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HISTORIA UNIVERSAL CONTEMPORÁNEA ANTONIO FERNANDEZ XV FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES 1. TEORÍAS SOBRE EL IMPERIAL

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HISTORIA UNIVERSAL CONTEMPORÁNEA ANTONIO FERNANDEZ

XV FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES 1. TEORÍAS SOBRE EL IMPERIALISMO La palabra imperialismo comienza a utilizarse hacia 1840, en una fase en que la potencia industrial y demográfica de algunas naciones europeas les impulsa a una proyección mundial. Este desbordamiento de Europa hacia otros continentes y su impacto constituyen uno de los fenómenos claves de la historia contemporánea. El término imperio, que pasó del lenguaje geográfico y político a convertirse en instrumento ideológico, designa conjuntos políticos caracterizados por su amplitud territorial multicontinental y por su heterogeneidad, al abarcar diversidad de naciones, razas y culturas. No se trata de un fenómeno nuevo, puesto que, desde el Renacimiento, España, Portugal, Francia, Inglaterra, habían mostrado esta vocación difusora de civilización, pero con las revoluciones industrial y demográfica adquiere perfiles que permiten hablar de un proceso diferente. Los imperios preindustriales se basaban en la extracción de productos exóticos, compañías de navegación y monopolio comercial; a partir de 1870 el expansionismo de las potencias europeas presenta rasgos cualitativamente distintos, como extracción de materias primas para el trabajo de la industria, directrices gubernamentales, exportación de capitales y hombres, conflictos derivados de la concurrencia de las grandes potencias en zonas estratégicas del planeta. Para las nuevas potencias imperiales (Inglaterra y Francia (y tardíamente Alemánia) fundamentalmente) las viejas (España, Portugal, Holanda) se caracterizan por una serie de arcaísmos (esclavitud o trabajo forzado, proteccionismo dentro de los cánones del mercantilismo, explotación deficiente, exploración sólo parcial). La novedosa concepción colonial, como gran empresa nacional que transformará aun tiempo a la colonia ya la metrópoli, se forjó por la dinámica de los procesos revolucionarios del XIX en los campos demográfico y económico, y no se aceptó sino tras una etapa de recelos; Disraeli, auténtico pionero del imperio británico, exclamaba en 1852; antes de su conversión al credo imperialista: .estas malditas colonias se independizarán dentro de unos años y no son más que una piedra de molino colgada a nuestros cuellos». ¿Cuál es el motor de esta europeización del mundo, de la formación de imperios coloniales al servicio de las grandes potencias industriales? Las diversas teorías han otorgado primacía a los factores económicos o políticos. Los contemporáneos, especialmente los políticos que pilotaron el proceso, como el francés Jules Feny, intentaron subrayar su vertiente civilizadora; se habla de «misión», de derecho a .utilizar los recursos que nos ofrece en todas partes la naturaleza»: Kipling canta con entusiasmo la supremacía del hombre blanco». Pero los historiadores pronto señalaron móviles menos altruistas; Conant, en una obra de 1898, apunta por vez primera la colocación de capitales; y el inglés Hobson, cuatro años después, en Imperialismo: a study, obra que provocó el repudio académico hacia el autor, demuestra que la expansión no repercute en beneficio del conjunto del país sino de una minoría, y que el desarrollo industrial hubiera resultado menos sectorial de no existir expansión colonial; por tanto, el imperialismo no es un efecto del capitalismo, sino una distorsión provocada por sus beneficiarios, la oligarquía omnipotente de industriales exportadores, y en otro orden la democracia degenera ante el impacto de sentimientos chauvipistas y militaristas. La denuncia de Hobson escandalizó en un momento en que los pueblos respaldaban el proyecto imperial. Los autores marxistas insisten en subrayar los aspectos financieros de inversión de capitales como motor de la edificación de imperios coloniales: Kaustky, Otto Bauer, Rosa Luxemburgo aportaron diversos argumentos y puntos de enfoque. La transformación del capital en capital financiero y la consiguiente necesidad de las metrópolis de encontrar espacios cada vez más vastos para sus operaciones está más desarrollada en la obra del austriaco Hilferding El capital financiero (1910), en la que se explica cómo se produce plusvalía en el extranjero para revertir e incrementar los capitales nacionales. Las obras de Hobson y Hilferding influyeron en Lenin, cuyo estudio, El imperialismo, estadio supremo del capitalismo, es el clásico de la explicación económica del imperialismo. Ya en el prefacio al libro de Bujartn, La economía mundial y el imperialismo, afirma que sin estudiar la naturaleza del imperialismo, es imposible comprender qué son la guerra y la política de hoy». Lo fundamental, en explicación de Lenin, es que la libre competencia característica del capitalismo ha sido sustituida en esta fase mundial por el monopolio, se exportan capitales en vez de mercancías y el mundo se ha repartido entre grandes asociaciones capitalistas monopolistas y entre grandes potencias que les sirven de instrumento: CAPÍTULO XV: FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

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.El imperialismo es el capitalismo en aquella etapa de desarrollo en que se establece la dominación de los monopolios y del capital financiero; en que ha adquirido señalada importancia la exportación del capital; en que empieza el reparto del mundo entre los trusts internacionales: en que ha culminado el reparto de todos los territorios del planeta entre las más grandes potencias capitalistas.» Esta línea exegética ha llegado hasta nuestros días (Bettelheim; con ciertas modificaciones en los tercermundistas como Pierre Jalée, Poulantzas, etcétera}. Sin negar la importancia del factor económico otros historiadores han subrayado la fuerza de factores diferentes, así William Langer, que desarrolla ideas de la obra de Schumpeter “Sociología del imperialismo” (1919). Schumpeter cree que el imperialismo ha existido siempre y no por motivaciones económicas, aunque éstas puedan entremezclarse con posturas xenófobas y agresivas, para concluir, en una posición antipoda de Lenin, que «el capitalismo es, por naturaleza, antiimperialista, de aquí que no podamos imputarle las tendencias imperialistas que actualmente existen». Si bien esta apología del capitalismo no encontró muchos seguidores, de la controversia se desprende que en efecto existe una dimensión económica en la expansión, pero no necesaria- mente constituye el motor único. Algunos autores han precisado que Gladstone vio al principio en las colonias una carga, no un negocio, y que Prusia tuvo más interés en el Zollverein que en conquistar mercados fuera de Europa. Raymond Aron se ha resistido a aceptar determinismos en las conductas diplomático-estratégicas y afirma que los Estados buscan alternativamente poder, gloria, expansión territorial, misionerismo religioso, al tiempo que critica la tesis de Lenin, demostrando que Francia colocó más capitales en el extranjero que en sus colonias. A las raíces del colonialismo francés se ha prestado particular atención. Se ha demostrado que en la conquista de Túnez no hubo presión de los hombres de negocios (estudios de Brunschwig. Langer y David Landes). En el caso de la construcción de Suez, para los franceses ofrecía mayor interés el aspecto estratégico que el estrictamente comercial. De los debates se puede concluir la constante del factor económico, pero normalmente acompañado por otros móviles, de prestigio para Francia era necesario recuperar el papel perdido tras la derrota de 1870, de filantropía a veces, de presión demográfica en algunos casos. En la formación del imperio británico el estudio clásico de Hobson (1902) había señalado casi exclusivamente factores económicos; la conocida frase de Chamberlain, «el imperio es el comercio», resumiría los objetivos ingleses. Posteriormente otros autores han señalado la importancia del factor geográfico en la configuración del imperio, así la obra, presidida por un determinismo moderado, del australiano Taylor. En los estudios más recientes como el de George Bennet, se coloca como preocupación clave la protección de la ruta de las Indias, en la que no sólo se encontraran vertientes económicas, sino también geopolíticas. Una gran potencia debe estar presente en todos los puntos del globo y en el caso inglés se subordina cualquier otra consideración al control de las rutas del mar, preocupación que es anterior a la revolución industrial y al gran capitalismo. Quizás habría que distinguir entre imperialismo y colonización. Entonces se percibirían en ésta factores psicológicos y políticos más difuminados en aquél; y probablemente habría que diferenciar el proceso del Siglo XIX y el del XX y diseñar una tipología de los diferentes modelos nacionales. 2. CAUSAS DE LA EXPANSIÓN COLONIAL Se pueden señalar como motores de la expansión la demografía, la economía, la política y, finalmente, aspectos culturales e ideológicos. El crecimiento de la población europea provoca en muchos países una fuerte presión demográfica, que no tiene otra salida que el intento de muchas familias de iniciar una nueva vida en otros continentes. Cuarenta millones de europeos abandonan sus patrias desde comienzos del siglo XIX hasta 1930, plazo que podría reducirse a 1850-1914; se trata de las migraciones más in- tensas de la historia. En los años 80 se alcanza la cifra de medio millón anuales, en 1887 se llega a los ochocientos mil, es un proceso cada vez más acusado, en el que incide el progreso del transporte -Leroy Beaulieu ha estudiado el papel decisivo que juegan los barcos de vapor- y fenómenos psicológicos de imitación; América se convierte en un señuelo, en una palabra prometedora de fortunas rápidas. En los puertos se señala la presencia de esta marea humana; las compañías transatlánticas hacen sus negocios con la afluencia de viajeros. Hemos hablado ya de este flujo migratorio, estimulado también por los países de recepción, y cuyas rutas están determinadas en gran parte por la Identidad lingüística de las naciones de emigración e inmigración. Los factores económicos han sido sobrevalorados, pero no pueden subestimarse. En otros continentes encuentran Inglaterra. Francia, Alemania. Holanda, Bélgica, campos de inversión para sus capitales; construyen la red de ferrocarriles, modernizan las instalaciones de los puertos, efectúan préstamos a los gobiernos que carecen de fondos para iniciar el desarrollo; son los aspectos financieros de la expansión. La crisis económica de 1873 y el cambio de Trend, con un descenso de los precios, inclina a las potencias al 172

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proteccionismo, con lo que se suscita la necesidad de encontrar nuevos mercados que no estén protegidos por barreras aduaneras; expansión colonial y proteccionismo suelen aparecer juntos. La búsqueda de materias primas para la industria contribuye a la aparición de europeos en minas y plantaciones; los belgas encuentran en el Congo enormes riquezas mineras, los franceses se abastecen de seda en el Extremo Oriente tras la ruina de su sericicultura a mediados de siglo, los ingleses buscan con afán el algodón egipcio, especialmente preciso durante el .hambre de algodón, provocada por la guerra de secesión norteamericana, los holandeses hacen de la Insulindia un imperio de industrias de extracción. Los factores políticos, de prestigio, son muy claros en la expansión francesa, inspirada por el deseo de olvidar la vergüenza de la derrota de 1870; las preocupaciones estratégicas determinan las líneas marítimas del imperio inglés y están siempre presentes en el reparto de África. Para España la derrota del 98 señaló el inicio de una mayor preocupación por África. La navegación a vapor exige disponer alrededor del mundo de depósitos de carbón donde puedan avituallarse las flotas. Política y estrategia se dan la mano; un imperio es una red de comunicaciones con múltiples bases de apoyo, cada conquista exige una conquista nueva; en ocasiones son los colonos los que reclaman la continuación de la actividad colonizadora, los de Nueva Zelanda presionan sobre Londres para la adquisición de las islas vecinas, los franceses de Argelia inducen a la conquista del sur de Marruecos. " . Las razones ideológicas se aducen con frecuencia. evocando la historia; Gran Bretaña habla de sumisión civilizadora, Italia recuerda nostálgicamente el imperio romano. España el siglo de oro. Los misioneros católicos y protestantes se sienten llamados por la urgencia de la evangelización de los pueblos atrasados; escritores e intelectuales hablan de la misión civilizadora de los blancos, que llevan a otros continentes su instrucción, su higiene, la mejora del nivel de vida, la matemática europea, el estilo de la arquitectura, la ingeniería y los hospitales europeos. Los grupos de presión son numerosos: Sociedades Geográficas en Francia, Italia y España; Sociedades misioneras, utilizadas por Leopoldo II en la exploración del Congo; Asociaciones coloniales, Las resistencias también lo son: oposiciones locales, movimientos nacionalistas, quejas por los abusos coloniales, ascenso de los partidos socialistas, que consideran la colonización un despojo. Pero la superioridad técnica y militar de las potencias acelera un proceso que parece irreversible. 3. MODALIDADES DE LA COLONIZACIÓN Tres fases pueden distinguirse en la formación de una colonia: conquista, organización y explotación económica. La conquista no resulta difícil para países dotados de notables adelantos militares, que penetran en territorios de pueblos sin armamento moderno ni organización. Al lado de las tropas europeas, y de tropas especiales (Legión Extranjera), se utilizan cuerpos armados indígenas. El barco de vapor permite llevar tropas con relativa celeridad a cualquier punto del globo y remontar los ríos hasta el interior de los continentes; Kitchener remonta el Nilo, Stanley desciende por el Congo; los progresos en la navegación fueron un instrumento valioso para el descubrimiento y la ocupación. Algunas potencias tienen fuerza suficiente para afrontar la tarea de ocupación militar en todas las partes del mundo; ingleses, franceses y alemanes configuran un imperio pluricontinental. Otras potencias se limitan a acantonarse en un sector geográfico determinado: los portugueses y belgas en África ecuatorial, los italianos en África oriental, los rusos y japoneses en Extremo Oriente. La organización de la colonia ocupada plantea diversos problemas administrativos. No pueden tomarse todas las decisiones desde las metrópolis, por lo que se acumulan resortes y poderes en los gobernadores, verdaderos procónsules. En algunos casos se resucita el sistema mercantilista de Compañías privilegiadas, una sociedad privada se encarga de organizar la colonia y explotar sus recursos. Pero más frecuente es la implantación de la administración estatal con modalidades varias, como la asociación, que mantiene los cuadros administrativos indígenas -así se hizo en África negra-, y el protectorado, estatuto que en teoría respeta a las autoridades locales, cuya gestión se reduce a la política interior, ln1entras las autoridades coloniales se hacen cargo de la política exterior y el ejército. Aunque el protectorado supone, el respeto de la integridad del territorio ocupado, la diferencia entre colonia y protectorado en la realidad no difirió apenas; los franceses en Indochina establecieron una colonia, la Cochinchina, y dos protectorados, Annam y Camboya, sin que el estatuto de los indígenas fuera esencialmente diferente entre los habitantes de uno y otros territorios. En las colonias de poblamiento blanco se intentan formas nuevas de organización, como los dominios ingleses o la asimilación a departamentos por los franceses. La explotación es la primera preocupación de los colonizadores. Se produce siempre una asimilación aduanera, los productos entre la colonia y la metrópoli circulan libres de aranceles mientras tarifas proteccionistas mantienen alejados productos de otras naciones. Pero el pacto colonial, no es una relación comercial entre iguales en un ámbito de preferencias mutuas, la colonia se encuentra en una situación de CAPÍTULO XV: FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

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inferioridad, de proveedora de materias primas -minerales, productos de plantación: caucho, algodón, café- y compradora de los productos industriales de la metrópoli; no se le permite industrializarse y se ve obligada a comprar transformados los mismos productos que ella ha vendido a bajo precio en bruto, por ejemplo, la India vende algodón a Inglaterra y compra tejidos de algodón ingleses. La extracción de productos es particularmente intensa cuando se organiza por medio de compañías privadas, como la «Unión Minera del Alto Katanga», en el Congo. La primera oleada colonizadora, que se inicia hacia 1876, tiene sus figuras en el inglés Disraeli, el francés Ferry, el rey belga Leopoldo II. Las primeras fricciones territoriales hacen ver la necesidad de una regulación internacional de la expansión colonial. La conferencia de Berlín de 1885 decide que sólo la ocupación efectiva, y no únicamente la instalación en la costa, otorga derecho a la posesión de un territorio; esta decisión acelera la carrera colonizadora con la entrada de Alemania, Italia y países no europeos. En 1914 el 60% de las tierras emergidas, y el 65% de la población mundial, la casi totalidad de África y Oceanía, V el Asia del Sur y Sudeste y Siberia, dependen de Europa. 4. LA FORMACIÓN DEL IMPERIO BRITÁNICO Inglaterra se anticipa a las restantes potencias en la toma de posiciones después de la desaparición del primer imperio colonial francés y de la emancipación de la América española permanece como el único imperio colonial europeo. Hacia 1850 dispone: -de una cadena de escalas conquistadas en su mayoría a franceses, holandeses y españoles durante los siglos XVIII y XIX: Malta. Corfú y las islas jónicas en el Mediterráneo; Gibraltar. Santa Elena. El Cabo, isla Mauricio. Adén. Ceilán, en la ruta de las Indias; Singapur y Hong Kong en la ruta de China; -establecimientos comerciales en la costa africana. Sierra Leona y Gambia, que en el siglo XVIII habían sido centros de la trata de esclavos, ahora abolida; -colonias de plantación, que suministran productos tropicales; Antillas, Honduras, Guayana; -colonias de poblamiento blanco, destinadas, por sus condiciones climáticas, a absorber excedentes de población emigrante: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur, zona esta última inestable, de continuos conflictos con los boers; -una colonia de explotación típica, la India, administrada desde 1777 por la .Compañía de las Indias orientales», y que juega un papel creciente en la economía británica, especialmente como proveedora de algodón. Inglaterra se afana en controlar sus accesos, por esta razón ordena en 1875 Disraeli la compra de 176.000 acciones del canal de Suez, y en aislarla de otras colonias europeas con Estados tapones, protectorados de Cachemira, Beluchistán, Afganistán. Es por tanto la India el eje del imperio. Algunos historiadores han señalado la guerra francoprusiana de 1870 como factor de impulso para la configuración del imperio británico. Al constituirse el imperio alemán los ingleses se inclinarían como contrapeso a postular una talasocracia, un poder oceánico; pero, probablemente, han de considerarse otros factores estratégicos relacionados con la formación de un sistema mundial de comunicaciones, en el que inciden la apertura del canal de Suez (1869) y el desarrollo del telégrafo (que se establece en Bombay en 1870. en Melbourne en 1872. en El Cabo en 1879). Durante el invierno de 1881-1882 Seeley, en sus cursos de historia en Cambridge, sostiene que estas nuevas vías de comunicación marítima y de noticias permiten forjar un imperio planetario capaz de rivalizar con los que se asientan en un territorio continuo, como Estados Unidos o Rusia. La crisis económica de 1882, en la que confluyen años de malas cosechas y la competencia de los productos baratos que sitúan en los mercados los Estados Unidos y Alemania, obliga a muchos ingleses a buscar fortuna lejos de la metrópoli. De 200.000 a 300.000 británicos salen todos los años, primero hacia los Estados Unidos, más tarde preferentemente hacia las colonias, aunque no desaparezca la emigración hacia Norteamérica. Disraeli habla con entusiasmo del imperio; Gladstone titubea, pero se ve obligado en muchos puntos a continuarla política de los conservadores, quienes desde 1886 dan nuevo impulso, con Salisbury y Chamberlain, a la expansión imperial. Lord Curzon exclama: “El Imperio Británico es, después de la Providencia, el bien más grande que ha habido en el mundo." A principios del siglo XX Gran Bretaña dispone de un imperio de 33 millones de kilómetros cuadrados con 450 millones de habitantes, aproximadamente la cuarta parte de la población mundial. Los problemas de tan vastos territorios llegan a ser un peso para sus finanzas y debilitan su posición internacional en Europa. Es el momento de poner fin a la expansión y de frenar a Alemania, para lo cual rompe su tradicional aislamiento y se aproxima diplomáticamente a Francia y Rusia. En todas partes ha podido construir la infraestructura ferroviaria y de puertos, o efectuar trabajos de irrigación en la India y Egipto, puesto que capitales no faltan en la isla. Las colonias de plantación han alcanzado su rendimiento máximo: algodón en la India y Egipto, yute en la India, té en Ceilán, hevea en Malasia. Los territorios de población blanca, débilmente poblados, le envían excedentes de carne, trigo y lana. Las minas de África del Sur. Australia y otros países ponen a su 174

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disposición oro y diamantes, estaño, cobre. En este imperio, base de la potencia económica británica, pueden distinguirse dos tipos distintos de territorios: los dominios y las colonias de explotación. Los dominios eran zonas de poblamiento, es decir, las preferidas para instalarse de modo definitivo los emigrados de Gran Bretaña. Disfrutaban de amplia autonomía y tenían instituciones de gobierno semejantes a las inglesas: Parlamento, partidos políticos. Canadá, Australia. Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana, pertenecen a este grupo. En Canadá se trataba de retener a los inmigrantes que se proponían pasar a los Estados Unidos; para ello se convirtió en uno de los graneros del mundo. En Australia se procuró evitar la inmigración “amarilla”; en sus inmensos espacios desiertos empezaron a aparecer granjas; el descubrimiento de minas de oro, las posibilidades de explotación de los rebaños de ovejas y de dar otra vez popularidad en Inglaterra a los tejidos de lana atrajeron a hombres de la metrópoli, Hacia 1900, para evitar con una oferta de mano de obra excesiva el descenso de los salarios, se procedió a frenar la inmigración. Nueva Zelanda, que en todo momento prefirió permanecer como una entidad diferente de la australiana, destaca igualmente por el elevado nivel de vida de sus habitantes y por la práctica de una democracia política y social avanzada, Son los dos primeros Estados que otorgan el derecho de sufragio a la mujer. Los dominios eran casi totalmente libres en política interior; sólo un gobernador general representaba al rey de Inglaterra. La política exterior estaba controlada por la metrópoli, pero ésta trataba de armonizar los intereses de los dominios con los propios, por medio de las Conferencias Imperiales que reunían 81 primer ministro inglés ya los de los distintos dominios. La estructura del Imperio era, prácticamente, federal. En la historia de los dominios África del Sur supone un capítulo complicado. Los descubrimientos mineros de diamante y oro atraen a los ingleses desde sus posiciones costeras en El Cabo y Natal hacia el interior, donde viven negros en las zonas más pobres, y blancos boers, descendientes de holandeses, en Orange y Transvaal; los boers son agricultores puritanos, hostiles al capitalismo industrial. Los ingleses les bloquean al anexíonarse Basutolandia y Swazilandia alrededor de 1880. Disraeli proclama la incorporación de los Estados boers, pero una revuelta obliga a los británicos a abandonarlos. El cerco lo completa Cecil Rodees, que soñaba con una África británica «desde El Cabo a El Cairo», al conquistar Bechuanalandia y Rhodesia. La guerra de los boers dura tres años (1899-1902). Con la paz de Pretoria pierden su independencia pero conservan su lengua y obtienen promesas de cierta autonomía. Las colonias de explotación, la India. África (con excepción de la Unión Sudafricana), suministran materias primas y carecen de la autonomía política de los dominios. La India, con sus casi cinco millones de kilómetros cuadrados y sus 300 millones de habitantes, es la más importante. Desde mediados de siglo se sustituye la administración de .la Compañía de las Indias por la directa de la metrópoli. Suministra a Gran Bretaña algodón, yute, trigo, aceites, té y algunos minerales, pero las hambres y la ruina del artesano indígena provocan un movimiento nacionalista, del que es exponente la revuelta de los cipayos en 1859, que tardó dos años en ser dominada, en el sur de la India. En 1877 la reina Victoria es proclamada emperatriz de las Indias. En 1885 nace un partido político nacionalista, «el Congreso nacional indio», que solicita la conversión en Dominio, tomando como modelo el Canadá. Inglaterra se resistió a aflojar el control de un territorio cuya economía suponía tanto para su industria, pero concedió a jefes indígenas la administración local, lo que contribuyó a la prosperidad comercial de algunas ciudades, como Bombay y Calcuta. A pesar de su calidad de colonia de explotación, que la mantiene en una situación especial de dependencia, la presencia inglesa contribuyó de forma decisiva a la transformación de este heterogéneo subcontinente; la administración unifica las disposiciones y regula la circulación de los productos comerciales; el inglés se convierte en vínculo lingüístico frente a la babel de lenguas nativas; la aplicación de los códigos occidentales impacta en la rígida estructura de castas; las ciudades crecen y en ellas una influyente burguesía de comerciantes y burócratas. 5. FORMACIÓN DEL IMPERIO FRANCÉS De las potencias continentales Francia era la que poseía una mayor tradición expansionista junto con un adecuado potencial económico, de ahí que no resulte sorprendente que sea la nación que configura otro imperio de dimensiones mundiales, no obstante inferior al británico y carente de colonias de la importancia de la India o Canadá. La comparación con Inglaterra puede ser clarificadora. Dos factores dé debilidad pueden distinguirse inmediatamente: -menor coherencia territorial. Frente a la perfecta trabazón de líneas oceánicas y puntos de apoyo del imperio británico, con su línea medular de comunicaciones con la India, el imperio francés se presenta territorialmente inconexo, con áreas tan marginales como el Sudeste Asiático. Se explica tal estructura inarticulada por las pérdidas sufridas en la América del Norte y la India frente a los ingleses; la recuperación lenta a partir de 1830 y con más vigor a partir del segundo imperio y su política de prestigio no permite soldar las comunicaciones con la perfección de los británicos. El intento más ambicioso de control de centros CAPÍTULO XV: FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

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neurálgicos del comercio internacional, la construcción del canal de Suez por el ingeniero Lesseps, se salda con el fracaso de su caída en la esfera del imperio rival. 1-menor potencial demográfico. El descenso temprano de la natalidad constituyó una contrariedad; sólo 21.000 franceses abandonan la metrópoli camino de las colonias en el año cenital de 1800, para descender hasta los 5.000 de 1900, cifras bien exiguas si se las compara con loS 200 o 300.000 británicos que proveen continuamente de efectivos humanos a las administraciones coloniales. Pero no faltan factores de impulso: 2-en las sociedades geográficas -la de París se fundó en 1821 y se mantuvo aletargada hasta que en los años 70 se topó con el objetivo nuevo de apoyar los proyectos imperialistas- se encuentran formulaciones doctrinales sobre la misión civilizadora de Francia, Grupos de universitarios, Periodistas, hombres de negocios refuerzan las tendencias centrífugas y encuentran un líder intelectual en Leroy-Beaulieu, abogados de la expansión como Emil Levasseur o Paul Charmes, y prensa que identifica la grandeza de Francia con los kilómetros que controla en ultramar como puede comprobarse en el Joumal des Débats o la influyente Revue de Deux Mondes. 3-la lengua francesa se consideró durante bastantes años un instrumento imprescindible para todas las clases cultas del mundo; en Rusia la aristocracia dominaba el francés como una segunda lengua materna. 4-la capacidad de las finanzas francesas, desde que a mediados de siglo había contribuido a la construcción de la red ferroviaria de varias naciones europeas, se encontraba sólidamente cimentada en una moneda sólida; los capitales galos en los Balcanes y en América Latina, o su papel en la industrialización de Rusia, como ha estudiado René Girault, constituyen pruebas de la potencialidad financiera de Francia. La derrota en la guerra de 1870 galvaniza los sentimientos nostálgicos de grandeza de los franceses; la pérdida de territorios en su cuerpo nacional redobla el deseo de compensarlos con adquisiciones de tierras en otros continentes. Jules Feny se convierte en propulsor y teórico de la expansión; sus escritos denotan que ha calibrado las posibilidades que abre la fortaleza financiera de Francia: .La política colonial se impone en primer lugar en las naciones que deben recurrir a la emigración, ya por ser pobre su población, ya por ser excesiva. Pero también se impone en las que tienen o bien superabundancia de capitales o bien un excedente de productos; ésta es la forma moderna actual más extendida y más fecunda. Francia, que siempre ha estado sobrante de capitales y ha exportado cantidades considerables de él al extranjero..., tiene particular interés en considerar la cuestión colonial bajo este punto de vista.» En los últimos años del siglo otros políticos, Hanotaux, Delcassé, mantienen en vigor la política colonial; en 1894 se crea el ministerio de Colonias, aunque de él no dependen las posesiones en el África mediterránea. Este espacio norafricano, Sáhara-África negra, Indochina y Madagascar, configuran las cuatro áreas de actuación colonial. Argelia presenta la particularidad de su administración temprana, a partir de 1830, y de la superposición de dos sociedades diferentes. Alternativamente se la sometió a un régimen militar y civil; en vísperas de la Primera Guerra Mundial vivían en ella 800.000 colonos de origen europea la inmigración francesa se sumó la de otras naciones mediterráneas-; en 1912 se extendió el servicio militar obligatorio a los jóvenes musulmanes. Su producción de vinos se incrementó de manera espectacular en los dos últimos decenios del siglo XIX, compensando en parte las pérdidas de los viñedos franceses causadas por la filoxera. La penetración en Túnez deriva de la compleja situación internacional a finales de los años 70. Francia la consideraba la llave de Argelia., Gran Bretaña una costa con puertos estratégicos, Italia área de expansión para su demografía galopante. A partir de 1878 Gran Bretaña estimula a Francia a la ocupación, para conseguir el reconocimiento de su ocupación de Suez y de Chipre; y Alemania para que no se objete su política de germanización de Alsacia. A pesar de este apoyo internacional se duda, y los hombres de negocios no se entusiasman ante la eventualidad de la intervención. Finalmente, con dos expediciones se ocupa militarmente el territorio, aunque los franceses presentan la empresa como una tutela: «El protectorado en Tunicia, he aquí nuestro objetivo; no veo otro. No deseamos el engrandecimiento territorial, (Mattei). Si se comparara el tratado de El Bardo (1881) y la convención de la Marsa (1883), se comprueba que los dirigentes franceses pasan de la tutela a la administración indirecta, ya que en el documento de 1883 se insta al rey a proceder a las reformas administrativas, judiciales y financieras que el gobierno francés juzgue útiles. No está clara para los franceses la diferencia entre protectorado y colonia; aplicando la teoría de la tutela, los ingleses patrocinaban la asunción de responsabilidades por las administraciones indígenas, pero los franceses más bien parecían subrayar que se respetarían los intereses internacionales preexistentes, en el caso de Túnez los italianos. Como luego indicaremos, Francia comparece en el reparto de África; en una primera fase con posiciones litorales en Gabón, Costa de Marfil, Senegal; luego penetrando por los valles de los ríos y procediendo a la conquista de áreas más extensas y profundas en Guinea, Senegal y Dahomey. 176

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En el área indochina la penetración tuvo tanto de exploración como de conquista. Durante el Segundo Imperio se ocupa la rica y poco poblada región del delta del río Mekong, Cochinchina, y Camboya, en ese momento residuo de lo que había sido el brillante imperio de los «Khmers» durante la República, las regiones del norte, más influidas por China, la expedición poco eficaz de Garnier, la de 1883 convierte a Annam en protectorado, pero el almirante Courbet ha de bloquear los puertos chinos para conseguir que el imperio asiático reconozca el dominio francés en un área de tradicional influencia de Pekín. A finales de los años 80 se comienza la ocupación de las regiones interiores, Laos, que culmina con la entrega de una serie de territorios por Siam en 1907. Con el control de cinco territorios, la colonia de Cochinchina y los protectorados de Annam, Tonkín, Camboya y Laos, se configura la Unión Indochina dirigida por el gobernador general Doumer. La transformación de los territorios fue débil en Camboya y Laos, pero en Cochinchina y Tonkín, es decir, las zonas fluviales y deltaicas, se multiplicó tras ambiciosos trabajos de drenaje la producción de arroz; posteriormente, cerca de Saigón, se inició la plantación de heveas, para la obtención de caucho, y en el norte extracciones de carbón, estaño y zinc, que se exportan por el puerto de Haiphong. Las riquezas de aquel extremo del mundo compensaron pronto el esfuerzo de Francia por controlarlo. En Madagascarlos franceses se sirvieron de otro de los conquistadores excepcionales de la era industrial, Gallieni, que repite las páginas brillantes de Faidherbe y Brazza en el continente. Hacia 1880 la isla parecía que iba a caer bajo la influencia de Inglaterra, alo qué contribuían los misioneros protestantes establecidos desde principios de siglo. Con el pretexto de proteger al pueblo sekalava del oeste, tradicionalmente francófilo, Francia ocupa la bahía de Diego Suárez en 1885, y posteriormente Gallieni, con una política de ocupación lenta y progresiva, en la que juega más papel la diplomacia que la fuerza militar: el resto de la isla. En una segunda fase escuelas, vías de ferrocarril, carreteras, trabajos portuarios hacen realidad su slogan: .La promoción económica es la única que justifica la colonización.» Más lento fue el establecimiento del protectorado en Marruecos, donde actuó otro colonizador de genio, lyautey, discípulo de Gallieni; sólo un largo proceso bélico, en el que hubo de aunar sus esfuerzos con el de España, permitió consolidar la presencia de Francia, cuando, había transcurrido el primer cuarto del siglo XX. 6. OTRAS EXPERIENCIAS COLONIZADORAS Sin duda la configuración de dos imperios mundiales, británico y francés, ocupa el capítulo principal de la colonización decimonónica; no obstante, otras potencias consiguieron territorios sin acometer, porque no llegaron a tiempo o carecían de fuerza suficiente, un intento de imperio multicontinental. Veamos las líneas fundamentales de las colonizaciones belga, holandesa y alemana. Bélgica no se afanó en la ocupación de colonias y no obstante se anexionó el Congo en 1908 con lo que multiplicaba su territorio y sus riquezas. Pero no se trata de una empresa nacional sino de una empresa privada pilotada por el rey Leopoldo, que formó una compañía para la explotación del territorio, absorbió la mayoría de las acciones y cedió a su muerte sus derechos al pueblo belga. Permanecen en la sombra todavía muchos aspectos de la personalidad de Leopoldo y de esta gigantesca transferencia. En algún momento se reveló como un notable diplomático al negociar con los franceses las fronteras con el Congo francés. Varias compañías disfrutaron diversas concesiones en este inmenso y riquísimo espacio, pero sus archivos permanecen todavía sellados. A partir de 1908 el ministro de Colonias Renkin redujo paulatinamente el ámbito de las compañías y aumentó la participación en la explotación directa del Estado. Holanda, al igual que Portugal, puede apoyarse en posesiones ocupadas en la edad moderna. Dos notas peculiares deben resaltarse en la colonización de la Insulindia holandesa: en primer lugar un rápido e inteligente proceso de sustitución de producciones, al promover la de los artículos de plantación tradicionales, azúcar, café, nuez moscada, índigo, que o no se consideraban o se encontraban con fuertes competidores, por los que exigía la nueva era industrial: quinina, caucho, petróleo; y en segundo lugar por una auténtica explosión demográfica que le permitió disponer de inagotable mano de obra (la población de Java era de 19 millones de habitantes en 1880, 28 millones en 1900 y 34 millones en 1920). Ante la proximidad de imperialismos competidores, los franceses en Indochina, los ingleses en Malasia y Birmania, los holandeses procedieron a la ocupación de las islas y zonas todavía independientes; la guerra con el sultán musulmán Atjih, del norte de Sumatra, duró veinticinco años, tras la cual el general Van Heutz se convirtió en gobernador general. Siguiendo los métodos de Gallieni, aunque con menos generosidad, la metrópoli aprobó subvenciones para mejorar el nivel de vida de los indígenas. Alemania comparece tarde en el reparto del mundo; no obstante, los comerciantes de ciudades bálticas. Lubeck. Bremen y sobre todo Hamburgo, ayudados por los ingleses, intervienen en algunas expediciones. A mediados de siglo estos comerciantes reclaman la creación de colonias alemanas para sus estados y ligas. Thas la unificación surgen los escritos de algunos teóricos colonialistas, como Ernst von Weber. Fabbri o el CAPÍTULO XV: FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

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periodista Hugo Zoeller, y siguiendo las tesis del economista List se forma en Hamburgo una asociación colonial (Kolonialverein) en 1882. En la conversión de Bismarck al credo colonialista podrían incidir razones económicas, como la comprobación de que sin imperio no era posible la política proteccionista que en los primeros años los políticos alemanes implantaron, y de política interior, ya que, según Schramm, Alemania necesitaba tras la unificación encontrar un nuevo ideal nacional. Más recientemente Brunschwig ha rechazado estas motivaciones, basándose en que hasta 1883 el canciller es hostil a cualquier proceso expansionista; en el Congreso de Berlín de 1878 pudo ser árbitro entre las potencias precisamente porque no tenía reivindicaciones territoriales que formular. Su conversión ha de fecharse en los prolegómenos del Congreso de Berlín de 1884-1885, en el que se va a regular la cuestión del Congo y en conjunto el reparto de África; razones de política internacional definitivamente le inclinarían a presentar a Alemania en la panoplia de las potencias imperiales. En todo momento el canciller prefirió contratar la explotación con compañías privadas que comprometer al Estado; pero el fracaso de este sistema, más típico del mercantilismo, fue total; al renunciar Bismarck en 1890 las dos grandes compañías africanas habían renunciado a sus derechos y el gobierno se encontró en la tesitura de asumir la administración directa de las colonias. A pesar de su potencia industrial, Alemania, por falta de tiempo y resolución, no ocupó una posición preponderante en el reparto colonial del mundo. 7. EL REPARTO DE ÁFRICA Mientras América se emancipa y Asia presenta zonas de colonización bien delimitadas -los ingleses en el sur, los franceses en el sudeste-, África es en el siglo XIX el continente en el que confluyen, de forma confusa, las apetencias de todas las potencias colonizadoras; es el continente del reparto, no exento de tensiones y choques. En África comparecen ingleses y franceses, superpotencias del imperialismo, pero también belgas, alemanes, italianos, portugueses y españoles. En 1880 era un continente desconocido, en el que los europeos ocupaban únicamente una serie de posiciones costeras; en 1914 está totalmente repartido entre las potencias europeas y sólo subsisten dos estados independientes: Liberia y Etiopía. En la complicada historia del reparto podemos encontrar algunas líneas maestras: -Ocupación inicial de la costa. Desde las posiciones costeras se penetra hacia el interior. El objetivo ideal sería alcanzar la costa opuesta y formar un imperio continuo, ambición que sólo estuvo a punto de conseguir Inglaterra. -Aspecto legal: ¿es el descubrimiento o la ocupación efectiva la que otorga derecho de explotar un territorio? conferencia de Berlín de 1885 se inclina por la ocupación, lo que acelera el ritmo de la colonización y la aparición apresurada en el mapa africano de los países que todavía no habían iniciado la formación de un imperio. -Penetración por los valles de los ríos. Con la ocupación del valle se considerará que se tiene derecho a la ocupación de la cuenca entera ya la formación de una colonia sobre ella. Es el caso del Nilo, del Níger y del Congo. -La ocupación es paulatina, casi lenta; al principio no se piensa en colonias, sino en factorías, en bases costeras de aprovechamiento. La doctrina imperialista es tardía, empírica, se forma tras la ocupación real de las primeras colonias. -Aunque hubo problemas complicados, como el del Congo, la clave de la ocupación africana está en Egipto y el valle del Nilo. Su defensa por Inglaterra y su asedio por Francia son la base de todos los planteamientos; la mayor parte de las penetraciones, lo mismo las de la costa atlántica que indica, se efectúan con el horizonte último del Nilo. La costa mediterránea parece ser una zona reservada a Francia hasta la aparición de los ingleses en Suez. Los franceses han iniciado la ocupación de la costa argelina en 1830, bajo Carlos X. Hemos dibujado ya el proceso de ocupación de Argelia y Túnez. La presencia de los ingleses en Suez se produce cuando, en 1878, Egipto no puede pagar los intereses de las acciones inglesas y francesas del canal y se ve obligado a confiar la gestión de sus finanzas alas dos potencias europeas. Ya desde 1875 el jedive Ismail no pudo hacer frente a los intereses de la deuda; el gobierno inglés le compró por los cien millones de francos que adeudaba las acciones que poseía, pero en los años siguiente el incumplimiento de los pagos provocó la implantación de un régimen: de condominio anglofrancés, con el inglés Wilson como ministro de Finanzas de Egipto y el francés Bligniéres ministro de Trabajos Públicos. La deuda asumida era tan alta que los europeos impusieron la reducción a la mitad de la paga de los soldados e incrementaron las tasas y las prestaciones personales de los campesinos. Nada tiene de extraño que este régimen opresor provocara un estallido de xenofobia. El coronel Arabi Pachá organizó un partido nacionalista y provocó una matanza de europeos en Alejandría en julio de 1882. Era el pretexto que los ingleses esperaban para ordenar el desembarco de Wolseley y la ocupación militar del país. La división del Parlamento francés, entre los gambettistas que consideraban la intervención un paso insuficiente y los conservadores que la juzgaban peligrosa, paralizó cualquier decisión 178

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del gabinete Freycinet. En algún momento se intentó jugar la carta internacional, pero Bismarck se inhibió del problema: «La regulación del porvenir de Egipto no ofrece interés directo para Alemania.» Con la parálisis francesa y la neutralidad germana los ingleses pudieron iniciar la penetración en esta zona crucial del nordeste africano. Los ataques de los sudaneses obligan posteriormente a los ingleses a avanzar hacia el sur, a lo largo del valle del Nilo. Durante veinticinco años lord Cromer, el cónsul inglés, gobernó Egipto con un estatuto provisional de protectorado, mientras Francia, consciente ya de las consecuencias de su pasividad, se esfuerza en. Trasladar el problema a instancias internacionales. En las costas occidentales tres ríos señalan la penetración de tres países: por el Congo se expansionan los belgas, que heredan los derechos de la sociedad internacional -presidida por el rey Leopoldo II- que ha explorado la zona; los franceses remontan el Senegal, por medio de Faidherbe; los ingleses el Níger, dirigidos por Goldie. Las cuencas del Senegal y el Niger no plantean problemas; no ocurre lo mismo con el Congo, en cuya orilla derecha se ha establecido el francés Brazza, y en cuya desembocadura los portugueses han instalado el enclave de Cabinda. La complejidad de la colonización en el Congo provoca la convocatoria del Congreso de Berlín (1885), en el que se determina la existencia de un Estado libre del Congo -en realidad controlado por los belgas-, se delimita la zona francesa, en la orilla derecha. y se dibuja otra zona que quedará bajo control internacional. Después del Congreso la mayor actividad en la costa oeste es la francesa; con la penetración hacia el interior se empieza a pensar en la unión con la costa mediterránea y en la constitución de un África occidental francesa. En la costa oriental no existían grandes estados en tierra firme, ni un comercio intenso, a excepción del marfil, transportado por esclavos. Inglaterra no deseaba establecer en Zanzíbar un protectorado británico. Pero la presencia alemana, representada por la Compañía alemana del África oriental, incita a los ingleses a defender sus bases ya declarar que los puertos de Mombassa y Zanzíbar son vitales para las comunicaciones con la India, Salisbury y Bismarck se dividen en 1886 la tierra firme, el norte para los ingleses, el sur para los alemanes. Es la hora de los italianos, espoleados por las ansias colonizadoras de Frahcesco Crispi; desde Massawa en el mar Rojo se expansionan hacia Eritrea y posteriormente hacia Etiopía, lo que provoca el recelo inglés ante la aproximación al valle del Nilo. Se obliga a los italianos a detenerse, aunque se les reconoce, como compensación, la posesión de parte del territorio somalí. Los últimos capítulos de la ocupación africana se localizan en el valle del Nilo. Los franceses, con apoyo ruso exigen en el abandono del valle por los ingleses, mientras penetran desde el Sahara occidental hasta el Chad, camino del alto Nilo. En 1895 Grey avisa a los franceses de que un avance hasta el Nilo será considerado inamistoso. Todavía existía una zona sin ocupar, el Sudán. Los ingleses la invaden para ayudar a los italianos, derrotados en Etiopía. Los franceses avanzan hacia el Sudán desde el oeste, los ingleses desde el norte y el sur. En Fachoda se encuentran los ejércitos de Marchand y Kitchener. La retirada del francés Marchand permite el control del valle del Nilo exclusivamente por los ingleses y la constitución de un imperio casi continuo, norte- sur, como soñaba Cecil Rhodes, de El Cairo a El Cabo, únicamente interrumpido por el África oriental alemana. En un espacio de tiempo históricamente insignificante África ha sido repartida; los ingleses se han llevado la parte del león y han conseguido controlar las zonas más preciadas, el valle del Nilo con su algodón y el sur del continente con su oro y diamantes, dos zonas que tienen además el valor estratégico de apoyos en las dos rutas de la India. Francia ha constituido un imperio sólido en la zona occidental. Los belgas han podido reservarse una colonia de inmensas riquezas. Los portugueses han establecido dos colonias en la costa atlántica e índica, Angola y Mozambique, pero no han podido unirlas por rutas terrestres, porque los ingleses los frenan en Rodesia; es un conflicto similar al de Fachoda, el cruce de un imperio que intenta extenderse de oeste a este con otro que lo hace de norte a sur . 8. CONSECUENCIAS DE LA COLONIZACIÓN Las repercusiones del proceso son inmensas en la metrópoli y las colonias. Se puede hablar de europeización del mundo, y Miege dice gráficamente que nace una nueva geografía. El salto experimentado por los países colonizados supone una aceleración de siglos. El impacto de Europa se deja sentir en primer lugar en las costas, donde se construyen puertos con instalaciones modernas; más tarde en el interior, al que se accede por Vías férreas. Surge una nueva estructura de las comunicaciones. En todas partes se intentó fomentar un cultivo básico, por ejemplo el caucho en Indochina, el cacao en Nigeria, el café en Tanganika. La producción aumentó. En Argelia los Viñedos se multiplicaron por cuatro entre 1881 y 1895; Indochina exportaba en 1900 un millón de tn de arroz. Las colonias compran productos a la metrópoli; la economía de mercado suscita la necesidad del papel moneda con lo que la economía monetaria se yuxtapone a la de subsistencia, característica del período precolonial. CAPÍTULO XV: FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

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En el orden demográfico se consiguen las primeras victorias contra las enfermedades tropicales, se instalan hospitales y se aplican terapéuticas europeas; pero, al mismo tiempo, el progreso de las comunicaciones permite una difusión más rápida de las epidemias, y el contacto con los europeos provocó en algunas sociedades una disminución de la población, como en Nuevas Hébrida, donde se redujo al 20% desde principios del Siglo XIX. En general el descenso de la mortalidad, con mantenimiento de una natalidad alta, permitió el incremento de la población. Las sociedades indígenas experimentaron transformaciones profundas. La vida urbana rompió las estructuras tribales. Una burguesía de negociantes y funcionarios se instaló en los niveles más altos de la escala social. Incluso en el campo se produjeron cambios, con la introducción de nuevas plantas y la extensión de la agricultura comercial y la moneda. En el orden intelectual misioneros, escuelas, edición de periódicos produjeron un retroceso del analfabetismo. Pero, por otra parte, el impacto de la cultura occidental hizo perder su identidad a las culturas indígenas, perturbó sus creencias y tradiciones. Este drama de la aculturación explica que los movimientos nacionalistas hayan levantado como bandera en la descolonización la recuperación de la cultura nacional. Es indudable que pueden hallarse bastantes aportaciones positivas, pero en el conjunto predominan las negativas; las viejas civilizaciones fueron destruidas, sus lenguas desplazadas, la industrialización prohibida, en algunas zonas se produjo la segregación racial, el mantenimiento de los indígenas en empleos inferiores y barrios apartados. Desde el punto de vista político se produce en África la balcanización, las fronteras no guardan ninguna relación con el mapa étnico y viejas civilizaciones ven parcelado su solar por la confluencia de los dominios europeos, y las viejas lenguas se enfrentan al desafío lingüístico -a veces plural- de los vencedores. En ocasiones tribus y pueblos son espectadores atónitos de las rivalidades de las potencias; franceses e ingleses en Egipto y Sudán, ingleses y alemanes en África Austral, franceses e italianos en Etiopía, ingleses y rusos en Asia Central. Por el contrario, las potencias europeas sin otro sacrificio que el riesgo de lo desconocido obtienen ventajas indudables. En el orden demográfico las colonias de poblamiento se constituyeron en zonas de descarga que podían resolver los excedentes de mano de obra en una crisis económica, como en las pulsaciones inglesas de los años difíciles, o brindar asilo a las víctimas de las crisis políticas, como los franceses que huyen a Argelia tras la represión de junio de 1848 o los alsacianos que prefieren no vivir bajo yugo germánico tras la guerra de 1870; pero aunque África pasó en un siglo de 135.000 europeos a cuatro millones y por todas partes nacieron sociedades blancas la emigración -en la mayoría de los casos- apenas alivió la tensión demográfica de los países emisores, puesto que el destino preferente de los emigrantes fueron las naciones jóvenes que habían sido en la edad moderna colonias, como los Estados Unidos o el cono sur de la América meridional. En el orden económico las rentas del capital invertido en ultramar incrementaron las posibilidades del capitalismo europeo; Gran Bretaña obtuvo rentas de 35 millones de libras esterlinas en 1870, más de cien millones en 1900, casi doscientos millones en 1913: una riada de beneficios colma todas las expectativas y algunas colonias se convierten en los mejores clientes de las potencias industriales: Argelia, de Francia; la India, de Inglaterra. La obtención barata de materias primas constituye otro capítulo fundamental: caucho, algodón, fosfatos, lanas; el segundo impulso en la industrialización europea se vio estimulado por esta ampliación del área de suministros. No obstante, no deben exagerarse las ventajas, porque si es cierto que la formación de los Imperios coloniales posibilitó la consolidación de la segunda fase de la revolución Industrial, la del capitalismo financiero, las metrópolis obtuvieron sus materias primas y colocaron sus productos en sus colonias solamente en un porcentaje; en 1914 las colonias francesas proveían a su metrópoli únicamente de la décima parte de sus necesidades en materias primas Industriales. DOCUMENTOS I. DOS POSTURAS SOBRE EL EJÉRCITO COLONIAL A pesar de que los móviles colonizadores de todas las potencias se apoyan en similares impulsos no es difícil detectar algunas diferencias. Compárense estas páginas: a) No hay que olvidar que cualquier nación que desee colonizar debe evitar .siempre que sea posible, emplear parte del ejército metropolitano para la defensa de sus colonias. Las tropas que sirven en las colonias deben estar compuestas por dos elementos: en primer lugar, un elemento indígena como los turcos o los espahís de Argelia, los regimientos anamitas del Ton- km, los laptots del Senegal; en segundo lugar, europeos reclutados median- te alistamiento voluntario, el cual se consigue ofreciendo salarios elevados... En cualquier nación, y en particular en Francia, existen tres o cuatro docenas de millares de hombres que no sienten ninguna afición por la vida civil. De ese modo, la formación del ejército colonial no disminuye la población joven de la madre patria; por el contrario, ésta se libra de su sector más agitado, más inestable. .Hacen falta tropas indígenas profesionales y consentidoras, unidas a la metrópoli por lazos de interés muy 180

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sólidos, muy estrechos, muy visibles. Deben ser, en el sentido más estricto del término, mercenarios... Se les debe asegurar, a partir de los 55 años, alguna pequeña pensión, algún pequeño empleo o, cuando el país lo permita, alguna dotación de tierra, para garantizar tanto su existencia como su fidelidad. Un ejército colonial debe reclutarse, tanto en el caso del elemento indígena como en el del europeo, mediante alistamiento de larga duración y formar un cuerpo profesional de mercenarios: es una condición imprescindible para la seguridad de la potencia colonizadora. (LEROY-BEAULIEU, 1902) b) Los antiguos soldados, curtidos por la disciplina, adquieren en el servicio hábitos de orden, regularidad, amor al trabajo, que conservan en la vida privada. Han adoptado la costumbre, una vez acabado su servicio, de establecerse cerca de las bases, donde pueden ser observados por el Blanco y es menos probable que pierdan las buenas costumbres que había adquirido. En las proximidades de algunos puestos importantes, existen actualmente auténticos pueblos de antiguos militares que viven en chozas bien construidas. a menudo de ladrillo. Estos pueblos prestan un inapreciable servicio en lo que concierne al abastecimiento del personal. Los hombres que en ellos viven le han tomado gusto al bienestar, por lo que sienten la necesidad de trabajar con el fin de procurarse los recursos suficientes para satisfacer sus nuevas necesidades. Su ejemplo llama la atención de los indígenas que los rodean. DESCHAMPS: Sobre el Congo belga. 2. DISCURSO DE CLEMENCEAU SOBRE LA EXPEDICIÓN A EGIPTO Cámara de diputados 29 de julio de 1882. Búsquense datos sobre la cámara de diputados en ese momento de la III República, y sobre el autor del discurso (consúltese G. MONNERVILLE: Clemenceau. París. Fayard, 1968). Reflexiónese sobre la situación internacional con base en los consigados en el discurso. Puede asimismo analizarse la estructura de un discurso parlamentario, los recursos oratorios, el ambiente. Cuadro esquemático sobre el problema egipcio, señalando sus componentes. Téngase en cuenta que ha sido tomado el discurso de un periódico y no del diario oficial de sesiones. No se pueden adoptar más que dos actitudes, no se pueden seguir más que dos políticas: la intervención o la abstención. Sé perfectamente que el gobierno ha inventado otra; pero como todavía no ha recibido ningún apelativo, ruego que no sea apadrinada por el Parlamento (risas). ¿Es eso la paz? No, porque se envían tropas. ¿Es la guerra? No, porque no se luchará. Es un término medio que no tiene las ventajas de ninguna de las dos políticas, pero si los inconvenientes. (Aplausos.) (...). ¿No les parece que hay que pensar en el día en que todo se solucione? Detrás de los ejércitos es necesario percibir a los diplomáticos preparando los resultados, y no puedo evitar sentir cierta extrañeza ante el hecho que se deduce de los documentos comunicados, según el cual Europa desea reservar su libertad de acción y se niega a comprometer su responsabilidad, tanto en calidad de mandataria como de mandante. (Movimiento.) Si otros reservan de ese modo su libertad, quizá seria conveniente que Francia, que es una potencia continental, no insular, reservase también la suya. No se trata de una política de miedo, sino de una política de prudencia, de sensatez. (¡Muy bien! ¡Muy bien!) El gobierno propone separar la cuestión de la protección del canal de la cuestión egipcia. Eso es una novedad. Cuando en la conferencia ustedes propusieron dar un mandato a Turquía, dicho mandato fue especificado; se hacía referencia a estos tres puntos: libertad de circulación en el canal, pago de la deuda, protección de la vida y los bienes de los europeos. Son ustedes y Europa los que han reconocido que esas tres cuestiones no forman más que una y constituyen el restablecimiento del statu quo ante. El señor presidente del Consejo acaba de reconocer ante la tribunal que el canal no se halla amenazado ( ). Por tanto, está claro que no se quieren ustedes lanzar a una expedición militar, .sino a una semiexpedición para la protección del canal, el cual no se halla amenazado, y que, sin dar razones suficientes, separan el tema de la protección del canal de la cuestión egipcia. Ahora bien, si se pudiese establecer dicha distinción, diría que la defensa del canal se realiza en El Cairo y es por ello que Inglaterra se dirige hacia El Cairo, Inglaterra se ha comprometido gradualmente, como en un encadenamiento En consecuencia, afirmo que si ustedes ponen los pies en Egipto, serán arrastrados a pesar suyo, sea cual sea la confianza que yo tenga en su sinceridad, en su rectitud, como ha sido arrastrada Inglaterra, (...) Se ha dicho que la política de abstención, de reserva, es humillante para la nación; no acepto esta opinión (¡Muy bien ¡Muy bien/); pero, ¿se imaginan ustedes política más humillante que la que consiste en enviar soldados para vigilar, para defender el canal, pero limitándose a un cierto perímetro, y todo ello por cuenta de Inglaterra? Afirmo que esa es la política de humillación por excelencia. (Aplausos) (...). Pero se nos dice: ¡No comprendéis cuál es nuestra intención! Vamos a Suez para estar ahí el día que se lleve a cabo el ajuste de cuentas». Pues bien, es ese día el que más temo. Ustedes no hacen más que retrasar el CAPÍTULO XV: FORMACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

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conflicto o, mejor dicho, concretan una fecha. Ese día se encontrarán en una posición peligrosa, tanto respecto de Inglaterra como de Europa (...). En efecto, Turquía va a Egipto; pero ¿qué va a hacer ahí? ¡Eso es lo que ustedes no saben! Se nos dice que es para restablecer el orden, pero ¿qué orden? Existe el orden egipcio, el orden de Inglaterra, el orden de Turquía y el orden europeo. (¡Muy bien! ¡Muy bien!) En esas condiciones, pedir que nos comprometamos es una política inadmisible; seria un enorme peligro para nosotros. ¡Cómo! Admitirán ustedes que las potencias van a aislar a cada una de las tropas instaladas en el canal de Suez; habrá un piquete italiano, un piquete alemán, un piquete inglés al lado de un piquete francés, y el día que se lleve a cabo el arreglo, cuando las susceptibilidades nacionales se exciten, cuando las tropas se hallen cerca unas de otras, ¡imaginen cuál será el peligro! (Aplausos en diversos bancos.) En verdad, diriase que en algún lugar -no sé dónde- existe una mano hábil que se dedica a ir preparando una explosión en Europa. (¡Muy bien (¡Muy bien!) . Pues bien, en condiciones semejantes, no les daré a ustedes el mandato que reclaman. No porque lleve a la guerra, a veces hay que saberse resignar a la guerra, sino porque ustedes no saben, porque no existe un sólo diplomático en Europa que pueda saber lo que se nos prepara y adónde vamos. (Aplausos) En Le Temps, 31 de julio de 1882 En BRUNET-PLESSIS: Explications..., págs. 249-251.

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