La peste de Albert Camus

La peste de Albert Camus. La novela “La Peste” de Albert Camus es un clásico. Fue escrita en 1947, y aunque la proximida

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La peste de Albert Camus. La novela “La Peste” de Albert Camus es un clásico. Fue escrita en 1947, y aunque la proximidad temporal con tal publicación no es distante, nada impide a que sea considerada de tal forma. Leer hoy en día, y la fecha (agosto del 2020) este libro, es interesante, y apasionante, en toda su complexión, no sólo por su esencia filosófica sino por su contenido social. Un doble sentido el cual subyace en la lectura: el literal, histórico, el simbólico, y metafórico. La novela es una obra fundamental dentro de la literatura del siglo XX y la corriente existencialista, La peste muestra como los hombres se enfrentan a lo absurdo en lo que se cree es una obra inspirada en la epidemia que hubo en la ciudad de Orán, Argelia, en el año 1849.  La historia es narrada por un personaje desconocido del que no sabemos su identidad hasta el final de la historia y mediante el cual se nos va hablando de los demás personajes, sobretodo del principal que se llama Dr. Bernard Rieux y representa la ciencia y el ateísmo. Por otra parte, también encontramos al padre Paneloux que representa la religión y al señor Raymon Rambert, un periodista que encarna la parte política. A través de esta obra, Albert Camus plantea varias reflexiones: por un lado, nos hace pensar acerca de la forma en la que tenemos los humanos de caer en la monotonía y la rutina adquiriendo un carácter prácticamente apático que nos provoca indiferencia y mediante el cual dejamos la reflexión y los cuestionamientos de todo aquello que hacemos a un lado. Por otra parte, Camus también se cuestiona los diferentes puntos de vista acerca de esto desde una perspectiva religiosa, científica y política. Los diferentes personajes que hemos mencionado anteriormente son los encargados de adoptar cada una de estas perspectivas y a través de la novela vamos viendo cómo piensan. Encontramos también un tema bastante importante como es la soledad. Albert Camus perfila unos personajes que mediante su propia soledad consiguen llegar a una especie de claridad interior y auto-conocimiento mayor. Empiezan a entender mejor cómo son ellos mismos y cómo son los demás en sociedad. El mundo de los personajes se nos muestra a través de actitudes cotidianas de una forma en que se nos hace ver que aquello que hacemos diariamente también refleja nuestra personalidad y es una proyección de lo que somos. De esta forma, Albert Camus reflexiona también con esta obra sobre la solidaridad humana y la forma en la que puede esta desarrollarse. Una máxima muy importante

que aporta esta obra es la siguiente: “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio” Las peores epidemias no son biológicas, sino morales. En las situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad. Pero también emerge lo mejor. Siempre hay justos que sacrifican su bienestar para cuidar a los demás., La peste intenta ser una respuesta al dolor desatado por la Segunda Guerra Mundial. La cual narra los estragos de una epidemia que causa centenares de muertes a diario. La propagación imparable de la enfermedad empujará a las autoridades a imponer un severo aislamiento. Todo comienza un dieciséis de abril. En esas fechas, Orán es una ciudad con una vida frenética. Casi nadie repara en las existencias ajenas. Sus habitantes carecen de sentido de la comunidad. No son ciudadanos, sino individuos que escatiman horas al sueño para acumular bienes. La prosperidad material siempre parece una meta más razonable que la búsqueda de la excelencia moral.  Actualmente con El Covid-19 o coronavirus ha impulsado a muchos lectores a releer o a leer por vez primera La peste, buscando recursos para afrontar el largo exilio en casa impuesto por las autoridades sanitarias. La enfermedad siempre está ahí, pero pensamos que solo le concierne a los otros. Ahora es asunto de todos. Nuestra campana de cristal se ha agrietado. No somos invulnerables, Camus describe en La peste su tiempo y su tierra natal, pero su novela trasciende su marco temporal y geográfico, adquiriendo el rango de metáfora universal. Sus reflexiones resultan particularmente esclarecedoras en estos días. Camus señala que la irrupción de una epidemia letal nos hace meditar sobre el tiempo. Normalmente, no percibimos su espesor, el abanico de posibilidades que contiene cada minuto. Solo hay una forma de comprender su carga fructífera: “sentirlo en toda su lentitud”. Esa experiencia se hará asequible para todos con la peste, pero la incertidumbre y el miedo transformarán la lentitud en parálisis, estancamiento. El tiempo no se adapta a nosotros. Somos nosotros los que debemos aprender a experimentarlo en toda su plenitud. El tiempo es el barro del que estamos hechos. No podemos permitir que pase de balde, sin producir frutos. No es posible volver atrás. El tiempo perdido es irrecuperable. La expectativa de la enfermedad y la muerte nos coloca ante las preguntas fundamentales que solemos evitar o postergar. Camus piensa que no existe Dios, que la fe es una expresión de impotencia, pero opina que el escepticismo no nos has hecho más libres. Solo nos ha dejado más desamparados. La capacidad de sacrificio del doctor Rieux, protagonista de La peste, pone de manifiesto que atribuimos una importancia excesiva a nuestro yo. La grandeza del ser humano reside en su capacidad de amar, no en su ambición personal. No hay nada hermoso en el dolor, pero indudablemente nos abre los ojos y nos obliga a pensar. Rieux no se acostumbra a ver morir a sus pacientes. Piensa que la respiración de un moribundo es una objeción irrebatible

contra la supuesta bondad de la vida. La vida es absurda, ilógica. La inteligencia del hombre solo le hace más desgraciado, pues le muestra que el universo está gobernado por el azar. Camus admite que sin la perspectiva de lo sobrenatural, todas las victorias del hombre son provisionales. La victoria definitiva y total corresponde a la muerte. Para Rieux, la existencia solo es “una interminable derrota”. Su filosofía se reduce a eso. No es mucho, pero es una convicción vigorosamente respaldada por la miseria física y moral que aflige –en mayor o menor grado– a la humanidad. Camus piensa que el mal y la indiferencia son más abundantes que las buenas acciones. El hombre no es malo por naturaleza, pero su conocimiento de las cosas es deficiente. Sus actos más nefandos proceden de la ignorancia. Es la tesis del intelectualismo socrático, que Camus ratifica con una frase feliz: “no hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible”. También  una alegoría del nazismo en la Francia ocupada por Alemania es, sobre todo, una invitación a la reflexión. Sobre la supervivencia, el miedo, la responsabilidad (individual y colectiva), la soledad, las relaciones, la esperanza o el fracaso. Y, por qué no, una invitación también a la toma de decisiones. Una elección sobre cómo situarse en el mundo ante una realidad al límite. En definitiva, quiénes decidimos o escogemos ser. Y quizá en esta disyuntiva, y en su necesidad, resida la verdadera vigencia de la novela. Como indica Francisco Rubio, 'La peste' no solo simboliza la guerra, sino también al mal que se expande cada día más en los corazones y que no permite al hombre dejar de un lado el egoísmo, el beneficio propio y la hipocresía que tanto le hacen daño a él y a sus semejantes. No existe alguien que haya salido victorioso cuando ha actuado de esa manera. El protagonista de la novela, el doctor Rieux, cree que cualquier trabajo bien desempeñado, es una forma de realizarse y de solidarizarse con los demás. Además, hace una reflexión esencial sobre el conocimiento y su poder de iluminar el presente con las enseñanzas del pasado. La expectativa de la enfermedad y la muerte, según Rafael Narbona, nos coloca ante las preguntas fundamentales que solemos evitar o postergar. Camus piensa que no existe Dios, que la fe es una expresión de impotencia, pero opina que el escepticismo no nos has hecho más libres. Solo nos ha dejado más desamparados. La capacidad de sacrificio del doctor Rieux, protagonista de 'La peste', pone de manifiesto que atribuimos una importancia excesiva a nuestro yo. La grandeza del ser humano reside en su capacidad de amar, no en su ambición personal. No hay nada hermoso en el dolor, pero indudablemente nos abre los ojos y nos obliga a pensar. La inteligencia del hombre solo le hace más desgraciado, pues le muestra que el universo está gobernado por el azar. Camus admite que sin la perspectiva de lo sobrenatural,

todas las victorias del hombre son provisionales. La victoria definitiva y total corresponde a la muerte.

Conclusión: Probablemente el mensaje más importante que trae Camus en "La Peste", es que en medio de las plagas se aprende algo: que hay en los hombres cosas más dignas de admiración que de desprecio. A pesar de estar toda la ciudad lanzada al dolor de vivir cara a la muerte, queda la posibilidad de una profunda solidaridad; esto es la prueba suprema para el ser humano, que si en oportunidades semejantes a las de Rieux y Tarrou, se comporta como ellos, es posible afirmar que la superará. Además, el ser solidario no es una tarea tan simple como parece, ya que es un compromiso incondicional con uno mismo y con los demás, donde se da todo y no se espera recibir nada a cambio. Por otro lado, el autor reconoce la individualidad esencial de cada persona, ya que no es justificable que se viva en la abstracción. La vida es lo concreto: está compuesta de pequeñas batallas y de éxitos pasajeros, no es eterna. Es por eso que la gente tiene que aprender a mirarse a sí misma y a respetar en la creación aquello que en los humanos es exclusivo e intransferible como experiencia y como respuesta. La peste no sólo simboliza la guerra, sino también al mal que se expande cada día más en los corazones y que no permite al hombre dejar de un lado al egoísmo, al beneficio propio y a la hipocresía que tanto le hacen daño a él y a sus semejantes. No existe alguien que haya salido victorioso cuando ha actuado de esa manera. Por tal motivo, es una buena ocasión para que los jóvenes reflexionen sobre lo que verdaderamente representa una "buena vida", ya que ésta no se la construye en el individualismo total o en el materialismo, porque las cosas no satisfacen completamente al ser humano; pues éste necesita también de la colaboración de PERSONAS a las que pueda brindar su amistad, su cariño, y su respeto, esperando reciprocidad. Finalmente, me referiré a lo que Camus denomina "la nueva moral": la moral de la honradez, que empuja al hombre a vivir de sus únicos bienes. Si hay algo que puede vencer sus limitaciones impuestas, es la conciencia de su sufrimiento y su destino común. Honradez es amor, comprensión, lealtad y fraternidad. Igualmente, representa esa integridad que cada ser tiende a buscar, para así tratar de encontrar la paz que anhelaba Tarrou; la felicidad de Rambert; la amabilidad de Grand y en conclusión, lo que esperaba Camus de la humanidad entera.