introduccion a cartas pastorales

LAS EPÍSTOLAS PASTORALES 1, 2 TIMOTEO Y TITO Las tres cartas pastorales fueron escritas casi al final de los días de vid

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LAS EPÍSTOLAS PASTORALES 1, 2 TIMOTEO Y TITO Las tres cartas pastorales fueron escritas casi al final de los días de vida del apóstol Pablo. Fueron escritas para guiar a dos de sus consiervos más jóvenes, a Timoteo y Tito. Son las únicas cartas dirigidas o enviadas a personas con responsabilidades pastorales. (La carta de Pablo a Filemón, no es pastoral porque Filemón no era pastor) Las tres cartas no fueron escritas en el mismo tiempo, ni en el mismo sitio. Son diferentes, en contenido, tono, y propósito, por ejemplo: I TIMOTEO ► Enseña la sana doctrina, la administración de la iglesia, y los principios éticos y morales de los lideres. II TIMOTEO

► Detalla al verdadero siervo de Cristo. Advierte de la apostasía que había dentro de la iglesia y que la única arma para combatirla es la Palabra de Dios.

TITO

► Consejos sabios de Pablo al joven Tito que se encuentra sirviendo a Dios en la isla de Creta.

Muchos eruditos consideran que el orden cronológico de las tres cartas debe de ser por su tamaño, por lo tanto, la ponen en el siguiente orden:  1 Timoteo 62–64 (desde Macedonia)  Tito 62–64 (Desde Macedonia)  2 Timoteo 66–67 (desde los calabozos de Mamertina, 2 Ti 4:6–8.) Marco histórico A diferencia de las otras diez cartas de Pablo, estas tres no encajan históricamente en el relato de su actividad misionera tal como está registrada en el libro de Hechos. Al final del relato del libro de Hechos encontramos que Pablo permanece encarcelado en Roma por dos años. Lo que le sucedió a Pablo en el tiempo que transcurrió entre este encarcelamiento y su ejecución, sólo lo podemos deducir por los comentarios que hace en sus cartas y por fuentes antiguas que no son bíblicas. Parece que es seguro que Pablo fue dejado en libertad después de dos años de su encarcelamiento. No se le acusó de ningún crimen pero se tuvo que quedar en Roma porque se vio obligado a apelar a César cuando Festo, que estaba en Cesárea, falló en su intento de dejarlo libre (Hechos 25:25; 26:32). En Roma hasta se le permitió vivir en una casa que él había alquilado (Hechos 28:30), de modo que lo encontramos escribiéndoles a los Filipenses, y expresando la esperanza de poder enviar pronto a Timoteo con noticias, confiando en que pronto él también se iba a reunir con ellos (Filipenses 2:19, 23, 24). De modo parecido, en una carta a Filemón que estaba en Colosas, Pablo le pide que le prepare alojamiento (Filemón 22). Suponemos que una vez que quedó libre, Pablo llevó a cabo sus planes de visitar las iglesias de Macedonia y de Asia Menor. Probablemente viajó pasando por Creta, donde se habría reunido con Tito y lo habría dejado allí (Tito 1:5). Tal vez siguió hacia Éfeso para reunirse con Timoteo (1 Timoteo 1:3), que habría llegado allí procedente de Filipos, adonde había sido enviado desde Roma. ¿Visitó también Colosas en esta oportunidad, donde Filemón ya le tenía preparado un alojamiento? Tal vez, pero Pablo no lo menciona. Cuando Pablo salió de Éfeso iba a Macedonia (1 Timoteo 1:3), cumpliendo con la promesa que había hecho de ir a Filipos. Parece probable que la primera carta a Timoteo y la de Tito hayan sido escritas en Macedonia, posiblemente en Filipos en el otoño del año 63 d.C. Pablo esperaba pasar el siguiente invierno en Nicópolis, ciudad que se cree que era la capital de Épiros y que estaba en la costa del mar Jónico; le pidió a Tito que hiciera todo lo posible para reunirse con él allí (Tito 3:12) ¿Fue tal vez desde ahí que él salió para España, en donde tenía la esperanza de llevar a cabo un trabajo misionero (Romanos 15:23, 24)? Aunque las Escrituras no ofrecen ninguna evidencia directa de que él haya cumplido con su intención, una fuente tan antigua como la del año 96 d.C. (la carta de Clemente de Roma a los Corintios) da fe de un viaje de Pablo al “límite mayor del oeste”, que es muy probable que sea una descripción de España. Si Pablo realmente visitó España, debe haber sido entre el año 64–65 d.C, al mismo tiempo del incendio de Roma,

con las persecuciones subsiguientes cuando Nerón les echó la culpa del incendio a los cristianos. Como resultado de esto, el cristianismo se convirtió en una religión prohibida. La segunda carta de Pablo a Timoteo fue la última que escribió. La escribió en Roma, nuevamente desde la cárcel (2 Timoteo 1:8, 16, 17). Pablo no nos dice cuál fue la causa de ese encarcelamiento ni dónde ocurrió. Él menciona haber estado en Troas (2 Timoteo 4:13), en Corinto y en Mileto (2 Timoteo 4:20). Si la suposición de que Pablo fue a España es correcta, entonces parece que visitó el levante por segunda vez, poco tiempo antes de ser encarcelado por última vez. Las condiciones de su segundo encarcelamiento fueron diferentes a las del primero. Cuando Pablo le escribió su segunda carta a Timoteo, estaba en “prisiones a modo de malhechor” (2 Timoteo 2:9) y esperaba el martirio, “porque yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano” (2 Timoteo 4:6). La tradición nos dice que Pablo sufrió el martirio en Roma ya sea en el año 67 o en el 68 d.C. De acuerdo con esto, su segunda carta a Timoteo fue escrita en Roma, posiblemente alrededor del año 67 d.C. No todos los eruditos bíblicos están de acuerdo con esta secuencia de acontecimientos; algunos creen que Pablo salió para España inmediatamente después de haber quedado en libertad y que visitó el oriente sólo una vez después de su regreso de España. Eso parece improbable ya que Pablo tenía la intención de visitar Filipos tan “pronto” como quedara libre (Filipenses 2:24). Otros piensan que Pablo se detuvo en Creta después de su regreso de España y no durante su primer regreso del oriente. En este caso la carta a Tito puede haber sido escrita alrededor del año 66 d.C. Cualquiera que haya sido la verdadera secuencia de los acontecimientos que ocurrieron en los últimos años de Pablo, parece que las tres cartas pastorales fueron escritas durante ese tiempo bajo las circunstancias aproximadas que ya hemos descrito. Autenticidad Los eruditos que no aceptan las Escrituras como inspiradas e infalibles han buscado la manera de probar que estas tres cartas son falsificaciones de fechas posteriores. Ellos afirman que el vocabulario, el estilo del lenguaje y hasta el énfasis teológico no son los mismos que los de las otras cartas de Pablo. Dicen que los errores contra los que Pablo escribe son de una fecha posterior y que estas cartas hacen suponer la existencia de una iglesia mucho más organizada que lo que era en realidad en el tiempo del apóstol. Y también asumen que Pablo fue martirizado después de su primer encarcelamiento y que el libro de los Hechos no tiene lugar para estas cartas durante la vida de Pablo. Como nosotros creemos la verdad de que las Escrituras son inspiradas por Dios y completamente infalibles, aceptamos el nombre de Pablo en el título de estas tres cartas y también en las otras diez, como evidencia suficiente de que él las escribió. Y como escribió bajo diferentes circunstancias, es de esperar el hecho de que Pablo haya usado palabras y expresiones diferentes y que haya escrito acerca de otros temas que no había tratado en otras cartas. Nada en el libro de Hechos, ni en ninguna otra parte de las Escrituras, respalda la afirmación de que la vida y las obras de Pablo hayan terminado con su primer encarcelamiento. El caso es lo opuesto tal como ya lo hemos demostrado antes. A uno le da pena ver que la divina autenticidad de las Escrituras es puesta en tela de juicio y que su contenido es explicado con una mente crítica que rechaza lo que se afirma claramente en el texto, y que sigue preguntando: “¿Es verdad que Dios lo dijo?” Creemos que estas cartas son una parte de la revelación divina y las estudiamos con un corazón que busca saber lo que Dios nos dice por medio del autor inspirado.1

1

Armin W. Schuetze, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, ed. Roland Cap Ehlke, Armin J. Panning, y Gary P. Baumler, La Biblia Popular (Milwaukee, WI: Editorial Northwestern, 1999), 2–5.

INTRODUCCIÓN A LAS EPÍSTOLAS PASTORALES I. LAS PASTORALES Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES Se llaman así porque mayormente están dirigidas a pastores, no en el sentido técnico, o porque atienden asuntos pastorales2. Este apelativo aparece por primera vez en 1703 por medio de D.N. Berdot, pero fue Paul Antón4, en 1753 quien lo popularizó por medio de su obra póstuma. Las epístolas pastorales están fuera del registro de Hechos, por lo cual es difícil reconstruir este período de la vida de Pablo. Sin embargo, hay ciertos indicios que pueden extraerse de las mismas epístolas pastorales. El contexto histórico de Hechos finaliza con Pablo en la cárcel en Roma. A la luz de 1 Ti. y Tito, Pablo se halla libre, mientras que en 2 Ti. no sólo está en la cárcel (1:8; 2:9), sino también esperando su sentencia final (4:5–8). De modo que entre ambos acontecimientos (encarcelamientos), el apóstol estuvo libre y siguió su trabajo misionero. Pictóricamente podemos verlos de la siguiente manera:

Las tres epístolas muestran algunos elementos de la actuación de Pablo en ese período: • 1 Ti.: Pablo acaba de dejar a Timoteo en Éfeso (1 Ti. 1:3). • Tit.: Pablo acaba de dejar a Tito en Creta (Tit. 1:5). Al final el apóstol insta a Tito a reunirse con él en Nicópolis para el invierno (3:12). • 2 Ti.: Pablo está prisionero y anticipa su final. Ya ha estado en Roma (2 Ti. 1:17). Onesíforo lo estuvo buscando allí (1:16) y había dejado parte de sus pertenencias en Troas (2 Ti. 4:13). También había estado en Mileto donde dejó a Trófimo enfermo (2 Ti. 4:20). En 4:16 se menciona un “juicio anterior”, que probablemente haya sido un examen preliminar para el juicio oficial final. En la Epístola a los Romanos, Pablo hablaba de su deseo de ir a España, siendo encaminado por los mismos romanos cuando los visitara. Si bien allí dice que ya había cumplido su misión en el este y sus ojos estaban en el oeste, al estar en la prisión romana escribe supuestamente Ef., Col., Flm. y Fil. con lo cual da a entender que su mirada todavía estaba puesta en el oriente, y no sólo por escribir sino también de ir. Daría la apariencia que el apóstol cambió de punto de vista y volvió a oriente, a recorrer lo visitado, combatir las herejías del momento, organizar las iglesias y enviar delegados para la prosecución de dichas tareas. No se sabe, finalmente, si Pablo fue o no a España. De haber ido, tuvo que haber sido obviamente antes de su regreso al este8.

II. TIMOTEO Y TITO II.A. Timoteo Timoteo era hijo de madre judía10 y padre griego. Evidentemente ella influyó en su educación (Hch. 16:1; 2 Ti. 1:5). Era natural de Listra y muy estimado por la iglesia del lugar y de Iconio (Hch. 16:1, 2). En el verano del 49 ó 50 después de la disputa con Pedro (Gá. 2:11ss) y con Bernabé (Hch. 15:36ss), Pablo asocia a Timoteo a su equipo misionero. Éste estaría unido al apóstol con más desinterés que nadie (Fil. 2:19– 21) hasta su muerte, unos quince años. Corrían los años del primer viaje misionero, y Timoteo pudo ver los sufrimientos del apóstol (2 Ti. 3:11). Timoteo parece haber sido de unos veinte años de edad, véase 1 Ti. 4:12, cuando se asoció a Pablo, y aunque al principio era auxiliar en sus tareas misioneras, enseguida le encargó ciertas actividades independientes (1 Ts. 3:1ss; 1 Co. 4:17; 16:10s; Hch. 19:22; Fil. 2:19ss). Timoteo es citado como corredactor en seis epístolas (1, 2 Ts., 2 Co., Fil., Col. y Flm.). También acompañó a Pablo en su viaje a Jerusalén después del tercer viaje misionero (Hch. 20:4) y estuvo con él en el primer encarcelamiento en Roma (Fil. 1:1; Col. 1:1; Flm. 1). Sin embargo, se ignora dónde estuvo durante los dos años de la estadía en prisión del apóstol en Cesarea y durante el viaje a Roma. Las epístolas muestran a Timoteo, que estaría en los treinta a treinta y cinco años de edad, en un puesto directivo de responsabilidad, como representante de Pablo en la Iglesia de Asia Menor15: igual que Tito (Tit.

1:5), Timoteo debe nombrar ministros (1 Ti. 5:22), ha de administrar también la disciplina de la iglesia (1 Ti. 5:19s) y supervisar el culto público. En la segunda epístola el apóstol le ruega que vaya adonde él estaba (2 Ti. 4:9). Algunos arguyen que después de la muerte de Pablo, Timoteo siguió su obra con un maestro del círculo paulino que pudiera ser el autor de Hebreos (He. 13:23). La tradición lo hizo el primer obispo de Éfeso, fue enterrado allí y luego sus restos fueron trasladados a Constantinopla, pero esto como aquello no tiene fuerza histórica. Timoteo parece haber sido de carácter tímido (2 Ti. 1:7ss) y físicamente frágil (1 Ti. 5:23). Pablo le escribe a los corintios, para que él se sienta cómodo y no despreciado (1 Co. 16:10, 11). Aparentemente la misión de Timoteo a Corinto no tuvo éxito, pero sí la de Tito. Era afectuoso (2 Ti. 1:4), pero no debía dar lugar a los deseos juveniles (2 Ti. 2:22) y no avergonzarse del evangelio (2 Ti. 1:8). Pablo lo elogia por su lealtad más que a ningún otro de sus colaboradores.

II.B. Tito Parece ser de la misma edad de Timoteo (Tit. 2:6ss) y es conocido gracias a cuatro epístolas paulinas (Gá., 2 Co., Tit. y 2 Tim.). Tito era gentil (griego) de nacimiento (Gá. 2:3) y fue convertido por Pablo (Tit. 1:4), sin pasar primero por el judaísmo. Se lo encuentra por primera vez como miembro de la comunidad de Antioquía y acompañante de Pablo y Bernabé en su viaje al concilio apostólico (Gá. 2:1). De modo que fue colaborador de Pablo antes que Timoteo. Quizá fue acompañante en los restantes viajes, aunque no se lo encuentra hasta el tercer viaje misionero, donde Tito fue quien les llevó a los corintios la “carta severa” y, gracias a su hábil proceder, trajo nuevamente a la obediencia a aquella comunidad casi perdida (2 Co. 2:13ss; 7:13ss; 8:6; 12:18). Como portador de la 2 Co. preparó después definitivamente la venida de Pablo (2 Co. 8:6, 16–24). Es evidente que esto lo caracteriza como persona de mucho tacto, y quizá de una personalidad más fuerte que Timoteo (1 Co. 16:10; 2 Co. 7:15). Además, poseía cualidades de administrador. Pablo lo describe como “compañero y colaborador” (2 Co. 8:16ss). Sólo años más tarde vuelve a encontrárselo en Creta (Tit. 1:5ss), donde Pablo, después de la libertad del primer encarcelamiento romano, lo había dejado para organizar dicha iglesia, establecer un ministerio digno, vencer la oposición y enseñar sana doctrina. También le pide que se reúna con él en Nicópolis cuando llegue Artemas o Tíquico (Tit. 3:12). Poco antes de la muerte del apóstol marchó a Dalmacia, probablemente por encargo suyo (2 Ti. 4:10). Según la tradición murió a los noventa y cuatro años de edad en Gortyna (Creta) siendo obispo de la isla. Ramsay sugiere que podría haber sido pariente de Lucas25, razón por la cual éste no lo menciona en Hechos.

III. AUTORÍA III.A. Evidencia interna y semiinterna Todas las cartas evidencian ser escritas por el apóstol (1 Ti. 1:1; 2 Ti. 1:1; Tit. 1:1). Además, dan una descripción similar a la que se encuentra entre sus otras cartas: era blasfemo y perseguidor de la iglesia, convertido y designado divinamente para ser apóstol, sufrió en defensa de la verdad. Las tres pastorales tienen, además, una estructura similar a las otras diez paulinas. También la relación con los destinatarios es la misma que se presenta en otras cartas paulinas y en Hechos. Se mencionan también ciertos colaboradores que aparecen en otras cartas paulinas como tales. Finalmente, las pastorales revelan a un autor con un interés por las iglesias y una teología que apunta nuevamente al corazón de Pablo.

III.B. Evidencia externa Faltan en el canon de Marción (ca. 150) y en el p, el canon paulino más antiguo; ca. 200. Sobre la ausencia en Marción no es por desconocimiento, sino por rechazo, ya que eran bien conocidas en su tiempo, como veremos a continuación29. Con respecto al p46 se han perdido las siete hojas primeras y últimas. Sólo las epístolas pastorales hubieran requerido ocho hojas; así pues, es evidente que no fueron previstas. Las autoridades eclesiásticas que citan y brindan conocimiento de estas epístolas son: • Clemente de Roma (ca. 96). Tiene varias similitudes: A los Cor. XI:7 cf. Tit. 3:1; A los Cor. XLV:7 cf. 2 Ti. 1:3. • Ignacio (ca. 110). Toma expresiones de las pastorales. A Policarpo VI:2 cf. 2 Ti. 2:4.

• Policarpo (100–135). Toma expresiones de las pastorales. A los Filipenses IV:1 cf. 1 Ti. 6:6, 7, 10; A los Fil. V:1 cf. 1 Ti. 3:8; A los Fil. V:2; IX:2 cf. 2 Ti. 2:12; 4:10; A los Fil. XI:4 cf. 2 Ti. 2:25; A los Fil. XII:3 cf. 1 Ti. 2:1, 2. • Justino Mártir (ca. 155). Demuestra conocer las pastorales. En Diálogo con Trifón expresa “la bondad de Dios y su amor para con los hombres” nos recuerda a Tit. 3:4, • Atenágoras (ca. 177). Describe en Súplica a Favor de los Cristianos XVI a Dios como “luz inaccesible” lo que nos recuerda a 1 Ti. 6:16. • Teófilo de Antioquía (ca. 180). Se refiere al “agua y lavamiento de la regeneración” y cita “para que vivamos quieta y reposadamente” 41. • El Fragmento Muratorio (ca. 180) dice que el “bendito Pablo … escribe … una carta a Tito y dos a Timoteo … que la honorable estima de la iglesia universal considera sagradas en la regulación de la disciplina eclesiástica”. • Ireneo (ca. 190). La cita en numerosas partes en Contra las Herejías y atribuye las pastorales al apóstol Pablo. • Tertuliano (fl. 193–216). Declara que “Pablo dirigió esta expresión a Timoteo” cuando cita varios pasajes de las pastorales. • Clemente de Alejandría (fl. 190–200). Atribuye al apóstol ciertos pasajes. • Orígenes (ca. 230). Cita muchísimos pasajes de las pastorales y se las atribuye a Pablo46. • Eusebio (s. IV). Él hace referencia a las epístolas pastorales indirectamente, mostrando cómo las iglesias las aceptaban como escritas por el apóstol. Además, hace referencias concretas a ellas48.

III.C. Objeciones a su autenticidad Muchos autores no consideran estas cartas como paulinas. Aunque cada una de ellas dice ser escrita por el apóstol, los críticos observan aquí un mero recurso literario. Debido a la fuerte evidencia de la antigüedad, estas objeciones deberían considerarse como innovaciones modernas. Las críticas comenzaron con Schleiermacher con 1 Ti. (1807) y continuaron, entre otros, con Eichhorn, de Wette, J. Holtzmann, Moffat, Bultmann y M. Dibelius, quienes negaron la autoría paulina de las tres, y Von Soden, P.N. Harrison, Scott, Falconer y Easton que la niegan también, pero reconocen ciertos fragmentos auténticos. En 1835, F.C. Baur sostiene que las tres debían considerarse como pseudoepigráficas. Aunque la pseudonimia le presta un poco de dignidad al engaño esencial que es el suponer que estas cartas son obra de un desconocido, o varios, levantaría muchas cuestiones éticas, ya que hay tantas alusiones personales y detalles circunstanciales, que haría de los escritos una consumada hipocresía. Como dice J.E. Huther: “Si existen dificultades en vindicar la autoría paulina, es aún más difícil probar, sea en totalidad o parcialmente, cómo un falsificador podría haber escrito tres epístolas como éstas, en forma y contenido, y encajárselas al apóstol Pablo”. De todos modos, las objeciones se han basado principalmente en cinco problemas que se fueron desarrollando sucesivamente, y su efecto acumulativo hoy hace que muchos no las acepten como genuinas paulinas. III.C.1. Situación histórica Como dijimos, las epístolas paulinas no aparecen en el registro de Hch. y esto hizo que algunos pensasen en alusiones personales no auténticas, o que se trate de fragmentos de epístolas paulinas genuinas incorporadas en epístolas pseudónimas o pseudoepigráficas. Si Pablo fue liberado de su primer encarcelamiento (Hch. 28), de lo que hay mucha probabilidad, entonces todas estas dificultades desaparecen. Las teorías que consideran fragmentos paulinos incorporados en epístolas pseudónimas en realidad presentan más problemas que soluciones. Aquéllos que parten del prejuicio de un solo encarcelamiento en Roma, encuentran que en las pastorales, Pablo tiene movilidad y no coincide con el registro de Hechos. En Tit. 1:5, el autor dice que “te dejé en Creta”, lo cual implica que Pablo está libre, y no hay datos en Hch. de que Pablo haya dejado a Tito en el primer viaje. La respuesta tradicional de los dos encarcelamientos resuelve este problema. La movilidad del apóstol queda explicada, aunque no se mencione en ellas el otrora deseado viaje a España (Ro. 15:25, 28). Pablo se encontraba en Nicópolis y quería que Tito lo fuera a ver allí ya que allí quería pasar el invierno (Ti. 3:12). Según algunos, en Nicópolis el apóstol es tomado prisionero.

Las últimas palabras en 2 Ti. muestran un panorama diferente al de su prisión romana. Hay un mayor sentido de final (2 Ti. 4:6) y de aislamiento (2 Ti. 1:15; 4:16). De esto surge que o no es el mismo autor que escribió las epístolas de prisión o es otro encarcelamiento. III.C.2. Situación eclesiástica Algunos dicen que la situación eclesiástica presente en las epístolas pertenece a un período muy posterior al de Pablo. Sin embargo, la organización es mucho más primitiva que la que se encuentra en los primeros padres apostólicos, y en rigor Pablo no se interesa mucho por ella como lo harían los padres posteriormente. Se puede observar también que Pablo y Bernabé pusieron ancianos en su primer viaje misionero, de modo que ellos deben haber sabido las cualidades que deben tener dichos oficiales ante las circunstancias que debían vivir. En cuanto a diáconos, también la Iglesia de Jerusalén los tenía antes de que Pablo iniciara sus viajes. Anciano y obispo son sinónimos (Tit. 1:5–7 cf. 1 Ti. 3:1–7; Fil. 1.1; 1 P. 5:1,2). El sistema de gobierno episcopal monárquico parece haber surgido oscuramente y es evidente recién en Ignacio (ca. 110)55. III.C.3. Situación herética Algunos conectan las herejías aludidas en las epístolas pastorales con el gnosticismo del segundo siglo, especialmente el marcionismo. Sin embargo las epístolas son muy vagas en datos como para precisar el desarrollado gnosticismo de aquel período. Por otro lado, también hay que considerar que hubo formas primitivas del gnosticismo en el primer siglo, por lo cual no es imposible que Pablo las estuviera considerando en sus epístolas. III.C.4. Situación doctrinal Se critica el hecho de que Pablo no refuta los aspectos de esta doctrina punto por punto. Pero se puede aludir que sus asociados sabían muy bien cómo hacerlo, al conocerla. Lo que sí les aconseja es no perder tiempo refutando las conversaciones necias. Por otro lado, los temas principales que Pablo trata en las epístolas están ausentes en las pastorales. En estas epístolas hay una tendencia a encerrar o sistematizar la doctrina en “la verdad”, “la fe”, “el depósito” o “la sana doctrina”. Esto sugiere una etapa de formación en la que la doctrina había adquirido fijeza como tradición. También se critica que la cruz ya no ocupa el centro, sino las buenas obras59. De todos modos, hay que tener en cuenta que Pablo está escribiendo en los últimos días de su vida y que no está escribiendo a iglesias sino a personas asociadas e íntimas a él. Teniendo en mente un “sentido de final”, es claro que él pensara en dejar un legado doctrinario y que asentara la conservación de la doctrina verdadera. III.C.5. Consideraciones lingüísticas Muchas de las palabras que aparecen en las epístolas pastorales no aparecen en el resto del corpus paulinus y aun dentro de todo el NT. Por el contrario, muchas palabras que suelen aparecer en las diez otras epístolas paulinas, y son comunes en el lenguaje del apóstol, aquí no aparecen. Además, el estilo no parece ser paulino. Hay mucha ausencia de pronombres, preposiciones y partículas comúnmente usadas por el apóstol66. Pero esto no puede ser una prueba concluyente, considerando lo corto del material bajo estudio. Se han usado muchos métodos estadísticos para tratar de demostrar esto, pero no hay suficientes datos para hacerlo. El tema del lenguaje no puede dejarse de lado, pero existen dos posibilidades que respaldarían la autoría paulina: una es que Pablo tenía un vocabulario más amplio y una variedad de estilo de la que los eruditos le permiten tener, o que usó un amanuense al cual le dio cierta libertad para expresar las ideas de esta manera.

IV. PROPÓSITO GENERAL DE LAS EPÍSTOLAS Las tres epístolas parecen tener un propósito común, más allá de las diferencias entre ellas. Las tres consisten en palabras de exhortación y ánimo para sus colaboradores más cercanos. Aparentemente Pablo se da cuenta de que su tiempo en la tierra ha llegado casi a su fin, y su mente está en dar dirección a aquellos que lo han seguido en posiciones de responsabilidad. Él está considerando las demandas de la organización de la iglesia y escribe para confirmar ciertos asuntos, principalmente sobre los oficiales de la iglesia, que habrían sido oportunamente impartidos oralmente entre sus asociados (cf. Tit. 1:5). Pero de aquí a decir que éste sería el único propósito de las cartas sería erróneo. Con toda probabilidad Timoteo, debido a su naturaleza tímida, necesitaba las instrucciones autoritativas por escrito del apóstol para ponerlas en práctica. Así podría apelar a ellas en caso de disputa (cf. 1 Ti. 3:14, 15).

Pablo también escribe en cuanto a los falsos maestros y les dice básicamente que eviten el contacto con ellos. No les informa cómo responder a sus herejías. Las epístolas tampoco contienen información sobre las grandes doctrinas bíblicas. Al ser colaboradores cercanos, Timoteo y Tito ya estaban embebidos en ellas. Lo que sí necesitaba recalcarse era la actitud práctica en cuanto a cómo encarar esta situación de los falsos maestros. Al parecer no hay ninguna relación entre las herejías de Éfeso y Creta aquí expuestas, como tampoco parecen tener relación con la de Colosenses. Lo que sí es probable es que más tarde dieran pie al gnosticismo del siglo II70. Quizá en 2 Ti. se vean más claramente los propósitos de su escritura. Pablo anima a Timoteo a encender el don que ya había recibido (2 Ti. 1:3–7), le recuerda su propio ejemplo (3:10ss) y lo exhorta a predicar la palabra (4:2s) como una serie de exhortaciones que se extienden a lo largo de toda la carta (1:6, 8, 13s; 2:1, 22; 3:14; 4:1). En dos oportunidades le pide que vaya a verlo (4:9, 21), aunque él mismo no sabe si va a poder verlo de nuevo (4:6). A la luz de las expresiones del último capítulo surge claramente que ésta fue la última carta del apóstol. En cuanto a las otras dos, Pablo parece haber estado recientemente con los destinatarios. Parte de lo que escribe ya fue dicho oralmente. En ambas se dan instrucciones por escrito para las características de los oficiales de la iglesia, cosas que obviamente, tanto Timoteo como Tito lo sabrían. De modo que el propósito sería fortalecer sus manos con la autoridad formal por escrito; esto podría respaldarse por la conclusión de las dos epístolas, que si bien eran dirigidas a individuos particulares, estaban también intencionadas para ser leídas ante la congregación. Además estas dos epístolas instan a cultivar la sana doctrina y la conducta recta como también enseñarlas a otros (1 Ti. 4:11; 6:2; Tit. 2:1, 15; 3:8). Erdman observa que el interés último de las pastorales es moral, ético y práctico. “El propósito que tienen es llevar a la pureza, religiosidad, santidad, servicio, amor”. Knight III ve dos propósitos fundamentales y básicos en las tres epístolas: • Advertir a Timoteo y a Tito sobre la falsa enseñanza y exhortarlos a estar firmes contra ellas. • Dar instrucciones por medio de Timoteo y Tito a los cristianos de Éfeso y Creta sobre su conducta y vida religiosa. Por su lado, Ramos entiende un triple objetivo: • Hacer valer en las iglesias del área del mar Egeo los principios básicos que formaban parte del “depósito” de la fe. • Deseaba ofrecer a los líderes de las iglesias una serie de instrucciones que les permitieran aumentar el grado de autoridad de que disfrutaban como ministros del Señor. • Tenía intención de ayudarles a combatir las herejías que iban creciendo en aquella época y región.

V. FALSOS MAESTROS Y FALSAS ENSEÑANZAS Jesús mismo previno a sus primeros discípulos de que vendrían falsos maestros y falsas enseñanzas. Luego, en la iglesia primitiva, vemos errores en doctrina y conducta desplegados en la Iglesia de Colosas, entre las iglesias citadas en las epístolas juaninas y en las iglesias de Apocalipsis. Las epístolas pastorales muestran ciertas tendencias, pero la evidencia no respalda que ellas tuvieran una forma organizada como una secta. De todos modos, a la luz de ellas podemos observar ciertas características: • Consistía en palabras, leyendas y genealogías. De modo que esta enseñanza se caracterizaba por la irrelevancia. Pablo las describe como: “controversias estúpidas y sin sentido” (2 Ti. 2:23) y las considera “cuestiones necias” (Tit. 3:9). Había disputa sobre palabras (2 Ti. 2:14) y sobre “conversaciones vanas” (1 Ti. 6:20; 2 Ti. 2:16). También había “mitos y fábulas” (1 Ti. 1:4; Tit. 1:14) y “genealogías interminables” (1 Ti. 1:4; Tit. 3:9). De modo que estos maestros, más que invertir tiempo en propagar errores, perdían tiempo en cosas que no aprovechaban. • Tendencia moral. Había dos ramas, por así decirlo: Ascetismo. Se privaban del matrimonio y de ciertos alimentos (1 Ti. 4:1–4). Había un deseo de una religión exterior, pero una carencia de poder interior (2 Ti. 3:1ss). Enumeraban cosas que las llamaban impuras, cuando para el puro todo es puro (Tit. 1:15). Inmoralidad. Por otro lado había algunos que propagaban algunas licencias morales, en algunos casos invadiendo las casas de mujeres débiles (2 Ti. 3:6). Se caracterizaba por la lujuria (2 Ti. 4:3). Así que Pablo le advierte a Timoteo que se guarde en pureza (1 Ti. 5:22; 2 Ti. 2:22). La inmoralidad también era

financiera, ya que trabajaban para su propio provecho y para hacer dinero con las falsas enseñanzas, ganancias que las consideraban “piadosas” (1 Ti. 6:5; Tit. 1:11). • Intelectualismo especulativo. Esta gente “deliraba acerca de cuestiones” (1 Ti. 6:4) y Pablo le dice a Tito que evite estas “cuestiones” (Tit. 3:9). La palabra utilizada (véase también 1 Ti. 1:4) es ἐκζήτησις que significa “discusión especulativa”, “investigación” o “un tema de discusión sutil y diputa”. Aparentemente la herejía entraba en el campo de los juegos pseudo-intelectuales79. • Vanidad. Eran vanidosos, creyendo saber algo, pero en realidad no sabían nada (1 Ti. 6:4). Parecería que se creían superiores a los cristianos comunes. En estas cartas hay indicios de que podrían pensar que sólo ellos estaban salvos. Esto podría concluirse a partir del uso de la palabra “todos” en diferentes partes: la voluntad de Dios es que todos se salven (1 Ti. 2:4); la gracia de Dios se manifestó a todos los hombres (Tit. 2:11). • Vinculados con el legalismo judío. Esto puede verse porque entre sus filas estaban los que pertenecían a la circuncisión (Tit. 1:10) y ellos pretendían ser maestros de la ley (1 Ti. 1:7). Por otro lado enseñaban fábulas judías y mandamientos de hombres (Tit. 1:14). • Negaban la resurrección del cuerpo. Decían que la resurrección ya había sido efectuada (2 Ti. 2:18). Quizá ellos negaban la resurrección y la consideraban sólo un concepto espiritual en el momento del bautismo. Pablo advierte sobre todo evitar el contacto y seguirles la corriente y, en consecuencia, dejar de predicar el evangelio. Justamente el ponerse en contacto con ellos hizo trastornar “la fe de algunos” (2 Ti. 2:18). Algunos de estos elementos sugieren que estas enseñanzas estaban en la misma línea, o eran idénticos a los que se oponían a Pablo en Colosas, aunque no hay rasgos de contacto. Estas características se asemejan mucho a las que posteriormente, en el s. II, tendría el gnosticismo. Para esta corriente filosófico-soteriológica la materia era mala y el espíritu bueno. Había una serie de eones que distanciaban al hombre de Dios, lo que llevaba a las fábulas y genealogías. La salvación se lograba por el conocimiento especial. Los intelectuales podían adquirirlo y así acercarse a Dios. Como la materia y, en consecuencia, el cuerpo, era mala surgían dos tendencias opuestas. Por un lado, el combate despiadado hacia el cuerpo que resultó en el ascetismo, y por el otro, el castigo extremo del mismo que llevó a la inmoralidad más perversa. Pero si el cuerpo es malo entonces no puede haber resurrección, de modo que ellos esperaban la destrucción del cuerpo. El gnosticismo encontró su lugar dentro del judaísmo, y también dentro del cristianismo84, y hubo ramas de aquél que encontraron en la ley judía normas ascéticas para desarrollarse entre sus filas. De todos modos, debemos entender que el gnosticismo no se desarrolló sino hasta entrado el s. II. Pero las formas primitivas y primeros afluentes y subafluentes se encuentran en el s. I en toda la cuenca mediterránea.

VI. CARACTERÍSTICAS DE LAS CARTAS VI.A. Características literarias y lingüísticas Como hemos mencionado, hay numerosas palabra nuevas que no vuelven a aparecer fuera de las pastorales, ni entre las otras paulinas ni en el resto del NT86. Por otro lado, también es cierto que muchas palabras que son comunes en el vocabulario de Pablo, aquí están ausentes. Por otro lado aparecen con gran frecuencia palabras que Pablo no suele usar. Además, palabras que son comunes de Pablo tienen aquí un sentido diferente: “fe” aquí tiene un sentido objetivo, mientras que en las otras epístolas tiene un sentido subjetivo; “letra” tiene una connotación peyorativa en las cartas paulinas, mientras que aquí no y es sinónimo de Escritura; la palabra “tomar” en 1 Ti. 3:16 se usa como sinónimo de ascender, mientras que en las otras diez es sinónimo de agarrar. También hay familias de palabras que están ausentes en las otras diez: “apto para enseñar” (διδακτικός), “doctor de la ley” (νομοδιδάσκαλος), “maestro del bien” (καλοδιδάσκαλος), “enseñar otra cosa” (ἑτεροδιδακαλέω), “maestro” (διδάσκαλος), “enseñanza” (διδασκαλία), “doctrina” o “enseñanza” (διδαχή), “enseñar” (διδάσκω). En lo estilítico, Pablo es amigo de los litotes: “no se avergüenza” de haber creído en Jesucristo (2 Ti. 1:12), la Palabra “no está presa” (2 Ti. 2:9), Dios “no miente” (Tit. 1:2). Esto es común en Pablo en otros de sus escritos, aunque las pastorales son más sobrias y tranquilas que aquéllas. También hay enumeraciones o listas. Así aparecen las virtudes o vicios (1 Ti. 3:1–12; 6:4, 5; 2 Ti. 3:2–5; 3:10, 11: Ti. 3:3).

Hay juego de palabras: “rico” y “ricamente” (1 Ti 6:17), “amadores de” (2 Ti. 3:4), “perfecto” y “perfectamente” (2 Ti. 3:17), “a tiempo y fuera de tiempo” (2 Ti. 4:2). También hay muchas aposiciones, muy característico de Pablo, como también espontáneas doxologías94. La cantidad de adjetivos es sorprendentemente grande. Un estudio de letras por palabras arroja una media más alta, lo que hace concluir a algunos que el amanuense, o escritor, fue otro. También es curiosa la cantidad de nombres propios que aparecen.

VI.B. Carácter de las cartas Mientras que 1 Ti. y Tit. son cartas oficiales, 2 Ti es de carácter privado. En las dos primeras la fórmula de agradecimiento inicial típica está ausente y en su lugar se presenta el encargo por escrito de la misión a la que había sido asignado. Asimismo en los finales de ambos los términos personales, encargos y salutaciones se reducen a un mínimo (1 Ti. 6:20, 21; Tit. 3:12ss). Esto es típico de misivas oficiales. Por otro lado, los contenidos de ambas cartas muestran también la oficialidad de su carácter, dando una serie de instrucciones y, al mismo tiempo, siendo credenciales de legitimación para los respectivos delegados apostólicos. Por otro lado, el hecho de que Pablo mencione su “título” de apóstol muestra que él tenía en mente que estas cartas, las tres, irían a ser leídas por otros, especialmente por aquellos que menospreciaban las palabras de los destinatarios oficiales de las mismas.

VI.C. Carácter pastoral de las cartas En rigor es un caso único en la Biblia que estos escritos traten los temas en cuestión. Tomás de Aquino (1274) dijo de 1 Ti.: “Esta carta es como si fuera una regla pastoral que el apóstol dio a Timoteo”, y en la introducción a 2 Ti. dice: “En la primera carta le da a Timoteo instrucciones acerca del orden eclesiástico; en la segunda se refiere al cuidado pastoral que debe ser tan grande como para estar dispuestos a aceptar el martirio por el cuidado del rebaño” . Debemos entender que Pablo tenía un corazón pastoral y aquí lo refleja. Como dice A. Sabatier: “Pablo fue un apóstol antes que un teólogo. Para él la necesidad de conservación fue más urgente que la de innovación. Su evangelio fue, antes que nada, un mensaje que él había recibido, y que tenía que entregar y defender” 102. Pero al mismo tiempo Timoteo y Tito no eran pastores propiamente dicho, sino delegados apostólicos o apóstoles (secundarios)104. De todos modos, el calificativo “pastoral” no agota su contenido, porque Pablo espera que las cartas sean leídas en las congregaciones; fueron enviadas a hombres que estaban al cuidado de ellas y, si bien contienen muchos elementos personales tienen, como hemos dicho, un carácter oficial y pretenden servir como guía a gente que esté al frente de las mismas106. 1 Ti. y Tit. brindan los elementos de orden eclesiásticos más antiguos de la iglesia.

VI.D. Carácter eclesiástico de las cartas Como observamos, estas cartas no son únicamente “pastorales” y, en particular, privadas, sino que tienen un perfil netamente eclesiológico. El canon Muratorio ya hablaba de lo valioso que eran para la disciplina eclesiástica. Tertuliano dijo que Pablo había escrito estas cartas “con respecto al estado de la iglesia”. Así, dice Barclay, que el primer nombre que se les dio fue “cartas pontificias”.

VII. TEOLOGÍA VII.A. El uso del Antiguo Testamento En el caso de las cartas a Timoteo aparecen cuatro alusiones al AT. La primera es el de la sujeción de la mujer en el culto público (1 Ti. 2:11–15), donde el apóstol hace referencia a Gn. 2:7, 21–23; 3:1–6. Hanson considera que el autor utiliza una hagadá. La segunda alusión es en 2 Ti. 2:19, y la referencia es al pueblo de Dios y su relación con el Señor (Nm. 16:5, LXX). En tercer lugar aparecen los nombres de Janes y Jambres (2 Ti. 3:8), que eran figuras legendarias no citadas en el AT y se referían a los magos del faraón que se opusieron a Moisés (Ex. 7ss). Hanson dice que también aquí el autor usa una hagadá para ilustrar la oposición que los falsos maestros hacían a los líderes de la iglesia. Finalmente está el refrán “el Señor castiga a los malos” (2 Ti. 4:14) que es tomada de Sal. 61:13 (LXX) y Pr. 24:12. En cuanto a Tito, se encuentra una referencia solamente respecto a la redención (Tit. 2:14). Es una alusión a Dt. 14:2; Ez. 37:23 y Sal. 130:8.

VII.B. Dios Dios es llamado “Padre” (1 Ti. 1:2; 2 Ti. 1:2; Tit. 1:4), por quien todo existe (1 Ti. 4:3, 4) y es el dador de todo bien (1 Ti. 6:17). Dios quiere la salvación de todos los hombres (1 Ti. 2:4). Se lo llama “salvador” (1 Ti.

1:1; Tit. 1:4) y es uno, soberano, sabio, inmortal, invisible, misericordioso y fiel (1 Ti. 1:17; Tit. 3:4, 5; 2 Ti. 2:13).

VII.C. Cristología Jesucristo es verdadero Dios (Tit. 2:13) y verdadero hombre (1 Ti. 2:5), nacido del linaje de David (2 Ti. 2:8). Hay un himno que destaca su encarnación (1 Ti. 3.16). El objetivo de su venida fue salvar a los pecadores (1 Ti. 1:15) y volverá al final de los tiempos en una manifestación gloriosa (Tit. 2:13; 2 Ti. 4:1, 8). No hay mención de la cruz, por lo cual se suele decir que falta una “teología de la cruz” y, además, a Jesucristo no se lo menciona como “Hijo de Dios”. Por otro lado se observa que el autor comparte el título de “Señor” con el Padre.

VII.D. Espíritu Santo El Espíritu Santo ha glorificado a Jesús (1 Ti. 3:16) y ahora habita en los creyentes (2 Ti. 1:14), después de haberlos renovado (Tit. 3:5). Además, el Espíritu Santo ayuda a los responsables de la iglesia a conservar el “depósito” de la fe (2 Ti. 1:14).

VII.E. Soteriología La teología de la justificación está mayormente ausente, aunque cf. Tit. 3:7, no dice que la ley conduce al pecado, ni que el hombre es justificado “por la fe”, sin las obras de la ley. Tampoco se habla de la “justicia de Dios”, sino que se da énfasis a las “buenas obras” y a la “piedad” como lo fundamental para la salvación. Sin embargo, sí observa que la salvación es por gracia, por su misericordia, por la acción del Espíritu Santo y no conforme a nuestras propias obras (2 Ti. 1:9–11; Tit. 3:5–8).

VII.F. Eclesiología VII.F.1. Institucionalización Hay un énfasis en el aspecto institucional quizá a costa de lo carismático. Se habla de un obispo (1 Ti. 3:1, 2; Tit. 1:7), mientras que varios ancianos (Tit. 1:5), aunque no se dice que estaban bajo la dirección de aquél. No podemos argüir, como lo hace Sánchez Bosch, que al principio la iglesia tuvo un liderazgo carismático y esto evolucionó en “el triunfo de la institución jerárquica”, teniendo aquí un “protocatolicismo”116. Tampoco estamos de acuerdo con Hendriksen que los “oficios extraordinarios” dieron paso más tarde a los “ordinarios”. Aparentemente el único aspecto carismático es el don impartido por “imposición de manos” (1 Ti. 4:14; 2 Ti. 1:6). Lo que es importante destacar es que los ancianos son asalariados y el sostén dependía de su fidelidad y servicio (1 Ti. 5:17–19). VII.F.2. La iglesia y los oficiales La iglesia es comparada a una casa cuyos administradores son los ministros (Tit. 1:7), pero a comparación con la casa que debe ser “presidida” (προΐστημι), la iglesia debe ser “cuidada” (ἐπιμελέομαι) (1 Ti. 3:5). Así la iglesia es llamada “casa de Dios” y es “columna y baluarte de la verdad” (1 Ti. 3:15). Las pastorales son las que mayor información brindan sobre la ordenación, asumiendo que el acto de imposición de manos sobre Timoteo representa tal acontecimiento (2 Ti. 1:6). Según 1 Ti. 4:14 (cf. 2 Ti. 1:6) el acto fue llevado a cabo por los ancianos, y el don impartido proféticamente. El acto en sí no imparte una gracia para el oficio, sino que indica que la persona en cuestión es apartada para una tarea específica en presencia de los miembros de la comunidad a través de sus representantes. La organización de la iglesia local parece más clara en las pastorales que en el resto de las epístolas paulinas y Hch. Mientras que las iglesias tenían un liderazgo formal (por ejemplo, 1 Ts. 5:12), en las pastorales es claro que ellos son los ancianos u obispos y diáconos. Es curioso observar que el mismo término que aparece en 1 Ts. 5:12 “presidir” (προΐσταμαι) se encuentra en Ro. 12:8 y se lo aplica a los obispos (1 Ti. 3:4), diáconos (1 Ti. 3:12) y ancianos (1 Ti. 5:17), de modo que el oficio de los obispos-ancianos y diáconos era presidir. Los ancianos realizan una triple función: dirigir, predicar y enseñar, aunque parece que todos deben presidir, pero no todos predicar y enseñar (1 Ti. 5:17–22). Las calificaciones para los obispos están en 1 Ti. 3:1–5 y ellos deben manifestar los dones de enseñar y presidir. Las mismas calificaciones aparecen en Tit. 3:1–5, pero se le adicionan la hospitalidad y la habilidad de defender el evangelio contra los falsos maestros. En Tit. 1:5, 7 tanto los ancianos como los obispos se dedican a la presidencia y a la enseñanza y se describen como un solo oficio. VII.F.3. El rol de la mujer El pasaje relevante es 1 Ti. 2:11–15. El contexto es el de la oración pública. Pablo exhorta a las mujeres a aprender en silencio y no ejercer autoridad sobre los hombres. Pablo pone el ejemplo de Adán y Eva para

establecer su fundamento. El problema surge especialmente en el versículo 12 porque el contexto sugiere algo más amplio que la relación matrimonial. Como el foco está puesto en la enseñanza, deberíamos pensar que la mujer no puede enseñar de ninguna forma. Pero esto no es posible, ya que las mismas pastorales muestran cómo las mujeres pueden enseñar a los chicos y a otras mujeres (2 Ti. 1:5; 3:14s; Tit. 2:3, 4). Además, entre los colaboradores de Pablo había muchas mujeres, entre las cuales estaba Priscila que fue la maestra de Apolos. Por lo tanto, Pablo no está diciendo que la mujer está inhabilitada de enseñar por propia naturaleza y, por lo tanto, hay que pensar este pasaje como una situación particular en Éfeso, donde la mujer estaría más susceptible a ser engañada con las falsas doctrinas. Además, las mujeres podían funcionar como diaconisas (1 Ti. 3:11). De hecho, Febe (Ro. 16:1) es llamada así y elogiada por el apóstol. Por otro lado, en Éfeso las mujeres debían enrolarse para el servicio y para un respaldo financiero (1 Ti. 5:9s). De modo que Pablo vio el rol de la mujer como indispensable para la comunidad cristiana. Sin embargo, también hay que notar que no hay ninguna sugerencia que él reconociera que alguna mujer estuviera en una posición de autoridad.

VII.G. Credos, fe y enseñanza Algunos observaron que en estas cartas podemos ver el surgimiento de los credos. Vimos que la palabra “fe” cambió su significado subjetivo por el objetivo: “doctrina”, “lo que se cree”. Con el tiempo vendrán hombres que se apartarán “de la fe y darán lugar a las doctrinas de los demonios” (1 Ti. 4:1); el hombre debe alimentarse “con palabras de fe y sana doctrina” (1 Ti. 4:6); los herejes son hombres “réprobos en cuanto a su fe” (2 Ti. 3:8); Tito tenía que buscar que los hombres “sean sanos en la fe” (Tit. 1:13). Por otro lado se usa la palabra “depóstito” (παραθήκη) y tiene el sentido de un depósito confiado a un banquero, es decir, algo confiado y que debe ser devuelto en forma intacta. Lo que se acentúa es la ortodoxia. Así la fe más que una relación que vincula a uno con Jesucristo, es un credo ortodoxo130. En relación con lo anterior están los “dichos fieles” (πίστος ὁ λόγος) (1 Ti. 1:15; 4:9; 2 Ti. 2:11; Tit. 3:8). Parecen ser resúmenes de fe, o credos o porciones de credos, que circulaban en aquél entonces. ¿Por qué aparecen aquí y no en las otras epístolas? En otras habla de “tradición”. Es algo que no se sabe. Se puede sugerir que los dichos comenzaron a ser más comunes en las congregaciones antes que las pastorales fueran escritas y así llamaron la atención al apóstol en la cárcel, o quizá Lucas, indagador como era, los oyó y las compartió con Pablo. Otra posibilidad a contemplar es que Pablo estuviera más sensible a lo que ya se estaba cristalizando en la iglesia en cuanto a enseñanza. En este sentido encontramos un gran énfasis en la enseñanza (1 Ti. 1:3, 10, 20; 2; 12; 3; 2; 4; 1, 11, 13, etc.). Parece que la mejor arma contra la falsa enseñanza es la sana o correcta enseñanza o doctrina.

VII.H. Himnos y doxologías Algunos piensan que 1 Ti. 3:16 conforma un credo primitivo; otros piensan que es un himno o parte de él. Por otro lado, 2 Ti. 2:8 también puede ser parte de una oración de un credo. Hay rastros de otros himnos o fragmentos litúrgicos y doxologías (1 Ti. 6:13–16; 2 Ti. 1:9, 10; 2:11–13; 4:1; Tit. 2:11–14; 3:4–7). En particular, el llamado “himno cristológico” de 1 Ti. 3:16. La primera frase presenta una dificultad literaria, en virtud de un pronombre relativo “el que” (ὂς), en cuyo caso hablaría fuertemente de la encarnación de Cristo. “En carne” se refiere a la naturaleza humana de Jesús. Las palabras “vindicado en Espíritu” puede entenderse como refiriéndose al espíritu humano de Cristo o al Espíritu Santo. En el primer caso la vindicación vendría en la esfera espiritual, mientras que en el segundo a través de la agencia del Espíritu Santo135. De todos modos la diferencia no sería muy grande, pero el segundo caso mostraría una más íntima relación entre el Hijo y el Espíritu en la vida encarnada. La tercera línea es la más problemática: “visto por ángeles”. Y puede referirse a los “principados y potestades” adversos a la voluntad divina, y esto daría pie a una declaración de triunfo del Salvador exaltado que muestra la derrota de los enemigos espirituales. Pero por otro lado, los ángeles son ministros de Dios, y la idea de ángeles deseosos de ver la victoria de Cristo encuentra un paralelo en 1 P. 1:12. Una idea de este himno es verlo como un himno de ascensión al trono basado en el esquema: “exaltación, presentación, entronización”, donde “recibido arriba en gloria” consideraría esta última etapa. Esto lo hace muy similar a Fil. 2:11 y He. 1:3, y la celebración de la gloria de Cristo era un tema favorito de los primeros cristianos.

VII.I. Vida cristiana La moral ocupa un lugar importante en las pastorales. Se citan muchas virtudes y la piedad (εὐσέβεια) toma el centro de la vida cristiana, mientras que el amor no parece ser lo más importante. El significado de “piedad” es muy amplio y hay que entenderlo como la vida recta en conformidad con la voluntad de Dios138. Las “buenas obras” toman un lugar muy importante (1 Ti. 5:10, 25; 6:18; 2 Ti. 4:5, 18; Tit. 2:7, 14; 3:8, 14) y no aparecen en las grandes cartas paulinas. Pablo hace una triple comparación de la vocación cristiana con la carrera militar, la competencia deportiva y el agricultor (2 Ti. 2:3–6). Además, Pablo añade listas éticas, tanto vicios que deben evitarse como virtudes a desarrollarse. La primera lista es la de los aspirantes al oficio eclesiástico (1 Ti. 3:2, 3) luego los diáconos que deben ser serios (1 Ti. 3:8) y las mujeres que deben ser serias, sobrias y fieles (1 Ti. 3:11). También están las calificaciones para los obispos en Tit. 1:7, 8. Estas calificaciones eran para mantenerse firmes en los estándares morales en medio de un mundo corrompido. Aunque expresadas para los líderes, era esperado que estas normas morales las cumpliese todo cristiano. Hay otras listas que son calificaciones dadas en exhortación directa a Timoteo mismo (1 Ti. 6:11; 2 Ti. 2:22). Además él ha visto en el apóstol otras cualidades (2 Ti. 3:10). También es obvio que Pablo no espera virtudes en Timoteo que no las espere también en otros cristianos. Finalmente, hay un tercer tipo de lista que está dirigida a los cristianos en general. En 1 Ti. 6:17 hay una advertencia a los ricos. Tit. 2:2, 3 da instrucciones para los ancianos y ancianas y los jóvenes. En Tit. 3:2 hay demandas de cortesía y gentileza hacia todos. Pero todas estas virtudes no son “extras” que los cristianos pudiesen adoptar o rechazar, sino que son parte del estándar cristiano normal. Dentro de los vicios a ser evitados están aquéllos catalogados como vicios de la lengua que pueden infectar a los distintos estratos de la iglesia (1 Ti. 3:3, 8; 6:5; Tit. 1:10; 2:3, 8), y los obispos deberían tener cuidado de no cometer pecados sociales (1 Ti. 3:3; Tit. 1:7; 2:3).

VII.J. Escatología Pablo habla de la segunda venida de Cristo como “gloriosa manifestación” (ἐπιφανεία) (1 Ti. 6:14; 2 Ti. 4:1; Tit. 2:13), pero antes que esto ocurra aparecerán ciertas señales preparatorias. En 1 Ti. 4:1ss el Espíritu Santo expresamente dice que “en los últimos días” va a haber una apostasía. También en 2 Ti. 3:1ss hay una lista de características que los hombres tendrán en aquellos días. En el v. 3:5 Pablo le advierte a Timoteo de huir de tales personas, lo que demuestra una relevancia presente como futura. Como esquematiza Ryrie, Pablo ve que en los últimos días se van a producir tres fenómenos, que en rigor se han producido a lo largo de la historia, pero que se intensifican hacia el final de la misma144: • Decadencia en la sana doctrina, y la razón es una influencia claramente demoníaca (1 Ti. 4:1). • Decadencia en la vida piadosa, tomando dos formas extremas: falso ascetismo (1 Ti. 4:3) y vida licenciosa (2 Ti 3:1–4). Básicamente Dios va a ser reemplazado por el ego humano. • Aumento de la religión. Habrá un aumento del interés religioso, pero la religión no tendrá poder (2 Ti. 3:5). Aunque circunstancialmente, Pablo habla de un juicio a los creyentes, en el cual va a dar una recompensa en forma de corona. En el caso de las pastorales la corona será entregada a los que aman la aparición del Señor (1 Ti. 4:8).

VIII. VALOR DE LAS CARTAS A través de los tiempos estas cartas se han usado para instruir a ministros en cuanto a sus deberes, conducta y requerimientos, y resultaron ser valiosas como patrón ético. Pero su utilidad ha rebalsado estos límites ministeriales, ya que en ellas se encuentran principios espirituales importantísimos que remiten a grandes verdades doctrinales, como así también notas de aliento y discernimiento teológico que han enriquecido la vida devocional de las iglesias. Ellas llenan una parte que ninguna otra de las cartas del NT nos suple. Se relacionan fundamentalmente con el oficio del ministro. Es cierto que hay otras partes en el NT donde se tocan estos temas: Mt. 10; Mr. 16; 1, 2 Co., pero aquí toman un relieve mayor al hablar de las calificaciones y deberes que surgen de él. Es claro que el bienestar y crecimiento de la congregación depende en gran manera, sino totalmente, del carácter del ministro. En sus manos está la preservación y la expansión del mensaje. La iglesia se adhiere a la verdad, se edifica en fe,

se distingue por el amor, pureza y celo, en la medida en que el ministro es honrado y se muestra calificado para su trabajo. En todas las épocas la corrupción ha comenzado por el ministerio, pero también es cierto que en donde ha habido celo, fuerza y belleza en la extensión del mensaje es porque Dios había derramado su Espíritu abundantemente sobre los que cumplieron el oficio sagrado. Si la iglesia ha de prosperar en todas las edades, el púlpito debe estar lleno con ministros piadosos, enseñados, laboriosos, devotos y firmes. Y aunque el contenido de estas cartas fundamentalmente se dirige a los ministros del evangelio, la iglesia misma puede promover de una manera insuperable su propia pureza y prosperidad al estudiar con atención y oración estas epístolas. Además, Hendriksen menciona los siguientes puntos que hacen a las pastorales relevantes para su estudio: • Ponen énfasis en la sana doctrina. • Exigen una vida consagrada. • Responden a la pregunta si los credos tienen algún valor. • Nos muestran las actividades finales de Pablo. • Brindan una valiosa información de la iglesia en el tercer cuarto del siglo I d.C.

PARTE 1: PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO IX. FECHA Y LUGAR DE ESCRITURA Por lo que establece la carta, Pablo acaba de dejar a Timoteo en Éfeso (1 Ti. 1:3). Según el registro de Lucas, Pablo estuvo en Éfeso dos veces (Hch. 18:19–23; 19:1–41). Después de la primera visita fue directamente a Jerusalén, de modo que no pudo ser el momento que se describe aquí. La pregunta que se han hecho los eruditos es si se trata del momento en que deja Éfeso por causa de la excitación originada por Demetrio (Hch. 20:1) o si Pablo visitó una tercera vez dicha ciudad. En el primer caso deberíamos datarla para alrededor del 58, mientras que en el segundo caso, entre el 64 y 65, aunque algunos la adelantan al 63149. Ambas posiciones tienen eruditos que tratan de demostrar el punto. Aunque los argumentos esgrimidos son interesantes en algunos de los casos, las soluciones propuestas no quedan libres de problemas.

X. OCASIÓN, MOTIVACIÓN Y PROPÓSITO DE LA CARTA En este sentido el versículo 1:3 es clave: encargarles “que no enseñen diferente doctrina”. Esto es una doctrina diferente a la que habían recibido de Pablo. Esto lleva a pensar que había ciertos errores que Pablo consideraba que era muy importante corregir. Considerando la información que poseemos de Hch., Ef. y esta epístola, observamos que la siguiente era la situación que evidentemente reinaba en tiempos en que Pablo tuvo que dejar la ciudad de Éfeso: • Había oposición hacia el apóstol Pablo de parte de los judíos residentes allí (Hch. 19:8, 9). • Había en las iglesias maestros que deseaban forzar las máximas de la ley judía y presentar la ley como una obligación para los cristianos (1 Ti. 1:6, 7). • Algunos de los judíos locales eran adictos a los exorcismos, y querían usar el cristianismo y el nombre de Jesús para sus propios fines (Hch. 19:14; cf. 1 Ti. 1:4). • Los maestros judíos enfatizaban las genealogías y tradiciones y los debates sobre temas de la ley (1 Ti. 1:4– 6). • Había puntos de vista equivocados sobre el derecho de las mujeres y su rol en las iglesias (1 Ti. 2:8–15). • La organización eclesiástica no se había realizado como lo hubiese deseado el apóstol. Aunque parcialmente pudo haberse hecho, faltaban ciertos detalles importantes (1 Ti. 3, 4). • Parece no haber habido un correcto tratamiento hacia las viudas (1 Ti. 5). • Parece haber habido un mal entendimiento de la predicación del apóstol respecto de nuestra libertad e igualdad en Cristo, que llevó a algunos a la insubordinación e insurrección, especialmente de algunos siervos con respecto a sus amos (1 Ti. 6; cf. Ef. 6:5–10). Naturalmente, si aceptamos la fecha tardía para la escritura de la epístola, algunos de estos puntos pudieron haberse diluido. Así que vemos que: • Pablo está preocupado por el ministerio de Timoteo. Su discípulo está en Éfeso y debía encargarse de varios aspectos en la iglesia en un momento crítico. Era tímido y quizá gente de influencia, personas “hinchadas”, estaban siguiendo doctrinas erróneas. Necesitaba, así, cierto aval de autoridad.

• El gnosticismo incipiente. En 6:3 dice: “si alguno … está envanecido”. Parece que el entretenimiento de la época era juntarse a discutir, por cosas irrelevantes, “genealogías interminables”, y “fábulas profanas y de viejas” (1 Ti. 1:4; 4:7). Entonces, fundamentalmente podemos observar tres propósitos en la carta: • Alentar a Timoteo, recordándole el “don” que había recibido, “su buena profesión” y el depósito que se la ha encomendado. • Orientarlo doctrinal y eclesiológicamente. Había errores destructores del alma que se estaban desplegando en Éfeso y lo exhorta a seguir la “sana doctrina. • Darle instrucciones sobre el culto público. Por otro lado, hay otro texto que muestra en forma más genérica cuál sería el propósito de la carta. En 1 Ti. 3:15 dice: “si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”. De modo que se podría decir que 1 Ti. fue escrita para enseñar la conducta propia de aquellos que viven en la casa de Dios. Es así también como Reuss ve el triple propósito de la carta como: • Oponerse a los falsos maestros que amenazaban seriamente la vida de la comunidad (1:18–20; 6:11–16). • Organizar la comunidad o continuar esta tarea. • Preocuparse por la vida cristiana de la comunidad de Éfeso: que esté bien instruida.

XI. BOSQUEJO Guthrie presenta la siguiente división: I. Pablo y Timoteo 1:1–20 II. Culto y orden en la iglesia 2:1–4:16 III. La disciplina en el seno de la iglesia 5:1–25 IV. Instrucciones diversas 6:1–19 V. Admoniciones finales para Timoteo 6:20, 21 Jeremías encuentra cinco secciones principales entre la salutación y la conclusión: I. 1ª Parte: Defensa contra los doctores de la ley 1:3–20 II. 2ª Parte: Buen orden de la comunidad 2:1–3:16 III. 3ª Parte: Contra el ascetismo de los doctores 4:1–11 IV. 4ª Parte: Instrucciones para la dirección 4:12–6:2 V. 5ª Parte: Postura personal sobre el dinero 6:3–19 Sánchez Bosch observa una estructura concéntrica: I. A Introducción epistolar 1:1–20 II. B Primera tabla de deberes 2:1–3:13 III. X Intermedio epistolar 3:14–4:16 IV. B´ Segunda tabla de deberes5:1–6:2 V. A´ Final epistolar 6:3–21 Finalmente Ramos acepta una división por los mismos capítulos que presenta la Biblia.

PARTE 2: EPÍSTOLA A TITO XII. LUGAR Y FECHA DE ESCRITURA Hay diversidad de opiniones para el lugar y fecha de escritura de Tit. En cuanto al lugar, parece haber certeza que fue desde Nicópolis, ya que el apóstol le dice que vaya allí a verlo (3:12). El problema surge en que en aquel tiempo había varias ciudades llamadas Nicópolis. Había una Nicópolis (νίκη: victoria; πόλις: ciudad) en Tracia, sobre el río Nesus, también en Epiro, dos en Moesia, otra en Armenia, otra en Cilicia y otra en Egipto, en la vecindad de Alejandría. Una manera de saber a qué Nicópolis se refería el apóstol, sería determinar cuál era la más importante, de modo que Tito sabría adónde dirigirse. Pero esto no es determinante, ya que Tito podría haber sabido adónde se habría dirigido el apóstol antes de dejarlo en Creta. En el primer caso deberíamos hablar de Nicópolis de Epiro y ésta es la opinión más consensuada161. Estaba situada en Grecia al NO de Corinto y de Atenas, sobre el golfo de Ambracia. Enfrente de esta ciudad estaba Accio, donde Augusto logró una victoria significativa sobre Marco

Antonio: esa ciudad fue llamada así en honor a tal acontecimiento. La ciudad creció por esfuerzo de Augusto; se celebraron juegos, pero poco después decayó y fue restaurada recién por Juliano. Si es así, tuvo que ser escrita después del primer encarcelamiento romano alrededor de los años 63 y 64. Con respecto a la datación, Jeremías observa que en rigor Tit. debe ser anterior a 1 Ti., por el hecho de que aquélla menciona el típico deseo de salutación paulino “gracia y paz”, mientras que a las dirigidas a Timoteo la amplía a “gracia, misericordia (ἐλέος) y paz”.

XIII. OCASIÓN Y PROPÓSITO En Tit. 1:5 se establece la ocasión por lo que fue escrita: “para que pongas en orden las cosas que quedaron pendientes, y nombrar ancianos en cada ciudad”. Probablemente Pablo no pudo completar las instrucciones en forma oral y personal, y en esta misiva Tito tenía la información restante. La cita dice que hay cosas que “quedaron pendientes” y además de ellos tenía que “nombrar ancianos”166. Los problemas que podría haber enfrentado Tito al cumplir su labor parecen ser dos: • El carácter de los cretenses. Éste era tal que Pablo lo amonesta a cuidarse. Era gente caracterizada por la insinceridad, falsedad y libertinaje (1:12). Por lo cual había gran peligro que su concepción del cristianismo fuera vacía e insincera y, por lo tanto, se necesitaba un cuidado extremo para que ellos no se corrompiesen de la simplicidad y pureza que requiere el evangelio. • La influencia de los maestros judaizantes. De Hch. 2:11 es evidente que había judíos en Creta y que hubieran ido a Jerusalén en Pentecostés y se hubieran convertido en aquella ocasión. También de la misma carta surge que había maestros a favor de la ley mosaica (1:10, 14–16; 3:9). • Relaciones cívicas y sociales del pueblo de Dios. Aunque el cristiano tiene una ciudadanía celestial, también vive en la sociedad humana, que se caracteriza por ciertas obligaciones con las autoridades y sus semejantes. El ser humano está en proceso de transformación para crecer en santidad hasta ser un perfecto hijo de Dios. Para contrarrestar esto, se requería de maestros calificados para la obra. Para esto fue dejado Tito en Creta. Hay mucha similitud entre 1 Ti. y Tit. Esta similitud se ve en la estructura, propósito, ocasión, peligros, frases y expresiones. Véase por ejemplo: 1 Ti. 1:2, 3 (cf. Tit. 1:4, 5); 1 Ti. 1:4 (cf. Tit. 1:14; 3:9); 1 Ti. 4:12 (cf. Tit. 2:15; 3:7); 1 Ti. 3:2–4 (cf. Tit. 1:6–8). Hendriksen observa un triple propósito en la carta: • Pedirle a Tito que fuera a verlo a Nicópolis, en cuanto llegase un reemplazante a Creta. • Encaminar a Zenas y a Apolos (3:13). • Dar instrucciones para la promoción del espíritu de santificación en las relaciones congregacionales, individuales, familiares y sociales. Calvino considera que el objetivo de la carta era investir a Tito de la autoridad que le corresponde, para que pudiera sobrellevar la tarea asignada, ya que indudablemente había algunos que abiertamente lo despreciaban, considerándolo como un pastor ordinario. Es probable también que hubiese quienes se quejasen contra él, por haber asumido más autoridad de la que le correspondía, ya que su idoneidad todavía no había sido corroborada. Erdman señala un propósito similar a las otras pastorales, consistente en tres grande temas: la organización de la iglesia, doctrina sana y vida santa, aunque la sana doctrina no es un fin en sí mismo sino ha de desarrollarse en vida y promover la santidad que, según él, es el propósito supremo de la carta.

XIV. BOSQUEJO Guthrie presenta el siguiente bosquejo para Tit.: I. Saludos a Tito 1:1–4 II. Clase de hombres que Tito tiene que designar 1:5–9 III. Falsos maestros cretenses 1:10–16 IV. Comportamiento cristiano 2:1–10 V. Enseñanza cristiana 2:11–3:7 VI. Admoniciones finales 3:8–15 Reuss la estructura de la siguiente manera: I. Encabezamiento 1:1–4 II. 1ª Parte: Misión de Tito en Creta 1:5–16 III. 2ª Parte: Ordenación de la vida cristiana 2:1–3:11

IV. Conclusión 3:12–15 Sánchez Bosch observa una estructura más sencilla: I. Introducción epistolar 1:1–16 II. Tabla de deberes 2:1–15 III. Otras exhortaciones 3:1–11 IV. Final epistolar 3:12–15 Ramos, por su parte divide la obra siguiendo los delineamientos que presenta la Biblia.

PARTE 3: SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO XV. DESTINATARIO A diferencia de las otras dos pastorales, ésta es de carácter privado, aunque por la introducción y el plural de la última frase muestra que también iba destinada a la comunidad en la cual estaba Timoteo. La pregunta que hay que responder es dónde estaba Timoteo al recibir esta carta. La evidencia interna apunta a Éfeso: • Pablo dirige saludos a la casa de Onesíforo (1:16–18) que era un efesio. • Aunque no es una prueba contundente, sí aporta alguna evidencia a favor el hecho de que le dice que pase por Troas cuando venga a verlo (4:13), que es el camino que Pablo había hecho para ir a Éfeso (2 Co. 2:12; Hch. 20:5), mostrando que de alguna manera era una ruta común. • Le dice que se cuide de Alejandro, que era un efesio (1 Ti. 1:20; Hch. 19:33). • Le dice que cuanto antes venga (4:9) y acto seguido le informa que “a Tíquico lo envié a Éfeso”. Se podría inferir que Tíquico lo reemplazaría mientras que Timoteo lo iba a visitar a Roma (cf. Tit. 3:12). • Los errores y vicios a los cuales Timoteo debe oponerse y corregir son los mismos que en 1 Ti., en donde es claro que el joven discípulo de Pablo estaba en Éfeso (1 Ti. 1:3).

XVI. OCASIÓN Y PROPÓSITO Los versículos 4:6–8 dan evidencia de cuál es la ocasión: él veía que su fin estaba cerca. De modo que el principal objetivo de la carta es que fuera a verlo cuánto antes (4:9). Además, hay una situación especial. Muchos de sus colaboradores, en los cuales él confiaba, lo habían abandonado, ya sea por intereses personales (Demas) como por obligaciones ministeriales (Crescente, Tito y Tíquico). Nadie quedó con él excepto Lucas (4:11). En el mismo versículo le pide que traiga a Marcos, no para hacerle compañía, sino porque le era útil para el ministerio. Es obvio que ante esta expectativa de final, Pablo aproveche para darle sus últimos consejos a su “verdadero hijo” y, además, le pida algún material que dejó recientemente en Troas (4:13). Por el tono tenemos la última misiva de Pablo, lo cual tiene una carga emocional bastante fuerte. Con la relevancia de ser las últimas palabras, Pablo selecciona tópicos que están bien cerca de su corazón y que considera los más importantes.

XVII. FECHA Y LUGAR DE ESCRITURA Nuevamente aquí hay diversidad de opiniones: si fue escrita desde Roma durante la primera, y única, estadía en prisión, o durante la segunda. Esta última versión es la más aceptada, aunque hay algunos proponentes importantes sobre la segunda teoría181. Sin embargo, la teoría del único encarcelamiento encierra dificultades insuperables: • Tanto Fil. 1:24; 2:24 como Flm. 22 muestran a un Pablo confidente en que pronto saldría de Roma, pero en 2 Ti. 4:6 no tiene tal expectativa. • La expresión de 4:20: “Erasto permaneció en Corinto” implica que él había hecho un segundo viaje a Roma. El uso del verbo “permanecer” (μένω) es tal que implica que los dos viajaban juntos, de los cuales uno decidió quedarse en un lugar. Además, cuando fue a Roma por orden de Festo, no pasó ni paró en Corinto. Por otro lado, cuando Pablo dejó Corinto rumbo a Jerusalén (Hch. 20), Timoteo estaba con él. Ésta es la última vez que estuvo en Corinto antes de ir a Roma por primera vez, y no hubiese sido necesario informarle de dónde se quedó Erasto. Además, esa partida de Corinto ocurrió por lo menos cinco años antes de escribir 2 Ti. ¿Cuál sería la utilidad de hacerle recordar algo que pasó hace cinco años? Por otro lado parece que recientemente Pablo estuvo en contacto con Timoteo. • En 4:20 dice “dejé a Trófimo en Mileto enfermo”. Nuevamente al ser enviado a Roma por Festo, Pablo no paró en Mileto.

• En 4:13 dice “cuando vengas, tráeme la capa que dejé en Troas con Carpo y los libros, especialmente los papiros”. Esto evidentemente se refiere a algo relativamente cercano en el tiempo. ¿Podría referirse a algo que aconteció hace cinco años y que los necesitase recién ahora? Antes del primer encarcelamiento había estado dos años en Cesarea y podría haberlos pedido allí. • En las cartas de prisión hay ciertas personas con él, que no aparecen en 2 Ti. Por ejemplo, Timoteo mismo estaba presente (Col. 1:1). Además Marcos (Col. 4:10) está dentro de los saludos, mientras que en 2 Ti. 4:11 le pide a Timoteo que lo traiga, porque le era útil para el ministerio. Demas estaba con él (Co. 4:14), mientras que aquí lo había abandonado (2 Ti. 4:10). Es evidente que Col. y, en consecuencia Ef. y Flm., no fueron escritas al mismo tiempo en que lo fue 2 Ti. • Los padres de la iglesia dicen que fue liberado de su primera prisión romana y que después viajó bastante. Este testimonio está en Eusebio, Crisóstomo, Teodoreto y otros. • Una objeción que es discutida es la expresión que ocurre en 2 Ti. 4:16: “En mi primera defensa, ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon.” Esto puede entenderse como una primera audiencia o prima actio antes del juicio oficial ante Nerón, pero también se puede entender como la confrontación que tuvo durante su primer encarcelamiento. Este último punto de vista parece reforzarse con la expresión siguiente: “Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación y que todos los gentiles oyesen. Así fui liberado de la boca del león”. Sin embargo, esto es muy ambiguo y no todos los eruditos respaldan el hecho de que se refiere a dos encarcelamientos diferentes184. Además, la actitud de “desamparar” a su padre espiritual no parece haber sido la actitud de un Timoteo, según lo presenta Pablo en todos sus escritos. Con estas objeciones, los eruditos se inclinan para fecharla en Roma alrededor del 65. Los que de todos modos se adhieren al primer y único encarcelamiento en Roma aceptan el año 61. Pero también se han esgrimido argumentos para pensar que el apóstol no estaba en Roma sino en Cesarea o en Éfeso: • Hipótesis de Cesarea. Es imposible asignarle el origen de 2 Ti. a Cesarea, si se considera 1:17 como auténtico. No hay ninguna base textual para que se pueda suponer que aquí hubo una adición posterior o interpolación. Además, 4:20 (Trófimo en Mileto) desecha también la idea de Cesarea, ya que Trófimo estuvo con él en Jerusalén (Hch. 21:29) y Timoteo también (Hch. 20:4), pero en la carta dice que lo dejó en Éfeso. • Hipótesis de Éfeso. Algunos que sostienen esta hipótesis para las cartas de prisión, también la quieren extender para 2 Ti. Sin embargo, esto añade dificultades. En principio, las pruebas no son concluyentes, aunque haya ciertos argumentos. Habría que eliminar 2 Ti. 1:17. En 1 Ti. 1:3, Pablo viaja de Éfeso a Macedonia, que debería haber ocurrido luego del encarcelamiento en dicha ciudad.

XVIII. SOBRE LA SEGUNDA PRISIÓN ROMANA No se puede ser dogmático sobre este punto. Es cierto que la tradición afirma que fue liberado de su arresto domiciliario (libera custodia), pero Eusebio dice “el reporte lo tiene”. Pero esto no elimina otras posibilidades: • Puede ser que su arresto domiciliario haya dado lugar a un más estricto confinamiento. De ahí la dificultad que tuvo Onesíforo en encontrarlo. • Pudo haber exilio. Clemente, unos treinta años después, dice que entre los sufrimientos del apóstol estuvo el exilio. Esto sugiere que hubo en la tradición temprana la idea del exilio. Sea que fuera dejado en libertad o exiliado, el hecho es que fue arrestado y puesto en prisión una segunda vez en Roma, en condiciones mucho más severas que en la primera.

XIX. BOSQUEJO Guthrie presenta el siguiente bosquejo para 2 Ti.: I. La estima de Pablo hacia Timoteo 1:1–14 II. Pablo y sus colaboradores 1:15–18 III. Directivas especiales a Timoteo 2:1–26 IV. Predicciones sobre los últimos días 3:1–9 V. Más consejos para Timoteo 4:10–17 VI. Mensaje de despedida de Pablo 4:1–22 Sánchez Bosch divide la carta según:

I. Introducción epistolar 1:1–18 II. Primer argumento: la sucesión apostólica 2:1–25 III. Segundo argumento: peligros en el futuro 3:1–17 IV. La despedida del apóstol 4:1–8 V. Final epistolar 4:9–22 Jeremías considera también tres partes entre la introducción y la conclusión, pero en forma diferente192: I. 1ª Parte: Exhortación a confesar la fe sin miedo 1:3–2:13 II. 2ª Parte: Los sectarios 2:14–4:8 III. 3ª Parte: Situación personal de Pablo 4:9–18 Finalmente Stott y Ramos observan que cada capítulo encierra un concepto relacionado con el evangelio: I. Encargo de guardar el evangelio 1 II. Encargo de sufrir por el evangelio 2 III. Encargo de perseverar en el evangelio 3 IV. Encargo de proclamar el evangelio 4

XX. DETRÁS DEL PÚLPITO “Pero tú …” Esta frase enfática en el griego aparece tres veces en estas epístolas. Pablo exhorta a Timoteo a marcar una diferencia. Sea la gente y, en particular los ministros, o mejor, falsos ministros, de una determinada manera …, tú, Timoteo …, debes guardar otro perfil. Creo que esto nos puede dar una pauta de cómo debe ser el perfil cristiano ante tantas propuestas que nos están dando estos últimos tiempos. Una de las características de estos tiempos en occidente es el materialismo. La gente se ha vuelto muy materialista. La propaganda brutal e incansablemente invade la vía pública y los hogares con definiciones de la vida en términos materiales. El tener define el ser. Los avisos publicitarios no apuntan ya a mencionar las buenas cualidades de un determinado producto que se quiere vender o insertar en el mercado, sino que tienden a mostrar lo infeliz e inútil que uno es cuando no lo tiene. El consumismo y el materialismo van de la mano en una carrera alocada redefiniendo los conceptos de felicidad, realización, prosperidad y éxito. Esta avalancha filosófica tocó varios púlpitos, y la teología de la prosperidad es un fiel reflejo de ello. Si bien la Biblia, tanto en el AT como en el NT, habla de la prosperidad, lo hace desde un perfil periférico y consecuente con la centralidad de la obra vicaria de Jesucristo y nuestro compromiso a una vida devota y santa. Lo hace quizá como añadidura a nuestra búsqueda del reino y desde una perspectiva integral, es decir, prosperidad integral, de la cual la material es una parte, ciertamente no la más importante, y no el todo. Pablo le hablaba a Timoteo mostrándole cómo en aquellos tiempos muchos tomaban la piedad como fuente de ganancia. El espíritu materialista es contrario al espíritu del contentamiento (1 Ti. 6:6, 8). El apóstol añade que los que siguen esta línea de pensamiento caen en tentación y lazo, es decir, quedan atrapados por él. Además, quedan atrapados en la codicia que los hunde en destrucción y perdición. Y estas palabras son bien fuertes. El conocido texto de 6:10 es lapidario. La raíz de todos los males es el amor al dinero. La fuerza que tiene el materialismo para hundir, destruir, extraviar de la fe y llevar a la perdición a los hombres no lo deberíamos tomar livianamente. De modo que Pablo le da dos consejos al joven Timoteo. En primer lugar, que se aparte de tales personas (6:5). Esto suena fuerte y autoritario, pero es consejo de Dios. Lo segundo “pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas”. Como dijimos, ese “pero tú” (σὺ δέ) es enfático. Pablo no era de las personas que podemos llamar cobardes. Es más, él está animando a una persona que era algo tímida y le dice que Dios no le había dado “un espíritu de cobardía, sino de poder …” (2 Ti. 1:7). Sin embargo, aquí le dice, primero que se aparte de estas personas y luego que huya de esas cosas. El oír esta filosofía, el estar cerca de los engañados y hoy portadores de la misma con su zalamería y su espíritu engañoso es un riesgo innecesario de correr. Es cierto que uno tiene que vivir en un mundo materialista y bombardeado por todos los flancos con su propaganda, pero de ahí a abrirle el corazón a esta enseñanza hay una gran diferencia. Ante este peligro, Pablo le da cuatro órdenes: que siga la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. En segundo lugar, que pelee la buena batalla de la fe. En tercer lugar, que eche mano a la vida eterna Y en cuarto lugar, que guarde el mandamiento sin mácula ni reprensión. La diferencia entre un espíritu y el otro es abismal y diametralmente opuesto. Timoteo debía marcar esa diferencia.

Otra característica de estos tiempos finales es la apostasía. Pablo le advierte que “en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (2 Ti. 3:1). Y a continuación le da una serie de diecisiete características, donde el egoísmo la encabeza y el hedonismo la concluye, dejando de lado a Dios. La diferencia la ha marcado ya Timoteo: “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos” (3:10–11a). Ante el espíritu de apostasía, Pablo apunta a los rudimentos de la fe cristiana. Ante las falsas enseñanzas, lo primero es la verdadera enseñanza. Ante la conducta cuestionable, lo básico es la sana conducta. Y una buena doctrina conduce a una buena ética. El norte establecido por la fe cristiana es erosionado y descreído por los apóstatas, por eso andan sin rumbo. Pero Timoteo había seguido el propósito de Pablo. Asimismo la fe, la longanimidad, la paciencia, etc. Lo importante de entender es que no es una orden que Pablo le da a Timoteo que de aquí en más debe seguir, sino es algo que desde siempre Timoteo ha seguido, por lo cual él no cayó en esta tendencia apóstata. El fundamento de la fe cristiana no se reduce a un solo elemento. Es un complemento ético-doctrinal para aplicarlo a la vida de todos los días independiente o a pesar de las circunstancias. No son simplemente enseñanzas académicas para deleite de intelectuales dicotómicos, sino ingredientes para una vida integral. Y esto Pablo lo refuerza en el versículo 3:14 con otro “pero tú”, y en este caso sí es un llamado a mantenerse perseverante en aquello que había aprendido, teniendo en cuenta tres cosas: de quién lo había aprendido, desde cuándo lo había aprendido, y para qué sirven las Escrituras. Finalmente Pablo lo llama a Timoteo a predicar la palabra de Dios, insistir en todo tiempo, redargüir, reprender, exhortar. Va a ver tiempos en los cuales las personas estarán abiertas a la enseñanza, pero el apóstol le advierte que vendrán tiempos en que a la gente ya no les gustará la sana doctrina. La gente va a ser tomada por un espíritu contrario al evangelio, un espíritu antagónico, un espíritu racionalista, o hiperracionalista, que quiere captar todas las cosas de la fe por la mente, quiere indagar nuevas cosas, nuevos significados, quiere escuchar nuevas revelaciones, quiere que “se le rasque donde le pica” y, en este caso es el oído; no quiere escuchar lo de siempre. Y dice la Escritura que se van a amontonar. Los maestros de estas cosas se van a amontonar. ¿Qué querrá decir esto? ¿Harán organizaciones, universidades, ligas, escuelas, tendencias teológicas? Lo que sea, pero el resultado es que se apartarán de la verdad y se volverán a las fábulas. Obviamente esto va a arrastrar a muchos. No obstante, la exhortación de Pablo a Timoteo que entra en estos tiempos difíciles es: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (4:5). La palabra “obra” está sin artículo. Probablemente, Pablo le esté indicando que Timoteo no que fuera evangelista, sino que tenía que hacer la labor del evangelista, reevangelizando a la misma iglesia. Es un ministerio difícil y de hecho se lo advierte, diciéndole primeramente que debía soportar las aflicciones, los padecimientos que sobrevendrían en el cumplimiento de su ministerio apostólico de defender y extender la sana doctrina. Creo que es tiempo para reflexionar en estos tres “pero tú” que Pablo le plantea a Timoteo: frente al materialismo, frente a la apostasía, frente a las distintas corrientes teológicas que se levanten en el mismo seno de la iglesia para preservar la verdad de la Palabra de Dios. Pablo terminaba una etapa: había peleado la buena batalla, había acabado la carrera, había guardado la fe (4:7). Ahora le correspondía seguir la carrera a Timoteo … y a nosotros.

XXI. CUCHARA Y ESPADA ¿Qué tanto apreciamos nuestro ministerio? ¿Qué valor le damos? Tanto jóvenes como adultos algunas veces lo toman como una actividad más o un trabajo más. Es cierto que es una actividad y es un trabajo, y como cristianos debemos hacerlo con toda responsabilidad “como para el Señor”. Como trabajo asignado hay una responsabilidad que cumplir que es insoslayable, y si alguien nos lo asignó, finalmente a él o ella debemos rendir cuenta de nuestros hechos. Pero el ministerio es más que una actividad o un trabajo. Es una confianza que Dios puso en nosotros, que no se la delegó a ángeles, por medio de la cual otras vidas pueden conocer lo que él es y quiere. De hecho involucra una responsabilidad como ninguna otra actividad o trabajo, porque en ella la eternidad de vidas humanas, por las cuales Jesús murió en la cruz, están en juego, y un estilo de vida que pueda hacerlos felices, tanto a ellos, sus pares, como a futuras generaciones, se desarrolla en esta tierra. A través del ministerio, Dios pone en nuestras manos lo que Jesús tiene en las suyas: comparte con nosotros la responsabilidad de tratar con vidas humanas.

¿Qué tanto apreciamos nuestro ministerio? Muchos jóvenes hoy en día se dedican a ministrar con la música, en lo que comúnmente se llama “alabanza y adoración”, o son “directores de alabanza”. Es obvio que nadie se introduce maduro en un ministerio, sino que va aprendiendo de a poco, aunque sí hay un llamado y sí hay dones para desarrollarlo. Pero más allá de la habilidad o destreza para realizarlo “profesionalmente”, en el buen sentido del término, hay elementos importantes que son el compromiso con el Señor, el carácter cristiano y su salud espiritual Pero entendamos que no hay dos éticas en la Biblia: una para el ministro, en sentido técnico, y otra para el que no lo es. El mismo pecado se define en ambos, y los requerimientos de santidad también caen sobre ambos. Sin embargo, el ministro tiene una responsabilidad adicional de tratar con vidas y de ahí una exigencia mayor. En el caso de una intervención quirúrgica las medidas de higiene se hacen extremas, por el peligro de infección. Ahora, el peligro de infección existe siempre y tanto para el médico como para el paciente, pero cuando la herida está abierta, la probabilidad es mucho mayor. Muchas veces nos olvidamos que somos seres espirituales, y no tan sólo físicos y sentimentales. Y cuando tratamos a las personas el contacto físico, el diálogo es obvio, y también lo es la transmisión de emociones: podemos percibir una persona fría, cálida, alegre, triste, etc. Las emociones se transmiten, sea por la expresión facial, los ojos, el temblequeo de labios, la voz, las palabras, etc. Pero además de esto, que hay que tenerlo en cuenta, el hombre es espiritual, y el contacto espiritual también se transmite. El hombre transmite su espíritu a otras personas con las que tiene el contacto. Y cuando uno está ministrando, las otras personas “están abiertas” a recibir de él o de ella. Están en la sala de operaciones, el bisturí ha hecho la incisión y todos los órganos interiores están expuestos al medio ambiente. Cuando uno abre el corazón se hace vulnerable, y mejor que el medio espiritual al cual uno se expone sea aséptico, espiritualmente hablando. Dos áreas son tremendamente atacadas: la alabanza y adoración, y la predicación. Y a éstas se le podría añadir la testificación. ¿Por qué? Porque en todas ellas el que ministra tiene a toda la congregación atenta y con “la guardia baja”. Todas tienen el corazón abierto, y durante un buen tiempo, el ministro está transmitiendo palabras, silencios, gesticulaciones, movimientos, sentimientos, puntos de vista, y su espíritu. La Palabra y el Espíritu de Dios tienen que pasar por este canal (“… y ahora, Señor, úsame como canal, para traer tu Palabra …”), que finalmente es un filtro, aunque deseamos siempre que no lo sea. Y el filtro colorea o bloquea en mayor o menor medida lo que Dios ciertamente está hablando. Cuanto más transparente sea ese filtro más genuinamente el ministro transmitirá el mensaje divino. Una vez oí una historia: Un chico iba con su madre a visitar una antigua catedral gótica. Y caminando por la nave central tanto el uno como la otra miraban en derredor su arquitectura. El chico estaba impresionado por el tamaño del edificio, pero le llamaron la atención los enormes y coloridos vitrales: esos rojos y azules intensos, que pedacito aquí y pedacito allá formaban diferentes figuras que decoraban los vidrios y cuyas imágenes se reflejaban en el piso de la catedral. Entonces, en un acto de curiosidad, el chico le pregunta a la madre: “Mamá, ¿quiénes son las personas que están en las ventanas?” Y ella le responde: “Son los santos.” Luego de un momento de ver una y otra imagen y observar cómo la luz multicolor decoraba los pisos y alumbraba todo el recinto, el chico reflexiona: “¿Entonces los santos son aquellas personas a través de los cuales la luz entra y alumbra a la iglesia?” La reflexión de este chico (¿ficticio?) termina aquí, pero da pie para comenzar la nuestra. La luz ahora no es la luz del sol, sino la luz de Cristo, que pasa a través de los santos y alumbra a la congregación. Pero hay una diferencia sustancial. Los vitrales de esas catedrales son apreciados por la combinación de los distintos colores, que “colorean” la luz blanca que finalmente entra al recinto. En el caso de los santos verdaderos, el vitral hermoso y valioso es aquél que es totalmente transparente. Los ojos naturales aprecian las luces multicolores y sus combinaciones artísticas. Los ojos espirituales ansían ser iluminados por la luz blanca y pura del que se definió como “la luz del mundo”, sin alteraciones artísticas, que rompen la monotonía. ¿Cómo estamos nosotros como ventanas de la “luz del mundo”? ¿Estamos aptos para ser puestos en una altura y cerrar las aberturas del edificio para que el frío de la intemperie no penetre, pero que “la luz del mundo” sí lo haga sin alteración, al punto tal que la gente diga “o están muy limpios o sacaron los vidrios”? Cuando uno es puesto en una altura, como esos vitrales, tendemos a adoptar ciertos colores, y los ojos de los hombres se elevan a apreciar los colores y sus combinaciones. La gente ya no está más interesada en la luz como tal, sino en los dibujos, los colores y sus combinaciones. La atención está desviada, y ciertamente la

intensidad de luz total dentro del edificio es menor. De la misma manera, cuando nuestros corazones están “coloridos”, la pureza e intensidad de luz que alumbra a la congregación es sustancialmente menor. Apreciar el ministerio también tiene que ver con las condiciones en las cuales yo estoy para ejercerlo. Esto requiere un auto análisis responsable, más allá de la supervisión, liderazgo y autoridad de otro ministro. ¿Soy un vidrio transparente? Una vez recuerdo que estaba hablando con una hermana en la puerta de calle. Ella trabajaba como encargada de ese edificio. Y miraba la vieja puerta de hierro y el vidrio detrás de ella. Y de repente viene un gato corriendo, cruzando la calle, y al tratar de entrar al edificio, sentimos el golpe del gato contra el vidrio. Allí felicité a la hermana: el control de calidad de su limpieza de vidrios la había aprobado; su esfuerzo, esmero y dedicación, había engañado al agudo ojo del felino, que creyó que no había vidrio. El vidrio era transparente. Y así como ese gato que no vio el vidrio de limpio que estaba, y trató de saltar pasando entre los barrotes de hierro de la puerta, así las personas van a “saltar” hacia Jesús, cuando vean que en nosotros hay transparencia. La transparencia no es algo automático, como así tampoco lo es la limpieza del vidrio. Pero debe haber en nosotros el deseo de buscarla. Es cierto que la ventana totalmente transparente no es objeto de observación, mientras que la colorida sí lo es. Justamente por eso debemos buscar la transparencia. BIBLIOGRAFÍA.2

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Horacio R. Piccardo, Introducción al cuerpo epistolar del Nuevo Testamento: Tomo 2 (Buenos Aires, Argentina: Ediciones del centro, 2006), 154–207.