La Ciudad de Londres en El Siglo XX

LA CIUDAD DE LONDRES EN EL SIGLO XX La segunda guerra mundial deja a Europa con destrucciones materiales mucho mayores q

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LA CIUDAD DE LONDRES EN EL SIGLO XX La segunda guerra mundial deja a Europa con destrucciones materiales mucho mayores que en ningún momento de la historia. Las terribles campañas, los bombardeos masivos, hacen que el problema de las ciudades, destruidas casi totalmente en algunas partes, sea uno de los principales temas a resolver. Pero la guerra también tuvo su costo en lo político, en lo social, en lo económico, en lo humano y en lo moral. Con el resultado a favor de los aliados (EE.UU., Inglaterra, Francia, URSS) se aniquilan los dos regímenes totalitarios beligerantes de Europa; el nazismo de Hitler en Alemania y el fascismo de Mussolini en Italia. La crisis económica junto con las problemática de la vivienda (escasa por las destrucciones) no hubiera sido posible de solucionar sin la pronta ayuda económica aportada por los EE.UU., uno de los vencedores y el único que mantuvo el centro fuera de sus territorios continentales, los cuales no sufrieron destrucciones. Con la puesta en acción del Plan Marshall, la ayuda económica se destinó a reflotar las economías europeas, se destinó a la vivienda y a la acción pública, y todo tipo de obras públicas de urgencia.

POSGUERRA - LA RECONSTRUCCIÓN INGLESA: LAS NEW TOWNS Como en tiempos de las primeras leyes sanitarias, cien años antes, la experiencia urbanística inglesa sirve de ejemplo y estímulo para los otros Estados europeos. La ley urbanística de 1932 permite a las administraciones locales regular las transformaciones del territorio cuando estas se verifiquen, pero no intervenir activamente para iniciarlas. La formación de planes se realiza muy lentamente y con muchas dificultades; en 1942 solo el 3% del territorio británico se encuentra bajo el control de un plan realmente vigente. Los inconvenientes de esta situación se evidencian rápidamente, tanto por la crisis económica que deja al desnudo los defectos funcionales de la industria y de la agricultura inglesa - debido en gran parte a la distribución de estas actividades en el territorio- como por las críticas insistentes de los urbanistas. La crisis impulsa al gobierno a intervenir en la vida económica, abandonando, después de más de un siglo, el principio del libre cambio; así se forman las condiciones para ejercer, también en el campo urbanístico, una acción más restrictiva. En 1940 se publican las desventajas de la concentración demográfica y económica en torno a las grandes ciudades; reconoce que las administraciones y las leyes vigentes son incapaces de poner remedio, puesto que pueden mejorar la ordenación interna de las ciudades, pero no regular su crecimiento; sugiere la creación de una autoridad central que posea el control de los terrenos edificables y aconseja -entre las soluciones técnicas adecuadas para corregir la distribución de los asentamientos- la formación de nuevas ciudades o la ampliación de ciudades existentes en posición favorable. Quizás este informe hubiera quedado en una simple recomendación teórica si no hubiese intervenido la guerra; los bombardeos masivos de Londres y Coventry han tenido, en la formación de las nuevas leyes urbanísticas inglesas, la misma función que las epidemias, un siglo antes, en la formación de las primeras leyes sanitarias.

Mientras prosiguen los estudios para el plan regulador de Londres; el grupo MARS presenta, en 1942, un proyecto teórico que rompe la continuidad del tejido urbano y propone una serie de barrios separados por zonas verdes y unidas en forma de peine a un eje principal que atraviesa el centro histórico y las zonas industriales, a lo largo del Támesis. La Academia real publica, en 1943, un plan de ordenación del centro según los conceptos tradicionales de valoración formal. Pero, en 1944, el Country Council de Londres adopta en conjunto el plan de P. Abercrombie y Forshaw; este se mantiene razonable lejos de todo concepto de regularidad geométrica y de toda intervención demasiado radical en las zonas ya construidas, pero se propone invertir el proceso de concentración realizado hasta ese momento, por una serie de procedimientos a escala regional, que superan los límites del conjunto actual.

Basándose en una detallada encuesta sobre las viviendas existentes, el plan distingue varias zonas concéntricas: 1. El inner ring, que incluye completamente el área del condado de Londres y se caracteriza por una excesiva densidad; esta zona debería ser progresivamente aliviada con el alejamiento de más de 400.000 hab. 2. El suburban ring, la zona de los suburbios, que presenta una densidad satisfactoria, pero exige ser reorganizada y equipada convenientemente. 3. La green belt, una vasta zona verde que rodea la ciudad actual y debería permanecer igual, evitando ser invadida por la edificación. Este concepto deriva de Howard e indica la intención de limitar, a partir de ahora, el desarrollo de Londres, como organismo compacto. 4. El outer ring, donde, en cambio, deberían levantarse los nuevos centros, no en forma de barrios-dormitorios, sino de nuevas ciudades, bastante grandes como para tener vida autosuficiente. La red viaria se basa en un nuevo sistema radial rápido, recogido por un anillo interno situado en el inner ring y por un anillo externo, en el límite entre la green belt y el outer ring.

En 1944 una ley autoriza al Ministerio a expropiar los terrenos necesarios para realizar los trabajos de reconstrucción en los territorios afectados por la guerra, o las obras de transformación de las zonas donde la utilización del suelo no es compatible ya con las exigencias modernas. Cuando, en 1945, los laboristas llegan al gobierno, la planificación urbanística recibe un ulterior decisivo impulso. New Towns - Concepto de “ciudad jardín” de Howard:  Densidad baja  Vivienda unifamiliar  Vivienda en torres  Jardín privado

En 1946 se aprueba el New Towns Act; para cada nueva ciudad se creará un ente especial, independiente de las administraciones locales y estrechamente relacionada con el poder central: la Development Corporation, con poder para adquirir terrenos, disponer del plan de usos, construir las instalaciones y obtener las subvenciones para la realización de barrios. En 1947 se aprueba, como conclusión de este ciclo, la nueva ley urbanística inglesa, que unifica los métodos de planificación en todo el territorio y prepara la reabsorción de todas las iniciativas de emergencia en la administración corriente. La realización de los planes y la construcción de las nuevas ciudades se efectúan rápidamente, sobre todo durante los primeros años; a finales de 1954, la mitad aproximadamente de la población prevista para las 7 nuevas ciudades alrededor de Londres se encuentra ya en el lugar. A medida que el programa urbanístico se traduce a la realidad, aparece una serie de problemas de edificación cuyas soluciones deben irse encontrando gradualmente, por medio de pruebas; así la imagen de las nuevas ciudades tarda en configurarse con precisión y comunica una impresión de precariedad. Esta constatación es el punto de partida de una línea de investigación para el control formal del paisaje de la nueva escala urbanística, en la que confluye la línea tradicional de los estudios paisajisticos, eliminando sin embargo la contraposición entre ciudad y campo, tan viva en Ruskin, en Howard y en Geddes. Al mismo tiempo los urbanistas trabajaron en el estudio de las causas estructurales de los defectos constatados en las new towns, y vieron la necesidad de corregirlos con programas de intervención aún más extensos y radicales. El mérito máximo de los técnicos y de las autoridades inglesas consiste en no haber considerado la reconstrucción de los daños de la guerra como un problema aislado, sino como parte indivisible de un proceso total de planificación; por esto, exceptuando los inconvenientes

parciales, la experiencia inglesa tiene una enorme importancia metodológica y es seguida con excepcional interés en todo el mundo.

Entre 1945 y 1951 se fundaron las primeras 10 new towns, entre las que destacan Stevenage (1946) y Harlow (1947). Los criterios de la estricta separación racionalista de funciones entroncan con unos rasgos formales comunes, los de la casa unifamiliar en la ciudad-jardín: los techos inclinados, los muros de carga de ladrillo, reflejados en gran parte en el exterior, zócalos de madera pintada y, en algunos, casos balconcillos. El conjunto era pintoresco y normalmente mostraba gran respeto por árboles y plantas. Formalmente, la arquitectura de las new towns estaba inspirada en la arquitectura sueca, en la que entonces se llamaría el new empirism. El interés de esta experiencia consiste sobre todo, en el hecho de producirse en continuidad con la tradición de la ciudad-jardín, por una parte, y en los nuevos planteamientos del urbanismo racionalista basado en la planificación estatal, en la segregación de funciones, en la creación de nuevas ciudades y en la importancia de los espacios verdes entre zonas, por otra.

Tras las críticas de la primera generación de new towns, en los años ‘60 se presentó un nuevo prototipo, que encontró su plasmación en Cumbernauld. Se trataba de crear ciudades más compactas, aumentando densidades, disminuyendo distancias y estructurando las new towns en torno a un potente Civic Center. A principios de los años ‘70 se potenció una tercera generación de new towns con una mayor flexibilidad urbana y una mayor diversidad de tipos edificatorios.

Ampliación del regulador 1964

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