Introduccion a La Teologia

Definición El fundamento y el centro de la teología es la revelación de Dios en Jesucristo. Su objetivo particular es la

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Definición El fundamento y el centro de la teología es la revelación de Dios en Jesucristo. Su objetivo particular es la inteligencia crítica del contenido de la fe para que la vida creyente pueda ser plenamente significativa. El término theologhía/theologhéin es de origen no cristiano; los primeros datos que se pueden recuperar son los que ven a la theologhía ligada al mito. Hornero y Hesíodo son llamados thevlógoi por su actividad peculiar de componer y de contar los mitos. Aristóteles, al dividir la filosofía teorética en matemática, física y teología, la identificará con la metafísica en cuanto "philosophia perennis"(Met. VI, 1,1025). Los estoicos, como recuerda Agustín, son los primeros que utilizaron este término con una connotación religiosa, ya que lo identifican como "ratio qua e de düs explicatur" (PL XLI, 180). Tan sólo progresivamente, tanto en Oriente como en Occidente, se fue imponiendo el uso cristiano de este término. Para Clemente de Alejandría, theologhía será el "conocimiento de las cosas divinas"; para Orígenes indica la verdadera doctrina sobre Dios y sobre Jesucristo como salvador; sin embargo, le corresponde a Eusebio de Cesarea el privilegio de haber sido el primero que atribuyó al evangelista Juan el título de theologos por haber escrito en su evangelio una doctrina eminente sobre Dios. Así pues, a partir de Eusebio, theologhía indicará la verdadera doctrina, la cristiana, que se opondrá a la falsa doctrina enseñada por los paganos. A continuación, Dionisio establecerá una distinción, que sigue siendo válida hasta nuestros días, entre una teología mística, simbólica, escondida, que une con Dios, y otra teología más manifiesta, más filosófica, que tiende a la demostración racional. Una última connotación digna de interés que proviene de los padres griegos es la que identifica la theologhía con la doctrina sobre la Trinidad, para distinguirla de la doctrina sobre la encarnación, que será llamada o economía. El período monástico -pensemos en los nombres de Evagrio Póntico y de Máximo el Confesor- hablará finalmente de

"theologhía" como el culmen del conocimiento y la plenitud de la gnosis, por haber sido realizada bajo la guía del Espíritu. Para el Occidente, es especialmente Agustín el que introduce el uso religioso del término en la cultura y en el lenguaje común. El entendimiento que interviene en la comprensión de la fe es contemplación de un espíritu creyente qué, puesto que ama, desea alcanzar la plenitud de la realidad: amada. En una palabra, theologhía para el pensamiento patrístico señala el esfuerzo por penetrar cada vez más en la inteligencia de la Escritura y de la palabra de Dios; por eso mismo resultará normal el intercambio entre "Theologia" y "sacra pagina" o "sacra doctrina", terminología que permanecerá felizmente intacta durante todo el siglo xii. Epistemología La teología fundamental, en cuanta epistemología teológica, tiene que responder previamente al menos a tres cuestiones fundamentales que se imponen para el saber teológico: 1) la aparición de la teología; 2) la determinación de su contenido; 3) su auto justificación como conocimiento crítico de la fe. 1. LA APARICIÓN DE LA TEOLOGÍA. El punto de partida de la teología como autoconciencia refleja de la fe es lo que llamamos la admiración concienciada del creyente al plantearse la pregunta: "¿Por qué creo?" 2. EL CONTENIDO DE LA Teología. El contenido de la teología es la revelación de Dios en Jesucristo o, en otras palabras, el misterio global de la encarnación. La teología es la "concreción del logos "(E. Peterson), que abarca la globalidad del dogma cristiano, que se extiende a partir del misterio insondable de Dios hasta alcanzar el misterio del hombre. 3. EL CONOCIMIENTO CRÍTICO DE LA FE. El último elemento que hay que justificar es el hecho de que la teología constituye el saber crítico de la fe; dicho en términos clásicos, estamos ante las primeras relaciones de fe-razón. Plantearse la pregunta sobre el saber crítico de la fe es ya de suyo un dato teológico, pues dentro de la fe el creyente, en cuanto sujeto epistémico, posee un conocimiento que le da certeza.

¿Qué es hacer teología? • La teología, esa desconocida. Para muchos cristianos la teología o no significa nada, o es algo así como la ciencia secreta de los clérigos, de los seminaristas y de los curas. Por eso pasaremos a definir por lo menos a grandes rasgos, que es hacer teología. Hacer teología, es un arte, ni siquiera la teología es una ciencia hecha de claridades y actitudes, o sometida al criterio moderno de la verificación o falseamientos empíricos. El hacer teología pertenece más bien al ámbito de la sapiencia, de la sabiduría porqué hace referencia directa, sobre todo, al mundo del sentido. Por tanto se ocupa de la pregunta última sobre el origen y el fin de la realidad. Se ocupa del por qué y para que de las cosas, de los acontecimientos, de nosotros mismos, de nuestras vidas y de nuestras

acciones. Va mas allá del cómo y penetra en el corazón del por qué y para qué. Trasciende el ámbito de la realidad empírica, para abordar la cuestión del sentido, de la dimensión trascendente de la misma realidad. O más bien como decía San Tomas de Aquino: “nos remonta hasta la cuestión ultima de la causa primera (Dios) y nos introduce en el saboreo de la verdad ultima (participación del saber divino por revelación). • Un ejercicio de la inteligencia de la fe Podríamos decir en una primera definición que el quehacer teológico es como un ejercicio de la inteligencia, como un esfuerzo por comprender mediante la razón lo que ya creemos por la fe. No se puede hacer teología cristiana ignorando a los últimos o a las víctimas, precisamente porque la fuente última de la teología cristiana es una víctima paradigmática, el crucificado. Hacer teología desde los últimos es, en cierto sentido, hacer un ejercicio de pensar ilógicamente, es hacer un ejercicio de pensamiento contracultural. Ellos son, con su misma existencia, la denuncia de la lógica convencional, de la cultura al uso, que quizá no son tan lógica y tan cultura como pretendemos. Pues la lógica y la cultura se han de medir por su aporte a la humanización de la humanidad. El ejercicio más reciente de esa teología contracultural, han sido las plurales teologías de la liberación, las teologías hechas desde las victimas y los crucificados de la tierra. Las teologías de la liberación son un ejercicio de la inteligencia de la fe desde el horizonte de los últimos, de los pobres, de las víctimas de los crucificados. Por eso, contracultural, negadora de la lógica convencional de la cultura al uso. • Un ejercicio de expresión y verbalización de la fe.

Hacer teología es también un ejercicio de la palabra, la expresión, de verbalización. Las palabras son herramientas poderosas para hacernos con la realidad y para comunicarnos. Aunque en cierta manera sabemos, que la verbalización de la realidad siempre se nos queda corta. Con frecuencia se introducen interferencias en la comunicación. En ambos sentidos la teología goza de la grandeza del lenguaje humano, pero también padece su penuria. Mientras pensamos, contemplamos… aun mantenemos la ilusión de ser capaces de captar o hacernos, al menos en parte, con el misterio de Dios y su creación. Pero cuando queremos expresarlo, cuando pretendemos ponerlo por palabras, caemos en la cuenta de nuestros límites, o de las limitaciones de nuestro lenguaje. Por eso, con frecuencia el pensar o hablar de teología es un ejercicio terapéutico, un ejercicio de la humildad. Por eso, los grandes teólogos han insistido en la limitación del logos teológico, en el lenguaje que quiere expresar a Dios y su creación. De esta manera, vemos algunos de ellos terminando su itinerario teológico en un silencio hondo, como Tomás de Aquino, incapaz de completar su Suma Teológica. • ¿Qué quiere pensar y que quiere expresar la teología? Decir teología equivale a decir discurso de Dios. Hacer teología significa pensar a Dios y decir o expresar a Dios. El objeto primero y último de la teología es Dios mismo. Pero aquí comienzan los primeros problemas en torno al objeto de la teología. A Dios nadie lo ha visto nadie (Jn. 1. 18). No tenemos acceso directo a su conocimiento. Nuestro conocimiento de Dios esta mediado sin remedio por nuestra experiencia humana. Ni somos capaces de nombrarlo y expresarlo directamente, si no es a través de nuestro lenguaje humano, que es, por tanto, un lenguaje limitado. Por eso, las concepciones de Dios, las teologías, las formas de

pensar y de decir a Dios, están necesariamente medidas culturalmente. Es así, que el lenguaje teológico, el logos sobre Dios, es siempre y necesariamente analógico. Esta tomado desde abajo, desde la experiencia humana. “Aun cuando en esta vida, por revelación de la gracia no sepamos de Dios que es, y de este modo nos unamos a Él como algo desconocido, sin embargo, le conocemos más profundamente porque pone a nuestro alcance mas y mas sublimes obras suyas, y por que le atribuimos por revelación divina propiedades a las que la razón natural no llega, como que Dios es trino y uno”.(Santo Tomas de Aquino, Suma Teológica) Esta quizá más cerca de lo que no es Dios que de Dios mismo. Hacer teología no es solo pensar a Dios, es también pensar y decir a la realidad creada que no es Dios, considerándola desde Dios. La causa que le interesa a Dios no es sí mismo, sino su propia creación, su propio proyecto de la creación. Nada es ajeno a la causa o el interés de Dios. Pues si algo le fuera ajeno o indiferente, Dios no lo hubiera creado. De ahí que el objeto de la teología es tan amplio como la misma realidad. La encarnación es la confirmación de que lo humano es compatible con Dios. Solo Dios puede ser perfectamente humano, alguien tan perfectamente humano puede ser Dios. Hacer teología, es pensar la creación desde donde se reciente, desde donde Dios siente de alguna forma traicionado por la libertad humana, a pesar de que la sigue respetando. Dios no renuncia a la libertad del ser humano, a pesar del mal que esa libertades capaz de infligir a las víctimas, al crucificado por antonomasia y a todos lo crucificados de la tierra. Esto es paradójico: de ahí esta el poder de Dios en forma de debilidad; ahí esta la fuerza del amor de Dios que respeta hasta los extremos la conducción libre de su proyecto creador por parte del ser humano.

• Lugares teológicos ayer y hoy… Se llama así a aquellas realidades o ámbitos en los cuales tiene lugar una especial revelación de Dios y, por consiguiente una singular oportunidad de pensar y decir a Dios correctamente. Por eso es importante, a la hora de hacer teología, colocarse en el lugar social y eclesial exacto, en el mirador adecuado, en el horizonte que nos puede permitir pensar con exactitud a Dios y a su creación. Nota: En resumen desde un punto de vista personal, hacer teología, es mucho más que una simple definición de escritorio sobre cuestiones de Dios, el hombre, el cosmos y la relación que existe entre ambos y todo lo que esto implica. Hacer teología es eso mismo, la palabra misma “hacer” nos lleva a una acción, pero no solo en definiciones y pensamientos sobre tal o cual tema (cuestión que nos compete también como teólogos), es más bien, la demostración del Dios vivo, en cada paso de la vida. Dios es nuestro máximo exponente de una teología practica o del “hacer teología”, a través de la vida misma de Jesucristo y su paso por nuestra tierra, no nos queda más que decir que hacer teología es nuestra imitación perfecta del perfecto, ejemplo de teología viva… Jesús. ¿Cómo hacer hoy teología? Esta pregunta se ha hecho desde los inicios del quehacer teológico pero –como acabamos de decirla manera de concebirla determina la centralidad o no del método. Una descripción de los métodos empleados a lo largo de la historia nos permite tomar contacto con la tarea metódica y situar la reflexión que pretendemos hacer aquí. Nos referiremos a la patrística, la escolástica, la teología moderna y, desde el contexto Latinoamérica no, la teología de la liberación y las demás teologías contextuales

En la patrística, el método podemos llamarlo “sapiencial”. Los padres de la Iglesia conciben la teología como un cogitó dei, es decir, saborear los misterios de la fe. La sapiencia –si queremos– la gnosis como comprensión globalizante, sabrosa, íntima e intuitiva de la fe es el modelo de razón de los padres. Se trata de una contemplación intelectual en la que se implica el teólogo para comunicar su propia experiencia de fe a los destinatarios. En ese tiempo también se da una reflexión sistemática usándolas categorías griegas y construyendo los primeros tratados teológicos; esto último, partir de una necesidad particular: QUE ES REVELACIÓN DE DIOS Ante todo, unas reflexiones previas. 1. Hay que tomar de la manera más seria posible el principio de que a Dios nadie le ha visto 3 Ni puede llegar a verle cara a cara en esta vida, según san Pablo (1 Tim 6,16). No podemos ver la esencia misma de Dios con los ojos del rostro o de la mente. Olvidar este principio, puede dar lugar a formas antropomórficas de concebir la revelación. Puede dar lugar a confundir a Dios con sus mediaciones, de suerte que se confunda a Dios —que se revela en lo otro, manteniéndose escondido en sí mismo— con la traducción humana de lo divino; se confunde lo reflejado en la pantalla con la última realidad escondida; se tiende a rasgar del todo el velo que manifiesta a Dios, pero que a la vez lo vela, y entonces perdemos la percepción del velo simbólico y el vislumbre de Dios en claroscuro. Lo más sublime de este mundo todavía dista infinitamente de la infinita perfección de Dios. El acto de caridad heroico del P. Maximilian M. Kolbe no es la esencia divina que en ese acto aparece en cifra y en símbolo, velada al mismo tiempo que manifestada. Otro ejemplo señero: las palabras de Dios que son las Escrituras no son todavía la Palabra única de Dios, su Verbo eterno, que esas palabras a la vez des-velan y velan. Con todo, la afirmación del principio de la invisibilidad de

Dios no eclipsa el gran misterio de comunicación de Dios, que se da a conocer en Palabra y en Espíritu, ya que si nuestra mente tan sólo llega hasta Dios a través de los peldaños de las mediaciones, El se llega hasta nosotros en la inmediatez de su amor espiritual. El misterio se revela permaneciendo escondido Por una parte, si Dios es Luz y Amor expansivos, hay que entender que está siempre a punto de revelación 4: de un género u otro de revelación, natural o sobrenatural5, si bien hay que afirmar con fuerza que cualquier tipo de manifestación o de revelación de Dios es gratuito, no necesario. Imaginar que el «estado» o «situación» de Dios habría de ser el de definitivo o absoluto escondimiento no es un pensamiento recto sobre la divinidad. Dios es apertura y comunicación, «diálogo», si así se quiere decir. Si Dios es acción de conocimiento y de amor (en el interior de sí mismo y hacia lo otro-que-noes Dios), quiere decir que eso «otro» está relacionado con él y puede reconocer las huellas del Amor cuando ese Amor da testimonio de sí mismo. Actualmente, también E. Trías describe el misterio como lo escondido a punto de revelarse6. Capaz de revelarse en el espacio y en el tiempo, en signo y escritura, en encuentro y en mística unión. El misterio es lo escondido que —de uno u otro modo— se comunica graciosamente: porque así lo quiere, sin necesidad ninguna. De otra parte, la revelación no es la mostración de un objeto patente, que nada de sí mismo deja escondido. Desde Platón a Heidegger, el misterio es lo que, aun re-velado como verdad, permanece intangible, inefable, incomprensible, y oculto (Is 45,15). Esta manera de concebir las cosas es muy distinta de la concepción hegeliana de revelación, entendida como plena luz solar de mediodía Dios y el hombre En la revelación aparecen siempre los dos polos: Dios trascendente, a quien el hombre no ve ni puede ver directamente con sus ojos o con su inteligencia, y el hombre religioso, cuyo deseo más hondo de religación con Dios lo podemos seguir llamando, como los medievales, deseo natural de «ver» a Dios 8. Pero Dios y el hombre ¿pueden comunicarse por una revelación de Dios mismo? Es verdad que el Ser espiritual, inteligente y amante de

Dios es, en sí mismo, la máxima comunicabilidad. Dios es comunicable si cuenta, como interlocutor suyo, con un ser cuya dimensión sea análogamente espiritual, inteligente y amante: de ahí la importancia de considerar al hombre como ¡mago Dei capaz de recibir esa comunicación de Dios. Por eso, san Agustín intenta probar en De Trinitate que el hombre es también, como analogía e imagen de Dios, Conocimiento por revelación a) En qué consistirían esas dos Modalidades de Conocimiento de Revelación, y b) En qué nos diferenciamos los grupos humanos que se forman inevitablemente, a partir de su aceptación o rechazo, a saber: 1.- El grupo humano que no acepta ninguna forma de Conocimiento de Revelación, para el que sólo consideraríamos los cinco Modos o Niveles de Conocimiento anteriores. Tales serían los ateos y los Agnósticos. 2.- El grupo humano que aceptaría un Modo o Nivel de Conocimiento Revelatorio, pero no la Revelación definitiva de Dios en la persona de Jesús de Nazaret. Tales serían las grandes religiones monoteístas no cristianas, principalmente el Judaísmo y el Islamismo. 3.- El grupo humano que aceptamos la Modalidad definitiva del Conocimiento de Dios a través de su encarnación en el Cristo, o sea, los Cristianos. EL CONOCIMIENTO DE LA REVELACIÓN TEOLÓGICA: Todo acercamiento serio al estudio del Hombre debe contar con que éste, en cualquier época y lugar, busca a Dios, eso es una evidencia antropológica. Ciertamente, hay tres posturas claramente definidas ante este problema: - Postura del hombre ateo, el Ateísmo, que consiste en la negación consciente de la existencia de cualquier ser sobrenatural, más allá de la realidad empírica, y por lo tanto de un ser creador, o sea, de Dios y de cualquier otra divinidad. - Postura del creyente, que consiste en la convicción de la existencia de Dios y que es poseedor de una serie de atributos que lo definen como creador, eterno, omnipotente, omnipresente, omnisciente, etc. Ambas doctrinas están igualmente basadas en respetables convicciones humanas, si bien la postura atea se basa en que, partiendo de los logros de niveles de conocimiento ya vistos (Innato, Aprendido, Científico y

Filosófico), se llega a una conclusión de un nivel superior (de Negación Teológica). Y, el creyente, partiendo también de tales conocimientos, y sin renunciar a ellos, justifica su conocimiento de Dios basándose en las convicciones y en los logros de un nuevo nivel de conocimiento, la Revelación. Pero dejemos, por el momento y para más adelante, la descripción de esta nueva modalidad del saber. Vayamos primero a la tercera postura que estábamos refiriendo. - Además de la postura atea y de la postura creyente, podemos identificar una tercera posición igualmente respetable. Se trata de la postura del hombre agnóstico, del Agnosticismo, que viene a reconocer, honestamente también, que con los modos de conocimiento humanos aceptables desde un punto de vista empírico y racional, nunca el Ser Humano podría llegar a conocer por sus medios al Creador, en el caso de que existiera, como mantienen los creyentes. Pero es que los creyentes, Judíos, Musulmanes o Cristianos, lo que decimos es precisamente eso, que sólo por la voluntad de comunicación del Creador con sus criaturas, es decir, únicamente por Revelación del Creador, se puede llegar a Su conocimiento. Ésta es la sustentación de la Modalidad de Conocimiento de Revelación que tratamos de exponer en este capítulo. No se trata -pierda cuidado- de que tenga Vd. que admitirla, si es que aún no lo ha hecho. Ni siquiera, pretendo que piense Vd. que es cuestión de tiempo el que lo haga. En este artículo lo único que constituye un fin, es que reconozca que enormes cantidades de seres humanos admitimos poseer esta forma de conocimiento, y que no siempre se trata de una alienación personal (valoración a la que indefectiblemente ha de llegarse desde la postura del ateísmo sobre los creyentes). Por otra parte, en pro de la convivencia y de la tolerancia, se ha de respetar a los creyentes, que cuando menos, somos la inmensa mayoría de la Humanidad. LA HISTORIA CONCRETA DE LA REVELACIÓN DE DIOS EN CRISTO 1. La teología cristiana, ciencia de la Revelación de Dios en Cristo La revelación divina, sobre la cual la teología quiere sistematizar un saber sapiencial, puede concebirse en abstracto, como Esta reflexión

acaba de realizarse en el apartado I. Toca ahora contemplarla en concreto: como Revelación de Dios en Cristo y, aún más en concreto, en su Muerte y Resurrección. Es lo que Eicher hace a continuación (y nosotros haremos en seguida): «De acuerdo con la misma habría que entender por "revelación" el acontecimiento salvífico de la auto comunicación de Dios, que empieza con la creación, se establece de nuevo en la historia de Israel, alcanza su consumación en la persona, vida, ministerio, muerte, resurrección [de Jesucristo] y envío del Espíritu de Jesucristo (el Verbo de Dios encarnado), y por obra del mismo Espíritu Santo conduce a la comunión liberadora con Dios»35. Las dos perspectivas —una más abstracta y otra más concreta— de la revelación las sugiere la Primera Carta de san Pedro, cuando habla genéricamente de la revelación, haciéndola equivalente a la profecía, pero, en seguida, presenta a Jesucristo como revelación de Dios.

La Revelación divina

1. Nuestro punto de partida en la catequesis sobre Dios que se revela sigue el texto del Concilio Vaticano II: 'Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad: por Cristo, la palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina. En esta revelación, Dios invisible, movido por amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía'. (Dei Verbum, 2). Pero ya hemos considerado la posibilidad de conocer a Dios con la capacidad de la sola razón humana. Según la constante doctrina de la Iglesia, expresada especialmente en el Concilio Vaticano I, y tomada por el Concilio Vaticano II, la razón humana posee esta capacidad y posibilidad: 'Dios, principio y fin de todas las cosas -se dice- puede ser conocido con certeza con la luz natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas', aun cuando es necesaria la Revelación divina para

que 'todos los hombres, en la condición presente de la humanidad, puedan conocer fácilmente, con absoluta certeza y sin error las realidades divinas, que en sí no son inaccesibles a la razón humana'. Este conocimiento de Dios por medio de la razón, ascendiendo a El 'a partir de las cosas creadas', corresponde a la naturaleza racional del hombre. Corresponde también al designio original de Dios, el cual, al dotar al hombre de esta naturaleza, quiere poder ser conocido por él. 'Dios creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de Sí mismo' (Dei Verbum, 3). Este testimonio se da como don y, a la vez, se deja como objeto de estudio por parte de la razón humana. Mediante la atenta y perseverante lectura del testimonio de las criaturas, la razón humana se dirige hacia Dios y se acerca a Él. Esta es, en cierto sentido, la vía 'ascendente': por las gradas de las criaturas el hombre se eleva a Dios, leyendo el testimonio del ser, de la verdad, del bien y de la belleza que las criaturas poseen en sí mismas. 2. Esta vía del conocimiento que, en algún sentido, tiene su comienzo en el hombre y en su mente, permite a la criatura subir al Creador. Podemos llamarla la vía del 'saber'. Hay una segunda vía, la vía de la 'fe'. Que tiene su comienzo exclusivamente en Dios. Estas dos vías son diversas entre sí, pero se encuentran en el hombre mismo y, en cierto sentido, se completan y se ayudan recíprocamente. La importancia de la imputación

A. La imputación es el concepto central en la justificación. Al ignorar la imputación se llega a una confusión acerca de nuestro estatus ante Dios y aun cuando un cristiano posea los beneficios de la justificación, podría no estar disfrutando de ellos al desconocer su existencia. El capítulo 4 de romanos está dedicado a la imputación y es el puente que une los temas del capítulo anterior y posterior, que tratan de la depravación del hombre y la reconciliación con Dios, respectivamente. B. Una comprensión incompleta de la imputación lleva a herejías muy difundidas.

Los católicos, algunos Arminianos y ciertos grupos extremos de los Carismáticos se mantienen en error en cuanto a la imputación, habiendo sido llevados a herejías perjudiciales. En lecciones posteriores se tratarán estos errores. C. La imputación cierra la puerta al legalismo El instante en que comprendemos la esencia de la imputación también podremos fácilmente detectar la presencia de Legalismo, logrando que la mentalidad de la justicia por obras desaparecer y, como corolario, el libro de Gálatas cobrará vida como nunca antes, para nosotros. D. La imputación permite que crezcamos espiritualmente con confianza. Calvino lo expresó de esta manera: A no ser que primeramente se comprenda cuál es nuestra relación con Dios y la naturaleza de su juicio con respecto a cada uno, no se puede tener un fundamento en el cual establecer nuestra salvación, ni tampoco uno sobre el cual podamos construir nuestra devoción a Dios. Definición .La imputación comprende dos aspectos: el negativo, al no contar nuestros pecados en nuestra contra, y el positivo, al contar la justicia de Cristo como propia nuestra. Lo dicho no significa que se retire algo o que se infunda o inyecte nada. La idea de infundir es extraña al significado de la palabra griega usada: Logizomai. Existen otras palabras griegas para tales ideas. El término teológico de imputación se deriva del Vulgata Latín en Romanos 4, en la forma en que se traduce el verbo Griego logizomai y el hebreo hashab.1 Las traducciones modernas invariablemente usan las palabras como: acreditada a, contada por, se le tomó en cuenta por; aunque estos términos son adecuados, el Griego original requiere una definición muy específica, para poder darnos cuenta de lo que NO significa.

El uso en griego Léxicos dicen de logizomai:

Sociedades Bíblicas Unidas, Nuevo Testamento en Griego y Léxico: contar, tomar en cuenta por, calcular, tomar en cuenta, acreditar, poner a la cuenta de uno; Léxico Louw y Nida: mantener archivo de cuentas comerciales, tanto en debe y haber (poner a la cuenta, cargar a la cuenta, marcar como cuenta (1) (Griego: Rom.4:4 to de ergazomeno ho misthos ou logitezai kata charin alla kata opheilema a una persona que ha trabajado, la cuenta no se le otorga ( o no se le apunta en su cuenta) como un regalo, sino como una deuda a pagar ( o una deuda que se le debe.) Léxico Thayer: tomar en cuenta; pasar a la cuenta de uno, imputar.16 Demos una mirada a un par de usos bíblicos no directamente relacionados con la justificación; (Se indica en negritas logizomai).

Ponderando: Él era verdaderamente hombre y verdaderamente Dios (Juan 1:1 y 14). Como totalmente hombre fue creado como Dios planeaba que el hombre fuese a principio: perfecto. En 2 Cor. 5:21 la sentencia “lo hizo pecado” muestra que no había aún sido así hecho, teniendo una naturaleza “pecaminosa”, pos-lapsariana. Él fue hecho pecado en el Calvario (ver el contexto, vs. 18, 19), no en el pesebre o en el vientre de María. Esto se hace claro en Hebreos 2:14: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo . . .” Todavía más claro se puede ver esto en Gálatas 3:13 donde es dicho que Cristo “nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (ver también 1 Ped. 2:21-24). Ponderando: La alegación de que si Jesús no tuviese la naturaleza de Adán después de la caída (interpretación pos-lapsariana) no se identificaría totalmente con el hombre falla en percibir la real misión de Jesús. Además de eso, decir que Él no conocería por experiencia lo que significa enfrentar la tentación con una “tendencia” para el pecado podría ser igualada a la de un médico ginecólogo que sabe todo sobre maternidad, sin jamás haber generado un bebé. Él no necesita tener la experiencia a fin de saber cómo asistir a una mujer en la sala de parto.

Finalmente, recordemos que Jesús era Dios, el Omnisciente que sabe todas las cosas. Resumen de Puntos de Vista Supralapsarianismo

1. Elegir a algunos, condenar al resto2. Crear

Infralapsarianismo

Amyraldismo

Arminianismo

1. Crear2. Permitir la Caída

1. Crear2. Permitir la Caída

1. Crear2. Permitir la Caída

3. Permitir la Caída

3. Elegir a algunos, dejar a los demás

3. Proveer salvación para todos

4. Proveer la salvación para los elegidos

4. Proveer la salvación para los elegidos

3. Proveer la salvación suficiente para todos

5. Llamar a los elegidos a la salvación

5. Llamar a los elegidos a la salvación

4. Elegir a algunos, dejar al resto 5. Llamar a los elegidos a la salvación

4. Llamar a la salvación 5. Elegir a todos los que creen

Así, el problema es: Aunque Jesús no era un pecador, como correctamente entendido por el pos-lapsarianismo, habría sido realmente participante de la naturaleza humana corrompida, tanto físicamente como moralmente, con tendencias, propensiones al pecado e inclinada hacia el mal? Los defensores del pos-lapsarianismo -que tienen como prominentes exponentes Alonzo T. Jones, Ellet J. Waggoner, WW Prescott, ML Andreasen- creen que Cristo asumió la naturaleza humana tras la caída de Adán, pasando a tener naturaleza igual a la nuestra (KNIGHT, Y en el caso de las mujeres, con eso ellos afirman que así como Cristo tuvo victoria sobre el pecado nosotros también podemos tener victoria perfecta sobre el pecado, al llegar a ser perfectos como Cristo fue perfecto (WHIDDEN, 2004: 15). Él deja de ser nuestro divino sustituto, y se convierte en nuestro modelo de perfección.

Debemos tener en mente que Cristo fue totalmente Dios y totalmente humano mientras estuvo en la tierra (NISTO Cremos, 2008, 56 a 66). Y en el caso de las mujeres, en el caso de las mujeres, en el caso de las mujeres, Y en el sentido de que Cristo realmente asumió la naturaleza humana (física), pero sin, sin embargo, contaminarse con el pecado

(naturaleza moral). Era necesaria la unión entre las dos naturalezas divina y humana - para que hubiera una reconciliación de la humanidad con Dios, para esconder la divinidad detrás de la humanidad y para que Él tuviera una vida victoriosa pues su humanidad sola no podía vencer las tentaciones de Satanás (NUESTO Creemos, 2008, p.67 a 69).

Cristo tomó sobre sí la naturaleza humana física en su condición caída, nació con carne pecaminosa, sin embargo, sin ser un pecador (en su naturaleza moral) (DONKOR, 2008, p.28 y 23, RODOR, 2008: 47), sin participar, lo mínimo que fuese, de su pecado, al final Él nunca pecó (II Corintios 5:21, 1 Pedro 1:19), y en Él no había la propensión al mal, en eso podemos apuntar su singularidad. Simplemente Él no era otro o más un hombre, era Dios hecho hombre (RAND, 2008: 37). El hecho de que él participar de la naturaleza humana no lo eximió de estar sujeto a las enfermedades y debilidades (Mateo 8:17), cosas inherentes al pecado, en eso podemos apuntar su identidad con la raza humana post-caída (WHITE, 2007, p. 117).