Huerto en El Balcon

CAPÍTULO 6 UN HUERTO EN EL BALCÓN (I) PLANIFICACIÓN E INSTALACIÓN Contenedores de cultivo y herramientas El sistema de

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CAPÍTULO 6 UN HUERTO EN EL BALCÓN (I) PLANIFICACIÓN E INSTALACIÓN

Contenedores de cultivo y herramientas El sistema de riego El medio de cultivo Compostaje urbano

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CAPÍTULO 5

CONTENEDORES DE CULTIVO Y HERRAMIENTAS

1. CARACTERÍSTICAS DE LOS CONTENEDORES

Después de haber visto las bases del cultivo ecológico y los principios de diseño, el objetivo de este capítulo y de los tres siguientes es proporcionar las herramientas que nos permiten trabajar con los condicionantes y los elementos del huerto, con la finalidad de cultivar con éxito hortalizas y otras plantas útiles en recipientes.

Figura 1. En el caso de las cubiertas vegetales, el mismo tejado actúa de recipiente. En la foto, cubierta no transitable con especies tapizantes. Fuente: ARCOS, J.L. (2007). Departamento Comercial Vallimper, materiales del curso sobre Cubiertas Vegetales, Santa Coloma de Farners 2007.

Aquí haremos una pequeña referencia a las cubiertas vegetales, que posibilitan el cultivo de hortalizas en los tejados. El enverdecimiento de azoteas permite recuperar la superficie edificada, como decía en 1920 el arquitecto Le Corbusier. Además de los estéticos y de autosuficiencia, los beneficios son sobretodo bioclimáticos, en relación al entorno urbano y también al mismo edificio. Por ejemplo, en un verano mediterráneo con picos de 40ºC la cubierta no sobrepasará

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los 28 o 30ºC. Una cubierta dura puede llegar a calentarse hasta los 70 o 80ºC (ARCOS, J.L., 2007). A pesar del ahorro energético que esto supone, no abundan los ejemplos de tejados verdes, probablemente a causa del encarecimiento de la obra inicial, y las dudas sobre su mantenimiento óptimo.

Como veíamos al final del capítulo anterior, en el cultivo en recipientes restringimos de forma drástica el volumen explorado por las raíces para conseguir los nutrientes y el agua que necesita la planta. Por lo tanto, y en general, deberemos rellenar los contenedores con materiales muy ricos en nutrientes y capaces de absorber gran cantidad de agua. En la elección y la distribución de los recipientes deberemos tener en cuenta:

• Optimización del espacio, en las tres dimensiones. Incluiremos el màximo número de vegetales y elementos. • Facilidad de manejo. Atender al huerto debe ser algo cómodo y agradable. En general, los recorridos de manejo y la disposición de los materiales que utilizamos deben optimizarse para ahorrar el máximo de tiempo en transitar, guardar o limpiar. Y si bien el orden es algo muy personal, si el huerto es compartido (por los miembros de la família, por una comunidad...) será un atributo imprescindile que habrá que consensuar. A continuación se citan otros aspectos a tener en cuenta: • La ligereza de los recipientes, y también la presencia de ruedas que se puedan frenar, permite hacer cambios con el mínimo esfuerzo, además de cargar al mínimo la estructura del edificio. En general los balcones y terrazas estan preparados para soportar cargas de 300 kg/m2, aunque en el caso de viviendas de más de veinte o treinta años sería recomendable consultar la capacidad de carga si se prevee que sea alta (superior a 200 kg/m2, por ejemplo). En todo caso, se supone que la estructura del edificio no está dañada, y que los suelos estan bien impermeabilizados. • La altura de trabajo. Hay que evitar posturas forzadas, difíciles, o contraproducentes. Además, una altura de trabajo cómoda favorecerá que nos pongamos a observar y a trabajar.

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• El riego. Un buen riego es fundamental para tener éxito, y es un aspecto de manejo

que

requiere

una

atención

continuada.

Por

lo

tanto,

adoptaremos un sistema que sea cómodo para nosotros, además de óptimo para las plantas. • Los materiales. Tendremos en cuenta los principios de reutilización y reciclado, y también la perdurabilidad, aunque ésta pueda implicar, en principio, el uso de más recursos para la adquisición o la construcción de recipientes. Es deseable que los materiales tengan un cierto poder aislante, como la madera o la cerámica, ya que así las raíces de las plantas no sufriran oscilaciones tan altas de temperatura. Esto es más importante como menos volumen tiene el contenedor. • El drenaje. El agua sobrante después de un riego, o de una lluvia, se tiene que evacuar con facilidad a través de orificios practicados en la base de los recipientes. Si este drenaje es correcto, no será necesario colocar materiales de drenaje, como pequeños cantos rodados, bajo el sustrato. La capa de drenaje puede ser útil si tenemos, por ejemplo, tiestos en un recipiente con agua, y queremos evitar la saturación del sustrato. La capa de drenaje también puede actuar como almacén de agua. • El volumen. Buscaremos contenedores con una superficie de cultivo máxima y una profundidad mínima. Con 18 cm de profundidad es suficiente.

Si,

por

ejemplo,

pretendemos

cultivar

berengenas

necesitaremos un diámetro de 42 cm – aproximadamente, de hecho, su diàmetro de desarrollo- para llegar a los 25 litros de volumen de enraizamiento, el mínimo que necesita una planta (VALLÈS, J.M., 2007), con un sustrato adecuado. Una mayor superficie permite incrementar las asociaciones y sucesiones de cultivos, ya que podemos, por ejemplo, plantar una lechuga próxima a una col - que necesitará el diámetro equivelente al de la berengena-, en la perspectiva de recolectar la lechuga antes de que la col ocupe su espacio: es lo que llamaremos sucesión de cultivos. En la figura 2 observamos, en los laterales de la mesa, una asociación de lechugas i escarolas con coles lombardas i coliflores verdes. • La estética. Por supuesto, nuestro huerto nos tiene que gustar, simplemente.

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Figura 2: Mesa de cultivo recién plantada, principios de agosto.

2. RECIPIENTES ELEVADOS

Una ventaja de los recipientes es que se pueden elevar de manera que el manejo habitual no implique tener que agacharse. Estos son algunos ejemplos de huertos elevados:

2.1. Mesas de cultivo

Estos recipientes se denominan mesas por su forma, ya que se apoyan sobre quatro patas. Existen modelos comerciales de acero galvanizado o de acero inoxidable, de montaje sencillo, y también se pueden construir de madera. En este último caso, es recomendable forrar el recipiente por dentro con un material plástico resistente, como el butilo o caucho sintético, aunque hay maderas como la de acacia que pueden resistir más de diez años el contacto directo con el sustrato. El acero galvanizado es muy resistente a la corrosión y se basa en la aleación de hierro y zinc con una capa externa que sólo contiene zinc.

Para conseguir un buen nivelado de la mesa y, por tanto, un buen drenaje, en la base de las patas se pueden inserir varillas roscadas con un pie, o una rueda, y

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regular la altura con tuercas. Sin embargo, es difícil evitar las pérdidas de agua por las juntas entre las piezas de montaje, y si no se prevee tener que desmontar la mesa en mucho tiempo estas juntas se pueden impermeabilizar con silicona, por ejemplo.

Figura 3. Mesa de cultivo de madera en julio. La lechuga se ha espigado, y podemos ver cultivo de cebollino y de calabacín.

Figura 4. Detalle de una mesa de cultivo de hierro galvanizado, sin pintar. El lápiz de carpintero indica uno de los dos agujeros de drenaje.

Otro accesorio para las mesas pueden ser tutores -cañas, varas de madera o metálicas...- para cultivos emparrados, fijados en orificios estancos en la base de

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las mesas. Este sistema tiene la ventaja de que ya no nos hará falta buscar la manera de sujetar los tutores – hay que tener en cuenta que normalmente no es suficiente clavarlos en el sustrato para que se mantengan erguidos. Los inconvenientes pueden ser que, a menos que vaciemos el recipiente, no podremos retirar los tutores cuando no los utilizamos, y que no elegimos dónde situamos los cultivos emparrados.

2.2. Recipientes de obra

Con los conocimientos necesarios y teniendo clara la capacidad de carga de la terraza o balcón, podemos construir recipientes elevados de obra, con cemento armado, que tenderán, por supuesto, a ser definitivos. Su colocación adosados a paredes facilita que la estructura del edificio soporte el peso. Si esta pared es la que nos separa del vecino, y no tiene la altura mínima reglamentaria de 1,8 m, el recipiente nos puede servir, además, como separación, si tiene la anchura mínima requerida de 1 m.

En el ejemplo de las imágenes, además, se optó, ya de paso, por construir un sistema de riego por capilaridad, creando un almacén de agua en el fondo del recipiente, con ladrillos huecos. El nivel del agua, procedente de un depósito elevado, se mantiene con una boya. El agua se bombea al depósito desde una cisterna que recupera las aguas del tejado.

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Figura 5. Recipientes de obra en una terraza. Se observa cultivo de apio, que ya se autosiembra, como indica, en el centro de la foto, la espiga seca de apio cultivado el año anterior. A la derecha de la foto hay una mata de albahaca, y a la izquierda otra de caléndula, que en pleno agosto apenas florece. En la foto de la derecha, detalle de la arqueta con la boya.

2.3. Recipientes que cuelgan de estructuras

Existen recipientes comerciales que consisten en sacos que cuelgan de una estructura de aluminio con ruedas. Se pueden colocar dos recipientes superpuestos, teniendo en cuenta la limitación en la insolación que tendrá el saco inferior.

En general, y en relación a los recipientes comerciales, optaremos, como siempre, por la mejor relación calidad/precio. Y seguramente el parámetro fundamental de calidad, además de la durabilidad y el ciclo de vida de los materiales, es el volumen de sustrato que puede contener el recipiente, a igualdad de condiciones de insolación.

Figura

6.

Huerto

de

dos

pisos

de

rafia

sintética.

Fuente:

http://www.leopoldobcn.com

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También podemos colgar recipientes en estructuras ya existentes o creadas al efecto: paredes, repisas, barandas, biombos, etc.

3. HERRAMIENTAS

Además de otros utensilios que iremos viendo, las herramientas básicas son las que nos permiten trabajar adecuadamente con el sustrato. Tendrán un tamaño pequeño -proporcional al del recipente, claro!-, y un mango corto. Las hay metálicas y también de plástico, a veces con mangos de madera. Si las tienen que manejar niños o niñas deberán tener los bordes y las puntas redondeados o bien ser de plástico, que también tiene las ventajas de la flexibilidad y de que no raya.

Figura 7: Las manos son una buena herramienta, especiamente para mezclar los componentes

del

sustrato.

Sin

guantes,

además,

nos

permiten

medir

qualitativamente características del sustrato, y, especialmente, sentir el sustrato y sus atributos. Las sensaciones son importantes para experimentar, aprender y comparar.

La azadilla de dos puntas nos permite labrar el sustrato más o menos superficialmente, y desherbar. Estas labores se deben realizar con frecuencia, para evitar que el sustrato quede apelmazado en determinados puntos y el agua no se reparta bien o se pierda por canales de drenaje abiertos en el sustrato

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cuando éste se seca, especialmente en el contacto con las paredes. La labor superficial también permite romper la capilaridad y evitar pérdidas de agua por evaporación.

El rastrillo de puntas cortas nos permite nivelar la superficie y realizar labores superficiales. También va muy bien, como veremos, para remover el contenido del vermicompostador.

La pala nos permite remover y mezclar, y nos ayuda a trasplantar y sembrar. Para remover deberá ser más bien ancha, y para trasplantar y sembrar es mejor que sea estrecha y acabada en una punta relativamente fina.

Las tijeras nos permiten podar hortalizas que lo requieran, y con ellas recolectaremos correctamente frutos como el pimiento o el calabacín, con un corte limpio y sin lastimar a la planta. Las hay de muchos modelos, en todo caso deben permitir un buen acceso a la parte a cortar y deben hacer fácilmente un corte limpio.

Figura 8: Pala, azadilla de dos puntas, tijeras i rastrillo.

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EL RIEGO

• PAUTAS DE RIEGO Mantener una humedad constante en el sustrato es una clave fundamental del éxito en el cultivo en contenedor, ya que permite un desarrollo regular de las plantas. Las oscilaciones en la humedad, sobretodo si son acentuadas, pueden causar fisiopatías en las hortalizas, como necrosis apicales o agrietado del fruto, además de impedir un crecimiento óptimo. Las fisiopatías son la vía de entrada de agentes infecciosos, como hongos saprófitos -que aprovechan la materia orgánica en descomposición. La humedad excesiva causa efectos como el enrollamiento o el amarilleamiento de hojas.

La humedad debe repartirse bien por todo el volumen de sustrato, para favorecer un buen enraizamiento, al mismo tiempo que se mantiene el sustrato en un estado óptimo y uniforme.

Figura 9: Agrietado del tomate.

Los sistemas de riego, y la forma de regar, deben permitir un ahorro de agua máximo. Lo ideal, por supuesto, es disponer de sistemas de recogida del agua de lluvia, en cisternas o depósitos. Este agua, además, no nos dará problemas de exceso de carbonatos, por ejemplo. Existen en el mercado depósitos que podemos adaptar a tuberías de desagüe del tejado, pero entonces la dificultad puede ser dar la suficiente presión a este agua para poder regar, especialmente recipientes elevados, si no usamos un sistema manual con regadora.

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Figura 10: Ejemplo de depósito de recogida de aguas de lluvia y esquema de conexión a la tuberia de desagüe. En el catálogo de referencia los hay de desde 210l hasta 500l. Fuente: http://www.myc-5.com

Desde luego, aunque sólo obtengamos parte del agua necesaria por este sistema, merece la pena instalarlo si disponemos del espacio necesario. Y también puede servirnos un depósito reciclado – opaco, con tapa y apto para contener agua- al cual le añadimos las conexiones necesarias. En este momento podemos decir que, cuando construímos elementos y reaprovechamos materiales conectamos todavía más con la cultura rural y campesina, donde se sabía hacer de casi todo...

En todo caso, un huerto urbano bien diseñado no gasta mucha agua. Así, Josep Maria Vallès nos habla de un consumo de 30 litros de agua semanales, de media, en verano y en clima mediterráneo, para una mesa de cultivo de 180l de sustrato (VALLÈS, J.M., 2007). Este consumo mínimo es posible si regamos bien y el sustrato es uniforme. Para saber cuándo debemos regar, a nuestra observación directa nos puede ayudar un sensor como el de la figura 11.

• SISTEMAS DE RIEGO Los parámetros que deberemos tener en cuenta a la hora de diseñar nuestro sistema de riego, si éste no es manual, son la presión a la que trabajan

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correctamente los elementos de riego (difusores, goteros, cintas exudantes)) y el caudal correspondiente a esta presión. La presión se mide en bares, y un bar equivale a 1 atmosfera, 1 kg/cm2 o 10m de columna de agua. El caudal se mide en l/h (litros por hora). Los diámetros de las tuberías deben permitir la circulación del caudal de agua requerido en cada momento, que será la suma de los caudales emitidos simultáneamente por los diferentes elementos de riego conectados a la misma. En todo caso, diámetros de 12mm o 16mm suelen ser suficientes para las tuberías principales de una terraza -las que se conectan a la toma de agua. Para enlazar entre sí diferentes elementos puede ser suficiente un diámetro de 6mm o 8mm (microtubos). En cuanto a la presión, si regamos desde un grifo deberemos regularla, ya que será excesiva. Para ello usaremos un regulador de presión. Si optamos por abrir menos el grifo podemos tener un problema de falta de caudal.

Los enlaces con rosca suelen medirse en pulgadas, así como los diámetros de las mangeras. Recordemos que una pulgada són 2,54cm.

Si automatizamos el riego nos hará falta un programador. Los hay con dos vías o salidas, lo que nos permite sectorializar las zonas de riego. Por ejemplo, podemos tener un sector de macetas con cultivos que no requieren tanta regularidad de riego, y otro sector con las hortalizas. La máxima frecuencia que suelen permitir los programadores más usados es de tres veces al día, cada 8h, y va bien usarla en hortalizas durante el verano. En los siguientes puntos se resumen distintos sistemas de riego utilizables en una terraza o balcón.

• Manual, con manguera o regadora. Es quizás el mejor sistema de riego si se evita mojar excesivamente las hojas y los frutos, y se realiza cuando anochece y/o a primera hora de la mañana, especialmente en verano. Es recomendable usar una regadora pequeña, de hasta 3 litros, que se sostiene con más facilidad y nos permite controlar mejor la distribución del agua y la cantidad que usamos, evitando excesos: no deberíamos ver el agua saliendo por los agujeros de drenaje! Si preveemos que no siempre

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podremos usar este sistema, podemos instalar un riego automático que pondremos en marcha cuando convenga.

Figura 11: Contenedores con autoriego, fabricados con bidones de detergente o con botellas. Se puede observar el nivel del agua en el depósito inferior. El agua asciende por capilaridad a través de cuerdas de algodón. En uno de los bidones podemos observar un sensor de humedad (foto de la derecha).

• Depósito inferior de agua. Ya hemos visto un ejemplos autoconstruídos, pero también existen modelos comerciales: contenedores con autoriego que incluyen una boya que nos permite visualizar el nivel de agua del depósito inferior, y saber cuándo debemos volver a regar.

Este sistema tiene el inconveniente que puede no adaptarse bien a cultivos que requieren humedad en superfície. El espigado de las lechugas de la figura 10 no tan sólo se debe a factores como la variedad, época del año o insolación insuficiente, sinó que probablemente tenga que ver con el sistema de riego y la profundidad del sustrato. Como siempre en agricultura, es difícil encontrar una sola causa a los problemas!

• Microdifusores. Los microdifusores se adaptan bien al cultivo en macetas o recipientes pequeños, ya que se pueden conectar fácilmente, a través de un microtubo, a la tubería principal.

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Figura 12: A la izquierda, microdifusor de caudal regulable, de 0 a 70l/h. El abanico mojado llega a los 10-20 cm. Fuente: http://horturba.com. A la derecha, otro modelo de microaspersor de alcance regulable, con las conexiones a microtubo y de microtubo a enlace rápido de manguera.

• Goteros. Los hay de tres tipos: botón, interlínea e integrados en una tubería. Se pueden limpiar las obturaciones sumergiéndolos en agua con vinagre.

Pueden

ser

autocompensantes,

es

decir,

que

reparten

equitativamente el agua a través del recorrido, independientemente de la distancia a la toma de agua. Los goteros permiten un gran ahorro de agua, pero debemos asegurarnos de que mojan todo el sustrato. En función de los materiales que usemos como sustrato, el agua circulará más o menos en la dimensión horizontal, y el bulbo húmedo bajo el gotero tendrá una forma más o menos alargada. En general, en sustratos orgánicos hará falta situar los goteros en un marco de 15cm x15cm, o bien de 15cm x 20cm o de 20cm x 20cm como máximo. Plantaremos las hortalizas próximas a los goteros, pero sin que la gota moje al tallo.

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Figura 13: En suelos estructurados, el bulbo húmedo es ancho, y se solapa fácilmente con el contiguo.

El rango de caudal de los goteros suele ser de 2 a 6l/h, y trabajan a bajas presiones, inferiores a 1bar. Hay goteros que funcionan bien a 0,2 bar, e incluso 0,1 bar, si la tubería portagoteros no es muy larga y no hay muchas pérdidas de carga. Es decir, que podemos regar desde un depósito situado a 1-2 m sobre el nivel del recipiente. Hay que tener en cuenta que si se riega en horas de sol, y éste da directamente al gotero, trabajar con presiones bajas -las gotas van saliendo despacio- favorece las acumulaciones de sales y por tanto las obturaciones.

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Figura 14: De izquierda a derecha y de arriba a abajo: gotero autocompensante tipo botón de 2 l/h; gotero tipo botón con caudal regulable, de 0 a 70l/h; gotero interlínea – se inserta en microtubo- de caudal regulable; tubo de 8mm con goteros integrados, conexión en T y anclaje; cinta exudante empezando a llenarse y depósito elevado de fabricación casera que permite regar a bajas presiones. La base está a unos 1,6m. Las imágenes superiores son de http://www.horturba.com

Figura 15: Esquema de conexión de cinta exudante a gotero tipo botón. Fuente: http://www.riegoporec.es

• Cinta exudante o porosa. Tiene la ventaja que reparte el agua a lo largo de todo el recorrido, y esto nos puede ser útil sobretodo cuando realizamos siembras en línea, por ejemplo de zanahorias o cilantro. Trabaja bien enterrada. Hay que tener en cuenta que debe estar perfectamente horizontal y que necesita presiones bajas -0,1-0,2 bar- y caudales pequeños. En este caso el caudal se mide por metro lineal: 1-4 l/h/ml, por ejemplo. La conexión

a un gotero tipo botón permite conseguir estos

caudales bajos.

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Figura 16: en los recipientes de cultivo también se puede usar acolchado.

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EL MEDIO DE CULTIVO

• SUSTRATOS Como ya se ha dicho, la limitación del volumen de enraizamiento que supone el cultivo en recipientes hace desaconsejable el uso de tierra como medio de cultivo. La tierra es fundamentalmente mineral, un suelo de huerta no tendrá más de un 3-4% de materia orgánica. Debido a la vida del suelo y a su estructuración este contenido es suficiente si las hortalizas pueden desarrollar un buen volumen de raíces. Además, solamente en su medio natural la tierra

puede desarrollar

satisfactoriamente las dinámicas que la convierten en un suelo fértil. En un recipiente de grandes dimensiones se puede utilizar tierra mineral, mejor de textura franco-arenosa, mezclada con abono orgánico, pero entonces se incrementa sustancialmente el peso del recipiente.

Por lo tanto, siguiendo el criterio de aprovechar al máximo el espacio disponible, y con la mínima carga, los sustratos más recomendables son los orgánicos. A la hora de elegir un sustrato, nos fijaremos en las siguientes características físicas:

• Aireación, o cantidad de macroporos. Los macroporos son los que drenan el agua despues de un riego, y quedan llenos de aire, con el oxígeno que necesitan las raíces.

• Capacidad de retención de agua, o cantidad de microporos. Debe ser lo mayor posible, de manera que el sustrato sea un buen almacén de agua. La aireación y la capacidad de retención de agua se pueden medir cualitativamente pensando en el sustrato como en una esponja húmeda pero que no chorrea agua, y que cuando se aprieta suelta una buena cantidad de líquido. Dicho de otra manera, un buen sustrato tendrá un tacto esponjoso.

• Densidad, medida por ejemplo en g/l (gramos por litro). El sustrato debe ser lo más ligero posible.

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Figura 17: Raíces de ajos tiernos cultivados en un buen sustrato (derecha) y raíces del mismo cultivo en suelo de huerto, donde la producción fue similar.

Los parámetros químicos básicos serán los siguientes:

• Acidez, medida a través del pH al agua. Las raíces de las plantas absorben de forma óptima los nutrientes con pH neutro o ligeramente ácido (valores de 6-7). Si regamos con aguas calcáreas es recomendable usar sustratos más bien ácidos. A veces podemos encontrar en alguna etiqueta, el valor del pH al CaCl2, que, en general, será ligeramente más ácido. Podemos medir el pH al agua nosotros mismos, con un medidor de pH – potenciómetro clavado directamente en el sustrato- o bien con tiras de papel sensible que se pueden conseguir a través de farmacias. Para medir el pH con las tiras indicadoras de pH deberemos diluir una pequeña muestra de suelo en agua destilada (por ejemplo 1cm3 de suelo en 2cm3 de agua).

• Salinidad. No debe ser superior a 0,7 dS/m (decisiemens por metro, equivalente a mmhos/cm), o las plantas sensibles empezaran a mostrar síntomas de exceso de sales, como bordes y puntas de las hojas quemados. Un suelo o sustrato se empieza a considerar salino a partir de 2 dS/m.

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• Contenido en nutrientes, especialmente nitrógeno (el símbolo químico es N), ya que es muy soluble en agua. Como veremos con el abonado, si el contenido en N no es suficiente deberemos incorporar abono orgánico.

• Capacidad de almacenar nutrientes, o posibilidad de retener minerales adheridos a su estructura. Se tratará de minerales con carga positiva, como el calcio (Ca), el magnesio (Mg), el potasio (K) o el hierro (Fe).

En la siguiente tabla se resumen las características aproximadas de algunos de los materiales más usados. Todos son orgánicos a excepción de las arcillas (vermiculita y perlita) y de la tierra de textura franca, que se incluye como comparación. Aireación Retención pH (%)

de

agua

(%) Fibra de coco

37

58

Neutro

Densidad Aportación Almacén de aparente de g/l

nutrientes

nutrientes

130

Muy poca

Muy elevado

Corteza

de

pino 30

25

Ácido

150-400

Muy poca

Medio

bosque 40

40

Ácido

150-300

Poca

Medio

150

Muy

110

Nul·la

Muy

compostada Tierra

de

(residuos

forestales

triturados

y

compostados) Turba rubia

60

ácido

elevado

Perlita

70

5

Neutro

120

Muy poca

Poco

Vermiculita

45

3

Básico

100-150

Poca

Muy elevado

Sustrato

estándar 30

60

Ácido

400

Poca

Medio

50

Neutro-

200-500

Bastante

Medio

Variable

Variable

(mezcla comercial de materiales) Compost vegetal

40

ácido Tierra franca

20

10

Variable 1500

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Figura 18: Principales materiales usados en sustratos. Fuente: VALLÉS, J. M. (2007)

Figura 19: Bloques de fibra de coco, antes de hidratarse. Cada bloque, de unos 650gr, necesita entre 3 y 4 litros de agua, y ocupará un volumen final de más de 9l.

El componente principal de los sustratos comerciales suele ser la turba, pero hay que evitarla ya que se puede considerar un recurso no renovable. Además, pierde cualidades si se seca, de hecho cuesta mucho volver a hidratarla.

• ABONOS El abono es el material que proporciona mayoritariamente los nutrientes al sustrato, y el que se gastará más rápidamente. En el apartado dedicado al abonado veremos los criterios para mantener la fertilidad del sustrato. Un buen abono orgánico contendrá todos los nutrientes necesarios, y solamente deberemos fijarnos en el contenido en N para asegurar una buena nutrición de nuestras hortalizas. Sin embargo, quizás más importante que el contenido es la disponibilidad en este elemento, que depende de la mineralización de la materia orgánica, y ésta depende de las características del abono, del manejo que hagamos del sustrato, del riego, de las condiciones climáticas, de las mismas

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hortalizas, etc. Para asegurar una buena disponibilidad de nutrientes y ahorrarnos problemas, además del pH, es recomendable que el abono:

• Sea estable. Que no huela a nada más que “a tierra”. • Tenga un aspecto oscuro y uniforme. • Si es comercial, describa en la etiqueta las materias de las que procede y los parámetros químicos principales, como mínimo el pH y el porcentaje de N. • Se

mineralice

con

relativa

facilidad,

como

el

procedente

del

vermicompostaje. Es decir, la relación C/N (carbono:nitrógeno, se determina en laboratorio) será menor que 10.

En el apartado dedicado al compostaje urbano veremos cómo fabricarnos nuestro propio abono en la terraza, a partir de restos vegetales y con la ayuda de lombrices.

• LA MEZCLA INICIAL Y EL MANTENIMIENTO DEL SUSTRATO La pauta más generalizada es iniciar el huerto en primavera, con hortalizas de verano que suelen ser exigentes en nutrientes, como los tomates o los pepinos. Por lo tanto, nos aseguraremos de que el sustrato sea rico en estos nutrientes. Una mezcla que puede servir de referencia es la de un 60% de fibra de coco y un 40% de vermicompost, o humus de lombriz con una riqueza del 1% de N. Podemos rebajar la cantidad de abono si los cultivos no han de ser tan exigentes o bien si las condiciones no son muy mineralizantes (temperaturas altas y humedad constante). La mezcla debe mantener la esponjosidad. Si a la mezcla le añadimos, por ejemplo, tierra de bosque, podemos bajar también el abono, pero no por debajo del 30%.

El mantenimiento del sustrato va a consistir fundamentalmente en añadir abono regularmente. Sin embargo, sólo al cabo de dos temporadas de cultivo probablemente observaremos cómo se ha reducido el volumen de sustrato, con lo cual habrá que restituir la mezcla inicial (o probar otras combinaciones, claro). Al

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cabo de los años podemos encontrarnos con que el medio de cultivo ha perdido la esponjosidad, y entonces quizás habrá llegado el momento de cambiarlo totalmente. Otro motivo para cambiar el sustrato puede ser la infección por hongos patógenos de las raíces o el cuello de la raíz de las plantas.

Figura 20: A la izquierda, mesa de cultivo donde hace falta añadir sustrato. Las flores que hay delante son coronados, o reinas margaritas (Callistephus chinensis). A la derecha, componentes del sustrato: humus de lombriz (derecha) y fibra de coco hidratada.

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COMPOSTAJE URBANO

• INTRODUCCIÓN Una manera de incrementar nuestra autosuficiencia y cerrar en casa el ciclo de la materia orgánica es fabricarnos nuestro propio abono, a partir de los desechos de la cocina, del huerto y del jardín. El compostaje consiste en la transformación de la materia orgánica fresca o seca en humus. Si disponemos de un espacio exterior grande y generamos una buena mezcla de residuos, desde los más tiernos como hojas de lechuga hasta los más lignificados o estructurales como ramas podadas de arbustos o árboles, nos podemos plantear en compostaje en montón. Si nuestros desechos son básicamente tiernos el sistema más adecuado será el vermicompostaje. Gracias a las lombrices rojas (Eisenia fetida) podemos obtener un producto muy valioso y en cantidades nada despreciables, si mantenemos el vermicompostador – depósito donde viven las lombrices- en condiciones correctas. De hecho, el abono o vermicompost es el producto que obtenemos de una pequeña granja de lombrices, que debemos cuidar con constancia y esmero.

• EL COMPOSTAJE EN MONTÓN El sistema tradicional en montón requiere de suelo natural y de cantidades grandes de materia orgánica aportada simultáneamente, de manera que la relación superficie/volumen no sea muy alta. La transformación empieza con la actividad de microorganismos que realizarán una fermentación en condiciones aerobias - en presencia de oxígeno. Después irán apareciendo otros microorganismos, insectos saprófitos y sus larvas y diferentes variedades de lombrices de tierra. La temperatura del interior del montón debe llegar fácilmente a los 70ºC, y de ésta manera se higieniza, quedando libre de gérmenes patógenos y de semillas de hierbas adventicias, que pierden su viabilidad. Lograremos un buena fermentación si seguimos estas pautas ESCOLA AGRÀRIA DE MANRESA, 2004 y ESQUERRÀ, J., 1998:

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• Mezclar restos ricos en hidratos de carbono – material estructural o lignificado- con restos ricos en proteínas o nitrógeno – material verde o poco lignificado. La proporción correcta se mide a través de la relación carbono/nitrógeno (C/N), que debe ser aproximadamente de 30:1 (de 20:1 a 30:1). En la hierba fresca es de 15:1 y en las hojas secas o las ramas de 80:1. Por lo tanto, una mezcla de 3 a 1 será correcta. • Evitar utilizar restos cocinados, o, en pequeñas cantidades, mezclarlos muy bien, o son causa de pudriciones y malos olores. Los huesos o cáscaras es difícil que se descompongan, si no los desmenuzamos. • Triturar o cortar los restos hasta una medida máxima de 5cm, de manera que los microorganismos puedan actuar rápida y efectivamente. • No superar los 1,5m de altura o los 2,5m de anchura del montón, o podemos tener problemas de compactación. • Mantener el montón húmedo, pero no chorreando, a un 50-60% de humedad. • Airear el montón, volteándolo con una horca, por ejemplo. Los microorganismos también necesitan de unas buenas condiciones de aireación y humedad. El volteo del montón permitirá, además, obtener un compost más uniforme, ya que las altas temperaturas acaban afectando a todo el material.

La utilización de un recipiente con tapa - el compostador- que contenga el montón es muy recomendable, especialmente si las aportaciones son continuadas o prevemos la presencia de animales no deseados. Si no, es suficiente con tapar el montón para evitar evaporaciones y ayudar al calentamiento. El compostador debe permitir la circulación de aire. Si lo situamos sobre pavimento, en la base deberá tener un depósito de recogida de lixiviados, o un sistema que permita su evacuación.

Además de tijeras y una horca, si utilizamos este sistema convendrá que nos hagamos con un utensilio de crivado para el compost. Una malla de 1cm de lado es suficiente. Lo que no pase por la malla lo podemos devolver al montón.

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Figura 21: Compostaje en montón sobre suelo. El compostador es un contenedor de basura reciclado. A la derecha, material en proceso avanzado de descomposición, de una capa profunda del recipiente. Se observa una lombriz roja, pero lo que más prolifera es el crustáceo terrestre Armallidium granulatum (imagen inferior).

• VERMICOMPOSTAJE Este sistema es el que mejor se adapta a los pequeños espacios de los huertos en balcones o terrazas, en casas donde los residuos orgánicos son mayoritariamente tiernos. Para empezar necesitamos un vermicompostador, un puñado de lombrices con humus o materia orgánica bastante descompuesta y material estructural como fibra de coco, papel o cartón triturados (sin tintas de color) o hojas secas desmenuzadas. El vermicompostador debe tener:

• Un tamaño proporcionado respecto al volumen de residuos que generamos. • Ventilación. • Sistema de recogida de lixiviados. • Sistema de recogida del compost ya hecho.

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• Acceso fácil, y una herramienta cerca para mezclar, enterrar y airear.

Figura 22: Modelo de vermicompostador comercial, de unos 25 l de volumen útil (unos 12 l por cada lado). Se sirve con una bandeja que recoge lixiviados. Es suficiente para procesar tranquilamente 250gr de residuos diarios, e incluso más.

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Figura 23: Vermicompostador con bandejas superpuestas y sistema de recogida de lixiviados (grifo en el depósito inferior). Fuente: SERRANO, V. Y BORRI, T. (2007) Existen diversos modelos comerciales que permiten separar el compost ya hecho, de manera que las lombrices pasan a través de orificios a una sección lateral o bien a una bandeja superior (ver figuras 22 y 23). También podemos idear un vermicompostador autoconstruído.

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Figura 24: Vermicompostador de construcción casera. Las lombrices están por las paredes seguramente a causa de las altas temperaturas en el montón (la foto es de agosto). Probablemente en este depósito se dan procesos de fermentación que incrementan más la temperatura. Dispone de un depósito inferior de recogida de lixiviados, con un grifo. Este residuo es muy rico en nutrientes y se puede utilizar como abono, diluido al menos un 10%.

En el cuadro de la página siguiente se resumen las características de Eisenia fetida, y las condiciones que necesita para vivir. Unos mil gusanos adultos (aproximadamente 500gr) pueden procesar unos 250gr diarios de materia orgánica. Debemos evitar los alimentos demasiado ácidos, y tener siempre una provisión de material estructural para evitar compactaciones y humedades excesivas. Incorporaremos el alimento de las lombrices enterrándolo, o bien cubriéndolo de una capa de al menos 2,5 cm de material estructural. Lo añadiremos en una cantidad proporcional al que pueden procesar los gusanos. A medida que crezca la población podremos ir aumentando el volumen de desechos.

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Características de Eisenia fetida, lombriz del vermicompostaje

Descripción física: Color rojo de marrón a púrpura, clitelio (ensanchamiento del cuerpo) en forma de silla o alforjas, cola plana y amarillenta. Medidas: de 8 a 10 cm de largo, de 3 a 5 mm de diámetro. Peso aproximado: 1 g/ gusano Vida media en cautividad: cuatro años, máximo hasta quince años. Condiciones ambientales (dentro del vermicompostador). • Condiciones ideales: entre 15 y 25 ºC, 75 % de humedad, pH neutro (pH=7) o ligeramente alcalino. • Condiciones tolerables: temperatura entre 12 y 28 ºC, humedad entre 70 y 80 %, pH entre 5 y 8,4. • Condiciones letales: temperaturas de menos de 5ºC y superiores a 30 ºC, pH inferior a 5 y superior a 8,4. Otros nombres: lombriz roja, lombriz del compost, gusanos de Brandling. Reproducción: hermafrodita, muy prolífica (unos mil gusanos pueden llegar a ser diez mil en un año, en condiciones ideales ambientales y de alimentación).

SERRANO, V. Y BORRI, T. (2007)

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BIBLIOGRAFÍA

• ARCOS, J.L. (2007). Materiales del curso sobre Cubiertas Vegetales, Escuela de Capacitación Agraria de Santa Coloma de Farners. • ECA Santa Coloma de Farners (2007). Materiales del curso sobre Cubiertas Vegetales, Escuela de Capacitación Agraria de Santa Coloma de Farners. • ESCOLA AGRÀRIA DE MANRESA (2004). Apuntes del curso sobre fertilidad y fertilización del suelo en agricultura ecológica (no editados). • ESQUERRÀ I ROIG, J. (1998). Guia de compostatge. Ajuntament de Barcelona. Guies d'educació ambiental 1. • SERRANO, V. Y BORRI, T. (2007) Lombrices trabajando. Fundació Terra. Intersante y compleeto documento disponible en pdf en el web http://www.ecoterra.org • VALLÈS, J.M. (2007). “L'hort urbà. Manual de cultiu ecològic als balcons I terrats”. Ediciones del Serbal. 240 p. Editado también en castellano.

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