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HACIA LA AUTO-ORGANIZACIÓN: LAS ORGANIZACIONES COMO CEREBROS Por: Ligia Nadezda Padilla Villada

En el presente capítulo, el autor comienza comparando y diferenciando el cerebro de la máquina. Para eso cita varios ejemplos que dejan claro que el cerebro humano es increíble. A partir de ahí, surge la pregunta inquietante: “¿Es posible diseñar organizaciones de manera que tengan la capacidad de ser tan flexibles, resistentes y con inventiva como lo es el cerebro?”, según el autor, las organizaciones son como una relación entre partes especializadas conectadas por líneas de comunicaciones, mando y control. Considera que sólo será posible transformar ese sistema mecanicista si fuesen cambiadas las maneras de efectuar esas conexiones. La organización de modo similar al cerebro, se puede considerar como un sistema de procesamiento de informaciones capaz de aprender a aprender, y por medio del aprendizaje, en un proceso que estimule la flexibilidad y creatividad, recrear a sí mismo. En circunstancias cambiantes, es importante que se cuestionen los procedimientos que se están desarrollando, para que de forma autorregulada sean monitoreadas las modificaciones necesarias a la nueva situación. El proceso de aprender a aprender depende de la capacidad de permanecer abierto a los cambios que se están produciendo en el entorno y la habilidad de desafiar las hipótesis operacionales con un cierto grado de apertura y autocrítica nada familiar a los moldes mecanicistas. Cualquier movimiento hacia la auto-organización debe ser acompañado de importantes cambios en las actitudes y valores. Es importante que los empleados cuestionen y sepan lo que están haciendo, el por qué y para qué lo hacen; y así puedan desarrollar mejor su trabajo y aprendan cómo sobresalir en un momento de dificultad. Por eso el cerebro es el objeto de comparación porque él es el sistema que da inicio a la acción inteligente, ciertamente ningún sistema creado por el hombre tiene cuenta igual habilidad, capacidad y sofisticación. Aunque los administradores han reconocido desde hace tiempo la importancia de desarrollar buenos sistemas de comunicación para la transmisión de la información pertinente cuando sea necesario, la idea de utilizar el cerebro como una metáfora de la organización crea nuevas e interesantes posibilidades. En comparación con la complejidad y el misterio de la investigación moderna sobre el cerebro, el uso de la metáfora del cerebro en la teoría organizacional se encuentra en una etapa humilde desarrollo.

La metáfora del cerebro ayuda en la comprensión de que una organización puede ser vista como un sistema cognitivo, incorporando tanto una estructura de pensamiento, como un patrón de acciones.

BIBLIOGRAFÍA

 MORGAN, G. (1991). Imágenes de la organización. México D.F. Alfaomega. Pág. 65-97.  DEBRAY, Regis. (1997). Transmitir (1.aed.). Editorial Odile Jacob, Paris.