La Culta Dama - Novo 3-3

(Gloria obedecc. Erne¡to boja la cabeza. Salen.) , Arro,Nra.-(! lupe.¡ Acompañe usted a esta gente. ls¿_ ley,, A Cymtn

Views 56 Downloads 3 File size 10MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

(Gloria obedecc. Erne¡to boja la cabeza.

Salen.)

, Arro,Nra.-(! lupe.¡ Acompañe usted a esta gente. ls¿_ ley,, A Cymtn.) Carmenr para ti no ha¡. lugar cn mi mesa. :\/amos, Claral

(Clara ¡e acerca, inician el ruuris.)

ClnrvrrN.-¡Oh, no sc apure ustcd! yo

l.ro ccno nunca,

,\¡1'6¡¡¿.-;Uevaba alguna I"RANcrsco.-No, scirora.

maletal

Ni

siquicra llevaba abrigo.

¡\¡1'6¡¡¡.-¡§c fuc cn su cochei fp¿¡6¡5s6.-No, señore. Su coche r1o está en el garage. ( DesVués le an mr,ne.nta.) ;Manda algo m;is la señorai (

pctr

Antonia illJ cúillerl¿t, l'ranci¡co z'¿ a salir cudttdo ¿nlra

la izEa.ierda Lupe.)

-fELON

Lupr.-Buenos días, señora. F¡ancisco. . . {¡'1'e¡¡¡.-¡los e¡rcontró usted? (A Francisco.) Deje

rhí los periódicos. La señorit¿ Lupe los recogerá. (Franci,sco obetlece

ACTO TERCERO La misnta e¡cena. A

.

h

mañ¿na iguieute.

.I nn¡crsco.--( Eutra de la izquierda con los periódicot

el brazo, con rumbo a la bibliojeca, cuando A'ntonia baiando la escalera. Al wrlt,) Señora, buenos días. AN'r'oN

baf o

a?arecc

rA.-Buenos días, Francisco.

p¡¡¡s¡5ss.-¡Llamó ustedi Había yo ido a la puerta a rccoger los periódicos. jeuiere usted veilosl §¡a¡¡¡¡¡.-§o. Déselos a Lupe, como siempre. No tar_ dará en llegar. Llévelos a Ia bibliotcca. No; esiere: demc el

E.vcélsior.

-

.(Frtncisco lr¡ busc¿,

¡.e

l¡¡ entrcga. Antoni¿, lo arrcbata, lo

hcjea rá¡idantenfe lta¡ta la ¡ecciót )/e sociales, en la gue se'dctiene. Algo lec que la ind.igna p.imero y ia obrumo en ,c_ guida. 8e sienta, terntina de leer, estrangula el Terió,lico. Se recil?erd, tiende cl periódico a Francisco, go, ,e lro qaedado

etVerandrt .en pie, tetma r,rrz rnul baja.) F

oué ho¡a salió el

ir I

. Fuxclsco,-Mo,u

slete. 5o

!

re atrete a iecir cn

x.r.':s¡56s.-f,o siento mucho, señora, ( lnicid su saliria.)

r\r'¡6¡¡a.-;¡ s¿l

el periódico

jorcni ¡Lo vio usteá

temprano, señora,

No serían ni

las

y

sale hacia

el contedor,

derecha.)

Lupa.-En cuanto ustcd mc instruyó por tcléfono, salí a busca¡los. Ya sabía dóndc, Ayer pasé el día informándome de todo 1' tr¡tando dc dcscntrañar cste cnredo, pues me constaba que usted no h¡bía sacado a ese hombrc de la cárcel. Tuve dcsdc un principio la corazonada de que habría sido la señorita Carmcn v mc valí dc Ricardo para que averiguara con el chofer de la seirorita Ca¡mcn lo que hubiera hecho y adónde hubicra ido la r.íspera. Supe así que la señorita Carmen había mandado amueblar con dos camas y una cuna los cuartos de servicio 1a terminados de una casa que está construyendo en Polanco,

y allá rre fui. EI maestro de obras rne informó de

que un hombre dc todas les señas del padre de Eugenia había l'lcgado antier a ocupar csos cuartos, y que él tenía instruccioncs de admitirlo c instala¡lo en cuanto llcgara. Sin cmbargo. la muchacha no ha ido por allá todavía. El hombre dice que no sabc dc clla; quc anoche, al salir de aquí, ella estaba mur' rara, y de repente tomó un coche y lo dejó en la acera. Temo quc no sca cierto; quc trate de ocultarla, pues no parece verosímil. De todos modos, no está allá, ni tampoco en la Mater-

nidad. I)e allí

vengo.

.{ra6r¡¡.a.-pero el niño. . . ¿Ése sí está ahí? LuPE.-Tampoco, señora. ANrosre.-¡Cómo! iQuién lo sacói ¡A qué horai Lupr.-No quise dctenermc a aleriguarlo. La Madre 5r

Rosita está desolada. Ya lo saben todo por los pcriódicos. Anoche mismo, fotógrafos y reporteros querían entrar a retratar al niño. Afo¡tunadamente, no los dejaron entra¡, pero eso no ha impedido que. ..

O"ro*,o.-¡Pcro el niñol ¡Es indispensable lo tiene, quién, cómo lo sacól

saber dónde

está, quién

Lupr.-No

sé, señora. Usted me ordenó que antes que nada trajera a ese hombre aquí. ANroNrn.-A los dos: al padre y a la hija.

Lrrpn.-Pero a ella no pude encontrarla. La

encontra¡é.

Es más sencillo.

ANroNre.-¡Es urgente! ¡Y al niño!

Lurr.-¿Cree

Irc ia

usted que debiéramos dar parte a

la

po-

I

ANrorvra.-¡No! ¡De ningún modo! Lo

Lo arreglaré todo yo sola. iEstá

LuPE.-En el

haremos solas. ese hombre ahí?

vestíbulo. usted el chequcl

ANroNr,r.-¿Hizo

Lurr.-Aquí

está. De Ia cuenta a

ANroNra.-Démelo ustcd. Que go déjenos

ni

nombre.

pase cse

individuo. Lue-

solos.

(Sale por la izquierla. Tarda ¿n introducir a Pelro el

mamer?ta gue Antonia en hacer aca.?ia ¿e energías y en situar¡e de ?rnnera intpre-riootanle para el e*presidiario.)

to.

Pr»xo.-(Enlrtt

con¿lucido

?tr Lu?e.

Viene limpio, dig-

So-rtiene en silencio la mirddtt ?f intera cartorrle, luego desconcertarla, de Antoni.:. Luego.) Le señorita dice que usted

me necesita. Esto'r' a sus rirdcncs. Iispcro que no vuelr.a

a

tratarse de una cquivocación. Scntiría distraerla de nuevo dc sus atcnciones. AN roNrA.-Siéntcse ustcd.

(Pedro i,gnora la orrl.en. Sigue eil ?ie.)

ANroNm.-(Mariiétztlase el alrua.) . . .por favor. (Perlro se ¡ienta. Lupe recoge quietamente 2or la biblioteca.) \2

-ru-r

periódicos

y

desoparece

AN1'oNrA.-Tiene usted que perdonarme si le parezco un poco.ruda. N9 soy habitualmente así. pero comprÉnderá que las circunstancias no son para rnenos. (Pedro calla. La escrut¿ in?asible.)

En un momento así, llena de gente, con el Ca¡denal a la mesa... Procedí con violencia, lo admito;

aguardando

con injustificada violencia. He ¡eflcxionado toda la nochc. . me arrepiento, sinceramcute, mc arrepiento. PEDRo.-No tiene usted por qué. Era lo natural. ¡eué

l.ltl-".no" veni¡ a hacer ¿ ro fi.rt, un ex-presidiario y u,r., infelizi En el mundo orgarrizado y p"rf".ü dc ust.d, cad., cosa ticne su sitio: hasta la crridad, y los pobr"s, cl suyo: la

cárccl o el asilo. Para ellos están bien ias migajas, pero no los banquctes. Hizo usted bien en arrojarnos a"l ioyo. ANroNra.-Hace uno a veces daño sin proponérselo, ¡, entonces debe remedia¡lo., yo quiero remediai el'mal gr.-he causado. Para eso lc he llamado a usted, Prono.-¿Daño usted, señoral El daño no lo hacemos más que los miserables: los que atentarnos contra la integridad Ce los caudales de un banco, los que manchamos la repuáción, el honor, el buen nombre de una familia. Los pobrls ,o t._ ncmos honor, ni qué nos roben, ni qué perdei, ni qué se nr¿nche, I.os pobres recibimos lo quc nos Jon ustcd"s, Ío quc lcs-sobre, lo quc ya no les sirva: lá que lcs gane a ustedes cl cielo, o la bcndición apostólica; o lo quc les divie¡ta ¡ecauda¡ en sus tómbolas, en sus tés, en sus bazares de caridad... Obras buenas, pías, altruistas, humanitarias, admirables. . .

[¡a6¡¡a.-[nsáñese usted; desahóguese, Le sobra razón,

PEDRo.-Razón tampoco tengo, señora. Los pobres no tenenos razón, sino instinto. No nos detenemos , ,rronra qo. e1 pan no es nuestro cuando cl hamb¡c nos empuja . .ob.rlo. Ni mi hija se deruvo a razonar si el hombie a quien 1e cutrcgeba su amor cra un infcliz, un cobarde, que la abando_ nrirí¡. Fue suya por alnor, por instinto. para ella era un hombrc. simplementc. Lo_ razonable, sin embar¡¡o, es que ella desaparezca. que no estorbe, que no empañe Lt nornbr. d" esta lim¡ia Iamiiia. Que é1 ,. iase con u;a éi, como

-como

53

usted,

ni el último' y que el hijo.':. Oh, no será el primero' una semilla'

Basta arrojar Un hiio se Procrea t'cilT r"nt"' "*"'".á,, El hijo crecerá' vidónde' i*fo't' no ;;#;, morir en una puede virá. . . Nació en "' "io -bien cá¡ce1. "*'"I"ro.ro.-Eso no' El niño ha nacido bajo mi protección'

Auncuandonofuera...loquees;aun.cuandonoseprobara, a otros

qo' l' li¡ de usted ha conocido velar Por ese niño' Y hombres que Ernesto, "l" tá"t*potde Para ayudarle a usted' a ve"ir htcho ;r"';;; i.'que le he a usted un propongo á" Eug"nia' Le ;:d;';,1;il;'l; comerciante: .' Ú'téd Jqu.it"tivo' rizonabl" v ,;;;;;-rr;,; juntos una tienda de Eugenia sabe de .o,to"'' E"t'blt""' niño' Por suPuesto' se El mejor' ffi Útt"a sabrí lo quc cs quedará aquí. estableceríamos PBoro.-De modo que esa tienda' ' ' la

:;;r;-;;'úi",

fuera de México, ¡no?

Chihuahua' Anlorr¡r.-Sí. En el Norte: cn Coahuila' en

por ejemPlo.

Pr¡no.-Y

usted ¡me daría con qué establecerla?

A:'rroNr¡.-Desde

Juego'

y ptr*"-U", ti"nd"d" roPa' cn-que nri' hija cosiera vea d.ecidirnos nos u"J.rr. Una tienda, tomJ cu'ndo Aquólu no cr¿ dc ". estudiara' ll. ";"ii";;i..";;'';;" cilavendía a crédito y prosperaba' Yo ,;,',g""i'' ;;r. ñ;; ,Ptfi.;.;ál dcscuentrn las lctr¡s v bancos Los.i ¡"tg"' naturalmente' ' ' ;;;-;;.d. su dineá e-' "goidt; dcscorrtado' crédito' Intiene v v¡ fondos Es fácil, cuando "'o ná tiEne que ecePtan abouos err ;;;;-;;;;pradorcs "l^*t'^:l^l:] -ndclrntc'

b,,.o].,descuentaenscguids.Lu.gounoJcpositeetlen]Po Tienc sus ries. el dinero, y ya lo tp'ot:"inO t' srlió que esperaba' lo uno ;"- .i;;;.'Ún bo.n día, le pagan a

v v¡ a dar il#dl ' muchas cosas en esos tres Prrsan tñosl ;ií-;ár;.i' ¡Tres dama desconocida y altruista sale uno, po'qo" '''o ¿Jp"ritt'"1-aint'o' 1''piottstan la letra

años. Pero

'nt

saca. . . lo '--.q.ro.ro.-:Aceptausted?iBastaráesasuma?(Letien-

le \+

el chegue,)

Prono.-(Se incorpara, va ha¡\,¡ ella, toma el chegue, lo contempla.) Trcinta mil pesos. Arrox¡e.--§i no es bastante. . . PEDRo,-ES. . . demasiado, señora. Un nieto mío no val: tanto. .

,

ANroN¡1,-Pero. . .

P¡»no.-..,porque

es también

nieto de wted, (Hrce tri-

zat el chague.)

(Antonia re ?ane de Vie.) Gua¡dc su dinero, señora

tranquila.

-y

guarde a su

hijo. Y

Dcsapareceremos de su vida como hubie¡a vuelto a coser, yo a abrir una tienda, Y le costará un centavo. dese

I

qué-

si Eugenia

ni

siquiera

(Gloria entra. Se detien¿ al ver a Pedro. Pedro la cantem?la.)

ANroNrrr.-¡Gloria

!

(Gloria cruza ha¡ta cerca dc Antonia, Mira a Pedro.)

p¡¡¡6.-;p¡cdo

retirarme, señoral ;Tiene usted algo

más que proponerme?

Ar-roNre.-(l Gloria,)

Hazme un favor.

Dí a Lupe

que

acompañe al señor. Está en Ia biblioteca.

(Mientras Gktria se va.)

Prono.-{onozco el camino, señora. Adió,s. (lnclinán' ,/o:e a recoger los pedmos del chcgue, Er.e junta cn un cenicero.) Usted perdorlc esta basu¡a. (Pero no ha sido nece¡ario gue Gloria llegue hasta la bi-

bii¡teca. Lupe apareció a la ?ilerta, y deanza hasta Atlonia, ¡t:i¿rtr¡¡ Pe¿lra sale. Glori,a gueda arriba, cerca de la biblio:ec:, rnienlrat Lupe llega a la sdñora.)

LupE.-Ya

acabé los recortes, seiora.

(En voz nuy baia.)

¡-{;:pró: 55

A¡roNr¡.-No. Pero falta ella. ¡rrt¡,-\'z6v a eso' (A Gloria')

Hasta luego, señorita

Gloria.

AN'roNtA.-No te entiendo.

Gronrn.-Sí, LuPe, adiós.

Gronra.-¿Entenderl Yo no entiendo tampoco;

(Sale Lupe')

está.

Gr-onta.-Mejor. Con ustcd quería hablar' Y a

'---'6*ro*,o.-¿Hablar! me j crr.

Glonlt.-Todo,

solas'

iCrecs quc nada haya cambiado?

señora.

ANroNIa.-Te equivoces. l'íl crcs mu¡' niña y no comprcndcs estas cosas. Ño cs m,ís que uI1 incidente' Los homt.., ,on distintos de nosot¡as. Ernesto es culpable, sí, pero muchacho sólo hasta cierto punto, y no más que cualquier otro de su edad. Toáos 1o ir...r, y no tiene importancia Para su matrimonio. Nosotras debemos perdonar, ignorar, §er suPeriores a esos incidentes.

Gronra.-¡Qué extraño! ¡Son las mismas palabras de mi *rat.l ¡Pare:e que la oigo, .rmdo anoche llegamos a casa! Ar.¡r'oxra.-N.toru1m.nt.. Tu madre y yo sabemos bien jno cs así? de estas cosas. Elle csti dc acttcrdo conmigo, Glonr¡.-Sí, ustcdcs sí. Lo estuvieron sienrpre' Pero yo

no. Par¿r mí, cs cotno si despertara de un sueño pesado' Por prirttcra tc'/. \'c'L ico cómo quicro a Erncsto'

ArroNtn.-¡Lo

vcsl

Gr,onr.q.--Con cnvidia, con admiración' Por Primera vez ,r'r" f.r".. real, vivo' autónomo' Ha sido capaz de amat' de cle hacer suva a una

mujer que

1o quiso

5¿lg¡

".,.Áorrr,,, ,rorrb.": una que le creía. un estudiante -5i¡ pobre-1 siquiera qr. no ha vuelto a ver' Y ahora tiene un hijo' ¡E'

"1a hermoso!

AN'rorl¡.-Todos los jóvenes ticncn esa. clasc de aventures. Eso nacla ticne que vcr coll su matrimonio' Además' falta sabcr si cl niño cs de Ernesto' Y auu cuando así fuera' ' '

Glonra.-Quc tcnga un hijo o no... cso para mí

;6

Fciú

saber todo eso mc ha llenado de una alegría, de una liberacirin. de una como esperanza de llegar también vo a qucrer algú::

l\NloNI¿.-:Viniste con Claral Gr-onra.-No, señora. Sola. A:.¡'roNI¿.-Ernesto no

tienc importancia. Para ella dcbe de tencrla, sin dud,r; p.:c no picnso en ella sino en relación con Erncsto; para acimir::h, plra envidiarla, y para envidiar y querer a Ernesto por :i-o.

no

día así.,. dc entregar[le con pasión a un desconocidol d. amar, de vivir. . . Ahora sé córno, de qué manera quiero :

Ernesto; cómo quiero su felicidad, porgue é1 rne ha mostre¡io a mí la posibilidad de alcanzarla. AxroNr-q.-Los dos serán felices, Gloria. Juntos, Ernest',

)'tír. Gl.on¡,r.-Él lo es 1,a. Debc ya st:rlo, ya lo ha sido; pero no juntos. He vcnido a devoh-erlc gustosamente su palabri. A abrazarlo, a fclicitarlo, a agradccérsclo. Ya sabía vo qu. usted se opondría, que hallaría como mi madre razones par,i inducirnos a pisotcar el cariño de Ernesto por csa muchachal razones para que llevásemos adelante este especie de incesto infecundo que sería nuestro matrimonio; para unir nuestros epeliidos; para conservar ias apariencias, todas Jas apariencias:

la del amor, la de la felicidad, la de la fidclidad. . . Arer misrno, aquí, en un momento, los dos estuvimos a punto de confesarnos nuestro desamor. Ninguno de los dos sc at¡erió. Ninguno tenía vida propia. Nos resignábamos a ser una más de esas parejas cuyos muertos retratos llenan las páginas de los periódicos con la lápida encima: "Gentil pareja unió sus r-idas"; "Unió sus vidas gentil pareja". Con-ro si no hubie¡an unido sus vidas, sino desposado sus muertes. Los amigos la h¡bían enviado sus ofrendas. Llegaríarnos al altar disfrazados; r-o de blanco, como una muerta. Los años nos momificarían. Curnpliríamos acaso nuestras bodas de plata dete:iorados, marchitos por dentro y por fuera, sin-viejos, habernos atre¡'ifo nunca a gritar el hambre de nuest¡a carne y de nuestro c¡::.2ón.

-{rroxrn.-¡Gloria

I

GLoR¡.{.-Trate de entendernos, señora. Me duele las:irra¡la. créamelo. Y me desconozco a mí misma. Este fer)t

vor de habl¡r, de exprcsarmc, esta alegría, como si por fin encontrara quc ia vida tienc un scntido; que hay algo grandc

v

valioso quc aguardar, que soñ.ar, quc construir. .. En eso no pucden tener pa¡te nuestros padres, ni los demás, ni pucde pJanearse a voluntad. Es, debe ser el milagro, Io incsperado...

AsroNtl.-Calla. No entiendo, No quicro entendcrte.

No

sabes 1o

que dices. '

GLoRrA.-Y ahora me voy. Contenta, feliz de haber hablado, de haber hallado forma y cxpresión para lo que nunca antes supe explicarme, pero que sentí siempre como una quieta angustia en la garganta. Librc, dispuesta ¿ enfrentarme a mi madre, a usted, a todos, si de nuevo intentan uncirme ¡ otro interés que cl dc l¡ felicidrd quc yo misma clija cuanlo ocurra e1 milagro, .\sroxr,q.-Vcte. Yo hablaré con Ernesto. Y con tu madre.

G¡-oxrl.--§cr¿i inútil. Y mi¡e usted: ahora la quiero, también a usted; antes no. La tcmía, si acaso. Ahora no Ia temo va. Y siento deseos de besarla. (Se acerca a Antonia, la l,esa. -lnlonia no reacciona. GLor'ia oa a salir, cuando enlra irrestc.) EnNrs'ro.-(.0ntrando. ) ¡ Gloria ! Gr-onrn.-Sí, Ernesto. Abrázame. Te quiero mucho. (§z :l¡rtxan. Ella lo be¡a. Antonia se incorpora, en?ieza a co¡niu:r lta¿ia la biblioteca.) Quicro quc sc:rs muy fcliz. Deseáme

lo mismo...

\o

y

¡adiós! (Sale.)

Enxrsro.-¡Gracies, Glorie!

(A

-7nt,,nia.)

te vayas. Quicro hablar contigo. -\r-roNrA.-Yo también. (Bdia.) ¡.\dónde

has

¡Mamá!

ido

tan

:empranol

EnNrsro.-A conocerlo. Y a pedirle perdón a e1la. Arror¡a,-;perdón, a ellai Todo eso es un poco . . .prelnaIuro, cuando menos. En cuanto a Gloria, ya se le pasará .:r :lrrebato. Falta saber si 1o que fuistc a conocer es tu hijo simplemente uno de tantos niños que nacen

en la Mater-o ni¡iad, de una ¡nad¡e cualquiera y de un padre desconocido. Erxrr6,-¡[s usted, mi madre, quien habla asíl 58

por

AN'r'oNrA.-'l'u madre, sí ; ia que ha vehdo tod¡ su vida ti, por tu cducación, por tu honorr por tu felicid¡d; la

que no estií dispuesta a ccde¡ su puesto ni a permitir que tu vida por una tontería sin importancia. Ya sospcchaba yo que habrías ido allá. Y no me importaba. Confiaba en que 't'olverías, entrarías et raz6n, me dejarías arregiar cste incidente, me al'udarías a conjurar este escándalo, a desvanece¡ este enrcdo absurdo fraguado por el despecho de esa... aventurera. ¡Oh, Ernesto! Pe¡dona si me exalto, He pasado la noche en vela, tratando de arreglarlo todo, devanándome los sesos. Luego vino ese hombre, el criminal ese. . . Luego, arruines

Gloria, con sus niñerías. . . \/é a descansar.

Ni

siquiera te

afeitado. Saiiste sin abrigo. Lucgo hablaremos, anda. ERN¡sro.-I)éjcme usted, &ilo .he venido a dcspedirme. ANroNrr,,- ¿I)espcdirte ? Sí, Es una buena idea. Un viaje. Yo puedo ir contigo. Se olvidará todo, Gloria recapacitará, ellos aceptarán. . . has

Enrasro.-Me

r¡oy con Eugenia. .

Arv'roNra.-¡ Estás

loco

. y con mi hijo.

!

Er.rrsro.-Probablemente. Pero ¡qué bueno entonces es loco! Yo tampoco pude dormir. Me odiaba, me des-

estar

preciaba por haber sido siempre el cobarde que he dejado de ser: el inútil, el mueble, c1 niño que usted ha manejado siem-

pre a su antojo como una pieza más de su ajedrez de vanidades v de vacicdades. ¡¡'¡'6¡¡¡.-¡[rnesto! ¡Cónto te atreves! Enr¡s16.-porquc so,y otro, sí. Otro que ni usted ni yo conocemos; uno quc no le habla dc tú, sino de usted. Otro :ue cl miserable, que el cobardc que anoche la obedeció cuando clla estaba aquí, y é1 quería lanzarse a besarla, a recu:-:a¡la. r' usted lo contuvo con una orden, y a ella la echó f. .u crsa. Y yo me senté a aquella mesa odiosa, presidida :l: una farsante, aturdido, a oír las estupideces de siempre, ,:s c'¡: he oído toda mi vida. ¡Cómo me despreciaba! ¡Cómo ::':l::ra querido gritarlcs a todas esas viejas imbéciles mi des::¿::c. h:cerlas ver el grotesco ¡idículo de sus devociones, de :':s:::il:l::. dc sus hipocresías! Ahí estaba un vicario de,Cris-

::::::: C¡rlenal, un Papa casi, envuelto en sedas, lleno de

59

alhajas, con la cruz tachonada, esc¡rnecida de brillantcs y dc amatistas. Había puesto su mauo gorda sobre la frcnte de un rccién nacido, y cse recién nacido cra,imi hi-io! Pero no se sabía. Ni yo sabía que tuviera un hijo. Mis hijos no habrían de naccr cn r¡na matcrnidad, sino cnyucltos en sedas v cuando ustcd lo dispusicra. Y yo no podíl correr e verlo, a besarlo. Yo tenía que hallarme en mi sitio y clavarme en é1, junto a usted, que ya Io sabía, y quc sin embargo disimulaba, sonreía, conversaba... iQué larga fue la noche! Y qué triste el balance de mi vida, cl examen de conciencia, como dicen los padres, que rcalicé. Desdc pcqueiro, dcstinado a plcgarme a las convcnicnci¿rs dc ustcd. A