LA UTOPIA Tomás Moro LA UTOPIA DE TOMÁS MORC G R A N C A N C I L L E R DE glaterra , Vizconde y Ciudada de Londres: T
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LA UTOPIA Tomás Moro
LA UTOPIA DE
TOMÁS MORC G R A N C A N C I L L E R DE glaterra , Vizconde y Ciudada de Londres: Traducida del Larin al Castellan POR
DON
G E R Ó N I M O
A NT O
de Medinilla y T o rres, Cabaü del Hábito de Santiago, & c. Dala á luz en esta segunda cdi< corregida , y añadida con el Resui de la Vida del Autor,
D . A . V . C. *eO N L IC E N C IA , -
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E N M A D R ID : ■
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la Imprenta de P a n t a l e o n Año 1790.
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Se hallará en U ¡ Librerías de Don Aatoni Castillo , frente de San Felipe el R ed ; 1 de Cerra , talle de Cedaceros, y su Pitcu lie de Alcalá.
'd a ex his , et constituía Reipublitc forma laudari facilius quam venire -vel si evenit haux diuturna se potest.
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C . Corn. T . Ann. lib. 4.
PRÓLOGO D EL
T RAD U CTO R .
E n tr e los que forman idéas y Repú blicas deseadas fue el mas acertado Tomás M o ro , gran Canciller de In^g la te rra , cuya constancia en la Fé, junto con su prudencia, hizo bien aventurada su memoria. Es diverso el poner las Repúblicas como ellas son, 6 como deberían ser ; y no basta sea bueno el que gobierna, si no hace que sus súbditos lo sean. Por huir de la envidia que causa la reprehensión, escribió mas cómo habían de ser los hom bres, que cómo eran los de su edad , dando institutos, y le y e s , que no alcanzaron Lacedem onios, Atenien ses, ni Romanos. Fundó la felicidad de un Estado perfectamente dichoso, estableciendo la v ir tu d ,y destruyendo el vicio ; y cortó la raíz de competen cias entre los hom bres, reduciéndo los á vivir en com ún, sin poseer a l
guna cosa en particular; de tal suer te , que qualquiera acción p ú b lica , ó privad a, no se encamine á la codi cia de m uchos, ni al antojo, y mal dcséo de pocos. Antes toda esta su imagen mira á la ju sticia , y cons tante igualdad común, mejorando nues tra flaqueza, y descubriendo los ries gos de la ambición. Es su estilo tan g r a v e , y tan cubierto el artificio, que hace competir una materia estre cha , y estéril en la apariencia con las mas finas de E sta d o , y con quantos misterios suele querer colegir el mas político de Tito L iv io , y Cornelio Tácito: porque hace historia de afectos humanos, y no panegírico de alabanzas. Esta admiración me produxo humor curioso, y deseos di: serYir á la P a tria , haciendo común es te tesoro. Comuniqué el intento coa personas sábias, y vistos algunos pe dazos, últimamente me alentaron á poner esta versión en la opinion del inundo. He procurado en el traducir, dar mas el espíritu del A u to r , que
sus palabras. Am é la brevedad, de cir mucho en p o c o ; llenar no planas, sino sentencias: mas es tan delicado el fastidio de los hom bres, que aun de no cansarse, se cansan. Deseé ha cer común á toda suerte de gentes, lo que en m ayor volumen pudiera ser de pocos. E l que lo cotejáre con el original latino , reconocerá el trabajo que ha costado. Este tendré por lo grado, si fuere recibida con agrado mi intención.
N O T IC IA , JUICIO Y R E C O mendacion de la Utopia , y de Tomás Moro. P O R D O N F R A N C IS C O D E jQuevedo Villegas , Caballero del Hábito de Santiago, Señor de las Villas de Cetina , y la Torre de Juan Abad. L a vida mortal de Tomás M oro es cribió en nuestra lengua Fernando de Herrera , varón d o cto , y de juicio severo ( i ) ; su segunda vida escribió con su sangre su m uerte, coronada
(i) Para el Resum en de la V ida de T o más M oro , que se pone á el fin de esen O b ra , no se ha hecho uso de la que e scrib ió te m a n do de Herrera , é im p rim ió Luis Sánchez , en Madrid , afín de 1 6 i 7 ; p o rq u e s o b re se í' su mam ente dim inuta , se d exó p or d ecir m ucha; cosas que hacen relación con el p rin cip al asun to de la V id a y m u m e de aquel V aró n V en e rable.
de victorioso martirio ; fue su inge nio adm irable, su erudición rara , su constancia santa , su vida exemplar, su muerte g lo rio sa, docto en la len gua Latina y Griega. Celebráronle en su tiempo Erasmo de Roterodam o, y Guillelmo Budeo , como se lee en dós cartas suyas , impresas en el texto de esta O b ra: llamóla U topia, voz G rie g a , cuyo significado e s , no hay tal lugar. Vivió en tiempo y R eyn o, que le fue forzoso para reprehender el go bierno , que pad ecía, fingir el con veniente. Yo me persuado, que fa bricó aquella política contra la ti ranía de Inglaterra , y por eso hi zo Isla su id é a , y juntamente re prehendió los desordenes de los mas de los Principes de su edad , fuerame fácil verificar esta opinion ; em pero no es difícil , que quien leye re este libro la verifique con esta ad vertencia m ia : quien dice que se ha de hacer lo que nadie hace , á to dos los reprehende: esto hizo por sa tisfacer su zelo nuestro Autor. Hurtos
son de cláusulas de la Utopía los mas Repúblicos Raguallos del Bocalino; precioso caudal es , el que o b lig ó , á que fuese ladrón á tan grande Autor. N o han faltado lectores de buen se so , que han leído con ceño algunas proposiciones de este lib ro , juzgando, que su libertad , no pisaba segura los umbrales de la R eligión , siendo así que ningunas son mas vasallas de la Iglesia C a tó lic a , que aquellas, enten dida su m ente, que piadosa se enca minó á la contradicion de las nove dades, que en su patria nacieron ro bustas , para tan llorosos fines. Escri bió aquella alma esclarecida , con es píritu de tan larga v is ta , que como yo mostré en mi carta al R ey Chrisfianísimo , antevio los sucesos presen tes , asistiendo con saludable consejo Á las cabezas de los tumultos. E l Libro es corto 7 mas para aten derle como m erece, ninguna vida se rá larga ; escribió p o c o , y dixo mu cho : si los que gobiernan le obede cen , y los que obcdcccn se gobiernan
poi é l , ni á aquellos será c a r g a , ni á estos cuidado. Por esto viendo yo á Don Gerónimo Antonio de Medinilla y Forres, que le llevaba por compañía en los cam inos, y le tenia por tarea en las pocas horas que le dexaba des cansar la obligación de su gobierno de Montiel , le importuné á que hi ciese esta traducción : asegurándome el acierto de ella lo cuidadoso de su estilo, y sin afectación; y las noti cias políticas, que con larga lección ha adquirido, executandolas en quanto del servicio de su Magestad se le ha ordenado; y con gran providencia, y desinterés, en el gobierno que tuvo de estos Partidos. Quien fuere tan li beral, que en parte quiera pagar al go de lo que se debe á la buena me moria de Tomás Moro , lea en la C el ta Dilettere de Bartolomé Zucchi de Monja la carta que escribió el Carde nal de Capua á Mooseiíor Marino, Car denal y Gobernador de M ilán , y ve rá quantos méritos tuvo su muerte pa ra canonizar las alabanzas de su vi**
d a , y de su doctrina. En la Torre de Juan Abad 28 de Septiembre de 1637.
Don Francisco de Quevedo Villegas.
T E S T IM O N IO
DEL
M AESTRO
Bartolomé Ximencz Patón , Cate drático de eloqüencia de VM am eva de los Infantes, y sus Partidos’j¡ y Notario del Santo Oficio, por or den, y comisión del Tribunal la Inquisición de Murcia. E l Maestro Bartolomé Ximenez Pa tón , Notario del Santo O ficio , y con especial comision de los Señores In quisidores, que residen en el Tribu nal Apostólico de M u rcia , para la expurgación de los lib ro s, certifico, y hago f é , á los que el presente vieren, que el texto de la U topia, que com puso Tomás M oro, Inglés, y traduxo Don Gerónimo Antonio de Medinilla y Porres en Castellano ( Caballero del Hábito de Santiago, Gobernador que fue en esta V illa , y sus Partidos, Caballerizo del R ey Señor nuestro, y su Corregidor en la C iudad, y Pro vincia de C ó rd o v a , Señor de las V i llas de B ocos, R o za s, y Rem olino);
no solo no está prohibido, pero si en algun tiempo tuvo alguna margen, que expurgar en otras impresiones, en la presente no la tiene; porque la he visto, y considerado u n a , y muchas veces, no solo por la expurgacion del mas mo derno Catálogo , y Expurgatorio, mas aun por la censura de los antiguos. Y por e sto , y por las nuevas censu ras que dicha traducción tiene, pue d e , y debe imprimirse sin escrúpulo, ni sospecha de mala doctrina: antes su lección es de curiosidad christiam , y piadosa: y por ser a s í, en tes timonio de esta verdad lo firm é, y signé en Villanueva de los Infantes, en 27 de Septiembre de 1637 años.
E n testimonio )J< de verdad. vera lides.
E l M r o. Bartolomé Ximenei Patón.
E L O G IO S A T O M A S M O RO, su Utopia, y al Traductor de ella. De D. Francisco Roco Campofrio, y C ordova, Caballero Veintiquatro de esta Ciudad. SONETO. L a que el Moro político Brltano Utopia fabricó, segundo Numa, Por no hurtar á el gobierno alguna suma Hoy la traduce vuestra culta mano; Por ella á un tiempo el Betis mira Hispano, Vidriera c la r a , su rizada espuma, Regir la vara , leyes dar la pluma, Inspiradas de vuestro genio cano. Si ésta y aquella á Cordova gobierna, Caduca de M arcelo su memoria. Por v o s , Señor de Bocos, será eterna: Que si la instruye-la Utopiana his toria, La reedifica vuestra vara alterna, Fábrica vivirá de inmortal gloria.
DEL
MI S MO.
DÉCIMAS. E n el Anglia Tomás Moro en rojas cenizas yace, y de ellas Fénix renace á España vivo tesoro. Con pluma si fiel de oro en su Utopia traducido hoy por v o s , Señor , ha sido; y en culto buelo segundo, él será inmortal á el mundo, y vos por él aplaudido.
S i bien su volúmen breve, y de M oro disciplina grande, perfecta doctrina, en sus preceptos se bebe. A su novedad se debe el deleytar enseñando, y á vos , C o rd o va , que obrando lo que erudito imprimís, gobierne lo que escribís, y escribáis bien gobernando.
D E D. M E L C H O R G U A J A R D O Fajardo, Caballero Veintiquatro de Cordova. SONETO. L a antigüedad de Apeles celebraba!, Quando, obrando su m ano, conocia De su pincél la mucha valentía, Que el cuerpo y aun el alma retrataba. Desprecie ya lo mesmo que admiraba. Pues á su copia no se le debia, Del espíritu ver la gallardía, Quando lo humano solo trasladaba. En el gobierno, que prudente tratas, Y en el que docto copias, y dispones Del Moro Inglés, cuya opinion dilatas; A debidos aplausos hoy te expones: Pues con la vara el alma le retratas, Y con la pluma el cuerpo le compones.
D E D . AG U STIN
DE GALARZA,
Contador de Resultas de su Magestad. SONETO. N o con b u r il, en bronce , la me moria De tu nombre'eternice Medinilla La fa m a , pues por rara maravilla, L e debe á tu discurso mayor gloria. En pedazos de cielo haga notoria L a d ich a, que por tí gana Castilla; Pues si tu pluma en paz sabe regilla, Flecha en la guerra, ofrece la victoria. Siempre luce la ciencia en la nobleza, Com o ( mas que en su Auror ) se mi ra eterno, (De este libro) en tu pluma esclarecida. Debante, pues, los Reynos su firmeza, Que traducir preceptos de gobierno Es describir exemplos de tu vida.
DEL
MI SMO.
DÉCIMAS.
Preceptos de gobernar un Inglés al mundo di6, y aunque doctos, los dexó rústicos, y por labrar. Hoy Medinilla acendrar has querido este tesoro, con que mas que á Tomás Moro te debe el mundo español, pues quedó con tu crisol puro y acendrado el oro. Bien claros exemplos das, de que lo que dices obras; pues se adelanta en tus obras tu crédito mucho mas. Al mundo glorias darás, si en él con tal dicha vives, que dice , quando recibes aclamaciones eternas, que escribes como gobiernas, y gobiernas como escribes.
D E L L IC E N C IA D O J O S E P H de Rivas y Tafúr , Capcllan ma yor del Cabildo de la Ciudad de Cordova. SONETO.
De aquel M oro, de aquel
moral pru dente, Que la Consular Púrpura ceñido, Donde la Fé , si la miró vestido, Aun mas gloriosa la admiró corriente. De éste, pues, el-espíritu excelente, Medinilla , Político advertido, E l gobierno del mundo has reducido, A preceptos, á estilo doctamente. Legislador, moderador famoso, E l Thamesis, ya Betico , tu gloria, Y e lB e t i s , ya Británico, la aclama. Sea ya Porres á el Orbe su Coloso, Sea ya Bocos el templo á la memoria, Y el mundo sea la trompa de tu fama.
DEL
P.
M. F r. G E R O N IM O
de Pancorvo , Rector del Cole gio de San Roque de Cordova. O C T A V A . T ie n e en la diestra la eloqüente pluma, Y en la otra mano la temida vara, E l que Cordova adm ira, nuevo Numa, E l de alto ingenio, si de estirpe clara; De Oliva coronado, y blanca espuma, Le canta el B etis, y su curso para A l son armonioso, que retumba De la cuna del S o l, basta la tumba.
A D D. D. H 1E R 0 N Y M U M D E Medinilla , & Porres , Equestris Ordin isja co b e i, Dominura Oppidorum de B o co s, Rozas & Rem olino, Corduvae ejusque Provinciae Praecorem. Consalvi N avarri Castellani I . V . studiosi. E L E G IA C U M C A R M E N . P c r s o n e t A o n io Parnassia carm ina Phocbus Cancu , C a llio p e personec A on io. T crp s ich o rc dulcí cicharam m odulam ine pul set, E uterp e calam os iniiec arundineos. C a rm in e gesta c a n e n s , re so n tt viv a cia , C lio , P in d arlco s hym nos p ro fc ra c , acque E rato, G estibus harm onicis carnet P o lym n eia, p lectro B a ib ita M clpom cne cendal A p o llin eo . Psallae lascivos núm eros modulara T h a lia , U ran icquc poli p crv ig il astra notans.
Ec tibí p u n iczis felicia tém p ora circun r F lo rib u j inneccant laurea serta com as. D enique p ro m eritis donent tib í numina P in di Sacra M eduszi flnmina fontis equ i. Sed ce, q u z poterunr, H ieronym e digna manere l’ r im ia ? q u * poterunt nom ine dona tuo ? N on si Mncmosidum dlilcissim a turba sororu m Laudibus usque tuum collat in astra decus. Non tibi si im pediat crines P a c a n a co ro n a, Non cibi si viridans neccat o liv a capu t. Nam tecurn in gen io co n re n d e re í n obilitace Q u is p oteric ? cecum nullüs urroqtie valer. Quid veterum m em orem tam orum gesta viro ru m F a m o tz stirp i stemmaca clara tu z . Sciliccr arinipotens p o tis est equ itare M inerva, S c ilic c c , & M avors reddere ju ra pótese. O me felicem ! tancas si p rom cre laudes lJosscm , sed tantas quis ce lcb ia rc qucat> Quis celebrare queat m o rtali c o rp o re cretus Heroem tantum ! quis celebrare queat ? Q u cm p ro p cer térras h ab itat, quas sugerat o lim A strza & t u n c ú s ,
jusque suum que datur.
Quondam ju ra dabas pacrijs Iufancibus , echcu
Heu patria in fe liz hoc caritura patre. O Félix (nec vana fides) nunc C ó rd u b a canco : D ign a v iro , iununim i quena penes im p erium . Muñere p ro tali grates p erso lve P h ilip p o , M isit qn i m ores in tua regna suos. U t tándem in gen io par si tua fama supersces, ]am canic ingcnium M orus in O rb e tuum . M orus ab A uso n ijs nuper revo catu s ad oras Hesperias , civ cs ¿n.'truit arte píos. N on ce M ore decus p a tr iz íe v is s e decebir, Barbarus e rip u it qu ó d tua faca fe ro z. G aude (si qu itqu ain gaudi cz le s tia pratter) Q uacdederas, populis dogm ata cuneta pseent. P h crb u s, C a llio p e , Euterpe , P o ly m n eia , C lio , T e r p s lc o r e .U ra n ie , M elpom ene, a tq u e .E rato, C u l u T h a lia sim ul reddant discrim ine m illc V o c i s , ut A o n io co n celeb ra re ch o ro . B xcis C e cro p ia crines redimicus o liv a , N ajades ín te r fundico dulce m elos. P ie rid e s tándem , juste si m uñera p oseo, C arm in a d u m fa m x , serta parare com is.
LIC. D I D A C I
DE
CEA
ET
Z a y a s, Theologi Presbyteri, in Hispanicam Utopiam. D . D . Hieronyml Antonij de M edinilla & Porres, Equitis Jacob&i, Cordov. meritiss. P r& to ris, Domini Oppidorum de Bocos , Rozas, 6? Remolino, &c. E P 1G R A M M A . Quisquís er¡s,L eccor,p arvum ,n c sperne lib d lu m M ijo r nam parvis gracia inessc soler. Anglia dat M orum la tió term one Ioquentem , M orum que Hispano dac M edinilla lo q u i. Cernís inauditas gen tis m o d eram in a, m ores Ocia cutn scu d ijs , cum que toga arma vides. Cerce opus cscu ltu m ,
sapienti , ac P allad e
dignum , Lusus, ac in g e n ij, quod M edinilla tu ics c.
ÍNDICE D E E S T E LIBRO D E L A UTO PIA. C A P . I. Descripción de la Isla. . Pág. i C A P . II. D e lar Ciudades, espe cialmente d; Amauroto...............
9
C A P . III. D e los Magistrados. . . C A P . IV. Ocupación , A r t e s , y Exercicios.......................................
17 21
C A P . V . D el Comercio.................
37
C A P . VI. D el modo de peregrinar, diferentes costumbres , y estudio de tárias ciencias.......................
£2
C A P . VII. D e los Esclavos. . . .
110
CA P. VIII. D e la Milicia.......... 129 CA P. IX. D e la Religión............ 158 Resumen de la heroyca
V'ida, y
exemplar muerte del ilustre Tomas Moro................................ ...
207
I
RELACION
QUE
HIZO
Rafael Hithlodeo , excelente varón, del felice estado de la república de Utopía , ordenada por Tomás Moro. C A P IT U L O PR IM ER O .
Descripción de la Isla. I ^ a Isla de los Utopienses , en el medio se estiende á doscientos mil pa sos, y por larguísimo espacio no se estrecha considerablemente ;
mas al
fin de entrambos cabos se va angos tando : y estas puntas en circunfe rencia de cinqiienta mil pasos dexau la Isla en forma de Luna nueva.
3
L a Utopia Estas extremidades
combatidas
del m ar, se hallan distantes la una de la otra oíros once m il; y el mar defendido de los vientos. Entre estos brazos forma un apa cible la g o , dexando un puerto aco modado , desde donde por su opor tunidad envian sus flotas á otras Pro vincias, y Países. Las gargantas de las entradas, de la una parte con los bancos, y v a d o s, y de la otra con disimulados esco llo s, ponen espanto a l que pretende entrar como enemi go. Casi en el medio de este espa cio se ve otra roca no tan peligro sa , en cuya eminencia han fabrica do un Fuerte , donde tienen presi dio. Hallanse otros muchos escollos o cu lto s, y por esto dañosos: ellos so lamente tienen conocimiento de aque-
de Tomás Moro.
3
líos ca n a les; de donde procede que raras veces el estrangero,
que
no
sea avisado de alguno de la Utopia, pueda penetrarlos, y quando con afan éntre sin riesgo , no gobernándose por ciertas guias
puestas en la ribera,
vendrá qualquiera grande enemiga ar mada
á dar al través.
D e la otra parte hay un puerto bastantemente freqüentado; y el des embarcadero fortificado por arte y naturaleza ; de manera , que
poca
gente de guerra pondrán en retira d a , y rebatirán el ímpetu de copio so exército. H ay opinion ( y la apariencia del lugar lo m uestra) que aquella tier ra en lo antiguo estaba rodeada del mar : Mas Utopo ,
de quien tomó
nombre la Isla por haberla coriquisA a
4
la
tado
( porque
Utopia primero se llamaba
A b r a x a ) , reduxo aquella muchedum bre rústica y grosera á esta mane ra de vivir hum ana, y c i v i l , qual sigue todo el linage de los hombres. Cortó un Isthmo de diez mil pasos, por el qual estaba Utopia continen te con la tierra firm e, con que que dó hecha Isla.
Habiendo constriñi-
do no solo á los moradores antiguos, mas también á sus Soldados, por no causar afrenta á aquellos; con tanto número de
operarios en brevísimo
tiempo acabó el trabajo, dexando ad mirados los pueblos vecin o s, que al principio se burlaban del intento. H ay en esta Isla cinqüenta y quatro C iud ad es, conformes en lengua, institutos, y le y e s , y casi á un m odélo fabricadas ,
en quanto el sido
de Tomás Moro.
5
lo permite. Las mas cercanas están desviadas
veinte y
quatro mil pa
sos ; mas ninguna se halla tan apar tada una de otra ,
que en un dia
no pueda hacer jornada á ellas un peón. Tres Ciudadanos exp ertos, y an cianos de cada una de estas Ciu dades , concurren todos los años en Amauroto , la q u a l, por estár asenta da en medio de la Isla, es á todos cóm oda, y tenida por p rin cip al, y Cabeza , donde tratan de la cau sa Común , y
pública
de toda la
Utopia. Las Ciudades no tienen de término pasados de veinte mil pasos en con torno , algunas m a s, conforme están desviadas , y apartadas mas , 6 menos entre s í; ninguna de ellas desea esA 3
6
L a Utopia
tend er, 6 dilatar su distrito, juzgán dose antes usufructuarios labradores de los cam pos, que Señores de ellos. Tienen alquerías m uy prevenidas de todos los instrumentos para la labor, y Agricultura ; y á estos Cortijos van á poblar los Ciudadanos. Ninguna fa milia rústica de estas tiene menos de quarenta personas, excepto dos hom bres del campo. A todo este núme ro se le señala Padre, y M adre de familias por e d a d , y costumbres ve nerables; y á cada treinta Cortijos se le propone. Cabeza. Vuelven á la Ciudad en cada un año veinte de los de estas fam ilias, de los que han re sidido dos en las alquerías. Suceden á estos otros tantos de la
Ciudad,
para que sean exercitados en la Agri cultura por los que quedan expertos,
de Tomás Moro.
?
con la residencia de un año , y que el venidero enseñen á otros , con el fin de que no falte en todos la ex periencia de la labranza , y que al tiempo de recoger los frutos se hallen hábiles. Y aunque esta manera de re novar la Agricultura se acostumbra; porque ninguno se halle obligado á continuar la vida rústica mas tiem po , no por eso muchos que se deleytan en la Agricultura dexan de estár allí mas años. Los labradores cul tivan el terreno, sustentan los ani males , aperciben le n a , y la condu cen á la Ciudad por tierra, ó por mar, como les viene mas á propósito. Sa can con admirable artificio una infi nidad de P o llo s; porque sin empollar las G a llin a s, con un calor propor cionado
los
dan
vida , y A4
después
8
La Utopia
los hombres los abrigan, y gobier nan. Sustentan pocos C a b a llo s, y fe ro ces, de los quales se sirven sola mente en las empresas de guerra; porque las demás labores de cultivar, y conducir las executan con los Bue yes , los quales 1 bien que sean mas len tos , que los C a b a llo s, todavía en el exercicio son mas sufridos , y menos sujetos á enferm edades, fuera de que son de menos gasto , y quando no se puede por la vejéz usar de ellos se pueden comer. Siembran solamente trig o , beben vino de ubas , y gastan sidra, ó agua pura, ó cocida con re galiz , de que tienen mucha abundan cia. Y aunque tantean quanta vitualla se consuma en la C iu d a d , y el con torno , sin embargo siembran mas pa ra dar á los vecinos. Todo instrumen-
|
de Tomás Moro.
g
' tu de la labranza se toma de la C iu' d a d , por mano del M agistrado, sin costa alguna:
y muchos concurren
todos los meses en los pueblos á las fiestas solemnes: quando es tiempo de segar los panes, los que gobiernan la labranza avisan á los Magistrados, quanto número de Ciudadanos deban enviar á la siega ; y concurriendo to dos á un tiempo en dia sereno, ca si ponen en cobro todo el grano. C A P IT U L O
II.
De ¿as Ciudades, especialmente de Amauroto. E l que ha visto una de aquellas Ciu dades las ha visto todas , tan seme jantes
son las
unas con las
otras,
, donde la disposición del sido lo con-
io
La Utopia
siente: haré relación de una , bien que no importe mas describir ésta, que aquella : sin em bargo, discurri ré de Amauroto , por ser mas dig n a , y tener dentro de sí el Senado, y de todas la
mas ennoblecida , y
de quien y o me hallo con mayores noticias, por haber morado en ella cinco anos. Tiene , pues, su asiento á la falda de un m onte; su form a es quadrada, porque su latitud poco á poco se es tiende desde la cima de un collado distancia de dos mil pasos hasta llega) al rio Anidro , y pasada la ribera s< prolonga algo mas.
Este rio nací
ochenta mil pasos á la parte arrib¡ de Amauroto de una pequeña fuente pero con el concurso de otros rios y especialmente e l de otros dos me
de Tomás Moro.
u
dianos que entran en é l , se aumen tan sus a g u as: antes de llegar á la Ciudad se estiende su corriente qui nientos pasos , luego se va ensanchan do mas , hasta que por el discurso de sesenta mil pasos entra en el O cceano. En todo este espacio que hay de la Ciudad al m a r , y algo mas arri ba hácia el nacimiento, creciendo y menguando el mar hace rego lfo s, con la velocidad del r io , por seis horas continuas. Quando entra en el piéla go por distancia de treinta tnil pasos se conoce su corriente , haciendo re flexión las aguas del A n id ro , con el encuentro de las del mar. Entonces se salobran sus aguas por algún es pacio , sí bien despues cobran su an tiguo dulzor, pasa por la Ciudad sin mezcla de salad o , y en baxo mar á
12
L a Utopia
las veces lim p io , y sin corromperse llega casi á las entradas de el. C o rrespondese la Ciudad á la ribera en frente , no con barcos, ni otros ins trumentos de m adera, sino con una insigne Puente arqueada de sillería, asentada hácia la parte mas remota del mar ; porque las naves puedan ar ribar sin daño á aquel lado de la Ciu dad. Tienen otro rio no grnnde, mas manso y ap acible; nace en el mismo monte en que está fundado el Lugar, y bañandola , la atraviesa por medio á la parte b a x a , y despues se junta con el Anidro. Por nacer este rio tan cerca de la Ciudad , los Amauretanos juntaron con ella su nacimiento con valuartes y pertrechos, porque si el enemigo acometiese ,
no les pudiese
quitar, ni atosigar el a g u a , la qual
de Tomás Moro.
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conducen por arcaduces de barro á diferentes parages de lo último de la Ciudad.
Y si la naturaleza del sitio
en alguna parte no da lugar á esto, el agua que se junta en grandes albercas , es del mismo provecho. Cer ca la Ciudad una muralla alta y grue sa con muchas torres , y parapetos. E l foso es seco , pero profundo, y an cho , muy intrincado, defendido con za rza s, y cam broneras, por las tres vandas; por la otra el rio sirve de reparo. Las plazas están fabricadas, así para el com ercio, como para el abrigo cómodamente; los edificios no son deslucidos, antes en todos los bar rios se continúa un modelo , como se conoce en las fachadas de las casas. Las calles tienen veinte pasos de la titud , y á las espaldas de ellas todo
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L a Utopia
lo que tiene de ancho el barrio es jardin cercado en contorno. Todas las casas usan de puertas principal , y fa ls a : la u n a , y otra son fáciles de a b rir, y ellas sin poner cuidado en ello se cierran fácilm ente: de suerte, que á qualquiera se franquean para entrar , porque nadie posea cosa par ticular.
Y por esto cada diez años
truecan ca sa s, echándolas por suer te. Hacen estimación de estos jardi nes : en ellos plantan v iñ a s, árboles frutales , ortalizas, y flores , con tan ta herm osura, y buena la b o r , que no me parece he visto cosa mas útil, y elegante. En este cuidado no solo tienen deley te , pero atención de ma nera que compiten entre e llo s, quien tiene estas posesiones con mas cultu r a , y mas buena labor. Y es cierto
de Tomás Moro.
15
que no se hallará en toda la Ciudad otra ninguna cosa mas acom odada, ora sea para p ro vech o , ora para deleyte de los hombres ; porque pare ce que el que la fundó en ninguna puso mas cuidado, que en estos jar dines; y aun es fam a, que Utopo des de sus primeros principios dexó el en tero m od elo, y traza de esta Ciu dad ; pero en quanto al adorno, y policía concedió á los venideros, que pudiesen reformar lo que conviniese, advirtiendo que para esto no basta ba la edad sola de un hombre. Así lo refieren sus Anales (estos
tienen
guardados como escritos cuidadosa, y religiosamente, desde que se apode ró de la Isla , contienen la historia de mil setecientos y
sesenta años)
que las casas que hoy son principa-
16
L a Utopia
les fueron p agizas, como cabañ as, y chozas fabricadas de toda m adera, sin distinción , las paredes de tapia, los techos cubiertos de ca rrizo s, re tamas y otras matas. Mas ahora to da fábrica de las casas contiene tres altos : lo exterior de las paredes es de piedra v iv a , ó la b ra d a , ó ladri llo , y lo interior de argamasa : los terrados llanos, y descubiertos se ha cen de cierto vetun de cosas molidas, y de poco gasto ; pero de tal tempe ramento , que no le emprende el fue go , y defiende de las injurias tem porales , mas que el plomo. Contra los vientos usan de vidrieras en las ventanas
(porque en
aquella tierra
hay mucho vidrio ) , y á veces tam bién se valen de encerados de lienzo con a c e y te , ó g o m a , que sirven pa-
de Tomás Moro.
i?
ra dos usos, para resistir los vien tos , y dar mas luz. CAPITULO
III.
D e los Magistrados. Todos
los años
eligen para cada
treinta familias un M agistrado, que en su lengua antigua llamaron Sifogranto, en la moderna Filarco. A ca da diez de estos Sifograntos , y á sus familias nombran otro Magistrado su perior , que llamaron Traniboro, aho ra Protofilarco. Finalmente todos los Sifograntos, que son en número dos cientos , hacen juramento que elegi rán por votos secretos por Cabeza, y Príncipe uno de quatro propuestos por el p u eb lo , al que tuvieren por mas conveniente; y cada quarta par&
18
L a Utopia
te de la Ciudad propone uno al Se nado. Esta dignidad del Príncipe es perpétua por toda la v id a , como no venga en sospecha de que trata tira nizar el Estado. Los Traniboros los señalan solo por un año , mas no los mudan sin causa.
Todos los demás
M inistros, y Oficiales son añales. Los Traniboros consultan con el Príncipe cada tercer d ia , aunque, si el nego cio lo p id e , se juntan mas veces. En la consulta tratan de las cosas de la República , procurando componer las diferencias de los particulares (si las h a y , que siempre son pocas). De los Sifograntos introducen todos los dias dos en el Senado por su órden; pre viniéndose que no se acuerde nego cio de importancia, que toque á la
de Tomás Moro.
19
República , sin haberse conferido tres días antes que se determine. Tienese por deliro capital tratar de ningún negocio público fuera del Senado, y de sus Juntas señaladas. Estas ordenanzas miran, á que el pue blo no sea oprimido por la violencia, y asechanzas del Príncipe, y Traniboros. En esta consideración todo lo que se juzga por de importancia se comunica con la junta de los Sifograntos, estos dan parte á sus familias de la materia que se tr a ta , y la consul tan entre ellos, y de la resolución avisan al Senado. T a l vez se tratan los negocios en las juntas generales de toda la Isla. E l Senado también tiene por es tilo , que no se discurra sobre ningún negocio, que se propone, el primer dia, B2
20
L a Utopia
sino que se difiera para el Ayunta miento siguiente, porque ninguno sin precedente consideración diga arro jadamente lo primero que le ocurre, y por sustentarlo despues , trate mas de defender su parecer, que de la utilidad, y causa pública; pues mu chos llevados de una vergüenza ne cia , porque no parezca que en sus principios fueron poco advertidos, y circunspectos, se inclinan mas á aven turar la salud común , que su opinion particular, en aquello que debian te nerlo desde luego
bien m irado, pa
ra hablar con mas consejo que airo jamiento.
de Tomás M oro. CAPITULO
21
I V.
Ocupación, A r t e s , y Exercicios. L a Agricultura es oeupacion comun á hem bras, y varones, la qual saben, y exercitan sin distinción. Enseñansela desde su menor edad por pre ceptos en la escuela, y por exercicio en el campo que está mas veci no á la Ciudad como por entreteni m iento, no solo mirando,
pero ma
nejándolo , y empleando las fuerzas del cuerpo.
Fuera de la Agricultura
( que como he dicho , es común á to dos ) cada qual es instruido en algún otro oficio distinto, como labrar la n a, lino, c a n tería , herrería, carpin te ría , ú otro arte de manos. N o se reconoce otro empleo m ecánico, de b
3
22
L a Utopia
que pueda hacer memoria. E l trage es uniforme en toda la Isla, y en ningún tiempo se ha he cho novedad : solo hay diferencia en el se x o , que de una suerte visten los hom bres, y de otra las mugeres; y en los estados, porque diferente trage es el de los casados, que el de
los
que no lo son: es agradable á la vis ta , acomodado al uso, y á propósi to para defensa del fr ió , y del calor. Cada familia fabrica su vestuario á su gusto; pero de las demás artes ca da u n o , así hem bra, como varón, aprende el que le agrada á su elec ción. Las mugeres se exercitan en las de menor trabajo, labrando la n a , y lino, y los varones se encargan de las de m ayor afan. Por la m ayor par-
de Tomás Moro.
23
te el hijo sigue la profesion del pa d re, porque casi siempre se inclinan á ella por naturaleza ; y si alguno tiene propensión inclinada á otro ofi cio , pasa por adopcion á la familia que trata de aquel ministerio, á que es inclinado. E l cuidado de esta en señanza , no solamente le encarga el padre natural, sino que también inter viene el M agistrado, dándolo á padre adoptivo, honesto , y grave : Si algu no despues de haber salido bien ins truido, y enseñado en la profesion de sea saber o tr a , se le perm ite; y en terado bien de entrambas exercita la que mas le a g rad a , si ya otra Ciu dad no necesita de alguna de las que dexa. Está á cargo de los Magistrados Sifograntos cu id a r, y reconocer, que B4
24
L a Utopia
no haya vagam undos, sino que cada uno esté cuidadosamente ocupado en su ministerio. N o comienzan su
labor muy de
m añana, ni trabajan continuamente, ni hasta muy n och e, ni se fatigan con perpetua m olestia, como las bestias; porque es infelicidad mas que de es clavos la vida de los oficiales , que perpetuamente han de estar trabajan do , como trabajan toda la vida fue ra de U topia, donde dividen el día, y la noche en veinte y quatro horas. Seis horas diputan para el trabajo, tres antes del medio d ia , y dejando la la bor van á comer. Tienen de siesta dos horas despues de haber comido. Quan do han reposado vuelven al trabajo por otras tres horas , las quales rema tan con la cena. La primera hora de
de Tomás Moro.
25
las veinte y qnatro es la de medio día. A las ocho se retiran á dormir ocho horas. En los intermedios de co mer , cen ar, y dormir se les conce d e, que cada uno gaste el tiempo en lo que tuviere gusto á su alved rio ; pe ro rio de su erte, que le emplee mal en excesos, ni holgazanerías, sino que libre de su ocupacion se divierta en algún exercicio virtuoso á su elección. Estas horas privilegiadas los mas las gastan en el estudio de las letras; por que se acostumbra tener lecciones pú blicas antes de am anecer, á las quales asisten de necesidad solamente aque llos que están señalados, y elegidos para cuidado del estúdio. Además de estos concurren
voluntariamente
de
todos estados así hombres como mu geres á oír los M aestros, cada uno
26
L a Utopia
según su afición, y
lo que profesan.
Este mismo tiem po, si alguno le quie re emplear en su arte (que á muchos acontece) , cuyo genio no se aplica á la contemplación de las ciencias, no se le prohíbe, antes es alabado, por que es de utilidad á la República. Despues de cena tienen una hora de en tretenimiento , en el Verano en los Jar dines , y en el Invierno en las salas, en que comen todos : allí exercitan la m úsica, ó pasan en conversación. Juegos de dados , ni otros prohi bidos, ni los tratan, ni los entienden. Los que usan son dos ju e g o s, pare cidos á los del axedrez : E l uno es una batalla de tantos á tantos , en el qual los. de una parte despojan y ro ban á los de la o tr a ; y el o tro , en que, formando un esquadron, los vi-
de Tomás Moro.
ajr
cios pelean contra las virtudes, en el qual juego muestran discretamente la oposicion, que tienen á los v ic io s, y la concordia con las virtud es, y tam bién qué vicios se oponen á las vir tudes , y les hacen gu erra, y con tra dición ,
con qué pertrechos acome
ten de la parte contraria, y con qué armas defensivas las
virtudes que
branten, y desbaraten las fuerzas de los vicios , y con qué ardides rebatan sus acometimientos ; finalmente con qué industria , y tra zas, la una de las par tes alcance la victoria. Pero porque en esto no os dejeis llevar de algún engaño , es bien que lo advirtáis con mas atención ; pues como son seis horas no mas las seña ladas para el trab ajo , será posible, que imaginéis , que esto venga á ha-
28
L a Utopia
cer falta en las cosas forzosas, lo qual está m uy lexos de su ced er, porque este tiempo no solo b a sta , pero aun sobra, para procurar la abundancia de todas las cosas necesarias para pasar la v id a , y para la comodidad de ella. En donde casi todas las mugeres, que son la mitad del Pueblo, traba jan , y los hombres se dan al reposo, igualmente que un gran número de Sacerdotes , y Religiosos que no se ocupan en la m anifactura, ni los ri cos Señores de heredamientos ( á quie nes el vulgo llam a nobles, y Caba llero s); incluyéndose en esta cuenta toda la caterva de los que sirven á estos de espadachines , truhanes, y á los mendigos, que, teniendo salud, fin gen alguna enfermedad para su hol gazanería, hallareis con certeza que
de Tomás Moro.
29
son mucho menos los que se ocupan en el trabajo de las cosas necesarias; y que de estos son muy pocos los que tratan de lo precisamente necesario: y donde todo se compra por e l dine ro , es forzoso que haya muchas artes totalmente va n a s, y superfluas, que solo sirven al antojo y exceso. Si es tos p o co s, que trabajan, se dividie ran en tan pocas artes , quales solo son menesterosas á la vida humana, bajáran sin duda los precios de las co sas ; de manera, que los hombres a lcanzáran á vivir con com odidad: Y si los que se ocupan en artes inútiles, y la chusma holgazana, que pasa en o cio , y flogedad, se ocupáran en obras de provecho para todos ( de las qua les qualquier artífice de estas mani facturas , y holgazan, que se sustenta
30
L a Utopia
con los trabajos de los o tro s, gastan tanto como dos oficiales de los útiles) aquel poco tiempo bastára, y aun sobrára para abundar de todas las cosas, que la necesidad de la vida, ó la co modidad de e lla , p id e , y aun tam bién de los deleytes verdaderos, y na turales. L a experiencia nos da verdadero testimonio de ello en Utopia : allí en toda la Ciudad con sus aldeas en con torno apenas se les permite holgar á quinientas personas , así hombres, co mo m ugeres, cuya fu erza, y edad es hábil para el trabajo. Entre estos los Sifograntos ( s í bien las leyes los hacen exentos) no se escusan del obra je , para estimular á los demás con el exem plo, á que trabajen. Del mismo privilegio gozan los estudiantes,
á
de Tomás Moro.
31
quienes por acuerdo de los Sacerdo tes el pueblo por votos secretos de los Magistrados les concede, que so lo se ocupen en las buenas disciplinas, y a rte s, de los quales si alguno no corresponde á las esperanzas que de él se te n ia , le sacan de los estudios á lo mecánico ; y por el contrario suce de muchas veces , que a l mecánico que en aquellas horas sobradas ha ya aprovechado en las letras, sacandolo de aquel o ficio , lo promueven al de los estudios. De estas clases de los estudiosos salen los Embajadores, los Eclesiásticos, y los Magistrados, Traniboros, y e l mismo Principe, al qual en su lengua antigua llaman Barzan es, y en la moderna Ademo. La demás muchedumbre que siem pre trabaja, y está ocupada
en ar>
3a
L a Utopia
íes útiles, fácil es de juzgar quanto obran en pocas horas. Además de es tas cosas que he referido, añade fa cilidad v e r , que en las artes usua les necesitan de menos trabajo que otras gentes; porque viniendo lo pri mero á la fábrica de
algún edificio
o b ra, ó reparo de é l , en otras partes es necesario que en la continuación del trabajo haya m uchos, porque lo que el padre edificó, el heredero pródi go , y sin concierto dexó por descui do , que poco á poco se arruinase; de su erte, que lo que pudo repararse á poca c o sta , el succesor se halla despues obligado á edificar de nuevo; y aun ordinariamente la casa, que el po nerla en pie al primer dueño le cos tó muy gran gaseo, el otro no cui dando de su repaio por su ánimo des-
de Toinás Moro.
33
caecido la dexa arruinar, ó por me nosprecio en breve tiempo se allana por el su elo , con que edifica otra en diferente
parte nó á menor costa.
Pero en Utopia 110 pasa a s í , porque compuestas y
ordenadas de una vez
las casas todas, y fundadas las Repú blicas rara vez aconiece, que se elija nuevo sitio para fundar edificios; y no solo acuden con brevedad al reparo de lo que se va ca yen d o , pero pre vienen en tiempo á lo que amenaza ruina. Por esto suced e, que con po co
trabajo las fábricas duren mucho
tiempo , y que los Maestros de estas artes tengan poco en que entender, si no es labrar con cepillos y azuelas madera , y con pico y escoda
pie
dra, para que quando la necesidad lo pida
acudan
Teparo.
con
mas brevedad al C
-í/fl Utopia
34
En la obra de vestidos ya se ha visto quan poco tiempo han menes ter ; lo primero , porque , quando tra bajan , se
visten con poco aseo de
pieles de anim ales, que duran
sie
te a ñ o s: Quaiido salen en público se ponen encima otra ro p a, que cubre aquellas groseras p ieles, y todas del color natural de la lana sin artifi cio , esto en toda la Isla ; y aun del p añ o , así de lana gastan mucho me nos , que en otras p artes, y labra do á menor costa, y el lino con me nos trabajo : Este se gasta, y usa mas. En lo que se labra del lien zo, solo se procura la blancura, en lo que de la na la lim pieza, sin hacer aprecio de que sea m a s, ó menos d elgad o ; de aquí procede que no bastando en otras partes para uno solo cinco vestidos de
de Tomás Moro.
35
diversos co lo res, unos de lan a, y otros de se d a , y á los mas aseados ni aua diez , los Ucopíanos están m uy con tentos con uno, y les dura dos años, pareciendoles que no tienen causa pa ra codiciar otros que los que han he cho , porque no con otros están mas defendidos del fr ío , ni del c a lo r , ni por lo sutil les parecen mas aseados, y curiosos ; por lo qual exercitandose todos en artes provechosas, y los efectos que de ellas resultan, aunque sea menos , bastan para lo necesario con abundancia \ de donde procede, que habiéndola de todas las cosas, so bra gente, y á veces sacan mucha pa ra el reparo de las c a lle s, y caminos públicos si hay algunos mal adere zados , que necesitan de restaurarse, y aunque no haya necesidad de alguna C2
36
L a Utopia
o b r a , les ordenan que por algunas pocas de horas trabajen en las públi cas. Los Magistrados no ocupan á los Ciudadanos en trabajos inútiles y superfluos , pues que la institución y motivo de esta República principal mente atiende solo á el fin de q u e, sa tisfechas las necesidades públicas en quanto ellas dieren lu g a r, ln mas del tiempo que sobra de los empleos ser viles se reduzca á que los Ciudada nos gocen de la libertad , y contem plación del ánima, porque en esto juzgan consiste la verdadera felicidad.
de Tomás Moro. CAPITULO
3jr
V.
D el Comercio. P a r e c e puesto en razón declarar de qué manera los Ciudadanos comercien entre s í , y cómo traten sus corres pondencias ; pues siendo así que la Ciudad se compone de familias, for mándose éstas de los parentescos, las mugeres, casandose, van siempre á las casas de sus m aridos; mas los hijos que tienen, varones, y los nietos, v i ven en su familia debajo del gobier no y obediencia del mas anciano de ella , si ya la edad no le tiene enfla quecido el discurso; que en tal caso el inmediato en la edad sucede en su lugar. Mas porque no falte poblacion á la C iu d ad , ni se aumente en deC 3
38
L a Utopia
masía tienen ordenado, que ninguna familia (de las quales tiene seis mil cada Ciudad) pueda sustentar menos de diez mancebos, ni mas que diez y seis. De los adultos no hay núme ro determinado. Guardase este medio, pasando los que sobran de una fami lia á o tra , que le faltan , con los qua les se llena. Si alguna vez se multi plican mas de lo determinado y jus to , con
los que sobran reparan lo
que hay despoblado en otras de sus Ciudades. Si acaso en toda la Isla hu biere muchedumbre de gente , hacen padrón de e lla , y en la tierra con tinente fundan Colonias sujetas á sus mismas le ye s, convidando á los natu rales de la tierra, si les agrada vivir en su compañía. Habiéndose juntado con los que
de Tomás Moro.
39
aceptan, fácilmente se conforman en las costumbres y
leyes con utilidad
de ambos Pueblos. De esta suerte hacen con sus buenas ordenanzas, que se fertilice la tierra que antes era esteril y miserable: y á los que 110 con forman con sus institutos, los echan de los términos que han señalado pa ra s í , haciendo guerra á los que se resisten, la que tienen por justa. Quando algún pueblo prohíbe al otro el uso y posesion del terreno va cío y desocupado, de que ningún otro pueblo se aprovecha, y por l e y , y orden del derecho natural lo puede g o za r, vivir a llí , y apoderarse del dominio, ó uso de aquella tierra : y quando sucede á las Ciudades de la Isla algún caso desastrado , de manera que guardando sus estatutos, no se pueC4
4o
L a Utopia
da reparar (lo qual ha sucedido do# veces en muchos siglos por calami dad y pestes) , vuelven á sacar de las Colonias el número competente á su rep aro , porque tienen por mas acer tado conservar la casa propia, que buscar la agena. Mas volviendo á la manera de vivir de estos (com o he d ic h o ), el mas antiguo preside á la fam ilia, las mugeres sirven á sus m aridos, los hi jos á sus padres, y generalmente los de menor edad á los mayores. Qualquiera de las Ciudades se re parte en quatro Colaciones
iguales:
en medio de cada una de estas par tes hay una plaza , donde se
ha
llan todas las cosas. Allí se traen á casas determinadas lo que ha traba jado cada fam ilia; y cada especie de
de Tomás Moro.
41
grano se acomoda en diferentes Alfo líes con distinción. D e estas casas diputadas qualqnier padre de familias
saca todo aquello
de que tiene necesidad para sí y pa ra los suyos sin dinero ni otra re compensa.
¿ Por qué se le tiene
de
negar n a d a , habiendo allí abundan cia de todas las co sa s, y sin rece lo de que nadie haya de pedir lo que no ha menester ? ¿ A qué propósito ha de pedir lo superfluo aquel que tiene por cierto que no le ha de fal tar nada de lo necesario? Siendo ma nifiesto , que donde no h ay temor de que falten las cosas necesarias, cesa la ambición del querer aumentar de masiadas riquezas ( cosas que hacen los hombres codiciosos y atrevidos), y
como esto no sucede á los Uto-
La Utopia
42
pianos, viven con quietud. Junto á las plazas de que hi ce mención , hay otras que diccn de bastimentos, á las quales hortalizas,
se
traen
fru ta s, y pan ; pero el
pescado, carnes de a v e s , y animales, y qualquier otro bastimento, que pue de causar horror, tienen lugares se ñalados fuera de la Ciudad cerca del rio , donde se puedan labar las in mundicias. De aquí llevan las reses muertas, limpias primero por mano de sus esclavos, porque no consienten que sus Ciudadanos se ocupen en de gollar , d eso llar, ni cortar los anima les (que de usar esto juzgan se vuel ven fieros, crueles, inhumanos; y te men que el afecto de la piedad natu ral se ha de ir perdiendo poco á po co ), y prohíben que ninguna cosa in-
de Tomás Moro.
43,
munda , sucia , y asquerosa éntre en el lugar, cuya putrefacción corrompa el a y r e , y así inficionado cause en fermedades. Cada barrio tiene ciertas Aulas pú blicas , apartadas unas de otras á igual distancia, conocidas por sus nombres; en ellas moran los Sifograntos, á cada uno de los quales se le señalan trein ta familias , de modo que quedan aco modadas á cada banda quince familias juntas á comer en ellas. Los despen seros de estas salas se juntan á horas señaladas en la p la z a , para pedir pro visión
conforme al número de sus
familias ; pero primero se atiende al regalo de los enferm os, los quales se curan en Hospitales públicos, que h a y quatro en cada C iu d a d , fabricados fuera de ella , tan capaces , que pa-
44
La, Utopia
recen poblaciones pequeñas : lo uno, porque si hay gran número de enfer mos no estén estrechos, y con inco modidad ; y lo o tro , porque si hubie se algunos de mal contagioso, y
pe
gadizo , puedan estar apartados de los otros. Están estos Hospitales tan bien dispuestos, y tan llen os, y bidos de
aperci
todas aquellas cosas
que
miran á la salud , y servidos con tan ta caridad , y cuidado , y
tan bien
asistidos de Médicos doctos , que si bien no es fuerza que se recojan allí todos los enferm os, con todo ningu no que adolece dexa de querer mas pasar la enfermedad en este sitio, que en su casa. Quando el despensero de los enfermos ha tomado
las cosas
necesarias conforme el orden , y re ceta de los M éd ico s; despues lo mejor
de Tomás Moro.
45
por iguales partes se reparte con aten ción al número , y
se distribuye en
las salas ; si ya no se tiene respeto á lo que pide el Príncipe , Prelados, y los Traniboros, y también los Embaxadores extrangeros ( si es que hay algunos), que siempre asisten pocos; y á estos quando los h a y , también les tienen casa señalada, y adereza da. Asisten á estas A u la s, ó Tinelos los Sifograntos, y
las
familias que
les tocan llamados al son de trom petas á la hora del comer , y del ce nar , si ya no es que están enfer mos en sus ca sa s, ó en los Hospi tales ,
y á ninguno
se le prohíbe
despues llevar de la plaza refacción á su casa , porque están persuadidos, que ninguno hace esto sin necesidad; y aunque es licito á todos comer en
46
La Utopia
sus c a sa s, ninguno lo hace con gus t o , porque no lo tienen por decente, y lo reputan á inadvertencia, encargar se de cuidado escusado, pudiendo co mer en los Tinelos tan explendida, y regaladamente sin afan de prevención, mayormente estando todas las cosas tan á la mano. £11 estas salas se encar gan los esclavos de todos aquellos mi nisterios , que se tienen por serviles, y no decentes. En lo demás del ade rezar , ó guisar las viandas, y toda la disposición de las mesas corre por cuen ta de las mugeres, pasando turno por las familias. Ponensetres, ó mas me sas conforme el número de los que se han de sentar: Los varones se sien tan arrimados á la pared , y las hem bras en los bancos de afuera, para que si les sobreviene algún accidente (es-
de Tomás Moro.
47
pecialmente á las preñadas) puedan acudir á la necesidad , y á las nutrices, sin descomponer las mesas : Estas asis ten allí algo apartadas en pieza par ticular
con los
niños de
pecho, y
siempre tienen prevención de lumbre, y agua c la r a , y aun cun as, donde recojen los niños, y al fuego los de senvuelven, y recrean. Toda madre cria su h ijo, si no lo impide la m uerte, ó enfermedad, y quando esto acontece, las mugeres de los Sifograntos con brevedad buscan am as, y las hallan con faci lid ad , porque las que pueden hacer este oficio á ninguna cosa acuden con mas voluntad , y todas con alaban za executan esta obra de piedad , y el muchacho tiene en lugar de ma dre á la que le cria. Están todos los
48
L a Utopia
niños sentados juntos en el quarto de las que les dan el pecho hasta haber cumplido cinco años; los demás jó venes m ozuelos, y los que están por c a sa r, así hembras , como varones, sirven á las m esas, y los que uo tie nen edad
suficiente asisten á las es
paldas , y comen de lo que les dan los que están sentados, y este tiem po tienen señalado para su comida y no otro. L a mesa principal del cenáculo es tá á la cabecera, desde la qual se vé toda la ju n ta ; en medio de ella está sentado- el Sifogranto con su muger, lu ejo se siguen dos de los mas an cianos , y se van sentando por todas las mesas de quatro en quatro; y si en aquel contorno hay Tem plo, el Sa cerdote , y su muger se sientan igual-
de Tomás Moro.
49
rtiente con los Sifograntos, y de en trambas partes se van acomodando los mas mozos despues de los viejos; y con este concierto se juntan todos los de una edad por toda la sa la , aun que se mezclen con los desemejantes, y dicen que lo hacen a s í, y está es tablecido de esta suerte, porque la reverencia, y autoridad de los ma yores reforme la licencia del hablar, m eneos,
y visajes de los menores;
siendo a s í, que no puedan d e cir, ó hacer c o sa , que no la hayan , ó vean los ancianos desde qualquiera parte. Sirven las mesas, y dan los manjares á los mas ancianos, que ocupan lugar señalado, llevándoles lo mejor ade rezado , y luego sirven por igual á los demás. Dáseles á los ancianos de lo mas regalado , y curioso, y no haD
go
L a Utopia
biendo bastante para todos , reparten de ello á su voluntad con los que tie nen mas c e rc a : de esta suerte se les guarda el competente decoro á los m ayo res, y gozan todos de las vian das. Leenles mientras dura el comer, y el cenar alguna cosa m o ra l, y con brevedad, porque no les cause fasti dio. Despues de la lección los ancianos mueven pláticas gustosas, y decen tes , y no ocupan con largos discur sos todo el tiempo, que se gasta en la com ida, antes á veces oyen de bue na gana á los m ancebos; y aun de industria les ocasionan, para que con la licencia de los manjares reconoz can el natural y habilidad de cada uno. Las comidas del medio día son mas b reves, y las cenas de la noche mas largas, porque aquellas el traba-
de Tomás Moro. j o , y estas
el sueño y
gi
el descanso
de la noche las abraza , y digiere me jor , lo qual tienen ellos por mas con veniente para el cocimiento natural del alimento. Usan de música en la cen a, y por postre frutas secas; recreanse con buenos o lo res, gastando pastillas , y pebetes , y aplicando lo que puede ser de agrado á los que asisten, que de estas cosas se dejan llevar el ánim o; porque están persua didos no es prohibido qualquiera ge nero de deleytes , de que no se si guen inconvenientes. De esta manera, pues, se juntan en la Ciudad. Los que acuden al cam po, cada qual se aco moda en su granja con su familia, que á ninguno le falta lo necesario, como aquellos de quien se sustentan las Ciudades. Da
L a Utopia
52
CAPITULO
V I.
.D el modo de peregrinar , diferen tes costumbres, y estudio de varias ciencias. S i el deseo de ver á sus am igos, que residen en otra C iu d a d , ó la curiosi dad de ver la misma Ciudad , esti mula á algunos, con facilidad alcan zan licencia
de
los Sifograntos, y
Traniboros , si y a
no lo estorvase
alguna utilidad pública. Van acom pañados , y con patente del Príncipe, en que se dice quando p a rte , y se ñala pa ra quando ha de volver. D á sele un carro , y para su servicio un esclavo de los públicos, que tra te , y guie los bueyes, que le llevan; en llegando donde v a , si no lleva con-
de Tomás Moro. 53 sigo su m uger, vuelven A remitir el carro , por quedar mas desocupados. Aunque no llevan bastimentos, nunc a les falta en todo el cam ino, como si estuvieran en su casa. En qualquicr lugar donde paran mas de un dia ca da uno exercita su a rte , y los de su profesion le tratan hurnanísimarnente, y le regalan. Pero al que sale de sus términos sin licencia ni patente del Príncipe le tratan con
mucho rigor
y afren ta, y castigándole con seve ridad este atrevim iento, le hacen vol v e r , y como á fugitivo le obligan i servir ; pero si alguno gusta dar vuel ta por los campos de la Ciudad, lo puede h a c e r, dándole licencia su pa dre , y con gusto de su m uger: y en qualquiera casería, que llegare , ha de ganar primero la comida , cum-
I>3
54
L a Utopía
pliendo con la tarea que se le señalare, antes de sentarse á co m e r, ó cenar, según el tiempo que en aquella par te se acostumbra trabajar. Con esta condicion puede andar por los térmi nos de la C iu d a d , y viene á ser del mismo ú til, que si asistiese en ella. Y jj veis como en ninguna parte h a y ocasion de estar ociosos, ni mo tivo de ser vagam undos: no hay al macenes de v in o , ni de c e rb e z a , ni casas públicas de mugeres deshones tas , ni cosa alguna, que ocasione á corrupción; no hay
refugios donde
esconderse, ni se permiten jun tas, an tes el estar á la vista de tantos ha ce que el
trabajo
honesto
parezca
fo rzoso , de la qual costumbre resul ta , que haya abundancia de todas las cosas, y que participando igualmen-
de Tomás Moro.
55
te todos de e lla s, .no haya pobres, ni mendigantes. En
el Senado de Amauroto ( al
qual como se ha dicho acuden todos los años de todas las Ciudades tres Diputados) luego que se sabe de las cosas que hay
abundancia en un lu
gar , y también la esterilidad de otro por la mala cosecha , se ordena , que la falta del uno la remedie la abun dancia del otro. Esto lo hacen sin in terés alguno, sin recibir premio
de
aquellos á quienes lo d an , antes quando á ellos les falta alguna cosa de las necesarias nunca lo piden á la Ciu dad á quien han socorrido en sus ne cesidades , porque no parezca que co bran , sino se valen de aquellos pue blos , á quien no han a y u d a d o ; de esta suerte toda la Isla es como una familia.
D4
L a Utopia
56
Despues que con atención han pro veído bastantemente lo necesario (lo qual no les parece que está cumpli do hasta que tienen bastimento cabal para dos años ) de aquellas cosas que sobran ,
llevan
á oirás
Provincias
gran cantidad de los esquilmos, de los frutos de trig o , m iel, lana, lino, coch in illa, pescados de concha, ve llones de Castores, cera , sebo, coram bre , y además de esto ganados. L a séptima parte de estas mercaderías dan de
limosna graciosamente á los po
bres de aquella tierra , y lo demás venden á moderados p recio s: de este comercio vuelven á su patria en re torno gran suma de o r o , y p ia la , y otras mercaderías que les faltan, que son pocas fuera del hierro.
Con la
continua correspondencia de este trato
de Tomás Moro.
57
abundan de estos preciosos metales mas de lo que se puede creer. Así no tienen por ganancia dar las mercade rías de co n ta d o , ó al fiado para un dia señalado, por esto tienen gran par te de su caudal en escrituras; pero en el otorgarlas no se satisfacen del crédito de los particulares, si no in terviene la República , y se obliga la Ciudad á quien se da. Quando llega el plazo de la paga , cobra de los particulares deudores lo fiado , y lo pone en el erario público, y da in tereses hasta que lo pidan los Utopianos , los quales nunca sacan la par te principal., ó capital, porque no tie nen por justo privar de aquel caudal á los que lo han menester. Fuera de esto si el caso lo pide, como es haber de dar dinero presta-
58
L a Utopia
do á algún otro pueblo, con esta oca* sion lo cobran , 6 quando han de ha cer
guerra, para cuya sola ocasion
guardan todo su tesoro en sus casas, para tenerlo á la m ano, y valerse de ello en los mayores peligros, ó en los súbitos casos ; principalmente asuel dan milicia forastera que ponen de mejor gana en el p e lig ro , y
riesgo,
que á los suyos , y la señalan aventa jados su eld o s, conociendo, que el di nero hace á los enemigos am igo s, y ocasiona á trato, y entriego entre las mismas vanderas. A este intento con servan , y juntan inestimable tesoro; pero con tal desprecio, que temo no he de ser creído si lo Tefiero, y quanto mas enterado estoy de lo cierto, temo m a s, y si yo no lo hubiera vis to con los ojos propios, con dificulr
de Tomás Moro.
59
tad me dexára persuadir de otro que lo con tára, porque es forzoso que el que no esté
bien informado de sus
estatutos, y ordenanzas se halle m uy dudoso en c re e rlo : sí bien qualquiera que juzgáre las cosas con buen jui cio , quando conozca y vea que süs leyes y costumbres son muy deseme jantes de las nuestras, se maravilla rá menos si el uso del o r o , y de la plata se acomoda mas al tra to , y co mercio de los Utopianos, que á nues tras costumbres.
Porque
verdadera
mente ellos no usan de estos metales, pero los guardan para el suceso que puede acontecer ó no. D e qualquicra entre ellos no
manera que sea,
tiene mas estimación
el o r o , que su valor intrínseco: por que ¿quién no reconoce quánto mas
6o
L a Utopia
■necesario es el hierro para servirse de é l , que el oro , y la p la ta , sin el qual los hombres no pueden vivir, como no pueden sin el fuego , y el agua ? Siendo así que la naturaleza al o ro , ni á la plata dió virtud , de que podemos privarnos fácilmente , si la ignorancia de los hombres no hu biera dado estimación á lo mas ra ro: antes por el contrario la próvida -naturaleza madre piadosa las cosas mejores nos las hizo fáciles, como el -ayre , agua, y la misma tierra, y las .v ile s, y de ningún provecho las apar t ó , y escondió de aquellas que ayu dan poco. Por e s to , si estos tesoros los escondiesen
en alguna to rre, el
Príncipe, y el Senado (según es sagáz la ignorante malicia del vu lgo ) vendrían en sospecha de que trata-
de Tomás Moro.
61
ban engañar al P u e b lo , y que lo en caminaban i alguna utilidad s u y a , como que quisiesen venida la ocasion labrar moneda para pagar Soldados, ó alguna baxilla curiosa, porque tie nen por cierto, que llevarán con di ficultad se les q u ite, lo que habían comenzado á tener por d e ley te , quan do viniese la necesidad de fundirla para sueldo de la milicia. Para escusar estos inconvenientes, pensaron este arbitrio, si bien muy conforme á su costumbre , contrario á las nues tras , que con tanta diligencia guar damos el o ro , y le estimamos tanto, y así este desprecio no le podrán creer, iino los expertos. Tienen baxillas de barro, y de vidrio, en que comen, y beben; y del oro , y plata así enlas casas com unes, como en las par-
62
L a Utopia
ticulares hacen orinales, y bacinillas para las necesidades mas inmundas: Demás de esto de los mismos meta les labran g rillo s, y cadenas grue sas para castigo y prisión de los es clavos , y por pena de los delitos mas infames cuelgan zarcillos de las ore jas del delinqüente, y les llenan los dedos de anillos de o ro , y del mis mo oro hacen cabestrillos para el cue llo , y de piezas de oro les cubren las cabezas en castigo de su delito. Así por todos caminos procuran en vilecer , é infamar la estimación del o ro , y de la plata ; de donde pro cede , que estos metales , que son tan gratos á las otras naciones, son tan despreciados de los Utopienses, que perdiéndolo todo, no les parece que pierden una blanca.
de Tomás Moro.
63
Hallanse perlas en sus riberas, y en algunas rocas diamantes y
car
buncos : no los buscan, pero si acaso se les ofrecen á las m anos, no los desprecian, y los perfeccionan. Con ellos engalanan los niños, que en sus primeros años están con tales galas muy alegres, y ufanos; pero quando son de m ayor edad , y advierten que aquellos juguetes
no son sino para
niños, sin que sus padres se lo ad viertan , corridos, y avergonzados los d exan , no de otra m anera, que los nuestros dan de mano á sus dijes y muñecas. f a í que yo nunca acabé de entender claramente , cómo estos ins titutos , tan de toda suerte contrarios á los de todas las demás gentes , cau san diversos afectos, é inclinaciones, hasta que vinieron allí Embaxadores
64
L a Utopia
de Ips Anemolios. Llegaron estos á A m auroto, estando yo a llí, y por que venían á tratar cosas de grande im portancia, para su ajustamiento ha bían traído tres Ciudadanos de cada Ciudad de la Isla; pero los demás Embaxadores de las Provincias co marcanas , prácticos en las costum bres de los Utopianos, y que tenian entendido, que no hacían estima del traje sumptuoso, y que menosprecia ban las sedas, y jo y a s , y aun sabian que antes las tenian por afrenta , siem pre habían acostumbrado á venir con habito modesto. Empero les Emba xadores de Anemolio , como habita ban mas distantes, y tenian menos comunicación con e llo s, habiendo oí do d e c ir, que todos usaban de tra je to sc o , y grosero , no persuadien-
de Tomás Moro.
65
dose á creer que lo dexaban de ha cer por otra causa, que por necesi dad , mas arrogantes que
advertidos
tomaron resolución de representarles deidad , y m aravilla á los ojos de los U copíanos con el aparato y curiosidad de su vestir , con el esplendor y or nato de sus g a la s, de manera que en traron tres Embajadores con ciento de acompañamiento, todos vestidos de diferentes co lo res, los mas de
ellos
de seda ; y los misinos Embajadores, por ser en su Provincia de los mas nobles, con recamados d e .o ro , ador nados de cadenas, y sortijas de gran p recio , y cintillos de valor por sus piedras estim ables,
guarnecidos
de
perlas , y en todas maneras con ade rezo de oro de m artillo , que es lo que entre los Utopianos sirve de casE
66
■L a Utopia
tigo á los e sclavo s, de afrenta y pé* na á los infamados delinqiientes, y de juguetes á los niños. E ra m aravi lla ver el engreimiento de los Em bajadores , quando cotejaban sus ga las con el humilde trage de los U topianos (que en la plaza se habia jun tado gran parte del pueblo) ; y por el contrario no era de menor gusto con siderar quan burladas se hallaban sus esperanzas, y qué lexos estaban de ser estimados con aquella veneración que ellos esperaban. Verdaderamente que á los ojos de todos los de Uto pia , que no habian salido de ella ( fue ra de algunos , que habian peregrina do por otros Reynos con causa justa ), aquella
herm osura, y esplendor del
aparato les parecía cosa afrentosa; de suerte, que encontrando á los criados
de Tomás Moro.
6?
mas humildes los saludaban (teniendo* los por los señores) con gran reve rencia , y juzgando que los mismos Embajadores eran esclavos por las mu chas cadenas , y o r o , que traían, los dejaban pasar sin hacerles cortesía a l guna de ninguna suerte. Qué mas di ré , sino que si hubierades visto á los m uchachos, que habian dejado y a sus dijes , advirtiendo adornada la cabeza de los Embajadores, llenos de pedre ría
los sombreros y gorras, habla
ban á sus madres, y les herian el la do , diciendo : ¿ M a d re , veis este sim ple , que usa p e rla s, y jo y a s , como si fuera niño ? Ellas, replicaban muy de veras, callad , que, según entiendo, es uno de los simples de entreteni miento de los Embajadores.
Otros
murmuraban de las cadenas de oro E2
c8
L a Utopia
como de ningún provecho, diciendo, que eran tan delicadas , que el escla vo las rompería con facilid ad , y tan flojas, que quando quisiesen escapar se ,, podrían salirse libres, y huir de la prisión. Pero los Em bajadores, ha biendo estado allí u n o , ó dos dias, y advertido la grande abundancia de o ro , que habia sin estim ación, y que allí no lo despreciaban m enos, que en sus Provincias lo estimaban, y no tando que en las cadenas, y grillos de un solo esclavo fugitivo habia mas o r o , y p la ta , que podia valer todo el aparato de los tres Embajadores, avergonzados der aquel o rg u llo , que .ostentaban con tanta arrogancia, de jaron el engreimiento, principalmente despues de haber comunicado con mas familiaridad con los Utopianos, y ha-
de Tomás Moro.
69
berse hecho capaces de sus institutos, costumbre, y opinión; maravillándo se los de U topia, que hubiese algún hombre
cuerdo á quien entretenga,
y agrade el deleyte del resplandor vano
de una pied recilla, pudiendo
mirar la herm osura, y belleza de los astros, y del mismo S o l; ó tan vano, que se imagine mas noble , porque vis ta de paño mas d elgad o, y costoso, quando es cierto que la mas delgada lana tuvo su principio, y se crió en la o v e ja : también se maravillaban de que en todas partes se haga tanta es timación de cosa tan in ú til, como de su naturaleza es el oro, y que le apre cien tan to, que el mismo ho m bre, á cuyo servicio se dirige su va lo r, sea estimado en menos que é l , en tal manera , que habiendo algún hombre E 3
7o
L a Utopia
pesado , como de plomo , y que no tiene mas sentido, que un tronco, y tan m a lo , como n e c io , tiene á algu nos , así sabios, como
honrados en
su esclavitud , solo porque le
cupo
en suerte tener gran cantidad de es cudos ; al qual si alguna fortuna ó interpretación de leyes ( que suele te ner la misma fuerza en trocar las co sas altas por las baxas ) lo pasáre de aquel estado de señor al abatido de siervo, el de m ayor cuenta de su fa m ilia, sucede
que en breve tiempo
venga á ser esclavo de su esclavo, como aquel que estaba pendiente del d in ero, y era añadidura suya. Ade más de esto m aravillan , y abominan mucho mas la locura de aquellos, que á los que conocen ricos , no debiendoles n a d a , ni teniendoles obligacio-
de Tomás Moro. nes , p o r
ningún otro
fi
respeto mas
que por ser ric o s, los honren tanto, que 110 les falte sino tenerlos por Dio ses ; esto aun conociéndolos tan esca sos , m iserables, y avarientos, y sa biendo cierto , que mientras v iv a n , de tan grandes tesoros no han de ser so corridos de ellos con una blanca. Estas opiniones han aprendido de su educación, por haberse criado en aquella R epública, cuyas ordenanzas van tan apartadas de tantas maneras, como hay de ignorancia, y también las han aprehendido de la doctrina, y buenas letras ; que si bien no son muchos los que en cada Ciudad es tán dedicados solamente á la contem plación de los estudios libres de los demás
cuidados; con' to d o , los que
reconocen desde sus primeros años de E4
L a Utopia
^3
buen n atu ral, grandeza de ingenio, y ánimo inclinado á las buenas artes, son instruidos en las le tra s; y aun hem bras, y varones en gran parte del Pueblo gastan en el estudio por to do el discurso de su vida las horas desocupadas de sus labores. Adquieren las ciencias en su len gua natural, que es copiosa de vo ces , suave al o íd o , aventajadamen te mas que otras fidelísima intérpre te del ánimo , y , aunque en muchos lugares corrupta y estragada, en bue na parte de aquel dominio se halla limpia , y pura. D e todos los Filósofos célebres en todo
el orbe descubierto no
tenian
n o ticia, ni de ninguno de ellos ha bia llegado á sus oídos la fama has ta ahora , que nosotros venimos á la
de Tomás Moro.
73
Isla ; y esto no obstante én la M ú sica, D ialéctica, A ritm ética, y Gecn metría están prácticos, y suficientes casi de la misma suerte que nuestros mayores : y si bien ea estas cosas igualan á los antiguos, no empero son iguales con mucha distancia con las invenciones de los nuevos D ialécti cos , porque no tienen ni aun una re gla de aquellas que nuestros Estu diantes en las
Súmulas ,
y Lógica
aprehenden freqüentemente de las res tricciones , amplificaciones , y suposi ciones consideradas con mucha agu deza: finalmente están tan apartados de inclinarse á estudiar las segundas intenciones, que ninguno de ellos ha podido comprehender hombre en co mún, siendo (com o sabéis) en alte za un co loso, y m ayor que qualquie-
74
L a Utopia
ra G igan te, y que nosotros en nues tras escuelas los señalamos coa el de do por notable. En el curso de las Estrellas , y movimientos del C ielo son m uy prácticos, y
han hallado
instrumentos de formas diversas, con que comprehenden enteramente los mo vimientos del S o l, Luna, y Estrellas que se hallan en su Orizonte. No apre cian el saber la amistad , y conformi dad , enemistad, ú oposicion de las E strellas; ni la Astrología judiciaria, 6 divin aloria, que creen ciertamente engañadora, ó burladora. Por expe riencia larga advierten considerada mente en ciertas señales, con que anti cipadamente conocen las llu vias, vien tos , y
las demás mudanzas
de los
tiempos ; pero acerca de las causas de todas estas cosas de las crecientes, y
de Tomás Moro. menguantes,
jrg
de lo salado del mar,
del origen, y naturaleza del Cielo, y mundo algunos sienten las mismas cosas que nuestros Filósofos antiguos, y á la manera que entre estos, en tre ellos hay diferentes opiniones, y sentimientos. En quanto á la Filosofía
moral
disputan las mismas co sas, que no sotros tratando de los bienes del cuer p o , y del a lm a , y demás cosas ex teriores , también disputan si el nom bre de bien convenga á todas estas cosas , ó solo á los dotes del ánimo. Mueven qüestiones acerca de la vir tud y del deleyte ; pero la primera, y principal disputa de todas es exá mi nar en qué co sa , y si en un a, ó en mu chas consiste la felicidad del hombre. Inclinan mas de lo justo á c ree r, que
?6
L a Utopia
en e l deley te consiste la felicidad del v iv ir , y se sirven para esto de la Re ligión,
la qual en ellos es grave y
severa , y pocas veces disputan de la felicidad que no unan juntamente algunos principios sacados de sus ri tos , y de la F ilosofía,
sin lo qual
juzgan que la razón humana sea de fectuosa y débil á embestigar la v e r dadera felicid ad : y los fundamentos son, que el ánima es inm ortal, na cida por la bondad de Dios para bien aventuranza , que á la virtud , y bue nas obras nuestras se les decretan pre mios , y á los vicio s, y maldades cas tigo : y aunque esto es doctrina de su Religión , les parece, que para creerlos, 6 nó, se han de regular los discursos con la razón ; cesando esto, afirman con prontitud, y sin emba-
de Tomás Moro.
??
ra zo , que ninguno habrá tan necio, que no encamine su deleyte por me dio justo , ó injusto, advirtiendo so lamente que el menor deleyte no sea impedimento del m a y o r, ó le execút e , y goze de é l, de suerte que despues se arrepienta; porque seguir las dificultades y asperezas de la virtud, no solo huyendo de lo suave de la vida , sino voluntariamente abrazan do , y sufriendo pesares, de quien no se espera fruto alguno, afirman ser locura : porque ¿de qué provecho pue de ser , si despues de acabada la vi da no se consigue prem io, habiéndo la pasado miserablemente? Si bien 110 juzgan que la felicidad no está en to do d e le y te , antes solamente en el jus ta , y honesto, y aseguran que nues tra naturaleza se dexa llevar á este
78
L a Utopia
d e le y te , como á sumo bien por me dio de la misma v irtu d , á quien la opinion contraria tiene solamente por felicidad. Definen la virtud diciendo que no es o tr a , que vivir según la ley natural, y que para solo esto fui mos criados por el Sumo D io s, y que aquel sigue este camino que en ape tecer , ó dexar las cosas se ajusta con la razón. Finalmente sienten que la ra zón inflama á los hombres en el amor, y veneración de la Divina Magestad, á la qual se debe el ser que tenemos, y ser capaces de la propia felicidad, según lo que se m u eve, y alienta pa ra que pasemos la
vida ale g re , y
sin trabajos, y á este intento nos mos tramos favorecidos de la naturaleza, ayudando por lo que su conformidad p id e , á que los demás gozen de lo
de Tomás Moro. m ism o, que ninguno
79
es tan rígido,
y severo defensor de la virtu d , ni u n aborrecedor , y enemigo del dele y t e , que así os enseñe á sufrir los trabajos, desvelos, y pobreza , que dexe de aconsejaros, y persuadiros á remediar la necesidad, y miserias de los otros , en la forma que os sea po sible , y juzgue que el hacer esto de be de ser alabado con nombre de Humanidad , como lo es socorrer, re mediar , y consolar un hombre á otro, principalmente (la qual virtud es la mas propia de los hom bres) sacarle de algunas fatigas en que está, ali viando su desconsuelo, restituyéndo le á su antigua tranquilidad y pla cer. Y ¿quién duda de que la mis ma naturaleza so licitaá cada u n o , á que haga lo mismo consigo propio que
8o
L a Utopia
con los otros? Pues es a sí, que no debeis de ser menos favorables á vos mismos que á los demás. N i la pie dad , quando os in cite, y mueva á que seáis liberal y bienhechor á los otros, os ha de obligar á vos á que seáis riguroso é inhumano para con vos mismo. Para esto afirm an, que la vida agradable, que es decir el d e ley te , y gusto, la misma natura leza ( de cuya prescripción definen á la virtud ) nos enseña la que es co mo fin de nuestras acciones. Siendo a sí, que la proximidad convida á los hom bres, á que
recíprocamente se
ayuden unos á otros , para gozar de la vida apacible, y
poder de-
leyto sa ; la misma te manda una y muchas veces guardar e s to , y que no atiendas tanto
á tus
conveniencias,
de Tomás Moro.
81
que procures la incomodidad de los otros, lo qual con razón ordena , por que ninguno hay tan superior en la suerte del linage hum ano, de quien solo cuide la naturaleza , la qual igual mente ayuda á todos los que comprehende participes de una forma común. Tienen por cosa importante no so lo que se guarden los contratos que se hicieren entre los particulares,pe ro también las leyes públicas, que el Príncipe justo ordenó , ó el pueblo no tiranizado ni engañado estableció de comun consentimiento
acerca de las
comodidades de la v id a , que es de cir , que todos gocen de la ocasion de los entretenimientos y deleytes. No quebrantando estas pragmáticas se tie ne por prudencia, que vos procuréis vuestra comodidad , y por piedad que F
82
L a Utopia
ateadais al bien p ú b lico ; mas procu rar vos privar al otro de su propio d e le y te , por hacer vuestro g u sto , es injuria conocida; y por el contrario privaros á vos de algo bueno por dar lo á otros, es conocido oficio de hu manidad , ó liberalidad , que esta ac ción nunca es de su erte, que prive de tanto bien , como grangea, porque se compensa con el retorno de otros beneficios: y el conocimiento de la buena obra con la memoria de la ca ridad y benevolencia de aquellos á quien se ha beneficiado, trae a l áni mo m ayor d eleyte, que el que podrá haber dado el antojo sensitivo, de qué se hubiese abstenido. Finalmente , co mo la Religión persuade al ánimo hu mano que Dios por un breve deleyte le recompensa con perpetua alegría;
de Tomás Moro.
83
de el mismo modo les p a rece, que considerando , y exáminando bien el negocio, todas nuestras acciones, y aun entre las mismas virtudes, miran al deley te como á último fiu. D eleyte llaman á todo movimien to , 6 firmeza del cuerpo ó del al ma , y al estado en que se hallan contentos mediante los gustos natu rales. N o sin causa dan por compa ñero de la naturaleza al apetito ; mas la recta razón sigue toda cosa, que por sí es agradable sin injuria de otro, y no se pierde m ayor p lacer, ni se le causa fatiga. Reputan por inútiles á la felici dad aquellas cosas , que contra el orden natural los hombres las tienen por dulces ; y las juzgan por noci vas , quando se han apoderado de F*
84
La Utopia
la mente humana tanto que con apa rente , y
falso deleyte no le de-
xan tomar gusto de los verdaderos contentamientos: porque h ay muchí simas cosas, que no teniendo de su propia naturaleza algo de suavidad, y d eley te, antes por la m ayor par te mucha am argura, y p esar, con todo eso los perversos atractivos, y halagos de las depravadas codicias no solo se tienen por sumos deleytes, mas aun se cuentan entre las princi pales causas de la vida. Tienen por personas de este género de falso deleyte á aquellos, de quien hice arriba mención, q u e , por estár mejor vestidos, se estiman por mejores, y en una cosa sola cometen dos yer ros ; porque no se engañan menos en tener por mejores sus vestidos, que
de Tomás Moro.
85
á ellos m ism os: pues qué si atendeis al uso del trage ¿ha de aventajarse la lana del hilo mas delgado, á la mas vasta, y grosera ? Pero ello s, co mo si se aventajáran en lo natural, y nó en su e rro r, se envanecen sobervios, y tienen por cierto , que de allí se les sigue
m ayor estimación,
y quieren por esto pedir como de justicia por sus trages bizarros la hon ra , que no se atrevieran á esperar con mas humildes aderezos, y si no se hace caso de e llo s, se indignan. Jac tarse de cosas va n a s, y superfluas, i qué otra cosa e s , que falta de co
nocimiento? ¿qué deleyte hay natu ral , y verdadero , en que el otro es té descubierta la cabeza en tu pre sencia, ó hincada la rodilla? ¿A ca so
la
descomodidad
F3
del
otro re-
86
La Utopia
mediará el frenesí de tu cabeza , ó medicinará la enfermedad de tus ojos ? En esta aparente, y falsa imagen de deleyte afectado , es notable cosa ver con quanta suavidad , y gusto se des vanecen aquellos, que con opinion de nobles, y generosos se lisongean, y aplauden porque tuvieron suerte de descender de tales m ayores, cuyas riquezas se han continuado por órdcn succesivo ( que no es otra cosa la no bleza , que la virtud , y riquezas en vejecidas), y no les parece que por eso son menos nobles un p e lo , aun que sus mayores no les hayan dexado un quarto , ó hayan gastado superflu a , y pródigamente lo que los dexaron. Ponen en esta cuenta á aquellos, que se dexan llevar de la belleza, y
de Tomás Moro.
B?
hermosura de las perlas, y piedras preciosas: y (com o he dicho) se sue ñan deidades , quando vino á sus ma nos alguna de las de grande valo r, principalmente de aquellas, que en aquel tiempo mas se usan y estiman: (porque no son unas mismas las que acerca de todos, ni en todos tiem pos
tienen general aprecio): y
no
compran la p iedra, si está engasta da en o r o , ni aunque no lo e sté , si no con juramento del que la vende, y
prestándoles caución y seguridad
de que es verdadera p erla, y piedra preciosa; tanto cuidado como éste les d a , por no engañar su vista con al guna piedra falsa. Tanto debe va ler la jo y a fina , como la falsa , pa ra con
aquel que su parecer no es
diferente del ciego que está sin vista.
F4
88
La Utopia Aquellos que
guardan
riquezas
amontonadas , no para aprovecharse de ella s, sino solo para deleytarsc en la contem plación, ¿ no es así que los tiene engañados el fingido, y falso de leyte ? Mas aquellos que escondiendo el tesoro , el qual por ventura no vol verán á ver m as, estando en pensa miento de no perderlo, lo pierden es condiéndolo en parte o cu lta , donde atinando otro con é l , pueda ser apro vechado , ¿ por esto has de tener gus to de haberle escondido, y estar con el ánimo seguro? Si alguno te lo guar dase por espacio de diez años, en cu yo tiempo te murieses, ¿qué te ha brá ayudado aquel caudal en el dis curso de los diez añ os, que no le tu viste ? A estos necios gustos, y deley-
de Tomás Moro.
89
tes vanos juntan otros cuya locura conocen de oídas, y no por u so , co mo el ju e g o , ce tre ría , y
montería.
Porque ¿qué d eleyte, ni gusto tiene arrojar los dados en el tablero, cosa que tan freqüentemente vos
hacéis,
como si en ello hubiera algún agra d o , antes el mucho uso pudiera ser de enfado? ¿ N o puede ser antes ma yor fastidio el oír ladrar los perros? ¿ O qué mayor deleyte el ver un gal go seguir la lieb re, que un perro ir en el alcance de otro? Porque ver daderamente se ve la
velocidad de
correr de aqueste, y de aquel mo do. Si deleyta el ver despedazar, y matar aquel animalejo, debería antes mover
á piedad la liebrecilla flaca,
fugitiva, tím ida, é inocente ser despe dazada del galgo fe ro z, y cruel.
90
La Utopia
A sí los de Utopia han contradicho del rodo el exercicio de la c a z a , co mo arte conveniente á carniceros, cu yo uso han cometido á sus esclavos, juzgando, que el cazar sea de aque lla la mas ínfima p a rte ; y
la otra
tiene por mas ú t il, y honesta, quan do se matan los animales por la ne cesidad de la vida hum ana, y el ca zador solamente
toma gusto con la
muerte del mísero animalejo, y este deseo, piensan que nace de un áni mo dispuesto
á
la crueldad.
Estas co sa s, pues, y qualesquiera de esta calid ad , que son innume rables , aunque el vulgo de los hom bres las tienen por d eleyte, ellos, vien do que no tienen conformidad con la naturaleza, juzgan como cosa cierta, que no participan nada de suavidad,
de Tomás Moro. ni se acompañan con
91
el verdadero
deleyte. Que si bien recrean los sen tidos (porque parecen cosas de gus to ) , ellos no quieren dexar
su sen
timiento , y opinion, diciendo que no consiste en la naturaleza de la cosa, sino en la estragada, y mala costum bre, de cuyo
vicio resulta, que se
tengan las cosas amargas por dulces; no de otra manera , que las mugeres preñadas corrompido el gusto de su paladar, juzgan á la pez , y al se bo mas dulces que la m iel: y así co mo el juicio pervertido, y estraga do , ó por enfermedad , ó mala cos tumbre , no puede mudar la natura leza de las demás cosas, así tampo co las del d eleyte; y del que tienen por verdadero, hacen diferentes es pecies.
92
L a Utopia
A l ánima dan el entendimiento, y aquella dulzura que nace de contem plar la verdad ; juntando á esto la agradable memoria de haber vivi do bien. E l deleyte del cuerpo dividen en dos form as, una que recrea la sensitu d , y restaura aquella parte del calor n a tu ra l, que se halla en nosotros, el qual se fomenta con el alimento, y la bebida: en otras ocasiones , mien tras se distribuyen aquellas cosas, de cu ya abundancia está lleno el cuer po , se goza de este d e le y te , eva cuando el estóm ago, ó en la gene ración, ó dando satisfacción á algún prurito : hay otro deleyte , que no da á nuestros sentidos cosa alguna de ellos deseada, ni los privan de ella, mas solamente con una oculta fuer-
de Tomás Moro.
93
za los introduce delectación, como la Música. L a otra especie de deleyte corporal quieren que sea del que con siste en la quietud,
y sosiego del
cuerpo con igualdad, ésta es la sa lud , que cada uno tiene, no inter rumpida con algún achaque, la qual por sí misma causa gran gusto, si no la asalta algún d o lo r, aunque no le venga de lo externo algún deleyte, ó suavidad; porque aunque es así, que no se manifiesta en lo exterior, ni se muestra á los sentidos, como el desordenado apetito de co m er, y de beber, esto no obstante muchos de fienden , que es el mayor de los gustos: así todos los Utopianos afirman que es grande, y confiesan ser el funda mento , y la basa de todos e llo s, sin el qual ao hay d e le y te , como aquel
94
L a Utopia
que solo hace la condicion de la vi da agrad able, y digna de ser desea da , porque aunque falte el dolor sin sanidad, antes se puede tener por es tupor , que soláz. L a opinion de los que decian, que la salud entera y
perfecta no
ha de ser tenida por d e ley te , por que no se puede afirmar , que está presente , si no se experimenta con algún movimiento exterior,
dias há
que la tienen excluida por incierta, teniendo esta qüestion muy cuidado samente disputada. Así ahora por el contrario todos afirman que la salud p erfecta , es el principal deleyte , por que dicen que habiendo enfermedad, ó d o lo r, éste es perpetuo enemigo del d eleyte, como lo es la enferme dad de la salud: ¿ qué gusto puede
de Tomás Moro.
95
haber donde ésta falta ? Imaginan que no es de im portancia, que la enfer medad sea d o lo r, ó que de ella pro ceda , porque de ambas maneras las tima y
atormenta. Si la salud es el
mismo d e ley te , ó la verdadera causa de é l , como el calor lo es del fuego, sea lo u n o , 6 lo o tro, es lo cierto, que á los que tienen salud
cumpli
da , no les puede faltar deleyte. Dicen quando nos alimentamos restaurarse con el manjar la sanidad, que por hambre comenzaba á
enflaquecerse,
y quando vuelve al acostumbrado vi gor , sentimos el gusto del alimento, tanto mas quanto la salud es mas ro busta. Así parece ser falso lo que se d ice, que la sanidad no se siente, lo qual no puede acontecer en hombre, que no esté privado del sentido, y por
9 y p recisió n se valen lo s m al in te n c io n a d o s ,
y
co n trario s á nuestra R e l ig i ó n , para a m p lia r, y estender sus p ro p o s ic io n e s , y d o ctrin a s t o r cidas > y para e sto tra en la au to rid ad de lo s S ancos, citán d o lo s ¿ no co m o e llo s h a b laro n , sino co m o quieren que h ablen .
En esta aten
ción los
C a t ó li c a ,
P relad o s de la Iglesia
las In q u isicio n es de e lla ,
se v ie ro n
y
o b lig a
dos á p reven ir la m a licia d e algu n o s co n ca n cion es , lim ita c io n e s ,
y declaracion es en lo s
lib ro s de lo s Santos Padres de la I g le s ia , c o m o &e re co n o ce en las que han p uesto en lo s E x p u rgato rio s d e España , y P o rtu g a l , en lo s
16o
La Utopia
y a sido egregio en v irtu d ; pero la ma y o r p a r t e , y mas sábia no reveren cia alguna de
aquestas co s a s , antes
ju zg a que h a y una o c u lta , ete rn a , in-
T ra ta d o s , y D o cto re s,
obras d e
m uchos M ártires , y
co m o son , San Ign acio , Sao V i c
to r in o , San Zenon , Sao P r u d e n c io , y o tro s en gran n úm ero. E sto m ism o ha aco n tecid o al V en erable M ártir T o m ás M o r o , que según su fervo ro sa fe , y de la de a q u ello s á quien e scrib ía , in tro d u x o algunas c lá u s u la s , que en el sentido
de
ellas eran , y
son C a tó lic a s;
pero según el estado que h o y tien e
el siglo
pueden dañar , p o r lo qual los E x p u rg ato rio s de
España santam ente orden aron , no
andu
viese este lib ro sin refo rm arle. A l p rin cip io engañaron y
á sus
lo s enem igos in visib les al m undo, m ayores sabios ,
p luralidad de D io ses
in tro d u cien d o
para la id o latría.
la
Este
e rr o r lo d errib ó el S a lva d o r del m uudo C h ris-
de Tomás Moro.
i6r
m ensa, é inexplicable divinidad sobré toda capacidad hum ana, la qual con la virtu d , no con grandeza se estiende por este m undo:
y
á este D io s
(o nuestro Señ or co n su advenim iento , en tal m anera , que n o hay
ra stro de él en gen-,
te de razón , y y a no perm anece sin o entre unos p o co s b árbaro s , que habitan e l fin de la tie r ra ,
lia p ro cu rad o e l engaño en lo ú l
tim o de la edad p erve rtir al m u n d o , qu itán dole el verd ad ero c o n o c im ie n to de D i o s , por m edio del A teísm o , establecien do en lo s án i mos extrañ os , que el ánim a
del
m orcal , y
m uerte ,
se
acaba co n la
la de lo s b ru tos ir r a c io n a le s , trabaja en p e rsu a d ir,
hom bre es
q u e á cada qual es p er
m itid o h o n rar á D io s con la R e lig ió n quisiere ,
aunque
E va n g e lio . discurre en
tea
El p iadoso
co m o
y juntam ente
co n tra
que
la unión del
M ártir T o m ás M oro
este ca p ítu lo de la R e lig ió n d«
L
, La Utopia
ióa
llam an P a d re ; de éste reconocen el origen , e l a u m en to, la m udanza , y e l fin de todas las c o s a s , y 'á é l so lo rinden divinos h o n o re s: los otros
lo s Ucopianos accrca de la variedad que per*
¡
m itian en
la
R ep ú blica ,
p u rg a to rio s n o lim itan
y
aunque lo s E x
a lg o de é l ,
co m o lo
a d vierte el testim o n io del M aestro B arto lo m é X im cn cz P a có n , á quien justam ente e l Santo T rib u n a l ha co m e tid o lim p ia r o b r a s , que ne cesitan
de c o r r e c c ió n , to d av ía ha parecido
p re ve n ir la o c a s io n , que puede tom ar e l A te ís ta , y P o lític o c o n tra lo que e l g lo r io s o M ár t ir p r o c u r ó : y
atendiendo á esto dispuse es
ta nota , p o r n o q u ita rle al te x to , y gu ar dar las leyes de tra d u cto r , cam ina el
con que se en
sen tid o C a tó lic o del M ártir. Y es
c i e r t o , que co n vien e que haya mucha varie dad de R e lig io n e s , cuícos , leyes , y cerem o nias
dentro de la R e lig ió n
E v a n g é lic a , C a-
de Tomás Moro.
1 63
to d o s , bien que adoran cosas divei> s a s , concurren en este p a re ce r, que h a y un Sumo D i o s , e l qual es C ria dor de t o d o , y con
có lica
Rom ana ,
b id o , y d ice
hay
el
y
así vem os que la
para
A p ó s to l
su providencia
siem pre.
P o rq u e
ha ha co m o
S. P a b lo : M u lii form is s t -
fitu tia D el.
O co m o lee e l cexto S ir ia c o : S t -
pientia
differentüs p lena. Y en lo s Canta?
res
p ti
se le e :
M ille
cly p ti ptn d tn t
ex
ea.
Un
m o d o de g o b ie rn o , leyes , y cerem onias h u b o en
la
p rim itiv a
su b sca n cia l, que
Ig lesia ,
guardando I9
ahora n o está en
p rá ctica ,
co m o se v e en m u ch o s C án on es de lo s A p ó s to les ,
y á esd a era le ha to ca d o va rio s usos.
En e l presente hay tanta d iferen cia de cere m on ias
en
la M isa , y
B rev ia rio s
de G rier
g o s , con R eliquias del R itu a l R o m a n o , tan ta v a r ie d a d , y diversidad de R eligio n es Mo^ n á s t ic a s ,
M en d ica n tes, y M ilita re s , co n d i-
L 2
164
La Utopia
lo c o n s e r v a , y llam an en su lengua M it r a ; mas discordan en e s t o , que unos p ro fesan , que este Sumo D ios sea una ese n cia , y otros o t r a ; afir man que este S u m o , á quien reve-
v e rso s h á b ito s , é in s t it u t o s ,
tanta
variedad
de l e y e s , y diversidad de decretos
C a n ó n i
co s , en
unos adm itidos en unos p u e b lo s , y no
o tro s . N o es m enos la disonan cia de e s
p ír it u s , unos de vida a c tiv a , tem p la tiv a , ven
en com unidad. L os
tan con ten tan qu e
o tro s de c o n
unos so lita rio s , y o tro s que v i
seg u ir á
co n p ersegu irlo s :
d ix ero n ,
q u e no se co n te n
lo s S a n to s , s o lo se c o n y
p o r no d e cir lo
dicen l o que e llo s m andaron ,
que n o se d ix e s e :
p o r esto nuestro R e lig io
so A u to r , ceñido en sus d o c t r in a s , y ase gu ra d o en el fundam ento con seguridad
de la
de co n cien cia la
sabidu ría del m undo.
f é , enseña certeza de la
de Tomás Moro.
165
rcncian por D io s , tiene el gobierno de éste to d o , y poco á poco se apartan de la varied ad de la superstición, y concurren en aquella
Religión , que
con mas r a z ó n , y evidencia se prue ba ; y y a se hubieran todos reducido á un se n tir, sino que toda desgracia, que les acontece en e l m udar la R eli g ió n , piensan que les es enviada del C iclo por c a s tig o ; y que aquel D ios, á quien quieren d e x a r , se venga de aquesta im pía intención. M as después que y o les prediqué e l nom bre de C h r is to , su doctrina , y m ila g ro s, y la constancia de tan tos Santos M ártires , que espontánea mente derram aron su sangre , y co mo tantas naciones se han converti do , m ilagrosam ente se inclinaron , ó por divin a inspiración , ó por pareL
3
r 66
La Utopia
cerles verd a d eram en te, que este ca mino es m uy semejante á su doctrina; y esto pudo
m u c h o , porque habían
com prehendido , que la manera de su v iv ir agradaba á C h r ls to , y que los verdaderos Christianos tenían C on ven tos m u y semejantes á sus institutos; pero de qualquiera suerte que ello ha y a s id o , muchos se convirtieron á la F é C h ristian a, y recibieron las aguas del Bautismo. Em pero de los quatro que a llí asistim os, ninguno era Sacer d o te , porque los dos habían m uer to. T od avía
aquellos pueblos hasta
ahora desean recibir aq u ello s: Sacra mentos , que pertenece su adm inistra ción solam ente á los Sacerdotes ; y or dinariamente
disputan entre ellos si
sea lícito sin comision dél Pontífice-
de Tomás
Moro.
167
elegir Sacerdote á uno de -e llo s; mas hasta ahora no lo habian electo quan do y o m e partí de su tierra. L os que no han adm itido la R e ligión C hristiana no persiguen al que la c r e e ; pero uno nuevam ente bauti zado , aunque y o le am onestaba que c a lla s e , no deteniendose en predicar ardientem ente la Fé C h ristia n a , y con? denando toda o tra doctrina i* llam an do impíos aquellos que adoraban otra d e id ad , que la Santísima T rin id ad ^'.y ser dignos, del fuego eterno , fue pre¡s o , no y a com o violad or de la R e ligión , sino com o aquel que habia al borotado e l pueblo , y causado tumuLto , alegando sus antiguos: institutos, que cada
uno podía teaier la creen
cia que mas le agrad ase. L o s Utopienses habiendo entendido L 4
i68
La Utopia
que los primeros pobladores de aque lla re g ió n , considerando que aquesta variedad de s e c ta s , com batiendo en tre ellos por R e lig ió n , había ocasio nado que fuesen vencidos ,
hicieron
un edicto , que cada lino pudiese pro fesar la R e lig ió n , que mas se confor m aba con su sentim ien to: y si algu no deseaba reducir á otro á su o p in io n , podia con
m odestia y razones
persuadirle ; mas no usar en esto de violencia , ni injuria : y al que con tendía en la maLeria importunamente, lo- castigaban con d e stie rro , ó servi dum bre. H icieron los Utopienses tal ■estatuto, no solam ente por conservar la paz , que con la desunión , y el ¿dio se extingue ; sino porque pien san que es agradable á Dios el cu l to v a r io , y d iv e r s o , y que por es-
de Tomás Moro. to inspira
169
diferentes ritos á é s t e , y
a q u e l; mas ju zgaron que no fuese con veniente querer coa violencia , y ame nazas, forzar á alguno á creer aquello que tú tienes por verdadero ; y aunque una de aquellas Religiones fuese ver dadera , tod avía les pareció que fue sen persuadidos sus Ciudadanos á ella con m o d estia , esperando que la ver dad , com o quiera que fu ese, permane cería , y saldría victo rio sa ; y que con tendiendo con arm as los hombres obs tinados podrían con su vana supers tición oprimir la verdadera Religión, á la; manera que los frutos quedan ahogados de las espinas, y abrojos; así m ovidos de estas razones dexarojx libres á cada qual el creer aquello que mas le agradase. Solamente prohibie ron , que ninguno afírmase m orir las
ijro
La Utopia
ánimas juntam ente con los cu erp os, y que el mundo se gobernase acaso sin providencia divina , queriendo que despues de esta v id a fuesen castiga dos los v ic io s , y prem iadas las v ir tudes. L os que negaban tales propo siciones eran tenidos por peores qué b estias, com parando las áhimas á los b r u to s , ni aun los tenian en el nú m ero de los C iu d a d a n o s, com o aque llos que no siendo enfrenados del te m o r , despreciarían
toda buena cos
tum bre , é instituto. Y
es de creer
que éstos se opongan á las le y e s , ó .procuren anularlas por servir a p e tito ,
no teniéndolas
á su
en reveren
cia , ni esperando, ni tem iendo go z o , ni castigo despues de este siglo. A los que tienen esta opinion no los admiten á h on o res, ni les dan puestos,
de Tomás Moro.
i? i
antes los dexan com o ineptos , é in hábiles , pero no los ca stig a n , dán dose á c r e e r , que no esté en mano de alguno creer que h ay inm ortali dad. A l que le a g ra d a ,
no le fuer
zan con am enazas, que tenga secre to su parecer , fingiendo el creer co mo los otros.
Prohibenles e l dispu
tar de esta op in ion , especialm ente en presencia del vu lgo , mas exórtan á os Sacerdotes graves , á que confie ran, esperando que tal locura d eba ser vencida de la razón. O tros en gran núm ero creen que aun las
ánimas de las bestias sean
inm ortales, mas de diferente digni dad que las n u estras, y no nacidas á igual felicidad. T an to concepto hacen de la inmen sa felicidad de nuestras án im as, que
i? 2
La Utopia
lloran á los d o lie n te s, pero no á los m u ertos, sino es á aquellos que mal de su grado dexan esta v id a , y esto tienen por m al agüero , com o si el ánima sin esperanza de bien a lg u n o , atemoriza da de la propia co n cien cia, temiese el su p licio : y piensan que no agrada i Dios el cam inar de aquel que no cor re vo lu n ta riam en te,
quando es lla
mado , sino que se r e t ir a , y rehú sa.
Si ven m orir á
alguno
en es
ta fo r m a , se d e sm a y a n , y lo en ter ran sin
p om p a,
y
ruegan á Dios,
que perdone aquella flaqueza.
Nin
guno llora á aquellos que mueren con alegría , y con buena esperanza , an tes hacen sus exequias con gozo , en comendando á Dios las ánim as, y que man los cuerpos con reverencia > tnas qué con quexa.
de Tomás Moro.
1^3
L evan tan un C o lo s o , donde es culpen las
alabanzas del d ifu n to , y
;n volviendo á sus casas relatan sus costumbres, y la vid a
recom endan
do su m u erte : y tienen que tal co n nemoracion de la bondad sea un v i vo estím ulo á la v ir tu d , y un gratí simo culto á los d ifu n to s,
porque
creen que los muertos invisiblem ente e hallan presentes á semejantes dis cursos , pues no serían fe lic e s , si no pudiesen ir donde les p la ciese, y se rían in g ra to s, si no deseasen v o lv e r S ver á sus a m ig o s,
con quien
se
callaban unidos con recíproco am or, v profesando ser a g ra d e cid o s, por
que mas presto debe de
aum entar
se en ellos la ca rid ad , que disminuir se. Creen que los muertos andan en-
174
La Utopia
tre los v iv o s , mirando lo que se ha ce,
y d ic e ,
con que acom eten ar
dientem ente las empresas , confiando se de tales a y u d a s , y trayendo la re presentación de su honor en la pre sencia
de sus
m ayores
de com eter c o s a ,
se guarda
que no sea mu
honesta, aunque sea en secreto. H acen poco caso de los agüero; y otras supersticiones d ivin a to ria s, qu suelen ser de tanta reputación entr otras nacion es: veneran los milagro; que vienen sobre las fuerzas de nati r a le z a , com o testimonios de la divi na p re se n cia , y en portancias
con
las grandes im
públicas
rogacionc
procuran aplacar á Dios. Piensan que contem plar las cosa naturales sea un culto gratísim o al Cif lo. M uchos m ovidos de R eligión me
de Tomás Moro.
1^5
nosprecian las le tr a s , y no se dan á ninguna contem plación , mas solamen te piensan de adquirir la perpetua fe licidad con las buenas o b r a s , sirvien do á los enfermos , reparando los ca minos , lim piando los fo s o s , reforzan do las puentes ,
sacando m ateriales,
conduciendo á la C iudad frutos, y mad e ra g e , aserrando los á rb o le s; y co mo si fueran
esclavos se ponen v o
luntariam ente á todo tra b a jo , aunque sea g ro se ro , y á qualquiera la b o r, que por afan la hayan d e x a d o , fatigándo se continuamente porque los otros re posen , y no desdeñando al que v iv e diferentemente. E ntre e sto s, quanto mas se portan com o s ie r v o s , tanto mas vienen á ser de los otros estim ados, y
honrados:
h ay de dos su e rte s, unos que viven
176
La Utopia
castos , y no com en ca rn e s, dando de mano á todo d e le y te lascivo , con es peranza de la vida fu tu ra , y así v i ven san o s, y prósperos. L a otra suer te de gente dada igualm ente al tra bajo se casa por tener succesion, que sea útil á la R epública ; no huyen de aquellos entretenimientos que no les aparta de la asisiencia del traba jo , y comen carnes de an im ales, per suadidos que con
aquel alim ento se
vu elven mas robustos para la toleran cia de los trabajos. Los U topianos tienen á estos por mas prudentes, y á aquellos por mas sabios. Burlan de los que hacen mas aprecio del c e lib a to , que del matrimo nio , y de la vid a a u sté ra , que de la d e le y to s a : y no ‘se mueven mas á esto por la R e lig ió n , que por el honor,
de Tomás Moro.
177
porque se guardan sumamente de no condenar la Religiou de a lg u n o , y á estos les llam an B u trescos, que acerca de nosotros significa supersticiosos. Tienen solamente treinta Sacer dotes de vida san tísim a, para todas las Ciudades según el número de los tem p lo s; pero quando van á la guer ra no conducen consigo mas de siete de a q u e llo s, y
no crean otros siete
en lugar s u y o , hasta que vu elven de la jo rn a d a ; y ea aquella sa zó n , los últimos acom pañan a l P o n tífice, sin que por m uerte de los primeros su cedan en e l Sacerdocio. Son elegidos del p u e b lo , como los M a g istra d o s, por votos secretos, porque no nazca odio entre e llo s , y son consagrados de los de su C o le gio : estos se dedican
únicamente á M
178
La Utopia
los divinos misterios ,
y al cuidado
de la Religión , y son censores de las co stu m b res, y es vituperado aquel á quien ellos reprehenden, siendo su ofi cio am onestarlos delinqiicntes, como de los M agistrados castigarlos. Sola m ente descom ulgan los obstinados, y tachan mucho al que lo está , y lo tienen por g ra v e sup licio, porque te men á la in fam ia , y
á la Religión;
fuera d e esto no se detienen
en lo
te m p o ra l, porque si se tardan en ar repentirse , y á satisfacer al Sacerdo te , son castigados de los M agistrados. Estos Sacerdotes educan la juven tud , teniendo m ayor cuidado infor marles en las costu m bres, que ense ñarles las letras : y
ponen todo es
tudio en que adquieran buena
opi
n ió n , y que vengan en deseo de ser
de Tomás Moro.
9
útiles á la causa p ú b lic a , para que los ánimos de los adúleos , instrui dos de este modo en la edad viriL, se dispongan á mantener el estado de la R e p ú b lica , el qual no solamente se desencamina por los v ic io s ,
mas
tambicn por las siniestras opiniones. Dan á los Sacerdotes las mas se lectas mugeres del p u e b lo , y hacen Sacerdotisas las m atronas, aunque no ordinariam en te, si no son viu d a s, ó y a de edad madura. Son m uy venerados los Sacerdotes de los
U topienses, mas que ningún
M agistrado : y si vienen
é ser reos
de algún d e lito , nadie tiene autori dad para castig arlo s, antes los dexan a l divino ju ic io , y á la propia con ciencia ; porque no les parece justa cosa
ppner las
manos mortales, ea M 2
La Utopia
18 o
aquello que está consagrado á Dios. E sta costum bre pueden
observar fá
cilm ente , porque eligen Sacerdotes de vida a p ro b a d a ,
los quales rara vez
caen eti los v ic io s , viendose con tan to favor elegidos , porque observen la v ir tu d : y
si en fin sucede que pe
q u en , como acontece en la flaqueza humana , todavía como pocos son , y sin potestad
de m and ar, no recelan
que puedan en modo alguno infestar la R e p ú b lic a , y ordenan pocos para que sea la dignidad mas reverencia da,
y porque creen
que sea difícil
cosa h allar gran número de buenos, que puedan ser dignos de semejante dignidad. Son
m uy respetados, así de los
pueblos de U to p ia , com o de los extran geros, lo qual les v ie n e , á mi ver,
de Tomás Moro.
18 1
de que quando llegan al hecho de ar m as, los Sacerdotes están separados de las esquadras , hincados de rodi lla s, y revestidos con las manos le vantadas al Cielo ruegan primeramen te poi la paz , y en segundo lugar por la victoria de su pueblo sin der ramamiento de sangre de ninguna de las partes: y vencieodo los suyos cor ren á los esquadrones, prohibiendo las muertes de los que quedan desbarata dos, y ninguno los ofende. Tanta reve rencia dan á estos, que no se atreveu á tocarles las vestiduras, y por esto los tienen en tanta veneración las na ciones: y no ha acontecido menos ve ces salvar los enemigos de las ma nos de sus Ciudadanos, que á estos de las de sus contrarios. Algunas ve ces ha sucedido, que siendo desbaraM 3
18 2
L a Utopia
tado su cam po, y metiendole el ene migo al sa co , con la llegada de los Sa cerdotes se han atajado las m uertes, y hecho paces con razonables partidos; y nunca se halla nación tan fcróz, y c ru d a , que no les haya honrado como sacrosantos,
é inviolables.
Celebran solemnemente el prime ro , y último día del m es, é igual mente el del a ñ o , el qual reparten por meses medidos por la Luna , co mo el año por la vuelta del Sol. En su lengua llaman á qualesquier pri meros dias de mes Ciriemernos, y
á
los últimos Trapemernos, qúe es co mo si dixeramos primeras -fiestas, y últimas fiestas. Se ven excelentes Templos , no so lo de grandeza en la o b ra , sino por la capacidad necesaria , por ser pó-
de Tomás Moro.
18 3
eos los que h a y , para que quepa en ellos el innumerable pueblo que tie nen. Todos ellos están algo obscuros, y no porque no saben ed ificar, sino por consejo de los Sacerdotes, porque dicen que habiendo poca luz se di vierten menos los pensamientos, y que los ánimos están mas recogidos, y mas atentos siendo la claridad indiferente, y p o c a ; y entienden que así se guar da mas la Religión , la qual como no es una entre todos e llo s, aunque va rias, son de tal form a, que aunque de muchas maneras , y por diferentes cam inos, van dirigidas á un fin, que es el culto de la divina naturaleza: por eso ninguna cosa se v e , ni oye en los Tem plos, que no p arezca, que quadra á todas las Religiones en co mún. M4
L a Utopia Si alguno sigue alguna opinion de Religión particular, éste la practica dentro de su casa ; pero las cosas pú i8 4
blicas las tratan con tal orden, que no derogan en nada á las particula res; de suerte, que en ningún Templo se ve imagen alguna, para que cada uno pueda libremente concebir en su idéa, y
sentimiento la deidad
que
quiera, conforme su R eligión: no tie nen nombres particulares de algunos D ioses, sino solamente el de M itra, con el qual todos conform an, y asien tan en una naturaleza de la Magestad d ivin a, qualquiera que ella sea. Ningunas oraciones se ordenan, que no pueda cada uno decirlas sin ofensa de su opinion. Todos acuden ayunos á los Templos i dar gracias á Dios en las tardes de las fiestas
de Tomás Moro.
18 5
del año, ó mes en cuyo fin se ce lebra la fiesta, y habiendo dado gra cias , con alegría el dia siguiente, que es el primero del m e s, ó a ñ o , por la mañana se juntan todos en el Tem plo á pedir á Dios felices , y prós peros sucesos para aquel año ,
6 mes,
á que se da principio ea aquella fies ta : mas en las de fin del m e s, ó a ñ o , las m ugeres, antes que vayan al Tem plo , hincadas de rodillas á los pies de sus m aridos, y los hijos á los de sus padres , confiesan haber pe cado , si acaso hicieron alguna co sa indebida, ó dexaron de hacer con cuidado lo que tenian obligación , y piden perdón de sus yerros. De es ta suerte si habia habido algunas apa riencias de odios esta satisfacción
domésticos , con se deshacen
paia
i8 6
L a Utopia
poder asistir á los sacrificios con áni mo pacífico , y q uieto, porque asistir con espíritu alterad o , se tiene
por
gran maldad : por eso hallándose cul pados de algún enojo, ó mala volun tad contra alguno, si no es reconci liándose
prim ero,
y
limpiando sus
afectos , no osan asistir en los sacri ficios, temerosos de que su maldad ha de tener un gran castigo. Habiendo venido al T e m p lo , los hombres se ponen á una parte de por sí á la mano d erecha, y las mugeres distintas á la siniestra, y de tal suer te eligen su lugar , que todos los va rones de una familia están en presen c i a , y compañía del padre de ella; y las hembras se acomodan con la madre. D e esta suerte se tiene gran cuenta con todas las acciones, bisa-
de Tomás Moro. i* T jes , y meneos, que sean compuestos en lo exterior por la autoridad, y disciplina de aquellos que los gobier nan en su fam ilia: y también tienen gran cuidado, en que el mas mozo acompañe siempre al mas anciano, porque andando muchachos con mu chachos, no gasten en niñerías todo el tiem po, en el qual principalmen te deben aprender el temor religioso, que es el único aguijón, que incita para la prosecución de las virtudes. N o sacrifican animales, ni se per suaden á c re e r, que la divina cle mencia tiene gusto de las hostias cruen tas, porque concedióla vida á todos para que gozasen de ella. Gastan in cienso , y
otros perfumes olorosos;
llevan delante gran número de an torchas , no porque no sepan que es-
18 8
L a Utopia
tas cosas no aumentan el ser de la divina naturaleza, como ni las ora ciones de los hom bres, sino porque es género de reconocimiento, y re verencia inculpable; y con estos olo res , y lum bres, como con las demás ceremonias, sienten, que los ánimos de los hombres en cierta manera se inflam an, y levantan á D io s , aspi rando á é l , y á su adoracion con es píritu mas encendido. Todo el pueblo asiste en los T em plos vestido de blanco , y solo el Sa cerdote se c u b re , y adorna de va rios colores: el ornamento es admi rable en la hechura, y form a, asi mismo de preciosa materia , no bor dado de o ro , ni sembrado de piedras preciosas , antes matizado con diver sas plumas de aves de diferentes co-
de Tomás Moro . lores , labradas
tan
18 9
elegantemente,
con tanto prim or, y artificio, que nin guna m ateria, por muy preciosa que se a , pueda igualarse al arte. Además de esto en aquellas a la s, y plumas de las a v e s , en el con cierto, y ór den de ellas, y en los repartimientos de la la b o r, que se ve en el vestido del Sacerdote, dicen que se contienen, y encierran misteriosos secretos, ocul tos, y escondidos, cuya significación sabida (la qual declaran cuidadosa mente los que hacen el sacrificio ) afir man que les amonesta la grandeza de los beneficios divinos para con ellos, y la piedad que deben tener para con D io s , y las recíprocas obligaciones que unos con otros deben de guar dar. Luego que el Sacerdote así ador-
190
L a Utopia
nado sale de la sacristía al Templo, todos instantáneamente se dexan caer en tie rra , haciéndole veneración con tan profundo silencio en todas partes, que lo aparente del caso pone terror, y asom bro, como si vieran presente alguna deidad , y habiendo estado por algún tiempo postrados en tierra, ha ciendo señal el Sacerdote, se levan tan , y luego cantan alabanzas á Dios, las quales van distinguiendo con ins trumentos músicos en otra form a, y manera diferente, que en nuestra pa tria se u sa ; y si bien los mas de es tos músicos son al modo de los nues tros , con
todo se aventajan mucho
en suavidad, de suerte que no pue den los nuestros compararse con ellos, pues sin género de duda cxccde mu cho toda su m úsica, así la que se ha-
de Tomás Moro.
19 1
ce por instrumentos , como la que se canta por voces de los hom bres: de tal. manera imita , y declara los afec tos naturales, acomodando el sonido y melodía á la materia ; ora sea orad o n de ro g a tiv a , ora aleg re, placa ble , turbada, ó de lúgubre sentimien to , que dispone, penetra, y encien de los ánimos de los oyentes admira blemente. A l fin el Sacerdote , y el pueblo juntamente hacen unas solem nes preces con las palab ras, que tie nen diputadas para e lla s , tan
bien
compuestas, y ordenadas, que aque llas cosas que todos juntos d icen , ca da uno en particular muy acomoda damente se las aplica á sí mismo. En ellas cada qual reconoce á Dios por Autor de la creación, y del gobier no universo , y de ludas las demás
192
L a Utopia
cosas buenas, y le da gracias por los beneficios recibidos , y particularmen te de que favoreciendo Dios aquella República les vino por suerte gozar de tal felicidad con aquella Religión, que tienen confianza es la verdadera; y piden á Dios en sus oraciones, que ordene por su bondad vengan en co nocimiento , si es que en aquello co meten algún
error , 6 si hay otra
Religión mas verdadera , y que mas agrade á D ios, se lo manifieste, por que están prontos para seguir aque llo á que le encam ináre; pero si la forma de esta República es la mejor, y su Religión la mas re c ta , que le dé constancia para perseveraren ella» y que trayga á todos los demás hom bres á aquel instituto de v iv ir , y á que sientan de la misma suerte de
de Tomás Moro.
193
D io s, sino es que también le agrade á su inescrutable volun tad, que haya esta variedad de Religiones. Suplican te que despues de su muerte los lle ve para s í , y que ésta no sea cruel, ni estraña. Habiendo hecho esta oracion vuel ven segunda vez á postrarse inclina d o s, y levantándose poco á poco se van á co m e r, y pasan lo que resta, del día en juegos,
y exercicios de
disciplina militar. Os he referido con la m ayor ver dad que he podido la forma de aque lla R epública, que no solamente ten go con toda certeza por m uy bue na , sino que juzgo que solo ella es República , y que con particular de recho puede tomarse para sí el nom bre de ta l; porque aiuique verdadeN
194
L a Utopia
ramente se trate en otras partes del bien público , siempre se atiende mas al particular, y en Utopia se mira únicamente á la común utilidad, dexando de todas maneras olvidado el propio interés. En otras Repúblicas, aunque sean prósperas, y florecientes, y nadie te ma morirse de ham bre, procuran no obstante mas sus comodidades parti culares, que la pública conveniencia, y aunque la necesidad en otras obli ga á hacer esto, no así en aquella donde todo es com ún, y por lo mismo ninguno teme el morir porque^le falte, respecto de estár llenos los graneros púb lico s, de donde se distribuye á todos con igualdad; y así no hay ningún p o b re , porque nadie posee co sa alguna en particular , y vienen to-
de Tomás Moro.
19 5
dos á ser ricos en común. ¿Atreveráse alguno á comparar la equidad de otra gen te, la qual á mi parecer no tiene sombra alguna con la igualdad de esta República? ¿Q ué justificación es aquella , que un no ble , ó un p le b e y o , que sea usurero, ú otro qualquiera que no se emplea en cosa alguna, ó que toda su acción es poco necesaria á la R ep ú blica, se adquiera con esta ociosidad el vivir con esplendor , y re g a lo ; y un escla vo , un hombre del cam po, ó un ofi cial que de dia , y de noche con tan ta
fatiga ( que no la
puede tolerar
un
anim al) se grangee escasamente
e l alimento' ordinario con menos co modidad que los brutos, pues no can sándose tan continuamente, no pade cen el temor de que les falte las coN 2
196
La Utopia
sas necesarias á la vid a? ¡á estos el trabajo de poco provech o,
y
fruto
les está siempre aguijoneando, y el recuerdo de la ve je z, que se ha de pasar con pobreza , les quita la vi da , como aquellos, que el jornal de un dia les es tan tenue, que no les puede bastar para el sustento de él; tan lexos está el crecer su caudal de esta suerte, y el sobrarles algo de lo de cada d ia , que pueda guardarse para pasar bien la senectud! Por ventura ¿no es in grata, é in justa aquella R epública, que desper dicia grandes dádivas y caudales, en los que llaman nobles, con los A rtí fices de cosas vanas, con los Bufo nes , con los inventores de superHuos d e le y te s , y con otros muchos de es te género, no mirando con benigni-
de Tomás Moro.
1 9 *r
d ad , como d ebieran, á el bien de los A gricultores, A rtífices, y Laboran te s , sin los quales la República to talmente no puede conservarse ? ¡ D e sagradecida
usa mal de los trabajos
de aquellos que pudieran ser de pro vecho , olvidando
sus desvelos ;
y
sin acuerdo de tan grandes beneficios, quando despues de haber pasado mu chos años con graves enfermedades, se hallan necesitados de todas las co sas , los recompensa dexandoles mo rir en extrema pobreza! ¿ Qué dirémos de los ric o s , que se quedan con e l salario de los pobres ; no solamen te con violencia , y engaño, sino con e l pretexto de las leyes? así lo que antes parecia injusto, como era no dar recompensa dé agradecimiento á los que habian hecho algún bien, y N 3
L a Utopia
19 8
servicio á la República ,• esta ingrati tud y perversión aún la colorean, y califican con nombre de justicia, esta bleciendo ley nueva. Estas invenciones de los ricos, so color de R epública, se convierten en le y e s : y los hombres dañinos, con insaciable cod icia, repar ten entre ellos las cosas que debían proveer á todos: ¡ quán apartados es tán de seguir la felicidad de la Repú blica
U topiana! En ésta han des
terrado de todo punto la codicia d e l dinero, no usando de é l; y así evi tan muchas pesadumbres, can
de raíz las
¿ quién
maldades.
no sa b e , que
y arran Porque
los engaños,
hurtos, ro b o s, tumultos , alborotos, enemistades, m otines, m uertes, traycioncs, y venenos (que cada dia se renuevan m as, porque el castigo del
de Tomás Moro.
19 9
suplicio no basta á refrenarlos) se des vanecen despreciando el dinero; y que la solicitud de él trahe continuas fa tigas , y desvelos por ahuyentar la po breza 7 la qual sola parece que nece sita de la riqueza ? Para que esto os conste mas cla ro , considerad con atención, y
rer
volved en vuestro áQimo lo que su cede en un año e sté ril, y sin frutos, en el qual muchos millares d e . per sonas murieron de hambre : llanamen te me atreveré á afirm ar, que si en fin de aquella carestía se manifesta sen los graneros de los rico s, se ha llaría tanto trig o , que si se hubiera repartido entré todos aq u ello s, que consumió la ham bre, ninguno hubie ra sentido aquella esterilidad del tiem-» p e ; y que con facilidad pudiera ha-
N4
200
L a Utopia
berse proveído el sustento, si aquel dinero , que con tanta excelencia fue h a lla d o , é inventado, para que con su ayuda se nos abriera la puerta al rem edio, y sustento nuestro, no hu biera sido so lo , el que nos cerró el cam ino, y estorvó el remedio. No ten go duda de que también los ricos sienten, y entienden así estas cosas, y que no ignoran quanto mejor fue ra la
condicion de que no se care
ciera de ninguna cosa necesaria , que estár abundantes de muchas superfluas, y el librarse de tan innumera bles m ales, que el verse cercados de tan grandes riquezas. Y o tengo por cierto , que el verdadero respeto de la com odidad, ó la autoridad de Christo Salvador , el qual con su sabidu ría , y bondad pudo aconsejar aque-
de Tomás Moro.
20 1
lio que era m ejor, hubiera reducido todo el mundo debaxo de estas leyes, si no sé hubiera contrapuesto la sober bia , la qual no estima en tanto los bienes propios, como los males agenos , deleytandose en afligir los po bres , porque no m id e, ni regula la prosperidad por los provechos pro p io s, sino por el mal ageno. E sta aún quisiera ser tenida por D io sa, no habiendo miserables en el mundo, á quien ella pudiera mandar, y de quien pudiera triunfar , con cu y a s desdichas resplandezca, y cam pée su adquirida felicid ad , haciendo alarde de su poder, y riquezas, con que a flija , y aumente la m iseria, y necesidad. Esta Serpiente venenosa, estragan do los pechos de los hombres, comcj,
202
L a Utopia
si fuera el pez R em ora, los detiene, y hace vo lver para atrás, estorvaado que no sigan el mejor camino de la vida, por estar arraygada en los hombres, de suerte que no puede con facilidad arrancarse.
¡
M e contento de que esta forma dé República (que yo quisiera la tuvie ran todos) al menos les haya cabido en suerte á los Utopia nos , que han seguido tal instituto de vida , con qué plantaron tales fundamentos de Repú blica , que no solo tiene de durar felicísimamente, pero ( quanto se puede alcanzar por conjetura hum ana ) ha de permanecer para siempre : Porque siendo entre ellos estirpados los vicios, de la am bición, y la raíz de las sec-r ta s , y parcialidades , no hay allí pe ligro de discordia, que ella sola bal-
de Tomás Moro.
203
ta á arruinar las mas fortificadas Ciu dades , mas viviendo en concordia con saludables institutos, no podrá la emu lación de los vecinos Príncipes ( y a muchas
veces
rebatid a)
contrastar
aquel Imperio. Luego que Rafaél Hithlodeo dixo estas co sa s, á mí me venían á la me moria otras m uchas, que me pare-r cian se habian instituido en las cos tumbres , y leyes de aquel pueblo, no solo acerca de la razón del hacer guerra, de los ritos divinos, y de la R eligión, y de otras ordenanzas su y a s , sino también sobre el principal fundamento de toda su institución; es to es, de su modo de v iv ir , del sus tento común sin comercio de dinero, por el qual ( aunque según la común opinion es verdadero ornamento de
L a Utopia la R ep ú b lica) toda la nobleza y es plendor enteramente se destruye, y an iquila; pero porque sabía que es 204
taba cansado de contarlo , y no me aseguraba de que llevaría bien se re plicase contra su opinion; y princi palmente porque me a co rd a b a , que algunos habían sido reprehendidus de é l , por eso alabando la institución de los LJtopianos, y lo que había refe r id o , travandole de la m ano, le en tré á cenar conmigo , diciendole pri mero , que en otra ocasion, despues de haberlo mas bien pensado, habíamos de hablar , y conferir mas largamen te estas m aterias, lo qual á Dios plu guiera, que hubiera habido ocasion. En el ínterin no puedo dexar de conformar con todas las cosas que d ix o , por ser dichas por hombre (sin con tradición)
de Tomás Moro.
205
doctísimo, y juntamente muy práctico en todas las del sig lo : así confieso lla namente , que hay muchas en la Re pública de los Utopianos , que dicien do la verd ad , mas deseo , que con fío , verlas en nuestras Ciudades. C a r p e r t vel noli nostra
,
v el tde tua.
Marcial, lib. 1. Epig. 93.
F I N.
20
^
RESUMEN 2)E LA HERÓTCA PIDA, T EJEMPLAR
muerte del Ilustre Tomás Moro , Canciller de Inglaterra ,
Gran
Vizconde y y Ciudadano de Lon dres , entresacado de la Historia Eclesiástica del Cisma de aquel Reyno , que escribió el P . P e dro de Ribadeneyra , de la extin guida Compañía de Jesús. E n tr e los muchos M ártires, que han padecido, nuestra
y muerto en defensa ,d c
Santa, y Católica Religión
con motivo del C ism a , suscitado en el
Reynado de Enrique O ctavo de
ao 8
Resumen de Ja Vida
Inglaterra,
se cuenta á Tomás M o
r o , Varón de grande ingenio, exce lente doctrina, y loables costumbres. Nació en L on d res; su Padre se llamó Juan M o ro , hombre de linage mas honrado, que n o b le: Crióse baxo de los principios de la Religión, y piedad C a tó lic a , no sin aprovecha miento , tanto que el grande concur so de dotes corporales, y bienes del Alm a le hicieron clarísim o, y dieron verdadera nobleza á su Familia. Fue muy docto en todas las le tr a s ; y en las leDguas griega, y la tina elocuentísimo. Sirvió muchas Embaxadas de su R ey. T uvo grandes cargo s, y preheminentes oficios, que administró con aplauso , rectitud , y tanto desinterés sin embargo de haber sido casado
de Tomás Moro. dos v e c e s , y tenido
209
muchos lujos-,
que no acrecentó su Patrimonio cien ducados de re n ta ; cuidando
única
mente de amparar la Justicia , y Re ligión , y de resistir con su autoridad, doctrina , y obras que escribió, á los Hereges , que vcnian secretamente de Alemania á inficionar el Reyno de In glaterra , de tal suerte, que entre to dos los Ministros del R ey ninguno se señaló tanto en refrenarlos, é irles, á la mano; y por esto así como era am ado, y reverenciado de todus los buenos, fue aborrecido, y persegui do de los malos. Se exercitó casi quarenta anos en el gobierno de la República con tan. tos honores, y autoridad, que parecía que ninguna cosa le podia suceder con traria ; mas por una fuerza oculta de O
2io
Resumen de la Vida
pausas superiores se comenzó á tur bar su buena suerte, amenazando á é l, y al Reyno una grandísima rui na : pero como para entender éstas cosas era necesario referir toda la His toria , se dirá solamente lo que no se pueda escusar, y
singularmente lo
que toca á Tomás Moro. Veinte años habia que estaba ca sado el R ey Enrique O ctavo con D o ña Catalina de C a stilla , hija de los Católicos Reyes D. Fernando, y Doña Isabel, de cuyo matrimonio tenían succesion ; pero , como fuese viuda (aun que doncella) del Príncipe Arturo , hermano de E n rique, herido éste de los amores ácia Ana.B olena, con quien deseaba casarse, se propuso repudiar y apartar de sí á su Esposa , pretex tando no podía serlo la que lo ha-
de Tomás Moro.
an
bia sido de su herm ano, sin embar go de que para ello habia obtenido dispensación del Papa Julio II. Tomó Enrique varios pareceres so bre el c a so , y preguntando el suyo á Tomás M o ro , éste , sin embargo de constarle gon quanta ansia deseaba el R e y separarse de su Esposa la R e yna Doña Catalina por
casarse
con
Ana B olena, lleno de santo temor de Dios respondió con pecho, y libertad christiana , que de ninguna manera le podia pareoer bien el divorcio ., y apartamiento de la Reyna. Mucho sintió Enrique esta respues ta porque le creía de su parte; pero disimuló por
entonces,
ofreciendole
grandes mercedes, y dones si apoyaba su resolución; y para estrecharle mas á ello , 1? mandó, que tratase este.neOi
2 ia
"Resumen de la Vida
gocio con
el Doctor F oxio, Rector
del Colegio Real de Cantabrígia ( pro motor de este negocio, grande adula d o r, y defensor de la voluntad del R e y ) . Confirió Moro con é l, y des pues de m uchas, y largas altercacio nes, y disputas se afirmó mas en su parecer, cxórtando al R ey de allí en adelante con tanto esfuerzo á que no dexase á la R c y n a , que no se atre vió Enrique á hablarle mas palabra en la m ateria, aunque se servia de él mas que de otro ninguno, en los negocios graves de su R eyn o, y dccia claramente que estimaría mas atraer á Tomás Moro, á su voluntad, que á la mitad de su Reyno. Estando tratándose jurídicamente eo Inglaterra de la causa de divorcio por los Jueces que á instancia del R ey
de Tomás Moro. 213 Enrique nombró el Papa Paulo I I I , los recusó la R e y n a , é interpuso apela ción para ante S. S. y aunque no se la admitieron dichos Jueces por con templación del R ey , el Papa , sa biendo lo que pasaba , la admitió , y avocó á sí la causa , mandando á los L egados, que no tratasen mas de ella , lo que sabido por la Reyna co misionó á Tomás Moro , para que hi ciese entender al R ey lo que el Papa habia mandado, y saber si era servi do se le notificase , cóm o, y por quién, cuyo encargo desempeñó sin que se le opusiese humano respeto. Habiendo caído de su privanza el Cardenal Volseo ( único autor del di' v o rc io ), y depuestole de sus empleos, confirió el R ey á Tomás M oro el de Cancelario , pensando aún que con esO3
a i4
Resumen de la Vida
ta m erced, y honra le traería á su opinion. Obtuvo esta Dignidad por espa cio de tres años, al cabo de los qua le s, previendo la horrible tempestad que amenazaba al Reyno con moti vo de haber desconocido el R ey la potestad de los Legados del P ap a, y declaradose Suprema Cabeza de la Igle sia
A nglicana, quiso Tomás
Moro,
como otros varones graves, y christianos d élo s que andaban en la Corte del Rey , acogerse con tiempo á puer to seguro, y pretextando su cansada v e je z , y grandes trabajos que habia tenido
en escribir contra los Here-
g e s , hizo dimisión de su empleo de C ancelario, la
que le fue admiti
da por varios respetos , y principal mente porque no se verificaban las
de Tomás Moro.
2 15
ideas con que se le habia dado. Entendió el Papa todas las cosas que pasaban en Inglaterra, y el ánimo determinado del R e y á casarse con Ana Bolena , por lo qual le escribió rogándole encarecidamente no se dexase llevar tanto de la pasión, ni hi ciese novedad durante la litispendencia en perjuicio del primer matrimo nio ; y no bastando se lo mandó seve ramente con autoridad Apostólica so pena de excom unión; pero Enrique, que ardía en vivas llamas de amor in fern al, no dexó su mal proposito; y determinando, que Cranm ero, á quien habia hecho Arzobispo Cantuariense, diese la sentencia de divorcio, se ca só secretamente con Ana. Sabiendo los Hereges que esta en su cor&zon lo era Luterana, validos de O4
a i6
Resumen de la Vida
la ocasion acudieron en gran número á la Corte del R e y , y comenzaron á sembrar muchos libelos echadizos lle nos de impiedades contra las perso nas Eclesiásticas , entre los quales se presentó uno al R ey con título
de
Petición de ¡os pobres mendigos, en el qual se encarecía la infinidad de los que habia en el Reyno , y su extre ma necesidad , causada, según decian, de otros pobres robustos, y ociosos Eclesiásticos , los quales con artificio, y engaño poseían mas de la mitad de todos los bienes del R e y n o , dexando morir de hambre á los verdaderos po bres, y concluía suplicando el remedio. Ningun Eclesiástico se atrevió á refutarle; pero Tomás M o ro , lleno de zelo Christiano , escribió un Libro doctísimo y prudentísimo , en el qual,
de Tomás Moro.
a ijr
despues de rebatir las calumnias que contra el Clero se decían en el
li
belo , mostró claramente que los bie nes, y rentas Eclesiásticas no llega ban con mucho á lo que los Hereges decían , y que no solamente ha bian hecho cosa piadosa, sino nece saria , los que habian dexado aque llos bienes á la Iglesia para conser var perpetuamente con ellos el culto d iv in o , sin el qual no puede con servarse la República ; añadiendo que estas rentas no solo servían para sus tento de los C lérigos, sino también de infinitos Legos que de ellos dependen, y para otras obras pias, que son gua rid a , y refugio de la gente pobre, y miserable. Fue tal el espíritu , doctri na , y eloqüencia con que escribió es to , que no hubo ninguno que osase res ponderle.
2i 8
Resumen de la Vida
Pronunciada la
sentencia de di
vorcio por el Arzobispo Cranmero, se hizo público el casamiento del R ey con Ana B olena, á quien mandó co ronar , y que todos los Señores, y principales del Reyno delante del A r zobispo Cantuariense Cranm ero, Can celario Audleo, Secretario Cromwel, y de los otros Consejeros del R ey, jurasen que el segundo matrimonio era legítim o, y que Isabel, que de él habia nacido, era verdadera heredera del R e y n o , y que la Princesa Do ra M aría como
ilegítima , y espu
ria debia ser excluida de. él ; pero el Obispo Rofense, y Tomás Moro do
quisieron hacer tal juram ento, y
por esto fueron presos con
el ma
yo r escandalo, y rigor , como otros m uchos, que hablando mal del se-
de Tomás Moro.
2 19
gundo m atrim onio, cayeron en la in dignación del Rey. Aunque estaba en la cárcel T o más M o ro , despojado ya de sus ofi cios , y bienes, nunca se vió en él señal de tristeza , pen a, ni caimien to de corazun ; antes con grande ale gría d e cia , que todo este m undo, en el qual estamos desterrados despues del p ecad o , no es sino una carceL, y prisión de la qual á la hora de la muerte cada uno es llamado para o ír su sentencia, y que daba gracias á nuestro Señor porque su cárcel no era tan estrecha, y ni tan apretada como la de los o tros, pues siempre de dos males se ha de escoger
el
menor. La prisión de este insigne Varón, y la de su íntimo amigo el Obispo
220
Resumen de la Vida
Rofense tenían en grande expectación á todo el R eyno: y sabiendo el Rey la grande autoridad , y estimación que de ellos hacía, deseaba ganarlos, y en especial á Tomás M o ro , y para atraherle á su opinion le envió mu chos de sus Privados; pero viendo Enrique que con todo su poder, y artificio no le podia vencer, con gran des fatigas, y congojas de su corazon comenzó á dudar lo que mas á cuento le vendria, ó dexar con la vi da á un enemigo capital suyo , y reprehensor de su adulterio, ó quitár sela , y caer en la indignación de to do el Reyno. Se determinó al fin ,
comenzan
do por Rofense , contra quien se en fureció m as, porque habia sabido que el Papa Paulo III le habia hecho Car-
de Tomás Moro .
221
denal estando en la cárcel > y no tenia esperanza ninguna de poderle reducir , y ver si por este camino po día intim idar, M oro
y ablandar á Tomás
con la muerte de su amigo,
el qual fue condenado á ser arrastra do , ahorcado, y desentrañado. Fue avisado Moro de lá muerte de su Santo Compañero Rofense, y temiendo que por sus pecados no me recía la corona del martirio, con el corazon lleno de amargura , y el ros tro de lágrimas se volvió á nuestro Señor, y le d ixo : Y o confieso, Se ñor m ió , que no merezco tanta glo ria , no soy yo justo , y Santo, co mo vuestro Siervo Rofense, el qual entre todos los de
este Reyno ha
béis escogido como Varón conforme
í vuestro corazon: mas ¡ ó Buen Se-
322
Resumen de la Vida
ñ o r! no miréis á lo que yo merezco, sino á vuestra misericordia infinita , y si es posible hacedme partícipe de vuestro C á liz , y de vuestra Cruz , y Gloria. DLxo esto con tanta ternura, y sentimiento, que los que no entendie ron lo que d e c ia , creyeron se enter necía con el temor de su m uerte, y que se podría ablandar, é inclinar á la voluntad del R e y : y para mover le á e llo , volvieron
á instarle mu
chos personages,
entre ellos su
y
misma muger , llamada L u isa , por órden del R e y , persuadiéndole no se echase á perder á s í ,
y á sus hijos.
Preguntóla é l: Señora, á vuestro pa recer ¿quántos años podré yo vivir? Respondió e lla : veinte años, si Dios fuere servido: entonces dixo é l : pues
•. de Tomas Moro.
223
quereis vo s, Señora, que por veinte años de vida trueque y o la eternidad ? Si dixerades veinte mil algo dixerad e s, aunque tampoco ese algo no es nada comparado con la eternidad. Ultimamente viendo no podían ha cer mella en su constante ánimo, y que á manera de una fuerte roca es taba firm e, quitáronle todos los li bros que tenia, y el recado de escri bir , para que no pudiese entretenerse con los muertos, ni comunicarse con los vivos. Antes de -esto escribió dos lib ro s, estando preso; el uno del Con suelo en la tribuladon , en Inglés ; y el orro en la tín , de la Pasión de Christ o , nuestro Seiior. Despues que estuvo casi carorc* meses en la c á r c e l, el primer dia de Julio de mil quinientos treinta y cin-
224
"Resumen de la Vida
co fue llevado de la Torre de Lon dres delante de los Jueces, y pregun tado , qué le parecía de la L ey que se habia hecho estando él p re so , en la qual se quitaba la autoridad á el P a p a , y se daba al R e y , respondió con grande gravedad , agudeza , y constancia lo que otras veces. Finalmente , acusado de haber es crito á R ofense, y animadole contra el decreto de esta L e y , fue conde nado á m uerte, cuya noticia recibió con grande alegría, diciendo : Yo por la gracia de Dios siempre he sido C a tólico , y nunca me he apartado de la comunion y
obediencia al Papa;
cuya potestad entiendo que es funda da en el derecho D iv in o , y que es le gítima , loable , y necesaria ; aunque vosotros temerariamente
la
habéis
de Tomás Moro.
225
querido abrogar y deshacer con vues tra L ey. Siete años he estudiado es ta m ateria, y revuelto muchos libros pará entenderla m ejor, y hasta aho ra no he hallado Autor
S^nto, y
g r a v e , ni antiguo, ni moderno , que diga que en las cosas espirituales V y que tocan á D io s , hombre y Prínci pe temporal pueda ser Cabeza y Su perior de los Eclesiásticos, que son los que la han de gobernar. También d ig o , que el decreto que habéis da do ha sido m uy mal h e c h o , porque es contra el juramento que prestasteis de no hacer jamás cosa centra la Igle sia C a tó lica , la qual por toda la Christiandad es una é individua, y no teneis vosotros solos autoridad para ha cer le y e s , d ecretos, ni Concilios con tra la p a z , y unión dé la Iglesia UniP
32 6
Resumen de la Vida
versal. Este es mi parecer, ésta es mi fé , en la que moriré con.el favor de Dios. Apenas habia dicho estas palabras M o ro , quando todos los Jueces á gran des voces comenzaron á llam arle traydor al R e y ; y particularmente el D u que de Norfolcia le dixo : ¿ Cómo de claráis vuestro mal ánimo contra la Magestad del R e y ? y él respondió: N o declaro , Señor, mal ánimo con tra mi R ey , sino mi f é , y la verdad; porque en lo demás yo soy -tan afi cionado al servicio del R e y , que su plico á nuestra Señor, que no me sea mas propicio á m í , ni de otra ma nera me perdone, que yo he sido á S. M. fie l, y afectuoso servidor. En tonces el Cancelario dixo
á Moro:
¿ Pensáis vos ?er m ejor, ó mas sabio
de Tomás Moro.
227
que todos los O bispos, A b a d e s, y Eclesiásticos? ¿ Que todos los Nobles, Caballeros y Señores? jQ u e todo el C o n cilio, ó por mejor d ecir, que to do el Reyno ? A esto respondió : Se ñor , por un Obispo que vosotros teneis de vuestra p a rte , tengo y o cien to de la m ia , y todos Santos : por vuestros N o b le s , y C ab allero s, ten go yo toda la C a b a lle ría , y N oble za de los por un
M ártires, y
Concilio
Confesores:
vuestro ( que sabe
Dios cómo se ha hecho ) , están en mi favor
todos los Concilios generales,
que en la Iglesia de Dios se han ce lebrado mil años h á ; y por éste vues tro pequeño Reyno de Inglaterra , de fienden mi verdad los de Francia, E s paña , Italia , y todas las otras Pro vin cias, Potentados , y Reynos am plísimos.
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Resumen de ¡a Vida
Oyendo estas palabras que habia dicho M oro delante del pueblo ( que habia acudido á la novedad de una causa seguida, tan sin razón ni jus ticia , contra un hombre tan insigne en v irtu d , prendas y circunstancias), pareció á los Jueces que no ganarían n a d a , y mandáronle ap artar, confir mando la sentencia de muerte. Acabado esto , le volvieron á la c á r c e l, y al paso le salió al encuen tro su hija M argarita ( á quien ama ba tiernamente , y habia enseñado la lengua latina y g rie g a ) para pedir le su bendición , y el ósculo de paz, que la dió con mucho a m o r, y ternu ra. Luego que: llegó á la cárcel se entregó á la o racio n , y contempla ción 1 recreando el Señor su santa
de Tomás Moro.
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ánim a, con muchas, y suavísimas con solaciones divinas. £ 1 dia antes que le sacasen á el
martirio escribió con un carbón (por que no tenia plum a) una carta á su hija Margarita , en que le decía el deséo grande que tenia de morir el dia siguiente, y ver á nuestro Señor, por ser dia de la O ctava del Prínci pe de los Apóstoles San Pedro (pues moria por la confesion de su Prima do , y Cátedra Apostólica ) , y vís pera de la traslación del glorioso Már tir Santo T om ás, que en su vida ha bia sido siempre su A b o g a d o ; y así se hizo como él lo deseaba ; porque á los seis de Julio fue sacado á el martirio , y estando en el lu g a r, y llamando por testigo de la Fé Cató lica en que moria á todo el pueblo,
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Resumen de ¡a V ida y encargándole que rogase á Dios por el R ey , y protestando que moria co mo fiel ministro s u y o , pero mas de Dios, que es R e y de los Reyes : tendió en fin el c u e llo , y á impulso de un fie ro golpe de cuchilla que le descargó el Verdugo x separó del cuerpo aquella cabeza dé ju sticia , v e rd a d , y santi dad , causando en todos los que lo mi raron tan vivo doler , y sentimiento, que no cabiendo en los pechos , se manifestó en los rostros con repeti das lágrim as, y sollozos , consideran do que no ‘habia sido quitada la ca beza á M oro sino á todo el Reyno. Así acabó su preciosa, y exemplar vida el d o cto , é ilustre Tomás Moro, Autor de la U topia, en la qual quiso manifestar la perfección de gobierno á que podia llegar una República con-
de Tomás Moro.
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duciendose por las luces de la razón n atu ral, y prescindiendo de la divi na revelación : por lo qual no, se de be estrañar que la figure con los ex travíos de que es capáz la razón hu mana quando camina sin el auxilio de la soberana luz.
F I N .
Donde este L ibro se hallarán los siguientes. R ep resen tación , 6 discursos varios sobre e l m odo de a liv ia r los vasallos con au m en to d e l R e a l E ra rio , por D . M ig u e l d e Z a b a la : un tom o en q u a rto , á n rs. en p ergam in o , y 15 en pasta. L a s O bras d el M ro . F e in a n -P c rc z d e O li v a , y otras várias de su sobrino el cd-
lcb rc A m b rosio de M o r a le s : dos tomos en o ctav o , á 1 4 rs. en pergam in o , y 18 en pasta. R e b u s c o -d e las O b ra s lit e r a r ia s , así en ¡irosa , com o en verso , d el P . Joseph F ran cisco de Is la , de la -e x tin g u id a C o m p a ñ ía de J e s ú s : un tom o en o c t a v o , á 8 rs. en pasta. E l sig lo P ita g ó r ic o , y V i d a de D . G r e g o r io G u a d a ñ a , por A n to n io Enriq u e z G ó m e z : u n tojno en o c t a v o , á 7 rs: en' p ergam in o , y 9 en pasta. O bras escogidas de D . F ra n cisco Q u e v e d ó V ille g a s : quntro tom os en dos v o lú m en es, en o c ta v o , á 26 rs. en pasta. F á b u la s en verso C a stella n o , por D . J o sep h A g u s tin Ib a ñ e z de la R en tería: u n tom o en o ctav o , á 8 rs. en pasta. D iscu rsos d el mismo A u to r sobre la A m istad d el P aís. — Sobre la ed u cació n de la J u v e n tu d en p u n to á estudios. ~ Sobre las formas de G o b ie rn o . ~ Y so bre e l G o b iern o M u n ic ip a l de los P u e blos : un tom o en o cta v o 6 . rs á la rus* tica , y S en pasta.
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