Hora Santa Noviembre

HORA SANTA mes de noviembre Canto inicial (mientras se expone el Ssmo.) Oh, adoramus te, Domine... Jesús, hijo del Padr

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HORA SANTA mes de noviembre Canto inicial (mientras se expone el Ssmo.)

Oh, adoramus te, Domine... Jesús, hijo del Padre Jesús, hijo de David Jesús, mesias prometido Jesús, nacido de María Jesús, pan de vida Jesús, que pasaste haciendo el bien Jesús, atormentado por nosotros Jesús, resucitado para nuestra vida Lectura del libro del Apocalipsis: Una ciudad hermosa como ninguna otra

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva. El primer cielo y la primera tierra han desaparecido, el mar ya no existe. Vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, bajando del cielo, de Dios, preparada como novia que se arregla para el novio. Oí una voz potente que salía del trono: “Mira la morada de Dios entre los hombres: morará con ellos; ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos. Les enjugará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado”. El que estaba sentado en el trono dijo: “Mira, renuevo el universo”. Y añadió: “Escribe que estas palabras mías son verdaderas y fidedignas”. Y me dijo: “Se acabó. Yo [soy] el alfa y la omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber de balde del manantial de la vida.” (Apocalipsis 21, 1-6) Al final del libro del Apocalipsis, el último de la Biblia, el autor, Juan, describe una visión extraordinaria: primero se le aparecen un cielo nuevo y una tierra nueva, después, una ciudad desciende del cielo. La visión, pese a ser asombrosa, no pretende horrorizar ni impresionar. Se trata de una visión en un sentido diferente. Es más bien una percepción fresca, una nueva comprensión acerca de Dios, de la vida y del porqué de nuestra existencia. En diversas ocasiones a lo largo de la vida todos nosotros nos preguntamos “¿por qué?”. ¿Por qué es así el mundo? ¿Por qué ha ocurrido esto o aquello? En dichos momentos, intentamos ver mejor, para orientarnos y captar un poco del

sentido de las cosas. Como creyentes, tratamos de “ver” no sólo con los sentidos o con la mente, sino también con la ayuda que nos proporciona la fe en Dios. Así pues, ¿qué es lo que vemos junto con Juan? ¿Qué percibimos con los ojos de la fe? Algo tan único y tan hermoso que se necesitan varias metáforas para describirlo: una nueva creación, una ciudad celestial, una novia que se adorna para su esposo. Vemos una ciudad fresca y bella porque es el mismo amor quien la hace brillar. Las ciudades no son sólo lugares donde la gente vive, sino espacios donde una gran diversidad de personas conviven. Resulta interesante que Juan no vea varias ciudades, sino una sola ciudad celestial: Dios sueña con que los seres humanos vivan juntos, en unidad. La ciudad que en la Biblia simboliza la promesa de Dios a su pueblo, Jerusalén, ha de convertirse en la ciudad de todos. Esta visión puede hacernos comprender una nueva potencialidad de la existencia humana: la vida se vuelve verdaderamente hermosa, de una belleza que incluso corta el aliento, cuando y donde las personas superan lo que las divide y viven siendo uno. Esta Jerusalén que desciende del cielo es imagen de la vida divina que Dios quiere infundirnos en nosotros, aquí, mientras caminamos en esta vida, y que llegará a plenitud con la nueva creación, tras la resurrección final. 1. Durante esta vida, la “morada de Dios con los hombres” es la Iglesia, madre y maestra de la humanidad, que es simplemente el cauce por donde bajan al mundo y a los hombres la gracia divina. Por el bautismo hemos empezado a vivir en en la Jerusalén del cielo. 2. Pero aún hay dolor, llanto y pena. Cuando llegue definitivamente, ya no en símbolo, sino en realidad, la Jerusalén celestial será la gloria del cielo, que Dios nos tiene reservada. Mientras vivimos, deseamos que llegar a la meta. Y mientras aumenta el deseo, nos vamos llenando de un agua viva, un agua de balde que es la vida de Cristo por sus sacramentos.