Límite de Las Nieves Perpetúas

LÍMITE DE LAS NIEVES PERPETÚAS: Se llama así a una línea que limita interiormente toda zona cubierta siempre de nieve. S

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LÍMITE DE LAS NIEVES PERPETÚAS: Se llama así a una línea que limita interiormente toda zona cubierta siempre de nieve. Su altura varia de unos a otros lugares, dependiendo de la latitud, precipitaciones nivosas, temperatura, dirección del viento (que influye en la acumulación de la nieve) y topografía (que controla a la vez los deslizamientos de nieves y distribución de la sombra proyectada por el sol). La temperatura media anual disminuye a medida que aumenta la latitud y la altura. De aquí que el límite de las nieves perpetuas este a máxima altura en el ecuador y a menores latitudes hacia el norte y hacia el sur. La precipitación total de nieve afecta considerablemente la posición de dicho límite: en el lado oriental seco de las St. Elias Mountains, en el límite Alaska- Yukón, la línea de nieves perpetuas esta entre los 2500m y los 3000m, mientras que en el lado occidental esta entre los 850m y los 1000m ( unos 2000m más baja). También está a inferior altura en la húmeda Noruega que en la península de Taimyr, mucho más fría, pero también mucho más seca. No existen campos de nieve ni glaciares perpetuos en gran parte de Siberia, Alaska del norte y Canadá; la temperatura media anual es allí lo bastante baja para permitir la existencia de masas permanentes de hielo pero la precipitación de nieve es muy escasa. En zonas tales, el agua refugiada en los poros del suelo y de las rocas queda helada durante todo el año, formando una gran capa de terreno constantemente congelado (hielo infiltrado) que puede tener muchas decenas de metros de espesor. CAMPOS DE NIEVE Estas acumulaciones permanentes cubren toda la zona de las nieves perpetuas, excepto las laderas más abruptas y azotadas por las ventiscas. Excavaciones hechas en tales campos muestran que las bellas formas geométricas adaptadas por los copos recién caídos no persisten a profundidad. En vez de ello, el campo consta sobre todo de pequeños gramos de hielo del tamaño aproximadamente de perdigones. Este material, denominado neviza, aumenta al compactarse los plumosos copos y al fundirse y rehelarse sus bordes. Tal fusión y congelación no se deben exclusivamente a las variaciones térmicas del aire que esta sobre la nieve: el agua se dilata un 9% al congelarse, y por ello, la presión rebaja la temperatura de fusión del hielo. Es la razón por la cual una bola de nieve se compacta cuando se la comprime y luego se la deja libre. Incluso a temperatura ligeramente por debajo del punto de fusión del hielo (o* centígrados o 32* Fahrenheit), los copos situados a profundidad en un banco de nieve se comprimen tan fuertemente que dan lugar a una cinta de agua líquida allí donde sus superficies limitantes entran en un mutuo contacto. Esta agua fluye hacia los puntos de menor presión, donde se produce su rehielo, aunque la temperatura haya permanecido constante.

La neviza granular absorbe la lluvia y las aguas fundidas estivales al igual que un secante, y el agua que se hiela, quizá a la noche siguiente, ayuda a compactar la neviza mediante la exclusión del aire. De este modo, en lo más profundo del campo de nieve, la neviza cambia gradualmente, transformándose en gránulos interprenetados de hielo compacto con algo de polvo y aire aprisionados. En las paredes que forman las grietas de los glaciares se ven por lo común todas las etapas de la transformación: de copos de neviza y de neviza a hielo compacto, según aumenta la profundidad. Podemos seguir así todas las fases del metamorfismo de la nieve, que es una roca sedimentaria, hasta originar hielo, que lo es metamórfica. MOVIMIENTO GLACIAR Si el hielo fuese tan resisten como como el granito, hasta las más altas montañas por encima del nivel de las nieves perpetuas llegarían a quedar sepultadas por él y por la neviza y la nieve acumulado. Ahora bien, el hielo es una roca débil; es capaz de fluir laderas abajo y de extenderse por la sola acción de su peso en cuanto se forma una capa helada de algunos decímetros de espesor bajo otra gruesa cubierta de neviza y nieve. El movimiento del glaciar es demasiado lento para poderse ver, pero se prueba fácilmente clavando una fila de estacas verticales a través del mismo. En unos días, a veces en unos meses la recta se curva visiblemente en el sentido de avance del glaciar, siendo mayor el desplazamiento, y por tanto, la velocidad de avance en su línea media del roce con las paredes es menor. La velocidad de avance varía de unos a otros glaciares, y también con las estaciones. En algunos de Alaska y Groenlandia se han medido velocidades de unos 50m por día, aunque se trata de casos excepcionales. Las rocas que descansan sobre los glaciares prueban también que estos fluyen. La mayoría de ellos transporta numerosos cantos, que difieren de las rocas que integran la porción próxima del cauce glaciar y que se parecen, sin embargo, a los salientes rocosos que bordean su curso alto. Los cuerpos de dos escaladores que hallaron la muerte en las traidoras grietas del glaciar de Bossons, en los Alpes aparecieron 41 años después den la terminación del glaciar, unos cuantos kilómetros más abajo. NATURALEZA DE LA CORRIENTE GLACIAR El hielo parece ser duro y quebradizo: las superficies de los glaciares están surcadas de grietas; un trozo de hielo salta bajo el golpe de un martillo cual si fuese vidrio. En la parte superior de los glaciares el hielo procede casi exclusivamente por fracturas, siendo su fluir apenas discernible, mientras que a mayor profundidad su deformación consiste, por el contrario, en un auténtico flujo. Los glaciares son perfectos ejemplos de cómo influyen el tamaño y el tiempo sobre una resistencia en masas pequeñas y bajo cargas aplicadas con rapidez, el hielo es rígido y frágil; en cambio, en las grandes masas glaciares, y bajo la acción de una carga continua, el hielo fluye lentamente por efecto de su propio peso. El

hielo superficial, quebradizo y agrietado, avanza como una serie de balsas o almadias que flotan sobre la masa que corre por debajo. El mecanismo de este fluir es muy complejo. Los estudios microscópicos demuestran que algunos cristales de hielo se curvan, otros se deslizan según láminas de átomos paralelas a las bases de los cristales hexagonales, y otros todavía se granulan y rompen. Así, aunque la masa avance como un todo, algunos cristales se fragmentan, cual sucede también en numerosos otros ejemplos de materiales que fluyen al par que sufren procesos metamórficos. Al igual que en otras rocas metamórficas de estructura foliar, muchos cristales parecen alineados en planos paralelos, hecho que sugiere una recristalización durante el movimiento. El grosor de los cristales prueba de tal recristalización durante el movimiento. El grosor de los cristales es prueba de tal recristalización: los que forman parte de la neviza de los campos de nieve alpinos tienen un diámetro medio poco mayor de los 5 mm, mientras que los del frente o morro del glaciar alcanzan ya los 2,5 cm. En el extremo terminal del glaciar de Malaspina, en Alaska, se han recogido cristales de 15 a 20 cm, cuya formación ha debido de exigir la recristalización de minerales de otros muchos menores. En el morro glaciar, o profundamente en las grietas, el hielo muestra por lo general en capas que a primera vista semejan una estratificación. Estas capaz yacen sensiblemente paralelas al suelo y se curvan hacia arriba siguiendo la dirección de las paredes del glaciar. Las mediciones efectuadas demuestran que las capas contiguas se mueven a velocidades ligeramente distintas: cada una avanza un poco más deprisa que la inmediata más cercana de las paredes del cauce. Esto prueba que las superficies límites de las capas no son en realidad superficies de estratificación sino de ruptura, y que esta se produce por la fricción contra el fondo y las paredes del cauce glaciar. Esta disposición bandiforme, debida a los fenómenos de ruptura, se acentúa generalmente por lianas de polvo y de otros detritos rocosos arrastrados por la masa helada. Al igual que la textura foliar de muchos neises y esquistos, el bandeado de los glaciares prueba que el hielo ha dejado de ser en ellos frágil, y que reacciona a las diferencias de presión fluyendo y recristalizando.