La Cumbia

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LA CUMBIA

SANDRA ALFARO PALACIO IVANNA CUENTAS RADA ELIETH DONADO TORRES LUISA UPARELA HERNANDEZ

UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR INGENIERÍA INDUSTRIAL, III SEMESTRE, DIURNO BARRANQUILLA 2010

La cumbia, es el principal baile y aire musical de la Costa Caribe que identifica a Colombia ante el mundo. Constituye uno de los pilares y tradiciones del Carnaval de Barranquilla con más de ochenta cumbiambas y comunica al ser caribeño su verdadera identidad cultural con “La Puerta de Oro de Colombia”.

La magia ritual de la cumbia se mantiene protegida en la tradición de nuestros pueblos, y por su propio mérito trascendental ha llegado a ser de conocimiento inexcusable para los amantes de la vida, el folclor y la cultura. De ahí inspiró a la UNESCO, para proclamar en el año 2003, al Carnaval de Barranquilla Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

La cumbia surge del sincretismo musical y cultural de aborígenes, negros y, en menor escala, de los europeos en la región del delta del río Magdalena en Costa Caribe Colombiana, con epicentro en la región de la población de El Banco, Magdalena, hasta Barranquilla.

Es un ritmo popular en distintos países americanos, donde ha seguido distintas adaptaciones como la, cumbia mexicana, cumbia peruana, cumbia argentina, cumbia salvadoreña entre otras.

Es originaria de la parte alta del valle del río Magdalena, de la zona denominada Depresión Momposina.

Los africanos que llegaron como esclavos a estas regiones, al contar la historia de sus grupos étnicos y aquellos hechos famosos dignos de guardarse en la memoria, se servían de ciertos cantos que distinguían con el nombre de “areitos”, que quiere decir bailar cantando: poniendo en alto los candiles, llevaban el coreo, que era como la lección histórica que, después de ser oída y repetida muchas veces, quedaba en la memoria de todos los oyentes. El centro del círculo lo ocupaban quienes daban la lección con el pie del canto y aquellos más duchos y peritos en el manejo de las guacharacas, millos, tambores y maracas, para entonar con la delicadeza la música de aquellos cantares que fueron pasando, con el tiempo, de ser elegiacos a entusiasmar, galantear, querellar y divertir.

La cumbia es madre de muchos ritmos como el porro, la gaita, la chalupa, el bullarengue, el chandé, el paseo, el son, las puyas entre otros. La cumbia y el fandango, uno de sus derivados, son los únicos bailes populares que aún conservan aquel alumbrado, que en los bailes primitivos a cielo abierto no era otra cosa que las luces que servían de esplendor a las velaciones. En la región vallenata, la cumbia se interpreta con acordeón, caja y guacharaca o raspa; en Córdoba se ejecuta con banda de hojita o banda pelayera. De la cumbia existen varias modalidades regionales como la cumbia sampuesana, la soledeña, la cienaguera, la momposina, la de San Jacinto, la de Cartagena, de Cereté, de Abangué, entre otras.

La cumbia es una danza y ritmo con contenidos de tres vertientes culturales distintas: indígena, negra, blanca (española), siendo fruto del largo e intenso mestizaje entre estas culturas durante la conquista y colonia de las tierras americanas.

La presencia de estos elementos culturales se puede apreciar así: 

Presencia

de

movimientos

sensuales,

marcadamente

galantes,

seductores, característicos de los bailes de origen africano. 

Las vestiduras tienen claros rasgos españoles, muy parecidas a las del actual flamenco: Largas polleras, encajes, lentejuelas, candongas, etc. Y los mismos tocados de flores y el maquillaje intenso en las mujeres. Las vestimentas de los hombres, por otro lado, son muy parecidas a las usadas en los encierros en el marco de las fiestas de San Fermín en Pamplona: camisa y pantalón blanco, un pañolón rojo anudado al cuello y sombrero.



En la instrumentación están los tambores de claro origen africano, las maracas, el guache y los pitos (millo y gaitas) de origen indígena, mientras que los cantos y coplas son aporte de la poética española, aunque adaptadas luego.

Término onomatopéyico, que, estimula la arteria folclórica que llevamos todos latente en nuestro ancestro. Es un ritmo contagioso que invita a sollozarse con estas notas vibrantes de tan honda como vital presencia también en el carnaval barranquillero.

La cumbia se basa en concentraciones, rondas

las

cuyas parejas

rinden culto al folclor compartiendo al son de tambores, millo

y

flautas

de

maracas

ese

mensaje vibratorio tan particular costeña

de

la

raza

congratulatoria

con su tradición.

Desde primitivos tiempos las fiestas parroquiales concentraban en las plazas y “salones burreros” este cordial encuentro de amistosa soberanía popular, varones y mujeres cumbiamberos todos de costa y providencia, cada uno de los cuales con la gracia fecunda de su temperamento y el estimulo elocuente de su talento muestran desde antaño, por generaciones sagradas este cálido mensaje de convivencia musical tan digno de sus sencillas costumbres.

De qué manera señorial, el parejo respetuoso y la coquetería disimulada de la mujer, van ambos en ronda serena, compartiendo el rito de este baile no propiamente carnavalero de raíz pero si con tradición de nuestras fiesta patronales. La ropa de ambos o es disfraz. Sencillamente orgullo de la clase campesina.

¡Cumbia!... es un tributo propio de la nobleza, cual lleva en sus linfas, todo el manantial elocuente de su prosapia costeña. Pues expresa en el secreto de su alcurnia campesina el vigor de una etnia respetable.

La cumbia es como un himno folclórico que impone el sagrado patrimonio de su vivencia raizal. Nada honra tanto nuestra cultura “currambera” como este fascinante desafío rítmico que exalta tanto la pintoresca ronda nocturna de la cumbia en todo su apogeo, con el rito de sus velas y el reto d su discreto homenaje romántico.

La cumbia es un baile ritual de carácter amoroso, donde las parejas no se tocan al bailar. Hablar de ella es obnubilarse con el encanto de las velas encendidas, es vestir de gala la noche, es descubrir en los cuerpos de los intérpretes la magia del erotismo hecho movimiento. Su carácter ritual, se expresa en lo tangible de sus vestidos, sombreros, mochilas o velas cuyo manejo en el baile son evidencia del talento y destreza de los bailadores; así mismo, se encuentra presente lo intangible que refleja la unidad indisoluble que acuna en su alegría, la identidad del ser Caribe.

La cumbia es originaria de Colombia, aunque se habla de ella en otros lugares como México, Argentina, Ecuador, Chile; sin embargo, es en el Caribe colombiano donde el lenguaje de los cuerpos hablan sin pronunciar palabra y hace evidente una historia que muestra la riqueza, sentimiento y deseo de lo aborígenes, de los españoles y negros venidos al continente americano.

El vestuario es muy singular, el hombre viste todo de blanco con un pañuelo rojo alrededor de su cuello y lleva puesto una mochila y un sombrero "vueltiao" originario de la costa atlántica colombiana.

Por su parte, la mujer, viste una blusa blanca o roja escotada de mangas cortas, un adorno de flores en la cabeza, y una falda roja ancha llamada comúnmente "pollera colora".

También, sostiene en su mano derecha, un paquete de velas que el hombre le entrega al principio de la danza.

El sombrero vueltiao declarado símbolo de la cultura colombiana (ley 908 del 8 de septiembre de 2007), encierra los secretos de la cultura Zenú, indígenas del área de las sabanas de los departamentos de sucre y Córdoba.

El material del cual están hechos es la caña flecha, cuidadosamente procesada, teñida y tejida para lograr una matemática perfección en su diseño, se constituye en todo un vocabulario que cuenta historias, los secretos de la naturaleza y de sus artesanos que de forma prodigiosa impregnan al sombrero no solo de un sentido, sino de una funcionalidad en la cumbia que va mas allá de ser el simple elemento con el cual el hombre Caribe se protege del sol.

Es llamado “vueltiao”, justamente por el número de vueltas que se da con el tejido para darle su forma desde la copa hasta el ala. El cumbiambero hace uso de él, para describir el camino que ha de seguir su pareja, en un acompasado movimiento que refleja ingeniosamente las maneras que un hombre tiene para entregar su corazón.

El movimiento de la pollera, centra su significación en la constante negación y provocación que la mujer hace al hombre.

La trayectoria que describe con sus bordes de fino encaje hasta posarse en la insinuante cadera de la mujer; arrastra los instantes de asedio del hombre. Los dedos estéticamente fijados a la pollera. Dan la sensación de que mano y pollera se juntan en una sola unidad expresiva para atrapar los desdenes del cuerpo y dejarlos solo en insinuaciones.

Son las flores las encargadas de engalanar el rostro de la cumbiambera. Las hay de muchas formas y diseños, todas ellas basadas en la preciosa y rica flora Caribe.

Las más utilizadas son cayenas, corales, “arrebata macho”, en su forma natural o elaboradas con telas que van desde las más finas y brillantes, hasta las más sencillas, entrecruzadas con hojas, cintas, varitas de perlas, mallines, trencillas y peinetas, en una complicidad perfecta que se suma a la belleza de la mujer convirtiéndose en una corona natural para la soberana de la cumbia.

La piel y la sangre del verdadero barranquillero, hierven ante la sonora voz del cumbiambero que anima e invita a alzarse en un decido combate, para atrapar la alegría, aumentar la euforia y alimentar el espíritu. Se trata del llamado “Guiro”, esas voces fuertes, que acrecientan la energía de todo un equipo, solo comparable con el ímpetu del viento que corre con su transparente eco, el revoloteo de un corazón lleno de pasión por lo que se hace con amor, es el Guiro la manifestación de euforia más pura y la invitación a una fiesta llamada cumbia.

La mujer desplaza los pies de forma plana sin levantarlos del suelo, no brinca para no desfigurar el movimiento pendular de su cadera, ni producir movimientos en su torso que debe permanecer erguido como el tallo de una palmera y sin movimientos de hombros.

Ella, que se pasea por las nubes en un andar imperceptible levita para cambiar de sitio y no dejarse atrapar.

Es la mujer que se deleita con la caballerosidad de su parejo la cual florece de manera inevitable en esa sutil relación con la pareja que parece flotar en el espacio; el parejo a la espera, le dedica su andar; aumenta y dignifica la feminidad, al decirle sin hablar que ser mujer es una bendición.

La forma más auténtica de la cumbia es exclusivamente instrumental, sigue un compás 2/4 y es ejecutada y seguida tradicionalmente por el conjunto de tambores: llamador, alegre, tambora, así como la flauta de millo o las gaitas, macho y hembra, las maracas y el guache. La cumbia cantada es una adaptación relativamente cercana en la que el canto de solistas y coros o cuartetos se alternan a la de la flauta de millo o las gaitas. El conjunto de cumbia es una ulterior evolución del originario conjunto de la tambora, estando el conjunto de tambora conformado por el tambor alegre y el llamador y, en algunos casos, por la tambora. Es un baile meramente cantado, como el chandé, con sus palmas y coros, junto al cual luego se sumaron los pitos de las gaitas o los millos.

El alegre o hembra, tambor que marca la melodía; "juguetea" con las notas de las melodías dictadas por los instrumentos líderes en este sentido y que se adorna con complejas y alegres improvisaciones sobre todo al final de la frase melódica, durante su ejecución.

El llamador, el tambor más pequeño de todos, también llamado macho, que marca la cadencia rítmica o compás, por lo cual es al único que no se permiten los llamados "revuelos" o "lujos" en su interpretación.

La tambora, tambor mayor en su tamaño y único con dos cueros, uno en

cada

boca

de

la

caja

de

resonancia, en el cual recae toda la responsabilidad de la pronunciación del acento sonoro característico de los aires

tradicionales

acompañamiento

de

en cada

el pieza

musical. Proporciona adornos y el bajo.

Instrumento aerófono de ancestro indígena: flauta derecha fabricada a partir del corazón del cardón, con una formación de cera en uno de sus extremos en donde se hace una ranura y se inserta un apéndice cilíndrico, generalmente la base de una pluma de pato, a manera de canal y boquilla, respectivamente, con orificios variables entre 3 y 6 hacia la parte baja del cuerpo.

Se le llama de esta forma por la similitud de su sonido con el de las gaitas de pico de los españoles.

La gaita hembra, de 5 orificios, proporciona

la

melodía.

Su

acompañante, a contra punto.

La gaita macho, de 2 orificios, cumple una función marcante e imprime una profunda virilidad en el tañido de su lamento.

Un gaitero toca la gaita macho con una mano; con la otra, a la vez con gran destreza, la maraca, y sus labios sólo sueltan la gaita para cantar.

Es un instrumento muy importante en la región Caribe porque le da ritmo a la cumbia, así como a los otros ritmos que se pueden interpretar con ellas: El porro, la gaita instrumental y el merengue.

Instrumento aerófono, al parecer de origen africano que reemplaza a las gaitas. Recibe otras denominaciones como flauta traversa de millo, carrizo, lata o bambú.

Es un instrumento abierto en sus dos extremos, de unos 25 a 30 cm de largo y de 1,5 a 2 cm de diámetro, normalmente. Tiene cuatro orificios situados a unos 1 ó 1,5 cm entre sí y a unos 10 cm de la lengüeta, obtenida de la corteza de la caña y que forma la embocadura por la cual entra y sale el aire mediante emisión e inmisión del ejecutante, dotada de un hilo pisado a la lengüeta y sostenido por los dientes para modular el sonido y producir el efecto vibrado de los sonidos agudos, lográndose los más graves y nasales o bajos con el cierre de la abertura situada al extremo más próximo a la embocadura.

Voz

de

etimología

[mbaɾa'ka])

que

guaraní

nombra

al

(mbaraka instrumento

idiófono de origen indígena, formado por una parte esférica de calabaza seca, en nuestro medio generalmente de totumo, con semillas o piedrecillas en su interior y un mango de palo que atraviesa o se adhiere al totumo y le sirve, a la vez, de sostén. Acompañan a la gaita macho y proporcionan el "brillo" en la canción.

Instrumento rítmico idiófono al igual que las maracas,

y

con

acompañamiento

estas versátil

se y

encarga vivaz

de

del las

improvisaciones musicales comandadas por la coquetería del tambor alegre. Es de cuerpo alargado, generalmente metálico, con estrías o perforaciones y pequeños percutores dentro, como semillas o piedrecillas y fragmentos de vidrio.

La cumbia requiere de la fuente cristalina de la música para completar su encanto, en ella está presente en una conjunción perfecta, instrumentos como la tambora, tambor alegre, tambor llamador, guache, las maracas y una flauta de millo que permite entonar las melodías.

La sonoridad de estos instrumentos solo es posible gracias al garbo y entusiasmo de unos aguerridos músicos que dejan pedazos de su existencia, sobre los cueros del tambor, son ellos quienes en un gesto de lo intangible, muestran la virtud más pura posando sus labios sobre la embocadura de una flauta de millo que grita emocionada y convierte todo en movimiento, dando armonía a todo cuanto le rodea.

Son 4 días de carnaval en los que la cumbia se hace presente engalanando eventos como la batalla de flores, la gran parada, el desfile de la 84 y hasta Joselito, quien se va con las cenizas. Allí se dan cita el tun tún del garabato , los versos del Congo, las sombrillas de las Farotas, los sonidos del paloteo, el clack clack de los coyongos, los brincos de las marimondas, entre tantas otras riquezas que se convierten en la prueba indeleble, de una creatividad sin límites y de fuente inagotable, donde la cumbia aparece imponente, porque existe cumbia en el carnaval, pero también fuera de él se baila cumbia en el día y también en la noche, aquí y fuera de Colombia, formando parte del cuerpo, de las voces, de las miradas de propios y extraños que la admiran y le abren paso para saborear de ella, las mieles de la vida.