La Prudencia

La prudencia, una de las cuatro virtudes cardinales, (Las otras son: Justicia, Fortaleza y Templanza) consiste en discer

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La prudencia, una de las cuatro virtudes cardinales, (Las otras son: Justicia, Fortaleza y Templanza) consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o es malo, para así poder actuar con sensatez y eficacia, siguiendo o huyendo de ello. Es la virtud que dispone a la razón para que comprenda y practique en toda circunstancia el verdadero bien y así sepa elegir los medios rectos para realizarlo. La prudencia es: Sensatez, cautela, moderación, buen juicio, cordura, reflexión, sabiduría, madurez, discernimiento, seriedad, formalidad, discreción, mesura, ponderación, compostura, templanza, parquedad, contención, freno, tacto, cautela, precaución, cuidado, equilibrio, aplomo, ecuanimidad, entereza, serenidad, tranquilidad, etc. La prudencia fomentando la paciencia y la tolerancia, facilita la precaución y evita los actos inconscientes, irreflexivos, impetuosos, irreversibles e innecesarios de una valentía mal interpretada. La imprudencia es: Grosería, descaro, insolencia, indiscreción, insensatez, ligereza, frivolidad, descuido, irreflexión, temeridad, osadía, etc. 10 Ocasiones para practicar la virtud de la prudencia: 1. Cuando a los hijos desde muy pequeños se les enseña con el ejemplo y naturalidad la virtud de la prudencia, y a distinguir a medida que van madurando, lo que es prudente e imprudente y las consecuencias que conlleva el no tenerlo en cuenta. 2. Cuando actuamos prudentemente en temas materiales o espirituales con la familia, los amigos o la sociedad. 3. Cuando damos un buen ejemplo a los hijos de nuestra prudencia en la forma de vida familiar, profesional y social. 4. Cuando es necesario dar consejo y calificar a las personas que han actuado, actúan o van a actuar mal, consigo mismo, con la familia, los amigos o la sociedad.

5. Cuando pensamos bien, con conocimiento y tranquilidad, ente situaciones difíciles, para evitar problemas en circunstancias previstas o imprevistas. 6. Cuando por prudencia evitamos rompimientos, riñas, peleas, guerras o rencores entre la familia, amigos o sociedad. 7. Cuando sabemos callar para evitar a otros causarles un mal o un dolor profundo por no haber guardado o suprimido el rencor. 8. Cuando se demuestra la capacidad de elegir el mejor camino y emprenderlo, haciendo a un lado aquellas trayectorias que implican un mal o un daño. 9. Cuando se intenta aprender y practicar la virtud de la prudencia en todas las oportunidades posibles, dentro de la familia, de la escuela y en la sociedad. 10. Cuando se piensa bien antes de emprender una acción, cuales son los medios que se tienen para realizarla del mejor modo para que tenga éxito. La prudencia guía el juicio y las actuaciones de la conciencia, para poder aplicar sin errores, la conducta de las personas y sus principios morales. Es muy importante superar las dudas sobre el bien que se debe hacer y el mal que se debe evitar, eligiendo prudentemente y con gran discernimiento los medios justos para actuar. Lo bueno, lo malo, lo verdadero y lo falso, no son productos de opiniones democráticamente acordadas por muchas decisiones políticas que los amparen. La prudencia es como una luz para nuestro entendimiento, puesto que nos ayuda a fijar nuestros objetivos y a elegir los medios adecuados para conseguirlos. Nos permite pensar a la hora de fijar nuestros objetivos, al elegir los medios adecuados para lograrlos, al valorar los acontecimientos, al evaluar o calificar a las personas, al examinar los triunfos, los fracasos y los problemas, al calificar y no despreciar los consejos, al intentar distinguir

serenamente lo mejor y la parte positiva de las personas, cosas y situaciones que nos rodeen. La prudencia no es exclusivamente yo, mi, me, conmigo y la ley del mínimo esfuerzo, junto a la libertad sin responsabilidad. Es el tú y los demás, aunque conlleve en algunos casos una ética dolorosa, a la hora de pensar, razonar y discernir los asuntos cotidianos. La prudencia no es cobardía, la mayoría de las veces es un signo de inteligencia que a algunos les puede parecer demasiada exigencia de análisis ante las situaciones. La persona prudente y bien formada no tiene que aparentar ante otros el ser vergonzoso, apocado, desidioso, dejado, tímido, temeroso, indeciso o pusilánime, tiene que ser él mismo y obrar en consecuencia. Los padres deben inculcar a sus hijos, desde el principio de sus vidas, la virtud de la prudencia. En primer lugar deben hacerlo con el ejemplo en su forma de hablar y actuar, explicándoles lo que es la prudencia con hechos concretos y que estén al alcance de su entendimiento, según vayan creciendo para que se les vaya marcando su personalidad. El equilibrio en la práctica de la virtud de la prudencia debe estar entre el mejor deseo de educar a los hijos y el no privarles de las oportunidades de crecimiento. Intentando siempre el estar muy bien formado e informado en cada caso sobre lo que es prudente y lo que es imprudente. Los padres pueden utilizar situaciones familiares, los hechos que les rodean y las que propagan los medios de comunicación, para hacerles entender los que se han realizado con prudencia o imprudencia, así como las consecuencias, buenas o malas obtenidas, principalmente cuando se quieren dejar arrastrar imprudentemente por las malas enseñanzas con las que las sociedades permisivas les intentan convencer. Los padres tienen que ser muy prudentes en el cumplimiento de sus obligaciones irrenunciables, indiscutibles, innegociables e intransferibles de educar bien a sus hijos en la práctica de las virtudes y valores humanos, entre ellos el de la prudencia. La práctica continua de esta virtud les ayudará a

reflexionar y a medir con firmeza y valentía los riesgos de las decisiones que tienen que tomar, los hijos y los padres. 10 Actitudes que saben hacer las personas prudentes: 1.

Comer con buenas formas y sin glotonería.

2. Desconfiar de las “maravillosas oportunidades” que ofrecen fáciles ganancias. No hay atajo sin trabajo. 3.

Evitar los lugares peligrosos y a los amigos tóxicos.

4.

Gastar en lo necesario sin hacer ostentaciones.

5. Informarse lo mejor posible y pensar mucho, antes de tomar una decisión trascendental. 6.

No hacer ostentación de los bienes, sean propio o ajenos.

7. Obedecer las leyes para evitar los castigos y hacer más agradable la convivencia con los demás. 8.

Pedir consejo a los que tienen conocimientos y experiencia.

9.

Ser comedidos en el hablar y al escuchar.

10. Vestirse con moderación. La prudencia con sensatez disminuye las posibilidades de tener miedo a lo oculto o imprevisto, pero no elimina las actitudes razonables de reto y riesgo. Aumenta los motivos para tener precaución, al recomendar tomar acciones basadas en nuestras propias capacidades y posibilidades. La prudencia sirve para calificar y en su caso corregir fraternalmente con moderación, sensatez y discreción los errores del prójimo, para dar consejos a los familiares y amigos y para facilitar solamente la información que sea menester, sin indiscreciones o abusos.

24 Sentencias sobre la práctica de la prudencia: 1. El hombre prudente pasa por alto la ofensa, el necio muestra en seguida su enojo. 2.

El hombre que alcanza la prudencia vale su peso en oro.

3. El número de locos es tan grande, que la prudencia obliga a tener que aceptarlos. 4.

Es preferible una silenciosa prudencia a una tonta locuacidad.

5. Gran parte de la prudencia consiste en preguntar. El que pregunta no suele equivocarse. 6.

La persona prudente mira bien lo que promete.

7.

La prudencia acompaña a la vejez, la temeridad a la juventud

8. La prudencia acompaña al hombre sabio y lo hace sentirse satisfecho de los frutos de sus decisiones y de sus actos. 9. La prudencia como los bienes están sujetos a la voluntad propia y a la suerte. 10. La prudencia es la fuerza de los débiles. 11. La prudencia es uno de los pilares en el que se asientan muchas virtudes. 12. La prudencia evita poner todos los huevos en el mismo cesto. 13. La prudencia guarda en seguridad la vida y puede hacerla dichosa. 14. La prudencia hace aprender de los fracasos para no tropezar dos veces en la misma piedra. 15. La prudencia no produce canas, las evita.

16. La prudencia no se produce ni se comunica por la blancura de los cabellos, aunque sí madura con la experiencia. 17. La prudencia si no se practica frecuentemente, suele faltar cuando más se la necesita. 18. La prudencia y la moderación pueden y hacen corregir muchas cosas. 19. Los prudentes disimulan los insultos, los imprudentes se enfurecen. 20. Mezcla a tu prudencia un gramo de locura y tendrás la actitud correcta. 21. Prudencia es saber distinguir las cosas deseables de las que conviene evitar. 22. Prudente padre es quien conoce a su hijo. 23. Ser prudente y paciente, lleva mucho tiempo para acostumbrarse. 24. Una mente imprudente y desocupada es tierra abonada para meterse en problemas. La prudencia es indispensable a la hora de analizar con tranquilidad y serenidad todas las esquinas y entresijos de los negocios actuales y los que nos propongan. La imprudencia en los negocios suele ser una temeridad u osadía, y el camino irreversible hacia la quiebra o al fracaso.