La juventud en crisis

La juventud en crisis Estamos ante una juventud rota. Una juventud que muchas veces no se puede sentir bien en su casa,

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La juventud en crisis Estamos ante una juventud rota. Una juventud que muchas veces no se puede sentir bien en su casa, con su familia, en el colegio. Una juventud que paga muy caro el precio de ser diferente, de pensar diferente. Jóvenes desarraigados que casi no pudieron disfrutar de sus abuelos o que fueron perdiendo familia a medida de que se agudizaron las peleas entre sus miembros. Una juventud a la que le sobran influencers y le faltan referentes, porque hay que decirlo, no es lo mismo influenciar a alguien que ser el modelo a seguir. Hoy parecería ser un acto de heroísmo empezar y… terminar una carrera universitaria. Hoy es un acto de rebeldía defender la vida. ¿Cuántos no sufren por plantarse en un grupo de amigos con lo que piensan? ¿Cuantos soportaron burlas y chistes? Es que hoy, en este contexto que nos toca vivir, el sentimiento más extendido es la soledad. Los países con más altas tasas de desarrollo viven en simultáneo una suba de sus tasas de suicidios, especialmente en jóvenes. Al mismo tiempo, todo joven cree y siente que es al único que le pasan cosas como estas. El diagnóstico se puede profundizar hasta el infinito, pero en todo este contexto, quisiera advertir un posible origen, algo que reúne este malestar en la juventud, que es la crisis de identidad. ¿Quién soy yo? ¿Para qué soy quién soy? La identidad no es algo que se descubra de un día para otro, sino que es una cuestión progresiva que se descubre y construye en simultáneo a lo largo de la vida, pero muy especialmente durante la adolescencia. Por lo tanto el joven, especialmente aquel que por inestabilidad del entorno o por experiencias personales, no ha podido hacer este proceso a tiempo, se encuentra desarrollando su identidad en el medio de lo vertiginoso de la juventud. ¿No será entonces que la falta de compromiso, la falta de sentido, la voluntad débil, las metas cortas o inexistentes, el desgano, la necesidad de distraerse y divertirse todo el tiempo, el consumo, son solamente síntomas? Creemos que lo son, que son manifestaciones exteriores de una incomodidad interior. Es falso que el joven no se comprometa o que sea una crisis de la voluntad: es una crisis de identidad. En el momento en que se quién soy, y en que yo me paro en mis dos pies para mirar el mundo y a la vida de frente, en el momento que asumo lo genial y único de mi existencia y a partir de eso, descubro la realidad que me rodea, en ese momento puedo asumir una misión, una decisión de vida, un compromiso y sostenerlo en el tiempo. En tiempos de redes sociales e hiperconexión, lo que todos necesitamos es tiempo. Crecer lleva tiempo. Quizás nuestro mundo necesita soluciones creativas, para ese joven concreto que sigue queriendo ser, y ser el mejor.

Nadie quiere ser el peor, nadie quiere ser infeliz o fracasado. Todo joven tiene altas expectativas, sueños o ideales; algunos, solamente se lo olvidaron o... se los hicieron olvidar. Pero es función de aquellos que los rodean recordarles lo valioso de sí mismos. Porque uno descubre su propio valor en la mirada de un otro que ve, con admiración, lo valioso y lo único que se tiene para aportar. El valor no depende de la mirada del otro, pero se descubre allí. Una persona sin vínculos fuertes, una persona que no tiene personas alrededor a otras que le muestran su valor, es una persona vulnerable. Es un joven o una joven, que no se reconoce a sí mismo y que tampoco puede ver el mundo que le rodea como otra cosa que no sea una amenaza. Esto puede dar fuerza para “luchar”, puede sostener banderas y carteles, pero no da el coraje suficiente para ser verdaderamente libre. Libre de las imposiciones de algunas corrientes culturales y de la moda, libre de la influencia de otros que en vez de mostrarle su valor, lo utilizan, libre de la esclavitud del aquí y ahora constante, libre de la presión del medio, libre de quienes buscan sus intereses mezquinos. Un joven libre, que en la tarea común pueda descubrir que es capaz de mucho, que es querido y aceptado, que también tiene defectos y debilidades que tendrá que superar para poder ser mejor y hacer mejor. Eso se traduce en compromiso, en capacidad de sostener las decisiones, en ponerse metas y superarse, en que las actividades cotidianas tengan un sentido, en que la vida tenga un sentido. “Luchar” por algo en este contexto, no será un “ir en contra” sino en un “trabajar por”. Y así, con los pasos en la acción: se cambia el entorno, el país, el mundo. Lo decimos claro: es mentira que el joven no se comprometa. Por eso creemos que convocar a los jóvenes a construir una sociedad más digna es simplemente decir recuerda quien eres. 1 Una juventud en crisis no es una juventud perdida, sino una juventud que tiene la oportunidad de revolucionar verdaderamente este entorno que desprecia la identidad, que masifica, que no quiere diversidad, que quiere un pensamiento único. Ir por la juventud es ir por quienes tienen la capacidad de transformar la realidad que duele. Los jóvenes son el presente porque viven con esperanza, y la esperanza la tienen quienes tienen futuro. Y así, siendo el presente y el futuro, la juventud, que es inquieta,

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los

desafíos

https://www.youtube.com/watch?v=B7qPKcZKLEc

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su

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