La Revolucion Verde: Mitos Y Verdades

LA REVOLUCION VERDE: MITOS Y VERDADES (Blanco Villacorta Medardo Wilfredo) Hacia la mitad del presente siglo, en la mayo

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LA REVOLUCION VERDE: MITOS Y VERDADES (Blanco Villacorta Medardo Wilfredo) Hacia la mitad del presente siglo, en la mayor parte del mundo, se inició la transición de un sistema agrícola basado en los recursos, hacia otro sistema apoyado en la “ciencia positivista”, en base a una tecnología moderna de uso de los fertilizantes químicos artificiales, plaguicidas, herbicidas, maquinaria agrícola pesada y semillas híbridas, que se denominó “revolución verde”, atendiendo al consenso que el crecimiento agrícola es decisivo y una condición necesaria para la industrialización y el crecimiento económico (Ruttan, V. 1989, citado por Chilón, E. 2017). La revolución verde, echada a andar en la década de los cincuentas, tuvo como finalidad generar altas tasas de productividad agrícola sobre la base de una producción extensiva de gran es cala y el uso de alta tecnología. En los años noventa, se anunció una nueva revolución verde: la revolución genética que uniría a la biotecnología con la ingeniería genética, promoviendo de esta manera transformaciones significativas en la productividad de la agricultura mundial. La primera revolución verde tenía como principal soporte la selección genética de nuevas variedades de cultivo de alto rendimiento, asociada a la explotación intensiva permitida por el riego y el uso masivo de fertilizantes químicos, pesticidas, herbicidas, tractores y otra maquinaria pesada. La nueva revolución verde tiene como principal aspecto la creación de organismos genéticamente modificados (OGM) mejor conocidos como transgénicos. (Ceccon, E. 2018) ¿Cuáles fueron los beneficios de la revolución verde?, ¿Cuáles fueron los impactos negativos para los pequeños agricultores?, ¿Cuáles son los efectos sobre los ecosistemas agrícolas?, ¿Cuáles son los daños para la salud producidos por el uso inadecuado de plaguicidas? Son algunas de las interrogantes que se pretende estudiar en el presente trabajo, si bien la revolución verde tuvo un impacto positivo en el contexto que se inició, ¿será que aún es positivo sus efectos sobre la población?, o habrá que cambiar hacia un nuevo enfoque de producción, con características más sostenibles para el medio ambiente y para todos nosotros en lo que respecta a la producción de alimentos.

BENEFICIOS DE LA REVOLUCION VERDE Según Oasa y Jennings, 1982 (mencionado por Chilon, E. 2017) En 1943, siguiendo los lineamientos de los profesores Bradfield, Mangelsdorf y Stakman, y de acuerdo a la lógica de la producción comercial, se estableció el Programa Agrícola Mexicano, con apoyo de la Fundación Rockefeller, implementándose el Centro Internacional del Mejoramiento de maíz y trigo (CIMMYT) en México, donde Norman Borlaug , el “padre de la revolución verde” trabajó por más de 25 años junto a investigadores mexicanos y de otros países en el mejoramiento del trigo; los resultados en términos productivos fueron significativos, a corto plazo el rendimiento pasó de 750 kg/ha en 1950 a 3.200 kg/ha en 1970. De 1963 a 1983 la producción total de arroz, trigo y maíz, en los países del tercer mundo, presentó un aumento de 3,1%, 5,1% y 3,8% por año, lo que determinó que la revolución verde pase a tener muchos adeptos. Con la llegada a México del nuevo modelo de desarrollo industrial, la inserción de granos y variedades en el país se hace posible gracias a los acuerdos que el gobierno mexicano realiza con la Fundación Rockefeller (impulsada y apoyada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) aunados los cambios en materia legal favoreciendo a los productores agrícolas organizados sobre bases empresariales. El fin primordial fue aplicar en suelo mexicano la tecnología agrícola estadounidense. (Gonzales, B. 2006) Las semillas de trigo de alto rendimiento que atestiguaban la Revolución Verde observada por William C. Gaud en India provenían de México. Estas semillas híbridas fueron el resultado de los experimentos iniciados en 1943 por científicos de la Fundación Rockefeller y del Gobierno mexicano, con el objetivo de mejorar el potencial de este país para producir alimentos, los resultados ya se podían constatar en países como Pakistán, India, Turquía y Filipinas, comparando los niveles de producción, de rendimientos y de áreas cultivadas de nuevas semillas con la producción en años precedentes y en zonas donde predominaban las variedades locales. (Stakman, 1969, mencionado por Picado, W. 2008) Según la FAO (2004), La revolución verde en el trigo, el arroz y el maíz forma parte integrante de este proceso. Tiene su fundamento en la capacidad tecnológica, basada en principios científicos, para modificar el medio ambiente de manera que se creen

condiciones para la agricultura y la ganadería más idóneas que las que ofrece la propia naturaleza (por ejemplo, si el clima es seco, se emplea el riego; si la fertilidad del suelo es baja, se aplican fertilizantes; si las plagas y malas hierbas invaden los cultivos, se pulveriza; si las enfermedades amenazan al ganado, se administran vacunas y medicamentos, o, si se necesita más energía para roturar la tierra, se recurre a la mecanización y al uso de combustibles fósiles). El aumento de los rendimientos en los sistemas agrícolas de los países industrializados durante los últimos 150 años se puede interpretar como la realización de este paradigma. La revolución verde de los años sesenta y setenta se basó precisamente en eso: las variedades mejoradas de arroz y trigo pudieron beneficiarse del uso de insumos externos que garantizaban buenas condiciones de crecimiento para aprovechar el potencial genético de las nuevas variedades. La creación de entornos socioeconómicos favorables, que hicieron posible la utilización de esos insumos y crearon mercados para la venta de los productos, constituyó parte integrante de este cambio. La agricultura se convirtió en la fuente por excelencia del sustento humano, la producción mundial ha sufrido un sin número de cambios en los últimos años influidos por el uso de agroquímicos y fertilizantes. A medida del siglo XX surgió un aumento en la producción agrícola y este supero el aumento actual que se tenía de población y a esto se le llamo “revolución verde”. Esta fue una renovación en la manera de producir fuentes de comercio esta se basaba en la producción del monocultivo y donde se utilizaron con mayor proporción los fertilizantes y plaguicidas y esto trajeron consigo el incremento masivo de muchos cultivos importantes causando así una revolución en el sector productivo. (Huerta y Martínez, 2018). De acuerdo a los autores mencionados, los beneficios de la revolución verde fueron evidentes, principalmente para producir granos que son la principal fuente de energía. Posiblemente, estos beneficios fueron para productores organizados que tenían acceso al capital, ya que como se menciona, esta tecnología requiere una alta inversión, además se requiere de buenas tierras y acceso a riego, que en muchos casos es difícil conseguir. Por otro lado, el mejoramiento genético de los cultivos fue un gran avance, principalmente en cuanto a los rendimientos, obviamente contribuyo a una mejor disponibilidad de

alimentos a nivel global. Sin embargo, el mejoramiento genético fue a costa de semillas locales, de una gran variedad de semillas que tal vez no tenían altos rendimientos, pero estaban habituados a su ecosistema y no requerían mayores inversiones, lo cual posteriormente fue reemplazado por semillas de mejor rendimiento, pero que exigía todo el paquete tecnológico para alcanzar buenos resultados. Entonces, se pierde la diversidad no solo de variedades de los principales cultivos, también nos conducen a consumir pocas especies y que hasta nuestros días son los de mayor consumo a nivel global. También, cabe señalar que los mayores beneficiarios de la revolución verde fueron grandes consorcios de empresas que nacieron a raíz de la demanda del paquete tecnológico, quienes monopolizaron el mercado de agroquímicos, generando grandes ganancias mercantilizando los productos, haciendo que sea imprescindibles para la producción. En los países latinoamericanos se introdujo el paquete tecnológico a partir de donaciones que realizaban las grandes empresas, para entregar a los productores, masificándose su uso para que posteriormente, una vez apropiada la tecnología, se crea una dependencia al uso de los agroquímicos, dejando a un lado las prácticas de cultivo que heredaron de sus ancestros. Desde ahí se pierde la riqueza que durante décadas fueron utilizadas para la producción de alimentos en nuestro contexto. Por lo tanto, la revolución verde generó mayores beneficios a grandes empresas dueñas de la tecnología en sus diferentes rubros, posteriormente fueron beneficiados productores que tenían fácil acceso a capital económico para la inversión en la implementación del paquete tecnológico. Se mejoró la disponibilidad de alimentos principalmente: arroz, trigo y maíz. Sin embargo, no se mejoró el acceso a los alimentos para gente pobre y la tecnología fue inaccesible para pequeños productores que tenían pequeños terrenos de cultivo y poco capital. Finalmente, se perdió la diversidad genética de los cultivos que fueron a parar a grandes bancos de germoplasma que quedaron en manos de empresas transnacionales que se apropiaron con la excusa del mejoramiento genético.

IMPACTOS

DE

LA

REVOLUCION

VERDE

EN

LOS

PEQUEÑOS

AGRICULTORES Ceccon E. (2008); Indica que desde el punto de vista social y económico (no macroeconómico), se puede deducir que este modelo agrícola no tuvo un carácter muy positivo para la mayoría de los campesinos del Tercer Mundo. Para los trabajadores rurales ha significado sueldos miserables, desempleo y migración. Para los pequeños propietarios, aumento en las deudas para la obtención de insumos y aumento de la pobreza. La revolución verde vino a ofrecer semillas de alta productividad que en condiciones ideales y con grandes cantidades de fertilizantes y agrotóxicos pueden garantizar una alta productividad. Pero si falta cualquiera de estos insumos, habrá altas probabilidades de fracasos en la productividad de las cosechas y no podrán pagarse las deudas con traídas para la adquisición de los insumos. Es importante notar, adicionalmente, que luego de décadas de revolución verde, una creciente mayoría de pequeños agricultores en todo el mundo continúa sin tener acceso a cualquiera de estas tecnologías o al crédito para su obtención. El avance de la revolución verde ha provocado graves desequilibrios ambientales y ha favorecido a la agricultura del tipo industrial, altamente concentrada, con una base en el sector de proceso productivo-industrial, que ha afectado a millones de campesinos que trabajan de manera interna en sus tierras (Huerta y Martínez, 2018). A medida que crece la importancia del sector privado transnacional, aumentan también los costos de transacción con que se enfrentan los países en desarrollo para tener acceso a las tecnologías y poder utilizarlas. Las redes públicas internacionales para intercambiar tecnologías entre países y obtener así los máximos beneficios indirectos están cada vez más amenazadas. Se necesita con urgencia un sistema de circulación de tecnologías que preserve los incentivos para la innovación en el sector privado al tiempo que satisfaga las necesidades de los agricultores pobres en el mundo en desarrollo. (FAO, 2004). Un examen de más de 300 casos sobre las consecuencias de la revolución verde durante el periodo de 1970/1989, realizado por Freebairn en 1995, llega a la conclusión de que los autores de países occidentales desarrollados, que analizaron regiones integradas por

numerosos países, frecuentemente señalan un recrudecimiento de las desigualdades en lo que respecta a los ingresos. Por otro lado, los autores de origen asiático, especialmente aquellos estudios que abarcan India y Filipinas, suelen indicar que el aumento de las desigualdades en cuanto a los ingresos no estuvo relacionado con la nueva tecnología. En síntesis, en más de 80% de los estudios examinados por Freebairn se llega a la conclusión de que el resultado había sido una mayor desigualdad. (Ceccon E. 2008) La revolución verde tenía el objetivo de generar alimentos industriales con alta inversión de recursos económicos, donde los pequeños productores no engranaban, por lo que directamente fueron excluidos en el contexto de la producción de alimentos a gran escala. Los pequeños productores realizaban una producción para el autoconsumo y la venta de excedentes, sin embargo, la revolución verde les afecto considerablemente, ya que sufrieron presión sobre las pocas tierras que tenían y principalmente por la proliferación de plagas y enfermedades que no existía antes de la implementación del paquete tecnológico de la revolución verde. Por otro lado, la proliferación de agroquímicos principalmente fertilizantes y plaguicidas en el mercado, llego finalmente a los pequeños productores, quienes no recibieron una capacitación adecuada para su uso, realizando un mal manejo de los mismos, lo cual provoco efectos negativos en sus tierras, como también en su salud. Por lo tanto, la revolución verde provoco impactos negativos para los pequeños agricultores, más aún para los de países de Latinoamérica, quienes no tenían políticas públicas de apoyo por parte de los gobernantes de turno. Es decir, no fueron beneficiados con políticas de fomento o de subvenciones para la promoción y apropiación del paquete tecnológico de la revolución verde.

EFECTO DEL PAQUETE TECNOLOGICO SOBRE LOS ECOSISTEMAS AGRICOLAS En casi toda Latinoamérica, después de muchos años de revolución verde, se puede observar el siguiente cuadro: los suelos agrícolas se trasformaron en simples sustratos de sustentación de plantas que exigen técnicas artificiales cada vez más caras, y el síntoma más aparente de degradación que observamos es la erosión. La investigadora brasileña en manejo ecológico de suelos, Ana Primavesi, sustenta que la erosión no es un fenómeno natural, pero sí el fruto de un manejo inadecuado del suelo. Lógicamente la declividad del terreno y la intensidad y duración de las lluvias intensifican la erosión, pero la práctica de una agricultura basada en una tecnología destructiva es su principal causa. Esta autora agrega también que el uso indiscriminado de agrotóxicos y fertilizantes químicos han esterilizado el suelo, reduciendo al mínimo la actividad microbiana y la fauna del suelo, además de haber provocado la contaminación de las aguas subterráneas —principalmente con nitratos— y el enriquecimiento de las aguas superficiales, tanto continentales (acequias, ríos, lagos) como costeras, lo que llevó, por ejemplo, el crecimiento explosivo de algas, ocasionando fuertes trastornos en el equilibrio biológico, como la mortandad de peces, entre otros. Asimismo, la compactación del suelo por las máquinas agrícolas ha destruido la fauna, misma que ayudaba a controlar otros seres vivos que podían causar daño a los cultivos. (Ceccon E. 2008). El costo de las externalidades de la agricultura moderna en los Estados Unidos asciende a casi 13 mil millones de dólares al año, por daños a los recursos hídricos, suelos, aire, fauna silvestre, biodiversidad y salud humana. Pero además los costos adicionales de 3.5 mil millones de dólares surge del costo invertido en programas de recuperación. El orgullo estadounidense de tener comida barata es solo una ilusión, los consumidores pagan mucho más allá del precio estipulado en las tiendas de comestibles. (Altieri, M. 2012). La presencia de plaguicidas procedentes de cultivos en aguas subterráneas y superficiales es hoy día un hecho constatado y de creciente preocupación. El riesgo de contaminación se agrava cuando el empleo de plaguicidas es continuado y más aún cuando se trata de zonas de monocultivos en los que se aplica inundación, como es el caso del arroz. El uso de

productos fitosanitarios en el cultivo de arroz supone un escenario de alto riesgo, que da lugar a numerosos episodios de contaminación de aguas con los problemas que esto conlleva para la salud pública y el medio ambiente. (Jaramillo, M. 2015). En el caso de Bolivia, el uso del paquete de la “revolución verde”, ha dado lugar a situaciones que no debería ocurrir nunca más en la zona andina, está el caso de las pampas de Lequesana en Potosí, antigua zona agrícola de alta producción de papa, que con el uso indiscriminado de Fertilizantes químicos y agrotóxicos, se propició la destrucción de la vida del suelo y la pérdida de su fertilidad natural, proliferando los nematodos y lo que actualmente se observa es una pampa yerma y abandonada. El caso de los daños de los suelos, en las zonas soyeras de agroexportación de Santa Cruz, que se cultivan intensivamente con el paquete de la “revolución verde”, y el uso extremo de maquinaria agrícola pesada, merece estudios y una investigación detallada, solo basta mencionar la denuncia del Ing. Alan Bojanic (comunicación personal, 1996) sobre la destrucción de cientos y miles de hectáreas de suelos agrícolas, con la producción de soya y otros productos. Otro caso emblemático, lo constituye la destrucción de los bosques naturales y de los suelos del Municipio de Coripata en los Yungas del Departamento de La Paz, con la intensificación de la producción de la coca, en base al paquete de la “revolución verde” con la aplicación de dosis crecientes del fertilizante sintético Urea y del plaguicida químico Tamarón; el resultado ha sido una “autoerradicación”, por parte de los propios productores, y lo que actualmente se observa son áreas degradadas de antiguos cocales en wachus derruidos, laderas erosionadas con cárcavas, y una población que no tiene agua ni para satisfacer sus necesidades básicas. El paisaje y clima húmedo y caluroso de los Yungas tropicales, ha cambiado a un clima y a un paisaje semidesértico. (Chilon, E. 2017). La revolución verde, tiene un enfoque economicista que se basa en la generación de ingresos sin respetar las condiciones ambientales, es decir propone una explotación de los recursos como el suelo y el agua, en desmedro de los ecosistemas productivos. El uso de fertilizantes a gran escala es desconocimiento a los procesos físicos, químicos y biológicos que se dan en los suelos, donde existe millones de microorganismos que se encargan de descomponer la materia orgánica a formas disponibles para las plantas.

En el suelo agrícola ocurren procesos metabólicos que son interrumpidos por el uso inadecuado de los fertilizantes que produce desequilibrios nutricionales en las plantas haciéndolas susceptibles a plagas y enfermedades, para lo cual los expertos tecnólogos lo tratan de solucionar con fungicidas e insecticidas. Por otro lado, el uso de plaguicidas (venenos) en la producción agrícola provoca desordenes en la población de insectos y otros, ya que su función es eliminar a cualquier animal sin importar que este sea benéfico o plaga. Así también, la necesidad de tener grandes extensiones de cultivo propone la habilitación de nuevas tierras en muchos casos áreas de bosque, que no tiene las características de un suelo agrícola, adecuándolos para el cultivo intensivo de especies industriales, que luego de un corto tiempo queda totalmente erosionado por el uso indiscriminado de los agroquímicos, perdiéndose importantes superficies que cumplían otro rol. Entonces, aquí surge un gran debate sobre las ventajas de los monocultivos en grandes extensiones y la diversidad de cultivos en pequeñas superficies, como medir las externalidades de la producción convencional, realmente si se toma en cuenta el daño a los ecosistemas, cuál sería el valor real de la producción de los cultivos como la soya y otros. Por lo tanto, está muy claro que los efectos de la revolución verde son muy negativos sobre los ecosistemas agrícolas, dejando daños irreparables en los suelos como en la biodiversidad de dichos ecosistemas. EFECTO DE LOS PLAGUICIDAS SOBRE LA SALUD DE PRODUCTORES Y CONSUMIDORES La invención de los insecticidas sintéticos fue una forma cómoda y aparentemente eficaz de controlar las plagas que surgieron con este modelo agrícola. Pero éstos atacan las consecuencias del problema —la plaga— y no la causa del mismo. Con la utilización de los agrotóxicos se acabaron las plagas y también sus enemigos naturales. El problema es que muchas plagas desarrollaron mutaciones genéticas, lo que les garantizó su resurgimiento, esta vez aniquilador debido a la muerte de sus enemigos naturales, causando daños a la

agricultura y probando la ineficacia de gran parte de estos agrotóxicos. Además, ya son varios los estudios sobre la repercusión de estos productos sobre la salud humana, ya sea por contacto directo o por ingestión. En 1962, Rachel Carson en su polémico libro Silent spring presentaba datos alarmantes sobre la contaminación de los alimentos por pesticidas. (Ceccon E. 2008). Se ha acumulado suficiente evidencia de los riesgos que conlleva el uso excesivo e indiscriminado de los plaguicidas para la salud y el ambiente, riesgos que además comprometen la sostenibilidad de los sistemas agrícolas, por lo que corresponde políticamente a los gobiernos, su uso racional, aplicar medidas de mitigación ante los efectos causados a la salud y el medio ambiente y encontrar alternativas para su control. (Suarez, S. 2014). Los plaguicidas son sustancias químicas o mezclas de las mismas usadas para prevenir, destruir, repeler o mitigar las plagas. Son sustancias tóxicas, por lo que pueden provocar efectos nocivos cuando penetran en el organismo y, como tales, dependen de la dosis y el tiempo de su aplicación. La utilización de estos productos y su almacenamiento sin el debido control está provocando severos trastornos en la salud de los productores y sus familias, principalmente, a nivel de la reproducción. El aumento de los riesgos durante la aplicación de plaguicidas a menudo resulta de falta de información, conocimiento, conciencia, y la pobre supervisión durante su aplicación y venta de productos altamente tóxicos en el mercado. (Riccioppo, R. 2011). El Médico-Agrónomo francés André Voisin (1964), pionero de la ecología médica, sobre bases científicas rigurosas, estableció la relación de la fertilización química del suelo, la producción de hierba, el consumo de forraje por los vacunos y el cáncer en humanos como resultado final de esta cadena. En una síntesis magistral expresó “el animal y el hombre son la fotografía bioquímica del suelo” (Chilon, E. 2017).

El manejo no técnico de plaguicidas es una seria causa para la contaminación que hoy sufre toda la tierra y la gran mayoría de seres humanos, animales y peces, que al ser analizados

su vestimenta, piel, tejido adiposo, sangre, siempre demuestran huellas de químicos dejados por la mala utilización de personas que ignoran en parte o por completo el potencial para causar daños de productos como: NUVAN, DIFONATHE, SANDOFAN, BRAVO, TEMIK, CAPTAN, FONGARIT, DIURON, ROUNDUP, BAILETON, DECÍS, TOTRIL, MIRAGE, MITAC, FURADAN. Merece especial atención el Furadán Forte, ya que en nuestro medio en los últimos meses en los almacenes agropecuarios existe una enorme demanda de este producto por los campesinos sembradores de papa, sin ningún control, mientras los peligros que se advierte son: envenenamiento por vía oral. Se absorbe por inhalación, por polvo y fumigación, y cutánea. Los efectos que advierten los ecologistas de la zona son: inhibe la acetil colinesterasa, aunque en forma reversible, se ha detectado con facilidad en hortalizas de hojas comestibles; afecta crónicamente al sistema reproductivo, con serios efectos mutagénicos; y es tóxico para pájaros, peces y vida silvestre, como también para invertebrados benéficos y es un peligroso contaminante de las aguas. (Tapia, R. 2005) La importación tanto que el uso de plaguicidas (insecticidas, herbicidas y fungicidas) en Bolivia incrementó entre 2005 y 2016 en 400% de 10 mil toneladas a más de 40 mil toneladas importadas anualmente en promedio. (Cervantes, 2014). Entre 2013 y 2017, la importación de plaguicidas alcanzó los 1.136 millones de dólares por la compra de 212 mil toneladas, siendo el pico más alto el 2014 con 242 millones de dólares; entre 2016 y 2017 la importación se incrementó en un 24% alcanzando el valor de 241 millones de dólares. (IBCE, 2017). Estudios científicos realizados en Omereque y Rio Chico demostraron la presencia de residuos de plaguicidas organosfosforados (clorpirifos, dimetoato, metilparation, malation) en tomates encima de los límites permisibles. Lo más preocupante fue la presencia de metilparation que se encontró en más del 60% de las muestras contenían una concentración mayor al límite máximo permitido (0,2mg/kg). Este plaguicida es extremadamente peligroso según la OMS (afecta al sistema nervio central), por inhalación los efectos respiratorios son hemorragia y escurrimiento nasal, en contacto con la piel causa sudores y

contracciones involuntarias, el envenenamiento agudo afecta al sistema nervioso central. (PLAGBOL, 2012) En estudios realizados en el hospital “Los Andes” El Alto en 112 madres de 30 años en promedio, en la última semana de gestación se encontraron residuos de plaguicidas organoclorados en la leche materna, 62 muestras dieron positivas y 5 muestras se encontraban al límite de máximo permitido 9,2 ppm. (Ávila y Gemio 2011) La revolución verde, no solo afecta a los pequeños agricultores, no solo produce daños irreversibles en los ecosistemas, también nos produce daños en la salud a consumidores como a los productores por el inadecuado uso principalmente de los plaguicidas que están contaminando los alimentos que luego van a parar a nuestras mesas. Ya existe muchos estudios sobre los efectos negativos de los plaguicidas sobre la salud, el aumento de enfermedades de cáncer a consecuencia del consumo de productos con alto contenido de plaguicidas en su proceso de producción. Sin embargo, poco o nada hacen los gobiernos por controlar dichos problemas, existen instancias que deberían velar por la inocuidad de los alimentos, que no están cumpliendo su rol a cabalidad. Es más, existe plaguicidas prohibidos en todas partes del mundo que todavía son utilizados en nuestro contexto. La revolución verde promocionó el uso de estos agroquímicos, sin embargo, no midió las consecuencias del uso inadecuado de los mismos. Lo peor es que todos estos productos están en el mercado y no existe políticas públicas que capaciten en el uso adecuado por parte de los productores, para al menos reducir los problemas analizados. Por lo tanto, una vez más las evidencias demostradas nos hacen afirmar que los productos de la revolución verde causan efectos nocivos para la salud de los productores como consumidores y es una pena que no se avizoré mejores días, por parte de los gobernantes para que puedan poner sus buenos oficios en este rubro.

CONCLUSIONES La revolución verde tuvo sus efectos benéficos en el contexto en que se implementó, mejorando la disponibilidad de alimentos con el aumento en los rendimientos de los diferentes cultivos. La revolución verde como tecnología moderna nos ha llevado a la generación de importantes daños en los ecosistemas agrícolas, así como daños sociales y culturales, es más hizo que se pierdan las practicas ancestrales. La revolución verde incursionó en un campo ajeno a sus objetivos capitalistas, tratando de imponer una agricultura reducida al uso de un paquete tecnológico, sin tomar en cuenta el contexto en el cual vivimos. La revolución verde promocionó el uso de los plaguicidas como una solución al control de plagas y enfermedades, sin tomar en cuenta el estado de nutrición de las plantas. Ahora el uso indiscriminado de los venenos se constituye en un problema serio para la salud. Sin embargo, existe una alternativa a la producción convencional que promueve la revolución verde que crea dependencia al uso de insumos de producción. La promoción de la agroecología es una propuesta que poco a poco va tomando importancia, como una alternativa de producción sostenible proponiendo la producción de alimentos sanos y nutritivos, propiciando la diversidad de productos y principalmente evitando el uso de los agroquímicos que se demostró que no se adecuan a nuestro contexto. Finalmente, es importante trabajar en la información sobre los daños en todos los ámbitos que se produce con el uso indiscriminado de los agroquímicos, para tomar conciencia y reducir gradualmente el uso de los mismos.

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