kio y gus

Introducción En serio ¿Quieres saber de verdad lo que hice el verano pasado? Está bien, te lo contaré. Fue atractivo. Fu

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Introducción En serio ¿Quieres saber de verdad lo que hice el verano pasado? Está bien, te lo contaré. Fue atractivo. Fue el verano de la granja y los animales. Fue el verano de la gran ballena, de la maravillosa ballena del abuelo, llamada Leviatán. ¿Sabes mucho de ballenas? Yo entonces no. Quiero decir, antes de este verano apenas había pensado en ballenas. Ah, sí, fue también el verano de la casa encantada del lago. ¿Resulta terrorífica la idea de una casa encantada? Así lo pensaba yo, pero eso fue antes de que visitáramos la casa encantada del lago ¡en mitad de la noche! ¿Qué más ocurrió el verano pasado? Déjame pensar. Ah, ya sé: fue el verano pasado cuando conocí a Gus. Continúa, Gus quiere decir algo. ¡Kio! No constante nada sobre la forma de nuestra historia, que tú vas a contarla durante un rato y, luego, yo voy a contarla durante otro rato. Yo voy a contar cómo juego con Roger, el gato de Kio, y cómo imagino que soy luciérnaga, o un topo o un murciélago. ¿Te has preguntado alguna vez cómo es ser un murciélago? No puedo evitar preguntarme cómo debe ser sentirse Leviatán. O ser el abuelo de Kio. Incluso me pregunto si alguien se ha preguntado alguna vez cómo sería saberlo todo. Sé que no me gustaría. ¿Qué quedaría entonces para preguntarse por ello?

Capítulo 1

Episodio 1 Kio dice Gus ¿Dónde está Roger? Roger es mi gato. No lo sé digo. Probablemente se está escondiendo en algún sitio. ¿Por qué se está escondiendo? ¿Hizo algo malo? No contesto. Simplemente está jugando. Él juega solo de esa forma. Gus es mi vecina. Su nombre auténtico es Augusta. Ella odia ese nombre. Su madre la llama Gussie. Tampoco le gusta ese nombre. Su padre la llama Gus. Ése es el nombre que le gusta. Su padre es de verdad alto, mucho más alto que mi padre. Cuando vuelve a casa por la tarde, Gus levanta su cabeza hacía él y dice¨, y él baja la mirada hacia ella, agachándose, y dice, con su voz profunda: Gus se revuelca por el suelo y juega a creerse que araña la alfombra con sus uñas.

Roger digo. ¿Dónde has estado? Mioouh dice Gus. He estado bajo el sofá. Verdaderamente eres un animal con un aspecto gracioso digo. ¡Qué cara más llena de pelos tienes! ¡Y tienes un rabo que se queda erguido cuando andas! ¡Y andas con cuatro patas a la vez! De verdad que eres tonto, Roger. Tú sí que eres tonto dice Gus. Tienes cara llena de piel ¿Qué puede ser más tonto que eso? ¡Y no tienes rabo! ¿Cómo puede estar sin rabo? Sólo los seres con rabo se sienten orgullosos. ¿Tú que tienes para estar orgulloso? Muchas cosas digo. ¡Mira cómo me mantengo de pie! ¡Tú necesitas andar a cuatro patas, y yo ando sólo con dos! ¡Genial! Dice Gus ¡Tú solo tienes dos patas!. Dices que sólo los seres con rabo pueden sentirse orgullosos le digo yo a Gus. Pero eso no es verdad. No necesitas tener rabo para sentirte orgulloso de lo que eres. Las personas pueden sentirse exactamente igual de orgullosas que los gatos. Los pavos reales tienen cola y son orgullosos es todo lo que dice Gus. Los gatos tienen cola y son orgullosos. Tú no eres pavo real. No eres un gato. Y no tienes cola. ¡Así que no puedes sentirte orgulloso! ¡Mioouh!

Episodio 2 Estoy pasando el verano aquí en la granja con mi abuela y mi abuelo. Y con mi hermana Suki. Mi padre tuvo que ir de viaje de negocios a Japón. Fabrica muebles. Gus vive en la casa que está cerca de la granja. Tiene un caballo. Su nombre es Tchaikovsky. Mi abuelo se parece a Abraham Lincoln. Está sentado en la mecedora(mi abuelo, quiero decir, no Abraham Lincoln). La mecedora tiene el chal de mi abuela sobre su respaldo. Siempre me pregunto por qué lleva el chal la mecedora en vez de mi abuela. Trepo hasta el regazo de mi abuelo y miro sus manos. ¡Tiene unas manos tan grandes! ¡Y la piel de la palma de sus manos es tan dura! Supongo que eso es lo que pasa cuando trabajas tanto como él ha trabajado. Abuelo digo, háblame de cuando eras marino. No puedo acordarme dice. Hace demasiado tiempo. Seguro que puedes acordarte, abuelito le ruego. Tú puedes si quieres. Hace tanto tiempo dice, que parece como si le hubiese ocurrido a otro. ¿Qué es eso que parece como si le hubiese ocurrido a otro? ¿Por qué habría de contarte la historia de otro? Dice. Abuelito, por favor. Mi abuelito me mira con mala cara. Después suspira. Luego dice: Navegábamos desde Boston a Bombay, bordeando la costa de África. Una tarde, al ponerse el sol, estábamos tan cerca de la costa que podía ver los árboles y las playas. El sol hacía brillar la arena como si estuviese mezclada con oro. Entonces vi a los leones. ¿Leones?

Eso es, leones. Eran adultos, pero estaban jugando en la playa como si fueran cachorros, rodando de espaldas, luchando, encogiéndose y saltando e intentando morderse y arañarse unos a otros. ¡Me gustaría que Roger hubiera podido jugar con ellos! Le interrumpo. ¡Fuera de aquí, de la granja, no tiene amigos! ¡Todo lo que quiere hacer es perseguir pájaros! Los leones tenían ojos dorados, y doradas melenas, y dorados mechones en la punta de sus rabos, dice. Eso es lo que vimos desde el barco. ¿Qué ocurrió entonces? Pregunto ¿No hay más? No dice mi abuelo, con una sonrisa de un lado de su boca, el lado que funciona mejor que el otro. Este es el final de mi cuento. ¡Y es hora de que te vayas a la cama! No puedo irme a la cama antes de haberle dicho buenas noches a Roger, y no sé dónde está. No tienes que decirle buenas noches a Roger, dice mi abuelo. Simplemente vete a la cama. Se me saltan las lágrimas. Justo entonces, mi abuela viene de la cocina. Lleva a Roger cogido por las patas delanteras. Sus patas traseras le cuelgan. Aquí está tu gato, Kio me dice. Otra vez andaba detrás del queso. Le doy un beso a Roger y froto mi cara contra la suya. Buenas noches, Roger digo. Ahora sé bueno. Roger gruñe satisfecho. Me voy escaleras arriba a la cama. Después corro escaleras abajo. Buenas noches, abuela. Buenas noches, abuelo. Dulces sueños dice mi abuela. Ya sé lo que voy a soñar, le digo. Leones en la playa, con un sol dorado y árboles dorados y dorada arena en la playa. Sólo el agua es diferente. Es verde y un poco azul, como los ojos de Roger. Los leones se estarán revolcando de espaldas en la arena y….. Mi abuelo gruñe: ¡Vete a la cama!, y yo subo corriendo las escaleras con Roger.

Episodio 3 Suki tiene dieciséis años. Yo tengo siete. Mi padre se llama Lee y su padre Hope. Sólo que yo no tengo madre. Episodio 4 Estoy en la bañera. Es de esa clase grande, estilo antiguo, que se sostiene sobre cuatro patas. Pero las patas no tienen rodillas, así que supongo que en realidad son sólo pies. Parece pies de león. ¿Tiene pies tu bañera? El agua está horriblemente caliente. La bañera se llena con el chorro. Observo la subida del agua. La bañera se llena hasta el pequeño agujero por el que entra el agua cuando rebosa. Me gusta el gorgoteo que hace cuando entra por ese agujero. (¿El agua entra en el agujero o sale del agujero?) Me tapo la nariz y me meto totalmente bajo el agua. Ahora el sonido del gorgoteo es mucho mayor. Todo suena mucho más bajo el agua. Supongo que el agua hace con los sonidos lo que el cristal de aumento de la abuela hace con las palabras que ella lee.

Soy un submarino. Me muevo bajo el polo sur. Despacio. Cuidadosamente. ¡Peligro, iceberg a proa! ¡Casi chocamos! ¡Pero ahora estamos atrapados en el hielo! Tendremos que abrirnos caminos. Ahora va bien, muchachos. Bien, un poco más a la izquierda. ¡Ya está! Bien, ahora podemos salir a la superficie. Gracias, capitán. Floto de espaldas. Soy una isla en el océano. Hay agua en todo mi alrededor. Incluso el aire es realmente húmedo. El chorro es agua. El hielo es agua. El agua es agua. Todo está lleno de agua. Soy un pez. Mi hermana es un pez. Mi padre es un pez. Mi madre era - es – un pez. Desciendo hacia el fondo del océano. Descanso en la arena. Me revuelco en la arena. Soy un pez en la arena. Granos de arena. Granos de oro. Soy un pez en la arena dorada. Todo está mojado. En todo el mundo, en todo, sólo hay agua, nada más que agua. Me enjabono. Soy una escurridiza foca. Intento en mantener en equilibrio sobre mi nariz la pastilla de jabón. Acaba resbalando. Odio los pequeños restos del jabón gastado. Las pastillas de jabón deberían fabricarse con un agujero en medio de modo que no quedara ningún resto. Dejo irse el agua y me froto para secarme con una toalla. Sienta bien. Pienso en Tchaikovsky. Me gusta ayudar a cepillarlo. No voy a pensar en la casa de cerca del lago. Los niños que viven en la granja de al lado me contaron todo sobre ella. Alguien anda ahí de noche por el ático y hace ruidos quejumbrosos. ¡No voy a pensar en ello! Pensaré un poco más Tchaikovsky, en cómo me lame cuando le paso la mano por el hocico y en lo feliz que se siente cuando corre por el patio. Algunas veces corre tan rápido que todas sus patas dejan de tocar el suelo, como si estuviese volando. Me pregunto si podría haber algo parecido a un caballo volador. ¿Qué tamaño tendrían que tener las alas de un caballo? Si Tchaikovsky tuviese alas ¿se atrevería alguien a montarlo? Pero, ¡Oye tío, menudo paseo! Capítulo II Episodio 1 MAMA digo ¿pueden unas personas oír mejor que otras? Sí, Gussie dice mamá. ¿Hay personas que no pueden oír nada? Pregunto. Me temo que sí. Yo oigo bien, ¿no, mamá?. ¡Oh, mi vida, sí!. Muchas veces oyes cosas que yo no puedo oír. Se inclina y me da un beso de buenas noches. Ahora dormir. Aún no estoy lista para irme a dormir. ¿También puedo tocar, oler y paladear bien, verdad? ¡Por supuesto, querida! ¡Haces esas cosas tan bien! Poca gente puede hacerlas tan bien como tú. Además de ver, mamá, ¿Hay algo más que no pueda hacer?

No Gussie. Mamá, ¿Hay algo en lo que sea realmente buena? Déjame ver. Te comportas bien, piensas bien, creo que lo que realmente tendría que decir es que simplemente eres una niña maravillosa. Mamá, ¿les dicen todas las madres a sus hijos que son maravillosos? Me imagino que sí. Ah. ¿Qué pasa? Así que, ¿lo dirías aunque no fuera cierto? ¡No, Gussie, no! ¡Eso no es verdad! Es verdad. Y no me gusta. Sabes que no puedo ver por mí misma qué aspecto tengo. Si no me crees a mí, Gussie dijo mamá, ¿a quién creerías?. No contesto porque puedo sentir las lágrimas en mis ojos, y no quiero empezar a llorar. ¿Creerías a papá? Si todas las madres les dicen a sus hijos que tienen un aspecto agradable, entonces todos los padres hacen lo mismo. Así, pues, ¿qué significaría si papá lo dijese? Bien, Gussie, ¿hay alguien a quien creyeses? Pongo un puchero y no contesto. Gussie, ya que es tan importante para ti, dime: ¿a quién creerías? A Kio, quizá refunfuño. ¡Kio! Dice Mamá. Parece un poco asombrada. Es cierto digo. Si Kio lo dijese, quizás lo creería. Trato siempre de decirle la verdad, Gussie dice mamá acariciando mi cabello. Y para que sirve eso si no es realmente verdad. Mamá trata de abrazarme, pero no la dejo. Escondo la cara en la almohada. Episodio 2 Papá digo, después de haber trepado hasta sus rodillas, ¿soy bonita? Sabes que yo pienso que eres la cosa más bonita del mundo dice papá. Eres tan maravillosa como preciosa; así que, dime: ¿qué bonita creo que eres? ¡Oh, papá! Digo. No bromees con todas esas palabras. Él no dice nada, así que lo zarandeo y digo: ¡Papá, no has contestado mi pregunta! ¿Cuál es el mejor postre que puedas imaginar? Pregunta él. ¿El mejor? ¿El mejor absolutamente? Un plátano dulce con un batido y con todo lo demás. Bien, tú eres como el sabor de un plátano dulce. ¿Y qué? Digo sonriendo. ¡Cuéntame! ¿Qué más? ¡Cuéntame¡ -lo zarandeo por el hombro.

¿Qué olor es el que más te gusta en el mundo? dice papá. Y no me digas el olor a gasolina o jabón de lavar la ropa. Me río. No, papá, pero tampoco es el de una flor. Es el perfume que mamá se pone tras la oreja cuando tú y ella salís. De acuerdo dice papá, tú eres como el perfume de mamá. Y como te gusta mucho la música, dime una cosa más: ¿cuál es la mejor música de todas? Pienso en eso durante un largo rato y, después, digo: Mamá cantándome para dormir, como hace algunas veces. Cada nota que canta es siempre tan simple, clara y redonda. Bueno, así es como tú eres dice papá, como suena mamá cuando te canta para dormir, y así es tu cara: simple, y clara y redonda. Papá, ¿me dirá Kio alguna vez cómo soy? Pregunto No lo sé, pero quizá no debieras preguntarle. Pongo mi cabeza en su hombro y digo: ¡Ya lo sé! ¡Hombre, no soy estúpida, lo sé! Episodio 3 Kio digo, mi padre y madre me han conseguido la arcilla de verdad. Yo he hecho ya un gato, como Roger. ¿Quieres probar? Por supuesto dice Kio. Lo llevo a mi habitación y le doy mi gato de arcilla. ¡Haz algo! Le digo. ¿Qué podría hacer? Dice él. ¡Ya sé! ¡Haré un melocotón! Da vueltas a un poco de arcilla entre sus manos hasta que tiene una pelota redonda, después me la da a mí. ¡Ahí tienes! dice. Un melocotón. Esto es una tontería contesto. Mira, déjame enseñarte. Cojo un trozo de arcilla y lo convierto una pequeña bola. Eso es el hueso digo. Después, añado más arcilla alrededor. Esa es la parte que te comes digo. Y después lo recubro todo con otra capa de arcilla. Todo lo que yo veo es la piel dice Kio. Cierto, quizá sea eso todo lo que tú ves digo yo, pero tú sabes que lo que yo hice es realmente como un melocotón y lo tuyo no. Lo mío es un melocotón con todas sus partes. Kio no contesta durante un momento. Después me pasa un poco de arcilla y dice: Haz una cabeza. Así lo hago y se lo explico mientras trabajo: Mira, primero hago el interior de la garganta y boca. Luego, pongo la lengua dentro. Después, añado los dientes, todo alrededor de las encías. Luego pongo los labios por encima de los dientes.

Después cubro la cabeza, saco la nariz del interior y hago los ojos con mis uñas. Luego, añado el pelo, y ahí está. Yo empiezo desde el exterior y tú desde el interior dice. ¡Nunca te metes dentro! Contesto ¡Sólo te quedas fuera! ¡Esa no es la forma de hacer una cabeza! Es la única forma que conozco dice Kio. Era la única forma que conocías contesto. Ahora conoces dos modos.

Episodio 4 Kio me cuenta la historia que su abuelo le contó sobre los leones en la playa. No entiendo lo del color dorado le digo. Dorado. Es como…, como el amarillo dice Kio. No entiendo tampoco lo del amarillo. Ah, de acuerdo. Déjame pensar. ¿Sabes qué sabor tiene la miel, no? Sí. Bueno, el aspecto de la miel es igual que su sabor: el sabor de la miel es como el color del oro. Ah digo yo. Después le digp a Kio: Yo sé de donde viene la miel. ¿Quién no sabe eso? Sale de las abejas. No. Sale de la madreselva. Kio trata de discutir conmigo, así que lo saco al jardín donde tenemos una enredadera de madreselva, y le muestro cómo apretar los pequeños salientes de las flores y sacar fuera la dulce sustancia de ellos. ¡Así que por eso se la llama flor de miel! Dice Kio. No lo sabía. Estoy a punto de decirle: «Hay muchas cosas que no sabes, Kio» Pero, en vez de eso, le digo: ¿Quién puede saberlo todo? Bajamos al establo. ¡Qué bien huelo el heno! Tchaikovsky me deja sostenerle la cabeza. Siempre que sostengo algo a Tchaikovsky, una bellota o un libro no puedo evitar preguntarme: ¿de dónde vino antes de llegar aquí? Y ¿a dónde irá cuando deje de estar aquí? No puedo evitar preguntarme por qué ocurren las cosas del modo en que ocurren. Sigo haciendo preguntas y, finalmente, mi madre dirá: «Gussie, ¿lo quieres saber todo?» Por supuesto que sí, mamá digo yo. Pero entiendo que no me lo cuentes todo de una vez. Capítulo III Episodio 1 Es por la tarde. Me está entrando sueño. Necesito un cuento. ¿Sabes cómo es esto, no?

Abuelo digo, ¿tú qué eras antes de que fueses marino? Crecí en una granja dice él. No podía esperar para irme a la mar. Más tarde, no podía esperar para volver a la granja. ¿Te caíste al agua alguna vez mientras fuiste marino? El abuelo pone su media sonrisa, un lado arriba un lado abajo. Más de una vez dice él. Pero la única vez que me llevé un buen susto fue cuando salí en una motora un verano en Terranova. ¡Cuéntamelo! Le ruego. ¡Cuéntamelo! Bien, me di con algo. Nunca lo vi. Pero fui lanzado contra el timón y me rompió el brazo. Después, el bote zozobró, no totalmente, pero lo suficiente para lanzarme al agua. ¡Con un brazo roto, no podrías nadar! ¡Podías haberte ahogado! Sí, pero eso no fue lo peor. La barra del timón se incrustó en el bote y éste empezó a girar en círculos. Se iba acercando más y más y no podía quitarme de su camino. Pensé que, en cualquier momento podía ser arrastrado bajo el bote y contra la hélice. ¡Qué ocurrió! ¿Se acabó la gasolina del bote? No. De repente oí un rugido, como un tren acercándose. Y después apareció bruscamente con un gran chapoteo, como una locomotora que viniese del fondo del mar. ¡Era una ballena! Dije. Apuesto a que lo era. ¡Estás en lo cierto! Era «Justo» eso. Ella me miró y yo la miré. Era sólo una joven ballena, pero ¡era bien grande! ¿Era blanca, azul o gris; de qué color era abuelo? Era gris y tenía una especie de simpática marca, supongo que de nacimiento, no lejos de su ojo. El abuelo cogió un cuaderno y un lápiz. Tenía esta forma. ¡Qué hizo entonces, abuelo, cuéntamelo! Nadó hacia el bote, y con un golpe de su cola lo hizo pedazos. ¡Te salvó la vida! Lo hizo. Pero no lo sabía, abuelo. Probablemente estaba asustada por el bote, o enfadada con él. No pretendía salvarte la vida. Me miró a los ojos. ¡Fue casual! ¡Salió a la superficie y tú por casualidad estabas allí! Cuando salió a la superficie, lo vio todo. Pero no podía saberlo empiezo a decir.

¡Cómo sabes tú lo que una ballena puede o no puede saber! Dice el abuelo. Luego añade: Ese es el fin de la historia. Es hora de acostarse. Cierra los ojos, como si estuvieras muy cansado. A mitad de las escaleras, lo llamo: ¡Abuelo! ¿Qué pasa? ¿Le pusiste nombre? Lo hice. ¿Qué nombre le pusiste? El abuelo dijo el nombre muy lentamente: Le-via-tán. Episodio 2 Al día siguiente, Gus vuelve. Nos sentamos en el manzano. Resulta fácil trepar a un manzano, porque las ramas empiezan muy cerca del suelo. La abuela y Suki no están lejos. ¡Eh! ¡Mira, hay cuatro nubes en el cielo! Digo mirando hacia arriba. ¿Sí? dice Gus. Y nosotros somos cuatro digo yo. ¿Sí? dice de nuevo Gus. ¡Y hay cuatro gallinas cruzando la carretera! ¿No es extraño? ¡Hoy todo es cuatro! Las cosas no tiene números dice Gus. Quizás tengan nombres, como Roger y Tchaikovsky. Pero números son sólo lo que hacemos cuando contamos. ¿Por qué contamos? pregunto yo. No lo sé dice Gus. Me imagino que para averiguar cuántas cosas diferentes existen. Si todo fuese lo mismo, no necesitaríamos números. Ni tampoco nombres digo yo. Justo en ese momento mi abuela se pone el dedo sobre los labios y señala a la chimenea de la casa. Una ardilla ha estado viviendo allí todo el invierno. Pero ahora vemos que es una hembra y que lleva a sus crías, una a una, encima de la gran roca cerca de magnolio. Lleva a las cuatro crías a la roca y, luego corre atrás y adelante, como si estuviese loca. Abuela susurro. ¿Qué le pasa? No está segura de tener fuera a todas sus crías susurra la abuela. Nadie dijo nada durante un momento. Luego, susurro de nuevo: ¡Abuela! ¡Ella no sabe contar! Como si estuviese hablando para sí, Suki dice:

Pobrecilla, nunca lo sabrá con seguridad, ¿verdad? Entonces Gus me da con el puño en el brazo y dice: ¿Qué está ocurriendo? ¡Cuenta! Episodio 3 En vez de estar fuera en el gallinero, el abuelo está simplemente sentado en su mecedora. Entro a la cocina, en la que la abuela está ocupada cocinando. Abuela digo en voz baja, ¿le pasa algo al abuelo? No dice ella, sólo está triste. ¿Por qué se está poniendo triste? Quiero saberlo. Porque es su cumpleaños y, por un lado, no quiere que nadie se lo recuerde y, por otro, sin embargo, teme que todo el mundo lo haya olvidado. Así que simplemente se sienta y piensa. Poco después, la abuela me dice que llame al abuelo para entrar. Él entra y se encuentra la mesa puesta de fiesta, y un gran pastel de cumpleaños, y unos regalos. ¿Qué es todo esto? dice, como si no pudiese imaginarse qué está pasando. Se sienta en la cabeza de la mesa. Hay una tarjeta en su plato; la puso la abuela. Suki y yo le decimos a la vez: ¡Qué dice, abuelo, léela en voz alta! «Soy un viejo y he tenido muchos problemas, lee en voz alta, la mayor parte de los cuales nunca ocurrieron». Nos reímos todos, y él se levanta; la abuela y él se abrazan y Suki se seca las lágrimas. La abuela también. Pero, después de la fiesta, él no sale fuera a trabajar. Vuelve a su mecedora. Me pregunto qué está pensando, pero no me atrevo a preguntárselo. Gus vuelve y lo lleva al prado, donde hay un estanque. He construido un puente lleno de tablas y troncos quemados. El puente conduce al centro del estanque, donde tengo una isla hecha de algunos barriles vacíos con una puerta encima de todos ellos. Llevo a Gus a través de las tablas y después nos sentamos sobre la puerta. Después de un rato, le habló Leviatán. Incluso le explicó lo de su marca de nacimiento dibujándosela con una pequeña ramita en el dorso de su mano. ¿Dónde crees que está ahora? pregunta ella. ¡Nunca lo pensé! Contesto ¿Crees que está viva aún? Podría estarlo. Las ballenas viven mucho tiempo. ¿Dónde la vio tu abuelo?

En un lugar llamado Terranova. Durante un largo rato, Gus no dice nada. Después, dice: Kio, tu abuelo piensa que Leviatán está viva aún. No puedo explicarme cómo puede Gus saber lo que piensa el abuelo. Tolo que puedo decir es: ¿De verdad? Sí, y por eso no es feliz. Piensa que tiene que ir a buscarla. ¡El abuelo no puede ir a buscarla! ¡No es capaz! Puede hacerlo si está dispuesto a ello dice Gus. Incluso si quisiese hacerlo, no lo admitiría. ¡Kio, es importante! Pregúntale más sobre las ballenas. Quizá él decida por sí mismo que quiere ir a verlas. Me resulta difícil hablarle al abuelo. Y no puedo obligarle a hacer algo que no quiere hacer. Cuando tengas una oportunidad, háblale fue lo único que dijo Gus. Nos sentamos durante un rato más encima de la puerta; después, cojo a Gus de la mano y volvemos a la granja. Episodio4 Estoy sentado con Gus en el gallinero. Le estoy leyendo las comics del periódico. Roger salta encima del gallinero y cae sobre el periódico justo enfrente de mí. ¡Roger! Le grito, ¿no ves que estoy intentando leer? Mioouh dice Gus, ¿qué es leer? Hay palabras impresas en la página, Roger digo yo, y las miro e intento averiguar lo que significan. Eso es leer. ¿Palabras? Dice Gus. Mioouh, ¿qué son palabras? Estas manchitas negras sobre el papel. ¿Y con qué las lees? Con los ojos. Pongo mis ojos en ellas. Yo pongo mis patas en ellas dice Gus. Roger grito ¿te importaría quitarte de mis comics? Estoy leyendo dice Gus tranquilamente. Por favor, no grites; me molestas. ¡Eh, vosotros dos! Dice Suki, ¿os gustaría hacer una pequeña excursión la semana que viene? Haré unos bocadillos. ¡Eso es hablar! contesto. ¡Es una gran idea! ¿Dónde iremos? Al lago, así podremos ir a nadar. Yo no quiero ir al lago digo yo. ¡No me digas que crees esas historias sobre la casa encantada! dice Suki riéndose.

No contesto a Suki, pero Gus dice: «¡Gato miedoso!» También me hace burlas con las manos, como diciendo: ¡Qué vergüenza! Me pregunto si iremos a la excursión del lago. Capítulo IV Episodio 1 Me pregunto con quién vamos a cenar! ¡Sabía que nunca te lo imaginarías! ¡Con Suki y Kio! Estarán aquí dentro de un minuto. Cuando le pregunté a mi madre si podía invitarlos, estaba segura de que diría que no. Esto sólo demuestra que nunca sabes lo que te dirán los padres. ¿Tú te has dado cuenta de eso? Estaremos sólo nosotros seis: mi madre, mi padre, Suki, Kio, yo y mi hermano Brad, que ha venido a casa desde el colegio. Brad ha estado diciendo todo el día que se quedará arriba en su habitación. ¡No puede ser tan miserable! ¡Son ellos! ¡Están en la puerta principal! Mi padre y mi madre conocen a Kio, porque ha estado dando vueltas por aquí muchas veces. Pero es la primera vez que ven a Suki. Mi madre dice: Gus, corre arriba y llama a Brad. Corro arriba y llamo a su puerta: ¡Mamá dice que bajes a cenar! No hay respuesta. Tengo miedo de gritar demasiado fuerte, porque no quiero que Kio y Suki me oigan. Brad digo a través del ojo de la cerradura, por favor. Piérdete y ahógate. Brad digo yo, Kio está aquí con su hermana. ¿Sabes qué? ¡Al momento se abre la puerta y allí está Brad! Mamá mira hacia las escaleras y dice: ¡Brad! ¿Cómo es que hoy no eres el señor desastrado? ¿Qué te dijo Gussie para hacerte cambiar de parecer… y de camisa? Brad, quiero que conozcas a Suki, la hermana de Kio dice papá cuando empezamos a bajar. Suki mira a Brad bajando las escaleras y dice: ¡Eres tú! Podría ser lo mismo responde Brad, dirigiéndole una mirada de simpatía. ¿Os conocíais ya? Pregunta mi padre

Suelo ir a nadar sola, a la ensenada del otro lado de la isla dice Suki. Pero los últimos días no he sido la única que estaba allí. No me quiso decir su nombre, así que no le quise decir el mío dice Brad. Mi padre va a la cocina y trae unos aperitivos. Suki y Brad cogen una galleta salada con un poco de queso untado y salen al porche. Kio está comiendo tanto que tengo que decirle que deje algo para la cena. Mientras que él y mi padre hablan de cuánto le gusta a Kio la granja, me deslizo dentro de la cocina. Mamá digo, ¿querrías decirme una cosa? Lo intentaré dice ¿Qué quieres saber? Si Brad se casa con Suki, ¿podría yo también casarme con Kio? Mi madre se atraganta con algo que está comiendo. Después de un rato, dice: Por supuesto, si ambos queréis cuando, crezcáis. ¿Por qué no íbamos a querer? ¡Gussie, siempre estás preguntando preguntas! Mamá digo, ¿qué otra cosa se supone que tengo que preguntar?

Episodio 2 Solía tener que venir a casa para cenar, pero ahora puedo quedarme en casa de Kio a cenar si me invitan. Incluso puedo estar hasta las nueve en punto, porque Brad vendrá por mí y me traerá a casa. Seguro que ahora le caigo mejor que antes. Después de cenar Kio y yo nos turnamos para ponernos cabeza abajo: yo cuento mientras él lo hace y él cuenta mientras lo hago yo, para ver quién aguanta más tiempo boca abajo. Después nos turnamos dando vueltas hasta que nos caemos. Y luego, rodamos y rodamos por el suave césped cuesta abajo. El abuelo Kio está sentado en una silla de jardín, con Roger en su regazo. De repente, todo está muy tranquilo en la granja, porque las gallinas se han ido a dormir. Abuelo dice Kio ¿tú matas a tus gallinas, no? No lo hago yo mismo, Kio. Las mando al mercado y ellos las matan allí. ¿Mandaría a Roger para que lo mataran? ¿Un gato? ¿Quién se comería un gato? Bueno, quiero decir que, si a la gente le gustar comer gatos, mandarías a Roger? No, por supuesto que no. Conocemos a Roger en persona. No lo entiendo. Roger tiene un nombre, su propio nombre. Es Roger. No es sólo un gato. Es uno de la familia.

Ah digo, así que ponemos nombre a todas las gallinas, entonces, no las mandarías al mercado; ¿es eso? Me temo que eso no bastaría para hacerlas miembros de la familia dice el abuelo de Kio. Pero si tienes alguna gallina por la que sientas un cariño especial, y le pones un nombre, te prometo que no me desprenderé de ella. Apuesto a que todos los días, en todo el mundo, hay millones de personas comiéndose a millones de gallinas dice Kio. Es cierto dice su abuelo. Pero no hay peligro de que matemos a todas las gallinas. Lo que me preocupan son los animales que están siendo exterminados, aunque no pueden ser reemplazados. ¿Cómo cuáles? Pregunta Kio. ¿Cómo cuáles? ¡Como los rinocerontes y las ballenas! ¡Y mira cómo asesinamos todos los años a esas pequeñas focas! Han salvado al cisne trompeta dice Suki. Durante un tiempo quedaron sólo unos pocos, pero ahora hay de nuevo cientos de ellos. El abuelo de Suki bufa, igual que Tchaikovsky, y dice: Si hubiesen matado a todos los cisnes trompetas, quedarían aún otras clases de cisnes. ¡Pero no están exterminando sólo a una clase de rinocerontes o a una clase de ballenas! ¡Las están exterminando a todas! Aún no es demasiado tarde para salvarlas, abuelo dice Suki. ¡El tiempo pasa rápido! No obstante dice la abuela de Kio, no son las ballenas las que están en mayor peligro. ¿Ah, no? dice el abuelo de Kio. ¿Qué animal podría estar en mayor peligro de exterminio que la ballena? El ser humano dice su abuela. Una guerra más y casi todo desaparecerá. No quedará una sola persona después, me da un abrazo, como para decirme que no me preocupe. ¡Vaya, estamos peor aún que las gallinas! Es todo lo que puedo decir. Episodio 3 Le toca a Kio venir a mi casa y a jugar en mi jardín a la hora de cenar. Kio tiene un bote y le pregunto qué está haciendo con él. Cazando luciérnagas dice él. Yo no sé mucho de luciérnagas. ¿Y tú? Kio me lo cuenta todo sobre las luciérnagas. Caza una y me deja sostenerla. Me sorprendo de que no esté caliente, como una bombilla eléctrica. La pongo en la palma de mi mano y le susurro: «Yo también soy una luciérnaga. No necesito del sol. Tengo mi propia luz.»

Entonces, de repente, se oye un chillido en el aire y Kio grita: ¡Un murciélago! ¡Un murciélago! Después de un rato, el murciélago se va y Kio deja de correr tras él. ¿Un murciélago es un ratón con alas como un pájaro, o es un pájaro con cuerpo de ratón? digo yo. Mi padre me lo explica todo sobre los murciélagos, sobre cómo no pueden ver y, sin embargo, saben dónde están volando porque hacen esos ruidos estridentes y, luego, escuchan el eco. Junto mis manos y susurro dentro, como si hubiese un murciélago: « ¡Hola ahí dentro! ¡Yo también soy un murciélago! ¡Ven a visitarme alguna vez!» Junto cuando acabo mi discurso de murciélago, se oye un ruido extraño del lado de la casa, como alguien que tirara guijarros contra una ventana. ¿Qué fue eso? Quiere saber mi madre. ¡Yo lo sé! Grita Kio. ¡Fue un pájaro que chocó contra la ventana! ¡Aquí está! ¡Está muerto! Lo coge. Es un gorrioncillo. « ¡Déjame cogerlo!», le digo. Lo cojo entre mis manos. Apenas pesa y no se mueve. Tampoco parece respirar. Puede estar sólo sin sentido dice mi padre. ¡Vamos, dormilón, es hora de levantarse! Le susurro. Y ¿sabes qué? Abrió su pico y luego levantó su cabeza, y un momento después, cuando abrí las manos, salió volando. ¿Cómo es que no te has convertido en gorrión, Gussie? Dice mi madre. No puedo explicarle que podría ser un gorrión, pero no ese gorrión. Este gorrión voló una vez y volvería a volar, pero durante un momento, mientras que estuvo allí, no supo qué estaba pasando a su alrededor. ¡No es mi caso en absoluto! Hace un minuto parecía muerto, y al minuto siguiente voló de nuevo, como si nada hubiese ocurrido dice Kio. Después añade: Es curioso, pensaba que no había esperanza para él. Sé que voy a romper a llorar, así que corro dentro de la casa y me arrastro detrás del sofá. Me gustaría saber por qué estoy llorando. Brad viene y me levanta en brazos. Le rodeo con los brazos el cuello y le mojo el hombro de la camisa. «Demos un paseo», me dice. Me pone en el asiento delantero del coche, cerca de él, y se sale de la carretera. ¡Así que supongo que hay cosas en el mundo que desaparecen si no las vigilas! ¿No es extraño? Suki me llama desde la cocina. Me bajo del quicio de la ventana, donde he estado sentado con las piernas cruzadas, y atravieso corriendo la sala de estar.

Pero me engancho en la alfombra y tiro una de las macetas de la abuela. Suki entra, ve todo el polvo, y dice: «Traeré la escoba.» Va al armario, ¡pero la escoba no está allí! No lo entiendo dice. Siempre está aquí. ¿Dónde podría estar? ¡No puede desaparecer así! Pero, ¿puede? ¿Y qué hay de todos esos sombreros y abrigos? ¿Qué ocurriría si las escobas fueran iguales y sólo se quedaran en un sitio mientras que alguien las estuviera observando? Le digo a Suki lo que estoy pensando. Anda ya dice ella, qué importa si una escoba es observada o no. No puede levantarse e irse. Simplemente se queda donde se la ha puesto. Pero Suki digo, ¿cómo podemos estar seguros de eso? Por todo lo que sabemos, quizás el mundo entero desaparece cuando nadie lo está observando. Kio dice Suki, resoplando, si nadie estuviera observando, nadie se daría cuenta de la diferencia, ¿o no? Luego se ríe y dice: ¡Ah, mira, aquí está la escoba, entre la pared y el frigorífico! Creo que sería mejor que la tuviésemos a la vista digo yo. La próxima vez que dejemos de verla, quizá no vuelva, no importa dónde la busquemos. Gus entra. Le cuento lo del guardarropa y la escoba. Da una palmada y dice: ¡Ah, sé exactamente lo que quieres decir! ¡Me pasa a cada momento! Cuando no puedo tocar las cosas, no puedo estar segura de que sigan alrededor. Por eso me gusta tocar siempre el suelo bajo mis pies, y tocar las mesas y las sillas y cualquier clase de mueble que haya en el mundo. Siempre me asusto mucho cuando no tengo nada que tocar, porque temo que el mundo pueda haber sido cogido y desaparesca. Sin embargo, Gus dice Suki, que parece preocupada, tú sabes que está ahí, ¿no? ¿Tú no crees realmente que desaparezca? ¿No? No desaparece porque en lo que a mí respecta nunca apareció. Sólo aparece para quienes pueden ver dice Gus riéndose. Roger entra y salta sobre su regazo. Ah Roger continúa, ¡estás aquí! Estaba segura de que estarías fuera otra vez cazando gorriones. Tú no lo ves cazar gorriones, pero sabes que lo hace? Pregunto yo. Bueno dice Gus, eso es lo que tú y Suki me decís que hace, y si vosotros lo decís, yo os creo. Pero eso no me impide sorprenderme cuando la noche se va y es de día, o cuando el frío se va y el helado se derrite, o cuando llega el olor del pan que está cociendo tu abuela. Vosotros me decís que la hierba es verde, pero ¿es verde durante toda la noche o deja de ser verde al atardecer y empieza a serlo de nuevo por la mañana? Suki se sienta en el suelo delante de la silla en la que Gus está sentada y dice: ¿Así es como ves las cosas, Gus; los colores que no vemos y los sonidos que no oímos, y los olores que no olemos, están todos ahí fuera en algún lugar, esperando su turno?

Gus sonríe y pasa sus dedos hacia abajo por el centro de la cabeza de Suki, allí donde el pelo se separa, y por las cejas y ojos y nariz y mejillas y boca de Suki. Después mueve la cabeza Haces que parezca como un gran teatro dice Suki, y los actores que no están en el escenario están fuera esperando su turno. Ella toca las orejas de Roger y él las pone tiesasToca su espalda y la arquea. Me gusta creer eso, porque es a los buenos actores y actrices a los que se vuelve a llamar, y quizá ocurra lo mismo con los buenos sabores y olores (y también con los sentimientos y pensamientos). Suki pasa su mano por el pelo de Gus y dice suavemente: La gente que ve, a menudo no aprecia lo que es tocar. El tacto no tiene para ellos nada de maravilloso. Apenas han visto un melocotón se lo comen, y no llegan a sentir nunca su peso en las manos, o a captar su redondez, o a sentir el suave pelo de su piel. Y, sin embargo, aunque se tratase sólo de una piedra, sería maravilloso sostenerla y también misterioso. ¿Qué hay más silencioso que una piedra? Gus se inclina y durante un momento frota ligeramente su mejilla contra la de Suki. Después se pone derecha en su silla y dice: Me gustaría ver los brillantes rojos y los luminosos amarillos, verdes y dorados de los que todo el mundo habla. No solía pensar mucho en ello, pero ahora lo hago, a veces. Me descubro diciéndome: «Quiero estar en contacto con el mundo en la misma forma que cualquiera.» Pero luego descubro que no puedo desear eso sólo para mí, y quiero que todo el mundo sepa lo que nadie sabe excepto yo. No tengo ningún derecho a guardarme todo lo que sé para mí. Suke pone la cesta de frutas delante de Gus, y Gus escoge una naranja que empieza a pelar. ¿Son de verdad las naranjas de color naranja? Pregunta. Seguro que sí digo yo, y son de un color brillante, del mismo modo que son de un brillante sabor. Mioouh dice Gus. Una mente muy brillante. Episodio 2 Desciendo por el sucio camino hacia el buzón de correos. Benjy y Tom, los dos niños de la granja de al lado están allí abajo. Tom está tirando piedras a una tortuga. ¡Eh, déjalo ya! Dice Benjy. ¿Qué te está haciendo la tortuga? Tom no contesta a Benjy. Se da la vuelta y dice: Kio, ¿habéis estado ya en la casa del lago? No, aún no digo. No le cuento nada sobre lo de tener miedo.

Nosotros hemos ido allí montones de veces dice Tom. Hemos estado arriba en el ático durante el día, pero no hemos encontrado nada añade Benji. Pero, fuera lo que fuese lo que andaba dando vueltas por la noche, sigue allí. Trago saliva y me atrevo a decir: « ¿Sí?» ¡Síííí! dice Tom. Parece como si arrastrase sus pies por el suelo. ¡Exacto! Dice Benjy. Como si se arrastrase. Quiero decir, como una especie de quejidos. Estuvimos pensando que sería un fantasma dice Tom. Sí dice Benjy, pero ¿cómo podría un fantasma hacer crujir las maderas del suelo? Quiero decir, que un fantasma no tiene peso ninguno. ¡No existe ningún fantasma! Les digo. ¡Ah, en tal caso aún pesan menos! Dice Tom con una sonrisa. Recojo el correo del buzón. Las palmas de mis manos están sudando. Me digo que es estúpido asustarse de algo que incluso no existe. Pero las palmas de mis manos siguen sudando. No deben creerme. Capítulo VI Episodio 1 Vamos le susurro a Kio, mientras le tiro de la manga, a Brad no le gusta esperar. Suki le dice Kio a su hermana, voy a salir a casa de Gus. Quizá Brad me deje montar a Tchaikovsky. De acuerdo dice Suki, pero asegúrate de estar de vuelta a la hora de almorzar. Y ten cuidado. ¡Tchaikovsky! Dice el abuelo de Kio. ¿Qué clase de nombre es ese para un caballo? No lo sé dice Suki. Pero es muy amable con los niños. Kio y Gus lo quieren mucho. Kio y yo nos encontramos con Brad en el establo. Luego, me dirijo a la cuadra de Tchaikovsky, la abro, y lo saco hasta el cercado. Mientras lo hago, le hablo muy suavemente. Le digo lo simpático y gracioso que creo que es. Brad y Kio nos siguen. Brad me levanta y me pone sobre el caballo. Hubo un tiempo en que Brad hubiese llevado al caballo dando vueltas por el cercado para mí, pero no hubiese hecho nada más. Tchaikovsky sabe por medio de mi tacto a donde quiero ir. Y por medio de mi voz. Aunque es por el modo en que aprieto mis pantorrillas en sus flancos, y en que tiro de las riendas, no sólo por las cosas que le digo. Como sabes, algunas personas que no pueden ver han entrenado perros. Los perros ven por ellos. Brad me dijo que esos perros tienen que ir a escuelas especiales. No tengo perro, pero tengo un

caballo que puede cuidar de mí. Creo que Tchaikovsky sabe que tiene que ver por mí cuando lo estoy montando. Sé que Tchaikovsky me quiere. Deberías estar cerca cuando me acaricia con el hocico la cara, las orejas e incluso el pelo. Y le encanta jugar. A veces, cuando ando por el cercado, se esconde sigilosamente detrás de mí y me da un pequeño empujón con el hocico. Justo en el centro de la espalda. Me encanta cuando lo hace. Siempre me doy la vuelta y le doy un fuerte abrazo. Esto es lo que estoy pensando mientras monto a Tchaikovsky por el cercado. Pero entonces pienso que no estoy haciendo muy amable: Sé que Kio se muere por dar un paseo. ¿Puede montar Kio? Le grito a Brad. Por supuesto dice Brad, ¿por qué no? Me ayuda a bajarme y sube a Kio. ¡Kio está tan excitado! Pero sigo pensando que debería haberle dado unas pocas explicaciones. Después de todo, sólo es un principiante. Le explico cómo sujetar las riendas, y usar sus piernas, y sentarse derecho. Y cómo hablarle suavemente a Tchaikovsky, decirle lo que tiene que hacer. «No puedes olvidar estas cosas, Kio. Son muy importantes» le digo. No quiero saber una sabelotodo. Kio escucha pacientemente todo lo que le digo. No suele ver muchos coches en el camino que pasa por el cercado. Ahora viene uno, aunque aún está lejos. ¡Ahora oigo la sirena! Es una ambulancia y corre muy rápido. Debe de haber ocurrido un accidente en algún sitio. Justo cuando la ambulancia pasa cerca del cercado, oigo a Brad intentando tranquilizar a Tchaikovsky. Las sirenas lo aterrorizan. ¡De pronto Tchaikovsky se levanta sobre sus patas traseras y Kio es lanzado sobre la hierba! De cabeza. Brad y yo nos inclinamos sobre él. Pero simplemente yace allí. La ambulancia se para y vuelve. Dos personas salen corriendo, cogen a Kio, lo ponen en la ambulancia y se van. Tchaikovsky da vuelta mordisqueando la hierba. Todo parece tan extraño: ¡que una ambulancia pudiera provocar un accidente en su camino al hospital! Estoy todo el día preocupada. Después, a la tarde, la madre de Kio va en la camioneta al hospital y trae a Kio a casa. Excepto por un brazo roto, está completamente bien. «Eh, Gus me llama desde la camioneta, ¡puedes ser la primera en firmar mi escayola! » Escribo mi nombre en grandes letras: G-U-S. en letras más pequeñas añado el nombre de Roger, porque él no sabe escribir. Mi madre y mi padre y Brad están allí. Siguen diciéndoles a los abuelos de Kio cuánto lo sienten. Yo no digo nada porque no sé qué decir. Todos debiéramos haber tenido más cuidado dice mi padre. Todo el mundo hizo lo mejor que pudo dice el abuelo de Kio. Y no puedes reñir al caballo por asustarse. Fue un accidente. Abuelo dice Kio, con la ballena tú dijiste que no fue un accidente. No es lo mismo, niño dice el abuelo de Kio. Parece enfadado, no sé por qué. Luego añade: El caballo no puede comprender.

La abuela de Kio lo mira y mueve la cabeza: ¡Las cosas que te imaginas! dice. Episodio 2 ¡Brad no está llevando a Kio, a Suki y a mí a visitar la casa del lago por la noche! Suki dice: ¡Brad, no es justo! ¡Deberías decirnos lo que nos espera! ¡Deberías compartir lo que sabes con el resto de nosotros! Lo descubriréis pronto es lo único que dice Brad. ¡Quiero ir! Dice Kio. Su voz suena como si estuviese temblando. No sé por qué; hace mucho calor esta noche. Kio y Suki, y Brad, tienen linternas. Vamos en coche hasta el lago y aparcamos. Luego, caminamos por la playa durante un rato y me lleno los zapatos de arena. Llegamos muy pronto a la casa. Tenemos que ser muy cuidadosos al subir los escalones de madera del porche, porque están rotos. La puerta del porche también está llena de tablas sueltas, o de tablas a medio arrancar. Suki me lleva de la mano, y Brad lleva de la mano a Kio. Brad y Kio van primero. Abren la puerta principal y hace ¡Crrrreeeek! Sabía que tenía que haber traído el «tres en uno» dice Brad. Por favor, ¿podemos entrar de una vez? Dice Suki. Atravesamos la vacía sala de estar y comenzamos a subir las escaleras. Cada escalón cruje cuando alguien lo pisa, así que los cuatro resultamos terriblemente ruidosos. Brad dice: «¡Shhh!» y andamos de puntillas. Después, justo cuando llegamos al primer piso, ¡lo oigo! ¡Es como alguien que anda muy despacio, como alguien que arrastra sus pies! El sonido no viene del segundo piso, ¡viene del ático! Subimos de puntillas al segundo piso. ¡Kio! Susurro. ¿Sigues ahí? Cre… creo que sí contesta. Luego oigo un sonido como de alguien quejándose. Me abrazo a Suki. Sé de seguro que Kio está abrazado a Brad. Llegamos a la escalera del ático. Es estrecha y de caracol. Nos paramos en lo alto de la escalera, porque la puerta está cerrada. Contengo la respiración. Luego, Brad empuja la puerta y los cuatro nos precipitamos dentro del ático. Suki dice: « ¡Oh!» ¿Qué pasa? Le ruego a Suki que me conteste ¿Qué pasa? Después, de repente, antes de que Suki pueda responderme, hay un aleteo y oigo a algo decir: ¡Uuuuh! ¡Uuuuh! ¡Uuuuh!

¡Una lechuza! digo ¡Bien! ¡Estupendo! Exacto dice Suki, ¡la lechuza más grande que he visto nunca! No sabía que podían ser tan grandes. Oh, sí, algunas son enormes dice Brad. Debe haber sido simplemente maravilloso añado yo. Lo fue, Gus dice Kio. Simplemente maravilloso. Cuando Kio dice esto siento una sensación de hormigueo bajar por la espalda. Es agradable (no la sentí antes, antes de que supiese que era una lechuza). Simplemente saltaba dando vueltas dice Kio. Luego, cuando entramos, voló fuera por la ventana. ¡Oye, qué ojos tan grandes tenía! Eran tan grandes como los faros del coche de Brad. No tanto dice Brad. Pero seguro que eran enormes. Probablemente la asustamos más a ella de lo que ella nos asustó a nosotros digo. Empiezo a reírme tontamente. No sé por qué. Una vez que empiezo, no puedo parar. Kio empieza a reírse también y, luego, dice: Quizás la próxima vez no diga ¡Uuuuh!, sino que diga ¿cómo? O ¿cuándo? En ese momento, me estoy riendo tanto que se me saltan las lágrimas. O, quizás, diga ¿por qué? o ¿dónde? u ¿hola, qué tal estáis? Suki y Brad no dicen nada durante todo este tiempo. Luego, Kio dice: ¿Podemos aún hacer la excursión mañana? ¿Te lo puedes imaginar? ¡Pensar en una excursión en ese momento! Oye, algunas veces me pregunto si la comida es en todo lo que piensa Kio. Supongo que hay ciertas ocasiones en las que está más interesado en lo que está dentro que en lo que está fuera. Pero, no digo nada. ¡Por supuesto! Responde Brad. Os recogeremos a ti y a Suki por la mañana. ¿Qué pasa contigo, Kio, tuviste miedo? Sí, por supuesto que lo tuve dice Kio. Yo también dice Suki. No me avergüenza admitirlo. ¿Qué hay de malo en tener miedo? digo yo. Si hubiese sucedido algo realmente peligroso, habría sido estúpido no tener miedo. Tener miedo no es para avergonzarse. Pequeña señorita sabe lo todo es todo lo que dice Brad. Episodio 3 Kio, Suki y Brad están chapoteando en el agua. Suki es un pez regular. También Brad. Yo prefiero cavar en la arena.

Puedo escribir mi nombre en la arena con el dedo. En el agua no puedo escribirlo. Puedo construir castillos de arena, pero ¿quién oyó hablar de castillos en el agua? Intento contar los granos de arena que hay sobre la uña de uno sólo de los meñiques: uno. Dos, tres, cuatro… ¡oh, son demasiados pequeños y hay demasiados! ¿Cuánto llevaría contar todos los que hay aquí en la playa? ¿Y si todo está hecho de pequeños granos de arena? ¿Podríamos contarlo uno a uno? Como en el reloj de arena que tenemos en la cocina de casa (grano a grano). Un grano cada vez. Un grano de arena ocupa espacio. Pero, si los tomas uno a uno, ¿es eso el tiempo? Ves, por esto me gusta tanto la arena: cuando pienso en ella, mi pensamiento va en todas direcciones. Si nada se moviese, entonces no habría tiempo. Pero existe el tiempo. Luego, debe ser porque las cosas se mueven. ¿Significa esto que el tiempo es lo que sucede cuando las cosas se mueven? ¿O es el tiempo lo que obtenemos cuando medimos lo rápido que se mueven las cosas? ¡Ohhhh, mi cabeza me da vueltas! Hago un túnel en la arena. El túnel es suficientemente grande para todo mi brazo. Ayer Roger cazó un topo saliendo de un túnel. Roger trató de jugar con el topo y le hizo daño. Suki lo hizo alejarse de él, y el topo volvió dentro. ¡Pobre viejo topo! Confío en que no le hiciese mucho daño. Espero que vuelva a trabajar construyendo sus túneles. ¡Trabaja tanto bajo tierra! Es un ingeniero, igual que un castor. Después de todo, Kio dice: Suki sólo era un viejo topo. ¡Kio! ¡Algunas veces me pregunto si no entiende nada de nada! Episodio 4 Suki, Brad y Kio salieron del agua y se tumbaron en la arena de la playa. Podría estar en el agua todo el día dice Suki. No volvería nunca a casa. Los peces no tienen casa dice Kio. También la tienen digo. El lago es su casa. O el río. O el océano. Vivan donde vivan, ésa es su casa.

Lo que quiero decir dice Kio, es que los peces no construyen sus casas en la forma que las abejas construyen colmenas y los pájaros construyen nidos. Un ruiseñor está en su casa en el nido; un pez está en su casa en el mar. Eso son dos clases le digo a Kio, pero existe una tercera clase. Hay animales a los que no les gusta vivir en el mundo para que se adapte a ellos. ¡Oh! ¿Sí? dice Kio ¿Cuáles? Suki deja de darse crema bronceadora el tiempo suficiente para poder decir: Los humanos. El mundo no es siempre igual dice Brad, después de darse la vuelta y sentarse. Puede ser más frío o más caluroso, o más húmedo o más seco. ¿Qué pasa entonces? Supongo que algunos animales son capaces de cambiar y otros no responde Kio. ¿Qué les pasa a los que no pueden cambiar? Pregunta Suki. Se mueren digo. Como los dinosaurios. Más tarde Brad y yo llevamos a Suki y Kio a la granja en el coche. Brad me dice: Siempre estoy en casa cuando estoy al volante de un coche, Nunca seré capaz de conducir, me digo a mí misma, pero no se lo digo a él porque no quiero que sienta mal. En voz alta le digo: Yo quiero hacer algo diferente. Lo harás dice él. El mundo ya no será nunca el mismo gracias a ti. Espero que tenga razón. Capítulo VII Episodio 1 Abuelo digo yo, ¿en qué estás pensando? Apenas nos hablas. He estado pensando. ¿En qué? En las ballenas. ¿Qué pasa con las ballenas? Ya ha pasado más de la mitad del verano. ¿Qué tiene que ver eso con las ballenas? La estación para ver a las ballenas es el verano. ¿Tienes que adentrarte en el océano para verlas? Hay lugares en los que puede vérselas desde la costa. ¿Están lejos esos lugares? Sí, me temo que sí. Muy lejos.

Y ¿qué pasa con los otros lugares? ¿Los otros lugares? Donde no puedes ver las ballenas desde la costa. Ah, sí. Coges un barco. Un gran barco, como un transatlántico. No, nada de eso. Sólo un barco de recreo. Abuelo, ¿es eso lo que quieres hacer, ir a ver las ballenas? Sí. ¿Tiene que ser este verano? Sí. Bueno, ¿por qué no vas sin más? Kio, tú sabes que tengo muchas cosas que hacer aquí en la granja. La abuela puede cuidar de la granja durante un tiempo. ¿Tú crees que debería dejarla sin más y marcharme yo solo a Terranova? No he querido decir eso en absoluto, abuelo. Menos mal. Podrías llevarme a mí. Ah, así que nosotros dos nos largaríamos juntos y haríamos el gamberro unos días, ¿no es eso? Abuelo, ¿tú quieres realmente ver las ballenas? Ya te lo he dicho. Pero tú sabes que no te sería fácil ir solo. Cierto. Entonces, ¿por qué no podemos ir los cuatro? ¿En la camioneta? No habría bastante sitio. ¿Y qué hay del Ford A? En ese cabrían cuatro, e incluso más, si es necesario. ¿El Ford A? ¡Si no ha hecho un viaje lardo desde hace cincuenta años! También necesita salir, abuelo. Kio, créeme, no nos llevará ni a cincuenta kilómetros. Pero, si se rompe algo, tú puedes arreglarlo. Yo solo no, no podría. ¡Si has estado trabajando en él todo el verano! Más que nada limpiándolo. Está bonito por fuera. Abuelo, Brad es un buen mecánico. Ah ya, así que te imaginas que habría sitio en el coche para nosotros cuatro y Brad. Bueno, ¡él tiene que venir! ¡Los padres de Gus no la dejarían nunca ir sola!

Episodio 2 Suki le digo, el abuelo quiere ir a ver las ballenas a Terranova. ¿Cuándo? Antes de que acabe el verano. Creo que iría ahora si pudiera.

Pero ¿cómo? La abuela no lo dejaría nunca ir solo. Ella puede ir con él. Pero, ¿quién cuidaría la granja? Hay dos empleados. Pueden cuidarla durante unos días. ¿Cómo irían? ¿En tren o en autobús? Él dijo que podían conducir el Ford A. ¡Esa vieja chatarra! ¡Jamás los llevará allí y luego de vuelta! Brad es un buen mecánico. Puede arreglar cualquier cosa. ¡Brad! ¿Va a ir con ellos? Si sabe que tú vas a ir, querrá ir. Y supongo que tú tienes pensado ir también, y llevar a Gus. Por supuesto. Pero, hay un problema. ¿Uno solo? Puedo decirte cien por lo menos. El abuelo no quiere montar más de dos personas en el Ford A. ¡Qué curioso y ridículo problema, Kio! Pensamos llevar la camioneta, pero los empleados la necesitarán. Eso te deja con seis personas y sitio sólo para dos. El abuelo dijo que montaría cuatro personas en el Ford A si era necesario. Todavía te quedan dos. Lo sé. Si tienes seis y quitas cuatro, quedan dos. Así, pues, ¿qué vas a hacer respecto a eso? Eso es lo que le pregunté a Gus. ¿Qué dijo ella? Dijo que su padre está de vacaciones la primera semana de agosto. ¿Quieres decir…? Dijo que su madre y su padre no habían estado tan unidos a la abuela y al abuelo antes de este verano. Ya sabes, antes de que nosotros viniéramos, Suki. ¿Y bien? Pregunta Suki. Gus piensa que podría ser diferente ahora digo yo. ¿En qué sentido? Gus piensa que podrían sentirse más vecinos. Si todo el mundo está de acuerdo, ¡los padres de Gus podrían llevar su coche! Pero, ¡es un coche tan pequeño! Es de cuatro plazas, así que cuatro en cada coche: ¡justo! Kio, ¿ha hablado Gus a sus padres de esto? No, eso es lo que queremos que tú hagas. ¿Queréis que yo vaya a su casa y les hable de ir a Terranova a ver ballenas? ¡No, no tienes que hacer eso! ¡Gus los va a traer aquí!

Episodio3 Hola, Gus le digo, ¿dónde están tu padre y tu madre? Pensé que los iba traer contigo. No podían salir ahora mismo dice Gus, vendrán luego. Abuelo pregunto yo, mientras que estamos esperando, ¿sabes alguna historia de fantasma? No murmura, además, los fantasmas no existen. No tiene que ser una historia de verdad dice Gus. Aun así, no sé ninguna dice el abuelo. ¿Era de verdad la historia sobre Leviatán? Pregunto yo. Por supuesto que lo era dice el abuelo. Cuéntanosla de nuevo. ¿Por qué, la habéis olvidado? Sólo quiero escuchar algo más sobre Leviatán. ¿Daba miedo? ¿Dar miedo? No recuerdo que sintiese miedo. Pero lo único que sé es que, en toda mi vida, jamás he visto nada más maravilloso. Mi padre me dice que las cosas que hago con la arcilla son maravillosas dice Gus. Abuelo digo, les conté a Benjy y Tom lo de Leviatán, y ellos dijeron que si hubiesen estado allí, la habrían matado. ¡No está bien matar a las ballenas! dice el abuelo enfadado. No nos hacen daño dice Gus. ¿Por qué les hacemos daño? Luego añade: Hay algo que no puedo comprender. ¿Qué es, Gus? dice Suki. Si algo es maravilloso, entonces, ¿cada una de sus partes tienen que ser también maravillosas? ¡No! digo yo. Leviatán podía haber sido maravilloso aunque tuviese ojos pequeños y bizcos y una graciosa marca de nacimiento. ¿No es cierto?, abuelo. El abuelo simplemente asiente con la cabeza. Y si una historia es verdadera continúa Gus, ¿tiene que serlo cada una de sus partes? Gus, no estoy segura de qué responder dice Suki. ¿A dónde quieres ir a parar? Bien, mi padre me preguntó la noche pasada si había sido una niña buena, y no supe qué decirle. Hago muchas cosas que no están bien. ¿Podría seguir siendo una buena persona? Creo digo yo que lo que Gus está preguntando es que, si cuentas cosas ciertas y haces cosas buenas y creas cosas maravillosas, ¿te convierte eso en bueno? No dice Gus , lo que estoy preguntando es que, si cuentas cosas que no son ciertas, y haces cosas que no están bien, y creas cosas que no son maravillosas, ¿te convierte eso en malo?

No lo sé dice Suki. Abuelo digo yo, ¿tú que piensas? No lo sé en ninguno de los dos casos. ¡Vaya digo yo, estamos buenos! No dije que no hubiese respuesta a tus preguntas dice el abuelo suavemente. ¿Cómo averiguo las respuestas, abuelo? ¿A preguntas como ésas? No estoy seguro. Quizá hablando con otras personas, y pensando mucho las cosas por ti misma dice el abuelo. ¡Ah! Dice Gus. Me vuelvo hacia ella y digo: Pero, Gus, supón que hubiese realmente fantasmas. ¿Querrías descubrirlos por ti misma en ese caso? ¿Cuál es el problema? responde ella. Cada cosa es lo que es. ¿Por qué hemos de hacer creer que es algo diferente? ¿Para qué volvernos locos? Si no hay ningún fantasma, no quiero creer que los hay. Y sí existen, no quiero creer que no los hay. ¡Buena chica! dice el abuelo. Ahora estás pensandoMe gusta cuando dice eso.

Episodio 4 Mi abuelo y mi abuela han estado hablando mucho tiempo con la madre y el padre de Gus. Al final, oigo al padre de Gus decir: «Bueno, entonces iremos todos. Vosotros iréis en vuestro coche con Brad y Suki y nosotros en el nuestro con Kio y Gus en el asiento de atrás. » Le doy a Gus con el codo y ella me devuelve el golpe. ¡Fue todo tan sencillo! Ninguna discusión. El abuelo lleva al padre de Gus a dar una vuelta por la granja. Voy detrás de ellos y Gus va detrás de mí, cogida de mi codo. Bajamos por el sendero al final de la pradera. Lleva hasta el pantano. El padre de Gus señala un lugar donde hay un montón de palos y hojas secas. ¿Qué es eso? Pregunta. Una presa de castores responde el abuelo. Hay muchos por aquí. Ya sé que los castores cortan árboles para construirse sus casas dice Gus. Pero también lo hacemos nosotros. Y ellos tienen también derecho a vivir.

¿Qué más da? Dice el abuelo. Muy pronto nada podrá vivir aquí. Cada día el agua está más contaminada. ¿Contaminada? Pregunta Gus. ¿Qué significa eso? Sucia dice el abuelo. Venenosa. Había una fábrica de productos químicos cerca de aquí y dejaban cantidad de barriles con desechos químicos por los alrededores. Los barriles se han ido oxidando y el contenido se va escapando y nadie los recoge. Bueno, en ese sentido dice el padre de Gus, ¿qué pasa con esas fábricas situadas en el estado de alado, que arrojan todo ese humo y esos vapores? Provocan las lluvias ácidas que caen sobre nuestros árboles y los matan. Abuelo pregunto, ¿qué pasa con el vertedero de basuras de la ciudad? Está aquí cerca. ¿Provoca también…? ¿Contaminación? Dice el abuelo terminando mi pregunta. Bueno. No estoy seguro. Pero sé que hay ciudades por los alrededores que tienen problemas con el alcantarillado directamente en el río sin haberlas tratado antes. ¡Me imagino cómo les gusta eso a los peces! Dice Gus, y continúa después. Si arruinamos el agua, y arruinamos el aire, y arruinamos la tierra, ¿dónde vamos a vivir? El abuelo resopla como resopla Leviatán y dice: ¡La luna! ¡No es más que una gran piedra redonda! Todo está muerto allí, ¿comprendes? ¿No es como si nosotros cogiéramos este bello planeta y lo arruináramos y entonces lo tratáramos como un trozo de chatarra? Muy pronto será sólo otra gran piedra muerta. ¿Por qué no habremos podido salvarla antes de que fuera demasiado tarde? Quizá no sea demasiado tarde es todo lo que dice Gus. Al volver a casa dejamos que el abuelo y el padre de Gus vayan delante. No quiero tener la ocasión de volver a decir algo que haga enfadar al abuelo. Capítulo VIII Episodio 1 Kio, saca a Roger fuera dice Suki. Levanto a Roger y me lanzo detrás del sofá. No quiero irme fuera digo, ¡Mioouh! Roger dice Suki, deberías irte fuera porque todas las noches te vas fuera. ¿Y qué? ¿Qué clase de razón es esa? Bien, ¿por qué no quieres salir esta noche? Porque está lloviendo fuera, y aquí está seco. ¡Mioouh! Oh, Roger, eso es ridículo. ¡Cuando está lloviendo tú te metes debajo del cobertizo! Esta noche no. Pero, Roger, ¡a ti te encanta salir fuera! ¿Cómo lo sabes tú?

Roger, ¿tú no tendrás miedo?, ¿no? ¿Quién, yo? ¡Por supuesto que no! Todo lo que hay fuera es un viejo mapache, o una ardilla o quizá una mofeta. Preferiría quedarme dentro esta noche. Necesito recuperar el sueño perdido. Roger, ¡fuera! ¡Échame! ¡Clavaré mis uñas en la alfombra, y así no podrás levantarme! De acuerdo, si eso es lo que quieres que haga, ¡lo haré! Esto es lo que pasa siempre, sólo porque eres mayor que yo. Roger, ¡no tienes razón! ¡La tengo! Cada vez que te quedas sin razones, ¡usas la fuerza! Roger, ¡eso no es cierto! ¡Lo es! ¡Tú crees que «la fuerza da derechos»! De acuerdo, Roger, haz lo que te dé la gana. Quédate dentro esta noche. Mira lo que me importa. No quiero quedarme dentro. Quiero irme fuera. Roger, ¡me gustaría que por una vez continuaras tu historia hasta el final! ¡Decídete de una vez! ¿Por qué tengo que hacerlo? ¡Soy un gato! ¡Mioouh!

Episodio 2 Gus y yo vamos en el asiento de atrás. El padre y la madre de Gus van delante. Gus lleva una pizarra y las cosas de dibujar. ¿Para qué es eso? Le pregunto. Por si jugamos a algo dice ella. Siempre que hacemos viajes largos en el coche, jugamos a algo, y yo soy la anotadora. Nosotros también lo hacemos digo yo. ¿A qué clase de juegos jugáis vosotros? Mmm, déjame pensar. ¿Te sabes preguntas absurdas? Oh, seguro, sé un montón de preguntas absurdas. No, quiero decir el juego llamado «Preguntas absurdas» Creo que no. ¿Cómo se juega? Todo el mundo se turna haciendo preguntas dice Gus. pero tiene que ser una realmente absurda, y si no lo es, pierdes un punto. ¿Qué significa «realmente absurda»? Bueno dice Gus, una pregunta realmente absurda si no tiene ningún sentido y no hay manera de responderla. Ponme un ejemplo digo yo. De acuerdo. Por ejemplo: ¿Hace más calor en verano o en China? Ves, no tiene ningún sentido y no hay forma de contestar. Prueba con una y empezaremos.

Pienso durante un rato y pregunto: ¿Es Roger mi abuelo o abuela? Has perdido un punto dice Gus. Esa pregunta no está mal hecha y se puede contestar diciendo: «Ninguno de los dos». De acuerdo, es mi turno. ¿Una puerta cuándo no es puerta? Esa no es mejor que la mía, Gus digo riéndome. Sé que no tiene ningún sentido, pero, sin embargo, tiene una respuesta: ¡una puerta no es una puerta cuando está medio abierta! Suki me enseñó esta frase hace algún tiempo. Así que ahora estamos estampados, un punto cada uno. Ahí va otra: ¿en la selva hay más leones o animales? Esa vale digo yo. Y ¿qué hay de ésta?. «¿Qué diferencia hay entre un pato?» Oh, esa es muy vieja. Sé la respuesta: una de sus patas es la misma. Y está: ¿qué gallina te pone la carne de gallina? Muy buena digo yo. A propósito, ¿cómo va la puntuación? Hasta ahora había empate uno a uno dice Gus riéndose. Pero ahora voy yo por delante, porque ¡lo que me acabas de preguntar no era absurdo! Episodio 3 Después de un rato, paramos para echar gasolina. Salto del coche gritando: ¡Parada para comer, abajo todo el mundo! Mioouh dice Gus. ¿Cuál es el camino hasta mi caja de dormir? Luego, Suki y Brad se van en el coche de los padres de él, y nosotros nos montamos con la abuela y el abuelo. El abuelo dice: «El primero que vea una vaca gana un penique.» Más adelante, veo una vaca y gano un penique. Así que empezamos a jugar a Quien vea primero: el primero en ver una oreja, el primero en ver un cuervo en un poste de teléfono, y cosas como esas. Está bien, seguid dice Gus. No quiero jugar. Abuelo digo yo después de un rato en silencio, cuando lleguemos a Terranova, ¿qué le darás al primero que vea una ballena? El abuelo rebusca en su bolsillo, saca una moneda y la enseña: ¡es un brillante, un reluciente dólar de plata! Gritad si veis una ballena, y ¡esto es lo que ganaréis! Dice. La abuela tiene puesto los ojos en la carretera porque está conduciendo ella, pero dice: ¿Por qué no simplemente la claváis en el mástil, como solían hacer en los viejos barcos balleneros? Ahora bien, Raquel… es lo único que dice el abuelo. Luego, mira a nuestro alrededor y dice: Está empezando a oscurecer. Un penique para el primero en ver un hotel.

Apenas han salido las palabras de su boca cuando veo un cartel acercándose en la carretera. Grito: «¡Hotel Familiar!» Luego, levanto mi mano y cojo mi penique. Gus has estado hundida todo el camino en su asiento, pero ahora se levanta y pregunta: ¿Qué le darás al primero que oiga una ballena? Gus le digo, ¡no seas tonta! No se puede oír a las ballenas. Yo las he oído dice el abuelo. Y el primero en oírlas en este viaje ganará ¡tres dólares de plata! Gus sonríe mientras salimos del coche. Continúa riéndose ella sola mientras me sigue por el camino al hotel, agarrada de mi codo. Ten cuidado con el escalón le digo. Ten cuidado con el escalón murmura, imitándome. Episodio 4 Llamo a Gus por el teléfono del hotel y nos encontramos en la terraza que está delante de nuestras habitaciones. «¡Ten cuidado!», le digo cuando se apoya en la barandilla. Alza su cara, respira profundamente y dice: Puedo oler el mar. También puedes escucharlo le digo y le paso la caracola que ha encontrado en el armario de mi habitación. Se la pone en el oído y dice riéndose: Eso no es realmente el sonido del mar. ¿Qué es? Me has pillado. Yo tampoco lo sé. Vuelve a levantar su cara y dice: ¿Hay luna esta noche, Kio? Sí, hay luna llena. ¿Y se ven las estrellas? El cielo está lleno de estrellas. Nunca he visto tantas. El cielo. Constantemente me estoy haciendo preguntas sobre el cielo. Me lo imagino como un tejado grande y redondo, con muchos agujeros pequeños y detrás del tejado hay un fuego que hace que la luz brille a través de los agujeros. Ya sé que no es realmente así, pero no puedo imaginármelo de otra manera. Supongo que esa manera es tan buena como cualquier otra. Sé que cada estrella es como el sol y que están muy, muy, lejos de nosotros. Pero me resulta muy difícil hacerme una imagen de cómo es. Lo que yo no entiendo dice Gus es por qué la luna no es un planeta. Después de todo, da vueltas alrededor del sol igual que la tierra. Y si te pones así le digo yo, ¿por qué el sol no es una estrella? Es de fuego, como las estrellas. Está realmente caliente y tiene muchas llamas que salen de su superficie. ¡Tonto! dice Gus. El sol es una estrella. Kio, yo no soy una estúpida. Sé que el cielo no es como un techo lleno de agujeros. ¿Pero cómo es?

Durante un largo rato no sé que decir. Pero entonces le digo: Gus, ¿recuerdas la noche que fuimos a la exhibición de fuegos artificiales del 4 de julio? Sí dice. Me lo contaste todo sobre las explosiones y las chispas y cómo suben muy alto hacia el cielo y luego caen hacia el suelo. Muy bien le digo. El cielo es como si todas esas chispas estuvieran allí colgadas y el cielo está lleno de chispas. Y además está la Vía Láctea, que se parece a un gran sendero de polvo de estrellas. Me resulta muy difícil imaginármelo sin conocer los colores, Kio dice Gus moviendo la cabeza. Pero quizá no me hagan falta los colores. Quizá me baste pensar en el cielo como algo lleno de estrellas de la misma manera en que mi mente está llena de pensamientos. ¡Exacto! ¡Y quizá puedas pensar en que tu mente lanza pensamientos de la misma manera en que un fuego lanza chispas! Gracias, Kio dice Gus con una voz muy suave que nunca antes le había oído utilizar. Esa suave voz sigue grabada en mi mente. Es como la que usa para decir mi nombre. Capítulo IX Episodio 1 Después de la cena, el abuelo de Kio se va a la cama, mi padre va a la sala para ver la televisión y Suki y Brad le enseñan a mi abuela y mi a mi madre a jugar a «Los invasores del espacio». Jugamos todo un rato y mi madre se sienta frente de la chimenea y los demás nos tumbamos en el suelo. Abuela dice Kio, el abuelo parece diferente. Es diferente. ¿Cómo era antes de que lo conociéramos? Pregunta mi madreEn todo lo que pensaba era en el trabajo. Por encima de todo, amaba su granero, y a su hija. ¿Mi mamá? Dice Kio. Sí, tu mamá la abuela de Kio se seca las lágrimas. Discutieron por una cosa que no es importante, y él nunca más le habló ni habló de ella. Pero, después que ella murió, no era el mismo. Seguía sin hablar de ella, pero nunca más tuvo la misma alegría en el trabajo. La gente lo llama estar «ensimismado» dice mi madre. Yo pienso para mí: «Pues así es exactamente como me veo a mí misma todo el día: ensimismada» Episodio 2 Vamos de nuevo en el asiento de atrás. La abuela de Kio está conduciendo Kio digo yo, ¿dime una palabra que rime con «ocho»? ¿Bizcocho? dice. ¿Vale «magdalenas»? No, Kio, no se trata de comida, sino del número ocho.

Kio piensa durante un buen rato. Luego, dice: «Gato». ¡Gato! Digo yo. Nunca oí a nadie decir de esa forma el número ocho. ¿Ah, no? dice Kio. ¿Y cuándo jugamos a «Una patata, dos patatas»? ¡Es cierto! digo yo. Una patata, dos patata, tres patata, cuatro; cinco patatas, seis patatas, siete patatas, gato. De repente, la abuela de Kio mete el coche por el arcén de la carretera y para. El otro coche para detrás de nosotros. El abuelo de Kio sale, levanta el capó del Ford A y dice: ¡La correa del ventilador! Sabía que debía haberla cambiado. Mi padre y mi madre van en coche por una nueva correa. Nos sentamos en un lado de la carretera, sin nada que hacer más que esperar. ¿Cuántos dedos tengo entre las dos manos? Dice Kio. Diez digo yo. ¡Fallaste! Tengo once. Mira, contaré hacia atrás lo de mi mano izquierda: diez, nueve, ocho, siete, seis. ¿De acuerdo? Y como hay cinco dedos en mi mano derecha, sumo seis y cinco, y ¿cuánto sale? ¡Once! Brad y Suki descubren un sendero en el bosque que lleva a lo alto de una colina, así que Kio y yo vamos con ellos a explorar. Brad coge su bloc de dibujo; nunca va a ningún sitio sin él. Hace más frío en el bosque. Muy pronto llegamos a una cascada. Seguramente desciende en escalones, uno, dos, tres, cuatro, y luego en un remanso al final. Brad para y dibuja la cascada, y nosotros lo esperamos. Cuando ha terminado, seguimos todos hacia lo alto de la colina. Hay un mirador con una barandilla. Kio dice que puede mirar abajo y ver todas las colinas y valles. Y muy a lo lejos, puede ver el océano. Brad hace otro dibujo. Suki me explica que, en el dibujo de Brad, la tierra se balancea, como las olas en el mar. Kio se vuelve hacia Suki y dice: ¡Suki, es maravilloso! ¿Por qué dices eso? Por el modo en que la tierra se levanta y desciende, como si estuviese respirando. ¿Y por qué más? Por los colores; hay tantos tonos diferentes de marrón y verde. ¿Y por qué más? Cada campo tiene una silueta diferente, pero todos se acoplan entre sí. ¿Y nada más? No estoy seguro. Suki ¿tenemos que dar siempre razones cuando decimos que algo es maravilloso?

No, no necesariamente. Suki, si tú me dices que algo es maravilloso, ¿debería creerte? Podrías creerme si te fías lo suficiente de mí. Pero deberías intentar siempre descubrirlo por ti mismo. Y ¿vale eso también para lo que está bien y para lo que es verdadero? Podría. No estoy segura. Tendría que pensarlo un poco más. Hay muchas ocasiones en las que no tenemos más elección que aceptar las cosas a ojos cerrados por fe. Pero esto no debería librarnos de buscar razones. Y si las encontramos, mucho mejor. Después de un rato, volvemos colina abajo. Regresamos justo a tiempo para saber que la nueva correa del ventilador está puesta en el Ford A, y que estamos listos para andar. El abuelo de Kio mira hacia el cielo. Esas son nubes de lluvia dice. Y si el tiempo es malo, los barcos no saldrán. Apuesto a que hay montones de veces que deseaste que no lloviera. Eso es lo que hago. Lo deseo tan fuerte como puedo. Me digo a mí misma: «¡Por favor, que no llueva! ¡No podemos perder a las ballenas! ¡Simplemente, no podemos!» Episodio 3 De nuevo estamos detrás en el coche. Kio ha estado tranquilo durante un rato, así que digo: Kio, ¿Qué estás haciendo? Leyendo. ¿Qué estás leyendo? Un libro ¿Qué libro? Se llama Una noche en el Titanic dice Kio suspirando. ¿De qué trata? Bueno, el Titanic era un transatlántico que se hundió en el Atlántico. Esta historia es de un buzo que bajó y lo exploró. ¡Oh, eso parece emocionante! ¿Lo leerías para mí? ¡Gus, estoy a la mitad! ¿Tengo que volver hasta el principio? No, sigue simplemente desde donde estás, no importa. Ahora estamos dentro de la bodega delantera del barco... empieza a leer Kio. Kio digo, ¿Qué es una bodega? No estoy seguro. Creo que es un gran almacén dentro de un barco. Sigue.

… cuando de repente mi linterna se apaga empieza a leer de nuevo. Estoy completamente a oscuras. No sé dónde está Jerry: probablemente esté al otro extremo de la bodega. Intento moverme a tientas junto a unos grandes contenedores. Al final encuentro a Jerry. Tiene el pie atrapado en hoyo del suelo… Oh, sé bien lo que es eso digo. Una vez, el año pasado, m padre y mi madre habían salido y Brat dormía en su habitación, olí a humo, así que anduve a tientas hasta su habitación… ¡Gus! dice Kio, ¿Cómo voy a leer para ti si no dejas de interrumpir? ¿Quieres oír esta historia o no? Me estaré callada digo. Lee. Pero para mis adentros digo: « ¡Maldito y viejo Titanic! »

Episodio 4 Un poco después KIo se acurruca en su lado del asiento de atrás y se duerme un rato. Yo también me acurruco, pero no estoy dormida. Me quito los zapatos, cuento mis dedos y pienso en Roger y Tchaikovsky. Me pregunto cómo sería si los gatos tuvieran el tamaño de los caballos y los caballos el tamaño de los gatos. Quizá fueron así alguna vez. Quizá Tchaikovsky tuvo un abuelo muy pequeñito. No se escucha nada, excepto el ruido del motor y el sonido de las ruedas en la carretera. Paso las yemas de mis dedos por mis cejas, mi nariz, mi boca y mi barbilla. Todo está donde siempre. Todo está en su sitio. Pienso en lo que siento al tocar la cara de mi madre y lo que siento al tocar la cara de mi padre. Intento imaginar si mi nariz se parece más a la de él o a la de ella. La de el sobresale un poco más en el medio que la mía, y la de ella sobresale algo mas al final. Llevo puesta una pulsera que me regalaron el día de mi cumpleaños. No lleva perlas de verdad, son artificiales. Son todas iguales. Si fueran de verdad, cada una seria distinta. Paso mi mente por mis pensamientos de la misma manera en que paso los dedos por las perlas. Mis pensamientos son solo míos, de nadie más. Y nadie más puede saber lo que pienso. ¡Se me ocurre una idea! ¡Así es como puedo ser diferente! Puedo escribir lo que pienso. Y cuando la gente lea lo que he escrito dirán: « Es Gus. No puede ser nadie más. ¡Qué distinta es a todos! » Por lo menos eso es lo que dirán los mayores. Pero quizá los niños que lean lo que he escrito no dirán nada. Quizá simplemente piensen que me parezco mucho a ellos en algunas cosas y que soy un poco diferente en otras.

Capitulo X

Episodio 1

Estamos aquí, en el puerto. No está lloviendo, pero está muy nublado y con mucho viento. El océano está gris, y verde, y negro. Hay muchas olas. Vamos al muelle donde están los barcos. El abuelo le pregunta a un hombre sobre los barcos de recreo. Nadie va a salir con el día que hace hoy dice el hombre. La tormenta no estará aquí hasta mañana, pero el tiempo no es ya demasiado bueno. Tiene que ser hoy. No puedo faltar mas, dice el padre de Gus. Pueden intentarlo con Pete dice el hombre. Es un viejo pirata pero sale con toda clase de tiempo. No puedo sino pensar en cómo será Pete. Pienso que tendrá aspecto muy miserable, con un pañuelo envolviéndole la cabeza, con una argolla en la oreja, un parche en el ojo, y una espada en la mano. Cuando finalmente lo encontramos no se parece en nada a lo que imagine, excepto por si miserable aspecto. También tiene una voz ronca. Gus se pone junto a su padre y susurra: « Papá, ¡Tengo miedo de ese hombre! » El hombre dice que nos llevara a buscar a las ballenas y que deberíamos llamarle Pete. Parece como si estuviera realmente enfermo. Me temo que lo celebre demasiado la noche pasada dice él. ¿Qué fue pregunta mi padre, su cumpleaños? Puedes jurar por tu vida que no contestó Pete. Ayer hizo un año desde el día que salí de la… Bueno, no importa Veo al abuelo y al padre Gus mirarse uno al otro. Pero deciden seguir. Así que nos montamos en el barco. Pete suelta las cuerdas que atan el barco al muelle, y ¡estamos fuera! Abuela digo yo, ¿viste el nombre del barco? ¡Se llama como mamá! ¡Es el Hope!

La abuela asiente, pero puedo ver que está teniendo problemas para adaptarse a estar en el mar. Hay grandes olas rizadas que levantan el barco bien arriba y luego lo hunden como en un valle. ¿Sabés qué se siente estando en el océano? ¡Es como estar en una montaña rusa! Después de un rato, a penas podemos ver la costa. ¡Busque las ballenas! Grita el abuelo. Aguzamos nuestra vista, pero todo lo que somos capaces de ver es espuma y agua. El barco sigue moviéndose de lado a lado y levantándose de proa a popa. De repente, Gus tira de la manga del abuelo. «Oigo algo», dice. Todo lo que yo puedo oír es el sonido del viento. Es como una canción dice ella. De tres notas. La segunda es más alta que la primera y la tercera más que la segunda, algo como esto… y Gus se lo canta al abuelo. ¡Suena tan extraño! ¡eso es! Grita el abuelo. ¡lo has oído! ¡es el sonido de la ballena! Busca en su bolsillo y saca tres dólares de plata. Pero, justo mientras se vuelve para darle los tres dólares a Gus, Suki, Brat y yo gritamos todos al mismo tiempo: ¡Mirad allí! Es… Es… Después, nos detenemos y fijamos el rumbo cruzando el mar, mientras el abuelo grita: ¡Es cierto! ¡Hay algo allí fuera! ¡Hay muchas! ¡Son ballenas! ¡Eso son, ballenas! Y después de decir eso, busca en su bolsillo de nuevo, saca tres dólares de plata mas y da uno a Suki uno a Brat y otro a mí. La abuela le acaricia el pelo a Gus y, al mismo tiempo, intenta contarle lo que ve. «Hay muchas la oigo decir, parecen estar dentro de un gran círculo. Y ahora, Gus, ¡Oh, Dios mío, nunca había visto nada igual en mi vida! ¡Una de ellas, a lanzado vapor en el aire, como una locomotora avanzando, muy por encima del agua! ¡Ahora, golpea el agua por detrás y se va! ¡Oh, Gus, esa cabeza tan enorme y ese cuerpo levantándose hacia el cielo! ¡Nunca lo olvidare!» El barco avanza recto hacia las ballenas. Nos estamos acercando más y más a ellas. Estoy sin habla. Pero, oigo decir a Suki: ¡Oh, Gus, Oh, Oh, hay algo enorme saliendo del agua justo delante de nosotros! ¡Es como un tremendo submarino partiendo el agua! ¡Es la ballena mayor y nuestro barco parece tan frágil contra ella! ¡Mira el surco en el agua detrás de ella! ¡Vamos directos de frente hacia ella! Si seguimos, ¡Vamos a chocar de frente con ella! Me vuelvo a mirar a Pete. ¡Está caído sobre el timón! ¡Está realmente enfermo! El abuelo lo ve al mismo tiempo. Empuja a Pete a un lado y gira el timón con precisión.

El barco vira muy lentamente, pero vira, y ¡Justo a tiempo! Ahora, nos estamos moviendo en la misma dirección que la ballena, a su lado, en dirección a su cabeza. ¡Gus! grito yo. ¡La vi! ¡La vi! ¡Es la marca, a la derecha debajo del ojo! Cojo la mano de Gus, y dibujo la marca en el dorso con el dedo, igual que la veo en la ballena; Nosotros miramos a la ballena y ella nos mira a nosotros. Luego, se zambulle, pero no se hunde del todo. «¡Su cola está levantada, parada fuera del agua!», le cuento a Gus. durante un minuto la cola se agita contra el cielo. Luego se pierde de vista. ¡Abuelo era tu ballena! ¡Era Leviatán! Le digo. ¡Te vio de nuevo. Eso hizo, Kio dice el abuelo. ¡Te reconoció! ¡Te vio apartar el barco de ella! Quizá dice el abuelo. Me gustaría pensar que fue así. ¡Te sonrió! ¡Yo la vi! Sólo lo pareció. El abuelo gira el timón de forma que ponemos proa a la costa. Gus y su madre se ponen a un lado del timón y yo en el otro y así podemos ayudar. ¡Hijo dijo el abuelo, vamos a tener bastante que contar a tu padre cuando vuelva mañana! Me mira y sonríe, un lado de la boca hacia arriba y otro hacia abajo. Una ola rompe sobre la cubierta del barco y una fina agua salada nos salpica la cara. Aprieto la cara contra el chaleco del abuelo; es el chaleco nuevo que la abuela ha estado tejiendo para el todo el verano. Mientras nos acercamos al muelle, digo: ¿Gus, esas tres notas que oíste significan algo en el lenguaje de las ballenas? ¿Estaban intentando decirnos algo? ¡Por supuesto! Dice Gus. Estaban diciendo: «Por favor, por favor, por favor.»

Episodio 2 Bueno, querías saber qué hicimos este verano. ¿Te gustó nuestra historia?