La Cocina de La Escritura

La cocina de la escritura. Daniel Cassany. LA COCINA DE LA ESCRITURA Capítulo 1: Lección magistral En este primer capí

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La cocina de la escritura. Daniel Cassany.

LA COCINA DE LA ESCRITURA Capítulo 1: Lección magistral

En este primer capítulo, Cassany nos habla de cómo de mayor aprendió a relativizar el conocimiento y a verlo simplemente como la explicación recomendable, aunque no como la única verdad que hay de la realidad pues el saber se construye gracias a la ayuda de todos; por eso él cita a varios autores por el hecho de que entre todos han ido elaborando el conocimiento. Por otro lado él habla sobre su primer plato de la cocina, como el capítulo que repasa algunas de las investigaciones más importantes del siglo XX sobre redacción, con nombres de los distintos autores que cita. Como concepto en profundidad de este capítulo, comienza definiendo la legibilidad como el grado que designa la facilidad con la que se puede leer, comprender y memorizar un texto. A su vez él expone que hay que diferenciar muy bien entre la legibilidad tipográfica, que estudia la percepción visual del texto (dimensión de la letra, contraste y forma) y la legibilidad lingüística, que trata aspectos verbales (selección léxica o la longitud de la frase). Cassany distingue entre distintos grados de dificultad; mientras unos son más legibles, más fáciles, simples, hay otros menos legibles que requieren más tiempo, atención y esfuerzo por parte del que lo lea. Así pues, los criterios para medir la legibilidad varían según el autor, entre los que destacan: -Extensión del vocabulario. -Vocabulario básico. -Extensión de la oración. -Grado de interés y concreción.

En el siguiente punto trata sobre el estilo llano, como una forma de comunicación transparente asequible para todos. Es responsabilidad de la escritura ofician que sea inteligible y que no confunda a la gente ni le haga la vida difícil con palabras poco familiares o frases largas e impenetrables. En el terreno lingüístico, el estilo llano ofrece varias novedades: una prosa comprensible, investigación específica sobre las dificultades de comprensión de textos técnicos y aplicaciones concretas para mejorar los escritos. Las condiciones que se dan para conseguir un escrito llano y eficaz son las siguientes: -Usa un lenguaje (registro, vocabulario) apropiado conocimientos) y al documento (tema, objetivo).

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lector (necesidades,

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La cocina de la escritura. Daniel Cassany. -Posee un diseño racional que permite encontrar la información relevante en seguida. Los datos importantes ocupan posiciones relevantes del escrito, que son las que el ojo ve primero. -Se puede entender la primera vez que se lee. No hay que fiarse de las relecturas, ya que cuando tendemos a detenernos porque hemos perdido el hilo sintáctico de la prosa y tenemos que volver atrás para volver a encauzarnos, es señal de la escritura no funciona; por eso la prosa llana tiene que asimilarse a la primera. -Cumple los requisitos legales necesarios. Algunos de los consejos que el estilo llano hace para que sea completamente eficaz con los siguientes: -Buscar un diseño funcional y claro del documento. -Estructurar los párrafos. -Poner un ejemplo y demostraciones con contexto explícito. -Racionalizar la tipografía: mayúsculas, cursivas, etc., -Escoger un lenguaje apropiado al lector y al tema. Otro de los aspectos a tomar en cuenta son "Los Procesos de Composición". Los procesos de composición del escrito son una línea de investigación psicolingüística y un movimiento de renovación de la enseñanza de la redacción. Su campo de acción es el proceso de composición o de escritura, es decir, todo el que piensa, hace y escribe un autor desde que se plantea producir un texto hasta que acaba la versión definitiva. A partir de los años 70, en EEUU, varios psicólogos, pedagogos y profesores de redacción empezaron a fijarse en el comportamiento de los escritores mientras trabajan: estrategias, problemas que encuentran y las soluciones, etc. A partir de aquí aislaron los diversos subprocesos que intervenían en el acto de escribir: buscar ideas, organizarlas, redactarlas, revisarlas formular objetivos, etc. y también elaboraron un modelo teórico general. Cassany cita cuatro implicaciones que tienen los procesos de composición: -Esta tercera línea trata de "cómo trabaja el escritor": Describe las estrategias cognitivas que se utilizan para escribir y propone técnicas y recursos para desarrollarlas. Los Procesos de Composición para poder redactar un texto de forma clara y precisa se deben: >Buscar ideas: pueden ser mediante un torbellino de ideas, escritura libre o automática. >Organizar ideas: ideas mediante ideogramas, mapas mentales o esquemas.

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>Redactar: empleando señales para leer, variar las frases que utilicemos y hacerlo claridad, es la manera más fácil de componer un buen texto.

-Fomenta el crecimiento individual del escrito: Cada cuál tiene que encontrar su estilo personal de composición. -Escribir es un proceso de elaboración de ideas, además de una tarea lingüística de redacción:Hay que saber trabajar tanto con las ideas como con las palabras. -Escribir es más que un medio de comunicación: Es un instrumento de aprendizaje, ya que al escribir, se está aprendiendo. Por último mencionar el último punto que menciona Cassany "El castellano escrito" en el que cuenta que la lengua y la escritura castellana están evolucionando a un ritmo acelerado, ya que la transición democrática y el desarrollo de un estado constitucional obligaron a crear un lenguaje político nuevo. Por otro lado los grandes avances tecnológicos, la investigación y el creciente contacto de lenguas, han permitido un gran dinamismo de los usos lingüísticos. Esto provoca que cada año surjan nuevos conceptos, objetos o actividades que exigen denominaciones específicas frente a otros que se inutilizan. Estas iniciativas comparten el objetivo de conseguir una escritura más eficaz, clara, correcta, para que los ciudadanos y las ciudadanas lean y escriban mejor todo tipo de textos. También hay que darle unos raíces personales o específicas de nuestra cultura para poder ser buenos escritores. Así pues, hay que considerar la idea importante de que nuestra tradición de escritura se nutra de las investigaciones más recientes, aprovechando todo lo bueno que tengan las prosas extranjeras, adaptándolo a nuestra cultura, pero no olvidar nuestras raíces. Capítulo 2: De lo que hay que saber para escribir bien; de las ganas de hacerlo; de lo que se puede escribir; del equipo imprescindible para la escritura, y de algunas cosas más… “Conocimientos, habilidades y actitudes”. Aprendimos en la escuela a escribir, y parece que la gramática es lo másimportante (según se nos da a entender). La mayoría aprendimos a redactar pese a las reglas de ortografía y sintaxis, sin embargo todo es nos ha hecho olvidar lo que tiene que haber dentro: claridad de ideas, estructura, tono, registro, etc.; lo que ha hecho que tengamos una imagen falsa de la redacción. Para poder escribir bien hay que tener aptitudes, habilidades y actitudes. Debemos conocer la gramática y el léxico, pero hay que saber emplearlo en cada momento.

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La cocina de la escritura. Daniel Cassany. Hay que dominar las estrategias de redacción: buscar ideas, hacer esquemas, haber borradores, revisarlo, etc.,. Pero todo esto está determinado por lo que pensamos, opinamos y sentimos en nuestro interior sobre la escritura.

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La cocina de la escritura. Daniel Cassany. Equipo técnico El desarrollo tecnológico también ha visto afectada a la escritura. El impacto de la informática en los hábitos del escritor tiene que considerarse totalmente positivo. - Soportes para recoger información y redactar: libro en blanco para un diario personal, cuaderno, libreta, hojas de papel sueltas para anotar. - Utensilios para marcar: máquina escribir, pluma, rotuladores, lápiz, ordenador fijo… -Material de consulta: manuales de ortografía y gramática, diccionarios de lengua, enciclopedias. - Informática: diccionario y sinónimos, verificador ortográfico, programa edición de textos. -Otros utensilios: clips, notas adhesivas, goma de borrar, corrector líquido o de lápiz, grapas, pegamento…

La escritura respetuosa - El lenguaje (y la escritura) es un producto social e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad. La UNESCO (1991) nos aconseja una serie de recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje. - La escritura corriente arrastra los perjuicios sexistas que se han atribuido a las mujeres durante generaciones y que han quedado fijados en los usos lingüísticos. Escribimos el hombre, los hombres, los andaluces, los escritores, el autor... para referirnos tanto a las personas de sexo masculino como femenino. De una manera inconsciente actuamos de una forma sexista, discriminando a las mujeres. -Los escritores y escritoras deben colaborar con la creación de un nuevo lenguaje; uno que libre de tics discriminatorios y respetuoso con todas las personas y colectividades sociales (razas, dialectos, profesiones). Mediante la acción educativa y verbal se pueden difundir dichos modelos verbales… -La versión respetuosa es la que utiliza versiones válidas para los dos sexos: doble saludo masculino y femenino, uso de la barra inclinada para abreviar ambas formas, vocablos de significado colectivo.

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Mi imagen de escritor - Cassany nos propone que hagamos una reflexión escrita para explorar las opiniones, las actitudes y los sentimientos que poseemos sobre la redacción. - Mediante una serie de preguntas tendremos que “desnudarnos”, respondiendo a preguntas del tipo “¿Me gusta escribir?”, “¿Qué escribo?”, “¿Me gusta leer?”,¿Por qué escribo?”,”¿Cuándo escribo? Para analizar la imagen que tenemos nosotros mismos como escritores o escritoras. Capítulo 3: Accionar Máquinas.

Son las 19.28, y la verdad es que no se me ocurre que nada de lo que pueda plasmar aquí. Estoy confundido. No sé por dónde empezar este capítulo. Me estoy poniendo cada vez más nervioso, el tiempo apremia... Vuelvo a pensar qué "cojones" debo poner aquí. Hace media ahora que tenía que haber tenido este documento repleto de hojas y hojas para pasar al siguiente capítulo de la cocina, pero no hay manera... ¿Debería dejarlo y pasar al siguiente capítulo? No sé... Alguna idea sí que tengo, pero no me gusta y encima no tengo muy claro que esas ideas que se me han ocurrido valgan para ponerlo aquí. Que alguien me eche alguna mano, estoy bloqueado, me estoy sintiendo mal.

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Necesito tu ayuda Cassany. Te suplico que me ayudes con algunos recursos para superar estos momentos de trance poco inspirado que llevo encima para que pueda activar mi "máquina de escritura". El caso es que de manera más o menos consciente me estoy viendo empujando a escribir en este momento, pero tengo que analizar las circunstancias que empujan a escribir; aunque tengo un bloqueo mental... Aunque es cierto que una situación comunicativa bien entendida me va a permitir poner en marcha y dirigir el proceso de escritura hacia el objeto deseado. Creo que me está dando una flojera el hecho de tener que ponerme a escribir también; debe ser porque no estoy acostumbrado a escribir, no estoy habituado a hacerlo. Creo que ante este bloqueo, lo mejor es preguntarme a mí mismo lo que quiero conseguir con este texto, cómo quiero que reaccionen mis lectores, qué es lo que quiero que ellos hagan con mi texto, y cómo puedo formular en pocas palabras cuál es mi propósito... Pero también tengo que preguntarme sobre las personas que van a recepcionar mi escrito (audiencia), la forma en la que yo mismo quiero presentarme hacia ellos, qué imagen quiero dar en este texto, así como el mensaje que quiero transmitirles (si será muy largo/corto, el lenguaje que emplearé y las partes que va a tener...). Tal vez para que no me pase esto más, debería optar por llevar un diario personal y poder dedicarle un poquito cada día; así conseguiré de alguna manera no bloquearme cada vez que me ponga a escribir... También podría poner en práctica la técnica de desarrollar un enunciado, así por lo menos desarrollaré las palabras de la pregunta que se me plantee para poder definirla de manera más precisa. Aunque la idea que me atrae más es la del diario personal. Podría levantarme por las mañanas 10 min antes para poder escribir un poquito o por la noche si es que me da pereza hacerlo por la mañana. Escribiré de todo: de amigos, del trabajo, de los estudios...Pero aún no sé si este diario será de aprendizaje personal de la "Uni" o podré llevármelo a mí terreno personal. ¡Ahí va! Si no había pensado en realizar mapas y redes. Podría ser una opción, ya que son una forma visual de representar mis pensamientos y que consiste en que yo dibuje en un papel todas las ideas que tenga y que se me ocurran. Así el resultado será... "¡una tela de araña!" ¡Genial! A ver...voy a pensar en una palabra y la voy a colocar en el centro (fútbol). Ahora voy a pensar en palabras que asocie con la palabra fútbol; una vez que las he pensado todas, las uno entre sí con la palabra que más se relacione de forma estrecha. ¡Vaya, si no era tan difícil comenzar!

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La cocina de la escritura. Daniel Cassany. Y esto ha sido gracias tanto a mi hemisferio izquierdo (que es el que procesa mi información de una forma lógica o secuencial) como al hemisferio derecho (que es el que actúa de forma simultánea, visual o analógica). Me alegro muchísimo de que mi hemisferio derecho sea el que tenga mis capacidades creativas e imaginativas; por eso he podido comenzar a escribir. ¡Gracias a mis dos hemisferios! Capítulo 4: El crecimiento de las ideas.

Bueno, y ahora que tengo claro lo que quiero plasmar en mi escrito gracias al mapa de redes, voy a aclarar y ordenar toda la información que he recabado, para hacerla más comprensible para la lectura. Gracias a Cassany que me ha dado algunos recursos para buscar y alimentar mis propias ideas. Creo que comenzaré con el torbellino de ideas, así me concentraré en el tema y apuntaré todo lo que se me vaya ocurriendo. Gracias a mi mapa de redes ya había sacado alguna ideílla, pero ahora me voy a dedicar en exclusiva a esta cuestión. Voy apuntar todo, por muy absurdo que me parezca algo... lo apuntaré también. A ver...según Cassany tengo que seguir estos consejos para elaborar el torbellino de ideas: - Apuntarlo todo, incluso lo que parezca obvio. -No valorar las ideas ahora. -Apuntar palabras sueltas y frases para recordar la idea. -No preocuparse por la gramática, la caligrafía o la presentación. -Jugar con el espacio de la hoja. -Releer lo que haya escrito si no se me ocurre nada más. Pienso que podría reunir más ideas mediante otras técnicas de creatividad como la de estudiar el tema que voy a tratar, ya que así podré desenvolverme más y mejor en el tema. Pero para hacer eso, tendré que definir, comparar, abordar las causas y los efectos y argumentar el tema que voy a tratar. No sé...seguiré mirando en el libro. Según pone en el libro, también hay otras técnicas que son más prácticas que la anterior. Una es la estrella, que hace referencia a las 6Q; son las seis preguntas básicas de cualquier tema (quién, qué, cuándo, dónde, cómo, por qué), y por otro lado 8

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está el cubo, que estudia las seis posibles caras de un hecho a partir de los seis puntos de vista: Describirlo, compararlo, relacionarlo, analizarlo, aplicarlo y argumentarlo. También podría probar desenmascarando las palabras clave. Como son vocablos que esconden una carga informativa importante, podrían perfectamente aportarme nuevas ideas; pero para eso tendré primero que saber identificarlas y desenmascarar la información que esconden, si es que quiero que mi redacción sea muy transparente. No tengo muy claro aún lo que hacer, aunque para finalizar el capítulo Cassany me ofrece otro tipo de recursos por si no estoy convencido con los anteriores. En primer lugar estaría la escritura libre, las frases empezadas (ambas bastante más discursivas) o tomar notas, siendo unos recurso bastante creativos, podrían serme bastante útiles como técnicas para accionar la escritura. Pero según dice "la cocina..." la escritura libre, (también denominada automática), consiste en ponerse a escribir de manera rápida y constante, apuntando todo lo que se nos pase por la cabeza en aquel momento sobre el tema del cual escribimos o sobre otros aspectos relacionados con él, valorando más la cantidad del texto que la calidad. Este sería interesante porque según pone no tengo que preocuparme ni por la caligrafía, ni la ortografía. Lo único que pide es apuntar todo lo que se me venga por la cabeza y no detenerme durante 10 minutos. Las frases empezadas también me parecen bastante interesantes, pues lo único que me pide es que trate de terminar cuatro o cinco frases que empiecen con "Lo más importantes es..." y que seguidamente apunte las ideas importantes en el texto. Lo mismo opto por esta técnica, porque también dice que son bastantes más concretas que el torbellino de ideas o la escritura libre; sobre todo a aprendices como yo je,je. Pero aún me quedar una última opción: tomar notas. En ella se me pide anotar todas las ideas que se me vayan ocurriendo y que por tanto después, pueda aprovechar. La verdad es que en esta tendría que ir con una libreta, una agenda o una grabadora a cuestas, y la verdad es que no me apetece mucho ja,ja; prefiero poder escribir delante de mi ordenador sin tener la preocupación de que me puedan quitar en clase la grabadora o mi agenda electrónica...

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Capítulo 5; Cajones y archivadores. La verdad es que esto va cogiendo forma, así que el siguiente paso al que tengo que adecuarme es el de reflexionar acerca de cómo debe ser la estructura de mi texto, ya que los apuntes e ideas que tengo anotadas, aún no tienen un orden; tendré que organizarlos. Así que voy a tener que ir seleccionado lo más importante ya y desechar algunas ideas que no me parecen tan generales para el texto. Podría haber hecho este trabajo al principio, a partir de notas o ideas sueltas que tenía; aunque también puedo hacerlo más adelante, sobre el primer borrador del texto, o incluso al final, a modo de revisión global. Puedo comenzar por ir ordenando las ideas mediante la agrupación por temas los datos de una lista, poner números, flechas etc.,. pero también podría elaborar mapas conceptuales, esquemas decimales o diagramas de una manera más sofisticada. La tarea de ordenar las ideas implica el que tenga escoger un texto entre muchos posibles. Una vez tenga las técnicas anteriores hechas, debo determinar el enfoque que le voy a dar, por ejemplo, si fue breve, descriptivo, narrativo, etc. Por otro lado pienso que podrían llevar a cabo la elaboración de un mapa conceptual para ordenar las ideas principales que vaya relacionando con flechas o con recuadros según lo vea conveniente para establecer una jerarquía entre las distintas ideas, posicionándose cada una en el conjunto del mapa. Según dice Cassany, los mapas conceptuales tienen una serie de ventajas respecto a los esquemas tradicionales. "Cada mapa conceptual es distinto de cualquier otro; no tienen final (si es que el papel no se acaba), tienen varias utilidades (ordenar ideas, hacer un esquema, resumir un texto que se lee...), son flexibles y se adaptar al estilo de cada uno". También, la manera en la que tendré que estructurar el texto, las ideas, tienen que quedar reflejadas en el mismo de alguna manera, si quiero que el lector siga la estructura que le daré al mensaje. Para todo esto tendré que seguir unos pasos o una estructura estandarizada. Esto me recuerda a la estructurada de los cuentos que me leía cuando era pequeño. La manera en la que se estructuraban eran mediante un planteamiento, un nudo y un desenlace. Cassany comenta en el libro que el texto es el mensaje completo, que se marca con título inicial y punto final. Cada capítulo o apartado trata de un subtema del conjunto y se introduce con un subtítulo. Los párrafos tienen también unidad significativa y se separan en el texto. Las frases empiezan con mayúscula inicial y 10

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terminan con punto y seguido. Cada capítulo puede tener de tres a seis apartados o subcapítulos; cada apartado, un número variable de párrafos y cada párrafo, una media de cuatro o cinco frases, que en total vendrían a ser, cinco o más niveles de estructuración. La verdad es que todo esto me está viniendo fenomenal porque de alguna manera me va a ayudar a poner cada idea en su sitio, a evitarme repeticiones o a buscar el orden lógico del discurso. Pero es cierto que cuanto más largo y complejo ponga mi texto, más detalladamente tendrá que ser la estructura de él para que los futuros lectores no se pierdan en él; aunque si lo hago corto también deberé estructurar de una forma adecuada su organización, independientemente de que sea más modesta. Pero lo que más claro me ha quedado es que al intervenir párrafos y frases, tendré que hacerlo lo más claro posible. Capítulo 6: Párrafos. ¿Alguna vez nos hemos preguntado lo qué es un párrafo, de qué se compone y para qué sirve? El estudio de los párrafos determina la estructuración del texto, así como también poder mostrar formalmente la organización de estos. El párrafo esta tan o más importante que los signos de puntuación en un texto; el párrafo es un conjunto de frases relacionadas que desarrollan un único tema. En los textos breves de dos páginas o menos, el párrafo es sumamente relevante porque no hay otra unidad jerárquica, (capitulo, apartado, punto) de este modo pasa a ser único responsable de la estructura global del texto. De esta manera, el párrafo llega a adquirir funciones específicas dentro del texto: se puede hablar de párrafos de introducción, de conclusión final, de recapitulación, de ejemplos o de resumen. El párrafo se divide por varios constituyentes en el interior: entrada inicial, conclusión, desarrollo, marcadores textuales, siendo el elemento más importante, la primera frase que ocupa la posición más relevante: es lo primero que se lee, y, por tanto, introduce el tema o la idea central. Después, un comentario global o frases que desarrollan el tema o recuperen algún dato relevante. Los teóricos distinguen distintas estructuras según el tipo de datos. Por ejemplo, una argumentación requiere de forma necesaria una tesis, argumentos y/o ejemplos; una narración ordena de manera cronológica las frases; una pregunta retórica precede a la respuesta razonada.

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No hay directrices en cuanto a la extensión de los párrafos. Depende del tipo de texto, el tamaño del soporte etc.,. pero se recomienda escribir una media de 100 a 150 palabras por párrafo. En general el aspecto visual parece imponerse a las necesidades internas de extensión; una recomendación sensata es que cada página tenga entre tres y ocho párrafos y que cada uno contenga entre tres y cuatro frases. Las faltas principales de los párrafos suelen ser las siguientes: -Desequilibrios: párrafos largos y cortos sin razón aparente. - Repeticiones y desordenes: Se rompe la unidad significativa. Por ejemplo, ideas que deberían ir juntas aparecen en párrafos diferentes. La misma idea en un mismo párrafo o en dos distintos. -Párrafos-frase: El texto no tiene puntos y seguido. -Párrafos-lata: Párrafos excesivamente largos. -Párrafos escondidos: Texto bien ordenado a nivel profundo, pero orden poco evidente al lector. -Truco: Ponerles título, resumir el tema que tratan a los párrafos, siendo más fácil identificar el tema a tratar. Por último, podríamos incluir que es preferible evitar los comienzos de párrafo con adverbios acabados en -mente, si no se trata de un marcador textual. Capítulo 7: La arquitectura de la frase. Buenos días y bienvenidos un día más a RadioFLE, la primera emisora de aprendizaje de español en el mundo... Hoy en nuestra emisora tenemos el gusto de presentarles a un invitado muy especial. Una persona que ha revolucionado los "fogones lingüísticos" de más de medio mundo; licenciado en filología catalana y doctor en filosofía y letras con la especialidad de Ciencias de la educación, es para mí un verdadero honor dar la bienvenida a Daniel Cassany. -Entrevistador: Daniel, buenos días. -Daniel Cassany: Buenos días, Javier. Quiero decir antes de nada que es para mí un verdadero placer estar hoy aquí con vosotros.

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-Entrevistador: El placer es nuestro sin duda. Bueno...entrando en materia, vemos que hoy nos quieres hablar de uno de los temas más largos y controvertidos de tu querida "cocina". -Daniel Cassany: En efecto Javier. Hoy quiero dedicarle cuidadosamente atención especial al capítulo en el que llego al fondo de la cuestión, a la esencia de la escritura: la prosa, la frase; a mi querida arquitectura de la frase incorporada en el capítulo de esta, "mi cocina". -Entrevistador: Cuéntanos Daniel, ¿qué tamaño aconsejas que tendría que llevar una frase? En resumidas cuentas...¿ el tamaño de la frase importa? -Daniel Cassany: A ver...yo creo que basándome en algunos manuales de redacción de distintos periódicos, la media del tamaño de las frases suele girar en torno a 20 y 30 palabras. Con esto quiero decir que esa cifra facilita la lectura, ya que si encontramos frases muy largas, tendemos a perder el hilo de la lectura que estemos llevando a cabo; -Entrevistador: ¡Ajá!, entonces estás dándonos a entender que el tamaño de la frase sí que importa. -Daniel Cassany: No, hombre, lo que quiero decir respecto a tu pregunta es que tampoco debemos ir al extremo opuesto, y hacer las frases demasiado cortas, unas seguidas de otras. Por eso vuelvo a incidir en la importancia de que las frases contengan entre 20 y 30 palabras. -Entrevistador: Según hemos podido observar en tu libro, hay ciertas discrepancias con la significación del término frase, ¿qué luz puedes arrojarnos a esta polémica? -Daniel Cassany: Sí, efectivamente esta controversia viene sobrevenida de una clase de escritores en cuanto al promedio que emplean de palabras por frase. Pero sinceramente para que las cifras de los distintos autores fueran válidas, tendríamos que saber primeramente qué se entiende por "frase". Como lingüística que soy, podría definir a la frase como un periódico sintáctico o mismamente lo que hay entre dos mayúsculas del comienzo de una oración. -Entrevistador: Entonces... .¿puedes afirmarnos con total contundencia que el término que utilizar usted para referirse a la frase es totalmente válido? -Daniel Cassany: Bueno, no podría asegurarlo con total afirmación, pero podría emplear el término que utiliza el escritor Richaudeau que es posiblemente la persona que más ha llevado a cabo estudios sobre este punto tan controvertido, definiendo la frase como un período de prosa con autonomía sintáctica y semántica, que se marca de forma visual con puntuación fuerte o semifuerte. 13

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-Entrevistador: Muy bien, parece que esto ya le queda algo más claro a nuestros oyentes, pero... háblenos ahora de la capacidad de memoria a corto plazo que tiene el ser humano para recordar palabras... -Daniel Cassany: Bueno, sencillamente sabemos que nuestra capacidad media de la memoria a corto plazo es de 15 palabras, o sea es bastante limitada. Esto reside en la importancia de emplear incisos extensos o no, ya que cuando nos encontramos periodos largos, esos incisos tan extensos llegan a sobrecargar nuestra memoria, lo que conlleva a incapacitarla para poder retener todas las palabras. -Entrevistador: Entonces podemos decir que las frases tan cortas y que aparentemente son fáciles de leer, son las más difíciles de recordar si se encadenan unas tras otras sin conexiones lógicas... -Daniel Cassany: En efecto, ya que podemos decir que aunque el lector lea sin esfuerzo alguno, tiene que recordar las ideas una por una y por consiguiente no es capaz de relacionarlas entre sí para formar unidades superiores. Como conclusión puedo decir que la extensión de la frase no es un valor absoluto, ya que puede complicar la oración otros aspectos como los incisos, el orden de las palabras o las determinadas estructuras sintácticas. Pero también la comunicación puede influir, dependiendo del nivel cultural del lector destinatario o del tema a tratar en el texto. -Entrevistador: Daniel, ¿podría darle a nuestros oyentes alguna clase de consejos, recursos, que puedan llevar a cabo en la formación de sus frases sin necesidad de pasar apuros sintácticos con todas ellas? -Daniel Cassany: Sí claro, como no. Justamente en los manuales de redacción hay algunas ideas para evitar frases como las que se emplean habitualmente. -La primera idea sería limitar los incisos. Esto conllevaría a hacer un uso moderado de todos ellos, limitándolos a menos de 15 palabras y por otro lado, como complemento, también se podría refrescar la memoria de todo lector repitiendo la última palabra de la frase después del inciso. - La segunda idea sería "podar lo irrelevante", haciendo desaparecer las muletillas o clichés de escaso o nulo significado, y quedándonos con las palabras verdaderamente importantes. -Por último, tendríamos que llevar a cabo la unión de aquellas palabras relacionadas que deban estar juntas y se hayan visto entorpecidas por incisos "inoportunos" (sujeto y verbo, verbo y objeto).

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-Entrevistador: Muchas gracias por estos "ricos consejos", Cassany. Seguro que más de uno habrá estado tomando nota sobre ellos. Y ahora vamos a pasar a que nos expliques el orden y la posición que debe seguir una frase..., ¿te parece? -Daniel Cassany: ¡Perfecto! Sabemos que la ordenación interna de la frase es otra cuestión que preocupa e incide directamente sobre la inteligibilidad de la prosa, esto nos lleva a que en la escritura solo podamos emplear la puntuación para marcar los giros sintácticos, y por lo tanto, el orden de las palabras no será tan libre, ya que tiene vital importancia para conseguir que hagamos una redacción fluida. Pero como todos sabemos el principio de la frase es la posición más importante de un periodo, pues es la primera que el lector ve y lee. -Entrevistador: Entonces podemos decir que es normal que la frase principal siempre ocupe el mismo lugar preeminente, por ser la información importante del texto... -Daniel Cassany: En efecto, así es... aunque hay veces que una mala situación de esa información relevante complica la frase con palabras irrelevantes o con incisos que alejan a vocablos que deberían ir juntos. -Entrevistador: Con razón dices que no hay que excederse en incluir incisos en las frases... Bueno, yo quería preguntarte ahora por la selección sintáctica de la frase, por qué unas estructuras son más claras que otras y viceversa... -Daniel Cassany: Eso es debido a varios aspectos que habría que tener en cuenta a la hora de analizar la distintas construcciones que se lleven a cabo de las frases: -Primeramente empezaríamos por dejar actuar a los actores, ya que haciéndoles protagonistas y coincidiendo con el sujeto y el objeto gramatical, la frase ganaría en transparencia. -Otro sería el ratio baja de nombres y verbos, consiguiendo con estos ahorrar en conectores (conjunciones, relativos...) y ganar en impersonalidad y objetividad, pero también perderíamos claridad y se impregnaría de un recurso abstracto. Por eso sería preferible que no utilizáramos muchos nombres y verbos en cada frase. -Tendríamos que limitar los gerundios, ya que el uso excesivo de ellos (aún siendo válidos) sobrecargan la frase y la hacen antigua y poco agradable para nuestros ojos.

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-En la medida de lo posible tendríamos que evitar las negaciones, siendo estas complejas al entendimiento. Por otro lado requieren más atención y tiempo que las afirmativas, aunque muchas veces pueden ser sustituidas para darles positividad pero sin renunciar a la negación. -También deberíamos proceder en la medida de lo posible a buscar un estilo activo en lugar de pasivo, ya que salvo excepciones (estilo periodístico y técnico), la prosa pasiva se emplea raramente, haciéndole a esta formar construcciones con una prosa cargada de palabras y bastante lenta de leer. -Entrevistador: ¡Vaya, Cassany! Creo que ahora no nos quedará ninguna duda acerca de la construcción estructural de la frase. ¡Vaya resumen! Bueno, Daniel, antes de dar por finalizada nuestra entrevista, queríamos que te dirigieras a nuestros oyentes y que de alguna manera les dieras algunos consejos sobre cómo escribir frases sumamente eficientes... -Daniel Cassany: Sí claro, como no... Cuando vayáis a escribir una frase lo primero que debéis hacer son estos ocho consejos que os voy a exponer: - Debéis tener especial cuidado con las frases tan largas. -Aprender a desechar lo que nos es relevante, quedándoos con lo verdaderamente importante. - No debéis separar palabra que están relacionadas. -Ordenar de manera sencilla las palabras (sujeto, verbo y complementos). -Recuerda siempre: ¡La información relevante va al principio! -No abuséis de frases pasivas, negaciones, ni estilos nominales, ya que os oscurecerá la prosa. -Dejar interpretar a los actores de la frase mediante la acción de sujeto y objeto gramatical, respectivamente. - Revisad las frases cuantas veces tengáis que hacerlo. Así pues, espero que con todos estos consejos, de ahora en adelante podáis empezar a escribir y construir correctamente las frases... -Entrevistador: ¡Fantástico, Daniel! Nos ha encantado tener aquí para que compartieras la visión que tienes de tu propio libro, y que de alguna manera, tus

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experiencias impresas en el libro, sirvan para otros futuros escritores a dedicarle un poquito de tiempo a poder escribir correctamente. -Daniel Cassany: El placer ha sido mío. Ha sido fantástico contar con un equipo como el vuestro para poder expresar y aconsejar a esos lectores, escritores que se sienten indecisos a la hora de empezar a redactar, cómo y cuándo deben estar seguros de comenzar a escribir. ¡Muchas gracias por todo! -Entrevistador: Muchas gracias por tu tiempo Daniel, hasta pronto.

Capítulo 8: La prosa disminuida. Érase una vez un capítulo que trataba sobre la prosa. En ciertas ocasiones el estilo presentaba grietas y resquebrajaduras que hacían tambalear su construcción; todo escrito que comenzaba presentaba muchos errores que de alguna manera le restaban calidad al mismo. Por otro lado, debilitaba su fuerza expresiva, su sinuosidad sintáctica, los vacíos semánticos, así como las ambigüedades que arriesgaban la comunicación en sí. Por eso, un día, se dio cuenta de que lo primero que tenía que hacer era identificar los errores importantes de redacción, para posteriormente limarlos y no caer más en ellos a la hora de escribir. El primer error general al que hizo referencia fue a los llamados solecismos. Ella sabía que los definían como barbarismos léxicos, calcos sintácticos de otras lenguas, frases incoherentes, la falta de concordancia, en definitiva, cualquier falta que estuviese en contra de la normativa de la lengua. Entonces de repente, la prosa empezó a nombrar y a entender cuáles eran los solecismos más habituales que solía tener ella. Primeramente se refirió a la silepsis. Este solecismo se definía como "comprensión" y consistía en hacer concordancia con la palabra de la frase y no con la forma gramatical. Al leer esto, ella misma se dio cuenta de que había veces que los mismos lectores que la leían, no la comprendían... Después empezó a nombrar al anacoluto como frases rotas en las que la segunda parte de la frase, no acompañaba a la primera o incluso en muchas ocasiones, no se correspondía con ella. Él se empleaba mucho de manera genérica, como sinónimo de su "colega" solecismo, para referirse a todo tipo de incorrecciones sintácticas.

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La prosa entonces pensó: Debo poner más cuidado a la hora de redactar frases, ya que tendré que tomar muy en cuenta que si escribo dos frases, las dos deben corresponderse entre sí, una con la otra... Seguidamente se dio cuenta de que el anantapódoton se parecía mucho al anacoluto, ya que únicamente se exponía uno de los dos elementos correlativos que tenían que aparecer en la frase, pero ella misma sabía que en ciertas ocasiones era algo complejo diferenciar un anacoluto de un anantapódoton, ya que ambos rompían el curso lógico oracional. Por eso opinó que con este tipo de solecismo debía prestar mucha más atención que con los demás, de lo contrario, empezaría a redactar incorrectamente desde el principio. Uno de los errores que no agradaba mucho a la prosa era la zeugma, ya que al servir de unión, de enlace entre palabras, esta expresaba en uno de ellos y había de sobreentenderse en los demás... Algo positivo que sacaba del zeugma era que al ser un tipo de elipsis, evitaba las repeticiones innecesarias, pero podía a su vez dar lugar a regímenes irregulares y discordancias gramaticales. Según continuaba leyendo la prosa, se detuvo de forma muy rápida en el pleonasmo. Según él, era uno de los errores más numerosos, ya que se asociaba con la redundancia y el énfasis y que por muy sorprendente que pareciera, se oponía a la elipsis. Básicamente consistía en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para el recto y cabal sentido de ella, pero con los cuales se daba gracia o vigor a la expresión. La prosa por su parte supuso entonces que el concepto de pleonasmo era claro y que resultaba de utilidad para mejorar la redacción, pero en cambio, no estaba muy definida la frontera entre lo que debía censurarse y lo que podía tolerarse. Por eso pensó que dijeran lo que dijeran las gramáticas, los escritores que redactasen decidiesen por ellos mismos si escribir una escritura tensa o permitirse el lujo de incorporar unos pleonasmos redundantes. La prosa entonces, empezó a ponerse cada vez más nerviosa, ya que se estaba dando cuenta que había muchísimos errores a los que no estaba acostumbrada a identificar. Seguidamente continuó leyendo y le aparecieron faltas que si bien no incidían contra la normativa de la lengua, eran también algo molestas. Así pues, empezó a entender el significado de la anfibología, que no era otro que la ambigüedad, es decir, las frases que se podían interpretar de dos o más maneras distintas. Por este motivo, la prosa expresó que era muy recomendable 18

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actuar con cautela, ya que se debía leer atentamente el texto varias veces y anticiparse a las posibles reacciones del que leyera el escrito... Por otro lado, al leer la palabra cacofonía, le resultó (a la prosa) desagradable repetirla hasta dos veces para asegurarse lo que estaba expresando, pero precisamente era eso, una repetición reiterada de algunas letras o sílabas que producían un sonido desagradable. Al leer la palabra "repetición" la prosa se dio cuenta de que ella misma solía repetir o reflejar rutinas verbales (tics personales). Cosas como palabras concurrentes de aquí y de allá, frases exactamente calcadas, párrafos con el mismo patrón de fondo. Aquí es cuando se dio cuenta de que nadie (ni siquiera ella) dominaba el infinito caudal léxico de la lengua, pues todos cargaban con limitaciones expresivas. Por eso, cuando estas ocurrencias adquirían relevancia alguna, podrían llegar a empobrecerla a ella ( a la prosa), definiéndose como tics o vicios de redacción. Estos son personales, imprevisibles, a menudo inconscientes y, a veces, difíciles de detectar. Ella sabía de alguna manera lo monótona e insulsa que podía ser, por eso, ella misma intentó aclarar los tics que podían afectar a la redacción misma:  Repetir una palabra o expresión.  Abuso de alguna escritura sintáctica (gerundios, antepuestos, frases comparativas, subordinada...)  Estructuras calcadas en párrafos y textos (empezar con una misma palabra o frase, abusar de los marcadores textuales, cerrar siempre los párrafos...).  Usos poco corrientes o personales de puntuación (exceso de incisos con paréntesis o guiones, uso frecuente de dos puntos, punto y coma...). Al leer todo esto, la prosa tenía claro que el mejor antídoto contra esos tics era la supervisión estilística y formal de ella misma, ya que los mismos tics sintácticos se camuflaban tanto detrás de la variación léxica como también en esta musiquilla reiterativa que provocan.

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Capítulo 9: Juegos sintácticos Érase una vez un escritor al que le encantaba jugar con la frase y tratarla como si de un gato se tratara. Él decía que había que perderla el respeto y ejercitar nuestras destrezas sintácticas en más de una ocasión... Gracias al desarrollo de la flexibilidad y a la fluidez del texto, él escritor podía "divertirse" con las frases. Aunque él aconsejaba que las frases debían ser de menos de 30 palabras, a él también le encantaba jugar en ciertas ocasiones y exagerar las oraciones, de modo que las hiciera interminables para engordar los componentes de una frase simple, con todo tipo de complementos escogidos libremente, hasta formar una oración larga y compleja. Este escritor tenía una manía muy virtuosa a la vez que defectiva, y es que le encantaba aconsejar a los demás. Por eso él opinaba que para redactar frases tremendamente exageradas, la gente debía recordar algunos consejos importantes:  Los circunstanciales de tiempo y lugar pueden ir al principio.  Juntar los adjetivos y ordenarlos con criterios semánticos, pudiéndose anteponer al sustantivo y dejar la parte de atrás para las relativas adjetivas.  Ordenar los complementos desde el punto de vista de la comprensión del lector. Por otro lado, la creatividad sintáctica de este escritor era deslumbrante, ya que era capaz de escribir una misma frase con otras palabras, pero manteniendo el mismo significado. Le encantaba escoger libremente las palabras dependiendo de la ocasión que le surgiese, pero también opinaba que la gente que solo sabía escribir una versión de sus escritos, era esclava de sus propias limitaciones expresivas; algo que le apenaba enormemente. Una de las cosas que más apreciaba este novelista era modelar la información, es decir, trabajar con los datos. Él disfrutaba muchísimo cuando poseía una idea y tenía la capacidad de desarrollarla, de ampliarla, comprimirla o incluso cambiar el punto de vista. Una vez nos contó que su amigo Felipe, el cuál era periodista, era todo un maestro de estirar, encoger y retocar la información, ya que podía hablar durante cinco minutos sobre una noticia que no llegaba a las tres frases. Felipe le contaba que solían parafrasear mucho, incorporaban circunloquios, eran capaces de mencionar las circunstancias y de valorarlas desde puntos de vista comunes... ¡Vamos, unos maestros que estaban hechos! 20

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Este autor comentaba que debido a los límites espacio-temporales que cada día eran más frecuentes en los textos escritos, tanto su amigo Felipe, como congresistas o incluso él mismo, se obligaban a contar lo mismo que antes cuando escribían en más espacio, pero con menos líneas o palabras, ya que según decía: ¡El tiempo y el espacio cuestan dinero! Capítulo 10: Nueve reglas para escoger palabras. Había una vez una serie de reglas que debían seguirse cuando los escritores fueran a elegir las palabras precisas para elaborar su escrito. Estas reglas eran sumamente útiles en la selección léxica y se estructuraban en nueve normas: 1.No repetir Nuestra amiguita "repetición" pensaba que si se volvía reiterada muchas veces una palabra, podía provocar monotonía y aburrimiento a los lectores. 2. Evitar las muletillas "Muletillas" opinaba que a menudo algunas expresiones actuaban como auténticos clichés lingüísticos, ya que se empleaban para tapar agujeros o articular una frase coja, pero también pensaba que se abusaba mucho de ellas sin razón alguna. 3. Eliminar los comodines El "pequeño comodín" quería dejar claro que se definían como nombres, verbos y adjetivos de sentido genérico, pero que su función principal era la de ayudar al escritor a situarse en el texto cuando a este no se le ocurriesen otras palabras que emplear en él. Así pues, ellos (los comodines) eran muy renombrados en el texto escrito, ya que se podía decir que servían para todo. 4. Preferir palabras concretas a palabras abstractas Se consideraba a "palabras concretas" mejores que a "palabras abstractas", ya que las primeras se referían a sujetos tangibles, es decir, que el lector era capaz de descifrar fácilmente una palabra porque las asocia a una imagen. 5.Preferir palabras cortas y sencillas "Palabras cortas y sencillas" eran las favoritas de los escritores pues gracias al nivel de comprensión que poseían, hacían más fácil la lectura del texto que estos estaban redactando.

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6. Preferir las formas más populares Aunque la lengua ofrecía dos formas posibles en aspectos fonéticos, ortográficos y morfosintácticos, "formas populares" ganaban por goleada, ya que se las consideraba mucho más llanas y recomendables para su uso en la lengua 7. Evitar los verbos predicativos "Ser y estar" algunas veces cargaban innecesariamente la frase; pero en cambio los verbos con predicación completa eran muchas veces más enérgicos y claros. 8. Tener cuidado con los adverbios en -mente "Adverbios -mente" eran empleados sobretodo en registros formales, pero no había que abusar de todos ellos, porque recargaban la prosa y se hacía pesada su lectura. 9. Marcadores textuales "Marcadores textuales" eran definidos como señaladores de los accidentes de la prosa: la estructura, las conexiones entre frases, la función de un fragmento... Ellos pensaban que tenían forma de conjunciones, de adverbios o locuciones conjuntivas; su labor era la de ayudar al lector a comprender el texto. Gracias a todas ellas, se pudo distinguir claramente entre una palabra poco adecuada, reiterativa o vacía... Capítulo 11: La textura escrita.

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Capítulo 12: El termómetro de la puntuación. Hasta que no me leí este capítulo, jamás me había parado a pensar en la importancia que tenían los signos de puntuación para un escrito. Tanto es así que estaba acostumbrado a rebatir la forma en la que los profesores intentaban ayudarme a puntuar, pero en cambio, expresaba mi disconformidad con la forma de expresar de todos ellos, objetando que mi forma de puntuación era también válida... Dudo mucho que por un punto y una coma en el texto, se pueda aventurar una calidad general de la prosa. Sabía perfectamente que si colocaba dos comas en el lugar adecuado, estas podían formar una subordinada; y que el uso reiterativo de puntos y aparte equilibraban el párrafo, pero no sabía que si abusaba de los paréntesis o en mis escritos escaseaban los puntos y seguido o incluso la presencia de comas sueltas, me aventuraban malos indicios en mi texto. Cuando yo era pequeño mi profesora de lengua me ayudó a comprender que las funciones de la puntuación eran muy diversas. Ella me decía que los signos de puntuación estructuraban el texto, delimitaban la frase, marcaban los giros sintácticos de la prosa, ponían de relieve ideas y eran capaces de eliminar ambigüedades; por otro lado, también eran capaces de modular la respiración en la lectura en voz alta... Sé distinguir su distinta jerarquía (pinchando en la palabra en rojo te aparecerá la tabla jerárquica de signos) en cada uno de ellos: su fuerza, su función, la importancia que tienen en el discurso, pero también sé que la puntuación estructura distintas unidades del texto: de los párrafos, de las frases, las relaciones de subordinación entre ideas... Me considero estudiante y no filósofo, pero creo que según que textos esté escribiendo en un momento determinado, ofrezco un tipo de repertorio de signos más amplio o limitado. Por otro lado, la distinción que puedo hacer se los seis niveles distintos de complejidad de puntuación, varían dependiendo de los signos que esté utilizando en un momento determinado. Por ejemplo: en una escala de más simple y más complejo estarían: Punto y seguido, punto y aparte y coma, punto y coma, dos puntos, puntos suspensivos, etc., Guiones, paréntesis y comillas.También podría incluir otros recursos como la letra cursiva, el subrayado, la letra en negrita, entre otros... Bien es cierto que cuando hago un escrito empleo todos los recursos que acabo de mencionar, aunque quizá el que menos utilizo el de los guiones. Frecuentemente hago un uso de todos ellos, ya que si tuviera que sopesar el elemento 24

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que más empleo, sería el de punto y coma, quizá hasta me permitiría decir que últimamente abuso demasiado de él en mis redacciones. Pero si tengo que decir el que más dificultad me procesa, sin duda atendería al punto y seguido, ya que mis frases se llegan a hacer interminables cuando redacto y por eso quizá en vez de incorporar un punto y seguido, prefiero poner un punto y aparte para acabar con la frase... La inmensa mayoría suele emplear con asiduidad el punto y seguido. Lo suelen utilizar antes de las mayúsculas, el proceso del punto y seguido siempre es el mismo: Oración que comienza por mayúscula, acaba por punto. Respecto a la coma podría mencionar dos grupos de ellas. Por una parte estaría la coma sola que sirve para separar ideas y conceptos (enumeraciones, omisión del verbo, fórmulas...), y por otro lado, estaría la pareja de comas que equivaldría a los incisos (aposiciones, cambios de orden, subordinadas, marcadores textuales...). Hasta aquí podría decir que los signos más importantes de puntuación son el punto, el punto y seguido y la coma, aunque entre ellos son muy distintos. Nunca me he considerado un escritor abusivo con los signos de puntuación, ni tampoco jamás he prescindido de cada uno de ellos, pero sé que si llega el caso de reiterar constantemente unos y otros, mis escritos se podrían hacer pesados tanto para mi, como para el que los lee, y es cierto que también puede resultar en ocasiones bastante banal o incluso hacer incomprensible el propio texto que acabamos de redactar. Por eso, a partir de ahora intentaré revisar en la medida de lo posible (entre dos y tres veces) lo que escribo para no llegar a confusiones e incluso a confrontaciones lingüísticas contra mi persona y contra los destinatarios de mis escritos. Capítulo 13: Niveles de formalidad: Como bien dice Cassany, el nivel de formalidad es la sal y la pimienta del escrito. Una instancia con vocablos vulgares tiene un sabor agrio y una carta de amor con prosa neutra aburre. Así pues, es complicado identificar el punto justo entre formal e informal para cada comunicación: el tono directo de una nota, la sintaxis precisa de la solicitud o la terminología técnica para un informe. Dominar la escritura significa también percibir el valor sociolingüístico de la lengua. A continuación, mostraré a modo teórico-práctico la ejemplificación de los dos registros (formal e informal) mediante una conversación entre dos amigos, en el que uno habla de una forma cuidada y formal y el otro informal.

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Ricardo y Santiago son dos amigos que hacía muchísimo tiempo que no se veían. Cuando un día están paseando, Ricardo se da cuenta de que alguien le está llamando con un acortamiento de su nombre... -"¡Ricar!", ¿qué pasa machote? ¡Cuánto tiempo tronco...! -Sí, la verdad es que ha pasado mucho tiempo, ¿cómo estás? -Pues mira bien, aquí que estoy esperando a que salga de currar La Cristina. -Ah, muy bien. Pues yo ya iba de camino a mi casa... -¡Eh, pero espera macho! Vamos a hablar un poco, ¿no? - Está bien, tengo aún algunos minutos para poder argumentar contigo. -¿Quieres que nos vayamos a tomar una caña? -Sí, por qué no... - ¿Pues sabes que soy picoleto? - Ah, que bien, ¿qué entraste directamente por el servicio militar? - No, no, que va... o sea haber, en parte sí y en parte no. Es que verás tenía un tema por ahí encandilao y es que la mami de Cristi es amiga con derecho a roce del capitán de la guardia. - Anda, pues tendrás que obsequiarle con algún obsequio. - Sí, ya le invitaré o lo daré un regalo. - A ver qué es lo que le vas a otorgar, no se vaya a incomodar contigo. -No, que va, no lo voy a molestar con lo que le dé, tranqui. - Está bien. Bueno, se me ha hecho tarde, espero que otro día podamos volver a coincidir Santiago, un saludo amigo. -Claro que sí Ricard, venga tío chao. Aunque el registro formal es más bien empleado en un ámbito profesional o gente a la que no conocemos... he querido implicar a "Ricardo" en un registro formal proveniente de la escuela a base de instrucciones programadas, a pesar de que él conocía a Santiago. En cambio Santiago, utilizar claramente un registro coloquial, aquel que propicia situaciones espontáneas, el que se ha aprendido con la interacción de la familia, los amigos, etc.,

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Podríamos expresar que a la hora de emplear un lenguaje formal o informal, surgen ciertas marcas de in-formalidad indistintamente entre un registro y otro.

COLOQUIALES Sustantivos:  Reducciones consonánticas: setiembre, conciencia, trasmitir, oscuro...  Abreviaciones: mili, poli, bici, mami...  Hipocorísticos: Merche, Pili, Da ni... Pronombres:  Combinaciones dialectales: dalo, la dije...  Formas neutras: eso, aquello... Verbos:  Participios analógicos: elegido, imprimido... Adverbios:  Formas populares: deprisa, de gratis... Otros aspectos:  Uso general de formas activas  Muletillas: o sea, pues, entonces...  Fórmulas de referencia oral: lo que te dije, lo que te acabo de decir...

FORMALES  Formas sin reducción: septiembre, consciencia, transmitir, obscuro...  Formas originales: servicio militar, policía, bicicleta, madre...  Formas completas: Mercedes, Pilar, Daniel...  Combinaciones formativas: dáselo, le dije...  Formas más específicas para cada contexto.  Participios latinos: electo, impreso...  Formas en -mente: rápidamente, gratuitamente...  Uso más frecuente de formas pasivas  Fórmulas de referencia escrita: lo que mencioné más arriba, tal como lo comenta el capítulo XX.

Así pues, no solo es la distinción que requiera e lenguaje escrito según el destinatario y el objetivo que tenga, si no también habrá que atender a todas estas marcas informales, dependiendo del caso con el que nos encontremos, requiriendo un nivel de formalidad distinto, adecuado al interlocutor, a la función y al texto.

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Capítulo 14: La oratoria de la prosa. En este capítulo Cassany a parte de hablar sobre la retórica, nos quiere a enseñar a nosotros como lectores, de qué manera podemos emplear recursos retóricos en nuestros escritos, ya que el procedimiento de redactar no es nada sencillo. Él comenta que la razón de no escribir correctamente es debido a que muchos escritores/as comenten las faltas más básicas, haciendo referencia al ser "repetitivo" como falta más simple, aunque también menciona la repetición de cada punto como segunda falta más básica. Las dos últimas falta a la que hace referencia Cassany es cuando se es redundante, muy pesado o continuar escribiendo aún sabiendo que el punto que ya ha sido explicado, se está explicando nuevamente para estar conformes y seguros de que se ha entendido ese punto con suma precisión y el hecho de empezar casi todas las frases con los mismos determinantes (el, la, este...). Cassany expresa que para garantizar la motivación del lector hasta el final, se tiene que producir una intensa interacción entre autor-lector, a través del medio de la prosa, para que el destinatario active su conocimiento del mundo y pueda lograr una elaboración del sentido del mensaje. El autor tiene que organizar la prosa de tal modo que pueda estimular la percepción del lector, conectándose con la experiencia personal de cada uno, y que esto le haga seguir leyendo. El autor llega a la conclusión de la que ya sospechaba. Opina que únicamente no basta con escribir correctamente, con coherencia y adecuación y cohesión en el texto, sino que además hace falta creatividad e ingenio retórico y saber preparar estrategias para atraer al lector, para tentarlo con el estilo, pues en la retórica está la diferencia entre lo que se hacen leer y lo que caen en el olvido... Así pues, para no caer en estas "consecuencias lingüísticas", Cassany nos ofrece seis principios generales de retórica para nuestra escritura funcional: 1. Punto de vista Este recurso hace referencia a adoptar el punto de vista del lector, a emplear su lenguaje, pero evitando palabras que desconozca, explicar las ideas a partir de sus conocimientos previos, poner ejemplos relacionados con su entorno y su realidad e implicarles en el texto con preguntas retóricas o exclamaciones en segunda persona. 2. Concreción Significa que los hechos concretos son más comprensibles y atractivos que los abstractos, interesando más las cosas fijas, perceptibles, que las reflexiones vagas. 28

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En este recurso se debe incluir ejemplos, anécdotas, imágenes visuales, esquemas o incluso metáforas para que tanto la prosa como el texto ganen claridad. 3. Personalización Aquí el tono personal interesa más que el neutro, ya que se incluyen personajes reales, pronombres personales, acercándose más al texto a géneros de narrativa y a una explicación sumamente oral; por eso la lectura es más llevadera y cercana. 4. Prosa coloreada Este tipo de prosa es variada, viva e imaginativa, animando a que busquemos a su vez, un léxico preciso y claro pero sumamente enriquecedor. Por otro lado, se puede aprovechar las expresividad de las frases hechas, preguntas o exclamaciones. Así, se puede decir que todo ayuda en este tipo de prosa: salidas de tono, cambios de ritmo, humor, ironía... 5. Decir y mostrar En este recurso se incentiva la descripción de la información desde una óptica personal, contando todo específicamente, con detalles concretos, colores, estilos directos... no limitándose a enunciar los datos, ya que resulta consecuente para el texto, haciéndole carecer de aportaciones personales, y fomentando que la prosa gane abstracción (alejándose a su vez de la realidad)

6. Despieces Como última estrategia textual podemos destacar los despieces, que atendiendo a sus características podríamos indicar que: carece de nombre fijo, intenta desplazar una información secundaria y autónoma del conjunto y presentarla como complemento del texto principal, recibe un tratamiento gráfico especial, descarga el cuerpo del texto (introduciendo variación en la prosa y aligerando la tarea de lectura), y por último, se emplear mucho en periodismo, estando exportado a día de hoy a otros campos como los libros o las documentaciones...

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Capítulo 15: La imagen impresa: Hasta ahora no me había puesto a pensar en profundidad que bajo nuestros ojos y las imágenes que acompañan a estos, nos encontramos cada día imágenes visuales que resultan estar en las páginas que escribimos. Quizá de alguna manera pueda parece algo "tonto" no haberse puesto a pensar antes algo así, pero atendiendo a los distintos tecnicismos que a lo largo de toda la obra emplear Cassany , puedo asegurar que seguramente haya habido cosas que ya sabría anteriormente, y en cambio otras que haya descubierto en "la cocina...". Por eso, si nos fijamos en una primera acepción en la atención personalizada que dedicamos a las imágenes, nos damos cuenta de que distinguimos en ellas un marco rectangular que cierra una "piscina de letras" y que bajo nuestra percepción visual, atendemos de una forma personalizada a los títulos, las mayúsculas y a los dibujos... Pero antes de que podamos descodificar la información expuesta, estas formas mencionadas anteriormente nos ofrecen información valiosa y primeriza del texto; por eso gracias a que nos hemos pasado "media vida" observando imágenes, ya casi de forma inconsciente podemos adivinar de qué se trata un escrito antes de empezar a leerlo. Nuestra experiencia con las imágenes se ha visto más recompensada gracias a dos de los medios con más potencial comunicativo no verbal de todas ellas: periodismo y publicidad. Estos de forma estratégica saben muy bien donde colocar la letra, el tamaño o su forma para informar y atraer al lector mucho antes de que comience a leer. Me acuerdo que cuando trabajaba siempre me paraba a recoger el periódico "20 minutos" a la salida de la parada de metro de Vicálvaro. Y bien es cierto que según iba en el autobús de camino al trabajo, me limitaba a leer los epígrafes que resaltasen bajo la percepción de mi ojo, así como la imagen que solía por normal general, acompañar al epígrafe notorio. Es cierto que en mi caso, la primera página (donde estaban situadas las noticias en las que más hincapié hacían y la portada) era la que más llamaba mi atención y en las que de alguna manera deseaba buscar en qué página se encontraba esa noticia concreta para poder leerla. Gracias a la revolución tecnológica ya no tenemos necesidad de leer toda la "paparrucha" que nos parezca irrelevante y que a la vez pensemos que no hace más que integran tonterías...

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Quizá cuando era pequeño, tenía que emplear una plantilla en la que los márgenes venían alineados y expuestos para que no te pasases a la hora de redactar; hoy en día esto ya no es así, ya que gracias a las nuevas tecnologías, estos márgenes vienen ya predefinidos en la misma hoja de "word", pero sin aparecer una delimitación lineal gráfica dibujada. Gracias a Cassany, podemos tener en cuenta una serie de reglas para poder organizar la página y que podamos lograr buenas imágenes escritas. -Ya que nuestro ojo es muy perceptivo, tendríamos que escribir de forma amplia (interlineado) y con una letra grande que fuera legible al lector. - Emplear párrafos que lleven consigo una separación mediante el interlineado doble. - Marcan las expresiones importantes, pero teniendo en cuenta los excesos pues pueden muchas veces entorpecer a los que leen. -Identificar las páginas por comodidad y por seguridad, añadiendo elementos como el número de página, el título o la referencia del tema y el autor. - Incorporar títulos y subtítulos claros, concisos y atractivos para atraer al lector y que de alguna forma le facilite la tarea de saber qué es lo que se va a encontrar en cada escrito. Otros recursos que Cassany nos ofrece son señales que hay que tener en cuenta para leer y poder ayudar al lector:  Señales de anticipación: Estas avisan al principio de todo lo que se va a encontrar en el texto o incluso de lo que proseguirá a continuación.  Señales de resumen: Recuerdan lo más importante que se ha dicho.  Señales visuales: Resaltan determinadas partes del texto con métodos no verbales (formas, colores, tamaño...).  Señales verbales: Apuntalan el desarrollo de la lectura con alguna información lingüística (orden de las palabras, anáfora...).

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Capítulo 16: Pintar o reconstruir.

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