Katerina Winters - at All Cost

Créditos Pancrasia123 : JandraNda Kath lvic15 Cjuli2516zc Mona Jailemat Lola' Walezuca segundo Guadalupe_hyuga

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Créditos Pancrasia123

: JandraNda

Kath

lvic15

Cjuli2516zc

Mona

Jailemat

Lola'

Walezuca segundo

Guadalupe_hyuga

Grisy taty

Alixci

Nanis

Lola’

Índice Sinopsis

Capítulo 9

Capítulo 1

Capítulo 10

Capítulo 2

Capítulo 11

Capítulo 3

Capítulo 12

Capítulo 4

Capítulo 13

Capítulo 5

Capítulo 14

Capítulo 6

Capítulo 15

Capítulo 7

Capítulo 16

Capítulo 8

Sobre la autora

P

Sinopsis arada sola en medio del bosque de Oregón, Alessia Conners estaba oficialmente sin opciones.

Sin dinero, sin familia y sin amigos a los que recurrir, Alessia tiene pocas esperanzas de escapar del depredador en su hogar sin hacer nada drástico. Todo lo que quería era un lugar seguro para llamar hogar. Con una tienda de campaña y algo de equipo para acampar, está decidida a buscar refugio y un nuevo comienzo en la vida en los tranquilos bosques de Oregón. Había algo en su bosque, algo que no pertenecía. Jax Beranek es un recluso rudo y cruel cuya poderosa presencia y lengua afilada esconden a un hombre dañado que se ha rendido con el mundo. Es un hombre que no necesita ni quiere a nadie. Tiene su cabaña, su paz y tranquilidad, y, sobre todo, la soledad. Entonces, cuando encuentra a una joven muy poco preparada y cerca de que la maten en su bosque, él le da una opción difícil pero justa: irse con su ayuda o ir atada y amordazada encima de su hombro, pero de cualquier manera ella dejaba su maldito bosque. Sin embargo, era el dolor, ese dolor familiar y desgarrador que reconoció demasiado bien dentro de la mujer solitaria y de ojos tristes que golpeó un cordón de compasión que no sabía que poseía. Pero su ayuda no sería gratuita: iba a poner a la pequeña vagabunda a trabajar. Con sus días llenos de arduo trabajo, sus discusiones de ida y vuelta y sus noches llenas de sueño agotado en la cabaña segura y acogedora de Jax, Alessia finalmente pudo respirar tranquilamente por primera vez en meses y olvidarse del monstruo en su pasado. Si tan solo el monstruo se olvidara de ella

Capítulo 1 H

abía algo en la manera en que ella se comía esos panqueques que molestaba a Jax. Era la mirada de completa dicha que tenía después de cada mordida. A veces, simplemente miraba al resto de ellos como si no pudiera creer que fueran la causa de dicho sabor o en otras ocasiones ella simplemente levantaba la mirada hacia el triste cielo mientras los comía. Sentado en su camioneta, Jax se inclinó cómodamente contra la ventana de su puerta mientras esperaba a que Herschel saliera de la oficina de correos. Los inversores que ordeno a través de la ferretería de Herschel se suponía llegarían hoy. Con sus asientos de atrás llenos de diferentes cajas con alimentos o suministros, Jax miró con impaciencia la vacía calle principal de Gaulding. Gaulding Oregón, con una población de ochocientos habitantes, era una triste excusa de un pueblo costero. Escasos rayos de sol luchaban por salir entre las gruesas nubes grises, dándoles a los monótonos desgastados edificios y sus habitantes limitados rayos de sol, pero a la chica en el restaurante no le parecía importar. Oscuras pestañas bajaron mientras cerraba los ojos y descansaba su barbilla sobre su puño, ocasionalmente tomando un poco de su blanca taza de café. Los cierres de su abrigo chocaron en el silencio de la cabina de su camioneta mientras estiraba una de sus piernas, apartando la mirada de la chica misteriosa. Finalmente, Jax vio a Herschel caminando al otro lado de la calle. Ya era hora. Observando su reloj, salió de la camioneta, y por dentro se burló de lo que decía. Ya era más de las doce y media. Abriendo las puertas de la ferretería, Jax caminó dejando atrás la perturbación de las campanas atadas sobre la puerta. Como de costumbre, la tienda estaba vacía. —Muy bien, señor Beranek, permítame sacar estos de la caja por usted. —Con sus codos debajo de los cacahuates de poliestireno, Herschel comenzó a sacar los inversores. Jax solo le dio al ansioso hombre un gruñido como respuesta.

De no ser por el descuento de mayoreo de Herschel, Jax hubiera simplemente ordenado los inversores por correo, y hubiera hecho que se los enviaran a la oficina de correos, evitándose este innecesario paso. Los sonidos de la caja registradora sonaron eventualmente, señal de que Jax casi terminaba con este proceso, y de que estaba mucho más cerca de regresar a la carretera e ir a casa. Sin poder contenerse, Jax miró por la gran ventana y pasando las letras en el cristal hacia el restaurante frente a la calle. A través de la ventana, pudo ver a la chica pagándole a Camille la cuenta antes de levantar una grande bolsa sobre su espalda y salir del restaurante. De pie afuera del restaurante, la chica miró su teléfono mientras Jax observaba. De estatura promedio, cabello ondulado castaño oscuro que estaba amarrado en un moño descuidado en el centro de su cabeza, y redondos ojos como de gato. Pero eso fue todo lo que Jax pudo ver. A pesar de ser inicios de octubre, la chica parecía estar vestida con gruesas capas de ropa. Guardando su teléfono en el bolsillo, tomó las correas de su mochila y se alejó del restaurante. Los ojos de Jax se entrecerraron. El único hotel del pueblo estaba en la dirección opuesta. La playa, si era turista, también se encontraba hacia la otra dirección. La triste excusa de librería, la única escuela en el pueblo, la iglesia, y la mayoría de las casas residenciales también estaban del otro lado. Lo único que se encontraba hacia la dirección en la que iba era la estación de gasolina y la carretera. —Muy bien, será ciento siete. —La voz de Herschel cortó su observación para llamar su atención. Jax podía prácticamente sentir la emoción en la voz de Herschel por tan grande compra. Apartándose de la ventana, Jax abrió su billetera y le pagó al hombre. —¿Crees que vas a necesitar algo más el siguiente mes? Todo dentro de él se retorció ante la súplica oculta del hombre. Y por primera vez desde que entró a la tienda, Jax dejó que sus ojos se encontraran con los del hombre detrás del mostrador. Como era de esperarse, la expectante sonrisa de Herschel se desvaneció cuando se encontró con su dura mirada. —Gracias —dijo gruñendo Jax y tomó la bolsa de papel con sus cosas. Abriendo la puerta de su camioneta, Jax miró por la larga y sombría calle. No había ninguna figura voluminosa caminando por la calle. Ella debió de haber dado vuelta en una de las calles laterales. Dios, mírenlo, tres años

en el salvaje Oregón por su cuenta y ya se convirtió en uno de los chismosos del pueblo. Demonios, incluso los locales eran mejor que esto. Gaulding no estaba tan lejos del mapa para no recibir a turistas o a algún vagabundo. Aunque sus pensamientos, no podían aceptar esa solución. El hecho era que: esta no era temporada de turistas y una chica como ella ciertamente no podía ser un vagabundo. Molesto ante su propia intriga, se subió a la camioneta y encendió el motor. Mientras pasaba por las intersecciones en las calles, se prohibió mirar a los lados para buscar su figura andante. Estacionándose en la gasolinera, Jax salió y tomó dos de sus grandes latas de gasolina de la parte trasera de la camioneta. Llenándolas, las amarro de regreso a esta antes de entrar a la tienda. —Hola, Jax —gruñó Edmund detrás del mostrador, girando lentamente de su silla desde su televisor para saludarlo—. ¿Llenando para el mes? Jax se contuvo de hacer una mueca, dándose cuenta de la estática recepción de la vieja televisión sobre el mostrador. No tenía idea como el viejo bastardo podía sentarse ahí y ver esa mierda sin volverse ciego. —Sí, ya voy de regreso ahora —respondió Jax mientras tomaba dos cajas de su cerveza favorita del refrigerador. Edmund se levantó lentamente con una mueca y Jax podía jurar que escuchó como los rígidos huesos del hombre tronaron. Recargándose pesadamente en el mostrador por apoyo, Edmund lentamente comenzó a presionar la cantidad en la antigua caja de registrar de metal. Mentalmente, Jax contó hacia atrás desde el cinco y justo cuando llegó al uno Edmund comenzó a sacudir su cabeza. Guardándose un suspiro, Jax esperó al habitual discurso que le había estado dando cada mes desde que se mudó aquí. —Chico, te digo —comenzó Edmund mientras lentamente tomaba el dinero de Jax—. Si fuera tan joven y en forma como tú, no estaría viviendo en los bosques de Goddand como lo haces. Jax tuvo que usar todo su control para simplemente no tomar su cambio de la caja registradora. —Síp —respondió Jax secamente mientras eventualmente recibía el dinero. Tomando las dos cajas de cervezas, las levantó con facilidad del mostrador y giró para empujar con su pie las puertas de cristal—. Adiós, Edmund.

—Cuídate. —Jax pudo escuchar el metal chillando del viejo banco de metal mientras el hombre volvía a sentarse. Colocando las cervezas en el asiento del pasajero, Jax sintió sus pasos aligerarse con la idea de dejar el pueblo y regresar a casa. Encendiendo el motor, entro a la carretera. Alineada con gruesos abetos en ambos lados de la angosta carretera de dos carriles, Jax no tuvo problema en notar una enorme mochila de color mostaza junto con su voluminosa dueña. Ella estaba caminando del lado opuesto del camino, en la zanja natural que el camino hacía antes de encontrarse con la línea de árboles. ¡¿Qué demonios?! ¿Por qué ella estaba aquí? Pasando junto a ella, Jax miró por su espejo retrovisor y observó que la distancia entre ellos se ampliaba. Además de su enorme mochila de campista y las gruesas capas de ropa, ahora estaba cargando una enorme botella de siete litros de agua. Así que ella pedía aventones, concluyó. Era joven, demasiado joven como para estar pidiendo aventones en los bosques de Oregón. Cambiando de marcha, su camioneta descendió la pendiente de la carretera y la perdió de vista. Todavía se encontraban frunciendo el ceño cuando llegó al desvío sin pavimentar para su camino. Bajando la velocidad de la camioneta, golpeó el camino de grava hasta que se detuvo, en guerra con sus pensamientos. Algo en él quería hacer algo por la chica. Ella no debería de estar ahí. Pero ¿quién era él para decir algo? ¿Qué haría, pasar junto a ella y decirle lo obvio? “¿No sabes que es peligroso para una mujer el pedir aventones?”. Sí, eso sonaba jodidamente útil. Como si ella no lo supiera ya. Ella simplemente podía decirle que se fuera a la mierda. Mirando a su derecha, no vio ninguna señal de ella subiendo la colina. Él simplemente debería conducir a casa y preocuparse de sus asuntos. Las manos de Jax se dirigieron al cambio de velocidades. Ella no era su problema, se repitió. Moviendo la camioneta al frente lentamente, el ceño de Jax se frunció más mientras miraba hacia los densos árboles justo cuando sus luces se encendieron. —Jódeme —gruñó. Colocando la camioneta en reversa, se tomó del asiento mientras retrocedía la camioneta por el camino y de regreso a la carretera. De regreso a esta, ahora en la dirección opuesta, lentamente bajó la velocidad de su camioneta mientras la buscaba. Podía llevarla a Tarki, que

estaba a dos horas por la carretera, y eso sería todo. Regresando por algunos minutos, Jax detuvo la camioneta. Ella ya no estaba. Sabía que ella no lo pasó mientras dio la vuelta en su casa. Así que, ¿dónde demonios estaba ella?

Capítulo 2 S

aliendo de la carretera, Alessia cambió la pesada botella de agua a la otra mano. Flexionando sus adoloridos y rígidos dedos, disminuyó su andar mientras deambulaba lentamente entre los árboles. Los mapas en su GPS mostraban que la tipografía del bosque a la derecha de la carretera estaba elevado, con muchas colinas e inclinaciones a diferencia del otro lado. Imágenes aéreas mostraban que había arroyos cercanos que corrían hacia un lago cercano. De todo lo que leyó en internet cuando se estuvo preparando para esto, todos sugerían que el acampar razonablemente cerca de la carretera tenía una mayor probabilidad de evitar osos y otras actividades animales. Alessia solo podía esperar que fuera verdad. Sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón, revisó su ubicación en el mapa. Mirando hacia arriba, escaneó el bosque, que se estaba poniendo cada vez más oscuro. Dirigiéndose hacia el sur y más lejos del camino, subió una colina empinada y se detuvo. Estaba oscureciendo y muy rápido, no sería capaz ni de ver su propia mano en la oscuridad. Encontrando un pequeño claro, se quitó la pesada mochila de los hombros y la dejó caer al suelo con un ruido sordo; una tienda de campaña, algunas lonas, un hacha, material inflamable para iniciar una fogata, un saco de dormir, y casi doscientos dólares más en suministros amontonados en una grande mochila de acampar. Su cuerpo estaba adolorido y cansado. Todo lo que quería hacer era sentarse. Por un momento, simplemente miró con anhelo al suelo, realmente considerando la idea de tomarse un descanso. No, si hacía eso, no solo se pondría más oscuro cuando eventualmente se levantara, además, le dolería incluso más al levantarse. Comprobando que su cuchillo de caza todavía se encontrara asegurado en su cinturón, Alessia se inclinó con una mueca y comenzó a sacar la tienda de campaña. El chico de la tienda de artículos deportivos de regreso en Yakima dijo que era la mejor en su rango de precio y que sería fácil de armar.

Ya lo veremos, pensó con burla. Desdoblando las direcciones comenzó a leer. Instalando la última pata de la tienda, Alessia dio un paso hacia atrás con una sonrisa admirando su trabajo. La gran tienda verde se veía tan grande y hermosa que estaba casi segura que si lo permitía, podía derramar algunas lágrimas de felicidad. Presionando las palmas de sus manos en sus ojos, se tomó un momento para permitirse comprender la realidad de la situación. En realidad, ver la tienda armada y el lugar donde iba a dormir cada noche en el futuro cercano realmente le daba una sensación de nueva realidad a su hogar. Lo hizo, ella escapó. Con manos temblorosas, tomó su lona y comenzó a colocarla en el piso de su tienda antes de tomar su saco de dormir. Todas las guías en línea decían que debías iniciar un fuego, pero Dios, estaba tan cansada. Poniéndose de cuclillas cerca de su saco, Alessia se detuvo a escuchar. No escuchó nada. En este momento, el bosque estaba oscuro y muy silencioso, terroríficamente silencioso. Solo los sonidos del fresco, frío viento revoloteaba entre los árboles que llenaban el bosque. Tomando la lámpara de cabeza de uno de los bolsillos laterales de su bolsa, la miró con un leve gesto de disgusto antes de encenderla. Esto pertenecía a él, al igual que el hacha, el cuchillo de caza, y algunas otras cosas que le robó en su cabaña antes de irse. Gateando hacia su tienda con su mochila, cerró la puerta, encerrándose en su interior. Acostándose con un oomph sobre su saco de dormir, se quedó mirando al material verde sobre su cabeza. Estaba aquí. Finalmente era libre. Sosteniendo la lámpara de cabeza sobre ella, se quedó observando el elástico manchado de grasa. Todo lo que ese hombre parecía tener estaba cubierto de algún tipo de grasa o mugre, justo como lo era su bastardo dueño. Desde el momento en que su mamá lo llevó a la puerta de su tráiler hace dos años, Alessia supo que nada bueno saldría de eso. Su mamá no parecía escuchar o no le importaban los sentimientos de ella sobre el hombre. En realidad, su mamá se molestó, se enojó lo suficiente que le dio una bofetada cuando Alessia le suplicó que no se mudara. A Diana Conners simplemente no le importaba: no le importaban las opiniones de su hija, o las advertencias de sus amigos o cualquier otra de las claras señales de advertencia sobre ese hombre. Diana estaba desesperada por un hombre. Cuando Gary, con su motocicleta y su flujo constante de dinero indocumentado apareció en su

vida, Diana no estaba dispuesta a mirar de cerca sus imperfecciones. Con Gary, Diana se sentía salvaje y joven de nuevo, no se sentía para nada como la mujer de más de cuarenta que trabajaba en un supermercado y vivía con su hija en un viejo parque de casas rodantes. La conexión de Gary a la pandilla local de motociclistas, los Devil Coffin, le daba a él cierto nivel de poder y dinero que atrajo a Diana. De la noche a la mañana, su mamá cambio. Renunció a su empleo, se puso tatuajes, comenzó a vestirse diferente, e incluso comenzó a salir desde temprano y regresar hasta el día siguiente. Gary era su todo ahora, todo mientras, él se convirtió en el infierno personal de Alessia. Todo inició como un mal presentimiento, una terrible sensación de que él la estaba viendo. Parecía que con cada semana que pasaba esa sensación de ser observada se transformaron en miradas descaradas de ese hombre. Con su tráiler siendo de solo dos recamaras, no había a donde podía escapar cuando su atención por ella aumentó. El mirarla se convirtió en comentarios, comentarios sugestivos se convirtieron en viles comentarios, hasta que finalmente, se encontró luchando para escapar de sus vagas manos todo mientras él se reía como si se tratara de un gran juego. Aunque él normalmente se reía y eventualmente se apartaba levantando las manos, Alessia podía ver la promesa en sus ojos de que llegaría más. Y así fue. Escapar era su única opción. Los refugios eran un chiste. Estos solo daban ayuda temporaria y resentida. Los encargados de ahí le daban miradas condescendientes, algunas veces incluso insinuando que solo ella estaba siendo difícil o cuestionándola porque quizás solo estaba imaginando las cosas que decía sucedían en casa. En cuanto a la policía, eso solo volvería todo diez veces más difícil. Gary siempre se aseguraba de presumir lo suficientemente fuerte para cualquiera que escuchara, especialmente a ella, que su pandilla de motociclistas tenía una fuerte relación de trabajo con la policía de Yakima. La única elección en lo que respectaba a su futuro era simple de ver: podía continuar sufriendo en su roto tráiler que alguna vez fue hogar o podría irse. Mejor dicho correr, pensó. Girando a un costado con energía nerviosa, recordó la amenaza de Gary cuando la llevó a casa del último refugio al que intentó escapar. Empujándola al asiento de su preciado Mustang viejo, él se recargó en el marco de la puerta con ambas manos y se inclinó directamente sobre ella con una sonrisa malvada.

“No vas a dejarme. No importa a dónde vayas, voy a encontrarte. Y si tengo que buscarte de nuevo como hoy, cariño…”. El cuerpo de Alessia se tensó en su saco de dormir justo como lo hizo ese día cuando se inclinó más y clavó su sucia mano tatuada entre sus muslos. Incluso a través de sus vaqueros, pudo sentir el calor de su mano mientras tomaba su sexo dolorosamente con un profundo gemido. “Te voy a hacer pagar por la inconveniencia”. Tomó tres días más adelante para que su mamá y Gary finalmente dejaran la casa. Ella se había quedado en su habitación esa noche fingiendo dormir cuando se fueron. Escuchando el ruidoso motor de su motocicleta y eventualmente desaparecer, Alessia tomó sus cosas ya empacadas. Ellos se irían por toda la noche y hasta la mañana siguiente, con suerte dándole tiempo suficiente. Abriendo la puerta de su habitación, se detuvo y consideró girar para dar un último vistazo. ¿Para qué? Todos los buenos recuerdos de ese lugar se habían dañado hace tiempo. Tomando las llaves del mostrador, Alessia caminó hacia afuera y al cobertizo abierto. Sabiendo que Gary tenía algunas placas falsas, tomó algunas y comenzó a cambiar las placas del carro. Tenía toda la intención de deshacerse del carro antes de que Gary tuviera tiempo de llamar a alguno de sus amigos policías, pero no quería arriesgarse. Tomando algunas de las herramientas del cobertizo, Alessia reemplazó las placas de conducir que acababa de tomar de la pila. Lanzando sus cosas al asiento trasero, sacó el carro del cobertizo antes de salir y volver a cerrar las puertas del cobertizo dañado. Probablemente era inútil, pero Alessia solo podía suplicar que ambos llegaran a casa tan ebrios que no pensarían en buscar las llaves pérdidas del carro. Con suerte, para cuando Gary pensara en abrir el cobertizo para ver su carro desaparecido, ella ya se habría ido. Condujo por horas, mirando sobre su hombro. No fue hasta que estaba alejándose de la larga fila de árboles donde escondió el auto que se permitió sonreír. Acomodándose dentro de su bolsa de dormir, Alessia apagó la luz y cerró los ojos.

Despertar en completa libertad se sentía irreal. Cada movimiento parecía que era un sueño extraño. La luz brillando a través del material verde de su tienda le daba al espacioso interior, una sensación acogedora.

Se vio tentada a permanecer ahí todo el día, pero estaba emocionada por conocer mejor sus alrededores. Tomando una bolsa de tela que dobló hasta el fondo de su mochila de acampar, la llenó de algunas cosas antes de salir. Siguiendo el mapa de su teléfono, Alessia encontró una estrecha corriente justo cuando la alerta de batería baja apareció. Manteniendo una mirada vigilante a sus alrededores, Alessia busco en su bolsa con una mano sintiendo el cargador cuadrado. Atorando el cargador afuera de su bolsa, enchufó su teléfono. Un cargador de energía solar, probablemente su compra más inteligente de todo. Después de veinte minutos de caminar, con algunas pausas con su mano en su cuchillo al escuchar sonidos de ramas rompiéndose, eventualmente llegó al lago. No era un lago muy grande. Alessia claramente podía ver ambos lados del cuerpo ovulado de agua, pero su belleza absoluta compensaba su falta de tamaño. Como todavía reflejaba, pudo ver las oscuras figuras de los árboles que la rodeaban reflejadas en la superficie del agua. Inhalando el frío, aire limpio, Alessia sintió como si hubiera entrado a alguna clase de portal que la llevaba a un bolsillo sereno que irradiaba paz. Sentándose en un árbol caído cercano, permitió que sus pies colgaran mientras sacaba su termo de metal y su cepillo de dientes. Cepillándoselos, miró el reflejo del cielo en el lago. La sensación de la nada… no, eso no era correcto. Definitivamente había algo ahí, era la sensación de completa quietud. La ausencia de la agitación nerviosa que la había estado persiguiendo en cada una de sus respiraciones en los últimos dos años era indescriptible. Sacando su laptop, comió una barra de granola mientras el aparato se encendía. Abriendo un documento en blanco, pensó en qué decir. La última vez que actualizó su blog, le dijo a su pequeño grupo de seguidores que básicamente, no podía soportar más y que se iría. Alessia nunca les dijo cuándo, cómo, o exactamente qué planeaba hacer. —Ni siquiera sabía qué planeaba hacer —susurró en voz alta. Su voz sonaba áspera en sus oídos. ¿Cuándo fue la última vez que habló? El restaurante en el pueblo, pensó, recordando esos maravillosos panqueques. El pequeño grupo de seguidores en su blog le había urgido que esperara hasta que pudiera ahorrar para un vehículo o que fuera a un refugio. Bueno, había intentado ir a un refugio y eso fue un aterrador y humillante fracaso. No tenía familia a la cual correr y la idea de esperar lo suficiente hasta poder ahorrar el dinero suficiente en su trabajo sin salida era demasiado peligroso. Vivir bajo el mismo techo que Gary se había convertido en una bomba de

tiempo. Cada roce de su mano distraída, cada mirada de resentimiento de su madre estaba cortando más y más cerca en sus huesos. Mirando de regreso al lago, apartó los recuerdos. Hoy era el primer día de su nueva vida. Recordando algo, colocó su laptop a un costado y se puso de pie. Tomando el anillo de llaves de su bolsa, Alessia caminó hasta la orilla del lago. Barro salpicó alrededor de sus botas mientras el agua tocaba sus suelas de goma. Levantando las llaves hacia arriba, el sol brillando en las llaves plateadas mientras las sacudía en el aire: las llaves del tráiler y las llaves del preciado Mustang de Gary. Moviendo su brazo hacia atrás, lanzó las llaves lo más lejos que pudo del lago, cayendo al agua con un pequeño chapoteo. Esperaba que él nunca pudiera encontrar el auto. Esperaba que si tenía razón y su madre se molestaba en buscar a su repentina ausente hija, buscara en las grandes ciudades como Seattle o Portland. Aunque, realmente dudaba que a Diana le importara. Pero aun así, Alessia ya no tenía uso para estas, porque nunca más volvería a poner un pie en esa puerta.

Capítulo 3 E

xhausto, Jax se sentó pesadamente contra el metal corrugado de su techo. El suave croar de la música colgaba en el aire mientras agarraba su cantimplora junto a su radio. Relajando los músculos de su espalda, se apoyó en el frío metal inclinado mientras que sus pies estaban apoyados firmemente en el borde del alero del techo. Con el sol poniéndose muy por debajo de los árboles, estaba demasiado oscuro para seguir trabajando, por suerte, acababa de instalar el último inversor. Técnicamente, sólo se había caído un inversor de sus paneles solares, pero qué sentido tenía subir hasta el tejado para arreglar uno solo cuando podía reemplazarlos todos. Sonriendo, Jax no pudo evitar pensar en la voz de su padre en ese momento, “Nunca hagas un trabajo a medias, hijo, lo único que hace es morderte el culo después”. Su viejo, un granjero nacido y criado en Mississippi, probablemente tenía un centenar de esos dichos. Los murmullos de la radio que mencionaban el pronóstico de lluvia de mañana por la noche lo sacaron de su ensueño. Alargando la mano, hizo clic en el dial de la radio para “apagar” mientras miraba el cielo claro y oscuro. No era la primera vez que Jax se permitía seriamente que la idea de los planes para una adición a la cubierta del techo le robase el tren de su pensamiento. Hombre, eso sería mucho trabajo, sin embargo. Una brisa fresca atravesó los árboles y los ojos de Jax se abrieron de golpe. Sentándose rápidamente, se puso de pie. Los fuertes golpes de sus botas contra su techo de metal perturbaron la noche mientras subía más al pico del techo cerca de la chimenea. Había un trasfondo de humo en la brisa. Los fuegos en su casa estaban apagados, así que no venía de él. Estrechando su mirada, observó el bosque desde su punto de vista. Alguien más estaba en su bosque.

Pinchando el fuego con un largo palo, Alessia se chupó el labio inferior entre los dientes mientras se sentaba en el borde de su tienda de campaña, haciendo todo lo posible para evitar mirar a la oscuridad. El sol había caído hacía unas horas y por primera vez en su vida, era introducida en el verdadero significado de la oscuridad. Una profunda y negra nada que la rodeaba por todos lados. Si se levantaba y gritaba en el vacío de las tinieblas, ¿continuaría el sonido de su voz, o simplemente sería tragado por las profundidades de las tinieblas? Con los ojos muy abiertos, se sentó allí rígidamente durante un segundo antes de soltar un gran aliento con una risa temblorosa. Bueno, ahora estaba siendo melodramática. Pero, aun así, estaba muy oscuro afuera. Aunque estuviera en su habitación con la puerta cerrada y las luces apagadas, no podría competir con este nivel de oscuridad. En algún lugar habría un indicio de luz abriéndose paso a través de la oscuridad. Aunque no aquí. Mirando unos cuantos palos al lado de su hoguera forrada de rocas, vio que las llamas se deslizaban lentamente a lo largo de su recorrido. Un agudo sonido en el bosque la asustó. Sentándose más derecha, agarró la empuñadura de su cuchillo en su cintura mientras miraba fijamente a la oscuridad. Su corazón latía tan fuerte que apenas podía oír nada por encima del sonido. Probablemente era sólo un pequeño animal. Si fuera un oso, probablemente habría escuchado más ruido que eso, o eso esperaba. Relajándose después de unos largos minutos, dejó salir un suspiro y se inclinó hacia atrás en su tienda abierta y encendió su linterna. Sacando su libro de su bolso, lo abrió para marcar la página y mantuvo un oído atento ante cualquier otro sonido en la oscuridad.

Parado a unos metros de distancia, Jax observó a la chica desde un apretado grupo de árboles mientras se recostaba junto al fuego leyendo su libro. Desde su techo, había visto el débil brillo en la distancia. No tardó en bajar la escalera, agarrar su rifle por la puerta y salir al bosque. Jax esperaba encontrar algunos campistas o cazadores tontos que hubieran tomado la desafortunada decisión de acampar cerca de su tierra, una

decisión que iba a corregir personalmente. Lo que no esperaba encontrar era a la chica vagabunda, de la cafetería sentada en medio del bosque, avivando el fuego. ¿En qué mierda estaba pensando? ¿No sabía que había animales salvajes de mierda aquí? Los lobos, los osos y, por no mencionar, los pumas que vagaban con frecuencia por estos lugares. Y ese pequeño cuchillo de caza al que se aferraba cuando él rompió a propósito la rama que tenía junto a sus pies, no serviría una mierda, sino que haría enojar aún más a esos depredadores. Pacientemente, Jax estaba ahí entre los árboles, escondido en sus sombras mientras su fuego se apagaba lentamente. Finalmente, su linterna se encendió y se metió en la tienda y cerró con cremallera. Esto no iba a funcionar, no podía quedarse aquí en este bosque. No sólo por las razones obvias, sino por sus propias razones egoístas. No necesitaba que las autoridades entraran en su tierra y golpearan su puerta para hacer preguntas cuando la chica idiota inevitablemente apareciera muerta. Tampoco le gustaba la idea de que una joven cualquiera vagara sin rumbo por su propiedad. Había venido aquí para aislarse del mundo y sus jodidos problemas. ¿Cómo se suponía que iba a pasar el día cuando sabía que ella estaba aquí? Dando la espalda a la solitaria tienda verde, se dirigió a su cabaña. La decisión estaba tomada, ella se iba por la mañana.

Capítulo 4 L

a mañana siguiente fue afortunadamente más cálida que la anterior, lo que hizo que fuera el momento perfecto para lavarse el cabello. Alessia no podía y no dejaría que su higiene personal se resbalara mientras estaba aquí. Historias de horror de las experiencias de otras personas y similares estilos de vida fuera de la red se mantuvieron en repetición en el fondo de su mente. Todos los días, seguía la rutina que planeaba para sí misma. Primero, hacía sus estiramientos matutinos, tomaba sus vitaminas diarias, bebía mucha agua y lo más importante, se bañaba. Sentada en su lugar designado junto al lago, Alessia revisó su teléfono de nuevo mientras avivaba el pequeño fuego que hizo. Una pequeña olla de hierro fundido negro se situaba encima de los palos carbonizados, calentando lentamente el agua en su interior. Las barras de señal de su teléfono estaban vacías, con una X blanca encima. Cuando entró en el bosque, había una pequeña señal cerca de la carretera. Tenía dos entradas de blog que realmente necesitaba subir. Los pocos seguidores que tenía esperaban dos mensajes semanales, y Alessia no estaba en posición de arriesgarse a perderlos. El diminuto flujo de donaciones que recibió de sus seguidores era absolutamente vital. Así fue como pudo mantener su teléfono encendido y comprarse una comida ocasional. Mientras siguiera publicando los patéticos y a veces trágicos detalles de su vida, los seguidores del blog apropiadamente titulado “Fuck my life girl”; esperaban seguir donando. Iba a tener que caminar hasta la carretera para que los publicaran. Después del lento proceso de lavar y secar su cabello, Alessia dejó sus suministros en el campamento antes de dirigirse a través de los árboles densos de nuevo hacia la carretera. Quince minutos más tarde, finalmente se detuvo a un par de metros de la carretera. Apoyándose en un árbol cercano, subió sus mensajes. Embolsando su teléfono, Alessia sonrió mientras pensaba en la reacción de sus seguidores a la noticia de que finalmente se fue y aún más cuando se enteraron de dónde estaba ahora. Lentamente, yendo de regreso

al campamento, evitó el enredado grupo de zarzas mientras pensaba en un seguidor en particular y en su reacción más probablemente preocupada. La mujer siempre le daba largas conferencias y consejos sobre lo que debía y no debía hacer. No era difícil imaginar el nivel de preocupación maternal que iba a recibir la próxima vez que Alessia se conectara. Aunque, de alguna manera, a Alessia le gustaba la idea de que alguien se preocupara por ella, le daba un poco de consuelo. Quitando una rama colgante baja de su cara, Alessia casi deja salir un resoplido de asco mientras trataba de imaginar la reacción de Diana a la desaparición de su propia hija. Estaba a punto de atravesar un grupo de arbustos cuando vio la figura que tenía por delante. Mirando hacia el pequeño claro donde estaba su tienda, Alessia vio a un hombre agachado delante de ella, sujetando la solapa de su tienda abierta mientras miraba dentro. Sosteniéndose en una posición inmóvil medio agachada, Alessia intentó calmar su respiración mientras miraba fijamente al extraño. Él era grande, ella podía decir mucho sólo por su tamaño respecto a su tienda. Junto a él, la carpa extra grande para una sola persona parecía algo para un niño. Lentamente, el hombre se puso de pie a toda su altura con la espalda todavía hacia ella, llevaba vaqueros gruesos tipo obrero y un abrigo de lona marrón grueso. El hombre sostenía un largo rifle colgado sobre la espalda y ponía nerviosa a Alessia. ¿Era algún cazador que se cruzaba con su campamento? Desde su posición oculta en la maleza, no pudo ver claramente su cara cuando se giró y miró hacia el río. Pero podía ver su gruesa barba marrón sin cortar y el cabello recogido que mantenía en un moño bajo en su cuello. ¿Por qué había un montañés canoso mirando entre sus cosas? ¿No podía ver que pertenecía a alguien que acampaba allí, por qué no podía seguir adelante? A menos que… Un goteo de frío temor corrió por su corazón y se acumuló en sus entrañas. A menos que quisiera hacerle daño. Tal vez era una especie de cazador al que no le gustaba que otros cazadores cazaran furtivamente en su autoproclamado territorio. Alessia había leído sobre cosas así en Internet. El temor se convirtió en un miedo helado mientras otro pensamiento se desarrollaba en su mente. ¿Podría ser alguien que trabaja para Gary? El pensamiento debería haberse disipado inmediatamente en el momento en que surgió. Su lado racional debería haberle dicho que la idea era absurda. Gary no tenía el dinero o conexiones lo suficientemente fuertes para enviar a alguien tras ella. Hubo varias ocasiones en las que oyó hablar a Gary, con quien sólo podía suponer que eran sus superiores en su banda. El tono reticente de Gary le decía exactamente cuán alta era su posición en

la organización, no muy alta en absoluto. Pero ahora mismo, a través de su mente cargada de miedo, nada de eso importaba, todo en lo que podía concentrarse era en lo peor. El sonido del zumbido de la vibración de su bolsillo hizo temblar el aire silencioso alrededor de su escondite. Una fría sensación de vacío le robó el aire de sus pulmones mientras la cabeza del hombre se movía en dirección a su escondite en la maleza. Los ojos negros cortaron la zarza con precisión de láser y encontraron sus amplios ojos mirando hacia atrás. Ella no le permitió reaccionar primero. Con cada gramo de su fuerza, se lanzó desde su lugar y salió corriendo. La sangre le golpeaba en los oídos mientras mantenía los ojos en su camino inmediato, esquivando varias ramas colgantes y arrojando los escombros caídos. Alessia podría jurar que vio movimiento a su izquierda, lo que sólo hizo que su corazón latiera más rápido y amenazara con explotar en su pecho. Después de lo que parecieron varios minutos de carrera, Alessia disminuyó su ritmo mirando en todas las direcciones. No había destellos de marrón de un su abrigo, ni chasquidos de ramas o crujidos de hojas muertas, sólo el sombrío silencio del bosque. Tratando de suprimir su respiración dificultosa, se apoyó contra un árbol grueso. Respirando profundamente, se limpió las manos sudorosas en la parte delantera de sus vaqueros. Recordando su cuchillo en el cinturón, lo desenvainó rápidamente y lo sostuvo con fuerza en su puño. Los minutos pasaron y no escuchó ningún movimiento. Con precaución, Alessia dio un paso por detrás del árbol y miró hacia abajo en la dirección en que vino. Nada, no había nadie allí. ¡Necesitaba coger sus cosas y salir de aquí! No sabía dónde, pero podía preocuparse de eso una vez que estuviera lo más lejos posible de aquí. En silencio, caminó en la misma dirección en la que corrió hacia el campamento. De vez en cuando, se detenía y escuchaba cualquier sonido. Un ruido de dispersión a su derecha la hizo dar vueltas con el cuchillo aún desenvainado. La repentina y abrumadora presencia que la envolvía congeló el tiempo y el espacio a su alrededor. Todo sucedió tan rápido que su grito no salió de su garganta hasta que todo terminó. Su mano la rodeó y agarró su puño, sosteniendo el cuchillo, al igual que su otro brazo grueso la sujetó por debajo de su barbilla. Alessia no pudo hacer nada con el cuchillo mientras veía la gran mano del hombre cerrarse sobre su puño y tomar el control de su brazo. Con un poderoso empuje, dirigió su arma para clavarla profundamente en un árbol

cercano, empalando el cuchillo casi hasta la empuñadura en la corteza. Usando su brazo de bloqueo, la agarró del hombro opuesto y la hizo girar para alejarla de él, dejando que la gravedad y el impulso hicieran el resto del trabajo por él. Gritando, aterrizó sobre su trasero en las hojas. Ignorando que ella se alejaba de él para ponerse de pie, el hombre cruzó sus brazos sobre su pecho y le dio una fuerte mirada. —Ahora que estoy seguro de que no puedes apuñalarme, dime ¿qué demonios estás haciendo aquí? Con su corazón todavía golpeando su pecho, Alessia mantuvo sus rodillas ligeramente dobladas mientras se paraba a unos metros de él si era necesario, estaba lista para huir en cualquier momento. Ignorando las hojas muertas y la suciedad que caía de ella donde había golpeado el suelo antes, mantuvo sus ojos enfocados en el hombre frente a ella como si estuviera frente a un oso salvaje. —¿Quién eres? ¿Y cómo es que es asunto tuyo? —Aunque todavía estaba sin aliento por la sorpresa de que él la agarrara, se las arregló para responder lo más agriamente posible, a pesar del inmenso miedo que crepitaba en los bordes de su mente. Inclinando la cabeza hacia un lado, los fríos ojos negros de tiburón del hombre la evaluaron sin ningún signo de emoción antes de que una lenta sonrisa sin corazón se extendiera por sus labios. Las rondas de sus mejillas aparecieron ligeramente sobre el vello tupido de su barba crecida mientras sonreía. Todo en Alessia le decía que corriera, que se olvidara de sus cosas y corriera hacia la carretera. Porque, aunque el hombre sonreía, sus ojos permanecían fríos y negros. —Bien —comenzó, respirando profundamente que expandió su amplio pecho bajo sus brazos cruzados—. Cuando encuentro a un extraño acampando en mi tierra, se convierte en mi asunto. Alessia parpadeó unas cuantas veces mientras dejaba que sus palabras se repitieran en su cabeza, obligándose a calmarse por un momento para poder al menos procesar lo que él estaba diciendo. Sacudiendo la cabeza, señaló el suelo. —Esto no es suyo —dijo confiada, cruzándose de brazos con el bastardo engreído. Él estaba mintiendo, ella investigó esta área a fondo antes de salir de Yakima. Alessia eligió esta zona por su distancia de Yakima, su proximidad a la ciudad cercana y las fuentes de agua.

Manteniendo su barbilla en alto, trató de igualar su mirada glacial con la suya. —Esta tierra pertenece al estado —pero incluso cuando las palabras salieron de su boca, información de la que creía estar tan segura, las palabras perdieron su fanfarronería mientras seguía mirando fijamente a sus inquebrantables ojos negros—… al menos pensé… —Pensaste mal —dijo. Sus brazos descendieron y sus hombros cayeron mientras cada gramo de bravuconería se evaporaba de su cuerpo en su sucinta réplica. Mirando a su alrededor, trató de pensar, mientras los pensamientos arremolinados la atormentaban a la vez. —Bien. —Levantando las manos en la derrota, lo miró con desprecio— . Cogeré mis cosas y me iré. El hombre no se movió. Se quedó allí como una estatua con los brazos cruzados. De alguna manera, su expresión se volvió aún más sombría mientras miraba el cielo azul más allá de las densas copas de los árboles. —Habrá una tormenta al atardecer. —Su tono era sombrío. Escépticamente, ella miró rápidamente al cielo sobre su cabeza, sin querer apartar la vista del extraño por mucho tiempo. Antes se fue por la carretera para conseguir una señal, pero se olvidó de mirar el pronóstico. Estaba tan feliz de subir sus mensajes que se olvidó completamente del tiempo. Abrió la boca para decir que estaba bien, pero él empezó primero. —Aunque preferiría no hacerlo. —Relajando sus brazos, le dio una mirada molesta—, te permitiré quedarte en mi cabaña por una noche, pequeña vagabunda, y luego te irás a cualquier lugar que no esté aquí. — Señaló al suelo de manera significativa—. Por la mañana. La risa abrupta y hueca brotó de sus labios antes de que Alessia pudiera detenerla. Estaba bromeando, ¿verdad? Mirando sus oscuros y fríos ojos, no podía decirlo honestamente. Sonriéndole, ella le dio una mirada aguda. —Sí, claro, déjame pensar en eso por un momento, extraño loco que acaba de atacarme en el bosque. Umm sí, eso va a ser un duro no para mí, pero gracias, sin embargo. —Dándole un amplio espacio, lo rodeó y caminó hacia atrás en dirección a su campamento mientras lo vigilaba mientras él se daba vuelta y la veía retirarse—. Voy a buscar mis cosas y me iré.

Sus ojos se entrecerraron y ella pudo ver sus labios delgados en línea recta bajo su descuidado vello facial. Echando los hombros hacia atrás, se puso más recto, más imponente y amenazador. —Mira, estoy tratando de hacer lo correcto y ofrecerte refugio de la tormenta, te sugiero que no pelees conmigo en esto y… —¿No pelear contigo? —La incredulidad en su voz salió más fuerte de lo que esperaba. Para entonces, dejó de retroceder por completo, no podía creer el descaro de este hombre. Hizo parecer como si ella debiera estar agradecida por la oferta de algún hombre de montaña al azar sugiriéndole que se quedara en su más probable, cabaña de violación. No, gracias. —Disculpa que no quiera aceptar tu amable oferta después de que me persiguieras, me abordaras y me echaras de una tierra que aún no estoy convencida de que sea tuya. Así que, no gracias. —Satisfecha por su propia respuesta brusca, se volvió audazmente sobre sus talones y se dirigió de nuevo al campamento, mientras se esforzaba por pasar más allá de la percusión de la paliza en sus oídos para escuchar si él la seguía. —Bien —gruñó detrás de ella, haciendo que se diera la vuelta para enfrentarlo. Estaba más cerca de lo que esperaba. Ahora sus estrechos ojos negros brillaban con una creciente irritación—. Si no quieres quedarte en mi sofá durante la tormenta, me viene más que bien. Puedo dejarte en la oficina del sheriff. Sus palabras se sintieron como un golpe en el estómago. —¡No! —Retrocediendo rápidamente, trató de controlar el creciente frenesí de su voz—. Mire, ¿cuál es tu problema? Me voy como querías. Déjame tomar mis cosas y me iré. Sólo déjame en paz, no tienes que preocuparte… Sus ojos se abrieron mucho. —Preocupación —repitió, sacudiendo la cabeza mientras empezaba a caminar lentamente delante de ella—. Sí, claro que sí. Tengo que preocuparme de por qué demonios una joven está haciendo un patético trabajo de ocupación de mi propiedad y tengo que deshacerme de ella de alguna manera antes de que la maten. —¿De qué estás hablando? Yo… —No tuvo oportunidad de discutir porque el hombre no había terminado. Sus ojos brillaban con furia creciente mientras daba un paso adelante.

—Oh sí, lo más probable es que te maten por exposición o por el ataque de algún animal o harás alguna otra tontería. Tal vez te dirijas hacia la ciudad y para cuando llegues, la tormenta golpea. Lo que no sabes es que no hay absolutamente nada disponible o abierto por la noche en el Gaulding. Incluso el sheriff tiene todas sus llamadas dirigidas a su casa, dejando la estación vacía y cerrada. Y si eres tan tonta como para tratar de buscar refugio en la casa de alguien, entonces tienes una probabilidad muy alta de que te disparen, ya que nadie pensaría que alguien con algo bueno estaría golpeando la puerta de alguien durante una tormenta. Perturbada por su discurso, Alessia dio unos pasos atrás y casi chilló al chocar con un árbol. Sacudida y asustada, lo miró y tragó nerviosamente. —No puedo ir a la policía —susurró. Después de un breve segundo, sus ojos oscuros se suavizaron al darse cuenta, antes de caer de nuevo en una máscara severa. En silencio, la miraba mientras él pensaba. Finalmente, habló: —Bien entonces, te llevaré al siguiente pueblo de Gaulding, es más grande y creo que tienen algún tipo de fundación de su iglesia o algo para ayudar a los indigentes. Pero de cualquier manera. —El letal cambio en su tono la asustó—. Te vas a ir de mi tierra y lejos de aquí para que seas el problema de otro. Él no estaba escuchando, ni iba a hacerlo, se dio cuenta. Sacudiendo la cabeza, comenzó a retroceder, extendiendo sus manos para alejarlo, trató de inyectarle fuerza que ciertamente no tenía a su tono. —Sólo déjeme en paz. —Retrocediendo lentamente, se sentía como si estuviera tratando de salir de la guarida de un león—. Sólo voy a buscar mi… Alessia reconoció la decisión interna del extraño en el momento en que lo pensó. —A la mierda, lo haremos por las malas —gruñó. Sus manos aún estaban levantadas, alejándolo cuando le gritó que se detuviera. En un segundo, estaba parado ahí, a metros de ella, y al siguiente, estaba acercándose con una velocidad alarmante. El suelo se le acercó rápidamente, quitándole el aire de los pulmones mientras luchaba inútilmente con sus manos rápidas. Gritar, patear, arañar y rascar no hizo nada. El fuerte sonido de la cremallera la dejó atónita al verle agarrar sus

muñecas, ahora atadas, y levantarla sobre sus pies y luego sobre su hombro en una rápida secuencia. Alessia gritó salvajemente. —¡No, déjame ir! ¡Déjame ir! El sonido de sus gritos agudos se esparció en ondas a su alrededor en el bosque tranquilo. Se dio cuenta de que eran inútiles, mientras luchaba por romper el grueso plástico del cierre alrededor de sus muñecas. Su voz no era escuchada por nadie más que por el hombre que caminaba con ella sobre su hombro. —Sabes —comenzó con una voz irritada—. Cuando me mudé aquí, vine para alejarme del mundo y disfrutar de la paz de la soledad. —Hizo un sonido que era una mezcla de un gruñido y un rugido cuando bajaba y subía una pequeña zanja en el terreno, apretando su brazo sobre la parte posterior de sus rodillas para mantenerla en su lugar. Alessia trató de usar la oportunidad de luchar y patear, para desatarse de alguna manera, pero nada funcionó. Continuando su paso firme, reanudó su discurso. —Lo que no esperaba era encontrar una chica sin hogar acampando en mi patio trasero. —Subiendo fácilmente a un árbol caído y bajando, el hombre ignoró su gruñido de incomodidad mientras la empujaba contra su hombro—. Dime, ¿cómo mierda se supone que voy a pasar el día sabiendo que podría tropezar con tu estúpido cadáver en cualquier momento porque subestimaste estos bosques? Respirando profundamente, Alessia trató de renovar su lucha en su agarre, pero cada paso que daba con ella al revés, le agotaba la energía. Pronto se encontró tirada sin fuerzas sobre su hombro, balanceándose al paso de sus pasos. Su brazo alrededor de las rodillas de ella se apretó y ella pudo sentir la ligera sensación de su barba raspando contra sus delgados vaqueros mientras su cabeza giraba en su dirección. Hubo silencio entre ellos mientras él seguía caminando. Después de algún tiempo, finalmente habló, su voz gruñona era un poco más suave. —Sé que no me creerás, pero no tengo intención de hacerte daño, chica. Él tenía razón. No le creyó, sus intenciones hacia ella quedaron muy claras en el momento en que la derribó y la ató como a un animal.

—Esta noche, te sacaré de la lluvia y mañana te llevaré a la ciudad que mencioné con la fundación. —Hablaba más consigo mismo que con ella, su tono era firme y un poco autocomplaciente mientras confirmaba sus planes en voz alta—. Una vez que estés allí, puedes ir a la fundación o a las autoridades, demonios, no me importa dónde mientras estés lejos de aquí. —Y si voy a las autoridades y les cuento cómo me abordaste y me secuestraste, ¿qué harás entonces? —¿Por qué estaba discutiendo con este loco ermitaño del bosque? Él podía hacerle cualquier cosa ahora, ¿por qué hacerlo enojar? Tal vez era ese tono engreído suyo, pensó, ella sólo quería tirar una llave en sus planes perfectamente establecidos que estaba haciendo con su vida. Él dejó salir una risa profunda y seca. —Bueno, no tendré que preocuparme por eso, ¿verdad? —El frío nudo se formó en su estómago mientras esperaba que él continuara—. Ya que aparentemente estás evitando a las autoridades por cualquier razón, difícilmente podría creer que de repente cambies de opinión una vez que te deje. Alessia cerró los ojos mientras mentalmente se gritaba por ser tan estúpida y dejar que ese hecho se le escapara a este hombre. Al apretar los labios, se resistió a decirle nada más al hombre. Iba a ahorrar su aliento y energía y esperar la oportunidad para atacar. El sonido hueco de sus botas golpeando una superficie dura la sacudió. Moviéndose a un lado, pudo ver una plataforma de madera y unos escalones. El frío nudo de miedo en su estómago se intensificó cuando se dio cuenta de que la llevaba dentro de la cabaña que mencionó. Manteniéndose rígida como una tabla, Alessia ignoró la reconfortante calidez del espacio y se centró en que sus pasos se ralentizaran. Agarrándola por la cintura y por las piernas, la volteó suavemente hacia atrás. Alessia, se mordió el labio para no llorar cuando sintió que se caía de espaldas. Empujando su cabello torpemente lejos de su cara con sus manos atadas, parpadeó un par de veces mientras intentaba orientarse. Estaba sentada en un feo sofá marrón que parecía desgastado pero se sentía sorprendentemente suave. El sofá estaba situado frente a un gran calentador de madera de metal negro con una amplia rejilla de metal. A través de la rejilla de listones, Alessia podía ver pequeñas brasas anaranjadas brillando entre las cenizas. Manteniendo sus manos atadas al pecho, lo miró con un odio hirviente.

—No puedes mantenerme aquí —dijo uniformemente con los dientes apretados. Cambiando su peso de una pierna a la otra, puso sus manos en los bolsillos de su chaqueta de manera casual y le dio una mirada impaciente. —Si no me escuchas, mi objetivo es sacarte de mi propiedad, no retenerte. Indignada, se sentó más recta en el sofá y señaló hacia la puerta principal detrás de él con sus manos atadas. —Entonces déjame ir. Déjame ir a buscar mis cosas y me iré como dije, no hay necesidad de mantener… Pasándose una mano por su cabello con frustración, sus negros ojos brillaban como advertencia con su menguante paciencia. —Ya pasamos por esto. —Su voz profunda tenía un filo inconfundible— . Se avecina una tormenta, no importa lo rápido que camines, no podrás salir de ella a tiempo. Se desató un pánico salvaje y cada vez era más difícil contener las ganas de llorar. Rebotando en su asiento con frustración, le gritó: —¿Por qué te importa? ¡Sólo déjame ir y me iré, lo prometo! Odiaba el tono histérico de su voz, pero tenía que hacer que entrara en razón. De alguna manera, su voz se volvió aún más suave en respuesta a su arrebato, lo que sólo la hizo querer gritar más fuerte. —Te di tus opciones. —Señaló hacia el muro y ella sólo podía suponer que esa era la dirección del campamento—. Las rechazaste, así que aquí estamos. —¿Por qué son las únicas opciones? No eres dueño de todas estas tierras ni tampoco de mí, así que déjame… Sus gritos murieron en su garganta con un sonido asfixiante mientras él se adelantaba con un pesado golpe de su bota y una mirada de hielo negro. Ya había terminado de discutir con ella. Alessia se apretó tanto como pudo en los cojines del sofá mientras miraba al hombre barbudo que se cernía sobre ella a su altura. No estaba segura de cuándo, pero en algún momento, su largo y grueso cabello marrón se soltó de cualquier lazo que lo sujetaba y cayó espeso alrededor de su cara, dándole una apariencia aún más salvaje.

Moviendo su dedo en el aire hacia ella, habló tan profundamente que podía sentir como le hacía temblar el pecho. —Esas son las opciones cuando los idiotas huyen hacia el bosque esperando sobrevivir durante el invierno de Oregón en una tienda de plástico barata en lugar de ir a un refugio de la ciudad como una persona normal. Sus palabras encontraron su blanco y el último muro de defensa dentro de ella se desmoronó. Era lo único que la mantenía unida hasta este momento. El último bastión de la fuerza de voluntad que la empujó a través de sus dudas de dejar su casa y venir aquí. Fue lo que le impidió dar la vuelta al auto cuando cruzó la frontera del estado. Era todo lo que le quedaba dentro de ella. Alessia no estaba segura si el desconocido podía ver el quiebre en ella o si tal vez sus ojos se abrieron de par en par sólo por las lágrimas que caían por su cara. No lo sabía ni le importaba ya. —Los refugios no son una opción. —Incluso su voz se sentía agotada y hueca ahora—. A menos, por supuesto, que no te importe que roben tus cosas o que no te importe si casi te asaltan otras personas que están allí. Y antes de que preguntes. —Miró fijamente la última brasa brillante a través de la rejilla de la estufa de leña—. Sí, intenté decírselo al personal. Diablos, traté de dormir al lado del encargado de la noche pero me dejaron muy claro que yo era una molestia para ellos y que lo más probable es que fuera mi culpa que yo estuviera allí en primer lugar. —Las lágrimas nublaron su visión y las limpió con sus manos atadas—. ¿Cómo es mi culpa? —susurró, mirándolo, su dura expresión era ilegible—. ¿Debería haberme quedado? ¿Debería haberme quedado cuando el novio de mi madre intentó entrar en mi casa cada vez que me duchaba o cuando me susurró: “Voy a follarte”? — Se rió a carcajadas, sin ver los puños del hombre apretados a su lado—. No, me disculpo, en realidad dijo: “No puedo esperar a follarte ese lindo culito tuyo, apuesto a que nadie te ha follado allí antes”. —Joder. —El extraño tiró del vello de su barba con agitación. —Así que, ¿sabes qué? —continuó, el apretón de su garganta hizo que su voz subiera de tono mientras perdía la batalla para resistirse a quebrarse y llorar—. Tengo una idea mejor, que tal si me matas ahora y terminas de una vez porque no creo que pueda seguir haciendo esto. Dándose la vuelta, no quería ver su expresión ante su confesión. Las palabras la impactaron, incluso mientras las decía, pero tristemente eran la verdad. Alessia no pudo detener la abrumadora marea de emociones

mientras lloraba en el brazo del sofá. No quería hacer esto más. Era muy duro y estaba muy cansada.

Al final, el llanto se detuvo. Mirándola desde donde estaba en la cocina, apoyado contra el mostrador, Jax podía ver cuán calmada se había vuelto. En silencio, se movió de su cocina abierta a la sala de estar y se detuvo justo detrás del sofá. Todavía medio apoyada en el brazo del sofá, la chica dormía. Sus impactantes palabras aún resonaban en la cabaña de una habitación. Frotando ambas manos sobre su rostro, Jax suprimió un gemido mientras miraba hacia las vigas mientras su mente trabajaba. ¿Cómo diablos llegó a este punto? Debería haber llamado a Garrett, el único sheriff de Gaulding y dejar que él se encargara. Volviendo a la cocina, Jax agarró su tetera y la llenó de agua mientras recordaba la expresión atemorizada y cruda de su rostro cuando mencionó a las autoridades antes. Haciendo clic en el piloto de gas, encendió el mechero con un encendedor y vio las llamas azules envolver la parte inferior de la tetera. La ira tan brillante y caliente como las llamas delante de él, cobró vida dentro de él mientras sus palabras se repetían en su mente. El silbido lento del agua hirviendo finalmente lo interrumpió de sus pensamientos en aumento. Agarrando la tetera, vertió el agua caliente en la taza de metal con la bolsa de té esperando. Abriendo el cajón cercano, agarró uno de sus viejos frascos de pastillas. Hubo un tiempo en que guardaba la botella junto a su cama, sin olvidarse de tirar una antes de acostarse. ¿Cuándo fue la última vez que necesitó tomar una? Vertiendo una píldora en su contador, Jax la aplastó en un polvo blanco fino antes de verter el polvo en el té caliente humeante. Agitando los gránulos en polvo hasta que se disolvieron y añadiendo un poco de miel, Jax llevó la taza a través de la habitación y se detuvo delante de ella. —Oye. —Él la vio sobresaltarse despertándose de su sueño, y le lanzó una confusa mirada en blanco antes de que el reconocimiento se estableciera rápidamente en su lugar. Ignoró el tenue susurro de culpa al despertarla y le dio la taza. Con ambas muñecas atadas una a la otra, aceptó torpemente la taza. Sin

discusión, ni olfateos cautelosos del líquido, ni miradas sospechosas, absolutamente nada. La brillante chispa de luz que había brillado antes en sus ojos había desaparecido. Inclinando la taza mecánicamente, sorbió su té sin respuesta. —Intenta descansar un poco. —Jax casi se estremeció ante la aspereza de su propia voz. Quería que eso sonara un poco más suave de lo que salió. Echando una última mirada a la expresión en blanco de ella, salió a su porche y agarró un brazo lleno de madera. Al regresar, llenó la estufa de leña y avivó las llamas. Ella no dijo y no hizo nada. Incluso cuando puso el atizador de metal pesado, un arma perfecta en su situación, de nuevo en su soporte junto a la estufa de leña, no le prestó atención. Finalmente, se desplomó contra el brazo del sofá y se quedó dormida. Cerrando la puerta principal de su cabaña, Jax bajó las escaleras de su porche y se metió en la lluvia. Tirando la capucha de su sudadera sobre su cabeza, sacó del bolsillo las llaves de su vehículo de cuatro ruedas. Necesitaba que este viaje fuera rápido para poder volver antes de que llegara lo peor de la tormenta. Encendiendo el motor, guio la máquina hasta su campamento. Aunque si estaba siendo completamente honesto consigo mismo, Jax quería volver por la chica de ojos en blancos que estaba sentada tranquilamente en su sofá. Fue como si ella hubiera estado agarrada por un hilo todo este tiempo y ese hilo finalmente llegó a su límite, gracias a él. Deteniendo el todoterreno cerca de la tienda, Jax saltó de la máquina. Rápidamente, agarró la gran mochila de camping y algunos otros artículos de la tienda. Atándolo a la parte trasera del vehículo de cuatro ruedas, maldijo en voz baja mientras un fuerte trueno sonaba sobre él. Un absoluto idiota, eso es lo que era. Debió haber llamado al sheriff o al infierno, pudo haber dejado que la magnitud pura de la tormenta la corriera si sobrevivía. Evitando una zanja que ahora se estaba llenando de agua, pensó en la muchacha de su cabaña, acurrucada en esa patética tienda de campaña. Estacionando el vehículo de cuatro ruedas en su cobertizo, se quedó un momento en la puerta del cobertizo y miró fijamente hacia su cabaña, a unos pocos metros de distancia, bajo la lluvia. Gris y oscureciendo por segundos, el oscuro horizonte hizo que se sintiera tarde en la noche en vez de temprano en la tarde. Había planeado terminar su porche proyectado hoy, pero no vio que eso sucediera ahora. Agarrando la bolsa, inclinó la cabeza ante la lluvia y corrió de vuelta a la cabaña.

Capítulo 5 L

e tomó unos momentos recordar dónde estaba cuando se despertó a la mañana siguiente. Altos techos de vigas de madera y un fuego del horno de leña a su derecha no eran las cualidades de su exigua tienda verde. Sentada, Alessia apartó la pesada manta acolchada. Vagamente podía recordar borrosos recuerdos del hombre que la secuestró dándole algo anoche. Haciendo una mueca, revisó imágenes. Recordó haber bebido el té amargo mientras él cargaba silenciosamente el calentador de leña en la pared frente a ella. Podía recordar vívidamente el calor reconfortante del calentador que salía de la rejilla y robarle lo que le quedaba de energía. Ese era el último de sus recuerdos coherentes, el resto estaban desarticulados y enredados. El sonido de su voz áspera la despertó de nuevo un tiempo después, ordenándole que comiera, y otro recuerdo nebuloso de él señalando el baño después de eso. Pero fue el recuerdo de él inclinándose sobre ella mientras dormía lo que intentó desesperadamente recordar. Estaba oscuro cuando se despertó la última vez. La luz de su cocina abierta ya no iluminaba la zona de estar. Sólo el tenue brillo anaranjado del horno de leña a su lado ofrecía algún tipo de luz. Estaba tan cansada que apenas podía parpadear. Cada vez que lo hacía, parecía que los minutos pasaban antes de que encontrara la fuerza para abrir los ojos de nuevo. Había algo junto a su cadera, para eso se estaba despertando. Alessia quería saber qué era ese algo, tan cálido y sólido y, que cuando se movía contra él, no se movía. Forzándose a abrir los ojos y mirar de verdad, la confundió la forma oscura que de repente se cernía sobre ella. Alessia podía recordar que su corazón saltó de miedo, pero también podía recordar el tono profundo que la calmó inmediatamente. Era él, pensó, se inclinaba sobre ella haciendo algo, diciendo algo. ¿Pero qué? Poniendo sus pies sobre el suelo, miró durante un segundo sus pies cubiertos de calcetines mientras hacía un gesto del dolor en su cabeza. Aunque durmió como una roca, sentía la cabeza como un montón de mierda. La tentación de acostarse de nuevo en el cómodo y gastado sofá se estaba

convirtiendo en un dolor físico de anhelo. ¿Se quitó los zapatos? Mirando a su alrededor, los encontró sentados en el sofá junto a su mochila. Algo caliente y apretado se enrolló en la boca del estómago mientras miraba la bolsa. Se quitó los zapatos, su bolsa estaba aquí, y recordó que anoche le dio un sándwich. Bajando la mirada, se dio cuenta de que sus manos estaban desatadas. Por alguna razón, todos estos hechos sólo la pusieron más nerviosa. Ayer, él fue duro y exigente, y ahora no estaba segura de qué pensar. Girándose hacia el sofá, miró alrededor de la cabaña de madera por primera vez. No era enorme, pero era un espacio sorprendentemente grande. Los techos eran altos y a dos aguas, con dos buhardillas en cada extremo de la cabaña. A un lado estaba la cocina y la puerta principal, y al otro extremo del gran cuarto había una cama empujada contra la pared. Lo único que separaba el área de la cocina de la cama era un pequeño salón en el que estaba sentada ahora. Un ruido detrás de ella la hizo darse una vuelta completa en su asiento. En la pared opuesta a ella había dos puertas, en una de las cuales sabía con seguridad que era el baño. La luz en la parte inferior de la puerta parpadeaba con movimiento. Él estaba allí, esta era su oportunidad. Tan rápida y silenciosa como fue posible, Alessia tomó sus zapatos y se los puso. Con su bolso en la mano, se dirigió cuidadosamente a la puerta principal. Tenía las manos húmedas cuando salió del porche. Mirando hacia la cabaña, recordó al hombre alto gritando y apuntando a la pared en la supuesta dirección de su tienda. El suelo estaba mojado y resbaladizo en algunos puntos mientras atravesaba los montones de hojas muertas empapadas; con cada paso que daba, tenía una sensación inquebrantable de que se dirigía hacia el desastre. Anoche, admitió cosas a ese hombre que ni siquiera había admitido a sí misma. La desesperanza que había estado empujando más y más en una parte cerrada de su corazón se había liberado. Las palabras que le dijo, esas palabras terriblemente sombrías y cobardes, la asustaron. Era aterrador saber que podía hablar fácilmente de querer morir y hablar en serio. Sorbiéndose los mocos, se secó las lágrimas que habían caído con la parte de atrás de su manga. Necesitaba seguir adelante, necesitaba ir a buscar el resto de sus cosas. Con sólo mirar su bolsa, Alessia supo que su tienda no estaba en ella. Su laptop, ropa y casi todo lo demás estaba dentro,

pero el familiar plástico verde de su tienda había desaparecido. Si iba a sobrevivir, la iba a necesitar. De vez en cuando, su corazón y su cuerpo se congelaban cuando escuchaba algún pequeño ruido detrás de ella. Acelerando su ritmo, Alessia caminó más rápido. Sólo necesitaba agarrar sus cosas y salir de este bosque y alejarse de ese hombre. Aunque él no le hizo daño. El pensamiento perdido flotó a través de su mente. No pudo evitar pensar en la brusca asistencia de él a ella anoche mientras empujaba un té y un sándwich en su dirección. A pesar de su terrible actitud y su secuestro forzoso, no estaba del todo mal. Alessia se sintió sonreír ante eso. Viendo el material verde brillante delante, Alessia sintió una oleada de alivio al caminar más rápido hacia él. Acercándose, se detuvo al ver los destrozados restos delante de ella. Aplastada bajo el peso de una gran y nudosa rama muerta, su tienda verde quedó completamente destruida. Finos rayos de metal doblados en varias direcciones equivocadas sobresalían del material enganchado y desgarrado de debajo de la rama. Un hacedor de viudas. Una de las primeras cosas que le advirtieron los guías de camping y de supervivencia. Levantando la mirada, Alessia siguió la forma del estrecho árbol hasta la cima y miró las otras pesadas ramas muertas que prometían ceder y caer pronto. Alessia podía sentir el dolor en la parte posterior de su garganta mientras suprimía el impulso de llorar. ¿Cómo pudo cometer un error tan simple? Un simple error que podría haberle costado la vida si hubiera dormido allí anoche como pretendía. Extendiendo la mano hacia la rama húmeda, la quitó en parte de su tienda destrozada. Agarrando su saco de dormir y la lona que había puesto dentro, la dobló y la metió en su bolsa. Dejando su campamento con una última mirada, se secó las lágrimas y se dirigió al camino.

Sentada en un tronco de playa desgastado, Alessia dio otro mordisco a su gofre doblado. El papel de cera se arrugó con fuerza mientras lo pelaba más para acceder a más de la masa almibarada. Caliente y crujiente, el gofre

sabía bien. Durante un breve momento, se olvidó temporalmente de sus problemas mientras comía y miraba las olas. La playa era larga y desierta. Inicialmente, sólo volvió a la ciudad con la intención de tomar un desayuno caliente y barato y acceder a la señal Wifi del restaurante. Sólo necesitaba sentarse y averiguar cuál iba a ser su siguiente paso. Tan pronto como la campana de la entrada del restaurante sonó en su entrada y miradas curiosas se encontraron con las suyas, Alessia supo inmediatamente que sentarse para un desayuno tranquilo no iba a ser una opción. La misma camarera seguía allí desde su visita inicial hace un par de días. Probablemente era demasiado esperar que un pequeño pueblo como este tuviera un personal de espera variado. Alessia pudo ver fácilmente la abrumadora curiosidad de la mujer al reconocerla la última vez. Si se sentaba, sólo iba a ser cuestión de minutos antes de que las preguntas entrometidas comenzaran, y ciertamente no estaba de humor para eso. No se perdió el rastro de decepción en los ojos de la mujer cuando pidió que su gofre fuera envuelto para llevar. Sonriendo educadamente, tomó su termo de café y gofre y salió rápidamente del restaurante. La playa de Gaulding estaba en el extremo oeste de la ciudad, en la calle principal. Tiendas de temporada con tablas y contraventanas se alineaban en la calle a ambos lados. Los edificios de color pastel, erosionados por el mar, estaban desgastados y raídos, pero aún tenían una nota prometedora para la brillante y soleada temporada de verano. Las creperías, librerías, tiendas de cometas y otras tiendas de recuerdos de temática náutica le hacían preguntarse cómo era la ciudad durante la temporada turística. Siguiendo el sendero boscoso hacia la playa, los gruesos árboles y las empinadas cuestas se nivelaron finalmente en suaves dunas de arena llenas de madera blanqueada por el sol y enredos de suculentas invasoras. La playa ventosa era absolutamente estéril. Por lo que podía ver en cualquier dirección, un lado y otro de la costa, no había ni un solo signo de vida. Alessia no podía entenderlo. ¿Por qué no querría alguien poner su casa más cerca de la playa? Especialmente si podían levantarse cada mañana y ver esta vista. Por cualquier terrible razón, ese pensamiento la hizo pensar en ese hombre. Comiendo lo último de su gofre, arrugó el papel encerado en el bolsillo de su chaqueta. ¿Por qué vivía en el bosque?, pensó con una rabieta. Por lo que pudo ver, a pesar de su ropa gruesa y su barba igualmente gruesa,

parecía razonablemente joven y en forma. Oh, ciertamente estaba lo suficientemente en forma, pensó ella con un resoplido de burla. El loco no hizo ningún esfuerzo, la lanzó encima de su hombro y la llevó a su casa como un saco de judías. Mirando los movimientos repetitivos de las olas, Alessia se perdió en sus pensamientos cuando escuchó el movimiento a su izquierda. Sorprendida, levantó la vista para ver al hombre en cuestión de pie junto al tronco en el que estaba sentada. Era cierto que hoy no parecía tan salvaje como ayer. Aunque el borde feroz de sus fríos y oscuros ojos seguía ahí, la espesa barba que había cubierto la mayor parte de su cara y cuello se encontraba ahora bien recortada, permitiéndole ver las duras líneas de su mandíbula a través de su matorral marrón claro. Se dio cuenta de que era bastante guapo. Sentado al final del tronco, miró hacia el mar picado. —Vi tu tienda. Alessia se puso rígida. —Mira, si has venido aquí para seguir diciéndome lo estúpida que soy, puedes quedártelo. —No... no vine por eso. —Girando la cabeza, alejándola del agua, la miró directamente. Con el cabello alejado de su cara en otro moño en la nuca, Alessia pudo ver claramente lo que hacía a este hombre tan intimidante, además de su terrible personalidad. Eran sus cejas. Eran gruesas con un arco malvado natural que daba a sus expresiones más relajadas una sensación siniestra. Al verse a sí misma mirando, Alessia apartó sus ojos de los de él. —¿Y luego qué? —Anoche te dije que te llevaría al siguiente pueblo. —Su tono era tan seco y natural que Alessia no podía estar segura de su estado de ánimo. Moviéndose incómodamente en el tronco, trató de ignorar la presión de su mirada. Estaba indudablemente llena de un silencioso ridículo por irse sin decírselo. —No —dijo un poco demasiado rápido. Respirando profundamente, se sentó más derecha mientras fijaba sus ojos en un objetivo lejano—. Gracias por tu ayuda anoche. —Las palabras sabían amargas en su lengua. No quería agradecer a un hombre tan hosco, pero no podía negar que le había salvado la vida—. Pero ir allí tampoco funcionará. —Esta vez se volvió para

mirarlo. Esperaba que viera a una joven competente que se enfrentaba a un pequeño contratiempo. No quería que viera la ansiedad que le roía el estómago. Una ceja severa se arqueó más con una pregunta silenciosa. Subconscientemente, Alessia comenzó a jugar con la cremallera de su chaqueta mientras se lamía los labios nerviosamente, tratando de expresar mejor sus pensamientos. —Yo... tomé otra decisión tonta cuando me fui... —Respirando con fuerza en la pausa, sintió que la ansiedad se intensificaba, simplemente admitiéndolo—. Robé su preciado coche y lo abandoné de camino aquí. La sorpresa en su cara sólo la hizo sentir aún peor sobre su decisión. —Tienes que entenderlo. —Sacudió la cabeza, sintiendo un inevitable resquicio en la armadura de la confianza que intentaba desesperadamente transmitir—. Gary es parte de una pandilla de motociclistas con amigos peligrosos e ingeniosos... sé que ahora está enojado conmigo... y no quería que me encontrara... —Incluso decirlo en voz alta sonaba estúpido. Cerrando los ojos, Alessia respiró profundamente mientras la ansiedad en su estómago se convertía en náuseas al imaginar la cara de enfado de Gary viniendo hacia ella—. No debería haberlo tomado, lo sé. —Lo intentó de nuevo, con su voz más pequeña de lo que quería—. Debí haberme ido y gastar el dinero para un boleto de autobús. —Reclinando la cabeza, miró fijamente el cielo gris y sombrío—. Me sentí bien al hacerlo, ¿sabes? —Apuesto a que sí —respondió el hombre con una sonrisa—. El desgraciado se merece mucho más que un coche robado, pero sí, puedo entenderlo. Se sintió bien al oír su voz de negro carbón de acuerdo con ella por una vez. Volviendo la cara hacia el océano, ambos lo miraron fijamente mientras el silencio se interponía entre ellos un momento mientras las fuertes olas caían con un poderoso rugido. —Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? La pregunta que había estado temiendo estaba finalmente aquí, puesta a sus pies como un desafío a la batalla. No tenía ni idea, esa era la respuesta. No tenía ni idea de qué hacer a continuación. Antes, pensaba que lo tenía todo resuelto, pero ahora... ahora estaba completamente perdida. Pero no había manera de que pudiera decírselo, no si no quería encontrarse atada y llevada a la comisaría de policía.

Haciendo clic en la pestaña de su cremallera más rápido, Alessia se giró y le dio una mirada sospechosa. —¿Cómo me encontraste, de todos modos? —Hizo todo lo que pudo para cambiar de tema. Una mirada de conocimiento pasó por sus ojos antes de que se encogiera de hombros. —Este es un pueblo pequeño, todo lo que tenía que hacer era preguntarle a una persona si había visto a una joven con la bolsa de camping alrededor. —¿Cómo supiste que estaba en la ciudad y no en la carretera? — presionó. —Tus huellas. Frunció el ceño confundida. —¿Mis huellas? Él simplemente la miró fijamente un momento como si estuviera sopesando la seriedad de su pregunta. Alessia supo por el brillo de sus ojos, antes de que respondiera, que la iba a ridiculizar de alguna manera. —Estoy genuinamente sorprendido de que hayas logrado sobrevivir una noche en el bosque. El calor la atravesó, y Alessia pudo sentir su cara y su cuello al rojo vivo. Levantándose con movimientos bruscos, tomó las correas de su pesada bolsa... —¡¿Sabes qué?! —Se volvió hacia él mientras colocaba la bolsa sobre sus hombros, sin perderse la chispa de la emoción en sus ojos—. Eres un imbécil. —Un imbécil que te salvó la vida. —Aún sentado en el tronco, estiró las piernas con propósito mientras se ponía cómodo—. ¿O has olvidado ese hecho? Calientes pinchazos de lágrimas salpicaron detrás de sus ojos ante la vergüenza de sus palabras. Alessia quería gritarle, hacer cualquier cosa menos quedarse ahí. Girando sobre sus talones, se volvió en dirección a la ciudad. —Puedes quedarte conmigo. Lo que sea que esperaba que dijera, no era eso. Sorprendida, se dio la vuelta y lo vio de pie con las manos en los bolsillos, mirándola directamente.

Abriendo su boca para hablar, él la interrumpió cuando se adelantó. —Antes de que digas algo que me haga rescindir mi oferta, permíteme señalar que sólo te ofrezco alojamiento y comida temporal. —Una ceja se arqueó en énfasis ante el estatus temporal de su oferta. Dando otro paso adelante, el hombre se detuvo unos metros delante de ella, obligándola a reclinar la cabeza para mirarlo—. Puedes quedarte hasta que encuentres un siguiente paso lógico pero, mientras tanto, te pondré a trabajar. —¿Trabajar? —repitió de manera inquisitiva, estrechando sus ojos sospechosamente ante la oferta. Sus ojos sólo brillaban con un humor oscuro mientras le sonreía. —Oh, sí, no pensaste que te dejaría quedarte gratis, ¿verdad? Tengo un montón de proyectos para los que un par de manos extra serían perfectas. —Y cuando dices proyectos, ¿te refieres a trabajo de manitas? —Alessia trató de pensar en la última vez que hizo algo remotamente manual que requería herramientas. Le dio una mirada de consideración a su dudosa respuesta. —Sí, exactamente. Pero no te preocupes, te enseñaré. Aún insegura, se movió sobre la arena, cavando con sus botas más en la arena húmeda. —¿Por qué intentas ayudarme? Una fuerte ráfaga de viento pasó a su alrededor. Cerrando los ojos, Alessia pudo sentir las diminutas partículas de arena punzantes que golpeaban su cara. —Honestamente, no lo sé. —Le oyó responder profundamente. Abriendo los ojos, sintió la fuerte presión en su pecho mientras consideraba su oferta. Examinando su naturalmente severo rostro, dejó que sus ojos se desviaran de sus anchos hombros hacia su alta forma. No se veía mucho en su pesada ropa de trabajo, pero sabía que el hombre que tenía delante era bastante fuerte. La forma segura y poderosa en que se comportaba le decía claramente que, debajo de su apariencia salvaje, había un hombre peligroso y capaz acechando. No quería, pero necesitaba preguntarlo. —No harás... —Fue difícil incluso decirlo mientras miraba su dura cara—. No esperarás que yo... me acueste contigo... ¿verdad?

La mirada de sorpresa se transformó rápidamente en una de repugnancia. Mirando más allá de ella, agitó la cabeza. —Este mundo es una basura. —La declaración se sintió como una declaración más para sí mismo que nada. Mirando hacia atrás a ella, la miró fijamente—. No, no espero ni quiero eso. Trabajarás durante el día, y dormirás en el desván por la noche, sin tocar. Asintiendo, Alessia dejó que las palabras se asentaran. Cientos de preguntas y preocupaciones rebotaron en su cabeza. Reuniendo su coraje, dio un salto de fe y extendió su mano. —Me llamo Alessia, Alessia Conners. Durante unos segundos, él se quedó mirando su mano extendida antes de tomarla con la suya. Cálida y áspera, su mano envolvió la de ella mientras la estrechaba una vez, sellando el acuerdo entre ellos. —Jax Beranek.

Capítulo 6 —L

a mayor parte del agua del tanque ahora mismo es agua de lluvia filtrada. —Apoyado contra la pared del baño con los brazos cruzados, Jax estaba dándole un recorrido didáctico por la cabaña. En ese momento estaban en el baño. De pie en la puerta abierta del baño, Alessia vio la habitación por primera vez a la luz. El resto de la cabaña era muy tradicional con mucha madera expuesta y muebles prácticos sin adornos. El baño era algo sacado de una revista y completamente fuera de lugar. Al notar su expresión de estupefacción, Jax detuvo su explicación con una sonrisa. —Sí, lo sé. No es realmente mi estilo, pero estoy completamente seguro de que no iba a rechazar el bajo precio por el que conseguí todo el material. —Se giró y miró a la habitación, pasando su mirada junto con la de ella sobre las modernas baldosas blancas de metro y todos los accesorios negros como si estuviera viendo el lugar a través de sus ojos por primera vez. La gran ducha se encontraba justo enfrente de la puerta con un lavabo blanco tipo pedestal a la izquierda y el inodoro a la derecha. Todo era blanco o negro: cemento negro, azulejos blancos brillantes desde el suelo hasta la pared, accesorios y herraje negro, y una gran puerta de vidrio que cerraba la ducha. Justo delante de la pared de la ducha había una ventana dentro de la ducha en la que entraba toda la luz, haciendo que el baño brillara. —Algún constructor en Portland tenía material extra —refunfuñó mientras rascaba la ligera barba de sus mejillas—. De todas formas, como decía, cuando el tiempo es seco y no llueve, bombeo agua del río no muy lejos de aquí. Así que eso significa —dijo de forma aguda, atrayendo toda su atención—. No es posible que haya lluvias regulares. Hay que tomar duchas de estilo militar para conservar el agua. La confusión en su cara le hizo explicar. —Significa que no puedes abrir el agua y tomar una ducha larga y poco económica. Entras. La abres para mojarte, y luego la cierras. —Otra vez la

miró con atención para asegurarse de que estaba escuchando—. Te lavas y te enjabonas y luego la abres brevemente para enjuagarte. Luego terminas. ¿Entiendes? Tenía sentido, no sonaba relajante o incluso agradable para una ducha tan lujosa, pero tenía sentido. —Sí —dijo, asintiendo. —Bien, pasemos al sótano y al cobertizo de herramientas. Siguiendo el paso detrás de él, pensó en lo que él dijo. —¿Estuviste en el ejército? Sus hombros se tensaron ligeramente, y su mano se detuvo en el pomo de la puerta principal. —Sí. No dijo nada más y Alessia supo que no debía preguntar más sobre el tema. Siguiéndole fuera, escuchó atentamente mientras explicaba las cosas de su propiedad pero no pudo evitar pensar en su pasado. Por lo que podía ver, parecía tener unos veintitantos o treinta y pocos años y parecía normal. Sí, era gruñón y malhumorado en general, y llevaba cinchos en su bolsillo trasero para atar a mujeres inocentes en el bosque, pero más allá de eso, parecía un hombre joven, sano y apuesto, solo en el bosque. Muy extraño. De alguna manera, el recorrido por la propiedad se había convertido en un ejemplo práctico de trabajo guiado. Dándole la cuerda de un trineo de plástico cuyo carro estaba detrás de ella mientras caminaba, Jax la llevó a través del bosque y le mostró cómo encontraba y cortaba la madera. Arrastrando él mismo el trineo lleno y mucho más pesado, Jax procedió a mostrarle la forma precisa en que le gustaba la madera apilada a lo largo del porche. Hubo momentos durante ese día en los que Alessia pudo jurar que el hombre estaba tratando de probar su determinación. Cuando la llevó a la parte trasera de la casa y abrió una puerta en la base de la casa, mostrándole cómo usar y manejar un inodoro de compostaje, ella prácticamente podía sentir su esperada reacción. Se obligó a mantener su cara impasible mientras asentía y ocasionalmente aceptaba sus diversas instrucciones. Imbécil. Él estaba deliberadamente tratando de provocar una reacción en ella. ¿Quería verla sufrir una crisis, otra vez? ¿O sólo intentaba introducirla en la realidad de la vida fuera de la red sin rodeos? De cualquier manera, se negó a darle al hombre cualquier tipo de respuesta. Con cada tarea que le mostró, se preguntó qué hacía aquí con él. Pero sabía la

respuesta; no tenía elección. No ahora, al menos, no mientras Gary estaba probablemente todavía enfadado y buscándola. Para cuando volvieron adentro, el sol se había puesto y el cielo era de un oscuro tono azul con la última luz que quedaba. —Usarás esta escalera para llegar al desván donde dormirás. —Tirando de una escalera de madera, la apoyó contra la cornisa del desván—. Sólo hay unos pocos cajones ahí arriba; deberías poder usar el espacio libre para dormir. Viendo que él esperaba que ella subiera y lo comprobara, Alessia tentativamente subió a la escalera. Se sentía sólida bajo sus pies a pesar de su diseño estrecho. Incómodamente subió la escalera lo suficiente para ver todo el desván. Estaba oscuro ahí arriba, pero muy espacioso. Tal como dijo, había tres grandes cajas de plástico alineadas en la pared trasera. —A la derecha, verás un futón enrollado que puedes usar. Bajando la escalera, se paró a su lado. —Gracias. —Se sintió un poco extraña agradeciéndole y diciéndolo honestamente cuando hace veinticuatro horas, este era el mismo hombre que la tenía de rehén. Inclinando su cabeza en un ángulo, la miró con una sonrisa arrogante. —No te molestes en agradecerme. —Caminando de vuelta a la cocina, la dejó de pie junto a la escalera del desván—. Aceptaré tu gratitud haciendo trabajo manual. Molesta, Alessia levantó la barbilla y cruzó los brazos. —Bien. —Girando su cabeza, pudo ver el fuerte perfil de su cara sobre su hombro. —No creas que será un trabajo fácil tampoco —advirtió. —Como dije, no te preocupes por mí. Estaré bien. —Se echó atrás. Iba a mostrarle a ese imbécil engreído que sería más que capaz de sus tontas "tareas".

La pobre chica.

Si no estaba seguro antes, Jax estaba absolutamente seguro ahora de que la chica nunca había experimentado un día de duro trabajo en su vida. Cuando el sol se ponía cada noche y era hora de entrar, estaba muerta de pie. Clavando, aserrando, cargando y levantando, lo hacía todo a su lado desde la mañana hasta la noche. En su primer día completo, abordaron el porche cubierto que él ya tenía a medio terminar. La mayor parte del armazón estaba listo, pero aún necesitaba más madera cortada y la malla de protección clavada. Fue entonces cuando se dio cuenta del alcance de sus habilidades con las herramientas. Le había pedido que midiera un trozo de madera que estaba a su lado. —Umm bien, espera. —Jax pudo escuchar el sonido de la cinta métrica detrás de él extendiéndose—. Es umm, dos metros, y dos pequeñas rallas. Jax no se movió. No se dio la vuelta ni dijo nada durante unos largos segundos. Finalmente, cuando se sintió seguro de su autocontrol, Jax bajó de la escalera y se giró para ver su cara. Al ver su rostro arrugado y vergonzoso mientras esperaba nerviosamente su reacción, por primera vez en mucho tiempo rompió su poder de voluntad tan duramente ganado, empezó a reírse. —No te rías —gritó. Dejando escapar un resoplido, se movió de un pie a otro mientras soportaba su risa—. Ya sabes lo que quiero decir. Hay dos pequeñas marcas después de la marca de dos metros. Caminando hacia ella, él extendió su mano por la cinta métrica. —Dámela. Señalando los aumentos, de alguna manera controló su risa mientras le mostraba cómo leer la cinta. Esa noche ambos estaban sudorosos y exhaustos cuando entraron. Cualquier incomodidad que esperaba que existiera entre ellos esa noche se desvaneció bajo el peso de su agotamiento. Ella era como un juguete de cuerda suave que estaba en su última rotación de energía. El rápido sándwich que le preparó mientras se duchaba fue devorado sin dejar rastro. Cuando salió del baño de su propia ducha, ella ya estaba boca abajo y roncaba ligeramente en el desván encima de su cama. Durante los siguientes días, esta rutina se repitió. Aunque a pesar de las largas y duras horas, él tenía que darle crédito, nunca se quejó ni una sola vez. Hubo momentos, sin embargo, en los que él deseó que lo hiciera. El silencio que se estableció entre ellos fue como aguas oscuras y tranquilas,

cautelosas y difíciles. Era fácil decir que le tenía recelo. Si él le pedía que le entregara algo, ella no decía nada, simplemente asentía y le entregaba el objeto asegurándose de que sus manos nunca hicieran contacto. Por la noche, cuando recogía sus cosas para la ducha, Jax podía sentir sus miradas cautelosas a su espalda. Lo único que atenuaba su insulto a su comportamiento nervioso era el recuerdo de la luz que se extinguía de sus ojos cuando le hablaba de ese bastardo, Gary. Cuanto más observaba a la chica, más podía Jax sentir ese viejo y familiar pedernal chispeando en su pecho, listo para encender la olvidada chispa de su ira hacia este personaje de Gary. Al estar aquí solo durante tanto tiempo, Jax casi había olvidado la sensación. El increíble impulso, la casi excitación de causarle a otro hombre graves daños corporales. Pero resultó bastante fácil mientras repetía mentalmente las repugnantes palabras que el hombre le había dicho. ¿Cómo llegaron los hombres como Gary tan lejos en la vida como lo hicieron? ¿Cómo pasaron por delante de la gente decente sin ser detectados, sin ser detenidos? Los hombres como Gary no merecían segundas oportunidades o reformación, merecían la muerte. Para ser sacrificados y salir de la miseria de todos. Echando un vistazo rápido, Jax observó a Alessia mientras engrapaba alambre de gallinero a los marcos que él colocaba. Esa mañana se habían sentado a la pequeña mesa de la cocina, ambos bebiendo su café en silencio mientras la débil luz matinal se filtraba por las ventanas de la cocina. Por una vez, el silencio entre ellos no estaba tenso por una precaución o sospecha tácita. Ambos estaban cansados, dejándose preparar lentamente para el día. Hoy su largo cabello castaño estaba en su acostumbrada cola de caballo que colgaba en su espalda, llevando los ojos a su estrecha cintura. Sin las enormes capas de ropa, Jax podía ver que era una criatura bastante suave. Sin sobrepeso, pero ciertamente no delgada, era robusta pero femenina. El tipo de mujer que le recordaba al chocolate caliente y a los suéteres gruesos en invierno. Muy cálida y suave. Demasiado suave para una vida acampando sola en el bosque. Agarrando uno de los paneles de su jaula terminada, la vio abrir la boca para hablar. Moviéndose lentamente, esperó a que ella dijera lo que fuera que iba a decir. Sus ojos atraparon los suyos, él los vio abrirse de par en par cuando ella de repente se dio cuenta de que él estaba mirando. —Iba... iba a preguntarte qué haces para divertirte. —Y nerviosamente, se echó hacia atrás un mechón de pelo que se le había soltado de la cola de caballo—. Me refiero a cuando no estás trabajando, por supuesto.

No respondió de inmediato. Levantando el panel, agarró su pistola de clavos y lo clavó en su lugar a lo largo del marco de madera del que pronto será un gallinero con un fuerte kerchunk. Honestamente, Jax odiaba la pregunta. Era una de las muchas preguntas que temía cuando hablaba con las pocas personas que conocían su situación de vida. Esa y, por supuesto, la pregunta que otros hombres no podían resistirse a hacer, “¿qué haces para tus otras necesidades, las necesidades que todo hombre tiene?”. Normalmente, la pregunta intrusiva iba acompañada de un guiño sugerente o un ridículo movimiento de cejas. ¿Qué más podía hacer? Hizo lo que cualquier otro hombre hacía hoy en día, se metió en una aplicación de citas y encontró a la mujer más cercana que quería lo mismo que él, algo breve y físico. —Mejor pregunta —respondió finalmente, colgando su pistola de clavos en el gancho de su cinturón de herramientas mientras agarraba otro panel— . ¿Qué planeabas hacer tú para divertirte en tu lujosa tienda en medio del bosque? Cualquier leve curiosidad que ella tenía por su conversación murió en su no tan sutil excavación, disparándole una mirada ardiente y ella volvió al trabajo. Era demasiado fácil irritarla para simplemente dejarlo pasar. Eventualmente, después de unos minutos, ella respondió. —Bueno, me gusta leer y escribir. —Su tono indignado le hizo sonreír— . Y también tengo un blog. Le dio una mirada considerada. —Bueno, quiero decir, tengo que ir hasta la autopista para tener señal en mi teléfono para subirlo, pero trato de publicar con bastante regularidad —añadió—. Eso es lo que estaba haciendo el día que me abordaste. —¿Te refieres al día en que te salvé de que un viudo tan grande que un niño podría haberlo visto te rompiera el cerebro mientras dormías? —Se recuperó con facilidad. El dolor y la rabia se reflejaron en sus ojos al recordarle su casi desastre antes de que volviera a centrar su atención en engrapar el cable. Ella lo odiaba, estaba seguro. La punzada de culpa resonó en su interior mientras las oscuras aguas del silencio se agitaban aún más a su alrededor.

Capítulo 7 C

iertamente no era un hombre fácil de tratar.

Alessia se preguntó por lo que se sentía como la centésima vez, por qué incluso se molestó en intentarlo. Sin embargo, se sintió extraño no hacerlo. Es extraño simplemente ocuparse de sus asuntos en la casa de este hombre, comer su comida y usar sus recursos y ni siquiera tratar de ser amable con él. Cortando las verduras, Alessia levantó la vista y miró por la ventana de la cocina frente a ella y vio a Jax cruzar el frente de la casa con un brazo lleno de madera cortada. Durante casi una semana, habían estado trabajando sin parar en varios proyectos que había dispersado por su propiedad. El porche cubierto se terminó junto con el gallinero, el mini invernadero y el montaje inicial para una futura turbina eólica. Parecía que para cuando ella decidiera qué hacer a continuación y dejara este lugar, prácticamente sería una granja en funcionamiento. Raspando las verduras picadas en un tazón de madera, sacó una lata de sopa de champiñones. De nuevo, Jax pasó por las ventanas con otro brazo lleno de madera, había un ligero brillo de sudor en su cuello, justo por encima del cuello de su chaqueta. Solo habían pasado un par de horas desde que salió, pero ya estaba haciendo lo suficiente para hacerlo sudar. Gracias a Dios esa mañana, cuando se despertaron, él le dijo que podía descansar hoy. Deteniéndose a mitad de su sorbo de café, sus ojos se habían entrecerrado con sospecha por encima del borde de su taza ante su sugerencia. Jax era un ermitaño maleducado y misántropo que tenía pocas o ninguna habilidad social ni el deseo de tener cualquiera, no había manera de que él fuera amable con ella sin una trampa. Él soltó una risa profunda mientras se inclinaba y se ponía los calcetines. Tenía una sonrisa muy hermosa, observó en secreto. Su cabello largo y grueso todavía estaba suelto por dormir, creando una cortina alrededor de su rostro mientras se inclinaba.

—No planeo hacer mucho hoy. —Sentándose de nuevo, él echó su cabello hacia atrás y comenzó a recogerlo en sus manos mientras su banda para el cabello colgaba entre sus labios presionados. Alessia se encontró teniendo que mirar hacia otro lado mientras él continuaba. —Solo necesito terminar de cortar esa madera y almacenarla en el porche. Antes de que decida llover. —Bueno, si no te importa, puedo cocinarnos algo —ofreció, teniendo un inmenso interés en su café. Al no escuchar nada, levantó la vista para verlo mirándola. Llevaba el cabello recogido en su moño característico en la nuca y hoy llevaba una sencilla camiseta negra. La estaba mirando como si hubiera estado esperando que ella lo mirara. —No me molestaría —respondió de manera uniforme, sus ojos negros ilegibles. Mezclando los ingredientes en el tazón, Alessia rodó el cuello de lado a lado. Estaba feliz de que él la dejara descansar hoy, su cuerpo estaba dolorido por todo el trabajo. Poniendo el plato a un lado, sacó los ingredientes para la corteza. La relación entre ellos todavía era un poco rígida a pesar de la semana de trabajar todo el día juntos. Culpó a la horrible personalidad sarcástica de él. El hombre nunca tenía una respuesta que no estuviera incrustada en el sarcasmo seco a su costa, lo que le hizo imposible cerrar la brecha entre ellos. Golpeando con el puño la masa, lo miró por la ventana cuando él se detuvo y sentó su motosierra. Quitándose la chaqueta, los ojos de Alessia se abrieron ligeramente mientras observaba el duro bulto de sus bíceps enroscarse mientras se movía. —Estúpido, hombre extraño —se quejó, obligándose a mirar por la ventana, golpeando la masa aún más fuerte. Se dijo que no debería importarle tratar de hacer algo sobre la relación entre ellos. Su acuerdo fue simple, ella se quedaba aquí, y él conseguía gratis trabajo duro y dolor de espalda, se quejó. Aunque pensó con las cejas fruncidas, sin darse cuenta se enteró un poco más sobre el hombre. Durante las últimas dos noches, aprovechó la oportunidad mientras Jax se duchaba para explorar un poco más el desván donde dormía. Había dos grandes contenedores transparentes empujados hacia atrás, mucho más allá del alcance de la luz de la sala. Tan sigilosa

como le fue posible, se había arrastrado más cerca, usando su teléfono como una luz para mirar a través del plástico opaco y ver el contenido del otro lado: ropa militar doblada, varios equipos, algunos paquetes de documentos cuidadosamente apilados e imágenes. La curiosidad ferviente se sintió mal mientras se esforzaba por ver las fotos. Jax vestido con todo su equipo, sosteniendo una pistola grande mientras sonreía con otros dos hombres a la cámara. Por alguna razón, la información robada no la sorprendió en absoluto. Su actitud precisa y sin sentido ahora tenía sentido. Sin atreverse a ir tan lejos con su curiosidad para abrir los contenedores, Alessia se volvió e inspeccionó cada centímetro de los contenedores, mirando lo más lejos que podía ver, obteniendo cualquier información que pudiera. Se acostaba todas las noches, miraba los contenedores en la esquina y se preguntaba qué podría haber pasado para que un hombre tan indomable como Jax pasara su vida en el bosque. La cena de esa noche fue tranquila. Alessia se dio cuenta de que era la primera vez que ambos se sentaban juntos en la pequeña mesa redonda de madera y comían. Por lo general, sus comidas se tomaban por turnos. Un sándwich o tazón de sopa recalentada colocado sobre la mesa esperando que cualquiera de ellos regresara de la ducha. La comida que Jax compartía con ella siempre era simple pero buena, solo podía esperar que a él también le gustara su pastel de pollo hecho en casa. Haciendo todo lo posible para parecer casual, Alessia levantó la vista de su plato para ver su reacción o, al menos, para ver cuánto había comido. Los ojos oscuros y vigilantes se encontraron con los de ella directamente. Un calor de vergüenza nerviosa recorrió su corazón, haciendo que se saltara un latido completo. Lentamente, como si el tiempo se ralentizara de repente, observó cómo una de sus cejas arqueadas perversamente se alzaba con curiosidad especulativa y su boca comenzó a separarse para hablar. —¿Te gusta? —soltó. Ni siquiera sabía por qué hizo eso. Hubo una fuerte percusión de suspenso dentro de ella mientras lo veía prepararse para hablar y todo dentro de ella gritaba por golpearlo. La comisura de su boca tiró ligeramente en el fantasma de una sonrisa. Agitando su mano dramáticamente sobre su plato vacío, le dirigió una mirada aguda.

—Planeo obtener un segundo y tercero aquí en un minuto si eso es una indicación. Sonriendo, ella asintió, feliz de que no tuviera nada negativo que decir al respecto. El silencio los rodeó nuevamente, esta vez mucho más opresivo que antes. El sonido de la silla de él deslizándose hacia atrás sobre las tablas del piso de madera prácticamente hizo eco en la quietud de la habitación. De espaldas a ella cuando se levantó y se sirvió más comida, le dio a Alessia unos preciosos segundos para pensar en algo que aliviara la incomodidad casi dolorosa. —Entonces, umm, ¿qué hay después de la segunda puerta al lado del baño? —Alessia casi hizo una mueca al oír su propio tono forzado. Caminando con su plato de regreso a la mesa, Jax se sentó pesadamente en su silla, haciendo que su cabello ligeramente húmedo se balanceara alrededor de sus hombros. Alessia tuvo que endurecerse para no inhalar el aroma de su cabello recién lavado que flotaba en el aire. Usando el borde de su cuchara, Jax cortó la sección del pastel de pollo en su plato y se llevó el bocado humeante a la boca. —Es mi habitación —respondió simplemente. Confundida, Alessia se volvió y miró hacia el otro lado de la cabaña, hacia la gran cama extra grande empujada hacia la esquina de la habitación y la mesita de noche a su lado. Volviéndose hacia él, ella le dio una expresión inquisitiva. Masticando y tragando ese bocado, cortó y tomó otro grande antes de encontrar su mirada de nuevo con una mirada aburrida a medias. —Está sin terminar en este momento. Duermo aquí porque hace más calor y uso menos madera para calentar solo una habitación. Eso tiene sentido. Cuando podía ver la parte trasera de la casa, siempre pensaba que esa sección donde estaba esa puerta extra era una especie de cobertizo que él había presionado contra la casa. Toda la estructura estaba cubierta de varias lonas azules, por lo que nunca estuvo segura. —Pero eso no es realmente lo que querías preguntarme, ¿verdad? — Inclinándose hacia atrás en su silla, Alessia podía escuchar y sentir sus largas piernas estirarse a ambos lados de la pequeña mesa. —¿Qué quieres decir? —Se cubrió. De alguna manera su mirada inexpresiva se profundizó hacia ella.

—Solo ve y pregúntame. —Tomando el último bocado de su plato, dejó la cuchara—. Es molesto verte apartar la mirada culpable cada vez que te veo mirando. —No te miro —replicó, indignada ahora. —Mmm, claro, ¿entonces estás diciendo que no hay nada que quisieras preguntarme? Maldito hombre, sabía muy bien lo que estaba haciendo. Mordiéndose el labio inferior, Alessia lo miró fijamente mientras sopesaba sus opciones. Lentamente, una sonrisa diabólica se extendió por sus labios. Alessia estaría mintiendo si no admitiera que su desaliñada barba y su largo cabello castaño rizado enmarcando su rostro no hicieron que su corazón se acelerara un poco. —Oh, vamos, Alessia solo pregunta. Sabes que quieres. ¿Por qué su nombre sonaba tan extraño viniendo de sus labios? Molesta pero aún muy curiosa, abrió la boca para hacer su primera pregunta. —Sin embargo, responderé cualquier cosa, excepto las preguntas sobre mi pasado y por qué estoy viviendo aquí en el bosque. Alessia se congeló. Cerrando la boca con un chasquido. Se apartó ruidosamente de la mesa, agarró su plato y giró sobre sus talones hacia el fregadero. La risa de Jax fue profunda y retumbante, llenando la pequeña cabaña hasta las vigas. Lo odiaba.

Capítulo 8 H

abían pasado casi tres horas, y Jax apenas se había movido de su lugar. Hoy estaba trabajando en el panel eléctrico de su red solar. Alambres, equipos de soldadura, pequeñas pantallas de computadora y un montón de maldiciones ocupaban la mesa del comedor. La mirada dura que le dirigió cuando ella le entregó su café esa mañana le dijo sin palabras que lo dejara tranquilo. Sentada en el porche, Alessia apoyó la barbilla en sus manos y miró la gruesa línea de árboles que rodeaba la propiedad. Sus tareas estaban hechas; el desayuno fue hecho y consumido en silencio. Todos los libros que tenía digitales e impresos los había leído dos veces ahora. Por los cielos y las estrellas, estaba aburrida de su cráneo. Meciéndose de un lado a otro en su asiento, dejó que su mirada se posara en el camino en el bosque. Solo un camino lo suficientemente grande como para que pase una camioneta. Girándose, Alessia miró hacia la puerta de la cabaña mientras dejaba que su mente divagara. Al diablo. Asegurándose de que su teléfono estuviera guardado en su bolsillo, se ajustó el grueso abrigo contra el viento y se dirigió hacia la carretera. Con cada paso que se alejaba de la cabaña, Alessia sentía la guerra de sus emociones en conflicto cada vez más fuerte. Por un lado, se sintió positivamente maravillosa por un cambio de escenario. Durante semanas que había estado trabajando día y noche con ese cascarrabias, necesitaba salir sola por un momento, demonios, realmente se lo merecía. Aunque, al mismo tiempo, había un nudo de temor en su estómago por no avisar. Cientos de “qué pasaría si” inundaban sus pensamientos. ¿Qué pasa si él necesitaba su ayuda y la llamaba y ella no estaba allí? ¿Qué pasa si él se enoja y la echa porque se fue sin avisarle? El miedo y la vergüenza se unieron ante esa última posibilidad. Honestamente, no tenía idea de lo que haría si Jax decidiera que había terminado de “protegerla”. Se suponía que tenía que idear un plan a largo

plazo sobre qué hacer a continuación. Además de intentarlo de nuevo en el campamento, la única otra opción era tomar la sugerencia de Jax sobre la fundación de la iglesia que él mencionó antes. Una sensación de malestar se instaló en su estómago al pensar en otro refugio. Acelerando el camino, Alessia hizo a un lado los pensamientos deprimentes para tratarlos en otro momento. Tenía tres publicaciones en el blog para cargar, y se negó a posponerla por más tiempo. Al llegar a la carretera, Alessia se protegió detrás de un árbol cuando pasó un automóvil. Sacó su teléfono y sonrió mientras veía cómo las barras de señal se llenaban lentamente. Con las publicaciones de su blog cargadas y finalmente pudiendo verificar la cuenta de donaciones, Alessia sintió que se levantaba un poco el peso de sus problemas. Se habían depositado casi doscientos dólares en su cuenta, acompañados de una tonelada de comentarios sobre su nueva situación en el bosque. Conmoción, indignación, variaron por todas partes, pero casi todos la apoyaron y le desearon lo mejor. Se sentía bien que la gente la deseara bien, incluso si eran amigos de Internet sin rostro. La imagen de la dura mirada de Jax apareció repentinamente en su mente sin previo aviso. Él estaba allí, una persona de respiración real que la ayudaba todos los días. Alessia no pudo evitar sonreír. Sí, era grosero y se divertía a su costa, pero Jax era su salvador en este momento. Le ofreció algo que nadie más haría, seguridad. Deteniéndose en el camino, se volvió y miró a su izquierda. Su antiguo lugar para acampar estaría directamente adelante. La última vez que estuvo allí, estaba tan angustiada al ver su tienda destruida que simplemente la dejó. Al menos debería tirar el plástico destrozado adecuadamente. Asegurándose de caminar derecho y no desviarse demasiado, Alessia estaba orgullosa de sí misma cuando vio el material verde brillante. Levantando la rama, desenredó el material de los radios metálicos y lo recogió todo en sus brazos. Con los brazos llenos, caminó en dirección al camino hacia la cabaña antes de detenerse. Su cuchillo de caza todavía estaba alojado en un árbol desde el día en que Jax la abordó. Ignorando el aguijón de su orgullo ante ese recuerdo, Alessia reajustó el incómodo bulto debajo de sus brazos y se dirigió hacia el incidente. Después de unos minutos, finalmente vio la empuñadura dorada y marrón que sobresalía de la corteza. Agarrando con su mano libre, tiró, nada. Una vez más, lo intentó esta vez, agregando su peso corporal. El cuchillo estaba casi incrustado hasta la empuñadura.

—Ugg qué idiota —gimió por lo bajo mientras miraba el cuchillo. A punto de intentarlo una vez más, un fuerte sonido gutural resonó de repente en el bosque. Todo el cuerpo de Alessia por dentro y por fuera se congeló a la vez. Mirando en todas direcciones, Alessia no vio nada. Tampoco iba a esperar para verlo. Agarrando la tienda y los radios, Alessia corrió hacia el camino. De nuevo, el profundo sonido animal hizo vibrar el aire. Su sangre corrió fría y corrió más rápido. —¡Alessia! —Escuchó el grito enojado de Jax primero antes de verlo de pie al comienzo del camino donde se encontraba con el pequeño claro de su propiedad. El alivio la atravesó tan fuerte que dejó caer la tienda destrozada en sus brazos cuando sus ojos sorprendidos se encontraron con los de ella. En segundos ella se arrojó contra su pecho. —¿Dónde carajo...? —comenzó a preguntar, sus manos instintivamente aferrándose a sus hombros. —Dios mío, Jax, creo que hay un oso persiguiéndome. —Sus palabras salieron prácticamente una encima de la otra en un grito cercano que interrumpió el comienzo de su enojada diatriba. La breve sensación maravillosa de sus fuertes brazos envueltos alrededor de sus hombros desapareció de inmediato. En un abrir y cerrar de ojos, Alessia se encontró parcialmente drogada en el porche y la puerta de la pantalla se cerró de golpe detrás de ellos. Alessia se quedó allí, todavía temblando cuando Jax agarró su rifle por la puerta y se volvió hacia ella con la mirada más letal que había visto en su vida. —Entra. Hablaremos cuando regrese. Bajando los escalones, Jax caminó hacia el camino conducido del que ella venía con su rifle en la mano. Con su grueso cabello suelto y cayendo sobre sus hombros, su cabeza giró lentamente, escaneando su entorno mientras caminaba cada vez más profundo en el bosque mientras Alessia permanecía inmóvil en el porche a pesar de su orden, observando. Cuando lo perdió de vista por el camino, Alessia sintió que su respiración prácticamente se detenía. Con cada segundo que pasaba, su cuerpo se sentía cada vez más pesado. Parecía que habían pasado horas cuando finalmente vio su figura resurgir del bosque. Aunque estaba segura, probablemente solo habían pasado unos minutos, el tiempo que pasó

mientras estuvo fuera se sintió como una brecha faltante. Todo lo que sabía era que él había regresado ahora, y que podía respirar de nuevo. Al pasar su oscura mirada sobre el perímetro por última vez, los ojos de Jax encontraron los de ella a través de la pantalla del pórtico con una furia ardiente. Alessia se puso rígida. Siguiéndolo adentro, Alessia estaba nerviosa junto al sofá mientras cuidadosamente colocaba su rifle junto a la puerta. —Entonces, ¿vas a decirme por qué demonios regresaste? —Había una cualidad de espera en su ira que iluminaba sus ojos. Estaba de pie con las manos en los bolsillos de su abrigo, pero podía ver por su postura rígida que no había nada casual en su estado de ánimo. —No estaba tratando de irme —admitió suavemente. Un destello de una emoción sin nombre pasó por sus ojos oscuros tan rápido que Alessia no estaba segura si realmente lo vio o no antes de que su sonrisa arrogante habitual se acomodara en su lugar. —Honestamente puedo decir que disfrutaría viéndote intentarlo con esa carpa destrozada —se burló. Sus palabras punzantes solo sirvieron para recordarle su épico fracaso al tratar de vivir ella misma. Mirando hacia otro lado, centró su línea de visión en las brasas moribundas en la estufa de leña. Pasaron unos segundos de silencio antes de que él volviera a hablar, su voz más suave esta vez. —¿Por qué saliste allí? —Solo quería actualizar mi blog y solo puedo obtener servicio por el camino —respondió, levantando los ojos hacia él. Frotándose la barba con agitación, Jax refunfuñó algo por lo bajo antes de darle una mirada aguda. —Alessia, ¿por qué no me lo dijiste? Tengo Internet aquí, es satelital, lo que significa que es lento como la mierda, pero de todos modos lo tengo. —No lo sabía —defendió. —¿Preguntaste? —¿Ofreciste? —respondió bruscamente. Alessia no esperaba que él sonriera tan repentinamente en medio de su ir y venir.

Sacudiendo la cabeza, él se puso de pie y se pasó una mano cansada por el cabello largo. —Si quieres actualizar tu blog, solo usa mi Internet en lugar de desplazarte desarmada por el bosque. —Gracias… —Y —comenzó de nuevo, y el brillo del mal volvió a sus ojos—. Si quieres volver a acampar y que te coman, avísame para que pueda hacer una declaración preparada a las autoridades cuando llamen. Alessia se dio cuenta por su sonrisa arrogante que él ya no estaba enojado con ella, por lo que no tuvo problemas para responderle. Girándose para verlo pasar junto a ella hacia la mesa de la cocina, Alessia se cruzó de brazos. —¿Por qué eres tan idiota? Solo agarré la tienda porque me sentía mal por tirar basura. Jax solo hizo un ruido sin compromiso en respuesta mientras se sentaba de nuevo frente a su electrónica. Vacilante, Alessia sacó la silla frente a él y se sentó, con cuidado de no tocar ninguno de los equipos. —Entonces, ¿eso significa que simplemente caminar hasta el lago o algo así está fuera de discusión? No levantó la vista de lo que estaba haciendo cuando respondió. —Podrías, pero prefiero que estés armada. —La única arma que tenía era un cuchillo que metiste tan profundamente en un árbol que no pude sacarlo. Él sonrió pero aún no miró. —¿De dónde sacaste ese cuchillo de mierda? Por alguna razón, la pregunta la hizo tropezar mentalmente. El rostro de Gary apareció en su cabeza y Alessia tuvo que cerrar los ojos ante las oleadas de ansiedad que la golpearon. Al abrir los ojos, miró a la mesa. —Del cobertizo de herramientas de Gary. Jax gruñó mientras agarraba un par de alicates de punta fina a su lado. —Entonces deja que se oxide y se pudra en ese árbol. Si quieres un cuchillo, te dejaré pedir prestado uno de los míos. Mirando hacia atrás rápidamente, concentrado en su trabajo, sin mirarla.

vio

que

él

todavía estaba

—No tienes que... —comenzó suavemente. —Pero un cuchillo realmente no va a cortar en estos bosques — continuó, agarrando otro trozo de alambre antes de soldarlo al panel desmontado—. Mañana practicaremos con un rifle. —Eso realmente no es necesario. Estoy bien solo... Levantando la vista de su trabajo, sus ojos oscuros sostuvieron los de ella en una prueba silenciosa de voluntades. —¿Alguna vez quieres el privilegio de caminar al lago y regresar? Alessia consideró recoger uno de los diversos equipos que había esparcido sobre la mesa y tirárselo a la cara. Inclinándose hacia atrás en su silla, hizo todo lo posible para evitar soltar un resoplido mientras cruzaba los brazos. —Bien.

Comprobando el hervor de su sopa por última vez, Alessia captó su reflejo en la oscura ventana de la cocina. Con el cabello mojado y suelto de la ducha, le caía libremente por los hombros hasta las caderas. El sonido del agua corriendo en el baño le dijo que Jax estaba comenzando su propia ducha. Sentada en el sofá, comenzó a secarse con una toalla el exceso de agua en el cabello cuando la puerta del baño se abrió de golpe. Dándose la vuelta en el sofá, los ojos de Alessia se agrandaron al ver a un Jax todavía mojado y sin camiseta salir corriendo del baño, subiéndose los vaqueros. —¿Qué... qué pasa? —Se las arregló para tartamudear débilmente, sus ojos todavía pegados involuntariamente a la vista del vello oscuro que se asomaba justo por encima del área de la ingle de sus pantalones bajos sin cremallera. Como sus ojos nunca llegaron a su rostro, Alessia solo pudo determinar su estado de ánimo con sus pies descalzos pisoteando el suelo hasta la puerta principal.

—Mis luces de movimiento se encendieron —agarrando su rifle junto a la puerta, Jax se puso sus botas cercanas. Rápidamente, su mente corrió para reunir los hechos de su declaración. Debió haberse duchado cuando vio que las luces se encendían a través de la ventana de la ducha. Levantándose del sofá, Alessia lo vio agarrar la manija de la puerta principal. —Jax, no. —El pánico se apoderó de su corazón al pensar en él saliendo a la oscuridad. Corriendo hacia él, se detuvo a menos de un metro de distancia cuando él se volvió para darle una mirada dura y confusa. —Solo quédate adentro, lo haré... —comenzó con brusquedad. Casi rebotando de un pie a otro, Alessia sacudió la cabeza. —No, quédate dentro —suplicó—. ¿Qué pasa si hay algo por ahí? ¿Y si es el oso de antes? —Solo pensar en todas las posibilidades de lo que podría estar esperando más allá de esa puerta hizo que su respiración se volviera superficial. Dándole una mirada exasperada, Jax asintió. —Sí, y esa es exactamente la razón por la que voy a salir, para ahuyentar al amigo que hiciste y asegurarme de que sepa que esta sección del bosque es mi territorio. De nuevo, se volvió hacia la puerta con la intención de irse. Alessia agarró su brazo desnudo y hundió los dedos desesperadamente en la carne dura de sus bíceps. Podía sentir el bulto muscular apretarse debajo de su mano. —Por favor, no te vayas —rogó. Podía sentir la desesperación apretando su garganta dolorosamente, pero se negó a llorar—. Por favor, quédate aquí conmigo. Como si se diera cuenta de cuánto miedo tenía ella, los ojos de Jax se abrieron por un segundo mientras la miraba. Su piel se sentía como un fuego de seda debajo de sus dedos, recordándole una y otra vez, que todavía estaba agarrada a su brazo. Pero Alessia no lo soltó. Ignoró las alarmas en la parte posterior de su cabeza, recordándole que este hombre estaba medio desnudo. Y aunque evitó que sus ojos recorrieran su duro pecho desnudo, aún podía sentir prácticamente todos los músculos tensos con cualquier otra sensación de su cuerpo. Nunca fue más consciente de su pijama de franela desaliñada hasta ahora.

Levantando su mano, Alessia observó los ojos medianoche de Jax seguir el movimiento de su propia mano mientras la deslizaba suavemente bajo la caída de su cabello cerca de su mejilla. Piel de gallina se alzó sobre su carne cuando sintió el calor radiante de la mano de él pasar por su cuello mientras le levantaba el cabello hacia atrás y sobre su hombro antes de colocar su mano en la parte redonda de su hombro. —Vuelve al frente del calentador, siéntate y termina de secarte el cabello. —Su tono era suave y apacible, sin darle pistas sobre lo que estaba pensando—. Cuando regrese, veremos una película. Alejándose de ella, atravesó la puerta con su rifle. Cuando finalmente regresó unos minutos después, Alessia se sintió tan aliviada que se sintió inmediatamente agotada. Regresando adentro, le dijo que no encontró nada antes de regresar al baño. Esperaba una charla o, en el peor de los casos, bromas sobre su pánico anterior, pero estaba agradecida de que no dijera nada. Más tarde esa noche, comieron su sopa en el sofá frente al televisor de pantalla plana montado en la pared. Las imágenes aparecieron en la pantalla, pero Alessia apenas podía prestarles atención. La necesidad de disculparse estaba en la punta de su lengua. Era evidente para ella ahora que para vivir aquí, uno tenía que ser fuerte, mucho más fuerte de lo que era ahora. Durante el año pasado, sintió que todo lo que había estado haciendo era escapar de sus problemas. Nunca salir corriendo para enfrentarlos de frente como Jax hizo esta noche. Tal vez si ella fuera más fuerte, habría tratado con Gary más directamente. Lo golpearía, le arrojaría agua caliente en la cara, o simplemente reuniría el coraje para llamar a la policía. Robando una mirada a su perfil, mantuvo la boca cerrada. Tenía que dejar de quejarse y ser tan débil frente a este hombre. Desde el momento en que Jax la conoció, la había estado salvando de una forma u otra. Alessia comenzaba a olvidarse de que era más que una víctima. Era más que una niña en fuga y tenía mucho más que ofrecer a este mundo que esta triste imagen actual.

Jax sintió que sus ojos de gato miraban a un lado de su rostro durante la película. Había una tensión persistente flotando en el aire entre ellos mientras estaba sentada allí notablemente perdida en sus pensamientos.

Nadie debería ser tan fácil de leer, pensó mientras pretendía centrarse en la película. No estaba seguro de lo que estaba pensando ella esta noche, pero estaba muy claro en cuanto a lo que la estaba atormentando. Apretó los puños justo cuando pensó en su idiotez, recordó la sensación de cepillar su cabello húmedo sobre su hombro por centésima vez. ¡Qué idiota! Jax no tenía idea de qué lo poseía para hacer algo tan tonto. La mirada en sus ojos sorprendidos, la suave pendiente de su cuello, el aroma increíblemente maravilloso de ese maldito champú que usaba. Joder, lo estaba afectando. Afectándolo de la misma manera, que se dijo que no lo haría cuando la dejó quedarse, y en la última manera, ella lo necesitaba ahora en su vida. Los créditos iban rodando por delante de él y la habitación estaba en silencio. Ni siquiera necesitaba mirarla para saber que se había quedado dormida, pero lo hizo de todos modos. Acurrucada, con los pies metidos debajo de la manta, su cabeza descansaba contra el brazo del sofá. Largo y oscuro cabello castaño ondulado que cubría su hombro como una capa. Sintiendo los músculos de su mandíbula temblar, se dio la vuelta y se levantó. Esta noche era la primera vez que Alessia lo tocaba, el recuerdo de sus dedos clavándose en su brazo era discordante, no podía sacárselo de la cabeza. Esperaba que fuera la primera y la última vez.

Capítulo 9 —D

ios, tú, cruel mierda, ¿qué más quieres de mí? — murmuró Jax en el frío aire nocturno.

Ese día comenzó muy bien también. Alessia había preparado un gran desayuno delicioso de la nada y sin razón. Él no estaba seguro si el gesto era en agradecimiento o una disculpa por algo, aunque realmente no le importaba, la comida era deliciosa. Como estaba lloviendo, se quedó dentro haciendo las diversas tareas que había estado posponiendo. Arreglando un mango suelto en el fregadero, limpiando la estufa de leña y otras tareas domésticas que guardó a propósito para los días lluviosos. Alessia había puesto algo de música y comenzó a tararear una canción mientras intentaba probar los duraznos enlatados. Ella se había reído cuando le advirtió sobre su experiencia con los enlatados. —Cuando abres esto no importa cuántas veces, ellos terminan matándote, mi error. Jax no pudo evitar preguntarse dónde se había visto en esos meses. ¿Se imaginó a lado de ella cuando él probó con cautela sus duraznos enlatados de “muerte”? La idea de que ella todavía estaba allí con él lo dejaba confundido. Confundido porque no tenía idea de cómo debería sentirse al respecto. Como todos los días en los meses de invierno, la noche se acercaba rápidamente, tragándose la luz del día sin remordimientos. Cuando ella anunció que se estaba bañando, Jax tuvo que mirar su reloj solo para darse cuenta de que la mayor parte del día ya había pasado. Fue una distracción como esa lo que lo metió en su lío actual. Apoyado contra el costado de su casa, Jax observó la luz de la ventana del baño que se extendía por el suelo. Hipnóticamente, observó la sombra que danzaba a través de la luz, y cerró los ojos ante la imagen pura que se quemó en sus retinas. Acababa de salir para comprobar una de sus luces

de movimiento que se habían apagado, una vez más. Había estado tan concentrado en su tarea; ni siquiera pensó en recordarse a sí mismo no mirar hacia arriba. Pero lo hizo, y ahora estaba jodido. La escena viviría en su mente tan clara como el día hasta que él muriera, algo siempre allí para recordarlo y atormentarlo. Inclinando la cabeza hacia el chorro de la ducha, Jax se quedó congelado en la oscuridad mientras los senos de Alessia se pusieron a la altura. Bayas oscuras de un jardín prohibido, notó con alarmante precisión cada detalle de sus pezones. Los tallos cortos y perturbados, las pequeñas protuberancias que rodeaban sus areolas ligeramente grandes, y su ligera forma hinchada. Su boca salivaba ante la vista. Maldito infierno, quería gritar furioso al cielo negro. No se suponía que esto sucediera, maldita sea. Caminando cerca del frente de la cabina, Jax se enfureció en silencio. Le había ido muy bien con ella hasta este momento. La relación entre ellos era civil, tal vez un poco amarga a veces debido a su amor por burlarse de ella. Todo había estado bien hasta esa noche, le rogó que no saliera a buscar depredadores. Esas malditas luces de movimiento. Debería quemarlas por el infierno que causaron. La mezcla de conmoción y tristeza que brilló en él a través de sus ojos lo sorprendió en ese momento cuando la miró. Había pasado tanto tiempo desde que había visto o sentido que alguien realmente se preocupaba por él que era difícil de procesar. Esa noche, algo entre ellos despertó involuntariamente. Era algo que había estado latente justo debajo de la superficie, algo que había estado dispuesto a esquivar el mayor tiempo posible. Ya no, ahora estaba despierto y vivo entre ellos, obligándolo a prestar atención. Ahora cualquiera y todo le estaba afectando, cosas que habría pasado por alto antes se filtraron más allá de sus barreras y golpearon el hueso. Su sonrisa, su risa, incluso sus jodidas comidas caseras eran una fuente de tortura. Y a pesar de su constante recordatorio de mantenerse fuerte, Jax se encontró debilitándose. Cuando la llevó a practicar disparos el día anterior, se encontró a propósito haciendo todo lo posible para provocarla lo suficiente como para provocar ese pequeño destello de ira sexy en sus ojos, obligándola a discutir con él. O como cuando ella hizo todos sus disparos, él se encontró devolviendo el abrazo que ella lanzó sobre sus hombros.

Presionando la palma de la mano sobre los ojos, Jax escuchó distraídamente que se detenía la ducha. Esto no iba a funcionar. Era un hombre, evidentemente un hombre débil, pero un hombre no obstante. Si iban a continuar esta relación amistosa que ella necesitaba, tendría que haber una distancia adicional.

Durante los últimos dos días, nada de lo que ella hizo fue correcto en los ojos de Jax. Si no estaba usando demasiada leña para la estufa, se estaba moviendo demasiado lento cuando él le pedía que le trajera una herramienta en particular. Incluso los cumplidos sobre su cocina se detuvieron. Había una tensión que los rodeaba y Alessia ni siquiera estaba segura de lo que hizo para empezar. Todo lo que sabía es que se sentía como si estuviera en hielo con el hombre. Mientras servía el café, Alessia pudo escuchar a Jax salir del baño detrás de ella. Se aseguró de no mirarlo mientras deslizaba su taza cerca de su plato. Se tensó cuando lo sintió caminar hacia el mostrador junto a ella. Inicialmente, planeaba sentarse en el sofá para desayunar, queriendo evitar a toda costa la pequeña mesa de la cocina con él, pero ahora no estaba tan segura. Si iba al sofá, eso significaba que tenía que darse la vuelta y que podía hacer contacto visual accidental con él. Eso ciertamente no era parte de su plan de permanecer “invisible y no escuchada” tanto como fuera humanamente posible. Mirando hacia la ventana de la cocina, vio la silla en el porche. Perfecto. Agarrando su plato y café, alcanzó la manija de la puerta. —¿A dónde vas? —murmuró sombríamente detrás de ella. Su corazón se hundió, lentamente se dio la vuelta para ver el ceño fruncido y enojado de Jax. Casi todas las emociones transmitidas en la cara de este hombre parecían enojadas últimamente. Manteniendo su tono ligero, sonrió débilmente. —Iba a comer en el porche. Dejando su taza de café con un golpe delante de su plato ya limpio, Jax se puso de pie.

—Siéntate y come tu comida dentro antes de enfermarte. —Alessia se estremeció ante la irritación en su voz—. Estaré afuera terminando la turbina eólica, sal cuando hayas terminado, tengo un proyecto en el que puedes trabajar. Al verlo salir por la puerta, los hombros de Alessia cayeron una vez que la puerta se cerró. Esto no estaba funcionando entre ellos, y la parte impactante fue que dolía darse cuenta de eso. En cierto nivel, a ella le había gustado Jax, era reconfortante estar cerca de él. Su personalidad era dura a veces, pero debajo había una especie de capa honorable que lo gobernaba. Al crecer en un parque de casas rodantes en el extremo equivocado de la ciudad, Alessia no tenía muchos ejemplos de hombres buenos mientras crecía. Su propio padre desapareció en acción mucho antes de que ella naciera y la mayoría de sus vecinos y amigos tenían historias similares. Los hombres que cubrían a las mujeres varadas con mantas mientras dormían en el sofá parecían algo que solo había visto en la televisión. Llevando sus platos al fregadero, Alessia pudo ver a Jax afuera atornillando una pala grande al motor de la turbina eólica. Cuánto tiempo más él iba a tolerar su presencia, pensó. Afuera, estaba parada junto a Jax en la puerta de su cobertizo en la parte de atrás de la casa. Le había dicho hace un tiempo que esta era el primer cobertizo con el que comenzó cuando se mudó aquí. Era más pequeño que el más nuevo junto al que se encontraba y contenía principalmente herramientas, mientras que el más grande albergaba suministros de construcción. —Simplemente organiza todas las herramientas en esta pared. — Señaló a las bandejas y bandejas de varias tuercas, pernos, clavos y más. En los estantes había varias pilas de alicates, llaves y destornilladores. Alessia reconoció la mayoría de las herramientas como cosas que usaron durante las últimas semanas en varios proyectos—. Enciende el calentador en la parte de atrás y mantén estas puertas cerradas —le indicó bruscamente. Sin decir nada más, se alejó. Haciendo lo que se le indicó, cerró la pesada puerta de madera detrás de ella. Al hacer clic en la luz, miró a su alrededor para ver por dónde empezar primero. Había pasado aproximadamente una hora desde que Jax la dejó, y el cobertizo se había calentado gracias al calentador. Estaba trabajando en el estante superior cuando su pie se resbaló de la esquina del taburete en el

que estaba parada. Por un breve momento, flotó en el aire, dándole el tiempo justo para cerrar los ojos al dolor.

Abriendo la puerta con el pie, Jax dio un paso lateral a través de la puerta de la cabaña llevando a Alessia en sus brazos. De vuelta en el cobertizo de herramientas, cuando abrió los ojos por primera vez, Alessia pudo sentir el arenoso piso de madera debajo de ella mientras la luz de la puerta se abría dentro. —Alessia. —Escuchó su voz gritar en algún lugar sobre su cabeza, y por un momento, el alivio la invadió. Cerrando los ojos, ignoró todo lo demás. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba siendo sacudida. Mirándola directamente, los ojos de Jax eran como dos rayos negros: caóticos y peligrosos. —Alessia, que Dios me ayude, si cierras los ojos otra vez... —Pateando la puerta de la cabaña para cerrarla detrás de él, Jax pisoteó la sala de estar—. De toda la mierda tonta que haces... —continuó Jax refunfuñando en voz alta mientras la recostaba en el sofá antes de retroceder y caminar hacia el baño. Parpadeando un par de veces, Alessia intentó sentarse a pesar de la sensación de aturdimiento que inundaba sus sentidos. —No te muevas. —La pesada mano de Jax sobre su hombro la mantuvo en su lugar mientras caminaba alrededor del sofá, llevando una silla en la otra mano. Colocando la silla frente al sofá, Jax apartó parte del cabello de su frente a un lado. Alessia no estaba segura de dónde mirar cuando él se inclinó hacia delante, examinando su cabeza. Centrando su línea de visión, miró los músculos de su cuello, observándolos flexionarse y moverse con cada movimiento mientras él continuaba examinándola. Incitándola a ponerse de lado, siseó inspeccionaba la herida en su cadera y muslo.

entre

dientes

mientras

—Lo juro, estoy empezando a pensar que los problemas simplemente te siguen.

Con su mareo finalmente desvaneciéndose, ella soltó una risa seca. —Si no tuviera mala suerte, no tendría nada de suerte. Levantando la mano ante la sensación húmeda que se arrastraba cerca de su ojo, Alessia se sentó alarmada por la sangre que brillaba en sus dedos. —¿Qué dije? —advirtió Jax mientras presionaba la tela con peróxido contra su corte—. No te muevas. No es profundo, así que no te preocupes. —¡Pero estoy sangrando por la cabeza! —lloró. —Sí, y sobre otros dos lugares que puedo ver. —Sonrió sin alegría, señalando su muslo. Había una rasgadura larga y delgada en sus vaqueros justo por encima de su rodilla. La sangre roja oscura manchó la mezclilla, y pudo ver su carne desgarrada a través de la herida en el material. Al darse cuenta de que el corte estaba allí, Alessia podía jurar que ahora podía sentir el dolor punzante de un corte. Levantando parcialmente su camiseta, Jax acercó su silla y se inclinó para ver otra herida en su cadera justo por encima de la cintura de sus vaqueros. Con los labios bien cerrados, Alessia no pudo evitar el pequeño sonido de dolor que escapó de su garganta mientras empujaba suavemente la herida con peróxido. —Mmm —se quejó ante su gemido—. Eso es lo que sucede cuando te encuentro casi inconsciente en una cama de clavos y tornillos. Pegando un vendaje cuadrado grande a su cadera, Jax se recostó en su asiento y le miró la pierna. —Parece que está sangrando más. —Fríamente, la agarró por la rodilla, el calor cálido de su mano inmediatamente atravesó la mezclilla. Jax jaló su pierna hacia él y la colocó parcialmente sobre su regazo mientras separaba suavemente el material para ver mejor—. Vamos a tener que deslizar los vaqueros para que pueda llegar a eso. Alessia se encogió, accidentalmente golpeando su pierna en su muslo. La breve mirada de sorpresa en el rostro de Jax rápidamente se transformó en ira. —¿Hablas en serio ahora? —Su voz profunda se sentía como un tambor atronador—. Dime, Alessia, ¿qué tengo que hacer para convencerte de que no soy un violador? La culpa la atravesó ante la acusación. Sentándose, abrió la boca para tratar de explicar.

—Escucha con atención. —La mano de Jax se apretó sobre su rodilla— . No soy ese imbécil del que estás huyendo ni ninguna otra persona que te haya hecho daño. Entonces, deja de tratarme como un maldito depredador. Sacudiendo la cabeza, trató de explicar. —Lo siento, yo solo... Levantando su mano, la cortó. —Guárdalo. —Haciendo un gesto hacia sus vaqueros, la miró expectante—. Solo hazlo para que pueda llegar al corte, para que puedas dejar de sangrar en mi sofá —agregó con frialdad. No había rastro de calidez y los ojos de Jax, solo mostraban enojo asqueado. Una sensación familiar de vacío se extendió por todo su cuerpo, una sensación que no había sentido desde ese momento en el parque de casas rodantes. Evitando sus ojos, se concentró en desabotonarse y deslizarse por sus pantalones. Agrupando el material más allá de sus rodillas, tuvo que morderse la lengua cuando Jax agarró el material. Sin esfuerzo, deslizó los vaqueros de sus piernas y los arrojó sobre el reposabrazos. Haciendo todo lo posible por ocultar discretamente su ropa interior con las manos, ignoró la piel de gallina que le subía por la piel cuando él levantó su pierna y la volvió a poner en su regazo. Nunca en su vida se había sentido más cohibida que este momento. Todo lo que Jax tenía que hacer era mover esos ojos de obsidiana unos centímetros por encima de sus piernas y vería su ropa interior verde y sus muslos regordetes. Juntando sus manos firmemente sobre el ápice de sus muslos, se obligó a concentrarse en el dolor punzante del corte en lugar del movimiento de su mano sobre su carne desnuda. Finalmente, el peso del silencio entre ellos se hizo demasiado. —Mañana, saldré a primera hora y arreglaré las partes dispersas del estante —prometió. Envolviendo la gasa alrededor de ella ahora bien limpia, Jax no levantó la vista cuando respondió. —No te preocupes por eso, yo lo haré. Su tono era incluso casi plano. La asustó. La asustaba más que su ira, sonaba cansado, cansado de ella.

—Al menos déjame preparar la cena esta noche. —Trató, con la esperanza de que no sonara como si estuviera rogando, aunque de alguna manera supuso que sí. Echando un último vistazo a su obra, Jax finalmente la miró. —Solo relájate, haré la cena. Sus ojos se sentían obligados y su voz sonaba mecánica. El dolor en su pecho se sentía como si se estuviera abriendo, el vacío que se había estado formando dentro se extendió a través de ella como una plaga. Con los ojos llorosos, lo vio alejarse con su equipo médico y la silla en una mano. Estaba haciendo de la vida tranquila y pacífica de este hombre un infierno viviente, se dio cuenta. La mala suerte que parecía eclipsar su mundo ahora estaba arrojando su tristeza sobre él, un hombre que solo trató de ayudarla. Escondiendo su rostro cuando él se volvió hacia ella, Alessia solo asintió cuando le dijo que volvería a salir. Mientras esperaba que sus botas bajaran las escaleras del porche, Alessia se levantó y fue cojeando al baño. Apoyándose en el lavabo de porcelana, se miró en el espejo. Una pequeña tirita que Jax había colocado cubría parte del corte en la línea del cabello, el resto era solo una delgada capa de sangre seca perdida en el grosor de su cabello. No se molestó en mirar los otros dos cortes, no le importó. A ella no le importaba nada, en realidad. La sensación de estar perdida en medio de una tormenta impregnaba su propio ser. ¿Cuándo llegó él a ser así? ¿Qué camino equivocado tomó ella? Alessia podía recordar claramente el día que le confesó a su ex hace un año sobre la situación en su hogar. Imagino, incluso esperaba, su indignación, o que él le pusiera un brazo amoroso alrededor del hombro y le dijera que todo estaría bien. Pero él dijo y no hizo nada, simplemente se sentó en el sofá y le dirigió una mirada incómoda, como si se estuviera preparando para dejar caer el otro zapato. Ella ignoró los signos y siguió presionando. Señales que, en retrospectiva, ahora eran muy obvias para ella. Reuniendo el coraje para pedirle que la dejara quedarse, esa fue la primera vez que experimentó esa "mirada". Esa mirada gastada y cansada llena de incomodidad. Cuando su ex rompió con ella, él le dijo que era porque no podía amarla tanto como ella lo amaba y lo hacía sentir culpable. Él estaba mintiendo. La verdad era que él estaba cansado de sus “problemas personales”, ya que una vez se refirió a ellos, no quería cargar con el peso de sus problemas más los suyos. Después de eso, parecía que esa expresión desalentadora y cansada la seguía a cualquiera y a todas las personas cercanas a ella,

propagándose como un virus. Desde su ex, se extendió a sus amigos, viajando a su madre, hasta finalmente a cualquiera que escuchara sus problemas. Después de un tiempo, dejó de hablar sobre sus problemas. Los ojos de Jax tenían esa misma mirada antes. Se estaba cansando de sus problemas, cansado de tratar con ella por completo. Era hora de irse.

Capítulo 10 J

ax aceleró el motor de su vehículo de cuatro ruedas y empujó la máquina hacia arriba y sobre una pequeña colina, arrastrando detrás de él el pequeño remolque adjunto de madera cortada. Cuando salió de la cabaña esa mañana, el sol estaba saliendo a través de los árboles, derramando luz dorada sobre el bosque, pero ofreciendo poco o ningún calor. Hoy el viento era fuerte y lo suficientemente frío como para obligarlo a usar guantes y una gorra. Despertarse tan temprano había sido un movimiento calculado por su parte, necesitaba tiempo lejos de esos ojos de gato siempre vigilantes. Cuando la encontró tirada en el suelo herida y sangrando, estaba furioso. Lívido de que no le advirtió sobre el estante suelto y enojado con ella por obligarlo a sentir un nivel de miedo que no había sentido en años. Tuvo suerte de que todavía estaba a la distancia de la plataforma de herramientas para responder. Llamó su nombre para ver qué estaba mal cuando escuchó el golpe. Cuando no escuchó nada, su estómago se desplomó. La ira siempre había sido su primera emoción a la cual recurrir. Desde el campo de fútbol hasta el campo de batalla, con todos desde su entrenador de la escuela secundaria hasta su sargento, le enseñó a usar su temperamento rápido para su ventaja. En la escuela secundaria, su entrenador solía decirle que su ira era su combustible, lo hacía más rápido, más fuerte y competente. La emoción volátil había sido su ventaja durante tiempos imposibles en su carrera militar, dándole la fuerza necesaria para sacarlo de casi cualquier situación. Años de depender de una emoción

volvieron rápidamente a él cuando encontró a Alessia tirada herida en el piso de su cobertizo. Era su expresión de dolor en lo que no podía dejar de pensar ahora. Quería crear cierta distancia entre ellos, poner un muro en su relación que le advirtiera constantemente sobre la línea que no debería cruzar. Pero ver la expresión de dolor en sus ojos cada vez que le gritaba lo estaba matando. Quería distancia, pero no así. Ver la chispa de confianza que generalmente iluminaba sus hermosos ojos marrones morir en un mar de dolor era como una muerte lenta. Deteniendo su vehículo de cuatro ruedas junto a su camioneta, Jax dejó caer la cabeza hacia atrás con un suspiro. Tenía que arreglar esta grieta entre ellos. Al abrir la puerta de la pantalla, se detuvo. Un millón de pensamientos pasaron por su cabeza sobre qué decir y cómo decirlo. Nada sonaba bien. Si estaba siendo completamente honesto consigo mismo, una gran parte de él esperaba que ella estuviera con su sonrisa normal y que pudieran seguir adelante desde este momento sin discusión. Sin embargo, era la imagen de su espalda hacia él, acurrucada en el desván cuando regresó ayer la que lo atormentaba. Se había acostado sin comer y sin decir una palabra más. No había una manera fácil de salir de esto, suspiró, iba a tener que enfrentar el problema que había creado. Al atravesar el umbral, Jax se congeló con la mano todavía en la manija de la puerta abierta. La cabaña estaba vacía. La calidez acogedora a la que se había acostumbrado en el último mes se había desvanecido por completo. Al levantar la vista, vio el delgado futón blanco que usaba para dormir cuidadosamente enrollado como antes. Su bolsa gigante de color mostaza que guardaba en un rincón, desapareció. Con una mirada de búsqueda rápida, Jax vio la nota cerca del fregadero. Como el pedernal golpeando el acero, una rabia hirviendo se avivó en sus entrañas cuando dio un paso adelante, agarrando el papel. “Gracias Jax. Gracias por todo lo que has hecho por mí. Nadie ha sido tan generoso como tú. Pero creo que será mejor si me voy. No es justo que interrumpa más tu vida pacífica. Lamento todos los problemas que he causado y gracias de nuevo. Adiós”.

Su vida pacífica, Jax casi se carcajeó. En el momento en que conoció a Alessia, su “vida pacífica” se había vuelto de cabezas. No había vuelta atrás ahora y ciertamente no habría despedidas, no así.

En lugar de caminar hacia Gaulding, Alessia había tomado la carretera hacia el este, de regreso en la dirección en que inicialmente vino. Reajustando la correa del morral en su hombro, Alessia hizo una mueca, el bolso se sentía más pesado que la última vez que lo usó. Quedándose a lo largo de la zanja natural que corría a lo largo de la carretera de asfalto, Alessia tuvo que resistirse a girar para mirar cada sonido de un automóvil que pasaba. Era más que una tontería esperar ver la familiar camioneta de Jax venir acelerando hacia ella. Eso no va a suceder, así que deja de imaginarlo, se gritó mentalmente. Cuando Jax finalmente salió de la cabaña esa mañana, se aseguró de no demorarse mucho para salir. Vistiéndose rápidamente, Alessia se colocó cada prenda de abrigo que tenía para el viaje. Lo único en lo que se tomó su tiempo fue en la nota. Toda la noche ensayó y revisó la nota en su cabeza. Había tantas cosas que quería decir, y tanto que terminó dejando de lado. Limpiándose las lágrimas de la cara, trató de recordar cada detalle de la cabaña antes de cerrar la puerta. Llevaba casi tres horas caminando y le dolía la pierna. El corte en su muslo comenzaba a doler con cada movimiento. Finalmente, el dolor se hizo demasiado. Alejándose del camino, se apoyó contra un árbol. Vaya, esto es patético, pensó. Ni siquiera había pasado medio día y ya estaba así. Probablemente debería haberse dado al menos una semana para sanar, pero no podía correr ese riesgo. Tenía que irse. Un auto chirriante pasó por donde estaba parada. Fuerte y chirriando el auto destartalado perturbó la carretera de montaña tanto que Alessia no pudo evitar mirarlo. Al verlo descender ruidosamente la colina, miró perpleja mientras sus luces de freno destellaban en el puente a medio kilómetro de distancia. Arrastrándose a lo largo del puente, el auto se acercó a la gruesa pared de cemento. Entrecerrando los ojos, Alessia observó cómo una mano salía por la ventana con algo en la mano. Al arrojar algo por el costado del

puente, las luces de freno del auto desaparecieron y el auto se alejó con un chillido más fuerte. —¿Quién tira basura en el bosque? —Un grupo de perdedores, se respondió. Hubiera sido menos trabajo tirarlo a la basura cuando llegaran a su destino. Sintiéndose tan descansada como iba a ponerse, comenzó a caminar de nuevo. Después de un rato, llegó al puente. Entrometida, miró por encima de la barandilla para ver qué había tirado. Debajo de ella había un arroyo estrecho, el agua que atravesaba las rocas era tan clara que estaba segura que estaba helada. Un poco más abajo, vio el objeto gris que fue arrojado por la ventana. Era una bolsa de plástico. La bolsa estaba atada en la parte superior y parecía llena. Atrapada en una roca, la bolsa se balanceaba contra la corriente entrecortada. Volviéndose hacia la carretera, Alessia dio unos pasos hacia adelante antes de volver a mirar la bolsa una vez más. ¿La bolsa se balanceaba en el agua o la bolsa se movía sola? Miró sus movimientos por unos segundos más. La bolsa hizo un sonido. Alarmada, Alessia corrió de regreso al lado del puente fuera del camino y dejó caer su bolso al suelo. Bajando por el empinado terraplén, Alessia dejó escapar un grito entrecortado mientras tropezaba y se deslizaba sobre su trasero el resto del camino hacia abajo. Ignorando la suciedad en sus vaqueros y el latido en su pierna, Alessia corrió medio cojeando hasta el borde del arroyo. Los sonidos de la bolsa aumentaron. ¡Definitivamente había algo vivo en la bolsa! Agachándose, Alessia se mordió el labio mientras recogía la bolsa. Algo pequeño y oscuro se lanzó alrededor de la bolsa, haciéndola casi caer en el grito. —Por favor, no seas una rata o una serpiente —se quejó mientras lo desataba cuidadosamente y miraba dentro—. Oh, Dios mío —chilló, metiendo la mano en la bolsa y agarrando la peluda bola negra de calor con una mano. —Miau. Mirándolo fijamente había un par de pequeños ojos gris hielo colocados entre el suave pelaje negro medianoche.

—Oh, Dios mío —susurró, acercando la pequeña cosa a su pecho. Podía sentir que parte de la corriente de agua helada lo había atrapado en la bolsa. Temblando y maullando desesperadamente, miró a su alrededor en sus manos—. Pobrecito. —Levantándolo, inspeccionó el pequeño cuerpo del gatito en busca de signos de lesiones—. Esos bastardos malvados, ¿cómo pudieron tratarte así? Sin embargo, no pareces estar herido —le informó en voz alta. El gatito solo maulló más fuerte. Abrazándolo más cerca, Alessia regresó al terraplén por el que se deslizó hacia abajo. La subida le tomaría las dos manos. Mirando hacia los ojos abiertos del gatito, contempló ponerlo en su abrigo temporalmente. —¿Te asustarías demasiado si te guardo en el abrigo por unos minutos? —preguntó en voz alta. Mirando hacia abajo y debajo del túnel del puente, consideró encontrar otra forma de subir. Por encima de ella, en el puente, oyó que la puerta de un auto se cerraba de golpe. —¡Alessia! —La voz retumbante que gritaba su nombre la conmocionó y la emocionó a la vez. Dando un paso atrás para ver hacia el puente, vio a Jax inclinándose mirando alrededor hasta que la vio. Algo de la euforia que sintió inicialmente murió un poco cuando vio su rostro furioso. —¿Qué demonios estabas haciendo? —Al acercarse al lado del terraplén donde se cayó antes, se arrodilló sobre una rodilla y extendió la mano—. Ven acá. No fue una solicitud, fue una orden. Sujetando el gatito más fuerte contra su pecho con una mano, se acercó lo más que pudo al terraplén y extendió la mano hacia Jax. Envolviendo sus dedos alrededor de su mano, Alessia inmediatamente sintió que su fuerza tomaba el control. Con un simple tirón, se deslizó por el terraplén inclinado y volvió a la carretera. —¡¿Qué demonios estás haciendo ahí abajo?! —Sus ojos la exploraban como si la inspeccionara en busca de heridas, al igual que ella hizo con el gatito hace unos momentos. Con una sorpresa cada vez mayor, sus ojos se detuvieron en el gatito negro en sus manos. —Estaba rescatando a este gatito y me quedé atrapada allí. —Tan pronto como las palabras salieron de su boca, se arrepintió. Genial, se fue hace solo un par de horas y él ahora sabe que de alguna manera ya se las

arregló para quedarse atrapada en un arroyo. Desviando, le devolvió la pregunta—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Vi tu nota y vine a meterte un poco de sentido. Entonces vi esto. — Gesticulando hacia el puente donde su bolso estaba cerca de la carretera con un gesto furioso de su mano. Había una energía frenética en él que Alessia nunca había visto antes. Sospechosamente, le dirigió una mirada evaluadora que lo inmovilizó en el lugar. —¿Y qué pensaste que era esto? Por primera vez, vio una nota de incertidumbre pasar por su mirada normalmente austera. —Dios mío. —Sonrió cuando la comprensión la alcanzó—. ¿Creíste que arrojé mi cuerpo sobre ese puente increíblemente pequeño para matarme de alguna manera por la tristeza de dejarte? —Eso no es lo que yo… —comenzó, rascándose la barba. —Miau. Ambos miraron hacia abajo al gatito que había estado acariciando, quien los miró a los dos con los ojos muy abiertos de confusión. —Está bien, ¿de dónde exactamente salió el gato otra vez? —Una ceja se levantó inquisitivamente. Extendiéndose, acarició al gatito suavemente detrás de las orejas, completamente imperturbable por la proximidad de su mano cerca de su pecho. Alessia se obligó a actuar tan distante como él estaba actuando. —Cuando estaba caminando, vi un auto que bajaba la velocidad y tiraba una bolsa de plástico por la ventana y sobre el puente. —Sosteniendo el gatito más alto para que lo viera—. Afortunadamente, tenía curiosidad y miré por encima del puente y noté que la bolsa se movía. —Bastardos —susurró Jax, todavía acariciando al gatito ronroneando, pero Alessia podía sentir que la miraba fijamente. El silencio se estableció entre ellos, solo acompañado por el constante ronroneo que venía de sus manos. Se dijo a sí misma que se mantuviera fuerte y no se encontrara con su mirada. Los segundos pasaron como años, y su resolución se desmoronó. Mirando hacia arriba, su pecho se apretó ante la oscura expresión de espera.

—No te vayas. —Había un destello de esperanza en sus ojos negros—. Soy un imbécil que obviamente ha estado solo demasiado tiempo y lo sé, pero todavía no quiero que te vayas. No así, no como nosotros, yo, lo dejamos ayer. Alessia quería avanzar y retroceder ante su confesión, sentarse a hacer cualquier cosa, ya que su compostura ganada con tanto esfuerzo amenazaba con romperse. Presionando sus labios, se rogó a sí misma que no se rindiera. Fue un alivio abrumador escucharlo decir esas cosas, se sintió tan bien saber que no había llegado a su límite con ella como lo habían hecho los demás. Pero solo porque dijo las palabras que desesperadamente quería escuchar no significaba que pudiera ceder. —Hace un minuto, pensaste que me estaba suicidando. —Lo miró de reojo con una sonrisa. Sonriendo, se pasó la mano por la cabeza y se quitó la gorra con inquietud ociosa. —Eso es tu culpa. Tu nota fue críptica como la mierda y ayer pasé la noche mirando tu espalda en el desván. —¿De quién fue la culpa? —argumentó—. Todo lo que hago últimamente te enoja. Pensé que irme sería lo mejor, no quiero hacerte sentir miserable en tu propia casa. La detuvo sacudiendo la cabeza. —No me haces sentir miserable. —Miró hacia otro lado mientras se enderezaba y rodaba los hombros—. Simplemente me vuelves loco —dijo, volviéndose hacia ella. Su corazón latía tan rápido de repente. —¿Qué significa eso? —Significa lo que dije antes, que soy el imbécil en esto y lo siento. — Dio un profundo suspiro—. Y de ninguna manera quiero que te vayas solo porque me he convertido en un ermitaño insociable. Alessia no pudo evitar sonreír. Cuando se dio cuenta que era Jax en el puente gritando su nombre, una esperanza culpable se iluminó en el fondo de su mente; di que viniste por mí, dime que regrese. Se sentía mal e incluso un poco ilógico desear eso de este hombre. No había nada entre ellos excepto un silencio incómodo y un sentido de obligación, ¿cómo podía esperar razonablemente que él quisiera mantenerla cerca? Pero allí estaba él, parado

justo frente a ella con su cabello largo salvaje y su expresión naturalmente severa pidiéndole que volviera. Mirando hacia otro lado, miró al gatito dormido ronroneando en sus manos. —No lo sé… —Alessia, ¿a dónde vas a ir? —la cortó severamente—. No estás pensando en volver a Yakima, ¿verdad? Sorprendida, no pudo pronunciar las palabras lo suficientemente rápido. —No. ¡Nunca volvería allí! —Frunciendo el ceño, estaba enojada porque él incluso pensó que lo haría—. Iba a intentar vivir en Eugene, es una ciudad universitaria y debería poder encontrar un trabajo y un compañero de cuarto. Sus hombros se tensaron y supo que iba a discutir, por lo que se apresuró a terminar, obligándose a decir las siguientes palabras. Palabras que decían que se iba a pesar de todo dentro de ella, gritando que se quedara. —Gracias Jax, gracias por todo. Nunca lo habría logrado sin ti. Dando un paso atrás, Jax se metió las manos en los bolsillos mientras miraba hacia el cielo y más allá de ella. Su expresión era tan dura como la piedra como si estuviera contando hasta diez dentro de su cabeza. Al mirarla directamente, Alessia se sorprendió al ver el destello de salvaje necesidad en su expresión. Como si hubiera tanto que quisiera decir, pero luchó consigo mismo para no hacerlo. Por favor solo dilo, pensó. No estaba completamente segura por qué, pero físicamente le dolía saber que podría haber más en los sentimientos de Jax. —Bien —murmuró—. Si realmente quieres irte, te llevaré a Eugene yo mismo. La punzada de dolor en su corazón fue tan dolorosa como irracional. Ella era la única que discutía por irse, no tenía el derecho lógico de sentirse tan herida porque estuviera de acuerdo. —Solo quédate conmigo esta noche —respondió. Sorprendida, volvió a mirarlo y lo vio asintiendo en un gesto hacia el cielo.

—Hoy va a llover, no quiero que busques un lugar para dormir en Eugene bajo la lluvia. —Su voz era engañosamente tranquila mientras que sus ojos parecían ahogarse en un mar de suspenso. Si regresaba con él, no estaba completamente segura de que tendría la urgencia de irse de nuevo. —Alessia —la instó, sintiendo su vacilación. —Está bien —susurró, sintiéndose aliviada y preocupada al mismo tiempo. La tensión en sus anchos hombros se disipó ante su acuerdo. Agarrando su bolso antes que pudiera decir algo más, Jax caminó hacia la camioneta y abrió la puerta. Esperando a que ella entrara, cerró la puerta, trotó hacia el lado del conductor y entró. El gatito que despertó comenzó a soltar maullidos suaves. —Sabes —dijo—. Va a ser aún más difícil encontrar un compañero de habitación que acepte mascotas, ¿verdad? Levantando el gatito hacia su cara hasta que estuvieron frente a frente, ella acarició su suave cara antes de sonreírle a Jax. —No me importa. Lo encontré y me lo quedaré a toda costa. Dándole una amplia sonrisa que hizo que su corazón se detuviera un segundo, Jax puso la camioneta en marcha, invirtiéndola en un giro de dos partes en dirección a la cabaña. —Puedo entender completamente ese sentimiento.

Capítulo 11 C

álida y cómoda, Alessia sintió sus músculos relajarse más profundamente en la tela como terciopelo del asiento de la camioneta. El calor del suelo del auto emanaba en gentiles olas, relajándola más en los contornos del asiento. Alzando la mirada del gatito negro durmiendo, el cual se había puesto cómodo en la unión de sus piernas, Alessia vio pequeñas gotas de lluvia empezar a golpear el parabrisas. Por la esquina de su ojo, pudo ver a Jax levantar el brazo para encender los limpiaparabrisas. —¿Cómo me encontraste tan rápido? —No había radio en la camioneta, solo el silencioso murmullo del motor y el movimiento de los limpiaparabrisas—. Quiero decir —aclaró rápidamente cuando lo vio echarle una mirada—. ¿Cómo supiste volver por el camino que vine en lugar de ir hacia Gaulding? Dándole una sonrisa gentil, Jax se recostó en su propio asiento y se relajó, manteniendo un firme agarre sobre el volante. —Fue pura suerte tonta en realidad. Inicialmente, iba a ir en esa dirección, pero justo cuando me preparaba para tomar la curva, algo en mi instinto dijo al este. Alessia se calentó ante eso. Le alegraba que lo hubiera hecho, y se odiaba a sí misma por sentirse de esa manera. Pero es solo por esta noche, se recordó firmemente. —Fue bueno que Garrett no estuviera afuera patrullando también. — Jax se volvió y le dio una sonrisa—. Porque iba muy rápido. —Admito que estoy feliz por descansar mi pierna y no estar bajo la lluvia —dijo, masajeando con cuidado los músculos rígidos de sus muslos. Yendo más despacio, Jax esperó a que un auto pasara antes de girar hacia el atajo sin señalizar a través del bosque. —¿Está sangrando de nuevo? —Le dio a su pierna una mirada preocupada.

—No… bueno, no lo creo —añadió, al menos, por lo que podía decir, no había sangre filtrándose por sus vaqueros. Estaba agradecida por eso, no podía permitirse que se arruinara otro desde que el otro tenía un enorme desgarro junto con varias manchas de sangre. —Le echaré una mirada cuando estemos dentro. Lentamente, el claro y los árboles aparecieron a la vista y Alessia pudo ver la cabaña en la distancia. Era difícil negar el aleteo de excitación y anhelo al ver la estructura, sabiendo que solo unas horas antes le había dado una última mirada al lugar. Deteniendo la camioneta frente a la puerta delantera, Jax la puso en punto muerto. —Quédate ahí —ordenó. Lo miró con curiosidad salir y dar la vuelta hasta su lado, todo mientras entrecerraba los ojos por la lluvia. Abriendo su puerta por ella, Alessia saltó cuando lo sintió deslizar una mano por su espalda y la otra bajo sus rodillas. —¡Espera! —chilló, insegura de qué hacer mientras lo sentía tirar y alzarla fuera de la camioneta—. ¡No tienes que cargarme! Solo tengo una cojera; ¡todavía puedo caminar! La lluvia cayó a mares sobre ellos mientras él se volvía con ella en sus brazos, caminando fácilmente hacia el porche. —Hay un montón de barro por el camino hasta la puerta, solo nos estoy salvando al gatito y a mí del problema de que te resbales y te caigas — respondió naturalmente. Disparándole una mirada furiosa, Alessia consideró pellizcarlo en el brazo. Sonriendo, él la dejó en el porche y pasó sus manos por su cabello, limpiando el agua. Más gotas de lluvia se aferraron al largo vello oscuro de su barba. Necesitaba afeitarse, meditó ella. Se estaba volviendo más difícil ver la atractiva estructura de sus pómulos bajo todo el vello, lo cual era realmente una lástima. En su lugar, dijo: —Lo que sea, solo eres un viejo malvado que vive en los bosques. Conmocionado, dio un paso atrás como si lo hubieran golpeado. —¡¿Viejo?! Alessia rió ante su reacción mientras acomodaba al gatito retorciéndose en sus manos.

—No soy viejo —gruñó mientras extendía la mano tras ella y le abría la puerta, dejándola entrar primero a la cabaña—. Solo eres joven e inocente y confundes mi sabiduría y experiencia con vejez. Un error de novata. Agarrando algunas toallas del baño, ella las dejó sobre la mesa y puso al gatito sobre ellas. —¡Ja! —Soltó una risa sarcástica sobre su hombro mientras secaba el suave pelaje del gatito. Encendiendo el fuego en el horno de leña hasta que ardió con renovado calor, Jax cerró la rejilla y volvió a colocar el atizador en el soporte antes de ir a la cocina y sacar una pequeña lata del armario. Retirando una silla en el lado opuesto de la mesa, extendió sus brazos a modo de barrera a lo largo de la mesa cuando el gatito caminó curiosamente por la mesa hacia él. —Sí, ríete. —Arqueó una ceja hacia ella—. Pero me parece que te recuerdo midiendo cosas en series de “rallas” no hace mucho. El calor se apresuró a su rostro mientras rápidamente ponía su atención en el gatito. —Bastardo —gruñó por lo bajo, haciendo todo lo posible por no sonreír y darle la satisfacción. Jax abrió la pequeña lata y el acre olor a atún derivó por el aire. —Miau. Los una vez suaves y pequeños maullidos rápidamente se volvieron altos y necesitados mientras Jax bajaba la lata. —Aww. —El corazón de Alessia se apretó ante la vista del hambre desesperada del gatito. —Ve a tomar una ducha, puedes ooh y aah sobre el señor Whiskers cuando salgas —ordenó mientras acariciaba el pelaje del gatito dándose un festín. Extendiendo la mano sobre la mesa, ella no pudo resistir tocar la punta de la cola del gatito. Sonriendo, le dio a Jax una mirada confusa. —¿Es Whiskers su nombre ahora? —No veo por qué no, ¿tenías algo diferente en mente? —Una de sus cejas se arqueó inquisitivamente hacia ella. Sonriendo, negó.

—No, Whiskers suena perfecto. —Levantándose de la mesa, hizo una pausa cuando pensó en algo—. Hay una caja vacía en el porche; podemos usar eso esta noche como su cama. Una vez las palabras fueron dichas, Alessia se dio cuenta de su error. Desde que se metió en la camioneta con él, no había habido ninguna mención del estado de su estadía temporal. Se sentía extraño incluso sacarlo a colación, como un recordatorio que ninguno de ellos quería oír. Pero si Jax estuvo afectado por el recordatorio, ella nunca lo sabría; su rostro era inexpresivo cuando se puso de pie. —Iré por la caja, ve a ducharte. —Puedo hacerlo. —Caminó hacia la puerta justo cuando el sonoro chasquido de un trueno sacudía toda la casa, haciendo saltar su corazón. Los maullidos de Whiskers empezaron de nuevo a un ritmo frenético y Alessia no pudo culparlo. —Está bien, Whiskers, te tengo. —La profunda voz de Jax calmó al gatito mientras acariciaba su diminuto cuello—. Si alguien se diera prisa y tomara una ducha antes de que los rayos decidan golpear mi tejado de hojalata, todos podemos ponernos cálidos y cómodos delante del calefactor y ver una película. —Aunque obviamente le estaba hablando a ella, mantuvo su mirada negra enfocada en el gatito frente a él. —Bien, bien —gruñó, aunque reanudando el paso esta vez mientras agarraba su bolsa y corría al baño. Nunca pensó en el hecho de que el tejado fuera de metal. La idea de ser electrocutada fue suficiente para que obedeciera. Alessia estaba cerrando la ducha cuando el golpe breve sonó en la puerta. —Alessia —llamó la voz profunda de Jax. Envolviendo una toalla con manos repentinamente nerviosas a su alrededor, dio un paso sobre el suelo de baldosas de la ducha. —¿Sí? —preguntó en respuesta. —Cuando salgas, volveré a aplicar tus vendajes. —La orden fue dada con tan firme autoridad que Alessia supo que intentar convencerlo de que podía hacerlo sola era inútil. Poniendo sus ojos en blanco, reprimió el pesado suspiro que quería soltar y replicó:

—Gracias. Sacando su ropa de su bolsa, Alessia hizo una pausa cuando retiró los pantalones de su pijama. Por unos segundos, debatió sobre si debería ponérselos o no. Si lo hacía, él solo iba a hacer que se los bajara para llegar a su muslo y cadera. Aunque no ponérselos sería más que vergonzoso. Decidiendo no ponérselos, sostuvo los pantalones frente a ella como un escudo antes de tomar el pomo. Asomando su cabeza, vio a Jax sentado en el sofá con su espalda hacia ella. Tenía ambos brazos extendidos por la longitud del respaldo del sofá. La cabaña estaba en silencio, ni la radio ni la televisión estaban encendidas, solo el pesado y débil sonido de la lluvia contra el tejado de metal. Nerviosamente, avanzó, apenas haciendo un sonido por el suelo de madera. Dado que las luces estaban apagadas, las sombras de la cocina rodeaban el perímetro alrededor de la diminuta isla de luz de la lámpara junto al sofá. Rodeando el sofá, se detuvo cerca del brazo del mismo. Demasiado avergonzada por sus piernas desnudas para mirarlo a los ojos, miró el espacio sobre su cabeza. —Quieres que me siente o… —No. —Su voz sonaba más espesa de lo normal—. Solo ponte delante de mí. Invocando su coraje, lo miró al rostro, pero no ayudó. Alessia no podía decir qué estaba pensando mientras dio un paso más cerca, sus ojos estaban caídos y su rostro era ilegible. Deteniéndose a unos pocos pasos delante de él, recordó a Whiskers. Volviendo su cabeza, escaneó la habitación. —¿Dónde está Whiskers? —Acércate más. —La cálida mano en la parte trasera de su rodilla desnuda casi causó que desgarrara la tela de sus pantalones; todavía los estaba agarrando como un escudo improvisado. Acercándola más en el espacio entre sus muslos, Jax tiró de la franela de sus pantalones hasta que ella los soltó reticentemente—. El gato está durmiendo en una caja detrás de ti. Alessia quería volverse a mirar, pero no se atrevió a moverse. Si se movía, el ya corto dobladillo de la camiseta de su pijama se subiría y él estaría frente a frente con su ropa interior.

El pecho de Alessia se tensó cuando sintió su palma deslizarse por la curva de su pantorrilla y detenerse. Gentilmente, él le levantó la pierna mientras agarraba su mano. Silenciosamente, guió su mano hacia su hombro por apoyo mientras ponía su pie en el pequeño espacio entre sus piernas en el sofá. Alessia se obligó a centrarse en el calor irradiando entre las piernas cubiertas de vaqueros en lugar de en su rostro inclinándose más cerca de su muslo desnudo. Lenta y metódicamente, se inclinó hacia el corte. Humedeciendo el hisopo de algodón en peróxido, Jax pasó el frío y húmedo algodón por la herida. Despacio, cada gentil pasada del hisopo frotó hizo que las puntas de sus dedos frotaran su piel. Afortunadamente, sus dedos al fin se detuvieron y Alessia pensó por un breve segundo que iba a simplemente desinflarse con exhalado alivio. —Ahora la pomada. —El ardor salado de su voz envió estremecimientos por su pierna, inconscientemente haciéndola agarrar su hombro con fuerza. Cuando Jax se inclinó hacia delante un poco para agarrar la pomada de la caja de medicinas, Alessia pudo sentir el suave vello de su barba rozar contra ella. Alejando su cabeza de él, Alessia cerró sus ojos con fuerza mientras interiormente rezaba que esto terminara pronto. Frotando la sustancia oleosa, él finalmente la dejó levantarse sobre sus dos pies. —De acuerdo, y ahora el de tu cadera. ¡Querido Dios! No iba a sobrevivir a mucho más de esto, su cuerpo ya sintiéndose sobrecalentado. Cada músculo se sentía como si estuviera tan tenso que ardería pronto. —Jax —susurró, dándole una mirada suplicante—. ¿Puedo, por favor, sentarme? Finalmente, sus ojos encontraron los de ella por primera vez desde que salió del baño. Las oscuras piscinas gemelas pulsaron con un fuego centelleante que no pudo identificar. —Aquí. —Él agarró la mano en su hombro y la urgió hacia delante mientras se ponía en pie, intercambiando lugares con ella hasta que estuvo sentada en su cálido lugar—. Túmbate. Ella quería decir que no había necesidad, que estaba bien, pero se permitió ser empujada suavemente hasta que estaba tumbada en el sofá de costado al igual que lo estuvo la otra noche. Arrodillándose junto a ella, Jax alcanzó su camiseta, subiéndola para exponer su cadera. —¿Duele? —Pasó el hisopo frío por la longitud de su cicatriz.

Negando, Alessia no confió en su voz mientras la piel de gallina invadía su piel, endureciendo sus pezones debajo de su sujetador. Levantando un paquete cuadrado de tiritas, Jax lo abrió con sus dientes antes de colocarlo en el lugar. Lo que había comenzado como un benigno y uniforme aguacero, de repente se convirtió en algo abrumador y tumultuoso sobre sus cabezas. El disonante acorde contra el tejado de metal era el equivalente a cubrir la habitación con una gran manta de ruido sofocante. Bajando sus ojos amplios de las vigas, miró a Jax, que estaba mirándola directamente. De alguna manera, las paredes de la cabaña de una habitación se sentían como si se estuvieran cerrando a su alrededor, tomando la una vez apagada energía entre ellos y prendiéndola en llamas. Incorporándose, Alessia nunca apartó sus ojos de Jax mientras él le daba sus pantalones. Tomando su lugar junto a ella en el sofá, Jax agarró la colcha que había sobre el respaldo del sofá poniéndola sobre sus piernas. —¿Quieres ver una película? —Las profundidades de su voz áspera capturaron su atención, atrayendo sus ojos a la fuerte columna de su garganta. Pude ver su nuez de Adán sobresalir ligeramente con cada palabra. Fascinada, observó no sin una cantidad incierta de placer ardiente la débil contracción del músculo en su mandíbula bajo su barba muy crecida. Dándose cuenta de que él estaba esperando una respuesta, alejó la mirada y se las arregló para soltar un sí tenso. El gatito dormitaba pacíficamente en su improvisada cama de toallas y la caja. La pequeña isla de luz alrededor del sofá era cálida y cómoda. Sobre ellos, el cielo abría sus puertas y se derramaba contra el débil tejado. El lamento arañó su alma porque una vez esta noche terminara y la luz del día apareciera sobre los árboles, mañana sería su adiós final.

Capítulo 12 L

lovió durante cuatro días seguidos.

Cada mañana comenzó de la misma manera. Abriendo los ojos en el desván de su dormitorio, Alessia contenía la respiración por un momento mientras sus oídos captaban el golpeteo audible de la lluvia contra el techo de metal. Al tercer día, Alessia ya no se sentía culpable cuando daba un suspiro de alivio ante la lluvia. La verdad era que no quería irse. Le gustaba estar aquí, y le gustaba Jax. Era una sorprendente y totalmente inesperada comprensión, pero no podía seguir mintiéndose sobre ello. Sus sentimientos eran superficiales y equivocados, lo sabía. A pesar de haber vivido con el hombre durante casi dos meses, no sabía casi nada de él, excepto los pequeños fragmentos de información que encontraba mientras fisgoneaba. No había ninguna razón profunda y significativa por la que le gustara, simplemente que Jax era un hombre fuerte y atractivo. Se sentía segura bajo sus oscuros ojos vigilantes. El hecho de dormirse, sabiendo que estaba a pocos metros bajo ella, le daba una indescriptible sensación de paz. Enamorarse de Jax no la llenaba de euforia ni de alegría, sinceramente sólo se sentía como otra metida de pata por su parte. Porque añadir sentimientos de atracción y un deseo secreto probablemente no era lo que necesitaba en este momento. ¿Pero cómo se sentiría? ¿Qué se sentiría si esa mirada dura y oscura suya se volviera hacia ella con una chispa de deseo brillando? Alessia sabía que estaría inexplicablemente fuera de su liga con Jax sexualmente. Sólo imaginar su alto y tonificado cuerpo encima del de ella, exigiendo su sumisión con cada caricia y cada beso era suficiente para hacerla sentir febril. —Voy a suponer que no has oído ni una palabra de lo que he dicho. — La voz de Jax cortó sus pensamientos, forzando su atención a volver al presente. Estaba sentada en la alfombra frente al horno de leña con la espalda contra la base del sofá. Usando un palo y un trozo de tela desmenuzada,

había armado un juguete improvisado de gato para Whiskers. Moviendo la cola de la tela fuera de su alcance, el gatito disfrutaba saltando sobre sus patas traseras y golpeando la tela con sus diminutas patas. Negando, le dio una sonrisa de disculpa a Jax, que estaba de pie junto a una cama de almacenamiento abierta en la mesa de la cocina. —No, siento haberme quedado atontada por un momento. Como los últimos días, mientras estaban secuestrados en el interior debido a la lluvia, el grueso cabello marrón de Jax colgaba suelto alrededor de sus hombros. De vez en cuando una sección más corta de él cerca de su frente caía delante de su cara, y Alessia tenía el impulso abrumador de empujarlo hacia atrás. Se preguntó qué haría él si hiciera algo tan audaz. —Decía que, cuando me mudé aquí por primera vez, esperaba que hubiera semanas como ésta en las que estuviera atrapado dentro —dijo, metiendo ambas manos en el contenedor de plástico negro—. Así que compré una videoconsola y un montón de juegos. —Sacando la consola y el controlador, le dio una mirada expectante. Sonriendo, Alessia se puso de rodillas para verlos mejor sobre el sofá. —Oh, vaya, ¿estás diciendo que vamos a jugar... juntos? —Hizo un gesto de ida y vuelta entre ellos. Frunciendo el ceño, le dio una sonrisa inquisitiva. —Por supuesto que juntos, a menos que Whiskers nos oculte unos pulgares pequeños. Entonces, ¿quieres jugar? —Sí —contestó riéndose, quitando al gatito del camino mientras Jax se acercaba para prepararlo—. No he jugado a videojuegos desde el primer año de escuela con uno de mis vecinos y su hermano. Sentado en el sofá a su lado, Jax le dio un mando. —Pero eso no duró mucho —dijo mientras Jax la miraba con interés— . Porque Corey, el hermano de mi amigo, termino vendiéndolo y casi todo lo de valor en su casa cuando se enganchó a la metanfetamina. Negando, Jax dio un silbido bajo. —Sabes qué, un día vamos a hacer chocolate caliente y nos sentaremos frente al calentador con mantas y quiero que me cuentes todas las cosas horribles que pasaron en ese maldito parque de remolques. La risa brotó de su boca antes de que pudiera detenerla. No se esperaba que él dijera eso.

—Los horribles chismes de mi parque de caravanas no son una especie de historia de fantasmas para que los disfrutes. —Se rió. La música del juego comenzó mientras Jax le guiñaba un ojo. —No, suenan mucho mejor. Acurrucado en su regazo, el gatito jugaba con el trozo de tela que le había dado mientras ella y Jax se concentraban en el juego. Finalmente, sin embargo, ella se quedó pensando en lo que él dijo antes. “Un día...”. Un día significa en el futuro, ¿verdad? Lo que significa que la veía todavía aquí, todavía con él. ¿O era sólo una figura retórica? ¿Y si mañana dejara de llover, eso significaría que éste sería su último día con él? Sus movimientos en el juego se volvieron lentos cuando pensó en que Jax la dejaba en Eugene y se marchaba. No quería dejar este mundo oculto en el bosque. Le gustaba estar rodeada de naturaleza, le gustaba la serenidad pacífica que le proporcionaba el tranquilo bosque, pero sobre todo le gustaba Jax. Pulsando el botón de pausa del juego, Alessia miró fijamente a la pared que tenía delante. Podía sentir que Jax se giraba y la miraba, pero no decía nada. No tenía el coraje de enfrentarlo, así que se concentró en los grupos simétricos de la pared de madera frente a ella. —No quiero irme —susurró. Escuchó los muelles del viejo sofá moverse antes de sentir su mano. El calor se extendió por su hombro mientras él extendía un brazo por la parte trasera del sofá y le daba un apretón tranquilizador. —Bien, porque sólo me quedan un par de cinchos de cremallera y no quería tener que usarlos todos mientras intentaba convencerte de que te quedaras.

Capítulo 13 —O

ye, te afeitaste. —La sorpresa en su voz normalmente le habría valido una mirada, pero Jax no podía darle una porque su sorpresa estaba bien puesta.

Al subir a la camioneta, Jax se inclinó y revisó su barba recién recortada en el espejo retrovisor. —Sí, tenía que hacerlo —se quejó, pasando una mano sobre el rastrojo marrón claro por última vez antes de sentarse más derecho—. La gente de la ciudad ya piensa que estoy loco, no necesito ir como un hombre de montaña completo. Alessia rió. —Entonces, ¿estás saliendo a la ciudad? ¿Con una barba recortada y tu cabello recogido en tu moño característico? —Señaló con la mano hacia su cabello—. ¿Es decir, que tu cabello suelto es solo para la privacidad de tu cabaña? —La cabaña y tú, hermosa, no lo olvides. —Movió las cejas hacia ella sugestivamente mientras bajaba la camioneta por el estrecho camino entre los árboles. Jax pudo ver el color de sus mejillas cuando de repente se dio la vuelta. Ella estaba sonriendo avergonzada. Bien. —Bueno, me gusta tu cabello de cualquier manera, pero me gusta mucho suelto —confesó suavemente, aún sin mirarlo. La urgencia de arrebatarle la banda de goma que sostenía su cabello hacia atrás era ridícula, pero tentadora. Al salir a la carretera, Jax quería decir algo más inteligente o ingenioso, pero no se le ocurrió nada. —Para que lo sepas, tuve la tentación de meter a Whiskers en el abrigo cuando nos íbamos —admitió, volviendo la cara hacia el brillante rayo de sol que brillaba a través de la ventana del pasajero. Jax se obligó a concentrarse en el camino y no en su rostro resaltado.

—Oh, sé que así era. Te escuché hablarle como un bebé cuando salíamos. —Sin embargo, deberías haber visto esos ojos grandes. —Podía oír el puchero en su voz—. Simplemente me estaban mirando; pensé que iba a morir. Jax sacudió la cabeza, ese gato iba a estar tan malcriado, pensó. —Estará bien en el baño hasta que regresemos. —Lo sé —dijo—. Sin embargo, estoy emocionada de volver a la ciudad, nunca antes tuve la oportunidad de tomarme mi tiempo y mirar alrededor. Me pregunto si la biblioteca me permitirá ver sus libros. Apoyándose en el alféizar de la ventana, le dirigió una mirada larga y puntiaguda. —Es una biblioteca asquerosa, no te hagas ilusiones. Está literalmente financiada por donaciones y almacenada con el montón de objetos perdidos de la temporada turística. —Ooh, ¿eso significa novelas románticas obscenas y libros de los años cincuenta con matices sexistas y racistas no tan sutiles? —Si te refieres a la literatura estadounidense estándar, entonces sí. Si eso es lo que te gusta, prepárate para quedar impresionada. Su risa era tan rica como la miel, acercándolo, obligando a su cuerpo a la acción. Esta chica lo estaba matando. Anoche surgió algo nuevo entre ellos. Algo íntimo e indefinido, algo de lo que Jax quería mucho más y se odiaba a sí mismo por eso. Cuando ella confesó que no quería irse, Jax se contuvo de dejar escapar un gran suspiro de alivio. En cambio, simplemente bromeó y admitió que él también quería que ella se quedara. Vio la humedad en sus ojos cuando le dio una gran sonrisa a cambio. Cuando sus brazos se deslizaron alrededor de sus hombros, Jax se había congelado en su asiento. El abrazo fue dado con inocencia, él era consciente de eso, pero su mente y cuerpo no podían tomarlo como tal. En ese momento, con su cuerpo suave presionado contra el suyo, todo lo que había estado reprimiendo dentro de él se liberó de sus restricciones. Dios, cómo la quería. Las imágenes de sus piernas y muslos desnudos perseguían todos sus sueños desde la noche en que la llevó de vuelta a la cabaña. Al ver su cara avergonzada apartarse de la de él mientras se sentaba a la altura de los ojos con sus sencillas bragas de algodón, era una cruel forma de tortura que se sintió demasiado feliz de infligirse. Joder, la quería. Quería el toque de Alessia, sus sonrisas y su risa. Jax la quería debajo de él

gimiendo y retorciéndose por él mientras dedicaba cada célula de su cuerpo a su placer. La revelación de eso no lo complació. Alessia necesitaba un amigo, un confidente, un hombre en quien pudiera confiar. No un imbécil que miraba el futón donde dormía en un silencio melancólico o un hombre que sacudía su polla en la ducha todas las noches al recordar su cuerpo desnudo. Apretando el volante con más fuerza, Jax se ajustó en su asiento. Semanas atrás, se paró en la playa e hizo un acuerdo con ella de que podía confiar en él, que podía estar a salvo con él. Nada había cambiado. Ignoraría la emoción sin nombre entre ellos y se obligaría a hacer la vista gorda ante sus curiosas miradas. En algún momento del camino, había llegado a preocuparse por Alessia, sus decisiones demasiado confiadas y su sentido del humor. Todo sobre ella hacía que su día fuera más brillante, y no quería perder eso.

Desde el momento en que atravesaron las brumosas puertas de vidrio de la tienda de comestibles, todos los ojos se centraron en ellos. La tienda no era muy grande en absoluto; Parecía haber unos doce pasillos en total. Los pisos de linóleo eran de un color amarillo envejecido con motas verde en el piso. Largas estanterías de color beige metálico dominaban el espacio, llenando la tienda de una pared a la otra. Aun así, a pesar de la sensación atestada que daban, los estantes estaban bastante desnudos. Alessia podía ver claramente el espacio vacío detrás de la pequeña pila de cajas de cereales y los grandes espacios solos a cada lado. Era como si la tienda acabara de sobrevivir a una redada apocalíptica por parte de los ciudadanos y ahora intentara vender lo que quedara. —Intenta no sentirte abrumada —le murmuró Jax por lo bajo mientras se movía por el pasillo. Mordiéndose el interior de la mejilla para no reírse, Alessia corrió tras él y se alejó de la curiosa mirada del cajero. —Oye, ¿dónde está el pasillo de mascotas? Quiero ver qué… —comenzó a preguntar, pero Jax la interrumpió. —Estante para mascotas —corrigió Jax. Deteniéndose, inclinó la cabeza en cuestión.

—¿Estante? Cruzando el dedo para seguirlo, pasaron junto a la pared trasera de los congeladores y giraron por un pasillo. Deteniéndose, Jax agitó su mano rígidamente frente a él. —Aquí está el estante para mascotas —anunció. Parpadeando, Alessia se quedó mirando los dos estantes estériles. Uno para perros y otro para gatos. Lentamente, se volvió y miró a Jax. El brillo de diversión en sus ojos traicionó la cara estoica que estaba tratando de mantener. Entrecerró la mirada hacia él. —Estás disfrutando mucho de esto, ¿no? Dándole una amplia sonrisa, él asintió. —Bien —dijo con un resoplido—. Déjame con mis tantas opciones, y me reuniré contigo. Alessia no pudo evitar sonreír ante el sonido de su risa en retirada. Ella iba a vengarse. Seleccionando algunas latas de comida y uno de los dos juguetes que tenían para ofrecer, deambuló por el largo pasillo. Pasando por los artículos básicos de cocina, papel higiénico y artículos de limpieza, Alessia se detuvo al final donde guardaban los bocadillos. Caminando hacia el final del pasillo, Alessia notó una exhibición de jaleas y conservas caseras. Leyendo las etiquetas escritas a mano, hizo una pausa, sintiendo la sensación familiar que estaba siendo observada. Girándose, gimió interiormente cuando captó la mirada demasiado curiosa de la cajera en el frente. Asintiendo con una sonrisa, Alessia inmediatamente volvió a centrar su atención en los tarros de cristal. Por favor no vengas aquí. Por favor, no vengas aquí, repitió en su cabeza. Lo último que Alessia quería hacer era defenderse de preguntas inquisitivas. Al girar un frasco de mermelada para leer los ingredientes, la mano de Alessia se congeló cuando escuchó el gruñido profundo de una motocicleta afuera. Su estómago se apretó cuando se dio la vuelta para mirar hacia las ventanas delanteras. Afuera, un hombre delgado con el cabello grasiento y castaño se bajó de la motocicleta con la espalda hacia las ventanas. Una de las latas de comida para gatos se le cayó de la mano cuando se congeló en un terror tembloroso. —Señorita, ¿está bien? —la llamó la señora de la caja registradora.

Tiesa, Alessia se volvió y corrió por el pasillo hacia la parte trasera de la tienda. ¡Estaba aquí, la había encontrado! Desesperadamente, miró a su alrededor buscando una salida. Al ver un atajo en un pasillo en la esquina trasera, Alessia dejó caer los artículos en su mano en un estante cercano. El pánico le hizo temblar las piernas mientras corría hacia el pasillo, ignorando a un anciano que le lanzó una mirada molesta al pasar. —¡Alessia! —Escuchó el grito profundo de su nombre y casi gritó Casi tropezando con un montón de cajas, Alessia cayó contra la manija de la gran puerta de metal. ¡No se movía! Enloquecida, empujó la manija, escuchando un clic repetidamente con cada intento, pero sin abrir. Mirando frenéticamente a su alrededor, encontró el pasador con manos temblorosas. Sacando la traba de su lugar, estaba abriendo la puerta cuando el agarre de su codo la arrastró hacia atrás. Alessia estaba a punto de soltar un grito cuando reconoció la cara frente a ella: Jax. Confundido, Jax la sujetó por los hombros. —Alessia, cálmate y dime qué está pasando. Todavía de pie en el estrecho pasillo trasero, Alessia trató de controlar su respiración errática. Nerviosa, trató de mirar a Jax de frente. ¿Estaba Gary dentro de la tienda ahora? ¿La vio a través de los escaparates de la tienda? Sin embargo, no podía ver nada, la forma alta y los hombros anchos de Jax bloquearon cualquier cosa que lo pasara. —¡Tenemos que salir de aquí! —susurró frenéticamente, agarrando el material de su chaqueta—. No puedo dejar que me vea. Él me va a matar… Estaba hiperventilando ahora. Tenía las manos frías y húmedas de terror. —Sshh, cariño, cálmate. —Gentilmente, sintió que la empujaba detrás de una pila de cajas junto a la puerta de salida, bloqueándola de la vista de la tienda y acorralándola contra él—. Solo dime lo que viste. Su tono era tan profundo y tranquilo que la enfureció que quisiera irse. Ella quería que corriera de regreso a la cabaña, pero sabía que al mirar el poder controlado en sus ojos, correr no sería una opción para Jax. Respirando profundamente, las manos de Alessia arrugaron la tela de su abrigo con más fuerza en sus manos.

—Creo que Gary me encontró. Vi su motocicleta, y luego vi… pensé que vi. —Se apresuraba sobre sus palabras mientras explicaba—. Lo vi cruzar la calle… por favor, Jax, ¿no podemos irnos y volver a casa? Frunciendo el ceño más profundamente, Jax miró por encima de su hombro por un segundo en sus pensamientos. —¿Gary es más alto que yo? Confundida, ella sacudió la cabeza. —No. —¿Es delgado y fibroso con cabello castaño claro? —presionó. Frustrada, quería saltar de un lado a otro. —¡Sí! Pero por favor, Jax, no tenemos… Deslizando sus manos de sus hombros y bajando por sus brazos, comenzó a frotarlas arriba y abajo mientras sacudía la cabeza. —Alessia, cariño, acabo de describir a Steve. Vive a tres calles y conduce una vieja Harley. —Acercándola hasta que su pecho tocó el suyo, Jax le acarició el brazo—. El tipo dirige un taller de mecánica fuera de su garaje. Probablemente solo vaya al bar de enfrente. La duda se mezcló con el recuerdo de la espalda del hombre cuando se bajó de la motocicleta. Llevaba una chaqueta negra lisa y vaqueros. Cada chaqueta que poseía Gary era de cuero y estaba estampada con el logotipo de su pandilla. Sacudiendo la cabeza, Alessia trató de alejarse de él. Sabía lo que vio, y no tenía tiempo para tratar de convencerlo. Girándose, chocó directamente contra la pared a su lado mientras intentaba alcanzar la puerta de salida nuevamente. —No, no me arriesgaré, no voy a dejar que me encuentre. —Su voz se quebró de miedo. Las manos de Jax se apretaron en sus brazos y la empujaron hacia atrás. Enojada y aterrorizada, lo fulminó con la mirada cuando le acarició los brazos y sobre los hombros para ahuecar su rostro, sujetándola suavemente en su lugar. —¿Dejaría que te pase algo? —Su voz dominante era solo un pelo más que un gruñido. Incapaz de sacudir la cabeza en su abrazo, susurró: —No.

—¿Confías en mí? —exigió; sus ojos oscuros pulsaban con energía mientras la miraba directamente. —Sí, pero… —Sabía que la mantendría a salvo, pero no quería correr ningún riesgo, no cuando podían irse a casa. Sus pulgares callosos se deslizaron suavemente bajo sus ojos, limpiando las lágrimas que ni siquiera se dio cuenta de que habían caído. Inclinándose más, la frente de Jax casi tocó la de ella mientras lo miraba con la respiración contenida. Había una nota de acero afilado en su mirada que le llamó la atención. —Si Gary alguna vez pone un pie en este código de área, buscándote. —Su voz profunda fue justo por encima de un susurro, pero no tuvo menos impacto en sus siguientes palabras—. Lo mataré, cariño, así de simple. Sus labios presionando contra su frente se sintieron como un sello de un juramento enviando temblores a través de su cuerpo. Conteniendo la respiración, Alessia no podía moverse, no quería moverse, mientras continuaba con su promesa letal. —Lo enterraré tan profundamente en mi bosque, cariño, que incluso me costará encontrarlo. Ella ya estaba apoyada contra él, sus palabras absorbían la fuerza de sus piernas. Cada palabra era una oscura y hermosa promesa que podía ver claramente que Jax tenía la intención de cumplir. Nadie la había hecho sentir así. Sin saber qué decir, asintió torpemente entre sus manos. —Bien, solo quédate aquí. —Soltando su rostro, Jax miró detrás de él hacia el resto de la tienda—. Iré al frente y confirmaré que es Steve. Quédate aquí. No corras —ordenó. No quería dejarlo ir, pero se obligó a soltar su chaqueta. Al verlo alejarse, Alessia continuó conteniendo la respiración con miedo. Sabía que necesitaba calmarse. Incluso si Gary estuviera aquí, ¿qué podría hacer? No podía arrastrarla de regreso frente a testigos, especialmente no con Jax y ciertamente no en una motocicleta. Las peligrosas palabras de Jax aún colgaban en el aire del pequeño pasillo, y aunque deberían haberla asustado, no lo hicieron. La visión de Jax caminando de regreso por el pasillo le permitió liberar el aliento que estaba conteniendo. Sosteniendo su teléfono para que ella lo viera, pellizcó la pantalla para hacer zoom.

—Ves, es solo Steve haciendo nada útil a las once de la mañana, merodeando frente al bar de Rick. Alessia se mordió el labio mientras examinaba cada detalle del hombre sonriente en la foto, un hombre que claramente no era Gary. Asintiendo, se removió sobre sus pies. Ahora solo se sentía tonta. —Me siento estúpida —murmuró en voz baja, demasiado avergonzada para mirar a Jax. —No. —Le levantó la barbilla y le dedicó una sonrisa comprensiva—. Cualquiera hubiera reaccionado de la misma manera. Alessia no dijo nada mientras miraba un punto en el antiguo piso de linóleo. —Vamos, si no volvemos pronto, Whiskers va a llorar —le dijo Jax, su mano se deslizó hacia la parte baja de su espalda para tranquilizarla. Eso la hizo levantar la cabeza, pero todavía no podía olvidar la escena que hizo allí. —¿No puedo simplemente escribir mi lista y tener las llaves de la camioneta para poder derretirme en el asiento por vergüenza? —gimió. Riendo, le pasó el brazo por los hombros y la llevo por el pasillo. —Déjame mostrarte una magia de hombre de montaña única en su tipo.

Realmente fue como magia, nadie dijo ni hizo nada mientras continuaban comprando. En el proceso de pago, Alessia no pudo evitar mirar atentamente a la señora mayor mientras registraba sus artículos. La sonrisa de la mujer era demasiado brillante al igual que su conversación era demasiado corriente, cubriendo todo, desde el clima hasta informarles sobre el próximo festival de invierno que la ciudad estaba organizando. Cualquier vergüenza que pudiera haber sentido fue reemplazada por una asombrada curiosidad por el comportamiento de la mujer. Cuando volvieron al vehículo, Alessia le preguntó a Jax si le había dicho algo a la mujer cuando se acercó a Gary por la ventana.

—Nop, no dije nada —le dedicó una sonrisa traviesa que solo se volvió aún más diabólica con sus cejas arqueadas—. Te dije que es mágico. Después de un poco de insistencia, Jax finalmente admitió que la mayoría de la gente del pueblo le tenía miedo. Él se encogió de hombros. —Dejé de tratar de entender por qué. —Y tampoco has hecho nada para corregirlo, ¿verdad? —agregó sabiendo muy bien que el ermitaño irascible probablemente contaba con su rostro severo y su personalidad desagradable para mantener a la gente a raya. —Tal vez sí, tal vez no —murmuró. Aunque Alessia estaba segura de que todo fue por diseño, de alguna manera, Jax había mantenido su mente temporalmente fuera de los eventos de la tienda. Discutiendo y charlando todo el viaje de regreso, por un tiempo, Alessia olvidó el peso de sus preocupaciones. Después de guardar la comida y los suministros, Alessia se sentó en el suelo frente al sofá y sacó la nueva pelota sonajera de Whiskers para jugar. Pequeñas patas suaves rebotaron y saltaron de una de sus piernas a la otra persiguiendo la suave bola de tintineo mientras Alessia miraba más allá de la rejilla del calentador de leña. Arrastrándose lenta pero constantemente, los pensamientos de los que intentó escapar volvieron. Cuando vio a ese hombre a través de la ventana, sintió que su realidad se había roto. Se parecía mucho a Gary. Le enojaba pensar en cómo reaccionó. Debería haber sabido que no era él, ¿cómo podría encontrarla en medio de la nada? Ahora se sentía como si hubiera abierto algo dentro de sí misma que no podía cerrar de nuevo. Los recuerdos horribles no dejarían de reproducirse en su cabeza. Vivir aquí en el bosque con Jax se sentía como si estuviera viviendo en un paraíso perdido secreto y ahora sus pensamientos amenazaban con contaminar este mundo. Inclinándose hacia un lado, dejó que su cabeza descansara en el cojín del sofá detrás de ella mientras cerraba los ojos y trataba de sacar de su cabeza los pensamientos sobre Gary. Con pasos ligeros como plumas, sintió el suave peso del gatito subirse a su regazo. Dejando escapar un maullido exigente, Alessia obedeció, rascando suavemente al gatito necesitado detrás de las orejas. En silencio, se miraron el uno al otro en una batalla de voluntades. Los grandes ojos grises y cristalinos parpadearon lentamente, cada vez se estrechaban un poco más para llamar su atención.

Jax no necesitaba mirar por encima del respaldo del sofá para saber que Alessia se había quedado dormida. El alegre tintineo de la nueva pelota del gatito se había detenido y la habitación se había quedado en silencio. Mirando más allá de los datos de su uso solar en la pantalla de su laptop, Jax se recostó en la silla de la cocina con un profundo suspiro. No podía sacar sus pensamientos del miedo aterrorizado de Alessia de antes. En el camino a casa, Jax pudo verla tratando de superar el incidente mientras se reía y bromeaba con él, pero la sombra estaba allí en sus ojos. Ignorar lo que sucedió no iba a funcionar. Levantándose de la silla, caminó hacia las ventanas delanteras, necesitando gastar algo de la energía inquieta que lo atravesaba mientras pensaba en el ataque de pánico de Alessia. Cuanto más lo pensaba, más lo enojaba. Este imbécil de Gary no solo la asustó o amenazó. El miedo que Jax presenció era otra cosa, este fue un miedo vertiginoso que envió a una joven inteligente y compuesta a un estado aterrorizado. Apretando el puño contra el alféizar de la ventana, Jax observó cómo el cielo se desvanecía en un color naranja brillante. No, Gary había hecho algo más, y ese hecho se sintió como una cuchilla en el intestino. Al abrir los ojos, Alessia supo de inmediato que se había quedado dormida por algún tiempo. Mirando hacia abajo, miró el edredón, que le cubría las piernas y el pecho y sonrió. —Ya veo que por fin estás despierta. —La voz de Jax directamente detrás de ella la hizo saltar. Dándose la vuelta, se sorprendió al verlo tumbado en el sofá directamente detrás de su cabeza. Sobre su estómago estaba Whiskers, también acostado boca arriba con sus patas en el aire mientras jugaba con la mano de Jax. —¿Cuánto tiempo has estado ahí? —preguntó, girando su cuerpo rígido para enfrentarlo más. —Solo por un rato. —Levantó la mirada del gatito y la miró—. ¿Tienes hambre? —No. —No tenía hambre, a pesar de no haber comido nada en todo el día. Dejando ir al gatito, Jax lo dejó caminar libremente sobre sus abdominales y hasta su pecho, interesándose en un pliegue de tela en su camisa. Durante unos momentos de silencio, ambos observaron mientras el gatito examinaba con curiosidad su nuevo juguete potencial. Sin apartar los ojos del gatito, Jax habló primero.

—¿Te gustaría recostarte en el techo y mirar las estrellas? El corazón de Alessia se apretó. Mirando fijamente sus grandes manos, observó cómo él mantenía sin esfuerzo al gatito lejos de los bordes de su pecho. Alessia no pudo evitar recordar la sensación de esas manos mientras acunaban su rostro en la tienda esa mañana. O cómo la llamó “cariño” y la besó en la frente. Le dolía cuánto quería más de él. Quería más que solo su comodidad en una crisis, quería su afecto en cada momento del día. Quería que Jax la quisiera tanto como ella lo necesitaba. Sin confiar en sí misma para decir más, asintió. —Sí. Usaron un par de mantas gruesas debajo de ellos y una colcha para cubrirse con Alessia colocada al lado de Jax en el techo. El cielo nocturno era impresionante así. Miles y miles de pequeñas ráfagas de puntos blancos brillantes contra el cielo negro hasta donde podía ver. Hacía frío, lo que solo hizo que Alessia fuera aún más consciente del hombre de montaña de más de metro ochenta que yacía a su lado. El calor de su gran brazo firme presionado contra ella, recordándole nuevamente la forma en que la protegió antes en ese pasillo. Alessia no podía dejar de recordar la sensación de sus labios contra su frente. Sabía que el gesto se daba por comodidad, pero cómo deseaba que fuera algo más. —Ya había dejado el ejército cuando recibí la noticia de que mi padre había muerto de un ataque al corazón. —Su voz profunda la apartó de la vasta incógnita de las estrellas y sus caóticos sentimientos crecientes. Girándose ligeramente, Alessia miró el perfil duro de Jax mientras miraba hacia las estrellas de arriba—. El año anterior, mi madre había muerto. No estuve allí para ninguno de los dos. La inesperada tristeza profunda en su tono atravesó su corazón. Alessia se encontró presionándose más cerca de él mientras escuchaba. —En el momento en que me gradué de la escuela secundaria, me alisté, pensando que iba a ser parte de una noble aventura para mi país. Permanecí en el ejército durante casi diez años. Solo había visitado a mis padres unas tres veces, siempre con excusas por una razón u otra para no visitarlos. Cuando recibí la noticia de que mi madre había muerto, ya me había cansado de la vida militar y estaba listo para regresar. Me cansé de pelear las peleas de otras personas, perder amigos, y de ver cómo le pasaban mierdas a personas inocentes que eran peones en la guerra de otras personas. Solo quería irme a casa. —Su voz sonaba cansada—. Y cuando mi padre murió poco después, sentí que había perdido mucho tiempo en mi

vida por absolutamente nada; decidí dejarlo a la primera oportunidad que tuve. »Lo que no conté fue darme cuenta de que no era muy bueno en la vida civil normal. Regresé a casa, vendí la propiedad de mis padres y traté de mezclarme con la sociedad. Nada de lo que hice funcionó. Sentí que estaba rodeado de personas que vivían en un mundo de sueños. Gente allá afuera —agitó su mano hacia el cielo—, siempre están hablando, peleando, comprando y siempre consumiendo. Parecía que en el momento en que salí, quería regresar. Regresar a la rutina y el orden establecido del ejército, y me sentí culpable por sentirme así. Me hizo sentir patético. Alessia podía escuchar y sentir la ira en sus palabras mientras su cuerpo se ponía rígido a su lado. Sin atreverse a decir nada, se volvió hacia su brazo a su lado, presionando su rostro contra su bíceps duro mientras sus dedos se entrelazaban con los de él en silencioso consuelo. —La vida dentro del ejército se sentía como si me estuviera consumiendo —continuó—. Pero la vida exterior se siente como un caos. El terapeuta al que fui cuando salí me recetó pastillas para dormir y antidepresivos, me advirtió que vivir una vida aislada como esta no ayudaría. Bueno, ella tenía razón en al menos una cosa. —Volviéndose hacia Alessia, sus dedos se apretaron alrededor de los suyos. Alessia sintió que su corazón se contraía cuando se encontró con su mirada oscura—. Vivir solo de esta manera no ayudó con mi manejo de la ira en absoluto. Demonios, solo lo empeoró. Nunca tener que tratar con nadie y siempre tener las cosas exactamente como quería, solo me hizo más imbécil. Y cuando la vida decidió dejar de alejar a la gente de mí y agregar a alguien con una lengua afilada y una sonrisa hermosa, casi lo jodí. El fondo de su garganta se tensó cuando sus ojos se llenaron de lágrimas no derramadas. Envolviendo ambos brazos alrededor de su brazo, Alessia enterró su rostro más profundamente en el músculo duro de sus bíceps y cerró los ojos. —No te dejaré —susurró—. No si no quieres que lo haga. Yo… Sintió su brazo flexionarse debajo de ella mientras se movía. Alcanzarla, su mano apartó parte de su cabello de su cara. Un escalofrío recorrió su piel. —Te quiero... —gruñó bruscamente mientras sus ojos brillaban hacia ella con determinación—. Quiero que te quedes.

Aunque su pecho se cernía junto al de ella, se sintió como una presión insoportable formada entre ellos, presionando contra ella. Sin confiar en su voz, todo lo que pudo hacer fue asentir. Todos los nervios de su cuerpo aún estaban muy conscientes de sus dedos romos, descansando justo detrás de su oreja desde donde él retiró su cabello. El calor radiante de su toque provocó el estado sensible en el que se encontraba su cuerpo, Alessia podía sentir sus pezones tensarse debajo de su ropa mientras un hormigueo de energía embriagadora zumbaba a través de su cuerpo. Lentamente, la cabeza de Jax se inclinó cuando sintió el escalofrío recorrer su cuerpo, sus ojos entrecerrados pasando de arriba abajo por su forma como si mirara ondas en un estanque. La mano que aún sostenía la de ella se apretó antes de tirar de la de ella mientras se sentaba. —Vamos, volvamos adentro. Alessia no quería ir. No había terminado de mirar las estrellas y ciertamente no estaba lista para que este momento entre ellos terminara. De mala gana, lo siguió por la escalera, consciente de que sus manos le recorrían la cintura para guiarla hacia abajo. Ninguno de los dos habló mientras volvían a entrar. La tensión intangible sin nombre que existió entre ellos durante días ahora se sentía como una entidad viviente. Como una tercera persona que toma espacio entre ellos, alguien o algo se negó a reconocer. De pie, incómoda junto al sofá, Alessia se peleó consigo misma para decir algo, cualquier cosa a Jax, que le daba la espalda en la cocina. Sus dos largos brazos estaban apoyados a ambos lados de él en el borde del mostrador, flexionando sin saberlo sus tríceps. Lo escuchó hacer clic en el quemador debajo de la tetera cuando entraron y supo que le estaba preparando una taza. Quería decirle que le gustaba, pero no importaba cómo interpretara la confesión en su cabeza, no había escenario en el que Jax no se diera la vuelta y simplemente se riera de su confesión infantil. Sentándose con un suspiro en el sofá, Alessia esperó mientras le entregaba una taza de té. Sin saber qué decir, ella le dirigió una sonrisa vacilante al pensar en otra cosa para romper el hielo. —¿Quieres ir al festival de invierno que Barbara mencionó hoy en la tienda de comestibles? Se supone que va a nevar este fin de semana, pero eso no los detuvo el año pasado.

La pregunta la tomó por sorpresa. Parpadeando, Alessia repitió la pregunta una vez más en su mente tomando nota de su expresión amistosa en espera. ¡Qué idiota había sido! La insoportable tensión que pensó que existía entre ellos era solo una ilusión de su parte. Sintiéndose un poco desinflada al darse cuenta, se encorvó un poco en su asiento. Hace unos momentos, casi le confesó su amor a un hombre que obviamente no estaba en la misma página que ella. Jax solo estaba ofreciendo su amistad y un hombro para llorar, nada más. Devolviendo la sonrisa, Alessia trató de mantener el suspiro fuera de su voz mientras asentía. —Claro, me encantaría ir.

Rompiendo su propia política, Jax se quedó bajo el chorro de la ducha más tarde esa noche, dejando la cascada sobre su cabeza. Era un completo idiota. El momento entre ellos antes estaba en la palma de su mano. Jax había sentido cada célula de su voluntad por más en ese techo sin una pizca de duda. Simplemente no quería estar equivocado. Si la hubiera besado como quería desesperadamente, ¿se habría arrepentido? ¿Se sentiría como un imbécil que se aprovechó de su amistad? Pero no se perdió la mirada abatida en sus ojos cuando deliberadamente dirigió el estado de ánimo entre ellos a una nota más ligera. Hijo de puta, golpeando su puño contra la baldosa, miró el agua desperdiciada que drenaba por el desagüe plateado a sus pies, podría haber sido suya y eso lo convirtió en un idiota, simple y llanamente.

Capítulo 14 C

on cada día que pasaba desde esa noche en el techo, su relación progresaba más y más desde el momento en que ella lo miraba con una curiosidad sensual que solo una mujer podía poseer. Ahora estaba en el infierno, algo mucho peor de lo que podía haber imaginado. Demonios, Jax hubiera preferido tener su lucha despectiva de nuevo en lugar de detenerse en esta tundra helada de la zona de amigos. Sus sonrisas blanqueadas y su risa complementaria desvanecieron su control menguante. Esto no era lo que él quería. La quería sin aliento debajo de él, sus brazos alrededor de él, jadeos sorprendidos mientras él disfrutaba de su sabor, no lo que fuera este agujero de mierda congelado. —Hombre, tenías razón sobre la biblioteca. —Quitándose las botas en el porche, Alessia lo siguió dentro de la cabaña. Alineando sus botas cuidadosamente junto a las de él, examinó la habitación hasta que encontró a Whiskers asomándose por debajo de su cama al otro lado de la habitación—. Todos sus libros son positivamente antiguos. Jax no tuvo que decir nada mientras estaba sentado en el sofá, esperando mientras ella apilaba los libros que logró encontrar en la mesa. Desde esa noche en el techo, Jax descubrió que ya no tenía que decir mucho, ni podía hacerlo aunque quisiera. Alessia llenó cada espacio vacío disponible entre ellos con charla nerviosa. —Le dije al tipo que lo dirige, señor Hersh... señor Hershan... un... — Luchó por recordar, cuando finalmente se sentó a su lado. Bien, bien, al menos ahora estaba sentada, pensó Jax con una mueca. A diferencia de los últimos días, parecía que cada pocos minutos se movía, limpiaba o simplemente jugueteaba con algo en un esfuerzo por no estar demasiado cerca de él. Lo estaba volviendo loco. ¿Estaba nerviosa o realmente no quería arriesgarse a sentir algo otra vez con él? —Es Hershenhorn —corrigió secamente.

—Oh, sí, eso es, bueno, lo que le estaba diciendo era. —Recostándose en el reposabrazos junto a ella, levantó los pies mientras levantaba el gatito sobre su regazo. Mirándolo sobre sus rodillas levantadas, rápidamente se lanzó de nuevo a su historia—. Debe comunicarse con algunas de las principales bibliotecas y cadenas de libros de segunda mano a gran escala para posibles donaciones para refrescar su inventario. Jax estaba empezando a convertirlo en un juego interior para ver cuánto tiempo podía mirarla y contar las veces que ella apartaba los ojos de su mirada. —¿Y por qué Hershenhorn haría todo ese esfuerzo por una ciudad que apenas usa la biblioteca? Su sonrisa se volvió perversa, una de sus cejas oscuras arqueadas con orgullo. —Bueno, eso fue lo que dijo, pero yo dije… —Levantando un dedo mientras sus ojos se estrechaban con los de él con una emoción apenas contenida—. Debería formar equipo con el hotel local de alojamiento y desayuno y hacer una conferencia anual de escritores o un retiro de libros. Porque he estado charlando con algunos de mis seguidores y les encantan las fotos que he tomado y la descripción de la ciudad. Algunos de ellos han estado diciendo que suena como el lugar perfecto para un retiro tranquilo. ¿Y sabes qué? Ella estaba demasiado entusiasmada con su propia historia y su idea emergente como para necesitar una respuesta de él, pero él levantó una ceja en reconocimiento silencioso de todos modos. —Encontré otros lugares similares que hacen lo mismo, incluso aquí en el noroeste del Pacífico y realmente creo que podría ser algo. La mirada esperanzada y feliz que le estaba dando mientras esperaba su opinión era probablemente el arma más peligrosa que podría usarse contra él, pensó. Dándole un gesto de aprobación, extendió la mano y acarició debajo de la barbilla de Whiskers, que se había deslizado de su regazo y trepó por encima de sus rodillas. —¿Y tú y Hershenhorn discutieron todo esto mientras corría a la oficina de correos? —Sí, bueno, fue eso o hablar de por qué estoy en la ciudad o el clima. —Puso los ojos en blanco y dejó caer la cabeza sobre el sofá—. Y tenía la sensación de que era donde él iba a llevar la conversación si yo no tomaba la iniciativa.

—¿Te refieres a que tú y yo hablamos sobre la nieve durante todo el viaje hasta la ciudad? —Señaló de manera casual, mientras dejaba que el gatito saltara al suelo. Alessia se congeló, antes de moverse en su asiento. Jax prácticamente podía ver sus pensamientos revolviéndose en culpa por la acusación. —Bueno, fue una conversación válida, en mi opinión —defendió—. No sé si la nieve en los bosques de Oregón es diferente de la nieve en Washington. —Mmm. —Hizo un ruido sin compromiso, disfrutando de la forma en que solo irritaba aún más su actitud defensiva. —Y además —claramente no se rendía todavía—, duermo unos metros debajo de tu techo de metal, así que creo que tiene sentido que... —Alessia —interrumpió. Con los brazos extendidos en ambas direcciones a lo largo del respaldo del sofá, ella estaba a solo unos centímetros de su mano izquierda. Él resistió el impulso de agarrarla por su cabello sedoso y tirar de ella sobre su regazo. —Sí —respondió suavemente, toda la confianza que tenía hace unos segundos mientras discutía se evaporó. Lo miró con esos ojos muy abiertos que lo hicieron querer reaccionar sin previsión y tocar sin preguntar. —¿Te hago sentir incómoda? Se enderezó en su asiento y se abrazó las rodillas al pecho. —No, por supuesto que no. —Respiró hondo—. No, Jax, tú... me haces sentir lo contrario, en realidad —susurró. Dejando de lado la precaución, Jax se giró en su asiento hacia ella, inclinándose más cerca. —Bien, porque sabes que nunca haré nada que no te guste, ¿verdad? —Jax podía escuchar la aspereza de su propia voz cuando sus ojos se dirigieron a sus labios. Lentamente, se chupó el labio inferior y nerviosamente lo mordisqueó entre los dientes mientras asentía. Queriendo más de ella, el cuerpo de Jax se sintió como un imán acercándose a ella en el sofá. Bajando la mano del respaldo del sofá, dejó que audazmente encontrara su cintura. Jax podía sentir el pequeño y sobresaltado salto ondular a través de ella mientras el calor de su carne suave quemaba gloriosamente a través de su mano. —Y si empiezas a sentirte incómoda, me lo dirás, ¿verdad?

El suave ruido del acuerdo cuando volvió a asentir se sintió como una droga de entrada. Solo quería más ahora. Quería escuchar todos los otros pequeños ruidos femeninos que ella podía hacer. Apretando su mano en su cintura, la dejó subir por la suave pendiente de su carne caliente, ignorando los arcos de electricidad, el gesto íntimo estaba enviando por sus venas. Bordeando la línea de no retorno, se obligó a continuar mientras se inclinaba aún más cerca. Sus piernas dobladas que habían sido utilizadas como escudo se desplegaron lentamente y se colocaron sobre su regazo, dándole acceso total. Con ambas manos, Jax acercó a Alessia hasta que estuvo cara a cara con él. Jax se apartó parte del cabello de la cara y se contuvo de inclinarse para tirar de su labio inferior y continuar torturándolo con sus propios dientes. —Quiero que entiendas que desde este momento en adelante, no dudaré. —Cantó su sangre mientras la veía sin aliento ante sus palabras— . Y no me alejaré a menos que me dejes claro que quieres que pare, ¿de acuerdo? Su propia respiración aumentó cuando ella asintió, poniendo ambas manos sobre sus hombros. —Sí, Jax. Mirándola, Jax vio que sus ojos caían de sus ojos a su boca. La dejaría tomar la iniciativa. La dejaría establecer la velocidad, siguió las instrucciones en su cabeza, rezando para que su cuerpo escuchara. Al ver que sus labios se separaban, ella le dirigió otra mirada con los ojos muy abiertos llenos de sensual curiosidad que seguramente sería el final de él. Un maullido desesperado cortó el aire. Ambos miraron hacia abajo para ver a Whiskers mirándolos. Sus dos patas delanteras estaban apoyadas contra los vaqueros de Jax. Parpadeando un par de veces más, abrió la boca para dejar salir una demanda aún más fuerte. —¿Por casualidad cuidadosamente.

has

alimentado

al

pequeño?

—preguntó

Sacudiendo la cabeza, Alessia le dedicó una sonrisa tímida. —Creo que probablemente debería hacer eso. Deslizando sus brazos alrededor de sus hombros, Jax reprimió un gemido de decepción.

—Sí, eso probablemente será mejor antes de que el pequeño se desmaye del hambre. De mala gana, Jax la soltó mientras se separaba de él para ponerse de pie. Al verla recoger al furioso gatito, Jax la vio caminar hacia la cocina para preparar la comida. Aunque estaba de espaldas a él, no se perdió la sonrisa en su rostro.

Había pasado una hora desde que ambos se acostaron por la noche, y Jax todavía estaba despierto. Mirando el techo del desván sobre él, se quedó allí escuchando los sutiles gemidos ocasionales de la cabaña mientras el viento invernal aullaba afuera. En la pared opuesta a su cama, Jax miró más allá de su pecho por la ventana. Como la cabaña estaba oscura, salvo por el pequeño resplandor de la rejilla del calentador, podía ver los árboles cubiertos de nieve afuera perfectamente. La luna brillaba y se reflejaba en la pesada nieve blanca que se aferraba a las ramas y cubría el suelo, iluminando la noche de invierno. Moviéndose sobre la cama, Jax levantó la cabeza con un brazo doblado detrás de la cabeza. No por primera vez desde que se acostó, sus pensamientos volvieron más temprano esa noche. Después de su “charla”, ambos esquivaron el tema en silencio por el resto de la noche. Jax quería que Alessia se sintiera cómoda para sentirse segura a su alrededor, sobre todo, quería su confianza. Y si eso significaba contener todo instinto que le gritaba que la empujara a sus brazos, que así fuera. Sus ojos habían estado cerrados solo por unos minutos cuando escuchó el crujido sobre él. Se volvió en la cama y esperó hasta que volvió a escuchar el sonido, esta vez seguido de un movimiento en la escalera cerca del final de la cama. Suavemente, los pies descalzos caminaron cuidadosamente por los rieles de madera hasta que la figura sombría se paró junto a su cama. Con su largo cabello suelto y suelto, cayendo alrededor de su cintura, Alessia estaba vestida con su pijama extra grande; Jax tuvo que verificar mentalmente para asegurarse de que este no fuera uno de sus sueños. Sabía que ella no podía ver su rostro en la oscuridad, por lo que Jax solo permaneció en silencio, curioso a dónde iría esto. Por lo que parecía

minutos, sin embargo, ella se quedó allí de pie moviéndose sobre sus pies, y aunque él no podía ver los detalles de su rostro tampoco en la oscuridad, podía ver sus manos moviéndose nerviosamente con la tela de sus pantalones de franela. Finalmente, ella susurró. —Jax. La llamada fue tan suave, que si no hubiera estado despierto, dudaba si lo hubiera escuchado. Moviéndose en la cama, se sentó. —¿Qué pasa? Podía decir sin siquiera ver su rostro claramente que su repentino movimiento la sobresaltó. —Bueno... es solo que tengo frío y... Mierda, ni siquiera pensó en el hecho de que la nieve se estaba acumulando en este momento en el techo de hojalata a unos pocos metros sobre su cabeza. Retirando sus propias mantas con un swoosh, sacó las piernas de la cama. —Joder, cariño, lo siento, déjame... —¡No! —Extendió ambas manos y presionaron sus hombros. Más cerca ahora, ambos podían distinguir las caras del otro en las sombras profundas—. No, no quería que te levantaras... quería... que... Sus rodillas tocaban las de él en esta posición, recordándole lo cerca que estaba. Quería extender la mano y acunar sus curvas caderas, acercarla y enterrar su rostro en sus senos. —Quiero dormir contigo esta noche —soltó en voz alta en el aire tranquilo. Un silencio penetrante resonó en sus oídos. —¿Qué dijiste? —Oh Dios —susurró en un gemido, sus manos inmediatamente se separaron de sus hombros—. Me siento realmente estúpida. Sintiéndola comenzar a retroceder, la mano de Jax se disparó hasta su cintura y la sostuvo firmemente en su lugar. —Aclara —gruñó en demanda. Ella se movió en su agarre, pero él solo apretó su agarre.

—Solo quería dormir a tu lado esta noche —respondió. No tenía que ver su rostro claramente para comprender la vergüenza. Dormir. Para “simplemente” dormir. Solo para dormir, “junto a él”. Su mente procesó lentamente sus palabras, desglosándolas hasta lo más básico. Oh, ahora lo entendía. Tenía la intención de verlo morir una muerte lenta y cruel a su lado. Porque después de dormir una noche así, era tan seguro como una mierda lo que iba a suceder. Jax no podía confiar en sí mismo para decir nada en respuesta. Tirando de su cintura, dejó que su frente descansara sobre su estómago. —¿Jax? —Sus manos acariciaron tentativamente su cabello, y Jax lanzó un gemido de satisfacción. —Eso se siente bien. —Cerrando los ojos, disfrutó la sensación durante unos preciosos segundos más. Levantando la cabeza, la miró y notó la variedad de emociones que cruzaban por sus ojos. A pesar de la duda nerviosa, pudo ver un toque de necesidad brillando. Apretando su agarre alrededor de su cintura, la levantó del suelo. —Jax. —Ignoró su jadeo sobresaltado y se centró en la sensación de sus manos agarrándose de sus hombros mientras la empujaba hacia la cama. Colocándola en el lugar vacío cerca de su lado de la cama, presionando el lado contra la pared, regresó al lugar y se volvió hacia su lado para mirarla. —Podrías haberte deslizado —dijo mientras intentaba tirar de las mantas debajo de ella para meterse debajo de ellas. Sin decir nada, Jax solo la ayudó a acostarse y colocar las mantas hasta que pudo sentir el calor de su cuerpo al lado del suyo mientras ella se acomodaba dentro de ellas. La luz de la luna desde la ventana cerca del pie de la cama le permitía suficiente luz ambiental para que él pudiera ver sus puños agarrándose de la parte superior del edredón que le rodeaba el pecho. Podía jurar que podía sentir un ligero temblor saliendo de ella. —¿Tienes frío? —Incluso mientras preguntaba, ya estaba colocando las mantas encima de ella. —N-no, solo estoy nerviosa —tartamudeó honestamente. —No lo hagas —susurró—. Voltéate y pon tu espalda hacía mí. La quietud se demoró entre ellos mientras dudaba. Lentamente, con cautela giró su lado, tendida rígidamente frente a la pared como se le indicó.

Jax podía sentir la energía enroscada ondular a través de ella mientras esperaba con la respiración contenida. Acomodándose más profundamente en el colchón detrás de ella, Jax deslizó cuidadosamente un brazo sobre y alrededor de su suave estómago, enviando temblores a través de su cuerpo. —¿Tienes miedo? —Su voz estaba llena de emoción. Había una parte primitiva de él y tal vez incluso un poco salvaje que respondía a su temblor nervioso. Fue vergonzoso admitirlo—. Sabes que no haré nada que tú no... —No, no es eso. —Cerró su mano sobre la de él, apretando su brazo alrededor de su cintura—. No te tengo miedo, Jax, solo estoy nerviosa. Apoyando la cabeza sobre su hombro, asintió. Él entendió, pero la revelación hizo poco para ayudar a su causa. Cada instinto dentro de él rugió a la vida en su admisión. Ella no le temía, ni siquiera temía “esto” entre ellos, solo sentía aprensión natural. Acercándola más, Jax contuvo un gemido mientras fusionaba su cuerpo blando con el suyo, apretándola contra su pecho. El fresco aroma de su suave y sedoso cabello se deslizó debajo de su nariz cuando su mano y antebrazo se colocaron centímetros debajo de sus senos. —Todo lo que tienes que hacer es decirme lo que quieres, cariño, y yo lo haré —le susurró al oído desde atrás—. Y si es algo que no quieres, solo dímelo para asegurarme de que nunca suceda. Tú tienes el control. Jax podía sentir su corazón latir contra su antebrazo. Las visiones de darle la vuelta y empujar su camisa hasta la línea de sus pezones y besar el área de su palpitante corazón lo perseguían. Tendría que apartar las caderas de su trasero pronto si seguía pensando. —Si te dijera que quiero que me abraces toda la noche, así, ¿quieres? —Honestamente, no tenía intenciones de dejarte ir. —Bien. —Su brazo cubriéndola con fuerza—. Por favor no me sueltes. Nunca quiero que me dejes ir.

Permanecieron allí por minutos, ninguno de los dos hablando. Jax podía escuchar su respiración constante y sintió que su ritmo cardíaco volvía a la normalidad. Sabía que ella estaba despierta porque la sentía acariciando continuamente los vellos de su antebrazo.

Finalmente, ella habló. —Justo antes de la última vez que corrí a un refugio, Gary me atacó. Cerrando los ojos, Jax ordenó que cada nervio de su cuerpo obedeciera. No se estremeció ni se puso rígido, exigió una total quietud de sí mismo mientras escuchaba. —Solo tuve clases por la mañana ese día y llegué a casa temprano. Cuando llegué a casa, el tráiler estaba vacío, así que pensé que me daría una ducha rápida antes de que alguien llegara a casa —explicó—. Pero cuando salía de la ducha, Gary pateó la puerta del baño. La sangre de Jax se sentía como si corriera por sus venas, todo su cuerpo se sentía caliente por la ira. —Me inmovilizó contra la pared de la ducha y metió sus dedos dentro de mí. —Su voz sonaba cada vez más pequeña mientras explicaba hasta que prácticamente susurraba—. Afortunadamente, el sonido del auto de mi madre estacionándose le impidió ir más allá. Él golpeó mi cabeza contra la pared y me dijo que no dijera nada, y luego se fue. —Respiró hondo y temblorosa—. Fue entonces cuando decidí probar el refugio por última vez, pero Gary me arrastró de regreso a casa. Decidí irme en ese momento. El penetrante silencio de antes regresó, resonando en sus oídos, pero esta vez fue mucho más fuerte, incluso ensordecedor. Por primera vez en mucho tiempo, Jax podía escuchar su propia ira, podía sentir que lo atravesaba como una ola violenta. —A veces, no puedo dejar de pensar en ese momento. —Podía escuchar la angustia en su tono en la admisión—. Todavía puedo sentir el ardor de sus asquerosos dedos dentro de mí. —¡No! —murmuró, apretándola más fuerte contra su cuerpo—. No lo pienses, saca ese pensamiento de tu mente. —Pero… —Alessia —advirtió antes de morder ligeramente el trozo de carne que asomaba de su cuello suelto, inmensamente complacido por su sobresaltado salto debajo de él—. Escúchame y haz lo que te digo —le susurró profundamente en el oído. Esperó a que ella asintiera en reconocimiento. —Pronto, reemplazaré cualquier recuerdo que hayas tenido con ese bastardo. Cuando piensas en él, quiero que reemplaces ese pensamiento

conmigo. Imagínate en mis brazos, en mi cama, imagina escuchar solo mi voz. Pronto no habrá recuerdos de alguien más tocándote que yo. Asintiendo, ella abrazó su brazo fuertemente alrededor de su cintura. Incapaz de detenerse, besó la suave carne que mordisqueó antes, sintiendo su temblorosa respuesta. —Duerme.

No había nada como la sensación de despertarse en los brazos de Jax. En algún momento de la noche, se movió para sentirse cómodo, pero se aseguró de llevarla junto con él, manteniéndola cerca. Incluso cuando se deslizó cuidadosamente por la cama y fue de puntillas al baño, se dio cuenta de que él se despertaba. Podía sentir el peso de su mirada vigilante en su espalda mientras se movía en silencio. Cuando regresó, Alessia echó un buen vistazo al hombre debajo de las sábanas. Su cuerpo largo y tonificado era como una obra de arte enredada en las sábanas. La repentina y abrumadora necesidad de gemir como un niño necesitado era inexplicable. Quería que él se sentara y viera cuánto lo necesitaba, que la atrajera hacia él y la abrazara como si fuera otro gatito pobre en la casa que ansiaba su afecto. Arrastrándose sobre la cama, Alessia observó con los ojos bajos cómo Jax retiraba las mantas a su lado, ayudándola a volver a su lugar. Acomodándose en el calor de su lugar, Alessia esperó. No pasó nada. No había movimiento detrás de ella en absoluto. Luchando contra el destello de desilusión, Alessia trató de obligarse a dormir. Podía sentir sus manos irradiando calor a centímetros de distancia, pero también podía sentir el espacio frío entre ellas. Los segundos pasaron como horas y lamentó incluso haberse levantado. Quería su toque, maldita sea. Quería sentir su pesado bíceps sobre su cuerpo, protegiéndola mientras mantenía su ropa. —Dime que quieres. —Su pecho se apretó el sonido de su voz penetrante en la oscuridad. Respirando profundamente, miró fijamente la pared de madera directamente delante de ella mientras se debatía internamente. —Quiero que me abraces de nuevo —dijo—. Por favor.

Tuvo que morderse el interior de la mejilla para mantener el gemido que amenazaba con soltarse cuando su brazo pesado le rodeó la cintura. Contenta, se centró en la abrumadora sensación de su gran cuerpo envolviendo el de ella. Extendiéndose, sus fuertes músculos pectorales presionaron contra su espalda mientras respiraba uniformemente antes de contraerse nuevamente. El pesado peso de su musculoso brazo alrededor de ella se sentía como un escudo para una armadura. Nada podría superar la abultada fuerza de sus bíceps o la barra gruesa e inamovible que su antebrazo hizo alrededor de su estómago. Podría quedarse así para siempre si él la dejaba. —Puedo sentirte pensando —se quejó contra la parte posterior de su cuello. El aire caliente que bailaba sobre su piel expuesta junto con el ligero roce de su corta barba le tensó los pezones. Controlando su respiración, rezó para que él no pudiera sentir el rápido ritmo de su corazón. —Estaba pensando en el festival de la ciudad esta noche —mintió. —Mmm. —La especulación en su profunda respuesta era evidente—. Bueno, no eleves tus esperanzas demasiado. Va a hacer frío, hacinamiento, y déjame reiterar frío como mierda. Alessia rió. —No hace falta decir que no estás tan emocionado como yo, ¿es eso lo que me estás diciendo? Haciendo otro gruñido profundo como respuesta, la atrajo más cerca y le acarició el cuello. Alessia dejó escapar un pequeño jadeo cuando sintió que los suaves vellos de su barba se deslizaban por el punto sensible de su cuello. Todo su cuerpo se estaba calentando. La presión de sus fuertes muslos contra la parte posterior de sus piernas envió ondas pulsantes de calor sensual directamente a su núcleo. —No estoy emocionado —gruñó casualmente en su oído como si todavía fuera una conversación normal entre amigos. ¿Sabía él lo que le estaba haciendo?—. Y —continuó—. Espero verte emocionada. Querido Dios, su declaración fue tan dulce, pero apenas pudo responder. Si no tenía cuidado, él vería cuán “emocionada” estaba en este mismo momento. ¿Era ella la única afectada por esto? El dolor agudo atravesó su pecho al pensarlo. Durante la semana pasada, Alessia estaba segura de que algo se estaba construyendo entre ellos. Jax incluso le había dicho, o al menos insinuado, que eso era lo que él quería, y quería que ella

se sintiera cómoda con él. ¿No lo hizo? Entonces, ¿cómo demonios podía hablar tan casualmente en esta posición ahora mismo? Molesta y sintiéndose rencorosa, Alessia empujó sus caderas hacia atrás a través del espacio discreto que separaba sus caderas de las de ella. En el momento en que el suave pliegue de su trasero empujó contra el bulto en sus pantalones, la electricidad latente entre ellos creció. Todo el cuerpo de Jax se puso rígido en reacción antes de separarse abruptamente. —Me voy a vestir y traer más leña para el fuego —dijo, con la voz tensa. Escondiendo su sonrisa en la almohada, Alessia esperó hasta que la puerta del baño se cerró firmemente detrás de él antes de soltar una pequeña carcajada. Era bueno saber que ella no era la única que sentía lo que se estaba formando entre ellos. Pensando de nuevo en el duro bulto que sintió, dejó escapar otra risita.

—Oh, Dios mío, estoy tan emocionada —chilló, saltando de la camioneta—. No tenía idea de que estaría tan lleno. Estacionaron cerca del final de la ciudad junto a la estación de servicio en la calle principal. Desde donde estaban, podía ver calle abajo hasta donde estaba la multitud. A ambos lados de la calle había puestos iluminados que bordeaban la calle mientras cientos de personas se congregaban en las calles comiendo y hablando, algunos incluso bailando al son de la música que se escuchaba en los distintos puestos de altavoces. Cerrando la camioneta con el pitido, Jax caminó alrededor de la camioneta hacia ella y caminó junto a ella. —Sí, es un festival combinado para unas tres ciudades costeras: Gaulding, Tarki y Antor Falls. Acercándose a la multitud y la música estruendosa, se acercó a Jax mientras se preparaban para empujar a la gente. El cálido apretón de sus dedos entrelazados a través de su mano enguantada la sorprendió, pero ella no lo mostró, simplemente le sonrió. Al dejar que la guiara a través de la multitud, Alessia no pudo evitar notar la forma en que la atraía hacia sí y,

en ocasiones, la protegía de personas particularmente bulliciosas. Al llegar al final del festival, donde había menos gente, decidieron retroceder. Bebiendo un poco de su sidra de manzana que Jax compró, las botas de Alessia crujieron en la arena que había sido depositada en las calles heladas. —Me siento como el hombre de malvavisco Stay Puff con todas estas capas puestas —murmuró. Antes de que pudieran irse, Jax la obligó a ponerse un suéter adicional encima del que ya tenía puesto, incluida su gran chaqueta. Tenía los brazos tan hinchados que apenas podía moverlos. —Sí, bueno, todavía está nevando —respondió Jax sin pedir disculpas mientras extendía su mano para atrapar algunos de los copos de nieve que caían. Su aliento hizo una gran bocanada de vapor blanco contra el frío aire nocturno—. Y no vale la pena enfermarse, además no eres la única en capas. Tengo pantalones largos aquí, así que estoy igual de incómodo. Alessia tuvo que lidiar con su autocontrol para no mirar sus vaqueros. —Mmm, calzoncillos largos, sexy —bromeó. Jax hizo un ruido de Tsk mientras le daba una sonrisa pícara. —Ahora te ríes, pero apuesto a que si dejara que algunas de estas mujeres sepan que estoy luciendo unos pantalones largos de grado A debajo de estos vaqueros, podríamos comenzar una estampida. Alessia casi se atragantó con su sidra de manzana riendo. —Bueno, gracias a Dios, la mayoría de ellas piensan que eres un ermitaño asesino en serie local. —Es un momento triste cuando un hombre ni siquiera puede vivir en el bosque y no afeitarse durante una semana más o menos sin que lo llamen con nombres tan hirientes. —Jax intentó parecer herido mientras sacudía la cabeza. Riendo, ambos caminaron de la mano a los siguientes puestos hasta que fueron detenidos y recibidos por un hombre conocido. Alessia sabía que debía haberse tensado externamente cuando sintió el reconfortante golpeteó del pulgar de Jax sobre su mano. Steve, el hombre que ella había confundido con Gary, les sonrió a ambos con una cerveza en la mano.

—Hola, Jax, mucho tiempo sin verte. —La sonrisa de Steve era tan genuina que Alessia se sintió avergonzada de haber confundido al hombre con alguien tan horrible como Gary. —Hola, Steve. —La seca y obligatoria respuesta de Jax solo hizo reír a Steve como si no esperara nada menos del hombre—. ¿Cómo sigue la estafa de seguros? ¿Quemar más autos para la gente en ese viejo claro en el bosque? Soltando una risa nerviosa, Steve miró a su alrededor antes de inclinarse. —Vamos, hombre, no tan fuerte. Lo último que necesito es al sheriff Garrett en mi cara. ¿Pensé que esto era solo entre tú y yo? —Tú, yo y tus clientes, por supuesto —dijo Jax con naturalidad. —Sí, sí. —Steve sonrió sobre el borde de su cerveza mientras tomaba otro trago. El destello de la travesura eufórica brilló en sus ojos cuando le dio a Jax un susurro escénico—. Pero sí, el negocio es bueno. Tengo tres clientes este mes. Aburrida de la nefasta conversación de Steve, Alessia interrumpió cortésmente a Jax. —Voy a ir a ver esos puestos de allí. —Señaló a los puestos cercanos— . Sigue platicando, estaré cerca. Dando un paso atrás, tiró suavemente de su mano todavía atrapada en la mano de Jax. Podía ver que él debatía acerca de solo venir con ella y abandonar a Steve, pero ella le dedicó una sonrisa de complicidad mientras daba otro paso atrás. De mala gana, Jax le soltó la mano, pero Alessia no se perdió la mirada posesiva que le dirigió y que envió mariposas dispersándose por su sistema nervioso. —¿Me vas a presentar a tu chica? —Escuchó a Steve preguntarle a Jax mientras ella se alejaba. —No" —respondió Jax. Al pasar junto a un grupo de personas, notó que todos estaban mirando una estación de noticias local que realizaba entrevistas. Al parecer, todos querían compartir su emoción ante la cámara con la presentadora rubia de noticias sobre el festival. Aprovechando la multitud distraída, se dirigió a un puesto vacío.

—¿Te gustaría besar los famosos pepinillos Tarki de Eli? —El hombre detrás del mostrador de la cabina arrojó un pepinillo a medio camino envuelto en papel de aluminio. —¿Perdóneme? —Parpadeando Alessia levantó la vista del pepinillo a unos metros de su rostro y miró al joven sonriente que lo sostenía. Con cabello claro y arenoso, el hombre parecía solo unos años mayor que ella y le dirigió una sonrisa encantadora con un guiño. —Escuchaste bien, bella dama —dijo en voz alta para que todos los que estaban cerca escucharan—. Si besas mi famoso pepinillo Tarki, puedes marcharte no solo con este pepinillo sino también con un boleto para posiblemente ganar un galón de pepinillos cuando hagamos el sorteo al final de la noche. Era obvio ahora por su volumen y la mirada complacida en sus ojos cuando algunas personas comenzaron a rodearlos, curiosos por el espectáculo que estaba haciendo, era una publicidad desvergonzada. —No besaré ese pepinillo —dijo con los dientes apretados y sonrientes mientras más personas la rodeaban a ella y a la cabina. Nerviosa, se pasó una mano por el cabello suelto. —Aww, vamos. —Hizo un puchero, todavía sosteniendo el pepinillo—. ¿Dónde está tu espíritu festivo? —gritó—. Todo lo que requiere es un beso adolescente de una bella dama. —Dándole otro guiño salaz, la multitud se rió y comenzó a instarla a besarlo. Avergonzada y atrapada, Alessia se inclinó hacia atrás mientras la sostenía aún más cerca. —No besaré tu pepinillo —gritó sobre la multitud que se reía, dándose cuenta de lo ridícula que sonaba. —¿Qué tenemos aquí? —La falsa voz alegre, junto con la cegadora luz blanca a su lado, deletreaba desastre. ¡Alessia quería marchitarse y morir cuando se dio cuenta de que la periodista y su camarógrafo estaban parados junto a ella, apuntando la cámara directamente hacia ella! —Hola, soy Eli de los famosos encurtidos Tarki de Eli, y tengo un simple concurso en curso —dijo, sin perder el ritmo, Eli volteo su sonrisa ganadora a la cámara y explicó su concurso—. Y en este momento, tenemos a nuestra última concursante de la noche, todo lo que tiene que hacer es besar mi pepinillo.

Horrorizada, Alessia sintió que todos los ojos, incluido el presentador de noticias, se volvieron hacia ella expectantes. —¿Qué tal, señorita, vas a besar el famoso pepinillo de Eli? — Inclinando el micrófono que sostenía hacia Alessia, el presentador de noticias sonrió. Alessia gritó en el interior de su cabeza. Mirando a todos y a la cámara, Alessia apenas podía creer que esto estuviera sucediendo. —Bésalo, bésalo. —La multitud comenzó a cantar. Lanzando a Eli una mirada malvada, en la que él solo sonrió más grande en respuesta, Alessia se mordió el labio mientras miraba el pepinillo verde. —Aquí, déjame hacerlo más fácil —dijo Eli, produciendo algo verde en su otra mano y lo colocó sobre el pepinillo. Un muérdago. La multitud vitoreó aún más fuerte. Se prometió a sí misma que encontraría y estrangularía a Eli después de esto, incluso si eso significaba caminar hacia Tarki para hacerlo. —Bien —se quejó y se inclinó hacia adelante. —Espera. —La fuerte orden sacudió a la multitud. Una mano familiar atrapó la mano de Eli que todavía sostenía el muérdago en un apretón aplastante. Con otra mano serpenteando alrededor de su cintura, Alessia se giró para enfrentar la dura expresión de Jax. Todavía obligando a la mano de Eli a sostener el muérdago, Jax se inclinó—. Quieres un beso, te daré un beso —dijo lo suficientemente fuerte para que todos, incluida la cámara lo escucharan, antes de inclinarse para cerrar sus labios sobre los de ella. La multitud se volvió loca.

Capítulo 15 —¿E

stás loco? —preguntó Alessia finalmente después de un tiempo de ir en silencio. Se acercaban a la curva del bosque, de vuelta a la cabaña.

Jax no apartó la vista de la carretera mientras la camioneta chocaba con el camino de tierra. —No, en todo caso, me siento renovado. Frunciendo el ceño, ella giró para mirar por su propia ventana los oscuros árboles que pasaban por delante de ellos. ¿Renovado? Qué extraño. Bueno, ella no se sentía “renovada”, se sintió absolutamente estupefacta. El beso de Jax la dejó sintiéndose como si acabara de ser arrojada al mar, vigorizada pero confundida. A lo lejos, había oído los vítores de la multitud, pero lo único en lo que podía concentrarse era en la maravillosa presión de sus firmes labios cubriendo los de ella. Sus manos acababan de anudarse a su chaqueta cuando él la puso recta y dio un paso atrás, dejándola con aspecto de aturdida. Con el reportero y el público que la rodeaba complacidos por el espectáculo y Eli cuidando su mano arrugada, Jax la había guiado de vuelta a la camioneta justo cuando empezaron los fuegos artificiales. Deteniendo la camioneta, ambos salieron lentamente y entraron. Desabrochándose la chaqueta junto a la puerta, Alessia intentó pensar en algo que decir mientras luchaba por quitarse la chaqueta de doble jersey sobre sus brazos. —Aquí, déjame. —El tono profundo de Jax no dejaba rastro de lo que podía estar pensando mientras la ayudaba a quitarse el abrigo. Dándose la vuelta, ella lo vio colgar el abrigo antes de quitarse las botas y ponerlas junto a las suyas en la puerta. Sin poder soportar más el silencio, Alessia se adelantó. —Jax, ¿qué...? Agarrándole la mano, Jax la llevó a la sala de estar.

—Hablemos junto al calentador, tus manos están frías. Deteniéndose frente al calentador, ambos estaban disfrutando de su calor radiante por un momento mientras se miraban el uno al otro. Alessia se debatía si debía hablar primero cuando escucharon el tintineo al otro lado de la puerta del baño. Girando sus cabezas, ambos escucharon el familiar tintineo del juguete del gato rodando por el azulejo. Alessia sonrió mientras se imaginaba al gatito jugando felizmente con sus juguetes que dejó con él junto con su tazón de agua y su caja de arena. La presión de los dedos sobre su barbilla hizo que su cabeza se alineara. Con sus dedos suavemente bajo su barbilla, Jax inclinó su rostro para que lo mirara. —Cuando te vi sonreír esta noche, me di cuenta de algo sobre mí mismo. —Al acercarse, Jax la apretó. —¿Qué es eso? —susurró. —Que soy uno de esos hombres patéticamente celosos. —Arqueó una ceja mientras le daba una sonrisa de disculpa—. Me di cuenta de que odio verte sonreír a cualquiera excepto yo. —Jax. —Empezó, quería decirle que él era la única razón por la que podía sonreír y poner a dormir cualquier miedo, pero él continuó. Acunando su rostro a ambos lados, él negó con su cabeza, silenciándola efectivamente. —Sé que es tonto y un poco bárbaro y sé que sólo me siento así porque no estoy seguro de dónde estamos parados. —Inclinándose, le dio un suave beso en los labios—. Quiero remediar eso ahora. Asintiendo, Alessia no confiaba en sí misma para hablar mientras contenía la respiración por sus próximas palabras. —Te quiero fuerte y rudo, Alessia. Quiero probar tus pezones entre mis dientes y confirmarme que saben como las bayas maduras que imagino que saben. Quiero que te arrodilles ante mí y me mires mientras llevas cada centímetro de mi polla a tu dulce boca. Quiero mi cabeza entre tus piernas mientras te corres —gruñó—. Me dije a mí mismo que te dejaría guiar, que te dejaría decidir el ritmo hasta tu nivel de comodidad, cariño. Pero si duermo a tu lado una noche más sin tocarte o te veo sonreír a otro hombre otra vez sin saber que eres mía, jodidamente moriré. La sangre en su cuerpo se elevó como olas en sus oídos, ahogando todos los demás ruidos. Lamiendo sus labios repentinamente secos, Alessia dio

un paso atrás con cautela. El dolor pasó por los ojos de Jax mientras observaba el movimiento. —Espera. —Intentó, levantando su mano hasta el codo de ella para detenerla, pero lo esquivó. Girando hacia el sofá, ella ignoró todos los pensamientos de su cabeza y se concentró en lo que más deseaba. Agarrando el edredón doblado de la parte trasera del sofá, lo dejó caer al suelo entre sus pies. Mirando hacia arriba, pudo ver que la confusión en sus ojos se convirtió en impacto cuando dejó caer sus rodillas frente a él. Inclinándose, él la agarró de los hombros. —Cariño, no estaba diciendo que tuvieras que... Le dio una sonrisa tímida que lo dejó atónito. Alcanzando el cierre de su pantalón, ella sonrió. —Yo también quiero esto —admitió, sintiendo que el botón se soltaba del agujero bajo sus dedos—. He soñado con probarte mientras usas las dos manos en mi cabello para follarme la boca. Las escandalosas palabras se sintieron como fuego en sus labios, sólo su profundo y complacido gemido le dio el coraje para continuar. Desabrochándole los vaqueros, ella le dio una sonrisa tímida. —Oh, cariño, no tienes ni puta idea de lo que me estás haciendo — gruñó y medio gimió mientras miraba con ojos entrecerrados mientras ella le bajaba los vaqueros por los muslos. Mirando el material negro de sus bóxers, Alessia no pudo evitar que sus manos temblaran mientras buscaba la banda elástica. Sintiendo sus dedos atravesar su cabello, Alessia miró a Jax. Sus ojos prácticamente brillaban con su excitación mientras hablaba. —Quítate el suéter, nena, quiero ver esos hermosos pechos desnudos y rebotando mientras me chupas. Su último y único novio nunca había hablado sucio con ella de esta manera, Alessia apenas podía creer lo mucho que respondía a las lascivas palabras. Cumpliendo, se quitó sus capas de suéteres sobre su cabeza y se desabrochó el sostén, dejándolo deslizar por sus brazos. Mirándolo, el aliento de Alessia se le quedó en la garganta por la necesidad contenida de sus ojos negros y ardientes. Con valentía Alessia alcanzó la banda de sus bóxers, notando el gran bulto y tiró de la tela hacia abajo. A Alessia se le hizo agua la boca al ver la larga y turgente carne. Suavemente, envolvió sus

dedos en la base, disfrutando de la mezcla de sensaciones: el calor abrasador contra su palma y es un silbido audible entre sus dientes. La carne circuncidada de su mano era perfecta, atrayendo su ojo a la cabeza bulbosa del final. Levantando la carne rígida, Alessia se inclinó ansiosamente hacia adelante, llevando la punta a su boca abierta. Deslizando la gota de humedad perlada a través de su lengua, Alessia levantó sus ojos hacia los suyos mientras movía su lengua hacia la punta. Calor blanco-caliente agrupado brilló a través de ella mientras veía su pecho elevarse y caer pesadamente. Hundiendo su polla en su boca, Alessia se inclinó hacia adelante mientras relajaba su garganta hasta que su nariz casi tocó la mata del vello en la base. Manteniéndose quieta, respiró por la nariz mientras le agarraba las dos manos, colocándolas sobre su cabeza. Alessia lo oyó murmurar algo en voz baja pero no pudo distinguir qué. La sensación de sus manos apretando su cabello fue su única advertencia. Lentamente, Jax le bajó la cabeza a lo largo de su polla hasta que su boca chupó obedientemente sólo la punta. Obedientemente, ella lo miró fijamente con los ojos muy abiertos mientras un brillo bestial se reflejaba en sus ojos. Tirando de ella hacia adelante, sus caderas se encontraron con ella a medio camino. Jax le atravesó la garganta relajada, alimentando su polla primero con el apretado agarre de sus dedos. De nuevo, se echó hacia atrás, exigiendo silenciosamente con sus complacientes gruñidos que succionara su boca a lo largo de su longitud. Más rápido, se sumergió hacia adelante, gruñendo más fuerte por los sonidos húmedos que ella hacía a su alrededor. Su ritmo comenzó a acelerarse hasta que Alessia gimió frenéticamente por el asalto. Soltando su agarre en la base, su cuerpo se balanceó sobre sus rodillas mientras él empujaba y tiraba de su cabeza a un ritmo casi frenético, follándole su maltratada garganta. Los vaqueros de Alessia estaban empapados, mientras sus ojos se volvían a poner en blanco por el placer de los húmedos sonidos de succión que su boca y garganta hacían alrededor de su polla recubierta. Podía sentir su cuerpo apretando, y aumentó la succión de su boca. Él se iba a correr pronto y ella tenía la intención de beber hasta la última gota. Echando la cabeza hacia atrás, Jax se apartó de su boca con un rugido cercano. Jadeando, Alessia miró hacia arriba, confundida. Saliendo de sus pantalones y quitándose la camisa, Jax se puso delante de ella desnudo, con todos los músculos orgullosamente a la vista.

—Levántate —gruñó salvajemente. Inclinándose hacia abajo, la agarró bajo sus brazos y fácilmente la puso de pie. Con rápidos y serios movimientos, le abrió los pantalones y se los llevó hasta los tobillos junto con su ropa interior. Arrodillándose, la sorprendió y hundió su hombro en su estómago y se puso de pie. Desnuda, colgada de su hombro mientras él se giraba y caminaba hacia la cama. —Jax —gritó mientras él la dejaba caer sobre la cama. Mirándolo, el corazón de Alessia casi se congeló por la mirada depredadora que le dirigió mientras estaba de pie al final de la cama desnudo con su polla sobresaliendo. —Mañana, me tomaré mi tiempo —comenzó cuando tomó un pie y empezó a tirar de ella hacia el borde de la cama—. Mañana y al día siguiente y todos los días siguientes, me tomaré mi tiempo para cenar tu coño, pero esta noche no puedo soportar más juegos previos. Sus ojos se posaron en sus pechos y Alessia podría jurar que vio una nota de dolor cruzando sus ojos. Como si saliera del trance, metió la mano en su mesita de noche y sacó un condón. Tirando de ella hacia él, Jax se arrodilló en la cama y se colocó en su entrada. Mirándola, sus ojos se encontraron cuando él se detuvo. Al darse cuenta de que él la estaba esperando, Alessia abrió sus brazos y le hizo una seña. Con un rápido golpe, él estaba dentro de ella justo cuando sus labios se encontraron con los de ella. Alessia sintió que su lengua tocaba la de ella justo cuando él tiraba de sus caderas hacia atrás. Respondiendo con su propia lengua contra la de él, ella soltó un fuerte gemido mientras él la empujaba dentro de ella. De nuevo, él tiró de sus caderas hacia atrás mientras inclinaba su boca sobre la de ella, chupando sus labios antes de empujar hacia adelante. Sus empujes fueron lentos pero minuciosos, alcanzando la parte más profunda de ella. Alessia trató de mantener el ritmo, de llevar sus caderas hacia arriba para que se encontraran con las de él, pero se dio cuenta que después de cada uno de sus profundos golpes su cuerpo se sometía más y más. Pronto se vio reducida a gritos desgarradores mientras Jax le empujaba las rodillas a ambos lados del pecho. Usando su nueva palanca, se elevó más mientras empujaba sus caderas contra ella. La máscara de placer carnal en su rostro la habría asustado si no fuera por los besos que se inclinaba para darle, susurrando ocasionalmente lo bien que se sentía y lo hermosa que era. La tensión dentro de ella finalmente se rompió. Gritando el nombre de Jax el

cuerpo de Alessia no tuvo tiempo de relajarse suavemente cuando el empuje de Jax se volvió frenético. —Jax, por favor —suplicó mientras el imposible infierno que llevaba dentro empezaba a construirse de nuevo, incluso más rápido esta vez. Dejando caer su cabeza sobre su hombro, ignoró sus gritos serpenteando una mano entre ellos hasta que encontró su clítoris. Ambos gritos llenaron la cabaña mientras la tensión dentro de ambos se rompía.

La sensación áspera y cruda se deslizó por su mejilla, sorprendiéndola al despertar. Abriendo los ojos, Alessia se rió de los dos orbes grises que la miraban expectantes antes de volver a lamer su mejilla. Alcanzando al gatito, le rascó el cuello suavemente. —¿Qué haces afuera? —arrulló mientras miraba a su izquierda para ver a Jax despierto y sonriéndole. Aun sin camisa, Jax estaba de lado, apoyando la cabeza en una mano mientras se apoyaba en el codo. Las líneas definidas de sus pectorales y abdominales la llamaban, despertando al resto de su cuerpo. —Pensé en sacarlo del baño ahora para acurrucarlo un poco, para no tener que intentar ir a orinar después y escuchar sus gritos de insatisfacción —dijo, pasando una mano por su cabello salvaje—. Un hombre no puede ser tan fuerte como para soportar esos ojos que te miran fijamente con acusación. —Oww, —Abrazando al gatito más cerca de su mejilla, Alessia rió suavemente—. Pobre bebé, yo también me levanté en medio de la noche y jugué con él un rato. —Lo sé, te escuché hablarle como bebé cuando extrañaba tu presencia a mi lado. —La subrayada sensualidad de sus palabras la hizo muy consciente de la desnudez de ambos bajo la cubierta compartida. Anoche, cuando finalmente se durmieron, Alessia sintió el ridículo impulso de llorar. Envuelta en el brazo de Jax, había empujado la sensación fuera de su mente, esperando de alguna manera que la sensación insana simplemente desapareciera. No lo hizo, y volvió más fuerte que nunca,

especialmente cuando miró el rostro de satisfacción de Jax. Quería decirlo, admitirle el pensamiento que estaba pensando, pero la duda le atormentaba. Por el rabillo del ojo, pudo ver a Jax moverse en la cama antes de quedarse quieto. Podía sentir la presión de su mirada oscura, observándola. —¿En qué estás pensando? —Su tono había perdido algunas de las notas juguetonas más altas que tenía momentos antes—. Estás callada. Mierda. ¿Era tan obvia? Nerviosamente, se centró en burlarse de Whiskers, que jugaba alegremente sobre su estómago mientras evitaba los ojos de Jax. —Anoche fue genial. —Empezó a dudar, sintiéndose ya muy tonta con sus siguientes palabras. La cama se movió bruscamente a su lado. Mirando hacia arriba, Jax estaba sentado con las mantas enrolladas alrededor de su estrecha cintura. La mirada penetrante que le disparó la sorprendió. —¿Por qué siento que vas a decir “pero”? Sentado con un suspiro para que el cabecero estuviera a su espalda y las mantas bajo sus axilas, Alessia le dio una sonrisa de disculpa. Realmente estaba estropeando esto. —No es nada de eso, es... es sólo que. Señor, no lo sé —gimió, mirando al techo mientras sentía que su valor se resbalaba—. Me siento muy tonta, incluso diciendo esto pero... —Cuando lo miró, el corazón de Alessia se estremeció por la expresión malévola de su rostro—. ¡¿Qué te pasa?! Los ojos de Jax se abrieron de par en par mientras extendía las dos manos exasperadamente. —¡¿Qué quieres decir con qué me pasa?! Me despierto con toda la intención de besar, reír, y demonios, no sé, tal vez hacer que ambos nos corramos unas cuantas veces antes del desayuno. —Con cada palabra, su voz se hizo más fuerte y de alguna manera más profunda. Tirando de las mantas, se levantó de la cama en todo su desnudo y musculoso esplendor y con rabia tomó los vaqueros del suelo mientras la señalaba—. Y antes de que pueda decir una maldita cosa, estás soltando un discurso de “fue genial pero no veo que esto vaya a ninguna parte”. Sorprendida y vergonzosamente excitada por sus confesadas intenciones para su mañana y por no mencionar su polla moviéndose, Alessia se sentó derecha e intentó arrastrar sus ojos hacia arriba. —¿De-de qué estás hablando, no dije nada de eso? —tartamudeó.

—Ojos arriba, Alessia, —Le hizo un gesto con los dedos para mirar hacia arriba y le dio una sonrisa a pesar de su ira—. Así que, escúpelo. —Bueno, lo estoy intentando —le espetó, más allá de estar nerviosa e insegura de dónde mirar para evitar que sus ojos viajaran de vuelta al sur. Negando con la cabeza, lo miró fijamente—. Mira, ¿hay alguna manera de que puedas apartar tu polla mientras estamos hablando? —No, porque tengo toda la intención de usarlo en un segundo. —Los ojos de Jax brillaron con promesa mientras se acercaba con audacia, dejando caer los vaqueros en su mano—. Ahora, di lo que vas a decir. —¿Por qué eres así? ¿Por qué estás siendo tan malo de repente? —Hizo pucheros. Gruñendo, Jax se puso de pie, claramente sin esperar que ella cambiara el rumbo de la discusión. Pasando una mano por su cabello, se arrodilló en la cama. —Porque cuando me pongo nervioso, me enfado. —¿Por qué estás nervioso? —presionó. —Porque —enfatizó la palabra mientras la agarraba por la cintura, tirando de ella en su regazo. Para entonces, Whiskers se había cansado de ambos y salió corriendo—, anoche tuve una experiencia increíble con alguien que no puedo sacar de mi cabeza, ni siquiera por un segundo y lo primero que sale de su boca a la mañana siguiente es un libro de texto de ruptura corriente. —No quiero romper contigo —susurró. Estar tan cerca de él era casi tan malo como mirar sus abdominales esculpidos y su polla balanceándose. Inclinándose hacia adelante, dejó que su rostro descansara en el pliegue de su cuello. —En realidad, lo contrario. Se siente un poco prematuro y ni siquiera estoy segura si es algún tipo de efecto “puente colgante” pero yo... creo que me estoy enamorando realmente de ti. Ella sintió más que oyó las vibraciones de él murmurando una maldición. Cambiando su peso, la inclinó de nuevo en sus brazos, forzando sus ojos a encontrarse. —En primer lugar, vamos a tener que trabajar en tus habilidades de comunicación. —¿Te refieres a trabajar en tus problemas de ira? —contestó ella con una mirada perdida.

—Buen punto. —Asintió él con una sonrisa. Levantándola un poco más alto contra él, la besó suavemente—. Te amo, Alessia. Con una gran sonrisa, Alessia se inclinó hacia atrás en sus fuertes brazos con un suspiro, dejando que las sábanas se deslizaran de sus pechos. Con el pecho en alto justo debajo de su rostro, le dio una mirada suave y atractiva. Por la mirada carnal que pasaba a través de sus ojos negros, ella sabía lo que estaba por venir. Pasando sus dedos por su cabello salvaje, ella acercó su rostro. —Quiero que me digas que me amas al menos cinco veces más antes de salir de la cama. Bajando su boca hasta su perturbado pezón, ella soltó un gemido mientras él lo succionaba bruscamente, sintiendo que sus manos se deslizaban simultáneamente hasta la coyuntura de sus muslos. —Qué tal si no salimos de la cama y te digo cuánto te quiero al menos veinte veces mientras te follo en tus manos y rodillas.

Capítulo 16 E

ra divertida la manera en que esta vida funcionaba. Al crecer, todo en lo que Jax podía pensar era en dejar ese miserable pueblito en Mississippi, largarse de esa granja y vivir en la ciudad y viajar por el mundo. No más despertarse en la madrugada para hacer los quehaceres, o pasar sus fines de semana atrapado a kilómetros de distancia de la civilización. La parte irónica fue cuando finalmente escapó uniéndose a la milicia, eventualmente se encontró a sí mismo anhelando por su vida simple de nuevo. La primera vez que vino a Oregón, Jax no estaba completamente seguro qué estaba esperando. No había una meta real o planes concretos. Simplemente se había detenido en su parcela vacía y un remolque lleno de madera y empezó. No sabía que le faltaba algo hasta que lanzó a la descarada chica de metro setenta de su hombro al sofá. Al principio, Jax sintió lástima por ella. Había algo demasiado familiar acerca de la ira y la desesperación que brillaba a través de esos ojos canela. Pero pronto se hizo evidente a medida que se levantaba cada día por su sonrisa que él era el que necesitaba salvación. Había estado muriendo aquí en estos bosques y ni siquiera lo sabía. Ella lo había salvado. Fue enviada por Dios, los cielos, diablos, incluso la fortuna. No importaba, sin embargo, porque estaba aquí con él justo a su lado susurrando su amor por él cada vez que se empujaba dentro de su calidez. Cada mañana intentaba levantarse y empezar el día después de plantar un beso en su cuello. Un beso se volvería tres hasta que sentía su estremecimiento familiar ante el roce de su barba contra su suave piel. Muchas mañanas habían pasado ya con él bajando las sábanas y posicionando su cuerpo desnudo para su asalto. Se había vuelto adicto a ella. Era increíble lo rápido y lo duro que había caído enamorado de Alessia, y aunque la revelación debería inquietarlo aunque sea, se encontró aceptándolo con deleite.

—No, Jax. Tenemos que irnos —se quejó Alessia, tirando de su mano lejos de su agarre—. Dijiste que me llevarías de regreso a la librería hace una hora… ¡oh, Dios mío, Jax, no! —chilló en voz alta mientras rápidamente la arrastraba a través de la cama hacia él. Con una sonrisa satisfecha, Jax se recostó sobre las almohadas con un brazo tras su cabeza y esperó. —Oh, y lo haré, cariño, una vez me de mi prometido banquete matutino. Su rostro se contorsionó mientras le hacía un puchero suplicante, finalmente rindiéndose a medida que la instaba hacia arriba. —No puedo, Jax, es tan vergonzoso. —Evitó sus ojos a medida que hablaba, pero pudo sentir su excitación vibrar a través de ella mientras se colaba bajo su camisón por su cintura desnuda. —Pero lo quiero —enfatizó suavemente —. Y no tengo intención de salir de esta cama hasta que tenga lo que quiero. Ahora, quítate tu camisón, cariño. —Aunque su orden era gentil. Sabía que ella podía escuchar el borde de acero implícito que le había puesto. Para su bendita sorpresa, Jax descubrió que su pequeño ángel secretamente amaba ser sexualmente ordenada. El calor que destelló en sus ojos mientras dictó la orden, envió oleadas de perversa lujuria en espiral a través de su torrente sanguíneo. Reticentemente, se sentó, agarró los bordes de su camisón y se detuvo, mirando alrededor. —¿Ya soltaste a Whiskers? —Nop —replicó, sintiendo su polla hinchándose bajo el cobertor con anticipación—. No puedo dejar que ese pequeño inocente presencie esto. Mordiendo su labio para evitar reírse, Alessia finalmente obedeció, jalando la larga manga del camisón sobre su cabeza. Completamente desnuda, lanzó el camisón tras ella y le dio una mirada sensual. A veces era demasiado para él, su bello, suave y receptivo cuerpo amenazaba constantemente con conducirlo por el borde. Agarrándola por la curva de sus caderas, Jax la levantó. Sabiendo lo que quería, Alessia abrió sus piernas. Bajándola fácilmente, Jax gruñó por la suave sensación de su trasero sobre su pecho mientras miraba directamente a sus florecientes pliegues justo bajo su barbilla.

—Esto es vergonzoso —se quejó Alessia, pero Jax sabía que estaba excitada. El endurecimiento de sus pezones oscuros junto con el movimiento de sus caderas le dijeron que estaba tan excitada como él—. ¿Y si te asfixio? —Mmm, entonces moriré con mi polla dura y mi rostro profundo en tu vagina, a eso lo llamo una muerte de guerrero. —Sonrió antes de darle a su trasero una fuerte palmada—. Ahora, agarra la cabecera. Inclinándose hacia adelante, hizo lo que le dijo, colocándose directamente sobre su rostro. Estirándose sobre y alrededor de sus muslos, Jax abrió sus labios. Inclinándose, dejó que su lengua la recorriera desde su entrada a la cima de su clítoris. Sus piernas se sacudieron alrededor de su cabeza pero él continuó. Lamiendo cada centímetro de ella, dejó sus dientes arrastrase a lo largo de su pequeño clítoris hinchado. Alessia dejó salir un ruidoso gemido a medida que sus caderas se sacudían hacia adelante. Bajando una mano y dejando una en su cintura, Jax la instó a montar su rostro mientras deslizaba dos dedos en su apretada entrada. —Oh, Dios. —Jadeó. Levantando la mirada, casi se vino viéndola lanzar su cabeza hacia atrás a medida que encontraba el ritmo contra él. Enganchando sus dedos dentro de ella, incrementó su presión mientras chupada el hinchado clítoris entre sus dientes, golpeándolo con su lengua. Cuando finalmente se tensó y gritó, casi cayendo de encima de él, Jax supo que iban a necesitar al menos dos horas más en la cama.

—Espero que a Hersh no le moleste que vaya tarde —reprendió Alessia a Jax desde el asiento del pasajero. Podía sentir su mirada a un lado de su rostro. —No tengo arrepentimientos. —Le lanzó una sonrisa presumida mientras giraba la camioneta hacia la intersección en dirección a la librería. Cambiando la marcha de la camioneta y estacionando, se apoyó pesadamente en el volante sobre sus brazos doblados—. Y puedo decir con certeza que tampoco tú. Su sonrisa que una vez fue tan pura e inocente se convirtió en una sonrisa tímidamente bromista en la última semana. Tomándole el pelo y

provocándolo cada vez que hacían el amor hasta ahora, su sonrisa tenía un poder absolutamente devastador sobre él. Inclinándose a través del asiento del medio, ella bajó sus pestañas, mirándolo con los ojos entrecerrados. —¿En realidad puedes? Sacudiendo su cabeza, Jax apartó la mirada con una sonrisa incluso más grande. —Estás jugando con fuego, pero está bien. —Desabrochando su cinturón de seguridad, salió del auto junto a ella—. Solo debes saber que acepto tu reto. Ella iba a decir algo cuando las puertas de la librería se abrieron y el señor Hershenhorn salió y los saludó mientras acunaba a su perra Tina en sus brazos. —¿Ves? Mira eso, al viejo bastardo no le importa en lo absoluto que llegues tarde —murmuró bajo a medida que le daba un asentimiento de regreso al viejo mientras Alessia lo saludaba de regreso—. Aunque quiero que me mates si me vuelvo así de solitario y loco, ¿de acuerdo? Golpeándolo fuerte en las costillas con su codo, Alessia le disparó una mirada de advertencia sobre su congelada sonrisa exageradamente amigable a Hershenhorn. Viendo que estaba adentro, silenciosamente le gesticuló que volvería. Mientras ella estaba hablando con Hershenhorn sobre la posibilidad de su idea sobre el retiro con escritores, Jax necesitaba pasar por la oficina postal y la estación de gas. Dejando su camioneta estacionada frente a la librería, caminó a la estación de gas de Edmond primero. Guardando la nueva caja de condones, Jax caminó a través de la campana de la puerta y de regreso a la calle. Nota mental, nunca comprar condones en el pueblito otra vez. El asombro de Edmund era más allá de ridículo, fue insultante. Jax realmente iba a tener que sentarse y reevaluar su imagen pública en esta maldita ciudad. La oficina postal en Gaulding estaba junto a la tienda de comestibles y en diagonal al bar. Bajando por la congelada acera, Jax mantuvo el cuello de su abrigo levantado alrededor de su boca para bloquear los fuertes vientos. Lanzando una mirada hacia el bar, no estuvo tan sorprendido de ver a Steve de pie fumando afuera y hablando con otro lugareño que reconoció. Sin embargo, no fue Steve el que realmente capturó su atención.

Fue el hombre que se asemejaba a Steve vistiendo una bordada chaqueta de cuero tachonada de pie fuera del bar. Mil pensamientos pasaron por la mente de Jax al mismo tiempo. Calmadamente, siguió caminando, manteniendo un ojo furtivo sobre el hombre lanzando miradas arriba y debajo de la calle. Entre miles, tres escenarios se reprodujeron en su mente. Desechando dos de ellos luego de unos pocos segundos más, Jax hizo su decisión y cambió de dirección. —Hola, Jax —gritó Steve con una sonrisa perezosa y ojos ligeramente vidriosos. El otro lugareño, Jax lo reconoció de la farmacia, fue adentro, dejando solo a Steve. Steve era un borracho chismoso y boca suelta. Su vida consistía en altos y bajos financieros y estirándose entre cuatro divorcios. Jax sabía que podía contar con Steve. —Hola —contestó, concentrándose en el otro hombre en su periferia flotando alrededor de un viejo Lincoln estacionado enfrente del bar. Manteniendo su cabeza por encima del borde de su chaqueta, Jax soportó el viento cortante mientras el extraño obtenía una buena vista de su rostro. —¿Cómo está tu chica, Alice…? No, Alyssa, eso es. —Steve tomó una larga calada de su cigarrillo mientras miraba hacia Jax a medida que él inhalaba. —Alessia —corrigió Jax, hablando solo lo suficientemente alto para que Steve y el extraño escucharan—. Ella es perfecta. Riéndose, Steve se reclinó con ambas manos en sus bolsillos por un momento antes de sacar reticentemente una de vuelta al frío para sostener su cigarrillo. —Hombre, oh hombre, te digo, ¿cómo hizo un tipo como tú para encontrar una chica así? ¿Qué diablos? ¿Un tipo como él? En serio. Cuando terminara esto, Jax iba a tener que hacer un serio control de daños alrededor. —Qué tal si me compras una cerveza un día y quizá te lo cuente todo. —Jax podía sentir el peso de la mirada del extraño. —Bueno, demonios, hombre. —Abriendo la puerta del bar con una mano, Steve tiró su cigarrillo terminado sobre la acera nevada —. Entra. Escuchando los gritos del interior del bar de que cerrara la puerta, Jax se rió entre dientes y sacudió su cabeza.

—Hoy no, estoy a punto de recogerla y regresar a casa, pero oye, ¿qué tal mañana alrededor de esta hora? Asintiendo, Steve le dio una sonrisa entusiasmada, emocionado por la posibilidad de algún chisme extraño del Moby Dick de los pueblerinos. Despidiéndose, Jax se alejó de vuelta hacia la librería. Podía oír la puerta del Lincoln abrirse y cerrarse rápidamente justo antes de que el motor arrancara.

—Entonces, luego le dije que deberíamos solo empezar con un retiro de fin de semana, pero salir todos porque ¿qué daño hace intentar? —Alessia charlaba emocionadamente junto a él sobre la reunión con Hershenhorn. Echando un vistazo por el retrovisor, Jax confirmó la distante posición del Lincoln siguiéndolo. Satisfacción se enrolló en el estómago de Jax a medida que su plan encajaba en su sitio. Esa noche en lugar de tomar la ducha después de Alessia, le hizo algo de té, todo el rato vigilando la oscuridad por la ventana de la cabaña. Afortunadamente el imbécil no era lo suficientemente estúpido para conducir por el camino privado de Jax; ninguno de sus sensores de movimiento se había activado. Pero el hombre sabía que vivía aquí, Jax había visto el auto del hombre reducir la velocidad mientras daba la vuelta. Sin cuestionar su repentina oferta de té, Alessia aceptó el líquido mezclado con una hermosa sonrisa. En menos de una hora, estaba profundamente dormida. Cargándola a la cama, Jax se saltó la ducha y se reclinó contra el sofá con su arma junto a él. Aunque estaba bastante seguro de la clase de hombre con la que estaba lidiando, Jax no iba a arriesgarse. Ducharse significaba de cinco a diez minutos de vulnerabilidad para él y Alessia. No lo arriesgaría. Esta noche, dormiría ligero, como había sido entrenado para hacer y mañana finalmente sacaría una basura hace mucho vencida.

—¿Estás seguro que no quieres solo venir conmigo? —Alessia le dio una mirada preocupada desde el asiento del conductor de su camioneta.

—Estoy seguro, mi amor. Estás empezando tu imperio y yo —apuntó a la casa —, tengo labores que hacer. —De acuerdo —aceptó tristemente—. ¿Pero por qué tengo que tomar tu abrigo? Te vas a congelar. —No lo haré, y tengo otro. —Dando un paso hacia ella, subió el cierre del abrigo hasta que el cuello estaba prácticamente cubriendo todo excepto sus ojos—. Además, si no estoy allí, quiero que lleves mi abrigo. Para que la gente de Gaulding sepa que puede que no esté físicamente allí, pero sigues siendo mía. —Bueno, espero que el espíritu de tu chaqueta no sea tan fuerte. —Le disparó una sonrisa sobre el cuello—. O la gente pensará que soy tú y huirá de mí. Aunque era en parte lo que él pretendía, le molestó saber de nuevo que su imagen en el pueblo era comparable con la del yeti. —No olvides a Whiskers. —Sonrió, sosteniendo la caja transportadora. El gatito les maulló a ambos mientras Alessia miraba la caja. —El señor Hershenhorn realmente quería conocerlo cuando le conté la historia de cómo lo encontré. —Deteniéndose, lo miró con una expresión aterrada—. Dios, no me dejes volverme vieja y desesperada por compañía. Jax se rió, sacudiendo su cabeza. —Jesús, lo sé. Besándola en despedida, y ordenándole que condujera despacio, la observó desaparecer en su camioneta al final de la entrada. Notando la hora en su reloj, Jax entró… y esperó. Veintitrés minutos después, el sonido de grava y nieve crujiendo resonó por el camino de entrada a medida que el vehículo se detenía lentamente. Abriendo cuidadosamente la puerta de su auto, un delgado y nervudo hombre vestido en pantalones sucios y desgastados y una chaqueta de cuero salió. Dejando la puerta de su auto abierta de par en par como si anticipara que su visita fuera a ser rápida, o esperando la facilidad de una puerta abierta para lanzar a alguien adentro, el hombre caminó rápidamente por el pórtico. La puerta delantera estaba sin llave y la puerta del baño estaba abierta con la radio encendida adentro. Lentamente, el hombre se arrastró a lo largo de las tablas de madera en sus estúpidas desgastadas botas con tachuelas hacia el baño.

Sin hacer ruido, Jax salió detrás de la puerta delantera donde había estado parado y fácilmente se deslizó detrás del hombre. Tirando hacia atrás la culata de su arma, Jax golpeó al hombre fuerte en la parte posterior de su cabeza, enviándolo al suelo con un estruendo.

Abriendo sus ojos, Gary parpadeó una par de veces con un gemido adolorido. El lado derecho de su rostro se sentía como si estuviera en llamas. A medida que empezaba a despertar lentamente, sintió más y más dolor viniendo de diferentes lugares. Con los brazos estirados dolorosamente sobre su cabeza, Gary levantó la mirada para verlos atados juntos con bridas y con un largo garfio de metal entre ellas. Cansadamente, intentó abrir su boca para gritar. La inconfundible sensación de la cinta cubriendo su boca finalmente activó su pánico. Retorciéndose, Gary giró libremente conectado a las vigas del techo mientras las puntas de sus botas apenas se arrastraban por el suelo. —Bien, estás despierto. —La repentina voz a su derecha lo sobresaltó mientras se daba la vuelta torpemente sobre el garfio para ver quién era. Era el hombre de la televisión. El hombre que besó a Alessia en las noticias. Había encontrado al tipo en la ciudad ayer solo de suerte. Gary había escuchado al hombre alardeando sobre ella mientras él simulaba buscar sus llaves en su bolsillo. ¿Por qué estaba aquí? Vio al hombre irse solo hacía unos instantes, para irse a ver con ese tipo en el bar. —No tengo mucho tiempo —dijo el hombre. Aunque Gary estaba colgando sobre la punta de sus pies, todavía tenía que levantar la mirada para ver al bastardo mientras revisaba su reloj —. Así que pongamos esto en marcha, ¿sí? Sacando un largo cuchillo de acero negro, el hombre le dio una aburrida mirada vacía, Gary sintió su estómago enfriarse y a sus intestinos retorcerse de repente. Sacudiendo su cabeza, Gary empezó a gritar a través de la cinta sobre su boca. No era lo que él pensaba, intentó gritar, solo quería ver a esa pequeña perra y hacerle decir dónde estaba su auto. El ojinegro simplemente le dio un ceño molesto ante sus gritos frenéticos. Sacudiendo su cabeza, el hombre tocó la mejilla de Gary con un cuchillo.

—Oye, cálmate y escucha, solo necesito respuestas, y una vez las tenga, empacaré todo esto. —Hizo un gesto al garfio y al plástico debajo de él, un detalle que Gary acababa de notar—. Y entonces habremos terminado. Sin elección, Gary asintió. —Primera pregunta, ¿de quién es ese auto? —El hombre sacudió su pulgar sobre su hombro hacia la dirección del auto estacionado afuera. Arrancando la cinta de su boca, Gary gritó ante el dolor de su bigote siendo arrancado. —Mira, hombre, solo déjame… —Dolor abrasador se disparó a través de él a media de que el cuchillo cortó a través de su muslo. Gary gritó. —Esa es una advertencia. —El rostro del hombre estaba escalofriantemente en blanco, casi desinteresado mientras lo miraba con ojos aburridos—. Vamos, Gary, solo dime lo que quiero saber, y habremos terminado como dije. De alguna manera, saber que este hombre conocía su nombre lo asustó incluso más. —Pertenece a este viejo tres líneas más debajo de mi tráiler —gritó Gary. Asintiendo, el hombre exhaló cansadamente y ladeó la cabeza a un lado. Sus ojos negros lucían como si estuviera aburrido en su alma. —¿Alguno de tus compinches motociclistas saben que estás aquí? Como el infierno, Gary no podía decirles que su vieja hija de perra robó su mierda. Pero no le iba a decir eso a este psicópata. Levantando su cabeza, Gary le dio su mejor mirada de “púdrete”. —Sí, algunos saben. Una lenta sonrisa se expandió a lo largo del rostro del bastardo. El hombre sabía que estaba mintiendo. Justo cuando Gary empezó a gritar, el hombre puso la cinta de vuelta a su rostro. —Okie dokie, entonces. —Su espeluznante sonrisa todavía era extensa cuando se estiró por las manos de Gary sobre el garfio—. Hemos terminado aquí, hora de empacar. Por el más breve segundo, mientras Gary sintió su peso entero cambiar de regreso a sus pies, sintió un momento de alivio. Realmente se había acabado.

El repentino calor ardiente, desgarrando sensaciones de dolor rebanando a través de su cuerpo se encargó de dispersar esa minúscula llama de esperanza. Mirando su estómago, Gary reconoció su cuchillo de caza de oro de su caja de herramientas que sobresalía a través de su estómago. Sintiendo que se caía sin poder detenerlo, Gary aterrizó duro contra el plástico del piso de madera. Abriendo los ojos, Gary miró al cielo y se dio cuenta de que debía haberse desmayado por un momento. —¿Qué fue, eh? ¿Fue el blog, el beso en las noticias, o ese estúpido coche que abandonó? —El cielo pasó por encima de su cabeza mientras Gary se sentía jalado en un trineo de plástico improvisado sobre la nieve. Por encima de él, el hombre charló casualmente con él, sin esperar una respuesta—. Sabes, por un momento pensó que realmente vendrías por ella. Juro que me costó mucho convencerla de que no eras tan tonto como para hacer eso. Y ahora mira lo que hiciste. —El hombre se detuvo, y Gary pudo oír débilmente los ruidos de las cosas que se movían—. ¿Sabes cómo sería mi vida si ella se enterara de que tenía razón? —El arrastre continuó y Gary soltó un largo gemido cuando sintió que la hoja en sus entrañas se movía y que más sangre brotaba a su alrededor sólo para acumularse a su espalda en el trineo de plástico—. Bueno, que te jodan mucho Gary, porque diablos, no voy a soportar esa canción y baile que te dije. Soy demasiado orgulloso para eso. Finalmente, el movimiento se detuvo. Al acercarse a él, el bastardo psicótico lo miró como si estuviera mirando un chicle en su zapato. —Dime, Gary, además de meter tus asquerosos dedos en su dulce coño. —Los ojos de Gary se abrieron mucho y se inmovilizó con miedo. El hombre sólo se burló—. Oh sí, no te preocupes por eso, ya lo sé. Sólo quiero saber si hiciste algo más —Sacudiendo la cabeza, Gary trató de gritar que no lo hizo. Retorciendo sus labios con un ceño fruncido dudoso, los ojos negros del hombre de alguna manera se volvieron más fríos—. Por alguna razón, no te creo. Bueno, está bien. —Mirando hacia arriba, el hombre miró al cielo soleado con una sonrisa—. Alessia y yo lo superaremos a pesar de todo. Joder, aunque me gustaría tener más tiempo contigo. —Mirándolo, Gary sintió que sus intestinos se movían de nuevo al ver la repentina y fría furia del hombre en sus ojos negros—. No puedo arriesgarme, ¿entiendes, no Gary, el violador?

Las lágrimas corrían por la cara de Gary mientras veía al hombre agacharse y recoger algo. Cuando vio el objeto, los intestinos de Gary se liberaron involuntariamente en sus pantalones. Levantando un mazo, el hombre sonrió maníacamente. —Ahora, vamos a deshacernos de esos dientes, ¿de acuerdo?

La puerta principal se abrió justo cuando Jax salía del baño con una toalla al cuello. Al entrar por la puerta, Alessia tenía el transportador de gatos en una mano y una caja de cartón bajo el otro brazo. Hablando con él sin mirar hacia arriba, se las arregló para cerrar la puerta con el pie. —Lo siento, llego tan tarde —dijo, girando y colocando la caja en el mostrador—. Estaba… Mirándolo, sus palabras murieron en su lengua mientras le daba una sonrisa tonta de ojos abiertos. La satisfacción se enroscó en él mientras sus ojos bebían cada centímetro de su pecho desnudo. Jax nunca se cansaba de su aturdimiento ante su cuerpo. Siempre se tomó la disciplina de no dejar que su ego se inflara cuando ella pasaba sus manos por sus músculos con obvio placer. Al acercarse a ella, Jax se inclinó y le dio un beso en los labios, disfrutando de cómo se inclinaba más. Tomando el portador de gatos de su mano, abrió la abertura y recogió la cálida bola de calor. —En realidad llegaste a casa en el momento perfecto; estaba terminando algunas cosas. —¿Ooh como qué? —Abrazando su cintura, ella enterró su cara felizmente en su pecho. —Algunos quehaceres y una sorpresa. —Puso al gatito que protestaba en su hombro. Sonriendo, Alessia se acercó al gatito y lo puso en el suelo mientras daba un paso atrás. —Me gustan las sorpresas —le insinuó para que se lo dijera. Sacudiendo la cabeza, la agarró por los hombros y suavemente la giró y la empujó hacia el sofá.

—A su debido tiempo, todavía quiero oír sobre tu día en la biblioteca. ¿Hablaron tú y Hershenhorn con los tipos que dirigen la posada sobre tu idea? Al darse la vuelta, sonrió orgullosa, prácticamente rebotando de puntillas. —¡Sí! Sí, lo hicimos. Oh Jax, estoy tan feliz. —Girando, dio vueltas al sofá para sentarse cuando se detuvo. Señalando un punto en el suelo de la cocina, frunció el ceño—. Jax, hay algo de sangre en el suelo. ¿Qué pasó, te cortaste? ¿Qué demonios? ¿Cómo hacían esta mierda los asesinos en serie? Simplemente limpiaron esa zona. Al acercarse, le dio a las ofensivas gotitas de sangre una mirada indiferente antes de darle una expresión de culpabilidad. —Bueno, esperaba decírtelo de otra manera, así que no te asustes. Se quedó quieta mientras esperaba. —Salí y me encontré con unos conejos, era demasiado bueno para dejar pasar la oportunidad. —Le dio una cara compasiva mientras le explicaba. Llevando ambas manos a su boca, le miró horrorizada. —Los conejos no —susurró—. ¿Esa es tu sorpresa? Es una sorpresa horrible. Riéndose entre dientes, Jax tomó su camisa limpia del respaldo de la silla de la cocina. —No, esa no es la sorpresa. Sólo esperaba contarte esa parte cuando me preguntaras qué olía tan bien después. Dándole una sonrisa inquietante, ella escudriñó la cocina con cautela, buscando cualquier señal de los cuerpos de los conejitos. —No van a tener sus cabezas ni nada cuando los cocines, ¿verdad? — preguntó temblando. Levantando su mano hasta el pecho en falso dolor, la miró. —No soy un salvaje de sangre fría —mintió—. Ahora, volvamos a tu historia. Limpiando la última de las pruebas, Jax preparó los conejos despellejados y vestidos para el guiso de espaldas a la sala mientras ella hablaba de su día.

—Sabes, cuando estaba conduciendo de vuelta, vi un poco de humo al otro lado de la autopista más abajo. —¿En serio? —preguntó mientras ponía la tapa en la olla antes de volverse hacia ella. Jugando en la parte de atrás del sofá, tenía el juguete para gatos en una mano, subiéndolo y bajándolo justo fuera de su alcance mientras Whiskers saltaba y se abalanzaba tras la colorida bola atada a la cuerda. —Sí, y me hizo pensar. —Lo miró mientras colgaba el juguete—. Apuesto a que fue otro de los clientes de Steve en la estafa del seguro. —Mmm. —Jax fingió pensar mientras miraba por la ventana al cielo que se oscurecía. Con suerte, eso era lo que cualquiera pensaría si encontraban el viejo Lincoln quemado. —Entonces. —Dejó que la palabra se extendiera a propósito dándole una mirada impaciente—. ¿Qué hay de la sorpresa? Chasqueando la lengua, sacudió la cabeza y se levantó, caminando hacia la segunda puerta junto al baño, torció el dedo hacia ella. Rápidamente, ella corrió alrededor del sofá con Whiskers en en sus talones. Abriendo la puerta del dormitorio, Jax no apartó los ojos de ella mientras jadeaba. Luces centelleantes colgaban del techo de la habitación terminada. Por un lado, el techo era de madera maciza normal, mientras que el otro era de un material acrílico industrial translúcido que les permitía ver el cielo. —Oh Dios mío, Jax, lo terminaste. —Entrando en la habitación vacía Alessia giró en círculo con los brazos extendidos—. Es hermoso. —Por supuesto, tendremos que mover la cama, el tocador y la mesita de noche, pero... —Trató de aclarar rápidamente, justificando por qué la habitación estaba vacía. De alguna manera, estaba nervioso por su reacción, que era ridículo, considerando su ocupación de ese día. —Sí, sí, por supuesto. —Sonrió tanto mientras miraba su obra, que Jax contempló la posibilidad de hacer una foto. Quería inmortalizar ese momento; en ese momento exacto, estaba seguro de que ella era realmente feliz, un momento que él le había dado. Volviéndose hacia él, pudo ver las lágrimas que brillaban en sus ojos mientras le rodeaba la cintura con sus brazos. Sujetándola con fuerza, dejó que su barbilla descansara en la parte superior de su cabeza.

—Estuviste muy ocupado hoy. —Sus risas apagadas vibraron en su pecho. Ella no tenía ni idea, entre enterrar un cuerpo, limar los dientes, enterrar dichos dientes en varios lugares del bosque, quemar un coche, cazar algunos conejos, y finalmente terminar esta habitación, estaba exhausto. —Muchas gracias por esto, gracias por todo. —Inclinando la cabeza hacia atrás, pidió sin decir nada un beso al que él le dio felizmente—. Te quiero. Profundizando el beso, Jax la presionó para que se acercara a él sintiendo sus pechos aplastarse contra su pecho. Ella era el cielo, con ella a su lado no había nada que él sintiera que no pudiera o no quisiera hacer. Ella era de él y él era de ella contra todo pronóstico y a toda costa.

Fin

Sobre la autora “Su escritura es muy parecida al chocolate, oscura y muy dulce”. De lo contemporáneo a lo fantástico, Katerina Winters teje cuentos oscuros de romance junto con hombres fuertes, posesivos y encuentros sexys. Katerina vive en una pequeña casa de ladrillo rodeada de árboles en Texas con su esposo y su perro. Cuando no está escribiendo, Katerina suele comer con sus amigos o acurrucarse en su asiento junto a la ventana con un buen libro. ¿Quieres saber más sobre Katerina? Siéntete libre de acecharla. facebook.com/katerinawintersauthor Instagram - @katerina_winters