LAS POLIORCÉTICAS - Apolodoro de Damasco

LAS POLIORCÉTICAS De APOLODORO DE DAMASCO COMPUESTAS PARA EL EMPERADOR ADRIANO. Traducción de Ignacio Valentín Nachimowi

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LAS POLIORCÉTICAS De APOLODORO DE DAMASCO COMPUESTAS PARA EL EMPERADOR ADRIANO. Traducción de Ignacio Valentín Nachimowicz (© 2016) del texto publicado por M. Ch. WESCHER (Poliorcética de los griegos. 1867, hep. impér., p. 135-193).

Con 37 figuras extraídas de manuscritos griegos.1

1 Estas figuras, ejecutadas para la obra del Sr. Wescher según los dibujos en color, a gran escala, del

manuscrito Mynas, han sido complacientemente prestados a la Revista de los Estudios griegos por la Imprenta Nacional. Rogamos al director de la imprenta aceptar aquí nuestro agradecimiento. -1 ! -

PREFACIO Los sitios juegan, en la historia antigua, un papel considerable, y los relatos de las operaciones en las cuales tuvieron lugar quedaron a menudo muy oscuros para los modernos, por falta de nociones bastante precisas sobre las diversas máquinas que fueron empleadas. La antigüedad nos ha dejado sobre este sujeto algunos tratados técnicos, tales como el Xº libro de Vitrubio y las diversas obras publicadas en 1693 por Thévenot bajo este título: Veterum mathematicorum opera; pero, si el primero se encuentra en todas las bibliotecas, es casi incomprensible, por falta de figuras o descripciones suficientes; en cuanto a la recopilación de Thévenot, debe a su título y a su rareza de ser conocido sólo por algunos eruditos. Entre los tratados que encierra, y que tienen informe de las artes militares2, hay varios que son relativos a la construcción de las máquinas de arrojar o lanzar, otra que expone los principios de la fortificación, del ataque y de la defensa de las plazas, y por fin dos que están especialmente dedicadas a la descripción de las máquinas que se usan en los sitios. Estos dos últimos, debidos, el uno a Ateneo, el otro a Apolodoro, son esos cuya traducción presenta hoy más interés, porque los otros ya han sido traducidos y comentados.3 2 La recopilación de Thévenot contiene, además, dos tratados de Herón sobre las Neumáticas y las

Autómatas. 3 A. de Rochas, La Poliorcétique des Grecs. Paris, 1811; Graux et de Rochas, Philon de Byzance:

Traité de fortification (Revue de Philologie 1877). El general de Reffye y el Sr. Vincent (del instituto) hicieron, pero no publicaron, cada uno por su parte, los tratados de Heron y de Filón sobre las máquinas de tiro. El Sr. Prou y el Sr. Vincent publicaron cada uno una traducción del Quirobalista de Héron. -2 ! -

Yo ya publiqué, hace algunos años, en la Mélanges Graux, una versión de Ateneo; pero esta versión, en la cual además colaboró mi amigo, el Sr. Lacoste, debería ser considerada sólo como una primera aproximación. Estas obras técnicas, en efecto, no bastan con traducir de griego a francés, como los helenistas colaboradores de Thévenot pusieron de griego a latino, sin inquietarse de saber si el lector podía, según las informaciones que se les daban, construir los aparatos descritos; nos exponemos entonces a numerosos contrasentidos, a menudo hasta disparates. El traductor debe hacer al mismo tiempo obra de ingeniero, asegurarse que se ha comprendido bien el pensamiento del autor y que se es capaz de ejecutarlo. Ahora bien, esto no es siempre fácil: en cada arte, existen siempre procedimientos conocidos por todos los hombres especiales en un momento dado y en el detalle de los cuales se considera inútil entrar; luego, estos procedimientos caen en olvido cuando el estado social, modificándose, crea nuevas necesidades, nuevas industrias, basadas en nuevas conquistas de la ciencia; podemos entonces restituirlos sólo gracias a una sagacidad muy grande, y reuniendo y comparando las indicaciones más o menos vagas que encontramos entre los diferentes autores que trataron estas cuestiones. Los pueblos primitivos ponían su gloria en hacer cosas grandes; y era con madera o con enormes monolitos que edificaban sus colosales construcciones; hoy nos esforzamos por hacer lo justo, y es el hierro el que, ensamblado pieza por pieza, el que casi basta para todas nuestras necesidades. También, ciertamente, somos menos hábiles que nuestros padres en el arte de edificar los gigantescos andamios de -3 ! -

madera que ellos empleaban en los sitios, y todavía ignoramos hoy los procedimientos que empleaban para ponerlos en movimiento, así como para transportar obeliscos o estatuas cuyo peso se elevaba algunas veces hasta 1.600 toneladas.4 Desde este punto de vista, el tratado de Apolodoro presenta una verdadera importancia. Es un libro original, mucho más que el de Ateneo y Vitrubio, quienes son sólo compilaciones de autores más antiguos, y particularmente de los libros, hoy perdidos, de Diades, ingeniero de Alejandro Magno, y de Agesístratos. Apolodoro era un hábil arquitecto, que parece haber tenido, además, la ocasión de adquirir una gran experiencia como ingeniero militar. Pasa, por sobre la fe de las informaciones que no pude controlar, por haber establecido sobre el Danubio un puente cuyos algunos vestigios todavía existen. Parece haber nacido en Damasco; y he aquí lo que lo dice Dion Casio5 , a propósito del Emperador Adriano: " En cuanto a Apolodoro, arquitecto que había construido el Foro en Roma, el Odéon y el gimnasio de Trajano, le exilió primero, luego lo mató so pretexto que había cometido algún crimen, pero, en realidad, porque un día que Trajano le dio instrucciones sobre sus trabajos, Apolodoro respondió a una observación fuera de lugar de Adriano: "vete a pintar tus calabazas; porque, para esto, no entiendes nada." Ahora bien, en el momento, Adriano hacía alarde de este género de pintura. Cuando fue 4 El obelisco de la Plaza de la Concordia no pesa más que 250 toneladas ; el peso de la estatua de

Memnon se estima en 1.600 toneladas. 5 Historia Romana I, 69. Traducción de Gros et Boissée.

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hecho emperador, guardó resentimiento y no soportó la libertad de palabra del arquitecto … … .. no contuvo ni su resentimiento ni su pena, y mató a Apolodoro. " He omitido una anécdota relativa al templo de Roma y de Venus, en la que Apolodoro habría criticado en términos bastante vivos las disposiciones propuestas por Adriano. Tales son, con las informaciones dadas por Apolodoro mismo en el preámbulo de su tratado, todos los datos ciertos que tengo sobre él, porque ignoro de donde el traductor de Dion Casio tomó los elementos de la nota con que acompaña el pasaje precedente: " Adriano, sin embargo, le escribió muchas veces a Apolodoro en su exilio, y le comunicó sus proyectos; tuvieron la misma discusión entre ellos sobre la πολιοκητικα, libro escrito por Apolodoro a petición del Emperador. " Poca importancia tiene por otra parte que sea a Adriano o a Trajano al que el tratado de Poliorcética estuviera dirigido. La prueba de su valor, es que hizo poco a poco olvidar a todos los demás, y que es casi exclusivamente sobre él, según él, sobre el que Herón de Constantinopla compuso en el siglo X su libro sobre Poliorcética.6 El Sr. Lacoste presta pues, un servicio verdadero a los eruditos haciéndoles conocer la obra del arquitecto de Trajano. No dudamos que la acogida hecha a su trabajo le anima a continuar sus traducciones de autores que sólo poca gente intenta yendo a consultar su texto original.

6 Este libro de Herón de Constantinopla no figura en la recopilación de Thévenot; en 1572 Barozzi

publicó en Venecia una traducción latina. En 1867, Sr. Wescher publicó el texto griego, en su recopilación impresa en la imprenta imperial. El Sr. Th. Henry Martin tradujo un cierto número de pasajes en su estudio sobre los ingenieros de nombre Herón (Mém. de l' Ac des I. y B. L.: Sabios extranjeros, 1854). -5 ! -

Será solamente cuando filólogos e ingenieros hayan tomado una visión de conjunto de este arte de la carpintería antigua, cuando podrán esperar dar traducciones definitivas recurriendo entonces, para los pasajes oscuros, a hipótesis infinitamente probables sobre las revisiones de texto y las restituciones de las máquinas. Escuela Politécnica, 22 de febrero de 1890.

Le lieutenant-colonel du Génie,

A. DE ROCHAS D’AIGLUN.


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  LAS POLIORCETICAS DE APOLODORO DECLARACION § 1. - Envío al Emperador Adriano. He leído, Príncipe, tu carta sobre las máquinas, y fui feliz que me hayas considerado digno de recibir comunicación de tus ideas para esta cuestión. También, habiendo elaborado diversos modelos útiles para el arte de los sitios, te envié los dibujos; para todos, añadí algunas explicaciones, y te envié a uno de mis ayudantes, al que mostré todo, y delante del cual trabajé, de tal modo que podrá, cada vez que haya necesidad, construir según mis modelos. No conociendo los lugares, hice numerosas y variadas figuras, discutiendo los principios, indicando para cada caso al número de hombres necesarios para el trabajo, la protección y la seguridad,7 y exponiendo los tipos que en su inmensa mayoría son fáciles de establecer, ligeros, de un gran efecto, y de una naturaleza tal que puedan ser construidos rápidamente por cualquier obrero. Sobre todas estas cosas, Príncipe, te he abierto la vía, señalándote no sólo de qué manera deben ser concebidas estas obras, sino que también cómo se debe emplearlas: pues, otro es el ataque de puntos fortificados, con preparativos completos, no ahorrando materiales ni tiempo, otro es el de las provincias o de 7 Estas discusiones debían formar parte de las instrucciones verbales consagradas a la ayuda, porque

los manuscritos griegos no hacen mención de eso. -7 ! -

países enteros, que cambian de dueño al primer revés. También, habiendo considerado estas cosas sobre las que he reflexionado, tardé en responderte, no habiendo podido encontrar nada útil en los antiguos autores, sea desde el punto de vista de la novedad, sea de la rapidez de empleo. Te envié también carpinteros del país y otros obreros capaces de trabajar bien y ejecutar. Porque sé, encontrándome cerca de ti en preparativos de guerra, cuánto debí considerarme feliz de ser rico en soldados listos a cumplir un buen trabajo, sea a consecuencia de costumbre, sea gracias a su destreza natural, mientras que en la campaña, falta ordinariamente un punto increíble que es necesario para la facilidad de las maniobras, sea por medio de hombres, o por medio de máquinas. Si dejé algo oscuro en mis explicaciones sobre estas diversas máquinas, se indulgente para conmigo, Príncipe; porque los términos técnicos son poco usados en el lenguaje corriente, y la materia misma es de un estudio complicado; yo mismo, por fin, posiblemente, soy un escritor mediocre. Pero cuento con tu alto valor natural para enderezar mis imperfecciones, y sobre tu benevolencia para excusarlas. § 2. - Enumeración de las máquinas necesarias para el ataque. Hacen falta para los sitios las siguientes máquinas: tortugas arietes,8 tortugas de mineros, tortugas para rodar cargas, arietes de modelos fáciles para preparar, puentes volantes, tripulaciones para los arietes; protecciones para todas las máquinas que se elevan; atalayas u observatorios para vigilar el interior del plaza 8 Tortugas destinadas a a soportar el ariete; esta máquina y muchas otras enumeradas por Apolodoro

fueron descritas completamente por Ateneo. (Recopilación a la memoria de Ch. Graux). -8 ! -

sitiada, escalas fáciles de ubicar, minas variadas según la disposición de las murallas, puentes sobre los ríos, para los cuales se ensamblan un gran número de piezas. . Todo esto debe poder construirse fácilmente con los medios de los que se dispone, ser de formas variadas, de las más pequeñas dimensiones y del menor peso posible y fácil de ejecutar por los primeros obreros venidos, de naturaleza fácil de establecer y modificar, de un éxito cierto, y de un transporte cómodo ofreciendo seguridad, ser difícil de arder, de deteriorar, de romper, y fácilmente desmontable.

CAPITULO PRIMERO DE LA MANERA DE PRESERVAR LOS PROYECTILES LANZADOS A LA MURALLA.9

§ 1 - Proyectiles lanzados desde la plaza. Si las ciudades y las murallas están situadas sobre pendientes escarpadas, hay que preservarse de los proyectiles que pueden ser rodados desde arriba sobre las máquinas, es decir los troncos de árboles, o piedras redondas, o carros cargados con peso, o envases redondos llenos de piedras o de tierra. Hay que garantizarlo, escogiendo entre los medios siguientes el que se tiene más a mano. 9 Trasladamos a su sitio natural el título situado más abajo (antes de los fosos empalizados) por los

manuscritos griegos. -9 ! -

§ 2. - Los fosos empalizados. Es bueno cavar fosos oblicuos de cinco pies de profundidad, con una pared derecha hecha con los desmontes, en la cual se apoyen los pesos rodantes, puestos de manera de resistir, de modo que un hombre que remonte el foso, sea protegido por él como por un escudo. Los zapadores se sirven, para protegerse, del mismo foso que vienen cavando, hundiendo estacas oblicuamente en el talud, recubriéndolos con tablas, y entrelazando por todos lados haces de leña de ramajes, para formar un muro delantero, para acumular los proyectiles que le alcanzan desde arriba.10 § 3. - De la tortuga en forma de cuña. La tortuga en forma de cuña, conducida por los soldados, es soportada por vigas cuadrangulares, de un pie de escuadría; debe estar hecha de madera bien enderezada,11  y estar armada, en lugar de con ruedas, con puntas de hierro, de modo que, cuando se la coloca, se fija en la tierra, y no puede ser arrancada durante el combate. La cara posterior de esta tortuga tendrá más de una viga atravesada que lo apuntalará, para evitar el retroceso. Ocurrirá que los proyectiles pesados que caigan en el foso oblicuamente serán rechazados de lado, o, fundados sobre las estacas oblicuas puestas transversalmente, serán también 10 Este procedimiento es análogo a las presas con cañas construidas por la administración forestal

para la extinción de los torrentes de los Alpes. 11 Para este pasaje, un poco obscuro en Apolodoro, he traducido basandome en la descripción de esa

máquina dada por Heron de Constantinopla (Capitulo 1º). - !10 -

rechazados; o por fin, golpeando sobre la cuña, se estrellarán a una y otra parte, y el espacio que está en medio quedará al amparo de sus intentos. Estas tortugas-cuñas deben ser numerosas, para ser pequeñas y fáciles, de transportar; serán útiles hasta el momento de practicar el asalto; la tropa de los hombres que trabajan en el sitio seguirá, teniendo así una cobertura12 de anchura de las cuñas. § 4. - De la tortuga abovedada. Debemos proteger a estos hombres por medio de tortugas ligeras, por medio de aquellas a las que llamamos abovedadas, 13 contra el tiro de los arqueros y de los honderos: son hechas como sigue:

12 Los griegos dicen una túnica; nosotros diremos hoy en el mismo sentido, que los hombres son

cubiertos por la anchura de las tortugas, o mejor, en todo el ángulo formado por la cuña. 13 Nosotros creímos que podíamos traducir por la palabra griega αµπελος, en latín Vinea, que

significa bóveda de vid, cenador, glorieta; parece natural atribuir, la palabra bóveda, que corresponde a la idea que se eligió en griego para nombrar a la máquina. Para estas tortugas, ver a César, B.C. II, 2; Tito Livio, XXXVII, 6; Vegecio, R. Sr., IV, 5, y la figura que sigue extraída de Heron de Constantinopla. - !11 -

Los soldados son proveídos de pértigas verticales, distantes las unas de las otras aproximadamente cinco pies,14 unidas las unas a las otras de manera de conservar este intervalo de cinco pies, y armados de una contera aguda, para poder fijarse en tierra y no cansar inútilmente a los hombres que las llevan. A estas pértigas se suspenden pieles sobre el frente y en la parte exterior.15   Encima, sobre las pértigas de la derecha, disponemos pieles crudas, no estiradas, dobles, sueltas, con el fin de amortiguar los proyectiles. Las pértigas son de alturas desiguales y alternadas, con el fin de que la parte superior tenga la forma de una tortuga. 16 Las más elevadas de ellas deben tener una altura de más de una vez y media la de un hombre, y hay que procurar que las más cortas sean todavía más altas que un hombre.17

14 El texto griego presenta aquí una laguna, para la cual el Sr. Wescher propone una restitución que

seguimos; esta laguna parece por otra parte ser sólo de tres o cuatro palabras. El manuscrito de Bolonia indica además el espesor de las pértigas, que debía ser de doce dedos (0,23 m). 15 Es decir sobre la gran cara girada hacia la plaza y sobre las dos pequeñas caras laterales. 16 Es decir la pendiente doble destinada a apartar los proyectiles. 17 El Diccionario de Antigüedades romanas y griegas de Anthony Rich, a la palabra Vinea, da una

altura de 2,45 m y una longitud de 4,90 m. - !12 -

He aquí la figura del foso, las empalizadas, la tortuga-cuña, la abovedada, la tortuga y de la colina18


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18 La figura no indica en realidad más que una sola tortuga sobre las tres que son anunciadas.

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CAPITULO II LAS MINAS. § 1. - De la tortuga de los mineros Cuanto llegamos muy cerca de la muralla, hay que construir tortugas de diversas especies, unas para la mina, otras para la maniobra del ariete. Para la mina, debemos apoyar contra el muro las piezas exactamente talladas de madera, de modo que aplicadas contra la muralla, se adapten bien a ella. Establecemos contra esta muralla un marco19 que tenga su base sobre el suelo, que sostendrá por ensamblajes oblicuos las espigas y los arbotantes de la tortuga, para hacer resbalar todos los proyectiles dirigidos contra ella. Colocaremos así tres, cuatro o cinco piezas de madera escuadradas, de una longitud de diez pies por lo menos, y un pie de espesor por lo menos. En ciertas tortugas, los extremos de estas piezas de madera deben estar armadas con aguijones, para fijarse en tierra y no temblar.

19 Traducimos aquí παραστατηζ por marco. Esta palabra es tomada en diversos sentidos

particulares por los ingenieros griegos; pero todos estos sentidos, conforme a la etimología, indican las piezas de refuerzo, colocadas contra otras piezas. Aquí, se trata evidentemente de un marco horizontal el que recibe sobre el travesaño más alejado de la pared, a manera de una viga, los extremos interiores de las espigas (λοξα ξυλα, (maderas oblicuos); las dos vigas perpendiculares a la pared reciben arbotantes (ερειδοντα ξυλα) que apuntalan las espigas exteriores, y están ligeramente disminuidos de espesor, de modo que los paramentos laterales no sean verticales. - !14 -

Una vez ubicadas así hay que suspender de cada lado pieles, telas o fieltro, para protegerlas contra los tiros lanzados oblicuamente. § 2. - Ejecución de la mina. Bajo cada tortuga se deslizan dos hombres, minando la muralla, sobre un espesor superior a su mitad, con una anchura igual a la de la tortuga, y una altura de tres pies a partir del suelo, de modo que la tierra salida de las excavaciones pueda ser echada de nuevo fuera de la mina, tan lejos como el minero pueda hacerlo. Las tortugas deben estar alejadas las unas de otras al menos por veinte pies, con el fin de que gracias a su número trabajen en muchos puntos; hace falta que sean pequeñas y fáciles transportar, y que no estén demasiado alejadas de la muralla, para que los tiros no las alcancen. La figura es representada a continuación.

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Una vez que el muro ha sido minado, y por así decirlo, rodeado, cuando tenga tantas brechas como tortugas, en cada una de esas minas trabajarán dos hombres, dándose las espaldas, sin necesitar en lo sucesivo de tortugas, porque buscan la muralla transversalmente, siempre protegidos por la anchura ya minada bajo el mismo muro, y así ejecutan su excavación; y estas dos minas se hacen, así como se ha dicho, más altas. § 3. - Sostenimiento e incendio de las murallas. Para que el muro no se derrumbe sobre las manos de los trabajadores, hay que apuntalarlo por medio de postecitos, que deben ser numerosos y delgados, más que espesos y en pequeña cantidad; hay que colocar una suela abajo, y un sombrerete20 en lo alto, para que el postecito no se hunda más en el suelo, y que no soporte directamente el peso del muro. En cuanto se haya terminado completamente la mina y la colocación de los postes, hay que reunir alrededor las malezas, y todo tipo de maderas fácilmente inflamables, virutas, antorchas de resina, y prender fuego por todas partes; si algún punto queda sin incendiar, lo encendemos por debajo con proyectiles encendidos; hay que también repartir por todos lados fragmentos de maderas azufrados y, los basamentos de los postes así consumidos harán que el muro entero se derrumbe; el aspecto de esta disposición es representado por la tercera figura.

20 La puerta griega: es colocada una tabla por delante arriba y abajo; damos a estas tablas los

nombres usados en los trabajos modernos de madera. - !16 -

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A las vigas de las tortugas, hay que suspenderles pieles revestidas de su pelo, y clavar tablas, con el fin de que ni la arena caliente, ni la pez, ni el aceite vertido desde lo alto, se infiltren sobre los trabajadores. También hay que clavar sobre la cara superior del cabrio clavos de cabeza plana, de medio pie, que no deberán ser hundidos completamente, sino que presentarán una saliente; rellenamos el intervalo de tierra de miga desleída, que será retenida, tanto por la multiplicidad de los clavos, como por la anchura de su cabeza. Esto preservará las maderas del incendio causado por las materias encendidas echadas desde arriba, e impedirá la infiltración de los líquidos ardientes. Estas tortugas deberán estar revestidas con arcilla fuera del alcance del tiro; es entonces que ensambladas y montadas sobre ruedas, las acercaremos a la muralla.

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 CAPITULO III MUROS DE LADRILLOS. § 1. - El trépano. Si queremos derribar prontamente el muro, lo perforamos por medio de numerosos trépanos. Estos trépanos deben ser unas piezas de madera de un dedo de espesor, a la extremidad de los cuales se clava una banda de hierro, de doce dedos de anchura (0,23 m) y ocho de altura (0,15 m) llevando una mecha en su medio; a la otra extremidad debemos fijar un cilindro de madera, afinado en la parte central, de manera de poder girarlo con la empuñadura, o con barras,21 o con las manos.

21 El texto griego lleva «asteriscos» (αστερισκοι)..Hierón de Constantinopla, (capítulo VII, página

221 del texto de Wescher y figura LXXXVIII, página 222) que reproducimos arriba. Dice: si él (el cilindro) recibe, a manera de cabria de pozo, pequeñas barras que lo atraviesan en cruz por el medio, que algunos llaman, a causa de la forma de la figura, asteriscos... Esta disposición era idéntica a la de nuestros cabrestantes, o de nuestras cabrias de carromato. - !19 -

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El cilindro debe también estar provisto de otro pivote, girando en una crapodina [pieza de metal destinada a recibir la extremidad del pivote de un árbol vertical.-N. del T.] empujada por una barra, que acompaña siempre la mecha que hace el hoyo. La longitud total de la barra que constituye el trépano no debe ser inferior a cinco pies. 


§ 2. - Del taladrado de los hoyos. El hoyo del taladro debe ser hecho al sesgo, y más elevado en el interior del muro, con el fin de que, de una parte, la tierra - !20 -

roída por todos lados pueda deslizarse y salir del hoyo, y que, por otra parte, la espiga del trépano se apoye sin dificultad sobre la regla situada al través sobre el suelo, que le apuntala, y que la inclinación de los hoyos no sólo produzca la caída del muro, sino que además lo haga deslizar hacia el exterior, y que la caída se produzca de una sola vez. La figura de la inclinación está a continuación. Estos hoyos en el muro se hacen con orden, y en línea recta, espaciados por un pie y un cuarto.

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§. 3. – Del relleno de los hoyos. Cuando el frente está perforado, hay que rellenar los hoyos, no sobre toda su profundidad, sino hasta un pie, con pequeños fragmentos de madera, que no deben ser cuadrados, con el fin de no reunirse entre ellos con sus caras planas, sino de forma redondeada, como estacas; las empujamos como cuñas, con el fin de que soporten el muro, y las hacemos redondeadas, para que en todas partes existan intervalos entre ellas. Si es posible, estos pequeños leños serán hechos con maderas resinosos; en su defecto, con (maderas) muy secas, o azufradas, o recubiertas con pez. Su anchura no debe sobrepasar tres dedos (0,06 m). § 4. - La Segunda serie de hoyos. Una vez llenados todos los hoyos, debemos perforar el intervalo que los separa de los hoyos colocados sobre la misma línea recta; la figura está más abajo.

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Hay que torcer los hoyos de cada lado, con el fin de que se encuentren en el interior. § 5. - Incendio de la muralla. Rellenamos los segundos hoyos con virutas secas y malezas combustibles, o de pequeños fragmentos de madera a los cuales prendemos fuego; los leños deben tener intencionalmente una superficie desigual y una saliente sobre el paramento del muro por abajo, para que el fuego pueda apoderarse de eso, y ser atizado por el viento. En caso contrario (si el viento no ayuda), nos servimos de cañas semejantes a las de las pajareras; perforadas de cabo a rabo, y rellenadas de aire por medio de fuelles de fragua, alcanzan el punto deseado, y excitan el fuego, siendo armadas con un conducto alargado, hecho de un tubo de hierro. He aquí todo lo que concierne a los muros de ladrillos.


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  CAPITULO IV DE LOS MUROS DE PIEDRA. § 1. – Del incendio de los muros. Cuando la muralla es de piedra, es de uso rodearla de pedazos de madera cuya combustión desagrega la piedra. Pero para el sitiador es un trabajo difícil: el agua que se vierte desde arriba apaga el fuego; la acción de la llama, que tiende siempre a elevarse, es débil sobre el muro al que alcanza sólo oblicuamente; por fin, los hombres que hacen este trabajo no pueden resguardarse bajo una tortuga que igualmente se consumiría. § 2. – Del incendio por medio de fraguas portátiles. Hacemos entonces uso de recipientes de barro cocido, rodeados de fajas de hierro, teniendo en el fondo un hoyo de un dedo (0,02 m) de diámetro. Estos recipientes, abiertos en la parte de abajo, son rellenados con carbón menudo, y conectados a un tubo de hierro, en el cual se coloca otro tubo que comunica con un fuelle de fragua.

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Prendiendo fuego a eso, el carbón se inflama bajo el efecto del viento, haciendo los mismos estragos que la llama, atacando la piedra y desagregándola. También se la puede roer por medio del vinagre o por medio de otro ácido. Más arriba se muestra la figura. Los herreros se sirven a diario de este sistema.  

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CAPITULO V DEL ARIETE.22 Si queremos quebrantar por medio del ariete una torre, una puerta o un muro, construiremos las tortugas - arietes, montadas sobre ruedas, elevadas y soportando la suspensión del ariete, para dar más fuerza a los golpes; porque cuanto más alto esté colocada la suspensión, cuanto más se extenderá el espacio recorrido por el ariete, y, cuanto más largo sea este espacio, más fuertes serán los choques. Será necesario, pues, que la forma de esta tortuga esté sobre todo en la altura y no en la anchura, con el fin de ser fácil de transportar: su altura deberá ser el doble de su anchura, con el fin de tener una parhilera aguda; las caras laterales deberán ser oblicuas, con el fin de que los proyectiles dirigidos sobre ella no sólo se deslicen por el costado, sino que también sean rechazados de lejos. La tortuga debe estar inclinada hacia la muralla y llevar en la delantera un tipo de refugio, destinado a recibir los proyectiles lanzados contra el ariete y a devolverlos por cada lado; en efecto, los asediados lanzan o piedras cavadas en forma de morteros (o de toros?), o pedazos de madera oblicuos, con dos ramas inclinadas como yugos, de manera de tener su efecto pleno, y, rodeando al ariete, prevenir su choque contra la muralla y a quebrantar al ariete, o derribar y matar a los hombres que la maniobran. 22 En griego «Tortuga criófora » o porta-ariete.

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La construcción de la tortuga es la siguiente: Colocamos dos vigas distantes por lo menos de doce pies; y sobre cada una de estas vigas ensamblamos oblicuamente piezas de madera de doce dedos de espesor y de un pie de anchura (0,23 de cada 0,31 m), con una altura de veinticuatro pies por lo menos. Estas piezas de madera, cuatro en total, deben estar unidas a su extremidad superior por una pieza de madera que abrace a todas ellas y forme la parhilera de la tortuga: esta pieza debe tener una longitud superior a la de las vigas. Del lado donde se quiere dar pendiente a la tortuga, es necesario clavar en medio de los montantes otros travesaños; y en el interior debemos colocar arbotantes que apuntalen los travesaños intermediarios y la única parhilera. La superficie exterior de los montantes debe estar revestida de tablas de cuatro dedos de espesor, y, de este modo, la forma general de la máquina está terminada. Todavía hace falta que a partir del suelo, la cara exterior de las vigas inferior sea sostenida por medio de piezas de madera ubicadas verticalmente.23 El espacio vacío entre las vigas inferiores debe tener ruedas pequeñas, que soporten la tortuga.

23 Hay allí un error evidente en los manuscritos: se trata aquí de pieles destinadas a proteger los lados

de la máquina, en la parte correspondiente a la altura de las ruedas. - !27 -

Para que las vigas inferiores no se aparten, hay que aplicar lazos por todos lados, que no pasen por medio de una muesca exterior, sino que sean clavados recubriendo, como las escamas de un pez y constituirán las bases de la tortuga. He aquí cómo está construida la tortuga que lleva el mástil. § 2. - Las tortugas para el servicio. En cuanto a la tortuga que está detrás de los trabajadores, es menos elevada, y las otras dos, que disponemos atrás para asegurar la seguridad del paso, son aún más pequeñas. Las preferimos, en efecto, más numerosas y más pequeñas, con el fin de poder desplazarlas más fácilmente y ensamblarlas; deben ser siempre construidas con pequeñas piezas de madera; esto vale más que construir una única de grandes dimensiones, a causa de los inconvenientes que disminuyen la utilidad. Las figuras y las elevaciones son representadas más abajo.

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 § 3. - Revestimiento de las tortugas y colocación de cuñas en las ruedas Sobre todas estas tortugas, así como dije, hay que clavar numerosos clavos de cabeza plana, que retendrán una capa de arcilla blanda de cuatro dedos (0,07 m), por lo menos, con los que se recubrirán las tablas transversales de la tortuga, mezclando a eso pelos, con el fin de evitar las grietas. Al lado de las ruedas que soportan la tortuga, hay que colocar cuñas que la mantendrán firmemente asentada. De esa - !29 -

manera, los ejes de las ruedas no soportarán solos todo el peso de la máquina, y no se verán expuestos a deslizarse a consecuencia de las conmociones del ariete. Cuando queramos desplazar a la tortuga, sacaremos las cuñas.

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§ 4. – El ariete y sus efectos. Las murallas de piedra son más prontamente quebrantadas que las de ladrillos; porque la poca dureza del ladrillo amortigua el choque, y se ahueca más bien que se quiebra; la de piedra, al contrario, recibe y resiste un choque violento que la quebranta; eso llega sobre todo a las puertas, a los ángulos de las torres, y a todos los demás puntos que no son sostenidos por un gran espesor. La figura a continuación demuestra esto. El ariete más grande y más largo, teniendo el punto suspensivo más elevado, tiene más efecto que los que no son establecidos en las mismas condiciones. Si entonces sólo se tiene una pequeña viga, hay que suspenderla para aumentar la longitud de la parte que da el golpe; en la otra extremidad, para mantener el equilibrio, hay que clavar masas de plomo, que aumentarán mucho la fuerza y el peso. La figura está más abajo.

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§ 5. - Arietes de varias piezas. Si se tiene varias piezas cortas de madera, reuniéndolas de a dos o tres, compondremos a un gran ariete; Los ensamblajes de maderas deben ser entablillados con otras cuatro piezas de dos palmos (0,154 m) de longitud, lo que no dispensará de clavar las maderas juntas.24 Las extremidades deberán ser reunidas con cuerdas de cáñamo, y las maderas deberán estar arrinconadas bajo las cuerdas con cuñas chaflanadas, con el fin de que sus aristas vivas no corten la cuerda. Así es como se logrará reemplazar una sola pieza grande de madera por varias ensambladas. La figura está más abajo.

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Hace falta, sin embargo, con el fin de que el peso no haga romper la ligadura de las piezas de madera, tener dos o tres puntos de suspensión, para que el ariete se mantenga, en efecto, independientemente de las tablillas y los clavos, como si fuera de una sola pieza, cada viga soportada por su propia suspensión. La figura está más abajo, y las descripciones están colocadas más alto.

24 El autor parece indicar que las maderas deberán ser ensambladas por trozos, sea a cola de

golondrina, sea a tiro de Júpiter, luego clavadas, y por fin entablilladas, pero la figura no da el desglose del ensamblaje, incompletamente descrito en el texto. - !32 -

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Las tres partes retrocederán y avanzarán juntas, haciendo sólo un movimiento y no experimentarán ninguna variación en su movimiento. No habrá que recurrir más al entablillado de los clavos y las riendas en cordajes; porque así las vigas no se chocarán entre ellas; y la muralla no será golpeada por una sola; estando unidas, se producirá, por la reunión de las tres partes, un choque violento y sin pérdida de fuerza.

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§ 6. - De la cabeza del ariete. La cabeza del carnero recibirá (una guarnición semejante a) un yunque, hasta la mitad de la longitud en la cual penetrará; una virola de hierro rodeará la extremidad, por temor a que el choque no haga estallar la madera. § 7. - Del número de puntos de suspensión. Todos los arietes, hasta los de una sola pieza, deben tener dos puntos de suspensión poco distantes el uno del otro, con el fin de impedir que la viga, suspendida en un solo punto, no oscile como un balancín de equilibrio.


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 CAPITULO VI. LOS OBSERVATORIOS.25 Si queremos conocer el espesor de las murallas, lo que se encuentra detrás de ellas, lo que hacen los enemigos, cuantos son, darnos cuenta de circunstancias y lugares, construiremos un observatorio de la siguiente manera:

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En griego las escalas se llaman «vigilantes», σκοποι; el que observa, en latín spectator. - !35 -

Dos postes cuadrangulares, bien levantados a un costado,26  son colocados verticalmente sobre vigas, dejando entre ellas un intervalo igual a su espesor;27 entre estas vigas, colocamos un travesaño sobre el suelo, en la alineación de los primeros postes verticales; cuatro arbotantes parten que de la cumbre de estos últimos los consolidan, apoyándose en la extremidad [vigas]. En cuanto a las piezas verticales, el espacio que las separa está ocupado por dos piezas de madera de dos palmos (0,154 m) de espesor, bien levantadas de un costado, distantes entre ellas tres pies por lo menos. Estas últimas piezas deben estar unidas por medio de barrotes que las atraviesan y ser de la misma longitud; deben sobrepasar [las piezas verticales], por un costado 2/5 de su longitud total, y del otro 3/5.28  Las extremidades de estas palancas29 deben estar perforadas para recibir, por el lado donde está la longitud 2/5, una escala ligera unida lo mismo por medio de chavetas, y por el otro lado una pieza de madera que sirve para tirar, cuya longitud no debe sobrepasar los ocho pies. Deberá ocurrir entonces que, levantando la extremidad que la sostiene, la escala-atalaya se levante sobre el campo, y quede siempre vertical, porque es retenida por ambos palancas. 26 Los léxicos traducen en general esta palabra por ancho de un lado; pero es difícil de ver allí un

sentido aceptable y parece preferible colocarse en la opinión de Thévenot, que ve allí maderos en los cuales una cara es plana con cuidado altera parte laevigata. 27 Hay en el texto un error evidente; resulta, en efecto, de esas líneas que el intervalo de esos

montantes, sobre los cuales ben ser colocadas las escalas, debe ser de tres pies y medio como mínimo. 28 Literalmente: qué sobre una parte (de un costado), sobrepasen dos partes de su longitud, y sobre la

otra, tres partes. Creemos que esa es la única explicación razonable, porque la traducción de Thévenot no tiene el sentido común: los dos tercios de una parte, y los tres cuartos de la otra. 29 Que forman al mismo tiempo los montantes de la escala.

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La altura de los montantes verticales debe ser 1/3 de los de la muralla, la de las palancas más o menos lo mismo y la de la escala la mitad [de esa misma altura]; así la adición de estas tres alturas eleva el observatorio por encima de la muralla. Debemos establecer en lo alto, en la extremidad de la escala, una especie de refugio semejante a un escudo, para preservar a los hombres del ataque de los arcos y de las hondas. He aquí las figuras del observatorio acostado y armado.30

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30 Esas figuras se dan más arriba; colocamos aquí las de Hierón de Constantinopla, que da de este

aparato una descripción muy completa. - !37 -

Habrá que instalar además cuatro cordajes, unidos a las extremidades superiores de los montantes verticales y fijados al suelo por estacas de hierro o de madera numerosas y espaciadas: [impedirán] que la máquina entera vacile por el efecto de su peso.

 

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CAPITULO VII DE LA CONSTRUCCION DE TORRES CERCA DE LA MURALLA § 1. - Construcción de la torre. Si tenemos que construir torres cerca de las murallas, lo suficientemente lejos de éstas para no padecer de los proyectiles del sitio, las estableceremos de la manera siguiente, con pequeñas piezas de madera y montadas sobre ruedas. Ensamblamos dos piezas de madera escuadradas, con sección rectangular,31 y paralelas en el sentido de la anchura, acostadas dos a dos sobre el espesor aplanado;32 tendrán dieciséis pies de longitud, un pie y un cuarto (0,39 m aproximadamente) de anchura, y un espesor de doce dedos (0,23 m). Si se quiere construir una torre más grande, de cuarenta pies y más, habrá que aumentar las longitudes, los espesores y las anchuras.

31 Literalmente tiene cuatro caras de espesor diferente; el sentido que indicamos es confirmado por las

dimensiones especificadas más bajo: un pie y un cuarto de anchura, y doce dedos de espesor. 32 Se trata evidentemente de moisés horizontales, que forman el armazón inferior de la torre.

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Estas piezas de maderas acostadas dos a dos (viguetas), espaciadas entre ellas doce dedos, y con los extremos de aproximadamente un pie,33 reciben dos piezas verticales de madera, que bajan hasta el nivel del suelo, con una longitud de dieciséis pies, doce dedos de espesor,34 y un pie y cuarto de anchura.

33 Es decir que los moisés, espaciados por doce dedos, es decir aproximadamente por 0, 23 m, deben

estar, en sus extremos, apartados de los postes de ángulo, ligeramente cortados, para presentar entre ellos un espacio libre de cerca de un pie (0,30 - 0,32 m), que permita la inserción y el juego de una rueda. 34 Espesor igual al espesor de los moisés, en los cuales se encastran los montantes.

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Sobre estas últimas piezas de madera están fijados por clavos los revestimientos en tablas que se cubren a escamas, los travesaños, y las barras que las mantienen verticales; a cada uno de estos montantes verticales, que en total son cuatro, unimos dos piezas de madera de la misma anchura y el mismo espesor, de nueve pies de altura; estas piezas, ocho en total, son fijadas sobre el moises de abajo, y son unidas entre ellas con clavos y con los montantes por medio de reglas;35 y así cada montante consta de tres piezas36 ; apoyamos en la parte superior los moises semejantes y paralelos a los de abajo; y colocamos sobre los primeros moises inferiores dos travesaños por arriba37 ; cerca de los pilares, de dos en dos, colocamos las otras piezas, completando el cuadrado y terminando la base inferior; y las unimos con tablas en recubrimiento y los cubre-juntas; y así los cuatro lados quedan terminados. La longitud de las viguetas superiores debe ser igual al de las primeras, con el fin de que los cuatro pilares estén igualmente distantes entre ellos de todos los lados. En la parte donde las piezas de abajo que reciben los montantes se apartan, colocamos ruedas más elevadas que el ancho de las viguetas, sobrepasando por abajo, elevando con tierra los cursos de las viguetas, de modo que todo el conjunto pueda darse vuelta y desplazarse. 35 Se trata aquí sin duda del cubrejuntas. 36 Los montantes no tendrían, en efecto, una resistencia suficiente, si fueran de una sola pieza, a menos

que se empleee maderas de una dimensión difícil de conseguir y de un empleo poco práctico en campaña; también el autor aconseja con razón para hacerlos en varias piezas unidas. 37 Para completar el cuadrado, el autor aún nos ha hablado sólo de ambas caras que comprenden los

incisos. - !41 -

De la misma manera, en las viguetas superiores que unen los montantes, fijamos vigas y travesaños como abajo, para repetir arriba el mismo trabajo que existe en el primer piso. Estas vigas y estos travesaños deben tener una longitud de un pie menos que el de abajo, para que la obra entera dé sus frutos y la pendiente, con el fin de evitar las oscilaciones debidas al peso demasiado grande de la altura, y que tenga un asiento, a consecuencia de la anchura de su base.38 

38 Es decir que los pisos sucesivos de la torre deben estar retirados los unos de los otros. Es necesario

remarcar sin embargo que los diversos manuscritos de Apolodoro no indican de manera alguna, en las figuras que allí son insertadas, esta disposición, por otra parte perfectamente racional: la figura de al lado que lo da, es tomada de Hierón de Constantinopla. - !42 -

No hace falta más, en el lado superior, unir los ángulos de los cordajes, tendidos al exterior en el medio (lados de la torre), que, por su misma disposición, dando a la torre un tipo de asiento más ancho, deben ser amarrados alrededor de estacas provistas de chavetas, o de clavos de hierro o de argollas oblicuas fijadas a la tierra para obtener la tensión. Hecho esto, los primeros montantes centrales encontrarán sobrepasando el tercio de su longitud las pieles laterales; de la misma manera, aquellos que están a continuación recibirán piezas laterales que sobrepasarán a las del medio, y que tendrán una altura de nueve pies. Sobre el montante central colocamos otro entre las piezas laterales; e igualmente disponemos a cada piso vigas y travesaños. El primer montante central no es igual a los montantes laterales, para que sus juntas no se encuentren, sino para que todo el sea a juntas cortadas, y agarre de la solidez por la unidad que existe entre las piezas yuxtapuestas.39 Las escalas, colocadas diagonalmente sobre los travesaños por cada lado, recubrirán toda la obra. Así es como podemos, con un pequeño número de piezas de madera de pequeñas dimensiones, hacer una gran torre, de una altura igual a la de la muralla; la figura está representada más abajo.

39 Esta disposición, absolutamente lógica, está en contradicción con un pasaje precedente, donde se

dice que la obra debe tener disminuciones de espesor, por medio de retracciones en cada piso o por lo menos de distancia en distancia; pero concuerda con la recomendación vista más arriba de mantener el paralelismo de los montantes; parece que, a consecuencia de la imperfección de los manuscritos, hubiera una suerte de mezcla de descripción de dos tipos de torres, uno absolutamente derecho, y el otro con pisos con retracciones sucesivas. - !43 -

§ 2. - Torre con puente volante. Acabada de este modo la torre, hay que dar a las viguetas del piso superior un gran saliente sobre los montantes centrales, sobre la cara girada hacia el sitio; y deben recibir entre ellos dos piezas derechas de madera, de un espesor igual al intervalo que las viguetas dejan entre ellas, y de la misma anchura que las piezas de las viguetas, con una longitud de veinte pies, o lo suficiente para alcanzar la muralla, dejándolas recaer. Deben estar fijadas sobre los moises por medio de chavetas de hierro, y hay que clavar allí por cada lado tablas hasta la altura de un hombre, con el fin de que en caso de necesidad se pueda levantarlas maniobrándolas con pequeños cordajes fijados sobre los montantes centrales, y que puedan así proveer un tipo de parapeto a los hombres que combaten desde el interior de la torre. En previsión de golpes oblicuos, ambos lados, entre los montantes centrales, que naturalmente están en saliente, deben estar unidos por medio de tablas y recubiertos con pieles flojas.

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La figura de abajo remite a una gran torre; pero puede lo mismo aplicarse a otras.

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Cuando llega el momento favorable, soltamos los cordajes, las vigas caen sobre la muralla, teniendo las tablas bien cerca de la torre.40 Para hacer que este pasaje sea completamente fácil, colocamos una especie de esteras, perforadas por hoyos, y provistas de cuerdas formadas por pequeños ramajes y que tienen la cadena en cuerda … … …41  esto necesariamente debe ser así, con el fin de que las esteras, estando sin enlace 40 Forman planchas en la parte saliente de los moisé superiores. 41 Estas esteras tienen, como textura, una cierta analogía con las persianas de madera empleadas en

nuestros días. Existe aquí en los manuscritos griegos una laguna, que parece poco importante. - !45 -

entre ellas, no caigan afuera en el movimiento, y que estando reunidas, se desenrollarán rellenando el puente, y que puedan ser fácilmente retiradas si es necesario.

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§ 3. - Torre soportando un ariete. Entonces, si se quiere, se puede colocar en la torre, en las caras de los montantes centrales de la parte superior, postes cuadrangulares, que soporten los sistemas de suspensión del ariete. Estos arietes batirán las ranuras, las dislocarán, y harán abandonar su puesto a los defensores de la muralla; y si se tiene cuidado de reunir en una pieza de madera los extremos de los dos arietes, podremos derribar juntos a un gran número de los que están sobre la muralla. Estos mástiles se deben mantener por medio de cables fijados a los montantes laterales y a los travesaños. La figura siguiente representa esto.42 § 4. - Torre soportando un ariete doble que forma un puente volante. Si se quiere, colocando estos arietes, para que puedan también servir de puente-volante, he aquí lo que hay a hacer.

42 Ver la figura siguiente, la que es anunciada no existe en este sitio en los manuscritos.

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Estos arietes paralelos deben estar alejados de la muralla, cuando están suspendidos, con el fin de que difícilmente se pueda perjudicarles con astucia; pero en su movimiento y en el momento del choque, cuando se los hace acercar, debemos haber clavado allí verticalmente montantes paralelos, de cuatro dedos de anchura, tres de espesor, y tres pies de altura. Estos montantes deben estar unidos por medio de dos cintas fijadas con clavijas, y estas cintas deben tener una longitud igual a la cantidad que se adelanta el ariete. Es necesario también sobre el lado del otro ariete, clavar de la misma manera cintas, para poder envolver todos los montantes que se encuentran alrededor. Estos montantes, cuando el ariete viene para golpear a las almenas o a sus defensores, deben estar inclinados sobre el cuerpo del ariete; pero cuando se quiere pasar sobre los arietes, estos montantes se levantan y se mantienen verticales, la cinta que es tirada por la extremidad del ariete de manera de formar una especie de barrera, que permite atravesar sin peligro; porque, el ariete lanzado lleva a un hombre sobre la muralla, o hasta un número más grande, haciendo la veces así de puente. Cuando los arietes no funcionan, hay que conducirlos oblicuamente de costado, para alejarlos más de la pared; demasiado arrimados, serían expuestos a tentativas (por parte del enemigo).43

43 Esta figura se aplica igualmente a la torre con un ariete ordinario.

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§ 5. - Torre soportando un balancín o molinete. Podemos también, a voluntad, colocar un travesaño en lo alto de la torre, sobre la cara anterior de los montantes centrales superiores, y en medio de éste y del travesaño inferior, disponer un eje vertical, susceptible de un movimiento de rotación, y provisto de una pértiga larga, afinada en una punta, y que sobrepase el nivel de la muralla; la parte posterior de esta pértiga, girada al costado de la torre, debe ser corta, pesada y espesa, mientras que la que es dirigida hacia la muralla debe ser larga, ligera y delgada, teniendo la forma de una espada larga, y haciendo equilibrio con la otra. Hecho esto, pasará que los que están en la torre, poniendo en movimiento la parte pequeña de la pértiga, harán también mover la parte larga en el otro extremo, y derribarán totalmente a los que se trepan sobre la muralla, los que serán derribados por la violencia del movimiento de rotación; porque el arco de círculo descrito sobrepasa y barre a los hombres ubicados sobre la muralla. Aquí se representa la figura44, con el piso superior de la torre descrita más arriba.

44 La figura, que, en los manuscritos, es desechada al fin del capítulo de las torres, da, en lugar de esta

disposición, la descrita más bajo, y en la que la pértiga es suspendida a manera de un ariete. - !50 -

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Será preferible y más eficaz, en lugar de este eje vertical, suspender una pértiga del travesaño de los montantes centrales a manera de un ariete, y de fijarle igualmente por lo bajo una talla circular, con el fin de que esta especie de ariete no vacile, si se mueve demasiado libremente. Un eje no presentará las mismas ventajas que este sistema de suspensión, en lo que este eje sólido permite a la pértiga sólo un movimiento, es decir la posición que se le consagró desde el principio; mientras que la suspensión permite elevarlo o bajarlo si es preciso.

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§ 6. - Base artificial en terreno accidentado. Cuando el suelo que se encuentra bajo la torre no es plano, sino que presenta baches, construiremos para la torre una base que la sostendrá, embrochalando las piezas de madera de la misma manera que para la torre, para aplicarla a los declives del suelo, y a formar una base ancha para colocar allí la torre. § 7.-Precauciones contra los incendios. He aquí cómo se preservará la torre del peligro de incendio. Hay que fijar tablas todo alrededor, y suspender pieles que recubran las tablas, sin ser cosidas después estas últimas, para envolver todo el espacio y amortiguar los tiros; deben ser fijadas por medio de clavos de cabeza plana que presenten una saliente, y hay que rellenar de arcilla grasa el intervalo entre los clavos. Para las parte expuestas a los proyectiles incendiarios, conviene tener, para hacer la veces de tubos, tripas de buey, que llevan el agua a la parte superior; en los extremos de estas tripas, colocamos otras llenas de agua, que, siendo apretadas, elevan el agua. En caso de que alguna de las partes superiores, difíciles de alcanzar, se incendiara, si no se tienen esos instrumentos conocidos bajo el nombre de sifones,45  nos serviremos igualmente de cañas perforadas, como las pajareras, de los que dispondremos en los puntos donde es necesario hacerles conducir el agua; y, por medio de otros plenos que apretamos, lo lanzaremos a través de las cañas hasta el punto incendiado. 45 Se trata aquí sin duda de bombas. Hierón, de Alejandría, en sus Neumáticas, da una descripción

muy completa de la bomba aspirante e impelente, tan perfecta en principio, en los detalles de ejecución, como de las que se hace uso hoy. - !52 -

 CAPITULO VIII DE LAS ESCALAS. § 1. - Consideraciones generales De todas las máquinas mencionadas más arriba, las escalas son las más cómodas, más fácil de procurarse y construir, las más útiles, y aquellas a las que se puede más fácilmente reparar; pero también son las más expuestas al peligro; porque estas escalas están totalmente a merced de los defensores de la plaza sitiada. Éstos pueden, en efecto, apoderarse sin dificultad de la escala misma y de los hombres que la usan; porque, una vez que las escalas son acercadas a la muralla, los asediados pueden atraérselas, rechazarlas, quebrantarlas, o hasta impedir que sean colocadas; en cuanto a los hombres que suben a ellas, desde el principio de su ascensión, están expuestos al peligro de los proyectiles dirigidos contra ellos; una vez llegados a la cumbre de la escala, o a gran parte de la altura, de donde su caída puede ocurrir de lo más alto, son rechazados, y caen con la escala; o todavía, los agobian con proyectiles de un peso considerable cuando están a punto de alcanzar la muralla, y son precipitados al suelo. No existe medio práctico de proteger a estos hombres, porque están siempre ubicados más abajo del enemigo, sólidamente establecido en la altura de la muralla, mientras que ellos, situados más abajo, forman una fila estrecha sobre los escalones de la escala, y tienen además la desventaja de ser privados del uso de sus manos. 
 También es necesario ante todo que estas escalas sean - !53 -

concebidas para ser fáciles de procurarse, construir y transportar, compuestas por pequeñas piezas de madera, y dispuestas para sobrepasar la muralla de tres pies por lo menos.46 § 2. - Construcción y ensamblaje de escalas. Debemos darle a cada una de estas escalas una longitud de doce pies, y construirlas de madera de fresno, de haya, de olmo, de carpe, u otra semejante, ligera y resistente. Porque es necesario que las escalas sigan al ejército totalmente armadas, como las armas, y que no tengan demasiado volumen ni demasiado peso.
 Las escalas deben todas estar unidas entre ellas (dos a dos) por dos escalones, los dos primeros y los dos últimos. Las primeras deben tener más en anchura que las segundas, , el espesor de ambos montantes; las segundas deben ser lo mismo en relación a las terceras, y éstas en relación a las cuartas. Si la muralla es bastante elevada como para necesitar el ensamblaje de cuatro escalas, o más, las ajustaremos de la manera siguiente: Introducimos los dos montantes de la segunda escala en el intervalo de los de la primera, y hacemos que correspondan los dos primeros escalones de la primera con los dos últimos de la segunda, para poder unirlas por medio de chavetas de hierro o de madera; hace falta que los extremos de las escalas estén rodeados por láminas de hierro en toda su longitud a partir de la extremidad, para que, a consecuencia del peso que se les cargue, los hoyos de las chavetas no las hagan hender; y las 46 Esta frase no se deduce lógicamente de la que precede, y también pensamos que hay aquí en los

manuscritos una laguna o una transposición. - !54 -

escalas deben por cada lado estar ensambladas y reunidas: con estos cuidados lograremos siempre construir una escala larga. Los primeros escalones, los del medio y los últimos, rodeados de láminas de hierro, son clavados sobre los montantes. Ensamblamos las escalas de la manera siguiente: La última se coloca verticalmente; la ensamblamos con la segunda, y ponemos una chaveta; al lado de la escala, disponemos de una pieza de madera poco elevada, provista de un travesaño retenido por cuatro cables, para quedar vertical. Cuando se saca esta pieza de madera colocada contra la primera escala, esta la hace seguir, así como la que está atada por una chaveta; y ésta es lo bastante elevada como para mantenerse a plomo, de manera de recibir una segunda chaveta; y ambas escalas forman sólo una. Lo mismo para la tercera escala la fijamos por una sola chaveta, la elevamos por medio de la viga transversal, la levantamos, y le ponemos la segunda chaveta. Para que las escalas no vacilen en lo alto, adaptamos en la dirección de la anchura cuatro cables, que las preservan provisionalmente de la oscilación. Lo mismo, haremos siguiendo la cuarta, si la altura lo exige; las cuatro escalas se comportarán entonces como una sola escala derecha. Debemos colocar bajo la primera escala un poste ligeramente redondeado, sobre el cual esta se adaptará por medio de barrilillos y chavetas; este poste tendrá un espesor de medio pie a doce dedos (0,16 m a 0,23 m), y una longitud de quince pies; en sus extremos, hay que poner arbotantes formados por piezas - !55 -

de madera clavadas, que serán inclinadas contra los montantes de la escala, para impedir las oscilaciones en un sentido o en otro. Contra este poste, fijamos en tierra dos estacas por cada lado, con el fin de poder girar e inclinar la escala sin derribarla.

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Los soldados se colgarán sobre las escalas,47 y cuando el llegue momento, las inclinamos a todas, y caerán en muchedumbre sobre el enemigo. Por lo bajo, hay que tener cables situados atrás, y tendidos por medio de máquinas, con el fin de que si el choque es demasiado violento, podamos trae para atrás lejos de la muralla, las escalas retenidas por estos cables.

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47 Los manuscritos y el texto de M. Wescher presentan aquí una laguna que parece poco importante.

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§ 3. - Balancín ensamblado sobre las escalas. Hace falta también, sea sobre las escalas, o sea sobre un brazo que las sobrepase en cinco pies, suspender una tabla larga semejante a una verga de un buque; podemos también colocar dos brazos en saliente, con una barra ensamblada con ellos, y suspender esta tabla en el medio, a la manera del yugo de un buey. Pero, como para esto hacen falta tablas largas, y que las piezas largas no son fáciles de conseguir, podemos tomar una de veinte pies por lo menos, con la cual ensamblaremos a lo largo otra de veinte pies, de modo que las dos juntas den una longitud total de cuarenta pies. La anchura de estas piezas deberá ser por lo menos de un pie, y el espesor de dos dedos por lo menos. Luego, retrocediendo doce pies, hay que ensamblar por cada lado dos tablas de veinte pies, y completamos la longitud por medio de otras dos de ocho pies puestas a continuación [las segundas de veinte pies]; luego, retirándose veintiséis pies más(con relación a las primeras tablas), colocamos allí por debajo dos de catorce pies. Las tablas serán así yuxtapuestas, una de doce pies pasante, luego las segundas de catorce pies, con tres tablas de espesor; por fin las terceras, también de catorce pies de longitud, con cinco tablas de espesor. El ensamblaje debe ser regular; luego las perforamos en su medio. Deberán estar distantes entre ellas dos dedos y medio.48

48 Debe haber allí un error; en efecto, las tablas ensambladas deben estar unidas, no indicando el

autor ninguna piel entre ellas; a menos que se trate de un juego dejado en la longitud. - !58 -

Todo el sistema debe estar unido por cada lado por medio de cuerdas o por medio de nervios tensados con cuidado y colocados con cuñas, y enganchados en pequeñas muescas practicadas en las tablas, con el fin de que el lazo no deslice; es aún preferible servirse de tablillas clavadas, para que todo el conjunto sea consolidado sin cortar las tablas y que la obra entera presente una forma más estrecha.49 Hay que suspender esta máquina a doce pies50 de la parte más espesa, también con asas clavadas a cada lado, con el fin de que la suspensión se quede en su sitio, y que la longitud exactamente más grande haga equilibrio a la otra, o que el peso de esta longitud de sólo un débil excedente. Debemos, además, disponer en la extremidad de la parte más maciza, un cable, distante doce pies del punto de suspensión; lo mismo otro, al otro lado del mismo punto, a la misma distancia de doce pies. (Por medio del aparato que acaba de ser descrito), ocurrirá que, tirando el cable superior, (el de la parte más maciza), todo el sistema de tablas será levantado, y que soltando el cable, caerán violentamente; sobre todo si se ayuda a la acción de la gravedad tirando el otro cable; y podremos así derribar a todos los hombres que se encontrarán sobre la muralla.

49 µυορον σχηµα El autor quiere decir sin duda que, suprimiendo los lazos de la cuerda y las cuñas

que únen las tablas, el conjunto tendrá una anchura menos considerable.

50 Más exactamente doce pies y seis dedos, distancia a la cual se encuentra el centro de gravedad de

todo el sistema. - !59 -

Es bueno clavar láminas de hierro alrededor de todos los lados de la primera tabla (la que sobrepasa los doce pies), con el fin de evitar que se hienda. Esta tabla, compuesta y organizada como las antenas de un navío, es susceptible de ser maniobrada no sólo hacia arriba y hacia abajo, sino que también a cada lado, de modo de poder abatirla, no solo sobre un punto, sino sobre varios. Más abajo vemos la figura del conjunto de las tablas, así como de la suspensión.

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§ 4. - Aparato para volcar líquidos hirvientes sobre las murallas Levantamos en este caso ambos brazos laterales de la escala, pasamos el travesaño que las ata, y suspendemos una pértiga larga adelgazada en un extremo, y cortada conforme a una ranura semi circular, presentando la forma de un canalón; su longitud no debe ser inferior a treinta pies. Debe ser suspendida a ocho pies de altura, y la extremidad más corta debe ser retenida por cables, con el fin de evitar que el brazo largo vacile demasiado fuertemente, y de permitir, por medio de los cables, inclinarlo a voluntad. Hay que disponer alrededor del punto de suspensión placas con forma de carrillos, fijadas con clavos, para recibir fácilmente los líquidos que serán vertidos sobre la pértiga. Vemos ahora que, si se pone agua en el aparato, fluirá todo a lo largo del canalón; pero, para que no fluya en masa como en un sifón, hay que suspender en la ranura una placa de bronce perforada por hoyos, de tal modo que la corriente se parta, y, difundiéndose, ocupe un espacio más grande. El líquido que se empleará será aceite hirviente, o agua caliente, más fácil de procurarse; cayendo sobre el pecho de los asediados, los quemará.

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Haremos llegar sobre la escala el agua o el aceite caliente, en recipientes de bronce, por medio de un cable enrollado sobre una polea suspendida en la parte superior de la escala; la extremidad de este cable debe llegar hasta el nivel del suelo; a cada uno de sus extremos, dispondremos de cubos, de junco trenzado o de bronce, o de madera, poca importancia tiene, sobre los cuales se colocarán los recipientes que encierran el líquido caliente. Ocurrirá, en consecuencia, que, cuando se atraiga el cubo hacia arriba, el que está lleno subirá, y el vacío volverá a bajar; y, haciendo así sin parar, siempre se llenará de líquido.51 En caso de que no se tenga una pértiga conveniente, dos tablas ensambladas con cuidado pueden hacer el mismo efecto, o láminas de hierro, largas y cóncavas, ensambladas extremo con extremo para aumentar su longitud. Si ni la pértiga ni el tubo pueden alcanzar la muralla, inclinamos la escala, para hacerle avanzar por cada lado; porque este género de ensamble es susceptible de movimiento en todos los sentidos. La figura está más abajo.

51 Resulta muy distinto del texto que esta disposición es idéntica a la de los pozos, el cubo lleno

ascendente, y haciendo bajar el vacío, que se llena por abajo; pero la figura indica otra disposición, que exactamente es la de nuestras carrizadas a cangilones, empleada todavía corrientemente para las norias. - !62 -

§ 5. - Escalas que portan un ariete. Ensamblamos, por delante de la torre que lleva el ariete, dos escalas, bastante alejadas la una de la otra hacia el pie, un poco más gruesas que las primeras, y que se acerquen hacia arriba, conservando una separación de seis pies por lo menos; no deben ser giradas del lado de la muralla. En la parte superior, del tercer escalón de una al tercer escalón de la otra, disponemos un piso formado por vigas y tablas; luego, a dieciocho o veinte pies (más abajo), los otros escalones reciben un piso, pero que no ocupe toda la anchura, porque hay que dejar sin entarimar el lugar de la escala destinado a la ascensión. Por cada lado escalas, debemos colocar clavijas en saliente, que permitan entarimar sobre una extensión más ancha que el intervalo de las escalas. Es entonces que colocaremos un ariete suspendido del piso superior por medio de dos puntos de suspensión bien exactamente a nivel, con el fin de que los hombres que subieron sobre los pisos superiores puedan combatir por medio del ariete; porque todo peso demasiado elevado o demasiado suelto es fácil de quebrantar; y, por medio de este ariete, los hombres podrán, gracias a su forma cuadrada, llegar hasta la muralla, colocando, así como ya ha sido explicado, balaustradas a cada lado;52  en efecto, estas mismas escalas no vacilan en sus extremos, sino que conservan una separación constante. La figura está representada más abajo. 52 Es decir que el ariete, formado de un poste escuadrado, puede servir de puente-volante gracias a las

balaustradas de las que se le provee: ver más arriba, cap. VII, § 4. - !63 -

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Segunda disposición.53 Podemos dar también otra disposición a las escalas, colocándolas paralelamente a la muralla; entonces, no están espaciadas de la misma manera que en el primer caso, sino paralelas entre ellas, todas provistas de pisos como las precedentes. Difieren sólo en un punto; en lugar de un solo ariete colocado entre ellas, ponemos dos, dispuestos exteriormente, sobre ambas caras. Una vez que estos dos arietes han tenido algún efecto, habiendo volcado o roto los obstáculos que les fueron opuestos, aflojando los cables detrás, hacemos acercar ambas escalas hacia la pared; una de ellas va arrimada, mientras que la otra se coge a una distancia igual a la separación que se dio a ambas escalas.

53 Trasladamos a su sitio natural estas dos palabras que el texto griego coloca sin razón algunas

líneas más abajo. - !64 -

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Tercera disposición. - En esta disposición como en la primera, mientras que los hombres encargados del ariete hacen su servicio, los soldados que están sobre el suelo superior acosan al enemigo combatiendo, atrincherándose detrás de los dos primeros escalones, recubiertos con pieles, que les proveen un refugio semejante a las almenas de una muralla. Estas escalas dobles serán de una gran utilidad para llevar socorro y para la maniobra, si en cada una de las escalas unidas nos manejamos entre las clavijas colocadas en el mismo nivel que las incisiones a cada lado, dispuestas a guardar entre ellas sólo el intervalo que existe entre las escalas, de manera de no apartarse ni estrellarse. Para que su separación no pueda aumentarse más allá del límite adoptado, hay que clavar por anticipado las pértigas que sirven de montantes, y de distancia en distancia, asas que se acerquen por medio de un movimiento circular, y compriman la incisión hecha en la clavija.

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Luego, el ariete que llevan las escalas en su medio, recibirá en su lado superior dos tablas cuadradas dispuestas como carrillos; estas tablas serán perforadas y recibirán clavijas y trenzas de nervios; colocaremos en medio de este haz un brazo largo, como los que existen en los lithoboles monancones, que ciertos autores llaman hondas; este brazo retenido por un cable se aflojará, enviado violentamente contra la pared, golpeará los defensores de la muralla a manera de un monancone, y hará grandes estragos entre los que se encuentran sobre el muro.

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CAPITULO IX DE LA MANERA DE COLOCAR SOBRE UN RÍO UN PUENTE QUE PUEDA SERVIR DE PASO SI ES NECESARIO § 1. - Construcción del puente. Hay que construir una balsa cuya longitud sea superior a la anchura del río, y componerlo de tablas que no sean reunidas por clavos unidos demasiado exactamente, por temor de que a consecuencia de la fuerza de la corriente en diversas direcciones, se aparte y se estrelle pero, en varios puntos, debemos consolidarlo por medio de cables y con clavos colocados en pequeño número. La parte del armazón que es girada hacia el río presentará una suerte de muralla de madera ensamblada con bisagras de doce pies de altura, fijada por medio de montantes derechos, unidos por clavos a tablas en en forma oblicua. Hay que suspender también pieles sobre la superficie de la muralla, y aplicarlas al interior de las escalas cuyos montantes deben ser atravesados por ambos extremos por clavijas redondas; unas, apoyadas sobre la muralla, deben tener sus bisagras sobre las piezas verticales; las otras deben ser fijadas al suelo, con el fin de que la pared sea consolidada por la oblicuidad de las escalas (formando arbotantes), y se mantenga a plomo. Los hombres, situados sobre estas escalas, combatirán, encontrándose a una altura que dominará las almenas del enemigo situadas frente a ellos.

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Esta muralla no debe ser de una sola pieza, con el fin de que si es preciso, una de las partes se quede en el sitio, mientras que la otra se rebate. En caso de que fuera necesario que todo descienda, lo haremos así como sigue, rebatiendo todas las escalas al interior a partir del suelo. § 2. - Lanzamiento del puente Uniendo esta balsa con cables a las estacas situadas abajo, lejos del borde, la empujaremos hacia arriba soltando los cables, hacia la parte posterior del río. El ángulo de la balsa una vez desatada, se abre a través del agua, por el efecto de la corriente misma, una suerte de puerta rellenada por el aparato mismo, y su extremo llega justo hasta la orilla opuesta; porque, cuando la balsa pasó, su anchura no puede oponer resistencia a la fuerza de la corriente, ya que expusimos más arriba que la longitud de la balsa era superior a la anchura del río. En este extremo se encuentran, en la parte de abajo del armazón, grandes cubas, y ensamblamos el todo con cuidado por medio de estacas de madera; atamos el armazón de modo que los cables no se vean, y obtenemos la figura que se detalla más abajo.

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§ 3. - Ataque de la plaza. Así ubicada la balsa, en caso de combate, la obra se desprende por el extremo (del lado de los sitiadores); la corriente actúa sobre la balsa situada oblicuamente, y la coloca paralelamente a la otra orilla, quedando todo el conjunto así dispuesto y preparado. Los hombres, subiendo sobre las escalas, combatirán valientemente, como desde lo alto de una muralla. Cuando este encuentro haya rechazado al enemigo, separaremos los lazos que retienen al suelo de la balsa el pie de las escalas, la muralla (en madera) se rebatirá poco a poco hacia el sitio, mientras que se tirará las escalas para abajo, y el conjunto hará un tipo de grada para atravesar el espacio intermediario: formaremos así un paso continuo para la marcha. También debemos secretamente manejar las aperturas en la parte inferior de la muralla de la balsa, de manera de poder lanzar jabalinas y tiros sobre el enemigo, escondiendo a los combatientes, y presentarse en dos filas contra el asediado, que tiene un sólo frente, según la primera figura reproducida más abajo. 54 Figuramos también una elevación del aparato, con el fin de mostrar acabadamente la disposición de las escalas y la de la muralla.

54 Esta figura falta en los manuscritos griegos.

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En caso de que sea necesario reparar el puente, que se hubiera entreabierto por la fuerza de la corriente, no podrá ser llevado en masa a la orilla enemiga ni al punto de rotura, sino volver a atar el conjunto de la obra, por lo tanto, del borde que ocupa, y avanzar poco a poco, para poder llegar con seguridad al punto amenazado. Ernest LACOSTE. Traducción, del francés al español, de Ignacio Valentín Nachimowicz ©2016. - !71 -

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