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Rigoberto Lanz

EL DISCURSO POSMODERNO Crítica de la razón escéptica

Universidad Central de Venezuela Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico Caracas, 2000

© Copyright 1993 Rigoberto Lanz Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico. Universidad Central de Venezuela. Primera edición: 1993 Segunda edición: 1996 Tercera edición: 2000 Diseño de Carátula: Elizabeth Cornejo ISBN: 980-00-1590-6 Composición y montaje: Dora Nicholls de García Impreso en Venezuela por Miguel Angel García e Hijo, s.r.l. en julio del año 2000.Todas las obras publicadas por el CDCH son sometidas a arbitraje

Lanz, Rigoberto, 1944E1 discurso posmoderno : crítica de la razón escéptica Rigoberto Lanz. Caracas : U.C.V., Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, 2000. Colección estudios: 1. Posmodernismo 2. Ciencias sociales – Filosofía 3. Razón

Tapa delantera

Tapa trasera La posmodernidad es un fenómeno cultural que suscita variadísimos comportamientos de la gente. En el mundo intelectual lo posmoderno ha operado como dispositivo que apalanca los nuevos pensamientos. Este libro intenta trazar un curso —complejo y transdisciplinar— para la construcción de otro modo de pensar. Pensamientos novedosos y diferenciados siempre los ha habido. Lo que en verdad cuesta instaurar es un modo diferente de pensar, una lógica coquitiva radicalmente otra, una nueva episteme. Justamente esa parece ser la mayor pretensión de la posmodernidad. Tal vez por allí pasen los dilemas más inquietantes de la agenda de hoy. Este texto intenta situarse en el corazón de ese debate, en parte con las inevitables dudas con tantos pensadores cercanos, en parte también con la carga personal de la que cabe destacar la idea de crítica, aquella que marca la distancia con el pensamiento constituido y la que desafía los secuestros de la razón.

——— Contratapa delantera Rigoberto Lanz (1944-2013). Sociólogo. Doctor en Sociología. Profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela desde 1985. Director-Fundador del Centro de Investigaciones Post-Doctorales (CIPOST) y de la Revista Latinoamericana de Estudios Avanzados. El C.D.C.H. ha publicado recientemente su libro: La deriva posmoderna del sujeto (1998).

Nota del editor digital. Hemos editado digitalmente este libro del maestro Rigoberto Lanz porque su obra abrió un pensamiento temprano de radicalidad crítica en los años '90 que, de haber sido escuchado por intelectuales y luchadores sociales que extraviaron el camino subordinándose a gobiernos progresistas o demagógicamente autodenominados socialistas, hubiese evitado muchos extravíos funestos. Su comprensión aguda de la crisis de la Modernidad, que implica, por tanto, una profunda crisis de la racionalidad política occidental, incluidas en ésta las instituciones estatales y todo tipo de democracia, hubiese servido a la izquierda y a muchos dirigentes populares e indígenas comprender que las reformas constitucionales y la instauración de democracias supuestamente

superadoras del capitalismo en que se embarcaron los gobiernos progresistas, carecían de un carácter verdaderamente emancipatorio y de una voluntad real de detener la devastación del planeta. Lo único que lograron —hoy se ve mucho más claro— fue permitir al capitalismo iniciar un nuevo ciclo de acumulación en América Latina, basado en un neo-extractivismo feroz, y adormecer las rebeldías populares e indígenas en correspondencia con ese propósito. Rescatamos de Rigoberto Lanz su compromiso ético de criticar a la dominación en todas sus formas, amén de asumir este compromiso con una profundidad teórica excepcional. Su propuesta de buscar referencias críticas en una relectura de los aportes de la Escuela de Frankfurt, nos parece muy sugerente y tal vez sea un camino a explorar por intelectuales honestos con el propósito último y explícito de abrir derroteros emancipatorios que sean útiles a todos los pueblos oprimidos. Sin embargo creemos que debemos apostar también a los saberes, menos académicos pero no por ello menos profundos, de los propios pueblos, en especial los indígenas, escuchando a sus líderes genuinos y aprendiendo de sus luchas directamente. Ellos se rigen en gran medida por racionalidades no occidentales, lo que es un aporte fundamental a la humanidad toda en estos tiempos cargados de incertidumbre, sin duda posmodernos. Junio 2018.

ÍNDICE PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Posmodernidades: nuevas voces desde América Latina PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Preguntas a la posmodernidad INTRODUCCIÓN: … Y de pronto, todo se hizo transparente . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 PRIMERA PARTE UNA TÓNICA POSMODERNA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 I. FATIGA DE LA RAZÓN ILUSTRADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Modernidad/moderno: los equívocos a la mano Modernidad/modernización: una confusión demasiado útil La Modernidad como vanguardia América Latina y el modernismo La Modernidad y sus límites históricos La Modernidad en breve II. GRAN FINAL: DEL APOCALIPSIS A LA MUERTE POR INERCIA La Modernidad versión siglo XX La apelación habermasiana de la "Modernidad inacabada" La Modernidad: una cultura sin oposición La nueva Modernidad

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III. UN PENSAMIENTO POSMODERNO. LOS SIMULACROS DEL NEOCONSERVADURISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 Posmodernidad y posmodernismo: sutilezas en tiempos borrosos Posmodernidad pasiva: "el fin de las ideologías" "El humanismo impenitente" "El fin de la historia" Eclipse del progreso El fin de los paraísos colectivos La razón bajo sospecha La civilización tecnológica al desnudo El desvanecimiento de la idea-fuerza de vanguardia La posmodernidad vista por los otros Intento de relectura de la positividad del discurso posmoderno Positividad del discurso posmoderno: La pluralidad de paradigmas El pensamiento abierto La vocación intertextual Elogio de la diferencia La fuga/la diseminación La fuerza del disenso Los retos de una postura intercultural Estrategia de la deconstrucción Posmodernidad y neoconservadurismo

SEGUNDA PARTE UTOPÍA Y PENSAMIENTO CRÍTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 I. LA ÉTICA EN BÚSQUEDA DE SUJETOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 La paradójica resurgencia de la ética "Todo vale" o la impotencia del bien Sujeto y totalidad ¿Qué queda de negativo de la "ética revolucionaria"? La ética ha muerto: ¡viva Kant! La nueva Modernidad no necesita ninguna ética Final anunciado: la ética del poder Las buenas nuevas del neo-iluminismo II. VIEJOS Y NUEVOS MITOS SOBRE EL CAMBIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 La idea de cambio en clave pos moderna La herencia del milenarismo incendiario, versión fin de siglo: transformar con realismo y prudencia. ¿Qué queda de las "leyes del cambio social"? Cambios sin atributos: la posmodernidad El cambio como micromanía de actores sociales exhaustos El cambio como dialéctica negativa "La Escuela de Frankfurt": lo bueno y lo malo según Femando Savater III. DESENCANTADOS DEL MUNDO: ¿QUÉ QUERÉIS? . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 Por las grietas inciertas de la "realidad" Elogio de lo blando El pensamiento en un mundo desencantado: modo de empleo El desencanto: crónica del otro lado Nietzsche releído por la izquierda La utopía en el desencanto: sujetos móviles/poderes múltiples LO MÁS PARECIDO A UNAS CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 REPORTE BIBLIOGRÁFICO

(no digitalizado)

PUBLICACIONES PERIÓDICAS

(no digitalizado)

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA I (no digitalizado) BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA II (no digitalizado) Nota del editor digital: Hemos decidido no digitalizar la bibliografía pues en verdad era algo excesiva (ocupaba más de la cuarta parte del total del libro físico…) y los más importantes de los autores que estaban incluidos en ella aparecen citados en el propio libro. Además, hoy en internet es fácil hallar una extensa bibliografía, tanto de estos autores como de otros relacionados. Pedimos las disculpas del caso, pero era demasiado trabajo digitalizar algo que tal vez tuviera valor sólo para unas muy escasas personas. El resto del libro está íntegro y editado con especial minuciosidad y atención. Después de todo es lo menos que el maestro Rigoberto Lanz se merece.

Prólogo a la segunda edición

POSMODERNIDADES: NUEVAS VOCES DESDE AMÉRICA LATINA "Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real". F. NIETZSCHE: Crepúsculo de los ídolos, p. 45

EL MIEDO AL DEBATE ESTÁ DISIPÁNDOSE... LENTAMENTE "Bajo el efecto de todo un conjunto de factores convergentes, las conquistas intelectuales (para comenzar la disposición crítica que ha sido a la vez el producto y la garantía de su autonomía) están amenazadas". PIERRE BOURDIEU: Les regles de l'art, p. 461

La oportunidad de una nueva edición del libro El Discurso Posmoderno1 puede servir para establecer un balance del trayecto del debate en estos últimos años. Toda discusión tiene un tiempo que refiere principalmente a las tradiciones teóricas en juego, a la naturaleza de la agenda en una cierta coyuntura, al clima cultural donde se escenifica la controversia. Ello sería muy claro, por ejemplo, si nos tocara caracterizar el debate latinoamericano de los años sesenta, sus temas, los compromisos implicados, la cadencia de la polémica. En las circunstancias actuales estamos asistiendo a un proceso con características propias, sensiblemente distintas al contexto de la década caliente de los años sesenta. Hoy Latinoamérica resiente los vientos de la crisis. El clima de desesperanza y escepticismo está presente en todas las esferas. El derrumbe de los viejos paradigmas resuena entre nosotros como clausura de los mitos de un "progreso" entusiastamente simbolizado en tanto patrón universal. Es cierto que en América Latina no hemos vivido una Modernidad clásica con sus presupuestos culturales, tecno-económicos y sociopolíticos. Pero de allí no se colige que seamos un continente inédito y aislado de los procesos mundiales 1

Este libro fue escrito entre 1989 y 1990 en el marco de una investigación que me permitió una estadía en los Centros de documentación en el Colegio de México y la Universidad de Montreal. Han transcurrido cinco años caracterizados por dos notas: una intensa polémica que ha ido despejando los prejuicios y una refocalización del interés teórico de los temas posmodernos en América Latina. En este breve tiempo hemos desarrollado un amplio registro de experiencias de diálogo con colegas de distinta procedencia intelectual. Pero el más fructífero de esos espacios ha sido sin duda el escenario del CENTRO DE INVESTIGACIONES POSTDOCTORALES (CIPOST) con cuyos miembros he podido compartir buena parte de las reflexiones que continúan ocupándome.

de la civilización occidental. Hay demasiadas evidencias de nuestra pertenencia a la Modernidad europea, independientemente del modo singular en que esa Modernidad se residencia en América. En todo caso, me parece una visión equívoca atribuir a esta región del mundo unos rasgos antropológicos tan especiales que disuelva su articulación cultural con la matriz civilizatoria con el Occidente Moderno. Creo que el pensamiento ilustrado encontró entre nosotros todas las resonancias necesarias para instalarse como la racionalidad dominante que luego cristalizaría en los tejidos institucionales del Estado y todas las prácticas que se derivan de ese modelo de organización social. Que no hemos sido Modernos como Inglaterra o Alemania es cosa que se explica sin mayores misterios. Que no está a la vista que seamos "desarrollados" como Japón o Estados Unidos, es un asunto que puede ser entendido sin grandes complicaciones. ¿Entonces? Parece más bien una retórica de última hora echar manos de la modernidad sui generis de América Latina para intentar escabullirse del debate que plantea hoy el pensamiento Posmoderno. Usted no puede evadir la discusión con el cuento de declarar: "no somos Modernos, ¿como vamos a estar hablando de posmodernidad?" Esta trivial exclamación ha sido rechillada con histeria por algunos académicos que leen poco y entienden menos. Me parece obvio que desde allí no puede esperarse mucho. El intelectual Julio Ortega ha planteado con toda claridad —sin complejos y sin snobismos— la urgente necesidad de entender el giro posmoderno del tiempo latinoamericano, la ventaja teórica enorme que se deriva de la ruptura de los modelos de interpretación lineales, la estupenda posibilidad abierta con la emergencia de una nueva sensibilidad a partir de la cual la pregunta por lo que somos no tenga ya el sello traumático de una "identidad" impuesta. Ese mismo tono intelectual se observa en los trabajos de autores tan disímiles en sus perfiles tribales como M. Hopenhayn, N. García Canclini, N. Richard, B. Arditi, R. Follari, H. Zemelman, H.C.F. Mansilla, J. Echeverría, M. Barbero, D. Mato, A. Martínez, N. Lechner, M.A. Garretón. Este brevísimo mapa de autores pertenecientes tanto a la tribu Moderna como a la Posmoderna, sirve para ilustrar la sintonía intelectual básica sobre la problemática de la Modernidad. Manteniendo una apreciable distancia teórica en muchos tópicos, puede registrarse, no obstante, una zona común de preocupaciones que testimonian la presencia de otro modo de pensar la problemática de América Latina. Este perfil de formulaciones teóricas tiene como elemento definidor una clara asunción de los nuevos problemas que está planteando el fenómeno de la posmodernidad. Allí no hay excusas para anteponer la ausencia de una "Modernidad pura" como requisito previo para poder plantear los temas de la Posmodernidad. Tal posición teórica es insostenible; carece de fundamento histórico y afortunadamente está fuera de la producción más interesante que está haciendo presencia en el continente (libros, revistas, eventos de todo género) 2. EL PENSAMIENTO ACADÉMICO SE POSMODERNIZA "Aun en aquellos lugares en donde el mundo sigue con su orden a medias... el reino público ha perdido el poder de iluminación que originalmente era parte de su propia naturaleza". HANNAH ARENDT: Hombres en tiempos de oscuridad, p. 14 2

Sería suficiente muestra de lo dicho consultar con atención el reporte bibliográfico contenido en este libro para darse cuenta de por dónde anda hoy la producción teórica que pauta la agenda de lo que de discute.

De tanto insistir parece que va quedando clara la distinción entre Posmodernidad y Posmodernización (lo mismo que la distinción entre Modernidad y Modernización). Este contraste es sumamente útil para intentar comprender lo que ocurre en el universo de la cultura académica. Inicialmente puede constatarse la aparente paradoja de un pensamiento social que en Europa está en visible decadencia y sin embargo se instala en la academia latinoamericana a finales de los años cincuenta con aires renovadores y críticos. El pensamiento académico ocupó un lugar hegemónico en las décadas de los sesenta y setenta como lógica de la cultura oficial, como regla de inteligibilidad de los saberes dominantes, como gramática de un cierto modo de pensar a la misma entidad de "América Latina"3. Este espíritu de vanguardia que puede percibirse a lo largo de esos veinte años de producción cultural contrasta abiertamente con todos los síntomas de crisis epistemológica profunda que está siendo evidenciada en el corazón mismo de la razón Moderna. ¿Cómo fue posible que ese pensamiento social agotado y decadente prendiera con tanto fervor en la cultura académica latinoamericana? ¿Cuál es la naturaleza del proceso cultural que revitaliza durante dos décadas a las disciplinas sociales hasta convertirlas en la matriz de pensamiento que regula el desenvolvimiento de los modos de leer la realidad del continente? (revísese el impacto del marxismo, el estructuralismo, las teorías de la dependencia, las distintas teorías de la cultura, etc.). El trabajo intelectual en los medios académicos transcurre hoy como si no pasara nada 4. La agenda de discusión que ha ocupado la mayor parte de las investigaciones en la década de los ochenta ha pasado casi inadvertida en la vida universitaria. La impresionante producción teórica que se registra en estos cinco años de la década de ¡os noventa es completamente ignorada en la actividad académica normal. ¿Cómo puede incidir nuestra cultura académica en el curso de este debate decisivo? ¿Cuál puede ser la repercusión del quehacer universitario en la profundización de esta discusión central? Por ahora no parece claro cuál puede ser el destino de este complejo proceso intelectual. Los datos que manejamos son en principio muy desalentadores. No hay signos visibles que nos aproximen a un dinamismo teórico de alguna significación. Asistimos a una posmodernización de hecho de las prácticas más características del mundo académico. Esta posmodernidad pasiva no hace sino traducir las señales tantas veces anunciadas de la crisis: desbarajuste epistemológico, oportunismo intelectual, repliegue de los viejos paradigmas, desencanto generalizado, clausura del activismo de otros tiempos, apatía globalizada, sincretismo/ pragmatismo en la actividad docente, escasa o nula producción intelectual. Este clima de repliegue coloca a los actores de la escena académica en situación defensiva y refractaria. Los circuitos intelectuales se desplazan. En la vida universitaria resuena muy poco el eco del debate público. La efervescencia de ideas que se observa en muchos lados no penetra al mundo académico. ¿Resultado? Un paralelismo muy curioso en donde la universidad juega el papel de retaguardia, reproduciendo inercialmente los distintos matices del neoconservadurismo. ¿Puede ser 3

Son estos precisamente los problemas que caracterizan los distintos proyectos de investigación que se conducen en el "Área de Estudios Culturales", a cargo del colega Agustín Martínez en el CIPOST.

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Hemos venido desarrollando un trabajo sistemático de investigación con distintos equipos que ha logrado evidenciar de modo preciso y puntual la terrible ignorancia que se respira en el desempeño universitario de las ciencias sociales.

revertida esta tendencia? ¿Puede la cultura académica jugar de nuevo un rol propulsor del pensamiento del siglo XXI? LA MODERNIZACIÓN POSMODERNA "Pero también nos asalta la curiosidad de asistir a esta fiesta orgiástica de la Modernidad en llamas, en la cual la vida pierde su odiosa gravedad y todo se mezcla con todo" MARTÍN HOPENHAYN: "Los avatares de la secularización: El sujeto en su vuelo más alto y en su caída más violenta". (RELEA Nº 1, Caracas, octubre, 1995)

Se ha dicho en un tono a veces irónico que América Latina es el mejor laboratorio para experimentar el fenómeno posmoderno. Lo que son para ciertas concepciones aristocratizantes del desarrollo las "taras" de estos pueblos, aparece para los posmodernos como los signos de una "identidad cultural" sui generis: mestizaje, ambigüedad, simultaneidad de tiempos, multiculturalidad. lógicas efímeras en la constitución de las intersubjetividades, secreta resistencia (entre andaluza y caribe) a los modelos civilizatorios concentrados en la cápsula sacrosanta del "desarrollo" (valdría la pena evaluar la línea de reflexión que en los últimos treinta años va de D. Ribeiro a G. Canclini, por ejemplo, pasando por el monumental trabajo de Carlos Fuentes en el Espejo Enterrado, para juntar las piezas del rompecabezas de nuestra esquizoide "identidad"). Es más o menos obvio que la cultura de la "modernización" ha rellenado los espacios discursivos de las élites dominantes durante todo el siglo XX. Pero también ha sido el ideal subyacente de la mayoría de las ideologías progresistas que están en la base de tantas plataformas de cambio en la región (incluidas las diversas variantes de "liberación nacional" propulsadas al amparo de un "marxismo" heredado de las rudas lecciones del stalinismo y los salpicamientos tropicales de la "dependencia" y otros insumos intelectuales). Las teorías de la modernización asumieron casi siempre acríticamente los modelos de desarrollo instaurados en Europa y Estados Unidos, estableciendo sin muchos miramientos un continuum universal entre "atraso" y "progreso". En esta visión aplanada y homogénea resultaba fácil medir los grados de "atraso" de cada sociedad y pronosticar las recetas económicas para salir del "subdesarrollo". La cultura toda de América Latina se impregnó de este discurso modernizador (desde las agencias gubernamentales de planificación hasta los programas económicos de una izquierda frecuentemente a la retaguardia de una crítica epistemológica consistente frente al desarrollismo). La década de los años sesenta fue un paréntesis muy interesante en este camino. La "teoría de la dependencia" intentó contestar aquel modelo con relativo éxito. Una rara coincidencia entre contexto socio-político y elaboración teórica colocó a las tendencias dependentológicas en una situación coyuntural privilegiada. De esta difusa combinación vinieron diferentes lineas de configuración cultural: 1. Una crítica muy severa al positivismo-funcionalismo que había hegemonizado el pensamiento académico hasta entonces; 2. Una crítica al dogmatismo del marxismo tradicional que predominaba en el mapa de la izquierda latinoamericana; 3. Una crítica a las teorías de la cultura

prevalecientes, con el resultado de la emergencia de nuevos patrones de lectura del hecho estético; 4. Un cuestionamiento a los modelos políticos en juego que hicieron inviable cualquier "proyecto nacional" durante el siglo XX. En adelante asistimos a distintas formas de declive que van vaciando paulatinamente las viejas maneras de pensar a América Latina. La crisis epistemológica en otras latitudes resonará entre nosotros como colapso: clausura de todos los paradigmas que pretendieron habitar el lecho teórico de una realidad "inventada"G por la Modernidad y vivida dramáticamente por los pensadores más diversos. El derrumbe de los modelos teóricos conjuntamente con la decadencia de las distintas ideologías heredadas de la Modernidad, han abierto definitivamente las compuertas para las nuevas búsquedas. Sabemos que ese camino está lleno de complicaciones. Los viejos y nuevos oportunismos intelectuales reaparecen insistentemente recubiertos de ocasionales vestimentas. El ambiente de confusión teórica predominará por algún tiempo, pues ha sido muy corto el lapso entre el derrumbe y la potencial emergencia de algo nuevo. Este clima de incertidumbre y desencanto no debe inhibir la voluntad crítica. Poder transitar esta turbulencia manteniendo un espíritu de contestación frente a los distintos simulacros del poder, es uno de los retos. HACIA UNA RAZÓN POSMODERNA "Actualmente sólo se puede pensar en el vacío del hombre desaparecido. Pues este vacío no profundiza una carencia; no prescribe una laguna que haya que llenar, no es nada más, ni nada menos, que el despliegue de un espacio en el que por fin es posible pensar de nuevo". M. FOUCAULT: Las palabras y las cosas, p. 333

El debate reciente sobre la crisis de la razón pone en evidencia la persistente recaída en las tradiciones filosóficas cientificistas. Resulta sumamente costoso para el conservadurismo académico admitir lo que por todos lados es noticia: la Razón sujetocéntrica de la Modernidad hace aguas. Todas las energías de la vieja filosofía están volcadas a disimular el impacto devastador de la crítica posmoderna del logocentrismo. La resistencia neoconservadora se expresa de varios modos: como minimización de la gravedad de las crisis de Episteme; como trivialización de los problemas en juego; como satanización de autores y conceptos vinculados al horizonte intelectual de la posmodernidad. El neoconservadurismo académico es de hecho una heterogénea matización de actitudes intelectuales que incluye perfiles del marxismo más retrógrado, residuales herederos de un positivismo en vías de extinción y algunas posturas racionalistas de nuevo cuño. Creo que es innecesario ocuparse de las reacciones defensivas del viejo marxismo-positivismo, entre otras cosas, porque el desconocimiento enciclopédico de los asuntos en debate impide cualquier chance de diálogo, importan, sí aquellas posiciones teóricas que se consideran legítimamente autorizadas a proclamar una "cruzada" en defensa de la Razón.

Destaca en esa dirección la posición de J. Habermas, quien pudiera sintetizar adecuadamente el núcleo fuerte de ¡as argumentaciones en favor de la Razón (de cara al"proyecto inacabado" de la Modernidad). Probablemente toda la obra de Habermas pudiera considerársela como un programa restaurador de la Modernidad en crisis. Pero de modo inequívoco el libro El Discurso filosófico de la Modernidad constituye de manera expresa una estrategia de combate intelectual que no escatima ningún recurso contra sus adversarios. Prueba concluyente de esta estrategia de guerra intelectual son los capítulos del libro consagrados a polemizar con el pensamiento de M. Foucault. Toda la argumentación de Habermas es truculenta, deliberadamente reduccionista, falaz árbitro de la razón frente a los demonios del irracionalismo. ¿Qué se busca con este modelo de debate? Me parece claro que el propósito de este tipo de ejercicio intelectual es descalificar la crítica radical a la Razón Moderna, demonizar como "irracionalismo", el desmontaje de la lógica que permanece agazapada en la Razón Ilustrada. Este modelo de argumentación se repite incesantemente en los escenarios intelectuales más disímiles. Conviene por ello puntualizar en dónde estamos hoy en relación a la Crisis de la Razón Moderna, al estatuto de la critica epistemológica del logocentrismo, al carácter de la crítica eco-epistémica de la racionalidad científico-técnica. Veamos: En primer lugar, destácase la crisis objetiva de la Episteme Moderna, crisis ésta que no puede ser atribuida al fervor posmoderno ni a una contingencia de los climas académicos. La crisis civilizacional de todos los prototipos racionales de la Modernidad no deja lugar para los disimulos. Lo que colapsa hoy es una lógica de sentido, la gramática fundacional del gran relato Moderno. En el centro de este estremecimiento se encuentra el modelo cognitivo básico con el que se pensó en Occidente a partir del siglo XVIII No se trata de un cuestionamiento ingenuo a la razón como función constituyente del cerebro y de lo humano. De lo que sí se trata es de un desmontaje radical (arqueológico-genealógicodeconstructivo) de un modelo de Razón (con "R" mayúscula), de un dispositivo cognitivo, de una legalidad epistémica, de un sistema de claves de inteligibilidad, de una configuración de saberes, de una lógica de las representaciones, del cemento de las prácticas discursivas, de una cierta racionalidad para el funcionamiento cultural, de los contenidos involucrados en determinados modos de subjetivación. La Razón que está en crisis es ésa. No se hagan los distraídos los amigos de la tribu Moderna. Su Razón está quebrada. Sus pretensiones universalistas en el suelo, su régimen de verdad colapsado, su ética hecha añicos; su estética devino vulgaridad; su progreso es un asco; su historia llegó al fin; su sujeto causa pena; su antropocentrismo está maltrecho. Les va quedando su técnica, su democracia y su mercado (¿De qué se quejan?). En segundo lugar, el pensamiento posmoderno desarrolla una crítica explícita a la Razón Moderna. Se trata de un presupuesto epistemológico que deconstruye los tejidos constitutivos de un modo de pensar. Es completamente ridículo el pretexto de "irracionalidad" con el cual el neoconservadurismo quiere escabullirse. La crítica posmoderna al racionalismo ilustrado apunta claramente a desmontar un modo de constitución de sus prácticas discursivas; un modo de articulación del pensamiento y la experiencia; un modo de funcionamiento de la cultura; un tipo de racionalidad directamente agenciada por estrategias de poder. ¿A qué viene entonces el cuento de "irracionalismo"?

En tercer lugar, postulamos abiertamente una razón posmoderna que se deslastre de los contenidos culturales de la Modernidad, que ejerza una crítica severa al discurso técnico (no sólo a su "mala utilización" ), a la razón científica en cuanto tal (no sólo a las "desviaciones" de la ciencia). Abogamos por una razón polifónica, descentrada, fundante y efímera al mismo tiempo. Una razón posmoderna es forzosamente recortada, modesta, fragmentaria, deliberadamente anti-totalitaria, antisistémica y anti-unitaria. Queremos una razón "débil", diferencialista, multiculturalista, fraguada en la simultaneidad de tos tiempos, en el pluralismo de las indeterminaciones, en el desorden, en la turbulencia. Abogamos por una razón discreta, que se coloque en el límite de las nuevas socialidades, en la multiplicidad de sentidos, en la complejidad de la vida, en la desbordante diversidad de las miradas. Una razón posmoderna (con "r" minúscula) debe convivir plácidamente con la sin-razón, con las pulsiones "irracionales"; con la riqueza inmensa de la sensibilidad, con tantos otros modos de acercamiento al mundo. Esa razón posmoderna no renuncia a los retos del conocimiento, a la comprensión-construcción de la realidad. Abogamos por una razón posmoderna que apele resueltamente a la dialogicidad del pensamiento, a la racionalidad (nueva) de la reflexión crítica, a la consistencia (otra) de las construcciones teóricas, a la complejidad del pensar mismo, a la fecundidad de una cierta lógica argumentativa. Sería un disparatado extravío esperar que una cierta lógica del pensamiento sea sustituida por el centelleo pulsional de la poesía. Una estetización del pensamiento, mucha falta hace; una alta dosis de vuelo poético, convendría sin duda a los fines de la comprensión, una sensibilidad proliferante y de recursos múltiples en el lenguaje es deuda de nuestras famélicas ciencias humanas. Pero en ningún caso ha de confundirse la naturaleza del pensamiento teóricamente constituido con la inspiración estética (por muy fecunda que ésta sea). Creo que podemos ser moderadamente optimistas en relación con los aportes intelectuales de los que ya disponemos, y sobre manera, de las contribuciones teóricas que muchas investigaciones en curso deben deparamos. Me parece que la gracia del asunto es saber cómo contagiarse de esta atmósfera de construcción, cómo incorporarse a este torrente intelectual que está abriendo una enorme ventana de cara al siglo XXI. Debe haber variados modos de sentirse parte del colectivo virtual que está pariendo un nuevo pensamiento. Variadas son también las intensidades con las que vivimos este tiempo. Lo que sería imperdonable es que los intelectuales sean arrastrados por la inercia de las mareas y amanezcan un buen día en una solitaria playa donde reza un cartelito: ¡Sólo para damnificados de la razón! "Hay verdades tales que son las cabezas mediocres las que mejor las perciben, pues son las más conformes a ellas; hay verdades tales que sólo poseen atractivos y fuerzas de seducción para espíritus mediocres..." F. NIETZSCHE: Más allá del bien y del mal, p. 209

Rigoberto Lanz Caracas, junio 1995

Prólogo a la tercera edición

PREGUNTAS A LA POSMODERNIDAD

La ocasión de una vuelta al mundo del lector con este texto, me sirve para retomar cuestiones pendientes que han ido apareciendo en el trayecto que va desde su primera edición en 1995. En estos años se ha intensificado el debate sobre estos tópicos; se han normalizado los quebrantos de espíritu originados con la simple palabra "posmodernidad se han abierto nuevas rutas para la investigación (también para el diálogo entre las tribus más activas). El balance hasta hoy parece bueno. En algunos campos, incluso muy bueno. El trabajo de clarificación está rindiendo sus frutos. El desconocimiento alarmante cede el paso a opiniones cada vez mejor informadas. El prejuicio trivial ya no se exhibe con la misma negligencia de una década atrás. Todo ello es ganancia neta para ambientar un nuevo clima de debate. ¿ POSMODERNIDADES? Sí. En varios sentidos: en la desigual experiencia cultural del mundo que se posmoderniza; en el diferente sentido de las posturas teóricas que se reclaman de la posmodernidad; en el efecto político diferenciado que puede derivarse de lo posmoderno en cada coyuntura. Al igual que en el"Experimento Moderno", en la posmodernidad se diseminan heterogéneamente los contenidos culturales, los dispositivos de subjetividad, los tejidos relaciónales de todo tipo. Por otro lado, el pensamiento posmoderno aparece como un gran mapa de teorías, conceptos e interpretaciones desiguales y contradictorias (coherentemente disímiles). Dependiendo del campo teórico de que se trate, podemos encontrar enfoques diametralmente opuestos que son vehiculados en clave posmoderna. Ello está alentado por la brutal disolución de criterios que acompaña a esta transición epocal. Pero además por la expresa disposición intelectual a afincarse en los modos de pensar, más que en los pensamientos que cristalizan. En fin, el impacto socio-político de lo posmoderno puede ir, desde los más pasivos conservacionismos, hasta los más atrevidos arrebatos anarquistas (todos ellos con igual derecho a una apelación posmoderna). Hay pues distintas posmodernidades (en Europa o en América Latina, por ejemplo) y diferentes posmodernismos (de un autor a otro, de una tribu a otra). Ello plantea complicaciones adicionales a la hora de establecer con claridad las reglas del debate teórico, pero no debería inquietamos demasiado. Conviene sí que en cada caso sepamos con precisión de qué estamos hablando cuando recurrimos a una caracterización de procesos posmodernos o a qué pensamiento (o pensador) nos referimos cuando apelamos al posmodernismo.

¿UN PARADIGMA POSMODERNO? La crisis de paradigmas de la que todo el mundo se hace eco en estos tiempos tiene al menos dos lecturas: una, la constatación de hecho de un colapso generalizado de aquellas matrices epistemológicas donde se residenciaron las teorías, conceptos y categorías. Otra, la suposición según la cual asistimos al cierre de una época en donde sólo podía pensarse a partir de paradigmas. Para la primera lectura, estaríamos en camino de reeditar nuevos paradigmas que sustituyan a los caídos. Para la segunda lectura, estaríamos en un período en el que ya no hacen falta paradigmas para pensar, su crisis en la Modernidad anunciaría la emergencia de otro modo de pensar: la posmodernidad. Cabe todavía un matiz: si por paradigma entendemos los grandes presupuestos que sirven de telón de fondo a cualquier acción cognitiva (no hay conocimiento sin presupuestos), entonces estaríamos obligados a reconocer que la crisis de los grandes presupuestos epistemológicos de la Modernidad no supone erradicación del papel mismo de los presupuestos: por tanto, la cuestión de hoy sería saber ¿cuáles son los presupuestos posmodernos del conocimiento? 1 En esta línea estaría el pensamiento de Edgar Morin, por ejemplo, o la postura de Miguel Martínez. En ambos casos es posible compartir la tesis básica que se sustenta: el proceso de producción de conocimiento no ocurre a ciegas. Aunque carecemos hoy de "grandes teorías" que pretendan explicarlo todo, ello no significa que no estén operando multitud de supuestos en las prácticas teóricas realmente existentes. Se ha producido un resquebrajamiento de los supuestos tradicionales de la ciencia, pero han emergido nuevas ideas que orientan la investigación, que animan la producción de conocimientos, que configuran las agendas con los que interactuamos con otros intelectuales. En este sentido no debe quedar dudas de la existencia de un conjunto de presupuestos epistemológicos que orientan el pensamiento posmoderno en variados campos. Esos presupuestos epistemológicos operan como referentes "débiles" de otro modo de pensar. No se trata de reeditar la pretensión de fundamentos filosóficos universales. Pero sí parece claro que un telón de fondo está cobijando lo que se hace hoy en clave pos-moderna. Visto así, no habría mayor inconveniente en postular legítimamente un paradigma posmoderno para pensar el presente. ¿COMPLEJIDAD SIN POSMODERNIDAD? En distintos espacios hemos insistido en las relaciones que están presentes entre pensamiento complejo y pensamiento posmoderno2. Hay allí distintas matizaciones que deben ser recuperadas críticamente para una mejor comprensión de lo que está en juego. Me parece que hay al menos dos enormes implicaciones entre posmodernidad y complejidad: una, proveniente de la consustanciación cultural entre una época posmoderna y la emergencia de la recomprensión de los procesos complejos. Otra, la explícita postulación de la complejidad como una condición constitutiva del nuevo modo de pensar. 1

He consagrado un nuevo ensayo a este especifico problema: «Las condiciones posmodernas del pensamiento». Tuve la ocasión de compartir esta reflexión con un interesante grupo de cursantes del Doctorado Ciencias Sociales de la UCV en el semestre académico 1998-1999. Allí dicté el Seminario «¿Existe un modo posmoderno de pensar?».

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Tengo en mente eventos muy calificados donde he polemizado sobre este tema: "Congreso interlatino para un pensamiento complejo" (Río de Janeiro, Septiembre 1998); Seminario "¿Fin de la Ciencia?" (Maracaibo, Mayo 1999).

Independientemente de la mayor o menor cercanía con esta o aquella tradición intelectual, más allá del peso que los autores consagrados puedan ejercer sobre este debate, convendría asumir, sin mayores tributos a pagar, la enorme potencialidad que se dispara con la formulación de la complejidad como pivote epistemológico (sobre manera, de cara a los estragos del "pensamiento único" en todas las esferas de la actividad intelectual). Me parece que un pensamiento posmoderno es complejo en todas las acepciones de este concepto. Más aún: desde una óptica posmoderna es como puede ser hoy potenciado el papel de la complejidad, sea como paradigma (conjunto de presupuestos que dotan de significación a las distintas operaciones intelectuales), sea como categorías epistemológicas que circulan en distintos planos de conocimientos, saberes y discursos. ¿TRANSDISCIPLINA SIN POSMODERNIDAD? El mundo académico empieza a inundarse con las buenas nuevas de la transdisciplina. Falta mucho camino para que se establezcan con seriedad los parámetros epistemológicos de este debate. Por ahora funciona el espíritu de la "novedad", de lo que recién llega en ambientes más bien lánguidos y pesados. Pasado el alboroto inicial, la gente podrá ocuparse con detenimiento de limpiar esta agenda hasta delinear los verdaderos problemas, los aportes auténticos. Lo transdisciplinario tiene una versión en clave posmoderna (como también hay versiones que se originan en el seno de las epistemologías tradicionales). Lo que debería ser retenido es básicamente esta tesis: la gracia de un enfoque transdisciplinario es su distanciamiento radical con la lógica disciplinaria del pensamiento Moderno3. Desde una crítica epistemológica al mapa disciplinario de la ciencia puede recrearse toda una plataforma de dispositivos intelectuales que impacta deforma inmediata al programa de investigación. El efecto liberador que tiene zafarse del disciplinamiento cognitivo impuesto terroristamente durante siglos, es el mayor aporte que puede hacer lo transdisciplinario para un nuevo modo de pensar. ¿LA UNIVERSIDAD SE POSMODERNIZA?4 El mundo académico es impactado de variada forma por lo posmoderno. El más evidente de estos impactos es la erosión incontenible del viejo suelo epistémico donde se anidaron las concepciones, las teorías, los conceptos. Lo universidad como expresión privilegiada de la Modernidad sufre de modo peculiar el síndrome del fin. La cultura académica toda está irreversiblemente colapsada, no sólo por su implosión "natural", sino por la incontenible presencia de los nuevos tiempos. El recurso de blindarse 3

Este asunto está desarrollado en un texto reciente presentado en un seminario organizado por el CIPOST ("Un Paradigma transdisciplinario para Repensar la Educación", Maturín, Junio, 1999). Este texto se titula "Educación: una mirada desde la posmodernidad, la complejidad y la transdisciplina". Recuerdo el debate que sostuvimos sobre este asunto en el seminario "Globalización, Subjetividad y Poder" (Pto. Ordaz, Marzo, 1999).

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En el libro El Pensamiento Social Hoy (Caracas, Edit. Trópyikos, 1992) tuve ocasión de plantear la tesis de una posmodernización más o menos ciega de la cultura académica.

como fortaleza interior (frente un mundo "externo" rada vez más ajeno) resultó un fiasco. La majadería de tomarse lo posmoderno como "moda", tampoco funcionó. Hoy todo está al descubierto. La única resistencia que se mantiene viva es la ignorancia. Con este tipo de obstáculo es muy difícil luchar. Hay que dejar al tiempo la dura tarea de cambiar una mentalidad. Mientras tanto, un refrescamiento intelectual comienza a notarse en el quehacer normal de la universidad. El escándalo inicial está datado paso a una resignada actitud de ¡qué le vamos a hacer! Tal vez llegue el momento en que la inmensa producción intelectual que circula en el mundo habite críticamente los espacios académicos de nuestras universidades. Mejor que eso: llegará el día en que la universidad toda se vuelque masivamente a la comprensión de los fenómenos socioculturales de hoy, a la pregunta crucial por el presente, a las grandes interrogantes con fas que se inicia el nuevo milenio. No digo que la academia marcha espontáneamente en esa dirección. Digo simplemente que una pequeña revolución cultural podría colocar a este portentoso espacio de recursos intelectuales en condiciones de pensar la sociedad. Tal como hoy se encuentra no puede cumplir esta tarea. Pero fuerzas hay que están pugnando por transfigurar este espacio cultural en otra cosa: una universidad posmoderna. ¿UN SUJETO POSMODERNO? El eclipse de la idea Moderna de sujeto (individuo trascendente que compromete su existencia en proyectos) produce un efecto primero del que resulta muy difícil recuperarse: el vacío. Esta "era del vacío" es justamente un tiempo descentrado donde los grandes metarrelatos ya no comandan la vida subjetiva de la gente. En un clima de desesperanza y reflujo, el protagonismo de las identidades colectivas se desvanece. En ambientes caracterizados por una completa ausencia de voluntad colectiva, el sujeto-proyecto queda patéticamente suspendido. La psicología de masas que corresponde a ese cuadro cultural y político es la apatía, la desconfianza, la desafiliación. Al comienzo se creyó que este adelgazamiento del sujeto Moderno se resolvería con una sobre-dosis de voluntarismo. ¡Malas noticias! El mentado sujeto no se levantó del suelo a donde fue a parar cuando todo se derrumba. El camino de resucitar a un sujeto-proyecto en los mismos términos en que lo concibió el ideario Moderno es una vía cerrada, definitivamente cerrada. ¿ De qué se trata ahora ? En buena parte de resituar la cuestión del individuo a la luz de nuevos agenciamientos colectivos. Las personas no están físicamente paralizadas, ni psíquicamente inhabilitados. De lo que se trata es de arbitrar los nuevos cursos de las prácticas sociales donde lo colectivo se reencuentre con otra socialidad, con otra racionalidad, con otra lógica del sentido. Hay que comenzar por repensar el espacio de lo colectivo prescindiendo de nociones falaces como "nación", "sociedad", o "identidad". Es posible propiciar un nuevo tipo de práctica social fundada en la experiencia inmediata, en la negociación directa, en los lazos provistos por la experiencia misma. Desde allí puede construirse otra experiencia de la libertad, referida no al poder metafísico del Estado, sino a la trama infinita de la dominación que está en todos lados. La cuestión del poder sigue siendo el límite de toda experiencia emancipatoria. Es en el juego micrológico frente a las tramas de

poder donde las apuestas vitales adquieren de nuevo su sentido. Ese individuo que apuesta, en los tejidos complejos de las relaciones sociales, es el nuevo actor de la sociedad posmoderna. ¿QUÉ RELACIÓN HAY ENTRE POSMODERNIDAD Y NEOLIBERALISMO? La instauración efectiva de la Modernidad coincide históricamente con la eclosión del capitalismo más conformado en la segunda mitad del siglo XVIII. La era posmoderna coincide históricamente con los primeros síntomas del post-capitalismo, de la globalidad, de la sociedad de la información, de la revolución micro-electrónica, del imperio de las comunicaciones. Hay una base material que hace posible la emergencia de lo posmoderno. De ello no debe quedar la menor duda. Aquí y ahora los procesos objetivos de posmodernización de la sociedad ocurren al interior de un modelo económico que se encuentren en un tránsito: del capitalismo a la sociedad postindustrial. No es este un camino al paraíso. El postcapitalismo es una mezcla de realidades donde las viejas lacras de la explotación, la coerción y la hegemonía perviven contradictoriamente con los nuevos espacios de libertad. En este post-capitalismo sobreviven todavía muchas experiencias del siglo XVIII y XIX. Las plataformas institucionales en el mundo entero son un híbrido de distintas temporalidades que están lejos de adquirir una fisonomía claramente posmoderna. El mundo de las organizaciones en las esferas de la sociedad, expresan bien este tejido contradictorio entre viejo y lo nuevo. Mientras tanto, existen países, gobiernos, Estados, iglesias, familias, ejércitos, parlamentos, fábricas, que están a mitad de camino entre la agonística de una civilización colapsada y los tímidos alumbramientos de otro tipo de civilización. La posmodernidad es de algún modo la gran puerta entrada hacia una nueva civilización. Como experiencia y como pensamiento, apunta hacia ese horizonte. En esa perspectiva no tienen nada que ver los conceptos de posmodernidad y neoliberalismo. Aquí y ahora el pensamiento posmoderno opera conmo una crítica permanente a todas las modalidades del status quo. Pero no es una "ideología" de la cual pudieran esperarse consejos y soluciones. De nuevo en este punto resulta una arbitrariedad mezclar gratuitamente posmodernidad y neoliberalismo. ¿HAY UNA "METODOLOGÍA" POSMODERNA? No. En general no existe "metodología" de nada. Lo que hay es una convención (cada vez más desacreditada) según la cual el conocimiento se adquiere de una determinada manera ("científica") y para ello hay unos pasos y procedimientos que deben ser cumplidos.

Mi primera recomendación es que todo investigador debe conocer bien el amplio repertorio metodológico disponibles5. A partir de allí queda claro para qué sirve cada una de las prescripciones de esa metodología. Más allá de las simplificaciones manualescas que tanto abundan, o de las contribuciones valiosas que también se encuentran, lo importante es retener esta lección capital: todo proceso de producción de conocimiento supone la resolución de problemas técnicos y procedimentales que pueden adquirir gran relevancia al interior de la investigación. El abordaje de esos problemas dependen exclusivamente de sus propuestas epistemológicas, de su "caja de herramientas", de su mapa cognitivo, de las matrices teóricas con las que trabaja el investigador. Todo consejo externo es más o menos inútil. Así pues, una "metodología posmoderna" no es otra cosa que una majadería o un artificio para mercadear manuales. Pregúntele a Jacques Derrida sobre la "metodología deconstruccionista". ¿DESPUÉS DE LA POSMODERNIDAD? La posmodernidad es una transición cultural que no tiene contenidos duros, especificaciones sustantivas o fundamentos ontológicos. Es una condición cultural efímera y contingente. Su característica más notable es su ambigüedad. Ello le atribuye una fugacidad constitutiva a todos sus productos. ¿Qué quedará como atributo permanente de la posmodernidad?, nada, o casi nada. De tal manera que el afán de proteger la figura de un "ser" posmoderno es sencillamente ridículo. Claro que la fragilidad de lo posmoderno puede durar muchos siglos. Todo es posible; pero me inclino más bien por la metáfora de un estadio breve donde un par de generaciones habrá dejado su huella. Ello indica que las apuestas de hoy deben ser hechas por sí mismas. El pensamiento posmoderno que hoy se difunde por todos lados, está allí para transformarse inmediatamente. La sensibilidad posmoderna que está en juego no es una sustancia sino un tablero de juego, una carta de navegación. Así, los nuevos torrentes culturales que emergerán después de la posmodernidad, encontrarán un suelo esponjoso y dúctil, porque lo posmoderno no habrá construido solideces; habrá pocas cosas por borrar pues lo posmoderno se escribe tenuemente en la arena. Como moda, la posmodernidad ya ha pasado (afortunadamente). Queda todavía el camino de su clarificación como pensamiento y la estupenda aventura de vivirla como experiencia. El autor de estas líneas ha querido contribuir con este libro a hacer más corto el camino de la clarificación intelectual, para que sea más intensa la experiencia de vivir posmodernamente. Caracas, junio 1999

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Esa fue la razón por la cual en el período de la renovación universitaria (1969) nos empeñamos en enseñar lógica a los estudiantes de sociología. Recuerdo que en mis cursos de lógica los estudiantes comenzaban y terminaban el semestre analizando esta brutal sentencia de Wigestein: "Todas las proposiciones de la lógica dicen lo mismo, es decir: nada" (Tractatus Logico-Philosophicus).

INTRODUCCIÓN

… Y de pronto, todo se hizo transparente

"Lo que nos habíamos propuesto era nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, desembocó en un nuevo género de barbarie" MAX HORKHEIMER y THEODOR W. ADORNO: Dialéctica del Iluminismo, p. 7

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Este libro es en cierto modo el resultado de un trabajo de investigación transdisciplinario y multi-institucional que viene desarrollándose desde hace algunos años en el marco del Proyecto "IMPACTO DE LAS CORRIENTES POSMODERNAS EN LAS CIENCIAS SOCIALES ". De allí se derivan distintos alcances teóricos y empíricos que irán siendo publicados según sus autores y demás circunstancias que rodean la labor de investigación. En este tiempo hemos privilegiado la indagación teórica y la compleja tarea de sistematizar una documentación especialmente dispersa. En la medida en que este Proyecto ha estado concebido como una investigación permanente, en esa misma medida hemos visto justificado el esfuerzo inicial por situar y caracterizar el fenómeno posmoderno en la dimensión de su discursividad. 2

¿Qué es la posmodernidad? Esta trivial interrogante está en el origen de la reflexión que sigue. La enorme disparidad de criterios, la ausencia de referentes empíricos que suministren un patrón analítico para asegurar la consistencia de las proposiciones, la naturaleza misma del fenómeno posmoderno (especie de psicología social que habita los frágiles territorios del espíritu), nos condujo a justificar explícitamente los criterios a partir de los cuales se podrían producir los recortes históricos y teóricos. En esa dirección resulta absolutamente esencial volver un paso atrás: caracterizar con precisión el fenómeno de la Modernidad. 3

¿Por qué la Modernidad? No tanto porque en ese terreno haya algún consenso intelectual, sino por una premisa teórica sustantiva: la posmodernidad no se entiende si el análisis prescinde de la crisis de la Modernidad. Esta articulación es tan decisiva que podría afirmarse sin esquematizar en exceso: la posmodernidad es la cristalización socio-cultural de la decadencia de la Ilustración. Como fenómeno objetivo la posmodernidad se nutre de los

signos de la crisis de la Modernidad. Es obvio entonces que el punto de partida del análisis sea precisamente un intento de delimitación del significado cultural de la Ilustración. En este punto encontraremos nuevamente grandes disparidades de criterios para evaluar lo que cada quien está entendiendo por "Modernidad" Hemos procurado sintéticamente aportar una base consistente para situar con cierto énfasis el fenómeno de la Modernidad en la Europa del siglo XVIII. El pensamiento de la Ilustración, con todos sus nexos sociológicos al interior de las redes de poder de esa época, marca claramente el horizonte civilizacional de la humanidad hasta nuestros días. No estamos hablando pues de cualquier anecdótico detalle de antropología cultural, sino de la marca civilizacional más importante de los últimos tres siglos de nuestra flamante cultura occidental. En lo que sigue, el lector encontrará una propuesta de demarcación del pensamiento de la Modernidad a partir de la cual puede disponerse de las claves de inteligibilidad para una lectura apropiada del fenómeno posmoderno. 4

Para una mejor comprensión del punto de vista a partir del cual enfocamos esta problemática hemos creído conveniente distinguir la dimensión objetiva de la posmodernidad del discurso posmodernista. Así, podemos examinar en momentos distintos, tanto la posmodernidad pasiva (fin de la historia, muerte del sujeto, crisis del progreso, fin del socialismo, etc.), como la positividad del discurso posmoderno (la tónica intelectual que como propuesta plantea: pluralidad de paradigmas, pensamiento abierto, vocación intertextual, diferencialidad, diseminación, postura intercultural, estrategia deconstructiva, etc.). Este libro se plantea librar una discusión al interior de esos dos momentos, intentando en cada caso extraer las implicaciones que ello tiene para una caracterización del tiempo en que vivimos. 5

Nos hemos esforzado por situar la cobertura social del fenómeno posmoderno, así como su significación real para la dinámica intelectual en esta coyuntura. En este punto hemos querido desarrollar una tesis que recorre el libro: la crisis de la Ilustración ha dado lugar a una cristalización subcultural que predomina en el conjunto de esta civilización: la nueva Modernidad. Esta racionalidad dominante —portada y reproducida en el discurso massmediático— coexiste con un epifenómeno localizado en los circuitos de la intelligentsia: la posmodernidad. Hemos querido mostrar esta dialéctica particular porque pensamos que allí se juega en buena medida el peso específico de la tónica posmoderna. 6

El discurso posmoderno está de hecho matizado. Las lecturas sobre la tónica posmodernista pueden ser muy distintas en atención al ámbito de que se trate. Lo que ocurre en el campo de la arquitectura no es idéntico a lo que está aconteciendo en el terreno filosófico. Lo mismo podría decirse si comparamos el arte posmodernista con la discusión en sociología, por ejemplo. Esta posibilidad de diversas lecturas empalman con las distintas significaciones que pueden ser atribuidas a ciertas propuestas desde la posmodernidad. Este libro se ha esforzado en mostrar los vínculos entre determinados rasgos del neoconservadurismo con alguna tónica posmodernidad. De igual manera, hemos intentado recuperar la dimensión crítica que puede ser leída en ciertos planteamientos focalizados del discurso posmoderno.

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Este texto pretende polarizar la confrontación ético-intelectual de este tiempo entre una tónica posmoderna neoconservadora que se repliega de la escena y un pensamiento crítico que se bate contra la dominación. Ello nos ha conducido a una puesta al día de discusiones epistemológicas centrales alrededor de tres tópicos concomitantes: la cuestión del sujeto y la ética, el problema del cambio social, la cuestión del desencanto y la utopía. A partir de ciertos legados de la "Escuela de Frankfurt" hemos intentado reelaborar algunos presupuestos teóricos que engarzan en la coyuntura de hoy. ¿Es posible confrontar el discurso posmoderno neoconservador desde una postura crítica que radicalice los cuestionamientos a la Modernidad? 8

En las líneas que siguen el lector encontrará una reflexión que intenta situarse —problemáticamente— en el centro de un discurso de la emancipación. Habida cuenta de la atmósfera intelectual reinante, semejante postura no parece obvia automáticamente. De allí nuestro esfuerzo por rescatar y revalorizar el papel del debate teórico, la necesidad imperiosa del diálogo diferenciado. Este texto testimonia con mucha fuerza la vitalidad de la voluntad teórica que acompaña nuestro esfuerzo. Sin otra pretensión que una oportunidad de interacción. Sin complacencias de ocasión, pero también con un cierto sentido de las proporciones. Este libro puede ser leído como una entusiasta celebración frente al derrumbe de casi todo. El lector no encontrará fórmulas, soluciones, ni consejos. Pero tampoco hallará esta lacrimosa quejadumbre ante "la crisis" que tan útil ha sido para alimentar el oportunismo y la incompetencia simple y llana para pensar el futuro. Tras la caída de muchos mitos se produce un natural repliegue de la voluntad y un comprensible escepticismo del espíritu. Estos son datos brutales de la realidad con los cuales hay que lidiar en el trabajo cotidiano. Este libro quiere ser un espacio para indagar algún camino. Nada más que eso.

"Así cada libro me lanzó en adelante hacia un libro nuevo, porque el mundo se me había revelado como desbordando todo lo que yo podía sentir, conocer y decir". SIMONE DE BEAUVOIR: La forcé de l'áge, p. 601

PRIMERA PARTE

UNA TÓNICA POSMODERNA

"La modernidad es lo transitorio, lo fugaz, lo contingente, la mitad del arte; así la otra mitad es lo eterno e inmutable". CHARLES BAUDELAIRE Oeuvres Complètes, p. 553

CAPÍTULO I

FATIGA DE LA RAZÓN ILUSTRADA "Si el moderno estuvo guiado por las culturas anglosajonas, ¿no podría la posmodernidad ser la época de las culturas latinas?" GIANNI VATTIMO: La sociedad transparente, p. 69

El debate postmoderno o el análisis del fenómeno objetivo de la posmodernidad no puede prosperar sin una cierta caracterización de la Modernidad, no sólo por razones de orden metodológico. Se trata de un requerimiento interno de todo discurso que intente dar cuenta de fenómenos culturales cuya transcurrencia (cuya temporalidad) no puede darse por supuesta. Tal vez la ambigüedad del término "Modernidad" forma parte de los problemas teóricos que están involucrados en esta importante controversia. Conviene por ello despejar en lo posible el núcleo básico del debate para procurar la mayor profundidad en las formulaciones teóricas. MODERNIDAD/MODERNO: LOS EQUÍVOCOS A LA MANO1 La más inmediata de las dificultades en toda discusión es el uso mass-mediático de la palabra "moderno". Todas las subideologías en boga se sirven de modo apabullante de esta sugestiva señal lingüística. El discurso publicitario manipula hasta la saciedad la resonancia positiva que está asociada a "lo moderno". En esta perspectiva se sitúan todos los arquetipos de mentalización asociados a "progreso", "tecnología", "desarrollo", "bienestar". "Moderno" es una representación de usos múltiples (ideológica, estética, cognitiva). La referencia negativa que tiene enfrente es: atraso, viejo, anticuado, tradicional. Este juego es ampliamente explotado por la industria cultural con propósitos bien conocidos2. Es muy importante retener que la Modernidad de la cual hablamos en este texto nada tiene que ver con los significados que acabamos de referir. Es absolutamente clave para un 1

"La verdadera revolución del siglo XIX, de la Modernidad, es la destrucción radical de las apariencias, el desencantamiento del mundo y su abandono a la violencia de la interpretación y de la historia". JEAN BAUDRILLARD: Simulacres et Simulation, p. 231.

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"La modernidad es un tópico usado por tan diferentes protagonistas y con contenidos tan dispersos que acaba siendo un término equívoco". REYES MATE: Modernidad, religión, razón, p. 13. FRANÇOIS LAPLANTINE en su libro Mesianismo, Posesión y Utopía: Las tres voces de la imaginación colectiva (Cap. IV, "El arcaísmo y la modernidad"), utiliza de manera equívoca "modernidad" por modernización.

debate "sin ruidos" que deslindemos de un modo tajante la idea mass-mediática de "modernización" del concepto histórico de Modernidad. Sólo así podremos evaluar adecuadamente el significado cultural del fenómeno posmoderno. MODERNIDAD/MODERNIZACIÓN: UNA CONFUSIÓN DEMASIADO ÚTIL3 En sentido casi figurado podría afirmarse que toda la ideología modernizante tiene su origen en la Ilustración del siglo XVIII. Pero esta postulación genética no ayuda mucho a la comprensión de un fenómeno histórico cuya denominación —Modernidad— se confunde con lo que contemporáneamente se entiende como "modernización". En términos sociológicos la "modernización" supone un proceso por el cual las sociedades (los grupos humanos) adoptan patrones de organización (instituciones económicas, políticas y culturales) según las aplicaciones tecnológicas más actualizadas 4. Se entiende "modernización" como un progresivo distanciamiento de las sociedades tradicionales. En América Latina los diversos matices ideológicos de la "modernización" han funcionado en el mismo sentido, es decir, una representación del "progreso" según la cual los males de estos países se deben a su tradicionalismo. Así, los planes de "modernización" operan como ideología automática que se justifica por sí misma. Como puede apreciarse, la idea de Modernidad, como categoría histórico-cultural, no debe ser confundida con la idea de "modernización" manejada por las ciencias sociales para referirse a la "puesta al día" de las instituciones en relación con la "sociedad tradicional". ¿Hay un vínculo entre ambas? Claro que sí, pero no deben ser simplemente igualadas. LA MODERNIDAD COMO VANGUARDIA5 En los debates teóricos en el seno de las distintas concepciones estéticas es frecuente asociar el proyecto de la Ilustración con la idea intrínseca de vanguardia.

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La polémica MARSHALL BERMAN vs. PERRY ANDERSON puede ser seguida en revista Plural, N° 236, México, mayo 1991.

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J. HABERMAS en su comentado ensayo: "La modernidad, un proyecto incompleto" (En Varios: La posmodernidad), hace un largo recorrido rastreando los sentidos atribuidos al término "modernidad".

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"...el fenómeno cultural moderno de las vanguardias ha perdido toda energía y toda sustancia radical". EDUARDO SUBIRATS: La crisis de las vanguardias y la cultura moderna, p. 18. Obsérvese el desparpajo con el que D. Bell interpreta este fenómeno: "La observación común de que hoy ya no hay vanguardia significativa —de que ya no hay una tensión radical entre un nuevo acto que escandaliza y una sociedad escandalizada— sólo quiere decir que la vanguardia ha obtenido la victoria"(???). DANIEL BELL: Las contradicciones culturales del capitalismo,p. 47. Ver: IRIS M. ZAVALA: La posmodernidad y Mikhail Bajtin. Madrid, Edit. Espasa Calpe, 1991.

"¿Ha muerto la modernidad? ¿Han muerto los sueños y las esperanzas, las utopías, la voluntad de ser y la rebeldía, el anhelo de lo nuevo, la voluptuosidad de la crítica que todo lo devora y renueva, los misterios del amor, la libertad y la creación?" 6. Las investigaciones realizadas por Eduardo Subirats están fuertemente inspiradas en la idea de la vanguardia como categoría fundante de la Modernidad 7. Esta perspectiva tiene una indiscutible importancia en todo lo que concierne al debate en el seno de la literatura, arquitectura y demás manifestaciones artísticas. Buena parte del potencial emancipador de la estética comprometida tiene un fuerte anclaje en la cultura de la Ilustración. Por ello, el abordaje teórico que sugiere la postura que adelanta este tipo de investigación tiene la mayor relevancia intelectual. No obstante, es importante subrayar que una caracterización del fenómeno de la Ilustración debe rebasar los epifenómenos a los que ha dado lugar de manera más o menos notoria. Es el caso, por ejemplo, del impacto enorme de la Revolución Francesa tenida con algo de razón como el paradigma socio-político de la Modernidad. Sin embargo, es importante tener presente que de ese inmenso marco cultural que es la Ilustración han surgido todos los procesos imaginables: desde el fenómeno progresivo de la vanguardia, hasta la barbarie estética de la industria cultural. Por ello, convendría mantener una prudente distancia respecto a la atractiva vitrina de la vanguardia como mostrarlo de ese complejísimo fenómeno cultural de la Modernidad. Igual precaución suscita el fenómeno de la "nación" como fundamento histórico de lo Moderno. La secularización del ideario universal del Iluminismo pasó inevitablemente por la "nación". He allí un tópico muy problemático en los debates actuales sobre globalización. AMÉRICA LATINA Y EL MODERNISMO8 ¿Qué relación existe entre el proyecto de la Ilustración y la poética de Rubén Darío? ¿En qué sentido la Modernidad del siglo XVIII es asimilable al modernismo literario de Latinoamérica?9 6

EDUARDO SUBIRATS: La flor y el cristal, p. 231. Ver igualmente Utopía y subversión: y La Ilustración insuficiente, del mismo autor. Sobre manera, el libro La crisis de la vanguardia y la cultura moderna.

7

El libro de PETER BURGER, Teoría de la vanguardia, es un proyecto frustrado para dar cuenta del fenómeno estéticopolítico de la vanguardia. "Las intenciones de los movimientos históricos de vanguardia se cumplen en la sociedad del capitalismo tardío con una advertencia funesta". PETER BURGER: Teoría de la vanguardia, p. 110.

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Existe una abundante documentación sobre este tema. A los efectos de nuestro particular interés convendría revisar el libro de JEAN FRANCO: La cultura moderna en América Latina. México, Edit. Grijalbo, 1986.

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"Se trata de ver cómo, dentro de la modernidad occidental —de la que América Latina es parte—, se transforman las relaciones entre tradición, modernismo cultural y modernización socioeconómica". NÉSTOR GARCÍA C.: Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, p. 19. "Después de algunos éxitos (escasos) y múltiples fracasos, se impone una reflexión acerca de qué queda, tanto del Proyecto de la modernidad como de los intentos de superación de la modernidad capitalista en América Latina". LIDIA GIROLA: "Particularismo y Posmodernidad", en revista Sociológica, Nos. 7 y 8. México, mayo-diciembre 1988, p. 266.

Estamos nuevamente frente a los equívocos de las denominaciones. Pero por fortuna, hay un hecho sustantivo que resiste el debate de las caracterizaciones. Ese dato básico es la importante producción literaria que invade el siglo XIX latinoamericano. Es probable que toda esta efervescencia literaria pueda ser coherentemente conectada con la Ilustración. Pero es un tipo de articulación que no hace a la propia dinámica de la modernidad europea. Del mismo modo puede evidenciarse una presencia muy ostensible del gran ideario de la Ilustración en el pensamiento independentista del siglo XIX en América Latina. Sobre manera, toda la herencia sociopolítica de la Revolución Francesa. En esta dirección podría avanzarse una hipótesis un poco eufemística: con el pensamiento político de las luchas independentistas en Latinoamérica comienza nuestra Modernidad. Con una curiosa especificidad: el imperio colonial español no conoció de modo idéntico el fenómeno de la Ilustración. Por tanto, ni el enclave colonial en América Latina, ni la dinámica socio-cultural de la metrópoli, tuvieron la connotación filosófica y ética de la Ilustración francesa. Tal como lo plantea Eduardo Subirats: "...la tesis de que en España no ha existido la Ilustración"10.

De cualquier forma, conviene tomar precauciones con los significados atribuidos al modernismo literario en América Latina. Pues tal notación semántica contribuye a la confusión generalizada cuando se trata de abordar la problemática de la Ilustración. LA MODERNIDAD Y SUS LÍMITES HISTÓRICOS11 Sin pretender zanjar un debate que ocupa la atención de investigadores especializados, podemos situar provisoriamente el fenómeno que nos interesa en el acontecer socio-cultural del siglo XVIII. De manera más precisa: en el dinamismo intelectual de los círculos de Londres, París y Nápoles durante ese siglo. De ese modo sabemos a qué atenernos cuando referimos el término Ilustración. Ello no resuelve los problemas teóricos de una periodización. Tales problemas persisten en la historiografía contemporánea. La delimitación espaciotemporal referida sólo procura notar un cierto número de indicios —teóricos, estéticos y socio-políticos— que nos permiten traducir con cierta propiedad el significado de un paradigma. Llamamos Ilustración a ese modelo de pensamiento cristalizado en el siglo XVIII en el quehacer intelectual de una vanguardia que se ubicó en el centro de los acontecimientos, principalmente, de Inglaterra, Francia, Italia y Alemania.

10 EDUARDO SUBIRATS: La Ilustración insuficiente, p. 23. "La modernidad ha sido experimentada por la cultura española, en gran parte, como algo ajeno, y en cierto modo dotado del signo de lo negativo". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, pp. 99-100. 11 RAFAEL FARFAN ("Habermas-Foucault: dos diagnósticos de la modernidad". Revista Sociológica, N° 6, Primavera 1988) hace una documentada investigación del punto de vista foucaultiano sobre la modernidad. Ese análisis concuerda con mi apreciación sobre el problema. En el libro La deriva posmoderna del sujeto he desarrollado lo atinente a las implicaciones epistemológicas de esta discusión. "El umbral del clasicismo a la modernidad quedó definitivamente franqueado cuando las palabras dejaron de entrecruzarse con las representaciones y de cuadricular espontáneamente el conocimiento de las cosas". MICHEL FOUCAULT: Las palabras y las cosas, p. 296.

Es obvio que el pensamiento del siglo XVIII no se comprende sin una enorme cantidad de antecedentes que se remontan hasta el Renacimiento. Es evidente del mismo modo que el despliegue de este tipo de matriz teórico-estético-ética no se redujo a los países señalados. Sin embargo, quisiera insistir en la acotación propuesta en beneficio de una mayor coherencia y claridad de lo que estamos entendiendo por Ilustración 12. A este respecto es de una gran utilidad prestar la mayor atención a investigaciones teóricas como la de Ernst Cassirer: Filosofía de la Ilustración (entre otras muchas contribuciones intelectuales del mismo género), en la cual podemos constatar sin equívocos, tanto el acontecer filosófico del siglo XVIII, como la significación histórico-cultural del paradigma epistemológico que allí se funda. En lo que respecta al interés básico de nuestra propia investigación considero suficientemente justificada —teórica e históricamente— la caracterización de la Ilustración que nos ofrece E. Cassirer. Ello no cierra, de ningún modo, la controversia intelectual sobre este tópico, pero sí nos delimita con precisión un ámbito de estudio, un modelo de pensamiento, determinados actores (y no otros), una cierta red teórica-política y, a partir de allí, un espacio de repercusiones a nivel mundial que conecta hoy con el asunto central de la posmodernidad. Sacaríamos provechosas ventajas si a partir de este momento el lector nos sigue atentamente en lo que concierne a no extralimitar el concepto de Ilustración a ningún otro ámbito que no sea el pensamiento del siglo XVIII (tal y como ha sido magistralmente caracterizado en la citada obra de E. Cassirer). LA MODERNIDAD EN BREVE Cualquier muestreo intelectual sobre "El Siglo de las Luces" —una "arqueología del saber", una "genética del pensamiento", una "morfología de la episteme del siglo", etc. —, que encontrará un arquetipo ético-cognitivo en el cual concurren: una apoteosis de la razón, el optimismo del progreso13 y una confianza ilimitada en el sentido de la historia14. 12 El libro de SERGIO RABADE: Método y pensamiento en la modernidad, Madrid, Edit. Narcea, 1981, es un típico ejemplo de las dificultades que representa la caracterización del período y la tónica intelectual llamada "Ilustración". Este autor da por sentado con gran convicción que la "Modernidad" nace con el "Renacimiento". De igual manera puede apreciarse esta dificultad en ensayos como el de ABELARDO VILLEGAS: "Otredad y Modernidad" (en revista Universidad de México, Nº 482, México, marzo 1991), donde el autor plantea la "modernidad" como pensamiento del siglo XVII. 13 "Apenas si siglo alguno está impregnado tan hondamente y ha sido movido con tanto entusiasmo por la idea de progreso espiritual como el Siglo de las Luces". ERNST CASSIRER: Filosofía de la Ilustración, p. 19. Existe una amplia bibliografía relacionada con la descripción del contexto cultural del siglo XVIII. Véase: E. CASSIRER: Filosofía de la Ilustración, México, Edit. FCE, 1973. ALFREDO COBBAN (comp.): El Siglo XVIII, México, Edit. Alianza, 1989. GEORGE CLARR: La Europa Moderna, México, Edit. FCE, 1980. Puede constatarse también toda una orientación teórica que se ocupa del problema modernidad/posmodernidad desde la perspectiva teológica. Véase: A. MOLLER-ARMACK: El siglo sin Dios, México, Edit. FCE, 1968. REYES MATE: Modernidad, religión, razón. Barcelona, Edit. Anthropos, 1986. R. J. ZWIWERBLOWSKY: Más allá de la tradición y la modernidad, México, Edit. FCE, 1981. CLAUDE TRESMONTANT: La crisis modernista, Barcelona, Edit. Herder, 1985. HANS KHUN: La posmodernidad teológica, Madrid, Edit. Alianza, 1990. "Somos modernos o, mejor, nos estamos haciendo modernos permanentemente; el predominio de lo moderno es un hecho consumado, y un hecho decisivo". BOLÍVAR ECHEVERRÍA: "Modernidad y capitalismo", en revista Nariz del diablo, N° 15. Quito, S.F., p. 5.2. Ver: ALAIN TOURAINE: Critique de la Modernité, París, Edit. Feyard, 1992.

Toda la atmósfera cultural del siglo XVIII, desde la herencia que dejó Fontenelle 15, hasta los jacobinos de la Revolución Francesa, pasando por el escepticismo académico de Montesquieu, el espíritu de "casandra" de Rousseau (a decir de Ferenc Fehér: "Rousseau fue la casandra de la Ilustración")16, está marcada por el entrecruzamiento de razón, progreso, historia. La Modernidad es la apoteosis de la razón y el proyecto histórico convertido en contestación radical a lo que el Renacimiento no había podido abolir: el nada metafórico poder del clero y el oscurantismo monárquico. La Ilustración no se entiende sin ese contenido reactivo que es fundamental en la animación intelectual que se da en Londres, París y Nápoles. La modernidad es un proceso de contraposición ideo-político contra todo lo que significaba — ética e intelectualmente— el imperio monárquico-eclesiástico. De allí el elan revolucionario que adquieren sus ejecutores en todos los terrenos, desde el concepto mismo de vanguardia estética, hasta el significado socio-político de la accidentada Revolución Francesa. La síntesis filosófica que realiza Kant es en cierto modo la cumbre de esa concepción. La Ilustración encarna en el siglo XVIII el paradigma gnoseológico que se proyecta luego en los siglos XIX y XX hasta el clímax de la civilización tecnológica de hoy 17. En ese sentido no se le puede considerar una "corriente de pensamiento", sino mucho más que eso, la matriz de representaciones que aporta las claves para que distintas corrientes se muevan en su seno. Ese potente marco de significación operó como un sistema de registros de racionalidad que se hicieron con el tiempo valores civilizacionales. No se trata de un cierto concepto específico de "progreso", sino la instalación del progreso como categoría fundante de la lógica del pensamiento y la sociedad. No se trataba de una particular concepción de la "razón" sino la instauración de la razón en el corazón mismo de la racionalidad que gobierna todas las representaciones. No se trataba de registrar una singular idea de la "historia", sino de la incorporación sustantiva de la historicidad como horizonte de sentido del pensamiento y la práctica social. Es pues un modelo civilizatorio que eclosiona en el siglo XVIII y se prolonga de un modo impresionante hasta nuestros días 18. Tal episteme produce diversos efectos de superficie a su interior que dan cuenta de la heterogeneidad —incluso, contradictoriedad— del pensamiento de la Ilustración. Tanto la "dialéctica del iluminismo" (Horkheimer, Adorno), como su específico modo de cristalización en espacios y tiempos posteriores, hablan de la proporción civilizacional que adquirió este singular pensamiento. Hegel y Marx podrían representar dos modelos de ese mismo horizonte epocal. Su reinvención de la razón (luego de la larga tradición cartesiana) aporta un robusto estatuto ético-filosófico a la racionalidad científico-técnica. Una nueva epistemología verá la luz a partir de las concepciones de la Ilustración. La ética del progreso va a desembocar en el 14 "De todas las virtudes, la más abierta e insistentemente promocionada por la Ilustración es sin duda la Tolerancia". FERNANDO SAVATER: "La tolerancia, institución pública y virtud privada", en revista Claves, N° 5. Madrid, septiembre 1990, p. 30. 15 Ya en los años 1680, el célebre intelectual francés FONTENELLE escribió un sugestivo libro (Divagaciones sobre lo Antiguo y lo Moderno), que bien podría formar parte hoy de los debates con los posmodernos. 16 FERENC FEHER: La revolución congelada, p. 71. 17 "A menudo, una era marca con su sello a aquellos que menos se vieron influenciados por ella, aquellos que más remotos estuvieron...". HANNAH ARENDT: Hombres en tiempos de oscuridad, p. 158. 18 "Desde la Ilustración, el progreso se ha transformado, de la noción meramente descriptiva y sustancialmente anodina que era, en un concepto orientador... de la filosofía de la historia". GIACOMO MARRAMAO: Poder y secularización, pp. 199-200.

discurso político de la libertad. Del mismo modo, la revalorización del sentido histórico va a insuflar el optimismo con el que es liderado todo el movimiento de la Modernidad. 19 ¿Dónde estamos hoy respecto al optimismo humanista de una razón progresiva e históricamente repleta de sentido? ¿A dónde fue a parar la gran promesa de un mundo de "libertad" y "prosperidad"? En las postrimerías del siglo XX, ¿qué nos resta de aquella triunfal entrada del humanismo en la historia?20

19 El distinguido L. Kolakowski nos sugiere que vayamos al grano: "Así las cosas, aceptemos nuestra incurable ignorancia de nuestro propio fundamento espiritual y contentémonos con repasar la superficie de nuestra 'modernidad', sin importar qué significa esta palabra" LESZEK KOLAKOWSKI: La modernidad siempre a prueba, p. 9. 20 Recomiendo muy especialmente la lectura del libro de FERNANDO SAVATER: Humanismo impenitente, Barcelona, Edit. Anagrama, 1990. En relación con la incidencia del pensamiento de la Ilustración francesa en el seno de su sociedad, baste con recordar que para 1746 la venerable Corte tenía el récord de incineración pública de tres obras maestras: Cartas filosóficas, de Voltaire; Pensamientos filosóficos, de Diderot, y De las costumbres, de Tousseint. No por casualidad la obra fundamental de Montesquieu (El espíritu de las leyes) fue incluida en el tenebroso índice de "Libros Prohibidos" instituido por el clero.

"Asistimos al crepúsculo del futuro, la baja de la idea de Modernidad, y la boga de una noción tan dudosa como posmodernidad..." OCTAVIO PAZ: "La búsqueda del presente". Revista Vuelta. N° 70. México, enero 1991

CAPÍTULO II

GRAN FINAL: DEL APOCALIPSIS A LA MUERTE POR INERCIA "La Historia, este primor de Hegel y de Marx, esta encarnación de la razón que nos juzga y que nos arbitra, es la Historia de los vencedores". MILÁN KUNDERA: "Un Occident kidnappé". En revista Le Débat, N° 27, París, noviembre 1983

El pensamiento de la Ilustración, forjado como corriente reactiva frente a la hegemonía monárquico-eclesiástica, se desarrolla, a su vez, como discurso dominante durante los siglos XIX y XX. Esta metamorfosis no tiene nada de misteriosa si recuperamos la formulación teórica enunciada con anterioridad: la Ilustración, más que una "escuela de pensamiento", fue una gramática civilizacional que se instaló como matriz de racionalidad de todas las representaciones de una época: estéticas, cognitivas, éticas, etc.1. 1 Este magma epistémico se desplegó sin oposición durante estos últimos dos siglos (contando con que el siglo XVIII fue un tiempo de gestación y fermento contradictorio en sus propias bases). Con el advenimiento y consolidación de la sociedad industrial (del "Doux Commerce" de Ferguson a los "Chicago's boys" del FMI), los núcleos constitutivos de la racionalidad modernista fueron llevados hasta sus últimas consecuencias. LA MODERNIDAD VERSIÓN SIGLO XX La Ilustración como paradigma ético-epistémico cristaliza brutalmente en el apogeo de la sociedad industrial. Como tal, se organiza complejamente en todos los registros de racionalidad de corrientes de pensamiento diversas y contradictorias. La Modernidad devino pensamiento oficial, lógica de la dominación 2. Era inevitable. Fue en cierto modo coherente desde el principio. Pero también sirvió de fuente de uno de los modelos teóricos más agriamente enfrentados a la sociedad burguesa: el marxismo.

1

"La modernidad se escribe y se inscribe sobre sí misma en una perpetua re-escritura" LYOTARD: L'Inhuman, p. 37. "Históricamente, fue es la confianza excesiva en el poder de la razón la que justificó, para la modernidad, la completa ruptura con los 'antiguos'...". MARCELO DASCAL: "Reflexiones sobre la crisis de la modernidad", en revista Crítica, N° 58, México, abril 1988, p. 14.

2

"El Siglo XIX puede verse como el apogeo de la modernidad". OCTAVIO PAZ: "El Romanticismo y la poesía contemporánea", en revista Vuelta, Nº 127. México, junio 1987.

Buena parte del pensamiento revolucionario del siglo XIX (Marx incluido) está anclado poderosamente en el sueño de la razón ilustrada. Es posible leer la utopía marxista como una entusiasta reivindicación de la razón científica, como una festiva invitación al futuro, fundada además en la sólida convicción de un sujeto más o menos predestinado a colmar a la historia de sentidos. Esta es, inequívocamente, la versión oficial del marxismo realmente existente 3. Desde luego, también es cierto que cabe una lectura menos cándida donde el acento de la crítica radical de la civilización burguesa tiene un peso sustantivo. Sólo que esta lectura no ha sido nunca un componente decisivo del juego de fuerzas: ni en el escenario de la política, ni en el campo del pensamiento. El marxismo crítico que existió siempre a un costado del marxismo oficial puede reclamarse legítimamente como resonancia epistemológica antimoderna, pero a sabiendas de su precariedad teórica y su probada impotencia para liderar una poderosa corriente contracultural. El modelo de la Ilustración, así mismo, ha conocido en estos doscientos cincuenta años manifestaciones subversivas y una peligrosa —aunque momentánea— capacidad corrosiva: el surrealismo, por ejemplo. Pero pasados los primeros tiempos de angustia para la dominación, ¿qué resultó de esta impresionante contestación? No me refiero, desde luego, a la "utilidad" del movimiento contracultural del surrealismo. La cuestión remite directamente a un problema crucial para todos los movimientos intelectuales y políticos que se han definido frontalmente contra la cultura dominante: la indiscutible capacidad de absorción/reproducción de todas las relaciones de dominación 4. La eclosión del fenómeno surrealista (como la Revolución Francesa, la Revolución Rusa y similares) marca una curva de ascenso y desplome en la cual está siempre presente al asunto álgido de los modos de reproducción 5. Por su lado, la marcha triunfal de la razón devino lógica perversa de los medios, la ilusión humanista del progreso devino civilización de la barbarie, el sueño de la realización libre de los ciudadanos devino idiotización funcional de la humanidad. En suma, la racionalidad burocrático-instrumental se instaló poderosamente donde dos siglos atrás moraba la esperanza iluminista del progreso6. En las últimas contorsiones del siglo XX asistimos al ocaso de los sueños. La historia no marcha a ningún lado y los actores sociales van y vienen como "trajes ambulantes" (Miguel Hernández). ¿Un colapso civilizacional? Me parece una impresión demasiado epidérmica. 3

"¿Es posible escribir sin un proyecto?". EDUARDO MILÁN, en revista Textual, BE 24. México, abril 1991.

4

JOSÉ R. RODRÍGUEZ-IBÁÑEZ, en su interesante libro El sueño de la razón. La modernidad a la luz de la teoría social, Madrid, Edit. Taurus, 1982, reconoce que el ethos de la Modernidad alberga, simultáneamente, tanto a la tradición de la "integración normativa de la sociedad", como a la tradición del "ideal emancipatorio de libertad", p. 245.

5

"...aceptar la crisis de la modernidad significa apuntar la radicalidad de una situación límite que el hombre moderno vive a la vez como condición existencial e histórica". EDUARDO SUBIRATS: La crisis de las vanguardias y la cultura moderna, p. 40.

6

"La crisis de la idea de historia entraña la de la idea de progreso...". G. VATTIMO: La sociedad transparente, p. 76. "Si existe una referencia común de todas estas formulaciones, ella se resume en la idea de progreso que hace de la modernidad un concepto historicista". PHILIBERT, SECRETAN: "Elements pour une theorie de la Modemité" en revista Diogéne, N° 126. París, 1984, p. 84.

Estamos confundiendo el "malestar de la cultura" en el seno de ciertas élites intelectuales con el alborozado júbilo de las multitudes. No creo en absoluto que la crisis de la Modernidad toque a los pobladores del globo. Todo lo contrario, para los miles de millones de masas amorfas que habitan el planeta, el "proyecto" del progreso fundado en la tecnología, no sólo está vigente, sino que es la única alternativa. Toda la subcultura mass-mediática a nivel mundial se funda en la exacerbación de la tecnología como recurso salvacionista frente a todas las crisis que aparecen y reaparecen. La muerte nietzscheana de Dios y el fin de la historia tantas veces conmemorada 7 sólo interesa como asunto de vida o muerte a reducidas élites iluminadas que hablan siempre en nombre de la humanidad. Mientras un puñado de intelectuales se desgarra por la debacle de la Modernidad, la Coca-Cola y McDonald‛s celebran la más prometedora de las ganancias de toda su historia. El mundo está feliz. Para los incrédulos —siempre los hay— se recomienda como terapia infalible escuchar repetidamente la grabación de las palabras magistrales del Presidente Bush, haciendo el balance de su misión civilizadora en el Golfo Pérsico 8, o la entusiasta proclama universal del Presidente Clinton sobre la hermandad de las comunicaciones. La Modernidad está en crisis, pero el capitalismo nunca estuvo tan rozagante. LA APELACIÓN HABERMASIANA DE LA "MODERNIDAD INACABADA" Ante la bancarrota de los proyectos de cambio, frente a la constatación generalizada de una crisis de paradigmas, ante los signos brutales de la descomposición moral de esta decadente civilización, Habermas recurre a la última línea de defensa: no todo está perdido, no todo ha sido malo, faltan aún algunas cosas, las desviaciones pueden corregirse 9. Esa es la quintaesencia del planteamiento habermasiano frente a los posmodernos. Impotente para recrear una teoría crítica radical, atemorizado por el "irracionalismo" de sus maestros de la "Escuela de Frankfurt", irritado por los desplantes posmodernos 10, Habermas se instala —teórica y políticamente— en el corazón del neo-conservadurismo. Simpática ironía de la historia ésta que coloca al gran crítico del neo-conservadurismo norteamericano y alemán a convivir, con la correspondiente mala conciencia, en pleno centro de la menguada voluntad de transformación y la no menos inocua capacidad de una retórica racionalista (reveladora ironía también aquella en la que Habermas y Rorty se permiten calificar a M. Foucault como "neo-conservador" por su presunta insensibilidad respecto a la "realidad", cuando en verdad, 7

La última es esta perorata que nos vende F. FUKUYAMA, especie de hegelianismo para amas de casa norteamericanas. Ver: "¿El fin de la historia?", en revista Estudios Públicos, N° 33. Santiago de Chile, 1990. Igualmente: "Debate sobre ¿El fin de la historia?...", en revista Facetas, N° 89. USA, 1990. El fin de la Historia y el último hombre. Bogotá, Edit. Planeta, 1992.

8

"No existe otra cosa... que este horror detrás de la ideología filantrópica de la misión civilizadora...". MARC RICHIR: "Au cceur des Ténébres", en revista Esprit. París, mayo 1984, p. 1.383.

9

Ver: J. HABERMAS: "La Modernidad inconclusa", en revista Vuelta. México, 1981. Le discour philosophique de la modernité, París, Edit. Gallimard, 1988. "Conciencia histórica e identidad postradicional", en revista Letras. Madrid, Primavera, 1988. VARIOS: Habermas y la modernidad. Madrid, Edit. Cátedra, 1988.

10 "...no es posible negar que a nivel de los conceptos fundamentales (en particular el de la verdad) Habermas se devuelve al más clásico concepto de la lógica proposicional". DOMINIQUE JANICAUD: "La technique: la question de l'avenir", en revista Magazine litteraire, N° 235. París, noviembre 1986, p. 50.

en abierta contraposición al estilo intelectual de Habermas, M. Foucault representó uno de los mejores ejemplos de consistente compromiso —teórico y político— contra todas las formas de dominación)11. Un "capitalismo con rostro humano" vendría muy bien a la nostalgia iluministaracionalista de Habermas y sus discípulos 12. Una fórmula parecida ahorraría considerablemente los interminables rodeos teóricos y las fatigantes justificaciones. Las bases epistemológicas están echadas: una "teoría de la acción comunicativa" en donde el poder ha sido extirpado previamente. Resultado: un modelo hiperracionalista donde "los buenos" se vinculan con estricto apego a sus competencias performativas (¡Horror de los actos de habla perlocucionarios!). De ese modo la Modernidad —léase: la civilización científico-técnica— es repensada como horizonte universal de la humanidad, en cuyo seno existen las únicas posibilidades de un "mundo de vida" razonable, corregible. LA MODERNIDAD: UNA CULTURA SIN OPOSICIÓN En la tradición intelectual de Marcuse13 es fácilmente constatable el proceso psicosociológico mediante el cual la racionalidad instrumental evacúa en los individuos su capacidad de revuelta. Esta domesticación estructural tipifica la atmósfera de una civilización normalizada en donde la evolución espontánea de sus contradicciones conduce al "enigmático punto cero" (Baudrillard). El balance lúgubre de esta civilización que hacen Adorno y Horkheimer14 da cuenta del mismo proceso por el cual las buenas razones de la Modernidad desembocan en la barbarie y la decadencia de la sociedad industrial 15. La "industria cultural" no es ya la anormalidad perfectible, propia de la complejidad del mundo de hoy, sino una variable constitutiva de la propia lógica de reproducción de todas las relaciones de dominación. Desvanecida la ilusión del socialismo como "antítesis" del capitalismo queda mucho más claro que la mundialización de la lógica del capital no es un juego geo-político, sino la resultante histórico-estructural de un único proceso civilizatorio.

11 "Pero la conciencia contemporánea no es ya la que intentan resucitar los abogados de la modernidad". JACQUES POULAIN: "L'entretien de l'hermeneutique avec la modernité", en revista Les Etudes philosophiques, París, abril-junio 1982, p. 220. 12 Me parece que un buen ejemplo del entusiasmo por este tipo de teorización lo encontramos en textos como el de FERRAN REQUEJO, Coll: Teoría crítica y Estado social, Barcelona, Edit. Anthropos, 1991. El autor está persuadido de haberse topado con "una de las pocas concepciones que da pie a que podamos hablar de esta tercera actitud", p. 14. 13 El hombre unidimensional, por ejemplo. 14 Dialéctica del Iluminismo, entre otros. 15 "Existe una última tendencia fuerte que puede contribuir a la disecación de la imaginación: la banalización cultural". GEORGES BALANDIER: Modernidad y poder, p. 238.

LA NUEVA MODERNIDAD "El triunfo del individualismo, contrapartida de la destrucción del YO, define una nueva modernidad". ALAIN TOURAINE: Critique de la modernité, p. 157.

¡Dios ha muerto, viva la tecnología!16 La mentada crisis de la Modernidad es una representación a dos velocidades que requiere, por ello, una mínima puesta a punto. ¿En qué sentido ha entrado en crisis la Modernidad? ¿Cuál es la cobertura de esta crisis? ¿A quién toca esta crisis? ¿Cómo es influida la sociedad por este proceso? Los síntomas intelectuales de una Modernidad en decadencia son más o menos evidentes. El desencanto de las vanguardias (la propia extinción del concepto de vanguardia) da cuenta de un largo deterioro del anterior atractivo que ejerció la historia, los proyectos, los sujetos afirmados en la razón. Para los círculos intelectuales de todas las tendencias a nivel mundial parecen concluidos los días triunfales cuando el pensamiento ocupaba el centro de los destellos del espíritu. El poder de convocatoria de la razón, el optimismo en la marcha progresiva de la historia, la confianza en el ilimitado bienestar del desarrollo tecnológico, el entusiasmo del sujeto por el sentido portado en todos los procesos de racionalización de la sociedad, todo ello, ha sido ampliamente cuestionado por la intelligentsia. Los sectores intelectuales de todas partes registran con angustia el fracaso de este idílico proyecto de la Ilustración. El último gran intento de un proyecto modernista con vocación de poder —el marxismo positivista— ha desembocado en la más completa bancarrota: económica, ideológica, sociopolítica. Un marxismo-socialismo que vendió la idea-fuerza del sujeto social de la historia, afincado clásicamente en el optimismo de la famosa "revolución científico-técnica"; un marxismo-stalinismo engreído con el "desarrollo de las fuerzas productivas", llenó con ello los circuitos ideológicos del sentido colectivo de los actores sociales. Este último gran intento Moderno de conquistar la "felicidad" ha hecho aguas. Razón de sobra para que los intelectuales desencantados refuercen la idea de una crisis de la Modernidad 17. Por su lado, los signos exteriores del estado de cosas en el mundo entero indican sin equívocos que un desarrollo espontáneo de la lógica social conduce a la barbarie. No tanto al holocausto de la destrucción nuclear por la vía de las guerras, sino peor aún, por el camino viejo de un modelo tecnológico que hace inviable —a largo plazo— al propio globo terráqueo. 16 "En este acabamiento filosófico de la historia, Dios, la sustancia divina del hombre, se ha hecho perfectamente visible. Ya nada está oculto". VICENZO VITIELLO: Los confines de la modernidad, p. 28. "¿Qué es lo divino sino el hecho de que hay muchos dioses y un Dios solo?". PIERRE KLOSSOWSKI: Tan funesto deseo, p. 170. 17 El texto de FÉLIX OVEJERO LUCAS: Intereses de todos, acciones de cada uno, Madrid, Edit. Siglo XXI, 1989; representa un valioso esfuerzo por pensar los signos de la presente coyuntura (en especial, la crisis del socialismo). Lástima que el autor se deje llevar demasiado ostensiblemente por un amargo ajuste de cuentas con un "marxismo" fabricado al gusto para facilitar los cuestionamientos.

Esto no es ya una mera elucubración de las élites intelectuales. Se trata de constataciones demasiado brutales que fundan casi espontáneamente los movimientos reactivos del ecologismo a nivel mundial. Este malestar toca a amplias capas de las clases medias en todas partes y crea movimientos de oposición que no son desdeñables en el escenario político de cada país 18. Tanto la sensibilidad intelectual de las élites, como las señales sociológicas de la civilización industrial, están inscritas en la racionalidad sustantiva de este tipo de sociedad. El malestar intelectual de esta época da lugar a la tónica posmoderna. Los estragos del modelo tecnológico dan lugar a la protesta funcional del ecologismo: acción correctiva que intenta frenar los "excesos" (contaminantes, destructivos) de las tecnologías duras. Más allá de esos dos síntomas, el resto de la humanidad no se da por enterada. Fuera del estrecho círculo de intelectuales y ecologistas, el mundo gira plácidamente hacia niveles incesantes de "confort"19. El proyecto de la Ilustración no es resentido como "crisis" porque las muchedumbres no requieren de "proyectos" para reproducir su miserable existencia. Toda la carga de representaciones iluministas que invadía a la sociedad en el siglo XVIII ha sido radicalmente evacuada por la masiva invasión de la banalidad mass-mediática. La estupidez del discurso publicitario llena con creces la deriva de sentido que preocupa a los pensadores del vacío posmoderno. "Las masas" del globo están suficientemente soldadas a la gramática de la dominación como para convulsionarse por el desencanto posmoderno 20. Lo que estoy sugiriendo es que los valores de la Modernidad están hoy transustanciados en el arquetipo de esta civilización: el progreso técnico. La nueva Modernidad sigue siendo el horizonte de inteligibilidad para la gente de este mundo. La racionalidad burócrático-instrumental construye la discursividad de los actores que resultan hablados por efecto perverso de su inevitable dialogicidad. La nueva Modernidad está gramaticalmente en todos los pliegues discursivos de la sociedad. Espacios, actores y discursos forman la trama constitutiva donde se despliegan todas las relaciones de dominación. La reproducción de estos tejidos de poder no está en juego por la crisis de la Modernidad. El viejo paradigma de la Ilustración se transmuta sin grandes traumas en los nuevos arquetipos de la Modernidad. El viejo sueño de la razón se hace apoteosis en el arrollador modelo de desarrollo tecnológico constitutivo de la civilización occidental. Aparente paradoja la de una "crisis" que potencia de un modo tan inusitado a una civilización que no parece tambalearse por los desplantes posmodernos. La desesperanza no es inmediatamente una conciencia secularizada. Los arquetipos del mercado, la democracia y la técnica funcionan hoy como palancas universalizantes del neoconservadurismo. 18 "Nuestra violencia, esa producida por la hipermodernidad, es el terror". BAUDRILLARD: La transparence du mal, p. 83. 19 "Es realmente sorprendente... ver cómo millones y millones de hombres son sometidos y sojuzgados, la cabeza gacha, a un deplorable yugo, no porque se ven obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están fascinados...". ETIENNE DE LA BOETIE: El discurso de la servidumbre voluntaria, pp. 52-53. 20 "Las categorías socio-cognitivas del mundo social y de interacción guiadas por normas se forman pues en el marco de una comprehensión descentrada del mundo, debido a la diferenciación de las perspectivas del locutor y de éstas sobre el mundo". JÜRGEN HABERMAS: Morale et Comntunication, p. 155.

"Estos últimos años se han caracterizado por un milenarismo invertido en el que, en vez de hacer premoniciones catastróficas o redentoras sobre el futuro, se emiten juicios sobre el fin de una u otra cosa: fin de la ideología, del arte o de las clases sociales... Todo esto, junto, podría constituir lo que se denomina, cada vez más, posmodernismo" FEDRIC JAMESON: "Posmodernismo: lógica cultural del capitalismo tardío". En revista Zona abierta, N° 38. Madrid, enero-marzo 1986, p. 71.

CAPÍTULO III

UN PENSAMIENTO POSMODERNO. LOS SIMULACROS DEL NEOCONSERVADURISMO1 "La idea Ilustrada de la 'razón' encarna dicha teoría: la teoría que postula que existe una relación entre la esencia histórica del alma humana y la verdadera moral que garantiza que la discusión libre y abierta producirá una respuesta correcta a cuestiones morales y científicas". RICHARD RORTY: "La primacía de la democracia frente a la filosofía". En revista Sociológica, N° 3. México, Invierno, 1986-1987

POSMODERNIDAD Y POSMODERNISMO: SUTILEZAS EN TIEMPOS BORROSOS2 La discusión de un asunto tan difuso como la posmodernidad tiene que echar mano de recursos intelectuales poco ortodoxos si queremos dar cuenta del "état d'esprit" 3 de esta época. El pensamiento social —a diferencia de la "ingeniería social" que se propaga en los medios académicos— no dispone de un marco empírico confiable como para hacer formulaciones contundentes en esta materia. No contamos con un universo de correlaciones estadísticas que nos mida el "desencanto", "la crisis de paradigmas" o el sincretismo epistemológico. Sin embargo, el pensamiento social no debe abstenerse de su responsabilidad de explicar y comprender los diversos subproductos en los que desemboca la crisis de la Modernidad.

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El texto de ANDREAS HUYSSEN ("Guía del Posmodernismo", en Varios: El Debate Modernidad / Posmodernidad, Buenos Aires, Edit. Puntosur, 1989, págs. 206-318), constituye un hábil alegato contra la versión habermasiana del "neo-conservadurismo". Pero faltaría saber si existe otra lectura de las corrientes neoconservadoras.

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"La imagen de la posmodernidad es, en la palabra misma que le nombra, una yuxtaposición: 'postmodernidad' no hace referencia a un más allá de la modernidad...". RAYMUNDO MIER: "Posmodernidad: la frase y su finitud", en revista Sociológica, Nº 7. México, mayo-diciembre 1988, p. 239.

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Creo muy útil referir el concepto de "ambiente", empleado por MICHEL MAFFESOLI: El tiempo de las Tribus, Barcelona, Edit. Icaria, 1990.

Hemos visto que uno de los rasgos gruesos que predomina a nivel de la sociedad global es esta especie de nueva Modernidad fundada en la hipóstasis de la racionalidad tecnológica. La otra vertiente que de forma contradictoria domina la escena intelectual en este tiempo es, precisamente, el desvanecimiento de la gran convocatoria ideológica, la decadencia de los proyectos humanistas, el escepticismo hacia la esperanza de "un mañana feliz" (progreso), la masiva desafiliación de las identidades colectivas, la disolvente sospecha sobre la razón y el descentra-miento de la idea de sujeto, la desconfianza hecha religión sobre todo discurso político, el desvanecimiento de la idea-fuerza de vanguardia, el cuestionamiento del modelo tecnológico imperante4. Este registro sintomatológico está ampliamente avalado por todos los focos intelectuales que en cualquier parte del mundo realizan algún diagnóstico de la situación. Una y otra vez se insiste sobre las mismas señales. No hay analista que no aporte algún rastro singular sobre idénticas manifestaciones de la cultura. Un inesperado acelerador ha venido a desnudar las cosas impúdicamente: el colapso político del socialismo burocrático. El debate de comienzos de los años ochenta (Habermas, Lyotard, Vattimo, Derrida, Foucault) se ha visto repentinamente precipitado por este desmoronamiento inercial de la religión stalinista. Ello se está traduciendo en un interés mucho más vivo por varios de los problemas cruciales que el debate Modernidad/posmodernidad abrió en esta década. Tenemos nuevamente una posmodernidad "a deux vitesses": por un lado, la descripción morfológica de unos ciertos contornos culturales que parecen estar allí sin apelaciones. Se trata de algo así como la posmodernidad pasiva: tejido epifenoménico que impregna la reflexión teórica, la producción estética y las elecciones éticas de ciertas élites en todo el mundo. Por otra parte, una cierta postura intelectual que sintoniza con ese estado de cosas produciendo una relativa tónica teórico-existencial. Es ésta una especie de posmodernismo activo que intenta capitalizar —como corriente de pensamiento— los síntomas más o menos evidentes del agotamiento de la razón ilustrada, advirtiendo que en su seno se mueven pensamientos contradictorios. Tenemos así dos momentos que conviene distinguir y matizar para evitar un doble equívoco: uno, suponer que el fenómeno posmoderno es una pura manipulación del "enemigo". Otra, creer ingenuamente que la postura posmodernista es una inocente emanación de los hechos5. Con la primera posición desembocamos a un cierto desdén panfletario al estilo de Carlos Díaz: Escucha posmoderno. Con la segunda postura arribaremos a la entusiasta reflexión de Ferenc Fehér: Políticas de la posmodernidad. En los dos casos lo que ha ocurrido es una inadecuada mezcla de planos en la que el fenómeno objetivo de la posmodernidad se confunde con algunas propuestas —estéticas o epistemológicas— que asumen de un modo beligerante ese perfil. Pienso que no se trata de una clásica receta metodológica sino de un 4

"Delante de ese malestar de la Modernidad, frente a sus impases, las escapatorias son múltiples: tradicionalismo, neoiluminismo, vértigo tecnológico, catastrofismo" JEAN CHESNEAUX: "A propos de la modernité", en revista NRS. París, 1983.

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"El Post-modernismo... es mucho más que una moda intelectual". A. TOURAINE: Critique de la modernité, p. 218.

requisito sustantivo del análisis. Hacer la distinción de estos dos planos permite que cada formulación se someta a los requisitos de consistencia de cada nivel. POSMODERNIDAD PASIVA: EL FIN DE LAS IDEOLOGÍAS6 Independientemente del efecto ideológico que tiene la manipulación de la idea del "fin de las ideologías", hay un componente sicosocial demasiado obvio como para reducirlo al simple juego de adversarios7. Es relativamente visible que la legitimidad del discurso ideológico está en cuestión. La capacidad de convocatoria de esta discursividad es prácticamente nula (siempre en comparación con esa misma legitimidad medida en otros momentos históricos). La ideología como proyecto ha colapsado. Las construcciones ideológicas que se despliegan en el espacio político, así como las grandes confrontaciones axiológicas en los ámbitos académicos, resienten una fuerte contracción, cuando no un colapso definitivo. Por tanto, hoy, esta figura del "fin de las ideologías" ya ha dejado de ser el único recurso de la derecha para escamotear su propia genética axiológica. Se trata, en esta coyuntura, de un dato de facto: la apelación ideológica ha quedado circunscrita a los reductos de un dogmatismo decimonónico. Arcaísmo intelectual que no interpela a nadie y que acaso permite una identificación residual de sobrevivencia política. El discurso ideológico ya no puede fundarse en la idea de sujeto Moderno. "EL HUMANISMO IMPENITENTE"8 El ocaso de la convocatoria ideológica arrastra consigo la confianza Iluminista en el hombre9. Los humanismos populares -cristiano y marxista, por ejemplo- han sido tributarios del gran ideario de la Modernidad10. De Nietzsche para acá, para fijar una referencia extática, está más que anunciada la "muerte de Dios", es decir, la desmitificación de un discurso demasiado ingenuo respecto a la "destructividad humana" (E. Fromm). La caída del gran relato humanista es parte del desplome de toda una visión del mundo. 6

"El carácter imperativo de la moral... se impone no sólo a los débiles y a los oprimidos, sino a todos, confirmando que no hay ningún tipo de hombre actual y pasado que se sustraiga a la lógica deformante del dominio, ya sea esclavo o amo". GIANNI VATTIMO: El sujeto y la máscara, p. 235.

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"También las ideologías parecen haber perdido en nuestros días la capacidad de imaginar un porvenir a la vez factible y atractivo". KRZYSZTOF POMIAN: "El fin del futuro", en revista Vuelta, Nº 55. México, julio 1981, p. 19.

8

Ver: FERNANDO SAVATER, El humanismo impenitente. Barcelona, Edit. Anagrama, 1990.

9

"El único peligro para la humanidad proviene del hombre". FRANCESCO ALBERONI: Las razones del Bien y del Mal. México, Edit. Gedisa, 1988, p. 170.

10 "¿De qué compulsiones debía ser librada la humanidad (todos los individuos humanos) para ser absolutamente libres?". AGNES HELLER: Crítica de la Ilustración, p. 323. "Todos los filósofos tienen en su activo esta falla común: partir del hombre actual y pensar que en virtud del análisis pueden llegar hasta el fin propuesto". F. NIETZSCHE: Humano demasiado humano, p. 17.

La crisis de la Modernidad es en cierto modo la declinación del optimismo en el hombre. Es el descreimiento de esta vieja centralidad que pretende fundar el estatuto de la ética y, desde luego, toda gramática del conocimiento. Tal pretensión ha sido puesta fenomenológicamente entre paréntesis, abriendo con ello un nuevo espacio para pensar el devenir de la humanidad. La promesa Moderna de un mundo feliz desembocó en el holocausto.

EL FIN DE LA HISTORIA11 La razón ilustrada se caracterizó por una potente impulsión intelectual hacia los proyectos de futuro. La lógica del sentido instalada se resolvía en esa peculiar representación del tiempo y la vida de los hombres. El sentido de la acción sólo se recuperaba en conexión con el devenir, pensado y vivido como componente esencial de la existencia, de las identidades colectivas, de la racionalidad global de la cultura 12. En efecto, la lógica cultural de la Modernidad apunta con mucha fuerza hacia el futuro (sea en la versión marxista-historicista de una lógica compulsiva expresada en las famosas "leyes del desarrollo histórico", sea en la versión hegeliana-racionalista de un hombre hecho historia por imperativo de su conciencia). La inteligibilidad de este modo de temporalidad, así como su enorme capacidad para asignar sentido a la vida, ha hecho aguas. La posmodernidad es en cierto modo esta borrosa disolución del tiempo pensado-vivido como devenir y la puesta en suspenso de la lógica discursiva que le servía de sustento ("...si el porvenir pertenece a la libertad de los hombres, nosotros hemos ganado". Raymond Aron: Le spectateur engagé, p. 257). El presentismo posmoderno reformula la idea de tiempo con la que trabaja la Modernidad.

11 "El mundo fue desmentido en su origen, por ello es imposible que se verifique jamás". JEAN BAUDRILLARD: Les stratégies fatales, p. 262. 12 "Al final del siglo, el progreso de la ciencia y la civilización técnica, permiten reencontrar la seguridad del ineluctable progreso histórico". EDGAR MORIN: Penser Europe, p. 115. "La creencia en una historia unitaria, dirigida hacia un fin, ha sido sustituida por la perturbadora experiencia de la multiplicación indefinida de los sistemas de valores y de los criterios de legitimación". JÓSEP PICO: Introducción al libro Modernidad y posmodernidad, p. 45. "La historia progresiva fue 'descubierta' en el siglo XVIII. La idea de que el hombre podía cambiar la naturaleza humana, de que ésta no era una 'esencia' y consecuentemente fija, paradójicamente estaba acompañada por un énfasis precisamente en esa entidad metafísica". MIGUEL RON PEDRIQUE: Los orígenes del liberalismo, p. 23. "...la historia no es sino un modo inesencial del ser, la forma más eficaz de nuestra infidelidad a nosotros mismos". E. M. CIORAN: La tentation d'exister, p. 227. "...la modernidad, de acuerdo con la hipótesis que propongo, se acaba... cuando deje de ser posible hablar de la historia como algo unitario". GIANNI VATTIMO: La sociedad transparente, pp. 74-75.

ECLIPSE DEL PROGRESO13 Es tal vez éste uno de los signos más sensibles en el panorama intelectual del presente 14. No sólo porque la desconfianza hacia las promesas de "progreso" da lugar a movimientos sociales de importancia (los ecologistas, por ejemplo) 15, sino porque la reflexión crítica de todos los matices ha prestado especial atención al papel de esta voluptuosa categoría 16. Las élites intelectuales de todo el mundo se sienten profundamente consternadas por los desastres de esta humanidad que no parece dispuesta a dejarse guiar por "El Bien". El "progreso" se convirtió en una entelequia mass-mediática de uso preferentemente ideológico. La promesa modernista del "progreso" de la humanidad ha sido rudamente desmentida por las miserias de la civilización occidental. Tal "progreso" fue siempre un dispositivo valórico. La señal posmoderna de un pronunciado escepticismo en tomo a la categoría de "progreso" no es, como puede verse, una pura debilidad del intelecto. Se trata de un cuestionamiento a fondo de la racionalidad que subyace en esta idea. EL FIN DE LOS PARAÍSOS COLECTIVOS17 Un rasgo muy sensible a la reflexión intelectual es el reconocido y ampliamente comentado proceso de vaciamiento de las viejas identidades capaces de movilizar las energías del sujeto. Esa mágica relación individuo-sociedad, fuertemente fundada en el discurso de la Modernidad, se ha roto. Con ello se abrieron los caminos para el retomo del solipsismo, la ausencia de reconocimiento de intereses comunes y sobre manera, el más completo —y justificado— escepticismo en tomo a la desgastada tradición de las identidades políticas 18. En 13 "...una irreversible tendencia, llamada progreso, lleva a desposeer el cuerpo y al espíritu humanos de sus sistemas de iniciativas y defensa, para trasladarlos a unos artefactos técnicos". JEAN BAUDRILLARD: El otro por sí mismo, p. 32. 14 "El ámbito de lo simbólico se despuebla. Las ideologías que lo configuran entran en crisis. La idea de progreso también, y arrastra toda noción de proyecto". JOSEP RAMONEDA: Apología del presente, p. 44. 15 "La idea de progreso ha desaparecido, pero el progreso continúa". J. BAUDRILLARD: La transparence du mal, p. 11. "No existe progreso en la historia, el progreso se suelda siempre por el retomo de sí mismo". MARC SAGNOL: "Théorie de l'historie et de la Modernité chez Benjamin", en revista L'Homme et la Société, N° 69-70. París, juliodiciembre 1983, p. 87. "¿Puede el progreso histórico seguir su camino de sacrificios humanos? ¿Tiene la historia —y la vida en aquellos aspectos que dependen de ella— algún sentido?". EDUARDO SUBIRATS: Metamorforsis de la cultura moderna, p. 34. 16 Para una mayor información sobre mi punto de vista, ver R. LANZ: Razón y Dominación. Caracas, Edit. UCV, 1988. 17 "La animación de la escena histórica por los actores de la sociedad industrial parece liquidada. La escena está vacía...". ALAIN TOURAINE: Mouvements sociaux d'au-jourd'hui, p. 18. "Lo social mismo está muerto antes de haber revelado su secreto". JEAN BAUDRILLARD: A l'Ombre des majorités silencieuses, p. 123. 18 "Los discursos sobre la muerte del hombre y el fin del sujeto jamás han sido otra cosa que cobertura pseudo-teórica de una evasión frente a la responsabilidad... del psicoanalista, del pensador, del ciudadano". CORNELIUS CASTORIADIS: Le Monde Morcelé, p. 189. "Todos los observadores están de acuerdo en el hecho de que las formas de organización a través de las cuales se expresan los movimientos de la sociedad han entrado en una fase de replanteamiento, cuyo resultado todavía es ampliamente desconocido. Esta vuelta a la discusión es general, y concierne al Occidente, al Oriente y al Sur". SAMIR

su lugar reapareció un renovado interés por lo local, una cierta nostalgia por "lo micro", lo puntual, lo inmediatamente allí (no mediado por la discursividad del orden representativo) 19. Este instantaneísmo molecular se inscribe en una nueva socialidad. Del lado de la vieja izquierda asistimos igualmente al desvanecimiento de los antiguos mitos sobre el "sujeto revolucionario" 20. La anacrónica apelación del "proletariado" como identidad social concentrada ya no se escucha por ningún lado. Evidencia de un colapso epistemológico que estaba en el comienzo del marxismo positivista pero que recién ha logrado mostrarse en toda su magnitud en el derrumbe de las burocracias del Este 21. La deriva posmoderna del sujeto recompone drásticamente el cuadro de las teorías de la intersubjetividad. La pertenencia a identidades colectivas no conmueve a los "sujetos". El sentimiento de exclusión prevalece para amplias capas de la sociedad que ya no se sienten "representadas" en la discursividad del Estado, de partidos o sindicatos. La identificación con perfiles sociales de cualquier género (clases, grupos, estratos, etc.) corresponde hoy al orden de la pragmática. Ciertos automatismos sociales son suficientes para asegurar el mínimo de coherencia macro sistémica. Una totalidad social −el país, la región, el poblado, el sector−, sin atributos propios no puede propagar con facilidad la antigua aura del sentido iluminista. Ese papel lo cumple hoy la sub-cultura mass-mediática. La gente se reconoce con el exterior a través de la televisión y demás formatos de la industria cultural (a sabiendas que esa visualidad del afuera no es neutra: el discurso mass-mediático termina imponiendo su propia gramática de representación, recortes, valores, etc.) 22. El sujeto ha muerto, su trascendencia metafísica terminó.

LA RAZÓN BAJO SOSPECHA AMIN: "Las nuevas formas del movimiento social", en Varios: El juicio al sujeto, p. 104. Ver: Varios: Aprés le sujet qui vient? París, Edit. Auber, 1989. 19 Ver la optimista y apasionada defensa de esta óptica epistemológico-sociológica en MICHEL MAFFESOLI: El tiempo de las tribus. Barcelona, Edit. Icaria, 1990. 20 "Desprovistos del Gran Proyecto, lo cotidiano se convierte en lo que es: la vida de cada día y de todos los días". MARTIN HOPENHAYN: "El día después de la muerte de una revolución", en revista Estudios Públicos, N° 37, p. 37. 21 "La crisis del sujeto trascendental sigue a la imposibilidad de un discurso de la totalidad". FRANCISCO JARAUTA: "Fragmento y totalidad", en Varios: Los confines de la modernidad, p. 60. "Toda una generación que no había vivido más que para la política, ha hecho esfuerzos para volverse a apropiar del amor, la pasión, el gozo". UMBERTO ECO: "El intelectual en la discoteca", en Revista de Occidente, N° 265. Noviembre 1983, p. 43. "...el re-encantamiento del mundo no es sino otra manera de decir el politeísmo de los valores". MICHEL MAFFESOLI: Au Creux des Apparences, p. 180. 22 Ver: Varios: El juicio al sujeto. México. Edit. Flacso, 1990. FDO CALDERÓN (Comp.): Los movimientos sociales ante la crisis, Buenos Aires. Edit. UNU/CLACSO, 1986. Ver igualmente el libro de LOUIS DUMONT: Essais sur Vindividualisme. París, Edit. Seuil, 1984, pp. 68-114.

"Esta duda escéptica con respecto a la razón y los sentidos es una enfermedad que no puede curarse nunca..." HUME: Del conocimiento, p. 176

Otra figura ampliamente reconocida por los analistas de la posmodernidad es esta "peligrosa" desconfianza hacia los atributos instrumentales y trascendentes de la razón. Algunos se escandalizan por la resurgencia del "irracionalismo" 23, otros resienten las crecientes dificultades de los modelos racionales para dar cuenta de infinidad de fenómenos 24. Ciertos intelectuales sospechan que después de Heidegger y Nietzsche ya nada es igual para la razón ilustrada (Vattimo). Otros pensadores se esfuerzan por restituir la credibilidad de la razón con programas post-metafísicos muy sugestivos (Apel, Habermas). Como quiera que sea, el trono de la razón Moderna está en cuestión y ello acarrea importantes consecuencias para la investigación epistemológica. Facilita al menos un cierto entendimiento de los alcances de una crítica radical de la ciencia; no sólo de sus efectos instrumentales, sino, principalmente, del estatuto de racionalidad que la funda como fuerza y legitimidad de esta civilización del dominio. La razón Moderna ya no puede sostener su dictadura logocéntrica. Toda una corriente de pensamiento pulsional (Ciorán, Baudrillard, Donzelot, Glucksmann) sacan provecho de esta atmósfera de justificado desprestigio de la razón. El desencanto posmoderno termina siendo por ese camino la decadencia de la razón ilustrada; ámbito de desencantamiento de las pretensiones universales de una lógica del poder. LA CIVILIZACIÓN TECNOLÓGICA AL DESNUDO25 Buena parte del malestar posmoderno de las élites en el mundo entero proviene del inocultable desastre al que conduce el modelo tecnológico imperante. El estado de cosas es suficientemente aterrador para andar con eufemismos. A tal punto que podría pensarse sin necesidad de escandalizar que el globo terráqueo marcha ineluctablemente a un colapso ecológico. Un modelo tecnológico eco-depredador que está estructuralmente articulado a la esencia de la civilización occidental, impera hoy impávidamente en todos los confines de la 23 "...el concepto ético-político incompleto de justicia se mantiene por promesa de la Ilustración, que no ha fracasado, aunque puede fracasar". AGNES HELLER: Más allá de la justicia, p. 407. 24 "La crítica radical de la razón paga un alto precio por su Adiós a la Modernidad". JÜRGEN HABERMAS: El discurso filosófico de la Modernidad, p. 397. "...en el debate posmoderno la idea misma de razón resulta un concepto sospechoso del que se puede prescindir". FERNANDO CASTAÑEDA: "Razón y dominación en Habermas". Ponencia presentada al VI Seminario de CLACSO. Santiago de Chile, marzo 1990. 25 "Si el 'progreso' es un mal tan grande, ¿cómo es posible que nosotros no emprendamos nada para deshacernos sin más tardanza?". E. M. CIORAN: La Chute dans le temps. "Debemos damos cuenta de que todo lo que nace tiene que estar dispuesto a un ocaso doloroso, nos vemos forzados a penetrar con la mirada en los horrores de la existencia individual y, sin embargo, no debemos quedar helados de espanto: un consuelo metafísico nos arranca momentáneamente del engranaje de las figuras mudables". FRIEDRICH NIETZSCHE: El nacimiento de la tragedia, p. 138.

tierra. Sólo la sensibilidad ecologista, logra aquí y allá ciertas restricciones al proceso de degradación ambiental. Los más cándidos sostienen que el asunto consiste en "corregir" los excesos en las aplicaciones inadecuadas. Los más pérfidos sospechan que tal modelo de desarrollo tecnológico no es "corregible" puesto que su sola existencia revela la quintaesencia de esta civilización26. ¿Puede cambiarse de rumbo sin alterar la lógica de un modo de vida? Las élites ilustradas han logrado un cierto espacio de opinión en las últimas décadas levantando ciertas banderas conservacionistas e impulsando algunas luchas puntuales en tomo a episodios de alta sensibilidad (la lucha antinuclear, por ejemplo). Ello ha facilitado una relativa movilidad de concepciones en el terreno del binomio ciencia-tecnología. Podría decirse que existe hoy un interesante cuerpo de pensamiento crítico moderado sobre el impacto y las implicaciones de la tecnología. Es indudable que esa reflexión es hoy día un punto de partida básico para la fundamentación de una crítica radical de la racionalidad técnica en cuanto tal. La desilusión posmoderna frente a las tecnologías duras es una clara constatación del fin de aquellos viejos tiempos en los que el "progreso" se fundaba automáticamente en el desarrollo tecnológico. La crisis de la razón es también el eclipse del cientificismo que está en su base. EL DESVANECIMIENTO DE LA IDEA-FUERZA DE VANGUARDIA Tal como lo hemos referido en capítulos anteriores, la Ilustración está asociada a una irrupción estética que cristaliza en los movimientos de vanguardia (literaria, pictórica, musical, etc.). Hasta el surrealismo, por lo menos, la idea de vanguardia traducía una impugnación severa del discurso estético tradicional; pero también implicaba un abierto desafío a los tejidos del poder en la sociedad misma. El impulso socio-político de la vanguardia Moderna es inseparable de la efervescencia creativa en el terreno estético. Detrás de intelectuales y artistas se prefiguraba el compromiso con el ideario de la libertad. Esta impulsión estético-política condujo en todo momento a una confrontación −a veces escandalosa− con los códigos oficiales. Una vanguardia retadora, con una proclama encendida en cada esquina, fue siempre inseparable de los grandes estremecimientos internos del modo de crear. Por eso la vanguardia modernista sintetiza, como ningún otro movimiento cultural, la visión estética y humana de su tiempo. ¿Qué queda hoy de esa inmensa fuerza estético-social? Podría decirse, nada. 26 "Este descontento deriva del hecho de que la mayor parte de las acciones que nosotros desarrollamos dentro de nuestros roles profesionales o en las actividades del tiempo libre o de consumo, no sólo no está orientada hacia los fines últimos sino, más aún, se encuadra dentro de un catastrófico proceso de destrucción y disipación". FRANCESCO ALBERONI: Las razones del Bien y del Mal, p. 190. "La misión llamada civilizatoria tenía por objetivo proclamado sustraer a los pueblos conquistados del imperio de los mitos haciéndolos acceder a las luces de la razón triunfante... de allí, la consagración de un componente fundamental del mito del progreso..." MAMADOU BALLA TRAORE: "Le développement-modemisation: Miroir et écran", en revista Ifda Dossier, N° 80. Ginebra, enero-marzo 1991, p. 30. Ver: JEAN-JACQUES SALOMON, Le destin technologique, París, Edit. Balland, 1992.

La estética posmoderna vuelve a ser la decadencia de lo bello nacido de la Modernidad. A pesar de la intención contestataria de algunas manifestaciones estéticas, no hay nada que se parezca a la noción de vanguardia. Ni en las propuestas formales, ni en la percepción del mundo, ni en la fuerza de irrupción frente al poder. ¿Y la función crítica del arte? Con razón se ha dicho que el deliberado eclecticismo de la estética posmoderna denuncia su vacuidad e impotencia frente al mundo. ¿Cuál es el vínculo entre ética y estética? Ello no excluye que en algunos casos el trabajo de un artista o un pensador exprese una liberación de límites, un aporte creativo o una búsqueda de alguna trascendencia. No se trata ahora de evaluar el estatuto de esta gramática de lo bello, ni de examinar en cada caso su articulación socio-política. Sabemos de suyo de lo controversial que resulta este tipo de aproximación. Sin evitar la confrontación teórica, nos limitamos a constatar los grandes trazos que como movimiento cultural perfilan a la estética posmoderna. El "collage" como propuesta, el sincretismo de las formas, la negativa a todo presupuesto, la renuncia a cualquier significado externo de la obra, la reivindicación horizontal de todos los lenguajes, son algunos de los rasgos que tipifican a la belleza de este tiempo. No puede descalificársele en bloque por su laxitud conceptual o por su intrascendencia socio-política. Lo que sí parece inequívocamente visible es que la estética posmoderna está muy lejos de parecerse a la configuración de la vanguardia moderna. ¿Significa que uno u otro contexto cultural es "superior"? LA POSMODERNIDAD VISTA POR LOS OTROS Uno de los signos exteriores de este peculiar malestar de la cultura que es la posmodernidad lo constituye el salpicado espectro de opiniones que formulan los intelectuales de todo el mundo. Me parece ilustrativo poder disponer de un registro seleccionado de enfoques, pulsiones, tanteos, que hablan por sí solos del "état d'esprit" de este tiempo. Desde luego, ninguna lectura es inocente y no pretendo que la mía sea la excepción. Importaría tal vez que el lector no perdiera de vista el marco de análisis que precede. Las claves para leer los testimonios que recogemos a continuación pueden ser sintetizados como sigue: 1. El fenómeno de la Ilustración está hoy transustanciado en una nueva Modernidad cristalizada en la lógica de la civilización tecnológica. 2. La crisis de la Modernidad refiere a un epifenómeno que toca a las élites intelectuales mientras "las masas" parecen como nunca obnubiladas por la idea del "progreso técnico". 3. El fenómeno posmoderno traduce los signos decadentes del paradigma de la Ilustración, sin la potencia ético-política ni la fuerza estética de la vanguardia de la Modernidad. De ese modo, la posmodernidad aparece como un subproducto cultural que coexiste con la tendencia predominante de la nueva Modernidad. 4. Los testimonios de la tónica posmoderna deben ser leídos en ese marco para evitar extrapolaciones del tipo de "una nueva era" o la fantasía de una nueva civilización.

Hemos querido dar cuenta del fenómeno posmoderno utilizando también el recurso de dejar hablar a sus actores y comentaristas. Sin la ingenuidad de creer que el discurso del actor porta la verdad (después de Foucault semejante candidez sería imperdonable). Es acaso una estratagema para mostrar los pliegues intertextuales donde se anidan las colonias de representación. Tal vez por este camino podamos recuperar las imágenes propias de testimonios intelectuales que no siempre están jugados al espectáculo. Si es cierto que la tónica posmoderna viene acompañada del clásico epifenómeno de la moda27 no es menos cierto que existe también una positividad del discurso que es algo más que el resultado reactivo frente a la posmodernidad pasiva. Hemos caracterizado con anterioridad algunos datos objetivos de la onda posmoderna. Esa atmósfera cultural no es producto de la acción deliberada de una corriente intelectual. Es exactamente lo contrario: el discurso posmoderno resulta de la intersección de hechos culturales realmente existentes, de la objetivación de la crisis, de la posmodernización de la vida cotidiana. Lo que intentamos ver es si ese fenómeno reactivo consigue el espesor teórico de un pensamiento posmoderno o la fuerza liderizadora de una corriente contracultural. Me parece útil a estos efectos poder interpelar el registro seleccionado de testimonios intelectuales que se recogen a continuación, en esas voces habitan los signos de este tiempo.

−•••− "Son los ejes de la racionalidad terrorista de Occidente los que están en crisis". ARMANDO ROJAS GUARDIA: El Dios de la intemperie, p. 98.

"La melancolía y el eclecticismo inundan la producción cultural de nuestro tiempo...". CRAIG OWENS: "El discurso de los otros: las feministas y el posmodernismo". En varios: La posmodernidad, p. 94.

"La vida social ha quedado descentrada...". NORBERT LECHNER: "La democratización en el contexto de una cultura posmoderna". En varios: Cultura política y democratización, p. 261.

27 "La moda es sin duda el índice histórico de la modernidad...". CRISTINE BUCI-GLUKS MANN: La raison baroque, p. 233. Ver además el interesante análisis de G. LIPOVETSKY: El imperio de lo efímero, Barcelona, Edit. Anagrama, 1990.

"Lo que queda entonces, después que todo lo que es sólido se ha evaporado, es la imagen de una gran pantalla donde los signos de cambio, de intrascendencia, de velocidad, de fluidez, circulan y rotan incesantemente". JOSÉ JOAQUÍN BRUNNER: "Los debates sobre la modernidad y el futuro de América Latina". Varios: Diseños para el cambio, p. 82.

"Viajamos en un tren que está adquiriendo velocidad, deslizándose por una vía donde un número ignorado de agujas conducen a puntos de destino desconocidos. No hay un solo científico en la locomotora, y puede haber demonios en las agujas. La mayor parte de la sociedad va en el furgón de cola, mirando hacia atrás". MARIO MORALES: Milenarismo, p. 19.

"Este tiempo será el del pensamiento desarmado, deshecho, impotente para hacer inteligible un mundo donde la única certeza es la del movimiento, donde todo orden parece disolverse en la sucesión de los cambios, donde lo real parece ocultarse en transformaciones o simulaciones múltiples y escapar a toda tentativa de investigación". GEORGE BALANDIER: El desorden, p. 146.

"Refutar la modernidad no es refugiarse en un pasado que ha desaparecido y que es, por tanto, imposible de encontrar". JEAN CHESNEAUX: De la modemité, p. 249.

"El dinamismo innato de la economía moderna y de la cultura que nace de esta economía, aniquila todo lo que crea...". MARSHALL BERMAN: Todo lo sólido se desvanece en el aire, p. 302.

"La orgía es todo el momento explosivo de la modernidad...". JEAN BAUDRILLARD: La transparence du mal, p. 11.

"Yo no interpretaría la escena contemporánea en el sentido del llamado posmodernismo, como un signo del agotamiento o el 'fin' I del modernismo...". JÜRGEN HABERMAS: Entrevista recogida en Leviatán, N° 22. Madrid, invierno 1985.

"Lo real ya no está amenazado actualmente por su doble (Rosset): está amenazado por su propia idiotez". JEAN BAUDRILLARD: Cool Memories, p. 13.

"El paisaje está nublado, agitado; sus puntos de referencia son inciertos. Las apariencias resultan aquello que sería necesario ver. No hay más que una regla en tal circunstancia, tomar distancia". GEORGE BALANDIER: Modernidad y poder, p. 14.

"El problema ya no es hacia dónde ir, sino cómo ir". FERNANDO CLAUDIN: "¿A dónde va la Unión Soviética?", en revista Claves, N° 3. Madrid, junio 1990.

"¡En el período poshistórico no habrá arte ni filosofía, sólo la perpetua conservación de la historia humana!". FRANCIS FUKUYAMA: "¿El fin de la historia?", en revista Estudios Públicos, N° 37. Santiago de Chile, verano 1990.

"La idea de que todo se muere con uno es, realmente, lo que imperceptiblemente destruye el espíritu y la voluntad de creación". MIGUEL RON PEDRIQUE: "Hacia una definición del concepto de lo político", en revista Zona Abierta, Nos. 41-42. Madrid, octubre 86/marzo 87.

"La crítica de la razón instrumental, al permanecer prisionera de la filosofía del sujeto, denuncia como mal lo que no puede explicar en su carácter de tal...". JÜRGEN HABERMAS: Teoría de la Acción Comunicativa (Tomo I), p. 497.

"La Historia, este primor de Hegel y de Marx, esta encarnación de la razón que nos juzga y que nos arbitra, es la Historia de los vencedores". MILAN KUNDERA: "Un Occident Kidnappé", en revista Le Débat, N° 27. París, noviembre 1983.

"Lucifer tiene sin duda necesidad de Dios... él no está en la búsqueda del mal... sino más tradicional, casi académico, incluso escolar, él busca la verdad". ANDRE GLUCKSMANN: Cynisme et passion, p. 175.

"¿Qué es lo que actualmente muere? Ante todo, el humus de los valores donde la bora de la cultura puede crecer y al que ella alimenta y engrosa en retribución". CORNELIUS CASTORIADIS: "Transformación social y creación cultural", en revista Vuelta, N° 127. México, junio 1987.

"No hay más que determinismos locales, no hay más que pequeños relatos". JEAN-FRANÇOIS LYOTARD: Entrevista recogida en revista Sociológica, Nos. 7 y 8. México, mayo-diciembre 1988.

"No creo en absoluto que toda la producción cultural de hoy día sea 'posmoderna'...". FREDERIC JAMESON: "Posmodernismo: lógica cultural y capitalismo tardío", en revista Zona Abierta, N° 38. Madrid, enero-marzo 1986.

"¿Qué tienes posmodernidad, que haces estragos en aquellos que deberían superarte?". CARLOS DÍAZ: Escucha posmoderno, p. 127.

"Europa marcha a su fin". PETER GLOTZ: Manifesto per una nuova sinistra europea, p. 29.

"Hay, nos parece, en la modernidad como proyecto histórico, una serie de paradojas irresolubles de las que resultan los problemas más agudos de las sociedades capitalistas contemporáneas y que han llevado hoy a una crisis de 'fin de siglo' semejante a la del anterior". RAFAEL FARFAN: "Viena 'fin de siglo' y la modernidad como proyecto histórico", en revista Sociológica, N° 3. México, Invierno 1986-1987.

"El posmodernismo o lo posmoderno, si se quiere, no es un concepto temporal-histórico como la Edad Media o la Antigüedad" ARTURO FOINTAINE TALAVERA: "La sensibilidad postmodema", en varios: Modernismo y posmodernismo, p. 296.

"La 'postmodernidad' es una ilusión pues lo que de entrada importa es lo 'social vivido'...". JEAN DUVIGNAUD: Entrevista recogida en revista NRS. París, marzo-abril 1984.

"El término posmodernidad pertenece a una red de conceptos y pensamientos 'post'... en los que, según parece, trata de articularse a sí misma la conciencia de un cambio de época, conciencia cuyos contornos son aún imprecisos, confusos y ambivalentes, pero cuya experiencia central, la. muerte de la razón, parece anunciar el fin de un proyecto histórico...". ALBRECHT WELLMER: "La dialéctica de modernidad y posmodernidad", en varios: Modernidad y posmodernidad, p. 103.

"Ni estilo ni movimiento, el posmodernismo se reconoce más bien... como 'dominante cultural': es decir, como eje de cambios que reordena discursivamente un conjunto de respuestas a lo que marca la condición de las sociedades contemporáneas". NELLY RICHARD: "Modernidad/posmodernismo: un debate en curso", en varios: Modernismo y posmodernismo, p. 308.

"La muerte hará que el hombre reconozca su soledad esencial, acentuada por la degradación de todo cuanto existe, individual y pluralmente". ALBERTO CUE: "Hacia una ética de los tiempos oscuros", en revista Casa del Tiempo, Nos. 98-99. México, noviembre-febrero 1990-91.

"...la historia parece desembocar en el nihilismo del ente carente de sentido". JAN PATOCKA: Ensayos heréticos, p. 99.

"Basta con negar al mundo para afirmar la palabra. El poeta niega al mundo, el poeta se infecta en la historia y hace su crítica". ADOLFO CASTAÑÓN: "Octavio Paz: la otra poética del surrealismo", en revista Textual, N° 25. México, mayo 1991.

" 'La Defense' debería ser zona prohibida, porque allí quedan al descubierto de forma descarada, los secretos tecnocráticos. Le corresponderían alambradas alrededor y carteles de 'prohibido fotografiar'...". PETER HANDKE: Cuando desear todavía era útil, p. 37.

"La vida está en nuestras manos. Hace ya mucho tiempo que ella está vacía de todo contenido". ERNST BLOCH: L'esprit de l'utopie, p. 275.

"La modernidad está inacabada sólo si se entiende por esta descripción que no ha vivido de acuerdo con su promesa". GERARD RAULET: "De la Modernidad como calle de dirección única a la posmodernidad como callejón sin salida". En varios: Modernidad y posmodernidad, p. 342.

"El cuerpo es cuidado en la certitud perversa de su inutilidad, en la certitud total de su resurrección". JEAN BAUDRILLARD: Amérique, p. 70.

"Una vez más una crisis del orden de vida segrega un misterioso reencuentro entre un saber y un poder nacientes: después de la vigilancia y la denuncia del mal, la negociación y la separación devienen ellas mismas mercancías producidas en serie, bajo la forma de prótesis codificadas". JACQUES ATTALI: L'ordre cannibale, p. 282.

"¿Qué relación hay entre sociedad postindustrial y cultura postmodema? ¿Cuánto hay de ruptura y cuánto de refuerzo respecto de la articulación entre sociedad industrial y cultura Moderna?" MARTIN HOPENHAYN: "Ruptura o refuerzo: una ambigüedad vigente". En varios: Modernismo y postmodemismo, pp. 8-321.

"La izquierda subsiste... porque habrá una afinidad... entre esa izquierda ideológicamente difunta y una sociedad políticamente indiferente, entre una izquierda transparente y una sociedad sin secretos, entre la resignación de esa izquierda a todo objetivo histórico y la resignación de la sociedad civil a toda voluntad política". JEAN BAUDRILLARD: La gauche divine, p. 117.

"Yo no estoy seguro que nosotros, países occidentales, seremos todavía capaces de tener nuestra historia". ALAIN TOURAINE: "Somems-nous déjá les grecs de Rome", en revista Autrement, N° 29. París, febrero 1981.

"En un cierto sentido, la polémica entre Lyotard y Habermas es una lucha por la modernidad y su herencia...". PABLO OYARZUN: "Lo moderno en dos miradas". En varios: Modernismo y postmodemismo, p. 341

"Hoy día uno no sabe muy bien en dónde está". JULLES CHANCEL: "En degá, au-delá du politique... les portes étroites", en revista Autrement, N° 29. París, febrero 1981.

"...la escritura es un residuo mercantil del simulacro...". JACQUES DERRIDA: Eperons, p. 112.

"Detrás de las formulaciones modernas el viejo evolucionismo permanece intacto". PIERRE CLASTRES: La société contre l'état, p. 162.

"Pero si la reflexión sobre la carencia de acontecer fuera el acontecimiento final, el "proyecto de la postmodernidad' se acabaría antes de empezar". KLAUS R. SCHERPE: "Dramatización y desdramatización de 'el fin": la conciencia apocalíptica de la modernidad y la posmodernidad". En Varios: Modernidad y posmodernidad, p. 381.

"Es mucho mejor que Ud. lo sepa inmediatamente, yo no cumpliré mi promesa". JACQUES DERRIDA. Otobiographies, p. 13.

"Este arremeter contra las paredes de nuestra jaula es perfecta y absolutamente desesperado". LUDWIDG WITTGENSTEIN: Conferencia sobre ética, p. 43.

"¡Qué insípido hubiera sido ser feliz!". MARGUERITE YOURCENAR: Fuegos, p. 112.

"No sólo el sueño de la razón engendra monstruos, como escribió Goya en uno de sus aguafuertes. También la razón lúcida, en plena vigilia, puede, discurriendo sin frenos, formular impecables teorías sobre la desigualdad de las razas humanas, justificar la esclavitud, demostrar la inferioridad de la mujer, del negro o del amarillo, la maldad congénita del judío, legitimar el exterminio del hereje y el infiel, la conquista, el colonialismo, la guerra entre naciones o entre clases...". MARIO VARGAS LLOSA: Contra viento y marea (Tomo II), p. 436.

"Nosotros debemos resistir a la anulación. Debemos resistir las formidables fuerzas de la regresión y la muerte. En todas las hipótesis, es necesario resistir. Detener la muerte y resistir. Luchar contra la barbarie y resistir". EDGAR MORIN: Pour sortir du vingtiéme siécle, p. 369.

"La utopía de la sociedad sin conflictos es muchísimo menos peligrosa que la idea de que puede organizarse una sociedad de estas características imponiendo por decreto la opinión 'justa'...". LESZEK KOLAKOWSKI: Intelectuales contra el intelecto, p. 127.

"Nosotros vivimos un tiempo de apocalipsis frío". ISI BELLER: "El retorno del Mal", en revista Le Nouvel Obseruateur, N° 1376. París, marzo 1991.

"Es como si hubiéramos creído toda la vida en Dios y, de pronto, un día despertamos y descubrimos que Dios no existe" Reportaje realizado en Cuba por MEDEA BENJAMIN, en Semanal, N° 91. México, marzo 1991.

"Existen hoy por lo menos dos posturas sobre la posmodernidad en la política cultural americana: una, alineada con una política neoconservadora; la otra derivada de la teoría post-estructuralista". HAL FOSTER: "Polémicas (post) modernas". En varios: Modernidad y posmodernidad, p. 249.

"Como para estos (pensemos en Foucault, Vattimo o en Lyotard, el propulsor de 'La condición posmoderna') para Paz la 'modernidad herida de muerte' es la que se inicia con la Ilustración...". VÍCTOR FUENTES: "Octavio Paz y la modernidad", en revista Plural, N° 233. México, febrero 1991.

"Uno no cree más en grandes cosas y se compensa con una suerte de utilitarismo cotidiano. Es el 'bricolage' como reacción al malestar ambiental, al sentimiento de estar profundamente en crisis". BERNARD CATHELAT: "Systéme D. repli tribal... une explosion de centres d'intérét", en revista Autrement, N° 29. París, febrero 1981.

"...como en religión, los recién conversos son con frecuencia los más ardientes en su fe". JOHN KENNETH GALBRAITH: "La estampida al capitalismo", en revista Nexos, N° 158. México, febrero 1991.

"Ser cacheado varías veces al día forma parte de los hábitos del cosmopolita posmoderno...". FERNANDO SAVATER: A decir verdad, p. 300

"Si uno se pregunta a dónde va 'el progreso científico y técnico', no podemos dejar de preguntamos también de dónde viene. Pues sería demasiado simple (incluso simplista) creer que ello es sólo el fruto del amor por el conocimiento y la insaciable curiosidad humana". MARCEL BLANC: L'etat des sciences et des techniques, p. 6.

"Consumir es entonces, comer, pero no sólo por la boca, ni alimentos solamente, sino ropa, vivienda, educación, salud; comer es usar, destruir un sentido para producir otro... Este consumo necesario al funcionamiento de la máquina no es sino una nueva metáfora global de orden caníbal: las ganas y la necesidad de comer, lo mismo para vivir; para reproducirse, para perpetuarse. El deseo de consumo económico remite al recuerdo de comer lo mismo; no de imitar al otro sino de comerlo por el temor de que el otro se lo coma y para alejar un nuevo mal: la incapacidad de la máquina para funcionar por falta o debilidad". JACQUES ATTALI: L’ordre cannibale, p. 167.

"Uno se las arregla como puede, pero cada quien sabe que los discursos de los grandes líderes no son acogidos". RENE BARBIER: "Soi comme projet ou la métamorphose militante", en revista Autrement, Nw 29. París, febrero 1981

"La crisis de las ciencias modernas se produjo, vía Nietzsche y Wittgenstein, a través de la autorreflexividad de las propias ciencias". SCOTT LASH: "Postmodernité et souci", en revista Débats, N° 14, París, diciembre 1985.

"...si el posmodernismo es más un anti que un pro, si es más una actitud que una doctrina, si es más una promesa (o una amenaza) que una realidad, pecado es, repitámoslo, dar un paso más". JAVIER SADABA: "La posmodernidad existe", en varios: La polémica de la posmodernidad, p. 165.

"Esa voluntad emancipadora de la razón ha sido la voz de la Ilustración, ya que, a diferencia de otras filosofías especuladoras, la Ilustración ha puesto en marcha un optimista proyecto de civilización, simbolizado en el progreso de la humanidad, que a la

vista de sus magros resultados, ha provocado la ingenua pregunta de por qué nuestro mundo, proyectado como el reino de la libertad, se ha convertido en un polvorín amenazante". REYES MATE: Modernidad, religión, razón, pp. 120-121.

"Creo que esto se resume en aquella frase lanzada al viento por una barda mexicana, escrita sobre ésta por alguna mano popular: 'estamos cansados de realidades: exigimos una promesa'...". CARLOS CASTILLA PERERA: "De los presos políticos, a los políticos presos", en revista Nexos, N° 161. México, mayo 1991.

"Yo tengo el sentimiento de haber perdido el derecho a la inocencia, al puro disfrute de los placeres de la vida". ROMAN POLANSKI: Roman par Polanski, p. 496.

"El mundo no ha llegado a su fin. Somos hombres y mujeres inconclusos". CARLOS FUENTES: "El intelectual vagabundo", entrevista en revista Textual, N° 21. México, enero 1991.

"Hoy día cuando toda radicalidad crítica ha devenido inútil, toda negatividad resuelta en un mundo que simula realizarse, donde el t espíritu crítico ha encontrado su residencia secundaria en el socialismo, donde el efecto del deseo está depasado, ¿qué es lo que queda sino restituir las cosas al enigmático punto cero?". JEAN BAUDRILLARD: Les stratégies fatales, p. 272.

"El problema es entonces desmontar la manera mediante la cual se constituye hoy esta identidad individual y colectiva y definir el campo de interacción en el cual se constituye el sujeto...". PIERRE ERIC TEXIER: "Quelle identité cherchent-ils?", en revista Autrement, N° 29. París, febrero 1981.

"El carácter demagógico y el designio de influir sobre las masas, es actualmente común a todos los partidos políticos; todos se hallan en la necesidad, en vista de ese designio, de transformar sus principios en grandes majaderías pintadas al fresco sobre las murallas. Es inútil protestar contra esto". FRIEDRICH NIETZSCHE: Humano, demasiado humano, p. 245.

"En aquellos que la vieron por primera vez, las multitudes de las grandes ciudades no suscita sino depresión, repugnancia y horror". WALTER BENJAMIN: Essais, p. 168.

"...la libertad no puede ser aprehendida sino en una negación determinada". THEODOR W. ADORNO: Dialectique négative, p. 182.

"El europeo se disfraza con la moral, porque se ha convertido en un animal enfermo, enfermizo, lisiado, que tiene buenas razones para ser 'doméstico7, porque él es casi un engendro, algo a medias, débil, torpe... No es la ferocidad del animal de presa lo que necesita de un disfraz, sino el animal de rebaño con su profunda mediocridad, angustia y aburrimiento de sí mismo". FRIEDRICH NIETZSCHE: La gaya ciencia, pp. 215-216.

"Quien sólo sueña, de algún modo está muerto; quien despierta, al menos sabe que vive. En un mundo cruel y difícil, real y miserable, pero vive. Sin intermediarios, sin creertcias, sin ensoñaciones. Sólo vive, que no es poco para los tiempos que corren... hay que tener la temeridad de no creer en nada". JUAN ÑUÑO: La escuela de la sospecha, p. 20.

"Escúchame Pobre mundo, insoportable mundo Es demasiado, tú has caído demasiado bajo Tú eres demasiado gris, demasiado pesado Abominable mundo". JACQUES BREL: Oeuvre intégrale, p. 17.

"Los individuos reproducen en sus propias necesidades la sociedad represiva, incluso a través de la revolución, y es exactamente esta continuidad de las necesidades represivas la que hasta el presente ha impedido el salto de la cantidad a la cualidad de una sociedad libre". HERBERT MARCUSE: El fin de la utopía, p. 6.

"Puede decirse sin temor a exagerar que la historia de los hombres se edifica sobre las ruinas de los versos". LEONARDO SINISGALLI: "Treinta proposiciones", en revista Vuelta, N° 172. México, marzo 1991.

"Pero, quién no está actualmente entre paréntesis, quién no está en lo incierto, lo vago, lo movedizo: suspendido". EDWIGE LAMBERT: "Des passions entre parenthéses", en revista Autrement, N° 29. París, febrero 1981

"El temperamento posmodernista, considerado como un conjunto de doctrinas vagamente asociadas, marcha en dos direcciones. Una es filosófica, una suerte de hegelianismo negativo... mucho de esto es una moda, un juego de palabras que lleva un pensamiento hasta una lógica absurda". DANIEL BELL: Las contradicciones culturales del capitalismo, p. 61.

"La idea de la existencia de un progreso de la humanidad en su conjunto, desconocido antes del siglo XVIII, fue compartida frecuentemente por los hombres de letras en el curso del siglo XVIII...". ANNAH ARENDT: Du mensonge a la violence, p. 129.

"El mundo contemporáneo ha presenciado... el trastocamiento de las nociones de sujeto, razón, historia, principios fundamentales de todo quehacer racional". GLADYS VILLARROEL: "La postmodernidad, el cambio social y la política", en Varios: Ideología y posmodernidad, p. 32.

"La ideología occidental del capitalismo, la cual quiere que se elimine sin rastro a cualquier otro 'ismo' ideológico, habla como si estuviera amagando al interlocutor con una pistola: si no aceptas la economía de mercado, ya verás...". GUNTER GRASS: "Breve discurso de un tipo sin patria", en revista Casa del Tiempo. Nos. 53-99. México, noviembre-febrero, 1990-91.

"No más pasado, ningún porvenir, los siglos se disuelven, la materia abdica, las tinieblas están agotadas, la muerte parece ridícula y ridícula la misma vida". E. M. CIORÁN: Histoire et utopie, p. 146.

"Asistimos al crepúsculo del futuro. La baja de la idea de modernidad y la boga de una noción tan dudosa como 'postmodernidad'...". OCTAVIO PAZ: "La búsqueda del presente", en revista Vuelta, N° 170. México, enero 1991.

"La comunicación es el valium del pueblo". SERGE MOSCOVICI: L'age des foules, p. 245.

"La respuesta posmoderna a lo moderno consiste en reconocer que, puesto que el pasado no puede destruirse —su destrucción conduce al silencio— lo que hay que hacer es volver a visitarlo; con ironía, sin ingenuidad. Pienso que la actitud posmoderna es como la del que ama a una mujer muy culta y sabe que no puede decirle 'te amo desesperadamente', porque sabe que ella sabe (y ella sabe que él sabe) que esas frases ya las ha escrito Corín Tellado. Podrá decir: 'Como diría Corín Tellado, te amo desesperadamente'. En ese momento, habiendo dicho claramente que ya no se puede hablar de manera inocente, habrá logrado decirle que la ama, pero que la ama en una época en que la inocencia se ha perdido". UMBERTO ECO: Apostillas a El Nombre de la Rosa, p. 64.

"¿Quién es un buen moderno? El que se interroga sobre el mundo y escribe cosas sobre postmodernidad. ¿Quién es un buen postmoderno? El que vive su vida y nos deja en paz. Ni yo ni tú, querido lector". JUAN ANTONIO RAMÍREZ: "Catecismo breve de la (post) modernidad", en Varios: La polémica de la posmodernidad, pp. 24-25.

"...es fácil descubrir la emergencia de una cultura posmoderna en estas constelaciones políticas, sociales y culturales" ANDREAS HUYSSEN: "Guía del posmodernismo", en Varios:El debate modernidad/posmodernidad, Buenos Aires, Edit. Puntosur, p. 312.

"¿Es entonces el posmodernismo una ideología romántica? Yo creo, que mutatis mutandis, el posmodernismo resume... un tránsito de crisis y de desarrollo en el sometimiento de la sociedad y del trabajo bajo el marco del capital". TONI NEGRI: "Postmoderno", en Varios: La polémica de la posmodernidad, p. 135.

"La discursividad moderna nace de ese punto máximo de desprotección espiritual, de ese vacío que queda con el retiro de la 'historia de dios': de esa conciencia de lo que se extingue". NICOLAS CASULLO: "Modernidad, biografía del ensueño y la crisis", en Varios: El debate modernidad/posmodernidad, p. 25.

"¿Qué es este derrumbamiento desde el punto de vista del trabajo oscuro y tenaz de la historia? Significa el fracaso de la astucia de la razón, la revitalización de la libertad moral..." JORGE SEMPRUN: "Mal y modernidad: el trabajo de la historia", en revista Vuelta, N° 170. México, enero 1991.

"La socialización mercantil forma parte constitutiva del fundamento de la modernidad; la socialización mercantil-capitalista sólo es propia de la figura particular de modernidad que prevalece actualmente". BOLÍVAR ECHEVERRÍA: "Modernidad y capitalismo", en revista Nariz del Diablo, N° 16. Quito 1990

"Hoy somos testigos, según todos los signos, de otro gran cambio. No sabemos si vivimos el fin o la renovación de la modernidad". OCTAVIO PAZ: La otra voz, p. 135.

"¿Por qué está tan difundido el malestar en el bienestar de la modernidad y dónde están las fuentes de esos aspectos de la modernidad que tornan particularmente doloroso este malestar?". LESZEK KOLAKOWSKI: La modernidad siempre a prueba, p. 14.

"La dramática historia de cómo el Mundo Occidental perdió su inocencia religiosa queda... íntimamente relacionada con el sentimiento y el auge del escepticismo religioso en los siglos XVII y XVIII". RICHARD N. POPKIN: La historia del escepticismo desde Erasmo hasta Spinoza, p. 366.

"He de manifestar como conclusión algo que acaso se haya deducido de mis afirmaciones anteriores. Soy platónico de corazón, tanto en la retórica como en otras cuestiones...". PAUL OSKAR KRISTELLER: El pensamiento renacentista y sus fuentes, p. 343.

"La razón, aquella razón de las auroras, ya no parece garantizar tan anheladas libertades en el recinto urbano, y el progreso envuelve la felicidad en etiquetados paquetes de plástico". ANTONIO FERNÁNDEZ ALBA: La metrópoli inicia, p. 90.

"Nuestra sociedad ha puesto a punto el medio de segregar 'esclavos' satisfechos". ALBERT JACQUARD: Voici le temps du monde fini, p. 178.

"Sobre todo en el siglo XVIII se extendió la percepción del futuro como 'horizonte matinal'...". HEINZ R. SONNTAG: Duda/Certeza/Crisis, p. 51.

"Si la modernidad ha podido verse obnubilada por la política/ la posmodernidad podría verse obnubilada por el clan...". MICHEL MAFFESOLI: El tiempo de las tribus, p. 183.

"Veo tantas razones para negar que la vida tiene un sentido que sería inútil enumerarlas...". E. M. CIORÁN: En las cimas de la desesperación, p. 128.

"Del claroscuro de la razón ilustrada puede brotar la utopía cerrada y predefinid ora, mas también la utopía abierta y real...". JOSÉ E. RODRÍGUEZ-IBÁÑEZ: El sueño de la razón. La modernidad a la luz de la Teoría Social, p. 25.

"Quienes desean la sublimidad están aspirando a una forma pos-modernista de vida social, donde la sociedad se autoafirma como un todo sin preocuparse de autofundamentarse". RICHARD RORTY: "Habermas y Lyotard sobre la posmodernidad", en Varios: Habermas y la modernidad, p. 276.

"El ser humano no es capaz de eliminar la muerte, pero sí es perfectamente capaz de evitar la matanza recíproca". NORBERT ELÍAS: Humana conditio, p. 88.

"El encanto y la originalidad de Europa residen en su espíritu crítico, en su escepticismo militante, agresivo; este escepticismo ha concluido su época". E. M. CIORÁN: Adiós a la filosofía, p. 20.

"Estamos frente a una colección de medias verdades pervertidas en estratagemas de evasión". CORNELIUS CASTORIADIS: Le monde morcelé, p. 22.

"Contra la catástrofe que cada cual lleva en la cabeza, poco hay que decir...". FERNANDO SAVATER: Prólogo al libro de Héctor Subirats: El escepticismo feliz, p. 9.

"Hoy en día ha desaparecido el optimismo iluminista acerca de la convergencia de ciencia, moral y arte para lograr el control de las fuerzas naturales, el progreso social y la felicidad de la humanidad". NORBERT LECHNER: Los patios interiores de la democracia, p. 162.

"En los umbrales de la modernidad se produce un fenómeno característico: la aparición de una especie de vida social diferenciada de la vida privada, de un espacio público o publicidad". JOSÉ LUIS PARDO: La banalidad, p. 53.

"...es en el advenimiento del individuo, sugerimos nosotros, que muere el sujeto". ALAIN RENAUT: L'ére de Vindividu, p. 21.

"Porque la burocracia es la más predominante forma de poder en todos los países de las chimeneas". ALVIN TOFFLER: El cambio del poder, p. 301.

"Creo que en esta situación se debe hablar de una 'ontología débil' como la única posibilidad de salir de la metafísica por el camino de una aceptación-convalecenciadistorsión que ya nada tiene de la superación crítica de la modernidad. Podría ser que en esto consista, para el pensamiento posmoderno, el chance de un nuevo, débilmente nuevo, comienzo". GIANNI VATTIMO: El fin de la modernidad, p. 159.

"...la misión es una idiotez. No tengo ninguna misión. Nadie tiene ninguna misión y es un gran alivio sentir que eres libre, que no tienes una misión". MILAN KUNDERA: La insoportable levedad del ser, p. 319.

"Catástrofe del cuento de hadas: la peor violencia no nace del antagonismo entre los hombres, sino de la certeza de liberarlos de éste para siempre". ALAIN FINKIELKRAUT: La memoria vana, p. 109.

"¿Ha muerto la modernidad? ¿Han muerto los sueños y las esperanzas, las utopías, la voluntad de ser y la rebeldía, el anhelo de lo nuevo, la voluptuosidad de la crítica que todo lo devora y renueva, los misterios del amor, la libertad y la creación?". EDUARDO SUBIRATS: La flor y el cristal, p. 231.

"Los valores laicos de la modernidad se funden en la creciente racionalización, esto es en la validación de una acción social basada más en la calculabilidad, en la observación de los fines, en suma, en una ética de la responsabilidad antes que en la primacía de los principios absolutos y dogmáticos". ESTELA SERRET: "La subjetividad femenina en la cultura occidental moderna", en revista Sociológica, N° 14. México, septiembre-diciembre 1990.

"La oposición modernidad-posmodernidad es un síntoma claro de la manera en que han pasado a fundarse y tratarse las diferencias en las sociedades occidentales contemporáneas...". RAFAEL FARFÁN: "Habermas-Foucault: dos diagnósticos de la modernidad", en revista Sociológica, NH 6. México, Primavera 1988.

"La palabra civilización circula hoy en día en diversas acepciones, paralelas o contradictorias, todas más o menos familiares, todas igualmente fatigadas". JEAN STAROBINSKI: Le remide dans le mal, p. 50.

"La discusión vacía sobre el espectáculo, es decir, sobre lo que hacen los propietarios del mundo, está pues organizada por el espectáculo mismo...". GUY DEBORD: Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, p. 16.

"El neorracionalismo que se expresa a través dé la diplomacia, el eudemonismo y, más en general, el desencantamiento del mundo a los fines de la supervivencia, confrontan un particular malestar de la civilización típico de esta época histórica". FRANCESCO ALBERONI: Las razones del Bien y del Mal, p. 182.

"Me siento obligado a reconocer que la reduplicación del sentimiento, en lugar de constituir una base sólida en la que el pensamiento pudiera apoyarse para trasladarse de un concepto a otro, de una a otra representación, ha dado origen a una zona vacía, oscura y sin fondo". GIANNI VATTIMO/PIER ALDO ROVATTI: El pensamiento débil, p. 264.

"Tal vez la responsabilidad reflexiva sea hoy también discernir, respetar y hacer respetar los diferentes pareceres, establecer la inconmensurabilidad de las exigencias trascendentales propias de las familias de proposiciones heterogéneas y encontrar otros lenguajes para expresar lo que no se puede expresar en los lenguajes que hoy existen". JEAN FRANÇOIS LYOTARD: El entusiasmo, p. 131.

"Pero si el postmoderno acusa la crisis del pensamiento moderno, también identifica todo lo que puede haber de nuevo o de irreductiblemente innovador en la cultura del tiempo que vivimos...". TONI NEGRI: "Postmoderno", en Varios: La polémica posmoderna, p. 125.

"Un fantasma recorre al mundo, de Berlín a Nueva York, de París a Londres, de Moscú a Pekín: la desesperanza en los valores de la modernidad". GABRIEL CAREAGA: El siglo desgarrado, p. 146.

"Siguiendo un rasgo general de la Ilustración, el pensamiento feminista, desde sus precedentes decimonónicos hasta los estallidos de los años sesenta, ha tendido a presentar la emancipación o liberación de la mujer en el marco de una promesa de mayor felicidad para el género humano en su conjunto". LUDOLFO PARAMIO: Tras el diluvio, p. 250.

"¿Por qué, entonces, repetir la narración maestra? Sólo por una razón teórica: con el fin de demostrar que no fue la fuerza de la necesidad la que determinó el comienzo de la modernidad...". FERENC FEHER: La revolución congelada, p. 200.

"La crisis de fundamentos del conocimiento social aparece claramente vinculada con la crisis de los proyectos de sociedad, con el fracaso en la construcción de modelos de organización social". HUGO ZEMELMAN: "Razones para un debate epistemológico", en Revista Mexicana de Sociología, N° 1. Enero-marzo, 1987.

"...hablamos de posmoderno porque consideramos que, en algunos de sus aspectos esenciales, la modernidad ha concluido". GIANNI VATTIMO: La sociedad transparente, p. 73.

"La única parte del planeta donde la existencia pareciera tener alguna justificación está derrotada por la gangrena". E. M. CIORÁN: La tentation d'exister, p. 41.

"El hombre moderno y, en primerísimo lugar, el científico sabe que no puede colocarse más allá del bien y del mal, porque el bien y el mal son de factura humana". MARIO BUNGE: Ética y ciencia, p. 37.

"...se trata de saber cómo puede uno preservar un lugar para la libertad del otro en el control que uno ejerce sobre sí mismo y en el verdadero amor que se profesa...". MICHEL FOUCAULT: L'usage des plaisirs, p. 276.

"Desde la disolución del movimiento estudiantil estamos asistiendo a un estancamiento de la teoría... El optimismo de 'entonces7 que creía que se podrían mediatizar intereses vitales a través de los esfuerzos de teoría social, ya hace tiempo que está muerto". PETER SLOTERDIJK: Crítica de la razón cínica (Tomo I), p. 23.

"Todo es, en su ser y su movilidad, lenguaje y pensamiento, mundo, divinidad, naturaleza, hombre, historia y sociedad, poesía y arte. Nadie escapa a estas grandes instancias del tiempo". KOSTAS AXELOS: Systématique ouverte, p. 123.

"En ausencia de profecías a largo plazo lo que provoca la adhesión a una nueva estrategia es la práctica de la resistencia y la lucha contra la institucionalización". RENE LOURAU: Autodissolution des avant-gardes, p. 313.

"...parece que el hombre es incapaz de vivir sin mitos". ALAN WATTS: Bienheureuse insécurité, p. 18.

"La muerte me atraviesa parte a parte, es la daga de oro que me hurga buscando una respuesta". LUDOVICO SILVA: Cuaderno de la noche, p. 46.

"Para todo espíritu enamorado del saber y del vivir, todo conocimiento es un principio falible y toda vida ausencia". GASTÓN BACHELARD: L'intuition de l'instant, p. 151.

"...cuando paso junto a los hombres contentos y felices como un Dios y ellos envidian mi suerte, yo me río, porque yo desprecio a los hombres y me vengo". S. KIERKEGAARD: Diapsalmata, p. 59.

"Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro, pero sin decir una sola palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras". JUAN RULFO: Pedro Páramo, p. 194.

"...la vida termina por volverlo a uno cada vez menos inocente". GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: El olor de la guayaba, p. 176.

"...los derechos estaban más allá de la existencia, como los objetos matemáticos y los dogmas religiosos". JEAN-PAUL SARTRE: Le mur, p. 190.

"La condición humana es la condición de criatura que impone el destino del hombre, como la enfermedad mortal impone el destino del individuo". ANDRE MALRAUX: Antimémoires, p. 617.

"...él ha tomado partido deliberadamente por la víctima y ha querido re-encontrarse con los hombres...". ALBERT CAMUS: La peste, p. 273.

"Algunos anuncian el fin de la era de la imprenta. No lo creo. Pero la letra dejará de ocupar un lugar central en la vida de los hombres". OCTAVIO PAZ: El Arco y la lira, p. 280.

"...los tecnócratas padecen la enfermedad producida por el virus del elitismo". ALVIN TOFFLER: El shock del futuro, p. 585.

"La 'masa' como tal (cualesquiera que sean en un caso particular las capas sociales que la formen) sólo piensa hasta pasado mañana...". M. WEBER: Economía y sociedad, p. 1116.

"En la alegre nueva de que este cuerpo maniatado bajo la hegemonía de la razón instrumental y de la conciencia personal, el cuerpo de la moral y el trabajo, deforme hasta la monstruosidad, todavía recuerda la música de las sirenas". EDUARDO SUBIRATS: Utopía y subversión, p. 152.

"Lo único que yo quisiera insistir es que el interés moral del filósofo ha de ser que se mantenga la conservación del Occidente, más que el exigir un lugar dentro de esta conservación, para los problemas tradicionales de la filosofía moderna". RICHARD RORTY: La filosofía y el espejo de la naturaleza, p. 355.

"La filosofía de la Ilustración ha fracasado precisamente cuando y donde pudo celebrar sus triunfos". EDUARDO SUBIRATS: La Ilustración insuficiente, p. 127.

"La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad". EMMANUEL KANT: Filosofía de la historia, p. 25.

"Por debajo de la explosión del postmodern se encuentra la constatación y la conciencia del fin de la modernidad, o más bien su desgaste y su claudicación". EDUARDO SUBIRATS: La crisis de las vanguardias y la cultura moderna, p. 162.

"¿En virtud de qué proceso nos hallamos ahora, luego de tantos siglos tranquilizantes, a las puertas de una realidad que sólo el sarcasmo hace tolerable?". E. M. CIORÁN: Ecartélement, p. 51.

"Porque no hay poesía festiva, alguien había dicho, pues quizá sólo del tiempo y de lo irreparable puede hablar". ERNESTO SÁBATO: Abagdón el exterminador, p. 528.

"...y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, lo que no tiene límites". GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: El amor en los tiempos del cólera, p. 473.

"...los intelectuales modernos, con ayuda de una sociedad que es democrática sólo de palabra, ordeñan la vaca sin haberla alimentado...". PAUL FEYERABEND: ¿Por qué no Platón?, p. 63.

"Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió nada real". F. NIETZSCHE: Crepúsculo de los ídolos, p. 45.

"Actualmente sólo se puede pensar en el vacío del hombre desaparecido. Pues este vacío no profundiza una carencia; no prescribe una laguna que haya que llenar, no es nada más, ni nada menos, que el despliegue de un espacio en el que por fin es posible pensar de nuevo". M. FOUCAULT: Las palabras y las cosas, p. 333.

"Nuestra necesidad de analizar y ampliar los conocimientos, nos exige poner al descubierto las raíces históricas que alimentaron la matriz epistémica que dio origen a las diferentes facetas y expresiones culturales y sociales de lo que comúnmente se ha llamado 'modernidad' y, en filosofía de la ciencia, con el término 'positivismo' ". MIGUEL MARTÍNEZ: El paradigma emergente, p. 183.

"La crisis barrió con los últimos sueños de progreso homogéneo y constante". MARTIN HOPENHAYN: Ni apocalípticos, ni integrados, p. 280.

"El adjetivo postmoderno, que emplean los sociólogos y críticos norteamericanos, designa el estado de la cultura después de las transformaciones que, del siglo XIX en adelante, afectaron las reglas del juego de la ciencia, las artes y la literatura". JORGE GLUSBERG: Moderno/posmoderno, p. 140.

"En estos años de crisis, violencia y miseria, la cultura será el último territorio habitable; o el primero, si de comenzar desde tierra firme se trata". JULIO ORTEGA: El discurso de la abundancia, p. 129.

"Las características más importantes de la antropología posmodernista -tanto en su versión interpretativa como en su variante textualista-... me permiten concluir que, en ambos casos, estamos... ante corrientes antirracionalistas...". GUSTAVO MARTÍN: Las ciencias sociales: entre epistemología y deconstrución, p. 225.

"Aparte de unos cuantos nombres e imágenes, y obviando ciertos gestos y guiños de unos falsos vencedores, sólo queda un inmenso vacío político, que nadie es capaz de llenar". AGAPITO MAESTRE: El poder en vilo, p. 228.

"En la historia de la cultura no parece que abunden los fallecimientos repentinos..". JAVIER MUGUERZA: Desde la perplejidad, p. 211.

"Marx y Freud son las grandes figuras de la Ilustración radicalizada". ALEX CALLINICOS: Contra el posmodernismo, p. 323.

"...diremos que hay tanta posmodernidad impugnadora y contestataria como complaciente y adaptativa". ROBERTO FOLLARI: Modernidad y posmodernidad, una óptica desde América Latina, p. 15.

"Es frente a este 'impasse' de la modernidad que las rupturas posmodernas, en sus distintas fuentes de constitución, han erosionado y eliminado cualquier fundamento para la noción de 'conciencia' ". JULIO ECHEVERRÍA: Debates sobre modernidad y posmodernidad, p. 134.

"La curiosidad penetrante por descubrir los secretos de la naturaleza va acompañada de un conformismo anodino en relación a la génesis social del propio pensamiento". ENZO DEL BÚFALO: La genealogía de la subjetividad, p. 152.

"Los posmodernos no se asumen como inauguradores de un nuevo período. Para ellos no hay nada que inaugurar" ALEXANDER JIMÉNEZ: Del búho a los gorriones, p. 64.

"Ya no hay más certezas del pasado. El presente ruge y se disloca. El porvenir se ha desfondado. ¿Cómo no dudar?". EDGAR MORIN: Terre-Patrie, p. 214.

"El ideal del sacrificio está marchito, la fe en el radiante porvenir de la historia, agotado: ¿qué nos queda sino las aventuras del saber y las promesas de la inteligencia pragmática del justo medio?". GILLES LIPOVETSKY: Le crépuscule du devoir, p. 21.

"Pocas veces el acontecer social hierve con tantos proyectos como hoy. Pocas veces se ha visto tanto Orden dentro del caos. No obstante, el Orden Final no lo alcanzaremos nunca. Quizás en el cielo, o en el infierno. Pero no fue hecho para nosotros". FERNANDO MIRES: El orden del caos, p. 120.

"Una de las peculiaridades del debate en torno al postmodernismo en América Latina reside en una notable revalorización de lo 'tradicional' preburgués y preindustrial". H.C.F. MANSILLA: Los tortuosos caminos de la modernidad, p. 115.

"Sospecho que el pensamiento sobre la democratización y la innovación se moverá en los años noventa en estas dos corrientes...: la reconstrucción no sustancialista de una crítica social y el cuestionamiento a las pretensiones del neoliberalismo tecnocrático de convertirse en dogma de la modernidad". NÉSTOR GARCÍA CANCLINI: Culturas híbridas, p. 348.

"La tesis de la muerte de la modernidad afirma, por un lado, el fin de la modernidad y, por otro lado, se remite al cambio histórico que separa al nuevo tiempo de las concepciones muertas de la premodernidad". GERD KIMMERLE: Argumentos para una época, p. 130.

"Hemos de reconocer... el espanto ante la fuerza monstruosa de ese universo cultural, que, a la fuerza de la nueva barbarie del siglo XX, es lo que nos ha asaltado". HANS—GEORG GADAMER: Poema y diálogo, p. 99.

"Aunque la existencia de la Universidad se remonta muy lejos en el tiempo, la Universidad, tal como nosotros la conocemos en su contenido y en su finalidad, es producto de la Ilustración". ALLAN BLOOM: El cierre de la mente moderna, p. 266

"La caída de las utopías y de los procesos reconstructivos, y la conciencia crítica como negatividad, abren una nueva visión del mundo". VÍCTOR BRAVO: "El debate de la modernidad". Revista Actual, N° 28, p. 14

"Lo que escribimos y lo que leemos le ha llegado el momento de un ajuste distintivamente democrático". CLIFFORD GEERTZ: El surgimiento de la antropología posmoderna, p. 64

"¿Por qué insistir en una herramienta de bricoleur cuando lo que necesitamos es un martillo nietzscheano?". STEPHEN TYLER: El surgimiento de la antropología posmoderna, p. 295

"No estamos viviendo una época de crisis, sino más bien de una mutación que podríamos llamar sin grandilocuencias, civilizatoria, en lasque están en disputa los sentidos de la modernidad y los nuevos modelos de modernidad". MANUEL ANTONIO GARRETÓN: La faz sumergida del iceberg, p. 7

"Sin duda no hemos conocido un vacío ideológico como el actual desde hace muchos siglos, quizá, una vez más, desde la Edad Media". ALAIN MINC: La nueva Edad Media/El vacío ideológico, p. 263

−•••− Cada texto, cada testimonio, suscita interrogaciones muy diversas. Muchas de ellas angustiantes, otras llenas de sugestiones teóricas. Mi lectura no puede —ni quiere— renunciar a la percepción epistemológica, ética y estética que de este tiempo me he formado. Como he insistido, el marco de análisis que precede no es un puro ornamento intelectual puesto allí para dar muestras de erudición académica. Si no fuese mucho pedir, lo que pretendo es poner en sintonía la percepción del fenómeno Modernidad/posmodernidad con la "lectura sintomática" de estos testimonios. Cada quien lee, recorta, clasifica, interpreta, escoge, vibra, en función de una cierta gramática de representaciones (implícita o declarada, a los efectos es lo mismo). Allí no caben lecturas mejores o peores. Importa sí, que cada quien cargue con sus muertos. Lo que no vale es el oportunismo de decretar que "todo está bien" y sigamos adelante. Me parece que un mínimo de consistencia intelectual obliga consiguientemente a fundamentar cada lectura, a comprometerse con sus implicaciones, a correr el riesgo de fijar un punto de vista crítico. Ese es el límite mínimo para preservar, un chance de "acuerdo racional" (Habermas) en esta materia. Usted lo toma o lo deja, pero no puede hacerse el distraído.

En lo que concierne a mi propia lectura de este rico mapa de testimonios intelectuales, parece demasiado obvio su contenido a juzgar por las propuestas que han sido establecidas a lo largo de este libro. Preferiría que el lector extraiga todas las consecuencias teóricas que su propio olfato intelectual le sugiere. Los textos están allí, el mundo no ha concluido. INTENTO DE RELECTURA DE LA POSITIVIDAD DEL DISCURSO POSMODERNO 1 De lo dicho hasta este punto no se sigue que estemos en presencia de un pensamiento posmoderno. Hemos estado interpelando en zig-zag algunos síntomas objetivos y una que otra manifestación intelectual. Ello tipifica más claramente la constatación factual de un malestar respecto a las ilusiones de la Modernidad. Es lo que llamamos la posmodernidad pasiva. Pero la emergencia de un nuevo paradigma desde ese malestar no parece un asunto del que se pueda hablar con propiedad. Sin embargo, en la década de los años ochenta se han producido reflexiones teóricas que no son un simple testimonio reactivo frente al vacío posmoderno. Es cierto que buena parte de esa reflexión está volcada al "diagnóstico" del estado de cosas (Lyotard, Vattimo, Habermas). No obstante, observamos también una cierta consolidación de postulados teóricos que van adquiriendo la entidad de un pensamiento. Con una dificultad adicional: raramente un intelectual admite que está formulando una proposición teórica desde una posición abiertamente posmoderna. Eso explica la frecuente arbitrariedad de clasificaciones de autores a todas luces discutibles2. Esto de poner en el mismo "saco", por ejemplo, a Derrida, Lyotard y Foucault, es un despropósito. Lo mismo podría decirse de Ciorán, Vattimo o Savater. Esa dificultad se acrecienta si persistimos en modelos clasificatorios demasiado redondos, al estilo de la guerra de paradigmas de otros tiempos. Con lo cual estamos reconociendo un obstáculo inmanente a la propia naturaleza de la coyuntura socio-cultural de hoy, y no sólo a la ubicuidad de los autores en cuestión. De hecho no tenemos —afortunadamente— una "escuela posmoderna" con sus ritos, sus consignas, sus mandarines y sus inevitables "enemigos". En su lugar, encontramos una suerte de "nube" (en términos matemáticos) cuyos contornos y contenidos sustantivos resultan harto engorroso precisar (es parte del estilo posmoderno, diría alguien). Posmoderno puede ser un conservador, pero también un crítico. De cualquier manera, podemos intentar un cierto rastreo de precauciones y límites que vengo de enunciar. Podemos ensayar relieve de posturas y formulaciones que eventualmente apuntan posmoderno. Si marchamos hacia una nueva era, es cosa sobre pronosticar.

planteamientos con las una relativa puesta en hacia un pensamiento la que poco podemos

1

"La juventud y el periodismo, especialmente cuando van juntos, no son las mejores protecciones contra la confusión". JACQUES DERRIDA: Memorias para Paul de Man, p. 171.

2

ALFONSO DE TORO tiene la audacia de ofrecemos una entusiasta clasificación de la posmodernidad literaria en América Latina, lo que es tal vez una buena muestra en contrario. Ver "Posmodernidad y Latino América", en revista Plural, N1’ 233. México, febrero 1991.

POSITIVIDAD DEL DISCURSO POSMODERNO: LA PLURALIDAD DE PARADIGMAS Con toda la reserva que justificadamente genera el eclecticismo epistemológico, es importante reconocer ciertos efectos de superficie que estimulan la investigación y abren perspectivas de análisis. El enfoque pluriparadigmático aparece inicialmente como una consecuencia inercial de la crisis de paradigmas. No es ninguna propuesta sino la resultante de un estado de cosas. Luego es asumido como reacción contra los dogmatismos que se abrigaban tras la fachada de paradigmas-escudos (el marxismo-leninismo, por ejemplo). En esta vertiente se producen posturas interesantes y aportes de indudable valor epistemológico. Pero en principio esta actitud es sólo un buen deseo. Al final, podemos registrar una tónica un tanto más beligerante que entonces sí postula una opción metodológica que consistiría en un nuevo enfoque inter-paradigmático. La confrontación con esta perspectiva intelectual la he plasmado en diversas publicaciones. En este momento nos limitamos a señalar estos matices como eventual emergencia de un pensamiento posmoderno afincado en la postulación del intercambio plural de paradigmas (no sólo epistemológicos, por cierto). Un pensamiento transdisciplinario supone postulaciones paradigmáticas de algún tipo. ¿Cuáles? EL PENSAMIENTO ABIERTO Para muchos investigadores el reclamo posmoderno de un pensamiento abierto no tiene un peso específico que lo acredite como un rasgo singular-identificador (por ejemplo, Edgar Morin lleva décadas luchando como un verdadero Quijote por la "complejidad" y la "diversidad" del pensamiento. ¿Es por ello Morin un posmoderno?). El pensamiento abierto es —una vez más— la justificada reacción crítica frente a los dogmatismos de modelos herméticos y pretendidamente auto-suficientes. En ese plano parece haber un amplio consenso entre corrientes y posturas, lo cual le resta alguna licencia epistemológica privada a los pensadores posmodernos. La ruptura de los viejos linderos paradigmáticos sugiere de inmediato la idea de apertura. No tanto como una cuestión de estilo opcional sino como una condición constituyente de las nuevas búsquedas intelectuales. Podría decirse que en este punto existe una extendida coincidencia con ópticas teóricas colocadas en campos contradictorios. Las corrientes aperturistas tocan hoy campos de investigación que van desde la ética a la biología molecular. Tras esta bandera podemos encontrar una gran variedad de resultados: desde el recurrente oportunismo sincrético, hasta verdaderos aportes a los dilemas epistemológicos de las ciencias sociales. Un pensamiento abierto es el más claro testimonio del colapso de los viejos paradigmas. LA VOCACIÓN INTERTEXTUAL Con los posmodernos —no sólo con ellos— aprendimos a leer sin inocencia. El texto terminó de revelar sus secretos. La mirada ya no está gobernada por la linealidad de los

significados. Con Foucault (quien es equívocamente listado como uno de los posmodernos franceses) fue definitivamente recuperada la majestad de las condiciones de enunciación. A partir de allí, buena parte de la tradición lingüística queda trastocada. Por esta vía, la textualidad gramatical fue suspendida para descubrir en los silencios, en la gestualidad y en la geografía semiótica de los actores, la otra cara del significante. La intertextualidad es en cierto modo la disipación de los rigores del texto. Esta perspectiva de investigación da lugar a una enorme variedad de enfoques en el campo de la semiología. Entre ellas, la perspectiva de una semiótica del poder, instalada en el centro de una teoría crítica radical, ofrece los mejores augurios mirando hacia el futuro. De la mano de la óptica deconstruccionista esta línea teórica ofrece hoy excelentes perspectivas. La intertextualidad se ha convertido en una tónica intelectual que enriquece la dialogicidad de los actores sociales, sobre todo, porque nutre con nuevas calidades el propio estatuto de la escritura. ELOGIO DE LA DIFERENCIA33 De nuevo estamos en presencia de un concepto a "deux viteses": por un lado, la comprensible reacción a la brutalidad de las identidades compulsivas (el proletariado, la patria, etc.); por otra parte, la refundación de un lugar sustantivo para vivir y pensar la diversidad. Esta célebre recuperación de la diferencia ha permitido legitimar cierta toma de distancia en relación a los procesos mass-mediáticos de uniformización. De igual manera, ha conducido a la exacerbación del nihilismo intelectual con los consabidos resultados prácticos de este tipo de reclusión: renuncia a la interpelación dialógica sin la cual el pensamiento termina premiándose a sí mismo. El culto posmoderno de la diferencia puede ser una interesante intersección intelectual para fundar la posibilidad de "conversación" racional no instrumentaliza (R. Rorty). Pero también puede ser suelo fundante de una ética blanda que dialogue con la herencia de la Ilustración. LA FUGA / LA DISEMINACIÓN Desde el desencanto, en el corazón de la posmodernidad como evaporación de la solidez, emerge un modo de pensar el presente por aproximaciones "débiles" (Vattimo). Esta irrupción intelectual —tímida por vocación— postula su propia bruma como clave de inteligibilidad, como gramática dispersa para el diálogo (si fuere posible). Frente a la figura de los ejes metálicos de los viejos paradigmas la tónica posmoderna sugiere la diseminación sin centro, el fluido epistemológico que viene de todas partes fecundando aquí y allá al conocimiento renovado. Frente a las identificaciones fijas del viejo compromiso, la onda posmoderna sugiere —siempre discretamente— la estrategia de la fuga. Ubicuidad del actor, momento desplazado del discurso, circulación perenne del sentido. 3

"...hay también una sofística de la diferencia: el permiso, o exaltación, de lo diverso suele convertirse en una prohibición de esa misma diversidad...". CARLOS PEREDA: "La identidad en conflicto", en revista Semanal, N° 99, México, mayo 1991.

Semejante tono intelectual recorre —semiológicamente— distintos registros de racionalidad. En particular, encuentra morada fértil en la estética y empieza a fecundar distintos espacios teóricos en la filosofía y las ciencias sociales. ¿Se trata de una tónica exterior al contenido sustantivo del discurso? ¿Pueden otros discursos apropiarse esta onda intelectual? ¿A qué tipo de coherencia responde el pensamiento posmoderno? ¿Se trata sólo de un estilo de pensamiento? LA FUERZA DEL DISENSO Mientras los abogados de la Modernidad tardía (Habermas, Camps, Touraine) se esfuerzan por refundar la credibilidad de los "acuerdos racionales", la tónica posmoderna apuesta al disenso. Especial sensibilidad intelectual para la tolerancia, para la vivencia de la otredad. Para las viejas tradiciones monolitistas y para el funcionalismo a ultranzas, esta óptica resulta impertinente y hasta subversiva. En varios escenarios de legitimación del régimen social del saber la crítica posmoderna puede escandalizar. El rubor académico invade el ambiente ante la lectura en voz alta de un texto de Baudrillard, digamos. Los mandarines de la ciencia levantarán su voz airada al tribunal superior si Ud. comete la travesura de abrir un texto de Ciorán en un congreso de biotecnología. Su reputación puede resultar gravemente trastornada si comete el extravío de mencionar a Lyotard en un simposium de alta gerencia. La apuesta por el disenso es de hecho un desafío a los modos normalizados del pensar. Es una manera francamente arriesgada de retar a los circuitos ordinarios de reproducción de los discursos dominantes. En este punto específico, ciertas posturas posmodernas han cumplido un importante papel de crítica y remozamiento de las tradiciones cientificistas. Allí es posible intensificar el encuentro para explorar zonas de interacción y reciprocidad intelectuales con diversas tendencias epistemológicas. Es del mismo modo un pivote ético que podría cumplir algún papel frente a la deriva de todos los valores. LOS RETOS DE UNA POSTURA INTERCULTURAL Uno de los aspectos de silenciosa vitalidad en la tónica posmoderna es el reclamo más o menos beligerante de un diálogo civilizacional, es decir, un intento por sobreponerse a los desastrosos localismos étnicos o culturales. Esta óptica desafía demasiados mitos y prejuicios. Es cierto que la retórica oficial propaga un llamamiento similar en apariencia. Pero todos sabemos que la diplomacia cultural ha sido con frecuencia un pretexto para remachar ideologías de gran potencia o para refrescar algún etnocentrismo en dificultades (es el caso del eurocentrismo en distintos momentos históricos, por ejemplo). La multiculturalidad —asumida en serio, desde luego— representa una poderosa palanca para refrescar las viejas posturas, para interpelar otros territorios del pensamiento, para ensanchar el horizonte que en definitiva enmarca todas las lógicas del sentido. Este

diálogo entre civilizaciones (a pesar de las dudas de G. Vattimo sobre la existencia de la "civilización" occidental) puede airear muchos malentendidos que han terminado bloqueando algunos chances de diálogo real (pienso ahora en el enorme esfuerzo de gente como R. Garaudy y su empeño por un encuentro entre culturas diversas). No se trata de la ingenuidad de una cierta antropología romántica que ha visto en el indigenismo la t nueva centralidad de la cultura. Es obviamente otra cosa. En tiempos de fundamentalismos rabiosos es importante levantar la bandera interculturalista como un modo de colocar en un plano horizontal todas las propuestas. ESTRATEGIA DE LA DECONSTRUCCIÓN4 Sea en la perspectiva de la deconstrucción genealógica de Foucault, sea en la tradición diferencialista de Derrida, la tónica posmoderna cultiva con especial esmero las estrategias deconstructivas frente a los discursos (frente al arte, ante la vida, etc.). No se trata de las conocidas metodologías ad-hoc para el análisis de discursos, por ejemplo. La cuestión de fondo es la asunción de toda una óptica intelectual en la que la acción deconstructiva se convierte de medio a fin. De ese modo los procesos estéticos, cognitivos, afectivos o sensoriales, aparecen develados en su más recóndita intimidad. Ejercicio intelectual que problematiza (y se problematiza) de cara a las gramáticas discursivas de la ciencia y todo el aparato cultural que la legitima. Esta dialéctica deconstructiva (recuperada más tarde en ciertos modelos metodológicos reconstructivos) tiene un efecto inmediato liberador, en el sentido de develamiento de zonas tradicionalmente oscurecidas por las prácticas científicas convencionales. La tónica posmoderna saca provecho de esta sensibilidad frente a los arcaísmos epistemológicos de la vieja oposición; recurrentemente incapaz de dar cuenta de la lógica inmanente de la dominación, sobre manera, en los procesos de reproducción de los sistemas de representación. De nuevo estamos en presencia de un ángulo de visión que puede dialogar fructíferamente con otras tendencias teóricas. No sólo en lo que tiene de performance técnica para desmontar constructos de cualquier género, sino en su privilegiada sensibilidad intelectual para desmitificar esos espacios ya construidos. ¿Podemos refundar un paradigma arqueológico-genealógico-deconstructivo? POSMODERNIDAD Y NEOCONSERVADURISMO En el análisis que precede hemos querido matizar en todo momento los contornos de tesis, conceptos y propuestas con el propósito deliberado de preservar la apertura al diálogo, con la expresa intención de sobreponemos a los juicios sumarios y la calificación en bloque. 4

"El hombre, determinado en primer término y sobre todo como sujeto, como ente-sujeto, se encuentra a su vez interpretado de parte a parte según la estructura de la representación". JACQUES DERRIDA: La deconstrucción en las fronteras de la filosofía, p. 98.

Nos hemos tomado la molestia de especificar con algún detalle nuestra propia concepción de la Modernidad para salvar el equívoco harto frecuente de atribuirle a la posmodernidad los más arbitrarios significados. Hemos querido caracterizar los rasgos predominantes de la atmósfera objetiva de la crisis de la Modernidad para situar con precisión la emergencia del discurso posmoderno. Los caracteres de la posmodernidad pasiva que fueron explicitados más arriba enmarcan, a nuestro juicio, los linderos culturales de la posmodernidad realmente existente. De igual manera, quisimos testimoniar un amplio registro de opiniones sobre este controvertido asunto para problematizar en todas sus variantes el concepto y la sensibilidad posmodernos. Ello no prueba nada. Se trata de una estrategia argumentativa que apuesta a su propia lógica. También intentamos recuperar los perfiles teóricos de eso que provisoriamente podría llamarse un pensamiento posmoderno. Para ello quisimos presentar distintas facetas de la positividad del discurso posmoderno. Puesta en relieve de contornos necesariamente dispersos y ambivalentes que informen, empero, el cuerpo teórico de lo que aún pugna por configurarse como un pensamiento. Este sinuoso recorrido ha sido hecho sin inocencia (posmodernistamente). No queremos jugar al "objetivo" haciendo retórica de "buenas intenciones". El juego ha estado claro de entrada: se trata de construir una lectura radical de todas las lógicas dominantes. El encuentro con una cierta tónica posmoderna está cifrado en esa clave. Ello marca el sesgo de nuestra lectura y a esa única regla nos remitimos. Me parece imprescindible que este presupuesto sea tomado suficientemente en serio para evitar confusiones innecesarias. Por otro lado, hemos estado insistiendo en la coexistencia de dos componentes civilizacionales en marcha: la nueva Modernidad, entendida como la apoteosis de la Ilustración en lo que concierne a la racionalidad burocrática-instrumental, y la posmodernidad como epifenómeno intelectual en donde reposan los signos más decadentes de la Ilustración. Interesa remarcar en este punto que la nueva Modernidad es una dimensión ideo-cultural predominante en las grandes masas del globo terráqueo. Mientras que el desencanto posmoderno es un microclima que sólo toca a ciertas élites intelectuales. Esta precisión es clave para ponderar el alcance real del fenómeno posmoderno (como pensamiento y como atmósfera cultural). Ello nos permite calibrar el impacto de este tipo de fenómeno en el curso de la historia realmente existente. En este punto conviene introducir una nueva distinción: una cosa es el aura crítica y el efecto reconstructivo de ciertas posturas posmodernistas y otra cosa es la tónica abiertamente retardataria que también arrastran los diversos matices de esta posición. Una vez más es preciso evitar las calificaciones sumarias y las condenas de principio. En distintos pasajes de esta obra hemos marcado sin ambivalencia la importancia de aportes teóricos genuinos en el debate contemporáneo. La percepción de un efecto socio-político neoconservador, la impresión de una estética vacua e intrascendente, la lectura de un eclecticismo oportunista, etc., no son simples prejuicios intelectuales alimentados por el calor de la controversia epistemológica.

Me parece mucho más productivo admitir con toda tranquilidad que en los planteamientos posmodernistas hay dos tónicas (por lo menos): una onda abiertamente contestataria e impertinente (aunque muy lejos de la idea de vanguardia) y una tónica distraídamente fofa que sirve objetiva y funcionalmente a las ideologías retrógradas 5. Cabe incluso la interpretación según la cual la óptica posmodernista en su conjunto está marcada por este signo reproductivo (Castoriadis, Subirats, Habermas). Sin embargo, cuando mi posición en un extremo difícilmente conciliable, me ha parecido que es adecuado disponerse a dialogar francamente con muchos de estos planteamientos. No sólo como un gesto de cortesía intelectual, sino como parte de una dialéctica que nadie escoge: está allí como escenario de los tiempos que corren. Usted puede irritarse o entusiasmarse. Usted puede aproximarse o tomar distancia, pero lo que no puede hacer es actuar como si la posmodernidad y los posmodernistas fueran el puro artificio de la astucia de la razón. Me parece mucho más enriquecedor aceptar el reto de una interacción sin prejuicios y caer en todas las provocaciones. En este juego nadie es inocente, nada es neutro. Así como nos ha parecido especialmente fecundo el encuentro con planteamientos con un gran potencial crítico y creador, también nos permitimos tomar distancia —sin ambigüedades— de toda esa tónica reverberante de la retórica del nihilismo de sábado por la noche. En la segunda parte de este libro intentaremos, precisamente, marcar la diferencia entre una teoría crítica radical y la tónica posmodernista, de corte neoconservadora.

5

"Entendiendo por democracia la disposición sobre las condiciones materiales de vida y» por ende, sobre el mercado, los neoconservadores son antidemocráticos". NORBERT LECHNER: "El proyecto neoconservador y la democracia", en Varios: Los nuevos procesos sociales y la teoría política contemporánea, p. 243.

SEGUNDA PARTE

UTOPÍA Y PENSAMIENTO CRÍTICO

"Mediante una revolución acaso se logre derrocar el despotismo personal y acabar con la opresión económica o política, pero nunca se consigue la verdadera reforma a la manera de pensar, sino que, nuevos prejuicios, en lugar de los antiguos, servirán de riendas para conducir al gran tropel". EMMANUEL KANT: Filosofía de la historia, pp. 27-28

CAPÍTULO I

LA ÉTICA EN BUSCA DE SUJETOS1

"Si la moral se ha vuelto tan compleja y tan contradictoria, es porque los valores morales han dejado de constituirse en el terreno de la vida para cristalizarse en una regióntrascendente, no conservando más que débiles contactos con las tendencias vitales e irracionales". E. M. CIORÁN: En las cimas de la desesperación, p. 108

Los esfuerzos de investigación teórica en esta coyuntura marchan a contrapelo de una doble inercia: la arraigadísima suposición de que la teoría es más o menos subsidiaria de "la práctica" y la no menos fuerte corriente del sentido común posmodernista según la cual todo esfuerzo teórico es más o menos inútil. Poder legitimar desde allí un espacio pertinente para la investigación epistemológica no es tarea fácil. Sin embargo, la apuesta está echada y toda nuestra energía intelectual está empeñada en la exploración de los campos fantasmáticos del conocimiento y sus caprichos. De allí surge una primera diferencia muy neta con el desparpajo posmodernista frente a la investigación teórica y el debate. Hacemos lo que hacemos comprometidos con una reflexión con destino. Nuestro "amor" por el conocimiento no es tan desinteresado como para trabajar en cualquier dirección y para cualquier postor. Aquí la noción de compromiso marca el ritmo, a pesar de todo lo problemático que resulta medir, comparar, seleccionar, juzgar. Aún así, creo que una investigación epistemológica centrada y un debate teórico con destino, garantizan que la lógica interna del trabajo intelectual no se convierta en juez y parte de todo cuanto hacemos. En medio de la deriva de criterios echamos mano a la única regla que nos justifica: construir un espacio colectivo para pensar la emancipación. Dicho en términos de la dialéctica negativa adorniana: deconstruir la gramática de la dominación en todos los espacios donde aparezca. ¿Es esta perspectiva un proyecto? ¿Es una reminiscencia iluminista? Vayamos poco a poco, que el camino es largo.

1

"¿Si nosotros los inmoralistas hacemos daño a la virtud? Tan poco como los anarquistas a los principes. Sólo que se dispare contra éstos vuelven a estar firmemente asentados en su trono. Moraleja: hay que disparar contra la moral". FRIEDRICH NIETZSCHE: Crepúsculo de los dioses, p. 35.

LA PARADÓJICA RESURGENCIA DE LA ÉTICA2 En varios pasajes de este libro hemos evocado las curiosas paradojas a las que da lugar la atmósfera posmoderna de este tiempo. Podía ser leída como jugarreta de la historia esta rara resurgencia del tema de la ética cuando todo parecía indicar que era ésa precisamente una de las víctimas predilectas del cementerio posmodernista. En los mismos círculos intelectuales donde la crisis de la Modernidad causa estragos es donde inesperadamente reaparece este frenesí por el tema de la ética. En términos puramente descriptivos puede constatarse una creciente producción intelectual alrededor del problema de la ética. Libros, revistas especializadas, artículos de opinión y eventos de todo género, pueblan buena parte de los escenarios de reflexión en todo el mundo. Una comparación sistemática de esta producción en relación a otras temáticas coloca al problema de la ética en los primeros lugares del estrellato intelectual de esta coyuntura. Rara forma de expedir acta de defunción ésta de los sepultureros posmodernistas. Acaso una muerte puede comparársele: la de la filosofía. Tantas veces decretada, tantas o más veces resucitada. El fin de la ética no viene solo. Suele acompañarse con otras defunciones no menos dramáticas: fin de la historia, muerte del sujeto, fin del futuro, muerte del progreso. En verdad, para hacer justicia, la Muerte que encadena a todas las demás es la mismísima muerte de Dios en las manos infragantis del implacable Nietzsche. Después todo vino por antonomasia3. ¿De dónde entonces este renovado interés por la ética? ¿Será acaso una reflexión prestada del campo de la nueva Modernidad? Es indudable que la crisis y el descrédito generalizado del discurso político plantea de rebote un cierto estímulo a la reflexión ética 4. Fuertemente presionada por conveniencias circunstanciales, desde luego, pero inserta de todas formas en esta preocupación que se extiende a distintas esferas. Del lado del status tecnocrático también se observa un interés —de cuya legitimidad se pueden tener todas las dudas— por temas tenidos con frecuencia como tabú: los límites éticos de la ciencia, las fronteras éticas de la tecnología (sobre manera, en relación con la 2

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"Es la alegre nueva de que este cuerpo maniatado bajo la hegemonía de la razón instrumental y de la conciencia personal, el cuerpo de la moral y el trabajo, deforme hasta la monstruosidad, todavía recuerda la música de las sirenas". EDUARDO SUBIRATS: Utopía y subversión, p. 152. Ver el número especial de la revista Esprit, N° 9, París, septiembre 1981, dedicado al debate de la ética. "Por Dios entiendo la causa inmanente de la pululación de padecimientos personales que producen, por amasamiento, mallas de hábito y de costumbre y, como efecto de esa labor de la lanzadera que es la memoria común, realidades, cosas. Dios es, pues, todo../'. EUGENIO TRÍAS: Tratado de la pasión, p. 113. Desde luego con esta exuberante idea de Dios, el amigo E. Trías puede resistir todos los embates. "...creo que ... los principios éticos pueden, no ya sustituir a la acción política, sino otorgarle un sentido y a la vez un complemento indispensable". TZVETAN TODOROV: "Autonomía y tradición", en revista Vuelta, N° 174. México, mayo 1991.

manipulación genética. Es sintomático a este respecto, por ejemplo, la solemnidad con la cual el Presidente Miterrand, en su tiempo, asume la cuestión designando una comisión de notables para orientar la reflexión de la sociedad sobre este delicado asunto). En el seno de las "ciencias duras" esta reflexión ocupa un lugar inusualmente importante. (El gobierno francés, en la misma onda orientada a dar respuestas a preocupaciones que van mucho más lejos que los círculos de especialistas, reunió en París en 1984 a veinte Premios Nobel para solicitarles una reflexión sobre estos tópicos. El tenor de estas discusiones refleja claramente el tipo de problemas donde la ética se coloca inevitablemente en el centro de la controversia). Del lado del neoconservadurismo puede observarse una ofensiva en varios frentes. Con el auxilio de algunas perversidades de la civilización industrial como el SIDA, esta ideología levanta con éxito anacrónicos valores que ya parecían sepultados. Cierto puritanismo combinado pérfidamente con sus contrarios —ninguna moral es coherente hasta el final— circulan hoy con gran popularidad en los tejidos discursivos de la religión y la "moral pública"5. Incluso los neoliberales más fanáticos no descuidan este terreno. Su apogeo ideológico en los escenarios de la planificación económica se combina hábilmente con toda una perorata axiológica que no deja de tener pretensiones éticas 6. La izquierda socialdemócrata (pleonasmo que nos recuerda una máxima en tiempos posmodernos: la izquierda realmente existente es en todo el mundo estrictamente socialdemócrata) tiene a su turno un importante papel en esta resurgencia del tema de la ética, pues más que cualquiera otra formación ideológica, esa izquierda ha sido demoledoramente estremecida en las últimas décadas. En verdad se le movió todo el piso. Pero algunos problemas emergen con más urgencia que otros. Una reflexión sobre ética y política toca el corazón del modelo teórico-práctico que alimentó hasta ayer la izquierda en todo el mundo. Por ello no es en absoluto casual que esta discusión ocupe durante un largo trecho la atención de los sectores que buscan desesperadamente un nuevo terreno donde asentarse. Desde el ángulo de las corrientes críticas la reflexión sobre la ética tiene un ámbito de pertinencia no sólo asegurado sino también privilegiado. En los escenarios de este debate fundamental el pensamiento crítico se enfrenta con todo lo que tiene. En su matizado espectro, el pensamiento crítico procura reivindicar un espacio para refundar, no sólo la legitimidad de esta temática, sino la opción misma de apostar a una elección en el terreno cognitivo, estético y político. ¿Desde dónde fundar la legitimidad y consistencia de la crítica? En este punto crucial, una posición crítica radical no puede correr el riesgo de hacerse ambigua por culto de la cortesía y la diplomacia intelectuales. Afirmar una perspectiva, 5

"Hoy, con el marxismo... muerto y enterrado, pareciera que las únicas posiciones teóricas radicalmente antimodernas son las inspiradas en la tradición religiosa". GIANNI VATTIMO: "El Dios moderno", en revista Examen, N° 22. México, marzo 1991.

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"En mi peregrinación a través de las numerosas morales, más delicadas y más generosas, que hasta ahora han dominado o continúan dominando en la tierra, he encontrado ciertos rasgos que se repiten juntos y que se colocan entre sí de modo regular: hasta que por fin se me han revelado dos tipos sabios y se ha puesto de relieve una diferencia fundamental. Hay una moral de señores y una moral de esclavos...". FRIEDRICH NIETZSCHE: Más allá del bien y del mal, pp. 260-261.

comprometerse con lo que se hace, apostar a la revuelta del espíritu (por la revuelta misma), afincarse con fuerza en los antagonismos que genera la sola presencia de la dominación (tanto en los campos de fuerzas como en sus efectos perversos), optar por la belleza y la emancipación radical (del cuerpo y la palabra) no puede ser una vía que se toma o se deja al son de domingo por la tarde. La tónica que ello supone contrasta brutalmente con la atmósfera posmoderna. Ello implica, precisamente, desafiar la inercia del solipsismo epistemológico, el sentido común del sin sentido social y el "laisser faire" de las opciones éticas. Una afirmación sin pretensiones, pero sin ambigüedades.

"TODO VALE" O LA IMPOTENCIA DEL BIEN7 La disolución de la vieja moral cristiana bajo la ruda embestida de la Ilustración deja a la flamante civilización occidental en una severa escasez de axiologías. En adelante —sobre todo en la segunda mitad del Siglo XIX y nuestro moribundo siglo XX— asistimos a una persistente incapacidad del poder para imponer sus máscaras como la moral de la sociedad. El resultado ha sido un permanente dualismo de proyectos morales en conflicto con la consiguiente parcialidad de sus ámbitos de legitimación (toda moral parcial, está herida de muerte). El poder se contenta hoy con una moral de responsabilidad limitada, no sólo intercambiable, sino incluso prescindible8. Ese discurso moral de bajo perfil corresponde al claroscuro de la cultura posmoderna. Patrones axiológicos cristalizados en el aparato institucional de la sociedad no tienen la capacidad de movilización de una ética militante. La moral (discurso esparcido como cemento de la ideología dominante), a diferencia de la ética (proyecto existencial en el que se compromete el sujeto con alguna pretensión de libertad) es casi siempre un discurso de contención, cómplice de las opacidades del poder, ventajoso socio de las miserias de la conciencia9. Todas las promesas de un paraíso gobernado por "el bien" han terminado en catástrofes. Nada es más sospechoso que un predicamento —epistemológico, ético o estético— hecho en nombre del "bien". El último reducto donde este recurso pudiera encontrar algún eco es en el mundo teológico. Se entiende que sólo Dios, o en su defecto, los portavoces autorizados de su omnisapiencia, pueden discurrir pertinentemente sobre "el bien", pues para eso existen los dioses: para propagar "el bien" entre los mortales.

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"Yo te acepto y te tomo: encarnación del mal, devastación del alma". HENRY MILLER: Tropique du capricorne, p. 505. "Será una cultura de resistencia, incluso de resistencia ante la facilonería del posmodernismo del 'todo vale'...". ANDREAS HUYSSEN: "Guía del posmoderno", en Varios: El debate modernidad/posmodernidad, p. 312.

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"La afirmación de que la ciencia, la moral y la cultura humana en general son relativas no pasa... de constituir una trivialidad". JAVIER MUGUERZA: La razón sin esperanzas, p. 206.

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"Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento". LUDWIG WITTGENSTEIN: Conferencia sobre ética, p. 45.

Pero ocurre que por un efecto perverso anunciado, hasta Dios ha renunciado a su reino (sea por muerte natural, sea por inoperancia de su gobierno celestial). Entonces los mandarines de la moral se han quedado sin empleo. Su discurso devino radicalmente vacío. Su efectividad social es estrictamente retórica. Instalado el demoníaco circuito del "eterno retomo", la monserga moral es, además de inútil, contraproducente (sobre todo, porque la moral como discurso requiere imperativamente un punto de origen bien focalizado, y esto el poder prefiere evitarlo. Aprendizajes de la Ilustración)10. En el fondo "el bien" nunca ha podido ganarle a su enemigo ontológico: "el mal". Curiosa guerra ésta en donde el "enemigo" ha sido milenariamente un minoritario reducto impopular, y sin embargo, ha logrado misteriosamente mantener en constante jaque a los "buenos" del mundo. El desvanecimiento de las ideas-fuerza de la Modernidad abre las puertas a una suerte de miasma axiológica que es representada por los irreductibles moralismos sobrevivientes, como la "ley de la jungla". De hecho la regla que en verdad rige es "vale todo". Ello no se aprende en lecciones de ética en la academia, sino en el ronroneo de la sucia realidad. Actores sociales caracterizados se cuidan cínicamente de acatar una abstracta "moral pública" que apenas si identifica el límite más allá del cual se comerían los unos a los otros. Los expertos en discurso publicitario saben que toda reiteración no controlada genera un efecto perverso calculable. Los encantos que han alimentado en todas las épocas las prohibiciones, las censuras, las regulaciones compulsivas, vienen de esa secreta criptológica. De allí que los atractivos y seducciones que ejerce el principio del "mal" provengan en parte de esta proscripción secular11. En el cielo nublado de la posmodernidad "el bien" se encuentra como nunca aminorado frente al "mal"; "el bien", demasiado acompañado de multitudinarias soledades, muestra su impotencia frente a la excitación universal de los cuerpos (por lo demás, la excitación es la última facultad que le va quedando a esta humanidad magullada por todas las formas imaginables de esterilidad). Todo el arsenal terapéutico de Occidente para combatir "el mal" (psicoanálisis incluido) termina convertido en chatarra cultural una vez que desde el infierno se habilitan las respuestas inmunológicas de rigor. ¿Una vacuna contra "el mal"? Se han ensayado todas. ¿Resultado? Indefectiblemente el mismo: ninguno.

10 "El primer y más fundamental error de la moral es creer que puedan existir acciones morales: esto presupone, ante todo, que el sujeto pueda tener un conocimiento exhaustivo de qué es una acción". GIANNI VAT11MO: Introducción a Nietzsche, p. 63. "Y, sin embargo, la serpiente sigue ofreciendo su manzana envenenadora: el Mal existe y subsiste junto al Bien". FERNANDO SAVATER: Invitación a la ética, p. 82. 11 Ver el sugestivo y provocador capítulo: "Pour un principe du Mal", en el libro de JEAN BAUDRILLARD, Les stratégies fatales. París, Edit. Grasset, 1983.

SUJETO Y TOTALIDAD12 "La crisis del sujeto trascendente sigue a la imposibilidad de un discurso sobre la totalidad" FRANCISCO JARAUTA: "Fragmento y totalidad". En Varios: Los confines de la modernidad, p. 60.

Uno de los problemas más agudos con los que tropieza la corriente metodológica de las "historias de vida" es el aparente impasse entre la recuperación del actor (sujeto de habla) y las determinaciones estructurales que hacen que dicho sujeto se desplace socialmente en los límites —y sólo en los límites— de su tejido socio-económico. ¿Determinismo? ¿Economicismo? Palabrejas. Espantapájaros teóricos que sirven más para ocultar debilidades que para develar lo denunciado. El debate epistemológico con los investigadores que se mueven con los protocolos de las "historias de vida" puede progresar a condición de saltar el maniqueísmo de etiqueta. Ese camino fácil llevaría a una adjetivación sumaria y asunto resuelto. El enfoque de las "historias de vida" quedaría confinado a una ilusión óptica que confunde la discursividad de los actores con las relaciones sociales de estructura (relaciones éstas que nunca son transparentes en los actos de habla, no sólo por la malévola distorsión de los efectos perlocucionarios, sino por la opacidad constitutiva del poder). ¿Neopsicologismo?, ¿Localismo?, ¿Descriptivismo ingenuo? A su vez, una perspectiva epistemológica que apuesta a la dialéctica radical, sería vista como reduccionismo marxista incapaz de captar los fenómenos intersticiales de las representaciones. Conclusión: un juego teórico trancado. Un ecléctico punto medio no lleva a ningún lado. No queda más remedio que transitar el filo de la navaja intentando recuperar consistentemente aportes de varios lados. Yo dejo constancia de la insatisfacción epistemológica que resulta de los dos más recientes intentos por resolver o superar la crisis de la filosofía del sujeto. Una de ellas (Habermas) conduce a una especie de metafísica de la "acción comunicativa" donde los actores sociales -desde el enigmático "punto cero" (Baudrillard)- emprenden una vez más el camino del "bien". La otra, proveniente de las distintas versiones de las "historias de vida" (Ferraroti), sigue prisionera de una doble ambigüedad: ignora (o deja en suspenso) las relaciones sociales de dominación que estructuran los espacios donde cada actor transa sus reglas de sentido ("mercado lingüístico" para Bourdieu) y, al mismo tiempo, da por sentado que la discursividad de cada actor expresa en verdad "el mundo de vida" (lo cual es falso, al menos, en esta civilización, pues los actores sociales son hablados por el descomunal peso de la racionalidad dominante que habita clandestinamente todas sus representaciones). El trabajo epistemológico de deconstrucción recién comienza cuando los investigadores de la "historia de vida" han terminado el suyo. Se trata de excelentes insumos para una 12 Leer muy especialmente la compilación hecha por MARIFLOR AGUILAR, Crítica del sujeto. México, Edit. UÑAM, 1990.

investigación segunda donde aparecen los verdaderos problemas de una teoría de la sociedad (o preferiblemente: de una teoría de los espacios societales)13. Una falsa pregunta podría paralizamos: ¿qué es primero: las narraciones experienciales o la lógica de las determinaciones estructurales? Falsa cuestión que debe ser soslayada a tiempo. Los puntos de entrada a esta problemática son múltiples. Las áreas de interés no se jerarquizan a priori. Los ámbitos de investigaciones puntuales son todos importantes. Allí no está el problema. Se trata de saber en qué condiciones —semióticas, políticas, sociológicas, etc.— los actores reproducen en su discursividad los complejos tejidos de dominación que les preceden estructuralmente. Cualquiera sea el foco de interés de una reflexión, no puede escapar a esta cuestión central. Las redes semióticas son también estrategias de poder. El método biográfico no puede escaparse. La devaluada categoría de totalidad (sin sustancialismo y sin mandato metodológico a priori), es un recurso epistemológico decisivo para sortear el impasse clásico individuosociedad14. La recuperación teórica de una dialéctica crítica supone una relectura de la categoría de totalidad a la luz de los desarrollos y aportes de distinta procedencia. Comparto con Alain Badiou que la problemática del sujeto está de algún modo asida a la cuestión de la totalidad. Por ello conviene estimular ambas discusiones y sacar provecho de los avances en uno y otro lado. El desplazamiento operado hacia la filosofía del lenguaje (Gadamer, Habermas, Rorty) puede ser de nuevo tensado hasta resituar la problemática del sujeto en el centro del debate sobre la dominación. El sujeto no es sólo una experiencia pasiva de un poder omnímodo y unidireccional. También es un componente esencial su misteriosa y casi inagotable í capacidad de rebelarse15. No es éste un detalle que pueda pasarse por alto cual anécdota de segunda. ¿QUÉ QUEDA DE NEGATIVO DE LA "ÉTICA REVOLUCIONARIA"? Hemos sostenido que el marxismo positivista es tal vez uno de los últimos intentos para salvar el proyecto de la Modernidad. Desde el marxismo oficial que se instaló en el poder con la revolución rusa, el proyecto de una ética estuvo indisolublemente ligado al pragmatismo de aparato. Toda la retórica revolucionaria devino moral de Estado. Las sociedades del socialismo burocrático cristalizaron esta axiología "proletaria" en todos los aparatos institucionales. Ritos, símbolos, roles, intereses y expectativas, conformaron durante todo el siglo XX la 13 "Es indudable que la organización social global de los sujetos puede enfrentar problemas que tienen que ver con la identidad cultural, con su carácter espontáneo, fragmentarios y coyunturales, con sus preocupaciones ligadas a la cotidianidad y/o a la obtención o expansión de derechos sistémicos". RAFAEL G. BEJAR / OTTO F. ROJAS: "El juicio al sujeto. Un análisis de los movimientos sociales en América Latina", en Varios: El juicio al sujeto, p. 109. 14 En varias publicaciones he tratado este problema. En especial recomendaría: R. i LANZ, Razón y dominación. Caracas, Edit. UCV, 1988. 15 "Las nuevas formas de alienación y degradación culturales fuerzan y forzarán en el futuro formas asimismo nuevas de resistencia y disidencia". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, p. 137.

gramática de una forma de representación social resumida en la escatología de la "moral socialista". Esta discursividad ha hecho aguas y no parece posible, en el horizonte del modelo soviético, una recuperación del milenarismo salva-cionista con el que los bolcheviques tomaron el poder16. Atrás quedaron los tiempos en que la simbología "revolucionaria" venida del PCUS causaba conmoción en la izquierda de todo el mundo (basta recordar la excitación que causaba en América Latina en los años sesenta la sola mención de la frase "internacionalismo proletario"). De esta moral paradigmática van quedando apenas residuos vergonzantes. (Perversamente, el anti-comunismo es hoy por hoy la fuerza de choque más eficaz que se ha levantado en el sistema de satélites soviéticos). Por el lado de la socialdemocracia que se hace (o hacía) llamar "socialista" en Europa y otras partes del mundo, la "ética revolucionaria" nunca fue un discurso que anclara en sus modelos ideológicos. Esta izquierda realista nunca exhibió una faz contestataria que la hiciese solidaria de proclamas éticas muy ruidosas. Quizá el resorte axiológico que más identifica a estas corrientes políticas es el clásico ideario de la "ética democrática". Reververancia semántica que quiere decir cualquier cosa, pero que, por eso mismo, permite el juego de las ambivalencias cínicas de estos tiempos posmodernos. En la discursividad política de la izquierda socialdemócrata ha sido cuidadosamente extirpada toda referencia a temas o problemas que pudieran causar ruido con el electorado (Electorado: último reducto de las maquinarias políticas en las que fue trasmutado el viejo sueño de los partidos revolucionarios). La invocación de la ética puede ser un imprudente detonador que ningún partido sensato está dispuesto a arriesgar. Los grupos y corrientes contestatarios —articulados o no a movimientos sociales dé nuevo tipo— enuncian con mucha arrogancia sus postulados éticos. Dependiendo del tipo de grupo y la circunstancia política del país, estas apelaciones éticas pueden ir desde la clásica formulación del marxismo-leninismo ("Brigadas Rojas" en Italia, "Acción Directa" o "Liga Revolucionaria" en Francia, "Sendero Luminoso" en Perú, "FMLN" en El Salvador, etc.), hasta un cierto nihilismo neo-iluminista en círculos intelectuales de extrema izquierda. En cualquier caso, el tema de la ética aparece formalmente articulado en una discursividad socio-política de corte radical. Una fuerte impugnación al poder político imperante produce una natural identidad que es frecuentemente soldada con postulaciones éticas. No es fácil encontrar una proposición política que se arriesgue a postular una radical dialéctica negativa, entendida no sólo como violencia del rechazo, sino como impugnación intransigente de todas las relaciones de dominación.

16 "...es susceptible de contribuir a explicar por qué los discursos revolucionarios contemporáneos se hallan a tal grado presos de la lógica de las fronteras . MICHEL PECHEUX: "Delimitaciones, inversiones y desplazamientos”, en Varios. Los nuevos procesos sociales y la teoría política contemporánea, p. 113.

Una tal formulación es muy escasa, sobre todo, porque presupone una teoría crítica radical que lleve hasta sus últimas consecuencias el tenor epistemológico y estético de la idea misma de emancipación. ¿Qué ética se deriva de una tal postura teórica y existencial? Está por verse17. LA ÉTICA HA MUERTO: ¡VIVA KANT!18 En la larga lista de paradojas reveladoras destaca esta doble vertiente de los tiempos posmodernos: un rutilante desparpajo frente a cualquier compromiso ético y una emergencia inusitada del neokantismo en varios de sus componentes 19. Es probable que muy atrás, en el más profundo centro, esta aparente paradoja guarde su secreta coherencia. Pero en la superficie, a la luz de los movimientos visibles de la razón, lucen propósitos dispares resucitar la ética kantiana y al mismo tiempo decretar que "todo vale"20. Las peripecias del pensamiento para acomodarse al tono de cada tiempo son sorprendentes. En pleno apogeo de la atmósfera posmoderna, en momentos en que la Modernidad se desvanece y el posmodernismo como discurso ocupa terreno, un símbolo del pensamiento ilustrado como Kant hace de las suyas. El título de esta comedia podría ser: "de cómo la Ilustración asusta, incluso desde el cementerio". Autores de todos los matices regresan solícitos a los viejos predios del kantismo. No ya en plan de reeditar la querella filosófica con los neohegelianos o con los neomarxistas, sino con la veneración de quien busca la sabiduría que está más allá del bien y del mal. Este retomo a la ética kantiana es parte del enigma de la crisis de la razón. La retórica posmodernista anuncia el fin de la razón o su puesta entre paréntesis (fenomenológicamente) hasta nuevo aviso. Pero la ética kantiana está fundada precisamente en una entusiasta confianza en que la razón es el único ámbito donde los conflictos pueden ser atemperados (entre otras cosas, porque la propia idea de hombre-ciudadano está centrada en la apropiación de esa razón).

17 "Vivimos un momento interesantísimo, en el que la eflorescencia de la vivencia apela a un conocimiento plural, y en el que el análisis disyuntivo, las técnicas de la separación y el apriorismo conceptual deben dejar paso a una fenomenología compleja que sepa integrar la participación, la descripción, las narraciones vitales y las distintas manifestaciones de los imaginarios colectivos". MICHEL MAFFESOLI: El tiempo de las tribus, pp. 264-265. 18 Ver el texto de J. F. LYOTARD: El entusiasmo. Barcelona, Edit. Gedisa, 1987, consagrado al debate filosófico-político con el kantismo. Igualmente el texto de FERRÁN REQUERO COLL, Teoría crítica y Estado social, pp. 101-103. 19 "...yo alegaría que se trata de un problema creado por tomarse a Kant demasiado en serio...". RICHARD RORTY: "Habermas y Lyotard sobre la posmodernidad", en Varios: Habermas y la modernidad, p. 264. 20 Una buena muestra de las peripecias de la razón en este punto es el artículo de XAVIER RUBERT DE VENTOS: "Kant responde a Habermas", en revista El viejo topo, N° 64. Madrid, enero 1982. Ver igualmente, Varios: Kant después de Kant. Madrid, Edit. Tecnos, 1989. Del mismo modo, el número especial de Teoría, N° 3. México, 1982-1983, Edit. UNAM.

No es en absoluto casual este tipo de retomo a fuentes tenidas como canceladas por el peso de la lucha ideológica, la guerra de guerrillas estética o los grandes combates epistemológicos21. Mención especial habría de hacerse sobre la recuperación del weberianismo desde casi todos los focos intelectuales de hoy. No se extrañe Ud. si en cualquier momento se topa con esta consigna en las paredes de alguna escuela de filosofía: "Kant/Weber, unidos jamás seréis vencidos" 22. LA NUEVA MODERNIDAD NO NECESITA NINGUNA ÉTICA En el imperio del cinismo radical, cuando todo se banaliza por el simple contacto de la subcultura mass-mediática, los actores sociales que circulan ordinariamente por estos tejidos normalizados no pueden darse el lujo de distraerse en devaneos éticos. En el reino del mercado las elecciones están hechas por anticipado (contra la tramposa suposición neoliberal según la cual el mercado es un lugar de "concurrencia") 23. Las angustias existenciales por el sentido de la acción hace tiempo fueron evacuadas por el devastador peso del pragmatismo. Las energías iluministas volcadas hacia un ideal de correspondencia entre conductas observables y patrones axiológicos, han sido reconducidas hacia el destino universal de la civilización industrial: el éxito24. En una cultura achatada por el peso brutal de la idiotización de la gente cualquier referencia a la ética suena a esoterismo. El imperio de la racionalidad burocráticoinstrumental suprime de raíz la necesidad modernista de una justificación axiológica de la existencia. Para el criterio de rentabilidad que está en la lógica del tiempo de esta civilización de las prisas banales, toda interposición ética en la acción humana es inútil. La subcultura del éxito lleva aparejada una noción de eficacia que es implacable. Esta es la palanca visual que delimita lo útil y lo inútil. Para este pragmatismo generalizado —cínico en el estricto sentido en que lo retrata Baudrillard en Amerique— lo que hacía falta ya está allí. No hay necesidad de "perder el tiempo en cosas raras". Si Ud. tiene objetivos claros y medios idóneos en la vida, el éxito le espera. El resto es cuestión de buena gerencia. La teoría, la ética, el debate epistemoló-

21 Ver ALAIN RENAUT, L'ére de l'individu, París, Edit. Gallimard, 1989. (En especial: "Kant humaniste ou 'inhumaniste'..., pp. 279-299). 22 "...parece que la cultura del siglo XX asistió a la extinción de todo proyecto de 'reapropiación'...". GIANNI VATTIMO: El fin de la modernidad, p. 27. "(Para Kant)... La experiencia de que se trata bajo el nombre de Ilustración es la del sujeto intelectual, no la del hombre común...". EDUARDO SUBIRAT5: La Ilustración insuficiente, p. 134. 23 "...el mercado es una extática de la circulación de los bienes, así como la prostitución y la pornografía son formas extáticas de la circulación del sexo". JEAN BAUDRILLARD: El otro por sí mismo, p. 19. 24 "El tecnócrata tiene una posición ambivalente con respecto a la cultura. Está sujeto a una atracción y a una repulsión a la vez". DARYUSH SHAYEGAN: La mirada mutilada, p. 188. "Las arquitecturas apócrifas de nuestro tiempo generan con inusitada rapidez postulados permisivos, también apócrifos, que carecen de estructura moral y no se configuran bajo ninguna formalidad ética". ANTONIO FERNÁNDEZ ALBA: La metrópoli vacía, p. 131.

gico, la reflexión estética, los refinamientos culturales y otras pequeñeces, son distorsiones de los "enemigos del sistema" o simples divertimientos de gente sin oficio 25. El pragmatismo es la única lógica que mueve a miles de millones de "trajes ambulantes" de un lado a otro de este agobiado globo terráqueo 26. La continuidad de esta racionalidad está asegurada en los sistemas de representación que anteceden a la conciencia de cada individuo. Este modelo civilizacional (la nueva modernidad) no apuesta en cada circunstancia su pertinencia y legitimidad histórica. La contienda se decide de antemano porque los efectos de superficie de la conducta observable están gobernados por la racionalidad burocrático-instrumental, es decir, por la lógica de la dominación. La reproducción de los sistemas de representación donde se asienta esta lógica está asegurada por anticipado. Lo otro, el espectáculo cotidiano de la "realidad" es pura Contingencia inerte. El programa ya está codificado, los actores bailan su danza según un flexible y bien pensado guión. La gente —esa eufemística categoría de la sociología académica— es telecomandada desde los centros motrices que son los sistemas de representación. Allí no hay lugar para veleidades éticas. La racionalidad del éxito no las necesita. La subcultura mass-mediática tiene a mano todos los tranquilizantes para eventuales y poco probables estallidos de mala conciencia27. FINAL ANUNCIADO: LA ÉTICA DEL PODER28 La lógica de la dominación se reproduce en dos velocidades: por efecto inercial de las continuidades (pervivencia por automatismo de las representaciones) y por efecto híper-real del poder (que es poder precisamente porque se ejerce: desde y sobre). La dominación no es una sustancia metafísica que se genera abstractamente desde cualquier parte causando efectos indiferenciados. Tampoco es un atributo ontológico inscrito en la naturaleza humana (según este principio, "dominación" es toda relación desigual donde 25 "En defecto de actuar por actitud de Éxito, nosotros actuamos por convicción del deber". ALAIN MINC: La machine égalitaire, p. 316. "Es verdad que el mundo desencantado por la ciencia y la tecnología priva a la gente de las sociedades industriales de todo valor supremo". JEAN-JACQUES SALOMON: Le destin technologique, p. 310. 26 "Con la aparición de ambivalencias estafadoras, en la modernidad se modifica la economía de la inteligencia. Casi imperceptiblemente y, sin embargo, de una manera dramática se desplaza la relación de inteligencia y estupidez". PETER SLOTERDIJK: Crítica de la razón cínica (Tomo II), p. 328. 27 "Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea". EMMANUEL KANT: Filosofía de la historia, p. 26. "...el destinatario y el emisor de la comunicación publicitaria no son sujetos exteriores, sino constructos derivados de ella...". JOSÉ LUIS PARDO: La banalidad, p. 125. Es interesante hacer un seguimiento a expresiones sub-culturales como el "New Age" en California y otras partes del mundo. Movimientos algo esotéricos que parecen emerger del inmenso hueco de la posmodernidad. Ver: MARILYN FERGUSON, Les enfants du Verseau, París, Edit. Calman-Lévy, 1980. JEAN VERNETTE, Le nouvel âge á l'aube de l'ere du Verseau, París, Edit. Tequi, 1983. Igualmente la revista Le nouvel âge París (revista mensual). 28

una de las partes "domina" a la otra por derivación intrínseca). Las relaciones de dominación (cuya materialidad ocupa redes infinitamente diversas y complejas) se constituyen en marcos de resonancia semiótica desde donde se van estructurando las gramáticas con las cuales los actores balbucean sus intereses y aspiraciones. Esta racionalidad —registros cognitivos, criterios clasificatorios, engramas mentales, esquema, perceptual, performance discursiva, etc.— habita todos los lugares de la sociedad. Que Ud. prefiera al Estado respecto a las relaciones de pareja o que Ud. releve la fábrica respecto a la escuela, no varía un ápice la naturaleza de la dominación. Esos espacios están habitados por las tensiones de fuerzas en conflicto y en ellos opera el doble movimiento por el cual se reproducen las relaciones dominantes: la inercia de un sistema de representación que suelda el sentido de cada actor a su "mundo de vida" y el peso factual de relaciones de poder en acto: intereses y prácticas desenvolviéndose en choques, transacciones, avances y retrocesos. Esta segunda vestimenta del poder como materialidad de las prácticas (en la familia, la escuela, el hospital, la cárcel, la fábrica, etc.), supone un constante recubrimiento ideológico que no es un puro automatismo. El poder político, por ejemplo, se ejerce y se despliega en escenarios de tensión que difícilmente pueden imaginarse por anticipado. El poder —tanto el invisible como el que muestra su faz— sólo obedece a un principio regulador: reproducirse. Todo lo demás sobra. El verdadero impulso vital de toda relación de dominación es, en primera instancia, asegurar su continuidad, es decir, garantizar sus condiciones de reproducción. En el espectáculo de la realidad cotidiana esta lógica segrega una moral de facto: "lo bueno es que las cosas se desenvuelven como Dios manda". Si algún ocioso neoliberal quiere ponerle música a este sacrosanto principio, bien puede hacer un tratado de ética, es decir, la ética del poder. LAS BUENAS NUEVAS DEL NEO-ILUMINISMO Frente a la tónica posmodernista se desarrollan también búsquedas que no pasan por el pragmatismo de la nueva Modernidad, ni se dejan acorralar por invocaciones residuales de la "ética revolucionaria". Me refiero a intentos aislados mucho más finos como los de Habermas, Vattimo, Heller, Guattari, Lechner, Maffesoli, Hopenhayn, Lipovetsky, Mansilla, Baudrillard, Follari, Subirats, Maestre, Rorty, Tyler, Ortega. Búsquedas tras las cuales puede olfatearse el llamado desesperado de la ética, aun cuando se convenga de buena gana que tales llamados son sospechosos por definición; mucho más en los tiempos que corren, donde el discurso posmoderno parece reclamarse de la tónica de "todo vale", la tónica "cualquier cosa da lo mismo", la tónica "no hay mañana" ("mañana es hoy"), la tónica "sálvese quien pueda", la tónica "nada me interesa", la tónica "cada quien en lo suyo", la tónica de los "adioses". Es más que obvio que en tal atmósfera cualquier invocación ética es más bien un ruido.

Sin embargo, desde perspectivas críticas (muy matizadas según el espesor de la impregnación política que las acompaña: por ejemplo, es bien diferente la posición de F. Guattari y la de R. Rorty para ilustrar sólo un caso), se siente un legítimo esfuerzo intelectual por encontrar un rumbo que ponga de nuevo en sintonía ética y política29. Ese esfuerzo es muy importante a la hora actual, él desafía la pastosidad del ambiente posmoderno y el grosero cinismo del pragmatismo de la tecnocracia. No hay suficientes insumos como para garantizar un nuevo proyecto. Pero sí hay pistas para transitar un cierto trecho de investigación rigurosa, de diálogo franco, de legítima diferenciación en los modos de intervención. Una postura crítica radical tiene mucho que ganar en esa búsqueda común. Sin disimular las divergencias. Sin atenuar el disenso. Con la simple disposición de dialogar realmente30.

29 Ver el libro de AGAPITO MAESTRE, El poder en vilo, Madrid, Edit. Tecnos, 1994. 30 "Los filósofos edificantes no pueden terminar la filosofía, pero pueden ayudar a impedir que llegue al sendero seguro de la ciencia". RICHARD RORTY: La filosofía y el espejo de la naturaleza, p. 336. "Los nuevos movimientos... no han ofrecido una estrategia alternativa totalmente coherente. Una estrategia alternativa coherente está todavía, en la actualidad, por ser trabajada. Posiblemente tomará de 10 a 20 años hacerla. Esto no es motivo para desanimarse; mejor que eso, es la ocasión para realizar un duro trabajo político e intelectual colectivo". IMMANUEL WALLERSTEIN: "1968: revolución en el sistema-mundo/tesis e interrogantes", en Varios: El juicio al sujeto, p. 41.

"Hubo un tiempo acaso en que ser hombre era un drama. Ahora es, más bien, una telenovela, hecho que habla positivamente de nuestras posibilidades de inmortalizamos: para qué morir si se tiene la desgracia de existir" HÉCTOR SUBIRATS: El escepticismo feliz, p. 44.

CAPÍTULO II

VIEJOS Y NUEVOS MITOS SOBRE EL CAMBIO

"...si es cierto que la complejificación que se está desarrollando desde hace cierto tiempo ha llegado a las regiones del pensamiento y el lenguaje, la idea de que puede salirse de lo complejo, consiguiendo un consenso en la interlocución, eso que se llama el diálogo, me parece una idea falsa". JEAN FRANÇOIS LYOTARD: "El laberinto de los inmateriales", en revista Quincena, Nos. 46-47. Madrid, 1989

En estos tiempos de despedidas, de ruidosas desafiliaciones y arrepentimientos penitentes, resulta una temeridad invocar el fantasma de la revolución 1. Sea por fatiga del espíritu, sea por saturación de los clichés revolucionarios, se respira un aire enrarecido donde la confusión y el desencanto marcan la pauta. Allí las propuestas de cambio tropiezan con nuevos problemas. No sólo en lo tocante al ruido en la comunicación sino en lo que concierne al lugar desde donde se piensan los procesos de cambio, al discurso con el cual se ha trabajado esta materia, a las concepciones que han servido de certificado teórico a tantos esfuerzos políticos inútiles. El discurso posmoderno tiene sus propias claves para leer las ideas y las señales culturales del cambio. Me parece altamente ilustrativo una confrontación teórica en este plano. Creo que allí se juegan gruesas implicaciones que luego se esparcen hacia ámbitos de la sociedad y del espíritu que apenas alcanzamos a identificar. LA IDEA DE CAMBIO EN CLAVE POSMODERNA Dado que la objetividad pasiva de la posmodernidad soporta lecturas abiertas y ambivalentes; siendo que el discurso posmodernista se asume a sí mismo como un campo móvil y polisémico, resulta, por ello, interesante y lícito interpelar sus reglas (o la ausencia de ellas) con similar entonación epistemológica. Desde el desencanto desesperado del inefable Ciorán ("todo esfuerzo por el cambio es inútil") hasta el discreto y atemperado realismo de Vattimo ("pudiera ser que... tal vez si..."), 1

"En estos días en que todo se tambalea y tiembla toda tierra. Vosotros, en cambio, a juzgar por las caras que ponéis, parece que buscáis más incertidumbre...". FRIEDRICH NIETZSCHE: Así hablaba Zaratustra, p. 261.

la noción de cambio social aparece explícitamente desdibujada. Sin paradigmas que alberguen a modelos ideológicos (ellos mismos aporreados), sin ideas-fuerza que convoquen a grandes acontecimientos, sin historia y sin ética que aporten alguna justificación y algún sentido a la acción social, sin sujeto y sin proyecto que aseguren la dirección de la voluntad colectiva, sin razón y sin progreso que sugieran un fundamento societal a las empresas de cambio, en suma, sin tantas cosas por delante que la sensación de vacío es una constatación de desequipamiento ostensible y brutal para las élites intelectuales, es comprensible entonces que la sola mención de palabrejas como "revolución", "cambio", "transformación", cause en el receptor una sensación de sopor y aburrimiento que los posmodernos conocen bien 2. Si el ceremonial de defunciones que nos anuncia el cartel de la posmodernidad no es una "tramoya del imperialismo", justo es admitir que algo severo está ocurriendo en los antiguos registros gramaticales con los que pensamos y soñamos la idea de la revolución. La operación desde el discurso posmoderno es relativamente sencilla. No hace falta ejercer una embestida especial contra tal o cual concepción del cambio, pues ya es suficiente con sacar de circulación los pilares que le sirven de sostén. El resto lo hará la infalible ley de la inercia. En efecto, si Ud. constata el colapso generalizado de palancas tan esenciales como sujeto, paradigma, ideología, historia, progreso, razón, proyecto, socialismo y muchas otras, es demasiado obvio que nociones como revolución, emancipación, libertad, etc., se esfuman con la misma trágica e insoportable inevitabilidad. Si Ud. realiza una cierta profilaxis semiótica en el bosque discursivo de la posmodernidad podrá recuperar una idea del compromiso entre matices y variantes que al final no son la misma cosa. El telegrama posmoderno diría más o menos así: "Suspendido, nuevo aviso, intentos infructuosos cambio sociedad. Ruégole mantenerse expectativa. Favor abstenerse toda provocación".

Atentamente, J. F. Lyotard / G. Vattimo

El texto anterior ha sido traducido en todos los idiomas y ha sido difundido por los medios técnicos más sofisticados. El aparece en el intertexto del sermón dominical en las iglesias, en las cursilerías de la televisión, en los artículos de la prensa seria, en las aulas de clase, en las vitrinas de todas las librerías, en los conciertos al aire libre, en los silencios de la gente. LA HERENCIA DEL MILENARISMO INCENDIARIO, VERSIÓN FIN DE SIGLO: TRANSFORMAR CON REALISMO Y PRUDENCIA La izquierda realmente existente se debate en este escenario un poco a tientas. Hay que reconocer la enormidad de los obstáculos que confronta. A veces la mejor terapéutica es fingir

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"La condición posmoderna surge... de la encrucijada entre una crítica y una expectativa social de izquierdas que se sienten obsoletas, tanto teóricas como políticamente, frente a las nuevas tecnologías, sus efectos sociales y las formas de dominación social que presiden". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, p. 133.

que no ha pasado nada. Eso hacen muchísimos partidos y grupos (no sé si por astucia profiláctica o por simple ignorancia). Podría aspirarse que la izquierda oficial produzca una reflexión a tono con los tiempos que corren. En parte lo está haciendo, pero en su gran mayoría permanece teóricamente enmudecida y políticamente postrada3. Peor que eso: lo poco que hace opera como contraejemplo para los escasos sectores que aún ponen atención a su discurso. El realismo pragmático de la izquierda social-demócrata no es un rasgo nuevo que pueda atribuirse a los aires posmodernos. Lo que ha ocurrido es que el tiempo se ha ido nublando al mismo compás de la tasa de descomposición ideológica de la vieja izquierda. El fin, el adiós, el colapso y demás sintomatología de la era posmoderna encuentra a la izquierda realmente existente desguarnecida intelectualmente y en el precipicio político. La recuperación en esas condiciones plantea problemas completamente inéditos. ¿Pueden los aparatos electorales de izquierda reconvertirse con la velocidad suficiente como para entrar en el siglo XXI? ¿Está condenada esa izquierda a ser un factor de corrección de la nueva Modernidad? ¿Podrá al menos alcanzar el honorable puesto de ser una izquierda posmoderna? Una nota de optimismo: ¿puede esta izquierda ser un pivote para la nueva esperanza, para el pensamiento emancipado del siglo XXI, para la revuelta radical? ¿QUÉ QUEDA DE LAS "LEYES DEL CAMBIO SOCIAL"?4 "No existen 'leyes históricas', pero hay estratos de la realidad —climáticos, demográficos, técnicos, económicos, psicológicos e intelectuales— que cambian y se mueven a diferentes ritmos, que combinan sus energías irregularmente y que constantemente nos sorprenden con extravagancias y caprichos inesperados". LESZEK KOLAKOWSKI: La modernidad siempre a prueba, p. 228

Uno de los lugares donde habitó con más pretensiones la concepción de la historia con arreglo a "leyes" fue el marxismo-positivista. Específicamente, la idea de que el cambio social era el resultado de la puesta en escena de unas presuntas "leyes del cambio social". La preeminencia de esta concepción tenía poco de querella filosófica y mucho de soporte ideológico de políticas e intereses de los partidos comunistas en todo el mundo. Esta ideología, en plan de cultura oficial, no es una sutileza epistemológica que forme parte, entre 3

"¿La izquierda existe? A la espera de nuevas ideas, es necesario, por lo menos, observar los viejos principios". JEAN DANIEL: En revista Le Nouvel Observateur, N.º 1,830. París, abril 1991.

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"...en nuestra época comienza a perfilarse una imagen armónica de las leyes históricas y del cosmos humano...". NORBERT ELÍAS: El proceso de la civilización, p. 520. Obsérvese la imagen que nos propone el autor para contrastarla con otra visión donde esa "armonía" y esas "leyes" son puestas en entredicho.

otras, de las ideas en debate. Se trató siempre de "la línea" de aparatos políticos con poder, es decir, con capacidad brutal para hacer pasar sus intereses ideológicos por la fuerza. Ese entorno, en lo que respecta al debate teórico, fue lo que caracterizó por muchas décadas al estilo intelectual del stalinismo. Allí prosperaron todas las aberraciones epistemológicas que el mundo conoce. Desde allí —sobre manera, desde las "academias de ciencias" de las burocracias del Este— se irradió para toda la izquierda mundial las peroratas ideológicas del marxismo-leninismo (indigestos enlatados que adquirieron celebridad para millones de militantes políticos a través de la conocidísima fórmula de los "manuales de la URSS"). A través del comodín de las "leyes del cambio social", el pensamiento marxista tradicional se aseguraba una doble ventaja: respondía al debate ideológico con el "idealismo" y tranquilizaba políticamente al funcionariado de partido que veía así garantizado el triunfo inevitable del socialismo. Pues el sentido de estas metafísicas "leyes del cambio social" no era sino la traducción al terreno de la "sociología marxista" de la marcha triunfal del socialismo. Esta primitiva concepción se encuentra más refinadamente elaborada en Gramsci, Lukács o Korsch. Lo importante, sin embargo, no es reabrir aquí un debate teórico sobre estos autores sino indicar la incidencia que tiene sobre las formas de intervención el tipo de concepciones con las cuales se ejercita la práctica social5. Toda la acción política que se orienta por la visión según la cual los cambios sociales están sujetos a "leyes" resultó históricamente característica, tanto en lo que fue la experiencia del socialismo burocrático, como en lo tocante a algunas formaciones políticas sobrevivientes de este modelo en América Latina, Asia y África. ¿El colapso del socialismo burocrático supone la extinción de esta concepción del cambio? No estaría tan seguro. La velocidad de los acontecimientos en la superficie (el acoplamiento y funcionalización del socialismo bárbaro a modalidades neoliberales de "economía de mercado") no arrastra a los sistemas de representación al mismo ritmo (ni siquiera en la misma dirección). Las callosidades ideológicas que logró instalar la rutina del marxismo burocrático en la mentalidad de millones de desamparados militantes han hecho estragos, costará más de una generación para recuperar un punto mínimo de arranque de otra sensibilidad intelectual. Desde luego, esta optimista versión no se hace cargo de calamidades epistemológicas de otro género, por ejemplo, las lógicas internas a las que da lugar el adoctrinamiento, el fanatismo y todas las formas salvajes de dogmatismo e ignorancia radical. Estaría por verse si un comisario político "formado" en semejante "escuela" puede revertir a un intelectual competente. Yo no lo aseguraría, claro está. Grosso modo, las famosas "leyes del cambio social" han pasado a mejor vida, dejando un campo abierto para restituir la investigación y el debate sobre las cadencias de los fenómenos 5

El insigne luchador RUDOLF BAHRO se interroga con patética ingenuidad: "Vuelve a plantearse así, una vez más, la pregunta de cómo la humanidad va a lograr salir del capitalismo. En este sentido sería posible afirmar: 'regresemos otra vez a Marx'...". RUDOLF BAHRO: "La ecología política como alternativa", en revista Casa del Tiempo, Nos. 98-99. México, noviembre-febrero, 1990-1991.

sociales, su temporalidad, su dialéctica con relaciones de estructura, su historicidad, sus modos de reproducción y, por tanto, sus posibles modos de transformación. El establecimiento de algún tipo de regularidad en la mecánica del cambio es asunto a discutir puntual y discretamente. La historiografía nos da ciertas pistas de cómo se han movido algunas instancias de las sociedades precedentes. Pero no mucho más que eso (el concepto de "evolución" que tantos rodeos epistemológicos ha costado a la óptica habermasiana es uno de los ejemplos de estas dificultades mayores).

CAMBIOS SIN ATRIBUTOS: LA POSMODERNIDAD6 Una civilización que se reproduce incesantemente no es una novedad del mundo posmoderno. La lógica de la reproducción es inherente a todo modelo societal. Esta continuidad se altera sustancialmente cuando se produce una conmoción revolucionaria, lo cual es no sólo excepcional sino contra la naturaleza de las cosas. Cualquier irrupción de fondo de un modelo civilizacional es vivido como "sin-sentido", precisamente porque se interrumpen los circuitos por los que se legitima y se reproducen esas específicas relaciones de dominación. La incesante reproducción de la civilización del capital tiene como rasgos predominantes una suerte de ontologización del poder en el que cada espacio societal (la familia, la escuela, el hospital, la fábrica, el manicomio, la cárcel), duplica por sí solo —sin la intervención inmediata de clases sociales hegemónicas— las relaciones de dominación. Desde luego, este automatismo de la civilización no opera homogénea y linealmente. Como siempre, los actores sociales se movilizan contradictoriamente creando los campos de fuerzas donde se juega la tipología dominante-dominado (modelo éste que no es una metáfora metodológica, sino una matriz estructural que distribuye implacablemente a los actores sociales en cuanto tales). En ese sentido la idea de "cambio" hace mucho tiempo que fue banalizada por el discurso mass-mediático hasta convertirse en una inocua figura psico-social que media el tránsito entre lo viejo y lo nuevo7. El discurso publicitario —coherente con la naturaleza circular de las energías en escena— induce una simpática propensión al cambio entendido como reposición de superficies. La expansión horizontal del consumo no sería posible si el mercado permaneciera estático. La inducción al cambio (de marcas, de usos, de objetos) es consustancial a este potencial siempre ampliado del consumo masivo.

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"Lo que prevalece y abruma es lo secundario y lo parasitario". GEORGE STEINER: Réels présences, p. 154.

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"Es sabido que aun la más simple y gratuita inversión del sentido de un término o de un problema nos lleva a reorganizar su contexto de un modo nuevo; nos obliga, sobre todo, a romper y cambiar los esquemas en los que la inercia del planteo o del lenguaje mismo nos permitían vivir acolchados, repitiendo los términos en lugar de pensarlos". XAVIER RUBERT DE VENTOS: Ensayos sobre el desorden, p. 49.

Este mecanismo está íntimamente asociado a las expectativas —también inducidas— del mejoramiento permanente. Cualquiera sea la situación económica de una sociedad en un momento dado —de crisis o de crecimiento— el discurso mass-mediático manipula los psicocomportamientos como si cada ciudadano estuviera en un concurso de prosperidad. Esto es muy claro en el clásico comportamiento de los sectores medios, manipulados de todas las formas imaginables con el estereotipo de ascenso social. Sea cual fuere la movilidad vertical efectiva de la población, el discurso publicitario se funda en la prefiguración de "status mejor" como expectativa de cada consumidor: "cambiar de situación" es tal vez el último resorte que moviliza la precaria existencia de millones de habitantes en todos lados 8. "Cambiar de situación" es un arquetipo mental intercambiable con "cambiar de automóvil". Esta no es una equivalencia azarosa sino la quintaesencia de la futilidad de la noción misma de "cambio". En la medida en que la sociedad está ostensiblemente diferenciada según patrones que difícilmente pasan por "naturales" ("ricos" y "pobres", "poderosos" y "oprimidos", etc.), es obvio que las expectativas de cambio también pueden generarse por demanda (no sólo por inducción). Estas demandas de cambio han sido históricamente contenidas hasta hacerlas funcionales con la dinámica circular de la reproducción de las relaciones de dominación. Salvo en situaciones límites (una ingobernable tensión entre expectativas de calidad de vida e inmovilidad del cuadro político-económico), "las masas" van y vienen rumiando sus miserias a las orillas del consumo opulento. En sociedades menos contrastadas por la calidad de vida de sus habitantes (Europa, por ejemplo), las demandas de cambio apuntan por lo general a la calidad de gestión (bienes y servicios impregnados del halo mágico de la universalidad, producidos y distribuidos según la regla incontrovertible del mercado). ¿Cambios? La gente tiembla ante la más remota posibilidad de alteración de su lugar en la sociedad. El Estado benefactor ha suministrado suficientes redes de seguridad a los ciudadanos. Este juego se ha convertido en el centro constitutivo a partir del cual se habilitan las apuestas sociales. El resto lo hace la subcultura mass-mediática: cobertura de la ficción individual de "cambio", "progreso", "elección", "privacidad". La decadencia espiritual de esta civilización calza perfectamente bien con la funcionalidad de este modelo circular. Ritual del espectáculo de consumo, saturación de las superficies audiovisuales, restitución de formatos y envolturas, reciclaje del desecho cultural, vuelta a saturar las superficies publicitarias... una y otra vez9. El mongolismo cultural de los pobladores del globo es enteramente solidario del espectáculo del consumo en todas sus esferas. El discurso mass-mediático sirve a domicilio sus deliciosos platillos de desecho cultural reciclado. Este inocente procedimiento tiene efectos retardados que aún no aparecen en el horizonte de visibilidad de los psicólogos de la comunicación. De todos modos, poco a poco se ha ido develando un síndrome ideo-cultural que debe tener el mismo componente perverso del SIDA: virus dél espíritu cuya reproducción genética no obedece a ninguna lógica conocida. Una vez que toda la 8

Ver: GEORGES BALANDIER, Le pouvoir sur scènes. París, Edit. Balland, 1992.

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"El perro hipócrita le habla a usted al oído a través de esos aparatos escolares que son máquinas acústicas...". JACQUES DERRIDA: Otobiograpfhies, p. 107.

humanidad esté debidamente contagiada (no falta mucho), entonces sí podrá afirmarse con propiedad: "¡El mundo está feliz!" ¿Y el cambio? EL CAMBIO COMO MICROMANÍA DE ACTORES SOCIALES EXHAUSTOS10 Es tal vez culpa del amigo M. Foucault el haber insistido con tanta vehemencia sobre el lugar "micro" donde habita el poder. Como se sabe, este énfasis tiene una justificación coyuntural —además del estatuto sustantivo que lo funda— en relación con el predominio ejercido por una concepción del poder fijado en la centralidad del Estado ("poder político", por ejemplo). Evidenciar las relaciones de poder en esos lugares insospechados de los tejidos sociales constituyó una especie de revolución teórica para la época ¿Qué vino después? La dispersión, el desmembramiento, la derrota de los proyectos políticos centrados, la extinción del "enemigo", el dislocamiento de las identidades colectivas, la reclusión en el ámbito local de vida, han ido siendo reabsorbidos en una ingenua exaltación de lo microsocial como nuevo ámbito de la revolución. Este desplazamiento de escenarios es brutalmente mecánico e instrumental para muchos partidos de izquierda que descubren lo microsocial como campo de maniobra (más por su debilidad política que por opción teórica). Cosa distinta ocurre con la dimensión de los nuevos movimientos sociales. Pero de cualquier manera, hay un componente de escepticismo resignado para el cual los pequeños espacios son la réplica de lo disminuido de su exhausta voluntad de intervención 11. Por fortuna ese no es el único ingrediente de las múltiples experiencias locales que se desarrollan hoy en todo el mundo. El problema crucial para estos experimentos sigue siendo el mismo al que se enfrentaba Foucault: ¿cómo se articula una lucha puntual con un "proyecto" nacional-intemacional? ¿Cómo se generaliza una confrontación molecular hacia el resto de la sociedad? ¿Cómo se supera el límite político de lo contingente y puntual sin caer de nuevo en una globalización metafísica? ¿En qué punto estratégico del tejido social la multiplicidad de poderes condensan el poder? EL CAMBIO COMO DIALÉCTICA NEGATIVA Desde los lugares más eufóricos de la sociedad, asistidos de la más angelical visión de este momento histórico, poniendo por delante la positividad de los procesos subterráneos de esta civilización, y sin embargo, no se observa un solo impulso objetivo, una sola señal desde

10 "El esfuerzo de cerrar la brecha micro/macro es pues un oficio de relacionar la acción individual y la interacción con la teorización sobre la estructura social". JEFREY C. ALEXANDER: Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial, p. 297. 11 "Sin un macrosujeto capaz de referirse a sí mismo, ni es pensable algo así como un conocimiento autorreflexivo de la totalidad social, ni tampoco una actuación de la sociedad sobre sí misma". JÜRGEN HABERMAS: El discurso filosófico de la modernidad, p. 422.

los micro-mundos de vida, aunque fuera una modesta tendencia silenciosa, que apunte a una transformación sustancial de la lógica de la dominación 12. El colmo del entusiasmo revolucionario nos llevaría a interpretar el cambio sin atributos, esta babosada mass-mediática inducida psico-socialmente para ensanchar el universo del mercado cultural, como parte integral del futuro "cambio cualitativo" (recuérdese el viejo debate sobre: "conciencia en sí/conciencia para sí"; "cantidad/calidad", "reforma/revolución", "lucha reivindicativa/lucha política", "programa mínimo/programa máximo", "crisis política/crisis revolucionaria"). De ese modo, gracias a la magia de la metafísica, todo cuanto acontece en el marasmo posmoderno se incorpora al "proyecto revolucionario". Salvo este paroxismo ideológico que nadie tomaría en serio (espero yo, quién sabe), lo que se constata, apelando al olfato realista de la más fina estirpe, es que todo, absolutamente todo lo que se mueve en la sociedad, se mueve precisamente en el sentido de la reproducción (incluidas las energías intelectuales y socio-políticas de las más variadas modalidades de oposición). Desde los tejidos sociales contradictorios donde la dominación habita y se reproduce (no existe un solo espacio social identificable donde no ocurra lo mismo) no tenemos indicios visibles de fuerzas o tendencias que estén operando espontáneamente como cuestionamiento profundo de la racionalidad burocrático-instrumental. No se observan impulsos o fuerzas instintivas que se dirijan inequívocamente a una impugnación radical de los sistemas de representación (lugar privilegiado donde se juega efectivamente la continuidad de la civilización). No hay señales de movimientos sociales que naturalmente asuman una crítica esencial de la dominación como categoría civilizatoria. ¿Podríamos esperar algo mejor del lado de las propuestas? Si bien no existen fuerzas espontáneas en la sociedad, al menos sí deberían existir voluntades y propuestas nacidas de la reflexión teórica. ¿En dónde estamos? Una propuesta teórico-política que postule abiertamente la perspectiva de emancipación no existe (todavía)13. Como era de esperarse, el reflujo general descubre en su solitaria precariedad al pensamiento radical. Siempre lo fue (afortunadamente), pero en tiempos posmodernos esta solitud se vuelve delirante. Desde ese ángulo no puede esperarse razonablemente ningún acontecimiento espectacular. En las condiciones intelectuales y políticas de hoy un pensamiento crítico radical aparece necesariamente en el umbral de la extemporaneidad, en el límite de la irracionalidad que tanto pánico causa a las corrientes habermasianas.

12 "...nosotros no podemos enunciar ninguna proposición destructiva que no haya debido deslizarse en la forma, en la lógica y en las postulaciones implícitas de aquello que quiere contestar". JACQUES DERRIDA: L'ecriture et la differénce, p. 412. 13 "Es sólo posible como teoría cuando es comunicativa, consciente, vital y, por último físicamente posible". NOCLAS LUHMANN: "¿Por qué ágil?", en revista Sociológica, N° 5, México, Enero-Abril 1990.

El desmoronamiento de las viejas fronteras epistemológicas ayuda en el camino de abrir nuevas posibilidades de diálogo. La cuestión es ¿desde dónde? 14 Este libro ha intentado mostrar un cierto mapa de lugares desde los cuales se produce hoy el ejercicio del pensamiento. Es obvio que una posición crítica define un espacio diferente desde el cual interpelar el estado de cosas. Un lugar problemático, sin dudas. Pero asumido plenamente, en sus implicaciones teóricas y políticas, define una regla transparente para el debate. El resto provendrá del contenido sustantivo de las propuestas y perfiles de lo que postulamos (incluida nuestra propia lectura de la coyuntura cultural de este tiempo). Allí no debería haber equívocos. Somos tan interesados y parciales como cualquier otra posición. Nuestra falta de inocencia nos delata línea a línea. Así que el lector no se llevaría ninguna sorpresa respecto al compromiso declarado y visible de la lectura que hacemos y del discurso sugerido. Con semejante transparencia uno puede dormir tranquilo, espero. ¿Puede una teoría crítica potenciar algún patrimonio intelectual reconocible? 15. Mi respuesta es sí. Habría varios puntos de encuentro —pasados y presentes— con intelectuales y corrientes que han anticipado en varios planos las condiciones epistemológicas para una crítica de la sociedad16. En este variado espectro destaca por su envergadura y contundencia la tradición teórica de la dialéctica negativa17.

"LA ESCUELA DE FRANKFURT": LO BUENO Y LO MALO SEGÚN FERNANDO SAVATER Ante la proliferación de lecturas y usos de la "Escuela de Frankfurt" (lecturas y usos que no pueden descalificarse en nombre de alguna dudosa pureza intelectual) 18, convendría hacer algunas precisiones que ayuden a perfilar el tenor y alcances de lo que puede entenderse como teoría crítica de la sociedad. Para ello puedo recurrir a un expediente que me facilite el trabajo: leer al revés la interpretación del amigo Femando Savater sobre lo que él considera "lo mejor" y "lo peor" de

14 "...una figura de 'sociedad' que permita percibir y valorar el potencial emancipa torio existen en el terreno de lo 'social'...". BENJAMÍN ARDITI: "Una gramática posmoderna para pensar lo social", en revista Zona Abierta, Nos. 4142. Madrid, octubre 86/ marzo 87. 15 "Mi perspectiva consiste en hacer transitar a las ciencias humanas y a las ciencias sociales de los paradigmas cientistas hacia los paradigmas ético-estéticos". FÉLIX GUATTARI: Chaosmose, p. 24. 16 "No es posible una ruptura innovadora con las formas de saber acreditadas y las costumbres científicas sin innovación lingüística: tal conexión apenas se pone hoy en duda". JÜRGEN HABERMAS: Pensamiento postmetafísico, p. 240. 17 Hago míos los sugestivos comentarios y las provocadoras afirmaciones del amigo MARTÍN HOPENHAYN en: "¿Qué queda de positivo del pensamiento negativo?", del libro Ni apocalípticos ni integrados. Santiago, Edit. FCE, 1994. Ello me exonera momentáneamente del análisis de estos problemas a la luz del debate latinoamericano. 18 Por mi parte, he puntualizado mi posición en varios momentos. Ver: RIGOBERTO LANZ, Marxismo y sociología. Barcelona, Edit. Fontamara, 1989. Discusión sobre ideología (coll.). Caracas, Edit. UCV, 1981. Razón y dominación, Caracas, Edit. UCV, 1988.

la tradición de la "teoría crítica" (Ver. Prólogo de F. Savater al libro de Peter Sloterdijk: Crítica de la razón cínica, Madrid, Edit. Taurus, 1989). Despejemos de entrada un equívoco: es cierto que la obra de F. Savater puede ser leída en distintas claves según su acercamiento o distancia con la tradición intelectual de la "Escuela de Frankfurt"19. De todos modos, no podemos postular a partir de allí un paralizante relativismo que deja en suspenso cualquier interpretación 20. Paso por alto, entonces, este refinamiento hermenéutico para situarnos sin más en las propias palabras del autor. Según Savater serían tres los "resabios menos defendibles" de la tradición de Frankfurt: 1. Puritanismo estético. 2. Condena a toda positividad. 3. Mártir de la dialéctica marxista. Frente a esta triada indeseable, el amigo Savater levanta otras tres "mejores características" (las paso por alto para concentramos en lo que interesa). ¿"Puritanismo estético"? No me parece. Creo, al revés, que la posición de Adorno, Marcuse, Benjamin y Horkheimer en ese terreno puede ser expandida y profundizada en su radicalidad. Hoy tenemos muchísimos más elementos a la vista como para tensar con mucha más fuerza la negatividad estética de esta tradición. Con una ventaja adicional: esta radicalización de la crítica no tiene por qué formularse desde la belleza metafísica o desde el lugar de los "no contaminados". El basurero cultural de esta civilización puede ser impugnado en sí mismo, sin postulación positiva, sin alternativas. El clímax del discurso mass-mediático, este encantador reciclaje de desechos culturales, ha consolidado hasta el paroxismo el estado espiritual ideal: el vaciamiento cultural. ¿Qué queda por hacer a la industria cultural de los años veinte? Me parece que la teoría estética que se deriva de la tradición de Frankfurt, así como la sensibilidad ética que le acompaña, deben ser radicalizadas hasta sus últimas consecuencias. La expansión de esta crítica, así como su profundización, responden con mucha actualidad al marasmo posmoderno. Estimo, a contrapelo de la idea de Savater, que la "teoría crítica" aporta una decisiva contribución para refundar una perspectiva estética radicalmente negativa, y por ello, radicalmente emancipatoria. Si me tocara escoger, seleccionaría este rasgo como una de las palancas centrales del pensamiento crítico21. ¿Rechazo a toda positividad? Es ésta una impresión equívoca. ¿De qué estamos hablando?22 ¿De la necesidad de reconocer en toda circunstancia "el lado bueno"? En efecto, en los escenarios más adversos siempre es posible descubrir la otredad. La cuestión es saber si 19 "La Escuela de Frankfurt había marcado además la separación reemplazando la crítica de la economía política por la 'crítica de la razón instrumental' y considerando sobre todo esta perversión del orden que toma en el universo de la modernidad la forma de la barbarie totalitaria". GEORGE BALANDIER: El desorden, p. 146. 20 "Una interpretación verdadera es la que desenmascara su objeto, lo libera, lo pone en evidencia y reproduce/genera su tensión". MARTÍN HOPENHAYN: ¿Por qué Kafka?, p. 253. 21 "La grandeza moral, el impresionante radicalismo ético, la sensibilidad humanista y la aspiración revolucionaria de la Teoría Crítica... son innegables". MICHAEL LOWY: "Le marxisme rationaliste de l'Ecole de Frankfurt...", en revista L'Homme et la Société, Nos. 65-66. París, julio-diciembre 1982. 22 "El interés teórico de la Teoría Crítica clásica se centra en el análisis del dominio y en los mecanismos a partir de los cuales se reproducen las relaciones de subyugación". HELMUT DUBIEL: "Debate sobre la teoría crítica: la Escuela de Frankfurt y Habermas". en revista Estudios. N° 24. México, Primavera 1991. d. 51.

esta operación táctica debe ser hecha en detrimento de los contenidos radicales. Yo digo no. Todos los reconocimientos y matizaciones pueden —y deben— ser incorporados sin disminuir el contenido crítico, sin hipotecar la capacidad de tomar distancia, sin sacrificar la contundencia del rechazo. Todas las habilidades para la maniobra, las sutilezas de concertación y las transacciones están incluidas. La cuestión vuelve a ser: ¿desde qué tónica? 23 La pregunta no es inocente, pues en nombre del i realismo y sucedáneos, tenemos hoy este cuadro deplorable de una j izquierda cortesana, inocua políticamente y completamente disminuida j en su vitalidad teórica. Creo que la negatividad de la crítica debe ser radicalizada hasta el j final. Una vez más, ella puede ser expandida y profundizada en ámbitos hasta ahora intocados por el discurso cuestionador: los sistemas de representación, la lógica de su reproducción. Desde una posición crítica así entendida, se trata no sólo de reconocer positividades, sino más que eso: es preciso construir positividades. Desde las posturas iconoclastas más ruidosamente irresponsables como las del inefable Ciorán, por ejemplo, hasta los perfiles radicales que se juegan en el terreno político (por tanto, obligados a transitar reglas mínimas de interacción), en todos los casos, siempre hay un tráfico entre la negación y lo negado, entre la existencialidad de la revuelta y la existencia bruta, entre el adentro y el afuera. Necio sería no reconocer esa dialéctica. Sólo que de ese reconocimiento no se sigue ninguna regla. Ni para el pragmatismo político, ni para el nihilismo intelectual. Una razonable dosis de cínica esquizofrenia ("las estrategias fatales" de Baudrillard) sería una terapéutica del alma nada deleznable. ¿Dijo Ud. "dialéctica marxista"? En oídos posmodernistas debe sonar a demonio. En los corazones del viejo stalinismo debe resonar como himno de combate. Pero, ¿qué hay detrás de esta fulana "dialéctica marxista"? Echando un vistazo hacia atrás constato que de eso precisamente me he ocupado en todos estos años. ¿Qué podrá aportar entonces? La más elemental de todas las evidencias: "dialéctica marxista" es una notación vacía, carente de todo significado sustantivo. Ud. puede utilizar esta expresión como concepto portátil donde va depositando todo lo que huela a "marxismo". Es luego de un largo y penoso proceso de profilaxis semiótica, al final del arduo recorrido de desbrozamiento epistemológico, que Ud. puede identificar con mucha discreción uno que otro elemento a postular como pensamiento dialéctico, como método dialéctico, como categoría de análisis dialéctica, eventualmente, como paradigma epistemológico dialéctico. Todo ello a fundar. En todos los casos, operaciones que requieren ser producidas en cada ámbito de pertinencia. Sólo así podría hablarse con alguna propiedad de los elementos a recuperar de una tradición intelectual24. En esa "viña del Señor" que es la "dialéctica marxista" cada autor o corriente acude con licencias teóricas ad hoc. A la luz de los acontecimientos ideológico-políticos más recientes, 23 "...una teoría que quiera asegurarse las estructuras generales del mundo de la vida no puede proceder en términos trascendentales...". JÜRGEN HABERMAS: Teoría de la acción comunicativa (Tomo II), p. 569. 24 "La calidad y fecundidad de un discurso se miden quizás por el rigor crítico con el cual es pensada su relación con la historia de la metafísica y con los conceptos heredados". JACQUES DERRIDA: L'ecriture et la difference, p. 414.

este supermercado de la "dialéctica marxista" ha sido saqueado por turbas histéricas. No es descartable que en medio de la típica confusión de los escenarios de poblada, más de un científico social se tropiece por allí con algún hallazgo útil dejado en la carrera: un concepto, una teoría, una noción, o tal vez, un "marco teórico de referencia". Así las cosas, no queda más remedio que interpretar lo que tiene en mente el amigo Savater cuando nos dice que la Escuela de Frankfurt es "mártir de la dialéctica marxista". Metáfora que puede ser contrastada con el venenoso método de la deconstrucción semiológica. Pero abreviando camino, podríamos simplemente insinuar lo que sería central en el estatuto epistemológico de un cierto pensamiento post-dialéctico (sin apellido). Creo que hay suficientes elementos sustantivos para identificar el tenor discursivo de un pensamiento que se distingue por el modo como aborda la propia naturaleza del conocimiento, por el tipo de prescripción metódica a la que se atiene, por el espacio teórico que delimita para su construcción, por la distancia crítica que establece con otros módulos de pensamiento, por la sensibilidad intelectual que le es intrínseca, por el contenido básico de sus tesis frente a la realidad, por el modo como aborda la cuestión cardinal de la dominación, por la lectura que hace de la racionalidad civilizatoria del capital, por la tónica ética a la cual se remite, por la fuerza emancipatoria que sustantiva todo su perfil, por la propia semiosis en la que finalmente se recrea su discurso. Allí hay una dialéctica intencional que puede cristalizar de diferentes maneras en investigaciones y propuestas de índole diversa. "¿Una escuela de pensamiento?"25 Depende de lo que se entienda por tal cosa. En todo caso sí un punto de vista. Un determinado "regard" estético y epistemológico frente a la posmodernidad. Creo que no sería mucho pretender si éste se reclama de una crítica radical frente a la dominación. ¿Suena a "proyecto"? No necesariamente. Digamos más bien, una voluntad intelectual que se bate por construir un espacio colectivo para pensar y vivir la emancipación: como impulsión estética, como revulsión socio-política, como pasión teórica. ¿Reminiscencia iluminista? Algo de eso hay, pero no tanto. ¿Nuevo ropaje de la Ilustración? Eso dirían los posmodernistas por pura envidia intelectual. Tengo la impresión que si uno extirpa de la teoría crítica su negatividad radical (en el plano estético, político u otro) y su entonación dialéctica, como ha sido expresamente planteado por el amigo Savater, le queda en sus manos un vacío cascarón filosófico, muy dúctil para ser rellenado con ingredientes al gusto, pero completamente extraño al pensamiento y a la vida de gente como Benjamin, Adorno, Horkheimer o Marcuse26. La lectura que propone Savater no tiene nada de irreverente, ella no debe ser juzgada como "sacrilegio" frente a la fidelidad de la sagrada escritura. Pongámosla en buena ley como una posibilidad de interpretación, tan legítima como la nuestra. Tan arbitraria o menos que la 25 "Una formación discursiva no se unifica ni en la coherencia lógica de sus elementos, ni en el a priori de un sujeto trascendente, ni en un sujeto que es fuente de sentido... ni en la unidad de una experiencia". ERNESTO LACLAU CHANTAL MOUFFE: Hegemonía y estrategia socialista, p. 119. 26 Un buen ejemplo de lectura ecléctica y desprovista de estos elementos esenciales es la interpretación de AXEL HONNETH, "Teoría crítica", en Varios: La teoría social hoy, pp. 445-514.

mía. Esta cortesía de príncipe es sólo para resguardar un lugar para el diálogo en el expreso reconocimiento de una diferencia de monta en uno de tantos otros puntos de encuentro 27.

27 "Sólo un pensamiento complejo produce contradicciones productivas". JÜRGEN HABERMAS: "Apuntar al corazón del presente", en Varios: Foucault, p. 124.

"La plena humanidad pertenece a aquel que sepa utilizar oportunamente todos los medios: golpear, decir, hacer silencio". JEAN STAROBINSKI: Le remede dans le mal, p. 278.

CAPÍTULO III

DESENCANTADOS DEL MUNDO: ¿QUÉ QUERÉIS?

"Obnubilados, como estamos, por las grandesentidades que se han impuesto a partir del siglo XVIII —la Historia,la Política, la Economía, el Individualismo—, tenemos algunas dificultades para centrar nuestra mirada en ese 'concreto más extremo' (W. Benjamin) que es la vida sin atributos". MICHEL MAFFESOLI: El tiempo de las tribus, p. 213.

Hemos visto de modo reiterado cómo la sensibilidad posmoderna toca básicamente a sectores intelectuales que se interrogan sobre su papel, sobre el pensamiento mismo, sobre la sociedad y su destino, en fin, sobre el hombre. Para una amplia porción de la sociedad este problema sencillamente "no existe", es decir, no es percibido, no es pensado, no es vivido. No obstante que la posmodernidad puede ser registrada como fenómeno cultural objetivo, las amplias masas del globo no parecen estar conmovidas por semejante malestar. Hemos señalado, al contrario, que la nueva Modernidad ha logrado cohesionar a la mayoría de la población tras las banderas de la racionalidad técnica. Lo inédito, en comparación con la época de la Ilustración, es que la subcultura massmediática ha sustituido progresivamente todos los resortes —éticos, intelectuales y políticos— de la Modernidad. En su lugar, actores sociales normalizados encuentran novedosas satisfacciones a los viejos requerimientos de identidad colectiva, de sentido de la historia, de ética de la conducta, de trascendencia. El discurso mass-mediático, como suprema cristalización de la racionalidad burocrático-instrumental, ha ocupado esos espacios creando la mentalidad promedio del ciudadano de fin de siglo: el espectador/consumidor. Pero la intelligentsia está impactada severamente por el estado de cosas. En todos los círculos se discute con angustia la atmósfera cultural del momento. Ese no es un dato psicosocial anecdótico, sino la clave de los tiempos que corren. El desencanto, ya se sabe, es tal vez una de las tónicas más reveladoras de lo que se denomina genéricamente: posmodernidad. POR LAS GRIETAS INCIERTAS DE LA "REALIDAD" Entre tantos conceptos y categorías agrietadas el criterio de realidad (tan caro a la tradición psicoanalítica) es arena móvil para la bruma posmoderna. Se esfumaron las

solideces y con ellas un inmenso hueco vino a convertirse en la angustiosa morada de tantos intelectuales desconsolados. Mientras el "crak" de los viejos paradigmas rechinaba como pánico existencial en los amaestrados oídos de la burocracia socialista, la inteligencia liberal se desgonzaba de tedio ontológico por esta infinita, circular y ciega reproducción de lo mismo. Dos modos patéticamente iguales de renunciar a la vida, no obstante murmurar con insistencia palabrejas como "revolución", "libertad", "desarrollo", "bienestar". (Palabras: maleficio semiótico que conduce por un camino corto a la "jaula de hierro" weberiana). Mientras tanto, "la realidad" tomaba venganza de las pretensiones de la razón. La inmaculada ciencia abandona a su suerte a los entusiastas racionalistas de otros tiempos. Las fortalezas ontológicas que había inventado la filosofía —sobre manera, las de inspiración ilustrada— lucen ahora como vetustos palacetes en estado de abandono (apenas habitados por leyendas fantasmales: "materialismo dialéctico", "positivismo lógico", "existencialismo"). Las fantasías surgidas de todas las ingenierías sociales puestas en práctica (desde la sociobiología, pasando por la ingeniería genética, hasta la biotecnología alimentaria), desembocaron en el fatídico pantano de un poco más de lo mismo. Esta singular "realidad" se mostró especialmente agreste en sus patrones de circulación, en su mecánica dispensadora de sentidos, en su lógica distributiva. Sujetos desplazados, tejidos semióticos deambulantes, límites corridos en direcciones insólitas: trazado típico de una forma de socialidad donde la razón suspende momentáneamente su preeminencia, pues en tales condiciones no puede regular los flujos de sentidos, la inevitable concertación de intereses, la impregnación de la existencia (la imagen polar del hueco negro ilustrativo de la condición posmoderna). El principio epistemológico de incertidumbre, el criterio neo-popperiano de indeterminación, la radical desconfianza en las convocatorias axiológicas, el descrédito de las burocracias de Estado frente a la sociedad civil, la secreta desconfianza en las cacareadas virtudes del mercado, el pánico íntimo que suscitan las nuevas tecnologías y, por si fuera poco, la maldición satánica del SIDA, dibujan un panorama —"la realidad"— ante el cual el intelectual posmoderno se siente abrumado. Que desde allí se destile descontento, mal podría interpretarse como subterfugio ideológico del imperialismo. Si desde allí exhalan los raros olores del posmodernismo es porque "la realidad" perdió la brújula; en su deriva, confunde a la razón y a los sujetos, tan acostumbrados después del siglo XVIII a sentencias sin equívocos, al bien y al mal, a lo verdadero y lo falso, a lo deseable y a lo indeseable. El espíritu posmoderno es un poco el resultado ciego de todo ese proceso. Es por ello que a primera vista la cultura íntegra aparece como una misma cosa. Hace falta una penetración más aguda para percibir matices, distinciones, especificaciones culturales cualitativamente diferentes. Es la "realidad" la que devino posmoderna. Sólo después se ha querido exhibir, con tremendas limitaciones como hemos visto, una suerte de pensamiento posmodernista. Pensamiento éste que nace con un pecado original: el posmodernismo es inicialmente el discurso de la decadencia.

ELOGIO DE LO BLANDO Del lado de la sensatez, en la confortable residencia secundaria de muchos intelectuales que han ido y venido por estos vericuetos de la cultura posmoderna, se desarrolla una reflexión matizada, llena de encantos lingüísticos, liberada de compulsiones pragmáticas, fresca hasta la candidez, de la mano del lenguaje pulsional (pero no tanto). Esta reflexión se pretende al mismo tiempo rigurosa y abierta. Su rasgo distintivo es una extrema cautela en eso de formular "proyectos" o simplemente propuestas teóricas. (Tengo en mente la tónica intelectual de pensadores como Vattimo, Fehér, Eco, Lipovetsky, Berman, sin pretender una exégesis hermenéutica de sus textos y sin estar adivinando paisajes psicoanalíticos en sus vidas interiores). Basta remitirse a lo dicho. Sin hacer violencia de lo escrito puede recrearse esta específica tónica intelectual: asunción discreta de la condición posmoderna; reconocimiento discreto del ocaso de la Ilustración, distanciamiento discreto de los arrebatos desesperados (Ciorán, Baudrillard). Discretísima diferenciación con el posmodernismo excesivamente funcional, discreta apelación a seguir adelante. Lugar de encuentro de las sutilezas, "carrefours" de lo efímero, estancia de diseminación molecular de entidades suaves, dulces, casi inmateriales. El "pensamiento débil", la "tecnología blanda", el culto de lo pequeño, el repliegue intimista, la suavización de los rudos filos del pasado, todo ello, dibuja un micro-clima cultural donde prosperan las reflexiones posmodernistas más interesantes1. Este pensamiento puede encontrarse —tal vez casualmente— con otros quehaceres del espíritu del mismo signo: música, pintura, arquitectura, etc. Es fácil leer en este esfuerzo unas no disimuladas ganas de compartir, de dialogar, de encontrarse. Sólo que las heridas dejadas por los traumas de la Modernidad están todavía en proceso de cicatrización. Hay demasiados recelos y temores. Una comprensible paranoia acompaña todo cuanto se hace. El desencanto tocó fondo anunciando el fin de casi todo. La apelación de este matiz del pensamiento posmodernista es en cierto modo una temeridad. Es más que entendible el tono elaboradamente sutil e insinuado con el que se avanzan algunas metafóricas sugestiones. Este discurso temeroso y conjetural no proviene del estilo literario sino del centro mismo del marasmo intelectual de este tiempo.

EL PENSAMIENTO EN UN MUNDO DESENCANTADO: MODO DE EMPLEO2 1

"No basta, en efecto, con cambiar las palabras, las metáforas, las imputaciones (el consumo, el tiempo libre, las nuevas técnicas, la comunicación, las simulaciones y otras novedades) para ponerse en situación de comprender menos mal este mundo en conmoción". GEORGE BALANDIER: El desorden, p. 146.

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"La crisis del intelectual en el mundo contemporáneo es la condición escindida y profundamente esquizofrénica de una inteligencia que define, que está íntegramente identificada con una dominación tecno-científica universal y que, al mismo tiempo, no puede confrontar como conciencia reflexiva los fenómenos socialmente regresivos y físicamente destructivos que su propio proceso entraña". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, pp. 155156.

El pesimismo intelectual no es necesariamente un "freno" para la fecundidad teórica. Así como la Ilustración está asociada a una cierta efervescencia del espíritu, el período tardomoderno está signado por una búsqueda teórica en la oscuridad. La calidad sustantiva de las grandes reflexiones no parece estar demasiado influida por las emanaciones del "optimismo" o el "pesimismo" en el plano de la cultura3. Lo que sí es evidente es la necesaria relación entre el pensamiento y su correspondiente ambientación. Sin que ello hable todavía de la densidad o la potencia epistémica, ética o estética de determinado modo de abordaje de la realidad. Es distinto producir intelectualmente a ritmo de "marcha triunfal" que al compás de "marcha fúnebre". Suficiente descripción para mostrar que estos ritmos y cadencias del pensamiento nacen de esos estados de la cultura que nos hemos empeñado en caracterizar en estos dos momentos contrastantes: la euforia intelectual de la razón ilustrada a partir del siglo XVIII y la apagada decadencia de la tónica posmoderna. El desencanto, ese signo mortuorio de la razón sin tragedia (Benjamin), tipifica un estado espiritual en el que las andanzas del intelecto desvelan también las opacidades y vacilaciones de una cierta normatividad epistemológica. La voluntad desencantada empieza a parecerse sospechosamente a un pensamiento que renuncia por anticipado a su potencia esencial: la crítica. La funcionalización de la razón (devenida dócil sociotécnica al servicio de los usos del sacrosanto mercado) 4 se vuelve sintomáticamente solidaria de la capitulación de la voluntad (muertes diversas del sujeto). Pensamiento y acción, lugares privilegiados donde se desplegó el espectáculo magnífico de la Modernidad, languidecen hoy como entidades recipiendarias de una cultura de la vaciedad más completa. En tales condiciones prospera el único modo rentable de funcionalización: la profesionalización del pensamiento. La nueva Modernidad ha terminado por sellar su victoria con la masiva generalización del intelecto profesional. Pequeño encanto de la decadencia posmoderna con el que duermen tranquilas todas las "clases medias" del universo. Ya no hay pensadores, pero contamos en su lugar con "expertos". Los intelectuales son una especie condenada, pero tenemos en cambio a la próspera legión de los "especialistas". La nueva Modernidad cristaliza de ese modo un perfil cultural cada vez más homogéneo y aplanado donde el pensamiento no pasa de ser una segregación natural administrada por la burocracia científica5. 3

"En nuestra conciencia y nuestra memoria histórica no queda ya lugar para las concepciones optimistas de un progreso de la humanidad en un sentido ético y social, como imaginaron los filósofos de la Ilustración...". EDUARDO SUBIRATS: La cultura como espectáculo, p. 203. "Estamos en la imposibilidad de soñar un estado pasado o futuro de las cosas". BAUDRILLARD: l'illusion de la fin.

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"Hay problemas enteros que son engendrados por la ingenuidad en virtud de la cual la ciencia objetivista toma lo que ella llama mundo objetivo por el sistema total del ser...". EDMUND HUSSERL: La crise de l'humanité européenne et la philosophie, pp. 83-85.

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"Uno desprecia a quienes alcanzaron una gloria falsa, pero así mismo desprecia el combatirlos con sus propias armas". ELÍ AS CANETTI: Masa y poder (Tomo I), p. 272.

El desencanto encuentra alivio en esta suerte de cultura secundaria en la que se transformó todo el quehacer intelectual de la posmoderni-dad. Tranquilizante profesional para las viejas aspiraciones del pensamiento ilustrado, analgésico existencial para el viejo sueño de la voluntad trascendente: he allí la terapéutica de la nueva Modernidad frente al desencanto del intelecto desvelado6. EL DESENCANTO: CRÓNICA DEL OTRO LADO El desvanecimiento de la capacidad movilizadora de las ideologías, en particular, la pérdida de empuje de todas las variantes de proyectos socialistas, ha liberado las viejas compuertas para que amplios contingentes de militantes derrotados, frustrados, confundidos, decepcionados y escépticos, busquen otros derroteros. La diáspora de la izquierda se agudiza con las dificultades crecientes de los movimientos contestatarios de diversos signos. Pero la posmodernidad testimonia no sólo un cuadro creciente de dificultades para la izquierda, sino su colapso histórico. Si antes había frecuentes crisis —avances y retrocesos— hoy observamos una capitulación en todos los frentes. La izquierda y la derecha son casi lo mismo, ya lo hemos planteado en páginas anteriores. El modo como la izquierda realmente existente consiguió sobrevivir es pragmatizándose hasta las últimas consecuencias. Abandonando toda apelación ideológica y evacuando todo planteamiento que pueda incomodar a su clientela imaginaria; (en breve, virtual). El desencanto político (uno entre tantos otros espacios donde prevalece la desesperanza) ha producido una masiva disponibilidad de "agentes libres". En América Latina, por ejemplo, buena parte de los cuadros técnicos en los que se soporta el esquema neoliberal de reestructuración económica, provienen de la intelectualidad de izquierda. El desencanto opera aquí como indoloro pasamanos que facilita el tránsito de un lado a otro. La desbandada ideológica justifica sin tantos traumas existenciales la mudanza política de enormes contingentes de antiguos militantes abandonados a su suerte por estas peripecias de la historia. Los tejidos sociales delimitados en otros tiempos por una topología ideológica demasiado severa (demarcación ésta que facilitó siempre la precisa ubicación del "enemigo") han devenido campos abiertos de intercambio ("mercado"). Las borrosas fronteras entre "el bien" y "el mal" son los mismos inciertos linderos entre la izquierda y la derecha, entre capitalismo y socialismo.

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El inquieto Jacques Attali ha encontrado una metodología contra el desencanto mucho más original: dadas las recientes dificultades para construir un mundo nuevo, nuestro venerable hipercrítico ha optado por construir un banco nuevo ("Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo", BERD, del cual ha sido Presidente). No es que un nuevo mundo y un nuevo banco sean la misma cosa, pero en tiempos posmodernos vale mucho más el desencanto con dólares que el desencanto con dolores. Por otro lado, Ud. puede recurrir a entusiastas proyectos filosóficos como los de HILARY PUTNAM (Representación y realidad, Barcelona, Edit. Gedisa, 1990), en donde el autor muestra su convicción de que el cerebro se comporta como un ordenador digital, por tanto, el progreso científico (y otros) consistiría en aplicar correctamente las computadoras a la vida del hombre.

En aquellos países donde agrupaciones políticas "socialistas" y afines controlan el gobierno, los perfiles ideológicos son aún más imprecisos y fugaces. Es claro que en todos los casos estos partidos socialistas no tienen el menor chance de transformar sus sociedades. Pero es aun más claro que tampoco tienen ni la voluntad y el pensamiento para una acción emancipatoria de algún grado. Se trata de modelos de acción confinados de manera patética a la administración de lo existente7. Nadie —absolutamente nadie— espera acontecimiento alguno de un gobierno socialista. Hasta la derecha más retrógrada sabe hoy que no puede sacar ventajas asustando al electorado con el fantasma de la "revolución", entre otras cosas, porque el socialismo francés, español, portugués, o griego, nada tienen que ver con una ideología revolucionaria. Tanto la izquierda gubernamental como la izquierda parlamentaria en el mundo entero, son parte del proyecto silencioso de la nueva Modernidad. La mala conciencia en algunos momentos ha sido eficazmente tratada con la terapia de "todo se acabó". En la era de las grandes despedidas ya no hace falta pagar tributos a la culpabilidad ideológica. Ya no existe la sensación de estar yéndose para el otro lado, pues el efecto perverso posmoderno nos susurra secretamente que todos hemos estado siempre en el mismo lado. NIETZSCHE RELEÍDO POR LA IZQUIERDA8 Así como hemos podido apreciar una curiosa resurgencia del debate ético, y con él una inusitada recuperación de Kant (recuérdese, entre otras mudanzas teóricas anecdóticas, al escándalo de la despedida de Lucio Coletti del "marxismo-hegelianismo" para abrazar con gran fervor el camino del maestro Kant), del mismo modo, el descontento posmoderno mira con especial fruición hacia la obra de Nietzsche. Abundan las lecturas, versiones y acomodos al gusto. A estas alturas tenemos un espectro tan nutrido y matizado que uno puede suponer dos premisas extremas: sea que el pensamiento de Nietzsche cubrió una inmensidad de campos y tonos teóricos; sea que los usos de Nietzsche obedecen al clásico oportunismo intelectual de recortar aquí, agregar allá y así sucesivamente. Como quiera que sea, desde la izquierda tradicional (variedad un tanto particular del desencanto ideológico), la lectura de Nietzsche se divide en dos: antes y después de Lukács. Hasta El asalto a la razón, el marxismo oficial contó con una versión suficientemente eficaz como para condenar sin apelaciones a este maléfico autor "al servicio de los más oscuros intereses". Luego vinieron las matizaciones. H. Lefebvre, con su heterodoxia característica, se atrevió a una relectura, aunque tímida, donde Nietzsche no salía tan mal parado. Ya en la década de los setenta se destapó una profusa inquietud por la obra de Nietzsche que desemboca hoy en una verdadera fiebre por su pensamiento. En ese camino destacan las aportaciones de Deleuze y su particular registro del pensamiento nietzscheano; tenemos el 7

JÜRGEN HABERMAS, La necesidad de revisión de la izquierda. Madrid, Edit. Tecnos, 1991.

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"Considero que los conceptos de sujeto individual y colectivo supuestos en las teorías y en las prácticas políticas determinan en buena medida el sentido y la eficacia de las mismas, y es desde esta perspectiva que Nietzsche puede sugerir formas alternativas de acción social". MARIFLOR AGUILAR: "Nietzsche: orden individual, orden colectivo", en Varios: Filosofía política, razón y poder, p. 75.

sendero que conduce a Ciorán (sendero éste delineado en varias oportunidades por F. Savater); existe igualmente una amplia tematización hecha desde el ámbito de la filosofía especializada, y desde luego, contamos con una ingeniosa relectura posmoderna hecha por G. Vattimo, G. Bataille, G. Morel. Estos son solamente ilustraciones escogidas de un fenómeno mucho más envolvente cuya evaluación resulta todavía incierta. Pero sí parece evidente que toda la onda del desencanto posmoderno encuentra una fuente especialmente contagiante en las posturas intelectuales de Nietzsche: sea que se tomen sus tesis como impugnación de la Modernidad, sea que se asuman como repliegue nihilista de la existencia 9. Por el lado de la izquierda tradicional este reencuentro ha significado un problemático proceso de renuncias y rectificaciones. Para el marxismo oficial Nietzsche fue siempre "un filósofo idealista al servicio del nazismo". Pasar de esta percepción maniquea e hiperideologizada a una recuperación simple y llana del pensamiento nietzscheano ha supuesto una especie de "revolución teórica". ¿Cómo ha sido ello posible? LA UTOPÍA EN EL DESENCANTO: SUJETOS MÓVILES/PODERES MÚLTIPLES Un pensamiento crítico que tome distancia de la nueva Modernidad, que se deslastre de los residuos optimistas de la razón ilustrada, que renuncie a todo milenarismo salvacionista, que se asuma en la crisis sin dudosas paternidades y sin pagar tributo a herencias intelectuales de tal o cual estirpe; una orientación teórica que recupere la postura de una crítica radical de la racionalidad instrumental, que postule una construcción epistemológica autónoma y que se inscriba en una cierta ética de la emancipación total, todo ello, digo, es hoy una contracorriente que desafía todas las tendencias intelectuales en el seno de la cultura posmoderna. Semejante enfoque parece temerario e impertinente dadas las condiciones de la subjetividad suspendida10. La voluntad que supone una tal orientación teórica no parece concordar con ninguno de los signos exteriores de la condición posmoderna. A los ojos de la ideología de la nueva Modernidad, una perspectiva crítica será leída como puro "irracionalismo". Frente a la izquierda neo-moderna esta línea de pensamiento aparece como "desviación ultraizquierdista". Ante la mirada de los posmodernos "blandos", la naturaleza epistemológica de un pensamiento radical y su voluntad teórica, no logran sino reproducir los supuestos de la Modernidad tardía (al estilo de Habermas, por ejemplo). En fin, no parece muy evidente que una crítica radical sea bienvenida a la distribución actual de los espacios intelectuales. Al menos no es obvio el lugar reconocible desde el cual las "competencias comunicativas" encontrarían un "acuerdo racional". Este no-lugar de la crítica es precisamente uno de los principales rasgos que caracterizan a la nueva topología de la dominación. El poder —uno y múltiple— logró el milagro de 9

"Hoy el nietzscheano practicaría la discreción tanto como la prudencia. Se abstendría de hablar demasiado y, especialmente, de escribir". HENRI LEFEBVRE: Hegel, Marx, Nietzsche, p. 287.

10 "Es una utopía, sin duda, pero la utopía es con frecuencia eso que guía la búsqueda de la vanguardia". ROLAND BARTHES: Le bruissement de la langue, p. 45.

reproducirse solo en la panóptica dominantes-dominados. La movilidad de actores sociales en permanente proceso de constitución, su capacidad desestructuradora, es lo que puede abrir una posibilidad distinta para un nuevo espacio de emancipación. Si la crítica no está portada en sujetos sociales definidos y con simetrías visibles frente al poder, entonces la estrategia intersticial foucaultiana puede traducirse en un umbral posible para la constitución de la nueva subjetividad. Este hipotético camino pasa por una búsqueda paralela de interacciones múltiples, desiguales, polirrítmicas, en el plano de la teoría. Ya no es posible aspirar que el pensamiento "represente" la voluntad de los sujetos; tanto porque esa inteligibilidad racional es puramente ideológica, como porque la presunta voluntad de los actores no existe como premisa ya establecida (ella se constituye, si acaso, en la recíproca interpelación sujeto-realidad). El pensamiento no habla en nombre de nadie (¿Es entonces puramente tautológico?). La teoría no es un comando de la práctica. El pensamiento no es el pliego de demandas de los actores. ¿Cuál espacio entonces? ¿Desde dónde? Para la vieja tradición de la razón ilustrada la sola figura del no-lugar resulta un traumatismo intelectual. Es preciso reconocer las enormes dificultades de inteligibilidad que este tipo de formulación confronta, tanto por el lado de la herencia de la Modernidad, como en lo que concierne a la condición posmoderna. Una crítica desde ninguna parte puede parecer un arrebato pulsional sin implicaciones epistemológicas, sin consecuencias socio-políticas. Pero ésta es sólo una primera impresión. Con más detenimiento puede rastrearse toda una fundamentación teórica en sus antecedentes y también es posible prefigurar escenarios en el campo de la intervención socio-política. Desde luego, tales desarrollos exceden el propósito de este texto, amén de constituir el aspecto más complejo de abordar en la investigación que nos anima. Por ello es preferible abrir las conjeturas y las dudas, más que apresurarse a reportar resultados que de todos modos están impregnados de la fragilidad de los tiempos que corren 11.

11 Ver JEAN BAUDRILLARD, L'llusion de la fin ou la gréve des événements. París Edil Galilèe, 1992.

LO MÁS PARECIDO A UNAS CONCLUSIONES

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Tal como fue indicado en la Introducción de este libro, las reflexiones y confrontaciones teóricas que han sido adelantadas a lo largo del texto provienen de un trabajo de investigación que involucra a muchas personas e instituciones 1. Esta constatación busca no sólo colectivizar los aportes y compromisos que de allí se derivan, sino marcar un rasgo del trabajo intelectual que no pueda ser reducido a un mero asunto administrativo. Poder registrar esta interacción de grupos de trabajo, de investigadores y espacios académicos heterogéneos y de perspectivas analíticas distintas, es un privilegio con el que está expresamente en deuda todo lo que pueda haber de aportación intelectual en este libro. Ese camino continúa abierto. El trabajo de investigación prosigue. La perspectiva inmediata es hacia una ampliación significativa del marco institucional de estos proyectos y, consecuentemente, hacia una expansión de los equipos de investigación involucrados. El espacio de concertación que estos proyectos suscitan debe facilitar diversas publicaciones en el tiempo que viene. Es de esperarse que muchas de las áreas de estudio —teóricas y empíricas— den lugar a trabajos publicados. Ello será ocasión para que el debate epistemológico se explicite, para que las distintas interpretaciones del fenómeno posmoderno se expresen abiertamente. En lo que respecta al estado en que quedan planteadas las cosas en este libro, puede esperarse un enriquecimiento de muchas de sus hipótesis y sugestiones en el curso del trabajo de investigación que prosigue. En este sentido, puede dársele un carácter provisorio a muchos planteamientos que no pueden avanzar sin una interpelación sistemática del estado de cosas. 2

Este libro se ha beneficiado, de igual modo, de un arduo y minucioso trabajo de documentación que tiene un doble impacto: uno, el insumo insustituible de la visión global que permite un manejo exhaustivo de la producción intelectual sobre la problemática Modernidad/posmodernidad. Otro, las facilidades de acceso a una base documental para 1

El proyecto de investigación: "Impacto de las corrientes posmodernas en las ciencias sociales", ha sido el marco donde este trabajo intelectual se desarrolla. Del mismo modo, el proyecto "Sujeto y posmodernidad" que actualmente se adelanta en el CIPOST.

investigadores que pueden abreviar camino a partir del reporte bibliográfico contenido en este libro. Este último elemento es especialmente significativo en relación con la dispersión y fragmentación del debate reciente sobre esta temática. Por la naturaleza misma del fenómeno de la posmodernidad, por las especiales circunstancias que rodean la actividad intelectual en América Latina en la última década, por la velocidad con la que se dinamiza la coyuntura mundial en este momento, por todo ello, el trabajo de documentación resulta no sólo vital, sino una empresa que en sí misma ocupa una parte importante del tiempo de investigación. 3

Este libro ha querido articular —no sin dificultades, desde luego— una severa intolerancia a la ambigüedad calculada con una abierta y plural interpelación a los más variados matices y sensibilidades intelectuales. En ello va parte de nuestro propio estilo de trabajo, pero estimo que también se juega allí una buena porción de las proposiciones sustantivas con las cuales se compromete este texto. Creo haber mostrado que es posible sostener consistentemente un punto de vista —autónomo y beligerante— sin saltarse alegremente la opinión de los otros (o lo que es igual: haciendo como si se discute cuando en verdad no se conoce el planteamiento ajeno). 4

Una parte importante de este libro ha estado consagrada a delimitar en lo posible un concepto menos portátil de Modernidad. Resulta harto complicado hacer avanzar la discusión sobre la posmodernidad mientras subsista una polivalencia al gusto sobre lo que cada quien entiende por Modernidad. Este texto se ha empeñado en justificar unos ciertos recortes y perfiles sobre este concepto, no sólo por obvias ventajas metodológicas, sino en virtud de elementos sustanciales que han sido explicitados oportunamente. Así, la idea de Modernidad queda acotada en su inclusividad histórica, en los perfiles intelectuales que la definen, en los elementos culturales que le son característicos. Para ello hemos debido realizar una cierta "limpieza" semiológica del concepto de Modernidad, sobre manera en relación a nociones parasitarias como "moderno", "modernización", "modernismo". Si este trabajo rinde sus frutos, buena parte de las confusiones y dislates que evoca el término "posmodernidad" quedan parcialmente disipados. A partir de allí la condición posmoderna alude directa y expresamente a un momento de crisis de la Modernidad y no a otra cosa. 5

A lo largo de este texto nos hemos esforzado por destacar un doble componente del fenómeno posmoderno: por un lado, los rasgos objetivos de una determinada cristalización cultural de la crisis de la Modernidad. Por otro lado, los signos de una cierta forma de discursividad que se deriva de la atmósfera posmoderna. En suma, hemos querido distinguir lo que llamamos la posmodernidad pasiva (conjunto de rasgos sub-culturales de los tiempos que corren) de la positividad del discurso posmoderno (conjunto de propuestas y reflexiones asumidas desde las formas de subjetividad que han ido apareciendo). Esta doble clave tiene

distintas implicaciones, sea en el campo del análisis morfológico de la crisis de la Modernidad, sea en el terreno de la confrontación con algunos planteamientos posmodernistas. Destaco como ventajas comparativas de este enfoque dos consecuencias que me parecen esenciales. La primera, nos permite sacudimos del subterfugio ideológico de cierta izquierda perezosa e ignorante mediante el cual el fenómeno posmoderno se atribuye a un ardid del imperialismo. La segunda, nos permite evidenciar el juego de este discurso posmodernista que pretende la licencia de un estado de naturaleza: neutro, objetivo, espontáneo, etc. 6

En un corte transversal es clave también distinguir el espacio socio-intelectual que recubre la posmodernidad de lo que sería el resto de la cultura dominante en el globo terráqueo. Sería un error de enormes consecuencias suponer que la posmodernidad (y el posmodernismo como discurso) está presente y asumido en el conjunto de la civilización del capital. Al contrario, la tesis que recorre este libro es que el fenómeno posmoderno toca a una restringida porción de la intelligentsia, la cual ha sido históricamente imbuida de la razón ilustrada. Mientras tanto, la inmensa mayoría de la población es telecomandada por la subcultura mass-mediática, la cual ha llenado el vacío originado por la crisis de la Modernidad. Independientemente del modo como es sacudida la intelectualidad por la crisis de la Modernidad (tanto en la izquierda como en la derecha), más allá del dramatismo del fin de casi todas las ideas-fuerza que prevalecieron desde el siglo XVIII hasta ayer, es clave separar esta terrible depresión existencial de lo que está ocurriendo en otras esferas de la sociedad. 7

Se configura así lo que he llamado la nueva Modernidad: la racionalidad burocráticoinstrumental vehiculada —sin oposición— a través de la subcultura mass-mediática. En este plano radicalmente achatado de la civilización siguen operando —más que nunca— los estereotipos del "progreso técnico" y la "razón científica", sin entusiasmo y sin "proyectos", pero con la suficiente capacidad de cohesión como para que el mundo entero marche a un ritmo cada vez más uniforme y coherente. La nueva Modernidad se ve brutalmente apuntalada, además, por la bancarrota del socialismo burocrático y la nueva geopolítica que de allí se deriva. Tanto la izquierda realmente existente (sea como forma de gobierno, sea bajo la modalidad de partidos de oposición), como el amplio espectro de la tecnocracia, están involucrados en la pragmática de la nueva Modernidad. En la mayoría de los casos con la cobertura de un bajo perfil obligado por las circunstancias. De ese modo, lo que en verdad tenemos como experiencia socio-cultural es una simpática combinación de posmodernidad con neo-Modernidad. Es decir, desencanto ético con pragmatismo moral; desencanto estético con sincretismo cultural; descontento de proyectos con pragmatismo político; desencanto ecológico con pragmatismo socio-técnico. Si la posmodernidad puede ser leída como el prototipo del "collage", ella misma está a su vez

sumergida en un macro-collage que es la civilización como un todo. La posmodernidad y la neo-Modernidad, conviven con una curiosa distribución de territorios que garantiza una especie de "coexistencia pacífica". Tal vez la posmodernización sea ese proceso en su conjunto. 8

En el transcurso de esta reflexión sobre la posmodernidad hemos 9 intentado rastrear las conexiones entre cierta discursividad y determinadas posturas socio-políticas. De manera más global hemos procurado poner en relación una cierta tónica neoconservadora con postulaciones posmodernistas. Este ejercicio ha sido realizado por diversos autores, aportando distintos matices de los que nos hemos servido para puntualizar nuestra propia lectura (a cierta distancia de la interpretación de Habermas y Rorty, pero a no menos distancia de interpretaciones como las de Castoriadis y Subirats). Hay suficientes indicios en el ambiente como para caracterizar el tono neoconservador de distintos perfiles políticos y sus nexos con postulaciones posmodernistas. Hemos intentado trazar estos vínculos sin necesidad de desembocar en grandes proclamas ideológicas y sin recurrir al expediente de satanizar las interpretaciones de autores como Daniel Bell, por ejemplo. 9

En idéntica actitud hemos procurado leer un fino tejido de proposiciones mucho más elaboradas y de signo diferente (como las de Vattimo, Lyotard, Lipovetsky, Berman) procurando rescatar la trama de sutilezas y delicadas conjeturas que perfilan el frágil sendero de un "pensamiento débil". Tanto por el lugar específico desde donde se impulsa este pensamiento, como por el tenor de sus sugestiones teóricas, me ha parecido que este tipo de postura representa la más fecunda y prometedora línea de reflexión desde la posmodernidad. Se observa un interés explícito por afrontar los problemas teóricos, se constata un serio esfuerzo intelectual por pensar la complejidad de esta coyuntura cultural. Esta tónica no es tal vez suficiente para densificar una escuela de pensamiento, pero sí es condición suficiente para el diálogo, para la interacción creadora, para la confrontación rigurosa. Hemos explicado con toda franqueza nuestra distancia epistemológica con cierto discurso posmodernista. Pero también hemos reafirmado con transparencia la importancia vital del debate, con todos estos matices de pensamiento. 10

Este libro ha querido testimoniar la doble trama donde se debate el pensamiento crítico: inevitable imbricación con la atmósfera posmoderna (que nadie ha elegido, por lo demás) y su constitutiva voluntad de contestación (lo cual remite inevitablemente al debate de la ética). Hemos querido dar cuenta de las dificultades reales que enfrenta hoy una posición teórica radical, sin disimular sus debilidades y sin embellecer el panorama que tiene por delante. Las referencias a la "Escuela de Frankfurt" son un simple pretexto para intentar una reflexión que lleve aún más lejos muchas de las tesis epistemológicas de Adorno, Horkheimer o Marcuse. En esa perspectiva, sin descuidar el problema central del momento posmoderno donde nos movemos, hemos intentado perfilar muy provisionalmente los contornos epistemológicos de

una teoría crítica de la sociedad frente al discurso posmoderno. Este desarrollo no ha hecho sino abrir distintos problemas teóricos en curso, sin pretender ofrecer "soluciones" ni tranquilizantes ideológicos a tantas angustiosas preguntas. 11

Nos ha parecido de especial relevancia poder examinar con detenimiento el impacto que ejerce la sub-cultura posmoderna en el seno de las distintas gramáticas del cambio social. Se trata en verdad de un asunto que ha estado en el centro del debate de las ciencias sociales en todas las épocas. Pero hoy esta discusión adquiere la tonalidad propia de la deriva posmoderna, interviniendo de un modo muy característico, tanto el espacio de las viejas teorías del cambio, como las tradicionales formas de intervención social. Las distintas concepciones del cambio —sobre manera, aquellas fuertemente inducidas por ideologías salvacionistas— han visto oscurecer su horizonte como palancas movilizadoras, como axiologías justificadoras de aparatos de Estado o de partido. Desvanecida la propia idea de "proyecto", las visiones historicistas-humanistas se han venido en picada. Surge sobre estas ruinas teóricas una embrionaria posibilidad intelectual alrededor del espacio de los nuevos movimientos sociales. Con mucha precaución hemos insinuado un camino de exploración epistemológica que resitúa la problemática del sujeto fuera de los viejos preceptos del "progreso", de la "marcha triunfal de la historia", del "derrumbe inevitable del capitalismo", del "sujeto revolucionario" (mesiánico y predestinado), y de tantas otras figuras escatológicas de ideologías en decadencia. A partir de un replanteamiento a fondo de estos problemas sustantivos es posible redimensionar el alcance epistemológico (y eventualmente político) de una teoría crítica. 12

La investigación teórica (y el debate que le es inherente) puede despejar algún camino en medio de la bruma posmoderna. Sólo que ya no es posible contentarse con una apelación ontológica sobre los explotados del mundo, entre otras cosas, porque los actores sociales víctimas de la dominación son el principal obstáculo para soñar siquiera la idea de la emancipación total. Tampoco es viable convocar a la gente en nombre del "socialismo" y entelequias parecidas. Los "tiempos nublados" de la posmodernidad han permitido abreviar camino en eso de desmitificar los nichos ideológicos que hasta ayer dificultaron la reflexión libre sobre los problemas de la transformación cualitativa de la sociedad. Ese panorama sigue oscurecido por todos los signos de decadencia de la cultura imperante. El estado de cosas (incluidos epifenómenos como el derrumbe de las burocracias socialistas y el delirio imperial que sigue al conflicto del Golfo Pérsico), no apunta, de ningún modo, a optimismo alguno en el terreno socio-político. Las modestas indicaciones sobre el papel de una investigación teórica como la que alimentó a este libro es sólo el indicio de una posibilidad a construir.

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La caracterización que ha sido hecha del discurso posmoderno se sitúa en el debate global que tiene lugar en diferentes escenarios intelectuales del mundo. Conscientes estamos de las especificidades que estas y otras discusiones adquieren en el ámbito latinoamericano. Hemos tocado muy esquemáticamente las implicaciones que tiene este fenómeno en el seno de las ciencias sociales en esta región. Hay evidencias de una confrontación de interpretaciones sobre la naturaleza misma de este debate en distintos países latinoamericanos. Creo que esta especificidad requiere de un abordaje más autónomo y extenso. Sólo en parte he podido dar cuenta de algunas implicaciones teóricas de esta faceta de la discusión. Ello indica que buena parte de esta problemática ha quedado inevitablemente en suspenso. Apenas una nota de consolación: es de esperarse que el desarrollo del proyecto de investigación en el cual se inscribe toda esta reflexión ("Impacto de las corrientes posmodernas en las ciencias sociales") empiece a producir resultados tangibles en lo que concierne a la evaluación de situaciones específicas en América Latina. Sólo entonces podríamos avanzar con más energía algunas hipótesis sobre este debate.

"Espero que las notas apresuradas que acabo de dictar no agoten este libro y que sus sueños sigan ramificándose en la hospitalaria imaginación de quienes ahora lo cierran". JORGE LUIS BORGES: El libro de arena, p. 121.

RESUMEN BIBLIOGRÁFICO La caracterización que ha sido hecha del discurso posmoderno se sitúa en el debate global que tiene lugar en diferentes escenarios intelectuales del mundo. Conscientes estamos de las esp