La Inerrancia de La Biblia

En el capítulo 11 del texto, Erickson ofrece siete conceptos distintos de la inerrancia. ¿Está de acuerdo usted con uno

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En el capítulo 11 del texto, Erickson ofrece siete conceptos distintos de la inerrancia. ¿Está de acuerdo usted con uno de esos conceptos? ¿Cuál? ¿Por qué? ¿Qué importancia tiene su concepto de inerrancia en su ministerio, su predicación, su enseñanza, su evangelismo y su propia vida? ¿Por qué? Enmarcar el tema de la inerrancia de la Palabra de Dios es una tarea compleja y delicada. Estudiando esta doctrina se evidencia que ni los mismos teólogos han llegado a un acuerdo general sobre este aspecto. Desde los más ortodoxos que alegan que la Biblia contiene declaraciones científicas e históricas exactas hasta aquellos liberales que aducen que las sagradas escrituras ostentan errores en sus datos y que no es la Palabra de Dios. Dentro de las siete opciones que presenta Erickson, me inclino por la postura teológica de la inerrancia plena. La inerrancia plena asegura que la Biblia es enteramente verdad en sus declaraciones y datos que presenta, aunque es importante destacar que los escritores inspirados por Dios registraron los hechos y eventos desde su óptica humana y en su contexto cultural, es decir, describiendo los hechos sobrenaturales como milagrosos y fenómenos que superan nuestra capacidad de comprensión natural y lógica. La postura de la inerrancia plena también asegura que la Biblia, aunque presenta datos históricos y científicos, no procura dar una explicación detallada y exhaustiva de estos eventos. En este sentido, la Biblia no responde a todas las interrogantes que la ciencia moderna y la academia de hoy se hacen respecto a los eventos y declaraciones narrados en el texto sagrado. Es indispensable para ejercer el ministerio sagrado la seguridad que el ministro de Dios tenga respecto a la inerrancia de la Biblia. Cuando se asegura que toda la Biblia es inspirada por Dios, como consecuencia se debe asegurar que es inerrante, ya que la inspiración divina garantiza que los escritores bíblicos escribieron bajo la dirección de Dios mismo y eso certifica al ministro de la Palabra que el contenido bíblico está libre de contradicciones. Basado en el párrafo anterior, destaco que, aunque el texto sagrado pudiera tener algunas cosas que no entiendo a plenitud, si puedo tener plena certeza que nos conduce plenamente a una relación con Cristo satisfactoria. En el ejercicio de mi ministerio puedo predicar con toda confianza al mundo que el contenido del texto sagrado es inspirado e inerrante, es decir, carente de errores y que contiene el mensaje que necesitamos los pecadores para reconciliarnos con Dios. Favorezco la postura de la inerrancia plena ya que pretender exigirle al texto sagrado que ofrezca todas las respuestas que tiene nuestra mente moderna es tentar a Dios, es caer en el pecado del orgullo e incredulidad y querer que la revelación divina satisfaga todas nuestras demandas para entonces creer en Dios. Debemos ocuparnos en obedecer aquello que conocemos de la Biblia y continuar depositando nuestra confianza en la Palabra inerrante de Dios, ya que es por vista y no por fe que seguimos al Señor (2 Corintios 5:7).

Estimado hermano Marcos, permítame aportar a su ensayo que para evitar juzgar el texto bíblico como incoherente o errado es indispensable el hacer uso adecuado de la ciencia hermenéutica para extraer el significado correcto del autor bíblico. También es saludable el uso de una buena exégesis bíblica para evitar tergiversar los datos y sentido de lo que el texto sagrado expresó a sus oyentes de aquel momento y la aplicación que tiene para la humanidad contemporánea. Aquellos que no observan ni aplican un adecuado análisis hermenéutico al texto sagrado alegan entonces que éste ostenta errores y que por con consiguiente adolece de autoridad para regir el destino de su existencia humana. Los ministros de Dios debemos estudiar cuidadosamente aquellas porciones que aparentemente tienen alguna inconsistencia, ya que regularmente se debe a nuestra ignorancia del tema y en aquellos fragmentos donde los eruditos bíblicos no han conseguido respuesta lógica, entonces debemos esperar que Dios a través de la ciencia bíblica traiga luz a lo que ha permanecido oculto.

Estimado hermano Ramírez, adiciono a su ensayo que el fundamento firme de nuestra fe está en la Palabra de Dios ya que ella es la que testifica de Jesús el cual es la verdad. Por extensión, toda la Biblia es la verdad absoluta de Dios (Juan 5:39). Adicionalmente, la Biblia cumple su propósito para la cual fue escrita y dada a los creyentes, en otras palabras, es eficaz para reconciliar al pecador con Dios (Hebreos 4:12). Esto quiere decir, que las escrituras cumplen un cometido específico en la humanidad. Sin embargo, existen aquellos que desean exigirle a la Biblia que colme todas sus dudas y exigencias caprichosas para entonces poder calificarlas como la Palabra de Dios. En este sentido, el evangelista Juan dice que Jesús hizo muchas otras cosas (señales) pero que solo se han registrado en este libro una porción de esos hechos del redentor con el objetivo de que la humanidad llegue a la salvación por medio del testimonio que las escrituras dan de Cristo (Juan 20:30-31).