Jaula Gentil

2 3 4 or primera vez, Itsuki era capaz de ver la casa frente a frente. Él había estado manejando cuesta arriba por

Views 112 Downloads 1 File size 3MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

2

3

4

or primera vez, Itsuki era capaz de ver la casa frente a frente. Él había estado manejando cuesta arriba por la montaña por tanto tiempo, que el camino se veía casi plano para él. Mientras él manejaba cuidadosamente a través de la tormenta de nieve, Itsuki se preocupó. El camino lucia viejo y desgastado, marcado con líneas blancas que habían casi desaparecido. No había espacio a los lados para caminar, solo vegetación gruesa que se perdía en el bosque. ¿Sería que ya había pasado la casa? Tal vez la dirección estaba mal. Tal vez era esa de allá. Tal vez él se la había pasado. ¿Debería dar media vuelta y regresar? Itsuki miro el camino en frente de él. Era imposible ver más allá del bosque, pero era casi imposible imaginar una casa en estos lugares. Juzgando por las señales del camino, iba por el camino correcto y como el tortuoso camino continuaba él decidió seguir hasta la cima de la montaña. Sintiéndose un poco perdido, aceleró. Repentinamente, el camino en frente de él se abrió. No podía ver más allá de los árboles del bosque, pero ahora podía ver el área que lo rodeaba. Parecía como que anteriormente hubo un cultivo de arroz, pero había sido abandonado hacia tiempo. Solamente quedaba pasto alto. En medio de este escenario, una misteriosa y vieja casa de campo apareció. Itsuki se estacionó a un lado revisando su mapa y suspiró aliviado. 5

Él había manejado el auto de la compañía algunas veces antes. Pero nunca él solo durante más de tres horas. De pronto, se dio cuenta de cuan nervioso estaba. Sus dedos dolían mientras sujetaba el volante. Aunque era muy frio afuera, sus manos estaban sudando y supo que el clima no era la única razón por la que estaba nervioso. Itsuki se miró en el espejo del carro. Como siempre, algunos de sus cabellos de habían soltado de su cola de caballo. Se había empezado a dejar crecer el cabello ocho años atrás. Ahora estaba hasta sus caderas, algo muy extraño en un hombre. Pero realmente, él se había acostumbrado a que la gente lo mirara. Aunque sonara ridículo para la gente, el jefe de Itsuki no le dejaba cortar su cabello. Una vez al mes, Itsuki se cortaba las puntas, asegurándose que su cabello luciera arreglado y limpio. Mientras el arreglaba su pelo en el espejo, Itsuki notó que su cara lucia cansada. Ajusto su corbata y aceleró otra vez. Encendiendo sus direccionales, él entró en el jardín de la casa. Parqueó cuidadosamente, prestando atención a no bloquear a la RV que estaba parqueada allí, después se bajó del carro con su maletín. Solamente en el campo puedes encontrar un jardín tan grande con tantos tipos de árboles. Algunos eran más grandes que la casa y debieron de estar aquí antes que el dueño de la casa. Muchos de los árboles y arbustos ya habían perdido sus hojas y estaban cubiertos por la nieve. Este paisaje invernal se veía desolado y hermoso al mismo tiempo. Después de admirar el jardín, Itsuki se acerco a la puerta de enfrente. Parándose debajo de los aleros, el se quito la

6

nieve de sus mangas y tocó el timbre, el cual lucia extraño a diferencia de la casa. Tal vez se había ido la luz. Él miró a la placa de madera con el nombre de “Masatsugu Tokiwa”. De pronto, recordó que la RV estaba con un poco de nieve. Él se acordó de la tienda donde había pedido direcciones una hora y media antes. —¿Está buscando a Tokiwa, eh? El artista que vive en la montaña. —Había dicho el tendero. —Solo maneje derecho hasta la cima de la montaña. Es una casa grande, no la dejará pasar. Si hay una RV estacionada en el jardín debe haber alguien en casa. El tendero que era de una edad madura se había sorprendido por la apariencia de Itsuki. —¿Eres un hombre o una mujer?— Dijo mirando a Itsuki con fascinación. El área había sido una vez un área turística por lo que el tendero estaba acostumbrado a extraños. Tal vez esa fue la razón por la que Tokiwa tenía su taller allí. ¿Debería regresar? Se preguntó Itsuki. De pronto. Él escucho un ruido dentro de la casa. Él se paró derecho al ver que la puerta se abría. —¿Hashimoto?— dijo un hombre alto, mirando a Itsuki. Itsuki no había visto a Tokiwa en años. Él había esperado esa reacción por eso bajo su cabeza educadamente. —Perdón por venir sin avisar,— dijo él sinceramente. — Pero puedo hablar con usted un momento. —¿Estás solo?— Pregunto Tokiwa, mirando a Itsuki como si él fuera alguna clase de extraña criatura. —Si— respondió él.

7

—¿Y qué hay de Kasaoka? ¿Yamabe-sensei no vino contigo? — Tokiwa insistió. —Kasaoka está en casa con Yamabe-sensei,— Itsuki explicó. — Él no quería dejarlo solo. ¿Por qué lo preguntas? — Bien, el hecho de que te hayan dejado hacer algo a ti solo me sorprendió. Lo dijo con un tono de franqueza y fastidio que dejó a Itsuki sin palabras.

Yasuyuki Yamabe, el reconocido escultor y empresario, tenía dos secretarios. Itsuki era el secretario mas nuevo, manejaba horarios y alguna que otra tarea mientras que Kasaoka era el asistente mayor de Yamabe y también era el supervisor de Itsuki. No era extraño pues que Tokiwa pensara que era extraño que Itsuki viajara solo, sin embargo le molestaba el tono sarcástico que Tokiwa usó. No obstante, para Itsuki el trabajo venía primero que sus sentimientos heridos. Él levanto la frente y miró a Tokiwa. —Viajo solo cuando es necesario.— dijo él— Hoy vine por petición de Yamabe-sensei. De repente Tokiwa lucia aburrido. —¿Así que eso es lo que te trajo aquí?— Preguntó— ¿Qué fue lo que te mandaron a hacer a ti solo? — Tengo un mensaje para ti de Yamabe— Itsuki respondió.

8

—¿Entonces solo decidiste venir?—Tokiwa dijo sorprendido— ¿Qué hubieras hecho si no hubiera estado aquí? Itsuki sacó un sobre de su maletín y se lo entregó a Tokiwa. Él se mantuvo en silencio mientras Tokiwa veia el sobre y lo abría con los dedos.

Masatsugu Tokiwa era un escultor famoso cuya fama solo crecía día tras día. Él había trabajado en el exterior y había recibido muchos premios. Antes de independizarse, él había sido uno de los estudiantes de Yamabe y aún estaban en contacto. Por eso fue que Kasaoka le había dicho que no necesitaba una cita para ir a ver a Tokiwa. Itsuki pensó que eso no era muy inteligente, pero hizo como le dijeron. A Tokiwa le gustaba Yamabe como escultor, pero no como persona. Él nunca hizo ningún esfuerzo para comunicarse con Yamabe. Por eso si Itsuki hubiera intentado sacar una cita, Tokiwa probablemente se hubiera negado. Tokiwa frunció su frente y centró su atención en la carta. Itsuki aguanto su respiración al ver el mal humor de Tokiwa. La última vez que se habían visto, había sido seis meses antes, en la apertura de una muestra de arte de un amigo en común. Tokiwa había saludado a Yamabe, después lo había evitado toda la noche. Aunque Itsuki había estado con Yamabe esa noche, Tokiwa e Itsuki raramente se hablaban. —¿Entonces? ¿Qué esperas que haga? Tokiwa gruño, después de mirar la carta por un rato.

9

—¿Podemos convencerte para que veas a Yamabe? Haremos todos los arreglos necesarios. — Itsuki lo dijo como todo un hombre de negocios. —¿Ahora mismo? Preguntó Tokiwa. —Lo siento—dijo Itsuki— Pero Yamabe necesita verte lo más pronto posible. —De ninguna manera. ¿Quién te crees que eres, ordenándome así? Vete a casa.— Tokiwa grito, devolviéndole la carta a Itsuki. —¡Pero Tokiwa-sensei!—Itsuki suplicó. —Yamabe-ensei no tiene ningún motivo para interrumpir mi trabajo de esta manera y no estoy obligado a obedecerlo, — Tokiwa gruño.— Yo hago las cosas a mi manera. —Pero…— Itsuki comenzó. —Yamabe-sensei tiene muchos a su disposición, ¿Por qué no llama a uno de ellos? ¿Tal vez a alguien como tú? Dijo Tokiwa mirando a Itsuki fríamente. Itsuki sintió como si su corazón se congelara. Incapaz de moverse o dar una respuesta, vio como la puerta se le cerraba en la cara. Itsuki suspiró. Este era un trabajo para tontos, así de simple. No había razón para tratar de persuadir a Tokiwa ahora, no con ese mal genio. Tal vez mañana sería mejor. Se podría quedar en el hotel del pueblo. Eran solo las cuatro de la tarde, todavía tenía tiempo de encontrar un sitio para dormir. Él no había esperado que Tokiwa estuviera de acuerdo de una vez. Tampoco lo habían esperado Yamabe o Kasaoka. 10

—Está bien si el pone algo de pelea— Ellos le habían dicho. Itsuki doblo la carta y la metió en su maletín. Cuando él se iba de la casa, algo llamó su atención. Él jadeó con admiración. Grandes y suaves copos de nieve estaban flotando en el suelo. Él tomó uno en su mano y lo vio derretirse. La nieve crujía mientras él se dirigía al carro. Por alguna razón ver sus huellas en la nieve le dio un sentimiento de temor. Entonces, él vio a lo lejos un cobertizo que le llamaba la atención. Él se paro al lado de la RV de Tokiwa. Un arroyo pequeño corría detrás del cobertizo, rodeado por rocas y tierra. Caminando cuidadosamente por la nieve, él camino hasta las orillas del arroyo, después se arrodilló y tocó el agua. El tendero le había dicho que la casa de Tokiwa estaba en “la cumbre de la montaña”, pero la verdadera cumbre estaba a cierta distancia. El agua helada bajaba de la cima, lo suficientemente fría para lastimar su piel. Itsuki se sintió nostálgico al escuchar el sonido del agua. Había pasado mucho tiempo desde que había estado solo de esta manera. Itsuki había comenzado a trabajar para Yamabe ocho años atrás. Desde entonces, él nunca se alejaba del lado del hombre. Algunas veces, Itsuki salía por trabajo una hora o dos, pero él siempre regresaba inmediatamente. Él nunca iba a caminar solo porque quería hacerlo. Itsuki se arrodilló allí, mirando el agua por un momento. Cuando finalmente se paro, él pudo sentir el frio a través de su abrigo. La nieve que caía ya había cubierto sus huellas. Cuidadosamente escogió su camino de regreso a la RV, después miró la casa de Tokiwa una vez más.

11

Originalmente, Tokiwa había comprado este lugar para que fuera su taller y su residencia. Era fácil decir la edad de la casa por la textura áspera de la madera en la entrada. Pero en realidad no se veía desgastada, solo bonita y usada. “Rustica” la describía perfectamente. Rodeada por montañas y nieve, la casa lucia pintoresca. Sin embargo, Itsuki sabía que Yamabe nunca apreciaría esto. En lo que se refería a propiedades, Yamabe solo se preocupaba por cosas de importancia: la edad, el nombre y la locación del lugar. A diferencia de Tokiwa, Yamabe prefería las cosas nuevas que no hubieran sido tocadas por manos humanas, otra razón por la que no se llevaban bien. —Mejor me voy yendo, Itsuki pensó, conteniendo un estornudo. Él miró su reloj. Había pasado una hora desde que había llegado a este lugar. El carro de la compañía no estaba diseñado para conducir en mucha nieve e Itsuki se sentía incomodo acerca de manejar montaña abajo por el camino congelado otra vez. Proponiéndose llegar tan pronto como fuera posible al pueblo, él corrió a su carro. De repente, se paralizo. ¿Dónde estaban sus llaves? Él pensó que las había metido en uno de los bolsillos de su abrigo aún cuando él no era de los que lleva cosas en sus bolsillos. Dado que él no manejaba mucho, tampoco tenía el hábito de cargar las llaves. Trató de rehacer sus pasos, pero aún así no podía recordar que había hecho con ellas. ¿Será que las dejó caer en el jardín? Ahora estaba nevando más fuerte, cubriendo todo (incluyendo su abrigo) con una capa de nieve. Se no se apresuraba, los caminos se congelarían. Itsuki comenzó a

12

cavar a través de la nieve con sus zapatos, buscando las llaves. Para cuando llegó al cobertizo, decidió que sería mejor bajar caminando la montaña. Pero no podía dejar el carro allí. Por una simple razón, no era su carro. Además, sería inapropiado dejarlo en el jardín de Tokiwa, especialmente después de la forma en que lo había tratado. Itsuki se dirigió hasta el pequeño arroyo, su respiración como una bruma blanca, pero como él lo suponía, ya estaba cubierto por la nieve. Era difícil ver el agua, dificultando diferenciar que parte era solida. Nerviosamente se acerco a la orilla. El aire se sentía más frío aquí que en el jardín y él comenzó a temblar incontroladamente. —Las llaves deben de estar por aquí, pensó. Entonces, la roca en que se apoyaba resbaló. Itsuki cayó, aún sosteniendo su maletín y cayó fuertemente es su lado derecho. Un dolor agudo atravesó su pierna, tan duro que sintió sus oídos pitar. Mientras Itsuki yacía en el suelo, él podía sentir como el frío se apoderaba de su cuerpo. Cuando se levanto en sus manos, pudo ver que la situación era de verdad peligrosa. Sus dos piernas estaban sumergidas de las rodillas para abajo. Solo mirarlo lo hacía sentir más frío del que de verdad tenía. El sentir sus pantalones pegados a sus piernas, hizo que todo se volviera demasiado real. Cuando trató de sacar su pierna derecha del arroyo, un dolor muy fuerte recorrió todo su cuerpo. Él trato de respirar para evitar gritar. De repente, escuchó una voz de tras de él, —¿Qué demonios estás haciendo ahí?

13

Él se giro para ver a Tokiwa mirarlo con una mirada de reproche. Itsuki se empezó a disculpar, pero Tokiwa no lo dejó ni comenzar. —¡No te disculpes! Solo dime que está pasando aquí,— el escultor dijo con rudeza. En pánico, Itsuki trato de salir del agua, pero sus piernas no querían cooperar y se hundió aún más en el agua. Ahora hasta sus rodillas empezaron a estremecerse. —¡Quédate quieto!— Tokiwa le ordeno con una vez furiosa— ¿Acaso quieres hundirte todavía más? Itsuki sintió como dos fuertes manos lo tomaban por detrás y lo sacaban del agua. Estando en la nieve y con sus piernas congeladas, estaba demasiado agotado para disculparse o siquiera decir gracias. —¿Por qué te quedaste aquí, con este tiempo tan malo?— Tokiwa le gritó. —Tú realmente…. De repente, Tokiwa se calló. Por un momento parecía como si fuera a dejar a Itsuki a su suerte. —Tú mejor te vienes conmigo,— finalmente dijo— No puedes manejar a casa en ese estado. Después se giro y empezó a ir a la casa. Él estaba usando los mismos jeans y suéter de antes con una chaqueta de cuero encima. —¿Cómo supo que me había caído? Itsuki se pregunto, mirando cómo se iba Tokiwa. Pero Itsuki no estaba para pensamientos analíticos es esos momentos. Colocó su mano en la nieve y trató de levantarse, pero sus piernas cedieron. Él no se podía parar solo mucho menos salir tras Tokiwa. Los tobillos le ardían

14

como si estuvieran a fuego vivo y hasta sus huesos le dolían. Incluso el movimiento más pequeño lo hacía gritar de dolor. Itsuki dejo salir un sonido lastimero. Los lugares donde su ropa mojada tocaba su piel ya se sentían adormecidos. Y mientras el frío se deslizaba desde su espalda a sus hombros, sus dientes empezaron castañear. El escucho pisadas acercándose mientras veia su patético estado. —¿Están tus piernas bien? ¿Las dos? Itsuki levanto su mirada. Tokiwa se arrodilló al lado de él, frunciendo el entrecejo. —Estoy bien. Puedo caminar.—Itsuki insistió, forzando una sonrisa. Cuando él estiró las rodillas, el dolor se incremento en sus piernas pero aún así no se quejó. Tokiwa levanto a Itsuki por los hombros y lo sentó en la nieve, después le tocó los tobillos. —! Ahhhh ¡— Itsuki jadeó, apretando sus dientes. —No puedes soportarlo ¿verdad?— Tokiwa se burlo. Zafándose de Tokiwa, Itsuki trató de enderezarse en su pierna izquierda, pero de pronto se vio levantado del suelo por los fuertes brazos de Tokiwa. —No pelees, ¿OK?— Dijo Tokiwa, pareciendo molesto. — No querrás volver a lastimarte. ¿Verdad? Itsuki se sentía aturdido por la rapidez en que iban y por sentir la chaqueta de cuero de Tokiwa en sus dedos. Rápida y delicadamente

15

16

Tokiwa sentó a Itsuki en el asiento del copiloto de su RV. Itsuki ya sabía que sus cuerpos eran diferentes, él tenía un cuerpo delicado mientras que el de Tokiwa era como el de un obrero de construcción, pero aún se asombro por lo fácil que lo llevo hasta el carro. Tokiwa limpió los pantalones de Itsuki y después envolvió las piernas con otra toalla que tomo de asiento trasero. —Por favor, Tokiwa-sensei, puedo hacerme cargo de mi mismo—Itsuki dijo débilmente. —¿Cómo, cuándo ni siquiera puedes caminar?— Tokiwa dijo tranquilamente, abrochando el cinturón de Itsuki. Se sentó en el asiento del conductor y encendió el carro sin decir otra palabra. Itsuki se pregunto hacia donde se dirigían, pero no quería preguntarle a Tokiwa. Cada movimiento y cada sacudida de carro mientras bajaban hacían que sus piernas se sintieran peor. Tan solo miraba a través del parabrisas mientras el limpiaparabrisas quitaba la nieve que caía.

17

okiwa llevó a Itsuki a una clínica privada del pueblo que estaba en la base de la montaña. Inmediatamente una enfermera lo puso en una silla de ruedas y lo llevó a la sala de revisión. —Su tobillo izquierdo está solo torcido pero el derecho está fracturado— dijo el doctor de edad madura, con voz firme. —Sin embargo, le pondremos yeso a los dos. Como su tobillo izquierdo esta solo torcido no tendrá el yeso por mucho tiempo. El doctor curó rápidamente ambos tobillos y volvió a poner a Itsuki en la silla de ruedas. —No haga mucho esfuerzo en el lado derecho por el momento— el doctor le previno. —Puede poner un poco de peso en el izquierdo, pero sea cuidadoso, es una torcedura grave. Sangró mucho internamente, por eso los ligamentos estarán maltrechos. Si ve que está sanando muy despacio o algo inusual pasa, venga inmediatamente. —Muchas gracias— dijo Itsuki mientras asentía. Un ayudante lo llevó a la recepción, la cual ya estaba cerrada por esa noche. La espaciosa sala de espera estaba vacía, iluminada solo por una bombilla. —¡Disculpe! Me gustaría pagar la cuenta.— dijo Itsuki.

—Ya la pagué, te daré el recibo más tarde—. Dijo Tokiwa secamente.

18

—Uh, siento todo esto—. Dijo Itsuki. Tokiwa tenía derecho a estar enojado después de todos los problemas por los que lo había hecho pasar. Tokiwa estuvo callado en el camino de regreso. Nunca miró a Itsuki el cual estaba en el asiento del copiloto. No parecía que la tormenta de nieve fuera a parar y todo el bosque ya estaba cubierto de blanco. Finalmente, se pudo ver la casa de Tokiwa. —¿Sabes por qué paso todo esto, verdad? Fue por que en vez de ir a tu casa directamente, te quedaste a jugar en la nieve, ¿cierto?— Dijo Tokiwa secamente. —Pero tu jardín es tan lindo—. Itsuki dijo sin pensar. Tokiwa parecía confuso, pero Itsuki continuó. —El jardín de Yamabe es lindo, pero de una manera superficial, nunca me gustó mucho, pero el tuyo es de verdad hermoso. —No le digas eso a Yamabe, o su jardinero llorará—, dijo Tokiwa con una pequeña sonrisa, sorprendido por el atrevimiento de Itsuki. —Además no se puede comparar el jardín controlado de Yamabe con mi caos salvaje. Ya en la casa, Tokiwa puso a Itsuki en la silla de ruedas. Los copos de nieve eran tan blancos que se podían distinguir aun en la noche. Itsuki miro nerviosamente a Tokiwa mientras este lo llevaba hacia la puerta de enfrente. —Ummmm—. Dijo, su voz sonándole muy alta. —Siento causarte tantos problemas. Debería volver ahora mismo a casa. Tokiwa se detuvo mientras bufaba y se reía. Miro las piernas de Itsuki y dijo —¡Tú no puedes conducir en ese estado! ¿Cómo pretendes llegar a tu casa?

19

—Podrías llamar a un taxi para mí—, Itsuki sugirió esperanzadoramente, —Podría recoger el auto después, si está bien para ti. —Ningún taxi vendrá en medio de esta tormenta—, Dijo Tokiwa cansadamente mientras miraba el jardín. —¿Tienes otra idea? Itsuki permaneció en silencio. —Si crees no tolerar el estar conmigo, trata con uno de los vecinos—. Dijo Tokiwa. —O duerme afuera y congélate. No me importa. Hay otra casa un poco más abajo. Aunque no llegaras muy lejos en esas piernas—. Demasiado tarde, pensó Itsuki. Debió haber llamado un taxi tan pronto como perdió las llaves del carro o haberle pedido a Tokiwa que lo llevara a la estación después del salir del hospital. Él podría estar en casa ahora mismo. —Um, ¿Puedo por favor quedarme está noche aquí?— Itsuki preguntó tímidamente.

Tokiwa condujo a Itsuki dentro de la acogedora sala de estar, coloco una cobija sobre el sofá y después ayudo a Itsuki a bajarse de la silla de ruedas. Cuando Itsuki estuvo acomodado le dio un par de pijamas secas. —Puedes dejar el calentador de aceite encendido si quieres—, Instruyó Tokiwa, —y hay una cobija extra por si la necesitas. Si necesitas ayuda, solo llámame. —Gracias. Perdón otra vez por los problemas que te he causado, —Itsuki dijo avergonzado. Tokiwa asintió y se fue.

20

—¡Tokiwa-sensei— Llamó de repente Itsuki. Se encogió cuando vio la mirada fría que le dirigió Tokiwa, pero se obligo a decir lo que quería—. Gracias por las flores que enviaste. A mi madre le hubieran fascinado. Siento no haberte agradecido antes. Tokiwa había enviado flores al funeral de su madre el otoño pasado. Itsuki se había sorprendido al ver el nombre de Tokiwa en un arreglo de hermosos y puros lirios blancos. Después de que los 49 días pasaran, él envió a Itsuki el acostumbrado presente de agradecimiento, pero nunca tuvo la oportunidad de agradecerle en persona. Eso fue algo que siempre le molestó. Tokiwa guardo silencio mientras Itsuki hablaba. Después de un momento habló calmadamente. — Escuche que tu hermana se casó. —Así es. Ella encontró un buen esposo y se casó la primavera pasada—. Dijo sorprendido por el inesperado comentario de Tokiwa. Tokiwa sabía que Itsuki tenía una hermana y que lo había criado una madre soltera. ¿Pero tenía eso alguna importancia para Tokiwa? Tokiwa lo miro sin revelar nada y dejó la sala de estar. Cuando no regresó, Itsuki supuso que se había ido a dormir. Itsuki se acurrujó en el sofá y lucho toda la noche contra las ganas de gritar por el dolor. Él necesitaba calmantes para el dolor pero no tenía ni uno. Aunque sus piernas se sentían como aplastadas por el yeso, al final consiguió un poco de sueño.

21

A mitad de la noche, Tokiwa bajó a revisar a Itsuki. Él lo levantó del sofá y le dio un poco de medicina. Itsuki tomó las pastillas con un poco de agua y pronto se empezó a relajar. Tokiwa lo acomodo de nuevo en el sofá y le limpió la frente con un paño húmedo. Itsuki se volvió a dormir rápidamente. Itsuki se despertó al amanecer confundido por las memorias de la noche pasada. ¿De verdad Tokiwa cuidó de él? ¿Había sido todo un sueño? Itsuki vio un vaso con agua al final de la mesa. Él todavía estaba mojado por el sudor pero su pierna se sentía mejor. Se recostó y contemplo el cielo raso. No podía creer que de verdad estaba en casa de Tokiwa. Tokiwa había regresado al Japón hacía un año, pero no habían hablado de verdad hasta el día de ayer. A las siete, Tokiwa apareció con una bandeja con el desayuno y con la misma oscura mirada de ayer. Puso la bandeja cerca de Itsuki quien se sintió avergonzado por la sorpresiva amabilidad. Después lo ayudo a sentarse en la silla de ruedas. Itsuki no tenía hambre y Tokiwa lo regaño por eso. —No has comido nada desde anoche—. Regañó. —Pon algo de comida en tu estomago y después podrás tomar más calmantes. —Gracias—. Itsuki asintió y tomo los palillos. Vio una pastilla blanca en la bandeja y recordó como Tokiwa lo cuidó durante la noche. Itsuki se forzó a comerse todo lo que había en el plato mientras Tokiwa lo miraba de cerca. La ácida y

22

energética sopa de tomate hizo que Itsuki se sintiera mucho mejor. —¿No vas a comer, también?— Itsuki preguntó a la mitad de su comida. —No te preocupes—. Dijo Tokiwa. —Siempre cuido bien de mí. ¡Demasiados tontos esperan hasta que son maquinas de sudar! Entonces Itsuki se dio cuenta de que sus recuerdos de la noche pasada si eran de verdad. Tokiwa tomó la bandeja y se levantó. —Gracias—. Itsuki dijo. —Otra vez siento causar tantos problemas, pero… Itsuki dudo al mirar la mirada de malestar de Tokiwa. ¿Ahora qué? Parecía que pensaba Tokiwa. —¿Puedo usar tu teléfono? Itsuki finalmente dijo. —Mi celular parece estar dañado. Él ya había presionado el botón de encendido un millón de veces pero no había prendido. Estaba cubierto de arañazos y rayones y se debió haber dañado cuando se cayó. Tokiwa se fue un momento, cuando regreso lo hizo con un teléfono inalámbrico. Sin hablar se lo dio a Itsuki y se fue. —Gracias. —Dijo a la espalda de Tokiwa, marcando el número de Kasaoka. Kasaoka respondió inmediatamente. Itsuki le explicó lo que pasó y lo del celular y se disculpó por no haber llamado antes. Kasaoka también parecía sorprendido por el comportamiento de Tokiwa.

23

—Al parecer necesitaste medidas extremas para llegar a él—. Dijo burlándose. —Sin embargo, no hay necesidad de que corras a casa. Solo asegúrate de decirle a Tokiwa de que la reunión con Yamabe-sensei no durara más de una hora o dos. Haz que regrese contigo, ¿Esta bien? —No creo que él vaya a escucharme—. Itsuki susurro. — Sería más fácil si usted viniera…. —Ah, eso no haría ninguna diferencia—. Le interrumpió Kasaoka. —Tú fuiste muy cercano a Tokiwa en el pasado, ahora mismo eres la mejor persona para tratar con él. —Pero eso fue…— Itsuki empezó a decir antes de detenerse a sí mismo. No quería envolver asuntos personales en esto. —Eso fue hace mucho tiempo—. Dijo tranquilamente —Las cosas son diferentes ahora. Ahí lo dejó, preguntándose qué pensaría Kasaoka. Un momento pasó antes de Kasaoka hablara. —Sin embargo, no puedo dejar a Yamabe-sensei solo—. Kasaoka finalmente dijo. —Si esperamos demasiado será muy tarde. Trata de convencer a Tokiwa en las próximas dos semanas. —¿Dos semanas?— Itsuki logró decir. ¿Tendría que estar ahí todo ese tiempo? —Mientras más rápido mejor—. Kasaoka dijo. —Si lo necesitas, puedes quedarte en un hotel del pueblo y seguir en tu tarea. Pera hasta entonces no uses el teléfono de Tokiwa. Espera hasta que estés en el hotel para volver a contactarme. —Está bien—. Itsuki dijo y colgó el teléfono.

24

Él recordó su última reunión con Yamabe—sensei. El sensei tenía casi 60 años, pero parecía al menos 20 más joven. Su cabello era tan negro que no necesitaba pintarlo y los pronunciados ángulos de su rostro le deban una expresión distinguida. La voz de Yamabe todavía sonaba fuerte y decidida y tendía a dominar cualquier discusión que encontraba. El sensei odiaba cuando extraños se portaban de manera muy familiar con él y nunca se mezclaba socialmente con sus trabajadores. Mientras Itsuki miraba su inservible teléfono, pensó que debía llevar a Tokiwa ante Yamabe lo más pronto posible. Como Tokiwa había dicho, no podía manejar en su condición actual. Itsuki podría rentar un auto con solo controles manuales, pero él pensar manejar con otra persona montaña abajo por ese camino tan tortuoso lo aterrorizaba. No se atrevió a contarle a Kasaoka la total extensión de sus heridas o Kasaoka hubiera corrido a socorrerlo. Itsuki odiaba hacer preocupar a su supervisor y más teniendo en cuenta que él era el único responsable por la situación en la que estaba. Como fuera, el hecho era que estaba atrapado aquí hasta que la nieve se derritiera. Miraría el reporte de las carreteras al día siguiente y vería si pude llamar un taxi. Ahora mismo parecía que esa era su única opción.

—¿Terminaste?— sorprendiendo a Itsuki.

Tokiwa

preguntó

de

repente,

25

¿Cuándo regreso a la habitación? Se pregunto Itsuki. Tokiwa volvió a darle la misma mirada vacía de antes. Itsuki le dio el teléfono inmediatamente. —Siento haber monopolizado tu teléfono. Pero gracias por dejarme usarlo—. Itsuki dijo educadamente. Él tragó fuerte, era ahora o nunca. —¿Uh, Tokiwa—sensei? ¿Iras a ver a Yamabe-sensei pronto?, preguntó nerviosamente. Tokiwa levantó sus cejas pero no dijo nada. —No tomará demasiado tiempo—.Itsuki razonó. —A lo mucho medio día. Ellos te enviaran de regreso en un taxi después de eso, se que está muy ocupado pero se lo ruego. —Hoy o incluso mañana es físicamente imposible—. Tokiwa dijo firmemente. —La tormenta está aún muy fuerte, los caminos están congelados y escuché que hubo un accidente cerca de la estación. Un taxi nunca vendría. —Podríamos ir después de que la nieve se descongele—. Itsuki sugirió esperanzadoramente. —Llama un taxi y ve a ver a Yamabe—sensei. ¿Eso está bien contigo? Tokiwa solo se rió sarcásticamente. —Toma lo que quieras de la cocina—. Dijo ácidamente saliendo de la cocina. —Pero mantente alejado de mi cuarto y mi estudio. Itsuki sintió que su corazón se hundía al escuchar eso y ver como se iba Tokiwa. Tal vez si Kasaoka le pregunta, volvió a pensar Itsuki. Todo mundo confiaba en Kasaoka, incluso los jóvenes artistas estudiantes de Yamabe lo hacían. Una vez, Yamabe había echado a un aprendiz rebelde, pero Kasaoka había logrado convencerlo de que lo recibiera de nuevo. Kasaoka 26

escuchaba a todos y siempre trataba de ser justo. Cuando Yamabe decía que Kasaoka era “un hombre de confianza”, era porque era la absoluta verdad. Del otro lado estaba Itsuki, el cual no contaba con la confianza de los aprendices aunque él también trabajaba en la casa. Era natural. Ya que no tenía permitido hablar con ellos directamente e Itsuki no había hecho amistad con nadie. Aunque él había estado trabajando para Yamabe por ocho años, la verdad era que no tenía mucha importancia a la hora de la verdad. Itsuki fue en su silla de ruedas hasta la ventana y miro hacia afuera. La nieve todavía caía fuertemente, emblanqueciendo todo el panorama. ¿Por qué no le habré dicho toda la verdad a Kasaoka? Itsuki pensó amargamente. Hubo un tiempo en que consideraba a Tokiwa como un amigo. Pero ahora Tokiwa odiaba a Itsuki o eso parecía. ¿O era “suprema indiferencia” la mejor manera de decirlo? Tokiwa podía ser brusco pero rara vez era cruel. Tal vez solo actuaba de esa manera con Itsuki. Itsuki suspiró al observar el paisaje cubierto de blanco. Sentía que en su corazón también estuviera nevando.

27

evó fuerte toda la tarde. Sentado en su silla de ruedas, Itsuki pasó casi todo el día mirando por la ventana. Aunque su trabajo era parecido al de Yamabe, Tokiwa no tomaba estudiantes o aprendices. No, Tokiwa era un solitario de verdad, viviendo solo en esa obsesivamente limpia y estéril casa. Comparado con el envejecido exterior, el interior de la casa estaba totalmente renovado. Brillantes pisos de madera habían sido instalados en toda la casa, facilitándole a Itsuki el desplazamiento a través de la casa en su silla de ruedas. La nieve del exterior le daba cierto atractivo a la casa pero también la hacía sentir misteriosamente callada. El sonido de su propia respiración y el ruido de la silla de ruedas casi que ensordecían a Itsuki. Al atravesar el pasillo en dirección al baño, Itsuki miró todo con interés… y de repente fue sorprendido por una ola de nostalgia. Así como las obras de arte reflejan al artista que las hizo, otras cosas también reflejan el toque único de su creador, ese algo que sale naturalmente en un proceso creativo. Eso quería decir que la casa de Tokiwa estaba en sintonía con su estilo artístico. En el marco de las puertas, cielorrasos e incluso en las luces de la paredes, Itsuki podía reconocer “El Tokiwa Estético” que él conocía también. Puros y rectos bordes con áreas de suavidad. La casa tenía las mismas cualidades que la amada escultura de madera que Tokiwa una vez le diera. El solo mirar la casa le hacía sentir más sereno.

28

Tokiwa había estado en su estudio toda la mañana. Itsuki se preguntó en qué estaría trabajando. No tenía ni idea como era que Tokiwa pasaba sus días, pero había escuchado que algunas veces enseñaba arte en la escuela de arte. De pronto Itsuki sintió una punzada de vergüenza. Tokiwa había gastado tiempo precioso de creación cuidando de él. Llamaré un taxi tan pronto como deje de nevar, decidió. Le pediría una vez más a Tokiwa que visitara a Yamabe. Si Tokiwa se rehusaba otra vez, sabría que no podía hacer nada más. Itsuki fue al baño y regresó distraídamente a la sala de estar. De repente, algo llamó su atención, un cuarto detrás de unas puertas corredizas. Paredes con estanterías llenas de herramientas y pequeñas máquinas, modelos de esculturas y ejemplos de piezas tirados por todas partes. Éste debe ser su taller, pensó Itsuki, pero Tokiwa no se veía por ninguna parte. La habitación daba la impresión de ser un verdadero escondrijo para un artista. Sólo mantente alejado de mi habitación y de mi taller. Mientras Itsuki pensaba en la advertencia de Tokiwa, su silla rodó y golpeó la puerta. Cuando estaba a punto de regresar, vio algo que le resultó familiar. Una acuarela de color azul en un marco plateado. Itsuki recordó vívidamente sus brillantes colores. ¿Por qué estaba ahí? Se acercó sin pensarlo. Pronto estuvo en mitad del estudio sosteniendo la pintura que conocía tan bien. Itsuki la había pintado tiempo atrás. Y ahora, ¿Tokiwa decoraba su estudio con ella? Itsuki la miró aturdido hasta que una voz áspera lo trajo de regreso a la realidad.

29

—¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que te mantuvieras alejado —gritó quitándole la pintura. Itsuki miró tímidamente a Tokiwa y éste le devolvió la mirada. De repente Tokiwa sacó a Itsuki del estudio y lo condujo por el pasillo. —¡Espera! Yo puedo… —rogó Itsuki, señalando al estudio. Tokiwa no paró de empujar la silla de ruedas hasta que llegaron a la sala de estar. —Pe… pero, ¿por qué? Esa pintura es de hace tanto tiempo… —soltó Itsuki antes de poder detenerse. Él había pintado ese cuadro cuando era apenas un estudiante vocacional. Por la misma época en que conoció a Tokiwa. Tokiwa le había preguntado por la pintura e Itsuki se la había dado como un regalo. Pero eso fue ocho largos años atrás. Itsuki no había esperado verla en el estudio de Tokiwa. —Así es, fue hace mucho tiempo —dijo Tokiwa con voz baja, enviando escalofríos por la espalda de Itsuki. Tokiwa se acercó a Itsuki dirigiéndole una mirada tan penetrante que parecía atravesarlo. —Me pediste que visitará a Yamabe —murmuro Tokiwa— . Pero, ¿sabes para qué me quiere, Hashimoto? Y si lo sabes, ¿de verdad quieres llevarme allá? —Sé que tiene negocios que tratar contigo —admitió Itsuki—. Yamabe me lo dijo directamente. —¿Sabes que Yamabe tiene cáncer terminal y que le quedan sólo unos meses de vida? —insistió Tokiwa—. Él me quiere dejar todas sus posesiones. ¿Sabes todo eso? Itsuki asintió tristemente.

30

Yamabe se había empezado a sentir mal desde la primavera pasada. —Debo de estar volviéndome viejo —había dicho Yamabe—. No quiero levantarme en las mañanas y estoy cansado todo el tiempo. Itsuki nunca había escuchado a Yamabe hablar así, ya que era muy activo para su edad. Kasaoka estaba preocupado también y los dos le habían rogado a Yamabe que fuera al doctor. Yamabe había rehusado firmemente, riéndose por el escándalo que se armaba por algo sin importancia. Pero hacia el final del otoño, el mismo Yamabe decidió ir al médico. Itsuki permaneció con el sensei a través de todas las pruebas. Los resultados llegaron una semana más tarde: cáncer terminal. Itsuki estaba sentado al lado de Yamabe cuando doctor le dio las malas noticias. Desde el comienzo hasta final, Yamabe mantuvo una expresión firme, haciéndole doctor unas cuantas preguntas. Cuando regresaron a casa, Itsuki le contó todo a Kasaoka.

el el al la

—Él necesita poner sus cosas en orden —dijo sensatamente Kasaoka—. No puede dejar esto a la suerte. No le queda más que hacer su testamento. Itsuki no sabía qué decir, pero Yamabe sí. —Déjenle todo a Itsuki —insistió el sensei. Itsuki quería desesperadamente decir que no, ¿pero cómo podría?

31

Como Tokiwa, Yamabe había sido siempre un solitario, sin esposa, hijos o personas cercanas. Yamabe se había involucrado con muchas mujeres a lo largo de los años, pero ninguna de ellas le había dado hijos y él había perdido contacto con sus parientes lejanos. Más tarde, Yamabe cambió de opinión, decidió dejar su taller y todo lo demás a Tokiwa. —Necesito discutir esto en persona con él —dijo Yamabe—. Díganle que venga. Itsuki no tuvo más opción que aceptar e ir a la casa de Tokiwa ese mismo día.

—El taller de Yamabe es una gran propiedad —dijo Tokiwa, sonando más interesado—. También dirige una compañía y tiene muchas acciones. Él pagará todos los honorarios y los impuestos del derecho de herencia, y si no quiero esas cosas, las puedo vender. Eso eran noticias nuevas para Itsuki, pero no fue capaz de responder. En cambio se quedó ahí, sintiéndose herido. Tokiwa le dirigió otra mirada penetrante. —¿Estás contento con esto? —preguntó Tokiwa. Era una pregunta retórica, así que Itsuki no respondió de inmediato. Después de un incómodo silencio, finalmente respondió; —Para bien o para mal, ésa es la decisión de Yamabe. No estoy en posición de discutirla. —Entonces tiene que ver con tu posición, ¿huh? —siguió Tokiwa—. ¿Exactamente cuánto tiempo te quedarás con él?

32

—Todo el tiempo que él me necesite. Ésa es mi responsabilidad —dijo Itsuki sin asomo de duda. Era algo que ya había decidido. Tokiwa guardó silencio por un momento. Con los brazos cruzados, miró intensamente a Itsuki en la silla de ruedas. —Entonces, viniste aquí sabiendo todo esto —dijo finalmente—. Él dijo que podría hacer lo que yo quisiera. Itsuki sólo asintió. —¿Pero tú me dejarás hacer lo que yo quiera? Ésa es la verdadera pregunta aquí —señaló Tokiwa intencionadamente. El ambiente en la habitación estaba cambiando rápidamente. Itsuki se congeló por un momento e instintivamente agarró las ruedas de su silla. Justo cuando estaba a punto de escapar, Tokiwa agarró la silla y la jaló hacia él. Antes de que Itsuki pudiera protestar, Tokiwa le dio un beso que le quitó la respiración. —¡Nooooo! —protestó. Pero, ¿estaba protestando o sólo gritando? Mientras Itsuki movía su cabeza con incredulidad, Tokiwa lo tomó del cuello. Itsuki trató de apartarlo, pero Tokiwa siguió mordisqueando sus labios. Finalmente, Tokiwa se detuvo dándole a Itsuki tiempo de respirar. Itsuki parecía como si estuviera a punto de desmayarse, incluso su visión estaba borrosa. Sentía como si estuviera a punto de salir flotando de la silla de ruedas mientras el cielo raso giraba sobre él. De repente, Tokiwa lo levantó.

33

—No luches o te dejaré caer —dijo Tokiwa sombríamente. Lo echó sobre su hombro y lo llevó fuera de la sala de estar. Itsuki se abrazó a los anchos hombros de Tokiwa mientras iban por el pasillo. Él es más fuerte de lo que parece, comprendió Itsuki, sintiéndose asustado. Tokiwa lo llevó a su cuarto y lo puso en la cama. Itsuki se llenó de miedo al ver a Tokiwa encima de él. Tokiwa tomó las muñecas de Itsuki con una mano y las sostuvo sobre su cabeza. Sosteniendo la mandíbula de Itsuki con su otra mano, Tokiwa intentó robarle la respiración otra vez. Anticipando otro beso, Itsuki volteó su cabeza, sólo para que el otro la devolviera a su lugar bruscamente. Tokiwa estaba tan cerca que Itsuki podía sentir su respiración y se olvidó completamente de cómo moverse. Tokiwa probó la boca de Itsuki, atrapando su lengua con la suya. Primero succionó fuerte, después gentilmente lo mordisqueo con sus dientes, haciendo que todo el cuerpo de Itsuki temblara. Itsuki gimió, incapaz de respirar, pero en vez de dejarlo ir, Tokiwa aumentó su juego. Tokiwa finalmente lo soltó después de otro beso largo y profundo. Itsuki jadeó al sentir como Tokiwa descendía de su mandíbula a su cuello. Tokiwa lo cubrió de besos y después trazó la línea de sus doloridos labios con la punta de sus dedos. El dolor se mezcló con otra sensación, Itsuki sintió su mirada borrosa otra vez. —¡Ohh! —se escuchó gemir al sentir que Tokiwa le apretaba las caderas a través de la ropa. De repente, esas manos vagaron aún más abajo. Itsuki tembló al encontrar la cruel mirada de Tokiwa.

34

—¡Ahh! ¡Tokiwa—sensei! ¡Deténgase! —rogó. Pero Tokiwa no soltó sus muñecas. Mientras Itsuki trataba de soltarse, Tokiwa presionó su cuerpo contra el de Itsuki. Sorpresivamente la mano de Tokiwa se hundió dentro de los pantalones prestados de Itsuki y lo tocó allí. El impacto fue tan intenso que Itsuki sintió como si hubiese sido golpeado en la cabeza con un objeto contundente. No podía creer lo que le estaba sucediendo a su cuerpo en ese momento. Además, tenía el terrible presentimiento de saber qué se proponía hacer Tokiwa después de eso. Tokiwa mordisqueó el oído de Itsuki y trazó su forma con su lengua. Itsuki escuchó un sonido húmedo al sentir como Tokiwa mordía su lóbulo. Sintió escalofríos desde su cuello hasta su espalda. —¡No! ¡Detente! —rogó Itsuki. Su voz entrecortada le sonaba extraña incluso a él mismo, como si fuera la voz de alguien más. Avivando las llamas de la pasión de Itsuki, Tokiwa encontró su objetivo con sorprendente precisión. Era la primera vez que una persona lo tocaba allí y el cuerpo de Itsuki respondió instintivamente. Tokiwa siguió succionando su oído y cuello haciéndolo retorcerse. Itsuki sabía que ahora no había vuelta atrás. Y mientras la sensación crecía más y más intensamente, su cuerpo empezó a estremecerse con calor. Él carecía de la fuerza para rechazar a Tokiwa y por eso se aferró a las sábanas. —¡Tokiwa—sensei, por favor deténgase, necesitamos hablar! —suplicó Itsuki, pero Tokiwa ignoró sus ruegos.

35

Las mismas manos que una vez habían creado el arte que Itsuki había amado y querido, ahora lo hacían ponerse enfermo al sentir cómo Tokiwa lo tocaba allá abajo. Con el movimiento de las manos de Tokiwa, Itsuki fue incapaz de frenar sus gemidos. Se sentía atormentado por una fiebre que se volvía cada vez más ardiente. La voz de Itsuki se convirtió en un lamento, pero ni eso detuvo a Tokiwa. Ahora Itsuki comenzó a balbucear incoherentemente, rogándole a Tokiwa que lo liberara, hasta que finalmente explotó en las manos de Tokiwa. —¡Aaaaahhhh! Itsuki escuchó su propia respiración entrecortada mientras su cuerpo entero temblaba y se estremecía. De repente, escuchó el sonido de ropa siéndole quitada. Giró la cabeza y jadeó ante la visión. Tokiwa estaba en sus rodillas, atrapando a Itsuki mientras quitaba su suéter. Mirar los anchos hombros y el flexible cuerpo de Tokiwa le provocó un temblar en todo su cuerpo. Antes de que su cerebro tuviera tiempo de pensar, su cuerpo se movió, luchando por salir de debajo del cuerpo de Tokiwa. Itsuki logró sacar sus piernas de la cama. Pero cuando sus piernas golpearon el suelo, Itsuki sintió como si le hubieran pegado con un martillo. Se dobló por el dolor y cayó al suelo. Sintió un silbido horrible en los oídos. Se acurrucó en posición fetal, intentado reprimir un grito. A través de su nublada visión vio un par de piernas. Rápidamente Tokiwa lo levantó y lo volvió a poner en la cama. Tokiwa se veía muy enojado aunque su toque era muy gentil. Itsuki dio un respingo cuando Tokiwa colocó delicadamente sus piernas en la cama. —¿De verdad te doy tanto asco? —siseó Tokiwa.

36

Aunque sabía que Tokiwa lo odiaba, Itsuki nunca lo había escuchado hablar así. Su corazón sufrió al saber qué tan indiferente se sentía Tokiwa hacia él. —Tú eres sólo otra pieza de mi propiedad —soltó Tokiwa con desprecio y con una mirada de rabia—. Entre más rápido lo entiendas mejor estarás. Ya intentaste escapar de mí una vez, ¿recuerdas? ¿Por qué está actuando así?, pensó Itsuki desesperadamente, incapaz de hablar. Él sabía que al verlos, la gente inmediatamente pensaba que él era el amante de Yamabe. Itsuki estaba íntimamente ligado a la vida de Yamabe, así que la gente sumaba dos más dos. Como un empleado de Yamabe, Itsuki nunca estaba seguro de lo que él pensaba en verdad. Ésa era la realidad de su situación. No tenía nada que ver con Tokiwa. —Sí, de verdad me das asco — respondió finalmente Itsuki. Le arrojó una almohada a Tokiwa y movió sus piernas ignorando el acribillante dolor. Iba a salir de ahí aunque tuviera que arrastrarse. Escuchó a Tokiwa chasquear su lengua en señal de desaprobación. Tokiwa agarró el brazo de Itsuki y lo jaló de vuelta a la cama. Se puso a horcajadas en los muslos de Itsuki, lo recostó en la cama y le ató las muñecas con una tela. La cabeza de Itsuki daba vueltas con dolor y confusión. El Tokiwa que estaba ahora frente a él era muy diferente del que había conocido en el pasado. —¡Tokiwa—sensei!, ¿por qué está haciendo esto? — preguntó Itsuki. —Deja de moverte o terminarás hiriéndote otra vez. Ahora, sé un buen chico y gírate —dijo Tokiwa seriamente.

37

38

Itsuki sacudia la cabeza violentamente. Tokiwa lo besó profundamente, después le abrió la boca con un dedo. Itsuki podía sentir el sabor del tabaco cuando sus lenguas se entrelazaron en un beso profundo. Sintiendo que le faltaba aire respiró profundamente cuando Tokiwa finalmente lo liberó. Las manos de Tokiwa entraron bajo la camisa de Itsuki y acariciaron su pecho y estómago. Mientras Tokiwa hacía un camino de besos por su torso, la piel de Itsuki empezó a responder. Tokiwa le bajó los pantalones deportivos y acarició sus muslos con manos frías. En ese momento Itsuki supo que Tokiwa no se detendría. Sintió la sangre congelarse en sus venas. Su inútil resistencia lo habían dejado sin fuerza alguna y su pierna izquierda le dolía más que nunca. Pero aún así sintió cómo se levantaba una erección en su entrepierna mientras su sangre punzaba en sus oídos. Incapaz de moverse, resistió al sentir cómo mordisqueaba su estómago, sabiendo que Tokiwa se dirigía más al sur. Alcanzándolo con su gran mano, Tokiwa apretó suavemente el miembro de Itsuki, el cual estaba ya completamente erecto debido a la continua estimulación. Itsuki tembló al sentir un dedo que buscaba la abertura entre sus nalgas, abrió su boca para protestar pero Tokiwa lo silenció con otro beso. Los dedos que habían creado el arte que Itsuki amaba tanto, ahora penetraron ese inimaginable lugar, elevando su pasión. —No, no… —rogó Itsuki con voz ronca al sentir que Tokiwa le levantaba las rodillas. Cuando lo penetró, Itsuki experimentó una mezcla de intensa excitación e inmenso

39

dolor. Se sentía totalmente separado de su cuerpo, como si no fuera el suyo. Incapaz de decir algo, jadeó en busca de aire. Tokiwa mordió tiernamente sus labios y exploró las profundidades de su boca. No había nada que Itsuki pudiera hacer. Era tonto intentar protestar. Sólo soy un juguete para ellos, pensó Itsuki derrotado. Primero con Yamabe y ahora con Tokiwa. Él debería haberlo sabido desde el principio, pero el comprenderlo tan de repente fue como un golpe al corazón. Abrazado fuertemente por los brazos de Tokiwa y arrastrado por oleadas de placer, una tras otra, Itsuki sintió que sus ojos se calentaban como si fuera a llorar. Él sabía que era raro que un juguete llorara, así que valientemente las contuvo, mirando a su captor con mirada borrosa. ¿Quién es esta persona? se preguntó inútilmente. Desde las profundidades de su brumosa conciencia, Itsuki escuchó su nombre. —Itsuki, Itsuki —repetía Tokiwa. Él no me llama Hashimoto, pensó Itsuki. Mientras Tokiwa le besaba los labios gentilmente, Itsuki recordó su primer beso, allá en esos días cuando todavía eran amigos.

40

okiwa e Itsuki se conocieron en primavera ocho atrás. Por ese tiempo Itsuki estudiaba en la escuela vocacional y tenía un amigo que trabajaba en el Mercado de las Pulgas. Su amigo siempre lo invitaba, pero ese día Itsuki fue solo. Él vagó por el mercado si prestar de verdad a algo, solo esperando que algo especial llamara su atención. Pronto el divisó una escultura de madera, la cabeza de una ave tallada en una elaborada forma geométrica. Desde el momento que Itsuki la vio, supo que tenía que tenerla. Usualmente no se siente así sobre las cosas en el mercado de las pulgas, así que no le importo si era costosa. La escultura era de alta así como los hombros de Itsuki eran anchos y más pesada de lo que esperaba. Él busco el precio, pero solo encontró el nombre ―Tótem. Itsuki miro alrededor buscando al vendedor y vio a un aburrido Tokiwa. Cuando Itsuki preguntó el precio, Tokiwa lo miro indiferentemente y dijo rápidamente un número de cinco dígitos. Aunque Itsuki tenía un trabajo de medio tiempo, el precio era demasiado para él. Pero tal vez podría derrochar un poco solo una vez ya que la escultura había llamado su atención. Itsuki sacó algunos billetes de su cartera. Tokiwa le dio el tótem sin siquiera envolverlo y metió los billetes en su bolsillo. — ¿La persona qué la hizo está por aquí? Itsuki preguntó. Tokiwa frunció el entrecejo pero no dijo nada.

41

Itsuki se acobardó, pero él de verdad quería saber. — ¿Crees que le importará si lo pinto? Preguntó. Finalmente Tokiwa se vio interesado y miro a Itsuki por primera vez. —Pagaste por ella, ¿verdad? Haz lo que quieras con ella. —Así, pero no me gustaría pintarla sin el permiso del artista— Dijo educadamente. Itsuki había disfrutado el pintar desde que era muy pequeño. Pero sintió que no encajaba en el club de arte de la secundaria y no pudo unirse al el club en la preparatoria por que no tenía dinero para comprar los materiales. Él estudió acuarelas después de la preparatoria pero nunca pudo pagar clases formales. Itsuki hizo las cosas a su manera y uso técnicas que él mismo había creado, por esa razón, él no quería alterar la estatua sin permiso del autor. —Haz lo que quieras con ella —Tokiwa dijo. Pero Itsuki había comprado la pieza por que había llamado su atención y no quería sobrepasarse. —Una vez que se vendió, vendido está. —Tokiwa dijo divertido. —Pagaste por ella, haz lo que quieras con ella. Adelante, lúcete. De repente, Itsuki comprendió que el misterioso escultor estaba frente a él. Tokiwa le dejo una gran impresión ese día pero Itsuki pensó que nunca lo volvería a ver. Por esa razón fue gratamente sorprendido cuando vio la misma malhumorada cara unas semanas después en otro mercado de pulgas.

42

Tokiwa también lo reconoció cuando él se acerco a saludar a su puesto. — ¿Ya la pintaste? —Pregunto Tokiwa. Itsuki asintió. — ¿De qué color? Preguntó. Itsuki lo pensó un minuto y saco un cuaderno de dibujo que siempre llevaba con él. Rápidamente dibujo el tótem y lo pinto con lápices de colores. Él se lo mostro enseguida a Tokiwa ya que tal vez no tuviera la oportunidad de volver a encontrase. Itsuki quería mostrarle que colores usó. Pero Itsuki comprendió que Tokiwa solo estaba siendo cortes. Cuando Itsuki le mostro el cuaderno de dibujo, Tokiwa levanto sus cejas de una manera exagerada. Para un artista tan talentoso como Tokiwa los dibujos de Itsuki le deben parecer lo de un simple novato. Itsuki se sonrojo y sintió deseos de escapar. Por un momento Tokiwa no hablo y cuando lo hizo, hablo con una voz profunda — ¿Dónde vives? — ¿HUH? Preguntó Itsuki tontamente Tokiwa solo lo miro fijamente. —Me gustaría conocer este lugar de verdad — Dijo señalando un dibujo hecho en un exterior. — ¿Puedes mostrármelo alguna vez? Después señalo el dibujo del Tótem.

43

— ¿Y puedes sorpresivamente.

venderme

ese?



Preguntó

A Itsuki no le importaba mostrarle el objeto real a Tokiwa pero se sintió raro cuando él le pidió que le vendiera le dibujo. Aunque Itsuki intentó negarse, Tokiwa fue muy persistente. Al final, intercambiaron teléfonos e Itsuki prometió a Tokiwa que pintaría otra versión del tótem para él. Se reunieron una semana más tarde e Itsuki supo que Tokiwa era un graduado de la escuela de Arte que estudiaba con un famoso escultor. — Nunca he estudiado arte formalmente, soy auto didacta. — Itsuki dijo como disculpándose cuando le entrego la nueva acuarela a Tokiwa. Le preocupaba que Tokiwa se la devolviera con desdén. Tokiwa estudio en silencio el dibujo de Itsuki que estaba entre las hojas de su cuaderno de dibujo. Después miro a Itsuki en los ojos y le dio las gracias. La siguiente vez que se encontraron, Tokiwa le preguntó si tenía algún deseo de estudiar arte. — Soy demasiado egoísta para que funcione. — Itsuki dijo riéndose tristemente. — Solo puedo pintar cosas que de verdad me interesen. Las experiencias de Itsuki con el arte no eran enteramente positivas. Sus instructores criticaban frecuentemente su uso del color. Según su ánimo, él podía agregar otra capa de color encima de la primera, creando una pintura completamente diferente. En la escuela, él se tenía que limitar únicamente a los temas que el instructor escogiera. En los clubes cuando el

44

pintaba lo que quería, sus compañeros también lo criticaban. Como resultado, para Itsuki ―pintar en la escuela fue una experiencia poco encantadora. Él pintaba afanosamente en las páginas de su cuaderno pero nadie a parte de su familia lo felicitaba por su trabajo con el arte. Estas experiencia lo habían llevado a pensar en el pintar como ―solo un hobby, estaba bien para él. — A demás. — Itsuki continúo. — Me gusta lo que estoy estudiando ahora mismo. Si comenzara a estudiar a ahora, terminaría como un artista mediocre. Tal vez lo haré más adelante si tengo la oportunidad. — Como sea. —Respondió Tokiwa. Itsuki sintió un aguijonazo de culpa. —Discúlpame, fue muy amable de tu parte sugerirlo. —No hay problema. —Dijo Tokiwa. —Nadie puede decirte que debes hacer, es tu decisión. Pero de verdad me gusta la forma en que usas el color. Sería un desperdicio ver tu arte como solo un ―hobby. De repente Itsuki se sintió muy feliz. El tótem que Tokiwa había hecho solo por diversión se convirtió en la semilla de su relación. Como estudiante, Tokiwa esculpía con acero, aluminio y concreto pero algunas veces usaba madera para su disfrute. —Le preste eso a un amigo como decoración para su mesa. —Tokiwa admitió. —Nunca esperé que alguien lo comprara. Esa fue la primera y última vez que Tokiwa vendiera una escultura de madera. Había sido pura suerte el que hubiera

45

estado en el stand en vez de su amigo cuando Itsuki pasó por ahí. Nunca lo hubiera vendido de otra manera. A partir de ese momento Itsuki y Tokiwa se encontraron varias veces al mes. Tokiwa se veía muy viejo como para llamarlo ―amigo e Itsuki no estaba del todo seguro de por qué lo incluía en su vida. Pero él de verdad disfrutaba del tiempo que pasaban juntos. Después de dos meses, se dio cuenta de que esperaba con ansias sus encuentros con Tokiwa. Ellos iban a museos, galerías y lugares de los que Itsuki nunca había escuchado antes. Muy pronto, Itsuki empezó a ver a la escultura y arquitectura de una manera enteramente nueva. El tiempo era muy diferente cuando lo pasaba con Tokiwa. Itsuki nunca se cansaba de ir a galerías con Tokiwa y visitar a sus amigos. Él escuchaba sus discusiones, las cuales estaban llenas de jerga artística, y gradualmente fue capaz de poner sus propias impresiones en palabras. Cuando Itsuki trataba de entrar en estas conversaciones, Tokiwa solo sonreía. — Es suficiente con solo dejar impresiones. — Tokiwa dijo. — Lo que realmente importa es encontrar algo que tenga un impacto emocional en ti. Pero cuando se llega a una charla técnica, participa solo si quieres. Si no te interesa, déjalo pasar. Tokiwa raramente ofrecía comentarios sobre arte, incluso si era sobre obras en las que él hubiera participado. Si Itsuki se interesaba en algo, Tokiwa pacientemente le respondía sus preguntas, pero nunca lo abrumaba con su conocimiento. Hacia lo mismo con las pinturas de Itsuki, daba su ―opinión personal y hay lo dejaba.

46

Tokiwa compartió su arte con Itsuki en varias oportunidades. Sus trabajos en progreso eran creados a base de acero y concreto, pero tenían líneas delicadas. Antes de que pasara mucho tiempo, Itsuki se moría por ver las obras terminadas. Cuando la estación cambió a verano, Itsuki no dudaba más en enseñarle sus pinturas a Tokiwa. Habían mejorado muchísimo desde aquellos bosquejos que hacía al principio. Los bosquejos de Tokiwa, por otro lado, eran muy diferentes a los de Itsuki. Estos permitían a Tokiwa tener una idea de la forma y medidas de la pieza e Itsuki adoraba verlos. Cuando Tokiwa comenzó a llamarle por su primer nombre, Itsuki tuvo la esperanza de que Tokiwa lo considerara un verdadero amigo. Tokiwa le confirmó sus deseos ese otoño cuando le confesó que sentía lo mismo. Itsuki no recordaba todos los detalles, pero a la mitad de esa conversación, Tokiwa comenzó a verle de manera distinta. Aun cuando había ocurrido hacía ocho años, esa escena aún se encontraba fresca en la memoria de Itsuki. —Me gustas, Itsuki— confesó Tokiwa inesperadamente—. No como un amigo, sino con un interés romántico. Sé que tal vez me rechaces, pero no me importa. Impresionado por esa revelación, Itsuki fue incapaz de responderle —Este… Tokiwa, ¿esto significa que a ti… eh… te gustan los hombres? —preguntó Itsuki lleno de nervios. Las palabras que había pronunciado estaban un poco fuera de lugar. Tokiwa alzó las cejas. —Supongo que puedes decir eso. Y en cuanto a hombres se refiere, tengo mis preferencias. 47

Itsuki se disculpó eufóricamente haciendo que Tokiwa riera. —No luces incomodo —observó Tokiwa. —No me molesta— respondió Itsuki viendo hacia abajo. —Puedo ser sorprendentemente paciente —Tokiwa dijo con gentileza—. No te preocupes ahora. Pero algún día me gustaría saber si estás interesado en mí en ese sentido. Los labios de Tokiwa formaron una sonrisa. Viendo directamente a Itsuki continuó hablando con franqueza. —Tal vez estoy siendo egoísta, pero me gustas demasiado como para seguir fingiendo que somos simplemente amigos. Pero si no te sientes de la misma forma, por favor dímelo lo más pronto posible. Desde ese momento Tokiwa no lo presionó para que le diera una respuesta, Itsuki continuó pasando tiempo con él. Tokiwa se comportaba más afectuoso, tocando sus brazos y hombros cuando caminaban; pero por otra parte, las cosas permanecieron iguales hasta un día a principios de diciembre. A último minuto Tokiwa debió cancelar sus planes para ese fin de semana debido a un compromiso de trabajo. Sus horarios no estaban sincronizados y ahora sólo podían verse una vez al mes.

El maestro escultor del taller donde Tokiwa trabajaba había sido invitado a crear una obra para conmemorar un nuevo puente. El horario del proyecto era irregular, dependiendo del clima. No se permitía el ingreso a nadie 48

fuera del personal autorizado, así que el trabajo únicamente podía ser observado a distancia. Sin embargo Tokiwa invitó a Itsuki a visitarle ahí e Itsuki aceptó felizmente. Itsuki amaba observar algo cuando estaba en proceso de creación y todavía más si era algo hecho por Tokiwa. Tomaba el expreso matutino y un autobús para llegar al sitio. Viendo el proyecto desde la distancia, Itsuki observaba cómo el acero y el concreto se unían para formar un solo objeto. Se divertía imaginando cómo luciría la obra terminada y con orgullo localizaba a Tokiwa entre la multitud de trabajadores, luciendo tan pequeño como la yema de un dedo. Tokiwa le envía un mensaje de texto alrededor de la hora del almuerzo, diciéndole dónde podían reunirse. Lucía distinto en sus sucias ropas de trabajo y ese día parecía estar demasiado inquieto. —Nos juntamos al finalizar el trabajo ¿cierto?— le preguntó Tokiwa. —De acuerdo. Mientras observaba cómo Tokiwa regresaba al lugar del trabajo, Itsuki estaba emocionado al pensar en su cita después de la jornada. Tokiwa y los otros habían completado el primer paso del proceso al principio de la tarde. Itsuki vio cómo recogían todos los materiales del sitio de trabajo durante las siguientes horas. Cuando empezó a oscurecer, Tokiwa se encontró con Itsuki en el lugar designado.

49

—¿Me extrañaste?— bromeó Tokiwa—. ¿Dibujaste algo mientras esperabas por mí? Itsuki asintió vagamente. —Entonces, muéstramelo. —Tal vez luego— respondió Itsuki. Era sólo un dibujo embellecido con algunos colores de sus crayones de madera. Planeaba rehacerlo con acuarelas, pero Tokiwa quería verlo ahora. No importaba si se encontraba observando un bosquejo o una inmensa escultura, la expresión de Tokiwa cambiaba dramáticamente cuando se trataba de arte, por lo general sus hermosas facciones y su seriedad hacían que luciera inalcanzable. Eso se confirmaba en momentos como ese, sus ojos lucían capaces de cortarte a la mitad si lo tocabas de la manera incorrecta. Tokiwa observó el bosquejo en silencio, luego observó a Itsuki. —Cuando lo hagas con acuarelas también quiero verlo —dijo. —Seguro— respondió Itsuki titubeando—. Pero no estoy seguro de que sea lo suficientemente bueno como para llevarlo al siguiente nivel. —Solamente tú piensas esas cosas. Estoy esperando verlo. —Tokiwa rió y desarregló el cabello de Itsuki juguetonamente. Itsuki sabía que Tokiwa no mentía y se sintió un poco avergonzado. —¿Nos vamos a casa? —dijo Tokiwa—. Colócate tu chaqueta así no atraparás un resfriado.

50

Tokiwa le pasó un casco de motocicleta, luego guió a Itsuki hacia su enorme motocicleta. Itsuki ya se había subido en ella en varias ocasiones, sin embargo en esos momentos se encontraba titubeante. Sus compañeros deben de venir acá en auto, pensó Itsuki. Quería rehusarse a que Tokiwa le llevara a su casa. Era demasiado lejos. Además era probable que Tokiwa estuviera exhausto. En verdad no debería estar consintiendo a Itsuki con esas cosas. —Aún puedo tomar el autobús —dijo Itsuki—. Revisé el horario del tren. —No me tengo que desviar tanto. Deja que te lleve a tu casa —insistió Tokiwa. Itsuki se subió al asiento trasero, pero no colocó sus brazos alrededor de la amplia espalda de Tokiwa. Tomaron un atajo por una ruta a la orilla del mar. Para el momento en el que Tokiwa se detuvo en el parque cerca de la casa de Itsuki, el cielo estaba completamente oscuro. —Te lo agradezco —dijo Itsuki—. Fue divertido. Tokiwa sonrió suavemente. Pero cuando Itsuki vio tímidamente hacia abajo, Tokiwa colocó su gran mano en su barbilla, levantó su rostro y lo besó con ternura. Itsuki se sintió sorprendido y confuso. Tokiwa tomó ambas manos de Itsuki, lo acercó y lo besó más apasionadamente. Esta nueva sensación envió escalofríos por toda la espina dorsal de Itsuki. Finalmente su beso terminó e Itsuki fue capaz de respirar nuevamente. —Qué… estás… ¡detente! —gritó Itsuki. Tokiwa lo ignoró silenciando sus suplicas con otro beso. Delineó los labios de Itsuki con su tibia lengua, provocando 51

52

temblores por todo el cuerpo de Itsuki. Mientras sus lenguas se entrelazaban, Tokiwa le mordió suavemente convirtiendo el beso en un deporte de contacto. —Oooohhh… aaaahhh… —Itsuki gimió. Le parecía que su voz sonaba un poco femenina, pero dentro de su cabeza se sentía mareado. Flotando a través de su conciencia, Itsuki sintió los poderosos brazos de Tokiwa sosteniendo su cintura tan fuertemente que casi dolía. Itsuki también había sentido su primer sabor a tabaco. Tokiwa le estaba viendo de tan cerca que no podía pensar en nada más. —Itsuki —Tokiwa le susurró al oído. Aún cuando había escuchado esa voz tan familiar decir su nombre con anterioridad, su espina dorsal se electrificó. Toda su resistencia fue olvidada, Itsuki se aferró a las mangas de Tokiwa. Cuando por fin sus labios se separaron, Tokiwa dio pequeños besos a la orilla de los labios de Itsuki, haciéndole regresar a sus sentidos. Ahora, Tokiwa parecía preocupado. Itsuki sintió cómo su rostro enrojecía mientras le miraba. Itsuki se volteó y salió huyendo, incapaz de volver a verle. —Te llamaré —gritó Tokiwa cuando éste se fue. Aunque era capaz de seguir huyendo, Itsuki se detuvo y volteó a verle. Tokiwa se encontraba parado. Itsuki se forzó a asentir. Me gustas, Itsuki. No como un amigo, sino como algo más. Sé que tal vez me rechaces, pero no me importa.

53

En esos momentos, Itsuki entendió el significado de las palabras de Tokiwa. No volvieron a juntarse sino hasta dos semanas después, Itsuki temía lo que diría o cómo actuaria cuando estuviera con Tokiwa. Todo lo que podía pensar era en volver a verle. Para su sorpresa, el beso no le había molestado. Itsuki había perdido a su padre cuando era joven, él y su hermana menor habían sido criados por su madre viuda. Desde la preparatoria, había hecho trabajos de medio— tiempo para ayudar con los gastos de la casa. Itsuki no tenía abuelos, ni nadie más que pudiera ayudarles, así que siempre había puesto a su familia antes que a nadie. Como resultado, jamás había tenido una cita o se había enamorado de alguna chica. Esos nuevos sentimientos por Tokiwa eran confusos y necesitaba tiempo para comprenderlos. Desafortunadamente no lo tuvo.

Dos días después, Itsuki llegó a casa para encontrarse con su madre y hermana muertas del miedo mientras el teléfono continuaba timbrando. Su madre lloraba mientras continuaba repitiendo nombres de unos familiares lejanos. Itsuki luego comprendió que la pareja de esposos había desaparecido. Después de la accidental muerte de su padre, la pareja les había ayudado en momentos de necesidad. Itsuki sabía que su madre dependía de ellos, pero su reacción ante su desaparición era extrema. La razón de su reacción fue claramente explicada por la temible voz del teléfono. 54

La pareja era dueña de una fábrica en un pequeño pueblo. En el pasado había sido exitosa, pero últimamente luchaban para mantenerse a flote. Habían pedido prestadas grandes sumas de dinero y aún así no habían obtenido ganancias. Finalmente vendieron la fábrica y desaparecieron para escapar de sus deudas. La familia de Itsuki no tenía relación con eso, mientras le explicaba a la persona del teléfono. El hombre únicamente le respondió con una amarga sonrisa. —Tu madre es la fiadora de su propiedad. Ella tiene completa y total responsabilidad —dijo amargamente. La madre de Itsuki juró no saber nada al respecto, pero la pareja le había pedido al padre de Itsuki que fuera fiador antes de que él muriera. La familia de Itsuki había vivido pobremente en un apartamento de dos habitaciones, apenas sobreviviendo con el salario de oficina de su madre y el dinero que Itsuki traía de su trabajo de medio tiempo. Sin ahorros, no eran capaces de pagar por lo menos el interés mensual que se acumulaba de la deuda. Itsuki dejó la escuela una semana después para buscar un empleo de trabajo completo, mientras aún conservaba su trabajo de medio tiempo. Su madre consiguió un trabajo extra y dejó de sonreír e incluso hablar. Pronto la salud mental de Itsuki también comenzó a fallar. Estaba demasiado ocupado para notar que su hermana menor se deprimía cada día más. No tenían a nadie a quien pedirle dinero ya que todos sus abuelos había muerto.

55

La madre de Itsuki comenzó a enfermarse unas semanas más tarde. Todo el estrés estaba cobrando su precio en su cuerpo y ahora había dejado de comer y dormir. Pronto, Itsuki había perdido toda esperanza. Mientras la condición de su madre empeoró, comenzó a tomar el hábito de quedarse en casa durmiendo en vez de ir a trabajar. Itsuki estaba demasiado ocupado trabajando, así que le confió su cuidado a su hermana menor, quien le esperaba despierta cada noche. —Mi mamá está actuando extraño, creo que le pasa algo raro —dijo. —Le hablaré mañana —prometió Itsuki y lo dejó ahí. La verdad era que Itsuki resentía el hecho de que tuviera que trabajar por largas horas para que su madre pudiera quedarse en casa y dormir. Después de dos meses, una solución se le presentó. El día anterior a su cita con Tokiwa, la madre de Itsuki intentó suicidarse. Subió las escaleras de emergencia hacia la terraza y saltó. Su hermana llamó a la ambulancia, luego a Itsuki a su trabajo. Cuando vio a Itsuki acercarse, los largos meses de tensión finalmente se hicieron sentir. Comenzó a llorar descontroladamente, completamente inconsolable. Su madre estaba severamente herida, requería cirugía y hospitalización. El doctor aconsejó también un tratamiento para su hermana. No podía ser dejada a solas con su madre y debía pasar un tiempo con familiares de ser posible. Itsuki estaba sorprendido al escuchar a su madre decir: — Desearía haber muerto. —Y— Si no estuviera viva, la vida sería más fácil para mi hijo. Luego comenzaba a llorar sin previo aviso, después se ponía a ver hacia la pared y se susurraba palabras. Su 56

hermana menor ya no deseaba ingresar a la habitación del hospital para ver a su madre, pero Itsuki estaba demasiado asustado para dejarla sola. Esa noche, mientras su hermana se estaba durmiendo aferrándose a su camisa, Itsuki se preguntaba qué podía hacer. Las facturas médicas de su madre iban en aumento. Aún si se recuperaba por completo, no sería capaz de regresar a trabajar. A partir de ese momento, su familia debería sobrevivir únicamente con los ingresos de Itsuki. Su hermana acababa de ingresar a una escuela pública gratuita. Para cuando ella se graduara, Itsuki pensaba que él sería capaz de haber conseguido un trabajo estable. Él sabía que su hermana soñaba con ir a la universidad y quería hacer realidad su sueño. Mientras más pensaba en ello, más deprimido se sentía. Después, inesperadamente Yamabe apareció en su vida. Itsuki sabía acerca de Yasuyuki Yamabe. Sabía que era un famoso escultor que enseñaba en un taller del cual Tokiwa era aprendiz. Itsuki jamás le había conocido en persona y no sabía qué pensar de su visita. Tokiwa era el único vínculo entre ellos, pero Itsuki no le había visto desde aquella noche en la motocicleta. Una de sus citas con Tokiwa fue pospuesta debido a trabajo, luego la otra por su madre que había intentado suicidarse. Tokiwa no usaba su celular mientras trabaja así que era difícil contactarse con él. Itsuki jamás le contó a Tokiwa de su situación en casa. No se sentía cómodo discutiéndolo, aún con aquellos amigos que ya lo sabían. —Lamento que mi horario esté muy ocupado ahora —le dijo a Tokiwa. 57

—Lo comprendo. Llámame cuando tengas tiempo — respondió Tokiwa. Sus sentimientos por Itsuki no habían cambiado. Pero, ¿por qué rayos querría verlo Yamabe? El gran maestro artista parecía sentir la incertidumbre de Itsuki. —Te he visto hablar con Tokiwa cerca del lugar de trabajo —explicó. Itsuki estaba sorprendido, pero no dijo nada. —Buscas un trabajo, ¿cierto? —Yamabe continuó hablando—. Entonces, ¿por qué no trabajas para mí? Puedes ser mi asistente personal. Itsuki no podía creer lo que sus oídos escuchaban. Debo estar soñando, pensó. Yamabe quería que Itsuki viviera y trabajara en su casa. Le pagaría un excelente salario aparte de un lugar gratis donde vivir. Yamabe también prometió transferir a la madre de Itsuki a un mejor hospital, contratar una enfermera privada si era necesario y pagar todas las facturas médicas. Y que cuando la madre de Itsuki fuera dada de alta, si lo era, Yamabe pagaría sus gastos mientras Itsuki trabajara para él. Yamabe también enviaría a su hermana a un internado de élite, donde se le daría la educación adecuada hasta que estuviera lista para irse a la universidad. —Y en lo que se refiere a la deuda de tu madre, también me haré cargo de eso. ¿Hay algún otro problema financiero con el que necesites ayuda? —preguntó Yamabe suavemente. Itsuki sintió un frío recorrer todo su cuerpo. Lo que Yamabe ofrecía era demasiado bueno para ser verdad, 58

debía haber algún tipo de truco en eso. Itsuki lo sabía instintivamente, a pesar de su completo cansancio. Yamabe rió al ver el rostro lleno de dudas de Itsuki y le explicó las condiciones de su oferta. —Puedes trabajar para mí todo el tiempo que quieras. Faltan seis años para que tu hermana se gradúe de la universidad, así que digamos que serán mínimo seis años. Pero recuerda esto: cuando vivas conmigo, deberás obedecerme completamente. Controlaré cada aspecto de tu comportamiento, desde la forma en la que hablas hasta la forma en la que te vistes, incluso tu estilo de cabello. —¿Cuál es el punto de todo esto? —preguntó Itsuki confundido. —Me gustaría tenerte cerca, eso es todo. Me recuerdas a una chica a la que amé hace mucho tiempo. Esto podrá sonar extraño, pero yo me comprometo a la parte de mi trato. Un notario hará un contrato si gustas. Yamabe le entregó una tarjeta de presentación a un sorprendido Itsuki, le dijo que lo pensara y se fue. Para bien o para mal, la propuesta le vino a Itsuki como anillo al dedo. Podía pagar las facturas médicas de su madre, enviar a su hermana a estudiar y deshacerse de la deuda de su familia. Puedes trabajar para mí el tiempo que desees. Nunca en sus sueños más locos, Itsuki pudo haberse imaginado que algo así pasaría. Pero el trabajar para Yamabe significaría sacrificar su libertad. Itsuki no pudo dormir esa noche, preguntándose qué hacer. A la mañana siguiente, se dirigió al hospital, aun

59

cuando sabía que su madre no estaba en condiciones de aconsejarle. La madre de Itsuki abrió sus ojos y con voz débil llamó a su difunto esposo: —¿Dónde está mi bebé? ¿Dónde está “mi bebé” Itsuki? Había recaído en una enfermedad mental y el doctor no sabía si era algo temporal o a largo plazo. Esa noche Itsuki llamó a Yamabe para aceptar su oferta. Yamabe inmediatamente cumplió su parte del trato, pagando la totalidad de la deuda de la familia de Itsuki al día siguiente. El día siguiente, la madre de Itsuki fue transferida a un espacioso hospital cerca de las montañas. Al tercer día, la hermana de Itsuki fue enviada a un internado. Itsuki observó mientras un auto contratado se la llevaba, su hermana le miraba llena de reproche desde el asiento trasero. Cuando Itsuki regresó a su modesto apartamento, Yamabe le estaba esperando cerca de la vieja puerta, vistiendo un pulcro traje. Itsuki le invitó a pasar inmediatamente. Yamabe observó las pobres pertenencias de Itsuki lleno de curiosidad, luego le dijo que se deshiciera de todo. —No traigas ninguna posesión personal contigo —le ordenó Yamabe—. Cuando decidas dejar de trabajar para mí, me aseguraré que tengas todo lo que necesites. A partir de este momento, no tendrás permitido tener contacto con nadie sin mi consentimiento. Mi personal se encargará de tus cosas. Debes venir conmigo ahora. Itsuki le vio horrorizado. Así de simple fue como se le quitó todo el que conocía hasta la fecha. Pero cuando lo pensó detenidamente, se percató que no necesitaba ponerse en

60

contacto con alguien antes de partir. A excepción de una persona. —Me gustaría llamar a Tokiwa para despedirme, si eso está bien con usted —le dijo tímidamente. Yamabe solo rió. —Exactamente ¿qué clase de “despedida” tienes en mente? —le dijo mientras sonreía macabramente. En esos momentos, Itsuki entendió el peso de su decisión y su cambio de estatus. Unas horas después, Yamabe llevó a Itsuki a su mansión. Su casa tenía espacios ridículos para Itsuki, quien estaba acostumbrado a vivir en apartamentos, pero no para su anfitrión quien no sólo era un famoso escultor, sino que también era el hijo de un millonario capitán de la industria. —Todo esto me pertenece —le dijo Yamabe—. La casa, el taller, el bosque, todo es mío. En esos momentos Itsuki se sintió mareado. Su habitación se encontraba en el segundo nivel de la mansión, era el dormitorio adyacente a la habitación privada de Yamabe. Tenía una cama que lucía poco costosa y un escritorio, además de un closet lleno de ropa de la talla de Itsuki. —Si hay algo más que necesites, háblale a mi confeccionista —le dijo Yamabe—. Pero por el momento quédate en tu habitación y haz lo que digo. La piel de Itsuki se enfrió al escuchar la voz dulce pero con fuerza de Yamabe.

61

—Podrás visitar a tu madre con un chaperón una vez al mes, pero no tienes permitido dejar la casa por ninguna otra razón —le dijo Yamabe. Podrás trabajar para mí el tiempo que desees. Itsuki sabía que estaría abandonando su libertado cuando aceptó el trabajo, pero jamás se imaginó que sería tratado como una pieza de propiedad. En los ocho meses siguientes, Itsuki pasó todo su tiempo en su habitación o en la de Yamabe, exceptuando las veces en las que se le permitía ir a visitar a su madre una vez al mes. El obsesivo comportamiento de Yamabe de querer estar en control de todo, hacía que Itsuki se volviera loco. Yamabe observaba a Itsuki como un halcón y señalaba todos sus errores, incluyendo la manera en la que caminaba, hablaba, se vestía y sus modales en la mesa. A Itsuki no se le permitía cortarse el cabello sin importar lo largo que estuviera. —Qué cabello más hermoso —comentaba Yamabe—. Lucirá genial en tu delicada estructura ósea si lo llevas largo. Sin necesidad de decirlo, ese constante escrutinio era extremadamente estresante para Itsuki. Cuando Yamabe estaba demasiado ocupado para “moldearlo”, le dejaba libros y DVDs para estudiar. La habitación de Yamabe incluía una gran biblioteca con una variedad de títulos, desde novelas populares hasta libros de hágalo usted mismo. Cuando Yamabe regresaba de sus viajes, animaba a Itsuki a contarle sus impresiones del último libro o DVD. —No quiero un títere que sólo asiente con su cabeza ante todo lo que digo —Yamabe le dijo una vez. Pero tú eres el que tiene todos los hilos, pensó Itsuki.

62

—No pido tu absoluta sumisión —insistía Yamabe—. Ódiame hasta que estés satisfecho, siempre y cuando hagas lo que yo te ordeno. —Tengo una visión de en quién quiero que te conviertas y una educación balanceada es parte de eso. Si no puedes pensar por ti mismo, pronto me aburrirás. Sólo nunca me engañes o te involucres sentimentalmente con alguien. Aparte de eso, puedes hacer lo que gustes. Si necesitas algo pregúntale a Kasaoka. Dijo algo muy extraño, pensó Itsuki. Me compraste, ¿recuerdas? Pero de igual manera, Itsuki había sido quien había aceptado la oferta para asegurarse de que su familia estuviera segura. Después de seis meses, Itsuki se percató de que Yamabe le miraba lleno de satisfacción. Bajo la dirección de Yamabe, Itsuki había dejado su capullo con inteligencia y conservado su esencia. Se había convertido en un caballero. Tengo una visión de en quién quiero que te conviertas. Ahora Itsuki había comprendido el significado de aquellas palabras. Yamabe era un escultor por sobre todas las cosas, creaba piezas a gran escala con concreto y acero. Sus procesos eran bastante metódicos: diseñar el trabajo, dibujar planos, escoger materiales, esculpir una versión de prueba. La pieza final se veía siempre como él la había imaginado. Itsuki era una escultura humana, un “trabajo en progreso” ante los ojos de Yamabe. Las partes buenas eran dejadas como estaban y las partes innecesarias eran removidas. Itsuki se ajustó al molde de Yamabe y al final se convirtió en la perfecta imagen de su diseño. 63

Yamabe estaba creando una muñeca con vida. Al principio, pensó que podría llegar a aburrirse con el proyecto, pero en cuanto Itsuki comenzó a transformarse, Yamabe se interesó más cada vez. Luego de que el cabello de Itsuki creció rebasando sus hombros, Yamabe comenzó a tratarlo como a un juego de muñecas, escogiendo su ropa y accesorios. Los trajes siempre llevaban corbata. El cabello atado en una coleta de caballo. Itsuki se sentía extraño vistiéndose así, pero Yamabe era muy quisquilloso. —Puedes comenzar a entrenar bajo la tutela de Kasaoka para convertirte en mi segundo asistente personal —le dijo Yamabe un día. Kasaoka vio a Itsuki y movió los ojos. —Dime la verdad. ¿Quieres sentarte todo el día luciendo lindo? ¿O en realidad quieres trabajar? —preguntó bruscamente. —Quiero trabajar —respondió Itsuki. Itsuki pensaba que era su deber hacer su mejor esfuerzo. Yamabe le pagaba demasiado para ser simplemente una muñeca bien vestida. Itsuki quería probar que era capaz de mucho más que solo eso. Kasaoka pareció relajarse un poco, aún cuando parecía ser muy serio. —De acuerdo, entonces, el entrenamiento comienza hoy. A partir de este momento sólo responderás ante Yamabe-sensei y yo, pero no esperes ningún tratamiento especial. Itsuki estaba al tanto de su inexperiencia. Le agradecía a Kasaoka que le dijera cómo mejorar. Trató de mejorar todo lo que pudo leyendo libros, investigando en internet o aprendiendo directamente de Kasaoka. Itsuki incluso se quedaba despierto hasta tarde para estudiar, aunque Yamabe no lo aprobaba.

64

—Kasaoka es mi asistente. Yo solo te quiero ahí a mi lado —se quejaba mientras le miraba fastidiado. —Lo lamento, pero me gustaría seguir aprendiendo — murmuró Itsuki. Yamabe no le respondió. —Pasar tiempo contigo es suficiente para mí —Itsuki continuó hablando con un tono de voz suave—. Pero quiero seguir estudiando para ser el mejor empleado posible. Yamabe suspiró. —Como gustes. Sólo no dejas que tus estudios interfieran con el tiempo que pasas conmigo. No toleraré eso. Itsuki asintió. Aun cuando Itsuki intentaba tener éxito por sus propios medios, sufría de algunos problemas. Kasaoka había vivido y trabajado con Yamabe durante años y era un asistente personal muy talentoso. Itsuki no esperaba poder reemplazarlo, y tampoco quisiera hacerlo. Yamabe también trataba a Kasaoka como a cualquier otro empleado, pero con Itsuki se comportaba como alguien que necesitara amor y protección. Cuando Yamabe se encontraba de mal humor, sólo miraba a su amada mascota Itsuki y su sonrisa reaparecía en su rostro. Acariciaba las mangas del traje de Itsuki, halaba juguetonamente de su cabello, le llenaba de halagos como “ese color te sienta bastante bien”. Unas semanas después del debut de Itsuki como el segundo asistente personal de Yamabe, los rumores comenzaron a sugerir que él también era el amante de Yamabe. Yamabe apenas había ido a su taller durante seis meses, aunque frecuentemente descuidaba su trabajo si no 65

estaba de humor para hacerlo. Sin embargo, seis meses eran largos y su ausencia había dado vida a todos esos chismes. ¿Quién era esa “persona misteriosa” qué nunca dejaba el lado de Yamabe? Cuando Itsuki comenzó a aparecer en público, echó más leña al fuego. Aún cuando Yamabe jamás le había demandado favores sexuales, Itsuki no se encontraba en posición de rehusarse. Se encontraba completamente en deuda con él. De hecho, parecía casi extraño que su relación jamás hubiera llegado a lo físico. —Sensei, ¿no está preocupado por su reputación? — preguntó Itsuki un día. —Si quieren hablar, déjalos —respondió Yamabe, recorriendo con sus dedos el cabello negro de Itsuki—. Estoy bastante encariñado contigo y no tengo intención de dejarte ir tan rápido —dijo Yamabe con firmeza—. Pero recuerda, tienes prohibido tener relaciones con alguien hasta que renuncies a este trabajo, ¿lo entiendes? —Sí —asintió Itsuki. Aún cuando el personal de Yamabe continuaba observándole, Itsuki los ignoraba por completo. ¿Pero de qué manera actuaría si volvía a ver a Tokiwa? Itsuki había escuchado que Tokiwa había terminado su entrenamiento y había dejado el taller de Yamabe. Se sintió aliviado por las noticias, pero también un poco triste. Finalmente se volvieron a ver casi un año después. Un día mientras Itsuki asistía a una exposición de arte con Yamabe, Kasaoka lo envió a un mandado a una tienda de departamentos cercana. En su camino de regreso a la

66

galería, Itsuki escuchó que alguien le llamaba por su nombre. Se volteó lentamente… y su corazón se detuvo. Ahí se encontraba Tokiwa, luciendo absolutamente impactado, lucía increíble en ese traje. Asistía a la misma exposición. Cuando escuchó a Tokiwa llamarle por su nombre, Itsuki se percató de que Yamabe era ahora la única persona que lo llamaba por su primer nombre. Los otros se referían a él simplemente como “Hashimoto”. Una ola de nostalgia se apoderó de su corazón. Había esperado ver a Tokiwa durante todo ese tiempo. Había tantas cosas de las que le quería hablar, por las que se quería disculpar. Itsuki no sabía por dónde comenzar. —Oye tú —dijo Tokiwa, viéndole con rostro confundido—. ¿Por qué estás vestido de esa forma? Itsuki regresó inmediatamente a sus sentidos, recordando su promesa a Yamabe. Aun cuando Tokiwa le veía fijamente, Itsuki involuntariamente se alejó. Dos años atrás, Itsuki se había marchado sin decir adiós. Obviamente Tokiwa estaba sorprendido al verle. Tenían asuntos sin resolver. —¿Itsuki, qué te pasa? Inmovilizado como un venado frente a las luces de un carro, Itsuki fue rescatado cuando Kasaoka apareció. Itsuki trató de parecer inexpresivo, pero Kasaoka pareció comprender su remolino interior. —Éste es el nuevo asistente de Yamabe —Kasaoka le dijo a Tokiwa, quien parecía estar completamente confundido—. Lo siento, tenemos que irnos.

67

—¿Qué fue todo eso? —Kasaoka le preguntó mientras alejaba a Itsuki. —Solíamos ser… amigos —dijo Itsuki suavemente—. Nunca tuve la oportunidad de despedirme… —¿Sabe Yamabe acerca de esto? —preguntó Kasaoka enfurecido. Itsuki asintió. Kasaoka suspiró. —Qué terrible —murmuró—. Tokiwa es el favorito de Yamabe—sensei. —Tokiwa es un sujeto muy franco —continuó Kasaoka—, así que Yamabe-sensei piensa que es fascinante. Sensei incluso le pidió a Tokiwa que formara parte de su personal. Yamabe debió haber pensado que era especial, pensó Itsuki. Jamás trataba de esa manera a sus aprendices. —Probablemente volverás a ver a Tokiwa. ¿Puedes manejarlo? —preguntó Kasaoka gentilmente. Itsuki no respondió. —Tokiwa rehusó la oferta de Yamabe, pero aún utiliza su taller —continuó Kasaoka—. Probablemente lo verás seguido. Le lanzó a Itsuki una mirada llena de compasión. —Sé que quizás ya lo sepas, pero Yamabe-sensei puede ser bastante posesivo —continuó—. En tu caso, va más allá de una relación entre empleado—empleador. El verte con Tokiwa hará que se ponga celoso. —Lo sé —respondió Itsuki—. Fue mi decisión venir aquí y estoy comprometido. Sólo le explicaré mi situación.

68

Sin embargo nunca tuvo la oportunidad. Aun cuando Itsuki observó a Tokiwa muchas veces en las siguientes semanas, Yamabe hizo todo lo que estuvo a su alcance para mantenerlos separados. Yamabe enviaba a Itsuki a otros lugares si sucedía que Tokiwa y él se encontraban juntos. Algunas veces, Tokiwa iba tras Itsuki cuando éste se levantaba de la mesa. Itsuki sufría en silencio mientras Tokiwa le suplicaba para que le hablara. Había tantas cosas que quería decirle a Tokiwa… acerca de su madre, su enorme deuda, su desaparición repentina. Quería disculparse, pero en su lugar ignoró a Tokiwa. —Lo lamento, necesitas hablarle directamente a Yamabe—sensei. No estoy en libertad de hablarte —dijo Itsuki. —Como quieras —dijo Tokiwa viéndole con sospecha—. Sólo dime una cosa… ¿aún pintas? Itsuki estaba demasiado sorprendido para responder. No había trabajado en una obra desde aquel día en el área de construcción de la escultura. De hecho, su cuaderno de bosquejos le había sido quitado con el resto de sus posesiones, incluyendo el tótem. Itsuki fue forzado a dejar la escultura de madera de Tokiwa en su apartamento la noche que partió con Yamabe. Había rogado a Yamabe para que dejara que se la llevara, pero su petición fue denegada. Después de que se fueron, el personal de Yamabe se había llevado las cosas de Itsuki. ¿Había sido llevado el tótem con su madre al hospital lujoso? ¿O se lo habrían dado a su hermana? Itsuki odiaba no saber dónde estaba. Vio a Tokiwa y se forzó a hablar. —Dejé de pintar —dijo—. Estoy demasiado ocupado por el momento. 69

70

—¿Y eres feliz con eso? La pregunta directa de Tokiwa fue como una puñalada directa al corazón. —He perdido el deseo de crear arte, eso es todo — mintió. Itsuki se disculpó cortésmente y se retiró. Tokiwa no le siguió. —¿Le hablaste a Tokiwa acerca de nuestra relación? ¿Qué era lo que querías decirle? —Yamabe preguntó con insistencia. —Nada en particular —Itsuki le respondió suavemente. Yamabe no quería que Itsuki le hablara a nadie, incluyendo a Tokiwa, así que continuó permaneciendo en silencio frente a extraños. En el taller o en las fiestas, Itsuki sonreía vagamente y permanecía cerca de la pared, aún cuando sabía que eso provocaba que las personas hablaran más acerca de él. Pensaba que era lo mejor que podía hacer. Era la mascota de Yamabe, una mascota en la cual el artista había gastado su dinero y pasado tiempo perfeccionándola, una fina pieza de arte que Yamabe quería mostrarle a todos. Pero al tratarse de extraños, su actitud era como la de “puedes ver, pero no tocar”. Un amo nunca quiere que su mascota sea demasiado amigable con los extraños. Itsuki era como un ornamento en una vitrina de cristal, sólo podía ser visible desde la distancia. Le tomó a Itsuki otros seis meses poder comprenderlo en su totalidad. Tokiwa le 71

llamaba o hacía contacto visual con él, o se le quedaba viendo, pero Itsuki se forzó a no responder.

El año siguiente, Tokiwa dejó el estudio y se fue a Europa. Yamabe le dijo a Itsuki que Tokiwa se iba del país para enseñar en un taller muy famoso y que no regresaría. —Ya veo —respondió Itsuki sin emoción en su voz. Esa noche, después de decirle buenas noches a Yamabe y retirarse a su dormitorio, se deslizó hacia el suelo y pasó ahí toda la noche hasta el amanecer. Aún faltaban tres años para que el contrato de Itsuki terminara con Yamabe, tres años más de esa tortura. A Itsuki no se le permitía hablar con Tokiwa, llamarlo por teléfono o incluso mandarle una carta, pero aun así había esperanza. Aún cuando no podía hablar directamente con él podía sentir su presencia. Me gustas. Itsuki pensaba con regularidad acerca de la confesión de Tokiwa, ese día Tokiwa le vio directamente a los ojos. Tokiwa jamás había mostrado mucha emoción, pero cuando miraba que Itsuki se acercaba, sonreía. Debí haberle dicho cómo me sentí, pensó Itsuki. Cuando aceptó la propuesta de Yamabe, quería despedirse de Tokiwa más que de nadie en este mundo, pero no había hecho nada al respecto. Quieres despedirte, ¿cierto? Sin importar quién sea ese amigo, cuando lo veas, desde ahora en adelante no podrás hablarle ni tener contacto con él. ¿Cómo puedo explicarte esto para que entiendas? 72

Itsuki no podía olvidarse de las palabras de Yamabe. Sabía que tendría que enfrentarse a eso tarde o temprano con Tokiwa. Sabía eso, pero no supo qué decirle. ¿Además, qué tal si Tokiwa lo trataba con desprecio? Cuando Yamabe hizo su propuesta, Itsuki estaba luchando por sobrevivir. Llegando a casa tarde por las noches, después de su trabajo de medio tiempo, observaba con desesperación los rostros dormidos de su madre y su hermana, demacrada una y exhausta la otra. Itsuki pudo haber aceptado la situación si hubiera sido su deuda personal. Pero el peso que caía sobre los hombros de Itsuki no debió haber sido su responsabilidad. Itsuki había sido forzado a trabajar en empleos de medio tiempo con bajo sueldo. Un trabajo de tiempo completo estaba fuera de su alcance. No sólo había dejado de asistir a la escuela, sino que también le faltaba la experiencia necesaria. Itsuki sabía que se le estaban acabando las opciones. En la noche del intento de suicidio de su madre, había observado a su hermana mientras dormía, preguntándose durante cuánto tiempo más podría continuar, cuánto más tendría que sacrificar. Podía usar a su madre y hermana como excusa por aceptar la oferta de Yamabe, pero la verdad era que la vida de Itsuki era mucho más sencilla ahora. No tenía que preocuparse más acerca de pagar nuevamente sus grandes deudas, aún cuando había un gran precio por esa seguridad: su libertad. Itsuki había cortado a Tokiwa de su vida debido a que se sentía demasiado avergonzado de decirle la verdad. No le

73

sorprendió que Tokiwa se mudara, después de la manera como Itsuki le había tratado. Justo antes del amanecer, Itsuki vio tristemente al cielo. No podía regresar el reloj o deshacer las palabras o acciones. No podía culpar más a su madre o hermana. Itsuki había tomado solo la decisión de dejar a Tokiwa. Había buenas razones para su decisión, pero Itsuki aún no podía tolerar que Tokiwa se marchara. El hecho de que Tokiwa ni siquiera se hubiera puesto en contacto con él antes de irse, le lastimaba, desde un punto de vista muy egoísta. Estoy enamorado de él, pensó Itsuki, finalmente entendió ese sentimiento que se encontraba en el fondo de su corazón. Tokiwa había sido una persona especial para él desde el inicio. Ese era la razón por la cual le había dado la pintura. Debería solo rendirme, Itsuki pensó deprimido. Tokiwa amaba a la persona que solía ser Itsuki, no la persona que era en esos momentos. Su pasión por Itsuki probablemente se había terminado, esos sentimientos fuertes habían sido abandonados en el pasado. Aun cuando a Tokiwa ya no le importaba, Itsuki no quería que se llevaran mal. Iba a dejar ir esas ilusas esperanzas, esconder los recuerdos en el pasado, donde nadie pudiera verlos. Cuando Tokiwa regresara a casa, Itsuki lo conocería como el secretario de Yamabe, un adulto muy maduro.

Tres años después, Tokiwa regresó a Japón. Desde la distancia, Itsuki observó cómo Tokiwa llegó a saludar a Yamabe. Aun cuando Tokiwa saludó a Yamabe de

74

una forma muy cortés y le dijo hola a Kasaoka, ignoró por completo a Itsuki. No volvieron a intercambiar palabras. Itsuki escuchó a los aprendices decir que Tokiwa se había hecho famoso en el exterior y planeaba fundar su propio taller en Japón. Mientras Itsuki se sentía feliz por el éxito de Tokiwa, se sentía completamente destrozado por haber sido alejado del centro de atención del hombre. ¡Si tan solo pudiera decirle a Tokiwa que lo amaba! Entonces Tokiwa podría rechazarlo e Itsuki continuaría con su vida. Pero era demasiado tarde para hacer algo, sin importar qué tan fuertes fueran sus sentimientos por Tokiwa.

75

tsuki despertó de un sueño maravilloso con una frescura agradable sobre su rostro. Se sentía tan bién que exhaló un breve suspiro mientras abría sus ojos. Sin embargo, una vez despertó del todo se dio cuenta de que su cuerpo se sentía... pesado, como si estuviera atrapado en un pantano, y su mente estaba perdida y confusa. Trató de recordar dónde estaba mientras concentraba su mirada en el techo. —¿Cómo te encuentras? ¿Tienes sed? Al girar la cabeza, Itsuki no pudo evitar tragar saliva. Tokiwa estaba sentado sobre un cojín junto a la cama, observando a Itsuki con una mirada impenetrable. Itsuki se agitó en la cama, intentando escapar a pesar del dolor, pero sus piernas, aún lesionadas, frustraron su propósito. Al contemplarse a sí mismo recordó por qué seguía sin poder moverse. —¿Es que quieres hacerte daño otra vez?— Las grandes manos de Tokiwa inmovilizaron a Itsuki mientras le lanzaba la advertencia. Tokiwa llevó a Itsuki otra vez hacia su cama, cogió una toalla del suelo y volvió al cojín en el que estaba. Por su parte, Itsuki se fijó en su pijama. Estaba claro que le quedaba un poco grande, pero se sentía cómodo con el roce de las prendas sobre su piel. ¿De quién será esto? se preguntó, mientas una mano se alargaba para acariciar su mejilla.

76

Itsuki se sobresaltó ante el roce frío de Tokiwa. Éste agarró a Itsuki por los hombros y acercó su cara hacia él, mientras su propia frente presionaba contra la de Itsuki. Sus labios se juntaron en un beso de forma completamente natural. Tokiwa apartó el cabello suelto de Itsuki con suavidad, envolviendo su nuca con sus dedos. Itsuki sintió un escalofrío a medida que Tokiwa lo fue acercando hacia sí. —Tienes fiebre— dijo Tokiwa. además, sigue nevando fuera.

—Debes

descansar:

Mientras Tokiwa besaba su tierno labio inferior, Itsuki sintió un tremendo zumbido en los oídos, y a su mente vinieron las palabras de Tokiwa de la noche anterior. Para mí eres como cualquier otra parte de mis propiedades. El recuerdo le asaltó como si le hubieran echado un jarro de agua fría. —Cuando estés listo ¿irás conmigo a ver a Yamabe?— Itsuki fue al grano. A pesar de que el semblante de Tokiwa se oscureció, Itsuki no se arredró: —Te lo pregunté ayer, ¿recuerdas? Estoy seguro de que pueden mandar a alguien a buscarnos... ¿te importa que use el teléfono otra vez? Tokiwa dirigió su mirada a Itsuki durante un breve instante. —Estoy trabajando en una nueva pieza— resopló enojado. —No voy a dejarla a mitad para llevarte a casa sólo porque hayas aparecido de repente. —Pero...— Itsuki balbuceó una protesta. —Dame dos semanas— soltó Tokiwa —y entonces te llevaré.

77

Estaba claro que su tono no aceptaba negociación alguna, así que Itsuki mantuvo un prudente silencio. Yamabe tendría que aceptarlo: Tokiwa no iba a dejarlo todo para ir a verle, por mucho que fuera su heredero, puesto que no formaba parte de las amistades que su antiguo profesor cultivaba. Además, aunque Yamabe tenía una enfermedad terminal, por ahora le estaba yendo bien. —De acuerdo, se lo diré a Yamabe— dijo Itsuki con aire frío, tratando de mantener la compostura, pero la cercanía del cuerpo de Tokiwa le quemaba como si fuera puro fuego. Itsuki trató de zafarse de su abrazo, pero el dolor de las piernas le hizo rechinar los dientes. —Lo siento, pero tengo que irme hoy. —¿Y cómo se supone que vas a hacerlo?— se burló Tokiwa. —Las carreteras están bloqueadas, y en el tiempo dijeron que mañana nevaría también. Dicen que es la peor ventisca en décadas. —Pero... —Aquí no llegan los taxis, ¿recuerdas? ¿O vas a bajar la montaña usando tus piernas rotas como piolets? Los ojos de Itsuki se dirigieron a la ventana, que dejaba ver un blanquísimo paisaje. Recordó que el camino a la casa de Tokiwa estaba lleno de baches y curvas cerradas, además de que muchos sitios no tenían guardarraíl y tendrían los límites cubiertos de nieve. Bajar con un coche era completamente imposible, y con las piernas en su estado... mejor no pensarlo. —Además, aunque te apresures en ir a casa, estarás de más allí— escupió Tokiwa. —Todo el mundo sabe que eres la putita de Yamabe, no te van a echar de menos.

78

Itsuki no tenía ni fuerzas para defenderse, pero las palabras de Tokiwa le hirieron en lo más hondo. —Supongo... que tienes razón,— admitió, —pero a ti tampoco te soy de ayuda alguna. Llamaré para que me recojan. Tokiwa podía necesitar dos semanas para acabar su obra, pero Itsuki no tenía por qué quedarse tanto tiempo. Si le contaba a Kasaoka el problema del temporal lo irían a recoger en un vehículo especial. —¿Tu trabajo no consiste en estar por ahí pareciendo una princesa?— soltó Tokiwa. —Aquí también puedes hacerlo, pero sin tener a Yamabe-sensei manoseándote. Itsuki se quedó literalmente sin palabras. —¿O tu plan era impedirme trabajar para que te llevara?— sugirió Tokiwa, aferrando la nuca de Itsuki. Éste se mantuvo en silencio, pero Tokiwa no había acabado con él. —Iré contigo a ver a Yamabe en dos semanas, pero ahora te quedas conmigo. Yo hablaré personalmente con él en su momento— escupió Tokiwa, tras lo cual se dio la vuelta y se marchó. El cuerpo de Itsuki se quedó rígido, y le costaba respirar No tendrás a Yamabe-sensei manoseándote. No podía sacarse las palabras de Tokiwa de la cabeza mientras miraba sus escayolas. La caída de la noche pasada aún le dolía, y sus muñecas tenían marcas de las ataduras que Tokiwa había hecho. No puedo soportarlo más, pensó.

79

De repente, Itsuki sintió que la tensión desaparecía: se dio la vuelta y la visualizó deshaciéndose, escapando a través de las yemas de sus dedos; poniendo cuidadosamente sus pienas sobre la cama, se cubrió la cabeza con una almohada y empezó a reír descontroladamente. Sin embargo, al escuchar el eco de sus carcajadas demenciales vibrando en sus orejas, se mordió un labio para poder parar. Itsuki jamás había tenido sexo con Yamabe, a pesar de que ya no consideraba que su propio cuerpo le perteneciera. No cabía duda de que su relación con Yamabe era tremendamente morbosa. Y yo debo ser muy morboso para mantenerme en ella. Itsuki se hizo un ovillo en la cama y cerró los ojos mientras aspiraba el olor de las sábanas, impregnado del tabaco de Tokiwa. Itsuki jamás se cansaría de ese aroma, aunque para llegar a olerlo hubiera tenido que pasar una experiencia tan violenta.

80

okiwa regresó aquella misma tarde. Llevó en brazos a Itsuki hasta el salón y le preparó una bandeja con comida. Aunque Itsuki no tenía hambre para nada, estaba claro que Tokiwa quería que comiera; hizo un esfuerzo y tomó la mitad de un cuenco de sopa antes de soltar la cuchara. —¿Has acabado?— Tokiwa frunció el ceño. Itsuki asintió. Tokiwa retiró la bandeja y le trajo una taza de té. —Gracias. Lamento ser una molestia— se disculpó Itsuki con sinceridad. Tokiwa arqueó una ceja, pero su expresión no cambió en absoluto. Itsuki tomó su té con calma, y cuando lo hubo terminado Tokiwa lo agarró por los hombros y se lo llevó a cuestas a otra habitación antes de que Itsuki pudiera decir esta boca es mía. —A... ¿A dónde me llevas?— murmuró preocupado Itsuki. —A bañarte. Llevas dos días sin hacerlo, ¿no?— respondió Tokiwa. Itsuki vio una lavadora y un fregadero en lo que parecía ser un pequeño vestuario. Detrás de una puerta corrediza de cristal se encontraba el baño. Ya allí, Tokiwa sentó a Itsuki en una silla de madera. —Quítate la ropa— ordenó Tokiwa con brusquedad. ¿Se va a quedar a verme? se preguntó Itsuki. 81

Tokiwa bufó ante las dudas de Itsuki, y empezó a desabotonar el pijama de éste con sus largas manos, pero Itsuki le apartó de encima. —Puedo hacerlo solo— protestó. —¿Podrías dejarme mientras me desvisto? —Tal como estás, no te puedes valer por ti mismo.— señaló Tokiwa. —Si te fijas, ahí no hay pasamanos. —Bueno, quizá pueda...— Itsuki habló despacio, como si tratara de ganar tiempo. —El médico dijo que tus escayolas no podían mojarse.— le recordó Tokiwa. —Además, aquí es fácil resbalarse. Te puedes abrir la cabeza... ¿qué te parece la idea de volver al hospital pero esta vez en la unidad de cuidados intensivos? Itsuki no respondió: había constatado que Tokiwa no estaba para dialogar mucho. —No tienes nada que esconder. Ya lo vi todo la otra noche— Tokiwa dijo, en tono práctico. Itsuki se irguió mientras Tokiwa le quitaba la ropa y guardaba sus escayolas en unas bolsas plásticas, luego lo sentó al lado de la bañera en una silla también hecha de plástico y vertio agua caliente sobre sus hombros. —Agárrate bien, no quiero que te caigas— dijo Tokiwa secamente mientras frotaba los brazos de Itsuki con una esponja jabonosa. Tokiwa volvía a aparecer completamente indiferente, como si la última noche de pasión hubiera sido un sueño.

82

83

Ahora bañaba los muslos de Itsuki con un aire aséptico, casi como si fuera un trabajo, y evitaba mirar a Itsuki, con lo que éste se sintió tremendamente cohibido. Tras quitarle a Itsuki el exceso de jabón, Tokiwa empezó a lavarle el cabello, algo que nadie había hecho desde que Itsuki era niño. Relajándose ante el gentil contacto de las manos de Tokiwa, Itsuki cerró los ojos. Después del baño Tokiwa envolvió a Itsuki con una toalla y lo llevó de vuelta al sofá. —Ponte esto por hoy— dijo Tokiwa, dándole más ropas inconfundiblemente suyas, por el olor a tabaco. A continuación abandonó la sala, mientras Itsuki las pasaba duras para vestirse por su cuenta. Sin embargo, Tokiwa regresó enseguida con otra bandeja en la que había una taza y un pequeño cuenco. La dejó en la mesa mientras retiraba la toalla mojada de Itsuki. Éste se dio cuenta, mientras tocaba su cabello mojado, de que no tenía la cinta que solía usar para sujetarse el cabello. Probablemente la tenía en el dormitorio, peor ahora no podía ir a buscarla.

Algo aburrido, Itsuki cogió el mando a distancia del gran televisor de Tokiwa. Las noticias locales informaban de la mayor nevada de los últimos veinte años, e informaban de que la alerta por ventisca seguía vigente. Itsuki echó una mirada a la ventana; estaba claro que no ternía elección y que tendría que quedarse hasta que el tiempo mejorara.

84

Más tarde empezó una serie de anime, pero Itsuki estaba aburrido y apagó la tele. Pensó en echarse una siesta hasta que reparó en una pila de libros y revistas que había al lado del sofá. Eran álbumes de fotos, revistas y libros sobre arte. Itsuki cogió uno que le llamó la atención y se quedó mirándolo embobado. El libro trataba sobre un artista que Itsuki admiró cuando era niño. Éste ojeó la primera página y descubrió que lo publicó un museo de una ciudad lejana. Itsuki se abstrajo rápidamente entre las páginas. Itsuki visitó aquel museo en una excursión del colegio, y se enamoró del pintor instantáneamente. Aunque ya había fallecido, aquel artista había dejado una importante colección de cuadros sobre árboles, flores y pájaros. Los trazos delicados y el suave entrelazado de los colores habían sido la marca característica de aquel pintor. Engolosinado con las pinturas, Itsuki vio una de ellas, que había visto junto a Tokiwa hacía años. Itsuki tenía aquel incidente grabado nítidamente en su memoria: había estado mirando ese cuadro durante una hora, completamente abstraído. Entonces, de repente una voz le había susurrado: —¡Ajá! Conque esto es lo que te atrae. Tokiwa había estado junto a él todo el tiempo, pero Itsuki no se había percatado siquiera. Durante todo el tiempo en el que Itsuki estuvo absorto, Tokiwa había estado contemplando el cuadro a su lado. —Muchas gracias— susurró Itsuki. La primera vez que había visto los cuadros de aquel pintor había sentido la misma compulsión, y por poco se perdió el autobús de vuelta.

85

—Estaba mirando un cuadro— justificó Itsuki sin resuello al volver al bus. Sus compañeros se rieron de él, y en adelante Itsuki siempre iba a los museos por su cuenta. Cuando Tokiwa lo invitó por primera vez, Itsuki le explicó sus manías. —A veces puedo estar horas mirando un cuadro— advirtió. —Pero trataré de seguir tu ritmo. Sin embargo, Tokiwa no le había apresurado aquella vez. Recordando aquella visita al museo, el corazón de Itsuki se inflamó de nostalgia.

Se quedó dormido en el sofá, abrazado al libro de cuadros, hasta que oyó que le llamaban por su nombre. Tokiwa estaba otra vez a su lado: cogió el libro de entre sus manos y lo levantó en brazos. —¿A dónde me llevas ahora? —Al baño... digo yo que ya te hace falta, ¿no?— dijo Tokiwa en tono sarcástico. Lo cargó al aseo, y aunque Itsuki le convenció de que se quedara fuera mientras hacía sus cosas, nada más acabar Tokiwa volvió a entrar y lo llevó al salón. —Volveré en dos horas, pero llámame si necesitas algo— le dijo —Estaré a tiro de piedra. —Esto... ¿y la silla de ruedas?

86

El día anterior había podido usarla: era bastante útil para aliviar un poco a Tokiwa de la necesidad de acarrear a Itsuki. Con aire cansado, Tokiwa musitó: —La he devuelto. —¿Qué? Pero, ¿por qué? —El hospital la necesitaba. Cuando tu tobillo izquierdo se cure te buscaremos unas muletas, pero por ahora tienes que tener paciencia.— dijo Tokiwa bruscamente. —Entonces debería irme a casa. No quiero ser un estorbo para ti. —¿Y entonces qué? Crees que Yamabe-sensei cuidará de ti en mi lugar? Itsuki no supo qué decir. Estaba acostumbrado a ser la preciada mascota de Yamabe. Respondió a la mirada penetrante de Tokiwa con un ademán frío. Si Tokiwa tenía que especular sobre su extraña relación con Yamabe, él no tenía que seguirle el juego. Lo que estaba claro es que Yamabe jamás le había gritado como hacía Tokiwa. —Mira, haz lo que te dé la puta gana... ¡Me importa una mierda! Que te vengan a buscar, o que te tires por el barranco, ¡me la sopla!— Tokiwa bufó como un condenado y salió de la habitación dando un portazo. De repente a Itsuki no le pareció buena idea preguntar si podía usar el teléfono. Iré contigo a ver a Yamabe en dos semanas. Mientras tanto, te quedarás aquí. Si Tokiwa no le dejaba entrar en su estudio, no podía ayudarle en su trabajo. Ahora tampoco podía moverse por la

87

casa sin silla de ruedas. Estaba claro que Tokiwa quería que Itsuki se quedara, pero éste no podía entender por qué. Afuera seguía nevando copiosamente. Itsukimiró por la ventana el mundo exterior, y su frustración crecía con cada copo que caía.

88

a nieve cayó durante toda la noche y el noticiero local informó constantemente que la ventisca estaba rompiendo record Tokiwa finalmente salió de su taller y entró en la sala, donde Itsuki dormitaba en el sofá. Cuando sintió el aire frío, despertó. Tokiwa le quitó el cobertor y lo levantó. Itsuki vio cómo Tokiwa lo llevaba a la recámara. Su cuerpo entero se tensó cuando lo colocó en la cama. Tokiwa no parecía darse cuenta de que Itsuki había despertado, así acomodó sus piernas por él, Entonces lo cubrió con un cobertor y tranquilamente se alejó. Itsuki se sintió aliviado cuando Tokiwa no regresó, pero seguía un poco ansioso. Vio el reloj en la pared, eran casi las once. Lo de la noche anterior era otra cosa. Tokiwa no parecía estar interesado en la herencia de Yamabe, Itsuki sabía que él nunca había estado interesado en eso, pero si seguía presionando, Tokiwa iría a ver a Yamabe. De cualquier manera, Tokiwa podría realmente no regresar a dormir esa noche. Probablemente decidiría dormir en el sofá. Repentinamente Itsuki se sintió vacío. Pero ignoró sus sentimientos y acomodó su cara en la almohada Repentinamente oyó pasos por el pasillo y se congeló bajo los cobertores. El sonido de la puerta al abrirse pareció inusualmente fuerte. Tokiwa se movió tranquilamente, pensando que Itsuki estaba dormido. Itsuki lo oyó desnudarse y acostarse a su lado.

89

Entre más pretendía estar dormido, más se tensaba su cuerpo. Se dijo a sí mismo que Tokiwa estaba ahí porque no había otro lugar para él. —¡Ahh! Un brazo lo alcanzó y lo jaló más cerca, ocasionando que Itsuki gritara sin pensarlo. Una fría mano se movió por su garganta y tomó su mentón, ahora podía sentir la respiración de Tokiwa en su piel. Tokiwa lo besó apasionadamente. Robándole el aliento y sosteniéndolo fuerte para que Itsuki no pudiera escapar. Itsuki luchaba por respirar cuando la lengua de Tokiwa encontraba su camino al interior de su boca, besándolo con la misma intensidad que la noche anterior. Los largos brazos de Tokiwa parecían querer exprimirle la respiración de su cuerpo. Los fríos dedos de Tokiwa se deslizaron por debajo de la camisa de su pijama, acariciando su pecho y abdomen. Itsuki tembló sorprendido cuando le pellizcó los pezones. Tokiwa definitivamente iba a continuar donde se habían quedado la noche anterior. Tokiwa silenció las protestas de Itsuki con un gran beso. Entonces besó su oído a través de su cabello y chupó su cuello. Itsuki sintió las sensaciones recorrer toda su espalda. Cerró los ojos y se tensó contra Tokiwa. Las manos de Tokiwa se movían en sincronización con sus labios, dirigiéndose abajo de la pretina de sus pantalones. La noche previa había sido la primera ocasión en que había sido tocado por otra persona. La sensación todavía lo asustaba, pero su pene reaccionó automáticamente al toque de Tokiwa. —¿Por qué...? Uh. 90

Tokiwa no respondió; mientras Itsuki jadeaba, él chupaba el lóbulo de su oreja y acariciaba su pecho con la otra mano. Los dedos de Tokiwa eran implacables, mordisqueó el labio de Itsuki, lenta pero sorpresivamente, llevaba al límite a Itsuki. El deseo de Itsuki que recientemente había sido despertado era incluso más intenso que el día anterior. Mientras Tokiwa lo atendía con sus dedos y sus labios, Itsuki no pudo evitar gritar de placer. Trató de mover sus caderas, de escapar, pero Tokiwa lo jaló y lo mantuvo sumido en la acción. Itsuki sentía que el fuego de la pasión lo quemaba, mientras Tokiwa acariciaba su pene con intensidad. —¡No! ¡Déjame ir! —gritó moviendo violentamente la cabeza. Trató de empujar a Tokiwa, de alejarlo, pero Tokiwa besó su mentón, lamió su cuello y chupó el lóbulo de su oreja. Antes de que Itsuki se diera cuenta, estaba llegando al borde —Itsuki, Itsuki —gimió Tokiwa. Itsuki sentía como si su corazón fuera arrancado, escondió su cara en la almohada para silenciar sus gemidos, tan altos que le lastimaban los oídos. Pensó que Tokiwa finalmente lo liberaría, pero Tokiwa giró a Itsuki, y de nuevo lo besó profundamente. Sorpresivamente Tokiwa puso su mano entre las piernas de Itsuki, quien tembló de miedo. Tokiwa levantó suavemente sus piernas enyesadas, como si manejara objetos preciosos, puso sus manos frías debajo de sus rodillas. Esto no ha terminado todavía, pensó Itsuki

91

Recordó la fuerza bruta de la noche anterior, y tembló. Abrió la boca para protestar, pero las palabras no salieron. Sorpresivamente Tokiwa raspó sus dientes en la suave carne del interior de sus muslos. Itsuki sintió dolor un momento, pero rápidamente fue reemplazado por la humedad de la boca de Tokiwa, una nueva y extraña sensación se esparció sobre Itsuki. —No pelees conmigo, o tendré que obligarte de nuevo, sé buen niño y quédate así. Te prometo que no te lastimaré — dijo Tokiwa mientras brutalmente mordisqueaba el muslo de Itsuki. Itsuki podía sentir el cálido aliento sobre su miembro y se le puso la piel de gallina. Se levantó y se apoyó en su codo para ver, y entonces gimió a causa del impacto. —¡Detente! ¡Eso es sucio! —gritó Itsuki. —No está sucio, yo lo lavé esta tarde —bromeó Tokiwa—. No te preocupes, puedo lavarlo de nuevo después. Itsuki luchó por liberarse del poderoso y obstinado agarre de Tokiwa. Pero no logró mucho, podía sentir la caliente respiración de Tokiwa y su húmeda lengua devorando cariñosamente su miembro. Mientras, Tokiwa tomaba en su boca tanto como podía. Itsuki sentía su pene abrazado por la profunda, húmeda y caliente garganta de Tokiwa. El cuerpo entero de Itsuki se derretía de placer y no pudo evitar gemir fuerte. Tomó el cabello, de Tokiwa tratando de alejarlo, pero Tokiwa se movía demasiado rápido. Ahora Tokiwa estaba usando su lengua y sus dedos para abrir el agujero secreto de Itsuki.

92

Itsuki temblaba a causa de las intensas emociones, justo cuando sintió el cabello de Tokiwa entre sus muslos. Incapaz de sostenerse más tiempo, Itsuki cerró los ojos. Sintió un brillante resplandor rojo quemando detrás de sus párpados. Cuando Tokiwa jalaba su pene, oyó un húmedo sonido, y supo que había llegado al clímax de nuevo. Miró al techo jadeando y recordando lo que Tokiwa le había hecho la noche previa. No importaba cuanto protestara Itsuki, Tokiwa no se detendría. Tokiwa no lo iba a dejar ir hasta que el virginal cuerpo de Itsuki fuera completamente destrozado. Pronto Itsuki estuvo demasiado agotado incluso para gritar. La pálida luz del amanecer entraba por la ventana ¿Por qué sigue tan enojado?, pensó desesperado. ¿Por qué tiene que llevar las cosas tan lejos? Itsuki lo había acosado para que viera a Yamabe, pero Tokiwa siempre podía rehusar la oferta. Además, no era culpa de Itsuki que Tokiwa estuviera molesto con la propuesta de Yamabe. Quizás Tokiwa estaba enojado por la vieja pintura de Itsuki. Tal vez no quería que viera que aún la tenía. Entonces, otra vez, probablemente Tokiwa estaba enojado porque había entrado al taller. Tokiwa soltó las rodillas de Itsuki, y suavemente le besó el cuello. Sostuvo las caderas de Itsuki, que seguían temblando de placer. —Ahora, relájate, déjame tomar el control —ronroneó Tokiwa.

93

Un momento después Itsuki sintió la intensidad del pene de Tokiwa penetrándolo, incluso más profundamente que la noche anterior; no podía hacer sonidos, pero sostenía la respiración ante el impacto de cada impulso de Tokiwa —No sostengas la respiración, sólo exhala lentamente y lo disfrutarás más —dijo Tokiwa suavemente. Itsuki asintió y respiró profundamente, Tokiwa besó su cuello como si lo consolara y también acarició su ardiente piel. Tokiwa no esperó mucho, una vez que Itsuki se relajó un poco, lo agarró por las caderas y empujó su pelvis incluso más profundamente. Mientras Tokiwa movía sus caderas, Itsuki sentía una extraña y profunda sensación dentro de su cuerpo. —Itsuki... —gimió Tokiwa de nuevo El cuerpo entero de Itsuki se sentía caliente, y cosquilleaba. Abrió los ojos ante la extraña sensación. Tokiwa tenía su cara muy cerca de él. Itsuki cerró los ojos y se bloqueó a todo. Tokiwa besaba su cara, mientras Itsuki jadeaba luchando por respirar. Incluso con los ojos cerrados podía sentir la mirada fija de Tokiwa en él. Itsuki giró la cabeza, alejándose, pero Tokiwa lo detuvo y lo besó. Itsuki gimió cuando Tokiwa le metió la lengua en su boca, explorándola. —Itsuki —Tokiwa le habló, con voz llena de sorprendente dulzura—. Eres mío. Tokiwa empujó dentro de Itsuki con un suave movimiento, e Itsuki se dio cuenta repentinamente de que sus sentimientos hacia Tokiwa no habían desaparecido del todo. Cuando Tokiwa se salió, Itsuki hizo todo lo posible por olvidarlo. Estaba convencido de que Tokiwa sólo lo veía 94

como una mascota y finalmente se prometió dejar el pasado atrás. Pero a pesar de eso, el dolor en su corazón seguía fresco y brillante, como los colores de su paleta de pinturas. De nuevo Itsuki estaba solo. —Itsuki —Tokiwa le había confesado sus deseos hacia él, pero de nuevo Itsuki estaba demasiado aterrorizado para contestarle, Tokiwa estaba a su lado con una chocante sonrisa ¿Como puede alguien ser tan dulce en un momento, y después tratarte como una inútil muñeca? —Itsuki. Tokiwa lo besó profundamente, su lengua sabía a cigarro. El cuerpo entero de Itsuki se derretía y cosquilleaba de placer. Incapaz de contener sus gritos de placer, Itsuki tuvo una extraña sensación de desesperanza. A pesar de todo el disgusto y lo mucho que odiaba ser tocado de esa manera, Itsuki no podía alejar las manos de Tokiwa. Si Tokiwa lo quería de esa manera, Itsuki le iba permitir hacerlo. Sus sentimientos eran un lío de contradicciones. Itsuki agarró las sábanas en un puño, sin poder detener su cuerpo. Mientras Tokiwa seguía besándolo hambrientamente, Itsuki se sentía horriblemente disociado. Una muñeca incapaz de regresarle el abrazo a su compañero.

95

ara cuando la nieve empezó a derretirse, Itsuki sentía sus tobillos muy mejorados. Incluso podía sostenerse de pie si se apoyaba en algo. Después de comer, como de costumbre, Tokiwa aparecía y lo llevaba al baño, donde se aseaba las manos sosteniéndose del lavabo. De regreso al sofá, Itsuki recordó repentinamente que había perdido las llaves. Llevaba seis días en la casa de Tokiwa. Tenía que explicarle eso a Yamabe—sensei Tokiwa había telefoneado a Yamabe el segundo día, para conversar acerca de Itsuki. Kasaoka llamó a la casa dos veces después de eso, y le dijo a Itsuki que no tenían que hablar a diario para saber de su condición. —Si él se pone rudo para prestarte el teléfono, sólo trata de hacer lo mejor posible en esa situación —le había dicho Kasaoka. Itsuki quería decirle que enviara un carro por ellos, pero Tokiwa siempre escuchaba cuando Itsuki hablaba por teléfono. Se quedaba en silencio viéndole hablar, hasta que Itsuki colgaba, frustrado. Tokiwa levantaba todas las tardes a Itsuki del sofá. Usualmente lo llevaba a la cama primero, y regresaba después y sin un sonido lo jalaba a sus brazos. Durante el día Tokiwa trataba a Itsuki con indiferencia pero por las noches lo abrazaba tan fuerte que casi lo dejaba

96

sin respiración, y repetía su nombre una y otra vez Después de hacer el amor, Itsuki dormía como un bebé en sus brazos. Lo que le molestaba de todo eso, era que Tokiwa volvía a actuar fríamente de nuevo en la mañana. Lo despertaba, lo llevaba al sofá, le daba de comer, lo llevaba al cuarto de baño. Todas las noches, bañaba a Itsuki primero y luego se lavaba él. El resto del tiempo Tokiwa se encerraba en su taller. Durante el día, Tokiwa llamaba a Itsuki “Hashimoto”. La actitud indiferente de Tokiwa, su indescriptible expresión y el sarcástico tono de su voz comenzaban a serle familiares. Las manos que atendían a Itsuki eran suaves, pero de una manera clínica. Sin duda, Tokiwa era dos personas diferentes.

¿Quién es esta persona? Itsuki se preguntaba cuando Tokiwa lo sostenía cerca de él en las noches. A la mañana siguiente, cuando Tokiwa regresaba a su yo frío, Itsuki podía recordar el cálido toque de la noche y suspiraba. Su calor y frío eran un ciclo que se repetía cada día. Itsuki no tenía ni idea de las intenciones de Tokiwa. Quería preguntarle, pero no podía encontrar las palabras. Además de que no estaba seguro de cómo reaccionaría Tokiwa. Así que Itsuki se pasaba la mayor parte del día preguntándose qué significaba todo eso. Sorpresivamente Itsuki oyó ruidos en el exterior. Se asomó a la ventana y vio aproximarse a la casa un carro desconocido. El conductor apagó el motor y tocó la bocina.

97

Itsuki oyó a Tokiwa dirigirse a la puerta del frente. Durante los pasados seis días nadie se había acercado, probablemente debido al clima. Cualquiera que fuera el visitante, Itsuki no esperaba que se lo presentaran. Sorpresivamente la puerta de la sala se abrió, y Tokiwa entró con el joven hombre. —Entonces, ¿quieres que te corte el cabello? —dijo el joven, viendo a Itsuki con interés. Parecía ser más joven que Itsuki, con brillante cabello castaño y ojos infantiles. —Pero si se te ve muy lindo de esa forma —dijo, acariciando el largo cabello de Itsuki—. Estás realmente seguro de que quieres que te lo corte todo. —Sí. Alrededor de los hombros —indicó Tokiwa saliendo del cuarto — ¿Lo quieres más corto alrededor de las orejas, o esperamos a ver cómo se ve? —preguntó el peluquero, quitándole el lazo del cabello. Tomó una bata de su caja y se la puso a Itsuki. —No quiero cortarme mi cabello, por favor detente — pidió Itsuki. El joven se congeló un momento y retiró la bata. —Lo siento, pero no permitiré que cortes mi cabello —se disculpó Itsuki. —Pero Toki me pidió que lo hiciera. Dijo que estabas lesionado y que no podías ir al salón —alegó el peluquero, parecía turbado. Repentinamente su rostro se iluminó, como si entendiera—. ¡Oh! Probablemente no te dijo que soy un

98

peluquero licenciado. Trabajo en el salón cerca de la estación, aquí está mi tarjeta —dijo apurado. Itsuki nunca había oído del salón. —Realmente, hoy es mi día libre. No debería estar aquí. No me acuses en el salón. ¿Bien? —dijo en tono de broma. Recogió todas sus cosas, e Itsuki le vio alejarse. Se sentía mal, pero, ¿qué podía hacer? Yamabe se pondría irritable si se cortara el cabello. —Realmente lo siento, pero cortarme el cabello no es mi decisión —dijo acomodando su cabello en una cola de nuevo. —Si dejarlo largo no fue tu elección, entonces, ¿por qué no te lo cortas? —preguntó Alguien detrás de ellos. El corazón de Itsuki casi se detuvo. No necesitaba girarse a verlo para saber que Tokiwa estaba de mal humor. —La siguiente vez que me hagas subir hasta aquí, asegúrate de que la persona realmente quiera un corte. ¿Está bien, Toki? —resopló el joven. Dejó su caja de herramientas—. Pero puedes hacer algo por mí. ¿Como darme un paseo por tu taller e invitarme una taza de café? —Puedo darte la taza de café, pero el taller está fuera de los límites —dijo Tokiwa.

—Bueno, no es un gran problema, yo sólo quería... ey, ¡baja eso! —gritó el joven. Itsuki sintió que levantaban su cola de caballo y oyó el ruido de las tijeras. —Toki, por dios, qué estás haciendo —gritó el peluquero. 99

100

—Sólo ayudo —aclaró Tokiwa—. Tú puedes arreglar lo que ya hice. —Le debió tomar años tener así su cabello —protestó el joven—. ¿Quién te da derecho a cortarlo? —Tengo todo el derecho para hacerlo —bufó Tokiwa, luego dejó las tijeras y salió del cuarto. Itsuki se tocó las duras puntas de su cabello. Tokiwa había cortado toda su cola de cabello de un solo tijeretazo, y su cabello estaba desparramado en el suelo. Se vio al espejo. ¿Quién soy ahora? Sentía extraño no sentir el peso de su cabello en la espalda. El cabello hasta su cintura no era sólo porque así le gustaba a Yamabe, sino porque él amaba pasar sus dedos a través. Itsuki temía regresar y que Yamabe lo viera así. Sólo podría disculparse con Yamabe, y decirle que el corte había sido contra su voluntad. — ¿Te gustaría que arreglara las puntas ahora? — Preguntó el peluquero, mirando a Itsuki con lástima—. No quieres salir viéndote de esa forma. —Por favor, hazlo —dijo Itsuki asintiendo. El peluquero sonrió aliviado y comenzó a trabajar como un profesional. Era platicador, como la mayoría en su profesión, no parecía importarle que Itsuki no respondiera. Mientras hablaba, Itsuki aprendió por qué el peluquero conocía a Tokiwa. El cuñado del peluquero era un amigo de la preparatoria de Tokiwa. A menudo veía a Tokiwa cuando visitaba a su hermana en su casa.

101

—Pero él es tan frío —se quejó el joven—. Pasaron casi dos meses antes de que le hablara directamente. Cada año se realizaba un proyecto para recaudar donativos para los niños del jardín de infantes. Un proyecto de arte donde sus parientes realizaban donaciones a la escuela. Nosotros hablamos mucho mientras trabajaba en el proyecto. La escuela siempre contrata a un artista reconocido para supervisar el proyecto, este año había sido Tokiwa. Los padres y los niños se involucran mucho con los preparativos. Muchos padres ofrecían su tiempo para llevar el proyecto a gran escala. —Toki principalmente supervisa a los padres, que no se divierten mucho con eso —explicó el peluquero—. Pero él siempre parece del tipo agresivo. ¿No lo crees?, ¿Él siempre fue así? El peluquero se rió, y continuó la historia. —La mayoría de los padres no habían hecho nada artístico desde la preparatoria. Ellos se cortan en los dedos constantemente con los cuchillos para tallar, pero nadie se quejaba. Toki seguramente debía de querer patearlos al verlos. Itsuki asintió, pesando en todas las cosas extrañas que había oído. Sabía que Tokiwa hacía lo que se le antojaba. Pero trabajar para un jardín de niños. ¿Que no había mejores cosas que hacer con su tiempo? Justo en ese momento el peluquero terminó. —Listo —le dio un espejo a Itsuki—. ¿Quieres verlo por detrás?

102

Tokiwa había dicho hasta los hombros, y el peluquero había seguido las indicaciones al pie de la letra. El corte le recordó a Itsuki la manera como lo usaba antes de conocer a Yamabe. Tuvo la extraña sensación de que estaba viendo a una versión más joven de él mismo. —Con tu mandíbula y tu línea del cuello, tu cabello se ve mucho mejor de esta manera. Te ves más como una persona real ahora —dijo el peluquero francamente—. Antes parecías más bien un objeto inanimado, como una planta en maseta o algo así. —Una planta en maseta —se rió Itsuki. —Sí, estabas sentado ahí y no estaba seguro de si estabas vivo o muerto. Te diré la verdad, me preguntaba si eras un maniquí o algo así —dijo seriamente. Itsuki no estaba seguro de qué decir. —Oh, lo siento, no quise ser rudo —se disculpó el joven repentinamente al notar la incomodidad de Itsuki—. No quise decirlo de esa manera. Mi jefe siempre me dice cosas como esa, pero yo no quise decirlo. En serio. Mientras el hombre trataba desesperadamente de salvarse, Itsuki no pudo evitar sonreír un poco. Quizá a alguna gente le molestara la franqueza del joven. Pero Itsuki realmente se sentía un poco celoso. —Gracias por el corte —dijo—. Realmente, era justo así como lo usaba antes, me trajo recuerdos. — ¿En serio? Me alegra oír eso —dijo el peluquero aliviado—. Quién sabe, quizá no soy tan creativo... Ahora el peluquero se sentía un poco incómodo, después de todo Itsuki era un extraño para él.

103

—Tú puedes decir lo que quieras, independiente —dijo Tokiwa desde el fondo.

porque

eres

—Trabajo muy duro para ser independiente. Así que no me lo hagas difícil. Subí a la montaña por ti. ¿Recuerdas? — contestó el peluquero. —Te lo pedí como un millón de veces —le recordó Tokiwa—. De todas formas te voy a pagar, no te quejes. —Wow, ¡gran hombre! ¿Es ese mi café? Gracias, pero lo tomo con crema y azúcar. —Se paciente, la traeré —dijo Tokiwa, girando los ojos. El peluquero se giró hacia Itsuki, y se rió. —Toki hace un gran café. ¿Lo sabías? —El joven al parecer disfrutaba amargar a Itsuki. —Cuánto es lo que te debo —preguntó Itsuki. —No te preocupes por eso —dijo el joven—. Le cobraré al hombre que te atacó. —Pero me hiciste el corte a mí. Tokiwa no debe de pagar por eso. El peluquero parpadeó incrédulo. —Bien. ¿Cuánto te debo? —insistió Itsuki. —Eres extraño. ¿Realmente eres amigo de Tokiwa? — preguntó el peluquero. Itsuki se quedó tranquilo, el peluquero lo vio extrañado y continuó.

104

—No te enojaste cuando te lo cortó a pesar de que le pediste que no lo hiciera, ahora quieres pagarme. Tokiwa tiene algún tipo extraño de control contigo. —Cállate, chico tijeras. Respeta la vida privada de los extraños —dijo Tokiwa, regresando al cuarto. —No me llames de esa forma, suena como a película de terror de segunda categoría —contestó el peluquero viendo a Tokiwa. —Cállate o tendré que sacarte. Siéntate y toma tu café —dijo Tokiwa cortante, pero en tono de humor. Dejó tres tazas en la mesa. Itsuki repentinamente se sintió fuera de lugar. —Estábamos hablando de los honorarios, el tipo quiere pagarme él mismo, ¿por qué debería hacerlo? —preguntó el peluquero tomando su taza de café. —Si tú cobras doble tarifa, le diré a tu jefe —amenazó Tokiwa. —Si ese fuera mi plan, no te lo diría. ¿O lo haría? —El joven se veía inquieto—. Vine aquí porque me lo pediste, y así finalmente tendría un paseo por tu casa, ¡déjame ver el taller y no te cobro el corte! —No voy a dejar que veas nada. Deja de preguntar — Tokiwa dijo con firmeza. —Ufff. Tan pronto te alteras —El peluquero hizo un puchero. Tokiwa le sonrió a él de la misma forma como acostumbraba sonreírle a Itsuki cuando eran amigos. Tokiwa ya nunca le sonreía de esa manera.

105

Sentado en el sofá, Itsuki, avergonzado, deseaba desaparecer. El peluquero era realmente amigo de Tokiwa. ¿Tendría otros amantes? Antes, la vida privada de Tokiwa era todo un misterio. Había rumores de todo tipo, pero sólo una cosa era cierta: Tokiwa era adicto al trabajo. Desde el principio Tokiwa había aclarado que no hablaba de su vida privada. Pero nadie asumía que careciera de amantes sólo porque no hablaba de ellos. De repente la bata alrededor de su cuello se sintió insoportablemente pesada. Se la quitó cuidadosamente tratando de no que se dispersara el cabello. Todo eso mientras Tokiwa y el peluquero continuaban conversando. —Mañana es el último día del proyecto, ¿verdad? ¿Quieres venir a casa a comer? Voy a hacer arroz frito y sopa —comentó el joven. —Presta atención, chico tijera —dijo Tokiwa amablemente—. Ellos van a llevar cajas de lonche mañana, ¿recuerdas? Además, yo paso de tu comida de todas formas, no puedes obligarme a comer alimentos envenenados. —Malvado, nadie ha comido comida envenenada en el invierno —bromeó el peluquero. Itsuki nunca había actuado tan casualmente con Tokiwa, ni siquiera en el pasado. —Oh, ¿él va a venir contigo? —preguntó el joven señalando a Itsuki. Itsuki prestó atención y vio al peluquero mirándolo con expresión estúpida.

106

—Él no tiene idea de lo que estamos hablando, pero puede venir. No sé en qué puede ayudar, pero… —el peluquero trataba de explicarse, pero era honesto. Tokiwa levantó las cejas y pretendió darle un golpe con el puño. —Ow, me golpeaste, te reportaré con la policía por atacarme —chilló el peluquero. — ¿Cuántas veces te he dicho que pienses antes de hablar? ¿Puedes comprenderlo? —gruñó Tokiwa. — ¡Ay, vamos! —protestó el joven—. Él puede caminar un poco. ¿O no puede? Entonces, puedes subirlo en tu carro. — ¿De qué estás hablando? —dijo Tokiwa con cautela —Bien, entonces en una silla de ruedas —agregó el joven—. Aunque dado que se va a hacer mucho trabajo manual, no creo que pueda ayudar mucho, de cualquier forma. Itsuki no deseaba contestar, pero estaba interesado en el proyecto del que hablaban. —Todo lo que te estoy diciendo es que quizá deberías elegir mejor las palabras, antes de hablar —dijo Tokiwa — ¡Ey, espera un minuto! No me empujes de esa manera —protestó el peluquero repentinamente. Tokiwa lo tomó de los hombros y lo sacó de la sala. — ¿Qué estás haciendo? —gritaba el joven. Itsuki oyó el murmullo de una conversación en el pasillo. Tokiwa regresó veinte minutos después. Vio la taza de café sin tocar, y frunció el ceño. — ¿No quieres nada? —preguntó. 107

Itsuki negó, Tokiwa colocó la taza en la bandeja y salió de la sala llevándosela. Itsuki pensó de nuevo en el joven. ¿Realmente eres amigo de Toki? Itsuki había sido incapaz de contestar esa pregunta, como tampoco podía aclarar su papel en la vida de Tokiwa. Durante el día Tokiwa veía a Itsuki con frialdad, sin brillo de interés. Durante la noche se mostraba amable, pero nunca dejaba que Itsuki hablara sobre lo que sucedía entre ellos. Últimamente parecía que Tokiwa lo veía como una propiedad heredada de Yamabe. La puerta se abrió de nuevo, pero era solo Tokiwa. Levantó a Itsuki. — Probablemente quieras lavar tu cabello. Tokiwa lo llevó al cuarto, lo desnudó y cubrió sus yesos con bolsas. Sentó a Itsuki en la silla y lavó su recién cortado cabello. Itsuki notó que había algo diferente en la manera como lo llevaba de regreso al sofá. Usualmente Tokiwa le dejaba la ropa limpia y lo dejaba. Esta vez Tokiwa se sentó a su lado, antes de que Itsuki pudiera decir algo. Comenzó a secarle el cabello con gran cuidado. Itsuki vio entre los espacios de la toalla y se encontró con la mirada de Tokiwa. Tokiwa inmediatamente dejó la toalla, pasó sus dedos por el cabello de Itsuki, acarició sus sienes y frente. Tocó los oídos, la nuca y el cuello, y de nuevo las sienes. Parecía como un niño maravillado por ver algo inusual por primera vez. —Itsuki —murmuró Tokiwa.

108

109

Tokiwa nunca le había hablado a Itsuki por su primer nombre durante el día. La íntima voz envió un temblor por la espalda de Itsuki. Tokiwa le acarició la mejilla. Itsuki fue incapaz de responder, pero por alguna razón no sintió la urgencia de escapar. Tokiwa se acercó y besó los párpados, las mejillas, el puente de la nariz y las sienes de Itsuki, suavemente le mordió el mentón, antes de cubrir su boca con la suya. Esa era la primera vez que Tokiwa lo besaba suavemente. Exploró el interior de su boca. Mientras Tokiwa empujaba su lengua, todo el cuerpo de Itsuki hormigueó debido al familiar y cálido sabor a tabaco. Ahora los dedos del Tokiwa se sentían cálidos en su piel, fresca después del baño. Antes, las manos de Tokiwa se sentían frías, pero el agua debió haberlas calentado, y la inesperada sensación desconcertó a Itsuki. Después de un largo beso. Itsuki se sobresaltó cuando Tokiwa lamía las esquinas de sus ojos. Tokiwa jaló a Itsuki a su pecho y suavemente le acarició el cuerpo. Itsuki podía fácilmente escapar, pero no quería que eso sucediera. Tokiwa seguía en silencio, se acostó en el sofá, con Itsuki acurrucado contra él y acarició su corto cabello. Itsuki olía el tabaco en el suéter de Tokiwa, igual a como olían las sábanas.

110

l siguiente día el cielo estaba claro y hermoso sin una sola nube. Ellos habían desayunado temprano, como de costumbre. Entonces Tokiwa lo levantó y lo llevó al carro. Tokiwa le había dado una camisa de manga larga y un overol de trabajo. Itsuki sabía que había una razón para que Tokiwa le hubiera dado esa ropa. — ¿A dónde vamos? —preguntó Itsuki emocionado. —Tenemos que pintar algo. Es un trabajo perfecto para ti —dijo Tokiwa misteriosamente. Itsuki lo miró con gesto confundido. Tokiwa le sonrió socarronamente y jugó con su cabello. La actitud de Tokiwa había cambiado de la noche a la mañana. Itsuki pensó en el largo y suave beso que habían compartido después del baño. Tokiwa lo tocaba de manera diferente ahora. Parecía estar revisándolo para ver si el Itsuki que él conocía seguía ahí. Las cosas en la noche habían sido diferentes también. Tokiwa lo había abrazado y besado su cabello, pero no había intentado nada más. Itsuki había esperado que buscara sexo, pero Tokiwa sólo lo había abrazado y se había dormido. Itsuki se había dormido en los brazos de Tokiwa, confundido por su repentino cambio. Tokiwa parecía estar en un inusual buen humor esa mañana mientras bajaban la montaña. Itsuki estaba con la boca abierta asombrado ante el escenario. Las casas, la blanca arena, el profundo azul del océano, y el brillante azul del cielo. Los ricos colores lo habían dejado mareado. La

111

primera vez que subió la montaña la espectacular vista se hallaba oscurecida por la nieve. Pasaron por un área residencial, llena de verdor, con el azul del océano visible entre las casas. Los colores tenían impactado a Itsuki, después de años de vivir en un lugar sin océano y con pocos árboles. Salieron del camino, y Tokiwa apagó el carro. Itsuki vio un pequeño edificio, un patio de juegos y un gran letrero en el estacionamiento. Ese debe ser el jardín de niños, pensó Itsuki. Tokiwa está trabajando en el proyecto de la graduación de los niños. Hoy era el último día. Así que debería haber mucho trabajo por hacer. Itsuki se preguntó cuánto podría ayudar en su condición. —Supongo que tendrás que quedarte aquí —murmuró Tokiwa, frunciendo el ceño. —Solo déjame en el camino —pidió Itsuki—. Por favor, déjame ir, sensei* —No seas estúpido —contestó Tokiwa saliendo del carro—. Quiero que ayudes a pintar, y no me llames sensei, ¿de acuerdo? Desdobló la silla de ruedas y sentó a Itsuki. ¿Se la pediría prestada a alguien? se preguntó Itsuki. Entonces vio un nombre familiar en un lado de la silla. Así que Tokiwa nunca la regresó al hospital. Debió querer cargar a Itsuki. Al menos Tokiwa no trataba de hacerlo en público. — ¿Qué tipo de pintura están usando? —preguntó Itsuki con interés. * Sensei, maestro.

112

—Es a base de agua, es fácil de manejar. Quiero que les muestres a los niños cómo pintar. ¿De acuerdo? Ellos deben tener todo listo, te llevaré ahí... Tokiwa empujó la silla de ruedas de Itsuki hacia uno de los edificios y le presentó una mujer con delantal. —Bienvenido, Hashimoto, gracias por venir a ayudar — saludó a Itsuki inclinando la cabeza. Sakamoto—san era la directora, una mujer en sus cincuenta con una amable sonrisa. —Encantado automáticamente.

de

conocerla

—contestó

Itsuki

Mientras ellos hablaban, algunos padres extendían un plástico azul y otros bajaban cuatro objetos largos de madera de una camioneta. Nosotros vamos a hacer postes de tótem, los niños van a decorarlos con pintura y quedarán fijados en el patio luego de hoy. —Ya veo —contestó Itsuki mirando el área de trabajo. Los postes de tótem medían dos metros y medio de alto por aproximadamente treinta centímetros de diámetro, y tenían esculpidos rostros humanos. — ¿Lindos, uh? —dijo la directora orgullosa. Los niños trazaron las caras primero y sus padres las esculpieron.

Los tótems fueron trasladados a la mitad del toldo. Tokiwa examinó cuidadosamente cada cara esculpida, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Algunos 113

padres permanecían a su lado con papel de lija, listos para seguir las instrucciones de Tokiwa. — ¡Ey, me alegra que vinieras! —gritó alguien. Itsuki se giró y vio al joven peluquero secándose el sudor con un pañuelo. —Lo sabía, te ves muuucho mejor con el cabello corto — comentó—, claro algo tiene que ver que sea el mejor peluquero de la ciudad. —Sí, gracias —dijo Itsuki sintiéndose avergonzado. —Me alegra cómo se ve, estaba tan feliz cuando Toki dijo que le gustaba también. El peluquero estaba rizándose el cabello. Itsuki le respondió con una débil sonrisa, ya que encontraba imposible ser desagradable con él. —Siento lo de ayer —dijo el hombre—, no quería ser un imbécil. Sólo pensé que no habría mucho en lo que pudieras ayudar hoy. Por favor, no me odies. —No, no, no te preocupes por eso —le contestó Itsuki—. Me estaba preguntando lo mismo. — ¿En serio? Entonces, ¿qué haces aquí? — preguntó el peluquero— Lo siento, estoy siendo rudo de nuevo. No me escuches. Repentinamente alguien le gritó y él corrió viéndose aliviado. La mayoría de los padres estaban llegando al patio de juegos, platicando y riendo entre ellos. Itsuki pensaba en lo que el peluquero había dicho. Entonces, ¿qué haces aquí?

114

Itsuki quería saber la respuesta a esa pregunta, ¿por qué Tokiwa lo quería a su lado? ¿Por qué lo había tocado de esa manera? Itsuki necesitaba saber lo que Tokiwa pensaba y sentía realmente. Había llegado el momento de comenzar a pintar y la directora presentó a Itsuki con los niños. —Sólo díganme si necesitan ayuda —dijo tímidamente a los niños que empezaban a acercarse.

Itsuki

Pronto los niños aceptaron su oferta. — ¿Debería usar este color? —preguntó una pequeña niña. — ¿Cómo debo pintar su cabello? —preguntó otro niño. —Esta brocha me está dando problemas —lloriqueó alguien. Itsuki ayudó al equipo lo mejor que pudo, manchándose con la pintura en el proceso. No le extrañó que Tokiwa le hubiera dado un overol. Habían pasado años desde que Itsuki estuvo entre niños. Se sentía un poco desconcertado, pero era divertido ver al equipo trabajar. Y comenzó a sonreír a pesar de sí mismo.

Había cuatro tótems, pero cada niño tenía un área relativamente pequeña para pintar. Rápidamente cada poste estuvo cubierto de vibrantes colores. Con el trabajo terminado, cada grupo se detuvo para comer. Un maestro le llevó a Itsuki una caja de comida y un vaso de té, Itsuki vio alrededor preguntándose qué hacer. 115

—Ey, aquí. No es divertido comer solo. Come conmigo — le dijo el peluquero. Antes de que Itsuki pudiera protestar el joven empujó la silla al límite del jardín, donde una pequeña niña comía con sus padres. —Ey, hermana mayor, y hermano mayor. Él es de quien les he hablado, el célebre amigo de Toki —dijo el peluquero bulliciosamente—. Toki se fue a alguna parte, y él iba a comer solo. De cualquier manera, voy por las cosas antes de que se acaben. Se fue dejando a Itsuki. Itsuki recordó que el cuñado era el amigo de Tokiwa de la infancia, pero ellos nunca habían sido presentados. —Eres Hashimoto, ¿verdad? ¿Hashimoto Itsuki? —el hombre preguntó diplomáticamente. Durante esa mañana Itsuki había oído a Tokiwa hablar con él. —Aota. —Ese soy, así que finalmente ustedes dos tuvieron la oportunidad de verse. Me alegra oír eso —dijo Aota sinceramente. — ¿Perdón? —preguntó Itsuki. —Tokiwa te ha estado buscando por mucho tiempo — reveló Aota. Las palabras de Aota hicieron que Itsuki se estremeciera. Justo en ese momento, oyó una conocida voz acercarse.

116

—Siento hacerte esperar, veo que ya se presentaron — dijo el peluquero, quien llevaba comida para cinco personas, seguido por Tokiwa, quien lo veía exasperado. —Tú no puedes sólo llevarte a la gente de esa forma — ladró Tokiwa—. ¿No hay alguien más a quien puedas secuestrar? —No tengo idea de lo que estás hablando. No he hecho nada —dijo el joven. —Bien, no estoy aquí, para hacer lo que se me dé la gana, tengo responsabilidades que atender. Oh, lo siento, Aota, no había visto que estabas aquí —murmuró Tokiwa, tomando la silla de ruedas. Viéndose desconcertado, el peluquero dejó otra caja de comida en el regazo de Itsuki. Ahora él tenía dos. —Lo voy a llevar a la sombra —dijo Tokiwa—. Él se está recuperando de sus lesiones. —Está bien, pero ¿por qué no me presentaste a Itsuki? — preguntó Aota. —Si ya lo conoces, ¿qué necesidad hay de que te lo presente? —replicó suavemente—. De cualquier modo hablaremos más tarde. El peluquero asintió a su familia. —Vamos allá —sugirió a su familia—. Hay más gente. —Nos vemos después —dijo Tokiwa casualmente llevando la silla de Itsuki bajo el alero del edificio —No te preocupes por mí. En serio. Regresa con tus amigos, Tokiwa—sensei.

117

—No estaría aquí si no quisiera estar aquí. Te disculpas demasiado. Y no me llames sensei —dijo Tokiwa con aire juguetón. La entrada de la escuela tenía piso de cemento y pequeños escalones para que subieran los niños. Tokiwa acercó la silla ahí y se sentó en los escalones. — ¿Tienes frío? —preguntó Tokiwa. Itsuki sacudió la cabeza—. Apúrate a comer, es casi tiempo de regresar al trabajo. Itsuki se sintió aliviado de no tener que comer con extraños. Abrió la caja de su comida, reflexionando en las palabras de Aota: Finalmente ustedes dos tuvieron la oportunidad de verse. Tokiwa te ha estado buscado por mucho tiempo. Itsuki vio a Tokiwa, quien tenía un pañuelo azul marino en la cabeza, y una toalla del mismo azul en los hombros, que usaba para secarse el sudor cuando trabajaba. En un gesto que Itsuki reconoció haberle visto en el pasado. Tokiwa terminó su comida y encendió un cigarro. Repentinamente miró a Itsuki. Itsuki se congeló, incapaz de sostener la mirada, la apartó. —Um —Itsuki tartamudeó—. ¿Puede una pintura a base de agua funcionar para este proyecto? Los tótems se quedarán en el exterior. —Es una pintura a base de agua pero resistente al agua, para exteriores —le aseguro Tokiwa—. Por qué no tratas de experimentar con eso. Podrías pintar mi cobertizo, no me molestaría. —Pero es demasiado grande, y qué pasará si hago un desastre —se preocupó Itsuki.

118

—Yo compro la pintura y te ayudo a preparar la superficie —sugirió Tokiwa. Itsuki no estaba seguro de cómo responder el amable ofrecimiento de Tokiwa. Afortunadamente era tiempo de regresar al trabajo. Tokiwa se puso de pie, llevándose la caja vacía. —Me tengo que ir, termina de comer —le dijo antes de irse. Itsuki tomó uno de sus chopstick* Ey, señor, ¿le duelen las piernas? —le preguntó una voz infantil. Pero había perdido el apetito. Itsuki vio a la pequeña, algo en ella se le hacía familiar, inclinó la cabeza a un lado, mientras ella le veía las piernas. Mientras estaban pintando, ella había trabajado tranquilamente en medio del caos. La mayoría de los niños a su alrededor apenas tomaban la pintura y ya estaban todos manchados, pero ella seguía pintando su sección con toda paciencia. Entonces, cuando casi iba a terminar, se detuvo. — ¿Sucede algo malo? —le preguntó Itsuki. —No sé qué color usar ahora —dijo ella—. Mami y papi dicen que elija el color que me guste, pero el color que me gusta es diferente a todos los demás. —Creo que debes hacer lo que mami y papi te dicen — le contestó Itsuki con una sonrisa—. Es tu pintura, después de todo. Caramba, una vez yo pinté el océano púrpura y el cielo amarillo.

* Comida en forma de palitos, popular en el oriente.

119

Sus coletas y serios gestos le recordaron a su pequeña hermana. Cuando ella estaba en el jardín de niños, su madre los había llevado al océano para un picnic. Itsuki había empezado a pintar con acuarelas. Mientras su madre y su hermana jugaban en la arena, Itsuki pintó la escena. A su hermana le encantó que pintara el océano de púrpura pálido. —Es el color del océano al atardecer —le dijo su madre feliz. La pequeña niña seguía junto a la silla de ruedas, viendo a Itsuki. — ¿Te duelen ambas piernas? ¿Te lastimaste mucho? — le preguntó de nuevo. —Sí —asintió Itsuki—. Tuve un pequeño accidente y mis piernas no se han curado todavía. —Espero que te mejores pronto —deseó inocentemente, acariciando con sus manitas el yeso. Itsuki perdió las palabras. Ella continuó acariciando el yeso, entonces levantó la vista y lo vio con gesto serio. —Es bueno colocar tus manos en esto. —Tus manos —repitió Itsuki. —Mami dice que te curas más rápido de esta forma — dijo convencida la pequeña niña. Ella seguía pasando su mano por el yeso, como si lo calentara. Un momento después la retiró.

120

—Gracias, me dolía antes, pero ahora me siento mucho mejor —le dijo Itsuki. Ella respondió con una alegre sonrisa, justo cuando sus padres la llamaron. Ella corrió por el jardín a los brazos de su padre, riéndose. La escena hizo que Itsuki se sintiera nostálgico de su propia infancia, y deseó poder pintar la escena. Había pasado mucho tiempo desde que sintiera la urgencia de pintar. Desde que estaba con Yamabe, Itsuki no había realizado una sola pintura. Yamabe pudo haberle dado los materiales, pero no sentía deseos de pintar ahí.

Vio a los padres levantar los postes de los tótems. Las bases de soporte ya habían sido instaladas, sólo faltaba insertar los postes y verter cemento. Mientras los adultos continuaban con ese proceso, los niños pasaban el tiempo dibujando. Itsuki los veía desde su silla de ruedas y se sentía aburrido. — ¿Por qué te apartas, Hashimoto? Itsuki levantó la vista y se encontró con Aota, el amigo de Tokiwa, quien se acercó. Tenía cemento en la camisa y la mejilla. —Estás aquí para ayudar, así que por qué no te acercas. ¿No te aburre estar aquí solo? —preguntó Aota. —No quiero atravesarme en el camino de Tokiwa — contestó Itsuki.

121

—Relájate. Si tú te atraviesas en su camino, Tokiwa será el primero en hacértelo saber. Además, Tokiwa es capaz de trabajar con un montón de distracción —Aota sonrió y señaló al montón de ruidosos niños. Itsuki se rió. —De cualquier manera, él siempre dice que es mejor entrar y tocar las cosas con tus propias manos —dijo Aota. — ¿Quieres decir, experimentarlo con tus manos? — preguntó Insumí. Aota asintió. —Sí, si sólo ves las cosas, no puedes decir si está frió o caliente, duro o suave. Eso es lo que Tokiwa siempre dice. Aota se puso parpadear.

de

cuclillas mientras veía a Itsuki

—Por ejemplo, el tofu es suave, si lo tocas mal, lo puedes desmoronar. Pero no importa cuántas veces alguien te lo explique, no lo puedes comprender, tienes que tocar todo el bloque, hacer la sopa de miso. No puedes entender nada si nunca lo has experimentado de primera mano. —Eso es cierto —murmuró Itsuki, preguntándose qué pensaba Aota de él. —Tú puedes estar lesionado, pero tu sensación al tacto todavía está bien —le aseguro Aota—. No puedes entender algo sólo viendo y escuchando. La directora de esta escuela comparte esa filosofía, gracias a Dios. Después del breve discurso. Aota abruptamente cambió el tema. —Me olvidé preguntarte antes, si ya tuviste oportunidad de ver el libro de pinturas. — ¿Qué libro de pinturas? —preguntó Itsuki. 122

— ¿Me estás diciendo que nunca te lo dio? —replicó incrédulo—. Tokiwa me pidió que lo comprara para él, me dijo que era tu artista favorito, eso fue hace seis años, antes de que me casara. Itsuki abrió más los ojos, cuando Aota mencionó el nombre del artista. Era el artista favorito de Itsuki. Aota estaba hablando del libro que Tokiwa descuidadamente dejara cerca del sofá. —Ya vi el libro, gracias por preocuparte —dijo Itsuki. Aota se iluminó. —Agradece a Tokiwa, no a mí. Cuando me fui de viaje, yo estaba cerca del museo y me pidió que lo comprara, e incluso me invitó unos tragos para recompensarme. A él no le gusta pedir favores. Después oí que había perdido el contacto contigo. Aota sonrió de nuevo y se disculpó, regresando al trabajo. Itsuki no podía sacar las palabras de Aota de su mente. Tokiwa había comprado el libro especialmente para él.

Hacía años ese artista había publicado un volumen con sus obras, en ese tiempo Itsuki había ido a verlo, pero el libro estaba muy lejos de su presupuesto. El libro en la casa de Tokiwa era diferente, pero también mostraba una maravillosa colección. Itsuki reconoció la consideración de Tokiwa. Itsuki recordó haberle hablado a Tokiwa sobre sus recorridos por las tiendas de libros usados, buscando los de su artista favorito. Estaba asombrado de que Tokiwa hubiera recordado la conversación.

123

Seis años. Eso fue dos años después de que Tokiwa saliera de su vida. Ahora la vida de Itsuki estaba consagrada a complacer a Yamabe. Repentinamente se dio cuenta de que había abandonado las cosas que más le importaban. Necesitas estar aquí y tocar con tus propias manos. Reflexionó en la filosofía de Tokiwa por un prolongado momento. Itsuki no había tocado nada ni a nadie. Ése no era el caso cuando vivía con su familia. Él podía luchar con sus amigos y jugar con su hermana. Después, cuando se encontró con Tokiwa, sentía muchas cosas diferentes. Entonces era normal tocar cosas. Pero después de que Itsuki dejara la casa familiar. Yamabe era la única persona que lo había tocado. Pero cuando Yamabe lo tocaba, era solamente para jugar con su cabello. Entonces hacía unas noches Tokiwa lo había agarrado de los brazos. Se le había puesto la piel de gallina la primera vez que Tokiwa lo tocó de esa manera. Estaba desacostumbrado a sentir el calor de otra persona, y su expuesta piel había experimentado un cúmulo de emociones. Itsuki había olvidado completamente lo que se sentía al ser tocado. Él pensó en la pequeña niña acariciando su yeso, casi sintió la gentileza a través de la gruesa capa. Incluso ese limitado contacto había sido olvidado durante los ocho años anteriores. Siempre se sintió como una muñeca con Yamabe. No como una muñeca a la que se ama y sostiene, sino como una a la que se mantiene en una caja de cristal. Una muñeca

124

para ser exhibida a través del cristal, nunca sacada, nunca tocada. Itsuki se había resignado a vivir dentro de esa caja de cristal. Y no tenía esperanzas de que otra persona pudiera tocarlo.

—Ey, señor, ¿quiere pintar? La pequeña niña había regresado y jalaba de su manga. Itsuki la vio, ella sostenía un pequeño caballete de pintor. Bajó su caja de crayones y se sentó a su lado. — ¿No quieres ver cómo suben los postes del tótem? —le preguntó Itsuki. — ¡No! Quiero pintar contigo —dijo—. Puedes usar mis crayones. Ella dibujó una línea con su crayón rosa. Itsuki pensó en las palabras de Tokiwa. ¿Has hecho alguna pintura últimamente? Eso fue lo primero que Tokiwa le había preguntado en la casa de Yamabe. Cuando Itsuki le dijo que había dejado el arte, la expresión de Tokiwa se ensombreció. Se sintió avergonzado incluso al pensarlo en ese momento. Itsuki dibujaba porque le gustaba dibujar, no pensando en mostrar sus dibujos a otros, sino sólo porque le divertía hacerlos. Todo eso cambió cuando se mudó a la casa de Yamabe.

125

Por mucho tiempo no había dibujado nada. Ahí no había nada que quisiera dibujar, se decía a sí mismo. ¿O sería que no se detenía a ver a su alrededor? — ¿Que vas a dibujar? —preguntó la pequeña niña. Cuántas veces Tokiwa le había hecho la misma pregunta. Itsuki pensó en la escena de la niña con su padre, y sintió una inconfundible urgencia de dibujar, por primera vez en años. Ahora esos preciosos sentimientos inundaban su corazón con una fuerza como la que había tenido entonces. —Creo que no sé —dijo lentamente. —Ten —la pequeña niña le dio un crayón azul. Del mismo color del pañuelo de Tokiwa Itsuki dejó que el crayón se deslizara a través de la blanca hoja. El atrevido arco de color se veía deslumbrante a sus ojos.

Al día siguiente Itsuki sostenía una brocha de pintura por primera vez en años. Sentado en una esquina del taller de Tokiwa, Itsuki aplicaba color en un grueso bosquejo. Repentinamente Tokiwa se levantó de su mesa de trabajo y empezó a buscar por todos lados en un estante. Tomó un grueso y agrietado libro. Itsuki podía decir por la ropa de Tokiwa, jeans y suéter, que su trabajo estaba en la etapa de planeamiento. El taller de Tokiwa no se parecía en nada al de Yamabe, con todo ese equipo y maquinaria a gran escala, que incluso los principiantes, aprendían a trabajar con ellas. El taller de

126

Tokiwa, por otro lado, era bastante modesto. No había nada elegante ni asistentes. Durante la etapa de planeamiento él sólo necesitaba un escritorio y algo de papel. Tokiwa mantenía el mínimo equipo a mano, si necesitaba algo más, lo rentaba. La verdad fuera dicha, Tokiwa parecía no desear heredar el taller de Yamabe. Itsuki vio relajado cómo trabajaba después de un día en el jardín de niños. Tokiwa no llevó a Itsuki al sofá, en su lugar lo había llevado con él al taller por primera vez. Tokiwa había enfundado a Itsuki en un gran abrigo, envuelto sus piernas en una manta y sentado en una silla frente a la mesa. Itsuki siempre había disfrutado mirar a la gente hacer cosas. Pero disfrutaba más ver a Tokiwa. Sin embargo, él se mantenía cuidadosamente fuera de su camino. Con anterioridad sólo había visto el taller de Tokiwa una vez, ahora podía mirar cada cosa, los dibujos preliminares en las paredes, las piezas modelo, y las maderas labradas que Tokiwa había hecho por diversión. Tokiwa sonrió cuando vio a Itsuki estirar el cuello para ver alrededor, y acomodó su silla. Itsuki había pasado la mayor parte del día viendo un estante en particular. El tiempo pasaba rápidamente mientras tocaba las cosas que podía alcanzar. Comparadas con las piezas terminadas, él veía la vida real en los prototipos que sostenía en sus manos. Fueron a la sala a comer y después regresaron al taller, donde Tokiwa le dio un cuaderno de dibujo y un juego de acuarelas, murmurándole las instrucciones: —Juega con esto si te aburres.

127

Itsuki fue incapaz de responderle adecuadamente y Tokiwa levantó las cejas. —Vi tus dedos moverse esta mañana —aclaró. El hecho de que Tokiwa hubiera notado ese pequeño detalle, sorprendió a Itsuki y encendió la pasión de su corazón. El cuaderno de dibujo y los colores eran de una nueva marca. Itsuki apresuradamente le agradeció, mientras Tokiwa regresaba a su trabajo. Levantó una mano en señal de entendimiento, pero seguía de espaldas en su trabajo. Itsuki se calmó y abrió el cuaderno de dibujo. Pensó en la blanca hoja de papel que la niña del jardín de infantes le había dado el día anterior y en el crayón azul marino. Pintó furiosamente toda la tarde, hasta que Tokiwa lo obligó a detenerse. Después de años sin pintar él quería seguir. Ahora veía a Tokiwa parado junto a la repisa de enfrente y se detuvo a mirarlo. Tokiwa vio sobre su hombro al sentir la mirada de Itsuki. Dejó su cigarro en el cenicero y fue a su lado. — ¿Necesitas algo? ¿Tienes frío? —preguntó Tokiwa. —Estoy bien, gracias —dijo rápidamente. El taller era frío a pesar de la calefacción, pero Tokiwa se había asegurado de que él estuviera bien cubierto a pesar de que Tokiwa sólo llevaba sus acostumbrados jeans y suéter. Tokiwa miró el cuaderno de dibujo de Itsuki. —Qué preciosos colores —comentó Tokiwa.

128

Itsuki había pintado unos inusuales paisajes que incluían el taller de Tokiwa, también el cielo y el océano que miraba a través de la ventana. En las hojas anteriores había pintado lo que había visto recientemente, incluido el jardín de Tokiwa. —Itsuki. Tokiwa le habló suavemente. Itsuki tenía la sensación de que le robaría la respiración de nuevo con el profundo beso que recibía. Tokiwa trazó los labios de Itsuki y sus lenguas danzaron en el interior de la boca de Itsuki. Los hombros de Itsuki temblaron ante el familiar calor y el sabor a tabaco, una mano acarició el cabello de Itsuki y lo tomó en un puño, aferrándolo en el lugar. —Mmm... Aah... Cuando sus labios se abrieron sus gemidos salieron de su garganta y sus mejillas se calentaron. Ruborizado, Itsuki apartó la cara, sólo para que Tokiwa lo jalara y besara la punta de su nariz. Itsuki suspiró de placer cuando Tokiwa pasó sus dedos a través de su cabello. Itsuki ya no sentía la urgencia de resistirse. Desde el día del proyecto en el jardín de infantes, Tokiwa había experimentado un visible cambio. Ya no era frío e indiferente con Itsuki durante el día, no lo forzaba durante la noche. Era simplemente placentero estar con él. De noche o de día lo llamaba:”Itsuki” con una suave y profunda voz. Cuando estaban juntos en el taller, de cuando en cuando él iba y veía los dibujos de Itsuki, y ofrecía consejos. Lo tocaba suavemente antes de regresar a su propio trabajo. Nunca se demoraba mucho, pero a Itsuki le gustaba que Tokiwa lo mirara. Era como cuando eran amigos, ahora ellos habían regresado al tiempo en el que estaban juntos.

129

Una que otra cosa había cambiado. Tokiwa no empujaba a Itsuki por sexo, no pasaban de besos y caricias. Cada noche Itsuki se dormía en los brazos de Tokiwa y despertaba cada mañana viendo su cara. Tokiwa se acercaba y lo besaba. Eso era todo. Itsuki sentía que ahora Tokiwa lo valoraba. No era un hombre de muchas palabras, pero Itsuki sabía que Tokiwa lo veía protectoramente dándole suaves miradas y le hablaba con palabras de afecto. Cuando Itsuki lo pensaba, se daba cuenta que Tokiwa debió estarlo mirando cuando llegó; si no hubiera sido así, nunca lo hubiera rescatado cuando Itsuki se cayó al río, ni le hubiera dado su medicamento para el dolor a la mitad de esa primera noche. Tokiwa había cuidado a Itsuki todo ese tiempo, pero lo había tomado mientras lo hacía. La mano de Tokiwa tocó la mano de Itsuki que sostenía el pincel. Él dejó la brocha mientras Tokiwa tomaba su mano en su puño. —Toma un descanso antes de que te lastimes —aconsejó Tokiwa. —Estoy bien —murmuró Itsuki—. He tomado descansos. —Está bien entonces —contestó Tokiwa, acercando su cara hasta que Itsuki pudo sentir su respiración en los labios. Tokiwa acarició la mano de Itsuki. Sus dedos eran considerablemente más grandes que los de Itsuki, quizá debido a la naturaleza física de su trabajo. Itsuki se veía mucho más pequeño en comparación, él se rió al pensarlo. — ¿Tus piernas están frías? —preguntó Tokiwa.

130

—Tengo una manta y el calentador — dijo Itsuki—. Estoy más preocupado por ti que por mí. No tienes frío, sensei, eh, quiero decir, Tokiwa. —Estoy acostumbrado a esto, siempre he tenido una fuerte tolerancia al frío y al calor —dijo Tokiwa suavemente, viendo la manta en las piernas de Itsuki—. Debemos ir mañana al hospital. La pierna derecha no está bien todavía, pero creo que podrían quitarme el yeso de la otra. ¿No lo crees? —Sí — asintió Itsuki—. Mañana. Esa palabra le causaba dolor en su corazón. Aunque la pierna derecha todavía le dolía, el dolor en la pierna izquierda había casi desaparecido. Si le quitaban el yeso podría caminar por sí mismo. Si ya no había problema en su pierna izquierda él podría regresar al lado de Yamabe al día siguiente, podría comprar unas muletas en el hospital, la estación no quedaba lejos, podría tomar un taxi o el tren. Pero encontró la idea muy deprimente. Para el caso, él podría ir a casa ahora. Incluso si no podía usar el teléfono, podría usar un pedazo de madera en lugar de bastón e iría cojeando a la casa más cercana en donde pediría un taxi o le pediría a Kasaoka que mandara por él. Entonces todo se hubiera acabado. Realmente sólo había nevado los primeros días a partir de su llegada a la casa de Tokiwa, desde ese punto de vista no estuvo “atrapado” ahí, podía fácilmente pedir prestado el teléfono y llamar a casa.

131

Por alguna razón Itsuki ni siquiera lo había intentado. Simplemente no había querido. Sintió que Tokiwa se acercaba y levantó la mirada. Tokiwa le dio un suave beso en los labios, cerró los ojos y sintió sus largos dedos acariciar sus sienes. Se sintió mareado cuando Tokiwa suavemente mordisqueó su lengua y lo tomó por la cintura. Si en la jaula de Yamabe era una muñeca en una caja de cristal, en la jaula de Tokiwa era un bebé envuelto en una manta, pensó Itsuki. Una muñeca en una caja de cristal no puede desobedecer a su propietario. Todo lo que puede hacer es ver a través del limpio cristal el mundo exterior. Pero un bebé en una manta está protegido de otros niños, del sol y del viento, y suavemente cubre su piel sin atarlo. No puedes moverte cuando estás envuelto en ella pero puedes quitarla en cualquier momento. Itsuki no había pedido el cuaderno de dibujo ni las pinturas, pero dos días después de recibirlas casi había cubierto cada página de color, sólo quedaban unas pocas en blanco. Un corte de cabello, artículos para su arte, un cuaderno de dibujo y afecto físico. Tokiwa le había dado cada cosa que hubiera querido y más amabilidad de la que Itsuki hubiera imaginado. Sentía que podría llorar. Ahora Itsuki se dio cuenta de que la jaula de Tokiwa era gentil. Una vez que el entendió esto, no hubo vuelta atrás. Finalmente había encontrado paz en los brazos de ese hombre. Itsuki sintió los cálidos labios de Tokiwa y su corazón le volvió a doler.

132

Esa era su última oportunidad de estar con Tokiwa de esa manera. —Voy a ver a Yamabe contigo, dentro de dos semanas. Hasta entonces, tú te quedas aquí conmigo. Solo cinco días más, eso podría ser el fin de su vida con Tokiwa. Él regresaría con Yamabe. De cualquier manera no había aceptado ser el heredero de Yamabe, así que Tokiwa podría no quedarse mucho tiempo en la casa de Yamabe. Él podría dejar la casa ese mismo día aunque también podría quedarse por unos días más. Después de eso Itsuki regresaría a su vida diaria como la mascota de Yamabe. Eso era todo para Itsuki, la vida que había elegido para sí mismo. Itsuki oyó el timbre del teléfono y Tokiwa liberó el abrazo. —No vayas —pidió Itsuki, Tokiwa mordisqueó su labio. Itsuki se sobresaltó sorprendido y Tokiwa acarició su espalda con una de sus grandes manos. Vio hacia Tokiwa y sus miradas se encontraron. El corazón de Itsuki se aceleró al ver la amorosa expresión de Tokiwa. —Ahora regreso —dijo Tokiwa. Besó suavemente los labios de Itsuki y salió del cuarto. Itsuki sentía su cuerpo entero temblar. No importaba qué tan duro tratara de calmarse, no podía dejar de ver la puerta. Tokiwa regresó un momento después y fríamente le pasó el teléfono a Itsuki. —Es para ti —dijo —. Es Yamabe. Itsuki parpadeó, pero Tokiwa ya había dejado el cuarto.

133

Itsuki suspiró. Kasaoka le había hablado el día anterior diciéndole que Yamabe estaba peor. Itsuki no podía imaginar cómo podía Yamabe contactarlo directamente en su presente condición. — ¿Te estás divirtiendo en la casa de ese sinvergüenza? —inquirió Yamabe—. Me preguntaba si estás mejor para venir aquí. Yamabe inició una inusual conversación. Se quejó de que Kasaoka lo tratara como inválido. Que incluso no lo dejara comer fuera. Que incluso había dejado de trabajar en el nuevo proyecto. Esa era la más animada conversación que Itsuki había tenido con Yamabe. A pesar de que se oía que el sensei estaba luchando, su fuerte salud ya no estaba. Ellos habían pasado ocho años juntos. Como resultado, Itsuki conocía mejor que Kasaoka la salud y el humor de Yamabe. A pesar de no estar viéndolo, podía decir por su tono de voz que Yamabe no estaba bien. —Qué terrible he sido, causándote problemas hasta el amargo final —dijo Yamabe—. Si Tokiwa se rehúsa a acceder, supongo que eso no podemos evitarlo. Regresa a casa tan pronto te sientas bien. Yamabe hizo una pausa, Itsuki tenía la impresión de que el viejo hombre tenía una amarga sonrisa. —Nunca pensé que iba a sentirme tan solitario sin ti alrededor —dijo Yamabe—. No puedo decirle esto a Kasaoka pero deseo que regreses a casa lo más pronto posible. Era inusual de Yamabe, hablara tan abiertamente e Itsuki se contuvo de responder. Era la primera vez que Itsuki había oído a Yamabe hablar de un sentimiento vulnerable.

134

Itsuki sabía que Yamabe podía vencer a cualquier oponente con su mirada. El viejo hombre prefería no mostrar su debilidad y siempre mantenía la distancia, incluso con sus amantes. La condición de Yamabe debería estar peor de lo que le dijera Kasaoka, Itsuki sintió una enorme culpa cuando se percató de eso. —Lo siento, trataré de ir —aseguró Itsuki—. Mientras tanto, trata de comer y descansar, y no te presiones demasiado. —No te preocupes, Kasaoka hace que me comporte — le dijo Yamabe—. Pero todo me sabe mal, incluso he perdido el gusto, o es porque no estás aquí. Itsuki conocía las habilidades de Yamabe y sabía que el hombre lo estaba manipulando. —Probablemente esté en casa mañana o pasado mañana —dijo Itsuki—. Hasta entonces, por favor cuídate y no olvides tu medicina. Yo hablaré con Kasaoka y el cocinero para asegurarme de que estés comiendo. —Bien, hasta entonces —contestó Yamabe, se oía feliz y más relajado —Te llamaré después —prometió Itsuki—. Te cansado, por favor trata de descansar ahora.

oyes

—Bien, quizás esté cansado. De acuerdo, me voy a la cama, ven a verme pronto —dijo Yamabe más animado y colgó. Itsuki apagó el teléfono. Él podría haberse ido a casa hacía días, ahora Itsuki se sentía lleno de vergüenza por su propia cobardía. De todas

135

las cosas que debería hablar con Yamabe, estaba el corte de cabello, También había sido violado, y el contrato prohibía cualquier involucramiento romántico. Y lo peor de todo, había correspondido a los sentimientos de Tokiwa. Viendo el teléfono apagado, Itsuki empezó a reírse. No sabía cómo percibía Tokiwa la relación. Esas dos semanas estaban por terminar, y entonces una llamada telefónica lo alejaba de él. Itsuki levantó la vista sorprendido. En ese momento Tokiwa estaba detrás de él. Revisó que el teléfono estuviera apagado. Entonces se fue a su mesa de trabajo. El ruido hacía eco en el taller. —Tokiwa —llamó Itsuki. Se interrumpió ante la clara mirada de furia, tan dura y fría que lo hizo estremecer. — ¿Vas a regresar? —ladró Tokiwa. —Yamabe-sensei está mucho peor —explicó Itsuki—. Necesito irme mañana. —Así que sales corriendo en el segundo que te llama, ¿huh? —gruñó Tokiwa—. Me gustaría que dijeras que vas a ir porque te complace, pero en realidad no creo que quieras regresar. Itsuki levantó su mirada y se encontró con la de Tokiwa. —Tú aceptaste quedarte aquí dos semanas —dijo cortante Tokiwa—. En caso de que lo olvides, te lo recuerdo, no tengo intención de dejarte ir antes de eso. Te quedas aquí cinco días más.

136

—Pero no puedo —protestó Itsuki—. Le prometí a Yamabe-sensei estar ahí lo más pronto posible. Mi única razón para quedarme aquí era que no podía conducir a causa de mis lesiones. Se detuvo, no pudo continuar debido a la mirada de ira de Tokiwa. No decía nada, pero Itsuki sabía que eso era peor. Tokiwa rara vez se molestaba por algo que no fuera el trabajo, y no era una persona que se enojara fácilmente. Itsuki estaba sintiendo una extraña sensación de deja vu. — ¿Realmente quieres regresar a casa ya? —preguntó Tokiwa con voz profunda—. Con sólo una llamada telefónica y una orden tú cambias tus lealtades por completo. Ha hecho un excelente trabajo quebrando tu voluntad, usó a tu familia para amenazarte. Así fue como te ha entrenado. Se tomó unos momentos para entender las palabras de Tokiwa. — ¡N—no seas rudo! —exclamó Itsuki—. Yamabe no es ese tipo de persona. —Por favor, explícame qué tipo de persona envía a su amado asistente personal como cebo a casa de un extraño, ¿no es ese tipo de persona? ¿Realmente lo conoces? —gritó Tokiwa. —Pero… Antes de que Itsuki pudiera contestar, Tokiwa lo besó con fuerza, sin misericordia. Itsuki estaba clavado en la silla mientras Tokiwa devoraba sus labios. Su instinto era escapar, pero Tokiwa lo agarró tan fuertemente que quedó totalmente restringido. Su inútil lucha causó que su respiración quedara atrapada en su garganta.

137

138

Su abrazo era marcadamente diferente a los anteriores. Los dedos que agarraban su mentón y el brazo que presionaba su cintura lo hacían tan fuertemente que Itsuki pensó que en cualquier momento sus huesos se quebrarían. Incluso si trataba de empujarlo, su fuerza no se comparaba con la de Tokiwa. Y dejó caer sus flácidos brazos desesperado. — ¡No! —gritó. Tokiwa estaba sobre la silla acariciando su ingle sobre la ropa. Itsuki sabía a dónde se dirigía y su cuerpo se tensó de miedo al recordar la violenta forma de hacer el amor de Tokiwa las noches anteriores. Itsuki movía sus caderas, mientras Tokiwa tocaba su ombligo con sus dedos, quitó la manta de sus piernas, levantó a Itsuki de la silla y lanzó su cuerpo al sofá. Itsuki fue incapaz de hacer cualquier ruido. La fría mirada de Tokiwa parecía congelar cualquier pregunta o cualquier protesta. Cuando un pequeño gemido escapó de su garganta, Tokiwa mordió su labio inferior. Entonces le besó tan duro que le quitó la respiración. Tokiwa le arrancó la camisa, los botones saltaron al piso. Itsuki tembló indefenso ante la urgencia de las febriles caricias de Tokiwa. Tokiwa encajó sus dientes en la clavícula de Itsuki, pellizcó duro sus pezones. Itsuki gritó de dolor. Tokiwa sostuvo sus muñecas contra el sofá. Tokiwa se movió de la clavícula a su pecho, arrancando su ropa y bajándola por sus muslos. Itsuki estaba paralizado por la energía de Tokiwa, incapaz de luchar. Tokiwa chasqueó su lengua cruelmente, ante el estado de desamparo de Itsuki. En un momento ya había desgarrado

139

toda la ropa de Itsuki y agarraba la parte de atrás de sus rodillas. Itsuki se mordió el labio al sentir los dedos y la caliente y húmeda lengua en su agujero. La conducta de Tokiwa era más dura y despiadada que las otras noches. Ignorando la expresión de miedo en la cara de Itsuki, Tokiwa procedió mecánicamente, como si fuera un horrible deber que debía realizar. El dolor emocional de Itsuki ante la salvaje conducta de Tokiwa era peor que el dolor físico que sentía. Su piel estaba inflamada por la pasión y sentía el frío como hielo, y él era totalmente incapaz de moverse. Incómodo por el silencioso temblor de Itsuki, Tokiwa se detuvo y vio a Itsuki con fría indiferencia, Acercó sus caderas, no se molestó en desnudarse, sólo bajó el cierre de sus jeans, y sacó su pene. Entonces Tokiwa entró en Itsuki mientras el sofá crujía. El dolor era tan intenso que Itsuki sentía que iba a desgarrarse. A Tokiwa no le molestó el sufrimiento de Itsuki, empujaba hacia las caderas de Itsuki con todo su poder, con tanta violencia que causó que Itsuki gritara de dolor. El mundo se volvió blanco ante sus ojos, cuando Tokiwa entró profundamente en él. Un sudor frío bajó por la espalda de Itsuki. Incluso la primera vez no había sido tan brutal. Y él había sido forzado a hacerlo con la gentileza con que Tokiwa lo trataba. Itsuki nunca había visto a Tokiwa mostrar tanta crueldad antes, realmente no entendía qué empujaba a La ira de Tokiwa le causaba dolor al corazón de Itsuki. Mientras Tokiwa sin piedad empujaba en su interior, Itsuki pensaba en el Tokiwa de un momento antes. La noche anterior Itsuki había dormido seguro en los brazos de ese

140

hombre, él lo había acariciado amorosamente mientras se quedaba dormido. La cara de Tokiwa era lo primero que Itsuki veía en las mañanas. Ellos habían pasado tiempos juntos, envueltos en un capullo pleno de una atmósfera de paz y tranquilidad. Quizás Tokiwa sabía que todo era temporal y por eso era amable. A pesar de eso, Itsuki no entendía qué había empujado a Tokiwa más allá del borde. —Detente... por favor —Itsuki logró gritar. Las muñecas de Itsuki le dolían a causa de la presión, no podía soportar ver a Tokiwa, pero Tokiwa jaló su cara y encajó sus dientes en sus labios. Forzó a Itsuki a abrir la boca con su lengua, e Itsuki sintió que lo devoraban. Quería preguntar “¿por qué?” pero no encontraba las palabras, —No eres nada, sólo una propiedad. Las duras palabras de Tokiwa entraron lentamente en él como un veneno, infectando todo su cuerpo. Atormentado por su ilusión, Itsuki perdió el conocimiento.

141

tsuki despertó después de las seis, el cuarto estaba oscuro, las luces apagadas y el cielo afuera oscuro. Saltó fuera de la cama pero instantáneamente su cuerpo se quebró con el dolor, se obligó a regresar bajo los cobertores. Una vez que el dolor desapareció, Itsuki se dio cuenta que estaba en la cama de Tokiwa. Recordó ser llevado a la cama después de haber pasado un tiempo en el sofá. Tokiwa podría no tolerar hablar con Itsuki, pero había tomado especial cuidado en llevarlo a la cama, acomodar cuidadosamente sus piernas, y preguntarle si sentía dolor, y lo había besado de nuevo. Itsuki estaba exhausto por lo sucedido en el taller, cuando Tokiwa había ignorado sus desesperados ruegos. Aliviado de ver que estaba solo, Itsuki miró al techo. Sintió una terrible sed y buscando algo de beber se deslizó al borde de la cama. Lentamente bajó ambas piernas y se puso de pie. Su pierna derecha seguía siendo un gran problema, pero la izquierda estaba más o menos sin dolor, si él se movía lentamente podría llegar a la cocina. Se forzó a llegar a la pared y avanzar hacia la puerta, le tomó mucho tiempo llegar hasta ahí, pero finalmente lo hizo. Repentinamente le pareció oír voces afuera. Itsuki asomó la cabeza y no vio a nadie. Salió al pasillo. — ¿Sigues ahí? —Itsuki oyó la voz que hablaba en su camino a la cocina. Vio al conocido joven en la entrada de la casa. 142

— ¿Estas bromeando? No te he visto aquí en la última semana, ¿es por tus lesiones, o estás ayudando a Tokiwa con otro trabajo? —preguntó el peluquero. Itsuki estaba demasiado agotado para dar respuesta apropiada y sólo le dirigió una mirada vaga.

una

—Ey, ¿eres uno de los ayudantes de Toki? —insistió el joven—. Oí que tiene un gran proyecto. ¿Es cierto? Él nunca deja la casa en estos días. La última vez que lo vi estaba teniendo problemas supervisando una pintura. No tenía idea de que normalmente trabajara con eso. — ¿Qué gran proyecto? —tartamudeó Itsuki. El joven abrió los ojos, suspicaz. —Él nunca habla de eso. Pero, ¿por qué estás aquí? Eso parece un poco extraño… —Supongo —asintió Itsuki—. Incluso si fuéramos amigos, eso parecería extraño. Pero supongo que es porque realmente no soy amigo de Tokiwa—sensei. Itsuki sintió cómo el pensamiento lo estaba cortando en pequeñas partes, mientras lo decía, pero una vez que puso sus sentimientos en palabras, sintió que era casi imposible detenerlo. —Correcto, estoy aquí simplemente por cuestiones de trabajo —confesó—. En cinco días, esto puede cambiar. Después de eso no regresaré a causarle más problemas a Tokiwa—sensei. Por favor, sólo déjalo pasar. — ¿De qué estás hablando? —preguntó el joven. Entonces, súbitamente exclamó—. Ey, ¡tu cara se está poniendo azul! ¡Qué te sucede! ¡Espera un minuto!

143

La cara del peluquero repentinamente cambió, e Itsuki se aferró a la pared por su vida, su visión empezó a nublarse. El joven se apuró a quitarse los zapatos y correr hacia él. —Tienes fiebre —declaró, tocando con sus manos frías la frente de Itsuki—. ¿Por qué estabas tratando de caminar por ti mismo? Toki, Toki, ¡ven rápido! Itsuki tomó la muñeca del joven para silenciarlo, el peluquero lo vio directamente. —Por favor. Estoy bien. Puedo caminar por mí mismo — insistió Itsuki. —Pero todavía tienes la pierna quebrada —protestó el joven. —Estoy bien, no quiero molestar a Tokiwa—sensei, por favor déjalo así —mientras Itsuki hablaba comenzó a deslizarse por la pared hasta terminar sentado en el piso. El joven vio a Itsuki un momento y habló con tono amonestador. —Te llevaré yo mismo. Toma mi brazo. —No, no quiero molestarte... —protestó Itsuki débilmente. —No me molestas. Estás enfermo. Si no quieres que te ayude, llamaré a Toki. Y no quieres eso —dijo el peluquero amenazador, levantando a Itsuki. Con todo ese esfuerzo su pierna izquierda se sentía débil de nuevo. Se dejó llevar hasta la sala y al sofá. El peluquero lo cubrió con una manta. —Tus piernas siguen lastimadas, y estás trastabillando con fiebre. ¿En qué estás pensando? Pídele a Toki que te ayude. Estoy seguro que no lo molestarás. —Colocó su mano en la frente de Itsuki, y éste gimió—. Te ves sediento, ¿quieres algo de beber?, una

144

bebida deportiva será mejor que el agua, si tienes fiebre. Ahora regreso. Con eso salió de la sala dejando la puerta abierta. Itsuki no tenía la fuerza para levantarse y cerrarla. Sentía una opresión en su pecho, mientras cerraba los ojos. A pesar de su piel caliente, el interior de su cuerpo se sentía extrañamente frío. Se envolvió en el cobertor luchando contra la abrumadora urgencia de llorar. Quizás el olor a los cigarros de Tokiwa en el cobertor le provocaba la emoción. Itsuki se acurrucó en un ovillo, temblando.

— ¡Está lastimado! ¡Debería ser visto por un doctor y enviado a casa! Eres un imbécil sin sentido común. —Itsuki oía lo que el peluquero decía—. Cómo puedes dejar que un amigo sufra así. Se ve digno de compasión. Déjalo ir. —No te metas en los asuntos de otra gente, chico—tijeras —contestó Tokiwa con tono frío—. Sólo has visto a Itsuki algunas veces. —Hace un momento estaba temblando en el pasillo, más pálido que un fantasma —le gritó el peluquero. — ¿Él estaba en el pasillo? —preguntó Tokiwa, su voz parecía repentinamente preocupada. —Justo en la esquina, apoyándose en la pared — contestó el joven—. Colapsó mientras hablaba conmigo, y lo llevé a la sala. ¡Toki! ¡Toki, él sufre por eso!

145

Itsuki repentinamente oyó pasos aproximándose, se enredó más y escondió su cara. No podía ver a Tokiwa ahora. Los recuerdos de lo que había sucedido rondaban su cerebro. —Itsuki —Tokiwa le hablaba suavemente. Itsuki siguió acostado, pretendiendo dormir. Esa voz estaba llena de un dolor que él no había escuchado antes. Tokiwa suavemente retiró el cabello de su cara. Itsuki conocía muy bien ese toque. Peo era como si estuviera siendo tocado por primera vez. Tokiwa estaba en silencio, pero Itsuki podía sentir su mirada fija. — ¿Ya se durmió? — preguntó el peluquero—. Mejor no lo despiertes, dejaremos su bebida cerca. Y deberías sacar la silla de ruedas del carro. —Buena idea —aceptó Tokiwa—. ¿Puedes hacerme el favor de traerla? —Claro —aceptó el joven—. ¿Por qué la dejas todo este tiempo en el carro? Itsuki debe tenerla cerca, si la hubiera tenido no hubiera tratado de caminar por sí mismo. —Eso creo —aceptó Tokiwa. —Dame las llaves entonces —dijo el peluquero—. ¿Hay algo más que quieres que traiga? Él está usando tus pijamas, ¿verdad? ¿No tiene un cambio de ropa en el carro? —Él está usando mis pijamas porque no tiene otra cosa aquí —contestó Tokiwa. Itsuki oyó al joven salir, y se dio cuenta de que estaba solo con Tokiwa. —Te llevaré a la cama, no luches —indicó Tokiwa.

146

Antes de que Itsuki pudiera contestar, Tokiwa lo levantó con todo y cobertor, Itsuki seguía haciéndose el dormido con los ojos bien cerrados. De repente se sintió en el colchón. Tokiwa acomodó sus piernas y lo cubrió con los cobertores, entonces dejó el cuarto.

Acostado en la cama, se sintió incluso más sediento. Oyó pasos un momento después y que dejaban algo en la mesita de noche. Itsuki se sintió aliviado de que su cara estuviera cubierta en la oscuridad. Un momento después, otros pasos se aproximaron. —Toki, te dije que no lo despertaras —exclamó el peluquero. —Él sigue dormido —dijo Tokiwa—. Sólo pensé que estaría más cómodo aquí. —Oh, bien —el joven estuvo de acuerdo—. Pero qué pasará contigo, dónde vas a dormir esta noche. —Donde sea —contestó Tokiwa—. Hay muchos cuartos aquí. —Pero están fríos —agregó el joven—. Tus piernas son demasiado largas para el sofá, si quieres te presto un colchón. Mis amigos se quedan a dormir seguido y tengo extras. —Aprecio la oferta —dijo Tokiwa—. Ey, Aota me habló de un álbum de fotografías. —Oh, sí —dijo el joven—. He estado tomando fotografías de las construcciones, para el tipo del que te había hablado.

147

—Trae las cosas —dijo Tokiwa—. Creo que me quedaré en la sala. —Claro. Por cierto, dejé la silla de ruedas en la puerta del frente. Limpié las ruedas para que la puedas traer al interior después. Será más fácil para él. A menos que dejes la silla de ruedas lejos para castigarlo. En ese caso, es otra historia diferente. — ¿Realmente piensas que haría algo como eso? — demandó Tokiwa. —Bueno, no es mi asunto, pero... —la voz del joven parecía dudar. Itsuki sostenía conversación.

la

respiración

para

escuchar

la

Durante toda la charla, Tokiwa mantuvo su mano en la cabeza de Itsuki, pasando los dedos por su cabello. Itsuki se dio cuenta de que sus hombros estaban temblando. Sintió los afectuosos dedos de Tokiwa acariciando sus mejillas, retirándole el cabello de los ojos. Todavía como una roca, Itsuki sintió que le besaban los párpados y se retiraba de nuevo. Él no entendía por qué Tokiwa lo besaba de nuevo. —Lo siento —Tokiwa le murmuró al oído antes de alejarse. Oyó los pasos salir de la habitación y la puerta cerrarse. El cuarto se oscureció de nuevo e Itsuki finalmente abrió los ojos. Se giró hacia la mesita de noche para tomar la bebida deportiva que estaba junto a la lámpara. A pesar de sentirse deshidratado, Itsuki se la tomó lentamente. Regresó la botella a la bandeja y volvió a acostarse.

148

No podía borrar las palabras de Tokiwa de su corazón, a pesar de los sucesos en el taller. El beso que habían compartido antes de la llamada de Yamabe, había sido tan diferente a la última noche de deseo físico sin significado o razón. No eres nada más que una propiedad, necesitas darte cuenta de eso y someterte a mí. Esas palabras seguían gritando en su interior. La última noche, Tokiwa nunca escuchó lo que Itsuki decía, él sólo lo veía con su helada mirada. Tokiwa no le llamaba por su primer nombre. Al principio Tokiwa había sido agresivo, pero había algo de bondad en su toque, había tratado a Itsuki como una molestia, pero aun así se rehusaba a apartarlo de su lado. Itsuki se dio cuenta de que él no era más que una muñeca prestada, aún cuando Tokiwa hubiera sido amable. Se había permitido olvidar eso. Tokiwa seguía viéndolo como la mascota de Yamabe. Porque Itsuki era una propiedad, una baratija, y no importaba lo que sucediera con él. Tokiwa lo seguiría viendo de esa manera. Itsuki había decidido pensar que nada más sucedería entre ellos. Itsuki simplemente quería estar cerca de Tokiwa. Él quería estar cerca de él, ser tocado por él. No le importaba que Tokiwa lo viera simplemente como un juguete. Itsuki había decidido que se iría a su casa, que se quedaría ahí, que se involucraría con Tokiwa… Había decidido todo eso por sí mismo. Podrán ser amigos, pero de una extraña manera... Las palabras del peluquero eran tan exactas que le causaban dolor. Itsuki no era conocido como amigo de

149

Tokiwa, ni como su amante, Itsuki no era más que un juguete para Tokiwa. Itsuki debería saber que Tokiwa lo odiaba desde el principio. Sabía que Itsuki era una muñeca comprada por el dinero de Yamabe. Entendía por qué Tokiwa lo veía de esa fría manera. Itsuki no tenía permitido ni cortar su propio cabello. ¿Por qué le importaría a Tokiwa alguien como él? Itsuki repentinamente pensó en el peluquero que conversaba con Tokiwa un momento antes. Era incluso más joven que Itsuki. Pero Tokiwa lo trataba como un igual. Al peluquero no le preocupaba complacer a Tokiwa con sus pensamientos o palabras. Itsuki nunca había tenido esa seguridad, ni siquiera en el pasado, menos ahora. Eso debería divertir a Tokiwa, comparar a los dos jóvenes opuestos frente a él. Itsuki como una muñeca en una vidriera, sin voluntad ni valor. Pero su relación pronto terminaría. Tokiwa nunca intentó que su romance se prolongara más de dos semanas. Mañana lo dejo decidió Itsuki. Tokiwa le había dicho que podía ver a Yamabe y de seguro mantendría su promesa. Ser honesto era su debilidad. No había razón para que Itsuki siguiera ahí, pero aun así quería quedarse. Itsuki se rió de su propia tontería. Él quería estar cerca de Tokiwa, un poco de tiempo más. Oliendo el familiar aroma de tabaco en las sábanas, Itsuki se mordió su lastimado labio. Realmente no soy amigo de Tokiwa—sensei. Sus propias palabras cortaron como chuchillo su corazón. 150

emprano la siguiente mañana, Kasaoka llamó de nuevo, Yamabe había empeorado dramáticamente, Tokiwa colgó el teléfono y se movió rápidamente. Despertó a Itsuki y lo preparó para irse. Veinte minutos después iban en el RV de Tokiwa rumbo a la casa de Yamabe. Se acabó, pensó Itsuki con la cabeza apoyada contra la ventana del asiento del pasajero. De vez en cuando Tokiwa le preguntaba si tenía frío o dolor. Itsuki sólo sacudía la cabeza, y sentía la mirada de Tokiwa fija en él. Pero Itsuki estaba determinado a mantenerse tranquilo. Si abría la boca podría decir algo estúpido. No quería dejar un mal recuerdo en Tokiwa. Lograron atravesar el difícil tráfico y llegaron a la casa de Yamabe antes del mediodía.

Yamabe había pasado la noche en el hospital, pero ya estaba en su casa; acostado en su cama había presionado al doctor para que lo diera de alta esa mañana. —Odio los hospitales y puedo descansar mejor aquí — dijo Yamabe, se oía como siempre, pero había perdido peso durante esas dos últimas semanas. Se veía pálido pero su sentido del humor estaba intacto. —Tenemos mucho de qué hablar —dijo viendo a Tokiwa a los ojos.

151

Kasaoka, inmediatamente objetó. —El doctor dijo que no se presione, debe pasar el resto del día descansando. Puede hablar con Tokiwa-sensei mañana. ¿Está de acuerdo Tokiwa—sensei? El tono de voz de Kasaoka parecía más enérgico que de costumbre. Tokiwa aceptó y preguntó si podía usar el baño, y salieron del cuarto. Yamabe llamó a Itsuki, quien estaba cerca de la puerta. —Bienvenido a casa, Itsuki. Gracias por tu duro trabajo. Realmente ayudaste a que saliera. El tono de voz parecía complacido, pero Itsuki no podía verlo a los ojos. Apenas logró murmurar una disculpa, y Yamabe le contestó con una amarga sonrisa. —Tokiwa es una nuez dura de pelar —dijo el viejo—. Pero olvida eso, me alegra que estés de regreso. Acércate, déjame ver tu cara. Itsuki asintió y se aproximó a Yamabe, deteniéndose junto a la cama. —Vamos, acércate más —insistió Yamabe. Itsuki se acercó vacilante y Yamabe lo jaló del corto cabello y le preguntó: — ¿Cómo están tus piernas y qué le paso a tu cabello? —El tobillo izquierdo sólo se dislocó, pero el derecho se quebró —contestó Itsuki—. Y debo verme horrible. — ¿Puedes caminar? ¿Te duele? —preguntó Yamabe. —Sólo si me apoyo, el dolor ha disminuido bastante — contestó Itsuki, mostrando su bastón—. Sobre mi cabello —

152

continúo Itsuki—, me lo cortaron contra mi voluntad. Debe parecerte extraño. — ¿En serio? —murmuró Yamabe. Itsuki lo vio a los ojos, encontrándose con una extraña nostalgia. —Es el mismo corte que tenías la primera vez que te vi — dijo Yamabe intrigado. —Lo siento —murmuró Itsuki. Yo voy a conseguir algunas extensiones o algo pronto. —No es necesario —dijo Yamabe—. Realmente ese estilo te queda mejor ahora, Itsuki no contestó. —Yo pensé que te veías mejor con el cabello largo, pero ocho años han pasado desde entonces. La gente cambia — dijo Yamabe complacido. Cerró los ojos y se acomodó de lado. Itsuki siguió a Kasaoka fuera del cuarto del enfermo. Kasaoka tranquilamente le dio un nuevo celular para reemplazar el quebrado. Le dijo que pasara el resto del día en su habitación. Itsuki parpadeó, debía acostumbrarse a seguir indicaciones nuevamente. —No te ves bien —agregó Kasaoka—. Duerme algo, iremos al hospital a que te revisen las piernas. ¿Crees que puedan retirarte el yeso de la izquierda al menos? —Sí —dijo Itsuki—. Aunque la pierna derecha requerirá más tiempo. —Lo entiendo —dijo Kasaoka—. No te presiones demasiado, conseguiremos una silla de ruedas si es necesario.

153

Y quédate con Yamabe tanto como sea posible. De ahora en adelante ése es tu trabajo. Itsuki asintió en respuesta a las palabras de Kasaoka.

Yamabe estaba en un punto sin retorno. Su enfermedad había avanzado más rápido de lo esperado y se había complicado. Aunque Yamabe parecía en paz ahora, estaba sufriendo mucho, según Kasaoka, y siempre tenía el medicamento para el dolor cerca. —Por cierto, ¿Tokiwa dijo algo acerca de la herencia? — preguntó Kasaoka. —Nada —contestó Itsuki—. Él no parece interesado. —Oh, ¿en serio? —preguntó Kasaoka, no parecía muy sorprendido.

En el pasado su cuarto estaba junto al de Yamabe, ahora lo habían mudado a otra parte de la casa. Una vez que llegó, Itsuki respiró profundamente. Tokiwa le había fabricado un bastón provisorio, dado que no podrían llevar la silla de ruedas a la casa de Yamabe. El corazón de Itsuki se hinchó de emoción al verlo. Más tarde, la noche previa, Tokiwa había entrado en la recámara. La fiebre de Itsuki había subido, mientras luchaba por respirar, unos fuertes brazos lo levantaron y le dieron medicina y agua. Itsuki logró tomarse el medicamento antes de que lo acostaran nuevamente. Tokiwa se había sentado al

154

lado de la cama, mientras acariciaba su cabello y colocaba su fría palma sobre su frente. Itsuki sonrió un poco, pensando que la excesiva bondad de Tokiwa era sólo otra forma de crueldad. Sabía que tenía que alejar los sentimientos que tenía hacia ese hombre. Pero no podía. Sabía que era inútil, todavía quería seguir con Tokiwa. Itsuki sacudió la cabeza, luchando por suprimir las emociones que creía extintas. Terminó de cambiarse y se metió a la cama. Fue difícil dormir en un cuarto desconocido. Su fiebre había bajado pero todavía entraba y salía de la consciencia. Temprano, la siguiente mañana, Itsuki fue al hospital. Los doctores quitaron el yeso de su pierna izquierda y le dieron un par de muletas. Itsuki pasó el resto del día en una silla al lado de la cama de Yamabe. Itsuki vio a Tokiwa la siguiente mañana, justo antes de que hablara con Yamabe. El encuentro fue más breve de lo esperado, pero Itsuki no oyó lo que pasaba entre los dos hombres. Ni Itsuki ni Kasaoka estuvieron presentes. Yamabe lo quería de esa forma. La única persona que estuvo en ese cuarto fue el abogado. Kasaoka probablemente ya sabía lo que se discutiría ahí, pero no le dijo nada a Itsuki y él no se molestó en preguntar.

La noche antes de que supuestamente se fuera Tokiwa, Yamabe se puso peor. Itsuki fue el primero en notar que 155

Yamabe estaba extraño. Para cuando la enfermera llegó, ya estaba inconsciente. Se apuraron a llevarlo al hospital nuevamente. Los recuerdos de ese momento en la mente de Itsuki eran extraños y desarticulados. Él había estado en todo momento junto a Yamabe, pero no recordaba en qué piso estaba el cuarto, incluso no recordaba el número ni la cara del médico o las enfermeras. Sólo el sonido del equipo médico, la nieve que caía tras la ventana, y su mano estrechando la de Yamabe, estaba tan claro en su memoria que Itsuki podía pintar un cuadro con eso. Yamabe murió tranquilamente después de tres días de inconsciencia. Kasaoka y Tokiwa llegaron rápido al enterarse de la noticia, al igual que las cuatro mujeres que habían sido amantes de Yamabe. Itsuki regresó a casa a hacer los preparativos. Puso orden en la vieja habitación de Yamabe de manera mecánica, sintiendo como si todo fuera un mal sueño. Cuando el cuerpo del sensei fuera traído sería acostado en su familiar cama y envuelto en una sábana blanca. Lo que ponía completamente nervioso a Itsuki. Yamabe había muerto dos meses antes de lo que predijera el médico. El sensei esperaba llegar a la primavera y ver los cerezos en flor. —Yo planeé verlos cada año, pero nunca lo hice —le confesó Yamabe. Itsuki recordaba la amarga sonrisa de Yamabe cuando dijo eso. Ahora el viejo hombre nunca le hablaría nuevamente. Itsuki se dio cuenta de que, después de todo, no lo odiaba.

156

Sólo que Itsuki sentía ira acerca de muchas cosas que habían sucedido durante esos ocho años. Quitarle su tótem, obligarlo a sacar a Tokiwa de su vida. Las noches de soledad, el dolor de perder la libertad de cortarse el cabello, la agobiante cortesía, dejar la escuela y sus sueños. En esas ocasiones Itsuki realmente odiaba a Yamabe. Yamabe había moldeado la vida Itsuki como parte de su particular juego, modelando su apariencia y conducta, complacido con semejante transformación. Incluso más que eso, en esos ocho años Yamabe había sido la única persona cercana a Itsuki. Yamabe había sido la única persona que se ocupó incondicionalmente de Itsuki durante ese tiempo. Su madre había muerto de neumonía el año anterior. Hasta su fin, ella no notó en qué se había convertido su hijo. La última vez que Itsuki había visto a su madre sonreír, fue cuando era estudiante y lo despedía por la mañana. Con su hermana sólo tenía lazos de sangre, ella había cortado cualquier relación, cuando él la mandó a la escuela. Incluso se rehusó a hablarle en el funeral de su madre. Itsuki se sentía triste a causa de la distancia entre ellos, pero sabía que no lo podía evitar. A pesar de toda su discreción, los rumores viajaban rápido. En ese momento la hermana de Itsuki creía que Itsuki y Yamabe eran amantes, y él no podía verla a la cara. —Bienvenido a casa —le había dicho su hermana. Aunque pareciera extraño, esas palabras significaban mucho para Itsuki. Le aseguraban que todavía tenía sitio en algún lugar. Yamabe era una persona especial en la vida de Itsuki, pero no era ni su amante ni su familia. Era más una relación

157

de amo—mascota. Pero incluso así, Yamabe lo había tratado como una muñeca e Itsuki lo había animado a ello. Itsuki se aproximó al cuerpo de Yamabe, apoyándose en sus muletas, no tocó la sábana pero colocó su mano encima del cuerpo de Yamabe, la carne estaba dura y fría. Yamabe definitivamente se había ido. Había dejado el mundo de los vivos. Ya no iba a corregir la gramática de Itsuki o regañarlo por la ropa que usaba, no le llamaría ni le sonreiría. Itsuki sintió un agujero enorme en su corazón. Al final estoy solo, pensó Itsuki.

158

amabe tendría un funeral privado seguido de un largo servicio funerario realizado por los trabajadores del taller, ahí habría mucha gente del grupo cercano a Yamabe. No habría una dramática demostración de duelo. Yamabe quería una sencilla cremación, pero se mantenía la cuestión de la herencia. Durante el funeral estaba claro que Tokiwa heredaría el patrimonio. Aunque ambos residían en la mansión, Itsuki no había visto a Tokiwa desde el día en que se vieron en el hospital. Kasaoka había tomado el rol de su asistente personal, y se le había avisado a Itsuki de que ya no requerían de su ayuda. Él cumpliría su deber quedándose a atender a Yamabe hasta el final. Itsuki pasó la noche entera sentado al lado del cuerpo de Yamabe, después de la cremación los restos fueron trasladados a la recámara que había sido transformada en salón funerario, donde se encontraba el altar. Itsuki estaba en esa habitación. Él se había apurado esa mañana y el cielo gris se sentía opresivo. El usualmente tranquilo pasillo estaba lleno de actividad. Itsuki se sentía rezagado, su mundo estaba de cabeza. “Rezagado” era bastante exacto. Itsuki realmente había sido compañía para Yamabe, el título de „asistente personal‟ era sólo para mostrar. Ahora era visto como la antigua mascota de Yamabe. Nadie se preocupa por los sentimientos de una mascota. La muy amada muñeca de una persona no es más que 159

chatarra para los ojos de otra. Itsuki no era nadie ahora que Yamabe se había ido.

—Hashimoto, ¿estás solo? ¿Dónde está Tokiwa—sensei? Itsuki levantó la vista y se sorprendió al ver a alguien dirigirse hacia él. Era Kurasawa, uno de los aprendices que se había unido al taller el año anterior y era un año menor que Itsuki, alto y delgado, de la misma altura que Tokiwa. —No tengo idea —contestó Itsuki. — ¿Realmente Tokiwa-sensei se va a encargar del taller? —preguntó Kurasawa. Itsuki levantó la vista incrédulo. — ¿Por qué me lo preguntas? —inquirió Itsuki. —Alguna gente dice que él es el heredero, otros, que no —contestó Kurasawa— Imaginé que seguirías como su asistente personal, si Tokiwa aceptara el puesto. —Yo... yo... yo no —tartamudeó Itsuki. Kurasawa lo vio extrañado: — ¿Estoy equivocado? Ellos dicen que Tokiwa es amable contigo, así que parecía que seguirías como su asistente. ¿No te quedaste con él las últimas semanas? —Mi futuro es incierto ahora, yo sólo visité a Tokiwa-sensei por cuestiones de trabajo —Itsuki lo dijo en un tono cerrado.

160

Itsuki sentía que la sangre era drenada de su cuerpo. Si Kurasawa había oído esos rumores, entonces estarían diseminados por todos lados para ese momento. Tenía sentido, después de todo había pasado casi dos semanas en la casa de Tokiwa. Los aprendices sabían bien que Tokiwa no aceptaba extraños en su territorio. Tokiwa trataba a Itsuki con amabilidad. Esa actitud familiar hacia Itsuki se debía a un dramático cambio. Desde el día que regresó, Itsuki había sido el blanco de los rumores nuevamente. Terminó la conversación con Kurasawa y pensó en cruzar por el pasillo hacia su habitación. Itsuki se sentía enfermo, el aire a su alrededor parecía haberse vaciado. Cuando sentía que la gente lo miraba se obligaba a erguirse apoyándose en sus muletas. —Itsuki, ¿estás bien? —preguntó una voz. Alguien lo levantó y lo apoyó contra la pared. Ahora se sentía mareado. Cerró los ojos con fuerza y al abrirlos estaba de nuevo viendo a Tokiwa parado frente a él, pulcramente vestido con traje y corbata para el funeral. Tokiwa veía a Itsuki con aire preocupado. —Discúlpame —dijo Itsuki finalmente. Tokiwa arrugó la frente en respuesta, acarició la esquina de los ojos de Itsuki, y habló suavemente: — ¿Has comido suficiente? ¿Has dormido bien? —Estoy bien —mintió Itsuki—. Gracias por preguntar. Es él de nuevo pensó Itsuki, forzándose a sonreír. Es peligroso estar juntos de esta manera en público. Quizá Tokiwa estaba preocupado por él, simplemente por la manera en como se sentía respecto a Itsuki en el pasado. Tokiwa vio a Itsuki y suspiró. 161

—Ven aquí un momento —dijo tomándolo del brazo. —Tokiwa—sensei, hay unos negocios que necesita atender —gruñó Kasaoka. —Esto sólo me tomara cinco minutos —contestó Tokiwa. Mientras Kasaoka veía, Tokiwa colocó su brazo alrededor de Itsuki y lo guió a una habitación de huéspedes vacía. Itsuki no pudo luchar. Antes de que Itsuki pudiera abrir la boca y hablar, sus palabras fueron interrumpidas por un beso de Tokiwa. Eso estaba sucediendo demasiado rápido para que pudiera pensar. Itsuki recobró la sensatez cuando oyó a la gente en el pasillo. Los huéspedes habían recorrido grandes distancias para acudir al funeral; aunque el cuarto estaba desocupado, alguien podría entrar en cualquier momento. ¿Cómo actuaría Tokiwa si la gente los viera juntos de esa forma? El solo pensar en eso hizo que a Itsuki se le helara la sangre. — ¡Detente! —dijo Itsuki tratando de alejarlo, pero Tokiwa lo ignoró. Los largos brazos de Tokiwa rodearon la cintura de Itsuki, acercándolo más y chupando la lengua de Itsuki. La garganta de Itsuki se contraía mientras un estremecimiento recorría toda su espalda y él, impotente, sucumbía al placer. Sabía que no podía derrotar a Tokiwa, pero Itsuki no podía quedarse sin pelear. Sin embargo, Tokiwa tomó sus manos y las sostuvo contra la pared. Itsuki pensó en arañarlo, pero no tenía corazón para hacerle eso. Se movía en vano contra el agarre de Tokiwa. Tokiwa detuvo la cabeza de Itsuki contra la pared y le dio un profundo beso. 162

163

Agarró las caderas de Itsuki con firmeza, pero la lengua que exploraba era suave y gentil en contraste. Itsuki quería llorar. Cuando Tokiwa finalmente lo dejó tomar aire. Itsuki dejó de luchar, y tomó las mangas de Tokiwa. Su respiración era un poco jadeante, mientras Tokiwa le mordía el labio, causando que sus caderas saltaran. Tokiwa se acercó más a Itsuki y lo vio a los ojos. — ¿Es cierto que nunca dormiste con Yamabe—sensei? —preguntó Tokiwa sorpresivamente. Itsuki parpadeó pregunta.

sorprendido

ante

su

inesperada

— ¿Es cierto? —preguntó Tokiwa ansiosamente. Itsuki logró asentir pero Tokiwa seguía viéndolo sombrío. Tokiwa debió notar que Itsuki lo miraba aterrado, porque suavizó la expresión. —Necesito hablar contigo —dijo suavemente acariciando la mejilla de Itsuki—. Iré a tu cuarto en la noche, ahora no es el momento. Esta vez era el mismo tono que Tokiwa usaba cuando le hacía el amor. Itsuki sintió su piel erizarse y ponerse de gallina, pero era incapaz de asentir o incluso sacudir la cabeza. —Itsuki. Tokiwa le habló de nuevo, Itsuki asintió vagamente, Tokiwa le besó la nariz, y luego devoró su boca de nuevo. No había manera de escapar a los apasionados besos de Tokiwa. Los dedos que hacía un momento eran rudos, se volvieron gentiles cuando Tokiwa acarició la mejilla de Itsuki. Murmuró el nombre de Itsuki en su oído, hasta que éste no 164

pudo oír nada más. Los dedos de Itsuki distraídamente se cerraron en un puño en la manga de Tokiwa. Sabía que si tocaba el calor de Tokiwa nunca podría dejarlo. Justo entonces sonó el celular de Tokiwa. A juzgar por el tono de su voz cuando contestó, la llamada debía ser de Kasaoka. Después de una breve conversación, Tokiwa besó la frente de Itsuki y salió del cuarto. Apoyado contra la pared, Itsuki fue incapaz de moverse durante un momento. Finalmente se sentó. Itsuki vio sus muletas en la alfombra y pensó en la fuerte espalda de Tokiwa. El funeral comenzaría pronto, y ellos probablemente no tendrían oportunidad de hablar antes de eso.

No habría mucha gente en el funeral, pero Tokiwa estaría ocupado atendiéndolos. Ese era un excelente momento para el plan que Itsuki tenía en mente. Cuando el funeral acabara Itsuki dejaría la propiedad de Yamabe por su propio bien. Lo había decidido justo después de que se le diagnosticara la enfermedad terminal. El contrato era válido sólo mientras Yamabe viviera. Kasaoka ya le había explicado eso a Itsuki. Iba a dejar todo atrás y a empezar de nuevo. Sin explicaciones o preocupaciones. Solamente Kasaoka sabía que Itsuki planeaba irse. Itsuki le había pedido que guardara el secreto, pero en realidad… ¿quién extrañaría a la mascota de Yamabe una vez que se fuera? Lo que fuera que Tokiwa quisiera discutir con él no le importaba. Se iba a ir, y eso era todo.

165

Suspiró. Justo cuando la puerta se abrió, Itsuki se escondió. — ¿Hay alguien aquí? —dijo alguien. —Debes estar alucinando —dijo alguien más— ¿Realmente piensas que ellos pueden estar escondiéndose juntos en momentos como estos? — ¿Escondiéndose?— Repitió la primera voz— Agradable manera de decirlo. Tokiwa-sensei está ocupado con los preparativos e Itsuki fue devoto a Yamabe hasta el final. ¿Correcto? —Si llamas devoción a sólo estar sentado a su alrededor —se burló el otro hombre—. Al menos podría atender a los huéspedes que patrocinaban a Yamabe, pero probablemente no sepa cómo. Esa conversación era tan extraordinaria que Itsuki se descubrió sosteniendo el aliento. —Bien, él se ve lindo para ser hombre —continuó la sarcástica voz—. Yamabe-sensei y Tokiwa-sensei están locos por él. ¿Por qué Yamabe-sensei lo mantendría tanto tiempo a su lado sin hacerle nada? Probablemente se irá ahora con Tokiwa. —Quizás deberías inventar historias divertidas sobre ti mismo —bufó la otra voz. Itsuki se dio cuenta de que ese hombre era Kurasawa, el aprendiz con el que había hablado en la mañana. Eso hizo que Itsuki quisiera esconderse incluso más. —Estás siendo irrespetuoso al involucrarlo con todo el mundo. Hashimoto puede que incluso no trabaje con Tokiwa, me lo dijo —comentó Kurasawa. 166

— ¿Dónde está lo irrespetuoso en esto? —preguntó el otro aprendiz—. Todo el mundo sabe que Hashimoto era el chico—juguete de Yamabe—sensei. —Esos eran rumores, hombre. Es injusto para Hashimoto — puntualizó Kurasawa. —No realmente —respondió el otro—. Kasaoka hacía el trabajo, Hashimoto sólo se exhibía. —Tú no estás seguro de eso —defendió Kurasawa—. Si Yamabe-sensei mantenía a Hashimoto como su asistente, era porque probablemente necesitaba ayuda extra. He oído que Hashimoto es un buen trabajador. —Bueno, para jugar al inocente, lo es —dijo el otro aprendiz—. ¿Tienes algo con él también? Su cuarto está conectado con el de Yamabe—sensei, ¿lo sabías? De esa manera podía estar a él fácilmente. Tokiwa-sensei tiene sus ojos puestos en Hashimoto también. Probablemente ya durmió con él. Oí que los tres estaban juntos. Sólo de hablar de eso, me enferma. —Haces que me enferme de oírlo. Estás diciendo todas estas molestas cosas porque estás enojado, ya que Tokiwa le encargó el taller a otro —agregó Kurasawa en tono ofensivo—. No puedo escuchar más de esto. Tienes miedo de atacar directamente a Tokiwa—sensei, así que dices toda esa basura de Hashimoto. ¿Eres quien esparció los rumores sobre Yamabe-sensei y Hashimoto, “dulzura”? — ¡Cómo te atreves a llamarme de esa manera! —gruñó el otro aprendiz—. Quién diablos te crees para decirme “dulzura”. —Lo siento —dijo Kurasawa, aunque no parecía una disculpa del todo—. Es que no puedo llamarte por el nombre

167

de traidor que disemina mentiras sobre gente que apenas conoce. —Kurasawa —gritó el hombre. Cuando parecía que la conversación se iba a convertir en pelea, Itsuki decidió que era momento de hablar. —Discúlpenme, pero ¿pueden mantener la calma? — pidió Itsuki. Los aprendices guardaron silencio cuando Itsuki salió a la vista. El chismoso lo miró lívido cuando descubrió a Itsuki espiándolo desde las sombras. —Qué diablos, ¿desde cuándo estas ahí? —preguntó el hombre. —Me sentí débil y entré a descansar un momento —dijo Itsuki suavemente—. Oí la conversación entera. ¿Hay algo que quieras decirme de frente? La cara del hombre se puso rojo brillante y salió sin decir una palabra. De repente se oyeron gritos de dolor afuera. Itsuki imaginó que el hombre había chocado con alguien en el pasillo. — ¿Estás bien, necesitas algo? —preguntó Kurasawa ansiosamente, viéndose más que incómodo. Itsuki sonrió ante la aprensión del joven. —Gracias, estoy bien —dijo Itsuki—. Tú podrías ser más cuidadoso con la gente que eliges para hablar. El chismoso era un viejo aprendiz de Yamabe, quien le había rogado quedarse en el taller después de que su aprendizaje terminara. Luego había empezado a asistir

168

regularmente. Aunque recibía el salario regular del aprendiz, podía ser un enemigo fastidioso si se enojaba contigo. —No puedo creer que haya dicho eso —dijo honestamente Kurasawa, rascándose la cabeza—. Siento que lo hayas oído. Supongo que tu trabajo será más difícil ahora. —Estaré bien defenderme.

—le

aseguró

Itsuki—.

Gracias

por

—Seguro —dijo Kurasawa parpadeando. Itsuki le sonrió un poco: —Es grandioso que nos hayas defendido a Yamabe y a mí, pero deberías mantener la boca cerrada en el futuro. — ¿Te molestó lo que dije? —preguntó Kurasawa. —Eso no hace ninguna diferencia —aseguró Itsuki con un tono de sinceridad—. Los rumores son inevitables por aquí. Tú sólo lo hiciste enojar y va a ir detrás de ti. Itsuki suspiró cuando vio a Kurasawa dejar el cuarto. Sólo de hablar de eso, me enferma. Repentinamente sintió su corazón pesado. Itsuki respiró profundamente y miró al techo. De ahora en adelante Itsuki Hashimoto no le va a causar ningún problema a Tokiwa, pensó calmadamente. Pero Itsuki todavía quería mucho a Tokiwa. Él amaba cuando Tokiwa bruscamente le murmuraba al oído. Pensar que el hombre que parecía autoritario y agresivo en la superficie, tenía un alma gentil. Cuando Yamabe le había ordenado a Itsuki visitar a Tokiwa, Itsuki naturalmente se había puesto nervioso, pero a la vez tan feliz que podría haber gritado. Si ellos se veían cara a 169

cara, a lo mejor podrían finalmente hablar abiertamente. Sólo hablar con Tokiwa era suficiente. Nunca soñó que se quedaría en la casa de Tokiwa. Los diez días que pasaron juntos habían sido un tiempo muy especial. Itsuki había sido feliz en esa casa. Nunca querría olvidar el tiempo que pasó envuelto en ese gentil capullo. Pero ahora tenía que dejar la casa de Yamabe, si quería preservar sus recuerdos. A pesar de sentirse agradecido por las palabras de Kurasawa, sabía que los otros huéspedes lo veían como una decoración. Quedarse como secretario de Tokiwa no era apropiado. Kasaoka podría ayudarlo. Y ciertamente Tokiwa podía contratar a alguien con más experiencia que Itsuki. Posiblemente Tokiwa quería hablar sobre eso con él. Itsuki no tenía experiencia como escultor, sólo un entrenamiento de secretario de medio tiempo. Alguien como él sería inútil ahí, pero por sus contactos previos, sabía que no lo despedirían. Era por eso que tenía que irse. Tokiwa probablemente entendería la situación de Itsuki bastante bien. Sus padres estaban muertos. La casa familiar perdida. No tenía experiencia de trabajo, lo que le dificultaría encontrar uno nuevo. Tokiwa debería de estar preocupado por el futuro de Itsuki, y querría discutir esos asuntos en detalle. Itsuki sacudió la cabeza tratando de alejar esos oscuros pensamientos. No importaba lo que Tokiwa esperara de él, una cosa era cierta. Itsuki sabía que quería a Masatsugu Tokiwa. Incluso después de unirse a la casa de Yamabe, a Itsuki le daba placer ver el arte de Tokiwa. Con poco tiempo para sí mismo le era difícil ver el trabajo de Tokiwa en persona, pero 170

incluso a través de las fotografías lo disfrutaba. Ocasionalmente podía darle un vistazo a una obra de Tokiwa mientras le llevaba un mensaje de Yamabe. Eso siempre le hacía sonreír. Itsuki realmente disfrutaba ver a Tokiwa esculpir su camino por la vida, era un hombre que se enfrentaba confiado al futuro, pero tenía una inesperada gentileza en su toque. Cada vez que Itsuki veía el arte de Tokiwa, se impacientaba por ver lo que crearía después. Itsuki era su fan desde el principio, el hecho de ser amigos era irrelevante. Durante los años, los rumores sobre la relación de Itsuki con Yamabe habían sido salvajemente diseminados en el taller. Los aprendices actuaban diplomáticamente en público, pero en privado calumniaban a Itsuki. Yamabe no sólo toleraba los rumores, sino que parecía encontrarlos divertidos. Itsuki era forzado a sonreír y aguantar cuando esos cuentos le llegaban. Pero esta vez era diferente. Itsuki se mordió el labio pensando en la conversación que acababa de escuchar. Si se quedaba tendría que enfrentar los rumores solo. Peor aún, la gente podría decir que estaba celoso de que Tokiwa hubiera heredado las propiedades de Yamabe. Sospecharían lo peor de él, y la maledicencia estaría constantemente detrás de él. Esas palabras podrían tener un impacto negativo en la reputación de Masatsugu Tokiwa, y eso era algo que definitivamente no quería. Pensar en eso le causaba que el frío bajara por su espalda. No había manera de que Itsuki permitiera que eso sucediera. Itsuki no iba a arriesgar el éxito de Tokiwa.

171

Itsuki Hashimoto había sido la amada mascota de Yasuyuki Yamabe, quien ahora estaba muerto. Él ya no tenía lugar ahí. Igual que un gato desaparece cuando su amo muere, una mascota humana que sobrevive a su servicio no tiene elección, tiene que irse. Itsuki suspiró y miró al techo nuevamente. Cuida tus piernas, no empujes demasiado duro. Pensó acerca de la última conversación con Tokiwa. Nunca lo tocaría de esa manera de nuevo, nunca sentiría los cálidos labios de Tokiwa sobre los suyos, ni presionando su frente. Su expresión, su voz. Los recuerdos de las cálidas manos que lo tocaban. Itsuki miró a sus piernas y recordó la manera como Tokiwa las había tocado hacía unos días. Tengo que dejarte, pensó Itsuki, pero no podía evitar soñar que podría tenerlo. ¿Por qué no podía dejarse avasallar por su deseo de estar con Tokiwa? Si siempre lo tenía en su mente. Justo entonces, Itsuki oyó más voces detrás de la puerta, vio el reloj y se dio cuenta de que era hora del servicio funerario. Se apresuró a tomar sus muletas y logró ponerse de pie. ¿Qué querrá hablar conmigo? se preguntaba Itsuki, sintiendo una punzada de arrepentimiento, mientras dejaba el cuarto y atravesaba el pasillo.

172

n año después, Itsuki tenía un trabajo de medio tiempo como editor asistente en una revista local. La oficina estaba en el tercer piso de un edificio cercano a la estación del tren. —¡Ah! Hashimoto, te traigo algo bueno para ti! Sajima—san, su supervisora, era la única trabajadora sentada junto a la ventana tomando té de manera distraída, cuando Itsuki entró a la oficina. La revista era, para ser honestos, bastante conocida a pesar de su pequeño tamaño. Se mantenía holgadamente gracias a sus costosos anuncios publicitarios. Su personal era también pequeño, formado por Sajima, que era la editora en jefe, un reportero y una fotógrafa. Ella contrataba personal extra cuando era necesario, pero crónicamente estaban faltos de personal. Itsuki había tomado el trabajo al final del verano. Después de dejar la propiedad de Yamabe, regresó a la escuela vocacional un tiempo y uno de sus instructores le sugirió intentar trabajar para Sajima—san. Ahora era un empleado semi—regular. —Bienvenida a casa, ¿cómo le fue en su viaje? — preguntó Itsuki diplomáticamente. —Perfecto, si solo no hubiera llovido —dijo Sajima—. Aquí está tu obsequio, y gracias por encargarte de las cosas en mi ausencia. Llévalas a casa contigo. —Gracias, pero no sé si pueda comer tanto, vivo solo. ¿Lo sabe? —dijo Itsuki con una tímida sonrisa, viendo las cuatro cajas de diferente tamaño.

173

Sajima—san había ido a visitar a la familia de su marido. Ellos llevaban sólo seis meses de casados. Ella le había dejado las llaves a Itsuki en caso necesario, pero nada realmente urgente había sucedido. Afortunadamente. —Una caja es suficiente, gracias —agregó Itsuki—. Puede compartir el resto con su marido. —Toma todas —insistió Sajima—. La pequeña está llena de dulces, y las otras tienen hortalizas, cajas de fideo, arroz sazonado y algo de vegetales hervidos. Te ayudarán en la cocina. Repentinamente ella tomó una revista. —Aunque éste es el mejor regalo —señaló. En una revista local como la suya había un logo publicado en la portada, que Itsuki conocía muy bien. Abajo de la página aparecía el nombre Masatsugu Tokiwa con grandes letras. —Esta revista estaba en casa de mi familia política — confesó Sajima—. Recordé que eres fan de ese escultor, así que la traje a casa. La hermana de mi marido escribió el artículo. Estaba asombrada de conseguir la entrevista con alguien de tanto prestigio y experiencia. Afortunadamente alguien los presentó. Ella hizo una pausa para servirle una taza de té a Itsuki, y le ofreció azúcar. —Ella dice que él es un hombre maravilloso —continuó— . Él se rehusó a que tomaran fotografías, solo concedió la entrevista. Puede que te interese. —Gracias —dijo Itsuki.

174

—¿Lo conoces, verdad? ¿Es agradable en persona? ¿Por qué no se ha casado? —Sajima lo cuestionó rápidamente. Itsuki parpadeó ante su inesperado cuestionamiento. —Mi cuñada se enamoró de él —dijo asombrada—. Pero no pudo hacer preguntas sobre su vida personal. Probablemente sepas algo sobre su vida amorosa. —No, para nada —mintió Itsuki—. Yo sólo soy fan de su trabajo. Lo siento, no puedo ayudar. —No hay problema. Él probablemente no lo dice de todas maneras. Está en su propia liga —dijo Sajima, levantando su taza vacía—. Leí el artículo pero no pude seguirlo y mantener claro en mi mente lo que él decía. Es un gran hombre, pero dudo que hable de su vida hogareña. Se puso de pie y empezó a limpiar las cosas del té. —De regreso al trabajo —dijo, saliendo de la pequeña cocina. A mitad del camino, se detuvo—. Ooops, olvide decirte, la próxima semana saldré de la ciudad para una entrevista, ¿podrías ayudarme? ¿Cómo está tu horario? Mencionó un lugar cerca del mar. El artículo sería sobre la comida de invierno para la próxima edición. —Debe estar bien — dijo Itsuki—. Nunca he estado ahí antes y me encantaría acompañarle. —Genial —exclamó Sajima—. Estaba preocupada de que tuvieras algo que hacer. No estás cancelando una cita, ¿verdad? —No —contestó Itsuki—. No estoy saliendo con nadie, ahora.

175

—Eso es algo que no puedes dejar, Hashimoto —dijo Sajima seria, viendo a Itsuki directamente—. No me lo tomes a mal, pero me parece que estás un poco desapegado del mundo real. La gente de la escuela incluso te dice monje. —No realmente —dijo Itsuki—. Es porque estoy estudiando duro. Ahora, para el viaje, ¿qué necesito preparar? —Sólo tu licencia de manejar, estará bien —dijo Sajima—. Logra comer y dormir bien antes de salir. No quiero que te quedes dormido en un momento crucial. Itsuki asintió y regresó a su escritorio, estaba realmente agradecido con la invitación.

Itsuki había empezado a trabajar con la señora Sajima no sólo por el sueldo sino para tener un lugar a donde sintiera que pertenecía; después de tantos años apartado de la sociedad, no le sorprendía que Sajima lo viera desapegado. Por muchos años lo había estado. La nueva vida de Itsuki había empezado en la primavera después de que dejara la casa de Yamabe. Se tomó un tiempo para adaptarse al dramático cambio. Afortunadamente fue capaz de enrolarse en un programa de servicios de información y en una escuela vocacional, con otros estudiantes de su edad. Había hablado con gente que trabajaba en campos diferentes, pero ninguno parecía muy interesado.

176

Itsuki había ahorrado bastante dinero durante sus años con Yamabe, su mamá había muerto y su hermana se había casado, y ahora sólo tenía que cuidar de sí mismo. Él está en su propia liga. Las palabras de Sajima lo hicieron recordar los artículos en el periódico y la televisión conmemorando a Yamabe, había escenas del funeral entremezcladas con algunas del taller. Ese mundo parecía terriblemente distante al de ahora. Era difícil creer que había pasado ocho años al lado de Yamabe. Si la deuda familiar no lo hubiera arruinado, se hubiera graduado de la escuela vocacional y habría encontrado un buen trabajo como la gente normal. Hubiera enviado a su hermana a la universidad y ayudado a su mamá con los gastos de la casa. Los tres probablemente vivirían juntos en familia. Si Yamabe no hubiera hecho la oferta, Itsuki estaría trabajando hasta el cansancio con deudas hasta el cuello. Pero ninguno de esos escenarios ocurrió, Itsuki había habitado un mundo diferente. En una casa sin conexiones, sin relaciones. Y justo en medio de eso estaba Tokiwa. Itsuki no lo había visto en ninguno de los programas de televisión, pero como Sajima había dicho, a él no le gustaba exponerse ante los medios. Itsuki no había oído lo que sucedió con los restos de Yamabe. Podría preguntarle a Kasaoka. ¿Pero cuál sería el punto? Había oído algo sobre Tokiwa durante ese año, algo acerca de la exhibición de algunas piezas de Tokiwa que habían sido premiadas, y su fama estaba aumentando.

177

Tokiwa podría probar con cualquier cosa, y mucho de su nuevo trabajo tenía una sensación experimental. La pieza que estaba creando mientras estuvo en su casa estaba a punto de ser terminada y se exhibiría en el aeropuerto de la región de Tohoku. Itsuki ya había decidido que iría a verla. Mientras ansiosamente seguía la carrera de Tokiwa, sabía que todavía lo tenía en su corazón. Pero Tokiwa, estaba en su propia liga. Eso era más que cierto.

—Ey, Itsuki, eres pintor, ¿verdad? —Preguntó Sajima—. Vi esas acuarelas. ¿Incluso has considerado entrar a la competencia? Itsuki estaba tan ocupado con el diseño de la publicidad para la siguiente edición, que no contestó. —El concurso de la tienda local de arte —insistió Sajima—. Es el primero, y no tienen muchas solicitudes. El último día es en cuatro días y puedes utilizar lo que quieras: crayones, acuarelas pintura de aceite... —Deberían anunciarse en las escuelas locales — comentó Itsuki distraídamente. —Ya lo hicieron, tienen demasiados dibujos con crayón. Algunos artistas locales les dieron algunas piezas también, pero ahora quieren más solicitudes de otra gente. Demasiados dibujos de niños. Los organizadores se están volviendo locos. Deberías llevarles esa pintura que me mostraste. Seguro que les encantaría. —Pensaré rechazándolo.

en

eso

—dijo

Itsuki

diplomáticamente,

178

Algo en la expresión de Itsuki le decía que no lo presionara. Itsuki había realizado dibujos un año antes en la casa de Tokiwa, en su prisa por regresar a la casa de Yamabe, había dejado el cuaderno. Recién mudado a su departamento Kasaoka lo había enviado por correo. De camino a su trabajo, había recogido el misterioso paquete de la oficina postal. Lo abrió durante su descanso y se quedó impactado con lo que encontró en el interior. Sajima vio las pinturas asombrada. —Wow —dijo—. No he dibujado nada desde la escuela. Y sólo puedo dibujar la luna y el horizonte. —Ya no dibujo más —dijo Itsuki tranquilamente poniendo fin a la conversación. Después de empezar a dibujar en el cuaderno de dibujo en casa de Tokiwa, habían quedado sólo unas hojas en blanco. Pero no había hecho nada para llenarlas desde entonces. Incluso no estaba seguro de querer hacerlo. Itsuki disfrutaba dibujar, pero sólo si estaba inspirado. Ahora estaba empecinado en terminar la preparatoria y no había dibujado nada durante ese año. Pero de camino a casa esa tarde pasó por la tienda de arte y compró una paleta de pintura, brochas y acuarelas. La revista que Sajima le había mostrado había encendido el fuego en él. Según la entrevista, Tokiwa se había dedicado a su arte, lo que a Itsuki le inspiró nostalgia por esos días. Llegó a su casa, tomó una ducha y buscó el cuaderno de dibujo. Quería terminar la pintura antes de la cena, incluso antes de una taza de té.

179

Al día siguiente envió la pintura terminada al concurso con el nombre de su hermana. Aunque no había razón para que la buscaran, dos días después la llamó. —Uh, disculpa, ¿te molestaría que usara tu nombre? —se disculpó Itsuki. Su hermana sólo se rió. —Está bien, no me molesta, usaste el nombre de casada o mi nombre de soltera. —El de soltera. Ayaka Hashimoto —confesó Itsuki—. No quería usar el nombre de tu marido, esa es información privada. —Como quieras —dijo su hermana—. Me gustaría ver la pintura alguna vez. ¿Estás pintando nuevamente? Eso me hace muy feliz. —¿Por qué? —Itsuki preguntó sorprendido. —Me encantan tus pinturas, tonto. Siempre me han gustado, desde que eras joven, y me encantaría verlas de nuevo. Si tienes tiempo, podrías hacer una pequeña visita a Yuuta —dijo su hermana animadamente.

Durante el pasado año Itsuki y su hermana habían reparado su inestable relación. Seis meses después su cuñado había hablado para informarle que su hermana había tenido un saludable bebé varón, e Itsuki los había visitado. Con sólo ver a su hermana con su nuevo bebé, se reavivaron sus viejos lazos. Por primera vez Itsuki entendió lo que le había parecido a su hermana que la enviaran a la escuela. Un lugar que ellos nunca hubieran podido pagar.

180

Mientras ella estuviera ahí, no tendría que atender a su madre. Ella sería libre para ir a la universidad de su elección. Pero el precio de su libertad había sido el confinamiento de su hermano en una extraña casa. —Sé que trataste de ayudar a mi mamá y a mí, pero todavía odio que nos dejaras —admitió su hermana—. ¿Por qué tenías que ir a esa casa con ese extraño hombre? Yo te amaba y no podía entender todo eso. Después de que mamá murió, seguía preguntándome por qué las cosas cambiaron de esa manera. Así que no era el único con las manos atadas, pensó Itsuki. Su hermana se había enojado por algo que ella tampoco pudo evitar. Ir contra su madre, y consigo misma, no era de extrañar que se hubiera deprimido. Itsuki no dijo nada más de la competencia, pero dos días después que la exhibición se abrió, Sajima encontró a Itsuki en la entrada. Cuando Itsuki le mostró su trabajo, ella lo felicitó profundamente. —Hashimoto, gracias por inscribir la pintura en el concurso. Eres su salvación. —Para nada —se rió Itsuki—. Pero mi pieza está escurriendo color, comparada con las otras en la sala. —Quizá, pero el color y el tema lo hacen interesante — dijo Sajima—. Mis amigos están felices de recibirla. Por cierto la televisión local filmó las pinturas hoy y las veremos en las noticias mañana. —Es la primera vez que oigo eso —admitió Itsuki—. No tengo cable en mi departamento.

181

—Es solo el noticiero local, pero probablemente es sólo para los escolares —dijo Sajima—. Lo siento, no grabaron la tuya. —No te preocupes por eso, era algo con lo que estaba experimentando —dijo Itsuki rápidamente, ansioso por cambiar de tema. —Bien, esta noche te invito a cenar —dijo Sajima. Incapaz de rehusar su amable invitación, Itsuki se permitió ir con ella al restaurante después del trabajo. —¿Podrías hacer alguna ilustración para el periódico alguna vez? —propuso Sajima, en el transcurso de la charla mientras cenaban —. Tienes un uso único del color, quizás demasiado inmenso para la portada, pero podemos tratar con una pequeña pintura, si la reacción es positiva la llevamos a la portada. —Gracias, pero no, gracias —contestó Itsuki con una sonrisa—. Realmente no puedo hacer ese tipo de cosas. Sólo pinto cuando estoy de humor. Algunas veces han pasado años sin que pinte. —¿En serio? Qué desperdicio. Bien, avísame cuando estés de humor —dijo Sajima vagamente. Se separaron al frente del restaurante. Sajima se dirigió a la estación del tren e Itsuki se subió a su bicicleta. Eran casi las nueve de la noche, pero mucha gente seguía afuera. El departamento de Itsuki estaba a diez minutos de la estación del tren. La mayoría de los otros inquilinos eran estudiantes que se habían ido por el fin de semana. Itsuki bajó de su bicicleta y la encadenó. Subió los escalones hacia su departamento en el segundo piso.

182

Como era viernes, a la mañana siguiente no tendría trabajo ni clases, por lo que había planeado ir al museo en otra ciudad. Como no podía costear el tren exprés, tomaría el tren local y transbordaría. Itsuki caminaba hacia su departamento sacando las llaves de su bolsillo, cuando vio que alguien estaba apoyado en su puerta, viendo al suelo. Las personas no lo visitaban sin avisarle. Esa persona debía estar perdida. Itsuki se aproximó pero se detuvo después de unos pasos. La persona levantó lentamente su cabeza.

183

ientras el agua hervía en una olla en la pequeña cocina, Itsuki veía hacia el siguiente cuarto. Era un lugar simple amueblado sólo con una cama y un escritorio. Todas las cosas estaban guardadas en el armario. Uno de los amigos de la escuela de Itsuki había comentado, cuando vio el cuarto, que parecía más un “cuarto de exhibición” que un lugar donde alguien viviera. Ahora Tokiwa estaba a la mitad de ese cuarto, era extraño pero innegable. Itsuki no lo había visto desde el funeral de Yamabe. Kurasawa había estado preocupado de que él se quedara a su lado durante el servicio. Itsuki le había dicho a Kurasawa que él lo había dispuesto de esa manera, y que tomaría un taxi después. Después de dejar a Kurasawa, Itsuki había comprado algo de ropa nueva en la tienda departamental cercana y pedido un taxi. —¿Me lleva a la estación, por favor? —le dijo al chofer, se cambió en el cuarto de baño de la estación, dejó ahí su traje y se apuró a comprar un boleto de tren que lo sacara de la ciudad. Había dejado el celular que Kasaotka le diera en la habitación de Yamabe. El primer mes Itsuki vivió en casas que rentaba semanalmente y no le dijo a nadie de su paradero. Cuando se mudó a un departamento permanente e inició la escuela, reanudó el contacto con alguna gente seleccionada, pero no con Tokiwa.

184

Así que, ¿por qué razón en el mundo ese hombre estaba aquí ahora? Como rara vez tenía invitados, Itsuki sólo tenía trastes para una persona. Sirvió el café instantáneo en la única taza y se preparó para enfrentar a Tokiwa. Imaginaba que Tokiwa nada más lo veía como un antiguo conocido. Era poco probable que pudiera sentir cualquier afecto por él. No después de su último acto de desaparición. Colocó la taza en una bandeja y regresó a donde esperaba Tokiwa. Tokiwa estaba de pie junto a la ventana, viendo con interés el cuarto de Itsuki. Su inolvidable hombre, parecía el mismo. A pesar de ser febrero, los brazos de Tokiwa estaban bronceados. Debía estar trabajando en exteriores, considerando que su cara estaba también bronceada. Se veía que había hecho más ejercicio. Su espalda y hombros se veían más grandes, incluso más musculosos. —Lo siento pero sólo tengo café instantáneo —Itsuki se disculpó colocando la taza en el escritorio. Tokiwa se movió para levantarla y vio a Itsuki antes de hablar. —No necesitas disculparte, he sido rudo al aparecer de esta forma. ¿Cómo está tu pierna derecha? ¿Todo está mejor ahora? —Estoy bien —contestó Itsuki—, tomó un par de meses, la fractura era limpia, así que no tengo problemas para caminar ahora. —Bien, ¿qué con la escuela? ¿Iniciaste clases de nuevo?

185

Itsuki asintió como si nada ante la pregunta de Tokiwa. Tokiwa había logrado encontrar dónde vivía. ¿Qué tanto sabría de su nueva vida? —¿Todo está bien? ¿Necesitas ayuda con algo? — continúo preguntando Tokiwa. ¿Él sólo está aquí para hacer todas esas irritantes preguntas? se preguntaba Itsuki. Lentamente levantó la cabeza y vio a Tokiwa a los ojos. —Gracias por tu preocupación —contestó—. Todo está bien. ¿Ese era su “tenemos que hablar” que había mencionado antes del funeral? Tokiwa se había molestado cuando Itsuki desapareció por segunda vez en su relación, incluso sin dejar una nota. Cuando llamó al taxi todo lo que Itsuki llevaba era la ropa que había comprado, su cartera y su libreta de direcciones. Tokiwa debió preocuparse de a dónde había ido y cómo sobreviviría. Pero Itsuki dudaba que la preocupación de Tokiwa fuera amor. Tokiwa era el tipo de persona que no perdona cuando alguien desaparece. —Siento haberme ido de esa manera —dijo Itsuki tranquilamente—. Decidí que me iría en el momento que Yamabe enfermó. No quería crear una gran molestia con eso. No te lo dije antes, lo siento si causé que te preocuparas. Itsuki bajó la cabeza, pero Tokiwa no dijo nada. —Pero estoy bien, en serio —continúo Itsuki—. Empecé la escuela, y estoy tratando de hacer un nuevo comienzo. Itsuki sabía que el haber regresado a la escuela vocacional no necesariamente le garantizaba un futuro

186

exitoso, muchos graduados de las preparatorias estaban luchando por encontrar un buen trabajo ahora. Itsuki se preguntaba cuántas compañías estarían interesadas en contratar a alguien en la última mitad de sus veintes con una experiencia limitada. No obstante, Itsuki había regresado al programa que había iniciado años antes y actualizado su visión para el futuro. No había lugar para Tokiwa en su futuro. Itsuki vio a Tokiwa por un momento. Como su jefa había dicho, Tokiwa estaba en su propia liga. Itsuki atesoraría profundamente en su corazón los recuerdos placenteros de un pasado distante. —No necesitas preocuparte por nada más —dijo Itsuki finalmente con un tono de voz calmado. Mientras decía esas palabras se sentía mucho mejor. —Bien —contestó Tokiwa, suspiró y comenzó a moverse, giró la cabeza y vio a Itsuki—. Ahora, vamos a cambiar el tema, para algo más importante. Tengo un favor que pedirte. Quiero que me des otra oportunidad. Itsuki parpadeó completamente impactado. —Puedo entender que sigas enojado —continuó Tokiwa—. Sólo que yo no soy bueno disculpándome. Grítame si quieres, empújame, patéame, todo lo que necesites para sacarlo de tu sistema. Todo lo que quiero es una oportunidad para compensarte. —Compensarme, confundido.

¿de

qué?

—preguntó

Itsuki

—No quiero decir lo que sucedió hace un año —aclaró Tokiwa—. Estoy hablando de lo que sucedió hace nueve años, cuando tú eras un estudiante y yo un aprendiz en el 187

taller de Yamabe. ¿Recuerdas la última noche que te lleve a casa en la motocicleta? No había manera de que Itsuki pudiera olvidarlo. Esa fue la primera vez que Tokiwa lo había besado, su último encuentro antes de que su vida cambiara para siempre. Durante sus años con Yamabe Itsuki a menudo deseaba poder regresar a ese dorado momento. Pero era demasiado tarde para cambiar el pasado. Itsuki se mordió el labio tratando de bloquear los momentos dolorosos. La paz y tranquilidad que él había luchado tan duro por conseguir, sentía que repentinamente estaba siendo desgarrada en tiras. ¿Por qué Tokiwa decía eso ahora? —Tokiwa—sensei, creo que me odias... —dijo Itsuki con una distante voz. Lo único natural era que Tokiwa lo despreciara. Durante todos esos años con Yamabe, ellos nunca habían hablado, ni siquiera para decirse hola. —Yo... yo no quería ser de esa manera —continuó Itsuki desesperadamente—. Creo que no tuve decisión en el asunto. No quería pensar en cómo deberían ser las cosas. Tokiwa arrugó la frente mientras Itsuki luchaba por continuar. —Ellos me llamaban el prostituto de Yamabe, pero el hecho es que yo no podía hacer nada sin el permiso de Yamabe. Estaba avergonzado de que me vieras de esa manera. Eso hería mi orgullo. Me sentía tan débil... —Sí. Lo sé. Tienes razón, estaba enojado —admitió Tokiwa—. Sólo, no regresabas las llamadas, dejaste la escuela y desapareciste de tu casa. ¿Qué suponías qué pensaría? Imaginé que algo malo te había sucedido y empecé a 188

buscarte. Descubrí lo de tu madre y su deuda. Entonces el rastro se perdió. Pero seguí esperando que me llamaras algún día. Tokiwa se apoyó en el escritorio y vio a Itsuki. —Finalmente te encontré y no querías hablarme — Tokiwa recordó tristemente—. Cuando llegué al taller me dijeron que eras el amante de Yamabe—sensei, pero ahora sé que el sensei te tenía girando en su meñique. Él siempre fue muy posesivo con las cosas que amaba. Itsuki jadeó mientras Tokiwa continuaba. —Para decir verdad, estaba impactado de ver cómo Yamabe te trataba como un objeto y tú lo soportabas pacientemente, incluso ¡dejaste de pintar! Hablabas mecánicamente, te oías como un robot. Sólo, no te veía como Itsuki. Itsuki bajó su cabeza avergonzado, incapaz de contestar a las duras palabras de Tokiwa. Veía las largas piernas de Tokiwa y se preguntaba cuál era la real razón detrás de esa visita. —Cuando estuviste en mi casa, finalmente me di cuenta lo equivocado que estaba acerca de ti —dijo Tokiwa suavemente—. Parecías un robot al principio, hasta que vi cómo mirabas el jardín. Itsuki levantó la vista y se encontró con la de Tokiwa, su cuerpo tembló cuando Tokiwa continúo. —Tú nunca habías actuado de esa forma en la casa de Yamabe. Después de que vi que te caías en el río, supe que Itsuki todavía estaba debajo de todo eso. Simplemente no podía enviarte a casa de Yamabe después de eso. Pensé

189

que si te alejaba lo suficiente podrías regresar a tu verdadero yo. —Al principio, yo sentía ira, y estaba totalmente impactado por la carta de Yamabe, pero tú parecías totalmente indiferente a tu destino. Pensé que era inaceptable ser algo más que una linda muñeca. Las palabras de Tokiwa perforaban el corazón de Itsuki de vez en vez. Él cerró los puños pero no apartó la mirada. —Incluso aceptaste mi abuso, aunque el Itsuki real empezaba a brillar un poco. Si realmente hubieras sido un robot sin alma me hubieras dejado hacer lo que me complacía sin luchar. Repentinamente Tokiwa sonrió un poco al recordar esas noches de pasión que pasaron juntos. —De día actuabas como un androide, pero de noche comenzabas a ser el Itsuki que una vez conocí. Quería tocarte, que regresara tu verdadero ser. Cuando te corté el cabello te vi incluso más como el antiguo Itsuki. Ya no tenía corazón para obligarte a tener sexo. Tokiwa había tratado tan duro de que Itsuki regresara, dejando el libro de pinturas donde él pudiera encontrarlo, cortándole el cabello, llevándolo de asistente al proyecto del jardín de niños. Cuando Itsuki comenzó a pintar de nuevo, los esfuerzos de Tokiwa fueron recompensados. —No espero que me perdones —dijo Tokiwa sin rodeos— . Te obligué a hacer muchas cosas contra tu voluntad. La última noche en particular. Fue horrible para ti y yo realmente lo siento. Itsuki.

190

Cuando Tokiwa bajó la cabeza con tristeza, Itsuki sintió que su corazón se comprimía. —Tokiwa... —murmuró. —No soy tan tonto para incluso pensar que puedas perdonarme —dijo Tokiwa—. Sólo quería que supieras de dónde surgió. —Bi—bien… —tartamudeó Itsuki. —Cuando hablaste con Yamabe—sensei, tú me hablabas como el viejo Itsuki, no como un robot. Ese hecho me llenó de ira. No podía perdonarte que quisieras regresar con él —confesó Tokiwa francamente—. Yo no quería dejarte ir, de ninguna manera, te amaba tanto. —Tú... ¿me amabas? —preguntó Itsuki. —¿Porque me metería en todos estos problemas para encontrarte de nuevo? —puntualizó Tokiwa—. Te he amado por todos estos nueve años, y nunca he perdido la esperanza de encontrarte nuevamente. Traté de olvidarte pero no he podido. Quería preguntarte después del funeral, que si todavía querías estar a mi lado. —Todo lo que quiero es otra oportunidad para estar contigo —pidió Tokiwa—. Si las cosas no funcionan entre nosotros, podemos tomar caminos diferentes. Te prometo que te dejaré solo —sonrió amargamente y sacudió la cabeza—. Por favor, considéralo. Podemos comenzar como amigos y llevar las cosas lentamente. No quiero forzar lo imposible, pero soy un poco obstinado. Esa es la manera en que soy y no puedo evitarlo. Itsuki podía ver la fiebre en la mirada de Tokiwa. Repentinamente sintió también la fiebre. Tokiwa todavía lo amaba a pesar de todo. 191

Cuando ellos se conocieron la primera vez, Itsuki era un estudiante de la escuela vocacional y Tokiwa un aprendiz que soñaba con ser un maestro escultor. Ahora Tokiwa había llenado su potencial y empezado a ser una estrella. Una oportunidad para que nosotros comencemos de nuevo. Pero justo eso no era posible. La respuesta no era clara para Itsuki, quien era feliz como estaba, un humilde estudiante sin un real status social. Una vez que se graduara planeaba tener un tradicional trabajo de oficina. Tokiwa, por otro lado, estaba constantemente en el ojo público. Sus vidas habían cambiado mucho desde su primer encuentro. Si regresaba al lado de Tokiwa, sólo sería de la forma en la que Tokiwa quisiera. Quizá la gente podría verlo sólo como el “amigo” de Tokiwa, pero la realidad era que Itsuki Hashimoto era demasiado bien conocido por su trabajo. En cualquier momento que los aprendices los vieran juntos, iban a conjeturar, recordando la relación de Itsuki con Yamabe. Si Tokiwa empezaba a vivir con el antiguo chico—juguete de Yamabe, se levantaría un torrente de rumores. —Yo—yo no puedo —murmuró Itsuki. Aspiró profundamente y tomó valor—. Lo siento, pero yo estoy enamorado de alguien. Y realmente no quiero recordar esos días. La casa de Tokiwa estaba más allá de su alcance. No importaba lo que hubiera sucedido en su pasado, eso se había acabado ya. Si Itsuki pudiera cambiar algo, él hubiera dejado a Yamabe después de los seis años. Y no hubiera

192

estado en cada arrebato que tuvo Tokiwa en esos diez maravillosos días. Esos diez días lejos de Yamabe y todo lo ordinario. Itsuki quería mantenerlos claros en sus recuerdos. La mirada de Tokiwa lo taladraba. —¿Cuál es su nombre? —preguntó suavemente. —¿Quién? —preguntó Itsuki. —La persona que amas. ¿Cuál es su nombre? ¿Donde vive? ¿Qué hace para vivir? —preguntó Tokiwa. —Tokiwa, eso no es asunto tuyo —gruñó Itsuki. —Difiero en eso —se burló Tokiwa—. ¿Por qué no me lo dices? ¿Esa persona realmente existe? —Oh, claro que existe —aseguró Itsuki, pero su tono de voz sonó falso incluso para sí mismo. Se recompuso y habló más suavemente—. No puedo decirte, porque yo lo amo mucho. Él es el único en quien yo puedo pensar ahora y para siempre. Itsuki sentía su cabeza mareada pero se obligó a continuar. —Por favor, ve a casa y no regreses. No tengo nada más que decirte. —Mientras hablaba Itsuki sentía crecer dentro de él una misteriosa calma. Tokiwa observó a Itsuki en silencio, entonces suspiró. El alto sonido fue doloroso para los oídos de Itsuki. —Bien, siento haber irrumpido en tu vida de esta forma. —Tokiwa se dirigió hacia la puerta. Itsuki se sentía paralizado, incapaz de ver a Tokiwa salir. 193

El sonido de la puerta al cerrarse fue ensordecer para Itsuki. El repentino silencio parecía tan innatural cuando cayó al frío suelo. Siento haber irrumpido en tu vida de esta forma. La voz de Tokiwa todavía seguía ahí, aun después de que Itsuki se tapó los oídos con las manos. Nada podía ahogarla. Después del funeral Itsuki imaginó que nunca vería de nuevo a Tokiwa, a pesar de su secreta esperanza de cruzarse con él algún día. Años después, incluso décadas después, ellos podrían tropezar con el otro, sonreír y decirse hola. Tokiwa podía reconocer a Itsuki, detenerse y hablar con él. Pero ahora ese “algún día” podría no suceder. Itsuki había corrido la cortina y puesto fin al espectáculo. Si ellos se encontraran nuevamente, Tokiwa incluso no iba a querer hablar con él. ¿Puede incluso que lo olvide? ¿Puede él desvanecerse entre sus otros recuerdos? Divertidas como son las cosas, Itsuki sabía en su corazón que Tokiwa nunca lo olvidaría. Sólo el pensarlo hacía que Itsuki se sintiera un poco mejor. Itsuki realmente quería que Tokiwa lo recordara. La sorpresiva visita de Tokiwa había vuelto su mundo al revés. Su visión estaba borrosa y poco definida, inundada de color. Él sabía que nunca vería a Tokiwa de nuevo, y eso caía en su pecho como un porrazo. Nunca de nuevo.

194

Sorpresivamente algo golpeó su puerta. Se tambaleó hacia la puerta, se colocó los zapatos, y justo cuando agarró la manija, alguien la abrió desde afuera. —¿Huh? Ahí estaba Tokiwa en el pasillo, viendo a Itsuki con los ojos muy abiertos. —Itsuki —dijo Tokiwa suavemente. Instintivamente Itsuki supo que Tokiwa no había caído en su mentira. —Lo si—siento, por favor, perdóname —dijo Itsuki con voz temblorosa. Tokiwa llenó la cara de Itsuki con pequeños besos. — Itsuki —murmuró de nuevo. Itsuki se derritió, había pasado un año desde que dijeran su nombre de esa manera. Tokiwa acunó la cara de Itsuki entre sus manos y le quitó el aliento en un apasionado beso. Deslizó su lengua entre los labios abiertos de Itsuki y chupó su lengua. Besó a Itsuki profundamente, apasionadamente, acercando el cuerpo de Itsuki al suyo. Itsuki temblaba de placer. El familiar olor a tabaco lo abrumó, y se rindió a sus sentimientos de deseo. Sabía que era imposible que estuvieran juntos, pero Itsuki no podía resistir más. Agarró la camisa de Tokiwa en un puño, completamente incapaz de dejarlo ir. —Itsuki —dijo Tokiwa—. Te preguntaré de nuevo. ¿Cuál es el nombre del hombre al que amas?

195

Itsuki gimió, la voz de Tokiwa hizo que todo su cuerpo temblara. Sostuvo el aliento cuando Tokiwa levantó su cara y repitió la pregunta. No había dónde esconderse cuando Tokiwa lo tenía tan cerca y viéndolo a los ojos. No importaba donde estuviera Itsuki, Tokiwa lo encontraría de nuevo. Itsuki tragó saliva y se mordió el labio. —Tokiwa —murmuró finalmente. Tokiwa acarició la cara de Itsuki y le dio un apasionado beso una y otra vez. Cuando sus miradas se encontraban, entre besos, Itsuki seguía disculpándose. —No seas tonto, no necesitas disculparte —dijo Tokiwa. Entonces presionó a Itsuki contra la pared y acarició su espalda. Itsuki gimió cuando Tokiwa cubrió su boca con la suya y la lengua de Tokiwa lo probó y chupó. Tokiwa besó los parpados de Itsuki. Eso hizo que su visión fuera clara de nuevo. La hormigueante sensación era como fuego que llegaba a la base de la médula de Itsuki. Itsuki ya no quería correr para alejarse. Después de otro largo beso, Tokiwa lo llevó a la cama. Un momento después Tokiwa estaba encima de él. Itsuki tembló al recordar lo que sucediera el último día en la casa de Tokiwa. Sintiendo su aprehensión, Tokiwa lo vio con gentileza. —No hay manera de que eso vuelva a suceder. Por un momento Itsuki fue incapaz de hablar, distraído por los recuerdos que flotaban en su mente. Cuando Tokiwa lo besó de nuevo, el mundo pareció desvanecerse alrededor de ellos.

196

—Relájate, no te lastimaré —murmuró Tokiwa, mordisqueándole una oreja. Él comenzó a estimular a Itsuki en lugares más sensibles, haciendo que temblara de placer. Los labios de Tokiwa iban de sus orejas a su cuello y a su pecho, llevando a Itsuki a la locura del deseo. Itsuki se sintió mareado de placer y aferró las sábanas en un puño. —Eres un tonto, debes agarrarte de mí —bromeó Tokiwa. Colocó las manos de Itsuki en la parte de atrás de su cuello y lo besó con fuerza. Entre besos Tokiwa decía su nombre una y otra vez, hasta que Itsuki casi lloró. La conducta de Tokiwa durante esos diez días no era nada en comparación. Itsuki sólo había asumido que a él no se le permitía tocar a Tokiwa de la manera como él lo tocaba. Itsuki acarició los hombros de Tokiwa por primera vez, actuando por su propia y libre voluntad. Lo sentía fuertemente mientras lo acariciaba sobre la camisa. Ahora Itsuki desesperadamente quería sentir las partes privadas de Tokiwa y deslizó su mano bajo sus pantalones, el pene de Tokiwa aún crecía. Con sus dientes enterrados en el cuello de Itsukim éste vio a Tokiwa asombrado por su caricia. Con su otra mano Itsuki tocó los hombros y el cuello de Tokiwa. La piel de Tokiwa se sentía suave. Itsuki repentinamente se dio cuenta de que amaba sentir a Tokiwa de esa manera. Apoyándose en sus codos, Tokiwa lo vio con una rara sonrisa, y entonces lo besó de nuevo. Cuando se iba a alejar, Itsuki lo jaló del cuello para acercarlo. Las puntas de sus lenguas se enredaron juntas. —Tokiwa. Itsuki dijo su nombre y al hacerlo se aseguró de que realmente estaba ahí y no era un sueño. Movió su mano por

197

la mejilla de Tokiwa y sintió su fuerte mentón. Estaba tocando todo de Tokiwa y no quería detenerse. Tokiwa tomó la mano de Itsuki y besó el espacio entre sus dedos. La sensual sensación hizo que todo el cuerpo de Itsuki temblara. Enterró sus dedos en el sedoso cabello de Tokiwa. Tokiwa dejó que Itsuki se complaciera, entonces comenzó a moverse nuevamente. Tokiwa acarició la piel de Itsuki con una gentil precisión en su toque, entonces lavó los oídos de Itsuki con tiernos besos. Itsuki gemía y se derretía de placer mientras Tokiwa se frotaba sobre él. Itsuki arqueó su espalda con su pene prestando atención. Él estaba desnudo ahora, pero no podía recordar cómo sucedió. Su desnuda piel se sentía inusualmente agradable al tacto. Tokiwa acarició sus hombros atizando las flamas de la pasión. Cada vez que Tokiwa acariciaba un nuevo lugar en su cuerpo, Itsuki sentía cómo su piel se erizaba de placer, Tokiwa lo notó y lentamente fue bajando sus manos por su cuerpo. Cuando Itsuki jadeó, Tokiwa besó su mentón. —Ahhh... Itsuki sentía que podía desmayarse si Tokiwa seguía probando puntos sensibles. Apretó sus dientes ante la abrumadora sensación. —Itsuki.

198

Tokiwa lo besaba una y otra vez. Entonces subió las rodillas de Itsuki. Acostado de lado. Itsuki vio la cabeza de Tokiwa entre sus piernas. —Detente —pidió, agarrando el cabello de Tokiwa. —¿Qué? —preguntó Tokiwa obedeciendo al momento. Sólo el sentir la respiración de Tokiwa entre sus muslos era suficiente para hacer temblar a Itsuki. —¡No, por favor, detente! —Itsuki pidió de nuevo. —Relájate y disfrútalo —indicó Tokiwa ignorando los ruegos de Itsuki. Sus largos dedos e implacables besos llevaban a Itsuki a un estado de despiadada excitación. Tokiwa agarró sus caderas y las acercó, Itsuki recordó el placer anterior, pero el sentimiento era demasiado intenso. Tokiwa dijo el nombre de Itsuki de nuevo, se movió entre las piernas de Itsuki, mientras éste se sentía desfallecer. Aunque el cuerpo de Tokiwa se veía nublado y poco definido, Itsuki podía ver claramente su cara. Tokiwa finalmente salió de su posición, besó el cuello de Itsuki. —Sólo relájate —insistió Tokiwa, colocando los brazos de Itsuki alrededor de su espalda. Cuando sus cuerpos se presionaron juntos, Tokiwa entró en él. Itsuki gimió cuando sintió el calor de la penetración. Tan caliente que casi quema su interior. —Itsuki —murmuró Tokiwa—. ¿Estás bien? Itsuki asintió y Tokiwa lo besó profundamente. Él podía despertar a Itsuki con sólo decir su nombre. Mientras Tokiwa 199

200

empezó a empujarse en su interior, Itsuki apretaba al hombre a quien pensaba que no volvería a ver nuevamente. Sólo con ser capaz de tocar a Tokiwa, Itsuki era tan feliz que podría llorar.

La siguiente mañana Itsuki despertó solo. ¿Todo eso fue un sueño?, se preguntó Itsuki. Se quedó acostado, aturdido, saboreando el recuerdo, cuando oyó ruidos en la puerta. Repentinamente Tokiwa apareció. Vio a Itsuki y levantó sus cejas. —Así que finalmente despertaste. ¿Te vas a levantar? —¿Tokiwa—sensei? —Deja de llamarme sensei, eso me pone nervioso. — Tokiwa juguetonamente reprendió a Itsuki—. Te sientes un poco afiebrado. Lo siento, te empujé bastante duro. Itsuki sentía que estaba soñando de nuevo, pero Tokiwa lo veía con preocupación. —¿Sucede algo malo? —preguntó Tokiwa. —Yo... yo pensé que todo era un sueño —tartamudeó Itsuki—. Estoy perfectamente si estás aquí conmigo. —Niño tonto —se rió Tokiwa, besando a Itsuki de nuevo. Cuando se atrevió a meter su lengua, Itsuki se estremeció

201

sorprendido. Tokiwa se acercó más y se comió sus labios durante un largo momento. —No hay buenas tiendas en el vecindario —dijo finalmente Tokiwa—. Realmente conocí el área en un minuto. Tokiwa entró en la cocina. Eran casi las nueve. Itsuki se sentía un poco extraño de que otra persona estuviera en su deprimente departamento. Lentamente salió de la cama y entró en la cocina, preocupado de que Tokiwa pudiera desaparecer si no lo estaba viendo. Tokiwa estaba haciendo el desayuno con una habilidad de chef. Regresaron al cuarto con la comida servida en platos que no combinaban. Itsuki recordó el sabor de lo primero que comió en la casa de Tokiwa. Itsuki sentía su cuerpo pesado y adolorido, pero quería ver a Tokiwa más que cualquier cosa. Lo miró limpiar la cocina antes de que Tokiwa lo obligara a regresar a la cama. —Si sigues tropezando alrededor, lo de anoche va a suceder todo de nuevo —dijo Tokiwa frunciendo el ceño. Acercó la silla del escritorio a la cama y se sentó. La cercanía de Tokiwa no era fácil para Itsuki. Cuando la fría mano de Tokiwa acarició su frente, se relajó completamente, tomando la otra mano de Tokiwa entre las suyas. Tokiwa sonrió y acercó su cara. Itsuki cerró los ojos cuando Tokiwa lo besó. Tokiwa chupó su labio inferior y besó sus mejillas, sienes, nariz y esquina de sus ojos. Después otro gran beso en los labios, Itsuki finalmente tuvo el valor de preguntarle a Tokiwa cómo lo había encontrado. Se lo había estado preguntando toda la noche. —Eso realmente no fue muy difícil —dijo Tokiwa—.Sigues en contacto con Kasaoka, ¿verdad? 202

Cuando Itsuki oyó el nombre de su antiguo supervisor, entendió todo. Itsuki había hablado con Kasaoka cuando se había establecido. Itsuki le había dado su dirección porque sabía que podía confiar en él. No hablaban mucho pero mantenían contacto por correo electrónico. Él era una de las pocas personas que sabía la verdad acerca de Itsuki y expresaba una amistosa preocupación por su bienestar. Desde hacía años, a Itsuki Kasaoka le recordaba cómo sería su padre si hubiera vivido. ¿Pero por qué una persona tan discreta como Kasaoka le daría información personal a Tokiwa? —No culpes a Kasaoka —dijo Tokiwa—. Si no fuera por él tú continuarías en confinamiento. —¿Confinamiento? —repitió Itsuki. —Después del funeral, cuando me di cuenta de que desapareciste, quería encontrarte y llevarte de regreso — explicó Tokiwa—. Incluso planee contratar a un detective, pero Kasaoka me detuvo. Dijo que eso sería peor que la manera como Yamabe te había tratado. Yamabe le había pagado a Itsuki mediante un acuerdo claro, puesto en un contrato. Como el acuerdo había sido mutuo, Kasaoka lo había aceptado. Pero esta situación era completamente diferente. Itsuki tenía todo el derecho a desaparecer después de la muerte de Yamabe. Kasaoka sentía que hacer un reporte de persona desaparecida como quería Tokiwa, era faltarle al respeto a la propia decisión de Itsuki. —Entonces, ¿qué hizo Kasaoka? —quiso saber Itsuki.

203

—Kasaoka me explicó que decidiste irte por voluntad propia —explicó Tokiwa—. Dijo que yo no iba hacer absolutamente ninguna llamada para interferir. Tokiwa veía a Itsuki pensativo mientras continuaba. —Imaginé que tú te pondrías en contacto conmigo. Cuando eso no sucedió, le rogué que me dijera dónde y cómo estabas y qué hacías. Él me dijo que si te seguía contra tu voluntad, pondría un reporte de acoso. Itsuki estaba totalmente perdido con las palabras. Hasta donde Itsuki conocía a Kasaoka, él era una persona en extremo gentil. Un hombre con una suave manera de hablar. Era meticuloso con su trabajo. Nunca hablaría de la manera brusca que Tokiwa describía. Itsuki debió mostrar sus dudas, porque Tokiwa se rió de su expresión. —Kasaoka no trabaja para mí —dijo Tokiwa—. No tenemos una relación jefe/empleado, así que él puede decirme lo correcto. Y tenía razón, si te perseguía, te causaría problemas. Era mejor esperar. —¿Y esperaste? —preguntó Itsuki. —Recientemente vi una maravillosa pintura en las noticias —dijo Tokiwa—. Sabía que tú la habías pintado. Era precisamente lo que le había comentado Sajima. Qué increíble coincidencia que Tokiwa pudiera ver esos segundos de grabación. —Ayer invité a Kasaoka a ver tu pintura —continúo Tokiwa—Después de eso, él me dijo que estaba bien si yo te veía una sola vez. Así que vine aquí enseguida. —¿Huh? —preguntó Itsuki.

204

—Necesitaba saber realmente qué era lo que pensabas —aclaró Tokiwa. —¿Lo que realmente pensaba? —repitió Itsuki. —Kasaoka te envió el cuaderno de dibujo, ¿recuerdas? Era tu corazón lo que te llevaba a pintar. Él también se percató de que era mi mano en tu pintura. Itsuki se sintió ruborizar mientras Tokiwa hablaba. Había realizado la pintura para enviar al concurso del tótem que había hecho hacía mucho tiempo, Itsuki la había pintado de memoria, después de terminarla se dio cuenta de que algo faltaba y agregó una gran mano sosteniéndolo. Esa era la mano de Tokiwa. Itsuki había estudiado esas manos trabajando cuando eran amigos, y de nuevo en la casa de Tokiwa. Podía recordar cada detalle y no tuvo problemas para plasmarlas. Hacía dos días Itsuki había ido a la exhibición. En medio de los brillantemente coloridos paisajes y retratos, el suave tono de su pintura destacaba dramáticamente. En su peculiar idea de una pintura, eso probablemente no significaba mucho para los extraños. Pero Itsuki había inscrito la pintura sin una razón, nunca soñó que Tokiwa pudiera verla. Tokiwa sabía que Itsuki pintaba sólo las cosas que realmente le importaban. Eso era particularmente cierto cuando se trataba de retratos. Itsuki sólo pintaba gente que era especial para él. Tokiwa había interpretado la pintura como una señal y le había pedido a Kasaoka que le permitiera ver a Itsuki. Tokiwa ahora parecía serio mientras hablaba en voz baja. 205

—No trato de decir que regreses conmigo ahora, pero en cuanto termines la escuela, espero que lo consideres. Confía en mí, no va a ser un confinamiento como antes. Si tú quieres trabajar, yo te ayudaré en lo que pueda. No necesitas apurarte, sólo piénsalo por favor. —Yo... yo no puedo —dijo Itsuki sin pensar—. Es imposible, es mejor que sólo nos veamos de esta forma, cuando sea conveniente para ti, no quiero ser una molestia, ni interponerme en tu camino... Tomando una profunda aspiración, Tokiwa sintió un dolor familiar en el pecho. Ahora que había sido tocado por Itsuki, nunca querría dejarlo ir. Se dio cuenta de que eso estaba ahora en un nivel incluso más profundo. Itsuki sentía que quería estar al lado de Tokiwa, pero tenían que ser cuidadosos. Él estaría mejor fuera del ojo público. El solo olor de los nefastos rumores, podría arruinar la carrera de Tokiwa. Tokiwa repentinamente se vio turbado, se levantó de la silla y se sentó en la cama, se acercó a Itsuki y lo vio a los ojos. —¿Qué es lo que quieres decir con que sea “conveniente” para mí? —preguntó Tokiwa—.¿Y por qué piensas que serías una molestia para mí? —Tú debes saberlo. Cuando trabajaba con Yamabe yo era su mascota, su juguete —Itsuki sonaba calmado pero sus palabras eran dolorosas para él—. Si me mantienes a tu lado, puedo ser un obstáculo en tu camino. Itsuki repentinamente sintió un poco de alivio, él no podía regresar el tiempo. No podía regresar a nueve años antes, cuando aceptó la propuesta de Yamabe.

206

—No tenemos que regresar al taller de Yamabe —dijo Tokiwa—. Y no podríamos hacerlo, incluso si quisiéramos. —¿Huh? —dijo Itsuki sorprendido. Tokiwa sonrió. —Como Yamabe fue mi maestro, sentí que era mi deber hacer los arreglos del funeral, pero rechacé su herencia. Sus bienes fueron divididos entre sus parientes lejanos. La casa fue puesta en venta y el taller se desmanteló. Ahora es sólo tierra residencial. Los aprendices fueron transferidos a otros talleres. Itsuki vio el suelo en silencio. —Kasaoka—san ahora trabaja en un lugar completamente desconectado de Yamabe. ¿No sabías eso? —preguntó Tokiwa con un suave tono de voz. Itsuki negó. Tokiwa continúo: —Supe los detalles del contrato que firmaste con Yamabe. Los rumores eran totalmente falsos. Esas inesperadas palabras hicieron que Itsuki levantara la cabeza. —Yamabe me explicó todo —confesó Tokiwa—. Yo le dije que no quería su herencia, que sólo te quería a ti, y le pregunté si te permitiría irte. Tokiwa acarició la mejilla de Itsuki. —Yamabe se rió, dijo que él era cariñoso contigo pero que tú realmente no te le entregaste. Que en lo que fuera a suceder en tu futuro él no tenía intención de intervenir. Dijo que te veía como a un hijo, y que nunca tuvo una conducta inapropiada contigo. También me regañó por creer esos rumores. Itsuki recordó su última conversación con Yamabe, justo antes de que el viejo hombre muriera. Yamabe, todavía débil, 207

se despertó y vio a Itsuki con gesto perturbado. Cuando Itsuki le preguntó si sucedía algo, Yamabe sacudió la cabeza. —He interferido en tu vida demasiado tiempo —le dijo Yamabe. Itsuki le pidió que se explicara, pero Yamabe se rehusó a decir más. En ese tiempo, Itsuki se preguntó si Yamabe se refería a su relación con Tokiwa. Tokiwa tiernamente acunó la mejilla de Itsuki. —He pasado mucho tiempo pensando, y finalmente me di cuenta de algo. Quizá tu confusión cuando estamos juntos se deba a tu falta de experiencia sexual —repentinamente parecía avergonzado—. Lo siento. Me comporté horrible —dijo con voz suave. —¿Qué? —preguntó Itsuki —Pensé que te resistías a mí porque querías estar con Yamabe —admitió Tokiwa—. Pero como continuabas ruborizándote, debí darme cuenta de que era tu primera vez. Me siento horrible al no haber visto algo que era tan evidente. Itsuki siguió en silencio mientras Tokiwa acariciaba su cabello y seguía hablando. —Antes del funeral, te dije que necesitábamos hablar, pero entonces tú sólo desapareciste. —Lo sé, lo siento —murmuró Itsuki. —Está bien —contestó Tokiwa—. Kasaoka pensó que tu desaparición era tu respuesta hacia mí. Yo realmente no podía culparte. Actué como un real imbécil contigo en algunas ocasiones. Pero todavía no podía rendirme, y Kasaoka comenzó a vigilarme. —¿Vigilarte? —preguntó Itsuki. 208

—Él me checaba para ver si hacía algo estúpido —dijo Tokiwa viéndose un poco avergonzado—. Pero yo no quería una mascota, o un juguete, ni un amante secreto. Sólo una pareja con quien compartir mi vida. Hace un año te quedaste en mi casa. ¿Podrías mudarte a ella para siempre? Itsuki se quedó sin aliento cuando Tokiwa dijo las palabras que nunca imaginó oír. Abrió más los ojos y vio a Tokiwa con incredulidad. —No es tan grande como la de Yamabe y no tengo ama de llaves —suspiro Tokiwa—. Las compras son difíciles, hay que ir hasta la ciudad, pero tiene hermosas vistas, aire limpio y fresca comida del mar. Después de todo no es un mal lugar para vivir. Itsuki no sabía cómo responder, él quería aceptar la oferta de Tokiwa inmediatamente, pero por alguna razón era incapaz de asentir. Itsuki seguía preocupado por entrar en el camino de Tokiwa. —Mi invitación te molesta, ¿debido a que te recuerda la oferta de Yamabe? —preguntó Tokiwa intencionadamente. Tokiwa tenía razón, pero Itsuki negó. —Es sólo… —Itsuki trató de explicar. —Siempre me han gustado los hombres —dijo Tokiwa directamente—. La gente ha murmurado a mi alrededor porque soy gay, pero me tiene sin cuidado, y no tengo intención de permanecer solo para evitar rumores. —Hizo una pausa y besó la punta de la nariz de Itsuki—. No tengo el hábito de hacer un comunicado de prensa sobre mi preferencia sexual, pero tampoco deseo esconderla. Siempre he vivido mi vida de esa manera y deseo continuar. Si 209

comienza a ser un gran problema, dejaré el país, puedo trabajar en cualquier lado. Itsuki frunció el ceño. —Pero en ese caso tú vendrías conmigo —le aseguró Tokiwa—. Todo lo que quiero es estar contigo. —Trazó el labio inferior de Itsuki con su dedo—. No trato de apurarte, sólo avísame desde ahora hasta el día de tu graduación. ¿Correcto? —Tokiwa... —Es enteramente tu elección, Itsuki, tómate el tiempo que necesites. Acurrucado en sus brazos, Itsuki lo veía, Tokiwa nunca hubiera podido decir ese tipo de cosas si no las pensara. Él no era frívolo. Itsuki pensó que sería rudo contestar demasiado pronto. —Necesito pensarlo —contestó finalmente. Tokiwa sonrió y lo besó de nuevo. Itsuki suspiró, estar con Tokiwa lo hacía feliz. Nueve años después seguía amando ver la cara de ese hombre. Itsuki esperaba poder ver a Tokiwa por siempre. —Por cierto, ¿estás ocupado el siguiente fin de semana? —preguntó Tokiwa repentinamente. —No —contestó Itsuki—. No tengo clases y la revista está tranquila, mi jefa no necesita que vaya. —Bien —contestó Tokiwa—. Vamos a hacer un viaje. Itsuki lo vio sorprendido.

210

—Planeabas un viaje al museo, ¿verdad? ¿Por qué no vamos juntos? —Tokiwa sugirió señalando los papeles en la mesa. Itsuki se sintió ruborizar. Ahí estaba el mapa del museo que Itsuki quería visitar. En la lista de la exhibición permanente el nombre de Tokiwa estaba subrayado. Tokiwa debió haber visto el mapa la noche anterior. Ahora me ha visto completamente, pensó Itsuki sintiéndose más avergonzado. —Pero Tokiwa-sensei—gritó—. Uh, quiero decir Tokiwa. ¿No tienes qué trabajar? El museo está lejos de aquí. Tokiwa silenció rápidamente sus protestas. —No te preocupes por eso, me tomé un descanso de mi trabajo. Renté un cuarto en un hotel cercano a la estación hasta la semana siguiente. Podemos ir manejando hasta el museo y pasar la noche allá. —Tienes reservación en un hotel —exclamó Itsuki asombrado. —No tenía intención de regresar a casa hasta encontrarte y aclarar las cosas. Soy un bastardo obstinado. ¿Recuerdas? —agregó Tokiwa. —¿Pero no necesitas regresar a tu taller? —protestó Itsuki. —No creas que puedes deshacerte de mí tan fácilmente —se rió Tokiwa—. Pasé nueve años esperando por ti, otros diez días no son nada para mí. Tokiwa se oía casi como si estuviera rogando e Itsuki lo vio directamente. Avergonzándose un poco, Tokiwa lo acurrucó en sus brazos y lo meció como un bebé. Itsuki acarició los hombros de Tokiwa.

211

Es enteramente tu elección, tómate el tiempo que necesites. Tokiwa respetaba su libertad de decisión, pero parecía ver hacia el futuro, satisfecho con Itsuki. Un año antes Itsuki había pasado diez días encerrado en la “jaula” de la casa de Tokiwa. Antes había vivido como una muñeca con Yamabe. Ahora que Itsuki finalmente era libre, la casa de Tokiwa parecía una confortable jaula, una que Itsuki podía dejar cuando quisiera. Tenía un año para darle la respuesta a Tokiwa.

212

213

l último tren de la noche llegaba a la estación. Oyendo el rugido del tren desde la estación, Masatsugu Tokiwa soltó el aliento aliviado, llegaba a tiempo. Se acercó a la ventanilla donde checaban los boletos con paso enérgico. Era mediados de marzo, pero las noches seguían siendo frías, toda la gente en la estación usaba abrigos. Tokiwa sonrió burlonamente cuando notó que su abrigo era más grueso que todos los demás. El área alrededor de la casa e Tokiwa estaba unos grados más abajo que en la estación, debido a la altura. Normalmente usaba una chaqueta ligera, pero en su prisa había tomado lo que normalmente usaba en el jardín. Justo cuando Tokiwa iba a prender su cigarro una oleada de gente cruzó las puertas: asalariados, turistas, amas de casa, que habían ido de compras a la ciudad. Finalmente Tokiwa vio una figura familiar. Itsuki sonrió cuando vio a Tokiwa apoyado en la pared. Antes de que Tokiwa pudiera levantar la mano para saludarlo, su amante se apuró a llegar con él, llevando una pequeña maleta. —Gracias por venir a esperarme. —Itsuki saludó a Tokiwa. —No hay problema. ¿Estaba frío el tren? —preguntó Tokiwa con las manos en los bolsillos. Tenía muchos deseos de abrazar a Itsuki pero ése era un lugar público. Y solo habían pasado diez días desde la última vez que se habían visto, pero Tokiwa había extrañado terriblemente a Itsuki.

214

—Estoy bien, hacía calor —dijo Itsuki con una sonrisa, su abrigo era más ligero que el de Tokiwa. Le prestaré un abrigo más grueso cuando estemos en casa, pensó Tokiwa tomando la maleta de Itsuki. —¡Bien! Entonces, ¿vamos a casa? —preguntó feliz.

El mes pasado se había cumplido un año de su reencuentro en casa de Itsuki, se habían visto cada fin de semana desde entonces, pero la semana previa Itsuki había tenido mucho trabajo. —Mi jefa necesita que investigue un artículo con ella, quiere tomar un poco de tiempo libre durante las vacaciones de primavera y no pude decirle no —había explicado Itsuki. Itsuki había planeado pasar las vacaciones de primavera completas en casa de Tokiwa, así que éste no podía quejarse demasiado. Incluso si lo hacía, Itsuki podría quedarse en su apartamento. Itsuki tenía la tendencia a pensar en otra gente antes que en sí mismo, pero cuando Tokiwa trató de argumentar, fue claro que ya había tomado su decisión. Era una persona gentil pero no un tonto. Esto era particularmente cierto cuando se trataba de sus pinturas. —Sólo deja la escuela y múdate conmigo —Tokiwa había bromeado sobre ese punto. Itsuki lo vio turbado. —Lo siento, pero no puedo, tengo que terminar y conseguir un trabajo después de la graduación, si lo dejo ahora, tendré que depender de tu apoyo, y realmente no quiero eso. 215

Tokiwa recordó repentinamente algo que Kasaoka había dicho, Itsuki no se mudó con Yamabe porque quisiera ser mantenido por un hombre. Aceptó el trabajo para probarse a sí mismo. —Yamabe lo mimaba mucho. Pero Itsuki nunca actuó como un niño consentido —le dijo Kasaoka—. Él siempre trabajó duro y siempre trató de ser la mejor persona que pudiera ser. Un año antes Tokiwa se había referido a Itsuki como “dulce decoración”, pero Kasaoka definitivamente lo había corregido en eso. De hecho, Itsuki se había convertido en un excelente asistente personal, algunas veces incluso mejor que Kasaoka. Tokiwa sabía que desde que Itsuki había tomado su decisión no iba a ceder. Había elegido trabajar para Yamabe por su libre voluntad y trabajó duro para hacer lo mejor hasta el amargo final. Tokiwa aprendió a no refunfuñar y sólo preguntar por el siguiente fin de semana en que podrían verse. Itsuki le explicó que tenían un acuerdo previo, y que no iba a cambiar de opinión. Pero que seguía preocupándole interferir en el trabajo de Tokiwa. Para Tokiwa era difícil creer que Itsuki estuviera con él ahora. Algunas veces Tokiwa tocaba la piel de Itsuki sólo para asegurarse de que estaba realmente ahí. Ahora, cuando vio a su amante ahí, en su vestíbulo, mirando alrededor, la realidad de la presencia de Itsuki lo avasalló. Él realmente está aquí —¿Qué es tan interesante? —preguntó Tokiwa.

216

Itsuki estaba viendo las paredes y el techo. Había hecho lo mismo en cada visita, estudiando el interior de la casa con interés. —Uno puede ver tu estilo artístico dentro de la casa — comentó Itsuki. —¿Que te hace decir eso? —preguntó Tokiwa. Itsuki hizo referencia a los ángulos y líneas únicas en las esculturas de Tokiwa. Cuando Tokiwa trabajaba en una escultura usaba esas líneas para producir un efecto. Incluso aunque su casa no era una escultura, Itsuki observó una misteriosa precisión. —Es difícil de explicar. Las líneas entre las paredes, el techo y el suelo —dijo Itsuki viendo el vestíbulo—. La forma de las puertas, la manera como las luces están conectadas, todo me recuerda una de tus estructuras. ¿Recuerdas el monumento que construiste cerca de la estación? Eso fue algo que Tokiwa había realizado hacía tres años y la estación quedaba a hora y media de la casa, Itsuki la había ido a ver el año anterior. —Las líneas de tu casa me recuerdan las líneas de esa pieza —comentó Itsuki—. Pero quizás es sólo mi imaginación. No. Eres bastante observador —dijo Tokiwa—. Hice un uso particular de los materiales y del diseño cuando remodelé esta casa. Tokiwa colocó sus manos en los hombros de Itsuki y lo guió a la sala, impresionado por las observaciones de su amante. Una vez que Tokiwa había encontrado su propiedad, había trabajado duro para crear un medio ambiente en

217

donde se sintiera bien consigo mismo. Estuvo cerca de los arquitectos y constructores, asegurándose de que el producto final fuera exactamente como él lo había planeado. Tokiwa quería que la casa tuviera las mismas características de su arte, así que seleccionó toda la madera personalmente. Es innecesario decir que todo el mundo se sintió revivir cuando el proyecto estuvo finalmente terminado. Nadie sabía que Tokiwa había jugado un papel importante en cada rol del proceso. De hecho sus otros amigos nunca notaron que su casa era tan especial. Itsuki fue el único. —Estaba trabajando en el monumento y la casa al mismo tiempo —le explicó a Itsuki. —Sé eso —dijo Itsuki quitándose el abrigo y dejándolo en el sofá—. Es un gran producto. ¿No es así? Esas líneas limpias y suaves, pero conservando la fuerza y la pureza. No sé mucho de arquitectura, pero tu casa hace que me sienta relajado. Tokiwa sonrió irónicamente, sirviendo una taza de té. —Es la primera vez que oigo eso —admitió—. La gente suele decirme que se siente bastante tranquila y solitaria, que quizás se deba a los muebles tan separados. Tokiwa odiaba el desorden, y había mantenido los muebles al mínimo. La sala sólo tenía un sofá, una mesa de café y una televisión colgada en la pared. Su taller era la única excepción, un feliz y creativo desorden. —¿En serio? Pero yo amo tu casa —comentó Itsuki tomando la taza de té con ambas manos—. Uno se siente tan seguro aquí. Siempre pensé que podría ser un agradable lugar para vivir, desde la primera vez que la visité.

218

Tokiwa se sentó junto a él. —Incluso aunque yo te mantuve aquí contra tu voluntad. —Bueno, ese es un asunto totalmente separado, uh, Tokiwa, yo... yo... —balbuceó Itsuki luchando con las palabras. Tokiwa le quitó la taza de té de las manos, y se acercó a besarlo. Una vez que lo tocaba, Itsuki era incapaz de resistirse. Tokiwa lo empujó al sofá y lo besó nuevamente. No importaba lo mucho que Tokiwa lo tocara, Itsuki siempre quería más. Aunque había sido pasivo al principio, ahora la atmósfera era diferente, Itsuki podía ver a los ojos a Tokiwa, y acercarse a él para tocarlo con sus manos. —¿Quieres cenar? —preguntó Tokiwa después de un gran beso. Itsuki lo miró avergonzado, Tokiwa besó su nariz y preguntó de nuevo. —Yo, uh, comí algo antes de llegar aquí —admitió Itsuki— . No quería desperdiciar nuestro tiempo juntos. —¿De verdad? ¿No necesitas algo? —preguntó Tokiwa. —Sí —aseguró Itsuki. Tokiwa llenaba de besos la avergonzada cara de Itsuki. Cuando se encontraron en la estación, Tokiwa quería tocar a Itsuki desesperadamente. De regreso a la casa había tratado de controlarse. Pero la confesión de Itsuki hizo que perdiera la razón. Tokiwa estaba enfermo de amor por el hombre frente a él, incluso aunque ellos estaban juntos, todavía sentía que estaba hambriento. Ese sentimiento estaba claramente escrito en toda su cara.

219

Itsuki se acobardó un poco, asustado por la pasión de Tokiwa, pero él lamía su cuello haciéndole temblar. —¿No quieres esto? —preguntó Tokiwa en su oído, no queriendo forzarlo. Itsuki estuvo tranquilo un momento, pero pronto sus dedos comenzaron a moverse, agarró la camisa de Tokiwa en un puño y presionó su cara en el hombro de Tokiwa. Tokiwa se sintió revivir, pero aún sentía que algo era extraño. Tenía sus labios en el lóbulo de la oreja de Itsuki, mientras acariciaba sus muslos con sus fuertes manos. Entonces murmuró una necesidad al oído de Itsuki. Sabía que a Itsuki las cosas nuevas le abrumaban fácilmente, debido a su escasa experiencia. Así que Tokiwa esperó a que Itsuki respondiera. Itsuki parecía un poco desconcertado, pero lo veía a los ojos como diciendo algo. Itsuki lo besó con gentileza pero sorpresivamente apasionado. Se separaron para respirar, pero Itsuki lo jaló de nuevo. Tokiwa oyó un pequeño ruido escapar de la garganta de Itsuki. —Mmmm... Ese pequeño sonido excitó aún más a Tokiwa, quien deslizó sus dedos bajo el delgado suéter del otro y acarició su piel, Itsuki tembló sorprendido. Las temperaturas de sus cuerpos eran tan diferentes. La piel de Itsuki usualmente era caliente, mientras que la de Tokiwa a menudo era fría, Itsuki tembló con cada toque de Tokiwa.

220

Cuando Tokiwa lo besó de nuevo sus lenguas danzaron juntas. Después de un largo y satisfactorio beso, Tokiwa mordisqueó su oreja, Itsuki se estremeció mientras Tokiwa le hacía cosquillas con su caliente lengua en el lóbulo de la oreja. —Ahhh... ohhh... ¡Tokiwa! Tokiwa sintió su temperatura subir ante la nota de súplica en la voz de Itsuki. Tomó el mentón de Itsuki y mordisqueó suavemente sus labios. Los gemidos de Itsuki aumentaban. Ellos envolvían hambrientos sus brazos alrededor del otro. Sosteniendo el cuerpo de su amante más cerca. Tokiwa sabía que podría estar de esa forma el resto de la noche.

Una persona tímida. Esa fue la primera impresión que Tokiwa tuvo de Itsuki. Nueve años antes él era aprendiz en el taller de Yamabe, cuando le prometió a un amigo ayudarlo en su local en el mercado de pulgas. Tokiwa le debía a su amigo un favor y también pensaba que sería una manera divertida de pasar el tiempo. Mientras estaba en el local, se sorprendió al ver una de sus propias esculturas. —¿No recuerdas? Te la pedí prestada hace tiempo —le dijo su amigo. —Oh, sí —murmuro Tokiwa—. Tienes razón. Su amigo había ido a visitarlo después de que terminara la pieza, esculpir madera era su pasatiempo y había hecho el tótem sólo por diversión.

221

—¿Te molestaría prestármelo? Quiero decorar la mesa del local en el mercado de pulgas. —Le había pedido su amigo, prometiéndole no venderlo. Tokiwa había estado de acuerdo, y rápidamente lo había olvidado. El letrero bajo el tótem decía “No está a la venta,” pero Tokiwa dudaba que alguien pudiera comprar su esfuerzo amateur. El letrero lo había hecho consciente de eso. Rompió el letrero y colocó uno que decía tótem. Estaba enfermo de que la gente preguntara qué era esa cosa. —Disculpe —preguntó una tímida voz mientras estaba en el local. —Me gustaría comprar esto. ¿Cuánto cuesta? Tokiwa vio al niño que parecía de preparatoria y que veía con intensidad el tótem. Tokiwa no pensó que ese niño en realidad estuviera interesado por esa pieza, así que le dio un precio ridículamente alto. El niño le dio a Tokiwa la exacta cantidad que pedía. Tokiwa estaba perplejo, pero no podía rehusarse, tomó la escultura y se la dio al niño sin molestarse en envolverla. El niño que parecía tan serio antes, sonrió repentinamente. La abrupta transformación hizo que Tokiwa se sintiera repentinamente atraído hacia él. Hubiera podido darle el tótem gratis si hubiera sabido cómo reaccionaría.

—¿Te molestaría si lo pinto? —preguntó el niño. Tokiwa contestó que podía hacer lo que quisiera, pero el niño dijo que no se sentía cómodo de hacer algo sin el permiso de su creador. 222

Interesante pensó Tokiwa. Después de conversar un momento, Tokiwa vio al niño alejarse aferrado a su compra. Tokiwa olvidó el incidente hasta que unas semanas después su amigo le volvió a pedir que cuidara el local. Vio al niño unos minutos después de que su amigo se fuera. El niño lo recordó también y se acercó a decir hola. Cuando Tokiwa le preguntó si había pintado el tótem, el niño asintió con una feliz sonrisa. —¿De qué color? Tokiwa sólo estaba siendo diplomático, pero el niño se tomó la pregunta muy en serio. Una hora después regresó con un cuaderno de dibujo. Tokiwa abrió el cuaderno de dibujo cautelosamente y entonces parpadeó sorprendido. La madera labrada estaba dibujada con todo detalle y había cobrado vida al ser coloreada. No podía alejar los ojos de los vibrantes colores. Atrevidos y vibrantes, sí, no era de vanguardia. Tokiwa extrañamente se conmovía debido al arte. Cuando vio la pintura del niño, fue como si algo se hubiera conectado en su cerebro. Su interés por él aumentó repentinamente. Cuando Tokiwa dijo que quería comprar la pintura el niño comenzó a ponerse nervioso y se rehusó. Tokiwa le pidió información para contactarlo y le preguntó si podrían verse de nuevo. Había empezado a enamorarse del niño que se llamaba Itsuki. Una vez que lo conoció más, a Tokiwa ya no le pareció que Itsuki fuera una persona tímida. Aunque Itsuki no podría ser nunca una persona del tipo autoritario. Realmente la personalidad de Itsuki era un poco como sus pinturas,

223

combinaba en todos lados, fácilmente se familiarizaba con cualquier ambiente. Itsuki, su nombre significa “árbol” y parecía como los imponentes árboles del parque, o los decorativos en el vestíbulo de un hotel, él combinaba con su entorno. Incluso desde que comenzaran a ser amigos se sentía muy natural y correcto para Tokiwa tener a Itsuki a su lado. Cuando Tokiwa estaba estresado por un trabajo o un proyecto, generalmente se alejaba de la gente, pero Itsuki era la única excepción. Cuando alguna cosa trivial hacía que Tokiwa se enojara, el solo ver a Itsuki hacía que se sintiera mejor. Justo como un copo de nieve derritiéndose en la palma de su mano, todo le daba una sensación de paz. La presencia de Itsuki siempre permitía que Tokiwa calmara sus pensamientos. Tokiwa sentía una seguridad emocional con Itsuki como nunca la había sentido ni con sus propios familiares. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que estaba románticamente interesado en Itsuki. Tokiwa no estaba sorprendido de estar sexualmente interesado por otro hombre. A él nunca le habían interesado realmente las chicas, ni en la preparatoria. En la universidad había tenido un novio de su misma edad. Tokiwa decidió perseguir a Itsuki en ese preciso momento. Pero pronto Tokiwa descubrió que Itsuki parecía indiferente al sexo y era totalmente inexperto. Tokiwa sabía que alguna gente desaprobaba su preferencia sexual. Esa era la primera vez que perseguiría a alguien que no era gay. Así que, ¿cómo debería proceder? ¿Mantenerse tranquilo y esperar lo mejor o confesarle todo? Al fin Tokiwa eligió la segunda opción.

224

Itsuki se congeló con su confesión, pero no mostró ira o malestar. Tokiwa lentamente probó las aguas, mostrándole a Itsuki un poco más de afecto físico. Parecía cómodo con eso, así que Tokiwa decidió llevar las cosas al siguiente nivel. Repentinamente su relación terminó. Tokiwa buscó alguna pista de Itsuki. Oyó acerca de sus problemas económicos, de su madre enferma y de que sorpresivamente desaparecieron de su casa. Desafortunadamente la pista de Tokiwa terminó ahí. La siguiente vez que se encontraron, Itsuki era asistente de Yamabe, aunque Tokiwa había oído que eran amantes. Eso era ajeno a la personalidad de Itsuki y él lo sabía. Tokiwa se preguntó si era sólo una broma cruel. Algo había cambiado en Itsuki. Sus ojos, que alguna vez le habían sonreído a Tokiwa, ahora no presentaban emoción, eran como de robot. Tokiwa lo veía como una concha hueca, desprovisto de toda vitalidad. No importó cuántas veces lo persiguiera, Itsuki rápidamente escapaba. Cuando Tokiwa pensó que el viejo Itsuki había muerto, sintió una abrumadora desesperanza. Tokiwa creía que Itsuki había elegido a Yamabe en lugar de a él. Y no podía quedarse a verlos juntos. Realmente nunca quiso a Yamabe pero le gustaba su arte y lo respetaba como maestro. Yamabe realmente nunca se interesaba en sus aprendices pero por alguna razón realmente le gustó Tokiwa, quien rápidamente se convirtió en su favorito. Pero después de que Tokiwa viera en lo que había convertido a Itsuki, Yamabe le gustó menos. Cuando Itsuki dijo que había dejado de pintar, lo vio como a una muñeca sin color.

225

Itsuki toleraba los maliciosos rumores y nunca se separaba del lado de Yamabe. Tokiwa odiaba ver cómo lo mostraba igual que a una baratija en una joyería. Pronto Tokiwa empezó a encolerizarse. La ira que sentía hacia Yamabe fue dirigida hacia Itsuki, y decidió dejar de hablarle del todo. Pero a pesar de todo, Tokiwa no podía tirar a la basura el dibujo del tótem. Después de que comprara su casa colgó el dibujo en su taller. Nunca se cansaba de ver esos suaves colores. Todavía se sorprendía la manera cómo lo había captado. Antes, Tokiwa nunca hubiera imaginado que ellos algún día serien pareja. Ahora Tokiwa acomodó tiernamente la almohada bajo la cabeza del dormido Itsuki. Había pasado todo un año desde que Tokiwa le cortara el cabello a Itsuki. Itsuki lo había mantenido corto desde entonces. Mientras Tokiwa sentía la sedosa textura, los dolorosos recuerdos del pasado pesaban en él. Continuó acariciando la cara de Itsuki y se inclinó para besarle la frente. Una vez que tocaba la suave piel de Itsuki, no quería detenerse. Besó su nariz y presionó sus labios en los labios de Itsuki. Itsuki parecía estar agotado, sin signos de querer despertar. Usaba un pijama de Tokiwa pero ésta se deslizaba de sus estrechos hombros. Demasiado agotado para buscar su pijama en su maleta, había tomado prestada la de Tokiwa. Tokiwa quería hacerle el amor esa noche pero nunca presionaría a Itsuki mas allá de lo que él le diera voluntariamente. Habían

226

pasado mucho tiempo acurrucados en el sofá antes de ir a la recámara. Tokiwa tranquilamente se deslizó en la cama y abrazó a Itsuki, quien seguía dormido, pero se acurrucó más cerca de Tokiwa. Mientras veía a su amante dormido, Tokiwa recordó unas semanas antes, cuando ellos se dirigían a la ciudad. —¿Hay algún lugar especial al que quieras ir? —le preguntó Tokiwa. —Quisiera llevar mis respetos a la tumba de Yamabe — admitió Itsuki con voz vacilante. Habiendo huido tan abruptamente después del funeral, nunca supo dónde había sido enterrado Yamabe, estaba demasiado avergonzado para preguntarle a Kasaoka. Tokiwa se sintió repentinamente molesto, pero no lo mostró en su cara. Mientras se dirigían al cementerio decidió preguntarle a Itsuki de otra cosa que le intrigaba. Tokiwa quería saber por qué Itsuki había permanecido con Yamabe, después de que su madre había muerto y su hermana se había casado. Yamabe había planeado dejar ir a Itsuki después del funeral de su madre, pero un aprendiz le había dicho a Tokiwa que Itsuki había decidido quedarse con Yamabe. Tokiwa sabía que Itsuki tenía algunos sentimientos por Yamabe, juzgando por la manera como actuó en el funeral. En ese tiempo Tokiwa asumió que esos sentimientos eran amor romántico. Había cierta intimidad entre Itsuki y el famoso sensei. Itsuki no le respondió de inmediato. Esperó hasta que dejaron la tumba de Yamabe de la mano para 227

abruptamente hablar, como si estuviera hablando consigo mismo. —Me sentía tan solo en el mundo —dijo Itsuki. Esas siete palabras pesaban en el corazón de Tokiwa. —Yamabe estaba muy solo también —dijo Itsuki tranquilamente—. Nadie era realmente cercano a él, las mujeres con las que había dormido nunca le dieron hijos y él no quería pasar sus últimos años en soledad. Itsuki se detuvo un momento, viendo a lo lejos, continuó. —Pensé cuán solo me sentiría en esa situación, pero yo no conocía los verdaderos sentimientos de Yamabe, creo que él principalmente se sentía complacido de dejarme acompañarlo hasta el final. Así que Itsuki había sentido lástima por Yamabe, y congoja cuando el viejo hombre murió. Mientras, el personal de Yamabe seguía murmurando sobre ellos, incluso durante el funeral. Qué patético, pensó Tokiwa. Él no tenía idea de cuán solo se había sentido Itsuki en el pasado. Al principio Itsuki no había pensado en contactar con Tokiwa cuando Yamabe muriera. Incluso estaba separado de su hermana, a la que únicamente lo unían lazos de sangre. Kasaoka era la única persona que sabía en dónde se encontraba Itsuki. Buena cosa. O Tokiwa nunca hubiera encontrado la pista de Itsuki nuevamente. Sosteniendo a su amante más cerca, Tokiwa vio la pintura en la pared. Era la acuarela ganadora de Itsuki, la que los había unido de nuevo. Los familiares dedos de Tokiwa sosteniendo 228

el tótem habían sido pintados con amoroso cuidado. Cuando Tokiwa dijo que él quería la pintura, Itsuki se puso nervioso, igual que hacía nueve años. —Yo no había pintado por un tiempo. Necesito rehacer eso —protestó Itsuki. Al fin Tokiwa la tomó. Cuando vio la pintura en la televisión, supo inmediatamente que Itsuki era el artista. Ahora Tokiwa, como si su corazón estuviera sostenido en la palma de su mano, había tenido ese mismo sentimiento de antes, hacía nueve años, cuando viera la pintura original de Itsuki. Tokiwa seguía encantado por el uso del color de Itsuki, y quería tener siempre la pintura al alcance de su mano. —Mmm... Tokiwa sintió a Itsuki moverse. Itsuki abrió los ojos y apoyó la cabeza en el hombro de Tokiwa, sus soñolientos ojos lo enfocaron. Tokiwa acarició su cabello y besó su mejilla. —Vuelve a dormir —murmuró Tokiwa. Itsuki suspiró y cerró los ojos nuevamente. Tokiwa sonrió viéndolo dormir. —¿Todavía te sientes solo? —preguntó suavemente. Pero Itsuki no contestó, se acurrucó contra el pecho de Tokiwa y permaneció ahí. Itsuki finalmente se sentía seguro con Tokiwa, llevándole a éste una sensación de paz real. Sus duras palabras y acciones del año pasado habían lastimado realmente a Itsuki. Con mayor razón Tokiwa lo trataba con más cuidado ahora. No podía borrar el pasado, pero avanzarían hacia un futuro mejor juntos.

229

Tokiwa esperaba que el hombre en sus brazos siempre sonriera de esa manera. No quería darle una razón para que se sintiera solo de nuevo.

230

Gracias por leer mi libro. Tengo todo empacado en mi oficina, excepto mi escritorio y computadora, en preparación para remodelar. Se siente tan solo aquí. Me sentía un poco loca imaginando el tema del libro, pensé que terminaría con una separación, pero entonces pensé que algo tenía que cambiar, de cualquier forma lo superarían. Yo tenía el nombre de “jaula gentil” casi desde el comienzo, no podía encontrar un nombre mejor mientras escribía el libro, decidí que se quedaba con ese. Como el título lo indica, los personajes vivían en un mundo solitario. Había sólo algunos encuentros entre Itsuki y Tokiwa. No estoy segura cuánto tiempo me llevó el libro. Perdí la cuenta mientras escribía. Me encantaría saber qué piensan acerca de mi libro. Uso este espacio para agradecer a la gente que me ayudó en el camino, primero que todo gracias a M, quien estuvo a mi lado a través de todo el proceso, y gracias a la supervisión del editor por toda su asistencia. Kumiko Sasaki tiene mi gratitud por darme tiempo en su apretado horario para darme las hermosas ilustraciones del libro. Creo que la portada captura la historia muy bien. Gracias una vez más por leer mi libro, y espero que lo disfruten. You Shiizak

231

Yukitomiko

1al 3 4 5 al 6 7 al final

SAKURA Yukitomiko Melcamon Esther

Alexsasa

Haref01

232