La Promesa de Finnegan

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alder Finnegan entró al bar cargado de humo y miró alrededor. Nunca cambiaba, pensó. Había estado fuera del bar durante casi seis años. Sus ojos deambularon por la multitud de gente bebiendo y riendo. Algunas caras habían cambiado en el pequeño bar irlandés pero el ambiente era esencialmente el mismo. Era un gran salón con unas cincuenta mesas y diez cabinas alineadas como pequeños soldados. El pequeño escenario, usado para música tradicional irlandesa se veía como si necesitara algunas reparaciones. Fin se preguntó si a su 1 pa le importaría si hacía algunas mejoras aquí y allá mientras estaba por allí. La única cosa que todavía estaba perfecta en el bar era la larga barra caoba. Oh y el delicioso camarero detrás de ella. Yum, ¿quién era? Pa seguro que no había contratado a nadie que se viera tan bien la última vez que estuvo allí. Fin decidió tomar asiento en la esquina de atrás del bar e investigar el terreno.

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El bar estaba atestado con veinte o treinta—y—algo clientes. Cuando estaba creciendo parecía que el bar era frecuentado por trabajadores del puerto y otro tipo de obreros, la mayoría bastante mayores. Por entonces, el mayor tráfico del bar venía justo después de las cinco cuando los trabajadores salían del trabajo. Paraban en Finnegan‟s para una cerveza o dos antes de ir a casa con sus familias. Ocasionalmente, algunos hombres llevaban a sus esposas o novias al bar los viernes o sábados por la (1) En el original dice da que es una manera de decir dad (papá) pero abreviada.

noche para escuchar música, pero eso era todo. Esta clientela era completamente diferente de la que solía ser. Ahora Finnegan‟s tenía una gran gama de clientes. De todo, desde chicos universitarios hasta tipos con traje. Fin sacudió la cabeza. ¿Qué infiernos estaba pasando en ese pequeño y perezoso bar que su pa había escogido por encima de él y de su madre? Fin sintió que volvía su enfado con el recuerdo de su madre. Empujó los recuerdos lejos y se concentró en el camarero. Dios, era asombroso. De pie quizá medía unos seis pies 2 de altura, con oscuro cabello negro y brillantes ojos azules. Su cuerpo era delgado pero con músculos en sus brazos y cuello. Fin se preguntó cómo se vería su pecho. Maldición, ahora se estaba poniendo duro. Ese definitivamente no era el lugar adecuado para sentir lujuria por un hombre. Podría arruinar completamente su carrera si alguien lo veía mirando fijamente al Sr. Magnífico con una dura polla en sus jeans. Para ayudar a esconder su identidad, Fin llevaba una gorra de béisbol con su cabello negro rizado a la altura de los hombros metido dentro. Continuó observando al camarero entreteniendo a la multitud. Hacía bromas y reía con las historias de la gente que lo rodeaba. Parecía ser la atracción principal del bar. Fin le vio hacer algunos trucos con botellas de licor mientras llenaba los pedidos. Se veía absolutamente asombroso.

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La pequeña banda de músicos empezó a tocar de nuevo pero los ojos de Fin permanecieron en el camarero. Dios, no podía hacer lo que deseaba. Sería el hazmerreír del fútbol profesional si alguien descubría que prefería a los jugadores por encima de las animadoras. Fin miró alrededor para asegurarse de que nadie miraba y golpeó su (2) seis pies equivale a 1,82 cm.

desenfrenada polla. Tenía que mantener el control. Miró hacia la barra y notó un par de ojos azules brillantes mirando directamente hacia él. La boca de Fin se secó y sus palmas empezaron a sudar. Rápidamente apartó su mirada hacia los músicos en el escenario. Cuando volvió a mirar el tío bueno detrás de la barra estaba ocupado haciendo otro de sus trucos con la botella. Los clientes empezaron a corear. —Mick… Mick… Mick… Mick. Fin miró alrededor. ¿Quién infiernos era Mick? Vio al camarero saltar en la barra y hacer una reverencia. De modo que ese era el nombre del Sr. Magnífico. —¡Canta para nosotros, Mick! —gritó alguien de la multitud. El resto de clientes se sumaron, aplaudiendo y silbando. Les dio a la gente una hermosa sonrisa con hoyuelos entonces se giró y miró directamente a Fin. Sus ojos se sintieron como una caricia en la piel de Fin. Mick bajó de la barra de un salto y se dirigió al escenario. Habló bajo con los músicos y empezó a cantar la balada Irlandesa, “The Banks of Lee”.3 La mandíbula de Fin cayó abierta. El hombre tenía una voz que pondría celoso a un tenor irlandés. Las notas eran tan perfectas que tocaron su alma. Captó la mirada de Mick buscándolo durante varios puntos de la balada. Mick acabó la canción e hizo una rápida reverencia antes de volver a la barra para reanudar sus obligaciones. La multitud todavía estaba animando cuando Mick volvió a mezclar bebidas.

5 (3) Es una canción tradicional irlandesa.

Con su polla finalmente bajo control Fin se acercó a la barra. Se inclinó al final observando a Mick, esperando su turno. Finalmente, Mick se giró y Fin fue visto. Caminó hacia Fin y secó la barra delante de él con un trapo. —¿Qué puedo hacer por ti, amigo? Fin no se atrevió a decir lo que estaba pensando. — Constrúyeme una Guinness de barril por favor. —Mick asintió lentamente y sonrió. Fin casi gimió. Quería poner su lengua en esos perfectos hoyuelos. Mick de cerca se veía mayor. Fin supuso que tendría alrededor de treinta años. —Una Guinness en camino. —Mick se giró lentamente pero con habilidad le sirvió la Guinness a Fin. Se hacía referencia a construir una Guinness porque el nitrógeno añadido causaba que la Guinness hiciera tanta espuma que un camarero se tomaba su tiempo mientras sacaba la oscura cerveza del barril, añadiendo capa sobre capa hasta que el vaso estaba lleno con la cantidad justa de espuma. Cuando acabó le pasó la bebida a Fin—. No mucha gente la pide así. Los clientes de hoy en día quieren cerveza mejicana. —Mick sacudió la cabeza—. No entiendo por qué vienen a un bar Irlandés para beber cerveza mejicana. — Volvió a secar la barra una vez más y sonrió. Fin sacó su cartera de sus pantalones y puso un billete de diez en la barra. —Ellos vienen por ti. Eres el mejor camarero que he visto nunca. El mejor cantante también. —Cuando Mick intentó darle el cambio, Fin extendió la mano—. No. Quédate el cambio.

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Le ofreció la mano a Mick. —Soy Calder Finnegan. Mi pa probablemente te dijo que me pidió venir a Boston durante el receso de la temporada de modo que él pudiera hacer su viaje a Irlanda.

Los ojos de Mick parecieron perder algo de su brillo. Se restregó las manos en sus jeans desteñidos y estrechó la mano de Fin. —Encantado de conocerte finalmente, Calder. Soy Dominic “Mick” Sullivan. —Te dejaré volver con tus clientes. Voy a beberme esto e iré con pa, pero volveré antes de que se abra mañana, y… por favor llámame Fin. —Con el asentimiento de Mick Fin volvió a su mesa y se bebió su Guinness. Cuando acabó se despidió de Mick con la mano al salir.

Mick miró cómo se iba Fin. —Maldición. —Sacudió la cabeza. Cómo no había reconocido a la estrella de fútbol que estaba frente a él. ¿Cómo iba a trabajar al lado de Calder Finnegan, sabiendo que nunca podría tocar a la estrella de futbol americano? Sean no le había dicho que Fin iba a tomar su puesto cuando él se fuera a Irlanda. Necesitaba llamar a Sean antes de que su avión saliera por la mañana. Mick miró el reloj. Once y media. Mick se preguntó si Sean todavía estaría haciendo las maletas. Descolgó el teléfono del bar y marcó el número de Sean mientras llenaba bebidas. Sean contestó al tercer tono. —¿Hola?

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—Hola, Sean, soy Mick. Espero no haberte despertado. —Mick le pasó a la camarera el último pedido—. Acabo de conocer a Fin. Pasó de camino a tu casa. ¿Por qué no me dijiste que iba a ayudar mientras estás fuera?

—No te lo dije porque no estaba seguro de que realmente viniera. Como sabes no tenemos la mejor relación desde que murió su madre. Lo llamé hace un mes. Supongo que le tomó hasta el último minuto decidirse, pero estoy contento de que lo hiciera. De otro modo estarías trabajando trece horas al día el próximo mes. Mick suspiró. Sabía que Sean tenía razón, necesitaría ayuda. Solamente no estaba seguro de que Fin fuera el tipo de persona que necesitaba. —Cuando llegue dile que lo siento que no lo reconocí. Dile que lo encontraré debajo de las escaleras mañana a las diez de la mañana. —Mick llenó más pedidos de bebida y dio el cambio—. ¿A qué hora sale tu vuelo, Sean? —A las ocho de la mañana y si Fin está aquí no hay necesidad de que me lleves. —Sean pareció pensar un minuto—. ¿Mick? Por favor no le hables a Fin sobre el cáncer. Encontraré la manera de decírselo cuando vuelva. Mick dejó lo que estaba haciendo y se pasó las manos por el corto cabello negro. —No entiendo por qué no se lo has dicho, Sean. Lo has sabido durante dos meses. ¿Por qué vas a perder un mes en Irlanda cuando puedes pasarlo con Fin? —Eso es asunto mío, no tuyo. Estoy haciendo esto por una razón y no es sólo huir como pareces pensar. Los doctores dijeron que tengo seis meses antes de empezar a enfermar realmente y hay algunas cosas que tengo que llevar a cabo antes de irme. ¿Ahora podemos dejarlo así un tiempo?

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Mick tragó alrededor del nudo en su garganta. Quería a Sean como al padre que nunca tuvo. —Ok. Confiaré en ti en esto. No tienes que preocuparte. No le diré a Fin nada mientras estés fuera.

—Gracias Mick. Te veré en un mes. ¿Hay algo que pueda traer para ti? —Sólo tú, viejo. Sólo asegúrate de volver. —Adiós, Mick. Cuida de Fin. No parece ser un hombre muy feliz a pesar de su fama y fortuna. —Adiós. Que tengas un buen viaje. Mick colgó el teléfono y tuvo que ir a la esquina de la barra para secarse los ojos. No entendía qué pensaba Sean, pero Sean siempre parecía tener un plan. Mick tendría que confiar en que realmente sabía lo que estaba haciendo ahora.

Fin llamó a la puerta principal de color café rojizo donde había crecido. Sólo había vuelto a Boston un par de veces desde la muerte de su madre seis años atrás, y no estaba seguro de poder vivir en esa casa durante el próximo mes. La puerta principal se abrió y Fin apenas reconoció al hombre mayor frente a él. Su pa había envejecido mucho en esos últimos años. —Hola, Pa. Sean Finnegan atrajo a su único hijo a un caluroso abrazo. —Estoy tan feliz de que decidieras venir a casa, Calder. —Sean se apartó en la entrada y dejó que Fin entrara en la casa. Cargando una gran maleta, Fin entró al salón seguido de Sean.

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Fin miró alrededor del salón. —Todo se ve exactamente igual. —Fin se giró hacia su pa con una pregunta en sus ojos—. ¿Por qué todo se ve exactamente

igual, Pa? No has cambiado nada desde el día en que mamá murió. Ni siquiera la cesta de ganchillo junto a la silla. Sean miró alrededor de la habitación como si lo estuviera viendo por primera vez en mucho tiempo. Se encogió de hombros y se sentó en su silla. —¿Por qué tendría? Tu madre trabajó duro para hacer de su casa un hogar. Fin tragó y apartó la mirada. —No quiero discutir contigo esta noche, Pa. —Fin se sentó en el sofá azul floral a la derecha de su pa—. He pasado por el bar esta noche de camino. Estaba un poco extraño. El bar es tan diferente y todo es lo mismo. Las mismas mesas y cabinas, la misma decoración, la misma barra, todo se ve justo como siempre excepto los clientes. ¿Cuándo Finnegan‟s se convirtió en un lugar cálido para chicos universitarios y jóvenes profesionales de Boston? Sean sonrió. Estaba muy orgulloso de su bar, siempre lo había estado. —Empezó a cambiar el día que contraté a Mick Sullivan. Tiene el tipo de personalidad que reúne gente. Le vendí el apartamento encima del bar hace tres años. Fin estaba sorprendido. —¿Le vendiste el apartamento? ¿Pensé que ese descuidado lugar sólo era alquilado? ¿Cómo pudiste vender el piso de arriba del edificio?

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Sean sonrió y se encogió de hombros de nuevo. —Era la única manera de que viviera allí. Me estaba volviendo demasiado viejo para hacer el mantenimiento requerido y estaba cansado de gente marchándose y debiéndome el alquiler. De modo que hablé con Mick sobre ello y dijo que lo compraría mientras también le vendiera el diez por ciento del bar. —Ante la cara de sorpresa de Fin, Sean

continuó—. No parece preocuparse sobre la toma de decisiones del bar o de los beneficios que se ganan con él. Lo que quería era seguridad laboral durante el tiempo que viviera allí. De modo que… dime ¿Qué piensas de él? — Sean señaló la gorra de béisbol todavía en la cabeza de Fin—. Por cierto, bonita gorra. Fin se sacó la gorra. Sus rizos negros cayeron hacia sus hombros. —Siento eso. Me la puse para entrar en el bar. Quería revisar las cosas sin que nadie me reconociera. — Dejó la gorra a su lado en el sofá—. Mick parece un… tipo bastante amable. No tuve la oportunidad de hablar con él demasiado tiempo pero construyó una buena Guinness. Sean asintió. —Sí, el hombre seguro que conoce su trabajo. Por cierto, llamó antes de que llegaras. Quería avisarme de que venías. Me dijo que se disculpaba por no haberte reconocido. Parece que tu gorra tuvo el efecto deseado. Mick dijo que te encontraras con él en el bar mañana a las diez de la mañana. —Sean se quitó una pelusa imaginaria de sus pantalones—. Estaba esperando que también pudieras llevarme al aeropuerto. Mi vuelo sale a las ocho pero debería estar allí sobre las seis y media. —Claro, te llevaré, Pa. ¿Tu primo Peter te recogerá en el Aeropuerto de Shannon? —Sí. Dejé su número junto al teléfono en caso de que necesites llamarme por algo. No estaremos allí todo el tiempo, planeamos hacer algún viaje por el país, pero como mínimo podemos llamar y revisar los mensajes.

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Fin bostezó. —Lo siento, tengo que ir a la cama si me voy a levantar y vestirme para las seis y llevarte al aeropuerto. —Fin se levantó y empezó a subir las escaleras, cargando su bolsa.

Sean lo llamó mientras llegaba a la puerta de su habitación. —Es bueno tenerte en casa, hijo.

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in dejó a su padre en el aeropuerto y condujo de vuelta a la casa. Vagó por el viejo lugar, perdido en sus recuerdos. Todavía podía ver a su madre haciendo ganchillo delante de la tele, esperando a que su pa volviera a casa. Evelyn Finnegan esperaba mucho a su pa. Sean siempre había puesto el bar primero en su lista de prioridades. Fin no pensaba que su pa hubiera visto alguno de sus partidos de fútbol. Aunque su madre sí. Ella siempre estaba en primera fila animándolo. Evelyn era el tipo de madre con la que cualquier niño soñaba. Todos los niños del vecindario optaban por venir a jugar a la casa de Fin porque su madre hacía una recién hornada de galletas para ellos. Ella era la que curaba sus rasguños y lo cuidaba cuando estaba enfermo. No era que su pa no pensara en él y su madre, simplemente nunca estaba alrededor. Fin creció viendo a su pa durante diez minutos al día. Sean se unía a su familia para desayunar antes de que Fin fuera a la escuela, pero eso era todo. Su pa tenía los domingos por la tarde libres porque el bar cerraba temprano pero se quedaba hasta tarde trabajando en las cuentas. Veía a su pa en las cenas de los lunes pero eso era sólo porque el bar estaba cerrado.

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Fin sacudió la cabeza. Tenía que dejar ir su humor melancólico. Decidió salir a correr antes de encontrarse con Mick. Fin subió rápidamente a cambiarse por su ropa de entrenamiento y bajó a la calle. Mientras corría sus acostumbradas diez millas su humor se aligeró. Después de una ducha rápida, se cambió de ropa, se dirigió al bar, sintiéndose mucho mejor.

Mick estaba reaprovisionando el bar cuando Fin entró. Mick se veía diferente esa mañana. Llevaba unas pequeñas gafas de montura metálica. A Fin le gustaba como le quedaban. De hecho, a Fin le gustaba todo del aspecto de él. Mick acabó de llenar el refrigerador de cerveza y se levantó para estrechar la mano de Fin. —Buenos días. Pensé en adelantar el inicio del día. —Mick sonrió y se encogió de hombros—. No podía dormir por lo que llevo un rato aquí abajo. —Mick se preparó un café y lo colocó en la barra—. ¿Puedo ofrecerte una taza de café esta mañana? —Me gustaría una taza, gracias. —Cuando Mick se giró para coger otra taza de café de la estantería, Fin no pudo evitar notar el culo fuertemente musculoso de Mick en los pantalones más suaves que había visto. Estaba perdido con la vista cuando finalmente se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Alzó la cabeza y vio a Mick mirándolo a través del espejo de detrás de la barra. Fin apartó sus ojos. Pudo sentir el sonrojo que subía hasta sus orejas. Mick se giró y colocó el café en la barra. —Entonces… ¿Cómo vamos a organizar nuestros turnos mientras Sean está en Irlanda? —Rodeó la barra y se sentó en el taburete justo al lado de Fin.

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Fin intentó no permitir que la cercanía de los muslos de Mick lo molestara. —Por qué no me dices cómo se organizaban tú y Pa y yo puedo seguir su turno. —Mick tomó un trago de su café y se lamió los labios. Fin casi gimió ante la vista.

—Normalmente Sean abría el bar y yo bajaba a trabajar sobre las tres o cuatro. Jeff, el cocinero, sólo trabaja la comida del mediodía y la multitud temprana de la tarde. Se va alrededor de las siete de modo que no se sirven cenas excepto por los acostumbrados munchies4 de la barra para la multitud de la noche. Tenemos tres camareras que trabajan en dos turnos. Sally debe llegar en cualquier momento y se va a las siete. Tiene una familia con la que tiene que estar por la tarde. Entonces están Lisa y Mel. Llegan sobre las seis y trabajan hasta que cerramos a las dos. Fin asintió. —Ok. ¿Entonces qué horas trabaja Pa normalmente? Mick se veía confundido. —¿Qué quieres decir? Sean normalmente está aquí desde que se abre el bar hasta que cerramos por la noche. Ahora era el turno de Fin de verse confundido. — ¿Todavía está trabajando dieciséis horas con setenta años? ¿Por qué? Mick colocó una mano en el hombro de Fin y apretó ligeramente. —No tiene nada en casa, Fin. Fin no sabía si estar enfadado con su pa o sentirlo por él. Rápidamente decidió no enfadarse. —Bien, no era nada diferente cuando tenía algo por lo que volver a casa. Este bar siempre ha sido su verdadera familia. —Fin se levantó y pasó alrededor de la barra, intentando sacar a su pa de la mente.

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Podía sentir los ojos de Mick en él. Finalmente, Mick se aclaró la garganta y se apartó de la barra. —Creo que hay algo que debes ver. Sígueme. (4) Tapas, picoteos (papas, pollo frito, cacahuetes, etc.)

Fin siguió a Mick hacia la oficina de su pa. Pasó por la puerta y paró. Las paredes estaban cubiertas de fotos suyas durante varios de sus partidos, de publicidad y portadas de revistas. Todo enmarcado tras un cristal. Fin se giró para mirar a Mick. Apuntó hacia las fotos en la pared. —¿Cuándo puso Pa todo esto? Mick lo miró y se encogió de hombros. —No lo sé. Las paredes han estado llenas de fotos tuyas desde que conozco a Sean. Fin miró las paredes. Sintió como si su pecho fuese a explotar en cualquier minuto. Sintió un aguijón en sus ojos y sabía que iba a llorar. Rápidamente se disculpó y entró en el lavabo. Fin corrió hacia el lavamanos y abrió el agua fría. Tomando respiraciones profundas, se salpicó agua fría por la cara. —¿Por qué, pa? Después de todos estos años… ¿por qué estás orgulloso de mí ahora? —Fin cerró el agua y se inclinó contra la pared. Se deslizó hasta que se sentó con su cara enterrada en sus manos. Sus rodillas se alzaron para sostener sus manos. No estaba llorando. Sólo parecía que no podía llevar suficiente aire a sus pulmones. Fin escuchó que se abría la puerta y sintió un cuerpo caliente deslizarse abajo a su lado. Fin sabía que era Mick pero no podía mirarlo. Mick no dijo nada, sólo se sentó con él. Después de un rato Mick finalmente habló. —Está muy orgulloso de ti, Fin. Por lo que he escuchado de los veteranos siempre lo ha estado. —Mick extendió una mano e hizo círculos en el muslo de Fin.

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Fin cerró sus ojos. Estaba atrapado entre recuerdos de su pa y el calor de las caricias del hombre sentado junto a ál. Fin se dio cuenta de que el toque suave de Mick debía

ayudarlo porque empezó a sentirse mejor. Giró su cabeza y la descansó en su brazo, mirando a Mick. —Gracias por decírmelo y por… bien, ya sabes. Mick levantó la mano del muslo de Fin y acarició su cabeza. —Tienes suerte, ¿sabes? Mi padre ni siquiera me quiso lo suficiente para quedarse después de mi cuarto cumpleaños. —Mick lo miró y se inclinó un poco más—. Sean quizá no te lo haya demostrado pero sé que ese hombre te quiere intensamente. Fin miró a Mick a los ojos y entonces apartó la mirada de nuevo. —Bueno… supongo que mejor deberíamos irnos. El bar debe ser abierto en cualquier momento y necesito conocer a Jeff y a Sally. —Fin se levantó y extendió la mano a Mick. Mick miró los ojos verdes oscuros de Fin y le permitió levantarlo. Estuvieron allí de pie mirándose el uno al otro por unos momentos. Finalmente Mick dejó ir el aire que estaba aguantando. —Vayamos a trabajar.

Eran casi las once y Fin se sentía agotado. Había ayudado a Mick detrás de la barra y a las camareras todo lo posible durante la pasada semana y media. Una cosa que podía hacer era encargarse de la freidora. La mayoría de los munchies de la noche eran preparados por las camareras. Nada elaborado, solo patatas fritas, nachos y jalapeños de pimiento rellenos de queso.

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Fin observó a Mick con creciente interés. Podría jurar que Mick había flirteado con él un par de veces durante los

últimos diez días. No era nada obvio, sólo miradas que duraban demasiado o toques que se sentían más íntimos que amistosos. Fin sacudió la cabeza. No sabía qué significaban pero sabía que su polla había estado dura durante las últimas horas. Incluso pilló a Mick mirar su entrepierna un par de veces. Quizá, sólo quizá, este mes iría mejor de lo que él pensaba. —Hey, Fin. ¡Despierta! —Mick lo llamó—. Necesito que me traigas otro barril de Sam Adams, si puedes por favor. Fin asintió rápido y se dirigió al almacén donde mantenían el refrigerador que sostenía los grandes barriles. Estaba agradecido por su fuerza cuando levantó el barril por encima de su cabeza y pasó a través de la creciente multitud de gente. Bajó el barril una vez que estuvo tras la barra y se arrodilló para cambiar el manguito del barril vacío al nuevo. Fin estaba tan ocupado cambiando el barril que ni siquiera notó cuando Mick vino de pie al lado de donde estaba arrodillado. Acabó con el barril y giró la cabeza para encontrar la polla de Mick justo en su cara. La erección de Mick estaba claramente perfilada por los suaves jeans desteñidos. Fin tragó, intentando aliviar el nudo que se formó en su garganta y se levantó. Mick se movió en el último minuto hacia la barra para poner algunas bebidas en la bandeja de Mel. Fin tragó de nuevo y se levantó detrás de Mick. Mick colocó las bebidas en la bandeja y se enderezó de nuevo. Miró a Fin por encima de su hombro y sutilmente retrocedió hacia la dura como una roca polla de Fin. Lentamente movió su culo de un lado al otro, restregándose él mismo contra la erección de Fin.

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Entonces se alejó como si no hubiera pasado nada, dejando a Fin enfrentarse a la multitud de la barra con el empalme más grande de su vida. Fin se acercó más a la

barra para esconder el bulto delante de sus jeans. Por suerte para él, Lisa se acercó a la barra con un pedido de comida. Fin tomó el pedido y se dirigió a la cocina. Sacó del congelador los jalapeños de pimiento rellenos de queso congelados y los puso en la freidora. Mientras esperaba por los pimientos cogió dos platos de nachos y los puso en el microondas. Estaba a punto de girarse cuando sintió un calor contra su espalda y una dura polla contra su culo. Dos brazos lo rodearon y lo atrajeron más contra el hombre tras él. Mick lamió el cuello de Fin y Fin gimió. —Quédate conmigo esta noche. —Continuó restregando su erección contra el culo de Fin hasta que la freidora sonó, dejándole saber que era hora de sacar los pimientos. Fin se giró en los brazos de Mick para encararlo y se lamió los labios. —Supongo que después de estar toda la noche provocándome y con la erección que me diste no tendré mucha opción. —Fin miró su polla. Se veía como si intentara romper la cremallera de sus jeans. Mick rápidamente pasó una mano hacia debajo de su longitud y la ahuecó. —Guarda esto para mí, ¿lo harás? — Se giró y volvió hacia la barra. Tan pronto como cruzó el umbral, la multitud empezó a gritar por otra canción.

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Fin rápidamente acabó de preparar los munchies y se dirigió a la barra. No quería perderse una sola nota de la canción de Mick. Mick estaba de pie en el escenario, hablando bajo con los músicos. Parecía completamente obvia la erección en sus jeans. Quizá por eso todas las mujeres se amontonaron delante del escenario. La canción que cantó esta noche era un poco más viva que sus acostumbradas baladas pero igual de hermosa.

Los dos secretamente flirtearon el uno con el otro el resto de la noche. Finalmente los clientes se fueron y ellos empezaron a limpiar el bar. Después de que todo estuviera limpio y recogido por la noche, Lisa y Mel se fueron. Mick cerró la puerta tras ellas y se giró hacia un expectante Fin. Caminó hacia Fin con los ojos entornados. Cuando estuvieron uno frente al otro, Mick ahuecó la mejilla de Fin. —Tan caliente como estoy por ti, no quiero una follada rápida contra la barra. Quiero llevarte escaleras arriba a mi cama de tamaño king y lamer cada pulgada de ese hermoso cuerpo tuyo. —Acarició ligeramente con los labios los de Fin y extendió la mano en invitación. Cuando subieron las escaleras, Fin empezó a tener dudas. ¿Qué si alguien descubría algo sobre esto? No estaba seguro si merecía el riesgo hasta que miró arriba y su cara estaba a unas pocas pulgadas del estupendo culo de Mick. Ok, quizá lo merecía. No había tenido sexo desde que estaba con los profesionales y antes de eso, sólo había sido en cuartos oscuros de los clubs gay que frecuentaba en la universidad. Era tan fácil sólo tener sexo con alguien y entonces girarse y vender su historia a los periódicos. Fin pensó que Mick era diferente; al menos esperaba que lo era. Arriba de las escaleras Fin no podía creer lo que veía. El viejo sucio apartamento había sido transformado. —Wow. Esto es absolutamente hermoso. Quiero decir… No puedo creer ni que sea el mismo lugar.

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Todo el espacio había estado destrozado y abierto. Todo había sido rehecho al estilo Craftsman 5 con pesado trabajo de madera. El cuarto principal consistía en una combinación de salón cocina. Las habitaciones estaban separadas por una hermosa barra artesanal de desayuno. Los acabados eran simples pero creaban una sensación hogareña a pesar del límite del techo. —Gracias. Tomó mucho trabajo pero lo merecía. Tuve mucha suerte de encontrar a un maldito carpintero que hiciera todo lo que yo no podía hacer. Todavía falta hacer algunas cosas. Me gustaría reemplazar todas las ventanas. —Mick apartó la mirada de la habitación y miró a Fin—. Voy a por una cerveza. ¿Te gustaría una? —Sí, me gustaría. Espero que no te importe que te lo pida pero ¿puedo tomarme una ducha mientras las consigues? Huelo como un chico francés frito. Mick rió y se dirigió a la cocina. —Claro. El baño está en esa puerta y a la derecha. Prepararé algo para que te pongas cuando acabes. Fin se dirigió hacia el baño. Estaba duro pero resistió la urgencia de acariciarse. Después de secarse con la toalla notó la parte de abajo de un pijama estirado en la cama. Rápidamente se lo puso y volvió al salón. Mick estaba sentado en el sofá. También se había cambiado los pantalones, sólo que los suyos eran de satén. Fin no vio ninguna razón para fingir de modo que se sentó en el sofá justo al lado de Mick. Extendiendo la mano, Mick trazó su mandíbula con las puntas de sus dedos. —Eres magnífico.

21 (5) Estilo de diseño interior popular en Boston, Massachusetts, EEUU.

Fin sintió que sus mejillas se ruborizaban, pero no dijo nada cuando Mick continuó haciendo un mapa de la cara de Fin con sus dedos. Mick deslizó su mano bajando por el cuello de Fin para acariciar su pecho. Mick gimió cuando los pezones de Fin se endurecieron bajo su suave toque. Mirando desde su pecho hasta sus ojos, Mick sonrió. —Me gusta un hombre sensible. —Dejó los pezones de Fin y viajó abajo hacia el paquete de seis del abdomen que Fin había trabajado tan duro por mantener. Mick gimió cuando su toque hizo que el juego de músculos se moviera. Fin sintió su polla crecer más duro a cada segundo cuando Mick se acercaba al elástico de los pantalones del pijama. Sin embargo, en lugar de continuar, Mick volvió hacia arriba hacia sus pezones. Pellizcó uno con sus dedos mientras su boca se cerró sobre el otro. Fin sintió los giros de la lengua de Mick cuando mamaba. Pensó que enloquecería antes de que Mick finalmente se apartara y besara su camino hacia el cuello de Fin. Con una suave barrida de su lengua a través de los cerrados labios de Fin, Mick urgió a Fin a abrirlos. Suspirando, Fin abrió su boca y permitió que la lengua de Mick se deslizara dentro. Era como poner una mecha de dinamita.

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Mick se abrió más y su propia lengua encontró su camino dentro de la boca de Fin. Fin necesitaba estar más cerca del hombre en sus brazos. Se reposicionó de modo que Mick estaba sentado en su regazo a horcajadas sobre sus muslos. Empujó su polla contra la erección de Mick

cubierta de satén. —Dios, te sientes bien. Ha pasado mucho tiempo. Probablemente no dure. Mick recorrió con sus dedos los largos rizos del cabello de Fin. Deslizó su culo adelante y atrás de la polla de Fin. Fin no pudo evitar notar el modo en que la polla de Mick chorreaba pre-semen por los blancos pantalones de satén, haciéndolos transparentes. Mick se movió de los labios de Fin hacia el cuello, lamiendo y succionando su camino hacia abajo, dirigiéndose hacia el hueco en su garganta. Hizo girar su lengua en la pequeña hendidura y empezó a acariciar el pecho de Fin. Fin descansó su cabeza en el respaldo del sofá y permitió que Mick lo probara. Continuó embistiendo contra el culo de Mick. Cuando Mick se movió para chupar y morder sus pezones Fin supo que no duraría mucho más. Extendió la mano hacia abajo y sacó la muy impresionante polla de Mick fuera de sus pantalones y empezó a acariciarlo al mismo ritmo de sus embestidas contra el culo de Mick. Fin metió su otra mano dentro de los pantalones de Mick y pasó sus dedos por la grieta de Mick. Eso fue todo lo que le tomó a Mick correrse. El cuerpo de Mick vibró tan duro en el regazo de Fin que su propia polla se dio por vencida y explotó dentro de los pantalones del pijama. Mick colapsó contra el pecho de Fin y Fin lo rodeó con sus brazos. Ambos estaban respirando tan pesadamente que ninguno podía decir nada. Finalmente, Mick elevó su cabeza y miró a Fin. —Wow, eso fue otra cosa. Fin sonrió y levantó su cabeza para robar un beso. — Mmmmm… fue… pero ahora necesitaré otra ducha. —Sonrió y empujó sus pantalones mojados contra el culo de Mick.

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Mick asintió y se levantó, su polla y su saco todavía fuera de sus pantalones de satén. Se miró y sonrió. —

Vayamos los dos a tomar una ducha y a la cama. —Levantó a Fin y lo dirigió hacia la ducha. Mick se desnudó y cogió toallas limpias antes de abrir la ducha. Fin le observó moverse por el baño mientras se desnudaba. La vista de la polla de Mick era demasiada tentación y se arrodilló delante de él. Mick tenía una hermosa polla. Era larga para un hombre tan delgado como era. Fin trazó las venas que bajaban de la cabeza a la base. Ahuecó el saco de Mick y gentilmente lo apretó. —Dios, quiero probarte tan desesperadamente que me está matando. Mick empujó su ahora erecta polla hacia la boca de Fin. —Estás invitado, estoy limpio. Tengo los papeles en la otra habitación y no he estado con nadie desde hace un año. Fin miró arriba tímidamente. —Yo también estoy limpio. No he estado con nadie desde que me volví profesional. —Fin se encogió de hombros antes de que la pesada polla de Mick se metiera profundamente en su boca. Dios, había echado de menos esto. Fin amaba chupar pollas. La sensación de la suave piel sobre el músculo duro en su lengua lo volvía loco. Fin hizo girar su lengua alrededor de la cabeza varias veces antes de enterrar su lengua en la ranura de la cabeza. Mick sabía fantástico. No había nada de amargor en su esencia. Fin abrió su garganta y tomó la polla de Mick todo el camino hasta la base.

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Mick se sacudió y empujó sus caderas hacia la cara de Fin. —Joder, eso se siente bien. Oh Dios… Fin, mejor detente antes de que me corra. Todavía planeo follar tu duro culo. —Mick levantó a Fin y se inclinó para saborearse en la lengua de Fin—. Maldición, bebé, eres bueno en esto. ¿Por qué no has tenido sexo en casi siete años? Con una boca como esa debería ser un crimen.

Fin continuó besando a Mick cuando entraron en la ducha. La ducha era perfecta para follar. Era grande y sólida con un banco construido en una esquina y una repisa a la altura del pecho por el otro lado. Fin rompió el beso para mirar los hermosos ojos azules de Mick. —Nunca antes había confiado en nadie que no me vendiera a la prensa antes que tú. Tengo algunos periodistas siguiéndome que se han dado cuenta del hecho de que no he sido visto con mujeres, pero les he dejado saber que no tengo tiempo para una vida personal. Este es el momento de concentrarme en mi carrera y mi vida personal tendría que esperar. —Se encogió de hombros—. Parece que se lo tragaron porque nadie ha dicho nada en un tiempo. Mick pareció sorprendido por el comentario. Se apartó y miró en esos ojos verde hierba. —¿Por qué confías en mí tanto después de haberme conocido sólo durante diez días? Fin se inclinó y lamió las gotas de agua del cuello de Mick. —Porque mi pa confía en ti. Si sé algo sobre mi pa es que tiene buen ojo con la gente. —Fin bajó su mano por la espalda de Mick hacia su culo y apretó—. Amo este culo. Mick movió su mano hacia la polla de Fin. —No puedo decidir si me gustaría follarte o ser follado por ti. — Continuó acariciando la polla de Fin con ambas manos. Fin lamió los labios de Mick. —Fóllame, Mick.

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Mick giró a Fin y puso sus manos en la repisa. — Agárrate a la repisa, bebé. Voy a tener que usar un poco de gel de baño. Conseguiré algo de lubricante mañana. —Fin descansó su cabeza en su extendido brazo mientras Mick derramaba gel en su mano.

Fin gimió y empujó hacia sus dedos cuando agregó un dedo y entonces lentamente un segundo dedo. —Se siente fantástico. Sigue así. —Se empujó atrás de nuevo cuando Mick sustituyó los dedos por su polla. Fin se empaló lentamente en la llena longitud de la polla de Mick—. Oh Dios, quema tan bien. Fóllame duro, Mick. Fin se sostuvo en la repisa mientras Mick bombeaba toda la longitud de su polla dentro y fuera del culo de Fin. Mick embistió en él tan duro que sabía que uno o ambos tendrían moretones por la mañana. Mick se inclinó un poco y mordió la espalda de Fin cuando su semen explotó profundamente dentro del culo de Fin. Antes de que Fin tuviera la oportunidad de correrse Mick lo giró y se tragó su polla. Fin embistió su polla bajo la garganta abierta de Mick cuatro veces antes de correrse con un grito que hizo vibrar la ventana. Después de tomar aire, salieron y se secaron el uno al otro. Todavía tocándolo, Mick dirigió a Fin a su habitación. El cuarto estaba decorado con sombras de verde con énfasis en el blanco. Fue a la cama y apartó el cobertor. Besó a Fin. —Métete en la cama, bebé. Voy a asegurarme de que todo está cerrado por la noche. Volveré.

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Fin se deslizó en la cama, estaba en el cielo. Mick tenía sábanas de satén blanco que se sentían frías en su piel. Eso hacía que el calor anormal de mayo fuera soportable. Fin se extendió y colocó sus manos tras su cabeza. No podía creer el giro que su vida había dado en las últimas veinticuatro horas. El sexo en la ducha había sido el mejor de su vida. Bien valió la pena esperar siete años. Fin esperaba que Mick quisiera continuar esta relación en ciernes entre ellos pero su falta de autoestima estaba empezando a meter dudas en su cabeza.

Mick volvió a la cama, apagando las luces. Gateó junto a Fin y se acurrucó contra su pecho. —Hay un mensaje en el contestador de Sean. Finalmente llamó para decir que todo va bien en Irlanda. Dijo que llamaría de nuevo el próximo domingo por la noche. —Mick acarició la sombra de su barba de las cinco contra el pecho de Fin—. Gracias por confiar en mí, Fin. Fin lo levantó para un beso. —No me lo agradezcas. Estaba pensando que el sexo que acabamos de tener en la ducha es el mejor de mi vida. Debería agradecértelo a ti. — Sí, sus nervios estaban definitivamente sacando lo mejor de él. Se aclaró la garganta y acarició la espalda de Mick—. ¿Crees… Crees que podamos repetirlo otra vez alguna vez? Mick se acomodó en sus brazos. —No sé qué piensas de mí, Fin, pero no tengo sexo casual con nadie. ¿Dijiste que confiabas en mí? Bien, yo también confío en ti. Confío en que esto es más que una vez casual en algún tipo de arreglo. Me gustaría seguir viéndote cada noche hasta que te canses de mí o te tengas que ir... lo que sea que venga primero.

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Fin lo besó. Puso más sentimiento en ese beso de lo que se había permitido antes. —No quería ofenderte. Sé que todo el mundo ve mi tamaño y mi posición y piensa que soy otro engreído deportista pero eso no podría estar más alejado de la verdad. —Mick se acurrucó contra su cuello para escuchar y Fin recorrió con su mano el corto cabello negro de Mick—. Siempre he sido muy consciente. No sé si es toda la mezcla de los sentimientos entre pa y yo o qué. Sólo que nunca sentí que fuera lo suficientemente bueno. El fútbol es la única cosa en la que he destacado. Infiernos, incluso mi graduado en la universidad es una broma. —Tomó una profunda respiración y la liberó lentamente—. Supongo que es duro para mí creer que soy lo bastante bueno para que alguien, aparte de mi madre, se

preocupe por mí. Tendrás que aguantarme mientras intento trabajarlo por mí mismo. Mick besó su cuello. —Ya me preocupo por ti. Créeme cuando te digo que si mis sentimientos cambian hacia ti serás el primero en saberlo. No juego con esas cosas. Más que nada, no quiero enamorarme de ti. Fin se tensó en los brazos de Mick. ¿Por qué Mick sería diferente de los demás?, pensó. Mick besó su cuello de nuevo. —No quiero enamorarme de alguien que sé que se va a ir. Tampoco quiero enamorarme de alguien que esté tan dentro del armario que no pueda sacarlo a bailar o a cenar como una verdadera pareja. Fin reanudó las caricias al cabello de Mick. —Entiendo lo que estás diciendo. Me siento de la misma manera sobre estar asustado del amor. Desearía tener el tipo de carrera donde no importara si soy gay o no pero desafortunadamente no lo es. La liga de fútbol profesional todavía no es definitivamente una buena carrera a escoger para un hombre abiertamente gay. Todavía tengo unos pocos años más para jugar. Apesta, pero supongo que pondré mi propia vida en espera hasta que me retire. —Fin se pasó la mano por los ojos—. Cada día que me levanto me siento como un fraude y un mentiroso. No tengo ningún amigo en Nueva York porque estoy paranoico de que se le escape algo. Durante la temporada paso mis días trabajando o practicando y mis noches normalmente delante de la tele. Sólo desearía poder ser lo que soy y todavía poder jugar al deporte que amo.

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Después de que Fin acabara, Mick saltó encima de él. Se sentó a horcajadas en los muslos de Fin y empezó a acariciar su polla. —Tú tienes un amigo ahora. Por tanto

tiempo como me quieras. No me gustaría y no puedo prometerte que no discutamos porque estés encerrado en el armario, pero nunca te sacaré. —Se inclinó y le dio a Fin una serie de apasionados besos—. ¿Me harás el amor antes de que nos vayamos a dormir? No tengo lubricante pero tengo a mano una crema en la mesita al lado de la cama. Fin sonrió y tiró de Mick de modo que estuviera bajo él. Fin alcanzó la crema y derramó una buena cantidad en su mano. Se deslizó por el cuerpo de Mick hasta que su cara estuvo ante las separadas mejillas del culo. —Sepáralas más para mí. Quiero saborearte primero. Mick gimió y enganchó sus rodillas encima de sus brazos, presentando su agujero. —Sí, bebé. Saboréame. Fin lamió el agujero fruncido con su lengua. Chupando y lamiendo, lentamente empujó su lengua dentro del agujero de Mick. Mick gimió y apretó los músculos de su culo en la lengua de Fin. —Por favor, Fin, te necesito dentro de mí. —Mick jadeó cuando Fin observó los músculos de su estómago ondeándose. Lamiendo su camino de vuelta hacia la grieta de Mick, Fin se metió en la boca su saco cuando Mick continuó gimiendo. Fin sonrió para sí mismo, nunca había tenido a nadie tan estimulante antes. Decidió jugar un poco más pellizcando la tierna piel alrededor de la polla de Mick. —Oh Dios… Oh bebé… Por favor…

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Cuando pensó que Mick había sido lo bastante tentado, Fin preparó el agujero de Mick con la crema. Se sentó sobre sus rodillas, lubricó su polla y colocó las piernas de Mick encima de sus hombros de modo que pudiera estar lo más cerca posible. Alineó su polla y empujó muy lentamente, alargando el placer de Mick. Mick lo tomó todo y gritaba por más. Fin empezó a bombear su polla dentro y fuera de Mick,

lentamente acelerando y presionando. Contra más duro embestía, más parecía gustarle a Mick. Mick acabó con sus rodillas sobre su propia cabeza, casi tocando el colchón cuando Fin bombeaba en él tan duro como podía. —Oh Mick… Oh, voy a correrme, cariño. Mick empezó a acariciarse más duro. —Córrete dentro de mí, bebé. —Fin empujó sus caderas a una aterradora velocidad y se corrió profundamente dentro del culo de Mick. Colapsó entre los muslos muy extendidos de Mick, se movió hacia abajo y se tragó su polla. No tuvo la oportunidad de hacer nada aparte de tragárselo antes de que Mick empezara a disparar bajo su garganta. Ambos estaban casi dormidos cuando Mick finalmente rodó bajo Fin y desapareció en el baño. Fin pudo escuchar el agua del lavamanos correr y entonces Mick volvió a la cama con una caliente toalla en sus manos. Amorosamente limpió la polla de Fin y tiró la tela al suelo. Se acurrucaron juntos y se durmieron.

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a alarma del despertador de Mick se disparó cuatro horas más tarde. Mick levantó su brazo hacia el reloj y lo golpeó hasta que se detuvo. Se acurrucó de nuevo junto al hombre grande y musculoso a su lado, enterrando la cabeza en su cuello y mordisqueándolo suavemente, después de cada mordisco Fin recibía un golpe calmante de su lengua. Mick podría perfectamente quedarse allí todo el día, pero tenía que estar abajo en menos de una hora, y tener el pub listo para trabajar. Mordió un poco más fuerte y alcanzó con su mano la erección de la mañana, de Fin. — Mmm te sientes tan bien y tan caliente. Fin entreabrió sus ojos y le sonrió —¿Qué hora es? — Perezosamente se empujó en el puño de Mick. —Las nueve y cuarto. Por desgracia, es hora de levantarse, aunque podríamos tener tiempo para un masaje rápido. —Sonrió a Fin mostrando sus hermosos hoyuelos Fin tiró de él colocándolo a su lado y quedando frente a frente, quitó la mano de Mick de su polla y comenzó a moverse frotando sus penes, uno contra otro. Agarró el culo de Mick y lo besó profundamente a pesar del aliento matutino.

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Mick frotó su dura polla contra la de Fin. —Se siente tan bien. No sé si volveré a tener suficiente de ti. —Metió la mano entre ellos y le pellizcó los erectos pezones. Fin se corrió, se derramó con tanta fuerza que Mick realmente sintió el chorro de semen en su estómago y pecho, y él le siguió casi de inmediato volviendo a remojar sus cuerpos.

Siguieron besándose y acariciándose hasta que recuperaron sus fuerzas. Mick se sentó y sacó las piernas de la cama —¿Por qué no te metes en la ducha primero? Yo voy a preparar el desayuno, si nos duchamos juntos nunca vamos a ir trabajar. Aunque estoy seguro de que no voy a poder andar hoy. Miro por encima del hombro a Fin y sonrió. Fin le devolvió la sonrisa. —Terminaré en un par de minutos. ¿Tienes alguna sudadera o algo así que puedas prestarme? Voy a tener que ir a casa para coger algo de ropa porque la idea de ponerme esa ropa que apesta a patatas fritas me enferma. Mick se echó a reír —Claro, tengo algunas sudaderas que puedo prestarte. No puedo esperar para verte con ellas. El pantalón del pijama que llevabas anoche, es un regalo de… un amigo. Son dos tallas más grandes que los míos, pero no tuve corazón para tirarlos. —Mick se levantó y fue a su armario. Volvió con un par de sudaderas negras y una camiseta gris—. Tal vez puedas traer tu maleta aquí, quiero decir… si quieres hacerlo. Fin tenía una mirada rara en su cara. Después movió su cabeza un poco. —Si, me gustaría hacer eso —Se levantó y se fue a la ducha. Mick no estaba seguro de lo que había dicho para poner esa mirada en la cara de Fin, pero sabía que no le gustaba. Entró en la cocina para empezar con el desayuno, cogió el tocino y los huevos, todavía pensando en eso.

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El bacon estaba hecho para el momento en que Fin entró en la cocina, con el cabello largo y rizado aun goteando sobre la camiseta. Mick sonrió al ver lo perfectamente ajustada que esta le quedaba. —Maldita sea bebé, tal vez debas dejarte puesta siempre esa camiseta.

Fin se miró a sí mismo y se encogió de hombros. —Yo puedo freír los huevos mientras te duchas. Mick se limitó a asentir y se dirigió a la ducha. El humor de Fin aun no había mejorado. Cuando se estaba duchando se dio cuenta de lo que pasaba. —Cristo. Fin está celoso. —¿Por qué no pensó antes que el comentario sobre la parte inferior del pijama podría ser un error? Mick se lavó el cabello mientras pensaba en tomar algunas decisiones importantes. Para el momento en que estuvo vestido de nuevo ya sabía que iba a tener que ser honesto con Fin, y decirle lo que nadie sabía en Boston, excepto Sean. Fin estaba sentado en la mesa tomando una taza de café, cuando Mick entró en la habitación. Se levantó le dio a Mick otra taza y sacó los platos con bacón y huevos del horno. Mick sabía que tenía que hacer esto rápidamente o se arriesgaba a perderlo todo. Se aclaró la garganta hasta que llamó la atención de Fin. —Puedo decir que algo anda mal, y creo que me di cuenta de lo que es. —Se sentó en la mesa de la cocina—. ¿Tú estado de ánimo tiene algo que ver con el comentario que hice acerca del pantalón del pijama que me dio un amigo? Fin bajó la mirada al plato y removió los huevos. —Sé que no tengo ningún derecho a sentir celos de alguien de tu pasado. ¡Infiernos! Esta es la primera vez en mi vida incluso que he estado celoso. Voy a superarlo.

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Mick se inclinó sobre la mesa y tomó la mano de Fin. —No hay absolutamente nada de lo que tengas que estar celoso. —Apretó la mano de Fin un poco más fuerte—. Lo que voy a contarte nadie más lo sabe en Boston excepto Sean, pero confió en que tú guardarás mi secreto. — Cuando Fin asintió, Mick suspiró profundamente.

—¿Alguna vez has oído hablar de Ian Gallagher? Fin lo miró como si estuviera loco. —Por supuesto. Fue uno de los mejores tenores del mundo antes de su desaparición. —Mick sonrió—. Él no desapareció. Decidió dejar el mundo de la música, se cortó el cabello, se mudó a Boston a vivir encima de un pub y se convirtió en camarero Fin se levantó de un salto derribando su silla en el proceso. —¡Cómo! ¿Estás diciéndome que tú eres Ian Gallagher? Mick se echó a reír y sacudió la cabeza. —No, te estoy diciendo que Ian Gallagher fue el nombre artístico de tenor que yo usaba antes de convertirme en camarero. Fin todavía se veía confundido. —Lo siento, pero aun no lo entiendo. ¿Por qué abandonaste el mundo de la música, para vivir en un pub y convertirte en camarero?

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Mick se puso en pie y lo abrazó. —Es una larga historia. Básicamente me hice tan famoso y rico que perdí de vista lo que era importante en mi vida. Me olvidé de la razón principal por la que yo empecé a cantar. —Mick se tomó un momento para poner sus pensamientos en orden—. Crecí pobre. Ya te dije que mi papá se fue cuando yo tenía cuatro años. Bueno, pues él nos dejó solos a mi mamá y a mí. Ella tenía tres trabajos a tiempo parcial para poder salir adelante.Siempre tuvimos un techo sobre nuestras cabezas, pero no mucho más. Cuando mi mamá estaba en casa por las noches, nos sentábamos en el sofá y cantábamos. Un día cuando yo tenía alrededor de catorce años, estaba sentado fuera en la escalera de incendios cantándole a mi madre, y el coche de un agente de música se estropeó justo al lado de mi edificio. Debió oírme cantar, porque lo siguiente que supe es que subió la escalera de incendios y me propuso que firmara un contrato con él en el acto. Lo vi

como una forma en la que mi mamá y yo pudiéramos salir del edificio gubernamental en donde vivíamos. Así que terminé firmando con el agente y él me hizo rico y famoso. Justo lo que yo pensaba que quería. Mick respiró tratando de poner en orden sus recuerdos. —Mi mamá nunca tuvo que trabajar otro día. Después de doce años en el negocio me había obsesionado con ser famoso, no podía ganar dinero con la suficiente rapidez. Mi madre quería hablar conmigo, pero yo estaba demasiado ocupado con el próximo concierto como para hablar con ella. Un día recibí una llamada de mamá diciendo que no se encontraba bien, yo… —Mick dejó de hablar y se secó las lágrimas de sus ojos—. Le dije que fuera al médico, que se lo podía permitir. Yo estaba demasiado ocupado como para ser molestado. Mi madre murió de un aneurisma cerebral dos días más tarde. Fin lo beso en la frente. —Oh, cariño lo siento mucho. Mick cerró los ojos y Fin lo sostuvo aun más fuerte. — Recibí la llamada después de bajar del escenario una noche, esa fue la última vez que canté por dinero. Despedí a mi agente y cancelé todas las fechas de conciertos que aun tenía abiertas, y me trasladé a Boston. Entré en el bar un día. Estaba completamente vacío, excepto por un camarero viejo y sabio llamado Sean. Me senté y hablé con él durante horas, también volví los días siguientes y hablé con él mucho más. Me hizo ver que tenía dinero suficiente para toda la vida. Que la vida era para vivir, no solo para hacer dinero.

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Mick miró profundamente a los ojos verdes de Fin. — Me dijo que él había cometido un montón de errores en su vida por pensar que el éxito seria igual al amor. Sabía que había aprendido su lección demasiado tarde, pero que todavía había tiempo para mí. Sean me ofreció un trabajo,

no tenía nada más que hacer así que lo acepté. Fue la mejor decisión que he tomado. Ahora cuando yo canto para la gente en el bar, es porque me apasiona no porque alguien me pague por hacerlo. —Besó a Fin suavemente—. Los pantalones del pijama fueron un regalo de mi agente, no son de un ex amante. Mick lo besó otra vez y Fin se ruborizó. —Lo siento. Debes pensar que soy un psicópata por ponerme celoso después de una sola noche juntos. —No, no creo que seas un psicópata. Yo siempre he tenido amantes de una sola noche en toda mi vida. Nunca le he pedido a nadie que se quede conmigo. Fin, incluso después de una sola noche contigo, puedo decir honestamente que nunca he sentido por otro hombre lo que siento por ti. No sé qué es exactamente lo que estoy sintiendo, pero sé que es algo grande. —Bien, porque yo me siento de la misma manera. — Fin lo besó de nuevo y se dirigió a las escaleras—. Voy a salir a hurtadillas ahora, antes de que Sally venga a trabajar. ¿Te importaría si vuelvo más tarde? Tengo que correr mis diez millas hoy y trabajar con la máquina de pesas en el gimnasio. Si no lo hago esta mañana tendré que hacerlo esta tarde, y yo tenía la esperanza de poder pasar una tarde agradable en el sofá contigo. Mick miró de nuevo esa camiseta ajustada al cuerpo. —Eso suena bien. Haz lo que tengas que hacer, para que podamos pasar toda la tarde abrazados. Fin asintió y se dirigió escaleras abajo.

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El bar estaba muy flojo para un domingo. Mick le dijo a Sally que podía irse a casa antes de tiempo, si quería. Jeff hizo pan de maíz y una olla de estofado y también se fue pronto. A las seis Mick y Fin decidieron cerrar el pub y no volver a abrir en toda la noche ya que solo habían tenido unos treinta clientes en todo el día. Fin miró a Mick, que estaba limpiando detrás de la barra. —¿Esto está normalmente así de muerto los domingos? —Mick recogió el último de los vasos sucios, y volvió a la barra—. A veces. —Miró a Fin y sonrió—. Excepto en la temporada de futbol. Entonces, este lugar está lleno. —Fin se sorprendió—. ¿Quieres decir que pa trae un televisor al pub para ver el futbol? Mick se echó a reír y cogió un mando a distancia. — Mira. —Apretó un botón y una gran pantalla blanca se deslizó hacia abajo desde el techo. Mick apretó otro botón y un aparato de proyección se encendió, proyectando la imagen en la gran pantalla blanca. Fin miró hacia el techo. No se había dado cuenta de la unidad de proyección que estaba allí instalada.

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—¿Cuánto tiempo hace que está esto ahí? —Fin fue hacia la barra y se colocó detrás de Mick. Este se encogió de hombros—. No lo sé. Desde que estoy aquí seguro. Por lo general, en temporada baja Sean pone cintas de video de tus antiguos juegos. —Mick alcanzó la espalda de Fin y tiró de sus caderas hacia él. Fin lo envolvió con sus brazos, y comenzó a frotar su polla contra el culo de su amante. Colocó su cabeza sobre el hombro de Mick—. Lo siento.

Exactamente no entiendo lo que está pasando. ¿Qué antiguos juegos son los que tiene pa en unas cintas? Mick se dio la vuelta y tiró de la mano de Fin hacia la oficina. —Ven conmigo, tengo que enseñarte algo. — Entraron en la oficina de Sean, se acercó al enorme armario de almacenamiento y quitó el seguro de la puerta. Abrió el armario y se quedó detrás. Fin vacilante asomó la cabeza en el armario. Estaba lleno de cintas de video, muchas estanterías solo con cintas de video. Entró en el armario, para observarlo todo detalladamente. Estaban todas etiquetadas con la perfecta escritura de pa. Parecía que había una cinta de video de cada juego que Fin había jugado a partir del primer año de la escuela secundaria y terminando con el último partido de la temporada pasada. Fin lentamente tocó una de las cintas. No podía creer que realmente estaba viendo esto. Bajó la cinta del regreso a casa de su último año en la escuela secundaria. Fin corrió cinco touchdowns en ese juego. Deslizó la cinta en su pecho y se sentó en el suelo del armario. No se podía mover, no podía respirar. Sintió las mejillas húmedas y se dio cuenta de que estaba llorando. Mick se sentó junto a él. Lo envolvió en sus cálidos y reconfortantes brazos. Fin se volvió y apoyó su cabeza sobre Mick. —¿Por qué? ¿Por qué pa me trata como si ni siquiera supiera que he estado vivo durante treinta años, y hace esto? —Fin señaló todas las cintas—. No pensé que alguna vez me hubiera visto jugar

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Mick secó las lágrimas de Fin. —No lo sé, bebé. Eso es algo que tú necesitas hablar con él. Lo único que sé, es que no pasa un día en que no hable de ti de una forma u otra. —Sujetó la cara de Fin y besó sus ojos—. Para ser honesto

contigo, hasta que te conocí yo pensaba que debías ser un hijo muy ingrato. Luego, cuando vi tu reacción a las fotos en las paredes me di cuenta de que había más en esta historia de lo que yo pensaba. Fin, Tú realmente necesitas arreglar las cosas con Sean antes de que sea demasiado tarde —Mick se detuvo bruscamente, como si hubiera hablado más de la cuenta. Fin se echó hacia atrás un poco y lo miró. —¿Qué estás diciendo? ¿Hay algo qué no me estás contado? Los ojos de Mick se llenaron de lágrimas —Estoy diciendo que necesitas hablar con Sean. Créeme. Nunca se sabe si va a haber un mañana —Mick tiró de él para besarlo. Lamió las lágrimas de su cara y lo besó apasionadamente. Fin dejó caer el video, cogió a Mick y lo puso sobre su regazo. Pasó las manos a lo largo de la espalda de Mick, hasta llegar a su culo. Besó su mandíbula y fue bajando por la garganta. Le sacó la camiseta, y comenzó a chupar y morder sus pezones. Fin estaba como un poseso. No se cansaba. Se dio la vuelta, puso a Mick sobre el suelo del armario y empezó a trabajar en los pantalones de Mick. Mick pareció entender lo que necesitaba y le ayudó, quitándole la camiseta y los pantalones. Fin se echó encima de él apoyándose en sus fuertes bíceps y antebrazos. Se inclinó y le pasó la lengua por los labios. —Quiero hacerte el amor, Mick. —Se levantó un poco para buscar en el bolsillo de su pantalón, sacando un pequeño tubo de lubricante. Lo levantó como si hubiera encontrado el premio en una caja de cereales—. Tuve la sensación de que hoy podría necesitar esto en algún momento.

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Mick pasó sus manos por el pecho y el abdomen de Fin, alcanzó su polla y lo miró. —Pon un poco de lubricante en mi mano para que pueda lubricarte, mientras tú me estiras.

Fin echó un buen chorro en la mano de Mick, y puso un poco en sus propios dedos. Le abrió las piernas un poco más y rápidamente le lubricó y dilató el culo, mientras Mick le acariciaba la polla. —No puedo esperar más cariño. —Fin sintió cómo la cabeza de su pene se deslizaba lentamente estirando los músculos del culo de Mick. Notó el calor envolviendo su polla mientras se introducía cada vez más. Mick comenzó a gemir y a empujarse hacia el pene de su amante. Fin quería hacer sentir a Mick cada centímetro de su deseo. Le gustaba hacerle el amor así, cara a cara. Paró de pronto, cuando fue consciente de a dónde se dirigían sus pensamientos. ¿Hacer el amor? Fin se sacudió el pensamiento y continúo el viaje en el culo de Mick. Le gustaba la forma en que Mick apretaba los músculos alrededor de su pene. Se inclinó para pasar su lengua por el borde de los labios de Mick. La lengua de Mick serpenteó y lamió su lengua. Fin invadió su boca como un héroe conquistador. Pasó la lengua por cada parte de la boca de su amante. Empujó sus caderas con firmeza pero lentamente. Fin no quería un polvo rápido y furioso esta vez. Quería recordar este momento por el resto de su vida. Fue en ese instante cuando finalmente lo entendió. Al fin comprendió por qué la gente estaba dispuesta a ir en contra de sus familias, de sus jefes, por el amor de un buen hombre. La mayoría de la gente ve la vida en blanco y negro, pero Mick y él eran grises. Fin rió en voz alta de su propio juego de palabras. Mick retrocedió un poco y levantó las cejas—. ¿Qué es tan gracioso? Fin se inclinó para darle un rápido beso. —No me estoy riendo de ti, cariño. Estaba pensando que nosotros no somos gay, somos grises. —Se dio cuenta de que Mick todavía no lo entendía—. En un mundo negro y blanco, nosotros dos somos de color gris.

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Mick sonrió y empujó sus caderas hacia la polla de Fin. —Seré gris en tu mundo en cualquier momento. —Mick llegó hasta su propia polla y comenzó a acariciarse, parando al tercer toque para recoger el líquido pre-seminal que salía de la cabeza. Recogió con su mano el pre-semen y lo llevó a la boca de Fin. Este lamió la palma de la mano de Mick hasta limpiarla, después se inclinó para invadir su boca una vez más, compartiendo la propia esencia de Mick con él. Continuó su ritmo golpeando más rápido, más fuerte, mientras Mick miraba sus ojos. Cuando sintió que sus bolas se tensaban, besó a Mick con toda su pasión—. Me voy a correr. ¿Estás listo? —Dámelo. —Dijo Mick con una sonrisa. Fin se enterró tan profundamente como le fue posible y estalló. Mick lo siguió, disparando un chorro impresionante de esperma entre ellos. Se desplomó y rodó un poco al lado de Mick. Se le quedó mirando durante mucho tiempo, incapaz de pensar en otra cosa que en el terror que de pronto le consumía. Se dijo que de ninguna manera podría hacer esto. Fin no permitiría que las emociones obstaculizaran este romance que duraba ya un mes. Se dio la vuelta y se sentó. —Creo que debemos subir al piso de arriba, pa se moriría si supiera lo que estábamos haciendo en su armario de los videos. —Fin sintió cómo el cuerpo de Mick se tensó, pero había desaparecido en cuestión de segundos. Mick se levantó y echó una mano a Fin. —Vamos, cojamos un gran plato de estofado y pan de maíz y vamos arriba a ver una película.

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Más tarde esa noche, con Die Hard sonando en la televisión, el teléfono sonó, despertando a la pareja, dormidos entrelazados en el sofá. Mick se levantó medio

dormido buscando el teléfono. Lo encontró debajo de la mesa del café, donde había sido arrojado en un momento de pasión. Contestó el teléfono. —¿Ho…hola? —Mick hey, soy Sean. ¿Cómo está yendo todo en el bar? Mick se aclaró su adormecida voz y parpadeó varias veces. —Hola Sean. El pub ha estado bien. Cerramos una hora antes anoche. No hay bastante negocio los domingos últimamente. —Mick miró el reloj. Eran las ocho y media, lo que significaba que era mucho después de la medianoche en Irlanda. —Sí. Va a estar así un par de meses, hasta que la temporada de futbol comience de nuevo. Mick tragó y cerró los ojos, recordando que Fin pronto se iría. —Sí, tienes razón. ¿Qué te parece si se cierra el bar los domingos hasta entonces? Simplemente no merece la pena el dinero que se gasta en mantenerlo abierto ahora. Sean dejó escapar un suspiro. —Voy a pensarlo un poco. Hablando de otra cosa… ¿has visto mucho a Calder? He intentado llamar a casa durante la semana pasada, pero siempre salta el contestador. Miró a Fin intentando averiguar si él quería hablar con Sean. Fin negó sacudiendo su cabeza. —Ha estado mucho tiempo entrenando, y lo vi hoy en el pub. Puede ser que saliera después de que cerramos.

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Mick movió sus cejas graciosamente a Fin, y este se lo pagó tirándole una almohada.

—¿Por qué estás levantado tan tarde? ¿Te encuentras bien? —Mick quería preguntarle por su salud, pero no quería que se le escapara nada, con Fin ahí en la sala. —Bueno, esa es una de las razones por las que llamo. He estado notando un poco de dolor, no sé si es el cáncer o que he estado caminando mucho por aquí, pero he pensado en ver a un medico mañana, solo para estar seguro. Quería saber si podrías ir a casa a buscar mi tarjeta sanitaria de repuesto y mandarme un fax con una copia. La mía se mojó con la lluvia de aquí y se estropeó. También me puedes mandar por fax el expediente médico que he ido guardando. Está en el último cajón de mi escritorio, en casa. No es realmente técnico pero por lo menos el médico de aquí tendrá una idea de las pruebas que me han realizado y los medicamentos que ya han probado. Mick se preguntaba cómo iba a escapar de Fin el tiempo suficiente y sin que se diera cuenta, para poder mandar por fax toda la información que Sean le estaba pidiendo. —Veré lo que puedo hacer. —Mick se alejó de Fin y caminó por la habitación. En voz baja, casi en un susurro le hizo un par de preguntas más—. ¿No crees que sería mejor si vienes a casa? ¿Y qué le digo a Fin si quiere saber por qué he ido a tu casa?

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Sean dejó escapar un suspiro de frustración. —No he terminado todavía lo que me propuse conseguir con este viaje. No voy a volver a casa hasta que crea que la tarea se ha terminado. Puedes decirle a Fin que me tropecé y me torcí un tobillo y que por eso necesito que me envíes por fax la tarjeta sanitaria. Eso es lo que quiero que le digas. Por supuesto que si yo le pidiera a él que me enviara la tarjeta por fax, no podría decirle que me mandara el informe médico. No sé Mick, seguramente tú puedes pensar algo. Eso sí, no le digas nada del cáncer todavía.

Mick se pasó una mano por el cabello en señal de la frustración que sentía con ese hombre tan obstinado. —De acuerdo, Sean ¿Quieres que le diga algo a Fin si lo veo? Fin tomó la pregunta como una invitación y bajó su sudadera, por lo que su polla saltó libre. Mick sonrió y se pasó la lengua por los labios. —Dile a él... —Sean empezó a toser a través del teléfono. La tos se llegó a poner tan mal que Mick tuvo miedo de que no pudiera detenerse. Apretó el teléfono con fuerza rogando para que su amigo parara. —Dile que lo quiero y que me alegro de que esté en casa donde pertenece —Sean tosió un par de veces más—. Voy a dejar que vuelvas a lo que estabas haciendo. Solo mándame tan pronto como puedas el fax a este número… —Sean le leyó el número de fax de su primo y cuando colgó todavía continuaba tosiendo. Mick volvió a mirar a Fin de nuevo. Dios ¿cómo pudo meterse en medio de todo eso? Fue rápidamente distraído por la visión de Fin acariciándose lentamente su erección. Parecía una especie de sultán, descansando perezosamente en el sofá, con fuego en sus ojos y la polla en su mano. Mick dejó caer el teléfono sobre la mesa y se arrodilló junto al sofá. Lo miró a los ojos y luego bajó su mirada a la polla palpitante delante de su cara.

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Fin pasó el dedo por las venas a lo largo de su polla, y secó una gota de humedad de la punta. Llevó el dedo a los labios de Mick, tentándolo. Abriendo su boca, Mick pasó la lengua a lo largo del dedo delgado de Fin. Cerró su boca sobre la parte superior, tragando hasta el nudillo. Gimió cuando el sabor explotó en su lengua. Se sacó el dedo y miró a los ojos de Fin

—Más. Quiero más de ti. Voy a chupar tu polla hasta que explotes en mi boca y después voy a follar tu culo. Voy a llegar tan profundo dentro de ti, que vas a saborear mi semen en tu boca. Fin se recostó en el sofá y abrió sus muslos. —Soy todo tuyo, Mick. Lo he sido desde que puse los ojos en ti. El pensamiento de tu boca en mi polla me deja queriendo más. Mi culo está palpitando con la idea de tu dura polla en él. Así que vamos. Dame lo mejor de ti. Mick consiguió lo que se había propuesto. Tenía a Fin gritando tan fuerte en el momento en el que lo estaba follando, que estaba seguro de que estaría ronco por la mañana. Más tarde, después de su ronda de lucha libre en el sofá, Mick llevó a Fin a la habitación y lo acostó a su lado. Lo besó tiernamente y lo miró a sus ojos verde oscuros. —Tengo que ir a la casa de Sean, y mandarle un fax con la copia de su cartilla médica. Ha estado teniendo un poco de dolor en el pecho, pero piensa que puede ser de todo lo que ha estado andando. —Se inclinó y beso a Fin otra vez—. No será mucho tiempo. Te voy a despertar cuando llegue a casa. No tenemos que trabajar mañana, así que tenemos toda la noche para jugar. Fin lo miró con los ojos entrecerrados. —¿Por qué razón pa te pide a ti que le envíes por fax la tarjeta? Mick le pasó las manos por sus rizos oscuros. —Trató de llamar a casa, pero por alguna razón saltó el contestador ¿Podrías pensar en alguna razón por la que no estabas en casa? —Sonrió—. De todas formas lo que él necesita es que se le envíe el fax durante la noche. Con la diferencia horaria y todo eso, será más fácil para él si me voy a hacerlo ahora.

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Fin negó con la cabeza. —No, yo voy. Es mi pa y yo tengo una llave de la casa.

Mick sonrió y lo besó. —Le dije a Sean que lo haría. Además tengo una llave de su casa, me la dio hace varios años. Tú solo duérmete y descansa. La forma en que mi polla se está poniendo en marcha, me dice que voy a necesitar todo lo que tú puedas dar de ti. Mick estaba de vuelta en la cama en una hora. Fin dormía profundamente, así que decidió aprovechar la oportunidad para tomar en sus brazos al hombre del que estaba enamorado. No había querido enamorarse, pero rápidamente esto se le había ido de las manos. Mick sabía que no podía mentirle acerca de su pa .Por eso le dijo que Sean estaba teniendo dolor en el pecho. No era toda la verdad, pero tampoco era mentira. Con sus brazos alrededor de Fin, trató de decidir la mejor forma de actuar con respecto al secreto tan bien guardado de Sean. Fin tenía todo el derecho a saber que el tiempo que le quedaba a su pa era corto ¿De qué pensaba Sean que estaba salvando a Fin? ¿Tenía miedo de que lo tratara de disuadir de su viaje a Irlanda? Todos los que estaban cerca de Sean, sabían de sus ganas de volver a Irlanda antes de su muerte. Mick consideró sus decisiones. Podría ir contra los deseos de Sean y contárselo todo o podía seguir manteniendo al hombre del que estaba enamorado en la oscuridad. Mientras le daba vueltas a las opciones en la cabeza, lentamente retiró las sábanas que cubrían el cuerpo de Fin. Este era la encarnación de la perfección masculina, un fuerte guerrero con un gran corazón.

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En el momento en que el aire frio golpeó su piel, Fin cambió de postura en busca de calor. Encontró ese calor en el cuerpo de Mick. Aún dormido, se acurrucó junto a su cuerpo y colocó la mano en la polla de Mick, que se puso dura en un santiamén. Él continúo con el estudio del cuerpo de Fin. Con solo unos cuantos vellos negros en su pecho, la

mayoría de los músculos de Fin se definían con claridad. Sabía lo duro que Fin había trabajado para mantener su cuerpo en esa condición. De repente se sintió culpable por desear que Fin renunciara a la vida por la que había trabajado tan duro, para permanecer en Boston con él. Mick rodeó los pezones de Fin y observó las pequeñas protuberancias que sobresalían como si fueran en busca de su beso. Decidió obedecer la invitación tácita, inclinó la cabeza y tomó el pezón en su boca. Lamió y golpeó con la lengua la creciente protuberancia y la tomó entre sus dientes, mordiéndola suavemente. Fin gimió en su sueño y su mano comenzó un ritmo inconsciente a acariciar el pene de Mick. Como Fin abrió sus ojos, Mick miró el rostro soñoliento y no pudo resistirse a poner un suave beso en los labios hinchados por el sueño. Llevó su propia mano hasta la base de la polla en la erección de Fin. Le acarició el perfecto pene como si fuera la suave piel de un gatito. Mick llegó más abajo, y colocó las manos en el pesado escroto de Fin, rodando las bolas en su mano. Fin se empujó hacia él y lentamente abrió los ojos. — Mmmm… más. —Fin comenzó una investigación más a fondo de la polla de Mick, mientras continuaba su propio empuje en la mano de Mick—. Tan caliente, cariño. Mick se subió encima de Fin y frotó su goteante polla a lo largo de su abdomen, dejando un rastro blanco nacarado a su paso. —Quiero montarte Fin.

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—Mmmm… —Fin gimió y colocó a Mick sobre su polla, llegó a la mesilla de noche y sacó el tubo de lubricante—. Tengo que lubricarte primero. —Fin echó poco a poco el lubricante sobre su propia erección y comenzó a deslizar a Mick hacia atrás y adelante por encima de su polla. La sensación de las mejillas del culo de Mick envolviendo su polla era el cielo—. Me voy a correr si no subes.

Mick se elevó un poco sobre Fin. Su culo bien lubricado. Colocó su suave agujero encima de la polla y manteniéndola en posición, bajó sobre ella. Enseguida que el pene de Fin traspasó su entrada, él se había perdido en un gran orgasmo. Se corrió a chorros sobre el pecho de Fin antes de que estuviera sentado completamente sobre su enorme polla. —Lo siento, bebé. Se siente tan bien… ¡Oh Dios... si! Fin sonrío y se hizo cargo. Empujando su polla hasta el fondo del culo de Mick. Después los giró a ambos dando la vuelta hasta que él quedó encima. Fin necesitaba follar duro a Mick. Colocó las piernas de Mick encima de sus hombros. Colocó su polla otra vez y empujó fuerte. Estando dentro de Mick se sentía como en casa. Empujó a través del anillo de músculos y recorrió todo el camino hasta el fondo, de una estocada. Mick estaba entrando en una bruma de placer y se agarró del cabecero. —Fuerte, fóllame más fuerte. —Quitó las piernas de los hombros de Fin y las llevó sobre su propia cabeza hasta tocar la cabecera de la cama con los pies. Esto hizo que Fin tuviera que ir más profundo en su culo. Fin lo jodió más duro y más rápido de lo que había sido follado en la vida—. Demasiado... Oh Fin me voy a correr otra vez. —Con la posición en la que se encontraba, su pene apuñalaba su pecho con cada envestida de caderas de Fin—. Te voy a disparar en el ojo, Fin. —Sonrió cuando Fin lo miró sorprendido. Vio que efectivamente la polla le estaba apuntando a su cara y se echó a reír.

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—Maldita sea, eso es sexy. Dispara en tu propia boca, Mick. Quiero verlo. —Las palabras de Fin parecían estimular su propio orgasmo, porque después de un par de duras envestidas, aullaba su liberación. Mick cogió su polla y explotó hacia su cara, cayendo la mayor parte de su semen

en la mejilla, pero algunas gotas aterrizaron en su boca—. Mmm… Me gustó. —Dijo Mick con una sonrisa y un guiño. Fin soltó las piernas de Mick y rodó a un lado, manteniendo su pecho sobre Mick. Se inclinó y le lamió la cara limpiándosela, luego se adentró en su boca con un beso ardiente. Rompió el beso y puso una mano en la cara de Mick. —Siempre me has sabido bien. —Debe ser todo el zumo de frutas que bebo. No es de extrañar que disfrutes tanto al chupar mi polla. —Acarició el torso de Fin y llegó hasta una de sus mejillas y la apretó. Miró a su cara y no pudo parar sus siguientes palabras—. Estoy enamorado de ti y tengo miedo. Fin bajó la cabeza y la apoyó en el cuello de Mick. —Lo sé, yo también. Tengo que irme dentro de tres semanas, para el entrenamiento de primavera. Nunca he probado una relación a larga distancia. Maldición. Nunca he probado una relación. ¿Tal vez podríamos intentar conseguir un intercambio a los Patriots6? Mick sacudió la cabeza lentamente de lado a lado. — Nunca podrías jugar para los Patriots, y aun así tener una relación conmigo. No voy a estar escondido como un secreto sucio durante los próximos años. Entiendo hasta qué punto es importante tu carrera, pero no puedo vivir de esa manera. Tampoco podría mudarme a New York para estar contigo. Mientras tú juegues al futbol simplemente no tienes libertad para estar conmigo.

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(6) Los New England Patriots (en español Patriotas de Nueva Inglaterra) son un equipo profesional de fútbol americano con sede en Foxborough, Massachusetts. Son miembros de la División Este de la American Football Conference (AFC) en la National Football Leagu (NFL). Originalmente denominados Boston Patriots, los dueños del equipo cambiaron el nombre al ser reubicados en Foxborough en 1971.

Fin le dio un beso disfrutando el sabor persistente del semen de Mick. —El fútbol es mi vida. Es en lo único que he sido bueno. ¿Quién soy yo sin el fútbol? Mick tiró de Fin acercándolo más, envolviendo sus piernas alrededor de sus muslos. —Tú eres el hombre que amo. Yo no te quiero porque puedas jugar al futbol. Te amo porque me haces reír. Eres grande y fuerte, pero tienes un corazón que es suave y tierno. Eres un hombre maravilloso. ¿Por qué te vendes tan barato? Fin se encogió de hombros y trazó con los dedos el delgado pero musculoso pecho de Mick. —Desde séptimo grado, el fútbol es sobre lo único que la gente quiere hablar conmigo. Se ha convertido en casi toda mi identidad. Mick besó la parte superior de la cabeza de Fin. —Te equivocas, no es el fútbol lo que define quién eres tú. Es tu corazón generoso el que lo hace. ¿Alguna vez pensaste que tal vez la gente ha tenido siempre una sola imagen de ti? ¿Que el futbol era el único tema de lo que podían hablar contigo porque sabían lo mucho que te gustaba? ¿Podría ser posible que la gente que te rodea se siente inferior a ti, no superior y te habla sobre fútbol para así sentirse más cercanos a ti? La mano de Fin detuvo su movimiento sobre el pecho de Mick. —No, nunca consideré ninguna de esas cosas. ¿Por qué alguien se podría sentir inferior a mí?

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Mick suspiró. —Tal vez porque eres cálido, amable, eres un hombre que es increíblemente caliente y además dá la casualidad que juegas futbol profesional en New York. Yo nunca te pediría que renuncies a tu carrera porque sé que es algo que amas hacer. Pero estoy empezando a cuestionarme incluso por qué juegas. ¿Te gusta jugar o te

gusta sentirte admirado? Tanto si juegas como si no, tú seguirás siendo admirable… porque tú eres Calder Finnegan. Vio cómo los ojos de Fin se llenaban de lágrimas, antes de parpadear rápidamente para no dejarlas escapar. —Necesito un poco de tiempo ¿Tú me amarás de todos modos? Mick se echó a reír y se subió encima de Fin. —No tengo ninguna opción en este asunto. No me tendría que haber enamorado de ti en primer lugar. Nada de esto va a ser fácil, pero nada en la vida lo es. Yo estoy contigo y voy a aceptar cualquier decisión que tomes. —Gracias.

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l lunes por la mañana Mick abrió los ojos y estiró los músculos sobrecargados de trabajo. Una de las cosas que podía decir con seguridad, es que había conseguido su cupo de ejercicio en los últimos dos días. Miró el reloj, eran solo las ocho y diez. Wow, pensó para sí mismo, no podía recordar la última vez que se había levantado tan temprano. Miró a Fin y sonrió. Despatarrado en la cama, Fin parecía un hermoso sacrificio. Se rascó su barba de media tarde y pensó en lo que le gustaría hacer en su único día libre. Mick decidió que por ejemplo podía compartir algo especial con Fin. Se inclinó y besó suavemente sus labios antes de pasar a su cuello y luego hasta la oreja. Poco a poco succionó el lóbulo dentro de su boca, hasta que Fin gimió. —Mmm. Te voy a dar una hora para terminar esto. — Fin entreabrió un ojo y sonrío a Mick.

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—A pesar de que la idea me interese mucho, he decidido que vamos a hacer un viaje por la costa durante el día. Así que a levantarse y a vestirse. —Mick le dio a Fin una palmada en el culo—. Estamos desaprovechando el día. —Saltó de la cama y se dirigió a la ducha. Sabía que Fin pronto lo iba a seguir y entonces no saldrían nunca de la ducha, por no hablar de la casa. Rápidamente se lavó el cabello, se enjabonó y salió de la ducha. Decidió dar un descanso a su piel e ir con aspecto desaliñado y no afeitarse. Rápidamente se lavó los dientes, y justo cuando salía del baño Fin entró.

Fin lo detuvo y lo miró confuso. —Oye ¿qué pasa? Me iba a reunir contigo. Mick envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo besó. —Ya lo sé, por eso me apresuré. Quiero compartir algo contigo y tenemos que ponernos en marcha. —Señalo a la ducha—. Así que rapidito. Voy a preparar algo para desayunar. —Besó a Fin una vez más y le dio una palmada en el culo—. Muévete bebé. Era un hermoso día de mayo y Fin estaba disfrutando del viaje por la costa. El aire olía mucho mejor aquí que en Manhattan. Esa es una de las cosas que más odiaba de la ciudad. Uno nunca podía despertar y simplemente salir a tomar una profunda bocanada de aire limpio por la mañana. Todavía vivía en el piso pequeño de una sola habitación que había comprado cuando firmó su primer contrato. Tenía suficiente dinero para comprar una mansión, como tenían la mayoría de jugadores de la NFL, pero simplemente no tenía sentido para él. No tenía ningún amigo y el Señor sabe que no tenía ninguna cita. Entonces ¿por qué gastar dinero cuando a él no le importaba y a nadie más tampoco? Fin giró la cabeza levemente sobre el reposacabezas y miró a Mick. Dios, era magnífico. Su perfil era absolutamente perfecto, como si hubiera sido tallado en mármol. Extendió una mano y la dejó caer sobre el muslo de Mick. Este apretó sus muslos para apretujar la mano de Fin. Fin sonrío y Mick giró sus ojos azules de una forma sensual. —No mucho más lejos, solo faltan otros veinte minutos. —Por lo menos ¿por qué no me dices a donde vamos?

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Mick sonrío y encendió la radio. —Entonces no sería una sorpresa. Estoy a punto de compartir algo que nadie más conoce, ni siquiera Sean. Que en realidad es mucho

decir, porque creo que Sean conoce la mayoría de mis secretos. Esto lo he tenido para mí solo durante nueve años. Fin pasó la mano por la parte de los jeans de Mick, que cubrían su polla. —¿Estás seguro de que no hay una manera para que pueda convencerte de que me digas tu secreto ahora? Mick le quitó la mano de encima y se recolocó su pene. —Buen intento, pero esta sorpresa la tienes que ver en persona. Veinte minutos más tarde Mick se detuvo delante de una puerta de hierro e insertó un número en el dispositivo táctil de la entrada. La puerta se abrió lentamente para revelar un largo camino de entrada. Mick condujo su camioneta por el camino sinuoso. Se detuvo delante de una casa de tres pisos con tejas grises, que estaba asentada sobre un acantilado con vistas al océano atlántico. La casa dejó sin aliento a Fin. Era absolutamente pintoresca. Un amplio porche daba la vuelta alrededor de toda la casa. Cajas de flores llenas de geranios rojos se asentaban debajo de cada ventana y en macetas grandes al lado de los escalones del porche. Era una hermosa casa en el acantilado más perfecto que había visto nunca. —Estoy impresionado con este lugar. —Se giró hacia un sonriente Mick—. ¿Es tuya?

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Mick se bajó del coche, dio la vuelta y abrió la puerta de Fin. —Sí, esta casa es mía. Es lo único que mantuve cuando dejé el negocio de la música. Es donde yo vivía cuando conocí a Sean.

Fin lo miró como si estuviera loco. —¿Te fuiste de esta maravillosa casa, para vivir encima de un bar irlandés? Si esta fuera mi casa nunca la dejaría. —Fin dio una carcajada—. Incluso me tendrían que traer la comida a domicilio. Mick envolvió su brazo alrededor de Fin y miró al océano. —Tiene todo lo que un hombre podría desear, excepto la compañía. Después de dejar la música me mudé aquí y no salí durante seis meses. Sí, incluso pedía la comida a domicilio. Tenía que averiguar quién era yo y lo que quería para el resto de mi vida. Por fin lo he descubierto, quería lo mismo que cualquier otro hombre. Un trabajo del que sentirme orgulloso, una casa que me mantuviera caliente y seguro, buenos amigos y alguien a quien amar. Aunque yo ni siquiera esperaba que pudiera llegar a sentir la clase de amor que siento por ti. Mick miró a Fin y acarició un lado de su cara. —Tú completas mi vida, eres la pieza que faltaba en el rompecabezas. —Sonrió y comenzó a llevar a Fin hacia la puerta principal—. Vamos, te lo voy a enseñar todo. Subieron los escalones empinados del porche y Mick abrió la puerta. —Tengo una mujer que viene dos veces por semana para regar las plantas y hacer la limpieza de la casa, así que no debería estar demasiado mal. Fin entró a la casa que estaba bellamente decorada. —¿Por qué necesitas que una mujer venga dos veces por semana, si no estás aquí para que esto se ensucie?

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Mick se encogió de hombros. —Me gustan las flores en la fachada. Cuando llego, las flores me hacen sonreír. Regar las flores no necesita demasiadas horas como para que alguien venga dos veces por semana, así que encontré

a Hildy y le pregunté si ella podría mantener esto sin polvo también. Fin abrió una serie de puertas francesas que estaban en un lateral de la casa con vistas al mar. Se acercó a la barandilla y respiró hondo. Podía oler la hierba recién cortada y el océano. Fin cerró los ojos. —¿Sabe Hildy quién eres? Mick se puso detrás de él, envolvió sus brazos en su cintura y apoyó la cabeza en su hombro. —No, ella cree que Dominic Sullivan posee esta casa, no sabe que yo soy Ian Gallagher. —Besó el cuello de Fin—. Hasta hace un par de días, solo Sean y mi agente sabían que Dominic Sullivan e Ian Gallagher son el mismo hombre. Mi agente murió hace un año por lo que solo quedaba Sean, antes de saberlo tú. Fin se dio la vuelta y abrazó a Mick. —Gracias de nuevo por confiarme tu secreto. Mick lo besó. —Suficientes cosas serias, te he traído aquí para divertirnos. Te voy a enseñar mi orgullo y mi alegría. —Llevó a Fin hacia la parte posterior de la casa. Se detuvo ante una puerta cerrada con llave—. Esta sala probablemente esté muy polvorienta, la tengo cerrada con llave para que Hildy no sepa mi secreto. —Mick abrió la puerta y entró. Fin le siguió. —¿Un estudio de grabación? Hombre, eso es genial. ¿Todavía grabas canciones? —Fin se acercó hasta una pared llena de discos de oro y platino.

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Mick desempolvó una pila de CDs y miró a Fin. —Sí, todavía me grabo, pero solo baladas irlandesas. La diferencia es que ahora lo hago para mí y para disfrutar haciéndolo. No por el dinero o la fama.

Fin movió los pies y se mordió el labio —Uhm. ¿Sería mucho pedir una copia de uno de tus CDs? Me gustaría tenerlo conmigo cuando vuelva a New York. No dejaré que nadie más lo oiga, pero… bueno… Yo puedo oírlo cuando me falte el sonido de tu voz. Mick dejó los CDs en la estantería y empezó a buscar entre ellos. Eligió uno y se lo entregó. —En este hay solo canciones irlandesas de amor, son lentas y dulces. Si voy a estar hablando contigo a través de mi música, me gustaría que sea con estas canciones. —Mick bajó la cabeza y salió de la habitación. Fin miró a su alrededor una vez más y apretó la caja del CD en su mano. Sabía cómo se sentía Mick. Joder, él se sentía igual, pero ¿qué otra opción le quedaba? Su carrera futbolística era toda su vida ¿no? Fin dejó esos pensamientos y se fue a buscarlo. Mick estaba en la cocina poniendo algo en el horno. Fin le puso su mano en la espalda. —Hey ¿estamos bien? Mick se volvió y lo abrazó —Por favor solo dime que deje de pensar en problemas. Sé que tienes que irte, pero no puedo dejar de enfadarme por eso. Te acabo de encontrar. Te he buscado toda mi vida y me duele saber que tengo que dejarte ir dentro de tres semanas.

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Fin frotó sus manos sobre la espalda de Mick y lo besó en la frente. —Lo sé, cariño. Yo también estoy enfermo con esta situación. Solo puedo prometer que estaré aquí para ti, si alguna vez me necesitas. El hecho de que tenga que volver a New York no significa que dejaré de amarte. Con mucho gusto voy a continuar una relación a larga distancia, si eso es lo que quieres. Pero por algunos años más mi carrera está en New York.

Mick se apartó y volvió al horno. —Estoy calentando una cazuela que Hildy dejó en el congelador. —Comprobó la cazuela y cerró la puerta del horno. Volviéndose hacia Fin solo lo miró fijamente durante unos segundos—. Voy a necesitar tiempo para pensar en todo esto de no salir del armario. Ahora estoy tentado a caer y decir que sí, pero no estoy seguro de lo que le haría a nuestra relación con el paso del tiempo. Quiero tomar la mejor decisión par los dos. ¿De acuerdo? Fin se acercó a Mick, tiró de él y lo apoyó en sus brazos. —Eso es todo lo que puedo pedirte. Solo sé que voy a pensarlo también. —Inclinó la cabeza y besó apasionadamente a Mick, comiéndole la boca completamente. El beso encendió la polla de Fin, que se acercó lentamente frotando su pene contra el duro bulto en los jeans de Mick. Cuando este le respondió agarrándole el culo, supo que estaban en la misma página. Mick empezó a quitarle la descolorida camiseta y los pantalones. —No hablemos más, solo ámame. —Mick pasó la lengua por la mandíbula de Fin hasta llegar a su cuello. Trazó los fuertes tendones y continúo hasta los hombros, donde tocó con los dedos y la lengua. Descendió lentamente, trazando un mapa en el cuerpo de Fin con sus manos y boca, como si estuviera loco tratando de grabar en la memoria cada peca, cada vello y cada uno de los voluminosos músculos. Arañó las montañas bien definidas del abdomen de Fin, y arremolinó la lengua dentro de su ombligo.

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Fin pareció entender lo que necesitaba y le dejó explorarlo. Mick movió sus manos a los duros músculos del trasero de Fin y cogió un pálido globo en cada mano. Arañó el hueso de la cadera y finalmente enterró la cara en su nido de rizos negros. Respiró hondo y suspiró. Movió sus labios y besó la cabeza de la dura y palpitante polla de Fin.

Serpenteando su lengua, la sumergió en la hendidura que la coronaba. Cerró sus ojos saboreando el gusto de Fin en su lengua. Sabía que no importaba qué sucediera, no olvidaría nunca este día, este momento. Fin comenzó a empujar su polla en la garganta de Mick, hasta que puso las manos sobre su cabeza para retenerlo y sintió sus lágrimas. Se detuvo inmediatamente, se retiró de la garganta de Mick y cayó de rodillas para abrazarlo. Mick no pudo controlar sus emociones y comenzó a temblar en sus brazos. Fin sujetó su cara y la levantó para poder ver sus ojos. Besó algunas lágrimas que caían debajo de las largas pestañas negras de Mick. —¿Cariño, te he hecho daño? Mick solo lo miró fijamente durante unos segundos, luego sacudió la cabeza y hundió una vez más la cara en el pecho de Fin. —Este… Este sentimiento. Esto es lo importante en la vida. Solo abrázame. Es todo lo que necesito ahora, que me abraces. —Mick se colgó del cuello de Fin, como si se estuviera ahogando. Fin lo levantó y lo llevó hasta el porche. Encontró una silla de jardín y se sentó colocando a Mick en su regazo. Mick puso su cabeza sobre los hombros de Fin y continuó agarrado a él. Fin miró a través de la barandilla del porche, hacia el océano Atlántico. Acarició la espalda de Mick. —Todo está bien. Estoy aquí, te estoy sujetando.

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Se sentaron así por un largo rato. Finalmente Mick se calmó y besó el cuello de Fin. —Lamento lo que pasó. Ni siquiera puedo decirte la razón, porque no estoy seguro de que lo entienda completamente. Yo estaba haciendo todo lo posible para grabarte en mi memoria y en mi corazón, y las emociones eran tan verdaderas, tan… hermosas… que me

sentí abrumado de amor por ti. —Mick negó con su cabeza—. ¿Podemos permanecer así durante un rato más? Fin le besó la parte superior de la cabeza. —Yo te diría que sí, pero el temporizador del horno sonó hace unos quince minutos y ya estoy empezando a oler el humo. Déjame entrar y sacar la cazuela del horno. Voy a ver si hay algo en la nevera con lo que podamos alimentarnos. ¿Qué te parece? —Bueno, pero sería aun mejor si trajeras una manta cuando vuelvas. La brisa del mar está empezando a congelar mis partes. —Le hizo un guiño a Fin.

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asaron el resto del día fuera. Primero en el porche donde Fin los alimentó a ambos y después por la tarde sacaron la manta y observaron la vista del océano desde el acantilado. Colocaron sus cuerpos juntos en cucharita y hablaron de todo y de nada. Mick se giró para encarar a Fin. Extendió una mano y gentilmente colocó un rizo errante detrás de su oreja. — Gracias por lo de hoy. Honestamente… ha sido uno de los mejores días de mi vida. —De nada. La única cosa que podría mejorar más el día sería una hermosa balada irlandesa cantada por un magnífico tenor irlandés al igualmente magnífico hombre que amo. —Fin sonrió y lo besó. Mick miró a Fin y entrecerró los ojos. —¿Realmente quieres que actúe para ti? Fin asintió. —No. Quiero que me hagas el amor con tu voz. Sólo lamento que no toques el violín. No hay nada mejor que una canción de amor con un violín de fondo. Mick parpadeó y suspiró. —Cantaré para ti todo el día, pero nunca volveré a tocar el violín. Fin lo abrazó más apretadamente. —¿Podrías decirme por qué?

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Mick colocó su cabeza en el pecho de Fin y suspiró. — Mi madre me enseñó a tocar cuando sólo era un niño. Cada noche practicábamos el violín y la canción. Cuando firmé

con mi agente me dijo que no tocara el violín con mi música. Pensó que me daría una imagen poco elegante. Mick se encogió de hombros. —Era joven y no me importaba qué tendría que dejar para convertirme en rico y famoso. Durante toda mi carrera, no tenía permitido tocar el violín en público. Cuando mi madre murió y volví a Boston para su funeral supe que había acabado con el negocio de la música. De modo que la noche después del funeral volví al cementerio y toqué el violín para mi madre. Le prometí que todo el amor que puso en mi violín mágico se lo devolvería en la canción. Toqué durante horas esa noche y llené mi violín con todo el dolor que tenía. No he tocado el violín desde entonces. No me trae más que dolor y tristeza ahora. Fin lo acercó más y secó una lágrima de su ojo. — Gracias por decírmelo. Ahora entiendo por qué no lo tocas. Sólo desearía haberte conocido entonces. Desearía haber podido conocer a tu madre… parece una hermosa dama. Mick besó el pecho de Fin. —Era la persona más hermosa del mundo… por dentro y por fuera. —Mick estuvo en silencio un largo rato y entonces, suavemente al principio, empezó a cantar.

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Condujeron de vuelta a Boston a la mañana siguiente en un silencio amigable. Mick sostuvo su mano todo el viaje. Fin estaba contento de que Mick lo amara lo bastante para mostrarle su casa y para compartir otro recuerdo de su madre, a pesar de que era doloroso. Fin miró por la ventana y bostezó.

Mick lo miró y sonrió. —Te mantuve despierto hasta tarde, ¿no? —Apretó la mano de Fin un poco más. Fin le devolvió la sonrisa. —Merecía la pérdida de sueño, créeme. Sólo estaba pensando en el largo día que nos espera. No sé cómo pa lo ha hecho todos estos años. Estoy cansado después de sólo un par de semanas. Mick llevó la mano de Fin a su boca y besó sus nudillos. —Creo que al principio no tenía opción. Por lo que he escuchado el bar no ha empezado realmente a dar beneficios hasta recientemente. Sean no podía permitirse contratar a la gente que realmente necesitaba y tener ganancias. De modo que la mayoría del trabajo lo hacía él mismo. Mick miró a Fin. —Necesitas hablar con él. Sabe que la jodió como padre pero necesitaba el bar para mantener a la familia. Mientras crecías se dio cuenta de que hacer dinero suficiente para una bonita casa y una escuela privada no merecía perder a su familia pero era demasiado tarde. Ya habías crecido hasta el punto en que sintió que estabas resentido con él de modo que siguió permaneciendo lejos. Creo que estar lejos era más fácil para él que ir a ti y admitir que había cometido un montón de errores. Esa es otra cosa que aprendí de Sean… demasiado maldito orgullo.

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Fin notó cómo Mick escupió las últimas palabras pero se imaginó que quizá Mick había tenido alguna ronda con Sean sobre algo que no era asunto suyo. —Sé que debería hablar con él. Antes de venir aquí iba a tener una conversación con él pero ahora que he visto la oficina y la despensa… —Fin estuvo en silencio unos segundos—. Todavía no estoy seguro de entender qué pasa con esas cosas.

Mick miró en su espejo retrovisor y llevó el coche a un lado de la carretera. Giró su cuerpo en el asiento para encarar a Fin. Tomó la mandíbula de Fin en su mano y lo estiró para que lo mirara. —¿Todavía no lo entiendes? Sean no se ha perdido ni uno solo de tus partidos. Quizá no fue capaz de estar allí físicamente, pero se aseguró malditamente de ser capaz de verlos de cualquier manera. Se ha matado en ese bar durante treinta años y en su mente lo hizo porque te amaba a ti y a tu madre. Estaba equivocado al hacerlo del modo en que lo hizo y ahora lo sabe. Dale al hombre una segunda oportunidad para ser el tipo de padre que siempre has deseado. —Mick sabía que había dicho demasiado pero maldición, Fin necesitaba hacer las paces con Sean antes de que fuera demasiado tarde. Si él tenía que explicarle las cosas que Sean debería haberle explicado hace años, entonces lo haría. Mick se inclinó y besó a Fin. —No pretendo meterme entre tú y Sean pero te amo y quiero a tu pa. No puedo seguir soportando que los dos estén en desacuerdo. Fin lo besó y asintió. —Pensaré en lo que dijiste. Eso es todo lo que puedo prometer ahora en consideración a mi pa.

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El bar estaba ajetreado para un miércoles por la noche. Por supuesto era verano de modo que los chicos de la universidad se iban de fiesta como si fuera un viernes por la noche. Había sido tan malo como la noche anterior. Fin estaba ayudando a Mick en la barra cuando un tipo de unos veintitrés vino a pedir una bebida. Fin lo miró y vio que

Mick estaba construyendo una Guinness. —¿Qué puedo ponerte esta noche? El tipo alzó la mirada y su mandíbula cayó. —Oh… oh Dios mío, tú eres Calder Finnegan. Te he visto jugar durante años. Eres mí jugador favorito. ¿Qué estás haciendo atendiendo en un bar? Fin sabía que finalmente pasaría. Había tenido una maldita suerte de que la mayoría de la gente si sabían quién era no diera una mierda por ello. Fin decidió sonreír y ser educado. —Mi pa es el dueño del bar. Estoy ayudando mientras está en Irlanda. —Maldición. Si más gente supiera que estás en Boston este lugar estaría lleno cada noche. ¿Por qué no lo anunciaste o algo? Fin se encogió de hombros. —Es el descanso de la temporada y sólo estoy ayudando a mi pa. No estoy intentando hacer publicidad. ¿Qué puedo ponerte de beber? Fin cogió a Mick observándolo desde el otro lado de la barra. Sabía que los pedidos de bebida empezaban a retrasarse pero no parecía que pudiera deshacerse de este tipo. —Dime… ¿cómo se siente marcar cuatro veces en un partido? — Es una buena sensación. Ahora, tengo que volver a los pedidos, ¿hay algo que pueda darte?

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—¿Por qué? ¿Crees que eres demasiado bueno para hablar con un fan? —El tipo empezaba a hablar fuerte y Fin podía ver que Mick se dirigía hacia él.

—Sólo estoy intentando atender el bar, chico. Por favor haz tu pedido o apártate de la barra. El tipo se enfadó por el pedido de Fin y sorprendió a Fin con un puñetazo en su cabeza. Desafortunadamente el tipo tenía un gran anillo de oro, lo que rajó la piel de la mejilla de Fin. La cabeza de Fin se echó atrás por el puñetazo y cuando se puso derecho vio a Mick saltando la barra. Mick agarró al tipo por el cabello y empezó a apartarlo de la barra. Fin tenía que dárselo a Mick, quizá era más delgado, pero, maldición, era fuerte. El tipo acabó golpeándose con una silla pero eso no detuvo a Mick de agarrarlo por el cabello para sacarlo del bar. Mick cerró la puerta y habló con un par de clientes regulares y apuntó a la puerta. Mick prácticamente corrió de vuelta por la barra. Agarró un trapo limpio de la barra y lo mojó, llevándolo hasta Fin. Fin intentó coger el trapo pero Mick lo ignoró. Limpió el corte y después dejó el trapo en su sitio. Para entonces Fin era el foco de atención de cada ojo en el bar. Mick se inclinó hacia él y le habló en la oreja. — Necesitas un par de puntos en eso, bebé. Traeré a Joe para que te lleve al hospital. Mick empezó a alejarse pero Fin lo detuvo. —No voy a ir al hospital. Sólo envía a Joe a encontrar una farmacia y conseguir un paquete de tiritas de mariposa. Soy un jugador de fútbol, por el amor de Dios. Me corto todo el tiempo. Créeme, todo lo que necesito es una tirita de mariposa y sanará incluso mejor que los puntos. Lo prometo.

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Mick sacó el trapo de nuevo y miró el corte. —De acuerdo, bien, pero te envío escaleras arriba y cerraré

temprano. No me gusta la tensión aquí ahora de todos modos. —Mick se alejó y habló con Joe, uno de los habituales. Joe asintió y acabó su cerveza y se fue. Mick volvió a la barra y se puso encima. —¿Puedo tener su atención por favor? Lo siento, damas y caballeros, pero el bar cerrará más temprano esta noche. Tienen treinta minutos para acabar sus bebidas. Lamento cualquier inconveniente que les causemos y espero que todos vuelvan a Finnegan‟s. Mick saltó de la barra con asentimientos y algunos murmullos. Caminó hacia Fin. —¿Pensé que ibas escaleras arriba? Fin sacudió la cabeza. —Estoy bien, Mick. Me quedaré y te ayudaré a sacar a esta gente. Después de todo, es culpa mía que toda esta gente tenga que marcharse temprano. Lo mínimo que puedo hacer es quedarme y agradecerles que hayan venido. Además, no confío en que ese imbécil se quede lejos. No te dejaré cerrar sólo y se acabó. Fin no quería que Mick lo supiera, pero se sentía un poco exaltado de modo que se fue y se sentó en la cocina. Joe volvió con las tiritas y Mick se las llevó. Se puso delante de Fin y abrió el paquete, sacando dos tiritas. Mick se dirigió al botiquín y sacó algodón con alcohol para limpiar el corte. Se posicionó de modo que pudiera trabajar sobre el corte fácilmente. Desafortunadamente esa posición era demasiado tentadora para Fin.

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Mick básicamente estaba a horcajadas en el muslo de Fin a pesar de que todavía estaba en pie. Mick abrió el alcohol. —Lo siento, pero esto va a picar. —Limpió el corte

con toques gentiles y entonces sopló justo como la madre de Fin solía hacer. Fin empezó a distraerse por la vista de la polla de Mick medio dura. Elevó su rodilla lo bastante para rozar contra la ingle de los jeans de Mick. Mick saltó y lo miró a los ojos. — Ve con cuidado con lo que haces, Fin. Estoy preparado para colocar esta tirita y si no lo hago bien acabarás con una fea cicatriz. —Sus palabras eran serias pero entonces lo arruinó guiñándole un ojo y restregando su ahora dura polla contra la rodilla de Fin. Mick colocó la primera tirita y abrió la segunda. Mientras sacaba las lengüetas de la tirita, Fin estaba ocupado acariciando su polla. Mick respiró profundamente y se las arregló para concentrarse lo bastante para conseguir poner la segunda tirita antes de dejar salir un gemido. — Dame diez minutos más para limpiar el bar y después estaré de vuelta para montar tu pequeño pony. Fin rió. —Pequeño pony, Clydesdale7. —Mick salió riendo.

mi culo.

Montarás un

Diez minutos más tarde Mick estaba de vuelta. Paró en la puerta. Fin sonrió para sí mismo. No es que simplemente estuviera sentado en el taburete, ahora estaba completamente desnudo. Sonrió a Mick. Mick acarició el bulto detrás de su bragueta. —Joder, eres sexy. Fin dobló su dedo. —Ven aquí, Dr. Sullivan, necesito alguna atención médica más. Mick puso los ojos en blanco y empezó a quitarse la ropa. —Eso es correcto y ¿cuál es la naturaleza de su

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(7) El Clydesdale es una raza de caballos que deriva de los que solían haber en las granjas de Clydesdale, en Escocia y llevan su nombre en honor a esta región.

condición, señor? —Mick se paseó lentamente alrededor de Fin. Fin tomó la mano de Mick y la bajó hacia su erección. —Tengo una hinchazón y necesito que me la alivie. ¿Puede hacer algo Doc? Mick agarró una botella de aceite vegetal y se sentó en el regazo de Fin. —Oh, quizá sepa una cosa o dos pero necesitaré un examen más profundo. Incluso puede que necesite hacer un trabajo completo con usted. Fin le cogió la botella a Mick y derramó un poco de aceite en sus dedos. Extendió más sus propias piernas, lo que acabó separando las de Mick más. Extendió la mano detrás de Mick y empezó a esparcir el aceite alrededor del agujero de Mick. Mick se inclinó, enterrando su cara en los rizos negros de Fin. Inclinándose atrás en el toque de Fin, Mick gimió. — Suficiente. Te quiero dentro de mí. Retirando sus dedos, Fin posicionó su polla y Mick se empaló a sí mismo. —Oh Dios. Sí. —Fin movió a Mick lo bastante para que pudiera empujar dentro y fuera como un rayo. La quemadura de sus músculos se añadió a la atmósfera global de rudeza y salvaje follada. Retiró su polla y movió a Mick a sus pies. Fin se levantó e inclinó a Mick encima de la silla y golpeó dentro de él una y otra vez.

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El calor del agujero de Mick pronto tenía a Fin sudando. —Maldición, caliente… estrecho y caliente. —Gruñó, su polla tan adentro como podía llegar dentro del estrecho calor de Mick y disparó su semilla profundamente dentro de su amante. Rodeando con su mano la polla de Mick, lo acarició para que terminara. La salpicadura de calor en su mano se sintió como fuego.

Colapsaron en la silla, Mick lo abrazó, la vida era buena hoy. Miró dentro de los ojos azules de Mick y lo besó. —Te amo. —Mmm… —Mick se acurrucó más cerca, restregando su mejilla contra el pecho de Fin. Estaban preparándose para limpiar cuando el teléfono sonó. Mick se subió los jeans y fue tras la barra a por el teléfono. —Finnegan‟s. —Mick observó mientras Fin limpiaba su polla con un trapo y se subía los jeans. —¿Mick? —Hey, Sean. ¿Cómo te fue ayer? —Mick… tengo que ir a casa. El cáncer se ha expandido y piensan que si no dejo el país ahora no estaré lo bastante sano para volver a casa. —Maldición. —Sí. Mira, necesito que me recojas en el aeropuerto el viernes por la noche a las ocho y media. ¿Has visto a Fin? Mick tragó alrededor del nudo en su garganta. Oh Dios, no podía llorar delante de Fin. —Sí, está aquí conmigo en el bar. —¿Son lo bastante cercanos para que puedas contarle por qué vuelvo a casa? Lo he intentado… sólo que no puedo. Esperaba que ustedes se llevaran lo bastante bien para que pudieras facilitarle las cosas antes de que volviera.

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Mick cerró sus ojos. ¿Cómo podía decirle al hombre que amaba que su pa volvía a casa para morir? —Joder, Sean. No creo que sepas lo que me estás pidiendo que haga.

—Sí. Creo que lo sé. Yo… uh… te veré el viernes por la noche. Dile a Fin… dile a Fin que lo quiero, ¿lo harás? Mick sacudió la cabeza, de repente enfadado con su viejo amigo. —No, no se lo diré. Ese es un trabajo del que deberías haberte encargarte tú mismo hace mucho tiempo. No haré esto por ti. De modo que trágate tu orgullo y dile al hombre cómo te sientes. —Miró a Fin que empezaba a caminar hacia él—. Antes de que sea demasiado tarde. —Te veré el viernes por la noche. Adiós. Y… gracias. Sean colgó y Mick se quedó congelado con el teléfono todavía apretado en su mano. Bajó su cabeza de modo que Fin no pudiera ver las lágrimas bañando sus ojos. Estaba tan perdido en su propio enfado y dolor que ni siquiera escuchó a Fin acercarse. Dejó que Fin tomara el teléfono de su mano y lo colgara. Mick todavía no alzaba la mirada. Fin rodeó con sus brazos a Mick y lo besó en la cabeza. —¿Que ha sido eso, cariño? ¿Quién estaba al teléfono que te ha enfadado tanto? —Fin pasó sus manos arriba y abajo de la espalda de Mick. Mirando a Fin a sus hermosos ojos verdes, Mick lo besó. —Sean. Era Sean al teléfono. Él… vuelve a los EEUU el viernes por la noche. Necesita que lo vayamos a recoger al aeropuerto a las ocho y media. Apartándose un poco, Fin inclinó su cabeza a un lado. —¿Por qué pa está volviendo tan pronto? ¿Tiene algo que ver con su dolor en el pecho?

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Mick asintió. —Llévame a la cama y te lo explicaré todo. Necesito estar en casa… no en el bar. —Fin asintió y dirigió a Mick arriba. Fin los desnudó a ambos y puso a Mick en la cama.

Mick estaba agradecido de que Fin cerrara y apagara las luces antes de deslizarse en la cama a su lado. Fin rodeó a Mick con sus brazos y lo atrajo contra su pecho. — Háblame, cariño. Enterrando su cara en el cuello de Fin, Mick se sentía como si sus labios estuvieran entumecidos. Como si todas sus lágrimas y dolor se hubieran dirigido a sus labios hinchándolos demasiado para hablar. —Yo… no sé cómo decirte esto, de modo que sólo voy a decirlo. Sean tiene cáncer de pulmón. Está empeorando y viene a casa a morir. —Las lágrimas escaparon y bajaron por las mejillas de Mick. —Siento no habértelo dicho pero le prometí a Sean que le dejaría hacerlo a él cuando volviera. Lo que escuchaste abajo fue mí enfadado con él porque es un jodido cobarde. Me pidió que te lo dijera antes de que llegara. Si hubiera sabido que sería yo el que hiciera el trabajo sucio lo hubiera hecho antes. No quiero que pienses que estaba manteniendo el secreto de ti. Sólo que no era mi secreto para decirlo… hasta esa llamada telefónica abajo justo ahora. Fin no dijo nada. Se sentía como si alguien hubiera empujado al viento fuera de sus velas. Mick continuó besándole el cuello y acarició su pecho pero él sintió… nada. Lentamente se levantó de la cama y se puso los jeans. Empezó a dirigirse hacia la puerta a pesar de las súplicas de Mick de que se quedara. Salió del apartamento y bajó las escaleras hacia la oficina de su pa y cerró la puerta. Fin abrió la puerta del almacén y entró, cerrando la puerta tras él, deslizándose al suelo en un montón.

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Fin no sabía cuánto tiempo estuvo sentado allí con sus brazos alrededor de sus piernas pero vagamente recordaba a Mick golpeando la puerta de la oficina de su pa, gritando

que la abriera y lo dejara entrar. Fin no sabía si alguna vez dejaría entrar a alguien. Se meció adelante y atrás, con su cabeza apoyada en sus rodillas. Necesitaba pensar. Necesitaba llorar o golpear algo, pero todo lo que podía hacer era mecerse. Tenía algunas esperanzas después de ver esta habitación. Quizá su pa realmente estaba orgulloso de él. Quizá podrían empezar otra vez y compartir las cosas que muchos padres e hijos hacían. ¿Durante cuánto tiempo había sabido su padre lo del cáncer? ¿Era tan mal hijo que su padre no pensó que fuera importante decírselo? ¿No quería pasar el tiempo que le quedaba con Fin? Cuanto más tiempo pasaba sentado allí, más preguntas tenía. Fin sabía que la mayoría de las respuestas vendrían de su pa pero podría obtener algunas respuestas de Mick. Quizá podría llevar a su pa con otro doctor. Infiernos, no era como si no tuviera el dinero. Tenía que haber algo que pudiera hacer para curarlo. ¿Cuál era el punto de tener dinero si no podías hacer algo bueno con él? La vida de su pa merecía un infierno de montones de dinero más que una estúpida mansión o coches deportivos. Eso era lo que tenía que hacer. Le conseguiría a su pa los mejores doctores del país, incluso si se gastaba cada penique que tenía en ello. Con su nueva resolución, Fin decidió que era el momento de hablar con Mick. Maldito Mick por no decírselo. Pero Mick nunca traicionaría la confianza de Sean. Era una de las cosas que amaba del hombre. Mierda, se sentía tan solo y confuso.

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Fin se levantó del suelo y abrió la puerta del almacén. Mirando atrás por encima de su hombro, sacudió la cabeza por todas las cintas. Todos los momentos que deseó poder

compartir con su pa. Fin apagó la luz y se alejó. Se quedó de pie en la puerta de la oficina, intentando decidir qué quería después. La respuesta vino con apenas un pensamiento. —Mick, necesitaba a Mick. Abrió la puerta para encontrar a Mick en el suelo delante de la oficina, temblando. Fin caminó hacia él y lo levantó, sosteniéndolo en sus brazos. Se giró y subió las escaleras con el cuerpo de Mick estrechamente en sus brazos. Cargó a Mick a la habitación y lo bajó. Arrastrándose a su lado de la cama, no se molestó en quitarse la ropa, sólo necesitaba sostener a Mick. Fin extendió la mano a la mesilla de noche y sacó la caja de pañuelos. Le pasó uno a Mick y colocó la caja en el cabecero. Mick se sonó la nariz y se movió para coger otro. Se sonó la nariz de nuevo y miró a Fin. —Te fallé. Como le fallé a mi madre. Siento tanto no habértelo dicho. Dios, lo siento tanto… Fin sintió una lágrima deslizarse por su mejilla. No por su pa o por él sino por Mick. —Siento haberme ido. Yo… sólo necesitaba tomarlo todo. No te culpo por esto. Te amo. Mick extendió la mano a por otro pañuelo y se volvió a sonar la nariz. —¿Tienes alguna pregunta que hacerme? Quiero decir, deberías preguntarle a tu pa pero entiendo la necesidad de saber algunas cosas ahora. —Enroscó su cuerpo alrededor del de Fin.

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—¿Durante cuánto tiempo ha sabido pa esto y ha intentado algún tipo de tratamiento? Quizá los doctores todavía pueden ayudar. Estaba pensando en encontrarle a un especialista en cáncer más cualificado. —Fin acarició la cabeza de Mick, intentando calmarlo lo mejor que podía.

Mick sacudió la cabeza y suspiró. —Lo descubrió hace unos ocho meses. Se sometió a quimioterapia y a una ronda de radiación pero nada ayudó. Lo siento, pero otro doctor no le ayudará ahora. Médicamente, no hay nada que podamos hacer por él. Intenté conseguir que te llamara pero decía que estabas en medio de la temporada de fútbol y que tenías que dirigir tu propia vida. Mick besó el pecho desnudo de Fin. —No te conocía entonces y sentí que Sean necesitaba tomar la decisión de cuándo informarte. He estado tras él durante meses sobre decírtelo pero decía que tenía razones para todo. Pensaba que tenía otros seis meses antes de que empezara a enfermar de verdad pero creo que quizá ese tiempo se ha escapado por la ventana. Fin sacudió la cabeza. —¿Cómo consiguió el cáncer de pulmón? Pa nunca ha fumado en toda su vida. —Ha trabajado en un bar durante treinta y seis malditos años, Fin. —¿Entonces de nuevo el jodido bar va a quitarme a mi padre? —Fin se levantó y se quitó la ropa y se sentó en la cama—. Voy a darme una ducha. Estoy tan enfadado con este lugar ahora que siento como que lo quemaría hasta los cimientos. —Fin se dirigió al baño y cerró la puerta. Mick observó a Fin desaparecer una vez más tras una puerta cerrada. Pero esta vez no le permitiría esconderse. Mick se levantó y se quitó los jeans.

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Encontró a Fin quieto bajo el chorro caliente. Deslizó la puerta abierta, pidiéndole permiso con sus ojos a Fin para entrar. Fin lo miró un momento, entonces lo atrajo a sus brazos y cerró la puerta.

—Te necesito, Mick. Abrázame por favor. —Fin tenía a Mick rodeado tan estrechamente que apenas podía mover sus brazos para devolverle el abrazo. Se las arregló para liberar sus brazos y los deslizó alrededor del cuello de Fin. Atrajo la cabeza de Fin y le dio su corazón y su alma en un beso. Cuanto más se besaban, más apretados estaban los brazos alrededor de su torso. Mick pensó que honestamente moriría por falta de oxígeno. Acabó el beso. —No puedo respirar. Demasiado apretado. Fin dejó su agarre. —Lo siento, cariño. Sólo te necesito. —Me tienes, bebé. —Mick recorrió con sus dedos amorosamente el cabello de Fin—. Me tienes por tanto tiempo como me desees. Fin se inclinó y tomó los labios de Mick de nuevo. Lo que empezó como un simple beso de agradecimiento se convirtió en un torrente de pasión, ambos se tocaron y lamieron el uno al otro. Fin frotó su creciente polla contra la de Mick. Se movió a un lado y cuando su polla estaba completamente erecta cogió a Mick en sus brazos y rodeó las piernas de Mick alrededor de su cintura. —Te necesito. Necesito follarte, cariño. —Sí. Estírame rápido con algo de champú. Fin cogió el champú y sostuvo el tapón en su boca mientras giraba la botella. Escupió el tapón y derramó champú en la mano de Mick. —Hazlo tú, Mick. No puedo dejarte ir.

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Mick se pasó el champú por su agujero y metió su mano entre sus cuerpos y mojó la ansiosa polla de Fin. — Ahora. Hazlo ahora.

Fin elevó a Mick un poco más y posicionó su polla en la abertura de Mick. Mick bajó su culo de golpe en la polla de Fin. —Joder. Agarró los hombros de Fin y se sostuvo. Podía decir que Fin necesitaba hacer esto a su manera de modo que solo se aguantó y dejó que Fin hiciera su magia. Las caderas de Fin embistieron adelante y atrás, golpeando duro a Mick contra las duras baldosas de cerámica. Era un hombre poseído. Mick bajó su cabeza en el hombro de Fin de modo que pudiera embestir su cuerpo y no le produjera una conmoción cerebral. Los gritos de Fin cuando se corrió estaban mezclados con triunfo y pesar. Mick sintió que liberaba no sólo su semen sino también su estrés. La mirada de absoluto amor que recibió después de que Fin abriera los ojos era suficiente para enviarlo de nuevo al borde. El agua rápidamente lavó el calor que chorreaba entre ellos. Fin no bajó a Mick, sólo salió de la ducha y lo abrazó con una mano mientras intentaba secarlos a ambos con una toalla caliente. Cargó a Mick a la habitación y se arrastró bajo las sábanas, todavía sosteniéndolo fuertemente. Fin cerró sus ojos y besó la frente de Mick. —Necesito dormir. Sólo abrázame hasta que me despierte. Fin estaba respirando profundamente, durmiéndose rápidamente con Mick todavía envuelto a su alrededor. Mick suspiró y acurrucó su cabeza contra el cuello de Fin y cayó dormido.

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la mañana siguiente Mick llamó para alguien viniera a atender el bar durante el día. Llamó a Mel y le preguntó si se podía encargar del bar hasta que cerrara. Le pidió que dejara el dinero en la seguridad de la oficina de Sean porque no le gustaba tener a una de las mujeres entregando una bolsa de dinero después de medianoche. Revisó las reservas detrás de la barra, barrió y fregó, cosas que normalmente habría hecho la noche anterior pero que no hizo. Abrió el bar a las once como cada día, pero este no era un día normal. Fin todavía estaba arriba. Le había pedido si podía pasar de las cosas del bar. Mick tenía la sensación de que estaba transfiriendo su enfado lejos de su pa hacia el bar en su lugar. Mick no se preocupó. Cualquier cosa necesaria para que Fin pasara por ello sería hecha. Se ocupó de la multitud de la comida y a las cuatro Jesse vino para liberarlo de la barra. Se excusó y fue arriba a ver a Fin. Lo encontró en el sofá viendo uno de sus viejos partidos de fútbol del instituto. Aunque la mirada en su cara le dijo a Mick que no lo estaba viendo realmente. Cogió un par de latas de refresco de la nevera y se sentó a su lado en el sofá. Le pasó una de las latas a Fin y lo besó. —Hoy te he echado de menos.

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Fin abrió la lata y tomó un largo trago. Colocó la lata abajo y se hizo un ovillo en el sofá con su cabeza en el

regazo de Mick. —Yo también te he echado de menos. Sólo que no podía bajar ahí hoy. Mick no dijo nada, sólo dejó a Fin hablar. Jugó con los sedosos rizos negros en su regazo. Fin se giró hacia el partido, perdido en sus pensamientos. —No sé qué hacer o decir cuando vea a pa mañana por la noche. —Eso depende de cómo te sientas. ¿Estás enfadado con Sean? Si es así debes decidir exactamente sobre qué estás enfadado. ¿Es porque no te lo dijo antes o que no fuera el padre que siempre habías deseado? ¿Quizá incluso estás enfadado porque va a morir? Hasta que lo descubras no sabrás cómo reaccionar cuando lo veas. Fin se giró sobre su espalda de modo de poder ver a Mick. —Creo que he hecho las paces con mi pasado. Ni siquiera estoy enfadado con él por no decírmelo. Infiernos… he sido un pésimo hijo desde la muerte de mamá. La única cosa por la que estoy verdaderamente enfadado es por haber pensado que cuando volviera podríamos empezar de nuevo… ¿sabes? Empezar intentando construir un tipo de relación padre-hijo. Ahora no tendré la oportunidad. Mick recorrió con sus dedos los rasgos faciales de Fin. —¿Qué tipo de relación padre-hijo querías construir con tu pa?

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Encogiéndose de hombros, Fin capturó la mano de Mick y la llevó a sus labios. Besó los dedos de uno en uno, los abrió y besó la palma de Mick. —Sólo la del tipo con la que siempre soñé. La del tipo con la que otros niños con los que crecí tenían con sus padres. Quería que me llevara a pescar y quizá tirar el balón en el parque. Ya sabes… cosas estúpidas. —Miró a Mick y le guiñó un ojo, dándole una sonrisa diabólica—. Quiero que tenga que explicarme los

hechos de la vida y decirme que permanezca alejado de las chicas fáciles. Mick le golpeó en el estómago. —Ni pienses que eso va a pasar ya que sabe que eres gay. La otra cosa creo que es factible, la pesca seguro. Podríamos llevarlo a la costa a mi casa y los dos podrían pescar en el Atlántico si quisieran. Fin ladeó la cabeza. —¿Mi pa sabe que soy gay? Mick sonrió. —Sí, tu madre se lo dijo hace años, supongo. Me lo dijo un día por accidente. Me hizo jurar que nunca se lo diría a otra alma viva. Pensé que era lindo cuán protector era con tu privacidad. —Mick miró a Fin a los ojos—. Nunca te juzgó por ser lo que eres. Nunca. Fin cerró sus ojos y se quedó allí estirado. Mick se acurrucó para ver el resto del partido que ya había visto unas siete veces. Era el partido del campeonato del estado del último año de Fin. Sean había puesto la cinta una y otra vez los últimos cinco veranos. Fin movió su cabeza y Mick lo miró. Fin lo estaba mirando a los ojos. —¿Puedo hablarle de nosotros? Mick se inclinó y lo besó. —Creo que ya debe sospecharlo, de otro modo no creo que me hubiera pedido que te hablara del cáncer. Sólo actuaré naturalmente y le dejaré que saque el tema si se siente cómodo haciéndolo, pero tú haz lo que desees. Es tu decisión. —Mick movió la cabeza de Fin de modo que pudo escabullirse junto a él en el sofá.

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Se abrazaron el uno al otro y fingieron mirar el partido. —Sabes… Apuesto a que he visto este partido más veces que tú. Es uno de los favoritos de Sean. Cada verano cuando empieza a echarte de menos, esta es una de las cintas que saca de su alijo. Hace que todo el mundo en el

bar lo vea. Incluso desenchufa la máquina de discos. —Pasó las manos bajo la camiseta de Fin, sólo amando la sensación de los músculos del pecho de Fin bajo sus dedos. Pellizcó y acarició sus pezones. Fin empujó su pierna entre las de Mick y acarició la polla de Mick con su rodilla. Atrajo a Mick para un ambicioso beso con lengua. —Quitémonos la ropa y veamos el resto del partido desnudos. Mick se levantó del sofá. —Suena como un buen plan pero voy a conseguir el lubricante en caso de que el descanso venga pronto. —Mick fue a la habitación, desvistiéndose de camino mientras Fin se levantaba junto al sofá y se desnudaba. En menos de cinco minutos estaban en cucharita en el sofá, esta vez piel con piel. Donde la noche anterior Fin había necesitado rudeza y rapidez, Mick ahora podía decir que necesitaba tomarlo lento y suave. Fin estaba sobre su espalda y Mick estaba de lado contra el respaldo del sofá. Puso su cabeza en el pecho de Fin, sólo acariciando su piel. Los brazos de Fin lo envolvieron suavemente acariciando su espalda y culo. Eso era agradable, pensó Mick, dulce y lento amor. Besó el pecho de Fin y empezó a explorar toda la extensión de anchos músculos con sus labios y lengua. Fin gimió suavemente y pasó su dedo por la grieta de Mick.

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Pegándose a uno de los pezones de Fin, Mick empezó a tocar y jugar con el saco de Fin. Sintió la aspereza suave en ello. Aunque Fin no se depilaba el vello púbico como Mick, los mantenía cortos. Cuando Mick exploraba su polla visiones empezaron a aparecer en su cabeza. —¿Alguna vez has pensado en ponerte un piercing aquí abajo?

Riendo entre dientes, Fin atrajo a Mick a sus brazos de nuevo. —Claro, he pensado en ello. Solo que nunca podría compartirlo en un vestuario lleno de tipos. Pensé que debería esperar hasta que me retire. —Besó la frente de Mick—. ¿Por qué? ¿Has pensado en ello? —Honestamente, nunca lo había considerado… hasta ahora. Tocar tu polla me ha hecho pensar en cómo se verían cosas del tipo tatuajes en esta linda polla. Pensaba que me gustaría que fuera sólo para mí. —Fin pasó su mano arriba y abajo de la erección de Mick—. Hazme el amor. Quiero sentirte dentro de mí. Mick sonrió y agarró el lubricante. Fin sólo le había permitido a Mick follarle un par de veces de modo que Mick estaba más que listo. Derramó una porción de lubricante en sus dedos y empezó a extender el estrecho agujero arrugado de Fin. Gimiendo, Fin se empujó contra los dedos. —Oh Dios, Mick, es suficiente. Te necesito dentro de mí. Mick usó el lubricante que quedó en sus dedos para lubricar su propia polla. —¿Cómo lo quieres? —Acarició su erección adelante y atrás de la abertura de Fin. —Duro, Mick. Necesito sentirte dentro de mí, duro y bombeando. —Fin colocó sus piernas sobre los hombros de Mick y se abrió completamente. Posicionando su polla, Mick se inclinó y lo besó. —Te amo, bebé. —Con esas palabras Mick empujó dentro duro y rápido.

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Se quedó quieto un minuto para permitir que Fin se ajustara a su tamaño. Cuando sintió que los músculos de Fin empezaban a relajarse comenzó un castigador ritmo dentro y fuera. Empujó a Fin al sofá con sus duros golpes

pero Fin empujaba igual de duro. Cuando los músculos del estómago de Fin empezaron a temblar, Mick supo que era libre de tomar su propio placer. Sus caderas bombearon a una deslumbrante velocidad hasta que ambos hombres estallaron al mismo tiempo. Fin pintó su propio pecho con gotas de semen cuando Mick se corrió profundamente dentro de él. Colapsaron en el sofá en una pila de brazos y piernas. Mick acarició la espalda de Fin. Después de un rato dijo. —Voy a bajar y conseguirnos algo para cenar. Creo que el pastel de carne era el especial de la noche, ¿suena bien para ti? Fin apenas se las arregló para abrir los ojos. —Suena bien pero si no empiezo a entrenar voy a estar demasiado gordo para correr en el campo de fútbol. —Le mostró su famosa sonrisa y le guiñó un ojo—. Aunque este nuevo tipo de ejercicio podría ser todo lo que necesito… siempre y cuando tenga bastante de él.

El viernes por la mañana Fin fue al gimnasio local para entrenar y Mick volvió a hacer arreglos para un camarero de apoyo. Reunió a los empleados y les habló de la salud de Sean. Les explicó que Sean volvería al país ese día pero que no sabía cuándo volvería al bar.

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Mick incluso les pidió que no hablaran de la salud de Sean con Fin cerca. Aunque Mick no estaba seguro de cuánto tiempo Fin estaría realmente en el bar a partir de ahora. Su enfado hacia el bar no había disminuido nada.

A las cinco Fin se dirigió a la puerta del bar. Mick sonrió, sorprendido de verlo. Fin se dirigió a la barra. —Me preguntaba si te gustaría comer algo antes de recoger a pa. —Fin se retorció en el taburete. Mick sabía que Fin quería salir del bar. Miró el reloj. — Jesse debe llegar en cualquier momento después sólo necesitaré un segundo para subir y cambiarme la camiseta. —Mick se inclinó en la barra delante de él y habló suavemente—. Deseo besarte ahora. Fin realmente se sonrojó. —Desearía que pudieras, Mick. ¿Por qué no subes y te cambias mientras vigilo la barra? —¿Estás seguro de ello? —Mick estudió su reacción. Fin fue hasta el final de la barra. Le tiró un trapo a Mick. —Sube ya, hombre. Mientras antes te cambies más pronto nos iremos. —Fin sonrió y Mick asintió y se dirigió a las escaleras. Jesse entró por la puerta un par de minutos después. —Hey, Fin. He escuchado que tu padre vuelve a casa hoy. Pensé que no volvería en un par de semanas. —Jesse se volvió a poner su largo pelo rubio en una coleta. Fin no sabía si debía decirle la verdadera razón por la que su pa volvía a casa. —Bueno, está enfermo y el doctor piensa que debería volver a EEUU antes de que se quede allí atascado.

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Jesse alzó la mirada de su limpieza de la barra. —¿Qué quieres decir con enfermo?

Poniendo sus manos en sus caderas, Fin miró hacia abajo. —Tiene cáncer de pulmón. Supongo que lo ha tenido desde hace un tiempo pero Mick era el único al que se lo dijo. Fin observó cómo caía la mandíbula de Jesse con la emoción. —Siento oír eso. Es un magnífico viejo. Asintiendo, Fin miró alrededor del bar. —Sí, este bar ha sido toda su vida. Quién hubiera pensado que habría acabado matándolo al final. —Fin se dirigió a la puerta—. Dile a Mick que lo esperaré en el coche. Jesse asintió cuando Fin salió por la puerta. Cuando Mick bajó, Jesse le dio el mensaje. —Fin me pidió que te dijera que estaba en el coche. —Jesse fue al final de la barra y se inclinó junto a Mick—. Me habló sobre Sean. Creo que Fin está culpando a este lugar, ¿huh? Mick asintió. —Ahora está buscando algo que culpar. Estoy contento de que culpe al bar y no a Sean o a mí. — Mick empezó a alejarse y se paró. Volviéndose hacia la barra, miró a Jesse—. ¿Crees que podrías trabajar a tiempo completo un tiempo? Me gustaría sacar a Sean y Fin fuera de Boston más tarde esta semana. —Claro, puedo trabajar a tiempo completo hasta que las clases vuelvan a empezar en otoño. —Jesse colocó su mano en el hombro de Mick—. Tú puedes concentrarte en cuidar de los Finnegans. Mick miró a Jesse aturdido. ¿Jesse sabía sobre él y Fin? Habían tenido tanto cuidado. —¿Por qué lo dices así, Jes?

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Jesse se encogió de hombros. —No soy ciego o crítico. Esos dos van a necesitarte los próximos meses. No te preocupes. Yo no chismorreo.

Mick le dio a Jesse una palmada en la espalda. — Gracias, hombre. Hasta luego. Mick salió por la puerta principal y buscó el coche de Fin. No veía el pequeño deportivo que Fin había alquilado. Un bocinazo sonó y Mick miró el gran SUV negro. Caminando hacia el coche, Mick miró detenidamente el interior y vio a Fin. Abrió la puerta y entró. —¿Qué ha pasado con el auto que habías alquilado? Fin miró por la calle, entonces se inclinó y lo besó. — Pensé que este sería mejor para pa de modo que lo cambié en la agencia de alquiler. Los asientos traseros se doblan y juntos forman una cama. Fin encendió el SUV y quitó el freno. —Espero no necesitar esa característica particular pero lo cogí sólo por si acaso. —Fin extendió la mano y tomó la mano de Mick—. ¿Entonces dónde te gustaría cenar?

Comieron perritos con chili y gofres fritos como cena de camino al aeropuerto. Fin estaba conduciendo hacia el aeropuerto cuando Mick escuchó que a Fin le sonaban las tripas. Acariciándose el estómago, miró a Mick. —Quizá los perritos con chili no fueron una buena idea.

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Mick apretó su mano. —Ambos sabemos que no son los perritos con chili lo que tu estómago no soporta. Intenta relajarte. Todavía tienes mucho tiempo con Sean para hacer las cosas bien. Creo que quizá podrías llevarlo a la casa de la playa más tarde en la semana. ¿Qué opinas?

Fin continuó acariciándose el estómago. —Creo que tendremos que ver cómo se siente pa. No estoy seguro de alejarlo de los doctores justo ahora. Mick se giró en su asiento y miró a Fin. —Sabes que los doctores no pueden ayudarlo, ¿no? Lo único que puedes hacer por Sean es hacer que se sienta cómodo hasta que llegue el momento de marcharse. Morirá en casa. Ese es el modo en que lo quiere. Fin retiró su mano de la de Mick y la puso en el volante. —Bueno, no siempre conseguimos lo que deseamos ¿no? Si cree que me voy a sentar y observarle morir sin hacer nada está loco… y tú también. Mick acarició su mandíbula. Esperaba que después de observar sufrir a Sean, Fin entendiera los deseos de Sean. —No es una discusión que quiera tener contigo ahora. Sé que estás enfadado con el mundo pero no añadiré más leña al fuego. Fin golpeó el salpicadero con su mano. —Sólo estoy tan jodidamente enojado. Desearía poder golpear algo. Mick sacudió su cabeza. —No me mires a mí. Quizá deberías aparcar y correr un rato antes de que el vuelo de Sean llegue. Fin inhaló profundamente y exhaló. —No, no es el momento. Haré una gran carrera cuando tengamos a pa de vuelta en casa. —Aparcó y apagó el motor—. ¿Qué haremos sobre lo nuestro? Te quiero conmigo. Te necesito conmigo ahora.

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Mick se inclinó sobre la consola y lo besó. — Decidiremos sobre la marcha.

ick esperó fuera de la puerta de seguridad mientras Fin paseaba adelante y atrás por el pasillo. Deseaba que las cosas fueran diferentes y que pudiera sostener a Fin en sus brazos y tranquilizar a la salvaje bestia dentro de él. La gente empezaba a llegar a través de la puerta de llegada y Mick llamó a Fin. Fin asintió y caminó para estar a su lado. —No estoy seguro de estar preparado todavía. Mick puso sus manos en los hombros de Fin. —Nadie está preparado para esto, bebé. Sólo sé honesto con tu pa y pasarás por esto. Fin elevó una ceja. —En otras palabras que no actúe como si estuviera feliz si no lo estoy. Buen consejo pero estoy acostumbrado a poner una máscara de felicidad con extraños. Mick tragó. Había un mundo de dolor en esa simple afirmación. Mick apretó el hombro de Fin y lo dejó ir. Notó a Sean pasar a través de la puerta. Se veía gris. No era un buen signo. Incluso llevaba un pequeño tanque de oxígeno con tubos recorriendo su cabeza hacia su nariz. Mick cerró sus ojos. Su garganta empezó a cerrarse y sus ojos empezaron a arder. No estaba preparado para permitir que su viejo amigo se fuera. Tragó e hizo parpadear sus ojos varias veces, intentando secar las lágrimas que empezaban a formarse.

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Se acercó a Sean y abrazó a su querido amigo. —Es bueno tenerte en casa, Sean. —Lo sostuvo unos segundos más y luego se apartó. Fin se acercó y extendió la mano. Sean miró la mano y frunció el ceño. Estrechó la mano de Fin. —Es bueno tenerte de vuelta, pa. —Gracias, Calder. —Sean miró la terminal—. Necesito sentarme un minuto antes de que el equipaje llegue. — Caminó hacia una hilera de sillas y se sentó. Mick miró a Fin—. Ve a esperar el equipaje y yo me sentaré con él. — Fin asintió y Mick tomó su muñeca y lo acercó—. Te amo. Fin se aclaró la garganta y asintió. —Yo también. Conseguiré las maletas. No debería ser demasiado difícil notarlas ya que esas malditas pegatinas de tréboles todavía están pegadas en ellas. —Fin se dirigió a la zona de recogida de equipajes y Mick se giró y se sentó junto a Sean. —¿Cómo te sientes, Sean? ¿El avión ha sido demasiado duro para ti? —Mick colocó su brazo alrededor del respaldo de la silla de Sean. —Sí, ha sido bastante duro. Supongo que nunca debería haber ido en primer lugar. Sólo pensé que tenía más tiempo. —Sean golpeó su puño contra su muslo—. Malditos, dijeron que tenía más tiempo. —Miró a Mick—. ¿Qué voy a hacer con Calder? Mick cogió el puño de Sean en sus manos. —Vas a convertirte en el padre que siempre deseaste ser sin preocuparte por el bar. Eso es problema mío ahora.

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Sean asintió. —Gracias, pero no estoy seguro de si Calder me dejará entrar. Ya he perdido demasiado tiempo.

—Te dejará entrar. Quiere ir a pescar contigo. Supongo que es algo que siempre quiso hacer contigo cuando crecía. No me importa si tengo que traerte a la orilla yo mismo pero irás a pescar con tu hijo antes de morir. Sean alzó una ceja. —Parece que conoces a mi hijo bastante bien, Mick. ¿Hay algo que te gustaría contarme? Mick se aclaró la garganta y miró a Sean a los ojos. — No hay mucho que decir. Lo amo, él lo sabe y me ama pero su carrera va primero. Se irá en un par de semanas y yo estaré sólo de nuevo. Mientras tanto es mío y veré como haces las cosas bien con él. Sean palmeó el muslo de Mick. —Sé que lo harás. No tendrá a nadie después de que me vaya. Conozco bastante bien a mi hijo para saber que te alejará cuando el dolor sea demasiado. Serás capaz de luchar por él. Es bueno desconectando, créeme, y si se lo permites eso es exactamente lo que hará. —Miró a Mick a los ojos—. ¿Cuán rápido eres? ¿Lo bastante rápido para evitar que un corredor huya? Mick no tuvo oportunidad de contestar antes de que Fin hiciera rodar dos maletas hacia ellos. Se puso delante de ellos y miró a Sean. —Cogeré el coche y lo llevaré al bordillo. Mick asintió y Fin llevó rodando las maletas hacia la salida. —Espero ser lo bastante rápido, Sean, porque no puedo imaginar mi vida sin él.

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Los siguientes días los pasaron en la consulta del doctor o en hospitales haciéndole más pruebas a Sean. El oncólogo intentó determinar cuánto tiempo le quedaba a Sean de vida. El cáncer se había extendido masivamente durante el pasado mes y el doctor le dijo a Sean que era hora de poner sus asuntos en orden. Esperaban que viviera uno o dos meses más en el mejor de los casos. Como predijo Fin discutió con el doctor y pidió una segunda opinión. El doctor lo llevó aparte y discutieron la extensión del invasivo cáncer en el cuerpo de Sean. Fin silenciosamente asintió y se giró hacia Sean. —Vamos a casa, pa. Volvieron a casa y Sean subió a descansar. Fin lo observó forcejear con las escaleras y miró a Mick. — Tenemos que pedirle una cama de hospital y ponerla en el estudio. Ya le está siendo demasiado difícil subir las escaleras. —Se dirigió al teléfono a zancadas y llamó a la compañía de seguros para preguntar por una cama. Cuando dejó el teléfono se giró hacia Mick—. Alguien devolverá la llamada. Me preguntaron si había llamado a la residencia de enfermos terminales. ¿Crees que necesitamos invitar a gente de fuera a esto? Mick se acercó y atrajo a Fin a sus brazos. —Sí, bebé, lo creo. Cuando se acerque el final, ellos ayudarán a Sean a manejar su dolor y le ayudarán a tratar con ello.

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—No quiero verlo sufriendo. Si ellos pueden ayudarle con eso entenderé la necesidad de llamarlos pero no serán capaces de ayudarme a tratar con esto. —Besó a Mick—. Te amo pero tengo que decirte que no estoy seguro de ser capaz de tratar con ello. Necesito hacer las cosas a mi manera, es sólo mi modo de ser.

Mick lo dirigió al sofá y lo atrajo para un fuerte abrazo. —Pensémoslo ahora. ¿Qué quieres hacer primero con Sean? —Me gustaría hablar con él. Intentar entender por qué hizo las cosas que hizo. La mayoría de las cosas que soñé necesitan más actividad física de la que pa puede hacer. Me gustaría ver partidos de fútbol con él y pescar. Aparte de eso me pregunto si apetecería una partida de póker amistosa. —Fin se encogió de hombros—. Creo que sólo quiero conocerlo. Mick besó la mejilla de Fin. —Puedes hacer todo eso y más pero tendrás que escuchar y no juzgar. Sean necesita eso tanto como tú de modo que tendrás que preguntarte… qué regalo le darás antes de que muera. Fin miró a Mick con los ojos entrecerrados. —¿Qué se supone que significa eso? —Empezó a sentarse pero Mick lo atrajo de nuevo a sus brazos. —Significa que Sean quiere convertirse en el padre que siempre deseó ser. Sabe que la jodió en el pasado pero desea una relación contigo de hombre a hombre… de padre a hijo. —Cuando Fin sólo miró a Mick pudo sentir cómo afloraba su propio temperamento. —Mira, Fin, tienes la oportunidad aquí que mucha gente incluyéndome a mí no consiguió. Tienes la oportunidad de arreglar las cosas con tu padre antes de que muera. Si no tomas toda la ventaja del tiempo que le queda a Sean eres estúpido. ¿Sabes qué daría yo por tener sólo una hora con mi madre de vuelta? Sólo una hora para decirle cuánto lo siento por el modo en que la traté al final.

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Mick inhaló profundamente. —Escúchame. Cuando muera será demasiado tarde. Todo lo que te pido es que intentes apartar la amargura y aceptes el regalo del tiempo que aun tienes. Te amo y estaré contigo a cada paso del

camino. Desahoga tus frustraciones en mí si lo necesitas pero haz las paces con Sean mientras tengas la oportunidad. Fin cerró sus ojos y abrazó a Mick más fuerte. Atrayéndolo a su regazo, Fin lo besó. —Entiendo lo que estás diciendo. No estoy seguro de cómo va a funcionar pero lo intentaré mientras estés conmigo. —Besó a Mick de nuevo y permitió que sus labios viajaran hacia abajo por el largo cuello de Mick. Le quitó la camiseta a Mick para poder tocar más piel. Mick arqueó su espalda y pasó sus dedos por el cabello de Fin. —Eso se siente bien, sigue. Fin sonrió y lo puso debajo en el sofá. Se arrodilló junto a él y empezó a trabajar en sus jeans. —Quiero probarte, cariño. —Fin empezó en los labios de Mick e hizo su camino hacia abajo parando para darle a los pezones marrón oscuro la atención que merecían. Siguió la línea de vello hasta la ingle de Mick y enterró su nariz allí. Mick gimió y elevó sus rodillas, plantando sus pies en el sofá. —Ámame, bebé. Fin miró a Mick a los ojos y sonrió. —Siempre. —Tomó la pesada erección delante de su cara y la lamió de la base a la corona. Fin prestó especial atención al área sensible justo bajo la cabeza y chupó gentilmente. Deslizando la erección en su boca, gimió. Dios, Mick sabía bien.

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Sintió cada vena con su lengua, hundió sus mejillas mientras chupaba más de él. Deslizando su boca arriba y abajo de la pulsante polla, Fin extendió la mano hacia abajo y desabrochó sus propios jeans. Tomando su erección en su mano, empezó a bombear su polla al ritmo de su boca.

Mick elevó más sus piernas. —Yo también quiero saborearte, bebé. Fin liberó la polla de Mick y se sacó sus jeans. Se montó a horcajadas en la cabeza de Mick en el sofá y volvió a trabajar en la polla de Mick mientras Mick envolvía su necesitada erección con su propia boca. Empujó gentilmente su polla en la deseosa boca de Mick mientras continuaba devorando el eje de Mick. Mick gimió y empujó hacia arriba. —Voy a correrme. —Volvió a empujar unas pocas veces más y Fin se lo tragó tan profundamente como pudo cuando Mick se corrió. Las sensaciones eran tan perfectamente eróticas que Fin soltó su propio chorro de semen en la deseosa garganta de Mick. Fin hizo todo lo que pudo para no colapsar encima de Mick pero sólo consiguió poner sus pies en el suelo antes de que su cabeza cayera en los muslos de Mick. Estaba medio fuera del sofá cuando escucharon movimiento escaleras arriba. Fin saltó y buscó sus jeans. Se vistieron rápidamente y Fin fue al baño para limpiarse antes de que Mick encontrara un bote de ambientador. El olor a sexo rápidamente fue cubierto por el olor de popurrí justo cuando Sean se dirigía escaleras abajo. Fin volvió a la habitación justo cuando Sean entraba. —¿Te gustaría cenar ahora, pa? —Fin se sentó en el sofá junto a Mick. Sean se sentó en su acostumbrado descolorido reclinable verde. —No tengo hambre pero gracias por preguntar, Calder. Sólo voy a ver un poco la televisión y entonces quizá tendré hambre.

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Fin miró a Mick y se encogió de hombros. —Hey, pa, ¿puedo hacerte una pregunta? —Con el asentimiento de

Sean Fin continuó—. ¿Por qué sigues llamándome Calder cuando el resto del mundo me llama Fin? Sean cerró sus ojos y se inclinó en la silla. —Para mantener el nombre vivo, supongo. ¿Tu madre no te dijo de dónde sacaste el nombre? Fin se inclinó adelante en el sofá apoyándose en sus rodillas. —No, no lo hizo. Supongo que pensó que me lo dirías. Sean abrió los ojos y miró a su hijo. —Cuando era un niño en Irlanda mi mejor amigo se llamaba Calder. Un día los dos fuimos a pescar Y Calder cayó en un agujero en el hielo. Intenté de todo pero no pude sacarlo. Finalmente corrí a por ayuda pero cuando llegué era demasiado tarde para él. Hice la promesa entonces de que si tenía un hijo lo llamaría Calder. Fin es un buen nombre pero te llamé Calder por una razón. Fin asintió. —Hubiera deseado que me contaras esa historia antes, pa. Sean miró por la ventana junto a la silla. —Hay un montón de cosas que debería haberte dicho antes, hijo. — Sean miró a Mick—. ¿Quién lleva el bar mientras estás perdiendo tanto tiempo alejado? Mick sonrió y acarició la espalda de Fin distraídamente. —Jesse Farell lo llevará un par de semanas pero tengo que trabajar mañana por la noche. Los sábados son demasiado ajetreados para no hacerlo. ¿Te gustaría ir un rato? Un montón de gente ha estado preguntando por ti.

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Sean miró a Fin. —Sólo si Calder viene conmigo y se toma una Guinness con su viejo padre.

Fin sacudió su cabeza. —¿Cómo puedes ir al lugar que te dio el cáncer? Pensé que no volverías a poner un pie en ese lugar de nuevo. —Fin podía sentir el calor inundando su cara. Inclinando su cabeza, Sean se vio confuso. —El bar no me hizo esto, hijo. La vida me lo hizo. La gente tiene cáncer. Si no es cáncer entonces otra cosa los mata. No tengo tiempo para culpar y tú tampoco deberías. La gente de ese bar es como familia. Especialmente desde que tu madre murió. Sólo me gustaría tener la oportunidad de finalmente tomarme una cerveza con mi hijo. Si no quieres sólo dilo. Fin pasó sus dedos por su cabello. Ya no sabía qué pensar. Las cosas que Mick le dijo se reprodujeron en su mente. —De acuerdo, pa. Me gustaría tomarme una cerveza contigo. Iremos mañana por la noche un rato y escucharemos a la banda y tomaremos una Guinness. —Fin se levantó y se dirigió a la cocina—. Voy a hacer sopa y sándwiches si alguien está interesado. Mick lo vio irse. —Estaré en un momento. —Fin asintió y desapareció a través de la puerta. Mick miró a Sean—. Está desviando su enfado al bar como puedes ver. Supongo que es mejor el bar que alguno de nosotros. Estoy contento de que le pidieras que se tomara una cerveza contigo. —Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina. Se giró hacia Sean—. Un paso cada vez, Sean.

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Fin llevó a su pa al bar a la noche siguiente. La banda tenía previsto empezar a las ocho. Fin miró el reloj del

salpicadero. Tenían cuarenta y cinco minutos para conseguir algo para comer antes de que la música empezara. Fin esperaba poder abrirse y hablar con su pa después de unas pocas cervezas. Había intentado todo el día reunir su coraje. Sabía que amaba a su pa. Sentía cada lamento y cada lágrima. Ahora estaba haciendo lo mejor por su pa. —Mick dice que la banda es buena. Con suerte nos reservó una mesa. Sean rió entre dientes. —Si conozco a Mick nos ha reservado un lugar en la barra. No creo que nos quiera a ninguno de nosotros demasiado lejos de él ahora. —Sean se giró en su asiento para mirar a Fin—. Te ama. Los sabes, ¿verdad? Fin mantuvo sus ojos en la carretera. —Sí, lo sé. Me siento de la misma manera pero eso no es bueno para mi carrera en el fútbol. Fin intentó tragar el nudo en su garganta. Tendré que dejarle ir cuando deje Boston. No sería justo para él que esperara los dos años de mi contrato. Sean entrecerró sus ojos. —¿Quién dice que no puedes tener ambos? ¿Hay alguna nueva regla en la liga de fútbol de la que no sé nada? Apretando sus manos en el volante, Fin miró a su pa. —No hay regla excepto la del mayor chico bueno. ¿Sabes cómo sería para un deportista profesional salir del armario?

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Sean apenas asintió. —Duro, imagino. Supongo que sólo depende de cuánto quieres a ambos. —Sean giró su cabeza para mirar por la ventana—. ¿Por qué no le dices a Mick que lleve una bolsa a la casa? No hay razón para que ustedes dos no deban estar juntos mientras puedan.

La mandíbula de Fin cayó. Por suerte estaban llegando al bar. —¿No te importa que durmamos juntos bajo tu techo? —¿Por qué me importaría, hijo? Me gusta que las dos personas que más quiero estén juntas. He pasado demasiado tiempo en el bar para ser crítico. —Sean abrió su puerta y salió. Fin abrió su puerta y rodeó el SUV para abrir la puerta del bar para su pa. Entraron a una multitud ruidosa. Cuando los clientes se giraron para ver a Sean, todos le dieron la bienvenida. Parecía que la mayoría de la gente del bar conocía a Sean. Fin observó a su pa estrechando la mano con gente mientras caminaba hacia la barra. Mick levantó su mano para conseguir la atención de Fin. Apuntando hacia el final de la barra, Mick le mostró sus hoyuelos. Todavía no sabía cómo había tenido tanta suerte para tener a Mick, pero planeaba disfrutar de cada segundo de ello. Se sentó en su taburete y esperó a que Mick acabara un pedido. Mick fue a zancadas hasta Fin, todo sonrisas. Cuando estuvo más cerca se inclinó hacia él. —Estoy contento de verlos a ambos hacerlo. —Le dijo a Fin, viendo a Sean riéndose—. Es feliz aquí. ¿Puedes verlo? Fin miró a su pa por encima del hombro. —Sí, lo veo. —Se giró hacia Mick—. ¿Vas a cantar para mí esta noche, cariño? —Cantaré lo que quieras, bebé. —Mick lo dejó para construir una Guinness para cada uno de ellos.

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Cuando las colocó en la barra delante de Fin, sonrió. —Me gusta especialmente cantar en la ducha. —Movió sus cejas. Fin rió. Se dio cuenta de que era la primera vez que reía en varios días. —Pa dice que deberías llevar una bolsa y quedarte con nosotros. Quiero decir… quedarte conmigo. —¿De verdad? Eso es bueno porque últimamente no estoy consiguiendo bastante amor de tu parte. —Mick miró a Sean—. Jeff cocinó el favorito de Sean hoy, ¿crees que será capaz de comer esta noche? Fin se encogió de hombros, su pa no había estado comiendo mucho desde que volvió de Irlanda. —Supongo que depende de qué es su favorito. Mick colocó su mano en el hombro de Fin. Podía decir que preocupaba a Fin el no saber la comida favorita de su padre. —Es irlandés. Su comida favorita es carne curada y col con patatas fritas al lado. Fin se acarició la frente. —No creo que la col sea buena para su estómago ahora pero el resto suena lo bastante suave, quizá le siente bien. —Cuando Fin acabó, Sean se sentó en el taburete al lado de él. —¿Quizá me siente bien qué? —Sean preguntó, mirando de Fin a Mick. Mick empujó la cerveza hacia Sean. —Jeff hizo algo de carne curada y col hoy. ¿Puedo conseguirte un plato?

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Fin podía decir por cómo se veía la cara de Sean que no quería nada pero no quería herir los sentimientos de Jeff. —Quizá un poco de carne curada. Mi estómago no puede con mucho más.

Mick asintió y miró a Fin. —¿Y tú? —Un par de trozos de pollo y algunas patatas fritas pero déjame ir a por ello. Tienes mucho que hacer y sé el camino a la cocina. —Fin se levantó de su taburete y se dirigió a la cocina. Mick observó cómo se iba y se giró hacia Sean. — Dime cómo te sientes… y sé honesto. Mirando a su Guinness, Sean suspiró. —Se vuelve más difícil respirar cada hora. Siento cómo mis pulmones se llenan con algodón pero estoy determinado a acabar lo que empecé con Calder. De modo que no se lo digas. Llenando otra bebida, Mick pensó sobre esconder otra cosa de Fin. Sacudió su cabeza. —No, maldición. —Había hablado con Fin cuando estaban en casa. No le ocultaría nada más. Mick acabó el pedido y volvió donde ahora Fin y Sean estaban comiendo su cena—. ¿Qué tal si el domingo vamos a pescar? Pensé que podríamos conducir por la costa y pasar el día, quizá volver el lunes por la tarde. Fin miró a Sean. —¿Te sientes bien para pescar, pa? Mick tiene una increíble casa con vistas al Atlántico. Sean sonrió. —Sólo ponme en el coche y llévame donde quieras ir. Tengo que advertírtelo. No he pescado desde que era adolescente.

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La noche fue un éxito por lo que incumbía a Fin. Escucharon música y se las arreglaron para hablar entre canciones. Sean les habló a todos sobre sus abuelos que lo

llevaron a Boston desde Irlanda cuando sólo era un niño. Su pa les contó historias de su viaje hacia Irlanda y le hizo prometer a Fin que visitaría el país de sus ancestros algún día. Lo más destacado de la noche para ambos fue escuchar a Mick cantar. Cantó seis canciones esa noche. Dos de las canciones eran baladas de amor y Fin captó a Mick mirándolo varias veces durante las canciones. Los ojos de Sean estaban bañados en lágrimas cuando Mick cantó su interpretación de “Danny boy8”, la favorita de su pa. Conduciendo a casa, Sean se durmió antes de que Fin llegara al final de la calle. Condujo a casa sintiéndose esperanzado. Aparcó en la casa y llevó a su pa a la cama. Sean lo sorprendió pidiéndole que le pusiera el tanque de oxígeno. Fin hizo lo que le pidió, entonces fue a sentarse delante de la tele y esperó a que Mick llegara a casa.

Casi a las tres Mick pasó por la puerta. Dejó su bolsa y cerró la puerta principal antes de notar a Fin dormido en el sofá. El corazón de Mick se derritió por la vista ante él. Fin obviamente intentó quedarse despierto. Su cabeza estaba caída hacia delante con su mandíbula en su pecho. Ouch, eso iba a doler mañana. Mick se dirigió al sofá y puso su mano en la parte de atrás de la cabeza de Fin. —Bebé, es hora de ir a la cama.

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(8) "Danny Boy" es el título de la canción más representativa de la cultura irlandesa. Aunque el origen de la música es incierto y se atribuye a diferentes autores irlandeses, corresponde a una antigua tonada conocida como el 'Aire de Londonderry' o el 'Aire del Condado de Derry', en referencia a la ciudad en el norte de Irlanda. El registro más antiguo de dicha tonada se remonta a 1855.

—Sonrió para sí mismo cuando Fin saltó del sofá y giró hacia él. —Lo siento. Intenté quedarme despierto. —Se inclinó y besó a Mick—. Ha sido una buena noche, ¿no? Mick sonrió y atrajo a Fin a sus brazos. —Ha sido una noche fantástica. Creo que Sean sabía que sería la última vez que iría al bar. Estoy contento de que la disfrutara. Fin dirigió a Mick a las escaleras. —Me pidió que le pusiera el oxígeno esta noche. Creo que debería pasar por su habitación y asegurarme de que está bien antes de ir a la cama. Fin continuó subiendo las escaleras pero Mick podía decir que realmente le preocupaba. Comprobaron a Sean y silenciosamente cerraron la puerta de su habitación. Atrajo a Fin a su habitación y lo besó. —No quería que lo supieras pero me dijo que le cuesta más respirar a cada hora. Creo que a partir de ahora deberíamos insistir en que lleve el oxígeno siempre que sea posible. La única razón por la que no lo está llevando todo el tiempo ahora es porque no quiere que sepas cuán mal se está sintiendo. Fin le quitó la camiseta a Mick y luego se quitó la suya. —Ven a la cama conmigo, cariño. Necesito que me abraces. —Fin acabó de desnudarse y gateó en la cama. Mick se sacó sus jeans y ropa interior y se estiró junto a él. Pasó sus dedos por la hermosa cara de Fin y lo besó. —¿Has hablado con alguien de New York sobre tomar un permiso familiar si lo necesitas?

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Fin sacudió la cabeza. —No. Hablé con mi agente y le dije que no podía irme hasta que pa muriera pero no he hablado con nadie del equipo. Sólo es mayo, creo que debería ver cómo van las cosas hasta final de mes. Creo

que mientras siga entrenando, ellos estarán bien. —Fin lo besó de nuevo—. Suficiente conversación, ahora a follar. — Le dio a Mick esa sonrisa diabólica que amaba. Mick hizo rodar sus ojos y se puso a horcajadas en las caderas de Fin. —Tienes talento con las palabras. —Se inclinó y recorrió los labios de Fin con su lengua entrando para saborear un poco mientras sus manos estaban sobre el pecho de Fin. Acarició los bien desarrollados músculos mientras le hacía el amor a la boca de su bebé. Gimiendo, Fin agarró el cabello de Mick y profundizó el beso. Exploró su boca con su lengua mientras molía su polla contra la de Mick. Se apartó del beso y bajó sus manos por el musculoso pecho. —Dios, eres sexy. ¿Tienes alguna idea de cuánto necesito esto justo ahora? Sólo sentir tus manos en mí es como hacerme explotar. Mick separó sus muslos más y Fin tomó ventaja rápido. Empezó en la boca de Mick y fue bajando. Lamiendo y mordiendo la suave carne, Fin paró para darle sus respetos a los duros pezones de Mick antes de seguir bajando para lamer y mordisquear su asombrosa polla. Deslizando su lengua alrededor de la corona, Fin gimió. —Bueno… tan bueno. —Cambió al saco de Mick y lamió su camino alrededor de la tierna carne, succionando una bola cada vez en su boca. Mick necesitaba más porque metió sus manos bajo sus rodillas y las llevó a su pecho, exponiendo el fruncido agujero que Fin amaba tanto. —Cómeme… lo deseas, bebé.

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Fin lo bordeó con su lengua, golpeando y haciendo remolinos. Gentilmente arañó el área tierna con sus dientes. Mick debió disfrutar su juego porque empezó a gemir y mecerse contra la cara de Fin. Fin continuó con su

búsqueda de llevar a Mick fuera de su mente. Una botella de lubricante de repente apareció ante sus ojos. —Fóllame, bebé. —Mick lo miró a los ojos. Asintiendo, tomó la botella de lubricante y dejó caer un poco alrededor del agujero de Mick. Tomándose su tiempo para acariciar y preparar a su amante, Fin se sintió abrumado por el amor a este hombre. —Te amo. Mick agarró sus brazos y los subió más. Tomó su boca como un hombre con una misión. —Ahora. Te necesito ahora. —Enganchó sus piernas por encima de los hombros de Fin. Fin lo besó una vez más antes de alinearse y empujarse profundamente dentro. Mick gimió por el placerdolor por la fuerza de la embestida. Oh, ¡joder! Fin sonrió a Mick y puso sus dedos en sus labios. — Prepárate. —Estableció un ritmo rápido dentro y fuera del culo de Mick. Los músculos del pecho de Mick se estiraban y contraían con cada arremetida de la pasión de Fin. Gimiendo y golpeando su cabeza contra la almohada, Mick agarró su polla, sintiendo cómo se acercaban sus pelotas. —Voy a... —Fin continuó, inclinándose ocasionalmente para besarlo—. Cerca... tan cerca. Dos tirones más a su polla y Mick estalló sobre su propio pecho. El apretón de sus músculos envió a Fin sobre el borde.

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Con su propio cuerpo sacudiéndose y temblando de éxtasis, Fin colapsó encima de él. —Tan bueno. Siempre tan bueno. Mick rodeó con sus brazos a Fin. —Mío.

Fin asintió en su cuello. —Tuyo.

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onseguí uno! —Fin chilló cuando luchó por sacar el pez. Miró a Sean quien estaba sentado en su silla junto al agua con su propia caña. Mick se levantó junto a él riendo. —¿Seguro qué lo puedes coger por ti mismo? Sonriendo, Fin parpadeó. —Puedo cogerlo bien, sabelotodo. —Continuó luchando con el pez cuando Sean le dio indicaciones. Cuando el pez estuvo lo bastante cerca de la orilla, Mick se abalanzó y metió al pez en la red. Riéndose a carcajadas, Mick llevó la red a Fin. —Estoy contento de que no capturaras un pez grande. Tantos problemas como este pequeño bebé te ha dado, no puedo imaginarme qué habrías hecho con un pez de mayor tamaño. Mirando dentro de la red, la mandíbula de Fin cayó. El maldito pez sólo era de unas cinco pulgadas de largo. Se veía más como un trozo de cebo que como un pez. Miró a Mick. —No hay manera de que este pequeño pez sea el que yo he capturado. Debes haberlo cambiado. Secándose las lágrimas de sus ojos, Mick rió. —Lo siento, bebé. No hay cambio.

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El ánimo de Fin estaba decayendo hasta que una mano en su hombro lo hizo girar. Su pa estaba de pie junto a él con una sonrisa en su cara. —Es un bonito pez. —Miró a Fin—. Debes estar orgulloso, hijo. Es un buen día cuando un hombre captura su primer pez. Después de todo, no es

el pez sino la captura lo que es divertido. —Palmeó el hombro de Fin—. Saquémoslo de la red y tomemos una foto antes de que el pobre muera. Mick le pasó la red a Fin y fue hacia su equipo para agarrar la cámara mientras Fin intentaba desenredar el pez de la red. Tenía miedo de que el pez estuviera muerto en ese punto pero como mínimo conseguirían una foto. Volviendo con la cámara, Mick apuntó a él y Sean. — Levanta el pez para que podamos ver cuán grande es. O no es, —rió. Fin sintió la mano de su pa más firme en su hombro cuando alzó el pez. Sabía que apreciaría esa foto el resto de su vida. Después de que Mick hiciera la foto, rápidamente fue a cogerle el pez a Fin. Observó cómo cuidadosamente sacaba el gancho y bajaba el pez al océano. Dando algunos giros en el agua, lo liberó. Fin no podía decir si el pez estaba vivo o muerto en ese momento y tenía la sensación de que Mick nunca le diría la verdad sobre ello. Sintiéndose verdaderamente feliz por primera vez en muchos días, Fin puso sus brazos alrededor de su pa. — Gracias por enseñarme a pescar. Sean miró a Fin con ojos nublados. —Ha sido una de las mejores alegrías de mi vida. —Le dio un codazo a Fin en el costado y señaló a Mick—. No permitas que ese pillo se ría de ti. Está tan orgulloso de que atraparas a ese pez como yo.

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Fin notó que lo último que dijo su pa era suave, no más que una respiración. —¿Estás listo para volver a la casa? —Con el asentimiento de su pa, Fin miró a Mick—.

Voy a llevar a pa de vuelta a casa. ¿Estás de acuerdo en llevar el equipo y su silla? Mick sonrió y flexionó sus delgados músculos. —No te preocupes por mí. Te llevaría el mundo. Fin sabía que Mick decía la verdad. Sintió un nudo en su garganta cuando su pa empezó a toser. Sacudiendo una vez su cabeza, Fin se giró y recogió a su pa en sus brazos. Caminando por los escalones hechos a mano de al lado del acantilado, Fin rezó para tener un poco más de tiempo. Sean tuvo que descansar los siguientes dos días de modo que se quedaron y jugaron al póker y vieron películas. El jueves por la noche fueron a ver un partido de béisbol. Mick se las arregló para conseguir entradas en el nivel inferior del estadio de modo que pa no tendría que subir mucho. Él y Mick comieron comida allí hasta que ambos se sintieron enfermos, pero pa no estaba comiendo mucho esos días. Incluso llevaba el tanque portátil de oxígeno a su espalda en cuanto dejaban la casa. Fin sabía que el tiempo se acababa, de modo que pasó tanto tiempo como era posible con su pa. Sonrió cuando pensó en su pa intentando enseñarle cómo barajar y cortar las cartas con una mano. Evidentemente su pa sabía hacer más cosas además de las de camarero en el bar. Cada vez que Fin intentaba manipular las cartas acababan tiradas en el suelo. Sus manos eran demasiado malditamente grandes para trucos de cartas, finalmente se lo dijo a su pa. Su pa sólo sonrió y le dijo que no abandonara su trabajo diario. Fin abrió la puerta del coche con una sonrisa todavía en su rostro.

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Mick tenía algo especial para esa noche, había dicho. Era sábado y Fin sabía que Mick tendría que trabajar en el bar de modo que no podía averiguar qué había planeado.

Entró en la cocina, silbando, sólo para encontrar a Mick trabajando duro en los fogones. Se acercó y lo rodeó con sus brazos. —Hey, cariño, ¿qué estás cocinando? Inclinándose contra su pecho, Mick giró su cabeza para besarlo. —Pollo frito y puré de patatas para que cenen tú y Sean. Fin besó el cuello de Mick. —Más pollo frito para mí y puré de patatas para pa. —¿Dónde has estado? Llegué a casa y no pude encontrarte. —Mick puso la tapa en la cacerola de las patatas y se giró en el abrazo de Fin. —Pa me pidió que le consiguiera caramelos de naranja y otras cosas. Acabo de volver. —Fin pasó sus manos por la espalda de Mick hacia su oh-tan-tentador culo y lo alejó del fuego. Mick se alejó un poco y miró a Fin a los ojos. —Sabes que el doctor dijo que no le diéramos más dulces. Encogiéndose de hombros, Fin besó la punta de la nariz de Mick. —¿Entonces? El hombre está muriendo, con o sin caramelos. Dejemos que tenga lo que le haga feliz. —¿Y qué planeas hacer con su diabetes? ¿Estás intentando acelerar el proceso de modo que puedas salir de aquí como el infierno? ¿Es eso? —Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Fin pudo ver el arrepentimiento en los ojos de Mick pero el daño ya estaba hecho.

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Fin se apartó completamente y salió de la cocina. — Jódete. —Fin fue inmediatamente a su habitación y se cambió a su equipo de entrenamiento. Necesitaba salir de la casa antes de que Mick lo siguiera para disculparse.

Sabía que Mick no quería decir lo que dijo pero apenas podía sostener sus emociones como estaba y lo último que quería era una discusión con su amante. Bajando las escaleras corriendo, notó a Mick saliendo de la cocina hacia él. —Déjalo. Voy a correr. —Escuchó a Mick empezar a protestar pero lo apartó y salió a toda prisa por la puerta principal. Corrió por las calles de Boston hacia el parque. Estableciendo una dolorosa paz, Fin se alejó de sus problemas. Para cuando corrió unas agotadoras doce millas y volvió a la casa ya no estaba enfadado con Mick, aunque el dolor permaneció. Entrando en la casa, fue directamente a la ducha. Se desnudó y encendió el agua caliente. Entrando, Fin permitió que el agua aliviara sus músculos cansados. Tenía que empezar a trabajar más para estar preparado para la temporada. Probablemente ya estaba en la mierda profunda con el entrenador por saltarse el entrenamiento de la pretemporada pero algunas cosas eran más importantes. Después de lavarse, Fin apagó el agua y abrió la puerta de la ducha para encontrar a Mick apoyado contra el lavamanos. Mick apenas podía mirarlo a los ojos. —Lo siento. Soy un imbécil. Fin simplemente asintió y caminó hacia él. —Lo eres. Pero de todos modos te amo.

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Mick abrió sus brazos y él caminó directamente hacia ellos. Besando su cara, Mick continuó disculpándose. —Sé que quieres a tu pa. Yo también le quiero. No tengo una buena excusa porque me enfadé tanto por los caramelos aparte de que sé que me dejarás pronto. —Besó la garganta de Fin.

Fin abrazó a Mick más estrechamente. — Honestamente creo que mi pa se irá rápido. Cuando un hombre moribundo pide caramelos vas a conseguirlos. — Restregó su desnuda polla medio dura contra la parte delantera de los jeans desteñidos de Mick—. ¿A qué hora tienes que irte para el bar? Mick mordió un poco el cuello de Fin. —En unos quince minutos. La comida está en el horno manteniéndose caliente. Traje a casa el proyector del club y lo puse en la habitación de Sean. Pensé que los dos podrían ver uno de tus juegos esta noche. Traje a casa un par de las favoritas de Sean. Maldición, eso hacía de Fin una completa mierda. Mick se había tomado muchas molestias en hacer un recuerdo para él y se enfada como la mierda por un pequeño comentario que sabía que Mick ni siquiera quería decir. Besando la cara de Mick, Fin paró para enterrar su lengua en la entrada de la caliente boca de Mick. —Gracias por la cena y las películas. ¿A qué hora volverás esta noche? Tengo que agradecerte adecuadamente todo lo que has hecho por mí y por mi pa. Mick pasó su mano por el pliegue del culo desnudo de Fin. —No hasta las dos y media. No me esperes levantado. Me aseguraré de despertarte cuando me meta en la cama. Apartándose, Fin miró a Mick. —Lo siento cariño, parece que te he puesto todo mojado.

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Mick se miró y rió. —Mojado es una cosa, se secará, pero el semen delante de mis jeans que me has dejado me conseguirá miradas raras. —Besó a Fin una vez más y se dirigió al armario. Sacando un polo azul oscuro y otro par de jeans desteñidos, Mick se volvió a vestir.

Fin se sentó en la cama totalmente desnudo y observó a Mick cuando se acarició su palpitante polla. Mick alzó una ceja y se arrodilló delante de Fin. —¿Alguien está buscando algún alivio rápido antes de que me vaya? —Se inclinó y barrió con su lengua la longitud de la polla de Fin. —No pares. —Fin se dejó caer en la cama y extendió sus muslos. Pasó sus dedos por el cabello de Mick cuando Mick le dio a su polla un concienzudo baño con la lengua—. Tan bueno. —Fin empezó a embestir contra la boca de Mick. Manteniendo su cabeza quieta, Mick permitió que Fin follara su boca. Cuando se sacó su polla y viajó hacia el saco de Fin, Fin gimió. —Oh sí. Justo así. —Uno cada vez, Mick chupó sus bolas dentro de su boca mientras su dedo empezaba a empujar contra el agujero de Fin. Cuando irrumpió en su agujero no con uno sino con dos dedos, Fin casi se cae de la cama—. Mierda, eso se siente bien. Liberando las bolas de Fin, Mick volvió a la longitud de su engrosada polla. Arañó la tierna piel con sus dientes mientras Fin seguía gimiendo. —Voy a correrme, —Fin declaró cuando Mick deslizó sus labios por la corona de su eje. Mick continuó bombeando sus dedos dentro del culo de Fin mientras murmuraba el himno nacional. Las vibraciones enviaron a Fin sobre el borde, corriéndose en la garganta de Mick. —Joder, Mick.

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Mick lo lamió y se levantó. Miró sus jeans mojados de semen. —Maldición. Hago el doble de colada desde que te conocí. —Volvió al armario para cambiarse los jeans de nuevo.

Fin sonrió mientras observaba a Mick recoger una camiseta sucia del suelo y limpiarse antes de ponerse otro par de jeans. Cuando se acercó a la cama mostrando esos hoyuelos, Fin gimió y se acarició con la mano su todavía semi-dura polla. Inclinándose sobre la cama, besó a Fin una última vez. —Eso deberá ser bastarte hasta que llegue a casa. —Empezó a caminar hacia la puerta. —No flirtees esta noche, cariño. Recuerda que eres mío. —Fin alzó sus cejas, sonriéndole. Devolviéndole la sonrisa, Mick guiñó un ojo. —Flirtear me da más propinas pero tú eres el único al que le permito conseguir la cosa de verdad, bebé. No quiero a nadie más. —Abrió la puerta y miró por encima de su hombro—. Siempre.

Subiendo la bandeja de hospital que vino con la cama de pa, Fin colocó el plato de puré de patatas y una taza de flan de chocolate ante él. —También hay pollo frito, pa, pero supuse que no te apetecería. —Fin volvió a la habitación con su propia cena y la colocó en la bandeja de la tele junto a la cama de su pa.

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Sean estaba moviendo su puré de patatas. Se había quitado el tubo de oxígeno para comer y Fin podía ver cómo su pecho trabajaba para conseguir respirar. Su mandíbula estaba tensa por la vista frente a él, su una vez fuerte pa se estaba consumiendo ante sus ojos. Su complexión era una apagada sombra de gris y sus ojos habían perdido su brillo. Fin sabía que era hora de llamar a la residencia para enfermos terminales para que ayudaran

a manejar el dolor de su pa. Sean nunca se quejaba, nunca parecía estar enfadado por la situación pero podía ver la tristeza en sus ojos. Fin se acabó su cena y se levantó con su plato. Miró el plato todavía lleno de su pa. —¿Has acabado? Sean asintió y se volvió a enganchar el oxígeno bajo su nariz. —Gracias, Calder. Sólo no tengo hambre. Fin asintió y llevó ambos platos a la cocina. Los enjuagó y los colocó en el fregadero y sacó la bolsa de caramelos. Llenó dos tazones pequeños, uno con dulces de trozos de naranja y otro con mantequilla de cacahuete, luego llevó ambos tazones en la bandeja de hospital. —He traído los dulces que me pediste. Se sentó en el borde de la cama de hospital. —Mick pensó que quizá nos gustaría ver uno de mis partidos esta noche. ¿Te apetece? Sean alcanzó su mano. Tragando el nudo en su garganta, Fin cerró sus ojos y tomó la mano de su pa. —Me gustaría ver tu último partido de la universidad. —Sean luchó por sentarse—. Estaba tan orgulloso de ti, Calder. Cerré el bar ese día e invité a todos los habituales a una gran fiesta para verte jugar. Fin pudo sentir sus ojos quemando y su garganta cerrándose. —¿Por qué nunca viniste a verme jugar en persona, pa? Sabes que te hubiera llevado a cualquier sitio si querías verme.

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Sean se inclinó atrás sobre la almohada y apartó su cara. —No me sentía como si lo mereciera. No puedo explicar por qué hice las cosas que hice cuando eras joven, Calder. Para cuando llegaste a la universidad supe lo que

había dejado para que el bar tuviera éxito y me sentí como el peor padre del mundo. Es gracioso como siempre piensas que tendrás tiempo, pero cuando lo tuve éramos como extraños. Sabía que era culpa mía de modo que nunca estuve enfadado con nadie aparte de conmigo mismo. Sean extendió la mano y cogió un pañuelo de papel de la caja junto a su cama. Fue sólo entonces cuando Fin notó las lágrimas cayendo por el rostro de su pa. —Desearía que me hubieras llamado algunas veces, pa. Siempre sentí como que era una decepción o una carga para ti. Es por lo que jugaba al fútbol en primer lugar... para conseguir tu atención. Sean se secó la cara y giró la cabeza hacia él. —¿Una decepción? ¿No sabías que he estado orgulloso de ti cada día de tu vida? —Las lágrimas de Sean se convirtieron en un arranque de tos. Fin saltó y golpeó a su pa en la espalda y aumentó el flujo de oxígeno. —Está bien, no hablemos más de ello. — Maldición, ¿por qué había empezado esa discusión? Sabía que ambos se alterarían. Sean paró de toser. —Te he causado más daño del que me hubiera imaginado, ¿no? —Cogió el oxígeno de su nariz y se sonó su nariz en el pañuelo de papel—. Tu madre intentó decírmelo tantas veces pero siempre pensé que estaba exagerando. Siempre era tan protectora contigo.

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Fin sabía que esta sería su única oportunidad de entender por qué su madre se había quedado con su ausente padre. Aunque odiaba angustiarlo más, Fin necesitaba algunas respuestas. —Nunca entendí por qué Mamá seguía defendiéndote. Me encontró en mi habitación cuando estaba muy triste porque te habías perdido otro partido y ella siempre me decía que buen padre tenía y

cuánto amaba a su familia. —Ahora fue el turno de Fin de secarse los ojos—. Sólo que nunca entendí por qué te amaba tanto, supongo. Nunca parecías estar para ella igual que no lo estabas para mí. Recuerdo enfadarme con ella por defenderte. Sean se secó los ojos de nuevo. —Amaba a tu madre desde lo más profundo de mi alma. Es diferente con un amante que con un niño. Tú tenías que irte a la cama la mayoría de las veces antes de que volviera del bar. Pero dormía con tu madre cada noche. La abrazaba en mis brazos y le hablaba sobre mi día cuando hacíamos el amor. Ella me contaba todo lo que pasaba aquí en casa. Todas las cosas lindas que hacías o decías ese día. Hizo tan buen trabajo llenándome de las cosas diarias que no me daba cuenta de que nunca estaba aquí. Y entonces un día, tu madre se fue y de repente no tenía a nadie que me hablara sobre mi propio hijo. Fue entonces que me di cuenta de que nunca había formado los lazos que normalmente formaban los padres con sus hijos. Sé que no hice lo correcto contigo ni con ella pero siempre me aseguré de que supiera que ella era mi chica. Siento no haber conseguido tiempo para hacerte sentir de la misma manera. Fin no quería hablar de ello más. Se levantó y se fue a la bolsa de cintas que Mick había traído a casa de la oficina. Encontró el partido de Rose Bowl9 y la puso. —Veamos el partido. Sean asintió. —¿Podrías sentarte conmigo en la cama de modo que podamos discutir las jugadas y esas cosas? Siempre me pregunté cómo pensarías durante un partido.

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(9) El Rose Bowl es un título de fútbol americano universitario estadounidense que se disputa a un partido único entre equipos de la División I de la NCAA.

—Claro, pa. Sólo apartaré la bandeja. De ese modo ambos podemos alcanzar los tazones de dulces. Durante las siguientes dos horas Fin discutió la estrategia y jugadas con su pa. Estaba sorprendido de descubrir cuánto sabía su pa de fútbol. Para cuando el partido acabó, Sean hacía tiempo que se había dormido. Después de que la cinta terminara, Fin apagó el reproductor y apagó las luces.

Entrando en la cocina con los tazones casi llenos de dulces, Fin miró el reloj. Sólo eran las diez y media. Decidió cambiarse de ropa y visitar a Mick en el trabajo unos minutos. Cambiándose a sus jeans favoritos desgastados y agujereados, Fin sonrió y no se puso ropa interior a propósito. Agarró la camisa de seda negra del armario porque era la favorita de Mick. Mick le dijo que mostraba su musculoso pecho a la perfección. Cinco minutos después estaba conduciendo hacia el bar con un pequeño tubo de lubricante en su bolsillo.

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Abriendo la puerta, fue golpeado por una ráfaga de humo. No había duda de dónde pa había conseguido el cáncer. Pasó por la puerta y fue recibido con gritos de saludo de los clientes regulares del bar. Fin no perdió tiempo de asegurarse de que todo iba bien. Antes de que Mick pudiera hablar, Fin levantó la mano. —Pa está bien. Lo dejé durmiendo y decidí pasarme unos minutos.

Podía ver el alivio en el glorioso rostro de Mick. — ¿Cómo ha ido esta noche? Fin se encogió de hombros. —Bien y mal. Luego te hablaré de ello. ¿Cómo ha ido tu noche? Mick podía en las líneas de rojos ojos. Sip, Llamó a Jesse descanso.

decir que Fin estaba sufriendo. Estaba allí preocupación alrededor de sus hinchados y Fin había estado definitivamente llorando. y le dijo que se iba a tomar un rápido

Saliendo por el final de la barra, Mick fue escaleras arriba. —Subamos unos minutos. —Fin asintió y lo siguió a su apartamento. Mick lo empujó contra el sofá, sentó a Fin y se sentó a horcajadas en su regazo. —¿Llevas esos jeans de culo-sexy y esa ajustada camisa por mí, bebé? —Lamió el lado del rostro de Fin y mordisqueó el lóbulo de la oreja. Fin envolvió sus brazos alrededor de él y apretó. —Por nadie más eso seguro. —Besó a Mick lento y dulce—. Lamento sacarte del trabajo pero necesitaba salir de la casa un rato. —Mick asintió. —¿Qué ha pasado? Enterrando su cabeza en el hombro de Mick, Fin suspiró. —Hablamos sobre cosas del pasado y por qué no vino a verme jugar. No sé, solo nos alteramos. Ni siquiera sé por qué lo empecé. Alteré a pa y a mí mismo y todavía no lo entiendo.

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Pasando sus dedos por los rizos negros de Fin, Mick besó su cabeza. —Lo empezaste porque sabes que necesitas respuestas antes de que se vaya. No hay nada de malo con ello. Como mínimo estás intentando entender. —

Pasó sus manos por los brazos de Fin y sostuvo sus manos—. ¿Tuviste la oportunidad de ver un partido con él? —Sí. Vimos el partido del Rose Bowl. Pa me preguntó sobre estrategia y jugadas y cosas. Estuvo bien. Se durmió antes de que acabara pero fue suficiente. —Fin miró a Mick a los ojos—. Mañana llamaré a la residencia de enfermos terminales. Pa está sufriendo aunque no nos lo diga. Quizá ellos puedan darle algo. Mick sostuvo la cabeza de Fin en sus manos. —Eso significa el principio del fin. Sabes eso, ¿no? Una vez empiecen a darle morfina no estará igual de coherente como lo está ahora. Puede que diga cosas que te alteren o que no entiendas y no será capaz de explicarse. Necesitas arreglar las cosas lo más rápido posible, ¿de acuerdo? Con lágrimas cayendo por sus mejillas, Fin asintió. — Sí. Lo sé. La cosa es... No creo que sea capaz de decirme más de lo que ya ha hecho. Sé que tengo que trabajar con mis sentimientos. Mick secó la cara de Fin. —Te amo, bebé. —Te amo. Mejor vuelve al trabajo. —Fin le dio una pequeña sonrisa—. Vine aquí con un rapidito en mente pero por cómo me siento creo que mejor espero hasta que pueda conseguirte en mi cama. Mick lo besó una vez más y se levantó. —Vamos. Te compraré una cerveza y cantaré para ti antes de que vayas a casa. —Sostuvo la mano de Fin todo el camino escaleras abajo. Justo antes de abrir la puerta, atrajo a Fin a sus brazos una vez más—. Lo superaremos.

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—¿Cantarás “The Banks of Lee”10 para mí? La cantaste la primera vez que te conocí. Creo que es cuando empecé a enamorarme de ti. —Seguro.

Cuando Mick caminó de puntillas en la habitación más tarde esa noche, Fin parecía dormido y roncando. Mick se abría reído si no acabara de encontrar a Sean sentado en la cama dolorido e intentando coger aliento. Le dio una pastilla para el dolor y se sentó con él hasta que finalmente se las arregló para dormir. Mick le dio un beso a Sean en la frente y pronunció una rápida oración antes de dirigirse con su amor. Fin tenía razón. Era el momento de llamar a los profesionales. Mick pensó toda la noche en el bar y lo que Sean quería hacer con él después de que muriera. Sabía que Fin no quería hacer nada con él e incluso podría venderlo fácilmente, Mick sabía que no podría trabajar día tras día con la presencia de Sean por todas partes. Había pensado seguir a Fin hasta Nueva York durante los dos próximos años de su contrato pero al final sabía que eso sólo lo llevaría al resentimiento por su parte. No podía solo esconderse como un secreto. Así que probablemente volvería a su casa en el acantilado. Lo que haría después de eso nadie lo sabía.

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Se desnudó y se arrastró dentro de la cama junto al monstruo roncando. Mick miró el reloj, casi las cuatro y (10) Nombre de la canción.

media. Mierda, no se preguntaba por qué estaba tan cansado. Decidió curvarse contra Fin y conseguir un par de horas de sueño antes de levantarlo. A partir de ahora tendrían que dormir cuando pudieran. Acercando su espalda contra la parte de delante de Fin, se acomodó para la noche. Fin lo atrajo incluso más cerca y besó su cuello sin despertarse. Le daba a Mick una agradable sensación saber que Fin lo amaba incluso en su sueño. Bostezó y cerró sus ojos. Sintió una boca deliciosamente caliente rodeando su mástil mañanero. —Mmm... Abrió sus ojos de repente y miró abajo a Fin. Separó sus piernas un poco más y permitió a Fin continuar su contribución. Los giros de la lengua de Fin causaron un gemido que escapó y los ojos de Fin le sonrieron. Sacó su boca de la polla de Mick con un „pop‟. —Buenas, cariño. —Gateó junto a Mick y lo atrajo a sus brazos—. ¿Por qué no me despertaste cuando llegaste? —Fin empezó a acariciar su propia erección contra la de él. —Ya eran las cuatro y media cuando me metí en la cama. Estaba demasiado cansado para jugar y tú estabas roncando como un oso pardo. —Pasó sus manos por la espalda de Fin. —¿Por qué las cuatro y media? Pensé que saldrías un poco después de las dos. —Fin empezó a empujarse contra él un poco más.

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—Sean estaba levantado y dolorido cuando llegué. Le di una pastilla y me senté con él hasta que se volvió a dormir. —Mick miró el reloj. Maldición, eran casi las nueve. Sean probablemente se moría por otra pastilla ahora. Odiaba hacerlo pero Mick sabía que tenía que apresurar a

Fin para poder bajar. Llevó su mano a su boca y lamió tres dedos. Extendiendo la mano, recorrió el agujero de Fin antes de insertar primero uno y después dos dedos. —Oh Cristo. —Fin se frotó contra él más rápido y Mick deslizó un tercer dedo dentro. Fin disparó su calor entre los dos cuerpos. Mick lo siguió rápidamente con el nombre de Fin en sus labios. Se abrazaron otro par de minutos besándose y tocándose mientras susurraban palabras de amor. Mick se elevó y besó a Fin. —Necesito tomar una ducha rápida y ver a Sean. Probablemente ahora necesite otra pastilla para el dolor. —Balanceó sus piernas por el lado de la cama—. Tienes razón en llamar a la residencia para enfermos terminales, por cierto. ¿Quieres hacerlo tú o debería hacerlo yo? Le llevó a Fin un par de momentos contestar. —Yo lo haré. Mick asintió y se dirigió a la ducha. Decía mucho del humor de Fin que no se uniera a él. Para cuando Mick salió de la ducha y bajó las escaleras Fin tenía el desayuno en la mesa. Miró por encima del hombro a Mick. —Le di a pa una pastilla. No estoy seguro de cuanto ha estado tumbado allí necesitándola. Llamaré para más ayuda después de desayunar.

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Mick podía ver la culpa en acercó y puso una mano en culparte, Fin. Necesitamos ser partir de ahora. —Mick lo dejó ¿Sabes si Sean quiere algo para

la tiesa postura de Fin. Se su hombro. —No puedes un poco más diligentes a ir y se sentó a la mesa—. comer esta mañana?

Fin sacudió la cabeza sin ni siquiera mirar a Mick. —Ya se ha vuelto a dormir pero dijo que no tenía hambre más temprano. —Acabó de poner mantequilla en la tostada de Mick y colocó el plato en la mesa. Tomando su silla, Fin bajó su cabeza y dijo una oración antes de comer.

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os días después Fin estaba sentado al lado de la cama de su pa leyendo su nuevo libro de jugadas que le llegó con un mail. El entrenador estaba empezando a preocuparse un poco de que Fin no fuera capaz de aprender todo en condiciones antes del campamento de instrucción. Sólo faltaban dos semanas y por el modo en que su pa respiraba, Fin sabía que se iría antes de que empezara el campamento de instrucción. —¿Qué... estás... leyendo? —Sean apenas era capaz de hablar. La cabeza de Fin se alzó bruscamente del libro. —Esta tarde conseguí mi nuevo libro de jugadas. Han añadido un montón de jugadas nuevas esta temporada. Sólo espero que funcionen. —Tan.... orgulloso... Calder. —Una lágrima bajó por su mejilla—. Desearía... tener... una.... temporada más. Fin cerró sus ojos y abrazó a su pa. —Jugaré esta temporada por ti, pa. Puedes verme desde el cielo con Mamá. —Fin sabía que era algo malo para decir pero hizo brillar los ojos de su pa durante sólo un momento antes de que volviera a dormirse.

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Tres noches más tarde, después de una sesión de hacer el amor físicamente exhaustiva con su amante, tuvo una extraña sensación. Miró a Mick quien estaba casi dormido en sus brazos. Fin se inclinó y lo besó suavemente. —Duerme. Voy a bajar y sentarme con pa un rato. Mick masculló algo que Fin no entendió y pasó su mano por el rostro de Fin… Fin sonrió y besó su mejilla. Cogió su almohada y bajó para sentarse con su pa. La luz de la lamparilla junto a Sean hizo que Fin no tuviera dificultades para llegar al reclinable. Tiró su almohada y fue al salón para coger la manta azul que su madre había tejido a ganchillo. Se situó en el reclinable con su almohada y manta y escuchó a su pa luchar por respirar. Mientras escuchaba, se encontró respirando al mismo ritmo que su pa. Pronto Fin se sintió mareado. —¿Cómo lo haces? —susurró en la oscuridad. Fin volvió a levantarse y acercó más la silla a la cama. Después de volverse a acomodar, sostuvo la mano de su pa. Se sentía tan pequeña y frágil en su enorme mano. La piel era papel fino y estaba moteada de magulladuras. Pensó en el pasado y las comparó con el último par de semanas. De repente se dio cuenta de que su pa sólo era un hombre normal que tomó malas decisiones pero que había intentado todo lo posible para arreglarlas al final. Fin pensó en todos los errores que había cometido en su vida. ¿Qué pasaría si su hijo miraba con microscopio cada uno de sus errores pasados? Con lágrimas en sus ojos de repente se dio cuenta que el pasado se había ido. Su pa siempre lo había amado y estado orgulloso de él. Sólo que no había sabido cómo demostrarlo.

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Fin sintió que una paz lo recorría. No solo había conseguido conocer a su pa sino que había aprendido a que

le gustara. Sólo era demasiado malo que ambos hubieran sido demasiado tercos durante tantos años. Fin miró a su pa con el poco brillo de la lamparilla. Cuanto más tiempo estaba allí sentado y escuchando a su pa intentando respirar, estaba más seguro de lo que tenía que hacer. Tenía que conseguir que su pa se fuera en paz. Fin se levantó y apartó el reclinable del camino. Intentó apartar a su pa lo más gentilmente posible. Tomó una respiración calmante y envolvió sus brazos alrededor del ahora-frágil hombre. Fin sostuvo a su pa y lloró hasta que la oscuridad los envolvió. Cuando las lágrimas de Fin se volvieron audibles sollozos, Sean abrió sus ojos. Miró a su hijo y puso su mano en la mejilla de Fin. —Te quie... ro. —Yo también te quiero, pa, Siempre lo he hecho. Es el momento. Es el momento de que vayas a reunirte con Mamá. Tu chica ha estado esperándote mucho tiempo. Enséñale la eternidad que se merece. Yo estaré bien. Tengo a Mick y tengo la sensación de que no me dejará alejarme mucho de él. Cuando veas a Mamá, —la voz de Fin se rasgó al pensar en ella—, dile que la quiero y que tú y yo ahora estamos bien. Hemos hecho las paces. Tu trabajo aquí está hecho y no puedo soportar verte sufrir más. —Fin se inclinó y besó la mejilla de su pa y lo abrazó tan estrechamente como se atrevió. Sean puso su mano sobre la de Fin. —Gra... cias, Cal... der.

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Fin sintió que su pa volvía a dormirse. Sabía en su corazón que por la mañana ya se habría ido. Fin permaneció despierto, sólo sosteniendo y susurrándole palabras de amor.

Mick se despertó sobresaltado. Mirando por la habitación, no pudo descubrir qué lo había despertado. Miró el reloj. Sólo eran las cuatro de la mañana. De repente se dio cuenta de que Fin no estaba en la cama con él. Vagamente recordó a Fin diciéndole que se iba a sentar con Sean. Balanceó sus piernas por el lado de la cama y se puso unos pantalones. Cuando se dirigió escaleras abajo, el vello de su nuca empezó a ponerse de punta. Entró en el estudio silenciosamente. Fin estaba alrededor de Sean en la cama de hospital. Estaba sosteniendo a su padre, llorando. Empezó a mecer al hombre mayor y Mick cayó en la cuenta de que no escuchaba el silbido del tanque de oxígeno. Se acercó más a la cama. —¿Fin, por qué no está encendido el oxígeno? Fin lo miró y lo supo. Sean ya se había ido. Mick cayó sobre sus rodillas junto a la cama y él también empezó a llorar. Pensó en todas las discusiones que Sean y él habían tenido durante los años. Toda la sabiduría que Sean intentó inculcarle. Todas las estúpidas partidas de póker que habían jugado en alguna noche tranquila en el bar. Después de varios largos minutos se puso de pie de nuevo. Mick se sentía completamente entumecido. Sabía que tenía que ponerse bien por Fin pero Fin parecía estar bien donde necesitaba estar, por ahora.

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Fin miró a Mick. —Hace unos veinte minutos, apretó mi mano una última vez y lo supe. Antes me dijo que me

quería y yo le dije que lo perdonaba y que era el momento de ir con Mamá. Fin extendió la mano y Mick se la ofreció. —¿Qué hacemos ahora? Deberíamos llamar a la funeraria o llamar a la residencia de enfermos terminales ¿o qué? Mick besó la palma de Fin. —Ahora vamos a limpiarlo y a despedirnos de él. Después, llamaremos a la residencia de enfermos terminales. Ellos enviarán a alguien. Mick se levantó y se acercó al lado de la cama de Fin. —Vamos, bebé, busquemos un pijama limpio y un cuenco con agua caliente y jabón. Sean no querría que nadie lo viera así. Fin asintió y Mick le sonrió a medias. —Siempre estuvo muy orgulloso para su maldito propio bien.

El servicio conmemorativo fue cinco días después en Finnegan‟s. Sean había pedido que lo incineraran y lo pusieran en el mismo lugar que la madre de Fin. Fin compró una tablilla de mármol negro con el nombre de su pa y las fechas apropiadas arriba. Cuando estuvo listo la colocó al final de la tumba de su madre.

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Mick fue con Fin la noche anterior cubierto por la oscuridad para cavar el diminuto agujero en la lápida de su madre. Fin sabía que estaba mal enterrar a más de una persona en un lugar pero eran los deseos de su pa. Colocaron el cartón biodegradable con las cenizas de su pa dentro del agujero y lo cubrieron con suciedad y un ramo de rosas.

Fin se sentó en la barra y escuchó a los viejos amigos de su pa contar historias sobre el hombre que recientemente había empezado a conocer. Observó a Mick servir bebidas y añadir algunas historias propias. Tenía que irse en dos días para prepararse para el campamento de entrenamiento. Dos días para decirle adiós a Mick. Había intentado varias veces conseguir que Mick se mudara a Nueva York pero estaba convencido de vivir en la casa de la costa. Emplearon a Jesse a tiempo completo como gerente del bar. Fue difícil porque Jesse todavía tenía un año más de universidad pero cuando le dijeron que podría vivir en el apartamento de arriba y contratar a un asistente de gerente para el turno de día finalmente aceptó. Ambos sabían que nunca querrían llevar el bar ellos mismos otra vez pero ninguno de los dos quería pensar en vender Finnegan‟s. Mientras las puertas del bar permanecieran abiertas el legado de Sean Finnegan viviría. Uno de los clientes habituales recogió una colecta e hizo un taburete con el nombre de Sean grabado en la madera. Ahora estaba al final de la barra. Fin apostaba a que ese taburete permanecería vacío sin importar la multitud que hubiera en el bar. Fin pasó sus dedos por el taburete de caoba. —Siempre tendrás un lugar aquí, pa. Fin tomó otro sorbo de café. Buscó a Mick de nuevo con los ojos. Mick dejó lo que estaba haciendo y miró hacia Fin. Los dos se habían mudado de nuevo al apartamento de arriba después de que la casa funeraria se había llevado el cuerpo de Sean. Fin apuntó arriba y Mick asintió y levantó un dedo.

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Diciéndole unas últimas palabras a Jesse, Mick se dirigió hacia Fin. —¿Estás listo para ir arriba?

—Sí. Necesito tomar un baño y relajarme. —Fin miró a Mick. Mick pareció entender que Fin necesitaba algún tiempo solo. —Subiré tan pronto como todos se vayan. Probablemente será otra hora o así. Fin asintió y apretó la mano de Mick. —Te veré luego.

Pasó una hora y media antes de que Mick consiguiera que todos salieran. Mel y Jesse se prestaron voluntarios para limpiar y cerrar el bar por él de modo que subió las escaleras. Encontró a Fin desnudo en el sofá, mirando el álbum de fotos de Mick. Se desnudó y se dio una ducha rápida después de darle a Fin un besó en la frente. Después de estar limpio y seco se dirigió desnudo hacia el sofá. Se sentó junto a Fin y le pasó un brazo a su alrededor. —¿Mirando todas mis fotos de niño listillo, bebé? Fin le dio una media sonrisa. —Quería ver fotos de tu madre. ¿Cuál era su nombre? No creo que me lo dijeras. Mick miró la foto de universidad de su madre, era su favorita. —Erin. Es gaélico de Irlanda. —Era hermosa, Mick. —Fin se inclinó y lo besó.

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—Era hermosa tanto por dentro como por fuera. Sé que ahora no lo sientes así pero tienes suerte de haber tenido la oportunidad de despedirte de tu pa antes de que

muriera. Daría cualquier cosa por tener cinco minutos más con mi madre sólo para decirle cuánto la quise. Fin colocó el álbum en la mesita de café y se levantó. Atrajo a Mick a sus brazos. —Vamos a la cama, cariño. Fin dirigió a Mick a la habitación y apartó las sábanas. Se deslizaron dentro y en los brazos del otro. Besándose y acariciándose, se amaron el uno al otro lentamente. Fin besó cada pulgada del cuerpo de Mick. Deseaba memorizar cada detalle de Mick. —Por favor vuelve a Nueva York conmigo, Mick. Mick cerró sus ojos. —No puedo. Tendremos más oportunidades si no voy y lo sabes. ¿Por qué no puedes saltarte el resto de tu contrato y mudarte a la costa conmigo? De todas maneras no creo que tu corazón esté realmente en ello. Tragando alrededor del nudo de su garganta, Fin sacudió su cabeza. —Le prometí a mi pa la noche que murió que le dedicaría esta temporada a él. Parecía... orgulloso. No puedo faltar a mi palabra. Mick pasó su mano por la longitud del torso de Fin. Ligeramente pasó los dedos arriba y abajo de la longitud de la polla de Fin. —Bien entonces, supongo que sólo tengo un día y medio para convencerte de que no puedes vivir sin mí. —No necesitas un día y medio para eso. Ya sé que no puedo vivir sin ti o ¿no me has estado escuchando? —Fin rodó encima de Mick y empezó a besarle de nuevo—. Esta noche quiero que me hagas el amor. Necesito sentirte dentro de mí. —Con eso dicho Fin los hizo rodar hasta que Mick quedó arriba.

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Mick sabía lo que Fin necesitaba. Sólo le había permitido a Mick follarlo un par de veces desde que estaban

juntos. Mick empezó despacio, besando y acariciando a Fin. Lamió y mordisqueó sus pezones y cuello, lentamente moviendo su polla contra la de Fin mientras la pasión se elevaba más y más alto. Alcanzó el bote de lubricante y con dedos gentiles extendió expertamente a Fin. Fin gimió y se empujó contra los dedos. —Ahora, cariño. Mick entró en Fin cuidadosamente, buscando cualquier signo de dolor o angustia. Lo único que se veía en el rostro de Fin era completo placer. Mick movió sus caderas adelante y atrás mientras lo besaba. Gradualmente cogió el ritmo hasta que Fin movió sus piernas y las colocó encima de los hombros de Mick. Sabía que eso era signo de que Fin necesitaba correrse. Mick empezó a embestir un poco más duro y un poco más rápido. Observó a Fin bajar la mano y acariciar su propia polla. Fin bombeó su polla más duro. —Lo necesito... voy a... te amo. —Los músculos del estómago de Fin se apretaron cuando explotó sobre su mano y pecho. Mick se movió a un ritmo más rápido. —Amor... Mío — Empujó una última vez y expulsó su calor dentro del hombre que amaba. Colapsó encima de Fin e inmediatamente se durmió con un sueño profundo.

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Haciendo sus maletas, Fin miró por el apartamento por si se había olvidado algo. Estaba cansado hasta los huesos, habían hecho el amor toda la noche. Mick todavía dormía,

parecía como si hubiera estado montando duro y dormido mojado. Fin sonrió, recordando el pudín de chocolate que Mick había llevado a la habitación. Nunca sería capaz de comer pudín de chocolate de nuevo sin pensar en Mick. No se habían hecho ninguna promesa, sólo que estarían en contacto. Fin estaba preocupado de que estuviera dejando demasiado por dos años más de fútbol pero una promesa era una promesa. Ya había limpiado las cintas en la oficina de pa y las había enviado a su apartamento de Nueva York. La casa se vendería tan pronto como pudiera tenerlo todo listo. Sabía que su pa no quería que la vendiera pero Fin nunca podría vivir allí de modo que era mejor así. Además mantener el bar ya sería bastante para manejar. Encontró un par de calcetines debajo del sofá del salón y un par de camisetas en la cesta de la ropa sucia. Devolviéndolas a la maleta, miró de nuevo hacia la cama. Los ojos de Mick estaban abiertos, observándolo. Fin tiró las ropas dentro de la maleta y fue a sentarse a un lado de la cama. Se inclinó y lo besó. —Buenos días, cariño. —¿A qué hora sale tu vuelo? —Mick le devolvió el beso y apretó su mano. —Tengo que salir en una hora. El vuelo sale a las once. —Fin miró dentro de los ojos azules de Mick. Todavía tenía tantas preguntas sobre su futuro, ¿cómo podía irse?— ¿Puedo llamarte, verdad? ¿Quizá venir a verte si tengo la oportunidad?

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Mick besó su palma. —Siempre serás bienvenido en mi casa, bebé, y sí, será mejor que me llames. —Mick se movió y se sentó. Abrió sus brazos y Fin se tiró a ellos—. Quizá vaya a escondidas a un partido o dos.

Fin sintió un rayo de esperanza. —Házmelo saber, ¿no? y puedo conseguirte entradas. Nadie ha venido a verme desde que mamá murió. —El sentimiento de soledad empezó a resurgir pero Fin lo apartó. Mick puso su mano en la mejilla de Fin. —Si voy mejor compro entradas normales como todo el mundo. ¿Qué pensaría la gente si me sentara en la sección de esposas y novias, Fin? —Mick sacudió la cabeza—. Sería mejor ser parte de la multitud. Nadie sospecharía de ese modo. Sabiendo que Mick tenía razón, Fin cerró sus ojos. Tomó una decisión crucial en el lugar. —Este será mi último año si puedo conseguir acabar el contrato. Jugaré este año por pa y entonces quizás tú aun me quieras. —Con esperanza en su corazón miró a Mick a los ojos. Mick se inclinó y lo besó. —Siempre te querré, pero pueden pasar muchas cosas en un año. ¿Qué si conoces a alguien más? —No. Nunca conoceré a nadie más que quiera más que a ti, Mick. Nunca. —Se levantó y se quitó la camiseta y se bajó los jeans desteñidos. Su polla saltó libre de su ropa interior y se arrastró bajo las sábanas. Atrajo a Mick a sus brazos—. Deseo que entiendas cuán importante es esta temporada para mí. Lágrimas encharcaron los azules ojos de Mick. —Lo entiendo. Sólo me siento egoísta en este momento. —Mick puso su cabeza en el pecho de Fin y delineó sus definidos músculos con su dedo.

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Fin besó la cabeza de Mick y le pasó los dedos por la espalda. —Quizá deberías pensar en grabar algunas de tus baladas irlandesas mientras estoy lejos. Todavía tienes el estudio. —Inclinó la cabeza de Mick para mirar en sus

ojos—. Hay una diferencia entre cantar porque lo amas y hacerlo sólo para ganar dinero. Arrastrándose encima de Fin, Mick lamió un lado de su rostro. —He estado pensando en ello. Supongo que podría grabar y sólo no hacer giras. La parte de las giras es lo que me metió en problemas antes. Pero hecho de menos cantar. Tomando ambas pollas en su mano, Fin las acarició gentilmente. —¿Por qué no grabas las canciones mientras estoy fuera y luego cuando acabe con la temporada podemos viajar por el país y puedes cantar en bares? Así es como eres más feliz de todas maneras. —Fin continuó acariciando suavemente sus pollas. Mick empezó a moverse contra la mano de Fin, haciendo que aumentara el ritmo. —Soy más feliz contigo. Pensaré en ello. Suficiente conversación, Pensó Fin, y tomó la boca de Mick en un beso abrasador. Empujó su polla contra la de Mick y enterró un dedo en el culo de Mick. Calor salpicó en su estomagó cuando Mick gimió y gruñó por el orgasmo. Fin continuó besándolo mientras su propio orgasmo lo golpeaba. Se estremeció cuando bombeó su semilla entre ellos. Con esperanza sería la única cosa que estaría entre ellos.

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l campamento de entrenamiento había sido una putada. Fin tenía que trabajar dos veces más duro para tener su cuerpo en forma de nuevo después de un mes y medio de comida que engorda y cerveza. La única cosa que le animaba eran las llamadas nocturnas a Mick. Decidió que trabajaría fuera y entrenó cada minuto que estaba fuera del campo. No era que su cuerpo estuviera fuera de forma pero Fin quería tener la mejor temporada. Jugaba cada partido de pre-temporada como si su pa y su madre estuvieran con él allí observándolo. Fin entró en su apartamento de Manhattan y lanzó sus llaves en la mesa de la entrada. Miró a su alrededor al modesto apartamento de una habitación. Había vivido allí durante casi siete años y todavía no había puesto ningún tipo de foto o adorno como su madre hacía. Siempre había sido el lugar donde dormía, nunca su casa.

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Entró en el salón y cogió el teléfono. Marcó automáticamente el número de Mick y se aflojó su corbata. Odiaba vestirse bien para un día de partido. Sólo por respeto a su equipo y al juego continuaba haciéndolo. Se arrancó la corbata y se desabrochó la camisa, esperando a que Mick contestara. El contestador finalmente saltó y las esperanzas de Fin de hablar con Mick cayeron. —Hola, cariño, sólo llamaba para hablar. Llámame tan pronto como puedas. —Colgó el teléfono y se dirigió a la ducha, llevándose con él el teléfono inalámbrico sólo por si acaso.

Fin se duchó y preparó bacon y huevos para cenar. Comió sólo delante de la televisión. Mantuvo la mirada en el teléfono, deseando que sonara. Finalmente a las nueve agarró el teléfono y volvió a llamar a Mick. —Hola, —una extraña voz contestó. Fin apartó el teléfono de su oreja y volvió a mirar el número de teléfono al que había llamado. Sip, era el número correcto pero la voz equivocada—. ¿Está Mick? —Está en la ducha. ¿Puedo decirle quién llamó? Fin sintió que le caía un peso de plomo directamente en el pecho. —No. Lo intentaré de nuevo en otro momento. —Fin colgó el teléfono sin esperar contestación—. Joder. — No podía creer que Mick tuviera a otro hombre en su casa a las nueve de la noche. Tiró el teléfono contra la pared y corrió al baño a vomitar. Se lavó los dientes y agarró la botella de whiskey escocés, llevándosela a la cama con él. Fin acabó total y profundamente borracho. Escuchó el teléfono sonar varias veces pero no estaba de humor para hablar con Mick. La mañana siguiente sentía como si algo se hubiera arrastrado dentro de su boca y muerto. Se sentó en la cama y luego corrió de nuevo al váter. Maldición, sabía que el whiskey lo enfermaba. Se lavó los dientes y se arrastró de nuevo a la cama. Dos horas más tarde el teléfono empezó a sonar otra vez. Se levantó y cogió el teléfono. —No tengo nada que decir. —Fin colgó el teléfono y lo desenchufó. Se sentía como si todo su mundo estuviera colapsándose y él ni siquiera tuviera suficiente energía para salir de la cama. Se enterró en la cama bajo las mantas y se durmió de nuevo.

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Se levantó cuatro horas más tarde por el martilleo a la puerta. Fin aguantó su cabeza, deseando que el ruido

parara, pero no lo hizo. Se las arregló para salir de la cama y ponerse su albornoz blanco. Todavía aguantando su cabeza, se dirigió a la puerta. —¿Quién es? —Gritó a través de la puerta. —¡Abre Fin! —La voz de Mick sonaba tan molesta como la suya. Fin cerró los ojos y abrió la puerta. —Te dije que no tenía nada que decir. —Empezó a cerrar la puerta cuando Mick volvió a abrirla y empujó a Fin dentro del apartamento. —Bien, eso es demasiado malditamente malo porque yo tengo algo que decirte, ¡imbécil! —Mick entró al salón y caminó de un lado a otro—. He venido todo este camino y no me iré hasta que me escuches de una jodida vez. Fin se apartó y se sentó en el borde del sofá. — Entonces habla. —Jay me dijo que llamaste entonces ¿por qué no contestaste el teléfono cuando devolví la llamada y por qué infiernos me colgaste esta mañana? —Las venas en la sien de Mick sobresalían. Fin pensó que debería tener una barra o algo. —¿Por qué no me dices quién demonios es Jay y por qué infiernos estaba en tu casa a las nueve de la noche contigo en la ducha? —Fin se levantó cara a cara con Mick, puños apretados en su costado.

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—Jay es el tipo que contraté para que me ayude a grabar mis canciones, imbécil. Pasamos todo el día en el estudio trabajando y tenía calor y estaba sudado de modo que tomé una jodida ducha. Jay me dijo que llamaste justo antes de irse. —Mick sacudió su cabeza como si no pudiera creer que estuvieran peleando por esto—. Sabes, estamos jodidos si ni siquiera confías en mí lo suficiente para preguntarme sobre algo en lugar de hacer suposiciones.

Fin cerró sus ojos y tragó alrededor del nudo en su garganta. —¿Entonces me dices que tú y ese Jay no tienen nada? —Quería creerlo tan desesperadamente. La idea de Mick con alguien más le daba ganas de vomitar de nuevo. Mick se acarició las sienes y se pasó las manos por el cabello. —Jay es un hombre casado en sus cincuenta pero aunque fuera un soltero magnífico gay no tendría nada más aparte de la música con él. Es a ti a quien amo, bastardo. —Mick se tiró al sofá. Fin suspiró. Joder, realmente esta vez la había jodido. —Yo también te amo. Lo siento por saltar a conclusiones como esa. Eres la única persona en el mundo que me queda. Supongo que quizá estoy paranoico sobre perderte. —Se acercó y se sentó junto a Mick en el sofá. Extendió la mano para Mick—. ¿Puedes perdonarme por favor? Después de unos segundos tensos Mick puso su mano en la de Fin. —Nunca pienses que te traicionaría. No lo haría en un millón de años y hasta que realmente lo creas siempre tendrás dudas sobre mí. No viviré así. Tengo unos pocos músicos e ingenieros de sonido programados para que vengan esta semana y no estaré paranoico porque uno de ellos vaya a contestar el maldito teléfono. Atrajo a Mick a sus brazos y lo besó. —Estaba tan destrozado que me bebí una botella entera de whiskey irlandés anoche. —Besó bajando por el cuello de Mick y dejó una marca—. Te amo. Días como este quiero sólo dejar mi trabajo e ir a casa contigo. Mick sacudió su cabeza. —He visto los partidos de la pre-temporada y estás jugando mejor que nunca. Creo que tenías razón. Necesitas esta última temporada.

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—No lo necesito tanto como te necesito a ti. —Fin sacudió su cabeza y cerró sus ojos.

Mick lamió la salada lágrima que se deslizaba por la mejilla de Fin. —Suerte que no tengas que elegir entre nosotros. Estaré aquí cuando la temporada acabe y entonces podemos empezar nuestra propia vida juntos. Fin se levantó y llevó a Mick a la habitación. Mick miró alrededor de la habitación cuando se desnudó. —¿No hay mucha decoración, huh, Fin? Eso le sacó una sonrisa. —No hay necesidad de decorar cuando no tienes compañía. Creo que eres la primera persona que ve el apartamento. Mick se deslizó en la cama de tamaño queen de Fin. — Creo que estarías más feliz si intentaras al menos un amigo aquí en New York. —Le guiñó el ojo a Fin—. Mientras sea un amigo hetero. No tiene sentido tentarte demasiado. Fin se sacó la ropa y gateó encima de Mick. —Estaré bien ahora que sé que te tengo a mi lado. —Lamió el chupetón que le dio a Mick antes y pasó sus manos por el pecho de Mick para pellizcar sus duros pezones. Pasó su lengua por el pecho de Mick, sólo saboreando la salinidad de su piel. Miró a Mick. —He estado pensando en hacerme un tatuaje. Algo que me recuerde a ambos. Mick lamió sus caderas y pellizcó el pezón de Fin. — Eso suena sexy como el infierno. ¿En qué has estado pensando? Fin pasó su dedo sobre el pecho de Mick. —Todavía no estoy seguro. Te sorprenderé algún día con ello. —Empezó a moler su polla dentro de las piernas de Mick.

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Mick agarró los brazos de Fin. —Ven aquí.

Gateando sobre el cuerpo de Mick, Fin tomó su boca mientras molía su polla contra la de Mick. —Te amo. Gimiendo y empujando arriba, Mick asintió. —Te necesito, bebé. —Mick hizo su mejor imitación de un pulpo y envolvió sus piernas alrededor de Fin mientras sus manos tocaban cada superficie disponible. Fin asintió y alcanzó la mesita de noche. Escarbando en el cajón cogió un bote de lubricante. —Gírate y déjame hacerte el amor. Sonriendo, Mick se dio la vuelta y se sentó sobre sus manos y rodillas. Sacando su culo hacia Fin, Mick presentó su agujero orgullosamente. —Es todo tuyo. —Mmm, —Fin gimió cuando lamió el sendero arriba y abajo de la grieta del culo de Mick—. Tan hermoso. — Murmuró cuando metió la lengua en su agujero. Fin no sintió nada aparte de piel en el limpiamente depilado culo—. Sabe tan bien, cariño. —Le dio un beso con la boca abierta al agujero de Mick, sacudiendo su lengua dentro de la roseta y alcanzó el lubricante. Después de derramar el lubricante directamente dentro del agujero de Mick, Fin mordió la mejilla del culo de Mick. —Voy a hacer que te sientas tan bien. —Empujó un dedo dentro y sonrió cuando Mick gimió de placer. Añadiendo otro dedo, Fin alcanzó la polla de Mick y la acarició—. Nadie más aparte de ti. —Fin encontró la próstata de Mick y la golpeó con su dedo. La espalda de Mick se curvó. —Ahora, bebé. Te necesito.

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Recogiendo el lubricante, Fin rápidamente lo deslizó en su polla y se posicionó en la entrada de Mick. Empezó a entrar en él lentamente cuando Mick tomó el asunto en sus propias manos y se empujó hacia atrás, enterrando la polla

de Fin hasta la base. —Mierda, —Fin chilló cuando Mick continuó moviéndose en su polla. Extendiendo las manos, Fin recorrió la sudada espalda de Mick. Arañó la delicada piel con las uñas y se puso más caliente cuando observó las rojas marcas aparecer. — Marcándote como mío. Girando su cabeza para mirar a Fin, Mick gruñó, — Tuyo, —mientras continuó moviéndose a un ritmo más rápido. Fin puso una mano en las caderas de Mick y bombeó el culo de Mick tan duro y rápido como pudo. Escuchó a Mick gritar cuando eyaculó y sintió cómo se apretaban los músculos de Mick alrededor de su polla pero Fin estaba ensimismado. Continuó follando a Mick incluso después de que Mick colapsara encima de la cama. Mick giró su cabeza para mirarlo y Fin sabía que sin la promesa a su pa, dejaría el fútbol profesional mañana por su hombre. Mick alcanzó a Fin y articuló las palabras, —Te amo. —Fin se empujó dentro una vez más y se corrió gruñendo el nombre de Mick. Cayendo en la cama junto a Mick, Fin puso sus manos en su pecho. —Creo que casi me matas, pero maldición, vaya manera de acabar.

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Fin se las arregló para tener libre el día de acción de gracias de modo que voló al pequeño aeropuerto de Rockport e hizo que Mick lo fuera a buscar. Saliendo del avión, notó a Mick inmediatamente. Sonrió y se puso su gorra de béisbol. Mick le devolvió la sonrisa y esperó a que saliera de la multitud.

Maldición, Mick se veía bien. Habían pasado dos meses desde que se habían visto aunque hablaban casi cada noche por teléfono. —Hey, cariño, —dijo Fin con una suave voz que sólo Mick pudiera escuchar—. Te he echado de menos. Mick apretó su hombro. —Yo también te he echado de menos, bebé. Vamos, vayamos a casa de modo que pueda darte la bienvenida apropiadamente. —Señaló a la pecunia bolsa de viaje en la mano de Fin—. ¿Es todo lo que has traído? Fin alzó la bolsa. —Me temo que sí. Tengo que volver para una reunión el sábado por la noche pero me tendrás hasta entonces. Mick lo dirigió al aparcamiento. Saltaron dentro del blanco SUV y bajaron por la costa hacia la casa de Mick. Mick pasó la consola y sostuvo la mano de Fin. —Te he echado mucho de menos. Fin besó la parte de atrás de su mano. —Yo también te he echado de menos. La temporada casi acaba y no parece que vayamos a ir demasiado lejos en las eliminatorias este año. Muchos de nuestros mejores jugadores están en la lista de heridos. Mick apretó su mano de nuevo. —No seas modesto conmigo. Eres el mejor jugador del equipo y todo el mundo lo sabe. Vas de camino a conseguir un par de records esta temporada. Sean estaría orgulloso de ti, Fin.

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—Gracias. Lo siento cada vez que entro en el campo. Es como si estuviera justo ahí conmigo dándome velocidad cada vez que corro para un touchdown. —Fin se encogió de hombros como si no importara mucho, pero sospechaba que Mick sabía que solo estaba siendo modesto.

—¿Ya retirarte?

has

hablado

con

la

administración

sobre

—He hecho que mi agente le diga a los propietarios pero se lo he dicho al entrenador de ofensiva y al jefe de entrenadores. Todos creen que voy detrás de más dinero sin importar cuánto lo niegue. No tienen ninguna pista de que yo nunca jugué por el dinero. Mick aparcó delante de la casa y apagó el motor. — Ayer envié a los músicos y al ingeniero de sonido a casa de modo que tendremos todo el lugar para nosotros solos. — Se inclinó sobre la consola y finalmente consiguió el beso que estaba esperando. Fin sostuvo la parte de atrás de la cabeza de Mick y profundizó el beso. —Dentro. Te necesito desnudo. Ambos salieron del coche y subieron corriendo los escalones del porche. Mick abrió la puerta y ambos cayeron al suelo en la entrada en un enredo de brazos y piernas. Sacándose su polo por su cabeza, Fin esperó que Mick viese su tatuaje. No tuvo que esperar mucho. —Oh joder. —Mick extendió su mano y trazó el tatuaje sobre su corazón—. ¿Qué significa? Fin miró su pecho. Era un dibujo de un viejo balón de fútbol inclinado contra un muy bien usado violín. —Se ve muy simple, lo sé, pero el real significado es bastante más complicado. —Dímelo.

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—En mi caso el fútbol simboliza mi necesidad de aceptación de mi padre y de lo mucho que deseaba conseguirlo. El violín te simboliza a ti por supuesto y tú alcanzada fama aunque sé que fue por razones diferentes.

El hecho de que todavía permanezcan estas dos cosas nos hace felices porque ambos estamos haciéndolo por las razones equivocadas. Este es el primer año que realmente juego no sólo por mi padre sino por mí. Me limpia como nada más podría. Me siento libre por todas las decepciones y dolor del pasado. Fin se inclinó para un beso. —Ahora es tu turno, Mick. Tienes que empezar a tocar tu violín de nuevo. Mick entrecerró sus ojos y sacudió su cabeza. —No. Ya te dije que nunca volveré a tocar. Mi violín está lleno de dolor, ¿recuerdas? Si toco no sonará igual para mí. Fin cogió la cara de Mick con ambas manos. —¿No lo entiendes? Un violín no puede mantener el dolor. Tu dolor todavía está encerrado dentro de tu corazón. Tocar tu violín puede limpiar tu alma igual que jugar al fútbol esta temporada ha limpiado la mía. —Quizá no esté preparado para dejar ir mi dolor todavía porque la idea de coger ese instrumento me parte en dos. Fin decidió dejar el tema por ahora. —De todos modos la porquería se quedará. Supongo que crees que es bastante estúpido, ¿huh? —No es estúpido. Creo que es un tatuaje hermoso. Sólo que todavía no estoy preparado para dejarlo ir... eso es todo. Fin se levantó y estrechó a Mick entre sus brazos. — Aliméntame por favor. No he comido desde el desayuno. — Miró alrededor de la casa—. Hey, ¿huelo pavo?

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Mick sonrió y lo empujó hacia la cocina. —Sip. Estoy haciendo una fiesta de acción de gracias sólo para nosotros. Si quieres ayudarme a pelar patata podemos acabarlo todo

y comer y después ver una película. —Chocó las caderas con Fin—. O algo.

Ambos se extendieron en el sofá con sus jeans desabrochados. Fin acarició su descubierto estómago. —No había comido una cena de acción de gracias como esta desde que Mamá murió. No creo que sea capaz de moverme el resto del día. Mick sonrió y golpeó el culo de Fin con su pie. — Cuento con que te muevas tan pronto como acabe la película. No te daré el postre hasta que consiga el mío. — Gruñó. —Sí, te he escuchado pero dame al menos treinta minutos. —Vale. Fin estiró sus manos y curvó sus dedos. —Ven aquí, al menos podrías acurrucarte conmigo. Quizá podamos echar una cabezada. Eso pareció poner a Mick más feliz. El hombre había estado privado de sexo evidentemente. Ya habían hecho el amor en la cocina y se habían acariciado antes de sentarse a cenar pero Mick todavía estaba buscando más. Se acurrucaron juntos en el sofá y después de unos pocos besos se durmieron.

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Despertar con una boca caliente alrededor de su polla era una cosa buena, Fin decidió. Abrió un ojo y miró abajo. Mick estaba manoseando y arrullando, tragándose su polla

una y otra vez. Pasó sus dedos a través del cabello de Mick. —Tu cabello está creciendo, Mick. —Cuando lo dijo tragó más, llevando su polla incluso más profundo dentro de su caliente boca. —Mmm... —fue la única respuesta que Mick le dio. Fin disfrutó la vista de la cabeza de Mick subiendo y bajando. Ver su oscura polla hinchada desaparecer dentro de las escondidas profundidades de la boca de Mick lo estaba volviendo loco. Pasó sus dedos alrededor de la extendida piel de la boca de Mick. Sacando la polla de Mick, hociqueó de camino al saco de Fin. Rodando primero una bola y después la otra alrededor de su boca, Mick empezó a empuñar su propia polla. —Necesito entrar. Gruñendo, Fin se colocó sobre sus manos y rodillas y presentó su culo a Mick. Sin lubricante a la vista y no queriendo dejar el sofá, Mick lamió el oscuramente sombreado agujero fruncido. Metió tanta saliva como pudo dentro del agujero y escupió sobre su propia mano para lubricar su polla. Inclinándose sobre la espalda de Fin, empujó lentamente, no deseando herir a su amante. Mick empujó a través del apretado anillo de músculos y entró hasta que sus bolas descansaron contra el culo de Fin. —Apretado. Ha pasado tanto tiempo. —Empezó a moverse lentamente al principió, después cogió velocidad y fuerza. Fin se empujó hacia atrás, gruñendo. —Más. Mick lamió la columna y mordió su hombro. —Mío. —Tuyo.

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Acarició la polla de Fin con una mano mientras sostenía su cadera con la otra. Mick cambió la posición y encontró la próstata de Fin. —Oh joder. Justo ahí. —La cabeza de Fin cayó atrás y volvió a bombear contra la polla de Mick—. No puedo esperar... me voy a correr. Mick movió su mano de la cadera de Fin y metió un dedo dentro del ya extendido agujero para empujarlo contra la glándula. Bombeando la polla de Fin tan rápido como podía, ambos se corrieron gritando el nombre del otro. Fin cayó en el sofá con Mick acostado encima suyo. — Te amo. Mick besó su hombro. —Yo también, bebé. —Quiero escuchar algo de tu música. —Fin giró su cabeza a un lado para conseguir un beso. Mick se alzó de modo que pudieran estar uno al lado del otro en el profundo sofá. Trazó el tatuaje de Fin cuando asintió. —Hemos hecho mucho. Las canciones no están en el top cuarenta, solo simples canciones de bar irlandesas. Inclinándose para otro beso, Fin sonrió. —Eso es bueno, cariño, porque amo tus canciones de bar. Los chicos del equipo se ríen porque escucho el CD que me diste antes de cada partido. —Se encogió de hombros—. Me ayuda a prepararme para jugar. Eso consiguió una sonrisa de Mick. —Entonces tendré que enviarte a casa con algunas otras. Tienes muchos grandes partidos por venir. —Se retorció contra Fin.

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Fin alzó una ceja y rió. —Tengo otra cosa también. — Se empujó contra Mick.

Riendo, Mick aplastó su hombro. —No lo uses todo ahora. Todavía tenemos otro día juntos. —Se levantó y cogió la mano de Fin—. Arriba. Vamos al estudio, quizá puedo convencerte de que me graves algo. —Dirigió a Fin de la mano al estudio. —No canto una mierda y lo sabes. Mirando por encima de su hombro, Mick sonrió. —No necesito que cantes. Sólo háblame sucio con esa profunda voz sexy tuya. Puedo ponerla mientras me masturbo cuando te vayas. —Puedo hacer eso. Tú tendrás que hablarme sucio.

El sábado por la mañana se despertó con el olor de bacon frito. Su estómago gruñó, dejándole saber que estaba muerto de hambre. Fin se sentó en la cama y se rascó el pecho y miró el reloj. Eran casi las diez. Maldición, tenía que irse al aeropuerto en dos horas. No podía creer que el tiempo hubiera pasado tan rápido.

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Levantándose, sintió un dolor punzante en la rodilla. Cayó en la cama y se lo acarició. Se la hirió en un partido hacía un mes pero no se lo había dicho a Mick. Sabía que insistiría en que descansara algunos partidos y lo dejara sanar pero Fin planeaba jugar la temporada hasta el final. El entrenador del equipo le estaba dando inyecciones regulares de cortisona para ayudar a la hinchazón y el dolor pero por cómo se veía la rodilla tendría que hacer algo para el domingo.

Fin se dio prisa en la ducha, poniendo la mayoría de su peso en la pierna derecha. Tenía que ducharse rápido y vestirse antes de que Mick entrara y viera la hinchazón. Envolviendo su rodilla en una apretada venda, se puso sus jeans y se dirigió a la cocina. Encontró el desayuno caliente pero no había señales de Mick. Miró por la ventana hacia el acantilado. Mick estaba de pie mirando el océano con una taza de café en la mano. Viéndose tan magnífico con el viento meciendo su largo cabello alrededor de su cara, Fin quería tanto ir hacia él pero sabía que su rodilla no estaba para caminar con el desnivelado suelo. En su lugar abrió la puerta de atrás y llamó a Mick. —Hey, ¿vienes a desayunar? Girándose, Mick sonrió y se dirigió hacia él. Fin sacó los platos del horno y los dejó en la mesa. Se puso una taza de café y se sentó, extendiendo su dolorosa rodilla delante de él. Sólo tenía que esconderlo durante otra hora y media. Mick entró por la puerta trasera y se inclinó para darle un beso. —Buenos días, dormilón. —Se sentó delante de Fin después de volver a llenar su taza de café. —Perdón por eso. Alguien me mantuvo despierto hasta tarde anoche. —Sonrió a Mick y bebió un trago de café—. Tengo que irme a mediodía para coger mi avión. —Lo sé. Desearía que pudieras quedarte más pero sé que no puedes. —Mick lo miró un par de segundos más, luego sacudió la cabeza y empezó a comer su desayuno. Fin cogió su mano a través de la mesa. —No será tanto tiempo ahora, cariño, y me tendrás en tu cabeza cada día.

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Mick apretó su mano. —Nunca será lo bastante pronto para mí, bebé.

Mick dejó a Fin en el aeropuerto al mediodía. Decidieron que sería mejor despedirse en el coche en lugar de delante de la terminal llena de gente. Despidiéndose con la mano una última vez, se alejó por la curva y se dirigió a casa. Tenía que ocuparse de algunas cosas antes de dirigirse a New York él mismo. Se lo guardó para sí mismo pero había ido a casi todos los partidos de Fin de esta temporada. Sentándose en las gradas, se sentina tan orgulloso de Fin por trabajar a través de su dolor. Sabía antes de que Fin se lo dijera que esta temporada lo estaba limpiando. Podía ver el dolor apagándose cada vez que corría para hacer otro touchdown. Estaba en lo correcto. Necesitaba esta temporada para recuperarse. La mandíbula de Mick se apretó al pensar en la rodilla de Fin. Vio cómo pasaba. Sabía que Fin estaba dolorido y que a pesar de eso todavía jugaba. Mick sólo deseaba que Fin hubiera hablado con él sobre ello en lugar de intentar esconderlo. Pensó en el tatuaje sobre el corazón de fin. El simbolismo era más profundo que el tatuaje en sí mismo. Se preguntaba si Fin tenía razón sobre tocar su violín. Ni siquiera lo había sacado de su estuche desde que lo tocó para su madre aquella última vez.

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Cuando llegó a casa se dirigió al armario de su habitación y deslizó el estuche de encima del estante. Poniéndolo sobre la cama, se sentó con el polvoriento estuche en su regazo. El negro cuero del estuche mostraba sus años, viejo y empezando a romperse por las costuras.

El violín había pertenecido a su abuelo. Siempre deseó haber tenido la oportunidad de conocerlo pero murió antes de que Mick naciera. Era el violín con el que su madre le enseñó a tocar. No importaba cuánto dinero ganó, nunca pensó en reemplazarlo. La música que emitía era realmente dulce. Mick siempre pensó que era porque había sido tocado con amor durante mucho tiempo. El pensamiento lo detuvo de repente. ¿Cómo había tomado un instrumento de amor convirtiéndolo en un recipiente de dolor? Pensó en su madre, deseando que estuviera aquí para guiarlo. ¿Estaría feliz de que se rehusara a tocar después de su muerte? No, no creyó que lo estuviera. Mick miró el estuche en su regazo y lentamente lo abrió. Abrió la tapa y pasó sus dedos por las descuidadas cuerdas. Era gracioso, cuando tocó el violín no sintió dolor. Sintió la presencia de su madre y abuelo, pero no dolor. Cerrando la tapa, sabía que tenía mucho trabajo que hacer. Necesitaba empacar una bolsa de viaje y dirigirse a la ciudad. Siempre había preferido conducir en lugar de tomar un avión. Puso sus bolsas en su SUV y se dirigió a New Jersey.

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ick miró con horror los siguientes dos partidos que Fin jugó castigando su ya herida rodilla. Sus fans en las gradas y viéndolo en la televisión no eran conscientes del dolor que sufría pero Mick podía decirlo por el sonido de su voz al teléfono cada noche. Sólo necesitaba tres rápidos touchdown para batir su propio record de jugadas durante su tercer año en los profesionales. Con sólo tres partidos y una rodilla mala, los contrarios estaban rápidamente contra él. Mick fue a casa desde Jacksonville alrededor de las once aquella noche y decidió esperar a la mañana para llamar a Fin. Se desnudó y sacó su CD favorito y lo puso en el reproductor. Llevando el reproductor portátil a la cama se deslizó bajo los cobertores y escuchó la profunda voz de Fin hablándole sucio. Se acarició su duro eje. La voz de Fin llenó su cabeza con imágenes de los dos. —Déjame verte tocándote, cariño. Ooh sí, justo así. Dios, tu polla es algo hermoso. —Mick se acarició más rápido cuando la voz de Fin se alzó—. Chupa tu dedo... eso es... ahora separa esas cremosas mejillas y mételo en ese apretado culo. Ooh... eso es, bombea ese culo.

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Mick hizo lo que se le pidió, elevando sus caderas, empujando y estirando mientras gritaba el nombre de Fin y disparó espesos chorros de semen sobre su pecho. Había escuchado la grabación tantas veces que esperaba, sabiendo lo que vendría después. —Oh Dios, eres sexy.

Amo ver cómo te corres, cariño. Déjame ver cómo lames tu mano para limpiarla. Oh sí, justo así. Te amo mucho. Mick sonrió y dejó la grabación encendida. Secretamente grabó a Fin roncando y la mezcló una hora con el CD. Mick cerró los ojos y se durmió con el sonido de su amante roncando en sus orejas.

A la mañana siguiente Fin no podía salir de la cama. Miró su dañada e hinchada rodilla, pensando que quizá debería darse por vencido el resto de la temporada pero estaba tan cerca de superarse. Estaba revolcándose en auto dudas cuando el teléfono junto a su cama empezó a sonar. Sonrió, Mick siempre llamaba después de un partido. Alcanzó el teléfono. —Buenos días. —Hey, bebé. ¿Cómo te sientes hoy? Fin intentó estirar su dolorida rodilla. Hizo un gesto de dolor. —Cansado... un poco dolorido. ¿Qué tal tú? Podía escuchar a Mick inhalar profundamente al otro lado del teléfono. —Estoy bien. Preocupado por ti. Sé que no quieres hablar sobre ello pero sé lo de la rodilla. Evidentemente lo sabe cada equipo con el que juegas porque van detrás de ella en cada oportunidad que tienen.

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Fin cerró sus ojos. —No quería que lo supieras. Sabía que te preocuparías por mí. —Inconscientemente pasó su mano por el dolorido muslo hacia la hinchada rodilla. —¿Cuán malo es?

Espiró. —Malo. Ni siquiera puedo salir de la cama esta mañana. —Estaré allí en un par de horas. Mick no le dio la oportunidad de protestar, sólo colgó. Fin cayó sobre la almohada. Sabía que tomaba una oportunidad grande dejando que Mick viniera, pero maldición si no lo necesitaba. La temporada estaba casi acabada de todos modos de modo que, qué jodidos. Ahora solo esperaba que Mick no intentara convencerlo de que no jugara.

Mick tenía al portero llamando para conseguir el permiso de Fin para abrir la puerta. Sabía que Fin nunca cruzaría el apartamento por sí mismo. Abriendo la puerta para él, el portero asintió hacia Mick y se dirigió al ascensor. Mick colocó sus maletas junto con el violín. Lo había llevado a una tienda antes durante la semana para poner las cuerdas y afinarlo pero no podía tocarlo. No planeaba ir a casa otra vez hasta después de la temporada cuando pudiera llevarse a Fin con él. Llamó a los chicos de sonido y a los músicos y les dijo que volvieran la segunda semana de Enero. Fue a la habitación y se inclinó contra el marco de la puerta. —Hey, bebé. Fin extendió la mano. —Ven aquí, te necesito.

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Dirigiéndose hacia la cama, Mick se quitó la camiseta y los zapatos. —¿Puedo traerte algo para el dolor? —Recogió el bote de aspirinas de la mesa.

—Tomé tres de esas malditas cosas pero no están ayudando. —¿No tienes nada más fuerte para el dolor? —Mick no podía creer que hubiera intentado sobrellevarlo sólo con aspirinas. —El entrenador me da algo pero no he traído nada. El dolor es demasiado constante. No quiero volverme adicto a la cosa. Eso ahora sonaba más como Fin. —Quizá sólo uno para salir del borde. No permitiré que te vuelvas adicto. Fin asintió una vez. —Sólo una entonces. Están en el botiquín. Mick sacó la pastilla y llenó un vaso con agua fresca. —Necesitas comer algo con esto. ¿Huevos revueltos suena bien para ti? —Le pasó la píldora y el vaso de agua a Fin. —Gracias, cariño. Los huevos están bien y quizá una taza de café si no te importa. Mick cogió el vaso y lo devolvió a la mesa. Se inclinó y besó a Fin. —Por supuesto que no me importa. Estoy aquí para cuidarte, tonto. —Salió, se dirigió a la puerta de la habitación y giró la cabeza—. No te dejaré solo. Me quedaré aquí hasta que acabe la temporada y te lleve a casa conmigo.

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Volvió unos minutos después con una bolsa en su mano. —No sé qué haces con solo una bolsa gigante de guisantes en tu congelador y ninguna otra cosa para comer, excepto chucherías para picar por la noche viendo la tele; el resto es solo hielo. —Gentilmente descubrió la rodilla de Fin—. ¡Jódeme! No tengo que preguntarte por qué no puedes levantarte sobre la hija de puta.

Mick miró la desfigurada rodilla. —Fin, creo que deberías ir a emergencias. Sacudiendo la cabeza, Fin intentó sentarse pero la medicina para el dolor lo estaba adormeciendo. —No, se asegurarán de que no juegue más. —Miró a Mick suplicantemente—. Jugaré. Mick miró de su cara a su rodilla. —Bueno, supongo que siempre puedo instalar una rampa para sillas de ruedas en la casa. —Se giró sobre sus talones y se dirigió rápido a la cocina. Haciendo los huevos, Mick todavía echaba humo. ¿Qué diablos estaba pensando Fin? Se frotó las sienes e intentó calmarse. Era la maldita promesa que le hizo a Sean. Mick miró hacia el techo. —¿Ves lo que está haciendo por ti, viejo? Acabó los huevos y puso el plato en una pequeña bandeja y lo llevó a la habitación. Fin ya estaba dormido cuando dejó la bandeja junto a él en la mesa. Odiaba despertarlo pero vomitar la medicina tampoco le haría ningún bien. Besó la mejilla de Fin. —Despierta y come un par de mordiscos de estos huevos. Restregándose los ojos, Fin intentó sentarse. —Estoy tan adormecido.

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—Lo sé, pero si no comes algo enfermarás. —Fue al cabecero de la cama y empujó a Fin a una posición semisentada y apoyó su espalda contra su pecho. Tomando un tenedor con huevos, Mick lo alimentó. Pronto la mitad de los huevos en el plato habían desaparecido—. Eso es suficiente por ahora. —Tumbó a Fin sobre la almohada de nuevo—. Duerme mientras voy a la tienda y consigo algo de comida decente para este sitio.

Fin murmuró algo antes de volver a dormirse. Mick lo miró mientras recogía el plato de huevos. Realmente deseaba meterse en la cama y acurrucarse con su Fin pero sabía que no sería capaz de mantener sus manos quietas, de modo que suspiró y en su lugar fue a la tienda.

Tres días después Fin todavía no estaba listo para entrenar con el equipo pero se las arregló para ir a las reuniones. Mick encontró una vieja mujer china en el barrio chino que le vendió algunas hierbas de té para ayudar a Fin con el dolor y la hinchazón. Se aseguró de que Fin comiera una comida equilibrada cada noche y masajeaba su rodilla cada noche. El equipo todavía tenía un partido que sería en tres días. Fin quería volar a Dallas el sábado pero entonces los dos partidos finales serían en casa, en Meadowlands. Cuando Fin llegó a casa esa noche se dirigió a la puerta y colapsó en el sofá. Mick fue hasta allí y se sentó junto a él. —¿Duro día? Asintió. —Los entrenadores quieren que me siente esta semana. Mick pasó sus dedos por los rizos de Fin. —Quizá deberías escucharlos. Si te pierdes este partido seguramente serás capaz de jugar los dos finales aquí en casa. —Besó la sien de Fin—. Nada por lo que sentirse mal. Sólo es un partido.

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—Sí.

Mick conocía esa “cara de niño perdido”. Se acurrucó contra Fin y envolvió sus brazos a su alrededor. —Te pondremos bien antes de la semana que viene, ¿de acuerdo? Fin giró su cabeza y lo besó. —Feliz de que estés aquí. —Acarició el estómago de Mick—. Desearía poder follarte. Lo echo de menos. Dios, como él. Se arrodilló delante de Fin y cuidadosamente separó sus piernas. —Que no puedas follar no significa que yo no pueda chupar. Fin sonrió y separó sus piernas. Mick empezó a desabrochar su cremallera, bajándola por su erección. Abrió los jeans y bajó su ropa interior y la hermosa polla de Fin se liberó en su mano. —No muy ansioso, ¿no? Riendo entre dientes, Fin pasó sus dedos a través del cabello de Mick. —Ha pasado mucho tiempo, cariño. Pasando su lengua por el lado de la polla de Fin, Mick gimió. —Es duro mantener mis manos apartadas de ti. — Giró la llorosa corona alrededor de su boca. Amaba el modo en que Fin sabía. Metió la lengua en la ranura y consiguió una estocada y un gemido de Fin. Sonriendo para sí mismo, tomó toda la longitud en su garganta. Sacándola un poco, bombeó con su boca arriba y abajo sobre la pulsante polla. Chupó y lamió y ocasionalmente, incluso arañó con sus dientes, volviendo loco a Fin. —Necesito correrme.

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Bombeando más rápido con su boca, Mick alcanzó y giró el saco de Fin en su mano, apretando gentilmente, Fin embistió en su boca y eyaculó. Mick podía sentir el calor

cuando se deslizó de su garganta a su estómago. Limpió a Fin y se levantó delante de él. Mirando a Fin, sonrió. —¿Mi turno? —Empezó a bajarse la cremallera de sus jeans. —Sí. Levántate aquí en el sofá para que pueda alcanzarte. Fin lo ayudó a bajarse los jeans y sostuvo su mano cuando puso un pie a cada lado de los muslos de Fin. Todavía tenía que inclinarse un poco para que Fin pudiera alcanzar su polla pero mejor que se moviera e inclinara él que Fin. Fin empezó en sus bolas, lamiendo y chupando su camino alrededor de cada una. Antes de moverse a la palpitante polla, rodeó en su pobre desatendido agujero. Mick puso un pie arriba en el respaldo del sofá para darle a Fin mejor acceso cuando sus ojos giraron hacia detrás de su cabeza. —Tan bueno. La lengua de Fin lamió su culo y se metió parcialmente dentro. Mojó sus dedos y entró en el agujero de Mick, buscando su glándula del placer. Golpeó el lugar correcto y Mick empujó sus caderas. —Oh Cristo, sí. Dejando su dedo donde estaba, Fin lamió en dirección a la goteante polla de Mick. Usó una mano para aguantar y acarició y lamió la punta. —Sabe tan bien, cariño. Mick empujó de nuevo y Fin la engulló. El dedo en el culo de Mick continuó su asalto mientras Fin chupaba y lamía. El estómago de Mick se tensó mientras su cabeza cayó atrás. —Voy a correrme.

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Fin metió otro dedo y Mick inundó su boca con calor. Fin tragó cada gota y lo lamió para limpiarlo. Colapsando

junto a Fin en el sofá, Mick cerró sus ojos. —Oh joder, necesitaba esto.

Viendo el partido en la televisión no era ni de cerca tan divertido como jugarlo pero Fin lo hizo de todas formas. Los entrenadores habían sugerido que se sentara todo el viaje y descansara su rodilla. Fin pensaba que los entrenadores no querían que la prensa viera cuán mal estaba realmente su rodilla. Mick intentó animarle el resto de la semana pero sólo se sentía como que estaba rompiendo una promesa. Sabía que era una tontería y que su pa no querría que jugara herido pero todavía sentía que lo estaba decepcionando. Mick se sentó junto a él con un enorme plato de nachos. —¿Quieres algo de comida de un buen día de partido? Bendícelo, realmente lo estaba intentando. —No. Gracias, cariño. —Sabes que los nachos de Jacksonville son mejores que los de Meadowland. —De repente se dio cuenta de lo que había dicho porque miró rápidamente a su plato. Girando la cabeza para mirar a Mick, Fin alzó una ceja. —¿Cuándo has comido nachos en Jacksonville?

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Mick se veía un poco avergonzado. —La semana pasada cuando fui a verte jugar. —Mick se enderezó y lo miró a los ojos, casi desafiándolo a decir algo.

—¿Fuiste a ver uno de mis partidos? Eso está muy bien, desearía que me lo hubieras dicho. —Fin acarició el muslo de Mick, sonriendo extensamente. Mick se aclaró la garganta. —En realidad he visto todos los partidos este año menos dos. No quería decírtelo porque pensé que te pondría nervioso. Fin alcanzó y puso a Mick sobre su regazo. —¿Tienes alguna idea de lo que eso significa para mí? Amo que lo hicieras. Te amo. Mick se acurrucó. —Yo también te amo, bebé, y amo verte jugar. —Gracias, cariño. Sólo cruza tus dedos para que tenga los dos partidos que faltan con esta maldita rodilla mía. Mick miró profundo en sus ojos. —Sabes que juegues o no habrás cumplido tu promesa. —Cuando Fin empezó a protestar, Mick levantó su mano—. Le prometiste a Sean que le dedicarías esta temporada. ¿Verdad? Bien, lo has hecho. Son todos los locutores hablando cuando discuten de tu éxito esta temporada. Fin asintió. —Tienes razón. He cumplido mi promesa a pa pero necesito acabar esto por mí. —Bien entonces, es una suerte que me tengas aquí para cuidar de ti, ¿huh? —Mick sonrió, con suficiencia y feliz consigo mismo.

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—Sí, es una maldita cosa buena tenerte aquí. —Robó un nacho del plato de Mick que había dejado sin cuidado en la mesa de café—. Acabemos de ver el partido en el dormitorio. Creo que mi rodilla está preparada para un poco de entretenimiento en el descanso. —Movió sus cejas y sonrió.

Mick salió del sofá como si estuviera en llamas. — Carrera. Él último en llegar trae la cerveza. —Hey, no es nada justo. Soy prácticamente un inválido aquí. —Fin paró de hablar ya que Mick había dejado la habitación. Sacudió la cabeza y rió, dirigiéndose a la cocina.

Mick estaba tan excitado que estaba saltando. Hoy era el último partido de la temporada y el último partido de la carrera de Fin. Fin no lo sabía pero el equipo estaba planeando una pequeña celebración después del partido en el campo. Mick había ido a los propietarios del equipo y pedido un permiso especial para cantar la balada Irlandesa “On the Banks of Lee” para Fin al final de la celebración. Les explicó a los propietarios que era Ian Gallagher y el cantante favorito de Sean y Fin. Por supuesto no les dijo que era el amante de Fin y que la canción que iba a cantar era como “su canción” pero lo que no supieran no les dolería. Incluso le dieron a Mick un permiso especial para sentarse en la cabina de transmisión para ver el partido.

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Había sido un infierno ocultar el secreto a Fin toda la semana pero pensó que había hecho un buen trabajo. Ahora mientras estaba sentado tras la pared de cristal mirando abajo al campo sintió una inmensa sensación de alivio. Si Fin podía pasar por este partido su promesa a sí mismo y a su pa estaría cumplida.

Al final del primer cuarto Fin corrió para el touchdown, haciendo que sólo faltase uno para superar su record. Mick podía escuchar por casualidad a los comentaristas deportivos hablando sobre la increíble temporada de Fin y el pequeño chisme sobre dedicarla a su difunto padre. Discutieron su retiro del fútbol y que gran shock era para toda la comunidad del fútbol. Fin había hecho una entrevista la semana anterior sobre sus planes de retirarse antes pero se rehusó a darle a la prensa una razón. Simplemente indicó que era el momento. Mick sonrió, recordando la celebración que los dos habían disfrutado después de la conferencia de prensa. Habían hablado mucho durante la semana anterior sobre qué iban a hacer el resto de sus vidas. Incluso hablaron de volver a dirigir el bar. La ciudad había aprobado una ordenanza de no fumar que se pondría en marcha en enero. Mick sabía que algunos clientes de los bares no estarían felices con la ordenanza de no fumar pero Fin estaba extasiado. Al final, decidieron tomarse el próximo par de años con calma para que Mick pudiera acabar de grabar los CDs que quería y todavía planeaban hacer una gira en algunos bares regionales. En la mitad anunciaron los planes de la celebración de retiro después del final del partido para los fans en el estadio. Mick deseaba poder ver la cara de Fin justo ahora. Con la sonrisa todavía en su cara, su móvil empezó a vibrar. Perplejo lo cogió y miró la identidad del llamante. La llamada venía de algún lugar dentro del estadio. —¿Hola? —¿Sabías lo de la celebración que han planeado?

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Mick rió entre dientes. —Te dije que podía guardar un secreto.

—No puedo creer que vayan a hacer esto. Quiero decir, sólo soy un jugador normal. Estas celebraciones normalmente son reservadas para los tipos del Salón de la Fama. Oh, su Fin todavía era tan modesto, nunca creyendo ser lo bastante bueno. —Serás uno de esos tipos del salón de la Fama, bebé. —Cogió lo que había dicho y miró alrededor para asegurarse de que nadie le estaba escuchando. —Oh, no sé sobre eso pero todavía se siente fantástico saber que le importo tanto al equipo. Mick podía escuchar al entrenador chillar de fondo. — Tengo que irme, cariño. Estoy seguro de que conseguiré un mordisco en el culo por estar al teléfono. Te amo. —Te amo.

Con solo tres minutos para el final del partido no se veía como que New York fuera a ganar. Perdían por veintiún puntos y Fin se estaba moviendo realmente despacio. Mick lo pilló cojeando en el campo varias veces. Una derrota no haría la celebración igual, pero Fin lo había dado todo hoy, sólo no tenía el apoyo que necesitaba para hacer el trabajo. Fin corrió por el borde del campo y saltó en el aire para coger un pase de treinta y cinco yardas. Mientras volvía uno de los Redskins 11 lo placó por la izquierda,

165 (11) Nombre del equipo contrario, literalmente piel roja.

conduciendo su casco hacia la rodilla izquierda de Fin. Fin se dobló en el campo y agarró su rodilla herida. Los fans en el estadio estaban coléricos y dejaron que los Redskins lo supieran. Mick podía escuchar a los locutores de deportes sobre golpes bajos y heridas que acababan con carreras. El juez de línea anunció que estaba fuera y la multitud una vez más estalló en abucheos y siseos contra la decisión. Mick se levantó y presionó sus manos contra el cristal cuando el equipo físico y entrenadores se reunieron alrededor de Fin. Mick aguantó la respiración. Su pobre Fin sólo tenía otros dos minutos de partido en su carrera, con solo ocho yardas necesarias para el touchdown que superaría el record y ahora Mick estaba asustado de que lo sacaran del campo en camilla. No del modo que Fin deseaba que acabara. Miró alrededor de la cabina de prensa, intentando descubrir qué podría hacer para ayudar. Los fans fuera en el estadio iban a partir el lugar de indignación y algo tenía que hacerse. Los locutores del estadio intentaron calmar a la multitud informando que los oficiales estaban viendo la repetición de la jugada para determinar dónde estaba el pie de Fin cuando fue placado en el suelo. Nada de lo que los locutores dijeran parecía bastante para la multitud sedienta de sangre.

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Mick cerró sus ojos y dijo una pequeña oración para su madre y Sean y cogió su estuche de violín del suelo. Abrió el estuche y sacó el violín. Se sentía tan natural en sus manos que no podía creer que habían pasado unos seis años desde que había tocado. Caminó hacia la cabina de locutores del estadio y habló con él con voz calmada. El locutor se encogió de hombros y se apartó. En este punto nada podía empeorar a la multitud más de lo que ya estaba.

Mick se acercó al micrófono y tragó alrededor del nudo en su garganta. Estaba asustado de vomitar antes de pasar por esto. Con la multitud fuera volviéndose loca, Mick colocó el violín bajo su mandíbula y empezó a tocar “Danny Boy”. Ambos, Mick y Fin, sabían que era la balada favorita de Sean. Mientras tocaba, la multitud empezó a mirar alrededor y a mirar a la cabina. Sin duda preguntándose qué diablos estaba pasando. Por lo que Mick sabía esta era la primera vez que alguien se atrevía a tocar el violín en la cabina de locutores sobre los altavoces del estadio. Empezó a surtir efecto y la multitud se calló y todos los ojos fijos en Fin todavía tumbado en el suelo. Una vez que la multitud se calló, Fin debería ser capaz de escuchar el violín porque se las arregló para sentarse y mirar a su alrededor. Mick podía verlo hablando con el entrenador y entonces el entrenador apuntó a la cabina. Fin miró arriba y Mick podría jurar que sus ojos se encontraron. Mick puso todo su corazón y su alma en esa canción. Cuando la canción acabó, la multitud se volvió salvaje. Mick decidió tocar una canción más sólo para Fin. “On the Banks of Lee” sonó a través de los altavoces del estadio y pareció que era justo lo que Fin necesitaba escuchar porque empezó a discutir con los físicos y los entrenadores para levantarse. Levantaron a Fin pero era obvio que no podía aguantarse solo. Mick sabía que no sería capaz de acabar el partido. La multitud sin embargo no estaba de acuerdo y mientras llevaban a Fin a un lado para ver el partido, la multitud empezó a corear el nombre de Fin.

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El árbitro jefe salió al campo e informó a los fans gritando que después de ver la repetición, el pie de Fin

estaba dentro en el momento del placaje. New York tendría la posesión del balón en la línea de ocho yardas. Aunque los fans estaban felices por la llamada, querían a Fin de regreso en el campo. Empezaron a corear su nombre de nuevo. El ruido en el estadio era tan ensordecedor que los Readskin pidieron tiempo. El entrenador movió al capitán de defensa a un lado. El capitán habló con el entrenador y asintió. El capitán corrió de vuelta al campo y habló con el quaterback de New York. Mick estaba de pie junto al locutor del estadio cuando intentó entender qué pasaba abajo en el campo. El quaterback pidió otro tiempo, esta vez para el ataque y fue a un lado a hablar con su entrenador. Mientras todo el estadio estaba en silencio, Fin cojeó, con la ayuda del quaterback, dentro del campo. Todo el estadio coreó, —Fin...ne...gan, Fin...ne...gan, —Una y otra vez. Mick podía sentir el amor en los dos lados del estadio. Mientras observaba, el quaterback tomó el tiempo y le pasó el balón a Fin. Fin aceptó el balón y asintiendo a la defensa de los Redskins empezó a cojear hacia el final de la zona. Los Redskins se quedaron de pie y aplaudieron mientras Fin se acercaba más a superar el record de touchdown. El locutor en la cabina estaba enloquecido, gritando y coreando el nombre de Fin junto a la multitud. Fin se las arregló para cruzar la línea de meta justo cuando sonó el pitido de final de partido. Todo su equipo corrió al final de la zona para ayudarlo a celebrarlo.

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Cargando a Fin sobre los hombros, el equipo se congregó en el centro del campo. Los Redskins salieron todos al centro y Fin chocó su mano con cada jugador.

Mick ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando hasta que el locutor le pasó una caja de pañuelos y sonrió. —¿Por qué no bajas ahí, hijo? Me aseguraré que te dejen sitio. —El hombre mayor cogió el teléfono y un guarda de seguridad apareció en la puerta. Llevó a Mick al campo. Mick rechazó la oferta de ir a la línea de cincuenta yardas con Fin. Este era el momento de gloria de Fin. No necesitaba compartirlo con un tonto lloriqueando. Después de que Fin estrechara la última mano, el equipo de New York lo sacó del campo hacia un lado. Pusieron a Fin en el banco del equipo. Mick podía ver las emociones empezando a abrumar a Fin y anhelaba ir hacia él. Mick lentamente se dirigió al banco con el guarda de seguridad justo tras él. Fin estaba estrechando algunas manos más cuando miró arriba y notó a Mick. De algún modo se las arregló para levantarse y extender su mano para él. Los ojos de Mick se abrieron mucho pero tomó la mano de Fin. —Lo hiciste. Acabaste la temporada y mantuviste tu promesa. Fin apretó la mano de Fin. —Estoy más orgulloso de ti por tocar el violín de lo que estoy de mí justo ahora. Fue hermoso. Nunca podría haber pedido un final mejor para mi carrera que escuchar ese violín sonando por los altavoces. Mick se encogió de hombros y se inclinó para hablarle a Fin en la oreja. —Supongo que ambos hemos superado nuestro dolor esta temporada. Ahora podemos pensar en nuestro futuro en lugar de en nuestro pasado.

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Fin sonrió y lamió su oreja. No se preocupó por quién lo viera, sabía que Mick era el amor de su vida. Había cumplido todas sus promesas a ambos: sus fans y su da.

Ahora era su turno de vivir la vida que deseaba. —Pasado o futuro, no importa mientras estemos juntos en él.

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Carol Lynne es una ávida lectora desde hace años, un día decidió escribir sus propios libros de romance erótico. Carol hace malabarismos entre ser madre a tiempo completo y una escritora a tiempo completo. En estos días, por lo general podemos encontrar a Carol o limpiando la alfombra o situada en su silla favorita escribiendo escenas de amor a todo vapor. Correo electrónico: [email protected]

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Pervi

Verónica/ Laliviqui

Canelita/ Lou / Gaby

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