La Banalidad Del Mal

El término banalidad del mal fue acuñado por la filósofa de orígenes alemán y judío Hannah Arendt cuando publicó en 1963

Views 69 Downloads 0 File size 74KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

El término banalidad del mal fue acuñado por la filósofa de orígenes alemán y judío Hannah Arendt cuando publicó en 1963 el libro "Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal". La obra recoge una serie de artículos que Arendt había escrito para la revista "The New Yorker", que la envió a cubrir a Jerusalén el juicio al criminal nazi capturado en Argentina en 1960 y condenado a muerte dos años después. Eichmann participó el 20 de enero de 1942 en una reunión en Wannsee, un suburbio de Berlín, con altos miembros del partido y del gobierno nazi para diseñar la "solución final" de once millones de judíos europeos. Hannah Arendt utilizó esa expresión para interpretar y poder explicar por qué un ser mediocre y oscuro como Eichmann,(como ella lo consideraba), pudo servir de burócrata eficiente para organizar con diligencia la masacre cometida en la Segunda Guerra Mundial. El juicio despertó una gran expectación mundial no solo por ser Eichmann uno de los pocos jerarcas nazis que quedaban vivos, sino también porque el proceso fue retransmitido por televisión. En realidad, la filósofa de origen alemán no llegó tan lejos como para calificar a un nazi como una buena persona. Se limitó a señalar que el tipo de nazi que estaba representado por Eichmann era una expresión banal del mal. Aun así, el juicio no deja de ser sorprendente y hasta provocador, pues en el inconsciente occidental la maldad humana está representada por Hitler y sus secuaces. Además, que fuese una persona de tan alta reputación académica y además, judía que tuvo que emigrar de su patria alemana alertada por las crecientes amenazas nazis, ayuda a entender que generara animadversión e incluso resentimiento entre los propios judíos que veían en dicho retrato una rebaja de la maldad que fue el Holocausto.

La calificación de Eichmann como representación banal del mal viene dada por la imagen que éste transmitió de burócrata gris, débil de voluntad, amante del orden, servicial, obediente ciego de las órdenes que provenían de la superioridad. Es probable que Arendt esperara encontrar en Eichmann la encarnación del mal con mayúsculas, un monstruo sádico moral. Alguien con una mente perversa o con un odio desaforado hacia los judíos. Pero no fue esa la impresión que obtuvo Arendt. Eichmann era un hombre corriente que entró en la maquinaria nazi y llevó en efecto, actos conducentes al genocidio. Pero psicológicamente distaba mucho de ser un individuo malvado y cruel como podríamos imaginarnos a otros nazis.

La aparición del reportaje desencadenó una tempestad de acusaciones ancladas en dos puntos. Por un lado, el papel que los líderes judíos habrían jugado en la elaboración de las listas de deportados. Por otro, la idea de que Eichmann no era un ser demoniaco sino un diligente funcionario, lector de Kant, alérgico a la violencia y empeñado en cumplir las órdenes, un ser banal al que la irreflexión “le predispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo” https://www.youtube.com/watch?v=cBJMS0G6Vrg

Lo cierto es que a pesar de las críticas recibidas hay algo en el retrato de Arendt sobre Eichmann y en especial en la expresión “la banalidad del mal” parecen acertados para algunos sicólogos que seguían preguntándose por qué tantos alemanes normales, probablemente buenas personas en su ámbito doméstico, se convirtieron en genocidas en tan poco tiempo. De hecho, dos estudios parecieron convalidar el diagnóstico de la filósofa alemana. Se llegó a una conclusión . Cuando el mal es cometido por una organización, cuando éste tiene carácter colectivo, no es descartable que en el puente de mando haya monstruos morales, pero entre los mandos intermedios e inferiores lo más probable es que se encuentren seres normales que involucrados en ese contexto grupal y bajo el influjo de una poderosa autoridad renuncien a la autonomía moral en aras del reconocimiento y aceptación del grupo.

En el primero, que se desarrolló casi simultáneamente al proceso de Jerusalén, Stanley Milgram constató cómo personas de la calle sometidas a la influencia de la autoridad (en este caso un científico) son capaces de producir daños severos a personas inocentes por el mero hecho de responder equivocadamente una serie de preguntas. La conclusión a la que llegó fue que: "Tras haber sido testigo de cómo cientos de personas corrientes se sometían a la autoridad en los experimentos que nosotros llevábamos a cabo, me es preciso concluir que la concepción de Arendt sobre la banalidad del mal se halla mucho más cerca de la verdad de lo que se pudiera uno imaginar. La persona normal que hacía llegar una descarga sobre la víctima, lo hacía por un sentido de obligación -por una concepción de sus deberes como sujeto de experimentación- y no por una tendencia peculiarmente agresiva".

http://www.youtube.com/watch?v=8rocRcUOwFw

La impresión al tratar a esas personas y conocer los detalles de sus biografías y relaciones afectivas era que en gran medida eran como cualquier otra persona normal, es decir, que potencialmente cualquier ciudadano de entonces y ahora podría llegar a hacer lo que ellos, los nazis, hicieron. En realidad, no tenían más cualidades que ser buenos ejecutores de órdenes, siendo cumplidores y eficientes la mayoría de ellos. Debemos eludir también la tentación de atribuir aquel desastre a un cierto carácter nacional, por la sencilla razón de que lo mismo ha sucedido y está sucediendo en muchos otros lugares. Constantemente.

En 1968 la maestra de primaria Jane Elliot decidió llevar a cabo un ejercicio pedagógico con sus alumnas y alumnos. Se trataba de un experimento basado en la categorización social y su objetivo era concienciar al alumnado de los efectos de discriminación, tanto en quien la ejerce como en la quien la padece. Para ello divide a los chavales de la clase en dos grupos, dependiendo de si tienen los ojos azules o los ojos marrones.

https://www.youtube.com/watch?v=uQAmdZvKf6M

Diez años después de que Milgram realizara su experimento, otro psicólogo, llevaría a cabo otro experimento destinado a ser uno de los más famosos de la historia de la psicología: El Stanford Prison Experiment (SPE). Como en el caso del experimento de Milgram, Zimbardo quería probar de qué manera los individuos cambian sus patrones de conducta en ciertas circunstancias: si colocamos a gente buena en un lugar malo, ¿la persona triunfa o acaba siendo corrompida por el contexto?, ¿de qué manera cambiamos nuestro patrón de conducta individual cuando actuamos dentro de un colectivo? El experimento tenia una duración de dos semanas, pero tuvo que ser detenido el sexto día porque las cosas se pusieron feas.

https://www.youtube.com/watch?v=9rQcxtskG0o

‘’Porque la banalidad de negarse a pensar, es negarse a ser, y negarse a ser es negar la verdad del ser. Y la absoluta negación de la verdad del ser es la muerte. ’’ FUENTES DE INFORMACION UTILIZADAS http://cultura.elpais.com/cultura/2013/01/28/actualidad/1359401307_892113.html http://blogs.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/escuela-de-filosofia/2014-03-16/elsistema-funciona-asi-a-vueltas-con-la-banalidad-del-mal_102125/

http://www.huffingtonpost.es/jose-luis-perez-trivino/el-buen-nazi-o-labanalidad_b_4294968.html https://www.youtube.com/watch?v=8rocRcUOwFw

https://www.youtube.com/watch?v=MBaEpzdXxrM