La Ratita Marita y El Concierto de Rock.

Ratita Marita estaba haciendo un dibujo mientras escuchaba la radio. De repente el locutor gritó con voz de último minut

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Ratita Marita estaba haciendo un dibujo mientras escuchaba la radio. De repente el locutor gritó con voz de último minuto: - ¡Extra, extra, extra! ¡El conjunto de rock Los Guarenes Dorados presentará el día de hoy un concierto en el Estadio Parmesano!¡Compren sus entradas o se quedarán con las ganas! Marita apretó sus manos delgadas con mermelada.

¡Los Guarenes Dorados! ¡Eran tan bonitas sus canciones! Marita se puso a cantar bien fuerte mientras movía la cabeza como plumero: - Uhú…,uhú…, No me corten la chasquilla Uhá…, uhá… corre corre que te pilla Uhá…, Uhá…, quá bonita chiquilla

- ¿Por qué gritas Marita? - Pregunto la abuela Pericona tocando la puerta. - ¡Estoy cantando! -respondió Marita mientras abría. - ¿Eso era un canto? - Preguntó la abuela. - ¡Sí uno de los mejores rocks de Los Guarenes Dorados! - ¡Seria tan feliz si pudiera ir al concierto que dan hoy! - Exclamo con voz de ratita buena. - Si te gusta tanto la música te puedo cantar un bolero- dijo la abuela. Se puso dos pares de anteojos y tomó aire.

- ¡No, yo quiero ir al Estadio Parmesano a ver a Los Guarenes Dorados! -insistió Marita con la boca redonda. En ese momento sonó el timbre. Marita fue a abrir la puerta. Era el ratón Ramón peinando el agua. - Hola, dijo Marita. - Vengo a hablar algo importante con tu abuela -dijo Ramón. - Abuelaaaaa… -grito Marita-, quieren hablar contigo algo importanteeee. La abuela llegó corriendo porque le encantaban los recados importantes.

- Vengo a invitar a Marita al concierto de rock de los Guarenes Dorados- dijo Ramon - ¿No prefieren que yo les cante un bolero? – ofreció la abuela Pericona, y tomo aire. Ratita Marita se miró una uña y el ratón Ramon miró él techo. Una nube se asomó a la ventana. Un pájaro dejo de volar. El viento brincos.

detuvo sus

La vecina se puso a planchar. - Bueno, pero que Marita lleve un chaleco- dijo al fin la abuela

Marita dio un salto de felicidad. Y de tan feliz se equivocó: le dio un beso al ratón Ramon en lugar de dárselo a la abuela; y el ratón se confundió tanto que le dio las gracias a Marita en vez de dársela a la abuela Pericona

Cuando llegaron al Estadio Parmesano se sentaron en las graderías a esperar. Mientras esperaban, Ramón le dio un chocolate a Marita y ella se lo comió de a poco, para que le durara más. Y como Ramon la estaba mirando, ella partió el pedacito del pedacito que le quedaba y se lo pasó.

De repente el estadio se llenó de humo azul y se escuchó una guitarra eléctrica. Todos se pusieron de pies chillando y aparecieron de un salto Los Guarenes Dorados vestidos con jardineras amarillas y pelucas verdes. - Uhú, uhú tienes flacas las canillas Ahá, ahá, dame un té de manzanilla Uhú, uhú, quién tocó la campanilla Ahá, ahá, que me duele la rodilla. Marita y Ramón cantaban y bailan moviendo la cabeza de arriba abajo y de un lado al otro.

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- ¿Están contentos? -grito el guarén guitarrista. - ¡Siiii! -chilló el público. - ¿Muy contentos? -gritó el guarén baterista. - ¡Siiiii! - ¿Alguien quiere venir a cantar? - Gritó el guarén solista. - ¡YOOOO! -grito una voz. Marita dio un brinco. El ratón Ramón también.

Un reflector dio vueltas por el estadio y se detuvo en una ratona que tenia puesto tres pares de anteojos y agitaba las manos. La batería sonó PUM PUM CRASHHHH cuando Pericona subió al escenario e hizo una reverencia con los brazos abiertos como avión. - ¡BRAVOOOO! -chilló el público. Marita y Ramón también chillaron.

El guarén solista tomó el micrófono y gritó: - ¡Ella cantará nuestro último existo: ¡La mantequilla me produce cosquillas! - No, mijito, yo voy a cantar un bolero – dijo la abuela Pericona y le quitó el micrófono. Como el guarén solista no supo qué decir, sonrió

La abuela sopló el micrófono, dijo “probando…probando…” abrió la boca, tomo aire y con un vozarrón que sobresalto a Los Guarenes Dorados, comenzó a cantar la historia de dos enamorados que bajo un cerezo se dieron muchos besos con sabor a queso.

El público estaba con la boca abierta. Marita y Ramon también. Los Guarenes Dorados también. La abuela les hizo un gesto para que tocaran. Los músicos cerraron la boca, la guitarra hizo clink, el bajo hizo plong, loa batería hizo crash y el grupo comenzó a sonar con ritmo de bolero rockero. El escenario se llenó de humo de colores.

La abuela, con una mano en el corazón y voz de ópera, cantaba que finalmente el cerezo preso por el peso de tanto beso se transformo en estatua de yeso y lo enamorados quedaron con cara de lesos. El estadio chilló y aplaudió de pie. Marita y Ramón también.

La abuela hizo otra referencia, se acercó al guarén solista, le dijo “es tu turno, mijito”, y bajo del escenario en busca de su nieta y de Ramón. - ¿Les gustó? -pregunto Pericona cuando se sentó junto a ellos. - Sí -respondió Marita - Sí -dijo el ratón Ramón - A mí también -dijo la abuela. Y se quedaron a escuchar el resto del concierto.