Las Leyes de Hamer

TEMA PARA MESA REDONDA (Dr. LUIS EDUARDO DAVILA S., Médico y Cirujano, Univ. Libre, especialista en Medicina Tradicional

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TEMA PARA MESA REDONDA (Dr. LUIS EDUARDO DAVILA S., Médico y Cirujano, Univ. Libre, especialista en Medicina Tradicional China Hosp. Xuan Wu. Magíster en Filosofía de la Ciencia, Universidad del Valle. Director Escuela Huang Di. Presidente de ACOMTAL. Medicina Pránica, Univ Filipinas)

LAS LEYES DE HAMER Mientras la mayoría de los investigadores del mundo centran sus esfuerzos en descubrir la manera de combatir el cáncer mediante ingeniería genética, farmacología selectiva o radioterapia otros investigadores buscan desde hace décadas métodos distintos yendo al origen del conflicto. Uno de esos casos es el del Doctor Ryke Geerd Hamer , médico alemán cuyos revolucionarios tratamientos para la curación del cáncer basados en sus descubrimientos sobre el origen de la enfermedad le han llevado incluso a la cárcel, como muchos otros de sus predecesores a los que el tiempo terminó dando la razón y vieron su nombre reivindicado. Aunque para conseguirlo, en el caso de Hamer, el tribunal alemán que lo sentenció tuviera que aplicar una ley de la época nazi. Somos conscientes de que se trata de un asunto complejo cuyo lenguaje no es asequible a todo el mundo. Después de leer las siguientes líneas debemos tomar un tiempo de reflexión seria y considerar que de ser cierto los planteamientos de este interesante médico alemán nos tocaría aprender nuevamente la medicina. De allí el nombre que ha tomado este enfoque: “La nueva Medicina” Ryke Geerd Hamer es doctor en Medicina y en Física además de contar con varias especialidades médicas entre las que destacan Pediatría, Psiquiatría, Medicina Interna y Radiología. Ha sido jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Oncológico de Munich y hasta el momento en que propugnó sus teorías estaba considerado en Alemania una eminencia científica.

En 1961, obtiene el grado de Doctor en Medicina, trabajando durante varios años en clínicas universitarias de Tübingen y de Heidelberg, donde ejerce también la docencia. En 1972 el Dr. Hamer se especializa en medicina interna, y ejerce también en compañía de su esposa, la Dra.

Sigrid Hamer, realizando investigaciones sobre la

«angiometría de los tumores cerebrales».

Transformación Intelectual. Su metamorfosis intelectual empezaría a fraguarse hace ya algunos años con ocasión de un incidente ocurrido en Córcega cuando una bala perdida disparada por el Duque de Saboya, pretendiente al trono de Italia, alcanzó en el cuello a un muchacho que dormía en la cubierta de un barco. Aquel muchacho se llamaba Dirk y era el hijo del doctor Hamer. Como resultado de aquel disparo, Dirk Hamer estuvo entre la vida y la muerte durante seis meses al término de los cuales falleció. A los dos meses del óbito, tanto el doctor Hamer como su esposa -también médico y colaboradora en sus investigacionesdesarrollaron cáncer; él en un testículo y ella en una mama. Lógicamente, como profesionales de la Medicina, inmediatamente se preguntaron qué había sucedido para que dos personas jóvenes que nunca habían sufrido enfermedades de importancia desarrollaran simultánea e inesperadamente un cáncer coindiendo con el hecho más traumático de sus vidas. Y como en ese momento Hamer se encontraba en el lugar adecuado para realizar una investigación seria y sin cortapisas ya que estaba trabajando como jefe del servicio de Medicina Interna, se puso a investigar no sin antes hacerse una pregunta que le venía martilleando desde hacía algún tiempo: ¿Qué relación tendrán realmente las enfermedades con nuestra psique?. Aquellos que han estudiado Medicina saben que todo lo relacionado con las llamadas «enfermedades psicosomáticas» se encuentra al final del libro de la asignatura correspondiente. Y que si, por ejemplo,

se trata del riñón, es al final del libro, como un pariente pobre, donde se encuentra el capítulo titulado Enfermedades psicosomáticas del riñón. Porque la Medicina ortodoxa sabe que hay enfermedades que están relacionadas de una manera muy patente con procesos mentales, fundamentalmente con el estrés; baste recordar en ese sentido los infartos de miocardio, las úlceras de duodeno o la llamada «colitis del estudiante» que se produce en vísperas de exámenes. Sin embargo, tiene claramente delimitado lo que son «enfermedades» -es decir, aquellos procesos que tienen una causa orgánica- de aquellos otros

cuyo

origen

se

sitúa

fehacientemente

en

un

proceso

psicológico. Así, si una persona tiene un problema de riñón y se detecta que hay evidencia fisiológica clara de algún tipo de patología entonces el médico se centrará en el modo físico de erradicarla sin entrar en disquisiciones acerca del posible origen psicológico de la enfermedad. Al fin y al cabo no ha sido instruido para ello... Cuando lo psicosomático y lo orgánico se dicen cosas distintas . ¿Y a dónde nos ha llevado esto?. Pues a la siguiente situación: que a quienes trabajan en un hospital o en una consulta de ambulatorio no se les ocurre preguntar al paciente si ha tenido algún problema o ha sufrido alguna situación emocional importante poco tiempo antes de que aparecieran los primeros síntomas de su «enfermedad». Hamer, por el contrario, decidió preguntar primero a los pacientes si habían sufrido algún tipo de shock traumático o problema emocional importante en su vida antes de tratarles. La sorpresa que se llevó desde que empezó a hacerlo es que la totalidad de los pacientes manifestaron haber sufrido algún tipo de problemática. El paso posterior fue relacionar el tipo de problema emocional con el órgano afectado. Porque con el tiempo descubriría que, por ejemplo, si había cincuenta pacientes hospitalizados con problemas de parénquima de riñón los cincuenta narraban experiencias traumáticas relacionadas

con líquidos. Y que si uno narraba que estuvo a punto de ahogarse, otro que era conductor de un camión cisterna cargado de pesticida que sufrió un vuelco y un tercero era jefe de máquinas de un superpetrolero que al pararse las máquinas estuvo a punto de encallar contra los arrecifes de la costa africana, lo que pudo evitar al volver a ponerlas en marcha poco antes del choque... Y aquí hasta cincuenta. A esta relación Hamer la denominó «colorido». De la misma manera, comprobaría con otro tipo de patologías su relación

con

descubriendo

conflictos que,

psicoemocionales

indefectiblemente,

a

-biológicoscada

previos

patología

le

corresponde un tipo de trauma psíquico o emocional. Ha llegado para ello a computar más de 20.000 casos. La tecnología entra en juego. Sabiendo que nuestro organismo está regulado por el cerebro y que cada órgano tiene su correspondiente «relé» relacionado con una zona del cerebro, Hamer se preguntaría si en esta era del TAC (Tomógrafo Axial Computerizado) no sería posible detectar con los escáneres cerebrales las señales dejadas por la relación trauma psíquico/daño orgánico. Y con esa premisa se dedica a hacer un escáner cerebral a todos los pacientes a su cargo, descubriendo con asombro que tiene en sus manos lo que a su juicio es la prueba científica que avala sus teorías. Pero, ¿qué es lo que descubre?. ¿En qué consiste la «prueba»?. Pues que en algunas zonas del escáner cerebral (siempre las mismas para las mismas patologías) aparecen unas marcas en forma de círculos con un punto central. Marcas que son consideradas hoy día por la Radiología clásica como «artefactos », es decir, fallos atribuibles al funcionamiento de la máquina ya que ésta, al emitir su radiación, lo hace en forma de círculos. Hamer, por el contrario, opina que no todas esas marcas son atribuibles alteraciones

a

la del

máquina campo

sino

que

muchas

electromagnético

corresponden que

a

ocurren

sistemáticamente en el «relé» cerebral que rige el órgano afectado. A partir de ahí formula lo que él llama la «Ley Férrea del Cáncer» -férrea porque se cumple en el 100% de los casos- y que viene a decir lo siguiente: «Todo shock psíquico altamente traumático que te pilla a contrapié y es vivido en aislamiento produce una ruptura de campo

electrofisiológico

o

electromagnético

de

un

área

concreta del cerebro y, como consecuencia, se altera el órgano que esa parte del cerebro está regulando». El «colorido» del conflicto, es decir, el tipo de experiencia y la forma en que el individuo la vive es la que determina el área del cerebro que se afecta y ocurre simultáneamente en los tres niveles: psíquico, cerebral y orgánico. En realidad, estas marcas no sólo se refieren al cáncer sino que suceden con todas las enfermedades siendo el cáncer -según los postulados de Hamer- el resultado de la intensidad del conflicto biológico y de no haber compartido el shock que lo puso en marcha. Por tanto, la diferencia entre una amigdalitis y un cáncer de amígdalas depende de esos dos factores. Cuando Hamer se da cuenta de la importancia de ese hallazgo se pone en contacto con la empresa alemana Siemens, fabricante de los escáneres, al objeto de determinar con los técnicos la cuestión de los círculos que aparecen en las placas radiográficas y que, a falta de mejor explicación, siempre habían sido atribuidos a fallos técnicos en el convencimiento de que serían los primeros en querer solucionar tales «fallos». El resultado fue que como la empresa se negaba a aceptar la «responsabilidad» de esos «fallos», accedió a realizar conjuntamente con Hamer un protocolo de investigación de una duración inicial de seis meses... que se interrumpió a los dos ante la evidencia

de

los

resultados.

El

resultado

del

protocolo

de

investigación -firmado por cinco ingenieros de la empresa Siemensavalaba totalmente las teorías de Hamer certificando que los

llamados «artefactos» no eran fallos del aparato. Luego se debían en realidad a alteraciones electromagnéticas en el propio cerebro de los pacientes. Algunos detractores de los postulados de Hamer argumentan que si todo esto fuera cierto las «dianas» también aparecerían al realizar una resonancia magnética nuclear (RMN), cosa que no ocurre. Sin embargo, olvidan -o ignoran- que la razón técnica para que ello sólo suceda al efectuar un TAC es que en la alteración de campo electromagnético no hay «momento magnético del núcleo» y, por tanto, al no haber vector de campo magnético no puede ser captado por la resonancia magnética nuclear. Y la razón para que no haya «momento magnético» es que éste se produciría si el número de protones y neutrones producidos en los núcleos atómicos situados en el área enmarcada por la diana fuera impar pero cuando se produce un conflicto emocional la diana cerebral contiene un número par de protones y electrones, razón por la que no emite vector de campo magnético que pueda ser captado por la RMN. Precisamente en esa circunstancia se basa la RMN, en la captación de esos momentos magnéticos. Mientras todo esto sucede, Hamer es denunciado al Colegio de Médicos acusado de prácticas contrarias a lo ortodoxo pretendiendo que le retiren su licencia de médico. Pero saliendo al paso de la denuncia, Hamer propone que se nombre una comisión científica que estudie su teoría y asegura que él mismo renunciará a su profesión si después de un análisis de los escáneres cerebrales que le presenten no diagnostica correctamente el tipo de cáncer que muestran, la fase en que se encuentran la enfermedad y el tipo de conflicto psicobiológico que la ha producido. Tras nueve horas y doscientos escáneres analizados, Hamer no falla en ninguno por lo que la comisión científica decide no inhabilitarle. A pesar de lo cual, es denunciado

ante

la

Justicia

ordinaria.

Increíblemente,

el

juez

encargado del caso decide inhabilitar transitoriamente al doctor

Hamer para ejercer su profesión. La pregunta que surge es obvia: ¿cómo es posible que un juez, lego en cuestiones científicas, pueda inhabilitar a un médico que ha demostrado ante una comisión cualificada la veracidad de sus planteamientos?. Sólo se nos ocurre pensar que se debe a un conflicto de intereses porque no parece plausible otra explicación... Por otra parte, el doctor Hamer lo primero que hizo cuando pudo recopilar la suficiente información fue presentarla a la Universidad de Tübingen ya que la ley alemana obliga a las universidades a pronunciarse respecto de los trabajos de los médicos doctorados en ellas y Hamer se doctoró en Tübingen. Pues bien, Hamer presentó el resultado de su trabajo en 1981, tiene sentencia favorable del Tribunal Supremo por la cual se insta a la universidad a pronunciarse sobre el mismo y ésta nombró a lo largo de estos años pasados a seis peritos, los cuales fueron dimitiendo uno tras otro y a día de hoy la Universidad sigue sin pronunciarse incumpliendo la sentencia del Supremo. Y ya han pasado 18 años.

El doctor Hamer dictando un seminario en Zurich. El DHS (o Síndrome Dirk Hamer) pone en marcha el programa biológico adecuado de la naturaleza, llamado SBS(programa biológico especial), con pleno sentido. Siendo el DHS de gran utilidad, pues es el DHS lo que sienta las bases para que pueda desarrollarse dicho programa y sin él aproximadamente el 95% no tendría la posibilidad de recuperarse.

Es muy importante, entender primero el DHS, ya que esto permitirá comprender la mitad de la Nueva Medicina. En efecto, el DHS será el eje, el polo de toda medicina por venir. Primer criterio. Todo cáncer o enfermedad equivalente al cáncer es un programa biológico especial adecuado (SBS) y empieza por un DHS, a saber un choque conflictivo biológico extremadamente brutal, vivido en la soledad. Se localiza en los tres niveles: psíquico–cerebral–orgánico. Todo lo que no es cáncer es equivalente al cáncer. Quiero hablar de todas las enfermedades existentes, a sabiendas de que lo que llamamos hoy en día enfermedad es siempre una fase de conflicto (activo o solucionado). Ahora, podríamos llamarla: La Ley Férrea de toda la medicina. (Pero nos quedaremos con la denominación de origen). El psiquísmo, el cerebro y el órgano constituyen el organismo entero. Clasificamos el organismo en tres niveles para trabajar mejor en cada nivel de manera científica y biológica. Ya que el DHS tiene une incidencia sincronizada en los tres niveles, debemos encontrarlo en cada

nivel.

Dado

que

queremos

y

debemos

posteriormente

reconstruir el DHS, el hecho de poder encontrarlo en los tres niveles constituye una gran suerte para nuestras investigaciones sobre el psiquismo y el órgano. El DHS lo desencadena todo. En el momento preciso del DHS son fijadas a la vez la localización en el cerebro y la localización del cáncer o su equivalente en el órgano. Pero hay que notar otro punto importante: son los raíles de los cuales hablaré más extensamente. Todo lo que siente el individuo en el momento del DHS, que sea por la vista, el oído, el olfato o el tacto, así como los distintos aspectos de su conflicto, quedan anclados en él y se pueden más o menos ver en una tomografía cerebral. Por ejemplo, una mujer diestra de 40 años sorprende a su marido in fraganti con una bella muchacha de 18 años en el lecho conyugal. Si quiere a su marido,

tendrá probablemente un conflicto de tipo sexual, pero también tendrá un conflicto de desvalorización en relación con su pareja, con descalcificación del hombro derecho. Si no se trata de una bella muchacha, sino de una prostituta, el conflicto sexual seguirá presente, pero se añadirá un conflicto en relación con el compañero, que ocasiona un cáncer del seno derecho, y un conflicto de asco, ya que una prostituta estaba acostada en la cama del matrimonio, además

de

un

conflicto

de

repugnancia-asco

que

ocasiona

hiperglucemia. Todos los distintos aspectos, que funcionan casi como el conflicto biológico mismo, con los distintos raíles, están presentes ahora. ¿Qué es el raíl? Cada vez que volvemos a sentir uno de los elementos del conflicto, volvemos a vivir el conflicto inicial y regresamos en el raíl. Ejemplo: el color del pelo, la forma de la cara, la silueta del busto de la amante del marido, su olor, su perfume, su voz, etc. recuerdan el conflicto inicial. En el caso de un encuentro posterior con cualquiera

mujer

recordándole

aquella

amante,

la

esposa

se

encuentra otra vez inmediatamente en el raíl. Esto despierta el complejo conflictivo entero. Es la razón por la que la búsqueda del DHS es absolutamente esencial para el diagnóstico. No basta con encontrar el DHS, también hay que rastrear cualquier recuerdo o sensación del enfermo, porque son muy importantes. Sólo podemos entender ciertas recidivas si conocemos los raíles que el DHS dispuso.

Segundo criterio. En el instante del DHS, es el tenor del conflicto biológico que determina tanto la localización del Foco de Hamer en el cerebro (FH: configuración en forma de blanco en el cerebro y en algunos órganos) como la localización del cáncer o de su equivalente (SBS) en el órgano.

De hecho, el segundo criterio viene precisando el último punto del primer criterio: el contenido del conflicto biológico y la localización en el cerebro y en el órgano se determinan en el momento mismo del DHS. ¡El conflicto biológico es síncronico con los tres niveles, al mismo instante: es posible constatarlo, verlo, medirlo!. El paciente no puede ignorar el DHS en el escáner si sabe de qué se trata, y es igual para con el médico. No se puede ignorar una configuración en forma de blanco en una tomografía cerebral. Al mismo momento del DHS, el órgano se ve igualmente afectado por una multiplicación celular o, en otros casos de cánceres, por una pérdida celular conduciendo a una úlcera o a una necrosis (tumor de la piel o de la mucosa). Tal y como ya lo hemos mencionado, se nos ofrece ahora, por segunda vez, la posibilidad de prever el desarrollo de lo que llamamos enfermedad (y que reconocemos por parte del programa especial biológico adecuado previsto por la naturaleza), del mismo modo que se puede prever el desarrollo de un embarazo.

Tercer criterio. El desarrollo del SBS en los tres niveles (psíquico, cerebral y orgánico) a partir del DHS y hasta resolución del conflicto (si hay solución) y la crisis epiléptica son perfectamente sincronizados. Este tercer criterio hace de la Nueva Medicina, desde el principio, una ciencia, en el sentido de las ciencias físicas, naturales y biológicas. Nos permite reconstruir y reproducir cada caso médico, lo que nunca fue posible con la medicina convencional. En esta primera apertura a las leyes de Hamer (aquí solo hemos enunciado la primera de 5 posibles) destacamos la importancia e

intensidad del conflicto lo cual conllevará a una ruptura del campos a nivel cerebral y varios años después la aparición del tumor físico. En el segundo encuentro que celebraremos el próximo año (Octubre del 2005) desarrollaremos y profundizaremos las otras leyes que hacen parte de este complejo y novedoso abordaje de la “Nueva Medicina”