nadie mata es constante sí el doctor no la menea. ¡Muerte injusta! Tú también me tira por la tetilla; mas ya se no es maravilla pagar mal el servir bien. Por Galeno juro, a quien venero, que si el rigor no conviertes en amor sanándome de repente, y muere de este accidente, que no he de ser más doctor.

Mira que en estos afanes, si así a los médicos tratas, han de andar después a gatas los curas y sacristanes. Porque soles ni desmanes, la suegra y suegro peor, fruta y nieve sin licor, bala, estocadas y canto, no matan al año tanto como el médico mejor. PRIVILEGIOS El pobre es tonto, sí calla, y sí habla es un majadero; si sabe, es un hablador, y si afable, es embustero, si es cortés, entrometido, cuando no sufre, soberbio, cobarde cuando es humilde, y loco, cuando es resuelto, si valiente, es temerario, presumido, si es discreto, adulador, si obedece y si se excusa, grosero; sí pretende, es atrevido; si merece, es sin aprecio; su nobleza, es nada vista; y su gala, sin aseo; si trabaja, es codicioso, y por el contrario extremo un perdido, sin descansa… ¡Miren si son privilegios!

PEDRO DE PERALTA BARNUEVO ROCRA Y BENAVIDES (1664-1743) Reseña biográfica Nace en Lima el 26 de noviembre de 1664. Rijo de don Francisco Peralta Barnuevo, natural de Guadalajara (España) y de doña María Magdalena Egipciaca de la Rocha y Benavides, natural de Lima. Por línea paterna descendía de familia de poetas y clérigos, su padre componía versos. Sus hermanos tomaron la carrera religiosa ocupando cargos jerárquicos en la Iglesia. Pedro de Peralta y Barnuevo estudia leyes, artes y ciencias, recibiéndose de abogado; ya en su época de estudiante era conocido por sus amigos por los versos que componía, en tono satírico y muchos de ellos por encargo de terceros. Llega a dominar varios idiomas: griego, latín, italiano, francés, portugués, inglés y quechua. Trabajó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como catedrático, así mismo fue cosmógrafo e ingeniero mayor del reino. Elabora un proyecto para

construir las defensas del Callao contra los desbordes del mar, edifica las murallas de Lima. Publica el tratado Desvío de La naturaleza y el origen de los monstruos. Es autor de obras de geometría, música y publica investigaciones sobre cometas. Entre 1715 y 1718 es rector de la Universidad de San Marcos, organizando una intensa vida estudiantil universitaria. Como historiador publica Historia de España vindicada; como poeta escribe poemas épicos y líricos, incluso comedias como Triunfos de amor y poder, que fueron representados en el palacio virreinal. Enviuda de doña Juana Fernández de Rueda en 1737, y durante sus últimos años el Tribunal de la Inquisición lo somete ajuicio por diez oraciones poéticas sobre ‘La Pasión y el triunfo de Cristo”. Este juicio no concluye con la condena, pues Pedro de Peralta es dispensado de sentencia porque estaba muy enfermo. Muere el 30 de abril de 1743, a los 79 años de edad. Reseña literaria Pedro de Peralta y Barnuevo es una de las figuras más representativas de la literatura colonial, de notable erudición y gran espiritualidad, fue poeta, dramaturgo, historiador, científico, ensayista, enciclopédico y catedrático. En él se reunieron el enciclopedismo erudito y la poesía artificiosa dentro de un marco afrancesado y barroco. Su poesía lírica se manifiesta en poemas religiosos; tanto en el Romance a Cristo Crucificado como en las oraciones de su Pasi6n. En donde hace gala de su lenguaje metafórico que indican su inclinación barroca. En el teatro supera a sus contemporáneos en la elaboración de piezas escénicas, adoptando el estilo del teatro francés, y produciendo un tipo de entremés costumbrista que fue el anticipo del teatro nacional. Las comedias de Peralta iban acompañadas de música y de gran desarrollo escénico. La producción literaria de Peralta es amplia, una de sus primeras comedias es Triunfos de Amor y de Poder, para celebrar la victoria de Felipe y en la batalla de Villaviciosa y representada en Palacio de Lima a principios de 1711. Su situación de políglota enriquece su producción literaria. Su primera composición métrica es escrita en griego, en 1687, luego se multiplicarían sus producciones, abarcando tanto la literatura como la ciencia y la historia. Mucho se ha criticado de la obra de Peralta y Barnuevo y lo han calificado de “Genio, erudito, políglota” así como también lo han llamado “pésimo, detestable, afectado y pedante”. Luis Alberto Sánchez opina que “Pese a las transposiciones e hipérboles típicas del gongorismo, se advierte limpieza de ejecución y predominante lógica en medio del arrebato lírico”. Tamayo Vargas lo cataloga “Como la cima de la montaña”, al otro lado empieza el descenso. OBRAS Su obra literaria y científica es amplia, pero por razones didácticas se pueden agrupar: 1. Loas, panegíricos y poesías cortesanas.- Composiciones literarias para festividades religiosas o sociales como matrimonios, duelos, llegada de virreyes, consagración de algún nuevo cardenal, consagraciones, autos de fe, etc.

2. Obras dramáticas.- Inspiradas en episodios históricos del mundo antiguo, muchas de ellas al estilo del teatro francés. También escribe escenas satíricas y de costumbres. Entre ellas tenemos: Triunfos de amor y poder, Rodoguna, Afectos vencen Funezas. 3. Historia de España vindicada. Con esta obra quería exaltar las grandezas de España y enmendar errores respecto a la historia. Se proyectó para ser editada en cuatro volúmenes, pero sólo se editó el primero, en donde se hace una descripción geográfica de la península. 4. Lima fundada.- Fue publicada en la imprenta de Francisco Sobrino, en 1732, dedicada al entonces virrey Marqués de Castel fuerte. Es un poema épico de diez cantos, 1,138 octavas reales y un total de 9,464 versos endecasílabos, empieza con la narración de Pizarro en la Isla del Gallo y culmina con la fundación de Lima. Dentro del poema el autor nombra a los personajes más importantes de la colonia, exaltando los valores hispanoamericanos. Relación de temas y cantos: Canto 1: Pizarro en la Isla del Gallo, llegada a Tumbes, regreso de Pizarro a España. Canto II: Romance entre Pizarro y una joven indígena, se cumplen las predicciones de Huayna Cápac. Canto III: Llegada de Pizarro a Cajamarca, prisión de Atahualpa. Proceso y muerte. Canto IV: Marcha de Pizarro al Cusco. Muerte de Almagro. Rebelión de Tito Atauchi Manco, hermano de Huáscar. Canto V: Muerte de Pizarro. (Según visión de un adivino indio). Llegada de Vaca de Castro. Prisión y degüello de Almagro. Canto VI: Terremoto que destruye Lima. Relación de monarcas españoles. Canto VII: Gobierno del Perú hasta el virrey José de Armendáriz. Aparición de los santos limeños de Santa Rosa y San Francisco Solano. Canto VIII: Fundación de la ciudad de Lima. El primer alcalde Nicolás de Rivera. Fundación de Trujillo. Viaje de Almagro a Chile. Sublevación de Manco II. Canto IX: Ataque al Cusco por Manco Inca. Muerte de Juan Pizarro. Edificación de la Catedral. Canto X: Regreso de Almagro de Chile. Triunfo de los españoles sobre una sublevación indígena en Lima. Desborde del Rímac. 5. La obra menor del poeta es tan amplia que se ha logrado formar un curioso acróstico con su nombre y el de sus obras. Según relación que figura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma: E 1 cielo del Parnaso

L ima fundada D efensa de la Pasión de Cristo O bservaciones astronómicas C anto histórico T riunfo de Astrea O ración al Certamen de Santo Toribio R elación de las fiestas del Cardenal Molina D iscurso sobre la Fe O ración académica N uevo beneficio de metales P oesias líricas E l Júpiter Olímpico D iálogo de la Justicia y la Verdad R odoguna O raciones de la Real Universidad D efensa de Lima E l Templo de la Fama vindicado P oesías cómicas E 1 origen de los monstruos R elación del gobierno de Castelfuerte A rte de Ortografía L ima triunfante T eatro heroico A probaciones varias B ejamen A legacías R estitución del oficio de Contador N acírniento del infante don Carlos U universidad ilustrada E ntre la honra y la vida V arios informes jurídicos O raciones de mi Rectorado R egulación del Tiempo en 35 efemérides O raciones al Certamen del señor Villagarcía C anto panegírico H istoria de España vindicada A ritmética especulativa Y magen política B uenos Aíres fortificada

E logio del Sr. Armendáriz con sólo la letra A N aúticas observaciones A Lima inexpugnable V ida y pasión de Cristo 1 sis y Júpiter D el Gobierno del Conde Monclova E xequias del Duque de Parma S istema astrológico demostrativo

LIMA FUNDADA CANTO TERCERO (FRAGMENTO) Tanto de la prisión el duro caso Gimió Atahualpa con oculto grito, Que ofreció luego en tal fatal fracaso Hierro poco cambiar a oro infinito: Tanta joya ofreció tanto áureo vaso (Parte del rico Cuzco o grande Quito) Que el salón pueda hasta el nivel que trata Estanque de oro ser, lago de plata. Para cumplir el precio no creíble Destino el rey veloces mensajeros, El noble héroe envió los que visible La riqueza inquiriese verdaderos: No hay a sus ansias senda inaccesible: Iguales son de todos los esmeros; Mas vencen los que a ver parten el oro Siendo ya otros cautivos del tesoro. Del rico Pachacámac se encamina Al templo Hernán Pizarro presuroso, Cuando un monte advirtió que se ilumina Del metal fabricado más precioso Fantasma es refulgente que examina Mientras lo mira más, más fabuloso: En fin Atlante del Sol que formó el día. Los indios que al rescate prometido Parte del gran tesoro conducían, En alhajas lo hablan esparcido Del monto en el repecho en que lucían, Si no ya el cuerpo, el fúlgido vestido Descargadas en orden de tejían, Mas un engaño fue tan elevado Que la mayor verdad no le ha igualado.

Llegó Hernando a la ilustre ara eminente Del Pachacámac, centro de grandezas: Templo el valle de cultos era ardiente, Sacra ciudad el templo de riquezas Adóralo deidad la absorta gente, Y hasta a los brutos dando áureas larguezas Lo obsequian con fervor tan sin ejemplo Que hacen rendidos oblación del templo Pasó el Pizarro con intento osado Al Calcuchima fiado generoso; Y tantos a trabajos tolerados Que en él no está ya Alcides Fabuloso Hasta en las herraduras se ha cansado El hierro, y puestas del metal precioso, Hacen ver, que influirían las estrellas A los que el Sol formaba hasta las huellas. Llegó a fin Calcuchima a Cajamarca Y al ver lleno de asombro y de quebranto Entre duras cadenas su Monarca, Liquido vierte el corazón en llanto; Cuanto le maga la terrible parca El rey le expresa con esfuerzo tanto Que parecía al esperar la muerte, Dueño del mismo infelice de su suerte. Ya le dije, ¡Oh valiente leal guerrero, Mi fin se acerca, que en lo que enmudece Lo Habla del Sol el labio verdadero, Mármol de luz, horror que resplandece: Del Rímac el oráculo parlero Silencio es que a las voces se endurece; Y es que está con desaire del dominio Temblando del efecto el vaticinio. Del Pachacámac el sagrado acento, Sólo a los grandes casos reservado, Menos cruel estuviera de violento, Porque está más terrible de callado; Ni grato a ofrenda ni a consulta atento, Las puertas del futuro me han cerrado: Porque o ignora incierto la mudanza O remediar no puede lo que alcanza. Era así, porque luego que lucieron De la divina ley los esplendores, Los del Averno oráculo tuvieron, También aprisionados sus horrores:

Las terribles Euménide huyeron, Al Cerbero encadenan sus temores Aqueronte no boga, Plutón gime, Y el tártaro del tártaro se oprime. Así del Sol eterno es el oriente El mayor templo del farol diurno, De la fúlgida trípode el frecuente Mentido acento tuvo taciturno: Así de la falaz ara luciente, Apolo huyó para el confín nocturno, Que siempre son, cuando habían sus favores Silenciosos de sombras los fulgores Yacía en tanto el Huáscar infelice En la abundante Jauja, tan ceñido, Que el gran soto, que al Cuzco va felice, El rigor le pondera que ha tenido, ¡Oh cuánto le es allí pesar profundo Ver sustituida una cadena a un mundo! Cautivo del cautivo, no ya ofrece Riqueza a breve altura limitada, Que a inmensa el Inca la promesa crece, De oro llenado el aula destinada: La que ninguno conocer merece Grandeza le insinúa reservada: ¡Oh suerte, cuanto puedes!, pues blasonas, Compras Monarcas, subastar coronas. Pídele que consigo fiel le lleve, Excusase el guerrero, que sumiso Cortar la senda al orden no se atreve Más por su honor, que por su ley preciso: Del que a ser más rendido, es más aleve Hermano, teme el cruel golpe improviso, Pues uniendo el puñal y la cadena, Vive el delito en medio de la pena. Nuncio, si no ya vil Mercurio ufano, Vuela a Atahualpa, que veloz le advierte, Cuando con sólo el Huáscar soberano Trató por redimir la fatal suerte: Teme el Inca lo exalte al jefe hispano, Y el decreto despacha de su muerte; Como si ya no fuese ardua imprudencia, Buscar a la piedad con la inclemencia. Murió en fin Huáscar de sangrienta mano

Al duro golpe, a la crueldad impía, Por orden del que pudo ser tirano Cuando aun ser redimido no podía; Con el del regio tronco peruano Expiró la imperante lozanía: Quedando ignorada su grandeza, Tumba el cadáver fue de la riqueza. LITERATURA DE LA EMANCIPACIÓN En la segunda mitad del siglo XVIII, con la penetración del Enciclopedismo empieza un nuevo periodo para la humanidad, las ideas revolucionarias de Voltaire, Rousseau y Montesquieu se propagan en todas direcciones. En España la Iglesia se debilita a raíz de la expulsión de los jesuitas y las nuevas generaciones se rebelan ante el yugo de la opresión. Estos aires de libertad llegan a América, en donde las colonias agrupaban una gran masa de criollos y mestizos bien preparados, que no podían ocupar altos puestos dirigentes, por lo que demuestran su descontento en rebeliones pequeñas y grandes. En 1780 se subleva José Gabriel Condorcanqui y en 1781 José Baquíjano y Carrillo pronunciará su “Elogio” (con doble intención) con motivo de la asunción al poder del virrey Jáuregui. Estas primeras manifestaciones se vieron pronto apoyadas por una amplia publicación, mayormente anónima, de volantes llamando a la insurrección, muchas copias y páginas circulaban por Lima, Arequipa, Cusco y otras muchas ciudades. Las nuevas generaciones de intelectuales y estudiosos ayudaban con su pluma a romper la opresión de España, se organizan los cenáculos clandestinos, se discute y se conspira. Se forma la Sociedad Amantes del País desde la cátedra universitaria hasta la plaza popular se propugna la ruptura del vasallaje, sintiéndose el fuerte apoyo de la Iglesia que no dudó en usar el púlpito sacerdotal para apoyar la causa del pueblo. La literatura peruana había nacido y se manifestó en sus poetas, periodistas, oradores. JOSÉ JAVIER BAQUJANO Y CARRILLO (1751-1818) Nace en Lima el 13 de marzo de 1751. Estudia en el Real Colegio de San Martín y el Seminario de Santo Toribio, que era el centro de los estudios teológicos y filosóficos en el Perú. Por esos días se vivían momentos convulsos, la revolución de Túpac Amarú motiva a la Corona a supervisar y prohibir muchos libros que consideraban eran antiespañoles, como el caso de los Comentarios reales, del Inca Garcilaso. En estos momentos llega el virrey Jáuregui a Lima y la Universidad de San Marcos acuerda recibirle oficialmente como Vice-patrono y encomienda el discurso de orden al catedrático criollo Baquijano y Carrillo, quien el 28 de agosto de 1781 pronuncia su célebre “Elogio”. En forma elegante y académica pero severa, primero elogia cautamente al virrey y luego precisando su pensamiento formula las acusaciones. La sangrienta política aconseja que el ultraje ha de tener término, pero no su castigo; que el perdón autoriza la ofensa; que la flaqueza ceder a la piedad. Se complace viendo al indio abatido luchar con los horrores de la suerte, e Implorar el cuchillo por fin de sus tormentos. Pero, V.E. desprecia esos partidos.

(...) Generoso Borbón, no imputéis al Reino una culpa que abomina, detesta y quiere abismar a costa de su sangre. Los monstruos nacen en todos los países. El fiel Americano te ama, venera y respeta la bondad de tu corazón Le es bien conocida. Señala a los indios corno “Ciudadanos” y que la vida de personas es preciosa y respetable. Al exaltar la obra de la Corona española, explica que ella no podía tener la responsabilidad de esos crímenes porque “Los monstruos nacen en todos los países”. Así Baquíjano y Carrillo daba a conocer a todos los presentes los “crímenes” que se cometían en nombre de ia corona, aunque, al mencionarlo simule reconocer la rectitud de las autoridades hispanas. En 1783 pierde las elecciones para rector de San Marcos y en 1784 las autoridades ordenan recoger todos los ejemplares de “Elogio”. Es presidente de la Sociedad Amantes del País, en esa época pública Historia de la Universidad Mayor de San Marcos, Historia de la Audiencia de Lima. Es un partidario de la causa liberal pero su comportamiento es el de t “Patriota tibio”. Muere en 1818 en Sevilla. JUAN PABLO VIZCARDO Y GUZMÁN (1747-1798) Nació en Pampacolca, Arequipa, el 26 de enero de 1747. Ingresa a la Compañía de Jesús en 1761 y estudia Latinidad y Humanidades cuando la Compañía de Jesuitas fue expulsada de los reinos españoles. Estando en el exilio se entera del levantamiento de Túpac Amarú y decide intervenir en los asuntos americanos comprendiendo que los criollos deberán tomar la dirección a un movimiento independentista. Se traslada al barrio de Soho, en Londres, y toma el nombre de Paolo Rossi, entrando en contacto con hispanoamericanos. Con motivo del Tercer centenario del Descubrimiento de América, 1792, Vizcardo y Guzmán escribe en París su Carta a los españoles americanos, que habría de ser difundida años después, en donde menciona la existencia de un grupo de intelectuales que editan El Mercurio Peruano; en una de sus líneas dice: “La inquisición, no ha podido impedir que la razón y la filosofía pasen a iluminar ese hemisferio”; en otra de sus partes se refiere a la Emancipación como “un movimiento exigido por la naturaleza de las cosas y un deber impuesto a la sociedad americana, en general, que habiendo llegado a la mayor edad debía de emanciparse de sus tutores”. Juan Pablo Vizcardo y Guzmán muere en la miseria, antes de que empezaran las guerras por la independencia, su carta representa la literatura de su época. TORIBIO RODRIGUEZ DE MENDOZA (1747-1798) Nace en Chachapoyas el 15 de abril de 1750, ingresa al Seminario de Santo Toribio para seguir sus estudios eclesiásticos, en donde se desarrolla. A los 20 años obtiene el doctorado en Teología en la Universidad de San Marcos. Es nombrado profesor de Teología y filosofía en el Convictorio de San Carlos. En 1773 se ordena como sacerdote continuando con su labor de docente. En 1786 Rodríguez de Mendoza es nombrado rector interino del Convictorio de San Carlos, y la enseñanza universitaria experimentó un gran cambio, empiezan a circular libros filosóficos, de Matemática, de Ciencias, Teología, etc. Con la aparición del Mercurio Peruano Rodríguez de Mendoza se convierte en un asiduo colaborador por la causa de la independencia.

COPLAS Y CANCIONES DE LA EMANCIPACIÓN La causa emancipadora tiene un apoyo decisivo en la literatura. El descontento intelectual y revolucionario utilizó la poesía para demostrar su protesta. El pasado parece terminar y empieza, la cruzada por la libertad de los pueblos americanos, que había de culminar con la Emancipación. El joven poeta Melgar le canta a la libertad y versos anónimos corren por Huánuco y Arequipa. “Arequipa ha dado el sí y Cuzco la seguirá Con La Paz, pero entre tanto Arrebujada en su manto La zamba vieja ¿Qué liará? Dirá con mucho gracejo: Van todos a la porra, Yo quiero mi mazamorra Y no exponer mi pellejo Ea Zamba, vuelve en ti...” En Lima circula una pícara respuesta “Sí de España la maraña Está ya tan conocida ¿Deberá seguir unida Nuestra América a la España? ¿No podrá con fuerza o maña Ahogar su cruel frenesí? Ya lo ha dicho el Potosí Y a ejemplo de Buenos Aires Con mil gracias y donaires Arequipa ha dado el sí...” Las canciones con tono marcial llamadas canciones patrióticas en donde se nombra a la libertad y a la patria, se tararean por todos los lados. ¡Libertad! ¡Nombre hechicero! Por ti el mundo se embellece, Por ti alienta, por ti crece Por ti es grata la virtud... Las notas costumbristas se unen al tema de la libertad y la reacción al dominio español se adorna con adjetivos rebeldes y duros. ¡Qué patria tan pieza Tan llena de engaños, Centro de los vicios y de los tiranos! A Lima vinieron Cuatro mil marranos Muy largos de uñas En los pies y manos...

En esta etapa literaria aparecen las primeras características de una literatura popular: a) La idealización de la libertad b) La afirmación del sentido de “patria” c) El resurgimiento de un sentimiento proindígena auténtico. Estos elementos se unen para formar un cuadro literario costumbrista, como reacción al dominio español y a las manifestaciones de la cultura ibérica. Como corolario aparece la marcha nacional que se transforma en Himno para quedar oficializado por un hermano del convento de Santo Domingo José Bernardo Alcedo y un poeta iqueño, José de la Torre Ugarte. ¡Somos Libres, seámoslo siempre! y antes niegue sus laces el Sol que faltemos al voto solemne que la patria al eterno elevó... AL PERÚ LIBRE Rompiendo la opresión y el vasallaje siglos llenos de tenaz martirio te erguiste tú, con la altivez de un lirio que oprime umbroso secular follaje. Y en las batallas, ciego de coraje a la cumbre llegaste del delirio. de los virreyes ante el fausto asirio, hasta vengar el colonial ultraje. ¡ Y fuiste libre al fin, patria de mi alma. tierra donde nací y donde espero dormir el sueño de la eterna calma! ¡Vengado está nuestro Inca postrimero, tu bandera, como excelsa palma, sombra brindando al Universo entero! (Teobaldo Elías Corpancho) MARIANO MELGAR (1790-1815) Reseña biográfica Nace el 8 de agosto de 1790 Arequipa. Sus padres son Juan de Dios Melgar y doña Andrea Valdivieso. Ingresa a estudiar en el convento de San Francisco en donde se prepara en Artes y Humanidades A la edad de 17 años Ingresa al seminario conciliar de San Jerónimo Por su inteligencia obtuvo una beca para estudiar Teología, al mismo tiempo que se le encarga la cátedra de latinidad y Retórica. Recibe el apoyo de Francisco Javier de Luna Pizarro y Francisco de Paula Gonzáles Vigil, sacerdotes liberales; decide perfeccionar su educación, recibiendo influencia de las lecturas de Virgilio.

Enseña Gramática y Latinidad cuando surge en él el amor por Silvia, es decir María Santos Corrales, quien tenía entonces trece años. Melgar abandona los hábitos y antes de cumplir veinte años, en 1811, viaja a Lima enviado por sus padres, en donde vive en ambiente revolucionario, es aquí donde compone su Oda a la Libertad ofrecida a Baquíjano y Carrillo y continuará escribiendo a la patria. Al regresar a Arequipa siente el rechazo de Silvia y su sensibilidad de poeta se ve herida escribiendo sonetos en donde revela una inclinación prerromántica Durante un tiempo convive con los agricultores en el valle de Majes y tomará contacto con la lírica quechua y mestiza, con el antiguo Harawi, que luego él transformará en Yaraví ofreciendo así la primera manifestación poética mestiza Durante la rebelión de Pumacahua, Melgar se alista en las filas revolucionarias, cae Prisionero en Humachiri, y es condenado a muerte en la mañana del 15 de marzo de 1815. Mariano Melgar es fusilado cuando apenas tiene 25 años de edad. Reseña literaria Mariano Melgar representa en la literatura de nuestro país al precursor del romanticismo con acento mestizo; y marca el inicio de auténtica lírica peruana. En la obra literaria de Melgar Podemos apreciar dos momentos. en el primero el espíritu neoclásico motiva sus producciones, escribe elogios Utilizando los tercetos endecasílabos, se aprecia en ellos la influencia de las lecturas de Virgilio y Ovidio con un dulce y poético lamento. Cerca del ancho mar, ya mi quebranto en lágrimas deshizo el triste pecho ya pené, ya gemí, ya lloré tanto... ¿Para qué, pues, por ver-me satisfecho vine a hacer más agudos mis dolores, ya herir de nuevo eles razón deshecho? Luego pasará de la elegía al yaraví, será el mismo aliento romántico angustiado, envuelto dentro de las formas quechuas con el lenguaje de antiguo harawi. Melgar Utiliza los versos tetrasílabos de la poesía lírica quechua combinando tetrasílabos con pentasílabos y trisílabos resultando a veces yaravíes octosílo5 (cuatro más cuatro) y en Otros heptasílabos (cuatro más tres). Mi gloria fue en un tiempo mi firmeza, Y hoy su inconstancia vil me hace pensar Amor, Amor no quiero que durará mi esmero fuera, fuera bajeza No quiero más Amor. En Otros yaravíes intercala octosílabos (cuatro más Cuatro) con trisílabos que rompe el ritmo con una fuerza melódica similar al lamento quechua. ¡Ya triste / desventura no deja espera, / de tener

alivio Y al buscarlo1 solo sirve de darme El tormento / de mirarlo Perdido…

Aproximadamente son diez los yaravíes que se conservan de Melgar, porque la mejor parte de su obra se ha perdido pues su hermana Josefa la quema a Indicación del confesor que la consideraba poco edificante por sensual y escéptica En la tradición Popular existen muchos de sus poemas y en todos los lugares se repiten algunos de sus versos, pues Melgar representa el nacionalismo en la poesía romántica su amor por la tierra, Sus raíces Populares Sus ideales de la libertad hacen de él un claro representante de la lírica mestiza ya sea fusionando el sentimiento grecolatino con el lamento quechua Muerto yo, tú llorarás el error de haber perdido un alma fina; y aún muerto Sabrá vengarse este mísero Viviente que hoy tiranizas Toda la poesía amorosa de Melgar se desarrolla en torno al amor de una mujer, Silvia, o María Santos Corrales, aunque no se sabe si Silvia conocía de este amor; el poeta soñaba con su amada y ella constituye el foco de su poesía. A manera de anécdota se sabe que el militar que Condenó a muerte a Melgar se llamaba Manuel de Amat y que se casó con Silvia (Maria de los Santos Corrales) en 1819, cuatro años después de la muerte del poeta, naturalmente ellos ignoraban este hecho. OBRAS a) Cinco elegías: Dedicadas a su amor por Silvia b) Odas: “AL Conde de Vista Florida” (composición a Baquijano y Carrillo) -Oda a la libertad -Oda a la soledad -Oda al autor del mar - Oda al sueño c) Sonetos: -A Silvia -La mujer d) Fábulas: -El cantero y el asno -Las abejas -Las Cotorras y el zorro aves domésticas -El asno Cornudo

e) Yaravíes: Diez dedicados a Silvia YARAVÍ: Todo mi afecto puse en una ingrata; y ella inconstante me llegó a olvidar. Sí así si así se trata Un afecto sincero. Amor, amor no quiero, No quiero más amar. Juramos ser suyo y ella mía. Yo cumplí y ella no se acordó más. Mayor, mayor falsía Jamás hallar espero. Amor, amor no quiero. No quiero más amar. Mi gloria fue en un tiempo firmeza; Y hoy su inconstancia vil me hace pensar, Fuera, fuera bajeza Que durara mi esmero Amor, amor no quiero, No quiero más amor. YARAVÍ III La prenda mía En quien tenía Puesto mi gusto. Hoy me persigue Con odio injusto. Ya yo en sus ojos Sólo hallo enojos; Cuando antes era Su vista sola Mi dicha entera Ya su voz suave Llenar no sabe Mi triste oído; sus dulces ecos Ya se han perdido. Murió el acento En que el contento Tuve cifrado: Ya no me dice “Tú eres ml amado”. YARAVÍES

Sin ver tus ojos Mandas que viva Mi pecho triste; Pero el no verte Y tener vida Es Imposible. Las largas horas Que sin ti paso Son insufribles, Vivo violento. Nada me gusta. Todo me aflige. El sol me envía Para alegrarme Luz apacible; Más si no trae Tu Imagen bella, ¿De qué me sirve? En mi retiro Aguardo solo Hasta que vive De negro luto El orbe entero La noche horrible. Mientras... van silenciosos Al mar a hundirse, Yo revolviendo Estoy las penas Que el pecho oprime. En mi desvelo Mi amor y pena Suelo decirte: Pero está lejos, No oyes ml llanto. Ni por mí gimes. Por largas horas Mi amarga queja Mi alma repite. Hasta que el cielo Para mal mío De luz se viste.

Entonces veo Ser todavía Más infelice, Porque el desahogo Que me da el llanto La luz me Impide. ¡Ay! Así vivo Dando a mí pena Giros terribles; Y así muriera Si eterna fuese La ausencia triste. Hacer tú puedes ¡Ay, vida mÍa! Que yo respire, Amando fina A quien tan solo De tu amor vive. VII ¿Con que al fin. Urano dueño, Tanto amor, clamores tantos, Tantas fatigas, No han conseguido ea tu pecho Más premio que un duro golpe De tiranía? Tú me intimas que no te ame Diciendo que no me quieres, ¡Ay vida mía! ¡Y que una ley tan tirana Tenga que observar, perdiendo Mi triste vida! Yo procuraré olvidarte Y moriré bajo el peso De mis desdichas; Pero no pienses que el cielo Deje de hacerte sentir Sus justas iras. Muerto yo, tú llorarás El error de haber perdido Un alma fina; Y aun muerto sabrá vengarse Este mísero viviente Que hoy tiranizas.

A todas horas mi sombra Llenará de mil horrores Tú fantasía; Y acabará con tus gustos El melancólico espectro De mis cenizas.

EL AUTOR DEL MAR (FRAGMENTO) ¡Qué grande, qué estupenda maravilla! ¡Asombroso crear! El pensamiento Se abisme... ¡Oh, elemento! ¡Oh grandeza en que brilla Sin poderse borrar, en sumo grado La grandeza del Dios que la ha creado! El mar inmenso viene todo entero, Ya parece tragarse todo el continente, Aviva su corriente, Y un eterno hervidero Choca, vuelve a chocar; ya sobre el mundo Mayor que el primer golpe da el segundo! Porque una peña fiarte le resiste, Contra ella va, la mina, la combate; Si su furor rebate, Con furor nuevo insiste, De un salto dan sus aguas en la peña. Y un salto a otro más alto las empeña. En su batir, de ruido el aire llena; Con un alma eterna vivir parece; Si se estrecha, si crece, Susurra siempre y truena, Y en las colinas que le ven temblando De una a otra el eco corre retumbando.

Literatura de la República -Costumbrismo -Romanticismo -Realismo -Modernismo -Posmodernismo -Vanguardismo Durante los primeros años de República, el territorio todo se vio envuelto en un torbellino con sabor a fervor patriótico; los cantares y coplas pro emancipadoras dieron paso a las proclamas caudillescas y a los efervescentes oradores, más políticos que literarios.

Los nombres son muchos, como agitados los momentos; y desde el arequipeño Benito Laso, quien difunde los conceptos de soberanía popular; don Francisco de Paula Gonzáles Vigil con su famoso discurso Yo acuso... Yo debo acusar, que remeció los cimientos del Parlamento, hasta la femenina pero serena voz de señalando y denunciando la esclavitud y explotación de indios y negros, las cartas de Nieto, Gamarra, Orbegoso, Salaverry, Santa Cruz; los discursos, las proclamas, las coplas callejeras, caracterizan a una etapa de lucha entre liberales y conservadores, a la que se suma el pauperismo del tesoro público, el brote constante de fracciones políticas a la casa del poder, la crisis moral en diversas esferas que ocasionó el rechazo de las masas populares. Todos estos hechos formaron el marco aparente para la aparición de una corriente nueva, diferente: el costumbrismo. EL COSTUMBRISMO Se conoce por costumbrismo a la corriente que intenta reflejar las costumbres regionales tanto en la literatura como en las demás disciplinas artísticas. El costumbrismo español aparece teniendo en cuenta el colorido local, lo pintoresco, con un predominio moral y educativo. Este costumbrismo es el que pasa al Perú, continuándose con un “Colonialismo literario” como lo llama José Carlos Mariátegui. El costumbrismo en el Perú se manifiesta como una reacción a la situación política y social que se vivía en esos momentos. Se expone lo vivido, la desolación, la injusticia. Algunas veces en tono inquisitivo, otros nostálgicos y muchas veces satírico y mordaz. Nuestra corriente costumbrista tiene varias tendencias: a) La corriente pasadista (*)._ Que satiriza el presente con cierta nostalgia del pasado y con ánimo de formar un gobierno fuerte, frente a la tendencia parlamentaria de los liberales, como en el caso de Felipe Pardo y Aliaga. b) La corriente futurista.- Presenta desoladamente aspectos del presente, pero mirando el porvenir con ánimo de superar la realidad dentro de la organización republicana y democrática, como Narciso Aréstegui. c) La corriente colorista.- Con visión popular de los cuadros típicos de la sociedad, como Manuel Ascencio Segura. Estas mismas tendencias las ha clasificado Luis Alberto Sánchez como costumbrista, criollista o anticriollista. FELIPE PARDO Y ALIAGA (1806.1868) Reseña biográfica Don Felipe Pardo y- Aliaga nace en Lima, el 11 de junio de 1806. Sus padres fueron don Manuel Pardo y doña Mariana de Aliaga. Su padre pertenecía al grupo de funcionados virreinales Contrarios a la Independencia del Perú, por dicho motivo, al declararse ésta, la familia Pardo y Aliaga se embarca rumbo a España. Felipe recibe allá una esmerada educación, siendo discípulo del sacerdote Alberto Lista, de ideas liberales y afrancesadas. Por este tiempo Conocerá a José de Espronceda y a Ventura de la Vega.

En 1828, terminada su educación, decide regresar al Perú, era el gobierno del mariscal Gamarra, que había derrocado a La Mar. Al llegar escribe su Oda de un peruano al regresar a su patria, poema en el que alaba la libertad. Colabora con La Miscelánea y se dedica a observar los Sucesos de su época. Es estudiante de Derecho. El 6 de agosto de 1829 estrena su obra Frutos de la educación, en la cual censura el baile de la zamacueca por licencioso y atentar contra la moral. Nos pinta en la obra a una pareja de novios que rompen su compromiso, porque la novia bailo zamacueca en una reunión social. En 1830 ocupa el cargo de secretario de Legación en Bolivia. Cuando Salaverry toma el poder lo nombra embajador en Bolivia. Ocupa también misiones diplomáticas en España y Chile. Luego de la muerte de Salaverry, Pardo y Aliaga es destituido de su puesto por orden de Santa Cruz, lo que lo lleva a componer una gran cantidad de letrillas y epigramas en donde lo hace blanco de sus burlas, muchas de ellas son publicadas en el diario chileno El Intérprete. De regreso al Perú intenta restaurar el teatro nacional y continúa su fructífera labor, publicando El espejo de mi tierra, insertando allí numerosos artículos y relatos como el Niño Goyito. Su obra se torna copiosa y variada. Al final de sus días queda ciego y paralítico, pero continúa creando, dictándole sus apuntes a su hija Paca. Fallece el 24 de diciembre de 1868. Reseña literaria Felipe Pardo y Aliaga se dedica a la literatura desde muy joven, cantándole a la libertad con juvenil ideal y fervoroso sentimiento nacional, después poco a poco irá adoptando la sátira como una forma de corregir los defectos que ve en los momentos que vive el país, y empieza a Componer comedias y letrillas, que resultan una amplia galería de costumbres en donde mostrará su afición por lo criollo. La sátira se hacía en ese tiempo de una manera muy informal, generalmente entre amigos, en el café. Pardo la convierte en un género literario, elegante y clásico. Un hecho que dejó huella en su espíritu y se manifestó en su obra fue su participación en la Confederación Perú-Boliviana y el fusilamiento de Salaverry. Pardo ataca duramente a Santa Cruz por este hecho, letrillas y epigramas son el vehículo de su sátira, haciéndolo blanco de sus burlas le compone “Jeta del guerrero”. “Lleva caballos, cañones; Lleva cinco mil guanacos; Lleva turcos y polacos, Y abundantes municiones; Pero, lo que más inquieta Su marcha penosa y larga

es la carga de su jeta”. Su obra demuestra ingenio y talento, sus ideales conservadores se manifiestan en sito poesías, que aunque satíricas y festivas dejan entrever un dejo melancólico romántico y agresivo. El desorden de la administración pública, la mala economía doméstica y los empleados pedigüeños están presentes en sus letrillas. “Esto se lo lleva el diablo el desorden que se nota no lo ataja ni San Pablo. La hacienda está en bancarrota. Y o no sé yo lo que hablo, o hace este gobierno idiota del país un cementerio. Este quiere un ministerio”. (El ministro y el aspirante) Su obra en prosa nos muestra una literatura costumbrista de alto valor, su crítica fina, su lenguaje vistoso demuestra su personalidad. Destierra de sus obras la palabrería vulgar y la soez expresión. Sus obras en prosa se pueden agrupar en: 1. Comedias.- En donde presenta una selección de personajes y escenas de la época con una clara Intención moralizadora, poniendo en el tapete el contraste que existía entre las costumbres tradicionales mantenidas por la aristocracia colonial y las costumbres criollas surgidas entre la juventud. Pertenecen a este grupo: Frutos de la educación, en la que ataca al baile zamacueca por considerarlo pecaminoso y licencioso, que atenta contra las buenas costumbres y decencia de las damas. Una huérfana en Chorrillos; Don Leocadio y el aniversario de Ayacucho, piezas de costumbres en donde hábilmente se critica y enjuicia una época de la vida republicana. 2. Artículos en El Espejo de mi Tierra, periódico de costumbres en donde publica artículos en prosa de corte social costumbrista, crítico y satírico. Desde su aparición fue motivo de crítica y polémica. En sus páginas se publicaron: Un viaje, El Paseo de Amancaes, Constitución política. OBRAS Podemos agruparlas en: a) Letrillas y epigramas: - El ministro y el aspirante - A mi levita - Qué guapo chico - El paraíso de Sempronio - Constitución política

b) Comedias teatrales: - Frutos de la educación, 1829, sátira contra la zamacueca. - Una huérfana en Chorrillos, 1833, crítica de costumbres locales. - Don Leocadio y el aniversario de Ayacucho, 1833, es una observación burlona a la joven república. c) Periodismo: fundó y dirigió: El Espejo de mi Tierra, en donde publicaría: El Paseo de Amancaes El carnaval de Lima El viaje del niño Goyito LA JETA DEL GUERRERO Vestido con elegancia de guerra está don Ginés. Penacho ostenta y arnés: mas la cruz del Rey de Francia, para él la honra más completa, que al pecho lleva colgada, va tapada con la Jeta. Lleva caballos, cañones: lleva cinco mil guanacos: lleva turcos y polacos y abundantes municiones. Pero lo que más inquieta su marcha penosa y larga es la carga de la jeta. Mira cual padre amoroso a los soldados que guía y tanto que al medio día “hijos” suele cariños decirles: “El sol aprieta: “Yo a cualquier cosa me amoldo, haced toldo de mi jeta”. Al oír tan bienhechores mandatos en la fatiga, suelta la grave loriga, burla los fuertes calores y descansa el bravo atleta del campo en la verde alfombra. a la sombra

de la jeta. Si numerosos contrarios a la vanguardia sorprenden y en ella saciar pretenden apetitos sanguinarios; el jefe astuto decreta que haga en tan terrible aprieto parapeto de la jeta. Ataca en vasta llanura inmensa caballería que envuelve a la infantería que la arrolla, que la apura. mas su ímpetu se sujeta tomando los batallones posiciones en La jeta. Si le castiga la suerte, si adversa le es la victoria, ha resuelto hacer con gloria de su jeta plaza fuerte, pensando no hay quien someta, aunque triunfe en cien batallas, las murallas de la jeta. Mientras conserve el guerrero sujeta no ha de temblar, pues ve en ella Gibraltar. Tendrá razón: mas yo espero ver clavada la peruana bandera que osada reta en la jeta calaumana. EL MINISTRO Y EL ASPIRANTE - “No es posible estar mejor: el amor al orden cunde, la Hacienda va de primor, y la instrucción se difunde. Gobierno tan bienhechor forzoso será que funde la gloria de este hemisferio”. Este ocupa un ministerio.

- “Esto se lo lleva el diablo: el desorden que se nota, no lo ataja ni San Pablo: la hacienda está en bancarrota. Y, o no sé yo lo que hablo, o hace este Gobierno idiota del país un cementerio”, Este quiere un Ministerio. - “Cuánto complace el que sean premiadas hoy las virtudes! ¡Cuánto ver que sólo emplean a hombres de honor y aptitudes! ¡cuánto que su fin ya vean nuestras largas inquietudes de la ley bajo el imperio!” Este ocupa un Ministerio. -“El mandarla más adusto ve en el pueblo a sus Iguales y gobierna franco y justo con afectos paternales. ¿Y habrá censor tan Injusto que procedimientos tales, juzgue dignos de improperio?” Este ocupa un Ministerio. -“Vilmente hollando la ley ¿a quién dejarán de herir? Peor que en tiempo del Rey va el Estado en ml sentir: cada prefecto es un buey, cada ministro un visir: Todo es tapujo y misterio.” Este quiere un Ministerio. -“Si del poder se ensancharan los límite: ¡Ay! entonces mucho se facilitaran de esta máquina los goznes: proyectos se ejecutaran dignos de grabarse en bronces, y algo se hiciera más serio.” Este ocupa un Ministerio. - “Se anhela por una inmensa libertad en los negocios, y ueste fin gime la prensa bajo el Ministro y sus socios. ¿Quiéranla aún más extensa

para entretener sus ocios? ¡Oh vergüenzas ¡Oh vituperio! Este quiere un Ministerio. -“Mas, bienandanza cabal, no tendrá la patria mía mientras la imprenta fatal no vea su último día, y se agote el manantial de calumnio., de osadía, de imprudencia y de dicterio.” Este ocupa un Ministerio. -“No hay libertad de opinión: por la imprenta no hay ataques. Que esperen la extremaunción los que se meten a jaques contra cualesquier mandón. ¿Piensan estos badulaques que es la nación monasterio?” Este quiere un Ministerio. Sin oír este charlar eterno, aunque no administro ni ambiciono administrar, puedo, si el alma registro de cada hombre, penetrar que el que quiere ser Ministro no usa el mismo criterio que el que ocupa un Ministerio. UN VIAJE El niño Goyito está de viaje. El niño Goyito va a cumplir cincuenta y dos años; pero cuando salió del vientre de su madre le llamaron niño Goyito, y niño Goyito le llaman hoy y niño Goyito le llamarán treinta años más, porque hay muchas gentes que van al panteón como salieron del vientre de su madre. Este niño Goyito. en cualquiera otra parte sería un don Gregorión de buen tamaño, ha estado recibiendo por tres años enteros cartas de Chile en que le avisan que es forzoso que se transporte a aquel país a arreglar ciertos negocios interesantísimos de familia, que han quedado embrollados con la muerte súbita de un deudo. Los tres años los consumió la discreción gregoriana en considerar cómo se contestarían estas cartas y cómo se efectuaría este viaje. El buen hombre no podía decidirse ni a uno ni a otro. Pero el corresponsal menudeaba sus instancias; y ya fue preciso consultarse con el profesor, y con el médico, y con los amigos. Pues, señor, asunto concluido: el niño Goyito se va a Chile. La noticia corrió por toda la parentela, dio conversación y quehaceres a todos los criados, afanes y devociones a todos los conventos; y convirtió la casa en una Liorna. Busca costureras por aquí, sastre por allá, fondista por acullá. Un hacendado de Cañete mandó tejer en Chincha Cigarreras. La Madre Transverberación del Espíritu Santo se

encargó en un convento de una parte de los dulces; Sor María en Gracia, fabricó en otro su buena porción de ellos; la madre Salomé tomó a su cargo en el suyo las pastillas: una monjita recoleta mandó de regalo un escapulario: otra, dos estampitas, el Padre Florencio de San Pedro corrió con los sorbetes, y se encargaron a distintos manufactures y comisionados sustancias de gallina, botiquín, vinagre de los cuatro ladrones para el mareo, camisas a centenares, capingo (don Gregorio llamaba capingo a lo que llamamos capote), chaqueta y pantalón para los días fríos, chaqueta y pantalón para los días templados, chaqueta y pantalón para los días calurosos. En suma, la expedición de Bonaparte a Egipto no tuvo más preparativos. Seis meses se consumieron en ellos, gracias a la actividad de las niñas (hablo de las hermanitas de don Gregorio. la menor de las cuales era su madrina de bautismo), quienes, sin embargo del dolor de que se hallaban atravesadas con este viaje tomaron en un santiamén todas las providencias del caso. Vamos al buque. Y ¿quién verá si este buque es bueno o malo? ¡Válgame Dios! ¡Qué conflicto! ¿Se acudirá al inglés don Jorge, que vive en los altos? Ni pensarlo; las hermanitas dicen que es un bárbaro capaz de embarcarse en un zapato. Un catalán pulpero, que ha navegado de condestable en la Esmeralda, es por fin, el perito. Le costean el caballo, va al Callao, practica su reconocimiento y vuelve diciendo que el barco es bueno, y que don Goyito Irá tan seguro como en un navío de la Real Armada. Con esta noticia calma la inquietud. Despedidas. La calesa trajina por todo Lima. ¿Conque se nos va usted? ¿Conque se decide usted a embarcarse?... ¡Buen valorazo! Don Gregorio se ofrece a la disposición de todos: se le bañan los ojos en lágrimas a cada abrazo. Encarga que le encomienden a Dios. A él le encargan jamones, dulces, lenguas y cobranzas. Y ni a él le encomienda nadie a Dios, ni él se vuelve a acordar de los jamones, de los dulces, de las lenguas ni de las cobranzas. Llega el día de la partida. ¡Qué jarana! ¡Qué bulla! ¡Qué Babilonia! Baúles en el patio, cajones en el dormitorio, colchones en el zaguán, diluvio de canastas por todas partes. Todo sale, por fin, y todo se embarca, aunque con bastantes trabajos. Marcha don Gregorio, acompañado de una numerosa caterva, a la que pertenecen también, con pendones y cordón de San Francisco de Paula, las amantes hermanitas, que sólo por el buen hermano pudieron hacer el horrendo sacrificio de ir por primera vez al Callao. Las infelices no se quitan el pañuelo de los ojos, y lo mismo le sucede al viajero. Se acerca la hora del embarque, y se agravan los soponcios. ¿Si nos volveremos a ver?... Por fin, es forzoso partir; el bote aguarda. Va la comitiva al muelle: abrazos generales, sollozos, los amigos separan a los hermanos: “¡Adiós hermanitas mías!” “¡Adiós, Goyito de mi corazón! La alma de mamá Chombita te lleve con bien”. Este viaje ha sido un acontecimiento notable en la familia; ha fijado una época de eterna recordación; ha constituido una era, como la cristiana, como la de la Hégira, como la de la fundación de Roma, como el Diluvio Universal, como la era de Nabonasar. Se pregunta en la tertulia: - ¿Cuánto tiempo lleva Fulana de casada? - Aguarde usted. Fulana se casó estando Goyito para Ir a Chile. - ¿Cuánto tiempo hace que murió el guardián de tal convento? -Yo le diré a usted; al padre guardián le estaban tocando las agonías al otro día del embarque de Goyito. Me acuerdo todavía que se las recé, estando enferma en cama de resultas del viaje al Callao... - ¿Qué edad tiene aquel jovencito?

-Déjeme usted recordar. Nació en el año de... Mire usted, este cálculo es más seguro, son habas contadas: cuando recibirnos la primera carta de Goyito estaba mudando de dientes. Conque, saque usted su cuenta... Así viajaban nuestros abuelos, así viajarían si se determinasen a viajar muchos de la generación que acaba, y muchos de la generación actual, que conservan el tipo de los tiempos del Virrey Avilés, y ni aun así viajarían otros, por no viajar de ningún modo. Pero las revoluciones hacen del hombre, a fuerza de sacudirlo y pelotearlo, el mueble más liviano y más portátil; y los Infelices que desde la infancia las han tenido por atmósfera, han sacado de ellas, en medio de mil males, el corto beneficio siquiera de una gran facilidad locomotiva. ¿La salud, o los negocios, o cualesquiera otras circunstancias aconsejan un viaje? A ver los periódicos. Buques para Chile. -Señor consignatario. ¿Hay camarote? -Bien. -¿Es velero el bergantín? -Magnífico. -¿Pasaje? -Tanto más cuanto. -Estamos convenidos. -Chica, acomódame una docena de camisas y un almofrez. Esta ligera apuntación al abogado, esta otra al procurador. Cuenta, no te descuides con la lavandera, porque el sábado me voy. Cuatro letras por la imprenta, diciendo adiós a sus amigos. Eh: llegó el sábado. Un abrazo a la mujer, un par de besos a los chicos, y agur. Dentro de un par de meses estoy de vuelta. Así me han enseñado a viajar, mal de grado, y así me ausento, lectores míos, dentro de muy pocos días. Este y no otro es el motivo de daros ml segundo número antes que paguen sueldos. No quisiera emprender este viaje pero es forzoso. No sabéis bien cuánto me cuesta el suspender con esta licencia mis dulces coloquios con el público. Quizás no sucederá otro tanto a la mayor parte de vosotros, que corresponderéis a mi amistosa despedida exclamando ¡Mal rayó te parta. y nunca más vuelvas a incomodarnos la paciencia! En fin, sea lo que fuere, los enemigos descansad de mi insoportable tarabilla: preparad vuestros viajes con toda la calma que queráis, hablad de la ópera como os acomode; idos a Amancaes como cuando os parezca; bailad zamacueca a taco tendido, a roso y velloso, a troche y moche, a banderas desplegadas: haced cuanta tontería os venga a las mientes: en suma, aprovechad estos dos meses. Los amigos y amigas tened el presente artículo por visita o tarjeta de despedida, y rogad a Dios me dé viento fresco, capitán amable, buena mesa y pronto regreso. MANUEL ASCENCIO SEGURA (1805 - 1871) Reseña biográfica Nace en Lima el 23 de junio de 1805, hijo de un militar español, ingresa al ejército realista, como cadete en 1824, en donde continuó hasta 184 1, cuando dejó el ejército con el grado de Sargento Mayor, ese mismo año funda el diario La Bolsa, en donde publicó artículos costumbristas. Ocupó cargos públicos como la secretaria de la Prefectura de Piura en 1849 y una diputación por Loreto en 1860. Funda en Piura el semanario satírico El Moscón, en donde luce su lenguaje ameno, criollo, costumbrista, lleno de giros y voces popu1ares convirtiéndose en maestro de las nuevas generaciones. Estuvo presente en las tertulias literarias de su tiempo pero huye del aplauso y de las manifestaciones admirativas.

Por razones de salud deja la administración pública escribiendo en el retiro Ña Catita, Lances de Aman- caes, La saya y el manto. Fallece el 17 de setiembre de 1871, descansando en una modesta tumba. Reseña literaria La obra de Manuel Ascencio Segura tiene un temperamento cómico con tendencia colorista de cuadros nacionales, sin trascendencia, sin crítica, como una reproducción alegre de la sociedad en la que vivía. La clase media encuentra en él su mejor exponente. Los personajes que habitan sus obras son el empleado público, la vieja chismosa del barrio, la niña que busca novio, los pregones y todos los personajes de la vida diaria de un barrio criollo, con su lenguaje característico en donde se mezcla la jerga con el refrán popular. En su obra pueden observarse la poesía festiva y la comedia. La poesía festiva circunstancial y periodística llena de giros populares en los que advierte una disimulada campaña contra la erudición poética, utilizando palabras como guasaquio’, ¡Dale zamba! “Mala-Laya!’, etc. “... Que éste sea o no poema a mí me importa tres rábanos, ni que me piquen los tábanos, hasta hacerme una apostema.” El género en el que más sobresale Segura es la comedia, siendo el representante máximo del teatro en su etapa costumbrista. Entre sus principales obras tenemos: - El sargento Canuto, donde recoge un sentimiento popular presentándonos al militar fanfarrón, el pretensioso militar que Jacobita retrata como majadero. - Ña Catita es el personaje muy limeño que se pasa “arreglando” matrimonios. - Las tres viudas, ostentación, intrigas domésticas, con un gracioso y fresco lenguaje criollo, popular y sentimiento humano dulce y tierno. - A mí nadie me la pega, es una comedia en tres actos, a manera de entremés, surge el diálogo chispeante de Pepita usando los giros de los muchachos limeños de entonces. - La saya y el manto, estrenada en 1841, es la expresión de las situaciones del momento; censura a los ministros y se ríe de la burocracia. Lleva ese nombre por el uso del vestido tradicional de las limeñas, las famosas ‘tapadas de saya y manto. - Lances de Amancaes, nos ofrece un cuadro típico criollo en la fiesta de San Juan. Segura nos presenta las costumbres de su época como una acuarela, viva y risueña, sus comedias son dialogadas con oraciones cortas y salpicadas de gracia pero que a través de ellas se deja ver la erudición del autor. Augusto Tamayo Vargas encuentra en las comedias de Segura la influencia de la comedia latina de Plauto y Terencio, quienes copiaron las costumbres y usos de su época con un lenguaje popular; así cada obra de Segura será el resultado de una lectura motivadora anterior. OBRAS Poesía: - A los muchachos, sextillas dirigidas a niñas pacatas. - La Pelimuertada, de mucho carácter lírico adornado con giros y gracia criolla.

Letrillas sueltas publicadas en diarios. Sainetes: - Lances de Amancaes - El cacharpari - Dos para una Comedias: - El sargento Canuto - Blasco Núñez de Vela - Amor y política - La saya el manto - Ña Catita - Panchita Artículos periodísticos: - Los carnavales - Las calles de Lima - Un paseo al puente A UNA VIUDA Muy temprano se apagó la antorcha de tu himeneo, ¡Ay señora! Parece que se citó la muerte cori el deseo a una hora. Aun la guirnalda de flores ceñía tu frente hermosa., y el abrego sopló con tales rigores que puso en lugar de rosa crespón negro. De noche, jardín florido de delicias conyugales se engalana; luego tumba del olvido, de fantasmas sepulcrales la mañana. Ayer manto virginal. luego corona de esposa te ceñías. y hoy, al labor matinal ya de toca luctuosa te cubrías. Grito de muerte retumba en la bóveda sonora

que se abriera. Aléjate de esa tumba. Y tu juventud, señora, que no muera. De la vida en el desierto solitario peregrino sin amor, es como sombra de un muerto que aparece en el camino con terror. Aún le queda en lozanía al rosal que hiriera el rapo mucha rosa. Aún tienes, señora mía, después del abril el mayo de la hermosa. Torna, pues, a coger flores, sus derechos naturales suspendidos: amor, señora, te llama a los festines nupciales prevenidos. Deja, oh viuda, el morir y torna al pie del altar muy lucida, vuelve señora. al vivir, vuelve al vivir del amar que es la vida. A LAS MUCHACHAS Niñas que leyendo apuesto mostrarán ceñudo el gesto, sí, las hay; pero que de lo leído saquen el fruto debido no las hay. Niñas pulidas y bellas como el sol y las estrellas sí, las hay: pero de tal condición que no tengan presunción, no las hay. Niñas que a los doce abriles cuentan las gracias a miles,

sí las hay: pero que estén sin su mueble aunque en edad tan endeble, no las hay. Niñas que a dos, tres y cuatro les dicen yo te idolatro sí las hay: pero niñas que por esto logren casarse más pronto no las hay, Niñas que en la edad del amor a todos muestren rigor, sí las hay: mas que de tal entremés no se arrepientan después, no las hay. Niñas solteras de treinta. y aun cuarenta y Cinco. sí las hay: mas de genios tan extraños que no se quiten los años, no las hay. Niñas que a un tonto sonríen y de él a solas ríen, sí las hay: mas niñas que por el pronto no quieran pillar un tonto no las hay. ARGUMENTO DE ÑA CATITA Los esposos don Jesús y doña Rufina tienen una hija casamentera llamada Juliana, todo candor y dulzura que Corresponde a los amores de don Manuel, un joven pobre y sin porvenir. Doña Rufina pretende casar a su hija con don Alejo, señor de leyenda donjuanesca y mucho dinero pero a quien Juliana detesta y ante esta resistencia, la madre recurre a las artes casamenteras de Na Catita, quien valiéndose de mil artimañas convence a Juliana que acepte a don Alejo. Desoyendo las protestas de don Jesús y los lamentos de don Manuel se sella el compromiso, cuando aparece don Juan, un viejo amigo de la familia, quien trae del Cusco una carta para don Alejo que la envía su esposa. Rufina desfallece de espanto y llora de desgracia. Na Catita es arrojada a la calle. Juliana y Manuel aseguran su matrimonio y don Jesús perdona a Rufina. COMENTARIO Ña Catita, publicada en 1856, es la comedia más celebrada por Segura, toma de la vida limeña un personaje típico y al moldearlo crea el personaje de mayor relieve del teatro nacional, la “Vieja endemoniada, con capa de virtud”.

En la obra de Segura hay gracia y espontaneidad y aunque su métrica es irregular muestra un genio intuitivo que no se ciñe a los patrones que ofrece la educación, sino a observaciones hechas de los sucesos cotidianos El lenguaje utilizado en Ña Catita es claro, festivo, con rasgos caricaturescos, en los que no se encuentra otra influencia o antecedente que los que obtiene de la naciente República. Los personajes que intervienen son de clase media risible, como Doña Rufina y don Alejo, que presumen distinción y abolengo, y también aparece la hábil celestina, murmuradora y maldiciente, que por entrometida es echada de la casa de don Jesús.

ÑA CATITA (FRAGMENTOS) ACTO PRIMERO (A la casa de doña Rufina llega Catita, quejosa, con sed y hambre, y mucho filo para chismeas)

CATITA No. no. deja; tomaré Cualquier Cosa. Te molestas. RUFINA. ¡Qué molestia! CATITA: ¿Y cómo va por acá? RUFINA: Siempre. Ña Catita, en guerra. CATITA: ¿Conque no hay forma de que entre su marido por vereda? RUFINA: Cada día está más terco: no hay que tocar otra tecla, matarlo o dejarlo. Ahora he tenido una gresca con él; pena pero para nada. ¡Es más duro que una peña! CATITA: ¡Y quién lo ve? RUFINA. SÍ señor; pero es más malo que Gestas. CATITA: ¡Qué trabajo! ¿Cómo siento lo que ese hombre te atormenta? (con misterio) Hace poco que en la iglesia Ideaba cierto proyecto… RUFINA:,Sobre esta misma materia? CATITA: Y con el favor de Dios nos ha de salir de perlas. Adentro te lo diré que ahora no está mi cabeza para nada. ¡Ay! ¡Ay!... RUFINA: ¿Qué es eso? ¿Le ha dado a Ud. la jaqueca? CATITA: No es cosa, hija. Estas beatas, que son unas sinvergüenzas, son las que me han de quitar la vida. ¡Ay qué gente ésta! ¿Creerás que se están las más toda la mañana entera al pie del confesionario en consultitas secretas con el padre. y con risitas y otras dos mil morisquetas, sin dejar que una se llegue a descargar la conciencia? ¡Que Dios las haga unas santas! Y mira, hija, si no fuera pecado hacer malos juicios y darle gusto a la lengua, yo diría que estas cosas no pueden ser nada buenas, ¡Qué tal! ¿Con que tu marido te trata como una negra? ¡Qué desgracia! RUFINA: Ña Catita cada día más me pesa haberme unido con él. CATITA: No hay mal que por bien no venga. RUFINA: Yo sola tengo la culpa. No faltó quien me advirtiera del geniazo que tenía; pero yo niña inexperta cerré el ojo y me casé con ese perro de presa. Bien merecido me está. Bastante caro me cuesta la ansia de tener marido. CATITA: ¿Por qué no haces la promesa a fin de que se componga de ir en el año que entra, descalza, echando sahumerio, hasta Santa Ana siquiera, al Señor de los Milagros? Puede ser que te conceda este señor lo que pides. Vamos a ver; haz la prueba. RUFINA: ¡Ojalá que en eso sólo Ña Catita, consistiera!

CATITA: Pero hablando de otra ¿No sabes que la Malena peleó ayer con su marido? La puso, hija, como nueva. ¡Serrano había de ser! Daba compasión el verla. ¡Tenía la cara.., así...! ¡Tamaña! RUFINA: ¡Qué vergüenza! CATITA: Pero ya se ve; si tiene también tan poca cautela. Recibir, niña, visitas cuando el otro sale fuera sin poner por lo que “potest” uno que aguaite en la puerta Pero ya, gracias a Dios, están como unas ovejas. Y agradézcanmelo u mí y a la buena moza aquella que te he contado otras veces que tiene tan ricas prendas sin que nadie sepa hasta ahora cómo ni de dónde vengan, que fuimos las que mediamos para que en paz se pusieran... pero, hija, por vida tuya no sea que esto se sepa. RUFINA: ¡Cómo, Ña Catita! CATITA: ¡Ay, hija! Yo no quiero que me metan en cuentos. ¡Pobre de mí! RUFINA: No soy. Ña catita, de esas. ACTO CUARTO Don Jesús, Don Juan, Don Manuel, Doña Rufina, Doña Juliana, Mercedes y Ña Catita.

CATITA: Pues... Ya perdí el Jubileo, por estarme aquí metida. JESUS: Ahí la tiene Ud., don Juan. Esa es la santita, la hidra. CATITA: Adiós, pues, hija... Ya es tarde. Hasta mañana, cosa. JULIANA: ¡Maldita! JESUS: Escuche usted. ml señora... CATITA: ¡Ml señora! ¡Habrá manía! ¿Del Carmen, o del Rosario? JESUS: ¡Cuidado como en su vida vuelva usted ni por candela por apuestas cercanías; Pues si por su mala estrella así no lo verifica se expone usté a que le mande dar una buena paliza! ¡Vaya Ud. a enredar al diablo! CATITA: Usted será el enredista. JESUS: ¡Salga usted de aquí! CATITA: ¡Guá! ¡Guá! ¡Abrase visto estantigua! ¡Era lo que me faltaba! JESUS: ¡Silencio! ¡Ande usted de prisa! CATITA: ¡Váyase el muy indecente a donde no cause grima! ¿Yo para qué necesito ni de usted ni su familia? ¡Judío! ¡Descomulgado! JUAN: ¡Váyase usted, ml querida! CATITA: ¿Y a usted quién le ha dado vela en este entierro...? ¡Cochinas! Por eso está Lima así... ¡Ya se ve. Dios la castiga! ¡Por cuenta de ellas no más de repente hay una ruina, o con más violencia que antes vuelve la fiebre amarilla! ¡Escandalosas...! JUAN: - Señora, basta de majaderías. CATITA: ¡Quite que me da calor! JUAN: No se exponga usted. MERCEDES: (Qué lisa!) CATITA: Mejores habían de ser, no tan sucias, tan mezquinas. JESUS: ¡Vamos...! CATITA: ¡Vaya usté a la porra! ¡Espantajo! ¡Sin camisa! ¡Muñecón! ¡Matusalén!

LA PELIMUERTADA (EPOPEYA DE ÚLTIMAS MODA)

INTRODUCCIÓN Cante Ercilla al araucano Tasso cante a Godofredo, cantó a Bolívar Olmedo Y a César, cantó Lucano;

vate del codo a la mano. Como me suelen llamar, yo también voy a cantar más que alborote el cotarro y aunque estoy con un catarro que no puedo resollar. SÍ epopeyas hacen cien aun los que van a la escuela. sobre el muerto y quien lo vela he de hacerlas yo también. con un tres van o un tres bien no es Béranger quien me ofusca. y. aunque la gente pardusca después me devane el seso, He de soltar la sin hueso más recio que la Cuyusca. ¡Pelanduscas del Parnaso, venid todas en ml ayuda! Con la primera que acuda, aun sin cumquibus me caso. Mas, si a mi numen escaso lo dejáis en abandono, juro que ha de ser ml encono tan grande contra vosotras. que me han de salir tres potras subiendo a soprano el tono. Que éste sea o no poema, a mí me Importa tres rábanos, ni que me piquen los tábanos hasta hacerme una apostema. Que lo lean es mi tema, sin engañifa ni trampa. el que maneja una lampa. el que varea tocuyo. el que vive allá por Suyo Y el que duerme acá en la pampa. Ya el estro me va inflamando; siento el pecho como fragua... echadme una pipa de agua... ¡Por Dios, que me estoy quemando! Ya el preludio va cansado, y si un poco más me embromo! me derrito como plomo o me transformo en carbón.... Silencio, pues y, ¡atención! que voy a hablar como un tomo.

CANTO PRIMERO En el Callao ¡oh, fortuna! al pie de una santa cruz vio Peli - muerto la luz en una noche de luna. Uno, que andaba de tuna por el sitio de esas horas, lo envolvió en unas totoras de un capacho destrozado que allí cerca habían botado unas Indias pescadoras. ¡Por ml padre San Antonio! al verlo, exclamó un borracho, que promete este muchacho ser malo como un demonio, para alzar un testimonio, no habrá ninguno como él ni para armar un pastel, otro en el mundo más ducho. Con el tiempo este avechucho ha de hacer un gran papel.

NARCISO ARSTEGUI (1818 - 1869) Nace en el Cusco, se gradúa de abogado en el colegio seminario de San Antonio Abad, siendo catedrático de Literatura e Historia. En 1867 encabeza la revolución contra la dictadura de Prado en el Cusco, uniéndose a Balta. En 1868 es nombrado prefecto de Puno. El 9 de febrero muere ahogado en el lago Titicaca. Una de las obras más representativas de Aréstegui es El padre Horán, que tiene el mérito de ser la primera novela peruana; llevaba por subtítulo Escenas de la vida del Cusco”. El tema central es el hecho verídico del asesinato de Ángela Barreda por su ex confesor fray Eugenio Oros, llevado a cabo en 1836, según consta en los expedientes criminalísticos del Cusco. Junto a este tema se desenvuelven otras varias historias, como la historia, también verídica, del colegial que se suicida en la puerta del colegio de artes porque su padre lo abofetea en público; la de la mujer abandonada cuyo marido ha muerto por la causa de la independencia. En toda la obra se advierte una dura crítica a toda organización de la vida republicana del país y la disconformidad del poblador peruano en la primera mitad del siglo XIX. La observación de la realidad, de la pobreza y miseria de la población cusqueña se manifiestan en la obra, así como el problema social del Perú, allí está el espíritu serrano, el sentimiento nativista, la familia indígena representada por Dionisio y Leandra,

personajes de uno de los relatos cuyos hijos son arrancados del hogar para ser enviados a otros lugares en calidad de regalo, como animalitos. Muchos de estos problemas que aún subsisten están plasmados en la obra de Aréstegui, quien siendo costumbrista se adelanta, no obstante, al realismo de la segunda mitad del siglo XIX. Escribió también El ángel salvador, publicada en 1872, después de la muerte de su autor. La venganza de un marido es un drama escrito en prosa, este dato es importante porque en aquella época los dramas se escribían en verso. FLORA TRISTAN (1803-1844) Nace en Paris, de padre arequipeño y madre francesa. Su padre era el coronel don Mariano Tristán y Moscoso, su madre Teresa Leysné. Por línea paterna era sobrina de don Pío Tristán, fugaz presidente de la república. Su padre muere cuando ella tenía la edad de cinco años. A los quince contrae matrimonio pero al poco tiempo se separa. En 1832 emprende viaje al Perú, en busca de la familia de su padre, que desconoce el parentesco y le niega su ayuda. Regresa a Francia en 1834, iniciándose en la lucha revolucionaria en favor de los desposeídos. Funda la Unión Obrera y dedica su vida a defender los derechos de los obreros. Fallece en 1844, víctima de una hemorragia cerebral. Su libro Peregrinaciones de una paria está dedicado a los peruanos. Narra con crudo realismo, primero sus antecedentes familiares, luego su desagradable encuentro con la esclavitud y la realidad americana. Las costumbres de Arequipa, los conventos, salones, ciudades, su admiración por la mujer limeña, todo quedará grabado en su obra. Vive pocos años en el Perú, pero en Europa será conocida como La Peruviana, aunque no figure dentro de nuestra literatura.

PEREGRINACIONES DE UNA PARTIA (FRAGMENTO)

Durante mi estancia en Lima. Asistí muchas veces a los debates del Congreso. (...) Los miembros de la asamblea hablan generalmente desde su sitio; sin embargo, hay una tribuna; pero sólo recientemente la he visto ocupada. Esta asamblea es mucho más seria que las nuestras. Cuando habla un orador, nadie lo interrumpe; se le escucha en religioso silencio; no se pierde ninguna de sus palabras, todas se oyen. Esta lengua española es tan hermosa y tan majestuosa, sus desinencias tan llenas, tan variadas y al mismo tiempo los pueblos que la hablan, tienen en general tanta imaginación, que todos los oradores a quienes escuché me parecieron muy elocuentes. La dignidad de su porte. su voz sonora, sus palabras bien acentuadas, sus gestos imponentes, todo en ello concurre a encantar al auditorio. Los sacerdotes, particularmente. se distinguen entre los demás oradores. El extranjero que juzgara a esta nación por los discursos de sus representantes sentiría un desengaño mayor que la opinión que hubiera concebido al juzgar un libro por el anuncio del editor. (...) Presuntuosos, atrevidos en sus palabras, pronuncian con seguridad discursos pomposos, en los cuales se respira la abnegación, el amor a la patria, mientras cada uno de ellos sólo piensa en ‘sus Intereses privados y nada en esta patria, a la cual, por lo demás, estos fanfarrones serían incapaces de servir.

No hay en esta asamblea sino permanentes conspiraciones para apropiarse de los recursos del Estado; ese propósito se oculta en el fondo de todos los pensamientos; la virtud tiñe todos los discursos, pero el más vil egoísmo se muestra en los actos. (...)

EL ROMANTICISMO El romanticismo es un movimiento que abarca tanto las letras como el arte en general, aparece en Europa alrededor de la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX. En América este movimiento aparece junto con las ideas de libertad, amor y progreso; alentado por los movimientos libertadores. El romanticismo peruano aparece con Sebastián Lorente y una generación de poetas. Estas nuevas generaciones se nutrían de las ideas de Lorente, tratando de romper la monotonía del estilo clásico. Los escritores en boga como Pardo y Aliaga y Ascencio Segura se dejaban arrastrar por el naciente romanticismo que estaba ya en marcha en Argentina con Echeverría. Al empezar la década del 40, nadie podía sustraerse al influjo de la nueva tendencia imperante en Europa. Es en estos años en que aparece la novela de Aréstegui El padre Horán, que pregonaba ya el romanticismo en sus líneas. En Europa los románticos procuraban expresar su desacuerdo con la mesura y puntualidad burguesas, no solamente en sus obras artísticas, sino hasta en su aspecto. La palidez del rostro era otro medio de expresión, fue como una protesta contra la sociedad burguesa. Nuestros románticos imitaban estos estilos como una aceptación de la influencia europea. Desde 1840 al 1900, aproximadamente, el romanticismo peruano avanza; según Jorge Basadre, este movimiento infundía a los jóvenes escritores y poetas el pesimismo de haber llegado tarde a un mundo demasiado viejo. Temas: El amor, la libertad, el culto por la naturaleza y la tendencia a volver a los valores del pasado. Entre los principales representantes del romanticismo peruano tenemos a Carlos Augusto Salaverry, Clemente Althaus, Luis Benjamín Cisneros, José Arnaldo Márquez y Ricardo Palma, todos ellos unidos por un mismo estilo y clara influencia francesa, de donde toman la melancolía, la musicalidad y el sentimiento. De España adoptan el fondo y el mensaje. Características: Podemos distinguir la influencia francesa y española manifestada en fondo y forma. Fondo: a. Libertad de pensamiento, expresando sus más íntimos sentimientos. Lo individual, tierno y melancólico, que se manifiesta no sólo en el verso sino también en las actitudes de sus representantes. b. Raíz profunda, popular y patriótica, siente predilección por cantos y leyendas de sabor popular y costumbrista. c. Admiración del paisaje, contemplación y descripción maravillosa y colorida, la naturaleza era considerada como factor artístico. El romanticismo ama los lugares exóticos, lúgubres y melancólicos. Forma: a) Introducción de estrofas nuevas.

b) Combinación del verso y la prosa dentro de una misma obra, lo que se ha dado en llamar prosa versificada. c) Predominio de la forma sobre el fondo, el poeta romántico se preocupa ante todo por la musicalidad de los versos aunque su contenido sea intrascendente. CARLOS AUGUSTO SALAVERRY (1830-1891) Reseña biográfica Nace en Piura el 4 de diciembre de 1830, de las relaciones extramatrimoniales de Felipe Santiago Salaverry y doña Vicenta Ramírez. Los primeros años de su vida transcurren en Piura, luego vendrá a Lima a educar- se al lado de doña Juana Pérez de Infantes, esposa del general Salaverry-, quien se dedica a su cuidado, Fusilado su padre, parte, junto con su madre adoptiva y su hermano Felipe. a Chile, en donde viven por tres años. Al cabo de ese tiempo regresará al Perú e ingresa al cuartel, tenía 15 años, es allí donde le nace la inquietud por las letras. Y algunos de sus versos son publicados en El Heraldo. Participa en la revolución del coronel Mariano Ignacio Prado y en el combate del Dos de Mayo. Contrae matrimonio con Mercedes Felices, de quien se separa al poco tiempo y empiezan los agitados años del teatro y de su fervoroso amor por ‘amena Torres, su inspiración su “Silvia’, con quien no pudo unirse debido a la Oposición de los padres de ella. de Viaja, con cargos diplomáticos a Europa, pero un cambio de política lo subroga de su cargo y empieza para el poeta una nueva etapa de crisis y sinsabores. En edad madura contrae nuevamente matrimonio, viajando constantemente a diferentes ciudades. Atacado por la parálisis fallece en París el 7 de abril de 1891. Reseña literaria El Salaverry poeta se hace en el cuartel y entre guardia y guardia compondrá sus poemas. Respetuoso de las formas clásicas la mayoría de sus composjcio5 están trabajadas dentro de los cánones del clasicismo. Su producción literaria es amplia, tanto en versos de corte erótico, amoroso como en sus dramas, pero será en la poesía lírica donde encuentra su temperamento el verdadero camino. En su composición lírica vemos reflejada su trayectoria poética, desde el ardoroso triunfo de la juventud pasará a la melancolía de Cartas a un ángel para terminar obsesionado con la muerte en Misterios de la tumba. Se inicia con Albores y destellos, luego vienen Diamantes y perlas y finalmente Cartas a un ángel. Los tres se publicaron en un solo tomo en 1871, en ellos se nota las imágenes infantiles COmO una añoranza Constante: ¡Oh! ¡Cuánto tiempo silencioso el alma mira en redor su soledad que aumenta! ¡Como un péndulo inmóvil, ya no cuenta las horas que se van! Los temas en la poesía de Salaverry tienen una secuencia biográfica, pero el amor y la muerte serán Una Constante. Ya que huyen mis lozanas primaveras, quiero ser por vosotros consolado, en un mundo fantástico, poblado, de delirios, de sombras y quimeras”, Otro tema constante es el mar, la visión del mar mostrará la inmensidad de Dios. Del fondo del mar también surgirán acentos de ternura:

¡El mar! ¡El mar!... emblema de mi vida, imagen mía que en el alma siento siempre contra las rocas combatidas, ola tras ola a la merced del viento. Las formas métricas utilizadas por Salaverry son: el soneto, el octosílabo popular y el endecasílabo itálico. Repetirá palabras como: ángel, niño, dolor, muerte, tumba, vida, mar, amor, etc., que indican los rasgos románticos de sus poemas. En cuanto a sus dramas, estaban dotados de un hondo contenido social, como El hombre del siglo XX y otros de sabor indio como Abel el pescador americano y El pueblo y el tirano. OBRAS Poesía: - Albores y destellos, 1871 - Diamantes y perlas, 1889 Cartas a un ángel, 1890 - Misterios de la tumba, 1883 Dramas: - Arturo - Atahualpa - El bello ideal - El amor y el oro El hombre del siglo XX El pueblo y el tirano

Diamantes y perlas: Es una colección integrada en su mayor parte por sonetos. Son versos circunstanciales en donde el tema, el amor, aparece enlazado con otros poemas de intención festiva. No hay una unidad de tema, y tal vez este hecho sea lo que más atraiga del poemario. Albores y destellos: Concentra la gran mayoría de versos político-sociales, también encontramos los que hablan de la muerte. Se nota la influencia del momento que vivía el país, pues se respira patriotismo y también aires de guerra. Cartas a un ángel: Son versos inspirados por una sola mujer, escritos en la misma época. Es un libro heterogéneo en donde encontramos poemas de hondo lirismo como también composiciones secundarias. Es el libro del amor, es el canto al dolor, a la ausencia, al pasado feliz, al sentido del tiempo. Es aquí donde encontramos la verdadera Inspiración de Salaverry. Misterios de la tumba: Es el libro de su madurez, le preocupa la muerte y la propia desaparición exalta la inmortalidad del alma. ILUSIONES Venid a mí sonriendo y placenteras visiones que en la Infancia he Idolatrado ¡Oh recuerdos! ¡Mentiras del pasado!

¡Oh esperanzas! ¡Mentiras venideras! Ya que huyen mis lozanas primaveras quiero ser por vosotras consolado, en un mundo fantástico, poblado de lirios, de sombras y quimeras. Mostradle horrible la verdad desnuda a los que roben, de su ciencia ufanos a todo lo ideal su hermoso aliño; Pero apartadme de su estéril duda; y aunque me cubra de cabellos canos, dejádrne siempre el corazón de un niño. (Diamantes y perlas) A UN RETRATO ¡Sombra inmóvil! Te miro a todas horas y nunca a verme tu semblante giras: cuando suspiro yo, tu no suspiras; y cuando mis penas lloro, tú no lloras! ¡A veces, con las galas seductoras de pureza y candor, mi musa inspiras: mas luego al contemplar que no me miras, rompo las cuerdas del laúd sonoras! Sí amor que nada pide, nada espera. hacer pidiera a tu virtud agravios. perdón pidiera a tu beldad, de hinojos: y cuando esta ilusión conmigo muera. ¡algún suspiro de tus dulces labios, o alguna perla de tus bellos ojos! (Diamantes y perlas) DELANTE DEL ESPEJO Juegan al amor dos niños llenos de encanto y belleza con la cándida pureza de los primeros cariños: Pero entre risueña y cruel fue ayer tarde una querella bien sabes tú quién es ella y bien sé yo quién es él Hubo enojos y terneza ruegos, esquivez y agravios por juntar los dos sus labios y morder una cereza.

Trabóse luego una lucha por un ósculo frustrado: tú estabas allí a ml lado, pero aunque estabas, escucha. Su belleza virginal contemplaba ella al espejo y él que adora aún su reflejo le dio un beso en el cristal Con sus alas el pudor cubrió su rostro al instante y ella sintió en su semblante súbita encarnada flor. Apresurando sus pasos para truncar su reflejo dio con la mano al espejo que dividió en dos pedazos. El fue de otro beso en pos a la Imagen de su amada y en el cristal, retratada, vio de su semblante, dos. Otros dos fueron aquellos besos de infantil candor y una esperanza de amor había en cada uno de ellos. Centuplicada veía ella su faz celestial mientras el limpio cristal en mi pedazos rompía. Y al cabo cedió en su empeño pues su rostro virginal retrataba, siempre igual el pedazo más pequeño. Si quieres niña gentil, truncar así mi ilusión no una imagen, sino mil, tendrás en mi corazón. Que hay de amor eternos lazos y rostros que no se borran, por más que las horas corran y que el alma esté en pedazos. Mí corazón es tu espejo:

y si lo rompe el amor, cada fibra de dolor tendrá intacto tu reflejo. (Cartas a un ángel) ACUERDATE DE MÍ ¡Oh! Cuánto tiempo silenciosa el alma Mira en redor su soledad que aumenta: Como un péndulo inmóvil, ya no cuenta ¡Las horas que se van! / Ni siento los minutos cadenciosos Al golpe Igual del corazón que adora, Aspirando la magia embriagadora ¡De tu amoroso afán! Ya no late, ni siente, ni aún respira Petrificada el alma allá en lo interno: Tu cifra en mármol con buril eterno ¡Queda grabada en mí! Ni hay queja al labio ni a los ojos llanos: Muerto para el amor y la ventura Está en tu corazón mi sepultura ¡Y el cadáver aquí! En este corazón ya enmudecido Cual la ruina de un templo silencioso Vació, abandonado, pavoroso Sin luz y sin rumor; Embalsamadas ondas de armonía Elevábanse un tiempo en sus altares, Y vibraban melódicos cantares Los ecos de tu amor. ¡Parece ayer!... De nuestros labios mudos El suspiro de ‘Adiós!” volaba al cielo, Y escondías la faz en tu pañuelo ¡Para mejor llorar! ¡Hoy... nos apartan los profundos senos De dos inmensidades que has querido, Y es más triste y más hondo el de tu olvido Que el abismo del mar! Pero ¿qué es este mar? ¿Qué es el espacio?

¿Qué la distancia, ni los altos montes? ¿Ni qué son esos turbios horizontes? ¿Que miro desde aquí: Si al través del espacio y las cumbres, De ese ancho mar y de este firmamento, vuela por el azul mí pensamiento Y vive junto a ti? Sí: yo tus alas invisibles veo, Te llevo dentro el alma, estás conmigo, Tu sombra soy, y donde vas te sigo. ¡De tus huellas en pos! Y en vano intentan que ml nombre olvides; Nacieron nuestras almas enlazadas Y en el mismo crisol purificadas ¡Por la mano de Dios! Tú eres la misma aún: cual otros días Suspéndanse tus brazos de ml cuello Veo tu rostro apasionado y bello Mirarme y sonreír: Aspiro de tus labios el aliento Como el perfume de claveles rojos, Y brilla siempre en tus azules ojos. ¡Mi sol, mi porvenir! Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido; Mí nombre está en la atmósfera, en la brisa, Y ocultas al través de tu sonrisa Lágrimas de dolor; Pues ml recuerdo tu memoria asalta, Y a pesar tuyo por mí amor suspiras, Y hasta el ambiente mismo que respiras Te repite ¡mi amor! ¡Oh!, cuando vea en la desierta playa. Con mi tristeza y ml dolor a solas, El vaivén Incesante de las olas Me acordaré de ti: Cuando veas que una ave solitaria Cruza el espacio en moribundo vuelo, buscando un nido entre el mar y el cielo ¡Acuérdate de mí! (De Albores y destellos)

COMENTARIO DE ACUÉRDATE DE MÍ Acuérdate de míes uno de los poemas más bellos escritos por Salaverry. Al interpretarlo debemos fijar los pensamientos ejes. Primera estrofa: “Silenciosa el alma”... “Péndulo inmóvil”... “soledad que aumenta”... “las horas que se van”. Nos contagia una dosis de melancolía, a pesar que infunde una actitud reflexiva rodeada de un ambiente de sentí mentalidad. El poeta percibe el abandono de la amada y eso hace que se sienta solo, melancólico y que no advierta el paso del tiempo. Segunda estrofa... pensamientos ejes: “Petrificada el alma “Cifrada en mármol”... “No hay queja al labio”... “no hay llanto al ojo”... “está en tu corazón mi sepultura”. Grabó en mármol la imagen amada, pero ella lo olvidó. En el poeta no hay queja ni llanto, se siente un cadáver a causa del dolor que le infirió la amada. Tercera estrofa... pensamientos ejes: “Corazón enmudecido”... “Templo silencioso”... “Ondas de armonía”... “Elevábanse un tiempo”... “Vibraban melódicos los ecos de tu amor” En esta tercera estrofa recuerda el poeta la época anterior, cuando la amada llenaba su corazón, mientras que ahora ha enmudecido, comparándola a la ruina de un templo. En lo que se refiere al tono, el poeta nos envuelve en una atmósfera de melancolía, debida a la pérdida de la amada. En cuanto al ritmo, descompone el verso en dos hemistiquios, produciendo un vaivén. ¡Oh! cuanto tiempo / silenciosa el alma…… A Mira en redor / su soledad que aumenta…… B Como un péndulo inmóvil / ya no cuenta…... B Las horas que se van………………………… C En cuanto a la rima notamos la carga tónica en llanas, pero selladas por los cuartos versos de cada estrofa en aguda que da la variedad sonora. MANUEL NICOLÁS CORPANCHO (1830 - 1863) Nace el 5 de diciembre de 1830 en Lima, alumno brillante en el colegio y en la universidad, llega a obtener su título de médico con una beca. Publica en 1851 su drama El poema cruzado, con el que obtiene un gran triunfo, luego publicará un poema épico, Magallanes, Ensayos poéticos y nuevamente el éxito teatral con El templario. Ocupa cargos de diplomático en México, durante el gobierno de Castilla; en 1863, regresando de México al Perú, muere en el Incendio del vapor México. Corpancho fue ante todo un Investigador literario, estudia la obra de Melgar, invitando a los jóvenes de esa época a seguir las huellas del romanticismo. Su ensayo sobre José Joaquín Olmedo es otra muestra de su inquietud literaria; sus versos señalan la fuerte influencia de Zorrilla y una gran admiración por la naturaleza, sobre todo en sus descripciones de la costa peruana. En 1862 publica su Ensayo literario sobre la poesía lírica en América y la antología Flores del Nuevo Mundo. LA HAMACA DEL JARDÍN

(CANCIÓN) Ya que su frente serena la blanca luna ha mostrado, ven a dormirte a ml lado en la hamaca del jardín. Aquí al compás de las auras, que van meciendo las flores se sueñan dulces amores, mí adorado serafín. Es grato entre la arboleda que besan los arroyuelos, mirar tus dulces ojuelos bañados de compasión, y al mecido de la hamaca ver flotando tus cabellos, y estampar en todos ellos el beso de la pasión. Los buenas tardes se ha abierto cayendo el sol a Occidente ¡Hermosa! tu alma inocente abre así a mí puro amor; y entonces verás cuán grato, bajo la espesa enramada. es gozar, enamorada, del perfume de la flor. ¡Ven! no tardes; nuestra frente acaricia el manso viento y este blando movimiento dulce sueño presta al fin. Y al olor del chirimoyo, bajo el plátano acogida, quiero verte adormecida en la hamaca del jardín

CLEMENTE ALTHAUS (1835-1881) Nace en Lima en 1835, hijo de un militar alemán al servicio del Perú, estudia en Chile y luego en Lima, en el colegio San Carlos. Durante más de seis años viaja por Francia, Italia y Alemania y al regresar al Perú trae nuevas ideas de libertad. En 1872 publica su Obra poética. Atacado de trastornos nerviosos regresa a Europa, en donde fallece en 1881 con la razón extraviada. Es el típico representante del romanticismo, dentro de su angustia fue el cantor de la naturaleza en tono sentimental, con una inclinación a las cosas sencillas que atacaban su espíritu.

Se advierte en su poesía la influencia de fray Luis de León, enriquecida por sus experiencias y sentimientos propios. La presencia de la naturaleza como un personaje con sentimientos humanos, y la búsqueda constante de la paz con un dejo de melancolía. Don Ricardo Palma en La bohemia de mi tiempo se expresa así de Althaus: “Era un individuo que rayaba en lo excéntrico o extravagante, y su pulcritud en afeminamiento. Era un romántico, que vivía en lucha con el prosaísmo social”. YARAVÍ Cuando doblen las campanas, no pregunten quién murió: ¿quién. de tus brazos distantes, quien puede ser sino yo? Harto tiempo, bellísima ingrata, sin deberte ni en sombra favores, padecí tus crueles rigores y lloré como débil mujer; ya me rinde el dolor y me mata, acabárseme siento la vida; ya te doy mi final despedida, y ya escuchas mí queja postrer. ¡Cuántas veces riendo me has dicho que en el mundo de amor nadie ha muerto! ¡Ya verás, ya verás si no es cierto que hay quien muere de pena y amor! Ya verás que tu duro capricho ¡Oh tirano! la vida me cuesta, y bien pronto la queja molesta cesará de tu odiado amador. Cuando el doble de lenta campana vibrar oigas en son plañidero, no preguntes qué humano viajero de la vida las playas dejó: quién, esclavo de suerte tirana, blanco triste de su odio y tu tedio, ¿quién, enfermo de mal sin remedio? ¿quién ser puede, mí bien, sino yo? Mas si el largo rigor de tu fiera esquivez llega un día a dolerte, si al pensar en mi trágica muerte y en ml amor y en mi Inútil afán.

LUIS BENJAMÍN CISNEROS

(1837-1904) Nace en Lima en 1837, estudia en el convictorio de San Carlos y luego pasará a la Sorbona de París, se destaca como funcionario público. A los 50 años enferma de parálisis y en 1897 recibe el primer laurel ofrecido a un poeta nacional. Su obra literaria es amplia, incursiona en el teatro con obras como Alfredo el sevillano yen novela con Julia, pero con lo que más se identifica es con la poesía, sobre todo de género épico. Yo no te invoco a ti musa pagana, madre de la guerrera poesía de la edad griega y de la edad romana, estro de Homero y de Virgilio un día, No: el ideal de la razón cristiana no ha menester de esa ficción impía; dará a mi canto generoso aliento del bien y la verdad el sentimiento”. El culto clásico se advierte en estas líneas, tal vez producto de sus lecturas y la idea de libertad que lo acompañó en todo momento. En su juventud cultiva el género dramático, pero siente la fuerte Inclinación a la literatura francesa, lo que lo llevó a escribir novelas, en donde refleja las costumbres sociales de esa época. Entre sus obras podemos citar: - EL pabellón peruano (1855), una breve alegoría en la cual aparecen la libertad, la gloria y la paz como inspiradoras de los próceres que forjaron la independencia. - Alfredo el sevillano (1856), drama en donde el protagonista es todo lo contrario a don Juan Tenorio. - Julio o Escenas de La vida en Lima (1861), historia amorosa y de costumbres de la época, critica los modos de enriquecimiento indebido, la simulación, el juego, los placeres. - Edgardo, un joven de mi generación (1864), se ubica dentro de La política nacional con ideas liberales, patrióticas y progresistas. 28 DE JULIO DE 1821 El momento suprema ¿Quién es aquel que en el corcel brioso sobre la Inmensa multitud descuella? ¿Quién es aquel que en el tropel vistoso de espléndidos guerreros, de ricos y brillantes caballeros, marcha en silencio, altivo, majestuoso? A un paso, las músicas marciales rompen en himnos bélicos; sus armas, en dos cintas de vividos fulgores, le presentan las huestes inmortales que bordan su camino. En nube espesa de laurel y flores rica alfombra, ante el héroe, de sus balcones la ciudad derrama. Cual vasto humano monte correr tras el pueblo y. en grito que conmueve el horizonte,

ebrio de gozo y sin cesar le aclama. Vedle entrar. vedle entrar en la ancha plaza donde apiñada inquieta muchedumbre, bulle del Sol a la ardorosa lumbre, al pie de la alta estrada ha abandonado su corcel tranquilo y con lenta pisada traspasa la tendida gradería; y, al fin, sobre la escena, del héroe se dibuja la figura inmortal, grave y serena. ¿Quién es? -Es San Martín. Grande entre grandes Lo nombra ya la historia, es el glorioso Aníbal de los Andes. La mano diestra pone sobre el libro que de Dios guarda la palabra escrita; su brazo izquierdo ostenta la bandera bendita, lábaro ue bordaron, nuestras madres y que lleva en sus pliegues el Sol de nuestros padres. JOSÉ ARNALDO MÁRQUEZ (1830-1903) Nace en Lima, pertenece a la generación de Salaverry y Cisneros, y al igual que ellos incursiona en el romanticismo. Se destaca en el campo de la pedagogía y del periodismo dejando numerosos artículos y ensayos. Su poesía, filosófica, prodiga una gran solidaridad, se esfuerza por avivar el sentimiento en los hombres para una mejor comprensión humana, en este camino literario se acerca a Dios, no como místico sino como admirador de la perfección de la creación. Dios es amor y amor es hermosura y hermosura y amor la poesía; la fuente es esa inextinguible y pura de quien es una gota el alma mía”. Arnaldo Márquez adopta un estilo en el cual pre domina la elocuencia, en la que se desenvuelve con libertad y sencillez. Por su formación cultural y su orientación filosófica y humanista su poesía tiene los conceptos teorizantes de la problemática social humana. Considera la poesía como lenguaje de la hermosura del amor, cantando en ella las manifestaciones de la belleza, solidaridad entre los hombres, armonía y progreso social. Los poemas aparecen recogidos en su libro: Notas perdidas. En el teatro compone Pablo o la familia del mendigo y La novia del colegial. Colabora con el periodismo. Estudia los antecedentes históricos de la guerra con España y publica

El Perú y la España moderna. Traduce a Walt Whitman y por encargo de la Real Academia Española traduce dramas históricos y comedias de Shakespeare.

RICARDO PALMA (1833-1919) Reseña biográfica Ricardo Palma Soriano nace en Lima el 7 de febrero de 1833. Su infancia transcurre en el ambiente criollo y popular de Lima antigua. Estudia en el convictorio de San Carlos y en la Universidad de San Marcos, sin llegar a culminar sus estudios por motivos sentimentales. Con el cargo de contador de la Armada, viaja por diferentes lugares de la costa del país. En 1860 el presidente Castilla lo destierra a Chile, debido a su actuación revolucionaria junto a los hermanos Gálvez. Seis años después es nombrado Cónsul en Brasil, luego pasará a Estados Unidos y Europa. De regreso al Perú participa en el combate del 2 de Mayo al lado de José Gálvez. Luego de la muerte de Balta se retira definitivamente de la política. Contrae matrimonio hacia 1876, al estallar la Guerra con Chile participa en la defensa de Miraflores desde el Batallón N2 4. Durante el gobierno del general Iglesias se le encarga la misión de reorganizar la Biblioteca Nacional, logrando recuperar numerosas obras que estaban en poder de los chilenos, también consigue valiosas donaciones del extranjero, se le llama desde entonces “El bibliotecario mendigo”. En 1892 viaja a España como representante del Perú para la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América. Sus últimos años los pasa en Miraflores. Muere en 1919. Reseña literaria La obra de Ricardo Palma está íntimamente ligada a su vida; se nutre de todos los elementos típicos de la ciudad, los detalles sociales y políticos saldrán luego a relucir en sus obras. En la obra de Palma apreciamos dos momentos bien definidos, tanto en su poesía como su prosa. Aunque de más resonancia y vigencia sus tradiciones, su poesía marca un momento en la historia literaria de nuestro país. En él se halla el poeta lírico, miembro del grupo romántico, como lo demuestran sus primeros versos. “Yo te amé como el aura que respiro; un altar te elevé dentro de mi ser; casta te imaginé como un suspiro; como a un ángel te amé... ¡Y eres mujer!” a) En la primera etapa de su producción poética recibe influencia de Byron, Shakespeare y sobre todo de Heme y Víctor Hugo. b) En una segunda etapa su obra literaria sufrirá una transformación para adoptar un carácter nacional, y aparece el Palma historiador y tradicionista, descubridor y celoso guardián de nuestro acervo cultural. “Desde 1862 en que se publica Anales de la Inquisición de Lima, hasta sus Memorias de bibliotecario, Palma realiza una trascendental tarea de recolección y ofrecimiento de temas y figuras de nuestra historia y literatura. Caviedes, Teralla, Clarisa, Amarilis, resucitan entre sus escritos y estudios; sin dejar olvidados a Monteagudo, Sánchez Carrión, Bolívar y San Martín” (*).

Palma es el viajero infatigable que recorre nuestro país a través de sus libros, descubriendo, analizando, desempolvando personajes y escenas que toman la vida nuevamente, para hablarnos de un pasado que también nos pertenece. La obra literaria de Ricardo Palma empieza con Poesías completas, una colección de versos que le dio fama de romántico. Esta inclinación al romanticismo la expresará también en el drama con la publicación de La hermana del verdugo, pieza dramática en cuatro actos. La muerte o la Libertad, melodrama en tres actos en prosa y en verso. Rodil, drama histórico estrenado en 1852. Luego publicará en 1877 Verbos y gerundios, que fue escrito casi al mismo tiempo que las Tradiciones y agrupa una selección de cuentos satíricos de gran humorismo y gracia criolla. Como prosista e investigador publica en 1863 Anales de la Inquisición de Lima, en el que manifiesta su sentir anticlerical. TRADICIONES PERUANAS La tradición es un género propio que se extiende tanto al cuento como a la historia, y a la novela y la leyenda. De la historia toma sus argumentos y los adorna con el misterio del cuento y el aroma de la novela, que se convierte en leyenda; así la anécdota, el episodio histórico, o el lance de amor quedaron plasmados en un relato único llamado tradición. No podemos decir que Ricardo Palma inventó o creó la tradición como género literario, es claro que tuvo influencias de lecturas extranjeras, pero sí podemos afirmar que dio a este género una originalidad y dimensión universal. ‘Las Tradiciones peruanas, al Igual que los Comentarios reales del Inca Garcilaso, Pájinas libres de González Prada y el Apologético de Espinoza Medrano, representan lo más alto de la prosa peruana antes de 1900” (*) Las Tradiciones peruanas son un producto auténticamente popular. Escritas en lenguaje ágil, pícaro y criollo, utiliza giros y voces populares extraídos de un grupo mestizo de hablantes. Las voces como Mozas de rechupete, sinónimo de gracia y belleza, o la relación de pregones van a enriquecer nuestro vocabulario criollo, allí se encuentra el vigor y fuerza expresiva de sus adjetivos y verbos; la función sintáctica y valor estilístico de los epítetos. Los verbos cumplen una función determinante, traen el pasado al presente dando la sensación de estar viviendo esos hechos. Otras características de la obra es la descripción y denominación de mujeres. En pocas palabras se describe físicamente y se instruye psicológicamente al personaje femenino, utiliza para ello los diminutivos, la adjetivación y la nominación. La técnica de las tradiciones ha sido estudiada muchas veces, generalmente se inicia con una anécdota o un dato, luego hábilmente continúa con una copla o un cantar y empieza el relato ágil y festivo. La obra de Palma ha traspasado fronteras territoriales e idiomáticas, ubicándose entre las obras ‘clásicas de la literatura universal. OBRAS Poesía: - Poesías (1885) - Juvenilia (1865). - Pasionarias (1870) - Verbos y gerundios (1877).

Prosa: - La hermana del verdugo - Anales de la Inquisición de Lima - La bohemia de mi tiempo - Neologismo y americanismo - Papeletas lexicográficas - Tradiciones peruanas.

LA NIÑA DEL ANTOJO Generalizada creencia era entre nuestros abuelos que a las mujeres encinta debía complacerse aun sus más extravagantes caprichos, Oponerse a ellos equivalía a malograr obra hecha. Y los discípulos de Galeno eran los que más contribuían a vigorizar esa opinión, si hemos de dar crédito a tesis o disertaciones médicas, impresas en Lima. en diversos años, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de Papeles varios de la Biblioteca Nacional. Las mujeres de suyo son curiosas, y bastaba que les estuviese vedado entrar en claustros para que todas se desviviesen en sen por pasear conventos. No había, pues en el siglo pasado limeña que no los hubiese recorrido desde la celda del prior o abadesa hasta la cocina. Tan luego como en la familia se presentaba la hija de Eva en estado Interesante, las hermanitas, amigas y hasta las criadas se echaban a arreglar programa para un mes de romería por los conventos. Y la mejor mañana se aparecían diez o doce tapas en la portería de San Francisco, por ejemplo, y la más vivaracha de ellas decía, dirigiéndose al lego portero: -¡Ave María purísima! -Sin pecado concebida. ¿Qué se ofrece, hermanitas? -Que vaya usted donde el reverendo padre guardián y le diga que esta niña, como a la vista está, se encuentra abultadita, que se le ha antojado pasear el convento y que nosotras venimos acompañándola por si le sucede un trabajo. -¡Pero tantas!... - murmuraba el lego entre dientes. -Todas somos de su familia: esta buena moza es su tía carnal; estas dos son sus hermanas, que en la cara se les conoce; estas tres gordifloncitas son sus primas por parte de madre, yo y esta borradita sus sobrinas, aunque no lo parezcamos: la de más allá, esa negra chicharrona, es la mama que la crió; esta es su... -Basta, basta con la parentela, que es larguita -interrumpía el lego sonriendo. Aquí la niña del antojo lanzaba un suspirito, y las que la acompañaban decían en coro: -¡Jesús, hijita! ¿Sientes algo? Vaya usted prontito, hermano, a sacar la licencia. ¡No se embrome y tengamos aquí un trabajo! ¡Virgen de la Candelaria! ¡Corra usted, hombre, corra usted! Y el portero se encaminaba paso entre paso a la celda del guardián: y cinco minutos después regresaba con la superior licencia, que su paternidad no tenía entrañas de ogro para contrariar deseo de embarazada. -Puede pasar la niña del antojo con toda la sacra familia. Y otro lego asumía las funciones de guía o cicerone. Por supuesto que en muchas ocasiones la barriga era de pega, es decir, rollo de trapos: pero ni guardián ni portero podían meterse a averiguarlo. Para ellos vientre abovedado era pasaporte en regla.

Y de los conventos de frailes pasaban a los monasterios de monjas; y de cada visita regresaba a casa la niña del antojo provista de ramos de flores, cerezas y albaricoques, escapularios y pastillas. Las camaradas participaban también del pan bendito. Y la minería en Lima duraba un mes por lo menos. Un arzobispo, para poner algún coto al abuso y sin atreverse a romper abiertamente con la costumbre, dispuso que las antojaditas limeñas recabasen la licencia, no de la autoridad conventual, sino de la curia; pero como había que gastar en una hoja de papel sellado y firmar solicitud y volver al siguiente día por el decreto, empezaron a disminuir los antojos. Su sucesor, el Sr. La Reguera, cortó de raíz el mal, contestando un no rotundo a la primera prójima que le fue con el empeño. -¿Y si malparo. Ilustrísimo señor? - Insistió la postulante. -De eso no entiendo yo, hijita que no soy comadrón, sino arzobispo. Y lo positivo es que no hay tradición de que limeña alguna haya abortado por no pasear claustros. Entre los manuscritos que en la Real Academia de la historia, en Madrid, forman la colección de Matalinares, archivo de curiosos documentos relativos a la América, hay un (cuaderno 3° del tomo LXXVII) códice que no es sino el extracto de un proceso a que en el Perú dio motivo la niña del antojo. Guardián de la Recoleta de Cajamarca era por los años de 1806 fray Fernando Jesús de Arce, quien contrariando la arzobispal y disciplinaria disposición, dio en permitir el paseíto por su claustro a las cristianas que lo solicitaban alegando el delicado achaque. La autoridad civil tuvo o no tuvo sus razones para pretender hacerlo entrar en vereda, y se armó proceso, y gordo. El padre comisario general apoyó al padre Arce, presentando, entre otros argumentos, el siguiente que a su juicio era capital y decisivo: ‘la conservación del feto es de derecho natural y el precepto de la clausura es de derecho positivo, y por consideración al último no sería caritativo exponer una mujer al aborto” El padre Arce decía que para él era caso de conciencia consentir en el capricho femenino; pues una vez que se negó a conceder tal licencia acontecióle que. a los tres días, se le presentó la niña del antojo llevando el feto en un frasco y culpándolo de su desventura. Añadía el padre Arce que por él no había de ir otra almita al limbo y que no se sentía con hígados para hacer un feo a antojos de mujer encinta. El vicario foráneo se vió de los hombres más apurados para dar su fallo, y solicitó el dictamen de Matalinares, que era a la sazón fiscal de la Audiencia de Lima. Matalinares sostuvo que no por el peligro del feto, sino por corruptela y consideraciones de conveniencia o por privilegios apostólicos para determinadas personas de distinción, se había tolerado la entrada de mujeres en clausura de regulares, y que eso de los antojos era grilla y preocupación. En resumen: terminaba opinando que previniese al padre comisario general ordenase al guardián de la Recoleta, que por ningún pretexto consintiese en lo sucesivo visitas de faldas, bajo las penas designadas por la Bula de Benedicto XV, expedida en 3 de enero de 1742. El vicario, apoyándose en tan autorizado dictamen, falló contra el guardián; pero éste no se dio por derrotado y apeló ante el obispo, quien confirmó la resolución. Fray Fernando Jesús de Arce era testarudo, y dijo en el primer momento que no acataba el mandato mIentras no viniese del mismo Papa; pero su amigo. ci comisario general, consiguió apaciguar- lo, diciéndole: -Padre reverendo, más vale maña que fuerza. Pues la cuestión ante todo es de amor propio, éste quedará a salvo acatando y no cumpliendo. El Padre Arce quedó un minuto pensativo; y luego, pegándose una palmada en la frente, como quien ha dado en el quid de intrincado asunto, exclamó:

-¡Caballito! ¡Eso es! Y en el acto hizo formal renuncia de la guardianía para que otro y no él cargase con el mochuelo de enviar almitas al limbo.

EL REALISMO La corriente realista aparece en Europa en el Siglo XIX como una oposición al idealismo y al romanticismo. El escritor realista trata de captar en su obra la vida de acuerdo a su concepción y tal como se dé. Más que un movimiento literario que tiende a reproducir fielmente la realidad, el realismo fue un método estilístico de la narración y de la descripción. Esta nueva tendencia se basa en la observación directa e inmediata de la sociedad contemporánea. Se observa al hombre como ente social, se critica y se analiza las causas y fenómenos de la vida. Los iniciadores de este movimiento pertenecen tanto a la poesía como a la novela, y así Balzac caminará junto a Baudelaire en esta empresa. En América se adoptó este movimiento; y en Argentina, México y Perú, Cambeceris, Díaz Covarrubias y González Prada iniciaron esta corriente generacional. En el Perú se perfilaban dos nortes en la literatura. Una escuela científica, realista según modelos europeos, y una tendencia peruanista, indigenista, generada tal vez por el fenómeno político y social que se vivía en esos años de posguerra, cuando el territorio era evacuado por las últimas tropas chilenas y se conservaba, aún fresca, la imagen del soldado indígena valeroso defendiendo nuestro suelo. Otro dato importante es la figura femenina que en esta etapa literaria sobresale amplia y brillantemente, en un medio donde las mujeres, sin cultura, sacan a relucir su talento para dar a conocer una problemática social y política analizada y expresada por voces femeninas: Mercedes Cabello y Clorinda Matto de Turner trabajan del brazo con González Prada y Abelardo Gamarra. Entre las características de este movimiento tenemos: A) Descripción de costumbres y sucesos contemporáneos locales. B) Uso de un lenguaje regional, con giros y voces propias. C) Objetividad y afición al detalle más mínimo, tratando de reproducir lo más fielmente una situación. MERCEDES CABELLO DE CARBONERA (1845-1909) Nace en Moquegua en 1845, llega a Lima a los 20 años, algunos años más tarde se casa con un prestigiado médico, el Dr. Urbano Carbonera. Mercedes Cabello se inicia en el Correo del Perú y en la Revista de Lima, en donde escribe artículos radicales en pro de la emancipación de la mujer, este empeño en la ilustración femenina se verá plasmado en su ensayo Perfeccionamiento de la educación y de la condición social de la mujer. En 1886 es premiada por su ensayo novelado Sacrificio y recompensa, animada por este triunfo publicará el año siguiente Los amores de Hortensia, obra que refleja un drama hogareño muy frecuente en nuestra sociedad, en donde los sentimientos del corazón son acallados por las exigencias de la posición económica.

Su obra más importante es indudablemente Blanca Sol. La primera edición es 1889. Presenta un cuadro de la vida limeña, en el cual la protagonista supera su ruina satisfaciendo las esperanzas de los galanes que antes la cortejaron. En 1892 publica El conspirador, sátira política, mediante la cual se burla de don Nicolás de Piérola. CLORINDA MATTO DE TURNER (1852-1909) Reseña biográfica Nace el 11 de noviembre de 1852, en 4el Cusco; sus padres fueron don Ramón Torres Mates y doña Grimanesa Usandivaras. El apellido Torres Mates es transformado más tarde, por Clorinda, en Matto. Pasa su infancia en su pueblo natal y se educa en el colegio nacional de Educandos del Cusco. En 1871 contrae matrimonio con don Juan Turner, caballero inglés radicado en el Cusco, y pasa a residir al pueblo de Tinta. Continúa con su producción literaria para El Heraldo, El Mercurio, El Ferrocarril y El Eco de los Andes, utilizando como seudónimos Mary”, ‘Lucrecia y “Rosario”. En 1881 enviuda, quedándose sola al frente de la economía del hogar. Viaja a Arequipa y acepta la jefatura de redacción en La Bolsa, publicando sus primeras tradiciones cuzqueñas: Tradiciones, Leyendas y hojas sueltas, con prólogo de Ricardo Palma. Al terminar la guerra con Chile viaja a Lima, donde se vincula con la generación intelectual de su época, realizando veladas literarias. Perseguida por Piérola debido a su filiación cacerista es desterrada a Chile y Argentina y desaparece la editorial Mattos Hnos. En 1901 se imprime en Lima su traducción al quechua del Evangelio de San Lucas. En Buenos Aires, en 1902. Publica Boreales, miniaturas y proclamas. En la parte denominada “Boreales” nos pinta a Lima, la revolución de Piérola, la personalidad indiscutible de Cáceres y su destierro a Chile y Argentina. En ‘Proclamas” destaca la obra literaria de la mujer en América, y en “Miniaturas” resalta las figuras de algunos hombres representativos de América. El 25 de octubre de 1909 fallece en Buenos Aires. Reseña literaria La trayectoria literaria de Clorinda Matto de Turner es amplia, sus publicaciones en diarios y revistas han enriquecido la tradición popular. Sus vivencias marcan su evolución literaria y su primer contacto con la realidad social andina quedará reflejado en sus Tradiciones cuzqueñas. Su perfil se logrará definitivamente en Arequipa, allí se forjará su personalidad, recogiendo diversas corrientes en boga. Su pensamiento rebelde y su carácter de “Peruanista” hallarán en la tristeza del indio un motivo para su producción lírica. Se le atribuye el mérito de haber introducido “el problema del indio” en la narrativa peruana y la “novela indigenista” encontró en ella su creadora. Pertenece a la corriente realista, sin lograr dejar de lado un sentimentalismo que añora sus raíces indígenas.

Su estilo demuestra emoción y talento y’ a juicio de Tamaño Vargas “aunque cae en fundamentales errores de estructuración novelística, obtiene un gran impacto en la literatura iberoamericana”. Sus temas son preferentemente: a) Narraciones históricas de interés local, fundamentalmente sus tradiciones. b) La presentación de aspectos de nuestra serranía. c) La denuncia de los abusos cometidos contra los indígenas. OBRAS - Tradiciones, leyendas y hojas sueltas (1883) - Himacc-Sumac -Drama (1883) - Elementos de Literatura según el Reglamento de Instrucción Pública -para uso del Bello Sexo. - Aves sin nido -Novela (1889) - Bocetos al lápiz de americanos célebres (1890) - Índole -Novela (1891) - Leyendas y recortes (1891) - Herencia -Novela (1895)

COMENTARIO DE AVES SIN NIDO Aves sin nido es como una reafirmación del contenido peruanista aplicado a la novela, a través de sus páginas se presentan aspectos de nuestra serranía pintados con emoción y talento. Los abusos cometidos contra los indios, la explotación, el engaño, la inmoralidad, son pintados con dureza y sugestivo valor, allí radica uno de sus principales méritos. En el desarrollo de la obra flota una pregunta: ¿quién libertará al indio y a toda su raza desheredada? Clorinda Matto responde con una sentencia: “Escuela y libros, una fórmula contra el salvajismo, ignorancia y sumisión, la carencia de escuelas, la falta de buena fe de los que comercian con la ignorancia, y la consiguiente sumisión de las masas, alejan cada día más a los hombres y pueblos de la verdadera civilización”. Aves sin nido es la reproducción de la vida en los pueblos indígenas, dentro de un marco lingüístico de nuestra serranía. Otro tema tocado con rudeza es la tesis del matrimonio de los sacerdotes, pues su celibato es motivo de grandes problemas. Manuel y Margarita, enamorados mestizos, son precisamente “Aves sin nido” porque ambos nacieron de los amores ilícitos del antiguo cura de Killac, don Pedro de Miranda. La intención de la autora es mostrar crudamente la realidad idealizando muchas veces sus personajes dentro de un cuadro de abusos y protestas. ABELARDO GAMARRA (1850-1924) Según Manuel Monelva, Abelardo Gamarra nace en Huamachuco, en 1857, pero Alberto Tauro registra su nacimiento en 1850, queda esa interrogante. Es considerado el iniciador del cuento nacional y quizás el más viejo de los bohemios. Escribía artículos de costumbres que se publicaban en El Nacional. Se bautiza a sí

mismo como ‘El Tunante”, escribiendo con ese nombre y ofreciendo infinidad de artículos y narraciones, presentes muchas de ellas en su obra Rasgos de plumas (19021911), dos volúmenes que alcanzara una gran difusión nacional y donde se dejará ver una sucesión de personajes característicos expuestos con risa y malicia. Su militancia en el periodismo ¡ni- puso su sello en la obra de Gamarra, la urgencia de la labor cotidiana no le permitió una recopilación ordenada de su obra, de allí que sea fragmentada pero ágil y amena, en apariencia superficial y risueña pero aguda y penetrante. Su obra refleja el bullicioso mundo de la política y la vida social, por sus páginas desfilan tipos y costumbres de Lima y provincias con franqueza y picardía. Como hombre de su generación, Gamarra se empeña en luchar contra el falso patriotismo, contra la indolencia, contra el egoísmo capitalino pero sin resentimiento. Entre sus obras tenemos: - EL Tunante en camisa de once varas (1877) - EL novenario de EL Tunante (1885) - Algo del Perú y mucho de PeLagatos (1905) - Cien años de vida perdularia (1921) - Rasgos de pluma (1902-1911)

DON FLEMÓN Don Flemón, es un católico a su modo, practica la Religión por hábito, para él ciertas formas son el todo del culto; si oye dar la oración, se detiene y. sin apartar los ojos del vecino que pasa, de la puerta que se abre, de la mujer que sale o del prójimo que entra. se descubre y balbucea: “ci ángel del Señor anunció a Maria”. Si pasa por la puerta de un templo, se descubre también, aunque al mismo tiempo levante la cabeza para ver quién está en el balcón que tiene delante. A don Flemón le gusta ayudar a misa, llevar el estandarte en los días de procesiones y abrirse en cruz para significar su devoción. Siempre está visitando a este canónigo, a aquel padre, como quien no tiene otra cosa que ocuparse. Por lo demás, don Flemón es buena caña de pescar; pero tiene tal suavidad, se insinúa tan dulcemente que parece que no pisa en el suelo. Un su casa pelea con su mujer como los demás pecadores y descuida la educación de sus hijos como los demás pecadores; gasta lujo como los demás pecadores y sólo se diferencia de los demás pecadores en que trabaja poco y vive mejor que todos los demás pecadores; es devoto de San Miguel y parece que lo que no consigue del Santo lo consigue del de debajo, el hecho es que pasa la gran vida; y como en el Perú la mitad se ocupa de política y la otra mitad de lo mismo; él que sólo se ocupa de su devoción, dice para sus adentros: ‘medio mundo se ríe del otro medio, y sólo yo me río del mundo entero”. Tiene tal modo de filtrarse y se sabe dar tales trazas, que desde el año 1801 la cofradía del Arcángel no tiene otro, mayordomo que el amable, el amabilísimo don Flemón: la dulzura con leva. ¡SI vieran ustedes el presupuesto que forma para la celebración de la fiesta! Helo aquí: Diez arrobas de cera; doce varas de raso para la pollera del Arcángel; veinte varas de franja; cuarenta soles para hacerle dorar el escudo, platear la espada y esmaltar el

turbante; veinte para retocar su diablo, ponerle un cuerno que le falta y arreglarle el rabo que se le ha descompuesto; cincuenta para hacerle esmaltar las alas; diez para que le muden peana; en una palabra doscientos para que lo pongan como nuevo; ltem para lamparines, floreros, retablos, etc. A juzgar por el presupuesto, don Flemón va a poner hecho una ascua al Arcángel; pero ¡quiá! una vez que la hermandad ha entregado el bodoque, se le despierta tal espíritu de economía que vacila para convertir tanto caudal en una cosa que se puede arreglar de otra manera; lo medita, lo consulta en familia y recuerda que en casa sobró raso cuando la niña se hizo traje; que en vez de franja se podía poner un fleco de abrigo de la señora, discute las conveniencias de mejorar al diablo y comprende que en lugar de ponerle el cacho que le falta fuera mejor romperle el otro para hacerlo más feo, y en cuanto al rabo, hay más polémica de sobremesa que discusión en el Congreso. La señora dice que de dónde viene eso de que el Demonio tenga rabo; don Flemón le replica que Demonio sin rabo es como mujer sin traspontín; las niñas protestan y están porque al Diablo se le deje cutulo: se somete a votación el asunto y resulta el Diablo como cuy en lugar de resultar como rata. Las niñas continúan con la palabra y proponen que se compren los floreros más lindos que haya; pero comprometiéndose ellas a vestir al Arcángel, ponen la condición de que pasada la fiesta los floreros vengan a casa. En este caso dice la señora yo doy mis flores, que para iglesia están muy buenas, si me dan unos maceteros, de esos que se están usando: Aceptado. Resulta que el pobre Diablo es el que sale más mal parado. y que el Arcángel va a hacer el papel de un pelón al que se va a vestir con los rezagos de la familia, y ya que todas y cada una de las de casa van a resultar hermanas de la Cofradía del Arcángel. ¿Tú qué harás?, pregunta la señora al mayordomo, como quien dice: te dejamos sin parte, y él contesta echándose hacia atrás; yo arreglaré la cera. Este arreglo de la cera tiene también su economía, como que cada cera no ha de arder hasta no dejar mecha. Distribuida así la parte financiera de la fiesta, cada cual cumple su palabra y si el Arcángel luce el raso que sobró de la pollera de la niña, ésta luce el surá de la pollera del Arcángel; y si el fleco del abrigo de la señora cuelga del vestido de San Miguel, el importe de la franja cuelga de las orejas de la señora en forma de aretitos de última moda; todo es cuestión de colgadera; no lleva cola el Diablo; pero sí la lleva el traje de la otra señorita, que con sus propias ruanos acaba de dejar mucho en la retaguardia a la imagen de Satanás; cola por cola. Así es corno por este bonito cambalache, que nada tiene de pecado, por supuesto, resulta armado el Arcángel y todos los diablitos de la casa de don Flemón. Termina la fiesta, se gasta la cuarta parte de la cera y lo demás (“la cabería”) venite adoremus, vuelve a casa del cerero y se convierte en soles redondos no para el bolsillo del mayordomo ¡Dios nos libre y nos favorezca! sino para aplicarlo con aprobación general a un merendón con todos los hermanos de la “cabería, queremos decir de la Cofradía, terminada la cual se practican las elecciones y vuelve a salir reelecto por las 1.899 veces nuestro don Flemón (1a cabería”) el más gallazo de los mayordomos, y sea dicho en honor de los que lo fuesen: la excepción de la regla.

MANUEL GONZÁLEZ PRADA (1848.1918) Reseña biográfica

Manuel González de Prada y Ulloa nace en Lima el 6 de enero de 1848, estudia en el colegio inglés de Valparaíso, en donde se encontraba su familia por razones políticas. De regreso al Perú continúa sus estudios en el Seminario de Santo Toribio de Lima, pero no se adapta a la vida monacal y fuga de allí para trasladar- se al Convictorio de San Carlos. La opinión familiar lo indujo a estudiar Derecho en San Marcos, pero abandona sus estudios para seguir ciencias y matemáticas, que era su vocación. Desde muy joven manifiesta su espíritu rebelde. Se refugia en una hacienda familiar en el valle de Cañete, para cultivar la tierra y disfrutar de soledad, ya se había iniciado en la labor literaria y durante ocho años alterna la literatura con la tierra. Declarada la guerra con Chile en 1879, ingresa al ejército peruano como oficial de reserva, tomando parte en la batalla de Miraflores. Durante la ocupación de Lima por los chilenos se encierra en su casa como señal de protesta, dedicándose a la creación literaria; de esos años datan Escenas nocturnas, La rendición de la mujer y Mojiganga. Luego de firmada la paz con Chile saldrá a continuar su labor de renovación nacional desde la presidencia del Círculo Literario, se hará conocido por sus discursos pronunciados en los escenarios de El Ateneo y el Politeama. Contrajo matrimonio con Adriana de Vermil, por razones familiares viaja a Europa y se establece en París, estudiando en La Sorbona. Después de varios años regresa al Perú y en 1908 publica Horas de lucha. En 1912 acepta el cargo de director de la Biblioteca Nacional, dos años después renuncia al cargo en protesta contra el golpe militar que derrocó al presidente Billinghurst, en 1916 es ratificado en el cargo. Fallece en Lima el 22 de julio de 1918. Reseña literaria Manuel González Prada, poeta, ensayista, filósofo, político, ha sido estudiado por muchos autores y al final se llega a la misma conclusión, González Prada era un buscador de la verdad, toda su vida la dedicó a señalar el mal por eso fue perseguido y acusado: Una sola cosa debemos a nuestros semejantes: La verdad; por lo demás siendo irrefutables como axioma, podemos ser violentos como una tempestad” Su razón lo llevó al convencimiento de que sólo la ciencia podía abrirle el camino de la verdad. Aceptó la vida como un hecho. En P4jinas libres define al hombre como ‘puñado de polvo que la casualidad reúne y la casualidad dispersa”. Los poemas iniciales de González Prada se ubican dentro de la naciente corriente realista, con un espíritu científico, y fueron publicados en El Correo del Perú. Mientras duró su retiro voluntario, durante la ocupación chilena, compuso numerosos sainetes y letrillas, como Cuartos para hombres vacíos, Escenas nocturnas, El corneta de 1882, pero no pudo callar más y sale a denunciar a los malos dirigentes del país, convirtiéndose en el predicador de una patria desgarrada por luchas intestinas y por acciones de países vecinos. Lucha contra el sistema de gobierno, contra la estructura educacional dogmática y ávida de lucro, contra la administración pública, contra las castas privilegiadas. Para el aniversario patrio preparó un discurso que fue leído el 28 de julio de 1888, al que se le conoce como Discurso en el Politeama, se trataba de una función escolar con el fin de reunir fondos para pagar el rescate a Chile de las provincias de Tacna y Anca. “Los que pisan el umbral de la vida, se juntan para dar hoy una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de patriotismo y algo de ironía: el niño quiere rescatar con el oro lo que el hombre no supo

defender con el hierro”... ‘¡Que vengan árboles nuevos a dar flores y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba los jóvenes a la obra!”. Esto generó una represión por parte del gobierno. Con su obra La muerte y la vida precisa su ateísmo, su racionalismo intransigente y los grupos de estudiantes, escritores e intelectuales lo proclaman Maestro. En Europa publica Pájinas libres (1894) en el que reúne sus discursos y ensayos, y en 1901 sale la primera edición de Minúsculas, en el cual las estrofas empleadas eran los triolets, róndeles, laúdes y coplas. En 1991 publica Exóticas. Con posterioridad a su muerte, su hijo Alfredo publica: Trazos de vida, versos publicados en 1933 en París. Bajo eL oprobio (1933), París. Baladas peruanas, Chile, 1935. Figuras y figurones (1937).

EL INTELECTUAL Y EL OBRERO Se hace tanto bien al sembrar el trigo en los campos como al derramar Ideas en los cerebros, no hay diferencia de jerarquía entre el pensador que labora con la Inteligencia y el obrero que trabaja con las mano, el hombre de bufete y el hombre de taller, en vez de marchar separados y considerarse enemigos, deben caminar Inseparablemente unidos. ¿Existe acaso una labor puramente cerebral y un trabajo exclusivamente manual? Piensan y cavilan: el herrero al forjar una cerradura, el albañil al nivelar una pared. el tipógrafo al hacer una compuesta, el carpintero al ajustar un ensamblaje, el barretero al golpear una vela; hasta el amasador de barro piensa y cavila. Sólo hay un trabajo ciego y material: el de la máquina; donde funciona el brazo de un hombre, ahí se deja sentir el cerebro. Lo contrario sucede en las faenas llamadas intelectuales: a la fatiga nerviosa del cerebro que imagina y piensa, viene a juntarse el cansancio muscular del organismo que ejecuta. Cansan y agobian: al pintor los pinceles, al escultor el cincel, al músico el instrumento, al escritor la pluma; hasta al orador le causa y agobia el uso de la palabra. ¿Qué menos material que la oración y el éxtasis? Pues bien: el místico cede al esfuerzo de hincar las rodillas y poner los brazos en cruz. Las obras humanas viven por lo que nos roban de fuerza muscular y de energía nerviosa. En algunas líneas férreas, cada durmiente representa la vida de un hombre. Al viajar por ellas, figuré- ¡nonos que nuestro vagón se desliza por rieles clavados sobre una serie de cadáveres; pero al recorrer museos y bibliotecas, Imaginémonos también que atravesamos una especie de cementerio donde cuadros, estatuas y libros encierran no sólo el pensamiento sino la vida de los autores. (...) Cuando preconizamos la unión o la alianza de la inteligencia con el trabajo no pretendemos que a título de una jerarquía Ilusoria, el intelectual se erija en tutor o lazarillo del obrero. A la idea de que el cerebro ejerce función más noble que el músculo, debernos el régimen de las castas: desde los grandes imperios de Oriente, figuran hombres que se arrogan el derecho de pensar, reservando para las muchedumbres la obligación de creer y trabajar. Los intelectuales sirven de luz, pero no deben hacer de lazarillos, sobre todo en las grandes crisis sociales donde el brazo ejecuta lo pensado por la cabeza. Verdad, el soplo de rebeldía que remueve hoy a las multitudes, viene de pensadores y solitarios. Así vino siempre. La justicia nace de la sabiduría, que el ignorante no conoce el derecho propio ni el ajeno y cree que en la fuerza se resume toda la ley del Universo. Animada por esa creencia la Humanidad suele tener la resignación del bruto: sufre y calla. Más, de

repente, resuena el eco de una gran palabra y todos los resignados acuden al verbo salvador, como los insectos van al rayo de sol que penetra en la oscuridad del bosque. El mayor inconveniente de los pensadores es figurarse que ellos solos poseen el acierto y, que el mundo ha de caminar por donde ellos quieran y hasta donde ellos ordenen. Las revoluciones vienen de arriba y se operan desde abajo. Iluminados por la luz de la superficie, los oprimidos del fondo ven la justicia y se lanzan a conquistarla, sin detenerse en los medios ni arredrarse con los resultados. Mientras los moderados y los teóricos se imaginan evoluciones geométricas o se enredan en menudencias y detalles de forma, la multitud simplifica las cuestiones, las baja de las alturas nebulosas y las confina en terreno práctico. Sigue el ejemplo de Alejandro: no desata ci nudo, lo corta de un sablazo. AL AMOR SI eres un bien arrebatado al cielo ¿Por qué las dudas, el gemido, el llanto, La desconfianza, el torcedor quebranto, Las turbias noches de febril desvelo? SÍ eres un mal en el terrestre suelo ¿Por qué los goces, la sonrisa, el canto, Las esperanzas, el glorioso encanto, Las visiones de paz y de consuelo? Si eres nieve ¿por qué tus vivas llamas? Si eres llama ¿por qué tú hielo inerte? Si eres sombra ¿por qué la luz derramas? ¿Por qué la sombra, si eres luz querida? SI eres vida ¿por qué me das la muerte? Si eres muerte ¿por qué me das la vida?

TRIOLET Para verme con los muertos, yo no voy al campo santo. Busco plazas, no desiertos, para yerme con los muertos. ¡Corazones hay tan yertos! ¡Almas hay que hieden tanto! Para verme con los muertos, Ya no voy al campo santo.

TRIOLET Algo me dicen tus ojos: mas lo que dicen no sé. Entre misterio y sonrojos, algo me dicen tus ojos. ¿Vibran desdenes y enojos,

o hablan de amor y de fe? Algo me dicen tus ojos: mas lo que dicen no sé.

TRIOLET Los bienes y las glorias de la vida o nunca vienen o nos llegan tarde. Lucen de cerca, pasan de corrida, los bienes y las glorias de la vida. ¡Triste del hombre que en la edad florida coger las flores de vivir aguarde! Los bienes y las glorias de la vida o nunca vienen o nos llegan tarde.

RONDEL Oh porvenir, oh Sol sin occidente, oh día que mis ojos no verán, si es noche de amargura la presente ¡qué júbilo, qué luz resplandeciente las horas de mañana irradiarán! Yo, el átomo nacido de la nada para girar en sombras y morir, fijo en tus claros reinos la mirada, oh porvenir. ¡Quien, subyugando al Tiempo y a la Muerte joven pudiera eternizarse y fuerte o en inefable languidez dormir, alzar un día la pesada losa, y abrir los ojos a tu luz gloriosa, oh porvenir.

TRIOLET Desde el instante del nacer, soñamos: Y sólo despertarnos, si morimos. Entre visiones y fantasmas vamos: Desde el instante del nacer soñamos. El bien seguro, por el mal dejamos: Y hambrientos de vivir jamás vivimos: Desde el instante del nacer soñamos: Y sólo despertamos si morimos. (De Minúsculas)

GRAU

Épocas hay en que todo un pueblo se personifica en un solo individuo: Grecia en Alejandro; Roma en César: España en Carlos V; Inglaterra en Cronwell; Francia en Napoleón; América en Bolívar. El Perú de 1879 no era Prado, La Puerta, ni Piérola: era Grau. Cuando el Huáscar zarpaba de algún puerto en busca de aventuras, siempre arriesgadas, aunque a veces Infructuosas, todos volvían los ojos al comandante de la nave, todos le seguían con las alas del corazón, todos estaban con él. Nadie ignoraba que el triunfo rayaba en lo Imposible, atendida la superioridad de la escuadra chilena: pero el orgullo nacional se lisonjeaba de ver en el Huáscar un caballero andante de los mares, una imagen del famoso paladín que no contaba sus enemigos antes del combate, porque aguardaba contarlos vencidos o muertos. (...) El Huáscar forzaba los bloqueos, daba caza a los transportes, sorprendía las escuadras, bombardeaba los puertos, escapa ileso de las celadas o persecuciones, y más que nave parecía un ser viviente con vuelo de águila, vista de lince y astucia de zorro. Merced al Huáscar. el mundo que sigue la causa de los vencedores, olvidaba nuestros desastres y nos quemaba incienso: merced al Huáscar, los corazones menos abiertos a la esperanza cobraban entusiasmo y sentían el generoso estímulo de sacrificio; merced al huáscar, en fin, el enemigo se desconcertaba en sus planes, tenía vacilaciones desalentadoras y devoraba el despecho de la vanidad humillada, porque el Monitor, vigilando las costas del Sur, apareciendo en el instante menos aguardado, parecía decir a la ambición de Chile: Tú no pasarás de aquí”. Todo esto debimos al Huáscar, y el alma del Monitor era Grau. (...) El año 1865 hubo momentos en que Grau se atrajo las miradas de toda la nación, es que tuvo pendiente de sus manos la suerte del país. Conducía de los astilleros Ingleses un buque de guerra a tiempo que la República se había revolucionado para deshacer el tratado Vivanco-Pareja. Plegándose a los revolucionarios, entregándoles el dominio del mar, Grau contribuyó eficazmente al derrumbamiento de Pezet. La popularidad de Grau empieza al encenderse la guerra contra Chile. Antes pudo confundirse con sus émulos y compañeros de armas o diseñarse con las figuras más notables del cuadro; pero en los días de la prueba se dibujó de cuerpo entero, se destacó sobre todos, les eclipsó a todos. Fue comparado con Noel y Gálvez y disfrutó como Washington la dicha de ser “el primero en el amor de sus conciudadanos”. El Perú todo lo apostrofaba como a Napoleón Goethe: “Eres un hombre”. Y lo era, tanto por el valor, como por las otras cualidades morales. En su vida, en su persona, en la más Insignificante de sus acciones, se conformaba con el tipo legendario del marino. Tal era el hombre que en un buque mal artillado, con una marinería Inexperta, se vió rodeado y acometido por toda la escuadra chilena el 8 de octubre de 1879. En el combate homérico de uno contra siete pudo Grau rendirse al enemigo: pero comprendió que por voluntad nacional estaba condenado a morir, que sus compatriotas no le habrían perdonado el mendigar la vida en la escala de los buques vencedores. Efectivamente. Si a los admiradores de Grau se les hubiera preguntado qué exigían del comandante del Huáscar, el 8 de octubre, todos habrían respondido, como en el Horacio de Corneille: “¡Que muriera!”. (...) La guerra, con todos sus males, nos hizo el bien de probar que todavía sabemos engendrar hombres de temple viril. Alentémonos pues; la rosa no florece en el pantano, y el pueblo donde nacen un Grau y un Bolognesi no está muerto ni completamente degenerado. Regocijémonos, si es posible; la tristeza de los injustamente vencidos

conoce alegrías sin ceras, así como el sueño de los vencedores implacables llene despertamientos amargos, pesadillas horrorosas. (.,.) Humano hasta el exceso, practicaba generosidad que en el fragor de la guerra concluían por sublevar nuestra cólera. Hoy mismo al recordar la saña implacable del chileno vencedor, deploramos la exagerada clemencia de Grau en la noche de Iquique. Para comprenderle y disculparle, se necesita realizar un esfuerzo, acallar las punzadas de la herida entreabierta, ver los acontecimientos desde mayor altura. Entonces se reconoce que no son grandes los tigres que matan por matar o hieren por herir, sino los hombres que hasta en el vértigo de la lucha saben economizar y ahorrar dolores. (...) Hasta en el porte familiar se manifestaba, sobrio de palabras; lejos de él la verbosidad que falsifica la elocuencia y remeda el talento. Hablaba corno anticipándose al pensamiento de sus interlocutores, como temiendo desagradarles con la más leve contradicción, Su cerebro discernía con lentitud, su palabra fluía con largos Intervalos de silencio, y su voz, de timbre femenino, contrastaba notablemente con sus facciones varoniles y toscas. Ese marino forjado en el yunque de los espíritus fuertes, inflexibles en aplicar a los culpables todo el rigor de las ordenanzas, se hallaba dotado de sensibilidad exquisita, amaba tiernamente a sus hijos, tenía marcada predilección por los niños. Sin embargo, su energía moral no se enervaba con el sentimiento, como lo probó en 1865 al adherirse a la revolución; rechazando ascensos y pingües ofertas de oro, desoyendo las sugestiones o consejos de sus más íntimos amigos, resistiendo a los ruegos e intimidaciones de su mismo padre, hizo lo que le parecía mejor, cumplió con su deber. Tan inmaculado en la vida privada corno en la pública, tan honrado en el salón de la casa como en el camarote del buque, formaba contraste con nuestros políticos y nuestros guerreros, existía como un verdadero anacronismo. Como flor de sus virtudes la resignación; nadie conocía más el peligro, y marchaba de frente, con los ojos abiertos con la serenidad en el semblante. En él nada cómico ni estudiado: personificaba la naturalidad. Al ver su rostro leal y abierto, al coger su mano áspera y encallecida, se palpaba que la sangre venía de un corazón noble y generoso.

EL MODERNISMO A fines del siglo XIX aparece en América el movimiento denominado modernismo, con una fuerte influencia europea. Los intelectuales franceses y europeos en general, empezaron a criticar duramente la corriente anterior, el romanticismo. Los procesos políticos revolucionarios ocurridos en Europa, atrajeron la atención sobre el hombre como un ser social, y surge una tendencia al examen de conciencia tanto en prosa como en verso. En América, el modernismo se manifiesta como una “rebeldía estática”, como una crítica al romanticismo, y muy particularmente a la continuación de la tradición española. Nuestro modernismo se nutre así de algunas corrientes literarias anteriores y autores con ideas de cambio. Honorato de Balzac y Emilio Zola nos mostraron las degeneraciones humanas. Mallarmé y Verlaine tratarán de buscar en la palabra clave de la poesía emocionada de universales sentimientos humanos. Manuel Gutiérrez Nájera, mejicano, le dará color y plasticidad a la poesía. José Asunción Silva, colombiano, con su poesía realista, nos traerá un lenguaje nuevo, lleno de largos silencios, y Rubén Darío, nicaragüense, elevará su voz americana.

En el Perú tenemos a González Prada, con sus formas nuevas y extrañas en las que graba su pensamiento crítico y su protesta ante la injusticia. En nuestro país, la producción literaria de este período fue obra de escritores pertenecientes a distintas generaciones y escuelas literarias. Entre 1910 y 1924 aparecen las siguientes obras: - Iras santas y Alma América, de José Santos Chocano. - El caballero Carmelo, de Abraham Valdelomar. - Poesías completas y Apéndice a mis últimas Tradiciones, de Ricardo Palma. - Simbólicas y La Canción de las figuras, de José María Eguren. - Panoplia lírica, de Alberto Hidalgo. - Los Heraldos Negros y Trilce, de César Vallejo. De tanta variedad de estilos y escuelas podemos decir que el modernismo fue una tendencia literaria dominante no sólo en el Perú sino en toda Hispanoamérica. CARACTERÍSTICAS DEL MODERNISMO 1. El modernismo fue el primer movimiento literario surgido en Latinoamérica, capaz de influir en Europa. 2. Se señala su existencia entre los años 1880-1920. 3. Formó una elite, una burguesía ilustrada que se manifestó a través de la lírica y el relato, creando un lenguaje propio. 4. En el aspecto estético, se busca la belleza y perfección formal. 5. Hay libertad en la construcción de estrofas, rima y ritmo 6. Se tiene predilección por los temas eróticos, con exaltación del paisaje y descripción de imágenes mágicas y maravillosas. JOSÉ SANTOS CHOCANO (1875-1934) Reseña biográfica Nace en Lima el 14 de mayo de 1875, se unen en él dos familias tradicionales, la paterna de Moquegua, y la materna de Trujillo Hizo sus estudios en el Instituto de Lima, luego se dedicaría al magisterio. Ingresa a la Universidad de San Marcos a estudiar letras, estudios que pronto abandona para dedicarse al periodismo y a la política. En 1891, con motivo de celebrarse el centenario del nacimiento de Melgar, empezó a publicar sus poemas, pero a raíz de unos escritos contra la dictadura de Cáceres fue detenido en el Real Felipe del Callao, de donde se libró de ser fusilado por un movimiento revolucionario. Sigue con su actividad literaria y periodística, funda las revistas La Niebla, La Gran Revista y El Siglo XX. En 1901 es enviado a Centroamérica en misiones diplomáticas. En 1905 viaja a España y conoce allá a Rubén Darío, entrando en contacto con escritores modernistas. Publica Alma América con prólogo de Rubén Darío. En 1908 publica Fiat Lux. Luego viajará por Norteamérica, México, Cuba, Puerto Rico. En Guatemala entra al servicio del dictador Estrada Cabrera, quien es derrocado; debido a esto Chocano es detenido y condenado a ser fusilado, pero una protesta de los intelectuales americanos y europeos logró que se anule la sentencia.

En 1922 regresa al Perú y es glorificado como el ‘Poeta de América” en una ceremonia en el Teatro Municipal y declarado “Hijo predilecto de la ciudad de Lima”. En una polémica que tuvo con el poeta Edwin Elmore y que terminó con la muerte de éste, fue acusado de asesinato y juzgado, comprobada su inocencia es dejado en libertad, radicándose en Chile. En 1934 es víctima de un demencial ataque, muriendo apuñalado en Santiago de Chile. Sus restos son traídos al Perú 31 años después, y descansan en el Cementerio de Lima. Reseña literaria Chocano es uno de los más grandes representantes del modernismo en el Perú, poseía los caracteres universales de este movimiento. La libertad y el individualismo están presentes en todos sus versos. Junto a Rubén Darío, son los grandes representantes de la poesía modernista en América. Es un cantor épico y lírico, aunque sus estrofas se identifican más con el género épico es un poeta para ser leído en voz alta. Se sentía el portavoz de América y el defensor de su raza: mitad española, mitad india. En Chocano predominaba la magnificencia y el Individualismo, decía “Walt Withman, tiene el Norte; pero yo tengo el Sur”. Su obra poética es la representación de imágenes pictóricas y formalidades métricas que dan la sensación de una ejecución orquestal, buscando siempre el camino de la renovación. Los temas en la poesía de Chocano son variados, tan pronto habla de su infancia, como se solidariza con el humilde, pero siempre girará en torno de una constante, su espíritu americanista, su búsqueda del paisaje americano, con su particular estilo poético de entonación grandilocuente, de metáforas agresivas y sentimiento pictórico, extraña mezcla de pintor y poeta. El mensaje cristiano es también un tema de la inspiración, y a él le dedicará El Sermón de la Montaña. ‘Mustio y enflaquecido por La fiebre Cristo va con su caña de viajero y sus vagos sueños de pesebre... Solía decir Chocano que toda su obra poética había sido improvisada y que anhelaba hallar el sosiego para deleitarse con la creación poética, expresaba que cada uno de sus versos perpetuaba algún suceso de su vida y podía considerarse su obra como una poesía autobiográfica. El mismo se siente un sujeto múltiple que fue americano y se reencarnó sin oposiciones en dos razas antagónicas y dispares. En su obra están presentes: a. Las personas y otros seres de la naturaleza: ‘El blanco aventurero”, “El indio emperador”, ‘El bravo Caupolicán”, ‘Los conquistadores”, “Los caballos voladores”, “La fragante magnolia”, etc. b) Destreza en el manejo de ritmo y rima. La variedad de metros y ritmos que utiliza le dan a su verso riqueza y agilidad, belleza metafórica y la abundancia de descripciones pictóricas es admirable en su verso. OBRAS La obra poética de Chocano es amplia, teniendo muchas veces carácter autobiográfico, puede dividirse en dos ciclos: antes de Alma América y después de Alma América.

Pertenecen al primer ciclo: Iras santas, En la aldea, Selva virgen, La epopeya del Morro, El canto del siglo y Cantos del Pacifico. Pertenecen al segundo ciclo: El hombre Sol y Oro de indias. ALMA AMÉRICA Es el libro fundamental de la poesía de Chocano Lo subtitula: Poemas Indo-españoles”: es una selección de versos en donde describe la historia, geografía y tradición de América. Evoca a la antigua “Limeña”, menciona a Pizarro, al paisaje andino: Andes y selva, todo tiene un lugar principal en sus versos, desde la tímida vicuña, hasta el majestuoso cóndor; desde el tenebroso pantano hasta la brillante catarata. Este libro señala su apogeo literario y representa la madurez espiritual e ideológica del poeta, en él brillan la economía y la fluidez que demuestran la personalidad del autor. Alma América marca el inicio del ciclo creativo de Chocano. - iras santas, 1895. Inspirado en el odio a la dictadura que ordenó su prisión en el Real Felipe, cuestionando al régimen dictatorial de esa época. - En la aldea, 1895. Sonetos de inspiración paisajista, donde elogia a la naturaleza. - Selva virgen y azahares, 1896. Renovación del paisaje cuya exuberancia romántica es testimonio de juventud. - La Epopeya del Morro, 1899. Canto heroico al sacrificio del coronel Francisco Bolognesi en Anca, premiado en el concurso poético efectuado en ese mismo año por el Ateneo de Lima. - El Canto del Siglo, 1901. Elogio poético de los hechos más notables y progresos científicos y artísticos del siglo que terminaba. - Fiat Lux, 1908. Junto con Los cantos del Pacífico, condensa antológicamente los mejores poemas de los títulos anteriores. - Oro de Indias (1940-1941). Cuatro volúmenes que constituyen la obra póstuma del poeta, en una colección de poemas neo-mundiales dividida en nueve partes, cada una de ellas, según la explicación de Chocano, constituye por separado un libro en el que los poemas forman un conjunto armonioso.

LA MANGOLIA En el bosque, de aromas y de músicas lleno, la magnolia florece delicada y ligera. Cual vellón que en las zarzas enredado estuviera o cual copo de espuma sobre lago sereno. Es un ánfora digna de un artífice heleno un marmóreo prodigio de la Clásica Era: y destaca su fina redondez a manera de una dama que luce descotado su seno. No se sabe si es perla, ní se sabe si es llanto Hay entre ella y la Luna, cierta historia de encanto en la que una paloma pierde acaso la vida: porque es pura y es blanca y es graciosa y es luz como un rayo de Luna que se cuaja en la nieve o como una paloma que se queda dormida…

LOS CABALLOS DE LOS CONQUISTADORES ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles! Sus pescuezos eran finos y sus ancas relucientes y sus cascos musicales. ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles! ¡No! No han sido los guerreros solamente, De corazas y penachos y tizonas y estandartes, los que hicieron la conquista de las selvas y los Andes: los caballos andaluces, cuyos nervios tienen chispas de la raza voladora de los árabes, estamparon sus gloriosas herraduras en los secos pedregales. en los húmedos pantanos. en los ríos resonantes, en las nieves silenciosas, en las pampas, en las sierras, en los bosques y en los valles. ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles! Un caballo fue el primero. en los tórridos manglares, cuando el grupo de Balboa caminaba despertando las dormidas soledades, que, de pronto, dio el aviso del Pacifico Océano, porque ráfagas de aire al olfato le trajeron las salinas humedades; y el caballo de Quesada, que en la cumbre se detuvo, viendo, al fondo de los valles, el fuetazo de un torrente como el gesto de una cólera salvaje, saludó con un relincho la sabana Interminable... y bajó, con fácil trote los peldaños de los Andes, cual por unas milenarias escaleras que crujían bajo el golpe de los cascos musicales. ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles! ¿Y aquel otro de ancho tórax que la testa pone en alto, cual queriendo ser

más grande, en que Hernán Cortés un día, caballero sobre estribos rutilantes, desde México hasta Honduras, mide leguas y semanas, entre rocas y boscajes ¡Es más digno de los lauros, que los potros que galopan en los cánticos triunfal con que Píndaro celebra las olímpicas disputas entre el vuelo de los carros y la fuga de los aires Y es más digno todavía de las Odas Inmortales el caballo con que Soto diestramente y tejiendo sus cabriolas, como él sabe, causa asombro, pone espanto, roba fuerzas y, entre el coro de los Indios, sin que nadie haga un gesto de reproche, llega al trono de Atahualpa y salpica con espuma las Insignias imperiales… ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles!

BLASÓN Soy el cantor de América, autóctono y salvaje; mi lira tiene un alma, mi canto un ideal Mi verso no se mece colgado de un ramaje con un vaivén pausado de hamaca tropical. Cuando me siento Inca, le rindo vasallaje al Sol, que me da el cetro de su poder rea: cuando me siento hispano y evoco el Coloniaje parecen mis estrofas trompetas de cristal. Mi fantasía viene de un abolengo moro; los Andes son de plata, pero el León de oro; y las dos castas fundo con épico fragor. La sangre es española e incaico es el latido y de no ser Poeta. quizás yo hubiese sido un blanco aventurero o un indio emperador

LEONIDAS YEROVI (1881.1917)

Nace en Lima en 1881. se educa en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Pertenece a una familia de clase media, con escasos recursos económicos. Ingresa al mundo del periodismo en el diario La Prensa, dándole a sus artículos su estilo particular de fácil lectura, entendido por todo tipo de público. Desde 1903 colabora en dos semanarios: Actualidades y Variedades; dirige Monos y Monadas y envía artículos a las revistas Caras y Caretas y Crítica de Buenos Aires. Leonidas Yerovi incursiona tanto en el drama como en la poesía, pero es en la lírica donde alcanza su mejor éxito, su extraordinaria facilidad para versificar le hacía merecedor de aplausos y elogios. Sus letrillas caricaturescas circulaban por los grupos literarios provocando risa, sus personajes eran los políticos a quienes ponía sobrenombres y adjetivos. En el teatro demuestra talento y conocimiento escénico. Su comedia más conocida es La de cuatro mil, muy aplaudida por la crítica, escrita en verso chispeante y florido con chistes novedosos y dominio de escena; su vida fue corta y vehemente, muere asesinado en Lima, el 15 de febrero de 1917. La obra de Yerovi es nutrida, así han quedado piezas dramáticas como: La de cuatro mil, Tarjetas postales, Gente loca, La Casa de tantos y muchas más. Posteriormente se publica, en 1921, Poesías líricas, editadas por la imprenta Malatesta y prologadas por Ricardo Palma. Yerovi fue un poeta periodista y sus versos se publicaban sólo en diarios y revistas. Dueño de una pluma ágil juega con las palabras y con las ideas advirtiéndose una ligera melancolía. Jorge Basadre nos dice: “nadie le ha negado a Yerovi su condición de heredero de una ágil y reciente tradición literaria, pocos tuvieron como él la espontaneidad y la facilidad para la rima inspirada y ocasional, pero al mismo tiempo la caracterizó un donoso erotismo lírico y un íntimo sentido amargo o desengañado de las cosas, por lo cual mezcló la sonrisa con las lágrimas y negó a escribir madrigales que eran epigramas”.

RECÓNDITA Como un ir y venir de ola de mar, así quisiera ser en el querer: dejar a una mujer para volver, volver a una mujer para empezar... Golondrina de amor en anidar, huir en cada otoño del placer y en cada primavera aparecer con nuevas tibias alas que brindar... Esta, aquella, la otra... Confundir de tontas dulces bocas el sabor y al terminar la rondo, repetir... Y no saber jamás cuáL es mejor... Y. siempre ola de mar, ir a morir en sabe Dios qué playa del amor... (De Poesías líricas)

MANDOLINATA Titina, tina tontina, la de voz argentina y el aliento de jazmín, sal a tu ventana, ingrata, y oye la mandolinata que te doy en el jardín. Oye la troya que roba con su dulcísima coba la calma del corazón descorre la celosía y acoge, princesa mía, los ecos de mi canción Soy el bardo decadente del numen incandescente, que ama sin saber a quién: el de las japonerías y ritmos y melodías aprendidos a Rubén. Con mí cantata nocturna quiero perfumar la urna sacra de tu corazón y aquí tengo en la petaca para incienso mirra y laca que me ha prestado Fiansón. Tu cabello es blonda seda tu pura frente remeda blanca faja de marfil, luminarias son tus ojos, cerezas tus labios rojos, de medallón tu perfil. Tu seno es tibia almohada, tu cintura una monada tu cutis es de suráh tu cuerpo de jarrón de Sévres modelado por orfebres amigos de tu papá. Dos almendras son tus manos; no hay pie, entre los pies enanos, más menudo que tu pie... y eres, en fin, por belleza, por frescura y gentileza

un botón de rosa-té. Titina, tina, tontina, siendo, como eres divina, siendo como eres, así, por qué no asomas, Ingrata, y no oyes mi serenata ¿y no te fijas en ¡ni? ¿Será cierto que hay un viejo que por paternal consejo tu viejo esposo será? ¿es posible que te vendas? ¿que no aceptes más ofrendas que las que el viejo te hará? A ti lo que te hace falta según a la vista salta no es un viejo trovador amante, es un poeta que cante como un mirlo.., como yo.

GENERACIÓN DEL NOVECIENTOS Los primeros años de nuestro siglo se vieron enriquecidos por nuevas generaciones que recorrían el continente americano cantándole a la libertad y a la patria. La Generación del Novecientos en el Perú estuvo formada por un grupo de intelectuales de prosa fina y elegante que ahondaron sus raíces en nuestra historia, modificando su técnica y actitud positiva por una vuelta al idealismo. Se desarrolló dentro del modernismo, tomando un estilo particular donde la fantasía se mezcla con la realidad nutriéndose de la historia. Su presencia se hizo sentir en la poesía y la prosa, en el teatro y en la oratoria, en la historia y en el ensayo. El teatro no tiene la brillantez de épocas anteriores y la recién nacida comedia languidecía esperando un exponente que siguiera las huellas del costumbrismo. Un hecho innovador fue la introducción de la zarzuela dentro del teatro. La oratoria florece en el aula universitaria y en el escaño parlamentario. “Con la agitación cívica contra el militarismo, los oradores asumen el papel de directores de opinión y, por tanto, de sacerdotes de un culto resucitado: la democracia. Su legítima ágora será la sala del Congreso y la Universidad. Las ideas han aprendido a vestir toga, abandonando la guerra”. (*). Los ensayos van a suplir la falta de historias, ensayos históricos, literarios y hasta filosóficos. Todos ellos de exquisito temperamento, pero adictos a las galas verbales del modernismo. Representantes de la Generación del Novecientos Ensayo: - José de la Riva Agüero -

- Francisco García Calderón - Ventura García Calderón - Víctor Andrés Belaúnde - Javier Prado Poesía: - José Gálvez - Luis Fernán Cisneros - Alberto Ureta Teatro: - Felipe Sassone - Ricardo Villarán - Manuel Bedoya Oratoria: - Mariano H. Cornejo - Manuel Vicente Villarán - José Matías Manzanilla Historia: - Clemente Palma - Hermilio Valdizán - Julio C. Tello - Pedro Zulen

JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO Y OSMA (1885.1944) Historiador, crítico literario y ensayista. Graduado en Historia y Letras en la Universidad de San Marcos. Es una de las figuras más importantes del modernismo. Forjado en un ambiente universitario, admiraría la erudición y a los clásicos, estas características se manifiestan claramente en la tesis que presenta para optar el grado de bachiller en la Facultad de Letras y que aparece con el título Carácter de la literatura del Perú independiente. Sus ensayos, discursos, prólogos y obras históricas nos dicen de su talento. Estudia a Amarilis, Garcilaso, Pedro de Peralta, Hipólito Unanue, entre otros. Una de sus obras más representativas es Paisajes peruanos, en donde se advierte la presencia titánica de los Andes, la sonrisa de los valles costeños y la severidad de la puna, el dulce quechua y áspero aimará. Su obra ha servido de inspiración especialmente en el estudio de la historia y los capítulos literarios. En Paisajes peruanos traduce la emocionada reacción del viajero ante la belleza de nuestra sierra central y sureña, lo que le llama a expresar: ‘La Sierra es la cuna de la nacionalidad, columna vertebral de su vida, región principal del Perú”. Viajero, escritor incansable, entre sus obras podemos citar: - Carácter de la literatura del Perú independiente (1905) - La historia en el Perú (1910). - El Perú histórico y artístico (1912). - EL primer alcalde de Lima, Nicolás de Ribera el viejo (1935). - La civilización peruana. Época prehispánica (1937).

- Paisajes peruanos (1955). Al morir dejó sus cuantiosos bienes a una fundación cultural que lleva su nombre.

VENTURA GARCÍA CALDERÓN (1886 1959) Reseña biográfica Nace en París, Francia, durante la estadía de su familia en esa ciudad por problemas políticos, después de un efímero gobierno presidencial. Realizó sus estudios en el colegio La Recoleta y luego en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en las facultades de Letras, Ciencias Políticas y Jurisprudencia, donde optará los títulos de bachiller y doctor y es allí donde tiene contacto con la generación Arielista. Luego de la muerte de su padre se dedica a la búsqueda de minas de plata por la serranía y selva de nuestro país, viviendo momentos de peligro a lomo de mula, al borde de los abismos o en frágiles balsas en los ríos de la selva, todo esto le dio una rica experiencia que la vertió en sus relatos. Durante la dictadura de Leguia se dedicó al periodismo y a la dirección de casas editoriales. En 1832 es nombrado delegado del Perú ante la Sociedad de las Naciones. En 1934 es presentado como candidato al premio Nóbel de Literatura. En 1935 fue nombrado Ministro Plenipotenciario en Bélgica y luego de cinco años ocupó el mismo cargo en Suiza. Como director de la Biblioteca Nacional, con la colaboración de Jorge Basadre y bajo el auspicio del presidente Benavides, publicó trece volúmenes de Biblioteca de Cultura Peruana. Nombrado delegado ante la UNESCO, radica en el extranjero, falleciendo en París en 1959. Reseña literaria Ventura García Calderón está considerada como una de las figuras más representativas del cuento peruano. En sus escritos se aprecia su, formación europea junto a un sincero sentimiento americano. Su obra es amplia, tanto en producción como en investigación literaria, pues incursionó en poesía, crítica, crónica y narración. Modernista por estilo y por espíritu, ha escrito algunas de las más perfectas composiciones líricas que se han producido en el Perú. Como narrador nos presenta, entre sus mejores obras, La venganza del cóndor, que consta de 24 cuentos en donde nos muestra el ambiente andino y selvático, describiendo sus paisajes y costumbres con minuciosidad y belleza, pero sobre todo presenta al poblador, al hombre indígena y selvático con su idiosincrasia propia y particular, manejando con maestría la técnica del cuento, con estilo limpio, elegante, de precisa adjetivación. El haber utilizado temas andinos para sus cuentos le ha valido críticas y halagos, que lo han calificado como el primer cuentista de lengua castellana. Reivindicó como asunto literario al indio y al mestizo peruano y lo impuso en el mundo gracias a sus dotes de estilista y habilidad en el uso de recursos técnicos en el cuento. Su libro inicial Del Romanticismo al Modernismo es una contribución al estudio de nuestra literatura. Entre las características de la obra de Ventura García Calderón podemos mencionar:

a. El lenguaje.- Responde aun momento de transición entre la poesía y la prosa, sus descripciones adjetivadas y metafóricas sin perder su realismo patético hacen de sus cuentos relatos ágiles y agradables al lector. b. Uso de peruanismos.- Aunque no se le considera un escritor folclórico, utiliza voces peruanas y modismos regionales que dan la nota pintoresca a la narración. c. Mensaje.- Los relatos dejan al final una enseñanza, que a manera de anécdota dan su mensaje de igualdad y defensa de los derechos humanos. OBRAS - Del Romanticismo al Modernismo (1910). - La venganza del cóndor (1924). - Couleur de Sang (1931) - Cuentos peruanos (1935) - Aguja de marear (1936) - Vale un Perú (1939).

LA VENGANZA DEL CONDOR Nunca he sabido despertar a un indio a puntapiés. Quiso enseñarme este arte triste, en un puerto del Perú, el capitán González, que tenía tan lindo látigo con puño de oro y un jeme de plomo por contera. Pedazo de animal —vociferaba el capitán atusándose los bigotes donjuanescos—. Así son todos estos bellacos. Le ordené que ensillara a las cinco de la mañana y ya lo ve usted, durmiendo como un cochino a las siete. Yo que tengo que llegar a Huaraz en dos días... El indio dormía vestido a la intemperie con la cabeza sobre una vieja silla de montar. Al primer contacto del pie, se irguió en vilo, desperezándose. Nunca he sabido si nos miran bajo el castigo, con ira o con acatamiento. Mas como él tardara un tanto en despertar a este mundo de su dolor cotidiano, el militar le rasgó la frente de un latigazo. El indio y yo nos estremecimos; él, por la sangre que goteaba en su rostro como lágrimas; yo, porque llevaba todavía en el espíritu prejuicios sentimentales de bachiller. Detuve del brazo a este hombre enérgico y evité la segunda hemorragia. -¡Badajo! - repetía el verdugo, mirándome con ojos severos-. Así hay que tratar a estos bárbaros. Usted no sabe, doctor. El capitán González me había conferido el grado universitario al ver mis botas relucientes, mi poncho nuevo, que no curtieron los vientos, y estas piedades cándidas de limeño. Anoche mismo, después de ganarme, en la pobre fonda del puerto, cinco libras peruanas al chaquete, me adoptaba ya con una sonrisa paternal, diciendo “Pues hacemos juntos el viaje hasta Huaraz, mi doctorcito. Ya verá usted cómo se divierte con mi palurdo, un Indio bellaco que en todas las chozas tiene comadres. Estuvo el año pasado a ml servicio, y ahora el prefecto, amigo mío acaba de mandármelo para que sea mi ordenanza. ¡Le tiene un miedo a este chicotillo!”.

Tuve que admirar por largo rato el tejido habilísimo de aquel “chicotillo de junco que iba estrechándose al terminar en un cono de bala. En los flancos de las bestias y de los indios aquello era sin duda irresistible. Resonaba otra vez en el patio de la fonda la voz marcial. -¿Y el pellón negro, so canalla? Si no te apuras vas a probar cosa rica. -Ya trayendo, taita (padre o señor). El indio se hundió en el pesebre en busca del pellón que no vino jamás. Diez, veinte, treinta minutos, que provocaron, en un crescendo de orquesta, la más variada explosión de invectivas: Dios y Virgen se mezclaban en los labios del capitán a interjecciones criollas en los ritos de las brujas serranas. Pero el ordenanza y guía insuperable no pudo ser hallado en todo el puerto. Por lo cual el capitán González se marchó solo, anunciando futuros castigos y desastres. “No se vaya con el capitán. Es un bárbaro”, me había aconsejado el posadero; y dilaté mi partida pretextando algunas compras. Dos horas después, al ensillar mi soberbia mula andariega, un pellejo de carnero vino a mi encuentro y de su pelambre polvorienta salió una cabeza despeinada que murmuró: -Si quieres contigo, taita. ¡Vaya si quería! Era el indio perdido y castigado. Por una liora yo también había buscado guía que me indicara los malos pasos de la Sierra y se apeara para restaurar el brevísirno camino, entre el abismo y las rocas que una galga de piedras o las lluvias podían deshacer en segundos. Asentí sin fijar precio. El indio me explicó en su media lengua. que lo hallaría a las puertas del poblado. Me detenía en una choza a pedir un mate de aquella horaciana chicha de jora que tanto alivia el ánimo, cuando le vi llegar caballero en una Jaca derrengada, pero más animosa que mi mula de lujo. Y sin hablar, sin más tratos, aquel guía providencial comenzó a precederme por atajos y montes. Trayéndome, cuando el sol quemaba las entrañas, el cuenco de chicha refrigerante o el maíz reventado al fuego, aquella tierna cancha algodonada. Confieso que no hubiera sabido nunca disponer en un tambo del camino con los ponchos, el pellón y la silla de montar tan blando lecho como el que disfruté aquella noche. Pero al siguiente día el viaje fue más singular. Servicial y humilde como siempre, mi compañero se detenía con demasiada frecuencia en la puerta de cada choza del camino, corno pidiendo noticias en su dulce lengua quechua, las indias, al alcanzarme el porongo de chicha, me miraban atentamente y pareciome advertir en sus ojos una simpatía inesperada. ¡Pero quién puede adivinar lo que ocurre en el alma de estas siervas adoloridas! Dos o tres veces el guía salió de su mutismo para contarme, en lenguaje aniñado, esas historias que espeluznan al caminante. Cuentos ingenuos de viajeros que ruedan al abismo porque una piedra se desgaja súbitamente de la montaña andina. Allí viendo, taita”, en la quebrada agudísima, las osamentas lavadas por la espuma del río. Sin querer confesarlo, yo comenzaba a estar impresionado. Los Andes son en la tarde vastos túmulos grises y la bruma que asciende de la puna, vecina a los picachos nevados, me estremecía con una melancolía visible. En el flanco de las gigantescas vértebras aquel camino rebañado en la piedra y tan vecino a la hondonada mortal parecía llevarnos, como en las antiguas alegorías sagradas, a un paraje siniestro. Pero el mismo indio, que temblaba bajo el rebenque, tenía agilidades de acróbata para apearse suavemente por las orejas y llevar del cabestro a mi mula espantadiza que avizoraba el abismo y resbalaba en las piedras, temblorosa. Una hora de marcha así pone los nervios al desnudo, y el viento afilado en las rocas parece aconsejar el vértigo. Ya los cóndores

familiares de los altos picachos pasaban tan cerca de mí, que el aire desplazado por las alas me quemaba el rostro y vi sus ojos iracundos. Llegábamos a un estrecho desfiladero, de donde pude vislumbrar en la parda monotonía de la cadena de montañas la altiplanicie amarillenta con sus erguidos cactus fúnebres. -Tú esperando, taita -murmuró de pronto el guía y se alejó en un santiamén. Le aguardé en vano, con la carne erizada. Palpé el revólver en el cinto, estimulando con la voz a la mula indecisa, que las orejas al viento, oscilantes como veletas medía el peligro y escuchaba la muerte. Un ruido profundo retembló en la montaña: algo rodaba de la altura. De pronto. a quince metros de mí, pasó un vuelo oblicuo de cóndores, y entonces, distintamente, porque había llegado a un recodo del camino. vi rebotar con estruendo y polvo en la altura inmediata una masa obscura, un hombre, un caballo tal vez, que fue sangrando en las aristas de las peñas hasta teñir el río espumante, allá abajo. Estremecido de horror, esperé mientras las montañas se enviaron cuatro o cinco veces el eco de aquella catarata mortal. Un cono invertido de alas pardas giraba como una tromba sobre los cadáveres. Más agachado que nunca, deslizándose con el paso furtivo de las vizcachas, hete aquí el bellaco de mi guía que coge a mi mula del cabestro y murmura con voz doliente, como si suspirara: -Tú viendo, taita, al capitán. ¿El capitán? Abrí los ojos entontecidos. El indio me espiaba con su mirada indescifrable; y como yo quisiera saber muchas cosas a la vez, me explicó en su media lengua que a veces, taita, los Insolentes cóndores rozan con el ala el hombro del viajero en un precipicio. Se pierde el equilibrio y se rueda al abismo. Así había ocurrido con el capitán González. ¡Pobrecito ayayay!”. Se santiguó quitándose el ancho sombrero de fieltro, para probarme que sólo decía la verdad. Con ademanes de brujo me designaba las grandes aves concéntricas que estaban ya devorando presa. Yo no inquirí más, porque éstos son secretos de ml tierra que los hombres de su raza no saben explicar al hombre blanco. Tal vez entre ellos y los cóndores existe un pacto oscuro para vengarse de los intrusos que somos nosotros. Pero de este guía incomparable que me dejó en la puerta de Huaraz, rehusando todo salario, después de haberme besado las manos, aprendí que es imprudente algunas veces afrentar con un lindo látigo la resignación de los vencidos. JOSÉ GÁLVEZ BARRENECHEA (1885-1957) Poeta, cronista, escritor, catedrático universitario. Nace en Tarma en 1885, estudia en el colegio Guadalupe, luego en la Universidad de San Marcos. En 1908 se convierte en pregonero de la juventud con Canción a la Juventud, que es el himno de los estudiantes americanos. En 1909 es ganador de los juegos florales organizados por el municipio de Lima con dos poemas: Canto a España y Reino interior, ese sería el principio de su carrera literaria. En 1912 gana un concurso continental por la Canción o Himno de los Estudiantes. También incursiona en la prosa publicando una serie de artículos costumbristas en el diario La Crónica, bajo el seudónimo de Picwick. En 1921 estos artículos se verían incluidos en su libro Una Lima que se va.

El estilo literario de José Gálvez presente en su poesía se mece entre el tono épico, de inspiración erótica en donde se advierte la influencia de Chocano y el tono suave, confidente tomado de Juan Ramón Jiménez, de quien él era un admirador. Hay también en su obra una dualidad de intimidad y oratoria tanto en el verso como en la prosa, se advierte en su poesía una suave melancolía, una profunda ternura con acento romántico. OBRAS Poesía: - Bajo la Luna (1910) - Jardín cerrado (1912) Prosa: - Posibilidades de una Literatura genuinamente nacional (tesis doctoral) (1915) - Una Lima que se va (1912) - Estampas limeñas (1936).

EL CABALLO DE PASO El chalán, que es un negro musculoso y garboso, se sienta en la enchapada montura de cajón, destacándose su albo pantalón, primoroso, sobre la crespa y suave brillantez del pellón. El potro, dócilmente, gira activo y brioso con un juego de riendas o un golpe de talón, y golpea los suelos con aire de matón. Curva el crinado cuello con viril elegancia, como si sostuviera su fuerza en su arrogancia dócil a los manejos del vivo amansador que de gran jipijapa y poncho entre listado, ¡alborota la calle real con el paso golpeado del potro que camina como un conquistador!

ALBERTO URETA (1885-1966) Nace en Lima en 1885. Se educa en la Universidad Nacional de San Marcos, ocupa cargos diplomáticos en España y Argentina. Dueño de una gran sensibilidad con tono suave y delicado va desarrollando una poesía elegante que demuestra su amplia cultura. En 1911 publica Rumor de Almas, que sorprende a la crítica por su minuciosa construcción métrica, usando frecuentemente heptasílabos y endecasílabos asonantados. En 1917 publica El dolor pensativo, el año siguiente se doctora en letras con una tesis sobre Carlos Augusto SaIaverry e ingresa a la redacción del Mercurio Peruano. En 1933 publica Las tiendas del desierto y en 1946 Elegías de cabeza loca. En la obra de Ureta encontramos una gran sensibilidad que ha ido evolucionando hasta lograr una perfección poética, llena de dignidad y hermosa concepción artística.

Se le llamó “el poeta de la Intimidad y la ternura”, tiene ante el dolor una gran resignación, no maldice jamás al destino y un aliento místico se advierte en toda su poesía. Alberto Ureta fue un romántico, sus versos suaves, melancólicos, pensativos denuncian una influencia de Bécquer y Juan Ramón Jiménez, con modificaciones estróficas de versos asonantados y triolets que fue una característica del neomodernismo, sin lujos verbales cuida su vocabulario para utilizar la palabra justa que deje en el lector una grata melancolía. OBRAS - Rumor de almas (1911) - El dolor pensativo (1917) - Florilegio (1920) - Poemas (1924) - Las tiendas del desierto (1933) - Elegías de la cabeza loca (193

SE QUEMA EL TIEMPO Se quema el tiempo sin cesar. Las horas caen hechas cenizas, y ruedan al abismo de la nada las dichas y las penas confundidas. Cada hora que se quema es una lágrima, alguna vez —muy rara— una sonrisa, y siempre una amenaza que nos sigue, y nos acecha al borde de la vida. Si es que sufres más tarde, si el destino de una ilusión te privo piensa —el poeta te lo dice— piensa que al volar de los días, cuando el pasado sea ante tus ojos como una flor marchita, han de tus quedar tan solo de todos tus dolores y alegrías, un recuerdo muy tenue que se esfuma y un puñado de tiempo hecho ceniza.

EL POSMODERNISMO El posmodernismo es la etapa de la libertad en el empleo de las nuevas combinaciones métricas, pero esto poco a poco va cediendo ante un nuevo estilo menos extravagante y artificial. El creador, literario se aleja un poco de las formas grandilocuentes para estar más acorde con su realidad. En esta evolución se advierte la influencia de Unamuno, Antonio Machado, y Juan R. Jiménez, que ya hablaban de una poesía más simple, menos adornada; una poesía que partiendo de la concepción modernista se dejaba llevar

por los elementos simples, reales, en donde la belleza erótica dejaba lugar a la belleza interior o la expresión natural. En este momento de nuestra literatura, aparece un grupo de jóvenes, amantes de las letras que van a gestar un movimiento de transformación posmodernista, expresándose en la revista Colónida. Colónida fue la expresión literaria de una generación cuya acción se desarrolla entre 1910 y 1920, absorbiendo las profundas inquietudes y las transformaciones que se dan en la literatura luego de una gran guerra mundial. La revista Contemporáneos primero y Colónida después fueron la expresión periodística de una generación que fue bautizada con el mismo nombre: Colónida. José Carlos Mariátegui, refiriéndose a esta generación expresa: “Colónida representó una insurrección contra el academicismo y sus oligarquías, su énfasis retórico, su gusto conservador, su galantería dieciochesca y su melancolía mediocre y ojerosa”. Los escritores de esta generación se identifican con la realidad del hombre, acusando una riqueza verbal y dominio del arte literario. Entre los representantes del posmodernismo tenemos a: José María Eguren, Enrique Bustamante y Ballivián, Abraham Valdelomar, Percy Gibson, Federico More, Pedro Zulen, Mariátegui y César Vallejo.

ABRAHAM VALDELOMAR (1888-1919) Reseña biográfica Nace en lea el 27 de abril de 1888. es el sexto de seis hermanos; su padre, por motivos de trabajo, se ausentó del hogar, lo que hizo que la familia viviera en una constante estrechez económica. Los primeros años los vivió en lea, en una aldea de pescadores, como él mismo lo menciona: “Yo soy- aldeano y me crié a orillas del mar, viendo mis infantiles ojos de cerca y permanentemente la naturaleza. No me eduqué en los libros sino en el crepúsculo. Mi profesor de religión fue mi madre; y lo fue después, el firmamento. ‘Mis maestros de estética fueron el paisaje y el mar; mi libro de moral fue la aldehuela de San Andrés de los Pescadores, y única filosofía la que me enseñara el cementerio de mi pueblo. Yo dejé el pueblo amado de ml corazón a los nueve años” (*). Viaja a Lima a continuar sus estudios en el colegio Guadalupe, donde funda y dirige un periódico escolar: “La Idea Guadalupana”. Terminados sus estudios secundarios ingresa a la Escuela de Ingenieros, sin embargo, poco después se traslada a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. Ingresa a la política en defensa de las ideas de Guillermo Biffinghurst. Escribe en El Perú Ilustrado, Aplausos y Silbidos, y Gil Blas. Alterna su vocación literaria con el dibujo y la caricatura. Llegado Biffinghurst al poder lo nombra director de El Peruano, en octubre de 1912. Al año siguiente es nombrado secretario de la Legación del Perú en Italia. El contacto con

el viejo mundo amplia y enriquece su cultura estética y literaria, al mismo tiempo que despierta su anhelo por la patria lejana, y sus recuerdos de infancia toman forma en sus cuentos y narraciones. De regreso a Lima ingresa a colaborar en la plana de redacción de La Prensa, firmando con el seudónimo de “El Conde de Lemos”. A su alrededor reúne un grupo de intelectuales de gran renombre. En esa época pública La Mariscala, en 1915, dedicado a José de la Riva Agüero, luego publicaría El Caballero Carmelo y Belmonte el Trágico En 1918 empieza una vida de giras y conferencias por el norte y sur del país. En 1919 es elegido representante por Ica al Congreso Regional del Centro. Marcha a Ayacucho, sede de sus nuevas actividades. En esta ciudad es invitado a una comida de gala, sufriendo allí mismo un accidente que le fractura la espina dorsal Fallece al día siguiente, Reseña literaria Valdelomar usó el seudónimo de “El Conde de Lemos” en sus artículos periodísticos, y en algunas ocasiones firmó como “Valdelomar”, aludiendo a un ancestro árabe. De temperamento ágil, inquieto, extrovertido, hizo un culto de la pose, del esnobismo y el escándalo. Dueño de una fecunda inspiración literaria, incursionó en varios géneros literarios: poesía, cuento, novela, ensayo y drama. Su afición por el dibujo lo lleva a enriquecer su pluma, pues transfiere al lenguaje las cualidades propias del pintor, dando colorido y dinamismo a sus relatos. Se pueden distinguir dos momentos literarios en su obra. 1. En el primer momento su personalidad inquieta se adorna de poses, de gestos presuntuosos y atrevidos, Su pluma ágil toma temas exóticos y los perenniza en sus cuentos: Cuentos yanquis, Cuentos chinos, La ciudad muerta y La ciudad y los tísicos; para completar su carácter snob firma con el seudónimo de “Conde de Lemos” 2. El otro momento de su estilo aparece en sus cuentos regionales, en donde el paisaje provinciano es expresado a través de los recuerdos de un artista puro. Los recuerdos familiares están siempre presentes y afloran de sus líneas sentidas, dolorosas. La nostalgia de su tierra natal durante su estadía en Italia y su reencuentro en Pisco con la “aldea encantada” serán una constante en sus futuras composiciones. En esta segunda etapa narrativa se distinguen tres aspectos: a. Abandono de temas exóticos y amanerados. b. Culto al ruralismo, en donde pinta literariamente cuadros bucólicos, c. Predilección y ejercicio del cuento corto. Tamayo Vargas afirma: “Las reacciones estéticas ante el paisaje con el recuerdo de la vida simple del pequeño pueblo costero donde pasara su Infancia lo llevan a la colección de cuentos, encabezados por El Caballero Carmelo, donde refleja su ternura que podemos llamar universal o panteísta. No hay otro prosista en nuestra literatura, en quien el recuerdo de la infancia esté presente con tanta fuerza en sus narraciones. En El Caballero Carmelo evoca el hogar, la oración antes de las comidas, los pasos suaves de su madre, los animales en el corral e incluso la fragancia del pan caliente. En Yerba santa, evoca los sonidos, olores, costumbres, durante la Semana Santa, incluso los dulces que se comían en esos días y la ropa que vestía la gente durante su visita a la iglesia.

Otro elemento constante en su obra es el mar, que es evocado con un dulce recuerdo “sobre la arena mórbida que azota sombreando la cabaña vigila una palmera. La paraca despeina su verde cabellera y junto al pescador gira la alba gaviota”. No debemos olvidar que Valdelomar fue ante todo periodista, y plasmó en sus artículos poesía y belleza, cultivando casi todos los géneros literarios. CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA 1. Se le puede considerar como el Iniciador del cuento criollo con El Caballero Carmelo, Yerba santa, entre otros. 2. Su poesía y prosa tienen un lenguaje familiar, con gratos y dolidos recuerdos de infancia que crecen a la sombra de la casona paterna, el cercano mar, la costa, el campanario. 3. Es un pintor de costumbres, detallista y minucioso en las descripciones de situaciones, paisajes y personajes. 4. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, trasladando al lector al mundo narrado. OBRAS a. Novelas y cuentos: - El Caballero Carmelo - Evaristo, el sauce que murió de amor - Los hijos del Sol - El hipocampo de oro - La ciudad de los tísicos - El beso de Evans - La paraca b. Poesía - Tristitia - La cena pascual - Confiteor c. Otros - Belmonte el trágico (ensayo) La Mariscala (drama). Biografía novelada.

TRISTITIA Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola se deslizó en la paz de una aldea lejana, entre el manso rumor con que muere una ola y el tañer doloroso de una vieja campana. Dábame el mar la nota de su melancolía, el cielo la serena quietud de su belleza, los besos de mi madre una dulce alegría y la muerte del sol una vaga tristeza. En la mañana azul, al despertar, sentía el canto de las olas como una melodía y luego el soplo denso, perfumado del mar.

Y lo que él me dijera aún en mi alma persiste; mi padre era callado y mi madre era triste y la alegría nadie me la supo enseñar...

EL ÁRBOL DEL CEMENTERIO No la tranquilidad de la arboleda que ofrece sombra fresca y regalada al remanso, al pastor y la manada y que paisaje bíblico remeda. No el suspiro de la ola cuando rueda a morir en la playa desolada. ni el morir de la tarde en la callada fronda que al ave taciturna hospeda dieron a mi niñez ésta en que vivo sed de misterio torturante y honda, donde todos los pasos son inciertos: fue del panteón el árbol pensativo en cuya fosca, impenetrable fronda anidaban las aves de los muertos.

ABRE EL POZO Abre el pozo su boca, como vieja pupila sin lágrimas. El ñorbo se envejeció trepando. El horno que en la pascua cociera el bollo blando como una gran tortuga, silencioso, vigila. La araña en los rincones, nerviosa y pulcra, hila la artera geometría de su malla enredando. Las abejas no viene de librar, como cuando fiel destilaba el pecho que ahora dolor destila. Los restos de mí dulce niñez busco en la oscura soledad de las salas, en el viejo granero, y sólo encuentro la honda tristeza del pasado. El corazón me lleva por el viejo granero y encuentro en los despojos, viejo, decapitado, el caballo de pino del que fui caballero.

EL HERMANO AUSENTE EN LA CENA PASCUAL La misma mesa antigua y holgada, de nogal, y sobre ella la misma blancura de: mantel y los cuadros de caza de anónimo pincel y la oscura alacena, todo, todo está igual...

Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual mi madre tiende a veces su mirada de miel y se rnusita el nombre del ausente; pero él hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascua. La misma criada pone, sin dejarse sentir, la suculenta vianda y el plácido manjar; pero no hay la alegría y el afán de reír que animaran antaño la cena familiar; y mi madre que acaso algo quiere decir, ve el lugar del ausente y se pone a llorar...

EL CABALLERO CARMELO Un día después del desayuno, cuando el sol empezaba a calentar, vimos aparecer, desde la reja, en el fondo de la plazoleta, un jinete en bellísimo caballo de paso, pañuelo al cuello que agitaba el viento, sampedrano pellón de sedosa cabellera negra, y henchida alforja, que picaba espuelas en dirección a la casa. Reconocímosle. Era el hermano mayor que, años corridos, volvía. Salimos atropelladamente gritando: - ¡Roberto! ¡Roberto! Entró el viajero al empedrado patio donde el ñorbo y la campanilla enredábanse en las columnas como venas en un brazo y descendió en los de todos nosotros. ¡Cómo se regocijaba mi madre! Tocábalo, acariciaba su tostada piel, encontrábalo viejo, triste, delgado. Con su ropa empolvada aún, Roberto recorría las habitaciones rodeado de -‘nosotros: fue a su cuarto, pasó al comedor, vio los objetos que se habían comprado durante su ausencia, y llegó al jardín: - ¿Y la higuerilla? -dijo. Buscaba, entristecido, aquel árbol cuya semilla sembrara él mismo antes de partir. Reímos todos: - ¡Bajo la higuerilla estás!... El árbol había crecido y se mecía armoniosamente con la brisa marina. Tócale mi hermano, limpió cariñosamente las hojas que le rozaban la cara, y luego volvimos al comedor. Sobre la mesa estaba la alforja rebosante; sacaba él, uno a uno, los objetos que traía y los iba entregando a cada uno de nosotros. ¡Qué cosas tan ricas! ¡Por dónde había viajado! Quesos frescos y blancos, envueltos por la cintura con paja de cebada, de la Quebrada de Humay; chancacas hechas con cocos, nueces, maní y almendras: frijoles colados, en sus redondas calabacitas, pintadas encima con un rectángulo del propio dulce, que indicaba la tapa, de Chincha Baja; bizcochuelos, en sus cajas de papel, de yema de huevos y harina de papas, leves, esponjosos, amarillos y dulces; santitos de “piedra de Guamanga” tallados en la feria serrana; cajas de manjar blanco, tejas rellenas, y una traba de gallo con los colores blanco y rojo. Todos recibíamos el obsequio, y él iba diciendo al entregárnoslo: - Para mamá... para Rosa... para Jesús... para Héctor... - ¿Y para papá? -le interrogamos, cuando terminó: En -Nada... -Cómo? ¿Nada para papá?... Sonrió el amado, llamó al sirviente y le dijo: -¡El Carmelo!

A poco volvió éste con una jaula y sacó de ella un gallo que ya libre, estiró sus cansados miembros, agitó las alas y cantó estentóreamente: -¡Cocorocóoooo!... -¡Para papá! -dijo mi hermano. Así entró en nuestra casa este amigo íntimo de nuestra infancia ya pasada, a quien acaeciera historia digna de relato; cuya memoria perdura aún en nuestro hogar como una sombra alada y triste: el Caballero Carmelo.

II Amanecía en Pisco, alegremente. A la agonía de las sombras nocturnas, en el frescor del alba en el radiante despertar del día, sentíamos los pasos de mi madre en el comedor, preparando el café para papá. Marchábase éste a la oficina. Despertaba ella a la criada, chirriaba la puerta de la calle con sus mohosos goznes; ofase el canto del gallo que era contestado a intervalos por todos los de la vecindad; sentíase el ruido del mar, el frescor de la mañana, la alegría sana de la vida. Después mi madre venía a nosotros, nos hacía rezar, arrodillados en la cama con nuestras blancas camisas de dormir; vestíamos luego, y, al concluir nuestro tocado, se anunciaba a lo lejos la voz del panadero. Llegaba éste a la puerta y saludaba. Era un viejo dulce y bueno, y hacía muchos años, al decir de mi madre, que llegaba todos los días, a la misma hora, con el pan calientito y apetitoso, montado en su burro, detrás de los dos “capachos” de acero, repletos de toda clase de pan; hogazas, pan francés, pan de mantecado, rosquillas. (...) Aquel día, mientras contemplábamos a los discretos animales, escapóse del corral “el Pelado”, un pollón sin plumas, que parecía uno de aquellos jóvenes de diez y siete años, flacos y golosos. Pero “el Pelado”, a más de eso, era pendenciero y escandaloso, y aquel día mientras la paz era en el corral, y los comían el modesto grano, él, en pos de mejores viandas, habíase encaramado en la mesa del comedor y roto varias piezas de nuestra limitada vajilla. En el almuerzo tratóse de suprimirlo, y, cuando mi padre supo sus f2chorías, dijo pausadamente: -Nos lo comeremos el domingo... Defendiólo mi tercer hermano, Anfiloquio, su poseedor, suplicante y lloroso. Dijo que era un gallo que haría crías espléndidas. Agregó que desde que había llegado el “Carmelo” todos miraban mal al “Pelado”, que antes era la esperanza del corral y el único que mantenía la aristocracia de la afición y de la sangre fina. -Cómo no matan —decía en su defensa del gallo— a los patos que no hacen más que ensuciar el agua, ni al cabrito que el otro día aplastó un pollo, ni al puerco que todo lo enloda y sólo sabe comer y gritar, ni a las palomas que traen la mala suerte...? Se adujo razones. El cabrito era un bello animal, de suave piel, alegre, simpático, inquieto, cuyos cuernos apenas apuntaban; además, no estaba comprobado que hubiera muerto al pollo. El puerco mofletudo había sido criado en casa desde pequeño. Y las palomas, con sus alas de abanico, eran la nota blanca, subíanse a la cornisa a conversar en voz baja, hacían sus nidos con amoroso cuidado y se sacaban el maíz para darlo a sus polluelos. El pobre “Pelado” estaba condena- do. Mis hermanos pidieron que se le perdonase; pero las roturas eran valiosas y el infeliz sólo tenía un abogado, mi hermano y su señor, de poca influencia. Viendo ya perdida su defensa y estando la audiencia al final, pues iban a partir la sandía, inclinó la cabeza. Dos gruesas lágrimas cayeron sobre el plato, como un sacrificio, y un sollozo se ahogó en su garganta. Callamos todos. Levántese mi madre, acercóse al muchacho, lo besó en la frente, y le dijo.

-No llores; no nos lo comeremos...

III Quien sale de Pisco, de la plazuela sin nombre, salitrosa y tranquila, vecina a la Estación y torna por la calle del Castillo, que hacia el sur se alarga, encuentra, al terminar, una plazuela pequeña, donde quemaban a Judas el Domingo de Pascua de Resurrección, desolado lugar en cuya arena verdeguean a trechos las malvas silvestres. Al lado del Poniente, en vez de casas, extiende el mar su manto verde, cuya espuma teje complicados encajes al besar la húmeda orilla. Termina en ella el puerto, y, siguiendo hacia el sur, se va, por estrecho y arenoso camino, teniendo a diestra el mar y a la izquierda mano angostísima faja, ora fértil, ora infecunda, pero escarpada siempre, detrás de la cual, a oriente, extiéndase el desierto cuya entrada vigilan, de trecho en trecho, como centinelas, una que otra palmera desmedrada, alguna higuera nervuda y enana y los “toñuces” siempre coposos y frágiles. Ondea en el terreno la “hierba del alacrán”, verde y jugosa al nacer, quebradiza en sus mejores días, y en la vejez, bermeja como sangre de buey. En el fondo del desierto, como si temieran su silenciosa aridez, las palmeras únanse en pequeños grupos, tal como lo hacen los peregrinos al cruzarlo y ante el peligro de los hombres. Siguiendo el camino, divisase en la costa, en la borrosa y vibrante vaguedad marina, San Andrés de los Pesca- dores, la aldea de sencillas gentes, que eleva sus casuchas entre la rumorosa orilla y el estéril desierto.. Allí, las palmeras se multiplican y las higueras dan sombra a los hogares, tan plácida y fresca, que parece que no fueran malditas del buen Dios o que su maldición hubiera caducado, que bastante castigo recibió la que sostuvo en sus ramas al traidor, y todas sus flores dan frutos que al madurar revientan. En tan peregrina aldea, de caprichoso plano, levántense las casuchas de frágil caña y estera leve, junto a las palmeras que a la puerta vigilan; limpio y brillante, reposando en la arena blanda sus caderas amplias, duerme, a la puerta, el bote pescador, con sus velas plegadas, sus remos tendidos como tranquilos brazos que descansan, entre los cuales yacen con su muda y simbólica majestad, el timón grácil, la cabeza que “achica” el agua mar afuera y las sogas retorcidas como serpientes que duermen. Cubre, piadosamente, la pequeña nave, cual blanca mantilla, la pescadora red circundada de caireles de liviano corcho. (...)

IV Esbelto, magro, musculoso y austero, su afilada cabeza roja era la de un hidalgo altivo, caballeroso, justiciero y prudente. Agallas bermejas, delgada cresta de encendido color, ojos vivos y redondos, mirada fiera y perdonadora, acerado pico agudo. La cola hacía un arco de plumas tornasoles, su cuerpo de color Carmelo avanzaba en el pecho audaz y duro. Las piernas fuertes que estacas musulmanas y agudas defendían, cubiertas de escamas, parecían las de un armado caballero medieval. Una tarde, mi padre, después del almuerzo, nos dio la noticia. Había aceptado una apuesta para la jugada de gallos de San Andrés, el 28 de julio. No había podido evitarlo. Le habían dicho que el Carmelo”, cuyo prestigio era mayor que el del alcalde, no era un gallo de raza. Moléstese mi padre. Cambiáronse frases y apuestas; y aceptó. Dentro de un mes toparía el “Carmelo” con el “Ajiseco” de otro aficionado, famoso gallo vencedor, como el nuestro, en muchas lides singulares. Nosotros recibimos la noticia con profundo dolor. El “Carmelo” iría a un combate ya luchar a muerte, cuerpo a cuerpo, con un gallo más fuerte y más joven. Hacía ya tres años que estaba en casa,

había él envejecido mientras crecíamos nosotros, ¿por qué aquella crueldad de hacerlo pelear? Llegó el terrible día. Todos en casa estábamos tristes. Un hombre había venido seis días seguidos a preparar al “Carmelo”. A nosotros ya no nos permitían ni verlo. El día 28 de julio, por la tarde, vino el preparador y de una caja llena de algodones, sacó una medialuna de acero con unas pequeñas correas: era la navaja, la espada del soldado. El hombre la limpiaba, probándola en la uña, delante de mi padre. A los pocos minutos, en silencio, con una calma trágica, sacaron al gallo que el hombre cargó en sus brazos como a un niño. Un criado llevaba la cuchilla y mis dos hermanos lo acompañaron. -Qué crueldad -dijo mi madre. Lloraban mis hermanas, y la más pequeña, Jesús, me dijo en secreto, antes de salir: -Oye, anda junto con él. Cuidado... ¡pobrecito! -Llevóse la mano a los ojos, echóse a llorar y yo salí precipitadamente y hube de correr unas cuadras para poder alcanzarlos. Llegamos a San Andrés. El pueblo estaba de fiesta. Banderas peruanas agitábanse sobre las casas por el día de la Patria, que allí sabían celebrar con una gran jugada de gallos a la que solían ir todos los hacendados y ricos hombres del valle. En ventorrillos, a cuya entrada había arcos de sauce envueltos en colgaduras, y de las cuales pendían alegres quitasueños de cristal, vendían chicha de bonito, butifarras, pescado fresco asado en brasas y anegado en cebollones y vinagre. El pueblo los invadía, parlanchín y endomingado con sus mejores trajes. Los hombres de mar lucían camisetas nuevas de horizontales franjas rojas y blancas, sombreros dejunco, alpargatas y pañuelos anudados al cuello. Nos encaminamos a “la cancha”. Una frondosa higuera daba acceso al circo, najo sus ramas enarcadas. Mi padre, rodeado de algunos amigos, se instaló. Al frente estaba el juez y a su derecha el dueño de] paladín “Ajiseco”. Sonó una campanilla, acomodáronse las gentes y empezó la fiesta. Salieron por, lugares opuestos dos hombres, llevando cada uno un gallo. Lanzáronlos al ruedo con singular ademán. Brillaron las cuchillas, miráronse los adversarios, dos gallos de débil contextura, y uno de ellos cantó. Colérico respondió el otro echándole al medio del circo; miráronse fijamente; alargaron los cuellos, erizadas las plumas, y se acometieron.’-- Hubo ruido de alas, plumas que volaron, grito de la muchedumbre y a los pocos segundos de jadeante lucha, cayó uno d ellos. Su cabecita afilada y roja, besó el suelo, y la voz del juez: -¡Ha enterrado el pico, señores! Batió las alas el vencedor. Aplaudió la multitud enardecida, y ambos gallos, sangrando fueron sacados del ruedo, primera jornada había terminado. Ahora entraba el nuestro: el “Caballero Carmelo”. Un rumor de expectación vibró en el circo: -El Ajiseco y el Carmelo! -¡Cien soles de apuesta! Sonó la campanilla del Juez y yo empecé a temblar. En medio de la expectación general:” salieron dos hombres, cada uno con su gallo. Se hizo un profundo silencio y soltaron a los dos rivales. Nuestro, Carmelo al lado del otro era un gallo viejo y achacoso, todos apostaban al enemigo, como augurio de que nuestro gallo iba a morir. No faltó aficionado que anunciara el triunfo del Carmelo, pero la mayoría de las apuestas favorecía al adversario. Una vez frente al enemigo el Carmelo empezó a picotear, agitó las alas y cantó estentóreamente. El otro, que en verdad no parecía ser un gallo fino de distinguida sangre y alcurnia, hacía cosas tan petulantes cuan humanas: miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como dueño de la cancha. Enardeciéronse los ánimos de los adversarios, llegaron al centro y alargaron sus

erizados cuellos, tocándose los picos sin perder terreno. El Ajiseco dio la primera embestida; entablóse la lucha: las gentes presenciaban en silencio la singular batalla y yo rogaba a la Virgen que Sacara con bien a nuestro viejo paladín. Batíase él con los aires de un experto luchador, acostumbrado a las artes azarosas de la guerra. Cuidaba poner las arma- das patas en el enemigo pecho, jamás picaba a su adversario —que tal cosa es cobardía— mientras que éste, bravucón y necio, todo quería hacerlo a aletazos y golpes de fuerza. Jadeantes se detuvieron un segundo. Un hilo de sangre corría por la pierna del Carmelo. Estaba herido, mas parecía no darse cuenta de su dolor. Cruzáronse nuevas apuestas a favor del Ajiseco y las gentes felicitaban ya al poseedor del menguado. En un nuevo encuentro, el Carmelo cantó, acordóse de sus tiempos y acometió con tal furia que desbarató al otro de un solo impulso. Levantóse éste y la lucha fue cruel e indecisa. Por fin, una herida grave hizo caer al Carmelo, jadeante... -Bravo! ¡Bravo el Ajiseco -gritaron sus partidarios creyendo ganada la prueba. Pero el juez, atento a todos los detalles de la lucha y con acuerdo de cánones, dijo: Todavía no ha enterrado el pico, señores! En efecto, incorpórese el Carmelo. Su enemigo, como para humillarlo, se acercó a él sin hacerle daño. Nació entonces, en medio del dolor de la caída, todo el coraje de los gallos de “Caucato”. Incorporado el Carmelo, como un soldado herido, acometió de frente y definitivo sobre su rival, con una estocada que lo dejó muerto en el sitio. Fue entonces cuando el Carmelo que se desangraba, se dejó caer, después que el Ajiseco había enterrado el pico. La jugada estaba ganada y un clamoreo se levantó en la cancha. Felicitaron a mi padre por el triunfo y como ésa era la jugada más interesante, se retiraron del circo, mientras resonaba un grito entusiasta: -¡Viva el Carmelo! Yo y mis hermanos lo recibimos y lo condujimos a casa, atravesando por la orilla del mar el pesado camino, y soplando aguardiente bajo las alas del triunfador que desfallecía.

V Dos días estuvo el gallo sometido a toda clase de cuidados. Mi hermana Jesús y yo, le dábamos maíz, se lo poníamos en el pico; pero el pobrecito no podía comerlo ni incorporarse. Lina gran tristeza reinaba en la casa. Aquel segundo día, después del colegio, cuando fuimos yo y mi hermana a verlo, lo encontramos tan decaído que nos hizo llorar. Le dábamos agua con nuestras manos, lo acariciábamos, le poníamos en el pico rojos granos de granada. De pronto el gallo se incorporó. Caía la tarde y por la ventana del cuarto donde estaba, entró la luz sangrienta del crepúsculo. Acercóse a la ventana, miró la luz, agité débilmente las alas y estuvo largo rato en la contemplación del cielo. Luego abrió nerviosamente las alas de oro, enseñorease y cantó. Retrocedió unos pasos, inclinó el tornasolado cuello sobre el pecho, tembló, desplomase, estiró sus débiles patitas escamosas y mirándonos, mirándonos amoroso, expiré apaciblemente. Echamos a llorar. Fuimos en busca de mi madre, y ya no lo vimos más. Sombría fue la comida aquella noche. Mi madre no dijo una sola palabra y bajo la luz amarillenta del lamparín, todos nos mirábamos en silencio. Al día siguiente, en el alba, en la agonía de las sombras nocturnas, no se oyó su canto alegre. Así pasó por el mundo aquel héroe ignorado, aquel amigo tan querido de nuestra niñez: el Caballero Carmelo, flor y nata de paladines, y último vástago de aquellos gallos de sangre y de raza, cuyo prestigio unánime fue el orgullo, por muchos años, de todo el verde y fecundo valle de Caucato.

JOSÉ MARÍA EGUREN (1874-1942) Reseña biográfica Nace en Lima en 1874, se educa en el colegio de los jesuitas de esta ciudad. Por razones familiares se traslada a la hacienda Chuquitanta, en el valle de Lima, en donde vive en contacto con la naturaleza; lo que habrá de influir luego en su poesía. A principios del año 1900 va a vivir a Barranco, frente a la plaza de San Francisco. Cuentan sus biógrafos que era amante de las caminatas y tenía por costumbre hacer el recorrido de Barranco a Lima caminando, observando la naturaleza, los pájaros, el paL saje que luego era desarrollado en sus poesías o en sus pinturas. En 1910 aparecen sus primeros poemas en la revista Contemporáneos, y el año siguiente edita su primer libro: Simbólicas, con un estilo propio, original, en donde nos habla de un mundo maravilloso que su imaginación ha creado. En 1916 publica La canción de las figuras, con prólogo del cronista Enrique A. Carrillo. En ese mismo año el poeta Abraham Valdelomar presenta en la revista Colónida, como figura principal, a José María Eguren, ilustrando la portada con un retrato a lápiz del autor. En 1920 el crítico norteamericano Isaac Goldberg lo ubica como uno de los principales representantes del modernismo literario hispanoamericano, Igualmente José Carlos Mariátegui publica en la revista Amauta muchas de sus poesías. Es también durante este tiempo que es nombrado bibliotecario del Ministerio de Educación Pública, continuando en este cargo hasta que fallece en 1942. Tamayo Vargas lo describe con los siguientes rasgos: ‘Era un hombrecito menudo, vivaz, de tono infantil, con un pequeño bigote negro, por lo que se le encontraba un ligero parecido a Chaplin; modesto y descuidado, su candorosidad asomaba tras el sombrero puesto en cualquier sentido sobre la cabeza, dejando escapar algún mechón de cabello hacia la frente. Pintaba extrañas composiciones infantiles, se entretenía en minucias y caminaba como desvanecido. La suya era una vida sencilla y simple, pero había en el fondo de sus ojos una nota triste, grave, que se oponía a la ingenua expresión generar. Reseña literaria La obra literaria de Eguren ha sido estudiada por muchos críticos calificándolo como máximo representante de una poesía que cronológicamente puede ser ubicada en el posmodernismo pero, de acuerdo al esifio, se le considera una poesía simbolista en la que aparecen seres fantásticos que pueblan su imaginación. “Los robles que lloran como dos niños’, Los reyes rojos con lanzas de oro”, Las campanillas de dulce aroma, “El adormecido cielo”, “El duque nuez” y ‘La niña de la lámpara azul”. De allí que se haya calificado a su poesía de mágica. Un mundo de visiones íntimas, que trasladan al lector a un espacio casi místico, dejando leer entre líneas una verdad grave y una realidad trasladada a la fantasía. En cuanto a la forma, usa todos los recursos de la retórica, su lenguaje es figurado, con diestro manejo de las metáforas, el hipérbaton la elipsis y la traslación con una rima asonante y versos de arte menor en su mayoría TEMAS Y PERSONJES 1. Eguren, que nació para la poesía, es en muchos de sus poemas

Personaje principal; sus Sueños, sus fantasías, SUS vivencias que las disfraza con Colores mágicos “De noche en la sala ceñida de brumas, los Sueños están, en el viejo plano, con manos de plumas estivas canciones a los niños dan”. 2. La tristeza y la melancolía rasgos del romanticismo, están también presentes en la obra de Eguren, quien transfiere la realidad a un mundo de cuento. 3. La costa peruana, la topografía local, en general el medio geográfico ejercieron gran influencia en su obra, estilizándose en la manifestación poética. La florida mañana, los lejanos olivos, los cañaverales la cordillera y la vetusta casona de la hacienda. ‘En la orilla contemplo Suaves, ligeras, con sus penachos finos, las cañaveras…“ 4. Los sueños de la niñez que el hombre nunca olvida, y ese sabor a remembranza que endulza los labios del recuerdo, se han convertido en el tema central de su arte. Estos sueños son muchas veces relatos íntegros de leyendas medievales que se combinan con la realidad, otras veces son experiencias dolorosas que las pintan de azul. 5. Sus personajes son seres imaginados y fantásticos, con sentimientos y debilidades humanas, y tan pronto encontramos un roble que llora, una muñeca que muere, o un arlequín de estrecho Pantalón, como acéfalos caballos, una llama que seductora brilla, etc. A cada Uno lo identifica por un adjetivo que actúa muchas Veces como Sustantivo 6. El color, según un estudio de Estuardo Núñez, tiene un significado especial en la obra de Eguren: el Verde, da relieve a lo misterioso: el amarillo lo acerca a la muerte; el blanco es mágico; el dorado oriental erótico y misterioso; el azul melancólico y triste, el celeste divino» puro y frágil. “Plomizo, carminado y Con la barba verde, el ritmo pierde el dios cansado Y va con los ojos tristes por los desiertos rojos, de los beduinos y peregrinos. (El dios cansado) 7. Poesía propiamente simbolista poblada de imaginación Conjunto de elementos puestos en forma armoniosa, palabras pulidas, suaves» con las cuales disfraza los nombres reales de las cosas para convertir… lo en Un enigma. 8. En cuanto a la forma, utiliza un lenguaje figurado, con Uso repetitivo de la metáfora, el hipérbaton, la elipsis, la traslación y los tropos. Utiliza sustantivos adjetivados dando así un estilo diferente a su poesía. OBRAS - Simbólicas (1911) - La canción de las figuras (1916), con prólogo de Enrique Bustamante y Ballivián. - Sombra y Rondinelas (1919) - En 1929 se publica sus Poesías completas - La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, bajo los auspicios del Patronato del Libro, Codificó sus ensayos y los publicó con el título de Motivos estéticos.

LA NIÑA Y LA LAMPARA AZÚL En el pasadizo nebuloso cual mágico sueño de Estambul su perfil presenta destelloso la niña de la lámpara azul. Con voz infantil y melodiosa cori fresco aroma de abedul

habla de una vida milagrosa la niña de la lámpara azul. Ágil y risueña se insinúa y su llama seductora brilla tiembla en su cabello la garúa de la playa de la maravilla. Con cálidos ojos de hermosura y besos de amor matutino me ofrece la bella criatura un mágico y celeste camino. De encantación de un derroche hiende leda, vaporoso tul y me guía a través de la noche la niña de la lámpara azul.

FAVILA En la arena se ha bañado la sombra. Una dos libélulas fantasmas... Aves de humo van a la penumbra del bosque, medio siglo y en el límite blanco esperamos la noche. El pórtico con perfume de algas, el último mar. En la sombra ríen los triángulos.

LIED V La canción del adormecido cielo dejó dulces pesares yo quisiera dar vida a esa canción que tiene tanto de ti Ha caído la tarde sobre el musgo del cerco inglés con aire de otro tiempo musical. El murmullo de la íntima fiesta ha dejado colores tristes y suaves

cual de primaveras obscuras y listones perlinos. Y las dolidas notas han traído melancolía de las sombras galantes al dar adioses sobre la playa. La Celestía de tus ojos dulces tiene un pesar de canto, que el alma nunca olvidará. El ángel de los sueños te ha besado para dejarte amor sentido y musical y cuyos sones de tristeza Llegan al alma mía, como celestes miradas en esta niebla de profunda soledad. ¡Es la canción simbólica como un jazmín de sueño. que tuviera tus ojos y tu corazón! ¡Yo quiero dar vida a esta canción!

MARCHA FÚNEBRE DE UNA MARIONETA Suena trompa del infante con aguda melodía... La farándula ha llegado de la reina Fantasía; y en las Luces otoñales se levanta plañidera la carroza delantera. Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos y con sus caparazones los acéfalos caballos; van en azul melancolía. La muñeca ¡No hagáis ruido!; se diría, se diría que la pobre se ha dormido. Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones y los siguen arlequines con estrechos pantalones. Va monótona en litera va la reina de madera: y Paquita siente anhelo de reír y de bailar,

flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza, suena el pífano campestre con los aíres de la danza. Pobre, pobre marioneta que la van a sepultar. Con silente poesía va un grotesco rey de Hungría y lo siguen los alanos; así toda la jauría con los viejos cortesanos.

NOCHE Es la noche de amargura: ¡qué callada, qué dormida! la ciudad de la locura; la ciudad de los fanales clamorosos, de las señales, en mi estancia renegrida, mustia, ronca, pavorida, donde duermen los estantes; ciegos libros ignorantes, de la muerte con esencia están los vasos y ora vienen, ora riman, ora lentos se aproximan unos pasos, unos pasos. ¡Triste noche!; baja bruma de arrecida sensación el alma llena; es la hora que me abruma con el vivo despertar de ml honda pena: son las doce, la inserena Luna llora, viene aquí la muerte mía, a la estancia de los tristes cielos rasos; ¡cómo llegan con letal melancolía! ¡ay, sus pasos! ¡hay, sus pasos! fue de luz tu madrugada fue dichosa; recorriste por la senda coloreada todo un sueño en esta vida que es tan triste. Todo un sueño en esta vida inconsolada. Infantil y reidora, noche nunca presintiera, en el sueño tu alma aurora: ¡fue tu senda encantadora! ¡tu balada tempranera! y hoy en noche aridecida siento pasos ¡ay, tus pasos! ¡ay, tus pasos!

Y después la puna helada te vio enferma, nacarada; y tus risas matinales se volvieron tristes notas musicales; y de Schumann, vibraciones, de Chopin tribulaciones diste al plano, con azules lloros lasos, como suenan las canciones de tus pasos, de tus pasos. (De Canción de Las figuras)

LOS REYES ROJOS Desde la aurora combaten dos reyes rojos, con lanza de oro. Por verde bosque y en los purpurinos cerros vibra su ceño. Falcones reyes batallan en lejanías de oro azulinas. Por la luz cadmio, airadas se ven pequeñas sus formas negras. Viene la noche y firmes combaten foscos Los reyes rojos.

LOS ROBLES En la curva del camino dos robles lloraban como dos niños, Y había paz en los campos, y en la mágica luz del cielo santo, Yo recuerdo la rondalla de la onda florida de la mañana, En la noria de la vega, las risas y las dulces pastorelas,

Por los lejanos olivos, amoroso canto de Caramillos. Con la calma campesina. corno de incienso el humo subía. Y en la curva del camino Los robles lloraban como dos niños,

CÉSAR VALLEJO (1892.1938) Reseña biográfica César Abraham Vallejo Mendoza nace en Santiago de Chuco departamento de La Libertad, el 16 de mayo de 1892, nieto por línea materna y paterna de sacerdote español e india chimú, Es el menor de once hermanos. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en Santiago de Chuco y Huamachuco respectivamente. En 1912 Ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la Facultad de Ciencias, estudiando sólo los primeros años. Regresa a Trujillo y’ sustituye las ciencias con las letras. Abraza la carrera de jurisprudencia y Simultáneamente ejerce la docencia en el colegio San Juan. Durante un tiempo trabaja en el asiento minero de Quiruvilca y en el Valle de Chicama en una hacienda azucarera. Estos empleos permitieron a Vallejo conocer el sufrimiento de la clase trabajadora. En 1915 fallece su hermano Miguel, afectándolo intensamente El 22 de setiembre del mismo año se gradúa de bachiller en Filosofía y Letras con su tesis EL romanticismo en la poesía Castellana. Establece amistad con un grupo de jóvenes intelectuales que se denominaba “La Bohemia de Trujillo”, a ella pertenecen Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucin, entre otros. 1918 fue un año clave para la trayectoria de Vallejo; su madre fallece el 9 de agosto, en febrero había fallecido María Rosa Sandoval, uno de sus grandes amores. Ese año publica su primer libro: Los heraldos negros, en los talleres de la Penitenciaría de Lima, que lo revelan como un poeta posmodernista independiente. Debido a una falsa acusación fue recluido en prisión y desde allí gana un concurso literario con el poema Oda al Marqués de Torre Tagle. Es también allí que concibe un nuevo libro: Trilce y probablemente Escalas melografiadas. Después de probar su inocencia sale en libertad, publicando en 1922 Trilce y en 1923 Fabula salvaje; en ese mismo año César Vallejo viaja a Europa, radicando en París. Desde ahí colabora con las revistas Variedades, Presente y Amauta. En 1929 contrae matrimonio con Georgette Philipard, recorriendo Rusia, Berlín, Venecia, Florencia, Praga, Viena, Roma y otras ciudades europeas. En 1930 el gobierno francés expulsa a César Vallejo por su militancia en el partido comunista, y se asila en España, en Madrid vive momentos de estrechez económica trabajando en periódicos locales, es en esa ciudad donde escribe su novela Tungsteno, poco después edita Rusia en 1931; escribe dramas y se vincula con la generación intelectual del momento.

En 1932 César Vallejo y su esposa regresan a Francia. Fatigado y enfermo, termina de escribir Moscú contra Moscú, que titulará finalmente Entre las dos orillas corre el río, una comedia dramática en donde expresa su pensamiento social. En julio de 1937 regresa a España, invitado al congreso de escritores revolucionarios que sesionó en Barcelona, Valencia y Madrid, en plena guerra civil, viendo de cerca el dolor de España, lo que inspiró España, aparta de mí este cáliz. De regreso a París continúa su trayectoria de poeta escribiendo una serie de poemas que se han reunido bajo el título de Poemas humanos. Enfermo y pobre fallece un viernes santo, cuando una ligera llovizna caía sobre París, como él lo pronosticó. Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo, Me moriré en París —y no me corro— tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Reseña literaria César Vallejo, poeta universal. Muy pocos poetas han conseguido romper las barreras de los egoísmos nacionales y tomar la majestad de la universalidad, Vallejo es uno de ellos, su poesía ha sido traducida a casi todos los idiomas y es uno de los autores más editados. Ubicado dentro del modernismo adopta un esifio personal, distante al de Chocano o Darío. Su poesía considerada en muchos poemas como ‘difícil” no está hecha para recitar o memorizar sino para la íntima y personal apreciación. En su producción literaria podemos encontrar varias etapas: 1. Provinciana familiar, con una constante obsesión por la muerte. A esta etapa pertenecen Los heraldos negros, que contiene sus primeros poemas, escritos antes de abandonar el hogar. 2. Humana y melancólica, en donde los recuerdos familiares se mezclan con las terribles experiencias del presidio. Los recuerdos de la infancia, los amores casuales, el calor de la casa familiar, los hermanos ausentes, la madre triste, las escenas familiares más íntimas se verán dibujadas como en un torrente y al lado de ellas los poemas llenos de amargura por el injusto encarcelamiento. A esta segunda etapa corresponde Trilce 3. Universal, humano, solidario con el hombre; como elevando un himno y una protesta, así con violencia nace España, aparta de mí este cáliz. Pero el sonido de una voz individual será tan fuerte que empujado por una nostalgia de su tierra escribirá Poemas humanos. CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA Mucho se ha escrito sobre las características de la obra de César Vallejo y cada crítico cree descubrir en ella aspectos que muchas veces no tiene, alejándose del sentimiento real del poema. La obra de Vallejo pertenece a distintos momentos de su vida y fueron distintas también las causas que motivaron cada uno de sus poemas. Por razones meramente didácticas trataré de señalar algunas características que pueden ser comunes para casi toda su obra, respetando siempre la interpretación silenciosa, íntima y personal del lector. 1. Libertad de creación

César Vallejo no se ciñe a ninguna escuela ni teoría literaria académica, expresa sólo una protesta plena de emoción a partir de imágenes que parecen discontinuarse y sin embargo se unen por el mismo denominador común del sentimiento doloroso. Un cojo pasa dando el brazo a un niño ¿Voy, después, a leer a André Bretón? Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre ¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo? Otro busca en el fango huesos, cáscaras ¿Cómo escribir, después, del infinito? Un albañil cae del techo, muere y ya no almuerza ¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora? 2. Amor a la humanidad Romántico, clásico, modernista, individual. Es una mezcla de sentimientos que siempre llegan a un mismo fin, el hombre, su amor a la colectividad, su esperanza en una comunión definitiva del hombre en donde la vida aflore sobre la muerte. ‘Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver, triste, emocionado; incorpórese lentamente; abrazó al primer hombre, echóse a andar”. 3. Lenguaje Utiliza en su poesía un lenguaje muchas veces confuso, poco entendido pero muy leído. Su lenguaje brota de una abrupta realidad con voces proféticas, estranguladas, repetidas, con metáforas barrocas, es la voz misteriosa de la aldea perdida en la gran ciudad. Cambia la sintaxis frecuentemente, y no respeta la ortografía. ‘Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera tienen cuerpo; cuantitativo el pelo, baja, en pulgadas, la genial pesadumbre; el modo, arriba; no me busques, la muela del olvido, parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír claros azotes en sus paladares!”. (Traspié entre dos estrellas) OBRAS Poesía: - Los heraldos negros (1918) - Trilce (1922) - Poemas humanos (1938) - España, aparta de mí este cáliz (1938) Narración: - Escalas melografiadas (cuentos 1923) - Fabla salvaje (1923) - Tungsteno (1931)

Existen también muchos artículos publicados en diarios y revistas y algunas obras que quedaron inéditas a su muerte como: - Entre dos orillas corre el río. - Colacho hermanos - Contra el secreto profesional - El arte y la revolución - Lockout - La piedra cansada

ESPERGESIA Yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Todos saben que vivo, que soy malo: y no saben del diciembre de ese enero. Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar: el claustro de un silencio que habló a flor de fuego. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Hermano, escucha,, escucha... Bueno. Y que no me vaya sin llevar diciembres, sin dejar eneros. Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Todos saben que vivo, que mastico... Y no saben por qué en mi verso chirrían, oscuro sinsabor de féretro. luyidos vientos desenroscados de la Esfinge preguntona del Desierto. Todos saben... Y no saben que la luz es tísica, y la Sombra gorda... Y no saben que el Misterio sintetiza... que él es la joroba

musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a las Lindes. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave. (De Los heraldos negros)

XXIII Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos pura yema Infantil innumerable, madre, Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente mal plañidas, madre: tus mendigos. Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto y yo arrastrando todavía una trenza por cada letra del abecedario. En la sala de arriba nos repartías de mañana, de tarde, de dual estiba, aquellas ricas hostias de tiempo, para que ahora nos sobrasen cáscaras de relojes en flexión de las 24 en punto parados. Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo quedaría, en qué retoño capilar, cierta migaja que hoy se me ata al cuello y no quiere pasar. Hoy que hasta tus puros huesos estarán harina que no habrá en qué amasar ¡tierna dulcera de amor! hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo que inadvertido labrase y pulula ¡tú lo viste tanto! en las cerradas manos recién nacidas. Tal la tierra oirá en tu silenciar cómo nos van cobrando todos el alquiler del mundo donde nos dejas y el valor de aquel pan inacabable. Y nos lo cobran cuando, siendo nosotros pequeños entonces, como tú verías, no se lo podíamos haber arrebatado

a nadie: cuando tú nos lo diste, ¿di, mamá? (De Trilce)

INTENSIDAD Y ALTURA Quiero escribir, pero me sale espuma, quiero decir muchísimo y me atollo; no hay cifra hablada que no sea suma, no hay pirámide escrita, sin cogollo. Quiero escribir, pero me siento puma. quiero laurear-me, pero me encebollo. No hay tos hablada, que no llegue a bruma, no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo. Vámonos, pues, por eso, a comer yerba, carne de llanto, fruta de gemido, nuestra alma melancólica en conserva. Vámonos! Vámonos! Estoy herido; vámonos a beber lo ya bebido, vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva. (De Poemas humanos)

A MI HERMANO MIGUEL IN MEMORIAM

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa, donde nos haces una falta sin fondo! Me acuerdo que Jugábamos esta hora, y Que mamá nos acariciaba.. “Pero hijos...” Ahora yo me escondo, como antes, todas estas oraciones vespertinazas, y espero que tu no des conmigo. Por la sala, el zaguán, los corredores, después, te ocultos tu, y yo no doy contigo. Me acuerdo que nos hacíamos llorar, hermano, en aquel juego. Miguel, tu te escondiste una noche de agosto, al alborear;

pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste. Y tu gemelo corazón de esas tardes extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya cae sombra en el alma, Oye, hermano, no tardes en salir. Bueno? Puede inquietarse mamá. (De Los heraldos negros)

LOS PASOS LEJANOS Ml padre duerme. Su semblante augusto figura un apacible corazón: está ahora tan dulce... si hoy algo en él de amargo, seré yo. Hay soledad en el hogar; se reza: y no hay noticias de los hilos hoy. Mi padre se despierta, ausculta la huida a Egipto, el restañante adiós. Está ahora tan cerca,’ si hay algo en él de lejos, seré yo. Y mi madre pasea allá en los huertos, saboreando un sabor ya sin sabor. Está ahora tan suave, tan ala, tan salida, tan amor. Hay soledad en el hogar sin bulla, sin noticias, sin verde, sin niñez. Y si hay algo quebrado en esta tarde, y que baja y que cruje, son dos viejos caminos blancos, curvos. Por ellos va mi corazón a pie. (De Los heraldos negros)

LA CENA MISERABLE Hasta cuándo estaremos esperan lo que no se nos debe... Yen qué recodo estiraremos nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo la cruz que nos alienta no detendrá sus remos. Hasta cuándo la Duda nos brindará

blasones por haber padecido.., Ya nos hemos sentado mucho a la mesa, con la amargura de un niño que a media noche, llora de hambre, desvelado,,, Y cuándo nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunados todos. Hasta cuándo este valle de Lágrimas, a donde yo nunca de que me trajeran. De codos, todo bañado en llanto, repito cabizbajo y vencido: hasta cuándo la cena durará,.. Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla. y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara de amarga esencia humana, la tumba,,, (De Los heraldos negros)

TRASPIE ENTRE DOS ESTRELLAS ¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera tienen cuerpo: cuantitativo el pelo, baja, en pulgadas, la genial pesadumbre; el modo, arriba; no me busques, la muela del olvido, parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír claros azotes en sus paladares! Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen y suben por su muerte de hora en hora y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo, ¡Ay de tanto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellas! ¡Ay en mi cuarto, oyéndolas con lentes! ¡Ay en mi tórax, cuando compran trajes! ¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunadal ¡Amadas sean las orejas Sánchez,

amadas las personas que se sientan, amado el desconocido y su señora, el prójimo con mangas, cuello y ojos! ¡Amado sea aquel que tiene chinches, el que lleva zapato roto bajo la lluvia, el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas, el que se coge un dedo en una puerta. el que no tiene cumpleaños, el que perdió su sombra en un Incendio, el animal. el que parece un loro, el que parece un hombre, el pobre rico, el puro miserable, el pobre pobre! ¡Amado sea el que tiene hambre o sed, pero no tiene hambre con qué saciar toda su sed, ni sed con qué saciar todas sus hambres! ¡Amado sea el que trabaja al día, aL mes, a la hora. el que suda de pena o de vergüenza aquel que va, por orden de sus manos, al cinema, el que paga con lo que le falta. el que duerme de espaldas, el que ya no recuerda su niñez; amado sea el calvo sin sombrero, el justo sin espinas, el ladrón sin rosas, el que lleva reloj y ha visto a Dios, el que tiene un honor y no fallece! ¡Amado sea el niño, que cae y aún llora y el hombre que ha caído y ya no llora! ¡Ay de tanto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos! (De Poemas humanos)

III Las personas mayores ¿a qué hora volverán? Da la seis el ciego Santiago. y ya está muy oscuro, Madre do que no demoraría, Aguedita, Nativa. Miguel.

cuidado con ir por ahí, por donde acaban de pasar gangueando sus memorias dobladoras penas, hacia el silencioso corral. y por donde las gallinas que se están acostando todavía, se han espantado tanto. Mejor estemos aquí no más. Madre dijo que no demoraría. Ya no tengamos pena. Vamos viendo los barcos ¡el mío es más bonito de todos! con los cuales jugamos todo el santo día, sin pelearnos, como debe ser: han quedado en el pozo de agua, listos, fletados de dulces para mañana. Aguardemos así, obedientes y sin más remedio, la vuelta. el desagravio de los mayores siempre delanteros dejándonos en casa a los pequeños, como si también nosotros no pudiésemos partir. Aguedita. Nativa, Miguel? Llamo, busco al tanteo en la oscuridad. No me vayan a haber dejado solo, y el único recluso sea yo. (De Trilce)

ME VIENE, HAY DÍAS, UNA GANA UBÉRRIMA, POLÍTICA Me viene, hay días, una gana ubérrima, política, de querer, de besar al cariño en sus dos rostros, y me viene de lejos un querer demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza, al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito, a la que llora por el que lloraba, al rey del vino, al esclavo del agua, al que ocultase en su ira, al que sucia, al que pasa, al que sacude su persona en ml alma. Y quiero, por lo tanto, acomodarle al que me habla, su trenza sus cabellos, al soldado:

su luz al grande; su grandeza, al chico. Quiero planchar directamente un pañuelo al que no puede llorar y, cuando estoy triste o me duele la dicha, remendar a los niños y a los genios. Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo y me urge estar sentado a la diestra del zurdo, y responder al mudo, tratando de serle útil en lo que puedo; y también quiero muchísimo lavarle al cojo el pie, y ayudarle a dormir al tuerto próximo. ¡Ah querer, éste el mío, éste, el mundial, Interhumano y parroquial, provecto! Me viene a pelo, desde el cimiento, desde la Ingle pública. y, viniendo de lejos, da ganas de besarle la bufanda al cantor, y al que sufre, besarle en su sartén, al sordo, en su rumor craneano. Impávido; al que me da lo que olvidé en mi seno, en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. Quiero, para terminar Cuando estoy al borde célebre de la violencia o lleno de pecho el corazón, querría ayudar a reír al que sonríe, ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca, cuidar a los enfermos enfadándolos, comprarle al vendedor, ayudarle a matar al matador-cosa terrible y quisiera yo ser bueno conmigo en todo. (De Poemas humanos)

LA PAZ, LA ABISPA, EL TACO… La paz, la abispa, el taco, las vertientes, el muerto, los decilitros, el búho. los lugares, la tilia, los sarcófagos, el vaso, las morenas, el desconocimiento, la olla, el monaguillo, las gotas, el olvido... la potestad. los primos, los arcángeles, la aguja, los párrocos. el ébano, el desaire,

la parte, el tipo, el estupor, el alma... Dúctil, azafranado, externo, nítido, portátil, viejo, trece, ensangrentado, fotografiadas, listas, tumefactas, conexas, largas, encintadas, pérfidas. Ardiendo, comprando. viviendo, enfureciéndose, golpeando, analizando, oyendo, estremeciéndose, muriendo, sosteniéndose, situándose, llorando... Después, éstos, aquí, después, encima. Quizá, mientras, detrás, tanto, tan nunca, debajo, acaso, lejos, siempre, aquello, mañana, cuánto, cuánto! Lo horrible, lo suntuario, lo Lentísimo, lo augusto, lo infructuoso, lo aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal, lo todo, lo purísimo, lo lóbrego, lo acerbo, lo satánico, lo táctil, lo profundo... (De Poemas humanos)

EL VANGUARDISMO Las diversas corrientes literarias cultivadas durante la segunda mitad del siglo XIX, provocó una reacción que aspiró a romper con el pasado, surgiendo así diversas tendencias, que pasaron a formar la literatura de vanguardia. Los primeros cambios literarios ocurrieron en Europa, en Francia aparece el simbolismo y el impresionismo. En Italia se da el futurismo. El cubismo francés, el dadaísmo, y el superrealismo florecen junto con el ultraísmo. Todos estos movimientos tienen las mismas características: 1. Negación consciente del pasado. 2. Afirmación de la originalidad. En América surge el vanguardismo expresando una ruptura con todas las manifestaciones de la vida social tanto en lo político y económico como en lo cultural. Este movimiento se integra lentamente a la producción literaria. La amplitud de las zonas urbanas, así como la multiplicación de diarios y revistas se convirtieron en una tribuna para el pueblo. La poesía vanguardista en América se caracteriza por:

1. El uso predominante de la imagen y la metáfora. 2. La negación de la racionalidad. 3. El rechazo de las reglas de la prosodia y la sintaxis. 4. Tematiza lo irracional basándose únicamente en el poder evocador de la palabra. Al romper con lo habitual el vanguardismo se convierte en un trastorno para el lector, pues quiebra la coparticipación de sentidos, es decir renuncia a la inteligibilidad. Como señala Hugo Friedrich: “La poesía moderna evita reconocer con versos descriptivos y narrativos el mundo de las cosas” (*). El desacomodamiento del lector proviene que hasta ese momento la literatura había tendido puentes de sentido entre la obra y el público. Con la vanguardia esos puentes son retirados ofreciendo un abismo difícil de ser salvado. Aun más, la actitud vanguardista será objeto de polémica desde el momento en que ocasiona una cierta ruptura entre el gusto de los lectores y el de la masa. “Dividir al público es el gesto característico de los vanguardistas”.

EL INDIGENISMO El tema principal de los nuevos escritores no es lo nacional, como en González Prada o Abelardo Gamarra, sino su propia sensibilidad como protagonistas del acto literario social. Hay dos elementos presentes en esta sensibilidad literaria: - La relación de lo limeño con la modernidad es individualista, académica, selectiva, jerarquizada. - La relación del provinciano es gregaria, acumulativa. Estos elementos se unen en movimientos populares que intentan reivindicar la presencia del indio dentro de nuestra literatura y nuestra sociedad, aunque entre los escritores que se llaman indigenistas no exista una verdadera identidad, es decir los sentimientos populares y los hechos no son vividos como propios. Desde antes de los años treinta, se plantea la presencia indígena en las obras, pero no como voz indígena, sino como tema recogido. En la narrativa indigenista el autor desaparece frente a un discurso que se presenta ideológicamente estructurado como indígena. “La corriente indigenista que caracteriza a la nueva literatura traduce un estado de ánimo, un estado de conciencia del nuevo Perú, con el que se adhesión cada vez más la juventud. El problema indígena se encuentra presente en la economía, la política y la sociedad, teniendo un lugar importante en la literatura y el arte. “Tiene una tendencia autonomista, y nativista propia del vanguardismo americano. Estos fenómenos nativos se presentan en toda América con distintas denominaciones, pero una misma esencia. El deseo de elevar sus propias vivencias nacidas de sus raíces mismas con un clamor de su raza y su identidad” (*) La literatura indigenista recoge el mensaje político de González Prada y los autores literarios intentan hacer una rectificación histórica de la postergación del indio, en algunos casos un poco utópico. El grupo literario Orkopata, de Puno, liderado por Gamaliel Churata (seudónimo de Arturo Peralta) es considerado como los exponentes más calificados del movimiento indigenista. Lo integran, asimismo, Alejandro Peralta, Dante Nava, Luis de Rodrigo. Otros autores indigenistas destacados son José María Arguedas, Mario Florián, Efraín Miranda.

GAMALIEL CHURATA (1897-1969) Arturo Peralta (Gamaliel Churata) nace en Puno. Más conocido en Bolivia, país en el que residió muchos años, y en donde se le concedió el Premio Nacional de Literatura 1957, que no aceptó por ser ciudadano peruano. Con su hermano Alejandro Peralta, son los mayores exponentes del movimiento literario indigenista, a través del grupo Orkopata de Puno, en el cual confluyen tanto el espíritu del hombre andino como las vertientes de la cultura universal a través de la vanguardia artística de la época. Publica las revistas La Tea (Puno 19 17-1920) y Boletín Titicaca (Puno 1925-1930), donde da a conocer la producción de escritores regionales, nacionales e internacionales. Su labor de promotor cultural, sobre todo en la región del Altiplano, la realizó simultáneamente a la de su producción poética, reunida en su libro El pez de oro (La Paz, 1957). Muere en Lima, víctima del atropello de un automóvil, al intentar cruzar una avenida, en noviembre de 1969.

TRENOS XXVII

Me escurro, siento que me escurro. Siento que no soy, que Jamás fui, que seré ya nunca. Me escurro, me escurro. ¡Ah así te libras! ¡Así te modelas! ¡Así te harás piedra y serás montaña! ¿Me he perdido? Buscadme en el hampatu. En los ponchos. Buscadme en las chuspas. En la chingana de las Khawras. Preguntad al waksallu, al kirki, al waskaycholo. Y si nada sabe parad. Habrá sido inútil. El torcedor y la vergüenza me habrán sepultado. ¡Infeliz carpintero que engendraste bazofias! ¡Pobre virgen, venida a menos, que pariste kokollos! Mi padre me ha recogido de la calle, donde yacía, ebrio y destartalado. ¡Oh fragante amanecer de mi chikchipa! -Mira, hijo mío: ¡No me mates! Acabar así es acabar con tu padre. Todo se reduce a una cosa bien chiquita: abre tu corazón y deja que Dios regrese a él: que vuelva a su nido el pajarito amoroso. Yo te cantaré, te cantaré. ¡Ah cuando su trino te enloquezca! Tú no sabes... ¿Trino has dicho, varón entre varones, el más noble y sabio de los hombres? ¿Trino? Sí, padre mío y de mis huesos: ¡trino! ¡Trino! Abriré el corazón del pajarito amoroso, y enloqueceré, desnudo con su trino... (De El pez de oro)

ALBERTO GUILÉN (1897-1935) Nace en Arequipa. A los 17 años obtiene un premio local por su poemario Belleza humilde. Con el auspicio del presidente Leguia viaja a España, publicando allá La linterna de Diógenes, que fue criticada por la prensa y alabada por los escritores. En 1921 publica El libro de las parábolas, luego otras publicaciones como La imitación de nuestro Señor Yo, un libro de poesías y prosas Laureles y otra titulada Epigramas, una Antología de poesía peruana y otra titulada Poetas jóvenes de América. Viaja por

toda América con algunos cargos diplomáticos. Regresa a Arequipa en donde vive rodeado de campo y vegetación estudiando en la universidad para graduarse de abogado. Poetas y escritores de toda América le brindan tributo, a veces elogios, a veces criticas. Alberto Guillén pertenece a la corriente vanguardista y en su afán de conseguir la gloria escribe mucho perdiendo algunas veces el valor literario que se advierte en sus primeras obras. Es en su obra Deucalión, donde se encuentra su equilibrio literario. “En Deucalión no hay bardo que declama en un tinglado ni un trovador que canta una serenata. Hay un hombre que sufre, que exulta, que afirma, que duda, y que niega. Un hombre henchido de pasión, de ansia, de anhelo. Un hombre sediento de verdad, que sabe que nuestro destino es hallar el camino que lleva al paraíso” (*). “¿Hacia dónde? ¡No importa La Vida esconde Mundos en germen Que aún falta descubrir: Corazón, es hora de partir Hacia los mundos que duermen!” Alberto Guillén hereda de la generación Colónida el gusto iconoclasta y ególatra. Extremó en su poesía la exaltación paranoica del yo. Pero, a tono con el nuevo estado de ánimo tuvo su poesía un acento ‘viril. OBRAS - Prometeo (1918) (poemas) - Deucalión (1920) (poemas) - La linterna de Diógenes (1921) (crítica) - El libro de las parábolas (1921) - La imitación de nuestro Señor Yo (1921) - Corazón infante (1923) (novela) - El libro de la democracia criolla (1924) (sátira) - Pequeña mitología peruana (1930).

ALBERTO HIDALGO (1897-1967) Hidalgo nace en Arequipa, en una tierra marcada de frenesí literario en donde Miguel Ángel Urquieta, Percy Gibson, Francisco Mostajo, César A. Rodríguez, Aguirre Morales, habían dejado huella de desafiante literatura. A los dieciocho años publica un poemario Arenga lírica al emperador de Alemania. En Lima forma parte del grupo Colónida, siendo uno de los más jóvenes. En 1917 publica su segundo libro: Panoplia lírica, con prólogo de Valdelomar y Luis Fernán Cisneros. En Arequipa, 1918, publica Las voces de colores en verso, y Hombres y bestias, libro mordaz, en que trata de deshacer reputaciones consagradas y utiliza en el Perú un lenguaje procaz cuando lo juzga necesario. En seguida emigró a Argentina, en donde con pocas y cortas Intermitencias ha residido y donde murió” (*) La obra en ‘verso y en prosa de Alberto Hidalgo es amplia y evidencia a un escritor de una gran riqueza verbal y- un gran dominio del arte literario. Su poesía fue en un principio modernista, con rasgos de romanticismo, pero luego pasa a las filas del vanguardismo puro. La poesía de Hidalgo corresponde, toda ella a una etapa de transición; fue trabajada entre dos guerras y varías revoluciones. Sus temas fueron extraídos de las motivaciones y experiencias de la mayoría de los hombres obligados a vivir en una sociedad en

descomposición, y se hallan traspasados por el sentimiento egolátrico propio del incomprendido que desea hacerse oír” (*) En 1964, cuando bordeaba ya los setenta años, se inicia en el teatro, género hasta ese momento no cultivado por Hidalgo, y su primera producción La vida es de todos es llevada a escena en Buenos Aires ese mismo año; él mismo escribe: ‘Pasarán los años, yo moriré, mis versos serán recordados por unos cuantos espíritus excelsos; pero mis obras de teatro seguirán apareciendo en los escenarios de América Latina”. La Sociedad Peruana del Escritor, que Hidalgo fundara en 1964 y de la cual fue presidente, tenía el propósito de rendirle un homenaje, pero su enfermedad no lo permitió. A su muerte se recibió gran cantidad de adhesiones tanto del Perú como del extranjero, lo que confirma la magnitud del prestigio alcanzado por el poeta. OBRAS (Se mencionan sólo las más importantes) - Colabora con las revistas Amauta, Anunciación, Balnearios. - Arenga lírica al emperador de Alemania (1916) - Panoplia lírica (1917) - Hombres y bestias (1918) (crítica) - Las voces de colores (1918) (poemas) - Jardín zoológico (1919) (crítica) - Muertos, heridos y contusos (1920) (crítica) - Los sapos y otras personas (1927) - Actitud de los años (1933) (poemas) - Dimensión del hombre (1938) (poemas) - Poesía inexpugnable (1962)

FUNCIÓN DE TU PRESENCIA LEJANA Sólo el recuerdo nos separa con su empecinamiento de montaña sólo el recuerdo nos desune con su hacer ver que estás distante. Mujer por todos lados, de la cabeza a los pies, principio a fin, mujer sin treguas, en este lado de mi vida y al otro lado de mis años todavía te alcanzo, todavía. Entre los dos hay un incendio de llamas cárdenas perladas, pues por servirte cambia color el mismo fuego. Entre los dos hay un incendio de llamaradas horizontales, pues en tu honor cambia de cauce la geometría de las cosas.

Tus dos propósitos bien realizados de dar mirada a lo profundo, como si fueran expresión de la fatiga de los siglos, por los rincones de mis noches me persiguen e iluminan el remanso de mi sueño con luz negra. y sé por eso que lo negro no es tan negro como el color triste de tus ojos. Paso en medio de avenidas de campanas, con su armónica sucesión de escuchados terciopelos, o tus silencios a mis lados forman filas y yo me tiendo entre ellas como un camino largo que inevitablemente lleva a ti Te acumulé en mis oídos y aun me siento millonario de tu voz. Te bebí me bebiste, nos bebimos con la saciada sed que encendiera el ardor de nuestras tardes. Entonces todos fueron alivios en tu boca, desde la que partían a reventarse en mi alma, hecha ya espacio, tus cohetes luminosos en profusión de grados y colores. Y hoy me queman, me queman esos besos. ¡Cicatrices de besos me dejaste! Pero el recuerdo nos separa porque es echar de menos. En la memoria sólo vive lo sucedido, no Lo actual y no hay dolor más grande que el dolor de saberlo sucedido. La posesión otra vez es una forma de anular la memoria, la ausencia lo contrario que el olvido requiere. Y sí el recuerdo sólo locura la presencia. ¡ven de nuevo a mis brazos para olvidarte un poco! (De Edad del corazón)

CARLOS OQUENDO DE AMAT (1905-1936) Nace en Puno. Se establece en Lima y publica sus primeros poemas en Amauta, Mundial y Poliedro. Por sus ideas políticas es apresado en Arequipa y desterrado a Panamá, pasa a Madrid donde por una dolencia pulmonar fallece. Pertenece al movimiento vanguardista. Es autor de 5 metros de poemas.

MADRE Tu nombre viene lento como las músicas humildes y de tus manos vuelan palomas blancas. Mi recuerdo te viste siempre de blanco como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante. Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura. A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso. Entre ti y el horizonte mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos. Porque ante ti callan las rosas y la canción.

CÉSAR MORO (1903-1956) Según Alberto Escobar cualquier motivo, el amor, la muerte, el desengaño, ascienden en su palabra hasta acceder al nivel más puro, más intenso, más alejado de los límites impuestos por la coyuntura ocasional, y se instala con un poder que ilumina y ciega, en una suerte de vértigo, en un lenguaje entrevisto al margen de la semántica formal. El “lado oscuro’ de la vida, el “realismo mágico”, son predios por los que corre cori frescura la inspiración creadora de César Moro”. Alfredo Quíspez de Asín (César Moro) es el poeta surrealista más connotado no sólo del Perú sino de Latinoamérica. Entre sus obras más conocidas están La tortuga ecuestre, Los anteojos de azufre, Amour a’mort! Fue además pintor.

VIAJE HACIA LA NOCHE En ml morada suprema de la que ya no se vuelve. Krtshna en el Bhagavat Gita. Como una madre sostenida por ramas fluviales

De espanto y de luz de origen Como un caballo esquelético Radiante de luz crepuscular Tras el ramaje denso de árboles y árboles de angustia Pleno el sol el sendero de estrellas marinas El acopio fulgurante De datos perdidos en la noche cabal del pasado Como un jadear eterno sí sales a la noche Al viento calmar pasan los jabalíes Las hienas hartas de rapiña Hendido a lo largo el espectáculo muestra Fases sangrientas de eclipse lunar El cuerpo en llamaradas oscila Por el tiempo Sin espacio cambiante Pues el eterno es el inmóvil Y todas las piedras arrojadas Al vendaval a los cuatro puntos cardinales Vuelven como pájaros señeros. Lima la horrible. 24 de julio o agosto de 1949 (De La tortuga ecuestre)

EL MUDO ILUSTRADO Igual que tu ventana que no existe Como una sombra de mano en un instrumento Igual que las venas y el recorrido intenso de tu sangre Con la misma igualdad con la continuidad preciosa que me asegura idealmente tu existencia A una distancia A la distancia A pesar de la distancia Con tu frente y tu rostro Y toda tu presencia sin cerrarlos ojos Y el paisaje que brota de tu presencia Cuando la ciudad no era no podía ser Sino el reflejo inútil de tu presencia de hecatombe. Para mejor mojar las plumas de las aves Cae esta lluvia de muy alto Y me encierras dentro de ti a mí solo

Dentro y lejos de ti Como un camino que se pierde en otro continente. (De la tortuga ecuestre)

EMILIO ADOLFO WESTPHALEN (1911) Nace en Lima. Estudia en el Colegio Alemán y en la facultad de Letras de San Marcos. Se traslada a Nueva York y luego a Roma, donde es traductor para la ONU y la FAO. Devuelta al Perú, es catedrático de Arte Precolombino del Perú y de América en San Marcos. Edita las revistas Las Moradas y Amaru. OBRAS - Las ínsulas extrañas (1933) - Abolición de la muerte (1935). - Otra imagen deleznable (1980)

POEMA INÚTIL Empeño marco este esforzarse en juntar palabras Que no se parecen ni a la cascada ni al remanso, Que menos tr4asmiten el ajetreo del vivir. Tal vez consiguen una mascara informe. Sonriente complacida a todo hálito de dolor, Inerte al desgarramiento de la pasión. Con frases en tropel no llegan a disimular Victorias jubilosas de la sangre O la quietud del agua sobre el suicida. Nada dicen tampoco de la danza de amor y odio. Alborotada, aplacada, extinta. Ni del sueño que se ahoga, arrastrado por marejadas de sospecha y olvido. Que será del poema sino un espejo de jería, Un espejismo lunar, una cáscara desmenuzable,

La torre falsa más triste y despreciable. Se consume en el fuego de su impaciencia Para dejar vestigios de silencio única nostalgia, Y un rubor de inexistente no exento de culpa. Que será el poema sino castillo derrumbado antes de erigido, Inocuas obra de escribano o poetastro diligente, Una sombra que no se atreve a aniquilarse a sí misma Sí al menos el Sol, incorrupto e insaciable, Pudiera animarlo a la vida, Como cuando se oculta tras un rostro humano, Los ojos abiertos y ciegos para siempre. (De otra imagen deleznable)

MANUEL MORENO JIMENO (1913-1993) Nace en Lima. Pertenece a una generación de poetas que reflejan la percepción de la fatalidad histórica que ha impuesto al hombre la lucha contra el hombre, arrebatándole la paz. Una generación de prematura madurez y de gran iniciativa creadora. Manuel Moreno Jimeno se inició en la literatura durante el período 1931- 1932, idealista, se lanza a la proclama social y a la denuncia amarga. Su primer libro Así bajaron los perros ha mantenido una consigna de perenne integración al destino libertario del hombre. Luego vendría Los malditos, con la misma proclama social pero tratando de adecuarse a la retórica vanguardista. Aquí empieza a verse la influencia de Vallejo. En sus obras siguientes: La noche ciega, Hermoso fuego, mantiene su tono lírico de protesta buscando desechar la retórica para quedarse con el verso puro. Posteriormente publica los poemarios El corazón ardiente (1960), Las citas (1960) y Negro y Rojo (1962).

EN TODA LA TIERRA En toda la Tierra A tuertas y a derechos El hombre ha despertado tras tanto arar y arar Duelos, injusticias y odios,. En toda la Tierra El hombre ha ganado la luz Y se levanta y anda Con el corazón encendido.

Se quema en los infiernos Desatados a su tránsito Lo acuchillan Lo ametrallan Despedazado lo arrastran A los precipicios más lóbregos Pero el hombre Con su luz ácida Se yergue siempre Y todo definitivo hundimiento salva. En toda la Tierra El hombre camina Con la luz Invicta arrebatada No pueden ser detenidos sus pies Ni cerrados Sus ojos y sus manos No pueden ser tampoco Sofocada o apagada La lumbre de su corazón No obstante la iniquidad De las explosiones dolorosas. En toda la Tierra El hombre está de pie Y camina camina. Avanza con su luz invencible Abriéndose extendiéndose creándose.

CAPÍTULO 1V La narrativa: el mundo campesino-la ciudad

LA NARRATIVA Y EL MUNDO CAMPESINO El paisaje campesino es uno de los más ricos y hermosos del país. Entre las muchas cosas que perduran en el Perú tenemos la influencia que el campo ha ejercido en el poblador peruano, en su cultura y en su tradición. En este ambiente rural, los Andes tienen una presencia incuestionable, ampliando el paisaje y poniendo su nota de soledad y melancolía. El poblador andino es eminentemente agrícola, la tierra es su fuente de vida, siente su cálido palpitar. En el antiguo imperio se le dio mucha importancia a la tierra porque era una población eminentemente agrícola, luego cuando la conquista, los andenes y valles quedaron reducidos a una minoría para tomar nuevamente impulso con la República, estos antecedentes históricos han dejado huella en la literatura peruana en forma de mitos, leyendas, cuentos, poemas y otras manifestaciones que tienen como motivación el mundo andino, campesino y rural.

Son muchos los autores que han tomado sus motivaciones del campo dejando una gran huella tanto en prosa como en verso, reflejo de un mundo misterioso, en donde la superstición se encuentra con la religión dando la espalda a la ciencia. Encontramos en estas obras la presencia del poblador andino con sus costumbres y creencias, el campo, los animales, los “aparecidos” y hasta los “muertos” dibujan un escenario propio y original. Ventura García Calderón, evocando desde Europa tierras, indios, casa-haciendas, chalanes y caballos de paso, dibuja un precioso retrato del Perú visto desde el ángulo del “patrón” Enrique López Albújar, con sus memorables Cuentos Andinos nos presenta una realidad a través de la mirada del juez, nos pinta a un indio criminal, sádico, increíblemente cruel como el indio del Ushanan-Jampi, uno de sus cuentos más renombrados. Ciro Alegría plantea desde su perspectiva, el enfrentamiento del hombre con el río, las montañas, con la puna fría, con el opresor de siglos, contra la moral corrupta del hacendado y nos da una obra como El mundo es ancho y ajeno. José María Arguedas fue también un cronista de ese pueblo indio, campesino, es el viejo contador de las memorias de un pueblo cautivo dentro de su propio territorio. Nos pinta a un indio obligado a aprender otra lengua y cuando la habla, es satirizado por su acento, por sus errores de construcción gramatical. Nos hace conocer al poblador andino que tiene que emigrar a la ciudad y encuentra un mundo que le obliga a vivir en cerros de arena o piedra y se burla de sus tradiciones. Eleodoro Vargas Vicuña es otro escritor que publica una serie de relatos cortos narrándonos el mundo andino bajo el título de Ñahuín.

ENRIQUE LÓPEZ ALBÚJAR (1872.1966) Reseña biográfica Nace en Chiclayo, departarne0 de Lambayeque, el 23 de diciembre de 1872; es bautizado en Piura, viviendo mucho tiempo en esa ciudad. Realiza sus estudios en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe, en Lima, siguiendo luego en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en donde opta el grado de bachiller en Derecho con la tesis ¿Debe o no reforma el artículo 4 de la Constitución ’ Su primera tesis La injusticia en la propiedad del suelo es rechazada por el jurado, por califican la de anarquista En 1893 sufre Unos días de cárcel por la publicación de un agresivo poema contra el general Cáceres. En 1895 publica un libro de poemas, Miniaturas, e inicia su carrera como prosista con la publicación de Rosa Carne y La Mujer Diógenes, selección de cuentos publicados en El Comercio entre 1897 y 1901. En 1916 deja el cargo de redactor del diario La Prensa para dedicarse a la abogacía, siendo nombrado Juez de Primera Instancia en Piura, luego ejerce en Tumbes y posteriormente en Huánuco. Su afición narrativa le permite seguir colaborando con los diarios La Prensa, de Lima, y El Deber, de Piura, utilizando el seudónimo de Sansón Carrasco”.

En 1918, entre abril y julio, escribe Cuentos andinos, que se publican en 1920 llevándolo a la fama. En 1921 escribe Mi Casona, que es publicado en 1924. Su novela Matalaché es publicada en 1928. El hechizo de Tomayquie sale a la luz e 1943. En 1962 al cumplir o años recibe cálidos homenajes Como Patriarca de las letras peruanas. Fallece en 1966, a los 94 años. Reseña literaria Enrique López Albújar nos revela en sus relatos diferentes facetas de la psicología y del folklore de los Andes. Cronológicamente se ubica dentro del modernismo, caracterizándose por un estilo muy propio, con un marcado realismo, mezcla de anarquista e iconoclasta. Se aparta de los grupos académicos y se refugia en la provincia, enrolándose en las filas del grupo liberal antimilitar de don Augusto Durán. Castro Arenas lo ubica en la misma línea literaria de Narciso Aréstegui y Clorinda Matto de Turner, nos dice: ‘desligándolo de modas y escuelas pasajeras, advertimos que existe una línea que parte de Aréstegui, reaparece en la Señora Matto, vuelve a columbrarse con nuevos bríos en López Albújar, se orquesta con todos los líricos en Ciro Alegría, y se prolonga en nuestros días con Arguedas. Es la lírica del realismo indígena.” Enrique López Albújar presenta en sus novelas casos humanos con un estilo directo, claro, igual como él los vio desde su sillón de juez. Su condición de magistrado le dio oportunidad para conocer de cerca muchos de los casos que presenta; están allí los tipos representativos de un folklore netamente peruano —indígena o mestizo— que su calidad narrativa lo convierte en motivo literario. Su lenguaje es claro y directo, con pocas palabras y sin rebuscamientos verbales; el carácter descriptivo está presente en todas sus narraciones. Los personajes sobre los que trata su obra son hombres y mujeres del pueblo, algunas veces indios, otras mulatos y’ no pocas veces blancos de una clase media alta representada por hacendados y profesionales. Cuentos andinos, sobresale dentro de su obra literaria por la plasticidad de su estilo y su marcada denuncia social netamente indigenista. El tema del delito, particularmente relacionado con la situación del indio, domina la escena, como nos muestra en Ushanam Jampi, uno de sus cuentos más conocidos. El campeón de la muerte, relato grave con escenas escalofriantes; Las tres Jircas, El licenciado Aponte, El Brindes de los Yagas, Cachorro de Tigre, son algunos de los muchos cuentos violentos, dramáticos, polémicos que nos presenta López Albújar, en donde la venganza, el apetito sexual, la injusticia, se hermanan con el amor, la solidaridad, la lucha por los derechos de los desposeídos. OBRAS Cuentos y novelas: - Cuentos andinos (1920) - De mi Casona (1924) - Matalaché (1928) - Los caballeros del delito (1936) - Nuevos cuentos andinos (1937) - El hechizo de Tomayquichua (1943) - Las caridades de la señora Tordoga (1955) Poesía: - Miniaturas (1895)

- De la tierra brava (1938) - Lámpara votiva (1964) ARGUMENTO DE MATALACHÉ En el departamento de Piura se encuentra la hacienda La Tina, de propiedad del orgulloso don Francisco de los Ríos, quien poseía en ese lugar una fábrica de jabones y cueros. Su hija, de nombre María Luz, joven bella y bien educada, vivía en Lima, al cuidado de unas tías. Un día decide visitar a su padre y llega sorpresivamente a La Tina. Don Francisco le asigna a su servicio a Rita y a ia vieja esclava Casilda. María Luz extraña el ambiente de la ciudad, pasando los días monótonos y deprimidos. Una tarde conoce a José Manuel, esclavo mulato, atlético y gallardo que cumplía el oficio de “padrillo”. Al enterarse de esto María Luz siente asco y curiosidad y un día conoce la alcoba destinada a tal fin. Los días pasan y María Luz se siente atraída por el esclavo, quien a su vez se rinde ante su ama. María Luz confiesa a Casilda su amor por José Manuel y le pide le concerté una cita. Un día María Luz, haciéndose pasar por Rita, cita a José Manuel en el cuarto de la esclava, y se consuma la unión entre ambos. Pocos meses después María Luz descubre su maternidad y desesperada se suicida con unas hierbas venenosas. Don Francisco, enterado del fatal incidente, condena a José Manuel a muerte y lo arroja a la tina de jabón hirviente. COMENTARIO Novela publicada en 1928, escrita en dieciséis capítulos, en forma narrativa, descriptiva y dialogada. El realismo de López Albújar se manifiesta en Matalaché, presenta al personaje mulato de la costa, esclavo al que al igual que a las bestias se le daba ración contada y se le amancebaba con mulatas jóvenes para tener descendencia fuerte para el patrón. Pertenece, como su mismo autor la calificó, al grupo denominado “novela retaguardista” (en oposición al vanguardismo), de estilo costumbrista sus personajes son presentados con una gran profundidad psicológica dentro de una sociedad con prejuicios de clase, El lenguaje empleado es claro, descriptivo, real, una limpia técnica narrativa. Se advierte un bien disfrazado propósito polémico por ser una de las primeras novelas de tema racial, en donde se advierten las diferencias sociales que regían en la ciudad.

MATALACHÉ CAPÍTULO XV LA TENTACIÓN

Dos mujeres giraban afanosas en torno del lecho de María Luz aquella noche: la Casilda y la Martina. Ambas parecían más abatidas que su ama, a pesar de ser ésta la enferma. Desde la fiesta memorable, de la que Iban ya corridos como tres meses, María Luz no hacía más que llorar, y con tal desconsuelo, que nada podía aquietarle el espíritu ni decidirla a tomar las pócimas que le ofrecían. Y era, más que el padecimiento corporal, lo que la tenía quebrantada, la realidad de su situación, cada día más Insostenible e inocultable.

Su padre había subido varias veces a verla, alarmado por una enfermedad que aunque un poco imprecisa y sin manifestaciones febriles, parecía no tener término. Y si al principio le pareció natural que el truculento remate de la fiesta hubiese impresionado tan fuertemente a todos, particularmente a las mujeres, encontraba raro que, después de tanto tiempo, su hija, considerada por él hasta entonces como mujer animosa y fuerte, siguiera tomando la cosa tan a pecho, sin poder reaccionar contra su mal. Y esto lo hallaba más extraño al ver a su hija obstinada en no querer recibir asistencia médica, conformándose con las de sus criadas, que, por otra parte, de nada le servía. ¿Hasta cuándo iba a permanecer así? ¿Cuál era realmente la causa de su postración? Y don Juan Francisco acabó por encogerse de hombros y pensar que todo eso no era más que un arrechucho de doncella engreída, o uno de los medios empleados por las mujeres para hacerse las interesantes. -Ya te he dicho, Martina, que no son remedios lo que yo quiero -exclamó María Luz, rechazando la bebida que aquella se empeñaba en hacerla tomar-. Otra cosa.., otra cosa es lo que necesito. SI tú quisieras dármela... -Lo que usté mande, ml ama; pero antes beba esta bebidita, pa que le saque Lo el aire el cuerpo, que lo de usté, niña, es aire, y se le puede asé mal e costao si no le atajamos a tiempo. -No, no. ¿Qué sabes tú? Deja tus aires y tus bebidas para otra ocasión y dame algo para acabar de una vez conmigo. -¡Ave maría! ¡Será cuento!... ¡Ni que juera yo atormentada pa tamaña barbaridá! Vea, niña, que no hay cosa peor que desearse la muerte. Y la Martina, sospechando lo que le pasaba a su ama, se aventuró a decir, insinuadora: -Yo me afiguro que la cosa no e pa desespera. Esta samba, aquí onde usté la ve, tiene artimaña para todo, hasta pa llamar a las iguanas con el silbo, contimás pa sacar lo que una tiene dentro por más agarrao que esté. Es deci, si me lo piden. Porque, eso sí, yo soy una mujer de conciencia, -No me has entendido, Martina. Lo que yo quiero, es otra cosa, pero parece que tú te vas por otra parte. -Yo voy pande usté me lleva, niña. Pa tómale el punto a la persona, yo. Así e que si e pa darse, mi niña, onde se le queda a una la cara pelada y no vuelve más, como parece que usté lo está queriendo, niquis! Pa eso no. No me acusaré ante mi Dios ese pecado. ¡Caramba! Ayúdale a un cristiano a quitarse la vida, ni loca... -Es que hay casos, Martina, en que la vida pesa horriblemente, que está demás. ¡Cuando le pesan a una ciertas cosas!... -Manque nunca, niña! Así será una guara e cosa yo no áselo que puedan arrastra a quitarse una misma la vida. Pa todo hay remedio en este mundo, menos pa la muerte. -Y para lo mío tampoco. Martina. Cuando se llega a donde he llegado yo, cuando se tiene lo que yo tengo, no hay más que seguir uno de estos dos canil- nos: o el de la muerte, que nos libra de todo, o el del oprobio, que es más horrible que la muerte. Y yo prefiero lo primero. -¿Que tan berrinchudo e lo que l’ está pasando, niña María Luz? —observó la enfermera, tomando su rostro una expresión de gravedad adecuada a la pregunta, y a la confidencia que veía venir inevitablemente— pa pensá así tan Jovencita en la muerte? -Tan serlo, que no volveré a levantarme de esta cama, si no es para que me lleven al campo santo. Pero, mujer ¿que no lo has adivinado tú en estos tres días que me estás asistiendo? ¿Que no te ha dicho nada este cuerpo infeliz? ¿Pues para qué has andado tú toda la vida metiendo las manos en ciertas cosas sino para saber de ellas al primer golpe de vista?

-¡Ya lo creo! Pa eso es la práctica, que no hay ciencia sin experiencia, como dice el dicho. Y ya me sonrugía aquí adentro; pero, francamente, no me atrevía hasele caso. ¿Por qué no equivocarse? Y luego ¿cómo sospecha de lo que no se debe sospecha? ¿Y a quién colgare el milagro? ¿Onde están los moros que han andan por esta costa? De nadie se ha dicho nada. Y si después mis ojos me han dicho algo, contra ese deci estaba... Que no sé como deshilo, niña... -El guardián de mi honestidad, que hay que suponerla a toda mujer de mi calidad, ¿no es así? Sí, eso es lo que hasta hoy me ha librado de las sospechas de mi padre y de las tuyas. Pero esa reputación está ya por el suelo, enlodada, Martina, y nada podrá devolverle su perdida pureza. Ahora sólo me servirá de mortaja. -¿Está usté diciendo la verdá, niña? - preguntó la mulata, resistiéndose todavía a aceptar lo que acababa de oír-. ¿Tanta e su desgracia Dios mío? -¿Qué no lo crees? Mira, mira este vientre que se lo han de comer pronto los gusanos. ¡Tócalo!... -gritó María Luz, exaltada, destapándose y mostrando, bajo la tenue y morena blancura del camisón de lino, la túrgida cúpula de la fecundidad-. ¡Tócalo y convéncete! Y después que la mulata, llena de doloroso asombro, constató la realidad: -¿Dime ahora -son remedios lo que yo necesito para esto? ¿Es con tacitas de hinojo y yerbaluisa con lo que se cura la honra de una mujer? La Martina movió tristemente la cabeza antes de responder, como si así hubiera querido desechar la desconsoladora respuesta que tenía cuajada en los labios y. rompiendo en sollozos, murmuró al fin: -¡Pobrecita, mi niña linda!... ¡Es preñes! ¡Es preñes! ¡Y de la legítima! ¿Pa qué deci más? ¿Pa engañarse una mesma? ¡Ah por qué no se fió de mí, amita antes del trambuche, que yo la habría salvao! -No seas tonta. Martina! —murmuró con sarcástica sonrisa María Luz—. Si lo que yo quería entonces no era salvarme sino perderme. Cuando se ama de veras, el perderse es como amar dos veces. Y yo tenía una sed de amor desesperada. -Perdía no. niña; perdía no —exclamó la vieja nodriza, a la cual el instinto, más que la razón, le hizo entender que la palabra perderse, dicha en tan solemne momento, iba a pesar sobre ella también de manera cierta y fatal—. La Martina te sacará con bien y yo la ayudaré. -¡Desdichada! No te imaginas el trance por el que estoy pasando. Tú. más que nadie, vendrías a ser la más favorecida con mi muerte, porque lo que amenaza aplastarme es tal que alcanzará a todos los de esta casa, y a ti, particularmente. Una catástrofe, peor que un terremoto. Mientras muriendo yo, todos quedarían salvos y en paz. -Así es, así es, niña, que ya te entiendo —prorrumpió la enfermera, convencida del peligro que amenazaba a todos—; pero la Casilda ha dicho bien: yo la salvaría si usté quisiera. -Siempre que usté quisiera prestar- se... De apuros como éste sé yo sacá fácilmente. En un dos por tres ¡juera! -¡No! —se apresuró a decir María Luz, comprendiendo el alcance de la torva Insinuación de la mulata—. Así no. Eso está bueno para las criadas y cierta clase de señoras. Pero este hijo que siento yo aquí, en mis entrañas, es un hijo del amor y de la desgracia, que no tiene por qué pagar culpas ajenas. Sobre todo que ni su padre ni yo somos culpables de nada. Allá los prejuicios levantados entre los dos. No intentes, pues, decirme tu modo de salvarme. -Ta bien, niña; eso e lo que le dise su querré, pero mañana, cuando el patrón, amatrerao po lo que le pasa a su niña, se meta a averiguarlo; ¿qué le va usté a deci? mirando a la Casilda maliciosamente, concluyó:

-Cierto que yo no soy la que voy a baila a hora el toque, ni nadie me a dao vela en el entierro... -Ya lo sé, Martina. Aquí la única responsable soy yo. Ni ésta es culpable de nada. SI algo ha hecho ha sido por mí, por habérselo mandado yo. y tú sabes que el primer deber de un esclavo es obedecer y callar. ¿Me entiendes, Martina? Y si tú fueras mi esclava y yo te mandase matarme, tendrías que hacerlo. Desgraciadamente no lo eres, por eso tal vez me niegas lo que quiero en este momento. Y María Luz, violentada por la situación sin salida en que se encontraba, comenzó a llorar. -¡Señorita! ¡Amita de mi corazón, si yo también soy tu esclava! — Murmuró la Martina, sinceramente—, y estoy, se lo juro por las cenizas e mi madre, dispuesta a compartí con usté el pedazo e suerte que le toque. Pero darle algo que se la lleve de este mundo, ¡Dios me habre! ¡Si juera otro! Con eso quedaba usté alijada y como nuevita en menos de un santiamén. -¡Calla! ¡No me tientes, mujer! ¿Cómo me propones una cosa que va contra ml hijo? ¿Que sea yo la que debe matarlo para después seguir viviendo como si no hubiera ocurrido nada? ¡Y eres tú, que sabes lo que es ser madre la que me insinúa tal cobardía! Morir yo con mi hijo sí, pero matarle, matarle por quedar libre y seguir pasando por lo que no soy ¡jamás! Sería un crimen horrendo, que me abrasaría la sangre. ¡Que no sabes tú, Martina, quiénes somos los Ríos de Zúñiga? Nosotros sabemos matar por la honra, pero no asesinar por ocultar una vergüenza. Lo uno es justicia, lo otro es infamia. -A mí me parece, y usté perdone el párese, que también es malo matarse una mesma. Y en esto no la sirvo yo, niña, manque me lo mande el mismo rey que está en lo cielo. -No importa; me dejaré morir. Desde este momento no quiero nada, nada. ¡Muera las dos! ¿Me han oído? -¡No nos botes, mi hijita! —Exclamó la Casilda arrodillándose e intentando bésame los pies a su ama, después de habérselos cogido, la que los retiró conmovida—. Yo también quiero morí con vos, pa que vea la niña Carmen del otro mundo cómo su negra Casilda ha velao por su hijita María Luz. -¡Cállate! No mientes a mi madre en este momento. Y María Luz, sentada sobre el lecho, arrecida, mortal, pero firme en cierto pensamiento sombrío, sacudió la cabeza negativamente, como queriendo así cerrarle el paso a la diabólica tentación. Matar únicamente al ser que sentía en sus entrañas, sacárselo como una cosa puerca y maldita para que fuera luego a pudrirse, sabe Dios en qué muladar o mísero escondrijo, era algo para ella inconcebible. Y más inconcebible todavía el sacárselo por obra de su propia voluntad. Y todo ¿por qué? Para entrar en una vida de ficción y de mentira, para volver a empezar tal vez. ¿Por qué, hasta dónde podría ella creerse segura de no reincidir, teniendo siempre a la vista al tentador, al que de un golpe había podido subir hasta ella y, a su vez, esclavizarla? Y sobre este sañudo y doloroso meditar cayó, como un sudario, un pesado y torvo silencio. Cada una de las tres cabezas, que un mismo destino parecía obstinado en unir, pensaba en cómo había de romper el muro infranqueable que las tenía aprisionadas, para volver a los dominios de la sedante vida que habían disfrutado hasta entonces. Y dentro de esa prisión aizábase amenazador el fantasma de la muerte. Y si para la una, la más libre al parecer, pero en realidad la más esclava, la muerte podía ser la mejor solución, para los otros, pobres mamíferos domésticos, aquel desenlace era algo que su instinto rechazaba con todas las potencias de la carne, a pesar de las sentimentales protestas que acababan de hacer.

De repente una de las tres mujeres, acosada por la idea sombría y tentadora tomó una resolución y salió, y al pasar por la habitación contigua, que debía conducirla al corredor, la presencia inesperada del amo, la sobrecogió, haciéndola retroceder. -¡Ah, eres tú, Martina! —Exclamó don Juan Francisco, clavando en ella los ojos con fijeza taladrante—. ¿A dónde ibas? -A prepararle a la niña una tisanita. -Otra más? ¿Qué no son suficientes las que le has estado dando todos estos días? Pregúntale si puedo entrar. -Perdón, mi amo —tartajeo humildemente la Casilda, asomando la cabeza por la puerta —. Niña María Luz dise que la dispense, que va a dormí y me dijo lo deja pa mañana. -Bueno, bueno; será mañana. Y dile que voy a traerle mañana a Marticorena para que la vea. Y dirigiéndose a Martina, que, contrariada por el encuentro, no sabía si salir o volverse al cuarto de su ama, díjole en un tono singular, que la hizo estremecer hasta la médula: -Vamos abajo. Quiero hablar contigo. Y los dos, mudos, como dos sombras furtivas, comenzaron a descender cuidadosamente la larga y tendida escalera, cuyos tramos no se veían bien a causa de la oscuridad naciente de la noche. Y estarían a la mitad del descenso cuando una risa burlona y estridente, hendió los funbitos del patio, haciéndoles pararse. Enseguida una voz Innoble, bestial, cantó la consabida copla: Cógela. cógela, José Manué; mátala, mátala. mátala ¡che! No te la coma tú solo, pití, deja una alita siquiera pa mí Aún no se había desvanecido el eco del canto cuando don Juan Francisco, salvando como pudo los tramos que le faltaban, se encontró de dos saltos, al lado del cantor, que no era otro que el congo del molino, y encarándose con él le preguntó, con mal reprimida cólera: -¿Por qué has cantado así? ¿Qué hacías en el patio a esta hora en vez de estar en el galpón? -Señó amito, conguito cogiro sueño temprano debajo l’ escalera. Rinconcito muy abrigao. A luego pasó gente. -¿Y por eso has tenido la Insolencia de ponerte a reír y cantar? -Neguito congo no aribiná que era su mersé quien bajaba. -¿Y quién te Imaginabas tú...? -L’otro, ml amito, l’otro. La Martina. Incorporada ya en el grupo, al ver el sesgo que tomaba el interrogatorio, creyó necesario intervenir. -1Ah, dianche e negro! Siempre alocao, señó, y soltando todo lo que se le viene a la boca. Bien sabe que el señó y nosotras sernos los que trajinamos por la escalera... -No, no; si ha dicho el otro —recalcó don Juan Francisco—. ¿Quién es otro? ¿Yo?... ¿Esta?... -Amito es amito; l’otro es l’otro. -¿Y quién es el otro? ¿No quieres hablar? Pues ahora mismo voy a hacerte dar cien látigos para que me lo digas. y de manos de José Manuel, no hay necesirá asotarme! ¡Es él, es él! -¿Y quién es él, demonio...? -¡José Manué, amito!

-¿José Manuel? —Repitió enronquecido de repente don Juan Francisco y con los ojos desorbitados—. ¿Pero tú lo has visto subir alguna vez? -Mucha, su mesé, mucha. Por eso l’Ise bromita. -¿Y por qué le cantabas esa copla Indecente? ¿No sabes tú que arriba sólo vive ml hija con la Casilda? -Casilda, seño. ¿Po quién va a sé sino po Casilda? -concluyó el negro con hipócrita humildad. -¡Está bien! Pasen ustedes dos a esperarme a la sala, que ya voy enseguida. Y mientras la enfermera y el congo cumplían el mandato, don Juan Francisco dio dos fuertes palmadas, y a poco se presentó ño Antuco, soñoliento y alarmado a la vez por tan intempestiva llamada. -Sube a los altos y dile a la Casilda que baje, que baje que quiero hablarle Inmediatamente. Y si se demora tráela tú mismo. No habían transcurrido dos minutos cuando la Casilda apareció en la sala, donde le esperaba ya el amo. Su azoramiento era tal, que el más ciego habría visto lo que pasaba en ese momento en el alma de la pobre negra. Don Juan la azotó con una mirada de cólera sombría y después de jugar un rato con su temor, como la garra con la presa, le espetó a quemarropa esta pregunta: -Desde cuándo recibes tú en tu cuarto a José Manuel? -¿Yo, ml amo? ¿La Casilda a José Manuel? ¡En jamás! -¡Jamás! Y entonces ¿a qué sube a los altos ese hombre? -No sé, mi amo. Habrá sido, pues, por la Rita. -¡No mientas! La Rita hace más de dos meses que se fue. ¿Por qué sube ese hombre, repito? Y cuidado con mentirme, porque te hago azotar hasta que confieses. -1Ah, sí... sí, mi amo! ¡Le diré la verdá! ¡Es por mí señó! Yo que le e consentiro una nochesita en mi cuarto. ¡Perdóneme l’atrevimiento! -¡No es verdad! Estás mintiendo. En tus ojos leo la mentira. Di la verdad o te hago desollar, como haber Dios. -¡Por mí, señó, se lo juro! José Manuel es ml hombre... Don Juan le cortó la palabra con una sonrisa ferozmente sarcástica. -¡Tu hombre!... ¡Eso quisieras tú, negra alcahueta, gran puta! Tú no eres ya mujer para ningún hombre. Ni para éste que tienes aquí delante, que ha pretendido engañarme hace un momento y que sabe más de lo que ha confesado. Y dirigiéndose al congo: es verdad que tú sabes a dónde sube José Manuel? El negro miró misteriosamente a la vieja nodriza, y como en la mirada de ésta leyera, además de una promesa, la respuesta que debía dar, contestó: -Onde la Casilda, señó. Congo vido con sus ojo. -¡Pícaro! ¡Bellaco! ¡Fuera de aquí! Y tú también, vieja hipócrita. Mañana me las entenderé con los dos. Y una vez solo con la Martina, murmuró ceñudamente: -¡Bueno! Parece que todos se han puesto de acuerdo para no decirme la verdad. Pero tú, Martina me la vas a decir ahora mismo. -¿Yo señó? ¡La que menos! ¿Cómo puede una saber lo que pasa en los altos si yo no vivo ahí? Sólo ahora no más que estoy asistiendo a la señorita he venido por acá fuera. -¡Vamos! ¿También quieres tú venirme con que no sabes nada? ¿Y por qué decías enantes, en la alcoba de ml hija: ‘También es un crimen quitarse la vida una misma, y yo no la ayudo en eso. ml ama”? ¿Por qué decías eso? ¿Y por qué quiso echarlas a ustedes fuera?

-Señó! —gimió la pobre mujer, que, creída de que don Juan Francisco lo había escuchado todo, no se atrevió a seguir negando. -¿Por qué le decías eso a ml hija? Contesta. -Ah, la niña María Luz e muy esgrasiada! Me pedía algo que no juera remedio y yo me negué. -¿Desgmc1ada ml hija? ¿Y por qué? Habla, de una vez, ¡por los mil demonios!, que ya me va faltando la paciencia. -Pero, señó, si la verdad e muy grande! Una cosa que no cabe en esta casa... -Pues dila, aunque tenga que pegarle fuego a la casa con todo lo que tiene adentro. -Cómo deci, señó. que la niña María Lu.... …-es la que ha estado recibiendo al hombre que acaba de mentar aquí el congo. ¿No es eso? -Mas pior q’eso entoavía, señó: que las visitas del maldito mulato l’han dejao sucio el viente a la niña! A tan inaudita y terrible verdad don Juan, llevándose las manos a la cabeza, se levantó tambaleante, como si hubiera recibido una puñalada brutal en el plexo, y se quedó mirando, de hito en hito, a la Martina, alelado, sin saber qué decirle, hasta que repuesto al fin de la impresión y recobrada su férrea voluntad, exclamó, extendiendo la diestra en actitud inexorable y decisiva: -¡Lárgate de aquí! Y si esa moza Insiste en que la mates ¡mátala!

CIRO ALEGRIA (1909-1967) Reseña biográfica Nace en Sartibamba, provincia de Huamachuco, en 1909. Cursa estudios secundarios en la ciudad de Trujillo, en donde tiene ocasionalmente como maestro a César Vallejo. A los veintidós años ingresa a militar al Partido Aprista Peruano, recientemente fundado por Haya de la Torre, participa en el levantamiento aprista del 7 de julio de 1932; es tomado prisionero, compartiendo el presidio con Juan Seoane. Dejado en libertad después de la amnistía general que da el presidente Benavides en 1933, vuelve a trabajar en el diario La Tribuna, en Lima, para ser luego nuevamente perseguido y expulsado a Chile, junto con un grupo de escritores entre los que figura Luis Alberto Sánchez. Es en Chile donde escribe sus tres novelas entre 1935 y 1941: La serpiente de oro, con la que obtiene el Premio de novela del concurso organizado por la Editorial Nacimiento, auspiciado por la Sociedad de Escritores de Chile. Luego, durante una larga enfermedad que lo recluye en el sanatorio, escribe Los perros hambrientos, con la que gana el segundo premio del concurso organizado por la Editorial Zigzag. En 1941 participa en el Concurso Latinoamericano de novela, organizado por la Empresa Farrar & Rinehardt de Nueva York con su novela El mundo es ancho y ajeno,

obteniendo el primer puesto, lo que le da tranquilidad económica y le otorga prestigio Internacional como escritor. Después dejaría de escribir, la razón se desconoce, lo que causa extrañeza entre sus críticos. Su obra es traducida a varios idiomas, y él se dedica a enseñar literatura en universidades de Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba. Regresa al Perú y es elegido diputado por Lima, por el partido Acción Popular, en 1963. Años antes había renuncia do al Partido Aprista. Fallece en 1967, en la ciudad de Chosica. Reseña literaria La obra literaria de Ciro Alegría inicia un nuevo momento en la literatura peruana. En sus tres novelas se puede apreciar su perspectiva de serrano pueblerino; es el enfrentamiento del hombre con el río, con la montaña, con la aridez de la puna fría y con el despiadado despojo del gamonal. La serpiente de oro es la novela del río Marañón, del mestizo, del cholo, de un gran valle y sus problemas. La narración está avasallada por la fuerza del río y el poderío de la selva. Como dice Mario Castro Arenas, el acierto estilístico de Ciro Alegría consiste en haber humanizado el paisaje, en haber obtenido la fusión del Cholo y el río, en una gran imagen alegórica, en haber presentado con claridad y sencillez la existencia azarosa, heroica, del mestizo de la selva baja del Marañón y del cholo del valle. En su segunda novela, Los perros hambrientos, aparece la figura de una manada de perros pastores, los que cobran una dimensión casi humana, pues, al igual que los hombres, aman, odian, luchan, sufren, sobreviven y mueren ante el duro fantasma de la sequía. El problema de la tierra convierte a esta obra en un relato indigenista lleno de imaginación. En la soledad de la puna, la vida de los hombres transcurre hermanada con la vida de sus perros guardianes del ganado; cuatro perros ovejeros: Wanka, Zambo, Güeso y Pellejo que tiene cada uno su propia historia y todos giran alrededor de la sequía, la corrupción militar, el terrateniente que atropella los derechos de los Indios, todo ello dominado por el fuerte influjo de la tierra. El mundo es ancho y ajeno es la sinfonía de la rebelión campesina, el relato guerrero del indio sojuzgado que se yergue ante el opresor de siglos. Ante la moral corrupta del hacendado, ante el amparo que éste tiene de los poderes públicos. Hay algunas constantes en las tres novelas de Ciro Alegría que pueden ser tomadas como características: 1. El estilo literario, utiliza una técnica de episodios hilvanados, diversas historias aisladas que van uniéndose. 2. La presencia de cuentistas y narradores, personajes que saben y cuentan historias, unas veces será Matías, otras Asmadeo Hilas. 3. Presencia del canto que se transforma en poesía, canto a los balseros, cantos de la puna, y hasta el canto de los perros con su aullido. 4. Presencia del bandolero, personaje folklórico indígena, narrador y poeta del pueblo. 5. Presencia del hombre, mestizo, blanco, indio, gente pobre unida por las fuerzas de la naturaleza. 6. Relato en primera persona de temas del pasado, en forma de recuerdos, es una reconstrucción de hechos magnificados e inmortalizados en el relato.

ARGUMENTO DE EL MUIVDO ES ANCHO Y AJENO

Los hechos aquí narrados suceden en la comunidad de Rumi, un apacible pueblo de la serranía peruana, en donde se llevaba una vida dedicada al agro. Rosendo Maqui, comunero de Rumi, siente las necesidades de su comunidad y piensa en la manera de mejorar su nivel de vida. La aparición de Alvaro Amenabar viene a romper la tranquilidad de Rumi. Amenabar, rico hacendado de la zona, codicia las tierras de ayllu. Los comuneros contratan un abogado para que tome su defensa, pero se encuentran luchando contra el soborno, la calumnia. la complicidad de los representantes de la justicia, perdiendo las tierras. El Fiero Vásquez”, temible bandolero de la región, uniéndose al ayllu roba para vivir y ayudar a los pobres. Rosendo Maqui ha luchado inútilmente para que se haga justicia, pero en esos lugares no se conocía lo que era, así pasan los días y empieza el éxodo, la comunidad, poco a poco abandona la tierra llevándose sus costumbres y sueños. Rosendo Maqui es acusado falsamente de robo, encarcelado y golpeado, Benito Castro, un indio que vivió largo tiempo en la ciudad en donde aprendió a leer y escribir, regresa a su tierra para ayudar a su comunidad a luchar contra el abuso y prepotencia de don Alvaro, pero ante el ataque del ejército muere, quedando para la comunidad sólo dos caminos: rendirse ante el abuso y servir al amo o salir en busca de un mundo ancho y ajeno.

COMENTARIO EL mundo es ancho y ajeno obtuvo el primer premio en el concurso de novelas latinoamericanas organizado por Farrar and Rinehart, editores de Nueva York, y bajo los auspicios de la Unión Panamericana de Washington, en 1941. Es la última novela de Ciro Alegría; presenta el conflicto entre una comunidad Indígena, Rumi, y un ambicioso terrateniente, Alvaro Amenabar. Es la historia del indio endurecido por la lucha sin tregua por conservar su herencia milenaria. Pero nuevamente, como muchas veces, la razón es de la fuerza y el derecho es vencido, la Justicia, al no ser escuchada, busca refugio en los cerros. Es la historia de atropellos y vejámenes de falso derecho de la ley, que en nombre de una justicia inexistente, maltrata y destroza una comunidad; es el despojo de la tierra. es la clara imagen de la desigualdad social. Cabe destacar como elemento principal la genial memoria del narrador, que diestramente toma un tema y lo desarrolla basado sólo en sus recuerdos, agigantados con frases, con cuadros épicos, personajes, lugares y hechos. PERSONAJES: Son de tres clases: indios, mestizos y blancos. Indios: - Rosendo Maqui, alcalde de la comunidad de Rumi. - Benito Castro, comunero, que abandona su comunidad deseoso de conocer el mundo. - El Fiero Vásquez, bandolero, lucha por sus hermanos de raza. - Augusto Maqui, hijo de Rosendo, crece viendo luchar a su padre, se interna en las caucherías de la selva. Mestizos: - Julio Contreras, buscavidas, entregado a sucios negocios, es condenado a morir en una ciénaga. - Melba Luna, amante de un tinterillo, padece de tuberculosis. - Jacinto Prieto, se une a la causa de Rosendo Maqui. Blancos:

- Alvaro Amenabar, terrateniente ambicioso que se apodera de las tierras de Rumi. - Zenobio García, gobernador, sin principios morales. - Bismark Ruiz, traiciona a la comunidad poniéndose al servicio de Amenabar. Esta trilogía de razas representa al poblador peruano heredero de estas tres realidades étnicas, simbolizando el hombre Indígena al personaje estropeado, explotado, a quien se le arroja de su propio suelo. El blanco es el poderoso, el señor, que explota tratando de aparentar lo que río es. Es cholo el personaje que no sabe si unirse al indio o al blanco porque Internamente siente que pertenece a las dos razas.

EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO XXIV ¿ADONDE? ¿ADÓNDE?

Los machetes y los rejones relumbraban al sol, fusiles tronaron rabiosamente y Artemio Charqui levantaba un hacha como quien enarbola una bandera de acero. Sonaron algunas voces: “¡No malgasten la munición!”. Los comuneros llenaban la plaza en uno de los más esperanzados días. El sol brillaba alegremente, un viento calmo mecía los pajonales de El Alto y en la llanura ganada para el hombre los animales aprovechaban los rastrojos. Algunas vacas entraron al caserío y observaban con sus grandes ojos sorprendidos. Los rostros estaban rasgados por tres inmensos días de dolor y unos a otros se miraban con ceño decidido y fiero. Los ponchos y las polleras encendían el júbilo agrario de sus colores, pero las caras morenas tenían el gesto dramático de los picachos a los cuales no rinde el rayo y en los cuales se destroza bramando el viento. No todos eran comuneros. Hacia un lado, a caballo, estaban seis caporales armados de fusiles a quienes había enviado Florencio Córdova. Hicieron entrega de veinte rifles y además prestarían su concurso personal. Los fusiles fueron repartidos por Benito Castro y. con los que Doroteo Quispe sacó del terrado de su vivienda, formaron la treintena que hizo escuchar su voz frenética. Artemio Cauqui se había transfigurado y agitaba su hacha diciendo: “El indio es un Cristo clavao en una cruz de abuso; ¡Ah cruz maldita! ¡Ah, cruz que no se cansa de estirar los brazos. Doroteo Quispe, con el sombrero echado hacia atrás, parecía afirmar su decisión de lucha con el gran tajo que le partía la frente. Sus compañeros de correrías avecindados en la comunidad, tenían una actitud firme, pero sencilla. Valencio decía con sus ojuelos duros: “A qué viene tanta bulla? Vamos a pelear, pues”. El pueblo comunero estaba de pie, unido, resuelto, hecho un haz de colores y aceros, sobre el fondo gris de las casas de piedra. El más joven de cuantos empuñaba fusil era Fidel Vásquez, a quien los comuneros decían Fletito, por cariño. Era un muchacho moreno de piel tersa y ojos hermosos. Más bien triste, sonreía y hablaba poco. Jamás había manifestado nada sobre el padre y la misma Casiana Ignoraba su parecer, cerca de él estaba su amigo, el joven Indalecio, quien cogía un lanzón formado por una vara en cuya punta brillaba un cuchillo fuertemente amarrado. Porfirlo Medrano cargaba su viejo rifle Pívode. Lo prefería. Llega un tiempo en que el hombre, a fuerza de manejar un arma, se acostumbra a ella y no la cambiaría por ninguna otra cosa. Uno de los pequeños hijos de Paula corrió hacia su padre y. prendiéndose del pantalón, se puso a decirle: “¡Taita, pum, venao! ¡Taita, pum, venao!”. Doroteo lo miró y, advirtiendo que metía las manos en el gatillo del rifle, le respondió: “Sí, venao”, e hizo seña a Paula para que se lo llevara. La

atención de todos fue llamada por tres hombres de Mancha que llegaron armados de carabinas. Como ni el alcalde ni los regidores estaban a la vista, se pusieron a conversar con Porfirio. Eran tres cholos de traje de dril y redondos sombreros blancos. Llevaban el poncho doblado sobre el hombro, bajo la carabina que sujetaban por el cañón. Los rodeó un círculo de curiosos. Algunos comuneros ensillaban caballos, menos a Voluntarlo, quien no debía ser expuesto, pues se lo necesitaba como reproductor. Unos cuantos caballos pertenecían a la comunidad. Los otros eran de Humay. Un rumor sordo crecía a ratos y a ratos se apagaba hasta llegar a los limites del silencio. La voz del pueblo es variada como la del viento. De pronto, alguien anunció: Ahí está Benito!”. Benito Castro salía de su casa seguido de los regidores. El nuevo era un hijo de Pedro Mayta llamado Encarnación. El alcalde y sus acompañantes montaron a caballo. Todos cargaban fusil y Benito tenía cananas sobre los costados. También cabalgaron Doroteo Quispe. Porfirlo Medrano y diez más. Los potros se movían con nerviosidad, excitados por la masa pululante. Benito demandó atención, con una seña de la mano y, templando las riendas para mantener quieto al caballo, dijo: -Comuneros: según lo resuelto por la asamblea, ha llegado la hora de defendemos. Sabemos que en Humay se están concentrando los caporales y guardias civiles. Vendrán hoy en la noche o mañana a más tardar... Yo sólo tengo que pedirles un esfuerzo grande en este momento. La ley nos ha sido contraria y con un fallo se nos quiere aventar a la esclavitud, a la misma muerte. Alvaro Amenabar, el gamonal vecino, quiso llevarnos a su mina primeramente. Pero consiguió que los Mercado le vendieran su hacienda y de ahí sacó gente pa podrirla en el socavón. Aura, ambiciona unos miles de soles más y va a sembrar coca en los valles del río Ocros. Pa eso nos necesita. Pa hacernos trabajar de la mañana a la noche aunque nos maten las tercianas. El no quiere tierra. Quiere esclavos. ¿Qué ha hecho con las tierras que nos quitó? Ahí están baldías, llenas de yuyos y arbustos, sin saber lo que es la mano cariñosa del sembrador. Las casas se caen y la de nuestro querido viejo Rosendo es un chiquero. Tampoco quiere las tierras de Yanañahui. Sigue persiguiendo a los comuneros pa reventar- los. Cuando la ley da tierras, se olvida de lo que va a ser la suerte de los hombres que están en esas tierras. La ley no los protege como hombres. Los que mandan se justificarán diciendo: “Váyanse a otra parte, el mundo es ancho. Cierto, es ancho. Pero yo, comuneros, conozco el mundo ancho donde nosotros. los pobres, solemos vivir. Y yo les digo con toda verdá que pa nosotros, los pobres, el mundo es ancho pero ajeno. Ustedes lo saben, comuneros. Lo han visto con sus ojos por donde han andao. Algunos sueñan y creen que lo que no ha visto es mejor. Y se van lejos, a buscarse la vida. ¿Quién ha vuelto? El maestro Pedro Mayta. que pudo regresar pronto. Los demás no han vuelto y yo les digo que podemos llorarlos como muertos o como esclavos. Es penosa esta verdá, pero debo gritarla pa que todos endurezcan como al acero la voluntad que hay en su pecho. En ese mundo ancho, cambiamos de lugar, vamos de un lao pa otro buscando la vida. Pero el mundo es ajeno y nada nos da, nada, ni siquiera un buen salario, y el hombre muere con la frente pegada a una tierra amarga de lágrimas. Defendamos nuestra tierra, nuestro sitio en el mundo, que así defenderemos nuestra liberta y nuestra vida. La suerte de los pobres es una y pediremos a todos los pobres que nos acompañen. Así ganaremos... Mucho, muchos, desde hace años, siglos, se rebelaron y perdieron. Que nadie se acobarde pensando en la derrota porque es peor ser esclavo sin pelear. Quién sabe los gobernantes comiencen a comprender que a la nación no le conviene la injusticia. Pa permitir la muerte de la comunidad indígena se justifican diciendo que hay que despertar en el indio el espíritu de propiedad y así empiezan quitándole la única que tiene. Defendamos nuestra vida comuneros. ¡Defendamos nuestra tierra!

El pueblo rugió como ventarrón y el tumulto de voces sólo podía escucharse claramente: “¡Tierra!”. “¡Defendamos!”. Los caporales se abrieron paso hasta llegar al lado de Benito Castro y el que parecía su jefe, habló: -Olga, nosotros nos volvemos aura misma. Don Florencio nos mandó a pelear contra don Amenabar y no a hacer sublevación. Dénos los veinte rifles que le entregamos... Benito, sin responder, aferró el rifle que tenía el caporal, quitándoselo de un jalón. Sobre los otros se abalanzaron los comuneros —mujeres y hombres— que estaban a pie a su lado. Sonó un tiro y una mujer dio un grito, pero los caporales ya caían al suelo y eran desarmados y dominados después de una breve trifulca. El pueblo comunero se dio cuenta de que en Benito tenía un jefe de visión rápida y lo vitoreaban. La mujer había sido herida en un brazo y sus familiares la condujeron a su casa, chorreando sangre. Benito entregó los fusiles y los caballos, Inmediatamente, a los hombres que primero pusieron mano sobre los caporales y después ordenó: -A estos vendidos enciérrenlos pa que no vayan con el cuento... Los seis comuneros favorecidos levantaren su orgullo sobre los caballos haciendo brillar los fusiles. El sol descendía ya y la cima del Rumi le apuntaba su lanza de piedra. Una coriquinga chilló a lo lejos. Benito dijo: -Comuneros, sigan a sus jefes, en la forma que han sido nombraos... Hombres de a pie y de a caballo marcharon hacia las cumbres rocosas de El Alto y hacia las cresterías de Rumi o simplemente hacia el horizonte. Cada grupo tenía un objetivo. Las mujeres daban una alforja de fiambre a los hombres, quienes partían sin decir nada. Ellas, de pie en las afueras del caserío. se quedaban viéndoles alejarse hasta que sus ponchos flameaban como banderas desapareciendo detrás de las peñas altas. Benito Castro se quedó en media plaza con Doroteo Quispe y ocho hombres más, todos montados, a los cuales había escogido detenidamente. Los tres hombres de Muncha se acercaron a pedir órdenes y él los envió con Ambrosio Luma. Quizá sea necesario decir que la Corte Suprema de Justicia, viendo el juicio en apelación, había fallado en contra de la comunidad. Entonces la asamblea acordó resistir. Bien es verdad que los dirigentes, encabezados por Benito Castro, propiciaron esta actitud. Faltaban caballos y los fueren a capturar en el potrero de Norpa. Cuando ya se hallaban de vuelta arreando una tropa. Ramón Briceño les salió al paso y cambiaron unos cuantos tiros. El huyó finalmente y después se supo de la concentración de Umay. Se esperaba el ataque de un momento a otro. Claro que los Córdova habían ofrecido a Benito Castro su apoyo con el ánimo de crear dificultades a Amenabar. Cuando Benito lo solicitó, cumplieron sin sospechar las proyecciones que deseaba dar a su movimiento. Seis caporales encerrados en la más fuerte de las casas de piedra eran los primeros en comentarlo. Los fogones no brillan esa noche. Benito ha dado órdenes de que se cocine temprano y se evite toda luz. Desde lejos pueden disparar sobre el caserío o por lo menos orientarse. El, sus hombres y los dos guardianes de los caporales, son los únicos válidos que quedan en el poblado. Se han sentado, con excepción de los vigilantes, a la puerta de la casa de Clemente Yacu, contigua a la de Benito. El enfermo escucha la conversación y a ratos interviene. -Si pasan, yo sí que me fregaré. ¿Qué voy a correr con este reumatismo que no me deja andar? Pa qué darme molestias. Mejor esperaré aquí en ml cama y si quieren, que me maten... -No, Clemente, qué se te ocurre. Tienen pa rato con nosotros y si llega a prender una buena revolución... Fíjate lo que pasó con Beney. Aguantó cinco años... -Es que ése tenía plata...

-No creas, lo que supo es Ir creciendo. Yo estaba allá y vi como lo ayudaba el pueblo. Ahora que me acuerdo, les voy a hacer una recomendación. Ya la hice a cuantos pude, pero es bueno repetir lo que conviene. En mi regimiento había un sargento Palomino, muy veterano, que estuvo en el sur baleando indios sublevados en Huancané. Contaba muchas barrisolas el maldito. Sabía trampas. Como los indios se escondían en los cerros, entre las peñas, era difícil sacarlos de allí. Entonces, cuando los soldados estaban en medio avance, hacía como que se les dañaba la ametralladora o les faltaba la munición. Los sublevados creían que llegó su oportunidad y al grito de “acaban balas” y “dañau máquina”, salían con los machetes en alto y tirando piedras con sus hondas. Los soldados simulaban huir hasta que los tenían en campo abierto. Entonces volvían la ametralladora o los fusiles y los entusiastas perseguidores caían como moscas. No hay que dejarse engañar con esos chistes... Marguicha llega llevándoles coca y Benito acaricia al hijito de un año que ella tiene en brazos. En la cumbre del Rumi, cerca del lugar donde Rosendo hizo ofrendas y preguntas al espíritu del cerro, hay un pequeño grupo que también conversa. La noche los envuelve apretadamente. En el cielo vibran escasas estrellas y la cúspide del Rumi se confunde con la sombra. Encabeza el grupo Cayo Sulla, iridio que tiene muy buena vista. El dice: -Po más que me esfuerzo, no veo nada. ¿Ustedes? -Nadita, si está tan oscuro... -Serían zonzos si traen linternas. Miran en dirección de la puna por donde viene el camino de Umay. El viento sopla tercamente y les traspasa los ponchos. -Hace friazo... -Hace, dame un poco de coca. Al pie del Rumi, por el lado de los roquedales entre los que se bifurca el camino que desciende al caserío, está Eloy Condorumi al mando de veinte indios. Los ha puesto en fila, a lo ancho de la peñolería, mirando hacia el sendero. Ninguno logra ver más allá de los perfiles próximos, a las peñas. Pero todos aguzan el oído y. para que no se les escape ningún rumor, ni siquiera hablan. Mascan silenciosamente su coca y Condorumi, quieto y reconcentrado, reclama su poderosa estatura sobre una gran piedra. Por el camino que bordea las faldas de El Alto, en cierto sitio en que las peñas lo hacen pasar bordeando un abismo, están Artidoro Otelza y diez más. Dominan el camino desde un conglomerado de piedras. -Por ahí tienen que pasar de uno en fondo... -Si son muchos, les rodamos galgas... Arriba, entre las cumbres de El Alto, bloqueando un ancho cañón lleno de frillos, están Ambrosio Luma, Porfirlo Medrano, Valencio y veinte más. De uno en uno, de dos en dos, se han repartido por el cañón y más allá, por los riscos. Cada munchino ha sido puesto en compañía, de un comunero. Hace un frío de helar y mascan coca y beben cañazo. Como el licor escasea, un hombre va de puesto en puesto dando de beber de la misma botella. -¿Hay novedad? —le preguntan los hombres encogidos. -Parece que no. Valencio está un poco adelante... -Tiene buen oído... Se acurrucan bajo el poncho y la sombra, abrazando el fusil. Los munchinos dicen que van a pelear contra Amenabar porque les ha rodeado las vacas llevándolas como propias a otra hacienda. (...)

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS (1911-1969) Reseña biográfica El presente es un texto autobiográfico que data de 1937, es la respuesta a un cuestionario que le hiciera Alberto Tauro, publicado por la revista San Marcos en 1975. 1) José María Arguedas Altamirano. Nací en Andahuaylas el 1$ de enero de 1911. 2) a) Mi padre, Víctor Manuel Arguedas de Arellano, nació en el Cusco; era de origen muy español, su aspecto lo denotaba así inmediatamente; tenía barba rubia, ojos azules y- nariz aguileña. Mi padre fue abogado de profesión; pero nació con espíritu de vagabundo. Ejerció su profesión en más de quince provincias. A todas partes lo acompañé yo. b) Mi madre, Victoria Altamirano, era bien mestiza, morena y bajita. Murió cuando yo tenía tres años de edad. No tengo ningún recuerdo claro de ella. Era andahuaylina. 3) a) Aprendí a leer en la Escuela Elemental del Pueblo de San Juan; allí estudié hasta el primer año. El segundo año lo estudié en Puquio en la escuela particular de un viejo maestro, muy severo. Cuatro años estuve casi abandonado, entre una hacienda y un pueblo de indios. En seguida me recogió, otra vez ¡ni padre; y fuimos a dar al Colegio Nacional de Abancay; allí estudié el cuarto y quinto año de Primaria. b) La Instrucción Media la estudié en ¡ca, Huancayo, y Lima, los dos últimos años de alumno libre, estudiaba sólo en la sierra y venía a dar examen al Colegio de la Merced. c) La Instrucción Superior en Lima, con las alternativas que ya conoces. d) Quizá llegue a ser doctor en Letras, e) de idioma sólo sé castellano y kechwa.

II a) Aprendí a leer en la Escuela Elemental del pueblo de San Juan, con una profesora limeña. La Srta. Elena hacía como que me adoraba, yo era el hijo del Juez de la Provincia. Estuve casi tres años en esa Escuela, mezclado con los cocoleros Indios y mestizos. Tuve en esos tres años, varias maestras. b) Si la pregunta se refiere a influencia intelectual, no sufrí la influencia personal de nadie; cuando empecé a leer libros, ningún autor me influenció hasta que leí a Víctor Hugo y Baudelaire, esos sí me sugestionaron muchísimo. 4) Una sola vez he sido burócrata: casi cinco años de honorable auxiliar de la Administración de Correos de Lima. 5) Esta pregunta es larguísima de contestar para mí, he vivido en más de veinte pueblos; he viajado, en detalle, casi por todo el sur del Perú. En unos pueblos nos fue muy bien, en otros muy mal. En el pueblo de Pampas, casi nos morimos de hambre; allí odian a los forasteros; todos los vecinos, y principalmente los tinterillos, sitiaron a mi padre. Yo y mi hermanito menor Carlos, teníamos que robar choclos, habas y un poco de fruta; robábamos gallinas con trampas de rata; mi padre se ocupaba en rezar y lamentarse; pero a veces, también robaba gallinas; gallo o gallina que entraba al patio de la casa, ya no salía, mi padre colaboraba bien en esa tarea; a veces cuando veníamos de la calle, encontrábamos al viejo persiguiendo algún gallo o gallina entre las yerbas que crecían en el patio. Pero lo más interesante de mi vida son los años que pasé en la hacienda Viceca y en el pueblo de Utek’. Durante unos años conviví con los Indios en el mismo plano, de igual a igual; y aprendí a conocerlos. Los detalles de esta experiencia sería largo de contarlos; además mucho ya he contado en mis cuentos que he publicado; y en los que estoy escribiendo y en los que más tarde escribiré.

6) Tú me conoces bastante. Sabes cómo es mi carácter, sabes que soy violento, apasionado, pero que lo característico de mi corazón es la ternura. Que durante toda mi vida he aprendido a odiar la injusticia. Que he estado enamorado varias veces, sin pizca de suerte, que ahora estoy más enamorado que nunca, que amo a mi Ratita. 7) Agua, 1935. Cuentos en La Prensa y La Calle, Palabra, Ecos y Noticias, Literatura Americana, de Bs. As. Traducción de Agua por la Rey. Literatura Internacional al ruso, alemán, francés e inglés. 8) Mis canciones kechwas y dos novelas que publicaré en 1938. Luis Alberto Sánchez completa la biografía de Arguedas con los datos siguientes: ‘Arguedas llega a Lima alrededor de 1930, o sea al comienzo de la etapa de transformación política que hemos bocetado ya. Sus primeros libros son de cuentos y aportaciones folclóricas, destacando leyendas quechuas. Después, según nos referirá él mismo en la primera parte de El zorro de arriba..., sufrió una honda conmoción, originada en un mal psíquico que padecía desde la infancia, probablemente por causa de algún trauma inferido en la niñez. A consecuencia de ello, estuvo “neutralizado” para la literatura durante casi cinco años; o sea, entre 1944 y 1949. En este último año recuperó su actividad. Se casó con una mujer inteligente y culta, de la que se divorció cuando fue absorbido por una violenta pasión que él mismo narra. Quiso anestesiarse con aventuras que él consideraba ‘amores”. Según su propio y dramático relato, acabó casándose de nuevo. Poco antes, bajo el peso de la angustia hizo una primera tentativa de suicidio. Siguió escribiendo. Desempeñaba una cátedra auxiliar de antropología en la Universidad de San Marcos. Posteriormente, en 1963, dirigió la Casa de la Cultura de Lima. Viajó ese mismo 1963 a Génova, a un encuentro de escritores. Más tarde fue a París, por encargo de la UNESCO, y en la misma causa a Santiago de Chile y a Buenos Aires. Circunstancias de algunos de esos viajes se desprenden del amargo prólogo a su libro póstumo. Cuando más alta parecía su estrella realizó su suicidio en la Universidad Agraria. Dejó una carta rara, en que mezcla útiles temas estudiantiles con serios conflictos psicológicos. Esa carta es un documento demostrativo de la irremediable crisis moral por la que Arguedas atravesaba de nuevo. Fue la definitiva”.

Reseña literaria José María Arguedas es uno de los novelistas más representativos del pensamiento indigenista. Es difícil separar al escritor del investigador, antropólogo, estudioso de la etnología y del folklore del pueblo quechua. No podemos afirmar si su vocación de escritor influyó en sus estudios científicos, o el hombre de ciencia labró al escritor, lo cierto es que su obra literaria es toda una estampa de peruanidad. Arguedas penetra al mundo íntimo afectivo de los mitos y secretos del pueblo quechua. Nos hace reflexionar en el problema de las interculturas entre lo hispánico y lo indígena. En cada línea de su extensa narrativa encontramos siempre un rasgo autobiográfico, dando a su obra un sentido confidente como si se estuviese dialogando constantemente con el autor. El mismo se encuentra dentro del tema narrado, no se ubica dentro de un plano de observador-narrador, sino que es el protagonista que toma diferentes nombres y personalidades, no solamente narra el problema del indio sino que es el indio mismo. El lenguaje que utiliza Arguedas es tal vez uno de los rasgos más característicos de su obra, en donde usa voces quechuas y castellanas con la misma naturalidad que si estuviese hablando un solo idioma. Su lenguaje poético transcribe el mensaje de la naturaleza y el paisaje; los que actúan como un personaje más: el cerro, la planta, los amaneceres, el grito de los animales, el quejido lastimero, todo adquiere forma humana, dentro de una rica y frondosa imaginación que nos habla de un alma que sufre cuando despierta a una realidad que no la siente suya.

Sus personajes son indios, blancos y mestizos que se mueven cada uno dentro de su papel, allí están los hacendados, colonos, comuneros, gente de clase media de las provincias serranas, allí están los músicos, los policías, los estudiantes y los sacerdotes. Ha demostrado ser fiel al mito, a la tradición, al indígena. La novela de Arguedas es el resaltado de múltiples vivencias que van desde la infancia hasta la adolescencia y ahora basta la madurez. El autor refleja en su obra su propio mundo. OBRA Entre las primeras obras publicadas de José María Arguedas están: Agua, 1934 y Canto Keshwa en 1938. Yawar Fiesta, en 1941, en donde se definen los rasgos del verdadero escritor y del antropólogo. El escenario es el pueblo de Puquio, pueblo de comuneros, pueblo de Indios, evolucionando después en una composición de mistis mineros. Nos representa la unidad étnica de un pueblo que de pronto se ve alterada por la presencia de forasteros que maltratan, roban y falta el respeto, por el poder de la fuerza. Esta obra ha sido llevada al cine por el cineasta cusqueño Luis Figueroa, y traducida a varios idiomas. Los ríos profundos, editada por Losada, de Buenos Aires, en 1959. En esta obra se ve al novelista más depurado. El argumento está inmerso siempre en el eterno conflicto de razas y las sangres pero ahora con un sentido de integración racial y social. Sus personajes son blancos, indios y mestizos que se desplazan por los caminos de Abancay. En cada página hay un rasgo autobiográfico, por lo que toda la obra es un diálogo entre la experiencia vivida y la observación de la realidad andina. José María Arguedas comenta: ‘cuando publiqué mi penúltimo libro Los ríos profundos, alcancé a tener algún prestigio en lima, y entonces señores muy importantes, unos verdaderos amigos de los escritores y otros, que gustaban mostrar a los escritores como una decoración de sus salones, me invitaban a sus casas y alterné un poco con la sociedad de Lima. Desgraciadamente desaproveché algunas de las oportunidades que me ofrecieron”. El Sexto, Buenos Aires, 1961, es la novela del presidio; Cuartel El Sexto era la comisaría limeña donde se hacinaban delincuentes comunes y acusados políticos, todos ellos sumergidos en la promiscuidad repugnante y dolorosa. Esta novela escapa al esifio indigenista, común en todas las obras anteriores adoptando momentáneamente un tono político. La agonía de Rasu Ñiti, publicado en 1962, es la narración de una tradición en la serranía en donde un danzarín con una rica vestimenta, envuelto en una música de variadas tonalidades danza y danza; en este baile que será el último nacerá un nuevo bailarín, joven, fuerte que continuará con la tradición. Todas Las sangres, fue publicada por la editorial Losada en 1964. Se aprecia la batalla entre dos culturas, dos civilizaciones, dos razas, algo frecuente en la zona andina peruana. La eterna lucha entre los poseedores y desposeídos, personajes contradictorios que actúan en forma sorpresiva. El autor no puede escapar de su fidelidad al indígena y se parcializa colocando todo el bien a un lado y todo el mal en otro. Es una de las mejores obras de Arguedas, en donde se unen el verso y la prosa en un mundo de sufrimiento y combate alimentada con un sentimiento de universalidad. Con relación a esta obra, el autor nos dice: “no habría alcanzado a trazar su curso si no hubiera interpretado primero en Agua la vida de una aldea, la de una capital de provincia en Yawar Fiesta; la de un territorio humano y geográfico más vasto y

complejo en Los ríos profundos ...Conozco el Perú a través de la vida y entonces intenté escribir una novela en que se mostrara todas las jerarquías con todo lo que tienen de promesa y todo lo que tienen de lastre. Y escribí este libro, Todas las sangres, en que he intentado mostrarlo todo...”. El zorro de arriba y el zorro de abajo, novela autobiográfica, libro póstumo, 1971. Todo cuanto había Inspirado la vida literaria de Arguedas hace crisis en este libro; sus personajes, indios, cholos, gamonales y latifundistas han quedado atrás, ahora él está solo manifestando en su obra su protesta social. Nos dice el autor: -. . .voy a escribir sobre lo único que me atrae decir: esto de cómo no puedo matarme y cómo ahora me devano los sesos buscando una forma de liquidarme con decencia.., voy a tratar de mezclar, si puedo, este tema que es el único cuya esencia vivo y siento con los motivos elegidos para una novela que finalmente decidí bautizarla: “El zorro de arriba y el zorro de abajo... debo al auxilio de la Dra. Hoffman el haber escrito trece de los últimos capítulos de mi obra”...

ARGUMETOS DE LOS RÍOS PROFUNDOS Ernesto, niño de 14 años, cabellos lacios, ojos inocentes, delgado, viaja constantemente con su padre, abogado de provincia, Inestable y errante. Empieza el relato presentándonos a “El Viejo” que es el tío de Ernesto, al cual describe como una persona cruel, avara e hipócrita, resaltando en él el maltrato que daba a los indios. Luego de esta experiencia realiza viajes con su padre por la serranía, hasta que deciden instalarse en Abancay, donde Ernesto estudiaría. Su padre, por motivos de trabajo se ve en la necesidad de dejarlo interno en un colegio religioso. Luego de la despedida, Ernesto se siente solo y extraña la aldea nativa, sus amigos y parientes. El internado es escenario de diversos problemas juveniles, allí conocerá las luchas interiores por mantener sus Ideales, allí sentirá el despertar sexual del primer enamoramiento, el cariño a sus amigos, su encuentro con la autoridad del padre director, etc. A la distancia Ernesto se siente identificado con los problemas sociales que sufre el pueblo de Abancay, en especial los colonos (que pertenecen a las haciendas) que eran explotados y cuyas necesidades no son tomadas en cuenta por los hacendados. Esos recuerdos lo acompañan frecuentemente. En la última parte se narra la epidemia que se origina entre los colonos y la cual amenaza con expandirse hasta la ciudad, por ello los pobladores y estudiantes deciden abandonar la ciudad. Los colonos ya contaminados y próximos a morir invaden la ciudad en busca de la bendición del cura. Ernesto recibe una carta de su padre en donde le dice que vaya a vivir con su tío, el viejo, él acepta porque sabe que allí estará junto a los indios y colonos. COMENTARIO DE LOS RIOS PROFUNDOS Los ríos profundos es una de las mejores obras de Arguedas, se sumerge en el mundo Indígena no con una mentalidad fría y analítica del científico sino con el sentimiento cálido del artista. Sus personajes son indios, comuneros que carecen de los rasgos ásperos que describiera López Albújar y muestran valores de valentía y solidaridad con los demás, especialmente con los de su raza.

En esta obra nos damos cuenta que el protagonista es el propio autor, es el niño que empieza a descubrir los secretos del lenguaje y cuenta sus Impresiones infantiles como si fuesen las de otra persona. Se divide en Xl capítulos que a manera de narraciones se unen en un solo argumento: 1 El Viejo, II Los Viajes. III La despedida. W La hacienda. V Puente sobre el mundo, VI Zumbayllu, VII El motín, VIII Quebrada honda, IX Cal y canto, X Yawar Mayu, XI Los colonos. Esta obra ha sido considerada por la crítica como una de las más auténticas de Arguedas, según Mario Castro Arenas es una de las novelas más importantes de la generación de Arguedas. Encontramos los siguientes valores: Valor cultural. - Nos presenta una clara Imagen de la vida social y cultural de una sociedad en donde coexisten dos razas: explotados y explotadores. Se presentan costumbres, refranes, decirse, fiestas tradicionales, creencias y temores. Valor humano.- Presenta al indio desde una perspectiva humana, personaje que hasta ese momento había sido distorsionado, denigrado. Valor literario.- Es una obra en donde la expresión sencilla, simple, casi coloquial le da el tono de realidad. Las expresiones pueblerinas, la sintaxis quechua-español son recursos que le dan originalidad y vida.

LOS RÍOS PROFUNDOS (FRAGMENTO)

VIII. QUEBRADA HONDA E1 Padre Director me llevó a la capilla del Colegio. Delante del pequeño altar adornado con flores artificiales, me azotó. -Es mi deber sagrado. Has seguido a la Indiada, confundida por el demonio. ¿Qué han hecho, qué han hecho? Cuéntale a Dios, junto a su altar. Era un pequeño azote trenzado. Recibí los golpes y el dolor, casi jubilosamente. Recordé el trueno de los zurriagos en el caserío de Patibamba. Me Incliné sobre el alfombrado, en las gradas del altar. -Te han visto correr por Huanupata, detrás de las mulas robadas por las Indias. ¿Cantabas con las forajidas? ¿Cantabas? ¡Di! -Sí cantaba. Llevaba la sal para los pobres de la hacienda. ¡Cantábamos! Ml pecho parecía inundado de fuego. -¿La Felipa me maldecía? ¡Confiesa! Estamos solos en la capilla. ¡A solas con Dios! ¿Me maldecía? -No, Padre. Lo llamó, no más, fuerte, cuando descubrieron los cuarenta sacos de sal. El Padre me puso sus manos sobre los hombros. -Tienes ojos inocentes. ¿Eres tú, tú mismo, o el demonio disfrazado de cordero? ¿Criatura! ¿Por qué fuiste? - me preguntó. -1Usted hubiera ido, Padre! -Yo no sabía que la sal había llegado. El recaudador es un imbécil. Pero, que no entre la furia aquí. Recemos, hijo. Después te confiesas; para que duermas. Le conté todo. El reparto; las órdenes de doña Felipa. La llegada a la hacienda; mi caminata desfalleciente a las rejas de acero del parque. Ml despertar el regazo de la señora de ojos Como vimos galopar los caballos en que devolvían la sal.

-No entraron por la carretera —dijo el Padre—. Felizmente alcanzaron la Prefectura dando un rodeo. El administrador es enérgico y sutil. -Les quitaron la sal a los pobres reventaban zurriagazos. El corazón les arrancaron —me atreví a decirle. -Lo robado, no, hijo. Lo robado ni para los pobres. -Ellas no robaron; no quisieron red sobre bir nada. Les entregamos la sal y corrían. -¿Por qué dices les entregamos? -Yo también fui, Padre. ¿Es robo eso? -Te atreves pequeño. Si eres inocente no juzgues. Yo soy viejo, e hijo de Dios. -A mí también me golpearon el corazón. Los vi galopar en el camino. Y la señora lloró, lágrimas de sangre. Me apoyé en el pecho del fraile. -Eres enfermo o estás enfermo. O te han insuflado algo de su Inmundicia, las Indias rebeldes. ¡Arrodíllate! Sobre mi cabeza rezó en latín. Y me azotó nuevamente, en la cara, aunque con menos violencia. -Avisaré a tu padre. No saldrás más del internado. No vagabundearás los domingos. Irás conmigo a las haciendas. Tu alma necesita compañía. Ven. Salirnos. El castigo y los rezos me habían empequeñecido. Temí seguir llorando hasta ahogarme. Los Internos ya habían comido y murmuraban en el corredor semioscuro. Lleras y el “Añuco” vigilaban la capilla desde una columna del corredor. El Padre apoyó su brazo sobre mi hombro, como para protegerme; y me llevó al comedor. No sentía hambre sino sueño. El Padre comió largo rato. Tomó su vino Hizo llamar al rosario. -Tú ya has cumplido. Mereces la piedad de Dios. Que te lleven a acostar. El viejo Padre Augusto me llevó al internado. Fue él quien trajo a la demente. Su rostro gordo estaba siempre animado por una expresión bondadosa y persuasiva, a pesar de que era avaro, famoso por avaro. -1Eh, tú, vagabundillo; zorrillo. zorrillo! —me iba diciendo. Los Internos subieron atropellándose al dormitorio; se persignaron, contestaron las oraciones de costumbre a la voz del Padre, y se acostaron. Pero apenas sintieron perderse los pasos del Padre Director en la escalera corrieron hacia ml cama. Veía mal sus caras en la penumbra. -¿Qué te dijo? Amenazó que te azotaría hasta que te sacara sangre. -Nunca estuvo así. Ya no era santo; parecía un vengativo. ¿Por qué? -¿Qué hicieron las cholas? -Te vieron correr tras las mulas. Parecías loco. -¡Que cuente mañana! —exclamó Romero. -Tu cuerpo está vacío, por eso no apeteces nada. Mejor que ayunes —me dijo. -¡Mañana! —repitió Chauca. -¡Es un héroe! Que cuente ahora — dijo Valle. -¡Déjenlo, déjenlo, avispas! —Dijo el “Chipro”, y se dirigió hacia su cama—. ¡Avispas. Akatank’as! - Yo me cubrí la cabeza con las frazadas. Estuvieron hablando largo rato. -Si quieren que hable, sáquenle las frazadas. ¡Échenle agua, o cállense! —gritó Lleras. La voz de los internos, la voz del Padre; la voz de Antero y de Salvinia, la canción de las mujeres, de las aves en la alameda de Condebamba, repercutían, se mezclaban en mi

memoria; como una lluvia desigual caían sobre mi sueño. La luz del sol suele aparecer en medio de las lluvias dispares; fulge por algún vacío de las nubes, y el campo resalta, brilla el agua, los árboles y las yerbas se agitan, iluminados; empiezan a cantar los pájaros. El hombre contempla indeciso el mundo así disputado, sacudido por el sol y las nubes tenebrosas que se precipitan. El Padre Director entró al dormitorio, al día siguiente, muy temprano, casi al amanecer. No tocaron la campanilla. Abrió la puerta y vino directamente hacia mi cama. -Levántate —me dijo—. Vamos a Patibamba. Algunos internos se sentaron y saludaron al Padre. -¡Sigan ustedes, sigan! No es hora todavía. Tengo una misión con Ernesto. Esperó que me vistiera. Bajamos al patio. En la puerta del Colegio había un automóvil. Era de la hacienda. Ni el amanecer es penetrante en los valles cálidos. A esa hora, en la altura, el resplandor atraviesa los elementos; el hombre domina el horizonte; sus ojos beben la luz y en ella el universo. En el Pachachaza la luz del amanecer es blanda. Invita al sueño, flota en el mundo como un vapor rosado. Era el mismo camino atroz de la víspera. Pero ahora lo cruzaba en automóvil, junto al santo de Abancay. El Padre iba rezando. Las flores inmensas de los pisonayes pasaban rápidamente como una roja franja, en lo alto. No se les veía una por una o árbol por árbol, como yendo a pie. Reconocí un gran molle en el camino. -Aquí me despedí de ella —dije en voz alta. -¿De quién? —preguntó el Padre. -De la señora de ojos azules. No se detuvo el automóvil frente a la reja de la casa-hacienda. Siguió de frente, hacia el caserío de los indios. En el patio de la fábrica estaba reunida la gente de la hacienda, todos los “colonos” o runas de Patibamba. Las mujeres orillaban el campo, vestían de azul o negro. Los hombres, de bayeta blanca y chaleco, de diablo fuerte. Cuando apareció el Padre lanzaron un grito, al unísono. Habían levantado una especie de estrado junto al arco de entrada a la fábrica. Y lo habían adornado con hojas de palma. Allí, frente al tabladillo, estaban los hombres que yo había buscado en vano en las chicherías del pueblo; y más lejos, junto a los muros, las mujeres que nos recibieron, el día anterior, aterrorizadas y huyendo, la sal del pueblo. ¿Qué iba a hacer el Padre con ellos y conmigo? Miré a mí alrededor, buscando. El olor a bagazo se levantaba más agriamente del suelo, con la llegada del día. El Padre se sentó en una silla que había sobre el tabladillo. Violentamente se escucharon los pasos del mayordomo principal que subió al palco. Tenía botas, de las más altas, con botones de acero. Habló en quechua desde el extremo del tabladillo. Dijo que el santo Padre de Abancay había venido temprano, a decir un sermón para la gente de la hacienda, porque los colonos de Patibamba le preocupaban mucho; a ellos era a quienes más amaba. El mayordomo saltó luego al suelo; no bajó por las gradas. Cuando el Padre se puso de pie y avanzó hacia el borde del tabladillo, los indios volvieron a lanzar un grito. Se retorcían los dedos; lo contemplaban con los ojos brillantes, conteniendo el llanto. El viento había empezado a agitar la sotana blanca del Padre. Con su voz delgada, altísima, habló el Padre, en quechua: “Yo soy tu hermano, humilde como tú; como tú, tierno y digno de amor, peón de Patibamba, hermanito. Los poderosos no ven las flores pequeñas que bailan a la orilla de los acueductos que riegan la tierra. No las ven pero ellos les dan el sustento. ¿Quién

es más fuerte, quién necesita más mi amor? Tú, hermanito de Patibamba, hermanito; tú sólo estás en mis ojos, en los ojos de Dios, nuestro Señor. Yo vengo a consolarlos, porque las flores del campo no necesitan consuelo; para ellas, el agua, el aire y la tierra les es suficiente. Pero la gente tiene corazón y necesita consuelo. Todos padecemos, hermanos. Pero unos más que otros. Ustedes sufren por los hijos, por el padre y el hermano; el patrón padece por todos ustedes; yo por todo Abancay; y Dios, nuestro Padre, por la gente que sufre en el mundo entero. ¡Aquí hemos venido a llorar, a padecer, a sufrir, a que las espinas nos atraviesen el corazón como a nuestra Señora! ¿Quién padeció más que ella? ¿Tú, acaso, peón de Patibamba, de corazón hermoso como el de ave que canta sobre el pisonay? ¿Tú padeces más? ¿Tú lloras más...?”. Comenzó el llanto de las mujeres, el Padre se Inclinó, y siguió hablando: -¡Lloren, lloren —gritó—, el mundo es una cuna de llanto para las pobrecitas criaturas, los indios de Patibamba! Se contagiaron todos. El cuerpo del Padre se estremecía. Vi los ojos de los peones. Las lágrimas corrían por sus mejillas sucias, les caían al pecho, sobre las camisas, bajaban al cuello. El mayordomo se arrodilló. Los indios le siguieron; algunos tuvieron que arrodillarse sobre el lodo del canchón. El sol resplandecía ya en las cumbres. Yo no me arrodillé; deseaba huir, aunque no sabía adónde. -¡Arrodíllate! —me ordenó el Padre—. ¡Arrodíllate! Atravesé el tabladillo; salté lejos. y caí a los pies de un peón viejo. La voz del Padre empezó de nuevo: “El robo es la maldición del alma; el que roba o recibe lo robado en condenado se convierte; en condenado que no encuentra reposo, que arrastra cadenas, cayendo de las cumbres nevadas a los abismos, subiendo como asno maldito de los barrancos a las cordilleras... Hijitas, hermanitas de Patibamba, felizmente ustedes devolvieron la sal que las chicheras borrachas robaron de la Salinera. Ahora, ahora mismo, recibirán más, más sal, que el patrón ha hecho traer para sus criaturas, sus pobrecitos hijos, los runas de la hacienda... Me levanté para mirarlo. Del oscuro piso bajo del tabladillo, ayudantes del mayordomo principal arrastraban costales repletos. El Padre Director Impartió la bendición a los colonos. Se persignaron todos. Se buscaban unos a otros. Eran felices. Se arremolinaron murmurando confusamente, como moscardones, que horadan madera vieja, dando vueltas, y cantando. Salí al camino. Desde la cima de un muro vi que les repartían la sal. El sol se acercaba al patio; había llegado ya a los penachos de los cañaverales. En ese instante, decidí bajar a carrera hasta el río. El Padre me vio y me llamó. Le miré con temor; pero él también sonreía. -Vete al Colegio —me dijo—. Yo voy a decir misa en la capilla. Tú eres una criatura confusa. Veré lo que hago. Un mayordomo te acompañará. -Padre, ¿podría tan sólo visitar a la señora? —le pregunté. -No. El mayordomo te llevará a caballo hasta la puerta del Colegio. Tú no saldrás, los otros tampoco. Y volví a Abancay. en el anca de un caballo de Patibamba. Por cuarta vez Iba huyendo por ese camino. -Señor —le dije al mayordomo—. ¿Conoce usted a una señora de ojos azules que ha venido la hacienda con su patrona? -Sí. -¿Se va pronto? -Mañana.

-¿Por qué? -No llega todavía la tropa del Cuzco. Están asustados; por eso se van. -¿La tropa? -Dicen. Se han asustado los patrones. Viene tropa. en camión hasta Limatambo. La señora es visita. -Le dice usted que el estudiante del Colegio se despide de ella, que le besa las manos. -¿Le besa las manos? ¿Por qué? -¿Podría darle sólo ese encargo? -Bueno. Es muy cariñosa esa señora. -¿Y el dueño de la hacienda? -Casi no viene. Vive en el Cuzco. No habla bien castellano. -¿Quién se ha asustado entonces? -El mayordomo grande. Los patrones de las haciendas de abajo. -¿Qué va a hacer la tropa? -No sé, joven. Vendrán pues. a asustar a las cholas, y a los Indios también. Quizá matarán a alguien, por escarmiento. -¿Escarmiento? -Doña Felipa, pues, ha acorralado a los gendarmes. Los ha hecho correr. ¿Escarmiento? Era una palabra antigua, oída desde mi niñez en los pueblos chicos. Enfriaba la sangre. (...)

MANUEL SCORZA (1928-1983) Reseña biográfica Nace en Lima. Realiza sus estudios en el Colegio Leoncio Prado, Ingresando luego a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en donde no pudieron culminar sus estudios, pues por su militancia en el Partido Aprista fue expulsado del país. Durante varios años vive en Argentina, México y Francia. En 1954 viaja a Bolivia, país que se encontraba en conflictos políticos internos, componiendo su célebre Canto a los mineros de Bolivia. Autor infatigable, obtiene el primer puesto en los juegos florales de la Universidad Autónoma de México. En 1974 participa, en Argelia, en el congreso de historia, en donde aporta en la redacción de la Declaración de los Derechos de los pueblos. En 1978 interviene en las elecciones para la Asamblea Constituyente, pero renuncia a su escaño antes de ocuparlo. También tuvo un destacado papel en la difusión cultural a través de la edición de la serie Populibros, una colección obras literarias peruanas, latinoamericanas y europeas que tuvo una gran acogida entre los lectores peruanos. Se llegaron a realizar tiradas de hasta 50,000 ejemplares. En 1983 muere trágicamente al estrellarse el avión en el que viajaba de París a Bogotá.

Reseña literaria Las novelas de Scorza surgen del relato hecho por el campesino preso, el minero agónico, el oprimido, el hombre del pueblo. Es uno de los mejores expositores de la realidad. Pertenece al grupo denominado ‘los poetas del pueblo junto con Francisco Bendezú, Alberto Valencia, Gustavo Valcárcel, Eduardo Jibaja. Se inicia en la literatura haciendo poesía lírica, amorosa, juvenil, en donde predomina el tono sensible, con un dejo nostálgico, como lo demuestran sus poemas publicados en Las imprecaciones, poemario editado en México, con el que obtiene el Premio Nacional de Poesía 1956. Luego aparece en él el poeta social, el poeta comprometido, manifestándose en su obra Canto a los mineros de Bolivia. En la narrativa se introduce en el mundo andino, de lluvias, nieves y noches silenciosas, tomando los temas de sus novelas de hechos reales. Entre los personajes de sus obras están siempre presentes el juez de provincia, el prefecto servil, el poncho del indio sublevado que aparece como un fantasma, la compañía minera que perfora la tierra, el perverso hacendado que se aprovecha de las jovencitas a las que hace ahijadas suyas, el guardia de asalto que mata indios porque se lo ordenan, y toda una gama de sucesos fantásticos y reales que reflejanerza y violencia de una raza imposible de destruir. OBRAS Poesía: - Las Imprecaciones (1955) - Los adioses (1956) - Canto a los mineros de Bolivia (1960) - Desengaños del mago (1961) Novela: - Redoble por Rancas (1970) - Historia del Garabombo, el invisible (1972) - El jinete insomne (1977) - Cantar de Agapito Robles (1977) - La tumba del relámpago (1979) - La danza inmóvil (1983)

ARGUMENTO DE REDOBLE POR RANCAS En un pueblo de Rancas, departamento de Junín, sierra central del Perú, ejerce autoridad un juez paradójicarnente Injusto. Francisco Montenegro, quien no es respetado sino temido por los habitantes del pueblo de Rancas. Se suscitan pequeños hechos que dejan en claro la malévola acción del juez, como la escena cuando se le cae una moneda de bronce al piso y nadie se atreve a recogerla porque saben que pertenece al juez. Un buen día llega a Fincas la Cerro de Paseo Corporation inquietando a la población, pues saben que serán despojados de sus tierras por el abuso de los poderosos con la ayuda de la Guardia Civil. Héctor Chacón, un aguerrido campesino. es elegido para dar muerte al malvado juez y se empieza a tramar la acción. El pueblo motivado por el terror no se atreve a

enfrentársele. El juez continúa con su prepotencia abofeteando a los que según él le falta el respeto. El inspector de Educación, el sargento Cabrera, el jefe de la Caja de Depósitos y Consignaciones, ya habían sido abofeteados por él en público, ahora le tocó el turno al subprefecto Arquírnides Valerlo, quien fue abofeteado por llamarlo “Don Paco” y tuvo que pedir disculpas argumentando estar mareado. Llega a Rancas el tren cargado con alambre para cercar terrenos del Cerro de Paseo Corporation. el cerco tenía más de cien kilómetros de largo y los campesinos fueron notificados que desalojen las tierras, las ovejas de los campesinos que pastaban en esa zona fueron degolladas como una muestra de abuso y amedrentación. La Guardia Civil prestó toda ayuda a “la Cerro” en el desalojo, incluso empezó una tenaz búsqueda de Héctor Chacón porque se habían enterado del plan para matar al juez Montenegro. El día señalado para el desalojo llega la Guardia de Asalto, los comuneros estaban armados de piedras y palos para defenderse, Fortunato se enfrenta al alférez que estaba al mando de la acción de desalojo, diciéndole que Cerro estaba invadiendo terreno de los campesinos, los policías no lo escuchan y le dan muerte, junto con Fortunato caen hombres y mujeres que intentaban defender sus tierras siendo derrotados por el abuso y la Injusticia.

REDOBLE POR RANCAS XVI

De los diversos colores de las caras y cuerpos de los cerreños Seis minutos antes del mediodía del 14 de marzo de 1903 cambió, por primera vez, el color de las caras de los cerreños. Hasta entonces los felices habitantes del lluvioso Cerro de Paseo ostentaban rostros cobrizos. Ese mediodía sus rostros cambiaron: un hombre emergió de una cantina donde bebía aguardiente de culebra con la cara y el cuerpo azules; al día siguiente otro varón, que se emborrachaba en la misma cantina, lució verde; tres días después un hombre de rostro y manos anaranjadas se paseó por la plaza Carrión. Faltaban pocos días para el carnaval: se creyó que eran candidatos a ocupar plazas de diablos-supay. Pero los carnavales pasaron y la gente siguió mudando de color. Cerro de Paseo es la ciudad más alta del mundo. Sus callejuelas se retuercen a mayor altura que los montes más elevados de Europa. Es una ciudad donde llueve doscientos días al año. El día se entreabre sobre una nevada. Cerro de Paseo se acurruca al final de la pampa de Junín. Para los mismos chóferes, embufandados hasta los ojos, la pampa es un mal paso. Todos los camioneros pegan en sus parabrisas estampas de la Beatita de Humay: le encomiendan sus motores. ¡No vaya a ser que les fallen en esta pampa donde el soroche, el mal de altura, fulmina a tantos costeños! Los viajeros que conocen esa desolación vigilada por el ojo celoso del lago Junín se santiguan apenas desembocan de los rocosos desfiladeros de La Oroya. ¡Virgen María, protectora de los caminantes, ampáranos! ¡Santa Tecla, protectora de los peregrinos, ruega por nos!, rezan verdes por la falta de oxígeno, apretando los limones inútiles contra la anoxia. Ni los collares de limón ni las oraciones sirven en la estepa sin árboles. Porque los que no viajan a Huánuco no conocen árboles ni flores: nunca los han visto; aquí no crecen. Sólo el pasto enano desafía la cólera de los vientos. Sin ese pasto, sin el icchu, nadie viviría. El pajón es el alimento de los rebaños de carneros, única riqueza. Millares de ovejas ramonean en

la pampa hasta las tres de la tarde. A las cuatro, cae la guillotina de la oscuridad. El atardecer no es el fin del día sino el acabamiento del mundo. ¿Qué trajo a los hombres a esta capitanía del infierno? El mineral. Hace cuatrocientos años que Cerro de Paseo esconde el más fabuloso yacimiento del Perú. Ahí, en una pelada colina, casi rozando los testículos del cielo, se alinean las maltrechas tumbas de los cateadores: vinieron por fortuna y dejaron los huesos; trescientos años después de los empecinados gallegos subieron los duros alemanes, los desconfiados franceses, los rígidos servios, los peligrosos griegos; todos duermen en sus tumbas maldiciendo la nevisca. Hacia 1900 las vetas se agotaron. Cerro de Paseo, tan orgullosa de sus doce viceconsulados, falleció. Mineros, comerciantes, restauranteros y putas la abandonaron. Cerro, pues. se despobló. El vago censo departamental de 1895 enumera tres mil doscientas veintidós casas. En los cinco años siguientes el viento arrastró dos mil ochocientas treinta y dos casas. Poco a poco, Cerro volvió al páramo. En 1900 ya sólo quedaban unas cuantas casas, acurrucadas alrededor de Plaza Carrión, cuando una víspera de Semana Santa llegó un gigante rubio de alegres ojos azules, de llameante barba roja, estupendo para comilonas y borracheras. Era un ingeniero, un formidable fornicador que desde el comienzo se mezcló y simpatizó con la gente. Al principio la gente desconfió del norteamericano; pero vieron que más que de los teodolitos el barbirrojo se preocupaba de buscar las galerías de las cholitas y le cobraron confianza. El gringo anduvo unos meses recogiendo muestras y mejorando la raza. La gente se le encarnó. Infortunadamente, el pelirrojo enloqueció. Una tarde, unas tres de la tarde, entró al “Valiente de Huandoy”, una cantinita de mala muerte donde sobrevivía una botella, luego dos, luego tres. Al atardecer salió a la calle a repartir whisky. A las siete lo visitaron los diablos azules. Quizá se excedió en las copas; quizá lo afectó, finalmente, la altura: comenzó a reírse como embrujado. La gente siguió bebiéndose emborrachaba a costillas del cómico, pero poco a poco, a medida que la risa se convertía en una catarata de carcajadas, en un espumoso mar de risas, en una marejada de burla, se asustaron y salieron. No había por qué. Una hora después el de la Inolvidable barba crepuscular se secó las lágrimas, depositó un montoncito de libras de oro y salió del “Valiente de Huandoy”. No volvió jamás. El dueño de aquella carcajada se reía de los mineros y cateadores de cuatrocientos años, de Cerro de Paseo, del viento que se lleva las casas, de las nevadas de a metro, de la lluvia interminable, de los muertos que tiritan de frío, de la soledad. ¡Había descubierto debajo de las vetas agotadas el más fabuloso filón de la minería americana! Tras cuatrocientos años de enriquecer a reyes y virreyes. Cerro de Paseo era virgen. La ciudad misma, el mortecino pueblo, levantaba sus casuchas sobre la más estruendosa yeta del Perú. Las maltrechas casas sin pintar, las calvas plazas, sin árboles, las calles fangosas, la Prefectura a punto de caerse, la única escuela, eran la cáscara de una riqueza delirante. (...) Nadie podía imaginarlo en 1900. “La Compañía”, que pagaba salarios delirantes de dos soles, fue acogida con alegría. Una muchedumbre de mendigos. de prófugos de las haciendas, de abigeos arrepentidos, hirvió en Cerro de Paseo. Sólo meses después se percibió que el humo de la fundición asesinaba a los pájaros. Un día se comprobó que también trocaba el color de los humanos: los mineros comenzaron a cambiar de color; el humo propuso variantes: caras rojas, caras verdes, caras amarillas. Y algo mejor: si una cara azul se matrimoniaba con una cara amarilla, les nacía un cara verde. En una época en que Europa aún no descubría las embriagueces del impresionismo. Cerro de Paseo se alegró con una especie de carnaval permanente. Por supuesto, muchos se asustaron y volvieron a sus pueblos. Circularon rumores. La “Cerro de Paseo” mandó pegar un

boletín en todas las esquinas: el humo no dañaba. Y en cuanto a los colores, la transformación era un atractivo turístico único. El Obispo de Huánuco, sermoneó que el color era, un canelón contra el adulterio. SI un cara anaranjada se ayuntaba con una cara roja, de ninguna manera podía nacerles una cara verde: era una garantía. La ciudad se sosegó. Un veintiocho de julio el Prefecto declaró, desde la tribuna, que. a ese paso, pronto los indios serían rubios. La esperanza de transformarse en hombres blancos, clausuró toda duda. Pero los campesinos continuaban quejándose: en las tierras, ni en las azules, ni en las amarillas prosperaba la semilla. (...)

NARRATIVA DE LA CIUDAD La literatura peruana no es sólo culta, popular, indígena o mestiza, la literatura peruana se nutre de sus raíces en sus dos vertientes: incaica y española, para dar origen, luego de un proceso de imitación, a una literatura más auténtica que se manifiesta en un lenguaje propio, con sus propios cultores, sus propias vivencias y su propia raza. Así, como producto de la creación popular aparece una literatura que se denomina “urbana”, porque sus expositores son producto de una herencia literaria que se forjó en la “gran ciudad”. Pero en nuestro medio social, centralizado, se toma como sinónimo de literatura urbana a aquella que se da sólo en Lima, siendo esto un gran error. Literatura urbana, por extensión, es toda aquella que se da en una ciudad grande y moderna, fenómeno igual se ha dado en Chile, Argentina, Brasil, etc. En el Perú surgen nuevas voces literarias que prefieren los temas sociales, grupos humanos que por causas socio-económicas emigran a la capital en busca de mejor porvenir y sólo encuentran el cuarto de esteras en un gran arenal, la barriada, el barrio marginal o el “pueblo joven”. Este movimiento migratorio dio lugar a la aparición de un nuevo poblador: el provinciano en Lima, “indígenas y cholos” protagonistas de un drama diario, la necesidad de subsistir. La narrativa tomó estas vivencias y aparecieron las novelas y cuentos urbanos que tenían como protagonistas la “barriada” o el poblador del suburbio miserable, el invasor urbano, el comerciante informal, el ambulante, etc. Pero la apertura que da la literatura permite que dentro de la narrativa urbana se traten también temas que no son propiamente vivencias de clases urbano- marginales; la clase media también se ve representada con una narrativa que refleja sus propias experiencias ancestrales, las familias aristocráticas, los grandes terratenientes, los colegios exclusivos, los clubes sociales, las playas privadas, etc., ven reflejados su realidad, sus vicios y sus virtudes. El grupo representante de esta generación es amplio; tan amplio como los temas que trata. Mencionaremos a Enrique Congrains, autor de Lima hora cero, Julio Ramón Ribeyro, autor de Gallinazos sin plumas, Luis Felipe Angell (Sofocleto), Mano Vargas Llosa, con Los Jefes, Alfredo Bryce Echemque con Un mundo para Julius, Sebastián Salazar Bondy, Armando Robles Godoy, Mario Castro Arenas, Carlos Eduardo Zavaleta, Guillermo Thorndike.

JOSÉ DIEZ CANSECO (1904-1949)

Escritor nacido en Lima, al inicio del siglo, se le puede considerar uno de los más claros exponentes del cuento urbano, costeño. Por su nivel socioeconómico, nace y crece dentro de una familia de clase media alta. Su inclinación literaria lo lleva a incursionar primero en la poesía, pero es en la narrativa donde verdaderamente expresa su mensaje. Cuando Lima empieza a crecer desproporcionadamente y las clases sociales buscan su ubicación dentro de un sector económico, cuando el urbanismo reemplaza viejas casonas coloniales por grandes edificios; Diez Canseco empieza a escribir sobre los temas comunes y corrientes de esa gran ciudad. José Diez Canseco se inicia como periodista, colaborando en las revistas Variedades, Mundial y Revista Semanal, más tarde trabaja en los diarios La Prensa y- La Nación. En 1930, El Mercurio Peruano publica su cuento largo Suzy. En 1932, gana el primer premio al concurso de narrativa organizado por el diario La Prensa de Buenos Aires, con su cuento Jíjuna. En 1934, publica su novela más conocida Duque. En 1938, bajo el título de Estampas mulatas publica dos relatos cortos: Gaviota y Kilómetro 83. En 1949, se publica Coplas y guitarras con una recopilación de poemas y últimos cuentos. El mirador de los ángeles y Los Urrutia fueron editados póstumamente. Diez Canseco trunca joven su carrera literaria, su estilo de gran novelista se vio cristalizado al escribir sobre Barranco, la ciudad que conoció y- amó. Barranco quedó plasmado en El mirador de los ángeles, que es el mayor logro literario del autor.

EL TROMPO (FRAGMENTO)

I Sobre el cerro San Cristóbal la niebla había puesto una capota sucia que cubría la cruz de hierro. Una garúa de calabobos se cernía entre los árboles lavando las hojas, transformándose en un fango ligero y descendiendo hasta la tierra que acentuaba su color pardo. Las estatuas desnudas de la Alameda de los Descalzos se chorreaban con el barro formado por la lluvia y el polvo acumulado en cada escorzo. Un policía, cubierto con su capote azul de vueltas rojas, daba unos pasos aburridos entre las bancas desiertas, sin una sola pareja, dejando la estela famosa de su cigarrillo. Al fondo, en el convento de los frailes franciscanos se estremecía la débil campanita con su son triste. En esa tarde todo era opaco y silencioso. Los automóviles, los tranvías, las carretillas repartidoras de cervezas y sodas, los “colectivos”, se esfumaban en la niebla grisazulada y todos los ruidos parecían lejanos. A veces surgía la estridencia característica de los neumáticos rodando sobre el asfalto húmedo y sonoro y surgía también, solitario y escuálido, el silbido vagabundo de un transeúnte invisible. Esta tarde se parecía a la tarde del vals sentimental y huachafo que, hace muchos años, cantaban los currutacos de las tiorbas: ¡La tarde era triste, la nieve caía!.... Por la acera Izquierda de la Alameda Iba Chupitos y a su lado el cholo Feliciano Mayta, Chupitos era un zambito de diez años, con dos ojazos vivísimos sombreados por largas pestañas y una jeta burlona que siempre fruncía con estrepitoso sorbo. Chupitos le llamaron desde que un día, hacia más de un año más o menos, sus amigos le encontraron en la puerta de la Botica de San Lázaro pidiendo: -Despácheme esta receta!...

Uno de los ganchos, Glicerlo Carmona, le preguntó: -¿Quién está enfermo en tu casa? -Nadies... Soy yo que me han salido unos chupitos... Y con “Chupitos” quedó bautizado el mocoso que ahora Iba con Feliciano, Gil- cerio. El Bizco Nicasio, Faustino Zapata, pendencieros de la misma edad que vendían suertes y pregonaban crímenes, ávidamente leídos en los diarios que ofrecían. Cerraba la marcha Ricardo, el gran Ricardo, el famoso Ricardo, que cada vez que entraba en un cafetín japonés a comprar un alfajor o un comeycalla, salía, nadie sabía como, con dulces y bizcochos para todos los feligreses de la tira: -¡Pestañas que uno tiene, compadre! Gran pestaña, famosa pestaña que un día le falló, desgraciadamente, como siempre falla, y que le costó una noche íntegra en la comisaría, de donde salió con el orgullo inmenso de quien tiene la experiencia carcelera que él sintetizaba en una frase aprendida de una crónica policial: -Yo soy un avezado en la senda del crimen. El grupo Iba en silencio. El día anterior. Chupitos había perdido su trompo jugando a la “cocina” con Glicerlo Carmona, ese juego Infame y taimado, sin gallardía de destreza, sin arrogancia de fuerza. Un juego que consiste en ir empujando el trompo contrario hasta meterlo dentro de un círculo, en la “cocina”, en donde el perdidoso tiene que entregar el trompo cocinado a quien tuvo la habilidad rastrera de saberlo empujar. No era ese un juego de hombres. Chupitos y los otros sabían bien que los trompos, como todo en la vida, deben pelearse a tajos y a quiñes, con el puñal franco de las púas y sin la mujeril arteria del empellón. El pleito tenía que ser siempre definitivo, con un triunfador y un derrotado, sin prisionero posible para el orgullo de los mulatos palomillas. Y, naturalmente. Chupitos andaba medio tibio por haber perdido su trompo. Le había costado veinte centavos y era de naranjo. Con esa ciencia sutil y maravillosa, que solo poseen los iniciados, el muchacho había acicalado su trompo así como su padre acicalaba sus ajisecos y sus giros, sus cenizos y sus caramelos, todos esos gallos que eran su mayor y más alto orgullo. Así como a los gallos se les corta la cresta para que el enemigo no pueda prenderse y patear luego a su antojo, así Chupitos le cortó la cabeza al trompo, una especie de perilla que no servía para nada; lo fue puliendo, nivelando y dándole cera para hacerlo más resbaladizo y le cambió la innoble púa de garbanzo, una púa roma y cobarde, por la púa de clavo afilada y brillante como una de las navajas que su padre amarraba a las estacas de sus pollos peleadores. Aquel trompo había sido su orgullo. Certero en la chuzada, Chupitos nunca quedó el último, y por consiguiente, jamás ordenó cocina, ese juego zafio de empujones. ¡Eso nunca! Con los trompos se juega a los quiñes, a rajar al chantado y a sacarle hasta la contumeña que, en lengua faraona, viene a ser algo así como la vida. ¡Cuántas veces su trompo, disparado con toda su fuerza Infantil, había partido en dos al otro que enseñaba sus entrañas compactas de madera, la contumelia destrozada! Y cómo se ufanaba entonces de su hazaña con una media sonrisa, pero sin permitirse jamás la risotada burlona que habría humillado al perdedor: -Los hombres cuando ganan, ganan. Y ya está. Nunca se permitió una burla. Apenas la sonrisa presuntuosa que delataba el orgullo de su sabiduría en el juego y, como la cosa más natural del mundo, volver a chuzar para que otro trompo se chantase y rajarlo en dos con la Infabilidad de su certeza. Sólo que el día anterior, sin que él se lo pudiese explicar hasta este instante, cayó detrás de Carmona. ¡Cosas de la vida! Lo cierto es que tuvo que chantarse y el otro, sin poder

disimular su codicia, ordenó rápidamente por las ganas que tenía de quedarse con el trompo hazañudo de Chupitos. -¡Cocina! Se atolondró la protesta del zambito: -¡Yo no juego cocina! Si quieres a los quiñes... La rebelión de Chupitos causó un estupor inenarrable en el grupo de palomillas. ¿Desde cuándo un chantado se atrevía a discutir a la prima? El gran Ricardo murmuró con la cabeza baja mientras enhuaracaba su trompo: -Tú sabes, Chupitos, que el que manda, manda: así es la ley... Chupitos, claro está, ignoraba que la ley no es siempre la justicia y, viendo la desaprobación de la tira de sus amigotes, no tuvo más remedio que arrojar su trompo al suelo y esperar, arrimado a la pared con la huaraca enrollada en la mano, que hicieran con su juguete lo que les diera la gana. ¡Ah, de fijo que le iban a quitar su trompo!... Todos aquellos compadres sabían lo suficiente para no quemarse ni errar un solo tiro y el arma de su orgullo iría a parar al fin en la cocina odiosa, en esa cocina que la avaricia y la cobardía de Glicerio Carmona había ordenado para apoderarse del trozo de naranjo torneado, en que el zambito fincaba su viril complacencia y sin pronunciar las palabras en voz alta, Chupitos insulto espantosamente a Carmona pensando: -¡Chotano tenía que ser! Los golpes se fueron sucediendo y sucediendo hasta que al fin, el grito de júbilo de Glicerio anunció el final del juego: -¡Lo gané! Sí… ya era suyo y no había poder humano que se lo arrebatase. Suyo, pero muy suyo, sin apelación posible, por la pericia mañosa de su juego. Y todos los amigos le envidiaban el trompo que Carmona mostraba en la mano exclamando: -Ya no juego más (...)

ENRIQUE CONGRAINS MARTIN (1932) Nace en Lima, en el seno de una familia de clase media, que se preocupó en darle una esmerada educación. En el campo literario es uno de los primeros narradores en manifestar en su obra su interés por los problemas humanos, sociales y éticos que aquejan a la población de los barrios urbano-marginales. En 1954 publica un libro de relatos: Lima, hora cero, en donde revela ese rostro oculto, casi irreal de las barriadas, el lado oscuro del poblador desposeído. Es un agudo observador de las denigrantes situaciones sociales y económicas de la gente humilde. En 1957 publica No una sino muchas muertes, en donde hace gala de grandes recursos expresivos, descripciones de personajes, escenarios y situaciones conflictivas que dan una imagen real, casi fotográfica de lo narrado. Muestra una sociedad alterada por el crecimiento social, por la explosión demográfica que irrumpe con sus problemas de urbe la capital que hasta entonces había mantenido una tranquilidad un tanto pueblerina. En 1970 remida su labor literaria con una Antología del cuento hispanoamericano. En 1971 publica biografías de científicos y filósofos. También pertenecen a su pluma Kikuyo (1955), El niño de junto al cielo y domingo en la jaula de esteras.

EL NIÑO DE JUNTO AL CIELO (FRAGMENTO)

Eso era Lima. Lima. Lima?... La palabra le sonaba a hueco. Recordó: su tío le había dicho que Lima era una ciudad grande, tan grande que en ella vivían un millón de personas. ¿La bestia con un millón de cabezas? Esteban había soñado hacía unos días, antes del viaje, en eso: una bestia con un millón de cabezas, y ahora él, con cada paso que daba, iba internándose dentro de la bestia. (...) Desde hacía meses, cuando se enteró de la decisión de su tío de venir a radicarse a Lima, venía averiguando cosas de la ciudad. Fue así como supo que Lima era muy grande, demasiado grande, tal vez; que había un sitio que se llamaba Callao y que ahí llegaban buques de otros países; que había lugares muy bonitos, tiendas enormes, calles larguísimas... ¡Lima...! Su tío había salido dos meses antes que ellos con el propósito de conseguir casa. Una casa. ¿En qué sitio será, le había preguntado a su madre. Ella tampoco sabía. Los días corrieron y después de muchas semanas llegó la carta que ordenaba partir. ¡Lima...! ¿El cerro del Agustino. Esteban? Pero él no lo llamaba así. Ese lugar tenía otro nombre. La choza que su tío había levantado quedaba en el barrio de Junto al Cielo. Y Esteban era el único que lo sabía. (...) Esteban había almorzado apresuradamente y le había vuelto a pedir permiso a su madre para bajar a la ciudad. Su tío no almorzaba con ellos, pues en su trabajo le daban de comer gratis, completamente gratis, como había recalcado al explicar su situación. Esteban bajó por el sendero ondulante, saltó la acequia y se detuvo en el borde de la carretera, justamente en el mismo lugar en que había encontrado, en la mañana, el billete de diez soles. Al poco rato apareció Pedro y empezaron a caminar juntos, internándose dentro de la bestia de un millón de cabezas. -Vas a ver qué fácil es vender revistas, Esteban. Las ponemos en cualquier sitio, la gente las ve y, listo, las compra para sus hijos. Y si queremos nos ponemos a gritar en la calle el nombre de las revistas, y así vienen más rápido... ¡Ya vas a ver qué bueno es hacer negocios...! -Queda muy lejos el sitio? Preguntó Esteban, al ver que las calles seguían alargándose casi hasta el infinito. Qué lejos había quedado Tarma, qué lejos había quedado todo lo que hasta hacía unos días había sido habitual para él. -No, ya no. Ahora estamos cerca del tranvía y nos vamos gorreando hasta el centro. -¿Cuánto cuesta el tranvía? -¡Nada hombre! —Y se rió de buena gana—. Lo tomamos no más y le decimos al conductor que nos deje ir hasta la Plaza San Martín. Más y más cuadras. Y los autos, algunos viejos, otros increíblemente nuevos y flamantes, pasaban veloces, rumbo sabe Dios dónde. -¿Adónde va toda esa gente en auto? Pedro sonrió y observó a Esteban. Pero. ¿Adónde iban realmente? Pedro no halló ninguna respuesta satisfactoria y se limitó a mover la cabeza de un lado a otro. Más y más cuadras. Al fin terminó la calle y llegaron a una especie de parque. -¡Corre! —le gritó Pedro, de pronto. El tranvía comenzaba a ponerse en marcha. Corrieron, cruzaron en dos saltos la pista y se encaramaron al estribo. Una vez arriba se miraron, sonrientes... Esteban empezó a perder el temor y llegó a la conclusión de que seguía siendo el centro de todo. La bestia de un millón de cabezas no

era tan espantosa como había soñado, y ya no le importaba estar siempre, aquí o allá en el centro mismo, en el ombligo mismo de la bestia. Parecía que el tranvía se había detenido definitivamente, esta vez, después de una serie de paradas. Todo el mundo se había levantado de sus asientos y Pedro lo estaba empujando. -Vamos. ¿Qué esperas? -¿Aquí es? -Claro, baja. Descendieron y otra vez a rodar sobre la piel de cemento de la bestia. Esteban veía más gente y las veía marchar —sabe Dios dónde— con más prisa que antes. ¿Por qué no caminaban tranquilos, suaves, con gusto, como la gente de Tarma? (...) Habían llegado al lugar. Tras el portón se veía un patio más o menos grande. puertas, ventanas, y dos letreros que anunciaban revistas al por mayor. -Ven, entra —le ordenó Pedro. Estaban adentro. Desde el piso hasta el techo había revistas y algunos chicos como ellos, dos mujeres y un hombre, estaban seleccionando lo que deseaban comprar. Pedro se dirigió a uno de los estantes y fue acumulando revistas bajo el brazo. Las contó y volvió a revisarlas. -Paga. Esteban vaciló un momento. Desprenderse del billete anaranjado era más desagradable de lo que había supuesto. Se estaba bien teniéndolo en el bolsillo y pudiendo acariciarlo cuantas veces fuera necesario. -Paga —repitió Pedro, mostrándole las revistas a un hombre gordo que controlaba la venta. -¿Es justo una libra? -Sí, justo. Diez revistas a un sol cada una.. Oprimió el billete con desesperación, pero al fin terminó por extraerlo del bolsillo. Pedro se lo quitó rápidamente de la mano y lo entregó al hombre. -Vamos —dijo jalándolo. Se instalaron en la Plaza San Martín, y alinearon las diez revistas en uno de los muros que circundan el jardín. Revistas, revistas, revistas señor, revistas señor, revistas, revistas. Cada vez que una de las revistas desaparecía con el comprador. Esteban suspiraba aliviado. Quedaban seis revistas y pronto, de seguir así las cosas, no habría de quedar ninguna. -¿Qué te parece, ah? —preguntó Pedro, sonriendo con orgullo. -Está bueno, está bueno... —y se sintió enormemente agradecido a su amigo y socio. -Revistas, revistas, ¿no quiere un chiste, señor? -El hombre se detuvo y examinó las carátulas. — ¿Cuánto? Un sol cincuenta no más... — La mano del hombre quedó Indecisa sobre las revistas. ¿Cuál, cuál llevará? Al fin se decidió. —Cóbrese—. Y las monedas cayeron, tintineantes, al bolsillo de Pedro. Esteban se limita a observar, meditaba y sacaba sus conclusiones: una cosa era soñar, allá en Tarma, con una bestia de un millón de cabezas, y otra cosa era estar en Lima, en el centro mismo del universo, absorbiendo y paladeando con fruición la vida. El era el socio capitalista y el negocio marchaba estupendamente bien. Revistas, revistas gritaba el socio industrial, y otra revista más que desaparecía en manos impacientes. ¡Apúrate con el vuelto!, exclamaba el comprador. Y todo el mundo caminaba a prisa, rápidamente. ¿Adónde van que se apuran tanto?, pensaba Esteban. Bueno, bueno, la bestia era una bestia bondadosa, amigable, aunque algo difícil de comprender. Eso no importaba; seguramente, con el tiempo, se acostumbraría. Era una

magnifica bestia que estaba permitiendo que el billete de diez soles se multiplicara. Ahora ya no quedaba más que dos revistas sobre el muro. Dos nada más y ocho desparramándose por desconocidos e ignorados rincones de la bestia. Revistas, revistas, chistes a sol cincuenta, chistes... Listo, ya no quedaba más que una revista y Pedro anunció que eran las cuatro y media. -¡Caray me muero de hambre, no he almorzado...! —prorrumpió luego. -No, no he almorzado.. —observó a posibles compradores entre las personas que pasaban, y después sugirió: -¿Me podrías ir a comprar un pan o un bizcocho? -Bueno —aceptó Esteban inmediatamente. Pedro sacó un sol de su bolsillo y explicó: -Esto es de los dos cincuenta de mi ganancia. ¿Ya? -Sí, ya sé. -¿Ves ese cine? —preguntó Pedro señalando a uno que quedaba en la esquina. Esteban asintió. Bueno, sigues por esa calle y a mitad de cuadra hay una tiendecita de japoneses. Anda y cómprame un pan con jamón y tráeme un plátano y galletas, cualquier cosa. ¿ya Esteban? -Ya. Recibió el sol, cruzó la pista, pasó por entre dos autos estacionados y tomó la calle que le había indicado Pedro. Sí, ahí estaba la tienda. Entró. -Déme un pan con jamón —pidió a la muchacha que atendía. Sacó un pan de la vitrina, lo envolvió en un papel y se lo entregó. Esteban puso la moneda sobre el mostrador. -Vale un sol veinte —advirtió la muchacha. -¡Un sol veinte! —devolvió el pan y quedó indeciso un instante. Luego se decidió: — Déme un sol de galletas, entonces. Tenía el paquete de galletas en la mano y andaba lentamente. Pasó junto al cine y se detuvo a contemplar los atrayentes avisos. Miró a su gusto y. luego, prosiguió caminando. ¿Habría vendido Pedro la revista que le quedaba? Más tarde, cuando regresara a Junto al Cielo, lo haría feliz, absolutamente feliz. Pensó en ello, apresuró el paso, atravesó la calle, esperó a que pasaran unos automóviles y llegó a la vereda. Veinte o treinta metros más allá había quedado Pedro. ¿O se había confundido? Porque ya Pedro no estaba en ese lugar, ni en ningún otro. Llegó al sitio preciso y nada, ni Pedro, ni revistas, ni quince soles, ni... ¿Cómo había podido perderse o desorientarse? Pero, ¿no era ahí, donde habían estado vendiendo revistas? ¿Era o no era? Miró a su alrededor. Sí, en el jardín de atrás seguía la envoltura de chocolate. El papel era amarillo con letras rojas y negras, y él lo había notado cuando se Instalaron, hacía más de dos horas. Entonces, ¿no se había confundido? ¿Pedro. y los quince soles, y la revista? (...)

JULIO RAMÓN RIBEYRO (1929 - 1994) Reseña biográfica Nace en Lima el 31 de agosto de 1929. Sus estudios los realiza en la Universidad Católica y en San Marcos. En 1955 viaja becado a España, luego pasa a la Sorbona. En 1958 regresa a su patria y ejerce la docencia en la Universidad de Huamanga.

En 1960 es redactor de la agencia noticiosa France Press y años después será agregado cultural en París. Desde 1965 radica en el extranjero ejerciendo labores periodísticas, docentes e intelectuales. Reseña literaria Es uno de los mejores cuentistas de la literatura actual, ha sabido mantener una constante representación del mundo de la clase media peruana. Lo más valioso de su producción literaria está en el cuento corto; al- terna allí la Imagen grotesca del barrio marginal con recuerdos autobiográficos de poética melancolía y como una constante, la nostalgia por el celeste reino de la infancia. El personaje principal de la obra de Ribeyro es el anónimo habitante de la ciudad, que camina por este mundo sin pena ni gloria; el hombre que no tiene voz y es espectador y víctima de la sociedad. Encontramos en sus cuentos al típico hombre de clase media. También está el hombre de la barriada. Son personajes de un submundo desconocido que de momentos se dan la mano con la fantasía. Otro de los personajes constantes presentes en primer o en segundo plano como víctima inocente de lo que pasa, son los niños, que ya a corta edad buscan los recursos para subsistir recurriendo al hurto, a la mendicidad, al dolo. Ante esto se plantea una interrogante: ¿De dónde toma Ribeyro a sus personajes? ¿En qué momento ha contactado con ellos? Por su estrato de hombre de clase media, educado en un ambiente casi exclusivo ¿conoce los hechos que narra o los crea? En cuanto al lenguaje, no busca la perfección verbal, sino que trata de ser fiel a un lenguaje propio del ambiente que describe, con sus variaciones dialectales y su propia fonética.

OBRAS Además de sus cuentos ha escrito una novela: Crónica de San Gabriel, de ambiente rural, carente de las virtudes de sus relatos urbanos. Los gallinazos sin plumas (1955). En este cuento late una honda emoción social, con una escondida intención acusadora a los responsables de las lacras que aquejan a la sociedad en crisis de valores humanos y éticos que ataca al propio hombre y a los niños. Tres historias sublevantes (1964), refleja la realidad social del Perú en todo su territorio. Las botellas y los hombres (1964), demuestra la frustración y soledad de la clase media al querer aparentar lo que no son. La palabra del mudo (1972-1993) recoge toda la producción cuentística de Ribeyro incluyendo Los Cautivos, El próximo mes me nivelo y otros. ARGUMENTO DE LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS Narra la historia de dos niños hermanos, Efraín y Enrique, que viven en una miserable choza en un viejo corralón, junto a su abuelo don Santos, quien tiene una pierna de palo y su principal obsesión es engordar a un cerdo que cría en un chiquero en el patio, al que llama Pascual. Los niños diariamente son lanzados a la calle a recoger desperdicios de comida para alimentar a Pascual.

Un día domingo Efraín y Enrique llegan hasta el barranco que da a la playa en donde descargan los camiones de baja policía, el acantilado despide un olor nauseabundo a excremento, materiales descompuestos y animales muertos, en esa inmundicia buscan los alimentos peleándose con los gallinazos y los perros que también husmean la carroña entre la basura. Cuando tienen sus baldes llenos regresan a la casa donde don Santos se alegra y da de comer a Pascual, sin importarle el peligro al que expone a sus nietos. Un día Efraín se corta el pie con un vidrio, se le infecta y no puede ir por la comida, Enrique tiene que hacer solo todo el trabajo. A la mañana siguiente Enrique también amanece con fiebre muy alta y no puede ir por la comida para el cerdo, así pasan tres días, los niños enfermos, sin probar alimentos, y don Santos rumiando su odio contra sus nietos por no dar de comer a Pascual. Un día, sin ningún miramiento, arroja dentro del chiquero al perro de los niños para saciar el hambre de Pascual, esto motivó la reacción de Enrique, quien se abalanza sobre el anciano que pierde el equilibrio cayendo al chiquero donde instantes antes Pascual había devorado al perro. Los niños huyen despavoridos mientras desde el chiquero llega el rumor de una batalla.

LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS (FRAGMENTO)

Alas siete de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada. LAs personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de otra sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal. Las beatas se arrastran penosamente hasta desaparecer en los pórticos de las Iglesias. Los noctámbulos, macerados por la noche, regresan a sus casas envueltos en sus bufandas y en su melancolía. Los basureros Inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas. A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas. A esta hora el viejo don Santos se pone la pierna de palo y sentándose en el colchón comienza a berrear: -¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora! Los dos muchachos corren a la acequia del corralón frotándose los ojos legañosos. Con la tranquilidad de la noche el agua se ha remansado y en su fondo transparente se ven crecer yerbas y deslizarse ágiles Infusorios. Luego de enjuagarse la cara, coge cada cual su lata y se lanzan a la calle. Don Santos, mientras tanto, se aproxima al chiquero y con su larga vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca entre los desperdicios. -¡Todavía te taita un poco, marrano! Pero aguarda no más, que ya llegará tu turno. Efraín y Enrique se demoran en el camino, trepándose a los árboles para arrancar moras o recogiendo piedras, de aquellas filudas que cortan el aire y hieren por la espalda. Siendo aún la hora celeste llegan a su dominio, una larga calle ornada de casas elegantes que desemboca en el malecón. Ellos no son los únicos. En otros corralones, en otros suburbios alguien ha dado la voz de alarma y muchos se han levantado. Unos portan latas, otras cajas de cartón, a veces solo basta un periódico viejo. Sin conocerse forman una especie de organización clandestina que tiene repartida toda la ciudad. Los hay que merodean por los edificios

públicos, otros han elegido los parques o los muladares. Hasta los perros han adquirido sus hábitos, sus itinerarios, sabiamente aleccionados por la miseria. Efraín y Enrique, después de un breve descanso, empiezan su trabajo. Cada uno escoge una acera de la calle. Los cubos de basura están alineados delante de las puertas. Hay que vaciarlos íntegramente y luego comenzar la exploración. Un cubo de basura es siempre una caja de sorpresas. Se encuentran latas de sardinas, zapatos viejos, pedazos de pan, pericotes muertos, algodones inmundos. A ellos solo les Interesa los restos de comida. En el fondo del chiquero. Pascual recibe cualquier cosa y tiene predilección por las verduras ligeramente descompuestas. La pequeña lata de cada uno se va llenando de tomates podridos, pedazos de sebo, extrañas salsas que no figuran en ningún manual de cocina. No es raro, sin embargo, hacer un hallazgo valioso. Un día Efraín encontró unos tirantes con los que fabricó una honda. Otra vez una pera casi buena que devoró en el acto. Enrique, en cambio, tiene suerte para las cajitas de remedios, los pomos brillantes, las escobillas de dientes usadas y otras cosas semejantes que colecciona con avidez. Después de una rigurosa selección regresa la basura al cubo y se lanzan sobre el próximo. No conviene demorar- se mucho porque el enemigo siempre está al acecho. A veces son sorprendidos por las sirvientas y tienen que huir dejando regado su botín. Pero, con más frecuencia, es el carro de la Baja Policía el que aparece y entonces la jornada está perdida. Cuando el sol asoma sobre las lomas, la hora celeste llega a su fin. La niebla se ha disuelto, las beatas están sumidas en éxtasis, los noctámbulos duermen, los canillitas han repartido los diarios, los obreros trepan a los andamios. La luz desvanece el mundo mágico del alba. Los gallinazos sin plumas han regresado a su nido. *** Don Santos los esperaba con el café preparado. -A ver. ¿Qué cosa me han traído? Husmeaba entre las latas y si la provisión estaba buena hacía siempre el mismo comentario: -Pascual tendrá banquete hoy día. Pero la mayoría de las veces estallaba: -¡Idiotas! ¿Qué han hecho hoy día? ¡Se han puesto a jugar seguramente! Pascual se morirá de hambre! Ellos huían hacia el emparrado, con las orejas ardiendo de los pescozones. mientras el viejo se arrastraba hasta el chiquero. Desde el fondo de su reducto el cerdo empezaba a gruñir. Don Santos le aventaba la comida. -¡Mi pobre Pascual! Hoy día te quedarás con hambre por culpa de estos zamarros. Ellos no te engríen como yo. ¡Habrá que zurrarlos para que aprendan! Al comenzar el invierno el cerdo estaba convertido en una especie de monstruo Insaciable. Todo le parecía poco y don Santos se vengaba en sus nietos del hambre del animal. Los obligaba a levantarse más temprano, a invadir los terrenos ajenos en busca de más desperdicios. Por último los forzó a que se dirigieran hasta el muladar que estaba al borde del mar. -Allí encontrarán más cosas. Será más fácil además porque todo está junte. Un domingo, Efraín y Enrique llegamos al barranco. Los carros de la Baja Policía, siguiendo una huella de tierra, descargaban la basura sobre una pendiente de piedras. Visto desde el malecón, el muladar formaba una especie de acantilado oscuro y humeante, donde los gallinazos y los perros se desplazaban como hormigas. Desde lejos los muchachos arrojaron piedras para espantar a sus enemigos. Un perro se retiró aullando. Cuando estuvieron cerca sintieron un olor nauseabundo que penetró hasta sus pulmones. Los pies se les hundían en un alto de plumas, de excrementos, de materias

descompuestas o quemadas. Enterrando las manos comenzaron la exploración. A veces, bajo un periódico amarillento, encubrían una carroña devorada a medias. En los acantilados próximos los gallinazos espiaban Impacientes y algunos se acercaban saltando de piedra en piedra, como si quisieran acorralarlos. Efraín gritaba para intimidarlos y sus gritos resonaban en el desfiladero y hacían desprenderse guijarros que rodaban hasta el mar. Después de una hora de trabajo regresaron al corralón con los cubos llenos. -¡Bravo! -exclamó don Santos- Habrá que repetir esto dos o tres veces por semana. Desde entonces, los miércoles y los domingos. Efraín y Enrique hacían el trote hasta el muladar. Pronto formaron parte de la extraña fauna de esos lugares y los gallinazos, acostumbrados a su presencia, laboraban a su lado, graznando, aleteando, escarbando con sus picos amarillos, como ayudándolos a descubrir la pista de la preciosa suciedad. (...)

MARIO VARGAS LLOSA (1936) Reseña biográfica Nace en Arequipa, el 28 de marzo de 1936, su infancia transcurre en Cochabamba (Bolivia). Con su familia se traslada a Piura donde pasará parte de su adolescencia. Es en Lima donde tiene contacto con la vida escolar, difícil y variada, se encontrará con personas y situaciones diversas. Cursa estudios en el colegio particular La Salle y en el colegio militar Leoncio Prado. Ingresa a San Marcos y es bachiller en Letras en 1958, cuando se inicia en el periodismo gana una beca para seguir estudios en Europa, viajando por España y Francia. En 1962 obtiene el premio Biblioteca Breve por La ciudad y los Perros. En 1967 gana el Premio Internacional de Literatura Rómulo Gallegos, por su novela La casa verde. En 1982 es nominado al Premio Nóbel de Literatura. En la década del 80 incursiona en la política peruana, funda el Movimiento Libertad y postula a la presidencia de la república. Actualmente vive en España. Reseña literaria Vargas Llosa es considerado por la crítica internacional como uno de los mejores novelistas de la literatura peruana. Su obra ha sido traducida a diferentes idiomas, se alaba su agilidad narrativa y la originalidad de sus temas. Dueño de un estilo propio, utiliza expresiones que ubican a los protagonistas en diferentes planos con relatos entrecruzados que se interrumpen para luego aparecer hilvanándose con lo anterior. La técnica que utiliza Vargas Llosa es singularmente rica en medios expresivos, perfectamente asimilados y extraídos de todas las corrientes de la novelística contemporánea. Ha utilizado al anáximo el caudal de expresividad brindado por el ‘monólogo interior” y la disociación del tiempo lineal. La expresión monologante usada a ratos por los protagonistas va definiendo su pensamiento y psicología. El retroceso o el progreso de la acción rompen con gran efecto expresivo la continuidad del tiempo. “El novelista juega así con el lector y lo conduce, en un alarde de vital agilidad, a un momento anterior o posterior con respecto a la acción que estaba relatando’. (*)

La novela de Vargas Llosa no es costumbrista ni indigenista, se podría ubicar mejor dentro de la narrativa urbana realista, es el reflejo de una realidad objetiva; lo cotidiano, lo vulgar, la pandilla de barrio, las experiencias del colegial, etc., constituyen los elementos que le han servido de base para hacer su novela. La mayoría de las obras de Vargas Llosa tienen un contenido autobiográfico, aunque en algunas trate de ocultar su presencia y sólo se insinúe como un personaje más. Maneja con maestría la narración conduciendo al lector a la trama misma de la obra, quedando atrapado en su argumento y en sus cambios bruscos de escenario y de tiempo. OBRAS Narración: - La ciudad y los perros (Editorial Selx Barral, Barcelona, 1963), brota de las vivencias del adolescente en oposición a la realidad circundante. Coloca al lector frente al cuadro de la enseñanza militar del colegio Leoncio Prado. Los ‘perros” son los alumnos nuevos que son víctima de los alumnos antiguos. - La casa verde (1965), la novela trata sobre los incidentes que se dan en una casa de citas en Piura, llamada ‘La casa verde”, donde acuden personas de todas las regiones con diferentes problemas, buscando ilusamente, placer y descanso. En este segundo libro de Vargas Llosa se advierte la Influencia de nuevas técnicas narrativas asimiladas en Europa, su estilo es muy diferente al empleado en la Ciudad y los perros, se empeña en que el lector viva los episodios narrados, que suceden en diferentes lugares y por distintos personajes al mismo tiempo. - Los cachorros (1967), sucede en Miraflores, barrio de clase media, en donde una pandilla de jóvenes se reúne en el parque Salazar, los episodios narrados afloran espontáneamente con la magia del recuerdo, ágil, ameno, transparente, este mismo estilo se mantiene en los cuentos Día domingo, El hermano menor, etc. - Conversación en la Catedral (1969). Esta novela está ambientada en la década del ‘50, en Lima. Se advierte un estilo nuevo, un deseo de reflejar diálogos múltiples, mediante el sistema de intercalar conversaciones de dos personajes con la de otros dos, y éstos dos a su vez con otros dos, tratando de dar sensación de conversaciones simultáneas que hacen difícil la lectura y confunden al lector. - Pantaleón y las visitadoras (1973). Es una sátira sobre la vida en la selva con la presencia de las ‘visitadoras” que realizan el oficio de la prostitución. Se puede advertir que el novelista deja volar su imaginación utilizando al mismo tiempo hechos reales y ficticios. - La tía Julia y el escribidor (1977). Novela autobiográfica sobre sus relaciones sentimentales con una mujer madura que luego se convierte en su esposa, la tía Julia. - La Guerra del fin del mundo (1981) - La Historia de Mayta (1984) - ¿Quién mató a Palomino Mólero? (1986) - Elogio a la madrastra - El pez en el agua (Memorias, 1993) - Lituma en los Andes (1993) Teatro: - La señorita de Tacna (1981) - Katy y el Hipopótamo (1983) - La Chunga (1986)

Ensayo: - Historia de un deicidio (1971) - La verdad de las mentiras (1993) ARGUMENTO DE LOS CACHORROS Los hechos se suceden en un grupo de jóvenes, casi niños, alumnos del colegio Champagnat, Lalo Chingolo, Mañuco, Choto y Cuéllar, cursaban Tercero “A” de primaria cuando se conocieron, todos llevaban pantalón corto ese año, aún no fumaban, entre todos los deportes preferían el fútbol, y estaban aprendiendo a correr olas, a zambullirse en el segundo trampolín del “Terrazas”, cuando entró Cuéllar al colegio Champagnat: “Era chanconcito (pero no sobón)”, siempre primero hasta el accidente, ahí comenzó a flojear y a sacarse malas notas. En el colegio había un perro danés llamado Judas, que estaba enjaulado por bravo. Un día, después del fútbol, mientras los chicos se duchaban Judas escapó de su jaula y entró al baño, los alumnos asustados escaparon, sólo Cuéllar es atacado por el perro que le muerde los órganos genitales, castrándolo. Este terrible accidente origina un gran cambio en la conducta del alumno, cambio que se hace más notorio cuando llega la adolescencia y empiezan las pri— meras manifestaciones sexuales. Poco a poco se acostumbra a su sobrenombre “pichulita Cuéllar”. Están en tercero de secundaria, los amigos empiezan a tener enamoradas y Cuéllar siempre solo, como frustrado. Llega a vivir al barrio Teresita Armarte y Cuéllar se enamora perdidamente de ella, pero nunca le declara su amor a pesar que sus amigos lo animan y prometen ayudarlo. Su impedimento físico le frustra todo empeño y cuando Teresita se enamora de otro chico, Cuéllar se desespera y vuelve a ser el joven irresponsable, bebedor e insoportable de antes. Los jóvenes crecen, algunos se casan, otros estudian y Cuéllar se va quedando solo, con su terrible problema, frecuentando lugares prohibidos y corriendo a gran velocidad por las pistas, hasta que un día se estrella en Pasamayo perdiendo la vida.

LOS CACHORROS I Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat. Hermano Leoncio. ¿Cierto que viene uno nuevo?, ¿para el “Tercero A”, Hermano? Sí, el Hermano Leoncio apartaba de un manotón el moño que le cubría la cara, ahora a callar. Apareció una mañana a la hora de la formación, de la mano de su papá y el Hermano Lucio lo puso a la cabeza de la fila porque era más chiquito todavía que Rojas, y en la clase el Hermano Leoncio lo sentó atrás, con nosotros, en esa carpeta vacía, jovencito. ¿Cómo se llamaba? Cuéllar, ¿y tú? Choto, ¿y tú? Chingolo, ¿y tú? Mañuco, ¿y tú? Lalo. ¿Miraflorino? Si, desde el mes pasado, antes vivía en San Antonio y ahora en Mariscal Castilla, cerca del Cine Colina. Era chanconcito (pero no sobón): la primera semana salió quinto y la siguiente tercero y después siempre primero hasta el accidente, ahí comenzó a flojear y a sacarse malas notas. Los catorce incas, Cuéllar, decía el Hermano Leoncio, y él se los recitaba sin

respirar, los Mandamientos, las tres estrofas del Himno Marista, la poesía Mi bandera de López Albújar: sin respirar. Qué trome, Cuéllar, le decía Lalo y el Hermano mano muy buena memoria, jovencito, y a nosotros ¡aprendan bellacos! El se lustraba las uñas en la solapa del saco y miraba a toda la clase por encima del hombro, sobrándose (de a mentiras, en el fondo no era sobrado, sólo un poco loquibambio y juguetón. Y, además, buen compañero. Nos soplaba en los exámenes y en los recreos nos convidaba chupetes, ricacho, tofis, suertudo, le decía Choto, te dan más propina que a nosotros cuatro, y él por las buenas notas que se sacaba, y nosotros menos mal que eres buena gente, chanconcito, eso lo salvaba). (...) Cuéllar, que era terco y se moría por jugar en el equipo, se entrenó tanto en el verano que al año siguiente se ganó el puesto de interior izquierdo en la selección de la clase: menos sana incorpore sano, decía el hermano Agustín, ¿ya veíamos?, se puede ser buen deportista y aplicado en los estudios, que siguiéramos su ejemplo. ¿Cómo has hecho?, le decía Lalo, ¿de dónde esa cintura, esos pases, esa codicia de pelota, esos tiros al ángulo? Y él: lo había entrenado su primo el Chispas y su padre lo llevaba al Estadio todos los domingos y ahí, viendo a los craks, les aprendía los trucos ¿captábamos? Se había pasado los tres meses sin ir a las matinés ni a las playas, sólo viendo y jugando fútbol mañana y tarde, toquen esas pantorrillas, ¿no se habían puesto duras? Sí, ha mejorado mucho, le decía Choto al hermano Lucio, de veras, y Lalo es un delantero ágil y trabajador, y Chingolo qué bien organizaba el ataque y. sobre todo, no perdía la moral, y Mañuco ¿vio cómo baja hasta el amo a buscar pelota cuando el enemigo va dominando. Hermano Lucio?, hay que meterlo al equipo. Cuéllar se reía feliz, se soplaba las uñas y se las lustraba en la camiseta de “Cuarto A”, mangas blancas y pechera azul: ya está, le decíamos, ya te metimos pero no te sobres. En julio, para el Campeonato Interaños, el Hermano Agustín autorizó al equipo de “Cuarto A” a entrenarse dos veces por semana, los lunes y los viernes, a la hora de Dibujo y Música. Después del segundo recreo, cuando el patio quedaba vacío, mojadillo por la garúa, lustrado como un chimpún nuevecito, los once seleccionados bajaban a la cancha, nos cambiábamos el uniforme y, con zapatos de fútbol y buzos negros, salían de los camarines en fila india, a paso gimnástico, encabezados por LAlo, el capitán. En todas las ventanas de las aulas aparecían caras envidiosas que espiaban sus carreras, había un vientecito frío que arrugaba las aguas de la piscina ¿Que tú te bañarías?, después del match, ahora no, pero qué frío, sus saques, y movía las copas de los eucaliptos y ficus del Parque que asomaban sobre el muro amarillo del Colegio, sus penales y la mañana se Iba volando: entrenamos reglo, decía Cuéllar, bestial, ganaremos. Una hora después el hermano Lucio tocaba el silbato y. mientras se desaguaban las aulas y los años formaban en el patio, los seleccionados nos vestíamos para ir a sus casas a almorzar. Pero Cuéllar se demoraba porque (te copias todas las de los craks, decía Chingolo. ¿Quién te crees?, ¿Toto Terry?, se metía siempre a la ducha después de los entrenamientos. A veces ellos se duchaban también, guau pero ese día, guau, guau, cuando Judas se apareció en la puerta de los camarines, guau guau guau, sólo Lalo y Cuéllar se estaban bañando: guau guau guau guau. Choto, Chingolo y Mañuco saltaron por las ventanas, Lalo chifió se escapó mira hermano y alcanzó a cerrar la puertecita de la ducha en el hocico mismo del danés. Ahí, encogido, losetas blancas, azulejos y chorritos de agua, temblando, oyó los ladridos de Judas. el llanto de Cuéllar, sus gritos, y oyó aullidos, saltos, choques, resbalones y después sólo ladridos, y un montón de tiempo después, les juro (pero cuánto, decía Chingolo, ¿dos minutos?, más hermano, y Choto ¿cinco?, más mucho más), el vozarrón del Hermano Lucio, las lisuras de Leoncio ¿Quien español. Lalo?, sí, también en francés, ¿le entendías?, no, pero se Imaginaba que eran lisuras, idiota, por la furia de su voz), los carambas, Dios

mío, fueras, sapes, largo largo, la desesperación de los Hermanos, su terrible susto, Abrió la puerta y ya se lo llevaban cargado, lo vio entre las sotanas negras, ¿desmayado?, sí, ¿calato, Lalo?, sí y sangrando, hermano, palabras, qué horrible: ci baño entero era punta sangre. Qué más, qué pasó después mientras yo me vestía, decía Lalo, y Chingolo el Hermano Agustín y el Hermano Lucio metieron a Cuéllar en la camioneta de la Dirección, lo vimos desde la escalera, y Choto arrancaron a ochenta (Mañuco cien) por hora, tocando bocina y bocina como los bomberos, como una ambulancia. Mientras tanto el Hermano Leoncio perseguía a Judas que iba y venía por el patio dando brincos, volantines, lo agarraba y lo metía a su jaula y por entre los alambres (quería matarlo, decía Choto, silo hubieras visto, asustaba) lo azotaba sin misericordia, colorado, el moño bailándole sobre la cara. Esa semana, la misma del domingo, el rosario del viernes y las oraciones del principio y del fin de las clases fueron por el restablecimiento de Cuéllar, pero los Hermanos se enfurecían si los alumnos hablaban entre ellos del accidente, nos chapaban y un cocacho, silencio, toma, castigado hasta las seis. Sin embargo ése fue el único tema de conversación en los recreos y en las aulas, y el lunes siguiente cuando, a la salida del Colegio, fueron a visitarlo a la Clínica Americana, vimos que no tenía nada en la cara ni en las manos. Estaba en un cuartito lindo, hola Cuéllar, paredes blancas y cortinas cremas. ¿ya te sanaste, cumpita?, junto a un jardín con florecitas, pasto y un árbol. Ellos lo estábamos vengando. Cuéllar. en cada recreo pedrada y pedrada contra la jaula de Judas y él bien hecho, prontito no le quedaría un hueso sano al desgraciado, se reía, cuando saliera Iríamos al Colegio de noche y entraríamos por los techos, viva el jovencito pam pam, el Águila Enmascarada chas chas y le haríamos ver estrellas, de buen humor pero flaquito y pálido. a ese perro, como él a mí. Sentadas a la cabecera de Cuéllar había dos señoras que nos dieron chocolates y se salieron al jardín, corazón, quédate conversando con tus amiguitos, se fumarían un cigarrillo y volverían, la del vestido blanco es mi mamá, la otra una tía. Cuenta. Cuéllar, hermanito, qué pasó, ¿le había dolido mucho?, muchísimo, ¿dónde lo había mordido?, ahí pues. y se muñequeó. ¿En la pichulita?, sí, coloradito, y se rió y nos reímos y las señoras desde la ventana adiós, adiós corazón, y a nosotros sólo un momentito más porque Cuéllar todavía no estaba curado y él chiste, era un secreto, su viejo no quería, tampoco su vieja, que nadie supiera, ml cholo, mejor no digas nada, para qué, había sido en la pierna nomás, corazón ¿ya? La operación duró dos horas, les dijo, volvería al Colegio dentro de diez días, fíjate cuántas vacaciones qué más quieres le había dicho el doctor. Nos fuimos y en la clase todos querían saber, ¿le cosieron la barriga cierto?, ¿con aguja e hilo, cierto? Y Chingolo, cómo se empavó cuando nos contó, ¿sería pecado hablar de eso?, Lalo no, qué iba a ser, a él su mamá le decía cada noche antes de acostarse ¿ya te enjuagaste la boca, ya hiciste pipí?, y Mañuco pobre Cuéllar. qué dolor tendrías, si un pelotazo ahí sueña a cualquiera cómo sería un mordisco y sobre todo piensa en los colmillos que se gasta Judas, cojan piedras, vamos a la cancha, a la una, a las dos. a las tres, guau guau guau guau, ¿le gustaba?, desgraciado, que tomara y aprendiera. Pobre Cuéllar, decía Choto, ya no podría lucirse en el Campeonato que empieza mañana, y Mañuco tanto entrenarse de balde y lo peor es que, decía halo, esto nos ha debilitado el equipo, hay que rajarse si no queremos quedar a la cola, muchachos, juren que se rajarán. 2 Sólo volvió al Colegio después de Fiestas Patrias y, cosa rara, en vez de haber escarmentado con el fútbol, (no era por el fútbol, en cierta forma, que lo mordió Judas?) vino más deportista que nunca. En cambio, los estudios comenzaron a importarle menos. Y se comprendía, ni tonto que fuera, ya no le hacía falta chancar: se presentaba a

los exámenes con promedios muy bajos y los Hermanos lo pasaban, malos ejercicios y óptimo, pésimas tareas y aprobado. Desde el accidente te soban, le decíamos, no sabías nada de quebrados y. qué tal raza, te pusieron dieciséis. Además, lo hacían ayudar misa. Cuéllar lea el catecismo, llevar el gallardete del año en las procesiones, borre la pizarra, cantar en el coro, reparta las libretas, y los primeros viernes entraba al desayuno aunque no comulgara. (...) Sólo volvió al colegio después de Fiestas Patrias... Por ese tiempo, no mucho después del accidente, comenzaron a decirle Pichulita, el apodo nació en la clase... Poco a poco fue resignándose a su apodo y en sexto año ya no lloraba ni se ponía matón. (...) 3 El primero en tener enamorada fue Lalo cuando andábamos en tercero de media. (,,.) Pero pasó algo: Cuéllar comenzó a hacer locuras para llamar la atención. Lo festejaban y le seguíamos la cuerda, ¿a qué me robo el carro del viejo y nos íbamos a dar curvas a la Costanera, muchachos?, a que no hermano, y él se sacaba el Chevrolet de su papá y se iban a la Costanera; ¿a que bato el récord de Boby Lozano?, a que no hermano, y él vssst por el Malecón vssst desde Benavides hasta la Quebrada vssst en dos minutos cincuenta, ¿lo batí?, sí y Mañuco se persignó, lo batiste, y tú qué miedo tuviste, rosquetón; ¿a que nos invitaba al Oh, qué bueno y hacíamos perro muerto?, a que no hermano, y ellos iban al Oh, qué bueno nos atragantábamos de hamburguers y de milkshakes, partía uno por uno y desde la Iglesia del Santa María veíamos a Cuéllar hacerle un quite al mozo y escapar ¿qué le dijiste?; ¿a que me vuelo todos los vidrios de esa casa con la escopeta de perdigones de mi viejo?, a que no, Pichulita, y él se los volaba. Se hacía el loco para impresionar, pero también para ¿viste. viste? sacarle cachita a Lalo, tú no te atreviste y yo sí me atreví. No le perdona lo de Chabuca, decíamos, qué odio le tiene. En Cuarto de Media, Choto le cayó a Fina Salas y le dijo que sí, y Mañuco a Pusy Lañas y también que sí. Cuéllar se encerró en su casa un mes yen el Colegio apenas si los saludaba, oye, qué te pasa, nada. ¿por qué no nos buscaba, por qué no salía con ellos?, no le provocaba salir. Se hace el misterioso, decían, el Interesante, el torcido, el resentido. Pero poco a poco se conformó y volvió al grupo. Los domingos, Chingolo y él se iban solos a la matiné (solteritos. les decíamos. viuditos), y después mataban el tiempo de cualquier manera, aplanando calles, sin hablar o apenas vamos por aquí, por allá, las manos en los bolsillos, oyendo discos en casa de Cuéllar, leyendo chistes o jugando naipes. y a las nueve se caían por el Parque Salazar a buscar a los otros, que a esa hora ya estábamos despidiendo a las enamoradas. (...)

ALFREDO BRYCE ECHENIQUE (1939) Nace en Lima. Estudia derecho y literatura en la Universidad de San Marcos. En 1968 publica su primer libro de cuentos, Huerto cerrado, que merece una mención especial en el Concurso Casa de las Américas, de Cuba. Pero es con su novela Un mundo para Julius (1970) que obtiene la consagración internacional y una amplia difusión en varios idiomas. El lenguaje de Un mundo para Julius es, según Washington Delgado, “de estirpe borgiana, límpido, terso y fluyente; lenguaje además propiamente novelístico; que resuelve con igual eficacia los problemas de la descripción, del diálogo o del monólogo

interior. Lo más destacable de esta primera obra de Bryce es su aguda penetración psicológica y su capacidad para configurar ambientes narrativos. (...) El ambiente de Un mundo paran Julius es de una familia de la plutocracia limeña; la madre pertenece a una estirpe de terratenientes, es decir, a la vieja aristocracia del Perú, la constituida por los llamados barones del algodón y del azúcar; su esposo, en cambio, es un financista, un representante del nuevo y poderoso capitalismo peruano de esos últimos años; ambos personajes y sus hijos, amigos y parientes están retratados con mano maestra; pero también están retratadas con mano maestra gentes de las clases media y baja; profesores, empleados y sobre todo los sirvientes de la casona familiar. Bryce muestra una gran simpatía por esas gentes humildes y desvalidas, se acerca a ellas con singular ternura y consigue por eso penetrar en su interior, en su alma, en su psicología”. OBRAS - Huerto cerrado (cuentos, 1968) - Un mundo para Julius (1970) - La felicidad, ja, ja (cuentos, 1974) - Tantas veces Pedro (novela, 1977) - A vuelo de buen cubero (1977) - La vida exagerada de Martín Romaña (novela, 1981) - El hombre que hablaba de Octavia de Cadiz (novela, 1985) - Magdalena peruana (cuento, 1987) - La última mudanza de Felipe Camilo (novela, 1988) - Dos señoras conversan (1990) - Permiso para vivir (crónicas, 1993)

UN MUNDO PARA JULIUS (FRAGMENTO)

E1 palacio los esperaba lleno de luz. El sol de ese verano se filtraba por las amplias ventanas y llegaba hasta los últimos rincones, alegrándolo todo. Entre Celso y Daniel habían logrado que cada cosa volviera a relucir y que los pisos recuperaran el brillo de antes. Todo recuerdo ingrato debía desaparecer, todo estaba listo para una nueva vida, y ellos se aprestaban a servir al nuevo señor. De tanto cocinar, de tanto planchar, encerar, barrer, baldear, de tanto lustrar se habían acostumbrado a que la niña Cinthia ya no estuviese. Madrugaron el día del aeropuerto. Nilda llenó la despensa de productos alimenticios, mientras Vilma controlaba la ropa del niño y Carlos limpiaba los automóviles. A Julius le dijeron que no se fuera a meter en la carroza y que esperara tranquilito la hora de partir. Lo habían vestido prácticamente de primera comunión y le habían puesto su corbatita de torero. Esperaba nervioso, recordando, asociando este segundo viaje al aeropuerto con el primero, prefería no esperar en el salón del piano. A cada rato venían a verlo; lo encontraban siempre tranquilo, muy bien, él mismo lo decía, sin quererlo estaba aprendiendo el arte del disimulo y las manos tembleques.

Carlos le conversó durante todo el camino. Le iba diciendo que Santiaguito volvería hecho ya todo un hombre. En casa habían decidido lo mismo: Santiaguito iba a cumplir dieciséis años, tenía que regresar convertido en un hombrecito, Europa tenía que haberlo cambiado. Insistían en esa Idea, como si unos cuantos meses de ausencia fueran suficientes para que aceptaran la superioridad del niño, haciéndolo crecer en sus mentes. Boby también ya iba para los trece, entraba a secundaria, ya no volvería a usar pantalón corto, estaría muy crecidito. Se acercaban al aeropuerto, y Carlos seguía habla y habla, en su afán de entretener a Julius, estaba alegre Carlos, te has divertido bastante en Chosica, ahora unos mesecitos más y al colegio, así es la vida, todos crecen, todos vuelven... Todos vuelven al lugar donde nacieron, cantó Carlos, bembón, desforzado de alegría, señalándole el avión, encantado. “ahora con tal de que no nos haga la de Jorge Chávez”, dijo, por decir algo. “Con tal de que no se nos vaya de culata, a ver, prepárese para saludar a su mamá. No podía quedarse callado, ni quieto tampoco, no lo dejaba mirar: sí, sí, el avión que él escogió para Cinthia, Cinthia, Cinthia, los altoparlantes lo confirmaban: Mr France, vuelo 207, procedentes de París, Lisboa, Pinta-Pitre, Caracas, Bogotá. Lima. Sintió náuseas pero no era el momerito... Los dos se aguantaban. “Ábrete Sésamo”, parecía decir Carlos, parado inquieto, ahí en la terraza, esperando que se abriera la puerta del avión, a ese animal sí que le tenía mucho miedo, el cielo para los ángeles, gallinazo no vuela más alto del techo, pero ¿por qué no abren? Ya hasta se estaba poniendo agresivo el chofer, se autocriticaba y todo: pero ¿qué te pasa? ¿Qué tanta emoción? ni que fuera tu mamá laque llega, llega tu jefe y nada más... Pero no bien vio que se abría la puerta del avión. se quitó la gorra, llega la patroncita, y empezó atararear valsecitos criollos, como siempre que se mortificaba por algo que no debía mortificarse. “El señor Juan Lucas!”, exclamó, al verlo aparecer en la escalinata. Julius postergó el vómito para otro día y empezó a hacer adiós como loco. En efecto, ahí estaba Juan Lucas, vestido para la ocasión (probablemente el día en que haya terremoto aparecerá Juan Lucas gritando ¡socorro! ¡Mis palos de golf y perfectamente vestido para la ocasión).Junto a él. Una aeromoza que hubiera querido pasar una temporada con él: la niña andaba en la época aventurera de su vida, volabay aún no quería casarse. Pero se fue a la mierda cuando apareció Susan; eso que apareció aterrada, como diciendo adónde me han traído, no reconocía, sabe Dios en qué había estado pensando en los últimos minutos. Linda, de cualquier manera, mucho más linda ahora que se mataba haciéndole adiós, adiós adiós, sin haberlo visto todavía. Se quitó las gafas de soly casi la mata la luz, Inmediatamente se las volvió a poner, ¿dónde está Julius? ¡Allá mamá!, ¡allá!, le gritaba Santiago, en la oreja, por el aire, ¡allá!, ¿no ves?” Veía a Carlos, no veía a Julius. ¡No importa, mamá! ¡Baja! ¡No dejas pasar a nadie! Se habían apropiado de la escalinata. ¡Apúrate! Por supuesto que pagaron varios sueldos de alguien por exceso de equipaje, pero eso no era nada. Lo principal venía por barco: palos de golf para todo el mundo, colecciones enteras; ropa inglesa, francesa, italiana; regalos hasta para la lavandera, comprados así, por montones, sin es- coger realmente; licores raros, finísimos; adornos, lámparas, joyas; más colecciones de piñas Dunhill con sus tabaqueras de cuero y su puntito de marfil en cada una. Había sido un viaje feliz, demasiado corto, ahora que ya se sentían en Lima. Imposible resumirlo así, en tan poco tiempo. La gente les preguntaría. Todo lo que coritaran era poco. En fin, ya de eso se encargarían las crónicas sociales con “Inimitable mentecatería”, según Juan Lucas. Hablarían de su viaje sin que ellos lo quisieran... (Ya por ahí no me meto: eso es algo que pertenece al yo profundo de los limeños; nunca se sabrá; eso de querer salir, o no, en “sodales”, juran que no...)

¡Cómo había cambiado el palacio! ¿Quién había comprado esos muebles tan lindos? ¿Quién había escogido esas pinturas para las paredes? Ordenes de Juan Lucas llegadas en alguna carta dirigida a algún apoderado de buen gusto y eficiente. Carlos seguía cargando las maletas de cuero de chancho, con cara de yo-ya-estuve-con-ellos, y se sentía superior. Vilma notó que Santiaguito ya era un hombre y que la miraba. Enseguida se fijó en Juan Lucas. ci señor, y aceptó su elegante metro ochenta y siete, sin explicarse porqué, en realidad sin comprender tanta fama de buen mozo, la verdad, no se parecía a ningún artista de cine mejicano. Era para la señora. Volteó nuevamente y Santiago la seguía mirando. Nilda se había lavado las manos de ajo, para soltar su grito de felicidad, interrumpido esta vez por la mueca del señor, qué tanta euforia de las mujeres, que desaparezcan de una vez, que esté todo Instalado ya, que haya un gin and tonic en alguna terraza ventilada de este mundo. Susan sí los quería, pero había toda la tradición de Nilda oliendo a ajos, además Arminda estaba llorando, no tardaba en persignarse y arrancar con eso de Dios bendiga a los que llegan a esta casa. Pobre Susan, hizo un esfuerzo y besó a la cocinera, pero, ya ven, Arminda estalló con lo de su hija Dora y el heladero de Donofrio. Celso y Daniel tuvieron que abandonar el equipaje para venir a consolarla y. de paso, arrancársela a la señora de los brazos. Por fin Juan Lucas terminó con tanta con fraternidad; sus brazos se ex- ten dieron nerviosos, años que no se escuchaban órdenes superiores en el palacio, Susan lo admiraba: ponga las maletas en su sitio, por favor; con cuidado de no arañar el cuero; suban para que nos ayuden a colgar las cosas; mujer, ya no llore, por favor. No sabía su nombre, tampoco el de Nilda que reaparecía gritando que ese era su hijo, que lo iba a educar como aun niño decente, y les enseñaba al monstruito. Juan Lucas empezó a crisparse, las típicas arrugas del duque de Windsor se dibujaron a ambos lados de sus ojos. Julius desapareció, mientras Susan decidía amarlos a todos un ratito y acariciaba al bebe. Celso y Daniel corrieron detrás del señor. Al día siguiente, por la mañana, llamó Susana Lestarria. Susan sintió una extraña mezcla de pena y flojera al oír su voz en el teléfono. Con verdadera resignación soportó media hora de su envidia y le contó todo lo que quería saber del viaje, de la boda, sobre todo. Finalmente, cuando ella creía que ya Iba a terminar. Susana le preguntó si Iba a celebrar el santo de Julius. Susan hizo un esfuerzo gigantesco por recordar, captar y expresar en palabras la manera de pensar de su prima: No, le respondió; creo que aún es muy pronto para tener fiestas en casa; aunque se trate de niños.’ -¡Claro! Me parece muy bien. Tienes toda la razón. Qué diría la gente... Llegó el cumpleaños de Julius, pero no los regalos de Europa, y tuvieron que correr a comprarle un tren eléctrico. Vino un hombre para armarlo y él se pasó toda la tarde haciéndole demasiadas preguntas. Por fin, a eso de las seis, el tren empezó a funcionar en una sala y toda la servidumbre apareció, aprovechando que el señor no estaba. Julius decidió cuál era la estación de Chosica. Prácticamente se olvidó del tren cuando empezó a contarle de Chosica a su mamá, que era toda para él esa tarde, hasta las siete, en que tenía que cambiarse para un cóctel. Le contó del pintor Peter del mercado, lo de los mendigos y, cuando se arrancó como de Palomino y las inyecciones. Nilda dijo que era hora de cocinar y se marchó. Pero tanto miedo fue en vano porque estuvo de lo más atinado y solo contó lo que se podía contar. Lo hizo tan bien, además, que Susan empezó a agradecerles y a decirles que nunca olvidaría lo buenos que habían sido, el señor los iba a recompensar. Inmediatamente ellos replicaron que no lo habían hecho por interés, a lo cual Susan, a su vez, replicó diciendo que trajeran helados para todos, Coca-Cola también. Nilda volvió a aparecer trayendo al monstruito, seguida por Celso y Daniel con los azafates.

-¡Brindemos con Coca-Cola por los seis años de Julius! -dijo Susan, mirándolos, a ver qué tal recibían su frase. Le salió perfecto. Se emocionaron todos. Tanto que ella terminó sacando la cuenta y Cinthia tendría ya once años; se le llenaron los ojos de lágrimas anticóctel, se me van a hinchar los ojos. Los sirvientes habían enmudecido. Por qué?, se preguntaba ella, ¿notarán?” En ese instante Nilda, en nombre de todos, dijo que acompañaban a la señora en su recuerdo. Susan se quedó pensativa, en todo están cuando se trata de... ¡qué bárbaros para querer!... -¡El tren no puede quedarse eternamente parado en Chosica! -dijo, reaccionando. Todos sonrieron. Por una vez un cumpleaños sin los Lastarria”, pensó Julius, inclinándose alegre para poner en marcha el tren. Todos sonreían mientras tomaban sus helados y sus Coca-Colas. Y el tren circulaba, pasaba y pasaba por Chosica. Sin detenerse porque él se había entretenido escuchándola: Susan les estaba contando de Europa; omitía los nombres para no confundirlos; Francia. Inglaterra, Italia, eso era todo; contaba y el tren giraba, se terminaban los helados y seguía, ni cuenta se daba de que ellos habían volteado a mirar hacia un lado de la sala, miraban con sonrisas nerviosas hacia la puerta desde donde Juan Lucas, Santiago y Boby, recién llegados del Golf, seguían la escena Irónicos, burlándose, avergonzándola.

CAPÍTULO V Ensayo, teatro y poesía contemporáneos

EL ENSAYO EN LA LITERATURA PERUANA Desde el inicio del presente siglo aviva entre la nueva generación universitaria san marquina el interés por las investigaciones históricas, sociales y literarias del Perú, dando a luz valiosas publicaciones que han pasado a enriquecer el ensayo peruano. Esta primera generación de investigadores formada por Raúl Porras Barrenechea, Jorge Guillermo Leguia, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, dedica sus esfuerzos a temas diversos. Así serán publicados los ensayos El periodismo en el Perú (Raúl Porras Barrenechea, 1921), Vida y pasión de la cultura en América (Luis Alberto Sánchez, 1935), Perú, problema y posibilidad (Jorge Basadre, 1931), Meditaciones sobre el destino histórico del Perú (Jorge Basadre, 1947), Nueva historia de la literatura americana (Luis Alberto Sánchez). Se ha citado sólo una muestra de esta amplia producción.

Estuardo Núñez (Literatura peruana en el siglo XX) opina que una de las características de la literatura del siglo XX es el surgimiento del ensayo, ya que anteriormente se escriben tratados monográficos, discursos, memorias, o alguna otra forma de investigación. Para una mejor interpretación podemos clasificar el ensayo en: 1. Ensayo sociológico, histórico o literario, representado por: Primera generación.- Francisco García Calderón, Manuel González Prada, José de la Riva Agüero, Javier Prado. Segunda generación.- Raúl Porras Barrenechea, Jorge Guillermo Leguia, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Víctor Raúl Haya de la Torre. En éste el ensayo culto, el de la frase poética literaria y el claro planteamiento de los problemas que aquejan al país. Escrito con un estilo claro y coherente, nos da un mensaje de peruanidad, buscando siempre la afirmación de la unidad nacional. 2. Ensayo literario-artístico, representado por Manuel González Prada, Ventura García Calderón, Francisco More, Abraham Valdelomar, Enrique Bustamante y Ballivián, José María Eguren. En un segundo momento aparecen Carlos Cueto Fernandini, Augusto Tamayo Vargas, Jorge Castro Harrison, José María Arguedas, Rafael de la Fuente Benavides. En este tipo de ensayo encontramos los estudios de valor estético, la atención del investigador se centra en la obra literaria con artículos y estudios en donde se advierte el profundo conocimiento de la poesía y arte tratados con un claro sentido crítico. 3. Ensayo filosófico y universitario, representado por Sebastián Lorente, Pedro Zulen, Francisco Miró Quesada, Augusto Salazar Bondy, Luis E. Valcárcel, Víctor Andrés Belaúnde. El ensayo filosófico es la reflexión sistemática, rigurosa y vertical de los problemas del hombre. Se advierte una positiva crítica a las ideas de grandes filósofos contemporáneos que lleva a la formulación de conceptos propios de la realidad nacional, visto desde la óptica del maestro universitario, constante investigador y educador nato. 4. Ensayo social, cultivado por José Carlos Mariátegui, José Uriel García, Jorge Basadre, Manuel Seoane Los temas sociales, tratados reiteradamente en la poesía y la narrativa, también encuentran eco en el ensayo, siguiendo la línea iniciada por González Prada, el ensayo social es la interpretación más lúcida de la realidad peruana en donde los problemas sociales, económicos y éticos son estudiados desde una perspectiva dialéctica. Predomina en ellas las vivencias del Perú profundo con su historia y su presente, con su antigua tradición y su angustia actual. En este tipo de ensayo se nota un fenómeno nuevo, es el caso del surgimiento de escritores que se mueven en el ambiente político y sienten la necesidad de plasmar sus ideas y alternativas en serios tratados, tal es el caso de Fernando Belaúnde Terry, José Luis Bustamante y Rivero, Víctor Raúl Haya de la Torre.

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGU1 (1894-1930)

Reseña biográfica Nace en Moquegua, el 14 de junio de 1894, hijo de un hogar modesto formado por Francisco Mariátegui y Amelia La Chira, apenas puede cursar estudios primarios en una escuelita de Huacho, en donde radicó con su familia. En un texto autobiográfico, Mariátegui nos dice: (...) “A los catorce años entré de alcanza-rejones en un periódico. Has ta 1919 trabajé en el diarismo, primero en La Prensa, luego en El Tiempo, finalmente en La Razón. En este último diario patrocinamos la reforma universitaria. Desde 1918, nauseado de política criolla, me orienté resueltamente hacia el socialismo, rompiendo con los primeros tanteos de literato inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares, en pleno apogeo. De fines de 1919 a mediados de 1923 viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia, donde desposé mujer y varias ideas. Anduve por Francia, Alemania y Austria. Mi mujer y mi hijo me Impidieron negar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época seli1n las estaciones de mi estación socialista. A mi vuelta al Perú en 1923 en reportajes y conferencias expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional conforme al método marxista. En 1924 perdí una pierna y me quedé muy delicado. “Soy un autodidacta. Me matriculé una vez en Letras en Lima, pero con el sólo interés de seguir el curso de Latín de un agustino erudito. En Europa frecuenté algunos cursos libremente, pero sin decidir a perder mi carácter extrauniversitario”. Cabe mencionar también que en sus artículos periodísticos de juventud firma con el seudónimo de Juan Croniquer. Reseña literaria José Carlos Mariátegui es uno de los ideólogos más lúcidos que haya tenido la literatura peruana; dueño de un estilo claro, penetrante, adoptó rápidamente el sello modernista en su ensayo. Empleó un lenguaje de frases cortas e incisivas, directas y precisas, poniendo su pensamiento revolucionario en sus líneas. A su regreso de Europa, en donde se nutre de ideas socialistas, intentó una interpretación de la problemática socio-económica del Perú basándose en la tesis del materialismo histórico; era la primera vez que se enfocaba los problemas sociales peruanos desde un ángulo teórico apriorístico. En la trayectoria literaria de Mariátegui encontramos cuatro momentos bien marcados: 1. Etapa lírica.- Etapa inicial en la que José Carlos Mariátegui cultiva la poesía lírica de rimas forzadas y tono dolido, su vida de continua pobreza, su enfermedad, su orfandad dejan huella en su poesía formada generalmente de sonetos alejandrinos. Sus cuentos demuestran su agilidad de prosista con estilo modernista, es la época en que escribe, junto con Valdelomar, La Mariscala. 2. Etapa periodística.- En este segundo momento de su vida se manifiesta el intelectual periodista, funda el diario La Razón, desde donde protesta contra el gobierno del presidente Leguia, escribe en favor de la reforma universitaria, defiende la jornada de ocho horas de trabajo, aboga por las reivindicaciones obreras. Es una etapa de fructífera labor periodística, colaborando con diarios, revistas y periódicos populares. Durante esa época viaja a Europa con una beca a seguir estudios en Italia, su labor periodística continuará con los continuos artículos que envía al diario El tiempo, en los que trata temas políticos internacionales.

3. Etapa social.- Se inicia con su regreso de Europa y su identificación con el problema del obrero peruano, es la etapa de la discusión de las ideas de Marx y Lenín y la lucha por los derechos de la clase obrera. Su actividad principal son las largas conversaciones y conferencias en las Universidades Populares (González Prada). Se funda la re- vista Amauta, que agrupa a los intelectuales más notorios del momento, marcando época en la literatura nacional. 4. Etapa socialista.- Es la etapa final en la vida de Mariátegui, que se presenta como un ideólogo claro, preciso y tajante en sus ideas políticas, funda el Partido Socialista del Perú (PSP) y participa en la creación de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). Su salud se ve quebrantada. Fallece el 16 de abril de 1930. Estuardo Núñez nos dice sobre él: ‘Mariátegui constituye el más conspicuo cultor del ensayo. Con Mariátegui empieza en el Perú el ensayo cabal como materia y estructura. Su pensamiento meridiano, sustantivo, nítido, hace pareja con su léxico fresco, certero, directo y centellante. ‘Mariátegui lucía un estilo antirretórico, de frases cortas e incisivas, sin vacilaciones ni rodeos, directas y precisas. ‘Su economía de adjetivos contrastaba contra la riqueza de sustantivos. Sin duda inaugura un nuevo lenguaje, un estilo inconfundible y original, que no es el lenguaje bélico de los manifiestos políticos sino la lengua del ensayista que descorre las cortinas de una nueva realidad” (*). OBRA La obra literaria de José Carlos Mariátegui es productí9 entre los años 1920 y 1930, en este tiempo logra publicar dos obras: La escena contemporánea (1925), que es una colección de artículos de temas políticos. - Siete ensayos de interpretaci6n de la realidad peruana (1928), que es un profundo análisis crítico sobre la situación social, política y económica de nuestro país. Póstumamente se publican: Defensa del marxismo (1934) El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy (1950) La novela y la vida (1955) El artista y la época (1959) Signos y obras (1959) Historia de la crisis mundial (1959) Temas de nuestra América (1960) Peruanicemos al Perú (1970) Ideología y política (1969) Temas de educación (1970) Cartas de Italia (1969) Figuras y aspectos de La vida mundial (3 tomos, 1970) Estas últimas obras han resultado de la compilación de sus artículos y escritos en diferentes diarios y revistas de la época, sobre todo en las revistas Amauta y Variedades y en el diario El Tiempo. Los hijos de MariáteguI han editado en edición facsimilar la revista: Amauta, 32 volúmenes; los periódicos Nuestra Época y- Labor. El estudioso italiano Antonio Mejia ha publicado la Correspondencia de Mariátegui en 1984, en dos volúmenes, y con Alberto Tauro han fundado el Anuario Mariateguiano (1989), para difundir inéditos de y sobre Mariátegui. Tauro ha compilado los Escritos juveniles (1987- 1993), de poesía, teatro y crónicas, en siete volúmenes.

Alfonso Rouillon ha escrito la más completa biografía y bibliografía sobre Mariátegui, editada en 3 volúmenes, que enriquecen a las publicadas por María Wiesse y la de Armando Bazán. COMENTARIO DE SIETE ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA José Carlos Mariátegui es un escritor que da inicio a una nueva etapa en la prosa contemporánea, sus ensayos y críticas causaron un gran impacto en la población y aún ahora se mantienen sus postulados. Esta obra, editada en noviembre de 1928, ha merecido más de trece ediciones en español, ha sido traducida al ruso, francés e inglés. En el prólogo de la primera edición, Mariátegui explica el origen de este ensayo: “Reúno en este libro, organizándolos y anotados en siete ensayos, los escritos que he publicado en Mundial y Amauta sobre algunos aspectos sustantivos de la realidad peruana”... “ninguno de estos ensayos está acabado; no lo estará mientras yo viva y piense y tenga algo que añadir a lo por mf escrito, vivido y pensado”... “Otra vez repito que no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones”... Los Siete ensayos son un enjuiciamiento crítico y documentado de la realidad nacional, en donde los temas son tratados con crudeza, señalando la realidad de un país con profundas diferencias sociales y económicas. El libro está dividido en los siguientes capítulos: - Esquema de la evolución económica - El problema del indio - El problema de la tierra. - El proceso de la instrucción pública - El factor religioso - Regionalismo y centralismo - El proceso de la literatura.

EL PROCESO DE LA INSTRUCIIÓN PÚBLICA La herencia colonial y las influencias francesas y norteamericana Tres influencias se suceden en el proceso de la instrucción en la República: la influencia o, mejor. la herencia española, la influencia francesa y la influencia norteamericana. Pero sólo la española logra en su tiempo un dominio completo. Las otras dos se insertan mediocrernente en el cuadro español, sin alterar demasiado sus líneas fundamentales. La historia de la instrucción pública en el Perú se divide así en los tres períodos que señalan estas tres influencias (1). Los límites de cada período no son muy precisos. Pero en el Perú éste es un defecto común a casi todos los fenómenos y a casi todas las cosas. Hasta en los hombres rara vez se observa un contorno neto, un perfil categórico. Todo aparece siempre un poco borroso, un poco confuso. En el proceso de la Instrucción pública, como en otros aspectos de nuestra vida, se constata la superposición de elementos extranjeros combinados, insuficientemente aclimatados. El problema está en las raíces mismas de este Perú hijo de la conquista. No somos un pueblo que asimila las Ideas y los hombres de otras naciones, impregnándolas de su sentimiento y su ambiente, y que de esta suerte enriquece, sin deformar- lo, su

espíritu nacional. Somos un pueblo en el que conviven, sin fusionarse aún, sin entenderse todavía, indígenas y conquistadores. La República se siente y hasta se confiesa solidaria con el Virreinato. Como el Virreinato, la República es el Perú de los colonizadores, más que de los regnícolas. El sentimiento y el interés de las cuatro quintas partes de la población no juegan casi ningún rol en la formación de la nacionalidad y de sus instituciones. La educación nacional, por consiguiente, no tiene un espíritu nacional: tiene más bien un espíritu colonial y colonizador. Cuando en sus programas de instrucción pública el Estado se refiere a los indios, no se refiere a ellos como a peruanos iguales a todos los demás. Los considera como una raza inferior. La República no se diferencia en este terreno del Virreinato. España nos legó, de otro lado, un sentido aristocrático y un concepto eclesiástico y literario de la enseñanza. Dentro de este concepto, que cerraba las puertas de la Universidad a los mestizos, la cultura era un privilegio de casta. El pueblo no tenía derecho a la instrucción. La enseñanza tenía por objeto formar clérigos y doctores. La revolución de la independencia, alimentada de ideología jacobina, produjo temporalmente la adopción de principios Igualitarios. Pero este Igualitarismo verbal no tenía en mira, realmente, sino al criollo. Ignoraba al indio. La República, además, nacía en la miseria. No podía permitirse el lujo de una amplia política educacional. La generosa concepción de Condorcet no se contó entre los pensamientos fumados en préstamo por nuestros liberales a la gran Revolución. Prácticamente subsistió, en ésta como en casi todas las cosas, la mentalidad colonial. Disminuida la efervescencia de la retórica y el sentimiento liberales, reapareció netamente el principio de privilegio. El gobierno de 1831, que declaró la gratuidad de la enseñanza, fundaba esta medida que no llegó a actuarse, en la notoria decadencia de las fortunas particulares que había reducido a innumerables padres de familia a la amarga situación de no serles posible dar a sus hijos educación ilustrada, malográndose muchos jóvenes de talento (2). Lo que preocupaba a ese gobierno, no era la necesidad de poner este grado de instrucción al alcance del pueblo. Era, según sus propias palabras, la urgencia de resolver un problema de las familias que habían sufrido desmedro en su fortuna. La persistencia de la orientación literaria y retórica se manifiesta con la misma acentuación. Felipe Barreda y Laos señala como fundaciones típicas de los primeros lustros de la República las siguientes: el Colegio de la Trinidad de Huancayo. la Escuela de Filosofía y Latinidad de Huamachuco y las Cátedras de Filosofía, de Teología Dogmática y de Jurisprudencia del Colegio de Moquegua. (3) En el culto de las humanidades se confundían los liberales, la vieja aristocracia terrateniente y la joven burguesía urbana. Unos y otros se complacían en concebir las universidades y los colegios como unas fábricas de gentes de letras y de leyes. Los liberales no gustaban menos de la retórica que los conservadores. No había quien reclamase una orientación práctica dirigida a estimular el trabajo, a empujar a los jóvenes al comercio y la industria. (Menos aún había quien reclamase una orientación democrática, destinada a franquear el acceso a la cultura a todos los individuos). La herencia española no era exclusivamente una herencia psicológica e intelectual. Era ante todo, una herencia económica y social. El privilegio de la educación persistía por la simple razón de que persistía el privilegio de la riqueza y de la casta. El concepto aristocrático y literario de la educación correspondía absolutamente a un régimen y a una economía feudal. La revolución de la independencia no había liquidado en el Perú este régimen y esta economía (4). No podía, por ende, haber cancelado sus ideas peculiares sobre la enseñanza.

El Dr. Manuel Vicente Villarán, que representa en el proceso y el debate de la instrucción pública peruana el pensamiento demoburgués, deplorando esta herencia, dijo en su discurso sobre las profesiones liberales hace un cuarto de siglo: E1 Perú debería ser por mil causas económicas y sociales, como han sido los Estados Unidos, tierra de labradores, de colonos, de mineros, de comerciantes, de hombres de trabajo; pero las fatalidades de la historia y la voluntad de los hombres han resuelto otra cosa, convirtiendo al país en centro literario, patria de intelectuales y semillero de burócratas. Pasemos la vista en torno de la sociedad y fijemos la atención en cualquiera familia; será una gran fortuna si lograrnos hallar entre sus miembros algún agricultor, comerciante, industrial o marino; pero es Indudable que habrá en ella algún abogado o médico, militar o empleado, magistrado o político, profesor o literato, periodista o poeta, Somos un pueblo donde ha entrado la manía de las naciones viejas y decadentes, la enfermedad de hablar y de escribir y no de obrar, de “agitar palabras y no cosas”, dolencia lamentable que constituye un signo de laxitud y la flaqueza. Casi todos miramos con horror las profesiones activas que exigen voluntad enérgica y espíritu de lucha, porque no queremos combatir, sufrir, arriesgar y abrirnos paso por nosotros mismos hacia el bienestar y la independencia, ¡Qué pocos se deciden a soterrarse en la montaña, a vivir en las punas, a recorrer nuestros mares, a explorar nuestros ríos, a irrigar nuestros campos, a aprovechar los tesoros de nuestras minas! Hasta las manufacturas y el comercio, con sus riesgos y preocupaciones, nos atemorizan, y en cambio contemplamos engrosar año por año la multitud de los que anhelan a todo precio la tranquilidad, la seguridad, el semireposo de los empleos públicos y las profesiones literarias. En ello somos estimulados, empujados por la sociedad entera. Todas las preferencias de los padres de familia son para los abogados. los doctores, los oficinistas, los literatos y los maestros. Así es que el saber se halla triunfante, la palabra y la pluma están en su edad de oro, y si el mal no es corregido pronto, el Perú va a ser como la China, la tierra prometida de los funcionarios y de los letrados. (5)

JORGE BASADRE (1903-1980) Conocido historiador, poeta, ensayista y profesor universitario, Jorge Basadre Grohrnann nace en Tacna, durante la época de la ocupación chilena, esta situación dejó una huella indeleble en el alma de Basadre que motiva su amor al Perú y su deseo de investigar sobre su pasado histórico. Ha cultivado el ensayo histórico y sociológico pero con un sentido literario, en donde el frío análisis histórico se enriquece con la belleza del lenguaje poético. Estudioso de la realidad peruana, en 1930 es nombrado director de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre 1931 y 1935 viaja a los Estados Unidos, Alemania, España y otros países europeos, siendo profesor de Historia americana en la Universidad de Sevilla. Desempeña el cargo de director de Asuntos Culturales de la OEA. En 1943, cuando ocurrió el Incendio de la Biblioteca Nacional, el presidente Manuel Prado le encarga la reconstrucción de la misma. Desempeña el cargo de ministro de Educación en dos oportunidades. Entre su numerosa producción literaria e histórica podemos mencionar

- Iniciación de la República (1925), que lleva como subtítulo: ‘Contribución al estudio de la evolución política y social del Perú”. - Introducción a las bases documentales para la historia de la República, esta fue una edición de corta tirada que luego fue reemplazada por Historia de la República, que consta de 16 tomos y es uno de los estudios mas completos de la historia peruana, con una amplia bibliografía. - Chile, Perú y Bolivia independientes, en donde muestra la historia paralela de estas naciones hermanas. - La multitud, la ciudad y el campo (1929), aquí sostiene la tesis que la historia debe de tener como punto de partida para su estadio la evolución de las clases populares. - Perú: Problema y posibilidad (1931) - Historia del derecho peruano (1937). - Literatura inca (1938) - El Conde de Lemos y su tiempo (1945) - Meditaciones sobre el destino histórico del Perú (1947) - Fundamentos de la Historia del Derecho (1957) - El azar en la historia y sus límites (1973) Pero en Jorge Basadre también hay un poeta, aunque su obra es más histórica, ha hecho investigaciones en la literatura, empezando por la lírica quechua, basando sus propias investigaciones en crónicas de Guamán Poma de Ayala, Cristóbal de Molina, Garcilaso de la Vega, etc.

LUIS ALBERTO SÁNCHEZ (1900-1994) Reseña biográfica Nace en Lima al Inicio del presente siglo. Realiza sus estudios en el colegio La Recoleta, pasa luego a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, doctorándose en Letras en el año 1922. Su inclinación literaria se remonta a la ¿poca escolar, cuando publica un boletín con artículos de figuras literarias de la literatura peruana. En 1921 edila su primer libro: Los poetas de la colonia; a partir de aquí, su pluma no descansará, teniendo más de cuarenta obras publicadas. A partir de 1927 dicta la cátedra de Literatura Peruana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y forma parte de la historia de la Universidad, pues ha sido rector en tres oportunidades: en 1945, 1961 y 1966. Desde joven Incursiona en la política como militante del Partido Aprista Peruano, motivo por el cual ha sido expatriado en varias oportunidades. En 1931 inicia su ciclo como parlamentario, su voz se ha perennizado en el recinto del Congreso Peruano. Diputado por Lima en dos oportunidades y Senador de la República en va ríos períodos, posee una equilibrada actitud. Reseña literaria Una de sus obras más completas es Literatura peruana, que como su mismo autor dice: En el primer tomo presento como un todo los principales problemas de nuestra personalidad intelectual: el medio, el hombre, la imitación, la originalidad y la literatura quechua”... se inauguraba una visión de la cultura peruana y allí, por primera vez, se consideró la contribución indígena e incaica a las letras del Perú”.

Luis Alberto Sánchez, ensayista, poeta, periodista, critico y sobre todo maestro, ha dado brillo a las letras peruanas, llevando su conocimiento a través de conferencias y escritos a casi todos los países de América. De su amplia producción literaria citamos algunas de sus obras: - Los poetas de la revolución (1919) Los poetas de la colonia (1921) - Elogio a don Manuel González Prada (1922) - Sobre la huella del libertador (1929) - Lima y don Ricardo Palma (1927) - Góngora en América (1927) - Literatura peruana (3 tomos 1928, 1929 y 1936; en 6 tomos 1950, 1951; en 5 tomos actualizados 1966) - Se han sublevado los indios (1928) - Don Manuel (biografía, 1930) - América, novela sin novelistas (1933) - Panorama de la literatura actual (1934-1936) - Vida y pasión de la cultura en América (1935 y 1938) - Breve tratado de literatura general y notas sobre literatura nueva (1935) - Historia de la literatura americana (1937 y 1944) - Historia de América (1941) - Una mujer sola contra el mundo (biografía de Flora Tristán, 1941) - Balance y liquidación del novecientos (1941) - Valdivia, el fundador (1941) - El pueblo en la revolución amencena (1942) - Los fundamentos de La historia americana (1943) - ¿Erciste América Latina? (1945) - El señor Segura, hombre de teatro (1948) - Proceso y contenido de la novela hispanoamericana (1953) - EL Perú: retrato de un país adolescente (Buenos Aires, 1962) - Aladino o vida y obra de José Santos Chocano (1960) - El pecado de Olazábal (novela, Lima, 1963) - El doctor Océano - Testimonio personal (Memorias) En esta relación no se han considerado todos los artículos periodísticos publicados en diarios y revistas del país y del extranjero, así como las traducciones de libros ingleses y franceses. Con relación a la obra de Sánchez, Estuardo Núñez opina: “La Literatura peruana, en sus volúmenes, constituye aporte singular y valiosísimo, sin tener paralelo en la bibliografía nacional Debe tenerse en cuenta que se escribieron en largo lapso y en condiciones inestables y difíciles en la vida del autor, sobre todo en los últimos tomos. Luis Alberto Sánchez enfréntese solitario a una inmensa tarea y en gran parte sin antecedentes”.

EL TEATRO A lo largo de toda la obra he tratado, en diferentes momentos, el teatro como expresión literaria representada, y esto confirma la opinión que el teatro existió en el Perú desde la época preinca. Una muestra clara es el drama Ollantay, que era representado en fechas

especiales, también encontramos representaciones teatrales en las fiestas dedicadas al Sol, a las labores agrícolas. También cabe destacar las piezas coreográficas y ágiles con las que se acostumbraba celebrar los más notables acontecimientos de la vida virreinal, así como la predilección por la comedia que demostraron Pedro Peralta y Sancho de Rivera. El teatro durante el virreinato se manifestó sólo para cierto grupo minúsculo formado por funcionarios, cortesanos, religiosos y catedráticos. La comedia se cultivó como arte liberal y no faltaban las actrices que bajo la denominación de “comedia”, cultivaron otras costumbres bastante ligeras. En los albores de la época republicana, la comedia y el drama se nutren de los usos y costumbres del criollismo, representantes de este género serán Felipe Pardo y Aliaga, Manuel Ascencio Segura. Esporádicamente escribirán después para el teatro Ricardo Palma, González Prada, Federico Elguera y Manuel Mondoa. La década del 20 trae nuevamente la afición al teatro. Nuestros jóvenes escritores se dejan llevar por su embrujo y así los miembros de Colónida empezarán a escribir. M. Valdelomar, en colaboración con Mariátegui, escribe La Mariscala. José Carlos Mariátegui escribe Las tapadas, César Vallejo, Haya de la Torre, Yerovi se verán envueltos en la euforia del teatro. En la década de 1950 surgen muchas escuelas de teatro, la radio y la televisión hacen posible que este arte llegue a un gran número de público y se dé mucha apertura a los escritores; pertenecen a esta generación Sebastián Salazar Bondy y Enrique Solari Swayne. Clasificación del teatro contemporáneo 1. Teatro costumbrista.- Refleja las costumbres, usos y lenguaje de un grupo social y una generación. Las obras son dialogadas, generalmente en tres actos. Encierran muchas veces una crítica moralizadora. 2. Teatro naturalista.- Refleja la realidad de una sociedad que busca su propia identidad. La inquietud indigenista y regionalista se ve reflejada en el teatro que vuelve a tomar dramas antiguos como el Ollantay actualizando su mensaje. 3. Teatro poético.- Es el teatro de ideas en donde se busca la expresión literaria poética muchas veces con poca acción y escasa coreografía pero con un lenguaje de gran belleza formal o profunda reflexión filosófica. Se le critica a este tipo de teatro el exceso de la palabra poética y de la retórica a que conduce al actor con desmedro de la misma acción. 4. Teatro de acción.- Plantea situaciones de intenso dramatismo, en donde el espectador acude para ver la fuerza moral de los personajes que son sometidos a pruebas de valor e ingenio. 5. Teatro infantil.- Es el llamado teatro para niños, en donde el elemento imaginativo es imprescindible para envolver la acción. Generalmente se recurre a la participación de seres fantásticos e imaginarios que transportan al espectador a un mundo de fantasía. El diálogo entre los personajes y el público es frecuente, dándole así al niño gran participación.

SEBASTIÁN SALAZAR BONDY (1924-1965) Destacado escritor, periodista, poeta y comediógrafo. Estudia en el colegio San Agustín de Lima, luego ingresa a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de

San Marcos. Su vida la dedica a la literatura, empezando como poeta y comentarista en los diarios La Prensa y El Comercio. Se hace acreedor al premio Antonio Miro Quesada en 1958 y el Cabotín en 1960, por sus artículos periodísticos sobre temas de realidad nacional. Como poeta y novelista escribe obras como: - Pobre gente de París - Naufragios y sobrevivientes - El señor Gallinazo vuelve a Lima - Dios en el cafetín - Lima, la horrible Es en el teatro donde más destaca Salazar Bondy, adoptando en su dramaturgia una línea que puede adecuarse dentro del teatro social, expresionista, en donde demuestra dominio de escena y gran agudeza técnica. Entre sus piezas teatrales más conocidas tenemos: - Como vienen se van (1959) - Dos viejas van por la calle (1960) - No hay isla feliz - Algo que quiere morir (Buenos Aires, 1956) - Los novios (1947) - El de la valija (1952) - En el cielo no hay petróleo (1958) - El trapecio de la vida (1957).

ENRIQUE SOLARI SWAYNE (1915) Uno de los más altos representantes del teatro peruano a nivel mundial es Enrique Solari Swayne. Estadía medicina en Alemania (Munich), en donde vive durante varios años, a su regreso al Perú colabora con diferentes diarios y revistas. La obra de Enrique Solari Swayne es muy’ importante por su profundo dramatismo y sus temas de color americano. En 1959 publica Collacocha, que fue aplaudido tanto dentro como fuera del país Durante diez años obtiene éxito no sólo en el Perú sino también en México, Colombia, Chile y Argentina. Es la lucha del hombre por dominar la naturaleza. El ingeniero Echecopar se enfrenta a la naturaleza, que con su fuerza avasalladora se enfurece llevando hombres y casas. En 1965 presenta su segunda obra dramática La mazorca, que él califica como comedia ‘épica”, pero no llega a ser teatro épico, sino que es un drama social en donde se retrata la conquista de la tierra cultivable en medio de la selva impenetrable.

ARGUMENTO DE COLLACOCHA Se inicia con la llegada del ingeniero Fernández, quien reemplazará al ingeniero Díaz en las obras de caminos cerca a la laguna Collacocha. El ingeniero Díaz explica a Fernández que la cabaña donde se encuentran pertenece a la central dos, que está justo al centro de dos túneles, por uno de ellos se va a la central uno y por el otro a la central tres; luego viene una serie interminable de túneles, puentes y quebradas, en lo alto queda la laguna Collacocha. De pronto entra Echecopar, hombre rudo de hablar pausado y enérgico, gran amigo de los indios que trabajan en los túneles, y empieza a dar órdenes por un dictáfono a todas las centrales. Luego aparece Soto, quien tiene a su cargo la central de Collacocha e informa a Echecopar que el nivel de la laguna ha descendido 60 cm. en 6 horas, lo cual significa que la presión del agua ha aumentado tanto que se ha agrietado el fondo provocando filtraciones que podrían terminar en un aluvión; Echecopar no da importancia a la noticia pues llegaba en ese momento el primer camión proveniente de la selva con destino a la costa, conducido por Jacinto Taura, quien informa haber visto un pequeño arroyo a la entrada del túnel, lo que significa que el agua empezaba a filtrarse. La desgracia se presenta, el aluvión sepultó hombres y carretera. Después de cinco años se sabe que Echecopar ha construido al lado el cementerio, junto a sus cholos, y él mismo limpia y cuida las tumbas de los que murieron en el aluvión, interiormente se siente culpable y los recuerdos no lo dejan vivir.

LA POESÍA CONTEMPORÁNEA La poesía contemporánea, llamada también poesía posvallejiana, tiene sus raíces en la poesía vanguardista de principios de siglo. César Vallejo ha influido decisivamente en las nuevas generaciones de poetas que beben su estilo y lenguaje, formando las diferentes corrientes poéticas contemporáneas. De acuerdo al contenido y mensaje de la poesía posvallejiana, se puede intentar una clasificación: a. La poesía indigenista tiene como tema central al hombre y la tierra andinos; del indigenismo se derivé el “cholismo”, tendencia en donde el elemento central es el mestizo o cholo. A este grupo pertenecen Abraham Arias Larreta, Mario Florián, Porfirio Meneses, Alberto Guillén, Nicanor de la Fuente. b. La poesía social se encuentra vinculada a un compromiso con la comunidad y deviene en protesta, en denuncia, en grito revolucionario; a este grupo pertenecen las obras poéticas de Gustavo Valcárcel, Julio Garrido Malaver, Alejandro Romualdo Valle, Arturo Corcuera, Jorge Bocacorso, Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza. c. La poesía pura recibe menos influencia de Vallejo, se deja guiar más por la voz interior del poeta; poetas originales que retomando la tradicional lírica clásica

armonizan con un sentido moderno de la lírica, entre los representantes de este grupo están Xavier Abril, Martín Adán, Carlos Oquendo de Amat, José Alfredo Hernández, etc. d. La poesía surrealista francesa de Breton y Eluard influyó en los poetas peruanos contemporáneos que adoptaron su estilo iconoclasta. Siguiendo este estilo sobresalieron César Moro, Xavier Abril y Emilio Westphalen.

GENERACIÓN DEL 50 Conocida como la Generación del 50, fue un grupo de poetas cuya aparición se dio en momentos que empezaba a reconocerse a Vallejo como el exponente máximo de la poesía peruana. Se identifican dos opciones: la pura, integrada por Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Blanca Varela, Leopoldo Chariarse, y la social, a cuya cabeza siempre figura Alejandro Romualdo, y que integran Gustavo Valcárcel, Julio Garrido Malaver, Manuel Scorza, Juan Gonzalo Rose, Leoncio Bueno, Arturo Corcuera y varios más. Pero hay poetas que participan de ambas opciones, éstos son: Washington Delgado, Carlos Germán Beifi, Francisco Bendezú, Pablo Guevara, poetas de gran valía a nivel hispanoamericano. En los últimos años la poesía ha tomado un estilo impresionista, las nuevas generaciones buscan expresar sus vivencias con estilo propio y el uso del lenguaje cotidiano, que podríamos llamar antiacadémico. La poesía se levanta para denunciar el sentir de las nuevas generaciones. En este caminar literario encontramos nombres ya conocidos como Javier Heraud, Luis Hernández, Juan queda, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Marco Martos, poetas que se les ubica en la generación del 60. Entre los poetas más jóvenes podemos mencionar a Jorge Pimentel, José Watanabe, Abelardo Sánchez León, Tulio Mora, José Cerna, Enrique Verástegui, Carlos López Degregori y un buen número de poetas de reconocida calidad.

MARTÍN ADÁN (1908-1985) Rafael de la Fuente Benavides (Martín Adán) nace en Lima, estudia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en donde se doctora con la tesis De lo barroco en el Perú. Se le ubica literariamente dentro del grupo vanguardista de los años 20 pero su obra poética tiene alcances más importantes en la que escribe entre los años 30 a 60. La poesía de Martín Adán goza de una gran riqueza metafórica, es creador de un nuevo estilo que José Carlos Mariátegui denominó ‘el disparate puro, porque destruye las formas poéticas tradicionales. La obra literaria de Martín Adán es amplia: La casa de cartón (1928), escrita durante su adolescencia, se puede considerar como una novela poema vanguardista, en donde da muestra de una gran imaginación. Tiene como escenario el balneario de Barranco; el primer amor, el paisaje, el malecón, los veraneantes, las beatas, son recreados a través de metáforas, hipérboles y en imágenes cargadas de poesía.

La rosa de la espinela (1939) es un conjunto de décimas que tienen su complemento en Los sonetos de la rosa, que fueron incorporados al volumen Travesía de extramares, que fue publicada en 1950; tal vez es ésta Ja obra de más profunda inspiración en donde revela su estilo particular en el fondo y en la forma: La que nace es la rosa Inesperada; La que muere es la rosa consentida; Sólo al no parecer pasa la vida, Porque viento letal es La mirada. La mano desasida (1964) es el canto metafórico profundo en donde el poeta compara la existencia humana con la piedra de la colosal arquitectura de Machu Picchu. Es el encuentro del hombre con sus raíces telúricas: ¿Quién eres tú, Machu Picchu, Almohada de entresueño?... ¿Yo mismo, Si me acuerdo y no me acuerdo? Era caudal de piedra, Detenido. La piedra absoluta (1966), en la cual el poeta enfrenta la realidad de un elemento sin vida a la que él dota de una gran fuerza metafísica, de una vida interior con la que dialoga constantemente; la piedra que crea hombres desde tiempos inmemoriales, la piedra a la que interroga desafiando al tiempo. Esta obra pertenece al último grupo de las obras publicadas por Martín Adán, cuando su poesía se torna más hermética y profunda: Vacía. La densidad externa asentada en flora... ¿Nada era antes ni después de la piedra que flota? Cállate, Yo mismo, Que todo ya te estorba, Sobré el agua que fuga, Bajo la luz que azoto...

QUARTA RIPRESA Bien sabe la rosa en qué mano se posa Refrán de Castilla Viera estar rosal florido. cogí rosas con suspiro; vengo del rózale Gil Vicente -La que nace es la rosa inesperada, la que muere, es la rosa consentida sólo al no parecer pasa la vida. porque viento letal es la mirada. -Cuánta segura rosa no es en riada!.

¡Si no es sino la rosa presentida!.. ¡Si Dios sopla a la rosa y a la vida por el ojo del ciego... rosa amada!.. -Triste y tierna la rosa verdadera es el triste y el tierno sin figura, ninguna Imagen a la luz primera. -Deseándola deshójale el deseo... y quien la viere olvida y ella dura...

CANTO A MACHU PICCHU ¡Ay. que es así la Rosa, y no la veo!.. ¡Ay piedra exacta y maldita, Echa, por fin, tu agua de miel’ Yo te era necesario, Dios mió, Por eso me creaste, Y me creaste después de la piedra. Y antes de las necesidades. Todo lo que es vano y superfluo Va en su soplo a tus moldes infernales Y por esto estoy entre tus rocas Labradas por mis manos y tus ángeles. Mi deidad es como yo, Perecedera, miserable... Va preguntando y va errando Por entre el hueso y la sangre, Por entre el deslumbramiento y el desengaño Por entre el volumen y la imagen Por entre el llanto y el espejo, Por entre lo que agarra y lo que sabe; Por entre el tiempo y la memoria, Por entre la luz y el ave. Todo era entonces como es ahora: Todo era cielo, Todo era un no ver, todo de imagen Echada por exceso. Pero tú estabas, material, Sensible, imperfecto. ¿Qué eres tú, Machu Picchu, Almohada de entresueño?... ¿Yo Mismo, Si me acuerdo y no me acuerdo? Era caudal de piedra.

Detenido. Todo madre verdaderamente natural quiere contener el otro río. La flor se puso verde de terror y de tierra y dejó pasar a cualquier gringo. Y yo no soy y no seré nunca Sino apenas un curso y mi sitio. ¡Sálvame, sálvame, Machu Picchu! ¡Sálvame, y no te huyas de mi peligro! ¡Ah, sí, Dios vive todavía!

LA CASA DE CARTÓN (FRAGMENTO)

Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel pueblecillo de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío que era como una penumbra de sesión de congreso Internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y carteras, con Incidentes súbitos, con doce idiomas, con acechos de la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: Eres un socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal. Mi primer amor se iba de mi, espantada de ml socialismo y mi tontería. “No vayan a ser todos socialistas...”. Y ella se prometió darse al primer cristiano que pasara, aunque éste no llegara a los doce años. Solo ya, me aparté de los problemas sumos y me enamoré verdaderamente de mi primer amor. Sentí una necesidad agónica, toxicomaniaza, de Inhalar, hasta reventarme los pulmones. el olor de ella: olor de escuelita, de tinta china, de encierro, de sol en el patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de piel. —Olor de la tinta china, flaco y negro—; casi un tiralíneas de ébano, fantasma de vacaciones... Y esto era mi primer amor. Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida, con trenzas de cáfiarno, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado futura, excesivamente femenina... Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no hacía sino reírse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un sin fin de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sin fin de cosas perfectamente indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte —nota sospechosa. Vergonzosa, ridícula; una gallina delante de un huevo—. Tuve que verla a ella mimar a sus muñecas. Tuve que oírla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos de todos los colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en un tango: Un malevo... Mi tercer amor tenía los ojos lindos, y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo que leer a Fray Luis de León y a Carolina Invernizzio. Peregrina muchacha; no sé por qué se enamoró de mí. Me consolé de su decisión Irrevocable de ser amiga mía después de haber sido casi ml amante, con las doce faltas de ortografía de su última carta. Mi cuarto amor fue Catita. Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi toda la noche, casi en el mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema. a perro mojado, a ropa interior, a pan caliente, olores superpuestos y. en sí mismos, individualmente, casi desagradables, como las capas de las tortas, jengibre, merengue, etcétera. Ia suma de

olores hacía de ella una verdadera tentación de seminarista. Sucia, sucia, sucia. Ml primer pecado mortal. (...)

MARIO FLORIÁN (1917) Nace en Contumazá, Cajamarca. Fue un niño pastor de las serranías, lo que le ha dado el sabor dulce y profundo de la lírica neonativista, provinciana y cholista”; en sus versos apresamos un lirismo sencillo centrado en la emoción andina y el desconcierto del destino de la raza indígena. En 1945 publica Urpi, en donde se advierte la emoción campesina, el aire de serranilla pastorala, el paisaje y la mujer aparecen idealizados. “Pastorala Más herniosa que la luz de la nieve, más que la luz del agua enamorada, más que la luz bailando en los arco iris Pastorala Pastorala “. Pero también se revela el olvido de su raza y sus vivencias se tornan agrias, melancólicas, rebeldes, “Campesino, dolor, musgo crecido sobre los pedernales de los siglos. ¿Por qué tu comentario, tus rodillas, la sangre sin pecado de tus látigos? Ya que el maguey más alto no remeda a la alta eternidad de tu tristeza,, ya que el cerro no alcanza a tu sollozo: ¡Vámonos de esta tierra.’”. OBRAS - Agonía (1942) - Noval (1943) - Urpi (1945) - Tierra del Sol (1945) - El juglar andinista (1951) - Un icono mural en Batán Grande (1951). - Machu Picchu de voces triunfantes (1961).

ARENGA AL PERUANO No te sientas pequeño, hombre común peruano, Peruano de estos días: continúa tu grandeza Delante de tu huésped delante del foráne Que llegó de muy lejos a comer de tu mesa; Que llegó de muy ojos a vivir en tu espacio. Ya hablarte de su origen y a hablarte de su fuerza. Tú desciendes del puma, tú desciendes del rayo. Y en tus músculos duerme colosal fortaleza. No te humilles. Despierta. Elévate peruano. Erígete. Ya es hora. Revive tu ejercicio De amansador de Mundos, de contingentes bravos, Deformador de Imperios sobre los precipicios.

Levántate peruano. Pisa otra vez tu tierra... Que el horizonte vea tu figura broncínea De semidiós, de cóndor. Despliega tu mirada. Y el poder de tus alas y tu aptitud antigua. Vindícate en tu tierra... porque estás en tu tierra Desde hace eternidades... Y tu tierra te adora ¡Exprésate peruano! ¡Exprésate de nuevo! ¡Sé heroicidad, destino! ¡Levántate! ¡Ya es hora!

JAVIER HERAUD (1942-1963) Considerado uno de los más jóvenes valores poéticos, su temprana muerte en Puerto Maldonado deja inconclusa una trayectoria literaria prometedora. En 1960 publica su poemario El río, y en 1961 El viaje. Un buen retrato de este joven poeta nos lo da Estuardo Núñez: Destaquemos a un gran temperamento poético, promesa extinguida a quien segó absurdamente la muerte a los 21 años. Había alcanzado en la adolescencia poemas significantes y maduros, cristalinos y puros, nutridos de experiencias primarias con los hombres y la vida’. Luis Alberto Sánchez, expresa: ‘Estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, muchacho atlético, sediento de novedad y justicia, se enroló entre los activistas del castrismo en el Perú; viajó a Cuba después de publicar El río y El viaje, y apareció de pronto en Madre de Dios, en donde muere en un encuentro con la policía”.

EL RÍO 1 Yo soy un río, voy bajando por las piedras anchas, voy bajando por las rocas duras, por el sendero dibujado por el viento. Hay árboles a mí alrededor sombreados por la lluvia. Yo soy un río, bajo cada vez más furiosamente

más violentamente bajo cada vez que un puente me refleja en sus arcos. 2 Yo soy un río un río un río cristalino en la mañana. a veces soy tierno y bondadoso. Me deslizo suavemente por los valles fértiles, doy de beber miles de veces al ganado. a la gente dócil de día y de noche trémulos amantes apoyan sus ojos en los míos, y hunden sus brazos en la oscura claridad de mis aguas fantasmales. 3 Yo soy el río. Pero a veces soy bravo y fuerte, pero a veces no respeto ni a la vida ni a la muerte. Bajo por las atropelladas cascadas, bajo con furia y con rencor, golpeo contra las piedras más y más las hago una a una pedazos Interminables. Los animales huyen huyen huyendo cuando me desbordo

por los campos, cuando siembro de piedras pequeñas las laderas, cuando inundo las casas y los pastos cuando inundo las puertas y sus corazones, los cuerpos y sus corazones. 4 Y es aquí cuando más me precipito, cuando puedo llegar a los corazones, cuando puedo cogerlos por la sangre, cuando puedo mirarlos desde adentro. Y mí furia se torna apacible y me vuelvo árbol, y me estanco como un árbol y me silencio como una piedra, y callo como una rosa sin espinas. 5 Yo soy un río. Yo soy el río eterno de la dicho. Ya siento las brisas cercanas, ya siento el viento en mis mejillas, y mi viaje a través de montes, ríos, lagos y praderas se torna inacabable. 6

Yo soy el rio anochecido Yo bajo por las hondas quebradas, por los ignotos pueblos olvidarlos, por las ciudades atestadas de público en las vitrinas. Yo soy el río, ya voy por las praderas, hay árboles a mí alrededor cubiertos de palomas, los árboles cantan con el río, los árboles cantan con mi corazón de pájaro, los ríos cantan con mis brazos.