La Crisis de 1866

La crisis de 1866 y el proteccionismo argentino de la década del 70 - José Carlos Chiaramonte La época de la lana → de 1

Views 139 Downloads 0 File size 37KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

La crisis de 1866 y el proteccionismo argentino de la década del 70 - José Carlos Chiaramonte La época de la lana → de 1850 a 1860 “boom lanar” La segunda mitad del siglo XIX, hasta fines del mismo puede considerarse como la época de la lana en la economía argentina. No significa esto que la producción de los saladeros declinase en estos años. Lejos de ello, a de seguir creciendo hasta la penúltima década del siglo. Desde la primera introducción conocida de animales de raza para mejorar la calidad del ovino criollo, diversas tentativas similares se sucedieron para adaptar el tipo de vellón y animal a las exigencias del mercado europeo. El predominio de la lana en la economía agropecuaria significaba progreso técnico y económico que ha sido destacado por el impulso que otorgó a la economía argentina. El tasajo se exportaba principalmente a Brasil y Cuba al alimento los esclavos. La lana vinculaba el país a mercados como Bélgica, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y Francia. El mestizaje, el acercamiento y luego el alambrado de los campos, y otros detalles técnicos, eran otras tantas características que denotaban una intervención más asidua del hombre en el proceso de la producción ganadera. Una mayor demanda de mano de obra y el consciente aumento de la progresión rural son indicios del cambio. Todo ello se traduce en la formación de un nuevo tipo de estanciero, propietario reciente de campos menos extensos que las grandes estancias. "En 1842, en la provincia de Buenos Aires, se impulsaba el desarrollo de la ganadería de ovinos. El ejemplo de rápidas y fáciles fortunas magnetizo a Buenos Aires. Se produjo entonces un movimiento hacia la cría del ovino que se comparó con la fiebre del oro californiana. Estancieros que no posean ovinos vendían campos o vacunos para comprarlos. El crecimiento de la cría de ovejas determinar el grado al desalojo de los vacunos de las mejores tierras (las más cercanas al puerto de la capital). Además de factores internos, algunas circunstancias internacionales, como la incidencia de la guerra de Crimea, favorecieron el auge del lanar. Se desaloja al ganado vacuno hacia el sur. En 1852-53 las ovejas daban a la exportación un equivalente, a la cuarta parte de los productos vacunos exportados. Diez años después (1862-63), igualaban en valor a las exportaciones vacunas. Y otros diez años tarde el lanar produce más que el vacuno. La cría del ganado mayor había decaído notablemente. Hacia 1865, la mayor utilidad que prestaba el ganado vacuno a sus criadores era la de preparar los campos incultos para la explotación del ovino. Para que se dieran en ellos los pastos tiernos que necesitaba la oveja, era necesario, previamente, 1 periodo de 25 a 30 años de ocupación por el vacuno, el cual, por distintos motivos consumaba la transformación requerida. Las fronteras se deseaban entonces ocupadas por ganado vacuno, destinados a sí para tal fin. Entre 1830 y 1850 los ovinos se triplican en el país, mientras que en los otros 20 años subsiguientes, 1850-70, aumenta casi seis veces. La crisis de 1866 A) Perturbaciones monetarias Distintos factores que caracterizaron el estallido y el desarrollo de la crisis están presentes desde 1864. Dado el notable aumento de la producción se agravaron las consecuencias de su escasez, un índice lo cual lo constituyen los altos intereses del 18 y 24 por ciento anual que llegó cobrarse por los préstamos. Las emisiones para afrontar los gastos militares constituían un recurso obligado por parte de los gobiernos, práctica cuyo abuso llevó a generar una enorme masa de circulante. Entre 1859 y 1862, sobre todo, se habían efectuado grandes emisiones de papel inconvertible, hasta la cantidad de 185 millones. El total en circulación, a fines de 1861, llega a 300.370.345 pesos moneda corriente, "suma elevadísima que excedía en mucho a la exigida por la circulación de los valores".

El peso papel estuvo a niveles récords de desvalorización, para tener una idea de lo brusco y exento de las agresiones debo considerar que durante los primeros 15 días de noviembre el promedio fue de $ 412, para subir luego a $ 439 el día 27 y cerrar el mes, el día 30, con $ 428,50. Según el viajero inglés Hinchliff, refiriéndose a los días anteriores a Pavón, insiste: el barómetro político (precio onzas y su valor en pesos papel) indicaba tormenta, la onza de oro subió en dos días de 380 a casi 400 pesos papel. Esas fluctuaciones, eran fatales porque exponían la economía a un continuo agio, "desconcertando los cálculos, estorbando las empresas y desalentando los planes del porvenir". De tal manera, así como hubo ocasiones en que la caja del Banco guardaba 100 mil onzas de oro y 100 millones de pesos papel, hubo otras en que los vuelcos de la política producían pánicos pasajeros que motivaban al retiro de los depósitos de oro. El gobierno de la provincia de Buenos Aires ensayo algunas medidas para defender el papel moneda, tratando de imponer su uso en diversas operaciones. También se solicitó a los saladeros la utilización del papel moneda en sus operaciones comerciales. El poder ejecutivo provincial en la ley del 27 de octubre de 1864, declaró públicamente en lo sucesivo no efectuaría más emisiones, declaración que tendía a promover la confianza interna en el papel moneda; y resolvió en febrero de 1863 que se restablecía la convertibilidad del papel moneda a razón de un peso fuerte por cada 25 pesos papel. Es así como comienzos de 1863 hay "síntomas de un grave pánico financiero". La onza, que en el mes de enero, se cotizó alrededor de los 410, llegó en apenas una semana (la primera de febrero), a 440,50 pesos papel. El déficit presupuestario, la deuda pública, la escasez de oro y plata, y los nuevos problemas del gobierno constitucional agravan el caos monetario. B) Valorización del peso papel Desde comienzos de 1804, cesa la continua desvalorización del papel moneda para dar lugar, al poco tiempo, a un proceso inverso. Conviene tener en cuenta que, mientras después de las emisiones de 1861, la circulación no había crecido. Mientras que la producción había continuado en fuerte y constante ascenso, especialmente por el vuelco a la cría de la oveja en la década anterior. Esta valorización del papel moneda provocaba vivas reacciones de disgusto entre los ganaderos. "La apreciación de la moneda corriente, arruinaba la fuente de riqueza del país: la campaña. Con el desnivel que se producía entre el valor de los productos y los gastos de explotación en la agricultura y ganadería, la ruina era inevitable en poco tiempo. De allí que se ha visto con muy buenos ojos el proyecto de creación de una oficina de cambio". Esta es en realidad la razón del fuerte movimiento producido en Buenos Aires a favor de la creación de la Oficina de Cambios. Por otra parte, quejábanse de los ganaderos, los gastos de explotación crecían a la par que las deudas aumentaban su peso en los mismos. Los salarios pagados en papel moneda, aún manteniendo su valor nominal, representaban un aumento para el trabajador, mientras que al vender las mercancías al extranjero se recibía una moneda desvalorizada. Mitre, ante la crisis, intenta en 1863 usar la convertibilidad para evitar las oscilaciones del valor de la moneda (apreciación/depreciación de la moneda), el control de cambio para evitar la fuga de divisas y la creación de la Oficina de Cambios en 1864. Sin embargo, no lo dejan usarlo por ser liberal la medida y estando en contra la clase ganadera. Al no poder impulsar la convertibilidad, Mitre en 1864, deja de emitir moneda, por lo que sube la tasa de interés. En 1866 se produce un Pánico Financiero (déficit fiscal), una crisis de crecimiento y crisis monetaria. La crisis del ’66 surgió por no haber una autoridad monetaria (no hay Banco Central en la Argentina). La baja del oro, que tendía a descapitalizar a uno de los sectores más fuertes, moviliza a los afectados, quienes demandaban la convertibilidad del papel moneda y un nivel fijo para el cambio, más el aumento del circulante. En 1866, un grupo constituido por hacendados, propietarios y comerciantes, presenta una petición al gobierno solicitando una ley para dichos propósitos, que fije el cambio en 25 pesos papel = 1 peso fuerte, y el aumento del papel moneda, todo por

medio de una Oficina de Cambios. El movimiento alcanza expresiones agudas al chocar con la resistencia oficial o con la oposición de los sectores interesados en la valorización. C) La crisis Por una parte, debemos considerar que la crisis del ‘66 fue mucho menos aguda en el continente europeo, que la anterior (1857) y la inmediatamente posterior (1872). Los fenómenos monetarios inmediatamente anteriores a la crisis y la incidencia de la guerra del Paraguay son, entonces, los dos rasgos que caracterizan a esta crisis en el Plata. El primero de ellos tiende a acentuarla. Las perturbaciones monetarias malograron parte de los beneficios que pudieron haber obtenido la ganadería y el comercio de exportación de la creciente demanda de lana del mercado europeo. Los años 1853 a 1866 son años de auge para la lana, en este periodo dominado por dos hechos fundamentales: la Guerra de Crimea en Europa del Este y la Guerra Civil norteamericana. Desde 1852 a 1873 la lana creció un 700% mientras que el ganado vacuno un 80%. Hacia 1867, el medio circulante había desaparecido; el papel moneda, no existía sino en una pequeña cantidad que apenas representaba una tercera parte de lo necesario para nuestras transacciones. Al escasear la moneda y ser tan requerida, sube la tasa de interés, crece la especulación y se desacelera el crecimiento de la economía (tasa del 24 al 30% anual). En el año 1866 se agravaba la situación por la posibilidad del cierre del mercado de Estados Unidos para las lanas argentinas. Otros factores anteriores a la crisis misma, agravan la situación de los ganaderos. Por ley de noviembre de 1864 (Ley de Trenes), se disponía la venta de las tierras públicas existentes dentro de la línea de fronteras. En el caso de estar ocupadas por arrendatarios (casi todas asilo estaban) se establecía un plazo de seis meses para que se presentasen a solicitar la compra de sus campos, vencido el cual, éstos iban a subasta. El precio fijado por la ley era imposible de ser pagado. En medio de todo esto, la guerra del Paraguay obligaba al reclutamiento de la población rural, con lo cual la crónica escasez de brazos, así agravada por la guerra, dificultaba aún más las tareas ganaderas y elevan los gastos de explotación. La serie de precios de la lana en Buenos Aires marcó el estallido de la crisis de 1867. Un aspecto bastante significativo de la crisis fue la superproducción. El aumento fuerte en la producción no es una prueba de que la prosperidad nacional esté en el mismo camino. Se produce una desnivelación entre la oferta y la demanda. Los ganados se desvalorizaron en un 75%, las propiedades territoriales en un 50% y las fincas urbanas en un 33%. La Guerra del Paraguay, lejos de agravar la crisis amortiguó sus consecuencias y estimuló la reanimación económica (pese a que no se note en el sector de la lana). Los proveedores del ejército brasilero hicieron grandes compras de ganado, de artículos alimenticios de toda especie, o aún de artículos manufacturados. Las tierras se valorizaron con el repunte de los precios de la guerra, pues hubo cotizaciones hasta de $ 10 para los caballos y de seis reales por arroba de maíz”.