La Canoa de Papel - Analisis de Fernando Del Pozo

La canoa de papel, de Eugenio Barba Análisis de la pieza. Fernando del Pozo Para mi trabajo he decidido analizar el cua

Views 44 Downloads 0 File size 133KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

La canoa de papel, de Eugenio Barba Análisis de la pieza. Fernando del Pozo

Para mi trabajo he decidido analizar el cuarto capítulo del libro, titulado; Apuntes para los perplejos (y para mí mismo). En mi opinión este es uno de los capítulos más interesante para desarrollar.

Barba comienza con una pequeña reflexión sobre el tiempo y el valor de nuestras acciones. Tiene razón cuando dice; El tiempo decidirá el sentido y el valor de nuestras acciones. Pero también lo tiene cuando dice; Sin embargo el teatro es un arte del presente. Con estas citas me gustaría hacer una reflexión dramatúrgica sobre la importancia del tiempo a la hora de escribir. Un autor contemporáneo debe de escribir sobre un tema del cual realmente le importe hablar. Ese tema tiene que ser un tema actual. A mí, ciudadano del 2016, me debe interesar el tema del que me están hablando porque si no es así, no iré a ver su obra y se perderá ese mensaje tan importante que el autor me quería contar. Pero claro, ¿hasta cuándo esta en boga el tema del autor? El teatro es un mecanismo, normalmente, lento. Esto quiere decir que desde la escritura dramaturgia hasta el estreno, pasa normalmente más de cuatro meses, en casos exprés. Pero, ¿y si en todo ese tiempo el tema ya no es actual? ¿Y si a la hora del estreno ningún ciudadano se preocupa por ir a ver una obra que hable de eso? ¿Y si lo que era tendencia hace tres meses ya no lo fuera? El tiempo siempre juega en contra del teatro. El teatro es presente, aquí y ahora, y si lo que estamos contando no importa en este presente entonces no estamos haciendo nada. A veces hay que apostar por creer que lo que vamos a contar va a ser tan potente que gustara en el pasado, en el presente y el futuro. Algunos autores como Shakespeare o Chejov siguen siendo vistos hoy en día, porque sus obras tratan temas que aún siguen en nuestra sociedad. Temas como el amor, el poder o la muerte. Por lo tanto cada creador, cada interprete, cada bailarín debe aprovechar al máximo su tiempo, porque este se acaba y nosotros necesitamos seguir contando cosas. Barba continua este capítulo apuntando el tema de la herencia del espectador. Habla por encima de cómo es la sociedad en la que vivimos. Una sociedad donde el teatro convive con la memoria electrónica o el cine. El teatro nos ofrece una metamorfosis, pero actualmente la mayoría de esas metamorfosis aparecen con un moderno mapeado. A la pregunta de Barba de; ¿quién serán mis herederos?, yo respondo, los descendientes del mapeado. Claro. La sociedad avanza y el teatro debe avanzar con ella, aplicando en él nuevas tecnologías que nos ayuden a contar mejor todos esos conflictos. Hay un claro debate entre aquellos que piensan que el teatro debe evolucionar y los que piensan lo contrario. En mi opinión pienso, que como todo, el teatro también debe evolucionar porque lleva haciéndolo desde su nacimiento. Si el teatro hubiera sido igual desde sus inicios, por lo menos en España, estaríamos viendo las obras a plena luz del día, separados por clases y estando más pendiente a la conversación que tenemos al lado que a la propia comedia. Al igual que antes decía que en el teatro se debe hablar de temas

actuales, también se debe amoldar a la situación actual de contar historias. Eso sí, sin perder su esencia. Más adelante el autor continua hablando y plantea una curiosa pregunta; ¿Podemos consideras los escritos de Meyerhold, Appia, Brecht… como “experiencia dejada en herencia”? Obviamente sí. Estos lucidos autores plasmaron sus pensamientos teatrales en un papel justo para que las generaciones venideras pudieran debatir, ejecutar o analizar sus escritos. Pero el problema que se plantea aquí es como nosotros, ciudadanos del 2016, podemos llegar a analizar la raíz de estos escritos formulados por autores, que forman parte de nuestro pasado. Y aquí Barba tiene toda la razón del mundo. Por mucho que yo me esmere en entender los escritos sobre la teoría del movimiento de Meyerhold, siempre habrá una parte, una esencia, que se perderá en el tiempo. Yo no tengo ya la misma concepción que tenía Meyerhold sobre el teatro, y anqué entienda lo que me quiera contar yo ya no lo veo así. Por eso Barba insiste tanto en la importancia de la herencia teatral, algo muy subjetivo y misterioso, que compara con un pescador y unos peces que pican. Hoy nuestra herencia teatral esta clarísima, mañana igual no. El teatro es el arte del espectador, dice Barba. Absolutamente cierto. La mayoría pensara que es el arte del actor o del bailarín, pero para nada. Es el espectador el que a través de sus sentidos percibe lo que está pasando. Es cierto que los actores también se expresan a través de los sentidos, pero esa expresión está dirigida a un público, y además este tiene la potestad de debatir lo que él ha sentido. Algo bonito de los espectadores es que ninguno va a experimentar lo mismo. A algunos les llegara más el mensaje y a otros menos, pero siempre de una forma distinta y personalizada. El actor finalmente es el que decide el tema del que ha de reflexionar después de la función. Y eso lo convierte en suyo. Barba continua hablando sobre el lenguaje en la antropología teatral. Se pregunta porque a la hora de profundizar en sus estudio las palabras empleadas se vuelven sugestivas, emotivas, intuitivas… ¿Por qué en esos casos las palabras se niegan a ser claras, científicas o esculpidas? Barba reflexiona sobre algo muy interesante. Si las palabras son imprecisas quiere decir que aquello de lo que hablas también lo es. Y si las palabras son personales, indican una mirada subjetiva. Es la serpiente que se muerde la cola. Sobre esto yo también me pregunto, ¿cuál es el lenguaje ideal para llegar para comunicar cualquier cosa? Pienso que es un lenguaje que mezcla lo personal con lo preciso. Si usamos palabras nuestras, pertenecientes a nuestro cajón particular, combinadas con las palabras exactas sobre la idea que queremos trasmitir, pienso que será más fácil la comunicación textual. Y entonces pienso, ¿qué pasa con la gestual? ¿Qué lenguaje es el preciso y personal que debemos usar para comunicarnos de manera gestual? Y lo más importante, ¿cómo lo quiero comunicar? Si es de manera abstracta tendré más complicado la comunicación. Si es de manera precisa, posiblemente también. Creo que todos los lenguajes, tanto gestuales como textuales deben mezclar la precisión y la personalidad para favorecer la comunicación, y mucho más si nos referimos dentro del ámbito teatral. El capítulo continúa y Barba comienza hablar del teatro como una tradición étnica diferente en cada país. Desde esta idea de diferenciar un teatro de otro reflexiona sobre la identidad teatral. ¿Por qué si el teatro nace de la misma raíz es tan diferente en cada

lugar del mundo? ¿Pierde con esto su esencial? Pienso que no. El teatro es humano, y como nosotros, nace de una misma raíz pero cada tipo es diferente, y ahí está su riqueza. La identidad es definir algo que no estaba definido. La identidad teatral te está contando como eres, porque eres así y no de otra forma y que ha pasado para que ahora seas eso. Tú historia también forma parte de esa identidad. La variedad es necesaria, tanto en el teatro como en cualquier otro ámbito, Porque de distinta forma y de igual modo, te está contando algo distinto, algo que nace de una identidad concreta. Ya al final del capítulo, Barba vuelve a plantear un par de preguntas que me parecen ideales para desarrollar. ¿Analiza la antropología teatral el comportamiento escénico que ha existido y existe entre las diversas culturas? Y si es así, ¿se dirige hacia los estudiosos o hacia los actores? En primer lugar tengo que decir que en mi concepción es difícil imaginar que una antropología teatral no analice cualquier comportamiento escénico en cualquier parte de mundo, ya sea de menor o mayor importancia. Creo que todos los que amamos el teatro tenemos la obligación de saber un poco más sobre cómo se concibe este arte en otros lugares del mundo, y que una buena antropología te tiene que informar sobre todo esto. Y en segundo lugar pienso que esta va dirigida a cualquiera, ya sean estudios, actores o amas de casa. Si esta al alcance de todos es para todos. Quizá en su formulación o en su nacimiento el autor pensaba dirigirse a un público determinado, pero la verdad es que cualquiera puede comprender lo que ahí se cuenta. Si reformulo la pregunta y la cuestión está en que, ¿a cuál de estos dos grupos le serviría más estos estudios? Te diría que la respuesta seria a los estudiosos. Estos escritos, por lo general, suelen tener un lenguaje mucho más técnico y pienso que a estos les puede llegar más que a los propios actores, los cuales del mismo modo no deben quedar excluidos de dicho aprendizaje. Con esto finalizo mi análisis sobre el cuarto capítulo de La canoa de papel.

Adrián Perea