La Pregunta Por La Cosa Martin Heidegger

LA PREGUNTA POR LA COSA. MARTIN HEIDEGGER. CARACTERIZACIÓN DE LA MODERNA CIENCIA NATURAL FRENTE A LA ANTIGUA Y MEDIEVAL.

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LA PREGUNTA POR LA COSA. MARTIN HEIDEGGER. CARACTERIZACIÓN DE LA MODERNA CIENCIA NATURAL FRENTE A LA ANTIGUA Y MEDIEVAL. Se suele caracterizar la ciencia moderna en su diferencia con la medieval, diciendo que la primera parte de los hechos y la segunda de proposiciones y conceptos generales y especulativos. En cierto modo esto es correcto. Pero es igualmente indiscutible que también la ciencia antigua y medieval observaba los hechos, como también es indiscutible que la ciencia moderna trabaja con proposiciones y conceptos generales. Esto es tan cierto, que sobre Galileo, uno de los fundadores de la ciencia moderna, recayó el reproche que él y sus discípulos habían formulado a la ciencia escolástica. Decían que esta última era "abstracta”, es decir, que se movía en proposiciones y principios generales. Sin embargo, lo mismo, si bien en un sentido más agudo y consciente, se puede aplicar a Galileo. La oposición de la actitud científica antigua y moderna no puede fijarse de manera tal que se diga que de un lado están los conceptos y las proposiciones y del otro los hechos. En cada lado, tanto de la ciencia antigua como de la moderna, se trata siempre de ambas cosas, de hechos y de conceptos. Lo decisivo es la manera en que los hechos son comprendidos y los conceptos aplicados. La grandeza y la superioridad de la ciencia natural del siglo XVI y XVII reside en que los investigadores eran todos filósofos. Ellos sabían que no hay meros hechos, sino que un hecho sólo es lo que es, a la luz de un concepto fundamentador y según el alcance de tal fundamentación. Por el contrario, la característica del positivismo, que nos rodea desde hace décadas y hoy más que nunca, es creer que bastará con hechos actuales o con otros nuevos hechos futuros, mientras pretende que los conceptos sólo son sostenes que se necesitan por alguna razón, pero de los que no hay que ocuparse demasiado, pues eso sería hacer filosofía. Lo cómico, o mejor dicho, lo trági co, en la situación científica actual es creer que se puede superar el positivismo con positivismo. Esta actitud domina únicamente donde se hace un trabajo rutinario y secundario. Allí donde hay una investigación auténtica y orientadora, la situación no difiere de la de hace trescientos años. También aquella época tuvo su estultez, así como a la inversa las cabezas dirigentes de la física actual, Neil Bohr y Heisenberg, piensan de un modo completamente filosófico. Solamente por eso pueden crear nuevos planteos y sobre todo perseverar en la problematicidad. Si se intenta entonces caracterizar la ciencia moderna frente a la medieval como ciencia de hechos, esto resulta insuficiente en principio. Con frecuencia se ha visto además la diferencia entre la ciencia antigua y la moderna, en que ésta experimenta y demuestra "experimentalmente" sus conocimientos. Pero el experimento, el intento de adquirir informaciones sobre el comportamiento de las cosas por una determinada ordenación de cosas y sucesos, es también conocido en la antigüedad y el Medievo. Este modo de experiencia está en la base de todo trato artesanal e instrumental con las cosas. Tampoco aquí importa el experimento como tal, en el amplio sentido de la observación que examina, sino nuevamente el modo en que se proyecta el experimento, la intención con la que se lleva a cabo, y en la cual se fundamenta. Es presumible que el modo del experimento está ligado con el modo de la determinación conceptual de los hechos, y con el modo de aplicación de los conceptos, es decir, con el modo previo de acercamiento a las cosas. Junto a las dos características nombradas de la ciencia moderna -ciencia de hechos e investigación experimentalencontramos generalmente una tercera. Esta subraya que la ciencia nueva es una in vestigación que calcula y mide. Esto es correcto; pero vale también para la ciencia antigua. Ella trabajaba también con la me dida y con el número. El problema reside otra vez en la manera y en el sentido en que los cálculos y las mediciones se aplican y se realizan, y en el alcance que ellos poseen para la determinación de los objetos mismos. Con las tres caracterizaciones nombradas de la ciencia moderna -ciencia de hechos, ciencia experimental y de la medición- no hemos tocado el rasgo fundamental de la nueva posición intelectual. El rasgo fundamental debe consistir en aquello que domina de manera normativa e igualmente originaria el proceso fundamental de la ciencia como tal: es el trabajo cotidiano con las cosas y el proyecto metafísico de la cosidad de las cosas. ¿Cómo podemos captar ese rasgo fundamental? Daremos un título a este carácter fundamental de la actitud intelectual moderna diciendo: la nueva exigencia de saber es exigencia matemática. Kant ha dicho aquella frase a menudo citada pero poco comprendida: "Afirmo que en cada doctrina particular de la naturaleza sólo se encontrará tanta ciencia auténtica cuanta matemática haya en ella" (Prólogo a PRIMEROS PRINCIPIOS METAFÍSICOS DE LA CIENCIA NATURAL ). La pregunta decisiva reza: ¿Qué significa aquí "matemática" y "matemático"? Parecería que sólo podemos obtener la respuesta a esta pregunta desde la matemática misma. Es un error: porque la misma matemática es sólo una configuración determinada de lo matemático. EL CARÁCTER MATEMATICO DE LA CIENCIA NATURAL MODERNA; LA PRIMERA LEY DEL MOVIMIENTO DE NEWTON.

El pensamiento moderno no aparece de golpe. Los comienzos asoman en el siglo XV, en la escolástica tardía. El siglo

XVI trae fuertes impulsos de avance y también recaídas. Las clarificaciones y las fundamentaciones decisivas se cumplen el siglo XVII. Todo este proceso tiene su primer término sistemático y creador en el matemático y fí sico inglés Newton, en verdad en su obra capital titulada PHILOSOPHIA NATURALIS PRINCIPIA MATHEMATICA, 1686-87. En el título, "Filosofía" significa la ciencia universal (cf. PHILOSOPHIA EXPERIMENTALIS); "principia" son las causas iniciales, es decir, las primeras. No se trata en esos principios, de ninguna manera, de una introducción para principiantes. Al echar una mirada a la obra de Newton -no podemos hacer aquí otra cosa- anticipamos al mismo tiempo el concepto de ciencia de Kant; simultáneamente echamos una mirada a las concepciones básicas que, aunque no exclusivamente, todavía rigen en la física actual. Newton antepone a la obra un breve capítulo intitulado: DEFINITIONES. Estas se refieren a la QUANTITAS MATERIAE, QUANTITAS MOTUS, a la fuerza, y, sobre todo, a la VIS CENTRÍPETA. Sigue luego un escolio que contiene la serie de las famosas determinaciones conceptuales del tiempo absoluto y relativo, del espacio absoluto y relativo, del lugar absoluto y relativo, y finalmente, del movimiento absoluto y relativo. A éste si gue un capítulo intitulado: AXIOMATA SIVE LEGES MOTUS, " Principios, o leyes del movimiento". Luego viene el verdadero contenido de la obra, distribuido en tres libros. Los dos primeros libros tratan del movimiento de los cuerpos, DE MOTU CORPORUM, el tercero del sistema del mundo, DE MUNDI SYSTEMATE. Aquí veremos únicamente el I PRINCIPIO, es decir, aquella ley del movimiento que Newton pone a la cabeza de su obra. Reza así: CORPUS OMNE PERSEVERARE IN STETU SUO QUIESCENDI VEL MOVENDI UNIFORMITER IN DIRECTUM, NISI QUATENUS A VIRIBUS IMPRESSIS COGITATUR STATUM ILLUM MUTARE. "Todo cuerpo persevera en su estado de quietud o en el de movimiento uniformemente rectilíneo, en tanto en cuanto no esté forzado por fuerzas impresas a cambiar aquel estado. Esta ley se llama ley de inercia. Quienes desde hace mucho, y aún hoy, estudian física, es difícil que piensen sobre esta ley. Aun cuando nos referimos a ella y sabemos que es una ley fundamental, y su razón de serlo, la consideramos como algo evidente en sí. Sin embargo, cien años antes de que Newton la pusiera en esta forma a la cabeza de su física, esta ley era desconocida. No la descubrió Newton mismo sino Galileo, quien la aplicó sin embargo sólo en sus últimos trabajos, sin formularla ni siquiera expresamente. El profesor genovés Baliani fue e! primero que formuló esta ley en forma general. Descartes la incluyó luego en sus PRINCIPIA PHILOSOPHIAE, y trató de fundamentarla metafísicamente; en Leibniz tiene el papel de una ley metafísica (cf. Gerhardt IV, 518, contra Bayle). Hasta mediados del siglo XVII esta ley no era de ninguna manera evidente. Y durante los mil quinientos años anteriores no sólo era desconocida, sino que durante ellos la naturaleza y el ente en general se experimentaron de una manera dentro de la cual esta ley no hubiera tenido ningún sentido. El descubrimiento de esta ley y la posición de la misma como ley fundamental, significa una revolución, una de las mayores del pensamiento humana, y abre la posibilidad para la transición de la representación ptolemaica de la naturaleza a la copernicana. Es cierto que la ley de la inercia y su determinación, tiene ya su precursor en la antigüedad. Demócrito (siglo V al IV), en ciertos rasgos fundamentales, se mueve en esta dirección. Últimamente se ha sabido también que la época de Galileo, y él mismo, tenían conocimiento tanto mediato como inmediato, de los pensamientos de Demócrito. Pero esto es lo que pasa con los pensamientos del pasado y con lo dicho por los filósofos anteriores: se tornan visi bles sólo cuando uno mismo, ya los pensó antes. LA ESENCIA DEL PROYECTO MATEMÁTICO (EL EXPERIMIENTO DE LA CAÍDA EN GALILEO).

Nos queda por de pronto esta única pregunta, la cuestión acerca de la formulación del primer principio; con más exactitud, la cuestión acerca del modo en que allí lo matemático se convierte en lo determinante. ¿Qué pasa con ese principio? Habla de un cuerpo, CORPUS QUOD A VIRIBUS IMPRESSIS NON COGITUR, un cuerpo abandonado a sí mismo. ¿Dónde encontramos tal cuerpo? Tal cuerpo no existe. Tampoco hay ningún experimento que pueda proporcionar jamás la intuición de tal cuerpo. Sin embargo, la ciencia moderna pretende fundarse sobre la expe riencia, a diferencia de las invenciones conceptuales meramente dialécticas de la escolástica y la ciencia medievales. En lugar de esa fundamentación encontramos aquel principio supremo. Este habla de una cosa que no existe. Exige una representación fundamental de las cosas que contradice la habitual. En tal pretensión reposa lo matemático, es decir, la posición de una determinación de la cosa que no se ha obtenido de ella por la experiencia y que, sin embargo, fundamenta todas las determinaciones de las cosas, las posibilita y les abre el camino. Tal concepción fundamental de las cosas no es ni arbitraria ni evidente por sí. Por eso , fue necesario una larga lucha para que llegara a dominar. Fue preciso transformar la manera de nuestro acceso a las cosas en coincidencia con el logro de un nuevo modo de pensamiento. Podemos seguir exactamente la historia de esta lucha. Mencionaremos de ella sólo un ejemplo. Según la concepción aristotélica, los cuerpos se mueven según su naturaleza, los pesados hacia abajo, los livianos hacia arriba. Cuando ambos caen, los pesados caen con más rapidez que los livianos, ya que estos tienen la tendencia de moverse hacia arriba. Galileo logró un conocimiento decisivo al descubrir

que todos los cuerpos caen con igual rapidez, y que la diferencia de los tiempos de caída proviene sólo de la resistencia del aire, no de las diferentes naturalezas internas de los cuerpos, ni tampoco de sus correspondientes relaciones particulares con sus lugares particulares. Galileo para comprobar su afirmación hizo un experimento en la torre inclinada de Pisa, ciudad donde era profesor de matemáticas. En su experimento, cuerpos de diferente peso al caer desde la torre, no empleaban tiempos iguales en su caída, y llegaban con pequeños intervalos. Galileo afirmó su principio contra la apariencia de la experiencia. Pero los testigos del experimento sintieron aún mayor desconfianza ante la afirmación de Galileo, e insistieron con más obstinación en la opinión antigua. A causa de este experimento se agudizó tanto la oposición a Galileo, que tuvo que renunciar a su cátedra y abandonar Pisa. Galileo y sus adversarios vieron el mismo "hecho"; pero ambos comprendieron e interpretaron en distinta forma el mismo hecho y el mismo acontecimiento. Lo que para cada uno apareció como el hecho y la verdad auténtica, era algo diferente. Ambos pensaron algo con respecto al mismo fenómeno, pero pensaron algo distinto, no en lo particular, sino fundamentalmente con respecto a la esencia del cuerpo y la naturaleza de su movimiento. Lo preconcebido por Galileo con respecto al movimiento fue la determinación de que el movimiento de todo cuerpo es uniforme y rectilíneo, si se excluye todo obstáculo, pero que también se altera uniformemente al sufrir la influencia de una fuerza constante. En su DISCORSI aparecido en 1638, dice Galileo: MOBILE SUPER PLANUM HORIZONTALE PROJECTUM MENTE CONCIPIO OMNI SECLUSO IMPEDIMENTO, JAM CONSTAT EX HIS, QUAE FUSIUS ALIBI DICTA SUNT, ILLIUS MOTUM AEQUABILEM ET PERPETUUM SUPER IPSO PLANO FURURUM ESSE, SI PLANUM IN INFINITUM EXTENDATUR. ("Concibo un cuerpo arrojado sobre un plano horizontal, excluido todo obstáculo, resultará entonces, de lo que en otra parte se dice en forma más detallada, que el movimiento del cuerpo sobre este plano sería uniforme y perpetuo si el plano se extendiera en el infinito."). En esta proposición, que podemos considerar como precursora del primer principio de Newton, se expresa con toda claridad lo que estamos buscando. Galileo dice: MOBILE... MENTE CONCIPIO OMNI SECLUSO IMPEDIMENTO- "concibo en mi mente algo movible totalmente abandonando a sí mismo". Ese "concebir en la mente" es aquel "darse a sí mismo un conocimiento” a partir de una determinación sobre las cosas. Es un procedimiento que Platón caracteriza, con respecto a la, de la siguiente manera: “extrayendo y levantando -pasando por encima de lo otro- el conocimiento mismo a partir de sí mismo". En ese MENTE CONCIPERE se concibe de antemano aquello que debe ser uniformemente determinante para todo cuerpo como tal, es decir, para toda corporeidad. Todos los cuerpos son iguales. Ningún movimiento tiene preferencia. Todo lugar es igual a otro; todo punto temporal es igual a otro. Toda fuerza se determina sólo según lo que ella causa como cambio de movimiento, entendido este cambio de movimiento como cambio de lugar. Todas las determinaciones se proyectan en un plano horizontal, según el cual el proceso natural no es otra cosa que la determinación espaciotemporal del movimiento de unidades de masa. Ese plano de la naturaleza delimita al mismo tiempo su ámbito como homogéneo. Si revisamos todo lo dicho, estaremos en condiciones de captar más agudamente la esencia de lo matemático. El modo de cuestionar y determinar la naturaleza cognoscitivamente no se regula ya por conceptos y opiniones tradicionales. Los cuerpos no tienen propiedades, ni fuerzas, ni facultades ocultas. Los cuerpos naturales son tal como SE MUESTRAN en el ámbito del proyecto. Las cosas se muestran ahora en las relaciones de los lugares e instantes, y en las medidas de la masa y de las fuerzas actuantes. Cómo se muestran está prefigurado por el proyecto; éste determina, por lo tanto, también el modo de la aceptación y de la investigación de lo que se muestra, la experiencia, el EXPERIRI. Pero como la investigación está predeterminada por el plan del proyecto, el cuestionar sólo puede ser formulado de tal manera que ponga de antemano las condiciones a las cuales la naturaleza debe responder de tal o cual manera. Sobre la base de lo matemático la experientia se transforma en experimento en sentido moderno. La ciencia es experimental sobre la base del proyecto matemático. El impulso experimentador que busca los hechos, es la consecuencia necesaria de la actitud matemática previa que pasa por alto todos los hechos. Pero cuando en el proyecto este pasar por alto cesa o se debilita, y solamente se coleccionan hechos en sí, surge el positivismo. 6- Puesto que el proyecto pone por sí mismo una uniformidad de todos los cuerpos según relaciones de espacio, tiempo y movimiento, posibilita y exige al mismo tiempo, como modo de determinación esencial de las cosas, la medida continuamente uniforme, es decir, la medición numérica. El modo del proyecto matemático del cuerpo newtoniano lleva a la formación de una determinada "matemática", en el sentido más limitado. El hecho de que la matemática llegara a ser un medio de determinación esencial, no fue el fundamento y la razón de la nueva forma de la ciencia moderna. Antes bien, fue consecuencia del proyecto matemático el hecho de que pudiera y debiera entrar en juego una matemática, y en verdad, una matemática de ese especial carácter. La fundamentación de la geometría analítica por Descartes, la fundamentación del cálculo de fluxiones por Newton y la simultánea fundamentación del cálculo diferencial por Leibniz, todo esto, tan nuevo, matemático en sentido restringido, fue posible y ante todo necesario sobre la base del rasgo matemático fundamental del pensar en general.