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Lucía Rábago Canela/LELit 4° / 246448/ Literatura y Ecología 11/05/2016

“Las hijas de la Luna”- Periodicidad y energía femenina Todo en el universo sigue un ciclo determinado. Como un ave fénix, las cosas se desgastan, desaparecen, y de sus cenizas surge algo nuevo. En el cuento “Las hijas de la Luna” (incluido en la antología Todas las Cosmicómicas, del año 1997) Italo Calvino explota la periodicidad como característica intrínseca de la naturaleza transportándola no menos que al satélite de la Tierra. La Luna, con los años, pierde su lustre y transmuta en un cascarón craquelado e impuntual, que resopla en su devenir orbital como lo haría cualquier anciana. La cuestión para Calvino es precisamente esa: la Luna envejece, y en su muerte es poco grácil, poco útil. Las corporaciones que gobernaban el mundo acelerado y vibrante del relato dejan de encontrarle un uso a la anciana señora de las noches y deciden botar su cuerpo viejo en el mismo lugar en el que se desechaban los automóviles obsoletos de Nueva York. Sin embargo, hay una mujer que a la vez son mil mujeres. Diana, homónima de la diosa latina de la Luna, se desnuda igual que el satélite. Se muestra tal y como es, sin adornos ni engaños, y junto con sus congéneres, se da a la misión de salvar a la Luna. Al desnudarse, las mujeres dejan atrás todo lazo material que las unía a la sociedad patriarcal y consumista en la que vivían, y con su acto de salvar al orbe son recompensadas con la vuelta a la naturaleza femenina: el retorno a la superficie lunar. Sin embargo, el regreso del satélite a su órbita trae una consecuencia distinta para el resto de los humanos, ya que también vuelven a su estado primigenio, lo que quiere decir que evolutivamente vuelven a empezar. Las ciudades desaparecen entre la vegetación, y el hombre se convierte en paquidermo prehistórico. El ciclo recomienza. Actualmente vivimos una realidad que no dista mucho de la planteada por Italo Calvino en esta Cosmicómica. Basándose en la observación empírica de su entorno, así como en los inicios de las teorías ecologistas, el autor italiano-cubano escribe un texto de carácter satírico que denuncia la facilidad con la que la raza humana cree que puede descartar cualquier cosa, sin importar el papel que ésta juegue dentro del cosmos. Por medio del texto, le recuerda al lector que la naturaleza no es desechable. La rapidez con la que agraviamos al planeta es directamente proporcional a la rapidez con la que éste se reinicia, pues al final, todo en el universo sigue un ciclo determinado.