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LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA CIENCIA El investigador que busca la verdad y practica la duda sistemática se apoya e

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LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA CIENCIA El investigador que busca la verdad y practica la duda sistemática se apoya en una serie de principios que en cierto modo constituyen el telón de fondo del espíritu científico. Aquí examinaremos un poco más de cerca estos cinco principios, inspirándonos en las obras del filósofo Mario Bunge, profesor de la Universidad McGill. El primer principio de la ciencia se resume en la célebre frase de Einstein: “Dios no juega a los dados con el universo". En otras palabras, los fenómenos tanto físicos como sociales son coherentes y obedecen a leyes de funcionamiento. Ya sean físicos, químicos, psicólogos, sociólogos o antropólogos, todos los científicos se adhieren a ese principio enunciado de manera tan sencilla por Einstein. En nombre de ese principio, el psicólogo intenta descubrir factores generales que podrían actuar sobre el funcionamiento de la memoria de manera similar en casi todos los seres humanos; el economista estudia el mercado bursátil a fin de descubrir indicadores que le permitan percibir sus fluctuaciones; el sociólogo busca explicaciones de la importancia de la deserción escolar en ciertos estratos sociales, etcétera. El segundo principio afirma que el ser humano tiene la capacidad de comprender el universo físico, así como el universo social. Para la mayoría de los creyentes, únicamente el Creador posee la inteligencia todopoderosa que permite aprehender los misterios del universo. Los científicos no abdican ante esos misterios. No solo están convencidos de que es posible comprender los mecanismos del universo, sino que también creen que se puede intentar influir en ellos. El tercer principio del método científico es la convicción de que la razón, el razonamiento lógico, es el mejor medio para descubrir el orden oculto de las cosas. El cuarto principio es la necesidad de proceder al examen minucioso de las diversas manifestaciones de un fenómeno y de sus determinantes. Se refiere a lo que llamamos la base empírica de la ciencia; por “empírica” se entiende “que no se apoya más que en la experiencia, en la observación”, en otras palabras, en los hechos que pueden detectar los sentidos. El registro minucioso de los hechos es tan importante para los científicos que vale la pena detenemos en él. Las ciencias han progresado rápidamente gracias al cuidado que ponen las publicaciones científicas en la descripción minuciosa de los instrumentos de recolección de datos y en el contexto en que ésta se lleva a cabo. En el caso de las ciencias de la naturaleza, se trata de responder a preguntas como: ¿a qué hora?, ¿en qué fecha?, ¿bajo qué presión atmosférica?, y ¿por medio de cuál aparato se registraron los datos? En el caso de las ciencias humanas, se trata de responder preguntas como: ¿qué tarea ejecutaron los participantes antes de ser interrogados?, ¿qué preguntas se les hicieron?, ¿en qué orden?, y ¿a cuál subgrupo de la población, seleccionado por medio de qué técnica, se dirigió el investigador? Estas precisiones sobre el contexto en el que tuvo lugar la recopilación de datos son de importancia capital, puesto que permiten la repetición de las investigaciones científicas por más de un individuo. En efecto, la ciencia puede evolucionar gracias al trabajo colectivo. La práctica científica exige que se trabaje a libro abierto, que se revele de manera explícita a otros investigadores cómo se ha procedido para llevar a cabo la investigación.

El quinto y último principio se desprende de los anteriores y guía la actividad de los investigadores. Establece que las explicaciones científicas de los fenómenos no deben contradecirse entre sí.