Letra por letra. Traducir, transcribir, transliterar [Jean Allouch].pdf

LETRA POR LETRA TR.\DlTCIR. TR.\ SCRIBIR. TR.\ SLIT[R...\R JEA:\" ALLOCCI I w en ~ i.I ¡ .tl•·1 u H:.. :-i•H 1 .~t .

Views 142 Downloads 5 File size 52MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

LETRA POR LETRA TR.\DlTCIR. TR.\ SCRIBIR. TR.\ SLIT[R...\R

JEA:\" ALLOCCI I

w

en ~

i.I ¡ .tl•·1 u H:.. :-i•H 1 .~t .. 111i'l l -'"l r1 ·~ 11li11.~ f1·;,.11; c·xr•:,,, .......

--A-

PALATABLE

~ iu;! 1l~l'!'llH t lafl• ~r .. i u Uti n:-; t ~ Í ,., >t·:, ' te libro apunta a ponerla a la luz. Para ha-::erlo, de cntradi:1, nada mejor que practicar esa manera de leer.

Se impone aquí un poco de historia; la razón pronto se verá. La coosuucción del término d~ neurosis data de 1735. Es decir que los primeros balbuceos de una medicina centrada en lo anátomo-clínico le dieron un basa.mento epistemológico. Esto es subrayar también que esta construcción. el ténnino mismo de neurosis lleva la marca de ello, se sostiene con un modelo lesionaL Los radicales itis y osis inscritien la oposición de las lesiones inflamatorias y no inflamatorias. Eo 1889. Grasset quien. pese a todo (o sea, pese a Lasegue, que había l!scríto que "no fue dada nunca Ja definición de la histeria, y no !o s~rá jamás"), quería proponer algo que fuera contra esta impotencia, 1 En C•p>Jiol: !'siroct".cilisis Radiofor.ía & T'1evisión, E.d. All~gram:i, 8=elona. !~17, pp. '1)-76. 2 J. Lacan, ·· .~l\:.x;~1t!o~ r:iront"•n:ée pcur la cl6rure du -=~ngt~$. de l'F.cnle Fr~u¿ier.ne cl~ P:lris ~e: ~vri l 197(), ~ac sn d;ret!•'J(º, Sci!iar 213. Se~il, Plris. 197:), pp 391-399

28

ace.rct:. dtl cc.mir,r> abú!rtr> pnr Fteud

a ruma lo siguiente: "La histeria. es una neurosis es decir(subrayado mío) que no conccernos su lesión característica". En contra del adagio, aquí lo desconocido explica lo conocido, pues la operación que define la .histeria como neurosis no se ha vueito para nada nula por el hecho de que Ja lesión sea aquí sólo supuesta.

Ahora bien, la apertura de vías freudiana no se efectu6 en el interior de la teoría lesíonal de la histeria c01no una nueva edición de esta teoría (como en Janet, por ejemplo) sino que procedió a una reelaboración radical de la artic!J.lación de la neurosis con la lesión. Establecer este punto será el objeto

del capítulo siguiente. Propongo por ahora anotar con S2 la relación de la lesión (S¡) con el saber

sl

clínico (S.) qt:c la ksión ordena. El lector pndrá observar que, escrita así, esa relación no puede corresponder más que al discurso que Lacan llazna de la universidad. Resulta de esto cierto nún1ero de consecuencías. Ante todo escribir con S 1 la lesión equivale a darle esratus de significan le-amo. La cosa e~, en efecto, admisible si se neta que la lesión, corno pedestal. sobre el que: la observación clínica se apoya, presenta esto de partícular: que no remite a nada observado. La lesión no úene, entonces, valor de un signo -como es el c:i..so en la neuritis, por ejemplo- que rcpresentarfa algo para alguien. Freud se esfuerza, en un primer tiempo, por volver tangible esta lesión cuando en el fin de su artículo Über Coca de 1884, propone utilizar la coca en el tratamiento del asina, del vértigo y "de otras neurosis del nervio vago" (p.121 ) 3• Supone entonces una acción fisiológica directa de !acoca en el lugar mismo en que se sc:i: Byck, crndt:ccicn •i ~~p a;id de 2.nrio:.;c Hegew(cz. Ect. Anagram¡,, B:u-~~lo r:a, 1980. (L'.t eilic;ón en f;-~¡"¿s ~s: Sigmund Frtud · De la cocc:iite. !=:d. Com¡ll~xe. 1976). A Cfr. Sd licet !13 ;.i.99 (Fn ~spa~ol: J. J.•) CM. Psicoa.""-lisis. Radiofo11fti & Televisión, Ed. Ana~rnma. B:itcelcna, 197'1 . p. 77).

ievógfro. ;\sí, escribir con Si la refaciól'. de la lesión en:! el saber clíHjco de ~J ._,

la r.eurosis, situar esta lesíón como la verdad de ese saber puesto en posición de agente de la acción ter~péutica, recbma adrnitir -de conformidad con ese progrel'>o-el punto de par.ida deFreud como algo que corres pende al discurso universitario. El interé:; de FremJ por la cocaína es a la vez personal y científico. Esta duble polaridad, mantenida por él a todo lo largo áe su tentativa con el objeto cocaína, va a hacer de ésta una tentativa fracasada, y fracasada allí mismo donde logra inscribir !os efectos de la cocaína en un tipo de escritura somcüdo a l;u; exigencias dt: un campo m¿dico que co1rcsp leyendas queatri boíaa a la cocaína las virtude s F' -> W'

Si F>F y W'>W, entonces la dificultad corresponde al hecho W micnt:as que con Ja cocaír.a se obtienen valore:; todavía superiores:

2. O-> F' -> W' Freud discute el asunto cor,10 un hecho polémico que intentv.ni reintegrar en c::I saber cicntifícc constituido. A la primera hipótesis de una transfonnacíón milagrosa de F en p·, hipótesis de la que no se pued~ decir nada, él conjuga una segunda que sería más explicativa; Ja cocaína intervendría no en F sino sobr~ la relación F -> W produciendo así F -> W'. Pemútiria que un trabajo dado exija menos gasto de fuerza vital; F'-> W'

2ª hipótesis

0-> F-

3ª hipótesis

O -> F -> co ... \V

W'

Sólo la tercera hipótesis está en conformidad con la fórnmla de partida, salvo en que introduce una separación entre energfa utilizada y energía dispon.íble, entre y W. La cocaína sería ese objeto que pemútirfa que haya --¿siempre? (ese sí empre, como apuesta imaginaria, es !o que con~tituye un prübknw.)un excedente de energía disponí'hle con respecto de la energía efecti vamt'.! i ~

12"11~!-;

L....~

-

Ahora bien, esta focaliz:i.ción del estu!r;ición introducida por Ja medida, ímpe11sahle .s:n ella, se presenta como ef p~nto de un cambio profundo de la rdación de Freud con la cocaína. En efecto, si ta cocaína permite al sujeto disponer de una energía que no es más que igual a aquella de la que dispone cuando su humor es hueno, e:itonces ya no es un cbjero necesario. Pero igualrr.er.to DOtable es el hechor.Je que dla pierde su cun en el q~re Freud hatría podido ams ütuirz.;e como autor -auiOr c!e ese gran descubrimiento que hubi('.ra ,pui:sto e l selle a l discurso u:nivcrsi uu;o acerca de un objeto que r~spon-1.ía a i fi n a la lesión s~pucs ta- es, rara terminar, la disyunción de la pr.oducción de ese discur~D (o sea d a;1tcr mi$rno) y de su verdad (o s cit.. p.:20.

»o,,..;i:.. ~.2:::J- 221 .

1 C -:1p1~~u· '\. .J. 0·

..-10~ .... L)

Ja histérica en surna

Cha.reo!: He aquí. pues, una parálisis arü.ficial dei brazo comp!e

ta.mente semejante a una parálisís narurcl. Esta mujer no sabe para nada dónde está su brazo. (A la enferma que es presentada bajo hipno~ís): Cierre los ojos y traie de agarrar el brazo paralizado: l..a enfermo.: No se dónde está; eso me i..."rita.

Charcot: No siente nada; yo podría romperle el brazo antes que despertar en ella la sensibilidad. Pero, como ustedes pueden ver, estos ~uj~tos no son dóciles.

r.a 1mferma.: ¡Oh, no! Charcoi: Son muy d.ifícíles de manejar; sin embargo, son bastante cómodos. F.n~onces,

pérdida del sentido muscu!ar, pérc~ida completa de la sensibilior E. Tri:hn.. "?ar~ y1it h y~téro·

1n.u1runique , Henri Walkm pone el dedo sobre el postulado funda..'Ilenta! de est'i psicologfa. "No hay necesidad,

escribe, de justiftcQ.r con. razonamientos o hípótesís, la eventualidad de un acuerdo entre !a persona y el medio psíquico y social. El hecho primitivo en eí plano psíquico e~ este acuerdo, exitoso o falllido.es la unión esencíal de( acto y de su objeto. "La ídea: de! shock nervioso. ccnve:tida aquí en "insuficiencia psíquica", tiene como función rendir cnenta de la histeria sin rener que cuestionar este zcuerdo postulado: "El molino puede estar muy perfeccionado, pero si !a fuerza motriz es insuficiente en volumen, en fuerza de empuje, no f.lncionará y sólo producirá gemidos discordar.tes o penurbacicnes. Así. a falta de ur.a tensión ps(quica coni•eniente, !o que Janet l!amil 'función de lo real" se degrC'.da; el acio se hace primero hldico, se convierte e:1 un simple simulacro, un desvarío sin eficacia real. Una nue'.la baja del nivel trae consigo el ejercicio sin control, Íl:coercibie, obsesionado por conjuntos funcionales desintegrados y pi;rásiros. t;n el .iivel más bajo, vienen manifestaciones explosivas ba.jo lafom1a de acritudes pt;Siona!es o histéricas, y finalmenre simples espasnws muscuíares caracterísJicos de !a crisis epiléptica, ese gran mal o mal sagrado de los m1tíguos." Así, prcsigue este texto notable, "Ja11et planteaba algunos problemas qüe es:é:!t entre los más de!ícados de la psicología contemporánea; tos de la personalidad no ya como individuo "en tercera persona" si.'lo como autor, al me:ios putativo, de su propio destino frente a sí ll"ismo en !anto exisce:tcia únir.a en d mundo; del plano mete.físico, el Yo tiende a pasar al planc psicog1.miii,·o." Esta larg:i cita señala la apuesta de la respuesta histérica que va naéa menos que haciJ los fundamentos de la psicología. En su versió:i univer5itari:! , !a hist?.ria es pensada com,; insuficiencia e11 la exacta medidc. en que es remitida u la suficiencia del Yo para smisfacer la función de lo real; cosa que úníc:unente qu:ere decir que se >acisface ai principio funéndor de Ja psicCJlo· gfa, el principio variaciones, por numerosas qi'e puedan parecer, se relacionan lógicamente siempre con el típo fundamental" 16 . Como cuadro, en cambio, la histeria se presta para la aprehensión. O bien la histérica es una símuladora, o bien es igualable al cuadro; tal es la alternativa orde.nudora del trabajo de Charcot. Freud cuest.íonará Ja pertinencia de esto.1!;,1 tanzo deja de lado la teoría psicológica del traumatismo para

ate."!erse a la experiencia misma de reproducción del s(ntoma histérico, la idea de una "!esir)n funcional", que daría al cuadro su verdad, va a retener por el comrario toda su arención. En ¡:irirner lugar, Freud se separa - y de la manera más resuelta · de la versión universitaria de la histeria, por la interpretación del significante-amo de esta lesi·.>n. Pero ;:intes de ocuparnos de esta interpretac:ón freudiana de la lesión funcional, :;e plantea la cuesúón de su aniculación,en la concepción de Charcot, con Ja teoría traumática anteriormente presentada. O. Anderson nmó en la ens-:ñanza dci ~faestro la ausencia de una profundización de la relación entre esas dos teorías: lesiona\ y traumática 17• En efrcw, fa.cosa no está desarrollada y sMo falta abrir la puerta de fa sala dende Cha.--cot presentaba a sus his'.éricas para esperar encontrar allí, como l'reud lo había hecho, la respuesta a lo que se ha dejado ei¡,.blanco en la teoría.• He aquí, pues, el célebre enfenno Pín... que Freud pudo encontrar en la Salpetriere: cuya ohservación, en todo caso, utilizó en ia conforencía qut= pronunció a su retorno para demostrar a los médicos de Viena la existencia de ta histeria masculina. En su informe ~obre ~u esta.día en París, anota que ese caso ..constituyó d1Jrante casi tres meses el núcleo mpa.ratiY.j d!! !LJ.., parúli..t í..o; mmriczs orgánfr.11s ! iUrt!rka f· . O.C. Op.ciJ. , ToflXI t p. 1'17'! sigu1e'3H'.:S. {Sl:llfaard l::J.• vol. l. 9. 160 y si~Jie;u..-s) 'fnJ•JCil'JY.)< do l.t crn6u:as. /lacen comprender suficientemente que existe en po.tologfa todo un campo que perrenece como propio a!

médico, que sólo él puede cultivar y hacer fructificar y que pennai1eceria

necesariamente cerrada al fisióloga, el c¡¡al, sisternáziccamente corifiriado en el laboratorio, desdeñaría !as enseñanzas de !a sala de hospital"3'. Freud, fonnadoen una clínica que tenía "tendencia a hacer una interpretadón fi~iológíca del estado clínico v de la interrelación de los sfotomas'~7 no hizo suyo este "método francés" donde la ímagen dfoica y el tipo juegan un papel fundamental. En d artículo necrológico, inclu.~0 atijí.:iuyc a su carc1Cter exclusívamcr.te nosográfico, el •Íraje por d eual Cha.rcot se mete en ntra vía que la que indica la his¡érica..•\i mét0do francés se le escapó la histeria por haberse atenido a una !_}reem.inencia d:!- lo e; -óp;co como campo de ejercicio de un goce .intelectuai, c;uyo elogio ha::ía Charcot sin arrlila.'lll!Se. Freuid.• p. 100. •• S. Fr:"d. Ciuucnr. O. C. Op. c;1.• Tome lll. ¡>.19 (Standard Ed. Vol. ili. p.! 7).

la

.~r,st;rica e11

suma

63

la sostiene; como es cfoctiva. sería ese punto en el cunl el discurso universitario alcanza lo sublime. Que finalmente tcdo el ·'affaire" de la Salpétrie::e haya caído en el ridículo, evídentemente no debe asombrar: lo ridículo está a sólo un paso después de lo sub\írr.e. La versíón universitaria, mejor aún. la avecsión universitaria de Ja histecta, eqdvale a vertirla en la cuenta de lo sublirr,e,convertirla en un saber en suma, un saber que se distribuye como ese puñ:i.do de arena que cierto arenero del c:.iento infantil francés arroja a la cabecera de la cama de los niños pequeños, no tanto pura cerrarles los ojos y hacerlos donnir, sino para que s:rv:m. como m.irada, para lo que va a ser causa de los juegos amorosos parentales. Al entremezclar su traducción de las "lecciones del 11'.arres" con notas de lectura de su cosecha, Freud sabía que iba a. disgustar a CharcoL De todos modus io hizo, y el asunto participa del mismo golpe que iba a ser aseslado contra la reputacíón de la Salpetriere con el anuncio de que la .~imulaci6n no escatimaba sus med;os en ese lugar. Charcot no ve que, al querer acorralar "el ;irtificio del enfermo", llega a reintrcducír él mismo este artificio reproduciendo, como a dre ,·,s1, re:.d que pueda hacer dun de su ca:o;tración al niño. Este es el segundo polo de la observrición anunciado más arriba. "Perc, cerno !a cosa se manifestará tamo más nece5a;:íamente ,v lie una ma;iern. mnrn má~ aguda cuando los efectos de su falta sean m;ís o atentes, esa unió n de \r, castncí\Sn simbólica con el pJdre r~d no po11:-á ser explicitada más q ue a! término de ia '.ecrur:J..

-

el "pas- últimas vacaciónes de verano cuam.lo, como él dice, "le dio la tonlería". Jugando al co.ballo, uno de sús amígos ~e había lastimado, lo que hacía que loso tres dijer:m todoeltiempo"Wegen Jem ?ferd", es "ucausadel c::iballo". lVeger. es ;:¡ Ja vez homófona y homógrafa en plur:ll de Wagen (carro), cosa que el pÍntáctico. El carácter equívoco lo Ja fórr:J.ula es susceptible de en.L""egar la razón del progreso metafórico que la observac;ión atestigua. El proceder de Lacan se distingue aquí del de Lévi-Strauss; si éste, en efecto, propor.e. para terminar, una fórmula para "todo mito" 44 , Lacan escribe una serie de fórmulas, cada una Je las cuales corresponde a un recorte dado de la fomentación mírica del "pequeño Hans". A cada elemento alfabético anterionnente transcripto responderá su fórmula, tal es la regla a la que se somete este tercer giru. Hay conexión y cierre del tercer giro con el primero. Para comenzar, conviene formalizar lo que había sido enunciado del estatus de la fobia como lo que suple al defecto del don de su castración, que el "pequeño Han.s" espera de un padre real, y de una manera tanto más impe:-losa cuanto que han resultado incompatibles (esta íncompatibl!idad es la crisis misma) su reciente posición de falóforo y lo que hasta allí o riemaba su m1.a:do; su relación con la relación de su madre con el falo imaginario. ¿Qué quiere decir ese "don de su castracíón''? Para escribir aquello de lo que se trata, Lacan se apoya en !a escritura de la metáfora, contemporánea, hay que nocarlo, Je su lectura del "pequef.o Hans". He aquí es~a e scritura;

f ( ~· )

s

=s (

+) s

{

Se sabe que Lacan ilustró esta escritura coa un:i. metáfora tomada de Victor Hugo: "Su gavilla no era avara ni len fa odio" (Sa g~rbe n 'était pasa.vare ni haineuse). La fórmula subraya el hec!:J.o de que, en el tiempo mismo de la producción met.afúri.ca, la substitución de "su gavilla" por "Booz" anula a "Booz". Y:i no podrá tratarse en adelante de que él tome el lug3r de ;'su gaviíla'', "el fragil '.iiiode la peq!.ieña palabra su que lo une a él ~s un obstáculo má.s.. :·:s. Pero, .:onclatívamente, esta abolicÍÓ!I radical de su nomhre propio

" J. L=u.. ~e:niomo &I J 9 .J.: junio d~ l ~.5'l. " C. Llv; -S lr.i.U!i5. ·:.:-p. c iL. p.252. !...CvS-Strnu:'i:. r~co•:ut. ·.,.eint~ Jiics ;tlc;. c:::tc, c:st.~ {()1mui;) ;'.)!\.a:l I'!~~ ~os 1Hv~ :~j r,¿J\Y.n µ; J.:.~1;;~v~0t1r ~os j;i.mul cic ?'iuc·1~ fJui!;e-..:! (f:·.JrS>J de 197 4n~ resumido e~ ~l .t'1n.:.:üir~ ~ Col:e~! de FrG.;IC!') a.e;! C'J,nc ::!f. l)u .n~e! ~u.r r.etulre.!:. p.2l2 •:o.; !LJ mil:!! a !as cer:ú:c.:s. i:undo de Ccltn'a. Cc(lnór...:ca. ~..féxi~::J. l·972. p ... } tiocd~ dcC'.!31'il, ~iu más )ljStiñ~aClÓn. ~!.'">O -~~t.1n ~ru:r.ic:i no ·l eJó ci~ :;:J~atlo. :s J. Uc:an. Gsc;1;01 1. Ed. Siglo x:c;, ?..,t¿:c~:n, ~ 984. p.·18 7. 1·rsJ. T 3egov;3...

se presenta como un precio pagado por una cre:icióo, por un salto que es, como se sabe, e! acceso de Booz, a pesar de su eóad avanzada, a la paternidad. Esta relación anubdón/re-creación es precisantente la rrúsma que juega en lo que concierne a la castración simbólica. Por ser puesto fuera del juego temporalmente, el objeto "falo imaginario" recibe allí su legitimación para un goce ulterior. La salida del Edipo por la castración simbólica resuita así susceptible de ser inscripta en una fórmula que retoma en su dísposídón la de ía metáfora:

II

Esta fórmula no difiere de la escritura de la metáfora más que por el valor de los tém1inos empleado:;: P designa el padre real en tanto agente de: la castracion simbólica, X inscribe la posición del varón en tanto anulada po de barra, instaura una disposición isomorfa con Jade laescrituraJe la meúfora. Es decir que el síntoma ejecuta la transliteración allí mismo donde ésta falta.

Capítulo cinco

donde el deseo bribón vale-nada * La letra fetichizada F..1 la págir.a 318 del tomo V de los Cahiers Anoiré Gide

(Cw:idemosArulré Gitie) enco111r::rnos. del.a plu;oo de "1 "Perit~ lJ:J!ne ~'. el 1~stir11ottiO .siguiente: "... desp ué! i: .;e rie abier.. tament~ porque yo le digo con un to'IO exaspi: rc4o: '¡Usted ja:rir'..s dirtJ simplemente: esta trulntequil!ii es amarillcl No, ¡;isud tit>te qi>e decir: Negar que tsla 1r.a11tequi/la tea atn(lrilla, seda cit11amenre una loc~ra! -S!. dijo él irórrir:i:m2me. ¡e~o e$ to que se llanuJ 4! 11uwimie:110 de La fraur

AndriCide

?vficntras que los ciframientos puestos en juego para la lectura podían variar, en Lacar. pcr ei contrario, se manifiesta como una constante ese rnodo de la lectura y, ccrrdativa.'Ilente, ese a.bardaje : lo i r:1rodu~e. :".n ~I senUnario Le r.rui clt":tt.S !a !héon·e ~·r Frea.:.d. e: cl..ans ú1 tf!f',~nit}CJI! Jt: (ti psycfi~rtülyJe, se:s!one~ de.1 2 d~ febrero. 25 de t:'layo y i>). ()ej1>nio Je J9 ~5. '/r:.r t.Jmbien. ;·,qui mi~ma: "c:l t:ngil!zamicnto de la tt;.l:lSfe:rencia''. ~~r. lX. ~Ver J. Lacan. U! m1>i ... , .gos estilísticos amílogos, señalaéos por los antropólogos, entre producciones artísticas de poblaciones .sin embargo muy alejadas: Una :!e esas características había recibido el r.ombre de "split representation": un diblljo caduveo mue~tra un rostro taruado compuesto por des perfiles adyacentes. El trazadc .>obre el plano no respeta las leyes del trompe-l 1 02il o perspectiva engañosa, que tienen las dos díme:\'Siones, pero elige reproducir sobre el plano soporte, sin defonr.ac:ór:, el decorado tal como habría podido s~rdíb•Jja.do sobre e! rostro; de allí proviene ese efe::to de perflles acolados. L~ví-Strauss intc:¡prcta esca

?º'

"/ l..oc~. EcriLe rechazo mismo. en ese tratarniento específico que lo mantiene corno nombre propio sólo al predu de no interesarnos más que en su color. Se tiene la prueba de que eI nombre prcpio ha sido considerado de esta manera desde los tiempos más remotos en el hecho de que los desciframientos de las escrituras llamadas "muertas•• han tomadn. en su gra:1 mayoría. un apoyo sohre el nombre propio, apoyo qce resuhó ser decisivo. Con respecto a esto, el desciframiento de los jeroglíficos no tiene niidr lo que sería el sentido de estos nombres. No se tratará m3s que de ur.a especie de juego de batalla n:.val, juego fuera del sentido donde las detenninacioncs de 1os valores d e !as !etras serán dados por la relación de las leirc.s con los lugares de los cuales Champollion podrá decir "wuche~· cuando la lena sea ubicada por él en el iugar mismo donde la esperaba. F.l texto jeroglífico de b ¡úedra de Roseta estaba tninco: sólo aparecía, escrito en un recuadro. un solo nombre que, se suponía, era el de Ptolomeo. Esta ce nje tura se basaba en e l hecho de que el texto demótico, que nadie sabía leer, incluía un grupo de carac teres que aparecía en un número de ocasíones igual al de las inscri¡:¡cione:s del nombr(! de Ptolomeo en e! texto griego. t.: n solo recuadro no permití.a proc:.:der a confirmaciones, y esta~ conjetur:is quedaban sin co nsecuenc ias pue~ no eran confirmadas desde un p unto de vísta estrictamente textu::tl. Champollion tuvo la !dea de relucionar ese recuaiiliu :Je la L yJ;: le:. e :;01:espC1nd~ .1,) T~Spt~t!J del o:d\!n que~,., 'a ·'?:upos1ti"n J·.. an .'\cñ.:l•i ~I hech('\ de no ?e:~e:~s:~ una l(tr.l coct!ú :a cofldic;ón para que .. lo oo sabiCo ;,e or..:c11e C:J!'r'.o e~

o:n:::.r:;1~

r. t_E._¡;a:tir del mor::ento e::i ouc viene, e~ el iugar de lo uue st dice no ser. a!:¿o cue cst:í en una rdación de •1cdndad metor.únicacon .---~~~~~------------~~~~~~-'-~~~lo oue no es. Así. de la misma manera quo:: una zona que llamo zona del discurso y que es aquella sobre la cual el disr.uno (lr..fllírir.o arroja una viva luz." 3 Lo que se escribe en lenguaje maremitico no está ~arantizado- µor . ·- -un.metalenguaie y. además, no podría explicarse sin poner en juego este habla, esta palabra que se apoya en el lenguaje común. Así, el que no h:lya "metalenguaje que pueda ser hablado" 4 quiere decir q!Je lo ou~ se nombra CO!l "metalenguaje" m.1 es otra cosa que la pal~bru misma.

....._

~

El escrito, entonces. ocuparía esle lugar mismo que sen·a el del lenguaje·

objeto. La substitución por Ja que la oposición escrito/palabra ocupa el lugar del par lenguaje-objeto/metaler.guaje ratifica el carácter noelírnioable de la pa1abra: hay palabra en el o no care~e de ¡::ir::cedentes y hasta en el mismo psicoanálisis) recibe en Lacan el conICnci.a Uc !a.oe;. m::irc1~ .'ie encontrJri un.a \.:onllrntactón 11.:1..;jc r,,c i:n C. Chs. 1977. p.89. Ei co~~n~o :!e es~ ··un cómt~::>." ¿e \í:igd~:r. f.Je

Leb.;e~ tJos~n~~."ln,

pl!b!lc:ida ~~r.ific~1n

CO ~ tillO!;;tit)l'l )'IA,-."'ÍiJl!JU!.

t!c:l sa1.:::i~jsf'7'0.

nº !'2, del 1.5 . En lus casos en qut se habla pcátticamer.:e Je " ric!o~1:~1~··. son puestus cor.Juni.a.me:>tc ~n ac~ión otres tr.Qcics e.Je Ja esi.:rinlra qi.::c bacen in;~r..,·~r:!r, de tl~ :.:ho, ocres principie~. Asi. se 11egrin :\ ries~iffar ci~ltOS tt::r.tvs ,,~~e1ogr.h1cos": ~f ~ev3tH.a.mil!'!lto del i ndec~:liblc eor.:.spc::'lde enci:lnces :.i la iHt~tve:nc:ón de c~r:'l~ mo-

__lll 1 "--

c.~·

0.1 -

tll

hís Hrnbs.

tll

111

ff

nefzru

to

thc gods,

~ ~ "-dm -

.f

over it,

Extraído de E. A. Wallis Budge, The egyptian book of the dead, Dover publications, Nueva York, ¡• edición, 1967, p. 98.

Si bien se pued~n así encontrar, en el libro