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Título Original: Professor Blood (Ironwrought 2) Traducción: Jime Zuu Corrección: Penny Portada y Formato: Rub Epub: Mar

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Título Original: Professor Blood (Ironwrought 2) Traducción: Jime Zuu Corrección: Penny Portada y Formato: Rub Epub: Mara © 2018 Publicado por LLLE Libro de distribución gratuita, sin fines comerciales y/o lucro.

RESUMEN —Eres mi enemigo. La última persona que amaré.

D

urante doscientos años, Quinn ha soportado el peso de la muerte de su hermana. Entre las clases en la universidad, se dedica a la investigación de la sangre. ¿Su objetivo?

Nunca beber de los humanos de nuevo. Excepto que el nuevo estudiante de la clase, Brandon, huele a felicidad. Desde que los vampiros asesinaron a sus padres, Brandon ha jurado matar a todos los vampiros que conoce. Con ochenta muertes en su haber, se inscribe en una clase de biología sobre la sangre... Sólo para descubrir que el profesor Quinn es un vampiro. Cuando Brandon lo desenmascara, chantajea a Quinn. Pero Quinn ayuda a sus alumnos, y se niega a beber sangre humana. Cuanto más tiempo pasa Brandon con él, más se da cuenta que Quinn es humano. Si hay algo que quiere más que el cuerpo de Quinn, es al propio Quinn. Y eso va en contra de todo por lo que Brandon ha estado luchando.

1 Quinn

E

l cronómetro sonó en la oficina, fuerte como una sirena. Quinn se levantó de un salto, golpeándose la rodilla en su escritorio. El dolor estalló en su pierna. Él maldijo y

silenció la alarma, saliendo cojeando de su oficina al laboratorio. Ya era hora, pensó, mirando el baño de agua caliente. Por favor que sea un éxito En el baño, diez tubos de ensayo se asentaron en dos filas, cada una con exactamente 5 ml de líquido marrón oxidado. Se veían normales. Lleno de potencial. A través de dos décadas de investigación, Quinn nunca había encontrado un sustituto real para la sangre humana. Siempre había algo que faltaba- el hígado de cerdo apenas le prestaba energía, la sangre animal carecía de las células T correctas, y la sangre sintética carecía de todo. Había utilizado una costosa matriz de seda para sintetizar este nuevo lote: había implantado células de médula ósea en la estructura parecida a una esponja, con la esperanza que comenzaran a sintetizar glóbulos blancos. Si lo hicieran, él tendría el último componente que necesitaba en su sangre artificial. Con manos temblorosas, Quinn sacó el primer tubo y lo descorchó. La sangre sintetizada olía a productos químicos y un poco de hierro. Si funcionaba... Quinn nunca más tendría que beber sangre humana o animal. Su estómago se revolvió.

ANNA WINEHEART 6 Pasó la sangre por sus labios, haciendo una mueca por su sabor fangoso. Luego esperó. Durante diez minutos, no pasó nada. Dejó el tubo de ensayo en una rejilla de plástico y regresó a su escritorio. Allí, se sentó por otros diez minutos. La sangre se instaló en su estómago, filtrándose en su cuerpo. En lugar de una poderosa ola de curación, la energía susurró a través de sus venas como una brisa. Suficiente para caminar diez yardas. Eso fue todo. Decidió esperar otros cinco minutos, pero su instinto le dijo lo que ya sabía —no estaba funcionando. Por un momento, Quinn no se movió, sus pensamientos se agitaron. Si no pudiera encontrar otra alternativa a la sangre humana, estaría débil para siempre, cazando hígado crudo en las tiendas de comestibles. Todavía sería mes tras mes de paté suave o sangre de cerdo coagulada. Odiaba la sangre animal. Odiaba que fuera un vampiro en absoluto. Quinn volvió al baño de agua y sacó otro tubo de ensayo. También se lo metió en la boca y luego esperó. Diez minutos. Aún nada. Realmente es otro fracaso. Veinte años, y todavía no podía encontrar un sustituto adecuado para la sangre humana. En un impulso, vació el resto de los tubos de ensayo en el fregadero. Luego caminó hacia su escritorio, desplomándose en su silla. Esa matriz de seda había costado tres mil dólares, cara para tres series de experimentos. Estaba contento de haber hecho la contabilidad del laboratorio. Si él no lo hiciera, bueno. Alguien preguntaría para qué eran

FORJADO EN HIERRO 7 estos experimentos. La universidad no sabía que un vampiro enseñaba a sus estudiantes. Quinn echó la cabeza hacia atrás, alejando todos sus pensamientos. El hambre le roía el estómago. El reloj decía 3:28 AM. La tienda más cercana que vendía hígado abría a las 8, y… él no tenía deseos de caminar allí en este momento. ¡Sí solo no fuera un vampiro! Miró las pilas de papeles impresos en su escritorio. Revistas, hallazgos de laboratorio, informes de gastos. Luego miró los retratos de los estudiantes del pasado en sus paredes, y la colección de rocas que se encontraba en su estante. Todo lo que tenía que hacer era esconderse en su laboratorio. Los otros profesores se olvidarían de su aspecto y fingirían que su piel pálida y su pelo castaño rojizo formaban parte de un intenso régimen de belleza. Su teléfono sonó. Quinn miró el nombre en la pantalla, suspirando. Hay alguien más que no bebe. Al menos, él no solía hacerlo. —¿Seb? —Preguntó, presionando el teléfono en su oreja. —Hey—. La voz de Seb era minúscula sobre la línea. —Necesito un favor. —No tienes tiempo para una conversación desocupada, ¿verdad? Seb se rió. —¿Cómo va la investigación? Quinn hizo una mueca. No necesitaba un recordatorio, como si ya no se odiara a sí mismo. —Sorprendentemente mal. Al menos, para mis propios fines. El resto del equipo de Síntesis de Sangre lo está haciendo bien. Mis alumnos no saben lo poco que realmente contribuyo en este campo.

ANNA WINEHEART 8 —Bien por ti. Mira, ¿podemos ir? —¿Nosotros? —Quinn frunció el ceño. Seb había mencionado mudarse a Cambria, una pequeña ciudad a una hora de la universidad de Quinn en San Luis Obispo. Dos años atrás, Seb había estado involucrado en un desastre con el aquelarre y los federales, nadie con quien Quinn quisiera asociarse. —¿Traes a tu humano? —Sí. Necesito que mires su sangre. —Llámame mañana, —dijo Quinn, frotándose los ojos. Él estaba feliz aquí, en su universidad con sus estudiantes de investigación. Nadie sabía quién era en realidad. A nadie le importaba, y todo estaba bien. Si Seb traía a su humano aquí... Esto conllevaba un riesgo. Los federales podrían rastrearlos de alguna manera. —No quiero ser arrastrado a esto. —Vamos, necesito este favor, —dijo Seb. Hace un siglo, en un bar polvoriento en el Medio Oeste, Seb había apoyado los pies en una mesa y había declarado que nunca tendría un vínculo con un humano. Quinn se había reído, pensando que tendría a Seb para compadecerse mientras pasaban los siglos. Ahora, Seb tenía un humano del que quería beber. Quinn aún no lo hizo. Se sentía como si Seb hubiera dejado atrás su amistad, persiguiendo la sangre de un humano. Fue por eso que Quinn nunca le hizo una visita a Seb, a pesar que Seb se mudó a Cambria. —No puedo beber su sangre sin una conciencia culpable, —dijo Seb. —No quiero matarlo. Quinn vaciló. Él entendió ese sentimiento demasiado bien. —Sabes que no trato con sangre humana, —dijo Quinn. Pero recordó la rica calidez de la sangre fresca, el peso cobrizo de la lengua. Él tragó

FORJADO EN HIERRO 9 saliva. Esa sangre vino con un costo. —Estás pidiendo un gran favor. Tu amante me pondrá en peligro. Al otro lado de la línea, Seb suspiró. —Yo mismo estoy cansado del riesgo. Estás investigando la sangre, Quinn. Si alguien puede encontrar una solución, eres tú. Quinn vaciló. Pensó en los tubos de ensayo vacíos en los bastidores, en los montones de informes de gastos que tenía que aprobar. Tenía el conocimiento y el equipo para comenzar un pequeño experimento. — ¿Cómo me beneficiaré de esto? —Te debo un favor, de cualquier tipo. Tú decidirás. Quinn no necesitaba dinero, tenía mucho. Él no necesitaba una presa, no necesitaba sirvientes. Pero el favor de un amigo podría ser útil; beber sangre de animales había debilitado a Quinn. —Bien, —dijo. —Solo porque eres un amigo, Seb. —Gracias, —dijo Seb, el alivio pesado en su voz. —No me agradezcas hasta que tengamos resultados viables, —dijo Quinn. Salió más amargo de lo que pretendía. —De cualquier manera. —Ven en dos días. Entonces no tengo clases. Quinn tomó el soporte para lentes de contacto de su escritorio. En el interior, dos discos negros y cóncavos se encontraban en agua salada. Quinn golpeó las lentes con la yema del dedo, observando cómo se deslizaban bajo el agua. Tal vez era hora que cambiara esto. Los llevaba hace dos meses. —Lo haré. Gracias, —dijo Seb. Línea cortada. En la oficina, el silencio restante sonó hueco. Quinn echó un vistazo a los informes de gastos, luego al espacio vacío a su alrededor. ¿Qué tipo

ANNA WINEHEART 10 de vínculo de sangre tenía Seb, que lo haría llegar a otro vampiro? ¿Qué tan importante era este ser humano para él, que dejaría su hogar y se mudaría por todo el país? Quinn no tenía a nadie tan importante. ¿Cómo sería, permitirse a un humano tan cerca? Hacer que alguien sepa que él era un vampiro, y no odiarlo. Sacudió su cabeza, bajando el soporte de la lente de contacto. Si bebiera de un ser humano... Quinn tragó saliva. Sería cálido y excitante, lo llenaría de energía. Sería gotear en su lengua reseca como gotas de rocío, alejando su sed. Él se estremeció, se pasó la lengua por los labios. Dos siglos atrás, había tragado sangre, borracho de ella. No había sido capaz de controlarse a sí mismo. Cuando él se había apartado de ese suave cuello, había encontrado a su hermana muerta en sus brazos, con la cara drenada de sangre. Quinn gimió, retorciendo sus dedos en su cabello tan fuerte que dolió. Deja de pensar en eso. No cambia nada, Pero los pensamientos clamaban y se arremolinaban en su cabeza, susurros traicioneros que le decían que debería morir. Con los zapatos todavía puestos, Quinn se enrosco en una bola en su asiento, esperando que la culpa se fuera. Nunca lo hizo.

2 Brandon

B

randon frunció el ceño, caminando a zancadas por la empapada vereda. Nada había salido bien hoy. El autobús había llegado tarde, su motor había salido a la mitad de la

calle Higuera, y entonces los cielos se habían abierto sobre él. Como si los vampiros de la noche anterior no hubieran sido suficientes. Si no hubiera estado estudiando detenidamente los mapas del campus, no se habría perdido la llamada en la transmisión de la policía. Malditos chupasangres. Brandon pasó junto a los estudiantes desordenados en la acera: estudiantes que llegaban temprano a la siguiente clase, con sombrillas bajo los brazos. Llegaba treinta y cinco minutos tarde, después de haber abandonado el autobús detenido. En cambio, había caminado la milla restante hasta la universidad, sin paraguas. Por la forma en que los otros estudiantes lo miraron, él no fue el único que notó su ropa empapada. Tiró de la camisa de vestir. No se despegó. La delgada tela se pegaba a sus pectorales como una segunda piel, y sus mangas arremangadas se agarraban a sus antebrazos como bandas de hierro. No debería haberme cambiado para la clase. Lo que sea. La conferencia casi había terminado, y ¿qué diablos se suponía que iba a decir cuándo apareciera? Mi autobús se averió. Traté de arreglarlo.

ANNA WINEHEART 12 Se limpió los dedos con los vaqueros, pero quedaban restos de grasa en el motor. Él también se había engrasado la camisa. Y así era como iba a entrar en la única clase en la que se había matriculado: el cabello negro, desordenado, y mojado pegado a la cabeza. Brandon trotó a través de la Escuela de Biología, empujando a través de las puertas de vidrio hacia el atrio. Luego caminó por los pasillos vacíos hacia el Salón de Conferencias 1B. Por supuesto está vacío. Todos ya están en las conferencias. Se maldijo a sí mismo de nuevo, deteniéndose en el letrero de Conferencia en curso sobre la entrada de 1B. Por un momento, Brandon dudó. Faltaban quince minutos para la lectura de Conceptos básicos de sangre. Y él estaba empapado, la lluvia caía de su flequillo. ¿Por qué demonios es este mi primer día de clase? Casi se dio la vuelta y se fue. En cambio, agarró la manija de la puerta, empujando la puerta para abrirla. Dentro, dos bloques de asientos llenos en su mayoría se inclinaban ante la pantalla del proyector, una sala de conferencias más pequeña que las del sitio web de la universidad. Algunos estudiantes lo miraron cuando él intervino. Lo mismo hizo el profesor en el podio. Ojos negros se encontraron con los suyos; Brandon se congeló. El doctor Quinn o el profesor Blood, como lo llamaban los estudiantes- era un hombre delgado, de la estatura de Brandon, con los pómulos altos y el pelo castaño. Él parecía... joven. Mediados de los treinta. Más joven que los cuarenta y cinco que Brandon esperaba.

FORJADO EN HIERRO 13 Veinte años en la investigación de sangre, su perfil en el sitio web de la Universidad había dicho. —Hola, —dijo el profesor Quinn, su mirada parpadeó sobre la ropa de Brandon. Su atención se desplazó hasta las zapatillas de tenis de Brandon, luego volvió a subir, deteniéndose en su pecho. —No sabía que teníamos un desfile de moda a las 9:40 AM. Algunos de los estudiantes rieron disimuladamente. Las mejillas de Brandon se calentaron, y la sonrisa del profesor se ensanchó. ¿Por qué el bastardo no podía dejarlo entrar y sentarse? —Si pasas media hora trabajando en un autobús estancado bajo la lluvia, entonces sí. Un desfile de modas. La sorpresa brilló en los ojos del profesor. Sin embargo, su sonrisa no se desvaneció. —La excusa más original que he escuchado en mucho tiempo. Muy bien. Toma asiento. Que mierda, pensó Brandon, acechando tres filas más abajo, cayendo en una silla vacía. ¿Este es el hombre que quería conocer? Se había inscrito en esta clase, luego un proyecto de investigación adicional bajo el Prof. Quinn, pensando que le darían ventaja sobre los vampiros. No se le ocurrió que el propio profesor sería un dolor en el culo. Y también estaría viendo a Quinn a través del proyecto de investigación, ¿no? Brandon no podía imaginarse mirando esa maldita sonrisa semana tras semana. —Maldita sea, murmuró. Como si necesitara más problemas que el autobús, la lluvia y los vampiros de anoche. Sintió la molestia de una mirada, alzando la vista. El profesor lo estaba viendo de nuevo. Y Brandon fue la única persona en las primeras

ANNA WINEHEART 14 cinco filas. ¿Hubo algún problema con estos asientos, o fue esta cultura infantil de la universidad? ¿Pensaban que el profesor mordía? Brandon sonrió ante su broma. Y el profesor le devolvió la sonrisa, su mirada se dirigió al resto de la sala de conferencias. Se veía bastante guapo cuando sonreía, en realidad. Un poco caliente. La tensión se alivió de los hombros de Brandon. —El ADN está presente en la sangre, —dijo el profesor, caminando detrás del podio. Se frotó el ojo. —Podemos encontrarlo en las inmunoglobulinas disueltas en el plasma, así como también en los leucocitos t producidos en la médula ósea. ¿Alguien puede decirme dónde están hechos los otros glóbulos blancos? Quinn tenía una buena figura. Pecho plano, culo apretado, piernas delgadas. Su camisa se aferraba a su torso, pantalones negros abrazando sus muslos. Probablemente la única persona en la sala de conferencias más vieja que Brandon. Y si no fuera un imbécil, probablemente la única persona a la que Brandon follaría. El profesor salió de detrás del podio, destacando la sección transversal de un fémur con un puntero láser. Quinn tenía caderas estrechas, una bonita curva en el culo, labios rosados que brillaban cuando se paraba frente a la pantalla del proyector. Se movía con fluidez, como un gato, y sus pantalones se arrugaron alrededor de sus caderas. Sí, Brandon quería abrir ese culo. Abrir sus muslos pálidos y empujarse adentro. Su polla se crispó en sus pantalones. Parpadeó, mirando hacia la pantalla del proyector. Luego se reprendió a sí mismo. Estoy aquí para aprender joder, no encontrar un profesor ¡follable!

FORJADO EN HIERRO 15 La pantalla mostraba un GIF: un glóbulo blanco que caía sobre una bacteria y la envolvía. Algo así como cómo se sintió Brandon, persiguiendo a los vampiros, hundiendo su espada de plata entre sus costillas. Él reprimió el hambre en sus venas, tocando su cuchillo para volver a enfocarse. Su funda estaba atada a dos presillas en sus pantalones, escondidas debajo de su camisa. Ese cuchillo de plata había estado con él durante años, había perforado los corazones de ochenta vampiros. Sin embargo, aparecieron más personas en San Luis Obispo, a pesar de todo lo que Brandon había hecho para borrarlas. Para el momento en que había alcanzado a los vampiros la noche anterior, habían drenado a una chica detrás del restaurante especializado en carnes, dejándola con los ojos vacíos. El recuerdo le envió un escalofrío por la espalda. Había mejorado al mirar a las víctimas; mejor de lo que era hace diez años, de todos modos. No debería haberme distraído, pensó. La descartarán como otro misterio. Sus padres estarían decepcionados. Y había al menos dos vampiros acechando por ahí, en alguna parte. Brevemente, él estudió a los estudiantes. Llenaban dos tercios de los asientos, mirando a Quinn o a sus libros. No fue fácil detectar vampiros de un vistazo; a menos que sus ojos fueran diferentes, se convirtieran en polvo, o sus garras o colmillos se mostraran, los vampiros se mezclaban fácilmente en la población humana. La única forma segura de decirlo sería a través del contacto con la piel. Y si él estuviera tan cerca de un vampiro, no necesitaría tocarlos en absoluto.

ANNA WINEHEART 16 —En la última diapositiva, he incluido un diagrama, —dijo el profesor Quinn, su voz se deslizó suavemente en los oídos de Brandon. —¿Puede alguien decirme las diferencias entre la sangre de cerdo y la humana? Quinn miró a Brandon, y Brandon se dio cuenta que sus notas aún estaban en su bolsa. Mierda. Las sábanas salieron húmedas en sus manos, páginas empapadas de agua unidas como un ladrillo. Última página. Brandon apartó sus notas, escaneando la última diapositiva. —Ahí, señor Fashion, —dijo Quinn, con interés en sus ojos. —¿Cuál es tu nombre? —Brandon, —dijo, con el pavor acumulado en el estómago. Maldito. Fui atrapado bajo la lluvia. Deja de hablar sobre mi ropa. —Brandon Remy. —Brandon Remy. El profesor hizo girar el nombre en su lengua, su voz se convirtió en un ronroneo. El nombre de Brandon no debería sonar tan malditamente caliente en su voz. Especialmente no cuando las comisuras de sus labios se levantaron, como si todavía estuviera entretenido. —Dime, Brandon, por qué no podemos realizar transfusiones de sangre humana usando sangre de cerdo. Echó un vistazo a sus notas empapadas, las palabras impresas diminutas, los diagramas en blanco y negro apenas visibles. Trató de leer la letra pequeña, y el silencio en la sala de conferencias se tensó, doscientos estudiantes esperando su respuesta. ¡No puedo entender ni una maldita cosa! Finalmente, Brandon dijo—: No sé. El profesor negó con la cabeza, sonriendo. —Lo cubrí antes en la conferencia. Tal vez deberías ser puntual la próxima vez.

FORJADO EN HIERRO 17 La sangre fluyó a través de las mejillas de Brandon. Sabías que acabo de llegar aquí. Que te jodan. Quinn sonrió, alejándose. En ese momento, Brandon quería derribarlo, golpearlo, o follarlo hasta que perdiera esa sonrisa arrogante. Quinn sentiría más dolor con un puñetazo, pero... a Brandon le gustaba la idea del profesor tomando su polla. Y por la forma en que Quinn veía el pecho de Brandon, probablemente tampoco le importaría. —Como mencioné antes, las sangres humanas y de mamíferos son diferentes, —dijo Quinn, mirando el resto de la sala de conferencias. —Pero solo en las cosas más pequeñas: los glóbulos blancos en un cerdo apuntarían a los microorganismos peligrosos para los cerdos, mientras que los glóbulos blancos en un humano atacarían a virus peligrosos para los humanos. Se sentía como si esa era información importante, pero Brandon no podía decir cómo, o por qué. Frunció el ceño, las uñas hiriéndole en las palmas. Maldito bastardo. ¿Por qué me he apuntado a esto? —Pero debido a las diferencias mínimas, se ha hablado de transfusiones de sangre de animal a humano para el futuro. Quinn miró a Brandon, sus labios se convirtieron en una sonrisa. Toco en el teclado de su laptop. —Eso nos lleva al final de la conferencia de hoy. Para más información sobre la composición de la sangre... Y eso fue todo. La conferencia que había caminado una milla para asistir. Brandon miró los asientos vacíos a su alrededor, sus pensamientos girando en su cabeza. ¿Por qué estoy escuchando a este tipo? Detrás de él, los estudiantes cobraron vida en una ráfaga de cuadernos y chasquidos. Sus voces se convirtieron en un zumbido, metió

ANNA WINEHEART 18 sus notas empapadas en su mochila, sintiendo como si hubiera desperdiciado su medio día de trabajo. También había pagado un buen dinero por esta clase. Más allá de los estudiantes corriendo hacia la puerta, Brandon vislumbró al profesor frotándose el ojo. Quinn frunció el ceño y agachó la cabeza. Parecía que estaría allí por un tiempo. Entonces Brandon se levantó, respirando profundamente. Incluso si Quinn le molestaba muchísimo, necesitaba saber lo que sucedió antes en la conferencia. No regresaría a la tienda de autos sintiendo que no había aprendido nada. El profesor se frotó el ojo otra vez, más vigorosamente. Brandon dio vueltas alrededor de las filas vacías de asientos, luego miró hacia el podio. Cuando Quinn levantó la vista, tenía una pupila negra. Su otro ojo era dorado.

3 BRANDON

E

l corazón de Brandon se estrelló contra sus costillas. Vampiro, su cerebro gritó. Mátalo. Durante quince minutos enteros, había estado

sentado a pocos metros de un vampiro, y no se había dado cuenta. Había confiado en la criatura en cierto nivel, había hablado con él, había pensado en follar con él. ¿Cómo diablos perdí mi ventaja? Porque Quinn le sonrió, todo amigable, y Brandon había sido tomado por sorpresa. No dejaría que eso volviera a suceder. Así que se adelantó, con una mano en su cuchillo, listo para atacar. Quinn miró hacia arriba, sus ojos se abrieron ante la expresión de Brandon. Luego miró hacia abajo, hacia el cuchillo, y retrocedió, mirando fijamente a los estudiantes que todavía estaban en la sala de conferencias. Si se convirtiera en niebla ahora, todos verían. Y mientras estaba en su forma sólida, Brandon podría inmovilizarlo, matarlo con testigos, y la policía se vería obligada a reconocer que había vampiros escondidos entre ellos. Brandon corrió. El vampiro caminó hacia una puerta gris al otro lado del podio, y Brandon estaba a tres yardas de él, dos yardas, tan cerca que podía ver los mechones de cabello castaño rojizo en la cabeza del vampiro. El vampiro se deslizó más allá de la puerta. Brandon maldijo, corriendo hacia la escalera después de él.

ANNA WINEHEART 20 Todo lo que encontró fue una niebla oscura que se disparaba entre las barandas de la escalera. Con el corazón latiendo con fuerza, Brandon dobló las escaleras, observando cómo el polvo se juntaba en una vaga forma humana a tres pisos de altura. Él corrió a las escaleras, ganando al vampiro. Quinn aún no había abierto la puerta. Brandon se lanzó sobre la escalera aterrizando debajo de Quinn. La puerta se abrió, luego chirrió. ¿Por qué el vampiro había tardado tanto en huir? ¿Había puesto una trampa? Corrió hasta el rellano del quinto piso, mirando a su alrededor. No hay bombas de humo, ni luces intermitentes. Solo un piso de mosaico y una puerta cerrada. Su cuello picaba. Brandon abrió la puerta de un tirón, corriendo hacia un corredor al aire libre. Un zapato negro desapareció detrás de una esquina. Él cargó después, cuchillo en mano. ¿Por qué el vampiro no se convirtió en polvo otra vez? Ganaría más terreno de esa forma, a menos que llevara a Brandon a una trampa siendo lento. Agarró su cuchillo, los pies golpeando los pasillos, pasando por elegantes laboratorios con ventanas de vidrio y puertas de madera. El profesor miró por encima del hombro, con los ojos dorados y negros. Brandon sintió un nudo en el estómago. Pero el miedo atravesó los ojos de Quinn. Cogido con la guardia baja, Brandon redujo la velocidad. Los vampiros nunca le tenían miedo. Perdió al profesor en el siguiente turno. Después del fracaso de la noche anterior, no pudo dejar que un tercer vampiro se escapara. ¡No puedo creer que me haya sentado allí en la sala de conferencias!

FORJADO EN HIERRO 21 Brandon se detuvo en un pasillo de tres vías, mirando hacia arriba y abajo de las paredes encaladas. Luego corrió uno, leyendo las señales en las puertas. Los primeros fueron etiquetados como —laboratorios de Biología de licenciatura. Entonces —procesos de la célula, —investigación del vástago —y —síntesis sanguínea. Con el corazón sobresaltado, se arrastró hacia la puerta. Síntesis sanguínea fue el proyecto que había solicitado y en el que se metió. Y el profesor Quinn dirigía ese estudio. Brandon tragó, respirando profundamente. Él estaba aquí. Puede ser una trampa. La adrenalina subió por sus venas. Esperó un momento más para que su pulso se desacelerara, luego tomó la manija de la puerta, probándola. La puerta se abrió fácilmente. En el interior, las máquinas de zumbidos se alineaban en los mostradores, tres bancos se amontonaban en el medio del laboratorio. A un lado, la puerta de la oficina estaba cerrada. No había niebla en el laboratorio ni figura humana parada detrás de un banco. Brandon entró lentamente al laboratorio, cerrando la puerta silenciosamente. Se movió hacia los lados, comprobó dos veces las esquinas. El vampiro tenía que estar en su oficina. Y sabía que Brandon lo perseguía. Entonces, Brandon se acercó a la puerta de la oficina y la abrió. El profesor Quinn estaba parado en la esquina de su pequeña oficina, con los brazos cruzados sobre el pecho y la barbilla levantada. La otra lente de contacto había desaparecido. Ambos ojos brillaban dorados.

ANNA WINEHEART 22 Debería haber sabido que eras un vampiro, pensó Brandon, su pulso vibraba. Las edades no coinciden. —¿Quién te avisó? —Preguntó el vampiro, su voz suave. —Me sorprende que hayas tardado tanto en atacar. —Estoy sorprendido, —dijo Brandon. Entró en la oficina y cerró la puerta detrás de él. Luego él la cerró con llave. Uno de ellos no saldría vivo de esta oficina, y no era él. —No debería haber tardado tanto en darme cuenta que eres un vampiro. Los ojos de Quinn brillaron. —¿Lo dedujiste solo por la lente de contacto? Eso es impresionante. ¿Los federales no te enviaron? No puedo creer que quisiera follarte. Brandon se acercó más, más allá de las rocas en el estante, más allá de las carpetas abarrotadas debajo de ellos. Apenas había espacio para moverse entre el escritorio y los armarios. A tres metros de distancia, Quinn se dirigió hacia la otra esquina de la oficina. —No puedo creer que te deje vivir tanto tiempo, gruñó Brandon. —¿Eso es todo lo que haces? ¿Matar a los vampiros? —No es tu asunto. —Pero es asunto tuyo matarme, —dijo el profesor, entrecerrando los ojos. —Debería saber quién eres. —¡Eres un maldito vampiro! —Brandon merodeó alrededor del escritorio, la visión de sus padres muertos brillando en su mente: sus caras en blanco, la palidez de su piel. Había llegado a casa desde la escuela secundaria, la invitación de graduación metida en su mochila, cuando descubrió que el vampiro se alzaba sobre ellos, el cadáver de su madre colapsó en el piso de la sala. Su intestino se tambaleó.

FORJADO EN HIERRO 23 Este vampiro necesitaba morir. Todos ellos tenían que morir. Quinn se apartó de los estantes, lanzándose hacia la puerta. Los instintos de Brandon rugieron, ¡mátalo! Se abalanzó sobre el vampiro, con el cuchillo brillando. Con los ojos muy abiertos, el vampiro se giró sobre sus pies. Atrapó la muñeca de Brandon, se giró y golpeó a Brandon contra la puerta. Entonces el vampiro se inclinó. Tan cerca, Brandon vislumbró las manchas de marrón miel en esos ojos, la blancura de los dientes de Quinn. —Crees que puedes vencerme, —murmuró el vampiro, su fría respiración se extendió por los labios de Brandon. Brandon lo empujó. El vampiro se tambaleó hacia su escritorio, agitándose. Más débil de lo que Brandon esperaba. Uno que no se había alimentado recientemente, entonces. Quinn buscó algo en el escritorio. Brandon se abalanzó, empujando el cuchillo contra el corazón del vampiro. Quinn se apartó. El cuchillo lo echó de menos tres pulgadas, haciendo un corte en el escritorio laminado. Brandon maldijo y se giró, y los delgados dedos del vampiro se cerraron alrededor de su muñeca, golpeando su mano contra el portalápiz. La papelería cayó al suelo. Antes que Brandon pudiera moverse, Quinn lo agarró por el cuello, empujando su rostro contra el escritorio. Una rodilla presionó la parte baja de su espalda. No está mal, pensó Brandon. El vampiro presionó la mano de Brandon, y Brandon sintió la solidez de su cuerpo, el roce del suave pulgar de Quinn contra su muñeca, justo

ANNA WINEHEART 24 sobre su punto de pulso. —Me pregunto qué debería hacer contigo, —dijo el vampiro. —Me vas a morder como a todos los demás, gruñó Brandon, su corazón latía con fuerza. Todavía no había terminado, pero necesitaba que el vampiro bajara la guardia. —No ves qué eres un parásito. El vampiro se rió entre dientes. —Eres el primero en llamarme un parásito en... No sé, ¿cincuenta años? Sabía que no podría tener treinta y cinco años. —Porque no darle la oportunidad de hacerlo. —¿Cuántos años tienes? —Doscientos o más. No me gusta hacer esas matemáticas. ¿Realmente tenías que aparecer empapado? —Maldito, —dijo Brandon. Su camisa todavía se aferraba a su pecho, y su cabello todavía estaba mojado. Sr. Fashion, el vampiro había dicho. —Ya estoy maldito. —El vampiro se rió entre dientes, relajando su agarre. Brandon se levantó, lo empujó. El vampiro cayó contra la puerta, y Brandon se abalanzó sobre él con el cuchillo. Solo una puñalada limpia. El vampiro atrapó su muñeca. Brandon le lanzó el cuchillo. Quinn lo empujó hacia atrás, y lucharon con la espada entre ellos, su borde brillando en la luz fluorescente. Con un rugido, Brandon acuchilló al vampiro. La cuchilla rozó el hombro de Quinn, metiéndose en la puerta. La sangre floreció a través de la camisa de Quinn. Brandon sacó su daga, apuntando de nuevo al corazón de Quinn. Por el rabillo del ojo, observó la herida, sabiendo que sanaría en dos segundos, como máximo. No sanó.

FORJADO EN HIERRO 25 Vaciló, observó el corte durante diez segundos hasta que la piel pálida se unió de nuevo. Curación lenta. Colmillos contundentes. ¿Qué está mal con él? —Me harías un servicio matándome, —dijo el vampiro roncamente. —Excepto que no quiero morir. ¿Matarlo sería un servicio? Brandon vaciló. En ese lapso momentáneo, Quinn empujó el cuchillo en la garganta de Brandon. Brandon maldijo y apartó la mano. El cuchillo atrapó el cuello de Brandon con su borde limpio, el dolor silbando a través de su piel. Un hilo de calidez se deslizó por su cuello. Quinn se congeló. Sus fosas nasales se dilataron, sus pupilas se abrieron de par en par. Él olió la sangre. Y el vampiro gimió, sus colmillos se alargaron. Brandon se tensó, tenía los nervios de punta. Pero los caninos de Quinn estaban redondeados en los extremos, tan romos que no podían perforar nada. Brandon se dio cuenta que habían sido limados, oprimiendo su estómago. ¿Qué demonios? Quinn luchó. Brandon agarró sus muñecas. El cuchillo se le escapó de la mano y cayó al suelo. Lo agarraré más tarde. Brandon inmovilizó las muñecas del vampiro en la puerta, sobre su cabeza. —Dioses, —dijo Quinn con voz áspera, sacando la lengua para humedecer sus labios. —Hueles delicioso. Si fuera completamente honesto, Brandon no tendría ninguna posibilidad contra el vampiro. Quinn podría convertirse en polvo y escapar de su agarre en este momento, vencerlo y chupar su sangre. Excepto que no lo hizo.

ANNA WINEHEART 26 En cambio, el vampiro se inclinó hacia adelante, empujando su rodilla contra las entrañas de Brandon. Con un gruñido, Brandon empujó sus caderas contra las del vampiro, haciendo sonar la puerta detrás de Quinn. Pero de esta manera, Quinn no podía usar sus piernas contra Brandon. Ser presionado de la cadera a la cadera, con la cara a centímetros de distancia, era un pequeño precio a pagar. La mirada de Quinn se posó en el corte de Brandon; la herida picaba. —¿Por qué diablos estás enseñando aquí? —Espetó Brandon. Había confiado en la universidad para tener profesores humanos legítimos. — ¿Cuántos otros vampiros conoces? El vampiro se rió ruidosamente. —¿Por qué asististe a mi clase? —Respóndeme. Quinn se lamió los labios. La sangre se deslizó por el cuello de Brandon, se acumuló a lo largo de su clavícula. Los ojos dorados siguieron su camino, y el vampiro contuvo el aliento. —Maldita sea. A diferencia de los otros vampiros que Brandon había peleado y matado, este no había intentado hundir sus colmillos en el cuello de Brandon. El profesor se había parado frente a una sala de conferencias de estudiantes, su mirada desdeñosa. Pero con Brandon sangrando frente a él ahora, los ojos del vampiro brillaron. Brandon sintió su hambre en el temblor de su cuerpo, lo vio en los tendones tensos de su cuello. Quinn tembló, como si estuviera luchando contra sí mismo. —¿Qué demonios —Dijo Brandon. —Exactamente, jadeó Quinn. —Yo…yo no debería. Oh, dioses.

FORJADO EN HIERRO 27 Quinn bajó la cabeza, y el toque húmedo y frío de su lengua se arrastró a lo largo de la clavícula de Brandon. El corazón de Brandon tronó. Aléjate. Él va a morderte. Pero Quinn gimió, su lengua se deslizó hábilmente hacia arriba, siguiendo el rastro de sangre hasta el corte. Lo lamió dos veces, reverentemente. Lo lamió por tercera vez, la parte plana de su lengua deslizándose lentamente sobre la piel de Brandon. Quinn cerró sus labios alrededor del corte, sus labios suaves, las suaves líneas de sus colmillos presionando contra la garganta de Brandon. Luego chupó, una ligera presión que encendió los nervios de Brandon con electricidad. No debería sentirse como el sexo, pero lo hizo. Quinn gimió, el sonido vibró en la piel de Brandon. Los pantalones de Brandon se apretaron. Que mierda, pensó. Él está chupando mi sangre y yo estoy duro. El cuchillo yacía en el suelo. Pero Brandon sangraba ligeramente; él no estaba mareado, su vida no estaba en peligro. Quinn ni siquiera había traspasado su piel. En cambio, el vampiro lo chupó como lo haría un amante, su delgado cuerpo se retorcía contra el de Brandon, sus caderas rozando la polla de Brandon. Se sentía como si... Brandon miró hacia abajo, vislumbró la línea dura en los pantalones de Quinn. Nunca había visto un vampiro así. Nunca me sentí de esta manera con uno, la aversión y el deseo golpeando por sus venas. Quinn hizo un sonido suave animal en la garganta, chupando duro, y algo se sacudió recta por la espalda de Brandon, todo el camino hasta su pene.

ANNA WINEHEART 28 —No tenía idea que hacían esto, —gruñó. Nunca había visto a un vampiro beber la sangre así. —Frotándose como un niño adolescente. No puedo creer que seas un profesor. El vampiro se congeló, su lengua deslizándose contra la garganta de Brandon. —Tu-estás —Él tragó saliva ruidosamente, su susurro aliento sobre la piel de Brandon. —Tú, no estas con los federales. No lo sé con certeza. —Sólo soy un estudiante, —dijo Brandon. Pero él se acercó más, fijando a Quinn a la puerta con sus caderas, su mano alrededor de las muñecas de Quinn. Y Quinn se retorció contra él, sus ropas rozando contra Brandon, sus pollas cubiertas moliéndose juntas. El placer zumbaba en el cuerpo de Brandon. —¿Haces esto con todos sus estudiantes? —Diablos, no. Dioses. —Quinn le inclinó la cara del cuello de Brandon, lamiendo la sangre de sus labios. Sus ojos dorados brillaban. — joder. Brandon recordó las burlas del vampiro, de repente. Recordado No sabía que teníamos un desfile de modas. Y Quizá debas ser puntual la próxima vez. ¿Y por qué coño estaba duro por este tipo? El vampiro lo había humillado frente a toda la sala de conferencias. La cólera que chispeaba por sus venas, Brandon empujó su polla en Quinn, apretando su agarre alrededor de las muñecas de Quinn. —No puedo creer que nadie te ha matado todavía. —No puedo creer que no te he matado, tampoco, —Quinn se quedó sin aliento, sus caderas danzando arriba. —Su modus operandi es vergonzosamente descuidada. —El infierno.

FORJADO EN HIERRO 29 Y Quinn sonrió, el Bastardo. —¿Te burlas de todos tus vampiros así? —Empujó las caderas a Brandon, enviando un escalofrío hasta la columna vertebral de Brandon. —Tengo mis dudas de lo exitoso que eres. —Como si me hubiera follado a un vampiro. —Brandon gruñó. Pero Quinn tenía razón, ningún cazador que se precie se quedaría con un vampiro. Y era obvio para Quinn que Brandon estaba duro. No podía salir y fingir que esto no sucedió. Alineó sus pollas. Luego rodó sus caderas, apretó sus pollas juntas. Quinn arqueó a la puerta, maldiciendo. Bien. No dejaría que Quinn sea el que tiene el control. —He matado a ochenta. Por si te lo preguntabas. —¿Les enseñas tu polla también? ¿Así es como los distraes? Eso es bajo. —Yo no, —gruñó Brandon. Todo lo que quería era acabar con esa sonrisa de Quinn de su cara. O tal vez debería follar al vampiro. —No puedo creer que te ocultas en una universidad. —Si tienes que tomar mis clases, no soy el indefenso, ¿verdad? Maldito. Brandon deslizó su mano libre detrás del trasero de Quinn, arrastrándolo hacia arriba para que sus pollas se unieran. Quinn se contuvo, y el triunfo rugió en el pecho de Brandon. —Cierra ese agujero, —gruñó Brandon, deslizando su bulto sobre Quinn, tratando de encontrar ese ángulo de nuevo. —O lo cerrare por ti. —¿Cómo? —Quinn sonrió, sus dientes relucientes. —¿Al llenarlo? Estás tan seguro que no voy a tapar tu agujero. —Rodó sus caderas, la línea sólida de su polla de captura en los pantalones vaqueros de Brandon. Y Brandon quería verlo, de repente. Quería saber cómo se sentía la polla de un vampiro. Quería agarrar a Quinn y acariciarlo y hacerlo

ANNA WINEHEART 30 retorcerse tan fuerte que no podía pensar, y ya no tendría todas las réplicas inteligentes.

—Al hacer esto, gruñó Brandon, buscando entre ellos. Ahuecó la polla de Quinn a través de sus pantalones. Quinn gimió, entrando en la mano de Brandon, la presión de su pene insistente. —No puedes hablar ahora, ¿verdad? —No puedo creer que me estés cazando, jadeó Quinn. — ¿Recompensas a todos tus vampiros? Haciéndoles mamadas, quizás. Estoy seguro que los otros cazadores estarán encantados de descubrirlo. —Que te jodan. —Brandon tiró de los pantalones de Quinn abriéndolos, empujó su mano por sus calzoncillos. La polla de Quinn se extendió a lo largo de su palma, fría y pesada. Cuando la sacó, su punta brilló, empujando más allá de su prepucio. La boca de Brandon se le secó. —¿De verdad? No pareces... capaz, —Quinn respiró. —De cualquier tipo de follar. —¿Tienes que ser un dolor en el culo? —Brandon se apoderó de la polla de Quinn, lo apretó tan duro que Quinn gimió, empujando impotente en su mano. —Déjame entrar en tu culo, y me cuentas. De ninguna manera en el infierno. Brandon empujó su puño por la polla de Quinn, por lo que su longitud enrojecida filtrado de su agarre, desesperado por el tacto. Quinn se estremeció. —No estás en control ahora, ¿no? —Brandon susurró. —No pensé que te mojarías por un cazador.

FORJADO EN HIERRO 31 —Tú parece pensar que tienes el control, —jadeó Quinn. Se jodió en la mano de Brandon, sus mejillas de un rojo oscuro. —Por lo que sabemos... estás haciendo esto a mi antojo. ¿Por qué coño seguía hablando con un maldito vampiro? —Estoy haciendo esto a mi manera, —Brandon gruñía, mostrando los dientes. Quinn tenía que perder esa sonrisa. Él soltó el pene de Quinn, tiró de sus propios pantalones con la mano libre. Luego deslizó su polla. La mirada de Quinn se pasó caliente sobre ella, y Brandon se inclinó, apretó sus pollas desnudas juntas, piel sobre piel sedosa, pre-semen de Quinn resbaladizo entre ellos. El placer zumbaba a través de su cuerpo. —Muy bien, —ronroneó Quinn, con las manos atrapadas luchando contra Brandon. —Después de toda está perdida de tiempo, estaba empezando a pensar que no eras capaz. Brandon empujó sus caderas hacia arriba, golpeando a Quinn en la puerta, sus pollas atrapadas juntas. —Dilo de nuevo, murmuró Brandon. Quinn gimió, con las caderas inclinadas, su polla tensa contra la de Brandon. Y Brandon empujó hacia él, mirando como Quinn ahogado en su aliento. La presión entre ellos se construyó. Elaborada secreción de la punta de Brandon, untando sobre la polla de Quinn. —Yo te daría una D menos, jadeó Quinn, con los ojos medio entrecerrados, sus labios rojos mordisqueados. —¿Crees que esto me agrada? —Tú estás a tres segundos de correrte, gruñó Brandon. —Deja de mentir.

ANNA WINEHEART 32 —Nunca. Brandon gruñó, empujando su polla palpitante en Quinn. —Cierra-tumaldita-boca. Quinn gimió, su respiración maravillosa, su polla tan malditamente difícil. Brandon alcanzó entre ellos, agarrando las dos pollas. Se deslizó contra Quinn, empujando contra su cabeza enrojecida. Quinn se estremeció, sus pollas pulsando. Entonces Brandon le acarició lento y firme, y Quinn se corrió con un grito, arqueando su columna vertebral, las piernas temblorosas, los chorros blancos que había en la camisa, el puño y la polla de Brandon Dioses, pensó Brandon, la presión en su propia hinchada polla. Nunca había tenido a nadie tan sensible, nunca tuvo a nadie retorciéndose contra él, jadeante y necesitado tan desesperado. Él los acarició con más fuerza, follando en contra de la gruesa longitud del pene de Quinn, hasta que el placer cayó sobre él, y su propia salpicadura llegado a la ropa de Quinn. Brandon jadeaba, tratando de recuperarse. La sonrisa de Quinn había caído. En ese momento, Quinn parecía totalmente impotente, casi perdido, y fue la primera vez que Brandon había visto un vampiro vulnerable. Quinn se apoyó en la puerta, la suficiencia y la desesperación la decoloración de los ojos. Era hermoso, de una manera delicada. ¿Qué demonios estoy pensando? ¡Es un maldito vampiro! Brandon sacudió sus pensamientos. El cuchillo estaba en el suelo. Podía recogerlo ahora, deslizarlo entre las costillas de Quinn. Y él habría hecho algo bien, después de esos vampiros habían escapado de la noche anterior.

FORJADO EN HIERRO 33 Pero si mataba al profesor, no sabría para qué había pagado el dinero ganado con tanto esfuerzo. Se inscribió en las clases de vampiros, obtuvo su aprobación para unirse al grupo de investigación. Y aquí estaban, sus pollas juntas, manchadas con su semen. Brandon liberó a Quinn, retrocediendo, con horror subiendo por su espina dorsal. Acababa de follar a un vampiro. Y me gustó. Y también lo había hecho Quinn, ¿no es así? cuando había estado masturbándolo, sus labios se curvaron en una sonrisa. —No puedo creer esto, resoplo Brandon. Él sólo había tocado un vampiro con su polla. ¿Qué tan malo era eso? Quinn frunció el ceño, frotándose las muñecas, donde Brandon les había agarrado. —¿Qué... Qué demonios que acabamos de hacer? —Me lo estás preguntando. —Tú pareces saber, —dijo el profesor, entrecerrando los ojos en la polla de Brandon. —Tenías ganas de poner eso en alguna parte. —Estabas intentando joderme, —Brandon bruscamente, empujando su pene de nuevo en sus pantalones. —No puedo creer que vayas para los estudiantes Los hombros del profesor se tensaron. —Eres... realmente un estudiante. —Te lo he dicho que un centenar de veces. —Dos, para ser precisos. No exageramos en este campo, probablemente algo que tú debes aprender. —Quinn metió su pene brillando de nuevo en sus calzoncillos, luego se deslizó la cremallera de sus pantalones sobre ella. —Para un cazador, pareces demasiado interesado en mis extremidades...

ANNA WINEHEART 34 Brandon arrancó su mirada de Quinn, el calor surgió a través de sus mejillas. —Sólo quería saber si estabas... deformado. O inadecuado. No esperaba mucho de un vampiro. —Pero has querido. —Quinn sonrió, echando un vistazo a las manchas de semen de su camisa. —Tu pusiste mucho esfuerzo en… ese experimento. Brandon no estaba pensando en la forma en que había jodido a Quinn, sus caderas, empujando sus pollas juntas. No. Eso fue sólo... una investigación. —Me da los mejores resultados de esa manera. Quinn sonrió. —Muy bien. Y como soy un profesor, de ahora en adelante estás excluido de mis clases. El estómago de Brandon cayó. —¿Qué demonios? —Estoy seguro que los otros departamentos encontrarán algo adecuado para ti, —dijo el profesor. Su mirada cayó sobre los papeles de su escritorio. —Si eres un estudiante como dices ser, estoy seguro que la universidad va a querer mantener sus tasas de matrícula rodando. No puede simplemente prohibírmelo. La mente de Brandon corrió. —Me has aprobado para el proyecto de investigación. Los ojos de Quinn se endurecieron. —Entonces voy a rechazar su solicitud. Brandon pensó en los vampiros fugados, los que no se veían todavía al acecho en San Luis Obispo. Entonces pensó en sus padres muertos, su madre sonriendo mientras horneaba pasteles, su padre en el garaje creando una silla. Furia gruñó en su intestino.

FORJADO EN HIERRO 35 Necesitaba aprender más acerca de los vampiros. —Si me expulsas de esa clase, te voy a exponer al Decano, —gruñó. —Toda la escuela sabrá que eres un vampiro. Quinn entrecerró los ojos. —He estado aquí veinte años. Su palabra pesa como una pluma junto a la mía. —No, si yo llamo a los federales, —dijo Brandon. Él tenía un contacto, un número privado que le enviaba textos cada dos semanas. Nunca se había molestado en averiguar quién era, sin embargo. El profesor apretó los dientes; Brandon casi podía verlo comparando sus riesgos. —Tu estas conectado con los federales, —murmuró Quinn, parpadeo molestia en su rostro. —Dame una razón por la que no debería matar en este momento. El vampiro dio un paso adelante, midiendo sus pasos. Y Brandon contuvo la respiración cuando Quinn se detuvo a unos centímetros, sus ojos dorados se clavaron en los suyos. Tomó una oportunidad. Si el vampiro era un maestro en el fondo, si se preocupaba más por sus alumnos que sus fondos... —Porque yo estoy aquí para estudiar. Si me dejas en tu grupo de investigación, voy a mantener tu secreto. Quinn contuvo una respiración lenta. —No puedo creer que esté teniendo esta conversación con un cazador, —dijo. Escrutó Brandon, tirando de sus labios delgados. —Muy bien. Sin embargo, un movimiento en falso, y tu estarás muerto. Brandon se relajó ligeramente. Se había ido más fácil de lo que esperaba. —Bien.

ANNA WINEHEART 36 Él se apartó del vampiro, recogiendo su cuchillo. Su peso era tranquilizador en su mano; podía matar al profesor con una puñalada certera. En cambio, se acercó a su lado, tratando de alcanzar la puerta. —Tú debes saber que su inscripción depende de la participación de su clase, murmuró Quinn, su mirada vacilante sobre la ropa húmeda de Brandon. —Si llegas tarde otra vez, el Sr. desfile de modas, se va a ir de cualquier manera. Brandon frunció el ceño. —Estaba arreglando un autobús bajo la lluvia, Maldita seas. Quinn parpadeó, su boca abierta. Se recuperó después de un momento. —Arregla el autobús antes, entonces. No tolero los retrasos. —No me sorprendería si toda la clase te odia, —dijo Brandon, entrecerrando los ojos. Todos los vampiros eran lo mismo. Odiaba a todos ellos. Lo último que vio, cuando salía de la oficina, era la irónica sonrisa de Quinn, y sus ojos brillando con desprecio.

4 QUINN

D

os días después, el calor del cuerpo de Brandon aún permanecía en su piel. Quinn se inclinó en su asiento, mirando la pantalla de

su laptop. El correo electrónico furioso de Brandon le devolvió la mirada. Dijiste que me enviaste un correo electrónico sobre la salida del grupo de laboratorio este viernes. No recibí ese correo electrónico. Por supuesto que no lo recibió. Quinn había quitado su dirección de correo electrónico de la lista antes de enviar el primer correo electrónico. Y debido a que se había estado masturbando cuando envió el siguiente correo electrónico, pensando en Brandon, había olvidado crear un correo electrónico por separado para ese bastardo. Brandon captó ese error. Y ahora Quinn tuvo que incluirlo en la salida grupal también. Sin embargo, aún no había enviado el correo electrónico con los detalles. En cambio, había estado pensando en Brandon otra vez. Lo que parecía con sus pantalones vaqueros. Sus muslos estarían bien musculosos, su trasero firme. Quinn gimió, frotándose la cara con la mano. Esto fue inaceptable. Tal vez si merodeaba más por la ciudad, tal vez si se alimentaba de una presa humana real, no estaría tan obsesionado con ese cazador. Pero Quinn nunca tocó a otro ser humano si podía, y... Brandon había sido

ANNA WINEHEART 38 pegado sobre él, la pared de su cuerpo firme contra Quinn, su pecho plano y solido detrás de su camisa. Y también… su polla. Brandon Remy era un estudiante. Quinn había verificado. Después que se fue, Quinn había sacado su lista de la clase de Bases de sangre. Entonces su lista de grupo de Síntesis de Sangre. Brandon Remy había estado en ambos. Si no fuera más que un cazador, habría matado a Quinn y se habría ido. O se quedó completamente encubierto hasta que lo matara. En cambio, había volado su tapadera, negociado —injustamente — para un lugar en el grupo de investigación. Y Quinn reconoció su deseo de aprender. A pesar que Brandon era una amenaza, quería saber más sobre los proyectos de Quinn. Incluso salvó la vida de Quinn, tal vez sin saber lo débil que era Quinn en realidad. Tal vez era parte de un plan elaborado para ganarse la confianza de Quinn. Pero no era como si Quinn tuviera algo que ofrecer, aparte de un prototipo de sangre artificial. Así que Brandon era un estudiante, por lo que Quinn podía decir. Y tenía un cuerpo tremendo. No había ayudado cuando él había entrado en la sala de conferencias, con la ropa empapada aferrándose a su torso. Quinn se estremeció. Él ni siquiera debería estar pensando en esto. Él era un profesor. Y estaba obligado por su honor y su profesión a no acostarse con las personas a las que enseñaba. Sin embargo, se había arqueado contra Brandon, luchando desesperadamente contra él, la polla de Brandon deslizándose gruesa y pesada contra la suya. Y ese había sido el orgasmo más humillante y maravilloso que Quinn había recibido en los últimos veinte años. Quizás

FORJADO EN HIERRO 39 treinta. El regreso de Brandon lo había arrastrado por todas partes, y había sido obsceno, desordenado, emocionante. Sus mejillas se llenaron de vergüenza. —¿Qué has hecho? —Murmuró Quinn. Empujó su mano entre sus piernas, ajustando su pene. El zumbido de placer no era nada comparado con el toque de Brandon, y ese hombre había intentado matarlo. No más pensamientos en Brandon. Incluso si su próxima clase juntos fuera mañana. Quinn no podía entender estar de pie en la misma sala de conferencias que ese hombre, sabiendo que sus pollas se habían apretado juntas, piel sobre piel. En su mayoría, era porque lo quería de nuevo. Quería sentir el cuerpo desnudo de Brandon contra el suyo, la fuerza en sus músculos, su corazón latiendo con vida… Su teléfono sonó. Quinn saltó. Agarró el teléfono, presionando el botón de contestar. —Hola, —dijo, dándose cuenta que probablemente debería haber mirado primero el identificador de llamadas. —Estamos aquí, —dijo Seb al otro lado de la línea. —¿En qué laboratorio estás? —Síntesis de sangre, —dijo Quinn. El campus probablemente debería tener una mayor seguridad, pero Quinn realmente nunca lo había necesitado. Nadie lo había mirado de cerca... hasta Brandon. Y había sido esa maldita lente de contacto la que le había picado; debería haberlo cambiado por uno nuevo, haber gastado ese dinero extra en sí mismo. —Bien, —dijo Seb. —Estamos afuera.

ANNA WINEHEART 40 Quinn terminó la llamada, mirando el bulto traidor en sus pantalones. Él no tenía razón para ponerse duro. Incluso si Brandon era ancho de hombros, sus ojos avellana agudos, sus labios suaves y... —Cállate, —dijo Quinn. —Deja de pensar en él. No me sorprendería si toda la clase te odia. Quinn rodeó su escritorio, apartando la voz de Brandon de su mente. Brandon era un estudiante. Y un cazador Era exactamente el tipo de persona que encontraría las tripas de Quinn repulsivas. Cuando salió de la oficina, Seb y su humano estaban esperando junto a la puerta del laboratorio. Quinn asintió con la cabeza hacia ellos. La última vez que se había separado de Seb, habían estado en una encrucijada yerma, caballos galopando hacia ellos, arrastrando nubes de polvo al aire. Seb había volado hacia el norte, a Minnesota. Quinn había huido al oeste, a California. Hubo un tercero, un cuarto y un quinto, vampiros diseminados por los Estados Unidos como gemas perdidas. —No pensé que encontrarías el laboratorio tan fácilmente, —dijo Quinn. —Los campus en estos días son un laberinto. —No fue confuso. Oriel, este es Quinn. Quinn, Oriel. Seb deslizó su brazo alrededor de la cintura de Oriel, arrastrándolo más adentro del laboratorio. A diferencia de Quinn, Seb tenía hombros anchos, algo así como Brandon. Su humano era delgado, delgado, incluso, como Quinn. Oriel observó a Quinn con cautela, su mano a centímetros de la pistolera en su cintura. Similar a uno que Brandon había usado. Deja de pensar en él. Quinn sacó un par bancos debajo de los taburetes de madera. A Oriel, le dijo, —Realmente no necesitas tener

FORJADO EN HIERRO 41 miedo. Si pensabas que Seb es el peor bebedor de sangre, ahora me conoces. Seb se rió entre dientes, quitándose las gafas de sol. Sus ojos rojo rubí se encontraron con los de Quinn. —¿Todavía no bebes? Lo último que vi fue que tenías ojos dorados. —Son lentes de contacto, —dijo Quinn. —Visitaré una granja más tarde hoy. Tienen un poco de sangre de pollo para mí. Oriel lo miró fijamente, luego a Seb. —¿Cómo encontraste a otros vampiros como tú —Preguntó. —¿Los que no beben? Seb se rió entre dientes. —Si eres una minoría, encuentras a tu gente y te apegas a ella. —No somos muchos, —dijo Quinn. —Es más fácil permanecer bajo el radar. ¿Con qué necesitabas ayuda? —La sangre de Oriel. Has oído hablar de él. Todavía no puedo beber sin entrar en una bruma. Quinn estudió al humano. Olía a agridulce, como licor. En el fondo de su mente, Quinn recordó otro olor a sal y caramelo, y el sudor en el cuello de Brandon. —Encuentra tu propia víctima, —dijo Seb, caminando entre ellos. Él entrecerró los ojos. —Oriel es mío. Oriel se sonrojó hasta la punta de sus orejas. Lindo. —Puedo ver por qué lo querían, —dijo Quinn, levantando las manos. Sin duda, los vampiros de todas partes deseaban probar la sangre de Oriel. Quinn había escuchado. Los vampiros se habían alimentado de Oriel, y luego entraron en un frenesí narcotizado, tratando de matarlo. Oriel los

ANNA WINEHEART 42 había matado en su lugar, y el aquelarre había tomado represalias, tratando de localizarlo. Entonces Seb mató al líder del aquelarre, y el aquelarre había comenzado a pelear por la posición de liderazgo. —Oriel tiene un olor que... no es común. —Encuentra a tu propio humano, —dijo Seb, enseñando sus dientes. —¡Ah! ¿Un humano? No me rebajaré tanto, —dijo Quinn, sacando una jeringa estéril y algunos viales de un juego de cajones de plástico. — Pero necesitaré la sangre de Oriel para algunas pruebas. —Mientras jures no beberlo, —dijo Seb. Quinn se rió. —¿Hace cuánto me conoces? —Demasiado tiempo, respondió Seb, sonriendo. —Mira, confío en ti. —Lo sé. Y no merezco ese privilegio. Quinn se puso un par de guantes nuevos, limpiando el interior del codo de Oriel. —¿Por qué viniste a mí? Podrías haber seguido bebiendo sangre animal. —Puedo. Pero hemos estado hablando de formar una familia, —dijo Seb. —Con la sangre de Oriel así, no podemos arriesgarnos a adoptar niños. Tarde o temprano, alguien los atacará. Seb puso su mano sobre el hombro de Oriel, y la mirada que intercambiaron rebosaba de calidez. Quinn miró hacia otro lado. Él no debería haber sido testigo de eso; él no había sido tan cercano a un humano. Realmente no había querido poner en peligro a nadie con su vampirismo. Otros vampiros lo despreciarían por beber sangre de pollo; los humanos lo odiarían por ser quien era. Como Brandon lo hizo. Su estómago se apretó.

FORJADO EN HIERRO 43 Quinn arrancó la jeringa de su envoltorio. Oriel se estremeció, sus ojos parpadearon hacia las puertas. Tenía que haber sido perseguido implacablemente antes de conocer a Seb. Con retraso, Quinn recordó que la presencia de Oriel era un riesgo. Una vez que los federales dieran con él, llegarían, y también lo haría el aquelarre. Su cuero cabelludo picaba. Cuanto antes salga Oriel de su laboratorio, mejor. —Realmente no sé qué pensar de esto, —dijo Oriel, mirando la aguja. —¿Quieres regresar? —Preguntó Seb. Por un momento, Oriel dudó. Luego negó con la cabeza, extendiendo su brazo hacia Quinn. —Terminaremos con esto. Cerró los ojos, y Seb se levantó, acunando la cabeza de Oriel contra sus abdominales. La aguja se deslizó fácilmente. Quinn escuchó el fuerte golpe del corazón de Oriel, el golpeteo de su pulso. La jeringa llena de sangre carmesí1 ML, 2 ML... El hambre le roía el estómago. El émbolo golpeó la marca de 5 ML. Quinn casi podía saborear las notas agridulces de esa sangre, y su boca se hizo agua. Concéntrate. Presionó un fajo de algodón donde el acero se unía a la piel. Cuando deslizó la aguja, el aroma del cobre agridulce estalló en el aire, tentador y potente. En cambio, Quinn pensó en la sangre de Brandon, maldiciendo interiormente. Él no debería haberlo probado. Debería haber tenido un poco de autocontrol, en lugar de inclinarse, lamiendo la herida de Brandon. Esas gotitas de sangre salada y dulce se habían corrido en su boca, sabiendo a azúcar quemada, y había sido una explosión de sabor en su lengua.

ANNA WINEHEART 44 Esa había sido la primera vez en doscientos años que tenía sangre humana. De hecho, fue un milagro que no hubiera mordido a Brandon, que lo hubiera secado hasta la muerte como a su hermana. Se revolvió el estómago a Quinn. Y esa fue la tercera razón por la que tuvo que evitar a Brandon Remy: Brandon no solo era un cazador y un estudiante, sino que Quinn quería follarlo, quería su sangre, y... era todo lo que Quinn no debería querer. Quinn contuvo la respiración, inyectando la sangre de Oriel en dos viales separados. Luego, descartó la jeringa en el contenedor de biopeligros y colocó los viales sellados en la centrífuga. En el momento en que la centrífuga se bloqueó, dejó escapar el aliento. De vuelta en el banco, los colmillos de Seb habían crecido. Los de Quinn no lo hicieron. Debido a que Seb estaba vinculado a la sangre de Oriel, su reacción a la sangre de Oriel fue más fuerte. Quinn se preguntó cómo sería estar unido a un humano. Se sentó en un taburete a un metro de distancia, dándole la espalda a la centrífuga y la tentadora sangre girando en su interior. ¿Cómo iba a trabajar con esa muestra, si el más mínimo olor le daba dolores por hambre? —¿Qué quieres que haga con esa sangre? Seb arqueó una ceja. —¿Lo pones en esa máquina y no sabes? —Díselo al Profesor Blood, ¿por qué no? —Sonrió Quinn. —He estado pensando en eso desde que llamaste por primera vez. La sangre de Oriel es rara; por ser tan diferente, tiene que ser una enfermedad única, o una respuesta de anticuerpos, o algo en su ADN. Para eliminar las posibilidades, estoy separando su sangre en sus componentes.

FORJADO EN HIERRO 45 —Honestamente, solo lo quiero algo... no adictivo. Algo que pueda beber, —dijo Seb. —Pero un antídoto o supresor sería bueno. Quinn asintió. Se sentaron en silencio los siguientes quince minutos, Quinn preparaba portaobjetos de microscopio y micropipetas. Sus visitantes se posaron en los taburetes del laboratorio, murmurando entre sí. Cuando la centrífuga se abrió con un pitido, Quinn se apresuró, sacando un vial. La sangre se había separado en tres capas: plasma, una fina capa de glóbulos blancos y glóbulos rojos. Conteniendo la respiración, pipeteó la capa de plasma en un vial limpio. Luego, con cuidado, para no romper la fina capa de pelo, Quinn pipeteó los glóbulos blancos en un segundo vial y los glóbulos rojos en un tercero. De cada vial, dibujó una pequeña muestra, salpicándola sobre los portaobjetos de vidrio. Bajo

el

microscopio,

las

tres

muestras

no

contenían

microorganismos. Para estar seguro, Quinn repitió el procedimiento tres veces más. —Tendré que hacer más pruebas; La secuenciación del ADN tomará una semana o dos, —dijo Quinn, colocando una punta de plástico limpia en su pipeta. —En este momento, parece que la anomalía podría deberse al ADN de Oriel o a los anticuerpos de una enfermedad. Los glóbulos rojos no tienen ADN, así que te dejaré probarlo primero, Seb. Con la pipeta, liberó una gota carmesí en la yema del dedo de Seb. Los colmillos de Seb pasaron junto a sus labios. Él lamió la sangre de su piel, enrollándola en su boca. —Dioses, eso es delicioso.

ANNA WINEHEART 46 Quinn podría imaginar. Al lado de Seb, Oriel observaba con los ojos muy abiertos, los nudillos blancos. Esperaron medio minuto, luego Oriel susurró—: Cero, y contuvo la respiración. —¿Seb? —Estoy aquí, —dijo Seb, su mirada fija en la de Oriel. —Estoy bien. La tensión desapareció de los hombros de Oriel. Se inclinaron el uno hacia el otro, y Quinn se giró, deseando poder taparse los oídos para evitar los suaves y húmedos sonidos de los besos. Realmente porque le recordaba a un cazador. Los labios de Brandon serían cálidos y sedosos, ¿no es así, deslizándose por el hombro de Quinn? Quinn tragó saliva, estudiando la capa de plasma bajo el microscopio. ¿Por qué sigo pensando en él? Recordó la ropa húmeda de Brandon, recordó que estaba arreglando un autobús bajo la lluvia, y sabía que tenía pocas razones para dudar de las palabras de Brandon. ¿Qué clase de persona llegaría tarde a la clase arreglando un autobús? Cuando Seb y Oriel se quedaron en silencio, Quinn se volvió con una nueva punta de pipeta de plasma. —Este es arriesgado, —dijo. —Aquí hay proteínas disueltas que pueden o no desencadenar la adicción. Exceptuando algunas pruebas intensivas, la forma más rápida de saber es permitirte probarlo. ¿Quieres hacer eso? Seb intercambió una mirada con Oriel. Luego se encogió de hombros, extendiendo su dedo otra vez. —Por supuesto. Quinn liberó la gota de plasma en la yema del dedo. Seb lo lamió y esperaron. Sobre todo, Quinn se preguntaba cómo detendría a Seb si Seb caía en una bruma. Primero protegería a Oriel, por supuesto, mantendría a

FORJADO EN HIERRO 47 Seb alejado del humano. Habiendo tenido sangre humana, Seb era mucho más fuerte que Quinn. Quinn probablemente se lastimaría. Eso estaba bien. Pero medio minuto pasó, y Seb parpadeó, mirando a su alrededor. — Piensas que estoy bien. —Así que son los glóbulos blancos, —dijo Quinn, el alivio susurraba en sus venas. Temía que destruyéramos el laboratorio. —Eso me ahorró mucho tiempo. ¿Te gustaría el resto de la sangre? —Diablos, sí, —dijo Seb. Quinn mezcló el plasma y los glóbulos rojos, y se los pasó. Seb inclinó la sangre en su boca, su garganta trabajando. El aroma se deslizó en las fosas nasales de Quinn cuando respiró, agridulce, no tan potente, sino tentador de todos modos. Sus propios colmillos se metieron en su boca, y tragó saliva, necesitando más sangre que solo un olorcillo. Su estómago se apretó. Una gota de carmesí se adhirió al costado del frasco. —Necesito más, —gruñó Seb, inclinando su boca sobre la garganta de Oriel. La puerta se abrió entonces, sin previo aviso. Los tres miraron hacia arriba. Brandon entró, ojos color avellana moviéndose sobre ellos: Quinn, Oriel, Seb. Comprensión y horror pasaron por su rostro. Antes que Quinn pudiera reaccionar, Brandon tomó su cuchillo y se abalanzó.

5 Brandon

B

randon frunció el ceño, caminando a grandes zancadas por los pasillos del laboratorio de biología. Si nunca volviera a ver a ese vampiro, probablemente

celebraría eso. El sonreiría y se compraría un cuchillo nuevo de plata. Trabajaría una semana extra en la tienda de autos gratis. Eso era lo mucho que odiaba a ese profesor, con sus insultos despectivos y apodos cursis. O tal vez solo se odiaba a sí mismo por rebajarse tanto, follar a un vampiro en lugar de matarlo. Brandon apartó esos pensamientos de su mente. Excepto que Quinn lo había dejado fuera del circuito sobre la visita al laboratorio, cuando sabía que Brandon quería una investigación de sangre. Quinn aún no había respondido al correo de Brandon después de veinticuatro horas. Eso no fue lo que acordaron. Brandon echó un vistazo a la bandeja de entrada de correo electrónico en su teléfono: no hay mensajes nuevos. No es que quisiera un recordatorio sobre ese vampiro y su cuerpo retorciéndose. Ignoró la agitación en su propia ingle, mirando una nueva notificación SMS. No hay nombre ni número de remitente. Este contacto le había estado enviando mensajes de texto cada dos semanas desde el año pasado. Probablemente encontraron su número de un grupo de cazadores. El primer texto había dicho, información de avistamiento de Vampiros.

FORJADO EN HIERRO 49 Brandon había respondido. A cambio, el número envió el lugar del escondite, y Brandon había entrado y matado a esos vampiros, sacando a sus víctimas a salvo y llevándolas a un lugar seguro. Hizo clic en el texto más nuevo. Dos vampiros vistos anoche en SLO. Una niña asesinada detrás de Gary's Hardware en Higuera. ¿Qué demonios? Brandon hizo una pausa y las palabras ardieron en sus retinas. Higuera era una calle concurrida, con demasiados testigos para que un vampiro golpeara con facilidad. Anoche había echado de menos el canal policial, trabajando hasta tarde en la tienda de autos. Su jefe le había permitido asistir a la universidad con esa condición: tomarse sus días libres para las clases y recuperar las noches de trabajo. No cazar lo inquietaba; ¿Quién más protegería a los civiles? Debido a los vampiros, los asesinatos de sus padres habían sido clasificados como no resueltos —habían sido hace diez años. Los asesinatos de vampiros aún no fueron publicitados ahora. Brandon gruñó, furia caliente barriendo a través de su pecho. Alguien estaba eliminando noticias sobre vampiros, y no fue sólo en San Luis Obispo. Metió su teléfono en su bolsillo, irrumpiendo en el laboratorio de síntesis de sangre. Si este maldito vampiro mató a la niña, lo juro... De alguna manera, la imagen de Quinn arremetiendo contra los humanos no le parecía bien. Pero Brandon le había conocido hace solo un día, ¿que sabía él? Definitivamente no había estado pensando en el profesor. No su cuerpo retorciéndose, no el hambre en sus ojos cuando Brandon se frotaba contra él, follando en la puerta de la oficina.

ANNA WINEHEART 50 ¿A quién estaba tratando de engañar Brandon? Hace dos días, Quinn se había sentido vivo contra él, y se había ido en contra de todo lo que Brandon había conocido sobre los vampiros. Quinn no debía retorcerse y jadear. Se suponía que no iba a arquearse contra Brandon como si él necesitara venirse, y ciertamente no debía atormentar los pensamientos de Brandon por 48 horas seguidas. Por qué Brandon quería follarse a un vampiro, no tenía ni idea. Se dirigió a la puerta del laboratorio, una placa de lectura de la síntesis de sangre montada en caoba suave. Agarró la manija de la puerta, la abrió. Si Quinn no estuviera aquí, Brandon buscaría en todas las aulas hasta que encontrara al maldito vampiro. Tal vez lo amenazara con una visita al laboratorio separada, para que pudiera extraer más información de Quinn Excepto que había dos vampiros en el laboratorio, uno con ojos negros y el otro con rojo. Y no-Quinn estaba a dos centímetros de hundir sus colmillos en un tipo Rubio. El estómago de Brandon apretado. ¡Mátalos! Él tiró de su cuchillo, lanzándose hacia el vampiro. El caos estalló a su alrededor. El tipo rubio, humano - le gritó a Brandon. No-Quinn cargó contra él, sus colmillos afilados. Quinn corrió tras ellos, sus ojos negros brillaron. Brandon se apartó del humano, tratando de apuñalar el corazón de NoQuinn; el tipo rubio le dio un puñetazo a Brandon con la mano, su propio cuchillo cortó una fina herida por el antebrazo de Brandon. —No lo toques, —gruñó el rubio. El vampiro de ojos rojos gruñó, agarrando el brazo del rubio, arrastrándolo hacia atrás.

FORJADO EN HIERRO 51 —Retrocede, —dijo No-Quinn, sus colmillos desgarrando líneas sangrientas bajo el labio inferior. Las uñas de las manos extendidas como garras. Brandon cargó de nuevo contra él, la furia hirviendo en sus entrañas. Una forma en movimiento chocó contra Brandon desde el lado, golpeándolo contra la puerta del laboratorio. El cráneo de Brandon golpeó en la madera; el vampiro frente a él gruñó, colmillos romos en los extremos, con los ojos negros, su pelo castaño rojizo. —Brandon, espeto Quinn, con la mano en la camisa de Brandon. —Detén esto. —¿Qué diablos? —Dijo. Por encima del miedo y la adrenalina, sus entrañas gritaron, vampiro. Y necesitaba matar a este hombre, necesitaba matar al otro antes que ambos lo destrozaran. Él no podía ver al rubio. El vampiro podría haber abierto su garganta y Brandon no estaba allí para salvarlo. —Nadie está siendo lastimado, —dijo Quinn, clavando su brazo en el pecho de Brandon. —Que te jodan. —Brandon lo empujó, y Quinn se tambaleó. Entonces Quinn empujó hacia atrás con todo su cuerpo, golpeando a Brandon contra la puerta. Sus manos temblaban con la fuerza de eso, su pecho se agito. Entonces él siseó. Brandon parpadeó más allá del dolor en su cuerpo, mirando hacia abajo cuando su cuchillo encontró resistencia. La sangre carmesí floreció en la camisa de Quinn. El cuchillo de Brandon había cortado verticalmente contra las costillas de Quinn, su borde aún estaba enterrado en el pecho de Quinn. Una puñalada bien angulada, y Quinn estaría muerto.

ANNA WINEHEART 52 Quinn agarró su muñeca, golpeándola contra la puerta a unos centímetros del hombro de Brandon. —Mátame si quieres, —dijo Quinn con los dientes apretados, el dolor brillando en sus ojos. —Pero déjalos ir. —De ninguna manera, —dijo Brandon, retrocediendo. ¿Dejar que un vampiro se vaya? ¿Quinn estaba loco? —Los mataré a todos ustedes. —¿Incluso aquellos que no beben? —Los ojos de Quinn brillaron. Soltó la camisa de Brandon, deslizando su mano hacia la garganta de Brandon, fríos dedos envolviendo la laringe de Brandon. El corazón de Brandon dio un puntapié. Mátalo. En pocas palabras, la mirada de Quinn se lanzó a la herida en el antebrazo de Brandon. —Seb no ha perjudicado a un solo civil, bastardo. No voy a dejar que lo mates. —Qué diablos, —dijo Brandon. —¿No has oído hablar de la minoría? —Quinn lo miró con desprecio en sus ojos. —Para un cazador, tu ignorancia es abismal. No era ignorante. ¿Cómo coño ha encontrado Brandon a Quinn atractivo? —Ambos son vampiros, —dijo, empujando a Quinn fuera. Quinn se tambaleó hacia atrás, y Brandon lo golpeo con su cuchillo intermitente. Niebla oscura pasó junto a su brazo; una mano dio un golpe desde la nube. Agarrando la muñeca de Brandon, tiró de él hacia atrás de modo que perdió el equilibrio. Y la niebla se unió en una forma humana detrás de él: el otro vampiro, con los ojos rojos y colmillos puntiagudos. Hielo disparó por la espalda de Brandon. Él se intercaló entre dos vampiros. —Seb, no, espetó Quinn, agarrando el mostrador para mantener el equilibrio. —¡Él es mi estudiante!

FORJADO EN HIERRO 53 El otro vampiro se detuvo, colmillos pulgadas desde la garganta de Brandon, su agarre fresco apretando dolorosamente alrededor de la muñeca de Brandon. Los ojos rojos parpadearon entre Quinn y Brandon. — ¿Él es tu estudiante? ¿Le estás enseñando a un maldito cazador? Mátalo o te matará. Brandon se giró hacia en el vampiro con su mano libre. Seb lo agarró en un santiamén, garras sacando sangre de la piel de Brandon. —Maldito seas, gruñó Brandon, su corazón latiendo apresuradamente. El agarre de este vampiro era inflexible, como el acero. En comparación con Quinn que había sido ligero como una tela. Brandon luchó, y el vampiro lo mantuvo a raya. —¡No me toques maldito! —Dices eso como si no estuvieras agradecido de estar vivo, gruñó Seb. Echó un vistazo a Quinn. —¿Mátalo? Quinn negó con la cabeza, mirando a los ojos de Brandon. —Nadie se va a morir en mi laboratorio. Brandon, no aprecio que ataques a mis amigos. —Todos ustedes son vampiros, —dijo Brandon. ¿Por qué se sorprendió siquiera? San Luis Obispo tenía que estar llenándose con los amigos de Quinn. —¿Mataste a la niña de anoche? Quinn parpadeó. —¿Qué niña? —Diez años de edad, en Higuera. Detrás de la ferretería. Quinn intercambió una mirada con Seb. —¿Estás seguro que no era un ladrón? —Fue. —Fue en el SMS. Y no era como si Quinn tuviera idea de quién era el informante de Brandon. —Fue en el canal de la policía. —No fuimos ninguno de los dos, —dijo Quinn, frotándose la cara. — ¿Diez años de edad? Oh, dioses. ¿Por qué estaba fuera en ese momento? —Joder si lo sé, —dijo Seb.

ANNA WINEHEART 54 Brandon se quedó mirando a los vampiros. No se vieron sorprendidos por el asesinato, pero no parecían contentos de ello, tampoco. A diferencia de los otros ochenta vampiros que Brandon había matado. —¿De Verdad? ¿Ustedes no la mataron? Quinn se apoyó en la mesa del laboratorio, su mirada vacilante a los brazos de Brandon. Detrás de Brandon, Seb negó con la cabeza. —Por supuesto que no. No estamos en el aquelarre. No matamos a civiles. —Es como que estamos en el aquelarre, —dijo Quinn, torciendo los labios en una sonrisa irónica. —Pero no nos pertenecen. El estómago de Brandon se convirtió en hielo. Había oído acerca de un aquelarre, pero nunca había encontrado lo suficiente como para creer. Él tiró inútilmente agarre de Seb. —¿Hay un aquelarre? —Uno muy desagradable, sí. —Quinn se humedeció los labios, sus fosas nasales dilatadas. —Dioses, hueles bien. —¿Está bebiendo de él? —Preguntó Seb. En la batalla, Quinn había insinuado que Seb no bebía. Brandon no lo creyó. ¿De quién más iba a beber? ¿Prisioneros? ¿Cómo ese tipo Rubio detrás de ellos, tal vez? Seb había estado a punto de morder al rubio cuando Brandon intervino. Y Quinn lo había dejado pasar, por supuesto que lo hizo. Brandon miró con acusación al profesor. La mirada de Quinn parpadeó sobre Brandon, de su cara a su pecho a sus piernas, y una copia de respaldo. Y Brandon recordó hace dos días, cuando su pequeño interludio había sucedido en la oficina de Quinn, los labios de Quinn arrastrando húmedamente a lo largo de su piel. —Yo no bebo, —Quinn con voz ronca, el parpadeo del hambre a través de sus ojos.

FORJADO EN HIERRO 55 —Bebiste de mí hace dos días, —dijo Brandon, su palpitante pulso. Quinn parecía como si quisiera devorar Brandon, y envió un estremecimiento de algo la espalda de Brandon. —No creo que se podría sobrevivir sin sangre. Detrás de él, Seb resopló. —¿Bebiste de este tipo? ¿Realmente, Quinn? ¿Se rompió la racha de dos siglos? Las mejillas de Quinn se volvieron de un rojo oscuro. —No fue mi intención. Yo no quería. Él estaba. Justo ahí. Él tomó su camisa rasgada. La sangre seca pegada a la herida de cuatro pulgadas. Más allá de la carne cruda, Brandon vislumbró el blanco de sus costillas. Los vampiros a los que él había luchado ya habrían sanado de eso, su piel regenerándose perfectamente. En cambio, Quinn tocó su herida, haciendo una mueca. ¿Qué pasa con este tipo? —Estás curándote muy rápido, —dijo Seb, su voz teñida de diversión. —Supongo que bebiste su sangre. —¿Eso es rápido? —Brandon preguntó, incrédulo. El vampiro detrás de él se rió entre dientes, pero no dejó en libertad a Brandon. —Si tienes un rencor contra los vampiros, Cazador, Quinn es el equivocado para matar. Él es el único de nosotros que no ha tenido sangre humana en, ¿qué, 200 años? —Cállate, Seb, —Quinn murmuró, empujando a los dos lados de la herida tratando de cerrarla, como si estuviera tratando de ayudar a que se cure. —No le cuentes todos mis secretos. Soy su maldito profesor. ¿200 años? Brandon vio a Quinn, sus pensamientos girando. Recordó el gemido de Quinn, el suave toque de la lengua de Quinn en su cuello. ¿Cómo podría sobrevivir un vampiro sin sangre? Porque Seb parecía estar

ANNA WINEHEART 56 diciendo la verdad. ¿Quién bromearía sobre un vampiro que no bebía? Pero ahora tenía sentido —las puntas de abajo de los colmillos de Quinn, la debilidad de su agarre, toda la premisa de su investigación: la síntesis de sangre. —¿No ha tenido sangre? —Preguntó Brandon, sólo para estar seguro. —¿Qué tipo de vampiro eres? Quinn ladró una risa. —Uno bastante miserable. Pero lo mismo vale para ti, ¿no? La miseria causa tristeza. —Yo no soy miserable, —dijo Brandon. —Mira en un espejo, cazador. Dime que no ves una masa ambulante de un niño enojado. —No soy un niño enojado. —Eres joven, ¿verdad? Entonces eres un niño. —Los ojos de Quinn brillaron con humor. —Tengo veintiocho años, —dijo Brandon. —Lo que significa que eres un bebé en comparación conmigo. —Jodiste un bebé, entonces. Quinn se congeló, con la boca abierta, lanzando su mirada hasta Brandon. Luego miró a Seb, y sus mejillas encendidas de un rojo oscuro. Detrás de Brandon, Seb suspiro, moviendo la cabeza. —¿Un cazador, Quinn? ¿De verdad? ¿Tu estudiante? —Sé que esto está mal. —Quinn fijó sus ojos en los mostradores de laboratorio, su postura marchita. Si Brandon no lo supiera, pensaría que Quinn estaba avergonzado en este momento. Y era extraño, un vampiro avergonzado. Casi como un humano.

FORJADO EN HIERRO 57 —Esto está fuera de mis manos, —dijo Seb. —No voy a tratar con él. ¿Vas a estar bien si nos vamos? ¿Nosotros? Brandon levantó la vista, llamando la atención del chico rubio. Se había olvidado de él. —Hey, —dijo el rubio, sonriendo con cautela a Brandon. Agarró un par de gafas de sol de un mostrador. —No es exactamente un placer, pero hola. —Gracias por el día de hoy, Quinn, —dijo Seb, su agarre aún apretado en las muñecas de Brandon. —Te debo una. Quinn miró a Brandon, y a continuación a Seb, como si estuviera juntando sus siguientes palabras. —Voy a trabajar en una solución a largo plazo. Tengan cuidado, ustedes dos. El rubio se acercó. Junto a Seb, se detuvo, deslizando las gafas de sol en la cara de Seb, ocultando sus ojos rojos. Luego de puntillas, besó a Seb en los labios, y salió por la puerta. Seb libero a Brandon, marchándose en un remolino de aire frío. La puerta se cerró. Por un largo momento, Brandon se quedó mirando, el corte en el antebrazo. El humano acababa de besar a ese vampiro. ¿Qué mierda? ¿Quién se acercaría tanto a un vampiro? El rubio tenía que ser un espía, o un cazador, o. —Ellos tienen un enlace de sangre, —dijo Quinn, empujando lejos del mostrador. —Ellos quieren formar una familia. Las palabras se filtraban lentamente en la mente de Brandon. ¿Por qué un vampiro quiere una familia? —¿Eso es posible?

ANNA WINEHEART 58 Los ojos de Quinn destellaron. —Cuando dos hombres se aman mucho… —No necesito tu maldita charla, —Brandon bruscamente, mirándolo. —Parece que necesitan las lecciones más básicas, —dijo Quinn. Se quitó la camisa, haciendo una mueca. Brandon todavía estaba nervioso, ¿cuánto tiempo llevó sanar a este vampiro? —No te estás muriendo, ¿verdad? Quinn echó un vistazo a su herida. —Tal vez el próximo siglo. Estoy sangrando un poco lentamente Brandon se picó. —¿Todo lo que dices tiene que ser tan maldito sarcástico? Quinn levantó una ceja. —Tal vez. —En serio, joder. —¿De nuevo? Esta vez enloqueció al profesor y Quinn sonrió. —Siempre me pregunté sobre el dedo medio, —dijo Quinn. Se alejó de Brandon, secándose el pecho con su camisa de bolas. —Si eso se supone que parece una polla, entonces esa es una propuesta muy indecente, ¿no? —No todo el mundo quiere una polla en el culo. —¿No? —Quinn lo miró reojo, con los labios curvos. Y Brandon no podía dejar de mirar a su boca, en el brillo de la misma, lo rosa que era. —No más de lo que haces. Que fue la respuesta incorrecta, porque Quinn se rió entre dientes. —Así que si yo dijera que sí, entonces tú quieras esto en el culo. Quinn cerró los dedos hacia sí mismo, dejando su dedo medio señalado. Brandon trazó la línea pálida de su dedo con los ojos, pensando

FORJADO EN HIERRO 59 en el sondeándolo. Su agujero apretó con anticipación. —No, dijo, con el corazón palpitante. Pero Quinn sonrió, mirando el pecho de Brandon. Brandon recordó demasiado tarde que el vampiro podía oír su corazón, también. Y su pulso lo había delatado. Él frunció el ceño. —Maldita seas. Quieres mi polla en el culo. Quinn entrecerró los ojos, dándose la vuelta. —Soy tu profesor, Brandon. No voy a aceptar favores sexuales. —Excepto que ya lo hizo. Allí. —Brandon se sacudió el pulgar en la oficina. —No pasó nada, —Quinn dijo bruscamente, mirando por encima del hombro. —¿O es que quieres que tu nombre sea empañado, cazador? Brandon tragó. No se aferraba a su reputación como un cazador, pero aun así... Había cogido a un vampiro. Y eso estaba mal, al igual que cualquier otra cosa que había encontrado a cabo hoy en día: Quinn quería coger su culo. Quinn quería la polla de Brandon en su culo. Y Quinn no había tenido sangre en doscientos años, hasta Brandon. Y al parecer los vampiros y los humanos podían unirse o lo que sea que eso significaba y formar una familia. Era demasiado para comprender. —No lo creo, —dijo Brandon. —¿Nunca has tenido sangre? ¿Hasta la mía? Quinn se detuvo en la puerta de su oficina, su expresión se cerró. — He estado bebiendo sangre de animales por 200 años. Si eso te importa. Algo había hecho que Quinn dejar de beber, entonces. —¿Se puede vivir de la sangre de los animales?

ANNA WINEHEART 60 Quinn extendió las manos. —Estoy vivo, ¿no? —Parece imposible, —dijo Brandon, pero sus pensamientos giraron. Había estado matando vampiros que mataban a los seres humanos. Nunca se le había ocurrido que había otros vampiros alrededor. Si pudiera creer en Quinn, entonces él era diferente. No es tan malo como los otros vampiros. Tal vez ni siquiera era un parásito y… no puedo creer que incluso estoy pensando esto. —¿Por qué incluso beber sangre de animales? —Preguntó Brandon. —Porque yo permanezco con vida, aparentemente. —¿Por qué? Los labios de Quinn se apretaron. —¿Te debo esa explicación? ¿No debería estar vivo? Brandon casi dijo que no debería, pero... Quinn no bebía sangre humana. Y tal vez no era el monstruo que había asesinado a los padres de Brandon. Tal vez era diferente. Brandon luchó para envolver su mente alrededor de eso. —¿Vas a lavar esa sangre? —Quinn se instaló en la silla detrás de su escritorio, su pecho pálido, untado de sangre. La herida era ahora dos centímetros de largo, una maldita vista mejor que antes. Y su pecho era magro, también, como Brandon había imaginado, sus pezones pequeños discos rosas esperando a ser tocados. —¿O sólo vas a Babear en mi puerta? —No estoy babeando, —dijo Brandon, tirando de su atención. La mirada de Quinn se quedó pesada en su antebrazo, donde la sangre oscura comenzaba a la corteza. Así que tal vez ambos estaban comiéndose con los ojos del otro. —¿Por qué debo lavarlo? ¿Estás rompiendo tu nueva racha sin sangre debido a mí?

FORJADO EN HIERRO 61 —No estoy bebiendo de un ser humano, —dijo Quinn. Excepto que sus ojos recorrieron la muñeca de Brandon y bajaron por su cuerpo, sobre su pecho, caderas y muslos. Como si quisiera atrapar a Brandon y devorarlo. Y el bloque de aire de cinco pies entre ellos se tensó. —Mucho menos de un niño babeando. —Eres el que babea, —dijo Brandon, mirando con odio. Quinn también era un maldito mentiroso, excepto que Brandon podía leerlo como el manual de un automóvil. Sí, él no se sintiera atraído en lo más mínimo por este hombre: su vampirismo, sus miradas lascivas y sus palabras inteligentes y estúpidas. —¿Tienes algo más que decir? Estoy seguro que preferiría el silencio a su voz. Quinn sacó una camisa nueva de su cajón y la sacudió. Luego lo cubrió sobre sus hombros, dejándolo caer suavemente contra su pecho. Brandon se quedó mirando, preguntándose qué sabor tenían esos pezones rosados. Lo que sabía la polla de Quinn. Y estaba decepcionando a sus padres, ¿no era así, si quería follar a un vampiro? Si él pensó que tal vez Quinn no era tan malo —Me marcho —dijo. Diez años atrás, su madre había dicho: ¿ya te graduaste? Estás creciendo tan rápido. Estoy orgulloso de ti. Y su padre había revuelto el cabello de Brandon y lo había abrazado. Así fue como les pagaba, poniéndose cómodo con un vampiro. El mismo tipo de criatura que los había asesinado. Enojado consigo mismo, Brandon dijo, —Se supone que me enviarías el horario de visitas del laboratorio.

ANNA WINEHEART 62 —No estás en posición de hacer demandas, —dijo Quinn, estrechando sus ojos. —Hicimos un trato. —A lo que no accedí. —Envíame esas fechas, o llamaré a los federales por ti. Quinn se puso rígido, sus ojos se precipitaron hacia la puerta. Y un poco de emoción de la victoria silbó a través de las venas de Brandon. Tenía algo contra el vampiro. Incluso si todo esto estaba mal, él estaba haciendo algo bien. Y eso facilitó la culpa en sus entrañas. —Eres despreciable, —dijo Quinn, aversión intermitente a través de sus ojos. —Eres vil, —dijo Brandon. —Desearía nunca haberte conocido. La mirada de Quinn se endureció. —Muy bien. Voy a enviar ese horario para ti. El triunfo en su pecho rugiendo más fuerte, Brandon asintió con la cabeza, caminando fuera de la oficina. Dos pasos fuera del laboratorio de síntesis de sangre, sacó su teléfono. Encontré dos vampiros en la Universidad de SLO. Seb y Quinn. Treinta segundos después de enviar el mensaje, la respuesta llego. Muy bien.

6 QUINN

L

a visita al laboratorio estaba programada para las 10 AM. Cuando la manecilla de los minutos se acercó a 12, Quinn deseó que el reloj se ralentizara o se detuviera por completo.

Él no quería ver a sus alumnos. O más bien, no quería ver a Brandon. Porque la idea de “sus alumnos” se había reducido a una cara en su mente: ojos color avellana, cabello negro y una boca demasiado inteligente que lo distraía sin fin. Ayer resultó ser un desastre. Quinn debería haber cerrado con llave la puerta del laboratorio. Especialmente cuando había tenido Oriel Lancaster en su laboratorio. Pero durante años, nadie había irrumpido, y Quinn se había metido en el mal hábito de no bloqueo de sus puertas. Excepto Brandon había llegado en el momento más inoportuno, y su cuchillo de plata había picado como el fuego en el pecho de Quinn. Era irónico que Seb y Oriel habían estado visitándolo. Quinn se había sorprendido, casi avergonzado por su intimidad. Sabía lo de su vínculo, por supuesto. Para verlo en persona, aunque... Lo había sacudido un poco. ¿Qué humano amaría a un vampiro? ¿Qué humano podría mirar más allá de ese instinto depredador, ese deseo de sangre? Entonces Brandon había anunciado que Quinn había probado su sangre. Antes de eso, Quinn se enorgullecía de dos siglos de ninguna presa humana.

ANNA WINEHEART 64 No se había detenido allí. Delante de Seb y Oriel, Brandon había revelado que Quinn se lo había follado a él, un estudiante y un cazador, y la dignidad de Quinn se había quemado a cenizas. Había sido un desastre horrible. Sin embargo, todavía le dolía más por la sangre de Brandon. El corte profundo en el antebrazo de Brandon se había desangrado hasta su muñeca, diciéndole a Quinn dónde exactamente debería haber lamido. Brandon había olido delicioso, y Quinn había temblado, conteniéndose. Quinn se quejó, frotándose la cara. Por lo menos el corte en el pecho se había curado. La alarma de su teléfono sonó exactamente a las 10 AM. Él hizo una mueca, de pie para abrir la puerta del laboratorio. En el exterior, diez estudiantes se arremolinaban en el pasillo, sobre todo en sus primeros años veinte. Ellos siempre parecían tan jóvenes. Quinn escaneo algunas de sus caras, con cuidado de no hacer caso de la amplia figura apoyándose en la pared tres pasos de distancia. Luego echó un vistazo a la lista en su portapapeles. Si sus estudiantes alguna vez descubrieran

su

verdadera

identidad,

se

sentirían

traicionados,

probablemente lo odiarían. Pero Brandon ya odiaba cada célula de su cuerpo; ¿importaba quién más lo hiciera? En realidad, no, Quinn pensó en ello. Apartó esos pensamientos, diciendo en voz alta los nombres de los estudiantes. Uno por uno, los estudiantes pasaron al laboratorio. Quinn se aseguró de mirar sólo a ellos, hasta que un nombre se mantuvo. En la lista, Brandon Remy quemó su camino a través de su mente.

FORJADO EN HIERRO 65 Miró hacia arriba, su piel hormigueaba bajo la mirada de Brandon. Y Brandon se apartó de la pared del pasillo, flexionando sus hombros y bíceps. Quinn tragó saliva. —Se te perdió un nombre, —dijo Brandon, sus pasos eran silenciosos mientras él merodeaba. Quinn no podía apartar los ojos, no cuando la mirada de Brandon se deslizaba por su cuerpo y todos sus nervios se encendían como fuego. —¿Vas a llamarme? Quinn se humedeció los labios. —No necesito hacerlo, ¿verdad? —Di mi nombre de todos modos. —¿Qué pasará si no lo hago? —¿Quieres saber? —Brandon se detuvo a unos centímetros de distancia, su mirada se clavó en la de Quinn a centímetros de distancia, el calor de su cuerpo irradiaba a través del aire entre ellos. —Haces que parezca ilícito —respiró Quinn. —No estoy seguro que esta sea una buena idea. —Dilo. El nombre de un estudiante no debería cargar tanto peso. Excepto que Quinn sabía las diferentes maneras en que Brandon podía rodar su lengua, y ninguno de ellos era apto para la escuela. —¿Justo aquí? —Con voz ronca. —¿Dónde más? —Y en un murmullo, Brandon agregó—: ¿En la cama? La sangre de Quinn aumentó hacia el sur, la ferocidad de lo que le mareaba. Trató de respirar, excepto que sus pantalones estaban apretados, y no podía pensar.

ANNA WINEHEART 66 Debería odiar a este hombre, este cazador que había manipulado su camino hacia el grupo de laboratorio de Quinn. Y Quinn lo hizo. Él nunca quiso ver a Brandon otra vez, nunca quiso escuchar su voz. Cada vez que Brandon mencionaba a los federales, el grupo de Síntesis de Sangre, Quinn se ponía tenso. Brandon era una amenaza. Y Quinn quería meterse en sus pantalones, quiso moler sus pollas desnudas juntas. —Mi nombre, —susurró Brandon, su aliento pesado en los labios de Quinn. El pasillo estaba vacío. Y Brandon levantó su mano, trazando su nudillo a lo largo de la línea de la polla de Quinn, su calor empapando la tela de los pantalones de Quinn. La boca de Quinn se volvió seca como papel de lija. —Brandon, gimió Quinn, el placer se extendió por su cuerpo. Parecía sexo, todo esto parecía sexo, y estaba mal. Cualquiera podría salir de un laboratorio, y... Brandon ahuecó su pene, exprimiéndolo. El aliento de Quinn salió de sus pulmones. Brandon pasó junto a él, sus labios carnosos dibujaron una sonrisa, una línea dura en su ingle. Quinn se metió en su oficina por unos segundos, para que nadie lo viera ajustarse. Luego se abotonó la bata de laboratorio y entró al laboratorio. ¿Por qué dejaste que te acosara? Debido a que odiaba a este hombre, y su resentimiento lo hizo querer inmovilizar a Brandon, follar esa sonrisa engreída de su rostro. Todavía significaba que quería follar a un estudiante, y eso lo incriminó. Quinn intentó no fruncir el ceño.

FORJADO EN HIERRO 67 Los estudiantes se habían sentado en filas a lo largo de los bancos de laboratorio, y su parloteo se apagó cuando Quinn se paró frente a ellos. Brandon se sentó en el otro extremo de la primera fila, su mirada arrastrando el cuerpo de Quinn, deteniéndose en sus caderas. Las mejillas de Quinn se colorearon. La bata de laboratorio debería ocultar su excitación, pero la mirada de Brandon recorrió su cuerpo, se encontró con sus ojos a sabiendas. Quinn miró hacia otro lugar, poniendo su portapapeles abajo. — Bienvenidos al grupo de investigación de la síntesis sanguínea. Si has asistido a los fundamentos de la Conferencia de sangre, sabrás que soy el profesor Quinn. Brandon levantó sus dedos, una breve ola. —¿Es realmente necesaria esa conferencia? Quinn le estrechó los ojos. ¿Te inscribiste para hacer preguntas como esta? Si. Es necesario para la iluminación de su alma. —Mi alma es la luz suficiente, gracias. —Tu alma es tan oscura que tendría que pescar desde las profundidades del océano. Brandon resopló. Los estudiantes miraron entre ellos, y Quinn saludó para llamar su atención. —Ahora que el Sr. desfile de modas ha compartido sus sabias palabras con nosotros, podemos proceder. Brandon miró hacia abajo en su propia ropa. Camisa de cuello y jeans, todo seco hoy. Lástima, Quinn pensó. Su camisa empapada había mostrado su cuerpo mucho mejor. —¿Por qué síntesis de sangre? —Brandon preguntó. —¿Por qué se unió a este grupo de investigación, Sr. Remy?

ANNA WINEHEART 68 Brandon vaciló. —Busco aprender acerca de la sangre. Para cazar. Eso, Quinn no lo sabía. Brandon usaría este conocimiento contra él, entonces. —Estoy seguro que una universidad del medio oeste te hubiera sido mucho mejor. —Yo vivo aquí, —dijo Brandon. —Parece saber lo que quiero. Su mirada se deslizó hacia abajo a las caderas de Quinn de nuevo, y el pene de Quinn se contrajo a su atención. Y otros nueve estudiantes vieron su intercambio, preguntándose qué demonios estaba pasando. Quinn luchó con el rubor de la cara. Probablemente se arrepiente de esto ahora mismo, pensó. Al igual que Quinn se arrepintió de añadir a Brandon a su grupo de investigación. — El propósito del grupo de síntesis de sangre es encontrar una alternativa comercialmente viable a la sangre humana,—dijo. —Sangre artificial, para personas que no son capaces de producir las suyas. Los ojos de Brandon brillaron. —¿Y para las personas que no quieren consumir sangre? Quinn se tensó, observando a los otros estudiantes. Ninguno de los demás parecía entender, o incluso mirar a Brandon. El vicio alrededor del corazón de Quinn se relajó. —Para las personas que prefieren no aceptar transfusiones de sangre, sí. Brandon estrechó los ojos. Quinn sonrió, cantando la victoria en su pecho. Explicó los proyectos de investigación del grupo —probando materiales de transporte de oxígeno, inventando prototipos de sangre y nuevas formas de producir sangre sintética. Luego introdujo a los

FORJADO EN HIERRO 69 estudiantes al equipo —la centrifugadora, el caudalímetro de flujo, el analizador de ADN. —Después de esto, se dividirán en parejas para practicar con los microscopios y micropipetas, —dijo Quinn. —Voy a asignar proyectos de investigación específicos para cada uno de ustedes, pero necesitarán conocer los conceptos básicos de funcionamiento de estas máquinas. Los estudiantes se dividieron en parejas. Quinn les dio portaobjetos de vidrio, les enseñó a gotear una muestra de sangre en el medio de la corredera, y estableció una película de vidrio protectora sobre la sangre. Luego se dio la vuelta, la corrección de los estudiantes en el manejo del microscopio. Esto le quitó la atención a Brandon; la tensión en el cuerpo de Quinn se alivió, y se centró de nuevo en la enseñanza. Quince minutos después, le picaba el cuello. Encontró a Brandon mirándolo, entonces sonrió, deambulando. —¿Tiene usted un problema? No podemos concentrarnos en la muestra, —dijo Brandon. —Creo que el microscopio está demasiado trabajado. —Usted debe haber trabajado hasta la muerte, —dijo Quinn secamente. Luego señaló las dos perillas de ajuste. —Este primero se acerca más a la muestra. Una vez que tenga eso, use esta perilla más pequeña para enfocar —es posible que tenga que cerrar un ojo para obtener las líneas afiladas.» A través de la explicación, la mirada de Brandon parpadeó pensativamente entre Quinn y el microscopio. Al final de esta, dijo, — gracias, y Quinn se alejó, el peso de la mirada de Brandon persistente en su espalda.

ANNA WINEHEART 70 Sólo soy alguien que quieres matar. El pensamiento se sentó pesado en el pecho de Quinn, siguiéndolo a los otros pares. Cuando volvió a mirar hacia atrás, encontró a Brandon ayudando a su compañera de laboratorio, una chica de pelo rojo y lentes redondos. Él le habló en voz baja, con sus grandes dedos cuidadosos con el tobogán. Sin embargo, lo que llamó la atención de Quinn fue la expresión seria de su rostro, la concentración con la que colocó la diapositiva bajo el microscopio, asintiendo con la cabeza para que ella lo intentara. Quinn miró a otro, la gravedad de la mirada de Brandon jugando una y otra vez en su mente. Podía apreciar la idea que Brandon puso en el ejercicio de laboratorio. Brandon Remy no estaba aquí como cazador, estaba aquí para aprender, y... al darle a la práctica la debida atención, se sentía como si estuviera buscando una parte de Quinn, respetando todos los esfuerzos que Quinn había puesto en esta investigación. Durante los últimos veinte años. Para que un cazador haga todo esto, bueno. Tal vez podría confiar en Brandon con más cosas en el laboratorio. Quinn terminó la excursión mostrándoles el contenido del gabinete, donde estaban los químicos, donde podían encontrar tubos de ensayo, y la lista para lavar la cristalería. —Ahora, como parte del grupo de investigación, usted tendrá que tomar turnos para limpiar los tubos de prueba y frascos, —dijo Quinn a los estudiantes apiñados a su alrededor. Agitó la cristalería a medio enjuagar en el fregadero. A su lado, Brandon murmuró, —Sólo estás empujando las tareas a otra persona.

FORJADO EN HIERRO 71 —¿Eres voluntario para lavar los tubos de ensayo? —Sonrió Quinn. —Vas a tener que llegar hasta el fondo para asegurarte que están realmente limpio, yo no tolero contaminantes en mis tubos. Ellos afectan a la... éxito de los experimentos. Brandon lo miró, sus labios carnosos se curvaron en una sonrisa. — Sí, llegaré hasta el final. Quinn se tragó. Un par de estudiantes levantaron sus cejas, así que Quinn les sonrió inocentemente. Se avergonzarían si supieran lo que realmente había sucedido entre Brandon y él. —Tal confianza, señor Remy. —Yo sé cómo limpiar, maldita sea. —Así que demuéstremelo, —dijo Quinn, agarrando el delantal y los guantes de un gancho de la pared. —Pónganse esto y limpie todos esos tubos. Brandon frunció el ceño. Sin embargo, se ató el delantal alrededor de la cintura y Quinn lo guio a través de los enjuagues múltiples del tubo de ensayo. Mientras Brandon limpiaba la cristalería, Quinn no podía dejar de preguntarse si hacía lo mismo en casa, si tenía a otra persona con quien viviera, si estaba en el fregadero con un delantal. Así que él dijo, —Me imagino que lo haces muy bien en casa, enjuagando todos los platos. —Sí. Mis platos se lavan seis veces por lo que los niveles de contaminantes caen al 0,04%. —Sin duda, usted tiene que lavar un séptimo tiempo. No puedo comer de un plato a menos que los niveles están en 0,01%. Brandon arqueó una ceja. —¿Tú? Imaginaba que lamias tu comida como un perro.

ANNA WINEHEART 72 —Ahora, eso es calumnia. —Sólo hipótesis. Quinn sonrió, encantado con todos los términos científicos que Brandon lanzó hacia él. Él no estaba enseñando un simio cazador, no por un largo tiro. —Trabajas eficientemente. —Yo limpio bastante bien. —Es posible que haya dejado una mancha o dos, —dijo Quinn, pensando en las rayas blancas en su camisa hace tres días. Eso había sido un dolor, llevando su ropa a una lavandería. —Señálalos, —dijo Brandon, su lengua lanzándose sobre sus labios. —Y voy a limpiarlos de nuevo. Quizás solo estaba humedeciéndose la boca. Pero tal vez quiso decir que él lamería esos líos, y Quinn tragó, escalofríos pasaron por su espina dorsal. No. Ellos no iban a joder otra vez. La visita terminó cuando Brandon puso la cristalería mojada en el horno de la encimera para secar. Quinn entregó hojas de quiz a los estudiantes. —Llenen esto, y déjenlos aquí mañana, dijo. —me ayudará a medir su comprensión de su visita de hoy. Los estudiantes murmuraban entre ellos, y Quinn miraba mientras barajaban la puerta. Junto a él, Brandon rodó sus hombros, haciendo estallar sus articulaciones. —Destrozaste mi reputación por completo frente a mi grupo de investigación, —dijo Quinn. Brandon Miró, impasible. —¿Te arrepientes?

FORJADO EN HIERRO 73 —En realidad no. —Por mucho que le doliera reconocerlo, Quinn disfrutó de los comentarios sarcásticos de Brandon. Ellos lo desafiaron, realizan las mismas enseñanzas del curso sólo un poco diferentes. Incluso si Brandon había chantajeado a su manera en el grupo de laboratorio. Brandon se rió entre dientes, el estudio de su hoja de prueba. — ¿Puedo llenar esto ahora? No quiero hacer el viaje extra aquí mañana. —¿No tienes clases mañana? Brandon vaciló. —No. Sólo estoy tomando esta clase y el grupo de investigación. Yo trabajo a tiempo completo. El estómago de Quinn se volcó, y no tuvo absolutamente nada que ver con Brandon. —¿Sólo esta clase? —Te lo dije. Para ayudarme caza. Quinn vio como Brandon se encaramaba en un taburete de madera, completando el cuestionario. Había una solemnidad en él que lo hacía viejo para su edad, y Quinn sabía el esfuerzo que Brandon ponía a la caza. —He matado ochenta vampiros, había dicho Brandon. Eso desgarró cualquier sentimiento de agitación que Quinn pudiera haber sentido hacia él. —Así que me vas a matar con lo que aprendas aquí, —dijo Quinn. Y tal vez... si se tratara de aquellos ojos color avellana fijos en él cuando muriera... Tal vez no sería tan malo. Brandon vista de su cuestionario, dándole vueltas en sus palabras. — Depende. —¿De qué? —No has matado a nadie. ¿De verdad crees eso? Se preguntó cómo reaccionaría Genevieve ante las palabras de Brandon. Ella fruncía el ceño, sus labios se retorcían de

ANNA WINEHEART 74 furia. ¿Él no ha matado a nadie? ¿Has visto las marcas en mi cuello? ¿Mi cuerpo en el suelo? Quinn prometió quedarse conmigo hasta que encontrara un marido, ¡y mira lo que ha hecho! Quinn apartó la mirada, y los hombros de Brandon se tensaron. —Mi hermana, —dijo Quinn, mirando las líneas familiares de las mesas de laboratorio, los azulejos en el suelo. El disgusto le subió a la garganta otra vez, como la bilis. —Hace doscientos años. Brandon contuvo el aliento. Quinn no quería ver la repugnancia en los ojos de Brandon, así que se dirigió a la nevera, agarrando una cuchara y una caja de sangre de pollo coagulado. Luego se dirigió a su oficina. Pasos seguidos detrás de él. Quinn se tensó en la puerta. Se imaginó el destello de plata, el filo afilado de una hoja golpeando en su corazón. Así que se quedó quieto, la caja de sangre enfriando sus dedos. —¿Por qué estás parado aquí? —Brandon preguntó detrás de él, a pocos centímetros de distancia. Quinn tragó saliva, mirando por encima del hombro. ¿Sin cuchillo? — Estaba esperando que me mates. —¿Qué? —Frunció el ceño Brandon. —¿Por qué? —Porque eres un cazador y yo he matado a alguien. —Quinn lo miró. —¿Dónde está el cuchillo? Brandon miró la etiqueta Cinnamon Farms sobre la sangre de pollo, luego se encontró con los ojos de Quinn. Al final, preguntó—: ¿Por qué la mataste? Quinn rió, el sonido de la misma amargura. —¿Crees que yo quería?

FORJADO EN HIERRO 75 Todavía podía ver el callejón húmedo donde los vampiros le habían acorralado, el destello de sus colmillos en la escasa luz. No había habido pocas palabras, sólo El aquelarre te ha elegido, y después la mordedura. Y la sangre goteando rancia en la boca. Quinn se estremeció. —No quiero pensar en ello. Brandon comenzó a llegar a él, luego retiró su mano. No lo puedo culpar, pensó Quinn. Yo no me tocaría, tampoco. Dio un paso hacia su escritorio, bajando la sangre. —Mis padres fueron asesinados por vampiros, —dijo Brandon, mirándolo. —Acababa de llegar a casa de la escuela. Mi madre es el tipo de persona que llevaría las galletas a un nuevo vecino. Y mi papá siempre decía que les daría demasiada comida a todos. Están enterrados en el cementerio a las afueras de la ciudad. Quinn se estremeció. No es de extrañar que Brandon lo odiara. No había forma que Brandon no lo hiciera, con una razón como esa. —¿Cuándo te convirtieron? Quinn suspiró. —Hace doscientos años. Brandon comenzó. —Entonces… —¿Cuánto sabes sobre los vampiros cuando se convierten? — Preguntó Quinn. Brandon negó con la cabeza. —No mucho. Quinn abrió la tapa de la caja y se acomodó en su silla. Luego, como solo eran Brandon y él en la oficina, levantó los pies para sentarse en una silla y se hizo un ovillo. —Estamos hambrientos cuando nos convertimos en vampiros por primera vez, —dijo Quinn. El hambre no había sido nada como lo que

ANNA WINEHEART 76 hubiera sabido; un dolor agudo que le había atravesado el estómago y le había destrozado las venas. Había reducido a la gente a su alrededor a olores y sabores, y había deseado hundir sus colmillos en alguien, cualquiera. Se dirigió tambaleante a la casa que había compartido con su hermana, empujando la pesada cama de madera contra la puerta, el armario de la ropa de sus padres difuntos contra la ventana. Luego se acurrucó debajo de la cama e intentó silenciar todos los sonidos. —¿Cuántos años tenías? —Treinta y tres. Y si Brandon iba a matarlo en algún momento, Quinn también podría decirle la verdad. —El aquelarre me atrapó. Me encerré en mi habitación después que me convirtieron. Y mi hermana me exigió que le mostrara la cara. Tentador como era, nunca salí a cenar. Genevieve había golpeado la puerta y gritado sobre el desperdicio de comida. Después de cinco días, se había quedado ronca. —Le dije que se fuera, murmuró Quinn. Recogió un bocado frío de sangre de pollo en la boca. Se deslizó sin sabor por su garganta. —Ella amenazó con derribar la puerta. Intenté comer todo lo demás: las sábanas, las puertas del armario. El hambre no se desvaneció. Así que abrí la puerta. Su sangre había sabia a pan dulce y té, y Quinn se había aferrado a ella, tragando todo. —Yo la succione toda, —dijo, con el estómago revuelto. —Fue… fue solo cuando dejé de beber eso…que me di cuenta que estaba muerta. En su mente, él vio su cara pálida, sintió la ligereza de su cuerpo en sus brazos. De nuevo, la echaba de menos una vez más, y el dolor y la culpa

FORJADO EN HIERRO 77 lo envolvieron como un infierno. Quinn gimió, empujando la caja de sangre sobre su escritorio. Él quería vomitar. Quería encerrarse en una maleta y hundirse hasta el fondo de un océano. Brandon le ayudaría con eso, ¿verdad? —Mierda. Brandon se acercó, poniendo una mano en el hombro de Quinn. Quinn se estremeció, esperando un cuchillo afilado, o un puñetazo, o un insulto despiadado. En cambio, Brandon agarró la camisa de Quinn y lo sacó de su asiento. Quinn se sacudió. Los brazos de Brandon se curvaron a su alrededor, cálidos como bandas de hierro. Por un segundo, Quinn se congeló, tratando de imaginar qué tipo de ataque era, de dónde venía el peligro. La palma de Brandon se deslizó por la parte posterior de su cabeza, sólida y suave. Luego tiró de la cara de Quinn hacia la calidez de su hombro, y Quinn jadeó, aspirando bocanadas de sudor almizcle, y la sangre de caramelo salado que vibraba en el pecho de Brandon. Él quería abrir la camisa de Brandon, quería romper su piel delgada y suave, para que pudiera saborear la riqueza sedosa de la sangre de Brandon. No debería. Se prometió a sí mismo que nunca volvería a beber sangre humana. —¿Qué estás haciendo? —Quinn preguntó, tratando de retorcerse de agarre de Brandon. —Quédate quieto, murmuró Brandon. Tiró de Quinn contra su pecho, con la palma apoyada en la parte baja de su espalda. Quinn se calmó. En cualquier momento, habría una fuerte quemadura de cuchillo, un fuerte agarre alrededor de su garganta.

ANNA WINEHEART 78 Ninguno vino. Respiró entonces, y el aliento lento y pesado de Brandon resopló contra su cuello. Contra él, la piel de Brandon olía débilmente a jabón, y sus brazos eran fuertes, cálidos. Quinn tragó, cerrando sus mandíbulas con fuerza. ¿Que era esto? ¿Por qué Brandon lo dejaba así de cerca? Brandon acarició con su mano la espalda de Quinn, su toque como una pluma. Él no estaba atacando. La mente de Quinn giró. —¿Qué estás haciendo? —Preguntó, a pesar que en realidad no quería. A pesar del espacio cerrado, se sentía... a salvo aquí. En los brazos de Brandon. Y era el último lugar en el que había pensado buscar refugio. —Te estoy sosteniendo, —dijo Brandon, su voz áspera. —¿Por qué? —Simplemente porque… Quinn dejó de hablar. Quería mantener el silencio como era, porque Brandon lo sostuvo perfectamente, envolviéndolo en un capullo de calor. Se sentía tan condenadamente bien. Y no deberían estar haciendo esto. — Eres un cazador, —susurró Quinn. —Y mi estudiante. —No quiero pensar en ello, —dijo Brandon. Pero él se ocupó de Quinn, su cuerpo duro como una jaula protectora. Por primera vez en dos siglos, Quinn se sintió a salvo de las pequeñas amenazas que acechaban a su alrededor —la posibilidad de ser descubierto, la presencia insidiosa del aquelarre, los otros cazadores que siempre estaban a la búsqueda de su especie. En este momento, estaba Brandon, y el resto del mundo embotado a un ruido silenciado más allá de él.

FORJADO EN HIERRO 79 En lugar de pensar, Quinn escuchó el torrente sanguíneo de Brandon en sus venas, el suave golpeteo del corazón de Brandon en el pecho. Puso su mano con cuidado en la cintura de Brandon, el calor empapando en su palma. —¿Por qué sigues viviendo —Preguntó Quinn, su voz amortiguada contra el hombro de Brandon. Brandon vaciló. —Para mantener a la gente a salvo. —¿Es por eso que... estabas bajo la lluvia? ¿Reparando el autobús? —Pareció apropiado, de repente, Brandon como cazador, matando monstruos, ayudando a la gente a salir de las interrupciones del tráfico. Era alguien bueno, alguien a quien Quinn especialmente no merecía tener cerca. —No es como arreglar el autobús sea la gran cosa. —Nunca he arreglado un autobús en mi vida. —¿Por qué sigues viviendo? Quinn enroscó sus dedos en la camisa de Brandon. Brandon tenía veintiocho años y había reparado autobuses, había matado vampiros, había hecho mucho más de lo que Quinn había tenido. ¿Qué había estado haciendo Quinn? ¿Han valido la pena esos años de investigación? —Quiero una solución para aquellos como yo, dijo. —Para que no tengan que beber sangre si no quieren. Brandon inspiró profundamente. —Realmente no quieres beber sangre humana. —Realmente no lo hago. Gente como Seb y yo, preferiríamos comprar hígado de la tienda de comestibles. Excepto que Seb tiene... Bueno, él tiene su humano ahora.

ANNA WINEHEART 80 —Y quieres beber mi sangre. La cara de Quinn se calentó. Si hubiera tenido sus dientes afilados, podría haber mordido a Brandon ese día, había tragado más sangre. —Yo... tu sangre sabe bien. En caso que no lo supieras. Brandon se congeló, sus ojos cautelosos. —¿A qué sabe eso? Solo... ¿metal? Quinn soltó una carcajada. Ningún humano le había preguntado esto antes. —Oh, no. Es como comer bistec condimentado. Para mí, tu sangre sabe a azúcar quemada, como si alguien espolvoreara copos de sal marina en ella... se siente como fuegos artificiales en la lengua. Tal vez no debería haber mencionado eso último. Quinn se lamió los labios, imaginándose esa sangre en su boca. Brandon lo miró. Delgadas cicatrices plateadas marcaron sus heridas en la garganta por cuchillos o garras. Hubo una costra de hace tres días, también. Pero no había marcas de pinchazos, y Quinn se sintió aliviado por su bien. Brandon no había sido mordido —¿Vas a beber mi sangre otra vez? —Brandon preguntó, su pulso saltando. Miedo, probablemente. —No quieres que tome tu sangre, ¿pero lo estás preguntando de todos modos? —No estoy preguntando, murmuró Brandon. —Era sólo curiosidad. —No pensé que tendrías curiosidad por mí. El estómago de Quinn se contrajo. Estar en los brazos de Brandon, hablar con él... Había ayudado a alejar los malos recuerdos. Brandon lo miró por largos segundos. —Ambos hemos perdido familia por vampiros.

FORJADO EN HIERRO 81 Quinn se estremeció. —Yo maté… —No lo hiciste a propósito, —dijo Brandon, mirando a Quinn. La piel del cuerpo de Quinn se erizó. —¿Por qué demonios te estás sonrojando? —Yo…yo… —Quinn tragó saliva, ahuecando sus propias mejillas. — Tienes mucha fe en mí. ¡Eres un cazador! —No dije que me gustas, murmuró Brandon, desenvolviendo sus brazos del cuerpo de Quinn, alejándose. El aire fresco se precipitó sobre la piel de Quinn, inoportuno. Claro que te odia. Dijo que toda la clase lo hace. Y eso estuvo bien. Después del asesinato de Genevieve, Quinn no se merecía nada bueno para él. Excepto que Brandon era perfecto, si no fuera también un estudiante y un cazador. —No debería beber de ti, —dijo Quinn, tragando saliva. Hace tres días, habían estado a punto de matarse el uno al otro. Ahora, Brandon lo había abrazado, y Quinn quería los brazos de Brandon alrededor de él otra vez. ¿Cuándo alguien lo tocó por última vez? —Esto es una locura. —Sí, lo es. —Brandon se frotó los brazos, mirando al escritorio. Quinn buscó algo para decir. Tenía cosas que hacer, como asignar proyectos de investigación, trabajar en el material de su curso, encontrar un antídoto para la sangre de Oriel. Le había prometido una solución a Seb. Debería estar haciendo eso, en lugar de esperar a que Brandon lo toque nuevamente. Nadie podía saber que esto había sucedido, por supuesto. No el andar a tientas, ni el abrazo, ni la conversación. —Esto nunca sucedió, —dijo Quinn. Brandon le había ofrecido consuelo y lo había aceptado. Mañana, volverían a ser cazadores y

ANNA WINEHEART 82 vampiros, fingiendo que Brandon no poseía un lado suave y gentil. Y Quinn no debería sentir una punzada en el pecho. —Me conoces como tu profesor de biología. Eso es todo. —Bien, —dijo Brandon, dando un paso atrás. Observó a Quinn por un momento y luego se deslizó al laboratorio. Quinn miró la olvidada caja de sangre de pollo que estaba sobre el escritorio. Luego regresó a su silla, hundiéndose sin sentido en ella. Todavía no sabía lo que Brandon pensaba de todo esto. Brandon pasó por la puerta de la oficina de Quinn. Quinn levantó la vista, esperando que no viera asco en sus ojos. A través de los dos metros entre ellos, los ojos de Brandon eran ilegibles. Pero él se cernía en la puerta por un segundo, y el estómago de Quinn se apretó bajo su atención. —Dejé el cuestionario en el mostrador —dijo Brandon. —Gracias por recibirme. Luego salió del laboratorio, y Quinn miró alrededor de su oficina vacía, la voz de Brandon haciendo eco en su mente. No sabía lo que era esto. Pero sabía que no podía durar.

7 BRANDON

D

os semanas después, Brandon guardó su teléfono en su bolsillo, mirando las luces fluorescentes a lo largo de los pasillos vacíos del laboratorio.

Había habido pocas noticias de su contacto telefónico anónimo, el que sospechaba que tenía conexiones con los federales. Inmediatamente después de la visita al laboratorio, se arrepentía incluso de haberle enviado el nombre de Quinn al tipo; al menos, suponía que era un tipo. La cosa era que todavía había actualizaciones del número privado: un vampiro acechando en el parque, otro revoloteando cerca de una tienda de juguetes popular. Brandon había visto las noticias en la transmisión de la policía, había matado a esos vampiros, y sus víctimas se habían retirado, a salvo. Esos civiles nunca le dijeron a la policía. Brandon sabía lo que diría la policía: es un día caluroso. Debes haber estado alucinando. Los vampiros no existen. Incluso en todos los libros de texto escolares: los vampiros son criaturas imaginarias. Si crees que viste uno, cuéntaselo a la policía. Diez años atrás, sus tías y amigos le habían quitado su furiosa perorata, diciéndole que su trauma lo había hecho alucinar. Luego le dijeron que necesitaba terapia, y después de años de tratar de convencerlos, Brandon había dejado de mantenerse en contacto. Así que todavía no tenía amigos ahora, a excepción de sus compañeros de trabajo en la tienda de autos del centro. Se limpió la grasa

ANNA WINEHEART 84 del motor en sus pantalones, mirando las placas en las puertas del laboratorio. Estaba aquí para hablar sobre su proyecto asignado. No ver a Quinn ni nada. Se encontró fuera del laboratorio de Síntesis de Sangre, y su estómago se revolvió un poco. Quinn no puede estar. Son las 7 PM. El profesor había estado distante últimamente, sin mirar a Brandon, a pesar que Brandon se había sentado en las primeras filas vacías durante sus conferencias. Quinn se había apresurado justo después de las últimas diapositivas de Conceptos básicos de la sangre, y había enviado correos para manejar las clases de tutoriales. Quinn tampoco había respondido sus correos electrónicos. A menos que visitara el laboratorio, Brandon no tenía idea de cómo obtendría algunas respuestas. Así que agarró la manija de la puerta, esperando una puerta cerrada. Se abrió fácilmente. Dentro del laboratorio, Quinn se congeló en el mostrador, con tubos de sangre en sus manos enguantadas. Pero lo que llamó la atención de Brandon fue la pinza de la ropa en su nariz. —¿Qué diablos estás haciendo? —Preguntó Brandon. No olía nada, salvo por el aire rancio aire acondicionado. —Experimentando. —Quinn miró hacia los tubos de ensayo, su voz nasalmente. Él no estaba usando sus contactos. —El laboratorio está cerrado en este momento. —No cerraste la puerta. Eso significa que está abierto. Quinn entrecerró los ojos. —Te dije mis horas al comienzo de este semestre.

FORJADO EN HIERRO 85 —No has respondido a mis correos electrónicos. —Estoy ocupado. Brandon cerró la puerta detrás de él, acercándose. A las 7 PM, los estantes de tubos de ensayo se extendieron a lo largo de los mostradores, varias pipetas yacían en una fila a un lado. Las hojas de papeles se extendieron a través de otro mostrador. Cuando Brandon visitó su proyecto a principios de esta semana, los contadores habían sido claros, los estudiantes tenían una sola estantería de tubos de ensayo. El laboratorio ahora estaba desordenado; nunca había pensado cómo sería la investigación de un profesor. —No tienes que cerrar la puerta, —dijo Quinn. —No te vas a quedar mucho tiempo. —No iba a hacerlo. Pero probablemente debería cerrar la puerta de todos modos. Quinn se encogió de hombros. —Los del aseo vienen y van. No me molestan. —¿Qué tan tarde te vas a quedar despierto? —¿Me estás invitando a la cama? Brandon se congeló. Entonces tal vez había pensado eso, excepto que estaba aquí por respuestas. —No tienes una cama aquí. —Yo no duermo. No es como si necesitaran una cama para follar, ¿y por qué sus pensamientos se descarrilaron tanto con Quinn? Brandon frunció el ceño. —¿Por qué la pinza de la ropa? Quinn suspiró, colocando los tubos de prueba en una rejilla. —¿Te vas a ir?

ANNA WINEHEART 86 —No. —¿Has venido hasta aquí para tomarme el pelo? —Tengo preguntas. Quinn cerró los ojos por un momento, luego suspiró de nuevo. Su nariz era rosada por la pinza de la ropa. —Dos minutos. Escúpelo. —Me estoy preguntando sobre mi proyecto, —dijo Brandon. —Me diste algo sobre el transporte de sangre. Eso no tiene nada que ver con Conceptos básicos de la sangre. Quinn miró sus notas. —Pediste unirte al grupo. Cualquier proyecto que asigne es aquel con el que estás atrapado. Tratar con él. —Eso no me va a ayudar a estudiar… —¿Podrías irte? —Quinn inspiró profundamente y se estremeció, sus colmillos saliendo. Todavía eran redondos en las puntas. —Maldición. Quinn miró los tubos de ensayo, con diferentes volúmenes de sangre en ellos. Él se lamió los colmillos. Brandon no estaba sorprendido; el aroma de la sangre le hizo eso a los vampiros. En las últimas dos semanas, la sangre con la que habían tratado en el laboratorio había sido artificial, y Quinn no había usado la pinza para la ropa en la nariz. Inconscientemente, Brandon tomó la costra de su antebrazo. Quinn siseó. —Deja eso. Brandon se detuvo, mirando hacia abajo. Se había cortado con su cuchillo cuando Seb y el otro humano estaban en este laboratorio, y la herida había sido bastante profunda en algunos lugares. Sin embargo, coserlo había ayudado a la mayoría de la herida a sanar en una semana. — ¿Puedes oler eso?

FORJADO EN HIERRO 87 —¿Viniste aquí para tentarme? —Preguntó Quinn, con los ojos brillantes. —No. —Bueno, tal vez un poco. —Estoy en medio de algo importante aquí, Brandon. Necesito no respirar. —¿Por qué? —¡Basta de preguntas! —Quinn lo miró con furia, caminando hacia el otro extremo de la habitación, con los bordes de su bata de laboratorio agitándose alrededor de sus piernas. Luego se apoyó contra un mostrador, a seis yardas de distancia de sus tubos de ensayo. Se quitó la pinza de la ropa y se frotó la nariz con la muñeca. Brandon recordó al profesor que le había explicado los fundamentos de un microscopio, y al hombre que se había acurrucado en su silla de oficina, con los ojos sombreados de arrepentimiento. Miró a Quinn ahora, ojos dorados brillando, sus labios una línea delgada. Esta investigación era importante para Quinn. Brandon lo sabía. Y tal vez no debería haberse molestado en venir aquí en absoluto. —Lo siento, —dijo. Quinn suspiró, sus fosas nasales ardiendo. —Solo estoy... lidiando con un espécimen volátil en este momento. No puedo arriesgarme a respirar su olor demasiado. —¿Sangre humana? Quinn vaciló, con los ojos cansados. —Sí. Estoy tan cerca de probar un antídoto. Habría sido agradable no ser interrumpido. Brandon hizo una mueca. Le sucedía a veces, cazando vampiros. Cuando estudiaba mapas, se perdía una cacería, o cuando se detuvo para

ANNA WINEHEART 88 detener un asalto normal. Y él estaba haciendo lo mismo con Quinn ahora. —¿Antídoto? No tienes ningún documento sobre el veneno. Quinn alzó la vista, la sorpresa corría por su rostro. —Has leído mi trabajo, —dijo lentamente. —Sí. Para tener una mejor idea de lo que aprendería del curso. —¿No porque soy un vampiro? —Los leí nuevamente después que me enteré. —Brandon frunció el ceño. La mayoría de las investigaciones publicadas por Quinn no tenían nada que ver con la sangre de las presas. Todos y cada uno de los artículos giraban en torno a la síntesis de sangre artificial. —¿Has hecho sangre que puedas beber? Quinn miró hacia otro lado, las mejillas oscureciéndose. —Aún no. La culpabilidad susurró por la espina dorsal de Brandon. No debería abrir ninguna herida de Quinn, especialmente no algo que Quinn había pasado investigando durante veinte años. Pero eso hizo a Quinn humano, ¿no? Quinn no era como los otros vampiros. Tenía un objetivo para el que había estado trabajando, incluso si no lo había logrado. Como aquella mañana en la oficina de Quinn, cuando Quinn había hablado sobre su hermana, Brandon quería acercarlo. Ofrezca un poco de consuelo, porque Quinn parecía que lo necesitaba. Excepto que Quinn era un vampiro. Brandon tragó saliva. —Así que esto. —Hizo un gesto hacia los tubos de ensayo. —¿Esto es por tu sangre artificial? ¿Hay un veneno del que debes deshacerte? —¿Por qué tienes tantas preguntas? —Porque… —Porque quería aprender más sobre este hombre. Porque Brandon no pudo evitar esa irritación para saberlo. Eran similares,

FORJADO EN HIERRO 89 Quinn y él. Habían perdido a su familia. Y Quinn era un hombre con remordimientos. Brandon no podía imaginar cuánto pesaba la muerte de su hermana en sus manos. —Porque quiero ayudar, terminó Brandon sin convicción. —No necesito tu compasión. Quinn apretó los dientes, mirando la sangre en el mostrador, luego en la costra de Brandon. —No estoy ofreciendo compasión—. Brandon recogió su costra de nuevo. —Para. —¿Esto? —Frotó la punta del dedo sobre la costra, rastreando el resto de la piel curada y plateada. —¿Quieres lamerlo? —No. —Pero los ojos de Quinn permanecieron en el antebrazo de Brandon, luego en su garganta, su mirada oscureciéndose. —Te dejaré lamer mi sangre si terminas tu experimento, —dijo Brandon. Eso es, estoy loco. Quinn rodó sus ojos, sus labios se crisparon. —¿Eres el profesor o lo soy? —Tengo cierta autoridad en el cuidado del personal, —dijo Brandon. Y él hizo; Come saludablemente y se mantiene ocupado en la tienda de autos. —¿Y tú? Quinn sonrió. —Quizá. —Eso es probablemente un no. —Mandón, ¿no? —Si eso te ayuda a responder mis preguntas, entonces sí.

ANNA WINEHEART 90 Quinn desvió la vista, el humor brillaba en sus ojos. —Ya casi termino con este experimento. Solo necesito que te vayas, así no te pondré en peligro. La piel de Brandon se erizó. —¿Poner en peligro cómo? Quinn vaciló. Luego levantó la pinza de la ropa y jugueteó con ella. — La sangre en la que estoy trabajando es de un ser humano. Tiene algunos elementos adictivos. Estoy trabajando en un antídoto, y... voy a tener que probarlo. —¿Sangre adictiva? —El terror se acumuló en el estómago de Brandon. Él nunca había oído hablar de eso antes. Para un vampiro que rara vez bebía sangre humana... sonaba como una mala idea. —¿Vas a beber eso? Quinn hizo una mueca. —Se supone que no debo. Pero no quiero probar el antídoto contra otra persona sin conocer sus efectos. Quiero decir, he realizado pruebas al respecto. Los resultados parecen ser positivos. Yo solo... necesito probarlo en un vampiro. —Y ese serás tú. —¿Recuerdas a la pareja a la que atacaste aquí? —Quinn señalo con la mano hacia la puerta del laboratorio, donde Brandon se había encontrado con Seb y el chico rubio. —¿Las personas que querían una familia? La sangre de Oriel es peligrosa. Seb no puede beber mucho de él sin perder la cabeza. No quiero inyectar a ninguno de ellos con un antídoto no probado. —Así que vas a ser la rata de laboratorio, —dijo Brandon, su estómago se hundió.

FORJADO EN HIERRO 91 Eso era todo un error: Quinn bebía sangre que podía controlarlo, Quinn probaba un antídoto del que no conocía los efectos completos. Esto era en lo que Quinn había estado trabajando todos los días después de clase, por lo que había estado estresado. Quinn estaba arriesgando su vida para que otras personas pudieran tener una familia. Brandon quería besarlo, de repente. —Necesito que te vayas, —dijo Quinn, volviendo a los estantes de sangre. —Todo esto es potente. Si sale bien, tendré un antídoto para esta noche. —¿Si no es así? Quinn lo miró, su sonrisa sin alegría. —Entonces estaré encerrado aquí solo. ¿Por qué crees que estoy trabajando en esto a las 7 PM? Brandon miró los frascos y tubos de ensayo. Esto sonaba como un gran riesgo. —¿Vas a estar bien? Quinn se encogió de hombros. —Todo lo que importa es el antídoto. —¿Qué hay de ti? —Quinn lo miró inexpresivamente. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Brandon. —¿No te importa si te mata? Recordó a Quinn parado en la puerta de su oficina, recordó a Quinn diciendo, estaba esperando que me mataras. —¿Cuál es mi valor? —Preguntó Quinn, el desprecio brillaba a través de sus ojos. Y Brandon se dio cuenta que el desdén que había vislumbrado en la cara de Quinn... Todo estaba dirigido a él mismo. Si Quinn pensaba que no valía nada... ¿a quién más tenía alrededor? ¿Quién creía en él? —Te odias a ti mismo, —dijo Brandon, apretando los intestinos. Todo este tiempo, había pensado que Quinn lo odiaba. —Yo también te odio, —dijo Quinn, su tono seco.

ANNA WINEHEART 92 Bien. Brandon tragó saliva. Tal vez esas palabras no deberían doler, pero lo hicieron. —¿Cuánto tiempo serás adicto? Si el antídoto no funciona. —¿Horas? No lo sé. Tal vez días. —La gente estará preocupada si no apareces para la clase. Y alguien llamaría a la seguridad del campus, ¿no es así? Los guardias de seguridad desbloquearían el laboratorio de Síntesis de Sangre. Si encontraban a Quinn aquí, sus dientes y garras se extendían, sus ojos dorados... Se darían cuenta que Quinn era un vampiro, se verían obligados a reconocerlo. También matarían a Quinn. Y ese pensamiento hizo que Brandon apretara las tripas. —Mira, no puedo dejarte en paz. Los estudiantes o los guardias podrían encontrarte. Quinn entrecerró los ojos. —No quiero ponerte en peligro. Eres mi alumno. —Soy el único que sabe que eres un vampiro, —dijo Brandon. —Y sé cómo defenderme. Tengo un cuchillo. Los ojos dorados se posaron en la cintura de Brandon, donde su camisa ocultaba la pistolera del cuchillo. —No lo haré, no seré yo mismo, murmuró Quinn. —Si el antídoto no funciona, no será lindo. —No me importa si es lindo, —dijo Brandon, luego se sonrojó. —Eso salió mal. Olvídalo. Los ojos de Quinn brillaron. —¿Soy lindo? —Haz tu experimento, espetó Brandon, su corazón latiendo con fuerza. Sí. Sí, Quinn lo era. Quinn parecía escucharlo de todos modos. Todavía con una sonrisa en los labios, se colocó la pinza de la ropa en la nariz. Vació la sangre en

FORJADO EN HIERRO 93 algunos frascos, lo encerró todo en una caja de plástico. Luego deslizó la caja en la nevera, dejando solo un tubo de prueba de sangre y un vial de vidrio de fluido incoloro. Cuando limpió los mostradores y tomó notas en sus papeles, Quinn se quitó la pinza de la nariz y respiro profundamente. —Dioses, esta sangre huele a licor. Agridulce, —murmuró Quinn, colmillos relucientes. —Huele deliciosamente. Adictiva. La envidia se clavó en las entrañas de Brandon. —¿La mío no? Quinn lo miró, su mirada recorrió el cuerpo de Brandon, deteniéndose en la punta del pulso en su garganta. —¿Quieres que lo sea? —Diablos no, —dijo Brandon, por lo que Quinn sabía que no había nada entre ellos. —Por un momento allí, pensé que querías mi boca sobre ti. —Bebe esa sangre. Brandon asintió con la cabeza al tubo de ensayo. —Eres un mandón —Quinn se volvió, sacando la muestra de sangre del estante. Cuando lo inclinó, la sangre cubrió el lado del tubo de ensayo, dejando una mancha de rojo sobre el vidrio. La piel de Brandon se erizó. Quinn se quedó mirando la sangre —2 ml, más de lo que había lamido de la garganta de Brandon —y se estremeció, sus fosas nasales ardieron. —No sabes cuánto me asusta esto, murmuró. —Me convertirá en una máquina de matar. No lo bebas, entonces. No te gusta la sangre humana. Brandon contuvo el aliento, su pulso latía fuertemente en sus oídos. Quinn se arrojaría como una rata de laboratorio, porque no veía su propio valor. Y Brandon no sabía cómo resolver eso.

ANNA WINEHEART 94 Se obligó a quedarse quieto, se obligó a sí mismo a dejar que Quinn se llevara el tubo de ensayo a los labios. Brandon quería agarrarlo, tirar la sangre por el fregadero. —Tengo treinta segundos antes que me consuma, —dijo Quinn. —Si crees que es demasiado peligroso, vete. Brandon puso los ojos en blanco. Quinn se llevó la sangre a la boca. Él ronroneó, la lengua chasqueando sobre sus labios, su garganta trabajando. Las uñas de Brandon se clavaron en sus palmas. Pero Quinn no dejó caer el vaso, no chilló de dolor. En cambio, enjuagó el tubo de prueba en el fregadero y lo volvió a colocar en su estante. —Todavía estás bien, —dijo Brandon. —¿Estás contando los segundos? —Con dedos hábiles, Quinn desenroscó el vial de antídoto. Luego lo inclinó por su garganta, tragando. Brandon lo observó, con los hombros apretados, su mano apretada alrededor de la empuñadura de su cuchillo. No pasó nada. Quinn llevó el frasco al fregadero. Luego se estremeció, golpeando el frasco contra el mostrador, fragmentos de vidrio deslizándose sobre la piedra pulida. —Mierda. Se supone que... se supone que debe funcionar. ¿Qué ha pasado? Los pulmones de Brandon se llenaron de hielo. El bordeó más allá de los bancos, su corazón latiendo. —¿Quinn? Y Quinn se estremeció, con las garras atravesando sus guantes, las puntas de sus colmillos afiladas. Sus pupilas se contrajeron, dejando a sus ojos brillantes como discos de oro. Excepto que la mirada de Quinn se deslizó sobre él, como si fuera invisible.

FORJADO EN HIERRO 95 La garganta del vampiro funcionó. Olfateó el aire, mirando primero los tubos de ensayo enjuagados en sus estantes: solo habían sido lavados una vez, la sangre era un contaminante en ellos. —¿Quinn? —Brandon lo intentó de nuevo. Las fosas nasales de Quinn se encendieron. —Más, —dijo con voz áspera, con las garras raspando el mostrador, esparciendo vidrio. — Necesitar más. Se deslizó por el laboratorio, sus movimientos fluidos, más agraciados que los del profesor, y Brandon se dio cuenta que ya no era Quinn. La criatura frente a él era un vampiro, como las decenas que había cazado y matado. Mátalo, sus instintos rugieron. Brandon sostuvo sus puños a los costados, su corazón latía con fuerza. Quinn no era él mismo. El vampiro miró su pecho, pero se alejó, olfateando el fregadero, luego la centrífuga. Enrolló sus garras en los tubos de ensayo mojados, sus uñas rozaron contra el vidrio. Luego dio un paso alrededor de los bancos, pasó a menos de cinco pies de Brandon, y el cabello de Brandon se puso de punta. Mátalo. Quinn se volvió hacia la nevera, su mirada se agudizó. El estómago de Brandon cayó en picado. Dentro de la nevera, había al menos diez veces la misma sangre que Quinn había tragado. No se había dado cuenta que Quinn había sacado tanto del rubio, no sabía cuánta más sangre había en la nevera. Y si todo lo que hacía falta era 2ml para que Quinn perdiera la cabeza... Cualquier cosa más lo arruinaría. Brandon estaba seguro de eso.

ANNA WINEHEART 96 Él corrió hacia adelante. Quinn agarró la manija del refrigerador y abrió la puerta. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Quinn, y un sonido suave y hambriento emergió de su garganta. No el refrigerador. Brandon se lanzó hacia adelante, golpeando a Quinn en la nevera, forzando la puerta a cerrar con el peso de sus cuerpos. Por un segundo, sintió alivio. Entonces Quinn silbó, retorciéndose para enfrentar a Brandon, sus ojos en blanco. Atacó a Brandon con sus garras. Brandon agarró sus muñecas, pero no antes que esas garras arañaran las líneas delgadas y sangrientas en sus antebrazos, enviando dolor y sangre floreciendo a través de su piel. Quinn luchó contra él, la fuerza en los huesos delgados de sus muñecas. Luego empujó a Brandon hacia atrás, lo suficientemente duro que Brandon se tambaleó hacia atrás cinco pies, lanzando sus manos para mantener su equilibrio. A través de las dos semanas que había conocido a Quinn, Brandon no había sentido tanta fuerza en las garras de Quinn. Esa sangre nueva le había dado fuerza a Quinn, lo hizo letal. Quinn saltó hacia él, gruñendo, con colmillos relucientes. Brandon giró a su lado, empujando a Quinn contra la pared. Quinn se recuperó, con las garras extendidas. Brandon se apartó de las manos de Quinn, agarrando el cuello de su abrigo. Luego empujó a Quinn a través del laboratorio, lejos de la nevera. Quinn chilló, con las garras raspando la pintura de las paredes mientras se tambaleaba hacia adelante. Brandon lo liberó y retrocedió. Quinn se giró, sus ojos se cerraron con los de Brandon.

FORJADO EN HIERRO 97 En lugar de un profesor o un hombre, Brandon vio violencia en sus ojos. Una criatura empeñada en atacarlo. —Quinn, espetó. —¿Recuérdame? El vampiro cargó más allá de los bancos, con sus garras golpeando a Brandon. Atrapó a Brandon en el hombro, las uñas pinchando en la piel de Brandon, y lo empujó a través de la habitación. Brandon perdió el equilibrio, precipitándose hacia adelante, chocando contra la centrífuga tan fuerte que se sacudió. Hace dos semanas, Quinn le había dicho al grupo de visitas al laboratorio, —No te apoyes en esta máquina, o desequilibrarás el sistema. Trátenlo como su heredero. Brandon hizo una mueca, levantándose de la centrífuga. Este no eres tú Quinn voló hacia él, con sus garras brillando. Brandon giró más allá de los estantes de tubos de ensayo vacíos. El vampiro lo siguió, barrió los estantes de los mostradores. Vidrio se rompió a sus pies. Brandon se lanzó hacia adelante, agarrando a Quinn por el brazo. Quinn le dio un golpe en la mejilla. Dos de sus garras atraparon la piel de Brandon, pequeños arañazos que quemaron y extrajeron sangre. Brandon maldijo. Pero algo brilló en los ojos de Quinn cuando la cálida sangre goteó por la mandíbula de Brandon. Entonces Quinn se soltó del agarre de Brandon y golpeó de nuevo, y Brandon lo empujó contra el banco. Las notas de investigación de Quinn estaban apiladas en una pila detrás de él. El vampiro pasó su brazo por los papeles, dispersándolos como plumas caídas.

ANNA WINEHEART 98 —Deja eso, —gruñó Brandon, su mente corriendo. Este no era Quinn. Este era un vampiro, una criatura que lo destrozaría en dos segundos. Pero en algún lugar también estaba el profesor roto, y Brandon no podía matarlo. Quinn se abalanzó sobre él, y Brandon se apartó, maldiciendo cuando Quinn lo siguió hasta la parte posterior del laboratorio, asesinar gritaban sus ojos. Brandon retrocedió contra el horno de la encimera, su exterior frío y brillante era una pared fría detrás de él. Él podría derribar a Quinn o inmovilizarlo, o... Cargó contra Quinn, y Quinn lo tomó por los hombros y lo tiró de nuevo al horno. Brandon plantó sus manos en el pecho de Quinn, lo empujó, y el horno se estrelló contra el mostrador detrás de ellos, la puerta se abrió de golpe, los tubos de ensayo se derramaron por el suelo. El estómago de Brandon se apretó. Esto no podría continuar. — Quinn, gritó, agarrando los antebrazos del vampiro cuando Quinn saltó sobre él. —¡Para esto! ¡Estás destruyendo tu laboratorio! Pero Quinn lo miró inexpresivamente, su lengua recorriendo sus labios, sus colmillos afilados. ¿Cómo puedo detenerte? ¿Por qué no me lo dijiste? Brandon empujó las manos de Quinn detrás de su espalda, sosteniéndolas con tanta fuerza que le temblaron los brazos. Luego clavó a Quinn contra el mostrador con sus caderas, recostándose cuando Quinn le espetó con los dientes. Así de cerca, el vampiro era un monstruo Regio, una masa de violencia atrapada en forma humana. Y fue presionado contra Brandon, su cuerpo áspero y firme.

FORJADO EN HIERRO 99 —¡Quinn! ¡Me conoces! Quinn lo fulminó con la mirada, sus pupilas se contrajeron, la baba goteaba de una esquina de su boca. Y esto dolió, la idea que Quinn nunca volvería a reconocerlo. Imprudente, Brandon se inclinó, presionando su labio inferior contra los colmillos de Quinn. Puntos afilados excavados en su piel, pequeñas ráfagas de dolor. Sangre a lo largo de su labio, goteaba por la barbilla. Quinn inspiró profundamente. Luego su lengua salió, fría y suave, arrastrando los labios de Brandon. —Bebe, gruñó Brandon, levantando su boca, dejándola abierta para Quinn. Mejor sangre de Brandon que cualquier cosa que Quinn acabara de tener. Su sangre no era adictiva. Y si tenía que hacerlo, si Quinn estaba más fuera de control, Brandon tenía su cuchillo. Su estómago se apretó. Quinn luchó débilmente, pero persiguió la sangre de Brandon con su lengua, su aliento resoplando fresco sobre la cara de Brandon. Y la lucha en sus extremidades se agotó por una fracción. Quinn gimió, inclinándose más cerca, su lengua sumergiéndose en la boca de Brandon, deslizándose sobre su labio mientras buscaba más sangre. Esto no debería estar sucediendo, Brandon sosteniendo un vampiro, Brandon no matando a un vampiro. Brandon permitiendo que el vampiro chupar su sangre, así como sus músculos tensos con nueve partes de lucha y una parte de miedo. Él tenía un vampiro contra su cuerpo, y en cualquier momento, Quinn podía hundir sus dientes y rasgar su garganta. En cambio, Quinn tomó el labio de Brandon en su propia boca, sus labios se arrastraron suaves y húmedos. Chupó la piel de Brandon, lamiendo

ANNA WINEHEART 100 los cortes tiernos. Luego metió la lengua en la boca de Brandon, sabía a sangre y sustancias químicas, y el corazón de Brandon latió con fuerza. No había estado tan cerca de Quinn antes. No había imaginado que los presionarían así, Quinn exploraba lánguidamente su boca sin saberlo. Quinn ronroneó, su lengua se deslizó hacia el labio de Brandon otra vez, su colmillo se enganchó en la piel de Brandon en un cosquilleo de dolor. La sangre brotó, y Quinn gimió, lamiendo el corte. Sus ojos se cerraron, su cuerpo cayendo flexible contra el de Brandon, y Brandon soltó el aliento, la cautela se deslizó lentamente fuera de su cuerpo. No sabía qué coño acababa de pasar, ni cómo había logrado detener a Quinn con su propia sangre. Incluso si no era lo que Quinn había buscado, era lo suficientemente bueno. —Bien, gimió Quinn, deslizando su lengua más profundamente en la boca de Brandon, como si buscara más. Tocó la lengua de Brandon, suave y buscando, y Brandon se estremeció, el placer se deslizó por sus nervios. Esto no fue... no fue un beso. Pero había visto a Quinn y sus diversas facetas: el profesor sarcástico, el vampiro vacilante, el hombre roto, y esperaba que Quinn todavía estuviera allí, en alguna parte. Quinn ronroneó, chupando el labio de Brandon en su boca. Brandon presionó a Quinn contra el mostrador, por las dudas. Minutos después, Quinn se alejó, sus ojos más agudos que antes. El corazón de Brandon dio un puntapié. ¿Se acordará de ese... beso? Esperó hasta que la mirada de Quinn se cruzó con la de él. Quinn parpadeó. —¿Brandon? El alivio se deslizó por las venas de Brandon, lento y dulce.

FORJADO EN HIERRO 101 —¿Cuánto recuerdas? —Preguntó Brandon. No sabía si Quinn odiaría que se hubieran besado, incluso si Brandon había disfrutado cada segundo de eso. Porque Quinn no era solo un vampiro, era amable y desinteresado, y Brandon... quería más de él. Quinn frunció el ceño y negó con la cabeza. —No mucho. Recuerdo la sangre y el antídoto, y luego... nada. —Me corté el labio con tus colmillos, —dijo Brandon. —Parecías recuperarte cuando bebiste mi sangre. Ojos dorados cayeron a su boca. Quinn se lamió los labios, como si saboreara la sangre de Brandon, su mirada pensativa. —Te... lastimé, — dijo, sus ojos parpadearon sobre el cuerpo de Brandon, ensanchándose cuando le atraparon la sangre en el hombro, la mejilla y los brazos. —No quise hacerlo. Lo siento. —Está bien, —dijo Brandon. —Me han lastimado peor. —Pero… —Estabas tratando de encontrar un antídoto. ¿Mi sangre es suficiente de uno? Quinn frunció el ceño. —No debería ser tan conveniente. Realizaré una prueba con tu sangre, pero... sería un milagro si tu sangre fuera la solución. No he encontrado nada más que saque a un vampiro de la bruma. —Saliste muy rápido cuando tenías mi sangre. Quinn miró la boca de Brandon. La sangre se deslizó por el labio de Brandon, y las fosas nasales de Quinn se encendieron. —Tómala, —dijo Brandon, inclinando su boca hacia Quinn. Las mejillas de Quinn se pusieron de un rojo oscuro. —Yo…yo no... ¿Yo... te la quité de la boca?

ANNA WINEHEART 102 —Metiste la lengua, —dijo Brandon, una emoción que le atravesó por la forma en que Quinn se retorcía, con los ojos muy abiertos. Su mirada parpadeó más allá del hombro de Brandon. Brandon se congeló, la realidad de los últimos minutos chocando. No mires el laboratorio. Sin embargo, sabía lo que captaba la mirada de Quinn: los fragmentos de vidrio y el papel esparcido, el horno de costado y la centrifugadora torcida. Quinn inspiró profundamente. Luego miró a Brandon, con el rostro pálido. —¿Mi laboratorio? —Está bien, —dijo Brandon, a pesar que no sabía nada al respecto. —Son solo cosas. Puedes reemplazarlos. —¿Hice eso? —Chilló Quinn. —No puedo, mi laboratorio... —Has vuelto, —dijo Brandon con firmeza. —Eso es más importante. Pero Quinn se escabulló de los brazos de Brandon, el vidrio crujiendo bajo sus zapatos. Dio un paso cauteloso por el laboratorio, mirando los tubos de ensayo rotos, las hojas de papel en el suelo. Luego miró el horno caído y se congeló. —No, murmuró Quinn, su voz estrangulada. —Puedes reemplazarlo, —dijo Brandon, siguiéndolo. Pero Quinn no escuchó. En cambio, se movió a lo largo de los mostradores, revisando sus máquinas. Se detuvo en la centrífuga. Luego lloró secamente, colocando una mano cuidadosa en su tapa. —Ibas a llegar a la sangre de la nevera, —dijo Brandon. —Te detuve.

FORJADO EN HIERRO 103 Le tomó un tiempo darse cuenta que sus propios miembros se habían aflojado. Quinn había vuelto. Y los dos seguían vivos, arañados, pero mayormente bien. Quinn se giró para mirarlo, su mirada detenida en las rasgaduras de la camisa de Brandon, los arañazos en sus brazos. Luego se encontró con los ojos de Brandon, y las comisuras de sus labios bajaron. —Lo siento, se atragantó Quinn. —No quise... Brandon cerró los cuatro pies entre ellos, tirando del cuerpo delgado de Quinn en sus brazos. Las heridas estaban bien. Se curarían. Pero la destrucción había roto algo en Quinn, y Brandon odiaba ver la desesperación en sus ojos. —Vamos, —murmuró Brandon, acariciando su espalda. —Estás de vuelta. Eso es lo importante. —Pero... —Quinn tembló, apartándose para mirarlo, su cara completamente en carne viva. Y Brandon se inclinó, rozando sus labios.

8 QUINN

Q

uinn había tenido miedo de la sangre de Oriel. Había conocido a sus efectos, podía oler la promesa y el peligro en ella.

Durante las últimas dos semanas, se había enterrado en su investigación, tratando de mezclar un antídoto para los glóbulos blancos de mirador. Había mezclado un cóctel de químicos, cosas que detendrían las células sanguíneas o las destruirían antes que pudieran hundirse en el sistema nervioso de un vampiro. El único problema había sido en probarlo. Bajo el microscopio, las células sanguíneas tratadas habían dejado de moverse o se habían desintegrado. Y Quinn casi había encontrado la proporción óptima de sangre supresora, también. Antes que pudiera probarlo en sí mismo, Brandon había entrado en el laboratorio, negándose a salir. Si era sincero, Quinn se había aliviado al saber que Brandon estaría por aquí. A pesar de su historia de matar vampiros, Brandon no había lastimado a Quinn todavía. En cambio, él había concurrido a clase, hizo lo que necesitaba para su proyecto y... había interrumpido a Quinn en la oficina hace dos semanas, prometiendo seguridad. Así que Quinn lo había dejado quedarse, seguro que Brandon lo mataría si perdía su mente.

FORJADO EN HIERRO 105 Él no había esperado la destrucción que seguiría. Cuando parpadeó, la niebla se estaba cayendo, Quinn vio a Brandon primero. Olía la sangre dulce-salada en su nariz, probó el hierro rico de la sangre de Brandon en su lengua. Quinn no lo había matado accidentalmente, y ese pensamiento fue inesperadamente liberador. Brandon lo había mirado, sus ojos color avellana un torbellino de emociones, y él parecía aliviado más allá de cualquier cosa. Luego le había preguntado si Quinn recordaba lo que sucedió. Quinn recordaba vagos momentos, sangre y presión. Ese fue el efecto de la sangre de Oriel; la neblina, el ansia de más, excepto que no había podido encontrar más de la sangre de Oriel. Entonces Brandon había ofrecido su propia sangre, y los recuerdos afilados; Quinn lamiendo los labios de Brandon, su lengua empujando a la boca de Brandon. Y tal vez Quinn había fantaseado con esto, pensando en Brandon presionado contra él. Entonces, de alguna manera, se besaron mientras Quinn estaba medio inconsciente. El estómago de Quinn se revolvió. ¿Se había delatado a sí mismo? Avergonzado, echó un vistazo al laboratorio, tratando de recuperarse. El laboratorio parecía como si un torbellino había barrido a través de él. La cristalería estaba rota. Las máquinas habían sido empujadas oblicuamente —la centrifugadora delicada, de todas las cosas —y el horno yacía sobre su costado, su puerta abierta colgando.

ANNA WINEHEART 106 Le había llevado veinte años armar su laboratorio, recolectar instrumentos, máquinas y cristalería, y todo estaba ahora a su alrededor, algunos dañados irreparablemente. No podía respirar. —Puedes reemplazarlo, —dijo Brandon. Pero había tanta destrucción. La cristalería no estaba tan mal. Pero las máquinas, dos de las patas del horno se habían torcido, y la centrífuga... Quinn ni siquiera sabía qué tan roto estaba, si necesitaba una cantidad insana de reparaciones. Y a pesar que tenía el dinero para reemplazarlos a todos, estas máquinas eran sus compañeros, amigos que veía todos los días en su casa. Le dolía algo feroz en el pecho. Las heridas de Brandon se acumularon encima de eso, arañazos enojados salpicando sus hombros, el aroma de su sangre flotando en la nariz de Quinn. —Ibas a obtener la sangre en la nevera, —dijo Brandon, demasiado amablemente para un cazador como él. —Te detuve. ¿A qué costo? Quinn se estremeció, llegando a tocar la centrifugadora. Las yemas de los dedos de sus guantes se habían abierto, rasgado por sus garras. Por eso Seb le había dicho que no bebiera sangre. Pero no pudo administrar un antídoto sin probarlo primero, y... casi destruyó su laboratorio. Y le había hecho daño a Brandon. ¿Cómo pudo haber hecho eso? ¿Por qué no lo mató Brandon? —Lo siento, —se atragantó Quinn. —No quise… Su garganta apretó, y Brandon se acercó, lo empujó en un abrazo apretado. No alivió el horror de la destrucción, pero el cuerpo cálido de

FORJADO EN HIERRO 107 Brandon le dio algo más para centrarse. Quinn no quería recordar nada en este momento. —Vamos, murmuró Brandon, su aliento resoplando en el pelo de Quinn. —Estás de vuelta. Eso es importante. Pero aún no hizo las cosas bien. Quinn levantó la vista, sintiendo como si el suelo se hubiera apartado de sus pies. Brandon lo beso. Comenzó lento, arrastrando los labios de Brandon cálido y suave contra el suyo. El beso se sentía... familiar, y Quinn percibió el olor de espesor, embriagador de la sangre de Brandon, quería que el delicioso peso de la misma en su lengua. Regresó el beso, los labios se separaron, chasqueando la lengua contra los cortes de Brandon. Manchas de sangre a través de su lengua, suave como el azúcar quemado, y Quinn se quejó, chupando el labio inferior suave de la boca de Brandon, lamiendo hasta el último rastro. Tenía un sabor bueno, mejor que Oriel, y Quinn quería lamer a Brandon todo el día, saborear las ricas gotas de su sangre. Brandon gimió, sacando el labio de la boca de Quinn. Dejó a Quinn privado, lo hizo vacilar. ¿Brandon no quería más? Brandon era un estudiante, y un cazador, y... Quinn no debería chuparle la sangre. O besarlo. Brandon se inclinó de nuevo. Quinn se apartó. Horrorizado. —¿Qué estás haciendo? —Quinn jadeó, lamiendo la mancha de sangre de su propio labio. Sus instintos le gritaban que se acercara más y hundiera los colmillos en la piel de Brandon. Tragar toda su sangre hacia abajo. Quinn mantuvo sus manos a los costados.

ANNA WINEHEART 108 Brandon se quedó inmóvil, con los ojos cada vez más cauteloso. — ¿No es obvio? Quinn tragó. Sí, lo era. —Yo no... ¿Por qué demonios lo harías...? Brandon apartó la mirada, con las mejillas convertir un rosa pálido. El estómago de Quinn volcó. De acuerdo, no había esperado eso. Tampoco se espera que Brandon se vea tan malditamente adorable, sonrojándose como si no fuera un cazador que había matado a ochenta vampiros. —¿Tienes que ser tan denso? —Murmuró Brandon, lamiendo su labio hinchado por el beso. —Me diste tu labio para chuparte, —espetó Quinn. Y lo había lamido como si fuera la polla de Brandon. ¿Lo sabía Brandon? Las mejillas de Quinn se quemaron. —Esto no debería estar sucediendo. —Probablemente estoy loco, —dijo Brandon. —Lo mismo digo, —Quinn respiró, el cuerpo de Brandon presionado contra el suyo, cálido y sólido. Se retorció alrededor, tirando de sus guantes. Luego se enjuagó las manos en el fregadero y se dio la vuelta, tocando los labios de Brandon con cautela. Los cortes parecían poco profundos, pero la sangre todavía se filtraba de ellos. —No pensé que hubieras disfrutado el sabor del vampiro. —Tengo gustos gourmet, —dijo Brandon, su mirada se lanzó hacia los labios de Quinn. La boca de Quinn hormigueó. —¿Qué sabor tengo para ti? ¿Pan duro? Brandon resopló. —Un poco… productos químicos y sangre. —Se supone que me estás matando. —Tal vez en otro momento. —La mirada de Brandon fue intensa, fija en él.

FORJADO EN HIERRO 109 Quinn tragó, con un nudo en su estómago. —¿Por qué no ahora? —Tú no mereces morir, maldita sea. Quinn se hundió. —¿Quieres decir que tendré que vivir eternamente como castigo? Brandon suspiro, llegando hasta el, deslizando sus dedos sobre la nuca de Quinn. Durante un tiempo, Brandon lo observo. —Tú eres una buena persona. —Yo... ¿Qué? —Quinn se esforzó por entender. Brandon no lo mataría. Brandon pensó que era bueno, y esto era irónico, ¿verdad? —¿Por qué te importa? Esos ojos color avellana lo observaban, inquebrantable. —Porque eres paciente con tus estudiantes. No intentas beber de ellos. Demonios, ni siquiera me has mordido una vez. Quinn tragó saliva. Había pensado en ello varias veces, arrastrando sus colmillos por la garganta de Brandon, lamiendo las líneas de sangre de su piel. Le apretó el estómago. —Pensé que me odiabas. Brandon se quedó atrás, con la mirada fija. —¿Parece como si te odiara? Aunque él no quería, Quinn arrastró su mirada sobre la cara de Brandon; sobre sus cejas oscuras, por su nariz puntiaguda, a sus labios llenos. A continuación, sus anchos hombros, su pecho fuerte, y Quinn pensó en el cazador que lo salvó, que lo miraba por quien era. Incluso si Quinn no le importaba tratarse a sí mismo con suavidad. Y tal vez le gustaba Brandon más de lo que se esperaba, más de lo debido.

ANNA WINEHEART 110 Se quedó mirando a los ojos de Brandon, a la espera de un destello de disgusto, enojo o violencia. Pero Brandon encontró con su mirada, como si Quinn fuera una persona normal. Y ese fue el mejor regalo de todos. Quinn se inclinó, inclinando sus labios contra los de Brandon, abriéndose para él. Brandon abrió más los labios, se deslizó en su boca, su lengua suave, buscando. El calor sacudió la espina dorsal de Quinn. Se presionó más cerca, sus dedos se enroscaron en la camisa de Brandon. Y Brandon gruñó, levantando a Quinn contra él, sus caderas presionadas juntas. Más allá de sus jeans, la polla de Brandon era una línea dura, ansioso, hambriento, empujado contra Quinn. Brandon quería follar con él, y el aliento de Quinn salió corriendo de sus pulmones Brandon arrastró sus dedos sobre el culo de Quinn, exprimiendo sus mejillas. Luego deslizó su mano entre las piernas de Quinn, digitando el ápice de sus pantalones, justo al lado de su entrada. El agujero de Quinn se apretó. Se estremeció, a la espera de los dedos callosos de Brandon para sondear más. —¿Tocaste mi agujero? No pensé que fueras tan impaciente, — susurró Quinn, chupando el labio de Brandon, saboreando la sal de su sangre. —Tú no viste lo duro que la tenías la última vez, —dijo Brandon, arrastrando el dedo entre las mejillas de Quinn, una broma lenta. —Debo haber puesto un tubo de prueba en mis pantalones. —Quinn empujó su culo a la mano de Brandon, gimiendo cuando Brandon acarició

FORJADO EN HIERRO 111 ligeramente sobre su entrada, y luego sus bolas. Si le quedaba sangre de sobra, todo estaba en su polla, ahora. —No se siente como si fuera sólo uno. Demasiado gruesa. Brandon murmuró, llegando entre ellos. Su gran mano se deslizó despacio y dulce por el frente de Quinn, desde su pecho hasta sus abdominales hasta la ingle. Él cogió la longitud de la polla de Quinn, apretando ligeramente a través de sus pantalones, y la presión disparó directamente a las bolas de Quinn. Quinn gimió, moliendo los dedos de Brandon. —Estás familiarizado con los tamaños de los tubos de ensayo. Brandon se rió entre dientes, su risa retumbaba en su pecho. Quinn se apretó más, necesitando más de este hombre, necesitando que sonriera, gruñera y empujara dentro. En cambio, Brandon tarareó, arrastrando los dedos por la polla de Quinn, de la base a la punta. Las yemas de sus dedos susurraron sobre la tela. —Aquí tienes un tubo de ensayo más grande, dijo. —Pero tendría que mirar para estar seguro. Quinn gimió, palpitando a la idea de la mirada de Brandon en su polla. Brandon era un cazador. Podría matar a Quinn, pero aquí estaba, tocando la polla de Quinn, dándole placer. Y Quinn quería mostrar a Brandon su polla, quería molerse contra él, arrastrar su polla sobre los abdominales de Brandon. También se había masturbado con eso. Quinn agarró la camisa de Brandon y la arrastró más cerca. Los cortes en sus mejillas olían a cobre, como sangre y promesa. Quinn se levantó de puntillas un poco, arrastrando su lengua sobre ellos, lamiendo sangre seca.

ANNA WINEHEART 112 Luego metió la lengua en la boca de Brandon, y Brandon lo chupó, sus suaves labios se deslizaron sobre la lengua de Quinn. —No pensé que estarías duro por un vampiro, jadeó Quinn, apretando la polla de Brandon. Después de luchar y luchar, después que Brandon había intentado matarlo ese primer día, lo jodió contra la puerta. —Haría más por un vampiro, gruñó Brandon, su polla gruesa empujando contra la palma de Quinn, escondida detrás de capas de tela. —¿Cómo qué? —Chupar tu polla. La boca de Quinn se le secó. —¿Realmente, Brandon? —Pregúntame otra vez, y no lo haré. —No puedes hablar en serio —se quejó Quinn… Brandon deslizó sus manos bajo el culo de Quinn, pasando a Quinn contra su propia polla. Quinn jadeó, retorciéndose, necesitando sentirlo. Brandon lo llevó a la oficina. Luego puso a Quinn sobre el escritorio, dándole la vuelta, así que se enfrentó a su asiento. Quinn apenas echó un vistazo a la habitación familiar. En cambio, extendió sus muslos, tragando. —No puedo creer esto. —¿Vas a creerlo cuando te folle? —Brandon abrió los pantalones de Quinn, empujó hacia abajo la cinturilla de sus calzoncillos. La polla de Quinn se deslizó hacia afuera, sobresaliendo entre ellos, su punta empujando más allá de su prepucio. El aire helado de la oficina enfrió su punta húmeda, y Brandon maldijo, extendiéndose para frotar su propia polla. Quinn tragó saliva, mirando el bulto de su pene. —¿No tengo derecho a decidir si tú me follas?

FORJADO EN HIERRO 113 Brandon se sentó en la silla de Quinn, el establecimiento de los pies de Quinn aparte. Luego sacó calcetines y zapatos de Quinn fuera, dejándolos caer a un lado. —¿No quieres que te folle? —Yo no he dicho eso. —Quinn extendió sus muslos aún más, sintiéndose deliciosamente vulnerable, como si estuviera sentado en un escritorio de observación. Su pene estaba a dos pies de distancia de la cara de Brandon. Brandon sonrió, inclinándose para soplar en él. El aire caliente se precipitó sobre el pene de Quinn; se sacudió, y la sonrisa de Brandon se amplió. —Eres tan malditamente sensible. —Deja de mirar y empieza a hacer algo, —susurró Quinn, extendiendo sus piernas. Tal vez esto estaba mal, Quinn parado así, delante de un cazador y un estudiante. Pero le gustaba Brandon, quería la boca de Brandon alrededor de su polla, y esto fue un dulce tormento. —Levanta las caderas, —dijo Brandon. Quinn frunció el ceño. —Soy tu profesor. Brandon palmada en el muslo, el sonido alto en la pequeña oficina. El dolor sacudió a través de la pierna de Quinn, su polla salto. Brandon sonrió. —Maldito seas, —dijo Quinn, levantando las caderas de la mesa fría. Brandon tiró pantalones y ropa interior fuera de Quinn de debajo de su culo, dejando sus pretinas tensas alrededor de la parte superior de los muslos. Luego se pasó la mano entre las piernas de Quinn, debajo de la tela fruncida, y agarró el pene de Quinn.

ANNA WINEHEART 114 El placer zumbaba a través del cuerpo de Quinn; se retorció, y Brandon guio su pene bajo las cinturillas, por lo que quedó atrapado por la tela de sus pantalones, apuntando directamente a Brandon. Quinn se sonrojó. Y Brandon sonrió, bajando la cabeza para que los pantalones de Quinn cubrieran su rostro. Sintió el ligero y cálido contacto de la... ¿lengua de Brandon? ¿O era su labio? Era húmedo y suave, y Brandon lo arrastró por la parte inferior de la polla de Quinn, dejando un rastro de humedad a lo largo de su piel. Luego lamió, su lengua se aplanó contra la polla de Quinn, y sus dedos atraparon el prepucio de Quinn, tirando de él hacia abajo, exponiendo su punta. Quinn se estremeció. Brandon resopló, su aliento era pesado sobre la polla de Quinn, como si estuviera burlándose de Quinn con su control. —¿Qué estás haciendo? —Quinn se quebró, retorciéndose, pensando que debería arrestar a Brandon y follarlo en su lugar. —Examinarte. —Y Brandon chasqueó su lengua en el punto sensible justo debajo de la cabeza de Quinn. Quinn juró, el placer se deslizaba por su cuerpo. —Examinas las cosas con tu lengua. —Tal vez solo esto, —dijo Brandon, mordiendo la punta de Quinn, ligeros y húmedos toques de sus labios que no le brindaron alivio a Quinn. —¿Has... encontrado algo? —Jadeó Quinn. —Tendré que mirar más de cerca. —El toque de Brandon arrastró la polla de Quinn, rozando suavemente su piel. Luego sostuvo a Quinn con sus labios apretados y húmedos, y Quinn gimió y se lo metió en la boca. Este fue, tal vez, demasiado íntimo. Pero Quinn no confiaba en nadie más, y se sentía bien, cuando Brandon lamió su pene, llevándolo más hacia

FORJADO EN HIERRO 115 el interior. Quinn gimió, agarrando el pelo de Brandon, tirando de él más cerca. —¡Brandon! Brandon se deslizó fuera de su pene, dejándolo húmedo. —Estás tan condenadamente duro —dijo, frotando su pulgar hacia abajo, a continuación, a sus bolas. Quinn siseó, sacudiéndose. —¿Me estás volviendo loco? —Murmuró, con la polla dolorida. —Solo voy a llevar mi pene dentro de ti, —dijo Brandon, besando la parte inferior de la polla de Quinn, luego sus pelotas, su lengua arrastrándose lentamente sobre ellos. Quinn gruñó, empujando la cara de Brandon contra su polla. Y Brandon sacó los pantalones de Quinn, inclinándose, tomando las bolas de Quinn en su boca. Chupaba ligeramente sobre ellos, y la presión perforada directamente a través de las entrañas de Quinn. Brandon se apartó, sus labios se extendían obscenamente alrededor de las bolas de Quinn. —Voy a follarte a fondo, —dijo. —Estás tan mojado. —Eres sólo un estudiante, —susurró Quinn, su pulso zumbido en sus oídos. —De alguna manera dudo que me jodas muy duro. Los ojos de Brandon brillaban. —¿Follarte a través del escritorio no es suficiente? —A lo largo del suelo, tal vez. —Si alguien se queja de un agujero adolorido… —Cállate y fóllame —dijo Quinn, extendiendo la mano para extender sus mejillas. La mirada ardiente de Brandon cayó sobre su culo, su garganta trabajando.

ANNA WINEHEART 116 El agujero de Quinn se apretó bajo su atención. Y Brandon frotó su pulgar sobre la punta de Quinn, untándola por su longitud con su presemen. Luego se lamió el pulgar, dejándolo limpio. Quinn gimió. —¿Tiene algún lubricante aquí? —Fondo de cajón, —dijo Quinn, el calor cubriendo sus mejillas. Los ojos de Brandon brillaron. —Realmente. ¿Te jodes a alguien aquí? —Sólo mi mano, murmuró Quinn, mirando hacia otro lado. Y desde que Brandon lo sabía, Quinn también podría decir la verdad. —En realidad, me distraje cuando envié ese segundo correo electrónico. La de las visitas del laboratorio. Se suponía que no debías recibirlo. Brandon entrecerró los ojos, agachándose para el cajón del escritorio. —¿Con qué estabas distraído? Quinn tragó. —Como dije, mi mano. Brandon deslizó el cajón abierto con un estruendo de metal, tirando de la botella. Se abrió la tapa con un chasquido, apretó lubricante en dos dedos. —¿En quién estabas pensando? Las mejillas de Quinn picaban. —Yo no tengo que responder a eso. —¿En mí? Quinn frunció los labios. Había dicho demasiado, y Brandon no se suponía que debía saber eso. Brandon se inclinó, soplando en la punta de la polla de Quinn, un toque ligero que decía que tenía todo el control entre ellos. Quinn se retorció, necesitando más. Y Brandon deslizó sus pulgares entre las mejillas de Quinn, extendiendo para exponer su agujero. Quinn se quejó, su piel sensible se estiraba. Estaba muy expuesto, y... peor aún, quería a Brandon en su interior.

FORJADO EN HIERRO 117 —Dime, —dijo Brandon, soplando suavemente en su entrada, su aliento pesado y caliente. —¿O quieres pasar horas aquí, y tu culo vacío? Quinn se retorció. —¡No! Brandon palmada en el muslo, y el pene de Quinn se sacudió. A continuación, Brandon se acercó, besando el lado de la mejilla de Quinn. Estaba tan cerca que podía lamer agujero de Quinn, pero no lo hizo. El agujero de Quinn se estremeció. —Brandon, por favor. —Dime en quien pensabas cuando te masturbaste. —Él movió su lengua por las bolas de Quinn, y el placer arrollado a través de su cuerpo. —¡En ti! —Quinn se quedó sin aliento, odiándose a sí mismo por decirlo. Pero necesitaba el toque de Brandon más, necesitaba a Brandon en su interior. Los ojos de Brandon brillaron. —¿Qué estabas haciendo? Quinn juró. —¿Vas a ser tan irritante? —Todo el tiempo, —dijo Brandon. —Hasta que consiga lo que quiero. —Maldita sea. Brandon lamió el interior de la mejilla de Quinn, un poco de su agujero. —Dime. ¿Cómo te estaba jodiendo? Las mejillas de Quinn quemaron. Brandon también lo sabía. —En cuatro patas. Brandon sonrió, con los ojos encendidos con el triunfo. —¿Aquí? Y frotó el dedo sobre el agujero de Quinn, untando lubricante sobre él. Quinn se gimió, relajándose, esperando que se deslizara por dentro. Pero Brandon rodeó su entrada con los dedos firmes, cálidos, sosteniendo sus mejillas abiertas. —¿Cómo te he jodido el culo? —Brandon preguntó.

ANNA WINEHEART 118 Quinn se quejó, ocultando el rostro con el antebrazo. —Con tu polla, Brandon. ¡Ahora deja de molestar! Los ojos de Brandon brillaban. Lamió sus labios, acarició su dedo sobre el agujero de Quinn, deslizándose sobre él una vez, dos veces. Luego apretó el dedo contra la entrada de Quinn, empujando hacia adentro, y Quinn se sintió estirado. Brandon juró, envainando su dedo en el interior. —Tan maldita mente apretado. Dioses. ¿Cuándo te jodió alguien por última vez? —Décadas, creo, —murmuró Quinn. Y una sonrisa lenta se deslizó hasta los labios de Brandon. Arrastró su dedo alrededor en un círculo lento en el interior, se deslizó hacia fuera. Luego empujó a dos, y los enganchó contra la próstata de Quinn. El placer golpeó a Quinn; gritó, levantando sus caderas del escritorio. Brandon sonrió, dando masajes a esa carne sensible, deslizándose sobre ella, alrededor de ella, hasta que Quinn se retorcía, su polla dolorida. —Voy a follarte tan fuerte, gruñó Brandon, de pie. —Hasta que sólo sepas mi nombre. Quinn enrojeció. —Eso es arrogante. —Quiero que te sientas así de bien, murmuró Brandon. Retiró los dedos, deslizó sus ásperas manos por los muslos de Quinn, quitándose los pantalones y los calzoncillos. Los arrojó a un lado, y Quinn estaba vestido solo con su bata de laboratorio y su camisa abotonada. Mucho por ser profesor, realmente. Brandon agarró las rodillas de Quinn, empujándolas hacia abajo a los costados, abriendo sus muslos. Luego se acercó, empujando su polla

FORJADO EN HIERRO 119 cubierta contra el agujero de Quinn, la polla de Quinn se tensó vulnerable entre ellos. Quinn lo quería dentro ahora mismo. En cambio, Brandon se inclinó, por lo que se miraron a una pulgada de distancia, un cazador y un vampiro, un profesor y un estudiante. Brandon rodó sus caderas una vez, la tela rígida rozó la sensible piel de Quinn. Luego cerró la distancia entre ellos, rozando sus labios juntos. Era demasiado íntimo, y fue agradable. —¿Por qué estás haciendo esto? —Quinn susurró, su corazón apretando. —No tienes que preocuparte por mi placer. —Dime qué bastardo dijo que eso, —dijo Brandon. Besó a Quinn de nuevo, sus labios suaves, y Quinn se volvió, su pene estaba goteando sobre su estómago. —Te mereces placer. Para demostrarlo, Brandon se estiró entre ellos, dedos callosos agarrando la polla de Quinn, bombeándolo lentamente. El placer recorrió su cuerpo. Quinn gimió, empujando hacia arriba en su mano, Maldita sea, la imagen caliente del profesor. —Quiero darte placer, —dijo Brandon. El estómago de Quinn volcó. ¿Cuántas personas le habían mostrado la bondad de esta manera? No puedo creer que te gustes tanto. Brandon se inclinó y tiró de sus pantalones, deslizando su propia polla. Era más alto y más grueso que el de Quinn, con la punta sonrojada y con pre-semen. —Dioses, se quejó Quinn, su agujero apretando. —Eso es… necesito. —¿Necesitas qué? —Brandon agarró la botella de lubricante, inyectando fluido incoloro en su palma. Luego la acarició despacio sobre su

ANNA WINEHEART 120 polla, por su parte inferior y alrededor, y se bombeó dos veces. Su garganta trago. —Eso. Tu polla. Quinn se quejó. Se acercó, frotando sus propios pezones a través de su camisa. Brandon le quitó las manos, tiró la camisa de Quinn por encima del pecho. Se inclinó, tomó uno en su boca caliente, los bordes de sus dientes pastando sobre él, peligroso y placentero. Entonces la punta de su polla se deslizó sin rodeos entre las mejillas de Quinn, tentadora. Quinn se quejó, su cuerpo tenso con necesidad. —¡¡Brandon!! —Eso es todo, —dijo Brandon, su aliento arrastrando sobre el esternón de Quinn. —Di mi nombre. —No puedo creer que me estés diciendo eso, —Quinn jadeó, arqueando su espalda, empujando sus pezones a los labios de Brandon. Y Brandon los chupó, la presión de su boca disparando directamente a la polla de Quinn. —Joder, deja de burlarte de mí. Brandon se rió entre dientes, un sonido bajo, retumbando, y deslizó su polla hacia arriba. Se frotó fuertemente sobre las bolas de Quinn, y luego se molió contra la polla de Quinn, goteando pre-semen sobre la punta de Quinn. Quinn gimió, su cuerpo vacío sin Brandon. —Mi nombre, —dijo Brandon, deslizando su pene pesadamente sobre Quinn. —¡Brandon, por favor! —Gritó Quinn. Los labios de Brandon se curvaron. Con las yemas de sus dedos, empujó su polla contra la de Quinn, arrastrándola hasta la base de la polla de Quinn, sobre sus bolas y su mancha. Luego frotó su cabeza contra el agujero de Quinn, grueso, tal vez casi demasiado grande, y Quinn se estremeció.

FORJADO EN HIERRO 121 —¿Esto va a afectar mis calificaciones? —Brandon le preguntó, moliendo su punta aterciopelada contra la entrada de Quinn. La respiración de Quinn se desprendió de sus pulmones. Brandon estaba casi dentro de él, su pene era una deliciosa presión. —¡No! ¡Sabes que no puedes, no puedes preguntar eso! Y Brandon quitó la polla, empujando las puntas de sus pulgares en el agujero de Quinn, estirándolo lentamente. El aire fresco rozó la piel de Quinn, y estaba tan expuesto así. Él se retorció, su polla se sacudió. —¿Qué pasa ahora?—Preguntó Brandon. —Oh, diablos, —jadeó Quinn. Brandon deslizó su polla entre sus pulgares, empujando hacia el agujero de Quinn. Por un momento quedo sin aliento, Quinn se preguntó cómo iba a encajar todo eso dentro. No había tenido a nadie en mucho tiempo. Entonces Brandon sacó los pulgares fuera, empujó su pene, y se deslizó lenta y gruesa en el culo de Quinn, pulgada a pulgada, hasta que le llenó. El placer zumbaba a través de su cuerpo. Quinn jadeando, hasta la última pizca de su atención anclado en la polla de Brandon, cálido y sólido dentro de él. —Dioses, eres tan jodidamente apretado. —Brandon apretó los dientes, sus fosas nasales dilatadas. Se balanceó sus caderas, el revestimiento de su pene más profundo. —¿Te sientes bien? —Diablos sí, —siseó Quinn, y Brandon se inclinó, mordiendo sus pezones. Su pene se deslizó un poco hacia afuera, luego volvió a entrar. Se deslizó de nuevo, y dentro, hasta que Brandon estaba empujando cómodamente dentro, frotándose contra la próstata de Quinn, enviando

ANNA WINEHEART 122 descargas de placer a través de su cuerpo. Quinn no podía respirar. El miembro de Brandon lo acarició, se burló más de su propia polla. —Pensé que... ibas a follar a través de todo. Brandon sonrió, moviendo las caderas hacia adelante. El placer atravesó el cuerpo de Quinn. Y Brandon aumentó su ritmo, sus bolas golpeando contra el culo de Quinn, su polla hundiéndose hasta el fondo. Quinn gimió, tratando de aferrarse, a menos que Brandon follara más fuerte, y la polla de Quinn latió, necesitando contacto, necesitando correrse. Él se inclinó para bombearse. Brandon agarró sus muñecas, las inmovilizó a los costados, y sus golpes se volvieron frenéticos, sus respiraciones frenéticas. Con cada impulso, el placer de Quinn creció, la necesidad en su polla intensificando. Y Brandon se inclinó hacia adelante, hasta que se cernía sobre Quinn, sus caras pulgadas de distancia. Quinn se quedó mirando sus ojos, sintió el toque de Brandon en lo profundo de su cuerpo. —Esto-esto es una locura, —Quinn respiró, sus nervios tensos con el placer. —Quiero verte llegar, —Brandon voz ronca, extendiendo la mano para acariciar la polla de Quinn. Su agarre se apretó, resbaladizo y pesado, y Quinn jadeó. Brandon quería verlo derramarse, quería verlo hacer un lascivo desastre. Quinn se estremeció, avergonzado. Y Brandon entró, tan profundo que sus bolas presionaron contra las mejillas de Quinn. Como una presa estallando, una oleada de placer desgarró a Quinn. Su columna vertebral se arqueó. Sus músculos se tensaron. Todo se borró de su mente, excepto esa dicha interminable e intensa.

FORJADO EN HIERRO 123 A través de él, esos ojos color avellana lo observaron, la satisfacción se reflejaba en sus profundidades. Cuando Quinn retuvo el aliento, encontró a Brandon deslizándose lentamente dentro de él, con los ojos oscurecidos por el deseo. Luego él introdujo su polla, presionando con las yemas de los dedos en las caderas de Quinn. Dos semanas atrás, se habían follado contra la puerta de la oficina, gruñendo. Ahora, en el escritorio de Quinn, los hombros de Brandon se relajaron, sus caderas se movieron hacia adelante. Quinn imaginó el placer de Brandon mientras follaba profundamente, una emoción recorrió su espina dorsal. Quería que Brandon se sintiera bien también. Brandon gimió, su ritmo se volvió febril. Luego se corrió con un gruñido, mostrando los dientes, derramándose en Quinn. Quinn ronroneaba, el calor de la liberación de Brandon empapado en su cuerpo. Por encima de él, Brandon jadeaba, su pecho agitado, el sudor le corría a lo largo por la garganta. —¿Disfrutaste esto? —Murmuró Quinn, admirando la fuerza en el cuerpo de Brandon, los contornos de sus bíceps, el grosor de su polla todavía dentro. —Diablos, sí, —dijo Brandon. Quinn gimió por el placer de deslizarse, y Brandon se quitó a Quinn del pecho. Y se lamió los dedos. Quinn se ruborizó. ¿Está comiendo eso? Pero Brandon parecía no tener reparos en hacerlo, su lengua arrastrando las yemas de los dedos. Luego recogió el resto de Quinn, y lo lamió. —Te gusta eso, —Quinn se ahogó, sus mejillas sonrojadas. Como si follar en el escritorio de su oficina no fuera lo suficientemente depravado.

ANNA WINEHEART 124 Brandon sonrió, los años de amargura cayendo lejos de su rostro. — Te hice venir. Quería probarlo. Esto fue una locura, pero adorable. Precioso. Y Quinn no podía apartar la mirada. Entonces preguntó—: ¿Te gusta? —Sí. Brandon se lamió los labios. —Es amargo, algo suave. —Debe ser toda esa sangre de pollo. —Me sorprende que no tenga un sabor más fuerte, —dijo Brandon. —El mío es… Y aquí estaban, hablando de comer semen como si fuera sólo otra cosa. Quinn negó con la cabeza, sonriendo a sí mismo. —Supongo que debería intentarlo en algún momento. —Sí. Brandon se inclinó, deslizando sus brazos alrededor de la cintura de Quinn. Luego presionó sus frentes juntas, sus ojos se nublaban por lo cerca que estaban. El pecho de Quinn se tensó. A diferencia de los otros humanos hace décadas, que huyeron después de follar, Brandon se quedó. También era un cazador, y fácilmente podría matar a Quinn con ese cuchillo en su cinturón. —No puedo creer que hayamos hecho esto, murmuró Quinn, vacilante, antes de acariciar la mejilla de Brandon. La sangre en sus cortes se había secado; era un leve aroma dulce y salado ahora. Pero Quinn recordó la sabrosa riqueza de la sangre de Brandon, su peso sedoso, y nunca se alejó demasiado de sus pensamientos. —No puedo creerlo tampoco, —dijo Brandon. —Fue hace solo un par de semanas que follamos contra la puerta de tu oficina. Dijiste que no sucedió.

FORJADO EN HIERRO 125 Quinn se retorció, mirando los enojados arañazos rojos en el hombro de Brandon. —No debería haberlo hecho. Y aquí estamos. —Aquí estamos. —Realmente no vas a matarme. —Yo no. —Entonces, ¿por qué estás aquí? —Quinn se rió, mirando el reloj. Eran cerca de las 9 PM ahora. Ni siquiera había cuestionado la presencia de Brandon en el laboratorio, se dio cuenta. Se habían distraído. —Tenía preguntas, —dijo Brandon, acariciando su oreja. —Nunca respondiste a mis correos electrónicos, y te has estado salteando después de las conferencias. Quinn hizo una mueca. Debería haber sido un mejor maestro que eso. —Estaba ocupado con el antídoto. Lo siento. Supongo... podrías enviarme un mensaje de texto si realmente necesitas respuestas a las preguntas. —¿O llamarte para chatear? —Brandon sonrió, su sonrisa infantil, y el estómago de Quinn se revolvió. —¿De verdad quieres mi número de teléfono? —Sí. Brandon se apartó y se limpió las manos en los pantalones vaqueros, tirando de su teléfono. Quinn se retiró del escritorio. El aire fresco rozó sus muslos; él agarró sus pantalones desechados del piso, pescando en sus bolsillos. Cuando se volvió, encontró a Brandon mirando sus piernas desnudas. —¿Ves algo que te gusta? Brandon lo miró a los ojos, sonriendo. —Tal vez. Se acercó más, sin embargo, sacando su propio teléfono. —Oye, tenemos el mismo teléfono. ¿Cuáles eran las posibilidades?

ANNA WINEHEART 126 Quinn se encogió de hombros. Sostuvo su teléfono al lado de Brandon, mirando sus pantallas en blanco, sus formas rectangulares delgadas. La tecnología cambió tan rápidamente en estos días; las compañías produjeron nuevos teléfonos en un abrir y cerrar de ojos, cambiando cosas que no necesitaban ser cambiadas. —Todos lucen iguales para mí. Brandon tocó su pantalla, y Quinn hizo lo mismo, desbloqueando su teléfono. —Deja de Copiarme —dijo Brandon. —¿Yo? —Tampoco tienes una contraseña. —Soy el único que toca mi teléfono. —¿No deberías ser más cuidadoso con eso? —Preguntó Brandon. — ¿No quieres que la gente busque en tu teléfono? Quinn frunció el ceño. —He tenido este teléfono por años. Nadie lo miró dos veces. —Odios los cambios, ¿eh? —Y tú también, —dijo Quinn, mirando los rasguños en el teléfono de Brandon. Su propio teléfono celular también tenía arañazos, y no había pensado que él y Brandon tendrían eso en común. Eran cazadores y vampiros. Especies diferentes. No deberían ser similares en absoluto, pero lo eran. Intercambiaron teléfonos, tecleando sus números de teléfono en las listas de contactos. Cuando Quinn volvió a guardarse el teléfono en el bolsillo del pantalón, se encontró con que Brandon se subía los pantalones y el mango de su cuchillo brillaba a su lado.

FORJADO EN HIERRO 127 Después de todas las veces que se habían conocido, el cazador aún no lo había matado. Y Quinn no sabía a dónde irían desde allí, qué harían. Habían tenido sexo. Nada más podría pasar entre ellos. Y a Quinn le gustaba este hombre, quería pasar más tiempo con él. —¿Qué pregunta quisiste hacer? —Dijo en cambio, deseando que Brandon no se fuera si Quinn respondía sus preguntas. —La sangre de pollo. No es buena para ti, ¿verdad? —La mirada de Brandon nunca dejó la suya. Quinn lo miró. —¿Eso es? ¿Has venido hasta aquí para preguntar sobre la sangre de pollo? Brandon miró hacia otro lado, sus mejillas se oscurecieron. —Bueno, eso y algunas preguntas del grupo de investigación. Pero primero quiero saber sobre la sangre. Quinn tragó saliva. Parecía como si Brandon estuviera interesado en él, y... él nunca hubiera pensado que sucedería. Su rostro se endureció. — La sangre de pollo es lo suficientemente buena, supongo. —Pero no como la sangre humana, —dijo Brandon. —Eras mucho más fuerte cuando bebiste la de la prueba. ¿Fue por el veneno que te hiciste más fuerte? —No —Quinn suspiró, apoyándose en el escritorio. Nadie había preguntado acerca de esto antes, aunque él y Seb había discutido. —Es la sangre humana. Los vampiros usamos la autocuración, la regeneración celular es lo que nos hace inmortales. Sospecho que los glóbulos blancos en la sangre humana ayuda a frenar el crecimiento de nuevas células. —Con sangre de pollo, o cualquier otra sangre animal, los glóbulos blancos atacan las células humanas más indiscriminadamente. Así que

ANNA WINEHEART 128 todavía hay algo de curación, pero no sucede tan rápido —Lo hacía débil, pero Quinn estaba bien con eso. —Por lo tanto, te hace más débil que los otros vampiros. —Brandon frunció el ceño. Quinn se encogió de hombros. —Ni siquiera debería estar vivo. —¡Deja de decir eso, maldita sea! —Brandon merodeaba más cerca, sus dedos fuertes acercándose alrededor del brazo de Quinn, tirando de él hacia adelante. —Mereces vivir. Quinn recordó el cuerpo de su hermana en sus brazos, pálido y muy ligero, y negó con la cabeza. —Esta cosa. Tú y yo... ni siquiera debería suceder. —¿Qué pasa si yo lo quiero? Miró a Brandon entonces, aturdido, su estómago revuelto. —Podría lastimarte —dijo Quinn, mirando los rasgones manchados de sangre en la camisa de Brandon. Podría haber hecho mucho más. —O matarte. —Puedo matarte con la misma facilidad. Quinn se alejó. Incluso si Brandon creyera en esto, no podría. —Soy un depredador. Un parásito. He matado gente. —Has matado a una persona. La mirada de Brandon se abría paso a través de él, tranquila, sin juicio, y por primera vez desde que Brandon había entrado en su sala de conferencias, Quinn permitió que sus propios temores se manifestaran. — No pude controlarme cuando mordí a mi hermana, deberías mantenerte alejado. —Tal vez —dijo Brandon. —Pero he visto muchos más vampiros que intentan matarme. Realmente no lo has hecho.

FORJADO EN HIERRO 129 —Casi lo hice, ¿no? —Quinn olfateó los cortes en el labio de Brandon. Esto no fue correcto Nada podía salir de una relación entre ellos; todavía representaba un peligro para Brandon. Con el corazón pesado, —dijo — Todavía dependo de la sangre. No he inventado una sangre artificial que pueda consumir. Lo he intentado durante veinte años, y he fallado tantas veces... Brandon lo besó, tragándose todas las palabras que caían de su boca. Sus labios se presionaron suavemente contra los de Quinn, sus manos amplias y gentiles sobre la cintura de Quinn, y Quinn gimió, inclinándose sobre su calor. —No deberías —dijo contra los labios de Brandon. —Soy una amenaza. Él no debería estar aquí en absoluto. Pero Brandon era amable, Brandon le ofreció a Quinn una burbuja de seguridad y cuidado, y había estado reteniendo a Quinn a pesar de todas sus diferencias. —Probablemente no debería, murmuró Brandon, con los ojos nublados. —¿En serio? —El corazón de Quinn se disparó un poco. —No deberías gustarme tanto. Su estómago se apretó. —¿Qué? —No lo voy a decir de nuevo. —Brandon rompió el beso y miró hacia otro lado, sus mejillas sonrojadas. Él se veía adorable así, también. Quinn quería acercarlo y besarlo, pero él puso las manos a los costados. ¿Brandon había perdido su sentido común en algún momento durante su follada? —No es posible que te guste.

ANNA WINEHEART 130 Y a pesar que Brandon ofreció la salvación, Quinn sabía que esto no podría durar. No podía permitirse caer más profundo, dejar que Brandon lo lastimara cuando Brandon inevitablemente recordara que Quinn podía matarlo, al igual que los vampiros habían asesinado a los padres de Brandon. —Amenazaste con exponerme con el Decano —dijo Quinn. —Y me odias. Brandon lo estudió, entrecerrando los ojos. Luego dio un paso atrás. El corazón de Quinn se hundió. Lo sabía. —Deberíamos limpiar el laboratorio, —dijo Brandon. —Tienes estudiantes que vienen mañana, ¿verdad? Quinn maldijo. Se había olvidado por completo de los estudiantes, su trabajo y todo menos Brandon. Eso no debería suceder en absoluto. Brandon se apartó del escritorio y Quinn se apresuró a ponerse la ropa. Cuando se volvió hacia la puerta de la oficina, su mente girando, Brandon lo agarró del brazo. Luego besó a Quinn de nuevo.

9 BRANDON

B

randon sabía que era un idiota. Besando a un vampiro, follando a un vampiro, y disfrutando de los pequeños e indefensos sonidos que Quinn había

hecho, retorciéndose en su escritorio. Como ese momento robado hace dos semanas, Brandon había captado los gemidos que caían de los labios de Quinn, vislumbró el paquete de necesidades que Quinn tenía cuando ansiaba ser tocado. Y aquí estaban en la oficina de Quinn, los labios de Brandon en los suyos. Porque Quinn había llegado a significar más para él que un humano ordinario y sin rostro, e incluso sus compañeros de trabajo de la tienda de autos. Quinn había rechazado su propio vampirismo, pasó dos décadas tratando de inventar sangre artificial. Solo bebió sangre animal, e incluso guardo las puntas de sus colmillos. ¿Cómo rechazar el núcleo de quién eras? Quinn era humano, tal vez más que algunas personas que Brandon conocía. Y a cada momento, ignoraba los cumplidos y le recordaba a Brandon las cosas en las que había fallado. Estaba roto, al igual que Brandon, y Brandon se dio cuenta que Quinn nunca había tratado de curarse a sí mismo, porque nunca vio su propio valor. Así que agarró a Quinn antes de irse, lo besó para mostrarle que se merecía... preocupación, si nada más. Quinn se congeló contra él.

ANNA WINEHEART 132 —¿Por qué sigues haciendo esto? —Respiró Quinn, sus ojos dorados muy abiertos. —Porque yo... —El amor era... no la palabra correcta para lo que sea que sintiera. Él no podría amar a un vampiro. Pero a él le gustaba muchísimo Quinn, y esa era razón suficiente. —Te lo dije, me gustas. Quinn se giró, sus mejillas se oscurecieron. Antes de conocer a Quinn, Brandon nunca había visto sonrojarse a un vampiro, y, bueno. Él quería verlo de nuevo. Quería ver a Quinn sonreír y reír y no ser tan duro consigo mismo. —Estoy limpiando el laboratorio, murmuró Quinn, agachándose de la oficina. Con el corazón latiendo con fuerza, Brandon se arregló la ropa y luego lo siguió. Encontró a Quinn de pie en la periferia de los cristales rotos, mirando a su alrededor, con expresión perdida. Había sido mucho daño; Brandon podía adivinar cuánto costarían las reparaciones. —¿Tiene fondos suficientes para obtener reemplazos? Quinn parpadeó hacia él, las comisuras de sus labios tirando hacia abajo. —Sí, pero preferiría guardarlo para futuros experimentos. Pagaré por esto yo mismo. Recalibrar la centrífuga tenía que ser costoso, y también lo era arreglar el horno. Y reemplazando todo ese material de vidrio. Pero Quinn había vivido doscientos años, y Brandon supuso que tenía suficientes ahorros para todo eso. Tomó una escoba y barrió los fragmentos de vidrio en una esquina. —Acerca del decano... en realidad no te expondré, ¿sabes? Quinn lo miró, con los ojos muy abiertos. —¿De verdad?

FORJADO EN HIERRO 133 Brandon se retorció. Mirando hacia atrás, no habría chantajeado a Quinn, si hubiera tenido una mejor opción. —Sí. Yo solo... quería unirme al grupo de laboratorio, eso es todo. Lo siento. El profesor hizo una mueca. —Está bien. Hiciste lo que tenías que hacer. Después de una pausa, preguntó—: ¿Has aprendido algo de valor? Brandon pensó en los fundamentos de conferencias sangre que había estado asistiendo. —Algunas. Pero no sé cómo esa sangre humana te dejó en la bruma. Él asintió al cristal roto. —Nunca he visto a nadie con sangre así. Quinn suspiró. —La sangre de Oriel contiene glóbulos blancos específicos de su ADN. Esas células sanguíneas ingresan al cuerpo de un vampiro y atacan el sistema nervioso, a través de la nariz, las papilas gustativas, el estómago y el intestino delgado. Tendré que hacer más pruebas para descubrir por qué sucede eso, pero esa es la esencia de esto. Brandon recordó el vacío en los ojos de Quinn, el brillo de sus colmillos. —Y sin embargo, te la bebiste. Quinn se encogió. —Preferiría no hacerlo. Me sorprendió que no me mataras, en realidad. Pero los instintos de Brandon habían sido matar a Quinn. Enterró esos pensamientos, sabiendo que nunca atacaría a este hombre, incluso si fuera un vampiro. Pero la explicación de Quinn sobre la sangre de pollo todavía le molestaba. —¿Qué pasa si bebes mi sangre? Brandon no estaba seguro de si él mismo estaba preparado para eso, pero sería mejor que beber la sangre de Oriel. La mirada de Quinn se clavó en la garganta de Brandon. —No me tientes.

ANNA WINEHEART 134 —Seguramente necesitas la fuerza. Quinn negó con la cabeza firmemente, apartando los ojos. —No. Ellos cayeron en silencio. Brandon levantó los tubos de ensayo rotos, y Quinn recogió los estantes de plástico y dispersó notas del suelo. —¿Cómo te mantuviste como profesor tanto tiempo? —Preguntó Brandon. —¿No tienes que pasar por controles de salud? Porque la forma más fácil de identificar a un vampiro era la frialdad de su cuerpo y la falta de latido del corazón. Eso, y sus colmillos y niebla y curación. ¿Qué vampiro los revelaría si quisiera pasar una inspección de salud? Quinn se encogió de hombros. —Conozco un doctor. Él hace mis exámenes. —¿El doctor de la universidad? —El estómago de Brandon se apretó. ¿Cómo podría un vampiro estar en contacto con tanta gente? Como médico, ¿nada menos? —No... No. Pero sustituye aquí de vez en cuando. Quinn sonrió con ironía. —A mi pedido, y cuando necesito que me cheque de salud esté hecho. Él es un vampiro, también. Brandon se congeló. ¿El infierno? —¿La universidad tiene un doctor vampiro? La mirada de Quinn parpadeó hacia él. —No lo mates, por favor. Puedo responder por él. —¿Hay una lista de vampiros que no debería tocar, entonces? — Brandon miró el teléfono de Quinn.

FORJADO EN HIERRO 135 Quinn apretó la boca en una línea. —Supongo que sí, pero no te lo estoy dando. Aunque podrías ser más... consciente de los vampiros que matas. El Dr. Carter es una buena persona. Le picaba la piel a Brandon. ¿Cuántos vampiros más acecharon en este lugar? Había vivido en San Luis Obispo toda su vida, y estas criaturas seguían saliendo de las sombras, arrastrando humanos por los callejones y drenando su sangre. —Mira, no puedo prometer nada. Mi objetivo es proteger a las personas de los vampiros. —¿Incluso si esos vampiros no matan? —Los ojos de Quinn brillaron. —No todos nosotros somos asesinos. Algunos de nosotros nos alimentamos lo suficiente para mantenernos vivos. Has conocido a uno de ellos. Brandon recordó al vampiro con los ojos rojos, el que quería formar una familia con Oriel. No se le había ocurrido que había vampiros que bebían pero que no mataban. —No confiaría en un vampiro que también sea médico. ¡Él estaría lidiando con sangre humana todo el tiempo! —¿Incluso si toma muestras de transfusiones? —Quinn entrecerró los ojos. —Podría beber sangre de pollo como tú. —La sangre de pollo debilita a un vampiro, ya te lo dije. Ni siquiera puedo convertirme fácilmente en polvo, por el amor de Dios. Quinn suspiró y cruzó los brazos. —Mis amigos son vampiros, Brandon. Solo estamos tratando de mantenernos vivos a nuestra manera. Brandon apretó los dientes. Quinn no le diría quienes eran los otros vampiros. ¿Cómo iba a saber a quién evitar? ¿Quinn incluso podría confiar

ANNA WINEHEART 136 en sus amigos? —Así que estás diciendo que debería simplemente hacerme a un lado y ver a la gente morir. —No, yo solo... —Quinn se frotó la cara. —Solo digo que tengas cuidado de a quién matas, eso es todo. No creo que los vampiros te dijeran sus nombres, de todos modos. Pero Brandon todavía recordaba el cuerpo de su madre que se derrumbaba en el piso, su cara pacífica y blanca como el hueso. Él había querido decirle tantas cosas a lo largo de los años, y... No podía. Porque algún maldito vampiro había chupado toda su sangre, la había dejado sin vida en su hogar. Inhaló profundamente, dejando la escoba. Cuanto más se juntaba con Quinn, más culpabilidad se le pegaba. Se había acostado con un vampiro dos veces, y al hacerlo, había deshonrado las muertes de sus padres. —Mierda. Pero eso no significa que estoy de acuerdo. Quinn abrió la boca, tratando de alcanzarlo. Pero dejó caer su mano después de un momento, dando un paso atrás. No podía cambiar la opinión de Brandon sobre los vampiros. —Me voy, —dijo Brandon, con el pecho dolorido. Sentía como si algo se hubiera roto entre ellos, o tal vez la fractura siempre había estado allí. Quinn no lo siguió por la puerta. A veinte metros del edificio del laboratorio, el teléfono de Brandon zumbó en su bolsillo. Lo sacó, tocando el nuevo mensaje. Mencionaste a un vampiro Seb, —dijo el contacto sin nombre. ¿Conoces a un humano con el nombre de Oriel? Sí, Brandon mecanografió. Luego presionó Enviar y empujó su teléfono hacia atrás. Él no iba a pensar en eso.

10 QUINN

L

as próximas semanas no pasaron fácilmente. Quinn había limpiado el desorden en su laboratorio, ordenando tubos de ensayo y vasos nuevos, llamando a

reparadores para arreglar las máquinas rotas. Mientras esperaba que llegara la cristalería, había tomado prestados aparatos de los otros profesores, enviando a sus alumnos a otros laboratorios para usar su equipo. Se había sentido fatal al respecto: la destrucción en el laboratorio era su culpa, y no debería haber tenido que molestar a sus colegas. Pero fue hecho; las máquinas no funcionaban, y los vidrios rotos no eran fáciles de reparar. Justo como la grieta que había causado entre él y Brandon. Y estaba bien, de verdad. Brandon era un estudiante. No tenía ningún inconveniente en entrar al laboratorio de Quinn, meterse en sus pantalones. Incluso si Quinn quería a Brandon a un pelo de distancia, el sudor atrapado entre sus cuerpos. Se sacudió de sus pensamientos, reorganizando las rocas de mascotas en su oficina. Hace tres semanas, después de una sesión de investigación, Brandon se había detenido por la puerta de la oficina, asintiendo con la cabeza. ¿Por qué tienes piedras en tu oficina? él había preguntado.

ANNA WINEHEART 138 Porque no se puede exprimir sangre de una roca, Quinn había respondido. Brandon había bufido, el humor brillaba en sus ojos. Quinn sonrió con ese recuerdo. Luego se instaló detrás de su escritorio, tratando de no imaginar lo que Brandon había visto, cuando se sentó en esta silla hace tres semanas. Todavía recordaba la leve humillación de eso; Brandon había visto lo duro que estaba Quinn, lo necesitado que había estado. Quinn tragó, volviendo de nuevo a su ordenador portátil. A veces, se imaginaba el calor de Brandon en su piel, la respiración de Brandon resoplando por su cabello. —Deja de hacer eso, murmuró, encendiendo su ordenador portátil. —Él es tu alumno Después de esa noche tórrida, Brandon no se había presentado a clase durante una semana. Quinn había pensado que había abandonado el curso, pero su nombre se quedó en las listas de la clase como una mancha. Quinn se había preocupado. Se había arrastrado hasta las tiendas de autos del centro, donde Brandon había dicho que trabajaba, y suspiró cuando vio los anchos hombros de Brandon. Entonces Quinn se había escabullido, la culpa alentaba sus pasos. No debería volver al lugar de trabajo de Brandon. Brandon dejó en claro que no quería ver a Quinn, y Quinn lo entendió. Ambos eran adultos. Brandon era su alumno también, y a Quinn le gustaba demasiado su carrera como para perderlo durmiendo con un estudiante. Excepto que echó de menos la voz de Brandon, echó de menos verlo sonreír. Cuando Brandon finalmente regresó a clase dos semanas atrás, se sentó con los otros estudiantes, escondidos entre sus filas abarrotadas. En

FORJADO EN HIERRO 139 el laboratorio, él no había mirado a Quinn para nada, y se había asociado con esa pelirroja con gafas. No se había ido a casa con ella. Quinn lo olfateó discretamente y se sonrojó al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Luego se escondió en su oficina, esperando que los estudiantes se acercaran con sus preguntas. Así que tal vez Quinn no podía dejar de pensar en ese maldito cazador, y tal vez extrañaba la comodidad del abrazo de Brandon. Y era un infierno, sabiendo que tal vez había tenido una oportunidad con ese hombre. Bueno, tal vez no. Brandon odiaba a los vampiros. Quinn no quería arriesgarse a morderlo, no quería arriesgarse a beber demasiado de su sangre. Quinn tragó saliva, mirando su teléfono. Todavía no había noticias de Brandon. —Necesitas caminar, —se dijo a sí mismo. —Sácalo de tu cabeza. O tal vez debería haber metido la cabeza dentro de ti, pero eso fue... poco profesional. Ignoró la punzada de deseo en su cuerpo, arrastrando los pies fuera de su oficina. En la puerta, torció la llave en la cerradura, pensando en la sangre fresca en la nevera. La semana pasada, Oriel y Seb lo habían visitado nuevamente, dejando más muestras de sangre. Quinn había usado su centrífuga recién fijada para separar la sangre de Oriel, extrayendo los glóbulos blancos para que Seb pudiera beber la mezcla de sangre y plasma. Seb le había prometido a Quinn otro favor.

ANNA WINEHEART 140 Los favores que Quinn necesitara lo cual no tenía idea. Principalmente porque lo que realmente quería... era arreglar las cosas con Brandon. Él no podría hacer eso. Quinn había observado a Seb y Oriel en su laboratorio, y le dolía el pecho, sabiendo que era posible una relación humano-vampiro. Si él no hubiera estado involucrado con Brandon, tal vez incluso podría haber intentado la relación con otra persona. Pero Brandon... Maldita sea, pero no podía dejar de pensar en Brandon. Los semáforos se volvieron rojos ante él. Quinn se dio cuenta que había vagado todo el camino hacia el centro de la ciudad, hacia donde se había escondido hacía dos semanas, con la esperanza que Brandon estuviera bien. En el crepúsculo, todo parecía diferente: los árboles parecían criaturas mutadas que llegaban al cielo, y los edificios lo miraban solemnemente, con las ventanas abiertas como ojos vacíos. No era como si hubiera encontrado a Brandon aquí, a esta hora del día. Ni siquiera sabía dónde vivía Brandon. Así que Quinn vagó, mirando las brillantes ventanas de las tiendas de sándwiches, las luces de neón de una tienda psíquica, las polillas revoloteando bajo las farolas de sodio. Sopló una brisa cuando se detuvo en una tranquila intersección: un centro comercial a un lado, un parque tranquilo al otro. Y mientras la brisa de la tarde se curvaba bajo su nariz, olió el sabor cobrizo de la sangre. El hambre le roía el estómago. Quinn presionó una mano, tragando. Él no debería seguir el olor. Pero olía rico, como sangre humana, y la última

FORJADO EN HIERRO 141 vez que había tenido... había sido de Brandon, cuando Quinn lamió las gotas carmesíes de su labio. Desde entonces, se había vuelto débil con la sangre de gallina, imaginando los suaves sabores de sal y caramelo cuando bebía. No debería seguir ese olor. Pero sus pies se movieron en esa dirección de todos modos, y Quinn tragó saliva, la curiosidad picando en su mente. Vagó por callejuelas desiertas, el ronroneo de los coches desapareciendo en el fondo. Más lejos, alguien gritó. Pasos sonaron. Quinn hizo una pausa. Él nunca se involucró con los otros vampiros; los asuntos del aquelarre no eran suyos. Ni siquiera debería estar fuera, deambulando por los oscuros caminos del centro de la ciudad. Alguien gruñó, y otra brisa pasó volando. Olía a sangre, como sal y caramelo. El estómago de Quinn se apretó. Intentó convertirse en polvo, pero su cuerpo no cooperaría. — Vamos, murmuró Quinn, cerrando los ojos, centrándose en relajarse. Lo había hecho una vez este año, cuando Brandon lo sacó de la sala de conferencias. Él podría hacerlo de nuevo. Alguien lastimó a Brandon. Alguien lastimó a Brandon, y tenían que pagar. Relajo las extremidades, respiró adentro, luego fuera, y su cuerpo se desintegró en un millón de pedazos de polvo. Quinn bajó por la calle, serpenteando entre árboles y edificios, hasta que vio movimiento en un callejón oscuro a sus pies. Tres figuras, una de pie, un humano asustado. Los otros dos fueron encerrados en una pelea feroz. Uno estaba demacrado y pálido; el otro es moreno, sus hombros anchos. Quinn recordó la sal de su piel.

ANNA WINEHEART 142 Las figuras se golpearon el uno al otro; el vampiro con garras, Brandon con su cuchillo. Los cortes abiertos cubrían los brazos de Brandon; apuñaló al vampiro, la hoja plateada se hundió en su pecho. El vampiro chilló, con garras golpeando el brazo de Brandon. Brandon maldijo y tiró de su cuchillo, saltando hacia atrás. El vampiro se abalanzó sobre él. Quinn voló al callejón, dando vueltas alrededor de las figuras, tratando de volver a su forma humana. Él no pudo. Brandon miró el polvo de Quinn, con ojos cautelosos. En ese segundo, el vampiro golpeó el pecho de Brandon, con las garras cortando dos líneas escarlatas en su corazón. Horror disparó a través de Quinn. ¡Ahí Noo! Brandon no podía obtener sangre de vampiro en esos cortes, o estaría unido a la sangre del vampiro. El vampiro se dio cuenta, también. Él sonrió, sus colmillos brillando, y arrojó sus sangrientos nudillos al pecho de Brandon. Brandon apuñaló con su cuchillo. Mío, pensó Quinn, la furia vibraba a través de él. El tiró, y cambio en su forma humana. Luego se sumergió entre cazador y vampiro, alejando a Brandon. Las garras del vampiro se hundieron en el pecho de Quinn, rozando sus costillas. El dolor estalló en su carne. Él es mío, —gruñó Quinn, golpeando la mano del vampiro. Tal vez estaba hambriento, pero Brandon era de Quinn. Ningún otro vampiro podría reclamarlo. —Joder, espetó Brandon detrás de él. —Vete ahora, —dijo Quinn, mirando al vampiro. —No ha sido reclamado —dijo el vampiro, empujando el pecho de Quinn.

FORJADO EN HIERRO 143 Quinn se tambaleó por el arenoso suelo de la callejuela, deseando tener más fuerza que está. Necesitaba separar al vampiro de Brandon, limpiar los cortes de Brandon. Brandon se abalanzó, su espada se deslizó entre las costillas del vampiro. El vampiro chilló. Quinn agarró la mano del vampiro y la estrelló contra la pared del callejón. —No necesito tu ayuda, —dijo Brandon con los dientes apretados, colocando su espada en el corazón del vampiro. El vampiro luchó, chillando de agonía. —Estaba a punto de establecer un vínculo contigo, silbó Quinn. — ¿No has oído hablar del lazo de sangre? —¿Qué diablos es eso? —¿Cómo eres un cazador? —Quinn se estremeció. Brandon podría haberse unido a cualquier otro vampiro sin saberlo. —Es cuando te conviertes en mi presa principal. Tu sangre me curaría más rápido. Esas palabras enviaron una emoción por la espina dorsal de Quinn. Mi presa. Mía. No había pensado lo bueno que sonaba, hasta que esas palabras resonaron entre ellos. Y Quinn quería. Quería que Brandon fuera suyo, quería que la sangre de Brandon resbalara por su lengua. Brandon entrecerró los ojos. —Nunca había escuchado acerca de eso. —Probablemente porque los matas antes que se unan contigo. El vampiro se estremeció contra la pared del callejón, luego se calmó. —¿Por qué estás aquí? —Brandon lo miró, respirando con dificultad, sin soltar el cuchillo en su lugar. Tenía que mantener la plata en el corazón del vampiro hasta que realmente muriera, o el vampiro se curaría a sí mismo y regresaría por venganza.

ANNA WINEHEART 144 —Olí sangre, —dijo Quinn, incómodo. No estaba admitiendo que había estado buscando a Brandon. La sangre goteaba por los brazos de Brandon, riachuelos de sangre que olían a sal y azúcar quemada. Antes de esto, Quinn se había distraído, sacando a Brandon del camino, manteniendo al otro vampiro lejos de él. Pero ahora que la amenaza había desaparecido, Quinn respiró hondo, y el fuerte y cobrizo aroma de la sangre de Brandon se agitó en su nariz, tentando el sabor. Los colmillos de Quinn se metieron en su boca, sus puntas romas se deslizaron sobre su labio inferior. Necesitaba esa sangre en su cuerpo, la necesitaba en su lengua. Brandon lo miró, sus ojos ilegibles. Él sabía. Apretó los dientes, Quinn pensó en alejarse. Pero el calor del cuerpo de Brandon irradiaba a través de las pulgadas entre ellos, tentador. No había tenido ese calor en semanas. Y si Brandon acabara de limpiar toda esa sangre... Durante las cinco semanas que conoció a Brandon, Quinn aún no había probado bien su sangre. Había goteado de un corte aquí, una herida allí, pero no había salpicado sobre la lengua de Quinn, llenando su boca. Deja de pensar en eso. Quinn echó un vistazo al resto del callejón, tratando de distraerse. La víctima humana había desaparecido. —Nunca te he visto por aquí, —dijo Brandon, entrecerrando los ojos. Quinn tragó saliva. No se había dado cuenta que Brandon estaba furioso, hasta ahora. —Nunca he estado aquí. —Entonces, ¿por qué viniste? ¡Pensé que eras otro vampiro cuando vi tu niebla, maldita sea! —Los ojos de Brandon brillaron. —¡Casi te apuñalo!

FORJADO EN HIERRO 145 —No pude cambiar rápido. —Quinn extendió sus manos, sus mejillas picando con vergüenza. —Soy débil. Tú lo sabes. Brandon mantuvo su mirada, su cuchillo aún en el corazón del vampiro. —Entonces no deberías haber venido en absoluto. Quinn se estremeció. Nunca sería lo suficientemente bueno para Brandon, ¿verdad? —Olí tu sangre. —Quinn miró sus pies, imaginando disgusto en la mirada de Brandon. Al final de todo, Brandon todavía era un cazador, su objetivo de destruir vampiros como Quinn. Tal vez algún día se cansaría de Quinn y lo mataría también. —¿Qué es eso del vínculo de sangre? —Con su antebrazo apoyado contra el cuerpo del vampiro, Brandon tiró de su camisa destrozada. El aroma de su sangre flotó en el aire. Quinn gimió, olisqueándolo. —Sucede cuando un vampiro mezcla su sangre con la tuya. A través de un corte en el pecho. Te conviertes en la presa del vampiro, y tu esperanza de vida aumentará. Los arañazos paralelos en el pecho de Brandon brillaban bajo la tenue luz de la lámpara, y Quinn tragó saliva. Brandon lo miró con astucia. — Dijiste “Él es mío.” Las mejillas de Quinn se calentaron. Tenía que irse antes de avergonzarse más, antes que Brandon le dijera que desapareciera. —Yo... lo dije para ahuyentarlo. Quise decir que eras mi presa. Por qué los vampiros se vuelven posesivos sobre esas cosas. —No soy tu presa. Ojalá lo fueras —No, no lo eres. Siento haber dicho eso.

ANNA WINEHEART 146 —¿De verdad? —La mirada de Brandon se movió rápidamente sobre los colmillos de Quinn, y Quinn odió lo que decían que eran. Él jaló sus labios sobre sus dientes, tratando de ocultarlos. —Quieres beber mi sangre. Quinn tragó saliva. —Yo solo... olí la sangre. Es una reacción incontrolable. —No beberías la suya. —Brandon asintió con la cabeza al vampiro. —Su sangre es diferente. Está rancio, y ha usado los nutrientes que contiene. —Quinn se encogió de hombros, forzándose a sí mismo a darse la vuelta. Primero un pie, luego el otro. Sal del callejón. Ve a casa y olvídate de Brandon. —¿Qué pasa con la mía? El recuerdo de la deliciosa sangre surgió a través de su mente. El estómago de Quinn se apretó. —Deja de tentarme con ella —espetó, sus colmillos resbalando sin rodeos contra su labio. —No voy a beber de ti. —¿Por qué? —Brandon estrechó los ojos. —No confío en mí mismo, —dijo Quinn, apretando su pecho. —Te mataría como a mi hermana. Y me odiarás. —No quería escuchar la respuesta de Brandon, por lo que se obligó a seguir caminando. —¿Qué pasa si... qué pasa si te dejo? El estómago de Quinn se revolvió. —Maldita sea, Brandon. Pero se volvió, y la mirada de Brandon ardió en él. El aliento de Quinn salió de sus pulmones. Por un largo tiempo, Brandon lo miró fijamente, considerando. —Lo intentaremos, —dijo por fin, apretando la mandíbula. —Sólo para ver cómo es.

FORJADO EN HIERRO 147 Quinn no podía respirar. Brandon era valiente o estúpido, o ambos. Genevieve había muerto, y Quinn no tenía el autocontrol para alejarse. — No, no confío en mí mismo. —Si es malo, te diré que pares, —dijo Brandon. E inclinó la cabeza hacia un lado, ofreciendo su garganta. Los instintos de Quinn rugieron. Avanzaba a zancadas, estaba justo al lado de Brandon, con el cuello fuerte de Brandon desnudo para él, los tendones tensos, la piel reluciente con una fina capa de sudor. Quinn tenía tanta hambre que le dolían los dientes. Él necesitaba la sangre de Brandon. Había soñado con eso. Y aquí estaba, zumbando bajo una capa de piel y músculo, voluntariamente ofrecido. Tal vez fue una trampa. Quizás Brandon cambiaría de opinión y lo apuñalaría como si hubiera apuñalado al otro vampiro. Quizás Brandon lo empujaría, le diría a Quinn que era repugnante. Y, sin embargo, la sangre lo llamaba, corriendo por sus venas, cálida, rica y salado dulce. Quinn se estremeció, solo estando tan cerca de él. —Continúa con eso —dijo Brandon, su pulso perdió un latido. Tenía miedo, solo un poco. Pero él había ofrecido, y Quinn no podía creer lo mucho que le gustaba este hombre. Lo amaba, tal vez. —Deja de olerme. Entonces Quinn abrió la boca, rozando las puntas de sus colmillos sobre la piel de Brandon.

11 BRANDON

B

randon nunca había estado tan contento y aterrado en el mismo aliento. Había estado caminando por la calle cuando escuchó a

alguien gritar. Así que corrió a los callejones, solo para encontrar a un vampiro derribando a una chica. Había distraído al vampiro golpeado con su cuchillo, tratando de meter su espada de plata en el corazón del vampiro. El vampiro había liberado a la chica y había respondido, y Brandon había tardado tres segundos en terminarlo. Entonces esa neblina reveladora se había arremolinado a su alrededor, como si el vampiro hubiera pedido refuerzos. Brandon se había puesto tenso, listo para atacar al segundo que atacó el otro vampiro. Excepto que su presa le arañaba el pecho, sacando sangre. La niebla se abalanzó entre ellos, se solidificó. Y Brandon casi empujó su cuchillo en el cráneo del nuevo vampiro. Era Quinn. Brandon tiró de su espada, su punta cortando parte del cabello de Quinn. —Joder, —espetó Brandon, horror retorciéndose en sus entrañas. El otro vampiro empujó a Quinn lejos. Brandon lo apuñaló en el corazón. El vampiro gritó, sacudiéndose, y todo lo que Brandon sintió fue un doloroso alivio cuando inmovilizó al vampiro y sostuvo el cuchillo. Había estado a dos pulgadas de apuñalar a Quinn. A dos pulgadas de atravesar su cuerpo, y no debería haber enviado una sacudida de miedo a través de su corazón.

FORJADO EN HIERRO 149 Él no podría matar a Quinn. Tenía miedo de matar a Quinn, y ese pensamiento le corroía la mente, porque estaba muy equivocado. Nunca tuvo miedo de matar vampiros. Durante las últimas tres semanas, había evitado a Quinn. Pensó que estaría bien, olvidando a ese maldito idiota para poder seguir con su vida. Excepto que no podía mantenerse alejado de las conferencias de Quinn. Había asistido a las clases de Quinn, le había mirado de reojo en el laboratorio y, durante todo el tiempo, había pensado que su compañero de laboratorio se pondría al corriente. Quizás ella lo hizo. A él no le importaba. Así que le gritó a Quinn, diciendo cosas que no recordaba, sofocando su miedo con furia. ¡No puedo matarte, maldita sea! Quinn miró la garganta de Brandon, con los ojos oscurecidos por el hambre. Brandon había visto por sí mismo cuán débil era Quinn. El vampiro que sostenía estaba delgado, hambriento. Y él había empujado a Quinn fácilmente, como si Quinn no pesara nada. Quinn sabía lo malditamente débil que estaba, y aun así bebía sangre de pollo, ese idiota. Y tal vez Brandon no podía negar cuánto le gustaba ese hombre, cuánto se apegaba a sus principios. Así que le ofreció a Quinn su garganta, pensando que ayudaría a Quinn beber algo de sangre, hacerse más fuerte. Había estado pensando en esto por tres semanas enteras. Quinn se puso detrás de él, sus pasos se iluminaron, su piel se frotó contra el brazo de Brandon. En la parte posterior de la mente de Brandon, una pequeña voz susurró—: Vampiro. Brandon observó al parásito frente a él; ojos vacíos, mejillas hundidas, Recordó al vampiro pálido de hace diez años, cuando abrió la

ANNA WINEHEART 150 puerta principal y encontró a sus padres muertos, y el vampiro se abalanzó sobre él, pasó como una nube de niebla. Sus oídos habían escuchado con un terrible chirrido. Había un vampiro detrás de él ahora. Brandon se tensó, de repente inseguro. Pero se había dicho a sí mismo que lo probaría, solo una vez. Quinn dudó también, y Brandon espetó, —Adelante. Quinn se inclinó, las puntas de su cabello rojizo rozaron la mandíbula de Brandon. Él separó sus labios. Sus colmillos brillaron. Un vampiro mataría a Brandon, como si hubiera matado a sus padres y a la chica detrás de la ferretería y... Los colmillos rozaron su cuello, fresco y suave. El miedo se apoderó de las venas de Brandon, helado y paralizante. Su cuerpo se apoderó de su corazón y dio una patada a toda marcha, podía respirar, tenía que conseguir alejar al vampiro de él y la mierda que iba a morir como su mamá y papá lo hizo. Se apartó del vampiro detrás de él, jadeando, su puño apretando el cuchillo plateado con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. Corre. Matar. El vampiro moribundo se estremeció, su cuerpo se derrumbó en polvo a los pies de Brandon. Pero todavía había un vampiro detrás de él. Brandon se volvió, con la garganta atenazada por el pánico, sus instintos gritando: Mátalo. El vampiro se alejó, con las palmas hacia arriba, con los ojos bien abiertos. —No, no me mates —jadeó, retrocediendo en la otra pared. — Voy a irme. Lo prometo.

FORJADO EN HIERRO 151 Parecía que estaba a punto de llorar, y Brandon no podía recordar quién era, solo que era un vampiro y su nombre era Quinn. —Entonces vete, —gruñó Brandon, sus manos temblaban, la temblorosa espada se reflejaba en el brillo de las farolas lejanas. —No confío en ti. El vampiro se hundió, su boca se abrió. Se apretó contra la pared del callejón, alejándose hasta que dobló la esquina, desapareciendo de la vista. Brandon miró la pila de polvo en el suelo cubierto de tierra. La bilis se elevó en su garganta. Él vomitó un poco, tosiendo, escupiendo el sabor de su boca. Luego presionó su frente contra la fría pared de ladrillo, respirando profundamente. Estaba solo en el callejón. No había nadie aquí. Él había matado al vampiro, y el otro había huido. Quinn había huido. Por un momento, Brandon puso ese nombre en su boca. Quinn. Profesor Quinn. Los otros estudiantes lo llamaron Profesor Blood, y Brandon lo había visto despojado de sus defensas, lo había visto temblando, abierto e indefenso. Quinn era humano, y un vampiro, y Brandon... no debería haberlo echado. Pero era lo correcto, cuando nada podía funcionar entre ellos. Sus padres estarían decepcionados. Demonios, Brandon estaba decepcionado con sus propias elecciones, y no había futuro para él y para Quinn. No debería sentirse como si hubiera cometido el peor error de su vida. Con un gemido, Brandon dejó caer su cuchillo con un estruendo, enterrando su cara en sus manos.

12 QUINN

Q

uinn regresó tambaleándose a la universidad, con la garganta apretada y los ojos picando. No debería haber importado tanto, Brandon empujándolo

lejos. Debería haber sabido que Brandon no soportaba tenerlo tan cerca. Brandon tenía miedo de los colmillos de Quinn, y Quinn debería haberlo sabido al tratar de morderlo. Ni siquiera podía confiar en sí mismo, no cómo había asesinado a su propia hermana. Incluso si hubiera lamido la sangre de los cortes de Brandon, era diferente de hundir sus colmillos en la carne de Brandon. Brandon no había sido mordido antes. Por supuesto que reaccionaría mal. Él nunca permitiría que un vampiro se acercara a él. Y entonces el vampirismo de Quinn siempre causaría una brecha entre ellos. Quinn siempre sería un recordatorio de la muerte de los padres de Brandon. Si se preocupaba por Brandon, entonces se apartaría de la vida de Brandon, por lo que Brandon podría ser feliz. Era mejor que nunca volvieran a verse. Pasó junto a las letras de piedra del Colegio de San Luis Obispo, ignorando al guardia de seguridad que salía de su puesto. —Profesor Quinn, —dijo el guardia, pero Quinn pasó junto a él. — Había un par de hombres buscándole. Les dije que lo vi salir. Bueno, era tarde. Podrían visitarlo mañana.

FORJADO EN HIERRO 153 Subió por la acera, metiendo las manos en los bolsillos. Su pecho no debería doler tanto. Dejar a Brandon no debería doler tanto, y tal vez... realmente amaba a Brandon. Incluso si él fuera un estudiante. Incluso si él fuera un humano. Quinn tragó saliva y subió las escaleras del edificio del laboratorio de biología. Nada de esto debería haber sucedido, ni el sexo, ni las diferentes facetas de la persona de Brandon, ni los recuerdos que había escondido de Brandon sonriendo. Se centraría en las muestras de sangre que Oriel había dejado, tal vez probara otro supresor. No estaba más cerca de encontrar uno que funcionara, maldición, ¿no podría tener éxito por una vez? Todo lo que quería era algo que marchara bien en su vida, por lo que no tenía tantas razones para odiarse a sí mismo. Caminó sin ver a través de los pasillos, pasando por los otros laboratorios con sus sencillas puertas marrones. Luego se detuvo frente al laboratorio de Síntesis de Sangre, colocando su mano en el picaporte de la puerta. Lo había bloqueado antes de irse; ¿Dónde estaba su llave? La manija de la puerta se giró cuando presionó sobre ella. Quinn frunció el ceño. ¿Está abierto? Creí que la había cerrado. Abrió la puerta y dos figuras en el laboratorio se congelaron. Estaban vestidos de blanco, con máscaras quirúrgicas en la cara. La puerta del refrigerador estaba abierta, y uno de ellos tenía las muestras de sangre sin etiqueta de Oriel en su mano enguantada. Un escalofrío le recorrió la espalda a Quinn. ¿Cómo se enteraron? —Plan C, —dijo uno de los hombres enmascarados.

ANNA WINEHEART 154 Ellos eran ladrones. ¿Agentes? Quinn maldijo, caminando hacia adelante. —No puedes tener eso, espetó. —¿Quién te envió? Los hombres ni siquiera se miraron. Retrocedieron, girando hacia la esquina del laboratorio. Quinn lo siguió, escuchando sus latidos del corazón. Dos corazones frente a él, golpeando rápidamente. Uno fue un ruido sordo, y Quinn se giró. Una figura vestida de negro salió de su oficina, arma en mano. ¿Cómo no me di cuenta...? El agente disparó. Un dardo Tranquilizante se alojó en la garganta de Quinn. Él gruñó, lo tiró y saltó sobre el agente. Él debería huir. Pero este era su laboratorio; no podía dejar que se llevaran las muestras. Quinn se arrojó sobre la figura vestida de negro, apartó la punta de su arma. El hombre lo alcanzó; Quinn agarró la garganta, apretó. El hombre luchó. Quinn estaba demasiado débil para matarlo fácilmente, pero la furia ardía en sus venas. Él necesitaba a esta gente, necesitaban esas muestras. Él había prometido mantenerlos a salvo. Los agentes detrás de él hicieron clic en sus propias armas. Quinn juró, sabiendo que debería convertirse en polvo en este momento. Trató de relajarse. Él no pudo. Oyó el silbido de los dardos antes de golpear, uno en su cuello y el otro en su espalda. Los agarró, y el agente de negro se abalanzó sobre él y le dio un puñetazo en la cara. Él se tambaleó, golpeándose contra la pared, el dolor estalló en su cráneo. Uno de los agentes lo agarró, retorciendo sus brazos detrás de su espalda. Las manos fuertes lo bloquearon en su lugar. ¡Necesitaba relajarse,

FORJADO EN HIERRO 155 maldita sea! Quinn gruñó, luchando. Los hombres de blanco intercambiaron una mirada. —¿Cómo llegaron aquí? —Espetó Quinn. —Recibimos sugerencias. Alguien llamado Brandon. El estómago de Quinn se convirtió en hielo. No. Pero incluso mientras se negaba a aceptarlo, sabía que Brandon le había delatado. ¿Cómo no podría, cuando pasó diez años cazando vampiros? Quinn jadeó, tratando de pensar. Él necesitaba irse. Necesitaba tomar esas muestras. Pero Brandon había revelado su secreto, y todos sus pensamientos se agruparon en torno a eso. Por supuesto, Brandon lo odiaba. ¿Por qué Quinn alguna vez pensó lo contrario? Su visión se volvió borrosa. Los dardos de Tranquilizantes. Quinn negó con la cabeza, necesitando que sus pensamientos se aclararan. Él necesitaba salir ahora. Trató de relajarse. Su cuerpo permaneció inmóvil, y sus pensamientos se ralentizaron a paso de tortuga. Necesito partir. Algún lado. Decirle a Seb sobre la sangre. Brandon me odia. Alguien le disparó otro dardo. Sus brazos estaban cerrados con fuerza. Él no podía moverse. Su visión giró, y Quinn se tambaleó. Entonces los hombres lo empujaron, y sus piernas se rindieron. Sus últimos pensamientos, antes que su visión se nublara, eran los ojos color avellana y una hermosa sonrisa engreída.

13 BRANDON

L

os pies de Brandon golpearon la acera, su respiración era dura e irregular. ¡No debería haberle dicho que se fuera, maldita sea!

Miró por encima del hombro hacia la carretera, trotando a través de un paso peatonal. Tenía que disculparse con Quinn. De vuelta en el callejón, le había ofrecido a Quinn su sangre, y cuando Quinn trató de beber de él, se asustó y le gritó a Quinn que se fuera. Eso no debería haber sucedido. Fue culpa de Brandon, y la mirada herida de Quinn atormentó sus pensamientos. No era como si algo pudiera pasar entre ellos. Habían follado un par de veces, hablado un poco. No era como si Brandon conociera al profesor muy bien. Pero conocía a Quinn lo suficiente, conocía a Quinn era lo que importaba, y su instinto le decía que buscara a Quinn y se disculpara. Ahora. Quería ver a Quinn de nuevo. Tal vez verlo sonreír. Las últimas tres semanas de no hablar habían sido una tortura, y por supuesto, cuando se volvieron a ver, Brandon tuvo que ahuyentar a Quinn. Quinn era demasiado importante. Había escuchado a Brandon hablar sobre sus padres, le había dado una oportunidad a Brandon con las clases. Solo había tratado de morder a Brandon cuando Brandon le dio su jodido permiso, y dioses, los dos tenían que estar locos. No. Brandon debería parar ahora e irse a casa, porque estaba loco, buscando un vampiro para poder disculparse.

FORJADO EN HIERRO 157 Su teléfono sonó. Brandon maldijo. Se lo sacó del bolsillo, disminuyendo la velocidad para leer el mensaje. Vampiro en SLO College. No es necesario ir. Lo llevaremos vivo. ¿Quinn? Su estómago se encogió. ¿Qué? apuntó en el teléfono, luego presionó Enviar. En unos momentos, llegó la respuesta. Tenemos una serie de experimentos. El profesor será un buen candidato para ellos. Brandon leyó el mensaje nuevamente. Iban a llevar a Quinn. Experimentar con él. Había algo increíblemente incorrecto en esa declaración, y su corazón se contrajo. Los federales no sabían nada de Quinn hasta que Brandon fue y les dijo, dioses, ¿por qué coño había hecho eso? Él corrió, sus pensamientos se agitaron. Había tantos vampiros en San Luis Obispo. Tantos vampiros en todas partes, si se molestaban en mirar. Pero no, tenía que llevarlos a Quinn. Quinn estaba en peligro, ¿él lo sabía? Brandon tiró de su teléfono de nuevo, presionó el botón Llamar al nombre de Quinn. El teléfono sonó cuatro veces y el tono de marcado se cortó. Brandon maldijo. ¿Quinn rechazó su llamada, o ya había sido capturado? Espero no llegar demasiado tarde. Se disparó más allá de los árboles, los semáforos, los bancos en las paradas de autobús. Conocía esta ciudad por dentro y por fuera, y la universidad estaba a cinco minutos si corría. Cinco minutos demasiado largos, cualquier cosa podría pasar, y... Dioses. Por favor, que esté bien.

ANNA WINEHEART 158 Esta era su maldita falta, y si Quinn de alguna manera moría por esto, si lastimaban el estómago de Quinn, Brandon se convirtió en hielo. No podría suceder. Simplemente no pudo. Porque Brandon se preocupó por Quinn, más que un profesor, más que un amigo, y... Tal vez él amaba a Quinn. Y ese fue el pensamiento más loco de todos. Los altos edificios de la universidad aparecieron a la vista. Podía ver las ventanas cuadradas oscuras del edificio de química, las largas ventanas a lo largo del auditorio. Pasó rápidamente junto a la casa de guardia, ignoró el grito del guardia y cargó contra los laboratorios de biología. En el estacionamiento apenas iluminado detrás del edificio de biología, un automóvil y un camión habían aparcado junto a una puerta lateral. El resto del estacionamiento estaba vacío. Brandon disminuyó la velocidad, sus pasos se silenciaron mientras inhalaba profundamente, contuvo la respiración y luego la soltó. A altas horas de la noche, la mayoría de los profesores ya se habrían ido a casa. Había visto este lugar vacío una vez, cuando había pasado por el laboratorio de Quinn a las siete de la tarde. Quinn se había tragado la sangre de Oriel y se había vuelto loco, y Brandon lo había calmado. Lo había follado esa noche, y se había ido a las 10 PM, enfadado después de su discusión. Eran casi las 11 PM, y no debería haber un automóvil o un camión estacionado aquí, la luz se filtraba a través de un espacio en la puerta de carga del camión. Quinn estaba allí. Brandon lo sintió en sus entrañas. Y dioses, él necesitaba que Quinn estuviera vivo. Si estaba muerto, si esos malditos federales lo hubieran matado... El intestino de Brandon se apretó.

FORJADO EN HIERRO 159 No podía perder a Quinn, y ahora solo se daba cuenta. Cálmate. Piensa. Brandon examinó su entorno en busca de movimiento, contento por la ropa negra que había usado para cazar. Luego se arrastró hasta un árbol cercano, y dio un paso alrededor del auto. Los asientos oscuros estaban vacíos. Se dirigió hacia la camioneta, sin conductor, tampoco, y luego hacia la puerta de carga abierta, presionando su espalda contra la bodega de carga. Ambos vehículos tenían todos los números en sus matrículas. —Transportaré la sangre y el teléfono, —dijo una voz en la bodega de carga. —Necesitamos esos datos en HQ lo antes posible. Están presionando para obtener ventajas sobre los vampiros y no tolerarán más demoras. —Pensé que trajiste ese lector de tarjetas, Sean. Eso estuvo mal de tu parte. —Lo siento. Sides, este camión es para experimentos. No explotación de datos. —Uno pensaría que obtendríamos un camión mejor para este trabajo. —Es solo un teléfono. No debería ser un problema. —La voz se acercó a la puerta, y Brandon se congeló, su mente corriendo. Ese era el teléfono de Quinn, ¿no? Con todos sus contactos vampíricos, los amigos cuyas identidades se había negado a divulgar. Si estos tipos tenían el teléfono y las muestras de sangre de Quinn, ¿dónde estaba Quinn? ¿Estaba vivo? La sangre de Brandon se congeló en sus venas. Cálmate, carajo. El tocó la puerta. La conversación calló.

ANNA WINEHEART 160 —Soy un cazador, —dijo Brandon. —Vine por el mensaje. ¿Tienes un vampiro? La puerta se abrió, y Brandon miró las brillantes luces fluorescentes que brillaban sobre él. Señaló el cuchillo en su pistolera. Tres chicos lo miraron fijamente: uno de negro, dos de blanco. El hombre de negro, con una nevera debajo de un brazo y un teléfono en su otra mano. El teléfono de Quinn. Y más allá de ellos, Quinn yacía sobre una larga mesa de metal, con el rostro pálido y los ojos cerrados. Le habían abierto la bata de laboratorio y le habían levantado la camisa. Había un pequeño dispositivo sujeto a su abdomen. ¿Qué mierda le estaban haciendo a él? Brandon luchó contra la reacción visceral de gruñir. —¿Ese es el tipo? —Se supone que nadie debe estar aquí, —dijo el hombre de negro. —Lo estamos llevando vivo. No eres necesario. —Oye, está bien, —dijo Brandon, levantando las manos. Su corazón tronó. Si alguno de ellos fuera un vampiro, ya habría escuchado su pulso. — ¿Cómo lo atrapaste? Son bastardos resbaladizos. Me sorprende que todavía esté vivo. Pero Brandon captó la subida y la caída del pecho de Quinn, y sus nervios se relajaron un poco. —Pistola Tranquilizante. El hombre de negro entrecerró los ojos. — Vete a casa. Te llamaremos si necesitamos algo. —Por supuesto. Perdón por interrumpir. Quinn estaba vivo. Eso contó por algo. Los agentes no lo matarían aún. Ignorando sus instintos para agarrar a Quinn, Brandon retrocedió. El hombre de negro salió al asfalto, dirigiéndose al automóvil.

FORJADO EN HIERRO 161 —Oye, —dijo Brandon, siguiéndolo. —¿Es ese el teléfono de un vampiro? No sabía que usaban teléfonos. Quiero decir, son viejos, ¿verdad? El hombre miró a Brandon como si fuera un idiota. —¿Puedo verlo? Solo para ver cómo se contactan. Es útil, ¿sabes? Como si hubiera un doctor vampiro en SLO. Pensé que podría enviarle un mensaje. El hombre frunció el ceño más profundo, pero le pasó el teléfono, su pantalla se iluminó. —Treinta segundos. Estaban en las sombras del camión, y estaba lo suficientemente oscuro como para que Brandon no pudiera ver sus manos. Así que sacó su propio teléfono del bolsillo, presionó el botón de bloqueo en el teléfono de Quinn. La pantalla se apagó, dejándolos en la oscuridad. —Oops El agente chasqueó su lengua. Brandon deslizó su propio teléfono sobre el de Quinn, iluminando la pantalla de nuevo. Y por primera vez, se alegró que incluso sus pantallas de inicio fueran las mismas. Presionó el teléfono de Quinn contra su muslo, cubriéndolo con su mano. —Wow — respiró. —Se ve igual que el mío. No tenía ni idea. Podía sentir al hombre rodando los ojos. El hombre le arrebató el teléfono encendido a Brandon y se volvió hacia el automóvil. —Lo que sea. Ve a casa, niño. Brandon deslizó el teléfono de Quinn en su bolsillo. Luego se dirigió a la parte trasera del camión y asomó la cabeza por la puerta. —¿Qué van hacer ustedes ahora? Apestaba, actuando estúpidamente. Pero Quinn estaba bien, todavía estaba respirando. Brandon se congeló cuando uno de los hombres destapó

ANNA WINEHEART 162 un tubo de sangre, sosteniendo la boca de Quinn abierta. —Mejor despega, niño. Lo estamos usando para rastrear a alguien. Esto será peligroso. —¿Con sangre? —Brandon abrió los ojos. Tenía que ser la sangre de Oriel, entonces. Estaban usando a Quinn para cazar a Oriel. —¿Ustedes van a estar bien? —Por supuesto. Él es el débil. El auto ronroneó a su lado, su motor se desvaneció en la distancia. Dos hombres se fueron. Brandon deseó que su corazón dejara de golpear tan fuerte. Se apoyó contra la puerta abierta del camión, viendo como el agente vertía sangre en la boca de Quinn. No tienes idea de qué monstruo estás creando. El hombre cerró la boca de Quinn. Ambos agentes observaron a Quinn, y Brandon contó los segundos, respirando superficialmente. Le habían dado a Quinn 5 ML de sangre. Más de lo que Quinn tragó hace tres semanas. 28, 29, 30. Quinn se estremeció, un rubor subió a sus mejillas. Sus ojos se abrieron de golpe, relucientemente dorados, las pupilas contraídas. Un gruñido retumbó en su pecho. Se sentó en la mesa de metal, con la camisa abierta revoloteando a los lados. Luego olisqueó el aire, y sus colmillos se metieron en su boca, los extremos puntiagudos. Los agentes intercambiaron una mirada, las sonrisas felices en sus caras. Mátalos, pensó Brandon. La mirada de Quinn cayó sobre el frasco del que había salido la sangre de Oriel. El agente que lo sostenía tragó saliva y sacó un cuchillo de plata.

FORJADO EN HIERRO 163 —Movimiento equivocado, murmuró Brandon. Las garras de Quinn brillaron. Atravesaron la garganta del hombre, salpicando sangre, y las fosas nasales de Quinn se encendieron. El otro agente alcanzó una pistola tranquilizante. La mirada de Quinn se fijó en él. El hombre levantó el arma y disparó tres veces contra el pecho de Quinn. Él respiró un segundo más. Quinn se abalanzó, derribando el arma, con las garras deslizándose por el cuello del hombre. Sangre rociada. Quinn levantó al hombre por el cuello y lo lanzó al otro lado de la bodega de carga con un fuerte golpe. Luego caminó hacia la puerta, la sangre goteaba de sus garras, el poder ondulaba de su piel. Brandon lo miró. El vampiro era hermoso así. Letal. Calma. Brandon era un cazador, y podía apreciar a un depredador cuyos ojos se movían fríamente sobre él, examinándolo en busca de amenaza. Incluso si odiaba a los vampiros. Porque este no era ningún otro vampiro; este era Quinn. Quería a Quinn, quería al profesor, al vampiro y al hombre que era Quinn. Quinn se quitó los dardos del pecho y se acercó a la puerta del camión, con los pies a dos pulgadas de las manos de Brandon. Sus ojos se encontraron. En ese momento, Brandon sabía lo que tenía que hacer, incluso si era un riesgo. Retrocedió del camión, sacando lentamente su cuchillo. La mirada de Quinn cayó sobre él, vacía y afilada como una navaja. —No te voy a atacar, —dijo Brandon. Igual de lento, levantó el codo y presionó la punta del cuchillo contra su piel. La plata atravesó su carne. El dolor siseó a través de su brazo.

ANNA WINEHEART 164 Luego sacó la espada, la sangre goteaba desde su codo hasta su antebrazo. Las fosas nasales de Quinn se encendieron. Por un momento, Brandon pensó que Quinn podría no venir en absoluto. Le habían dado de comer la sangre de Oriel, no quedaba nada allí; el resto estaba en un automóvil que se dirigía a Dios sabe dónde. La sangre de Oriel era adictiva. Pero Quinn bajó de la camioneta, aterrizando suavemente sobre el asfalto. Luego merodeó más cerca, con los ojos fijos en Brandon, su pecho jadeando con cada inhalación. ¿Vas a beber mi sangre, o matarme? Brandon extendió su brazo a pesar del riesgo, tragando. El vampiro gimió, los colmillos centelleando en las farolas de la calle. Quinn estaba a seis metros de distancia. Diez pies. Brandon dio un paso atrás hasta que los árboles sombrearon el resplandor de la furgoneta. Luego dio otros diez pasos, y el vampiro se abalanzó. El miedo se disparó a través de sus nervios. Él me matará. En dos segundos, Quinn estaba frente a él, con una mano en su pecho. Luego empujó, y Brandon se estrelló contra un árbol, con una corteza áspera en la espalda. Las garras de Quinn pincharon su pecho, dibujando sangre. Con la otra mano, Quinn tomó el antebrazo de Brandon, alzándolo. Luego presionó sus fríos y suaves labios sobre la herida de Brandon y bebió. Chispas de placer se deslizaron por el brazo de Brandon, zumbando a través de su cuerpo. Encendió algo en él, como un fuego parpadeante o la

FORJADO EN HIERRO 165 melodía de una sirena, y Brandon se estremeció, su aliento latía con fuerza en sus pulmones. Se sentía malditamente bien, y no sabía por qué no habían hecho esto antes. En lugar de matarlo, Quinn succionó ligeramente la herida, su garganta trabajando, sus ojos medio cerrados, un ronroneo bajo retumbando en su garganta. Brandon exhaló su instinto de pánico. Él no necesitaba su cuchillo. Él iba a estar bien. Este no era el vampiro que había matado a sus padres. Este era Quinn, y Brandon confiaba en este hombre. A pesar de todo lo que había sucedido, sus argumentos, los padres de Brandon, el resentimiento de Brandon contra los vampiros. Se había dado cuenta que Quinn significaba más para él que eso. Quinn era un hombre amable, paciente con sus alumnos. Lamentó haber bebido de su hermana, trató de beber sangre animal. Había pasado veinte años en su investigación, haciendo romas los extremos de sus jodidos dientes, y Brandon lo amaba, incluso si Quinn odiaba cada fibra de su ser. Contar a los federales sobre Quinn había sido un error. Empujar a Quinn había sido un error. Brandon vio esto claramente ahora, y se arrepintió de poner en peligro a Quinn, lamentó haber lastimado a Quinn en absoluto. Lentamente, enfundó su cuchillo. Luego se acercó a Quinn, quitándose la banda de tela que los agentes habían atado a su estómago. Golpeó en el suelo, inofensivo. Quinn jadeó, su aliento fresco en la piel de Brandon.

ANNA WINEHEART 166 Pero él no se quedó al lado de Brandon. Lamió el brazo de Brandon, el esmalte de sus colmillos deslizándose suavemente sobre la piel de Brandon, sobre su hombro, hasta sus clavículas. El corazón de Brandon dio un vuelco. Pero Quinn tampoco se detuvo en su cuello. Olfateó la garganta de Brandon, a lo largo de su mandíbula, hasta su boca. Entonces sus colmillos atraparon el labio inferior de Brandon, rasgando pequeñas heridas en su piel. La sangre brotó en los cortes. Quinn succionó el labio de Brandon en su boca húmeda y suave, sus párpados se cerraron. Brandon se congeló, su pulso latiendo con fuerza. No había forma que Quinn recordara esto, no mientras todavía estaba atrapado en la bruma. Pero Quinn no pareció reconocerlo. Pasó su lengua por el labio de Brandon, su expresión en blanco, y se le ocurrió a Brandon que podría haber sido su sangre lo que había detenido a Quinn en ambas ocasiones. Excepto si fuera solo su sangre, Quinn no se lo estaría bebiendo de su labio. El corte en el codo debería haber sido suficiente. Significaba que Quinn recordaba algo de esto. Quinn quería la sangre de Brandon más que la de Oriel, de alguna manera, y fue suficiente para sacarlo de la bruma. Quinn tiró del labio de Brandon, su garganta trabajando. Brandon deslizó su brazo alrededor de la espalda de Quinn, cautelosamente al principio. Cuando Quinn no se alejó, Brandon lo atrajo más cerca. Recordó la sonrisa de Quinn, la mascota de Quinn. El retorcido sentido del humor de Quinn, y la forma en que se había aferrado a Brandon, necesitando consuelo. Dioses, Brandon no podía renunciar a eso.

FORJADO EN HIERRO 167 —Te amo, murmuró. En el momento en que salió de sus labios, supo que nunca cambiaría. Nunca pensó que esto pasaría, él y Quinn. Y cuando Quinn se recuperará, que lo haría, Brandon esperaba que lo perdonara por las filtraciones de información. Por alejarlo. Si Quinn alguna vez lo perdonaba completamente. Tragó saliva, acariciando el cuello de Quinn. Pase lo que pasase entre ellos ahora, dejaría que Quinn decidiera sobre su futuro. Dioses sabía que quería que el suyo se entrelazara con el de Quinn.

14 QUINN Hace 20 minutos

Q

uinn se despertó a la luz deslumbrante, dos hombres con trajes blancos a cada lado de él. Su cuerpo ansiaba sangre. Sangre fresca y gloriosa que sabía a licor, y no tenía ni idea

de cómo ni por qué. Débiles rastros de esa sangre permanecieron en este espacio estrecho. El resto fue... a alguna parte. Él no sabía dónde. Él necesitaba más. Plata brilló; uno de los hombres había sacado un cuchillo. Peligro, sus instintos gritaban. Las garras de Quinn se abrieron; su brazo se movió antes que lo supiera, desgarrando la garganta del hombre. El latido del corazón del humano tartamudeó, y la sangre brotó en el suelo, cobriza, oliendo a pescado. El otro humano le apuntando con un arma. Pinchazos de dolor perforaron el pecho de Quinn. Peligro. Extendió la mano hacia adelante, desgarró la garganta. Luego arrojó el cuerpo sobre el estrecho espacio, su pulso disminuyendo. ¿Dónde estaba la sangre? Quinn se movió, la fuerza zumbaba a través de sus extremidades. Él sacó los dardos de su pecho. Y allí, en la entrada, alguien más se levantó. Sin cuchillo, sin arma. No es una amenaza. Por los latidos de su corazón, él era humano. El hombre le miró a los ojos, retrocediendo hacia un árbol sombrío a cierta distancia. Su corazón latía en un: thud-thud-thud.

FORJADO EN HIERRO 169 Un cuchillo brilló. Quinn se tensó. Y el hombre clavó su cuchillo en su propio brazo, lo sacó para que la sangre fluyera a través de su piel. El olor explotó en el aire entre ellos. Olía a sal y caramelo, como calor y seguridad. Quinn hizo una pausa, distraído. Esta sangre olía familiar, como algo que había deseado durante mucho tiempo. Siguió el aroma, merodeando más cerca cuando el hombre se alejó. Necesitaba probar su sangre, necesitaba que se deslizara por su lengua, llenando su estómago. A diferencia de la otra sangre, la que sabía a licor, esta nueva sangre le hacía agua a la boca, le dolía los dientes. Y el hombre lo esperaba, con el brazo sangrante extendido, la preciosa sangre goteando por su robusto antebrazo, hasta la punta de sus dedos. Quinn saltó hacia adelante. Pellizcó al humano contra un árbol, lo agarró del brazo y cerró los labios alrededor de esa herida sangrante. Cálida sangre cubrió su lengua, rica como escamas de sal metidas en azúcar quemada, pesada con hierro. Inundó su boca, su aroma llenando sus fosas nasales. Tragó ansiosamente, su lengua trabajando sobre el corte, sus labios se cerraron contra la piel sudorosa. La sangre se acumuló en su estómago, y él necesitó más. Pero esto no estaba bien. Esta sangre sabía mejor proveniente de otros lugares. Quinn lamió el corte, olfateando el brazo del humano, tratando de recordar dónde le gustaba más. Él arrastró sus labios sobre el hombro del hombre, hacia su garganta. El corazón del hombre dio un vuelco. Pero ese no era el lugar correcto, tampoco. Subió la nariz, hacia la mandíbula del humano. Luego, el suave labio inferior y sus instintos silbaron Sí. Arrastró sus colmillos por la piel suave,

ANNA WINEHEART 170 extrayendo sangre. Y Quinn se chupó el labio aterciopelado en la boca, lamiendo las gotas saladas, gimiendo cuando el humano lo acercó más, contra la sólida pared de su pecho. Esto se siente bien. Quinn cayó contra él, bebiendo de su labio, su cuerpo zumbando con energía. En algún lugar en el fondo de su mente, una voz susurró—: Detente. Quinn negó con la cabeza, frunciendo el ceño. Él no quería parar. —Para, —dijo la voz otra vez. —No voy a estar bien si sigues así. Él no entendió. ¿Quién no iba a estar bien? Quinn. Recuerda a tu hermana. Y en lo más profundo de su memoria, algo se movió, como páginas que revolotean en la brisa. Él recordó un nombre. Genevieve. Recordó a una mujer muerta en sus brazos, sin sangre, y... y... Horror y disgusto lo atravesaron, abrasándole la mente como un rayo. Quinn apartó la boca de la herida, jadeando, con los miembros apretados. Genevieve estaba muerta. Él la había matado y amontonado tierra en su rostro. Él quería vomitar, de repente. Quinn jadeó, temblando de terror. ¿A quién más había matado? —Shh, está bien, murmuró una voz, baja y calmada. —Estoy bien. Se encontró con ojos color avellana. Nariz puntiaguda. Pelo oscuro. Brandon. Quinn siguió las líneas de su cuerpo, hasta que encontró la mancha de sangre en el interior del codo de Brandon. Él había estado bebiendo la sangre de Brandon. Había estado a punto de secar a Brandon, y demonios, Brandon lo odiaría ahora, si no quisiera matar a Quinn. Quinn se congeló, necesitando huir.

FORJADO EN HIERRO 171 —Vamos, tenemos que salir de aquí, murmuró Brandon. Deslizó sus dedos por la espalda de Quinn, agarrando su mano. —¿Qué? —Quinn tropezó cuando Brandon intentó alejarlo. Alguien gritó en la distancia. Brandon se quitó el dobladillo de la camisa, arrollándola contra su codo. —Hablaremos más tarde. ¿Puedes caminar? Tiró del brazo de Quinn, y Quinn intentó unos pocos pasos, buscando el equilibrio. —Bien. Vamos. Siguió a Brandon por el estacionamiento, tratando de despejar sus recuerdos. Hubo... la neblina. Confusión. —¿Qué pasó? Brandon apretó los dientes, atrayéndolo por el campus hasta que estuvieron al borde del ala de física, con altos setos escondiéndolos de la carretera. Luego se volvió, con una mano en el codo y cerró la herida. La culpa susurró a través del estómago de Quinn. ¿Cómo pudo haberse alimentado de Brandon cuando Brandon le había dicho que se fuera? Todavía era de noche, ¿la confrontación en el callejón había sido hace solo unas horas? ¿Qué pasó entonces? —Nos quedaremos aquí por un tiempo, —dijo Brandon. —Pero tendremos que irnos pronto. Quinn miró a su alrededor, pero solo oyó el ronroneo ocasional de un automóvil y el constante golpeteo del corazón de Brandon. —Brandon, ¿qué...? —Recuerdas mi nombre. Los hombros de Brandon se hundieron un poco. Sus labios se arquearon en una pequeña sonrisa, pero sus ojos estaban ensombrecidos. Quinn tragó saliva. Brandon estaba escondiendo algo. —Sí, recuerdo tu nombre. ¿Por qué...?

ANNA WINEHEART 172 —Los agentes te drogaron con la sangre de Oriel. —Brandon asintió con la cabeza en dirección a los laboratorios. —¿Recuerdas? Algo en su memoria se agitó. Quinn recordó la sangre, recordó. Alguien nos avisó. Su nombre es Brandon. Su pecho se apretó. Brandon lo odiaba lo suficiente como para decírselo a los federales. —¿Por qué estás aquí? —Quinn se atragantó, de repente temía encontrarse con los ojos de Brandon. Casi había matado a Brandon, ¿no? Había estado bebiendo la sangre de Brandon y se había olvidado a sí mismo, y... —Yo... entiendo si prefieres entregarme. No merezco estar vivo. Yo… —Mereces estar vivo, —siseó Brandon, su expresión cayendo. — Mira, siento, lo que dije, ¿de acuerdo? Ojalá nunca hubiera hecho eso. Quinn lo miró, tratando de procesar sus palabras. Brandon respiró hondo. —Tengo un contacto en mi teléfono. Me ha estado dando información sobre avistamientos de vampiros. Les dije acerca de ti. Luego hizo una mueca. —Les dije sobre Seb y Oriel también. Quinn se quedó con el estómago revuelto. Se suponía que Oriel también era un secreto. —¿Me odias lo suficiente como para hacer todo eso? —No, no, no te odio. Mira, lo siento. Brandon lo miró fijamente, con los ojos suplicantes. —Me arrepiento de todo eso. Desearía no haberle contado a los federales sobre ti. Lo eché a perder a lo grande. Lo siento mucho. Los pensamientos de Quinn se agitaron. Brandon era un cazador. — ¿Por qué siquiera lo lamentarías?

FORJADO EN HIERRO 173 —¡Porque me preocupo por ti, maldita sea! No quiero verte en problemas. Mierda. La jodí. —Brandon se pasó la mano por el pelo, suspirando. —Y los federales intentaron utilizarte para localizar a Oriel. Quinn se congeló. Había habido neblina. —No... no recuerdo cómo sucedió eso. —Te alimentaron con su sangre. Creo que 5 ML. —¿Y... todavía estoy aquí? —Sí. Uno de los agentes se fue con una muestra. Creo que la sangre de Oriel. Iba a llevar tu teléfono también, pero lo cambié con el mío. Pensé que querías mantener tus contactos en secreto. Mataste a los otros dos agentes. Quinn se miró las manos y encontró manchas de sangre reseca en las uñas. Él había matado a dos personas. Lo recordaba vagamente, el horror subía por su garganta. Pero Brandon había rescatado su teléfono de alguna manera, a pesar de ser un cazador, y los amigos vampiros de Quinn estaban a salvo. Seb y Oriel todavía estaban a salvo. La relevación barrió sus venas; él quería apoyarse en Brandon, pero no se atrevió. —No quise matar a los agentes. Quiero decir, odias cuando los vampiros matan gente... —Está bien, —dijo Brandon. —Iban a experimentar contigo. —¡Pero los maté! —Al igual que había matado a su hermana, y casi había matado a Brandon. —No me importan algunos malditos agentes. —Son humanos. —Eres humano, —siseó Brandon, con los ojos brillantes. —Me preocupo por ti. Estas vivo. Eso es lo más importante.

ANNA WINEHEART 174 Quinn luchó por entender. Eran enemigos. Brandon había jurado matar vampiros y le había dicho a Quinn que se fuera. —Soy un vampiro. Brandon suspiró, la frustración en sus ojos. —Te preocupas más por otras personas de lo que te preocupas por ti. Te gusta enseñar Ni siquiera bebes sangre humana. Honestamente, eres más humano que algunos humanos que he visto. —Pero yo... —¿Te amo, está bien? Antes que Quinn pudiera procesar eso, Brandon deslizó su mano sobre la nuca de Quinn y lo atrajo hacia sí. Luego besó a Quinn con fuerza, sus labios se deslizaron sobre los de Quinn, sus brazos rodearon el cuerpo de Quinn. Oh. Y esto fue bastante fácil de entender, los labios de Brandon en los suyos, los brazos de Brandon a su alrededor, la misma promesa de calor y seguridad que había ofrecido semanas atrás. Quinn se relajó un poco, le devolvió el beso y escuchó el tumulto del corazón de Brandon. Brandon... lo amaba. ¿De verdad? Pero esto era real, Brandon no lo besaría a menos que lo dijera, o a menos que esto fuera una broma cruel. Quinn tragó saliva, alejándose. Brandon frunció el ceño, sus labios brillaban húmedos. —Tú... lo dices en serio, —susurró Quinn, apretando el pecho con fuerza. —¿Me amas? Brandon miró hacia abajo entre ellos, sus cuerpos apretados juntos. —¿No es esto lo suficientemente obvio?

FORJADO EN HIERRO 175 —Podría ser una broma, —dijo Quinn, de repente con miedo. —Has intentado matarme. Soy un vampiro, Brandon. No puedo ser el adecuado para ti. —No me importa que seas un vampiro, murmuró Brandon, presionando sus frentes juntas. —No puedo perderte. Dioses, estabas en ese camión, Quinn. Te estaban alimentando con sangre. Pensé que habías muerto cuando me enviaron ese texto. No puedo, no te voy a perder, ¿de acuerdo? Su voz se quebró, y la garganta de Quinn se tensó. Nunca había visto a Brandon tan vulnerable antes, nunca escuchó a Brandon a punto de derrumbarse. El brazo de Brandon todavía sangraba ligeramente, y el estómago de Quinn se apretó. Solo la posibilidad que Brandon estuviera en sus brazos, pálido y sin vida, fue suficiente para hacer que Quinn se pusiera tenso. Si no hubiera dejado de beber, si no hubiera escuchado esa voz... Quinn tembló, asustado. —Podría haberte matado, —susurró Quinn. —Yo... yo no sabía que estaba bebiendo de ti, Brandon. Podría haberte drenado y no puedo perderte tampoco. Los ojos de Brandon se abrieron de par en par. Había permitido que Quinn se alimentara de él, había recuperado el teléfono de Quinn de los federales. Había retenido a Quinn a través de sus miedos, a pesar que Quinn era un vampiro, a pesar de la muerte de sus propios padres. Era tan valiente, y Quinn... no tenía nada que darle a cambio. —No te merezco, —susurró Quinn, con el corazón pesado. — Deberías estar con otra persona, alguien mejor. Alguien que... no está maldito como yo.

ANNA WINEHEART 176 —No eres una maldición, murmuró Brandon, pasando sus dedos por el cabello de Quinn. —De buena gana te di mi sangre, ¿de acuerdo? Quinn suspiró estremeciéndose. —¿No me odias? —No te odio, —susurró Brandon, acunando la cabeza de Quinn, presionando sus mejillas. —No puedo. Recuerda eso. Era... nuevo, Brandon no lo odiaba. Un alivio. Brandon sabía las cosas atroces que Quinn había hecho, sabía que Quinn era un vampiro. Sin embargo, mantuvo a Quinn cerca, con los brazos fuertes y reconfortantes. Quinn siempre había pensado que Brandon lo odiaría, como si se odiara a sí mismo. En el calor del abrazo de Brandon, Quinn se dio cuenta que Brandon quería decir todo esto: su amor, su protección, su aceptación. La gratitud empapó su pecho, seguido de alivio y alegría. —Te amo, se atragantó Quinn, metiendo los dedos en la camisa de Brandon. El alivio brilló a través de los ojos de Brandon. —Nunca pensé: eres un cazador. No deberías ser tan amable. —Quiero esto, —dijo Brandon, su aliento resoplando en el cabello de Quinn. —Dioses, pensé que me odiarías. Por contarle a los federales acerca de ti, Oriel y Seb. Quinn tembló. —Entiendo por qué lo hiciste, Brandon. Ojalá no lo hubieras hecho, y recuperaste mi teléfono. Eso es suficiente para mí. Brandon se combó contra él, acariciando con su mano la espalda de Quinn. —Pero tienen la sangre de Oriel. ¿Qué va a pasar ahora? Quinn hizo una mueca. No había podido detener a los agentes en su propio laboratorio. Si él no hubiera sido tan débil, si hubiera tenido algo de sangre humana... —Quieren usarlo para controlarnos. A los vampiros. Viste la forma en que me afectó.

FORJADO EN HIERRO 177 Brandon se tensó. —Mierda. Quinn suspiró, enterrando su rostro en el hombro de Brandon. Fue un desastre. Pero ninguno de sus amigos estaba en peligro todavía, y tenían la oportunidad de prepararse para el próximo movimiento de los federales. —Es demasiado tarde para preocuparse por eso ahora mismo. Haremos planes para eso. Llamaré a Seb. —¿Realmente no estas molesto por esto —Preguntó Brandon, inclinándose hacia atrás para mirarlo a los ojos. Dioses, era tan guapo, su mirada brillaba con sinceridad y preocupación. De alguna manera, había encontrado en sí mismo amando a Quinn. Eso fue generoso de su parte, perdonar. Quinn acunó las mejillas de Brandon en sus manos. —¿Realmente no te importa que sea un vampiro? —No —dijo Brandon, su mirada fija. —Te amo. Quinn se refugió contra Brandon, respirando su sudor almizclado, el caramelo salado de su sangre. Tal vez esto era posible, alguien que lo amara. —Yo también te amo. Brandon lo besó, lento y dulce, y Quinn deseó estar en otro lugar, donde pudiera acurrucarse con Brandon, olvidarse del resto del mundo por un tiempo. —Vámonos a otro lado, respiró contra el labio de Brandon, lamiendo rastros de sangre perdida. —No... no creo que debamos pasar mucho tiempo aquí. Brandon suspiró. —Los federales saben que estás aquí. No puedo arriesgarnos a volver a este lugar. Quinn se calmó, la enormidad de su situación se derrumbó sobre él. Los federales tenían sangre de Oriel. Si regresaba, lo capturarían aquí, tal

ANNA WINEHEART 178 vez intentaran forzarle a identificar identidades y ubicaciones. Él nunca podría regresar a la universidad como profesor. —Supongo que huiremos. —Sí. —¿Tienes algo que necesites agarrar de casa? Brandon negó con la cabeza. —No. ¿Tu sí? Durante un largo momento, Quinn miró los edificios de la universidad. Lo miro como viejos amigos. Quinn sabía que podía reconstruir; recoger un nuevo conjunto de piedras para mascotas, comprar los libros que necesitaba de nuevo. No había tratado de mantener ninguna relación aquí, y su billetera había desaparecido. Volvería a empezar con un nuevo nombre, como lo hacía cada treinta años. —He estado aquí dos décadas. Creo... Extrañaré más mi equipo. Brandon se rió entre dientes, su respiración susurrando a través del cabello de Quinn. —De todas las cosas aquí, por supuesto, extrañarías tu equipo. —Sabes que atesoro mi laboratorio. —Muy bien. Brandon lo miró, su mirada fija y cálida. —Pero antes de comenzar con todo lo demás, quiero que hagas algo por mí. Quinn tragó saliva. —¿Qué? Con sus manos callosas en las mejillas de Quinn, Brandon lo acercó más, así que sus narices se tocaron. —Quiero que te quieras a ti mismo. No tiene que ser ahora, y no tiene que ser pronto. Pero todos los días, al menos por un minuto, quiero que reconozcas que eres digno de amor. Un nudo se elevó en la garganta de Quinn. —Realmente piensas eso, chilló.

FORJADO EN HIERRO 179 —Sí. Brandon lo besó ligeramente, sus labios dejaron una mancha de sangre en Quinn. —Quiero que lo creas también. Quinn parpadeó para alejar sus lágrimas, sus mejillas picando. —No estoy seguro de cómo conseguí esta suerte, encontrándote. Brandon esbozó una sonrisa. —No estoy seguro, tampoco. Pero podría ser el más afortunado. —Necesito una habitación contigo —susurró Quinn. —Tomaremos un taxi, alejémonos de aquí. —Buen plan, —dijo Brandon, besándolo de nuevo.

15 BRANDON

—Me acabo de dar cuenta que ni siquiera hemos vivido juntos, —dijo Quinn mientras cerraba la puerta de la habitación del hotel y la cerraba. — Y ahora estaremos juntos por unos meses, a menos. Que te arrepentirás de vivir conmigo. Brandon resopló. Se quitó los zapatos, colocando su bolsa de suministros sobre el escritorio. —Pensé que podrías ser el que se arrepiente. Si follaremos demasiado y no puedes sentarte sobre tu trasero. Los ojos de Quinn brillaron. —¿De verdad? —¿Lamentándolo ya? —Brandon sonrió. —Demonios, no. Quinn arrojó su zapato a Brandon, sus ojos dorados brillando. Brandon se agachó. Luego se dirigió hacia donde Quinn se había inclinado, mirando la mini nevera en la habitación. Con su mirada, siguió la curva del cuerpo de Quinn, los pantalones negros abrazando sus caderas. Quinn se estremeció cuando Brandon se frotó con su trasero. —No sabía que las habitaciones del hotel venían con refrigeradores. —Dioses, ¿cuándo estuviste por última vez en una habitación de hotel? —No puedo recordar. ¿Hace diez años? —¿Ni siquiera viajas?

FORJADO EN HIERRO 181 Quinn golpeó su muslo. —Pasé todo mi tiempo en el laboratorio, Brandon Remy. No te atrevas a juzgarme por mis caminos. —Te estoy juzgando por completo. —Eso es todo. —Quinn puso los ojos en blanco. —No puedo ser un profesor vampiro normal, ¿verdad? —Si los profesores vampiros son incluso normales. —¿No te alegra que hayas encontrado un unicornio especial? Riendo, Brandon envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Quinn, jalándolo para un beso. Quinn se encontró con él con una sonrisa, y Brandon le metió la lengua en la boca, saboreando una leve sangre. Los colmillos de Quinn ya habían desaparecido, sus garras se deslizaron hacia las uñas ordinarias. Al salir de la universidad, habían caído en un cajero automático, y Brandon había retirado su límite diario de efectivo. Ahora vamos a ser vigilados por los federales, había dicho Quinn. No dejaremos rastros de papel. Habían cogido un taxi a dos millas de la universidad, y Quinn se había mantenido alejado de la vista del taxista durante el viaje, con la mano de Brandon unida a la suya. En el camino a un hotel al azar en Morro Bay, agarraron un kit de costura, un botiquín de primeros auxilios y algo de ropa de una tienda de conveniencia. Y aquí estaban en un hotel, finalmente solos. Cuando finalmente se separaron, Quinn miró el labio de Brandon, hinchado por los besos, los cortes aún crudos. —¿Me ayudarás a coser esto? —Preguntó Brandon, asintiendo con la cabeza hacia su brazo.

ANNA WINEHEART 182 —¿Soy un médico, ahora? —Pero Quinn deslizó su mano en el bolsillo de Brandon, justo contra su culo, y sacó el kit. Luego hizo una mueca. — Realmente lo siento por tu teléfono. —No te preocupes, —dijo Brandon. —De todos modos, no tenía información importante sobre mí. Quinn sonrió, calidez e incredulidad en sus ojos. —No puedo creer que harías tanto por mí. Solo... no soy muy bueno en las cosas. Ni siquiera he inventado la sangre que pueda beber. —Puedes beber la mía, —dijo Brandon. —No me importa. Además, no me importan tus logros. Quién eres es más importante. Quinn sonrió débilmente. —Soy un vampiro. —Y yo soy tu alumno. Quinn hizo una mueca. —Ya no, supongo. ¿Todavía vas a cazar vampiros? Brandon había pensado en eso durante el viaje en taxi. Debido a sus prejuicios, casi había perdido a Quinn ante los federales. Quinn todavía tenía un puñado de amigos vampiros esparcidos por todo el país, pero el vampiro promedio seguía siendo una amenaza para los civiles. Brandon había visto suficientes de ellos como para saberlo. —No todos son tus amigos. Quinn negó con la cabeza. —No. Supongo... hay algunos que realmente no me importan. —Entonces deberíamos inventar un mejor método para matarlos, — dijo Brandon. —Me dices cuáles evitar y los evitaré.

FORJADO EN HIERRO 183 Quinn se mordió el labio. —Casi me siento mal, tramando contigo así. Pero lo pensó por un minuto, y dijo—: Aunque tampoco creo que los humanos merecen ser asesinados. —Excepto agentes. —Excepto agentes, estuvo de acuerdo Quinn. —Cuando ponen a cualquiera de nosotros en peligro. —Entonces trabajaremos juntos en esto. Brandon extendió su mano Quinn lo sacudió, su palma fría contra la de Brandon. Luego arrugó la cara. —Realmente necesitas una ducha. No puedo coser tu herida así. —Métete en la ducha, entonces. —¿Me estás ordenando? —Quinn le dio una palmada en el culo a Brandon, y Brandon sonrió, siguiéndolo al baño. Observó a Quinn mientras se quitaban la ropa. Con toda la sangre que había tenido, la piel de Quinn parecía rosa, en realidad saludable. Brandon pensó que se veía mejor así, cuando no intentaba beber sangre de pollo todo el tiempo. —¿Algo llamó tu atención? —Quinn sonrió, moviendo sus caderas. —Te ves mejor cuando bebes sangre humana. La sonrisa de Quinn cayó. —Sabes que prefiero no hacerlo, Brandon. —Pero beberías la mía. —Yo... —Quinn se lamió los labios, mirando el corte en el brazo de Brandon. —Podría haberte matado. —Pero fue cuando te drogaron. Creo que serás bueno con el control si tuvieras práctica, —dijo Brandon. —¿Has intentado alguna vez? Quinn negó con la cabeza, pero no había apartado la mirada de la herida.

ANNA WINEHEART 184 —Es como usar un microscopio, —dijo Brandon. —Practicas hasta que te vuelves bueno con eso. La boca de Quinn se abrió. Miró a Brandon, una sonrisa que crecía en sus labios. —¿Eres profesor, ahora? —Aprendí de uno bueno. Brandon sonrió, atrapando la mano de Quinn. Luego arrastró a Quinn a la ducha con él, y las protestas de Quinn se desvanecieron. Era la mejor ducha que Brandon había tomado en mucho tiempo. Más tarde, cuando los dos estuvieron tumbados en la cama, con la herida del codo de Brandon recién cosida, Quinn levantó el hilo que quedaba colgando de su obra. —Tu no va a tirar de él, ¿verdad? —Brandon preguntó con cautela. Quinn no tenía un par de tijeras. Quinn sonrió. —Eres un gran cazador feroz. Estoy seguro que vivirás. —¡Maldito bastardo! —¡Llámame un bastardo otra vez, y te sacaré los puntos! Brandon se acercó y le dio una palmada en el culo a Quinn. Quinn fingió fruncir el ceño. De modo que Brandon le amasó el culo, con el rosa pálido en las mejillas desnudas de Quinn. Todavía no podía creer que esto estuviera sucediendo, él y Quinn desnudos en la cama de un hotel, como si no hubieran sido enemigos en el pasado. Como si los federales no hubieran capturado a Quinn hace tres horas. A poca distancia, Quinn estaba relajado, con los miembros flojos y la mirada confiada. —Me golpeaste, —dijo. —Ibas a deshacer tu arduo trabajo.

FORJADO EN HIERRO 185 —Estaba a punto de cortar el hilo. —Quinn resopló, sus labios rosados se arrugaron. Brandon quería besarlo de nuevo. —¿Córtalo cómo? ¿Con mi cuchillo? El cuchillo estaba en su funda, limpio, y todo el camino a través de la habitación. —No. De esta manera. Quinn extendió un clavo. Lo afiló en una garra, cortando el hilo limpiamente. Eso, Brandon nunca lo había pensado. Nunca imaginó a los vampiros usando sus habilidades en cosas cotidianas, a pesar que había visto garras cientos de veces antes. —¿Has hecho eso en el laboratorio? Quinn sonrió tímidamente. —A veces. Como cuando las láminas de las botellas químicas se niegan a abrirse. —Se supone que debes tener mejores procedimientos de laboratorio que eso. —Soy un vampiro, —dijo Quinn. —Esas cosas no me afectan. Brandon puso los ojos en blanco. Quinn colocó los botiquines de primeros auxilios y costura en la mesita de noche. Luego se arrastró hacia atrás, a horcajadas sobre las caderas de Brandon, su peso presionando fresco contra la piel de Brandon. Brandon se tomó el tiempo para mirarlo: su piel pálida, sus piernas extendidas alrededor de los costados de Brandon, su boca en una pequeña sonrisa. —¿Te gusta lo que ves? —Preguntó Quinn, rodando sus caderas. —Sí, —dijo Brandon, sonriendo. Él nunca pensó que harían esto de nuevo. Después de la pelea en el callejón, después que casi había perdido a Quinn, bueno. Se sintió agradecido y afortunado. Él amaba a Quinn. Tenía

ANNA WINEHEART 186 a Quinn sentado sobre él, y habían comprado una noche de descanso en este hotel. Quinn sonrió cálidamente, estudiando la cara de Brandon. Pasó sus dedos por los abdominales de Brandon, alisando su estómago y su pecho. Luego se detuvo ante los crudos arañazos en el corazón de Brandon, entrecerrando los ojos. Brandon recordó al vampiro en el callejón, el que se había convertido en polvo. —Dijiste algo sobre eso antes, en el centro. Sangre... ¿vínculo? Quinn tragó saliva. —Sí, un vínculo de sangre. El vampiro estaba a punto de forzar uno contigo. Estaba furioso. Brandon alzó las cejas; no se había dado cuenta que Quinn había estado enojado con el otro vampiro. —¿Por qué? —Es un vínculo permanente. Con la adición de mi sangre, su sangre cambiará ligeramente, por lo que me beneficiará más. Otros vampiros no obtendrán tanta fuerza de él. También vinculará tu vida con la mía. Brandon no sabía nada de eso. Parecía serio, como un matrimonio, tal vez. Un compromiso que sus padres habían compartido antes de morir. Algo más se agitó en su memoria. —Dijiste, 'Él es mío'. Y lo dijiste en serio, ¿verdad? Las mejillas de Quinn se oscurecieron, pero sostuvo la mirada de Brandon. —Sí. Yo... no me había dado cuenta en ese punto. Te quiero solo para mí, por terrible que suene. —Seré tuyo, —dijo Brandon, la tibieza se extendió por su pecho. Quinn lo quería. Claro, no habían tenido esta relación larga. Ni siquiera se conocían muy bien. Pero Brandon confiaba en Quinn, y pensó que trabajarían en todo lo demás. —Suena bien para mí.

FORJADO EN HIERRO 187 La cara de Quinn se iluminó lentamente, como si recién estuviera empezando a creerlo. —¿Cómo se hace el vínculo? —Preguntó Brandon. —Mezclo sangre de mi muñeca con la sangre de tu pecho, — murmuró Quinn, girando su muñeca para enfrentarlos. —Estás seguro de esto. —Sí. Brandon tomó el dedo con garras de Quinn, poniéndolo en la otra muñeca de Quinn. —Haz el corte. Lentamente, Quinn deslizó su garra hacia abajo, dejando una línea carmesí de sangre. Luego extendió otra garra, situándola sobre la cicatriz de Brandon. —¿Debo reabrir estos? —Sí, —dijo Brandon. —Así que no me olvidaré de lo que sucedió esta noche. Quinn clavó su garra en los cortes de Brandon. El dolor le picaba en la piel; su sangre brotó en diminutas gotitas. Quinn contuvo la respiración y apoyó la mano al lado del hombro de Brandon para apalancarse. —Estás realmente seguro. —Sí. ¿Tengo que casarme contigo antes que lo hagas? Quinn esbozó una sonrisa, sus ojos brillantes. —¿Te casarías conmigo? —Sí, —dijo Brandon. Porque todo esto no era lo suficientemente loco. —Te amo. Necesito que lo sepas. Sonrojado, Quinn pasó la muñeca por el pecho de Brandon, manchando sus heridas. La sangre de Quinn se filtró en los cortes de Brandon, hormigueó a través de su cuerpo como un fuego lento quemando sus nervios. Su aliento salió de sus pulmones; su polla se crispó.

ANNA WINEHEART 188 —Diablos, —dijo Brandon, sin aliento. —Suele tener ese efecto, he escuchado, murmuró Quinn, con el calor en los ojos. —Y me encantaría tenerte, Brandon. Hacerte mío. Una emoción recorrió la espina dorsal de Brandon. —¿Me vas a follar? —¿Recuerdas esto? —Quinn curvó los dedos en su mano, hasta que solo su dedo medio señaló a Brandon. —Hablamos sobre esto dentro de ti. Brandon se lamió los labios, su sangre corriendo hacia el sur. — Recuerdo. ¿Ahora? Quinn sonrió vacilante, inclinándose para frotar sus labios. Su aliento apareció sobre la mejilla de Brandon. —¿Me quieres dentro? —Te tendré donde quieras estar, —dijo Brandon, besándolo profundamente. Quinn ronroneó contra sus labios, sus manos ahuecaron las mejillas de Brandon, abrazándolo. —Y si quieres beber mi sangre, adelante. Quinn se calmó, retrocediendo un centímetro, mirándolo a los ojos. —Todavía no puedo creerlo. ¿No te importa? Brandon acarició su mejilla. —Todavía no soy bueno con las mordeduras. Pero las heridas están bien. Puedes beber de eso. Las lágrimas brotaron en los ojos de Quinn. Él rió suavemente, luego se inclinó, presionando sus frentes juntas. —Podrías arrepentirte de esto. No creo que sepas lo deliciosa que es tu sangre. —No quieres tomar demasiado, —dijo Brandon, acariciando con su palma la columna de Quinn. —O no me voy a poner lo suficientemente fuerte como para follarte. Quinn se rió, sus ojos brillantes. —Dioses, te amo.

FORJADO EN HIERRO 189 —También te amo. —Brandon pasó sus dedos por el cabello de Quinn, acercándolo. No había pensado que nada de esto sucedería, enamorándose de un vampiro, siendo la presa vinculada a un vampiro. En el fondo de su mente, pensó en sus padres. No estaban aquí ahora, y aún no sabía si lo aprobarían. Pero había visto a Quinn por quién era, amaba a Quinn y a sus rocas y sus principios obstinados, y esperaba que sus padres se alegraran de haber encontrado a este hombre. Quinn lo besó, cayendo sobre sus caderas. Brandon gruñó, balanceándose hacia atrás, la pesada polla de Quinn deslizándose sobre la suya. El placer susurró a través de su cuerpo. Entonces Quinn se acomodó entre las piernas de Brandon, su mirada recorriendo el pecho de Brandon. Brandon se extendió para él. Era la primera vez que se había extendido por un vampiro, y se relajó, se permitió ser vulnerable. Quinn rozó su mano sobre la polla de Brandon, sus bolas, y suavemente tocó su agujero con la yema del dedo. Brandon se estremeció. —Estás seguro de esto —dijo Quinn en voz baja, sonriendo. —Sí. El lubricante todavía está en la bolsa, —dijo Brandon. Quinn se escabulló. Cuando regresó con la botella, su dedo brilló. Masajeó el agujero de Brandon, deslizó su dedo, y Brandon se maravilló de esto, un vampiro tocándolo dentro. Confiaba en Quinn, cuando Quinn enganchó su dedo, y una sacudida de placer recorrió su cuerpo. —No olvides dar las gracias, murmuró Quinn, con los ojos brillantes. —Gracias, —dijo Brandon, rodando sus caderas. La mirada de Quinn cayó sobre su polla. Se inclinó, besando los abdominales de Brandon, su pecho, hasta sus labios. Brandon deslizó sus dedos por los lisos planos de

ANNA WINEHEART 190 los hombros de Quinn, sintió la piel firme y el músculo vigoroso de su cuerpo, ahora saludable con la sangre de Brandon. Estaban unidos. Este era su vampiro. No importa a dónde fueran después de esto, Brandon estaría bien. Había encontrado su hogar, Quinn era su hogar, y no lo dejaría ir. Epilogo Quinn Una semana después, en Cambria En la sala de estar de una mansión junto al mar, Quinn se retorció. — Como dije, realmente lo siento. —Fue mi culpa, —dijo Brandon, mirando a Quinn. —Los hice caer sobre ustedes chicos. Quinn frunció el ceño. —Todavía soy responsable de esa sangre, Brandon. Al otro lado de la mesa de café, en el otro sofá, Seb se frotó las sienes. —¿Esto significa que tenemos que movernos de nuevo? —¡No! No. Ellos solo obtuvieron la sangre de Oriel. Y eso es algo grande, lo sé. Pero eso es todo lo que tienen los federales: las muestras de sangre. No etiqueté ninguno de esos tubos, ni grabé ninguna información sobre ustedes. Ellos no saben que estás aquí en absoluto. Seb miró a Oriel, quien entró a la habitación con una bandeja de bebidas: soda y sangre de pollo. —¿Qué piensas, Oriel? Oriel miró a Brandon y a Quinn, una mirada pensativa en su rostro. —Pueden quedarte aquí por un tiempo, si es necesario. Para que obtenga algunos nuevos ID.

FORJADO EN HIERRO 191 —¿Realmente no estás enfadado? —Soltó Quinn, con el estómago apretado. Había estado preocupado por esto durante la semana que habían pasado escondidos, preguntándose si Seb quería una compensación, o si quería terminar con su amistad. —Supongo que iba a suceder. —Oriel suspiró, sentándose al lado de Seb. —Mientras no sepan dónde estoy, creo que estoy bien. —Intentaron usarme para perseguirte, —dijo inquieto Quinn. —No es posible con la distancia, pero... estoy nervioso. —Este es un pueblo lo suficientemente pequeño, —dijo Seb, asintiendo con la cabeza hacia la mansión que los rodeaba. —Es más probable que piensen que nos hemos mudado de California. Deberíamos estar a salvo. Quinn se hundió en el costado de Brandon, relajándose cuando Brandon deslizó su brazo alrededor de él. —Perdí todos mis favores, Seb. Lo siento. —Está bien, —dijo Seb. —No es gran cosa. —Será a largo plazo, —dijo Quinn. —Investigarán esa sangre. —Y estaremos preparados para contrarrestar su veneno. Seb arqueó una ceja. —Para eso estás aquí, ¿no? Quinn parpadeó. No había pensado tan lejos. La mayor parte de lo que sucedió esta semana se la pasaron moviéndose de un lugar a otro, él y Brandon comprando ropa nueva y un automóvil de segunda mano. Habían creado una lista de lugares para quedarse, pero no habían decidido con certeza a dónde irían.

ANNA WINEHEART 192 Cambria estaba a una hora de San Luis Obispo. Probablemente el último lugar donde los federales los buscarían. —¿No te importa si... nos quedamos aquí? Eso sería imponente. —Entonces compra la mansión de al lado. Seb asintió a su izquierda. —Están vendiendo el lugar. —Espero que no los hayas alejado con tus gritos, —dijo secamente Quinn. Seb se rió. —No. Se están mudando del país: una pareja mayor que quiere viajar. Me fui y miré. Hay algunas habitaciones grandes, buenas para los laboratorios. Vamos a necesitar que se haga una investigación pronto. Quinn vaciló. Incluso después de veinte años, no había inventado una sangre sintética comestible. Tal vez... esa había sido una tarea imposible desde el principio. —No estoy seguro de poder hacerlo. Ya sabes sobre mis estudios... —Nos has llevado al punto donde puedo beber un poco de la sangre de Oriel, —dijo Seb. —Eso cuenta por mucho. Mirando la sinceridad en los ojos de Seb y Oriel, Quinn los creyó, aliviado el nudo en su estómago. No había pensado que lo perdonarían tan fácilmente. Brandon presionó un beso en su sien. —Sí, lo secundo. Has pasado décadas en tu investigación. Eso ayudará. —Muy bien, —agregó Oriel, sonriendo. —Seb y yo no salimos. Sería bueno tener alguna compañía alrededor. Especialmente cuando, ya sabes, no tengo que ocultar que estoy unido a un vampiro. Quinn miró a Brandon, leyendo la aceptación en sus ojos.

FORJADO EN HIERRO 193 —Adelante, —dijo Brandon. —Sin embargo, no tengo suficiente para pagar una mansión. ¿Tú sí? —Sí. —Durante más de dos décadas, los salarios de profesor de Quinn fueron suficientes para comprar un lugar directamente. Repentinamente contento por sus cuentas bancarias suizas, Quinn dijo — He vivido prácticamente en mi oficina todo este tiempo. Alojamiento gratis, ¿sabes? —Necesitas descansar, —dijo Brandon, inclinándose. —No puedo creer que al menos no te hayas ido y tumbado por la noche. Quinn se rió entre dientes. Entonces tal vez se había estado distrayendo demasiado con el trabajo. Miró a Seb y Oriel, que los miraban con interés. —Entonces... ¿Entonces tienen un vínculo de sangre? —Preguntó Oriel, con los ojos brillantes. Brandon se sonrojó; Quinn le apretó la rodilla. No era un secreto para ellos, de todos modos. Si no fuera por Seb y Oriel, Quinn no hubiera pensado que esto fuera posible, quedándose con un amante humano a largo plazo. —Sí, nos unimos hace una semana. —Con tu estudiante, —dijo Seb, sonriendo. —¡Deja de excavar eso! —Quinn consideró golpear a Seb. En el pasado, no hubiera funcionado; habría sido demasiado débil con la sangre de pollo para vencer a su amigo. Ahora, con la sangre de Brandon en las venas, tenía una oportunidad. —No voy a volver a la enseñanza, de todos modos. —¿Investigación, entonces? —Preguntó Seb.

ANNA WINEHEART 194 Quinn suspiró. —Sí. Necesitaremos información privilegiada con los federales, escucharemos lo que están haciendo. —Revisó los contactos en su teléfono. —Puede haber algunos dispuestos a infiltrarse. Me repele tener que explicar la situación. Brandon se encogió de hombros. —Son tus amigos. Mejor que lo sepan. —¿Y a dónde irán? ¿Moverse aquí? —Preguntó Quinn. —Va a ser una gran fiesta en la piscina, —dijo Brandon, inexpresivo. —¿Les servirás a todos un Bloody Mary de sangre de pollo? Quinn se rió, abrazando a Brandon por la cintura. —Si lo hiciera, ¿lo intentarías? —Diablos, no. Un regular estaría bien. Creo que Oriel estaría de acuerdo. Brandon intercambió una sonrisa con Oriel, y Quinn se relajó contra él, respirando el almizcle de su sudor. —Ya puedo ver que está sucediendo, —dijo Quinn. —Cambria, el refugio de los vampiros. Diez mansiones de vampiros seguidas. —Te apuesto cien a uno que no sucederá, —dijo Brandon. —Oh, lo hará. —Quinn apretó su muslo, y Brandon lo besó en los labios. —Mm. Tú hueles bien. —Si necesitas una habitación, tenemos algunas arriba, —dijo Seb. — Hagan alarde de su relación de diferencia de edad en otro lugar. —Como si la tuya no lo fuera, —replicó Brandon, mirando de reojo a Seb. —Tomaremos prestada una habitación, entonces, —dijo Quinn. Aquí también estaba seguro, y estaban en buena compañía. Y tal vez ser vecinos con sus amigos no era tan mala idea, después de todo.

FORJADO EN HIERRO 195

SEIS MESES DESPUÉS —¿Cómo se ven estos resultados —Preguntó Brandon, alejándose del microscopio. Quinn se puso un par de guantes de nitrilo, corriendo por el laboratorio. Bajo el microscopio, los glóbulos rojos estaban intactos, y los glóbulos blancos se habían congelado entre ellos. —Se ve bien. Aumentaremos la concentración del prototipo 7-G e intentaremos nuevamente. Con suerte, eso nos dará un tiempo de respuesta más rápido. Buen trabajo. Brandon sonrió. —Oye, me enseñaste cómo hacer esto. Quinn hizo una pausa, orgullo hinchándose a través de su pecho. Seis meses atrás, Brandon había sido un estudiante en su laboratorio, sin idea de la sangre. Ahora, Quinn confiaba en él para llevar a cabo experimentos por sí mismo, decidir sobre las variables del experimento, y qué tan lejos quería tomar cada prueba. Los últimos meses habían sido agitados: se habían quedado en la casa de Seb y Oriel durante un mes, esperando que se procesara la documentación de la mansión. Mientras esperaban, Quinn compró un nuevo equipo de laboratorio, le enseñó a Brandon cómo separar los glóbulos blancos de Oriel del resto de su sangre, y lo informó sobre las complejidades de la investigación de sangre. Luego se mudaron a su nueva casa, comprando muebles de tiendas en línea. La pieza central del dormitorio era ahora una cama con dosel,

ANNA WINEHEART 196 cortinas opacas junto a las ventanas y luces empotradas que iluminaban suavemente la habitación. El laboratorio se había convertido en el proyecto favorito de Quinn. Con los ventanales que daban al océano, primero había instalado bancos de granito. Luego lo equipó con microscopios, una centrífuga y otras máquinas de procesamiento de sangre. Durante todo este tiempo, Brandon se había quedado con él, firme y leal a su lado. A veces, Quinn lo miraba fijamente mientras dormía, preguntándose qué había hecho para merecer esto alguna vez. Entonces Brandon se despertaría, le daría un beso, y él creería que era real, que realmente tenía un hogar en el corazón de Brandon. Habían llegado a conocerse mejor: Brandon descubrió las bibliotecas de Quinn en el pasado, y declaró una habitación en su mansión la biblioteca. Luego había ido a buscar tomos científicos antiguos, comprándolos como regalos. Quinn lo había pagado con cuchillos de plata, y una vez por semana, merodeaban por los callejones de Cambria, buscando vampiros que dañaran a la gente. —Se siente como si estuviéramos casados, ¿no es así? —Dijo Quinn, alejándose del microscopio. Se quitó los guantes, se lavó las manos, y Brandon hizo lo mismo. —Conocemos las rutinas de los demás muy bien. Creo que incluso podrías hacer mi investigación. Eso me haría tu ayudante, —dijo Brandon, poniendo los ojos en blanco. Quinn le dio un codazo. —Sabes a lo que me refiero. Brandon se rió. —Sí lo hago.

FORJADO EN HIERRO 197 Habían aprendido a moverse unos con otros en el laboratorio, sus pasos eran un baile coordinado. A veces, Quinn murmuraba para sí mismo, y Brandon levantaba la mirada y lo miraba a los ojos. A veces, Brandon traía los blocs de notas que Quinn olvidó, y Quinn tomaba comida de la cocina para los almuerzos de Brandon. —Pero solo en caso que pienses que no estamos realmente casados, —dijo Brandon, agarrando una bobina de alambre de cobre de un estante. Giró el extremo en un bucle, luego lo cortó de la bobina y se lo presentó a Quinn. —Aquí hay un anillo. Quinn se echó a reír. —¡Eso ni siquiera es una propuesta romántica! Brandon sonrió. —¿Quieres el anillo, o no? —¡Lo quiero! —Quinn extendió su mano. Brandon sostuvo su mano, deslizando el anillo en su dedo anular. Admiraban el brillo rojizo y dorado por un momento, sonriendo. —Probablemente deberíamos casarnos, —dijo Brandon. —¿Qué, el vínculo de sangre no es suficiente? —Lo es. —Brandon deslizó sus brazos alrededor de la cintura de Quinn, jalándolo cerca. Quinn aspiró su aroma a sal y caramelo, el débil almizcle en su camisa. —Solo quiero más de ti, eso es todo. —Ya tienes todo de mí, —dijo Quinn, apretando su baúl. —Estoy sorprendido que hayas estado conmigo todo este tiempo. —No nos hemos matado el uno al otro. Quinn sonrió. —No lo hemos hecho. Presionó su rostro en el hombro de Brandon, relajándose. Esto fue bueno, solo Brandon y él, y la visita ocasional al lado, donde cenaron con Seb y Oriel todas las semanas. Eso fue socializar lo suficiente. El resto del

ANNA WINEHEART 198 tiempo, Quinn estaba contento de estar con Brandon, escondido en su mansión con la brisa del océano barriendo el patio trasero. —Me alegra tenerte, murmuró Quinn, metiendo los dedos en la camisa de Brandon. —Lo mismo aquí, —dijo Brandon, pasando una mano por la columna vertebral de Quinn. —Solo... desearía poder dejarte morderme. Quinn inspiró profundamente. Habían estado hablando sobre esto, mordiendo a Brandon. No era algo que necesitaran, Brandon ya era suyo. El vínculo de sangre estaba en su lugar, y Quinn bebió de los cortes que Brandon hizo en su piel. Pero a veces, Quinn pensó en hundir sus dientes en la carne de Brandon, marcarlo, beber de un pinchazo que había hecho. Fue... tentador. —Tal vez más adelante, murmuró Quinn, arrastrando la nariz por la garganta de Brandon. —Te relajare y en la cama. —¿Y luego me morderás? —Brandon sonrió, pero Quinn escuchó la aceleración de su corazón. —Practicaremos, —dijo Quinn. No quería asustar a Brandon, y podría ser muchas veces antes que tuvieran éxito en esto. Si Brandon quisiera detenerse, entonces se detendrían. —Lo que quieras. Los labios de Brandon se crisparon en una sonrisa. Se retiró, mirando cálidamente a los ojos de Quinn. —Quiero lo mejor para ti, —dijo. —Ya tengo lo mejor. Quinn pasó el pulgar sobre el labio de Brandon, donde sus colmillos habían dejado nuevos cortes hace unos días. —Intentaremos esta noche, entonces, —dijo Brandon, besándolo. — Y si eso no funciona, mañana o el día siguiente. Quinn se rió, devolviéndole el beso. —Sí, Profesor.

FORJADO EN HIERRO 199 Brandon rodó sus ojos, arrastrándolo cerca...

DOS MESES DESPUÉS —¿Estás realmente seguro de esto? —Quinn preguntó de nuevo, mirando a Brandon. —Nunca antes te lo había hecho en la garganta. —Solo muérdeme ya, gruñó Brandon a dos pulgadas de distancia, apretando la cadera de Quinn. Él se retorció, y el colchón se movió debajo de ellos. —No tienes que preguntar novecientas veces. Quinn se rió entre dientes. En los últimos dos meses, la piel de Brandon había adquirido una constelación de marcas de cicatrices en sus hombros, su pecho, sus brazos. Había más a lo largo de su estómago, algunos en los muslos y una par en las puntas del pie; todos los recuerdos de pequeños mordiscos experimentales que Quinn había dejado. No había sido fácil, al principio. Brandon se había puesto tenso cuando Quinn le olisqueó el hombro, por lo que Quinn se había puesto en pie, lo más lejos posible de la garganta de Brandon. Había mordido el dedo gordo del pie de Brandon, luego el talón, y Brandon se había acostumbrado lentamente a los colmillos de Quinn pinchando su piel. Quinn se había asegurado de presionar los besos en las marcas de punción, lamerlos. Habían progresado desde los dedos de los pies hasta las pantorrillas, luego los muslos. Con cada mordisco, el corazón de Brandon no saltaba demasiado, y su respiración se atenuaba. Desde sus muslos, Quinn se había movido hacia los dedos de Brandon, luego sus muñecas y codos, y sus brazos. Luego, él había regresado al muslo de Brandon un día, mordiendo

ANNA WINEHEART 200 cerca de su entrepierna, y la polla de Brandon se había pegado a la mejilla de Quinn, dejando una mancha húmeda. Después de eso, habían hecho el resto de las mordeduras desnudos. —No necesito morderte la garganta, ronroneó Quinn, besando el pecho de Brandon, haciendo una pausa para lamer sus pezones. —En todos lados está bien. Para demostrar su punto, acarició con sus dedos los abdominales de Brandon, ahuecando su pene, apretándolo. Brandon sonrió, meciéndose en su mano. —Lo sé. Pero yo quiero. Es un desafío, maldita sea. Quinn lo miró a los ojos, su corazón se hinchó. Habían recorrido un largo camino desde la confrontación en ese callejón hace meses. En aquel entonces, Brandon había entrado en pánico cuando los colmillos de Quinn rozaron su piel. En estos días, sonrió cuando Quinn lo mordió, se endureció, y Quinn tenía tanto respeto por este cazador, este hombre que había superado los temores de su pasado. Cogió la mano de Brandon, besando el anillo de oro blanco en su dedo. Por su propia mano, un anillo a juego brillaba. Se habían casado en el patio trasero hace un mes, con Seb como el oficiante no oficial. Luego intercambiaron papeles, Quinn casó a Seb y Oriel, y todos se sentaron a cenar, recién casados y aún amigos cercanos. —Si estás seguro, —dijo Quinn, dejando una línea de besos en la garganta de Brandon, encontrándose con sus labios. Brandon tiró de él en un beso, y por un tiempo, se olvidaron incluso de las mordeduras. Brandon arrastró su mano hacia la espalda de Quinn, y Quinn sonrió, alejándose. —Estoy listo, —dijo Brandon.

FORJADO EN HIERRO 201 —Si se pone mal, aléjame, —dijo Quinn, como siempre lo hacía. — Usa un cuchillo. Tu tiene uno cerca, ¿no? Brandon se encogió de hombros. La mesita de noche tenía dos cosas: un vaso de agua y lubricante. También había un cuchillo de plata y una pistola en el cajón, pero esos no eran para Quinn. —Claro, —dijo Brandon. Quinn sospechaba que Brandon no sacaría el cuchillo, incluso si Quinn no podía controlarse. —Tengo fe en ti. —Todavía no puedo creer que seas mi presa, —susurró Quinn. —Eres un cazador. Brandon deslizó su mano entre sus cuerpos, rozando con sus nudillos el pecho de Quinn, hacia su abdomen, frotando su polla. —Deja de hablar y comienza a morder. Quinn gimió, arrastrándose por todo el cuerpo de Brandon. Besó las líneas plateadas sobre el corazón de Brandon, luego bajó por su estómago y sus abdominales. Él arrastró sus labios sobre el muslo de Brandon, aspiró el sudor fresco de su cuerpo, escuchó la sangre correr por sus venas. El pulso de Brandon vibró, tentando, invitando a probar. El calor susurró a través del cuerpo de Quinn. Quería la sangre de Brandon en su lengua otra vez, quería su propio cuerpo presionado contra el de su presa. Sus colmillos se empujaron en su boca. En la iluminación empotrada de la habitación, el cuerpo de Brandon brillaba ligeramente de sudor. Quinn arrastró sus colmillos por su muslo musculoso, dibujando finas líneas de sangre. El olor a hierro estalló en la habitación. Quinn gimió, lamiendo la sangre de Brandon, el calor de Brandon empapándose en su piel.

ANNA WINEHEART 202 Brandon yacía debajo de él, desnudo, vulnerable. Mío, pensó Quinn. No quería que esto sucediera rápidamente, pero la necesidad de Brandon era obvia en la tensión de su pene, en el calor de su mirada. —No te tengo miedo, murmuró Brandon, bajando su polla, frotando su húmeda y aterciopelada cabeza sobre el labio inferior de Quinn. Quinn gimió, lamiendo su líquido preseminal salado. Brandon sonrió. —Me gusta cuando me muerdes. E inclinó su cabeza, exponiendo su garganta. Los instintos de Quinn rugieron. Presa. Se lanzó hacia adelante, arriba de la cama, el hambre ardía en su estómago. El pulso de Brandon tartamudeó. Pero se mantuvo quieto, y Quinn rozó sus labios sobre la garganta de Brandon, pasando sobre su punto de pulso, tocándole con la lengua. Debajo de esa piel suave y fina, la sangre de Brandon lo esperaba, rica y sedosa como la seda. Quinn refrenó sus instintos, se obligó a seguir la garganta de Brandon con los extremos puntiagudos de sus dientes. Brandon se estremeció, se le cortó la respiración. —¿Sigo? —Susurró Quinn. Le dolían los dientes. —Sí, —dijo Brandon, asintiendo. Sus ojos se encontraron, la mirada avellana de Brandon firme, confiada. Y Quinn lentamente, hundió con cuidado los dientes en la garganta de Brandon, evitando sus venas. El corazón de Brandon latió con fuerza, su respiración lenta y controlada. Entonces Quinn sacó sus colmillos, gimiendo cuando la sangre de Brandon brotó a través de su piel, carmesí y brillante.

FORJADO EN HIERRO 203 Quinn cerró los labios alrededor de la herida. La sangre de sal y caramelo se deslizó por la lengua, una explosión de sabores que lo hizo tambalearse. La sangre de Brandon sabía a vida, como el poder, como el hogar, y Quinn quería. Él chupó la sangre de Brandon, necesitando más, necesitando hacer suyo a este hombre. Movió sus caderas hacia adelante, empujando hacia arriba, y Brandon se extendió fácilmente por él. Mío, pensó Quinn, necesitando empujar dentro. Pasó la lengua por la herida de Brandon, arrastró sus manos por los costados de Brandon, aplastando su polla entre las mejillas de Brandon. —Arriba, murmuró Brandon. Él deslizó una mano entre ellos. Quinn levantó sus caderas, y los fríos y resbaladizos dedos de Brandon se envolvieron alrededor de su pene, lubricándolo. Quinn jadeó, jodiendo en su puño. ¿Cuándo Brandon agarró el lubricante? Quizás cuando Quinn se distrajo con su sangre. Brandon le apretó la polla, la acarició y Quinn gimió, enrojeciendo contra sus callosos dedos. Necesitaba estar dentro de Brandon, necesitaba apostar su reclamo. Pasó la lengua por la garganta de Brandon, atrapando las gotas de sangre que corrían por su piel. Brandon liberó la polla de Quinn, mantuvo sus piernas abiertas, y Quinn rodó sus caderas, deslizándose contra su agujero, empujando hacia adentro. El cuerpo de Brandon se extendió por él, caliente y resbaladizo por dentro. Como si se hubiera preparado para esto antes. Quinn gimió, sus caderas se movieron hacia adelante, una emoción recorrió su espina dorsal. —Tu-lo hiciste...

ANNA WINEHEART 204 —Sí, —susurró Brandon, agarrando las caderas de Quinn, juntándolas. —No iba a esperar. Quinn imaginó que Brandon se estaba lubricando en el baño, imaginó que Brandon lo quería adentro. Brandon había leído bien su hambre, había permitido que Quinn le mordiera la garganta. Le había dado a Quinn todo de sí mismo, y era más de lo que Quinn alguna vez pensó que se merecía. —Dioses, te amo, Quinn jadeó, follando a profundidad, hasta que no pudo ir más allá. Brandon gimió, y Quinn enganchó sus manos detrás de las rodillas de Brandon, doblando el cuerpo más pesado de Brandon debajo del suyo, enterrándose hasta la empuñadura. Mío. Quinn bajó la cabeza hacia el cuello de Brandon, chupando la herida, su polla palpitando en el calor de Brandon. Brandon le acarició el pelo y le besó la frente. ¿Cómo había encontrado Quinn a este hombre? —Yo-yo no... —Quinn jadeó, la sangre de Brandon en su lengua, el cuerpo de Brandon apretado alrededor del suyo. —Te lo mereces, —susurró Brandon, acunando la cara de Quinn con sus manos. El anillo brilló en su dedo. —Recuerda eso. Luego acercó a Quinn y lo besó suavemente en los labios. Quinn se estremeció, su pecho apretado con todo lo que sentía por este hombre. —Te amo, —susurró Brandon en su boca, su labio inferior se posó en los colmillos de Quinn. Ninguno de los dos lo notó, porque era solo otra parte de su vida ahora, compartir sangre, compartir espacio, compartir el calor. —T-te amo, jadeó Quinn, su voz se rompió. Luego se sumergió profundamente en Brandon, acercándose más, hasta que el placer se

FORJADO EN HIERRO 205 desplomó sobre él y Brandon lo sostuvo a través de su liberación, sus brazos alrededor de Quinn. Se sentía seguro así, Brandon sosteniéndolo, el cuerpo de Brandon envolviendo el suyo. Brandon lo acercó, hasta que Quinn no supo dónde terminó, y Brandon comenzó. No importaba Ahuecó las mejillas de Brandon con sus manos, besándolo con fuerza, tratando de mostrarle a Brandon todo lo que sentía por él. Brandon le devolvió el beso con la misma fiereza. Estaban en su propia casa, a salvo en su pequeña burbuja, y Quinn no podía pedir más. Tenía un hombre que lo amaba, un cazador que lo veía por lo que era, y tendrían que trabajar mucho para ellos en los días venideros. Pero pase lo que pase, Quinn sabía una cosa. Había encontrado un hogar en Brandon, y haría todo lo posible para proteger lo que era suyo.

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