Hitler

I)lrcctor EcliLorial: Barrie Pitt,. Edltor: David Mason. Dlrector Artlstico: Sarah Kingham. Edltor Gráfico: Robert Hunt.

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I)lrcctor EcliLorial: Barrie Pitt,. Edltor: David Mason. Dlrector Artlstico: Sarah Kingham. Edltor Gráfico: Robert Hunt.

lnüice

Dlseñador: David Allen. Investigación Gráflca: Nan Shuttleworth. Cartografi a: Richard Natkiel. Prologuista y Presentador

de la Edición Española:

Vicente TaIón.

Las fotograñas de este libro han sido especialmente seleccionadas de_los Archjvos siguientes: de_izqu áoiua lrei*ich iloffmann/Heinrich Hoffmannruusbin/Keystone; centro; Imperial , ,l"iááÉ?. "a*-r"url3. abajo: Paul Popper LtdiPaul Popper,sin cÉdito/sin crédil,o/Paul Poppe M¡;;uñ,T1üM",TWM,TWM; Hoftmann; tO Uf§tein; 12-15 ¡¡ginriCh-Ho¡tpa+1; l-6 Suddeutscher Verlag; Heinrióh t"r; 9 iiuñáeiáict Times . Hoffmann/R'adio Times. 24 Heinrich Hoffmann/Radio Ullstein;24 Stil;2iHeiniich 21 Heiniich Hoffmann; 22 Uustein; l¡irwtl, rg tWM/Black lwM/Black Stil; u iWl¡, tS Áuiaóri; 28 ullstein: 30 sudd verlas; 33 us National Archi ir"Jt"ii, zliii"á*'Fiéri: lo-zz nááiii Fox.Pho á+-tnti'üt"lñroo ri-á" i:urto^; 30 Ullstein/Radio Times Hulton; 3? Sudd verlagArllstein; 38US Natior á6 i""i-popp".; ¿0 sin crédito; 4t Uttstein; 42-43 Sudd vertag; 44-45 Radlo Times Hultonj 46

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¡¡uttoni +r Radio Times Hulton; 48-49 ullstein;-a1 P-aul f^op^gefl5-2, qudd verlas; Áráñui*lñááió'ri-¿. -s.;i-ii AIChi' Ro poÁi^ Gña< HultonrSudd srrrf^h/srrdá \/arlqo. 6q sin siñ cÉdito/Sudd crértitn/Srrdd Verlas: US National AI Verlag; 60-61 US Verlag; 59 Radio Times ultstein: 58 éá iwü: o+ ñá¿lo Times Hulton; 65 Ulsstein; 66 Únited Press Intemational; 6? E9ryry-!--I-roSP3"+! áé's'Jáa

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8_q 81 Sudd Verla'g,ltwM; 82 §udd verlag/Il,adio óe-Sfuus¿3in;iá Sutd verlas; 90-93-ulsstein; 95 searcs; 98 Uustein;-100-10,5^qygq--Y-"Jt?9i 106 IwM; 10? Hulton: 110-111 IwM; 112 AlAedo ze¡n Times 110 uilstein/Radio 109 Suád verlag; r,ói rñótoi; íoa tw\a;

¡iüi,-á"i,"ii,iírsuálverr-_aer r18-ne sin, iff,iiii,ilili:ir's'bl?á"i;.ü; iiá'§iffii;.üftiüüi]iz 125 Hoffmann; 126 IWM; 127 US iii Suaa verlkae: 122 uS National Archlves; 125 Uustein; USHeinrich Air Force; 134 Bibl¡othek fü zeitge

fwN{: 129h,adio Times Hulton; 130-131 IWM; 132-133 Bundesarchív; 136 Uustein; 138-139 US National Arch¡vesruS Army; 140-141 Paul Poppe¡; 142-143 Úii"t"¡q't++-t+S Feature látemational; 146-14? Heinrich Hoffmann; 14&149 Featues Intemational; HeinricÉ Hoffmann; 152 tnlstein; 152-153 Fox Photos; 154 Heinrich Hoffmann; 155 Fox Photos; 156 paul Popper/IWN&PauI Popperllleinrich Hoffman¡; 15? Black Star/Hei¡rich Hoffmann{Black Popper; 158-159 Heiroich Hoffmann. poitadá: Keystone; contraportada: Paul Popper Ltd. tz"a

Traductor: Diorki Primera Edición Publicada en Estados Unidos por Ballentine Copyright @ 19?0 Alan WYkes Copyright o en Lengua EsPañoIa LIBRERIA EDITORIAL SAN MAII,TIN Puerta del Sol,6

MADRID-

14

Printed in Spain - Impreso en España Gráficas Lormo - Isabel Méndez, 15. Madrid Depósito Legal: M. 34767-1980

150

9 La vÍctima 20 El hombre 32 El demagogo 50 El general 68 EI general en acción 94 El general en declive 124

El general en Ia derrota

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IIs tüllter B¡nle Pltl

No todos van a aceptar la explicación de AIan Wykes sobre el comportamiento

de HiUer como jefe del Partido y dictador; a saber, que en su juventud contrajo la síflIis y años más tarde sucumbió a sus efectos terciarios: iracionalidad, irresponsabilidad y aguda intemperancla de palabra y obra. Se trata de una versión que ya habÍa sido propuesta anteriormente y que está apoyada por los hechos de su carrera. Con todo, en ausencia de pruebas documenta.les de este episodio de su historial médico

-pruebas que, como el Propio Alan WYkes

aclara, no existen en forma que resista un examen judicial- la tesÍs de la sÍfllis, aunque brillante, no deja de ser una tesis.

Y sin embargo, Ios naños de Viena", en que se aflrma que Hitler contrajo la enfermedad, contienen sin duda la clave de gran parte de su personalidad y actitud destructiva. Sabemos que la historia de su orfandad en la Pobreza que propagó en Main KamPÍ no es más que una invención. El gobierno austrÍaco,

con la

pensión que

le

Pagaba como huérfano de funcionario, le dio la opor-

Lo que le hizo reaccionar de la frustra'

ción emocional y cuasi inanición fÍsica que éI mismo se habÍa imPuesto fue la Gran Guerra. Era un ferviente naciona-

lista (aunque no patriota, por supuesto, pues odiaba eI imperio austrÍaco) y aceptó de buen grado la ocasión que la contienda le ofrecÍa para cruzar Ia frontera y alistarse en un regimiento alemán. Cuando terminaron las hostilida-

tunidad de situarse decorosamente. No lo hizo porque malgastó su dinero. Por

des, su hoja de servicios, sus ideas y ambiciones polÍticas y su extraordinario ta-

consiguiente, hemos de considerar que, si se vio reducido a una vida miserable, fue por su propia voluntad. Por razones un tanto comprensibles si se tiene en

a

cuenta el intenso antisemitismo de la Viena de la preguerra. Hitler culpó principalmente a los judÍos ilor su falta de éxito y aceptación. No Io hizo en términos precisos. pues su mente nunca funcionó con precisión, pero sÍ de forma que hiciera recaer en los judíos la responsabilidad de todas las cosas desagradables, injustas o mal organizadas que vio en la ciudad Y, Por extensión, que experimentó en su ProPia vida'

lento natural bastaron para lanzarle

los modestos comienzos de una calTera polÍtica bajo eI patrocinio del ejército. La relación serÍa duradera, aunque flnalmente el ejército lamentaia haberla iniciado. Se han examinado exhaustivamente

las relaciones de HiUer con multitud de personas y con todos los Órganos de la vida alemana. Sin embargo, con ninguno fueron tan decisivos como con eI ejército. Este le introdujo en la polÍtica y cu-

brió con un velo protector su organización del joven Partido nazi'

Acogió favorablemente el Freikorps.

del que HiUer extr4jo muchos de sus primeros y más fervientes seguidores; pero, pronto le hizo aprender que no tolerarÍa ningún intento de hacerse con el poder sin su aprobación especÍñca. AsÍ, se opuso a su primera tentativa de hacerse el amo de Alemania (putsch de Munich de 1923). EI 9 de noviembre, cuando sus secciones de asalto fueron ametralladas en las

calles por la policÍa armada, Hitier aprendió una lección que nunca olvida-

rÍa; que en Alemania el poder pertenecÍa al que tuviera el mando del ejército.

Al no conseguir el poder por la

fuerza,

empleó los años siguientes en tomarlo por Ia vÍa de las elecciones. Una vez logrado, sus primeros actos se encaminaron a someter el ejército a su voluntad y no cejó en su empeño hasta que en enero de 1942 encontró un pretexto para asumir eI cargo de comandante en jefe. Dada Ia oscuridad de su origen y tas penalidades de Ios primeros años de su

vida, difÍcilmente podÍa Hitler sentir mucha simpatÍa o aprecio por un grupo

tan empedemidamente "caballeroso"

como eI cuerpo de oñcia_les alemán. El conflicto con él era inevitable, pues sus ideas sobre la guerra eran ortodoxas y

las de Hitler no. De ahÍ los enfrentamientos a gritos que Iuego seúan corrientes. Los "efectos especiales" que acompañaban a sus accessos de cólera pareeen apoyar la opinión de que era vÍctima de una eniermedad crónica. Sin embargo, quienes le conocieron en

sus dias de Viena atestiguan libremente que tales manifestaciones siempre carac_ terizaron su reacción anüe cualquier refutación persistente de sus opiniones. No

soportaba que se le contradijera, hábito que posteriormente no le harÍa ganar muchas simpatÍas entre sus camaradas de las trincheras. Por tanto, parece probable que, como Führer y comandante supre_ mo, una vez eliminadas todas las limi_ taciones externas de su comportamiento, no hiciera más que dar rienda suelta a lo que constituÍa un rasgo natural suyo. Además, siempre producÍa eI efecto deseado. Los generales palidecÍan... y guardaban silencio.

lu uíclimu

A los que dan importancia a estas cosas puede interesarles saber que el nombre de Adolf deriva de dos palabras alemanas que signiflcan ulobo noble". El apeIlido llitler es una alteración de Hiedler y Hutler, ambos pertenecientes a los antepasados de Adolf. Hiedler y Hutler presentan una leve asociación con la frase oguardÍan de los gentiles": considerando que Adolf dedicó parte de su yida a odiar y perseguir a los judÍos, no resulta inapropiado, por fantástico que patezca.

Desgraciadamente, la existencia de Adolf Hitler no tiene nada de fantástica. Nació el 20 de abril de 1889 en un hotelito de Braunau, en la orilla austrÍaca del

úo Inn, que separa Austria de Baviera, cien kilómetros al Oeste está Munich, la capital bávara, hoy dÍa sinónimo de la conferencia «Paz en nuestro tiempo,, en la que el primer ministro inglés, Neville Chamberlain, se rindió vergonzosamen-

te ante HiUer el 29 de septiembre

B

rio, un empleado del departamento de Aduanas y Recaudación, de mediana estatura y cráneo redondo. Había superado a Hindenburg la sazón, joven ofi.cial del ministerio-a de la Guerra famoso y elegante- que destacaba por la longitud de su bigotte y estaba inocentemente envanecido de su hazaña. Trabajador concienzudo, fue inmerecidamente desgraciado en su vida familiar. Su primera esposa habÍa fallecido sin hijos; la segunda murió joven, dejándole con dos niños que criar, y la tercera madre de Adolf- le dio cuatro varo-la nes, tres de Ios cuales murieron en la in-

fancia. Sóio sobrevivieron Adolf y su hermana Paula, más el niño y Ia niña del segundo matrimonio. Con la perspectiva de los años, pueden venir a la

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de

al Este se encuentra Linz, capital de Ia Alta Austria, donde Hitler fue a Ia escuela y absorbió 1938. Noventa kilómetros

las nociones pangermánicas que nutrieron su fanática xenofobia. Su padre, Alois Hitler, no tenÍa ni fobias ni filias. Era un modesto funciona-

Hitler niño. La prirnera fotografía de las que se conservan, con el anuncio de su nacimiento en un periódico,

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clinación amorosa por una muchacha

Ia que I{ubizek llama

a

discretamente

.Stefanie". Si hemos de creer a Kubi-

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El hotelito de Braunau, en Austria, donde nació Hitler.

mente pensamientos un tanto duros sobre las peculiares elecciones del destino. Los Hitler eran catÓlicos romanos nada hace pensar que la fami-aunque üa fuese especialmente devota- y Alois tuvo que obtener una di§pensa papal para casarse con la madre de Adolf, KIara Pólzl, por primos segundos, parentesco que entraña impedimento de consanguinidad. Era ventitrés años mayor que Klara cuando se casaron en 1885; Y cuando Adotf contaba seis años, Alois se jubiló. En Mein Kampf, eI hijo dirÍa con su caracterÍistica presuneión que su pa-

dre .se compró una grania y la cultivó é1 mismo". Lo que compró en realidad fue una casa de tres dormitorios con un pequeño jardin en el pueblo de Leonding, a uno o dos kilómetros de Linz. AUÍ murió en 1903.

10

Adolf HiUer tenÍa entonces catorce años y asistÍa a la escuela secundaria de Linz. En Mein Kampf no es muy explÍcito sobre sus años escolares, y no es de

extrañar, pues nunca hubiese revelado nada sobre sÍ mismo que no contribuyera a formar una imagen compuesta de genio y de nobleza. En realidad, en la escuela no destacó. TenÍa un ta-lento mediocre para dibujar y alguna vez obtuvo un "notable" en historia y geografÍa. August l{ubizek contemporáneo suyo, autor de Eljoaen Hitler, dice que era perezoso e inestable por naturaleza,