Libro Perro Peruano

Perro Peruano sin pelo El ICOM PERU, Comité Peruano del Consejo Internacional de Museos presenta esta edición vinculad

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Perro Peruano sin pelo

El ICOM PERU, Comité Peruano del Consejo Internacional de Museos presenta esta edición vinculada al perro peruano sin pelo declarado patrimonio cultural del Perú en enero del 2000. El 12 de junio de 1985 se reconoció al perro peruano sin pelo como una raza oriunda de nuestro país en la Federación Ceniológica Internacional por gestión del Kenell Club del Perú liderado por el ingeniero Ermanno Maniero. En estos veinticinco años se ha incorporado al patrimnio cultural peruano y han sido valorados en su verdadera dimensión. La nueva visión del patrimonio nos permite apreciar la extraordinaria biodiversidad de nuestro país en sus distintas versiones a través de sus paisajes, sus climas, su fauna, su flora y sus recursos hídricos en el mar, sus ríos y lagos. No es un secreto ni un mistrio apreciar el patrimonio cultural en su contexto, en su geografía, en su paisaje y en las extraordinarias manos creadoras de nuestros artistas. El ICOM PERU se adhiere a esta celebración y considera oportuno contribuir con estas investigaciones de dos profesionales comprometidos con el Perú a través de sus especialidades profesionales, la veterinaria a través del aporte de Enrique Angulo y la arqueólogica a través de Rocío Villar a quienes agradecemos el permitir que sus aportes al país sean divulgados en una fecha como hoy. Lima, junio de 2010 Luis Repetto Málaga Presidente ICOM PERU

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Bodas de Perro... 25 Aniversario del Perro Peruano sin pelo En los albores de la humanidad el perro fue siempre un amigo fiel. Los testimonios arqueológicos nos demuestran su presencia y evolución desde tiempos inmemoriales, su domesticación, su inteligencia y su lealtad. Su origen probablemente derive del lobo que fue domesticándose y transformándose hasta constituir las diversas variedades que pueblan el mundo en la actualidad. En el caso del Perú los testimonios son abundantes y se han realizado investigaciones que demuestran su presencia desde hace alrededor de 2800 años con testimonios desde la cultura Chavín., posteriormente hay evidencias en la cultura Moche, 600 años dC, Chimú 1110 años, en la cultura Chancay 1400 dC y posteriormente durante el periodo Inca entre los años 1470 y 1532. Las representaciones no se evidencian solo en las formas escultóricas sino también en la iconografía sobre todo en las culturas del norte como la Moche. En algunos casos se han encontrado también evidencias en las tumbas del Señor de Sipan de otra variedad de perro peruano con pelo. Fueron sacrificados según las creencias de la época para señalar a su amo el camino hacia la eternidad o la nueva vida según las creencias. Recientemente investigadores como la arqueóloga Rocío Villar nos aporta lo siguiente: En algunas escenas representadas en ceramios pictóricos Moche, participa un perro con pelo de talla pequeña, similar al Fox Terrier, blanco con negro (overo); se le encuentra junto a un personaje de alto rango con quien comparte rasgos de agresión dirigidos a individuos de menor jerarquía sometidos a castigos; en otras escenas participa en cacerías de venados, sin mostrar contacto con la presa que es capturada con un dardo de estólica o un golpe de mazo; en otras, menos explicitas, participa como jugador principal de “badmington ceremonial”, contra un oponente lagartija, mientras otros animales disfrazados de humanos, esperan su turno (Donnan y McClelland1999).

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Sin embargo a pesar de los esfuerzos de investigadores como el doctor Pedro Weiss quien hace más de treinta años elaboró un recuento de esta especie no se ha vuelto a publicar un documento que nos pueda ilustrar acerca de su presencia y contribución en el Perú prehispánico. Las investigaciones del doctor Weiss están vinculadas a la su evolución biológica y sus propiedades así como sus características dermatológicas. Sin embargo, otros investigadores que han realizado excavaciones arqueológicas lo encuentran no solo en la costa norte del Perú sino también en Lima, en el sur e incluso en otras regiones como es el caso de Ecuador, Paraguay, el norte argentino y evidentemente México. Todo apunta a su ingreso a territorio americano desde Asia y su desplazamiento y mutación en diversas partes del territorio americano. Las relaciones comerciales, las exploraciones, los desplazamientos en nuestro continente son milenarios solo así se explica su descenso desde norteamérica hasta la región andina y específicamente a la costa norte del Perú. El 12 de junio de 1985 el Kenell Club Peruano presentó ante la Federación Cinológica Internacional con sede en Thuin Bélgica la propuesta para que el perro peruano sin pelo sea reconocido como una raza oriunda de nuestro país. Es considerado como un perro de compañía, de raza pura, cariñoso, atlético, buenos vigilantes y amorosos con los niños. Hace XXV años el perro peruano sin pelo fue reconocido como una raza cuyo origen es nuestra patria. Las gestiones tienen nombre propio como suele suceder, no solo por ciencia sino también por pasión como es el caso del ingeniero Ermanno Maniero quien se fajó para esta inclusión determinando sus características físicas en un expediente técnico.

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Esta determinación y reconocimiento contribuyó a una nueva mirada frente a este can que tiene muchas acepciones en nuestro país, debatidas y estudiadas, siendo la fuerza de la tradición tan fuerte que en muchos lugares se le sigue llamando perro viringo, perro kalato, perro chino y otras acepciones. Su presencia fue muy constante en la costa norte del Perú sobre todo en el bajo Piura, en Sechura y otras localidades donde la comunidad no lo veía con respeto, ni con cariño y durante muchos años fueron víctima del desprecio, el desamor y la incuria. Los tiempos han cambiado, este precioso animal es reconocido nacional e internacionalmente y es motivo de orgullo para todos los peruanos. Fue declarado como Patrimonio Cultural en enero del año 2000 a través de una Resolución Directoral Nacional del Instituto Nacional de Cultura que reconoció su condición de ejemplar canino peruano y dispuso su crianza en todos los monumentos arqueológicos de la costa. Posteriormente, el Congreso de la República promulgó la Ley No 27357 el 22 de octubre de 2001 y años después, el 10 de agosto de 2005 se promulgó el Reglamento de la ley a través del Decreto Supremo No 036-2005 AG que dispone que el Ministerio de Agricultura se encargue de su cuidado, promoción, conservación y difusión. El perro peruano sin pelo posee atributos como su inteligencia, su porte, su altivez. Tienen otras bondades como mascotas: su ausencia de pelo permite ser antialérgico, no hay posibilidades de insectos, pulgas o ácaros, estas son algunas cualidades además de tener una temperatura más alta que la del cuerpo humano, razón por la cual le atribuyen también propiedades medicinales Por supuesto que existen variedades, tallas, colores y otras especificaciones que lo hacen, hoy por hoy el preferido de los ciudadanos de a pie que conocen, reconocen y valoran sus virtudes.

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Hay esfuerzos notables de criadores como Alfredo Jeaneau que desde hace mas de veinte años se dedica a la crianza de estos ejemplares desde el reducto que sigue siendo el distrito de Chaclacayo en las inmediaciones de la ciudad de Lima y principal responsable de esta celebración que se realizó el día de ayer. El TINKUY de perros peruanos sin pelo es una actividad que organiza Alfredo Jeaneau en el Club denominado “Chaclascamp” con la intención de propiciar un apareamiento, para que los ejemplares se conozcan, los propietarios de los ejemplares caninos organicen intercambio de direcciones y presentar a sus canes con sus mejores galas para lograr el intercambio de la raza y mejorar sus condiciones evitando que sea crucen entre parientes. Hay detalles importantes además de los mencionados como por ejemplo los nombres de estos ejemplares, algunos en lengua Mochik, otros en quechua, otros en español y hasta los hay con nombres extranjeros. Tal vez los más conocidos puedan ser Fakis,Inti, Killa, Huacatay, Malato, Camote, Apaec, Pisko, Firualy entre otros. Es importante destacar que existen investigaciones no solo desde el punto de vista médico como los del doctor Pedro Weiss sino también desde el punto de vista veterinario como el de Enrique Angulo o de arqueólogos como Rocío Villar que siguen indagando acerca de la presencia de estos ejemplares en nuestro territorio nacional.

Luis Repetto Málaga

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El perro peruano Enrique Angulo - Veterinario Rocío Villar - Arqueóloga

La especie humana es responsable de la presencia de Canis familiaris en todos los lugares donde actualmente se conocen estos individuos, pues esta especie y el hombre han establecido una asociación biológica complementaria de subsistencia y sobrevivencia. La variedad de perro sin pelo se ha criado desde el tiempo de las sociedades alfareras hasta el presente en la costa occidental del sur de Norteamérica, Centroamérica, las Grandes Antillas, Colombia, Ecuador, hasta la costa central del Perú, también en Paraguay y el nor-oeste de Argentina; en todos estos lugares se ha podido identificar esta especie en representaciones de cerámica escultórica, restos óseos asociados a contextos domésticos y usados en alimentación humana, ofrendas funerarias y artículos vinculados a prácticas religiosas. La condición fenotípica (manifestación visible) que presenta la variedad sin pelo, fue estudiada en nuestro país por el medico dermatólogo Pedro Weiss en el año 1976; el sostiene que el perro peruano sin pelo o “Viringo” se trata de una variedad teratológica en la especie, producto de una mutación de perros con pelo; los viringos presentan entre sus características piel embrionaria, monorquideo o ausencia externa de un testículo, palaquitosis o desarrollo incompleto del paladar, y además ausencia de 20 o mas piezas dentarias de las 42 que tiene el perro doméstico.

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Existen referencias de perros sin pelo en documentos de la conquista y colonia, en los cuales se describe la vida de pobladores y animales que se criaban en el ámbito domestico en diferentes regiones que contactan los europeos (área Andina y Mesoamérica). Además resulta importante mencionar que se ha considerado al viringo independiente de la variedad sin pelo conocida en China, Turquia, India y Egipto, antes del siglo XV. Resulta importante mencionar las referencias acerca el perro peruano con pelo para establecer relaciones con el desarrollo de la variedad sin pelo. En los dibujos de Guaman Poma se encuentra un perro pequeño, con pelo y orejas erectas, semejante al que se encontraba entre pobladores del rio Lurín y otros valles de la costa central y norte de nuestro país hasta la década del 60 del siglo pasado (Viñardello s.f.). En algunas escenas representadas en ceramios pictóricos Moche, participa un perro con pelo de talla pequeña, similar al Fox Terrier, blanco con negro (overo); se le encuentra junto a un personaje de alto rango con quien comparte rasgos de agresión dirigidos a individuos de menor jerarquía sometidos a castigos; en otras escenas participa en cacerías de venados, sin mostrar contacto con la presa que es capturada con un dardo de estólica o un golpe de mazo; en otras, menos explicitas, participa como jugador principal de “badmington ceremonial”, contra un oponente lagartija, mientras otros animales disfrazados de humanos, esperan su turno (Donnan y McClelland1999:124, Fig. 4.91) (Fig.2) En la tumba del Señor de Sipan fue enterrado un individuo similar a los representados en la cerámica pictórica Mochica anteriormente mencionada, cuyo contexto arqueológico permite comprobar,

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en base a evidencia material, la existencia de este perro con pelo en la costa norte del Perú; sin embargo, al presente no tenemos noticias de esta raza. Entonces surge la pregunta: ¿es a partir de alguno de los tipos de perro con pelo de la zona andina o costa norte del país, que deriva la variedad sin pelo? Durante las últimas décadas del siglo pasado, se explicaba su presencia en tiempos prehispánicos en los pueblos de la costa central y norte del Perú como una mutación producida por la presión selectiva a la radiación solar en la población canina con pelo. Esta condición sería el resultado de una adaptación a condiciones climáticas ecuatoriales; el mismo efecto se utiliza para explicar, en otras especies de animales, la condición sin pelo o plumas. Consideramos esta conclusión desactualizada, pues hay nuevos elementos para discutir al respecto. En 1653 se publica la obra del padre Bernabé Cobo, en la cual desarrolla apreciaciones sobre animales y plantas que se trajeron a Sudamérica desde Europa y otros lugares del mundo. Al referirse a la variedad sin pelo, el Padre Cobo menciona: “De la China, reino principal del Asia, se han traído a este reino del Perú los puercos y perros que en aquella región se crían…” “…Los perros que se han traído del mismo reino de la China, son chiquillos, feos y de mala catadura, porque no tienen pelo, sino su cuero descubierto, casi como el humano, que causa asco verlo, y a esta causa no se tiene ninguna estima dellos.” (Cobo[1653]1956:421) Es claro que el Padre Cobo se refiere a los viringos, entonces la condición de perro sin pelo era conocida en Europa antes del contacto con América. Es útil también referirnos a las Cartas de Relación de Hernán Cortes al rey de España. En su segunda carta, el conquistador describe el mercado de

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Tenochtitlan, localizado en la ciudad azteca del mismo nombre construida en medio de un lago, y menciona que le llama la atención el comercio de gran variedad de productos agropecuarios y diversidad de comidas preparadas, haciendo referencia a la venta para consumo de perros sin pelo castrados, condición en que los animales acumulan grasa en el cuerpo y son menos agresivos entre ellos cuando se cría en grupos grandes. Asimismo, en documentos de la conquista citados por Latcham (1922:46,47) se hace mención que soldados y viajeros vieron muchos de estos perros sin pelo en casas de pobladores de esa región; los españoles gustaron de ellos y los buscaban para su consumo. Los encontraron salados, junto con maíz y aves, como alimentos diarios. Al este de los Andes el perro criado por la población Achuar, etnia del grupo Jíbaro del sureste de Ecuador, constituye el símbolo del animal doméstico y forma parte del universo social de la casa donde vive, tiene una valoración opuesta a los animales criados para comer y los animales silvestres amansados. Estos individuos son agrupados taxonómicamente con felinos, mustélidos y otros canidos. En el ámbito doméstico de los Achuar, el perro es una posesión de gran valor para la población femenina, pueden ser dados o intercambiados entre las esposas cuando hay cachorros de una camada reciente, y son ellas quienes aprueban el préstamo de los animales a los hombres para la caza. Se conoce que durante el adiestramiento en el rastreo y acoso (actividades vinculadas a la caza), se les administra una cocción de Datura sp. Así, el perro entra “en contacto con el mundo de los dobles desmaterializados con el fin de desarrollar allí los conocimientos y las aptitudes para ser de el un buen cazador”, (Descola 1996:317).

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Los Achuar califican las aptitudes para la caza en varias categorías, desde el acoso de agutis (alguna especie de las Familias: Agoutidae, Dinomyidae y Dasyproctidae), la captura de un sajino (Tallassu tajacu) y la cacería de de tigrillos (Leopardus pardales) y jaguares (Panthera onca); Los perros entrenados en esta actividad se desenvuelven acosando su presa hasta lograr que en su intento por escapar suba a un árbol, es entonces cuando el cazador interviene para abatirlo; una vez muerto el animal, le sacan la piel y el cuerpo es comido por los perros; este banquete representa la única oportunidad para el perro de probar carne hasta la próxima cacería, ya que en el ambiente doméstico son alimentados en base a yuca y papaya. La situación de perros en el bosque lluvioso permanece sin contexto arqueológico a causa del escaso material cultural disponible que pueda ser relacionado a documentos de la Conquista o al presente. El seguimiento de la crianza de estos animales, se enfoca con más precisión, en el caso de dos esqueletos de perro con pelo (uno joven y uno adulto), excavados del sitio Real Alto, una ocupación de agricultores en la costa sur de Ecuador correspondiente al periodo Valdivia medio/tardío; el análisis de los restos de fauna recuperados permite identificar en la dentadura del individuo adulto excesiva acumulación de material (sarro); se realizó la medida de isótopos de carbono en sarro de los dientes del individuo mas joven y los resultados arrojaron que el 63.5% de su dieta fue maíz. Por otro lado, los estudios realizados para este lugar, demuestran que el maíz se ha cultivado para el consumo humano en este asentamiento, conclusiones que permiten afirmar que Canis familiaris ha compartido múltiples relaciones del ámbito domestico humano (Wing 1989:269).

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Para el área andina de nuestro país, se considera la identificación de material óseo de Canis familiaris en las cuevas de Uchcumachay y Panalauca, en la puna de Junín, como los registros mas tempranos de esta especie. Esa evidencia está asociada a cazadores de camélidos y cérvidos, que usaron estacionalmente dichos refugios desde 5,500 a 4,200 a. C (Weelher et. al.1976, citada en: Wing 1989:265). En nuestro país se establece que las representaciones en cerámica de perros sin pelo se inician al final del periodo Moche (siglo VIII d. C.), continúan en la cultura Chimú, siguen en Chancay y finalmente se evidencian en la época Inca en sitios como Pachacamac, hasta el tiempo del contacto; asimismo, se expande la inclusión de perros con/sin pelo en practicas funerarias del litoral y área andina. Las representaciones de perros sin pelo en el área andina son sin lugar a dudas los mismos individuos (especie) de perros sin pelo que refiere el Padre Cobo, aunque ya para la fecha que se publica su obra el mestizaje entre perros traídos de Europa y otras partes del mundo, con los nativos, había comenzado, posiblemente con galgos introducidos al medio, usados para cazar venados. Richard and Alice Fiennes (1968:44) comentan el parecido del perro mejicano sin pelo con una raza moderna de perros criada al norte de la India, denominada “Poligar sin pelo”, y la relacionan a una raza criada y representada, desde el periodo Clásico en esa región, la Bunjara. Los autores mantienen que la raza Coligar deriva del cruce del tipo Bunjara con galgos que han sido usados para cacería de leopardos y tigres. El mestizaje de una raza nativa con galgos puede ser similar a lo ocurrido para el caso peruano a la llegada de los españoles, en la práctica la variedad sin pelo con dentadura incompleta no permite asegurar la presa como un galgo.

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Difusión de la variedad sin pelo En nuestra opinión, considerando algunas discusiones sobre el origen y expansión migratoria del perro sin pelo, la dispersión de esta variedad de perro podría haber tenido lugar desde Asia, a las costas occidentales de América, en tiempos prehispánicos. Las representaciones de esta variable cultural, relacionan importancia y usos más específicos, con posibles vías de difusión.

Schwartz (1997:130) menciona que se encuentran figuras de arcilla con motivo de perro (overo) en el valle de Jequetepeque, cerca del pueblo de Tembladera, en la costa norte de nuestro país, con fechados de 4 a 7 siglos a. C., mientras que los modelados de perros sin pelo aparecen al final de la cultura Moche, alrededor del siglo VIII d.C. También se han identificado representaciones de perros con pelo (overo) y sin pelo, en cerámica de la cultura Chorrera, de pobladores que consumían perros al sur-oeste del Ecuador, desde el V siglo a. C. Las figuras en arcilla de perros con y sin pelo de Chorrera son similares a los de la cultura Colima, del oeste de Méjico, fechada en el siglo III a. C. En este caso, los perros eran consumidos por pobladores de esa región. Se debe considerar aquí la propuesta sobre el origen y difusión de la variedad sin pelo de D. Lathrap, citado por Schwartz (1997:130). El primer autor concluye, a partir de un modelado en arcilla de perro sin pelo hallado en Chorrera, Ecuador, que esta pieza presenta semejanzas con perros representados y criados posteriormente en la cultura Colima de Méjico; en base a esto, afirma que en Chorrera se origina y difunde esta variedad hacia la costa norte de Perú y costa oeste de México, pero,

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¿cómo probar la propuesta de Lathrap sin evidencia ósea concluyente? ¿cómo probar la continuación de esta variable en el tiempo y entre esos desarrollos culturales? En el área azteca, con la invasión y dominación de los Toltecas, se introduce el perro sin pelo y no existe registro arqueológico previo para esta variedad; resulta importante mencionar que el perro mexicano sin pelo presenta características específicas similares a las conocidas para el viringo. Tlatilco, región central-oeste de México, estaba poblada por una sociedad de agricultores durante el periodo Formativo. En el sur de Norteamérica, este periodo de tiempo abarca desde 7800 al 1500 a.C. Al inicio de este periodo se usaban figuras de perro y otros animales en arcilla, en contextos funerarios; asimismo, las ofrendas en los entierros de perros eran más importantes que las de humanos (Valadez 1995:12). Al presente, se consideran los objetos culturales más tempranos con representación de perros en América. En Tlatilco, los análisis de fauna nos permiten conocer la presencia de perros como ofrendas de comida en entierros de humanos al final del Formativo, también se han identificado huesos de perros, conejos y pavos en basurales domésticos (Valadez 1995:12). Otra referencia sobre el consumo de perros indica que al tiempo del contacto con los conquistadores españoles en Teotihuacan, el 10% de la carne consumida en la ciudad era de perro (Valadez, 1995:22). En México, hasta 1950, se encontraban carnicerías de perros y se preparaban potajes en banquetes para bautizos y casamientos, usándose también como animales de carga, o en sacrificios, ofrendas en entierros, medicina y para elaborar hechizos desde tiempos prehispánicos.

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Finalmente, en México y algunos países del Asia, se mantiene hasta el presente una tradición continua del consumo de perros, desde tiempos prehispánicos; en nuestro país, no se fortalece ni mantiene la tradición del consumo humano de perros; sobre este punto, Wing (1989:269) cita a Gracilazo de la Vega, quien relata que la gente de la nación Huanca comía perros. La autora mantiene que no hay evidencia ósea al presente para sostener esa afirmación. Carlos Vinardello, en un trabajo inédito y sin fecha, sostiene que en Asia se origina la inclusión de esta especie en prácticas funerarias. Este autor asocia la inclusión del perro en contextos funerarios del Neolítico, con las creencias sobre el viaje del alma del difunto al reposo definitivo, identificando la intervención del perro como agente facilitador de ese trayecto; este concepto de perro utilizado como psicopompa, constituye un elemento cultural que tempranamente se difunde a todos los continentes y que se ha logrado identificar en contextos arqueológicos en México y el Perú.

Al relacionar lo descrito en México, Perú y Ecuador sobre los tipos de perro que se han criado y la presencia del perro sin pelo en la costa pacifica de América, se mantiene abierta su correspondencia o pertenencia con la variedad asiática. La teoría que explica su existencia a partir de una mutación no puede haberse producido, en tres o más lugares diferentes al mismo tiempo, mucho menos, presentando como resultado un individuo similar. Los contactos a través del Pacifico desde el Asia constituyen elemento válidos entre las afinidades culturales que soportan su difusión.

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En nuestro país, hasta el presente, no se dispone de evidencia ósea o cultural que confirme y vincule esta variedad de perro sin pelo en la secuencia arqueológica sino hasta el final del Intermedio Temprano, en la Cultura Moche. No podemos excluir la probabilidad que esta variable cultural fue introducida a América desde el Asia por navegantes en tiempos prehispánicos, que llevaron perros en navíos como reserva viva de alimento, difundiéndose también el uso en practicas funerarias así como otros rasgos culturales (Meggers, com. Personal).

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Al inolvidable Fakis...