La Evaluacion en Preescolar

La Evaluación en Preescolar La evaluación es un elemento de suma importancia en la planeación, pues suministra informac

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La Evaluación en Preescolar

La evaluación es un elemento de suma importancia en la planeación, pues suministra información a la educadora sobre los procesos de enseñanzaaprendizaje, con vistas a la posible mejora de la práctica docente (Gallego, 1994). En el nivel preescolar, la evaluación tiene un enfoque cualitativo con algunos elementos de lo cuantitativo (la medición) y es un proceso integral, debido a que informa sobre las actitudes, los intereses, los hábitos, los conocimientos, las habilidades, etc. También está presente en todos los momentos del proceso didáctico, ya que entre ellos existe una relación de dependencia recíproca. La planeación no tienen sentido si no existe una evaluación, ya que a partir de ésta se tienen elementos para prever lo que se va a hacer. Aquí abordaremos los aspectos de la evaluación que están más involucrados en el proceso de planeación como prever la evaluación del logro de los aprendizajes esperados (observando las evidencias de las competencias de trabajadas), la participación docente y los aspectos curriculares y en situaciones de autoevaluación y heteroevaluación en las que participan los alumnos y maestros en lo que respecta a las competencias planeadas y esperadas. El carácter cualitativo de la evaluación en el jardín de niños lleva al docente a investigar y analizar los elementos de la realidad a fin de que le permitan conocer las características, circunstancias, posibilidades, limitaciones de los niños y el contexto (escuela, familia, comunidad) donde se desenvuelven. Al integrar e interpretar esta información el docente puede saber hacia dónde dirigir la acción educativa. Qué evaluar a) Los aprendizajes del niño b) La evaluación de la práctica docente c) Los aspectos curriculares abordados

Aprendizajes del niño Se han de apreciar en todo momento los avances que va teniendo, comparados con sus propios puntos de partida, es decir, evaluar si la enseñanza está ayudando a cada niño a aprender. Por lo tanto, evaluar en este caso no es ver cuánto le falta a cada uno para lograr un aprendizaje esperado, como tampoco es comparar a los niños entre sí. “Es evaluar que han aprendido los niños, para ayudarles a profundizar esos aprendizajes, a sistematizarlos, a explicarlos, a justificarlos, encontrándoles razones y a compartirlos con sus compañeros” (Santos Guerra, 1998). Este enfoque de la evaluación ayuda a las educadoras a darse cuenta de qué han aprendido los niños, para no creer que la información que les están aportando no la conocen; a la vez nos ayuda a tener más claridad sobre lo que interesa a los niños. La evaluación que realiza la educadora sirve para “comprender el conocimiento infantil, para respetarlo pero también para ayudar a los niños a reflexionar sobre el mismo, a ponerlo en relación con otras nociones que se ajustan más al saber del “experto”, a confrontarlo con el de sus padres, a cuestionarlo, a reestructurarlo, a superarlo poco a poco” (Santos Guerra, 1998).Este enfoque evaluativo invita a abordar las dificultades de los niños y trabajar con ellas más sistemáticamente, Los niños necesitan más ayuda de las educadoras frente a lo que les resulta difícil, ya que es muy probable que lo fácil lo aprendan por su cuenta (lo fácil y lo difícil son conceptos relativos y dependen de las particularidades de cada niño). Se sugiere utilizar la historia escolar del alumno, los registros de las observaciones de sus comportamientos en específico para evaluarlos, listas de cortejo, escalas estimativas o numéricas, etcétera.

Evaluación de la práctica docente Se realiza para comprender si el modo en que se está conduciendo la enseñanza posibilita conseguir los fines deseados, si las decisiones tomadas favorecen u

obstaculizan que los alumnos progresen de acuerdo con los aprendizajes esperados. Por eso conviene valorar cada uno de los elementos que depende de las elecciones de la educadora; los materiales utilizados, la organización dinámica de los niños, la disponibilidad para indagar y aprender solos (rincones, áreas), la distribución de los espacios (tiempos y lugares), la utilización de los tiempos, las formas de intervenir de la educadora, los modos de atender a cada niño, las modalidades de trabajo propuestas, consignas y normas de trabajo. El proceso de mirar la propia práctica permite a la educadora la realización de una atención diferenciada a las necesidades individuales de los niños; potencia la autoestima positiva de la educadora, su autonomía y la de los alumnos, plantea la enseñanza como un proceso de aprendizaje y ayuda al aprendizaje significativo de los niños. Alguno de los instrumentos que se proponen para evaluar aspectos curriculares son: Los planes de trabajo, listas de cortejo (de actuación de la educadora), escalas estimativas (de su intervención pedagógica), el diario del docente, bitácoras de talleres y rincones de juego, entre otros.

Aspectos curriculares abordados Por ejemplo, si se han trabajado contenidos de lenguaje oral o escrito, conviene revisar en qué competencias se desea que los niños trabajen. La evaluación de contenidos curriculares también es importante para responder a preguntas tales como: ¿Es apropiada la frecuencia con que se ha abordado el contenido seleccionado? ¿Es necesario profundizar algún contenido trabajado? ¿Es necesario volver a trabajar determinados contenidos en función de las posibilidades o dificultades del niño? ¿Qué modalidades de trabajo responden más a determinados aprendizajes esperados en los alumnos? Alguno de los instrumentos que se proponen para evaluar aspectos curriculares son: cuadro de frecuencia de actividades, diario, planes de trabajo y portafolio del docente, y registro de observaciones y portafolio de los alumnos.

Autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación. Se acuerda con las personas que participan en la evaluación que se dan procesos de autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación.

Autoevaluación Es el proceso de evaluación a ellos mismo que realizan el alumno y la educadora, y donde reconocen sus dificultades y logros. Es necesario, dice Casanova (1998), que cuando se inicia este tipo de evaluación se comente con los alumnos, al comienzo de una unidad didáctica, qué aspectos se evaluarán al final. Es recomendable que en los procesos de autoevaluación se involucren todos los participantes del proyecto escolar en reuniones de consejo técnico.

Coevaluación “Es el proceso de evaluación grupal de una actividad o de un trabajo determinado, realizado entre varios” (Casanova, 1998:97). Se recomienda realizarla después de un trabajo en equipo, una mañana de trabajo, al término de un proyecto, unidad de trabajo, taller, centro de interés, visita a la comunidad, etcétera. Es necesario que al principio se resalten algunos aspectos positivos para realizar la coevaluación, pues al evaluar aspectos negativos de los compañeros se puede provocar sentimientos de malestar en el grupo. Uno de los propósitos de la coevaluación es identificar las percepciones de logros y aprendizajes que tienen de sus compañeros y de lagunas actitudes de la educadora que generalmente no se perciben en la práctica docente. La coevaluación también permite establecer un parámetro acerca de los aprendizajes individuales y colectivos. Se sugiere que todos los involucrados en el proyecto escolar participen en este proceso de coevaluación en algunos momentos “clave” o de seguimiento, para mejorar los resultados y considerar otras estrategias, si fuera necesario.

Heteroevaluación Es el proceso de evaluación que realiza una persona respecto de otras: Su participación, su trabajo, etc. Este tipo de evaluación es el que generalmente realiza la educadora a sus alumnos (Casanova, 1998). Es uno de los aspectos importantes dentro del proceso de enseñanza y permite al docente obtener una serie de datos que le permiten “enjuiciar” las acciones de otras personas, más aún cuando éstas se encuentran en momentos evaluativos delicados en la que un “juicio” (valoración) equívoco, injusto, poco sopesado, puede acarrear actitudes de rechazo (hacia el estudio, la sociedad o consigo mismo) en ese niño que es nuestro alumno (Casanova, 1998). Los procesos de evaluación –autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación- se deben prever en la planeación y son fuente importante para educar nuestra práctica docente a la realidad de grupo.

MALAGÓN Y MONTES, Guadalupe (2005). Las competencias y los métodos didácticos en el jardín de niños. Trillas