La Novia Del Millonario

La Novia del Millonario Ruso (Capítulo 3 de la Serie del Millonario Chekhov) Leona Lee Todos los derechos reservados. Co

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La Novia del Millonario Ruso (Capítulo 3 de la Serie del Millonario Chekhov) Leona Lee Todos los derechos reservados. Copyright 2014 Leona Lee, J. Starr

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Índice Capítulo 1

Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 10 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Nota del autor Capítulo 1 Sarah se despertó al sonar una alarma, y se incorporó asustada. No se iba a acostumbrar nunca a aquel solido, e inmediatamente miró hacia la cama para asegurarse de que Vitaly estaba bien. "Lo siento, guapa"- le dijo una enfermera con tono alegre, antes de salir de la habitación tras comprobar las máquinas. Sarah se levantó de la silla y se estiró. Se había vuelto a quedar

dormida. Las enfermeras ya no la despertaban cuando terminaba el horario de visitas. Desde el accidente de Vitaly, Sarah había pasado casi todas las noches en el hospital, mientras él permanecía en coma. ¿Ya habían pasado dos meses desde el accidente? Se preguntó Sarah a la vez que contemplaba el amanecer por la ventana. No podía creer todo lo que había sucedido en los últimos meses. Desde que empezó a trabajar para Vitaly Chekhov en VIC Enterprises, su vida había sido un verdadero torbellino emocional. Cuando aceptó las prácticas, supo que iba a trabajar con uno de los mejores empresarios del negocio de la logística, pero nunca pensó que se iba a enamorar de él. Se había alejado de él dos veces, y en ambas ocasiones acabó regresando a su lado. Sacudiendo la cabeza, observó la figura inerte sobre la cama. Aún no podía creer el poder que aquel

hombre ejercía sobre ella, pero, tal y como le decía noche tras noche, mientras velaba su sueño, lo amaba. Sólo esperaba poder decirle cuánto una vez que estuviera consciente. Aunque lo sacaron del coma inducido, aún no se había despertado, y cada día que pasaba los médicos eran menos optimistas, pero Sarah se negaba a aceptar que no despertaría nunca. Vitaly era un luchador. Un luchador apasionado y obstinado que debía despertarse pronto, porque lo necesitaban. Desesperadamente. A los 24 años, la experiencia de Sarah no estaba a la altura de los más de diez años de diferencia que existían entre ellos, y menos con su educación conservadora, pero eso no le impidió disfrutar de todo lo que Vitaly le ofrecía, y el sexo era fantástico. En cuestión de semanas, había pasado de ser virgen a tomar parte en actividades voyeristas que podrían haber causado un accidente

si el chofer de la limusina le hubiese prestado más atención a ella que a la carretera. Todas las noches, Sarah revivía sus escapadas sexuales, a menudo en nuevos escenarios, que hacían que se despertara jadeando. Esperaba no hablar en sueños, ya que no quería que las enfermeras supieran qué soñaba. Aunque no todo era sexo. La pasión y motivación de Vitaly no tenían parangón en la industria en la que construyó su negocio prácticamente de la nada, para acabar convirtiéndose en uno de los solteros más ricos y codiciados de San José. Y ella había aprendido mucho bajo su tutela, asimilando con rapidez todo lo que le enseñaba y manteniendo satisfechos a clientes y proveedores con unos márgenes de beneficio cada vez mayores. Pero al mismo tiempo, muchas cosas habían salido mal. No creía que alguien acusado de espionaje debiera quedar impune. Si Sarah no

hubiese estado en el lugar oportuno en el momento adecuado, nunca habrían averiguado que Marcus, uno de los empleados de más confianza de Vitaly, era el responsable de la filtración de información. Furioso por la traición y movido por un fuerte deseo de destruir a su rival, Vitaly había logrado organizar un plan para acabar con Dmitri Nardiv, antiguo amigo suyo, y con todos los miembros del equipo de compras de la costa este de VIC Enterprises. La fiscalía de Nueva Jersey se interesó por varios contratos de importación de Nardiv, que al final condujeron a su arresto, mientras que el resto de sus clientes se pasó a VIC Enterprises. Según Ivan, el jefe de seguridad de VIC Enterprises, el accidente que dejó a Vitaly en coma no fue tal, ya que alguien le había cortado los frenos. Y aunque Dmitri ya estaba en la cárcel cuando ocurrió el accidente, era posible que él mismo hubiese dado la orden; él u otros

varios posibles sospechosos, ya que los arrestos afectaron a muchas personas que vieron cómo de repente se quedaban sin sus ingresos extra. Al haber nacido y crecido en la parte central de California, para Sarah los mafiosos y sicarios eran un invento de Hollywood, y no algo real. Todavía no podía creerse la enorme lista de gente que deseaba ver a Vitaly muerto, o, al menos, fuera del negocio. La vibración del móvil la pilló por sorpresa, lo sacó del bolsillo y lo apagó. Suspirando, recogió sus cosas, besó a Vitaly y se dirigió al coche. Había empezado a dejar ropa limpia en la oficina y, entre el gimnasio de la empresa, donde se duchaba, y las cafeterías del trabajo y del hospital, donde reponía fuerzas, podían pasar varios días sin que pasara por su casa. Al llegar a la décima planta, Sarah aceptó gustosa el café que le

ofrecía Laurel, la recepcionista, que estaba sentada en su escritorio. Las tres horas de diferencia entre San José y Nueva York, la obligaban a pasarse las mañanas corriendo de aquí para allá. Sonrió al ver su ropa colgada en bolsas de la tintorería. El personal de apoyo de Vitaly se había deshecho en atenciones hacia Sarah cuando ésta regresó al trabajo, y se había hecho cargo de casi todo. Cuando Sarah estaba revisando su mail, vio una solicitud para una videoconferencia. Tras abrir la ventana, sonrió a Simon en su pantalla, y continuó degustando el café. Al ser uno de los pocos empleados que quedaban en la oficina de Nueva York, Simon había redoblado sus esfuerzos y, con la ayuda de su equipo y de Sarah, había conseguido que todos los nuevos contratos se firmaran. Seguían teniendo algún que otro problema con los sindicatos y las

autoridades portuarias de Nueva Jersey y Nueva York, ya que a muchos de sus miembros no les agradaba la atención que estaban recibiendo por parte de la policía. Pero los trabajadores estaban entusiasmados con la posibilidad de una promoción, y continuaban esforzándose sin apenas contratiempos. Salvo por uno. Vitaly Chekhov continuaba en coma. -Buenos días, Simon. ¿Cómo vamos con la aprobación aduanera para el último flete de Rusia? -Todos los productos han sido liberados esta mañana, y en estos momentos están siendo cargados en camiones. Saldrán a mediodía. -Estupendo. ¿Ha habido algún problema? -Ninguno. Aunque es más económico venir a Nueva Jersey, la autorización y aprobación parecen ser menos complicadas en Nueva York. -Haz lo que creas oportuno. Me gustaría arreglar las cosas con los

trabajadores portuarios de Nueva Jersey. -Sí, siguen enfadados. Nos va a llevar un tiempo. Cuando Sarah y Simon estaban revisando la lista de clientes y cualquier posible contingencia, Ivan entró en la oficina acompañado de un hombre con un maletín. Haciendo gestos para que se sentaran, Sarah terminó con la vídeo llamada antes de volverse hacia ellos. Se levantó y caminó alrededor del escritorio, mientras Ivan le presentaba a Joseph Williams, el investigador encargado del accidente de Vitaly. -¿Café?- Ofreció Sarah dirigiéndose hacia la puerta. -No, gracias- fue la rápida respuesta de Ivan- Pero es mejor que cierres la puerta- Sarah hizo lo que le pedía y regresó a su escritorio. -¿Qué ha averiguado? -Está claro que la trama de Nardiv se extiende más allá de lo que nos imaginábamos en un principio-

comenzó Joseph. Sarah escuchó con atención los detalles de la investigación sobre Dmitri Nardiv, que abarcaba más de una década. Por lo que el investigador pudo el averiguar, Nardiv estaba involucrado en la importación de mercancías ilegales, como alcohol y drogas, y hasta en la trata de blancas. Basándose en unos documentos hallados en posesión de Marcus, sabían que el plan era implicar a VIC Enterprises con la intención de destruir no sólo la reputación de Vitaly, sino también todo su imperio. Sarah tuvo que hacer un esfuerzo para mantener la boca cerrada al ver todas las pruebas que le iban presentando. Cuando Joseph terminó, Sarah cogió su café y dio un sorbo para humedecerse la boca antes de hablar. -¿Se sabe algo más del accidente?consiguió preguntar. -Sí y no- respondió Ivan. –Según hemos averiguado, los frenos del

coche no fueron manipulados por nadie de la zona, y no hemos podido encontrar ningún rastro que nos conduzca a alguien en particular. Tenemos oídos en Nueva York y Nueva Jersey, pero, hasta ahora no ha habido suerte. He reforzado las medidas de seguridad para Vitaly y para todos los miembros de la organización, tú incluida, y he vuelto a llevar a cabo una verificación de antecedentes para todo el personal de VIC. Si hay otro topo, está bien escondido. Sarah tragó con dificultad. Aunque entendía la necesidad de una mayor seguridad, volvió a cuestionarse su decisión de regresar y ayudar a que el negocio saliera adelante. Si su familia supiese el peligro que estaba corriendo, la hubieran obligado a regresar a casa de inmediato. Tampoco se lo había contado a sus mejores amigas, porque Ivan le había pedido que lo mantuviera en secreto hasta que supieran quiénes estaban involucrados.

Era la primera vez que les ocultaba algo, y en esos momentos necesitaba más que nunca de su amistad. Aunque sabía que estaba haciendo lo correcto, no hubiera estado de más tener un poco de apoyo moral. Tras ponerse de pie, Sarah acompañó a los dos hombres hasta la puerta. -Por favor, mantenedme informada de todo lo que averigüéis. -Por supuesto- Ivan le apretó el brazo cariñosamente antes de encaminarse hacia el ascensor con el investigador. No dejaba de sorprenderle las responsabilidades que Sarah asumía sin quejarse. No tuvo que haber sido fácil volver al trabajo después de las acusaciones vertidas contra ella. Sin duda era una mujer muy especial, para dar ese paso y mantener la calma. Aunque VIC Enterprises podía salir adelante sin ella, su colaboración suponía que apenas hubiese problemas durante el día a día.

Vitaly estaría encantado de comprobar lo bien que todo estaba saliendo. Capítulo 2 Con un gemido, Sarah apretó los puños, aún dormida. Había sido otra larga semana, y al entrar casi a rastras en el hospital, se sintió completamente abrumada. Los médicos se mostraban cada vez menos optimistas, pero las enfermeras continuaban animándola con historias de otros pacientes que habían despertado del coma. Seguían alentándola a que le hablara, pero a menudo no sabía qué decir, por lo que había empezado a leerle en voz alta. Esa noche había traído una de sus historias favoritas, pero estaba tan cansada, que se había quedado dormida nada más colocar la cabeza sobre la cama. Soñaba que Dmitri la perseguía por las calles de Manhattan mientras buscaba a Vitaly y, cada vez que se daba la

vuelta, allí estaba Dmitri. Se asustó y se agitó en sueños. De repente, apareció Vitaly, que derribó a Dmitri antes de estrechar a Sarah entre sus brazos. Abrazándose a él firmemente, lloró mientras le decía que le había estado buscando. Sarah suspiró al sentir su mano acariciándole el cabello. Al despertarse, se dio cuenta de que no era un sueño. Alzando la cabeza, se sorprendió al ver a Vitaly mirándola, mientras le seguía acariciando. Respirando entrecortadamente, se lanzó sobre él y besó su rostro. -¡Estás despierto! No me lo puedo creer- lloró Sarah, pulsando el botón para llamar a la enfermera. Incorporándose, le sonrió, mientras le acariciaba la mejilla. Cuando la enfermera asomó la cabeza, Sarah se retiró para que viera que estaba despierto. -Voy a llamar al médico de guardiales dijo la enfermera sonriendo.

-Tengo mucho que contarte. Todos están muy preocupados. No puedo creer que estés despierto. Es genial- Al entrar el médico, Sarah tuvo que obligarse a sí misma a dejar de hablar. -Sr. Chekhov, me alegro de ver que por fín ha despertado- dijo acercándose a la cama. Mientras la enfermera le tomaba los signos vitales, el médico le sometió a una serie de pruebas para asegurarse de que no tenía ninguna lesión nerviosa. Tras darle hielo triturado, la enfermera dejó el vaso sobre la cama y salió. -Sé que le va a costar hablar pero, ¿puede decirme dónde está y cómo se llama? -Vi-Vitaly ChCh-Chekov. Hosp… hospital- respondió con voz ronca. -¿Sabe qué le ha ocurrido? -Coche. Frenos. El médico asintió con la cabeza -¿Y esta encantadora señorita? ¿Quién es? -Sarah. Mmm…mi Sarah.

Sarah se tapó la boca, luchando contra las lágrimas. No podía creer que estuviera despierto y hablando. Cogió el móvil y envió un mensaje a Ivan, tras lo cual el médico se volvió para hablar con ella. -No estaremos seguros hasta que le hagamos más pruebas, pero parece prometedor- le dijo con una sonrisa Le espera un largo camino por delante. -¿No podía haberme dicho sólo la buena noticia?- Bromeó Sarah estrechándole la mano. -Ahora, si me disculpan, tengo que hacer las rondas- Y volviéndose a Vitaly: -Sr. Chekhov, durante los próximos días va a estar muy ocupado mientras nos aseguramos de que todo funciona correctamente. Cuando el médico se fue, Sarah se sentó en el borde de la cama. Se secó las lágrimas de los ojos, no podía creer que por fin estuviera despierto. -Me siento como en un sueño. Como si en cualquier momento voy a

despertar en esa silla y tú vas a seguir en coma. Vitaly le apretó la mano, mirándola. Aún estaba aletargado y, aunque sentía que debía hacer algo, su cuerpo y su mente no se ponían de acuerdo. Inclinando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos. Iba a tener que tomarse las cosas con calma. Capítulo 3 Sólo habían pasado tres días desde que Vitaly saliera del coma, y ya estaba perdiendo la paciencia. Todas las pruebas fueron positivas, la resonancia magnética tuvo un resultado normal, y consiguió ponerse en pie y andar unos diez pasos con ayuda. Estaba convencido de que si le daban el alta podría contratar la ayuda necesaria para acelerar su proceso de recuperación, pero los médicos insistieron en que permaneciera ingresado. Desde que despertó, había tenido

muchas visitas, todas con muchas ganas de verlo, pero lo único que quería era a su Sarah. La habitación se había llenado rápidamente de flores y regalos, pero nada de eso le importaba. Ivan entró con una cesta enorme. -Oh no, ¿tú también?- le dijo. -¿Yo? Ni lo sueñes. Se la he interceptado a una bailarina exótica cuando salía del ascensor- explicó Ivan rebuscando dentro de la cesta. -Mmmm, es comida- añadió, sacando una bolsa de frutos secos y acomodándose en una silla. -¡Eh! a lo mejor me apetecen. Y ¿no querrás decir una voluntaria, no una bailarina? -No por la forma en que iba vestidabromeó con una mueca. -Y en cuanto a esto- dijo mostrándole el paquete de frutos secos -Aún te tienen con una dieta para bebés. Te estoy haciendo un favor, deshaciéndome de la tentaciónañadió, y se metió un puñado de anacardos en la boca.

Vitaly rió -Ponme al día. Mientras Ivan hablaba, Vitaly cerró los ojos. Se sentía abrumado por todo lo que había sucedido desde el accidente. No sólo habían logrado hacerse con todos los contratos de la costa este, sino que además Simon había encontrado nuevos clientes y, entre todos, habían agilizado los trámites aduaneros, lo que complació a los clientes rusos, ansiosos por establecerse en el mercado estadounidense. No acababa de creerse lo bien que estaba yendo todo. Su último recuerdo de Sarah era la expresión herida de su rostro tras acusarla de vender secretos. Había sido un completo idiota y, aunque ella podría haberse ido, se las arregló para encontrar al verdadero culpable. Y después del accidente, había dejado sus sentimientos de lado y había regresado a él. La enfermera le había dicho que pasó casi todas las noches en el hospital, leyendo o hablándole.

Después de todo lo que le había hecho, ella permaneció a su lado. Se maldijo a sí mismo por todo el tiempo perdido que podría haber pasado junto a ella, y juró que no iba a volver a suceder. -Tierra llamando a Vitaly- Abriendo los ojos, Vitaly observó la perpleja expresión de Ivan. -Si estás cansado puedo volver más tarde. -No, no es eso. Es… -Sarah- terminó Ivan por él. -Sí. -Según mi parecer, y el de toda la décima planta y la oficina de Nueva York, tienes mucho por lo que pedir perdón. Empezando desde yaañadió Ivan cuando Sarah entró en la habitación y dijo mirando a la cesta: -Por fin se le ocurre a alguien enviar comida- y cogió un paquete de galletas. -No sabes cuántas veces me habría venido bien. -Bueno, el jefe estaba en coma-

bromeó Ivan tomando una galleta. -Cierto- respondió Sarah mientras continuó inspeccionando la cesta a la vez que masticaba- Pero estaría bien que alguien pensara en las visitas; el jefe tampoco podía apreciar las flores. -Os estoy escuchando- les regañó Vitaly mirando a ambos. Volviéndose hacia él, Sarah no pudo contener la risa y explotó. Inclinándose, le rozó los labios con los suyos. -Y no sabes lo que me alegro de que así sea- dijo, retirándole el pelo de la frente. -Supongo que es hora de irme- dijo Ivan, levantándose. Y acercándose a la cama, le dio un apretón en el hombro a su jefe, antes de besar a Sarah en la mejilla. -Volveré mañana- agregó mientras se dirigía a la puerta. Cuando se fue, Vitaly tomó la mano de Sarah. -¿Por dónde íbamos? Tras quitarse los zapatos, Sarah se tumbó junto a él y comenzó a acariciarle el rostro. Sonriendo, le

cubrió la cara de suaves besos. Al llegar a su boca, le mordió ligeramente el labio inferior, antes de succionarlo. Gimiendo, Vitaly le rozó la nuca y se besaron con más intensidad. Cuando se separaron, él estaba jadeando y Sarah le miró preocupada. -¿Estás bien? Vitaly asintió con la cabeza: -Sí, me va a llevar un tiempo recuperar la energía. Y aunque me encantaría hacerte el amor, me canso con sólo besarte- contestó con pesar. -No te preocupes. Estoy feliz con tenerte de vuelta- le dijo Sarah, acariciándole el brazo. Vitaly se incorporó y le secó las lágrimas. Riendo, Sarah inclinó su cabeza hacia atrás e intentó frotarse los ojos, pero él la detuvo y besó la palma de su mano. Sarah cerró los ojos. -Tengo algo que decirte. Apretando su mano, él la miró

temeroso de que lo fuera a abandonar de nuevo. Sarah supo que si le miraba a los ojos no sería capaz de hablar, cosa que no entendía porque se lo había estado repitiendo todas las noches desde el accidente. Cogiendo su mano, respiró hondo y cerró los ojos con más firmeza. -Te lo he estado diciendo desde hace tiempo, pero ésta es la primera vez que lo vas a escuchar y no sé por qué estoy teniendo tantos problemas, pero es que a veces me dejas sin habla y, bueno, si le preguntas a cualquiera que me conozca, te dirá que no me corto un pelo a la hora de expresar mi opinión- Se detuvo de repente, dándose cuenta de que estaba hablando demasiado. -Sarah, yo...- ella lo interrumpió agitando la cabeza. -Te quiero- consiguió espetar. -No podía mirarle, al menos por el momento. -No sé exactamente cómo

ocurrió, pero la noche del accidente me di cuenta de que la vida es demasiado corta, e independientemente de tus sentimientos, te lo tenía que decir. Así que, te quiero, Vitaly Chekhov. Ante su silencio, Sarah abrió lentamente los ojos, no muy segura de lo que esperaba ver. Se sorprendió al ver que le temblaban los labios y los ojos se le llenaban de lágrimas. -Vitaly, yo...- empezó a decir. -Yo también te quiero, mi kotyonok, pero no me había dado cuenta. He estropeado las cosas de tal manera que creí que te había perdido para siempre. Cuando ocurrió el accidente, pensé que no te iba a ver más, y entonces me desperté aquí, contigo. No puedo explicar cómo me...- pero antes de que terminara, Sarah le rodeó con sus brazos, llorando en silencio. -Oh, Vitaly, no quiero separarme de ti nunca más.

-Yo tampoco, kotyonok- respondió él, acariciándole el cabello. Capítulo 4 Tras dos semanas más de hospital, Vitaly fue dado de alta y los médicos le dijeron que se lo tomara con calma. Aunque se seguía cansando con facilidad, ya era capaz de recorrerse toda la planta sin apenas ayuda. Su médico se oponía a que regresara al trabajo tan pronto, pero accedió a condición de que lo hiciera a tiempo parcial, y de que lo dejara si se sentía fatigado. Vitaly contrató a un fisioterapeuta para que fuera a su casa tres veces por semana, y hacía los ejercicios que le asignaba. Aunque se esforzaba por recuperar su forma física, no dejaba de pensar en hacerle el amor a su gatita rubia. Se imaginaba poseyéndola en todas las habitaciones y sobre todos los muebles de la casa. Con el fin de mantener una apariencia de normalidad en su trabajo, Vitaly empezó a trabajar

desde la oficina de su casa, pero después de una agotadora sesión con el fisioterapeuta tras varias horas de estar sentado, tenía unas ganas enormes de tumbarse. Sarah había estado dividiendo su tiempo entre su casa y la oficina, y llegó justo cuando el fisioterapeuta se iba. Subiendo lentamente las escaleras, Vitaly hizo un esfuerzo para llegar al dormitorio mientras Sarah corría por delante de él. Decidió que lo mejor era no ayudarle, ya que lo tenía que hacer por sí mismo y, aunque su orgullo le impedía pedir ayuda, no quiso complicar las cosas agobiándole. Para cuando entró en el dormitorio, ella ya había retirado la colcha y colocado la tablet y el teléfono en la mesita de noche. Sonriéndole, se dirigió hacia él y tomó su mano. La besó y le atrajo hacia la cama, y él se sentó con un suspiro. -No me imaginaba que me iba a costar tanto recuperarme- confesó

recostándose. -He dormido durante semanas. Debería sentirme mejor. -El médico dijo que te lo tomaras con calma- respondió ella arrodillándose delante de él para quitarle los zapatos. Le dio un masaje en los pies, y él cambió de postura y se recostó contra el cabecero. -Aunque podría acostumbrarme a toda esta atención- añadió mientras Sarah le masajeaba las piernas. Oh, Sarah, tus manos tienen un tacto divino- Vitaly cerró los ojos, disfrutando de las caricias. Desde que despertó, no podía dejar de tocarlo y, cuando no estaban juntos, no paraba de pensar en sus manos sobre él. Sus móviles sonaron al mismo tiempo. -¿Listo para volver al trabajo?preguntó con una sonrisa apenada. Asintiendo con la cabeza, él alcanzó su móvil mientras ella revisaba sus mensajes. -Buenas noticiasexclamó tras leer uno de Simon

informándoles de que había estado trabajando para reinstaurar las relaciones con la Autoridad Portuaria de Nueva Jersey, y había negociado con éxito una tregua con el sindicato. Tras quitarle el móvil de las manos, Vitaly colocó ambos sobre la mesilla de noche y se volvió a recostar contra el cabecero. -Es un buen momento para deciros lo orgulloso que estoy de vosotros y de todo lo que habéis hecho mientras yo estaba en el hospital, pero me está gustando demasiado tu tacto. No pares. Soltando una carcajada, Sarah se apartó de la cama y Vitaly abrió un ojo para mirarla. -Has parado- dijo simplemente. Tomando un mando a distancia, pulsó un botón y el sonido de un saxofón tocando una melodía jazz inundó el cuarto. -Creo que llevo demasiada ropabromeó Sarah quitándose los zapatos con sendas patadas.

Dándole la espalda, cerró los ojos dejando que la música la envolviera. Nunca había apreciado el jazz hasta que conoció a Vitaly, y le encantaba la forma en la que el compás parecía vibrar dentro de ella. Comenzó a mecerse al ritmo de la música. Levantando los brazos, echó la cabeza hacia atrás y dejó que la música fluyera por ella en serenas oleadas. Tras abrir la cremallera del pantalón, dejó que éste se deslizara por sus caderas hasta el suelo. Doblándose por la cintura, sacó los pies de la prenda y la arrojó al pie de la cama. Se dio la vuelta y continuó bailando a la vez que asía el bajo de su camisa y se la sacaba lentamente por la cabeza. Con los ojos aún cerrados, dejó que la triste melodía la inundara. Profiriendo un gemido, Vitaly pensó en todas las cosas que deseaba hacerle mientras la contemplaba, allí bailando, enfundada en lencería de

encaje. -¡Mujer! El médico dijo que me lo tomara con calma. ¿Cómo puedo hacer eso contigo bailando de ese modo? Aunque no me quejo. Inclinado la cabeza, Sarah se encaminó hacia la cama, se subió y gateó lentamente hacia él. -¿Sabes qué, Sr. Chekhov? ¿Por qué no te relajas y dejas que yo me encargue? Observándola, vio como sus manos se posaban en su cinturón y le soltaban la hebilla, para después sacarlo por completo. Lo golpeó contra su mano, sonriendo socarronamente, antes de inclinarse por encima de él para dejarlo sobre la mesilla. Al hacerlo, su pensamiento la delató y se sonrojó. Vitaly la agarró por la barbilla, le giró la cabeza y le acarició el brazo. -¿Te acuerdas del tacto del cuero en tu piel? Sarah se humedeció los labios y asintió con la cabeza, sin saber qué responder. Aunque sólo la había

azotado una vez, se había convertido en una de sus fantasías preferidas, pero no tenía ni idea de cómo sacar el tema ahora que estaba despierto. Sonriendo, Vitaly se alegró de comprobar que le gustaba. -Cuando esté más fuerte- le dijo. Pero de momento, ¿tienes algún plan? Soltando su barbilla, se volvió a relajar, esperando al siguiente movimiento. Sarah cerró brevemente los ojos, dejándose llevar por la música, y le soltó el botón del pantalón, antes de bajarle la bragueta. Levantándo las caderas, Vitaly la miraba mientras ella le quitaba los pantalones. Estaba tan hermosa, concentrada y con el ceño fruncido. Sabía que quería complacerle, por lo que reprimió sus ganas de tomar la iniciativa. Era su momento, lo había sido durante meses, y quería averiguar qué le iba a hacer.

Ella le hizo cosquillas en el pie al quitarle los calcetines. Poniendo un pie sobre su regazo, se lo masajeó un rato antes de inclinarse para besarle el empeine. Él respiró entrecortadamente al sentir el cosquilleo de su cabello. Cogiendo el otro pie, le frotó la planta antes de inclinar la cabeza y empezar a darle besos a lo largo del empeine. Le separó un poco las piernas y se acomodó entre ellas. Deslizando las manos por sus muslos, los masajeó lentamente mientras se miraban a los ojos. Sonriendo tímidamente, le besó la cara interna de los muslos, desplazándose poco a poco hacia arriba. Vitaly cerró los ojos ante la sensación que le producía su cabello sobre la piel, que se sumó a la excitación provocada por el tacto de sus dedos recorriendo todo su cuerpo. Pensó que se iba a volver loco cuando sintió el rastro de su cálido aliento subiéndole por las piernas.

Desde que se conocieron, Sarah había dejado su huella en él, y supo que ya no podía vivir sin ella. Gimió al sentir su lengua en la ingle, justo antes de que empezara a lamérsela. Levantando los brazos, cerró los puños y los colocó detrás de su cabeza, resistiendo la tentación de apresurarla. Comenzando por la base, Sarah le lamió y besó el pene, subiendo hasta el glande. Atenta a su respuesta, dedicó más tiempo a las zonas sensibles, mientras él comenzaba a retorcerse sobre el colchón. -Sarah- se quejó, -me vas a matarElla se detuvo y lo miró, y él le devolvió la mirada.- Lo siento, no he querido decir eso. Por favor… continua. Tomando su polla en la mano, comenzó a aplicar un movimiento rítmico hacia arriba y hacia abajo, intentando no llorar. Si bien era cierto que le habían cortado los

frenos, Vitaly conducía de forma peligrosa, y Sarah se preguntaba si ella fue la causa de su accidente. Cerró los ojos y se concentró en la música, modificando sus movimientos. Inclinándose, le besó el pene y lamió delicadamente el líquido pre seminal. Tras trazar círculos con la lengua, encontró su punto favorito por debajo del glande y lo presionó con los labios. Negándose a acelerar el ritmo, presionó la misma zona con el labio inferior, a la vez que exhalaba aire caliente en su polla. Cuando él gimió, la atrapó en su boca. Había esperado tanto tiempo para hacer eso, que su boca empezó a salivar. Subiendo la cabeza con la misma lentitud, estableció un ritmo lento y constante aplicando presión sobre una vena con el labio inferior. Vitaly se clavó las uñas en las palmas de las manos, controlándose para no agarrarla por el pelo. Inclinándose hacia atrás, se dio

cuenta de que se movía siguiendo el ritmo de la música. Cogió el mando a distancia y puso una melodía más animada. Sarah le miró y, apretando más fuerte la base de su verga, aceleró el ritmo, mientras él elevaba sus caderas para profundizar más cada movimiento descendente. En unos instantes, sintió cómo aumentaba su placer, y su cuerpo se tensó en preparación para la descarga. Gritando su nombre, embistió con las caderas, a punto de correrse. Sarah mamaba con fuerza, continuando con el movimiento de cabeza mientras él llegaba al clímax. Cuando él terminó, se sentó con una sonrisa en el rostro, limpiándose los labios con los dedos y metiéndoselos en la boca para lamerlos. Con un gemido, él la atrajo hacia sí y la miró a los ojos. -Has estado increíble- le dijo, apartándole el pelo de la cara. -Eres una mujer increíble y preciosa. -Eso lo dices porque te acabo de

dar tu primer orgasmo en mesesbromeó. Ante el silencio de él, levantó su mirada. -Era una bromaVitaly se encogió de hombros con indiferencia y ella le golpeó juguetonamente en el brazo. -¡Ay!- se quejó, frotándose. -Acabo de salir del hospital. Por favor. Antes de que ella pudiera hablar, la agarró por los brazos y se colocó encima. Apoyándose sobre ella, le sujetó los brazos por encima de la cabeza y levantó la parte superior de su cuerpo. Mirándola, sonrió, observando cómo se dilataban sus pupilas en respuesta. -¿Prefieres esto, kotyonok?- le susurró mordisqueándole la nariz. -Sí, por favor- suspiró Sarah antes de que él la besara en la boca. Vitaly gimió al sentir cómo su lengua se unía a la de él en una ansiosa y embriagadora danza. Retirándose un poco, desplazó su peso sobre la cama, para no hacerle daño. Aunque estaba recuperando

sus fuerzas, era un proceso lento, y el orgasmo, junto con el esfuerzo de subir las escaleras, le había debilitado. Pero quería devolverle el favor. Se merecía mucho más. Mucho, mucho más. Por ahora, podía darle placer. Sujetándola por las muñecas, le recorrió el brazo con el dedo índice hasta llegar al pecho, donde la palma de su mano le rozó el seno. Se le puso la piel de gallina. Inclinándose, le besó la parte superior de los pechos, mientras continuaba recorriendo su cuerpo con el dedo. Cuando su mano llegó a la cintura, le acarició el monte de Venus y sopló sobre sus pezones a través del sostén. Intentando liberar sus brazos, Sarah gruñó frustrada al no poder tocarle. Aunque le gustaba que la sometiera, también le encantaba tocarle, y él sabía que se impacientaba al no dejarla hacer lo que quería. Levantó una pierna y colocó el pie sobre su cadera, arqueándose contra él.

Animado por sus ansias, le frotó el coño con los dedos, antes de introducir uno por la pernera de sus bragas. -Estás muy mojada, kotyonok. Tan deseosa. -Vitaly- gimió ella, moviendo sus caderas hacia delante y hacia atrás. Al sentir dos dedos dentro de ella, Sarah intentó liberar sus muñecas y se movió con más ímpetu contra su mano. -Eso es, gatita, folla mi mano. Muéstrame lo que quieres- Observó cómo se mordía el labio y continuaba moviendo las caderas. Gimiendo, se impulsó con el pie empujando con más fuerza, moviéndose más rápido. -Muy bien- susurró él al sentir los músculos contraerse alrededor de sus dedos. Retorciendo la mano, comenzó a embestirla y Sarah intentó una vez más soltar sus muñecas. Él las sujetó aún más fuerte, aumentado la velocidad de su

mano. Gimiendo, Sarah sacudió la cabeza llegando al orgasmo, y continuó dando sacudidas de placer. Soltando un grito, empujó hacia abajo con el pie, restregándose contra él. Vitaly gruñó de placer al sentir el efecto del orgasmo inundando su mano. Cuando por fin se calmó, extrajo la mano y abrazó a Sarah, que tembló cuando el sudor de su piel comenzó a secarse. Vitaly cubrió a ambos con una manta mientras la sujetaba firmemente contra él. Capítulo 5 Vitaly llevaba dos semanas en casa y estaba ansioso por volver a la oficina. Aunque tenía todo lo que necesitaba para llevar el negocio desde su hogar, echaba de menos trabajar en su despacho. Y tuvo que admitir que se aburría. Aún no podía hacer muchas cosas, y estaba harto de estar tumbado. Su fisioterapeuta le había dado una tabla de ejercicios para combatir la

atrofia muscular producida por el coma, y le había recomendado no hacer demasiado en poco tiempo, pero estaba impaciente por recuperarse. Sarah estaba en la oficina desde el amanecer. Debido a todo el trabajo que tenían en la costa este y en Europa, acudía pronto para estar disponible. Después de terminar sus ejercicios, Vitaly se duchó y se preparó para ir a la oficina. Se sentía bien y decidió sorprender a todos con una visita. Cuando se acomodó en el asiento trasero del coche, tuvo que admitir que le agradaba salir de casa para algo que no fuera otra visita al médico. Al llegar a la oficina, se encontró en la entrada con Ivan, que le dio una palmadita en el hombro antes de estrecharle la mano. Volviéndose a mirar por encima del hombro, su chofer le dedicó una tímida sonrisa antes de volver a

meterse en el coche. -No te enfades con él- le dijo Ivan al entrar en el edificio- Tiene órdenes de ponerse en contacto conmigo si sales de casa. -¿Me estás vigilando? -Os vigilo a todos desde el accidente, pero sobre todo a ti, jefe. Al salir del ascensor en el décimo piso, fue recibido por Laurel, la recepcionista, que dio un salto y lo abrazó. Cuando se dirigía a su oficina, vio que había una reunión en la sala de conferencias. Entró y se sentó en silencio junto a la puerta, mientras Sarah daba una presentación sobre el estado actual de sus clientes y proveedores. Los asistentes eran su equipo de gestión de ventas y marketing, finanzas y asuntos de gobierno, así como los que quedaban del equipo de Nueva York, en vídeo conferencia. Se quedó impresionado de lo bien que se manejaba Sarah, teniendo en cuenta que casi todos

tenían al menos el doble de su edad, o más. Por la forma en la que llevaba la reunión, estaba claro que no era la primera vez, y todo el mundo la trataba con respeto. Cuando encendieron las luces para dar paso a la ronda de preguntas, Simon le dio la bienvenida, y el resto se puso a aplaudir. Preocupado por haber interrumpido la reunión, intentó salir de la sala, pero sus empleados no se lo permitieron. Le hicieron sitio en la mesa, y el equipo siguió con la reunión, deteniéndose de vez en cuando para ponerle al día. Después de la reunión, varios miembros del equipo de gestión se acercaron para hablar con él, y para cuando pudo abandonar la sala de conferencias, Sarah ya había salido. Cuando llegó a su oficina, ella le saltó encima y empezó a besarlo. -Que sorpresa más agradable- le dijo con una sonrisa. -Si hubiera sabido que venías, habríamos

retrasado la reunión. -No te preocupes. Fue una decisión espontánea. Siento haberos interrumpido. -Eso nunca- le tranquilizó, mirándole con preocupación. -¿Quieres sentarte? ¿O ir a tu oficina? A Vitaly le costaba admitir que estaba cansado, pero la cabeza le daba vueltas. Colocando el brazo alrededor de su cintura, Sarah dejó que se apoyara en ella mientras se dirigían a la oficina de él. Una vez dentro, Vitaly se inclinó pesadamente sobre su escritorio, antes de rodearlo y sentarse en su sillón con un suspiro. -Creía que iba a estar menos cansado- afirmó al darse cuenta de que estaba sudando. -Te lo tienes que tomar con calma. -Unos días van a ser mejores que otros, ya lo sé. Pero es tan frustrante...- Sentándose junto a él, Sarah le acarició la pierna y se inclinó para besarlo.

-Es genial que hayas venido. Antes de que pudiera responder, Diane, su asistente personal, y Susan, su secretaria, entraron en la oficina. Le saludaron alegremente y le pusieron al día con todo lo que les había pasado en su vida personal, así como con las anécdotas de la oficina. Sonriendo amablemente, él asintió con la cabeza mientras ellas hablaban. Intentó llamar la atención de Sarah, pero ésta le hizo un gesto de despedida y se levantó para abandonar la habitación, mientras él la miraba con gesto enfadado. No podía creer que no lo rescatara de una situación de la que no sabía cómo escabullirse. Se sentía mal por haberles interrumpido, pero había estado fuera de la oficina durante más de cuatro meses, y no le interesaban las historias de orinales de Diane ni del nuevo compañero de entrenamiento de Susan. Aunque apreciaba a su

personal, y el trabajo duro que llevaban a cabo, no estaba preparado para ese grado de confianza. Mientras planeaba todo tipo de maldades a las que someter a Sarah por abandonarlo, Ivan entró en la oficina con una bandeja con cafés. –Señoritas. Jefe- saludó, repartiendo los brebajes. -Sé que no lo habéis visto en meses, pero tengo que hablar con él. Ambas mujeres se levantaron de un salto y le dieron sendos besos a Vitaly en la mejilla, antes de coger sus cafés y salir por la puerta. Vitaly suspiró. -O eres muy oportuno o te ha avisado Sarah. Sonriendo, Ivan se sentó frente a él. -Quiero pensar que soy oportuno, pero ha sido cosa de Sarah. Ha visto que estabas en apuros y con todo lo que han estado trabajando, no quería ser ella quien las echara. -Muy inteligente. -Sí, lo es, y somos muy afortunados

de tenerla con nosotros. -Sobre todo yo. -Sobre todo tú. -¡Eh! -¿Qué?- preguntó Ivan riéndose. Estoy de acuerdo contigo. -No tienes que estar de acuerdo con tanta rapidez. Cuando los hombres llevaban un rato charlando y bromeando, Sarah llamó a la puerta -¿Hay moros en la costa? -Aquí está- dijo Ivan poniéndose en pie. Le besó en la mejilla e hizo una mueca dirigida a Vitaly, antes de dejarlos solos. Sentándose junto a él, Sarah puso unos documentos sobre la mesa. -Ya que estás aquí, podrías ponerte al día con las últimas cifras. Durante las dos siguientes horas repasaron juntos los contratos más problemáticos, y Vitaly aportó ideas sobre cómo resolverlos. Antes de que se dieran cuenta, había anochecido, y Laurel se asomó para

darles las buenas noches e informarles de que los demás ya se habían ido. Sarah se levantó y estiró los brazos, y Vitaly admiró su figura. Se acordó de la foto que había visto en el rancho de sus padres. Se parecía mucho a su madre, con su cabello largo y rubio, sus curvas y su minúscula talla, en contraste con su padre y hermanos, que eran bastante altos. A pesar de ser un hombre que siempre había salido con mujeres altas, tuvo que admitir que le agradaba el tamaño de Sarah. Y su resuelta gatita sabía llevar reuniones y manejar clientes. Cuando se conocieron, ella le había mostrado algunos ejemplos de los trabajos que había llevado a cabo en el rancho de su familia y, aunque al principio había dudado de sus habilidades, estaba claro que las había transferido con facilidad a su empresa de logística. Sonrió recordando cómo habían hecho el

amor durante la tormenta. -¿En qué piensas? -Perdona, ¿qué?- Vitaly regresó al presente y miró a Sarah, que estaba sentada delante de él, sonriendo. -Estabas perdido en tus pensamientos. -Sí- Miró a su alrededor y vio que la recepción estaba a oscuras. -Laurel ha dicho que todos se han ido, ¿verdad? Sarah asintió con la cabeza. -Estupendo, cierra la puerta. Sarah se encaminó hacia la puerta y Vitaly admiró sus movimientos. Se había deshecho de los zapatos hacía horas, y caminaba descalza. Se dio la vuelta y se sonrojó al ver su intensa mirada. -Me encanta cómo te sonrojas, kotyonok. Ven aquí. Al llegar a su lado, él le tomó de la mano. Girándola, la besó delicadamente en la muñeca antes de plantarle un fuerte beso en la

palma. Colocándola entre sus piernas, le levantó la blusa y besó su estómago, antes de bajarle la cremallera del pantalón. Lo dejó caer hasta los tobillos. Le ayudó a sacar los pies y la volvió a posicionar entre sus piernas. Le sacó la blusa por la cabeza y la observó, sólo llevaba un sostén y un tanga a juego. Con un gemido, la asió por las caderas y la atrajo hacia él. Le mordisqueó el vientre y Sarah se quedó sin aliento. Aferrándose a sus hombros, vio cómo iba subiendo hacia sus pechos. Vitaly deslizó las manos por su cuerpo y le atrapó los senos, rozando sus pezones con los pulgares. La mirada de Sarah empezó a desenfocarse al sentir la familiar sensación de placer extenderse por todo su cuerpo. Cuando sus piernas comenzaron a temblar, se sentó a horcajadas en su regazo, mientras él deslizaba los tirantes del sostén por sus hombros.

Tirando de las copas hacia abajo, dejó sus pechos expuestos delante de él. La atrajo hacia sí y se metió uno de los pezones en la boca, mientras seguía acariciando el otro con su mano. Gimiendo, Sarah arqueó la espalda y Vitaly cambió de pezón, succionando fuerte y pellizcando el otro. Sarah dio un respingo al notar su mordisco, y se excitó aún más. Le parecía increíble que el dolor pudiera aumentar su placer. Vitaly se levantó y colocó a Sarah sobre el sofá, para después bajarse al suelo. Le agarró el tanga y lo rompió por un lateral, arrancándoselo del cuerpo. Le introdujo dos dedos entre los pliegues y soltó una risita al ver cómo ella se arqueaba. -Estás mojadísima- susurró mientras la embestía con los dedos. Sarah subió una pierna sobre el respaldo del sofá y colocó el otro pie en su hombro. Elevando las caderas,

comenzó a moverse al ritmo de sus embestidas. Abrió los ojos, bajó ambas manos y se metió los dedos en el coño, para sacarlos al poco rato y restregarse sus propios jugos por los pezones erectos. Lanzando un gruñido, Vitaly sintió como crecía su erección. -Eres jodidamente sexy, Sarah- le dijo, retorciendo sus dedos dentro de ella. Ella continuó pellizcando sus pezones, gimiendo al sentir que llegaba al orgasmo. Cuando él sintió el espasmo de los músculos en sus dedos, bajó la cabeza rápidamente y encontró su clítoris con facilidad. Lo atrapó fuertemente entre sus los labios y lo mordió suavemente. Sarah se pellizco con más fuerza los pezones, a la vez que chillaba y arqueaba la espalda. Al gritar su nombre, él aumentó las embestidas de su mano, lamiendo a la par sus jugos. Sarah se empezó a calmar

lentamente, y Vitaly se desabrochó la camisa y se bajó los pantalones por debajo de las caderas. Alzándola, la llevó hasta su escritorio y la puso en el borde. Sarah le rodeó la cintura con las piernas y levantó las caderas para que él la empalara. Sujetándola fuertemente, comenzó a embestirla con un ritmo frenético, mientras ella daba sacudidas contra él. Lo aferró con firmeza intentando sincronizar sus embistes. Gimiendo, Vitaly sintió cómo se tensaba a medida que el placer se acumulaba en su cuerpo. Con un aullido, arremetió contra ella y se corrió. Siguió embistiendo, abrazándola con firmeza mientras ambos disfrutaban de sus orgasmos. Al terminar, ella le tomó el rostro entre sus manos y le besó con ternura. -Ha sido increíble- le susurró,

besándolo. Vitaly gruñó en respuesta y caminó de espaldas, dejándose caer en el sofá, arrastrando a Sarah con él. Aún no estaba preparado para dejarla ir, y comenzó a besarle la espalda. -Eres tú, señorita Jenkins, la que es increíble. Hace menos de una hora estaba agotado y apenas podía moverme. Y ahora, bueno, estoy aún más cansado y tampoco me puedo mover- confesó, riéndose. ¡Ay!- exclamó al golpearle ella en el brazo. -Y yo que pensaba que ibas a decirme que te doy fuerzas- bromeó fingiendo estar enojada. -Así es, Sarah. Así es. Capítulo 6 Sarah se puso el abrigo y regresó a toda prisa a la oficina. Llevaba tres días en Nueva York y tenía la sensación de que alguien la estaba vigilando. Después de pasar cinco horas sentada en su escritorio, decidió tomarse un descanso y dar

un paseo para estirar las piernas. Al pasar por delante de Macy's, el escaparate llamó su atención y entró a hacer las primeras compras navideñas. Bajó al sótano y almorzó tranquilamente antes de regresar a la oficina. En las escaleras mecánicas creyó ver a alguien que había visto esa mañana al llegar a la oficina. Cogió el móvil para hacerle una foto, pero, al levantar la vista, el hombre ya no estaba allí. Volvió a la oficina pensando que estaba demasiado cansada, pero seguía teniendo la sensación de que la vigilaban. Al llegar a su despacho, decidió enviar un email a Ivan con sus sospechas. Él le pidió más información de inmediato, pero al no haber prestado demasiada atención, no supo decirle mucho, aparte de que era un hombre alto de unos treinta y tantos años, con un abrigo largo y un gorro. Después de unas cuantas horas más de trabajo, decidió dar por finalizada su jornada.

Para complacer tanto a Vitaly como a Ivan, había accedido a usar el coche de la compañía. Al llegar a la planta baja, el chófer la estaba esperando. Además, Ivan le había asignado un escolta para que la acompañara al apartamento y lo revisara antes de que ella entrara. Con los puños apretados, asintió con la cabeza y se metió en el coche. Esperaba que su vida no fuera así para siempre. Al llegar al apartamento, el escolta entró primero, mientras Sarah esperaba en la puerta. Tras asegurarse de que todo estaba bien, se despidió. Sarah abrió una botella de vino y decidió darse un baño. Mientras se relajaba en la bañera, repasó mentalmente los acontecimientos del día y, cuando terminó, seguía sin estar convencida de que alguien la había estado siguiendo. Sarah entró en el dormitorio principal y contempló la ciudad a través de

los amplios ventanales. Le encantaba cómo las luces de Times Square inundaban la habitación con un caleidoscopio de colores. Sintiéndose demasiado expuesta, decidió dormir en la otra habitación, que era mucho más pequeña y más resguardada. Tras coger el vino y su tablet, se instaló en la cama para llamar a Vitaly. -Kotyonok. ¿Qué tal va todo en Nueva York? -Todo bien. Para mañana ya habré acabado y podré volver a California, seguramente por la tarde. -¿No quieres pasar allí el fin de semana? -Te echo mucho de menos para quedarme aquí sin ti. Y además…. ¿Te ha hablado Ivan de mi email? -Sí. ¿Has vuelto a ver a ese hombre? -No, pero me siento muy incómoda. Iba a dormir en el dormitorio principal pero, bueno, necesitamos cortinas, o persianas. Me siento muy

expuesta, como si cualquiera pudiera verme. Vitaly lanzó una risotada: Pondremos cortinas, si así te vas a sentir más tranquila. -Sí, mejor. -¿Vas a dormir en el cuarto de invitados? -Sí, esa es mi intención. Me he dado un baño y ahora estoy tomando este delicioso vino, pero no dejo de pensar en ti. -Bueno, estoy aquí. ¿Quieres mostrarme cuánto me echas de menos? Sonriendo con malicia, Sarah colocó la tablet en un banco a los pies de la cama. Se tumbó y miró a Vitaly. ¿Me ves bien? -Sí. Se soltó el cinturón del albornoz y lo abrió. Doblando una rodilla, abrió las piernas y comenzó a recorrer su cuerpo con los dedos. Inclinando la cabeza hacia un lado, miró a Vitaly, sonriendo a la cámara.

-Ojalá estuvieras aquí- le dijo agarrándose los senos mientras él la observaba. Sus manos rozaron suavemente sus pechos. Al trazar círculos alrededor de las areolas, sus pezones se pusieron erectos. Cerró los ojos y se pellizcó delicadamente los pezones. Abrió la boca y se lamió los labios con anticipación. Con una mano se acarició el vientre y con la otra continuó masajeándose los pechos y pellizcándose los pezones. Sintió un estremecimiento al ver cómo Vitaly se inclinaba hacia delante. Contuvo el aliento cuando sus dedos encontraron el clítoris, y lo presionó suavemente. Comenzó a temblar y se lamió de nuevo los labios. Se agarró la labia imaginándose que era Vitaly, mientras su otra mano bajaba lentamente por su cuerpo. Se abrió los pliegues con dos dedos, y continuó trazando círculo alrededor del clítoris.

Al introducir un dedo, notó lo húmeda que estaba. Jadeando, se metió otro dedo y sus músculos internos se retiraron ante la invasión. Balanceando las caderas, se apoyó en el colchón con los talones a la vez que arqueada la espalda. Sintió la deliciosa sensación del orgasmo tomando forma dentro de ella. Cerró los ojos, pero Vitaly la interrumpió. -Mírame, kotyonok. Si no puedo estar contigo, al menos déjame ver la pasión en tus ojos- Sarah abrió los ojos y aceleró el movimiento de su mano. Metiendo y sacando los dedos, se frotó el clítoris con el pulgar, al tiempo que gemía. Con ambas manos se masajeó los pechos, juntándolos tentadoramente. Arqueando la espalda, abrió las piernas aún más y continuó acariciándose. Contemplando la expresión de Vitaly, se imaginó que estaba en el cuarto con ella, sentado en la cama, viendo cómo se masturbaba para él.

Con un gemido, siguió acariciándose todo el cuerpo. Con una mano se abrió la vagina, mostrándosela, y con la otra encontró sus zonas más sensibles. Gimiendo sin cesar, miró a Vitaly y sintió cómo llegaba al orgasmo. Gritando su nombre, se revolcó en la cama frotándose el clítoris y metiendo y sacando los dedos continuamente. Al calmarse un poco, creyó escuchar a Vitaly emitiendo ruidos parecidos. Sonriendo seductoramente, se metió los dedos en la boca. Vitaly gruñó con fuerza y gritó su nombre. Extendiendo el brazo, Sarah tomó su copa de vino y le dio un sorbo. -Oh, mi Sarah. No te puedes imaginar lo erótico que es esto. No veo el momento de que lo vuelvas a hacer cuando estemos juntos- Sarah se sonrojó y asintió con la cabeza, escondiéndose tras la copa de vino. -Que duermas bien, mi amor. Hablamos mañana. -Buenas noches, Vitaly. Te quiero.

-Yo también te quiero, kotyonok. Sonriendo, Sarah desconectó la videollamada y apagó la tablet. Tras meterse bajo las sábanas, se tocó brevemente. No sabía que masturbarse para él la excitara tanto. Tendría que volver a hacerlo muy pronto. Capítulo 7 Vitaly se detuvo en seco al entrar en la oficina del departamento de seguridad. No esperaba que Ivan estuviera en mitad de una reunión. Aún no tenía muy claro cuándo se celebraban las reuniones de los distintos departamentos. Tras saludarle con un gesto de la mano, se dirigió a la oficina privada de Ivan y se sentó a esperarlo. Diez minutos más tarde, el jefe de seguridad entró y le plantó una taza de café delante de él. -Buenos días, jefe. ¿Qué te trae por aquí?- Ante la expresión de Vitaly, tomó asiento. -¿Sarah?

-Por supuesto. ¿Has averiguado algo sobre la persona que le está siguiendo? -Bueno, aún no sabemos si la están siguiendo- Levantó la mano al ver que Vitaly estaba a punto de protestar. -Sin embargo, según la descripción que me dio, podría tratarse de alguien que trabaja para Nardiv, pero no tenemos pruebas. Hasta ahora, no he podido verlo en ninguna cámara. -Pero ¿estamos seguros de que Nardiv está detrás de todo esto? -Probablemente. Pero, como he dicho, no tenemos pruebas. Tú sabes mejor que nadie de lo que es capaz. -Estoy tan sorprendido como tú. Cuando nos separamos, no esperaba saber nada más de él. Al principio pensé que todo esto lo desencadenó el habernos encontrado por casualidad el año pasado. Ivan sacudió la cabeza: -Hemos

averiguado que ya tenía a Marcus en el bolsillo cuando éste empezó a trabajar para ti. Probablemente mucho antes; estas cosas llevan su tiempo. No fue una decisión espontánea. Nardiv ha estado planeándolo durante algún tiempo. Parece odiarte. -Y más ahora que el gobierno está involucrado. ¿Cuándo vuelve Sarah? -Su vuelo sale esta tarde, llegará sobre las nueve. -¿Quieres que envíe un coche para recogerla? o ¿vas a ir tú? Poniéndose en pie, Vitaly sonrió a Ivan: -Voy a ir yo. Capítulo 8 Vitaly observó cómo su Gulfstream G650 aterrizaba y se dirigía al hangar privado. Salió del coche y se apoyó contra él, esperando a que la tripulación abriera la puerta y sacara la escalera. Sarah salió del avión y le saludó con la mano, descendió por la escalera y caminó hacia él.

Se sorprendió al verla envuelta en un abrigo. -Demasiada ropa para San José, ¿no crees? Poniéndose de puntillas para besarle, Sarah sonrió: -Es lo único que tenía para taparme. ¿Podemos ir a casa por el camino largo? Vitaly cerró los ojos ante la repentina visión de lo que llevaba Sarah debajo del abrigo, o de lo que no llevaba. Tras darle instrucciones al conductor, se metieron en la parte trasera del coche mientras la tripulación colocaba sus bolsas en el maletero. Ella ya había subido el vidrio de privacidad y estaba cómodamente sentada de cara al asiento trasero; Vitaly se sentó frente a ella. Tras colocar los pies a ambos lados de él, sonrió y comenzó a desabrocharse el abrigo. Vitaly cogió el mando a distancia y puso música. Con cada botón que abría, él pudo ver partes de su piel, a medida que

ella se descubría poco a poco. Cuando llegó al último botón, abrió el abrigo y se recostó en el asiento, mirando a Vitaly fijamente. -Oh, Sarah…- fue todo lo que pudo decir, empapándose de su belleza. Pensó que iba a llevar la lencería que le había regalado, pero estaba completamente desnuda, a excepción de unas medias negras y sus Louboutins. Inclinándose hacia adelante, le acarició las piernas mientras ella lo observaba en silencio. Le ayudó a quitarse el abrigo y la atrajo hacia él. Montándose sobre él a horcajadas, rozó su erección y empezó a restregarse contra ella. Había soñado con aquello la noche anterior, después de masturbarse para él, y no pudo pensar en otra cosa durante todo el día. Le extrañaba que se hubiera podido concentrar en el trabajo, y no veía la hora de subir a bordo del avión para

regresar a casa. Le acarició la mejilla mirándole con ternura. -¿Te he dicho hoy que te quiero?- le preguntó, tocándole el rostro. -Mmmm, no, creo que no- bromeó él. Al inclinarse para besarlo, él la detuvo y atrapó uno de sus pezones en su boca. Sarah jadeó: -Te amo, Vitaly- gimió. -Mmmm, podría pensar que sólo me quieres por cómo te hago sentir. Queriendo protestar, Sarah sólo pudo gemir ante el tacto de sus manos masajeándole los senos y de su boca chupando sus pezones. Deslizando los dedos por su cabello, le atrajo hacia sí, mientras él reía contra sus pechos. - A mi kotyonok le gusta esto, ¿verdad?- susurró contra su piel, y ella se restregó con más fuerza contra sus vaqueros. Vitaly la echó hacia atrás sobre el asiento de enfrente y se desabrochó los pantalones sin dejar de mirarla. Ella bajo las manos por su cuerpo y

comenzó a jugar con su palpitante clítoris, para acabar introduciéndose los dedos en el coño. Se sonrojó al sentir lo húmeda que estaba. Se llevó los dedos a los labios y los chupó ruidosamente. Vitaly gimió y se bajó los vaqueros hasta las caderas, y su erección brotó libre; empezó a tocarse observándola. Le ordenó que se girara y se sentara sobre su regazo. Ella dobló las rodillas y, sujetando sus piernas por detrás de las de él, descendió lentamente sobre su verga. Se encontraba tan mojada que él la pudo penetrar con toda facilidad, y ambos gimieron con deleite. Agarrándola por las muñecas, le puso los brazos por detrás de su espalda, y los sujetó con una mano mientras con la otra le acariciaba el vientre. -Fóllame- profirió, y ella comenzó a subir y a bajar las caderas con lentitud. Vitaly se estremeció al sentir cómo los músculos de su

vagina se tensaban alrededor de su polla con cada movimiento. La inclinó hacia adelante y deslizó una mano por debajo para jugar con su clítoris, y Sarah comenzó a mover sus caderas haciendo ochos. Vitaly sentía los espasmos de ella a medida que aumentaba su placer. La detuvo y le ordenó que se diera la vuelta, ella protestó. No pudo evitar reírse ante su enojo al haber sido interrumpida. Se apoyo contra él, de forma que quedó completamente empalada y, empujando con los talones, se dio la vuelta. Vitaly creyó ver el cielo al sentir su tenso coño girando lentamente sobre su verga. Pero no se perdió la mirada engreída de ella mientras pasaba una pierna por encima de él y se sentaba de frente. Sarah trató de agarrarse a sus hombros, pero él volvió a colocarle los brazos detrás de la espalda. Inclinándose hacia adelante, sacó el cinturón del abrigo y le ató las muñecas. Se rió al ver la expresión

de su cara, ya que sabía lo mucho que disfrutaba tocándole. -Quiero que tengas una experiencia de manos libres, kotyonok. Para que las pueda usar yo en otros sitios- le dijo, tomando sus pechos. Jugueteó con sus pezones, que se pusieron rígidos y duros, y los apretó con los pulgares. -¿Por dónde íbamos?- le preguntó, masajeando sus senos. Con una sacudida de sus caderas, Sarah tensó los músculos y comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Inclinó la cabeza y cerró los ojos, dejando que su cuerpo vibrara de placer. -Los ojos abiertos, kotyonok- le recordó él, clavándole los dedos en los pechos. Con un gemido, Sarah empezó a aumentar la velocidad de sus movimientos a medida que el placer se extendía por todo su cuerpo. Susurró su nombre una y otra vez, manteniendo el contacto visual, mientras su cuerpo se contraía con

espasmos. Él le pellizcó con fuerza los pezones, y ella chilló. Estrellándose una y otra vez contra él, experimentó múltiples orgasmos, uno detrás de otro. Vitaly jadeó, aferrándose a su culo. Empujando con sus caderas hacia arriba, la sujetó fuertemente contra él, mientras los músculos de su coño ordeñaban su orgasmo. Ella consiguió liberar sus muñecas y le puso los brazos alrededor del cuello. Sus labios se separaron y sus lenguas arremetieron la una contra la otra. El zumbido del interfono les advirtió de que estaban llegando a casa. Sentándose en su asiento, Sarah se puso el abrigo, mientras Vitaly se subía los pantalones. Antes de entrar al edificio, Sarah sonrió al conductor. A diferencia del de Nueva York, no dejó ver si los había estado observando o no, cosa que ella agradeció. Capítulo 9

Esa noche iba a hacerlo. Vitaly contempló el anillo antes de cerrar la caja y metérsela en el bolsillo. Quería sorprender a Sarah y pedir su mano durante la fiesta de Navidad que iba a celebrar en su discoteca Casbah. Había planeado esperar hasta Noche Vieja, pero habían pasado por tantas cosas durante los últimos meses, que no quiso esperar más. Le extrañaba que ella no lo supiera, porque se le daba muy mal guardar secretos. Cuando decidió que quería casarse con ella, viajó al rancho de su familia para pedir permiso a su padre. Pero no esperaba tener que ganarse la aprobación de todos los miembros adultos de la familia, al verse allí sentado con su padre, su tío, su tía y sus cuatro hermanos. Llevaba un discurso bien preparado, pero le salió incoherente y desarticulado, ya que no estaba seguro de a quién debía dirigir su propuesta. Sonriendo amablemente, se sintió

como si lo estuvieran sometiendo al tercer grado, intentando responder a un aluvión de preguntas sobre sus intenciones para con ella. Agradeció mentalmente a Sarah por no haberles contado nada de lo que había ocurrido entre ellos, preocupado por no salir con vida de allí. Tras diversas vacilaciones, tartamudeos y deliberaciones varias entre los miembros de la familia, fue aceptado entre risas, felicitaciones y golpes en la espalda. Suspirando aliviado, estrechó la mano de todos y cada uno haciéndoles prometer que guardarían el secreto, y les invitó a su fiesta de Navidad. Quería que Sarah estuviera rodeada de su familia y amigos cuando le propusiera matrimonio. La conversación con las amigas de Sarah fue un poco más complicada, ya que sabían mucho de lo que había ocurrido entre ellos. Lisa fue la primera en darle su aprobación, pero Mia y Chloe fueron más

difíciles de convencer. Todas eran conscientes de lo mucho que había sufrido Sarah por la forma en la que él la había tratado, y la apoyaron mucho cuando necesitó distanciarse. Después de admitir que se había comportado como un canalla, les aseguró que haría todo lo posible para que nunca volviera a ocurrir. Tras contemplar el anillo una vez más, lo volvió a meter en el bolsillo y salió de la casa. Sarah estaba trabajando en la oficina, y había quedado con él en la discoteca para cenar y bailar. No sabía que esa noche iba a estar cerrada. Vitaly se montó en el coche y se dirigió a Casbah. No podía creer lo lejos que habían llegado en tan poco tiempo; había pasado poco más de un año desde que la viera por primera vez, y ahora iba a pedirle que fuera su esposa. Algo que nunca pensó que ocurriría de nuevo. Su primera esposa, Nadia, creció en

el barrio en el que Vitaly vivía con su tío, después de que sus padres le enviaran de aprendiz con él. Había sido su primera relación para ambos, y casarse les pareció lo más natural, aunque en retrospectiva, lo único que tenían en común era un talento para beber vodka y gastar dinero. Cuando estaban sobrios, siempre discutían. Después de disolver su negocio con Dmitri y decidir que se mudaba a la costa oeste, Nadia se quedó en Nueva York y, durante casi diez años, apenas se relacionaron el uno con el otro, aparte de los depósitos mensuales que él ingresaba en su cuenta bancaria. Le sorprendió que Nadia accediera a divorciarse después de tanto tiempo, aunque era posible que el cheque de seis cifras que incluyó con los papeles del divorcio, la hubiera ayudado a decidirse. Al llegar al club, le extrañó la cantidad de coches que había en el aparcamiento. Fue recibido por sus

empleados, que se habían encariñado con Sarah, y todos los familiares y amigos de ésta. Además de su familia más cercana, también estaban las esposas y los hijos de sus hermanos. Mientras todos esperaban la llegada de Sarah, había un ambiente muy animado. Después de servir la segunda ronda de bebidas, Vitaly miró el reloj. Eran casi las ocho, y Sarah ya debería estar allí. Le había enviado dos mensajes de texto, pero aún no había contestado, por lo que pidió a seguridad que echaran un vistazo, por si había perdido la noción del tiempo. Se levantó para brindar y vio a Ivan junto a la puerta. Su expresión hizo que casi dejara caer el vaso, y se encaminó rápidamente hacia él. -Jefe, tenemos un problema. -¿Dónde está Sarah? -Aún no lo sabemos. -¿Qué ocurre? ¿Dónde está mi hija?

- quiso saber Bill Jenkins, el padre de Sarah, que se había acercado a ellos. -Señor, es lo que estamos tratando de averiguar- le contestó Ivan mientras intentaba alejarse con Vitaly para hablar con él a solas. -No, no os vayáis- exclamó Lisa colocándose al lado de Bill. -Podéis hablar delante de todos. Ivan y Vitaly se miraron el uno al otro mientras la familia y los amigos de Sarah se agrupaban a su alrededor, exigiendo saber qué estaba pasando. A una señal de Vitaly, Ivan sacó su móvil y le mostró un vídeo. -Sarah se ha desconectado justo después de la siete, y los de seguridad la han visto salir del edificio. Tras recibir tu mensaje, he enviado a un guarda para que echara un vistazo en el aparcamiento, por si todavía estaba allí. Ha encontrado su coche abierto, y su bolso y las llaves en el suelo. Hemos revisado las cámaras del

aparcamiento y hemos vimos esto. Mientras Ivan hablaba, Vitaly vio cómo una limusina negra, parecida a la suya, se detenía junto al coche de Sarah. Cuando Sarah se dio la vuelta, la puerta trasera se abrió. Vio cómo se inclinaba para meterse en la limusina, se detenía e intentaba alejarse. En ese momento, el conductor salió del coche y la obligó a meterse dentro, antes de volver a ponerse al volante. -Creyó que habías enviado el coche. Cuando la sala se llenó de murmullos, Ivan levantó una mano pidiendo silencio, y Vitaly volvió a reproducir el vídeo. -Siento mucho tener que compartir esta información de esta manera, pero no tengo otra opción. Según este vídeo, parece que la señorita Jenkins ha sido secuestrada- les informó, levantando la mano una vez más para acallar sus voces. -Hemos llamado a la policía, y de momento no sabemos quién se la ha

llevado ni por qué, pero estamos haciendo todo lo posible para encontrarla sana y salva. Ahora, si me disculpan.... -Cuando Ivan se dio la vuelta para irse, le llovió un aluvión de preguntas. -Siento no poder ser de más ayuda en estos momentos. Y cogiendo a Vitaly del brazo, lo arrastró fuera de la discoteca. ¡Espere!- gritó Bill, corriendo detrás de ellos. -No nos puede dejar así y largarse sin más. -Lo siento, señor, pero mi intención era hablar primero con el Sr. Chekhov. Usted insistió en que se lo dijera a todos. Ahora, si nos disculpa, necesitamos al Sr. Chekhov. -Ivan empujó a Vitaly hacia el coche y se dio la vuelta. -En cuanto sepamos algo se lo haremos saber. Tiene mi palabra. Al ponerse el coche en marcha, Ivan arrancó su teléfono de las manos de Vitaly. -¿Qué más sabemos?preguntó éste, mientras Ivan se

metía el móvil en el bolsillo. -Suponemos que tiene algo que ver con Nardiv. Desde que salió libre bajo fianza, ha estado muy ocupado. -¿La han sacado del estado? Ivan asintió con la cabeza: Probablemente. Hay demasiados aeropuertos privados en la zona que no necesitan presentar planes de vuelo. Tengo a gente investigando qué aviones privados han despegado durante la última hora, y estamos revisando las imágenes de seguridad de los aeródromos más cercanos. Si conseguimos el número de cola del avión, podremos rastrear a dónde se dirige. También estamos vigilando todos los vuelos de llegada a los aeropuertos de la costa este. -¿Y la policía? -Nada útil, pero no esperábamos otra cosa. Vitaly sacudió la cabeza, -No. ¿Y el FBI? -Ya se han puesto en contacto, están en la oficina. Creen que se

trata de un caso de secuestro y rescate. -¿Y tú qué crees? Frotándose la cabeza, Ivan miró a su jefe. Habían trabajado juntos demasiado tiempo como para mentirle, pero no le apetecía tener ese tipo de conversación con él en esos momentos. Suspiró. -No creo que vayan a pedir rescate. Vitaly se clavó las uñas en las palmas de las manos. Después de todo lo que había pasado, su Sarah estaba de nuevo fuera de su alcance y, esta vez, su vida estaba en peligro. Le prometió mentalmente que iba a rescatarla sana y salva, pero no estaba seguro de que no fuera a haber un derramamiento de sangre. Capítulo 10 Sarah se despertó con un gemido y abrió los ojos poco a poco. Le dolía la cabeza y no sabía por qué. Se incorporó lentamente, cerrando los ojos de nuevo al darle vueltas la

cabeza, intentando no vomitar. Con los ojos entrecerrados, miró a su alrededor. ¿Dónde estaba? Al poner los pies en el suelo, se dio cuenta de que estaba descalza, y trató de recordar lo que había ocurrido. Le había prometido a Vitaly que se encontrarían en Casbah para cenar, pero había perdido la noción del tiempo e iba a llegar tarde. Por suerte se había llevado la ropa a la oficina, y se había cambiado antes de salir. Se acordaba vagamente de que al salir del ascensor había saludado al guarda de seguridad, cuando se dirigía al coche. Se sorprendió al ver una limusina en el aparcamiento y supuso que Vitaly la había enviado. Pero, ¿que había pasado después? Frotándose las sienes, recordó asomarse al oscuro interior del coche, antes de darse cuenta de que no era la limusina de Vitaly. Y luego se despertó allí. Pero ¿dónde

estaba? Mirando alrededor, comprobó que estaba en una oficina sin ventanas, pero ¿a quién pertenecía? El sonido de una llave en la cerradura atrajo su atención y levantó la mirada. Un desconocido entró en el cuarto. Se detuvo al ver que estaba despierta y se quedó allí, mirándola. Le entregó una botella de agua antes de darse la vuelta y salir de nuevo. Oyó cómo cerraba la puerta con llave. Sin saber qué hacer, Sarah se quedó allí sentada contemplando la botella de agua. Miró el tapón, que no parecía haber sido manipulado; tenía la boca seca, así que la abrió y dio un largo trago. Cerrando los ojos, obligó a su estómago a calmarse y dio otro sorbo. Una vez segura de que no iba a vomitar, se puso en pie con dificultad. Le dolía menos la cabeza, y no se sentía como si la hubieran golpeado, por lo que supuso que la habían drogado.

Se dirigió a la puerta y trató de abrirla, sabiendo que estaba cerrada con llave. Se dio la vuelta e intentó abrir todos los cajones del escritorio y del armario, pero también estaban cerrados. No había ningún objeto que pudiese utilizar como arma o como herramienta para abrir los cajones. Con un suspiro, se volvió a sentar en el sillón. Temblando, subió los pies al asiento y se abrazó a las rodillas. ¿Dónde estaba? ¿Cuánto tiempo había pasado? Vitaly estaría desesperado, pensó Sarah, preocupada por él. Iba a ser la primera Navidad que pasaban juntos y ella estaba… ¿dónde? No sabía cuanto tiempo había pasado cuando volvió a escuchar el sonido de la llave en la cerradura. Dmitri Nardiv entró en la oficina. Sarah intentó no parecer demasiado sorprendida, y fingió un valor que no sentía. -Sr. Nardiv, me sorprende verle aquí.

Me hubiera imaginado que con su futuro pendiente de juicio se lo pensaría dos veces antes de secuestrarme. -Al contrario, señorita Jenkins, usted es sólo una herramienta. -Porque eso le salió muy bien la última vez- le espetó Sarah, recordando cómo había intentado sobornarla para que robara secretos de la empresa y, cuando no funcionó, intentó incriminarla por espionaje. -Subestimé su afecto por Chekov. -El motivo por el que le rechacé no tuvo nada que ver con mi afecto por Vitaly, como dice usted, sino por haber elegido a la persona equivocada. Si me hubiese dejado en paz, ahora no estaría en problemas. Flexionando sus manos, Dmitri la miró con dureza. Estaba furioso con esa zorrita. Lo había perdido todo por su culpa. Y todos sus clientes habían salido corriendo a los brazos

de Chekov. Le iba a enseñar lo que era una pérdida… enviándole a su novia descuartizada. Sonrió, y Sarah tragó saliva. Estaba loco. -¿Qué va a hacer con migo?le preguntó, deseando que su voz no sonara tan asustada. -Como ya he dicho, señorita Jenkins, usted no es nada más que una herramienta que voy a utilizar para acabar con Chekhov. Póngase cómoda. Va a pasar mucho tiempo aquí. -¿Y si tengo que ir al baño? Dmitri señaló al hombre que le había traído el agua. -Boris le llevará. Ahora, si me excusa, tengo mucho que hacer. Boris se dispuso a seguir a Dmitri fuera del cuarto, pero Sarah lo detuvo. -Boris, ¿puedo ir al baño? Con un gruñido, Boris la esperó junto a la puerta. Sarah se levantó y le siguió. Aunque aún se sentía un poco mareada, se encontraba lo bastante bien como para echar una

discreta mirada a su alrededor. Parecían estar en un edificio industrial, fue lo único que pudo inferir, eso y que el suelo de cemento estaba frío bajo sus pies descalzos. De repente, se chocó contra él y levantó los brazos para mantener el equilibrio. Al hacerlo, sintió la pistola que llevaba en la espalda. Dándole unas palmaditas, le sonrió y entró en el cuarto de baño, y cerró la puerta tras ella. Una vez dentro, se apoyó en la pared y echó un vistazo a su alrededor. El baño estaba en la parte exterior del edificio, y tenía una pequeña ventana enrejada, cerca del techo. Demasiado alta y estrecha para escapar por ella, pero pudo ver parte del paisaje urbano de Manhattan. Al menos sabía que estaba en Nueva York. Mirando a su alrededor, vio un armario que parecía prometedor. Cuando iba a abrirlo, Boris golpeó la

puerta. Preocupa por si entraba, hizo lo que había ido a hacer. Abrió el grifo del agua caliente para calentarse las manos, pero salió fría. Con un suspiro, se lavó y secó la cara, y justo entonces Boris abrió la puerta de par en par. Mirándola con recelo, la dejó abierta para que saliera. De camino a la oficina, Sarah creyó escuchar la sirena de un barco. Quizás se encontraban cerca del puerto. Como había estado allí varias veces, intentó recordar los distintos lugares en los que se podría esconder si conseguía escapar. Pero era invierno, y no tenía abrigo, ni zapatos. Mientras Boris esperaba a que entrara a la oficina, Sarah se frotó los brazos y le miró. -Mmm... hace mucho frío. ¿Me puedes traer una manta?- le pidió con una sonrisa. Gruñendo, él la empujó dentro de la oficina y cerró la puerta. Vaya, no ha ido muy bien, pensó Sarah, preguntándose si

entendía inglés. Poco después, la puerta se abrió y Boris le arrojó dos mantas, antes de volver a cerrar con un portazo. -Un punto para mí- murmuró, dirigiéndose al sillón. Capítulo 11 La Navidad pasó y el pánico se apoderó de Vitaly. Nadie se había puesto en contacto con él, y aún no sabían dónde estaba Sarah, ni si estaba viva. No quería poner más presión sobre su personal, por lo que comenzó a responder personalmente a las constantes llamadas de familia y amigos de Sarah, que querían saber si había alguna novedad. El FBI había establecido un puesto de vigilancia en la oficina y otro en la hacienda familiar de Sarah, por si alguien se ponía en contacto. Después de veinticuatro horas, estaban bastante decepcionados, y al tercer día recogieron sus cosas y se fueron. Vitaly no perdió la esperanza, ya

que estaba trabajando con unos investigadores privados para rastrear el paradero de Sarah, pero todo lo que averiguaban les llevaba a un punto muerto. Estaba convencido de que Nardiv estaba involucrado, y que estaba jugando con él para volverlo loco de preocupación, y lo estaba consiguiendo. Al sexto día, por fin tuvo noticias en forma de un mensaje procedente de un número bloqueado, con una foto de Sarah sosteniendo un periódico. Sin molestarse a informar a las autoridades, Ivan entró en acción, intentando determinar la ubicación de Sarah. Ocho horas más tarde, recibieron un mensaje de texto con instrucciones. ******* Vitaly recorría una y otra vez el pasillo del avión. -No vamos a llegar antes por desgastar la alfombra- le dijo Ivan cuando pasó por su lado.

-No puedo estarme quieto. -¿Lo has intentado? Con un resoplido, Vitaly se sentó frente a él. -¿Contento?- Ivan soltó un bufido y sacó unos documentos de su bolsa. -¿Quieres que lo repasemos otra vez? -No. Sé lo que quiere. Aunque Vitaly se sintió aliviado al ver que Sarah seguía viva, al menos en el momento de la fotografía, ahora sabía que Nardiv estaba detrás del secuestro. Al tener actividades ilegales en otro país, el gobierno federal estaba interesado en todas sus cuentas y le había confiscado todos los activos conocidos, por lo que se vio obligado a cerrar el negocio. Su costoso abogado logró que le concedieran la libertad bajo fianza a condición de que entregara su pasaporte, aunque eso no quería decir que no pudiera conseguir otro. Vitaly a menudo se sorprendía de la ingenuidad del sistema judicial. Sabía que a Nardiv no le quedaba

nada en ese país, y no le importaba lo más mínimo, pero tenía que encontrar a Sarah. Se metió la mano en el bolsillo y sacó la caja del anillo. La abrió y lo contempló durante un rato, antes de cerrar los ojos. Tenía que salvar a Sarah. -¿Es el anillo?- Asintiendo con la cabeza, Vitaly cerró la caja y miró a Ivan. -¿Puedo verlo?- Ivan tomó la caja, la abrió y dejó escapar un silbido. -¿Te ha ayudado alguien a elegirlo o te has decidido por el pedrusco más grande que has visto?- le preguntó, devolviéndoselo. -Un poco de cada- respondió Vitaly con una sonrisa. Aunque se daba cuenta de que a Sarah le podría parecer demasiado, tanto su secretaria como su asistente personal insistieron en que era perfecto. Mirando al anillo, decidió que se lo iba a entregar lo antes posible. Y ella iba a decir que sí,

¿verdad? Se lo metió en el bolsillo, prometiéndose a sí mismo que cometería todo tipo de tropelías si alguien le tocaba un solo pelo a Sarah. Tras aterrizar en Nueva York, el avión se dirigió a un hangar donde fueron recibidos por el equipo de seguridad que Ivan había contratado. Según sus informes, Nardiv había desaparecido tres días antes junto con su jefe de seguridad, Boris Banovich, y otros dos hombres, y desde entonces no habían sido vistos en público. También sabían que seguía en contacto con su abogado. Gracias a las cámaras de vigilancia de la ciudad, fueron capaces de reducir la zona de búsqueda al distrito portuario; y había un carguero programado para zarpar en dos días con destino a Europa del este. Habían intentado poner algunos hombres en la zona pero, debido a los recientes problemas con las autoridades portuarias, los

lugareños no querían extraños en el área, por lo que estaban manteniendo las distancias para no poner sobre aviso a Nardiv. Vitaly comenzó a caminar en círculos tras oír el informe. -Y ahora ¿qué? -Tienes que encontrarte con Nardiv, como hemos planeado- respondió Ivan. -Mientras tanto, seguimos trabajando bajo cuerda. Si encontramos a alguno de sus hombres, lo raptamos y le sacamos la ubicación de Sarah, pero tú tienes que hacer tu parte. Y sin heroicidades. Sobre todo, sin heroicidades- recalcó Ivan, señalándole con el dedo. No quería que su jefe arriesgase su vida otra vez. Asintiendo con la cabeza, Vitaly cogió su móvil justo cuando recibía un mensaje con instrucciones sobre dónde reunirse. Dio un bufido cuando vio la ubicación. La antigua oficina de ambos, que ahora formaba parte de un centro

comercial. Tras subirse a la limusina, se dirigió a su apartamento, mientras Ivan se alejaba en otro coche. El plan era que Ivan fuera primero al sitio y lo rodeara de hombres para poder atrapar a Nardiv cuando éste apareciera. Cuando Vitaly llegó al apartamento, dio ordenes a su escolta para que le esperara abajo, y le dijo que regresaría a tiempo para el encuentro. Tras entrar en la vivienda, se dirigió al dormitorio, dejó las bolsas y se cambió de ropa. Al volver a salir, se quedó helado. Nardiv estaba en el salón, apuntando a Sarah con una pistola. -Me alegro de que hayas venido sólo, viejo amigo- le dijo Nardiv. Pareces cansado. ¿No duermes bien? Ignorando a Nardiv, Vitaly miró a Sarah. Aparte de su aspecto desaliñado, no parecía estar herida. -¿Estás bien?- Sarah asintió con la

cabeza y, cuando estaba a punto de hablar, Nardiv le dio unos golpes con el arma en la sien. -Tú no tienes nada que decir- le dijo, golpeándola de nuevo. Haciendo una mueca de dolor, Sarah apartó la cabeza, pero él la atrajo hacia sí y miró a Vitaly: -¿Has hecho lo que te dije? -Tengo los documentos preparados, y puedo transferir el dinero a cualquier cuenta que me digas, pero, antes, deja ir a Sarah. Ya no hay necesidad de que la retengas. -Ni hablar. Se queda conmigo como garantía, hasta que acabemos con los negocios. -No pasa nada, Vitaly, estoy biendijo Sarah, sonriendo con valentía. Asintiendo con la cabeza, Vitaly cogió su maletín. Sabía que su equipo de seguridad se daría cuenta de que algo andaba mal y vendrían a buscarle; sólo tenía que entretener a Nardiv hasta que llegaran. -Tengo que admitir que me sorprendió que cambiaras la

ubicación original. Hace años que no he estado allí, y me hacía ilusión ver el sitio- le confesó Vitaly mientras abría el maletín y sacaba unos documentos. -Ya no queda nada de los viejos tiempos, como muy bien sabesrespondió Nardiv mirándole. – Hacíamos buen equipo. Tú y yo. Pero tuviste que arruinarlo todo. -¿Yo? Tú eres el que decidió hacer contrabando. -¡Por supuesto! Es donde estaba el dinero. Y lo sigue estando. Pero tú continúas juzgándome, como si nunca hubieses hecho nada malo. -Reconozco que no he sido un santo, pero yo al menos no quebranté ninguna ley, y aún así me hice rico, aunque a base de mucho tiempo y paciencia. -¿Y qué va a pasar ahora, Vitaly? Te lo voy a quitar todo. Encogiéndose de hombros, Vitaly se reclinó en su silla. -Sé lo que es trabajar duro, Dmitri. Lo he hecho

antes. Lo puedo hacer de nuevo. Agarrándo a Sarah por el pelo, Dmitri se levantó y la arrastró con él. -¿Te será tan fácil cuando tu preciosa Sarah ya no esté?- Antes de que Vitaly pudiera responder, se escuchó un fuerte ruido en la puerta de entrada. Dmitri giró la cabeza y Sarah se arrojó al suelo, haciendo que perdiera el equilibrio y la soltara. Saltando de su silla, Vitaly se abalanzó sobre él y la pistola salió volando. Moviéndose hacia un lado, Sarah se puso de pie buscando un arma, cuando la puerta de entrada se estrelló contra la pared y apareció Ivan con otros dos hombres. Al ver la pistola, la recogió y vació el cargador en el suelo, antes de colocar el arma sobre la mesa. -¿Estáis bien los dos?- Ambos asintieron. Uno de los guardas de seguridad sacó unas abrazaderas de plástico y ató con ellas a Nardiv. -Te has tomado tu tiempo- le dijo

Vitaly, mientras recuperaba el aliento. Volviéndose a Sarah, la abrazó con fuerza. -¿Te han hecho daño? -No. Estoy bien. Sólo un poco sucia. -La poli está en camino. Creo que ambos deberíais ir al hospital a haceros un chequeo. -¡No!- gritaron los dos. -O no. Capítulo 12 Tras varias horas, por fin regresó la paz al apartamento. Vitaly y Sarah estaban tumbados en la cama, y él la contemplaba mientras ella dormía. Después de que todos se fueran, la había metido a la ducha para lavar la mugre de los últimos días. La inspeccionó con cuidado, pero no encontró lesiones ni heridas, mientras pensaba en vapulear a Nardiv en caso de que encontrara alguna. Quería hacerle el amor en la ducha, pero ante sus constantes bostezos,

la secó y la arropó en la cama, donde se quedó dormida casi al instante. Por lo poco que había dicho, estuvo cautiva en una oficina del puerto, bajo la atenta mirada de Boris. Cuando Ivan se dio cuenta de que Nardiv no iba a aparecer en el lugar acordado, llamó al equipo de seguridad de Vitaly y descubrió que éste no había salido del apartamento. Registraron el edificio y encontraron a dos matones de Nardiv; Boris fue apresado cuando intentaba entrar en la vivienda por el garaje. Una vez detenidos todos sus hombres, fue cuestión de determinar la mejor manera de entrar en el apartamento sin poner en peligro a sus ocupantes. En el pasillo, fuera del apartamento, los planes de Ivan se fueron al traste cuando uno de los hombres de Nardiv intentó escabullirse y tiró un jarrón al suelo. En ese momento, Ivan dio orden de abrir la puerta, que fue cuando descubrió que

Nardiv ya había sido sometido. Vitaly le acarició el pelo a Sarah, y ella se despertó poco a poco. Mirándole medio dormida, le sonrió. -Mi héroe- murmuró, acurrucándose contra su pecho. Él soltó una risita y le frotó la espalda, mientras ella se estiraba junto a él. -¿Vas a dormir todo el día y toda la noche? -Mmmm, esta cama es muy cómoda. -¿Sabes que es Noche Vieja? Sarah levantó la cabeza para mirarle. -¿Me he perdido la Navidad? -No- contestó él, besándole la frente. -Está esperando a que volvamos. Pero estamos en un sitio ideal para recibir al año nuevo. Si es que te levantas de la cama. -Bueno, tengo hambre y... ¡MI PADRE! ¡Mi familia! ¿Saben que estoy bien? -Relájate, kotyonok. Todo el mundo ha sido informado y tienen muchas ganas de verte- Vitaly se levantó de

la cama. -Los puedes llamar mañana. Esta noche es para nosotros. Quédate ahí. Te llamo cuando esté listo. Sarah se tumbó de espaldas y contempló el techo. No podía creer que había estado secuestrada durante más de una semana y que no tenía ni un solo rasguño. A pesar de las amenazas de Dmitri, estaba segura y de vuelta con Vitaly, donde pertenecía. Tuvo que admitir que debería haber intentado escapar, pero tenía demasiado miedo. Dmitri parecía desesperado, y la gente desesperada se comporta de forma irracional, pero Boris era un empleado dedicado, y no dudaba de su capacidad para llevar a cabo todas las amenazas proferidas por su jefe. Con un suspiro, se prometió a sí misma que iba a tomar clases de defensa propia en cuanto regresara a California. Vio a Vitaly salir del baño. -¿Estás lista, kotyonok?

-¿Para qué? -Ven. Tras ponerse el albornoz, Sarah le siguió y se quedó sin aliento al ver lo que había preparado. El cuarto de baño estaba repleto de velas que proyectaban un alegre resplandor por toda la estancia. La bañera rebosaba de burbujas y un aroma a vainilla y fresas llenaba el aire. -Es maravilloso- Besándole la cabeza, Vitaly la abrazó por detrás. -Cuando nos conocimos olías a fresas, y siempre pienso en ti cuando las huelo- Le deslizó el albornoz por los hombros. -Ven, vamos a meternos- Sarah se sentó dentro de la bañera y suspiró. El agua estaba muy buena. Desplazándose hacia delante, hizo sitio para Vitaly, que se colocó detrás de ella, y se apoyó contra su pecho. Él produjo dos copas de champán y le pasó una. Tras tomar un sorbo, Sarah sonrió. -Vaya, señor Chekhov, ¿estás tratando de emborracharme otra

vez?- bromeó Sarah. Vitaly deslizó una mano por su cintura y le acarició el vientre. -Esta vez no voy a dejar que bebas tanto como para quedarte dormida. Además, creo que ya has dormido suficiente por hoy- Riendo, Sarah se acurrucó contra él, bebiendo de su copa. Él dejó la suya y, cogiendo una fresa, se la acercó a los labios. -Dale un mordisco; le cambia el sabor al champán- Tras morder la fruta, tomó otro trago. -Caramba, es alucinante- Riéndose, él le ofreció otro bocado y soltó un gemido cuando ella le lamió el jugo de la mano. -Mi valiente gatita, qué cosas me haces. -No soy tan valiente. No hice absolutamente nada cuando estaba secuestrada. Debería haber intentado escapar, pero no tenía zapatos, ni abrigo, y, bueno, estaba asustada. -Hiciste lo que tenías que hacer,

kotyonok. Boris Banovich es un asesino as sueldo. Temblando, Sarah levantó su copa, y él se la rellenó. -Ya ha pasado todo, y tenemos mucho que celebrar. O eso espero. -¿Qué quieres decir? -La noche que te secuestraron había organizado una fiesta en el club. Incluso fui a ver a tu padre para pedir permiso. Quería que todos tus familiares y amigos estuvieran allí cuando…- le puso la caja del anillo delante y la abrió; Sarah se quedó sin aliento. -Sarah, mi Sarah. Hemos pasado tanto en tan poco tiempo, y cada día que pasa siento que no puedo vivir sin ti. Eres mi corazón, kotyonok. ¿Me das tu consentimiento para convertirte en mi esposa? Con un chillido, Sarah se dio la vuelta en la bañera, y Vitaly hizo una mueca de dolor. -Mujer, cuidado con esos codos y rodillas, que tengo planeado hacerte el amor- Riendo, se lanzó sobre él y le besó. -¿Eso

es un sí? Porque todavía no he escuchado un sí- le dijo, devolviéndole el beso. -Oh, Vitaly, sí, por supuesto que quiero ser tu esposa. Cuando el reloj se acercaba a la medianoche, se encontraban en frente del ventanal del salón, envueltos en un abrazo. Mirando hacia Times Square, pudieron distinguir la bola mientras se preparaba para caer. Encendieron la radio para escuchar los gritos de la multitud al empezar la cuenta atrás. A medianoche, la estrechó entre sus brazos. -Feliz año nuevo, cariño. Te quiero. -Feliz año nuevo, mi amor. Yo también te quiero. **Fin de la Tercera Parte** Nota del autor : ¡Hola, querido lector! Si te ha gustado la tercera parte de Vitaly y Sarah, ¡deja una reseña positiva! ¡Espero que hayas disfrutado de la serie! Dime si quieres que siga con

esta serie o que empiece una nueva J ¡Muchas gracias por leerme! ¡Espero noticias tuyas! ¡Os quiero a todos los fans! -Leona Lee ¡Sígueme en Facebook! https://www.facebook.com/pages/LeonaLee/1542642042641098 Envíame un email a: [email protected] Para estar al día sobre mis libros, regístrate más abajo ¡y recibirás mi boletín informativo! ¡Haz clic AQUÍ para suscribirte al boletín informativo y conocer la fecha de los nuevos lanzamientos!

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